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Edmund Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale
Phänomenologie, Husserliana VI, Den Haag, Martinus Nijhoff, 1962, p. 169 n. Trad. J. Muñoz y S. Mas:
La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental, Barcelona, Crítica, 1999, p. 175 n.
Trad. J. V. Iribarne, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental, Buenos Aires,
Prometeo, 2008, p. 207 n. La afirmación se encuentra en un escrito sobre el que Husserl trabajaba en el
último año de su vida. Husserliana es la edición de escritos de Husserl que se encuentra en curso de
publicación desde 1950 a cargo del Archivo-Husserl de la Universidad de Lovaina (Leuven) que recibió
los manuscritos de Husserl luego de su muerte gracias a la preocupación del sacerdote franciscano
Herman Leo Van Breda por salvarlos de la destrucción. Comprende tres secciones: las Obras Completas
(cuarenta volúmenes), los Materiales (ocho volúmenes de cursos y escritos no editados con un aparato
crítico al modo del grupo anterior) y los Documentos (que incluyen, entre otras cosas, diez volúmenes
con la correspondencia mantenida por Husserl).
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Edmund Husserl, Aufsätze und Vorträge (1922-1937). Mit ergänzenden Texten, Husserliana XXVII,
Dordrecht/Boston/London, 1989, p. 221. Este afirmación se encuentra en una autoexposición de la
filosofía de Husserl publicada en 1937.
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Sobre el noema, cf. Edmund Husserl, Ideas I, §§ 84-106. Franz Brentano (1838-1917), maestro de
Husserl, retoma el concepto medieval de intencionalidad a través de la noción de existencia intencional
del objeto en la conciencia como una característica de los actos. A ello se añade la orientación de los
actos a ese contenido intencional inmanente considerado como una posesión pasiva. Brentano pone de
manifiesto la referencia o dirección de los actos a un objeto, pero supone que el contenido aprehendido
debe ser inmanente. Y no tiene en cuenta la función dadora de sentido de la intencionalidad. Según
Brentano, la dirección al objeto es directa y no mediada de modo que el contenido inmanente no tiene que
ser interpretado. Según Husserl, el contenido está sujeto a una interpretación, y esta relación activa entre
el acto y el contenido inmanente establece una correlación entre el acto interpretante o aprehensor y el
objeto que resulta de él. Husserl separa el concepto de intencionalidad de la noción de inexistencia
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intencional y lo considera exclusivamente como referencia u orientación al objeto a fin de dar cuenta del
hecho de que percibimos cosas trascendentes. Descarta la concepción de una inmanencia del objeto en la
conciencia, y conserva el término “intencional” para designar la referencia de la conciencia a un objeto no
inmanente. Por eso afirma: “Tampoco cambió esencialmente nada con el descubrimiento de la
intencionalidad debido a Brentano. Faltaba el correlativo examen consecuente de la noesis y del noema,
del cogito y del cogitatum qua cogitatum. Faltaba explicitar las intencionalidades implícitas, descubrir las
‘multiplicidades’ en las que se constituye la ‘unidad’” (Edmund Husserl, Formale und transzendentale
Logik. Versuch einer Kritik der logischen Vernunft (1929), Husserliana XVII, Den Haag, Martinus
Nijhoff, 1974, p. 268 s. Trad.: Lógica formal y trascendental. Ensayo de una crítica de la razón lógica,
México, UNAM, 2009, p. 324). Otra diferencia con Brentano reside en que Husserl no considera a la
intencionalidad como una característica de todos lo fenómenos psíquicos porque hay vivencias
intencionales y no intencionales.
7
Cf. E. Husserl, Ideas I, §§ 128-135.
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Edmund Husserl, Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie. Drittes
Buch. Die Phänomenologie und die Fundamente der Wissenschaft, Husserliana V, Haag, Martinus
Nijhoff, 1952, p. 89. Trad.: Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica.
Libro tercero. La fenomenología y los fundamentos de las ciencias, México, UNAM, 2000, p. 102. Se
refiere a esta obra como Ideas III. G. Frege había distinguido, en su escrito “Sentido y referencia” (1892),
entre estos dos momentos de una expresión. Así, las expresiones “la estrella matutina” y “la estrella
vespertina” se refieren al mismo planeta Venus pero tienen diferentes sentidos. O sea: los sentidos pueden
variar sin que se altere el objeto al que ellas se refieren. Mientras que Frege limitó la noción de sentido
(Sinn) a las expresiones verbales, Husserl extiende la noción de sentido a todos los actos a través de la
noción de noema. Así como en Frege las expresiones tienen referencia o denotación (Bedeutung) en
virtud de su noción de sentido que se limita a esas expresiones lingüísticas, Husserl considera que los
actos tienen una referencia al objeto por la mediación del noema que implica un sentido (Sinn) en el caso
de las vivencias intuitivas y un significado (Bedeutung) en el caso de las vivencias expresivas. Así como
los significados de diversos actos de expresión pueden referirse a un mismo objeto de diversas maneras,
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Por tanto, Husserl distingue el objeto que es intencionado y el objeto tal como es
intencionado. El objeto intencionado puede permanecer idéntico mientras cambia el
objeto tal como es intencionado. Podemos orientarnos hacia un único y mismo objeto a
medida que cambian sus modos de aparición o determinaciones y de ese modo nos
encontramos con una serie de noemata. El objeto es el polo de identidad de una serie de
noemata, y es el momento central dentro de cada noema de la serie. Se establece de este
modo una relación interna a cada noema y a una serie de noemata. Los noemata se
refieren al polo de identidad como momento más interior de cada noema separado, y
este polo a la vez los enlaza como noemata de un único objeto. Con otras palabras, cada
noema tiene un horizonte interno de otros posibles noemata sin que sea posible llegar a
un darse adecuado o total del objeto.
El noema no se agota en el sentido objetivo, y, paralelamente, la noesis no se
reduce al dar sentido. Junto al sentido se encuentra la tesis según la cual ese núcleo
noemático se determina modalmente. Sentido y tesis son las denominaciones que
Husserl utiliza en Ideas I. Con anterioridad, en las Investigaciones lógicas se refiere a
materia y cualidad 9 , y con posterioridad recurre a expresiones como sentido de ser
(Seinssinn) y validez (Geltung). El sentido y la tesis son los dos componentes
absolutamente esenciales de los cuales no puede carecer nunca el correlato intencional
de un acto. Por eso, en las Investigaciones lógicas, la unidad de ambos momentos se
llama esencia intencional 10 . Husserl llama también proposición a esta conjunción
porque en ella encontramos la unión de un sujeto con un predicado que se expresa según
una cierta modalidad.
Respecto de la tesis se deben tener en cuenta los caracteres de ser en el lado
noemático y los caracteres de la creencia en el lado noético. La forma madre de todos
los caracteres de ser es el ser efectivo. El objeto se da como efectivo cuando todas las
apariciones convergen armoniosamente. El correlato noético de lo efectivo es la certeza,
que, en el caso de un objeto del mundo externo, es siempre una certeza presuntiva. No
es una certeza apodíctica porque siempre es posible una aparición que no converja con
las anteriores y anule la unidad del objeto. La efectividad es la forma madre de las
modalidades de ser. De ella se derivan las restantes en virtud de una menor armonía de
las apariciones de los objetos. El objeto puede aparecer sucesivamente como probable,
posible, cuestionable y dudoso en razón de la cada vez menor convergencia de las
apariciones. En la duda, un mismo conjunto de datos es la base común para dos
aprehensiones o interpretaciones que se superponen. Así, podemos aprehender un objeto
en la lejanía ya sea como un hombre con el carácter de ser de lo dudoso o como un
espantapájaros con el carácter de ser de lo dudoso. Un conflicto no decidido surge por la
discordancia de las apariciones. Y en la medida en que haya una ulterior concordancia
cada vez mayor en torno de uno de los sentidos, es decir, el del hombre o el del
espantapájaros, ese sentido será aprehendido como problemático, posible, probable y
efectivo. Cuando nuevas apariciones anulan sin más la unidad del objeto en tanto X
vacía, se produce su negación11.
La esencia intencional como conjunto de sentido y tesis no agota el contenido
intencional del acto porque puede darse en diversas maneras de plenitud intuitiva. Aquí
se presenta la división entre presentaciones y presentificaciones. Las presentaciones son
las percepciones en las que el objeto está presente originalmente. Por el contrario, la
los sentidos de los actos de intuición contienen la distinción entre el mero objeto como X vacía y el objeto
en el cómo de sus determinaciones.
9
Cf. E. Husserl, Quinta Investigación lógica, § 20.
10
Cf. E. Husserl, Quinta Investigación Lógica, § 21.
11
Cf. E. Husserl, Ideas I, §§ 103-105.
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12
Cf. ibid., § 99. Una descripción fenomenológica de las maneras de darse según la plenitud muestra que
aquello que percibimos directamente no puede ser considerado como un signo de la cosa al modo de
Brentano o como una imagen de la cosa al modo de las ideas de la filosofía moderna. Los caracteres de la
imagen y del signo difieren de los de la percepción porque en esta no hay una segunda cosa como causa
oculta detrás de lo que nos es dado sino un contacto directo con las cosas.
13
Cf. E. Husserl, Sexta Investigación lógica, §§ 8-12.
8
2. La temporalidad y la corporalidad
La percepción es una presentación en que el objeto se da en persona, pero
también tiene tras sí un pasado y delante de sí un futuro a los que remite una
despresentación en el modo del horizonte. Encierra intenciones anticipativas que se
plenifican constantemente con nuevos aspectos de los objetos, y esta progresiva
impleción corre paralela con un vaciamiento de las intenciones antes plenificadas. De
este modo, además de una captación impresional del ahora, comprende un horizonte
bilateral de retenciones y protensiones. Es un horizonte viviente y vacío que posibilita el
subsiguiente estrato intuitivo de rememoraciones y esperas. Por tanto, al efectuar un
corte en el proceso fluyente de la percepción, encontramos del lado de lo percibido una
fase de presente momentáneo o ahora con su horizonte temporal de lo que recién ha
sido y de lo que ha de ser, y, correlativamente, del lado subjetivo una fase de
14
Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträge, Husserliana I, Den Haag,
Martinus Nijhoff, 1963, p. 92. Trad.: Meditaciones cartesianas, Madrid, Ediciones Paulinas, 1979, p. 106.
Cf. E. Husserl, Ideas I, §§ 136-145.
9
15
Cf. Edmund Husserl, Zur Phänomenologie des inneren Zeitbewusstseins (1893-1917), Husserliana X,
Haag, Martinus Nijhoff, 1966. Trad.: Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo,
Madrid, Trotta, 2002.
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16
Edmund Husserl, Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie.
Zweites Buch. Phänomenologische Untersuchungen zur Konstitution, Husserliana IV, Den Haag,
Martinus Nijhoff, 1952, p, 153. Trad.: Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica. Libro segundo: Investigaciones fenomenológicas sobre la constitución, México, Fondo
de Cultura Económica, 2005, p. 193. Sobre el cuerpo propio, cf. §§ 18, 35-42. Se refiere a esta obra como
Ideas II.
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posición de los órganos de los sentidos a fin de llegar a la situación óptima para percibir
un objeto, etc.
La percepción es, pues, una operación unitaria en la que transcurren dos series
de sensaciones entre las cuales se establece una relación unilateral: las kinestesias en el
plano motivante, y las sensaciones que escorzan las características de las cosas en el
plano motivado. En virtud de esta correlación, el cuerpo propio está constantemente
coimplicado en el plano perceptivo como medio u órgano de la percepción. De manera
que, a través del ejercicio del movimiento, se logra una familiaridad con las cosas. Si
bien existen protokinestesias de carácter instintivo, no se puede decir que el sistema de
las kinestesias esté dado de antemano. Antes bien, se configura paralelamente a la
aprehensión de los objetos. El progresivo dominio de las funciones kinestésicas por el
yo como centro de movimiento espontáneo posibilita el enriquecimiento de nuestro
acceso al entorno abriendo sus estructuras fundamentales. Cuando no alcanza el
objetivo buscado, da lugar a nuevos ensayos que implican un aprendizaje de modo que
el yo se familiariza con lo que es capaz de hacer, es decir, descubre las posibilidades de
disponer del cuerpo propio. Con ello se corresponde una progresiva configuración del
entorno como un espacio en que se desenvuelven nuestras posibilidades de movimiento.
En virtud de la relación de motivación entre sensaciones y kinestesias, existe una
correspondencia entre el conjunto de los posibles datos hyléticos y el conjunto de los
posibles datos de posición relativos al cuerpo propio y sus órganos. La esfera de
coexistencia del conjunto de situaciones kinestésicas es el sistema kinestésico, mientras
que la esfera de la coexistencia de los datos así motivados es el campo sensible de
índole visual o táctil. Por un lado, hay un único ámbito kinestésico, o bien diversos
ámbitos con un único tipo de datos kinestésicos, y, por el otro, hay campos sensibles
con diversos tipos de datos hyléticos. En tanto ámbito de coexistencia de los posibles
datos hyléticos motivados, el campo perceptivo es el correlato del sistema total de
capacidades kinestésicas. Estos datos solo son posibles en el marco de una unidad así
como cada kinestesia parcial solo es posible dentro de la unidad del sistema kinestésico.
Las potencialidades del sistema kinestésico no pueden realizarse a la vez sino
sucesivamente. Pero pueden realizarse en cualquier orden y todas las veces que se
quiera. Por tanto, si bien no es posible en un momento dado una coexistencia efectiva,
diversas situaciones kinestésicas coexisten idealmente en la medida en que puede
producirse cualquier actualización. La comparación con lo que ocurre en el caso del
tiempo aclara esta coexistencia. Una situación temporal correspondiente a un
determinado ahora no puede reiterarse porque, a diferencia de un movimiento que ha
sido efectuado, ese ahora es irrepetible. No me es posible volver al día de ayer, pero sí
al lugar en que me encontraba. A pesar de que es la efectivización de una potencialidad
implícita en el horizonte temporal en la forma de retenciones o protensiones, la
presentificación tiene que manifestar una inactualidad con respecto al ahora actual
porque de lo contrario sería una presentación. La razón de esto se encuentra en que las
potencialidades dependen de un ordenamiento sucesivo en que solo uno de los
momentos puede ser actual. Los ahoras sucesivos no exhiben una coexistencia ni real ni
ideal, pero los posibles movimientos coexisten idealmente porque pueden ser
actualizados en cualquier orden. Las potencialidades inherentes al sistema kinestésico
en virtud de las cuales se organiza el espacio son simultáneas en lugar de sucesivas. De
ahí la mayor libertad del yo en relación con sus posibilidades espaciales.
3. La reflexión
Cuando estamos abismados en nuestro trato con las cosas, ignoramos los actos
en que estamos dirigidos hacia ellas. Tomar conciencia de los actos exige una reflexión
13
19
- Eugen Fink, VI. Cartesianische Meditation. Teil I: Die Idee einer transzendentalen Methodenlehre,
Dordrecht/Boston/London, Kluwer Academic Publishers, 1988, p. 44.
20
Ibid., p. 46.
21
Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass. Dritter Teil:
1929 – 1935, Husserliana XV, Den Haag, Martinus Nijhoff, 1973, p. 366. Cf. Javier San Martín, La
estructura del método fenomenológico, Madrid, UNED, 1986.
15
22
E. Fink, VI. Cartesianische Meditation I, p. 49.
23
E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, p. 101 (tr. 103/140).
24
Cf. E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, §§ 38-46. Sobre la fenomenología como
filosofía trascendental, cf. Miguel García Baró, Vida y mundo. La práctica de la fenomenología, Madrid,
Trotta, 1999.
16
25
E. Husserl, Cartesianische Meditationen, pp. 103, 106 (tr. 123, 127 s.).
26
Edmund Husserl, “Der Encyclopaedia Britannica Artikel”, en E. H., Phänomenologische Psychologie.
Vorlesungen Sommersemester 1925, Husserliana IX, Den Haag, Martinus Nijhoff, 1968, p. 277. Trad.: El
artículo de la ‘Encyclopaedia Britannica’, México, Universidad Nacional Autónoma, 1990, p. 59. La
descripción sin supuestos se presenta como una meta a alcanzar tras niveles de ingenuidad cuya
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limitación se pone de manifiesto en el avance hacia ella. La meta exige avanzar en sucesivas reflexiones
poniendo de relieve en cada caso la limitación y los sobreentendidos inherentes a los niveles alcanzados.
Cuando se reiteran en este proceso las mismas comprobaciones, se alcanza la certeza de una descripción
adecuada. Por medio de nuevas reflexiones y “descripciones reflexivas” es posible avanzar de un modo
sistemático, de acuerdo con una “crítica del propio proceder” que converge con una “justificación bajo
del delimitación de su alcance”, y poner de manifiesto “hasta dónde se encuentran presupuestos no
desvelados en el proceder de aquellas descripciones directas, hasta dónde su desvelamiento conduce hacia
nuevas comprobaciones subjetivo-descriptivas por medio de las cuales el alcance de aquellas
descripciones puede ser aclarado y delimitado [...]” (E. Husserl, Erste Philosophie (1923/24) II, p. 477 s.).
Husserl se refiere a “la inmensa temática de la descripción”, a la vez que aclara que llevar a cabo una
filosofía descriptiva no es construir mediante un juego de argumentaciones lógicas sino traer a la luz o
exhibir sin alteraciones a fin de “explicitar el sentido que este mundo tiene para nosotros todos antes de
todo filosofar […]”. (Ibid., p. 177 (tr. 226)).
27
Husserl considera que la epojé no es un acto pasajero que sea casual y aislado en cada una de sus
repeticiones, sino que implica una actitud habitual por la que nos decidimos de una vez para siempre. La
consecuencia de esto es que, si bien puedo abandonar la actitud del espectador desinteresado, no retorno a
la antigua ingenuidad porque la he comprendido: “Mis intelecciones y finalidades trascendentales se han
vuelto entonces inactuales, pero continúan siendo las mías propias. Pero aún más: la anterior auto-
objetivación ingenua como yo humano empírico de mi vida anímica ha entrado en un nuevo movimiento”
(E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, p. 214 (tr. 220/249)).
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dentro del mundo. Por tanto, la efectivización de la experiencia del mundo por parte de
mi yo trascendental comprende, junto con la constitución de objetos, la constitución de
mis experiencias como experiencias de mi yo psicofísico como un fenómeno más en el
fenómeno universal del mundo. La constitución de todo objeto mundano implica la
mundanización de la subjetividad trascendental como un sujeto psicofísico mundano
que es también trascendente a la vida trascendental, es decir, ocupa un lugar en el
contexto del mundo constituido28.
En este proceso, el yo pasa del gobierno del cuerpo propio en tanto yo
trascendental a la localización por medio de la corporeidad material del cuerpo propio
en tanto yo psicofísico. Husserl señala que “el sujeto era anteriormente por así decirlo
sujeto supranatural, un sujeto que estaba relacionado (bezogen) con su naturaleza y sin
embargo no estaba incluido (einbezogen) en ella”, y añade que ahora “cada sujeto es
objeto de la naturaleza, alma de un cuerpo propio [...]” 29 . La psique está siempre
encarnada, y esto significa que su constitución presupone la del cuerpo propio. No es
nada por sí sino un estrato de sucesos reales en el cuerpo propio, y esta introyección en
el organismo la convierte en un elemento de la naturaleza en sentido amplio. Esta
unidad cuenta, por tanto, con un estrato de determinaciones físicas que le corresponden
en tanto cuerpo material, un estrato de determinaciones estesiológicas que le
corresponden en tanto cuerpo propio portador de campos de sensaciones y del
movimiento libre, y un estrato de determinaciones psíquicas. Este primer nivel de auto-
objetivación se limita a una experiencia solipsista sin tener en cuenta lo que puede ser
asignado al yo psicofísico a través del conocimiento de otros sujetos.
Solo la auto-objetivación como yo psicofísico permite la aprehensión de otro yo.
La experiencia del otro o de lo extraño, que será tratada en el apartado siguiente, da
lugar a un nuevo paso en la constitución del yo mundano. Al percibir un cuerpo que se
comporta en forma semejante a mi cuerpo propio, constituyo al otro, a través de una
transferencia de sentido a partir de mi yo psicofísico, como un análogo de mi propia
auto-objetivación. Sin la doble mundanización del ego y el alter ego no puede haber
conocimiento del otro, y, por consiguiente, la mediación del yo psicofísico sustenta la
empatía: “Es inconcebible que el yo cognoscente pueda tener la experiencia del otro yo
sin tener la experiencia de sí mismo y del yo extraño en tanto animal” 30 . Si me
represento las experiencias de otro yo, descubro que, así como su cuerpo propio se
encuentra en mi campo perceptivo, mi cuerpo propio se encuentra en su campo
perceptivo. Lo cual quiere decir que él tiene una experiencia de mí como otro. Mi
cuerpo propio se le presenta como el suyo a mí, es decir, como un cuerpo que puede ser
visto desde todos sus lados y tiene sus apariciones de lejanía y cercanía. Solo porque el
otro tiene una experiencia de mí como un cuerpo físico, puedo asignar a mi cuerpo
propio el pleno significado de un cuerpo físico. Esto se extiende a las determinaciones
psíquicas y espirituales que el otro encuentra en mí. Así, mi subjetividad se convierte en
portadora de interpretaciones de otras subjetividades. Por tanto, como consecuencia de
mi experiencia de los otros yoes, me capto luego a mí mismo del mismo modo que ellos
me aprehenden en una autoaprehensión mediada: “El otro es el primer hombre, no
yo” 31 . No solo se produce una auto-objetivación del yo trascendental en el yo
psicofísico a fin de posibilitar el acceso al otro, sino que se produce un reflejo
retroactivo del conocimiento del otro sobre el propio yo psicofísico, de modo que lo que
28
E. Fink, VI. Cartesianische Meditation I, p. 118.
29
Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass. Zweiter Teil:
1921 – 1928, Husserliana XIV, Den Haag, Martinus Nijhoff, 1973, p. 86.
30
E. Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität II, p. 98.
31
E. Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität II, p. 418.
19
se conoce con respecto al otro se aplica también al propio yo que se convierte de este
modo en yo-hombre. La consideración del propio yo como psicofísico no exige la
intervención del otro, pero solo mediante esta mediación es posible la aprehensión de
mi yo-hombre en tanto objetividad intersubjetiva 32.
4. La empatía
Mientras que la percepción se orienta al mundo externo y la reflexión se vuelve
sobre la propia conciencia a fin de conocer sus actos en un autoconocimiento, la
empatía aprehende otros yoes u objetos culturales, es decir, objetos que trascienden el
marco meramente natural –si bien pertenecen en parte a él–, y que son también sujetos
para el mundo en el que está incluido, por consiguiente, el sujeto que los aprehende. Se
trata de otros sujetos que se me contraponen como objetos, pero que se diferencian del
resto de los objetos del mundo exterior porque deben ser constituidos por el yo con el
carácter de otro yo 33.
El análisis de la empatía como experiencia de lo extraño exige partir de una
reducción a la esfera de la propiedad. Puesto que se analiza el modo de acceso a los
otros no se puede presuponer ningún sentido o validez que provenga de ellos. No es
posible recurrir a conocimientos que sean comunes al otro al otro y a mí justamente
porque esa posesión conjunta supone ya una comprensión primaria del otro. De ahí que
sea necesario poner entre paréntesis todo aquello cuyo sentido esté determinado por los
otros. Mi experiencia efectiva o posible del mundo se entrelaza con la información que
recibo de la experiencia ajena y que tiene para mí el carácter de una apresentación.
Mientras que la percepción es una presentación que me da el objeto en el presente como
algo que está ahí en persona o en carne y hueso, la apresentación o apercepción, que se
enlaza siempre con la percepción, va más allá de ella e implica un excedente no dado.
La apresentación trasciende lo dado de modo que intenciona en forma vacía algo que
puede ser dado en un momento ulterior. Por ejemplo, la percepción de la cara de un
cubo apresenta también las otras caras porque nos refiere a ellas. Ahora bien, lo que el
mundo es para mí resulta de la convergencia de las presentaciones y apercepciones
inherentes a mi experiencia con aquellas apresentaciones de la experiencia extraña que
me son dadas coincidentemente con la expresión del cuerpo ajeno, el lenguaje o las
obras de la cultura. De modo que la reducción a la esfera de la propiedad exige dejar
con validez solo “mis propias presentaciones auténticas así como todas mis
apresentaciones que yo podría efectivizar como presentaciones propias” 34. La esfera de
la propiedad comprende el cuerpo propio, el yo psicofísico que se une al cuerpo, la
naturaleza que se puede captar en carne y hueso en virtud del movimiento corporal y
aquellos productos que responden exclusivamente al propio obrar sin participación de
otros sujetos.
En el nivel más elemental se encuentra una empatía impropia que se reduce a la
apresentación o remisión a una subjetividad extraña basada en la percepción del cuerpo
físico o material del otro que se manifiesta en mi esfera de la propiedad como análogo
de mi cuerpo propio. Para aprehender un cuerpo físico como cuerpo propio de otro yo es
necesaria una motivación que reside en la semejanza entre la conducta y las apariciones
de ese cuerpo físico y las de mi cuerpo propio, es decir, el único cuerpo que puede ser
constituido por mí como tal porque es el que yo puedo gobernar. Con otras palabras: un
cuerpo físico que se encuentra en mi esfera primordial es aprehendido como cuerpo
propio por medio de un emparejamiento o parificación, es decir, una síntesis pasiva de
32
Cf. E. Husserl, Formale und transzendentale Logik, p. 247 (tr. 303 ).
33
Sobre la empatía, cf. la Quinta Meditación Cartesiana.
34
E. Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität III, p. 125.
20
asociación motivada por su semejanza con mi cuerpo propio en razón de que se mueve
y altera de un modo análogo. Sin intervención activa del yo, se transfiere el sentido
noemático instituido originariamente con respecto a mi cuerpo propio al cuerpo físico
análogo. Se establece una equivalencia entre los movimientos y gestos observados
exteriormente y los del cuerpo propio otorgando a los primeros el sentido de los
segundos por medio de una transferencia analogizante. Lo cual significa que el otro, sin
ser una duplicación del yo, es una modificación intencional de mí mismo.
Husserl aclara que el cuerpo físico del otro no permanece separado de su cuerpo
propio del otro al modo de una señal sino que se identifica con él, y que la apresentación
que permite aprehender el cuerpo propio extraño se extiende al yo que lo gobierna. Si
bien se trata de una forma incipiente, este modo apresentativo se puede denominar ya
empatía. Implica la comprensión de un cuerpo propio como cuerpo propio de otro yo
que está orientado a través de él a un mundo, tiene su propia vida de conciencia, y
cuenta con una experiencia original en la que él mismo capta su mundo, su cuerpo y sus
vivencias. Pero queda aún indeterminado el sentido del yo. Ante todo captamos el
cuerpo propio ajeno como órgano de un yo que lo anima, y captamos el yo de un modo
vago en esta función de animación. Se trata de un primer nivel en que el otro yo es
meramente apresentado y que es fundante para el nivel siguiente en que la apresentación
se plenifica con una intuición en la forma de la presentificación.
A diferencia de la apresentación sustentada en una cara de una cosa material, la
apresentación que se apoya en la percepción del cuerpo propio de un alter ego, no puede
ser plenificada por percepciones sino tan solo por presentificaciones. Con la
plenificación intuitiva de esa referencia vacía por medio de la imaginación accedemos a
la empatía en sentido propio. La verdadera experiencia del alter ego exige el concurso
de la imaginación en un nuevo estadio que sigue a la primera apercepción de una
interioridad extraña. La empatía presenta diversos estadios en relación con los
contenidos de la presentificación que lleva a cabo esa impleción imaginativa por la cual
me traspongo dentro del otro como si estuviera en él. Un estadio inicial concierne a la
representación analógica de las percepciones del otro yo en relación con su cuerpo en
tanto órgano de la percepción, esto es, a la serie de diversas apariciones sensibles
motivadas por su movimiento. Un nuevo estadio tiene que ver con las acciones en sus
manifestaciones más elementales, es decir, aquellas en las que el yo opera sobre la
naturaleza desplazando los cuerpos materiales. Se trata, pues, de la comprensión de los
movimientos de levantar, trasladar, empujar, mover, etc., efectuados por los órganos del
cuerpo extraño. Un estadio ulterior es el de la comprensión de la acción en función de
aquellas metas muy generales que remiten a la satisfacción de las necesidades más
persistentes. Por ejemplo, puede comprenderse el correr como una huida o el esconderse
como protección contra una amenaza, etc. Hasta aquí se configura un nivel inferior de
comprensión intuitiva del otro que tiene que ver exclusivamente con el gobierno de su
cuerpo propio. Husserl insiste en que, aun cuando los otros sean en otros respectos
incomprensibles, tales acciones se entienden al menos de acuerdo con una típica muy
general. Por tanto, por incomprensible que sea el otro perteneciente a un mundo cultural
extraño, comprendo que él gobierna su cuerpo, se mueve en el cuerpo, vive en el cuerpo
como yo mismo lo hago, y se encuentra en consecuencia en una cierta coincidencia
conmigo. De manera que lo aprehendo en la estructura más general de su vida, esto es,
según la típica de las capacidades más generales de su experiencia, aun cuando
comprenda esto en forma indeterminada y vacía 35.
35
Ya en este nivel, junto a la oposición entre empatía auténtica e inauténtica, comienza a operar una
oposición entre empatía originaria, directa o simple e empatía constructiva, indirecta o mediata. Al tener
presente la corporalidad extraña, puedo necesitar una construcción en virtud de la diferenciación de lo
21
extraño con respecto a lo que resulta normal para mí. Toda empatía implica una modificación de la propia
experiencia en la imaginación, pero aquí se alude a un sentido fuerte para aquellos casos que caen fuera
de nuestra experiencia de término medio. Husserl señala que el camino inicial para la explicitación del
mundo se ha basado en esta experiencia del hombre normal, y aclara que se trata solamente de un camino
abstracto y un primer nivel. Un término medio señalado por la convergencia de las experiencias se
constituye en un óptimo al que remite retrospectivamente todo darse modificado del mundo como un
segundo nivel. Nos encontramos con una modificación intencional que apela a un método de la
construcción indirecta, es decir, alteraciones respecto del término medio de las personas adultas que
tienen una determinada experiencia, valoración y trato práctico con el mundo.
36
Cf. E. Husserl, Ideas II, §§ 32, 56 h.
22
37
Eugen Fink, VI. Cartesianische Meditation. Teil 2: Ergänzungsband, Husserliana Dokumente II/2,
Dordrecht/Boston/London, Kluwer Academic Publisher, 1988, pp. 244-275.
38
E. Husserl, Formale und transzendentale Logik, p. 250 n. (tr. 306 n.). Husserl se refiere al curso
“Grundprobleme der Phänomenologie”, incluido en Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der
24
Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass. Erster Teil: 1905 – 1920, Husserliana XIII, Den Haag,
Martinus Nijhoff, 1973. Trad.: Problemas fundamentales de la fenomenología, Madrid, Alianza Editorial,
1994.
39
E. Husserl, Erste Philosophie (1923/24) II, p. 433.
25
ajena remite a un ego y ahora a un ego trascendental ajeno: el ego que el otro debería
captar en su ‘reducción fenomenológica’, preguntándose por su cuenta por el tránsito
del mundo ya dado en su experiencia a la vida constituyente última” 41.
Con la doble reducción es posible analizar como un problema trascendental el
origen de las transmisiones de sentido y validez extrañas que pertenecen a un ego. Ella
permite retroceder detrás de estas formaciones de sentido y validez a los otros yoes
trascendentales co-constituyentes, esto es, a la intersubjetividad constituyente como
comunidad trascendental. En tanto lugar de la irrupción en la subjetividad trascendental,
la subjetividad egológica es aquello de lo que se dispone en un primer momento para
una explicitación. Pero no se debe identificar la subjetividad trascendental con el ego
trascendental porque la explicitación de los horizontes de su propia experiencia nos
lleva más allá de él. El pleno despliegue de la intersubjetividad co-constituyente permite
a Husserl afirmar que “la subjetividad solo es lo que ella es en la intersubjetividad: yo
constitutivamente operante” 42.
5. La fenomenología genética
Husserl elabora desde 1917, y sobre la base de sus investigaciones sobre el
tiempo, una fenomenología genética que se ocupa de las referencias inherentes a la
situación temporal en que se encuentra el sujeto. Examina la génesis de la constitución y
muestra el modo en que formaciones subsiguiente surgen de formaciones precedentes
en la vida de la conciencia según el nexo entre una experiencia motivante y una
experiencia motivada. Este análisis contempla la historia de los actos y sus objetos, y se
basa en preguntas retrospectivas por las distintas implicaciones intencionales de orden
temporal. Se orienta de acuerdo con el mundo ya configurado, es decir, el tema de la
fenomenología estática. Mientras que el análisis estático examina la vida trascendental
que fluye en el presente como algo acabado, el análisis genético investiga
retrospectivamente, a partir de formaciones adquiridas, la vida sedimentada en ellas. A
diferencia de la atención centrada en una determinada situación en el desarrollo de la
vida del yo, la fenomenología genética procura poner de manifiesto los procesos de la
autoconstitución de la vida trascendental y muestra que la intencionalidad encierra “un
plexo de operaciones que están implicadas en la respectiva unidad intencional
constituida y en sus respectivos modos de darse como una historia sedimentada, historia
que puede en cada caso descubrirse con método riguroso”43. De este modo amplía el
primer esquema de análisis de la correlación.
Husserl distingue la génesis activa y la génesis pasiva. La primera es aquella en
que, por ejemplo, se constituye objetos categoriales –el estado de cosas de que el libro
es verde– mediante una articulación judicativa realizada por el yo sobre la base de
objetos percibidos que son dados previamente –el libro y su determinación de verde–.
Incluye también todos los actos de la vida práctica en que el yo opera de algún modo.
La génesis pasiva, en cambio, no implica una intervención de este tipo sino que tiene su
principio en la asociación entendida como la conexión por la que una experiencia evoca
otra experiencia a través de la semejanza. Si bien es el marco formal universal para la
constitución de los objetos y para la autoconstitución de la subjetividad trascendental, la
síntesis temporal no revela lo que genera unidades y diferencias de contenido. Por eso
es necesaria otra síntesis que transcurre junto con la que constituye la forma temporal y
41
E. Husserl, Formale und transzendentale Logik, p. 246 (tr. 302 s.).
42
E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, p. 175 (tr. 181/213).
43
E. Husserl, Formale und transzendentale Logik, p. 252 (tr. p. 308 s.). Para este tema, cf. la Cuarta
Meditación Cartesiana.
27
provoca –esto es, un interés o desinterés en el ser atraído por este material hylético−, y
el movimiento kinestésico que lo motiva. En este nivel no se pueden hablar de
intencionalidad en el sentido de la conciencia de un objeto. Husserl procura aclarar los
nexos entre estos tres elementos. Por un lado, ahondando la relación de motivación
entre datos hyléticos y kinestesias, conecta los transcursos kinestésicos y los instintos de
modo que estos se reflejan en aquellos. Por otro lado, pone de manifiesto un nexo entre
el sentir y la hyle, es decir, destaca el papel del sentimiento en la configuración de la
sensación. Solo una relativa situación de agrado permite el marco de normalidad que da
lugar a una proto-objetivación de la naturaleza. Si bien aclara que no es el sentir el que
afecta sino el dato hylético –el ser atraído no es mero asunto del sentir−, Husserl pone
de relieve su intervención como motivo que lleva a un volverse del yo hacia un material
sensible a fin de convertirlo en aparición de un objeto. Mientras que el contenido
hylético es extraño al yo, el sentir es propio del yo. Y no hay afección de una hyle
meramente sensible. Ella solo puede estimular al yo si el yo es sintiente. De manera que
lo hylético puede afectar al yo porque el sentir le confiere un cierto valor o desvalor, y
una gradualidad en el sentir corre paralela con una gradualidad en la afección, esto es,
una variación en la atracción o rechazo ejercida sobre el yo. A la afección dirigida hacia
el yo del lado de los datos hyléticos corresponde del lado del yo un sentirse atraído o
rechazado en la forma de un placer o desplacer motivado por ese material. En este
contexto, Husserl se refiere a un sentir total y a un pre-sentir que se convierte en sentir
efectivo cuando el yo se vuelve hacia la hyle dejando atrás el estadio de la protoafección
de unidades que no han alcanzado aún la condición de objetos. Husserl escribe: “Es
fundamental comprender el concepto mundano de experiencia y de conciencia
(conciencia-de, mentar) como el de un resultado constitutivo; […] el protosentir, la
proto-afección y el protoquerer no son en este sentido una conciencia-de, no son una
intención-hacia en el sentido natural”44.
Asimismo, con los instintos, se dispone genéticamente de un presupuesto o
condición para la empatía. La indagación genética llega a ocuparse de una
intersubjetividad primigenia. Los vínculos sociales no son producidos solamente por
medio de actos sociales, sino que la actividad de los sujetos singulares se despliega
sobre la base de una pasividad oscura y ciega. Así, la esfera de la primordialidad es en
su base un sistema de impulsos. Puesto que surgen conexiones instintivas originarias, la
madre no tiene que aprender a comprender al niño sino que lo comprende a partir de su
propio pasado. Esta relación instintiva ya dada entre la subjetividad empatizante y la
subjetividad empatizada es un presupuesto para la empatía.
Otros aspectos de la génesis pueden ponerse de manifiesto a través de un análisis
del mundo de la vida y la historia.
6. El mundo de la vida
El mundo de la vida (Lebenswelt) comprende las metas singulares y
comunitarias a las que se orientan los variados intereses así como las formaciones que
resultan de la actividad a que ellas dan lugar 45. Husserl aclara que se trata del mundo
que es nos es predado a todos nosotros como un mundo común. Por más que pueda se
investigado abstractamente como mundo para mí –por ejemplo, como ámbito de las
44
Edmund Husserl, Späte Texte über die Zeitkonstitution (1929-1934). Die C-Manuskripte, Husserliana-
Materialien VIII, Dordrecht, Springer, 2006, p. 335 n.
45
Husserl recurre a la denominación “mundo de la vida” para caracterizar lo que en la tercera sección de
Ideas II describe como mundo espiritual o personal. A partir de la década del 20, utiliza esta expresión
para designar el mundo de la cultura. Se la encuentra ya en un texto incluido en Ideas II como apéndice
XIII, y adquiere una presencia dominante en los escritos de la época de la Crisis.
30
singular puede ser considerada desde diferentes puntos de vista no solo en cuanto a la
orientación espacial o temporal sino por su inserción en diferentes horizontes de metas e
intereses. No solo hay una verdad acerca de los objetos del mundo percibido en tanto
objetos de una naturaleza ajena a la actividad humana. Hay también verdades intuitivas
que son relativas a la vida cotidiana en comunidades o actividades humanas cuyos
proyectos prácticos determinan su sentido y el grado de seguridad exigido. La verdad se
encuentra en la cotidianidad aun cuando no presenta la forma de la universalidad y la
objetividad sino la forma de la singularidad y la relatividad. Husserl señala que el
mercader posee su verdad al igual que el científico, o que el bantú la tiene del mismo
modo que el europeo. Son verdades que remiten a presupuestos porque están atadas a
una participación en los intereses de un conjunto de hombres. No todos los hombres
pueden aprehender los objetos que se encuentran en un mundo circundante, y mucho
menos en una situación particular porque no comparten esas convicciones. Por ejemplo,
una obra de arte o un instrumento de nuestro mundo puede ser contemplado
exclusivamente como una cosa por un sujeto de otro ámbito cultural que no dispone de
las interpretaciones de las cuales son un correlato, y, por tanto, no puede comprenderlos
en sus peculiares características. Esta es la razón por la cual solo es posible disputar
acerca de determinadas verdades en el marco de una situación o mundo circundante
Esta verdad de situación es una verdad efectiva aunque no sea una verdad científica.
Husserl elabora una ontología del mundo de la vida para poner de manifiesto sus
estructuras esenciales, es decir, una forma espacial, temporal y causal dotada de una
significación derivada de la actividad humana. Tiene un horizonte espacial en la forma
de un espacio cultural familiar que está configurado por casas, calles, lugares de trabajo,
campos de cultivo, puentes, comunidades vecinas, etc. Y está orientado en relación con
la comunidad humana y los nexos que se establecen entre sus miembros. Se trata de un
territorio cultural que se encuentra rodeado por un ámbito exterior de naturaleza abierta
e infinita que no es un territorio pero puede llegar a serlo en la medida en que es
aprovechado y humanizado. Además, como se verá en el siguiente apartado, el mundo
de la vida tiene un horizonte temporal porque es un mundo histórico de costumbres
sociales, tradiciones culturales e ideales comunitarios que se configuran en el transcurso
de las sucesivas generaciones, y, por tanto, exceden la esfera del presente. En la medida
en que todas las formaciones humanas se incorporan al mundo de la vida, Husserl
afirma que el mundo de la vida no es otra cosa que el mundo histórico 46. Por último, el
mundo de la vida tiene un horizonte causal en virtud de que las conexiones que los
hombres establecen entre sí para formar una comunidad y para entrar en contacto con
otras comunidades o con el mundo natural. Con lo cual no solo se generan relaciones de
connivencia entre las personas sino que se produce una relación unitaria entre ellas y el
mundo circundante compartido a través de acciones comunalizadas dentro de una
unidad de acción causal cuyos componentes, al igual que en los sistemas naturales,
dependen del entorno y reaccionan en conjunto ante las alteraciones en virtud de un
nexo de experiencia, valoración y actividad práctica que las relaciona entre sí. Una
asociación o un pueblo ejemplifican dentro de su entorno tales unidades de causalidad.
Husserl pone de relieve que el mundo de vida y las ciencias se encuentran a la
vez en contraste y en relación. La oposición se presenta porque los conocimientos
científicos constituyen “una vestidura de ideas arrojada sobre el mundo de la intuición y
la experiencia inmediata, sobre el mundo de la vida […]” 47 . La construcción de un
mundo ideal dotado de una estructura matemática corre paralela con la substitución del
mundo que se manifiesta en la percepción. Este mundo objetivo es colocado como ser
46
Cf. Alcira B. Bonilla, Mundo de la vida: mundo de la historia, Buenos Aires, Biblos, 1987.
47
Edmund Husserl, Erfahrung und Urteil, Hamburg, Claasen & Goverts, 1948, p. 43.
32
48
E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, p. 52 (tr. 53/94).
49
Ibid., p. 23 (tr. 68). Mientras que la esencia morfológica nos es dada mediante una ideación efectuada a
través de la variación imaginaria, la idealización es el acto que permite alcanzar una esencia exacta que,
en tanto polo ideal, se origina en una gradación cuyos componentes se encuentran referidos a ese límite
que no pueden alcanzar.
33
está colocado en el mundo de la vida como uno de los posibles mundos particulares que
se organizan en función de intereses y metas. Al igual que todos los mundos que
responden a una meta, el mundo de los científicos pertenece al mundo de la vida en
cuanto éste abarca todos los mundos particulares con sus metas y los sujetos que las
llevan a cabo. Lo que caracteriza al trabajo científico es que implica, como veremos,
una actividad peculiar que se orienta hacia el descubrimiento de verdades que se
convierten en patrimonio de todos.
La ciencia no solo se fundamenta sino que sedimenta en el mundo de la vida.
Sus verdades se convierten en verdades del mundo subjetivo-relativo, es decir, en
formaciones dentro del mundo circundante. Los conocimientos científicos, y los
instrumentos a que dan lugar, se utilizan en la vida cotidiana sin ser tematizados como
tales. Las ciencias objetivas permiten la existencia de objetos que se dan intuitivamente
y que sabemos utilizar con un trato muy familiar. Son aparatos o máquinas que
pertenecen al mundo de la vida del mismo modo que las piedras o los árboles. Además,
las verdades objetivas o ideales de la ciencia pertenecen también a la concreta unidad
del mundo de la vida, junto con las cosas percibidas y los productos perecederos de la
actividad humana, en tanto proporcionan informaciones que influyen en la vida práctica
sin que los sujetos que las utilizan tengan un conocimiento de su fundamentación
teórica. Por eso Husserl se refiere al “marco universal del mundo de la vida hacia el que
todas las operaciones refluyen […]”50.
7. La historia
Al analizar las condiciones de posibilidad de la historia, Husserl se refiere a la
pertenencia a la tierra como sostén de todo desarrollo, al hogar como base fundante y a
la cadena de las generaciones como generatividad primigenia. Pone de relieve un suelo
en el mundo predado, esto es, la tierra que sustenta la corporalidad y con ella toda
actividad humana. El horizonte del mundo es concebido como un horizonte terrestre,
esto es, un territorio universal de todos los territorios, que, como espacios culturales se
edifican sobre él. Todo hombre, todo hogar y todo pueblo está afincado en última
instancia sobre la tierra de modo que “todos los desarrollos, todas las historias relativas,
tienen en esa medida una única protohistoria (Urhistorie) de la que son episodios”51.
El mundo circundante en que actuamos y al que modelamos se escalona en una
serie de niveles en que los superiores se sustentan en los inferiores según una
fundamentación en que todos remiten al hogar en sentido estrecho como ámbito de la
vida familiar en común y esfera originaria del obrar y el padecer unos con otros. El
hogar se integra dentro de un mundo familiar más amplio que puede ser un tronco
familiar como comunidad de familias, una población, etc. Como lugar donde transcurre
originariamente la vida comunitaria generativa, el hogar es compartido por compañeros
de ese mundo familiar, es decir, allegados, antepasados y descendientes. Cada uno
cumple una función: madre, padre, hijo, etc. De modo que se presenta la articulación de
compañeros de familia y extraños a la familia, y esta oposición se traslada a las esferas
más amplias en que se inserta el hogar 52 . Determinaciones culturales surgen de la
50
Ibid., p. 141 n. (tr. 179 s. n.).
51
Edmund Husserl, “Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der
Räumlichkeit der Natur”, en Marvin Farber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl,
Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1940 (reimpresión: New York, Greenwood Press,
1968), p. 319.
52
Es abstracto un análisis de la empatía que no tome en cuenta el sentido generativo del otro. El otro no
es experienciado en primer lugar como un ser humano en general de índole generativamente indiferente,
al que se añade luego un carácter generativo, sino que siempre es otro en tanto padre, madre, hermano,
hija, hombre, mujer, esposo, esposa, pariente o persona no emparentada, padre de otro, hijo de otro,
34
hermano de otro, etc. No se trata de una determinación contingente, como el papel social que desempeña
el otro. Al ser aprehendido en la empatía de acuerdo con un componente generativo, el otro
necesariamente pertenece a, o cae fuera, de mi situación generativa. El no pertenecer a una situación
generativa implica también el momento generativo del no estar emparentado. Cf. E. Fink, VI.
Cartesianische Meditation II, pp. 269-273.
35
atadas a una situación. Este interés puede desarrollarse por la vía de la ontología que
procura alcanzar un invariante eidético del mundo de la vida sin ocultar sus
características peculiares, o bien por medio de la ciencia objetiva que las encubre bajo
una idealización y matematización. Por tanto, el devenir de la filosofía y la ciencia tiene
un sentido unitario porque realiza un movimiento desde la razón latente a la razón
patente, y en cada fase actual de este despliegue se reitera y plenifica el ideal a través de
una repetición, transformación y enriquecimiento de sentidos. La meta inalcanzable del
devenir se define como la racionalidad plena frente a la racionalidad relativa 54.
Las metas de la razón no son solo teóricas sino que conciernen también a la
institución por medio del amor ético de la comunidad ética como la más elevada
personalidad de orden superior. Según Husserl, la razón se despliega en la totalidad de
sus manifestaciones, sin distingo entre razón teórica, práctica o estética, de modo que
junto a las metas del conocimiento –una ciencia universal que se ocupa de la totalidad
del mundo– se encuentran las de la acción –la realización de la comunidad ética–. La
meta ética de obrar lo mejor posible se relaciona entonces con la aproximación a lo
máximo idealmente alcanzable en el terreno de la vida personal y la comunidad, esto es,
de la vocación y el amor 55.
Esta aproximación a los polos ideales requiere una garantía. En una carta de
1925 a Ernst Cassirer, Husserl se refiere “los problemas de la facticidad en cuanto tal,
los de la ‘irracionalidad’, que, como me parece, solo podrían ser tratados en un método
ampliado de los postulados kantianos”. Y añade: “Esto es tal vez el más grande de los
descubrimientos kantianos. Por cierto, como todo lo kantiano, solo un descubrimiento
que ante todo necesita de una estructuración, fundamentación, delimitación científica
definitiva”56. Para Kant, los postulados son presupuestos para el ejercicio de la razón
práctica que tienen la particularidad de conferir realidad objetiva a las ideas de la razón
teórica, esto es, a la inmortalidad del alma, la libertad en el mundo inteligible y la
existencia de Dios. Husserl se refiere a la muerte y al posible fin de la tierra con la
desaparición de la cultura y los sistemas de valores que se despliegan sobre ella. La vida
nos pone de manifiesto que nada es definitivo y que estamos amenazados por una
decadencia universal. Por tanto, si la constitución del mundo es solo un hecho casual y
perecedero que puede terminar en un caos, la vida humana queda afectada por una
carencia de sentido. Por eso se debe postular un ser trascendente que garantice el
sentido de la vida: “Pero si creo y hago consciente esta creencia, la efectúo libremente a
partir de esta fuente práctica, entonces ella da sentido al mundo y a mi vida, proporciona
regocijada confianza en que nada es en vano y todo es para el bien” 57.
Un principio de perfección asegura el desarrollo de la razón en la humanidad, no
mediante una imposición externa, sino de tal modo que la mónada individual se
encuentra motivada para orientarse según el telos. El camino que transito me testimonia
54
Cf. E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, pp. 314-348 y 365-386. El primer texto,
“La crisis de la humanidad europea y la filosofía”, se encuentra en la traducción de J. Muñoz y S. Mas,
pp. 323-358, y en Edmund Husserl, La filosofía como ciencia estricta, Buenos Aires, Nova, 1962, pp. 91-
136. El segundo texto, “El origen de la geometría”, se encuentra en Jacques Derrida, Introducción al
Origen de la Geometría de Husserl, Buenos Aires Manantial, 2000.
55
Cf. Edmund Husserl, “Fünf Aufsätze über Erneuerung“, en E. H., Aufsätze und Vorträge (1922-1937),
pp. 3-94. Trad.: Renovación del hombre y la cultura. Cinco ensayos, Barcelona, Anthropos, 2002.
56
Edmund Husserl, Briefwechsel. V. Die Neukantianer, Husserliana-Dokumente III/5, Kluwer Academic
Publishers, Dordrecht/Boston/London, 1994, p. 6.
57
E. Husserl, Erste Philosophie (1923/24) II, p. 355. Cf. Iso Kern, Husserl und Kant. Eine Untersuchung
über Husserls Verhältnis zu Kant und zum Neukantismus, Phaenomenologica 16, Martinus Nijhoff, Den
Haag, 1964, pp. 300-303. Cf. Julia V. Iribarne, De la ética a la metafísica en la perspectiva del
pensamiento de Edmund Husserl, Bogotá, San Pablo, 2007.
37
esa voluntad universal, es decir, yo que lo recorro la atestiguo en tanto soy para el otro
en la comunidad de la verdad y del amor. Dios deja su huella en la intersubjetividad al
impulsarla y conducirla, y, al hacer lo mejor posible en cada circunstancia, la
subjetividad da testimonio de la entelequia que la guía en un acrecentamiento infinito.
Por un lado, la comunidad trascendental se orienta a un polo en virtud del cual, en el
terreno teórico, se realiza la comunidad de la verdad, y, en el terreno práctico, se realiza
la comunidad del amor ético. Por el otro, Dios está más allá de la conciencia
constituyente y de la objetividad constituida “Sería, pues, un ‘Absoluto’ en un sentido
totalmente distinto del absoluto de la conciencia, así como por otro lado sería algo
trascendente en un sentido totalmente distinto de lo trascendente en el sentido del
mundo”58.
58
E. Husserl, Ideen I, p. 125 (tr. 134). Por un lado, a la vez que defiende la autonomía de la filosofía,
Husserl afirma su condición de camino no confesional hacia Dios entendido como un Absoluto
suprahumano y supratrascendental que regula la aspiración al amor ya a la verdad en la comunidad
intermonádica. Por el otro, alienta la fenomenología de la religión que Rudolf Otto inicia con su obra Das
Heilige (München, Oscar Beck, 1917; trad.: Lo santo, Madrid, Revista de Occidente, 1925). La considera
un primer comienzo, porque advierte también que el análisis del fenómeno tiene todavía por delante una
larga marcha. Un hito en este camino está representado por Henry Duméry quien subraya el “cuádruple
servicio” de la fenomenología, que la torna “preciosa, incluso irremplazable” en tanto la epojé permite
reservar la cuestión del valor último o sobrenatural de la religión, la intencionalidad obliga a escapar al
subjetivismo y respetar la región de lo sagrado, la intuición de esencias hace posible el redescubrimiento
de los significados del fenómeno religioso, y la noción de constitución proporciona los medios para
describir las diversas capas de sentido que se entrelazan en el acto intencional. Cf. Henry Duméry,
Critique et religión. Problemes de méthode en philosophie de la religión, Paris, Société d’Édition
d’Enseignement Supérieur, 1957, p. 221.
38
61
E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften, p. 209 (tr.215/245).
62
A lo expuesto hasta aquí se añaden otros temas de la teoría trascendental del método. Uno es el modo
en que el espectador trascendental debe considerar el devenir constituyente. No le puede asignar un
verdadero ser porque solo sus resultados tienen una verdadera consistencia ontológica. No obstante, tiene
algún tipo de ser por analogía, y por eso se debe hablar de un preser (Vorsein) de las operaciones
40
Heidegger pregunta por el ser, y más específicamente por el sentido del ser.
Preguntar por el sentido del ser significa determinar el modo de acceso al ser, esclarecer
la manera de dirigirse al ser, y poner de manifiesto la conceptualidad específica que
conviene a la comprensión del ser. Si bien el modo de acceso y el tipo de conceptos no
son los que corresponden a los entes en general porque el ser se diferencia de ellos, la
respuesta a la pregunta exige tener en cuenta el carácter de ser de aquel ente que
pregunta por el ser. El Dasein no tiene el modo de ser de los restantes entes. No es algo
ya dado sino que tiene que hacerse. No es algo cerrado en sí sino que sale fuera de sí,
está junto a los entes y comprende el ser de los entes. Por eso los caracteres de su ser se
diferencian de las categorías, es decir, las determinaciones o caracteres de ser de los
entes que no son el Dasein. Heidegger los llama existenciales o existenciarios
(Existenzialen): “Existenciales y categorías son las dos posibilidades fundamentales de
los caracteres de ser. El respectivo ente exige ser primariamente interrogado en cada
caso de distinto modo: el ente es un quién (existencia) o un qué (estar-ahí en el más
amplio sentido)”65. El Dasein no es un qué sino un quién porque su esencia reside en su
existencia, es decir, en el hacerse cargo de sí mismo. Por eso el análisis de su estructura
ontológica no es un análisis categorial sino tema de una analítica existencial u ontología
fundamental.
Lo que el método fenomenológico debe llevar a su mostrarse en sí mismo es el
sentido del ser en las diferentes maneras de ser como la existencia inherente al Dasein,
la condición de estar a la mano que tienen los útiles o la condición de estar ahí ante
nuestra mirada que tienen los objetos percibidos. Así, el ser del ente es el fenómeno
eminente del que debe ocuparse la fenomenología., pero es posible que permanezca
encubierto o desfigurado. Heidegger declara que lo que se muestra, es decir, el
fenómeno en el sentido de la fenomenología es “aquello que de un modo inmediato y
regular precisamente no se muestra, aquello que al contrario de lo que se muestra de
inmediato y casi siempre, está oculto, pero a la vez es algo que pertenece esencialmente
a lo que se muestra inmediata y regularmente, de tal suerte que constituye su sentido y
fundamento” 66 . El ser es siempre ser de un ente, y el ente que está dotado de una
comprensión del ser es el Dasein: “Ciertamente tan solo mientras el Dasein, es decir, la
posibilidad óntica de la comprensión del ser, es, ‘hay’ ser”67. Poner de manifiesto el
sentido del ser es esclarecer el ser del Dasein en tanto ahí del ser. Por eso la
fenomenología, además de identificarse con la ontología, es una fenomenología del
Dasein.
El Dasein trasciende o sobrepasa los entes proyectando un horizonte de
significatividad o mundo que permite entrar en relación con ellos. Las nubes en el cielo
son un ente que se manifiesta de diversas maneras al viajero que goza del paisaje, al
artista que lo retrata, al labrador que trabaja el campo, y al pronosticador del servicio
meteorológico. El sol se patentiza en mundos distintos al ser un determinante de la
orientación para el explorador, un regulador de las actividades para el campesino, un
objeto de estudios para el astrónomo, y una fuente de adoración para una comunidad
que le ofrece sacrificios. El proyecto (Entwurf) del Dasein no se orienta hacia un ente
sino hacia un mundo: “El mundo también constituye la estructura unitaria de la
68
Martin Heidegger, Wegmarken (1919-1961), Gesamtausgabe 9, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, p. 139 s. Trad.: Hitos, Madrid, Alianza Editorial, 2000, p. 121. Estas afirmaciones están
contenidas en el escrito “Das Wesen des Grundes” (1929). Trad.: “La esencia del fundamento”, en M. H.,
¿Qué es metafísica? y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1974, pp. 61-108.
69
M. Heidegger, Sein und Zeit, p. 133 (tr. 150/157). Sobre la aperturidad, cf. §§ 28-34.
43
72
Cf. ibid, §§ 65-68
73
Ibid., p. 292 (tr. 241/ 241).
74
Heidegger ha desarrollado esta concepción de la verdad en el § 44 de Ser y tiempo y en el curso
Einleitung in die Philosophie (Wintersemester 1928/29), Gesamtausgabe 27, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 1996. En el curso afirma: “Resulta, pues, la siguiente diferenciación: 1. Verdad del ser.
Condición-de-no-oculto qua condición-de-desvelado; verdad ontológica, pre-ontológica. 2. Verdad del
ente. Condición-de-no-oculto qua patencia; verdad óntica. a) Patencia qua aperturidad: condición-de-no-
oculto del Dasein- b) Patencia qua estar descubierto: condición-de-no oculto de lo ante-los-ojos, de lo a la
mano. Toda y cada relación con el ente, toda verdad óntica de cualquier tipo, es solo posible sobre el
fundamento de la verdad ontológica. […] es inherente a la esencia del Dasein humano estar en la verdad,
esto es, relacionarse como ente abierto (als erschlossenes Seiendes) con el ente patente (zu offenbarem
Seienden), […]” (p. 203). “Si la verdad ontológica en sentido propio como precedente proyección del ser
por su parte es solo posible sobre el fundamento del sobrepasamiento, esto es, de la trascendencia del
Dasein, entonces la verdad ontológica se funda en la trascendencia, esto es, ella es trascendental” (p. 207).
“La verdad ontológica se funda en la trascendencia del Dasein; ella es trascendental” (p. 209). “La
45
que es. Por eso el ex- de la existencia que caracteriza al Dasein en tanto sale fuera de sí
se despliega a partir de la dimensión iluminada que es la apertura del ser. Mundo y ser
no son dos cosas diferentes. El ser se da siempre en una revelación que es el mundo.
Decir “ser” es decir “apertura del ser”, y esto implica decir “mundo”. El ser es su
revelación en un mundo.
En Aportes a la filosofía, Heidegger se refiere a la necesidad de superar el
primer planteo sobre la diferencia ontológica entre ser y ente a fin de captar la verdad
del ser de acuerdo con el despliegue de su propia esencia. No se trata en este segundo
planteo de sobrepasar al ente por medio de la trascendencia del Dasein sino de
sobrepasar la diferencia ontológica entre ser y ente así aprehendida y de ese modo
“saltar por encima de esta diferencia y con ello de la trascendencia y preguntar con
vistas al comienzo desde el Ser y la verdad” 77. En el “Seminario en Le Thor 1969”, al
lanzar una mirada retrospectiva sobre el camino de su pensamiento, Heidegger señala
que, en la tradición filosófica, la pregunta por el ser ha sido la pregunta por el ser del
ente entendida como una interrogación acerca de la entidad del ente a fin de poder
determinar al ente con respecto a su ser ente. Es la pregunta de la metafísica que se
centra en el ente y se olvida del ser. La pregunta recibe desde Ser y tiempo un sentido
completamente distinto porque se convierte en la “pregunta por el sentido del ser”, pero
Heidegger observa que el significado de la noción de “sentido del ser” se volvió
insuficiente porque era comprendida desde el ámbito del proyecto del Dasein 78 . El
inconveniente de este punto de partida reside en que sugiere entender el proyecto como
operación humana. Con posterioridad a Ser y tiempo, Heidegger sustituye la expresión
“sentido del ser” por la expresión “verdad del ser” para expresar el viraje desde el
enfoque trascendental a la perspectiva de la historia del ser. En consecuencia, el Dasein
ha de responder al “llamado” (Zuruf) del ser. En el medio del ser y del Da-sein, el
Ereignis o el acontecimiento apropiante que los lleva a lo que tienen de propio es el eje
de un contrabalanceamiento o recíproca oscilación que tiene el carácter de un viraje
(Kehre) como un giro en el fenómeno que da lugar precisamente al llamado viraje en el
pensar. Por eso Heidegger afirma que “[e]l Ereignis tiene su más íntimo acaecer y su
más amplio alcance en el viraje” 79.
Según Heidegger, la correspondencia hombre-ser y la diferencia ser-ente tienen
que ser remitidas a la raíz de la que emergen: el Ereignis o acontecimiento-apropiante.
Se trata a la vez del origen de la diferencia y del punto medio de la correspondencia.
Así, el Ereignis es un punto medio de cuyo acontecer surgen el ser y al hombre. El
hombre no es hombre al margen de la relación precisamente porque su nota distintiva es
la comprensión del ser, es decir, estar en relación con el ser. Y el ser no puede
desocultarse, es decir, no puede venir a la presencia al margen de la relación
precisamente porque tiene su ahí en el hombre como Dasein. El Ereignis permite que el
hombre y el ser estén apropiados uno al otro. Aconteciendo, el ser se apropia del Dasein
y lo hace propio del ser. Heidegger se refiere a un “apropiar” (Eignen) y a un “acontecer
apropiante” o “apropiar aconteciente” (Er-eignen) que se apropia del Dasein y a la vez
lo lleva a lo que tiene de propio, es decir, lo despliega como el ahí del ser. Por un lado,
el hombre está apropiado a o es expropiado por (vereignet) el ser, y, por el otro, el ser
está apropiado y vuelto (zugeeignet) al hombre. Por consiguiente, ser y hombre están
77
Martin Heidegger, Beiträge zur Philosophie (Vom Ereignis) (1936-1938), Gesamtausgabe 65,
Frankfurt am Main, 1989, p. 250 s. Trad.: Aportes a la filosofía. Acerca del evento, Buenos Aires,
Biblos/Almagesto, 2003, p. 207. Esta obra permaneció inédita en vida de Heidegger.
78
Martin Heidegger, Seminare (1951-1973), Gesamtausgabe 15, Frankfurt am Main, Vittorio
Klosterman, 1986, p. 335.
79
M. Heidegger, Beiträge, p. 407 (tr. 326).
47
transapropiados (übereignet) uno a otro. Esto quiere decir que se pertenecen uno a otro.
Lo que apropia al hombre y al ser hacia su conjunción esencial, es decir, el Ereignis
tiene el carácter de un hacer pertenecer mutuamente. Heidegger advierte que en esta
copertenencia el pertenecer tiene una preeminencia frente a la conjunción, y que el
hacer pertenecer determina desde el comienzo la unidad de la conjunción. De modo que
se da una constelación de ser y hombre a partir de una acontecimiento apropiante, el
Ereignis, que lleva a uno y otro a lo que tienen de propio. Asimismo, la diferenciación
entre ser y ente tiene su origen en el Ereignis que instituye el medio a través del cual ser
y ente están correlacionados a la vez que se distinguen. Su “acontecer” y “apropiar” trae
a ser y ente a lo que tienen de propio, y lo propio de uno y otro solo se da en su
corresponderse. La relación del ser con el Ereignis se subraya con el uso de la palabra
Seyn, del alemán antiguo, en lugar de Sein. El término Seyn supone el paso por encima
de la diferenciación entre ser y ente en dirección al Ereignis en que la diferenciación se
origina, en tanto que el término Sein puede quedar atado a la perspectiva trascendental
del primer período.
El Ereignis es el acontecimiento por medio del cual el ser se apropia del Dasein
y la verdad del ser se funda en el Dasein. El proyecto o proyección del Da-sein que
proyecta o arroja resulta ser un proyecto arrojado porque es llevado a lo que tiene de
propio a partir de un llamado del ser al Dasein. Este llamado puede ser entendido
también como un arrojo, yección-a o arrojarse-a (Zuwurf) del ser. La proyección es a la
vez una experiencia de la condición de arrojado (Geworfenheit) y de la pertenencia
(Zugehörigkeit) al ser. El hombre corresponde a la interpelación en un viraje de modo
que pertenece al ser y se determina como Da-sein, y el ser necesita del hombre y lo
interpela en un contra-viraje (Wider-kehre). En el medio de ambos, el Ereignis o
acontecimiento se despliega como una recíproca oscilación o contrabalanceamiento
entre el llamado al hombre que pertenece y la pertenencia de lo que es llamado. La
yección del ser da lugar a la proyección el Dasein, y la proyección complementa la
yección: “Este contrabalanceo (Gegenschwung) entre el necesitar y el pertenecer
constituye el ser como Ereignis, y lo primero que en el pensar nos incumbe es llevar a la
simplicidad del saber y fundar en su verdad la oscilación de este contrabalanceo” 80. Esta
contraoscilación o contrabalanceamiento es el Ereignis mismo en su estructura más
general. Puede ayudar a comprender la noción de Ereignis en este despliegue que va del
se al Dasein y del ser al Dasein un paralelo con lo que sucede en una conversación que
va de un interlocutor a otro, y de este al primero, y que, para ser una conversación, debe
tener como punto medio un tema que le confiera unidad. En un movimiento de
correspondencia que responde a un llamado o interpelación, el Dasein se ensambla en
algo que a la vez posibilita su comportamiento, que no está a su disposición, y que él
contribuye a poner de manifiesto. Así, una respuesta en el modo del abandonarse o
entregarse al aparecer del ente desasiéndose de todo encubrimiento permite que el ser se
desvele como el surgir o venir a la presencia del ente desde sí mismo, mientras que una
respuesta en el modo del representar, encargar y calcular hace que el ente se manifieste
o venga a la presencia como algo manipulable.
Heidegger considera que el ser se desveló a los griegos como phýsis, es decir,
como el surgir o brotar (Aufgehen) desde sí mismo, el aparecer que aparece, el venir a la
presencia (Anwesen) en que los entes se manifiestan como lo presente (das Anwesende).
El ser se despliega como un imperar que surge de lo oculto y se mantiene en el aparecer,
y a la vez domina a través de todo el conjunto del los entes como lo supradominante que
permite que ellos se muestren. Con el término phýsis se nombra el “aparecer en el gran
80
M. Heidegger, Beiträge, p. 251 (tr. 207).
48
81
Martin Heidegger, Einführung in die Metaphysik (1935), Gesamtausgabe 40, Frankfurt am Main,
Vittorio Klostermann, 1983 p. 67. Trad.: Introducción a la metafísica, Buenos Aires, Nova, 1972, p. 99.
82
Martin Heidegger, Vorträge und Aufsätze (1936-53), Gesamtausgabe 7, Vittorio Klostermann,
Frankfurt am Main, 2000, p. 226. Trad.: Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 22001,
p. 163.
83
Martin Heidegger, Heraklit (1943-44), Gesamtausgabe 55, Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann.
1979, p. 371.
84
Martin Heidegger, Holzwege (1935-1946), Gesamtausgabe 5, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 1977, p. 370. Trad.: Caminos del bosque, Madrid, Alianza Editorial, 2000, p. 275.
85
M. Heidegger, Einführung in die Metaphysik, p. 122 (tr. 152).
86
M. Heidegger, Vorträge und Aufsätze, p. 279 (tr. 201).
49
87
M. Heidegger, Beiträge, p. 172 (tr. 147).
50
la presencia ocultando de ese modo el mismo venir a la presencia. Con el enunciado nos
volvemos hacia el ente para hablar sobre él sometiéndolo a una categorización, y el
nombre queda reducido a un resto respecto de la apófasis o enunciado lingüístico. El
decir algo de este sujeto en cuanto enunciar o kategoreîn puede asumir diversos modos.
Estos modos de decir algo acerca del sujeto configuran las categorías entendidas como
determinaciones o caracteres esenciales del ser del ente. Así, el lógos entendido como
enunciado aparece como el lugar de origen (Ursprungsort) de las determinaciones del
ser. Estas determinaciones ontológicas responden a las distintas maneras en que se
puede decir algo de algo. El lógos se enfrenta al ser del ente de modo que regula la
determinación del ser del ente.
Además, se convierte en el lugar de la verdad entendida como adecuación del
enunciado a un estado de cosas. Así, el lógos se ha separado de la phýsis y se le
enfrenta. Se produce un desbordamiento y predominio del lógos sobre la phýsis.
Separado de ella, el lógos como enunciado es algo que se encuentra al alcance de la
mano. Es un utensilio que se puede manipular para obtener la verdad entendida como
adecuación o conformidad. Aquí comienza el predominio pensar como razón y
entendimiento, sobre el ser del ente, y surge la lógica junto con la oposición entre
racionalismo e irracionalismo.
Aristóteles interpreta el eîdos, el aspecto, como morphé, como forma, que se
relaciona con una materia o hyle. El aspecto puede exhibirse en sí mismo como algo que
aparece de tal manera; por ejemplo, un animal tiene una morphé sin que el animal se
haga a sí mismo y a sus semejantes. O bien la morphé puede presentarse como un
modelo o paradigma, como el qué anterior a toda efectivización. Se trata de un modelo
que debe efectivizarse en una materia adecuada. La morphé se relaciona con una
poíesis, con una producción, porque la hyle es aquello a partir de lo cual se produce
algo, por ejemplo, la madera como una materia para el eîdos de una mesa, o la arcilla
como materia para el eîdos de un jarrón. Así, se interpreta el ente al modo de un de un
jarrón de arcilla o una mesa que el alfarero o el carpintero forman a partir de un modelo.
Con esto se inicia un proceso de dominación sobre el ente. Sin embargo, a pesar del
olvido del ser, lo presente se desoculta siempre, para los griegos, con el carácter de
enfrente-de (Gegenüber), pero nunca con el carácter del Gegen- de Gegenstand en el
sentido del Objekt de la Edad Moderna. El Gegen, el enfrente, de Gegenüber se
descubre en lo que sobreviene y sorprende (überkommt) al hombre que percibe. En el
verbo überkommen, sobrevenir o sorprender, el prefijo über- tiene, más que el sentido
de “sobre” o más allá”, el sentido de “venir sobre alguien rápidamente, de improviso,
súbitamente” (sentido que aparece en el verbo überraschen, sorprender). Y quien
percibe nunca se concibe como sujeto para los objetos. Por tanto, lo presente no es lo
que el sujeto se arroja delante de sí mismo como un objeto. El “enfrente-de” (Gegen) y
el “salir al encuentro” (Begegnen) tienen aquí otro sentido. La identificación del ser con
el aspecto, lo relaciona con la contemplación o la percepción del aspecto, pero se trata
aún de la percepción del ente tal como es en sí mismo sin que se le imponga un
determinado punto de vista. El ente es un ente desde sí mismo y no por el punto de vista
de un sujeto.
A la interpretación del aspecto o morphé en términos de algo que es en y para
una téjne sucede la figura medieval del ente como ens creatum, es decir, como ente
producido por el ente supremo. A ello sigue la figura cartesiana del ente como ens
certum, o sea, el ente cuya verdad es producida por un sujeto que tiene certeza de su
existencia y sus determinaciones. La representación moderna consiste en que el sujeto
trae ante sí lo presente y lo refiere a sí mismo. El ente recibe la impronta del sujeto que
lo pone como objeto frente a sí en el marco de una contraposición. Representar es poner
51
el sujeto algo desde sí mismo, y de ese modo tener la certeza de aquello que pone. El
ente como objeto de la representación, y la verdad como certeza del sujeto, aparecen por
primera vez con Descartes. Luego sigue la figura kantiana del ente como ens
objectivum, esto es, el ente cuya objetividad es puesta por el sujeto. En Kant, ser
significa objetividad del objeto y el ente se muestra como el objeto de la experiencia.
“Para los griegos aparecen las cosas. Para Kant aparecen las cosas para mí. En el tiempo
entre ellos se ha llegado a que el ente se ha convertido en ob-jeto (obiectum o mejor res
obstans). La expresión objeto no tiene en griego ninguna correspondencia” 88. El verbo
obstare significa oponerse, ser un obstáculo, de modo que la res obstans es la cosa que
se nos opone, que está frente a nosotros. Y obiectum es el participio pasado del verbo
obicere que significa arrojar delante, echar delante. El obiectum es lo arrojado delante,
lo contra-puesto. Heidegger recuerda que el término objectum, en alemán Gegenstand,
era traducido por Lessing con la expresión alemana Gegenwurf que justamente quiere
decir lo arrojado delante. Así, contrapone el dominio de la relación sujeto-objeto al
ámbito del estar-frente. Lo presente en el “enfrentarse” (Gegenüber) debe ser
distinguido rigurosamente de lo presente en la objetividad 89.
Cuando el ser se asigna a nosotros como objetividad, y de ese modo dispone al
ente como objeto, comienza la más extrema sustracción del ser que alcanza su
culminación con la técnica cuando el ente se ajusta a una nueva figura del ser y se
muestra como objeto de encargo (Bestand). Con ello nos encontramos lejos del
comienzo pero en una dependencia respecto de él: “Si no estuviera el ser del ente en el
sentido del venir a la presencia de lo presente, el ente no habría podido aparecer como
lo objetivo, como lo objetivo de los objetos, a fin de ser representable (verstellbar) y
elaborable (herstellbar) en cuanto tal para aquel poner (Stellen) y encargar (Bestellen)
respecto de la naturaleza que efectúa continuamente un inventario de las fuerzas
arrancadas a ella”90. Una vez que se ha identificado los entes con los objetos para la
conciencia, el hombre termina por mantener con ellos una relación de conquista y
manipulación. El venir a la presencia de los entes se convierte en una representación en
y para el querer y el poder de una conciencia puramente calculadora. El hombre solo se
enfrenta con los entes en la medida en que tienen que ver con su querer y su poder. El
ser se da en este caso como el venir a la presencia de un objeto calculable y
conquistable. Heidegger recurre primero a la palabra maquinación (Machenschaft) y
luego al término im-posición (Ge-stell) para designar el proceder de la técnica moderna.
A través del significado englobante del prefijo Ge-, el segundo término engloba todos
los matices de provocación y desocultamiento que caracterizan a los compuestos de
stellen: “La im-posición (Ge-stell) es la reunión, la totalidad de los modos del poner
(Stellen) que se endosan al ser humano en tanto existe en el presente” 91.
Del ser no se puede decir que es porque es lo otro del ente. Por eso Heidegger se
expresa de la siguiente manera: “Es gibt Sein”, “se da ser”. El ser nos es dado y dado de
distinto modo. Este darse es lo que se llama “enviar” o “destinar” (Schicken). Así, el ser
adopta la figura de una “destinación” (Schickung). Y el destino (Geschick) del ser es el
conjunto (Ge-) de destinaciones de las diversas figuras del ser. La historia (Geschichte)
del ser no es la historiografía (Historie) de las opiniones y doctrinas cambiantes de los
88
M. Heidegger, Seminare, p. 329.
89
Martin Heidegger, Der Satz vom Grund (1955-1956), Gesamtausgabe 10, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, p. 129 s. La relación sujeto-objeto resulta, pues, de la conversión de los entes en objetos y
del ser del hombre en sujeto. Sobre esta transformación se funda el proyecto matemático y la
experimentación que caracterizan a la moderna ciencia de la naturaleza
90
Martin Heidegger, Was heisst Denken?, Gesamtausgabe 8, Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann,
2002, p. 238. Trad.: ¿Qué significa pensar?, Madrid, Trotta, 2005, p. 192 s.
91
M. Heidegger, Seminare, p. 388.
52
filósofos. La historia del pensamiento occidental debe ser pensada como historia del ser,
y esta debe ser pensada como destino del ser, es decir, como el despliegue de sus
destinaciones: “Se da ser solo en cada caso en esta o aquella acuñación histórica: phýsis,
lógos, hén, idéa, enérgeia, sustancialidad, objetividad, subjetividad, voluntad, voluntad
de poder, voluntad de querer”92. En el mundo técnicamente configurado, el ser queda
relegado al olvido, y el olvido mismo queda olvidado. De ahí el peligro inherente a la
técnica. Sin embargo, cuando los entes se consideran exclusivamente desde el punto de
vista del disponer, encargar y planificar, comienza a ponerse de manifiesto la diferencia
entre ser y ente precisamente a través de la resonancia de lo que se ha perdido. La
técnica como manifestación final de la metafísica es como una cabeza de Jano. Se puede
decir que es a la vez la posibilidad de descubrir el olvido del ser y, en el sentido
negativo de la desapropiación entre ser y ente y entre hombre y ser en que resuena la
apropiación, “una forma previa del Ereignis mismo” 93.
92
Martin Heidegger, Identität und Differenz, Gesamtausgabe 11, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 2006, p. 72 s.
93
Martin Heidegger, Zur Sache des Denkens (1962-64), Gesamtausgabe 14, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, p. 63. Heidegger intenta sobrepasar la metafísica a través de una reversión o vuelta atrás en
dirección al fundamento que la sostiene. Con ello intenta abrir un ámbito que se extiende más allá de las
posibilidades de la metafísica. El problema es el de cómo pueden ser o aparecer los entes con
independencia de las preguntas que se formula la metafísica, es decir, las preguntas que interrogan acerca
de en qué consisten los entes, cuál es su entidad, de dónde vienen o qué los ha causado.
94
M. Heidegger, Seminare, p. 335.
95
M. Heidegger, Zur Sache des Denkens, p. 46.
53
divinos. En la jarra como cosa acaece la íntima reunión de los cuatro –cielo, tierra,
mortales y divinos–, es decir, la reunión del mundo interpretado como cuaternidad
(Geviert). El mundo solo se despliega como mundo en este reunirse en las cosas, y la
cosa solo se despliega como cosa en tanto reunión del mundo. Los cuatro moran en la
jarra y están reunidos en función del escanciar. La reunión del mundo en la cosa acerca
unos a otros a los cuatro. Este acercar acaece en la cosa como cosa. Heidegger señala
que el acercar es el esenciar de la cercanía, y quiere decir con esto que la cercanía no es
una magnitud estática sino un acaecer que es el acaecer de la cosa misma. Este acaecer
acerca la cosa a toda otra cosa y con ella acerca el mundo. Pero este acercar de la
cercanía no deja a un lado la lejanía sino que a la vez guarda o salvaguarda la lejanía.
Solo hay cercanía cuando la lejanía permanece salvaguardada. Cercanía y lejanía se
pertenecen uno a otra, y solo pueden venir a la presencia cuando cada una es
salvaguardada en lo que tiene de propio. La cosa acerca a los cuatro a la vez que los
mantiene en la lejanía. Heidegger relaciona la cuaternidad con el término Vierung que
designa la intersección de la nave principal y la nave lateral de una iglesia. La
intersección enlaza los cuatro espacios de una iglesia: el coro, la nave principal y las
naves transversales. Mantiene separados los cuatro espacios a la vez que los vincula. Sin
abarcarlos. Despliega los espacios y, como su medio, los hace estar junto a sí96.
Heidegger se ocupa también de la cuaternidad a través de una meditación sobre
el puente que reúne la tierra como paisaje en torno de una corriente de agua. El puente
está preparado para los variables tiempos del cielo porque hace frente no solo a las
aguas tranquilas sino también a las olas que afectan sus pilares y sus arcos a causa de las
lluvias o los deshielos. Además, garantiza a los mortales su camino para que vayan de
un lugar a otro, y, como el último puente, los guía ante lo sagrado y lo divino 97. El
puente reúne a los cuatro de tal manera que los sitúa, es decir, concede un sitio
(verstattet eine Stätte). El verbo verstatten, conceder, ofrecer, lleva consigo la idea de
sitio. Solo lo que es él mismo un lugar (Ort) puede espaciar, acordar un espacio u
ordenar espaciando. El puente es un lugar que en cuanto tal proporciona o instala un
espacio, o concede un espacio en el que cielo, y tierra, divinos y mortales, son admitidos
en el sentido de que se les hace lugar. La cosa en tanto lugar concede un sitio en que los
cuatro ámbitos del mundo pueden morar. En la medida en que el puente-cosa ordena
espaciando, tierra y cielo, divinos y mortales, son admitidos en un espacio. El lugar no
se manifiesta antes de que una cosa como el puente lo instale. El sitio emerge como
lugar cuando se construye el puente. Así, el puente no llega a estar en un lugar sino que
a partir del puente mismo surge por primera vez el lugar. Heidegger señala que las
cosas son “lugares”. No hay un vacío que recibe a los entes: “Deberíamos llegar a
conocer que las cosas mismas son los lugares y no solo pertenecen a un lugar. […] El
lugar no se encuentra en el espacio predado al modo del espacio físico-técnico. Este
solo se despliega a partir del imperar de los lugares de un ámbito” 98. Ni el espacio ni los
lugares preceden a lo que está en ellos. Los lugares solo surgen cuando una cosa tiene
96
Cf. Martin Heidegger, Vorträge und Aufsätze, pp. 167-187 (tr. 121-137).
97
Ibid., pp. 147-164 (tr. 107-119). Otro ejemplo se encuentra en la construcción de una casa del campo.
La apertura al juego de los cuatro es el factor básico que dirige la construcción. Si la casa se construye
cerca de una fuente y al resguardo que ofrece la ladera de la montaña, la tierra misma dirige la
construcción. Si el techo tiene una inclinación adecuada y un gran alero para hacer frente al peso de la
nieve, se ha tomado en consideración el cielo con sus tormentas de invierno y la posible acumulación de
nieve en el techo. El rincón para la oración es la respuesta a los divinos, y el lugar para una cuna y un
ataúd refleja la mortalidad de los hombres. Así, construir una casa es estar bajo la dirección de las
indicaciones de lo cuatro. Cf. ibid, p. 162 (tr. 118).
98
Martin Heidegger, Aus der Erfahrung des Denkens (1919-1976), Gesamtausgabe 13, Vittorio
Klosterman, 1983, p. 208.
54
99
M. Heidegger, Vorträge und Aufsätze, p. 156 (tr. 114). Heidegger entiende aquí por espacio lo que
designa la antigua palabra alemana Rum que significa un espacio franqueado o liberado para una
población y un alojamiento, es decir, un lugar para residir y estar.
100
Martin Heidegger, Parmenides (1942/43), Gesamtausgabe 54, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 1982, p. 174. Heidegger recuerda que la palabra Ort, lugar, se refiere originariamente a la
punta de la lanza donde se reúne y se concentra toda la potencia del arma. Así, el lugar reúne en sí el
punto extremo o la cumbre hacia la que se eleva todo. El lugar penetra e impregna con su dinámica todo
lo que se reúne en torno de él. El lugar reúne en torno de sí y remite a sí para preservar el esenciar propio
de lo reunido: “El lugar, lo que reúne, recoge hacia sí y custodia lo recogido, pero no como una envoltura
encerradora, sino de modo que transluce y traslumina lo reunido, liberándolo así a su ser propio” (Martin
Heidegger, Unterwegs zur Sprache (1950-1959), Gesamtausgabe 12, Frankfurt am Main, Vittorio
Klostermann, 1985, p. 33. Trad.: De camino al habla, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1987, p. 35).
55
oponiendo todo, reúne todo uno con otro y lo deja retroceder hacia sí mismo en el
propio reposar en lo mismo” 101 . Esta mismidad es la del desplegarse del ámbito
originario que acontece como un reunir oponiendo y permite a las cosas reposar en sí
mismas. No se trata de un ámbito entre otros sino que es “el ámbito de todos los
ámbitos” y, por tanto, “se trata de el ámbito” 102, es decir, el mundo. Las cosas son
reunidas de tal modo cada una es destacada frente a la otra, pero de tal modo que, en
este estar-una-frente-a-la-otra (Gegen-einander-über), se retira hacia sí. Heidegger se
refiere no solo a “el estar-una-frente-a-otra” de las cosas sino también a “el estar-uno-
frente-a-otro” de los cuatro ámbitos del mundo: tierra y cielo, Dios y hombre – el juego
del mundo”103.
Gegend es el mundo con anterioridad a las perspectivas en que se deja ser las
cosas en su estado prístino sin anticipar nada que implique un dominio sobre ellas. Se
deja nombrar, pero no se puede representar en absoluto porque el representar convierte a
lo representado en un objeto que se nos opone. Tampoco se lo puede describir porque
toda descripción presenta lo nombrado de un modo objetivo. Sin embargo, se deja
pensar en el caso de que ese pensar no sea un representar. El proyecto de mundo es
entonces simplemente el de dejar ser sin imposiciones el ámbito originario, es decir,
dejarlo ser en lo que tiene de propio. El “liberarse” o “desasirse” (sich loslassen) de toda
representación objetiva tiene como reverso un “introducirse” (sich einlassen) en y un
“abandonarse” (sich überlassen) al ámbito originario que transforma el pensar en un
dejar-ser, confiarse, entregarse o abandonarse al ámbito originario (Gelassenheit zur
Gegnet). Con el término Gelassenheit, que habitualmente significa serenidad, Heidegger
alude a una condición o estado (-heit) que reúne (Ge-) todos estos compuestos del
verbo lassen (dejar). Con la serenidad, con el abandonarse al ámbito originario, nos
encontramos ante un comportamiento que se encuentra en el polo opuesto al de la
imposición (Ge-Stell).
105
Ibid., p. 294 (tr. 280).
57
106
Ibid., p. 226 (tr. 214).
58
107
Cf. Maurice Merleau-Ponty, Le visible et l’invisible, Paris, Gallimard, 1964. Trad.: Lo visible y lo
invisible, Buenos Aires, Nueva Visión, 2010.
108
Emmanuel Lévinas, Totalité et infini. Essai sur l’exteriorité, Phaenomenologica 8, La Haye, Martinus
Nijhoff, 1971, p. 21 s. Trad.: Totalidad e infinito, Salamanca, Sígueme, 1977. Una exposición sucinta de
su filosofía se encuentra en Emmanuel Lévinas, Éthique et infini, Paris, Fayard, 1982. Trad.: Ética e
infinito, Madrid, A. Machado, 2000.
59
109
Cf. Emmanuel Lévinas, Autrement qu’être ou au-delà de l’essence, La Haye, Martinus Nijhoff, 1974.
Trad.: De otro modo que ser o más allá de la esencia, Salamanca, Sígueme, 2003.
110
Cf. Emmanuel Lévinas, Entre nous. Essais sur le penser-à-l’autre, Paris, Grasset, 1991, p. 128. Trad.:
Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro, Valencia, Pre-Textos, 1993.
60
111
Emmanuel Lévinas, De Dieu qui vient à l’idée, Paris, Vrin, 1982, p. 115. Trad.: De Dios que viene a
la idea, Madrid, Caparrós, 1995.
61
112
Cf. Jan Patočka, Ausgewählte Schriften IV, Viena, Klett-Cotta, 1990. Trad. parcial: El movimiento de
la existencia humana, Madrid, Encuentro, 2004.
62
115
Ibid., p. 27 s. (tr. 30).
116
Paul Ricoeur, Temps et récit I, Paris, Éditions du Seuil, 1983, pp. 247-313. Trad.: Tiempo y narración
I, México, Siglo XXI, 1995, pp. 290-364.
64
donación originaria que tiene por beneficiarias a todas las criaturas y se expresa a través
del simbolismo religioso. En un extremo se encuentra el simbolismo inicial de los
orígenes que se corresponde con el Dios de la Creación como fuente de las realidades
conocidas. En el otro extremo se presenta el simbolismo terminal de los fines últimos al
que corresponde el Dios de la Esperanza como fuente de posibilidades desconocidas.
Entre ambos polos se ubica el don de la ley y el don del sacrificio de Cristo como fuente
de perdón. La relación del hombre con ambos dones –su relación con la ley y la
salvación– se encuentra en el centro de la economía del don. El don es fuente de
obligación, y esto se expresa en la fórmula: “Puesto que te ha sido dado, da a tu vez”, o
en la fórmula “Puesto que tú has sido amado, ama a tu vez”. En estas fórmulas se
expresa un sentido de antecedencia que completa el sentimiento de dependencia
inherente a la pertenencia a la economía del don. El amor de Dios obliga, y a lo que
obliga es a una obediencia amante. Este sentido de antecedencia se extiende a la ley ya
que se puede decir que ella proviene de Dios en tanto converge con el mandato de amor
que procede de un Dios que es amor 117.
5. La fenomenología material
Michel Henry (1922-2002) desarrolla una fenomenología, que más allá del saber
de la ciencia que se ocupa de idealizaciones, y del saber de la conciencia que se asocia
con la percepción y sus derivados, tiene su centro en el saber de la vida. Se trata de la
autodonación, autopercatación o autoafección de cada subjetividad en su inmanencia
radical. La vida no es un fenómeno que aparece en el mundo sino el modo originario de
fenomenalización que consiste en una autoafección con independencia de toda
exterioridad. Tres notas fundamentales definen la condición metafísica de la vida:
converge con una subjetividad que se experiencia a sí misma, contiene una fuerza
productiva capaz de crear algo que no existiría sin ella, y se actualiza solamente en un
individuo viviente. Además de un dualismo del aparecer en tanto aparecer en el mundo
externo o aparecer en la interioridad afectiva de la vida, se debe admitir que la
manifestación intencional del mundo solo es posible en virtud de una automanifestación
de la vida. Por eso la última cuestión de la filosofía no es el darse del mundo en la
intencionalidad sino el darse de este darse, es decir, la autodonación. Mientras que el
contenido material trasciende siempre a su manifestación en el darse del mundo, el
contenido material de la inmanencia es siempre coextensivo con su manifestación en el
darse de la vida. Puesto que la revelación inmanente no revela otra cosa, y tiene de ese
modo una significación material, Henry caracteriza su filosofía como “fenomenología
material”.
La fenomenología previa interpreta el cuerpo subjetivo como un cuerpo
intencional. Lo analiza únicamente en su capacidad de apertura de la experiencia como
experiencia de algo exterior a él. Pero anterior al problema del conocimiento corporal
del mundo en el sentido de Merleau-Ponty se encuentra el problema del conocimiento
del cuerpo cognoscente, es decir, el conocimiento del cuerpo mismo que conoce el
mundo. El poder de acceder al mundo por medio del cuerpo –en tanto conjunto de
poderes que tenemos sobre el mundo– ha de encontrarse previamente en nuestro poder a
fin de que podamos ponerlo en práctica. Si nos abre al mundo y define nuestro saber
original del mundo, el cuerpo originario ha de saber para sí mismo que tiene un saber
acerca del mundo. Para comprender la praxis, no se debe concebir que el cuerpo
subjetivo sea primariamente intencional. Antes de ser lo que me arroja hacia las cosas,
117
Cf. Paul Ricoeur, Amour et Justice. Liebe und Gerechtigkeit, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen,
1990 (trad.: Amor y justicia, Madrid, Caparrós, 1993); y Lectures 3. Aux frontières de la philosophie,
Paris, Éditions du Seuil, 1994.
65
6. La fenomenología estructural
Heinrich Rombach (1923-2004) considera que no se ha aclarado suficientemente
cuáles son los fenómenos fundamentales. Acceder a esta dimensión implica pasar a un
tercer estadio que se encuentra más allá de la fenomenología trascendental de Husserl y
de la fenomenología ontológica que Heidegger asocia con la hermenéutica. Significa
desarrollar una fenomenología estructural que se une a una hermética y cuyo análisis no
parte de un núcleo fijo del hombre sino del modo histórico en que se genera una
estructura fundamental. Los fenómenos descritos por la fenomenología trascendental
aparecen como epifenómenos que deben ser considerados –en un primer estallido del
Michel Henry, C’est moi la vérité. Pour une philosophie du christianisme, Paris, Éditions du Seuil,
118
1996, p. 136. Trad., Yo soy la verdad. Para una filosofía del cristianismo, Salamanca, Sígueme, 2001, p.
126.
66
119
Cf. Heinrich Rombach, Der kommende Gott. Hermetik – eine neue Weltsicht, Freiburg i. Br.,
Rombach, 1991.
120
Cf. Heinrich Rombach, Strukturanthropologie. “Der menschliche Mensch”, Freiburg/München, Karl
Alber, 1987. Trad.: El hombre humanizado. Antropología estructural, Barcelona, Herder, 2004.
67
7. Situación actual
Como ejemplos de la situación actual mencionaremos en un rápido esbozo tres
posiciones que ponen de relieve desde diferentes ángulos los órdenes dentro de los
cuales se desenvuelve la correlación, la excedencia que caracteriza al polo no subjetivo
y el carácter del acontecimiento que está implicado en ella
Bernhard Waldenfels (1934) elabora una fenomenología de los órdenes y de la
responsividad. Es necesario continuar ocupándose de lo que aparece, pero se debe
prestar atención a la vez a las condiciones bajo las cuales aparece porque el fenómeno
está incluido en campos visuales, estructuras de acción, reglas lingüísticas e
instituciones sociales. Cada uno de estos órdenes responde a una selección entre
posibilidades personales y comunitarias, e, implica, por tanto, la efectivización de unas
y la imposibilidad de otras. Por tanto, una forma radical de contingencia afecta a
cualquier orden porque, en virtud de una selección y exclusión distintas, podría ser de
otra manera. Y si el fenómeno está sujeto a un orden selectivo, el fenomenólogo no
puede sustraerse a este orden en una visión de sobrevuelo. La institución selectiva y
excluyente, que da lugar a un determinado orden del mundo en la medida en que
excluye a otros, implica un campo de posibilidades que es incomposible con otros
campos. Por tanto, queda expuesto a la interpelación de lo extraordinario en tanto
excedencia inagotable de posibilidades que han quedado afuera y que solo pueden
captarse indirectamente a través de otros órdenes 124.
En lugar de actos corresponde hablar de acontecimientos que responden a
interpelaciones o incitaciones. Por eso la pregunta “¿quién?” ha de ser retomada en el
modo del dativo con la pregunta “¿a quién?”. Y es preciso distinguir entre
interpelaciones ordinarias que se desenvuelven en el marco de determinados órdenes y
se satisfacen con las respuestas reproductivas o ya existentes, e interpelaciones
extraordinarias que trascienden estos marcos y para las que se debe inventar una
respuesta que nunca es adecuada y de la que no se dispone de antemano. En una
respuesta productiva o creativa, damos lo que no tenemos porque lo extraordinario nos
interpela en una desarmonía preestablecida respecto de nuestras respuestas. Entre la
interpelación y la respuesta se abre una fractura que no puede ser franqueada y salvada
ni por lo propio ni por lo común. Esto significa que nos sale al encuentro algo de lo cual
no podemos dar cuenta y que genera los órdenes sin que pueda ser incorporado a ellos.
La interpelación de lo extraordinario pone en marcha nuevos órdenes al impulsar más
121
Ibid., p. 279 (tr. 285).
122
Ibid., p. 280 (tr. 286).
123
Ibid.
124
Cf. Bernhard Waldenfels, Ordnung in Zwielicht, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1988.
68
allá de los órdenes existentes. Por eso todo lo normal que se asocia con un orden dado
se encuentra intranquilizado por lo anómalo que es inherente a otros órdenes.
La nivelación de la diferencia responsiva entre el “qué” como representación de
la interpelación y el “a qué” como dirección de la respuesta significa encontrarse dentro
de un orden sin ocuparse de sus orígenes ni transgredir sus límites. Por el contrario, el
mantenimiento de la diferencia responsiva significa que la respuesta acontece aquí y
ahora, pero no comienza en lo propio sino en lo extraño, es decir, en otra parte donde
nunca estuvo y nunca podrá estar: “El que responde aparece primariamente como aquel
al cual algo sucede y ha sucedido. Este retardo nunca se deja recuperar; [...]” 125. El
desplazamiento o dislocación temporal significa una diástasis o separación que implica
una posterioridad originaria e irreductible de la respuesta. Lo propio surge a partir de
una respuesta que tiene su centro de gravedad fuera de sí en lo extraño que se acoge en
la respuesta de modo que la extrañeza está inscrita en la propiedad. Puesto que lo que
precede a la respuesta se sustrae al acceso, la diástasis tiene también un aspecto espacial
que se caracteriza como heterotopía. Esto significa que, al responder aquí y ahora,
estamos a la vez en otro tiempo y en otro lugar que nos es inaccesible en el sentido
radical en que Husserl caracteriza la extrañeza como “accesibilidad verificable de lo que
es originalmente inaccesible”126.
Para caracterizar la interpelación de lo extraño, Waldenfels recurre, junto a la
categoría de posterioridad, a las categorías de inevitabilidad (Unausweichlichkeit) e
ineludibilidad (Unumgänglichkeit). La primera de ellas designa la imposibilidad de
sustraerse a las interpelaciones de lo extraño y la segunda la imposibilidad de escapar al
punto de partida en el propio orden como la lengua materna o la cultura heredada. La
categoría de ineludibilidad representa la verdad del cogito cartesiano, pero es una
verdad que solo puede afirmarse cuando se capta el yo “como un yo que está atado a un
aquí y ahora corporal, como un sí-mismo que, a pesar de su ineludibilidad, no se
encuentra en un centro en torno del cual gira el orden, ni proporciona un fundamento
sobre el que se construye el orden” 127.
La reflexión de Waldenfels se basa, por consiguiente, en la primacía asignada a
la responsividad sobre la intencionalidad y la comunicatividad. La intencionalidad se
orienta a un objeto a través de un determinado sentido intencional que se presenta como
el “hacia-lo-cual” de la experiencia, el lenguaje o la acción. Y la comunicatividad está
dominada por la idea de la regla, es decir, por aquello “según lo cual” nos orientamos.
Frente a ellas, la responsividad está atada a la interpelación de lo extraño. No se asocia
con el “hacia-dónde” de una intención, ni con el “según lo cual” de la subordinación a
una regla, sino con aquello que se encuentra más allá de nuestro orden y “a lo cual”
respondemos. De este modo Waldenfels elabora una “lógica de la respuesta” como
articulación de un pensamiento que confiere primacía a la interpelación de lo extraño
frente a las intenciones subjetivas o las coordinaciones o pretensiones de validez
intersubjetivas. La responsividad no convierte en superfluas a la intencionalidad y la
comunicatividad, pero les confiere otro carácter porque determina el comportamiento en
todas sus dimensiones 128.
Jean-Luc Marion (1946) propone una reducción a la donación que va más allá de
la reducción husserliana del objeto a la conciencia y la reducción heideggeriana del ente
al ser. Esta nueva reducción ha de dar cuenta de un modo de fenomenalización que es
ajeno a la objetividad y a la entidad. Se trata de una donación a la que hay que
125
Bernhard Waldenfels, Bruchlinien der Erfahrung, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 2002, p. 59.
126
E. Husserl, Cartesianische Meditationen, p. 144 (tr. 182 ).
127
Bernhard Waldenfels, Vielstimmigkeit der Rede, Frankfurt am Main Suhrkamp, 1999, p. 179.
128
Cf. Bernhard Waldenfels, Antwortregister, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1994.
69
responder adecuadamente para que ella revele una excedencia que supera o satura lo
anticipable por medio de significados y lo manifestable como objeto o ente. Es
necesario leer la donación a partir de lo dado y en la superficie de lo dado sin privilegiar
los modelos del ente y el objeto. Marion da el ejemplo del cuadro que se reduce tanto
más a su donación cuanto más se pone entre paréntesis su condición de ente o de objeto.
Un cuadro da más de lo que muestra exhibiéndose como objeto o ente, y lo que da de
más es su efecto. Por eso es necesaria una reducción al efecto. El cuadro hace visible un
efecto invisible en el que no se ve nada objetivo u óntico. Su aparecer se distancia de lo
que lo sustenta como cosa o ente y pretende darse siempre como una pura superficie que
carece de soporte o lo absorbe. El cuadro aparece como un acontecimiento que tiene el
carácter de un surgir y de un sobrevenir con un efecto autónomo e irreductible a sus
aspectos objetivos o entitativos. Poner de manifiesto la invisibilidad de lo que el cuadro
da exige la reducción a su puro efecto129.
Marion traza una tópica de diferentes tipos de fenómenos. El hilo conductor de
la tópica es el grado de intuición. Distingue tres figuras originales de la fenomenalidad
según su tenor de donación. Comenzando por el menor tenor de donación se encuentran
en primer lugar los fenómenos pobres de intuición en que la intención significativa
anticipa la intuición. Y la intuición no es la intuición real de lo individual sino la
intuición formal o categorial de objetos matemáticos o lógicos y la intuición
generalizadora pura de esencias. Estos objetos tienen el privilegio de la certeza, pero
esta situación tiene su reverso en un déficit fenomenológico ya que se sustraen a lo
individual y lo temporal. En segundo lugar se encuentran los fenómenos de derecho
común en que la intención significativa también anticipa una intuición que en este caso
remite a lo individual. Un significado recibe una plenificación mediante la intuición real
de un objeto individual sin que pueda ser excedido por la impleción. Son los objetos del
mundo percibido, la física y las ciencias de la naturaleza, y la técnica. Por último, se
encuentran los fenómenos saturados en que la intuición se acrecienta al punto en que
sobrepasa la intención significativa que no puede preverla ni ordenarla. Los fenómenos
saturados son paradojas porque la intuición se libera de la intención significativa y se
convierte en intuición libre, y el yo de la intencionalidad no puede constituir la intuición
en un objeto definido de acuerdo con un horizonte de anticipación.
Una subsiguiente tópica del fenómeno saturado distingue cuatro tipos de acuerdo
con un hilo conductor kantiano. En primer lugar, el acontecimiento histórico nunca
puede ser descrito en forma exhaustiva constituyéndolo en objeto sino que es
susceptible de una hermenéutica sin fin en el tiempo. Implica desde el punto de vista de
la cantidad una indefinida diversificación de perspectivas en las que se constituye
parcialmente un no-objeto que siempre puede ser reconstruido. Desde el punto de vista
de la cualidad, el cuadro encubre siempre lo esencial de su cualidad visible porque
sobrepasa los conceptos que se proponen para dar cuenta de ella. Si se alcanza, por
medio de conceptos o informaciones, una comprensión cada vez mayor de lo dado en la
obra, entonces su donación misma llega a ser inaccesible. En tercer lugar, Marion nos
remite a los análisis de Henry sobre el cuerpo como “yo puedo” tal como se sustrae a la
categoría de la relación en tanto se define como la convergencia de lo afectado y lo
afectante en una identidad que se sustrae a la relación con algo externo. En cuarto lugar,
tal como lo ha puesto de relieve Lévinas desde la perspectiva de la modalidad, el rostro
del prójimo es un ícono que no ofrece un espectáculo a la mirada ni tolera la mirada de
un espectador sino que ejerce su propia mirada convirtiendo al contemplante en
129
Cf. Jean-Luc Marion, Étant donné. Essai d’une phénoménologie de la donation, Paris, Presses
Universitaires de France, 1997, §§ 1-6. Trad.: Siendo dado. Ensayo para una fenomenología de la
donación, Madrid, Síntesis, 2008.
70
8. Proyecciones
Señalamos, en una indicación extremadamente fragmentaria, aplicaciones en las
ciencias humanas de las ideas de Husserl sobre el nexo entre la ciencia y el mundo de la
vida y la relación del sujeto con el mundo.
130
Cf. ibid., §§ 20-24.
131
Claude Romano, L’événement et le monde, Paris, Presses Univesitaires de France, 1998, p. 44. Cf.
Claude Romano, Lo posible y el acontecimiento. Introducción a la hermenéutica acontecial, Santiago de
Chile, Universidad Alberto Hurtado, 2008.
71
132
Cf. Ludwig Binswanger, Grundformen und Erkenntnis menschlichen Daseins, München, Ernst
Reinhardt, 1962; Psiquiatría existencial, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1961. Entre los
continuadores de Binswanger, Hubertus Tellenbach (1914-1994) ha puesto de relieve las estructuras
esenciales del mundo del melancólico como la pérdida de profundidad en la espacialidad, la autoinclusión
dentro de límites, y la remanencia o el quedar atrás de las propias exigencias. Cf. Hubertus Tellenbach,
Melancholie, Berlin, Springer, 1974. Trad.: Melancolía, Madrid, Morata, 1976. Y Wolfgang Blankenburg
(1928-2002) interpreta la esquizofrenia y la melancolía como dos reducciones contrapuestas nuestra
actitud en el mundo de la vida. Su carácter sobreentendido se debilita en la esquizofrenia con la pérdida
del sentido de lo obvio, y aumenta considerablemente en la melancolía que acentúa la autocomprensión
cotidiana. Por tanto, estos fenómenos patológicos son interpretados como perturbaciones del contacto con
el mundo de la vida. Cf. Wolfgang Blankenburg, Der Verlust der natürlichen Selbstverständlichkeit,
Stuttgart, Enke, 1971.
72
preconcebido, este estado de cosas anticipado –para ser realizado en la acción– solo
puede ser entendido a la luz de la modificación de neutralidad husserliana que ensaya el
curso futuro de la acción en la fantasía, mientras que la formulación del proyecto con
sus motivos y la acción subsiguiente solo pueden entenderse a la luz de la conciencia
interna del tiempo.
Schütz contribuye al análisis estructural del mundo de la vida al distinguir el
mundo circundante inmediato de nuestros asociados cercanos (Umwelt), el mundo
concomitante mediato que incluye nuestros contemporáneos más distantes y conocidos
de modo indefinido con su creciente anonimato (Mitwelt), el mundo previo de nuestros
predecesores (Vorwelt), y el mundo subsiguiente de nuestros sucesores (Folgewelt).
Otra contribución pone de relieve el modo en que el mundo de la vida se modifica en
múltiples realidades o provincias finitas de sentido, esto es, el mundo de los sueños,
imágenes y fantasías, el mundo de la experiencia religiosa, el mundo de la actividad
científica y el mundo del niño. Cada una de estas regiones de sentido tiene su propia
modalidad de estructuras típicas y de relevancia que remiten a las estructuras más
generales del mundo de la vida. Además, Schütz asigna a la idealización y a la
formalización en las ciencias sociales el papel que Husserl había descrito para las
ciencias de la naturaleza. Sin embargo, en lugar de una matematización de las formas, la
idealización debe asumir el carácter de una tipología de las plenitudes y aplicar la
tipificación husserliana de los contenidos del mundo a los tipos de cursos de acción y de
actores sociales. También existe el peligro de que las tipologías sean consideradas como
el verdadero ser en lugar del resultado de un método133.
IV. Epílogo
A diferencia de la correlación mundana entre el yo psíquico y su entorno, que
puede ser considerada al margen de la epojé y la reducción, Husserl describe la
correlación trascendental que se establece entre el mundo y su contrapolo. El despliegue
de su fenomenología es un constante enriquecimiento del análisis de la correlación. El
polo noético deja de ser solo un centro de irradiación e incidencia de actos para
convertirse también en un sustrato de habitualidades originarias y adquiridas, es decir,
en una mónada que difiere de todas las demás dentro de la comunidad intermonádica
que constituye el mundo. Paralelamente, en el polo noemático, los fenómenos se
presentan dentro de un horizonte de familiaridad y el mundo es descrito como un
mundo de la vida de carácter histórico en sus diferentes niveles. Sobre esta base se
presentan en el movimiento fenomenológico una serie de variaciones.
Según Heidegger, detrás de la máxima de ir a las cosas mismas, se oculta un
dogmatismo porque ella está sujeta a una determinada interpretación que depende de
opiniones previas. El libre poder encontrarse con las cosas mismas se encuentra
impedido cuando la preocupación por un conocimiento justificado y válido en última
instancia motiva el tratamiento de la conciencia como tema de la fenomenología. Por
eso introduce la noción de Dasein y describe la correlación como una contraoscilación
entre el Dasein y el ser. Al respecto escribe: “Hemos elegido el esclarecimiento del
llamado ‘a las cosas mismas’ como indicador de un camino. El llamado debe ponernos
en el camino que nos conduce a una determinación de la tarea del pensar […]” 134. Al
dejar hablar a las cosas mismas, Heidegger sigue comprometido con la posibilidad de la
fenomenología porque se refiere a la necesidad de “asir firmemente la ayuda esencial
133
Cf. Alfred Schütz y Thomas Luckmann, Strukturen der Lebenswelt, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 2
vols., 1979, 1984. Trad.: Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires, Amorrortu, 1973.
134
M. Heidegger, Zur Sache des Denkens, p. 79.
73
misma, ella está envuelta en horizontes que confieren al sujeto una apertura y una
capacidad ilimitada de recepción de interpelaciones y formulación de respuestas, y al
objeto una indeterminación e inadecuación que le permite escapar a toda imposición
subjetiva. Husserl subraya la indeterminación que envuelve y atraviesa a toda
experiencia y a todo lo experienciado. Horizontes latentes que no pueden ser cancelados
asignan a la objetividad experienciable una dimensión en última instancia
inexperienciable. La custodia de los objetos como objetos, y del mundo como mundo,
reside en la imposibilidad de agotarlos en una experiencia total. En consecuencia, es
posible utilizar un lenguaje objetivante sin anular el secreto de los objetos y del mundo
porque las palabras se refieren a algo determinado pero atravesado por una
indeterminación que se sustrae al alcance de esa referencia.