Está en la página 1de 50

Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


Dear Mr. Dad Bod

A Steamy Age-Gap Romance

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Nichole Rose

Nichole Rose

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Querido Mr. Dad Bod: ¿Dónde puedo solicitar ser tu pequeña?

Madden Banks

Cosas que nunca pensé que haría:


Convertirme en el experto en sexo de las redes sociales, Mr. Dad Bod.
Publicar posteos de provocación.
Enamorarme de una chica de la mitad de mi edad.
Pero aquí estoy.
El mundo entero me sintoniza para hacerme preguntas candentes
sobre sus perversiones y ver mi cuerpo de papi en todo su esplendor.
Así que no debería sorprenderme que estén en primer plano el día que
aparezca la bailarina con curvas de mis sueños.
Olive Crosby hace que se me salga el corazón del pecho... y ni siquiera
la conozco en persona.
Eso está a punto de cambiar.
Este papi está reclamando a su princesita, y no me importa quién esté
mirando.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Olive Crosby

Ser la bailarina curvilínea residente de las redes sociales puede ser


agotador.
Todo el mundo sabe mi nombre, pero nadie me conoce.
Hasta la noche en que me deslizo en el directo de Mr. Dad Bod para
hacerle la pregunta que me moría por hacerle.
Ahora, todos conocen mi secreto.
Y saben quién quiero que cumpla mi traviesa fantasía.
Pero no esperaba que todo el mundo sintonizara para ver cómo se
desarrollaba.
Tampoco esperaba enamorarme del misterioso Madden Banks.
Es todo lo que esperaba y mucho más.
¿Podremos realmente hacer que esto funcione, o pedir un papi fue
demasiado real para el mundo?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
MADDEN

Está bailando otra vez. Sus anchas caderas se contonean


seductoramente mientras se pavonea hacia mí, con una expresión de
éxtasis en su rostro. No mira a la cámara. Nunca lo hace. Está a
kilómetros de distancia, perdida en la música y en el momento
mientras su cuerpo curvilíneo se mueve al compás.
Contengo un gemido, la lujuria fluye por mis venas mientras ella
hace piruetas y luego inmediatamente cae al suelo de rodillas
precisamente al ritmo. Sus piernas se separan y la parte superior de
su cuerpo rueda hacia delante. Levanta el culo y mueve las caderas
en una exhibición erótica que me hace pensar en cosas que no debería.
Pero lo hago.
Cada vez que la miro, pienso en ellas.
Me fascina desde la primera vez que apareció en mis redes
sociales. Con su larga melena caoba, unos preciosos ojos azul cielo
que prácticamente brillan y una sonrisa de infarto, Olive Crosby es
impresionante. Pero eso no es lo que me hace desear poner mis manos
sobre su cuerpo curvilíneo. Ni siquiera es su forma de moverse. No. Es
su inocencia juguetona y su ávida curiosidad lo que me vuelve
jodidamente loco.
Es tan desenvuelta y elegante, tan cuidadosamente arreglada...
pero no es así. Es sexy sin esfuerzo y muy hermosa. Pero es una
máscara tras la que se esconde. En momentos de descuido, se le
escapa y sale a relucir su verdadero yo. Las partes salvajes e
indomables de ella que tanto se esfuerza por domar me tientan como
ninguna otra cosa.
Joder, cómo me duele liberar ese lado.
Quiero que gima por papi mientras me la follo por detrás con su
pelo enredado en mi puño. Necesito que se mueva en mi regazo al

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


ritmo de su canción favorita mientras le susurro palabras obscenas al
oído.
Francamente, voy a empezar a destruir mierda si no me como
pronto sus dos agujeritos.
Pero ella no sabe que existo. Incluso si se tropezara con mi canal
en las redes sociales, no me conocería. Después de todo, no es la única
que se esconde tras una máscara.
Once millones de personas saben exactamente cómo es mi
cuerpo de padre sin ropa. Lo ven todos los días en las redes sociales.
Respondo a sus preguntas sobre sexo, publico ridículos mensajes de
coqueteo para mujeres que se sienten atraídas por hombres más
grandes y gano dinero haciéndolo.
Pero nunca me han visto la cara. No conocen mi verdadero
nombre. Ciertamente no saben que soy el dueño del club sexual más
prestigioso de Nashville.

Como Olive Crosby, me escondo detrás de una máscara, Mr. Dad


Bod.
¿La única diferencia?
Ella es una princesita perfecta.
Yo soy la bestia asquerosa que quiere destrozarla antes de
echarla a perder.
Ah, sí, y tiene la mitad de mi edad.
Nada de eso cambia el hecho de que veo sus vídeos
religiosamente y pienso en ella obsesivamente. No he querido llevar a
una mujer a mi cama en años, pero quiero a esta. Necesito a esta.
— ¡Madden!
—Joder. — Cierro de golpe el portátil en cuanto mi hermano,
Malachi, grita desde el pasillo. Es un cabrón entrometido sin noción
de la privacidad. El cabrón debería haber entrado en la CIA en vez de
hacer negocios conmigo. Es mucho más adecuado para los
interrogatorios que para la gestión empresarial.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Apenas tengo tiempo de cerrar la tapa antes de que entre en mi
despacho como un toro enfurecido, con el ceño fruncido y los hombros
anchos.

— ¿Por qué demonios trabaja en Dionysus la hija de Clark Gable?


Lo miro sin comprender.
—Haven. — gruñe. —Acabo de salir del club y la tienes
atendiendo el bar. Es un puto club sexual.

—Club BDSM. — Dionysus es el principal club BDSM de


Nashville. Nuestros clientes incluyen algunos de los nombres más
conocidos en la música country y los deportes, pero su membresía es
y seguirá siendo siempre un secreto muy bien guardado. Nos pagan
bien para garantizarlo.
Malachi me fulmina con la mirada. — Me importa una mierda
cómo lo llamemos. No debería trabajar ahí. Apenas tiene veintiún años
y a Clark le dará un maldito ataque si se entera de que la tienes
trabajando en Dionysus en vez de en uno de los clubes nocturnos.

Además de Dionysus, tenemos dos clubes nocturnos y un club de


striptease, cada uno igual de exclusivo.

—No la tengo trabajando en Dionysus. — me reclino en la silla y


le sonrío. —Ella pidió trabajar en el club. Tiene veintiún años, como
dijiste. Si tienes algún problema con su petición, tienes que hablarlo
con ella en vez de gruñirme por ello.
Ambos sabemos que eso es lo que realmente le molesta de todos
modos. Está enamorado de ella, pero no va a hacer un movimiento
porque ella trabaja para nosotros. Supongo que es precisamente por
eso que decidió ir a trabajar en el club. Quiere ponerlo nervioso. Su
plan está funcionando. Mi hermano está nervioso, su moderación
disminuye rápidamente.
Decido empujar un poco al oso para acelerar su caída en la
locura. Después de todo, está en mi despacho, enojándome. —Quizá
ha decidido que quiere explorar y está buscando al hombre adecuado
que le enseñe. Si es así, al menos eligió un lugar seguro.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tal vez debería ofrecerle a Olive Crosby un trabajo junto a ella
entonces. — suelta Malachi, atrapándome con la guardia baja.
¿Cómo demonios ha sabido de ella? Ni siquiera he pronunciado
su nombre en voz alta fuera de los confines de mi propia habitación.
— ¿Sorprendido? —Arquea una ceja y señala la cámara de
seguridad que hay sobre mi escritorio. —Tengo acceso al mismo
sistema de seguridad que tú, hijo de puta. He visto con qué frecuencia
acechas sus redes sociales.
Bueno, joder. ¿Qué más ha visto? ¿Oído? Sabe lo que hago
online. No se lo he ocultado a él ni a nuestro hermano menor, Maddox.
Ambos piensan que es histérico que yo sea el experto en sexo residente
de las redes sociales, especialmente porque he sido célibe durante
años. Pero preferiría no saber que mi maldito hermano me está viendo
masturbarme con vídeos de Olive.
Hay cosas que no necesitan saber. Esta es una de esas cosas.
—No hago preguntas sobre Olive. Tú no dices una mierda sobre
Haven. Ese es el trato. — dice Malachi.
—Bien. — levanto las manos en señal de rendición, negando. —
Pero te voy a bloquear el acceso a la cámara de mi despacho, cabrón
entrometido.
Me mira de reojo y apoya la cadera en la esquina de mi escritorio,
con los brazos cruzados. — ¿Qué pregunta vas a responder ahora?
— ¿Cómo le digo a mi esposo que quiero que me ate y tenga sexo
duro y sucio conmigo? — cito.
—Exactamente así. — resopla Malachi. —No dirá que no si es
jodidamente listo.
No se equivoca. La mayoría de la gente tiene miedo de pedir lo
que realmente quiere en el dormitorio porque teme ser juzgada o
rechazada. Pero no hay que avergonzarse de tener necesidades,
aunque sean pervertidas. Eso lo he aprendido siendo dueño de
Dionysus. La gente viene al club buscando muchas cosas, pero al final
todas se reducen a una realidad muy simple. La gente quiere ser
comprendida y aceptada. Quieren saber que no son los únicos que se

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


sienten como se sienten o que quieren lo que quieren. Quieren la
libertad que conlleva ser ellos mismos en la cama.
Si el esposo de esta mujer es sensato, le dará exactamente lo que
quiere en un entorno seguro con reglas básicas preestablecidas.
No hay mayor liberación que esa.
O eso he oído. La verdad es que puedo responder preguntas
sobre sexo todo el maldito día. He tenido un club BDSM durante más
de una década. No hay mucho que no haya visto. Pero nunca he
encontrado lo que buscaba entre sus paredes. Hace cinco o seis años
que ni siquiera intento conocer a alguien.
Nada ni nadie, ninguna perversión o fantasía me había
interesado lo suficiente como para intentarlo hasta ella. Hasta Olive.
Ella persigue cada uno de mis pensamientos.
Entonces, ¿por qué demonios no he hecho nada al respecto
todavía?
Porque nuestros mundos no se parecen en nada, por eso. Es
bailarina profesional, y no me refiero a stripper. Me refiero a que baila
con algunos de los artistas más conocidos del mundo. Arrastrarla a
mi mundo podría terminar en desastre para ella.
—Tengo cosas que hacer. — Malachi se aleja de mi escritorio. —
No esperes verme por el resto de la tarde.
—Nos vemos, cabrón. — Le doy la espalda mientras se dirige a
la puerta.
Se detiene en la puerta. —No es que me hayas preguntado ni
nada, porque nunca jodidamente lo haces, pero no va a estar soltera
para siempre. Quizá deberías hacer algo al respecto.
Le respondo con un gruñido. No es que espere lo suficiente para
oírlo. Sale a grandes zancadas de mi despacho y cierra la puerta tras
de sí. Me quedo mirando la puerta un buen rato, con su advertencia
rebotando en mi cabeza. Tiene razón, maldita sea. Tarde o temprano,
algún otro hijo de puta verá lo que hago. Intentará quitarme lo que me
pertenece.
No. Diablos, no. Nadie la toca excepto yo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Vuelvo a abrir mi portátil. Tan pronto como se despierta, su video
se reanuda justo donde lo dejó.
Esta vez ni siquiera dudo en presionar el botón de seguir. Ya ha
pasado suficiente tiempo. Es hora de reclamar a mi pequeña.

Estés preparada o no, Tiny Dancer, vas a ser mía.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 2
OLIVE

—Verdad o reto.
Me detengo a mitad de la pirueta con un gemido, mirando a mi
mejor amiga y administradora de redes sociales, Kenzie, que está
sentada con las piernas cruzadas en el borde de la pista del estudio
de danza, desplazándose por su teléfono. Me mira por encima, con
picardía en sus ojos verdes.
—Te odio. — le digo, jadeando. Llevo una hora completa,
intentando perfeccionar una nueva coreografía en la que estoy
trabajando. Es una rutina difícil, pero estoy decidida a clavarla antes
del vídeo de grupo de mañana.
—Me adoras. — Kenzie me sonríe, mostrando sus hoyuelos. —
Ahora, responde a la pregunta, Olive.
— ¿Por qué?— Doy una zancada hacia ella, agachándome para
recoger mi botella de agua del suelo. —Cada vez que me pides que
juguemos a verdad o reto, es porque estás tramando algo. Rara vez
acaba bien para mí. — le recuerdo. Es la verdad. Es mi mejor amiga
desde la escuela primaria. Conoce todos mis secretos más profundos
y oscuros.
Excepto uno.
Llevo meses obsesionada con un hombre al que solo he visto a
través de vídeos. Mr. Dad Bod, el experto en sexo de las redes sociales.
Nunca muestra su cara en sus vídeos, pero su voz es suficiente para
hacerme doler.
¡Y Dios mío, cómo me duele! Nunca lo admitiré, pero por las
noches me excita escucharlo leer fragmentos de libros obscenos.
Nunca supe que tenía una perversión de papi hasta la primera
vez que lo oí gruñir vente para papi. He repetido esa frase una y otra vez,
imaginándomelo encima de mí, gruñéndome al oído.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Esas imaginaciones se han transformado en fantasías completas
con él como mi papi. Para Kenzie, soy invencible, capaz de matar a
mis propios dragones. Pero nunca me he sentido tan sola, abrumada
y pequeña como desde que despegaron mis seguidores en las redes
sociales.
Sueño con Mr. Dad Bod sosteniéndome, protegiéndome y
guiándome. Con él castigándome con placer y bloqueando todo el
ruido para que pueda bailar.
Quiero ser su pequeña. Desesperadamente.
Pero ni siquiera sabe que existo. ¿Por qué iba a saberlo? Tiene
cientos de mujeres en sus comentarios todos los días. Solo soy la
bailarina con curvas residente de las redes sociales. Les enseño
nuevos pasos de baile. Me defienden de los trolls que creen que todavía
pueden comentar públicamente sobre los cuerpos de las mujeres en
2023.
Tienen mucho que decir sobre el mío. Kenzie se mete en la mayor
parte porque no tengo el corazón para leerlo. Nunca quise ser una
estrella de las redes sociales. Solo quiero bailar. Pero los coreógrafos
necesitan estudiantes... y eso significa tener seguidores.
Es todo lo que siempre he querido hacer, y soy buena en ello.
Pero hacerme un nombre podría ser la cosa más aterradora que he
hecho nunca.
Últimamente todo el mundo quiere que lo vean conmigo... pero
nadie se toma la molestia de conocerme. Nunca me he sentido menos
sola.
—Porque todo trabajo y nada de juego hace a una Kenzie muy
aburrida. — dice.
—Bien. Verdad. — Tomo la salida fácil.
Excepto que Kenzie es una salvaje astuta. Siempre va un paso
por delante de mí.
—Dime cómo te sientes realmente acerca de ser una estrella de
las redes sociales.
—Atrevida. — digo inmediatamente, negándome a responder,
exactamente como ella sabía que lo haría, maldita sea. No soy

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


desagradecida y me niego a quejarme. Sé exactamente lo afortunada
que he sido y cuántos otros matarían por estar donde estoy ahora
mismo. Pero eso no significa que haya sido fácil.
—Te reto a hablar con este hombre. — Le da la vuelta a mi
teléfono y me muestra el feed de Mr. Dad Bod.
La miro como una niña pequeña a la que han atrapado con las
manos en la masa.
—Dejaste su perfil en tu teléfono. Soy una chismosa. — Se
encoge de hombros sin disculparse. —Has estado viendo mucho sus
vídeos. Como mucho.
Le saco la lengua cuando alarga la palabra mucho durante tres
segundos.
Su risa me llega flotando antes de que se tranquilice. —Te gusta.
—Quizá. — susurro, jugueteando con mi botella de agua. ¿Por
qué me siento como una niñita enamorada por primera vez? Ah, claro.
Porque soy una virgen de veintidós años que nunca ha salido con
nadie.
—Vive aquí, en Nashville.
—No sabe que existo.
— ¿Estás segura de eso?
—Sí.
Sonríe, haciendo ademán de hacer algo en mi teléfono, y luego
me mira de nuevo y hace una pausa para el efecto dramático.
— Mr. Dad Bod ha empezado a seguirte. — lee por fin.
Me atraganto con el agua y la vomito sobre mí y el suelo.
¿Me ha seguido? ¿Sabe que existo?
Santa mierda.
—Parece que te has quedado sin excusas para completar tu reto.
— Kenzie me sonríe y deja caer mi teléfono en su regazo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


****
Tamborileo con los dedos contra el brazo del sofá y miro el móvil
como si fuera a morderme. Una parte de mí cree que podría hacerlo.
Dad Bod está en directo ahora mismo. Lo sé porque he recibido la
notificación. Me muero por abrir la aplicación y verlo, como hago casi
todas las noches, pero el reto de Kenzie no deja de provocarme.

Te reto a hablar con este hombre.

Te reto a hablar con este hombre.

Te reto a... ¡argh!


Bebo un largo trago de vino y cojo el móvil de la mesita, incapaz
de resistirme por más tiempo. Tengo que volver a verlo. A estas alturas
es como una compulsión. ¿Por qué me ha seguido? ¿Sabe que llevo
dos meses acechando sus vídeos? ¿Que lo he visto leer esa línea de
ese libro miles de veces?

¿Te importa? me pregunta una vocecita traviesa.


No sé qué responder. Una parte de mí quiere que lo sepa... la
misma parte que gime llamando a papi cuando me toco por la noche.
La otra parte está aterrorizada de que sepa mi secreto. Pero si lo sabe,
no huyó despavorido. No me ha delatado al mundo.
Desbloqueo el teléfono y abro mi aplicación antes de ir
directamente a su perfil y unirme a su transmisión en directo. Mi
corazón se acelera en cuanto su ancha figura aparece en la pantalla.
Vuelve a estar sentado en la sombra, con sus largas piernas estiradas.
Tiene las manos juntas sobre el estómago.
Gimo y aprieto los muslos al verlo. Aunque solo se le ven los
labios carnosos y la barba incipiente de la mandíbula, me parece muy
sexy. No es musculoso como la mayoría de los hombres que publican
posteos de provocación. Su nombre le queda bien. Mr. Dad Bod. Es
fornido, con hombros anchos y un estómago que se extiende un poco
por encima de su cinturón. Hay árboles literalmente más pequeños
que sus piernas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Todo en él grita sexo. A juzgar por el número de mujeres en su
livestream, no soy la única. Nos encantan los hombres grandes,
especialmente uno con una voz como el whisky.
—Pídele lo que quieras. — dice, presumiblemente respondiendo
a cualquier pregunta que haya decidido abordar esta noche. —La
mayoría de los hombres matarían por saber en qué piensas, con qué
sueñas, qué te pone tan cachonda que no puedes soportarlo. Si el tuyo
no siente curiosidad o te menosprecia por tener deseos, tirar a todo el
maldito hombre. No necesitas ni mereces que te traten como a una
ciudadana de segunda en tu relación, y mucho menos en tu
dormitorio. Tus deseos y fantasías son tan importantes como los
suyos. Tu placer debe ser su prioridad. Debería ser su puta misión en
el dormitorio.
Sorbo mi vino mientras habla, fascinada por cada palabra. Está
claro que no soy la única. Los comentarios pasan a la velocidad de la
luz.

Danni: Ugh. Que alguien le enseñe esto a mi hombre. Si no me cría pronto,


me voy a romper.

Pixie Dix: Escucharte me pone caliente.

Baby Girl Sloane 1990: Quiero que el mío me comparta con un extraño al
azar. Creo que sería muy sexy.

Daphne Davis 0202: Quiero que el mío me diga STFUATTDLAGG.


Preferiblemente mientras tiene su mano alrededor de mi garganta. ;)
Entrecierro mis ojos en la pantalla, vaciando mi vaso mientras
la envidia se desliza por mis venas. Hablan con tanta libertad, diciendo
exactamente lo que sienten. No les importa lo que piensen los demás.
Simplemente van por ello, completamente impenitentes.

Mama Meow: Seré tu misión cualquier día.

Good Girl Gone Brat: Operación Yo sigo, por favor.


Dejo caer el vaso vacío sobre la mesita y ya estoy escribiendo un
mensaje. No lo pienso. Voy al grano y digo exactamente lo que quiero
por primera vez en meses.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Querido Mr. Dad Bod, ¿dónde puedo solicitar ser tu pequeña?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 3
MADDEN

La pregunta de Olive golpea mi livestream como la explosión de


una bomba. La veo aparecer en mi pantalla y mi polla reacciona
inmediatamente. La mitad de mis espectadores la ven y se desata el
caos.

Mama Meow: ¡OMD! ¡Olive Crosby está aquí!

Delectable Rae: Santa mierda. ¿Acaba Olive Crosby de pedirle al Mr. Dad
Bod que sea su papi?

Pixie Dix: Asqueroso. Ni siquiera nadie ve tus patéticos vídeos de baile, Olive.
Un gruñido de advertencia retumba en mi garganta cuando un
puñado de perras maliciosas lanzan barro hacia Olive. Tomo nota de
los nombres para bloquearlas. Si no pueden tratarla con respeto, que
se jodan. No las quiero en mis transmisiones en directo ni cerca de mí.
Creo que casi todo el mundo se ha quedado atónito ante su
pregunta. Dios sabe que yo lo estoy. Ni siquiera sabía que ella sabía
que yo existía, pero está aquí ahora mismo, su pregunta sin respuesta.
Mierda. No le he contestado.
— Tiny Dancer. — gruño, inclinándome ligeramente hacia
delante pero manteniendo la cara oculta para que sepa que le hablo
directamente a ella. —No hace falta que lo solicites. Mi pequeña
consigue lo que quiere.
Mi respuesta no calma en absoluto al público. Sus respuestas
vuelan tan rápido que no tengo oportunidad de ver la suya si dice algo
más. Eso no va a funcionar para mí.
—Retomaremos esto más tarde. — les digo a todos. —Recuerden
sus palabras de seguridad y su consentimiento entusiasta. Dulces
sueños. — Termino la transmisión inmediatamente y vuelvo a los
comentarios, pero no veo nada más de ella.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


¿Se habrá ido antes de que le respondiera? ¿Ha visto lo que decía
la gente y se ha puesto nerviosa? Seguro que la pobre se está volviendo
loca.
Tomo el móvil y abro su página antes de hacer clic para enviarle
un mensaje de texto.

Yo: Esa fue toda una introducción, pequeña.


Me siento en la silla con la mano en la polla, intentando aliviar
el dolor.

Tiny Dancer: Hola.

Yo: Hola.

Tiny Dancer: Hoy me has seguido.


Sonrío, prácticamente leyendo la acusación en su declaración y
la ávida curiosidad. Se muere por saber por qué.

Yo: Lo he hecho.

Tiny Dancer: ¿Por qué?


Me bajo la cremallera y me saco la polla... Me importa una
mierda si hacerme una paja mientras hablo con ella me convierte en
un maldito asqueroso o no. Me ha pedido ser mi pequeña delante de
doce mil personas. Estoy demasiado jodidamente duro como para no
ocuparme de ella.

Yo: Porque la forma en que te mueves hace que me duela la polla, pequeña.
Eres jodidamente preciosa.

Tiny Dancer: ¿Has visto mis vídeos?

Yo: ¿Verlos? Me he corrido encima viéndolos, Olive. Me vuelves loco.

Tiny Dancer: ¿Lo decías en serio?

Yo: ¿Qué parte?

Tiny Dancer: Toda.

Yo: 615-555-3435. Hazme video llamada. Ahora, pequeña.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Espero a que responda, pero no dice nada. Pasan dos minutos.
Y luego tres. Justo cuando pienso que tal vez no va a hacer lo que le
he ordenado y llamarme, suena mi teléfono con un número
desconocido parpadeando en la pantalla.
Contesto inmediatamente.
La hermosa cara de Olive aparece en la pantalla, con las mejillas
sonrojadas.
—Olive. — gruño, mirándola fijamente como si estuviera viendo
la cara del sol. Cristo, quizá sea así. Es tan condenadamente hermosa.
—Hola. — susurra, con voz suave y melodiosa. Me recorre la cara
con la mirada. No lo oculto, no ante ella. Ha enseñado sus cartas. Le
debo lo mismo. —Eres tan guapo.
Sonrío cuando sus mejillas arden. —Me alegro de que pienses
así, pequeña. Vas a verme mucho.
— ¿Lo haré?
—Eso jodidamente espero.
Su lengua baila a lo largo del labio inferior, tan elegante como el
resto de su cuerpo. Por Dios. Nunca en mi vida había deseado tanto
ser una lengua. Nunca antes había querido ser un labio. Ahora mismo
quiero ser ambas cosas, solo para poder saborear las dos partes de
ella.
—Me preguntaste si lo decía en serio. Estoy sentado aquí con la
polla más dura que nunca en mi puta vida. Sí, lo dije en serio.
—Enséñamela. — suelta.
— ¿Quieres ver lo dura que se la pones a papi, pequeña?
Tan pronto como me llamo así, se derrite por mí. La tensión... se
evapora de su cuerpo como si esa palabra la borrara. Cristo. Ella
necesita esto. Me necesita. ¿Cuánto tiempo ha estado mirándome,
pensando en esto? ¿Deseándolo?
—Sí. — susurra, lamiéndose los labios. —Pero... se supone que
no debo hacer eso, papi.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Ah, Cristo. Está interpretando su papel como si hubiera nacido
para ello.
—Oh, tú lo hiciste así, pequeña. Vas a mirarlo. — gruño. —Vas
a meter la mano entre las piernas y tocarte mientras yo me encargo
del problema que has creado.
Sus ojos se vuelven vidriosos y sus labios se entreabren.
—No tienes que dejar que papi te vea si no estás preparada para
ello, princesa. — le prometo, sin querer presionarla demasiado desde
el principio. Ya habrá tiempo de sobra para eso cuando esté delante
de mí. —No te meteré prisa. Pero quiero oírte gemir por papi esta
noche. ¿Puedes hacerlo por mí?
—Sí. — susurra.
—Buena chica. — Separo las piernas, dejándome espacio para
trabajar mientras ella se mueve en el sofá, poniéndose cómoda. Se
mueve con tanta gracia que su cuerpo fluye de un movimiento a otro.
—Llevo meses viendo tus vídeos, Olive.
— ¿En serio?
—Cada uno de los que publicas.
—Yo también.
— ¿Sí? ¿Cuál es tu favorito?
—Todos.
—Mentirosa. — Arrastro el puño por mi polla, retorciéndome al
llegar a la cabeza. Joder. Solo con oírla hablar estoy a punto de
explotar. —Las chicas buenas son recompensadas. Las malas son
castigadas, pequeña. ¿Quieres que te azoten?
—N-no. —Se estremece y sus ojos se dilatan. Guardo esa
reacción para más tarde, sabiendo muy bien lo que significa. Está
deseando que la azoten. Pero todavía no.
—Entonces dile a papi la verdad. — gruño.
—A-aquel en el que estás leyendo el libro sucio de papi. — Saca
la mano del marco. Un segundo después, gime suavemente y sé que
se está tocando, con los ojos fijos en mi polla. Jesús. El mero hecho

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


de hablarme de su vídeo favorito la excita. —Di-dices ‘vente para papi,
pequeña’. — Gime, arquea la espalda y sus ojos se ennegrecen de
placer. —Lo he escuchado mil veces.
—Te tocas el coño mientras me escuchas.
—Sí.
— ¿Gimes para papi cuando te corres, Olive? —gruño,
acariciándome la polla mientras la miro. No puedo dejar de mirarla.
Está completamente vestida, la parte inferior de su cuerpo fuera de la
vista, pero sé lo que está haciendo. Y Dios, quiero arrastrarme a través
de la pantalla del teléfono hasta el sofá con ella. Quiero que sea mi
mano entre sus muslos, mi lengua. Quiero destrozar a esta princesita
perfecta, dejarla gritando por papi.
— ¡Sí!
— ¿Hago que me ruegues que pare? Porque eso es lo que voy a
hacer cuando finalmente te penetre, pequeña. Papi va a hacer que te
corras una y otra vez. Voy a destrozar ese coñito perfecto para
cualquier otra persona. — Subo y bajo el puño, deseando que fuera su
manita, sus labios perfectos. —Papi será el único hombre que toque a
su pequeña.
—Sí, papi. — gime. —No quiero a nadie más. Solo a ti.
Se me erizan las pelotas cuando gime pidiendo a papi. Necesito
que se corra antes que yo.
—Entonces córrete para papi, pequeña. — gruño. —Haz que me
sienta orgulloso y empapa tus braguitas mientras gritas por mí.
Déjame oírlo.
— ¡Pa-papi!
—No me hagas repetirlo, Olive. Papi no lo pide dos veces. Me das
lo que quiero la primera vez o te pongo el culito rojo.
Mi amenaza funciona exactamente como esperaba. La parte
superior de su cuerpo se inclina desde el sofá de felpa, con la boca
abierta en un grito de éxtasis.
— ¡Papi! — gime, el sonido erótico ondulando por la línea y
directo a mis pelotas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Maldigo, corriéndome sobre mí y sobre el suelo mientras ella se
sacude hasta el orgasmo, retorciéndose como una diosa en el sofá.
—Saca hasta la última gota, Olive. — le ordeno. —Quiero que
duermas bien esta noche. Mañana vas a necesitar tus fuerzas,
pequeña.
Hace lo que le ordeno, no afloja hasta que cae de espaldas en el
sofá, jadeando.
—Saca la mano de las bragas. Déjame ver lo mojados que tienes
los dedos, pequeña. — le exijo, aunque no sé por qué. Solo va a
conseguir torturarme. Joder, seré masoquista por esta chica. Seré
cualquier maldita cosa que me consiga aunque sea dos segundos más
de su tiempo.
Se saca la mano de las bragas y la levanta delante de la cámara
con la cara oculta, como si le avergonzara la cantidad de miel que
gotea de sus dedos. Se me hace agua la boca al verla.
—Maldita sea. — gruño, apretándome la polla aún dura. —Si
estuviera ahí ahora mismo, estarías en serios problemas.
— ¡Pero hice lo que me dijiste!— Suelta la mano para mirarme,
con la boca abierta en adorable gesto de indignación.
—Mmhmm. Pero ahora estoy pensando en lo bien que sabrán
esos dos agujeritos cuando les meta la lengua. Y me enoja muchísimo
no estar ahí para averiguar cuántas veces puedo hacer que te corras
en mi lengua antes de que te desmayes de placer.
El calor vuelve a florecer en sus mejillas, del rosa más dulce.
—Joder. — gimo, sacudiendo la cabeza. —No tienes ni idea de lo
obsesionado que estoy contigo, ¿verdad, pequeña?
—No. — susurra y traga saliva. —Pero puede que no seas el
único.
Es bonito que piense eso, pero no tiene ni idea.
— ¿Estás en Nashville ahora mismo?
— ¿Sabes dónde vivo?
—Obsesionado, ¿recuerdas?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Estoy en Nashville. — susurra.
—Déjame invitarte a salir mañana.
Duda, sus dientes se hunden en su labio inferior.
—Estarás perfectamente segura conmigo. Te enviaré todas las
comprobaciones de antecedentes y referencias que quieras, princesa.
No me he metido en problemas ni un solo día de mi vida. Tengo varios
negocios en la ciudad. Hace años que no tengo una cita porque nadie
me interesa lo suficiente como para intentarlo. Tengo dos hermanos,
ambos un grano en el culo. — Sonríe. —Y un gato llamado Squirt...
que no tiene nada que ver con el orgasmo femenino, a pesar de cómo
pueda sonar tener un gato llamado Squirt. Es simplemente pequeño.
—No es eso. — dice. —Tengo una cosa mañana. Estamos
filmando todo el día.
— ¿Un nuevo vídeo?
—Algo así. — Sus cejas se fruncen. —Es para un colectivo de
danza. Todos damos clases magistrales en un estudio de la ciudad y
la gente viene a aprender con nosotros. Es mi turno y mi asistente
contrató a un camarógrafo para que lo filmara para mis canales. Pensó
que sería un buen marketing, ya que estoy intentando abrir mi propio
estudio.
— ¿Quieres abrir un estudio?
—Ese es mi sueño.
Joder. Es talentosa, sexy, adorable, motivada e inteligente. Estoy
en serio peligro de enamorarme. ¿A quién quiero engañar? Ya voy por
buen camino. No tengo exactamente ninguna historia con el
sentimiento por el cual juzgar, pero esto parece más... urgente que
simplemente desearla.
Quiero poseerla y consumirla. La quiero atada a mí, incapaz de
pensar en nadie más que en mí. Eso es exactamente lo que siento por
ella ahora mismo. Está constantemente en mi cabeza, corriendo a
través de mis pensamientos.
Pero bailar es importante para ella. No voy a joder esto
presionándola para que se reúna cuando ya tiene un día completo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Entonces nos saltamos lo de mañana y quedamos cuando tú
quieras, pequeña. — le digo. —Cuando estés libre, estaré aquí
esperándote. No voy a ninguna parte.
—Pasado mañana.
— ¿Sí?
Asiente. —Es un día de recuperación. Nunca planeo nada para
esos.
—Es una cita.
—Es una cita. — está de acuerdo.
—Ahora, ve a la cama.
— ¡Espera!— Sus ojos se dirigen a los míos. —No sé cómo
llamarte.

Tu futuro.
—Papi, Olive. Llámame papi. — le digo con firmeza.
Se sonroja de nuevo. —Me refiero a tu nombre. No sé cómo te
llamas.
Ah, joder. Acabo de correrme encima diciéndole cosas sucias, y
ella ni siquiera sabe mi verdadero nombre todavía. Soy un imbécil.
—Madden Banks.
—Madden. — susurra.
—Es papi para ti, Olive.
Su brillante sonrisa hace que mi polla se agite de nuevo. Gimo,
sacudiendo la cabeza. —Ve a la cama antes de que encuentre una
razón para mantenerte despierta más allá de tu hora de dormir.
—De acuerdo, papi. — Hace una pausa. —Te veré pasado
mañana.
—No puedo esperar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 4
OLIVE

— ¿Qué has hecho?


Alejo el teléfono de mi oreja, haciendo una mueca mientras el
grito de Kenzie resuena claramente en el vestuario del estudio. Es
demasiado pronto para que esté tan alterada. En realidad, es
demasiado pronto, y punto.
— ¿Supongo que esto significa que escuchaste lo de anoche?
— ¿Escuchar lo de anoche? — susurra. —Olive Ann Crosby, todo
el maldito mundo se ha enterado de lo de anoche. ¡Estás en la página
principal de Celebrity Teatime ahora mismo! Tu página snark en
Reddit se está volviendo loca.
—Por supuesto que lo están. — Tarde o temprano, la mayoría de
los influencers acaban teniendo una página snark. La mía apareció
hace unos meses. Bien por mí. No. Honestamente, ni siquiera me
importa. Estoy cansada de seguir las reglas y de mantener la boca
cerrada mientras todo el mundo decide quién soy. La gente me odia
porque tengo curvas y bailo. Me odian porque tengo once millones de
seguidores. Odian lo que digo, cómo me visto, lo que me pongo y lo
que no digo o no me pongo. En resumen, me odian porque tengo un
sueño y fui por él y de momento me está saliendo bien.
Si quieren odiarme también por Madden, que así sea.
—Están convencidos de que es un truco publicitario.
—Claro que lo están. — Cuelgo mi bolso dentro de mi casillero y
pongo mi teléfono en altavoz antes de atarme el pelo — ¿Qué piensan
los demás?
—Um, que ustedes dos necesitan tener bebés como
inmediatamente. Se están volviendo locos por el hecho de que hayan
tenido ese intercambio públicamente. Piensan que es sexy. Todo el

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mundo habla de ello. Has ganado como doscientos mil nuevos
seguidores.
—Santo cielo.
—Voy a desactivar tus DMs, por cierto. — dice, sonando
disgustada. —Si veo una polla más, se la mando a su madre.
— ¿Le has visto la polla?— Saco el teléfono del casillero y se me
cae el estómago a los zapatos. Oh mi Dios. ¿Hemos transmitido en
directo todo nuestro video llamada?
— ¿La de Mr. Dad Bod? No. Solo un montón de cretinos al azar.
— ¿Entonces no le viste la polla? — Aclaro, con el corazón aún
en los zapatos.
—No. — Kenzie alarga la palabra, sonando confusa, y luego
jadea. — ¡Oh, mierda! Le has visto la polla.
—Tal vez. — susurro, sonrojándome.
—Yo... tú... yo... no sé qué decir. — Por primera vez en su vida,
mi mejor amiga se queda sin habla. Wow. Este día pasará a la infamia.
— ¿Te obligó a mirarlo? — gruñe. —Porque lo cazaré y le meteré mi
estilete por el culo...
—Claro que no. — la interrumpí. —Era perfecto, Kenzie. Tan
jodidamente perfecto. — Sucio, dulce y malditamente sexy. —Es
guapísimo. Tiene unos ojos azules locos y el pelo plateado. Cuando
sonríe, también quiero sonreír.
—Realmente te gusta. — susurra Kenzie.
—Yo... — Me callo la verdad, me da miedo admitirlo en voz alta.
No solo me gusta. Creo que estoy enamorada de él. Lo he estado
durante meses. No necesitaba verle la cara para enamorarme. Llevo
meses viendo sus vídeos, aprendiendo sobre él y el tipo de hombre que
es. Hablar con él anoche me pareció natural, como si ya le conociera.
Era exactamente como es en Internet, pero mil veces mejor. —Vamos
a salir mañana. — le digo.
— ¿Estás preparada?
—Primero quedaremos en algún sitio público. — Sacudo la
cabeza y sonrío al ver lo cuidadosa que es. He conocido a completos

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


desconocidos por Internet con menos antelación gracias al trabajo que
hago. Cuando te dedicas a lo que me dedico, son gajes del oficio.
Conozco todas las normas para mantenerme a salvo. Incluso llevo la
ridícula pistola eléctrica que me compró mi mamá.
—Eso es lo que me preocupa. — murmura Kenzie. —Olive,
básicamente le pediste que fuera tu papi delante de miles de personas
anoche. Y él no te dijo que no. Recibe muchos comentarios así y nunca
responde. Pero respondió al tuyo, y luego terminó inmediatamente el
directo. La gente está informando de que algunas de las personas que
hicieron comentarios groseros sobre ti en el livestream fueron
bloqueadas de su cuenta esta mañana. No creo que entiendas lo
importante que es esto.
— ¿Los bloqueó?
— ¡Concéntrate, Olive! ¡Concéntrate!— Kenzie grita. —Si ustedes
dos empiezan a salir públicamente, esto no se va a calmar. No te estoy
diciendo que no lo hagas. Si te gusta, entonces te digo que lo hagas.
Pero tienes que estar preparada para el hecho de que estás a punto de
abrir tu vida privada al mundo entero porque te están vigilando como
halcones.
—Mierda. — susurro, con el estómago revuelto. Supongo que no
lo pensé bien cuando decidí hacerle la pregunta durante su
transmisión en directo. Hay una razón por la que tengo tanto cuidado
con lo que comparto. Soy una bailarina, no un número de circo. Me
inscribí para ser bailarina. No quiero mirar atrás dentro de un año o
de cinco y despreciar mi carrera porque no tengo privacidad.
He tenido mucho cuidado de mantener ese equilibrio porque no
estaba hecha para ser una celebridad. Ni siquiera estoy segura de
haber sido creada para ser una estrella de las redes sociales. Estoy
hecha para bailar y enseñar a bailar.
Pero, ¿merece la pena sacrificarlo todo por construir mi carrera?
Si eso significa que voy de puntillas por la vida como si estuviera en la
cuerda floja... ¿merece la pena? Quería equilibrio, pero creo que quizá
me he desviado demasiado en la dirección opuesta. Necesito corregir
el rumbo y aprender a moderarme.
Pero no sé cómo hacerlo con todo el mundo mirando. Esto podría
complicarse. Rápido.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 5
MADDEN

Miro el móvil por enésima vez, esperando ver un mensaje de


Olive. Le he enviado dos mensajes hoy, pero aún no me ha respondido.
Empiezo a preocuparme de que me esté ignorando
intencionadamente.
Supongo que estará asustada porque todo el maldito mundo está
perdiendo la cabeza por nosotros dos. Es ridículo. Somos dos adultos
que hicieron dos comentarios en mi livestream. Y sin embargo, se
podría pensar que follamos en las calles para que todo el mundo lo
vea.
Hay una razón por la que la gente va a clubes de sexo como
Dionysus, donde todos firman acuerdos de confidencialidad y pagan
una fortuna solo por entrar. Hay una razón por la que la gente le hace
a un desconocido cualquiera en Internet sus preguntas sexuales más
candentes, pero tiene miedo de admitir sus fantasías con sus nombres
adjuntos. Hay una razón por la que las mujeres tienen miedo de
admitir que ven porno o leen romances sucios. La razón son otras
personas.
Seguimos viviendo en un mundo en el que el sexo es una palabra
sucia y lo pervertido es algo que hay que esconder en la oscuridad.
Ahora la gente es más abierta. Estamos progresando. Pero aún nos
queda un largo camino por recorrer. Es exasperante.
Si alguien tiene algo que decir sobre mí y Olive, que me lo diga a
mí. Y sin embargo no lo hacen. Ella es la que tiene una página de
snark enloquecida hoy. Lo único que quieren saber de mí es quién soy.
Eso es todo. Ella es brillante, exitosa, talentosa, hermosa... y
pervertida. Hoy, la gente la mira y ve lo pervertido. A las mujeres,
especialmente, no se les permite tener eso. No abiertamente, al menos.
Pero yo tengo un pase libre. Es una mierda.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Querido Mr. Dad Bod. — canta Maddox, asomando la cabeza
en mi despacho con una sonrisa de comemierda en la cara.
Le lanzo un bolígrafo a la cabeza.
Se agacha.
—Fuera de mi despacho.
—Oh, así que hoy estás de mal humor. — dice, entrando de todos
modos.
¿Por qué me dio Dios un hermano pequeño? Todo lo que Malachi
y yo queríamos era un perro.
—Sí, y ya me estás poniendo de los nervios. Así que, por favor,
vete y ahórrame la puta migraña que inevitablemente me vas a
provocar.
—No puedo hacerlo. Malachi dice que debo decirte que se toma
el resto del día libre. Y también que manejes tu situación y dejes de
ser un imbécil conmigo.
—No ha dicho eso.
—Puede que haya añadido la parte de no ser un imbécil conmigo,
pero ha dicho que te ocupes de tu situación. — Me sonríe. —Dijo un
montón de otras estupideces sobre confiar en él, pero no estaba
escuchando. Estaba ocupado viendo vídeos de tu chica. Tiene talento.
—Maddox, lárgate de mi despacho. — gruño. —Antes de que te
tire por la maldita ventana.
—Jesús, Madden. ¿Qué demonios?
—Me he despertado con todo el maldito mundo volviéndose loco
y ella no me contesta. — Me restriego una mano por la cara. —Me está
volviendo loco.
—Así que emite un comunicado diciéndole al mundo que se joda.
Esta es tu vida. — dice Maddox. —Tú pones las reglas. Y en caso de
que lo hayas olvidado, tienes suficiente dinero para hacer un montón
de reglas, hermano.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tal vez debería... — Suena mi móvil y me interrumpe. Lo tomo
del escritorio y me quito un peso de encima cuando veo el nombre de
Olive en la pantalla. —Olive. — suspiro. —Pequeña.
—Hola. Siento no haberte contestado antes. Hoy ha sido un día
ajetreado.
— ¿Estás bien, princesa?
—Sí. — Exhala un suspiro. —Ha sido un día raro por aquí.
Maddox me hace una seña antes de salir de mi oficina,
dejándome solo. Por fin. Amo a mis hermanos, pero no puedes
culparme por tratar de cambiarlo por un perro en la perrera cuando
éramos niños. Los perros no hablan. Nunca se calla.
—Estaba preocupado. — admito. —Pensé que quizá habías visto
todas las estupideces que dice la gente y te habías asustado.
—No lo he visto, pero Kenzie me puso al corriente.
— ¿Kenzie?
—Ella ayuda a manejar mis redes sociales. Supongo que la gente
me estaba enviando fotos de sus... um... bueno, me estaban enviando
cosas inapropiadas esta mañana. — murmura. —Tuvo que desactivar
mis mensajes.
Mi expresión se transforma en una mueca. — ¿Te mandaban
fotos de pollas?
—Sí. — susurra.
—Malditos idiotas. — gruño.
El ángel de mi hombro me susurra que el asesinato es ilegal.

También lo es el acoso sexual, me susurra el demonio del otro lado.


—Estoy acostumbrada a tratar con trolls. Bueno, Kenzie está
acostumbrada. Por lo visto, en este mundo es un pecado mortal ser de
talla grande y tener talento. — Prácticamente puedo oír cómo pone los
ojos en blanco. —Supongo que todos debemos encajar en algún
estereotipo arcaico y ridículo, o rompemos el cerebro y la decencia
humana común.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Mándaselos a papi, pequeña. — canturreo, con los ojos
entrecerrados. —Pondré a cada uno de los hijos de puta en su sitio.
—Lo harías, ¿verdad?
—En un santiamén. Nadie puede hablarte con menos respeto.
No lo permitiré.
—Eres muy dulce. — susurra, con una sonrisa en la voz.
—No, no lo soy. Soy un dolor de culo terco según mis hermanos.
Pero eres mía para protegerte, princesa. Si alguien tiene algo que decir,
puede decírmelo. No pueden hablar mierda de ti a menos que quieran
tratar conmigo. Soy amable contigo. Seré el mayor cabrón que hayan
conocido. — gruño.
—La gente está diciendo mucho hoy, Madden.
— ¿Cómo me llamaste, Olive?
—Papi. — susurra.
—Buena chica. — Joder, me encanta llamarla así. Me encanta
hablar con ella. Me encanta la idea de defender y proteger a esta
princesa. Me encanta todo de ella.
—He cambiado de opinión. — suelta.
Mi corazón deja de latir. Simplemente se detiene.
—Si la oferta sigue en pie, quiero verte esta noche.
Mi mente tarda un minuto en ponerse al día. Por Dios. Pensé que
estaba diciendo que había cambiado de opinión sobre nosotros. —Te
lo dije, princesa. Estaré aquí esperándote siempre que quieras verme.
Tan a menudo como quieras verme.
—Aunque no creo que debamos vernos en público. No porque no
quiera que me vean contigo. Es solo que no quiero que nuestro primer
encuentro cara a cara sea con público. — Se ríe suavemente. —Te
quiero para mí solo un rato antes de tener que compartirte.
—Dime la hora y el lugar.
— ¿Puedes reunirte conmigo en el estudio? Terminaremos sobre
las cinco. Solo estaré yo después.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Estaré ahí a las seis. — prometo. —Incluso llevaré la cena.
—No tienes que hacer eso.
— ¿Cómo me llamaste?
—Papi.
—Entonces sí, tengo que hacerlo. — digo. —Ser tu papi no es
solo llamarme así para salir del paso. Tengo que ganarme el derecho
a ser tu papi. Y eso significa asegurarme de que te cuido en todos los
sentidos. No es ninguna dificultad por mi parte, princesa. La idea de
ser el hombre que te alimente, te abrace y te ame es algo increíble.
—Oh. — susurra. —Yo... ¿alguna vez has...?
— ¿Alguna vez qué?
— ¿Alguna vez alguien te ha llamado papi?
—Nunca, princesa. Hasta ti, no sabía cuánto lo deseaba. Eres
tú. Tú haces que lo desee.
—A mí también. Nunca... quiero decir, ni siquiera lo había
pensado antes de ti. Todavía soy... —resopla adorablemente,
tropezando con sus palabras.
—Detente. — gruño, metiendo la mano bajo el escritorio para
apretarme la polla. —Sé lo que estás a punto de decir. Oírte decir que
te reservaste para papi va a hacer que destroce mi maldita oficina en
un intento por mantenerme en ella hasta que termines por hoy.
Se ríe, el puto sonido más dulce que he oído nunca.
—Te veo a las seis, pequeña.
—Te veo a las seis. — Hace una pausa. —Hey.
— ¿Sí, pequeña?
—Me reservé para ti, papi.
Estoy a medio gruñir cuando se desconecta, su risa feliz me roba
todo el corazón.
Joder. ¿De dónde ha salido esta chica?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 6
OLIVE

Cuando faltan exactamente cinco minutos para las seis, Madden


llama a la puerta del estudio. Vuelo por el suelo para dejarlo entrar,
con el corazón palpitando de emoción. Pensé que estaría nerviosa,
pero no lo estoy. Nunca había deseado tanto ver a alguien como a este
hombre.
No he podido dejar de pensar en él en todo el día. Pensé en lo
que dijo Kenzie esta mañana. Lo consideré desde todos los ángulos
mientras enseñaba la coreografía a todos. Tardaron mucho más de lo
normal en entenderla.
La mitad de las personas que abarrotaban el estudio no eran
bailarines. Dudo que hayan estado en un estudio antes de hoy.
Vinieron a mirarme boquiabiertos. Pero la cosa es... No creo que me
importe. Tal vez en cinco años o diez años o veinte años, lo haré. Pero
ahora mismo, no quiero sacrificar mi felicidad por mi carrera. No
quiero sacrificar a Madden y lo que ya está creciendo entre nosotros
solo por la privacidad.
Lo deseo, aunque eso signifique que todo el mundo me mire.
Incluso si eso significa abrirme a un aluvión aún mayor de críticas y
odio de la gente que quiere verme fracasar. No soy la mitad de una
persona. Soy una persona completa, con pensamientos, sentimientos
y deseos.
Prefiero fracasar a mi manera que vivir en su caja.
Abro la puerta y miro a Madden en persona por primera vez. Es...
Señor, es alto. Mido 1,75 y él se eleva sobre mí como un muro
implacable. Es tan jodidamente guapo, aunque me esté mirando con
el ceño fruncido.
Creo que tengo problemas.
—Pequeña. — dice, haciéndome entrar en el estudio.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sí. Definitivamente estoy en un problema.
Me pregunto cuánto habrá destruido hoy de su oficina.
—Hola. — susurro.
No dice nada. Sigue avanzando hacia mí, con su mirada caliente
y salvaje. Provoca un incendio en mi vientre, una avalancha de
necesidad. El estómago me tiembla de excitación.
—Vas a huir. — me dice, su voz de whisky me envuelve en una
onda profunda. —Te voy a atrapar. Cuando lo haga, te voy a sacar la
mierda a besos. Si eres una buena chica y te disculpas por molestarme
hoy, puede que te alimente antes de tirarte al suelo y follar hasta
dejarte en carne viva.
— ¿Y si no soy una buena chica?
Pura maldad ilumina sus ojos como el fuego del infierno. —
Puede que me detenga lo suficiente para alimentarte en algún
momento de esta noche. ¿Quieres jugar, pequeña?
— ¿Qué pasa si digo que no?
—Entonces te digo lo jodidamente feliz que estoy de conocerte
por fin. Si tengo suerte, me dejas besarte y luego te doy de comer.
Hablamos durante la cena, y lo hacemos a tu ritmo. No te meteré prisa.
— Inclina la cabeza para que sus ojos se encuentren con los míos. —
Tú tienes todo el poder, Olive. Eso es lo que significa ser mi pequeña.
Puede que yo esté al mando, pero tú tienes el poder. Tú decides lo que
pasa. Siempre.
Mi corazón se expande en mi pecho, llenándose de él. Me pongo
de puntillas y aprieto los labios contra su mejilla desaliñada. Huele a
cedro y hierba limón. Al instante se convierte en mi aroma favorito.
—Entonces supongo que es bueno que tenga ganas de correr,
¿no? — susurro cerca de su oído antes de volver a ponerme en pie y
cruzar el estudio, corriendo tan rápido como puedo. Que no es tan
rápido. Odio correr.
Gruñe detrás de mí y me persigue.
— ¡Nada de zapatos de exterior en la madera!— Grito por encima
del hombro y atravieso la puerta para entrar en el estudio de danza.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


En las paredes hay espejos que reflejan mi imagen en todas
direcciones.
Corro por el suelo y vacilo a medio camino, insegura de si debo
correr hacia los vestuarios o hacia el estudio privado de al lado.
Cuando elijo el estudio privado anexo a la sala pública, ya está en la
puerta, acorralándome.
Es mucho más rápido que yo.
Chillo y corro hacia el estudio privado, lanzándome a través de
la puerta. La cierro de golpe y me río cuando gruñe mi nombre desde
el otro lado. Corro rápidamente hacia el otro extremo de la habitación,
escondiéndome detrás de una enorme pila de colchonetas de
gimnasia. Las utilizamos cuando hacemos ejercicios aéreos. Son
mucho más blandas que el suelo de madera.
—Mala elección, princesa. — gruñe desde la puerta. La puerta
se cierra tras él con un suave chasquido. —Ahora no tienes adónde ir.
Bueno, mierda. No lo había pensado. Debería haber elegido los
vestuarios.
—Espero que esas colchonetas sean una cama blanda. La vas a
necesitar.
Aprieto las piernas, mordiéndome la lengua para no gemir ante
su amenaza.
Quiero asomarme para ver lo cerca que está, pero no lo hago. En
lugar de eso, me preparo para correr, usando su voz para juzgar lo
cerca que está.
— ¿Ya estás mojada, princesa? ¿Huir de papi hace que te duela
el coñito?
Oh, Dios. Me va a arruinar con esa boca, ya lo sé.
Salgo corriendo de detrás de las colchonetas, dando vueltas para
esquivarlo, pero debe de haber adivinado mi plan, porque no lo
esquivo. Casi choco con él. Me alejo en el último segundo e
inmediatamente salto en una silla de montar.
Me levanta del aire como si no pesara nada y me arrastra hasta
el suelo. Aterrizo de espaldas, con su mano bajo mi cabeza para

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


acunarla. El fuego del infierno sigue ardiendo en sus ojos, un azul tan
brillante que me hechiza. Es fascinante. Me siento como Ícaro volando
demasiado cerca del sol. Solo que no quema lo suficiente. No caigo lo
suficientemente rápido.
Lo quiero más caliente. Quiero caer más fuerte.
—Te atrapé. — gruñe, inclinando su boca sobre la mía.
Si los besos mataran, así es como elegiría morir. Ahogándome en
él. Me lame la boca y me come viva. Me agarro a sus hombros, intento
acercarlo, su tacto desata una desesperación que nunca he sentido.
Quiero consumirlo, arruinarlo, obsesionarlo por toda la eternidad.
—Maldita sea, estos labios de azúcar. — gruñe, arrastrándose
sobre mí. Me separa las piernas, encajando su ancho cuerpo entre
ellas.
— ¡Papi!
—Dilo más alto. — Mueve las caderas, frotando contra mi centro.
—Grita, pequeña.
— ¡Papi!
—Más alto.
Esta vez lo grito, sin importarme si me oyen los coches que pasan
por la calle. Es... liberador. Tan malditamente liberador.
— ¿Esa sensación de ahí? Así es como deberías sentirte siempre
conmigo. — murmura, rozando sus labios con los míos en un dulce
beso. —Estás a salvo conmigo, Olive. Habla alto, pequeña. Dile a papi
exactamente lo que quieres.
—A ti. — jadeo cuando me pellizca el pezón. —Solo te quiero a
ti.
—Rojo.
Lo miro, confusa.
—Tu palabra de seguridad. Si necesitas que pare, di rojo y
pararé. ¿Entendido?
—Sí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sus labios vuelven a tocar los míos, otro dulce beso que me da
una descarga de azúcar directamente en el cuerpo. ¿Cómo puede ser
tan sucio y tan dulce al mismo tiempo? No lo sé, pero creo que soy
adicta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 7
MADDEN

Vuelve a brillar como una puta estrella mientras la miro


fijamente, paralizado. Es imposible que la deje ir después de esto. Lo
sabía antes de poner un pie en el umbral, pero ahora es una maldita
certeza.
Lucharé contra el mismo diablo para quedármela.
—Papi ya no sigue las reglas, pequeña. Y tú tampoco. — Mis
dedos se deslizan por su abdomen. Lleva una de esas camisetas de
baile diminutas... bueno, sujetadores deportivos, supongo. Se amolda
como una segunda piel, le sube las tetas y le deja el vientre desnudo.
No lo esconde. No se avergüenza de su cuerpo. —Estoy tomando lo
que quiero, y me importa un carajo quién nos atrape. Me importa una
mierda lo que tengan que decir.
—S-sí, papi. Tómalo. — Prácticamente me suplica que la folle, la
espalda arqueada, sus garras en mis brazos. Se muere de ganas.
Juego mis dedos a lo largo de la banda de sus pantalones y bajo
la cabeza para besarle los pechos. Pellizco y muerdo, sin tener cuidado
con ella. Hunde más las uñas, suplica más fuerte. Ya tan
malditamente desesperada y codiciosa.
—Cuando acabemos, olerás como yo, pequeña —le susurro al
oído, sonriendo—. Todo el mundo sabrá que dejaste que papi se llevara
lo que le pertenece.
Introduzco la mano en sus pantalones y la meto entre sus
piernas. Su miel se derrama por mis dedos y sus bragas se empapan
hasta quedar inservibles. Las aparto, desesperado por sentir su piel.
Su calor me abrasa los dedos cuando separo sus pliegues en busca de
su pequeño y duro clítoris.
Me echa la cabeza al hombro y grita mi nombre en la habitación.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Dilo todo lo alto que quieras. Eso no me detendrá, princesa.
Ahora es mío. Lo tocaré como quiera. Cuando quiera. — Presiono mi
pulgar contra su clítoris. —Donde yo quiera.
Solloza en un acuerdo sin palabras, dispuesta a darme cualquier
cosa, a aceptar cualquier cosa.
Joder, ya somos dos.
Le bajo el sujetador deportivo, dejando que sus tetas se
desparramen. Sus pezones son pequeños guijarros duros que ansían
mi boca.
—Míralos. — gruño, agachando la cabeza para darme un festín.
Mis dientes se cierran en torno a su pezón izquierdo en un mordisco
punzante mientras le aprieto el clítoris con el pulgar y le acaricio su
apretado agujerito con el meñique.
Se rompe en mis brazos, gritando de asombro.
Sus jugos se derraman como miel, calientes y pegajosos.
Mi cordura amenaza con romperse. Tengo que probarla. Tengo
que comérmela. A estas alturas es un imperativo biológico.
Le bajo los pantalones por las piernas, sin delicadeza. En cuanto
se los quito, la pongo boca abajo, levantándola ligeramente. Quiero
tener acceso a ambos agujeros. Son míos, maldita sea. Míos.
—Oh, por favor. — solloza. —Oh, por favor.
— ¿Por favor, qué?
—Por favor, cómetelo, papi. Por favor.
Ah, joder. El semen se derrama en mis calzoncillos mientras mi
sucia princesita suplica lo que quiere, agitando el culo en el aire como
una bandera roja delante de un toro.
—Una vez que papi se lo coma, le pertenece, pequeña. — gruño.
—Eso significa que nadie más lo toca a menos que quiera morir.
— ¡Ya es tuyo! — gime. —Lo guardé para ti.
Lanzo una maldición y le separo las mejillas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Grita, ahogándose de placer. La próxima vez será porque mi polla
está en su bonita garganta.
—Pa-papi. — solloza, sacudiéndose debajo de mí. —Papi.
La lamo desde el clítoris hasta su sabroso culito, lamiendo sus
jugos como un perro. Maúlla, empujando contra mí para obtener más.
Cristo, es perfecta. Me atiborro de ella, comiéndomela hasta el borde
del orgasmo y luego retrocediendo una y otra vez.
Cuando está arañando el suelo y una interminable letanía de
cánticos sale de sus perfectos labios, separo aún más sus mejillas y
fuerzo con la punta de la lengua su apretado culito mientras aprieto
la palma de la mano contra su clítoris.
Su voz se quiebra, la parte superior de su cuerpo cae hacia
delante y se rompe en mil pedacitos.
La devoro, lamiendo cada gota de miel que derrama para mí. Una
necesidad rabiosa recorre mis venas en lugar de sangre. Quiero más.
Necesito más. Tengo que tenerla.
Se corre de nuevo, goteando por sus muslos en un desastre
pegajoso.
Cojo las colchonetas y tiro de la pila para hacerla caer. Se
desparraman por el suelo de madera en un mar de espuma azul.
Arrastro su cuerpo inerte sobre ellas antes de sentarme y arrancarme
la ropa. No aparto los ojos de ella. No me pagarían por dejar de mirarla.
Es la cosita más dulce que he visto nunca, con el pelo enredado
en la cara y el cuerpo sonrojado.
—Eres hermosa, pequeña. — susurro, dándole un beso en el
vientre mientras recorro su cuerpo. — Papi necesita follarte. ¿Estás
lista?
—Sí. —Abre las piernas como una invitación silenciosa,
haciéndome sitio entre ellas. Mi polla palpita al ver sus pliegues
resbaladizos e hinchados.
Aprieto la polla contra ella, deslizándola entre sus pliegues solo
para sentir su calor contra mí. Maldita sea, está caliente. Nos
masturbo a los dos, torturándome porque no puedo resistirme. ¿Quién
podría en mi lugar?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Cuando ya no puedo más, aprieto la cabeza de mi polla contra
su entrada. — Compórtate y deja que papi ponga a su bebé dentro de
ti.
Jadea, sus ojos vuelan hacia los míos.
—Ya conoces tu palabra de seguridad. — le recuerdo. —Puedes
usarla.
— ¿Te detendrás si lo hago?
— ¿Quieres que pare?
—Nunca. — me dice.
— ¿Quieres que consiga un condón?— Maddox me trajo un puto
suministro entero de ellos esta tarde, tratando de ser gracioso. Pero
no quiero usar uno. Quiero mi semen dentro de ella, donde debe estar.
Quiero que gotee de ella cuando camine. Quiero reproducirla. Cristo,
creo que nunca he querido nada más que atarla a mí.
Siempre me he enorgullecido de ser un hombre moderno. Pero
no hay nada de moderno en este deseo. La quiero atada a mí con lazos
irrompibles. Quiero consumirla, atraparla, arruinarla para cualquiera
que no sea yo. Será mía y solo mía. Mi pequeña. Mi puto mundo.
—Verde.
Gruño una maldición, agachando la cabeza para besar
profundamente sus labios. Es perfecta para mí en todos los sentidos,
hecha como si estuviera diseñada para mí y solo para mí. No soy tan
estúpido como para dejarlo pasar. Ni ahora ni nunca.
—Sé una buena chica y vuelve a follar a papi. — gruño contra
sus labios. —Hazlo muy feliz, princesa.
—Sí, papi.
Empujo hacia delante, introduciendo lentamente mi polla en su
apretado agujerito. Aunque está empapada, su cuerpo se resiste una
fracción de segundo antes de que entre la cabeza. Gimo de éxtasis,
luchando como un demonio para no correrme aquí y ahora. Ella lo es
todo. Lo es jodidamente todo.
—Maldita sea, pequeña. — gruño, empujando otro centímetro.
—Nadie puede mantener a papi fuera de esta cosita apretada ahora.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Tendré tu barriga redonda con mi hijo en un santiamén. ¿Qué dirá la
gente entonces?
La pequeña pícara presiona su labio contra mi oído. —Que su
pequeña consigue lo que quiere. — gime.
Gruño, sacudiendo las caderas mientras la sed de sexo me
abruma momentáneamente.
Jadea y se tensa momentáneamente cuando atravieso su barrera
virgen.
—Joder. Lo siento. —Aprieto mis labios contra su frente y luego
contra sus mejillas. —Lo siento, pequeña. Soy un imbécil.
Exhala un suspiro. —No pasa nada. Solo me asusté.
—Es la última vez que sientes dolor por mi culpa, pequeña. — le
prometo. —A partir de ahora, solo será placer.
Me mira con ojos llenos de emoción. —Ya es placer. Te sientes
tan bien encima de mí. — Me pasa las manos por la espalda,
intentando acercarme. —Hazme tuya ahora.
—No me estás escuchando, pequeña. — Le mordisqueo el labio
inferior. —Ya eres mía. Sellaste tu destino en el momento en que me
pediste ser mi pequeña. Ahora perteneces a papi.
—Bien. — susurra. —Me gusta ser tuya, papi.
— ¿Sí?— Hago círculos con las caderas y rozo su clítoris.
Sus uñas se clavan en mi espalda mientras sus ojos se ponen en
blanco.
— ¿Te gusta, princesa?
— ¡Sí! Dios, sí.
Gimo y me rindo a la necesidad que me recorre con cada latido
de mi corazón. La penetro una y otra vez, con fuerza y profundidad.
—Perfecta princesita. — gruño. —Mírate tomando la polla de tu
papi como una niña grande. — Presiono mis labios contra su oreja. —
Lo estás haciendo muy bien, pequeña. Joder. No habrá forma de
ocultar lo que hemos estado haciendo, princesa. Todo el mundo va a
saber que papi no puede quitarte las manos de encima.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Deja que lo sepan. — solloza. —Quiero que lo sepan.
— ¿Sí? ¿Quieres que el mundo sepa que dejas que tu papi se
folle este perfecto coño de princesita, pequeña? — Rastrillo mis dientes
por el tendón de su cuello, tocándola por todas partes mientras la follo
en carne viva, incapaz de contenerme. — ¿Quieres que sepan lo
obsesionado que estoy con mi pequeña?
— ¡Sí! — grita, arañándome la espalda. — ¡Sí!
—Pues que lo vean. — rujo, aporreándola como un loco mientras
me lleva al borde de la obsesión una y otra vez. Es demasiado,
demasiado fuerte, demasiado rápido, demasiado profundo... pero no
puedo detenerme. Pero sigue sollozando, arañando y mordiendo como
una gatita infernal.
Me abalanzo sobre ella, le rodeo la garganta con la mano y ella
se desgarra a mi alrededor, gritando por papi. Sus músculos internos
se agitan y palpitan a lo largo de mi cuerpo, provocando mi propio
orgasmo. Siento un cosquilleo en la espalda y se me hinchan las
pelotas.
Entierro mi cara en su garganta, gimiendo su nombre mientras
el semen sube por mi eje, y reclamo su vientre, plantando mi semilla
lo suficientemente profundo como para reclamar también su alma.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 8
OLIVE

— ¿Estás segura de esto?— me pregunta Madden, tirando de mí


hacia su regazo en el despacho de su casa dos días después. —No le
debemos nada a nadie.
—Lo sé. — digo simplemente. Es la verdad. No le debemos nada
a nadie. Pero cuanto antes confirmemos nuestra relación, antes nos
dejará todo el mundo en paz. Al menos esa es mi teoría. Los dos
últimos días han sido un torbellino.
Madden no se ha separado de mí. Estoy tan enamorada de él que
es ligeramente aterrador. En realidad, eso no es cierto. No estoy
asustada en absoluto. Por primera vez, me siento sin miedo, como si
pudiera hacer cualquier cosa. Él me hace sentir así porque me ve así.
Soy invencible en sus brazos.
Me encanta esa sensación.
Lo amo más.
Nunca he estado más segura de nada que de este hombre y de
lo que siento por él. Es rápido. Ridículamente, estoy segura que
algunos dirán. Pero la cosa es que... no me importa lo que digan. He
pasado demasiado tiempo de mi vida preocupada por las opiniones de
los demás, tratando de encajar en su cajita perfecta. He terminado de
intentarlo.
Si no soy suficiente para el mundo exactamente como soy,
entonces nunca seré suficiente para el mundo.
Bailar importa. Pero le guste o no al mundo, siempre podré
bailar. No pueden quitarme mi talento. Si nadie asiste nunca a mi
estudio o a mis clases porque estoy locamente enamorada de un
hombre al que llamo papi, seguiré bailando. Prefiero fracasar en mis
sueños estando enamorada que triunfar sola.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿En qué estás pensando?— Madden pregunta, acariciando mi
mejilla. — ¿Quieres esperar un poco para hacer esto, pequeña?
—No. — Sacudo la cabeza, inflexible. —Solo estaba pensando...
te amo.
Parpadea, sus largas pestañas caen sobre sus ojos azules antes
de que se abran de nuevo. —Dilo otra vez. — gruñe.
—Te amo. —Mis labios se curvan en una sonrisa. —Estoy
enamorada de ti. Llevo mucho tiempo medio enamorada de ti, pero los
últimos días... — Sacudo la cabeza, asombrada por lo increíbles que
han sido. De lo increíble que es él. —No los cambiaría por nada, papi.
No tengo miedo de lo que pueda decir el mundo ni de no volver a tener
intimidad. La daría sin pensarlo por ti.
—Joder. — Me levanta de su regazo, me hace girar y me coloca
en el borde de su escritorio. Antes de que pueda reaccionar, se pone
en pie y me besa. Su beso es ardiente y salvaje, desencadenando otra
avalancha en mis venas. —Nunca tendrás que renunciar a nada por
estar conmigo, princesa. ¿Crees que tu papi lo permitiría?
—Nunca. — susurro contra sus labios, y luego me retiro para
mirarlo. — ¿Seguro que quieres hacer esto hoy?
—Me importa un demonio si conocen mi identidad o no,
princesa. Solo la he ocultado para proteger a mis hermanos de
posibles consecuencias. Pero están de acuerdo con esto. Ya es hora de
salir de las sombras y ponerle cara al nombre. — Me da un golpecito
en el labio inferior. — ¿Quién sabe? Quizá cuando lo sepan, no te
juzgarán tan rápido.
Le sonrío. —O tendrán aún más que decir. Tienes un club de
sexo.
—Y estoy muy orgulloso de ello. — me acaricia el cuello. —No es
que vayas a ir pronto. La idea de que veas a alguien desnudo que no
sea yo me vuelve homicida.
—Uh, once millones de personas te ven medio desnudo cada
semana.
—Me veían medio desnudo cada semana. — corrijo. —Eso ya no
pasará más. Conseguía que la gente se detuviera y escuchara lo que

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


se decía, pero si a estas alturas no están dispuestos a hacerlo con mi
ropa puesta, es que no estaban escuchando en primer lugar.
—Me encanta eso. — susurro. —Realmente te importa esto.
—Joder, sí, me importa. Veo a gente entrar por las puertas del
club todos los días, avergonzados por sus perversiones. No debería ser
así. Lo que pase entre dos adultos es asunto suyo.
—A menos que sean estrellas de las redes sociales.
—Incluso si son estrellas de las redes sociales. — dice,
mordiéndome la garganta. —Nadie puede darnos órdenes, pequeña. Y
no pueden avergonzarte.
—Entonces hagámoslo. — susurro.
Me besa de nuevo, esta vez larga y profundamente, y luego me
vuelve a estrechar entre sus brazos antes de acomodarse en su silla.
Me siento en el borde y observo cómo prepara la cámara. Cuando
presiona el botón de grabación, vuelve a sentarse y desliza su mano
entre las mías.
—Querido mundo —dice acercándome—. Me conocen como Mr.
Dad Bod, pero esta diosa con talento de aquí me conoce como algo
más.
—Mi mundo. — le digo. —Madden Banks.
Me sonríe, pero me encojo de hombros. Es la verdad.
—Últimamente han chismeado mucho sobre cómo me llama.
Solo queríamos aclarar las cosas. — Entorna los ojos hacia la cámara.
—Somos dos adultos en una relación amorosa. Y eso no es asunto
suyo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Epílogo
MADDEN

—Papi. — gime Olive, agarrando las sábanas con fuerza entre


sus manos mientras juego con su culito. —Por favor, papi.
— ¿Por favor qué, pequeña?
— ¡Por favor, no puedo más! — grita. — ¡Por favor, fóllame ahora!
— ¿Por qué debería? No obedecerás las reglas.
—Lo haré. — solloza. —Prometo que lo haré.
Es mentira, y los dos lo sabemos. Está embarazada de seis meses
y se supone que debería estar descansando. En lugar de eso, corre por
toda la casa detrás de nuestro hijo e intenta coreografiar una nueva
rutina. No conoce la definición de descanso. Así que estoy agotando
su precioso culito para que duerma. Es la única manera de
asegurarme de que hace lo que le digo.
—Mentirosa. — gruño, apretando de nuevo su clítoris. —
Volverás a levantarte en cinco minutos, haciendo exactamente lo que
no debes hacer. — Su culito se aprieta alrededor de mi pulgar y sé que
está al borde de otro orgasmo. —Cuando decida que has tenido
suficiente, te daré lo que quieres.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Grita mi nombre, araña la cama, se retuerce mientras estalla
otro orgasmo. Este la destroza. Lo atraviesa a gritos, gritando como
una loca mientras convulsiona. Es tan jodidamente caliente cuando
está así. Dios, han pasado cuatro años, y todavía no me canso de ella.
Cada día con ella, mi obsesión crece. Cada día, encuentro una nueva
razón para adorarla, una nueva razón para amarla.
Tomó un tiempo para que la novedad de nosotros se
desvaneciera y para que la gente encontrara algo más en lo que fijarse.
Nuestro vídeo ayudó, creo. Al menos, hizo que la gente dejara de
husmear en nuestra vida sexual. También provocó muchas
conversaciones sinceras sobre las perversiones. No voy a decir que
haya cambiado a nadie. Aún no somos ese mundo. Pero cada día nos
acercamos un poco más. Quizá algún día las mujeres no sientan
vergüenza por soñar con tener un papi. Las parejas no tendrán que
esconderse en clubes exclusivos para explorar sus deseos. No lo sé. Lo
único que sé es que la gente dejó a mi pequeña en paz. Nos dejaron
tener nuestra privacidad.
—Por favor, por favor. — susurra, su cuerpo se afloja en mis
brazos cuando le fallan las piernas. Por fin. Juro por Dios que mi
esposa tiene más energía que nadie que haya conocido.
Dirige su propio estudio, hace coreografías y se pasa el día
persiguiendo a nuestro hijo de tres años.
La tumbo boca arriba y levanto su pierna sobre mi cadera
mientras me deslizo dentro de ella, dándole lo que quiere. Negárselo
es muy difícil. Va en contra de todos mis instintos. Pero lleva meses
corriendo a toda máquina. Necesita un descanso. Es mi trabajo
asegurarme de que se tome uno. Soy su papi. Y ese es mi bebé
creciendo ahí adentro.
—Papi. — gime, con los ojos en blanco mientras la penetro hasta
el fondo, dándole por fin lo que quiere.
—Maldita sea, pequeña. — gruño, follándola lenta y
profundamente. —Finges que odias que te castiguen, pero nunca estás
más mojada que cuando te portas mal.
—Es culpa tuya. — me hace un puchero. —Me castigas
demasiado bien, papi.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tal vez debería parar entonces.
— ¡No!
Sonrío, no me sorprende su respuesta. La pequeña descarada.
—Te amo. — murmuro contra sus labios.
—Entonces ámame, papi. — Me rodea el cuello con los brazos y
me pasa los dedos por el pelo de la nuca. —Y no pares nunca.
—Nunca. — juro, perdiéndome en ella.
Para cuando termino, se ha desmayado, follada hasta dormirse
exactamente como quería.
Como dije, ella tiene el poder.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

También podría gustarte