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La Crítica Textual
Ante todo porque no conservamos, tal como salió de las manos de sus autores, ni
un sólo original de los Libros sagrados. Únicamente tenemos copias de segunda o
tercera mano de dichos manuscritos originales, lo mismo que sucede con las
grandes obras de la antigua literatura clásica, vgr. La Ilíada, la Odisea o la
Eneida. Y todo eso por múltiples causas y muy en particular por el material
mismo utilizado para escribir en la antigüedad.
Afortunadamente hoy día tenemos la imprenta, papel bueno para imprimir y bi-
bliotecas muy bien atendidas. No sucedía esto en la antigüedad. Mensajes breves
se podían escribir en piedras, pizarras, óstracas o ladrillos – tablas cocidos. Para
escribir largos mensajes, sin embargo, se utilizó al principio el papiro, unas tiras
largas y delgadas, preparadas de este arbusto de Egipto, que se pegaban unas a
otras hasta formar un gran rollo. Era un buen material para escribir, pero se
deterioraba fácilmente, sobre todo en lugares húmedos. En este material se
escribieron la mayor parte de los libros del Antiguo Testamento.
"Hoy este arte que lleva el nombre de crítica textual y que se emplea con
gran loa y fruto en la edición de los escritores profanos, con justísimo
derecho se ejercita también, por la reverencia debida a la divina palabra, en
los Libros sagrados. Porque por su mismo fin logra que se restituya a su ser
el sagrado texto lo más perfectamente posible, se purifique de las
alteraciones introducidas en él por deficiencias de los amanuenses y se
libre, en lo posible, de glosas y omisiones, de inversiones y repeticiones de
palabras, y de otra clase de faltas que suelen furtivamente introducirse en
los libros transmitidos de uno a otro por muchos siglos".
No hay duda de que cuantos leemos hoy la Biblia, incluso en sus lenguas origina-
les, la encontramos llena de glosas, omisiones, repeticiones, etc. Fácilmente se
comprueba tomando en nuestras manos una edición crítica moderna, como la
Kittel-Kalhe para el A.T. o la de Merk, por ejemplo, para el N.T. Hasta 900.000
variantes llegó a encontrar el famoso Kennicot al revisar los manuscritos del A.T.
Ciertamente las variantes son levísimas, pues la mayoría de las veces se trata del
simple cambio de una letra que no afecta al texto o al sentido del mismo.
Las causas de la alteración del texto fueron muchas: a pesar del cuidado
especialísimo de la Providencia divina en conservar bien sus escritos santos, ha
habido algunos resquicios por donde se ha filtrado el descuido y la variación del
texto. Estas causas han sido unas de tipo histórico y otras de tipo psicológico.