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Revista Enfoque Gestáltico (AGBA) Nº 45

Introducción a la fenomenología de Husserl – Diego Brandolín


Husserl, quien inicialmente se interesó por las ciencias exactas como la física, las
matemáticas y la astronomía, se vio luego atraído por la base psicológica de las
matemáticas, lo que lo llevó a participar de los cursos de filosofía y psicología dictados
por Franz Brentano. El contacto con éste lo decidió a virar definitivamente su interés
hacia la filosofía. Tomó de Brentano un concepto que sería clave en la propuesta
filosófica y metodológica: la intencionalidad de la conciencia.
En 1931, Husserl entrega “Meditaciones cartesianas”. En ella, propone rescatar el
ideal científico de Descartes. Propone recuperar su espíritu, pero señalar los desvíos en
los que a su juicio este último incurrió. Su intención definitiva es unificar el campo
de la ciencia y el de la filosofía a través de un método único, la fenomenología. A
través de su aplicación es para Husserl posible aprehender la verdad.
Para introducir su propuesta, Husserl retoma a Descartes partiendo del Método (este
consiste sucintamente en acercarse al conocimiento de la verdad a través de la
aplicación sistemática de la duda sobre todos los enunciados fruto de la experiencia y
la reflexión). Pero hace un movimiento más. Señala que el hecho de arrojar los
fenómenos a la duda no los hace desaparecer. Sencillamente, es una abstención del
yo que reflexiona respecto a otorgarle o no juicio de realidad, de existencia, al
fenómeno. Esto no significa que por no tomar posición respecto de ellos, los fenómenos
no sigan estando presentes en el campo de la experiencia del yo.
Husserl ve en ello un primer paso para acercarse a la verdad. Esta abstención de
señalar si algo es real o no, es verdadero o no, es lo que él llama Reducción
fenomenológica o Epokhe (término griego que puede traducirse como abstención o
suspensión. En el medio filosófico también ha sido entendido como “poner entre
paréntesis”).
Husserl se apoya en una distinción en el proceso de conocer. Si observamos la
relación que guarda el sujeto que conoce con el objeto de conocimiento,
distinguiremos en ella una intencionalidad (Brentano). El objeto siempre lo es en
referencia a un sujeto y el sujeto lo es inevitablemente en referencia a un objeto.
La fenomenología se presenta entonces como un método radical y universal por
medio del cual me aprehendo como un yo puro, con la vida de conciencia pura que
me es propia, en la cual y por medio de la cual el mundo objetivo entero es para mí, y
es precisamente tal como es para mí. Hay un corrimiento de sentido, desde el ser al
aparecer, la manifestación. No hay ninguna cosa detrás del fenómeno y este no es
apariencia de ser, no es imagen o representación de algo distinto a su propio
aparecer.
Husserl establece una distinción en el proceso de conocimiento entre los actos
mediante los cuales la conciencia tiende hacia su objeto y que tiene distintos modos de
ser representados (por ej.: pensar, temer, desear) y el contenido de esos actos (lo
pensado, lo temido, lo deseado). Llama noesis a los actos y les atribuye un carácter
subjetivo de la conciencia mientras que los contenidos son noema, y es un aspecto
objetivo de la conciencia. Por ejemplo, cuando hacemos una multiplicación,
distinguimos entre el acto psíquico de pensar (noesis) y el contenido de ese pensamiento

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(noema). La certeza de la multiplicación depende de la verdad del enunciado, no del
acto psíquico de pensarlo. Es en definitiva el noema el que valida y explica la noesis.
Es necesario realizar una segunda reducción fenomenología, llamada eidética, en
donde habiendo eliminado el problema de la existencia extramental a través de la primer
abstención, queda por buscar la esencia de las cosas mediante la manifestación directa e
inmediata de los limites dentro de los cuales algo podría variar sin dejar de ser lo que es.
Esto es, la esencia. Ella es la quiddidad (el “lo que”) de la índole o constitución de las
cosas y los individuos.
Al operar la segunda reducción, la conciencia pura tiene acceso a la esencia de
la cosa en sí, también denominada eidós. Husserl contrapone los hechos a las
esencias. Mientras que los primeros son particulares, contingentes y temporo-
espacialmente situados, las segundas no se localizan en tiempo ni espacio alguno y
poseen un carácter de distinción fundamental. Pero él no piensa en ambos por separado:
al sentido de todo lo contingente le es inherente tener precisamente una esencia y, por
tanto, un eidós que hay que aprehender en su pureza.
Dicha aprehensión se opera a través de lo que Husserl llama intuición esencial, un
acto en el que es dada efectivamente una esencia de manera originaria, no secundaria ni
derivada. No es una mera y vaga representación, pues la esencia así aprehendida queda
captada en su propia identidad, en persona y no a través de algún sucedáneo.
Esta intuición esencial se apoya y requiere como base una intuición individual o
corriente basada en la experiencia sensorial. La fuente de todo conocimiento es la
experiencia en su más amplio sentido, que incluye las variaciones de la intuición. Lo
exigido por la fenomenología es pasar de los hechos a las esencias que en ellos se dan, a
través de la reducción eidética.
La tercera reducción fenomenológica es trascendental. Consiste en la persistencia
en la aplicación de la epokhe o abstención de juicio. El resultado que se obtiene como
fruto de la sistemática aplicación de la abstención es la conquista de una nueva región:
la esencia de la conciencia pura en general. Lo que no puede ser objeto de epokhe es
precisamente aquello que la efectúa.

*Husserl define a la fenomenología pura como ciencia de esencias.

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