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(noema). La certeza de la multiplicación depende de la verdad del enunciado, no del
acto psíquico de pensarlo. Es en definitiva el noema el que valida y explica la noesis.
Es necesario realizar una segunda reducción fenomenología, llamada eidética, en
donde habiendo eliminado el problema de la existencia extramental a través de la primer
abstención, queda por buscar la esencia de las cosas mediante la manifestación directa e
inmediata de los limites dentro de los cuales algo podría variar sin dejar de ser lo que es.
Esto es, la esencia. Ella es la quiddidad (el “lo que”) de la índole o constitución de las
cosas y los individuos.
Al operar la segunda reducción, la conciencia pura tiene acceso a la esencia de
la cosa en sí, también denominada eidós. Husserl contrapone los hechos a las
esencias. Mientras que los primeros son particulares, contingentes y temporo-
espacialmente situados, las segundas no se localizan en tiempo ni espacio alguno y
poseen un carácter de distinción fundamental. Pero él no piensa en ambos por separado:
al sentido de todo lo contingente le es inherente tener precisamente una esencia y, por
tanto, un eidós que hay que aprehender en su pureza.
Dicha aprehensión se opera a través de lo que Husserl llama intuición esencial, un
acto en el que es dada efectivamente una esencia de manera originaria, no secundaria ni
derivada. No es una mera y vaga representación, pues la esencia así aprehendida queda
captada en su propia identidad, en persona y no a través de algún sucedáneo.
Esta intuición esencial se apoya y requiere como base una intuición individual o
corriente basada en la experiencia sensorial. La fuente de todo conocimiento es la
experiencia en su más amplio sentido, que incluye las variaciones de la intuición. Lo
exigido por la fenomenología es pasar de los hechos a las esencias que en ellos se dan, a
través de la reducción eidética.
La tercera reducción fenomenológica es trascendental. Consiste en la persistencia
en la aplicación de la epokhe o abstención de juicio. El resultado que se obtiene como
fruto de la sistemática aplicación de la abstención es la conquista de una nueva región:
la esencia de la conciencia pura en general. Lo que no puede ser objeto de epokhe es
precisamente aquello que la efectúa.