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LA FORMACIÓN DE LA 

BIBLIA
La Biblia es un libro divino y humano, es la revelación de Dios acerca de sí mismo a la humanidad. Pero a la vez
consiste en “la historia de la salvación” pues conlleva el objetivo divino de mostrar su plan redentor a los
hombres.
Mas como libro humano, la Biblia tiene un lugar en la historia. El texto que ahora tenemos en nuestras manos no
llegó de un día a otro, tampoco es el fruto del pensamiento de un solo hombre. Es el resultado de un proceso que
se extendió por siglos, en el cual participaron hombres de diversas épocas, lugares y costumbres.
El proceso formativo de la Biblia pasa por dos etapas: la formación de la Biblia en sí, y la preservación y
difusión en el idioma de cada pueblo; la primera se hizo bajo la inspiración divina, la segunda etapa contó con su
providencia.
Queda claro el carácter humano de la Biblia al darnos cuenta que ésta vino en diversas etapas de la historia en
contextos específicos. Pero brilla aún más su origen divino al enterarnos de la asombrosa preservación que ha
tenido con el correr de los tiempos y pese a mil vicisitudes, lo cual confirma la sentencia del Maestro: “…mis
palabras no pasarán”.
EL PROCESO DE ESCRITURA
Un elemento común en todos los escritores de la Biblia es la inspiración: Es la intervención o influencia del
Espíritu Santo en el proceso de trasmisión de la revelación escrita. Dicha inspiración no era un simple dictado y
estuvo limitada exclusivamente a los escritores bíblicos. Esto hizo posible que la verdad divina fuera trasmitida
libre de errores, de tal forma que lo que escribieron los autores bíblicos sea la Palabra de Dios. Basta con citar
los siguientes pasajes para demostrar el carácter sagrado de la Biblia: Mt. 5:17; Jn. 5:39; 10:35; 1 Co. 14:37; 2
Tim. 3:16.
LOS ELEMENTOS DIVERSOS EN EL PROCESO FORMATIVO DE LA BIBLIA SON LOS
SIGUIENTES:
1. Tiempo: La Biblia se escribió en un período de 1500 años aproximadamente. Moisés escribió los primeros
libros 400 años antes del sitio de Troya y 300 años antes de que aparecieran los antiguos sabios de Grecia. Juan,
el último escritor, escribió casi a finales del primer siglo. Durante todo ese tiempo florecieron imperios como
Egipto, Babilonia, Persia, Grecia y Roma.
2. Personas: Entre sus escritores encontramos personas de tan variada categoría y educación: sacerdotes como
Esdras; sabios como Salomón; profetas como Isaías, Ezequiel; ganaderos y agricultores como Amós; estadistas
como Daniel; reyes como David; cobradores de impuestos como Mateo; médicos como Lucas; pescadores como
Pedro, y otros más.
3. Lugares: Fue escrita en lugares tan distintos como el centro de Asia, las arenas de Arabia, los desiertos de
Judea, los pórticos del Templo, en ciudades como Jerusalén, Babilonia, Corinto, en islas como Patmos, en la
comodidad de una casa y en fríos calabozos.
4. Idiomas:

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a. Hebreo. Casi todo el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo. Las principales características de este idioma
es que se lee de derecha a izquierda, además de no tener vocales escritas, por tal razón los masoretas inventaron
un sistema de signos vocálicos para facilitar su pronunciación.
b. Arameo. Similar al hebreo; dicha lengua se volvió común en Palestina (Neh. 8:8). Aparece en Gen. 31:47; Jer.
10:11; Dn. 2:4-7:28; y Esdras 4:8-6:18; 7:12-26. El Nuevo Testamento preserva algunas palabras en este idioma
(talita cumi, efata, Eloi, Eloi, lama sabactani, Abba, maranatha), e incluso algunos afirman que por lo menos el
evangelio de Mateo fue escrito originalmente en arameo.
c. Griego. Para el primer siglo, el griego se había convertido en idioma universal, casi todo el Nuevo Testamento
fue escrito en esta lengua. El griego del Nuevo Testamento presenta características peculiares que lo distinguen
del dialecto ático. Esto se debe a que el NT usa el koiné, el griego común, “de la calle”.
5. Materiales: El papiro, hecho de la planta del mismo nombre. La caña crecía en los lugares poco profundos de
los lagos y ríos. Se usó también el pergamino, (pieles de ovejas, cabras y vacas, raspadas y blanqueadas con
yeso) y la vitela (piel superior al pergamino, de animales jóvenes como cordero, cabrito o ternera, de preferencia
muertos al nacer). Otros materiales son: las tablas de piedra (Ex. 31:4), la ostracon, (fragmento de cerámica), y
las tablillas de arcilla o madera con cera, aunque sólo se usaban para textos breves.
a. Al principio los manuscritos se disponían en forma de rollo, por lo que la mayoría de los libros circulaban en
rollos separados. La invención del códice (hojas cosidas, a semejanza de los libros actuales) en el primer siglo de
la era cristiana facilitó el manejo de documentos, pues un solo códice podía contener todos los libros de la
Biblia.
b. Los instrumentos de escritura también eran variados: desde punzones o cinceles de hierro con punta de
diamante o plomo, hasta “cálamos” o plumas hechas de caña. La tinta era de hollín de las lámparas de aceite o de
hojas de roble.
6. Géneros Literarios: La Biblia se compone de 66 libros. No hace falta esforzarse demasiado para darse cuenta
de que cada uno de ellos posee características particulares. En ella encontramos leyes, historia, poesía, sabiduría,
biografías, epístolas, profecía y apocalíptica.
EL PROCESO DE PRESERVACIÓN Y TRADUCCIÓN
1. ¿Qué sucedió con los escritos originales de los hagiógrafos? Nadie sabe con exactitud, pero lo más seguro es
que hayan sido destruidos, ya sea en forma intencional o por el paso del tiempo. La única manera de preservar el
texto sagrado era copiando a mano los libros. En el caso de los manuscritos del AT, era un trabajo arduo y con
reglas muy estrictas. Por ejemplo, antes de escribir las palabras, el escriba debía pronunciarlas; cada vez que se
escribía el nombre de Dios (YHWH) debía limpiarse la pluma; las nuevas copias se revisaban dentro de los
primeros treinta días y si se encontraban más de tres errores en una hoja se desechaba todo el manuscrito. Con
respecto a los libros del NT, lo más probable es que las copias eran realizadas por algún miembro de las diversas
congregaciones locales.
2. ¿Qué nos queda de esos antiguos manuscritos?

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a. En cuanto el AT, hasta el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto en 1947, los manuscritos más antiguos
eran del siglo X d. C. (cómo el Códice B19A de Leningrado, un texto masorético). Gracias a dicho
descubrimiento, tenemos manuscritos muy antiguos, que datan del siglo III a.C. hasta la cristalización del Texto
Masorético (ss. VII-X).
b. Con respecto al NT, se conocen más de 5300 manuscritos griegos antiguos que contienen el texto (completo o
incompleto). Además han sobrevivido hasta hoy unos 10000 manuscritos antiguos con copias del NT en latín y
otros 9300 con versiones en siríaco, copto, armenio, gótico y etíope, totalizando más de 24000 manuscritos
antiguos del NT, una cantidad mucho mayor que la correspondiente a cualquier otra obra literaria de la
Antigüedad, exceptuando el Antiguo Testamento. Algunos manuscritos son el Alejandrino (A), El Vaticano (B),
Sinaítico (Aleph) y los papiros Chester Beatty (P45, P46, P47).
3. En sus idiomas originales resultaría prácticamente imposible para la mayoría de los cristianos acceder al texto
bíblico. Entonces tiene que traducirse a la lengua de cada pueblo, para ello los que se han dedicado a esta tarea
forman un texto base de toda la gran cantidad de manuscritos. Mientras que en el AT, la principal base es el
Texto Masorético, en el NT las bases textuales más usadas son dos:
a. El Textus Receptus, que sirvió para la traducción de Biblias como la Reina-Valera y King James.
b. El Texto Crítico, construido sobre la base de los más recientes descubrimientos. Uno de los más conocidos es
el Texto Griego Nestlé-Aland (INA27). Está detrás de versiones como la NVI y la “Dios Habla Hoy”.
4. Ante la avalancha de nuevas traducciones o versiones resulta inevitable formular algunas interrogantes: ¿Cuál
es la mejor versión? ¿necesitamos realmente más de una versión? ¿qué pasa con las diferencias entre las distintas
versiones?
a. Cabe aclarar que de todos los manuscritos existentes no hay dos que sean exactamente iguales; sin embargo,
las variaciones del texto encontradas en estos manuscritos son muy pequeñas y en lo sustancial no afectan a las
doctrinas cristianas principales.
b. No se puede ser dogmático al respecto. Es cierto que la RV ha ganado el aprecio y la predilección del pueblo
cristiano, pero hoy día, versiones como la NVI han comenzado a tomar terreno por su lenguaje accesible. Si bien
en la lectura pública lo más recomendable es usar una versión que sea común a toda la congregación, el estudio
bíblico personal requiere la comparación de diversas versiones.
TRANSMISIÓN DE LA BIBLIA
Entre el tiempo que fue escrita la Biblia y nuestros días, han pasado muchos siglos, y surgen preguntas: ¿Cómo
se formó la Biblia y cómo ha llegado a nosotros? Sin duda la primera forma en que fue transmitida la Palabra de
Dios fue por tradición oral. Es decir, contándola de padres a hijos, sabemos que en la antigüedad era muy usual
que las composiciones literarias se aprendieran de memoria y que se transmitieran así de padres a hijos. Dios
mandó a su pueblo que aprendiera sus palabras y las enseñara a sus hijos (Dt. 6:6-9) pero como la tradición oral
tiende a olvidarse o degenerarse fue necesario que la Palabra de Dios quedara escrita, por ello el Señor eligió a
quienes deberían escribirla y dar con ello testimonio inalterable de los Mandatos Divinos. Así se inicia la

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transmisión escrita. Como las distintas partes de las Sagradas Escrituras tuvieron su origen en diferentes lugares
y épocas, es probable que al principio existieran en forma aislada. Aunque cada autor escribió sabiendo que era
inspirado por Dios, es probable que no pensara que sus escritos deberían formar una colección y un solo libro,
esto sucedió por la gracia de Dios; cuando los hombres sintieron la necesidad de hacer una colección autorizada.
Desde épocas muy remotas los judíos tenían una clara idea de sus libros inspirados y los profanos, ya que había
una regIa que decía: ''Solo los libros inspirados deben salvarse en caso de incendio en día sábado “. Antes de la
cautividad no encontramos una colección oficial, es cierto que Moisés ordenó que el "Libro de la Ley" (que
incluía los cinco libros que él mismo escribió, llamados Pentateuco), fuese colocado al lado del Arca de la
Alianza (Dt. 31:26). Más tarde le fueron agregados los escritos de Josué (Jos. 24:26). El Libro de la Ley se
menciona en 2 Reyes 22:8 e Isaías menciona el ''Libro de Jehová", que parece ser una colección de profecías (Is.
34:16). Después del cautiverio al regreso a su patria, se despertó en los judíos un sentimiento de nacionalidad y
religiosidad que los llevo a querer conocer sus orígenes, su historia, sus leyes y los mandatos que Dios había
dado a su pueblo; de aquí resulto el interés en la colección y conservación de los escritos religiosos. Según la
tradición judía, Esdras, a quien se le conocía como el hábil escriba de la ley de Moisés (Esd. 7:6), nombró a un
grupo de sabios eruditos judíos; grupo al que se le llamo Gran Sinagoga para que reuniera en un solo libro todos
los escritos sagrados. Después de la muerte de Esdras, parece que ese colegio de eruditos continuó coleccionado
los escritos hasta concluir con la profecía de Malaquías, conocida entre los judíos, como el Sello de la Profecía.
En esta forma quedó concluido el Antiguo Testamento, como mención histórica cabe asentar que el catalogo
completo del Antiguo Testamento fue encontrado en un manuscrito judío que data del año 130 antes de Cristo,
luego Filón que vivió del año 20 antes de Cristo al 40 después de Cristo menciona los libros de sus escritos.
Después Flavio Josefo, el célebre historiador judío quien vivió entre los años 35 y 100 de nuestra era, los llamó
Divinos y añade que después de Malaquías no había ya ningún libro inspirado y que nadie se ha atrevido a
agregarle ni a quitarle nada, ni hace ningún cambio en ellos. A partir de la era cristiana, la iglesia primitiva
contaba solo con el Antiguo Testamento, pero su rápido crecimiento, tanto en número de creyentes como en
distancia, requirió que para evitar deformaciones, los apóstoles escribieron la vida y obra del Señor Jesucristo;
así aparecen los evangelios, luego se agregó la historia del movimiento misionero. Al paso que el número de
creyentes y de iglesias iban en aumento, las exigencias de su instrucción y disciplina dieron lugar a las Cartas o
Epístolas que eran dirigidas de los apóstoles a las congregaciones. Finalmente cuando el Señor entregó a Juan su
profecía de Apocalipsis para mostrar las cosas que serían después, quedó completo el Nuevo Testamento. Al
conjunto de libros que merecen ser considerados como inspirados se les ha dado el nombre de CANON, esta
palabra se deriva de una voz griega que significa “caña”, de aquí tomo el significado de una vara de medir o
regla; por ello, al referirnos al catálogo general de los libros de la biblia, los llamamos “Canon”; así decimos: el
Canon de la biblia consta de 66 libros. Por extensión a los libros no inspirados y que consideramos que no son
las palabras de Dios, seria libros no canónicos. Los 66 libros que forman la biblia, son todo el Canon completo,
al que no falta ni sobra nada, en la palabra de Dios. Esta afirmación la hacemos porque nos parece que Dios,

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quien cuido de preservar del error a aquellos que escribieron los libros, no podía permitir que algún libro que Él
había inspirado, se extraviara.
LOS LIBROS APÓCRIFOS
La palabra "apócrifo" no entró en uso generalizado hasta la Reforma protestante en el siglo XVI. 1 Viene de una
palabra griega que significa "las cosas que están ocultas" y se refiere a la creencia de que estos escritos eran
ocultos o misteriosos.2
En total, los libros apócrifos son una colección de cerca de quince libros. Estos escritos contienen literatura de
sabiduría, historias de los tiempos del Antiguo Testamento, profecías y narraciones históricas del pueblo judío
durante un tiempo a menudo denominado como el período intertestamental (desde el siglo cuarto antes de Cristo,
el final del Antiguo Testamento, a la época de Jesús en el siglo I dC, el comienzo del Nuevo Testamento).
LOS LIBROS APÓCRIFOS Y LA IGLESIA CATÓLICA
Alrededor del 400 de la era cristiana Jerónimo, uno de los padres de la iglesia, compiló las obras más
importantes de la literatura sagrada de la iglesia cristiana. Al hacerlo, tradujo muchos escritos, incluyendo la
propia Biblia, del hebreo, arameo y griego al latín. Su traducción de la Biblia se conoce hoy como la Vulgata
Latina.
Jerónimo escribió: "Así que, como la iglesia de hecho dice Judith, Tobías y los libros de los Macabeos, pero no
los recibe entre los libros canónicos, entonces también leamos [otras obras en cuestión] para la edificación de las
personas, pero no para establecer la autoridad de los dogmas eclesiásticos". Sin embargo, con el tiempo, los
líderes de la iglesia otorgaron el mismo estatus a los libros apócrifos.
En el Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia Católica Romana, en respuesta a la sublevación de la Reforma
Protestante, declaró a los Apócrifos como parte oficial del canon bíblico por primera vez, utilizando la
denominación "deuterocanónicos", que significa añadido al canon más tarde, o en segundo lugar. Como tal, los
católicos romanos siguen incluyendo los Apócrifos en la Biblia, pero reconocen su estatus como diferente del
contenido del  Antiguo y el Nuevo Testamento.
si hablamos de los llamados “evangelios apócrifos” se trata de supuestas palabras y enseñanzas de Jesús, que
teóricamente fueron escritas por siete de los doce discípulos de Cristo (Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés
(hermano de Simón Pedro), Judas Iscariote, Simón el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como ...

"¿Qué son los libros Apócrifos o Deuterocanónicos? ¿Los libros Apócrifos o Deuterocanónicos pertenecen
a la Biblia?"

Respuesta: Las Biblias Católicas Romanas tienen muchos más libros en el Antiguo Testamento que las Biblias
Protestantes. Estos libros son conocidos como libros Apócrifos o Deuterocanónicos. La palabra “apócrifo”
significa “escondido”, mientras que la palabra “deuterocanónico” significa “segundo canon”. Los apócrifos o
deuterocanónicos fueron escritos originalmente en el tiempo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los libros

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son llamados: 1 Esdras, 2 Esdras, Tobías, Judit, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc, la Carta a Jeremías,
Oración de Manasés, 1 Macabeos, 2 Macabeos, y adiciones a los libros bíblicos de Ester y Daniel.
La nación de Israel trató a los libros apócrifos o deuterocanónicos con respeto, pero nunca los aceptó como
libros verdaderos de la Biblia hebrea. La iglesia cristiana primitiva debatió la situación de los apócrifos o
deuterocanónicos, pero pocos cristianos primitivos creyeron que ellos pertenecieran al canon de la Escritura. El
Nuevo Testamento cita al Antiguo Testamento cientos de veces, pero en ninguna parte cita o alude a cualquiera
de los libros apócrifos o deuterocanónicos. Más aún, hay muchos errores probados y contradicciones en los
apócrifos o deuterocanónicos.
Los libros apócrifos o deuterocanónicos enseñan muchas cosas que no son verdad y tampoco son históricamente
precisos. Si bien, muchos católicos aceptaron previamente los apócrifos o deuterocanónicos, la Iglesia Católica
Romana oficialmente los añadió a su Biblia en el Concilio de Trento a mediados del 1500 d.C., primordialmente
en respuesta a la Reforma Protestante. Los apócrifos o deuterocanónicos, respaldan algunas de las cosas en que
la Iglesia Católica Romana cree y práctica, las cuales no están de acuerdo con la Biblia. Ejemplos de ello están
en las oraciones por los muertos, peticiones a los “santos” en el Cielo por sus oraciones, adoración a ángeles, y
“ofrenda de limosnas” expiatorias por los pecados. Algunas cosas de las que dicen los apócrifos o
deuterocanónicos son verdaderas y correctas. Sin embargo, debido a los errores históricos y teológicos, estos
libros deben ser vistos como documentos histórica y religiosamente falibles, y no como la inspirada y
autoritativa Palabra de Dios.
Libros Apócrifos o Deuterocanónicos en la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa:
El Libro de Tobías o Tobit.
El Libro de Judit.
El Libro de la Sabiduría.
El Libro del Eclesiástico, Sirácida o Sirácides.
El Libro de Baruc incluida la Carta de Jeremías (Baruc 6)
El Libro I de los Macabeos.
El Libro II de los Macabeos.
LOS LIBROS APÓCRIFOS Y LOS CREYENTES
En el siglo XVI, durante la Reforma Protestante, algunos cristianos empezaron a cuestionar la autoridad y las
tradiciones de la iglesia. De este modo, llegaron a creer, entre otras cosas, que los libros apócrifos no debían
incluirse entre los libros del Antiguo Testamento. Como resultado, los pusieron aparte como una colección de
libros distinta (los libros apócrifos). Con el tiempo, la mayoría de los protestantes dejaron de incluirlos en la
Biblia por completo. Primero, los judíos antiguos no incorporaron estas obras en la Biblia hebrea original
(conocida por los cristianos como el Antiguo Testamento). En la época de Jesús, había un consenso general entre
los judíos de que esos textos eran beneficiosos a los efectos históricos, pero no con autoridad o sagrados en el
mismo sentido que el Antiguo Testamento. Josefo, historiador judío del siglo I dC, escribió: "Todos los

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acontecimientos desde la época de Artajerjes [un rey persa que gobernó del 465 al 424 aC] hasta nuestros días,
han sido registrados, pero los relatos recientes no gozan del crédito de los precedentes debido a que no ha
existido una línea no interrumpida de profetas.”3
Como tales, estas obras probablemente nunca circularon como parte de la Biblia hebrea original. Pero eran una
parte importante de la historia judía, y cuando la Biblia hebrea fue traducida al griego y otros idiomas, los libros
apócrifos se incluyeron a menudo entre esos libros.
En segundo lugar, no hay ninguna evidencia de que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento hayan
considerado alguna vez a estos libros como escritura sagrada. Casi todos los libros del Antiguo Testamento están
citados en el Nuevo Testamento, sin embargo, no hay ni una sola cita de un pasaje de un libro apócrifo como una
enseñanza autorizada de Dios.4
En tercer lugar, muchos cristianos creen que los libros apócrifos contienen enseñanzas que son incompatibles
con el resto de la Biblia. Por ejemplo, 2 Macabeos 12:42-45 enseña que se puede ofrecer a los muertos oración y
penitencia  para que sean perdonados por sus pecados. Esto parece contradecir la enseñanza bíblica de que cada
persona es responsable de su propio pecado y el énfasis del Nuevo Testamento que sólo Jesús puede hacer
expiación por los pecados.
En cuarto lugar, como judíos, muchos de los primeros cristianos no consideraban que los apócrifos fueran
escritura sagrada. Mientras que muchos de los primeros seguidores de Jesús leían los libros apócrifos y se
beneficiaban de su contenido histórico, no daban a los apócrifos un crédito de la misma  categoría que a otros
libros canónicos.
En el 367 de la era cristiana, el respetado líder de la iglesia Atanasio describió el Canon bíblico, y sugirió que las
obras apócrifas "no estaban realmente incluidas en el Canon, pero eran nombradas por los Padres para ser leídas
por aquellos que recién se nos unen, y que desean enseñanza sobre la palabra de la piedad". En otras palabras,
los apócrifos pueden ser beneficiosos para su fe, pero no son fundacionales de la misma manera que los otros
libros de la Biblia.
Todos los cristianos creen en el único Dios verdadero que nos creó y nos ama, aunque los seres humanos somos
pecadores y necesitados de la gracia. Y todos los cristianos creen que solo Jesús, a través de su vida, muerte y
resurrección, hace posible que podamos experimentar el perdón y la gracia de Dios.

LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO


Descubiertos entre los años 1947 y 1956 en once cuevas situadas en la orilla noroccidental del Mar Muerto, los
manuscritos datan de entre el siglo III antes de la era común y el I de nuestra era. Son atribuidos generalmente a
una secta judía aislada establecida en Qumrán, en el desierto de Judea, que en los manuscritos recibe el nombre
de ha-Yahad (la Comunidad).
El Museo más grande de Israel, alberga y expone los manuscritos, es la institución cultural más grande del
Estado de Israel y está considerado uno de los museos de arte y arqueología líderes en el mundo. Fundado en

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1965, alberga colecciones enciclopédicas que abarcan desde la prehistoria hasta el arte contemporáneo e
incluyen la mayor colección de piezas de arqueología bíblica y de Tierra Santa del mundo.
*El Gran Rollo de Isaías (1QIsa): Datado aproximadamente del año 125 antes de la era común contiene el
texto íntegro del libro de Isaías y es el único manuscrito de la antigüedad que conserva una copia completa de un
libro bíblico.

El Gran Rollo de Isaías (1QIsa a) • Cueva 1, Qumrán • Siglo I antes de la era común • Pergamino • Altura: 22-25
cm; Longitud: 734 cm • Gobierno de Israel • Número de registro: HU 95.57/27.
Es uno de los primeros siete manuscritos descubiertos en Qumrán en 1947. Con una longitud de 7,34 m es el
manuscrito bíblico más largo y mejor conservado de todos y el único que ha llegado a nosotros prácticamente
completo. Consta de 54 columnas que contienen los 66 capítulos de la versión hebrea del libro de Isaías y es uno
de los manuscritos más antiguos encontrados en el desierto de Judea. Datado aproximadamente del 125 antes de
era común, es por tanto mil años más antiguo que los primeros manuscritos de la Biblia hebrea conocidos hasta
el descubrimiento de Qumrán.
La forma textual de 1QIsaa coincide por lo general con la versión del texto masorético tradicional, consolidado
en la Edad Media y conservado en códices medievales como el Códice de Alepo, aunque presenta numerosas
variantes textuales, diferencias ortográficas, errores de copia y correcciones de escribas. A diferencia de la
mayoría de los manuscritos bíblicos de Qumrán, que utilizan una grafía consonántica defectiva, el Gran Rollo de
Isaías se caracteriza por el uso de una grafía plena que indica diferentes sonidos vocálicos mediante el uso de
consonantes auxiliares, permitiendo, así, conocer cómo se pronunciaba el hebreo en época del Segundo Templo.
Además de 1QIsaa, en Qumrán se han encontrado una veintena de copias del libro de Isaías (una copia adicional
se descubrió unos kilómetros más al sur, en Wadi Muraba`at) así como seis pesharim o interpretaciones del
libro. Isaías es citado frecuentemente en otros manuscritos, un fenómeno literario-religioso que está presente
también en los escritos del Nuevo Testamento. No es de extrañar que el libro de Isaías parezca gozar de una
importancia y autoridad canónica especiales en el seno de la comunidad qumránica: las creencias mesiánicas de

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la comunidad encuentran apoyo y fundamento en las palabras del profeta, conocido por sus profecías del juicio y
consuelo así como por sus visiones del fin de los tiempos y la llegada del reino de Dios.
La investigación moderna considera que el libro bíblico de Isaías está formado por diferentes composiciones,
siendo las principales el Primer-Isaías o Isaías I (capítulos 1-39 con algunas excepciones), que contiene el
mensaje del propio profeta y data de la época del Primer Templo, en torno al año 700 antes de la era común, y el
Deutero-Isaías o Isaías II (capitulos 40-66), que conserva las palabras de un profeta cuya identidad es
desconocida y que vivió unos 150 años más tarde, durante el exilio babilónico y el retorno en época persa.
Cuando nuestro manuscrito fue copiado en el segundo tercio del siglo II antes de la era común el libro de Isaías
se consideraba ya una única composición.
Varias de las profecías que aparecen en el libro de Isaías se han convertido en piedra angular de la civilización
judeo-cristiana. Quizás la más conocida de todas ellas sea la visión de la paz universal al final de los tiempos que
aparece en Isa 2, 4-5: “Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas, podaderas. No levantará espada nación
contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra”.
Versiones y traducciones del libro de Isaías
Quien lea el texto del Gran Rollo de Isaías y lo compare con el texto masorético y su traducción podrá apreciar
lo complejo que resulta traducir las palabras del profeta pronunciadas hace alrededor de 2800 años. Las distintas
variantes en el texto hebreo y sus consiguientes traducciones son reflejo de ello. El Museo ofrece al lector a
continuación la información básica necesaria para poder comprender y valorar la complejidad del texto bíblico
que tiene frente a sí y su traducción.
Texto Masorético de la Biblia Hebrea:
Los manuscritos bíblicos descubiertos en Qumrán ponen de manifiesto que existía una cierta pluralidad de
formas del texto bíblico aunque una de ellas, la pre-rabínica o pre-masorética, gozaba de un reconocimiento
especial ya en época greco-romana (siglo III antes de la era común al I de nuestra era). A finales del periodo del
Segundo Templo, ese texto de tradición pre-masorética se convirtió en la forma autorizada del texto bíblico
reconocida por la corriente principal del judaísmo, tal como evidencian los textos bíblicos hallados en distintos
lugares del desierto de Judea: Masada, Wadi Muraba`at, Nahal Hever o Nahal Ze´elim, datados del siglo I y II de
nuestra era.
Durante siglos, generaciones de copistas y masoretas conservaron y transmitieron fielmente los textos
consagrados. Gracias a su trabajo el texto masorético, que incluía no sólo el texto consonántico sino también la
tradición de vocalización y acentuación del texto bíblico tal como había sido recibida por tradición de sus
antepasados, se convirtió en el texto definitivo, correcto y autorizado de la Biblia hebrea. El Códice de Alepo
está considerado el mejor ejemplo conservado de la tradición masorética. Procedente de la ciudad galilea de
Tiberíades, fue copiado por Shlomo Ben Boya´a y vocalizado, puntuado y anotado por el masoreta Aharon Ben
Asher en el siglo X. Desde entonces, el texto masorético se ha convertido en la versión textual tradicional y

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autoritativa de la Biblia hebrea y en ella se basan hasta el día de hoy las diferentes ediciones y traducciones de la
Biblia hebrea.
Texto del Gran Rollo de Isaías:
El texto de 1QIsaa contiene los 66 capítulos del libro de Isaías en el mismo orden conocido y coincide por lo
general con el texto masorético reflejado en los códices medievales que han llegado a nosotros. Con todo, este
manuscrito de más de 2000 años de antigüedad contiene grafías alternativas, errores de copia, correcciones y lo
principal, algunas lecturas diferentes a las del texto masorético. En total se han identificado más de 2.600
variantes textuales que van desde una sola letra a una o varias palabras e, incluso, versículos enteros con un texto
diferente.
Ejemplo de ello lo encontramos en el capítulo 2, en el que el Gran Rollo de Isaías presenta una lectura diferente
a la del texto masorético: en 1QIsa a la segunda mitad del verso 9 y todo el verso 10 están ausentes. Esos versos,
sin embargo, están presentes en otros manuscritos de Isaías encontrados en Qumrán (4QIsa a, 4QIsab) al igual que
en la Septuaginta, la traducción al griego de la Biblia hebrea realizada en Alejandría entre los siglos III al I antes
de la era común. Este ejemplo sirve para ilustrar cómo los manuscritos bíblicos hallados en Qumrán atestiguan al
mismo tiempo una cierta fluidez textual en los siglos que preceden al cambio de era, a la vez que confirman la
antigüedad del texto de tradición masorética.
*Regla de la Guerra (1QM): Data de finales del siglo I antes de la era común o principios de nuestra era y
describe el enfrentamiento entre los “Hijos de la Luz” y los “Hijos de las Tinieblas” que tendrá una duración de
49 años y acabará con la victoria de los “Hijos de la Luz” y la restauración de las prácticas en el Templo acordes

con las creencias de estos.


El Regla de la Guerra • Cueva 1, Qumrán • Siglo I antes de la era común – Siglo I de nuestra era • Pergamino •
Altura: 15-16 cm; Longitud: 279 cm • Universidad Hebrea de Jerusalén • Número de registro: 96.84/210.

El Regla de la Guerra (1QM), conocido también como la Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las
Tinieblas, es uno de los siete primeros manuscritos encontrados en Qumrán en 1947. El texto tal y como ha

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llegado a nosotros contiene 19 columnas con entre 19 y 20 líneas cada una; en su forma original, sin embargo,
debía tener al menos 20 columnas de 21 ó 22 líneas cada una. Escrito en hebreo, utiliza la escritura herodiana
cuadrada y ha sido datado de finales del siglo I antes de la era común o principios de nuestra era. Se han
encontrado siete fragmentos adicionales (4Q491-497) de contenido similar, aunque su relación con el presente
manuscrito (1QM) no está suficientemente clara y no se puede precisar con exactitud si dichos fragmentos
preservan una edición anterior a la conservada en el Regla de la Guerra o son quizás los materiales originales en
los que 1QM se basó.
Esta composición se enmarca en el contexto de tradiciones bíblicas antiguas que relatan la guerra del final de los
tiempos (Ezequiel 38-39, Daniel 7-12) y describe una confrontación dualista en siete etapas entre los “Hijos de
la Luz” (como se designaban a sí mismos los miembros de la secta de Qumrán) liderados por el “Príncipe de la
Luz” (al que en ocasiones se denomina Arcángel Miguel) y los “Hijos de las Tinieblas” (apelativo de los
enemigos de la secta, tanto judíos como no judíos) apoyados por una nación denominada “Kittim” (¿los romanos
quizás?) y liderados por Belial (un apelativo en los rollos a un ser sobrehumano y demoníaco, equivalente al
Satán post-bíblico). Dicha confrontación habría de durar 49 años y concluiría con la victoria de los “Hijos de la
Luz” y la restauración del servicio del Templo y los sacrificios. El Rollo del Templo describe con profusión
órdenes de batalla, armamento, tácticas de combate, edad y características físicas de los combatientes,
recordando así los tratados bélicos helenísticos y romanos.
Estrictamente hablando, esta obra no es un apocalipsis (es decir, una revelación celestial) y carece de una figura
mesiánica. Detalles como la avanzada edad de los combatientes o el liderazgo que ejercen los sacerdotes apuntan
a la naturaleza ideal de la guerra que se describe, otorgando a la obra un carácter imaginario. Con todo, es
posible que el Regla de la Guerra refleje la tensión política entre judíos y romanos existentes en Judea en los
albores del cambio de era, tensión que culminaría años más tarde con el estallido de la revuelta judía en el año 66
de nuestra era. El manuscrito arroja igualmente luz sobre el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento, en el
que también se describe una guerra final entre las fuerzas terrenales y las celestiales.
*El Comentario a Habacuc (1QpHab): Datado de la segunda mitad del siglo I antes de la era común, el
manuscrito interpreta los dos primeros capítulos del libro del profeta bíblico Habacuc con un estilo peculiar y
característico que lo convierte en una importante fuente de conocimiento sobre la vida espiritual de la secta de
Qumrán, vertiendo luz sobre la percepción que la comunidad tenía de sí misma.

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El Comentario a Habacuc (1QpHab)  • Cueva 1, Qumrán  • Siglo I antes de nuestra era  • Pergamino  • Altura: 14
cm; Longitud: 148 cm  • Gobierno de Israel  • Número de registro: 95.57/28.
El Comentario a Habacuc (Pesher Habacuc, 1QpHab) se ha preservado en su práctica totalidad. Tiene una
longitud de 1,48 m. y es uno de los siete primeros manuscritos descubiertos en 1947 en las cuevas de Qumrán.
La obra interpreta los dos primeros capítulos del libro del profeta Habacuc a lo largo de 13 columnas escritas en
hebreo en escritura cuadrada herodiana. Una de las características del manuscrito es que el tetragrama o nombre
divino aparece escrito en caracteres hebreos antiguos (paleohebreo), a diferencia del resto del texto. La datación
del manuscrito se corresponde a la segunda mitad del siglo I antes de la era común.
El Comentario transcribe los versículos del libro bíblico párrafo a párrafo y siguiendo el mismo orden, lo que
permite descubrir diferencias entre la versión textual del libro de Habacuc en la que se basa el comentarista y el
texto masorético que ha llegado hasta nosotros. Cada porción de texto bíblico va seguida de la fórmula “su
interpretación” o “la interpretación del asunto se refiere a” (en hebreo pishro o pesher ha-dabar `al) con la que
se inicia la correspondiente interpretación. El comentario utiliza un estilo profético para abordar los
acontecimientos que suceden en la época del autor.
Dos son los temas principales tratados en la composición. El primero se refiere a los conflictos religiosos, las
luchas de poder en Jerusalén y el sacerdocio que oficia en el Templo; el segundo alude a la aparición de los
romanos (identificados con los caldeos del texto bíblico y denominados kittim) en el escenario de la historia.
Como en la mayoría de las composiciones de este tipo, ningún personaje histórico es mencionado por su nombre.
Alusiones como “el Maestro de Justicia” o “el Sacerdote Impío” parecen apuntar a figuras concretas sin que
hasta la fecha haya podido ser establecida su identidad exacta.
Este manuscrito excepcionalmente conservado constituye una extraordinaria fuente de información acerca de la
vida espiritual de la comunidad aislacionista de Qumrán. Arroja luz sobre el modo en que la comunidad se

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percibía a sí misma, a la vez que sirve de paradigma para evaluar ejemplos adicionales de este género literario
como son, entre otros, el Comentario a Nahún o el Comentario a Miqueas.
*Rollo del Templo (11Q19): Datado de finales del siglo I antes de la era común o comienzos del siglo I de
nuestra era, presenta una serie de normas para la construcción del Templo y el culto en él, proporcionando un
plan para un Templo imaginario o futuro. Con apenas una décima de milímetro de grosor, el Rollo del Templo es
el manuscrito más fino de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto.

El Rollo del Templo (11Q19) • Cueva 11, Qumrán • Finales del siglo I antes de la era común – principios del
siglo I de nuestra era • Pergamino • Altura: 24-26 cm; Longitud: 814 cm • Adquirido para el Santuario del Libro
con el apoyo económico de la Fundación Wolfson • Número de registro: H95.57.25, H95.57.23, H95.82.120.
El manuscrito del Rollo del Templo (11Q19) fue descubierto casi con total seguridad en 1956 en la Cueva 11,
situada a unos dos kilómetros al norte de Khirbet Qumrán. Está escrito en hebreo en escritura herodiana
cuadrada de finales del Segundo Templo, aproximadamente para finales del siglo I antes de la era común o de la
primera mitad del siglo I de nuestra era. El pergamino es extremadamente fino: con apenas una décima de
milímetro de grosor, es el manuscrito más delgado de todos cuantos se han hallado en las cuevas de Qumrán.
Además de esta copia, se han conservado otros dos ejemplares de la obra: una segunda copia encontrada también
en la Cueva 11 (1Q20) y algunos fragmentos hallados en la Cueva 4 (4QRollo del Templo b [4Q524]) que quizás
se correspondan con la parte final de la obra. La mayoría de los investigadores consideran que los tres
manuscritos son copias de una obra original que habría sido compuesta en la tierra de Israel durante la segunda
mitad del siglo II antes de la era común (después del año 120, quizás durante el reinado de Juan Hircano I).
Con una longitud de 8,146 m, el Rollo del Templo (1Q19) es el manuscrito más largo de todos los encontrados
en Qumrán. Está compuesto por 18 hojas de pergamino, cada una de las cuales contiene tres o cuatro columnas
escritas y se puede apreciar con claridad cómo la segunda mitad del pergamino está considerablemente mejor
conservada que la primera. Ello se debe a que, al estar enrollado, la parte externa del manuscrito correspondiente
al inicio de la obra se vio más dañada que las partes interiores, correspondientes a la segunda mitad.

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Según su propio contenido, la obra transmite las detalladas instrucciones de Dios (¿a Moisés?) para la
construcción del Templo y las normas relativas al culto. Parece pues que esta composición se presenta como una
nueva ley mosaica que combina de manera sistemática las leyes relativas al Templo y a sus sacrificios (tomadas
principalmente de los libros del Éxodo, Levítico y Números) con una nueva versión de las mismas leyes tal y
como aparecen en Deuteronomio 12-23.
Según el Rollo, el recinto del Templo debía estar organizado en tres atrios concéntricos de cuadratura perfecta,
de manera semejante al campamento de los israelitas en el desierto. Así como el Tabernáculo se erigía en el
centro del campamento de Israel, el Templo utópico (y en él el altar para los sacrificios de comunión y el resto
de utensilios cultuales) había de alzarse en el centro del atrio interior para irradiar santidad a toda la comunidad
de Israel y a la tierra de Israel, como hiciera el Tabernáculo en los días del desierto.
Una cuestión central se refiere a los círculos en los que esta obra se compuso. Si bien es cierto que el Rollo del
Templo comparte aspectos con otras obras encontradas en Qumrán, resulta llamativa la ausencia de expresiones
características tales como "Hijos de la Luz" o conceptos centrales como la creencia en la predeterminación.
Muchos investigadores siguen atribuyendo esta obra a la comunidad sectaria que vivía en Qumrán; otros en
cambio rechazan cualquier conexión entre ambas y sostienen que hay que buscar el origen del Rollo del Templo
en círculos sacerdotales (quizás sadoquitas). Según esta opinión, fueron sacerdotes zelotes los que, tras su huida
de Jerusalén antes de la destrucción por los romanos en el año 70, ocultaron las copias de la obra en las cuevas
de Qumrán.
*Regla de la Comunidad (1QS): Datado del siglo I antes de la era común, es un documento clave para conocer
el modo de vida de la Comunidad. En ella se tratan temas como la admisión de nuevos miembros, las normas de
comportamiento en las comidas comunitarias, oraciones, rituales de purificación y principios teológicos.

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El Rollo de la Regla de la Comunidad (1QS)   •  Cueva 1, Qumrán   •  Siglo I antes de la era común   • 
Pergamino   •  Altura: 24 cm; Longitud: 250 cm   •  Gobierno de Israel   •  Número de registro: 96.83/208A-B.
Es la sección principal de uno de los primeros siete manuscritos encontrados en 1947 en la Cueva 1 de Qumrán.
Escrito en escritura hasmonea cuadrada, fue copiado entre el año 100 y el 75 antes de la era común.
Además de este manuscrito se han encontrado diferentes copias de esta composición en otras cuevas. En la
Cueva 4 se hallaron fragmentos de al menos diez copias diferentes de la obra (4Q255-264) y en la 5 se
descubrieron otros dos pequeños fragmentos de una copia adicional (5Q11). La copia de la Cueva 1 (1QS) es la
mejor conservada de todas y la que contiene la versión más extensa conocida de la composición. Comparando
los materiales de las Cuevas 1 y 4, los investigadores han concluido que el manuscrito de la Cueva 1 representa
un estadio más tardío en la evolución literaria de la obra.
La Regla de la Comunidad se cuenta entre los escritos sectarios de Qumrán y resulta fundamental para conocer y
comprender el estilo de vida de la secta. Trata temas como la admisión de nuevos miembros a la comunidad, la
conducta requerida durante las comidas comunitarias e incluso cuestiones teológicas como la creencia en el
dualismo cósmico y en la predestinación. La imagen que se desprende del contenido de la obra es la de una vida
comunitaria, ascética, regida por rigurosas reglas que transforman a los miembros de la comunidad en
“sacerdotes en espíritu” que viven en el “templo espiritual”. La vida cotidiana de los miembros de la comunidad
se modela de acuerdo a los patrones del culto en el Templo, imitando de manera simbólica a los sacerdotes
encargados del culto por medio de oraciones y una rigurosa observancia de las leyes de pureza ritual y alzándose
así en fuerte contraposición con el Templo físico de Jerusalén al que consideraban impuro.
En la época que nos ocupa, los reglamentos constituían un nuevo género literario y será únicamente más tarde
cuando entren a formar parte de la tradición monástica cristiana (como por ejemplo la Regla de San Benito de
principios del siglo VI). El descubrimiento de la Regla de la Comunidad en Qumrán es por tanto la evidencia
más temprana que conocemos hasta ahora de la existencia de este género literario en la cultura occidental. La
importancia de esta composición radica en el hecho de que ofrece una oportunidad única para conocer la vida de
los sectarios, que suponemos esenios, a través de su propia literatura. Antes del descubrimiento de los
Manuscritos del Mar Muerto lo que se conocía de los esenios era escaso y se basaba en los testimonios de las
fuentes clásicas (Flavio Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo), Padres de la Iglesia y algunas
insinuaciones en las fuentes rabínicas.
LA SEPTUAGINTA
Biblia de los Setenta. Biblia de los LXX, conocida también como Alejandrina o Septuaginta o Canon Griego.
Traducción de la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) al griego. ... Se denomina también Canon de Alejandría
por haber sido hecha en Alejandría y ser usada por los judíos de lengua griega en lugar del texto hebreo.
La Vulgata es una traducción de la Biblia hebrea y griega al latín, realizada a finales del siglo IV, (en el 382
d.C.) por Jerónimo de Estridón. ... Las traducciones del Antiguo Testamento provenían casi todas de
la Septuaginta griega.

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La Biblia Septuaginta contiene los 44 libros que conforman el canon del Tanaj judío (Biblia hebrea-aramea), los
cuales, ordenados según la usanza griega y reparticionados, llegando a un total de 39, constituyen los textos más
comúnmente aceptados del Antiguo Testamento de las Biblias cristianas, católica, ortodoxa, etc...
Septuaginta es la más antigua traducción del Antiguo Testamento del hebreo a una lengua distinta, en este caso,
al griego helenístico, koiné o el griego común que se hablaba en Egipto por aquellos tiempos (III-II a.C.), que es
la época estimada en la que dichas traducciones se hicieron.

A los alrededores del II siglo antes de Cristo, en la ciudad de Alejandría en Egipto, se estaban juntando libros
para la famosa biblioteca de Alejandría. Un día el rey de Egipto (ya no tenían faraones) le preguntó a Demetrio
de Falerum, el encargado de la Biblioteca, por qué no había una copia de la ley de los judíos, pues él había oído
que eran buenos libros. Demetrio le contestó que había que traducirlos, pues estaban escritos en el dialecto
hebreo que usaba un alfabeto muy peculiar.
Esto le pareció bien al rey y envió una carta al sumo sacerdote  del templo de Jerusalén para pedir su ayuda.  En
la carta preguntó si sería posible enviar 6 representantes – hombres sabios y educados en la ley de Moisés – de
cada una de las doce tribus de Israel para ayudar en la traducción de la ley de Moisés para la biblioteca de
Alejandría. El sumo sacerdote concordó y envió los 72 eruditos a Egipto, los cuales asombraron al rey con su
sabiduría. El rey les dio un lugar amplio con mucha luz para trabajar y después de 72 días de labor se completó
la traducción del pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia). Después reunieron a todos los judíos de
Alejandría para que ellos vieran el resultado del trabajo de los 72 y al leer la traducción los judíos de Alejandría
declararon que era perfecta y no requería cambio alguno. Y así se dice que se completó la traducción de la ley de
Moisés del hebreo al griego por 72 traductores en 72 días.
Esta historia viene de un documento antiguo llamado La Carta de Aristeas, escrita, se piensa, un poco después
de esa época. Pero el problema con esta interesantísima historia es que la carta es casi por seguro una invención
que tiene poco que ver con lo que realmente ocurrió. Pero sí sabemos que había una traducción griega del
Antiguo Testamento en los siglos antes de Cristo, la cual todavía tenemos hoy.  Alejandría parece ser el lugar en
donde se hizo, pues sabemos por medio del autor judío Filón, también de Alejandría, que la traducción griega era
muy venerada allí. Entonces no todo es inventado en La Carta de Aristeas. Lo inventado es la historia de los 72
hombres y 72 días y la traducción perfecta. Muchos piensan que la Carta de Aristeas fue creada para darle el
sello de aprobado a la traducción, pues era la Biblia de muchísimos judíos. Pero hay otro detalle importante que
surge de la historia, que es el nombre de la traducción: Septuaginta. En latín quiere decir “de los setenta” – o sea,
la traducción de los setenta (aparentemente decir “setenta y dos” costaba demasiado). A veces también se
denomina como LXX y en círculos académicos se le suele decir “la ele-ele-exis”.
Ahora ¿Por qué nos importa esta traducción, además de que la leyenda de su producción es entretenida? ¿Qué
tiene que ver con la Biblia que nosotros usamos hoy?  La respuesta es que tiene muchísimo que ver. 

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1. Nos ayuda a entender el griego del Nuevo Testamento. La Septuaginta fue escrita en un tipo de griego
peculiar llamado koiné, que quiere decir “común”. No era el griego literario de los filósofos y escritores griegos,
sino el de la gente. Bueno, este es el mismo griego en que fue escrito el Nuevo Testamento. Entonces, la
Septuaginta es como una base de datos que nos ayuda a entender mejor las palabras que se usan en el Nuevo
Testamento. Es más, como los autores del Nuevo Testamento conocían esta traducción y usaban las mismas
palabras de la Septuaginta para explicar la revelación de Dios en Jesucristo, sabemos que hay una conexión muy
íntima entre el sentido de palabras en la Septuaginta y el sentido de palabras en el Nuevo Testamento. ¡La
Septuaginta nos ayuda a entender mejor las palabras griegas del Nuevo Testamento! Ejemplo: La palabra
griega ekkleisia quiere decir iglesia. En el mundo antiguo se usaba para referir a la asamblea democrática de una
ciudad.  Pero quizás el uso en el Nuevo Testamento es más basado en la Septuaginta, donde  ekkleisia es la
palabra que se usa para denominar a la asamblea de Israel. También es interesante lo que ocurre con la palabra
griega kurios (“señor”). En la Septuaginta el nombre de Dios en hebreo (YaHWeH)  siempre se traduce
con kurios. Es interesante que en el NT kurios es efectivamente el título de Jesús, especialmente en las cartas de
Pablo.  
2. Fue usada por los Autores del Nuevo Testamento. Los autores del Nuevo Testamento citan la Septuaginta
directamente. Por ejemplo, hay pasajes en donde Pablo reproduce una frase o un versículo del Antiguo
Testamento y podemos comparar letra por letra ese pasaje con la Septuaginta y ver que es una cita literal y
directa de esa traducción.  Casi todas las citas al Antiguo Testamento en el libro de hebreos vienen de la
Septuaginta. En otros lugares los autores del Nuevo Testamento parecen estar haciendo su propia traducción del
hebreo. Como el evangelio cristiano salió al mundo griego muy de prisa, el cristianismo de los primeros siglos
de la iglesia era primordialmente algo griego. Por eso muchos de esos cristianos que no sabían hebreo
(seguramente la gran mayoría) usaron la Septuaginta. No es demasiado decir que la Septuaginta era el Antiguo
Testamento de los primeros cristianos.  Tanto que los judíos dejaron de usarla y crearon una nueva traducción,
pues ya estaban hartos de cristianos que usaban la Biblia Judía griega para mostrarle pruebas de que Jesús era el
mesías. 
3. Nos ayuda a entender el hebreo del Antiguo Testamento. En los tiempos antes del Nuevo Testamento
habían varias versiones hebreas del Antiguo Testamento en circulación. No eran radicalmente diferentes. Pero en
algún momento en los primeros siglos de la iglesia los judíos determinaron que solo iba a haber una versión de la
Biblia, la llamada versión Masorética, y esa fue la que se guardó y copió a través de los siglos y es la que al final
es la base de nuestras Biblias hoy día. Interesantemente, la Septuaginta nos ha ayudado a aclarar algunas cosas
difíciles de entender en la versión Masorética del Antiguo Testamento, pues nos lleva a una época anterior donde
había diferentes versiones del hebreo en circulación. Por ejemplo, en Isaías 29:3 el hebreo masorético parece
decir: “Encamparé alrededor de ti cómo un círculo” (así lo traducen casi todas las versiones). En la Septuaginta
dice “Encamparé alrededor de ti como David”. La diferencia entre círculo y David en el hebreo es cosa de

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cambiar una letra con otra letra muy similar (resh por dálet). Entonces, puede ser que “círculo” fue un error
tipográfico. Claro, la diferencia para el significado del pasaje es pequeñísima.  
El estudio de la Septuaginta no es para todos, pero es un área de estudios bíblicos esencial si uno quiere indagar
el sentido de las palabras griegas del Nuevo Testamento.

SEPTUAGINTA BIBLIA EN GRIEGO ESCRITURAS HEBREAS

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