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Protocolo de Atención

a Víctimas de la
Violencia y el Trauma.
Dra. Patricia González Ramírez.

MÉXICO.

Dra. Patricia González Ramírez.

MÉXICO.
Para comprender qué significa vivir en una experiencia de
violencia crónica y su potencial de causar trauma, súmense los
efectos:

La violencia física sirve para obligar a alguien a hacer algo o


dejar de hacer algo, sirve para controlar. Somete mediante el
terror.

La víctima está desregulada, con una alta emocionalidad y con


un funcionamiento intelectual comprometido.

Cuando la violencia es muy seria, como sucede en el control


coercitivo, la conciencia de la víctima se restringe a la pura
supervivencia. Su problema es cómo sobrevivir a pesar de
sentirse aterrada, insignificante y confusa.
MODELO DE EVOLUCIÓN DE LA VIOLENCIA.
LA VIOLENCIA SEXUAL.





Apego Seguro Apego Apego Evitativo
Ambivalente

Base segura, se Algunas veces es No busca seguridad ni


va-volverá. atendido-otras no, protección, nivel de
individuo inseguro, indiferencia y evitación.
Individuo responde a genera sufrimiento
propias necesidades, extremo, buscan Se sienten no apoyados,
sabe que si requiere cercanía extrema. A rechazados y
apoyo lo tendrá. pesar de rechazo y abandonados.
miedo prefieren buscar
Genera estilos de vida contacto. Percepción de menos
en pensamientos y en valorados, autoconcepto
relaciones más o menos (Dependencia dañado, Dificultad de
habituales. /codependencia) se confiar en otros,
busca relacionarse muy perjudica relaciones.
Prevalece la confianza, profundamente.
comodidad y
tranquilidad. Autorepresivos,
huidizos, aparentemente
fríos, poco sociables.








El Trauma incluye...
§ Actos de comisión (Abuso físico, emocional, sexual).

§ Actos de omisión (negligencia física, médica, emocional, adicción o enfermedad mental

del cuidador).

§ Testigo de eventos (violencia en el barrio, violencia doméstica).

§ Desastres Naturales.

§ Accidentes.

§ Separación por emigración.

§ Pérdida Traumática.

§ El ciclo Traumático: Escenarios múltiples, pérdida de las figuras de apego.


“La respuesta traumática no es un déficit cortical de comprensión, es una dificultad de

percepción y de regulación que proviene de estructuras cerebrales profundas y del

sistema nervioso autónomo” (Van der Kolk).

Las historias traumáticas implican estados de desregulación autonómica.


La naturaleza ha ido creando, a lo largo de la evolución, tres sistemas neuronales que
regulan la adaptación conductual y fisiológica a situaciones sociales, de amenaza y a los
momentos en los que la vida está en peligro. Los tres estadios filogenéticos serían:
1. La rama simpática del SNA. Está relacionada con la activación de las vísceras (por
ejemplo, aceleración de la respiración y el ritmo cardiaco). Se activa en situaciones de
lucha-huida.
2. La rama mielinizada del nervio vago. Está relacionada con la comunicación social.
Permite la inmovilización sin que resulte traumática porque la persona se siente
relajada y tranquila (por ejemplo en las relaciones sexuales o al dormir). Promueve la
regulación fisiológica de calma después de la activación de la rama simpática.
3. La rama no mielinizada y más primitiva evolutivamente del nervio vago. Está
relacionada con conductas de inmovilización, disociación o colapso. Se activa en
situaciones en las que se percibe una amenaza que sobrepasa los recursos de la
persona o pone en amenaza su vida. La situación de inmovilización que provoca es
óptima para los reptiles porque les ayuda a permanecer mucho tiempo sin respirar y
estar quietos para regular su temperatura, pero su activación resulta extremadamente
traumática para los mamífero.
Cuando el cerebro percibe algún peligro, se activa la amígdala, la cual envía una señal al cuerpo
a través del SNA. Primero se activa la rama parasimpática, tratando de no activar la simpática,
que es mucho más costosa energéticamente. Los pasos que da el SNA ante un peligro van en
dirección opuesta a la adquisición evolutiva:
1. Respuesta social: La primera respuesta sería en busca de ayuda. Se busca apoyo social. En
el caso de los bebés y niños se busca el contacto físico y emocional con los cuidadores.
2. Movilización lucha/huida: Si la ayuda no aparece o no es suficiente, se produce una
activación del simpático. Apoya la actividad motora y metabólica de defensa. Si esto
tampoco resuelve la percepción de falta de seguridad, entonces se activan los circuitos
dorsovagales.
3. Inmovilización: Al resultar imposible tanto la lucha como la huida, se activa la rama
dorsovagal, que provoca una respuesta de inmovilización y apnea (asfixia) con bradicardia
(el corazón late más lento). En adultos se activa cuando se siente que la vida está en
peligro. En bebés y niños se activa cuando la amenaza se percibe como excesiva y no hay
recursos cognitivos ni emocionales para afrontarla. Cuanto menor sea la edad del niño y,
por tanto, más escasos sus recursos, con más facilidad se producirá la activación de la
rama dorsovagal. La inmovilización no resulta traumática en los casos en los que haya
vínculos emocionales de confianza, bien con los cuidadores en la edad temprana o con
otros adultos en edades posteriores. Si la inmovilización la provoca alguien que genera
seguridad, se activa la rama ventrovagal que promueve la conexión emocional y la
relajación.
La ciencia de sentirse suficientemente a salvo.

Sumar suficientes experiencias de corregulación.

Volver a un nivel de funcionamiento que nunca ha tenido.


Mientras más veces se haya producido la
inmovilización (o congelación) en edades tempranas
más probabilidades hay de que se repitan en el futuro.
Esto explica porque personas que han sufrido abusos
de niños (psicológicos, físicos o sexuales) tienden a
no reaccionar e inhibirse cuando son abusados como
adultos.

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