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El término Código allí empleado reconduce a reforma de legislación, más que a una
auténtica ruptura con el pasado jurídico hispánico: reformar para mejorar el Derecho
existente, pero no crear realmente un Derecho nuevo.
- Dar entrada en las Cortes a personas ajenas a las mismas, no sólo a diputados, sino a
gente ilustrada, profesionales del Derecho, en utilidad del trabajo que se iba a
desarrollar (propuesta de Argüelles)
Todas las propuestas son aprobadas: se impone la idea de elaborar previamente una
Constitución y luego los Códigos. Así, en noviembre de 1811, nace el artículo 258 de la
Constitución gaditana: “El Código Civil y Criminal, y el de Comercio, serán unos
mismos para toda la Monarquía, sin perjuicio de las variaciones que por particulares
circunstancias podrán hacer las Cortes.”
Ese artículo debe ser referido en lectura conjunta con el artículo 248 que fijaba la
unidad jurisdiccional al consagrar un solo fuero para toda clase de personas en todos los
negocios comunes civiles y criminales. Estos dos preceptos se recogerán, sin apenas
variaciones, en todas las Constituciones del siglo XIX.
Sin embargo, la restauración absolutista frustra los propósitos de las Cortes y durante
los seis años de imposición absolutista (1814-1820) nada se hace, salvo volver a
restaurar la legislación del Antiguo Régimen.
Proyectos varios de Código Penal y de Código Civil, tanto oficiales como particulares.
3.- 1843-1869
En 1843, el gobierno, presidido por Joaquín María López, crea por Decreto de 19 de
agosto la Comisión General de Codificación, cuyo primer presidente fue Manuel
Cortina. Integrada inicialmente por 18 juristas, actúa dividido en cuatro secciones
(Civil, Penal, Organización Judicial y Procesal). Fue el elemento que centralizó la
creación de Códigos, el que los elabora en primera instancia, los remite al Gobierno
para su presentación, discusión y tramitación en las Cortes. Las Bases que regirían su
actuación, presentadas al Gobierno el 21 de septiembre de 1843, fueron las siguientes:
1) el objetivo político de la Codificación es realizar y desenvolver los principios
constitucionales; 2) no se reconocerán fueros especiales, sino por razón de cosas o
materias, estableciéndose uno solo para todos los españoles en juicios civiles y
criminales; 3) el Código Civil contendrá las disposiciones convenientes para que en su
aplicación a las provincias con legislación especial no se perjudiquen los derechos
adquiridos, ni aun las esperanzas creadas por las mismas legislaciones; 4) en el Código
Penal, habrá sanción para los delitos contra la religión católica que profesan los
españoles; 5) aplicación del jurado a los delitos de imprenta exclusivamente; 6) los
Códigos deberán regir únicamente en la Península Ibérica e islas adyacentes, sin
perjuicio de que si se estimare conveniente que tuvieran aplicación en las Provincias de
Ultramar, se dispondrá un ley que fijará las modificaciones a establecer por las
circunstancias especiales de aquellos países. El Gobierno no aceptó las dos últimas
bases por estimar que el jurado debía conocer de todo tipo de delitos y que los Códigos
a aplicar deberían ser los mismos, aunque acabó por tomar en consideración la Base 5ª.
Resultados prácticos
Abundante legislación civil particular o sectorial para hacer lo que Bravo Murillo llamó
“elaborar el Código Civil por partes”, que surgen entre éste y el siguiente período: Ley
Hipotecaria (1861); Ley del Notariado (1862); Ley de Aguas (1866); Ley del
Matrimonio Civil y Ley del Registro Civil (ambas en 1870), por citar los ejemplos más
destacados.
Reforma del Código Penal de 1870 (en realidad, da como resultado un Código nuevo)
Ley Provisional para la Organización del Poder Judicial de 1870
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