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THE FALL GROOM

ALEXA RILEY
¡A todas nuestras amigas que
brillan cuando salen las calabazas!
Sinopsis

Gracie es cartero en Hollow Oak y conoce a todo el


mundo en el pueblo. Cuando el recluso de su ruta se queja
de que se ha tomado el día libre, es hora de que se
presente como es debido.

Las cicatrices de Donovan lo obligan a mantenerse oculto


del mundo, pero una bonita cartero con lazos de colores en
el pelo le hace querer salir de las sombras. ¿Cómo puede
hacerla suya cuando tiene miedo de lo que ella pueda
pensar de él?

Advertencia: ¡Esta bestia ha encontrado su bella y es


tan adorable como crees! Vuelve a Hollow Oak para ver
esta nueva historia de amor y quédate para ver lo cursi que
es.
Capítulo 1

Gracie

— ¿Por qué estás tan arreglada? — pregunta Oliver, apoyándose


en el lateral de su camión y observándome.
—No estoy arreglada. — Cojo otra caja y la meto en la parte
trasera de mi camión de correo. Cuando vuelvo a salir, Oliver sigue
de pie mirándome.
—Lo estás. Tienes los labios brillantes.
—Es brillo de labios. Llevo brillo de labios todo el tiempo. —
Quizá no el rímel, pero no lo menciono.
—Hmmm. — No parece convencido mientras me mira de arriba
abajo. —Algo es diferente.
Oliver me triplica la edad y está felizmente casado. Si no lo
estuviera, le diría que se perdiera. Su esposa hace las mejores
galletas espolvoreadas que he comido nunca, y Oliver me trae
algunas al menos una vez a la semana.
— ¿Te has cortado el pelo?
—No. — Me paso el pelo trenzado por encima del hombro.
Siempre lo mantengo trenzado cuando estoy en el trabajo para
que no me estorbe. Además, siempre llevo un lazo atado al inal.
Puede que sea un cartero, pero puedo hacerlo bonita. Tengo que
hacer algo para animar este mono azul marino.
—Muy bien. Solo te lo pregunto porque estás muy guapa esta
mañana. — dice, renunciando a lo que he hecho diferente hoy.
Sin embargo, tiene razón, aunque no lo admitiré. Si lo hago,
empezará a sacarme información. ¿La gente cree que los salones
de belleza están llenos de chismes? La o icina de correos lo ve todo
de primera mano.
Hoy me he maquillado un poco más, pero eso no es decir mucho.
Normalmente me pongo un poco de brillo en los labios y lo doy
por terminado, pero esta mañana he tenido algo de tiempo extra.
No tiene nada que ver con un recluso sexy que está en mi ruta.
Tal vez comprobé si el misterioso recluso recibía algún paquete
hoy, pero no es gran cosa. Le entregan algo todos los días. ¿Qué
diablos está pidiendo todo el tiempo? Como siempre está en casa,
supongo que todo. Y no solo digo que siempre está en casa porque
está ahí durante el día. No me lo he encontrado ni una vez en el
pueblo de Hollow Oak.
Aquí todo el mundo se conoce. Es casi imposible no cruzarse con
la gente en algún momento, por eso no salgo con nadie del pueblo.
Aunque por él, haría una excepción y no solo porque no tendría
que arriesgarme a encontrarme con él si las cosas no funcionaran.
Así de grande es mi enamoramiento.
—Te necesitamos en el frente, Gracie. — La voz de Mick llega a
través de mi radio y lo cojo de la cadera.
—Voy para allá. — respondo antes de saludar a Oliver y cerrar la
puerta trasera de mi camión.
Me meto el portapapeles bajo el brazo mientras me dirijo a la
parte delantera del edi icio. La mayoría de los camiones ya se
están retirando y tengo que ponerme en marcha pronto.
Llamo a la puerta abierta de Mick y me hace un gesto para que
entre. —Tengo una queja de tu ruta.
— ¿De verdad? — Arrugo la nariz en señal de sorpresa.
Soy la única conductora de Hollow Oak, ya que sé dónde vive casi
todo el mundo en el pueblo. No es frecuente que reciba una queja.
Si lo hago, es porque algo se ha roto dentro de su caja, lo que sé
que tiene que haber ocurrido antes de que llegara a mi almacén.
Trato todas mis cajas con mucho cuidado. No hay nada peor que
estar emocionada por la llegada de algo y que no sea lo que
esperabas.
—Es de ayer.
—Oh, Gail hizo mi ruta ayer. Recuerda que me tomé el día libre.
— Gail sustituye a cualquiera que se tome el día libre o echa una
mano si tienes más entregas de lo normal. Por lo general, puedo
manejar Hollow Oak fácilmente por mi cuenta.
—Sí, lo sé. Solo quería ponerte al corriente de lo que ha pasado.
Supongo que este tipo pensó que Gail llegaba tarde y era
maleducado.
Dijo que nadie más que tú debe entregar sus paquetes. Si estás
fuera, entonces sus paquetes deben esperar hasta que vuelvas.
— ¿Qué? — digo riendo. — ¿Puede hacer ese tipo de petición?
—No es típico, pero debe conocer a algunas personas en algunos
lugares altos porque vamos a asegurarnos de que solo tú dejes su
basura.
— ¿Quién es este incluso? — Antes de que las palabras salgan
por completo de mi boca, ya tengo una idea de a quién se re iere
Mick.
Mi recluso sexy. No creí que le importara mucho, ya que solo
gruñe.
Pero eso no me ha impedido intentar hablar con él. O el mega
enamoramiento que ha cobrado vida propia.
—Donovan Combs.
Asiento. —Tengo un paquete para él hoy.
—No te da problemas, ¿verdad?
—No. — En todo caso, creo que él pensaría que soy un problema.
Puedo ser un poco entrometida cuando se trata de él, pero es
di ícil no serlo. Es nuevo en Hollow Oak, y lo único que sé de él es
que construyó su hermosa casa. Una casa de la que nunca sale.
—Muy bien entonces. Ten cuidado ahí afuera. — Le doy a Mick
un saludo antes de salir por la puerta y ponerme en camino.
Mi mañana se alarga hoy. Normalmente el día pasa en un
santiamén, pero lo único que hago es contar las paradas hasta
llegar a casa de Donovan.
Entonces se me ocurre una idea terrible. ¿Qué haría Donovan si
llegara tarde? Normalmente lo veo asomarse a través de las
cortinas cuando bajo por su largo camino de entrada. Me lo
imagino dentro de su casa paseando de un lado a otro. ¿Qué hay en
estas cajas?
— ¡Gracie! — me llama mi mejor amiga Julie cuando llego al
restaurante. Voy a dejar un paquete en Sew Be It, que está al lado.
Los deliciosos olores que salen de la cafetería me hacen rugir el
estómago. —Ven a comer con nosotros.
Me giro para verla a ella y a su prometido Jacks saliendo de su
coche. Ella fue la razón por la que me tomé el día libre ayer. Ella y
Jacks por in se van a dar el —sí, acepto— y ayer nos probamos
vestidos. Esto se ha estado gestando desde la escuela primaria, y
estoy tan feliz de que inalmente suceda.
—Ven con nosotros. Yo invito. — añade Jacks. Sé que solo trata
de engatusarme con la esperanza de que le cuente algunos
detalles sobre la despedida de soltera de esta noche. Sabe que me
doblaré como una silla barata, pero es una pena que sea Val quien
la organice y se haya quedado callada.
—De acuerdo. — acepto, consultando mi reloj. Esto me hará
llegar tarde. Además, el restaurante es mejor que el sándwich de
pavo que tengo metido bajo el asiento del camión. —Deja que deje
esta caja y voy para allá. Pídeme un batido de fresa.
Sonrío mientras me pregunto cómo reaccionará Donovan al
verme llegar tan tarde. Le pido un trozo de pastel de la panadería
para compensar. Quizá hoy consiga algo más que unos cuantos
gruñidos.
Capítulo 2

Donovan

Llega tarde. Estuve dando vueltas en mi sala de estar durante los


últimos veinte minutos antes de decidirme a salir y hacerlo. No me
gusta estar afuera cuando ella viene, pero ayer fue alguien
diferente, y ahora no hay nadie.
Hice algunas llamadas, y sé que ella va a ser especí icamente la
única persona que entregue mi correo a partir de ahora. Me
aseguraron que se encargaría de ello. Después de todo lo que he
sacri icado por el gobierno, me lo deben. Nunca les he pedido
nada, y si mi única petición es que la misma persona entregue mi
correo cada día, que así sea. Tal vez también debería haber pedido
que llegara a la misma hora exacta cada día.
Miro el reloj, gruño y miro hacia la entrada. Todavía no ha
llegado, y debería poder verla venir desde una gran distancia. Mi
camino de entrada es tan largo que apenas se ve mi casa desde la
carretera, pero con todos los paquetes que pido, tiene que venir a
mi puerta.
Justo cuando hago otra pasada por mi porche, veo un destello de
luz en la distancia. Es ella. Más vale que sea ella. Ahora mismo lo
único que puedo ver es la luz que se re leja en el camión del correo
mientras se acerca a mi casa. Tengo que entrar, pero primero
quiero asegurarme de que es ella.
En cuanto está lo su icientemente cerca como para que pueda
ver el pelo trenzado sobre un hombro, me doy la vuelta y entro.
Normalmente no necesita que le irme las cosas, pero de vez en
cuando me obliga.
La etiqueta con su nombre dice Gracie, pero nunca la he llamado
así ni he dicho su nombre en voz alta. No hablo mucho y casi
siempre pienso mucho cuando estoy con la gente. Pero incluso eso
es una mentira porque las únicas personas con las que estoy son
mis padres y mi hermano Tidas. Con ellos no tengo que hablar
mucho, así que espero a hablar hasta que sea importante.
De pie en mi sala de estar, miro por la ventana y la veo salir de
su camión de correo. Probablemente debería ir a ayudarla con la
caja, pero sé que solo son toallas de papel, así que es ligera.
Guardo todas las cosas pesadas para cuando tengo que ir al pueblo
de al lado a hacer mis grandes compras. No me gusta pedir cosas
que sean demasiado pesadas para que ella las cargue.
Hoy tiene un lazo de lavanda, y lo apunto en el pequeño bloc que
tengo junto a la puerta. No sé por qué estoy tan obsesionado con
los lazos, pero normalmente los días que está contenta lleva
colores suaves como éste. ¿Por qué está feliz hoy? ¿Tiene novio? He
buscado un anillo varias veces y no está casada. Si fuera mía,
nunca la dejaría salir de casa sin un anillo. ¿Y si a su marido no le
importa?
Refunfuño mientras alejo esos pensamientos. No me gusta la
idea. Además, he oído a Tidas hablar de Valerie y de su amiga
soltera Gracie. Tiene que ser la misma.
Una vez que ha sacado la caja de la camioneta, coloca otra más
pequeña encima y luego sube los escalones hasta el porche de mi
casa.
Me alejo de la ventana para que no me vea y espero a que se
vaya. Pero cuando deja la caja, se endereza y llama a la puerta.
¿Por qué llama a la puerta? No necesita una irma para esto. No
quiero que me vea la cara. En las pocas ocasiones en las que he
tenido que irmar algo, llevo un sombrero y me lo bajo. E incluso
entonces solo abro la puerta un poco para irmar el papel y
devolverlo.
— ¿Sr. Combs? — grita y vuelve a llamar. — ¿Donovan?
Oír su dulce voz diciendo mi nombre me hace sentir el estómago
raro. —Sí. — digo, pero mi voz está tan poco acostumbrada que se
me atasca en la garganta. La aclaro y vuelvo a intentarlo. — ¿Sí? —
Le digo a la puerta sin abrirla.
—Tengo una cosita para ti.
Cierro los ojos y la imagino desnuda y de rodillas. —Joder. —
Tengo que pensar en el fútbol para distraerme. —Puedes dejar la
caja.
— Esa puede haber sido la frase más larga que le he dicho.
—No estoy segura de que sea una buena idea. — Su leve risa es
como música y me hace relajar los hombros. No me había dado
cuenta de que estaban tan tensos.
—De acuerdo. — acepto mientras me acerco al perchero y cojo
una gorra de béisbol. Bajando el ala, meto la barbilla y abro la
puerta un poco.
Es tan bajita y con tantas curvas que parece un querubín que me
tiende un regalo. Tiene las mejillas sonrojadas y los labios
brillantes, y me dan ganas de besarlos. Sus pecas están a la vista, o
tal vez sea porque estamos tan cerca que puedo verlas claramente.
Miro al suelo, tratando de ocultar mi rostro.
—Siento no haber estado aquí ayer. — dice, tendiendo la
pequeña caja. —Y siento haber llegado tarde hoy.
— ¿Dónde estabas? — Mi pregunta me sorprende tanto como a
ella.
—Bueno, ayer estuve fuera porque mi amiga se va a casar. —
Levanto la vista lo su iciente para ver su dulce sonrisa. —Estoy en
la boda.
— ¿Y hoy? — Dios, ¿por qué sigo hablando?
—Oh, um, me estaba retrasando. — Sus mejillas se sonrojan, y
tengo la sensación de que no me está diciendo toda la verdad. —
Pero te he traído este trozo de pastel como disculpa.
Me tiende la caja y la miro. Tiene las uñas pintadas de amarillo
con lunares blancos. Es tan brillante y alegre, que es todo lo
contrario a mí. Soy como ese oso de peluche con la nube en el
estómago, pero no soy lindo y adorable.
—No sabía de qué tipo comprar. — Se acerca y levanta un poco
más la caja. —Adiviné y te traje lima. Pensé que a todo el mundo le
gustaba la lima, pero ahora me pregunto si fue una elección
equivocada.
Habla más rápido y veo que está nerviosa. No quiero que se
sienta mal por nada de lo que ha hecho, especialmente cuando ha
hecho esto por mí. Abriendo la puerta, extiendo la mano para
coger la caja.
—Wow. — dice mientras me mira y sus ojos se abren de par en
par. Sus ojos recorren rápidamente mi cuerpo como si no pudiera
creer que sea tan grande.
—Me gusta la lima. — murmuro, tratando de alejar sus
pensamientos de mi tamaño. Ojalá pudiera encogerme para que
no se me notara tanto en la multitud. Odio que la gente me mire,
pero sus ojos no son tan malos.
—Oh, claro. Aquí tienes. Siento haber llegado tarde. — Su
sonrisa podría calentar el sistema solar, y no puedo evitar pensar
que es como el sol. Cálida, suave, y duele mirarla por mucho
tiempo.
—Gra-gra... — Tartamudeo, y tengo que aclararme la garganta.
—Gracias.
—De nada. — Se queda parada un segundo más y miro sus pies.
Son tan pequeños. —Supongo que me iré. Que tengas una buena
tarde.
No sé qué decir y no me salen las palabras cuando se da la vuelta
para irse. No quiero que se vaya, pero no se me da bien hablar con
ella.
—Manzana. — le digo cuando llega a las escaleras. Se da la
vuelta para mirarme como si no estuviera segura de que soy el que
ha hablado. —Me gusta el de lima, pero el de manzana es mi
favorito. — Trago saliva, nervioso porque va a pensar que soy un
bicho raro.
—El mio también. — Juega con la larga trenza que lleva en un
lado del hombro y también me gustaría poder tocarla. Parece tan
suave. —Tal vez traiga de manzana mañana entonces.
Aprovechando la oportunidad, la miro a los ojos y de repente se
encuentran con los míos. Me siento tímido y no puedo hablar, así
que lo único que hago es asentir mientras se da la vuelta y se aleja.
Permanezco ahí durante mucho tiempo, mucho después de que
se haya ido, y no puedo evitar preguntarme cómo alguien tan
pequeño puede ocupar tanto espacio en mi corazón.
Capítulo 3

Gracie

— ¿Estás bien? — Julie me da un codazo. Todas nos sentamos


para recuperar el aliento del baile, ya que hemos estado en la pista
de baile desde casi el segundo en que entramos en el bar.
—Estoy bien. — me apresuro a decir, dándome cuenta de que me
he vuelto a sumir en mis pensamientos.
No importa lo que esté haciendo, sigo pensando en Donovan.
Tenía los ojos más bonitos que he visto nunca. Estoy segura de
que eso no es algo que un hombre quiera oír, pero no puedo
evitarlo.
Son de un cálido chocolate encerrado en unas largas y gruesas
pestañas por las que mataría. Me había perdido tanto en ellas que
casi no había visto la profunda cicatriz que atravesaba su ceja y
bajaba por su mejilla. Fuera lo que fuera, no le había tocado el ojo
por poco, pero con lo descolorida que estaba sabía que tenía que
tener unos cuantos años. Nunca admitiría esto en voz alta porque
probablemente sea terrible, pero solo se suma a toda la cosa
misteriosa que tiene.
— ¿Quieres otro trago? — Julie señala con la cabeza mi copa de
Martini vacía. Ya me siento bastante bien, pero esto es una
despedida de soltera.
—Déjame pedir esta ronda. — Me levanto de nuestra mesa en
Pretty in Pink y me dirijo a la barra.
— ¿Qué puedo ofrecerte, Gracie? — llama Charlie cuando me ve
llegar. Ignora a todos los demás que esperan una copa y yo levanto
tres dedos. Asiente, pero grito para llamar su atención cuando veo
a Jacks entrar por la puerta principal.
—Dos. — Asiento hacia Jacks, haciendo reír a Charlie. Estoy
bastante segura de que el personal de aquí tenía una apuesta
sobre cuánto tardaría Jacks en aparecer esta noche. Me alegro de
no haber apostado porque habría perdido.
Estoy impresionada de que haya aguantado tanto tiempo. Ni
siquiera tiene una despedida de soltero y puso los ojos en blanco
cuando le pregunté cuándo iba a ser la suya. Jacks no quiere ver a
ninguna otra chica desnuda. Ha estado enamorado de Julie antes
de que cualquiera de nosotras supiera lo que era eso.
Crecer con ellos puso el listón muy alto para lo que quería en
una relación. Siempre ha sido muy bueno no solo con Julie, sino
también con Val y conmigo, ya que somos como hermanas. Por
suerte tengo a Val que está en el mismo barco que yo. Ella ha
estado esperando a su caballero de brillante armadura. Nadie en
su familia se ha divorciado nunca, y eso es mucha presión.
De hecho, se fue a la universidad con la esperanza de encontrar
a su pareja. Al crecer en un pueblo pequeño, no hay muchas
opciones.
Además, podrías terminar con alguien que salió o se tiró a tu
amiga.
No, gracias. La universidad no era una mala idea, ya que hay más
peces para elegir.
Además, Val siempre hace las cosas según las reglas. Vas a la
universidad después del instituto porque es lo que la gente espera.
La universidad nunca estuvo en mis planes. Me fue bien en la
escuela, pero no lo su icientemente bien como para obtener una
beca, y no había manera de que pudiera pagarla. Por suerte,
tampoco era algo que anhelara. Me encanta Hollow Oak, y nunca
he tenido ganas de irme hasta hace poco.
—Solo te hice una, y es por cuenta de la casa. Chad invitó a Val a
una copa. — Miro hacia la barra y veo a Val rodeada de unos
cuantos hombres. Juro que esa chica no tiene ni idea de lo sexy que
es. Esta noche, sin embargo, está mostrando más piel de lo normal.
Me sorprendió mucho cuando salió con su pequeño vestido negro.
Se supone que todas llevamos uno esta noche, excepto Julie. El
suyo es todo blanco, obviamente.
Sé que Valerie se comporta así por el nuevo abogado que ha
ocupado el edi icio de al lado de su tienda de vestidos. Se pasaba
por ahí mientras yo estaba y no faltaban las chispas entre los dos.
Val puede decirme que le parece un imbécil todo lo que quiera,
pero los dos lo tienen mal. De hecho, solo hoy he deducido que es
el hermano de Donovan. Quiero decir, sabía que Donovan tenía un
hermano, ya que viven uno al lado del otro. Ambos construyeron
sus casas en la misma época, pero no había conectado los puntos
hasta el inal.
Charlie deja mi bebida delante de mí y bebo un sorbo mientras
veo a Tidas Combs entrar por la puerta como si mis pensamientos
lo hubieran conjurado. Lástima que no pueda hacer eso con su
hermano.
Este es el último lugar en el que estaría Donovan. Los ojos de
Tidas buscan en el bar, y tengo la sensación de que sé a quién está
buscando. Supongo que se ha enterado de que Val iba a salir esta
noche.
Sonrío cuando veo que por in la localiza. La expresión de su
cara cuando ve a todos los hombres que la rodean con irma mis
sospechas sobre ellos dos. Me tomo el resto de mi bebida sabiendo
que la noche está prácticamente terminada. No estoy enojada por
ello. Puede que sea in de semana para la mayoría, pero yo tengo
un turno por la mañana. El sábado solo me lleva unas horas, pero
sé que podré ver a Donovan.
Me dirijo hacia Val porque es mi transporte. Jacks me hace un
gesto con la barbilla mientras pasa a mi lado con Julie por encima
del hombro.
— ¿Tú también te vas? — Le pregunto a Val mientras mis ojos
rebotan entre ella y Tidas.
—No.
—Sí.
Tanto Val como Tidas responden al mismo tiempo. Tidas mira
ijamente a Val, que inge estar molesta. Puede ingir todo lo que
quiera. Sé que le gusta Tidas. Solo que no está segura de cómo
manejarlo, pero él es bueno con ella. Perfecto, de hecho.
—Sí, se va. Mi hermano puede llevarte a casa cuando estés lista
para irte. Está estacionado delante en mi coche. — Tidas le tiende
la mano a Val. —Dame tus llaves.
Oh, mi Dios. ¿Ha dicho que su hermano puede llevarme a casa?
Mi corazón empieza a acelerarse de la emoción. Val pone los ojos
en blanco ante Tidas, pero le entrega las llaves antes de darme un
beso en la mejilla y despedirse del resto de las chicas. Hago lo
mismo mientras Tidas tira de Val en sus brazos mientras las sigo a
la salida.
Intento alisarme el pelo porque va a ser la primera vez que me
vea sin mi maldito uniforme de trabajo.
Cuando salimos por la puerta, Tidas suelta a Val para correr
hacia un coche. Se inclina y le dice algo a Donovan, que levanta los
ojos para mirarme. Su boca forma una línea recta, pero asiente a
su hermano mientras se sube la capucha. ¿Intenta ocultar su
cicatriz?
Los ojos de Donovan no se apartan de mí mientras me dirijo
hacia donde ha estacionado. Para mi sorpresa, salta del coche y
corre a abrirme la puerta.
—Hey. — Le sonrío.
—Hey. — me responde con un gruñido. Sé que siempre es breve
con la conversación, pero me doy cuenta de que está irritado.
—No tienes que llevarme a casa si no quieres. Puedo coger un
coche. — Intento ingir que no estoy enojada, pegando una sonrisa
en mi cara, algo que me resulta fácil de hacer. Últimamente
muchas son falsas.
—Entra. — ordena, con un tono más irme de lo normal. Me dejo
caer, y me sorprende de nuevo cuando se inclina y me pasa el
cinturón de seguridad por encima. —Hueles bien.
—Tú tampoco hueles tan mal. — Mi sonrisa se convierte ahora
en una de verdad, y él gruñe, echándose hacia atrás y cerrando la
puerta. Me pregunto si no quería decir eso en voz alta.
Cuando entra en el coche, no dice nada mientras sale del
estacionamiento. No me pierdo que echa un vistazo de vez en
cuando a mis piernas desnudas. Casi tan pronto como mira, aparta
la vista y se queda mirando la carretera.
—Apuesto a que me veo diferente fuera del trabajo. — digo,
rompiendo el silencio.
—Sí. — es todo lo que dice.
— ¿Qué tiene que hacer una chica para recibir un cumplido por
aquí? — Me burlo.
—Tu vestido es corto. — suelta mientras gira hacia la entrada de
la casa de mi padre y estaciona.
—Gracias por traerme. — Me desabrocho el cinturón de
seguridad y salgo tan rápido como puedo.
— ¡Gracie! — Donovan me llama, pero ya he subido las escaleras.
La luz del porche se enciende y, en cuanto mi padre abre la
puerta, me apresuro a entrar.
— ¿Estás bien? — pregunta mi padre. —Has llegado pronto a
casa. — Intenta mirar por la puerta, pero la cierro detrás de mí y
giro el cerrojo.
—Ha aparecido Jacks.
—Claro. — Mi padre se ríe.
—Me voy a la cama.
—Buenas noches, cariño. — Me besa en la cabeza antes de subir
a mi dormitorio.
No es hasta que estoy en la cama repasando lo ocurrido con
Donovan que me doy cuenta de que creo que nunca le di mi
dirección.
O tal vez lo hice y lo olvidé. Me gustaría poder olvidar algunas
cosas de esta noche. De initivamente me olvidaré de su pastel de
manzana mañana, o tal vez use un día de enfermedad.
Capítulo 4

Donovan

Es tarde en la mañana cuando empiezo a pasear por la fachada


de mi casa. Ya lleva quince minutos de retraso en su ruta habitual
de los sábados. Pensé que después de que me trajera el pastel y de
que la llevara a casa no me tendría miedo. Pero tal vez estar
encerrada en un coche conmigo ya era bastante malo. Vi cómo
salía corriendo del coche tan rápido como podía. Incluso cuando la
llamé, no pudo esperar a poner distancia entre nosotros.
Mi re lejo me mira desde la ventanilla en una respuesta burlona.
Por supuesto que quería alejarse de mí. Parezco un monstruo y
también actúo como tal. No siempre fui así. Cuando entré en el FBI,
vivía mi mejor vida, viajando por el mundo, haciendo lo que me
gustaba y pasando tiempo con mi familia.
Una noche lo cambió todo, y ahora vivo con las secuelas. No es
solo la cicatriz en mi cara, es que perdí la posibilidad de mi mayor
sueño. Tener una esposa y una familia propia es todo lo que
siempre he querido. Tener el amor de mis padres, pasar las
vacaciones con ellos y con mi hermano. Envejecer con el amor de
mi vida mientras hacemos rebotar a los nietos en nuestro regazo.
Todo eso se lo llevó una explosión, y desde entonces intento
recoger los pedazos.
Un re lejo me llama la atención y veo a Gracie caminando hacia
el porche de mi casa. En todo mi pensamiento, ni siquiera vi su
camión bajando por el camino. Se da la vuelta para volver a su
camión cuando abro la puerta de un tirón.
— ¡Hey! — ladro, y ella se da la vuelta como si la hubiera
asustado. —Lo siento.
—Llego tarde, tengo que irme. — Se da la vuelta para volver a su
camión y, sin pensarlo, voy tras ella.
—Espera. — En cuanto la luz del sol me da en la cara, me doy
cuenta de que he olvidado mi sombrero. Justo cuando lo pienso,
ella se da la vuelta, y no hay nada que pueda hacer para evitar que
vea toda la extensión de mis heridas.
— ¿Qué? — espera que diga algo, pero yo me pregunto por qué
no sale corriendo y gritando.
Incluso después de que mis heridas se curaron, algunas de las
enfermeras no pudieron ocultar su reacción a mis cicatrices. Me
he sometido a dos cirugías plásticas para reparar el daño, y no es
tan grave como antes, pero las cicatrices son profundas y bajan
por un lado de mi cara.
—Um. — No puedo ver sus ojos, así que miro su boca. —Tus
labios no están brillantes. — ¿Qué demonios me pasa? Con Gracie
tengo cero control. Simplemente suelto lo que se me pasa por la
cabeza.
—Olvidé mi brillo de labios en el otro camión.
—Oh. — Me meto las manos en los vaqueros e intento no
inquietarme. Si estuviera asustada, saldría corriendo de aquí, ¿no?

No me has traído ningún pastel. — Realmente no esperaba que
lo hiciera, pero lo esperaba.
—No te ha gustado mi vestido. — me contesta con la misma
acusación, y siento que mis cejas se juntan.
—Enseñabas mucha piel. — Pensé en sus gruesas piernas con
ese vestido corto y me acaricie dos veces la noche anterior. Volver
a pensar en ello sería un error. Al menos durante el día, cuando
ella puede ver cómo se me pone dura.
— ¿Y qué? — Cruza los brazos sobre el pecho en señal de
desa ío, y con la luz que hay detrás de ella, está resplandeciente.
—Siempre traes el sol contigo. — digo sin pensar.
— ¿Qué? — Ahora le toca a ella poner cara de confusión.
Me encojo de hombros y me miro los pies antes de mirar hacia
arriba y hacia sus ojos. —Siempre que estás aquí sale el sol. —
Suena aún más tonto la segunda vez que lo digo, pero estoy muy
nervioso.
—Oh. — Se endereza y se toca la punta del pelo para jugar con el
lazo. Hoy es amarillo.
—Me gustó tu vestido. — le digo suavemente. —Estabas
preciosa.
El rubor de sus mejillas es del color de las rosas, y quiero tocarla
para ver si es igual de suave.
—Gracias.
— ¿Puedo mostrarte algo? — Mirando su camión, no sé si
todavía tiene trabajo que hacer, pero quiero que se quede todo el
tiempo que pueda.
—Claro. Eres la última entrega de mi ruta hoy, así que tengo algo
de tiempo.
Manteniendo mis manos en mis vaqueros, asiento por encima de
mi hombro. —Es por detrás. — me sigue, y hago lo posible por
caminar despacio para que pueda seguirme.
—Nunca he estado en este lado de la propiedad. Cuando éramos
niñas, siempre estaba vallada y cubierta de maleza.
Asiento y entonces recuerdo que tengo que hablar con ella y no
estar tan callado. —Costó mucho trabajo construir nuestras casas.
—Es preciosa. — mira la casa cuando pasamos por delante, y
siento una sensación de orgullo, ya que yo hice gran parte del
trabajo.
Cuando llegamos a la parte de atrás de la casa, el granero está a
la izquierda con un establo al frente. —Anoche tuve un potro.
¿Quieres verlo?
— ¿Un caballo bebé? — Gracie se ilumina como los fuegos
arti iciales del 4 de julio. — ¿Hablas en serio? Claro que quiero ver
un caballo bebé. — Rebota en los dedos de los pies mientras se
acerca a mí.
—Ten cuidado al subir esta colina. Está resbaladiza por la lluvia.
— El otoño ya ha comenzado y el patio está cubierto de hojas del
arce.
Tan pronto como salen las palabras de mi boca, su pie resbala y
estiro la mano para atraparla. —Cuidado. — le digo mientras la
tomo suavemente de la mano y deslizo mi brazo alrededor de su
cintura.
—Gracias. Supongo que estoy muy emocionada por ver al bebé.
— Me sonríe, y está tan cerca que puedo ver las motas de oro en
sus ojos.
—Sí. — Me aclaro la garganta, intentando no distraerme. —Está
aquí arriba.
Cuando llegamos al granero, no suelto su mano. Tal vez debería,
pero me digo a mí mismo que es para asegurarme de que no se
caiga de nuevo. Abro la puerta del establo y caminamos hasta el
otro extremo, donde tengo a la madre y al bebé en un establo
tranquilo, lejos del aire fresco del otoño.
—Esta es Ginger. — digo, señalando a la yegua. —Y esta es su
pequeña. — Ginger se acerca a la puerta y yo meto la mano en la
bolsa que cuelga junto a ella y cojo una manzana. Se la doy a
Gracie, que me sonríe. —Vamos, es muy suave.
Gracie sonríe como si fuera la mañana de Navidad y le hubiera
hecho un regalo. Veo cómo le tiende la manzana a Ginger para que
se la coma y el potrillo se acerca a inspeccionarla. Pongo el brazo
en la puerta del establo y luego apoyo la barbilla en la mano,
observando cómo Gracie sonríe a mi caballo y le habla con
dulzura.
— ¿Cómo se llama el bebé? — pregunta Gracie mientras
extiende la mano y la acaricia también. —Es tan linda que no
puedo soportarlo.
—Todavía no le he puesto nombre. — digo mientras veo que
Gracie le da a Ginger un beso en la nariz. — ¿Por qué no lo haces
tú?
— ¿Yo? — mira con los ojos muy abiertos. —No podría, es tuya.
— Se muerde el labio y es tan malditamente linda.
—Adelante. — digo, y cuando sonríe sé que le gusta la idea.
— ¿Qué tal Cookie? Ya sabes, como las galletas de jengibre.
Espera, eso es una tontería.
—Es perfecto. — la interrumpo, y trata de ocultar una sonrisa.
—Cookie será.
Estamos en el establo durante mucho tiempo, y me lo paso
escuchando a Gracie hablar con los caballos como si fueran viejos
amigos. No estoy seguro de cómo pensaba que sería el día de hoy,
pero está resultando ser el mejor de todos.
Capítulo 5

Gracie

Estoy tarareando una de mis canciones favoritas mientras giro


para abrir el horno y sacar el pastel. Llevo toda la mañana
tarareando y no puedo parar. Apenas me quito los guantes de
cocina, mi padre me agarra de la mano y me hace girar en una
doble vuelta.
— ¿Cuándo has llegado a casa? — le pregunto.
Se va a pescar todos los domingos por la mañana y no llega a
casa hasta el inal de la tarde. En realidad, me había levantado un
poco antes para que no me atrapara horneando en la cocina.
—Hoy no ha picado nada. — dice. — ¿Estás intentando hacer
pastel a escondidas?
—Tal vez. — me río mientras me pone de nuevo en pie.
Cojo la pequeña nevera que le empaqué del suelo para limpiarla.
Siempre le meto algo para desayunar y comer cuando pesca con
Evy.
Es la dueña del terreno donde él pesca. Dice que su estanque
tiene los mejores peces, pero no me lo creo. Creo que él y Evy
podrían tener algo, pero nunca me lo dice. O tal vez es que espero
que así sea. Nunca veo a mi padre salir. De hecho, nunca los vi a él
y a mi madre juntos, pero como ella nunca está cerca, eso no es
realmente sorprendente.
—Eso es malo. — Mira la tarta con nostalgia.
—No para ti, pero puedo prepararte algo si quieres. — Abre la
boca para responder, pero lo interrumpo. —Siéntate y calentaré
algunas de mis galletas de mantequilla de maní.
—Gracias, pumpkin.
Me he vuelto astuta con mis habilidades para hornear cuando se
trata de su diabetes. No fue hasta los catorce años que realmente
entendí lo que es la diabetes porque casi lo pierdo. Nunca olvidaré
aquella mañana en la que fui a despertarlo y no se movía. Había
entrado en un coma diabético, y eso me asustó mucho.
Ahora trato de mantener los dulces fuera de la casa. Por eso
cociné el pastel mientras él no estaba. Debería haberlo sabido.
Papá puede olfatear los dulces como nadie.
Meto unas cuantas galletas en el horno aún caliente antes de
servirle un vaso de leche de almendras.
— ¿Me vas a decir por qué estás tarareando una canción de
amor y horneando un pastel para alguien que no soy yo? — Pongo
los ojos en blanco. Actúa como si le hiciera pasteles todo el tiempo
o algo así.
—Tengo un amigo al que le encanta el pastel de manzana. — Me
encojo de hombros, tratando de hacerme la interesante.
— ¿Es el mismo amigo que te hizo enojar el viernes por la noche
y que ayer era todo sonrisas?
—No estaba enojada el viernes por la noche. — Me mira
ijamente. —De acuerdo, estaba irritada, pero creo que lo he leído
mal.
—Cree lo que la gente te muestra, pumpkin. No vayas a ponerle
excusas.
—Lo sé. Lo sé. — Me limpio las manos en un paño de cocina
antes de quitarme el delantal. —No creo que esté acostumbrado a
tratar con la gente. Es un recluso, y empiezo a darme cuenta de
que lo pongo nervioso. Es un poco adorable.
— ¿Y quién es éste? — pregunta.
—Donovan Combs.
—Es el hermano del abogado, ¿verdad? — Cuando un abogado
elegante se mudaba a la ciudad, por supuesto que la gente hablaba
de él.
—Sí.
—No creo que lo haya conocido todavía.
—No lo has hecho porque se mantiene oculto. Le ha pasado algo.
— explico, sintiéndome de repente a la defensiva por Donovan.
—Tiene una cicatriz en la cara. Tampoco parece tan antigua. Quizá
un par de años.
Papá se echa hacia atrás en su silla, estudiándome. —No tienes
que arreglar y cuidar a todo el mundo, pumpkin. — Sus ojos bajan
a su plato casi vacío, y sé que en parte está hablando de sí mismo.
—Ya lo sé. — Me acerco y le doy un beso en la mejilla. —Me
ocupo de quien quiero ocuparme. — Esa es la verdad. Mi padre me
necesita aquí para tener a alguien que lo cuide.
—Eres muy dulce. No quiero que nadie se aproveche de eso. —
Por supuesto que se va a preocupar por mí. Más de lo normal,
estoy segura, porque creo que nunca le he hablado de un chico
antes.
Aunque Donovan es mucho más que un chico.
—Es solo un pastel.
—El mejor pastel de Hollow Oak.
—Creo que eres parcial. — digo riendo. —Voy a cambiarme y
luego me llevaré este pastel. No creo que se quede a salvo en esta
casa.
—Me has herido. — Papá se pone la mano sobre el corazón.
Sacudo la cabeza porque ambos sabemos que no aguantaría ni
dos horas con ese pastel aquí.
Después de subir las escaleras, me pongo unos vaqueros y una
camiseta de manga larga por si Donovan me invita a salir a ver a
Ginger y Cookie de nuevo. Ayer me sorprendió mucho cuando me
persiguió. Se olvidó por completo de protegerse la cara en su prisa
por llegar a mí, y siento que eso tiene que signi icar algo.
Cree que esconde bien las cicatrices, pero llama más la atención
cuando intenta ocultarlas. Puedo ver claramente que en algún
momento Donovan fue el clásico tipo de guapo. Las cicatrices no
solo resaltan eso, sino que le dan un toque sexy. Estoy segura de
que eso no es algo que él quiera oír o que probablemente crea,
pero eso no me impide pensarlo. Tampoco me impide querer
agarrarlo y besarlo.
Me trenzo el pelo antes de ponerme un poco de brillo de labios y
vuelvo a la cocina para coger mi pastel. Le doy a mi padre otro
beso en la mejilla antes de coger las llaves.
—Estarás en casa antes de que anochezca. — me dice.
— ¿Es una pregunta o una a irmación? — Se encoge de hombros.
— ¿Cuándo he tenido un toque de queda? Tengo veintidós años.
— le recuerdo.
—Bien, pero tengo ese rastreador que me enseñaste.
¿Cómo es que eso me muerde el trasero? Le hice compartir
ubicaciones conmigo cuando inalmente lo convencí para que se
comprara un iPhone. Compartí la mía para que pudiera ver cómo
funcionaba. No creo que lo haya usado nunca.
—Rastrea, papá. — Saludo con la mano mientras llevo el pastel a
casa de Donovan.
No es hasta que estoy casi ahí que empiezo a tener dudas sobre
si aparecer sin decírselo antes. Cuando estoy a mitad de camino,
veo la puerta de su casa abierta y mi preocupación desaparece.
Sale y me abre la puerta del coche en cuanto estaciono. —Te he
traído un pastel. — le digo, cogiéndolo del asiento del copiloto y
entregándoselo.
— ¿Vas a comer un trozo conmigo?
—Si no te importa que entre.
—Me gustaría. — dice en voz baja, y me hace sonreír.
Lo sigo, y cuando entro, miro a mi alrededor con asombro. —
Este lugar es increíble. — La decoración es una hermosa mezcla de
lo contemporáneo y lo rústico, pero también está bastante
desnuda. No veo ningún toque personal ni fotos.
—Todavía necesita algo de trabajo. — Coloca el pastel en la
encimera de la cocina y gira la cabeza para que no pueda ver sus
cicatrices.
No sé qué me pasa, pero me acerco a él y le toco la barbilla hasta
que vuelve a mirar hacia mí. Nuestras miradas se cruzan durante
un largo rato mientras deslizo mi mano por su mandíbula hasta la
nuca.
Mis movimientos son lentos para que vea mis intenciones
mientras tiro de él hacia abajo y me pongo de puntillas al mismo
tiempo.
Cuando aprieto mis labios contra los suyos, me sorprende lo
llenos y suaves que son. Donovan se pone rígido y se queda un
momento en estado de shock cuando le paso la lengua por el
borde de la boca. Se abre y yo deslizo mi lengua contra la suya,
tratando de profundizar el beso.
—Devuélveme el beso, Donovan. — digo contra su boca, pero no
lo hace.
Una vez más me pregunto si he presionado demasiado y
demasiado rápido. Empiezo a retirarme, pero se mueve de repente
y lo siguiente que sé es que sus dedos se clavan en mi pelo y me
empuja contra la pared.
Mis pies abandonan el suelo y me aprisiona ahí, no solo
devolviéndome el beso, sino reclamando mi boca como suya.
Capítulo 6

Donovan

Es tan jodidamente suave. Me agacho, le agarro el culo con las


dos manos y me inclino hacia ella, con fuerza. Debería tener más
cuidado, pero no puedo parar. La necesidad de frotarme contra
ella y reclamar su generoso regalo de un beso es demasiado.
—Gracie. — gimo mientras deslizo una mano por su espalda
hasta la nuca. Tiro de su trenza y hago que su cabeza caiga hacia
atrás mientras hundo mis dientes en su cuello. Gime cuando chupo
la delicada piel y luego lamo la marca roja que dejo.
Sus piernas se estrechan en torno a mí, y me introduzco entre
sus muslos, frotando la dura costura de mis vaqueros contra los
suyos. Puedo sentir el calor de su coño a través de la ropa, y eso me
hace follar en seco con más fuerza.
—Donovan, no pares. — Sus dedos tiran de mi pelo, y me
prometo a mí mismo no volver a cortarlo si eso signi ica que ella
tiene algo a lo que agarrarse.
—Deja que te bese. — digo antes de bajar mi boca por su cuello.
—Deja que te bese por todas partes. — Mis manos suben para
coger sus pechos por encima de la camiseta y froto mis pulgares
sobre sus pezones. Los pequeños y apretados brotes se clavan en
el ino material.
—Justo aquí. — digo mientras pellizco uno y luego el otro.
—Sí. — asiente rápidamente y no dudo.
Empujando su camiseta sobre sus pechos, veo su bonito
sujetador con encaje en la parte superior de las copas. Es tan
inocente y limpio que solo puedo pensar en cómo quiero
ensuciarlo. Tiro de la parte delantera y sus pechos se desprenden
de la parte superior. Sus oscuros pezones están puntiagudos, y
gimo antes de inclinar la cabeza hacia un lado y agarrarlos.
—Mierda. — Oír la maldición que sale de su boquita me pone
duro, y rozo con mis dientes su suave piel antes de volver a chupar.
—Más. — me digo más a mí mismo que a Gracie mientras me
muevo a su otro pecho y lo chupo. Todo el tiempo la empujo contra
la pared, y si no lleváramos ropa estaría metido hasta las pelotas
en su pegajoso coño. — ¿Eres dulce hasta el inal?
No me molesto en mirar hacia arriba para obtener una
respuesta, ya que beso lentamente mi camino por su vientre y
luego me arrodillo frente a ella. Sus piernas tiemblan cuando sus
pies tocan el suelo, pero la ayudo a mantenerse en pie mientras
mis manos se dirigen a la parte delantera de sus vaqueros. Antes
de desabrocharlos, me inclino hacia delante y aprieto la cara
contra la parte delantera, inhalando su aroma a través de la ropa.
Huele a manzanas y se me hace agua la boca. — ¿También me
vas a dejar comer este pastel? — Esta vez, cuando levanto la vista,
veo que su cara está sonrojada, ya sea por el beso o por la timidez.
En cualquier caso, no puedo dejar de mirarla. Está preciosa así,
conmigo de rodillas y con las tetas al aire.
Gracie se lame los labios y asiente mientras le desabrocho los
vaqueros y se los paso lentamente por las caderas. Cuando noto el
borde de sus bragas, se las bajo también, pero en lugar de
quitárselas del todo, me detengo cuando llegan a sus rodillas. Mis
manos se dirigen a su culo y miro ijamente su coño desnudo,
viendo su suave piel goteando de necesidad.
—Joder, sunshine. Estoy a punto de comerme cada bocado de ti.
La empujo hacia delante con mis manos mientras me inclino con
mi boca y entierro mi cara en su coño. Está caliente y húmedo, y no
me burlo mientras deslizo mi lengua entre sus labios y lamo. Le
lamo el clítoris como a un gato con crema, y ella grita y me tira del
pelo.
Sabe a las primeras hojas del otoño y a las noches acurrucadas
junto al fuego. Es las estrellas en el cielo y los amaneceres en las
montañas.
Es todo lo que he soñado, y es toda mía.
—Hogar. — digo mientras paso mi lengua entre sus labios. —Tú
eres mi hogar, sunshine.
—Justo ahí. — empuja sus caderas hacia delante, buscando mi
boca, y moriré aquí mismo dándosela.
Sus manos se tensan y sus piernas tiemblan mientras grita mi
nombre y se estremece entre mis brazos. Puedo sentir su coño
apretarse mientras busca ser llenado, y deslizo mi lengua en su
abertura, tratando de darle lo que necesita. Vuelve a gritar y
aprieta su coño contra mi cara, y es el mejor momento de mi vida.
Su orgasmo sabe a qué nos vamos a casar, y ahora solo tengo que
conseguir un anillo y un predicador. Puede que ya le haya pedido
matrimonio mientras mi boca estaba entre sus piernas, pero no
puedo estar seguro.
No hay ninguna parte de mí que quiera parar, y si no fuera por la
llamada a mi puerta, no sé si lo habría hecho.
— ¿Qué fue eso? — Gracie se congela y miro hacia la puerta.
—Probablemente mi hermano. — gruño mientras aprieto mis
brazos alrededor de ella. — ¡Vete! — Grito, y el cabrón vuelve a
llamar a la puerta.
—Si no abres la puerta, Van, voy a entrar. — grita Tidas, y me doy
cuenta de que en mis prisas por hacer entrar a Gracie no he
cerrado la puerta.
Maldita sea, debería haber puesto cadenas para que no pudiera
salir nunca.
—Un segundo. — Dejo escapar un gruñido de frustración
mientras vuelvo a colocar las bragas de Gracie en su sitio, pero
antes de subirle los vaqueros, me inclino hacia delante y le doy un
beso en el algodón que cubre mi manjar más favorito.
—Oh, Dios. — gime, y sus caderas se balancean hacia delante por
sí solas.
—Pronto. — le digo mientras me abrocho los vaqueros y me
pongo delante de ella. Se queda mirando mi entrepierna y me doy
cuenta de que la parte delantera de mis vaqueros está mojada. —
Mierda.
Debo haberme corrido encima cuando ella lo hizo, pero estaba
demasiado ocupado comiéndola para pensar en ello. Mirando a mí
alrededor, busco algo para cubrirla y cojo mi chaqueta que cuelga
cerca de la puerta principal. Mi polla sigue estando tan
jodidamente dura que no hay forma de ajustarla para que parezca
decente. Lo único que quiero es deshacerme de Tidas y volver a
besar a Gracie.
Con otro gruñido frustrado, abro de un tirón la puerta principal
y mi hermano frunce el ceño. — ¿Qué?
Capítulo 7

Gracie

Los ojos de Tidas se abren de par en par cuando me ve de pie en


la casa de Donovan. Donovan se coloca justo en la línea de visión
de su hermano, y es entonces cuando me doy cuenta de que
Donovan es un poco más grande que Tidas, pero no mucho.
También me doy cuenta de que Donovan tiene un culo muy bonito
y que se está tapando la erección con una chaqueta. Tengo que
luchar para contener la risa.
— ¿Qué quieres? — pregunta Donovan cuando no responde.
Supongo que incluso Tidas llega a experimentar el lado gruñón
de su hermano.
—He visto un coche estacionado adelante y me he preocupado.
—Deberías ocuparte de tus propios asuntos. — replica Donovan,
con una irritación que crece a cada segundo. Es un poco adorable.
Me recuerda a un oso grande y protector, y supongo que eso me
convierte en el tarro de miel. Una risita sale de mi boca cuando me
doy cuenta de lo sucio que es eso, y aprieto los muslos. Donovan
gira la cabeza para mirarme.
—Tú eres mi asunto. — dice Tidas, rodeando a Donovan y
entrando en la casa. —Hola, Gracie, me alegro de verte. — Tidas
me sonríe, con los ojos llenos de alegría.
Saludo cuando la mano de Donovan se dispara y agarra la parte
delantera de la camisa de su hermano. Lo empuja hacia la puerta
aún abierta.
—Jodidamente no la mires. — gruñe Donovan, y suelto otra
carcajada. Está tan enojado, pero su ladrido no muerde.
— ¿No la mires? — Tidas se ríe conmigo. — ¿Huelo a pastel?
—Es mi pastel. Deja de joder.
—Me encanta el pastel. — Tidas intenta volver a entrar en la
casa a empujones, pero Donovan vuelve a agarrarlo.
—Hay pastel más que su iciente. — Me apresuro a tocar el brazo
de Donovan antes de que los dos se enzarcen en una verdadera
pelea.
—Es mi pastel. — refunfuña Donovan mientras suelta a su
hermano, solo para agarrarme. Me atrae hacia su gigantesco
cuerpo, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura.
—Espera un segundo, tú entregas el correo. — dice Tidas, y su
sonrisa se amplía. —Tanta mierda se está acumulando ahora.
—Cuida tu boca delante de ella. — vuelve a gruñir Donovan.
—Has dicho 'joder' hace dos segundos. — Tidas levanta las
manos. —Ahora sí que lo has perdido. — Sacude la cabeza, pero
lucha contra una sonrisa. — ¿Y qué hay del pastel? — Donovan se
lanza por su hermano, que salta hacia atrás fuera de su alcance
antes de girar y salir por la puerta principal.
—Siempre quise un hermano. — admito.
Donovan sigue mirando por la puerta a la espalda de su
hermano. Creo que la única razón por la que no lo ha perseguido
es porque todavía tiene su brazo alrededor de mí. Alargo la mano
y empujo la puerta para cerrarla.
—Los hermanos no son todo lo que se dice. — Suelta el brazo,
cerrando la puerta esta vez.
—Pero es un buen hombre, ¿verdad?
— ¿Por qué? — Se gira, cruzando los brazos sobre el pecho y
bloqueando la puerta principal. Nadie entra ni sale en este
momento.
— ¿Por qué? — Repito. Eso no es realmente una respuesta a mis
preguntas.
— ¿Tienes algo con mi hermano? — suelta.
— ¡¿Qué?! No. — Donovan baja los brazos, y la chaqueta que aún
sostiene cae al suelo mientras se mueve sobre sus pies. De
repente, me doy cuenta de lo que está pasando aquí. —Donovan,
hace meses que estoy locamente enamorada de ti. — Sus ojos se
abren un poco. — ¿Por qué crees que te agarré ahí y te besé tan de
repente? Me moría por besarte. Puede que esto te sorprenda, pero
no agarro a los hombres y los beso.
—Mejor que no. — refunfuña, y doy un paso hacia él.
—Nunca he besado a nadie antes. — admito tímidamente. Si
Donovan va a enfrentarse a algunas de sus inseguridades y quizá
incluso a sus miedos, yo también voy a exponerle algunas de mis
verdades.
— ¿Cómo es posible?
—Es un pueblo pequeño. ¿Quién quiere besar a alguien que todo
el mundo ha besado? — Arrugo la nariz. —No has besado a nadie
más de Hollow Oak, ¿verdad? — Sé que solo me estoy burlando de
él, pero aun así los celos se apoderan de mí con solo pensarlo.
Puede que Donovan no sepa lo atractivo que es, pero las demás
chicas del pueblo sí.
—No. — ladra.
— ¿Dejas que alguna te bese? — Me presiono contra él.
—Me estás tomando el pelo.
—Quizá un poco. — Su dura polla me aprieta por delante y noto
algo húmedo.
—Tengo que cambiarme. — Sus mejillas están rosadas mientras
mira al suelo.
— ¿Te has corrido antes? — Veo cómo las mejillas de Donovan se
sonrojan aún más y asiente.
—Llevo mucho tiempo queriendo probarte, sunshine. Mi control
no es muy bueno.
Me di cuenta de eso. Cuando le dije que me devolviera el beso, se
puso nervioso. Lo que sea que lo había estado reteniendo se
liberó, y inalmente tomó lo que había estado deseando.
—Todavía estás duro. — Me relamo los labios.
—Me cambiaré y comeremos pastel. — Ignoro su comentario
mientras voy por el botón de sus pantalones.
No me detiene mientras le doy un tirón de los pantalones y me
arrodillo frente a él. Esta intensa necesidad de dar placer a este
hombre y de que vea lo mucho que lo deseo me hace superar
cualquier timidez. Además, el hecho de que se haya corrido sobre
sí mismo mientras me chupaba me hace sentir muy sexy.
—Sunshine. — me advierte.
—Me encanta que me llames así. — Quiero ser su sol más que
nunca.
Gime cuando envuelvo mi mano alrededor de su polla y empiezo
a bombear. Sabía que sería grande. Lo había sentido presionado
contra mí, pero maldita sea. No tengo ni idea de cómo va a caber
dentro de mí porque va a ser di ícil que mi boca lo envuelva.
Una gota de semen gotea de la punta de su polla, y paso la lengua
por ella, saboreando lo que le hago. Suena otro gemido, y sé que
voy a ser adicta a hacer que más de esos sonidos salgan de su gran
cuerpo.
Se apoya en la puerta, y abro la boca y lo acojo en mi interior.
—Sunshine. — gime, cogiendo mi trenza y enrollándola en su
mano. Me aprieta el puño mientras empiezo a mover la cabeza de
un lado a otro. —Joder. — gime cuando lo llevo hasta el fondo de
mi garganta.
Los sonidos que emite mientras lo chupo me vuelven loca y, sin
pensarlo, mi mano libre se introduce en mis vaqueros. Mis dedos
se dirigen rápidamente a mi clítoris y lo frotan, buscando alivio.
— ¿Te estás tocando? Jódeme. No voy a durar. — Ya somos dos.
No tengo ni idea de cómo estoy a punto de correrme otra vez,
pero lo hago. —Te vas a correr conmigo, ¿verdad?
No me lo está preguntando, me lo está diciendo. Siento un fuerte
tirón de mi trenza y gimo alrededor de su polla, mirándolo
ijamente.
—Ahora. — dice con los dientes apretados mientras empuja
hacia delante y su polla golpea el fondo de mi garganta.
Me corro igual que cuando estábamos en la cocina. Cuando el
interruptor de su interior se activa y toma el control, mi cuerpo se
pierde para él. Soy suya para que me tome.
Su descarga estalla en mi boca y me apresuro a tragarla
mientras mis dedos frotan el resto de mi orgasmo. Cuando me saca
la polla de la boca, empiezo a caer hacia atrás, sin fuerzas. Los
fuertes brazos de Donovan se acercan para acunarme, se inclina y
me coge en brazos.
Me acurruco mientras un torrente de emociones me invade.
Cuando se sienta en el sofá y me besa la cabeza, cierro los ojos.
Me está cuidando y no quiero que deje de hacerlo.
Capítulo 8

Donovan

—Tengo que levantarme. — dice Gracie con sueño contra mi


cuello.
— ¿Por qué? — La abrazo con más fuerza, sin estar dispuesto a
dejarla ir.
—Prometí que ayudaría en el laberinto de maíz esta noche.
— ¿Qué es eso?
Me mira y sonríe, ladeando la cabeza. —Realmente no eres de
por aquí, ¿verdad? — Niego y ella me da un beso en la mejilla. —
Está en la vieja granja de los Witlock. Cultivan más de un acre de
maíz cada año solo para hacer el laberinto de maíz. Los granjeros
locales vienen y venden calabazas y otras cosas, y hay paseos en
carruajes para los niños. Es muy bonito, y todo el dinero se destina
al banco de alimentos local. Me gusta ayudar cuando puedo, y esta
noche les falta personal.
—Oh. — Ya me estoy preguntando cuánto tiempo va a estar ahí y
si puedo ir con ella y esperar.
— ¿Quieres venir?
—Sí. — respondo inmediatamente, y suelta una risita.
—Quizá quieras pensarlo. Se supone que tengo que estar ahí
hasta el anochecer, cuando empiezan el laberinto encantado. No lo
hacen durante el día porque no quieren asustar a los niños
pequeños.
Pero por la noche lo hacen espeluznante, y no hay manera de
que me meta en él entonces.
— ¿Te dan miedo los laberintos de maíz encantados? — Le
aprieto el costado, burlándome de ella. — ¿Incluso si estuviera
contigo?
—Bueno, probablemente no contigo a mi lado. Eres más alto que
el maíz, así que probablemente podrías ver por encima de él.
—Entonces iré si haces el laberinto conmigo esta noche. —
Acaricio mi nariz contra su cuello, inhalando su dulce aroma.
—De acuerdo, pero si me asusto tienes que llevarme a caballito.
—Entonces me aseguraré de que te asustes. — le susurro al oído,
y se estremece.
Su teléfono zumba con un mensaje de texto en su bolsillo
trasero, y cuando lo comprueba, dice que tenemos que irnos
pronto.
Me aseguro de que ambos comamos un poco de su pastel y luego
me la como una vez más antes de irnos.
—Van a saber lo que he estado haciendo. — dice en el espejo
retrovisor de mi camioneta mientras se acaricia las mejillas
sonrojadas.
—Bien, entonces sabrán que eres mía. — La mirada que me
dirige es caliente y necesitada mientras se muerde el labio. —No
me hagas doblarte en esta camioneta y hacerlo de nuevo. — Me
relamo los labios, desesperado por eso.
—Quizá después de que se ponga el sol. — bromea mientras se
inclina y me besa.
Me encanta cómo no duda en mostrar su afecto, y después de
haber estado sin él durante tanto tiempo, me siento egoísta por
una atención extra. Cuando intenta apartarse, gruño y la abrazo,
besándola un poco más. Cuando me alejo, sus párpados están
pesados y me mira ijamente a la boca como si no pudiera creer
que siga teniendo tanta hambre de ella.
—Tenemos que salir de esta camioneta antes de que te salte
encima. — Su mano se mueve entre mis piernas para frotar mi
polla, y gimo.
—Si sigues haciendo eso, te follaré en el capó, donde todo el
pueblo puede ver. — Le lamo la comisura de los labios y jadea. —
Vamos, cariño. Enséñame lo que hay que hacer.
Salgo de la camioneta, me bajo el sombrero y camino hacia el
otro lado para ayudarla a bajar. Una vez que está de pie, le doy una
palmada en el culo y luego tomo su mano en la mía. Maldita sea, se
siente tan bien estar con ella que apenas he pensado en mis
cicatrices.
La forma en que Gracie me mira me hace sentir completo, y me
pregunto si me dejará estar con ella siempre.
— ¿Papá? — dice Gracie cuando nos detenemos en el registro.
—Hola, pumpkin, me acaban de decir que estarás aquí esta
noche. — dice mientras una mujer se acerca a él.
—Hola, Evy. — dice Gracie y luego me aprieta la mano mientras
me mira. —Donovan, este es mi padre Joseph y su amiga Evy.
—Encantado de conocerlo, señor. — digo y extiendo mi mano a
ambos. —Señora.
—No sabía que estarían aquí. — dice Gracie, y observo cómo Evy
se acerca un poco a Joseph y le pone la mano en la espalda.
—Fue una decisión de última hora. — Joseph mira a Evy y luego
a Gracie y se aclara la garganta. —Bueno, ha sido un placer
conocerte, Donovan, pero ahora vamos a dirigirnos al laberinto. —
Levanta sus boletos y luego se apresura hacia los tallos de maíz.
—No quiere que sepa que tiene novia. — susurra Gracie.
— ¿Por qué?
Se encoge de hombros mientras me conduce a través de la
entrada y a una casita que está preparada para vender sidra y
manzanas de caramelo. —No lo sé. Tal vez porque siempre he
cuidado de él, y ahora tiene a otra persona para hacerlo.
— ¿Te pone triste? — Me detengo y se gira para mirarme.
—No. — Sonríe suavemente y sacude la cabeza. —Me hace muy
feliz que por in haya encontrado a alguien con quien pasar su
vida.
— Se pone de puntillas y me besa a la vista de todos. —Todo el
mundo merece ser amado.
Es como si me hablara directamente al corazón mientras asiento
y la atraigo hacia mí para abrazarla. Los abrazos de Gracie me
hacen sentir calor en mi interior, donde he estado vacío. Siento
que si la abrazo lo su iciente, volveré a estar completo.
—Vamos, déjame enseñarte a hacer las mejores manzanas de
caramelo de la ciudad.
—Estas son las únicas de la ciudad, ¿no? — Me burlo, y asiente.
—Por eso son las mejores.
Pasamos la mayor parte de la tarde y la noche en la casita, yo
haciendo manzanas y palomitas mientras Gracie habla con cada
persona como si fueran viejos amigos. Puede que algunos lo sean.
Siempre me presenta con orgullo en su voz y con una sensación
de aprecio. Me hace sentir muy bien aunque no recuerde a
ninguna de las personas que me presenta. Lo único que sé es que
cuanto más tiempo estoy con Gracie, menos quiero estar lejos de
ella.
—Hola, Gracie, estamos aquí para hacernos cargo. — dice una
mujer mientras llama a la puerta. Un hombre a su lado lleva más
refrescos, y menos mal, porque se ha agotado casi todo.
—Gracias, Lou-Anne. Ha habido mucho trabajo, pero estoy
segura de que esta noche habrá más trabajo.
—Siempre es así cuando se pone el sol.
Nos apartamos de su camino y Gracie les cuenta todo lo
importante mientras yo espero a su lado. No puedo evitar mirarla
cuando habla porque está muy contenta. Es contagiosa, y hoy me
encuentro sonriendo más que desde todos los años posteriores a
mi accidente.
—Buenas noches. — le dice a la pareja mientras se gira hacia mí
y se pone de puntillas. — ¿Preparado para irnos?
—Oh no, no te vas a librar tan fácilmente. — le digo y la atraigo
contra mí. —Vamos, será divertido.
—Si tú lo dices, grandulón. — arrebata un pequeño mapa de la
mesa mientras la atraigo contra mí y caminamos hacia el
laberinto.
El sol se ha puesto por completo y ya puedo oír a algunas
personas chillando en la distancia. Sonrío cuando la veo saltar
cuando un tallo de maíz le roza el tobillo.
—Te tengo. — le digo contra su oreja y tiro de ella hacia mi
frente.
En ese momento, alguien salta desde la esquina y Gracie grita.
Después de que el tipo sale corriendo, se ríe y se gira en mis
brazos para golpearme juguetonamente en el pecho.
—Deja de reírte de mí.
—Te estás riendo de ti misma. — Me inclino y la beso en los
labios antes de que pueda discutir conmigo.
—Esto es espeluznante. — dice contra mis labios mientras
aprieta sus curvas llenas contra mis líneas duras.
— ¿Eso te excita? — Mi mano baja por la parte trasera de sus
vaqueros y le toco el culo.
— ¿Quizás un poco? — mira a su alrededor y luego vuelve a
mirarme. —Aquí no podemos.
— ¿Con ías en mí? — Pregunto, y asiente. —Sígueme.
Compruebo el mapa y veo una sección del maizal alejada del
sendero, y la llevo hasta ahí. Este no es el lugar donde vamos a
follar por primera vez, pero estoy tan ansioso por hacer que se
corra como ella por correrse.
Capítulo 9

Gracie

Donovan me mantiene arropada a su lado mientras se adentra


en el laberinto de maíz. Hace unos años, mi padre intentó que
entrara con él, pero me acobardé. Con Donovan, accedí fácilmente,
y en este momento creo que dejaría que me llevara a cualquier
parte. Sobre todo si me abraza como lo está haciendo ahora.
Me sorprendió lo rápido que se había corrido conmigo hoy. A
decir verdad, por mucho que me guste hacer esto, quería
quedarme con él. Ni en un millón de años pensé que se lanzaría a
acompañarme.
No con la forma en que nunca parece ir a ninguna parte. Nunca
lo había visto en la ciudad. Excepto la noche de la despedida de
soltera, y estuvo dentro de un coche todo el tiempo.
Se pasea por el laberinto como si hubiera estado aquí antes. Es
un hombre con la misión de dejarnos solos, y no puedo decir que
no esté de acuerdo. Oigo a algunas personas gritar y reír en algún
lugar dentro del laberinto, no muy lejos de nosotros.
— ¡Ah! — Un hombre con una máscara de Jason salta de repente
con una falsa motosierra levantada sobre su cabeza. Está casi
encima de nosotros cuando rompe el muro de maíz. Me aprieto al
lado de Donovan, recordándome que todo esto es falso. Antes de
que me dé cuenta, la mano de Donovan se levanta y agarra la
muñeca del hombre. La motosierra cae al suelo y el sonido se
detiene. El hombre retrocede a trompicones unos pasos antes de
caer de culo.
—No te acerques tanto. — le gruñe Donovan.
—Mierda, lo siento. No me di cuenta de que estabas ahí. —
Donovan se inclina y coge la motosierra falsa, devolviéndosela
mientras se pone en pie. —Hombre, has sido rápido.
Realmente lo fue y ni siquiera se inmutó. Reaccionó sin pensarlo
como un luchador profesional o algo así. Lo miro ijamente,
dándome cuenta de que no tengo ni idea de a qué se dedica. Está
claro que tiene dinero, ya que ha construido esa casa nueva. Me he
asomado a su despacho y hay tres pantallas de ordenador en su
enorme escritorio.
Debe hacer algo con tecnología.
—Ten más cuidado. — La voz de Donovan está llena de
autoridad, haciendo que mis pezones se tensen.
—Por supuesto, señor. — acepta el hombre rápidamente. —
¿Estás bien, Gracie? — No es hasta que Timmy dice mi nombre que
me doy cuenta de que es él. Debería haberlo sabido por sus
zapatillas Converse que tienen garabatos por todas partes, pero
está empezando a oscurecer.
—Está bien. — gruñe Donovan, y Timmy se sube la máscara.
— ¿Eres nuevo en la ciudad? — Examina a Donovan y lucho
contra una risa. Timmy es alto pero delgadísimo. Un buen viento
podría acabar con el chico.
—Es el hermano de Tidas. — Las cejas de Timmy se juntan. — El
nuevo abogado junto a la tienda de Val.
—Ahh. Cierto. Construyeron esas lujosas casas en las afueras de
la ciudad. — Timmy conecta los puntos.
—Encantado de conocerte. — dice Donovan. —Si no te importa,
voy a enseñarle a mi chica el laberinto. — Le hace un gesto a
Timmy para que se aparte. —Seguro que tienes gente a la que
asustar.
—Claro. — Timmy se aparta de un salto y me muerdo el interior
de la mejilla para no reírme.
—Mi héroe. Has asustado a la persona que se suponía que nos
iba a asustar. — suelto una risita cuando nos alejamos lo su iciente
de Timmy para no avergonzarlo.
—Le gustas.
—Le gusto a la mayoría de la gente. Soy encantadora. — bromeo.
—Le gustas. — vuelve a decir, y niego.
—Es a su hermano mayor a quien le gustaba. — corrijo, todavía
en tono de burla.
— ¿Está muerto?
— ¿Qué? ¿Por qué preguntas si está muerto?
—Has dicho que le gustabas.
—Oh. — Deslizo mi mano por la capucha de Donovan mientras
nos sigue guiando por el laberinto. Quiero sentir su piel
presionada contra la mía, aunque solo sea mi mano. —No, se fue a
la universidad.
Va a hacer un máster, creo.
—Entonces todavía le gustas. Nada de “le gustabas”.
—Me invitó a salir en el instituto. — me río. —Eso fue hace años.
—Pueblos pequeños. — Sacude la cabeza. —No creo que vaya a
disfrutar encontrándome con tus ex.
—Creo que estarás bien. — La única respuesta de Donovan es un
gruñido. Empieza a acelerar el paso, moviéndose más rápido por
el laberinto. — ¡Donovan! — Me río. —Mis piernas son cortas. —
Otro gruñido lo abandona, pero esta vez suelta su agarre sobre mí
solo para arrojarme en sus brazos.
—Ya está. — Vuelve a gruñir. Lo rodeo con los brazos, pero
intento liberar mis piernas de su agarre.
—Déjame ir. — Me mira, claramente sin querer hacerlo. —Con ía
en mí. —Sigue sin querer soltarlas, pero lo hace. Me muevo cuando
suelta su agarre y las envuelvo alrededor de él. Sus manos se
dirigen a mi culo para que me acople a su gran cuerpo. — ¿Te estás
poniendo celoso? — Ralentiza sus pasos y me doy cuenta de que
hemos llegado a un punto muerto. Tal vez este era su plan desde el
principio.
— ¿Cómo no voy a estar celoso, sunshine? Eres preciosa. Incluso
antes del accidente no podía tener una chica tan impresionante
como tú. — Se pone de rodillas y su dura polla presiona mi sexo.
—No me lo creo ni por un segundo. — Le quito el sombrero y lo
tiro a un lado para poder pasarle los dedos por el pelo. —Con o sin
cicatriz, eres muy sexy. Puede que no quieras oír esto, y puede que
me resulte terrible admitirlo, pero la cicatriz es sexy. No miento. —
Le beso la ceja por donde pasa parte de ella y luego bajo a su
mejilla para besar más. —Hay una oscuridad en ti que me atrae.
—Gracie.
—No me gusta que uses mi nombre. — Aprieto mi boca contra la
suya. —Puedo demostrártelo, Donovan. Que me excitas como
ningún otro lo ha hecho. — Aprieto su polla, luchando contra mi
timidez y queriendo demostrárselo. —Eres el único hombre que
ha tocado mi coño. — Los ori icios nasales de Donovan se agudizan
y su agarre se hace tan fuerte que es casi doloroso.
— ¿Cómo es posible? — Su voz es tan áspera y cruda que se me
pone la piel de gallina.
—Eres la única persona que he querido que me toque. — Mi
espalda se apoya en el suelo mientras baja sobre mí, reclamando
mi boca. Gimo porque me encanta cuando se lanza. Fue lo mismo
en la cocina cuando le pedí que me devolviera el beso.
Donovan me sube la camiseta por completo antes de tirar de mi
sujetador. No hace falta mucho para que mis pechos se salgan de la
parte superior y su boca se aferre a mi pezón. Enlazo mis dedos en
su pelo mientras recorre con su boca mis pechos. Los lame y los
chupa a lo largo y ancho, sin dejar un solo centímetro sin tocar.
A continuación, sus manos tiran de mis vaqueros y me despojan
de ellos hasta dejarme prácticamente desnuda en el suelo frente a
él.
Lo único que puedo ver es a él, ya que su enorme cuerpo protege
todo lo que pueda haber detrás de él.
—Sácame. — me ordena.
Me inclino hacia arriba, abriendo el botón de sus vaqueros
mientras él se levanta sobre sus rodillas, y su polla se libera entre
nosotros en cuanto se baja la cremallera. ¿Va a follarme aquí
mismo?
¿Realmente lo he hecho llegar tan lejos? Me estremece saber que
tengo ese tipo de poder sobre él. Donovan es un hombre que
siempre tiene el control, pero parece que lo pongo a prueba.
Hay algo tan animal y crudo en la idea. También hay algo en
Donovan que me hace querer complacerlo. Si quiere follarme aquí
y reclamarme para que todos lo sepan, puede hacerlo. Estoy tan
excitada que no me importa nada más que él y yo en este
momento.
Donovan cae hacia delante. Utiliza un brazo para sujetarse
mientras se cierne sobre mí y guía la cabeza de su polla hasta mi
clítoris. Me sale un gemido cuando la arrastra de un lado a otro
por el sensible capullo, y levanto las caderas para moverme al
ritmo de él. El único punto de contacto que tenemos es su polla
entre mis labios inferiores, y solo con pensarlo estoy a punto de
llegar al orgasmo.
—Voy a marcarte. — dice entre dientes apretados.
—Por favor. — le ruego.
Su polla se desliza por la entrada de mi sexo, y la cabeza se
desliza fácilmente dentro de mí con lo mojada que estoy. Mi
cuerpo responde a la invasión apretando la cabeza de su polla,
manteniéndola en su sitio. Sus embestidas son super iciales y
apenas entran y salen mientras lleva su pulgar a mi clítoris.
Cuando lo presiona con irmeza, me pierdo, gritando su nombre.
Mi sexo se aprieta alrededor de su punta una y otra vez, y gime con
fuerza. Siento el calor de su liberación dentro de mí, y levanto las
caderas para obtener más.
Como si no pudiera soportarlo, saca la polla de un tirón y
derrama más semen sobre mi sexo y mi estómago. Sin pensarlo,
acerco mis dedos a su polla para ordeñar hasta la última gota
mientras lo froto en mi piel. Quiero sentir su olor por todas partes,
sentir su reclamo en mi piel. Suelta otro fuerte gemido y se le
escapa más semen.
—Mi sunshine. — susurra en la oscuridad.
Quizá debería tener miedo, pero eso es lo último que siento
cuando estoy con Donovan.
Capítulo 10

Donovan

—Sabes que no tienes que irte, ¿verdad? — Le digo a Gracie


mientras la atraigo para darle otro beso.
—Tengo que terminar mi ruta, pero ya prometí que volvería
justo después.
Han pasado tres días desde el laberinto de maíz, y he pasado
cada segundo obsesionado con Gracie. Especialmente cuando me
deja. Entiendo que todavía vive en casa con su padre y quiere ser
responsable, pero no puedo evitar ser egoísta.
—Quédate conmigo esta noche. — le ruego, enterrando mi cara
en su cuello.
—Oh, Dios, justo ahí. — gime mientras muevo mi mano bajo su
uniforme para pellizcar sus pezones.
—Quédate la noche conmigo y déjame tenerte en mi cama.
—Donovan. — empuja su pecho hacia mi mano, y lo pellizco de
nuevo antes de meter mi otra mano en sus pantalones cortos.
—Sunshine, vas a ensuciar tu uniforme estando tan mojada. —
Gime contra mi boca mientras le froto el coño. —Deberías
quitártelos y dejar que te limpie.
Justo cuando abre la boca, el walkie-talkie que lleva en la cadera
se dispara y envía un pico de frustración a mi polla. La alerta es de
la o icina principal, y seguirá sonando hasta que responda.
—Aquí Gracie. — chilla, luego respira profundamente y trata de
controlarse.
—Hola, Gracie, ¿cuánto tardarás en volver? — dice alguien al
otro lado. —Llevas veinte minutos de retraso. ¿Está todo bien?
Me mira mientras me llevo los dedos a la boca y los lamo.
—Uhhh. — Sus ojos están entrecerrados, y sonrío mientras doy
un paso más.
—Gracie, ¿necesitas que te enviemos un camión?
— ¡No! — ladra y se endereza. —Estoy en camino. — Se abrocha
el walkie-talkie en el cinturón y me saca de la puerta con ella. —
Ven a despedirte de mí. Tengo que irme.
—Prométemelo. — Le doy un tirón del brazo y se queda corta.
— ¿Qué?
—Prométeme que volverás aquí y pasarás la noche conmigo. —
Sin dudarlo, la atraigo hacia mis brazos y la levanto del suelo. —
Cada vez que me dejas, se me rompe el corazón.
—Deja de hacerlo o lloraré. — Me da una palmada juguetona en
el pecho. —Mira, mi padre ha dicho que va a salir esta noche, y
estoy bastante segura de que es con Evy. Me escabulliré y traeré
una bolsa.
— ¿Lo prometes? — Levanto una ceja y asiente.
—Lo juro. — Me besa rápidamente en los labios una vez más
antes de salir corriendo por la puerta hacia su camión de correo.
Me quedo de pie en el porche viéndola marchar y contando los
segundos que faltan para volver a verla.
—Parece que alguien está enamorado. — Miro a mi hermano, al
que no he visto acercarse.
Estoy tan obsesionado con Gracie que podría pasar una
estampida y probablemente no me daría cuenta. —Sí. — acepto,
sin intentar negarlo. — ¿Por qué no estás en el trabajo? — Observo
el traje que lleva puesto siempre que entra en la o icina.
—Tengo un pequeño plan que estoy preparando. Solo necesitaba
venir a casa y hacer algunas llamadas.
— ¿Tiene algo que ver con esa chica que lleva la tienda de
vestidos?
—Desde luego que sí. — Sonríe con picardía. —Y voy a necesitar
tu ayuda.
—Hmmm. — digo, sin estar realmente de acuerdo hasta que
escucho de qué se trata.
—No te preocupes, no es nada descabellado, solo estoy
planeando casarme con ella en el festival de otoño sin que lo sepa.
Antes de que pueda procesar lo que está diciendo, un ladrido de
risa me abandona. Desde luego, mi hermano está haciendo algo
totalmente ridículo por la única mujer que ha conseguido por in
ponerlo del revés. Al darme cuenta de esto, no puedo evitar pensar
que no es una mala idea. Me pregunto qué habría que hacer para
hacer esto a Gracie.
—Te haré saber lo que necesito de ti más tarde. Tengo que volver
a la ciudad y molestar a mi futura esposa.
—Has perdido la cabeza, lo sabes, ¿verdad?
—Oh, totalmente. — Sonríe mientras pone su mano sobre su
corazón. —Es increíble.
Después de eso, mi hermano se va y yo reviso los caballos.
Ginger y Cookie están muy bien, y me encargo de todo en el
establo.
Estoy pensando en Gracie y en las ganas que tengo de verla
cuando suena el móvil en mi bolsillo trasero. Voy a cogerlo, pero la
recepción en el establo no es muy buena y, en cuanto veo que es
Gracie, se corta.
Intento llamarla de nuevo, pero no se conecta. Normalmente me
manda un mensaje de texto, pero puede que eso tampoco funcione
aquí. Caminando hacia la casa, veo cuando vuelvo a tener servicio
y marco una vez más.
—Donovan.
La forma en que dice mi nombre hace que se me erice el vello de
la nuca. —Sunshine, ¿dónde estás? ¿Estás bien?
—Estoy de camino al hospital. Es mi papá. — Suena como si
tuviera lágrimas en los ojos, y ya estoy corriendo dentro de la casa
para agarrar mis llaves.
—El trabajo estaba intentando que volviera para que pudieran
decírmelo. Se ha desmayado y se lo están llevando por precaución,
pero tengo miedo.
—Ya voy, sunshine. ¿Estas conduciendo?
—No. — olfatea. —Uno de mis compañeros de trabajo me va a
llevar. ¿Puedes encontrarme ahí?
—Ya estoy en camino. Estaré ahí esperándote. — Mi pie pisa el
acelerador mientras salgo de mi camino y me dirijo al hospital. —
Mantén la calma, Gracie, todo va a salir bien. — Quiero decirle que
la amo, pero no parece el momento adecuado. —Todo va a estar
bien.
Tal vez si lo digo lo su iciente será verdad, y haré todo lo que
esté en mi mano para que así sea. Sé lo mucho que Gracie quiere a
su padre, y cuando me habló de su diabetes supe que eso era una
parte importante de por qué seguía en casa con él y no vivía sola.
Pase lo que pase ahora, sé que estaré ahí para ella de cualquier
manera que pueda.
Capítulo 11

Gracie

Un poco de alivio me invade cuando veo a Donovan de pie en la


sala de espera de urgencias. Se ha adelantado a mi llegada al
hospital y trato de no llorar mientras me precipito hacia él. En
cuanto me ve, viene directamente hacia mí y me envuelve en sus
brazos. Me abraza con fuerza y me hace sentir segura.
—El médico va a salir en un segundo. — Levanto la cabeza de
donde la he enterrado en su pecho, respirando su familiar y
reconfortante olor. —No quisieron decirme nada, pero exigí hablar
con alguien. — dice antes de que pueda preguntar cómo consiguió
la información.
—Gracias.
Se inclina y me besa suavemente en la frente. Mi dulce hombre,
que apenas salía de casa, se muestra una vez más por mí. Vuelvo a
recostar la cabeza contra su pecho y me sumerjo en su comodidad.
Estoy tan acostumbrada a ser la única que cuida de mi papá. Es
agradable que alguien encuentre respuestas y tome el control.
Sé que mi padre no quiere que sea así con nosotros. También
cuida de mí, pero cuando se trata de su salud, estoy más pendiente
que él. Me pregunto si en los últimos días me he descuidado de
alguna manera.
Intento recordar si he abastecido la nevera o si no tenía la
comida adecuada. ¿Me había olvidado y él había salido a comprar
algo que no debía? Tal vez se excedió con los dulces y luego,
posiblemente, se excedió de nuevo con su insulina.
Mi mente va a toda velocidad y se pregunta en qué me he podido
equivocar. Creo que esta mañana no le he preguntado sus cifras,
como siempre hago cuando preparo el café. El sentimiento de
culpa empieza a agobiarme mientras repaso nuestra conversación.
— ¡Gracie! — Levanto la cabeza para ver a Evy entrando a toda
prisa por las puertas del hospital. Tiene la cara manchada y los
ojos rojos como si hubiera estado llorando. Estoy segura de que
tengo el mismo aspecto. — ¿Te has enterado de algo? Lindsey me
ha llamado.
— admite. Me preguntaba cómo se había enterado de que mi
padre estaba aquí. Lindsey trabaja en la estación de policía y son
primas.
—No, no hemos oído nada. — respondo.
Todos nos giramos cuando se abren las puertas que dan al fondo
de la sala de urgencias. El médico junto con nuestro vecino Rider
salen caminando. Rider fue quien llamó al 911. Mi padre y Rider a
veces trabajan juntos en coches viejos. Estoy muy agradecida de
que tuvieran planes esta tarde o quién sabe cuándo podría haber
llegado a casa y encontrar a mi padre. Con todo el tiempo que he
estado pasando con Donovan, no estoy segura de cuándo podría
haber sido.
Oh Dios, no quiero ni pensar en ello.
—Está bien. — dice Rider en cuanto me ve.
—Estará bien. — asiente el doctor. —Soy el doctor Wilton. — Me
tiende la mano para que la tome.
Toma la mía y luego la de Donovan. Evy se retuerce las manos
mientras se mueve de un pie a otro. Está tan nerviosa como yo. Se
me ocurre que estaría un poco enojada si le pasara algo a Donovan
y no pudiera obtener respuestas. Tendría que esperar a que otras
personas me las consiguieran, lo que sería horrible.
— ¿Qué ha pasado? — Evy interviene. Sus ojos se mueven entre
el médico y yo. Sé que no está tratando de pisar mis pies. Quiere
respuestas, y no la culpo.
—Se volvió hipoglucémico. — Dejo escapar un suspiro.
—Se inyectó la insulina dos veces. — digo, conectando los puntos
por mi cuenta. Tenía la sensación de que era eso.
— ¿Hipoglucemia? ¿Insulina? — Evy empieza a llorar. Las
lágrimas caen por sus mejillas. No conozco mucho a Evy. Vino a
Hollow Oak hace unos años y se mudó con su prima. Se hizo cargo
de la biblioteca cuando la señora Walker se jubiló.
— ¿Mi padre no te ha dicho que es diabético? — Mis palabras le
secan las lágrimas. Sus labios se fruncen y sé que ahora está
enojada.
Niega.
Donovan me rodea la cintura con su brazo en un abrazo
reconfortante.
—Sí, tu padre dijo que cree que se puso la insulina dos veces. —
El médico con irma mis pensamientos.
— ¿Puedo verlo?
—Puedes volver ahora, pero voy a hacer que lo suban a una
habitación por la noche para vigilarlo.
— ¿Hay algo más que deba saber? — Pregunto, mi pánico
empieza a aumentar de nuevo.
—Solo quiero vigilarlo para estar seguro. Su endocrinólogo va a
venir a primera hora de la mañana.
—El Dr. Lawing.
—Sí. Cuando el Dr. Lawing dé el visto bueno mañana, le daremos
el alta.
—Gracias, Dr. Wilton.
—Por supuesto. Déjenme acompañarte de regreso.
Todos seguimos al doctor de vuelta a través de las puertas, y en
el momento en que retira la cortina, corro hacia mi papá. Está
sentado en la cama y parece estar bien. Lo rodeo con mis brazos en
un fuerte abrazo, intentando no pensar en lo malo que podría
haber sido.
—Lo siento. — Lucho contra las lágrimas, no queriendo
disgustarlo.
— ¿Por qué lo sientes? Esto es culpa mía, Gracie. — resoplo,
dando un paso atrás.
Los ojos de mi padre pasan por encima de mi hombro y se
ensanchan un poco antes de que sus mejillas se ruboricen. Miro
por encima del hombro para ver a Evy mirándolo.
—Creo que no te he pedido tus números esta mañana. ¿Qué has
comido esta mañana? ¿Y el almuerzo? ¿Has almorzado? ¿Por qué
crees que necesitas tanta insulina? ¿Cómo puedes olvidar que ya
tomaste una dosis? ¿Por qué...?
—Sunshine. — Los labios de Donovan presionan mi oído. —No
pasa nada. — Su brazo me rodea por detrás y me aleja de la cama
solo un poco. Evy se adelanta y abraza a mi padre. —Respira. — Me
besa en la concha de la oreja y asiento, respirando profundamente
para calmarme.
—Muy bien, señor Hall. Vamos a hacer que lo trasladen arriba.
—No necesito quedarme a dormir. Ya se lo he dicho al otro
médico. — Papá trata de alejar a la enfermera.
—Te vas a quedar y es de initivo. — dice Evy antes de que pueda
decir nada.
—De acuerdo. — papá le da la razón rápidamente. ¿Qué
demonios? Habría sido una pelea de diez minutos para mí, pero lo
que sea funciona.
— ¿Crees que hay una silla en la habitación? Iré por una bolsa y
volveré para pasar la noche. — digo, y el brazo de Donovan se
estrecha alrededor de mí.
—No hace falta que te quedes, cariño. — dice papá.
—Pero necesitas...
—Me quedaré. — declara Evy, y abro la boca para protestar, pero
la cierro rápidamente.
No estoy segura de cómo manejar esto. Si fuera Donovan estaría
igual, así que intento tenerlo en cuenta. No estoy acostumbrada a
este cambio, pero me gusta ver a otra persona tan preocupada por
la salud de mi padre como yo.
—Y me llevaré a Gracie a casa. — dice Donovan, y mi padre le
sonríe.
—Te lo agradecería, Donovan. Gracias. — Papá asiente.
—Ahora que ya tenemos todo resuelto, es hora de trasladarte. —
anuncia la enfermera mientras sube la barandilla lateral de la
cama.
—De acuerdo. — Me acerco y le doy otro abrazo a mi papá. —
Volveré mañana. — Le doy un beso en la mejilla.
—Te quiero, pumpkin. — me devuelve el beso.
—Yo también te quiero, papá. — digo antes de que Donovan me
coja de la mano y me lleve afuera del hospital.
— ¿Quieres ir a buscar algunas cosas a tu casa? — me pregunta,
y me encojo de hombros. —De acuerdo. — Roza su boca con la mía.
—Todo está bien, sunshine. — intenta tranquilizarme Donovan.
Me obligo a sonreír porque me gustaría que eso fuera cierto. Lo
arruiné hoy. Mi papá está acostumbrado a que lo cuide, y me he
equivocado. Podría haberlo perdido, y me duele el corazón al
pensarlo.
Si no lo cuido, podría perderlo. Pero si tengo que pasar mi vida
cuidando de mi papá, podría perder a Donovan. La idea de estar
sin ninguno de los dos es demasiado, y cierro los ojos. No estoy
preparada para elegir.
Capítulo 12

Donovan

Gracie está callada durante todo el trayecto hasta su casa y


mientras hace la maleta. No es hasta que llegamos a mi casa y deja
la maleta en la cama cuando veo la verdadera tristeza en sus ojos.
Parece reacia a estar aquí, pero tal vez porque su papá pasa la
noche en el hospital y no quiere estar sola.
—Oye. — le digo en voz baja, y ella se gira de la cama para
mirarme. — ¿Pre ieres quedarte en tu casa esta noche? —
Considero que su cama gemela está en su habitación, y ni siquiera
me importa que sea demasiado pequeña para los dos. —Podría
dormir en el suelo.
Sonríe, y veo lágrimas en sus ojos antes de acercarse y rodearme
con sus brazos. —No, quiero quedarme aquí esta noche. Quiero
estar contigo en esta cama.
—Va a estar bien. — la tranquilizo, y asiente contra mi pecho. —
Dime qué pasa dentro de ese corazón tuyo, sunshine.
Se encoge de hombros y le doy un beso en la cabeza, esperando a
que responda.
—Siento que lo he defraudado. Tendría que haber comprobado
su estado, tendría que habérselo recordado, tendría que...
—Shhh. — La freno en su espiral y la oigo resoplar. —Eres una
buena hija y una mujer increíble. Tu padre no está enfermo
porque tú hayas hecho algo malo. La gente se olvida, sunshine.
—Podría haber muerto.
—Podría haber muerto en el coche de camino al hospital. — Mis
manos se tensan alrededor de ella al pensarlo, pero necesito que
entre en razón. —Mírame. — Cuando por in levanta la barbilla y
sus ojos se encuentran con los míos, le quito las lágrimas. —No voy
a ir a ninguna parte, y él tampoco.
—Pero qué pasa con...
Sacudo la cabeza. —Puedes jugar al juego de los “y si” todo el
día. Lo sé porque lo hice. — Me encojo de hombros mientras ella
espera que me explique. —Nunca me has preguntado cómo me
hice las cicatrices.
—No quería ser grosera. — Eso provoca una pequeña sonrisa en
ella.
—Cuando trabajaba en el FBI, había un gran caso en el que
llevábamos años. — Sus ojos se abren de par en par por la
sorpresa.
—Me pasaba meses siguiendo a un sujeto solo para llegar a un
callejón sin salida y luego tener que volver y empezar otra pista. Se
trataba de un cártel de droga clandestino que utilizaba a personas
inocentes para hacer funcionar su producto sin que lo supieran.
—Oh, Dios, ¿cómo?
—La mayor parte de la información sigue siendo clasi icada,
pero era a través de talleres de carrocería y concesionarios de
automóviles.
Era casi imposible averiguar quién estaba realmente limpio y
quién estaba ahí encubierto. — Suspiro, pensando en esa anoche.
—Alguien iltró a los federales sobre un cargamento de coches
nuevos que llegó tarde a los muelles. Dijeron que el cargamento
era el más grande hasta ahora, y que todos los jefes estarían ahí.
— ¿Fue una trampa? — Sus ojos se abren de par en par y sacudo
la cabeza.
—No, creo que por eso se estropeó tan rápido. No esperaban que
estuviéramos ahí, y cuando aparecimos les entró el pánico. — Toco
la suave piel de su mejilla, feliz de que sus lágrimas hayan cesado.
— Alguien se asustó y lanzó algún tipo de explosivo en mi
dirección.
Había varios barriles a mí alrededor, y recibí la mayor parte de
la metralla en la cara.
—Donovan. — Se acerca a mí, como si quisiera asegurarse de
que realmente estoy aquí.
—Los médicos no paraban de decirme lo afortunado que era de
estar vivo, pero todo lo que podía pensar era en el y sí. ¿Y si me
hubieran matado? ¿Y si debido a mis cicatrices no pudiera volver a
salir en público nunca más?
—Eso es muy triste.
—Puedes quedarte aquí y pensar en lo que podría haber sido.
Pero esa noche en los muelles me endureció y me dejó frío. —
Sonrío y le paso el pulgar por los labios. —Hasta que un rayo de sol
llegó a mi vida cargando paquetes y llevando lazos en el pelo.
—Eso es muy dulce. — Se inclina hacia mi contacto.
—Y entonces el juego de los y si comenzó de nuevo. — Inclino su
barbilla hacia atrás y la beso suavemente. — ¿Y si encontrara el
amor de mi vida? — La miro directamente a los ojos y le acomodo
un mechón de pelo detrás de las orejas. — ¿Y si encuentro a la
mujer con la que me voy a casar?
Traga saliva mientras la miro ijamente y dejo que asimile todo
lo que estoy diciendo.
— ¿Y si tiene miedo porque cree que tiene que elegir entre
amarme y cuidar de su padre?
—Donovan, yo no...
—Nunca tendrás que hacer esa elección, sunshine. — La tomo en
mis brazos, la llevo a la cama y la acuesto sobre ella mientras me
acerco a ella. —Te amo y no me voy a ir a ninguna parte.
Antes de que pueda responderme, mi boca reclama la suya en un
beso abrasador que pretende demostrarle exactamente lo que
signi ica para mí. El amor puede ser solo palabras, pero también
quiero que sean acciones. Quiero que Gracie se sienta segura y
protegida sin importar el camino que tenga que recorrer. Mientras
me deje estar a su lado, eso es todo lo que necesitaré.
—Te quiero, sunshine. — digo contra sus labios mientras le
desabrocho los vaqueros y se los bajo por las caderas. —Toda tú.
Asiente y me ayuda a quitárselos junto con las bragas. Entonces
empieza a tirar de mi camisa al mismo tiempo que le quito la suya.
Los dos nos apresuramos, desesperados por estar piel con piel
mientras su mano se sumerge en mis calzoncillos.
—Fuera. — me exige mientras me empuja los calzoncillos por el
culo y mi polla se libera.
En pocos minutos, estamos desnudos y le abro las piernas. —
Necesito probarte. — gruño mientras abro sus piernas con el
hombro y voy directo a su coño. Tengo mucha sed y lo único que
me va a satisfacer es su dulce coño. —Como el puto azúcar. — gimo
mientras chupo sus labios inferiores y luego paso la lengua por
cada centímetro.
La quiero toda, y la quiero goteando para mi polla.
—Sé que no tomas la píldora. — digo mientras le meto dos dedos
y le chupo el clítoris.
—Oh, Dios.
— ¿Vas a dejar que me corra dentro de ti? — Se estremece
mientras sus manos se dirigen a mi pelo y me agarran con fuerza.
Mueve sus caderas contra mi cara y gime. —Me correré en ti si
quieres.
— Enrosco mis dedos dentro de ella tocando su punto secreto. —
Pero lo quiero aquí.
Con un movimiento de mi lengua sobre su clítoris, grita y
asiente. —Sí, dentro de mí. — Todo lo que puede hacer es jadear
mientras aprieta los ojos.
—Esa es mi chica. — Le cubro el coño con la boca y se lo chupo
mientras mi lengua rueda de un lado a otro sobre su sensible
capullo.
Está arañando las sábanas y luchando contra su orgasmo hasta
que no le doy otra opción que caer sobre el borde. Su grito es
fuerte, y me encanta cómo suena mi nombre en mis oídos.
Mientras su coño sigue apretando mis dedos, me siento y deslizo
mi polla por su humedad antes de introducirla por completo.
Jadea y abre los ojos, pero no me muevo. Me mantengo en lo más
profundo, dejando que su apretada vaina se acostumbre a la
intrusión.
Inclinándome sobre su cuerpo, le beso entre los pechos y luego
le chupo los pezones. Los picos están duros contra mi lengua y los
rozo con los dientes. Sigue gimiendo mi nombre mientras cambio
de un lado a otro, prestando a ambos la misma atención.
—Muévete, Donovan. Tienes que moverte. — levanta las caderas
en señal de invitación, y ahora es mi turno de gemir.
—Tan apretado. — siseo mientras me salgo un poco y vuelvo a
meterme. Sus ojos se cruzan con los míos mientras saco el pene
una vez más y vuelvo a introducirlo lentamente. Está caliente y
húmeda y es jodidamente perfecta.
—Te amo. — dice suavemente, rodeando mi cuello con sus
brazos.
—Yo también te amo, sunshine. — Mis labios se encuentran con
los suyos, y cuando siento su lengua rozando la mía, mi polla
palpita.
Joder, no voy a durar. Introduzco mis dedos entre nosotros y
rozo su clítoris, y se aprieta a mí alrededor. Su coño está muy
resbaladizo, pero sigo frotando mi nudillo contra él hasta que
siento que está cerca.
—Justo ahí. — Arquea la espalda y cierra los ojos mientras un
rubor le sube por el pecho y el cuello.
No le quito los ojos de encima para no perderme el momento en
que el placer se apodera de ella y le llega el orgasmo. Ver a Gracie
correrse con mi polla dentro es lo más bonito que he visto nunca, y
me lleva al límite con ella.
Mi polla late al ritmo de su coño mientras me corro y me corro
dentro de ella. Mis entrañas arden mientras hasta la última gota
que he hecho empapa su coño hasta el punto de chorrear por su
culo.
Nunca había sentido algo tan potente y tengo que jadear para no
desmayarme.
Los únicos sonidos son los de los dos intentando recuperar el
aliento mientras nos aferramos el uno al otro. Es tan tranquilo y
perfecto que no quiero que este momento termine nunca. No
quiero pasar ni un segundo lejos de la mujer que amo.
Capítulo 13

Gracie

— ¡Donovan! — Clavo mis dedos en su pelo mientras el orgasmo


me golpea. Su boca es implacable mientras me lleva al extremo del
puro placer. Tanto mi cuerpo como yo estamos locamente
enamorados de este hombre. Puede que no llevemos mucho
tiempo juntos, pero sabe leerme mejor que nadie.
Lentamente, abro los ojos para encontrarme con los suyos.
Apoya su cabeza en el interior de mi muslo, usándolo como
almohada.
También tiene una sonrisa de satisfacción en los labios. No
puedo darle una mierda por eso tampoco porque es piadoso con
esa boca.
Algún día me casaré con él.
—Buenos días, sunshine. — Gira la cabeza y me besa el interior
del muslo. Las cortinas del dormitorio se corren y toda la
habitación se inunda de luz.
—Mierda. — Intento incorporarme pero no consigo nada con
Donovan tumbado sobre mí. — ¿Qué hora es?
—Estás bien. He hablado con tu jefe esta mañana y he
comprobado con Evy. Relájate.
Me dejo caer de nuevo, procesando lo que está diciendo. —
¿Hablaste con mi jefe y con la novia de mi padre? — Puede que mi
padre no llame así a Evy, pero yo sí.
Bueno, si todavía están juntos. No puedo culparla si le dice que
se pierda en este punto. Tiene que arrastrarse y espero que lo
haga.
Está claro para mí que ella está enamorada de mi padre y se
preocupa por él profundamente. No creo que le haga mucha gracia
que un hombre me haga algunas de las cosas que le está haciendo
a ella. No necesita que la mantengan en la oscuridad.
—No te enojes conmigo. Estabas durmiendo así que me
encargué de algunas cosas. Necesitabas descansar.
—No estoy enojada. — Me agacho y le paso los dedos por el pelo.
—Gracias.
—Es un placer cuidar de ti. — Sube por mi cuerpo, y cuando me
besa, meto la mano entre nosotros y guío su polla hasta mi
abertura.
— Sunshine. Estás dolorida.
No hay lucha en sus palabras, pero está tratando de hacer lo
correcto. Realmente no lo estoy teniendo ahora porque lo quiero
dentro de mí. Quiero esa conexión.
—Me duele. — Envuelvo mis piernas alrededor de él y levanto
mis caderas, haciendo que su polla se deslice dentro de mí unos
pocos centímetros. —Me duele por ti. — Le mordisqueo el labio
inferior.
Cuando estoy con Donovan de esta manera, es fácil olvidarse de
todo lo demás, excepto de nosotros dos. El resto del mundo se
desvanece y solo existe la felicidad sin otras preocupaciones.
—No puedo decirte que no. — Gruñe mientras me penetra hasta
el fondo, y no puedo evitar el pequeño jadeo que me sale. —Gracie.
— Su voz es tan baja que me produce un escalofrío.
—No pares. — le ruego. El pequeño pellizco de dolor que sentí ya
ha desaparecido. Donovan es un hombre grande, y creo que me va
a llevar algún tiempo acostumbrarme a él, incluso ahora que no es
mi primera vez. Tampoco me voy a quejar de ello.
—Eres tan malditamente apretada y pequeña. Voy a tener que
acostumbrarte.
—Donovan. — Mi coño se aprieta alrededor de él. No solo me
gustan las cosas que la boca de Donovan puede hacerme, sino
también las cosas que dice. Me ponen igual de nerviosa.
—Te gusta la idea de que te penetre, ¿verdad? —Sigue entrando
y saliendo de mí. —Eso signi ica que tienes que estar en mi cama
todas las noches para poder irte a dormir con mi polla dentro de
ti. — Empuja y mis uñas se clavan en sus hombros. —Para que
puedas despertarte de la misma manera.
—Sí. — acepto, levantando las caderas para recibir cada uno de
sus empujones. Suena perfecto.
—Buena chica. Me alegra ver que estamos de acuerdo. — Estoy
demasiado perdida en el placer como para entender lo que quiere
decir. Sobre todo cuando sus dedos encuentran mi clítoris. Vuelvo
a gritar cuando otro orgasmo me golpea.
Donovan grita mi nombre mientras su liberación se derrama
dentro de mí, mezclándose con la mía. Me entierra la cara en el
cuello y luego nos hace rodar para que me tumbe encima de él.
Estoy agotada y cierro los ojos mientras empieza a pasar sus dedos
por mi espalda, calmándome suavemente.
—Si lo desea, podemos construir una habitación en mi casa, o
incluso construir en el lado este de la propiedad. Hay varios acres
ahí para que tu padre tenga su propio lugar cerca. — Levanto las
caderas y la dura polla de Donovan se desliza dentro de mí. Deja
escapar un gruñido, y cuando voy a rodar fuera de él me agarra de
las caderas para detenerme. —Solo estaba... — lo interrumpo.
—No quiero hablar de mi padre con tu polla dentro de mí. — En
parte es cierto, pero aún es mucho para mí. Sé que las cosas están
a punto de cambiar, y las cosas que dijo Donovan anoche me hacen
pensar en el futuro, y no me re iero solo a mi padre. Me dijo que
me amaba y luego dejé que se corriera dentro de mí. Eso es más
grande que el hecho de que vivamos juntos o incluso que nos
casemos, si me preguntas. Eso es decir que quiere atarse a mí por
el resto de nuestras vidas.
—Te concedo eso. — Me da un apretón en el culo. —Pero ya
aceptaste mudarte.
—Eso fue un truco sucio. — me río.
—Cuando se trata de ti, jugaré sucio para conseguir lo que
quiero.
—Me encanta. — Me inclino hacia arriba y lo beso. Profundiza el
beso, sus dedos se enredan en mi pelo antes de girar y sujetarme
debajo de él.
— ¿Estoy presionando demasiado rápido? Nunca he hecho esto
de la novia. Diablos, 'novia' suena mal. Eres mucho más que eso
para mí. Te amo, y quiero despertarme contigo cada mañana y
dormirme cada noche con mi boca sobre ti.
—Yo también quiero eso. — admito. — ¿'Novia' es realmente
nuevo para ti? — pregunto. No quiero saber nada de su pasado,
pero en cierto modo sí. Incluso con la cicatriz, Donovan está muy
bien.
Puede que él no lo vea, pero el resto del mundo sí.
No se dio cuenta de que las otras chicas del laberinto de maíz lo
miraban mientras me ayudaba a trabajar en el puesto. Su atención
había estado en mí, y lo había comprobado. Qué pena para ellas,
parece que soy todo lo que él ve. Me encanta tener toda su
atención, pero dicho esto, también sé que si quiero ser el centro de
su mundo tengo que venir y ser realmente el centro de él. No
quiero tener que elegir, pero también quiero tener mi propia
familia algún día. Creo que mi padre también quiere una mujer a
la que llamar suya. Tal vez los dos estemos preocupados por cómo
se lo tomará cada uno.
—Mi trabajo era lo primero en aquel entonces porque quizás
siempre estaba intentando probarme a mí mismo o algo así.
Muchos de los otros agentes me echaron mierda por cómo crecí.
— ¿Y cómo es eso? — Paso mis manos por su pecho y enrollo mis
brazos alrededor de su cuello.
—Algunos podrían decir que con una cuchara de plata. Obtuve
mi título de justicia penal en Penn State. — Maldita sea. No sabía
todo eso. Quiero decir, puedo decir que en su casa lo hace bien.
—Oh, un bebé con fondo iduciario. — me burlo, y juro que se
sonroja.
—Oye, conseguí un viaje completo a Penn State por mi cuenta.
— ¿Fue entonces cuando el FBI se abalanzó sobre ti y te atrapó?
— Pregunto. — ¡Oh! ¿Estabas en una sociedad estudiantil
clandestina secreta llamada los Skulls? Me encanta esa película. —
Todo el cuerpo de Donovan se estremece con una risa silenciosa.
—Estoy intentando que te mudes aquí conmigo. — Me hace
volver al tema que nos ocupa.
— ¿No crees que es demasiado pronto? — Pregunto, aunque
realmente quiero esto. —Hay muchas cosas que todavía no
sabemos el uno del otro. Ni siquiera sé a qué te dedicas ahora.
—Me hice cargo de la empresa inanciera de mi padre para que
pudiera jubilarse y llevar a mamá a los millones de viajes que le ha
prometido desde que éramos niños. — dice riendo. Me encanta ese
sonido viniendo de él.
—Vaya.
—Siempre quiso que Tidas o yo nos hiciéramos cargo.
—Un trabajo en inanzas. Suena elegante. — Un poco de
inseguridad burbujea dentro de mí. Siempre he sido y seré una
chica de pueblo. La universidad nunca estuvo en mis planes. No
estoy segura de que hubiera ido aunque fuera una opción. Nunca
me atrajo porque me encanta Hollow Oak.
—Me pagan bien y no lo odio. Se trata de intentar jugar a todos
esos y sí. La vida te trae lo que te trae. A veces crees que tu mundo
acaba de explotar a tu alrededor, pero cuando el polvo empieza a
asentarse puedes ver la belleza de lo que queda.
— ¿Cuál era tu belleza?
—Tú. Me trajo a ti.
—Eso es muy dulce. — Miro su pecho porque podría llorar en
serio con lo bien que me hace sentir eso.
—Te estás alejando de mí. Puedo sentirlo. — Abro la boca pero
la cierro porque tiene razón. —No quiero asustarte, Gracie, pero lo
que realmente veo es que dejar el FBI me puso en el camino justo
hacia ti.
Terminé en Hollow Oak construyendo un hogar que claramente
está destinado a una familia. Puede que no lo haya pensado
cuando lo estaba haciendo, pero puedes ver por ti misma lo que es.
—Realmente lo es. — estoy de acuerdo. Esta casa está hecha
para una familia. Una grande.
—He sustituido a mi padre en un trabajo que está más que bien
pagado. Puedo estar aquí todo el tiempo para esa familia. Tengo
una vida que no sabía que quería. No hasta que la vislumbré y te
vislumbré a ti.
— ¿Realmente quieres eso? ¿Y si pudieras volver al FBI? — Me
pregunto si se está forzando a encontrar un lado positivo. En algún
nivel, ¿siempre seré su segunda opción?
— ¿De verdad? — Juro que mi corazón se detiene por un
instante. —Podría volver. Estoy curado y he terminado mi
recuperación. Incluso me lo han pedido, pero lo he rechazado.
Quiero esto, Gracie. Te quiero a ti.
—Solo soy un cartero con un diploma de secundaria. — susurro.
En el momento en que las palabras salen de mi boca, sé que ha
sido un error.
Capítulo 14

Donovan

— ¿Eso es todo lo que crees que eres? — Trato de mantener la


ira fuera de mi voz, pero es di ícil.
—No, solo quiero decir que no soy nada especial.
—Si realmente crees eso, entonces no soy nada en absoluto. —
Me siento y la traigo conmigo para que se siente en mi regazo. —
Porque eres la persona más especial que he conocido en mi vida.
Eres amable, gentil y compasiva. Le das todo a los demás y nunca
tomas para ti. Ni siquiera quieres tomar realmente mi amor,
porque con lo que dices, me estás diciendo que no lo mereces. Y
esa no es la Gracie que veo. Esa no es mi sunshine. Ella es valiente
y leal a los que le importan. Mi sunshine se merece la luna, las
estrellas y toda la maldita galaxia.
—Donovan. — toca el pelo en la base de mi cuello.
—Escúchame, Gracie Hall. Eres mi vida, mi futuro y mí para
siempre. No importa cómo intentes poner distancia entre
nosotros, no voy a ir a ninguna parte. ¿Me escuchas? Te elijo, y
siempre te elegiré. Fin de la discusión.
—Eres tan mandón. — sonríe mientras sus ojos se vuelven
acuosos.
— ¿Acabas de ver eso? — Le sonrío cuando la veo soltar un
suspiro de alivio.
—Creo que solo me preocupa que me lleves a mí y a todo mi
equipaje tan rápido.
Me encojo de hombros. —Tengo mucho de lo mío. — Señalo la
cicatriz de mi cara. —Pero amarte me hace sentir que puedo hacer
todas las cosas. Incluso las cosas que me dan miedo.
— ¿Tienes miedo de cosas?
—De que me alejes. — admito con sinceridad. —Eso es algo a lo
que no podría sobrevivir.
—A mí tampoco me gustaría que me hicieras eso. — Sus ojos son
tan serios mientras me abraza más fuerte.
—Entonces déjame ayudarte a resolver esto, sunshine. Somos tú
y yo juntos hasta el inal. Déjame ayudarte a hacerlo, porque ya no
tienes que hacerlo sola.
—Te amo tanto. — dice y me abraza con tanta dulzura que hace
que se me forme un nudo en la garganta y tenga que tragar dos
veces para bajarlo.
—Yo también te amo. — Cierro los ojos y le devuelvo el abrazo
con la misma fuerza. —Ahora vamos a ver a tu padre al hospital
para que podamos decidir qué pasa ahora.
— ¿Y qué será eso? — Sus ojos buscan respuestas en los míos.
—Lo que tú quieras y lo que él quiera. Entre tú, yo, él y Evy, estoy
seguro de que podemos idear un plan.
Sonríe y asiente. —Creo que tienes razón.
—Claro que la tengo. — Le doy una palmada en el culo y luego la
beso rápidamente. —Ahora vístete antes de que intente meterte la
polla otra vez.
—Hmmm. — Se lo piensa, pero me levanto y la tiro a la cama.
Rebota una vez antes de soltar una risita. Le doy la vuelta para
que esté boca abajo y le doy una buena palmada en el culo.
—Levántate, moza. Tengo que darte de comer.
—Cavernícola. — se ríe mientras me pongo los calzoncillos.
—Solo para ti.
Después de desayunar rápidamente, subimos a mi camioneta y
conduzco hasta el hospital. Gracie dice que a su padre le iban a dar
el alta hoy, pero quiere llegar antes y saber cómo está de boca del
médico. Creo que después del susto de ayer quiere hablar
directamente con su endocrinólogo.
Cuando llegamos a su habitación, vemos a Evy sentada en la
cama junto a él, y están cogidos de la mano. Parece un momento
íntimo, y por alguna razón quiero salir de la habitación y darles su
privacidad. Pero Gracie, siendo mi dulce e inocente niña, entra
directamente.
—Hola, papá, buenos días, Evy. — Le sonríe a la mujer, y no me
pierdo la forma tierna en que Evy la mira.
—Hola, Gracie. — dice y se levanta de la cama, pero sigue
agarrando la mano de Joseph.
—Buenos días, pumpkin. — Le sonríe a Gracie y luego se vuelve
hacia mí. —Me alegro de verte, Donovan.
Asiento y los saludo mientras Gracie se lanza por él. — ¿Ha
venido ya el doctor?
—La enfermera dijo que vendría en unos minutos. — responde
Evy. —Pero creo que antes de eso tu padre y yo tenemos que
decirte algo.
— ¿Que ustedes dos han estado saliendo a escondidas? — dice
Gracie y sonríe alegremente.
Evy mira a Joseph, y puedo ver que sus mejillas se sonrojan un
poco. —Bueno, sí.
—Quiero que sepas que Evy y yo hablamos mucho anoche. —
dice Joseph.
—Bien, también lo hicimos Donovan y yo. — Tomo a Gracie de la
mano y la aprieto mientras la miro y le guiño un ojo.
—Evy y yo nos vamos a casar.
—Buenos días, señor Hall, apuesto a que está listo para irse a
casa hoy. — dice el doctor, interrumpiendo la bomba que acaba de
estallar en la habitación.
—Umm, ¿puede darnos un segundo? — pregunta Joseph
mientras mira a todos nosotros.
—Claro. — El médico sonríe y se echa atrás.
— ¿Evy y tú se van a casar? — pregunta Gracie, y cuando los dos
con irman, nos sorprende a todos rebotando sobre los dedos de
los pies y chillando mientras se tapa la boca para amortiguar la
emoción.
—Bueno, no era exactamente la reacción que estaba pensando,
pero me alegro de verlo. — dice Joseph mientras mira a Evy.
— ¿Me estás tomando el pelo? — Gracie rodea la cama para
abrazar a Evy y luego a su padre. —Me alegro mucho por los dos.
Quiero decir que sabía que habían estado saliendo a escondidas,
pero no tenía ni idea de que fuera tan serio.
—Creo que los dos nos dimos cuenta después de ayer de que la
vida es corta. — dice Evy y se encoge de hombros. —Amo a tu
padre con todo mi corazón, y hemos hablado mucho sobre lo que
queremos para el futuro.
—Has cuidado de mí mucho tiempo, niña, quizá incluso en
momentos en los que debería haberme cuidado más. — Joseph le
aprieta la mano ahora. —Debería haber sido mejor dejando que
vivieras tu vida en lugar de preocuparte por la mía.
—Ah, papá.
—No, lo digo en serio. Y no voy a cambiar una enfermera por
otra.
—Le he dicho a tu padre que le ayudaré a controlar mejor su
diabetes, pero lo haremos juntos. — Joseph asiente a Evy.
Verlos a los dos y la forma en que se miran me da esperanza. La
vida es corta y nunca es demasiado tarde para encontrar el amor.
Me alejo y los dejo hablar unos minutos antes de que el médico
vuelva a entrar y revise los papeles del alta de Joseph. Salgo para
darles la mayor privacidad posible.
Un poco más tarde, Gracie y Evy salen de la habitación con las
cosas de Joseph en una bolsa. —Voy a ir con Evy a irmar los
papeles del alta. ¿Estás bien si te quedas aquí un segundo?
—Estaré aquí. — Me inclino y le doy un beso a Gracie en la
mejilla antes de que las dos se vayan por el pasillo.
Espero un momento para asegurarme de que no van a volver
antes de darme la vuelta y entrar en la habitación con Joseph. Me
sonríe cuando entro y luego asiente como si hubiera estado
esperando esto.
—Sé lo que vas a preguntar.
— ¿Lo sabes? — Miro por encima de mi hombro y luego vuelvo a
mirarlo.
—Cualquiera que los vea juntos sabe que es algo más que amor
de cachorro. Sé lo que siento por Evy, y veo la forma en que mi niña
te mira. Es lo mismo sin importar la edad que tengas.
—Gracie es lo su icientemente mayor para tomar sus propias
decisiones, así que no te estoy pidiendo permiso para casarme con
ella. Te estoy pidiendo que nos des tu bendición si ella dice que sí.
— ¿Si? — Se ríe. —Ella dirá que sí, y sí, tendrán mi bendición. —
Asiente. —Gracie es un buen juez de carácter, y si ella te ama como
creo que lo hace, entonces eres un buen hombre.
—Prometo ser siempre eso para ella. — Coloco mi mano sobre
mi corazón y hago el voto que mantendré por el resto de mi vida.
—Entonces espero que los dos sean tan felices como Evy y yo.
—Lo seremos. — acepto, ocultando mi sonrisa. Porque tengo la
sensación de que podríamos ser la pareja más feliz de esta tierra.
Capítulo 15

Gracie

— ¿Seguro que no necesitan ayuda? — Le pregunto a mi padre.


Han trasladado la mayor parte de las cosas de Evy, pero quedan
un montón de cajas por desembalar. Evy viene a ponerse al lado de
mi padre, y él la rodea con el brazo y la acerca. Me encanta que no
me lo oculte, porque era una tontería intentarlo. Pensó que podría
herir mis sentimientos porque ya no era su número uno.
No lo dijo así, pero lo entendí. Ambos nos habíamos vuelto un
poco codependientes al preocuparnos demasiado por el otro.
Joseph es un gran padre, y me crió solo. Nunca sentí que me
perdiera por no tener una madre porque él siempre estuvo ahí
para mí. Ahora es el momento de que empiece a vivir por sí
mismo. Sé que seguirá estando aquí para mí si lo necesito, y nunca
lo pondré en duda.
Donovan y Tidas cargaron lo último de mis cosas en la parte
trasera de la camioneta antes de que Tidas se marchara. No me
quedaba mucho después de haber trasladado lentamente mis
cosas durante las últimas semanas a la casa de Donovan. No
necesito la pequeña cama que he tenido desde la escuela
secundaria porque Donovan no cabía en esa pequeña cosa ni
siquiera él mismo. Una vez consiguió inmovilizarme en ella para
una pequeña sesión de besos que estuvo a punto de ser
interrumpida por mi padre.
Cuando Donovan me pidió que me mudara, dije que sí sin
pensarlo. Habíamos estado en el festival de otoño y Tidas
sorprendió a Val con una boda. Puede que haya ayudado un poco a
que eso ocurra, y fue una de las cosas más dulces de todo el
mundo. Me dio ganas de lanzarme al siguiente paso en mi relación
con Donovan.
Me encanta irme a la cama con él cada noche y despertarme
igual. Donovan es adorable por la mañana cuando me preparo. Es
di ícil odiar mi despertador cuando es una boca que me lleva al
orgasmo.
Todas las mañanas Donovan me arrastra fuera de la cama para
que me duche con él. Mientras me visto y me preparo para el
trabajo, me prepara café y algo de comer. Incluso elige el lazo que
debo poner en mi trenza. Es muy cursi, pero me encanta.
Ni en un millón de años habría imaginado que las cosas saldrían
así el día que hice mi primera entrega a su malhumorado trasero.
Incluso he cambiado mi ruta en el trabajo para llegar a casa a la
hora del almuerzo y poder comer juntos.
—Estamos bien, pero que sepas que puedes volver cuando
quieras, cariño. — dice papá, dirigiendo a Donovan una dura
mirada.
Los dedos de Donovan se lexionan contra mi cadera, sin amar
las palabras de mi padre.
—Lo sé, papá, pero, aunque no funcione con Donovan estoy…
—Basta. — gruñe Donovan, levantándome de los pies y
lanzándome por encima de su hombro. Me echo a reír.
— ¡Estaba bromeando! — Su mano desciende sobre mi trasero.
— ¡Donovan! No puedes pegarme en el culo delante de mi padre.
— Le siseo.
—Tú empezaste y yo terminé.
—Son adorables juntos. — oigo reír a Evy mientras Donovan me
deja caer en el asiento del copiloto de la camioneta.
— ¡Los quiero, chicos! — Grito mientras Donovan cierra la
puerta.
— ¿Estás bien? — pregunta Donovan cuando se sube al asiento
del conductor y arranca. Miro por encima del hombro, mirando
por la ventana trasera mientras nos alejamos de la casa de mi
infancia.
—Sí, estoy más que bien. — admito, tomando su mano. —He
estado preparada para el siguiente capítulo de mi vida. —
Donovan une nuestros dedos.
Cuando llegamos a la casa, miro todos los coches.
— ¿Quiénes están aquí?
—Pensé que podríamos tener algunos amigos en casa. Podemos
cocinar afuera, y ellos pueden llevar la mierda adentro.
— ¿Invitaste a gente? — Pregunto, un poco sorprendida.
—Has hablado de invitar a gente. — Me da uno de sus clásicos
encogimientos de hombros.
—Lo hice, pero no pensé que te encantara la idea.
—Me encanta la ilusión que te hizo organizar una iesta en
nuestra casa. — Me sonríe.
—Si no hubiera gente aquí, me abalanzaría sobre ti ahora
mismo. — le digo antes de salir de la camioneta para ir a saludar a
todos.
Donovan ha llegado muy lejos y creo que no se da cuenta. Está
dispuesto a salir de su zona de confort por mí. Sé que me ha dicho
que me ama, pero las cosas que siempre hace por mí lo
demuestran cada día.
— ¡Este lugar es increíble! — dice Julie, corriendo a darme un
abrazo. Veo a Tidas, Val y Jacks de pie en el porche.
— ¿Me enseñas el potrillo? — pregunta ella, liberándome del
abrazo.
—Por supuesto.
—Creo que los chicos pueden traer todas las cosas de la
camioneta mientras vemos los caballos. — Val baja las escaleras,
dirigiéndose hacia nosotros.
— ¿Creían, señoras, que íbamos a dejarlas mover toda la mierda
de verdad? — pregunta Jacks mientras lanza una mirada
acusadora hacia Tidas.
—Vete a la mierda. — le ladra Tidas a Jacks. Siempre los está
molestando por ser chicos de ciudad. Me hace sonreír lo rápido
que se han hecho amigos.
—Déjame coger unas manzanas muy rápido. — Me meto para
coger una bolsa.
—Ponte las botas. — dice Donovan, cogiéndome por la cintura
cuando vuelvo a salir por la puerta principal. Me atrae hacia él
para darme un rápido beso. Veo mis botas en su otra mano. Debe
de haberlas cogido cuando he entrado. Voy a quitárselas, pero se
deja caer delante de mí.
Apoya mis manos en sus hombros mientras me ayuda a
ponérmelas. Verlo arrodillado frente a mí me hace pensar en que
algún día me pedirá matrimonio. Sé que es demasiado pronto,
pero una chica puede soñar un poco.
—Los hombres Combs son realmente unos caballeros. — dice
Julie, ganándose un golpe en el culo por parte de Jacks. —Nunca
dije que no lo fueras. Te pones de rodillas todo el tiempo. — mueve
las cejas.
—Julie. — advierte Jacks. Y no es porque Jacks tenga vergüenza
de arrodillarse para complacer a Julie. No le gusta mucho la idea
de que alguien piense en Julie de una manera sexual.
—Puedes irte. — Donovan me da otro beso y me aprieta el culo
antes de dejarme ir. —Ten cuidado. Anoche llovió un poco. Podría
estar resbaladizo.
—He sido una chica de campo toda mi vida, chico de ciudad. —
bromeo, bajando las escaleras antes de que pueda agarrarme. —
Vamos. Esperen a verlas. — les digo a las chicas mientras me
siguen para presentarles a Ginger y Cookie.
—Esto es precioso. ¿Crees que podría hacer algunas fotos un día
para mi portafolio? — pregunta Julie.
—Por supuesto.
—En realidad, he querido preguntarte si podrías hacer algunas
fotos para mi página web. Necesito actualizarla. No lo he hecho
desde que me hice cargo del negocio de mi madre. — dice Val.
—Por supuesto que lo haré. También puedo usar algunas de las
fotos. ¿Quieres fotos de algunos de los nuevos vestidos que has
diseñado?
—Sí, no necesito una tonelada, unas pocas deberían ser
su icientes por ahora. ¿Puedes modelar uno para mí? — pregunta
Val, mirándome mientras le doy una manzana a Ginger.
— ¿Yo?
—Sí, tú. — se ríe tirando del extremo de mi trenza.
—Siempre estoy encantada de ayudar.
—Genial. Haremos un día de esto. ¿El próximo in de semana
trabajamos? — sugiere Julie. —Quiero hacerlo mientras las hojas
aún están bonitas.
—Me parece bien. — estoy de acuerdo. — ¿Quieres participar en
una sesión de fotos? — le pregunto a Cookie, pensando que tal vez
les saque unas cuantas fotos para ponerlas en la casa, ya que
Donovan me ha encargado la decoración de nuestro hogar. Mi
corazón se calienta pensando en que ahora tengo un hogar con
Donovan.
—Tenemos una cita. — Val sonríe emocionada.
Me doy cuenta de que tal vez debería haberle preguntado a
Donovan primero, pero estoy segura de que con unos cuantos
besos lo tendré de acuerdo en poco tiempo.
Capítulo 16

Donovan

Está empezando a cambiar de la tarde al atardecer y es ahora lo


que Julie ha dicho que es la “hora mágica”. No estoy seguro de lo
que signi ica, pero es hermoso en la propiedad con los arces
cambiando de color y el sol proyectando un resplandor naranja
alrededor del campo.
Gracie subió antes y se puso el vestido que trajo Val. Me propuse
no verla porque Val me amenazó de muerte si lo hacía. En su lugar,
me quedé en la cocina tratando de hacer algo para mantenerme
ocupado con todos aquí. Todavía no me siento del todo cómodo
con tener mucha gente a mí alrededor, especialmente cuando
Gracie no está en la habitación para hablar con ellos. Pero
sabiendo lo mucho que signi ican sus amigos para ella, intento no
pensar en ello.
Es una fresca tarde de otoño y todos están aquí para una comida
al aire libre. Julie está tomando fotos de Gracie en el granero y
Joseph está a punto de subir a decirles que está listo.
— ¿Estás bien? — pregunta Joseph mientras me aprieta en el
hombro.
—Sí. — Asiento y me dedica una suave sonrisa mientras se dirige
hacia el establo.
Manteniendo la espalda recta, tomo aire y trato de calmar la voz
en mi cabeza que me dice que corra hacia la colina y lance a Gracie
por encima del hombro para que no pueda escapar.
Unos instantes más tarde, cuando la brisa fresca me envía el
aroma de las manzanas y las hojas de otoño, veo a Joseph y a
Gracie subiendo la colina. Ella le pasa el brazo por el codo, pero se
detiene en seco cuando me ve.
Incluso desde esta distancia puedo ver que sus ojos se abren de
par en par cuando mira a su padre. Él le dice algo y ella sonríe
mientras se seca una lágrima, y luego sus ojos vuelven a los míos.
Empiezan a caminar de nuevo, y cuanto más se acerca, más
detalles puedo ver en su vestido.
Es de color mar il con encaje en las mangas y en el escote. El
encaje parece hojas, y hay puntadas doradas en la parte inferior
que hacen juego con el encaje. Parece un ángel, y el bronce de su
pelo brilla cuando da otro paso hacia mí.
Tomó un poco de tiempo, pero la preparación de esta boda hoy
fue un esfuerzo de grupo. Val hizo el vestido solo para Gracie y
Julie dijo que quería hacer las fotos. Tidas consiguió la licencia de
matrimonio, y nuestros padres hicieron un viaje especial a Hollow
Oak. Jacks y yo hicimos la barbacoa, y el resto del pueblo ayudó a
decorar y montar el patio trasero en tiempo récord. Resulta que
tener un cartero como esposa signi ica que tiene un montón de
gente que se preocupa por ella. Especialmente en un pueblo
pequeño como el nuestro.
Cuando por in está frente a mí, Val le entrega el ramo
compuesto por girasoles, rosas amarillas y crisantemos blancos.
Todo lo que nos rodea está cubierto de lores, y ver cómo le brillan
los ojos allá donde mira hace que todo merezca la pena.
—Donovan. — susurra mientras me mira. Su padre se inclina y le
da un beso en la mejilla antes de retroceder y ponerse al lado de
Evy.
—Ven aquí, sunshine. — La cojo suavemente por el codo y la
ayudo a subir el pequeño escalón del porche trasero.
El conjunto ha sido colgado con luces y lores por encima de
nuestras cabezas para crear un arco bajo el que nos situamos. El
ministro empieza a dirigirse a la multitud y a decirles que se
sienten, pero lo he olvidado todo mientras la miro ijamente a los
ojos.
—Sé que técnicamente no te lo he pedido. — digo en voz baja, y
ella intenta ocultar una risita.
—No hay nada técnico en ello. Nunca me lo pediste. — Una
lágrima cae por el rabillo del ojo y se la limpio.
—No podía arriesgarme a que dijeras que no. — Ahora me toca a
mí tragar con fuerza y reprimir las emociones que amenazan con
liberarse. —Te amo, Gracie. Cásate conmigo ahora mismo.
—Te amo. — dice por encima de las palabras del predicador y
prácticamente salta a mis brazos y me besa.
En algún lugar de mi mente oigo las risas de la multitud y el
carraspeo del predicador, pero no les presto atención. Este es
nuestro día especial y, maldita sea, voy a besar a mi mujer cuando
me apetezca.
— ¿Empezamos? — dice el predicador cuando he vuelto a poner
a Gracie en pie. Lo miro y veo que trata de ocultar su sonrisa, pero
me limito a asentir.
—Sí, creo que ya es seguro.
Las palabras que dice son las que he estado trabajando durante
la última semana. Quería que todo lo de hoy fuera perfecto, y eso
incluía las palabras que nos prometimos. Cuando deslizo el anillo
en su dedo, una parte de mí se acomoda en su sitio, y sé que es
aquí donde debo estar el resto de mi vida. A su lado. Cuando le
toca repetir las palabras, empieza a llorar de nuevo, y no puedo
evitar inclinarme y besar sus lágrimas. Sé que no es la parte
correcta, pero no puedo soportar ver sus lágrimas, aunque sean de
felicidad.
—Ya puedes besar a la novia. Otra vez. — dice el predicador
cuando todo ha terminado, y la multitud se pone de pie y aplaude
mientras suena la música.
No dudo en atraer a Gracie contra mí y sumergirla hacia atrás en
un beso dramático. Esta es la toma que Julie dijo que quería, y no
tuve ningún problema en satisfacer esta petición. Gracie chilla de
emoción mientras la beso, y siento que sus manos se acercan a mi
cara.
—La amo tanto, Sra. Combs. — le digo, y ella sonríe contra mis
labios.
—Yo también lo amo, Sr. Combs.
Por lo que todos me dicen, la recepción es increíble, pero no
estoy seguro de recordar nada más allá de Gracie. Mis ojos están
pegados a ella toda la noche, y no puedo superar que inalmente
sea mi esposa.
Es mucho tiempo después, cuando estoy sentado en una mesa
viéndola hacer una especie de baile con algunos de los chicos del
pueblo, cuando siento que Tidas se acerca a mi lado y toma
asiento.
—Nunca pensé que vería el día. — dice, dando un codazo a mi
lado.
— ¿Que me casaría? — Cuando está tranquilo, lo miro y niega.
—Que te vería sonreír de nuevo. — Parpadea rápidamente un
par de veces mientras estira la mano y me aprieta el brazo. —
Estaré agradecido a Gracie el resto de mi vida porque me devolvió
a mi hermano.
—Tidas. — ¿Por qué estoy tan emocionado hoy? Tal vez sean
años de mantener mi corazón duro y de tragarme el dolor de lo
que me pasó, pero estar con Gracie ha derribado los muros que
construí, y ahora las compuertas están abiertas. —Te quiero,
hermano.
Sonríe y asiente. —Yo también te quiero. — Me da una palmada
en la rodilla mientras señala a su esposa en la pista de baile. —
Ahora todo lo que tenemos que hacer es relajarnos y hacer un par
de docenas de bebés.
—Me gusta cómo suena eso. — respondo, sin dejar de mirar a mi
novia.
Epílogo Uno

Gracie

Casi cinco años después…

Siempre me ha gustado el otoño, pero después de la boda que


me regaló Donovan hace cinco años, es o icialmente mi época del
año favorita, desplazando al invierno al segundo lugar. Puede que
me exceda un poco en esta época del año, pero no puedo evitarlo.
Lo que empezó con la colocación de algunos adornos se ha
convertido en que Donovan ha tenido que construirme un
pequeño granero solo para mis adornos.
También guardo ahí cosas de Navidad, pero el otoño y Halloween
dominan fácilmente el espacio. A diferencia de las Navidades, en
las que solo tengo seis semanas, tengo dos meses completos con el
otoño y Halloween. Cambio algunos adornos de Halloween por
otros de otoño y puedo mantenerlo todo hasta Acción de Gracias.
— ¿Eso es un castillo hinchable? — pregunta Donovan, mirando
por las puertas del patio trasero para ver qué pasa en nuestro
jardín.
— ¿No hay un pañal que necesita ser cambiado o algo así? —
Digo, y un profundo y sexy ladrido de risa sale de él. Ya no se pone
tan tenso con las reuniones y sabía que hoy era el momento
perfecto para organizar una gran iesta de Halloween sin que le
moleste.
No creo que sea solo yo quien lo ha acostumbrado a estar
rodeado de gente. Los niños también juegan un papel en eso. Creo
que se pierde en nosotros y se olvida de que hay alguien más
cerca. Y de lo que puedan pensar sobre sus cicatrices. Se han
desvanecido aún más con el tiempo, pero creo que siempre se
sentirá algo inseguro al respecto, no importa cuántas veces le diga
que es perfecto.
—No creas que porque tu lindo culo esté preñado no te voy a dar
unos azotes. — Le lanzo una mirada por encima del hombro. —De
acuerdo, también hay una llama por ahí. — Se pasa los dedos por
el pelo corto. Está prestando demasiada atención a lo que ocurre
afuera cuando estoy aquí sin bragas bajo el vestido.
—Ven aquí y prueba uno de mis mini pasteles de manzana. —
Saco uno del calentador.
—Esto se está volviendo una locura. — Niega, pero se acerca a la
isla de la cocina para comer su pequeño pastel. Los había hecho
pensando en él.
— ¿De verdad crees que es demasiado? — pregunto, empezando
a dudar de mí misma.
Contraté a un organizador de iestas que me habló de todas las
cosas que podía hacer. Va a haber un millón de juegos para los
niños, un adivino, una pequeña casa encantada, y la comida va a
ser de otro mundo. Tengo un carrito especialmente para los
pasteles de embudo.
¿Cómo podría mi trasero embarazado decir que no a eso?
—Sunshine, te estaba tomando el pelo. Puedes tener todo un
circo en el patio trasero.
Se abalanza sobre mí, me coge la cara y me doy cuenta de que
me lloran los ojos. Siempre lloro con facilidad cuando estoy
embarazada. Todo lo demás del embarazo es un paseo para mí,
excepto las emociones.
— ¿Un circo? — Solo había conseguido una llama, bueno en
realidad una alpaca porque es el animal favorito de nuestro hijo
ahora mismo.
—Si eso es lo que quieres, Sunshine, tenlo, pero por favor no
llores. — Parpadeo rápidamente, sabiendo que mis lágrimas le
molestan.
—Son mis estúpidas hormonas. Quiero que hoy sea perfecto,
pero ni siquiera me dices cuál es mi disfraz de Halloween. — Se
supone que es una sorpresa, pero me está volviendo loca. Ni
siquiera sé cuáles son los disfraces de los niños.
—Vas a ser el sol.
— ¡¿Qué?! — Grito, encontrando esto un poco di ícil de creer.
El año pasado, después de llevar a todos los niños a pedir
caramelos, conseguimos una niñera para que todos los adultos
pudieran salir a divertirse. A las chicas se nos ocurrió hacer un
cambio de vestuario mientras los maridos dejaban a los niños con
los abuelos.
De hecho, me había puesto un disfraz de sol. Obviamente era un
sol de zorra, lo que era di ícil de conseguir, pero lo hice. Cuando los
maridos aparecieron para encontrarnos con los trajes cambiados,
la noche se cortó. Bueno, se acortó en el bar después de que
Donovan me atrapara.
Le di una carrera por su dinero y logré salir del bar antes de que
me atrapara. Aunque cuando me atrapó, me llevó a casa y me ató a
la cama. Aprieto mis muslos pensando en aquella noche. Maldita
sea, aquello fue muy caliente.
— ¿Estás pensando en el último Halloween? — Me sienta en la
isla de la cocina y sus manos se deslizan bajo mi vestido. —Joder,
¿sin bragas?
—Debo haberme olvidado. — miento.
Cuando tienes dos pequeños a tus pies, aprendes a robarte tus
momentos. Pronto se levantarán de la siesta y entonces empezará
a llegar la gente. Me deshice de las bragas hace treinta minutos,
cuando lo oí llegar de dar de comer a los caballos, y me metí en la
ducha.
Voy por el botón de sus vaqueros, sacando la polla. —Joder, estás
empapada. ¿Esto es por pensar en que te ate?
—Sí. — gimo.
—Quiero comerte. — tira de mi culo hasta el borde de la
encimera.
—No hay tiempo. — Lo guío hasta mi entrada. —Ahora, Donovan.
Cómeme esta noche cuando me ates.
—Joder. — gime, empujando dentro de mí. —No puedo decirte
que no.
Le rodeo con las piernas cuando empieza a empujar. Me apoyo
en las manos mientras me folla con fuerza y veo cómo su polla
entra y sale de mí. Mi vestido se amontona hasta arriba para
quedar encima de mi pequeña panza.
Sus dedos se dirigen a mi clítoris mientras su otra mano se
dirige a mi nuca para acercarme a él y besarme. Mi sexo se aprieta
en torno a él cuando empiezo a correrme, y gime mi nombre
contra mi boca.
Me sigue hasta el límite, pero sigue bombeando, sacando el
orgasmo mientras se derrama dentro de mí.
—Te amo. — respiro contra su boca.
—También te amo. —Me besa suavemente. Su polla se sacude
dentro de mí. —Te quiero otra vez. — La saca y la mete,
haciéndome gemir.
— ¿Mami? — Oigo que me llaman a través de la casa.
Donovan sale de mí rápidamente y aparta su polla mientras yo
me enderezo el vestido. Me ayuda a bajar de la encimera mientras
nuestro hijo entra en la cocina con su hermana. Ambos están
medio vestidos con lo que supongo que son sus disfraces de
Halloween.
—Iba a ayudarlos, chicos. — se ríe Donovan.
—Dijiste que después de la siesta podríamos ponérnoslos y
enseñárselos a mami. — se apresura a recordarle nuestra hija. —
¡Soy Marte, mami! — chilla emocionada, y ya puedo decir que
nuestro hijo es la Tierra. —Papi va a ser Saturno.
—Todos los planetas que giran alrededor del sol. — digo, atando
cabos. Mis obras hidráulicas vuelven y lloriqueo. —Donovan.
Me coge la mejilla para que lo mire. —Todos giramos en torno a
ti. Eres nuestra luz, sunshine.
No se equivoca, porque solo brillo de verdad para ellos.
Epílogo Dos

Donovan

Diez años después...

—Oh, el correo está aquí. — dice Gracie. —Estoy esperando un


paquete.
Estoy en la cocina preparando el almuerzo cuando Gracie pasa
por ahí. Cuando miro por la ventana, veo venir el camión del
correo y gruño.
—No sé por qué no puede dejarlo en el buzón.
Se ríe mientras sacude la cabeza y sale al porche. Termino de
preparar su sándwich y lo corto por la mitad, y vuelvo a mirar por
la ventana. El nuevo cartero es joven y no me gusta cómo le sonríe
a mi esposa.
Sin pensarlo, salgo por la puerta principal y me paro en el
porche junto a Gracie.
—Oye, Scott, gracias por subirlo a la casa. — dice y va a bajar los
escalones, pero la detengo.
— ¿Dónde está Martha? — pregunto, y el tal Scott me mira.
—Hola, señor Combs. Lo siento, Martha se ha tomado el día libre
así que estoy en su turno. Me alegro de verte de nuevo, Gracie.
Intenta moverse de nuevo para coger el paquete, pero me pongo
delante de ella. Los ojos de Scott se abren de par en par mientras
sostiene la caja con manos temblorosas.
— ¿Está todo bien? — pregunta mientras mira mi mano.
Es entonces cuando me doy cuenta de que me he traído el
cuchillo afuera, y lo agarro con fuerza mientras lo miro ijamente.
— Um, sí. Lo siento. — Me pongo el cuchillo a la espalda y Gracie
me empuja.
—De verdad, Donovan. — Pone los ojos en blanco y coge la caja
de Scott. —Gracias.
—No hay problema. — dice y se aleja rápidamente.
—Saluda a todos de mi parte y los veré en unas semanas.
—Sí, señora. — se apresura a decir Scott mientras se lanza a su
camión de correo y se marcha.
—No tienes que trabajar. — le digo, y me da una palmadita en el
pecho. Eso ayuda mucho a calmar mis celos, pero aún no lo he
superado. Creo que nunca querré compartir a mi novia.
—No trabajo. — Me sonríe con indulgencia. —Solo es una ayuda
de temporada para pasar lo peor de las iestas. Además, solo
signi ica que cuando no estoy aquí puedes pensar en formas de
quererme cuando vuelva a casa.
—Actúas como si no lo hiciera ya. — Entramos en la casa y dejo
el cuchillo en la encimera de la cocina. —Ven aquí.
Deja su paquete en la encimera y viene directamente a mis
brazos abiertos sin dudarlo. La agarro por el culo, apretándola
contra mí, y ella tararea su placer.
—Nunca me gusta compartirte. — Entierro mi cara en su cuello y
ella suspira.
—Lo sé, y me encanta.
—Solo dile a ese chico Scott que vigile su espalda. — Me golpea
el pecho y gruño.
—Donovan, tiene edad su iciente para ser mi hijo.
—Tal vez tenga un fetiche con mami como yo. — Se ríe esta vez
cuando le pellizco la oreja y la levanto.
—Eres una bestia.
—Me amas. — le digo mientras la llevo al dormitorio.
—Sí, y tú me amas.
—Para siempre. — le digo y asiente en acuerdo.
—Para siempre.
Fin…

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