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06 de enero de 2024

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Un estado ultraconservador, proarmas y segundo en población en EE.UU.


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Texas, la mano dura y el
despojo de México

 México
 inmigracion Antes de endurecer más las leyes migratorias, el gobernador Greg Abbot colocó
boyas con alambres de púas sobre el río Bravo para entorpecer el cruce de
migrantes.

Por Gustavo Veiga

20 de diciembre de 2023 -
00:01

. Imagen: AFP

No es casual que Texas sea el estado más embanderado con las políticas
contra los inmigrantes que llegan desde el sur del río Bravo. No se trata
solo de una cuestión conflictiva en la frontera con México. Ni de
políticas en clave actual declamadas por su gobernador, el republicano
Greg Abbott y su mano dura, racista. No en vano el senado local aprobó en
2021 una reforma en los planes de estudio para que los docentes no
enseñaran la historia de la esclavitud, el Ku Klux Klan y hasta la obra
de Martin Luther King en las escuelas. Ultraconservador, pro-armas,
segundo en población y tamaño en EE.UU, con casi el 40 por ciento de
ciudadanos de origen hispano y este grupo en franco crecimiento, sus
autoridades no solo deportan hacia el exterior. Lo hacen también a nivel
interno. Conocida es la decisión texana de enviar migrantes latinos
hacia las llamadas ciudades santuario, como Chicago, en Illinois.
La historia de Texas (era parte de México hasta 1836 cuando se
llamaba Tejas) tiene sus cimientos apoyados sobre la fragmentación
de su vecino. El país que gobierna Andrés López Obrador con quien suele
polemizar Abbott sobre asuntos fronterizos. Una de los últimos
cortocircuitos fue cuando el gobernador colocó boyas con alambres
de púas sobre el río Bravo para entorpecer el cruce de los migrantes.
Pero esos artefactos se desplazaron hacia aguas mexicanas y el
republicano tuvo que retornarlos hacia la jurisdicción de su estado.

República independiente entre 1836 y 1845, una vez que logró su


autonomía del país al que había pertenecido, Texas resultó
anexionado por EE.UU. Es el territorio más rico en recursos naturales
entre todos los que el imperio incipiente lograría apoderarse después
de la capitulación de México en una guerra (1846-1848) que finalizó
con el tratado de Guadalupe Hidalgo. Estados Unidos se quedó en
total con casi 2,5 millones de kilómetros cuadrados, poco más de la
mitad de su vecino.

Hoy esas tierras se ubican en California, Nuevo México, Nevada, Utah,


una parte de Colorado, Kansas, Oklahoma y Wyoming, más la
totalidad de Texas. El kilómetro cero del expansionismo
estadounidense en su transición de país agrario a capitalista
incipiente comenzó en esa época. Como toda indemnización, la
potencia anglosajona le pagó a su vencido unos 15 millones de
dólares.

Uno de las razones determinantes de la invasión de México fue llevar los


límites de EE.UU hacia el sur para que los estados esclavistas
ampliaran las fronteras de su sistema de explotación. El séptimo
vicepresidente norteamericano John Calhoun está entre los políticos
esclavistas que más influencia ejerció en aquel momento. Decía:
“Nada más fluctuante que el valor de los esclavos; una de las últimas
leyes de Luisiana lo redujo en 25 % a las dos horas de conocerse el
proyecto de prohibir la exportación de esclavos. Si nos tocara la
suerte – y confío en que así sucederá – de adquirir Texas, el precio de
los esclavos aumentaría”.

Las cifras difieren según el historiador o economista que las cuente.


Pero los registros siempre evalúan por millones a los pobladores que
fueron arrancados de África para ser llevados a América en los barcos
negreros que cruzaban el Atlántico. El primer censo de esclavos en
Estados Unidos, según Karl Marx, arrojó 697.000 en 1790. Pero ya en
1861, al comienzo de la Guerra de Secesión, la cifra ascendía a unos
cuatro millones. Hay quienes llevan esa cantidad hasta los 13 o 15
millones si se cuentan todos los que eran sacados del continente
africano en dirección a América en general. Jean-Baptiste du Casse, un
administrador colonial francés, da un número mucho mayor
contando a quienes morían por el camino. Lo cita Gastón García
Cantú en su libro Las invasiones norteamericanas en México.

Los colonos que Estados Unidos había estimulado para que se


instalaran en tierras que México no tenía cómo controlar en las
primeras décadas siglo XIX, serían precursores, primero en la creación
de la república independiente de Texas por casi nueve años y después
en el ingreso como estado número 28° de EE.UU.

Citado por un artículo de la BBC News, el historiador y escritor Henry


William Brands, autor de La nación de la estrella solitaria: la épica historia de la
batalla por la independencia de Texas, de 2005, sostiene: “La Revolución de
Texas, que hoy en día sigue siendo ampliamente debatida y
cuestionada, tenía que ver en parte con la preservación de la
esclavitud en Texas, que se oponía a una ley del gobierno mexicano
para abolirla”. En 1829, México había derogado la esclavitud.

En la constitución de Texas de 1836, casi una copia de la carta magna


de Estados Unidos de 1787, se les dio una jerarquía superior a los
derechos humanos y libertades de la población anglosajona, por
sobre sus habitantes de origen hispano o mexicano y, sobre todo, los
esclavos negros y los pueblos originarios.

Texas amplió el perímetro territorial de EE.UU después de las


compras de Luisiana y la Florida, y antes de Alaska, el más extenso
estado de 1,5 millones de hectáreas adquirido en 1867 al zar de Rusia
por la irrisoria suma – en perspectiva histórica – de 7,2 millones de
dólares.

Abbot gobierna hoy con su política anti-inmigrante el estado con el segundo


PBI por habitante del país. Controla también las riquezas de su suelo –
petróleo, gas - y energías limpias. Texas tiene un nivel superior de
desempleo para la media nacional – supera el 4 por ciento – y la
principal preocupación del gobernador continúa siendo la migración
que llega desde el sur. Por eso firmó a comienzos de esta semana su
paquete de leyes que otorga facultades extraordinarias a la policía
local para arrestar y deportar a extranjeros sin pasar por un proceso
judicial.

Para esa política expulsiva obtuvo el respaldo de Donald Trump, quien lo


visitó en Texas a fines de noviembre. El expresidente va primero en
las encuestas de la interna republicana para los comicios del 2024 y le
dijo en público: “No tendrás que preocuparte más por la frontera,
gobernador. No tendrás que preocuparte por la frontera en Texas o
Arizona o en cualquier otro lugar”. Su promesa quedó para el primer
día de gobierno si logra volver a la Casa Blanca: “Voy a poner fin a
todas las políticas de fronteras abiertas de la Administración Biden,
voy a parar la invasión por la frontera sur y comenzaré la más grande
y masiva operación de deportación en el país”, dijo Trump, quien
todavía debe sortear varias causas judiciales.

A 175 años de la guerra que terminó con el despojo de México por


EE.UU, y que se había iniciado con la invasión de Tejas por colonos y
aventureros, hoy la tolerancia es cero contra el fenómeno migratorio
que se da al revés.
Trump y Abbott no se quedaron conformes con el muro a medio
levantar, las boyas, las cercas, el despliegue de la guardia nacional y
toda la maquinaria destinada contra la molesta presencia de vecinos
del patio trasero. “Nuestro país está siendo invadido. Esto es una
invasión”, declaró el magnate que cuando era presidente despidió de
sus hoteles a personal destacado por una condición: era
indocumentado. A unos 1.500 los dejó en la calle durante la pandemia
de 2020.

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polo1 hace 2 semanas

Buena descripción abreviada de como se desvanecen y desvanecieron las


autoproclamadas anti civilizaciones que pretendieron prevalecer sobre
los valores humanos, creo en la fortaleza de las masas para resurgir, es
una cualidad ancestral, la mujer y/o el hombre individual podrán perecer,
el ente grupal siempre va a resurgir.

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