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PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: CLAUSULAS DEL AMOR DIVINO
I. Inserción v. 21,23
Existe una clara evidencia bíblica de que el amor de Dios maneja una idea de
inserción, dicho con palabras más amplias, el cristianismo maneja una serie de
actos, ritos y sistemas para la inserción e integración de nuevos adeptos. El
bautismo en agua, por ejemplo, es una forma de inserción e integración de las
personas que, en un acto de fe, cumplen con una ordenanza realizada por el
mismo Señor Jesucristo. Textos como Mateo 28:19, estipulan el cumplimiento de
este ritual como parte de la primera fase de un discipulado cristiano. Pedro en el
libro de los hechos establece lo siguiente: “Cada uno de ustedes debe
arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de
Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del
Espíritu Santo.” (Hechos 2:38) Estableciendo esta cláusula, el texto de Juan 14
tiene aún más sentido: “Cuando yo vuelva a la vida, ustedes sabrán que estoy
en mi Padre y que ustedes están en mí y yo, en ustedes. Los que aceptan
mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman
a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada
uno de ellos.” En estos dos versículos observamos la idea de inserción, dentro
de un círculo mucho más intimo del que se pueda imaginar. Este es un texto
bastante extraño y difícil de interpretar, por lo que debe tenerse cuidado con lo que
Jesús aquí, porque puede comprenderse que, en algún momento futuro los seres
humanos seremos en una misma esencia espiritual con Dios, sin diferenciación
alguna. No hay pasaje, doctrina ni enseñanza alguna al respecto de esta teoría,
por lo que se puede entender como una unidad relacional perfecta, de la que
ahora se percibe solamente en parte y que espera su plena terminación en el
momento de que Cristo sea manifestado al hombre como Rey y Señor. Este
versículo expresa la plenitud del amor perfecto de Dios, bajo la condicionante de
“Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman”;
la explicación que Jesús hace en cuanto a la perfecta unidad que Dios ofrece a los
que le aman, sirve para aclarar que este perfecto amor tiene condiciones. Las
condiciones de Dios son evidentes: “Todos los que me aman harán lo que yo
diga. Mi Padre los amará, y vendremos para vivir con cada uno de ellos.” (v.
23) La inserción se enfoca en la idea de una comprensión clara de los estatutos
establecidos por Dios, vivir según ellos, no como una imposición, sino como
resultado de haber aceptado aquel amor que para nada es incondicional. Sonará
duro, pero si alguien no quiere sujetarse a los mandamientos, hacer lo que
establece el pacto de Dios, ni obedecer a Dios, es libre de vivir su vida a su
manera, pero no puede esperar tolerancia de Dios que no tolera la maldad.
CONCLUSIÓN:
Al tomar en consideración la vida en Cristo, el evangelio poderoso que salva, se
nos da una exclusiva membresía VIP, que no merecemos y que se nos otorgó por
medio de una fe que es ministrada al corazón por parte de Dios. El grande
problema humano actual está en que se ha confundido la libertad con libertinaje, y
se cree en una fe romántica, en la que Dios, movido por las pasiones humanas,
será propicio al ser humano pecador. La enseñanza bíblica, por el contrario, nos
muestra a un Dios que es capaz de dar vida, así como de quitarla. De proteger y
salvaguardar de pestes y enfermedades, como de producir las mismas con el fin
de dar una lección y corregir una conducta incorrecta. Es fiel en todo lo que dice, y
no siempre da lo que se le pide, dado a que su consciencia es sublime en todo
momento.