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bacterias de Kéfir para compostaje

1. Obtendrás compost en un menor período de tiempo


2. Le darás un buen uso a la leche que ya no puedes consumir, pues el kéfir puede
prepararse aún con esta
3. Ahorrarás dinero si elaboras los gránulos de kéfir en casa
4. La práctica del compostaje siempre es una forma consciente de reusar los residuos
orgánicos que generamos
5. Estarás siendo amigable con el medio ambiente de manera tan sustentable como
sostenible. Debido a que no requiere un gran esfuerzo económico, disminuirás la
contaminación y tendrás un compost de calidad para tu jardín
6. El kéfir es, actualmente, un producto muy de moda, usado para distintos fines. Aprender
a elaborarlo puede servirte de mucho, más allá de usar sus bacterias para hacer
compostaje
No hay nada de complicado en compostar residuos orgánicos y, tal como pudiste
leer, tampoco es difícil conseguir gránulos de kéfir. Pon en práctica esto para obtener
resultados que te encantarán.
Si quieres conocer cuales son los demás residuos orgánicos que puedes compostar, no te
pierdas la siguiente lista: What Can I Compost?
Un sustrato biológicamente equilibrado produce mejores cosechas.

Lactobacilos y cannabis
Microorganismos probióticos
JOSÉ T. GÁLLEGO
La publicidad de yogures ha hecho universalmente conocidos a los lactobacilos, una
familia de bacterias muy útil para el ser humano que también puede resultar beneficiosa
para el cannabis. Al igual que Trichoderma o las especies que forman micorrizas, los
lactobacilos forman parte del ecosistema de cualquier suelo sano y tienen un importante
papel en el proceso de descomposición de la materia orgánica.

¿Qué son los lactobacilos?

Los lactobacilos son bacterias muy comunes que forman parte del ejército de
microorganismos presentes en la naturaleza que se ocupan de descomponer la
materia orgánica. Están presentes en los suelos pero también forman parte de
nuestra flora intestinal, y se usan en la elaboración de diferentes alimentos:
yogures, quesos, panes con masa madre, encurtidos, algunas cervezas... Hay
cerca de doscientas especies de lactobacilos: Lactobacillus acidophilus, L.
bulgaricus o L. casei son algunas de las más conocidas.

La mayoría de los productos probióticos a la venta contienen lactobacilos, por


su capacidad de regenerar y regular la flora intestinal. Lo que no es tan
conocido es que estos mismos lactobacilos pueden ayudar también a regenerar
la microflora del suelo, pues producen enzimas y antibióticos naturales que
eliminan microorganismos perjudiciales, equilibrando el ecosistema de hongos,
levaduras y bacterias que viven en el subsuelo.
Los microorganismos del suelo contribuyen a mantener sanas las raíces.

Propiedades de los lactobacilos en el cultivo

Además de equilibrar la población de microorganismos del suelo, la aplicación


de lactobacilos también estimula el sistema inmunitario de las plantas, aumenta
la disponibilidad de nutrientes en el suelo, mejora el aprovechamiento de los
fertilizantes, evita la proliferación de hongos dañinos y contribuye a
acondicionar suelos enfermos y compactados.

La aplicación de lactobacilos estimula el sistema inmunitario de las plantas

Pulverizados sobre las plantas, estimulan su crecimiento a la vez que


regeneran los microorganismos que viven en la filosfera (superficie de las
hojas, tallos y flores) y en la rizosfera (la parte del suelo alrededor de las
raíces). Aplicados en el agua de riego, contribuyen a mejorar la salud del suelo,
descomponer la materia orgánica y liberar nutrientes.

Añadiendo lactobacilos al montón de compost se estimula la descomposición


sin que se produzcan malos olores. Esta propiedad se debe a que son capaces
de alimentarse del amoniaco y otros compuestos que se liberan en la
fermentación anaeróbica y que son responsables del mal olor. Hay que diluir
los lactobacilos en agua, activarlos añadiendo unas cucharas de azúcar y
esperando unas horas, y regar todos los materiales al formar el montón de
compost.

Los lactobacilos tienen una capacidad asombrosa de “comerse”, literalmente,


los malos olores. El suero de lactobacilos resulta muy efectivo para neutralizar
malos olores como el de la orina de los gatos o los perros.
Lactobacillus bulgaricus, en el microscopio electrónico.

Preparación del suero de lactobacilos

Los lactobacilos son especies muy comunes que están en todos sitios, en el
suelo y en el aire, por lo que resulta muy sencillo recogerlos y reproducirlos. El
sistema de captura de lactobacilos silvestres tiene la ventaja de atrapar
especies locales que están mejor adaptadas a la climatología local que las
especies que podemos encontrar en los productos lácteos industriales, que han
sido seleccionadas por su adaptación a los procesos industriales.

El sistema más fácil para conseguir un inóculo de lactobacilos es comprar un yogur


natural en el supermercado

El sistema es muy simple, basta con poner arroz en agua durante un rato para
que parte del almidón se disuelva, luego hay que filtrar el arroz y dejar el agua
en un recipiente al aire libre y a la sombra, cubierto con una malla fina para que
no vayan los insectos. Los lactobacilos y otros microorganismos que el aire
arrastra caerán en el agua y empezarán a reproducirse, mientras se alimentan
del almidón. La temperatura del agua conviene mantenerla entre 20 y 25 ºC
para que los lactobacilos se reproduzcan con rapidez. Una semana después el
inóculo está listo para el siguiente paso. Si se ha formado una película de olor
agrio en la superficie del líquido se puede retirar filtrándolo. A continuación, se
mezcla el inóculo con diez partes de leche, fresca y entera si es posible, por
cada una de inóculo. El objetivo de este paso es ofrecer a los lactobacilos
presentes un alimento idóneo para ellos que estimule su desarrollo para que
eliminen al resto de microorganismos presentes. En una semana a temperatura
templada las bacterias habrán coagulado la leche en una masa blanca
semisólida que flotará en un líquido amarillento. Este líquido es el suero, y está
a rebosar de lactobacilos.

El sistema más fácil para conseguir un inóculo de lactobacilos es comprar un


yogur natural en el supermercado, disolverlo directamente en diez partes de
leche y dejarlo al aire, pero cubierto por un paño para que no vayan bichos,
hasta que se separe el suero de la masa de cuajada, alrededor de una semana
o dos.
El suero se empieza a separar de los sólidos (dcha.) y ya filtrado y mezclado
con agua y azúcar moreno (izq.).

Filtra el líquido con un colador y ya tienes el suero de lactobacilos listo. Puedes


guardarlo en la nevera, donde el frío ralentiza su desarrollo, o conservarlo a
temperatura ambiente, aunque en ese caso debes mezclarlo con unas
cucharadas de azúcar moreno o melaza disueltas en agua para que los
lactobacilos se alimenten. El suero de lactobacilos se conserva durante meses.

El suero obtenido tiene propiedades beneficiosas independientemente de si los


lactobacilos son silvestres o salen de un yogur, pero con una especie local
mejor adaptada es probable que la supervivencia en el sustrato sea mayor.

El suero refrigerado o la mezcla de suero y melaza a temperatura ambiente se


puede guardar bien cerrado durante semanas o incluso meses. Hay que tener
en cuenta que los lactobacilos presentes en el suero suelen estar en letargo y
debemos activarlos antes de utilizarlos. Para ello basta con mezclar, por cada
parte de suero, una parte de melaza o azúcar moreno y veinte partes de agua
no clorada. Esta mezcla se deja fermentar durante al menos un día antes de
emplearla para que los lactobacilos se reproduzcan y multipliquen por millones.
El suero activo se emplea a razón de unos 10 ml por litro de agua y se puede
pulverizar sobre las plantas, el suelo o el montón de compost. También hay
quien lo añade al agua de riego o a la mezcla de agua con abono.
Una yogurtera mantiene los cultivos de bacterias a buena temperatura para que
se reproduzcan rápidamente.

No solo hay lactobacilos

Las numerosas especies de microbios existentes en el suelo crean un


ecosistema muy complejo de hongos, bacterias, algas y levaduras que
descomponen la materia orgánica, disuelven las rocas y minerales del suelo y
captan nutrientes del aire para incorporarlos al sustrato.

En general, los microorganismos realizan labores de fermentación,


descomposición aeróbica, putrefacción y síntesis.

Los lactobacilos y las levaduras actúan fermentando la materia orgánica. Es un


proceso anaeróbico, es decir, que se realiza sin aire. Trasforman carbohidratos
en compuestos orgánicos simples que las plantas pueden absorber. Es un
proceso en el que no se pierden nutrientes, por lo que se utiliza mucho en la
elaboración industrial de fertilizantes orgánicos, así como en la fabricación
tradicional de bokashi, un famoso abono japonés.

La descomposición aeróbica, es decir, con aire, es la oxidación completa de un


sustrato, y es la principal responsable en la fabricación de compost. En este
tipo de descomposición se libera mucha energía en forma de calor y gas, lo
que supone una importante pérdida de nutrientes, pero, a cambio, la
temperatura esteriliza el sustrato matando las plagas y las semillas de malas
hierbas que pudiera haber.

La putrefacción es la descomposición anaeróbica, sin aire, de las proteínas, y


genera productos de desecho malolientes y tóxicos para las plantas. Se
produce sobre todo en sustratos encharcados, donde la oxigenación del suelo
es muy baja. Los efectos tóxicos de compuestos de mal olor como el amoniaco
o los mercaptanos pueden ser contrarrestados añadiendo lactobacilos al suelo
para que los descompongan.

La labor de síntesis que realizan algunas bacterias aeróbicas como las del
género Rhizobium consiste en captar el nitrógeno del aire y fijarlo al suelo por
medio de unos nódulos que crean en las raíces de las plantas que las
hospedan. Las especies de microalgas y cianobacterias captan dióxido de
carbono del aire y lo fijan a sus tejidos por medio de la fotosíntesis.

Se ha observado que la acción combinada de todas estas especies tiene un


efecto mucho más potente sobre el suelo que la de los lactobacilos en
exclusiva. Vamos a ver una técnica que permite obtener un inóculo de múltiples
especies silvestres locales a la vez para trasladarlas al sustrato de tus plantas.
Prepara una trampa para captar microorganismos colocando una capa de arroz
cocido en el fondo de un recipiente (un táper o una caja) y cubriéndolo con una
malla, tela mosquitera o similar, que impida que se llene de tierra cuando la
entierres.

Busca un bosque donde crezcan numerosas especies de plantas y localiza un


viejo árbol que tenga en su base una buena capa de humus y hojas caídas.
Haz un agujero poco profundo en el humus, coloca allí la trampa y cúbrela con
más humus. Espera unos pocos días si es verano o hasta una semana si hace
más frío y desentierra la trampa. En el arroz se verán manchas de distintos
colores o aspectos, en las que se habrán empezado a desarrollar las distintas
especies de microorganismos. El siguiente paso consiste en combinar el arroz
enmohecido con azúcar moreno o melaza y algo de agua que facilite la mezcla.
Coloca esta mezcla en un lugar templado durante una semana para que los
microorganismos se reproduzcan por millones. Pasado este tiempo ya se
puede utilizar. Disuelve una cucharada de inóculo por cada litro de agua y
aplícalo directamente sobre el suelo, en las macetas o en el montón de
compost. Guarda el inóculo en la nevera para que se conserve más tiempo.
Puedes ir aumentando la cantidad de inóculo simplemente mezclándolo con
más agua azucarada y esperando unos días a que los microorganismos
colonicen, pero con el tiempo unas especies dominarán sobre otras y se irá
perdiendo biodiversidad. Por esto, cada cierto tiempo conviene volver a captar
los microorganismos directamente en el bosque.
Saccharomyces cerevisiae es la levadura que se utiliza para elaborar pan,
cerveza y vino.

Activador de microorganismos beneficiosos

La levadura que se usa para hacer pan, vino y cerveza (Saccharomyces


cerevisiae) es un hongo unicelular que además de ser otro de los
microorganismos utilizados por la humanidad también forma parte del
ecosistema del subsuelo. Se puede comprar deshidratada en el supermercado
y fresca en la panadería y, al igual que con los lactobacilos o el inóculo de
microorganismos locales, se debe activar disolviéndola en agua azucarada y
esperando unas horas a que empiecen a comer y reproducirse, lo que se ve
claramente porque el líquido empieza a burbujear.

Combinando el suero de lactobacilos, el inóculo de microorganismos locales y


la levadura de panadería creamos un activador de la vida microscópica del
suelo que además estimula el desarrollo de los microorganismos activos
beneficiosos, ayudando a mantener las raíces de las plantas sanas, vigorosas y
bien nutridas. Disuelve una dosis de 10 ml de activador por litro de agua y riega
las macetas o el montón de compost. Conviene aplicarlo inmediatamente
después del trasplante para que los microorganismos tengan tiempo de
establecerse y llevar a cabo su labor. Se puede repetir el tratamiento una vez al
mes para asegurarse de que se mantiene una suficiente biodiversidad de
microorganismos.
Añadiendo al compost el activador de microorganismos beneficiosos
estimulamos la descomposición sana de la materia orgánica.
Composta MÁS RÁPIDO añadiendo 🍄
TRICHODERMA🍄
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