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ASUNTO: CRISTOLOGÍA

PROPÓSITO: DIDÁCTICO
TEMA: DESIGNACIONES TEOLÓGICAS DE JUAN RESPECTO AL CRISTO

CRISTOLOGÍA: UN ESTUDIO DE LA VIDA, MISIÓN Y OBRA DE JESUCRISTO


“CRISTOLOGÍA SEGÚN JUAN”
JUAN 1:1-14
INTRODUCCIÓN:
Es imprescindible establecer que Juan conoció a Jesús en una edad joven,
muchos explican que debía tener entre 19 a 22 años de edad. Juan también se
identifica como el discípulo al que el Señor mas amaba en el evangelio que lleva
su nombre, lo cual explica la cercana relación existente entre Jesús y juan. Esta
expresión no debe considerarse como si Jesús tendría algún tipo de preferencia
hacia Juan, simplemente era el más joven y Jesús lo trataba como tal. Siendo un
joven, Jesús le cuidaba y se mantenía a una distancia más cercana que los
demás. No puede pensarse en Cristo como en alguien que tenga preferencias,
pero si trataba a los jóvenes, de tal modo, que los protegía como un adulto hacia
ellos. Sin embargo, esta conexión existente entre Juan y Jesús, por haberle
conocido a tan temprana edad, le hace a Juan poder expresar las verdades tan
profundas respecto al Maestro. Según algunos especialistas en el área bíblica y
teológica, Juan es uno de los escritores con mayor profundidad teológica y
doctrinal, en cuanto a Cristo y demás doctrinas, es juan quien nos abre una
profunda brecha respecto a la divinidad de Cristo. Es juan también, en su
cristología, que establece una deidad más clara en los evangelios, contrario a lo
que hacen Mateo y Lucas al introducir una genealogía, juan lleva el origen de
Cristo hasta la eternidad misma, estableciendo en él un principio eterno. Dicho de
otra manera, un principio sin tiempo sin inicio simplemente como un estado de
eternidad del cual se derivan todas las cosas. Tanto el evangelio como la primera
carta de Juan, plantean un claro pensamiento cristológico. En la primera Carta,
nos presenta de forma simplificada la idea cristológica de representación legal,
misma idea que se amplia a lo largo del evangelio. En el primer capitulo del
evangelio, no se trata a Cristo como un abogado, la terminología tiene que ver
más con la idea mesiánica de Juan que está relacionada con la paulina y pedrina,
como el Hijo de la promesa, el heredero del trono divino y como el rey conforme al
corazón de Dios. Pero es importante ver que la idea expiatoria en ambos casos, el
caso del abogado defensor ante el Padre, y el caso del Mesías quien pone su vida
por sus ovejas. Ambas ideas se unen con la cuestión de la facultad divina para
hacerlo. Dentro de este pensamiento juanino del Mesías, encontramos cualidades
similares a las que plantea Pablo, como por ejemplo la idea de ser anunciado por
un profeta, alguien que prepara el camino del Señor, tal como lo dice la profecía
judía. También establece de manera clara en su carácter divino el hecho de
hacerse hombre, de forma plena y absoluta. Juan utiliza varias palabras para
cualificar a Jesús, y así establecer una personalidad muy clara respecto al Mesías,
lo hace ver más universal y lo coloca en el centro de la historia. Juan establece
unas designaciones claras respecto al Mesías prometido, mismas que tienen alto
contenido teológico importante.
I. Jesús como el Verbo (Logos) v. 1-3
Previamente afirmamos que, para Juan, Jesús era una especie de hermano
mayor, una figura de protección y seguridad. Dejó en la vida del joven discípulo un
pensamiento profundo, dado a la experiencia particular que vivió. Estuvo presente
en la crucifixión de su Maestro, al lado de la madre que lo crio y conoció a los
discípulos de mayor edad. Es por esto que se nota en este evangelio una
profundidad casi filosófica, esto es así al punto de tener connotaciones
académicas de la época. Las palabras que utiliza Juan para hablar de Jesús, eran
muy populares en los ambientes de discusión filosófica. Una de esas palabras es
logos, palabra utilizada por los griegos para describir a la sabiduría absoluta
expresada en argumentos los que se convierten en el pavimento de la calzada
hacia la verdad absoluta. Este logos expresaba a la verdad absoluta como una
deidad. Juan presenta este verbo o logos de la siguiente manera: “En el principio
la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El
que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas
por medio de él, y nada fue creado sin él.” Hay tres detalles importantes que
podemos percibir del logos de Juan. En primera instancia, el logos al que hace
mención los filósofos griegos, no es un personaje en sí, simplemente es el camino
hacia la verdad (curiosamente es algo que aparece también es este evangelio),
aquí juan establece que ese logos es divino, es en esencia Dios como Dios en
Dios y para Dios. El segundo detalle que podemos analizar es la afirmación del
versículo 2, donde se indica que este logos es eterno y ha estado con Dios en la
eternidad. Una afirmación de su deidad, para establecer que Jesús no era
cualquier persona. El tercer detalle es muy importante, y tiene que ver con todo el
resto del evangelio, dado a que el origen de la creación reca en Cristo Jesús y es
el motor de la misma. Una idea de que el logos es de forma absoluta la deidad de
deidades, el Dios de dioses, creador y origen de todo lo creado. Es importante ver
que desde una perspectiva filosófica, que es la que plantea Juan, se establece
como argumento primordial que Jesucristo, más allá de ser simplemente el hijo de
un Judíos conforme a la profecía, es el Hijo del Dios viviente que vino a este
mundo a rescatarnos de nuestras maldades. Para Juan el logos no era
simplemente una verdad abstracta que contenía los secretos de la vida, el Logos
era el Dios encarnado, así como la verdad expresada en hechos y acciones
concretas que involucran la salvación. Dentro del lenguaje evangélico de Juan, las
palabras vida, verdad, camino, luz, etc. Son utilizado siempre en referencia a
Cristo y su evangelio, esto indica el pensamiento concreto que para Juan, todas
las ideas filosóficas de los griegos de aquel entonces, son utilizadas para expresar
la revelación de la verdad en la mente de este Apóstol. Es importante aclarar que
para Juan Jesús no es el logos griego, el logos es la forma en que puede
expresarse en términos humanos quien es el Cristo para que sea comprendido.
Este evangelio no se trata de un tratado filosófico de la vida de Cristo, no es lo que
se está tratando de afirmar aquí, se está indicando como la influencia cognitiva de
aquel entonces, por parte de la filosofía griega, tiene un impacto en el
pensamiento de Juan, también Pablo, pero es Juan quien lo lleva de forma directa
hacia la idea concreta de establecer que Jesús se la única y absoluta verdad por
encima de lo que el hombre considere que es verdad. Jesús está por encima,
entonces, del conocimiento humano.
II. Jesús como la Luz (Photos) v. 4-9
Dentro del pensamiento griego, también se acuña la idea de la luz, como una
de las fascinaciones de los pensadores de aquel entonces. Vale aclarar que este
evangelio no fue escrito pensando en intelectuales de aquel entonces, su lenguaje
es fácilmente entendido por cualquiera, lo que hay que tomar en cuenta, es que
Juan presenta a Jesús como debía de presentarse a los lectores, tanto de aquel
tiempo como los de ahora, con la gala que merece. También es importante aclarar
que no todos los términos utilizados aquí no todos pertenecen a la filosofía griega,
de hecho, son términos populares del pensamiento de aquel entonces. La idea era
explicar como Jesús era la verdad y el camino hacia Dios, como su obra y labor
expiatoria era fundamental. Vemos esto en la idea de la luz que utiliza Juan: “La
Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. La luz brilla
en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. Dios envió a un
hombre llamado Juan el Bautista, para que contara acerca de la luz, a fin de
que todos creyeran por su testimonio. Juan no era la luz; era sólo un testigo
para hablar de la luz. Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos,
venía al mundo.” En este punto ya Juan habla como judío, obviamente
influenciado por el pensamiento retórico de su tiempo, con las ideas y conceptos
grecoromanos, pero ya toma aquellos conceptos y los aplica en el pensamiento
judío teológico. Ese logos, ese discurso o palabra verdadera requería de ser
anunciado por un profeta, Juan el Bautista, de quién habla aquí juan, es ese
profeta. ¿Qué representa la luz en el pensamiento en términos generales en aquel
momento? Para los judíos era la esperanza absoluta que provenía de Dios, la
dirección concreta de un ser divino en la cual ellos podían confiar, así mismo como
la iluminación absoluta de la plena sabiduría. Era prácticamente lo mismo para los
romanos y griegos, sin considerar la idea de un ser divino como tal, porque los
dioses para ellos no eran muy amigables, ya que los consideraban seres
prepotentes y orgullosos a los que debían de servir. Jesús era entonces la luz del
mundo, esa luz que venía de lo alto para traer paz y amor hacia la creación, esa
luz fue anunciada por medio de un profeta, quien sería el que marcara la
diferencia entre lo anunciado por medio de los profetas antiguos, y el cumplimiento
de aquel anuncio. El pasaje contiene algunas ideas a considerar. Juan establece
indica que la luz brilla en la oscuridad y que esa luz no puede ser apagada. Así
mismo indica que el verbo le dio vida a todo lo que fue creado y que esa palabra
es la luz que ilumina a los hombres. Así mismo se indica que Juan el Bautista fue
llamado a testificar de esa luz, pero que Juan no era la luz. Por último, indica que
esa luz verdadera venía al mundo. Estas afirmaciones indicaban con claridad que
aquí Juan no va a hablar de ningún personaje secundario, que el autor principal es
Jesucristo. Esta presentación introductoria de Juan, lleva al lector a entender el
mesianismo de Juan, no era un mesianismo centrado en un rey libertador del
pueblo judío, era un rey libertador de la humanidad de la opresión causada por el
pecado. Aquí el pecado es identificado como la oscuridad, contraria a la luz de la
vida que Jesús trae para el hombre tal como aparece en Génesis. Es importante
indicar que aquí Génesis está debidamente representado como la primera parte
conclusiva de la obra redentora del Mesías. Este Mesías de Juan es divino que
llegó a ser humano sin dejar de ser divino, es decir que la idea mesíanica de Juan
al igual que la de Pablo y Pedro, tiene esa relación y es sumamente objetiva en
cuanto a la virtud de que este Dios/hombre es extraordinario y fundamental para la
vida humana.

III. Jesús como el Judío (Andros) v. 10-14


La idea de Juan respecto a Jesús hace referencia al hombre divino, divino en
todo el sentido de la palabra, pero humano en todo el sentido de la palabra. Hablar
del mesianismo de Jesús, hay que hablar del hombre judío, del perfecto hombre
judío como la máxima expresión de lo que Dios buscaba en quien sería el regidor
de aquella nación. El judío que vino a lo suyo, identificado como parte de un
pueblo y nación, mismo por medio del cual un pacto eterno se estableció, viene a
ser la confirmación de las promesas cumplidas de Dios. Cuando se estudia la
cristología bíblica por separado, es decir, las diferentes afirmaciones que hicieron
hombres como Pedro, Pablo, Juan y el mismo Jesucristo, comprendemos que no
están separados en realidad, son diferentes posiciones visuales, pero apuntando
hacia una misma dirección. Juan nos presenta un Jesús humano, pero visto desde
arriba. Cuando decimos que es un Jesús humano visto desde arriba, afirmamos
que Juan nos presenta la aparición de Cristo en la historia humana, de forma muy
distinta a la que lo hace los demás evangelios. En los Sinópticos, se presenta
información biográfica del nacimiento de Jesús, son pequeños contenidos que
narran eventos previos, durante y posterior al nacimiento de Jesús. Lo hacen con
el fin de presentarnos a un Jesús judío, ciertamente, pero bajo la lente de los
hombres, es decir, desde abajo. Estos evangelios nos muestran a ese Jesús que
nació según la profecía, pero va evolucionando, por decirlo así hasta llegar al
clímax del Calvario y su posterior resurrección. En el caso de Juan nos mantiene
siempre desde una perspectiva mucho más alta, como si nos hablara desde la
posición de Dios en las alturas. La cristología desde arriba, se vuelve necesaria y
esencial para comprender la doctrina cristológica de forma más profunda. Todos
sabemos en la actualidad que Jesús es el Cristo, el hijo del Dios viviente el Dios
Hombre. No ponemos esto en duda en la actualidad, pero el hecho de que Juan
en este evangelio lo haya dictaminado de esta manera, lo hace preponderante:
“Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció.
Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron. Pero, a todos los
que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de
Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como
resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un
nacimiento que proviene de Dios. Entonces la Palabra se hizo hombre y vino
a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable. Y hemos
visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.” Vamos a tomar como
epicentro de estos versículos la frase: “La Palabra se hizo hombre…” que es
con lo que empieza el versículo 14. Literalmente dice: “Y aquel discurso se
convirtió en carne…” la palabra se convirtió o llegó a ser, es muy limitada en
realidad para expresar el misterio de la encarnación de Cristo. Porque pareciera
que Dios se volvió carne o se creó a sí mismo en carne. Como que su humanidad
fue creada, pero es muy complicado explicar esto en términos humanos. La idea
de Juan, no es establecer que él se hizo carne como en algo temporal y no eterno.
Debemos saber que el siempre es lo que es, pero sin duda alguna la explicación
aquí tiene que ver con un accionar fundamental divino, en el que, considerando la
condición humana y su pecado, necesitaban de este nacer en carne del Verbo
Divino. Pablo en Filipenses dice lo siguiente: “En cambio, renunció a sus
privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como
un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo
en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.”
(Filipenses 2:7,8) Este pasaje expresa con mejor terminología lo que ocurrió en
esta encarnación. Fue un acto de humillación volverse hombre, esclavo y morir
como un criminal en la cruz. Juan, en comparación con Pablo, expresa que Dios
en la persona del Hijo, hizo un acto puro de sacrificio. No solo al morir en la Cruz
del Calvario, sino también al convertirse en ser humano, esto lo hace al afirmar
que a los que vino como compatriotas, estos le rechazaron produciendo un acto
de humillación, para que él fuese crucificado y morir por causa de los pecadores.
Juan nos hace el planteamiento de que Jesús tomó la decisión de venir a lo suyo,
ser humillado por su creación y su pueblo, el pueblo con el que pactó y juró
proteger. No podremos entender el evangelio de Juan, si no entendemos el
Antiguo Testamento. Es Dios mismo tomando el lugar de su pueblo en el sacrificio,
anteriormente ya les había juzgado. La idea de un Cristo humano visto desde
arriba, es presentarnos a Cristo como si Dios lo hubiese presentado al mundo. A
diferencia de los sinópticos y Pablo incluso, es que ellos nos hablan de Cristo
desde perspectiva, desde un plano horizontal en la tierra, en el caso de Juan nos
lo presenta desde la misma perspectiva de Dios. Esto hace de esta introducción al
evangelio una forma muy personal de diálogo. Es como decir, este es mi hijo, lo
envié al mundo y este mundo que por medio de él fue creado, lo desechó. Pero sin
el desdén humano, estas palabras expresan lo necesario del Plan salvífico.
Presentar al Cristo como un hombre en todo el sentido de la palabra y que este
sea judío, refuerza la idea de la cristología doctrinal. Esta persona divina, como tal,
muestra su distinción como persona ante el Padre, pero consustancial con el
Padre.

IV. Jesús como el Mesías (Cristos) v. 15-18


Casi al final de este pasaje vemos la parte profética del Mesías judío; el
cumplimiento de la profecía mesiánica, aunque no muy bien visto posteriormente
por los religiosos judíos, tiene su preponderancia en entender que Juan el Bautista
funciona en este plano como el profeta del Antiguo Testamento. Juan entrelaza la
aparición del Mesías con la del profeta que anunciaba la aparición del mismo, esto
lo vemos en los versículos 6-8: “Dios envió a un hombre llamado Juan el
Bautista, para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por
su testimonio. Juan no era la luz; era sólo un testigo para hablar de la luz.”
Posteriormente vuelve hacer su aparición este profeta con forme al AT en el
versículo 15: “Juan dio testimonio de él cuando clamó a las multitudes: «A él
me refería yo cuando decía: “Alguien viene después de mí que es muy
superior a mí porque existe desde mucho antes que yo”.” Un reconocido
experto en Nuevo Testamento afirma que Juan aquí está pensando
antiguotestamentariamente. Es decir, su mente está puesta en lo revelado en el
Antiguo Testamento respecto del Cristo y lo apunta a la persona de Jesús
enlazándolo con la historia de la reaparición del profeta Elías según el profeta
Malaquías 4:5: “Miren, les envío al profeta Elías antes de que llegue el gran y
terrible día del SEÑOR.” Es supremamente importante para la historia de la
salvación comprender aquí que Elías funcionaba como una figura escatológica, no
implicaba una reaparición de un profeta que ya había muerto, sino en una similitud
existente entre Elías y Juan el Bautista, ambos comían de lo que les proveía el
mundo salvaje, la naturaleza. Ambos hablaban desde afuera de la ciudad. Ambos
anunciaban la aparición salvadora del Mesías y su relación con el día Grande y
Temible de Jehová que inicia con Cristo. La Cristología de Juan involucra todos
los elementos de la escatología antiguotestamentaria, es decir, todos aquellos
aspectos que involucraban una irrupción divina en la historia de Israel que
afectaría a todo el cosmos. Es por ello que hace mención a la Ley de esta manera:
“De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras
otra. Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de
Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo.” Esta parte del pasaje es
el aplastante argumento de Juan contra los rabinos, escribas y fariseos de su
tiempo. Mismos que siempre aparecen como contrincantes de Cristo en todo el
evangelio. La contraposición de la gracias vs. La Ley, es la batalla argumentativa
de este evangelio, sin crear en sí una pelea entre ambos conceptos teológicos
judíos, más bien está presentado como un complemento. La cristología bíblica,
desde la perspectiva de los evangelios, genera un enlace claro entre el Antiguo
Testamento y la Ley y el Nuevo Testamento y la gracia. El encuentro del profeta
que hace el llamado al arrepentimiento y el Cristo glorioso quien trae la salvación
por medio de la gracia absoluta. Esto es lo que establece en su introducción al
evangelio el apóstol Juan: “Nadie ha visto jamás a Dios. Pero el Hijo, el único,
él mismo es Dios y* está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a
Dios.” Juan concluye esta introducción maravillosa, estableciendo una apertura al
evangelio como un hecho sin precedentes. Es decir, no hay nada más importante
para el ser humano que el evangelio de Cristo. La forma en que Juan presenta el
evangelio, no pretende ser en principio filosófica, no obstante lo es en muchos
aspectos, pretende dejar fundamentos claros para la fe y el más importante es que
Jesús, el hijo del carpintero de Nazareth y que murió en la cruz del Calvario, por
insignificante pueda parecer es y siempre ha sido el Hijo de Dios.

CONCLUSIÓN:
Podemos concluir este tema, en estas fechas donde se conmemora el
nacimiento de Jesucristo, estableciendo que la realidad del evangelio es por la
realidad de la maldad humana, misma que requirió, desde antes de la fundación
del mundo por causa de la maldad humana.

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