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Foucault Michel Voeltzel Thierry 2019 Veinte Anos y Despues Conversaciones Con Michel Foucault
Foucault Michel Voeltzel Thierry 2019 Veinte Anos y Despues Conversaciones Con Michel Foucault
VEINTE AÑOS
Y DESPUES
Conversaciones con Michel Foucault
seguido de
LETZLOVE
ANAGRAMA DE UN ENCUENTRO
Traducción y prólogo
Alfredo Sánchez Santiago
Voeltzel, Thierry.
Veinte años y después. Conversaciones con Michel Foucault
- la ed. -Adrogué: Ediciones La Cebra 2019.
168 p. ; 21,5x14 cm.
ISBN 978-987-3621-61-1
1. Filosofía. l. Título.
CDDA864
PRÓLOGO 7
Alfredo Sánchez Santiago
CINTAI 15
Hacia la homosexualidad 17
Homosexualidad y política 34
El amor 38
CINTA 11 43
Rupturas 43
Seis hermanos 48
Mozo de almacén en la Rue Saint-Denis 53
En el hospital 60
La técnica médica 68
CINTA111 73
El militante de extrema izquierda 73
Los placeres 83
CINTA IV 95
El panorama cultural 95
La literatura revolucionaria 100
La revolución fallida 106
La religión 115
El ejército 118
CINTA V 123
La infancia 123
¿Y después? 142
CINTA VI
EPÍLOGO 147
Recapitulación 147
Gérard 149
LETZLOVE
ANAGRAMA DE UN ENCUENTRO 161
Thierry Voeltzel
PRÓLOGO
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Veinte aiios y después
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Alfredo Sánches Santiago I Prólogo
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Veinte aiios y después
10
Alfredo Sánches Santiago I Prólogo
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Veinte mios y después
4. Michel Foucault: "De l'amitié comme mode de vie", Dits et écrits, vol. IV
(1980-1988), París, Gallimard, 1994, p. 164. Cursiva nuestra.
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VEINTE AÑOS Y DESPUÉS
CINTA!
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Veinte mios y después
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Cinta I
HACIA LA HOMOSEXUALIDAD
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Veinte mios y después
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Cinta I
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Veinte mios y después
5. FHAR: Rapport con/re la normalité, Paris, Champ Libre, 1971. Sin traducción
española [N. del T. ) .
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Cinta I
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Cinta I
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Veinte niios y después
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Cinta I
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Veinte mios y después
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Cinta I
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Veinte mios y después
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Cinta I
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Veinte mios y después
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Cinta I
que era mucho mayor que yo -cosa que me sucedió una vez,
pero nunca lo volví a hacer-, hacerlo con chicos nunca me
ha supuesto un problema. Lo que nunca he soportado es esa
es pecie de comportamiento heterosexual en la homosexuali
dad: por ejemplo, cada vez que me recogía en autostop un
tipo que inmediatamente me metía la mano en el paquete; eso
no lo podía aceptar, era intolerable, y esos tipos solían dejar
me cinco minutos después viendo que realmente no tenían
muchas posibilidades. Nunca he podido aceptar ese compor
ta miento de toma de posesión: como me dejas subir al coche,
yo tengo que...
- Sí, en definitiva, todo te resultaba fácil en la homosexuali
dad, excepto aquello que recordaba demasiado a la heterose
xualidad. Lo cual es un poco lo contrario de las condiciones
bajo las cuales se aceptaba la homosexualidad en el pasado, es
decir, se aceptaba en la medida en que pudiera parecerse en
algunos puntos a la heterosexualidad. Pero también existe la
homosexualidad que se presenta de acuerdo con el modelo de
la pareja: ¿eso te suponía un problema, te molestaba?
- ¿La pareja?
- Sí, la pareja de chicos.
- Pues la verdad es que nunca me ha planteado un problema
porque nunca lo he vivido.
- Vale, ¿y cuando lo veías en otras personas?
- Cuando lo veía en otras personas me molestaba un poqui-
to, porque a ellos tampoco se los veía satisfechos y siempre
equivalía a discusiones de pareja sórdidas, a historias como
no bajar la basura ... , todo lo cual reproducía exactamente las
relaciones de parejas sin niños,. aunque en general las parejas
homosexuales eran mucho menos celosas, mucho más con
cil ia doras cuando uno de los dos se acostaba con otro, había
me nos celos y menos fidelidad declarada. Pero nunca me ha
i n te resa do vivir con un chico durante años y solo tener rela
ciones con él. [Interrupción de la grabación].
- S í, pero yo había entendido, de acuerdo con todo lo que has
dic ho, que para ti la homosexualidad era algo muy sencillo.
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Veinte mios y después
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Cinta I
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Veinte mfos y después
HOMOSEXUALIDAD Y POLÍTICA
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Cinta I
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Cinta I
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Veinte mios y después
EL AMOR
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Cinta I
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Veinte aiios y después
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Cinta I
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Veinte años y después
tío aquel del que te he hablado, al que volví a ver tres años
después, y uno de sus amigos, ya sabes, L.
- Ah, sí.
- Con los tíos de veinte años funciona bien. Con los de treinta,
por ejemplo, con J., a quien conocí aquí, era exactamente el
tipo de relación que no soporto y que los tíos tienen con las
mujeres. Era: "Te utilizo como un objeto". Estuve en su casa
una noche y no pude volver, no pude...
- Ah sí, sí, sí, entiendo lo que quieres decir, era especialmente
difícil, pero aquí has conocido a otros que no eran así.
- Y con los que todo ha ido muy bien.
- De todos modos, yo creo que el hecho de que hayamos he-
cho estallar el significante monótono del amor ha sido muy
importante. Las cosas han dejado de ser binarias: o bien hago
el amor sin querer a la otra persona, es decir, que echamos
un polvo; o bien quiero a la otra persona, la quiero de ver
dad, y entonces es otra cosa. En cuanto introducimos esas es
tructuras binarias, las cosas se vuelven complicadas, porque,
incluso cuando solo hacemos el amor para echar un polvo,
excluimos precisamente todo lo que podría implicar una cier
ta intensidad: tiene que ser limpio, aséptico, algo parecido a la
gimnasia, y entonces todo vuelve a ser complicado ...
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CINTA II
RU PTURAS
- Bueno, ¿empezamos?
- Empezamos.
- Sí, entonces, simplemente hay que escoger un tema. Bueno,
el sexo ya está. C. me ha dicho lo que querría él, pero a mí me
g u staría antes de nada que me dijeras lo que quieres tú...
- No lo sé porque no he preparado nada, no he pensado nada,
pero ¿qué es lo que querría él? ¿Sobre el trabajo político?
- No, sobre la relación con tu familia...
- Ah, eso, no sé... Sí, podemos.
- ¿Podemos?
- S í, claro.
- Ah, bueno, entonces vamos a ello... es lo que él quiere.
También hay un tema del que él había hablado y que es, yo
creo, importante, y es no tanto tu trabajo, sino lo que significa
para ti esa actividad que ha consistido en ir a trabajar...
- En un hospital.
- E n u na tienda, después en un hospital... lo que quieres ha-
ce r ahora. Lo único es que tal vez esté efectivamente ligado,
atraviese, digamos, los otros problemas ... la relación con tu
familia, el trabajo político.
- Sí, todo eso está ligado. Cuando me piré de casa, puse punto
fi n al a todos los deseos que tenían mis padres de que me hi-
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Veinte años y después
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Cinta II
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hora más tarde. ¡Para que veas hasta qué punto era agradable
la relación con mis padres! Y después fui al internado, ¡era
maravilloso! Estaba en un internado solo para chicos, hice un
montón de amigos, hacíamos muchas cosas, no nos obligaban
a ir a clase, ¡esos fueron los mejores momentos!
- Sí, pero dime, perteneces a una familia clásicamente
burguesa.
- Clásicamente, no. Mi madre viene del final de una raza bur
guesa que se extinguió tocando el piano. Grandes pianistas
y compositores que acabaron dando clases de piano, así que,
por ese lado de la familia, muy poco dinero. Mi abuelo traba
jaba en Panker; el que sobre todo es un triunfador es mi pa
dre, es un tipo que estudió y que ahora tiene un buen puesto,
es representante comercial internacional; y después hubo una
herencia fabulosa, que es lo que ha dado un poco de dinero
a la familia... De origen burgués, sí, por mi madre, pero una
burguesía en decadencia. Y luego eso, la pasta que llegó hace
siete u ocho años...
- Ah vale, fue el cruce entre una línea descendente y una línea
ascendente.
- Eso es ... y llega hasta ahora.
- Porque tú vivías en un barrio ultraburgués...
- Sí, vivía en Porte Dauphine...
- Me acuerdo, sí, sí...
- Pero eso fue justo en el momento de la herencia, porque
antes vivía en la estación de Saint-Lazare, teníamos dos habi
taciones de chicos, éramos tres por habitación...
- Bueno, entonces, tu padre te golpeaba...
- Salvajemente, incluso.
- Salvajemente, precisamente como ya no se hace en esas
familias...
- Como ya no se hace, como él mismo ya no lo hace actual
mente, aunque por lo demás ya no le interesaría porque ... y
un buen día paró, paró de pegarme el día en que fui lo bas
tante grande físicamente para poder responderle, cuando
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Cinta II
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Vein te mios y después
SEIS HERMANOS
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Cinta II
L'stamos bien juntos, sentimos mucho afecto los unos por los
otros, sobre todo con los más jóvenes; porque el mayor es
01ajo, pero en este momento me interesa menos.
_ Pero, dentro de la familia, ¿formabais una especie de
p equeña comunidad política contra los padres, entendiendo
política en el sentido más amplio de la palabra?
_ Contra los padres fue con el hermano que va justo después
de mí, el que se fugó de casa antes de que yo me pirara.
- Ah, sí, me parece que fue justo el momento en el que te co
nocí, que se había fugado.
- Tenemos muchos puntos en común. Él es muy rebelde. A
l o mejor nos vamos a vivir juntos; es el único hermano con
el que aceptaría vivir, aparte de con los dos últimos, que son
muy graciosos, muy, muy buenos, muy guapos, muy agra
dables. Pero es el único con el que me entiendo de verdad, yo
le abrí un poco el camino en el enfrentamiento con mi padre,
pero él ha situado la relación, las peleas, exclusivamente en
un plano afectivo, en absoluto en un plano político ... Él ha
sido mucho más violento en su enfrentamiento, y además se
enfrentaba también a mi madre, mientras que yo a mi madre
me enfrentaba menos, pero él decía que ambos eran culpables
de lo que eran.
- ¿ Y la vida sexual entre vosotros?
- La vida sexual, con mis dos hermanos mayores nunca tuve
nada realmente, no nos tocábamos, no nos mirábamos en
el baño, se encerraban con pestillo; en cambio, con mis tres
h e rmanos pequeños, nos bañábamos siempre juntos, nos du
chá bam os juntos, siempre estábamos tres o cuatro en el baño,
Y creo que eso no suponía un problema ... Todo el tiempo es-
t á b amos tocándonos y dándonos besos ... sin nunca tocamos
el sexo ni cosas así, excepto con mi hermano pequeño, el que
v a ju sto después de mí, que sí ha tenido más o menos ganas,
Y yo he tenido más o menos ganas también, y luego nos ha
d a do miedo, todavía hoy nos sigue dando un poco de miedo
hacer lo a los dos, pero se hará.
- ¿Todavía os sigue dando un poco de miedo?
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Cin ta II
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1 · Si glas de
Confédération Généra/e du Travail [N. del T. ) .
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reacio, pero nunca les dije que era homosexual; nunca tuve
sexo con ellos, me daba miedo ir hasta el final.
- ¿Por qué motivo, exactamente?
- No acababa de ver adónde podía llevarnos, porque ellos no
lo habrían aceptado en absoluto.
- ¿Cómo que no lo habrían aceptado?
- No habrían aceptado salir conmigo, creo yo, y realmente a
mí tampoco me apetecía demasiado, me daba mucho miedo
salir con gente con la que curraba, en ese ambiente de siete
personas que cargan camiones. No me interesaba ... El curro
no me interesaba, era muy duro físicamente, agotador y mal
pagado. Me las apañaba con cien mil pavos.
- Pero dime, ¿no me habías contado cosas bastante interesan
tes sobre la relación entre judíos y árabes?
- Sí, exacto. Trabajaba con un cabileño, y luego vino otro;
había también un antillano, así que éramos cuatro. En la rue
Saint-Denis había un racismo muy fuerte: es un barrio judío
en el que las tiendas de antes han pasado a ser tiendas de
telas y ropa, todas regentadas por judíos del barrio. Hay muy
pocos empleados en esas empresas, siguen siendo empresas
familiares. En la nuestra era el hijo el que traía los paquetes,
siempre iba muy bien vestido, formaba parte de una orga
nización judía de extrema derecha, sionista a tope. Y al lado
estaban los árabes cargando paquetes. Los judíos y los árabes
no se podían ni ver. Los árabes vivían también en el barrio,
porque en el barrio había un montón de cuchitriles sórdidos
a buen precio en los que vivían inmigrantes. Y los árabes ha
bían visto a los judíos echar a todas las tiendas de siempre
para montar las suyas. Los judíos eran muy antiárabes y los
árabes muy antijudíos, todo el tiempo se estaban poniendo la
zancadilla, pero con mucha maldad, y muy a menudo querían
darse de hostias unos a otros, el ambiente era muy violen
to ... Cuando los judíos nos dejaban paquetes, nos lo tiraban
a los pies y se iban, nos gritaban, les gritábamos ... Cuando
deberían haber sido más o menos solidarios. Pero asumían
las ideas del jefe; aunque solo eran empleados, iban contra
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Cinta II
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el otro lado, era muy difícil hablar con los otros porque me
despreciaban bastante.
- ¿Quiénes te despreciaban bastante?
- Los judíos, porque, como no era árabe, pensarían que debía
de ser gilipollas por estar cargando paquetes. Si cargaba pa
quetes es porque era un don nadie. Es verdad que tenían esa
idea de que, un día, ellos serían jefes y yo nunca lo sería, se
comportaban como futuros jefes más que como trabajadores.
También había un racismo antigentiles por parte de los judíos.
Yo no era antisemita, pero en algunos momentos acabé un
poco harto de esa mentalidad, me era muy difícil soportar ese
ambiente.
- No me extraña lo que cuentas, en concreto lo de la guerra
de Yom Kippur. En el 67 yo estaba en un país árabe, en el
momento de la guerra de los Seis Días, y hubo manifestacio
nes antisemitas muy violentas, saqueos en supermercados,
incendios de casas... un principio de pogromo. Estaba en una
gran ciudad cuando ocurrió, y, en la calle, donde estaba toda
la gente aglomerada, me encontré con unos jóvenes que eran
gente muy, muy correcta y, como lógicamente yo estaba un
poco atónito, les pregunté: "Pero ¿estáis seguros de que lo
que hacéis está bien?", y me contestaron: "Sí, claro, es com
pletamente normal, estamos en guerra con ellos ... ". Es decir,
que todo el discurso que se hacía, que se hace sobre el tema:
"Israel no son los judíos, los judíos no son Israel, hay que dis
tinguir el antisionismo del antisemitismo", todo eso deja de
funcionar incluso en un país como ese, en el que no había una
especial tensión a ese respecto, e inmediatamente la percep
ción racial empieza a operar...
- Yo hablé mucho de esos problemas de racismo, les decía que
no estaba de acuerdo.
- Hablabas de ello con los árabes y con los judíos.
- Con los árabes. Con los judíos era casi imposible porque
eran muy duros, muy despreciativos conmigo, es lo que te
decía, para ellos yo era realmente el gilipollas integral, el ma
ricón, un cero a la izquierda; es difícil hablar con alguien que
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solamente rompí con la familia, sino que rompí con toda una
serie de gente en el mundo estudiantil a la que ya no podía
soportar; la política en el mundo estudiantil, los discursos en
el mundo estudiantil, el sindicalismo en el mundo estudiantil
me cabreaban, me cabreaban porque no servían para nada,
no eran más que palabras, de verdad que eran discursos con
los que no podía; profesores que querían estar a la izquierda
de la izquierda de la izquierda y que, en realidad, eran esos
profesores a los que te encuentras siempre en todas partes,
que no dejan de hablar de sí mismos, pero que nunca ponen
en cuestión su práctica docente (risas). En japonés, los profes
eran coñazo, coñazo, coñazo: era la vieja escuela. Y, en mi gru
po, los estudiantes eran en su mayoría mujeres de japoneses
que estaban ahí para poder hablar la lengua de sus maridos,
así que la relación que tenían con los estudios no era muy ní
tida, no lo hacían por ellas mismas, sino para tener un curro o
simplemente para entender a sus maridos, y eso me cabreaba.
Y todos esos curros de estudiante, de sustitución, que al final
son curros que aceptas porque sabes que encontrarás otra
cosa, siempre me han parecido lamentables; curras fingiendo
que estás en la facultad. En fin, todo eso no podía ser.
- Bueno. De todos modos, es muy interesante porque, a fin de
cuentas, para ti, liquidar la relación con tu familia y liquidar
la relación con, digamos, el izquierdismo estudiantil, era lo
mismo ... Dicho de otra manera, tengo la impresión de que, en
las generaciones, o al menos en las capas de edad que te han
precedido inmediatamente, se rompía con la familia tomando
apoyo en una especie de izquierdismo estudiantil propio de
esa categoría de individuos. Mientras que, en tu caso, tú has
liquidado todo de golpe.
- Sí, y luego es que, a toda esa gente, la critico de forma tan
despiadada porque sé dónde te la encuentras después, hacen
lo mismo que sus padres, exactamente lo mismo: cuando sa
len de la facultad, se pelean por conseguir un curro de pro
fe; critican a los profesores, pero todos quieren ser profesor
ayudante, tener su curro de profe, y en verdad se aferran a
los intereses de la pequeña burguesía que lucha por acapa-
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Cinta II
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E N EL HOSPITAL
- Y elegiste el hospital.
- Como ya no soportaba el curro de la rue Saint-Denis, me
largué, estuve tres semanas sin trabajo, buscando trabajo a
toda velocidad, y me dijeron que en un hospital podía ser
interesante, tanto para mí como para la organización en la
que estoy, porque ahí ya había una intervención que podía
apoyar. Además, me apetecía trabajar en la sanidad porque
tenía amigos que trabajaban ahí y me parecía interesante. Y
la verdad es que no está mal, aunque quiero dejarlo porque
cada vez estoy más harto de los enfermos, estoy harto de la
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Cinta II
1
De Ségolene Lefébure (Paris, Stock, 1973) [N. del T. ] .
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Cinta II
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Cinta II
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día, había una mujer a la que le tenían que cortar una pierna,
voy a tomarle la tensión y me dice: "No, no, no es el brazo
lo que me van a cortar, es la pierna" ... Cosas así sin parar.
Es imposible aguantarlo, ya me gustaría, la cosa está fatal. Y
luego los gritos de la gente, saber que no puedes hacer nada,
porque no puedo preparar una inyección, un calmante, por
que sé que, de todos modos, a pesar de todas las inyecciones
que le pongamos, acabará sufriendo y habrá que aumentar la
dosis de las inyecciones hasta llegar a dosis mortales; ¡y ahí
yo no puedo hacer nada! ¡Y luego la reacción del personal! Yo
soy más simpático con los enfermos que la mayoría. Lo hago
porque soy así. Pero no es necesario que los otros sean m.ás
simpáticos con los enfermos. Funciona bien así: el personal
odia a los enfermos porque los enfermos molestan al personal,
le tocan las narices, y los médicos están muy contentos así.
Incluso es algo que promueven, nunca explican exactamente
lo que tienen los enfermos a las enfermeras, y estas no tienen
ningún poder, no se les permite ninguna iniciativa, así que los
enfermos se ponen en manos de los médicos y no confían para
nada en las enfermeras.
- Sí, para el personal, el enfermo es un objeto absolutamente
relativo...
- A no ser que te encariñes. Yo me he encariñado con varias
personas. Y desde el momento en que puedes hablar con los
enfermos acerca de las condiciones de hospitalización, las
relaciones cambian. La única manera de interesarse por los
enfermos consiste justamente en desarrollar con ellos un cier
to trabajo político, pensar que ellos están en una movida, que
nosotros estamos en otra, que no tenemos los mismos roles,
pero que, si queremos ganar algo, tanto por ellos como por
nosotros, es necesario crear una unidad pacientes-personal
sanitario. Y eso es posible, en mi opinión es la única manera
de cambiar las cosas en los hospitales.
- ¿Y has podido obtener al gunos resultados a ese nivel?
[Suena el teléfono].
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LA TÉCNICA MÉDICA
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CINTA 111
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Cinta III
" Si
g l as de "Frente Republicano Antifascista y Patriota" [N. del T.) .
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Los PLACERES
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Cinta III
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- Completamente, completamente...
- Repulsivos, tocapelotas. Con esa gente quedas para escribir
un texto político, pero comer con ellos, hacer cualquier otra
cosa con ellos es absolutamente imposible porque consideran
a los demás pequeñoburgueses.
- A mí me parece que hay una cierta forma de ascetismo, o
de puritanismo, que es absolutamente antitético con todas las
formas de lucha colectiva. Y también hay en esos grupos la
idea de que, como te interesa la droga, ya no puede interesar
te la realidad, y no sé si has tenido la experiencia, pero a mí lo
que me ha chocado de la droga -dejemos de lado el LSD, que
es un poco diferente-, del hachís o las yellow pills, es que está
muy lejos de desconectarte de la realidad.
- Sí, porque, en un punto, a mí las yellow pills me permitían
ver mucho mejor -no sé qué componente químico lo hace
posible-, salirme un poco de mí mismo para observar lo que
había hecho y analizar rápidamente todos los problemas rea
les que se me planteaban y con los que me enfrentaba. Había
una puesta en cuestión de un montón de cosas que no eran en
absoluto apolíticas.
- Sí, y no es, ni otra realidad, ni una surrealidad [surréalité],
es una cierta relación con la realidad que se puede establecer
a partir de la droga. He tenido pocas experiencias con LSD,
pero han sido con productos de muy buena calidad y en las
mejores condiciones, con gente muy, muy experimentada que
sabía muy bien lo que hacía, y también ahí he tenido la im
presión, o no, mejor dicho, sé que para mí la experiencia se ha
producido en el plano de la relación con lo real, en el plano de
la relación con la verdad. Así que la idea de que lo que le das
al placer no se lo das al trabajo, lo que le das al cuerpo no se lo
das a la lucha es falsa, igual que la idea de que la droga no te
pone en relación con la realidad.
- De todos modos, hay un problema. Hay dos maneras de
tomar droga: está la gente que no puede privarse de fumar
un porro, y he conocido gente así -si no se fuman dos, tres,
cuatro, cinco, seis al día, salen corriendo detrás de su hachís,
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Cinta III
, ra
f1 1 ellos se vuelve un problema; y está la gente que se pin
cha y que toma cosas muy fuertes, y en ese caso sí tienen una
re l a ción completamente diferente con la realidad, no porque
[Lim en droga, sino por las condiciones en las que están obli
,, ados a consumirla: corriendo, robando, buscando. la mercan-
n
L"Í a, estando completamente enganchados. Nos dimos cuenta
de que los tipos que fumaban trabajaban menos, se defendían
menos. . . pero creo que, ya sea el hachís o el alcohol, desde
L'I momento en que se los utiliza de tal manera que ya no se
pu ede prescindir de ellos, deja de ser viable. Pero se los puede
u t i lizar de otra manera, y en ese caso no entiendo por qué el
pl a cer incomoda.
- Sí, claro, porque el placer es a la vez una percepción de la
realidad, una relación con la realidad, el placer es un compor
t a miento altamente realista.
- Así fue para mí: cuando empecé a fumar, fumaba en casa,
u b ligaba a mis padres a aceptarlo, no les molestaba. Si fumaba
er a en cierto modo contra ellos, para luchar contra todas esas
ideas que tenían, esa manera de comportarse antiplacer que te
mcuentras en los cristianos y en bastante gente.
- Y dime, entonces, ¿la sexualidad en relación con la droga?
- Bueno, pues justo por eso me gustaron mucho los poppers,
por que es algo que produce un placer mucho más grande, y
que permite al cuerpo...
- Quizá haya que explicar qué son los poppers.
- Es nitrito de amilo, un acelerador cardiaco. Charcot lo uti-
1 iz ab a en sus experiencias con histéricos. Cuando lo inhalas,
t o d o el cuerpo se convierte en una zona de placer. Te olvidas
de todos los bloqueos. El efecto es muy pasajero, como mucho
u n minuto, pero es muy intenso, y puedes volver a empezar.
C re o que se está empezando a hablar mucho de ello.
- Pero solo en ambientes homosexuales.
- Sí, lo sé, y me parece extraño. En Estados Unidos es amplia-
1n e nte conocido y está ampliamente extendido, pero igual,
s o l o en la comunidad homosexual.
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Cinta III
_ Sí, pero cuando veo todos los problemas que tienen los
11 o mosexuales que trabajan en empresas, la represión viene
t ,1 nto de sus jefes como de sus compañeros de trabajo. La ho
n 1o sexualidad entre los intelectuales, en Libération, es posible;
en ca mbio, en las fábricas... ir a repartir un panfleto sobre ho-
111o sexualidad en una fábrica...
- Sí, sí, ¡hay que hacerlo!
- Se hace.
- ¿Se hace?
- Los homosexuales tienen que pelear en las empresas, en las
fabricas, para que los tíos les dejen de tratar de mariquitas, les
dejen de dar el coñazo, les dejen de dar de hostias. Si me apu
ras, la represión de los maderos es clara, ¡ pero la de los com
pañeros de trabajo! Ahí hay que reaccionar, porque, aunque
l a homosexualidad quizá no cuestione en sus fundamentos el
plan burgués, pone en cuestión toda una serie de relaciones
entre los obreros, toda la virilidad, toda la falocracia. Es nece
sario, por tanto, que la lucha de los homosexuales no la lleve a
cabo solo una "intelligentsia" o simplemente aquellos homo
sexuales que consiguen apañárselas en el gueto. Es necesario
q u e la lucha desborde el gueto para ir allí donde plantea ma
y ores problemas, donde es más difícil de sobrellevar. Y eso es
m ucho más complicado.
- No sé si leíste en Libération una carta muy, muy bonita -ya
s abes que la página 2 de Libération es realmente lo mejor-, una
c arta de un chico que contaba que era homosexual y que se
había ido de vacaciones con un grupo de chicos y chicas. Se
fu eron de acampada, dormían en una tienda de campaña. Y,
un día, vinieron a verlos dos chicos de fuera, y la casualidad
hi zo que, por la noche, él se encontrara durmiendo en la mis
ma ca ma o el mismo saco con uno de esos chicos, y el invitado
em pezó a acariciarle, y su primera reacción había sido...
- De repulsión.
- No, no de repulsión, en todo caso de debatirse, y explica-
b a de una forma muy, muy enternecedora y bella al mismo
t i e m po, e inteligente, que el gesto que hizo para apartar a su
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CINTA IV
E L PANORAMA CULTURAL
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Cinta IV
__ ¿ Y el cine?
_ M e encanta. He pasado mucho más tiempo en el cine que . . .
_ ¿ Que leyendo?
_ Que leyendo. Durante una época veía cinco películas a la
�í.:'mana, en las cinematecas, en todas partes. Era lo que me
i nt eresaba de verdad. Ahora voy menos, tengo menos tiempo.
_ ¿ Y cuáles ... ?
- Sob re todo me gustaban las películas japonesas. Kurosawa.
- ¿ Y fue a raíz de eso como se te ocurrió estudiar japonés?
- Un poco. Y luego están las películas de 1930-1940, el cine
negro americano más o menos policíaco, o ambientado en
China. Marlene Dietrich, Orson Welles.
- Casablanca...
- La dama de Shanghái, todas esas pelis antiguas que echaban
en la cinemateca. En cuanto a las películas recientes, veía pelí
culas que estaban poco tiempo en cartelera, en cines pequeños
del Barrio Latino o, si no, películas para todos los públicos,
t i po Ben-Hur.
- ¡Ah, sí! (risas)
- Esa me gusta mucho.
- ¿ Y el cine italiano?
- De cine italiano, Roma de Fellini y sobre todo Ocho y medio.
He visto muchas, pero no son las que más me atraen. Prefiero
l as últimas películas italianas. Ahora voy a ver, o bien pelícu
la s muy buenas, o bien películas mucho más políticas. Hace
poco vi Actas de Marusia.
- ¿ Y has visto películas de cine alemán?
- Sí, Escenas de caza en la Baja Baviera, de Fleischmann; Te
quiero, te mato, y luego una peli más reciente . . . En el curso del
lie 111 po, una película en blanco y negro muy buena. Me gusta
rnucho el cine alemán.
- Por intentar resumir, sistematizar un poco: a fin de cuentas,
n i l a literatura, ni el cine francés, ni, por supuesto, la música
f r ancesa han sido importantes para ti.
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Veinte mios y después
LA LITERATURA REVOLUCIONARIA
- Obviamente, no has leído a Marx, ¿no?
- Sí, pero no yo solo, por lo general. No es interesante leerlo
solo. Lo he leído con compañeros. Pero, en el plano político,
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LA REVOLUCIÓN FALLIDA
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del partido, cosa que nadie había hecho hasta ese momento,
explicaron cómo luchar contra el partido. Todas estas cosas
permiten una democratización real de las organizaciones y del
partido, y de la lucha contra el Estado.
- Y, por lo tanto, el marxismo sale bien parado.
- Sí, sí... yo pienso que sí.
- Pregunta, digámoslo así, periodística. Tienes veinte años,
eres como eres, has hecho lo que has hecho, piensas entonces
que el estalinismo y lo que ocurre en la Unión Soviética no es
la revolución, sino la contrarrevolución, y que por lo tanto el
marxismo sale bien parado... Lees a Marx, lo comentas, te es
fuerzas, lo citas... ¿Sí? ...
- Sí.
- En definitiva, en una palabra, digámoslo groseramente,
¿Marx es la ciencia?
- El tema no es: "Marx es la ciencia". No, sino que, origina
riamente, es un material que nos ha llegado, que permite
comprender algunas cosas, luchar, para mí es eso fundamen
talmente; no es la ciencia porque, en mi caso... yo prefiero
leer a Mao. De entrada es más legible, más fácil de leer, más
comprensible. Cuando dice: "Quizá dentro de mil o dos mil
años Marx será una chorrada", es verdad, y eso yo lo pienso;
Marx no es "la ciencia", Marx es un comienzo, fue uno de los
primeros que trató de analizar la Historia de manera científica,
es un método, un medio de comprensión, un medio de lucha.
Es un material, no es sin más algo espléndido y magnífico de lo
que no podemos renegar y que no podemos poner en cuestión.
- Por ejemplo, cuando militas en la IMRO o en el hospital, ¿tie
nes la impresión de que los conceptos de Marx o los análisis de
Marx te ayudan, son operativos, funcionan?
- Sí, pero mucho más las concepciones de Mao.
- Hay un tema que está circulando, que todo el mundo más
o menos admite y que a mí no me parece completamente fal
so, aunque no podamos aceptarlo así, sin más, y es que, en
cierto modo, en el transcurso de los últimos meses, años, la
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LA RELIGIÓN
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EL EJÉRCITO
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nes, no como algo interesante, sino como algo por lo que hay
que pasar para estar libre.
- ¿ Y nunca ha habido nada de lo que te han enseñado en el
colegio que te haya interesado de una manera o de otra? ¿Para
ti era un coñazo absoluto?
- Sí, siempre. Incluso las materias supuestamente interesantes
como historia, geografía, ciencias naturales me han parecido
siempre un coñazo absoluto; francés, filosofía, matemáticas
también, era completamente refractario a las mates.
- ¿Nunca has tenido buena relación con algún profe?
- Tenía buena relación con profes simpáticos, pero fuera del
colegio, nunca en relación con las clases que daban, siempre
era insoportable ir a sentarse en una silla.
- Bueno, y estuviste interno...
- Ah, pero ahí, en el internado, no estábamos obligados a ir a
clase, podíamos hacer otras cosas, había actividades que me
interesaban, talleres de escultura, pintura, cosas así. Sí, tuve
buena relación con un cura español que se convirtió en profe
de pintura y que, más tarde, colgó los hábitos...
- Volvemos otra vez a los marginales, a los que babean...
- Sí, y él era muy majo, hacía grandes teorías sobre la pintura,
sobre cosas así; había una gran habitación en la que pegá
bamos las hojas blancas en las que pintábamos y, para él, el
mayor placer era recoger todas las hojas repletas de trazos de
todos los colores, y se las guardaba porque le parecía muy
bonito.
- Cuando se produjo el cambio en la riqueza de tus padres,
¿qué edad tenías?
- Se produjo cuando tenía trece o catorce años, es decir, cuan
do salí del internado y me fui a Montmartre. En ese momen
to, mis padres se mudaron al di�trito XVI, porque querían
un apartamento grande. Decían que odiaban el XVI, que les
parecía burgués y todo eso, y luego acabaron allí. Fue la pri
mera vez que tuve mi habitación, porque antes éramos tres
por habitación.
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- Fue desde los once hasta los quince años; yo creo que duró
cuatro años.
- Sí... eso es muy interesante ... Y lo veías a menudo, pero no
con regularidad; y entonces, ¿te hacía confesar lo que habías
hecho desde la última vez?
- Me hacía confesar un poco lo que había hecho, me llevaba a
ver exposiciones, era también una especie de director cultural,
porque yo era muy inculto, me llevaba al Jardin des Plantes, a
ver cosas así. Me gustaba verlo y al mismo tiempo me aburría.
- ¿Era guapo?
- No, no era muy guapo. Y además había tenido la polio, ha-
bía rechazado la silla de ruedas y había vuelto a andar por sí
mismo, una especie de victoria permanente contra sí mismo
que le había hecho progresar; era muy inteligente, había pa
sado por una Escuela, había asistido a algunas clases o algo
por el estilo, en fin, que era alguien brillante, un intelectual;
ahora es un intelectual del PC un poco penoso porque... en el
PC ya no hay mucho sitio para él. Eso es todo, aquel tipo era
al mismo tiempo amable, violento y siempre inquisidor.
- ¡Ah, así es la dirección de conciencia! Entonces, ¿le contabas
el día a día?
- No se lo contaba y eso le enfadaba un poco [Interrupción
de la grabación] ... Yo no contestaba, me decía todo el rato que
me veía inquieto, que estaba mal. La gente siempre ha que
rido que esté mal, que no esté bien, a todo el mundo le ha
sorprendido siempre que acabe saliendo adelante, todos han
querido siempre que esté tan mal como ellos, y eso que al final
me las acababa apañando bastante bien, incluso cuando tenía
problemas.
- ¿Y qué tipo de problemas tenías en ese momento?
- Problemas afectivos, o no poder decir a la gente lo que pen-
saba de ella, no poder hacer ciertas cosas con la gente, o in
cluso en relación con el colegio. Nunca he contado con nadie
para resolver mis problemas, sino que siempre encontraba
una salida yo solo; me fiaba muy poco de la gente, no porque
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¿ Y DESPUÉS?.
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EPÍLOGO
RECAPITULACIÓN
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GÉRARD
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- Ah, ¿sí? Ah, pero cuenta eso, ahí tenemos un tema muy in
teresante. ¿Cómo se te puede odiar? La gente a la que no caes
bien, ¿en base a qué no le caes bien?
- No lo sé. En base a lo que vivo, a cómo soy. Lo que molesta a
la gente es que pueda vivir cosas buenas con algunas personas,
con Gérard, por ejemplo, que acabemos saliendo adelante los
dos y que no consigan introducirse en esa relación.
- Nunca había caído en eso. Ya sabes, en general, uno capta con
facilidad el rasgo de las personas que puede molestar a este o a
aquel, por qué no caen bien, etc., pero tú, nunca pensé que pu
dieras caer mal... ¿Qué se puede tener contra ti? Toda la gente
que te ha visto aquí, no le he escuchado decir una sola vez nada
negativo, o miento... Sí, una vez, alguien me dijo: "Está un poco
perdido", y me sorprendió mucho, porque me pareces com
pletamente lo contrario de alguien que está perdido. De todos
modos, no lo decía en absoluto de forma negativa, porque él
mismo consideraba que estaba perdido y te metía en la misma
categoría.
- Hay gente a la que no caigo bien por esa relación que tengo
con Gérard, que la gente no comprende y que molesta un poco,
es sobre todo gente que nos conoce a mí y a Gérard, o a lo mejor
es una especie de sectarismo político.
- Ah, bueno, claro, me imagino entonces que, en los grupúscu
los, deben de decir a veces: "Ah, no, con él no se puede contar,
muy poco serio, armazón teórico insuficiente, vida privada
cuestionable... ".
- Pero no es tanto en mi grupo donde lo dicen; hubo una o
dos personas que intentaron decírmelo una vez y me reí tanto...
Hubo uno que me dijo que mi comportamiento no era demasia
do proletario. Yo le dije que tenía una imagen del proletariado
que era entristecedora para el proletariado... Si el proletariado
tuviera siempre ese aspecto orgulloso del marxista-leninista
decidido, con músculos de acero, probablemente bien dotado
-aunque no se pinten sus cojones en los dibujos-, sería un poco
tristón hacer la revolución.
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LETZLOVE
ANAGRAMA DE UN ENCUENTRO
PosTFAC I O DEL AUTOR
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Letzlove. Anagrama de 1111 encuen tro
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Letzlove. Anagrama de un encuen tro
Th. V.
Sai Gon, junio de 2014.
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