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BLOQUE 10: LA SEGUNDA REPÚBLICA.

LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS


INTERNACIONAL
10.1. LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931. EL
BIENIO REFORMISTA (1931-33)
10.1.1. La proclamación y la instauración de la II República. La Constitución de 1931
Tras conocerse el resultado de las elecciones municipales del 12 de abril, el día 14, fue proclamada
la República en diversas ciudades españolas. Alfonso XIII suspendió la potestad real y partió al
exilio. El Comité Revolucionario republicano se convirtió en Gobierno Provisional de la República.
La República fue recibida con un gran entusiasmo popular y con la esperanza de un cambio
radical: crear un auténtico sistema democrático, iniciar amplias reformas económicas y sociales
y desarrollar formas culturales más libres. Pero nació en circunstancias difíciles (crisis económica
de los años 30 y ascenso del fascismo). En España, sus bases sociales eran amplias pero diversas.
Apoyaron la República sectores de las clases medias de las ciudades más dinámicas y los
obreros socialistas. Pero cada sector defendía “repúblicas” distintas.
En el Gobierno Provisional de la República, había ministros de la derecha republicana (Alcalá
Zamora, presidente de gobierno), republicanos de centroderecha (Alejandro Lerroux, en
Estado), republicanos de izquierda (Manuel Azaña, en Guerra), nacionalistas catalanes y
republicanos galleguistas y del PSOE (Indalecio Prieto, Largo Caballero, en Trabajo). El Gobierno
concedió la amnistía política, restableció las libertades y convocó elecciones a Cortes
constituyentes para el día 28 de junio. Ganadas por la Conjunción republicano-socialista. La
derecha no republicana, desconcertada por el cambio de régimen, estaba poco representada.
Las Cortes elaboraron la Constitución de 1931, de carácter democrático-social, promulgada el 10 de
diciembre. La declaración de derechos del ciudadano era amplísima. Se declaraba que el Estado
era integral (unidad de España), pero reconocía el derecho de autonomía de las regiones.
Se creaban unas Cortes unicamerales, la base del sistema, como representantes de la Soberanía
Nacional, con un amplio poder legislativo, elegidas por Sufragio Universal (incluyendo a las
mujeres), por un periodo de 4 años. Tenían Diputación permanente y voto de censura al Gobierno.
El poder ejecutivo se repartía entre el Gobierno (que necesitaba la doble confianza del Presidente
de la República y de las Cortes) y el Presidente de la República (Jefe del Estado), que era elegido,
por 6 años, por el voto conjunto de las Cortes y de unos compromisarios, iguales en número a los
diputados, elegidos por Sufragio Universal. El Presidente era un poder moderador del sistema
Con respecto al poder judicial, se establecían un Tribunal Supremo y un Tribunal de Garantías
Constitucionales.
La propiedad privada de los medios de producción podía ser expropiada por utilidad social.
Se declaraba que el Estado era laico, sin religión oficial y la libertad de conciencia y de cultos. La
educación y la cultura eran una obligación del Estado que tenía que garantizarlas y extenderlas.
Aprobada la Constitución, se eligió como Presidente de la República a Niceto Alcalá Zamora.
10.1.2. El Bienio Reformista (1931-33) Las principales reformas
La coalición republicano-socialista que proclamó la República y constituyó el Gobierno
Provisional presidido por Alcalá-Zamora fue disminuyendo. Primero la abandonó la derecha
republicana de Alcalá Zamora, que, al no apoyar los artículos constitucionales de carácter religioso,
dimitió como presidente de Gobierno Provisional y fue sustituido por Manuel Azaña (octubre de
1931). Aprobada la Constitución (diciembre 1931), el Partido Radical de Lerroux no quiso formar parte
del primer Gobierno Constitucional de la República, por oponerse a la presencia de ministros
socialistas. De diciembre de 1931 a septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió una serie de
gobiernos reformistas que representaban una alianza más reducida que la que instauró la
República, aunque más homogénea (republicanos de izquierda y socialistas).
Los distintos gobiernos del Bienio Reformista emprendieron una serie de reformas que afectaban a
todos los órdenes de la vida política y social y podrían conllevar cambios radicales en el Estado y en
la sociedad española. Se abordaron problemas que atenazaban el desarrollo de la sociedad española
desde comienzos del s-XIX. Las principales reformas fueron:
1) La Ley de Reforma Agraria (1932), frente al predominio del latifundio en el sur de España,
pretendía redistribuir las tierras para terminar con la miseria jornalera y con la escasa productividad.
La Ley permitía expropiar 13 tipos de fincas (antiguos señoríos, deficientemente cultivadas). El
Instituto de la Reforma Agraria (IRA) indemnizaba a los propietarios expropiados y facilitaba el
asentamiento de los campesinos. La reforma se aplicó con muchas limitaciones (escasos recursos).

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Muchos propietarios, opuestos a la Reforma Agraria, se aliaron contra el régimen. Los campesinos,
decepcionados por sus resultados, adoptaron posturas revolucionarias (ocupación de tierras).
2) Las reformas laborales del Ministerio de Trabajo de Largo Caballero. Se estableció la
obligación del contrato de trabajo y la jornada de 8 horas. Se crearon los jurados mixtos
(nombrados de forma paritaria por las asociaciones obreras y patronales), encargados de elaborar las
bases de trabajo. Esta legislación laboral provocó la oposición de la patronal y de la CNT.
3) La reforma del Ejército. El problema militar estribaba en un ejército con excesivos oficiales, mal
dotado y organizado. Azaña, como Ministro de la Guerra, el 23 de abril, estableció el juramento de
fidelidad de los militares hacia la República. Quienes no lo hicieran causarían baja en el Ejército. El
día 25, se publicaba el decreto de retiros que permitía pasar al retiro a los militares que lo
pidieran, conservando el sueldo. Estas reformas no crearon un Ejército adepto a la República. Al
contrario, la revisión de los ascensos por méritos de guerra en África creó gran malestar.
4) Las reformas religiosas. La Constitución declaró la no confesionalidad del Estado, la libertad
de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. Se permitió el divorcio y el
matrimonio civil. Se prohibió la enseñanza y las actividades económicas a todas las órdenes.
La jerarquía católica se opuso a estas medidas y movilizó a la opinión católica en su contra. NOTA:
(la Iglesia seguía teniendo gran influencia entre las clases medias rurales y sectores de la burguesía
urbana provinciana).
5) La reforma educativa. Se adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. Se
promovió el desarrollo cultural de sectores sociales populares (las Misiones Pedagógicas
encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales (bibliotecas, cines, teatro); las Universidades
Populares, que ligaban la enseñanza con los ámbitos obreros).
6) La Constitución reconocía la personalidad de las regiones y el derecho a la autonomía. En
1932, se aprobó el Estatuto de Cataluña, con gobierno y parlamento propios, con competencias
económicas, sociales, educativas y culturales, y se reconocía la cooficialidad del catalán. Las primeras
elecciones autonómicas las ganó ERC y Maciá fue elegido presidente de la Generalitat. En el País
Vasco, hasta octubre de 1936, en plena guerra civil, no se aprobó el estatuto de autonomía.
10.1.3. Adversarios del reformismo y conflictividad social. El fin del Bienio Reformador
El régimen republicano encontró la oposición de los sectores más afectados por las reformas
(Iglesia, Ejército, propietarios agrarios, organizaciones patronales). Se crearon nuevas organizaciones
políticas en la derecha no republicana: 1) la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas), coalición de la derecha católica, dirigida por Gil Robles. 2) Los monárquicos
alfonsinos, fundaron Renovación Española, liderada, desde la vuelta de su exilio, en 1934, por José
Calvo Sotelo. 3) Los carlistas se agrupaban en Comunión Tradicionalista. 4) Los grupos fascistas:
las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. 1931), unidas, en 1934, a Falange Española
(creada en1933), dirigida por José Antonio Primo de Rivera, formándose FE de las JONS.
La oligarquía de la Restauración (aristocracia y gran burguesía), fue el grupo social más perjudicado
por las reformas republicanas. Pero, en su oposición a la República, encontró el apoyo de sectores de
las clases medias rurales y de ciudades provincianas (temerosas de la transformación de la
propiedad y de la política religiosa del primer bienio de la República).
Un sector del ejército, dirigido por el general Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado para forzar
el viraje de la República hacia la derecha (agosto 1932), pero fracasó. En 1933 se creó la UME
(Unión Militar Española), organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas.
La lentitud de las reformas provocó una gran conflictividad social. La CNT y la FAI protagonizaron
las sublevaciones anarquistas (en el Alto Llobregat (1932) y en Andalucía (Casas Viejas, 1933)).
A lo largo de 1933, fue cada vez mayor la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del
gobierno Azaña, desacreditado por la dura represión en Casas Viejas. Alcalá Zamora retiró su
confianza a Azaña y forzó su dimisión como presidente del Gobierno (septiembre 1933), disolvió las
Cortes, y convocó elecciones para noviembre de 1933.
10.2. SUBTEMA: EL BIENIO RADICAL-CEDISTA (1933-35). LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS. EL
FRENTE POPULAR, LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL NUEVO GOBIERNO
10.2.1. La labor de los primeros gobiernos del bienio radical-cedista. La Revolución de Octubre
Las elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos de centro-derecha: al Partido
Radical y a la CEDA, que fue la formación que obtuvo más diputados. El nuevo gobierno presidido por
Alejandro Lerroux, formado en su mayor parte por radicales, con el apoyo parlamentario de la CEDA
(partido de la derecha católica liderado por Gil Robles), paralizó buena parte de las reformas (se frenó

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la reforma agraria y la legislación laboral). Se aprobó la amnistía para los sublevados con Sanjurjo
en el 1932 y para los colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera.
La paralización de las reformas provocó la radicalización del PSOE y de la UGT (liderada por Largo
Caballero). Por la proliferación de huelgas, la CEDA reclamó una acción más contundente en materia
de orden público al gobierno, exigiendo participar directamente en él, bajo la amenaza de retirar su
apoyo parlamentario. Lerroux, accedió y el 4 de octubre otorgó tres ministerios a la CEDA.
La entrada de la CEDA en el Gobierno fue interpretada por la izquierda como el inicio del ascenso
del fascismo al poder. Por iniciativa de la UGT y con escasa participación de la CNT, se produjeron
huelgas generales en las grandes ciudades. El movimiento fracasó por falta de coordinación y por la
contundente respuesta del gobierno. Los sucesos más graves fueron los de Asturias y Cataluña.
En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, fruto del acuerdo entre anarquistas,
socialistas y comunistas (las alianzas obreras). El gobierno mandó, desde África, a la Legión para
reprimir la revolución. Se produjeron más de 1.000 muertos entre los mineros y 450 entre militares y
fuerzas del orden. En Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys (ERC), proclamó el 6
de octubre la República catalana dentro de la República Federal española. La rebelión fue rápidamente
sofocada. Se suspendió la autonomía catalana y el gobierno de la Generalitat fue encarcelado. En
Madrid, fueron detenidos varios líderes del Comité de huelga, entre ellos Largo Caballero.
Las consecuencias de la revolución de octubre fueron el aumento de la influencia de la CEDA en el
gobierno, mientras, en toda España fueron detenidas treinta mil personas y decenas de millares
expulsadas de sus puestos de trabajo por haber participado en la huelga general. En mayo de 1935,
Gil Robles ocupó el Ministerio de la Guerra. Se dictaron varias decenas de condenas a muerte.
La presión popular, la actividad de los comités contra la pena de muerte, junto a la mediación del
Presidente Alcalá-Zamora consiguieron impedir que se ejecutasen las penas de muerte.
En las ciudades y en el campo, se asistía a una revancha patronal: los jurados mixtos dejaron de
existir. Los trabajadores, con los sindicatos clausurados, perdieron todos sus derechos.
En otoño de 1935, se inició la crisis del gobierno radical-cedista. El Partido Radical se vio afectado
por escándalos de corrupción, lo que provocó prácticamente su desaparición. Ante la falta de una
mayoría parlamentaria, Alcalá-Zamora encargó el gobierno a Portela Valladares (integrado con
centristas y republicanos de derechas) y convocó nuevas elecciones para febrero de 1936.
10.2.2 Los orígenes del Frente Popular. Las elecciones del 16 de febrero de 1936
A lo largo de 1935, la izquierda empezó a reorganizarse. Azaña, que, en abril de 1934, creó Izquierda
Republicana (fusión de distintos partidos republicanos de izquierda), pretendía recomponer una amplia
coalición de republicanos y socialistas para reinstaurar en el gobierno de la República el espíritu
reformador del primer bienio republicano. NOTA: (Para ello, Azaña decidió alentar un movimiento
popular de afirmación republicana por medio de grandes mítines).
Mientras el PSOE, dominado por Indalecio Prieto, fue partidario de pactar con Azaña, la UGT,
liderada por Largo Caballero no lo fue. Con la convocatoria de las elecciones, la UGT accedió a
participar en la coalición con los republicanos, con el objetivo fundamental de la liberación de los presos
En la coalición electoral, llamada Frente Popular, estaban partidos republicanos de izquierda
(Izquierda Republicana, ERC, Unión Republicana) y partidos y organizaciones obreras (PSOE, UGT,
PCE, POUM y Partido Sindicalista).
La propaganda de las derechas se centró en consignas “anti”, sin propuestas de gobierno, bajo la
denominación común del frente de la contrarrevolución. Las bases de este frente eran la CEDA y el
Bloque Nacional (Renovación Española y Tradicionalistas). Pero esta alianza electoral no se dio en
todas las provincias, en algunas la coalición fue entre la CEDA y las fuerzas del centroderecha
republicana, sin la participación del Bloque Nacional.
El resultado de las elecciones marcó una clara división: según Javier Tussell, al que se debe aún el
estudio completo y general de las elecciones de febrero de 1936 (realizado en los años 70), el Frente
Popular obtuvo el 48% de los votos, mientras las derechas se hicieron con el 46,5%; las fuerzas de
centro sólo obtuvieron un 5,4% de los votos. La Ley electoral (igual que en 1931 y 1933) otorgaba una
prima importante a la mayoría; de ahí que el Parlamento elegido fuese mayoritariamente de izquierdas.
10.3.3. El periodo de gobierno del Frente Popular.
El 18 de febrero, se formó el gobierno del Frente Popular, presidido por Azaña, formado sólo por
los republicanos de izquierda, limitándose socialistas y comunistas a darle su apoyo parlamentario.
Se concedió la amnistía y se liberó al gobierno de la Generalitat. Alcalá-Zamora fue destituido por la
mayoría parlamentaria. NOTA: (La Constitución establecía que el Presidente de la República podía

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disolver dos veces las Cortes durante su mandato, pero, si las nuevas Cortes (las terceras de su
Presidencia) consideraban que no hubo razones para adelantar las elecciones, podían destituirle con el
voto de 3/5 de la cámara).
El 10 de mayo Azaña fue nombrado Presidente de la República y fue sustituido por Santiago
Casares Quiroga al frente del gobierno. El gobierno del Frente Popular reanudó el proceso
reformista interrumpido durante el bienio derechista.
El triunfo de las izquierdas trajo consigo una intensa movilización popular. Los trabajadores del
campo se adelantaron a la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, ocupando fincas. Los sindicatos
obreros impusieron a los patronos la readmisión de los despedidos por la Revolución de 1934. La
movilización obrera y la resistencia de los patronos a nuevas concesiones provocaron el movimiento
de huelgas más generalizado de los habidos hasta entonces.
La iniciativa política de la derecha no republicana pasó a los sectores más radicales: la derecha
autoritaria monárquica y Falange Española. La primera, desde el Parlamento, reclamaba la directa
intervención militar. La segunda se dedicó a la violencia y al atentado en la calle, lo que provocaba la
respuesta de los militantes de izquierdas. Esperaban que la pérdida de autoridad del gobierno, la
violencia y el desorden callejero, añadidas a la creciente movilización obrera y campesina, impulsaran a
los militares a intervenir directamente contra el gobierno de la República.
10.3. SUBTEMA: LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA
GUERRA. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO
10.3.1. La Sublevación del 18 de julio y el estallido de la Guerra Civil
Ante el triunfo del Frente Popular, en marzo, un grupo de generales acordó “un alzamiento que
restableciese el orden" y acabará con el gobierno del Frente Popular. Lo que contó con el apoyo de
la UME (Unión Militar Española). El responsable de la organización del golpe fue el general Emilio
Mola, denominado el Director. Su plan consistía en la organización de un pronunciamiento simultáneo
en todas las guarniciones militares posibles. El jefe supremo de la sublevación sería el general
Sanjurjo, sublevado en 1932, exiliado en Portugal. La conspiración militar contaba con el apoyo de las
fuerzas políticas más derechistas que crearon una red de enlaces militares y civiles para extender el
movimiento conspirador y buscar apoyos. Estas pusieron a disposición del alzamiento sus milicias
políticas (falangistas y carlistas (requetés)).
El gobierno del Frente Popular, dirigido por Casares Quiroga, al que le llegan noticias sobre la
conspiración golpista, no hace más que alejar a los militares sospechosos de Madrid: Franco es
enviado a Canarias, Goded a las Baleares y Mola a Pamplona. Estos generales tienen así una mayor
libertad de movimientos para la conspiración.
El día 14 de julio fue asesinado el líder monárquico Calvo Sotelo, como respuesta al asesinato del
izquierdista teniente Castillo de la Guardia de Asalto, que colaboraba con las milicias de izquierda.
Pero el asesinato de Calvo Sotelo no fue determinante de la sublevación. La sublevación se inició en
Marruecos el día 17 de julio y, el 18, se extendió a la Península. Casares Quiroga dimitió como
Presidente de Gobierno. El nuevo gobierno de Giral accedió a entregar armas a las
organizaciones de izquierdas para resistir a los golpistas. Lo que estaba llamado a ser un golpe de
estado se convirtió así en abierta guerra civil.
El pronunciamiento militar, previsto como un alzamiento de las distintas guarniciones militares, en el
que los sublevados deberían apoderarse de los resortes de gobierno con ayuda de los grupos civiles
comprometidos, triunfó en la Submeseta Norte, Navarra y parte de Aragón, Galicia y la Andalucía
del Guadalquivir, zonas agrarias tradicionales, con predominio de la gran propiedad trabajada por
jornaleros o en las de pequeños propietarios agrarios, la España más atrasada. El alzamiento fracasó
en la España más desarrollada e industrializada del este o del norte, con mayor número de obreros
industriales y una agricultura más evolucionada. En Madrid y Barcelona, se produjo durante dos días
una pugna entre sublevados y tropas leales auxiliadas por milicias políticas. El alzamiento fue derrotado
en ambas ciudades. En Valencia la situación estuvo indecisa durante varios días, pero permaneció con
la República. Por el contrario, los sublevados triunfaron en dos grandes ciudades como Sevilla y
Zaragoza.
10.3.2. La dimensión internacional de la guerra de España
El ambiente internacional en 1936 era poco propicio para los republicanos. Las naciones
fascistas (la Alemania nazi y la Italia de Mussolini y el Japón) ya habían comenzado su política de
presiones contra la legalidad internacional, despreciando las tímidas condenas de la SDN. Las
naciones democráticas -Reino Unido y Francia- temerosas ante el violento nacionalismo militarista

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de Hitler, practicaron el apaciguamiento, con la esperanza de contentar las ambiciones nazis
cediendo en territorios de escaso valor estratégico para ellos. Sólo la intervención de los EEUU o la
URSS habrían frenado a Hitler, pero los norteamericanos, inmersos en la Depresión de los años 30,
practican el aislacionismo respecto a los problemas europeos, y la Rusia soviética, dirigida por
Stalin, es vista en los países occidentales como un sistema tan abominable como el nazismo, y
ninguna democracia se plantea una alianza con el dictador soviético para poner límite al
expansionismo alemán.
Es en este contexto internacional cuando estalla la guerra española. Cuando a los pocos días del
golpe de estado el gobierno de la República intente comprar armas y carburantes para luchar contra
los sublevados, Francia y Gran Bretaña crearán el Comité de No Intervención (agosto de 1936). Se
trato un pacto para evitar que ninguno de los bandos pudiera recibir ayuda exterior y de esta manera
evitar la internacionalización del conflicto. Acabaron asociándose veintisiete países, aunque el CNI no
consiguió impedir que los dos bandos recibiesen ayuda exterior. En el Comité estaban los países que
más asistencia prestaron a los combatientes, Alemania, Italia y la URSS, con la sola intención de
vigilarse los unos a los otros. Este Comité constituirá un obstáculo para el abastecimiento de armas
de la República, el Estado español reconocido por la legalidad internacional y, por el contrario, será
incapaz de impedir la ayuda de Italia y Alemania a los sublevados.
La Italia de Mussolini (con el CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias)) y la Alemania de Hitler (con
la Legión Cóndor) intervienen en España desde el principio de la contienda. Con la Guerra de
España, la Italia fascista y la Alemania nazi reforzaron su alianza militar, y apoyaron a Franco con
cerca de 100.000 soldados, cientos de blindados y más de 1.200 aviones de guerra. La España
nacional también contó con el apoyo de Portugal, bajo la dictadura de Salazar (los voluntarios de la
Legión Viriato). Por su parte, la URSS de Stalin, desde octubre de 1936 apoyó a la República, que
tuvo que buscar el apoyo soviético ante el abandono por parte de los gobiernos de Francia y Gran
Bretaña, con unos 5.000 hombres (fundamentalmente instructores militares), cientos de tanques y
más de 1.000 aparatos de aviación. Las Brigadas Internacionales, unos 60.000 voluntarios de
izquierdas (aunque nunca estuvieron al mismo tiempo en el frente más de 20.000), la mayor parte de
ellos comunistas, aunque también hubo simpatizantes de otras corrientes de la izquierda, se
incorporaron a la guerra en defensa de la República. Los brigadistas franceses, británicos,
norteamericanos y eslavos eran la mayoría.
En otros ámbitos no militares, conviene destacar el respaldo que la Santa Sede concedió al bando
franquista, considerando la guerra como una Cruzada frente al laicismo y las persecuciones de la
zona republicana. Hay que destacar, también, el apoyo diplomático que el México del presidente
Lázaro Cárdenas prestó a la República. En el mundo de la cultura, el apoyo más generalizado fue
hacia la causa republicana: Hermingway, Malraux, Einstein, Orwell, Mann.
10.4 SUBTEMA: FASES MILITARES DE LA GUERRA CIVIL. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA Y
ECONÓMICA EN LAS DOS ZONAS. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA
GUERRA. LOS COSTES HUMANOS.
10.4.1 Las fases de la guerra. El desarrollo del conflicto
1) Los inicios del conflicto: el avance hacia Madrid (julio-finales de 1936). Después de cruzar el
Estrecho, las tropas del Ejército de África (al mando del general Franco) enlazó con la zona sublevada
del norte, por Extremadura. A finales de octubre estaba a las puertas de Madrid. El 6 de noviembre, el
gobierno republicano se trasladó a Valencia. NOTA: (En Madrid quedó una Junta presidida por el
general Miaja, mientras el comandante Rojo defendía la ciudad).
Madrid logró resistir en una larga batalla (noviembre-diciembre de 1936), con la que concluyó la fase
de la guerra denominada de "columnas” o "miliciana". NOTA: (En ella, los combatientes emplearon el
sistema de columnas, como en las guerras coloniales; y las tropas estaban compuestas en gran parte
por milicias políticas voluntarias de partidos y sindicatos).
2) Las batallas en torno a Madrid y la ocupación del Norte (1937). Los nacionales intentaron aislar
Madrid, por lo intentaron cortar la carretera de Valencia. Se produjo la batalla del Jarama, febrero de
1937, que se extinguió de forma progresiva por el desgaste de ambos ejércitos, sin que los nacionales
consiguieran aislar la capital. En la batalla de Guadalajara, marzo de 1937, las tropas fascistas
italianas (el CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias) fueron derrotadas por los republicanos. Entre estas
batallas, se produjo una importante pérdida para la República, Málaga fue ocupada por los nacionales.
Franco, al no poder tomar Madrid, trasladó la lucha al Norte, a la franja cantábrica. Los frentes fueron
desplazándose de este a oeste. Los sublevados atacaron Vizcaya en los últimos días de marzo. En

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abril, se producía el primer bombardeo aéreo del mundo sobre una población civil, el de Guernica
(Vizcaya), realizado por la aviación alemana e italiana. Bilbao fue ocupada en el mes de junio. La
República, para aliviar la presión militar en el norte, desencadenó el ataque a Brunete (Madrid) y en
Belchite (Zaragoza), pero no evitó que los nacionales entrasen primero en Santander y luego en
Asturias, en septiembre y octubre de 1937. Toda la franja norte quedaba en manos de los rebeldes.
NOTA: (La segunda fase de la guerra se caracterizó por la regularizaron de los ejércitos. En el bando
republicano, se creó el Ejército Popular Republicano y se militarizaron las milicias. Franco militarizó
también a voluntarios (carlistas y falangistas)).
3) El avance hacia el Mediterráneo (primera mitad de 1938) En diciembre de 1937, el ejército
republicano inició la batalla de Teruel (invierno 1937-38) y ocupó la ciudad hasta febrero, cuando la
abandonaron. Franco desencadenó la campaña de Aragón, atravesó el Maestrazgo y llegó al
Mediterráneo en Vinaroz en abril. Cataluña quedó separada del resto del territorio republicano.
4) La batalla del Ebro y la toma de Cataluña (julio 1938-febrero 1939). La batalla del Ebro fue la
mayor de la guerra. El 25 de julio, el ejército republicano cruzó el Ebro para unir Cataluña al resto del
territorio republicano. Franco envió grandes refuerzos y consiguió detener el ataque, luego contraatacó
y, a principios de noviembre, el ejército republicano, gravemente mermado, se replegó al otro lado del
río. Franco emprendió la ofensiva sobre Cataluña. El 26 de enero entraba en Barcelona. La caída de
Gerona significó la huida hacia Francia de millares de refugiados y del gobierno republicano.
5) El final de la guerra (febrero-marzo 1939). El jefe del Gobierno republicano, Negrín, regresado
de Francia, quería continuar la guerra, apoyado por los comunistas. A comienzos de marzo, se produjo
en Madrid una sublevación contra el gobierno de Negrín dirigida por el coronel Casado, jefe de la
defensa de la Madrid, con el apoyo de jefes militares republicanos, anarquistas y socialistas moderados.
Casado constituyó un Consejo de Defensa en Madrid para hacer “una paz honrosa” (pretendía
negociar con Franco), y declaraba ilegítimo el gobierno Negrín, que, el día 6 de marzo, partió al exilio.
Franco sólo aceptó la rendición incondicional. El Consejo tuvo que aceptar, el 22 de marzo, la
rendición sin condiciones. La descomposición del ejército republicano fue total. En los días posteriores
a su entrada en Madrid (28 de marzo), los nacionales ocuparon toda la zona mediterránea. El 1 de abril
Franco firmó en Burgos el último parte de guerra, que daba por terminada la misma.
10.4.2 Evolución política de la zona republicana
En las zonas republicanas, las organizaciones de izquierda, armadas contra los golpistas, tomarán el
poder en la calle que pasará a juntas o consejos revolucionarios. En estos primeros momentos,
los poderes del Estado republicano quedaron muy mermados. Esta etapa, coincide con la mayor
violencia indiscriminada de milicias político-sindicales contra los sospechosos de derechas. Se dio
un violento movimiento anticlerical (incendios de iglesias y asesinato de miles de religiosos).
En los primeros meses de la guerra, se producirá una revolución socioeconómica, muy desigual
según las zonas. Gran parte de las industrias catalanas y de las tierras de Andalucía oriental, La
Mancha y Aragón fueron colectivizadas por la CNT y, en menor medida, por la UGT.
En septiembre de 1936, las continuas derrotas impusieron la necesidad de un gobierno fuerte. El
Gobierno Giral, integrado sólo por republicanos, fue sustituido por un Gobierno de concentración con
socialistas, republicanos, comunistas y miembros de la CNT (entraron en el gobierno en noviembre),
presidido por Largo Caballero, el líder de la UGT. Este gobierno tomó las siguientes medidas: 1)
crear un ejército regular y disciplinado, el Ejército Republicano Popular, militarizando las
milicias de partido; 2) recuperar la autoridad del Estado republicano, eliminando juntas y
comités locales; 3) coordinar y planificar la producción de las colectividades.
Surgirán graves divergencias. Los anarquistas sostenían que la revolución era inseparable de la
victoria, por lo que defendían las colectivizaciones. Los republicanos, el PSOE y los comunistas,
consideraban que la República necesitaba el apoyo de Francia y del Reino Unido, por lo que se tenía
que contener la revolución social. Esta tensión desembocó en los sucesos de mayo de 1937 en
Barcelona, con enfrentamientos entre la CNT y el POUM contra fuerzas de la Generalitat y del
Gobierno republicano, apoyados por los comunistas. El 7 de mayo, pararon los combates.
La crisis de mayo costó la presidencia de gobierno a Largo Caballero. Se formó un gobierno, en
principio, sin presencia de los anarquistas, presidido por el socialista Juan Negrín, con Indalecio
Prieto, líder de la ejecutiva del PSOE, al frente del Ministerio de Defensa. Negrín basó su política en
la persistencia del esfuerzo militar. Tenía el apoyo de los comunistas, lo que le trajo graves
problemas en su gobierno, en especial con Prieto quien salió del ministerio de Defensa (abril 1938).

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En el año 1938, la vida era muy difícil en el territorio republicano (falta de alimentos, reveses militares y
se extendía el cansancio de la guerra). Negrín propuso los Trece Puntos (mayo 1938: salida de los
combatientes extranjeros, mantenimiento de la República decidida en plebiscito, amnistía, seguridad en
las libertades; moderada reforma social: derecho de propiedad, reforma agraria, neutralización política
del Ejército). El documento no fue aceptado por los nacionales, pero fue un instrumento de política
interior, para unir a la opinión republicana en torno a la política de resistencia. Con la esperanza de que
la guerra en España durase hasta el estallido de la guerra en Europa, previsible por las tensiones entre
las potencias democráticas y las fascistas. Por ello se acuñó el slogan: !Resistir es vencer¡.
Tras la caída de Cataluña, a principios de marzo de 1939, en París, Azaña presentó su dimisión
como Presidente de la República y el Gobierno Negrín fue depuesto, en la España republicana, por
el Consejo de Defensa de Casado, que se rindió a finales del mes de marzo a la España de Franco.
10.4.3 Evolución política de la zona nacional: el Nuevo Orden franquista
El ejército fue el auténtico poder en la España Nacional. Se dio una dura represión contra los
partidarios de la República, en principio, con un carácter indiscriminado. Pero, poco después, se
procedió a una represión sistemática de Estado basada en leyes militares de excepción.
Al morir en accidente el general Sanjurjo, jefe de la sublevación, el 20 de julio, el alzamiento quedó sin
líder. Se creó la Junta de Defensa Nacional, con sede en Burgos, para gobernar el territorio ocupado.
La necesidad de un mando único se planteó cuando se vio que la guerra se prolongaba. Así comenzó
el ascenso del general Franco al mando militar y a la jefatura política. Los generales de la Junta de
Defensa dieron, el 21 de septiembre, la Jefatura Suprema del Ejército (Generalísimo) a Franco. Lo
que se explica porque era su ejército de África el único que añadió extensos territorios a la zona
nacional y el que podía atacar mejor Madrid. Además, Franco había conseguido ayudas de Alemania e
Italia. El 28 de septiembre, estos generales nombraron a Franco Jefe de Gobierno del nuevo Estado,
con todos los poderes del Estado, lo que, en la práctica, significaba la Jefatura del Estado. Ambos
nombramientos se recogen en el decreto del 1 de octubre de 1936. La Junta de Defensa Nacional
desapareció y se estableció la Junta Técnica de Estado, especie de gobierno formado por militares.
Para conseguir una mayor cohesión militar y política, las milicias carlistas y falangistas se
integraron en el Ejército y, el Decreto de Unificación (abril 1937) unificó a todas las tendencias
políticas antirrepublicanas en un partido único totalitario (al estilo fascista): la Falange Española
Tradicionalista de las JONS, liderado por Franco, como caudillo de Movimiento Nacional.
El proceso de institucionalización del nuevo Estado culminó en enero de 1938 con la formación del
primer Gobierno de Franco (que sustituyó a la Junta Técnica de Estado), constituido por ministros
militares, católicos, monárquicos, falangistas y técnicos.
La Iglesia Católica, contraria al laicismo de la República y por la terrible represión anticlerical en la
zona republicana, apoyó al bando nacional y calificó la guerra civil como Cruzada frente al ateísmo.
Se restableció la confesionalidad católica del Estado. Se prohibió el divorcio y matrimonio civil.
El nuevo Estado era políticamente una mezcla de caudillismo, dictadura militar, catolicismo y
fascismo; se trataba de una dictadura personal, sustentada en el Ejército, la Iglesia y en el partido único.
NOTA: (En 1938, se promulgó la primera Ley Fundamental, el Fuero del Trabajo, inspirado en el
corporativismo del fascismo italiano y en los principios del nacional-sindicalismo falangista).
10.4.4 Las consecuencias de la Guerra civil
La guerra ocasionó 450.000 muertes.160.000 lo fueron en combate. La mayor mortandad se produjo
en retaguardia por asesinatos indiscriminados y fusilamientos masivos. Según los últimos
estudios historiográficos, las ejecuciones en el bando nacional (90.000) fueron el doble que en el
republicano (40-50.000). Entre las víctimas, también están las ocasionadas por los bombardeos
sobre ciudades republicanas (Madrid, Barcelona), y por las penurias y hambre de toda guerra.
El exilio republicano superó el medio millón de personas. Muchas brillantes personalidades de la
cultura y la ciencia españolas de los años 20 y 30 tomaron el camino del exilio La represión interna
fue muy dura. Los vencidos llenaron campos de trabajos y hubo miles de ejecuciones.
Las secuelas económicas fueron dramáticas: las destrucciones de la guerra y el fracaso de la
política económica de la autarquía hicieron que el hambre fuera considerable hasta los años 50.

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