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EL DESASTRE DEL 98

Introducción
Entre 1811 y 1824 la mayor parte de las colonias americanas habían alcanzado la
independencia. A finales del siglo XIX, España tan sólo poseía la soberanía de Cuba, Puerto
Rico, las Filipinas, las Marianas, las Carolinas y las Palaos.

La primera Guerra de Cuba (1868-1878) comenzó con el grito de Yara, un


pronunciamiento a cargo de Céspedes protagonizado por los criollos. El general Martínez
Campos firmó la Paz de Zanjón en 1878, donde se prometían reformas administrativas que no
se llegaron a cumplir.
La segunda Guerra de Cuba, conocida como guerra chiquita (1879-1880) fue dirigida
por Antonio Maceo, sin embargo, fue rápidamente reprimida por el ejército español dirigido
por el general Polavieja.

En 1895, Cuba, Puerto Rico y Filipinas seguían estando sometidas al poder centralista
de España, no tenían autonomía administrativa, ni derechos políticos de representación y
estaban económicamente sometidas a la metrópoli. Es por eso que comienza la tercera y
definitiva guerra cubana (1895-1898).

En 1893, Antonio Maura había intentado llevar a cabo un proyecto de reforma


autonómica para Cuba, pero la propuesta fue rechazada en el Parlamento español. Los
intereses eran contrarios: Cuba tenía un gran interés económico por la explotación del azúcar
y del tabaco, que estaba muy ligado al norteamericano; mientras que Cuba era para España un
mercado enorme para productos procedentes de Cataluña y Andalucía.

Se aplicaron políticas fuertemente proteccionistas por la ley de aranceles de 1891


(arancel Cánovas), que prohibía a los cubanos el comercio libre con EE.UU. Esto fue el
hecho decisivo. Los políticos norteamericanos apoyaron a los insurgentes, ya que eran
partidarios de la independencia de Cuba por la aspiración de explotación de sus riquezas.

LA GUERRA DE CUBA

El 24 de febrero de 1895 comenzó la guerra con el llamado grito de Baire o grito de


Oriente. Estuvo protagonizada por José Martí, quien había fundado en 1892 el Partido
Revolucionario Cubano. Otros dirigentes importantes fueron Antonio Maceo y Máximo
Gómez.

La correlación de fuerzas:

La correlación de fuerzas era desigual. Los sublevados contaban con la ventaja de


conocer el terreno, e iban armados con machetes. Por otra parte, los soldados españoles eran
reclutados entre las clases trabajadores por el injusto y cuestionado sistema de quintas.
Además, no contaban con las armas adecuadas, ni tampoco estaban habituados al terreno y a
las enfermedades tropicales.
Etapas de la guerra:

1. Primera Etapa→1895:
Comenzó en la zona oriental, y bajo el gobierno de los liberales, Martínez
Campos es enviado con el propósito de acabar con el levantamiento. Pero este plan
fracasa y los insurgentes se extienden por toda la isla. El nuevo gobierno conservador
de Cánovas le relevó por el general Valeriano Weyler quien empleó el sistema de
trochas.
2. Segunda etapa→1896-1897:
El general Weyler recuperó el territorio mediante un sistema de trochas.
Empujó a los insurrectos a las montañas y trasladó a los campesinos a aldeas cerradas
bajo vigilancia militar. Esto dificultó las comunicaciones entre ellos y comenzó una
guerra de desgaste

3. Tercera etapa→1897-1898:
Tras el asesinato de Cánovas, Sagasta formó un nuevo gobierno e intentó un
nuevo proyecto de autonomía: gobierno propio, sufragio universal, igualdad de
derechos, participación política… Además, envió al general Blanco en sustitución de
Weyler para poner en marcha este nuevo régimen, aunque ya no fue aceptado.

El incidente que propició el estallido de la guerra fue el hundimiento del Maine en La


Habana el 15 de febrero de 1898. Causó 266 muertos y EE.UU acusó a España del ataque. En
ese momento McKinley había sido elegido presidente y era partidario de intervenir en la
guerra.
Primero propuso la compra de la isla por 300 millones de dólares y, ante la negativa
española, lanzó un ultimátum el 19 de abril de 1898, en el que amenazaban con guerra si
España no retiraba sus tropas y declaraba la independencia de Cuba.

A pesar de ser conscientes de que la derrota frente a EE.UU estaba asegurada,


decidieron luchar por temor a provocar un golpe militar que derrumbara el sistema.

La guerra de los Cien Días fue un paseo militar para EE.UU., ya que los combates
resultaron muy desiguales por la superioridad norteamericana. La flota del almirante Cervera
acabó siendo derrotada y, con ella, la rendición.

El tratado de París

El Tratado de París se firmó el 10 de diciembre de 1898. España renunciaba


definitivamente la soberanía de Cuba, y cedía a EE.UU. Puerto Rico, Filipinas y la isla de
Guam en las Marianas a cambio de 20 millones de dólares.
Materializó el desmantelamiento completo de los restos del Imperio colonial cediendo
a Alemania, por el Tratado hispano-alemán, las islas Marianas (excepto Guam), las Carolinas
y las Palaos, a cambio de 25 millones de marcos.

Consecuencias del desastre del 98:

El Desastre del 98 supuso importantes consecuencias que hacen del fin de siglo un
momento crucial en la historia de España:
Hubo grandes pérdidas humanas, unos 60.000 españoles, aunque la mayoría de las
muertes se debieron a enfermedades tropicales como la fiebre amarilla. Se cuestionó el
“Tributo de Sangre” con numerosas protestas en las calles. También hubo perjuicios
psicológicos por la conciencia de un país debilitado y lo inútil del sacrificio.
Las pérdidas materiales consistieron en la pérdida de ingresos procedente de las
colonias y la pérdida de un mercado. Esto tuvo un aspecto positivo en la repatriación a
España de capitales americanos que permitió una gran desarrollo en la banca española.
Se desprestigió a la clase política y a los militares por la derrota, generando así olas de
antimilitarismo.

El Regeneracionismo

En el clima de derrota aparecerán una serie de críticas desde una óptica cultural y
política tanto hacia el sistema político de la Restauración, como a la propia mentalidad
conformista del país. Algunas personas destacadas son Silvela, Leopoldo Alas Clarín,
Joaquín Costa…
La tesis regeneracionista denunciaba el aislamiento del cuerpo electoral, la corrupción
de los partidos políticos y el atraso económico y social. Presentaron programas basados en
una reorganización política, limpieza del sistema electoral, reformas educativas y sociales,
transformaciones en la agricultura, inversiones en obras públicas. El lema representativo de
Costa era Despensa y escuela. Todo estaba encaminado al bien común y no al beneficio de
los intereses oligárquicos.

Joaquín Costa funda la Unión Nacional en 1900, un partido político que aspiraba a
movilizar a las “clases neutras”, clases medias y trabajadoras que veían desatendidos sus
intereses, alrededor de un programa anticaciquil y regeneracionista. No consiguió sus
propósitos.

Sin embargo, en marzo de 1901 Sagasta volvía a formar gobierno y las promesas de
regeneración del nuevo gobierno conservador de Silvela quedaron en mera retórica.

En mayo de 1902 Alfonso XIII fue proclamado rey al cumplir la mayoría de edad. Un
año más tarde, ya retirado del gobierno, murió Sagasta.

Con la muerte del viejo líder liberal, el inicio del nuevo reinado y las consecuencias
del Desastre, termina el primer período de la Restauración. Sin embargo, el sistema político
sobrevivió al Desastre dando comienzo la llamada crisis de la Restauración.

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