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HISTORIA DE ESPAÑA

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BLOQUE 5. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833): LIBERALISMO FRENTE


A ABSOLUTISMO.
5.1. La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto
y fases de la guerra.

5.2. Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812.

5.3. El reinado de Fernando VII: liberalismo frente a absolutismo. El proceso de


independencia de las colonias americanas.

5.1. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: ANTECEDENTES Y CAUSAS. BANDOS EN


CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA.

- El reinado de Carlos IV (1788-1808)


. Política exterior: el impacto de la revolución francesa
a) La hostilidad contra Francia (1789-1795)
Paz de Basilea (1795)
b) La vuelta a la alianza con Francia (1796-1808)
Tratado de San Ildefonso (1796)
Tratado de Fontainebleau (1807)

. Los problemas internos


a) La crisis económica y social
b) Godoy en el poder
c) La pugna entre ilustrados y contrailustrados
d) El colapso económico de la monarquía
e) El enfrentamiento entre Carlos IV y su hijo Fernando

- Guerra y revolución (1808-1814)


. Las abdicaciones de Bayona y las actitudes ante la ocupación francesa
a) El levantamiento popular antifrancés
b) Las actitudes ante la ocupación
c) La Constitución de Bayona
. La guerra de la Independencia: conflicto internacional y conflicto civil
. La revolución política: las Juntas locales y provinciales

5.2. LAS CORTES DE CÁDIZ. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

- Tendencias ideológicas en las Cortes de Cádiz:


. Liberales
. Jovellanistas
. Absolutistas contrarrevolucionarios

- La Constitución de 1812:

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. Soberanía nacional
. División de poderes
. Sistema político parlamentario y representativo
. Participación de los ciudadanos en las decisiones políticas
. Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley
. Afirmación de los derechos y libertades individuales
. Reorganización del ejército
5.3. EL REINADO DE FERNANDO VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL
PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS.

- El reinado de Fernando VII: Absolutistas contra liberales (1814-1833)

. El restablecimiento del Antiguo Régimen: el sexenio absolutista (1814-1820)


. El trienio liberal (1820-1823)
. La década absolutista (1823-1833)

- La emancipación de la América española


. Causas u origen del proceso emancipador
. El proceso de independencia
. Las consecuencias de la independencia.

INTRODUCCIÓN

El periodo que nos ocupa ahora (1808-1833) abarca la crisis del Antiguo Régimen y el
planteamiento general de los objetivos de la Revolución burguesa, de tal manera que en
1833 el proceso resultaba ya irreversible.
La guerra de la Independencia (1808-1813) desencadena la crisis y durante su transcurso
tiene lugar el primer intento real de ruptura del A. Régimen con la labor de las Cortes de
Cádiz.
Después, asistimos a una lucha entre los partidarios del A. Régimen (triunfantes entre
1814-1820 y 1823-1833) y los liberales (que dominan durante el Trienio Liberal de 1820-
1823).
La pérdida de las colonias de América entre 1816 y 1825 acentúa el proceso. Y aunque el
absolutismo sigue hasta 1833, las condiciones impuestas por la economía desde 1827
hacían ver con certeza que la conclusión del A. Régimen estaba cerca.

5.1. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: ANTECEDENTES Y CAUSAS. BANDOS EN


CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA.

- EL reinado de Carlos IV(1788-1808)


Política exterior: el impacto de la Revolución Francesa
El estallido y el inesperado triunfo de la revolución francesa en 1789 determinaron de
manera decisiva las posiciones diplomáticas, la actividad militar y hasta las resoluciones
internas de los gobiernos de Carlos IV. Por vez primera, en un país europeo, los
revolucionarios con un amplio apoyo popular habían conseguido acabar con el poder

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absoluto del monarca y los privilegios de la nobleza, con la esperanza de ganar así más
libertad e igualdad. Y dichos sucesos provocaron una enorme conmoción mundial
extendiendo el pánico entre reyes, nobles y clérigos de toda Europa.
En este reinado, podemos distinguir tres fases en la política exterior española:
a) Fase de neutralidad (1789-1792)
Cuando surgen los problemas en Francia el gobierno, en el que colaboraran
Floridablanca, el conde de Aranda se proponen la prevención y el "no contagio" con el
espíritu revolucionario. Se reprime la propaganda revolucionaria y se prohíbe la publicación
de noticias sobre Francia. Los estudiantes para salir al extranjero a realizar sus estudios
deben obtener primero un permiso real. Existe un rígido control sobre los extranjeros y se
rehabilita la Inquisición. En 1792 llega Godoy como último valido.
b) La hostilidad contra Francia (1792-1795)
Esta hostilidad se debía al objetivo prioritario del gobierno de aislar a España del
contagio revolucionario y cerrar al país a toda posible penetración de la ideología
subversiva de Francia. Así, se impidió la entrada por las aduanas de libros, objetos,
periódicos o viajeros sospechosos y se realizó una férrea censura en periódicos
nacionales.
Esta situación de tensión desembocó en una declaración de guerra a la Francia
revolucionaria después de la proclamación de la I República en 1792 y después de la
ejecución en la guillotina del rey francés Luis XVI en 1793. Guerra que, a pesar de contar
con aliados como Gran Bretaña, Portugal, se saldó con la derrota española (los franceses
ocuparon Guipúzcoa, Vitoria, Bilbao y parte de Cataluña) y con la firma de la Paz de
Basilea en 1795. Dicha paz supuso varios aspectos:
o Francia obtuvo un trato preferente en el comercio colonial, así como la
cesión de Santo Domingo.
o España se convirtió en la práctica en un Estado supeditado a los intereses
franceses.

c) La vuelta a la alianza con Francia (1796-1808)


Esta supeditación a los intereses franceses supuso una inversión completa de las alianzas
y se materializó en 1796 con el Tratado de San Ildefonso. Dicho tratado o pacto hispano-
francés estaba dirigido contra Gran Bretaña y el motivo principal que impulsó al gobierno
español a retomar los acuerdos con Francia (que habían sido mantenidos durante todo el
siglo XVIII con los Pactos de Familia) fue la defensa de sus intereses territoriales,
económicos y comerciales en Hispanoamérica. Asimismo, dicho tratado entre la Monarquía
española y la República francesa suponía dejar de lado discrepancias ideológicas y
coincidir en razones estratégicas frente a su enemigo común Gran Bretaña. Como
consecuencia de este Tratado, España y Francia, iniciaron una prolongada guerra contra
Gran Bretaña (la primera potencia marítima mundial) y también contra Portugal que
fue nefasta para la flota española por varios hechos. En 1797 fue destruida por los ingleses
en un enfrentamiento frente a las aguas del cabo de San Vicente. Ese mismo año Gran
Bretaña se apoderó de la isla caribeña de Trinidad, cercó el puerto de Barcelona y
bombardeó Cádiz y ciudades canarias. En 1801 se firma el Tratado de Madrid por el que
España se comprometía a declarar la guerra a Portugal si la nación vecina mantenía su
apoyo a los ingleses. Ante la negativa portuguesa a someterse a las pretensiones franco-

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españolas, se desencadenó la Guerra de las Naranjas. La campaña militar apenas duró


dieciocho días entre mayo y junio de 1801 y se saldó con la victoria española y la anexión
de la localidad de Olivenza (actualmente en la provincia de Badajoz).
Mientras tanto, la situación política dentro de Francia había cambiado de forma muy rápida
culminando con la toma de poder en 1799 por un joven general llamado Napoleón
Bonaparte. Primero, Napoleón implantó una dictadura personal y después se
autoproclamó emperador.
Los planes de Napoleón eran realizar una expansión territorial atacando a Gran Bretaña y
ocupando Bélgica, Holanda, Alemania, Suiza y toda la península italiana
Asimismo, en 1805 la armada inglesa derrotaba a una flota franco-española en la batalla
de Trafalgar. La batalla naval de Trafalgar, en la que la escuadra franco-española fue
derrotada por la inglesa del almirante Nelson, significó un serio revés al perderse una
buena parte de nuestra Armada, lo que traería gravísimas consecuencias en el futuro
. Así, en 1807, tras poner en práctica un bloqueo marítimo para aislar las islas británicas,
España y la Francia napoleónica renovaron su alianza con el Tratado de Fontainebleau
(1807). Dicho tratado, tenía un objetivo: la invasión y reparto de Portugal entre ambas
naciones, ya que el bloqueo contra Gran Bretaña sólo podía tener éxito si los franceses
colocaban bajo su control toda la Península Ibérica. Asimismo, con este tratado Carlos IV
autorizó la entrada de los ejércitos napoleónicos en España, ejércitos que a finales de
1807, en tan sólo un mes, ya habían conseguido ocupar todo el territorio portugués.

Los problemas internos


a) La crisis económica y social
El crecimiento económico comenzó a frenarse en las décadas de los 80 y 90. Las causas
fueron diversas según las regiones pero estaban relacionadas con la caída de los
rendimientos al cultivar tierras menos productivas.
A su vez, hubo un estancamiento demográfico desde la década de los 90 debido a varias
causas: primero, a la pérdida de las cosechas de cereales que provocaba crisis de
subsistencia y que daban lugar a hambrunas (1789-1790 y 1803-1804); y segundo, a las
nuevas epidemias como la fiebre amarilla de principios del siglo XIX.
Hay que destacar que la pervivencia del A. Régimen limitaba el alcance de las medidas
que podrían solucionar los problemas de las crisis de subsistencias y la caída de la
producción agraria.
b) Godoy en el poder
En 1792, el rey colocó al frente del gobierno al extremeño Manuel de Godoy por su “íntima
amistad” con la reina, María Luisa de Parma. En aquel entonces, Godoy, era un simple
oficial de la guardia real, sin estudios pero ambicioso y que contaba con sólo 25 años de
edad. Así, desde 1792, Godoy llevó casi sin interrupción, la dirección de todos los asuntos
de Gobierno, consiguió que el rey le recompensara con la concesión de tierras y de títulos
nobiliarios, e incluso emparentó con la familia real.
No obstante, los repetidos errores del gobierno hicieron que la mayoría de la
población española perdiera la confianza en sus dirigentes. La impopularidad no
alcanzó sólo a Godoy sino también al propio Carlos IV. Además, gran parte de la
aristocracia y el clero católico odiaban y rechazaban a Godoy por varios motivos. Primero,
porque lo consideraban un advenedizo que no pertenecía a la aristocracia: segundo,

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porque había acumulado demasiado poder en sus manos; y tercero, el clero temía perder
influencia, bienes de la iglesia y desconfiaba de las simpatías pronapoleónicas de Godoy,
Godoy se encontraba además enemistado con la Iglesia desde 1798, ya que para hacer
frente a la crisis financiera generada por las guerras con Francia y el Reino Unido, había
puesto en marcha la desamortización de los bienes de obras pías, que fueron vendidos en
pública subasta en 1808, decisión que enemistó públicamente al valido con la Iglesia.

c) La pugna entre ilustrados y contrailustrados


Dentro de las minorías más poderosas e influyentes del país surgieron dos posiciones
ideológicas opuestas que se fueron perfilando a finales del siglo XVIII. Dichos grupos que
se enfrentaron durante todo el reinado de Carlos IV y entre los que maniobró Godoy sin
inclinarse por favorecer a ninguno de ellos, fueron dos:
 Los ilustrados reformistas
Consideraban imprescindible impulsar la modernización científico-técnica, así como la
realización de algunas prudentes reformas administrativas y económicas con el objeto de
mantener el gobierno monárquico de rasgos absolutistas en España. Sin embargo, se
mostraron bastante conservadores en los aspectos políticos y sociales y ninguno simpatizó
con los excesos revolucionarios franceses.
 Los contrailustrados inmovilistas
Defendían la tradición y se oponían a cualquier proyecto reformista y a cualquier novedad
tachándolas de heréticas, extranjerizantes y antipatrióticas. En este grupo se contaban
numerosos clérigos siempre preocupados por la defensa de los intereses de la Iglesia.
Resta decir, que además de estos grupos, las ideas liberales procedentes de Francia
también se difundieron por nuestro país, apareciendo los primeros liberales españolas.
d) El colapso económico de la monarquía
Se debía a que a principios del siglo XIX, España se encontraba al borde de la bancarrota
financiera por el rápido aumento de las deudas y de los gastos militares ocasionados por
la guerra. Además, los insuficientes ingresos estatales, bastante mermados por las
exenciones fiscales de nobleza y clero, disminuyeron aún más al interrumpirse la llegada
de plata de América como consecuencia de los ataques británicos.
Para aliviar el fuerte déficit de la Hacienda Pública la Corona se veía obligada a
aumentar la presión fiscal, a subir los precios de los alimentos, (descontento del pueblo), a
recurrir a préstamos de bancos extranjeros, a la emisión de deuda pública y a la venta en
subasta de una séptima parte de las propiedades de Iglesia que estaban dedicados a
obras pías..
Como conclusión, decir que dicho desbarajuste económico ponía en evidencia la ineficacia
del A. Régimen.
e) El enfrentamiento entre Carlos IV y su hijo Fernando
A principios del siglo XIX la monarquía comenzó a estar inmersa en un proceso de pérdida
de credibilidad y de crisis de legitimidad. Derrotada en la guerra era incapaz de garantizar
la defensa del territorio. Además el ambiente en la Corte era caótico, ya que se producían
continuas intrigas contra Carlos IV y su hombre de confianza, Godoy. Y, en este sentido,
los enemigos de Godoy, la alta nobleza y el clero, supieron encontrar el respaldo del
mismo heredero del trono, Fernando, quien también odiaba a Godoy. Así, el hijo del
monarca participó activamente en las conspiraciones para derribar a Godoy y

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destronar a su propio padre. El primer intento tuvo lugar en El Escorial en 1807, pero el
complot fracasó y el príncipe de Asturias fue arrestado. No obstante, Fernando logró sus
propósitos en marzo de 1808 en el motín de Aranjuez. Godoy fue encarcelado y Carlos IV
fue obligado a renunciar a la Corona a favor del príncipe Fernando.

- Guerra y revolución (1808-1814)


Las abdicaciones de Bayona y las actitudes ante la ocupación francesa
Todos estos acontecimientos fueron observados con mucho interés por Napoleón quien
desde 1807 (tras vencer a las tropas austriacas, rusas y prusianas) ya tenía planes para
invadir España. Así, Napoleón decidió aprovechar los conflictos familiares y la presencia de
las tropas francesas en la Península Ibérica para eliminar a la dinastía borbónica y
apoderarse de España. Para ello, primero, se negó a reconocer a Fernando como rey y
después atrajo a Carlos y a su hijo Fernando hasta la localidad francesa de Bayona, donde
partieron entre el 20 y el 30 de abril. Allí les obligó a renunciar a todos sus derechos al
trono el 5 de mayo de 1808. Ambos, padre e hijo, atemorizados abdicaron en un acto
vergonzoso e indigno que tuvo como resultado la cesión del trono a Napoleón y quien,
posteriormente, proclamó rey de España y de las Américas a su hermano José I
Bonaparte.

a) El levantamiento popular antifrancés.


Napoleón después de todas sus victoriosas campañas, nunca pensó que los españoles
podrían ofrecer una seria resistencia a su poderoso ejército. Así, el 2 de mayo de 1808
comenzaron en Madrid los levantamientos populares contra el ejército invasor. Las
causas de este levantamiento son, en primer lugar, el traslado por parte de los franceses
de aquellos que quedaban de la familia Real a Francia. Así se produjeron una serie de
tumultos y combates callejeros entre los madrileños y los franceses, saldándose con una
brutal represión en la que fueron fusilados cientos de civiles. Sin embargo, los
levantamientos armados contra los franceses se repitieron en numerosos lugares de
España a medida que se iban extendiendo las noticias de las abdicaciones de Bayona, del
engaño francés y de los sucesos de Madrid. En todas partes, la multitud saqueó depósitos
de armas y exigió a las autoridades locales la declaración de guerra contra los franceses.
b) Las actitudes ante la ocupación.
Los españoles reaccionaron de forma diferente ante la invasión y las renuncias de Bayona.
La mayoría de la población perteneciente a distintos grupos sociales y opciones
ideológicas (ilustrados reformistas, liberales o contrailustrados tradicionalistas) se opuso a
la ocupación y participó más o menos activamente en la luchas contra el ejército
napoleónico.
Otro sector de la sociedad, compuesto por funcionarios públicos y empleados que vivían
en las ciudades controladas por los franceses, adoptó una posición tibia e indecisa.
Por otra parte, José Bonaparte, sólo recibió el apoyo de un grupo muy reducido de
españoles que recibieron el apelativo de “afrancesados” , los cuales, pertenecían a
sectores sociales más altos y eran, en muchos casos, ilustrados cultos y entusiastas de la
realización de reformas (Francisco Cabarrús, Javier de Burgos, Leandro Fernández de
Moratín). Los motivos para justificar su cooperación con Napoleón fueron los siguientes:

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1. Para ellos la resistencia armada era inútil y cualquier oposición podría arruinar a
España.
2. Sólo con los planes napoleónicos se podía evitar la desmembración de España y
de las colonias.
3. Con el cambio de dinastía se podía emprender un programa de reformas.

c) El Estatuto de Bayona.
La Constitución o el Estatuto de Bayona fue promulgada en julio de 1808. Fue elaborada
por el entorno de Napoleón y contó con el respaldo de tan sólo 65 españoles en la
asamblea. En realidad, fue una “carta otorgada” puesto que no fue realizada libremente por
los representantes de la nación y fue muy difícil aplicarla en la práctica por la coyuntura de
guerra. Se trataba de un texto legislativo parcialmente reformista ya que reconocía
ciertos derechos individuales (igualdad fiscal, libertad de imprenta, libertad de movimientos,
industria y comercio), la supresión de los gremios y los mayorazgos. Sin embargo,
afirmaba la religión católica como única, el mantenimiento de algunos privilegios
estamentales y la práctica totalidad de los poderes reales, incluyendo atribuciones
gubernamentales y legislativas. Asimismo, el Estatuto preveía la celebración de elecciones
a representantes a Cortes cada tres años mediante un sistema de sufragio
extremadamente restringido y por estamentos. Su contenido fue completado, por otros
decretos personales de Napoleón ordenando la abolición de la Inquisición y de los
derechos señoriales.
De cualquier forma, José I Bonaparte, fue un monarca siempre itinerante debido a la
guerra, débil y falto de autoridad que nunca logró ejercer el gobierno efectivo de España
porque las decisiones más importantes las tomaba su hermano Napoleón.

La guerra de la Independencia: conflicto internacional y conflicto civil


El levantamiento generalizado se convirtió en una prolongada y cruenta guerra de
resistencia frente a los franceses que duró 6 años (1808-1813). Estas guerras coincidieron
con las guerras de liberación antinapoleónicas que sostuvieron alemanes y rusos. Además,
la guerra de la Independencia, tuvo otras dimensiones, ya que fue un conflicto
internacional con España como escenario bélico del enfrentamiento entre Francia y Gran
Bretaña) y un conflicto civil entre españoles en el que lucharon patriotas y
afrancesados.
Como rasgos más destacados que caracterizaron esta guerra estuvieron:
- La amplia y espontánea participación popular.
- El deseo de independencia frente al invasor.
- El entusiasmo patriótico y la xenofobia antifrancesa.
- El carácter religioso puesto que los clérigos españoles desempeñaron un
destacado protagonismo en la movilización y propaganda antinapoleónica.

Como fases de la guerra podemos distinguir tres:


1) Mayo hasta finales de 1808 (oct.)
Las tropas francesas del general Murat con 150.000 soldados fracasaron en el intento de
ocupar el país con rapidez ya que no pudieron tomar ciudades como Gerona, Zaragoza o

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Valencia. Por el contrario, los españoles, dirigidos por el general Castaños, vencieron en la
batalla de Bailén (Jaén) a los franceses del general Dupont, obligaron al ejército francés,
a evacuar Madrid y las tropas británicas expulsaron a los franceses de Portugal y
desembarcaron en las costas gallegas.
2) Fines de 1808 (nov.) hasta finales de 1811
Napoleón se trasladó a España para dirigir personalmente las operaciones al mando de
250.000 soldados. Así, esta contraofensiva napoleónica recuperó Madrid (Napoleón
retornó a Francia en enero de 1809) y el ejército francés en 1810 había ocupado Aragón,
Cataluña y toda Andalucía salvo zonas en Huelva, la ciudad de Cádiz y Portugal defendida
por los ingleses.
En cualquier caso, los cerca de 350 mil soldados franceses nunca tuvieron el control
completo del territorio porque siempre fueron hostigados por los guerrilleros españoles.
De hecho, hay que destacar que la táctica de la guerrilla o guerra de guerrillas fue una
novedosa forma de lucha armada puesto que las partidas de guerrilleros (campesinos sin
experiencia de combate y restos del ejército regular español) renunciaron a las tácticas
militares convencionales. Por el contrario, la táctica de combate guerrillera se basaba en el
aprovechamiento de la máxima movilidad y del mejor conocimiento del terreno para
desgastar al enemigo mediante la realización de sabotajes y emboscadas. Además las
cuadrillas de guerrilleros recibieron la ayuda de la población civil de zonas rurales. Los
guerrilleros se convirtieron en auténticos héroes y sus nombres pasaron a ser ampliamente
conocidos (Espoz y Mina, Juan Martín “el Empecinado”, el cura Merino). No obstante, la
guerrilla es un exponente de la situación de extrema pobreza de los campesinos puesto
que muchos se convirtieron en guerrilleros espoleados por la miseria, convirtiéndose la
guerra en un verdadero modo de vida.
3) Fase final: durante 1812 y 1813
En estos años, los ejércitos napoleónicos quedaron reducidos a 100 mil hombres debido a
los frentes de guerra europeos. En este periodo, y de igual modo que sucedía en Europa,
las tropas francesas fueron siendo derrotadas retrocediendo.
Un ejército inglés, dirigido por el Duque de Wellington, estuvo combatiendo contra las
tropas francesas en la Península, unas veces de forma coordinada con lo que quedaba del
ejército español y otras por su cuenta. La participación inglesa en la Guerra de
Independencia fue decisiva en el resultado final. Después de tres años de dominación
francesa (1809-12), las tropas hispano-británicas pasaron a la ofensiva. Napoleón, en su
deseo de crear un Imperio continental, ya no podía enviar a España más soldados de
refresco porque había abierto un nuevo frente en el otro extremo de Europa (Rusia). Las
batallas de los Arapiles (1812), Vitoria (1813) y San Marcial (1813) fueron otras tantas
derrotas francesas. José I se ve obligado a abandonar precipitadamente España junto con
sus cortesanos perseguido por las tropas hispano-británicas que, más allá de la frontera,
llegaron a ocupar la ciudad francesa de Toulouse.

Como consecuencias de la guerra:


- Murieron casi medio millón de españoles y cerca de 300 mil franceses.
- Ciudades como Gerona y Zaragoza quedaron arrasadas y fueron destruidas
cosechas, edificios carreteras y miles de cabezas de ganado. Asimismo, resultó
catastrófica para las actividades comerciales y finanzas.

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La derrota de Napoleón provocó la precipitada salida de España de su hermano José I.


Napoleón firma en diciembre de 1813 un acuerdo con Fernando VII, Tratado de Valençay,
reconociéndole como rey y permitiéndole regresar a su país. Había una enorme
expectación sobre cuál sería el rumbo que el nuevo monarca daría a la política española.
Las Cortes se trasladan desde Cádiz a Madrid para esperar en la capital la llegada de
Fernando, lo que sucede a comienzos de 1814.

La revolución política: las Juntas locales y provinciales


Durante los años de guerra tuvo lugar un proceso revolucionario cuyo resultado fue la
completa ruptura del absolutismo monárquico. El hundimiento del sistema político
institucional del A. Régimen en España se consumó tras dos décadas de fracasos
militares, crisis fiscales y otros acontecimientos que había desprestigiado la monarquía.
Así, en 1808, ante la ausencia de autoridad monárquica legítima (no se reconocía a José
Bonaparte), se produjo una revolución política puesto que el pueblo español en su
conjunto asumió el poder en un acto completamente revolucionario, ya que se
pasaba de la soberanía monárquica por derecho divino a un nuevo sistema de gobierno
fundamentado en la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas.
Y esta participación de los ciudadanos o revolución política tuvo su ejemplo más palpable
en la formación de Juntas locales y provinciales que fueron los organismos políticos que
se hicieron cargo del Gobierno en las España de la resistencia. Dichas Juntas se formaron
en numerosas ciudades y pueblos del país y entre sus componentes predominaban los
hombres más prestigiosos de cada localidad siendo casi siempre de grupos sociales
dirigentes y ricos pero heterogéneos (nobles, oficiales del ejército, altos funcionarios, clero,
burgueses) y que provocó discrepancias ideológicas.
En septiembre de 1808 se creó la Junta Central que quedó integrada por 36 miembros en
representación de las 18 diferentes Juntas Provinciales. Estaba presidida por Floridablanca
y también formaba parte de ella el reformista Jovellanos y el liberal Calvo de Rozas. Entre
sus componentes había 17 nobles, 8 juristas, 5 clérigos y 3 comerciantes. Esta Junta que
estuvo en Aranjuez, Sevilla y Cádiz, pasó a convertirse en la legítima institución política
que asumió el gobierno del país hasta 1810, dirigió la resistencia contra los franceses,
firmó un tratado de alianza antinapoleónica con Gran Bretaña y tomó la iniciativa de
convocar a los “representantes de la nación” para una reunión extraordinaria de las Cortes
de Cádiz. Esto último, fue una iniciativa completamente revolucionaria ya que hasta
entonces sólo el rey podía hacerlo, además era una convocatoria claramente liberal y no
propia de las instituciones del A. Régimen ya que no se convocaban Cortes por el sistema
tradicional de Estamentos sino que se hablaba de “representantes de la nación.” Cada
diputado le correspondía un voto, cuyo valor era igual que el de cualquier otro diputado, sin
distinción del estamento al que perteneciera.
La elección de los diputados de cada provincia se realizó mediante el voto de los varones
mayores de 25 años. Entre los diputados elegidos predominaban, además de eclesiásticos
(un tercio), abogados, funcionarios, militares e intelectuales. No había ni un solo
representante de las clases populares, a pesar del papel que jugaron en la lucha contra
los franceses. Los representantes de los territorios americanos habían sido designados
entre los originarios de dichos territorios que se encontraban en Cádiz, casi todos ellos
miembros de una exaltada burguesía liberal

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Hay que añadir, que la Junta Central no logró ejercer su autoridad indiscutible frente a
Juntas provinciales y locales, y que en enero de 1810 se autodisolvió y traspasó sus
poderes a una Regencia de cinco miembros.

5.2. LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812


Durante los primeros meses de 1810, la mayoría de diputados que habían sido elegidos en
representación de las distintas Juntas provinciales y otros en calidad de suplentes fueron
llegando a Cádiz, una ciudad permanentemente sitiada por el ejército napoleónico.
Se decidió que se celebrasen las Cortes en la Isla de León (San Fernando), donde se
reunieron unos 300 diputados. Su extracción socio-profesional era la siguiente: 90
eclesiásticos, 56 abogados, 49 funcionarios públicos, 15 catedráticos, 40 militares y tan
sólo 20 burgueses propietarios de negocios industriales o comerciales. En consecuencia,
predominaban los individuos pertenecientes a las clases medias y con una sólida
formación intelectual y académica habiendo, por el contrario, una escasa presencia de
nobles (solo 9) y de miembros del alto clero (3 obispos).
Las Cortes se constituyeron en Asamblea Constituyente y asumieron en su primer decreto
la soberanía nacional (habida cuenta de la ausencia del rey legítimo-Fernando VII- y la
disolución del Consejo de Regencia), al tiempo que proclamaba la igualdad jurídica de
todos los ciudadanos (incluidos los americanos, a quienes se pretendía quitar argumentos
secesionistas) y la división de poderes del Estado, asignando a las Cortes el poder
legislativo. Ambas medidas significaban un ataque frontal contra la estructura política del
Antiguo Régimen.
Puede decirse, asimismo, que pronto aparecieron entre los diputados tres grandes
tendencias ideológicas diferentes:
- Los Liberales o doceañistas con jóvenes diputados partidarios de reformas
revolucionarias y que consiguieron dominar los debates e influir decisivamente en
toda la labor de las Cortes. Propugnaban la instauración de un régimen liberal y la
elaboración de un texto constitucional al estilo francés (Agustín Argüelles, Martínez
de la Rosa)
- Jovellanistas, innovadores o moderados recibieron este nombre por coincidir
con las propuestas de Jovellanos que murió en 1811. Defendían reformas
graduales y con prudencia en la línea de los ilustrados del XVIII y evitar una
violenta ruptura de las instituciones tradicionales. Estimaban que la acción conjunta
del Rey (limitando parcialmente su poder) y de las Cortes tradicionales eran la
mejor constitución que el país podía tener, oponiéndose a la revolución y al
principio de soberanía nacional.
- Absolutistas contrarrevolucionarios o tradicionalistas eran partidarios de
mantener la monarquía absoluta. Defensores de cuanto significaba el A. Régimen
(privilegios nobiliarios). Entre ellos, se contaban numerosos clérigos. Rechazaban
elaborar una Constitución escrita, para ellos, las leyes y costumbres tradicionales
eran la verdadera “constitución española”. Unos años más tarde, el clérigo Rafael

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Vélez recogería en su obra Apología del Altar y del Trono las posturas de estos
representantes.

Las Cortes iniciaron en septiembre de 1810 y en ellas, a pesar de la heterogeneidad


descrita, los representantes liberales demostraron poseer una gran habilidad para ejercer
presión e imponer sus propuestas. En consecuencia, las Cortes aprobaron una declaración
donde se proclamaba como legítimo rey a Fernando VII (a quien se consideraba
secuestrado), pero donde también se rechazaba el absolutismo y el origen divino del
monarca a gobernar. Algo que se debía a la indigna conducta del los reyes españoles en
Aranjuez y en Bayona y también para ofrecer una alternativa al Estatuto de Bayona.
Asimismo, el sector liberal de las Cortes, tenía la intención de efectuar una profunda y
radical reforma de las instituciones políticas, económicas y jurídicas y redactar una
Constitución. El primero de estos objetivos se llevó a cabo mediante la aprobación de una
serie de decretos y leyes entre 1810 y 1813 que fueron los siguientes:
- Libertad de imprenta y supresión de la censura (1810)
- Supresión del régimen y de los derechos señoriales (1811). No obstante, la
nobleza salvó casi todos sus bienes porque las viejas posesiones territoriales
señoriales fueron convertidas en títulos de propiedad privada.
- Abolición de la Inquisición (1813)
- Eliminación de las organizaciones gremiales e introducción de la libertad
económica, comercial de trabajo y de fabricación (1813)
- Supresión de antiguos privilegios de la Mesta para que los dueños de las tierras
pudieran cultivar.
- Incautación y venta de bienes de las órdenes militares y de los jesuitas (1813)

La Constitución de 1812
Por otra parte, en las Cortes también se redactó la primera Constitución española de
carácter liberal y que fue promulgada el 19 de marzo de 1812. Este texto que tuvo enorme
trascendencia a pesar de carecer de aplicación práctica en la vida política española,
constaba de 384 artículos y su contenido (paradójicamente esta Constitución de 1812,
hecha por gente que estaba luchando contra los franceses, se inspira en muchos principios
que proceden de Francia, por ejemplo, la definición de la ley como expresión de la voluntad
popular parte de la idea del “contrato social” de Rousseau; o también el principio de
separación de poderes se atribuye a otro filósofo francés, Montesquieu) se basaba en
cinco principios fundamentales:
- Soberanía nacional. El poder político pertenecía a la nación en su conjunto,
aunque su ejercicio era delegado en los representantes elegidos en votación por los
ciudadanos. Se abandonaba pues la soberanía real de origen divino. El principio de
la soberanía nacional, fue una cuestión polémica como pocas (art. 3) y corresponde
a la nación (es decir a los españoles, y no al rey, como hasta entonces) el derecho
a establecer las leyes por las que regirse.
- El principio de la división de poderes. Nos encontramos ante el fin de la
acumulación de poderes por parte del rey. El poder legislativo corresponde “a las
Cortes con el Rey” (art. 15). Las Cortes estarán formadas por los representantes de
los ciudadanos, elegidos por éstos, y se reunirán en una sola cámara

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HISTORIA DE ESPAÑA
BLOQUE 5

(unicameralismo). Las elecciones se celebrarán por sufragio universal masculino,


pero sólo podrán presentarse como candidatos aquéllos que posean una cierta
renta, con lo que las Cortes serán casi monopolizadas por la burguesía propietaria,
además del clero y la nobleza. Ningún campesino o persona procedente de las
clases bajas consiguió ser diputado. El poder ejecutivo pertenece al Rey, quien
nombra a su gobierno formado por siete secretarios de despacho (más tarde
llamados ministros). La figura del Rey cambia por completo respecto al sistema de
monarquía absoluta, pues ahora está sometido a la Constitución y sólo tiene los
poderes que ésta le otorga (monarquía constitucional). El poder judicial
corresponde a los tribunales de justicia, con lo cual la nobleza y el clero pierden
definitivamente sus competencias tradicionales al respecto.

- Sistema parlamentario y representativo. La potestad del rey quedó subordinada


al poder de las Cortes. El texto proclamaba a su vez que el monarca no podía
disolver las Cortes y que sólo poseía derecho de veto suspensivo transitorio
durante dos años.
- Participación de los ciudadanos en las decisiones políticas a través de un
complicado procedimiento por sufragio indirecto en la elección de diputados.
Se establecía por lo tanto, un complicado sistema electoral en el que se elegían
unos compromisarios que luego elegían finalmente al diputado a Cortes de
provincia que pasaba a ser elegible en la elección a la Cámara.
- Igualdad de todos ciudadanos ante la ley(art. 248). Fin de las diferencias
estamentales y de los privilegios fiscales y jurídicos de la nobleza. Sin embargo, los
liberales de Cádiz mostraron su rechazo al nefasto igualitarismo económico porque
consideraban la propiedad privada como un derecho intocable. Asimismo, se
siguieron manteniendo los fueros particulares de vascos y navarros.
- La afirmación de los derechos y libertades individuales, destacando la
inviolabilidad del domicilio, la protección a la propiedad, la libertad de
imprenta (aunque limitada) y el "Habeas Corpus".
Sin embargo, la proclamación del catolicismo como única religión permitida y la
negación de la libertad religiosa, así como la no supresión de la esclavitud fueron
restos del pasado que se justificaban por necesidades circunstanciales.
- Reorganización del Ejército. Se fijó el servicio militar y se distinguió entre Ejército
permanente encargado de la defensa exterior de la llamada Milicia Nacional, un
nuevo cuerpo militar eventual formado por ciudadanos civiles armados creado para
defender el régimen liberal contra posibles enemigos internos.
- El art. 12 proclama la catolicidad del estado y no establece la libertad
religiosa. Se pretendía así contentar a los sectores más tradicionales (y por tanto
más favorables a la defensa del catolicismo), aunque esta idea sea contraria a los
principios del liberalismo.
- Sistema fiscal unificado para todo el territorio, sin privilegios para ningún grupo
o estamento (art. 339), lo que también choca con los derechos tradicionales de la
nobleza y el clero.
- Supresión de las aduanas interiores, basándose en el principio de la unicidad del
Estado.

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HISTORIA DE ESPAÑA
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- Creación del Presupuesto Nacional como forma de control de los ingresos y


gastos del estado.
Como conclusión, decir que esta Constitución aunque se inspiraba en el racionalismo
político de la Constitución francesa de 1791, su articulado era totalmente congruente con la
ortodoxia católica. De ahí que fuese copiada en países católicos como Portugal o Nápoles
o en nuevas repúblicas hispanoamericanas independizadas.

La situación de guerra y la posterior vuelta de Fernando VII (quien se apresuró a suprimirla


nada más llegar a España) hicieron que la Constitución de Cádiz no llegara a tener
vigencia real desde que se aprobó en 1812 hasta 1814. No obstante es una constitución
casi mítica para la doctrina liberal, con un enorme prestigio no sólo en nuestro país sino
también en otros, tanto de Europa como en América (las colonias americanas, una vez
convertidas en estados independientes, la tomarían como modelo para elaborar sus
respectivas constituciones). En los periodos 1820-23 y 1836-37 los liberales españoles
conseguirán reponerla.

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