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Por otro lado, Cuba era considerada una parte más de España y era su principal fuente
de riquezas y un recuerdo de si antiguo Imperio colonial. Además existían lazos familiares que
unían cubanos y españoles, por eso mismo no querían ofrecer a Cuba la autonomía y, quienes
la proponían, eran considerados malos patriotas.
Desde España, se vieron obligados a tomar medidas, por lo que enviaron a Martínez
Campos quien, tras ver frustrados sus intentos de negociación con los rebeldes, no tuvo más
remedio que enfrentarse a ellos. Desgraciadamente, los rebeldes aplicaron la táctica de las
guerrillas, contando con el apoyo popular y de los Estados Unidos. Esto influyó gravemente en
la moral de los españoles, por lo que se vieron obligados a enviar al general Valeriano Weyler
en 1896, que llevó a cabo una feroz guerra de desgaste.
Utilizó un sistema de trochas para acabar con los apoyos de los mambises (rebeldes),
gracias al cual consiguió dominar la mitad de la isla. Dicho sistema consistía en aislar a la
población civil, dividiendo la isla en sectores separados por largas líneas fortificadas. Sin
embargo, la población civil comenzó a ser víctima de enfermedades y epidemias, lo que suscitó
fuertes protestas de Estados Unidos.
La política española había intentado evitar por todos los medios un enfrentamiento con
Estados Unidos. Sin embargo, por la prensa amarilla de este país contra España y la explosión
del acorazado estadounidense Maine el 15 de febrero de 1898, esta situación fue inevitable.
Este último fue el motivo utilizado por Estados Unidos para declararle la guerra a España, a quien
atribuyó toda responsabilidad.
El Gobierno de Washington propuso primero una oferta de compra de la isla por 300
millones de dólares y, ante el rechazo español, lanzó un ultimátum exigiendo la renuncia de la
soberanía en Cuba el 19 de abril de 1898.
Ante la negativa de España, Estados Unidos le declaró la guerra el 21 de abril de 1898,
esta fue una guerra muy breve y se decidió en el mar. Comenzó en Filipinas, donde Dewey
derrotó a la flota de Montojo en Cavite, el1 de mayo de 1898, y continuó en Cuba, donde
hundieron la flota del almirante Cervera, sitiada en el puerto de Santiago, el 3 de julio de 1898.
Así terminó la guerra el 12 de agosto de 1898.
Tras la desastrosa derrota española frente a Estados Unidos, el 10de diciembre de 1898
se firmó la Paz de París, en la que España reconocía la independencia de Cuba, que quedaba
bajo la tutela de Estados Unidos; cedía a este último Puerto Rico y la isla de Guam, en las
Marianas; y vendía las Filipinas por 20 millones de dólares también a Estados Unidos.
Al año siguiente, por el Tratado Hispano-Alemán, España vendía al Imperio sus últimas
islas del pacífico.
Podemos decir que esta catástrofe fue un duro golpe en la opinión pública, que aún
pensaba que era posible la victoria gracias al heroísmo de nuestros soldados. La pérdida de Cuba
y Filipinas tuvo muchísima más transcendencia que la que tuvo la pérdida del continente
americano en tiempos de Fernando VII y provocó una de las más tremendas crisis de “conciencia
interior” de nuestra historia.
En primer lugar, hubo muchísimas bajas, más por enfermedades que por fallecimiento
en combate. Además supuso la pérdida del mercado colonial y la vuelta al proteccionismo,
aunque se logró la repatriación de los bienes invertidos en las islas. Por otro lado, se dio un gran
resentimiento hacia los políticos por parte de los militares, ya que culpaban a los primeros de la
derrota; un crecimiento del antimilitarismo popular; y una gran crisis política que Silvela, el
nuevo líder conservador, intentó afrontar mediante numerosas reformas. También hubo un
cambio del estatus internacional de España, que había dejado de ser un imperio.