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Traumatismo craneoencefálico
José Nel Carreño R., Adriana Páez

El traumatismo craneoencefálico (TCE) es una de las mente porque la enfermedad tiene graves repercusiones
eventualidades más frecuentes en la práctica de la neu- tanto a nivel cerebral propiamente dicho, como a nivel
rocirugía. Por desgracia, debido a la prevalencia de ideas sistémico. A nivel local el TCE se asocia a un incremen-
prefijadas con respecto a esta enfermedad, los concep- to de la presión intracraneal que disminuye la presión de
tos de reanimación tan bien establecidos por el curso perfusión cerebral (PPC = PAM - PIC) (Carreño, 2006) y
avanzado de apoyo vital en trauma (ATLS) del Colegio por ende compromete gravemente el aporte de oxígeno
Americano de Cirujanos suelen ser pasados por alto en cerebral. La mayor parte de las lesiones secundarias, en
presencia de un traumatismo craneoencefálico grave y las especial la hipoxia (45.6%) y la hipotensión (34.6%)
prioridades son omitidas con serias consecuencias para la ocurren en el sitio del accidente (Carreño, 2006) e incre-
supervivencia de los pacientes. Por tanto, conocer los di- mentan de manera grave la mortalidad del evento trau-
ferentes tipos de lesiones intracraneales sufridas por los mático (Hutchinson, 2000; Macmillan, 2000). Por tanto,
pacientes y el manejo inicial y avanzado de la enferme- según las guías del Brain Trauma Foundation de manejo
dad es prioritario si se pretende disminuir la morbimor- prehospitalario del TCE (Gabriel, 2000) la presencia de
talidad que sigue siendo inaceptablemente alta. Debido estas dos complicaciones en el transporte de los pacien-
a la adopción de las guías de la Brain Trauma Foundation tes gravemente traumatizados es un fuerte predictor de
la reducción de la mortalidad ha sido de 50 a 25% a lo mal pronóstico con nivel de evidencia IIC. Así las cosas,
largo de los últimos 30 años (Brain Trauma Foundation, el primer paso en el manejo del paciente con traumatismo
2007) con un impacto positivo desde la introducción de craneoencefálico es completar la reanimación sistémica
dichas guías en su primera versión. Estas guías han logra-
do su impacto debido a un abordaje comprensivo y lógi-
camente secuencial de los fenómenos que siguen al
impacto inicial y que son los verdaderos causantes de la
muerte y discapacidad.
Salvo en las lesiones craneoencefálicas masivas, la
mayoría de los pacientes con TCE grave no fallecen en el
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sitio del accidente, sino horas o días después, como con-


secuencia de la hipertensión endocraneal, la isquemia y
la pérdida del control vascular generada por los dos ante-
riores. Por tanto, el TCE grave sí proporciona una opor-
tunidad de tratamiento y protección tendiente a disminuir
las secuelas. Sin embargo, para que las intervenciones sean
efectivas deben ser oportunas, agresivas, adecuadas al esta-
do del paciente y estrechamente vigiladas. No sólo se debe
hacer un seguimiento estricto del flujo sanguíneo y la
presión intracraneal (figura 21-1) sino que el cuidado crí-
tico de estos enfermos obliga a un abordaje de su balance
hidroelectrolítico, nutricional, hemodinámico y respira-
torio para optimizar todas las variables extracerebrales
que tienen repercusión notable sobre la vida y la función.
Figura 21-1. Nótese la colocación del catéter en el ventrículo lateral
Se debe partir del principio de que el paradigma del derecho en un paciente con TCE grave y múltiples lesiones contusas
paciente neurocrítico es el individuo con TCE, básica- hemisféricas izquierdas.

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628 • Neurología (Capítulo 21)

antes de continuar con el estudio del cerebro y el mane- gética irreversible ya que la neurona es incapaz de oxidar
jo de la hipertensión endocraneal (nivel de evidencia IIC). otros metabolitos como cuerpos cetónicos o aminoácidos.
De nuevo se debe hacer énfasis en que el ABC del curso 7. Hiponatremia: durante las fases iniciales del trauma-
avanzado de apoyo vital en trauma (ATLS) sigue siendo tismo se produce el fenómeno conocido como cerebro
el algoritmo prudente y necesario a seguir en pacientes perdedor de sal que se caracteriza por una marcada
con TCE grave. natriuresis, inducida por aumentos en la secreción
Sin embargo, no son éstas las únicas causas de lesión hipotalámica del péptido natriurético B, lo que en
cerebral. La hipercapnia e hipocapnia, hiperglucemia e consecuencia produce hiposmolaridad hiponatrémi-
hipoglucemia, hiponatremia, hipertermia e hipoprotei- ca. Este trastorno de la osmolaridad sérica ocasiona un
nemia en conjunto con la hipoxia y la hipotensión han aumento del flujo transcapilar de líquido, empeoran-
sido llamadas las 9 H mortales en el trauma, pues todas do el edema cerebral y la hipertensión endocraneal.
suman para empeorar el pronóstico cerebral al afectar 8. Hipertermia: por cada grado centígrado, la tasa de consu-
alguno de los sustratos metabólicos o la perfusión cere- mo metabólico de oxígeno aumenta entre 13 a 17%. Esto,
bral de oxígeno (Hutchinson, 2000; Carreño, 2006). en presencia de un cerebro hipermetabólico y depen-
diente de perfusión lo pone en un grave riesgo, pues al
1. Hipoxia: el cerebro es 100% dependiente de la glucó- aumentar su tasa metabólica puede desacoplarse a la
lisis aeróbica, por tanto, deprivarlo del combustible curva de aporte-consumo induciendo la llamada hipo-
oxidativo por excelencia es obligarlo a realizar un xia hipermetabólica.
metabolismo anaeróbico, que no sólo es ineficiente en 9. Por último, debido al hipercatabolismo generado por
la producción de energía (2 moles de ATP compara- el traumatismo, la hipoalbuminemia aparece tan rápi-
dos con 38 por la vía aeróbica) sino que deja como do como un paciente quemado en gran extensión. Esta
producto de desecho, ácido láctico que disminuye el disminución del potencial coloidoncótico del plasma
pH intracelular, desacoplando los diferentes comple- aumenta el flujo transcapilar de líquido empeorando
jos enzimáticos citosólicos. el edema cerebral (Carreño, 2006; Yanagawa, 2000).
2. Hipotensión: aunque en condiciones normales la au-
torregulación vascular cerebral es capaz de mantener Independientemente de las razones que motiven la con-
un flujo sanguíneo cerebral (FSC) estable a diferentes sulta del politraumatizado a urgencias y del órgano afec-
valores de presión de perfusión cerebral (PPC), después tado, siempre se deben seguir los criterios del Colegio
del traumatismo esta capacidad se pierde convirtiendo Americano de Cirujanos en el ATLS para iniciar la reani-
al FSC dependiente de la PPC. Así pues, la hipoten- mación. El TCE grave no es una excepción. En ese orden
sión se traduce en un decremento lineal de la perfusión de ideas es también importante iniciar con una adecuada
tornando isquémico el tejido cerebral distal. protección de la vía aérea, asegurar la ventilación y la cir-
3. Hipercapnia: los aumentos de la PCO2 producen culación antes de preocuparse por el examen neurológi-
vasodilatación cerebral lo cual conduce al aumento co. De igual manera éste no tiene ninguna validez hasta
del volumen vascular cerebral (VVC) y por ende, al que no se hayan completado las maniobras de reanima-
ocupar un espacio dentro de un cerebro turgente, ción inicial que aseguren un adecuado aporte de oxígeno
aumenta la presión intracraneal. De manera directa la al cerebro y por ende se pueda presuponer una función
hipertensión intracraneal disminuye la PPC y empeora neurológica apta para ser evaluada. La reanimación del
la isquemia cerebral. paciente neurotraumatizado empieza desde la atención
4. Hipocapnia: desafortunadamente durante muchos años prehospitalaria. Así como se estableció previamente, si
fue paradigma de tratamiento, la hiperventilación del pa- son la hipotensión y la hipoxia los principales enemigos
ciente con TCE, fundamentado en el efecto fisiológico del cerebro lesionado, es deber de quien transporta al
que tiene la disminución de la PCO2 sobre el diáme- paciente evitar estas dos calamidades. En principio la
tro de los vasos sanguíneos cerebrales. Solo reciente- saturación de oxígeno debe ser siempre superior a 92% y
mente, después de varios estudios prospectivos se ha para ello se deben utilizar todas las maniobras necesarias.
podido identificar que la hiperventilación, en especial Aunque durante muchos años se preconizó la intubación
durante las primeras horas del traumatismo, conduce orotraqueal en el campo como manera efectiva de control
a un empeoramiento de la isquemia puesto que el del TCE, la literatura reciente sobre el tema ha mostra-
efecto vasoconstrictor aumenta la resistencia vascular do gradualmente que ésta no es una estrategia aceptable
periférica y disminuye el FSC. por los riesgos y la demora que implica. En su trabajo del
5. Hiperglucemia: si bien es cierto que la hiperglucemia año 2000, Sloane et al., mostraron que la intubación oro-
hace parte de la respuesta metabólica al estrés, cifras traqueal en el campo incrementaba el riesgo de neumonía
por encima de 200 mg/dL son deletéreas ya que apor- posterior en estos enfermos (Sloane, 2000). En ese mismo
tan sustrato en exceso para la glucólisis anaeróbica año, Murria, en el Journal of Trauma (Murray, 2000) mos-
empeorando la lactoacidosis. Los estudios experimen- tró que la intubación en el campo incrementaba la mor-
tales han podido mostrar que esta hiperglucemia es talidad en pacientes con traumatismo craneoencefálico
mucho más lesiva que la hipoglucemia. grave. En niños, Cooper también pudo mostrar que la
6. Hipoglucemia: independientemente de lo lesivo que ventilación con mascarilla tipo Ambu tenía, a largo plazo,
puede ser la hiperglucemia, no es menos cierto que la au- los mismos beneficios que la ventilación con intubación
sencia de sustrato metabólico conduce a la falla ener- orotraqueal después del incidente (Cooper, 2001). Por
Traumatismo craneoencefálico • 629

importantes que fueran estos estudios al ser todos no con- Una vez iniciada la ventilación mecánica la meta es
trolados no alcanzaban nivel de evidencia mayor de IV. Por la de obtener una saturación por pulsoximetría mayor de
tanto, sólo hasta la publicación del trabajo de Bochicchio 90% y evitar, a toda costa, lo que antaño fuera una de las
en el 2003 se logró mostrar con un nivel de evidencia IIC estrategias más usadas en la ventilación de los pacientes
al ser un estudio clínico controlado pero abierto, que la in- neurocríticos: la hiperventilación (Knuth, 2005). Desde
tubación orotraqueal en el campo, incrementaba la mor- hace varios años se sabe con nivel de evidencia IA que la
bimortalidad, la incidencia de neumonía y demoraba la hiperventilación en pacientes neurocríticos empeora el
resolución quirúrgica de la lesión (Bochiccio, 2003). pronóstico y, por tanto, está contraindicada en su totali-
Desde el punto de vista práctico en el campo es funda- dad (Gabriel, 2000). Fisiológicamente la hiperventilación,
mental, para mantener la oxigenación no sólo suministrar sí reduce el volumen vascular cerebral pues produce
oxígeno suplementario sino despejar las vías aéreas, tanto vasoconstricción refleja. De hecho como fue demostrado
de cuerpos extraños como de tejido propio del paciente por Coles et al. (Coles, 2002) la hiperventilación así sea
(lengua o dientes) que tienden a obstruirlas tras la pérdida moderada efectivamente mejora la presión de perfusión
de la conciencia. La triple maniobra puede ser necesaria cerebral (PPC) y disminuye la presión intracraneal (PIC)
pero recordando que una gran proporción de traumatismos pero a expensas de una caída notable del flujo sanguíneo
craneoencefálicos graves cursan de manera concomitante cerebral (de 31 ± 1 a 23 ± 1 mL/100 g/min) indepen-
con lesión de la columna cervical. Por eso en la medida diente de la mejoría en la PIC y la PPC. Esta caída del
de lo posible en esta maniobra se debe evitar la hiperex- volumen vascular cerebral y el flujo sanguíneo cerebral
tensión, convirtiéndola en una doble maniobra (luxación incrementa de manera drástica la cantidad de tejido so-
anterior de la mandíbula y apertura de la boca). Si a metido a estrés isquémico.
pesar de ello el paciente mantiene respiración ruidosa Este estrés isquémico se produce por el incremento
que sugiera obstrucción de la orofaringe se puede inten- de la resistencia vascular cerebral al flujo ocasionado por
tar pasar una cánula orofaríngea (nunca nasofaríngea y la vasoconstricción refleja producida por la hipocapnia.
especialmente si hay signos de fractura de la base del crá- Lo que empeora la situación es que, como lo mostraron
neo como tipo "ojos de mapache", de Battle, epistaxis o Kelly y Martin en su estudio clásico de 1997 (Kelly,
rinoliquia u otoliquia). 1997), durante las primeras 24 h, la velocidad de flujo en
Si el paciente vomita es necesario intubar recurriendo la arteria cerebral media medida por Doppler transcra-
a una secuencia rápida con succinilcolina 1 a 1.5 mg/kg pre- neal está disminuida por un bajo flujo sanguíneo cerebral.
via dosis despolarizante de rocuronio de 0.01 mg/kg. Esto en conclusión significa que hay un estado de hipo-
Antes del relajante muscular se debe colocar una dosis perfusión cerebral que, al ser sometido a hiperventila-
de 1.5 mg/kg de lidocaína e iniciar un opioide (fentanil, ción indudablemente empeorará el fenómeno isquémico.
2 a 10 µg en bolo) (Blandam, 2003). Cuando el paciente se Por tanto, la meta de la ventilación es la de mantener los
encuentre en un buen plano (aproximadamente 20 seg pacientes normocápnicos además de normoxémicos. Esta
después) se procede a intubar aplicando la maniobra de meta no sólo se debe mantener durante las primeras 24 h
Sellick con protección de la columna cervical. Durante todo sino durante el manejo de todo el cuidado crítico del
el procedimiento se debe tratar con mascarilla tipo Ambu paciente neurotraumatizado debido a que mientras per-
para mantener una saturación por encima de 90%. sista la hipertensión endocraneal habrá tejido cerebral en
En el ambiente hospitalario la reanimación debe riesgo de isquemia.
continuar en una forma ordenada y segura. Para ello el Para el cerebro traumatizado la hipotensión es un
algoritmo del Colegio Americano de Cirujanos es abso- peor enemigo que la hipoxia. Hay que recordar que la
lutamente válido. Al comenzar por la A, el médico tra- presión de perfusión cerebral se debe a la resta de la pre-
tante debe asegurarse que la vía aérea está permeable y si sión intracraneal y la presión arterial media según la
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no lo está se debe procurar una vía aérea definitiva. Al siguiente fórmula:


respecto, los criterios de intubación orotraqueal son los
mismos que se utilizan para cualquier trauma y compren- PPC = PIC – PAM
den los criterios de ventilación (taquipnea, disociación
toracoabdominal, somnolencia, hipercapnia, edad mayor de El valor normal de la PPC oscila entre 60 y 70 mm Hg
55 años o uso de músculos accesorios de la respiración) y (Elf, 2005). Para poderla mantener en este nivel óptimo,
oxigenación (desaturación persistente a pesar de incremen- es necesaria la medición de la presión intracraneal por
tos de la fracción inspirada de oxígeno e hipoxemia con cualquier método invasivo disponible, de preferencia la
presión arterial de oxígeno menor de 50). Sin embargo, en ventriculostomía ya que este método permite no sólo la me-
el caso de los pacientes con TCE también son importantes dición sino que, al permitir el drenaje del LCR se puede
los criterios neurológicos para decidir abordar la vía aérea. disminuir la PIC (figuras 21-2 y 21-3).
En este sentido el estado de conciencia y la capacidad de Sin embargo, la reanimación volumétrica no puede
proteger la vía aérea son condiciones determinantes en demorarse hasta haber realizado la ventriculostomía ya
cuanto a la intubación orotraqueal. Por tanto, los pacientes que la reanimación inicial, como ya se ha enfatizado
con escala de coma de Glasgow menor de 8 o pacientes con antes, es fundamental antes de pensar en cualquier pro-
deterioro progresivo de más de dos puntos en la escala de cedimiento quirúrgico. A sabiendas de que la hipoten-
Glasgow o las crisis convulsivas subintrantes o estado con- sión produce al cerebro más daño y reconociendo, como
vulsivo deben ser intubados (Knuth, 2005). lo mostraron Tamaki et al. (Tamaki, 2004), que los
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18
50 PIC 22
3

0
PPC
93

Figura 21-3. Curva de PIC medida por ventriculostomía donde se ob-


servan claramente los 3 picos clásicos; P1 correspondiente al golpe
sistólico de la sangre sobre la vasculatura cerebral, el P2 que tradu-
ce la consistencia del cerebro, pues refleja la velocidad con que el
parénquima transmite la onda del golpe sistólico y el P3 que corres-
ponde a la resistencia venosa.

sistólica no menor de 90 o media no menor de 70. Una


vez repletado el espacio intravascular, si no se ha podido
alcanzar la meta de reanimación se puede argumentar
una disfunción miocárdica producida por la misma hi-
pertensión endocraneal y en ese caso tanto inotrópicos
como vasopresores son necesarios. En primera instancia
la dopamina como inotrópico es importante empezando
siempre a dosis Beta (5 a 10 µg/kg/min). Si en un tiem-
po menor a 20 min no se ha logrado la presión arterial
deseada se hace obligado iniciar goteo de vasopresores
con noradrenalina (0.1 a 1 µg/kg/ min) o adrenalina (0.1
a 1 µg/kg/min). Nunca se deben iniciar los vasopresores
sin haber asegurado una adecuada reposición del líquido
intravascular.
Debido a que por el momento no se cuenta con su-
ficiente información como para tener evidencia de tipo
A, las soluciones hipertónicas a 3 o 7.5% no pueden ser
recomendadas como estándar de cuidado. Sin embargo,
cada vez hay más literatura que soporta el uso de estas
soluciones en la reanimación prehospitalaria del pacien-
te con TCE e hipotensión (Cooper, 2004). Lo que la lite-
ratura sí ha demostrado extensamente es la utilidad que
tienen las soluciones hipertónicas (especialmente a 7.5%)
en el manejo de la hipertensión endocraneal en cuidado
intensivo (figura 21-4) (Quershi, 2000; Vialet, 2003;
Quershi, 2000).
La reanimación, interviniendo sobre el espacio intra-
vascular es fundamental en el manejo de los pacientes
neurocríticos para asegurar la perfusión cerebral. Como
ya se explicó la perfusión del encéfalo depende funda-
mentalmente de la presión arterial media y la presión
endocraneal, pues la primera (PAM) asegura un flujo
anterógrado y la segunda se opone a dicho flujo. Ésta es,
en realidad una sobresimplificación del tema pues la pre-
sión de perfusión cerebral efectiva como la describe Thees
es la diferencia que existe entre la presión arterial media
Figura 21-2. Paciente con ventriculostomía externa para drenaje del
LCR. Nótese que el LCR debe drenarse a un sistema cerrado y me-
diante llave de tres vías; se vigila continuamente el valor de PIC y la
28
50 PIC 22
morfología de la curva. 3

0
PPC
90
pacientes neurotraumatizados son hipovolémicos reales
o relativos, el primer paso es la repleción rápida y agresi-
Figura 21-4. Curva de presión intracraneana caracterizada por un P2
va del espacio intravascular. Por tanto, tras canalizar dos predominante en paciente con hipertensión endocraneal (28 como
grandes venas se deben administrar al menos 2 000 mL puede verse a la derecha de la gráfica). Esta morfología representa
de solución salina a 0.9% hasta lograr la meta de presión una hipertensión endocraneal por edema cerebral.
Traumatismo craneoencefálico • 631

y la presión corriente abajo del árbol vascular cerebral. dad bajo ningún punto de vista puede o debe retrasar las
Esta presión downstream tiene una estrecha correlación maniobras previas, razón por la cual el médico de urgen-
con el punto crítico del vasocolapso cerebral. Como se cias debe estar familiarizado con la escala de coma de
muestra en la figura 21-5 éste es el punto donde la pre- Glasgow (principal herramienta de evaluación) (cuadro
sión transmural sobrepasa la intraluminal produciendo 21-1), la evaluación clínica de la isocoria y reactividad
un colapso de los vasos sanguíneos. pupilar y la actitud motora.
Debido a que el flujo sanguíneo cerebral tan solo es En ese orden de ideas, la escala de coma de Glasgow
0 cuando la presión arterial media es igual al punto crí- es la principal herramienta de comunicación y su evalua-
tico del vasocolapso cerebral, en el manejo inicial del ción juiciosa considerando las tres partes del examen,
traumatismo es imprescindible mantener un adecuado respuesta motora, respuesta verbal y apertura ocular, no
volumen intravascular y una adecuada presión arterial sólo permiten obtener información objetiva, cuantificable
(así sea necesario administrar inotrópicos o vasopresores) y reproducible sino también tomar decisiones terapéuticas
con el fin de evitar la isquemia. Antes se seguía la norma urgentes (figura 21-6) como la intubación orotraqueal. En
de la reanimación hipovolémica por el temor de que la principio la escala de coma de Glasgow debe repetirse ca-
infusión de grandes cantidades de líquidos endovenosos da 15 min durante la primera hora del traumatismo, cada
(LEV) pudiera incrementar el edema cerebral. A la luz 30 min en las siguientes 12 h y después cada hora hasta que
de la evidencia actual se sabe con nivel IIC que no hay el médico se encuentre seguro de que no está cursando
relación entre la infusión de LEV y el incremento de la ninguna complicación intracraneal, como el crecimiento de
hipertensión endocraneal. un hematoma epidural o subdural.
Así las cosas, una vez completado el ABC de la rea- La escala de coma de Glasgow (GCS), permite al
nimación el siguiente paso imperioso es el del examen médico clasificar el traumatismo en 1 de 3 según la gra-
neurológico. Gran cantidad de mitos existen sobre éste vedad:
en los médicos de atención prehospitalaria, urgencias y
cuidado intensivo. En general hay un gran temor por 1. Traumatismo craneoencefálico leve con escala de coma
"viciar" el examen del neurocirujano y por esa razón de Glasgow de 13 a 15.
muchas veces se demora sin justificación alguna el asegu- 2. Traumatismo craneoencefálico moderado con escala
ramiento de las vías aéreas o el inicio de la reanimación de coma de Glasgow de 9 a 12.
intravascular por priorizar el examen neurológico o la 3. Traumatismo craneoencefálico grave con escala de coma
toma de auxiliares diagnósticos. de Glasgow menor a 8. Este último es una indicación
En la evaluación neurológica del paciente traumati- absoluta de protección de las vías aéreas, manejo en cui-
zado son fundamentales sólo ciertas maniobras diagnós- dado intensivo y valoración neurorradiológica urgente
ticas que deben ser prontas y adecuadamente realizadas una vez completada la reanimación inicial.
por cualquier médico en los servicios de urgencias sin
que de manera obligatoria participe en la evaluación el Una vez terminada la evaluación inicial del ABCD y la
neurocirujano. De hecho la valoración por esta especiali- secundaria con "tubos y dedos en todos los orificios"
como lo pregona el ATLS es hora de iniciar los estudios
neurorradiológicos pertinentes. Estos estudios permitirán
al médico tratante clasificar el TCE de acuerdo con las
Punto crítico de vasocolapso
lesiones encontradas en una de las siguientes variedades:
Radio
a) Primario: corresponde a las lesiones consecuencia del
impacto inicial y que suceden por las fuerzas de con-
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tacto, aceleración/desaceleración o cizallamiento que


sufre el encéfalo en el momento del traumatismo. En
este caso sólo las medidas de salud pública como el uso
de casco en los motociclistas o el cinturón de seguridad
en los automovilistas podrán disminuir la incidencia de
estas lesiones. En términos generales, dependiendo de la
estructura craneal o encefálica comprometida se puede
dividir en:
Punto crítico PPC • Lesiones del cuero cabelludo.
• Fracturas.
– Lineales.
Figura 21-5. Al descender la presión de perfusión cerebral, las arterias
cerebrales se defienden con vasodilatación, acorde con la respuesta – Deprimidas.
esperada por la autorregulación vascular cerebral. Sin embargo, – Abiertas.
antes de que la presión arterial media llegue a 0, la presión transmu- – Cerradas.
ral ya ha producido el colapso de los vasos cerebrales. En los pacien- • Hematomas.
tes con TCE y edema cerebral el punto crítico del vasocolapso se
desplaza hacia la derecha (línea naranja) de tal forma que se requie-
– Epidural.
re de una mayor presión intraluminal para compensar el incremento – Subdural agudo.
de la presión tisular. – Intraparenquimatoso.
632 • Neurología (Capítulo 21)

Cuadro 21-1. Escala de coma de Glasgow. Se evalúan la respuesta motora, la respuesta verbal y la apertura ocular,
a cada una de éstas se le asigna un puntaje y se suman las tres. El valor máximo es de 15 y el mínimo de 3
Variable/valor Respuesta motora Respuesta verbal Apertura ocular
6 Obedece órdenes
5 Localiza el estímulo doloroso Conversa con lenguaje orientado
4 Retira al estímulo doloroso Conversa con lenguaje desorien- Apertura ocular espontánea
tado
3 Movimientos de decorticación Emite palabras inapropiadas Apertura ocular al llamado
2 Movimientos de descerebración Emite sonidos guturales Apertura ocular con el estímulo
doloroso
1 No responde No responde No responde

• Contusiones. • Hematoma subgaleal:


• Laceraciones corticales. – Es una colección de sangre por debajo de la galea
• Laceraciones vasculares. aponeurótica y el periostio. Al igual que el anterior
– Arteriales. tampoco tiene una indicación quirúrgica. Es la le-
– Venosas. sión más frecuentemente encontrada y se produce
• Lesión axonal difusa (LAD). en todo traumatismo de cráneo.
b) Secundario: ocurre como consecuencia de los eventos • Cefalohematoma:
isquémicos o hipóxicos secundarios a cualquiera de – Colección hemorrágica entre el periostio y la tabla
las 9 H previamente descritas. Su ocurrencia es prede- externa ósea que se extiende sobre uno de los hue-
cible, y hasta cierto punto, prevenible siempre y cuan- sos del cráneo. Estas tres lesiones son más frecuentes
do exista una vigilancia estrecha del enfermo. en recién nacidos como consecuencia del trauma del
parto y todas son de manejo médico.
A continuación se hará una breve descripción de las
lesiones más frecuentes. Lesiones focales
Lesiones del cuero cabelludo • Fracturas lineales: representan 75% de las fracturas
craneales asociadas a TCE. Requieren especial cuidado
• Caput succedaneum:
cuando cruzan el trayecto de los senos venosos o de la
– Es una colección subdérmica edematosa o hemorrá-
arteria meníngea media pues tienden a romper estas
gica, más frecuente en recién nacidos. No tiene indi-
estructuras causando hematomas epidurales. Sus bor-
cación de tratamiento quirúrgico.
des pueden estar separados en los TCE graves por el
aumento de la presión intracraneal.
En la evaluación de las fracturas durante muchos
años se utilizó la placa simple de cráneo que a la luz
del conocimiento actual no tiene ninguna utilidad.
Siempre que se vean signos externos de traumatismo y,
en especial, el signo de "ojos de mapache" o de Battle
se debe estudiar el cráneo con una tomografía axial
computarizada (TAC) simple con ventana ósea.
En el caso de las heridas abiertas del cuero cabelludo
la exploración digital de la herida es obligada antes de
proceder a suturar. Si se encuentra por palpación una
línea de fractura se debe proceder a la exploración qui-
rúrgica de la herida pues la misma se comporta como
una fractura abierta.
• Fracturas deprimidas: la presencia de fracturas cranea-
les deprimidas se asocian frecuentemente con lesiones
intracraneales, déficit neurológico y peor pronóstico
(figura 21-7). Las indicaciones de cirugía en este tipo
de fracturas son:
– Fractura craneal abierta deprimida mayor al grosor
Figura 21-6. Paciente con TCE grave. Nótese la anisocoria por dila-
tación de la pupila izquierda. El paciente fue llevado a cirugía para
del cráneo.
realizar una craniectomía descompresiva de urgencia con excelentes – Pacientes con fractura deprimida mayor de 1 cm,
resultados finales. deformidad estética, compromiso de ambas paredes
Traumatismo craneoencefálico • 633

del seno frontal, fractura asociada a hematoma


intracerebral, laceración dural y neumoencéfalo
adyacente (Bullock, 2006).
• Fracturas de la base del cráneo: afectan con más fre-
cuencia las regiones frontales y temporales. Clínica-
mente se manifiestan por otorragia, epistaxis, salida de
LCR por oído (otoliquia) o nariz (rinoliquia), hemo-
tímpano, signo de Battle (figura 21-8), signo de "ojos
de mapache" (figura 21-9) y compromiso periférico de
los pares craneales VII y VIII. Sus complicaciones más
importantes son las infecciones, las fístulas de LCR y las
lesiones irreversibles de los pares craneales.

Lesiones intracraneales

• Hematoma epidural agudo: principalmente se presen-


ta en el tercer decenio de la vida entre los 20 y 30 años
Figura 21-8. Signo de Battle: este hematoma retroauricular se produ-
de edad (figura 21-10). El hematoma epidural puede ce por fractura de la base del cráneo con compromiso fundamental-
ser resultado de una lesión de la arteria meníngea mente de la fosa media y el peñasco del temporal.
media, venas diploicas y senos durales. Aunque con fre-
cuencia se asocian a fracturas que atraviesan el recorri-
do de estas estructuras, en ocasiones pueden mostrarse densa cuando el hematoma es activo, es decir subyacente
estas lesiones extraxiales sin trazos de fractura concomi- hay un vaso que sigue sangrando activamente, pueden
tantes. verse áreas heterogéneas que mezclan hipodensidades
Se localizan principalmente en región temporal y con hiperdensidades.
temporo-parietal entre el cráneo y la duramadre des- En este caso, independientemente del tamaño y el
prendiendo la capa parietal de esta última que actúa estado neurológico la cirugía es obligada pues es de es-
como el periostio interno del díploe y creciendo en perarse un crecimiento de la masa con compromiso de
este espacio virtual. Pueden cruzar las inserciones de la la conciencia y la función.
duramadre más no las suturas. Imagenológicamente se Por su crecimiento desplazan las estructuras cere-
comporta como una colección extraxial biconvexa. Aun- brales subyacentes y son comunes las herniaciones se-
que en general la colección es homogéneamente hiper- cundarias. El 22 a 56% de los pacientes ingresan en estado
de coma antes del drenaje quirúrgico y clínicamente
presentan el conocido "periodo lúcido" caracterizado
por una pérdida del conocimiento inmediatamente
después del traumatismo seguido de una recuperación
espontánea del mismo. Posteriormente los pacientes
vuelven a perder la conciencia con un deterioro gra-
dual pero rápido de la escala de coma de Glasgow como
consecuencia de la hipertensión endocraneal producida
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Figura 21-9. Signo de "ojos de mapache". Este hematoma periorbi-


tario se produce por fracturas craneales especialmente con compro-
miso basal o de las paredes de la órbita. Su presencia proscribe com-
Figura 21-7. Fractura deprimida en la ventana ósea de la TAC de pletamente el abordaje transnasal ya sea para la intubación traqueal
cráneo. (nasotraqueal) como el paso de sondas nasogástricas.
634 • Neurología (Capítulo 21)

Figura 21-10. Hematoma epidural agudo. La colección se localiza entre la duramadre y el cráneo y típicamente tiene esta forma biconvexa.
Nótese que en la tomografía la colección es de densidad homogénea lo que implica que el vaso sangrante ya no es activo.

por la masa en crecimiento. Las anormalidades pupilares lesiones adquieren la forma de media luna pues se
se presentan en 18 a 44%. La mortalidad es del aproxi- localizan entre la duramadre y la aracnoides. El déficit
madamente de 10%. Son indicaciones de cirugía: neurológico es muy frecuente y las anormalidades
– Hematomas epidurales de más de 30 mL. pupilares se presentan en 30 a 50% de los casos. El tra-
– Hematoma epidural de menos de 30 mL, menos de tamiento es eminentemente quirúrgico según las
15 mm de grosor y menos de 5 mm de desviación de la siguientes indicaciones:
línea media en pacientes con escala de coma de Glas- – Hematoma subdural agudo de más de 10 mm de
gow de 8 o menos (Bullock, 2006). grosor o con más de 5 mm de desviación de la línea
• Hematoma subdural agudo: se produce por rotura de media en la TAC.
las venas anastomóticas entre los vasos corticales y los – Hematoma subdural agudo en pacientes con escala
senos durales (figura 21-11). Entre 12 y 25% de los de coma de Glasgow de 9 o menos.
pacientes con TCE grave, cursan con un hematoma • Hematoma intracerebral: los hematomas intracerebra-
subdural agudo que tiene la mayor mortalidad de todas les en pacientes con traumatismo craneoencefálico grave
las colecciones extraxiales (50 a 85%). En general, los se presentan aproximadamente en 8.2%, y se localizan con
pacientes ingresan al servicio de urgencias con una más frecuencia en los lóbulos frontales (figura 21-12)
escala de coma de Glasgow de 8 o menos y tan solo y temporales, las indicaciones de cirugía son:
27% cursan con un periodo lúcido. En la tomografía las – Pacientes con hematomas intracerebrales con dete-
rioro progresivo y focalización.
– Pacientes con hipertensión endocraneal, con un
volumen de 20 mL a nivel de lóbulo frontal o tem-
poral y con desviación de la línea media mayor de 5
mm en la TAC.
– Pacientes con hipertensión endocraneal y un volu-
men mayor de 50 mL (figura 21-13).
• Lesión axonal difusa (LAD): ésta es una de las lesiones
más frecuentes producida por las fuerzas de acelera-
ción-desaceleración con componente rotacional que se
ejercen sobre el cerebro al momento del accidente. Se
puede presentar con expresiones clínicas leves, con
alteración breve de la conciencia y en su forma grave
hay un coma prolongado producido por la presencia de
focos hemorrágicos en el cuerpo calloso, tallo alto pos-
terolateral y centros semiovales. Clínicamente los
pacientes presentan un estado de coma inmediato que
Figura 21-11. Hematoma subdural agudo visto en imagen de reso- no es producido por una lesión expansiva (aunque con-
nancia a la izquierda con desviación de la línea media y colapso del
sistema ventricular. En la imagen de la derecha se observa un hema-
comitantemente puede presentarse con hematoma
toma contralateral con densidad homogénea y efecto de masa sobre epidural o subdural asociado). Con frecuencia hay sig-
la línea media. nos de decorticación, descerebración y disfunción
Traumatismo craneoencefálico • 635

Figura 21-12. Contusión hemorrágica frontal izquierda que ha coale-


cido para formar un hematoma intraparenquimatoso.

autonómica. Generalmente hay una inconsciencia pos-


traumática mayor de 6 h.
– La lesión axonal difusa se clasifica en:
Leve: estado de coma entre 6 y 24 h. Se asocia a Figura 21-14. LAD grave. Nótese la presencia de señales hiperinten-
sas en la sustancia gris periventricular y en los centros semiovales
menudo a síndrome postraumático. especialmente en el izquierdo.
Moderada: estado de coma mayor a 24 h sin lesio-
nes aparentes en tallo. Esta variedad con frecuencia
deja secuelas especialmente de tipo cognitivo.
mica. Su mortalidad o discapacidad grave es frecuente
Grave: estado de coma mayor a 24 h con signos de
(figura 21-14).
lesión del tallo encefálico como decorticación o des-
cerebración. Con frecuencia hay disfunción autonó-
CONCLUSIONES

Lamentablemente el traumatismo craneoencefálico sigue


siendo una de las más frecuentes y lesivas entidades neu-
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roquirúrgicas. A pesar de los grandes avances en reanima-


ción, manejo quirúrgico y cuidado intensivo son muchos
los pacientes que no sobreviven al accidente, o si lo
hacen, sufren graves secuelas posteriores que deterioran
gravemente su calidad de vida. Estas consecuencias fata-
les para la vida y la función son generalmente producidas
por la hipertensión endocraneal secundaria al edema
cerebral o las masas intracraneales ya descritas y que
comprometen la perfusión cerebral. Este evento conduce
a la isquemia, complicación pobremente soportada por
el encéfalo que es un órgano totalmente dependiente de
la glucólisis aeróbica para su subsistencia. Por tanto,
todas las medidas encaminadas a asegurar la adecuada
perfusión cerebral deben ser instauradas desde la escena
misma del accidente y continuadas a lo largo de todo el
Figura 21-13. Gran contusión frontal izquierda con evidencia de lace-
ración cortical en el polo del frontal. Nótese como la hipertensión pro-
cuidado preoperatorio, intraoperatorio y posopertorio si
ducida por la masa hernia el cerebro a través de la incisión de la se pretende minimizar el daño y mejorar el pronóstico
duramadre (fungus cerebrii). vital.

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