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Nichole Rose
Madden Banks
—Verdad o reto.
Me detengo a mitad de la pirueta con un gemido, mirando a mi
mejor amiga y administradora de redes sociales, Kenzie, que está
sentada con las piernas cruzadas en el borde de la pista del estudio
de danza, desplazándose por su teléfono. Me mira por encima, con
picardía en sus ojos verdes.
—Te odio. — le digo, jadeando. Llevo una hora completa,
intentando perfeccionar una nueva coreografía en la que estoy
trabajando. Es una rutina difícil, pero estoy decidida a clavarla antes
del vídeo de grupo de mañana.
—Me adoras. — Kenzie me sonríe, mostrando sus hoyuelos. —
Ahora, responde a la pregunta, Olive.
— ¿Por qué?— Doy una zancada hacia ella, agachándome para
recoger mi botella de agua del suelo. —Cada vez que me pides que
juguemos a verdad o reto, es porque estás tramando algo. Rara vez
acaba bien para mí. — le recuerdo. Es la verdad. Es mi mejor amiga
desde la escuela primaria. Conoce todos mis secretos más profundos
y oscuros.
Excepto uno.
Llevo meses obsesionada con un hombre al que solo he visto a
través de vídeos. Mr. Dad Bod, el experto en sexo de las redes sociales.
Nunca muestra su cara en sus vídeos, pero su voz es suficiente para
hacerme doler.
¡Y Dios mío, cómo me duele! Nunca lo admitiré, pero por las
noches me excita escucharlo leer fragmentos de libros obscenos.
Nunca supe que tenía una perversión de papi hasta la primera
vez que lo oí gruñir vente para papi. He repetido esa frase una y otra vez,
imaginándomelo encima de mí, gruñéndome al oído.
Baby Girl Sloane 1990: Quiero que el mío me comparta con un extraño al
azar. Creo que sería muy sexy.
Delectable Rae: Santa mierda. ¿Acaba Olive Crosby de pedirle al Mr. Dad
Bod que sea su papi?
Pixie Dix: Asqueroso. Ni siquiera nadie ve tus patéticos vídeos de baile, Olive.
Un gruñido de advertencia retumba en mi garganta cuando un
puñado de perras maliciosas lanzan barro hacia Olive. Tomo nota de
los nombres para bloquearlas. Si no pueden tratarla con respeto, que
se jodan. No las quiero en mis transmisiones en directo ni cerca de mí.
Creo que casi todo el mundo se ha quedado atónito ante su
pregunta. Dios sabe que yo lo estoy. Ni siquiera sabía que ella sabía
que yo existía, pero está aquí ahora mismo, su pregunta sin respuesta.
Mierda. No le he contestado.
— Tiny Dancer. — gruño, inclinándome ligeramente hacia
delante pero manteniendo la cara oculta para que sepa que le hablo
directamente a ella. —No hace falta que lo solicites. Mi pequeña
consigue lo que quiere.
Mi respuesta no calma en absoluto al público. Sus respuestas
vuelan tan rápido que no tengo oportunidad de ver la suya si dice algo
más. Eso no va a funcionar para mí.
—Retomaremos esto más tarde. — les digo a todos. —Recuerden
sus palabras de seguridad y su consentimiento entusiasta. Dulces
sueños. — Termino la transmisión inmediatamente y vuelvo a los
comentarios, pero no veo nada más de ella.
Yo: Hola.
Yo: Lo he hecho.
Yo: Porque la forma en que te mueves hace que me duela la polla, pequeña.
Eres jodidamente preciosa.
Tu futuro.
—Papi, Olive. Llámame papi. — le digo con firmeza.
Se sonroja de nuevo. —Me refiero a tu nombre. No sé cómo te
llamas.
Ah, joder. Acabo de correrme encima diciéndole cosas sucias, y
ella ni siquiera sabe mi verdadero nombre todavía. Soy un imbécil.
—Madden Banks.
—Madden. — susurra.
—Es papi para ti, Olive.
Su brillante sonrisa hace que mi polla se agite de nuevo. Gimo,
sacudiendo la cabeza. —Ve a la cama antes de que encuentre una
razón para mantenerte despierta más allá de tu hora de dormir.
—De acuerdo, papi. — Hace una pausa. —Te veré pasado
mañana.
—No puedo esperar.
Fin…