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CAPÍTULO III

1. ENFOQUES PSICOLÓGICOS

3.1. Psicoanálisis

Tomar en cuenta que este enfoque afirma que la gran mayoría de los procesos
psíquicos tienen su origen en la infancia. Es por ello por lo que citamos a Freud
como uno de los principales representes del psicoanálisis sosteniéndose que
“Psicológicamente, el niño es un objeto diverso del adulto”. Dentro de una crianza de
hijos es importante destacar el rol que cumplen los padres, ya que es muy importante
asumir que los primeros años de vida de un niño son decisivos para la formación de
la personalidad, a medida que los niños desarrollan conflictos entre sus impulsos
biológicos innatos con relación a la sexualidad y las restricciones de la sociedad.

De acuerdo a este enfoque se destaca una gran importancia dentro la crianza de los hijos
saber sobre las etapas que presenta la infancia para determinar el desarrollo de la
personalidad; esta es conocida como Pre-genitales que son: la etapa oral, caracterizada
por dirigir la libido hacia la boca y buscar la satisfacción gracias a la actividad de
succión o chupeteo y de la masticación o mordisqueo; la etapa anal donde la libido se
dirige hacia el ano y esfínter urinario y la satisfacción sobreviene por la expulsión o
retención de las heces o de la orina; La etapa fálica es fundamental para el desarrollo
del psiquismo, porque en ella se produce el Complejo de Edipo en la niña y en el
niño: la Crisis Edípica en esta etapa presenta una expresión erótica de la niña hacia
su padre con hostilidad y celos hacia la figura materna, mientras que en el niño su
erotismo se dirige hacia la madre, acompañada de hostilidad y celos hacia el padre.
Se presentan dos etapas intermedias: la etapa de latencia, en cuya fase y como
consecuencia de la aparición del superyó el niño reprime sus sentimientos Edípicos e
inhibe sus apetitos erótico-sexuales, y la etapa de la pubertad y adolescencia donde la
libido se dirige a los genitales ya en proceso de maduración: la vagina y el clítoris en
la mujer y el pene en el hombre, con sus respectivos cambios anatómico-fisiológicos
y psíquicos. La etapa genital, en la cual la mujer y el hombre tras la superación del
complejo de Edipo infantil, orienta su deseo sexual fuera de la familia, hacia
personas del sexo opuesto y convierte la relación genital reproductora en el objetivo
del impulso sexual.

3.2 Conductismo

“Estamos enseñando con nuestras conductas todo el tiempo”, por lo que Watson creía
que la inteligencia, el temperamento y la personalidad están determinados por el entorno
en el cual se cría al niño. Si bien es cierto cuando nos referimos a conductismo nos
recuerda al experimento del «Pequeño Albert», donde se utilizó el método del
condicionamiento clásico para programar a un bebé para que le temiera a una rata de
laboratorio; de acuerdo a lo anterior Watson asume que el comportamiento de la
persona es un reflejo evocado por un estímulo o una consecuencia de nuestra historia
individual de exposición anterior a refuerzos y castigos, emparejados con nuestros
estados y estímulos motivacionales actuales. Watson estaba convencido de que el tipo
de crianza que recibimos puede determinar el camino de nuestra vida, y así mismo
afirmaba que podía convertir a un bebé en cualquier persona que desease; sin embargo,
se arrepintió al respecto de dichas afirmaciones ya que en su propia familia al aplicar
sus distintos métodos de crianza no salió como lo planificado.

Si se da la crianza de los hijos a partir del conductismo, debemos tomar en cuenta que el
conductismo propone que, para poder cambiar las conductas, lo único que podemos
cambiar de manera directa es el contexto de las mismas. Nos referimos para que una
conducta cambie, es necesario cambiar sus antecedentes o sus consecuencias o ya sea el
caso de ambos. Veamos al conductismo a partir de reforzar conductas deseadas y no
reforzar las no deseadas, ya que se precisa que sería el más efectivo. Si bien en la
crianza de los hijos a veces se utiliza el castigo, existen investigaciones donde afirman
que es menos efectivo que la utilización de refuerzos ya que no enseña conductas
nuevas, sino que sólo marca “lo que no”, con altas chances de dañar la relación, de ser
utilizado de manera abusiva.

Es fundamental saber de qué trata precisamente un refuerzo y un castigo,


respectivamente el refuerzo o reforzamiento trata del proceso de consolidar una
conducta a través de sus consecuencias, pero esta solo será considerada cuando logre
mantener o aumentar la conducta que lo antecede; sin embargo, un estímulo puede ser
reforzador de una conducta para una persona y no para otra. Por eso si queremos
aumentar una conducta en nuestros hijos, tendremos que saber qué estímulos pueden
funcionar como reforzadores y cuáles no para ellos. Por otro lado, el castigo es un
método para disminuir una conducta a través de sus consecuencias. De la misma manera
que ocurre con los refuerzos, un castigo puede llamarse castigo sólo si logra disminuir
la conducta que lo antecede. Si la conducta no cambia, entonces no hubo castigo ahí. De
allí que cuando un padre dice “lo castigo, pero no le importa”, en realidad no está
castigando la conducta; su intención no produce el efecto deseado.

Watson recomendaba a los padres, que se debía mantener una distancia emocional para
así no malcriar a los hijos. Así mismo que jugar con los niños, interrumpiría sus rutinas.
Un niño feliz no llora ni busca atención.

SUGERENCIAS

 Utilizar animación para ayudar a los niños a sentir “que pertenecen a un lugar,
familia o contexto” de tal manera que la motivación del mal comportamiento se
elimine.
 Celebra cada paso en dirección a un mejoramiento de la situación en vez de
enfocarte en los errores.
 “Pasa un tiempo especial con el niño.” Es una muy buena forma de ayudar a
que los niños se sientan animados.
 Cuando acuestes a los niños, pídeles que compartan contigo el momento “más
triste” y el momento “más feliz” del día. Después comparte tu con ellos los
tuyos.
 Ten en cuenta la opinión de los niños, para que se sienten capaces, motivados y
entusiasmados cuando se los incluye en las decisiones.
 Enseña y modela el respeto mutuo. Una forma es siendo cariñoso y firme al
mismo tiempo; cariñoso para mostrar respeto por el niño y firme para mostrar
respeto por ti mismo y “las necesidades de la situación.”

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