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TEMA 16. FENOMENOLOGÍA Y FILOSOFÍA DE LA EXISTENCIA.

(HUSSERL Y HEIDEGGER)

Introducción. La Fenomenología aparece en un momento histórico en que no hay filosofía vigente. Sólo algu-
nas tendencias contrarias a la metafísica que vinieron a constituir lo quo se llamó “psicologismo”: una actitud por
la que la filosofía se reduce a psicología, y sólo se ocupa de las reglas del pensar. Frente a este psicologismo se
sitúa Husserl. Pretende que la filosofía se ha de referir, no sólo a la posibilidad del pensar, sino a la verdad de lo
pensado, al comportamiento de los objetos,

Siguiendo la misma línea trazada por la Fenomenología, la Filosofía de la Existencia es, ante todo, una meta-
física. Heidegger dedicó un libro entero a interpretar a Kant cono metafísico, y en sus obras están presentes todos
los grandes pensadores del pasado: los presocráticos, Platón, San Agustín, Descartes, Hegel... Por eso el centro de
atención de su filosofía es el SER, no en cuanto sirve para relacionar dos conceptos, —un sujeto y un atributo: el
cielo ES azul—, sino en su valor absoluto SER = EXISTIR.

HUSSERL (1359-1938)

El año 1900 publica su libro “Investigaciones lógicas”, que causa un gran impacto, donde inicia una “vuelta a
las cosas mismas”. Con esta obra empieza el movimiento filosófico de la “Fenomenología”, que pretende un
análisis profundo del “fenómeno” kantiano, pera tratar de encontrar en él algo más íntimo que los datos sensitivos
directamente aparentes. La Fenomenología introduce una terminología propia; según ella, lo que se pretende es
llegar a una comprensión exhaustiva del noema (contenido objetivo del pensar), no quedándose en la noesis (as-
pecto subjetivo del acto de entender).

El método. Este proceso, —desde la noesis al noema—, se cumple siguiendo un método riguroso que podría-
mos desarrollar en seis etapas:

a) La epojé: consiste en “poner entre paréntesis” todos los elementos de la experiencia científica que no hayan
sido suficientemente comprobados.

b) Reducción eidética: elimina en el hecho bruto todo lo que no sea la esencia del mismo. Los elementos no
esenciales se llaman “hiléticos” o materiales. Queda sólo lo perteneciente al “eidos”. (Palabra que emplea
Platón para designar la “esencia”).

c) Reducción trascendental: elimina lo que pone el sujeto como producto de su personal y característica indi-
vidualidad. Para dejar sólo lo que pondría un “sujeto trascendental” perfecto.

d) Todo este conjunto de operaciones reductivas constituye una “intuición intelectual”. Pero es una “intui-
ción constitutiva”, que realmente pone algo subjetivo, no se limita a captar pasivamente.

e) La intuición constitutiva está polarizada en determinado sentido por una “intencionalidad”, que es necesa-
riamente referencia a algo distinto del sujeto.

f) Esta intuición, así lograda, puede ser llamada “intuición de esencia”, pues llega al ser-en-sí, inalcanzable
sin ella en los datos sensitivos.

El ser ideal. La fenomenología intenta extraer de las cosas mismas unos “objetos ideales”, que no coinciden
exactamente con los seres físicos. Es por tanto una ciencia “a priori” que elabora objetos intemporales y universa-
les. Se podría plantear el viejo problema de los universales: ¿dónde están esos objetos ideales? ¿En nuestra mente?
¿En un lugar inmaterial como las Ideas platónicas? ¿En la esencia del Ser Origen, como dice San Agustín? Hus-
serl evita contestar a esta pregunta y afirma sólo que los objetos ideales tienen “validez”.

Las significaciones. Nos expresamos mediante palabras. Pero entre la palabra (u otro signo) y el objeto está la
“significación”. Y la significación es un objeto ideal que tiende hacia un ser intencional. (Yo puedo perfectamente
entender la expresión: poliedro regular de cinco caras, aunque se pueda demostrar que esa expresión no correspon-
de a ningún ser realmente existente).

Resultados. Es absolutamente impensable dar una visión clara y completa del pensamiento de Husserl. Nos
tenemos que limitar a trazar sus líneas directrices. Añadamos sólo que, según Marías, “la filosofía de Edmundo
Husserl es uno de los tres o cuatro grandes hechos intelectuales de nuestro siglo. Con todo, su fecundidad y su
alcance, sólo son visibles todavía incompletamente” (Marías, 405).
HEIDEGGER (1889-1975)

La Filosofía de la existencia, que en su origen se orientaba contra toda superficialidad, ha degenerado con
frecuencia en una gran palabrería y una desbordada fiebre libresca, (Hirsch. 424). Arranca del pensamiento de
Husserl; pero intenta la “intuición de esencia”, volviendo la mirada al individuo.

En efecto, la esencia más pura, el “eidos” más despojado es “existir” sin más. No: ser-así; sino simplemente
SER. Y cada objeto real “es” individualmente, o “no es”. (Otras influencias de origen en Rábade 252).

Heidegger se pregunta “qué es SER”. Si nos dirigimos la pregunta a nosotros mismos, nos aprehendemos con
un matiz especial que Heidegger llama “Dasein” (ser-ahí). Si el Dasein se pregunta a sí mismo “qué es ser”, es
porque su ser no está realizado del todo; una pregunta significa una aporía y un deseo de realización. Por eso el
ser del hombre es fundamentalmente un “poder-ser”.

Ser-en-el-mundo. No se puede concebir la existencia humana sino como una contraposición a “lo otro”. (Fi-
chte: yo—no-yo). Los otros no-yo son otros Dasein y útiles o instrumentos que se refieren a otros instrumentos y
al Dasein. Este existe como un poder-ser todas las posibilidades que le brindan los útiles. El modo de insertarse el
Dasein en el mundo se llana “preocupación” (Sorge). Sólo en la coexistencia con los no-yo se puede llegar a la
realización de las posibilidades personales. (El médico no se realiza sino en su relación al enfermo).

La angustia. Es un concepto clave en el pensamiento de Heidegger. En efecto, según él, sólo en ese especial
temple de ánimo que es la “angustia” puede el Dasein aprehender su propia existencia. Pero “angustia” no es
temor de algo concreto, sino pura oscuridad, angustia de “nada”. Precisamente en este especial temple de ánimo
entramos en contacto con la “nada”; nos sentimos “ser” frente al “no-ser”.

Ser-para-la-muerte. De todas las posibilidades humanas la muerte es la más cierta; todas las demás son aleato-
rias. Es la más propia: nadie pude morir en mi lugar. La más irreferente. La más irrebasable. Existir el hombre es
vivir desde la constante posibilidad de morir.

No es posible dar una explicación suficiente de la filosofía de Heidegger, explicación que, por otra parte, tal
vez no sea hoy todavía posible. En sus últimos trabajos ha hecho una certera crítica de las interpretaciones apresu -
radas de su pensamiento. Lo único que podemos es dar el sentido y el puesto de esta metafísica, excepcionalmente
profunda, rica y sugestiva, a la vez que rebosante de problemas y riesgos filosóficos. (Marías, 423).

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