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TEMA 8.

EL RACIONALISMO

Introducción. El Racionalismo es un nuevo planteamiento de los problemas fundamentales de la Filosofía, que


se desarrolla en el siglo XVII en Francia y en Alemania. En Inglaterra reviste una forma especial que se llamó
Empirismo. Tiene su origen en el desprestigio del aristotelismo, que había constituido la base de las doctrinas
filosóficas de los siglos anteriores, pero resultaba incapaz de adaptarse a los descubrimientos geográficos y astro-
nómicos de la época. Pretende establecer sistemas nuevos y más seguros para llegar a la verdad y eliminar todo
error. Por ello busca explicaciones racionales válidas e indiscutibles; se centra en los problemas del conocimiento,
y recibe de ahí su nombre.

DESCARTES (1596-1650)

Proyecto científico. Su primer proyecto como creador intelectual fue el de una ciencia general matemática. El
10 de noviembre de 1619 dice haber realizado “un hallazgo admirable”, que fue el origen de la geometría analíti-
ca. En ella hace converger las dos ramas tradicionales de la matemática: el álgebra y la geometría. Siguiendo esta
línea se propone construir una ciencia universal que posea las mismas características de evidencia y rigor de las
matemáticas.

Comprende que la base de esta ciencia ha de ser la filosofía, pero le decepciona la multiplicidad de opiniones
opuestas que habían sido defendidas por los filósofos más eminentes. Y opina que esta situación tiene su origen en
la falta de un método adecuado.

El método que Descartes establece seguirá los pasos siguientes:

a) Evidencia: no admitir como verdadero nada que pueda ponerse en duda.


b) Análisis: dividir las dificultades en cuantas partes fuere posible.
c) Síntesis: conducir los pensamientos desde los más simples hasta los más compuestos.
d) Enumeración y revisión: hacer un recuento de lo conseguido, para estar seguros de no haber omitido nada.

La idea clara y distinta. La evidencia que será el punto de arranque del método exige las siguientes caracterís-
ticas:

a) Claridad: es la presencia inmediata de la idea en la inteligencia que la intuye.


b) Distinción: consiste en la simplicidad del contenido de la idea; que no contenga nada que pertenezca a
otras.

Como consecuencia: la idea clara y distinta es intuitiva, indudable, innata. División de las ideas:

a) Adventicias: provienen de la experiencia sensible.


b) Facticias: elaboradas por nosotros (centauro).
c) Innatas: están presentes es nuestra propia naturaleza y no han sido elaboradas por ella a partir de otras más
simples, ni de la experiencia sensible. Estas son las únicas evidentes por sí mismas.

La duda metódica: Para construir un sistema sólido según su método, Descartes empieza por “limpiar” la
mente de todas las ideas preconcebidas o aprendidas en sus años escolares. (La duda cartesiana ha sido explicada
muy diversamente por sus comentaristas. Véase Fraile, III 503). Es una duda ficticia, que se utiliza como proce-
dimiento para ir colocando las verdades en un orden lógico. No es que tenga razones para dudar de cada verdad
por separado; tiene razones para vaciar de forma transitoria su mente de todo lo que contenía, con objeto de ir
seleccionando lo que aparezca como seguro, e irlo colocando en su propio lugar.

Construcción del sistema cartesiano:

1. El cogito. Después de haber vaciado la mente de cualquier idea, busca cuál es la idea más evidente y más
innegable. Y encuentra ésta: “cogito, ergo sum”. “Mientras quería pensar que todo era falso, era necesario que yo,
que lo pensaba, fuese algo”.

El “pienso, luego existo” no es una deducción, sino una percepción inmediata, una experiencia directa. (Hirs-
ch. II 35).
Tampoco es un hallazgo original; está en muchos pensadores anteriores, particularmente en San Agustín: “si
enim fallor, sum”. (“Pues si me engaño, existo”. El que no existe no puede engañarse, y por eso, si me engaño,
existo). Pero lo original en Descartes es haberlo constituido en base de todo su pensamiento posterior.

2. La idea clara y distinta. Siendo irrechazable la idea del “cogito”, se pregunta Descartes qué contiene en sí
esa idea que la hace irrechazable. Y se contesta: sólo esto: claridad y distinción.

Luego toda idea clara y distinta ha de ser verdadera. (Hirsch. 34, 35).

3. Res cogitans finita - Res cogitans infinita. La segunda idea que presenta esas características es la posibili-
dad de la existencia de seres pensantes: res cogitans. Y entre ellos, como fundamental, la existencia de la res cogi-
tans infinita: Dios. Descartes aduce varios argumentos para probar la existencia de Dios, pero el fundamental es
que no podernos pensar lo imperfecto sin presuponer lo perfecto. (Hirsch. 42).

4. La experiencia sensible. Conocida la existencia de Dios, ella sirve de fundamento para la veracidad de
nuestros sentidos, cuando éstos nos afirman la existencia de los objetos del mundo corpóreo. Hay pues tres modos
de existencia real: la “res cogitans finita”, la “res cogitans infinita”, la “res extensa” (Hirsch 47).

Psicología: aunque Descartes afirma la unidad personal del hombre, esta unidad es más bien el resultado de
una interacción, de un influjo mutuo, aunque íntimo, algo intermedio entre la unión sustancial de Aristóteles y el
pensamiento platónico que compara el alma y el cuerpo con el navegante y el navío, (Hirsch. 50).

LEIBNIZ (1646-1716)

Monadología. Si el cuerpo es extensión (Descartes), y la extensión supone divisibilidad, el verdadero SER se-
rá el último elemento, ya indivisible. (Si no fuera indivisible, no sería el último). Pero la suma de indivisibles
inextensos no haría extensión. Tendrá que haber unas acciones, unas fuerzas de repulsión, para que un conjunto
suficientemente numeroso de entidades inextensas formen extensión. La mónada es un ser inextenso, capaz de
acción.

Pero si no es res extensa, es res cogitans. La mónada es, pues, un ser anímico; es el elemento simple de que
constan todos los seres. Sólo puede empezar a existir por creación, dejar de existir por aniquilación divina. Por ser
simples nada puede entrar en ellas, no tienen “ventanas”. Toda su actividad es espontánea, procede de ella misma.
Tiene representaciones, pero no proceden del exterior; cada mónada es un espejo viviente del universo. (Hirsch.
78, 79).

Psicología: entre las mónadas se da una “armonía preestablecida” que relaciona las representaciones de unas
con otras, sin influjo mutuo.

Lógica: existen “verdades de hecho” comprobables por la experiencia. Pero también “verdades de razón”,
evidentes por la sola razón, sin necesidad de experiencia.

Dios: admite el argumento ontológico: si el ser absolutamente perfecto es pensable, este ser es posible. Y si es
posible, debe existir de hecho. (Hirsch 85).

Optimismo: Dios ha podido escoger y ha escogido de hecho el mejor de los mundos posibles. El mal es inhe-
rente a lo finito, pues es privación de ser.

SPINOZA (1632-1677)

Existe una sola substancia, —Dios—, de la que todas las cosas son atributos o modos. Los cuerpos son modifi-
caciones del atributo “extensión” de la única substancia divina. Las almas son modificaciones del atributo “pen-
samiento”. Luego todo es Dios. (Panteísmo). Los hombres no somos seres substanciales, sino modificaciones del
ser divino. Luego no podemos obrar por nosotros mismos, no tenemos libertad. (Determinismo). (Aróstegui 223,
224; Hirsch. 66, 67).

MALEBRANCHE (1633-1715)

Ontologismo: el hombre conoce a Dios antes que a las cosas, y a éstas las conoce a través de Dios, porque
Dios es el lugar de los espíritus y en él se encuentran las ideas de todo ser creado.
Ocasionalismo: Los seres creados no son verdaderas causas, sino ocasiones para que actúe Dios, que es la
única causa eficiente. (Aróst. 222; Hirsch. 58, 60).

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