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José Santos Chocano

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EL LIBRO DE MI PROCESO
El ingeniero Edwin Elmore Letts entrenándose en los
ejercicios atléticos de los campamentos de la « Young Men
Christian Association >>>>
(Del «Mercurio Peruano»).
En camino de Brasil
,
VIII 8-19 22 .

José Vasconcelos saluch

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JOSE SANTOS CHOCANO

EL LIBRO DE MI PROCESO

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COMPAÑIA IBERO - AMERICANA DE PUBLICACIONES ( S. A.


Puerta del Sol, 15
Ronda de la Universidad, 1 Florida. 251
MADRID BARCELONA BUENOS AIRES
Es propiedad.
Copyrigh by José Santos Chocano, 1931.

Compañía General de Artes Gráficas.-Madrid.


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3448

34

CS

1931

LA GLORIA DEL PROCESO

Don Miguel de Cervantes me prestará su pluma,


para escribir mi nombre debajo del proceso.
Quien me enseñó su idioma, me enseñará a estar preso ;
también quiso abrumarle la pena que hoy me abruma.

Insinuará él razones de sutileza suma


y aguzará ironías contra el destino avieso ;
y, así, sobre las olas de mi iracundo acceso,
su risa ha de mecerse como una flor de espuma...

Maestro de los siglos, me ayudará a ser fuerte :


el día en que los hombres quieran pesar mi suerte,
vendrá a mí esa figura caballerosa y alta ;

y cuando el fiel severo del Tribunal se exceda,


me tenderá Cervantes la mano que le queda
o arrojará a un platillo la mano que le falta...

José SANTOS CHOCANO

825064
No te detengas jamás a dar ex-
plicaciones : tus adversarios no te
las creerán, y tus amigos no las
necesitan.

OLIVERIO WENDELL HOLMES

El cadáver de Edwin Elmore


-que de atenderse la última in-
dicación que hiciera éste, " Aquí
termine todo", hubieran respeta-
do unos y otros-ha sido explo-
tado en el resto de América en
provecho del esnobismo bolche-
viquista, mientras que en el Perú
lo ha sido en provecho de la oli-
garquía plutocrática, con lo que
resulta que la misma actitud que
es por afuera la apariencia de un
"sport " ideológico en cierto sen-
tido, viene a ser por adentro la
realidad de un interés político en
sentido contrario.

J. S. CH.

Concluído para su edición este


libro, al ser puesto yo en libertad,
quedó en suspenso, sin embargo,
por el deseo que tuve de no pu-
blicar al respecto, en lo que a mí
toca, una palabra más; pero la
insistencia con que ciertos elemen-
tos han continuado propaganda
difamatoria, que revela de parte
de quiénes está el sospechoso in-
terés de apasionar y, de consi-
guiente, oscurecer la opinión pú-
blica, me obliga a convenir en que
se haga la presente edición, para
que se pueda comparar más tarde
lo que en este libro aparece con
lo que se ha dicho o después se
dijere contra mí.

J. S. Ca.
UNIV OF

PREFACIO

No te detengas jamás a dar ex-


plicaciones : tus adversarios no te
las creerán, y tus amigos no las
necesitan.

OLIVERIO WENDELL HOLMES

Nadie más sinceramente que yo ha tenido que lamentar


la muerte derivada de la agresión humillante de que se creyó
fácil hacerme objeto : bien quisiera devolverle la vida a
quien la perdiera no por mi culpa , como bien quisiera darles
el provecho que buscan a los que lo suponen alcanzar de mi
daño ; pero de la misma manera que esto habría de ser a
condición de que el daño no me fuese inferido en lo que todo
hombre estima como dignidad de su sexo , entiéndase que ni
mi lamentación tiene por qué hacerse arrepentimiento , ni de
ser agredido humillantemente otra vez dejaría yo de defen-
derme con mis puños , con mi bastón, con mi revólver , con
cuantos medios y elementos encontrara a mi alcance...
Digan lo que quieran supuestos testigos, sin acción y has-
ta sin voz, en los momentos mismos de un lance de aquellos
en que, según confesión de parte, " se pierde la noción del
tiempo y del espacio", lo que de verdad ocurrió no lo supi-
mos sino Dios, Edwin Elmore y yo, aunque tal vez en algu-
nos detalles , dadas la violencia de mi agresor y la indigna-
ción mía, hay que reconocer que no lo supo sino Dios.
"¡Aquí termine todo ! "-dijo Edwin Elmore , cuando se
sintió ya próximo a la muerte . Como el obedecerle se es-
timara para mí acaso provechoso , nadie le ha obedecido. Tal
se me ha mantenido en la imperiosa necesidad de defenderme.
12 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Seis jóvenes escritores no políticos de mi país- Percy Gibson,


Augusto Aguirre Morales, Darío Eguren Larrea, Edgardo
Rebaglati, José Chioni y Humberto del Aguila-son testi-
gos de la resolución en que, a raíz del lamentable aconteci-
miento, estuve de no ocuparme en él , a menos que me viera
obligado a protestar de la difamación en que se hiciera , como
se hizo, aparecer falsamente mi actitud sólo defensiva en las
vías de palabra y en las de obra , llegándose a desfigurar sis-
temáticamente mis opinionnes y mis actos en algunos secto-
res, si bien no importantes , del público continental . Ello me
obliga a exponer la verdad sobre mi ideario y sobre mi pro-
ceso para entregarla- por lo mismo que sé lo que aconseja
Oliverio Wendell Holmes- al juicio no del momento actual
siempre parcializado , sino de la serena posteridad.
El derecho a tener una ideología individualista y jerár-
quica-aplicando los dictados de la filosofía positiva a las
necesidades orgánicas de nuestros países tropicales, en los que
los valores de relación tienen que estar subordinados a la ra-
zón vital-fija el punto de vista desde el que cada quien pue-
de apreciar la sinceridad con que, hace más de veinte años ,
empecé a practicar los principios que a veces por necesidad
expongo, pero que a nadie impongo, enemigo como soy de
todos los propagandismos siempre sospechosos.
La agresión de que fuí objeto y de que se derivó, por insu-
ficiencia de operación quirúrgica, la muerte de mi agresor
-suceso lamentable que sólo pueden explotar los que, por
imponer su pasión o su interés , no vacilan en disputarles a
los gusanos la posesión de los cadáveres-fija el punto de
vista desde el que cada quien puede interrogar a su propia
conciencia si, portando legítimamente una arma de defensa,
dejaríase abofetear, golpear, arrastrar y tal vez estrangular
o descalabrar contra un pavimento de mármol , por joven,
sano y robusto deportista , que, de sentirse cuatro horas antes
ofendido , saltase por sobre el Código del Honor, para tratar
de hacer irreflexivamente abuso tal de fuerza bruta.
No voy a recoger con la punta de mi pluma los insultos
con que, en ausencia de razones, han argumentado contra mí
los que en el Perú sienten en sus venas el lodo en que cha-
potearon sus padres , los escritorzuelos de todas partes, gano-
sos de nombradía a costa de quienes sí la tienen, los espíritus
en rebaño de nuestra gleba intelectualizante, los rastacueros
siempre atentos a los figurines ideológicos de las últimas
EL LIBRO DE MI PROCESO 13

modas, los redentores literarios de pueblos y los profesio-


nales harto conocidos de la difamación. Lo que aparezca,
en cambio, como expresión dura contra alguien en este libro,
ha de entenderse que no es simple desahogo violento , sino
cargo que tengo con anterioridad formulado y necesito re-
petir, obligándome, además, a demostrarlo.
Así es como va a quedar la constancia histórica de que
nada he dicho de que tenga que arrepentirme, ni nada he
hecho de que tenga que avergonzarme .

JOSÉ SANTOS CHOCANO


En el caso de Chocano, cual-
quiera hace lo mismo. Yo digo,
señores, que son pocos los hom-
bres que, teniendo un revólver en
el bolsillo, se dejan abofetear...
(Nota taquigráfica de la acusa-
ción fiscal por el Dr. Carlos Za-
vala Loayza.)

Liszt sostiene que si la agre-


sión puede ser repelida de otro
modo, el bien jurídico más insig-
nificante puede ser protegido por
la muerte del agresor. La posibi-
lidad de sustituir por otro el acto
de la defensa no es exigible, se-
gún este insigne criminalista .

Ningún Jurado, ninguno abso-


lutamente, habría dejado de ab-
solver a Chocano. Era cosa im-
posible que un Tribunal peruano
le absolviese ; se necesitaría un
Tribunal de eminencias jurídicas,
capaces de sobreponerse al pre-
juicio legal y usar del criterio de
conciencia.

(Párrafo de carta del Dr. Ma-


riano H. Cornejo, autor del nue-
vo "Código de Procedimientos en
Materia Criminal”.)
DE LAS PRINCIPALES "CUESTIONES DE HECHO"
EN QUE FUNDÓ EL TRIBUNAL CORRECCIONAL SU
SENTENCIA CONDENATORIA

"¿Está probado que Elmore envió a "La Crónica " para


su publicación un artículo ... que no llegó a publicarse por
injurioso e inconveniente?-Sí lo está.
"¿Está probado que al ver Elmore a Chocano , lo atacó
súbitamente con sus puños, golpeándole el rostro , y lo sacó
a empujones hacia el " hall " exterior, sujetándolo fuertemen-
te...?-Sí lo está.
"¿Está probado que Chocano trató de repeler el ataque
con su bastón y sus puños , y que, dominado en la lucha por
su contendor, después de haber recibido una fuerte puñada
en el vacío derecho (hay comprobada en autos una litiasis
biliar) , sacó del bolsillo un revólver " Colt ", antiguo, cali-
bre 32, de seis tiros, cargado con cinco cápsulas ? Sí lo está.
"¿Está probado que Elmore, en el mismo instante en
que retrocedía, por haber visto el arma en mano de Chocano ,
recibió el disparo ...?-Sí está probado. ( No hubo , pues ,
disparo a tres metros de distancia, contra una pared , sino
que, conforme lo expresan textualmente los "Considerandos"
de la Sentencia, como luego se verá, " el disparo se produjo
en plena riña ". )
"¿Está probado que al sentirse herido el finado Elmore
se dirigió por sí solo a la puerta de calle ... ?-Sí está pro-
bado. ( No hubo, pues, desvanecimiento. Ni nadie ni nada le
impidió a Elmore marcharse hasta la calle por sus propios
pies.)
"¿ Está probado que el revólver de que hizo uso el proce-
sado solamente tenía una cápsula quemada ?-Sí está pro-
bado. ( No hubo, pues , más disparo que el que dió fin a la
2
18 JOSÉ SANTOS CHOCANO

agresión y permitió a Elmore marcharse por sus propios pies


a la calle . )
"¿Está probado el propósito de Chocano de dar muerte
a Elmore, cuando escribió la carta de fojas 56 ?-No lo está .
"¿Está probado que cuando Chocano fué a "El Comer-
cio" sabía que Elmore estaba allí ?-No lo está.
"¿Está probado que Chocano hubiese buscado a Elmore
para agredirlo ?—No está probado. ( El Tribunal olvida que
lo que quedó probado fué lo contrario , esto es, que Elmore
había buscado a Chocano para agredirlo, en el Ministerio
de Relaciones Exteriores , etc. )
"¿ Está probado que con el propósito de matar a Elmore
se armó el acusado con el revólver ...?—No está probado. "

DE LOS PRINCIPALES "CONSIDERANDOS ” EN QUE


FUNDÓ EL TRIBUNAL CORRECCIONAL SU SEN-
TENCIA CONDENATORIA

"Que la preventiva de fojas 6 y las declaraciones de los


testigos presenciales concuerdan en cuanto al hecho de que
el tiro se hizo en el instante en que retrocedía Elmore, reali-
zándose los actos con la mayor rapidez, lo que significa que
el disparo se produjo en plena riña...
"Que, por consiguiente, no hay fundamento legal para
considerar que Chocano precedió con alevosía, circunstancia
que supone seguridad en la perpetración del delito , sin riesgo
alguno para el agente, lo que es insostenible ante la consi-
deración de que Elmore, indudablemente más fuerte que
Chocano, pudo desarmarlo en el lance ( como antes le había
arrebatado el bastón) .
"Que... es menester, para determinar el grado de respon-
sabilidad que afecta al procesado... contemplar la situación
moral de éste al ser abofeteado por su detractor en la im-
prenta de "El Comercio ", que por ser un local abierto al
público, daba al suceso gran estrépito, impeliéndole ciega-
mente a vindicar su honor en cualquier forma, para borrar
EL LIBRO DE MI PROCESO 19

el oprobio con que se le infamaba ... y hacerse cargo, por


último, que, llevando una arma consigo, como siempre acos-
tumbraba, y resultándole intolerables la humillación y la
vergüenza del ataque, sufrió tan repentina emoción de arre-
bato que repelió el atropello disparando contra su ofensor
(o agresor, después-según las "Cuestiones de Hecho " ya res-
pondidas de haber tratado en vano de repelerlo " con su
bastón y sus puños " y quedar " dominado en la lucha por
su contendor") .

NOTA.-Apréciense, al través de las "Cuestiones de He-


cho" y de los " Considerandos " de las Sentencias, cuya tras-
cripción ha resultado necesaria , todas las versiones y todas
"
las opiniones que sobre mi proceso se han publicado , en
folletos y periódicos , por la difamación ; y se verá cómo
han sido falseados, uno a uno, los detalles del acto con
que, en cualquier caso, sólo ejercité mi derecho de legí-
tima defensa.

REALIDAD POLÍTICA

Ninguno de los jueces que conocieron de mi proceso,


ninguno de los fiscales que hubieron de acusarme, ninguno
de los falsos delatores o testigos que en contra mía se pre-
sentaron a desempeño que aun cuando veraz es siempre
bajo, ninguno de cuantos movidos por la pasión o el interés
escribieron o hablaron censurando mi actitud en todo mo.
mento defensiva, ninguno de los criminalistas y curiales
contratados para opinar contra mí, ninguno de mis ene-
migos personales o ideológicos-cuyo número parece ser in-
finito como el de los necios en el "Eclesiastés "-, ninguno ,
en fin, de los explotadores del cadáver de Edwin Elmore,
fuera capaz de declarar que, con un revólver en el bolsi-
llo, se dejaría abofetear y golpear lleno de una mansedum-
bre que, sin embargo, todos ellos pretenden que he debido
tener yo.
20 JOSÉ SANTOS CHOCANO

El juez, el fiscal , el delator o el testigo, el escritor o el


político , el criminalista o el curial, el enemigo personal o
ideológico, que sea realmente honrado necesita, si quiere
aparecer con verdadero título y alguna razón para desapro-
bar lo que en mí desaprueba, hacer la confesión sincera de
que él por su parte no tendría inconveniente, llevando un
revólver en el bolsillo, en dejarse abofetear y golpear por
cualquiera. Cuantos han opinado contra mí lo han tenido
que hacer, de esta suerte, o falseando la honradez de su
conciencia u olvidándose de su dignidad .
Resalta así de manera elocuente, la verdad del pro-
ceso que se me ha seguido y de la campaña difamatoria.
emprendida al respecto contra mí. Sólo se ha tratado, pues ,
de una manifestación más de la lucha constante entre el
sistema de la farsa acomodaticia y el ejercicio de la fuerza
legítima.

La opinión sobre el hecho en sí es igual entre los que me


defienden y entre los que me atacan. Hay quienes pretenden
que debí ultimar a mi agresor, descargándole todos los tiros
de mi revólver, en el mismo momento que hubo de ponerme la
mano en el rostro . Hay quienes pretenden que no es posible
el que haya habido quienes me acusen ni condenen de haber
sido cierto el agravio de una sola bofetada, que resulta así una
invención mía con la cooperación de fiscales y jueces ...
Froylán Turcios, uno de los máximos intelectuales repre-
sentativos de Centroamérica , me envía una opinión, publi-
cada en agosto de 1926 , que parece interpretar el criterio de
todos los hombres dignos en nuestra zona tropical. He aquí
dicha opinión :
"Elmore, joven de treinta y seis años, en plena fuerza y
en plena salud , atacó a Chocano , que cuenta más de cincuen-
ta años y está enfermo. Le golpeó varias veces en el rostro y
le ejecutó terribles golpes en el estómago. En tal caso , lo que
produce profunda extrañeza es que el poeta , portando re-
vólver, no haya matado a su agresor después del primer ul-
traje en el rostro . Cualquier hombre de honor y de valor así
lo habría hecho. En Honduras casi no se concibe cómo pudo
soportar tantos golpes sin usar del arma que llevaba en el
bolsillo... Sólo los que son incapaces de repeler con dignidad
EL LIBRO DE MI PROCESO 21

una ofensa y los que están ciegos de rencor contra uno de los
más grandes poetas de la raza, pueden atacarlo por ejercer
un derecho legítimo."
Fabio Fiallo, uno de los máximos intelectuales represen-
tativos de las Antillas, me envía una opinión, recientemente
publicada, que hace saber la de mis impugnadores ; muy inte-
resante, porque a la vez que revela cómo necesitan ellos para
su impugnación falsear los hechos , envuelve la más categó-
rica censura a los que, a pesar de conocer la realidad de los
hechos ocurridos , me acusaron y aun me sentenciaron conde-
natoriamente. He aquí también dicha opinión:
"La bofetada aludida en dicho considerando no es otra
cosa que una mera fórmula tomada como pretexto para que la
Corte Superior de Lima, apreciando en sus consideraciones.
algún elemento de atenuación , no dejase caer sobre la per-
sona física y moral de Santos Chocano, de un solo golpe de-
finitivo, todo el pesado fardo de la Ley ; y tanto es así, que
los Honorables Magistrados de la Corte Superior de Lima
saben perfectamente, como lo saben también los estudiantes
de primer curso de Jurisprudencia y Leyes, que el Derecho pe-
nal de todos los países latinos establece una bofetada como un
caso de excusa legal absolutoria, y, en consecuencia , la ge-
neralidad de los más distinguidos tratadistas y juristas con-
cuerdan en que toda excusa legal justifica el hecho y conlleva
necesariamente la absolución del acusado . Y no es Lima en
donde Santos Chocano, asistiéndole una razón tan podero-
sa como una bofetada , va a ser condenado a tres años de re-
clusión y dos mil libras de multa. "
Este opinante aparece ignorando que la declaración re-
lativa a la agresión a bofetadas y golpes fué hecha y firmada,
según consta en autos, por el propio Edwin Elmore ; pero ya
se ve cómo ni mis propios impugnadores pueden concebir una
sentencia condenatoria de haber ocurrido los hechos confor-
me la referida declaración que el mismo Elmore prestara y
que necesariamente así tendré que reproducir con toda opor-
tunidad .
El voto de conciencia es , pues, unánime. No hay nadie
-por lo menos en nuestra América- capaz de declarar que
él , en mi caso, portando un revólver se dejaría abofetear y
maltratar... Y nadie tiene derecho a pensar que yo debí hacer
lo que él no hubiese hecho .
22 JOSÉ SANTOS CHOCANO

No es otra la humanización del Derecho penal. El voto


de conciencia consiste en apreciar el hecho atribuído , susti-
tuyéndose al acusado . Resulta absurdo y hasta monstruoso
el que un fiscal pida condena y unos jueces la otorguen por
un acto que, conforme ellos lo entienden , era tan humano y
tan universal, que en el caso del acusado-para valerme de las
palabras pronunciadas por el primero y admitidas por to-
dos "cualquiera hubiese hecho lo mismo ...'
Debe entenderse bien que no se trata de la versión de los
hechos dada por mí ni sostenida por mi defensor , sino de la
versión dada por el propio Elmore y que hubo de servir de
fundamento a la acusación y luego a la sentencia de que
apelé. Debe entenderse bien, asimismo, que las cuestiones de
hecho tienen que ser sometidas, conforme el Código de Pro-
cedimientos vigente ahora en el Perú , a un voto de concien-
cia y no a una apreciación jurídica.
La apreciación jurídica corresponde a los países en que
el hecho realizado no es sometido al voto de conciencia . Así
es como, en su obra "La emoción violenta en el nuevo Códi-
go penal argentino ", el juez del Crimen de la ciudad de Bue-
nos Aires, doctor don Benjamín García Torres , asienta la
doctrina en que, de conformidad con dicho Código , inspiró
dos de sus sentencias confirmadas en última instancia : "El
que procede a disparar su revólver hiriendo al que de sorpre-
sa y en público le dió un puñetazo en el rostro, ha obrado
en un estado de emoción violenta. ” “Obra en estado de emo-
ción violenta el que dispara su revólver contra la persona
que le dió un golpe de puño en el rostro, encontrándose am-
bos en la vía pública y en presencia de otras personas. " Si
no fuera un juez quien tuviera que formular una apreciación
jurídica de conformidad con la letra de un Código, sino que
fuera un Jurado quien tuviera que emitir al respecto un voto
de conciencia, claro está que, en uno y otro caso en cuestión,
en vez de concretarse a interpretar el texto de la Ley, es-
cucharía el dictado de su propia dignidad . El Juez tiene que
opinar estrictamente conforme al Código ; el Jurado , confor-
me sólo a su conciencia.
A mayor abundamiento, ni uno ni otro caso de los últi-
mamente citados corresponde al mío , de atenerse a la manera
cómo entendieron y dejaron establecido éste los mismos que
me sentenciaron , quienes estaban obligados a apreciar los
hechos no conforme al Código, sino conforme sólo a su con-
EL LIBRO DE MI PROCESO 23

ciencia, no como Jueces , sino sólo como jurados. Llegaron, sin


embargo, los tres miembros del Tribunal Correccional a su-
peditar por completo su conciencia al texto del Código, hasta
el punto de reconocer que yo hice uso de mi revólver sólo des-
pués de intentar en vano de repeler la agresión por todos los
otros medios y cuando quedé dominado en la lucha por mi
contendor, asestando en seguida la peregrina apreciación de
que para repeler el ataque no tenía por qué hacer uso de mi
revólver. Conforme, pues, a la conciencia de quienes me juz-
garon, una vez que habiendo fracasado en mis intentos de
repeler la agresión con mi bastón y con mis puños , me sentí
a merced de mi agresor, he debido resignarme a ser maltra-
tado, estrangulado , descalabrado contra el piso de mármol
o golpeado en la víscera que tenía enferma sin ejercer- se-
gún el alcance de mis fuerzas- mi derecho de legítima de-
fensa .
Para que resalte tamaña monstruosidad , reproduzco las
dos cuestiones de hecho en referencia con los votos de con-
ciencia que emitieron los tres miembros del Tribunal Correc-
cional.
"Cuestión de hecho 10..- ¿ Está probado que Chocano
trató de repeler el ataque con su bastón y sus puños, y que
dominado en la lucha por su contendor, después de haber re-
cibido una fuerte puñada en el vacío derecho (hay una litia-
sis biliar comprobada en autos ) , sacó del bolsillo un revól-
ver "Colt ", antiguo, calibre 32 , de seis tiros, cargado con cinco
cápsulas ? Si lo está. "
"Cuestión de hecho 27. -¿Está probado que para repe-
ler el ataque de Elmore estuvo el acusado obligado racional-
mente a hacer uso del revólver de que se ha hablado ?—No
está probado."
El acusado, pues , estaba obligado racionalmente a quedar
a merced de su agresor, ya que se reconoce antes que quedó
dominado por él después de tratar en vano de repeler el ata-
que con sus puños y con su bastón.
El Fiscal me acusó por lo mismo que " cualquiera hubiese
hecho en mi caso ", y los Jueces me condenaron por que "no
pude repeler la agresión con mi bastón y mis puños y quedé
dominado por mi contendor ", sin ser " racional que apelase
entonces a defenderme de manera más eficaz ..."
Lo original es que esto último, que repugna a la concien-
cia de cualquiera, está muy lejos de ajustarse tampoco a una
24 JOSÉ SANTOS CHOCANO

buena apreciación jurídica ni a una correcta interpretación de


lo prescrito por nuestro Código penal sobre la legítima de-
fensa . El doctor Angel Gustavo Cornejo, muy distinguido ju-
risconsulto y actualmente Vocal de la Corte Suprema de Jus-
ticia, dice así en la 308 de su "Comentario al nuevo Código
penal ": "Liszt sostiene que si la agresión no puede ser re-
pelida de otro modo , el bien jurídico más insignificante pue-
de ser protegido por la muerte del agresor. La posibilidad de
sustituir por otro el acto de la defensa, no es exigible , según
este insigne criminalista."
Ya se ve como tampoco jurídicamente es explicable la
sentencia de que apelé y que tiene que rechazar toda concien-
cia honrada ; porque además de ser para von Liszt contraria
al derecho de legítima defensa , resulta opuesta al ejercicio
de la dignidad personal, que es justo considerar sublevada
inevitablemente ante una agresión brutal a la vez que infa-
matoria.

Para que se aprecie más cumplidamente cuanto dejo ex-


presado, conviene transcribir el comentario que, a propósito
de mi libertad, publica , en uno de los grandes rotativos de
Méjico, el distinguidísimo Licenciado Antonio Ramos Pedrue-
za, autoridad en la materia, que, a mayor abundamiento, se
apoya en el sentido de las Cuestiones de hecho absueltas por
el Tribunal. He aquí las partes principales de tan importante
y significativo comentario :
"Con la concisión propia del cable, se ha recibido en Mé-
jico la noticia de que el Congreso del Perú , usando de una
de sus prerrogativas constitucionales, ha decretado el sobre-
seimiento del proceso instruído al gran poeta José Santos
Chocano, por la muerte de Elmore Letts. La noticia del in-
dulto no llenaba las aspiraciones de los que, a pesar de la dis-
tancia, hemos podido conocer la verdad de este drama, y, por
lo tanto, hemos creído un acto de justicia la absolución del
ilustre cantor sudamericano : indultar a un culpable es un
acto de benevolencia ; indultar a un inocente es un acto de
injusticia. El indulto se hizo para los culpables , y José San-
tos Chocano no es un culpable .
"Los antecedentes de esta tragedia no son, por cierto ,
simpáticos para la desgraciada víctima, pero menos lo son
EL LIBRO DE MI PROCESO 25

para los culpables de haber empujado una riña buscada y


procurada y en la cual no podía recogerse honra alguna.
Agredido Chocano, al disparar sobre Edwin Elmore Letts y
al herirle mortalmente, lo hizo ejercitando el derecho que tie-
ne todo ser humano para no dejarse golpear, ultrajar y vejar
y para defender su personal decoro y su honra contra quien,
presa de ira ciega, le provocó, le amenazó y le agredió...
"Una conversación telefónica sobrevino, los ánimos se en-
cendieron en ella aún más, las injurias se cruzaron y dos car-
tas ratificando las especies verbales crearon una situación vio-
lentísima ; pero en ellas pudo Santos Chocano en cualquier
momento decir : "Yo no he sido el provocador ni el iniciador
de esta campaña de injurias , y si rechazo el insulto con el in-
sulto, es obedeciendo a un sentimiento muy humano. " La fata-
lidad los puso frente a frente ... En la imprenta del periódico
El Comercio se verificó el temido encuentro. Al reconocer El-
more Letts a Chocano, se abalanza sobre él , y sin que éste
le hubiera hecho nada, le abofetea furioso, golpea al poeta en
el rostro y le arrastra varios metros propinándole golpes con
la mano derecha, mientras que con la izquierda le sujeta y
procura impedirle toda defensa ; así lo han declarado los tes-
tigos presenciales , y así confesó Elmore que fué el primero
en agredir a Chocano. Podrán las pasiones políticas haber
oscurecido los hechos y levantado enconados debates sobre
detalles secundarios, pero la verdad aparece clara y nítida : la
víctima fué el provocador injusto y temerario y fué el agre-
sor de Santos Chocano .
"Este, ante la agresión de un hombre más joven y más
fuerte, hace uso de su pistola, dispara y hiere a Elmore Letts,
quien fallece a consecuencia de esa herida.
"Ningún espíritu sereno puede negar en los anteriores.
hechos que, en este desgraciado suceso, el poeta ha podido.
sostener ante cualquier Tribunal que ha obrado en ejercicio
de la defensa legítima de su persona. Juzgado Chocano por
los términos de nuestro Código penal, la exculpante existe
comprobada, y no conozco legislación más estricta para de-
finir la defensa legítima que el Código penal de Méjico . En-
tre nosotros, para que exista la defensa legítima la agresión
ha de ser injusta, actual, violenta y sin derecho , y estas cua-
tro condiciones se encuentran claramente en el caso de San-
tos Chocano ; sin haber previsto que en la imprenta de El
Comercio iba a encontrar a su enemigo , la agresión de éste
26 JOSÉ SANTOS CHOCANC

fué tan violenta, tan rápida y tan injusta, que la verdad es


que no comprendemos cómo el ilustre poeta no ha sido ab-
suelto por el Tribunal que le juzgó.
"La nueva orientación del Derecho penal, en lugar de ser
contraria a esta tesis, es favorable. La nueva ciencia no cree
ya en los moldes rígidos de los delitos definidos y previstos
de un modo matemático por los cánones de la Escuela clási-
ca ; hay que estudiar el temperamento , el carácter , los ante-
cedentes del hombre a quien se va a juzgar, el ambiente que
le rodea, la situación psicológica en que se encuentra y otros
detalles que hacen cada caso distinto de todos los demás,
aun cuando todos medidos y regidos por principios funda-
mentales, pero principios suficientemente elásticos para ha-
cer verdadera justicia y no justicia farisaica y mentirosa .
No vacilamos en creer que entre nosotros el ilustre poeta pe-
ruano no hubiera necesitado ni indultos ni sobreseimientos .
Una franca absolución lo hubiera vuelto al seno de sus ami-
gos, pues eternamente serán una verdad las bellas frases de
Cicerón al defender a Milón : "HAY UNA LEY NO ESCRITA, SINO
INNATA; UNA LEY QUE NUESTROS MAESTROS NO NOS HAN ENSE-
ÑADO NI HEMOS RECIBIDO DE NUESTROS PADRES , NI ESTUDIADO
EN LOS LIBROS ; LA NATURALEZA MISMA NOS LA HA INCULCADO.
NO HEMOS NECESITADO NI PRECEPTOS PARA PRACTICARLA. ESTA
LEY DICE QUE TODO MEDIO ES JUSTO PARA SALVARNOS CUANDO
SE NOS AMENAZA ; LAS LEYES NO EXIGEN QUE SE LES GUARDE POR
AQUEL QUE ES VÍCTIMA DE UNA VIOLENCIA INJUSTA. "

La extrañeza que, como se ve, ha de producir, en el ex-


tranjero y en el propio país dentro de algunos años, una sen-
tencia dictada contra el voto de la conciencia universal, ya
que nadie confesaría que, con un revólver en el bolsillo , se
dejaría abofetear y golpear impunemente y dictado también
contra la misma opinión jurídica , según la de la máxima au-
toridad de Von Liszt (que se apoya a su vez nada menos que
en la de Cicerón) , impone, antes de exhibir las piezas prin-
cipales de mi defensa, la necesidad de señalar, como verda-
dero origen de la sentencia absurda, el ambiente de políti-
ca militante en que ella se produjo y de aludir siquiera sea
a los coeficientes personales que hubieron de influir definiti-
vamente contra mí.
EL LIBRO DE MI PROCESO 27

Reñiría con mi propósito de no aparecer en actitud mi-


litante, si penetrara en las mezquindades de cierta política
oligárquica de ahora, cuyos bajos fondos, así, no quiero re-
mover.
Creo que la actitud de El Comercio para conmigo , lle-
gando hasta amparar insultos personales de más de una plu-
ma a su servicio, con motivo de las opiniones de exclusivo
carácter doctrinario que en enero de 1922 expuse y en marzo
del mismo año recopilé, bajo el título de "Las Dictaduras
organizadoras y la gran farsa democrática ", fué lo bastante
elocuente entonces, para que pueda esta vez muy fácil de-
ducir el encono que hubo de despertar el vehemente califica-
tivo que, en mi carta privada a Edwin Elmore, acerté a dar
a los "neo-godos "-como se llaman a sí mismos los últimos
brotes de la oligarquía plutocrática, cuyos hombres eran an-
tes, hay que reconocerlo fuera de toda política—, individual-
mente dignos de alta consideración , sin que tenga yo que
hacer comparaciones, hechas ya por la conciencia pública ,
entre las figuras máximas del " Civilismo " histórico y las
que pretenden reemplazarlas ahora. Fuera inoportuna la
apreciación de los hombres y las cosas del partido civil ; ella
corresponde propiamente a las generaciones no nacidas aún.
Lo que sí puede adelantarse, sin vacilación, es que una sola
obra de uno solo de los civilistas históricos para no refe-
rirse sino al monumental Diccionario de Legislación y Ju-
risprudencia, del Dr. D. Francisco García Calderón, padre
-vale incomparablemente más que la obra en conjunto de
cuantos políticos se sirven hoy de cierto órgano de publici-
dad, que, al enterarse de la frase con que califiqué a los
"neo-godos ", se hubo de sentir aludido en ella, según pa-
rece deducirse de su actitud para conmigo por segunda vez ,
como el lugar en que se hacinan todos los residuos de la oli-
garquía en descomposición. Así, sólo con el correcto propó-
sito de asumir la responsabilidad que me corresponde , re-
sulta indispensable el que haga yo constar ante la Historia
el calificativo- no por su acrimonia menos sincero-que hube
de dar a los referidos "neo-godos ", como actuales exponen-
tes que son de la plutocracia hoy degenerada en la vida po-
lítica de mi país : -" Cucarachas brotadas en el estercolero
de la oligarquía civilista..."
Satisfecha una obligación de conciencia al asumir, ya
ahora con serenidad, la responsabilidad histórica de tal ca-
28 JOSÉ SANTOS CHOCANO

lificativo que además necesito repetir para que pueda ex-


plicarse la hostilidad observada contra mí, durante el pro-
ceso, por los elementos así calificados- no quiero avanzar
ninguna nueva calificación mía , ni sobre el núcleo de política
militante de la Universidad, ni sobre la mayoría de los
miembros del Poder Judicial, ni sobre las relaciones visible-
mente estrechas, desde hace mucho tiempo , entre los comba-
tientes de estos tres reductos de la actual oligarquía pluto-
crática , que, como es sabido en todo el país, si en el mencio-
nado órgano de publicidad mantiene disimulado su cuartel
general, sigue preparando en la Universidad sus fuerzas ac-
tivas para el ataque y sigue disponiendo en el Poder Judi-
cial sus fuerzas pasivas para la resistencia.

Si me fuera posible ilustrar al público imparcial , sin em-


plear mi pluma, sobre los elementos que me han sido hosti-
les , podría yo reproducir todas las opiniones que respecto de
El Comercio- principal foco de tales elementos-emitiera en
múltiples oportunidades Manuel González Prada, cuya in-
tegridad cívica nadie osa discutir. Prefiero no hacer dicha
reproducción, sin embargo, porque quiero asumir yo sólo la
responsabilidad de la frase en que mi apreciación quedó va-
ciada ; pero sí debo dejar constancia de que las frases con-
denatorias del apóstol que he citado , fueron siempre más
fulminantes todavía . He aquí una sugestión de González
Prada, que sóló reproduzco porque conviene no olvidarla :
"Hay que destruir el edificio de El Comercio para hacer una
plaza pública , en donde levantarle una estatua a la Ver-
güenza. "

No está demás por lo que, como factor de ambiente con-


tra mí, a nuestra Universidad pueda referirse, registrar un
hecho demasiado significativo : por la Facultad de Ciencias
Políticas y Económicas no llegó a pasar ninguno de nuestros
políticos y financistas de mayor importancia ; y por la Fa-
cultad de Filosofía, Historia y Letras no llegó a pasar nin-
guno de nuestros filósofos , historiadores y literatos de ma-
yor prestigio. Nada pinta mejor la situación actual de la
EL LIBRO DE MI PROCESO 29

Universidad de San Marcos que el artículo que , sobre el


profesorado y el alumnado, escribió el catedrático de dicha
Universidad Dr. Juan A. Mac Kay, que, a mayor abunda-
miento, fué uno de los escritores universitarios solidarizados
contra mí. Tal opinión que, en este caso , resulta insospecha-
ble, apareció en inglés en The Student World, siendo tradu-
cida al castellano por D. Acosta para la revista Verbum ,
órgano del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de
Buenos Aires. Basta reproducir dos párrafos del artículo en
referencia : uno sobre los profesores y otro sobre los estu-
diantes, para formarse concepto de la situación total. "Los
profesores . La reputación de que gozan ante el público no
tiene relación alguna con la manera cómo desempeñan sus
tareas docentes. Todos ellos son políticos en primer térmi-
no, abogados en segundo y profesores sólo en tercero... Lle-
gan a sus clases generalmente algunos minutos después de
la hora ; pasan lista ; ocupan la primera mitad de su tiempo
interrogando sobre la última clase, y luego proceden a leer
la conferencia del día . Muchos estudiantes se apresuran a
retirarse en cuanto han pasado lista. Los que permanecen,
en su mayor parte , no prestan atención..." Los estudiantes.
Las asociaciones estudiantiles, tales como son, no existen
para realizar propósitos intelectuales o sociales , sino políti-
cos... Cuando la vida universitaria es tranquila y no hay
ningún ataque a la soberanía, del que deba defenderse, la
organización (Federación de Estudiantes ) languidece ... o jue-
ga a la política. " Después de los dos párrafos transcritos,
que suscribe un catedrático de la propia Universidad de San
Marcos , solidarizado contra mí-como ya hice constar- ,
sólo he de ponerle al cuadro pintado por Mr. Mac Kay el
marco histórico de la opinión de Alberdi : "¿ Qué han sido
nuestros Institutos y Universidades de Sudamérica, sino fá-
bricas de charlatanismo, de ociosidad , de demagogia y de
presunción titulada ? " La opinión, a este respecto, sobre la
actual situación de la Universidad de San Marcos, no puede
haberse dado , por catedrático suyo y enemigo mío , de modo
más imparcial, ni más exacto , sin que tenga yo que decir
una palabra.

Impónese hacer no una apreciación , sino una exposición


de lo que, desde el punto de vista político, tiene que ocurrir,
30 JOSÉ SANTOS CHOCANO

inevitablemente dentro de lo humano, en el Poder Judicial.


El Poder Judicial, entre cuyos miembros, especialmente
en la Corte Suprema, hay honorables caballeros - cualquiera
que sea su opinión política de antes o de ahora- dignos de
todo respeto , tiene en el Perú un vicio de organización que,
por la instabilidad de nuestros otros dos Poderes Públicos ,
lo mantiene entremezclado peligrosamente en el juego de
los partidos militantes. Puesto que la designación de los
miembros del Poder Judicial , es hecha entre nosotros por los
Poderes Ejecutivo y Legislativo , con la circunstancia de que
el desempeño de tales miembros tiene carácter vitalicio y no
los invalida para formar, en cualquier tiempo , parte del Go-
bierno, como encargados nada menos que de funciones mi-
nisteriales, claro está que no necesito apreciar hasta qué
punto la Administración de Justicia se resiente de las in-
fluencias y de los apasionamientos políticos .
Mientras que la organización del Poder Judicial no se
haga de otra suerte, difícil será contar con jueces que ten-
gan la entereza bastante para romper con quienes siguen
apoderados de los altos círculos de nuestra sociedad y ejer-
cen la supremacía que da siempre el dinero .
Ya González Prada lo denunciaba textualmente : "El Co-
19
mercio cuenta con valiosas influencias en la Magistratura...'
Imposible dudarlo ahora, en que el Tribunal que me conde-
na califica, en los " Considerandos " de su sentencia, la de-
claración del director de El Comercio como de indiscutible,
con lo que tal director resulta al respecto incapaz de engañar
y de engañarse, aventajando al Sumo Pontífice que sólo es
infalible en materias religiosas ...
Tribunales semejantes son los que justifican la catilina-
ria que en sus Horas de lucha dedica González Prada a
nuestros magistrados , y de la que-con el natural propósito
de que no se me suponga ni parcial ni excesivo en mis per-
sonales exposiciones-voy sólo a reproducir dos o tres pá-
rrafos de los menos violentos , protestando antes mis respe-
tos a los actuales miembros de la Corte Suprema en su ma-
yoría y a una media docena cuando mucho de los de todos
los Tribunales inferiores . Habla González Prada ; y hay que
descubrirse :
"Una Corte de Justicia es en el Perú una fuerza irres-
ponsable que desmenuza la propiedad , la honra y la vida,
como las piedras de un molino trituran y pulverizan el gra-
EL LIBRO DE MI PROCESO 31

no... Y no valen pruebas ni derechos. Como se busca un mal


hombre para que pegue un esquinazo , así en los juicios in-
trincados se rebusca un juez para que anule un sumario , fra-
güe otro nuevo y pronuncie una sentencia, donde quede ab-
suelto un culpable o salga crucificado un inocente... Como
traemos ingenieros ingleses para alcantarillar las poblacio-
nes, agrónomos belgas para enseñar Agricultura y oficiales
franceses para disciplinar soldados, podríamos contratar ale-
manes o suecos para administrar justicia... No hay iniquidad
irrealizable ni reato ineludible, cuando se tienen dinero o in-
fluencias..."
Me parece que basta por ahora, en relación a las manifes-
taciones de la oligarquía plutocrática, que me fuera hostil .

Es oportuno anotar la significativa circunstancia de que,


durante mi proceso, me fué francamente propicia la opinión
de las clases no acomodadas y las de todo el obrerismo nacio-
nalista, como lo demuestran las solicitudes en mi favor de sus
instituciones representativas, sin que los obreros sindicaliza-
dos hubiesen hecho una sola manifestación que pudiera in-
terpretarse desfavorable para mí, por sentirse acaso, en el
fondo de sus conciencias, más cerca de mi honradez ideoló-
gica que de la plutocracia que los explota y del esnobismo
que los engaña .
Así es cómo el cadáver de Edwin Elmore-que de aten-
derse la última indicación que hiciera éste , "Aquí termine
todo ", hubieran respetado unos y otros ha sido explotado
en el resto de América en provecho del esnobismo bolchevi-
quista, mientras que en el Perú lo ha sido en provecho de
la plutocracia oligárquica, con lo que resulta que la misma
actitud que es por afuera la apariencia de un "sport" ideo-
lógico en cierto sentido, viene a ser por dentro la realidad
de un interés político en sentido contrario.
No hay que olvidar expresivos detalles de mi proceso ,
que desvanecen la apariencia ideológica para descubrir la
realidad política.
-"¡Jóvenes desgraciados ! " -llama, con cálida sinceridad,
el fiscal-viejo amigo de El Comercio-a los candorosos uni-
versitarios que buscan orientaciones en la palabrería de Vas-
concelos.- "A nosotros no nos interesa el tal Vasconcelos,
32 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"revienta " a Leguía" -declara miembro cons-


sino porque "revienta"
picuo de El Comercio . Simples propósitos políticos contra
el presidente Leguía-y no por otra cosa- le son atribuí-
dos al propio Edwin Elmore por su compañero e instigador
Manolito Beltroy, en el reportaje que dió a El Día, de Mon-
tevideo, y que figura en los autos. El abogado de la parte
civil, hermano político de Edwin Elmore, informa-según
consta en la versión taquigráfica de diversos órganos de la
Prensa, incluyendo El Comercio-cómo le entera él mismo
de la conversación telefónica que tuvimos , concluyendo por
decirle : " Lo que siento es que esto haya ocurrido por Vas-
concelos. " El mismo abogado había ya declarado que Ed-
win Elmore era " un nacionalista , amante de su Patria " , con-
tra el que " apenas si se podía pretender salpicar la injuria
del derrotismo", dando lectura para demostrarlo a " cartas.
íntimas" del extinto, después de lo cual había también pre-
guntado : "¿ Se puede concebir que un derrotista hable así?
¿Que un hombre sin patria hable en esta forma? " También
el mismo abogado recordó , para demostrar la verdadera ideo-
logía de su hermano político, un párrafo de un artículo de
éste, "publicado a raíz de una arenga del mariscal Cáceres
al ejército, con motivo del aniversario de Tarapacá". Hizo ,
por último, saber el mismo abogado que su hermano políti-
co, " cuando se dirigió en campaña americanista a la Argen-
tina y el Uruguay, no quiso detenerse en Chile y pasó por
ese país sin dejar huella ". Nada más cabe decir para que se
vea la ninguna importancia efectiva que hubo de tener en
lo sucedido la ideología derrotista, antimilitarista y esnobis-
ta , propagada por Vasconcelos entre la Juventud Universi-
taria del Perú ; lo único que sintió Edwin Elmore-y es im-
posible dudar de la confesión que hizo a su hermano políti-
co-fué que las palabras que cruzamos en el teléfono hu-
biesen sido por Vasconcelos.
El esnobismo ideológico no desempeñó, pues, más papel
que el de una falsa apariencia, debajo de la que la realidad
fué un choque personal, explotado en provecho político del
los "neo-godos", que constituyen en el Perú actualmente la
oligarquía plutocrática.

Así es cómo hay que buscar el verdadero origen de la


sentencia condenatoria contra mí pronunciada- que resulta
EL LIBRO DE MI PROCESO 33

opuesta al voto de conciencia de todo hombre digno y re-


suelto a no dejarse abofetear, ni golpear, ni arrastrar, y tam-
bién opuesta a la opinión jurídica de autoridad tan respeta-
ble como Von Liszt-en los alcances de la política de ciertos
elementos cuyo órgano es El Comercio, a los que yo, como
Manuel González Prada repetidas veces, califiqué con acri-
tud y que, desde anterior oportunidad, cuando hice la pu-
blicación de Las Dictaduras organizadoras y la gran farsa
democrática, me hubieron de reconocer como un franco ene-
migo, atacándome violentamente en ese mismo diario .
Conviene reparar en que cuantos en mi proceso actua-
ron contra mí en alguna forma- delator, testigos , peritos ,
fiscal-pertenecen al partido político de que es órgano El Co-
mercio .
Declarar que procedí en legítima defensa , absolviéndome ,
como corresponde después de la respuesta dada por los mis-
mos jueces a la décima Cuestión de hecho, era declarar fal-
sa de toda falsedad la delación del director de El Comer-
cio, que había asegurado el que yo disparé cuando ya no
necesitaba defenderme, y cuando, además, sobrecogido de
terror, me imploraba perdón con las manos en alto Edwin
Elmore, a pesar de que éste nada dijo de ello , ni ante la Po-
licía ni ante el juez instructor. El Tribunal tuvo que verse
obligado a escoger entre estas dos resoluciones : o me decla-
raba culpable o declaraba falsario al director de El Comer-
cio . Optó por declararme culpable, expresando que las afir-
maciones del director de El Comercio eran de " indiscutible
valor"; pero cuidó en las "Cuestiones de hecho" y en los
"Considerandos ", de no fundar la sentencia en ninguna de
esas afirmaciones, que fueron quedando disimuladas e inter-
pretadas en sentido muy distinto al de la intención con que
aparecieron hechas ... Condenarme a sabiendas de que me
quedaba el recurso de la apelación y aun el de la interven-
ción legislativa, no era inferirme tan grave daño , según el
criterio acomodaticio de los más, como el que se le podía in-
ferir a uno de los jefes de los "neo-godos ", exhibiéndolo a
la faz del país , en condición evidente e irremediable de fal-
sario.
Tocante al interés político de los " neo-godos " por anu-
larme, de serles posible, no necesita ya explicación , desde
que en El Comercio mismo se abrió campaña abundante en
insultos personales contra mí, soeces hasta llegar a dotarme
3
34 JOSÉ SANTOS CHOCANO

nada menos que de " cuatro patas ", con motivo de mi expo-
sición doctrinaria sobre las "Dictaduras organizadoras" , que
yo siempre preferiré a las oligarquías plutocráticas ; si vol-
vió El Comercio sobre sus pasos y se sumó hábilmente al ho-
menaje nacional de mi coronación , hízolo- conforme la tác-
tica que sigue siempre en su política en espera disimulada
de alguna oportunidad que lo justificase en apariencia para
actuar con mayor eficacia contra mí . Debo concluir por de-
jar constancia histórica de que sólo dos veces he sufrido pri-
sión en mi país ; y si en la primera vez se ofreció a servir
como mi carcelero político el redactor- corresponsal de El
Comercio en el el Callao , Joaquín Miró Quesada , ahora ha
desempeñado en daño mío el papel de verdadero acusador el
director de El Comercio, Antonio Miró Quesada, siendo inte-
resante anotar la circunstancia de que la actitud de éste una
semana después de lo ocurrido- coincidió con la divulgación ,
intensificada desde tres días antes del calificativo dado por
mí a los " neo-godos " ; " Cucarachas brotadas en el estercolero
de la oligarquía civilista..."
Expuestos sin comentario tales hechos , no me parece que
para formar la convicción indispensable respecto de El Co-
mercio, tenga ya ahora ni después necesidad de repetir más
frase que la mía, ni de referirme a nada que no sea estricta-
mente su actitud para conmigo.

Desde el momento en que para absolverme necesitaban


mis jueces declarar falsario al director de El Comercio- a
pesar de la fina explicación que de su testimonio inexacto dió
mi abogado defensor-y necesitaban romper, así, con los al-
tos círculos sociales y financieros en que los " neo-godos "
ejercen su influencia, como también con los mismos numero-
sos compañeros de la Magistratura que han hecho y siguen
haciendo tal política , habiendo el entonces presidente inte-
rino de la Corte Superior, de que formara parte mi Tribunal,
figurado , de igual manera que otros miembros de los más
importantes de dicha Corte , en condición de ministro " neo-
godo "-claro está que tenía que sobrevenir mi sentencia con-
denatoria, inevitablemente impuesta por el vicio de organi-
zación de nuestro Poder Judicial .
Hay que establecer además que el Tribunal Correccional
EL LIBRO DE MI PROCESO 35

que me juzgó estaba compuesto-según es público y noto-


rio por dos magistrados, reconocidamente desprovistos de
toda energía personal, y por un tercero, visiblemente rendido
a la vejez y afligido de grave enfermedad . Quienes conozcan
a los doctores Oscar Cebrián, Víctor González Olaechea y
Oswaldo Seminario-desde hace tiempo este último postrado
en el lecho del dolor- han de convenir en que no es posible
reconocerle a ninguno de ellos toda la entereza de carácter,
a la vez que todo el brío mental de un Manuel González Pra-
da, indispensables en este caso para romper con quien fuera
necesario y dar públicamente a las afirmaciones del director
de El Comercio el verdadero valor que les hubiera dado- se-
gún lo hizo siempre-tal apóstol, sin que nadie fuera capaz
de discutir tampoco su integridad de juez .
Fácil es suponer en el Perú el voto de conciencia que hu-
biese emitido- sin temor a declarar falsario como lo es al
director de El Comercio, ni a romper con quienquiera que
fuese-un Jurado histórico integrado por figuras de tan alta
mentalidad e intransigencia cívica como Manuel González
Prada y Daniel Ruzo y Mariano Amézaga y Rodrigo He-
rrera y Enrique Cayo y Tagla , para juntar al muy ilustre
del primero otros nombres también luminosos , que , por cul-
pa del ambiente en que hoy me toca ser hostilizado , apare-
cen, si bien con caracteres ejemplares, en nuestro martirolo-
gio político - social .

¡ Un Jurado ! Muy distinto hubiese sido el resultado de


mi proceso de comparecer yo- como es necesario llegar a ins
tituirlo ante un Jurado designado por la suerte entre hom-
bres probos y capaces, electos por el pueblo ; mejor aún si
esta elección consultara, en los siete grupos clasificados por
Lastarria en su "política positiva ", la representación verda-
dera de todas las fuerzas vitales de la sociedad.
Al vicio de organización del Poder Judicial ya señalado ,
tiene que agregarse en el Perú la circunstancia de que , en los
procedimientos para la apreciación de la materia criminal ,
no hay Jurado. No hay Jurado en el Perú-a pesar de que
él funciona con toda corrección, desde hace muchísimos años ,
en países similares, como Colombia y Méjico ; porque a ello
se resisten la oligarquía plutocrática y el mal entendido es-
36 JOSÉ SANTOS CHOCANO

píritu de cuerpo de profesionales que se suponen despojados


de lo que estiman ellos tal vez como una aptitud exclusiva
suya y que, sin embargo, es don hecho por Dios a la con-
ciencia humana. Ya ello está fuera de discusión en la teoría
penal y en la práctica de todos los países verdaderamente
democráticos .
Es absurdo que se niegue aptitud para elegir a sus jue-
ces, a los mismos a quienes se les reconoce para elegir a sus
legisladores. Todo depende de la seguridad en el sufragio ; y
de que se abandone el sistema de la elección cuantitativa
para emplear el de la selectiva y funcional ; ello es recomen-
dado por máximas autoridades desde hace más de setenta
años, para todas las prácticas del sufragio popular.
Más absurdo es todavía entre nosotros el que se conside-
re impropia del Jurado la apreciación de delitos al alcance.
de todas las conciencias y se le haya sometido con éxito sa-
tisfactorio, desde hace tanto tiempo , la de los delitos de im-
prenta, que requieren, más que cualesquiera otros , una pre-
paración especial para ser justamente apreciados .
Como si no bastara tal absurdo, son los mismos jueces
quienes quedan, por el incalificable sistema que se ha adop-
tado en el Perú, obligados a sentirse desposeídos de su pro-
pia investidura y a emitir votos de conciencia, esto es, a ac-
tuar como jurados . Pretender que un juez se olvide de que es
juez para apreciar lo que se supone un delito, resulta tan in-
genuo como pretender que un sacerdote se olvide de que es
sacerdote para apreciar lo que se supone un pecado ... " El
hombre es un animal de costumbres ", dijo el sabio . Un Jurado
compuesto por jueces--que deben independizarse del Código
y prescindir de toda jurisprudencia para apreciar en sentido
sólo de equidad y responder con criterio de conciencia exclu-
sivamente las cuestiones de hecho-escapa a la normalidad
establecidas por las costumbres en la naturaleza humana.

Aparte de ser el doctor Mariano H. Cornejo una autori-


dad en la materia, a quien ni sus enemigos políticos se atre-
ven a discutírsela , tiene en mi caso el título especial de haber
sido el autor del Código de Procedimientos conforme al cual
ha debido juzgárseme ; propuso el doctor Cornejo la institu-
ción del Jurado ; pero tuvo que acceder al ensayo candoroso.
EL LIBRO DE MI PROCESO 37

de encargar a los propios jueces la emisión del voto de con-


ciencia para salvar de las arremetidas sectarias todas las
otras ventajas de su proyecto noblemente inspirado . He aquí,
ahora, cómo aprecia el doctor Mariano H. Cornejo los proce-
dimientos conforme a los cuales debí ser juzgado , de atener-
se al espíritu y la letra del propio Código de que él fuera el
autor.
Con fecha 4 de mayo de 1926, me escribe, de París, carta
que dice en su texto principal :
"Cuando llegó la noticia del incidente que tuvo usted, creí
recibir en el correo siguiente la noticia del juicio y la inevita-
ble absolución. Han pasado los correos y los meses y no llega
noticia alguna respecto a su juicio. No me explico esto , por-
que el máximo del tiempo que concede el Código para la ins-
trucción es de setenta y cuatro días.
Yo me vanaglorio de haber redactado un Código que pres-
ta en el procedimiento todas las garantías imaginables para
la defensa. Lo único que falta es el Jurado , que la ignorancia
de los unos y el prejuicio atávico y caduco de los otros obligó
a detener, confiando al Tribunal todos los procesos. Pero así
y todo, yo no puedo creer que con el Criterio de conciencia
que ahora existe, sea dudoso que el hecho suyo no se inscriba
entre los actos exentos de responsabilidad por las circunstan-
cias que lo rodean.
La prolongación de la instrucción es para usted la prolon-
gación de una falta de libertad , que constituye una pena, y
que voluntariamente le imponen quienes tratan el asunto
como sometido al antiguo insensato procedimiento . "
El juez instructor violó todos los preceptos del Código de
Procedimientos : hube de recusarle y se desestimó mi recusa-
ción . Si el autor del Código de Procedimientos conociese to-
das las violaciones que el juez instructor hizo de dicho Có-
digo, se horrorizaría de que la recusación hubiese sido des-
estimada ; pero se explicaría más claramente la determina-
ción a juzgarme no con criterio de conciencia , sino con crite-
rio de interés político .
Con fecha posterior a mi sentencia , el doctor Cornejo es-
cribe a otra persona carta, a que pertenecen los párrafos que ,
sin comentario, voy a transcribir :
"Ningún Jurado, ninguno absolutamente, habría dejado
de absolver a Chocano . Era cosa imposible que un Tribunal
peruano lo absolviese. Se necesitaría un Tribunal de eminen-
38 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cias jurídicas capaz de sobreponerse al prejuicio legal y de


usar del criterio de conciencia. ¡ Leyendo la sentencia , usted
ve que el Tribunal juzga (todavía equivocadamente ) con cri-
terio estrictamente legal ! ¡ No cree que se han llenado las
condiciones de la defensa ! Dejando este punto explicado ad-
mirablemente Dulanto, uno se asombra de que no entienda el
Tribunal que salir de esas condiciones es la esencia del crite-
rio de conciencia . El voto de las cuestiones de hecho es con-
pletamente libre. El criterio jurídico se aplica sólo para de-
ducir del voto de hecho- la condenación o la absolución .
¡ Ojalá que la Suprema lo entienda !
Jamás-aunque se lo mande la ley-, jamás un Tribunal
peruano juzgará a conciencia . Eso bastaría para demostrar
que el Jurado es más necesario en el Perú, por falta de cul-
tura jurídica, que en ninguna parte. "
Con fecha 13 de octubre, me escribe el doctor Cornejo
carta directa, finalmente, en que me dice así :
"Ha sido usted víctima del espíritu tradicional inherente
a los jueces letrados , que no logran entender que el criterio
de conciencia los independiza de la ley penal y tiene ese obje-
to en casos excepcionales. Hacer depender la sentencia de si
un disparo se hizo durante la lucha o algunos segundos des-
pués, es un casuismo que revela la necesidad del Jurado. La
psicología, a medida que aumenta sus observaciones y expe-
riencias, nos demuestra que los motivos actúan inconsciente-
mente no sólo segundos , sino horas después . El acto suyo no
pierde su carácter eminentemente defensivo, cualquiera que
hubiera sido el momento en que se realizó. "
No puede quedar mejor demostrada la manera cómo el
Tribunal faltó a lo preceptuado por el Código de que fuera
autor el doctor Cornejo . El Jurado se impone como una ne-
cesidad cada vez mayor, como se impone la necesidad de re-
formar la organización del Poder judicial , colocándolo lejos.
del radio de las influencias políticas. Estas influencias son las
que han impedido hasta ahora la institución del Jurado en
el Perú y son las que han determinado mi sentencia .

Sólo las influencias políticas pueden explicar una senten-


cia condenatoria a pesar de que se reconoce que en mi caso
"cualquiera hubiese hecho lo mismo " y a pesar de que mis
EL LIBRO DE MI PROCESO 39

jueces son incapaces de la indignidad de declarar que, con un


arma en el bolsillo, se dejarían abofetear y golpear impune-
mente...
Sólo las influencias políticas pueden explicar el que en una
sentencia judicial aparezca el calificativo de "indiscutible "
aplicado a la afirmación del director de "El Comercio", y
esto a pesar de que el criterio expuesto con anterioridad y
después sostenido por los médicos legistas, que hicieron la
autopsia del cadáver, fué científica y constatadamente con-
trario……
Sólo las influencias políticas pueden explicar el que a la
afirmación de un testigo de cargo, cualquiera que él sea, se
le dé más valor que a la afirmación en descargo hecha por
los tres funcionarios de policía, sin cuya acción no hubiese
yo comparecido ante el Tribunal a responder del supuesto
delito .
Sólo las influencias políticas pueden explicar el que por
pretender yo tomar la palabra para descubrir la falsedad
de mi delator, el fiscal, lleno de ira y olvidándose de la sere-
nidad impuesta a la representación del Ministerio Público ,
se desatara en improperios contra mí.
Sólo las influencias políticas pueden explicar el que, apro-
vechándose de la ausencia de algunos de sus miembros de
verdadera integridad, la Corte Superior, capitaneada por
los ex ministros " neo-godos " que hay en su seno , se solida-
rizase sin necesidad y en sala plena, con los insultos del
fiscal...
Sólo las influencias políticas pueden explicar el que se pri-
vara al pueblo trabajador de asistir a las audiencias del
juicio oral, exigiendo tarjetas de entrada repartidas cuidado-
samente por uno de los miembros " neo-godos", encargado de
la Presidencia interina de la Corte, dando con ello motivo
para mis diversas frases de protesta ante la concurrencia
numerosísima que siempre me esperaba a las puertas del
Palacio de Justicia : "Se encierran a acusarme en camarilla
y dejan afuera a la opinión pública. " " Conmigo están los
hombres que tienen callos en las manos y contra mí los que
los tienen en el corazón..."

Hay que reformar la organización del Poder Judicial y


hay que instituir la práctica democrática del Jurado .
40 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Para que no se crea el que en tal sentido quiero explotar


lo excepcional de este proceso , cumplo con señalar , entre los
graves atropellos al mismo Código de Procedimientos , el lla-
mado Proceso Dittman, que siguió en el juicio oral inme-
diatamente al mío , y que clamando está por el Jurado , des-
pués de cinco años de tardanza en formulismos ineficaces,
respecto a un motín popular en que se realiza una muerte,
cuya responsabilidad se carga en cuenta a un solo hombre,
a quien no se ha identificado cumplidamente todavía , sin
embargo de haberse tenido que poner en libertad a otro acu-
sado en el mismo proceso que, también sin identificación,
hubo de sufrir sólo a mérito de ello largos años de prisión
increíble...
En la edición de la tarde del 12 de mayo ( 1927) , El Sol
da una noticia y hace un comentario, que es interesante
recoger :
"Un sujeto que mató a su amante en un rapto brutal ,
pero humano , de pasión, ha sido condenado ayer a quince
años de Penitenciaría , como antier fuera castigado un ebrio
con la misma pena.
"Mientras no se reforme el mecanismo funcional de nues-
tros Tribunales Correccionales, dará el Perú el espectáculo
ante los otros pueblos de país retrasado en la Ciencia Penal .
La reacción, por eso, se impone. Una adaptación de la Ley
al ambiente produciría los saludables frutos que necesita la
nacionalidad para destacarse como pueblo avanzado y culto. "
Ya no como prueba de la necesidad de reformar los
Tribunales Correccionales-sustituyéndolos con los Jurados,
según funcionan éstos , por ejemplo , en Colombia o en Mé-
xico , sino como prueba de la necesidad de reformar el
funcionamiento de todo el Poder Judicial, denuncio en públi-
co la monstruosidad que se está cometiendo actualmente
con un hombre de humilde condición, alojado hace años ya
en la celda número 290 de la Penitenciaría Nacional. Nati-
vidad Panta y Junco se llama este preso . Fué condenado
a doce años de Penitenciaría en el Tribunal Correccional de
Piura , por el delito de homicidio cometido en la persona de
Ismael Castro . Protestando siempre su inocencia , el acusado
interpuso recurso de nulidad ante la Corte Suprema ; pero
ésta declaró el no haber lugar, confirmando así la sentencia
de doce años de Penitenciaría. A los cinco años de estar preso
Panta , el verdadero autor del homicidio se jacta pública-
EL LIBRO DE MI PROCESO 41

mente de ser tal ; y la familia del occiso se presenta denun-


ciando al culpable y pidiendo la libertad del inocente . Por
simple error de trámite, la Corte Suprema se niega a la
revisión de la sentencia (mayo de 1925) , aunque deja como
un verdadero sarcasmo-" a salvo " los derechos de este ino-
cente, abandonado de todos, que desde hace siete años está
padeciendo prisión por un delito que no ha cometido , sin que
ningún abogado de la Junta de Patronato , ni nadie se haya
preocupado de conseguir que el Fiscal cumpla con pedir la
referida revisión o de que concluya de cualquiera manera tal
monstruosidad, hasta que yo , enterado casualmente de ella ,
me he empeñado desinteresadamente (7 de julio de 1927)
en redimir así una de las innumerables víctimas de nuestra
mala organización judicial. Hay que anotar que según me
ha informado respetable funcionario de la Penitenciaría-no
es éste el único, sino que han ocurrido ya muchos casos se-
mejantes...

La Justicia es la base de la buena organización de un


pueblo ; y así en Inglaterra-cuyo título de mayor cultura
nó ha impedido el que se adopten sus demás instituciones de-
mocráticas para la vida política de nuestra América desde
la independencia, que de otra suerte carecería hoy mismo de
razón de ser es la administración de la Justicia el cimiento
en que reposa la organización total, imponiéndose como
práctica ejemplar la del Jurado , sin trámites inútiles, sin
papel sellado ni especial de oficio, sin protocolos notariales,
sin Códigos de ninguna clase , sin otro Derecho que el con-
suetudinario, sin otra Ley penal que la voz de la conciencia ,
mientras que los pueblos retrógrados siguen oprimidos bajo
los privilegios de casta de que en ellos gozan todavía , como
en Jerusalén y en Bizancio, leguleyos, curiales, escribas , rá-
bulas y fariseos.

NOTA. Al cerrar el capítulo sobre la " Realidad Política"


de mi proceso resulta indispensable, para mejor inteligencia
de todo lo ocurrido, hacer saber que el apellido de Elmore ,
en sus diversas ramificaciones y comprendidos sus más leja-
nos parentescos, figuró permanentemente en las filas de la
oligarquía plutocrática del Perú , conocida antes con el nom-
42 JOSÉ SANTOS CHOCANO

bre de Partido Civil , dueño o interventor que fué de los Po-


deres públicos, salvo brevísima interrupción, durante medio
siglo- hasta el 4 de julio de 1919-y del cual sólo es una
degeneración el actual grupo de los llamados " neo-godos ",
con muchas raíces aún en el Poder Judicial.
Así también interesa ofrecer, como una demostración
más de la "Realidad Política" de mi proceso , las insospe-
chables referencias del Sr. Dr. D. Gerardo Balbuena, actual
Decano del Colegio de Abogados , respecto al caso de su
defendido el Sr. D. Alfredo Mastrókalo , que no buscado de-
liberadamente para ello, como yo lo fuí en el local del Mi-
nisterio de R.R. E.E. , etc. , sino que agredido a puñadas, en
disputa repentina , por el Sr. D. Rafael Muro , de cierta su-
perioridad física-igual a la de mi agresor sobre mí-, hizo
varios disparos de revólver (yo, voluntaria o involuntaria-
mente, uno solo ) , hiriendo a su contrincante, que , a conse-
cuencia de las heridas, falleció antes de transcurridas las
veinticuatro horas (agosto de 1916) . No se probó que el señor
Muro hubiese sido el primer ofensor o provocador de pala-
bra, como se probó que mi agresor sí lo fué. El Sr. Mastró-
kalo quedó finalmente declarado por los Tribunales de Jus-
ticia libre de toda pena.

APARIENCIA IDEOLÓGICA

Nunca precié de ideólogo, ni menos fuí propagandista


de las opiniones que sólo cuando se me obliga a ello suele
exponer, sin tratar de imponérselas ni siquiera de recomen-
dárselas a nadie. Nunca realicé labor en sentido gregario de
ningún género, por lo que a mis ideas se refiere sobre política,
ni aun sobre literatura . Mis ideas se han ido formando, desde
hace veinticinco años , con el conocimiento personal de los
pueblos y de la naturaleza de nuestra zona tórrida ; y desde
entonces, mi individualismo es tan sincero, que no pertenezco
a ningún cuerpo colegiado de carácter político , ni aun de
carácter literario . Nada hay que esté más reñido con mi
EL LIBRO DE MI PROCESO 43

temperamento personal y con mis propias ideas en todo orden


de cosas que el proselitismo. A nadie quiero catequizar, a
nadie quiero orientar, a nadie quiero enseñar nada ; y así
cuando Gabriela Mistral me envió su libro con dedicatoria
exagerada, en que llegaba hasta llamarme el " maestro de
todos ", yo me apresuré a rectificarle sinceramente, en el
sentido de no pretender más que ser maestro de mí mismo.
Siendo esto así, yo no me explico el empeño por hacerme
pensar en tal o cual sentido y por hacerme proceder de tal
o cual manera. Si yo jamás ni siquiera me he tomado el tra-
bajo de recomendarle a nadie mis ideas, creo tener el derecho
de no permitirle a nadie el imponerme las suyas . Yo no in-
sultaré nunca a quien crea inaplicable para el buen gobierno
de la América tropical la ideología de Nietzsche ; pero me
parece increíble que se me insulte por que yo no crea in-
aplicable la de Tolstoi. ¿ Qué repercusión tan enorme es ésta
que se pretende dar en la vida política del Continente a la
palabra de quien no es un ideólogo ni mucho menos un pro-
pagandista? ¿Acaso por el obstáculo que ofrece mi opinión
personalísima no puede seguir su curso la contraria opinión ,
que es muy probable que mejor consulte los intereses colec-
tivos de nuestra América ? ¿ Acaso yo impido el triunfo de
las doctrinas de los que, por estar en lo justo, menos debie-
ran preocuparse de los que como yo están en el error, pero
no lo propagan, sino que se concretan a exponer lo que pien-
san sólo cuando se ven obligados a ello? No cabe duda de
que cuanto mayor es el encono a este respecto contra mí ,
resulta más sospechoso .
No soy ni quiero ser más que un poeta, que no cree que
la Belleza deba estar subordinada a ningún interés terreno
por respetable que éste parezca, ya que la emoción estética
es la única que eleva al hombre sobre todas las preocupa-
ciones de su vida animal. Cuando se da extraordinaria im-
portancia, por ideólogos o propagandistas contrarios, a lo
que dice sobre valores de formación o de relación , de econo-
mía o de política , sin ningún plan ideológico ni menos de pro-
paganda, un poeta que no tiene ni quiere tener otro título
que el de tal, claro está que así tiene que ser o porque lo
que dice el poeta en voz alta es la verdad reconocida y con-
fesada por los demás en voz baja, o porque la opinión de un
solo poeta al respecto vale por la de todos los ideólogos y
44 JOSÉ SANTOS CHOCANO

propagandistas que lo atacan, cuanto más encarnizada más


sospechosamente...
Interesa por eso exponer sin demora la opinión mía que
hubo de originar, desde marzo de 1922- ya que posterior-
mente no tuve por qué ni para qué decir una palabra más-
la tempestad de insultos con que ideólogos y propagandistas
me vincularon a la opinión que expuso , por su parte, Leo-
poldo Lugones en diciembre de 1924. La opinión mía es, en
resumen, la siguiente : "Sólo hay dos formas de gobierno :
el gobierno de la fuerza y el de la farsa . En nuestra América
tropical tiene que escogerse entre el gobierno de la fuerza
organizadora y el de la farsa organizada . Cada uno simpatiza
con el que más se acomoda con su temperamento ... Esto es
lo que yo juzgo la realidad : cuanto se aparta de ella me
parece candorosa utopía. Hay que decidirse por todo , menos
por el ridículo. "

El ex ministro del presidente Obregón y ex candidato a


la gobernación del Estado de Oaxaca, licenciado José Vas-
concelos-intelectual desconocido en América antes del des-
empeño de sus funciones oficiales-, me había mandado hacer
el ofrecimiento de erigirme una estatua, en mayo de 1924,
comisionando en seguida al poeta Rafael Heliodoro Valle
para presentarme sus saludos afectuosos, en diciembre del
mismo año . Aquel ofrecimiento consta en carta, que luego
reproduciré, y esta salutación me fué hecha en presencia del
poeta J. de J. Núñez y Domínguez , secretario de la Dele-
gación de México en el Centenario de Ayacucho . Semanas
después, y sin que mediara palabra ni acto de mi parte que
no fuera ya del conocimiento del ex ministro y ex candidato,
desde antes del ofrecimiento de la estatua y de la saluta-
ción afectuosa, se desató él en improperios contra mí, en el
sagrado nombre de su credo, a la vez liberal , búdico y so-
cialista . Yo levanté, uno a uno, los cargos personales que
me hiciera y sin devolver uno solo de sus insultos-a que
luego ha incorporado otros nuevos de la calidad de " bribón ",
pícaro y demás aprendidos por él probablemente cuando
vivió en Lima del sueldo de " policía secreto " que se le pa-
saba, según puede constatarlo en los libros de la Intenden-
cia quien lo desee-me concreté a demostrarle con doce ra-
EL LIBRO DE MI PROCESO 45

zones, que hasta ahora nadie ha removido, el que sólo había


sido siempre literaria y políticamente un "farsante". Los
mismos insultos, en que parece haberse hecho un profesio-
nal muy hábil el ex ministro y ex candidato a gobernador
de Oaxaca, me obligan a protestar de que yo no le he di-
rigido , ni pienso dirigirle ninguno : sólo me he concretado y
me concreto a informar que el tal ha ganado sueldo como
"policía secreto " en Lima- lo cual, según él , no es deshonro-
so , y a hacerle el cargo formal de haber actuado como un
"farsante " en México. Así como antes, ahora estoy dis-
puesto y lo estaré siempre-a retirar el cargo formal de
"farsante" que le he hecho a José Vasconcelos , tan pronto
como aparezcan recopilados en un libro los artículos que
éste escribió en México o hizo publicar en periódicos de Amé-
rica contra Porfirio Díaz o contra Victoriano Huerta, antes
de que uno u otro hubiesen caído del Poder. Nada más fácil,
pues , que hacerme retirar presurosamente el cargo de " far-
sante": basta con recopilar todos los artículos de Vasconcelos
contra Porfirio y Huerta. Si un " farsante " fuera susceptible
de sentir vergüenza , José Vasconcelos debería sentirla de que
hubiese sido yo quien escribiera los artículos que él no supo
escribir, contra los que después ha llamado " verdugos de su
patria".

Mientras que José Vasconcelos recopila los artículos que


escribió contra Porfirio y Huerta, para publicarlos en un
libro que debería tener como apéndice la reproducción de los
elogios que mereció antes de ser ministro por parte de los que
se los han prodigado después , conviene hacer constar el que
yo no me ocupé en su persona , ni me preocupé de averiguar
su ideología , hasta que contra mi persona y en nombre de
la ideología que asegura tener, decidió él esgrimir el insulto
para llamarme la atención, ya que no lo había conseguido
semanas antes con saludos intencionados ni con ofrecimientos
de estatuas .
Puesto a averiguar la ideología en cuyo nombre me
había msultado Vasconcelos , hubo de pedírsela a todos pú-
blicamente, sin conseguir que nadie me la llegase a precisar.
Al fin alguien puso en mis manos el " Mensaje " que a
la Juventud Universitaria de Trujillo había dirigido Vas-
46 JOSÉ SANTOS CHOCANO

concelos : pude allí encontrar la ideología, por lo menos ,


que él trataba de propagar en el Perú . No necesitaba yo ave-
riguar ya nada más ... Cualquiera podía suponer que ciertos
elementos de Chile pagaban bien la propaganda : abandonar
el territorio nacional a quien lo necesitase o mejor lo apro-
vechase ; destruir las estatuas de los héroes de la resistencia,
y resignarse al despojo sufrido o al que pudiera sufrir ...
Descuento el efecto que le haría a los mexicanos , cuyo espí-
ritu de puro y por lo mismo celoso patriotismo conozco muy
bien, si yo , trepándome a lo más alto de las filosofías baratas ,
les hiciese ver que, como sobre razas y naciones debe estar el
amor a la Humanidad, lo mejor fuera cederle a los Estados
Unidos la Baja California, para que la aprovecharan, y les
aconsejase, asimismo, borrar todos los recuerdos enojosos
que pudieran mantener alejados a tan nobles pueblos ve-
cinos, destruyendo , por ejemplo, la rememorativa estatua de
los héroes niños de Chapultepec... El rastacuero que pretende
importar a nuestras nacionalidades en plena formación el
"derrotismo " de apóstoles disolventes en medio de la crisis
de nacionalidades fatigadas, sería criminal , sino fuera ridícu-
lo. Yo sé que en Chile, como en todas partes de América , los
hombres dignos de su sexo tienen que sonreír del rastacueris-
mo "derrotista".

Ya en conocimiento yo de la ideología " derrotista " pro-


pagada por Vasconcelos en el Perú y en nombre de la cual
era naturalmente que me insultaba , llegué a saber que el
ingeniero Edwin Elmore estaba en el empeño de publicar un
artículo, en que, a vuelta de provocaciones injuriosas de su
parte, se declaraba solidarizado con mi insultador y sus
enseñanzas, agregando estas retadoras y definitivas palabras:
"Entiéndase como se quiera esta solidaridad. "
Estaba yo a la sazón empeñado, sin auxilio ni encargo
oficial ni particular de nadie, en una labor espontánea y com-
pletamente desinteresada de artículos y de conferencias, es-
clareciendo y defendiendo los derechos del Perú en la cues-
tión plebiscitaria de Tacna y Arica.
Al conocer yo el reto que se me dirigía impúsose a mi
dignidad y a mi patriotismo la urgencia de increpar al re-
tador por su solidaridad con los insultos personales de Vas-
EL LIBRO DE MI PROCESO 47

concelos , hechos a distancia, y de increparle a la vez por


su solidaridad con el " derrotismo " de tal propagandista : si
lo primero era una provocación gratuita para con mi per-
sona, lo segundo era una ofensa increíble para con la patria ,
en los precisos momentos en que al pie del Morro de Arica pa-
recía renovarse la batalla entre el Derecho y la Conquista.
Responsabilidad histórica que corresponde apreciar a los
veteranos de la " Sociedad de Sobrevivientes de Arica " y
que, por razones que luego expondré, no quiero ahora repe-
tir, se agravaba de modo extraordinario en esos momentos de
lucha al pie del Morro, la solidaridad violenta-" entiéndase
como se quiera esta solidaridad "-del ingeniero Edwin El-
more con las enseñanzas de Vasconcelos , que para el Perú no
podían ser otras que las del " derrotismo " propagado por él ,
sin que tuvieran la menor importancia todas sus demás
supuestas ideologías. Por vehemente irreflexión , por mal con-
sejo, por compromiso de política interna- según lo declara
Manolito Beltroy a El Día, de Montevideo-, por " sport "
ideológico, por apetito juvenil de notoriedad , por mala suer-
te, en fin, el ingeniero Edwin Elmore se irguió , en actitud
de reto, ante mí, a hacer suyos los insultos de Vasconcelos
y los doctrinarismos que éste-claro está trataba en el Perú
de propagar.
El recuerdo de la responsabilidad histórica a que antes
he tenido que aludir, sobrevino de modo natural-dada la
agitación plebiscitaria de entonces al pie del Morro de Ari-
ca-evocado por el " derrotismo ", que resultaba la única
ideología de Vasconcelos que me podía interesar , puesto que
era precisamente la que trataba de propagar en el Perú . ¿ No
sabía tal vez el ingeniero Edwin Elmore la propaganda " de-
rrotista" que en el Perú hacía Vasconcelos ? Lamentable tiene
que ser ahora el que no lo supiese ; porque de saberlo y re-
probarlo no se hubiera solidarizado con el tal... y nada hu-
biera tampoco llegado a suceder. Ligereza imperdonable
aparece siendo la de solidarizarse con un propagandista,
hasta en sus insultos personales ; y no saber, sin embargo ,
la propaganda antipatriótica que está tratando de hacer en
el propio país .
Ajusto yo mis palabras y mis actos a la más clara lógica ;
y así como estimé que el ingeniero Edwin Elmore se soli-
darizaba con los insultos que me había dirigido a distan-
cia Vasconcelos, tuve que estimar también el que se solida-
48 JOSÉ SANTOS CHOCANO

rizaba con el "derrotismo " que éste trataba de propagar en


el Perú, por lo mismo que era absurdo suponer el que desco-
nociese esa propaganda, contenida en el " Mensaje a la Ju-
ventud Universitaria de Trujillo ", quien , llamándose literal-
mente su " discípulo ", se solidarizaba con el propagandista,
en términos que no permitía tener la menor duda al res-
pecto : "Entiéndase como se quiera esta solidaridad " ...

Hay que prestar fe, sin embargo, a la aseveración del


abogado de la parte civil y hermano político de Edwin El-
more, cuando asegurara que éste según consta en todos los
diarios , incluyendo El Comercio- le dijo , al darle cuenta de
nuestra conversación telefónica : " Lo que siento es que esto
haya ocurrido por Vasconcelos ".
Hay que prestar fe, asimismo, a la lectura hecha en el
juicio oral de cartas íntimas y de artículos publicados , aun-
que en periódicos, desgraciadamente , de escasa circulación,
por lo que se viene a saber que la verdadera ideología de
Edwin Elmore , lejos de ser " derrotista " era " nacionalista" y
hasta " militarista " o " bélica ", según la inspiración patrió-
tica que hubo de encontrar en la arenga del mariscal Cá-
ceres al Ejército en el aniversario de Tarapacá.
Hay que prestar fe, por último, a la declaración solemne
hecha por el abogado de la parte civil y hermano político
de Edwin Elmore, refiriéndose a éste con palabras muy sig-
nificativas, que hubo de recoger cuidadosamente El Comer-
cio: "Cuando en campaña reciente sobre sus ideas america-
nistas se dirigió a la República Argentina y al Uruguay, no
quiso detenerse en Chile ni un momento ; pasó por allí sin
dejar huella . ¡ Exhíbase un solo acto de Elmore manifestan-
do ideas de confraternidad con Chile ! No se podrá en-
contrar."
Falso , pues, de toda falsedad que Edwin Elmore fuese ,
como por probable " sport " ideológico se había enfática-
mente proclamado, " discípulo "-y mucho menos " candoro-
so" del propagandista Vasconcelos.
Recuerdo yo -y así lo hice constar también en el juicio
oral que en 1922, a propósito de mi publicación sobre Las
Dictaduras organizadas, Edwin me llamó la atención a la
página 3 de un folleto suyo titulado El esfuerzo civilizador,
EL LIBRO DE MI PROCESO 49

en que se lee lo siguiente: " Los únicos caudillos hispanoame-


ricanos que merecen respeto son García Moreno y Porfirio
Díaz." Aunque simple efecto de la lectura de Nuestra Amé-
rica, por Bunge, tal afirmación del ingeniero Elmore riñe
con el violento " antiporfirismo ” de que el propagandista Vas-
concelos hace gala.
Si no era, pues, con el " derrotismo " que propagaba en el
Perú, ni con el " antiporfirismo" que sostenía en México, de-
claro que no puedo saber con qué suerte de ideas del tal
Vasconcelos se había solidarizado el ingeniero Edwin Elmore
Letts. Lo que resulta, en efecto, es que la apariencia ideo-
lógica queda completamente desvanecida : Elmore no estaba
solidarizado con Vasconcelos, no por lo que se refería al
Perú, ni por lo que se refería a México. Lamentando yo el
no haberlo sabido antes, por lo que al Perú se refería, me
explico ya la sinceridad con que familiarmente hubo de con-
fesar Elmore : "Lo que siento es que esto haya ocurrido por
Vasconcelos ". Yo, por mi parte , lo que siento es haber tenido
que increpar por teléfono a Elmore, engañándome con la
apariencia ideológica de una solidaridad que, como se ve,
no existía.

A mí no me podían interesar del propagandista Vascon-


celos más que las ideas que propagaba en el Perú, averi-
guando, cuando mucho, si también las propagaba en México.
Esto era todo. Candorosos jóvenes suelen hablar aquí o
allá de la ideología de este propagandista : ni conozco esa
ideología ni me interesa conocerla . Algo más : confieso que,
por fuerza de los insultos personales que me dirigiera, repa-
ré en tal y leí sus artículos , con ser éstos soporíferos y poco
gratos para los que tenemos algún gusto y no estamos acos-
tumbrados a leer sólo periódicos . Cuantos más artículos he
leído del propagandista Vasconcelos , todos ellos de estilo
bastante ramplón, así aparezcan recopilados en gordos volú-
menes con títulos grandilocuentes y engañosos, menos he
llegado a saber yo su supuesta ideología : por manera que,
como he dicho, ni la conozco ni me interesa conocerla , dado
lo inútil que al respecto ha sido y sería seguramente todo
esfuerzo por mi parte. Para unos él es un " comunista " ; para
4
50 JOSÉ SANTOS CHOCANO

otros es un " budista " ; para otros es un " demócrata liberal " ;
para mí, por lo mismo , es solamente un " farsante ".
No se necesita decir que un solo artículo de Antonio Caso
-por ejemplo : Cristianismo y Nacionalismo "-vale por todos
los deshilachados artículos del propagandista Vasconcelos.
Sí se necesita decir-para referirme sólo a intelectuales ar-
gentinos-que, con varios matices distintivos entre sí, Leo-
poldo Lugones es " individualista ", Alfredo Palacios y Ma-
nuel Ugarte son " socialistas ", Ricardo Rojas y Arturo Cap-
devila son " nacionalistas " ; y todos ellos tienen una ideología
clara y definida , que , por sincera, merece los respetos de quie-
nes no la tienen. ¿Cuál es la ideología que profesa el propa-
gandista Vasconcelos y en nombre de la cual nos insultara
a Lugones y a mí ? Resulta inútil preguntar por ella.
Al Perú le recomienda pulverizar las estatuas de sus
héroes y no disputar con nadie territorios , que pueden otros
necesitar o aprovechar mejor. A Cuba le recomienda mante-
ner vivo el culto de los héroes y no ceder a nadie una sola
pulgada del territorio nacional.
Unas veces dice al Perú textualmente, con suma origina-
lidad y elegancia : " Sólo las almas de molusco viven apega-
das a la roca de la patria ". Otras veces repite al Brasil como
ejemplar la frase de Cuauhtemoc : "No quiero ir al Paraíso
si allí van los enemigos de mi patria".
Lo mismo sostiene que Tolstoi acabó para el gobierno de
los pueblos " con el mito del Genio", como proclama , en el
primer número de su periódico La Antorcha, en calidad de
mejor gobierno el que llama, mitad en latín, mitad en griego,
"Geniocracia".
Ya abomina de los procedimientos de la violencia contra
la violencia, va le habla a Romain Rolland de su inconfor-
midad con los métodos de Ghandi...
Con la misma vehemencia que tiene para gritar , desde
las páginas de La Nueva Democracia, de Nueva York :
" Reneguemos del latinismo ! ", sostiene en su Conferencia
de Washington sobre " La educación de México " la doctrina
precisamente contraria :
"En nuestra gran región del mundo , en la bendita Amé-
rica latina , tenemos la obligación de forjar una nueva ex-
presión del espíritu latino ..."
En Washington afirma enfáticamente la necesidad natu-
EL LIBRO DE MI PROCESO 51

ral y aun el designio providencial de las diferencias de raza,


según son sus palabras :
"El sentimiento racial procede de hondas diferencias es-
pirituales y acaso obedece a los designios profundos de la
Providencia, que hace diferentes a los hombres para multi-
plicar y enriquecer la expresión del alma humana. "
En Madrid preconiza , por lo contrario, nada menos que
la refundición de blancos , indios , chinos y negros, en una in-
teresante mezcolanza, que él llama grandilocuentemente :
"Raza Cósmica ".
Resultaría gravemente ofensivo suponer que alguno de los
cinco intelectuales argentinos que he citado fuera capaz de
patrocinar todas estas contradicciones , que sólo pueden consti-
tuir la ideología de un " farsante ".
¿ Quiérese más ? Uno de los escritores que se dice dis-
cípulo del propagandista Vasconcelos, ha asegurado bajo su
firma-Lucas Oyague- lo siguiente : "Vasconcelos , por lo que
se refiere a su ideario político, se acerca al budismo ... " El
joven comunista Raúl Haya de la Torre reconoce y proclama
maestro doctrinario suyo a Vasconcelos, a quien presenta
como un partidario o como un simpatizador de la Dictadura
del Proletariado. Gabriela Mistral, cuya autoridad no
discutible, ha dicho en El Mercurio, de Santiago de Chile-y
con grandes letras-que Vasconcelos tiene como ideología la
de la "Democracia con libertad, siendo así anticomunista ".
Ya se ve, pues, que el propagandista Vasconcelos da para
todos los gustos ... Budista, revolucionario y burgués . Esto
es no lo que digo yo , sino lo que dicen amigos del propio
Vasconcelos , tan insospechables como Lucas Oyague, Raúl
Haya de la Torre y Gabriela Mistral.
Por lo que a mí toca, llego a creer que Vasconcelos tiene
también mi misma ideología : la de las Dictaduras organi-
zadoras. De otra manera no me explico el ofrecimiento de
la estatua que me mandó a hacer con Raúl Haya de la Torre ,
después de frecuentar el trato luminoso de Gabriela , siendo
así que Gabriela y Haya aparecen simpatizando con mi ideo-
logía, pocas semanas después de expuesta ella en favor de
las Dictaduras organizadoras . He aquí este significativo
telegrama, que por tratarse de Gabriela Mistral he conser-
vado cuidadosamente : "Lima, 3 de julio 1922.- José Santos
Chocano. -Arequipa .- Saludámosle nombre nuevas idealida-
des sociales . Con afecto y admiración vivísima.- Gabriela
52 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Mistral, Raúl Haya de la Torre. " ¿No será Vasconcelos un


partidario en secreto de las Dictaduras organizadoras? Des-
pués del telegrama con que las nuevas idealidades sociales,
representadas por Vasconcelos, me saludan, a raíz de la pu-
blicación de mi folleto sobre Las Dictaduras organizadoras
y la gran farsa democrática, todo cabe en lo posible: lo que
no cabe en lo posible es saber , por los artículos que publica,
cuál es la ideología del tal Vasconcelos. Véase, pues, cuanta
razón tengo en decir yo que ni la conozco ni me interesa
conocerla.

Lo que inspiró al propagandista Vasconcelos, a mérito de


una de sus múltiples ideologías , el embutido de insultos que
fabricara a lo largo de su articulejo contra Lugones y contra
mí, fué el que se enterara con algún retraso de que uno y
otro éramos individualistas jerárquicos, sin que nos pudiera
interesar, por tanto, como a él, hacer prosélitos .
Para quienes con espíritu tranquilo quisieran penetrar
la significación del paralelismo ideológico que Lugones y yo
hemos seguido, desde cuando contándome entre sus cola-
boradores fundara él , acompañado por José Ingenieros , La
Montaña, en Buenos Aires, hasta el momento actual, en que
también tenemos opiniones semejantes , vendría a ofrecerse
una revelación con referencia a nuestros países, ya que él ha
actuado en el Plata y yo en los trópicos , sin mantener si-
quiera relaciones epistolares que nos sirvieran para el cambio
de ideas, desconociendo yo el curso seguido por su evolución
y él también el de la mía ; tal revelación no fuera otra que
la del por qué armonizaba lo que en Lugones era estudio con
lo que era en mí experiencia.
Estoy seguro de que Lugones no sabe detalladamente mis
opiniones, como detalladamente no sé yo las de él ; pero
ambos sí sabemos que estudio y experiencia nos han curado
de todo sectarismo. Muy acertada me parece la recomenda-
ción que hace Aquiles Tournier de que deba desconfiarse del
hombre que no ha sido sectario en su juventud , tanto como
del que lo es en su edad madura .
Sólo un espíritu vulgar, colecticio, gregario, como hecho
a conquistar el siempre fácil aplauso de las mayorías , puede
atribuirle equívocos orígenes-ya que no es otra nuestra ideo-
EL LIBRO DE MI PROCESO 53

logía fundamental-al individualismo de Elías Jiménez Rojas


y al jerarquismo de Roberto Brenes Mesén en Centroamé-
rica, para dar dos nombres de intelectuales puros e insos-
pechables ; al cesarismo democrático o bolivarismo de Lau-
reano Vallenilla Lanz en Venezuela, y al principismo tam-
bién dictatorial de Arturo R. de Carricarte en Cuba, para dar
otros dos nombres de intelectuales respetables por su cul-
tura.
A un propagandista profesional era imposible que se le
ocurriera mejor calificativo para Lugones y para mí , por
cuanto no pensamos como él, con no estar enterados de lo .
que él piensa, que el de " bufones "-si bien cortesanos, en
vez de serlo de plaza pública en son de adular como otros
sólo a la canalla-, teniendo Lugones tal ideología por “ami-
go de las comodidades " y yo por " esclavo de los placeres" ,
aquél por " miedo " y yo por "sensualismo".
Consuélanos del calificativo el comprender que para el
propagandista profesional vendría a ser un gran "bufón ",
nada menos que D. Simón Bolívar, por cuanto al pasar de
libertador a organizador hubo de proclamar la misma ideo-
logía que, sin imponerla, profesamos nosotros ahora, por
ereerła una necesidad para los pueblos todos de la América,
y especialmente de la tropical, sin extremarla-como lo hi-
ciera aquel genio-hasta la presidencia vitalicia con facul-
tad de designar al sucesor...
No hay para qué acudir a los filósofos del individualis-
mo, en busca del fundamento serio de las opiniones sobre la
ineficacia del parlamentarismo y sobre la conveniencia de
las Dictaduras organizadoras ; basta ofrecer al despecho de
los mismos, que suelen invocarlo sin conocerlo, el nombre del
fundador de la Sociología y de la Religión de la Humanidad.
¿No sería también otro "bufón" Augusto Comte? Puede es-
tarse seguro, por lo menos, de que no era un farsante. Así
es cómo sostiene en su Sistema de política positiva : " El ré-
gimen parlamentario es incompatible con la regeneración in-
telectual y moral..." Y asi es como contra el "yugo de los
parlanchines intrigantes" preconiza " el advenimiento de la
dictadura que exime a la doctrina orgánica de estar some-
tida a unas asambleas siempre dispuestas a perpetuar el es-
tado revolucionario". Tomen, pues, buena nota los " parlan-
chines" de la ideología del libertador Simón Bolívar y del
comentario que le mereciera al sabio Augusto Comte. Fácil
54 JOSÉ SANTOS CHOCANO

es ya ahora orientarse hacia las plazas públicas, en que los


"parlanchines " hacen sus verdaderas " bufonadas "....

No es del caso discurrir respecto a la impertinencia de


adoptar aquí ideologías sólo explicables sobre la base de la
"lucha por la vida ", de Darwin, y la conocida ley de Mal-
thus, aplicadas a la realidad de la superpoblación europea,
ya que nuestros países apenas son territorios casi despobla-
dos, en que sobre las voces de Darwin y de Malthus se sigue
oyendo y se seguirá oyendo por mucho tiempo todavía-
el clamor de Alberdi : " En América, gobernar es poblar. "
No es del caso tampoco resolver si, tratándose de Euro-
pa, vale más ésta o aquella ideología . Sí me parece absurdo
someter al tratamiento del insulto, ni siquiera al de la frase
más o menos apasionada, la resistencia que pudiera ofrecer-
se a la organización de hormiguero que pretende dar a la
humanidad tal o cual esfuerzo colecticio , ya que sin des-
conocer los títulos que tienen simpatizadores del movimien-
to, sean dramaturgos , sean novelistas- contrarios a él son
los máximos prestigios sociológicos del momento, como Spen-
gler y Keyserling y Ferrero y Le Bon y Freud y Rusell...
Lo que creo del caso es apreciar hasta qué punto merece
insulto la sinceridad con que unos pocos creemos que, al ré-
gimen de la farsa democrática debe reemplazar, en gran nú-
mero de los países de América , el régimen de una organiza-
ción dictatorial, claro está que con buenas intenciones y pro-
cedimientos justos , dando asimismo grandes recortes a la
bandera peligrosa por ilusiva de un iberoamericanismo que
proclama la desaparición en derecho de cada una de nues-
tras nacionalidades, como si el mismo genio de Bolívar pu-
diera ya ahora borrar cien años de realidad histórica.

Tocante a la farsa democrática, contra la que es pueril


suponer el remedio de Gobiernos teorizantes y sólo puede
resultar eficaz el ejercicio del Poder en sentido de una hon-
rada Dictadura organizadora , no hay que olvidar el que filó-
sofo tan puro como Fouillée , hace pocos años, nos clasifica-
ba entre los pueblos " semibárbaros "...
EL LIBRO DE MI PROCESO 55

No deja de ser risueño el juego de las prácticas demo-


cráticas aplicadas a unos núcleos de analfabetos en territo-
rios al través de los que la civilización, por falta de caminos
férreos o de carreteras de automóvil , viaja a lomo de acé-
mila. Cómico resultaría , sino tuviera consecuencias trágicas,
el prurito de los demagogos en nuestra América , aduladores
siempre fáciles de las pasiones y hasta de los apetitos de las
turbas ignaras.
Importa recoger lo que acaba de decir el tratadista ar-
gentino Dr. José León Suárez :
"La Prensa, de Buenos Aires, ha publicado el 4 del co-
rriente (marzo de 1927) un reportaje telegráfico al Presiden-
te Calles, que es muy sugestivo : afirma que de los quince
millones de habitantes de su país, ocho son indios puros , cua-
tro mestizos y sólo tres descendientes de españoles y otros
europeos. Agrega que casi todos son analfabetos ... Parece
que ha de ser difícil practicar con esa materia prima , sin
transformarla y prepararla previamente, siguiendo intelec-
tual y moralmente procedimientos similares a los de agrono-
mía, un sistema democrático perfecto y, por lo tanto, com-
plicado. Resulta esto mismo lleno de inconvenientes en la
Argentina, en que, sobre diez millones, ocho son de raza blan-
ca pura y el resto apenas mestizos, teniendo la inmensa di-
cha de carecer de indios y de negros , pues no alcanzan ni a
20.000 los indígenas que quedan en vías de vertiginosa des-
aparición. Igualmente es difícil en el Uruguay que, sobre más
o menos dos millones, no tiene un solo indio y cuesta traba-
jo encontrar un mestizo . ¿ Cómo no ha de ser difícil practi-
car la democracia republicana, verdadera y legítima, en los
países en donde el indio domesticado , pero envilecido por si-
glos de miseria moral y material , constituye el 70 y hasta el
90 por 100 y aún más de la población total?"
Para que se vea ahora cómo es la farsa democrática en
nuestra América, explotada en provecho de un grupo irres-
ponsable que constituye, en casi todos nuestros países , una
absurda oligarquía plutocrática, vaya la apreciación de un
escritor chileno de verdad independiente y no emparentado
ni relacionado con las familias especuladoras. He aquí lo que
dice A. Bórquez Solar:
"Nuestra constitución política asegura que Chile es una
República democrática ; pero no hay nada más inexacto . El
Gobierno es de unas cuantas familias que residen en la ca-
56 JOSÉ SANTOS CHOCANO

pital desde los albores de la nación libre, o poco después que


han recibido en herencia el feudo ; mejor aún, dignidades y
prebendas, influencias y puestos en la administración de la
cosa pública y que defienden con porfiado tesón contra el
empuje de las nuevas ideas. Tales familias, muchas de ellas
de nebuloso origen, unidas entre sí por la mancomunidad de
intereses o por los lazos de parentesco, forman como una
ciudadela inexpugnable, contra la cual el talento y la vir-
tud se estrellan y ejercen una verdadera tiranía. Para esta
oligarquía la república es Santiago. Es ella la que hace los
Presidentes de la República , los Diputados y Senadores, des-
de los Ministros de las Cortes de Justicia hasta los ínfimos
Oficiales del Registro Civil. Cuando esta cerrada uligarquía,
por un gracioso gesto, uno cada veinte años, deja entrar a
su reducto a un hombre de talento que ha tenido cierta as-
tucia y rendimientos con ella, se lo apropia de tal modo, lo
moldea tan a su gusto y se lo asimila en forma tal que al
poco tiempo ese " nuevo" está hecho oligarca de tomo y lomo.
"Lo más divertido es que estas familias dominadoras, des-
cendientes las unas de los "pelucones", y de los "pipiolos"
las otras, y de mercachifles o traficantes negreros las más ,
presumen de sangre azul y se llaman aristocracia.
"Es doloroso dejar constancia de esto ; pero mi obligación
de pensador me impide a ello, para que se remedie el mal.
"Y es esta oligarquía santiaguina el más formidable obs-
táculo para nuestro progreso político y social. Se alza como
una muralla china contra toda buena intención. Es ella la
que no quiere la instrucción del pueblo, la que le niega sus
derechos, la que lo explota de mil maneras. Es menosprecia-
dora y perseguidora del talento . Si un joven de la clase me-
dia ha logrado abrirse paso a fuerza de trabajo, de virtud y
de inteligencia, la oligarquía ve en él un enemigo y le cierra
el camino y lo sitia por hambre . En la repartición de los
puestos y honores públicos, ella toma la parte de león. Son
sus incultos retoños, viciosos y degenerados , inflados como
vejigas de viento, los que están en las mejores secciones del
Estado. Cuando se trata de proveer un empleo cualquiera y
hay un joven de talento y de varios merecimientos que as-
pire a él, al mismo tiempo que un topo imberbe de la oli-
garquía, ésta influye, hace sentir en masa su peso bruto en
el Ministerio, en todas partes , y logra la plaza para su ca-
nijo retoño.
EL LIBRO DE MI PROCESO 57

"Pero esto tiene que concluir. La misma oligarquía está


allegando el combustible para la hoguera, en la cual ha de
purificarse todo pecado y toda iniquidad. "
Lo mismo que Bórquez Solar ha dicho de la de Chile, he
dicho yo de la actual oligarquía plutocrática del Perú.
La farsa democrática en América se ofrece, así, en sus
dos aspectos , por lo que expone el tratadista argentino y por
lo que condena el escritor chileno. Según el primer aspecto,
la farsa democrática no puede ser preconizada sino por los
demagogos aduladores de la chusma ; según el segundo as-
pecto, sólo resulta en provecho de una pseudoaristocracia que
domina irresponsablemente la situación política. Así es como
desde Bolívar no hay organizador que en América no traiga
sobre sí las iras a la vez de los demagogos y de los oligarcas.
Así es como también las atraemos los que opinamos por la ne-
cesidad de las Dictaduras organizadoras ; véase cómo los
demagogos extranjeros que me atacan, no hacen más que
servir los intereses de los oligarcas de mi país.

En relación al iberoamericanismo refundidor de nuestras


nacionalidades, claro está que fué muy explicable tal idea
en la alborada de la independencia, cuando Bolívar hubo de
intentarla sin éxito ; pero después de cien años de realidad
histórica imborrable, resulta una utopía enervante, así sea
ella amparada por publicaciones de la importancia de La
Prensa, de Buenos Aires. Un iberoamericanismo a título de
defensa común, esto es, de odio al enemigo, no tiene carácter
de legitimidad ni de permanencia. Trátase de una unión me-
cánica, pero no orgánica. Si ésta correspondiera a las leyes
de la Naturaleza o de la Historia, ya que no se realizó cuando
el Genio de Bolívar invitó a ello, en cien años hubiera ido
moldeándose, en vez de que la realidad de ahora fuese, como
es, la prevención y la desconfianza, hasta el odio recíproco,
entre todos los países limítrofes de la América nuestra, con
muy raras excepciones. Antes de cuidarnos del enemigo
común, debemos cuidarnos de nuestros vecinos, que cuanto
más ligados a nosotros estén por la Naturaleza y por la His-
toria, más responsables nos son de sus propósitos y de sus
actos para con nosotros. Repárese en que no hay dos nacio-
nes vecinas en nuestra América que, en el primer siglo de
58 JOSÉ SANTOS CHOCANO

su existencia, no hayan tenido entre sí guerras o por lo menos


serios conflictos, cuyas huellas se han hecho muy difíciles
de desaparecer sinceramente. Ello es tan doloroso cuanto
verdadero .
Hay que suponer que nada simpático es para mí la intro-
misión de un país-cualquiera la raza que lo pueble—en la
vida interna de otro , ni menos que le desmiembre el territorio
o le imponga tratados impropios ; pero hay que convenir
que ello tiene que serme mucho más repugnante de realizarse
entre nacionalidades que se dicen hermanas. Mucho es lo que
podría decir respecto de la responsabilidad iberoamericana
para con los avances del enemigo común ; no tendría inconve-
niente en hacer revelaciones de cuanto he visto y juzgado de
manera directa y no por referencias ; pero no es esta la
oportunidad , que puede ofrecerme quien desee seriamente
penetrar la razón de mi advertencia, ya muchas veces re-
petida : " O disciplinarse o desaparecer ".
La mejor manera de defendernos no está en confundir-
nos , sino en organizarnos ; y una organización es tanto más
realizable, cuanto menos complicada . Diga quienquiera lo
que necesitamos más : ¿unirnos o poblarnos?
Por insospechable, conviene hacer resonar la palabra de
Antonio Caso, maestro de la Juventud Universitaria de Mé-
xico y valor intelectual colocado por encima de la política
militante. Téngase como dicho por mí cuanto dice él :
"Nos parece muy plausible el entusiasmo que se advierte
por todas partes, en América y en España, hacia la consecu-
ción del ideal de la raza hispanoamericana . Nada más na-
tural, nada más noble ; pero debemos no olvidar los mexica-
nos que la patria es primero que la raza , como la raza es
primero que la Humanidad. Es decir, la mejor manera de
servir a la raza es ser buen patriota ; el mejor modo de servir
a la Humanidad es trabajar por la raza. La patria es una
realidad, como el individuo, como la familia ; la raza, un
ideal como la Humanidad. Desconfiad de quienes querrían
poner sobre el dolor secreto y palpitante de una patria el
amor a una raza hipotética ; desconfiad sobre todo de quienes,
haciendo alarde de falso humanitarismo, declaran renegar
de su patria. Los ideales , como todas las cosas , pueden ser
buenos o malos . Tan deplorable es quien limita su horizonte
y lo cierra a cuatro palmos de su nariz como quien por en-
sancharlo sin medida alcanza a disolver, en incolora vague-
EL LIBRO DE MI PROCESO 59

dad, la imperiosa urgencia de las cosas más próximas que


Dios nos puso a la mano para que las defendiésemos nos-
otros mismos. Él, en su misericordia infinita, las tiene bajo
su omnipotencia. Sobre todo hay que amar, como Ulises, las
veredas del terruño y el humo que acaricia los techos del
caserío de Ithaca ; porque sólo se debe amar a la raza en
cuanto que prolonga la patria y la hace mayor y mejor ; y
en cuanto al prolongar a la patria, nos solidariza con todas
las gentes. En un conflicto imposible entre México y la raza
hispanoamericana, preferiremos a México , porque los ideales
que destruyen la realidad no merecen ese nombre, sino más
bien el de irrealidades monstruosas . "
Creo yo que opinión tal de Antonio Caso que no es
otra que al respecto la mía- merezca ser tratada con argu-
mentación que sea distinta al uso fácil del insulto.
No hay que olvidar el que José Ingenieros , en la Sociolo-
gía Argentina (pag. 76 de la 7.* edición, 1918 ) , consignaba las
siguientes palabras, en relación al imperialismo : "Es inútil
manifestar simpatía o aversión hacia él, rendirle homenaje
o cubrirle de invectivas. La evolución es sorda a las loas
y a las diatribas de los apóstoles : entreabre su secreto a los
estudiosos, sin permitirles que la contraríen. "
Explícase de este modo el sentido de la aseveración de
Lugones, con que también estoy de acuerdo : "La mejor ga-
rantía común en América es que cada país se organice y
progrese del mejor modo posible ... Así, bajo su aparente
egoísmo, será más y mejor americanista el país que más
y mejor progrese por cuenta propia, sin reatos negativos , ni
protestas de fraternidad fracasadas de antemano en lo im-
posible."
Permítaseme agregar, finalmente, dos observaciones de
importancia práctica . Los países más próximos a la organi-
zación, como Costa Rica, se mantienen inmunes aun en medio
del peligro : éste no amenaza ni aun a aquellos países que
aparecen disciplinados, como Nicaragua bajo el gobierno de
Zelaya. La fraternidad racial, que del patrimonio común de
lengua y religión pretende deducir motivos superiores al sen-
timiento de nacionalidad es, en efecto, tan inferior y aun
tan extraño a él, que Suiza es un admirable ejemplo de cómo
la Naturaleza y la Historia hacen una nación inconfundible
con pueblos de distintas razas , que hablan distintas lenguas
y profesan distintas religiones.
60 JOSÉ SANTOS CHOCANO

El verdadero iberoamericanismo está en madurar la sen-


tencia biológica : "O disciplinarse o desaparecer. "

La única realidad ideológica en el choque personal entre


el ingeniero Edwin Elmore y yo, ha sido, pues, la mía ; ha
quedado ella expuesta por un tratadista argentino , por un
escritor chileno y por un verdadero pensador mexicano.
En el juicio oral quedó bien demostrado por el aboga-
do de la parte civil y hermano político de Edwin Elmore,
que éste no tenía solidaridad efectiva de ningún género
-fuera de la de los insultos a mí- con el propagandista
Vasconcelos. A este respecto, sólo se ha tratado simple-
mente de una encubridora apariencia ideológica, debajo
de la que ha prosperado la realidad de un interés de política
militante en provecho de la oligarquía plutocrática de mi
país.
Para patentizar la armonía de mis tres únicas actuacio-
nes, a propósito de la abominación que de ellas hacen los
que se llevan por las apariencias y no penetran en las rea-
lidades , debo yo hacer constar que en México laboré contra
los llamados " científicos"-cuya alta mentalidad es de jus-
ticia reconocer , en Guatemala contra los llamados " cachu-
recos" y en el Perú contra los llamados "neo-godos ", esto es,
en cada uno de los tres países contra la respectiva oligar-
quía plutocrática. Demostrada como ha sido, con citas de
sus propias opiniones siempre contradictorias, la farsa “ ideo-
lógica" del reclamista Vasconcelos, no vale la pena decir ya
sobre ella una palabra más.

Interésame anotar el que la libertad me ha sido devuelta


en los precisos momentos en que el caso de Nicaragua hace
saber el precio con que siempre se paga en los trópicos la
indisciplina contra las dictaduras organizadoras, como trató
de ser la de José Santos Zelaya, y en los precisos momentos
también en que el caso de Tacna y Arica patentiza la farsa
del iberoamericanismo político, ya que no hay una sola voz
de Institución importante que pida, ni siquiera recomiende
la devolución a cada quien de lo que es suyo y ya que la
EL LIBRO DE MI PROCESO 61

unidad racial, de actores contrapuestos y de testigos impa-


sibles, recarga con agravantes hasta de fratricidio continen-
tal , las responsabilidades de una situación legitimada por el
silencio egoísta de todos, y sin cuyo esclarecimiento, sin
embargo, sólo la indignidad y la cobardía pueden suponer
asegurada la paz del porvenir en Sudamérica.

Sépase, finalmente, que las ideas sobre política tropical


expuestas por mí, sólo cuando se me han solicitado, fuéronlo
la primera vez en Conferencia pública dada en Madrid, a
invitación de la Unión Ibero-Americana, en el año de 1907 ;
no han estado, pues, subordinadas a mis actuaciones poste-
riores en nuestra América , sino que éstas han sido lógica
consecuencia de aquéllas . Desde hace veinte años , profeso
las mismas ideas ; porque creo en la necesidad para nuestra
América de una política no de idealidades ficticias, ni de
principios abstractos , sino de realidades positivas.
Mientras ciertos abogados , ciertos periodistas y ciertos
universitarios propagan en nuestra América sistemas de po-
lítica romántica, cuando no política metafísica y hasta mís-
tica, ciertos poetas-tal vez en razón de que poseemos la
facultad apolínea de penetrar en el sentido oculto de las
cosas, junto con la de la videncia de lo porvenir-hacemos
saber, sin ningún interés militante , nuestro credo en la ne-
cesidad de una política biológica , que sacrifique los valores
de relación a la urgencia vital y atienda a la preparación
material de nuestros países y a la disciplina- base de toda
educación de nuestros núcleos de población hoy incipien-
tes , caracterizando éstos con rigor nacionalista dentro de
molde férreo, en que puede venir a vaciarse , en el discurso
de los tiempos, la corriente inmigratoria de la superpobla-
ción europea, que será la que sirva para fundir la personali-
dad definitiva de una América del Sur-acaso hasta mejor
que la del Norte con el derecho natural a ser libre por
bien organizada , pero también con la obligación de renun-
ciar desde ahora a darles a los pueblos en simple desorgani-
zación el título protector de pueblos débiles-siempre respe-
tables , ya que debemos acordarnos de que la Biología no
62 JOSÉ SANTOS CHOCANO

les reconoce el derecho a la vida, sino únicamente a los or-


ganismos sanos.

NOTA.-Para que se aprecie, sin lugar a dudas, este ca-


pítulo sobre la "Apariencia ideológica", con que se encu-
brió la realidad política de mi proceso, basta reproducir la
declaración terminante que el Abogado de la parte civil y
cuñado del ingeniero Edwin Elmore Letts recogió cuidado-
samente de los labios de éste, como puede leerse en la pági-
na 11 del folleto de su Informe oral, minutos antes de la
agresión de que fuí objeto : " ... Se trata de una cuestión per-
sonal y no de una cuestión doctrinaria. " Como se ve, ya aho-
ra claramente, según la declaración del propio Elmore , el as-
pecto ideológico que se ha querido dar a la explotación de
su cadáver, por Vasconcelos y otros , es , pues, también sólo
una farsa.

ANEXOS

A LA "REALIDAD POLITICA " Y A LA "APARIENCIA


IDEOLOGICA"

El abogado de la Parte Civil y hermano político de Ed-


win Elmore dijo en el juicio oral, con referencia a mí, se-
gún las palabras recogidas por la versión taquigráfica de
los diarios, incluyendo El Comercio, lo siguiente :
"... Habla de derrotismo, habla del Presidente de la
República. Desde el primer momento, el matiz político de
la cuestión. ¡ Qué cobardía ! " Gran cobardía es, en efecto,
mezclar impunemente, como luego se verá, en un asunto
EL LIBRO DE MI PROCESO 63

impropio, a quien en él no ha debido ser mezclado por nadie.


"¿Cuáles fueron los antecedentes ? Una campaña en favor
de Vasconcelos , que dice que se hizo con carácter político. No,
señores. Estas son artimañas de última hora ... Vasconcelos
hacía dos años que había consignado en documentos palabras
contra el Perú y contra el Presidente de la República ; y
Chocano jamás se ocupó de Vasconcelos , porque en esa
época no le importaba ni la Patria ni el señor Leguía, pero
escribe Vasconcelos un artículo contra los poetas Lugones y
Chocano, y entonces éste se acuerda de aquel primer escrito. "
Tales palabras pronunciadas en el juicio oral, tuvieron
en el juicio oral la debida respuesta de mi parte, cuando hube
de referirme a la pasión política que se arrastró hasta allí,
como serpiente de cien cabezas , para amenazarme con sus
silbidos. Se hace indispensable reproducir tales palabras
mías, que dejan al descubierto y sobre toda objeción la rea-
lidad política de todo mi proceso.

Se ha tenido el atrevimiento de decir que soy yo el que


he mezclado el nombre del Presidente de la República en
este proceso, que va a pasar a la Historia con el nombre del
Proceso de los Farsantes. Ha sido ésta, en efecto , una lu-
cha de la farsa con la fuerza, que ha resultado siendo la
verdad.
El representante de la Parte Civil se ha extrañado de
que yo antes no me hubiese ocupado del ya reconocido
66
Apóstol de la Farsa ". ¡ Iba yo a ocuparme en quien no me-
reció jamás que se ocuparan en él, mientras no derrochara
el dinero de su Ministerio en subvenciones a estudiantes can-
dorosos y a periodiquillos sin importancia, para falsificarse
afuera un prestigio de que no goza en su Patria, como lo de-
muestra el que en ella los universitarios tienen como maes-
tro a Antonio Caso y los obreros como jefe a Luis Morones !
Si se me cita un solo artículo en elogio del farsante Vas-
concelos, escrito por cualquiera de los que hoy lo defienden
inútilmente de la arremetida de las verdades que le he dicho,
siempre que ese artículo laudatorio aparezca escrito antes.
de que el tal hubiese sido elevado por el general Obregón a un
Ministerio, habrá derecho para preguntarme por qué no le
hice yo jamás el menor caso. Después de desdeñar la esta-
64 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tatua con que quería halagarme por medio de uno de sus


empleados, después de prescindir de los saludos cariñosos
que con Rafael Heliodoro Valle me enviara en pleno Cen-
tenario de Ayacucho, tuve que hacerle caso cuando, sema-
nas más tarde, insultándome a distancia, me calumniaba,
atribuyéndome frase con la que a la vez se nos ponía en ri-
dículo al Presidente de la República y a mí. Este calumnia-
dor profesional escribió respecto de mí la siguiente frase :
"Sólo dos hombres-ha dicho recientemente , sólo dos hom-
bres de los que hoy viven pasarán a la inmortalidad : Le-
guía y yo. Esto revela al bufón. " Esto lo que revela es al
calumniador, pequeño hasta en sus imputaciones, que como
no encuentra frases impropias en mis labios , me las inventa,
para tratar de ponernos en ridículo a la vez al Presidente
de la República y a mí.
No soy yo, pues, el que mezcla para nada al Presidente
de la República en estas disputas bizantinas . Es el propio
farsante Vasconcelos el que, en el articulejo que nos dedica-
ra a Lugones y a mí , llama , lleno de una valentía sainetesca ,
"verdugo de su Patria " al Presidente del Perú.
Y es , precisamente, tal articulejo el que motiva la soli-
daridad de Edwin Elmore, aguzada en la enfática declara-
ción de su parte : "Entiéndase como se quiera esta solidari-
dad. " El abogado de la Parte Civil y hermano político de
Edwin Elmore, ha asegurado que éste no se solidarizó con el
"derrotismo" de Vasconcelos y ha protestado como se ha
visto de que se solidarizase con él tampoco contra el Presi-
dente Leguía. Pero ...

El instigador Beltroy, al que la conciencia ha alejado en


momento oportuno del curso de este proceso , confiesa en el
número de El Día, de Montevideo , que obra en poder del
Tribunal, cómo el artículo de Edwin Elmore en defensa del
farsante Vasconcelos estaba dedicado a censurar en Lugo-
nes y en mí nuestras "actitudes frente a Leguía ". Confiesa
que había un grupo resuelto a abrir campaña en ese sentido ;
y que ese grupo estaba formado por Elmore, Ibérico Rodrí-
guez , José Carlos Mariátegui, el doctor Mac-Kay y el re-
porteado . Confiesa que Elmore me exhibía en su artículo
como un traficante que, en mi afán de lucro , sostenía que
EL LIBRO DE MI PROCESO 65

el mejor Gobierno posible para América Intertropical era


el de las Dictaduras organizadoras , pagando así las dádi-
vas de Leguía, de cuyas generosidades vivo, con sostener
yo lo mismo en todas partes desde hace veinte años y con
ser, sin embargo, Beltroy uno de los que solicitaron para
mí pensión de doscientas libras mensuales, que me bastaría,
en efecto, pero que no se me ha llegado todavía a otorgar ...
No soy yo, pues, quien tiene la cobardía- para devolver
tal palabra-de mezclar al Presidente de la República en
estos asuntos , ni soy yo quien gratuitamente le atribuye
contra el propio Presidente a Edwin Elmore propósitos po-
líticos, sino que lo es su compañero, instigador y porta-
vliegos Beltroy , quien no hace más que confesar en El Día,
de Montevideo, la verdad, desde un principio sostenida
po ní y, sin embargo, hasta el fin del proceso negada por
el abogado de la Parte Civil.

Por eso cuando llevé a El Comercio una breve carta de


rectificación a los estudiantes, con respecto a Vasconcelos,
alguien de allí- cuyo nombre no doy al público, porque ja-
más cumplí oficios de delator- me dijo precisamente : “A
nosotros no nos importa Vasconcelos, sino porque “ revien-
ta" a Leguía. ”
Por eso cuando en la Prensa amarilla del extranjero ma-
los peruanos han explotado la muerte de Edwin Elmore , se
le han querido cargar en cuenta nada menos que al Pre-
sidente Leguía, a quien se le supone en conciliábulos con-
migo, para el efecto de hacer desaparecer a algunos de sus
enemigos ...
Por eso el propio farsante Vasconcelos afirma en su car-
ta a El Sol, de Madrid, que Edwin Elmore ha sido víctima
de la "tiranía "... ¿Para qué más ? Acaba de publicarse un
librejo difamatorio en España , en el que lo mismo se me
atribuye un robo de cien máquinas de escribir a la Legación
de que era jee mi ilustre amigo el doctor Mariano H. Cor-
nejo, al que tango a mucha honra haber servido de secre-
tario, y lo mismo se me atribuye haberle disparado, no uno,
sino dos o más tiros a Elmore , que se asientan conclusiones
reveladoras: "La muerte de Edwin Elmore ha sido un aten-

5
66 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tado político ; y los que han encargado, aconsejado o suge-


rido el crimen, ya se cuidarán de exculparlo ..."
En este librejo, un intelectualoide extraviado , que se
llama a si mismo " el joven más peligroso de Sudamérica ",
se desata en los mayores improperios contra el Presidente
de la República, a propósito del " atentado político " que se
me hace cometer en la persona de Edwin Elmore.
La pasión política, pues, se ha arremolinado y seguirá
arremolinada sobre mi cabeza, tranquilamente erguida, en
la seguridad de que cuando menos la Historia me hará to-
tal justicia . Soy un amigo particular del señor Presidente
de la República : soy un gran admirador de su obra construc-
tiva y organizadora , sobre la que todavía no he escrito una
sola palabra y a la que ahora es la primera vez que aludo en
público ; pero no soy, ni puedo ser, un partidario político
suyo, porque no apruebo, ni puedo aprobar, los procedi-
mientos excesivamente benévolos y excepcionalmente caba-
llerosos que emplea para con la oligarquía plutocrática, en
que militan todos sus enemigos solapados...

Me es necesario hacer constar-con motivo de una falsa


información del representante de la Parte Civil -que yo no
he servido ningún puesto público en el extranjero, como
tampoco lo estoy sirviendo aquí, sin que me haya preocu-
pado jamás la pérdida de los derechos de ciudadanía , con-
forme a la letra muerta de las Constituciones caducas, por
estar siempre seguro y orgulloso de mi condición de perua-
no, con título bastante para ser reconocido a la vez como
ciudadano de América.
La pasión política debe saber que estoy listo a arrojar
siempre mi vida privada al hambre de la difamación , sin
el temor que al respecto pudieran tener muchas de las figu-
ras que han desfilado contra mí a través de este proceso ;
porque me asiste la satisfacción patriótica de ser el único
peruano por cuya vida precisamente y por cuya libertad
asimismo-pese a mis difamadores--se han interesado el
Sumo Pontífice , un Rey, tres Congresos legislativos y diez
Gobiernos republicanos .
Todos los cargos personales que se me han hecho por el
representante de la Parte Civil son tan falsos como la afir-
EL LIBRO DE MI PROCESO 67

mación de que la opinión continental es la de unos cuantos


papeluchos de politiqueros despechados o de difamadores
profesionales, y no la que va del New York Times y el Ex-
celsior, de México , hasta La Nación, La Prensa y La Ra-
zón, de Buenos Aires ; todos los susodichos cargos son, ade-
más, tan curiosos y tan reveladores de incultura, como la
afirmación de que Patria no tienen los millones de ciuda-
danos divorciados en los Estados Unidos, Inglaterra , Fran-
cia, Alemania y demás países civilizados por completo . Ho-
gar no tuvo Dante, que ni siquiera quiso regresar a su tie-
rra; pero él- más que honrarla-hizo la Patria. Mi Patria,
como la de Dante, ha tenido su hogar siempre encendido
dentro de mi corazón.

II

Desprestigiado por vulgar está el calificativo de "tira-


no", aplicado por los enemigos a quien ejerce el Poder. El
propagandista Vasconcelos sabe que no es otro el calificati-
vo que los enemigos han aplicado , sucesivamente , a quien
ha ejercido el Poder en México, desde Porfirio Díaz hasta
el actual Presidente de la República , con excepción de Ma-
dero, a quien la Prensa de oposición aplicaba otros califi-
cativos peores por tendientes a ponerle en ridículo. Lla-
mándole "tirano " fué que se atentó contra la vida de Sucre
en Bolivia ; llamándole "tirano " fué que se atentó contra
la vida de Bolívar en Colombia. David F. Houston me con-
suela con los calificativos que los enemigos daban de " ase-
sino" a Washington y de "bufón " a Lincoln ... Sabido es
cómo éste fué ultimado cabalmente, por un comediante, al
grito de "Sic semper tyrannis ". No me interesa detenerme a
constatar que en América-y fuera de América también-
todo lo que trasciende a organización es calificado como
tiranía.
He aquí, ahora, desvanecidos los cuatro falsos cargos
que, en nombre de una ideología que no le conozco ni me in-
teresa conocerle, me ha hecho el farsante Vasconcelos.
68 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Chocano, adulador de Villa

"México, 23 de abril de 1924.

"Si usted ve a Chocano dígale que es muy posible que


Vasconcelos que acaba de inaugurar las estatuas de Ner-
vo, Darío y Gabriela- , ordene que se esculpa también la
suya. Ayer hablamos de este asunto, y leíamos aquel poe-
ma de Chocano a Villa :

"Caes ... Caes ... ¡ No importa, bandolero divino !

"Además, puede usted decirle que él asistirá todavía , an-


tes de su muerte, a la consumación de su obra renovadora,
que la nueva generación de América va realizando .

Victor Raúl Haya de la Torre. "

(Carta a César Ferreyros, en Lima. )

COMENTARIO.-A mérito de mis "adulaciones " a Villa, el


farsante Vasconcelos me hacía ofrecer una estatua . El fir-
mante ha asegurado que el ofrecimiento era hecho por mi
poesía y no por mi ideología : lo desmiente el segundo pá-
rrafo trascrito de su propia carta , conocida del ex encarga-
do de Negocios de México en el Perú, Sr. Ignacio Herrera,
a la disposición, en mi poder, de cuantos gusten conocerla.
Júzguese si puede censurarme por " adular" a Villa quien,
con motivo de una de esas " adulaciones ", me hace ofrecer
una estatua ...
EL LIBRO DE MI PROCESO 69

Chocano, cómplice de Estrada Cabrera

Asociación de Estudiantes Universitarios

Guatemala, 10 de enero de 1924.

Sr. D. José Santos Chocano. Ciudad.

"Muy señor nuestro :

"Como redactores de la revista Studium, órgano de la


Asociación de Estudiantes Universitarios, después de ofre-
cer a usted nuestras páginas para la colaboración con que
quiera favorecernos, invitámosle a que haga conocer del
público cuanto sepa de la vida política de Guatemala , en
que hubo de actuar con especialidad en el momento trágico
en que llegó a tener tanto relieve personal.
"La invitación que hacemos a usted , interpretando el
deseo de la juventud toda del país y, en particular, de la
universitaria, es ajena a la política militante, siendo movi-
da por el solo interés de saber la VERDAD y proyectar la
mayor luz sobre el porvenir de la nación , que podrá deducir
así provechosa experiencia.
"Prefiriendo que obsequie usted nuestro deseo en Confe-
rencias públicas, seguros estamos de que encontrará forma
de atender la invitación que le hace la juventud de Guate-
mala, cuyo órgano de publicidad ponemos nuevamente a
sus órdenes.
"Con toda consideración somos de usted muy atentos y
seguros servidores,

J. Enrique Martínez, J. A. Newbwry, Luis F. Rosa-


les G., Alfredo Valle G. , Daniel Quezada R. , M. Castro y
Morales, J. L. Galacia, Miguel Angel Vázquez, Eduardo
González A."

COMENTARIO.- Me parece que el juicio de la juventud de


70 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Guatemala sobre mi actitud cerca del Presidente Estrada


Cabrera, vale bastante más que cuanto pudiera decir el
farsante Vasconcelos.

Chocano, vendido al general Gómez

"San José, Costa Rica, 16 de noviembre de 1923.

"A invitación del doctor D. Ramón Zelaya, se reunieron


en el bufete del referido señor abogado el poeta D. José
Santos Chocano y D. J. C. Sotillo Picornell , delegado de
la Junta Revolucionaria Venezolana en Costa Rica ; y des-
pués de la presentación social que llevó a efecto el amis-
toso intermediario, se celebró una larga conferencia, que dió
por resultado el que el Sr. Sotillo Picornell invitase cordial-
mente al Sr. Chocano para que, antes de abandonar Costa
Rica, hiciese una declaración que satisficiese los sentimien-
tos de ciudadanos de Venezuela lastimados, según ellos , por
parte de aquél, habiendo el Sr. Chocano manifestado que
él no había tenido jamás intención ofensiva ni creía haber
proferido expresión que se estimase con justicia como tal
para ninguna agrupación política, porque si abrigaba y
abriga sentimientos de caballerosa amistad en favor de al-
gunos venezolanos, no tiene motivo ni le resulta propio
abrigarlos de daño contra ninguno.
"El Sr. Chocano quiso agregar espontáneamente, para
que así constase de manera expresa y categórica, el que no
había tenido , ni tiene , ningún compromiso ni vinculacio-
nes en la política de Venezuela, a no ser el interés legítimo
de la conciliación de la familia venezolana, por lo que, en
su condición de hijo del Perú, trabajaría en cualquier mo-
mento con toda voluntad, como única obligación que le im-
pone la memoria de Simón Bolívar.
"El Sr. Sotillo Picornell, en nombre de la Revolución
Venezolana, agradeció al Sr. Chocano su noble actitud y le
manifestó la conveniencia de abstenerse de hacer publica-
ciones en la Prensa continental , en que se refiriese para
nada a la política desarrollada por el Gobierno de Venezue-
la o por sus opositores.
"El Sr. Chocano se apresuró a ofrecerlo así, reiterada-
mente ; e hizo constar que lo hacía con la satisfacción más
EL LIBRO DE MI PROCESO 71

sincera, en consideración a las situaciones dolorosas que se


producen por todas las luchas apasionadas entre los hom-
bres, protestando de nuevo que si es amigo verdadero de
unos venezolanos, no puede ser, en cambio, enemigo de
ninguno.

José Santos Chocano, J. C. Sotillo Picornell. Doctor Ra-


món Zelaya . "

COMENTARIO .-Este documento sella los labios del far-


sante Vasconcelos. Es de justicia hacer constar que el señor
Presidente de la República de Venezuela, quien me ha dis-
tinguido de igual modo que todos los Presidentes de las Re-
públicas hispanoamericanas visitadas por mí, no me impu-
so, ni me insinuó siquiera , como precio de su amistad, el
que yo escribiese palabra sobre la política venezolana, ni
pronunció jamás en mi presencia opinión contraria a nadie.
Un peruano, como soy yo, no puede actuar respecto a los
venezolanos sino con un espíritu sinceramente fraternal para
todos.

Chocano, con el “verdugo” Leguía

El calificativo de " verdugo " aplicado al Presidente Le-


guía resulta tan pintoresco, que se puede estar seguro de
que no ha de aparecer nunca calzado por la firma de nin-
guno de sus enemigos responsables. Ya he manifestado en
el juicio oral que no soy ni puedo ser partidario político de
quien sigue procedimientos demasiado generosos para con
los enemigos solapados que tiene en nuestra actual oligar-
quía plutocrática, a la que yo desearía ver extirpada inmi-
sericordemente y de raíz.
Importa saber que ni el Presidente Leguía hubo de orien-
tar sus procedimientos gubernamentales por mis ideas so-
bre política tropical, ni yo hube de poner mis ideas al ser-
vicio de sus procedimientos. Cuando yo volví a mi país , en
aiciembre de 1921 , después de diecisiete años de ausencia,
el Presidente Leguía hacía más de dos años que ejercía el
Poder como lo ejerce anora. Tal ejercicio parece conformar-
se, aunque atenuadamente, con la base general de las ideas
expuestas por mí veinte años antes en el extranjero, y diez
72 JOSÉ SANTOS CHOCANO

años antes en el Perú , según carta que, dirigida al doctor


D. José de la Riva Agüero , publicara con aplauso, en su
número uno, el diario La Crónica.
Si a principios de 1912 mis ideas fueron consideradas y
aprovechadas en contra del entonces Presidente Leguía,
nada tengo que ver con que ahora vengan a resultar en su
favor y con que las impugnen muchos de los mismos que las
aplaudieron. Son, pues, los hombres y las cosas de mi país
los que dichosamente, conforme a mis ideas-han cambia-
do ; pero- según puede verse en los números 1 y 2 , del 8 y
del 9 de abril de 1912 , de La Crónica- mis ideas siempre
son las mismas.
Véase cómo sólo los mal intencionados y los candorosos
pueden hacerme aparecer en acuerdo con el Presidente Le-
guía desde 1912, para sostener públicamente entonces en
periódicos de Lima las mismas ideas que vienen a resultarle
ahora favorables. Al margen de la política militante de mi
país, sólo tengo la obligación de ser leal con mis ideas . En-
tiéndase así , que no es que parezca estar con el Presidente
de ahora, sino es que estoy con mis ideas de siempre
Si sostienen al Presidente Leguía el Partido Democráti-
co Reformista- que él fundara- , el Partido Demócrata
---que fundara D. Nicolás de Piérola-y el Partido Consti-
tucional que fundara el Mariscal D. Andrés Avelino Cá-
ceres , cumplo con manifestar que no pertenezco yo a nin-
guno de dichos tres Partidos. Si ataca al Presidente Leguía
el Partido Neo - Civilista o Neo - Godo, cumplo con manifes-
tar que debo tener a sus enemigos también por míos , ya
que lo que más me repugna en mi país es su actualmente
ridícula oligarquía plutocrática ; y, aun fuera de mis ideas
sobre política tropical, declaro que siempre preferiré la Dic-
tadura de un solo hombre responsable, siquiera sea ante la
Historia , que no la de unas cuantas familias adineradas
que irresponsablemente pretenden repartirse la vida de la
República.
Hago constar, finalmente, que hasta ahora no he escrito
una sola palabra sobre la personalidad ni la labor del Pre-
sidente Leguía ; pero, en vista del empeño con que me esti-
mulan sus enemigos, creo que en cualquier momento me de-
cidiré a consultar a sus amigos , para escribir en caso de
que éstos lo estimen conveniente, de la misma manera que
aquéllos se adelantan a reconocerlo interesante-un primer
EL LIBRO DE MI PROCESO 73

libro, que contemple el pasado y el porvenir del Perú , al


través de los principios sostenidos y de las obras realizadas
por el régimen conocido con el nombre de la Patria Nueva .
Tanto se me ha dicho a este respecto, que, al fin , tendré
algún día no lejano quizás que llamar a juicio a todos
los políticos de mi país. Sin embargo de ello , yo seguiré
opinando que en las nacionalidades en formación , como la
nuestra, el mejor juicio sobre los Gobiernos no lo dan los
escritores públicos, sino las Estadísticas.

LECCION DE DIGNIDAD Y DE DESINTERES

VOCES FEMENINAS

Es provechoso para ciertos pequeños hombres recibir en


público la lección de dignidad que les dan con su ejemplo
ciertas nobles mujeres. Así es como, entre centenares de
cartas de adhesión femenina , que he recibido de mi país y
de toda la América, escojo sólo tres, reveladoras de tres
facetas espirituales muy distintas, pero que están armoni-
zadas en el mismo sentido de la más pura dignidad . Esto es
lo que pudiera llamarse un voto de conciencia femenina.

Lo que dice una dama trujillana que une dos ilustres apellidos

Sr. D. José Santos Chocano .- Lima.


Distinguidísimo Vate:
Desde este Trujillo, que visitara usted , hemos seguido
las peripecias de su altivez , seguros de que en hora no le-
jana quedará muy en claro su actitud, del que prefirió las
74 JOSÉ SANTOS CHOCANO

zozobras de un repeler airado, antes que soportar la manci-


lla que los hombres tienen relegada al cobarde.
En la conciencia de todos está que su actitud ha sido
de defensa de algo más grande que la vida, cual es la dig-
nidad del hombre. ¿ Qué sería de los pueblos en donde no se
registraran temperamentos como el suyo ?
La ley severa tiene que contemplar todas las circunstan-
cias que han rodeado a este caso fatal ; pues si ella emana
justamente de una facultad social, no puede condenar los
actos que esa misma sociedad obliga a realizar.
Sería el caso de preguntarle al Presidente del Tribunal
que actitud tomaría en circunstancias semejantes : ¿con-
sentiría en el ultraje?
Créame que todos los elementos sociales que por acá sa-
bemos de su valía y de los laureles que su inspiración ha
conquistado al País entero, vivimos la inquietud de su pesar.
De usted afectísima servidora y amiga,

TULA GANOZA DE GONZÁLEZ ORBEGOSO.

Lo que dice una intelectual franco-salvadoreña, esposa de chileno


renombrado

Talbuco, Chiloé, 5 de diciembre de 1925.

Recordadísimo Poeta amigo :


Por este país ha sido bastante comentada lo que ligera-
mente califican de desgracia suya . ¿ Desgracia ? ¡ Dignidad !
Una circunstancia dolorosa del Altísimo Poeta de América
ha puesto en vigor una dura prueba, para aquilatar el gra-
do de justicia de nuestros pueblos y el grado de dignidad
de nuestros Tribunales.
Una personalidad universal, profunda y sólida , como la
gloria viviente del Perú , está por encima de todos los veri-
cuetos jurídicos. Los Códigos y los jueces se empequeñece-
rían ante quien ha logrado que su Patria sea admirada
por él, aun en tierra enemiga . Aquí, Vicuña Mackena dijo :
"Nosotros vencimos en el Morro, pero Santos Chocano nos
ha vencido en su Poema."
... No he sabido, ni he podido saber si han hecho com-
EL LIBRO DE MI PROCESO 75

parecer ante los Tribunales a tan alto representante de la


Poesía netamente americana.
Dudo mucho de que se atrevan, ya que no ha habido
Tribunal del mundo que, en justicia, condene al ser humano
que, habiéndole dado todo a los demás, no necesita nada
de ellos.
... Que vaya mi voto, franco y leal, desde este maravi-
lloso y desolado Archipiélago de Chiloé, para el Quijote
Chocano, Maestro como Poeta y como hombre.
Que en estos miserables tiempos de atonía moral, su
ejemplo de verdadera probidad sea comprendido con lealtad
y con amor.
Haya usted disparado o no el proyectil mortal contra
quien se atrevió a ponerle la mano en el rostro, cuantos le
atribuyeron calumniosamente indignidades y pequeñeces han
recibido una lección, dada por usted, de dignidad y de
grandeza.
Afectísima servidora y amiga.

ALICE LARDÉ DE VENTURINO.

Lo que dicen las damas chalacas, valerosas y dignas

Callao, a 6 de noviembre de 1925.


Sr. D. José Santos Chocano.-Lima ( Hospital de San
Bartolomé).
La " CRUZ ROJA " núm. 1 del Callao, llena de la más
honda consternación , le ofrece al excelso Cantor de la Amé-
rica, cuya monumental obra literaria será siempre el asom-
bro de todas las juventudes, su más fervoroso aliento, para
que pueda soportar la situación precaria en que le ha colo-
cado el fatal desenlace originado por quienes, inspirándose
en un hombre de afuera , interesado al parecer en hacerle
daño a nuestra Patria, desarrollaron una polémica de aver-
sión, que ha tenido su triste epílogo en un hecho provocado
directamente por el que resultó víctima después de haber
agredido cobardemente al Poeta , gloria del Perú.
Nuestras almas de mujer, tristes como vuestras poesías
líricas, tórnanse ante vuestro dolor fuertes como vuestras
epopeyas cantadas a la Patria y sus grandes héroes, para
expresaros, junto con nuestras vivas simpatías, la seguridad
76 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que abrigamos de que la Justicia sabrá devolveros la liber-


tad, no como absolución , sino como reparación de los ultra-
jes que os infiriera quien os arrastró hasta lo indeliberado ,
por efectos de la cobarde agresión.
¡ Salve, oh gran Poeta !

TERESA M. DE Claros,
Directora.

IRENE V. DE DOUNEL,
Presidenta.

JULIA B. C. DE TORRICO,
Secretaria.

COMENTARIO . Si hombres indignos no me han de hacer


justicia , lo racional es que mujeres dignas me la hagan.

II

AUTOCERTIFICADO

Los farsantes confabulados, que no pueden resignarse a


que yo opine de distinta manera a la de ellos y oponga a
su propagandismo de rebaño el individualismo de mi vida,
moldeada conforme a los dictados de mi evangelio de na-
turalidad y de fuerza , pretenden ensombrecer las actitudes
de mi sinceridad señalándolas como faltas de dignidad per-
sonal y de desinterés generoso .
Tengo en mi país de nacimiento la obligación de hacer
constar- hoy más que nunca- las pruebas que se me ofre-
cen fáciles para patentizar cómo es que entiendo yo el
ejercicio de la dignidad personal y cómo es que frecuenté
toda mi vida las prácticas del desinterés .
EL LIBRO DE MI PROCESO 77

Es innecesario, en lo que a mi dignidad personal res-


pecta, acudir a prueba mayor que la que ofrece el propio
acontecimiento lamentable de que se me quiere responsa-
bilizar, con no ser en todo caso más que el resultado de
protesta motivada por humillante agresión. Buena lección
reciben mis calumniadores y enemigos con lo que ellos mis-
mos no pueden atribuir sino a un celo excesivo por la dig-
nidad personal bruscamente ofendida.
Tocante a mi desinterés, cónstales a todos los periódicos
de mi país, desde El Comercio mismo hasta la última re-
vista en que he colaborado, cómo es que hube de ofrecer-
les siempre, de muchos años atrás, mi poesía y mi prosa,
sin que la mano con que pulsé la lira o esgrimí la pluma
se extendiera en las ventanillas de la Administración , a re-
cibir ya no una dádiva, sino el precio justo de mi labor
intelectual.
Puesto que a nadie concedo título para ello , extiéndo-
me yo mismo, a mérito de pruebas tan evidentes , este auto-
certificado de dignidad y de desinterés , con el que hago
constar en mi país el celo que acostumbro por aquélla, y
la larga práctica que he tenido de éste.
A palabras de calumniadores y enemigos, respondo, así,
con hechos.
Nadie podrá jactarse de haberme puesto la mano en el
rostro, ni periódico alguno de mi país de haber puesto en mi
mano una moneda. Ya saben bien en el Perú cómo entiendo yo
la dignidad y cómo el desinterés.

III

BALANCE DE PROVECHOS Y PELIGROS

La difamación ha proclamado incesantemente la impor-


tancia continental de todas mis palabras y de todos mis
actos, hasta sobrepasar los empeños que ella misma atribu-
ye a supuesta vanidad hambrienta de renombre. El cargo
78 JOSÉ SANTOS CHOCANO

fundamental que la difamación, personificada responsable-


mente ante mí por el ex ministro y ex candidato a Gober-
nador de Oaxaca José Vasconcelos, consiste en la " indigni-
dad" con que la " codicia " me ha llevado a "adular " a los
efectivos o sedicentes " tiranos " de América, explotando la
situación que ellos han cuidado de ofrecerme para satisfacer
mi "apetito de placeres ". Aunque Leopoldo Lugones apare-
ce con las mismas opiniones que se me atribuyen respecto
a los organizadores dictatoriales de que sigue necesitada
nuestra América, no hay caso todavía de que tales opinio-
nes le hayan valido los provechos que a mí, por más de
que primeramente lo que hay que reconocer en los " tiranos "
de cuyo favor he gozado, es una recomendable afición a los
ejercicios de la Poesía, envuelta en un gran temor a mi
malquerencia, coincidiendo con mis difamadores en darme
a la vez una desmesurada importancia en la vida política
de todas nuestras Repúblicas, con lo que resulto yo ven-
diendo muy caro las mismas opiniones que Lugones no tiene
inconveniente en emitir y sostener por manera gratuita. Ni
Lugones es capaz de sentir envidia de los provechos imagi-
narios que he deducido yo administrando mis opiniones, ni
ha de suponérseme queriéndole tan mal como para desearle
el que por virtud de tales opiniones, corra él los peligros
ciertos que he corrido yo.
Es de toda oportunidad hacer el balance de los prove-
chos y de los peligros que me han valido mis tres únicas
actuaciones en la vida política del Continente. En México
actué contra los " científicos "-cuya alta mentalidad y fina
caballerosidad vuelvo a reconocer- ; en Guatemala, contra
los "cachurecos "; en el Perú, según aparece ahora, contra
los "neo-godos ". En los tres países , pues, contra la " oligar-
quía plutocrática ", que mejor que sus enemigos pudiera re-
munerar mis servicios. Como al alejarme de México volun-
tariamente, al salir de Guatemala expulsado y al dejar
ahora mi prisión en el Perú, lo he hecho sin contar con re-
cursos monetarios de ningún género , creo poder exhibir con
la mayor translucidez mi vida en las tres Repúblicas en
que hube de desenvolver-aunque no propiamente en el
Perú mis actividades políticas, esto es, mi " industrialismo
literario , orientado siempre-conviene reparar-en contra
de las oligarquías plutocráticas .
EL LIBRO DE MI PROCESO 79

México.-Cuando llego a México, lo hago acompañado


del intelectual español Pedro González Blanco , quien en
New York decide mi ánimo en ese sentido, llevando yo
giros por tres mil dólares, como liquidación que a mi acom-
pañante le constara de negocios mineros en Guatemala, gas-
tada en la Habana la suma de ochocientos dólares en con-
tratiempo de viaje que durante dos semanas padecimos.
Ofrecí en México dos recitales de poemas, en el Teatro Ar-
beu y en el Paraninfo de la Universidad, siendo el primero
bajo los auspicios de la Secretaría de Instrucción Pública
y el segundo a solicitud del " Ateneo de la Juventud ", del
cual era presidente nominal uno de tantos, pero director
efectivo Pedro Henríquez Ureña : en el primero hizo mi pre-
sentación Jesús Ureta y en el segundo Alfonso Reyes. Am-
bos recitales fueron de invitación : no percibí yo del Go-
bierno, ni de nadie, ningún pago . La oposición a Madero,
inmotivadamente me atacó con violencia, y me vinculó con
él. Nació entonces la idea de la fundación de La Raza . Far-
sante hasta en sus menores detalles, José Vasconcelos refiere
que yo le pedí influir con Madero para la publicación de tal
diario. Ni yo necesitaba de Vasconcelos ni de nadie para
proponerle y recomendarle a Madero un proyecto, pues des-
de el primer momento me acogió con la total franqueza que
él usaba, y en mi caso con viva simpatía-según puede dar
de ello fe su secretario el Sr. D. Juan Sánchez Azcona-ni,
de necesitar de interpósita persona, hubiera apelado yo a
quien nada significaba entonces, contando como contaba con
el Vicepresidente de la República y Secretario de Instruc-
ción Pública , licenciado D. José María Pino Suárez . Fué
éste quien, precisamente, me invitó a un almuerzo para pre-
sentarme a D. Gustavo Madero (hermano del Presidente ) ,
que descaba conocerme y proponerme, como en tal almuerzo
lo hizo, la fundación de un nuevo diario que, por posterior
acuerdo, debió de haberse llamado La Raza . Concurrentes a
ese almuerzo fueron además de los señores Pino Suárez y
Gustavo Madero, el secretario de aquél , licenciado José Inés
Novelo, el licenciado Jesús Urueta y el licenciado Antonio
Mediz Bolio, actual Ministro de México en Nicaragua y Cos-
ta Rica. No propuse yo la fundación de La Raza, sino que a
mí me fué propuesta, según el testimonio que ofrezco de per-
sonas irrecusables. Una mentira más de Vasconcelos carece
de importancia.
80 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Lo que no careció de importancia para mí fué la situa-


ción que se me creó con tal motivo . Trazando planes, hacien-
do proyectos, dando pasos preliminares, hube de concluir con
mis recursos, sin que la idea de La Raza se convirtiese en
realidad y sin que derivase en provecho alguno de la vincu-
lación, ya de índole política con Madero. No por eso hube
entonces, ni después, ni ahora he de arrepentirme de tal
vinculación que, como se ve, estuvo lejos de satisfacer mi
"apetito de placeres ". Con mis recursos agotados y atento
sólo a la fundación de un diario que no llegó a establecerse,
me encontró el general Victoriano Huerta cuando subió-no
es del caso discurrir cómo-a la Presidencia de la República.
Mi "apetito de placeres " siguió dormido ... Al margen de toda
actividad política, logré organizar, con distinguido caballero
español, en compañía de Jesús Urueta-y según le hubo de
constar al licenciado Mediz Bolio- la primera fábrica de
papel tapiz , que se llegó a instalar en esa República.
Después fuí yo expulsado como " extranjero pernicioso "
por el general Huerta . Los actuales propietarios de dicha
fábrica que ha de existir en México-pueden investigar-
lo con el ingeniero catalán, cuyo nombre escapa a mi ya
gastada memoria, pero no así, seguramente, a la memoria
prodigiosa de Pedro González Blanco, que también sabe
cómo hube de cimentarme una situación independiente,
merced a la presentación hecha por él a mí de dicho caba-
lleroso ingeniero , de apellido muy semejante al de Riquer.
La expulsión mía llevó esa fábrica a otras manos , aun an-
tes de instalarla ; y yo derivé, así, de mis relaciones con
Madero, en vez de un provecho que resultó simplemente
fantástico , un perjuicio que resultó inevitablemente grave.
Dejé en México impagos los últimos meses de hospedaje en
el "Hotel Sanz ".
En la Habana, a poco de desembarcar, recibí el siguien-
te cablegrama, que conservo originalmente en mi poder :
"México, D. F. 28 mayo 1927.-José Santos Chocano.-
Habana. -Convencido usted ha sido víctima situación por-
que atraviesa el país , esté seguro Gobierno dejará cosas en
su lugar.--V . Huerta . "
No entra aquí propiamente mi respuesta ; pero fácil es
deducir la significación de una promesa que me abría las
perspectivas de, por lo menos, una compensación en justi-
EL LIBRO DE MI PROCESO 81

cia al daño que sufrí. Sin embargo, mi " apetito de place-


res " siguió dormido ...
Todos los mexicanos residentes entonces en la Habana
me pidieron trabajar por impedir el reconocimiento del
Gobierno del general Huerta , que el embajador Lane Wil-
son personalmente hubo de ir a gestionar en Washington .
Preparé, cediendo a tales circunstancias, conforme consta
en carta que públicamente firmaron todos esos ciudadanos
mexicanos, un discurso, para pronunciarlo en la noche del
28 de julio de 1913 en el Campo de Marte de la Habana
ante la concurrencia de más de 20.000 obreros confederados.
ya dispuestos a ello : se me prohibió pronunciarlo , pero lo
publiqué ; y , traducido al inglés, fué esa misma noche trans-
mitido cablegráficamente a Wáshington y Nueva York. Dos
días después, el New York Times anunciaba en su primera
plana que, a mérito de tal discurso mío, se habían cancelado
las credenciales de Lane Wilson . El Presidente Wilson re-
solvió el no reconocimiento del Gobierno del general Huer-
ta, abriendo la frontera al libre comercio de armas. No es
del caso discutir si hice bien o no : se trata sólo de un hecho
fácil de comprobarse en la Prensa neoyorquina del 28 de
julio al 10 de agosto de 1913. Todos los mexicanos residen-
tes entonces en la Habana saben que tal discurso no me va-
lió ningún provecho : D. Demetrio Bustamante y D. Juan
Zubaran, agentes que fueron de la Revolución mexicana en
Cuba pueden desmentirme. Di otra vez por terminada toda
ingerencia mía en la política de México ; y me marché a
Puerto Rico, en donde en dos meses levanté cinco mil dó-
lares con recitales poéticos : primeramente por carta y luego
por cable me hizo llamar con vivo interés D. Venustiano
Carranza, conforme les consta a los señores Juan Zubaran
y Demetrio Bustamante, habiendo sido éste quien, desde
Nogales, me hiciera el último llamamiento a San Juan de
Puerto Rico, de parte del primer jefe del Ejército Constitu-
cionalista de México . Acudí gustosamente, pero dejando
constancia que con los fondos que hube de levantar en Puer-
to Rico, según pueden decirlo los señores Miguel Guerra
Mondragón y Luis Lloréns Torres. Recuerdo que en San
Antonio, a las dos de la mañana, fueron a saludarme los
mexicanos que se enteraron de mi paso : entre ellos , en la
estación, me saludó José Vasconcelos ; y como hube yo de
invitarle a que acudiese donde Carranza , díjome que no
6
82 JOSÉ SANTOS CHOCANO

era necesario su contingente para éste, que contaba con el


Lic. Luis Zubaran. Me extrañó la excusa, por lo mismo que
Carranza me hacía llamar. Fué esa la última vez que a Vas-
concelos vi en mi vida. El que debió ser "el verbo de la no-
bilísima Revolución mexicana ", se contentó con acudir a
saludar al que iba a serlo .
Los provechos que deduje de mi aproximación a D. Ve-
nustiano Carranza han de serle conocidos a su Ministro de
Hacienda, el licenciado D. Luis Cabrera ; los peligros, acom-
pañándole constantemente, cuando llegaba yo a verle-en
Sonora, en Culiacán, en Durango-fáciles son de compren-
der y más para quienes conocieron a ese hombre estoico . Lo
que se puede asegurar-y apelo a los que fueron secretarios
en campaña de Carranza, señores Gustavo Espinoza Mi-
reles y Alfredo Breceda-es que ni se disponía de tiempo
ni de dinero para saciar mi " apetito de placeres "...
Al sobrevenir la escisión revolucionaria yo seguí- por
razones que no es del caso dar- el rumbo del general Villa.
Hablar de provechos deducidos de ello es no haber conocido
a quien- si no hubiera sido por mí-hubiera fusilado a su
propio tesorero, el Sr. D. Sebastián Vargas, por simples e
infundadas sospechas de sumas insignificantes de dinero.
Los licenciados D. Francisco Escudero y D. Miguel Díaz
Lombardo, como conspicuos miembros del Grupo revolucio-
nario que siguió a Villa, pueden ante México denunciar las
incorrecciones que cometí y los provechos que deduje de
actuar cerca de ellos . Los señores D. Evaristo y D. Alberto
Madero saben de los giros que por valor de sesenta mil
dólares hubo de confiar Villa a mi corrección y a mi desin-
terés, para el efecto de compra de municiones. Creo inútil
hablar, en cambio, de los peligros que proyectaba el solo
nombre de Villa. Rara manera, en verdad, era la mía de
buscar, al través de las mayores incomodidades y de los
mayores apasionamientos, la satisfacción de mi "apetito de
placeres "...
Cuando decidí alejarme de México , al trasponer por úl-
tima vez la frontera en El Paso , lo hice en tales condiciones
que para movilizarme tuve que gestionar, por intermedio
del ex gobernador Castilla Brito, reducido préstamo que con
toda gentileza me facilitó el ex gobernador D. José Mayto-
rena . Dada la calidad y la cantidad de los testigos que pro-
pongo, cualquiera puede ya creer . sin temor de equivocarse.
EL LIBRO DE MI PROCESO 83

que no fueron muchos los placeres de que gocé a cargo de


mis actividades en México, habiendo sido muchos , en cam-
bio, los peligros que corrí.

Guatemala.- Las actividades que tuve en Guatemala,


antes y después de las que tuve en México, proporcioná-
ronme recursos que nada tenían que hacer con la buena
amistad que me dispensaba el Presidente, licenciado D. Ma-
nuel Estrada Cabrera. Hube yo de interesar capitales hasta
por valor de quince millones de dólares para el trabajo de
las minas de Guatemala ; hube yo de proponer a Guatemala
la facilidad de un empréstito, hasta por treinta millones de
dólares , sobre la base de la "Windsor Trust Company", de
Nueva York, en condiciones que, a pesar de ser decorosas y
buenas, no fueron aceptadas. Deduje de tales actividades
provechos bastante mayores que los que racionalmente po-
dían esperarse de la largueza de quien, en verdad, cayó por
no querer gastar. Era el Presidente Estrada Cabrera hom-
bre de grandes cualidades, en muchos sentidos ; pero no te-
nía, según opinión de amigos y enemigos, la de la largueza.
Cuando a fines de 1923 y principios de 1924 volví yo a
Guatemala, la Juventud Universitaria me dirigió carta que
ya he dado a conocer . Creí oportuno, entonces , recoger de
Estrada Cabrera, a quien me apresuré a visitar en su pri-
sión, una declaración sobre mí, que él quiso extender de su
puño y letra totalmente , obsequiándome, así, con un docu-
mento autógrafo que, como último recuerdo de un ilustre
amigo, me complazco mucho en conservar.

"Guatemala, 23 de enero de 1924.

Sr. Dr. D. Manuel Estrada Cabrera. Presente.


Mi respetado y querido amigo :
Deseo hacer constar con el irrecusable testimonio de
usted, en un libro que pienso escribir, los puntos de vista
de mi verdadera actuación en las diversas oportunidades
que he vivido en Guatemala ; y, así , le ruego que, de encon-
trarme en lo cierto, se digne honrarme con su conformidad
al pie de la presente .
La más importante de mis gestiones en Guatemala fué
84 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la que inició los trabajos de la " Guatemala Mining De-


velopment Co. ", a cuyo frente figurara el ex Gobernador
A. E. Spriggs. Tanto este señor como todos los que a él
estuvieron asociados, dieron pruebas de afecto a Guatema-
la , sin embargo de no haber llegado a percibir provecho al-
guno en la correcta inversión de sus capitales. Nadie tiene
la menor queja de los caballeros norteamericanos que traje
yo a Guatemala.
La propuesta de empréstito de la " Windsor Trust Co. ",
que yo hice llegar a la consideración de Guatemala , no
contenía nada incorrecto , ni menos cláusulas que lastimaran
en lo menor la dignidad nacional con intervenciones enojo-
sas . El Representante de dicho Empréstito y su abogado
asesor Mr. W. C. Herbert y doctor J. A. Frías-dejaron
en Guatemala la más grata impresión personal , después de
tres años de gestiones, sin provecho alguno para ellos.
No es verdad- como afirman quienes no me conocen o
me quieren mal-que haya disfrutado yo, por disponerlo
usted así, de granjerías de ningún género, deduciendo todos
mis provechos correctamente de las gestiones de minas y
de Empréstito no llegado a celebrar. Es interesante el he-
cho de no haber sido, como casi todos los amigos de la
predilección de usted, favorecido con concesiones de tierras ,
y es más interesante todavía la circunstancia, que sólo ahora
pongo en conocimiento de usted , de tener como tengo pen-
dientes deudas personales en diversos Bancos de esta capi-
tal , que le hubiera sido fácil cancelarme.
Me complace hacer constar que jamás solicitó usted de
mi pluma una sola palabra en su favor, ni en contra de
nadie : cuantos elogios-muy merecidos, por cierto- hube
yo de hacer de usted , fuéronme indicados y demandados con
viva insistencia siempre por damas y caballeros de la más
distinguida sociedad de Guatemala , que yo no podía desaten-
der, y que, a pesar de haberme repetidas veces comprometido
para ello, parecen cambiados ahora en sus opiniones sobre
usted, sin que en las mías de antes haya cambiado yo. Demás
me parece recordarle que jamás escuchó usted de mis labios.
queja de nada, ni menos insinuaciones contra nadie.
Ya sabe usted que ahora como antes y como siempre, soy
invariablemente su amigo afectísimo,

JOSE SANTOS CHOCANO. "


EL LIBRO DE MI PROCESO 85

Guatemala, enero de 1924.


"Muy estimable y querido Sr. Chocano :
De todas veras me complace, por tratarse de usted y
porque entrañan la verdad, confirmar todos los conceptos.
de la precedente carta , en cuanto a mi conocimiento con-
cierne, aprovechando la ocasión para reiterar a usted , por
su nobleza de espíritu y por su desinterés para conmigo, la
protesta de afecto y consideración verdaderos con que soy
de usted siempre leal amigo y sincero servidor,

MANUEL ESTRADA C.

Como nota final respecto a Guatemala, apelo a la caba-


llerosidad del doctor D. Julio García Salas, para que infor-
me sobre la importante suma de dinero que se me ofreció,
por su intermedio , si yo desistía de prestar mi asistencia
personal al Presidente Estrada Cabrera, en los momentos
que fueron de mayor peligro. Ningún enemigo mío en Gua-
temala se atrevería a insinuar que el grave peligro que corrí
al lado de Estrada Cabrera, durante la semana trágica , así
como después en la prisión, es exponente propio de quien
procede sólo impulsado por su " apetito de placeres "... Aun
más en Guatemala que en México , el " apetito de placeres "
resultó en mí verdaderamente trastruecado en una especie
de " embriaguez de peligros "...

Perú, 1922.-Regresé a mi país después de diecisiete


años consecutivos de ausencia, durante los que no hube de
recibir ni de solicitar para nada de sus Gobiernos auxilio
pecuniario de ninguna clase. Fué en diciembre de 1921 mi
regreso. En los primeros días de enero, todos los escritores.
nacionales, residentes entonces en Lima-excepción hecha
de los redactores propietarios de El Comercio- con la mayor
espontaneidad, se presentaron al Congreso de la República ,
demandando una pensión mensual para mí no menor de
doscientas libras (pesos ochocientos oro americano ) . Firma-
ban tal solicitud muchos de los que después han censurado
la posibilidad de que el Gobierno me acuerde lo mismo que
ellos solicitaron del Congreso. Pocas semanas después no
tuve inconveniente en repetir lo que, diez años antes, habia
86 JOSÉ SANTOS CHOCANO

escrito en carta particular al doctor D. José de la Riva


Agüero y que éste, sin protesta de nadie, había creído con-
veniente publicar entonces en el número 1 de La Crónica.
Mi opinión sobre " Las Dictaduras organizadoras y la gran
farsa democrática " hubo de cristalizar en la sincera afir-
mación de que " todos los Congresos del Perú habían sido
apócrifos e inútiles". Dió ello margen a una campaña, que
todavía cuando ya me había yo alejado motivó carta mía,
fechada en Arequipa el 21 de abril de ese año y publicada
en La Crónica. Interesa reproducir un párrafo : "Lo que
debe el tiempo reconocer en mí es el que, estando ante el
Congreso pendiente la recomendación del Gobierno ( sobre la
solicitud de los intelectuales ) , he sabido demostrarme muy
por encima de mis propios intereses y no capaz de cambiar
ni disimular opiniones por mezquinas conveniencias. "
El Congreso del Perú de 1922 no accedió a la solicitud
de los intelectuales , ni atendió la recomendación del Gobier-
no : quedé yo sin pensión de ningún género . El abogado de
la Parte Civil en mi proceso , y cuñado de Edwin Elmore
Letts , hubo de recordar que uno de los que se opuso a que
se me concediera esa pensión, que yo no había solicitado,
fué el actual señor Ministro de la Guerra, ingeniero Fermín
Málaga Santolalla ; nadie mejor acondicionado entonces
que este caballero para desmentirme si no le consta, por
manera especial , que he sido incapaz de subordinar a asun-
tos de dinero mis actitudes personales con quienes creyeron
conveniente oponerse a la pensión solicitada para mí.
La pensión me fué, pues, negada por el Congreso . En
cambio, las Municipalidades de la República-a propuesta
del alcalde de la de Lima, Dr. D. Pedro José Rada y Ga-
mio, director a la sazón de la Academia Correspondiente de
la Real Academia Española de la Lengua, resolvieron mi
coronación. Acepté, sin deducir de ello otro provecho que el
de todos los recitales poéticos , que, a mi llegada, y también
poco antes de mi coronación, hube de ofrecer en el teatro
Forero, cuyo representante puede informar sobre el rendi-
miento obtenido. Dejé el Perú a fines de 1922 , después de
haber ganado en mis recitales de Lima, Arequipa , Trujillo,
Chiclayo y Piura, aproximadamente, siete mil libras (pesos,
veintiocho mil oro americano) . Sin auxilio alguno del Go-
bierno ni de nadie, viví de tal producto durante todo el
año 1922 en el Perú y durante todo el año 1923 en el ex-
EL LIBRO DE MI PROCESO 87

tranjero, hasta abril de 1924 , en que volví a Lima de trán-


sito para Buenos Aires.
1923.-Viajé, sin auxilio alguno del Gobierno de mi país,
por Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, El Salva-
dor y Guatemala, ofreciendo en todas esas Repúblicas re-
citales poéticos y siendo cortésmente atendido por cada uno
de los Gobiernos respectivos, sin contraer compromisos po-
líticos de ningún género.
1924.-En abril volví al Perú , de tránsito para Buenos
Aires, en donde tenía pendiente con el conocido empresario
Sr. D. Héctor Quiroga un contrato para una jira de recita-
les poéticos y lecturas de páginas de mi vida, en la Argen-
tina, el Uruguay y el Brasil. Por el mínimo del sesenta por
ciento de la entrada bruta, garantizado en el contrato , es-
taba asegurado para mí un producto en dicho año mayor
del que había obtenido en 1922 en el Perú. En tales cir-
cunstancias se me compromete por el Gobierno para tomar
parte en la celebración del Centenario de Ayacucho : todo
interés personal fué pospuesto por mí, conforme le consta
al Sr. Héctor Quiroga . Encargóseme de componer un Canto
a la Batalla de Ayacucho ; y yo decido el trazo de una pe-
queña Ilíada nuestra , de la que el Canto encargado es el
cuarto, aunque con dimensiones bastantes por sí solo para
llenar con sus dos mil versos todo un libro. Pónese a mi dis-
posición por el Gobierno la suma de siete mil libras ; y yo
resuelvo hacer el más grande esfuerzo editorial que, respec-
to a la publicación artística de un libro, se haya hecho ja-
más en el país. Sólo en calígrafo, dibujantes y fotograbados
gasto más de mil libras. Cerca de dos mil libras gasto en dos
mil estuches lujosísimos de moaré de seda. El costo edito-
rial en su totalidad, por los tres mil ejemplares de la obra,
con dos mil estuches , casi llega a seis mil libras, según les
consta a los señores Berrio Hermanos, en cuyos talleres se
hizo el magnífico trabajo litográfico. Los grandes provechos
que ciertos espíritus de pordiosero me atribuyeron , así que-
daron reducidos a los estrictos gastos de mi vida durante el
año 1924. En febrero de 1925 salí del Perú , sin más fondos
que los mil dólares (pesos, mil oro americano) que me faci-
litaron en préstamo los señores Rosay, propietarios de la
Librería Francesa de Lima, quienes pueden informar al res-
pecto a cuantos quieran con ellos constatar la rigurosa exac-
titud de mis afirmaciones.
83 JOSÉ SANTOS CHOCANO

1925.-Logré vender en Venezuela mil ejemplares de mi


obra ; y con ese producto volví a Lima en junio, entrando
en negocios particulares con los señores doctores Ramón y
Francisco Menéndez y Víctor Criado y Tejada. El 10 de
noviembre estaba yo preso con motivo del lamentable in-
cidente a que fuí arrastrado contra toda mi voluntad . He
salido de la prisión debiendo los honorarios de mi abogado
el Sr. Dr. D. Ricardo E. Dulanto.

Sólo quien no haya conocido a Villa puede suponer ami-


go de "adulaciones ", más o menos cortesanas a espíritu tan
montaraz y primitivo : recuérdese la calificación pública que
hice de él- cuando con él actuaba- como precisamente
"materia prima de un Grande Hombre ".
Actué más vivamente cerca de Estrada Cabrera cuando
la traición lo lanzó a jugarse la vida contra las iras de su
pueblo, azuzado por un millonario y un mal obispo . Recla-
mo, así, la patente de invención de la que habría de lla-
marse "adulación heroica".
Los plutócratas enemigos del Presidente Leguía no de-
ben olvidar, pues, que esta forma de " adulación heroica ",
practicada por mí ante el peligro, quizá llegue a resultarles
a su vez peligrosa.

Puede ahora, si quiere, el farsante Vasconcelos volver a


introducirme sus manos en los bolsillos, para contarme las
monedas... Eso sí, tenga entendido que ninguno de los " tira-
nos" que han satisfecho mi "apetito de placeres " , ha llega-
do a ofrecerme una estatua : a él le estaba reservado el ofre-
cimiento desairado por mí. A adulador de multitudes, co-
rresponde explotador de vanidades ...
Permítaseme ser, al cabo , compasivo para quienes se pa-
san la vida hablando de supuestos o efectivos "tiranos",
siempre enconadamente, sin reconocerles -pese a Nietzs-
che título alguno de superioridad , desproporción o gran-
deza ; porque tal vez sienten, en el fondo dolorido de su
alma, huellas no cicatrizadas aún de latigazos , que les re-
cuerdan la esclavitud de algunos de sus antepasados.
EL LIBRO DE MI PROCESO 89

IV

LOS POETAS EN AMERICA

El poeta tiene que ser enemigo de la farsa de la demo-


cracia en América ; porque tal farsa, que ha rebajado el
arte, es a su vez enemiga del poeta. Los pueblos de nuestra
América podrían enorgullecerse de sus grandes poetas ; pero
la farsa de la democracia hace que éstos se desgasten en las
luchas políticas, en el periodismo, en cualquier trabajo re-
ñido con los más libres y desinteresados vuelos del espíritu.
La ociosidad del poeta en una democracia no se comprende,
como tampoco se comprendería la de los dioses. En donde
no hay duques de Wéimar, no puede haber Goethes.
Repárese en la suerte de Almafuerte y Lugones , en la
Argentina ; en la de Salvador Díaz Mirón, en México ; en la
de Julio Herrera Reissig, en el Uruguay ; en la de Rubén
Darío, en Centroamérica ( donde sólo le tendieron su mano
amiga los gloriosos déspotas José Santos Zelaya y Manuel
Estrada Cabrera) . Si Guillermo Valencia no fuera un hom-
bre rico, moriría en Colombia tal como Julio Flores.
La Revolución francesa , para guillotinar a Lavoisier, de-
claró que no necesitaba de sabios ...
La farsa democrática no necesita en América de poetas :
necesita, para sentirse satisfecha , sólo de charlatanes dis-
frazados de apóstoles , aduladores de la gleba, lacayos de la
chusma, maestros de la farsa , bufones de la plaza pública.

La democracia en el Arte presupone la Belleza al alcan-


ce de todos. No vale la pena de detenerse a discurrir sobre
90 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tal vulgaridad, que pretende imponerle la farsa demagógica


como misión al poeta-cristalización misteriosa de faculta-
des excepcionales, que sólo puede merecer el aprecio de los
espíritus selectos .
Es rasgo de buen humor el acordarse del vate y del hie-
rofante en la Civilización griega ..., y aplicarlos a nuestros
países ; pero ya no para que el analfabetismo de los pueblos
se subordine al poeta, sino para lo contrario, esto es, para
que el poeta quede subordinado al analfabetismo de los
pueblos.
Un solo poema de Rubén Darío- " adulador" en verso
de Zelaya y de Estrada Cabrera- vivirá siempre más que
cuanto escriban todos los " redentores " de Centroamérica.
Un solo poema de Díaz Mirón-" adulador" en prosa de
Victoriano Huerta-vivirá siempre más que cuanto escri-
ban todos los " apóstoles " de México.
Yo pienso que el Arte es la manifestación más aristo-
crática del espíritu humano, y que la Poesía es el mayor
acrisolamiento del Arte . Todo lo que se diga en contrario
corre el peligro de confundirse con el afán de ganarse po-
pulacherías baratas.
La Belleza no depende de los intereses económicos ni po-
líticos de los pueblos.
El Arte es eterno ; los intereses de los pueblos pasan. Yo
protesto de que la demagogia en América sueñe en poner
lo eterno al servicio de lo pasajero.

RESPONSABILIDAD HISTORICA

En relación a la responsabilidad histórica de lo ocurrido


en la batalla de Arica el 7 de junio de 1880, no quiero ser
yo quien dé ahora ninguna información ni precise nada, pu-
diendo hacerse la investigación con los actuales sobrevivien-
tes y demás personas que se juzgue mejor enteradas de
todo lo referente a dicha batalla. En telegrama firmado por
Patricio Lynch, los chilenos anunciaron oficialmente estar
EL LIBRO DE MI PROCESO 91

el 3 de junio en posesión de los planos de las minas de defen-


sa de Arica ; dichas minas-con excepción de dos colocadas
por el ingeniero José Belaúnde, fuera de los planos- no fun-
cionaron, cuando el día 7 se efectuó el asalto a la plaza.
Den otros y no yo le explicación debida a estos dos hechos.
Me interesa dejar constancia solamente, sin apreciar los
fundamentos históricos, de que yo, en todo caso, no hice
más que expresar en privado, en 1925, opinión como la emi-
tida en público, en 1923, esto es, dos años antes, en la Re-
vista del Círculo Militar, del Perú, sin protestas, entonces ,
de nadie.
Para depurar el criterio que quiera formarse sobre esta
actitud mía, cumplo con hacer las siguientes declaraciones :
1.°-Yo me dirigí a Edwin Elmore en referencia al " de-
rrotismo" con que aparecía solidarizándose, por el carácter
enfáticamente generalizado de sus propias palabras- "en-
tiéndase como se quiera esta solidaridad "-para recordarle
tal responsabilidad histórica, pero hícelo por teléfono, y
después, aunque con acritud, por carta privada, sin haber
llegado a dar nombre de nadie al respecto en ninguna de
mis declaraciones policiales ni judiciales, según puede ver-
se en los autos del proceso, cuidando mucho para que no
se me atribuyeran propósitos difamatorios- de no ser yo,
sino de que fuera él ( Edwin Elmore ) o alguno de los suyos
quien primero entregara tal conversación telefónica o tal
carta privada al comentario público .
2. Yo no he hecho publicación relativa a este ni a
ningún asunto de mi proceso , sino después de haberse edi-
tado en Lima y puesto en circulación dentro y fuera del te-
rritorio de la República un primer folleto contra mí. La
fecha de edición de tal folleto, que consta al pie de las " Dos
Palabras " iniciales, es la de noviembre de 1925, siendo la
del 31 de enero de 1926 la que tiene el número uno de La
Hoguera, que no se hubiera editado de editarse aquel folle-
to, según les consta en general a los seis escritores no polí-
ticos que figuraron en calidad de redactores de dicho perió-
dico, y en especial al Dr. Edgardo Rebagliatti, redactor de
Mundial, cuya ponderación de espíritu es en Lima bien reco-
nocida.
3. Los insultos y dicterios que se me han dirigido o se
me puedan dirigir a este respecto no tienen para mí, ni ten-
drán nunca, más significación o importancia que la que les
92 JOSÉ SANTOS CHOCANO

den las Instituciones y particulares que se han interesado


por mi libertad, señaladamente la Sociedad de Sobrevivien-
tes de Arica, cuya opinión a mi favor tiene que bastarme
como la mejor justificación de todas mis palabras y de to-
dos mis actos .
4. Creo de justicia hacer saber que en la guerra del
Pacífico, el que lo fué por lo ocurrido en la batalla de Arica,
no resultó el solo afectado, con razón o sin ella, de grave
responsabilidad para con los intereses nacionales y para
con la patria, sino que- dada la anarquía reinante enton-
ces en la política interna del Perú- resultáronlo también
varios hombres públicos de mayor importancia , cuyos nom- .
bres propios no tengo empeño en señalar, siéndome bastan-
te llamar la atención sobre cierta frase " derrotista " de ori-
gen "neo-godo" : -Primero los chilenos que Piérola "-de
que Manuel González Prada dijera que era capaz de pro-
ducirle náuseas a los gusanos de una sepultura (número uno
de El Radical) , así como sobre el Decreto de 28 de enero
de 1880, clausurando el diario El Comercio, por el " delito
de alta traición a la patria ". No está demás tomar nota de
que, por coincidencia muy significativa, todos estos elemen-
tos han estado unidos contra mí, en el proceso que se me
ha seguido por el " delito " de no haberme dejado abofetear
y golpear impunemente .
5. -Habiendo hecho saber el Dr. Francisco García Cal-
derón, en número 14 del primer semestre de este año ( 1927)
del Repertorio Americano , de Costa Rica , sus relaciones de
parentesco si bien he averiguado que sólo político , con
persona cuyo nombre no desco recoger aquí, pero de prin-
cipal importancia al respecto, y sintiéndome obligado de
antiguo con los hermanos Francisco y Ventura García Cal-
derón, que en repetidas oportunidades me han demostrado
su leal amistad, resuelvo darles la prueba de mi sincera con-
sideración, no refiriéndome ya en adelante a la cuestión de
Arica y lamentando por ellos haber tenido que hacerlo an-
tes, seguro como estoy de que tampoco ellos han de creer-
me capaz de calumniar a nadie, ni de inferirle a nadie el
menor daño sin provocación o motivo . Lo que después de
esta declaración mía se me diga al respecto no podrá ser ni
será tomado en ninguna consideración por mí, si no se acom-
paña de la firma o de la aprobación expresa de uno de los
dos hermanos Francisco y Ventura García Calderón ; por-
EL LIBRO DE MI PROCESO 93

que, a pesar de tal o cual parentesco que pudieran tener, a


ellos sí me complazco en reconocerles cerebración y ecuani-
midad bastantes para poder tratar de tan enojoso asunto
histórico conmigo .

NOTA. Declaración que corre en autos hecha por mí, en


la misma tarde del 31 de octubre de 1925 :
"El declarante dice : Que el día de hoy supo donde vivía
Elmore y le llamó por teléfono , poco después de la una, y
le preguntó que si sostenía en privado las palabras que le
había tratado de dirigir en público, concretándose a recor-
darle que no era él, Elmore, por circunstancias que éste si
quiere puede señalar , pero que el declarante como caballero
no quiere hacerlo, quien así lo pudiera insultar sin motivo
alguno... Que posteriormente ( el declarante) le dirigió una
carta ( a Elmore ) demandándole una satisfacción en priva-
do y amenazándole con publicar la misma carta de que él
como caballero no quiere acordarse ; pero que Elmore pue-
de publicar. "
Edwin Elmore no publicó la carta ; hiciéronlo, después
de que él murió recomendando : "Aquí termine todo. " Cons-
te, pues, que no fuí yo quien entregó la cuestión de Arioa
al comentario público.

CAPACIDAD E INTENCION DEL TRIBUNAL

Sería ocioso seguir, punto por punto, el curso del juicio


oral, ya que todos los cargos aparecen naturalmente resu-
midos y esclarecidos en la defensa. La impresión de todas
las irregularidades cometidas llegó a darse en el extranjero
por algunos diarios , que reprodujeron de los de Lima los
extractos taquigráficos de las audiencias públicas : tal im-
presión fué igualmente deplorable para amigos y enemigos
míos fuera del Perú.
Siempre es interesante recoger una opinión imparcial .
94 JOSÉ SANTOS CHOCANO

He aquí lo que dijo La Nueva Prensa, de San José de Cos-


ta Rica :
"El sensacional proceso de José Santos Chocano , que
nuestro apreciable colega El Mundo está reproduciendo , es
juzgado por algunas personas como una comedia. No se cri-
tica el hecho de la publicación, no ; toda publicación cuan-
do, como en este caso , se ajusta a términos de verdad , da
luz para formar criterio sobre cosas que nos interesan. Se
piensa solamente que algunos de los aspectos de ese proce-
so se ajustan mucho a un acto cómico , que es indigno por
tratarse de la muerte de un joven intelectual cuya memo-
ria debía ser más respetada y de la vida de un gran poeta,
cuyo nombre es mundialmente admirado ."
Farsa ridícula el referido juicio oral para mis enemigos
todos, como hubo de aparecer expresado en su órgano de
mayor significación en el periodismo : Crítica, de Buenos
Aires. Innecesario creo reproducir la opinión en igual senti-
do de la Prensa toda que me fué favorable.

Sólo con el objeto de formar claro concepto de la capa-


cidad y de la intención de los magistrados tanto fiscal
como jueces-ante quienes comparecí, voy a reproducir frag-
mentos muy ilustrativos de la versión taquigráfica que apa-
reció en los diarios , sobre algunas de las audiencias del jui-
cic oral. Cuidaré de ser breve, por más que dichas repro-
ducciones resultarán verdaderamente amenas.

De la primera Audiencia

"El señor Presidente hace que se le muestre el revólver


al acusado, quien lo reconoce.
"Luego se le muestran las cápsulas, a pedido del doc-
tor González Olaechea, sobre las cuales el procesado no
puede decir con fijeza si son las mismas. "
El Tribunal supuso , a los ocho meses de lo ocurrido , que
las cápsulas que, después de retenerlas por un día en su po-
der, entregó el director de El Comercio a la policía, colo-
cadas en el tambor de mi revólver, podían y debían , sin
ningún inconveniente, ser presentadas a mi reconocimiento,
EL LIBRO DE MI PROCESO 95

tal vez porque previéndolo habíales yo puesto alguna señal


indeleble, para distinguirlas de todas las demás de iguales
calibre y fábrica... Por otras de iguales calibre y fábrica,
aunque de distinta pólvora-para los efectos de la deflagra-
ción en la prueba pericial-pudo sustituirlas quien se inte-
resara en mi daño, siendo demasiado ingenuo si no bastante
revelador el que, a los ocho meses de lo ocurrido, se me pro-
pusiera de sorpresa y quitándole importancia- un reco-
nocimiento que propiamente era imposible de hacerse.

"Se procede en seguida al reconocimiento de las ropas


que llevaba Elmore, manifestando Chocano, después de un
examen, que las perforaciones han sido hechas por proyec-
til, pero que las ropas presentadas no son las que vestía
Elmore. "
El juez instructor informó al Tribunal lo siguiente :
"Cumplo con exponer que, cuando recibí en el Hospital Ita-
liano la preventiva de Elmore, éste, para firmar, hizo sacar
3u pluma-fuente de un saco que estaba colgado frente a su
cama, que no era azul marino, sino café con leche." El mis-
mo informe del juez instructor contrario al color azul ma-
rino del traje, fué dado también por la Policía. El Tribu-
nal, a mérito del testimonio de amigos íntimos y parientes
cercanos del herido y sus cuñados , resolvió, en su alta sabi-
duría, que las ropas de Elmore no eran de color de café con
leche, sino azul marino... Puede apreciarse el concepto que
del juez instructor tenía formado el Tribunal.
"Le presentan en seguida una prenda interior del vesti-
do; y Chocano dice que no puede suponer que el Presidente
se imagine que él (Chocano) le hubiese visto tal prenda a
Elmore." (Risas.)
El Tribunal creyó serio exigirme el reconocimiento nada
menos que de los calzoncillos de Elmore, como si en el lan-
ce ocurrido me hubiese sido dable conocerlos ... La nota có-
mica producida en situación tan grave, por impropiedad de
tal investigación que de ser necesaria, hubiese ya constado
en autos-dice bastante más de lo que pudiera decir yo
sobre la capacidad de mis jueces.
96 JOSÉ SANTOS CHOCANO

De la segunda Audiencia

"El FISCAL : Se están produciendo una serie de pregun-


tas que resultan improcedentes y no vamos a terminar nun-
ca. Creo, señor Presidente, que el procesado debe ponerse de
acuerdo con su abogado, que es un distinguido profesional,
para que él haga las preguntas pertinentes.
"El señor PRESIDENTE : Como ayer se insinuó que el pro-
cesado deseaba preguntar a los testigos, se explica que no
haya podido ponerse de acuerdo con su defensor. "
El Fiscal y el Presidente del Tribunal me piden que
acuerde previamente con mi abogado defensor las pregun-
tas a los testigos y peritos contrarios, antes de conocer yo
las declaraciones que habían de hacer éstos en el juicio
oral... Claro está, pues, que el Fiscal y el Presidente del
Tribunal me suponían adornado del don adivinatorio, por-
que de otro modo mi limitada inteligencia no se explica
cómo podía acordar tales preguntas, antes de conocer las
declaraciones sobre los que debían hacerse. La inteligencia
humana tiene sus límites, si bien es cierto que como se
ha dicho la estupidez no los tiene...

De la tercera Audiencia

El señor Chocano intenta hablar.


"El FISCAL (visiblemente excitado ) : Yo pido que se lla-
me al orden al acusado.
"El señor CHOCANO : Que conste entonces que en el Perú
se me tapa la boca.
"El señor PRESIDENTE : Ya llegará el momento en que
usted pueda hablar de conformidad con lo que establece
la ley.
"El FISCAL ( exaltadísimo y poniéndose de pie) : Es ne-
cesario, señor Presidente, que usted proceda con energía im-
poniendo orden en el debate ; porque es necesario que el
acusado sepa que está en el banco del acusado . ¡ Qué está
ante la ley y ante el tribunal de la Nación ! ¡ Qué debe res-
EL LIBRO DE MI PROCESO 97

petar la nacionalidad ! ( dirigiéndose a Chocano) . ¡ Usted no


puede hablar ! ¡ Usted es un asesino que debe ir a purificar
su espíritu en la cárcel ! ¡ Para tratar con las personas como
nosotros es preciso tener bien puesto el corazón ! El Fiscal
se golpea el lado izquierdo del pecho, y en tono cada vez
más exaltado, agrega :
"-Es preciso que se dé usted cuenta de que es un ase-
sino!
"El doctor DULANTO : Mi defendido no ha hecho sino
una tentativa para hablar ; y ello no puede merecer las fra-
ses airadas que ha expresado el Fiscal.
"El FISCAL (presa de enorme excitación y rojo de ira):
Yo defiendo este alto sitial como Fiscal. Yo defiendo la jus-
ticia. Tengo una alta posición, señor abogado. Yo procedo
con altura de miras, con el corazón (golpeándoselo otra vez ) ,
porque he tenido relaciones de amistad con el señor Choca-
no, porque yo quisiera que no hubiera cometido el delito ,
porque no quisiera ver al señor Chocano en el banco de los
acusados. Pero ha cometido un delito , y mi deber me obliga
a pedir su castigo y que se establezca sanción.
"El señor CHOCANO : El Tribunal está permitiendo que
se me insulte. Se me está insultando, señor Presidente .
"El señor PRESIDENTE : Ruego al procesado que conserve
la mayor tranquilidad .
"El señor CHOCANO : Yo estoy screno. Quien se exalta y
me insulta es el Fiscal .
"El doctor DULANTO : Debo manifestar que mi defendido
no ha expresado ninguna ofensa .
"El señor CHOCANO : Aquí está la policía ( señalando al
Intendente a su lado ) que puede testimoniar que yo no he
expresado ninguna ofensa.
"El FISCAL (interrumpiendo violentamente y de pie) :
Exijo del señor Presidente que haga callar al acusado . No
es posible que esto continúe así. El acusado debe darse cuen-
ta de su situación y guardar silencio .
"El señor CHOCANO : El Fiscal ha perdido el juicio.
"El FISCAL se pone de pie, y pronuncia unas frases exalta-
das que no se perciben por el barullo que se produce en
la sala.
"El señor PRESIDENTE ( agitando la campanilla ) : Reco-
miendo al acusado que mantenga la serenidad que ha obser-
vado en los días anteriores .
7
98 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"El señor CHOCANO : Yo estoy sereno, señor Presidente .


Yo pido perdón si acaso he dicho alguna palabra ofensiva.
Si he dicho algo que ofenda al Tribunal o al público , lo re-
tiro ; pero el señor Intendente de Policía , que está a mi lado ,
es testigo de excepción de que no he dicho una sola palabra
ofensiva para nadie. Se me ha tratado de tapar la boca...
(Siseos en una zona de la barra. )
"El señor CHOCANO (dirigiéndose al grupo de donde par-
tían los siseos hostiles ) : Eso que hacen es muy natural,
porque así silban las serpientes .
"El señor PRESIDENTE : Se suspende la audiencia por bre-
ves momentos.
"Hay gran expectación en la sala.
"Segundos después , el señor Presidente dice :
"-Serenados los ánimos , continúa la audiencia. Que en-
tre el testigo Moisés Villa.
"Ingresa el testigo Moisés Villa y presta el juramento,
respondiendo también a las preguntas de la ley.
"El FISCAL: Señor Presidente, vea usted cómo me mira
el acusado .
"El señor CHOCANO : El Fiscal está loco .
"El FISCAL : Me sigue mirando. ¿Por qué me mira usted?
"El señor CHOCANO tiene en la mano un periódico titu-
lado la Idea Libre.
"El FISCAL hace ademán de llamar nuevamente la aten-
ción del Presidente .
"El señor CHOCANO : El Fiscal está demasiado nervioso.
99
No sé por qué será ..."
(Esta escena se desarrollaba mientras el señor Presi-
dente interrogaba al testigo sobre su nombre, etc. )

No necesito hacer ningún comentario sobre la actitud


airada y las palabras descompuestas del Fiscal . Confieso
solamente que estoy seguro de que en ningún Tribunal del
mundo podría un Fiscal insultar temerariamente a un acu-
sado ; porque aun suponiendo que éste faltase a aquél , la
circunspección que impone el Ministerio Público a su re-
presentante haría que otro fuese el correctivo .
Repárese en que, con consentimiento unánime del Tri-
bunal, se me prejuzga y se me insulta , sin haber dado yo
EL LIBRO DE MI PROCESO 99

el motivo que se quiere pretextar para ello, como lo hizo


constar a su tiempo con la más serena energía, mi abogado
defensor y según el testimonio de excepción que ofrecí yo
mismo de la alta autoridad de policía que, al lado mío, es-
taba precisamente eumpliendo el encargo de custodiarme.
Al día siguiente de tan significativo incidente, la Cor-
te Superior- dócil a las sugestiones de los ex ministros
"neo-godos " que formaban a la sazón parte directiva de
ella-adoptó, sin necesidad , la resolución muy interesante
de solidarizarse , en sala plena, con la actitud airada y las
palabras descompuestas del Fiscal... Inútil me parece tener
que decir más para descontar mi sentencia condenatoria,
previamente acordada .

No deja de ser sugestiva una circunstancia inadvertida


entonces por el público , que ahora resulta de conveniencia
señalar. Fué para evitar el que yo hablase , inmediatamente
después de que lo hiciera, aludiéndome, el Director de El
Comercio, la protesta violenta e insultativa del Fiscal. ( Mi
derecho para hablar consta en el art . 223 y en el art.232
del C. P. en M. C. ) Al entrar a esa audiencia había yo re-
cibido de manos de un amigo mío un ejemplar del semana-
rio La Idea Libre, me dijo : Después de que declare hoy el
Director de El Comercio, procure usted leerle los párrafos
señalados del formidable discurso del doctor Alberto Quím-
per en el proceso Tassara-Miró Quesada. Una vez yo en la
sala de audiencia , revisé los párrafos señalados que me re-
comendara el amigo ; y los encontré tan en lo justo que re-
solví deérselos - no entonces, pero sí cuando pudiera hacer-
lo al Director de El Comercio, por si los había olvidado ...
Tratábase de la agresión, en pandilla y a mano armada,
que, entre sus propietarios , empleados y tipógrafos organizó
El Comercio contra la vida del escritor independiente don
Glicerio Tassara, Director entonces de La Idea Libre y
miembro hoy prominente del Tribunal Mayor de Cuentas.
Los agresores hirieron gravemente al señor Tassara, que sal-
vó por milagro, y mataron- abandonándolo a uno de los
propios amigos que, arrastrados por las circunstancias , les
acompañaron solícita y desinteresadamente. No es necesario
reproducir los párrafos sobresalientes del admirable discurso.
100 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que, como abogado del señor Tassara, pronunció en estrados


el doctor Alberto Quimper. Sólo es necesario anotar que
entonces se le llamó " asesino " al señor Tassara esto es, al
agredido que tuvo que defenderse por los que han sido
precisamente mis acusadores y me han llamado lo mismo
también por defenderme.
La impunidad en que quedó tal atentado hubo de me-
recer entonces de Manuel González Prada las siguientes
palabras, que creo conveniente recoger: "El Comercio dis-
pone de valiosas influencias en la Magistratura... Con ple-
na seguridad y garantía, puede seguir asaltando imprentas
y blandiendo su arma favorita . Corre un solo peligro : algu-
nos que tengan dignidad preferirán sufrir una prisión inde-
finida (aunque no deshonrosa ) antes que dejarse ultrajar
por una pseudo- aristocrática gavilla de matones sin barbas
y garroteros con levita. " Manuel González Prada opinaba
como yo: es preferible sufrir una prisión indefinida antes
que dejarse ultrajar por nadie. Tal es la opinión de todo
hombre digno de su sexo : no era así, a juzgar por sus in-
sultos, la opinión del Fiscal.
Supóngase el efecto que me produciría, horas más tarde
de la audiencia, la lectura, que ya hice completa, del dis-
curso del doctor Químper, proclamando entre los nombres
de los asaltadores, en pandilla y a mano armada de la im-
prenta de La Idea Libre, para ultimar a su director don
Glicerio Tassara, al mismo Fiscal insultador doctor Carlos
Zavala Loayza. Parecióme que el doctor Alberto Químper
se levantaba de su tumba para decirme : Ese Fiscal que te
ha insultado fué acusado por mí de asaltador a mano ar-
mada y en pandilla , organizada ésta por los mismos pro-
pietarios de El Comercio, con los que es natural que hoy
haga causa común contra ti, como entonces la hizo para tra-
tar de asesinar a Tassara.
Ha de comprenderse por quien lea la acusación del doc-
tor Alberto Químper-que yo pongo a disposición de cuan-
tos la deseen leer--lo intensa que ha tenido que ser, en
efecto, la nerviosidad del fiscal Carlos Zavala Loayza, si,
desde la tribuna, en que le ha colocado el mérito propio o
el favor político, alcanzó a leer el título de La Idea Libre,
que, poco antes de la audiencia, un buen amigo había pues-
to en mis manos ... No es de temerse que el Tribunal ni la
Corte Superior, en sala plena, se solidaricen con el fiscal
EL LIBRO DE MI PROCESO 101

acusado por el doctor Alberto Quimper, y con el director


de El Comercio, también, en el procedimiento de los asaltos
a mano armada y en pandilla ...

Cuando Antonio Miró Quesada concluyó de declarar en


presencia del comisario de Policía, al ver yo que éste había
celebrado su entrevista con aquél acompañándose del ofi-
cial de Investigaciones, llevado al efecto de averiguar en el
lugar del suceso lo que había , en verdad, ocurrido y debía
constar en el atestado policial , estimé que era no sólo con-
veniente, sino necesario el examen del referido testigo An-
tonio Miró Quesada, hecho simultáneamente en presencia
del comisario de Policía, a la vez que en presencia del ofi-
cial de Investigaciones, para que juntos estos dos funciona-
rios comprobasen cómo cumplieron también juntos con su
deber más elemental, interrogando al dueño de casa sobre
lo sucedido en ella y sobre quienes lo presenciaron. Esta
era una de las peticiones que me proponía hacerle al Tribu-
nal, cuando pretendí hablar enseguida de que Antonio Miró
Quesada hubo de declarar y antes de que se le diese, como
se le dió, por concluída toda participación en la audiencia
al Comisario de Policía. Otra de las peticiones que me pro-
ponía hacerle al Tribunal era que el Secretario escribiese in-
mediatamente varias adiciones y un cambio que aparecían
hechos por Antonio Miró Quesada, respecto de las dos de-
claraciones que había él prestado ante el Juez instructor.
Cuando intenté hablar con estos dos propósitos , el Fiscal
me insultó y el Presidente del Tribunal me ordenó que me
callase hasta que me lo permitiese la Ley. La Ley, justa-
mente, me autorizaba para ello. La Corte Superior, al solida-
rizarse con el Fiscal, reconoció, sin embargo, que había es-
tado yo fuera de la Ley pretendiendo hablar , y motivando
con ello las iras del representante del Ministerio Público .
Si el incidente producido en la audiencia por pretender ha-
blar yo, faltando-según se alegaba-a la Ley , me decidió
a no hacer gestión ninguna más al respecto, la innecesaria y,
por lo mismo, significativa actitud de la Corte Superior, a
que faltaban a la sazón sus más honorables miembros , es-
cogidos para funciones interinas en la Corte Suprema, me
decidió asimismo a desistir ya de toda defensa en el proce-
102 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sc, concretándome a hacer constar solamente que en los


Tribunales del Perú se había resuelto "taparme la boca"
y condenarme sin permitirme ejercitar los derechos que ca-
balmente me concedía la Ley. Mi abogado defensor , el señor
doctor Ricardo E. Dulanto, supo esta decisión mía , de que
sólo desistí a los ruegos que él me hiciera, esperanzado en
una reacción saludable , que ya se ve cuán inútil es esperar
del Poder Judicial del Perú mientras que siga con su vicia-
da organización actual . Apréciese ahora si era yo o si eran
el Fiscal o el Tribunal, al impedirme hablar, quienes esta-
ban, en efecto, fuera de la Ley.
Artículo 223 del Código de Procedimientos en M. C.—
"El Presidente , de oficio, si lo cree necesario, u OBLIGATORIA-
MENTE, a petición del Fiscal, del ACUSADO o del defensor,
puede ordenar que el Secretario escriba inmediatamente las
adiciones o cambios que resulten en la declaración vertida
en la audiencia , respecto de la evacuada en la instrucción."
(No sólo, pues , el Fiscal y el defensor, sino expresa y cate-
góricamente el ACUSADO, puede pedir, al concluir de declarar
un testigo, el que se escriban INMEDIATAMENTE por el Secre-
tario las adiciones y los cambios que note él en la declara-
ción de la audiencia con relación a la prestada ante el Juez
instructor.)
Artículo 232 del Código de Procedimientos en M. C.-
"EL ENJUICIADO o el Fiscal puede pedir, ya sea que un tes-
tigo declare sin ser escuchado por los otros , ya que sea exa-
minado delante de uno o máS TESTIGOS DETERMINADOS. " (Cla-
ro está que el ENJUICIADO tiene el derecho de hacer esta pe-
tición en el momento de necesidad , dentro de las circuns-
tancias imprevistas que se presentaren en la audiencia,
como también el Fiscal . )
El Presidente del Tribunal impidió que yo ejerciera el
derecho que me concede la Ley en forma tan manifiesta como
lo está en los artículos del Código de Procedimientos que
he transcrito . El Fiscal se indignó y me insultó porque yo
intenté ejercer ese derecho con que me amparaba la Ley. La
Corte Superior se solidarizó, en sala plena, con la actitud del
Fiscal. Ni fué posible, pues, que Antonio Miró Quesada
fuera examinado en presencia del Comisario de Policía y
del Oficial de Investigaciones, juntos y no separados, ni fué
posible tampoco recoger las adiciones y el cambio que hubo
de hacer a las declaraciones prestadas por él en la instruc-
EL LIBRO DE MI PROCESO 103

ción. Quedaron violados en mi daño los artículos 223 y 232


del Código de Procedimientos en Materia Criminal , cuyo
autor el doctor Mariano H. Cornejo estoy seguro que ha-
brá de horrorizarse al saberlo.

Fácil es ahora apreciar la sentencia condenatoria , al tra-


vés de la capacidad y de la intención del Tribunal ante el
que comparecí, según se ha visto, para que se me pidiera el
reconocimiento de los calzoncillos de Edwin Elmore y para
que se me insultara llamándome " asesino ", con motivo de
lo mismo que " cualquiera hubiese hecho " en mi caso, según
no tuvo reparo en declararlo literalmente después el mismo
Fiscal insultador, que yo no quiero ni necesito ya calificar.

LAS DOS ACUSACIONES

La acusación del Fiscal y la acusación del abogado de


la Parte Civil, cuya falta de método, así como cuya vulga-
ridad de expresión no las hacen ser propiamente modelos
recomendables, ni siquiera ensayos felices en su género , que-
daron metodizadas y redimidas del fraseo vulgar al ser re-
cogidas, para su análisis y pulverización , dentro de la for-
midable pieza con que cerrara el juicio oral mi joven y ya
ilustre abogado defensor. Será, pues , en la defensa donde ,
por su examen, se podrá saber y apreciar en lo que con-
sistió una y otra acusación , cuyo fondo es lo único intere-
sante y de cuya desgraciada forma se me excusará prescin-
dir, por lo mismo que en su oportunidad ella para mis oídos
de Poeta fuera, en su condición pedestre y de mal gusto,
verdaderamente atormentadora, hasta resultar un anticipo
de la pena injusta que se me quería hacer sufrir.
Interesa, desde luego , dejar constancia de que ni una
ni otra acusación hubo de basarse en lo que declaró Edwin
Elmore, sino en lo que declaró Antonio Miró Quesada, a
quien los dos acusadores tuvieron el acierto de considerar
104 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mejor informado que el propio Elmore de lo que a éste le


había sucedido .
Lo que las dos acusaciones se cuidan mucho , natural-
mente, de no dejar en descubierto , es que la declaración de
Edwin Elmore y la de Antonio Miró Quesada se contradi-
cen en todos sus detalles, siendo muy fácil, además , apre-
ciar el que tanto la primera como la segunda son falsas, a
menos que se admita para salvar aquélla el que todo lo que
consta en autos es un simple embuste, o para salvar a ésta
el que yo soy sólo un imbécil .
La lógica más elemental indica que la verdadera acusa-
ción contra mí, de haber alguna , tenía que ser la que se de-
rivase de la declaración que primeramente a la policía y
luego al Juez instructor hubo de prestar Edwin Elmore so-
bre lo que conmigo le sucediera ; pero la acusación efectiva
se desprendió de lo que, a la semana del suceso , le empezó
a declarar al Juez instructor el Director de El Comercio,
que, solamente otros cuatro días después de la primera de-
claración llegó a dar su versión por completo , en un sentido
de apariencia francamente condenatoria . No puede haber,
pues, nada más interesante que la exposición y el examen
de estas dos versiones, ya que con ello va a quedar escla-
recido por completo el fundamento tanto de la acusación .
fiscal como de la acusación civil.

Versión de Edwin Elmore

La declaración prestada por Edwin Elmore ante el Juez


instructor, veinticuatro horas justas después del suceso, fué,
como consta en autos , la siguiente :
"... ingresó Chocano al local de la imprenta de El Co-
mercio, en donde se encontraba el declarante , con el objeto
de gestionar la publicidad de una carta vindicatoria de la
reputación de su señor padre , agrediendo a Chocano a pu-
ñadas, habiéndole asestado una puñada en la cara ; que
Chocano, a verse agredido , en lugar de repeler el ataque en
la misma forma, esto es, a puñadas, sacó del bolsillo del
pantalón un revólver con rapidez tal que el declarante no lo
pudo impedir ; que el declarante, dándose cuenta del peli-
gro, retrocedió; pero que Chocano disparó enseguida , hi-
riéndolo en el vientre, cuando se encontraba separado uno
EL LIBRO DE MI PROCESO 105

del otro por una distancia aproximada de metro y medio ;


que no es cierto que el disparo hubiera salido como conse-
cuencia o resultado de un forcejeo entre Chocano y el de-
clarante . Presenció este incidente el señor Miranda Nieto ,
con quien estuvo conversando en el instante en que se pre-
sentó Chocano. "
La acusación que me hace Edwin Elmore no puede ser
más clara : a una bofetada ante un testigo, respondí con un
disparo del revólver que tenía yo en mi bolsillo del panta-
lón, sacándolo con " rapidez tal que él ( agresor ) no pudo
impedirlo " y disparando " enseguida ".

Versión de Antonio Miró Quesada

La declaración prestada por el Director de El Comercio


ante el Juez instructor una semana después del suceso , esto
es, el 5 de noviembre, fué, como consta en autos, la si-
guiente :
66
escuché voces airadas y al volver la cara vi en el
hall dos personas que luchaban : una de ellas , que yo no
conocía, sujetaba a la otra, en quien reconocí al señor Cho-
cano, por el cuello con la mano izquierda y con la derecha
le golpeaba el rostro. En ese momento , el señor Chocano
sacó el revólver e intantes después se produjo el disparo ,"
La declaración prestada por el mismo Director de El
Comercio, cuatro días después de la anterior, esto es, el 9
de noviembre, fué, como consta en autos , la siguiente, du-
rante la inspección ocular que hubo de realizarse en el local
del referido diario :
"Precisado el sitio en que se inició el pugilato , el testigo
зeñor Miró Quesada determinó, aproximadamente, el lugar
del hall en donde vió a Chocano y Elmore luchando : ese
lugar está a ocho metros treinta del sitio donde principió el
pugilato y a tres metros diez la pared entre la subdirec-
ción y la puerta de salida ; que en ese lugar los contendores
se separaron, sacando Chocano su revólver y retrocedien-
do Elmore hasta la pared indicada, con las manos riba,
produciéndose en estos momentos e disparo. '
La acusación que me hace Antonio Miró Quesada no
puede ser tampoco más clara ni más diferente de la de Ed-
win Elmore : en un pugilato que recorrió ocho metros y
106 JOSÉ SANTOS CHOCANO

treinta centímetros, saqué yo un revólver y le disparé a mi


contendor cuando éste se encontraba ya a tres metros diez
centímetros de distancia, haciéndome blanco contra una
pared y con las manos levantadas en actitud indudable de
rendimiento o de imploración de misericordia.

Contradicción de las dos versiones

Elmore declaró que sólo medió una puñada en la cara ;


Miró Quesada , que en el rostro me golpeaba, mientras me
sujetaba con la otra mano por el cuello .
Elmore declaró que al verme agredido a puñadas no re-
pelí la agresión en igual forma , sino con mi revólver : Miró
Quesada, que el pugilato hizo un recorrido de ocho metros
treinta centímetros.
Elmore declaró que, al recibir una puñada en el rostro,
saqué mi revólver con rapidez tal que él no pudo impedirlo ;
Miró Quesada , que sólo después de recorrer ocho metros.
y tercio en un pugilato , llegué a sacar mi revólver.
Elmore declaró que yo disparé " enseguida " ; Miró Que-
sada , que yo no disparé hasta que Elmore se colocó, como
haciéndome blanco, contra una pared , hacia la que recorrió
de espaldas tres metros diez centímetros, sin que yo me die-
ra prisa en disparar mientras no le viera en esa actitud y
esa distancia.
Elmore declaró que al disparar yo " enseguida " el re-
vólver, que hube de sacar " con tal rapidez que él no pudo
impedirlo ", ya él había retrocedido hasta " aproximadamen-
te metro y medio " ; Miró Quesada , que hasta más de tres
metros.
Elmore no se dió cuenta de que cuando yo disparé él
estaba contra la pared , ni que ésta distaba del lugar en que
yo decidí fijar los pies más de tres metros , ni de que él
tenía levantadas las manos, rindiéndoseme o pidiéndome
perdón ; Miró Quesada declaró por él todo esto.
Sólo la alta sabiduría del Tribunal que me juzgó pudo
encontrar iguales las versiones de Edwin Elmore y de An-
tonio Miró Quesada.
EL LIBRO DE MI PROCESO 107 .

Explicación sobre la versión de Elmore

Edwin Elmore prestó su primera declaración, horas des-


pués del suceso, ante la policía, conforme consta en el ates-
tado correspondiente que corre en autos ; y en dicha decla-
ración no habla de que él , al ver el revólver, comprendien-
do el peligro, retrocedió y logró separarse de mí hasta apro--
ximadamente metro y medio : tampoco en dicha declaración
sostiene de manera especial que el disparo " no se produjo
como resultado o consecuencia de un forcejeo ", ya que el
contenido de la declaración hacía innecesario este adita-
mento.
La declaración que consta en el atestado policial , re-
cogida en el mismo día 31 de octubre, es el siguiente :
"... el declarante... le infirió una puñada en la cara, por
lo que Chocano sacó un revólver del bolsillo, cogiéndole el
proyectil y cayendo herido."
Ahora bien; en la mañana del primero de noviembre se
publicaron en los diarios las versiones que, con excepción
de la de El Comercio, me eran favorables, con ser recogi-
das en esta misma fuente de información- como la de La
Crónica que declaraba haber tomado en la imprenta del
suceso y de labios de los que en ella se decían testigos pre-
senciales, la misma versión, precisamente, que aparece dada
por mí, minutos después de lo ocurrido, según consta en el
atestado policial que corre en autos . Al prestar en la tarde
del primero de noviembre su declaración ante el Juez ins-
tructor, Elmore ya estaba enterado de todas las versiones.
publicadas ; y hubo de agregar a la suya dos datos tenden-
ciosos , que carecen , por lo mismo , de espontaneidad y, con-
secuentemente , de valor persuasivo . El primer dato tenden-
cioso es el de haber " retrocedido ", al comprender el peligro,
hasta lograr separarse de mí cerca de metro y medio cuan-
do se produjo el disparo , que, sin embargo , reconoce fué
hecho por mí " enseguida " de haber sacado el revólver
"con una rapidez tal que él no pudo impedirlo ". Basta re-
reparar en que ese " retroceso " de Elmore hasta una distan-
cia que " se aproxima " sólo a " metro y medio ", en que apa-
.108 JOSÉ SANTOS CHOCANO

rece él móvil y yo rapidísimo en sacar el revólver y disparar


" enseguida ", no modifica en lo menor la responsabilidad
que, desde un principio, en la declaración anterior, se pro-
pone descargar sobre mí : haber respondido a una puñada
en el rostro con un inmediato disparo de revólver. Tal dato,
pues, tiene un objeto que no es el de la responsabilidad
perseguida por Elmore. Ningún diario del primero de no-
viembre contiene el dato de haber retrocedido Elmore ante
el peligro : sólo El Comercio lo contiene. Enterado Elmore
de ello, proporcionó el dato tendencioso, aunque, por no po-
der reñir totalmente con la verdad, en forma menos exa-
gerada.
El otro dato tendencioso que hubo de proporcionar, a
mérito, por el contrario , de la publicación hecha en todos los
diarios, menos en El Comercio , fué el de que " el disparo no
se produjo como resultado o consecuencia de un forcejeo ".
¿ Para qué tal dato, si era cierto lo fundamental de la mis-
ma declaración, es decir, que yo no había repelido la agre-
sión en la misma forma? Claro está que si esto era cierto ,
no había habido pugilato ni forcejeo de ninguna clase ; y
mal podía, entonces, el disparo producirse como resultado
o consecuencia de ello. El cuidado de hacer constar lo que
es innecesario, al ser cierto lo fundamental, desautoriza esto
sin persuadir de aquello, y resulta , indudablemente , sos-
pechoso.
Después se podrá ver cómo la versión de Elmore en lo
fundamental es falsa.

Explicación sobre la versión de Miró Quesada

La declaración que presta el Director de El Comercio el


5 de noviembre no hace más que abrir camino a la declara-
ción que presta el 9, es decir, cuatro días después . Todavía
el día 5 no se acuerda de declarar que Elmore retrocedió
hasta dar con la pared, distante tres metros diez centíme-
tros del lugar en que yo quedé con los pies fijos, ni tampo-
co que Elmore levantaba las manos en actitud de rendír-
seme o pedirme perdón . Fué el 9, es decir, diez días después
del suceso , que el Director de El Comercio resolvió declarar
todo lo que se ignora por qué no quiso declarar el 5 , ni El-
EL LIBRO DE MI PROCESO 109

more tampoco hubo de hacerlo en las dos oportunidades


en que fué interrogado.
El doctor Antonio Miró Quesada robusteció su declara-
ción con la de otro testigo tan apreciable como él : su primo
el ingeniero Tomás Miró Quesada. Logró en el Juicio Oral
que, desdiciéndose de la declaración que había prestado an-
te el Juez instructor, le auxiliase también otro testigo no me-
Los apreciable : su empleado Lamberto Cobos y Tebes. Se-
hace, pues, muy interesante recoger las declaraciones con
que robusteció la suya el doctor Miró Quesada.
El Ingeniero Miró Quesada, Tomás, declaró el 9 de no-
viembre lo siguiente, que no puede aparecer más en acuerdo
con lo que declaró el primo Antonio ese mismo día:
... escuché voces airadas, y cuando volví la vista al
lugar de donde partían esas voces, vi al Poeta casi en el
hall, entre la puerta de la sala de redacción y la puerta de
salida a la calle, teniendo , en la mano derecha, en alto , un
revólver, que en ese instante disparó sobre Edwin Elmore
Letts, quien estaba pegado a la pared comprendida entre la
puerta del escritorio del doctor Luis Miró Quesada (Subdi--
rector) y la reja de entrada, con las dos manos levantadas
a la altura del hombro. El disparo lo hizo Chocano a una
distancia, más o menos , de tres metros del sitio en que se
encontraba Elmore... Llamando a voces a Antonio Miró
Quesada, el señor Chocano le hizo entrega del revólver ; y,
al aproximarse, le dijo : A usted le entrego el arma."
La malicia, desconocedora de los primos Antonio y To-
más Miró Quesada, podría suponer que se habían puesto de
acuerdo para declarar igual cosa el mismo día ; pero se per-
suadiría de que no había sido así con reparar en que si bien
es cierto que el doctor Antonio y el ingeniero Tomás escu-
chaban las mismas " voces airadas " que los hacen volver la
cara o la vista, el primero ve que Elmore me sujeta por el
cuello con una mano y con la otra me golpea en el rostro ,
que yo saco mi revólver y que aquél retrocede hasta la pa-
red, distante más de tres metros del lugar en que yo me
quedo, mientras el segundo no ve más que mi disparo a El-
more, ya pegado éste contra la pared . En lo que no están de
acuerdo los primos es en que el doctor D. Antonio ve a
Elmore con las dos manos levantadas y el Ingeniero D. To-
más ve que yo también tengo levantada la mano derecha,
siendo de investigar qué me propondría yo con tener " en.
110 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la mano derecha, en alto , el revólver " y por qué sería que


el revólver, así en alto , " en ese instante disparó sobre Ed-
win Elmore Letts ", estando éste a una distancia, "más o
menos , de tres metros ". Como confieso que me es descono-
cida esta forma de disparar " con el revólver en alto " y a
distancia, me abstengo de hacer ningún comentario...
Sobre lo que sí vale la pena de hacer algún comentario
es sobre la declaración del Ingeniero D. Tomás cuando dice
que, para acudir al lugar en que yo me encontraba, a efecto
de recibir mi revólver, hubo de ser " llamado a voces" el
doctor D. Antonio, que , de encontrarse en donde él asegura-
ba estar viéndolo todo , distaba menos de tres metros del que
señaló él mismo como lugar en que me encontraba yo . ¿ Tan
distraído, estupefacto e inmóvil se había quedado el doctor
D. Antonio .
Tocante al empleado de El Comercio, "que sólo en el
Juicio Oral llegó a insinuar la noticia de que el disparo se
había hecho a una distancia de dos o tres metros" , merece
la piedad de quienes , al enterarse de que así hubo de desde-
cirse de su declaración ante el Juez instructor, le ven- como
el Ingeniero D. Tomás por la sangre-unido por el estóma-
go con el Dr. D. Antonio. Es suficiente, sin embargo, para
apreciar en su justo valor la declaración del empleado de re-
ferencia, Lamberto Cobos y Tebes, así como también las
de sus dos compañeros de testimonio, transcribir las dos
confesiones hechas por él mismo, con una fuerza de since-
ridad tal que las coloca fuera de toda discusión. Cobos ha
confesado ante el Juez instructor lo siguiente : "Por la rapi-
dez con que se realizó el suceso , la exactitud apreciativa era
imposible. " Cobos ha confesado también ante el Tribunal :
"En esas circunstancias se pierde la noción del tiempo y del
espacio . " Según se ve, Cobos, con tales confesiones , desau-
toriza por completo los detalles todos de la declaración de
Antonio Miró Quesada : ya se verá después que esta decla-
ración en lo fundamental es también falsa.

La versión de Elmore es falsa, aun en lo fundamental

Elmore, refiriéndose a mi actitud , dice lo siguiente :


((
... sacó del bolsillo del pantalón un revólver , con rapidez
tal, que el declarante no lo pudo impedir. " Pregunto yo :
EL LIBRO DE MI PROCESO 111

¿Cómo pudo impedir Elmore el que yo hubiese sacado mi


revólver, de no haberlo hecho con tal rapidez ? Claro está
que empleando un procedimiento que, una vez sacado el
revólver, ya no le era posible emplear. La malicia supondría
que anticipándose a sacar él su arma, como hubo de pare-
cerme que iba a hacer : yo confieso que no imagino el pro-
cedimiento que, para impedirme sacar el revólver , Elmore
dejó de emplear sólo por razón de mi " rapidez ". Si se trata-
ba de sujetarme las manos con las suyas, ¿ una vez sacado
por mí el revólver, alguien o algo no le permitió hacerlo?
Él declara expresamente el ánimo en que estaba de impe-
dirme el poder usar de él.
Sin embargo , declara luego que " dándose cuenta del pe-
ligro , retrocedió". Así es cómo , por darse cuenta del peligro ,
en vez de impedirme el uso del arma , según el ánimo en que
antes estaba, me deja hacer uso de ella sin intentar siquiera
el desarmarme. ¿Hay verosimilitud en lo de estar en ánimo
de impedirme sacar el revólver y, sin embargo , no intentar
siquiera el impedirme usarlo y retroceder dejándome en
completa libertad para disparar? El mismo Tribunal, en
uno de los "Considerandos " de la sentencia que apelé,
da la respuesta : " Elmore, indudablemente más fuerte que
Chocano, pudo desarmarlo en el lance. " El retroceso de
Elmore, sin intentar siquiera desarmarme, a pesar del áni-
mo en que declara haber estado y de su capacidad recono-
cida por el Tribunal para ello, es de una inverosimilitud
que resulta evidente.
Sigue Elmore declarando que él " retrocedió ", pero que
Chocano disparó enseguida , hiriéndolo en el vientre , cuan-
do estaba separado uno del otro por una distancia aproxi-
mada de metro y medio". Quiere esto decir que yo saqué
el revólver " con una rapidez tal que él (Elmore ) no lo pudo
impedir" y resuelto a disparar " enseguida " ; pero Elmore,
que no pudo impedir mi rapidez para sacar el arma , pudo
impedir, sin duda, mi rapidez para descargarla ... y antes
de que yo la descargase, ya él había logrado retroceder
"aproximadamente metro y medio " . La declaración de El-
66
more es, en esta parte, muy clara : Chocano disparó
enseguida. " ¿Enseguida de qué? Si fué enseguida de sa-
car el arma " con rapidez tal, etc. ", resulta Elmore más rá-
pido que el proyectil, puesto que éste lo alcanza " aproxi-
madamente a metro y medio". Si fué en seguida de que
112 JOSÉ SAN TOS CHOCANO

Elmore púsose a tal distancia , ni me explico por qué esperé


que él se me alejase para dispararle sólo entonces , ni me
explico tampoco por qué al verle retroceder no quise yo
-para disparar mejor- dar un paso hacia él , sino que pre-
ferí dispararle " en seguida " de tenerlo a distancia hasta
aproximadamente de metro y medio " y no antes, como lo
pude hacer.
Este dato tendencioso que proporcionó Elmore para ob-
sequiar los deseos oscuros del Comercio, resulta , como se
ve, inverosímil aun grotescamente .
Si no hay una sola frase de E more relativa a los deta-
lles que, según se acaba de ver, I ueda ser tenida como ex-
presión de la verdad , siquiera por la verosimilitud de lo que
expresa, también lo fundamental de tal declaración viene a
resultar, notoriamente, de una falsedad completa . Lo funda-
mental de tal declaración está en esta afirmación terminan-
te que hace Elmore : "... Chocano, al verse agredido, en lu-
gar de repeler el ataque en la misma forma , esto es, a puña-
das, sacó del bolsillo del pantalón un revólver con rapidez
tal, etc." Quiere decir que yo no intenté siquiera rechazar
la agresión con mis puños , ni de otra manera que no fuera
con mi revólver. Para demostrar su afirmación , Elmore pro-
pone un testimonio- que hay que hacer constar como el
único testimonio propuesto por Elmore de persona que pre-
senció el incidente-. Dice así : "Presenció este incidente el
señor Miranda Nieto, con quien estuvo conversando (El-
more) en el instante en que se presentó Chocano. " Lo malo
para Elmore es que el señor Miranda Nieto le desmie..te .
No sólo el mismo día del suceso, sino el día 5 de noviembre
ante el Juez instructor, el señor Miranda Nieto declaró al
respecto lo siguiente, que consta en autos : "... Elmore agrc-
dió a Chocano, dándole una puñada en la cara, agresión
que Chocano repelió en la misma forma. " Como si no fuera
ello bastante, el día 9 de noviembre, conforme consta tam-
bién en autos , el señor Miranda Nieto volvió a declarar
ante el Juez instructor : " Elmore se abalanzó sobre Choca-
no, dándole una puñada en el rostro . Vi que Chocano repe-
lió la agresión en la misma forma . " Queda, pues, demostra-
do, con el propio testimonio propuesto por Elmore, el que
su declaración , aun en lo fundamental, es falsa.
Que la declaración de Elmore en lo fundamental es falsa ,
asunto admitido resulta por el propio Tribunal, según la
EL LIBRO DE MI PROCESO 113

respuesta que da a la décima. "Cuestión de hecho " : "¿Está


probado que Chocano trató de repeler el ataque con su bas-
tón y sus puños y que, dominado en la lucha por su con-
tendor, después de haber recibido una fuerte puñada en el
vacío derecho, sacó del bolsillo un revólver " Colt ", etc.?-
Si lo está."
Para salvar, como se ve , la declaración de Elinore , ten-
dría que admitirse el que todo lo que consta en autos es
un simple embuste . Sin embargo, el Tribunal funda su sen-
tencia en la declaración de Elmore, que encuentra "igual"
a la de Antonio Miró Quesada...

La versión de Miró Quesada es totalmente falsa

Ni Elmore ni yo propusimos como testigo que " presen-


ció este incidente " más que a Froylán Miranda Nieto. El-
more, pues, no vió, en efecto, a Antonio Miró Quesada en
el lugar del suceso ; porque, de otra manera, no se explica
el que no lo pusiera como testigo, siendo así que propuso
a Miranda Nieto. ¿ Es verosímil el que no se diera cuenta
Elmore de la presencia de Antonio Miró Quesada en la ven-
tanilla de la Administración y a una distancia menos de
tres metros del lugar en que, según el propio Miró Quesa-
da, se produjo el disparo ? Al haber estado tal testigo allí,
no sólo se hubiese dado cuenta Elmore de ello , sino que hu-
biese confirmado la siguiente declaración que ante el juez
instructor, el 5 de noviembre, prestó el señor Miranda Nie-
to, inmediatamente después de la primera comparecencia
de su jefe, el doctor Antonio Miró Quesada : "... le dije a
Elmore, señalándole el sitio en que estaba el doctor Miró
Quesada, que le presentaría al doctor Antonio , pero que,
como en ese momento estaba ocupado le esperara en la
sala de Redacción, a donde le conduje ". Miranda Nieto ,
pues, según declara, hizo que Elmore viese a Antonio Miró
Quesada: quiere decir que Elmore vió a éste , en compañía
del Ingeniero Tomás Miró Quesada y del señor Saco Sali-
nas, siendo tanto don Tomás como este señor Saco Salinas,
amigos del propio Elmore, conforme declaración que hicie-
ron ellos. ¿ Cómo se explica, después de todo esto, estando
dichos tres señores a menos de tres metros, según ellos mis-
mos, del lugar en que se produjo el disparo, que Elmore no
8
114 JOSÉ SANTOS CHOCANO

diera los nombres de don Antonio , ni de sus amigos don


Tomás y Saco Salinas, como de testigos presenciales del in-
cidente y sólo diera el de Miranda Nieto ? Es ello tan invc-
rosímil que hace creer el que ni Miranda Nieto le señaló
a Elmore el sitio en que estaba Antonio Miró Quesada, ni
éste estaba allí, pues de estar en efecto aquél, lo hubiese
propuesto como testigo y hubiese propuesto como testigos
también a sus amigos don Tomás y Saco Salinas.
Por si no fuera ello bastante, el hermano de Elmore
hubo de declarar: "También sé que fueron testigos presen-
ciales del incidente los señores Eduardo Derteano , Lam-
berto Cobos y Froylán Miranda . " Después de hablar con
su hermano herido y con su amigo Eduardo Dericano- que
condujo al herido hasta el hospital--el declarante no se
acuerda de dar los nombres, que tan importantes resultaron
ser, de Antonio y Tomás Miró Quesada, como de testigos
presenciales.
Por si no fuera ello bastante, en la declaración de Der-
teano que consta en autos--pese a lo que después dijo él en
el juicio oral, obsequiando los deseos de El Comercio- este
testigo , que manifiesta haber estado en una ventanilla de la
Administración , aunque sin lograr haber visto cómo se pro-
dujo el disparo, no se acuerda de que a poquísimos pasos
ha tenido a Antonio y a Tomás Miró Quesada, y deja de
dar sus nombres como de testigos presenciales , con ser esto
de tanta urgencia que sí da , en cambio, el muy modesto
de Lamberto Cobos .
Por si no fuera ello bastante, tampoco Lamberto Cobos
da en la primera declaración el nombre de su jefe como de
testigo presencial , a pesar de la suma importancia de esto ;
y se concreta a declarar que lo vió conmigo sólo después
del disparo, mientras que tenía yo el revólver en la mano,
esto es, cuando acudió a recibírmelo, concluído ya todo y
"llamado a voces " por mí, según Tomás Miró Quesada , de
cuyo nombre tampoco en la primera declaración se acuer-
da para nada el referido Cobos .
Nadie se acuerda, según se ve, de dar al juez el nombre
de Antonio Miró Quesada como el de un testigo presercial
del lamentable incidente. Llamado por el juez para otros
efectos indicados por mí, en los que después he de ocupar-
me y en que ni el juez ni Antonio Miró Quesada se llegaron
a ocupar, éste se declara a sí mismo testigo presencial y
EL LIBRO DE MI PROCESO 115

propone también como testigo presencial a su primo Tomás.


No hay quien, antes del 5 de noviembre, haya propuesto
ni declarado al juez instructor el nombre de Antonio o de
Tomás Miró Quesada como de testigo presencial, ni el nom-
bre tampoco del señor Saco Salinas-quien se concretara
a manifestar que ignoraba cómo se produjo el disparo.
Lo único interesante, por ahora, es hacer constar de que,
según puede verse en autos , nadie antes de que declarase
Antonio Miró Quesada , lo propuso ni lo señaló ante el juez
como testigo presencial del incidente, ni nadie- antes de su
versión del día 9 de noviembre-declaró nada que se refi-
riese a los tres metros de distancia , ni a las manos levan-
tadas de Elmore cuando mi disparo.

Declara Antonio Miró Quesada que cuando " voces aira-


das le hacen volver la cara , me ve sacar el revólver y ve
que Elmore retrocede : ello ocurre en un lugar, que , según
él lo señala , dista ocho metros y un tercio de aquel en que
empezó el pugilato, que no logró durante tal recorrido lla-
marle la atención, por efectuarse probablemente en cuida-
doso silencio hasta el punto por él señalado, en donde sí se
producen las " voces airadas " que sólo entonces le hacen
reparar en los contendores. El doctor don Antonio, con re-
tardarse, así, en volver la cara cuanto duró el pugilato, lo
hace a tiempo para vernos en el lugar en que los contendo-
res nos separamos : tal declara textualmente. Más retarda-
do aún, el primo don Tomás no vuelve la vista , según su
declaración, sino cuando ya Elmore está " pegado contra la
pared", a más de tres metros del lugar en que yo decido
quedarme, para darme el gusto de disparar a distancia y
con el revólver " en alto". ¿Cómo se explica que don Anto-
nio , que nos ha visto separarnos, deje impasiblemente que
Elmore llegue a dar hasta siete pasos hacia atrás, y él no
dé un paso hacia adelante, con tenerme al fácil alcance de
una distancia mucho menor de aquella que Elmore cubre
reculando antes de que yo , según tan original versión, me
decida a disparar? Después del disparo , conforme ellos de-
claran, acuden sucesivamente a sujetarme la mano en que
tengo el revólver, Derteano , Tomás Miró Quesada y hasta
Miranda Nieto, que se había caído al suelo a ocho metros.
116 JOSÉ SANTOS CHOCANO

y tercio de distancia : el doctor don Antonio Miró Quesada


sigue, mientras tanto , impasible.
Él es el último en acudir, puesto que es a él a quien en-
trego mi revólver ; y acude sólo cuando Elmore ya se ha
marchado, cuando- según él mismo-me han rodeado va-
rias personas y han hecho esfuerzos por desarmarme suce-
sivamente, cuando oye, en fin, que le estoy " llamando a vo-
ces", para usar de la categórica expresión del primo don
Tomás,
El dilema es inflexible : o Antonio Miró Quesada estaba
en un lugar desde el que no pudo ser sino el último en acu-
dir a mí, o es responsable por omisión de que se produjera
el disparo, que le fué fácil evitar.

En el juicio oral ya el doctor Antonio Miró Quesada no


se acuerda de las manos levantadas de Elmore ; pero insiste
en sostener que yo disparé cuando Elmore había logrado
retroceder " alrededor de tres metros ". Consigna esta frase,
que cuida mucho de hacer resaltar : "Breves segundos ha-
bían pasado cuando el señor José Santos Chocano ponía su
revólver ante su contendor, que se alejaba de él : sonó un
disparo..." Cuando sonó el disparo mi contendor, reculan-
do, estaba ya a tres metros, diez centímetros , de distancia ;
tardó, pues, menos mi contendor en hacer hacia atrás tal
recorrido que yo en mover el gatillo del revólver, que había
puesto sobre él. Resuelto yo a disparar- según tan original
versión ya que lo hice, a pesar de las manos levantadas
de Elmore, en son de rendimiento o de imploración de mi-
sericordia, no disparé, sin embargo , cuando logré poner mi
revólver sobre mi contendor, sino que le dejé alejarse de
mí y me quedé, como si los pies se me clavasen en el suelo ,
sin avanzar y deseoso solamente de hacerle puntería a dis-
tancia ...
A no ser que me detuviese hipnotizado por Antonio
Miró Quesada , que, a pesar del estrabismo concéntrico de
que padece, tiene, como buen " neo-godo ”, eso que se llama
pintorescamente "mucha pupila ", o sea , gran fuerza en la
mirada, yo no sé lo que, cuando mi contendor se alejaba,
podía impedirme el avanzar hacia él para asegurar mi dis-
paro. No cabe duda, pues, que de ser cierta la versión de
EL LIBRO DE MI PROCESO 117

que disparé a distancia, sin que hubiese nada que me impi-


diese avanzar, vengo a resultar un enemigo declarado de
hacer disparos demasiado seguros ... Si esta versión del doc-
tor don Antonio se robustece con la de su primo el Ing.
don Tomás quien el 9 de noviembre le declara al juez ins-
tructor, según consta en autos, el que yo disparé teniendo el
revólver " en alto "-a la repulsión evidente que aparezco
así, sintiendo por la seguridad en mis disparos , hay que
exhibirla, con don Antonio de un lado y don Tomás del
otro, clavada en la picota de un comentario jocoso, puesto
que no es posible ya tomarla en serio.
Si es cierto para valerme de palabras textuales de An-
tonio Miró Quesada en el juicio oral, recogidas por su pe-
riódico El Comercio -que mientras que Elmore retrocedió ,
"alrededor de tres metros ", fué a tropezar con la pared del
hall, "se agachó, vaciló unos pocos segundos y salió con
sus propios pies ", yo permanecí inmóvil en el mismo lugar .
en que se separó de mí para empezar a hacer tales movi-
mientos, puesto que nadie ni nada me impedía moverme
tras de quien se me alejaba , mi inmovilidad sólo se explica
por haberse producido el disparo antes de que Elmore se
separase de mí. Mi inmovilidad no se explica precediendo
al disparo: se explica en cambio , sí, como una consecuencia
natural de él.

Cuando Froylán Miranda Nieto entra en la imprenta


de El Comercio, ve a Antonio Miró Quesada , con sus acom-
pañantes, en la segunda ventanilla de la Administración , se-
gún declara en autos.
Antonio Miró Quesada también declara en autos que
estaba en la segunda ventanilla de la Administración .
Derteano declara en el juicio oral que, cuando entra en
compañía de Elmore, ve a Antonio Miró Quesada , no en la
segunda ventanilla, sino en la primera ventanilla.
Ya se ha visto que Miranda Nieto le señala a Elmore ,
según declara en autos, el lugar en que se encontraba An-
tonio Miró Quesada, que, como el propio Miranda Nieto
tiene declarado, era no la primera, sino la segunda venta-
nilla de la Administración .
Parece ser, pues , que Derteano- desconocedor del local
118 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de la imprenta- se equivocó. Pero he aquí que Lamberto


Cobos y Tebas-empleado de la imprenta, que no se puede
equivocar- declara en autos, y vuelve a declarar en el jui-
'cio oral que él, Cobos, estaba en la segunda ventanilla de
la Administración, esto es, en donde estaban Antonio Miró
Quesada y sus acompañantes. Sin embargo, el mismo Cobos.
declara en el juicio oral que cuando Derteano- quien no se
sabe por qué, después de haberle visto en la primera venta-
nilla-, le preguntó por Antonio Miró Quesada , hubo de
informarle que " estaba por allí ". Cobos, así, no ve a su
lado, en la segunda ventanilla de la Administración a Á
tonio Miró Quesada y a sus acompañantes, ni tampoco en
la primera ventanilla , que está a su vista y dista de la se-
gunda menos de tres metros.
¿En dónde estaba, pues, Antonio Miró Quesada ?

Los tres funcionarios de Policía que acudieron a la im-


prenta de El Comercio, a raíz del acontecimiento lamenta-
ble y a los que hube yo de entregarme preso , declaran que
Antonio Miró Quesada les manifestó haberse encontrado
en los altos, en su despacho de la Dirección , cuando escu-
chó el disparo, bajando entonces las escaleras y llegando
el último al lugar en que yo lo estaba " llamando a voces"
-según la expresión de Tomás Miró Quesada- para entre-
garle mi revólver.
Antonio Miró Quesada asegura, por su parte, que los
tres funcionarios de Policía le calumnian. Resulta, así, la
inverosimilitud de que cuando el inspector de Policía- cu-
yas capacidades pueden fácilmente apreciarse por ser él un
preceptor graduado- acudió presuroso a la imprenta en
donde tuvo lugar el incidente, al entrevistarse con el direc-
tor del establecimiento, esto es , con el dueño de la casa, se
abstuvo no se sabe por qué, de preguntarle sobre lo ocurri-
do , pues de hacerlo hubiérasele declarado testigo presencial.
Quiere esto decir que el inspector de Policía no sólo dejó
de cumplir con su deber más elemental, sino que dejó de
hacer la pregunta natural que, indudablemente, hicieron
cuantos particulares fueron llegando a la imprenta : “¿ Qué
es lo que ha pasado aquí ? "
Posteriormente habla con Antonio Miró Quesada el co-
EL LIBRO DE MI PROCESO 119

misario de Policía , y tampoco le hace ninguna pregunta al


respecto, concretándose a pedir facilidades para tomarme
preso, sin darse la molestia de indagar noticias del aconte-
cimiento por el que iba a realizar la prisión. ¿ Es verosímil
que un comisario de Policía, que va a tomar preso a un pre-
sunto delincuente, en casa en donde acaba de realizarse un
hecho sangriento, no pregunte al dueño de la casa sobre lo
que ha ocurrido en ella ? Por manera que el comisario , como
si estuviese de acuerdo con el inspector , deja , lo mismo que
éste había dejado antes, de preguntar lo que hasta los par-
ticulares se apresuraban , naturalmente, a preguntar en cuan-
to iban llegando a la imprenta. Rara coincidencia es que
inspector y comisario se hubieran abstenido , uno después
del otro, de hacer la primera pregunta de ordenanza.
Más raro todavía es el hecho de que acompañase al co-
misario el oficial de Investigaciones- cuya presencia era
con el objeto, precisamente, de averiguar lo ocurrido en el
lugar del suceso y tampoco quisiese preguntarle al dueño
de la casa sobre si había visto algo de lo que había pasado
en ella. ¿ Para qué, entonces, fué a presencia de Antonio
Miró Quesada el oficial de Investigaciones ? ¿ Qué fué a ave-
riguar en la imprenta ? ¿ No formó él, cabalmente, el ates-
"tado policial , tomando, además de mi declaración, la del
único testigo presencial que resultó entonces, esto es, la de
Froylán Miranda Nieto ? Claro está que de no averiguar
-como era su deber- por lo que había ocurrido y por quié-
nes lo habían presenciado , el oficial de Investigaciones no
hubiese llegado a tomar, entonces , la declaración de Mi-
randa Nieto .
Los tres funcionarios de Policía, sin embargo , le inspi-
ran al Tribunal menos fe que el director de El Comercio, a
pesar de que sin la Institución de policía , a que dichos fun-
cionarios pertenecen , no podría juzgarme el Tribunal.
Triunfaron en el ánimo de éste las preferencias estable-
cidas por las injusticias del ambiente social ; pero no sin
que hoy pueda olvidarse la voz de enérgica protesta del
honrado inspector , que indignado con las triquiñuelas y ar-
gucias empleadas en son burlesco por el director de El Co-
mercio, hubo de echarle en cara esta acusación espontánea
y resonante: " Falta usted a la verdad !"
Gumersindo Villafuerte se llama este hombre honrado
que acusa de falsario al director de El Comercio. Gumer-
120 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sindo Villafuerte es el hijo representativo de la Sierra pe-


ruana , en donde es natural que abunden almas elevadas y
puras como lo son las nieves de los Andes . Este modesto
preceptor de la tierra alta , que viene a ejercer austeramen-
te en nuestra tierra baja funciones de inspector de Policía
-ahora, que esta Institución ha sido depurada ejemplar-
mente por misión especial de la Guardia civil española-
cumple, fuera ya del interrogatorio curialesco , con un de-
ber de conciencia , acusando, aunque seguro de no obtener
sanción , al traficante político de la oligarquía plutocrática
de Lima, que es natural que tenga el espíritu atravesado
por el vicio de la mentira profesional.
La voz de la Sierra se ha levantado para decirle al má-
ximo representante de la gran farsa democrática- cuya ne-
fasta influencia aún infecciona el ambiente del Poder judi-
cial- lo que no había oído aún en su vida de traficante po-
lítico ; pero que ya era necesario que de labios tan humildes
como puros, se oyese en el Perú : "¡ Falta usted a la verdad ! ”

Ya no es la Policía en el Perú como en los tiempos en


que gobernaba, por desdicha, la oligarquía plutocrática de
que es uno de los jefes el director de El Comercio . Véase lo
que acaba de confesar el doctor G. Fernández Dávila, ayu-
dante y compañero que fué del doctor L. Avendaño , en el
peritaje convencional hecho con el objeto, precisamente, de
favorecer la versión del propio Miró Quesada : "Vientos de
renovación han prestigiado a la Policía, gracias al benéfico
impulso que la Misión española le ha impreso, y cuyos re-
sultados todos palpamos con satisfacción y orgullo. "
Para que pudiera prestarse fe a la palabra del director
de El Comercio, resultaría necesario declarar que los tres
funcionarios de Policía que con él se entrevistaron eran
unos imbéciles, ya que no sólo habían dejado de cumplir
con hacer la primera pregunta de ordenanza , sino que no se
les había ocurrido averiguar lo que los mismos particulares
averiguaban, seguramente, en cuanto llegaban a la impren-
ta. Consuélense esos tres funcionarios de quedar como im-
béciles, porque como más imbécil todavía- si lo que decla-
ra Antonio Miró Quesada es, en realidad , cierto vengo a
quedar yo .
EL LIBRO DE MI PROCESO 121

Ya se ha visto que Antonio Miró Quesada no fué pro-


puesto ni señalado ante el juez instructor como testigo pre-
sencial del acontecimiento , ni por Elmore , ni por mí, ni por
nadie. Pueden revisarse los autos para constatar que ante
el juez instructor nadie pronunció el nombre de Antonio
Miró Quesada, en ningún momento, como el de un testigo
presencial de lo ocurrido entre Elmore y yo.
¿Por qué y para qué, entonces, fué citado a declarar
ante el juez ?
No por otro motivo, ni con otro propósito que el de ave-
riguar de él si era cierto aquello por lo que ante el juez
yo mismo había citado su nombre. Lo había propuesto yo
no como testigo presencial, sino como testigo de descargo
de algo posterior por completo al suceso que él , según sabía
yo muy bien, no había presenciado . Di el nombre de Anto-
nio Miró Quesada al juez , como consta en autos , a fin de
demostrar que, después de concluído el lamentable inciden-
te, le había " llamado a voces "-lo que hubo de declarar
luego el ingeniero Tomás Miró Quesada- para entregarle
voluntariamente a él, y sólo a él, mi revólver, habiendo él
sido a su vez por la misma razón, el último en acudir al
lugar en que me encontraba yo.
Ni el juez , ni Antonio Miró Quesada, aparecen en la de-
claración del 5 de noviembre acordándose del único motivo
que hay en autos para explicar la cita hecha por aquél y la
comparecencia de éste : se declaró a sí mismo , en cambio,
el compareciente testigo presencial de todo lo ocurrido ; y
propuso como testigo presencial también a su primo el in-
geniero Tomás Miró Quesada .
Si no fué llamado ni pudo serlo por otro motivo que el
que consta en autos, esto es, por aquel en que resulte yo
dando su nombre, claro está que no acudió citado en con-
dición de testigo presencial, habiendo actuado, al declarar-
se espontáneamente como tal él mismo, en calidad de de-
lator.
Hay que reparar en que yo mismo doy al juez el nom-
bre de Antonio Miró Quesada, antes de que él se declare a
sí mismo testigo presencial. Ni siquiera estaba yo obligado
a demostrar que, después del suceso, había entregado vo-
luntariamente mi revólver. ¿ Qué necesidad o qué gran con-
veniencia puso en mis labios tal nombre? Es evidente, des-
de que yo dí al juez el nombre de Antonio Miró Quesada ,
122 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que fué porque me sentía seguro de que él no había sido


testigo presencial de nada que pudiera apreciarse como un
delito mío : si yo, de cometerlo en su presencia, hubiese es-
tado seguro de que no me delataría o fiase en ello , entonces
fuera yo mismo quien le propusiera como testigo presencial..
Quiere esto decir que si para asunto de escasa importancia
y posterior al incidente, di yo el nombre de Antonio Miró
Quesada al juez , es porque estaba en la seguridad de no ha-
ber cometido delito y menos aún delito que Antonio Miró
Quesada pudiera delatar.
Sin embargo, Elmore mismo no me acusó de haberle dis-
parado cuando estaba él a más de tres metros de distancia,
pegado contra una pared y pidiéndome perdón, con ambas
manos levantadas : envuelve ello cargo de alevosía y-lo
que para mí es peor- de crueldad ; porque si conforme sos-
tiene el doctor Mariano H. Cornejo, el carácter defensivo
del disparo no se pierde por breve diferencia de metros ni
de segundos , lo que yo no perdonaría jamás fuera el haber-
le disparado a Elmore rendido , lleno de pavor y pidiéndo-
me misericordia . Calumnia es ésta que si me exhibe a mí
como un despiadado , exhibe a Elmore como un cobarde. Pa-
rece mentira que haya habido quien, para mi daño , explo-
tase una declaración que se basa en la cobardía de Elmore,
pidiéndome perdón, con las dos manos levantadas ... Acusa-
ción semejante no puede hacer ni hace Elmore : hácela An-
tonio Miró Quesada y la repite su primo Tomás, sin que,
ni en lo de la pared, ni en lo de las manos levantadas, se
atreva a acompañarles nadie, ni aún el empleado Cobos
y Tebes, con mostrarse éste en el juicio oral dócil a las su-
gestiones de sus jefes .
El juez, al concluir mi instructiva, me preguntó si yo
tenía tachas que oponer a los testigos Llosa, Miranda Nie-
to , Derteano y Cobos ; yo no opuse ninguna. Así es cómo si
ve no doy al juez instructor el nombre de Antonio Miró
Quesada, no se hubiera decretado su cita al pie de mi ins-
tructiva, junto con los demás testigos propuestos o señala-
dos por mí : ello es lo que presta título para hacer reparar
en que yo misino , sin temor a la vez que sin necesidad, le
ofrecí al declarante la oportunidad que tuvo para hacer lo
que hizo. Puesto que sin temor, a la vez que sin necesidad,
di yo mismo al juez el nombre de Antonio Miró Quesada,
EL LIBRO DE MI PROCESO 123

resulta claro está o que él es un falsario o que yo soy un


imbécil. Cada quien puede decidirse ahora por lo que le
parezca.

NOTA.-Como sé el interés que hay porque no se publi-


quen las declaraciones de Elmore ni las hechas por los tes-
tigos en la instrucción, para evitar el que se las compare
con los hechas por los mismos en el juicio oral , quien desee
constatar la exactitud de las citas que aparecen en estas
páginas, puede hacerlo en mi compañía revisando los autos.
Sólo en el caso de que todo lo que consta en autos sea
un embuste, y así, no hubiese habido riña , podría ser cierta
la versión de Elmore ; sólo en el caso de ser yo un imbécil
podría ser cierta la versión de Antonio Miró Quesada.
Repárese en que Elmore sostiene el que le disparé sin
que la riña se efectuara ; y Miró Quesada sostiene el que
lo hice después de que la riña se había ya efectuado. `
Y es sobre la base de estas dos versiones-y declarán-
dolas iguales que hubo de condenarme el Tribunal Co-
rreccional. Me parece de más ya todo comentario .

ADVERTENCIA NECESARIA SOBRE LA PUBLI-


CACION DEL PROCESO COMPLETO

LA INSTRUCCION Y EL JUICIO ORAL

Demás resultaría la publicación total del expediente,


entre cuyo millar de grandes folios se me empapeló , siguien-
do la vieja costumbre curialesca, para disimular la verdad
simple y pura .
Bastan las citas hechas, y las que después se harán , para
establecer justo criterio al respecto . Tales citas correspon-
den, ya a la instrucción, ya al juicio oral ; porque entre am-
bas partes del proceso está repartida, por no decir que des-
cuartizada , la verdad .
Parece ser que hay interesados en publicar, no el pro--
124 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ceso completo , sino todo lo concerniente sólo al juicio oral :


sería ello una publicación que engañaría a quienes descono-
cen el Código de procedimientos en, materia criminal , vigen
te en el Perú. Conforme a los artículos 221 , 222 y 223 de
dicho Código, es prohibido, no sólo hacerlas públicas, sino
siquiera aludir en el juicio oral a las declaraciones presta-
das en la instrucción por los testigos que también las pres-
tan en las audiencias. En cambio, diferencias de actitud
-como supresiones de cargos hechos al procesado o de da-
tos favorables a él- adiciones y cambios en general , que
hubieran de apreciarse en las declaraciones de las audien-
cias, con relación a las prestadas por los mismos declaran-
tes en la instrucción , vician aquéllas y exhiben , por tanto,
sin fundamento legal alguno la sentencia emitida a mérito
de lo declarado, en el juicio oral o en la instrucción , por ta-
les testigos falsos.
Publicar, pues, el juicio oral y no las declaraciones que
prestaron en la instrucción los que en las audiencias públi-
cas declararon como testigos , sería cometer una omisión de
carácter malicioso. Téngase ello presente por si hay quienes
hagan la publicación trunca de solo el juicio oral, en vez
del proceso completo.
Desde luego , ya se ha podido apreciar lo necesario que
es publicar, junto con las declaraciones que prestaron en el
juicio oral, las dos que en la instrucción prestó Antonio
Miró Quesada, las dos que prestó Froylán Miranda Nieto,
la que prestó Tomás Miró Quesada, la que prestó Lamber-
to Cobos, la que prestó Derteano . De publicarse sólo las
que dichos testigos prestaron en el juicio oral, no podrían
apreciarse las supresiones y las adiciones mal intenciona-
das, los cambios en general hechos por ellos en referencia
a lo que tenían declarado ante el juez instructor.
Antonio Miró Quesada suprime en el juicio oral el car-
go de " alevosía " que significaban las " manos levantadas"
de Elmore. Tomás Miró Quesada, también lo suprime. An-
tonio adiciona movimientos de Elmore y míos, a que no se
ha referido en la instrucción ; Tomás suprime el revólver
"en alto", cuando se produce el disparo . Miranda Nieto se
olvida en el juicio oral de haber declarado por dos veces,
ante el juez instuctor, el que la agresión a puñadas fué tra-
tada de repeler por mí "en la misma forma". Cobos, que en
el juicio oral calcula que a dos o tres metros hice el disparo,
EL LIBRO DE MI PROCESO 125

en la instrucción tiene declarado que éste se produce " en el


instante mismo " en que Elmore se separa de mí. Derteano,
que en el juicio oral ve antes del suceso a Antonio Miró
Quesada (en una de las ventanillas de la Administración )
no lo ve cuando declara ante el juez instructor , sino sólo
después del suceso . Graciosísimas son las declaraciones que
aparecen en la instrucción prestadas por el doctor Raffo ,
interno del Hospital Italiano, y por dos enfermeros del
mismo, sobre el color del traje de Elmore, que, a la pos-
tre-porque de ello no se había acordado nadie-resultó
sometido (no el herido sino el traje ) al examen médico del
doctor Guillermo Gastañeta, tío carnal del abogado de la
Parte civil, que era a su vez hermano político del agravia-
do y que, según palabras suyas en autos , hiciera de tal color
del traje " cuestión de honor" para su familia, esclarecien-
do, al fin, dicha " cuestión de honor " por el irrecusable y
hasta último momento olvidado testimonio nada menos que
de un tío carnal.
Todo lo del juicio oral, más o menos bien, fué ya publi-
cado por los diarios de Lima : lo que no ha sido publicado ,
como se ve, es justamente cuanto en la instrucción puede y
debe servir para completar el juicio oral, desde que en éste
era prohibido por la ley dar a conocer aquéllo .
Por eso, reitero yo mi ofrecimiento de constatar todas
las citas que he hecho y que pudiera hacer, con quienes
deseen acompañarme para tal efecto a revisar los autos . Las
declaraciones del juicio oral no tienen más valor que el que
les dan, en el caso de cada declarante, las que aparecen
prestadas por éste en la instrucción.
Advertido el público, no tengo que decir al respecto una
palabra más.

UN PERITAJE CONVENCIONAL

Como la declaración de Antonio Miró Quesada no po-


día aparecer más infundada y más inverosímil-dadas las
126 JOSÉ SANTOS CHOCANO

circunstancias de no haber declarado Elmore nada de lo que


aquél declaraba , y de haber sido yo quien propusiera al
juez el nombre del que resultara, en efecto, mi verdadero
acusador- se decidió buscarle un refuerzo pericial, por lo
mismo que le eran contrarios los dos informes de autorida-
des en Balística exterior presentados por mí, inmediatamen-
te después de cerrada la instrucción. El fiscal Carlos Zavala
Loayza-cuyas relaciones con el director de El Comercio
son estrechas, desde los tiempos del asesinato frustrado de
don Glicerio Tassara--pidió que se reabriese la instrucción,
a efecto de que el juez ordenase la realización de aquel pe-
ritaje convencional, en cuya necesidad , ni aún convenien-
cia, nadie había reparado antes de que yo presentara los
dos informes de Balística .
Reabierta la instrucción sólo con tal objeto , el jucz ob-
sequió los deseos manifestados, para que peritos médicos
indicasen el curso que el proyectil había seguido dentro del
abdomen de Elmore, y de ello se dedujesen la dirección y
la distancia en que había sido hecho el disparo. No comi-
sionó el juez para ese peritaje médicolegal los señores
médicos de Policía- que es lo que ordenan las disposicio-
nes en vigencia--ni al médico que dirigió la autopsia, ni
siquiera el médico que hizo la operación quirúrgica : comi-
sionó al doctor Leónidas Avendaño -acompañado de su
ayudante el doctor Guillermo Fernández Dávila- debiendo ,
así, el comisionado y su ayudante proceder por referencia.
y no por experiencia , ya que ni vivo ni muerto habían vis-
to ellos el cuerpo de Elmore, ni tampoco hubieron de pedir
―que era lo que, en todo caso, procedía-la exhumación del
cadáver.
Ya se verá después cómo el doctor Avendaño y su ayu-
dante eran enemigos profesionales y personales del doctor
Américo Accinelli, principal autor del acta y del protocolo
de autopsia, únicos documentos precisamente sobre los que
aquéllos peritos podían fundamentar sus opiniones.
Huelga referirse, en cambio, a la vieja amistad y a la
vinculación política del doctor Avendaño con el director de
El Comercio, a cuyo servicio se resolvió hacer este perita-
je convencional.
Para que se aprecie lo ilegalmente que fueron nombra-
dos el doctor Avendaño y su ayudante por el juez instruc-
tor, copio en seguida la disposición en vigencia, que sirve
EL LIBRO DE MI PROCESO 127

de complemento al art. 124 del Código penal en materia


criminal, y en virtud de la que los médicos de Policía y los
titulares son considerados como adscritos precisamente a
los Juzgados de instrucción de la República :
"En las provincias en que haya médicos de Policía o
titulares no podrán los jueces de primera instancia encar-
gar sino a ellos los reconocimientos y demás operaciones
médicolegales. "
No puede quedar mejor demostrada la ilegalidad de
este peritaje convencional, así como la finalidad oculta o
impropia que se iba persiguiendo con él.

II

El informe que hubo de rendir, como era de esperarse,


el doctor Avendaño , contiene las siguientes afirmaciones :
a) Que la muerte de Edwin Elmore Letts se debió a
la lesión inicial sufrida, por ser ésta de " necesidad mortal " :
Fué, pues, inútil la operación quirúrgica, porque aunque
ésta no hubiera quedado incompleta, como quedó, el herido
hubiera muerto, necesariamente ;
b) Que el proyectil en su recorrido dentro del abdo-
men no siguió un curso normal, sino excepcionalmente ca-
prichoso en zig- zag ;
c) Que dicho proyectil se desvió ante la resistencia
que le presentó una asa intestinal, aunque después fué a
incrustarse por completo en un hueso ;
d) Que el orificio de entrada del proyectil - si éste fué
disparado aproximadamente a un metro de distancia, como
había dicho el acusado- ha debido ser de diámetro igual al
calibre del proyectil en referencia, esto es , de siete milí-
metros.
e) Que si el proyectil fué disparado a la distancia an-
teriormente dicha, ha debido de haber tatuaje en la piel ,
aun ésta protegida como estaba por varias telas de lana y
algodón superpuestas .
Da dicho informe noticia de experiencia relativa a la
128 JOSÉ SANTOS CHOCANO

deflagración de la pólvora y posibilidades del tatuaje, reali-


zada con un disparo hecho dentro de las cartulinas acondi-
cionadas en forma de corneta y contra una de ellas fija en una
tabla de madera, sin utilizar para nada en tal experiencia
las ropas presentadas como de Elmore al recibir el disparo.
Reconoce dicho informe como muy interesante el dato
de la zona de erosión , alrededor de la entrada de la herida,
contenido en el acta y el protocolo de autopsia ; pero no
llega a utilizarlo para apreciar la dirección y la distancia
en que fué hecho el disparo .
Sobre estas bases declara el doctor Avendaño que la
versión de su amigo y correligionario el director de El Co-
mercio es la que se ajusta " a los postulados" de la Medi-
cina legal , en la que-como luego enseñara mi abogado de-
fensor- no hay, cabalmente, " postulados "...
Vale la pena repetir ya ahora lo que al respecto dije yo
en el juicio oral.

III

Cuando el señor coronel Ponce y el señor mayor Farfán


me enviaron sus opiniones, como peritos de Balística exte-
rior, sobre los datos que me hubo de proporcionar del acta
y del protocolo de autopsia el actuario del proceso, encon-
tré citadas en dichos informes las autoridades médicolega-
les de Balthazard y de Cevidalli. Entonces decidí someter
dichas citas al criterio de algunos profesionales, como el
doctor Américo Garibaldi-que hubo de encontrarlas de
toda conformidad- al doctor Fortunato Quesada- que ca-
ballerosamente se me excusó, en carta en que me decía su
deseo de mantenerse al margen de este asunto judicial- y
al doctor Leónidas Avendaño que se me excusó también,
pero alegándome, en carta que conservo, razón contraria a
la del doctor Quesada, con manifiesto interés por tomar par-
ticipación judicial en el asunto.
Poco después consiguió el doctor Avendaño su objeto,
pues el juez instructor hubo de nombrarlo ilegalmente pe-
EL LIBRO DE MI PROCESO 129

rito oficial junto con su compañero de trabajo el doctor


Guillermo Fernández Dávila . No dejó de inquietarme tal
designación , que así satisfacía un interés hasta entonces .
para mí inexplicable. Conocidas me eran las relaciones de
intima amistad que el doctor Avendaño guardaba con miem-
bros y allegados de la Parte civil ; conocida me era la vincu-
lación política del mismo con los propietarios de El Comer-
cio; pero, aunque desde el primer momento hube de hacerle
saber tales sospechas a mi abogado defensor, me abstuve
de una recusación que pudiera aparecer más o menos preci-
pitada . Repentinamente fuí informado de la rivalidad que el
doctor Avendaño y su compañero el doctor Guillermo Fer-
nández Dávila mantenían con el principal autor del proto-
colo de autopsia, doctor Américo Accinelli . No conocía yo
a este eminente profesional, a la vez médico y abogado ,
que con máxima elocuencia científica se ha manifestado en
el juicio oral, en forma que no necesita encomio. Hice, sin
embargo, las investigaciones del caso, hasta llegar al con-
vencimiento de que , en realidad, los citados doctores Aven-
daño y Fernández Dávila abrigaban para el doctor Acci-
nelli la peor voluntad profesional , por la circunstancia har-
to significativo de haberlos reemplazado, tanto al uno como
al otro, en la Dirección de la Morgue.
En la primera oportunidad en que el doctor Guillermo
Fernández Dávila acudió a mí, para tomar medidas que
no llegó a tomarme, le hice saber, con la desnuda franqueza
que acostumbro, lo que se me había dicho en relación a lo
que aparecía ante mis ojos con todos los caracteres de una
verdadera enemistad . La sorpresa no permitió al doctor Fer-
nández Dávila intentar desviaciones al respecto, y hubo de
confesarme francamente : " Es verdad . Tanto el doctor
Avendaño como yo somos resueltos enemigos de Accinelli ;
pero... no le dejé continuar . Si el doctor Avendaño y
usted-le dije- tienen, como seguramente han de tener, éti-
ca profesional, deben excusarse , para evitarme el tener que
recusarlos ; porque voy a ser la víctima de la pasión profe-
sional, que desatada por ustedes contra el doctor Accinelli ,
no se detendrá ante ninguna consideración por respetable
que ella sea.
Nadie, en efecto, más apasionado que el profesional que
se ve por otro sustituído o apenas criticado. Nadie más apa-
sinonado que el hombre de ciencia cuando se ve frente a
130 JOSÉ SANTOS CHOCANO

frente de un rival poderoso . Nadie, por eso , en la instrucción


que hubo de seguírseme, llegó a asumir las actitudes agresi-
vas con que el doctor Avendaño pretendia discutir la sufi-
ciencia del doctor Accinelli, hasta el punto de verse éste
obligado, ante el Juez instructor, a desafiar a su rival, para
que se atreviese a repetirle fuera del local del Juzgado las
palabras que discretamente tuvieron que suprimirse en el
acta respectiva...
Así es cómo se explica que el acta y el protocolo de
autopsia le parecieran deficientes al doctor Avendaño ; así
es cómo se explica que le parecieran contradictorias ; que
exigiese el señalamiento geométrico de un punto de entrada
en un vientre que ya estaba deformemente abalonado cuan-
do la autopsia ; que considerase para los efectos de la tra-
yectoria inmóviles los intestinos, sacudidos violentamente
por todas las bruscas y sucesivas actitudes de un forcejeo ;
que necesitara una vejiga llena para reclamar el que estu-
viese perforada ; que hiciera, en fin, toda clase de ingenio-
sidades reñidas con la circunspección científica.
Así también se explica cómo, a pesar de mi recusación,
alegando yo el que había motivos de " delicadeza profesional
y personal " , se obstinó el doctor Avendaño en llevarse de en-
cuentro, falsando así el sentido hasta de los textos de
Baltházar, de Thoinot, de Reclús, etc. , cuantos hombres y
libros se interponían en el camino de su pasión profe-
sional...
Tal ha sido la manifestación tempestuosa sobre mi ca-
beza de esta pasión bastarda, en que he tenido yo que atrin-
cherarme dentro de una biblioteca completa de todas las
autoridades médico - legales , para evitar que a costa mía el
doctor Avendaño, vencido por los años, le cobrase al doctor
Accinelli el haberle reemplazado en un puesto que requiere
grandes actividades, aunque para lograr la satisfacción de
su venganza hubiéraseme tenido que sepultar bajo el peso
de todos los cadáveres de la Morgue .
EL LIBRO DE MI PROCESO 131

UNA OPERACION QUIRURGICA INSUFICIENTE

Exposición hecha ante el Tribunal por el Dr. Pedro Villanueva, ex di-


rector de la Asistencia Pública de Lima.

PREGUNTA .- Diga cómo es cierto que, científicamente, la


muerte de Elmore no obedeció a las perforaciones intestina-
les suturadas y ya en cicatrización, sino a una operación
quirúrgica insuficiente , que dejó varias perforaciones sin su-
turar.
El doctor VILLANUEVA :... Me encuentro declarando en el
papel de perito que tiene que sujetarse a los documentos exis-
tentes. El primero de estos documentos, referente al pro-
tocolo de la autopsia , después de hacer una descripción de
las condiciones del cadáver, sobre la herida , etc. , se refiere
a la pregunta que se me ha hecho, es decir, afirma que ha-
bía perforaciones no suturadas . Yo concentro mi atención
en ese documento y me pregunto : ¿ Cuál es la causa de la
muerte? Y entonces encuentro que en el documento se dice
que ha sido una peritonitis generalizada .
Reconozco el alto y merecido prestigio que tiene con-
quistado el eminente cirujano que practicó esta operación ;
pero en su declaración debió expresar la causa de la muerte.
Según el informe del cirujano, se acordó que el enfermo
fuera operado inmediatamente.
La guerra europea dió grandes lecciones a la cirugía ;
millares de heridos de bala lo fueron con perforaciones en
el vientre. Los cirujanos no se daban abasto para atender a
los heridos : se operaba sistemáticamente a todos ; unos mo-
rían y otro se salvaban ; pero como resultado de las opera-
ciones practicadas comenzó a meditarse acerca de lo que se
hacía en ciertas perforaciones del vientre . No voy a distraer
la atención del Tribunal con una descripción minuciosa del
proceso de la ciencia médica moderna ; pero para responder
a la pregunta que se me ha hecho, me basta referir lo si-
132 JOSÉ SANTOS CHOCANO

guiente : Los heridos por arma de fuego en el vientre sufrem


perforaciones intestinales que han sido agrupadas en dos
categorías : unas, en las que hay que proceder inmediata-
mente, y de ello depende el éxito de la operación, pues
mientras más pronto se haga ésta tanto mayor es la proba-
bilidad de buen éxito : se deben suturar las perforaciones y
cerrar el vientre ; y otras en las que no se deben suturar las
perforaciones , sino que , procediendo inmediatamente, se abre
el vientre y se les introduce un amplio drenaje, se le sienta
al herido y la Naturaleza se encarga de hacer el resto : el
herido salva o muere. Esto no es una afirmación que hago
yo, sino que está sustentada por varios autores de notabili-
dad científica.
Yo no puedo penetrar dentro de la conciencia del ope-
rador para escudriñar lo que ha querido decir y lo que ha
dejado de decir. En mi condición de perito, tengo que limi-
tarme estrictamente a examinar lo que dice el informe , en el
cual se lee que, después de una consulta, dos médicos acor-
daron operar al enfermo de inmediato. Luego se supone que
está clasificado dentro de la primera categoría ; es decir :
el enfermo que debe ser inmediatamente operado . Si muere
en la operación , el cirujano ha cumplido su deber como la
ciencia lo manda. Según el informe del cirujano , éste tuvo
temor de que el enfermo se muriese en la mesa . Yo declaro
que ese temor no es una indicación científica para abando-
nar una operación : puede abandonarse una operación cuan-
do no se encuentra nada que hacer. Un cirujano no es res-
ponsable de que venga a sus manos un enfermo a quien no
puede salvarle la vida ; y no se trataba seguramente de un
enfermo de los que hay que darles el tajo en el vientre y
hacerles el drenaje, para que pudiese así morir o salvar.
Se habla de que fué una opinión tomada en una junta, y no
se dice en los documentos cuáles fueron los fundamentos
científicos que sirvieron de base para decidirse por la ope-
ración . Conforme a los principios legales de la cirugía mo-
derna, este caso pertenece a la categoría de las operaciones
que deben ser realizadas inmediatamente, hasta la sutura-
ción de todas las perforaciones intestinales. Estos son los
fundamentos con los cuales contesto a la pregunta formu-
lada, y llego a la conclusión de que la operación fué insufi-
cientemente practicada .
EL LIBRO DE MI PROCESO 133

El señor PRESIDENTE : ¿Ha procedido usted con impar


ialidad al emitir su opinión?
El doctor VILLANUEVA: Sí, señor.
El FISCAL: Desearía que el señor perito diga si son tan
cerradas las opiniones de la ciencia al dividir en dos tipos
únicamente a los heridos de vientre que llegan a un hospi-
tal : unos que pueden ser operados y otros que no pueden
ser operados.
El doctor VILLANUEVA: Hace un momento que declaré
que la ciencia médica no ha alcanzado la exactitud de las
matemáticas. La ciencia médica funda sus perfeccionamien-
tos en la experiencia. Todos los años re reúnen congresos
científicos, y en esos congresos los cirujanos aportan el
contingente de su experiencia . Se juzga, se controla , y se
llegan a resolver por conclusiones los procedimientos que
deben seguirse. Tales las conclusiones a que se llegó en el
congreso de 1921 ; y mientras no haya otra hecatombe pa-
recida a la del año 14, que traiga millares de heridos para
hacer grandes experiencias, tendrán que prevalecer las con-
clusiones del congreso del año 21. Yo tengo que regirme
por ellas.
El FISCAL: No ha satisfecho mi pregunta. La ciencia
jurídica y la ciencia universal jamás han puesto las cosas
en un lado y en otro . Siempre han buscado el término me-
dio, en el cual está la verdad. Yo pregunto : ¿ Qué haría
con un enfermo si sabe que lo va a matar de continuar ope-
rándolo ?
El doctor VILANUEVA : Me declaro incompetente para
discutir cuestiones de medicina con el señor Fiscal . Pero
hasta donde me es posible procurar satisfacer su pregunta,
voy a hacerlo. En muchos casos el criterio del cirujano varía
según el curso de la operación. Eso es cierto ; pero vuelvo a
repetir, por tercera vez, que en casos como el que se ha so-
metido a mi opinión pericial, yo no tengo derecho para pe-
netrar dentro de la conciencia del cirujano y, así , leer cuá-
les fueron los motivos que determinaron su actitud. Yo no
tengo otra cosa que hacer sino referirme al documento es-
erito, en el que supongo contenida su declaración. Yo no
contesto esta pregunta : que la conteste el documento.

NOTA.-El documento en que hace su declaración el


operador dice que la operación fué suspendida por presen-
134 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tar el operado síntomas de "shock". He aquí ahora lo que


prescribe el Tratado de Patología y Clínica Quirúrgica por
los doctores profesor Klapp, de Berlín ; profesor Kuttner,
de Breslau ; profesor Lange, de Munich... Profesor Willms,
de Heidelberg (las diecisiete mayores autoridades quirúr-
gicas de Alemania ) , en la edición de Manuel Marín , Bar-
celona, tomo II , pág. 389 : “ Si se ha comprobado la existen-
cia de la perforación , se practicará la operación tan pronto
como se pueda, y si es posible antes de que hayan pasado
unas pocas horas después de la perforación, sin detenerse
ante la presencia de los síntomas del "shock ". El operador
ro quiso proceder de conformidad con tal precepto .
Conviene también transcribir otro precepto del Manual
de Técnica Quirúrgica, quinta edición , 1924 , pág. 45 : “ Para
practicar la exploración del intestino es preciso proceder de
manera extraordinariamente metódica y partir de un punto
de referencia. Este punto está constituído por el ciego. " De
haber seguido el operador esta técnica clásica habría en-
contrado en primer lugar el asa lesionada próxima al cie-
go, que fué precisamente en la que quedaron las perfora-
ciones sin suturar. Tampoco quiso, pues, el operador tomar
como punto de referencia el ciego para hacer la exploración
del intestino . Esta fué la verdadera razón por la que la ope-
ración quirúrgica en referencia resultó insuficiente .
Hecha la operación conforme a lo preceptuado por Ma-
nual de Técnica Quirúrgica y el Tratado de Patología y Cli
nica Quirúrgica citados, se hubiesen suturado todas las per-
foraciones intestinales, sin que el herido muriese, como se
deduce de que, según consta en el acta de autopsia, las per-
foraciones suturadas habían entrado ya en el período de
cicatrización al producirse la muerte por peritonitis sépti-
ca. Elmore murió, pues , por la insuficiencia de la operación
quirúrgica que se le practicó : si ésta hubiera sido completa,
claro está que Elmore no llega a morir.
EL LIBRO DE MI PROCESO 135

LECCION DE BALISTICA EXTERIOR

Cuestionario propuesto ante el Tribunal al Myr. Guillermo B. Farfán,


ex Profesor de la materia en la Escuela Militar

El señor PRESIDENTE : Ayer fué usted juramentado con-


forme a ley. Ahora va usted a absolver, antes de tomar par-
te en el debate judicial, este pliego de preguntas . Señor re-
lator : lea usted las preguntas.
PRIMERA PREGUNTA : Diga si es cierto que el orificio de
entrada de un proyectil disparado, a un metro de distancia
más o menos , sobre un cuerpo humano con vida , tiene que
ser igual al diámetro de dicho proyectil o si mucho menor ,
en virtud de la fuerza viva de que el proyectil está animado .
El mayor FARFÁN : De una manera general , todo orificio
de entrada en la piel es de un diámetro menor al del pro-
yectil ; y digo de una manera general, porque el mecanismo
de penetración en la piel, al contacto de ésta con el pro-
yectil, aumenta el coeficiente de elasticidad o el límite de
resistencia de la piel .
Refiriéndome a la pregunta respecto de que si en el
disparo de revólver efectuado a un metro de distancia, el
crificio de la herida, en el vientre, debe ser igual o menor
que el diámetro de la bala , debo contestar categóricamente
que el diámetro de ese orificio debe ser menor.
SEGUNDA PREGUNTA : Diga si , a una distancia de setenta y
cinco centímetros , los residuos sólidos de las balas pueden
atravesar el saco, pantalón y ropas interiores , produciendo
tatuaje en la piel.
El mayor FARFAN : Me parece imposible que a una dis-
tancia de setenta y cinco centímetros los residuos sólidos del
cartucho, tales como los granos de pólvora no quemados ,
puedan atravesar las telas ; porque generalmente a setenta
y cinco centímetros está la zona donde ya termina su efec-
136 JOSÉ SANTOS CHOCANO

to el fogonazo . Además, suponiendo que existieran granos


de pólvora no quemados, la velocidad es insuficiente para
que puedan penetrar en las telas hasta llegar a producir ta-
tuaje en la piel.
TERCERA PREGUNTA : Diga si científicamente está com-
probado con un tiro de revólver hecho contra una cartu-
lina, fija en una tabla de madera , el que la pólvora no que-
mada puede producir tatuaje en la piel, atravesando la ropa.
El mayor FARFÁN : Tratándose de una experiencia , ten-
dría que repetirse la prueba en la misma forma en que se
realizó el hecho : con los mismos vestidos, las mismas telas ,
el mismo revólver y el mismo proyectil, empleando un ma-
niquí.
CUARTA PREGUNTA : Digo si científicamente, conforme a
los datos que contiene el protocolo de la autopsia , es posible
que se asegure que el disparo ha sido hecho a tres metros
de distancia y cara a cara.
El mayor FARFÁN : Según los documentos legistas, se
llega a la conclusión de que el ángulo de inclinación, de la
línea que unía el punto del orificio de entrada del proyec-
til con el punto en que quedó alojado, mide treinta y cin-
co grados. Como la trayectoria de los revólveres es recti-
línea y lo comprueba el hecho de que los revólveres no tie-
nen alza- es de colegir fácilmente que el eje del cañón del
revólver ha tenido que estar en la prolongación de la línea
que une los dos puntos, formando con la horizontal un án-
gulo de treinta y cinco grados. Ayer se aseguraba que la tra-
yectoria parecía haber tomado esa dirección, y que por cau-
sas que no conozco se había producido una desviación. Me
parece que este punto, sostenido en el peritaje médico ( del
doctor Avendaño ) , no se ajusta a los principios de la técni-
ca balística. En mi concepto, la forma como pudo haberse
producido el disparo es aquélla en que el revólver ha tenido
que ir en dirección del eje o línea que une estos dos puntos,
es decir, con una inclinación de treinta y cinco grados .
El señor PRESIDENTE : ¿Usted conoce el protocolo de la
autopsia?
El mayor FARFán : Sí, señor.
El doctor DULANTO : Que diga el perito si un ángulo de
treinta y cinco grados de inclinación con respecto a la ho-
rizontal que pasa por el punto de alojamiento del proyectil,
es posible con un disparo que haya sido hecho estando el
EL LIBRO DE MI PROCESO 137

herido de pie a tres metros de distancia, cualquiera que


haya sido la posición del heridor.
El mayor FARFÁN : Tratándose de la dirección, también
he manifestado que parece inconcebible que la distancia,
a la cual se ha hecho el disparo, tenga tres metros .
El doctor DULANTO : Hago constar que en los informes
emitidos se dice que el ángulo de incidencia del proyectil
era de treinta y cinco grados. Y es un dato reconocido , pues
consta también en las cuadrículas y protocolos presentados ,
aun por el mismo doctor Avendaño.

NOTA. Puede fácilmente ya ahora apreciarse cómo las


principales afirmaciones hechas en el informe del doctor
Avendaño, son todas contrarias a los principios de la Ba-
lística exterior.

LA VERDAD SOBRE LA AUTOPSIA

Exposición hecha ante el Tribunal por el Médico que dirigió la autop-


sia, Dr. Américo Accinelli, en acuerdo con el Dr. Adrián Pastor. (El
Dr. Américo Accinelli, Médico y Abogado, es el Director de la Mor-
gue, y el Dr. Adrián Pastor es uno de los dos Médicos legistas de
Lima.)

El doctor DULANTO : Que tengan la bondad de decir los


doctores que han practicado la autopsia cuál ha sido la tra-
yectoria abdominal del proyectil : Si ha sido rectilínea o si
ha sido caprichosa y zigzagueante.
El doctor ACCINELLI : Para contestar con precisión la
pregunta y facilitar su inteligencia , he traído dos pelvis
óseas que voy a sacar. (Pausa . )
El doctor ACCINELLI desenvuelve un paquete, del cual ex-
trae las dos pelvis que coloca sobre la mesa del Tribunal .
El señor PRESIDENTE : El doctor Accinelli se va a ser-
138 JOSÉ SANTOS CHOCANO

vir ver los dibujos y croquis presentados por el doctor Aven-


daño, que el señor relator va a colocar a la vista.
Se suspende le sesión por breves minutos.

Exposición del doctor Americo Accinelli

El señor PRESIDENTE ordena al relator que coloque los di-


bujos referidos en lugar visible de la audiencia. Estos so
fijan por medio de alfileres sobre un biombo colocado a la
derecha del Tribunal, de modo que el público puede verlos
fácilmente.
Cinco minutos después se reabre la audiencia.
El señor PRESIDENTE : Tiene la palabra el doctor Acci-
nelli.
El doctor ACCINELLI : Las dimensiones de la pelvis va-
rían en el hombre y la mujer : en el primero , la distancia
entre las crestas ilíacas oscila entre veinticinco y treinta
y dos centímetros ; en la mujer, entre veintinueve y treinta
y cinco centímetros ; las medias oscilan entre veintiocho y
veintinueve.
Con estas medidas, señor presidente , voy a establecer
si el primer dibujo corresponde a la pelvis humana.
El doctor ACCINELLI se dirige hacia el biombo, toma una
medida, y dice:
-Sólo mide veintiséis centímetros y medio la distancia
entre ambas crestas ilíacas : es por consiguiente, una pelvis
más pequeña que la media normal.
El doctor ACCINELLI vuelve a su lugar, y allí conti-
núa así:
-El establecimiento de la trayectoria intrabdominal
comprende la fijación de la herida de entrada del proyectil
y su punto de alojamiento . Se ha dicho que el protocolo de
autopsia y el acta respectiva no señalaron con precisión
esos puntos . Nada más distante de la realidad . La pared
abdominal puede encontrarse en relación con las espinas
ilíacas anteriores y superiores en las condiciones de una su-
perficie convexa, una plana o una cóncava ; es decir , que la
pared abdominal puede ser abalonada, plana o excavada.
En el caso de la autopsia, el vientre estaba abalonado des-
de el momento de la operación, pues así lo hizo constar el
cirujano interviniente y así lo constató también el personal
EL LIBRO DE MI PROCESO 139

de la Morgue en el momento de la autopsia. Ahora bien ; la


fijación de un punto en una línea curva, sólo puede hacerse
con precisión en relación con la cuerda o el diámetro de
esa curva y con su tangente. Pero como en el cadáver la
curvatura de la pared abdominal varía por múltiples cir-
cunstancias, se creyó preferible fijar la zona y no referir al
punto esas dimensiones, que cambian según el grado de pu-
trefacción cadavérica y la hora en que practica la autopsia
en relación con la de la muerte del sujeto . En el caso del
señor Elmore, se reunían dos condiciones que aceleran la
putrefacción : la muerte por septicemia y la circunstancia
de haber existido una peritonitis, que favorece considera-
blemente el desarrollo de la cavidad abdominal y, por con-
siguiente, el abalonamiento del vientre . Es por esto que, a
fin de no inducir a error a la justicia , no se precisaron las
medidas en relación con la cuerda y la tangente ; medidas
que, desde luego , como se verá pronto , hacían variar muy
poco la magnitud del ángulo de incidencia .
Era posible, por lo demás, si se deseaba una mayor exac-
titud, que se pidiese informe al cirujano interviniente, quien
podía precisar dicho punto , apreciado cuando apenas se
iniciaba la peritonitis, que tanto él como su ayudante de-
claran que presentaba ya el señor Elmore antes de ser
operado.
Ha dicho el cirujano interviniente que este punto esta-
ba a un centímetro por dentro de la espina ilíaca anterior y
superior izquierda ; y aún cuando al decir un centímetro
por dentro (no pretendo hacer crítica ) sin indicar a cuánto
por delante de dicha espina , no se precisa el punto, hay que
aceptarlo como referencia muy aproximada por el momen-
to en que fué tomada. El personal de la Morgue lo consta-
tó a dos centímetros por delante de esa espina y a algo más
de medio centímetro por dentro de ella, cifras que recuerdo
con bastante precisión por la repercusión que tuvo el suceso.
Es por las consideraciones anteriores que la Morgue no
señaló el punto, sino que prefirió indicar una zona que yo
preciso en este momento como situada entre uno a dos cen-
tímetros por delante y por dentro de la espina ilíaca izquier-
da anterior y superior.
140 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Alojamiento del proyectil

El doctor ACCINELLI ( continuando) :


-En cuanto al punto de alojamiento del proyectil, tan-
to en el protocolo de autopsia como en el acta de la diligen-
cia respectiva, se ha dicho que el proyectil se incrustó en la
rama isquiática del hueso ilíaco derecho : no en el isquión
o hueso de la asentadera o tuberosidad isquiática, que es
esta porción gruesa sobre la cual se apoya la pelvis (el doc-
tor Accinelli, con la pelvis en la mano la señala) , sino en
esta extensión ósea, que está por delante y por encima del
isquión y que no mide más de tres a tres centímetros y me-
dio. En el momento de la autopsia, que llevamos a cabo el
ayudante técnico y yo , después de larga búsqueda guiados
por la laceración de la vejiga , fué el ayudante técnico de la
Morgue quien manifestó haber encontrado el proyectil, pues
había percibido una pequeña eminencia redondeada que
afloraba sobre la superficie interna de la referida rama is-
quiática ; confirmado el hecho por el exponente , se procedió
o extraer el proyectil.
En el acta de autopsia se ha dicho que el punto donde
fué encontrado estaba situado cerca de la abertura , refi-
riéndose al agujero oval o subpuviano, y como en el proto-
colo de la autopsia se hubiera empleado el término escota-
dura, se ha hecho cuestión alrededor de dicha palabra, pre-
tendiendo hacer decir a la Morgue que se trataba de la es-
cotadura sciática mayor o sciática menor, que son puntos
del hueso situados ambos muy por encima del isquión o
hueso de la asentadera.
Queda, pues, establecido que el proyectil quedó alojado
en la rama isquiática del hueso ilíaco derecho .

Señala la trayectoria intra-abdominal

Establecidos el orificio de entrada del proyectil y su


punto de alojamiento, la línea que los une representa la
trayectoria seguida por la bala en el interior del cuerpo
EL LIBRO DE MI PROCESO 141

del señor Elmore . Esta trayectoria, como lo ve el Tribunal,


es de dirección oblicua, de la izquierda hacia la derecha , de
arriba a abajo y escasamente de adelante hacia atrás.
(El doctor ACCINELLI con un metro plegadizo marca la
dirección de la trayectoria, en una de las pelvis ; y la mues-
tra al Tribunal y al público, evidenciándose gran expecta-
ción en la sala.)
Esta trayectoria tiene un ángulo de incidencia de treinta
y cinco grados aproximadamente. Dicha medida se calculó
en la diligencia de ratificación del dictamen del doctor Aven.
daño, por medio de cálculos derivados de las medias de las
distancias entre los planos anteroposterior, transversales
paralelos a la caja del cuerpo y horizontales , pasantes por
la herida de entrada y el punto de alojamiento del proyectil .
Esta trayectoria quedó confirmada en la autopsia por
las lesiones halladas en el interior de la cavidad abdominal,
en la que se constataron perforaciones saturadas del colon.
descendente y su meso o membrana de sostén, de dos asas
del intestino delgado y de la pared posterior derecha de la
vejiga urinaria. No podría precisar si el cirujano intervi-
niente o su ayudante indicaron que habían suturado algún
punto en la ese ilíaca ; este dato sería confirmatorio de las
lesiones anteriores . Todas estas lesiones se sitúan en la línea
de recorrido del proyectil. Conviene advertir que los intes-
tinos delgados fueron heridos porque en la posición de pie
ocupan la cavidad pelviana. (El doctor Accinelli señala la
cavidad inferior de la pelvis que tiene en la mano. )

Sigue haciéndose luz sobre la verdadera trayectoria

Tal trayectoria intrabdominal está confirmada por la


dirección de la zona de erosión apergaminada que rodeaba
el contorno superior derecho de la herida de entrada : esta
zona, cuya minuciosa descripción ha sido elogiada en el
informe del doctor Avendaño , fué descrita así : "Zona de
erosión casi elíptica , de eje mayor oblicuo interno de doce
milímetros, y eje menor de diez milímetros , con apergami-
namiento del segmeto inferior de su parte superior . " ¿ Por
qué, señor presidente, tal riqueza de detalles en la descrip-
ción de esta zona ? Porque ella contribuye, en la generali-
dad de los casos , a orientar al perito que practica la autop-
142 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sia, en el sentido de la dirección seguida por el proyectil en


el interior del cuerpo y constituye casi siempre una guía
segura para encontrar su alojamiento . Pues bien; al seña-
larla antes de haber abierto la cavidad abdominal, cuando
no les era posible a los peritos prever las lesiones que en
ella iban a encontrarse, quedaba ya marcada la dirección
que iba a seguir la trayectoria. Esta zona de erosión pre-
sentaba un ángulo de incidencia de la misma oblicuidad que
la trayectoria interna, de modo que bien podría haberse
considerado como su prolongación exterior.

Insiste sobre el mismo tema

Una sonda acanalada introducida por la herida de en-


trada tomó la dirección de la trayectoria oblicua , hacia la
derecha, hacia abajo y algo hacia adentro, antes de haber
abierto la cavidad del abdomen ; pero no logró franquear
el espesor de la pared abdominal anterior, debido a que la
sonda es rígida y el trayecto en la pared es sinuoso. Este
detalle fué consignado en el protocolo de autopsia ; y de allí
ha pretendido deducirse que la trayectoria no fué rectilínea,
sino zigzagueante. Nada más distante de la verdad. La pa-
red abdominal está formada de afuera hacia adentro por
la piel, el tejido adiposo, los músculos, aponeurosis y el pe-
ritoneo parietal. En el señor Elmore la capa adiposa era
bastante gruesa. Ahora bien ; estos diversos tejidos reaccio-
nan también distintamente, por razón de su diferente elas-
ticidad, a la solicitación de los agentes traumáticos. A pun-
to tal es ello que breves instantes después de producida una
herida en la pared abdominal no es posible recorrerla de
afuera hacia adentro con la sonda. En el cadáver esta si-
nuosidad, ya existente en el vientre, se acentúa : no ha sido,
pues, interpretada como debió serlo.

Rectifica un dato que se ha apreciado equivocadamente

Al señalar la situación anatómica de las perforaciones


no suturadas halladas en la autopsia, se ha dicho en el pro-
tocolo que éstas se situaban en una asa intestinal del intes-
tino delgado , de ocho a diez centímetros de longitud , ubi-
EL LIBRO DE MI PROCESO 143

cada cerca de la embocadura fecal . Esta proximidad se ha


querido entender en el sentido de ser una distancia de po-
cos milímetros. En el acta de la diligencia de ratificación
del informe del doctor Avendaño, hice constar que esa in-
terpretación no era exacta . El intestino delgado tiene una
longitud de ocho metros más o menos : de los cuales, los
cuatro primeros, colocados a continuación del duodeno y
del estómago, se designan con el nombre de yeyuno, y los
cuatro últimos con el de ileon . Al fijar que las perforacio-
nes referidas situaban cerca de la embocadura fecal, se ha
querido dejar establecido que se encontraban en los últimos
centímetros de la porción del intestino llamada ileon; y que,
por esa circunstancia, hallándose alojadas en el momento
de ser herido el señor Elmore en la cavidad pelviana , fue-
ron alcanzadas por el proyectil.
Más aún, en el caso de que hubieran estado a esa peque-
ñísima distancia de algunos milímetros, en que con inter-
pretación equivocada se les ha querido situar, tampoco sig-
nificaría nada en contra del recorrido rectilíneo del proyec-
til en el interior de la cavidad abdominal, porque la ampo-
lla fecal no está siempre situada en la fosa ilíaca derecha,
como ha pretendido sostenerse . En la Morgue se realizan
dos y tres autopsias diariamente ; y allí es posible ver la si-
tuación de la ampolla fecal, más o menos alejada de la
fosa ilíaca, y a veces hasta en la línea media.
Es por eso que la apendicitis, y me refiero a ella por ser
afeción muy conocida por el público , resulta , a veces, tan
difícil de diagnosticar, y no siempre va guiado el cirujano
o el médico a su diagnóstico por la ubicación del dolor en el
lado derecho : éste se sitúa, a veces, en el punto medio o a
la izquierda, debido a la posición variable de la ampolla y
su apéndice. Viene a mi memoria en este momento un des-
graciadísimo suceso relacionado con tal punto, que acaba
de enlutar el hogar de un conocido notario. No obstante de
que al dolor en el abdomen no lo situaban a la derecha en
el punto o zona habitual, sino en toda la arcada pelviana
interior, se diagnosticó apendicitis ; y aun cuando, de pri-
mera intención , se creyó conveniente, por virtud de esta
ubicación desconcertante, mantener al enfermo en observa-
ción, se varió de orientación tanto por el análisis que arro-
jó veintinueve mil leucocitos, cuanto por los consejos de un
cirujano recientemente llegado de Alemania, quien precisó
144 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la necesidad de operar inmediatamente al paciente, inter-


vención que se llevó a cabo con toda rapidez, con habilidad
y destreza por el cirujano, aunque con éxito desgraciado
posterior, por circunstancias enteramente ajenas a la inter-
vención : el apéndice fué hallado en principio de mortifi-
cación.
(En ese momento, el señor presidente pide al doctor Ac-
cinelli que señale en uno de los dibujos la trayectoria del
proyectil y diga si la que allí se encuentra señalada es la
trayectoria que ha establecido . )
El doctor ACCINELLI, con el metro en la mano , de que se
sirve a manera de puntero , señala una línea recta de puntos
rojos trazada en uno de los diagramas, y dice :
-Señor presidente : es la línea recta inferior, pero no
con la oblicuidad que allí tiene , sino con una incidencia
mucho mayor ; porque en el dibujo se ha hecho terminar esa
Kínea en la escotadura sciática menor, es decir, por encima
del isquión y no en la rama isquiática , situada por delante
de la parte inferior de ese isquión , lo que aumenta su obli-
cuidad notablemente.
Hago constar también , señor presidente, que esa pelvis ,
no es desde el punto de vista anatómico exacta, pues la
rama isquiática no está proyectada en su debida posición .
Además, se ve en ella el colon descendente llegando hasta
la fosa ilíaca derecha y pasando por delante del promonto-
rio : lo que no es exacto ; y , por último, no se han dibujado
en la lámina los intestinos delgados, que, estando el sujeto
de pie, como queda dicho, se alojan en la cavidad pelviana.
( El doctor ACCINELLI toma un atlas anatómico que na
mandado traer y muestra al Tribunal una de sus figuras, en
la que hace constar que el colon descendente ocupa sola-
mente el lado izquierdo, y los intestinos delgados penden en
la cavidad pelviana . )
El señor PRESIDENTE : Los doctores Pastor , Pflúcker y
Vargas Prada verán esas figuras y darán su opinión.
El doctor PASTOR reconoce la figura.
El doctor PFLÚCKER también la reconoce.
El doctor VARGAS PRADA : Conozco bien la Anatomía, se-
ñor presidente .
El doctor ACCINELLI toma asiento.
El doctor DULANTO : Una pregunta, señor presidente :
Deseo que el perito , doctor Accinelli , tenga la bondad de
EL LIBRO DE MI PROCESO 145

precisar con exactitud el punto de la rama isquiática, en


que fué encontrado el proyectil.
El doctor ACCINELLI : No me es posible complacer al
doctor Dulanto porque la búsqueda del proyectil se hizo
a ciegas en el fondo de la cavidad pelviana ; pero como se
halló totalmente incrustado, es indudable que debió de es-
tar más próximo al isquión que a la rama puviana, porque
cerca de esta última la rama isquiática es muy delgada y el
proyectil la habría perforado. Además hay que tener en
cuenta dirigiéndose al señor presidente--que en estas au-
topsias, por la calidad de la persona, no es posible avanzar
más allá de donde lo requieren las necesidades de la finali-
dad perseguida , y no cabe tampoco hacer mutilaciones
cruentas por razones de humanidad y cultura, a punto que
no se abrió la cavidad craneana , no obstante estar manda-
do por la ley, en virtud de que era innecesario para estable-
cer la causa de la muerte .
El doctor DULANTO : Que diga el doctor Accinelli si ese
eje oblicuo interno señalado en la zona de erosión de la he-
rida de entrada presentaba el mismo ángulo de incidencia
que la trayectoria seguida por el proyectil en el interior del
cuerpo del señor Elmore.
El doctor ACCINELLI : Sí, señor. Ya he manifestado en
mi exposición que el ángulo de incidencia del eje de esa elip-
se y el de la trayectoria coincidían, advirtiendo que casi po-
día considerarse la erosión como la prolongación exterior
de la trayectoria interna .
Señor PRESIDENTE : ¿ El doctor Pastor está de acuerdo
con la exposición del doctor Accinelli ?
El doctor PASTOR : Sí, señor presidente.

Una pregunta del fiscal

El FISCAL: Pido, señor presidente , que haga usted al doc-


tor Accinelli la siguiente pregunta : Diga el doctor Acci-
nelli si un intestino lleno de gases puede desviar un pro-
yectil.
El doctor ACCINELLI : No. Tal principio está en oposi-
ción con las leyes de la Física, con los principios de la Me-
cánica y con la propia estructura anatómica del intestino y
de su túnica muscular. Yo he leído esa afirmación en un dic-
ΙΟ
146 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tamen emitido por profesor cuyo nombre no quiero citar,


para mantener este debate en el terreno impersonal en que
ha debido estar situado siempre y quiero mantenerlo. Yo
estimo que esa afirmación es una aplicación equivocada de
un principio de mecánica, sobre el cual leí, mucho tiempo
ha , un trabajo del eminente doctor Villarreal , que dice más
o menos lo siguiente : " Las columnas huecas de paredes rí-
gidas, sometidas a las compresión en el sentido de su eje,
resisten más, a igualdad de masas, que las columnas sólidas ;
principio por el cual se usan en los establecimientos públi-
cos, para soportar vigas, columnas huecas de hierro, en lugar
de sólidas".

Pregunta que destruye la versión del director de "El Comercio"

El señor PRESIDENTE : Desearía que el doctor Accinelli


dijera qué distancia ha querido indicar con el término "cor-
ta distancia", que ha empleado en el protocolo de autopsia.
El doctor AcCINELLI: La corta distancia no puede pre-
cisarse en cifras concretas en los disparos por armas de fue-
go, como los revólveres, cuyo alcance, según acabo de es-
cucharlo al profesor de Balística , mayor Farfán, es el de
doscientos o trescientos metros. En el protocolo, al usar el
término " corta distancia " he querido referirme a que el dis-
paro no fué hecho a la distancia del fogonazo , sino a una
distancia mayor, pero próxima al fogonazo. Y a base de la
autopsia, no me habría sido posible afirmar cosa distinta de
lo que allí he dicho : No cabe , por la dirección del proyectil,
afirmar que el heridor y el herido se hallaban en plano dis-
tinto ; porque, como allí se expresa , pudo levantar aquél el
brazo o agacharse este último : ello para no referirme sino
a una de las múltiples posiciones posibles. Pero situado ya
dentro de los datos suministrados por el proceso , instado
por el abogado de la Parte civil, doctor García Gastañeta,
para que precisase la extensión de esa corta distancia, con-
testé que la fijaba aproximadamente en setenta y cinco cen-
tímetros : sólo aproximadamente, porque con exactitud es
imposible señalarla. Como igualmente, dentro de los datos
ya suministrados por el proceso , en que ha quedado proba-
do que ambos contendores estuvieron de pie, de preguntar-
me si dentro de esa posición de pie ha podido hacerse el
EL LIBRO DE MI PROCESO 147

disparo a tres metros de distancia, contestaría hoy que es


físicamente imposible ; porque para que tal cosa hubiera po-
dido suceder, dada la oblicuidad de la trayectoria intrab-
dominal, habría sido preciso que el señor Chocano hubiese
tenido la mano a la altura de techo de esta sala. (En estos
momentos el doctor Accinelli , que tiene el metro desplegado,
lo coloca en el interior de la pelvis ósea, en el recorrido de
la trayectoria, mostrándola al Tribunal y al público, quien
puede así constatar que la prolongación del recorrido indi-
cada por el metro llegaría hasta la techumbre. Hay enorme
sensación en la sala ; y el público revela ansioso deseo de
aplaudir al ilustre declarante. )

El doctor Accinelli es ovacionado por el público

Minutos después, el doctor Accinelli se retiró de la Se-


cretaría : y al presentarse ante el público , que esperaba al
Poeta en los portales del Palacio de Justicia, fué objeto de
una calurosa manifestación de simpatía, oyéndose repetidos
vivas a su persona. La noticia de su informe había trascen-
dido al público que se hallaba en la calle ; y éste testimonió
su aplauso al prestigioso facultativo prodigándole una in-
mensa ovación, pues haremos notar que había más de tres
mil almas esperando la salida del Poeta.

NOTA.-Pueden estimarse como destruídas todas las con-


jeturas del doctor Avendaño por los datos exactos que am-
pliamente proporcionó al Tribunal el doctor Accinelli , en
acuerdo con el doctor Pastor, sobre la base de la autopsia
que estos dos facultativos realizaron. De caber la menor
duda respecto a los datos proporcionados por los doctores
Accinelli y Pastor , que así destruyeron todas las conjeturas
del doctor Avendaño, el Tribunal ha podido ordenar la ex-
humación del cadáver ; de otra suerte, la palabra de los mé-
dicos que realizaron la autopsia tiene que considerarse irre-
batible. Por los datos de la autopsia, y según el informe
oral de los médicos que la realizaron, el disparo fué hecho
a una distancia aproximada de setenta y cinco centímetros
entre el vientre vulnerado y la boca del revólver- puesto
148 JOSÉ SANTOS CHOCANO

éste en altura, y dirigido hacia abajo-y fué hecho , asimis-


mo, con una dirección oblicua de treinta y cinco grados so-
bre el horizonte. No fué otra la opinión del perito en Ba-
lística exterior, profesor Farfán . Tales datos coinciden por
completo con los de mi versión.- CH.

EXAMEN DE PERITOS

Cuestionario propuesto ante el Tribunal por el abogado defensor,


doctor Ricardo E. Dulanto.

(Audiencia del sábado 12 de junio de 1926.)

El doctor DULANTO : Descaría, señor presidente , que se


hiciera a cada uno de los peritos algunas preguntas : Que di-
gan los señores peritos si no es verdad que cuando el pro-
yectil atraviesa el cuerpo humano sin haber encontrado re-
sistencia, la dirección rectilínea es la regla y la trayectoria
irregular la excepción.
El doctor ACCINELLI : La dirección del proyectil es siem-
pre rectilínea cuando el disparo se realiza a corta distancia,
porque conserva todo su fuerza de impulsión .
El doctor PASTOR : Sí, señor. La dirección rectilínea es la
regla ; el recorrido irregular, completamente excepcional .
El doctor VARGAS PRADA: Yo quiero hacer una digresión ,
señor presidente, ya que ayer el doctor Villanueva se ha
referido al doctor Gastañeta...-Contestando ahora a la pre-
gunta, debo decir que los diversos tejidos del organismo,
como las aponeurosis, los tendones, los músculos , pueden
desviar las balas, determinando recorridos irregulares ; y en
todos los autores se encuentran descripciones bizarras del
recorrido de los proyectiles en el interior del cuerpo.
El doctor PFLÚCKER : En los proyectiles modernos , el re-
corrido rectilíneo es la regla , y las trayectorias irregulares
constituyen la excepción .
EL LIBRO DE MI PROCESO 149

El doctor DULANTO : Digan los señores peritos, si , según


los principios de la Medicina legal y de su práctica experi-
mental, creen que los intestinos llenos de gases, pueden te-
ner resistencia bastante para desviar una bala moderna,
aun en el caso de que el disparo hubiera sido hecho a tres
metros de distancia.
El doctor AcCINELLI : Jamás he visto tal hecho. Los in-
testinos no tienen fuerza para desviar los proyectiles, cual-
quiera que sea la distancia a que se les dispare.
El doctor PASTOR : Por mi experiencia en la "morgue",
en la que he practicado más de un centenar de autopsias de
heridas por arma de fuego, penetrantes en la cavidad abdo-
minal, puedo afirmar que nunca sucede tal cosa ; y tampo-
co la he visto consignada en ningún texto , ni sostenida por
ningún autor.
El doctor VARGAS PRADA: Los intestinos llenos de gases
´pueden desviar los proyectiles, porque eso está en confor-
midad con su túnica muscular.
El doctor PFLÚCKER : Los proyectiles modernos , por su
forma y poco peso, sólo se desvían cuando encuentran una
superficie dura resistente, como la del esqueleto óseo : en to-
dos los demás casos perforan los tejidos ; y en los intestinos ,
estas perforaciones son mucho más fáciles por su blandura.
El señor PRESIDENTE toma la campanilla para levantar
la audiencia .
El doctor DULANTO : Ruego al señor presidente me per-
mita formular a los peritos una última pregunta, que aclara
el concepto de la anterior ; y que expresa así:
-Digan los señores peritos si creen que una bala que
ha perdido tanto de su fuerza impulsiva que un asa intes-
tinal basta para desviarla, es posible que readquiera esa
fuerza y vaya a encajarse completamente en un hueso.
(En este momento estalla en la sala una salva de aplau-
sos al abogado defensor, que se prolonga por varios minutos .
El público no puede contener su anhelo, manifestado en
todo el desarrollo de la audiencia, por aplaudir a los docto-
res Accinelli, Pastor y Dulanto . )
El señor Presidente agita la campanilla , manifestando
que está prohibido hacer manifestaciones, y suspende la au-
diencia, citando para el lunes, a las dos y media de la tarde ,
en que continuará el debate recriminatorio.
150 JOSÉ SANTOS CHOCANO

II

(Audiencia del lunes 14 de junio.)

El señor PRESIDENTE : ¿El doctor Dulanto va a formular


algunas preguntas a los señores peritos ?
El doctor DULANTO : Sí, señor Presidente. Pero antes
quiero recordar las últimas preguntas que formulé en la
audiencia anterior, a fin de establecer su relación con las
que van a distraer la atención de los señores peritos ahora.
Les había preguntado cómo era cierto que cuando un pro-
yectil de arma de fuego atraviesa partes blandas del cuerpo
humano, sin tocar en hueso alguno y el proyectil conserva
toda su fuerza viva, la trayectoria rectilínea es la regla v
la zigzagueante es sólo la excepción . Y contestada que fué
afirmativamente por la mayoría de ellos , les pedí que me
dijeran si según los principios de la medicina legal y de su
práctica experimental, creían que los intestinos , hallándose
llenos de gases, pueden llegar a tener resistencia bastante
para desviar una bala moderna , aun en el caso de que el
disparo hubiera sido hecho a tres metros de distancia.
Querría ahora que los peritos médicos se sirvieran con-
testar la siguiente pregunta :
Si creen que una bala que ha perdido tanto de su fuerza
impulsiva que una simple asa intestinal basta a desviarla ,
puede readquirir súbitamente esa fuerza, a punto tal, que
vaya a incrustarse en un hueso.
El doctor ACCINELLI : Esta pregunta, que debe estimarse
como muestra de la sutileza de ingenio del señor abogado
del acusado, no debía en realidad formulárseme a mí, puesto
que dije en la audiencia anterior que los intestinos no po-
dían desviar balas porque ello se oponía a las leyes de la
física, a los principios de la mecánica y a la propia estrue-
tura anatómica del intestino ; pero ya que se me pide que
EL LIBRO DE MI PROCESO 151

la conteste , debo decir que estimo aquello imposible , más


que eso, inconcebible.
El doctor PASTOR : Soy de la opinión del doctor Accine-
lli ; tampoco creo, como lo dije ya, que los intestinos pue-
dan desviar proyectiles.
El doctor VARGAS PRADA, después de una larga exposi-
ción, se niega a contestar la pregunta diciendo que era para
un niño .
El doctor PFLÚCKER : Ya manifesté que con las balas
antiguas era posible haber visto algunas desviaciones, cuan-
do éstas incidían sobre tejidos resistentes, no sobre los in-
testinos ; pero que con las balas modernas, cuya fuerza de
penetración es muy considerable, no podía aceptarse que
los intestinos llenos de gases pudieran desviar proyectiles.
El doctor DULANTO, refiriéndose a la contestación del
doctor Vargas Prada, dice : Debo dejar constancia de que
al formular esta pregunta no he pretendido hacer broma,
sino dejar prácticamente anulada la parte del informe del
doctor Avendaño en que , tratando de justificar el por qué
acepta como trayectoria intrabdominal del proyectil una
línea quebrada o sinuosa , y no una rectilínea , dice en la
parte del informe que voy a leer, que el proyectil, después
de recorrer en línea casi horizontal, de izquierda a derecha,
la cavidad abdominal, desde la herida de entrada hasta la
fosa ilíaca, ya perdida en ese recorrido buena parte de su
fuerza impulsiva, se desvió al chocar con los intestinos del-
gados , llenos de gases, que resisten más que los tubos sóli-
dos, cambiando de dirección para ir a sepultarse en la rama
isquiática del hueso ilíaco derecho . ( El doctor Dulanto lee
la parte pertinente, y acercándose al dibujo núm. 3 hecho
por el doctor Avendaño, sirviéndose de un metro plegadizo ,
a guisa de puntero, señala la trayectoria sinuosa marcada
en rojo por el referido perito , y, siguiendo la línea horizon-
tal , marca el punto de desviación del proyectil hacia abajo ,
diciendo) : Este punto es el de la desviación del proyectil
al chocar la bala contra el intestino, según el concepto del
doctor Avendaño , a cuyo dictamen se ha adherido el doctor
Vargas Prada. Como se ve, no hago broma : formulo una
pregunta fundamental destinada a contradecir una opinión,
ya condenada por los señores peritos, a base de la cual el
doctor Avendaño llegó a la conclusión de que la trayectoria
no era rectilínea, sino sinuosa ; y de que esa era la verda-
152 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dera trayectoria del recorrido del proyectil en el cuerpo del


señor Elmore . Siendo éste un punto de tan resaltante im-
portancia, no era posible que quedara sin la contradicción
debida , desde que estaba fundado en un error de criterio,
que la pregunta ha querido dejar perfectamente rectificado
en forma que no quede duda al respecto . (Aplausos . )
El señor PRESIDENTE suspende la audiencia por breves
minutos.
Reabierta, se cede la palabra al doctor Dulanto.
El doctor DULANTO : Digan los señores peritos médicos
si las asas intestinales están inmóviles en el vientre o si su
posición varía siguiendo el movimiento del cuerpo .
El doctor ACCINELLI : Los intestinos delgados están fijos
y suspendidos de la columna vertebral en la cavidad abdo-
minal, pero gozan de movilidad que sigue, naturalmente, la
del cuerpo ; así, se dirigen hacia arriba cuando se coloca el
sujeto cabeza abajo, en la posición de Tredelemburg ; en
la estación de pie, penetran en la cavidad pelviana ; y en
los movimientos de lateralidad del cuerpo, se inclinan a uno
y otro lado. Son estos movimientos los que se llaman dis-
locaciones de los intestinos por causas físicas.
El doctor PASTOR se adhiere a esta respuesta.
El doctor VARGAS PRADA : Están fijos, tienen alguna mo-
viildad, muy relativa ; pero no para que se les coloque don-
de se quiera.
El doctor PFLÚCKER : No. La movilidad de los intestinos
es considerable ; por eso es que en las hernias pasan por el
bolsillo herniario a la bolsa de la hernia, haciéndole tomar
a ésta dimensiones considerables.
El doctor DULANTO : Sírvanse contestar los señores peri-
tos si el segmento apergaminado que se notaba en la parte
superior de la zona de erosión no está indicando tanto la
muy corta distancia como la oblicuidad del disparo.
El doctor ACCINELLI : Sí : ese apergaminamiento es hue-
lla evidente de la fuerza arrasante o tangencial con que
el proyectil incidió en la piel ; y marca, a la vez que la corta
distancia, la oblicuidad con que fué hecho el disparo .
El doctor PASTOR : Estoy de acuerdo con la opinión del
doctor Accinelli .
El doctor VARGAS PRADA : Con un dato aislado no se pue-
den hacer afirmaciones concretas : el apergaminamiento no
EL LIBRO DE MI PROCESO 153

permite pronunciarse sobre la distancia, sino tomando la


relación con otros datos.
El doctor PFLÚCKER : No es un dato de carácter absolu-
to que permita guiar al perito ; pero indudablemente es un
dato de importancia para la apreciación de la distancia y
la dirección .
El doctor DULANTO : La zona de apergaminamiento no
sólo es dato de importancia, sino de valor definitivo . Así
lo hace constar el profesor Cevidalli en obra modernísima,
euya parte pertinente voy a leer (El doctor Dulanto lee.
Página 97 de la Medicina Legal, por Cevidalli . )
El doctor DULANTO : La pregunta que voy a formular
debe ser contestada por los señores médicos y por el mayor
Farfán:
-Digan si, en su concepto, tratándose de un disparo he-
cho a un metro de distancia, el orificio de entrada de la bala
debe tener un diámetro igual al del proyectil.
Los doctores ACCINELLI, PASTOR, PFLÚCKER y mayor
FARFAN dicen que el orificio debe ser menor que el diáme-
tro del proyectil .
El doctor VARGAS PRADA dice que eso depende de muchas
circunstancias.
El doctor DULANTO: Digan si, en su concepto , puede
producir tatuaje una bala que antes de tocar la piel ha te-
nido que perforar ocho capas de tela , dos de ellas de casimir.
El doctor ACCINELLI : Sólo puede producirse tatuaje , en
el caso indicado , tratándose de un disparo en que esté apo-
yada el arma fuertemente contra el cuerpo .
Los demás peritos contestan en igual sentido.
El doctor DULANTO : Expresen los señores peritos si para
hacer una prueba experimental, destinada a averiguar de
que granos de pólvora no quemados hayan alcanzado a caer
eobre la piel, el rigor científico obliga o no a hacer que la
bala atraviese el mismo número de capas de tela que atra-
vesó la bala que hirió al señor Elmore; y si puede producir
el mismo resultado hacer esta experiencia a través solamen-
te de una cartulina.
Los doctores ACCINELLI , PASTOR y mayor FARFÁN mani-
fiestan que debe tratarse de reproducir en lo posible las
condiciones en que se produjo el accidente con la mayor fide-
lidad, y que en tal sentido han debido usarse telas y no car-
tulinas ; y que no debió usarse una en forma de cono, porque
154 JOSÉ SANTOS CHOCANO

su coeficiente de resistencia es muy distinto del de la piel,


que es además elástica.
Los doctores VARGAS PRADA y PFLÚCKER dicen que el
doctor Avendaño , en su experiencia, no trató de establecer
si tales granos podían producir tatuaje, sino si eran capaces
de perforar la tela ; y que, efectivamente , debió haberse re-
petido la experiencia con telas de casimir, examinándolas
con una lupa, para ver si habían sido perforadas por los
granos de pólvora.
El doctor DULANTO rectifica a los dos últimos peritos,
manifestando que el doctor Avendaño trató de cerciorarse
de una y otra cosa, es decir, del tatuaje y de la posibilidad
de la perforación ; y para confirmarlo , lee una parte del die-
tamen.
El doctor DULANTO ruega a los peritos se sirvan contes-
tar si tomando en consideración las diferencias o cargas de
pólvora y otras circunstancias en los cartuchos de una mis-
mo procedencia, es o no conveniente repetir la experiencia
con diferentes cartuchos de la misma fábrica.
Los doctores ACCINELLI , PASTOR, PFLÚCKER y el mayor
FARFÁN están de acuerdo en que la experiencia debe repe-
tirse con diversos proyectiles, teniendo en cuenta que las
condiciones de éstos varían, según circunstancias aparente-
mente nimias, como la de su fecha de procedencia y hasta
la de su lugar de alojamiento , etc.
El doctor VARGAS PRADA dice que el doctor Avendaño
hizo la experiencia con un solo cartucho, porque supuse
iguales todas esas circunstancias en el cartucho que le sir-
vió para la prueba y en el que extinguió la vida del señor
Elmore.
A continuación el doctor DULANTO lee las diversas citas
hechas por el doctor Avendaño en su dictamen , tomándolas
de las obras de Balthazard, Thoinot y Reclus, que el refe-
rido perito ha transcrito truncadas, pero que completadas
dicen lo contrario de lo que el doctor Avendaño pretende
probar ; de manera que resultan unas contradictorias e im-
pertinentes otras.
El doctor DULANTO formula, por último, la siguiente pre-
gunta exclusivamente para el mayor Farfán : Diga el perito
si no es verdad que los proyectiles modernos cilindro- cóni-
EL LIBRO DE MI PROCESO 155

cos han sido modificados con el objeto de asegurar su ma-


yor fuerza de penetración, disminuyendo la facilidad de des-
viación que tenían las antiguas balas.
El mayor FARFÁN contesta afirmativamente, agregando
detalles técnicos.
El doctor DULANTO trata de condensar el resultado del
interrogatorio a que han contestado los peritos en la audien-
cia, expresándose así : Ha quedado establecido , en forma
irrefutable, que la herida de entrada del proyectil estuvo
situada cerca de la espina ilíaca anterior y superior izquier-
da y que el proyectil se alojó en la rama isquiática derecha,
y que la línea recta que une estos dos puntos marca la
trayectoria seguida por el proyectil en el interior del cuerpo
del señor Elmore, la que fué oblicua hacia abajo y hacia
la derecha, con un ángulo de incidencia de 35 grados ; y
que, por consiguiente, no es cierto , como lo afirma el doctor
Avendaño en su dictamen, en su primera conclusión, que di-
cha trayectoria hubiera sido angular, porque los intestinos
no tienen resistencia para desviar las balas. Las experien-
cias realizadas no se sujetaron al rigor científico , indispen-
sable en estos casos. De modo, pues, que el dictamen del
citado perito Avendaño ha caído por su base. ( Aplausos
prolongados . )

NOTA.- Repárese en que los peritos-incluyendo al señor


doctor Manuel Pflúcker, nombrado que fué por el Juez ins-
tructor y que al principio se había adherido, pero sólo con
carácter relativo y condicional, al informe del doctor Aven-
daño estuvieron siempre acordes en sus respuestas a mi
abogado defensor : La sola excepción fué la de las respues-
tas, sistemática y reveladoramente contrarias, del doctor
Luis Vargas Prada, a quien por carecer de los requisitos le-
gales había yo previamente recusado. Posible es, comparan-
do estas respuestas del perito recusado con las de los demás
peritos, formarse concepto cabal de todo el plan con que se
desfiguró la verdad, para hacerme objeto de una sentencia
injusta. Basta saber que el Tribunal hizo, en los Conside-
randos de su sentencia, prevalecer las respuestas de tal pe-
rito sin requisitos legales , sobre las unánimes de los otros
156 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cuatro peritos señalados o amparados por la Ley : repásense


las respuestas, y júzguese por qué y para qué se le hizo
desempeñar el papel que desempeñó a dicho perito , pertene-
ciente al grupo político-claro está de que es órgano El
Comercio.

RESUMEN DE MI VERSION

Todos los diarios-conforme puede comprobarse por la


lectura de su edición correspondiente al primero de noviem-
bre de 1925 - publicaron sobre el trágico suceso una versión
que, aunque recogida en la natural fuente de información
al respecto, esto es , en la imprenta de El Comercio, era com-
pletamente distinta a la sostenida por el Director de éste,
diez días después, y, en cambio, muy semejante sino igual
a la proporcionada por mí a la policía, en seguida de haber-
me dado preso.
He aquí ahora el resumen de mi versión. Sólo después de
haber intentado rechazar la agresión vanamente con mi bas-
tón y con mis puños, de ver que resultaban ineficaces todos
mis esfuerzos , de sentirme dominado por mi contendor, de
no contar con la intervención de obra ni siquiera de palabra
por parte de nadie, de sufrir una larga opresión en la glán-
dula tiroides y un fortísimo golpe en el hígado enfermo , de
temer ser derribado dando con mi cabeza en el piso de már-
mol, de suponer-según se llevó la mano hacia atrás que
Elmore iba a sacar su revólver, saqué yo el mío. Hice un
solo disparo, voluntario o involuntario-que para el caso me
da lo mismo , pero en plena riña o forcejeo, teniendo yo
el revólver en alto en el momento mismo del disparo. Elmo-
re reculó violentamente, con vertiginosa rapidez ; y, buscan-
do apoyo, puestas las manos abajo y hacia atrás , contra la
pared, en la que a la vez presionó sus espaldas, se dobló en
una flexión de las características para dar un salto, con la
evidente intención de darlo sobre mí y, seguramente , derri-
barme. Al hacer la flexión fué cuando Elmore vino a darse
EL LIBRO DE MI PROCESO 157

cuenta de estar herido : llevóse una mano hacia el punto del


vientre, en que conforme lo dicen ciencia y experiencia-
sólo entonces pudo sentir algún dolor ; y, desistiendo ya de
arrojarse sobre mí, salió por sus propios pies a la calle , sin
pedir ningún socorro, ni hacer ninguna seña a los numerosos
testigos presenciales que después han resultado , apareciendo
a menos de tres metros de distancia del lugar en que, tam-
bién según ellos , el disparo se efectuó. Respecto a mi acti-
tud, tengo dicho que después del disparo permanecí firme,
siguiendo con mi revólver los movimientos de Elmore , de-
cidido por mi parte a impedirle cualquiera otra acometida,
pero no el marcharse- como en efecto, se marchó, sin in-
conveniente y por sus propios pies- hacia la calle . Lo único
que me propuse fué rechazar la agresión a la medida de mis
fuerzas.

El Redactor en Jefe de La Crónica, D. Felipe Rotalde,


manifestó en el Juicio Oral que la versión publicada en tal
diario le había sido proporcionada, como era natural , en la
imprenta de El Comercio, pocos minutos después del acon-
tecimiento. Conforme a la versión publicada en La Crónica,
el disparo se efectuó en plena riña o forcejeo. De no ser ello
así, resulta inexplicable cómo le refirieron en El Comercio,
al Redactor de La Crónica, precisamente, lo que, al mismo
tiempo, le estaba yo refiriendo a la policía , según consta en
el atestado respectivo.
El Sr. D. Augusto Aguirre Morales, que llegó a la im-
prenta de El Comercio también en esa oportunidad , mani-
festó en el Juicio Oral que la versión circulante entonces en
dicha imprenta era la que había aparecido en La Crónica.
Ya es bastante el hecho de que ninguno de los diarios del
primero de noviembre, informados , a raíz del acontecimien-
to, en la propia imprenta de El Comercio, diera la versión
que, diez días después, sostuvo , ante el Juez instructor , el
Director de tal diario, colocando a Elmore pegado contra
una pared y con las manos levantadas en actitud de pedir
misericordia. Todos los diarios de la fecha están de acuerdo
en que hubo riña o forcejeo entre Elmore y yo, así como
en que el disparo se efectuó en plena riña.
158 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Ya que en el peritaje convencional del doctor Avendaño


se llegó a afirmar que el disparo, de efectuarse en plena riña
o forcejeo, hubiera quemado la mano de Elmore , en el su-
puesto de que éste no le impidiera girar el tambor del revól-
ver, resolvimos mi abogado defensor y yo hacer una demos-
tración práctica de lo infundadas que eran esas afirmacio-
nes, tan fuera de la verdad científica como todas las demás
contenidas en tal informe.
Ante el Tribunal y por dos veces, con la mayor lentitud
en los movimientos, para que pudieran ser éstos bien apre-
ciados, reprodujimos mi abogado defensor y yo la riña, en
que se efectuó el disparo ; y lo hicimos porque era de supo-
nerse el que a este respecto había el Tribunal de atenerse
a las opiniones de los peritos , que eran los únicos que podían
pronunciarse científicamente sobre los detalles reproducidos.
Hay que considerar que tales peritos eran los dos médicos
legistas de la ciudad de Lima , el Director de la " Morgue "
—que había dirigido la autopsia—, un profesor titulado de
Balística exterior y un médico particular, recusado por mí
en razón de carecer de todos los requisitos legales .
He aquí ahora las opiniones de los señores peritos :
"El señor PRESIDENTE : Los señores peritos se van a ser-
vir contestar las preguntas formuladas por el doctor García
Gastañeta .
"El doctor ANCINELLI : Por la escena que acaba de pro-
ducirse, queda establecido que la mano izquierda del señor
Elmore cogía la izquierda del señor Chocano, en la que éste
tenía el revólver, manteniéndose ambas en alto a la altura
indicada. En tales condiciones, el tambor ha podido girar
libremente, el disparo no ha tenido por qué quemar la mano
del señor Elmore, y la trayectoria coincide con la establecida
por la autopsia, pues el señor Elmore ha presentado vulne-
rable el flanco izquierdo .
"Los doctores PASTOR Y PFLÚCKER apoyan lo expuesto
por el doctor Accinelli.
"El doctor VARGAS PRADA conviene en los dos primeros
puntos, pero discrepa en cuanto al recorrido de la bala.
"El mayor FARFAN-Profesor titulado de Balística ex-
terior está de acuerdo con los demás peritos, menos con
el doctor Vargas Prada en cuanto al recorrido de la bala,
que según el profesor no puede ser otro que, justamente,
EL LIBRO DE MI PROCESO 159

el establecido por la autopsia, opinando , así, de conformidad


en todo con los doctores Accinelli, Pastor y Pflúcker. "
Lo que quedó, así, prácticamente demostrado fué según
el criterio pericial-la inconsistencia de todas las objeciones
que, al disparo hecho en plena riña o forcejeo, aparecen en
el informe, especialmente confeccionado por el doctor Aven-
daño a la medida del gusto de su correligionario el Director
de El Comercio.

Repárese en que a la versión mía se oponen en dos sen-


tidos, no sólo distintos, sino fundamentalmente contrarios
entre sí, la versión de Elmore y la versión de Antonio Miro
Quesada. Elmore sostiene que le disparé al recibir una sola
puñada en el rostro, esto es, sin que mantuviera yo con él
riña alguna : y Antonio Miró Quesada sostiene que le dis-
paré a Elmore después de que, propiamente, toda riña había
terminado : para que uno de los dos dijese verdad, fuese
necesario, pues, que mintiese el otro. Yo sostengo que el
disparo se efectuó en plena riña o forcejeo.
Cada quien escoja lo que considere más verosímil ; y de
no aprobar lo que me atribuya, reconozca entonces que él
hubiera preferido, en todo caso, quedarse con las bofetadas
en el rostro, con los golpes en el cuerpo y con el revólver en
el bolsillo.

NOTA. Sobre la doble base del examen de testigos y de


peritos para lo que hubo de aprovecharse de las notas ta-
quigráficas tomadas por el señor Eugenio Battista- prodú-
jose, en tres audiencias sucesivas, la luminosa defensa con
que mi abogado y compañero intelectual el doctor Ricar-
do E. Dulanto honró los anales de nuestros Tribunales de
Justicia.
Durante la instrucción, por motivos de salud del doctor
R. E. Dulanto, hubo también de prestarme su siempre bien
orientado concurso profesional el muy distinguido abogado
doctor Alejandro Barrios E., a quien me complazco en ha-
cerle en esta oportunidad la protesta pública de mi agrade-
cimiento.
Los señores doctor Pedro Villanueva, ex director de nues-
160 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tra Asistencia Pública ; mayor Guillermo R. Farfán, ex pro-


fesor de Balística exterior en nuestra Escuela Militar ; doc-
tor Amórico Accinelli, director de la Morgue ; doctor Adrián
Pastor y doctor Manuel Pflúcker, médicos legistas de Lima,
han emitido, como se ha podido ver, opiniones rigurosamen-
te científicas y, por tanto, imparciales, que dejan fuera de
toda duda lo concerniente a la mala operación quirúrgica
y a la dirección y la distancia en que el proyectil fué dispa-
rado. Esto tiene que bastarme, dadas la calidad y la inte-
gridad de tales peritos, comprendidos todos ellos dentro de
los preceptos o los requisitos de la Ley, y no recusados ni
tachados por nadie.
Aunque han de estimarse como la mejor garantía de
veracidad los nombres que ofrezco de los doctores R. E. Du-
lanto y Alejandro Barrios E. , convengo en repetir que quien
desee constatar la exactitud de las citas de la instrucción
y demás del proceso, hechas en este libro, queda por mí
invitado a revisar, en mi compañía, los respectivos autos .
D. Ricardo E. Dulanto, defensor de Santos Chocano
SEGUNDA PARTE

II
Necesito que se sepa que se tra-
ta de una cuestión personal y no
de una cuestión doctrinaria.
EDWIN ELMORE LETTS .

(Del informe oral del abogado de


la parte civil, publicado en los
diarios. )

Los insultos y dicterios que se


me han dirigido o se me puedan
dirigir a este respecto, no tienen
para mí, ni tendrán nunca más
significado e importancia que la
que les den las Instituciones y
particulares que se han interesado
por mi libertad, señaladamente la
Sociedad de Sobrevivientes de
Arica, cuya opinión a mi favor
tiene que bastarme como la me-
jor justificación de todas mis pa-
labras y de todos mis actos.

J. S. CH.
DEFENSA

POR EL DR. RICARDO E. DULANTO

Repito lo que dije públicamente


el mismo día en que terminó su
defensa el gran Abogado que es
Ricardo E. Dulanto, en plena y
ya no florida, sino fructífera ju-
ventud : Es esta una lección a
todos, de verdadera sabiduría.
Trátase de un informe magistral,
como jamás se ha producido en
nuestros Tribunales Correcciona-
les y que, seguramente, no podría
ser superado por nadie en el ex-
tranjero. Siéntome orgulloso de
mi defensor.
Conviene hacer constar que es
esta la primera vez en que la de-
fensa se publica completa y cui-
dadosamente corregida sobre las
notas taquigráficas tomadas por
el Sr. Eugenio Battista.

J. 9. C■.
Señores jueces :
Chocano :
El culto patriótico envuelve dos mandatos igualmente
imperativos : exige el sacrificio material de la persona y de
los bienes para contribuir a la existencia y al engrandeci-
miento del país, y debe promover una reverencia espiritual,
traducida por la admiración y el respeto generales, hacia
el conciudadano que, en cualquier forma, enaltece y presti-
gia a la Patria.
La Patria es no sólo el recinto geográfico constituído por
el suelo : es más aún el tesoro moral que acumulan las glo-
rias colectivas y el prestigio histórico representado por los
brotes de superioridad intelectual o ética que en el territorio
nacional han aparecido.
Por eso, aun en el cautiverio, en el ostracismo o en la
disgregación, el sentimiento patriótico se salva de sucumbir,
no sólo por la esperanza de la reconquista territorial , como
ocurre con los hebreos, sino por la supervivencia de los
grandes hombres que se convierten en símbolos personales
de las nacionalidades en que aparecieron . La unificación ita-
liana le debe más al conjuro de Dante que al recuerdo de
la antigua unidad romana, ya bastante extinguido por lar-
gos siglos de ruptura y de luchas fratricidas.
Podrán, señores, sumergirse en los mares la península
Ibérica y el archipiélago británico ; pero , después del nau-
fragio del territorio, los sobrevivientes del cataclismo, dis-
persos como los judíos por todos los ámbitos del planeta ,
harán flotar la inmortalidad del britanismo y del hispanis-
mo ante la advocación de Shakespeare y Cervantes.
El grande hombre no debe adquirir sólo la pátina legen-
daria que le otorga la posteridad como una pródiga repara-
ción a las injusticias y negaciones que sufriera de sus con-
temporáneos, sino que, cuanto más avanzan la civilización
168 JOSÉ SANTOS CHOCANO

y la cultura de los pueblos, más debe anticiparse en los res-


petos y las consagraciones de la Historia.
De allí que, desde el punto de vista patriótico , tan pre-
mioso sea el deber filial de acudir a la defensa de la inte-
gridad territorial, como el mandato fraterno de congregarse
en torno del compatriota eminente que, por cualquier moti-
vo, sufre las persecuciones del odio, el remolino de las pa-
siones, o la sorda y ciega incomprensión de la estulticia.
Por eso los helenos , paradigmas de virtudes patrióticas,
acuden con igual fervor y despliegan idéntico heroísmo y
legan similares epopeyas, al defender su territorio invadido
por los persas, como al lavar la afrenta inferida a Menelao
por el Príncipe de Troya.
Para cumplir un mandato de esta índole, sube un abo-
gado del Perú, por primera , y, seguramente , por única vez,
a esta tribuna, a ocupar la cual se ha resistido invariable-
mente su actitud profesional ; y acude convencido de que,
a pesar de que la jurisdicción sobre el suceso que hoy va
a esclarecerse compete a un Tribunal correccional, no viene
ante a él a atenuar un crimen, ni a defender a un criminal,
ni a ensayar capciosas interpretaciones, ni a esgrimir abo-
gadiles argucias. Chocano no ha menester que se le ingenie
una defensa, sino que se filosofe sobre su actitud . El nece-
sita que se levante aquí una palabra serena que induzca a
pensar y no una ingeniosa sofisticación que haga sonreír.
Por ello, el profesional que habla ha sofrenado sus na-
turales apasionamientos de defensor privado, ya que no es
ese el papel que le toca desempeñar en este proceso, en el
que, al auspiciar a Chocano, obedece al mandato de la opi-
nión social, que se ha pronunciado ya en sentido francamen-
te exculpatorio de la actitud de su ilustre defendido.
De allí que al profesional que habla le impulsen en este
momento dos altos deberes nacionales : defender a Chocano
y defender las ideas patrióticas preconizadas por Chocano .
Para tan altos fines no puede esgrimir otra arma que la ver-
dad, no puede formular otra invocación que a la Justicia,
ni hacer otro llamamiento que a la conciencia de la ciuda-
danía nacional, de la que formáis parte, también, vosotros
los fiscales, los magistrados y los jueces.
Vengo, pues, señores vocales , con la confianza que me
permite abrigar vuestra categoría de juristas, a demandar
la máxima altura de vuestro criterio para entender y fallar
EL LIBRO DE MI PROCESO 169

la causa más trascendental sometida jamás a vuestra solem-


ne responsabilidad de juzgadores . Vengo con el empeño de
situar este proceso en el plano superior que le ha negado la
rutina en las instancias inferiores y a evitar, en cuanto pue-
da, que se interprete como un delito individual el doloroso
desenlace con que la fatalidad ha cerrado una de las escenas
del gran drama ideológico que se está desarrollando en el
país y que, de seguir el ímpetu de su curso inicial, ha de
multiplicar el luto de tragedias como aquella cuya impu-
tabilidad personal va a deslindarse en la audiencia en que,
con ocasión del juzgamiento de un hombre, vais a decir
opinión, señores magistrados, respecto a los más altos pos-
tulados sociales, patrióticos y humanos.
En el patio de la imprenta de El Comercio se enfrenta-
ron dos sistemas de ideas, sufrieron un violento choque dos
tendencias. La lucha ha quedado abierta hacia el futuro ;
de momento, un hombre joven anticipó su viaje hacia el
Misterio, y un hombre insigne bajó del trono de apoteosis,
al que acaba de ascenderle vibrante aclamación nacional,
para ocupar un banco de acusado. (Léase el Anexo 1 : "La
Corona del Poeta.".)
Desde la altura en que deben colocarse el sociólogo y
el jurista, traigo, señores vocales, la persuasión de la abso-
luta irresponsabilidad de mi defendido, convencimiento que
estoy seguro de transmitir a un Tribunal de magistrados no
rutinarios, a cualquier conciencia individual capaz de aqui-
latar en sí misma y en los demás el valor de la dignidad
humana, al alma nacional que no puede desinteresarse por
la suerte de este proceso , cuyo preámbulo ha sido la discu-
sión de sus más caros ideales y, en fin, a la opinión elevada
e imparcial del Continente y a la culta apreciación de la
intelectualidad universal, porque no se os oculta, señores
magistrados, que de vuestra actitud para con el hombre que
hoy ocupa ese banquillo , está pendiente la nerviosa expec-
tación de América y del Mundo , en que ha impuesto él su
nombre y su obra para gloria del Perú.
Y tal como el orador sagrado que, antes de elevar su voz
impetra las luces de la gracia, así, el modesto profesional a
quien la suerte depara la magnitud de esta defensa, invoca
todas sus facultades, a fin de revestir su palabra de elocuen-
eia capaz de infundir a tan alto Tribunal el convencimiento
que pretende, así como para mantenerse a la altura de la
170 JOSÉ SANTOS CHOCANO

rausa nacional y humana que patrocina, y para que su voz


sea tan circunspecta y respetable que merezca el honor de
esclarecer este suceso, que pone en trances de acusado a su
ilustre defendido y que ha abierto temprana tumba a un
intelectual, ante cuya memoria Chocano y su defensa se
prosternan.

Y, sin más he de comenzar sentando las premisas en que


ia de fundarse el análisis del proceso y la defensa del pro-
cesado .
Pero antes describamos el escenario en que se ha des-
arrollado el drama, situemos ideológicamente a los persona-
jes que han intervenido en él y describamos el medio am-
biente en que este suceso se juzga y se prejuzga .
Y habréis de permitidme, señores vocales, abordar este
análisis sociológico y psicológico , porque sin él resultaría
ininteligible la amplia comprensión de este proceso . Vos-
otros sabéis bien que hoy no os toca el juzgamiento de un
suceso promovido por las bajas pasiones humanas, ni por
violentos arrebatos de la impulsividad , ni por sórdidos ape-
titos concupiscentes .
Hoy os corresponde, señores vocales, estudiar un duelo.
ideológico, una lucha de principios, de la cual el incidente
personal ha sido sólo un lamentable corolario. Hoy no vais
a juzgar un corriente arrebato de celos, ni un violento des-
ahogo de venganza, ni un acto de ilícita codicia, ni un vul-
gar atentado contra el pudor, acerca de los cuales versa la
monotonía de vuestros fallos habituales. Hoy, al inquirir
los antecedentes de un encuentro personal, vais a contem-
plar un grave entredicho de ideas ; vais a analizar un proce-
so cuyos orígenes han consistido en una polémica sobre lo
que es el patriotismo , ese sentimiento que mientras no cun-
dan novelerías de Ultramar, y mientras no se le introduzcan
las reformas que quiere aplicarle don José de Vasconcelos,
será siempre, señores, inclinación de las más nobles que
puede abrigar el espíritu humano, e ideal superior y altruis-
ta capaz de saturarse de los más abnegados contenidos.
Para un abogado, pues , a quien se discierne el honor de
contribuir a dilucidar un proceso en que intervienen tales
causas, entrar en materia es entrar en ideas.
EL LIBRO DE MI PROCESO 171

La biología nos dice : que la centralización de todas las


energías vitales hacia un vigoroso proceso de desarrollo sus-
eita, a veces, graves alteraciones funcionales , que la pato-
logía engloba bajo la denominación genérica de " crisis del
crecimiento ".
En el Perú el pujante desenvolvimiento que se le ha
impreso en los últimos años, ha reflejado en lo espiritual
un doble fenómeno de reacción colectiva.
De un lado, señores, ha hecho eclosión un estado de
ánimo rebosante y optimista, pleno de fe en los destinos na-
cionales, fuente de todas clases de dinamismos progresistas
y dominado de respeto y de admiración para los hombres
que, en alguna forma, contribuyen al energetismo social of
dan al país ya la firmeza de un rumbo, ya el oriflama de un
ideal, ya el prestigio de sus capacidades científicas, ya el
brillo de sus aptitudes artísticas.
Tal es la disposición psíquica normal que acompaña un
proceso de crecimiento social que se realiza pletórica y equi-
libradamente.
De otro lado, señores, ha hecho irrupción en una desor-
bitada minoría , cuyo epicentro está representado por un no-
velero grupo juvenil, una neurosis obsesiva revelada por
verdaderas aberraciones mentales. La ideología de este gru-
po pretende realizar una trasmutación de valores morales,
intelectuales y activos, cuya sola enunciación escandaliza,
cuya resonancia pone alarma en el espíritu y cuyo desarro-
llo y crecimiento vemos atónitos prosperar.
Se observan, en efecto, en esos núcleos espirituales , sínto-
mas evidentes de la crisis del crecimiento, revelados por per-
plejas desorientaciones, por incoherentes inquietudes , por
incomprensiones definitivas ante hombres y sucesos tras-
cendentales y, en fin, señores, por una forma de histeria
desconcertante y extraña.
La histeria que es, con frecuencia, dolencia de niñas en
pubertad, es, precisamente, una de las manifestaciones pa-
tológicas de la crisis del crecimiento.
Son recientes las oportunidades en que han podido cons-
tatarse las convulsiones y espasmos que ha reflejado la in-
sania de ese estado de ánimo que parece inspirado en el con-
sejo del apóstol Vasconcelos cuando en la encíclica a sus
alumnos del Perú dice a éstos textualmente : "No estéis
euerdos un solo instante.
172 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Mantened esta frase en la memoria, señores magistra-


dos, para cuando os informe sobre otras del mismo apóstol ;
y decidme, para entonces, si anda descaminado el poeta al
juzgar a un tal consejero como un peligroso corruptor de
menores.
Hagamos la historia clínica de este estado de ánimo,
constatando sus síntomas, tales como, con franca sinceri-
dad, los describen los propios aquejados .
Tal historia clínica nos permitirá hacer el diagnóstico
de un mal muy hondo que está minando las nuevas células
del organismo nacional , que ha agostado los frutos de gran
parte de nuestra última cosecha intelectual, y que se tradu-
ce en tropismos individuales como los operados en el espí-
ritu de don Edwin Elmore Letts contra Chocano y contra
las ideas de Chocano, y a favor de Vasconcelos y de las
ideas de Vasconcelos .

Toda esta generación decanta estar poseída por una


compleja inquietud espiritual.
En la infancia tal disposición es natural : la produce la
efervescencia fogosa de la vida en pleno trabajo de creci-
miento y desarrollo. Las travesuras de los niños son la ex-
presión de la inquietud indomable que los excita y estimula.
Hay, sin embargo , adultos que han llegado a considerar ele-
gante atravesar por ese estado y que se precian de fomen-
tar la inquietud de los jóvenes.
La inquietud en el orden físico es el signo del equilibrio
inestable. Un cuerpo que se tambalea indica que se ha ope-
rado en él un desplazamiento de los centros de gravedad.
La inquietud fisiológica es el equilibrio inestable de los or-
ganismos, porque es la interrupción del isocronismo de los
ritmos vitales. Un cuerpo sano no puede sentir el tic perti-
naz de la inquietud, que es la manifestación febricitante
de un organismo insubordinado, sino la cenestesia de la pla-
cidez que acompaña al compás funcional de la vida.
Del mismo modo, la inquietud espiritual es, también,
signo morboso . El espíritu sano disfruta la sensación de la
serenidad, que deriva del acordamiento armonioso de las
facultades, y nunca el calofrío del aturdimiento , de la in-
tranquilidad y del desasosiego.
EL LIBRO DE MI PROCESO 173

El calofrío es la inquietud desaforada de un organismo


infectado. Es el zafarrancho de combate de los glóbulos ante
la irrupción de los microbios. El calofrío porque atraviesa
un grupo juvenil felizmente en reducción, y un grupo de in-
telectuales, desgraciadamente en aumento, revela la pre-
sencia en ellos de una seria intoxicación ideológica y sen-
timental.
Serena, tranquila, ponderada , fué la juventud griega, y
así el pensamiento griego ; por eso, en los fastos de la His-
toria la Hélade ha puesto el sello imborrable de su perenni-
dad, y por eso, y al través de los tiempos, la juventud y el
pensamiento griegos son modelo de juventudes y de pen-
samientos.

Toda esta generación se jacta, además, de su rebeldía


espiritual. La rebeldía no es siquiera una fuerza progresiva.
La física nos dice que la inercia es la rebeldía de los cuer-
pos para pasar del estado de reposo al de movimiento , o
del estado de movimiento al de reposo. La rebeldía es, pues ,
una fuerza estacionaria y anquilosante en el orden físico .
En el orden biológico la rebeldía es la inadaptabilidad .
Todo proceso de adaptación es un proceso de docilidad , por-
que representa el acuerdo de la vida con las condiciones
ambientes. El organismo rebelde o la especie rebelde son
desalojados despiadadamente por la selección.
En el orden social, la rebeldía es la negación de la soli-
daridad, o , lo que es lo mismo, la negación del ambiente
único en que la vida social se desenvuelve y desarrolla. Al
rebelde a la organización social establecida el Estado le ex-
cluye. La rebeldía es un individualismo anárquico, y el in-
dividualismo anárquico es la negación de la sociedad.
En el orden moral la rebeldía es la insubordinación para
lo bueno. La subordinación para el bien es la virtud . Vir-
tud y rebeldía son términos antitéticos para la moral, para
la historia, para el vocabulario y hasta para el menos co-
mún de todos los sentidos.
No hay, pues, forma alguna de concebir cómo la rebel-
día puede ser erigida en virtud, mientras la diferencia de
palabras en el lenguaje represente la diferencia de concep-
tos en la mente.
174 JOSÉ SANTOS CHOCANO

De allí que las religiones todas, al verter el sentimiento


colectivo, han encarnado la virtud y el bien en el símbolo
divino y han personificado la rebelión y la soberbia en la
copiosa mitología demoníaca . Exaltar, pues, la rebeldía en
el orden de las ideas y de los sentimientos es, en el fondo,
sentar las bases de un satanismo intelectual y moral.

El otro síntoma del movimiento es su altanera y agre-


siva irrespetuosidad . Domina a este grupo una mal criada
y provocadora inconsideración hacia las ideas ajenas, hacia
los Gobiernos constituídos, hacia los maestros en ejercicio,
hacia las ancianidades gloriosas , hacia las Instituciones fun-
damentales. Dicho estado de ánimo llega en sus arrebatos
de virulenta acometividad hasta a la irreverencia para con
hombres insignes como el que hoy ocupa ese banquillo y
que son, más que orgullo particular de un pueblo , prestigio
colectivo de un Continente, para hombres como éste que,
no obstante la nube de insectos que zumban la difamación
en torno suyo, y pese a la plaga de arácnidos que ensayan
en sus carnes la ponzoña de los aguijones y que tejen labo-
riosos la tela en que quisieran verle preso, tiene, señores, un
puesto seguro en la Historia y en la admiración universal.
Así es este movimiento desde su origen. Apenas inicia-
do fué a estrellarse contra dos venerables y respetabilísi-
mas figuras : contra ese glorioso patriarca que fué don Ri-
cardo Palma, contra ese noble hombre civil que fué don Ja-
vier Prado, primer maestro oficial e ídolo en otra hora de
la juventud semisapiente.
Y ya en nuestros días, el movimiento de irrespetuosidad
y de incomprensión de ese grupo neurótico ha hecho blanco
de sus ataques en otros dos representativos de la grandeza
intelectual del Perú contemporáneo. Me refiero a Cornejo y
me refiero a Chocano.
¿ Quién osará discutir siquiera que Cornejo es la más
amplia mentalidad científica que ha producido el país?
¿Quién osará discutir que Chocano es la más o una de
las más esplendorosas y autóctonas vocaciones artísticas que
ha producido, ya no este país, sino este Continente?
Pues bien, señores ; casi toda la grumetería intelectuali-
EL LIBRO DE MI PROCESO 175

zante del país se halla amotinada contra estos dos grandes


pliotos del pensamiento y del arte nacionales.
Cada vez que a estos dos hombres se les ocurre discernir
sobre temas, acerca de los cuales no puede dejar de opinar
ningún ciudadano, es de ver cómo toda la indómita chiqui-
llería se arremolina contra ellos y les asaetea, les insulta y
les combate.
¿Cuál, señores, de los miembros de la plana mayor inte-
lectual del Perú dejó de lanzar sus gorgoritos cuando Cho-
cano escribió su pensamiento político en el libro Las Dicta-
duras Organizadoras?
¿ No habéis visto , señores jucces, con motivo del dardo
emponzoñado e injusto que el propagandista Vasconcelos
lanzara a nuestro gran Poeta, cómo se solidarizaron algu-
nos intelectuales y estudiantes con el derrotista de afuera
contra el insigne cantor de nuestras glorias nacionales ?
¿No habéis observado el refocilado saboreo con que se
deglutían las injurias que, para Chocano, contenían la ju-
venalesca diatriba del escritor mejicano y las piruetas ver-
bales del escribiente Vargas Vila?

Otro síntoma del mal, el más inexplicable, el más re-


pugnante en estos momentos, es su sublevador antinacio-
nalismo.
En los augustos y únicos momentos en que el Perú ente-
ro ha emprendido su marcha hacia la Tierra Prometida , re-
corriendo el Desierto de la indiferencia continental, atrave-
sando el Mar Rojo de los más crueles sacrificios y ascen-
diendo al Sinaí de la Justicia, ¿cuál será, señores, la indig-
nación de los patriotas al ver en el llano un grupo de tráns-
fugas rindiendo culto al becerro derrotista ?
¡Cómo no explicarse, pues , señores , la sacra irritación
de Chocano, que, cual nuevo Moisés , bien habría podido
hasta romper las Tablas de la Ley, para impedir la nefanda
difusión de la apostasía!
El estado de lesa juventud que bosquejo, rodando por
los abruptos barrancos de su propia lógica, determina, natu-
ralmente, un estado de lesa Patria.
¿ No os pone pavor en el alma, señores magistrados , este
estado de espíritu ? ¿ No os pone pavor a vosotros que, apar-
176 JOSÉ SANTOS CHOCANO

te de sacerdotes de la Justicia, sois miembros de la socie-


dad, hombres de cordura y ciudadanos de la Patria? Pues
bien; tal estado de cosas viene adquiriendo una trascenden-
cia insospechada y alarmante. Del espíritu de los jóvenes
ha pasado, imperdonablemente, al de algunos hombres ya
bastante crecidos. Del espíritu de los discípulos ha trasva-
sado al de algunos de sus maestros. Yo no he de pronun-
ciarme sobre la vulnerabilidad que éstos han ofrecido al
contagio ; pero sí debo constatar que no hay un solo maes-
tro en el Perú que pueda arrogarse los títulos de iniciador ,
orientador o socio fundador de un movimiento en el que ya
varios de ellos figuran como socios de número.
De allí, señores , que así como los países nuevos que quie-
ren erigirse en monarquías se echan a buscar en las san-
gres azules europeas al príncipe a quien encomendar la di-
rección de sus destinos, así este grupo de juventud peruana
se dedicó a buscar en los escenarios extranjeros un tenor
más o menos operetesco , y lo contrató para postizo maestro
de la juventud del Perú y algo más ; no encontrando en el
elenco político nacional caudillo que enfrentar a un régimen
que no es de sus simpatías, le contrató, también subsidiaria-
mente, para redactar de vez en cuando arengas y manifies-
tos revolucionarios, por juzgar, acaso, que en los orquesta-
dos últimamente en el país disonaban melífluas voces de
soprano.
La discusión de las ideas que trata de importar a la ju-
ventud del Perú D. José Vasconcelos , nos va a poner en el
pórtico de este proceso, pues en medio de la réplica a tales
ideas que surge la causa ocasional del suceso trágico , cuya
causa eficiente y profunda no es otra que el estado porque
atraviesa cierto grupo intelectual del Perú, en el que mili-
taba, desgraciadamente, D. Edwin Elmore Letts.
Yo no voy, señores magistrados , a hacer aquí el análisis
de la ideología de D. José Vasconcelos, ni a discutir si es
un apóstol o un retórico. Me basta solamente recapitular
sus ideas respecto al momento político e internacional del
Perú vertidas en el mensaje que, a modo de una lección
inaugural, remitiera al grupo juvenil que acababa de nom-
brarle su maestro.
Y me basta este aspecto de la propaganda del escritor
mexicano, porque es el que se relaciona con la polémica que
precedió a esta tragedia, y porque es el que nadie ha podido
EL LIBRO DE MI PROCESO 177

dejar de tener presente en esta ocasión para replicar o soli-


darizarse con ese intelectual.
Para ello, señores magistrados, no voy a compendiar sus
ideas, ni voy a hacerles comentario alguno ; voy, lisa y lla-
namente, a leeros párrafos y frases textuales del aludido
mensaje. Vosotros juzgaréis :
Exhorta así Vasconcelos a la juventud del Perú :
"Organizar un orden social justo y libre es más impor-
tante que fomentar el odio al extranjero . Por eso me atrevo
a deciros, como quien cumple un deber, que cada vez que el
político hable de la cuestión chilena debéis desconfiar. Sí;
debéis deciros : ¿ Por qué ese empeño en derrochar la ener-
gía peruana en algo que no es la inmediata regeneración por
el trabajo y el saber? ¿ Cómo vamos a emprender revanchas,
si acaso no se han corregido los vicios que originaron la de-
rrota?... Usemos el temple colectivo para castigar a los ti-
ranos de adentro . Más varonil que injuriar al enemigo ex-
tranjero que está distante y ya no hace daño, es combatir
al dictador que deshonra las tropas de la nación cada vez
que hace que le presenten armas ; por eso es necesario tener
presente que el enemigo de la Patria rara vez está fuera ;
casi siempre se halla dentro ... El patriotismo necesita re-
formas ; ya no debe haber peruanos, ni mexicanos, ni argen-
tinos, ni chilenos. Sólo las almas de molusco viven apega-
das a la orca de la Patria... De allí que yo sienta que el
primer deber de chilenos y peruanos es cerrar para siempre
el venero de odios de esa guerra maldita del Pacífico. Re-
suélvanse de prisa y de cualquier modo las cuestiones pen-
dientes... Y cuando llegue el momento, no discutan territo-
rios ; dejen la tierra al que mejor la aproveche, a quien
más la necesite ; pero eso sí : cuiden de no dejar en pie un
solo monumento que recuerde el crimen ; derriben las esta-
tuas, borren las leyendas, castiguen a la Historia y no que-
de ni un solo recuerdo, etc. " (Léase el Anexo 2 : “El farsan-
te Vasconcelos".)

Yo no he de hacer a las ideas expuestas ningún barato


comentario ; pero sí voy a presentar una antítesis.
A los señores de la Sala , a todos los concurrentes a esta
audiencia y a todos cuantos se interesen por la suerte del
12
178 JOSÉ SANTOS CHOCANO

país, consta que desde que llegó Chocano esta última vez
del extranjero, en época que coincidió con los meses poste-
riores a la expedición del fallo del árbitro sobre el problema
de Tacna y Arica, el poeta abrió un paréntesis a su pro-
ducción literaria ; y, al contemplar la desorientación que
reinaba en el país para apreciar esa sentencia , se dedicó,
en conferencias públicas y artículos de prensa , a explicar
los alcances del fallo y a esclarecer ciertos puntos de él, en
los que nadie había reparado.
El Comercio, entre otros diarios, destacó toda la impor-
tancia y profundidad de análisis que Chocano desplegara
en el estudio interpretativo de ese documento .
En los meses anteriores a la tragedia y mientras la si-
rena extranjera aconsejaba introducir reformas en nuestro
patriotismo y nos insinuaba entregar las provincias irre-
dentas al que más las necesitara , y mientras esas ideas ga-
naban prosélitos en algunos intelectuales del país , Chocano,
sintiendo el imperativo que le dictaba su condición de can-
tor de la epopeya de Arica , entregaba todas sus energías
y desplegaba todos sus esfuerzos intelectuales en una alts
y abnegada labor patriótica .
Dedicado a esta tarea lo encuentra el acuerdo de la Fe-
deración de Estudiantes, de colocar, en el salón de actos de
dicha institución, el retrato de Vasconcelos.
El patriotismo de Chocano sufre dura contrariedad con
esa determinación, y le impele a adoptar una actitud in-
genua.
Publica en La Crónica el artículo que, bajo el título de
"Poetas y bufones ", publicara contra él y contra Lugones
el escritor mexicano. Juzgó que la juventud universitaria
se abstendría de rendir homenaje a quien tan inmotivada
y duramente había herido al más grande Poeta del Perú.
El homenaje, sin embargo, se llevó siempre a cabo . Los
estudiantes salieron en defensa de su flamante maestro . Dos
o tres intelectuales firmaron , en unión de algunas otras per-
sonas, una declaración de solidaridad con las ideas de Vas-
concelos.
Edwin Elmore Letts, por ese entonces parece que pre-
paraba un libro en el que, entre otros puntos , se pronuncia-
ba sobre la polémica entre Chocano y Vasconcelos.
A juzgar por la declaración de Manuel Beltroy, fué
éste quien tentó a Elmore para la publicación del artículo
EL LIBRO DE MI PROCESO 179

injurioso contra Chocano ; fué él quien lo llevó a la redac-


ción de La Crónica ; fué él quien trató de vencer la resis
tencia del cuerpo de redacción de ese diario para su publi-
cación. Beltroy ha desempeñado así, en este suceso, el papel
del solícito , del instigador acucioso, que tras los bastidores
manejó los hilos iniciales de esta tragedia.
A él, señores, la Justicia Divina, que llega mucho más
hondo que la humana, tendrá que tomarle estrecha cuenta
de la intervención que buscó desempeñar en este dolorosí-
simo proceso . A él, señores, el corazón de la desconsolada
viuda de Edwin Elmore no podrá perdonarle jamás el papel
que jugó instando a su marido a la publicación del artículo .
Yo llamo particularmente la atención de los señores jue-
ces sobre ese artículo de Edwin Elmore. Allí está , señores ,
el punto de partida del luctuoso incidente . Su examen pre-
cisa un hecho de importancia jurídica capital. El nos per-
mite señalar con precisión quién ha desempeñado en esta
tragedia el papel de provocador.
Desde luego, señores, antes que Beltroy incitara a Elmo-
re a la publicación de ese artículo contra Chocano, ninguna
desinteligencia se había producido entre ambos. Por el con-
trario , eran conocidos ; y Elmore había visitado en varias
oportunidades al Poeta , con el fin de interesarle en sus pla-
nes y de buscar, en suma, su amistad .
En tales circunstancias se publica el artículo de Vascon-
celos contra Chocano y la defensa de éste , lo cual suscita
la polémica entre Chocano y algunos universitarios . (Léase
el Anexo 3: "Una Federación de Estudiantes apócrifa".)

El Ingeniero Edwin Elmore Letts, sin que hubiera sido


directa o indirectamente aludido en tal discusión y por acto
absolutamente espontáneo, intervino en ella .
¿Y cómo intervino , señores magistrados?... A fin de que
os deis cuenta del tono airado y agresivo de dicha inter-
vención, voy a leer algunos descomedidos párrafos del ar-
tículo en cuestión que corre en autos :
"En torno a la cuestión promovida entre Vasconcelos y
Chocano con motivo de las graves acusaciones lanzadas
contra el segundo, a falta de otro censor mejor informado ,
más valiente y oportuno, habría infinitas consideraciones
180 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que hacer... Y veamos sólo las actitudes y los pensamientos


de los hombres, de dos hombres que sólo nos interesan en
cuanto representan tendencias morales y estados de concien-
cia y no en cuanto a individuos ; que, para imponerse como
tales, cada uno cuenta con lo suyo : tal con la inteligencia,
tal con la astucia ; éste con la adulación y el servilismo,
aquei con la diatriba y con la sátira.
"En el caso presente, quienes nos consideramos discípu-
los de José Vasconcelos, estamos moralmente obligados a
solidarizarnos a su actitud, entiéndase como se entienda esta
solidaridad ...
"Pero antes de examinar las afirmaciones enrevesadas
y tautológicas del vate, se hace conveniente apuntar algu-
nas observaciones que, si no han de excusar su histriónica
temeridad en un medio social tan deprimido como el nues-
tro, contribuirán , por lo menos, a explicar la insolente bi-
zarría de su vanidad y su prosopopeya, que tantos éxitos
e imitadores le han valido . Un día, en una hora en que,
quienes no se han convertido en asustadizas liebres, están,
como la razón ( de que Góngora hablaba ) , atados a un buen
pesebre ; reconozcámosle al Poeta el mérito de su osadía. "
"¿Por qué y cómo, después de una larga ausencia, sobre
cuyas andanzas no queremos hablar, Chocano ha venido a
convertirse en el solista inevitable, en el ovacionado tenor
de la continuada opereta bufa que es nuestra vida ciudada-
na? Que lo digan quienes, a su regreso a la Patria, no su-
pieron ver en él sino la oronda y satisfecha vanidad litera-
ria... e intentaron , siempre a medias tintas , con arañazos de
gatas lúbricas, desautorizarle, habiendo podido darle desde
un principio la necesaria lección de civismo.
"En realidad, Chocano, y sea dicho sin la menor inten-
ción de halagar una problemática sensibilidad moral, nada
tenía que aprender de los átomos que integran nuestra mo-
lécula política e intelectual. "
Luego, refiriéndose a Chocano y a Lugones, dice :
"¿ Qué nueva fe los anima a arrostrar virilmente, con su
respectivo falo en ristre, todos los peligros para predicar
un credo tan odiado por los poderes de la tierra ? No se ha-
ble de abnegación , pues ellos no creen en esa virtud cristia-
na. Es la sola virtud expansiva de su virilidad la que los
llena del más griego de los entusiasmos, tan griego, que
hasta se han quemado las pestañas para iniciarse debida-
EL LIBRO DE MI PROCESO 181

mente en el culto a Baco y celebrar con perfecta liturgia


sus saturnales .”
Como lo veis , señores jueces, el artículo es un alfiletero
de frasecillas hirientes y mordaces. Por eso, yo os pregunto
si, después de haber oído los párrafos que he transcrito, es
posible sostener, como el juez Samnamud , que este artículo
no es injurioso para Chocano ... En él Elmore se solidariza
con Vasconcelos por el acierto de haber calificado de vil a
Chocano ; le niega a éste tener sensibilidad moral; manifies-
ta que las armas de Chocano son la astucia, la adulación y
el servilismo ; le califica de histrión ; le juzga atado a buen
pesebre ; se lo representa, falo en ristre, recibiendo arañazos
de gatas lúbricas, iniciándose en el culto de Baco y cele-
brando, con perfecta liturgia, sus saturnales ; lo califica de
idiota, y quiere cubrir lo que llama su violenta desnudez
con un manto de decencia.
Y todo esto, señores vocales, ¿ respondiendo a qué?...
¿ En qué, momento antes, Chocano le había aludido, men-
cionado o referídose a él ? ¿Qué tenía que ver el ingeniero
Elmore Letts en la polémica entre Chocano y Vasconcelos,
ni en la polémica entre Chocano y los jóvenes universita-
rios?
El artículo de Elmore es, pues, señores vocales, el caso
típico de la provocación sin causa y sin motivo . No se trata
en él de discutir ideas de ningún género : se trata de disparar
emponzoñados flechazos en un sentido manifiesto de provo-
cación personal . Ese artículo, señores, por su fondo y por
su forma, por la mordacidad de sus conceptos y por la in-
temperancia del estilo, es fiel reflejo de ese estado de intole-
rancia, de irrespetuosidad, de acometividad epiléptica de
que he hablado antes, cuando he señalado, como causas
eficientes del suceso trágico , los síntomas del mal que aque-
ja a cierto grupo intelectual del Perú , al que con una since-
ridad que no disputo pertenecía, desgraciadamente, D. Ed-
win Elmore Letts.
No hay, señores, en la literatura de este grupo de enfants
terribles, producción alguna en las que no aparezcan estas
líneas de adjetivación y estilo. El que es amigo del Gobier-
no es, para ellos, servil o abyecto ; los que con él cooperan
son el rebaño que está atado a buen pesebre ; al hombre de
ideas moderadas se le califica de eunuco y al estudioso de
masturbador intelectual ; la desnudez , las gatas lúbricas , las
182 JOSÉ SANTOS CHOCANO

saturnales y el falo son suciedades de expresión que apare-


cen a diestra y siniestra . Leamos , señores , a Freud ; y ve-
remos que este estilo schocking es uno de los síntomas de la
histeria.
Ha de perdonarse , señor Presidente , a la circunspección
de mi defensa este obligado análisis y comentario que, muy
a mi pesar, he tenido que hacer al artículo del extinto, por-
que es capital para mi defensa dejar, meridianamente esta-
blecido, quién ha desempeñado en esta tragedia el papel de
provocador.

Aunque el artículo , en cuestión , dado lo injurioso que


era, no fué publicado en La Crónica , llegó, fatalmente, a
conocimiento de Chocano .
Esas misteriosas fuerzas que rigen los destinos humanos
y que pusieron frente a frente a Chocano y a Elmore en la
imprenta de El Comercio, pusieron también ante los ojos
de Chocano el artículo de Elmore en la imprenta de La
Crónica.
Al leerlo, la sensibilidad del vate sufre una intensa con-
moción, que se traduce, no en las excitaciones y arrebatos
de la ira, sino en los anonadamientos y depresiones de la
angustia. Quiere, a todo trance, evitar que el artículo en
cuestión, u otro del mismo tono, aparezca en los diarios.
Conmovidamente hace esa súplica al administrador de El
Tiempo, y repite igual petición a los redactores de La Cró-
nica. Aunque convencido, como estaba , de que a La Prensa
nadie se atrevería a llevar artículos de esa índole, precave
y advierte en ese sentido a sus redactores . No satisfecho con
las advertencias telefónicas que hace a todos los diarios,
recorre las imprentas a altas horas de la madrugada para
convencerse con sus propios ojos de que el artículo de El-
more no sería publicado . Pasa la noche en vela, bebe hasta
las heces la hiel y el vinagre de las desilusiones. Medita .
con la tribulación más intensa , sobre el modo como la plana
menor del arte nacional se atreve a tratar a su indiscutible
capitán. Sufre ese estado de congoja moral que hace decir
a Jesús : " Padre mío, por qué me has abandonado !" Esa
desilusión de desilusiones que hace decir a Bolívar : "He
arado en el mar " ; esa desesperación de Sócrates, cuando,
EL LIBRO DE MI PROCESO 183

condenado a beber la cicuta de la ingratitud de su pueblo ,


lanza la frase célebre...
Sí, señor Fiscal ; usted ha psicoanalizado exactamente
el estado de espíritu de mi defendido después de leer el mal-
hadado artículo , juzgando que produjo en él una crisis de
angustia.
Sí, señor Fiscal, angustia y muy honda. Para apreciar la
intensidad de lo que sufriría Chocano, no hay más que com-
pulsar la que sentimos nosotros, los espíritus serenos , al ver
arremolinadas contra este hombre superior tantas pasiones ,
tantas injusticias y tantas incomprensiones .
A la mañana siguiente, es decir, en la mañana misma
del suceso, la congoja de Chocano sufre una nueva intensi-
ficación . Se le dice que, en vista de que el artículo de Elmo-
re ha sido rechazado por La Crónica, éste , asociado a Bel-
troy y a otras personas, estaba preparando un manifiesto en
contra suya que iba a ser publicado y repartido en hojas
sueltas junto con el artículo rechazado .
Su psicosis , con tal noticia, se agudiza y le hace adoptar
recursos desesperados . A tal estado de espíritu obedece su
brusca determinación de llamar por teléfono al propio El-
more, para, invocando sus más caros respetos familiares .
inducirlo a no seguir atacándole .
Y le llama por teléfono . La conversación no es , por par-
te de Chocano, un desahogo de ira , sino un recurso de inti-
midación. Así lo revela el hecho de haberse decidido a lla-
marle veinte horas después de haber leído el artículo y tres
o cuatro días después de haber pronunciado Elmore la con-
ferencia por broadcasting, injuriosa también para el Poeta .
El propósito intimidatorio de Chocano fracasa , porque la
conversación toma desde el primer momento, por la repulsa
de Elmore, un giro violento : se cruzan mutuos ofrecimien-
tos de escupirse en la cara , de darse de sopapos , amenazas
que después se reproducen en el texto de las cartas que mu-
tuamente se dirigieron . Elevando el diapasón , Elmore re-
plica a Chocano que le dijera esas palabras frente a frente :
Chocano le promete consignarlas por escrito. Elmore le ofre-
ce matarlo como a un perro ; Chocano, aplastarlo como a
un insecto. En fin, señores , pirotécnica de adjetivos , escena
vibrante de esgrima verbal.
Pero del hecho que Elmore ofreciera matar a Chocano
como a un perro y de que Chocano le devolviera la amena-
184 JOSÉ SANTOS CHOCANO

za ofreciendo aplastarlo como a un insecto, ¿ podremos co-


legir que en alguno de ellos surgió, efectivamente, propósi-
tos de victimación ? ¡ Ah, señores vocales ! Sería tan ingenua
y tan torpe esa suposición como la del que creyera ver en
el hombre que en medio de pugilato con cualquier conten-
dos exclama ante los circunstantes : "Sujétenme, porque lo
mato", el signo de que efectivamente se ha erguido en ese
espíritu el propósito de victimar.
¿Cuál fué, señores, el contenido de la conversación tele-
fónica ? Podemos reconstituir buena parte de ella de los do-
cumentos y declaraciones que aparecen en autos.
La carta que don Edwin Elmore Letts pretendió publi-
car en El Comercio comienza así :
"José Santos Chocano. Ciudad .
"Hace pocos momentos ha cometido usted la villanía de
preguntarme por teléfono , poniéndose así a cautelosa dis-
tancia, si soy hijo de don Teodoro Elmore. "
Tenemos, pues , declarado por Elmore, la forma como
se inició la conversación . Se inicia con una pregunta un tan-
to tendenciosa , pero que revela claramente el propósito in-
timidatorio que al formularla le guiaba.
En su carta Chocano dice a Elmore :
"Miserable y cobarde es el que como usted no sería ca-
paz de dirigir y publicar esos insultos soeces al hombre que
está en el Poder."
Chocano en su carta se defiende, pues, de los cargos de
miserable y cobarde, que en la conversación telefónica im-
putóle Elmore ; cargos que textualmente le repite en la car-
ta que iba a publicar en El Comercio.
Está, pues, probado que en la conversación telefónica, a
una pregunta un tanto tendenciosa de Chocano, respondió
Elmore con una andanada de insultos.
Pues bien, señores jueces , la carta que redacta Choca-
no inmediatamente después de la conversación telefónica,
y la que también inmediatamente después redacta Elmore,
no son otra cosa que la reprodución de la conversación en
referencia.

Hagamos ahora un ligero análisis de las cartas . Ambas


dan la impresión de haber sido escritas por la misma plu-
ma: parece que la indignación tuviera un solo estilo. Son
EL LIBRO DE MI PROCESO 185

dos cartas ofuscadas, son dos vibrantes estallidos, son dos


incontenibles erupciones emocionales.
La carta de Chocano envuelve, en medio de una hiper-
trofiada fraseología efectista, dos amenazas positivas que
vierte y condensa en el párrafo final de la misiva :
Primero. Insta a Elmore, en el sentido de que si no se
apresura a escribirle dándole plena satisfacción, será él
quien publique la carta.
Segundo. Lanza a Elmore esta segunda amenaza, que
es la condensación de toda la fraseología anterior: "Como
he aplastado a Vasconcelos te aplastaré a ti , si no te arro-
dillas a pedirme perdón . "
La carta de Chocano no es, pues , sino el fiel trasunto de
la frondosidad tropical del poeta. Poniendo en ella de lado
la discordante altisonancia de los términos ; echando al ces-
to el " te estrangulo " y el "te degüello " ; prescindiendo del
"si me miras, te mato" ; es decir, señores , prescindiendo,
como debe hacerlo todo apreciador sensato, del redoblante
tamborileo de las palabras y del estridente ulular de los
adjetivos, sólo quedan en pie en la carta de Chocano dos
amenazas banales : publicar una carta absolutamente im-
publicable y aplastar a Elmore como había aplastado a
Vasconcelos , es decir, aplastarlo con un artículo de perió-
dico en el que, por cuanto tú me dices " bufón", yo te digo
"farsante".
Toda idea de premeditación por parte de Chocano debe,
pues, descartarse. Encontrar en la carta de Chocano la pre-
meditación de un atentado contra Elmore, sería tan pueril
como atribuir al alma apacible del fraile que escribió El
murciélago alevoso, instintos sanguinarios ; sería tan necio
como abrigar temores por la vida de Guillermo de Hohen-
zollern, al leer la verbosa catilinaria de Alma-Fuerte contra
el ex kaiser de Alemania.
El dictamen que lleva su firma , señor fiscal, y que reco-
noce esta verdad , demuestra que conoce usted teórica y
prácticamente las leyes anímicas, que sabe usted macstra-
mente auscultar ese oscuro y complejo subsuelo de donde
emanan las voliciones humanas, y que su recto espíritu de
psicólogo y de jurista , no puede hacer derivar de los ripios
de una carta de literato resoluciones de acción.
Sólo el espíritu atribulado de los deudos de Elmore, en
los cuales toda ofuscación es disculpable, puede encontrar
186 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en los párrafos de la carta de Chocano vestigios de preme-


ditación . Quienes no pueden estar en tal estado de ánimo ,
sólo pueden expresarlo así por malevolente temeridad.
Pero sigamos haciendo algún análisis de ambas cartas.
Hemos dicho que ellas no son otra cosa que la reproducción
de la conversación telefónica . Chocano repite casi taqui-
gráficamente la conversación , porque su carta es privada .
Elmore tiene que amenguar el tono de sus palabras, porque
su carta está expresamente confeccionada para la publici-
dad . La de Chocano era una carta personal que urgía a El-
more a darle una contestación privada , y para ello trataba
de intimidarle . La carta de Chocano tenía, pues, por fina-
lidad indiscutible cerrar una situación , clausurar un debate .
La carta de Elmore estaba destinada a la publicidad ,
es decir, era un documento destinado a crear una situación ,
a abrir un nuevo debate, a provocar un lance. Si la carta de
Elmore se hubiera publicado nadie habría podido negar a
Chocano su calidad de ofendido, aun en el caso de que, pa-
drinos o jueces hubieran tenido a la vista la carta de mi
defendido. Chocano en ella se afanaba por cerrar en priva-
do una situación que Elmore se proponía abrir en público .
Aunque las cartas en cuestión tienen interés para descu-
brir el estado de ánimo en que fueron escritas, no contienen
importancia directa, sin embargo, para el análisis legalista ,
desde que ni una ni otra fueron conocidas por sus destina-
tarios antes del suceso ; de modo que ningún papel juegan
para explicar la agresión de Elmore a Chocano, ni para es-
clarecer la legítima defensa de éste.
Sin embargo, el análisis de las cartas si se les relaciona
con las actitudes que ambos adoptaron después de escribir-
las, arroja luz sobre este proceso.
Durante la conversación telefónica los espíritus de Cho-
cano y Elmore llegan a lo que William James llama con
frase gráfica : " Las emociones choques " ; es decir, estados
de efervescencia sentimental y orgánica, rápidos en produ-
cirse y rápidos en extinguirse . En el bullir de esa afirmación
interior, Chocano y Elmore cuelgan los fonos y uno a otro
se escriben las curiosas cartas a que se ha dado lectura.
(Léase el Anero 4 : "A propósito de las dos cartas.")
EL LIBRO DE MI PROCESO 187

Hagamos ahora un estudio psicológico importantisimo .


La tragedia, señores vocales, se inició por una impulsi-
vidad de Elmore : la casualidad le puso frente a Chocano ;
y tan pronto vió a éste, Elmore le agredió resueltamente .
Todo acto impulsivo supone psicológicamente una emoción
o una pasión como inevitable antecedente.
Conviene a la comprensión de este proceso esclarecer el
curso emocional en Chocano y en Elmore.
¿Cómo se produce, señores, un estado emocional ?... La
psicología nos lo dice . Se produce cuando un sentimiento o
una idea adquieren en la conciencia intempestiva inten-
sidad.
El proceso emotivo de Chocano comienza cuando se en-
tera de la conferencia dictada por Elmore en la oficina de
la Radiodifusión ; es decir , trece días antes del suceso . La
emoción en Elmore se inicia en el curso de la conversación
telefónica ; es decir, tres horas antes del suceso .
La conversación telefónica representa, pues, el momen-
to en que ambos procesos convergieron y entrechocaron. En
ella se ponen frente a frente las neutras cenizas de una vicja
emoción que se desahoga- la de Chocano-con los vivos
fulgores de una emoción que se crea- la de Elmore.
La psicología nos dice que, producida una crispadura
emocional, ésta puede seguir tres caminos :
Primero. El curso sedante en el que languidecen los
elementos afectivos de la emoción y ésta declina y se opa-
ca en un sentimiento tranquilo, recobrando la vida psíqui-
ca su habitual normalidad . Es el caso de que reciba yo una
carta, majadera, sufra la efervescencia que me causa su lec-
tura y la devuelva a su audaz expedidor. La emoción ha
recorido una órbita estrecha no ha tenido la ocasión de lle-
gar a su cenit y se ha hundido lentamente en el ocaso.
Segundo . El curso intensivo en el que la fuerza del cho-
que emotivo, en vez de derivar hacia un remanso de tran-
quilidad, se intensifica, se ahonda, echa raíces en el espíri-
tu, y, entonces, la emoción sedimenta en el alma una pa-
sión, es decir, un sentimiento tenaz y enérgico de curso cada
vez creciente y que , en torno suyo, establece una coalición
sistemática y absorbente de toda la vida psíquica. Sería el
caso que al recibir yo la carta, tomase todo el peso a sus in-
convenientes, me despertase una obsesión su recuerdo, mi
susceptibilidad y mi delicadeza se sintiesen cada vez más
188 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ultrajadas. La emoción llegaría entonces a su afelio y me in-


vadiría una pasión de odio hacia el osado remitente.
El tercer camino es el curso dinamogénico , que es el
proceso más vibrante. El choque emotivo dejado desarro-
llar sin control, revierte su energía en actos de voluntad
impulsiva. El curso emocional formado por un proceso de
carga, origina un correlativo proceso de descarga. La emo-
ción en su cenit deja de ser un fenómeno de sentimiento
para convertirse en una inminencia volitiva. Es el caso de
que, después de leer la carta, me dirigiera al remitente y le
agrediera.
La emoción, pues, sólo puede adoptar tres rumbos psi-
cológicos : o se eclipsa en un sentimiento tranquilo, reco-
brando el espíritu su serenidad ; o se alimenta a expensas de
su propio contenido y se convierte en un estado de ignición
tenaz, que es la pasión ; o adopta un curso dinamogénico y
repentista e irrumpe en irrefrenables actos de voluntad. Por
otro lado , la psicología enseña que toda emoción requiere
un proceso derivativo y laxante ; es decir, el calor emocional
requiere una vía de escape a los vapores que hace bullir en
el espíritu .
En el primer caso que he mencionado, la descarga es un
acto de desdén , esto es, un proceso inhibitorio, reflexivo y
juicioso del espíritu . Pero, señores, cuando llegan a desper-
tarse en el alma una pasión o una tendencia impulsiva, hay
toque de rebato en el espíritu, que pierde todo el control de
los frenos intelectuales .
Con el auxilio de estas ideas , vale decir, con el auxilio
de la ciencia, examinemos los respectivos estados de ánimo
de Chocano y de Elmore antes del percance.
Hemos dicho que el proceso emotivo de Chocano se ini-
ció muchos días antes , al verse atacado por Elmore en la
conferencia por broadcasting ; que acreció un día antes del
suceso, al leer en la imprenta de La Crónica el injurioso ar-
tículo de Elmore ; y que llegó a su apogeo en el curso de la
conversación telefónica. Pero , felizmente , la emoción en
Chocano tuvo oportunidad de descargar íntegra y absoluta-
mente su energía en la redacción de la carta. Basta, señores ,
leer esa epístola para comprender qué desahogada quedaría
al redactarla el alma agraviada del poeta . En esa carta va-
ció Chocano, sin que pudiera quedar en su ánimo residuo
alguno, todo el enojo que le causaron los descomedimientos
EL LIBRO DE MI PROCESO 139

de Elmore. De allí que Chocano, al despachar la comuni-


cación, recobrara absolutamente su tranquilidad . En autos
consta la conducta que observara después de escribir la
carta. Se dirige al consultorio dental de los doctores Me-
néndez, con los cuales trata de concluir un negocio que ha-
bía de permitirle ausentarse a Arequipa, a cuyos baños ter-
males se aprestaba a dirigirse en busca de salud. Dichos
profesionales Menéndez declaran que el estado de ánimo de
Chocano era perfectamente sereno. Enseguida, se dirige a
hacer una visita de cortesía , corespondiendo a invitación de
José Carlos Mariátegui, el que constata también la afabi-
lidad de sus maneras y la gentileza con que se produjo en
la visita. Luego , Chocano acompañado de una dama reco-
rre en automóvil las calles centrales de la ciudad. Después ,
vestido como está, de etiqueta, se dispone a concurrir a la
audiencia que iba a concederle el presidente de la Repúbli-
ca, para despedirse de él antes del viaje que se proponía
emprender. Luego , y de paso hacia Palacio, baja en la im-
prenta de El Comercio, deja a la dama en el automóvil y
penetra en el edificio para entregar a Miranda Nieto un re-
corte de diario.
¿Qué revelan todos estos hechos perfectamente compro-
bados de autos, señores magistrados ? ... Revelan que, des-
pués de la suprema descarga espiritual a que obedece la re-
dacción de la carta, en alma de Chocano se había hecho
una aurora de serenidad , tanta que, como lo declaró a don
José Carlos Mariátegui, iba a concurrir después de la entre-
vista en Palacio a un baile en la Legación japonesa .
Pero, de otro lado, ¿ qué ocurría en el alma de Elmore
después de la conversación telefónica ? Después de ella es-
cribió la carta ; pero su carta estaba destinada a la publici-
dad y, aunque era impublicable, por la enérgica agresivi-
dad de su tono, de todos modos, dada la limitación a que
tuvo que quedar sometida, no le permitió a Elmore el
desahogo que su efervescencia requería . De allí que el alma
de Elmore se anegase en odio para Chocano . De allí su in-
sistencia en buscarle para agredirle. Se dirigió al Ministerio
de Fomento sin hallarlo. Con el mismo objeto se dirigió al
Ministerio de Relaciones Exteriores : Eduardo Garland Roel
en su declaración así lo manifiesta . Estaba presa de todos
los signos de la excitación. Garland Roel ha depuesto ante
el instructor los esfuerzos que hizo para calmarlo . Refería
190 JOSÉ SANTOS CHOCANO

a cuantas personas encontraba los detalles de la conversa-


ción telefónica. Así lo hizo con Garland Roel. Así lo hizo
con su cuñado , el doctor García Gastañeta. Así lo hizo con
su amigo Derteano. A todos ellos los fué a buscar con el
propósito de noticiarles de lo ocurrido. ¡ Cuál no sería la
irritación que le poseía, que Derteano abandonó sus labo-
res bancarias y lo acompañó a la imprenta de El Comercio!
¿ Qué revelan, señores magistrados, todos estos hechos
perfectamente comprobados de autos ? Revelan que después
de la conversación telefónica y de redactadas las cartas,
mientras el espíritu de Chocano volvía a la normalidad, en
el espíritu de Elmore cundía un estado violentísimo . La
emoción en Chocano amainaba ; en Elmore se encrespaba.
Chocano se dedicaba a atenciones sociales ; Elmore concen-
traba todo su tesón en buscar a Chocano y en tratar de pu-
blicar la carta contra Chocano. Chocano desvía el proceso
de su emotividad distrayéndose ; Elmore lo canaliza y exa-
cerba contando a cuantas personas hablan con él su cambio
de palabras con el poeta. En el ánimo de Chocano la emo-
ción había declinado en un sentimiento de alivio ; en el de
Elmore estaba germinando una pasión. Chocano estaba ul-
timando un viaje de apartamiento ; Elmore sí que estaba
premeditando una agresión .
La fatalidad hizo el resto : un designio oscuro puso a los
dos hombres frente a frente. Elmore agredió a Chocano; lo
aturdió con un diluvio de golpes en el rostro ; lo arrastró del
cuello más de ocho metros. Chocano se defendió primero a
puñadas. La saña del ataque continuaba . Chocano recurrió
al bastón: Elmore logró arrebatárselo y reanudar la furia
de su ataque. Chocano recurrió al revólver.
El vasconcelismo, en concepto del poeta Heliodoro Valle,
hizo fiesta : la sangre de Elmore sirvió para paganas liba-
ciones en honor del apóstol ...
¿ Qué elementos jurídicos emanan , señores jueces , de este
análisis ? Emanan dos muy importantes : tanto en la polć-
mica periodística cuanto en la riña personal, es decir, tanto
en la vía de las palabras cuanto en las vías de hecho, no ha
sido mi defendido el provocador.
En una polémica entre Chocano y los jóvenes de la Fe-
deración de Estudiantes, el ingeniero Elmore Letts era un
extraño . Sin embargo, por acto espontáneo y, según su pro-
pia expresión , para que Chocano no crevera ser el único
EL LIBRO DE MI PROCESO 191

"chanteclair del gallinero ", salió a la palestra , se solida-


rizó en documento público con Vasconcelos con motivo del
artículo en que había calificado de vil a Chocano ; atacó a
éste en una conferencia por radio ; pretendió publicar en
La Crónica un artículo injurioso contra el vate ; gestionó
que algunos intelectuales publicaran un manifesto contra
él . En la vía de las palabras fué, pues, Elmore el provoca-
dor sin causa y sin motivo.
En las vías de hecho fué, también, según su propia con-
fesión judicial, el primer agresor. (Léase el Anexo 5: "Una
agresión en vez de un desafío. ")

Reconstituyamos, ahora, señores de la Sala , los detalles


de la escena en la imprenta de El Comercio.
Don Froylán Miranda Nieto estaba encargado por la Re-
dacción de este diario de la selección de cierto material lite-
rario que se inserta en ese órgano de publicidad . Miranda
Nieto había solicitado amistosamente de Chocano que le
llevase artículos adecuados para ser reproducidos en las
ediciones vespertinas . Al pasar Chocano en automóvil por
la imprenta de El Comercio, con rumbo a Palacio, donde
iba a entrevistarse con el señor presidente de la República ,
para despedirse de él antes de embarcar hacia Arequipa .
advirtió que llevaba consigo el recorte de un artículo inte-
resante : detuvo el automóvil a la puerta , e ingresó en el
local en busca de Miranda Nieto.
Precisamente, Froylán Miranda Nieto está conversando
con Edwin Elmore Letts. Al ingresar Chocano a la sala,
Elmore nota su presencia ; dice : " ¡Aquí está ! " y, sin me-
diar otra explicación , se abalanza furioso contra él : le gol-
pea en el rostro ; le sujeta fuertemente por el cuello ; le saca
a viva fuerza de la oficina ; le arrastra hasta el centro del
hall, descargándole golpes incesantes en el rostro , que Cho-
cano apenas si atina a cubrir, primero con sus puños , luego
estrechándose a su contendor para sujetarlo , luego emplean-
do su bastón.
Hasta este punto , señores jucces , todas las versiones son
conformes.
Elmore en su preventiva policial y judicial reconoce ha-
ber sido el agresor; y lo mismo sostiene Froplán Miranda
192 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Nieto, quien declara que, después de agredido Chocano,


éste y Elmore entraron en lucha y que completamente abra-
zados salieron al vestíbulo. Declara también Miranda Nie-
to que Chocano ingresó a la oficina con bastón y que des-
pués del suceso, él recogió el bastón del suelo y lo entregó a
Chocano.
El doctor Miró Quesada declara textualmente que El-
more sujetaba a Chocano por el cuello con la mano izquier-
da y con la derecha le golpeaba el rostro, y que así llegaron
hasta el sitio del patio, que está, según consta de las medi-
das tomadas por el Juzgado, a ocho metros treinta centíme-
tros del sitio en que comenzó el pugilato.
Don Lamberto Cobos, testigo de parte del suceso, decla-
ra también que Elmore arrastraba a Chocano hacia el ves-
tíbulo y que vió que mientras Chocano era arrastrado , ha-
cía esfuerzos por sacar algo del bolsillo del pantalón, es-
fuerzos ocasionados por que el faldón del jaquet tenía cu-
bierto el bolsillo , pero que al llegar frente a la Subdirección
logró sacar el arma .
Don Gabriel Saso Salinas, que presenció parte del su-
ceso, declara también que constató la lucha. Continúa, como
se ve , señores magistrados, la completa conformidad entre
el acusado, el agraviado y los testigos .
Ciertas disparidades surgen en la versión sobre la forma
cómo se realizó el disparo.
Esas versiones son tres : Chocano sostiene que al sacar
el revólver estaba en plena riña con Elmore , durante la que
se efectuó el disparo ; que producido éste, Elmore se retiró
rápidamente hacia la pared en actitud como de agazaparse
y abalanzarse a derribarlo, pero que, sintiendo que estaba
herido , se llevó ambas manos al vientre y corrió hacia la
puerta.
Elmore declara que inmediatamente después de agredi-
do por él, Chocano sacó el revólver con tal rapidez que no
pudo impedírselo y que, al retroceder él ( Elmore ) , Chocano
le disparó hiriéndole en el vientre, cuando estaban separa-
dos por una distancia como de metro y medio .
La tercera versión es la del doctor Antonio Miró Quesa-
da, quien declara que, al separarse los contendores , Elmore
retrocedió hacia la pared, con las manos en alto, producién-
dose en ese momento el disparo a una distancia de tres me-
tros y algunos centímetros .
EL LIBRO DE MI PROCESO 193

El criterio concerniente a la calidad personal de los de-


clarantes no arroja luz alguna para deslindar cuál de las
tres versiones es la real. Inspiran fe los testimonios de las
tres personas que tales versiones emiten. Hay, pues, que
buscar en otras fuentes los elementos de credibilidad de sus
dichos.
Chocano y Elmore sostienen que el disparo se efectuó
en plena lucha , sin otra diferencia que, mientras que Cho-
cano sostiene que , el disparo se llevó a cabo antes de retro-
ceder su contendor, Elmore afirma que fué en el momento
de retroceder, pero inmediatamente después de su agresión
y con tal rapidez que no pudo evitarlo. Elmore , pues, no
dice que la lucha había ya cesado, sino que el disparo se
efectuó inmediatamente, es decir, en plena lucha.
Por lo general, en esta clase de procesos judiciales, la
versión de los testigos representa un término medio entre
las versiones extremas de los contrincantes. Pero, en este
caso, la versión extrema es la suministrada por el doctor
Miró Quesada .
El doctor Antonio Miró Quesada manifiesta que el dis-
paro se produjo después de haber retrocedido Elmore com-
pletamente, en momentos de estar éste pegado a la pared
y con las manos en alto.
Como corolarios inevitables de dicha declaración surgen
los siguientes : El disparo no ha sido un acto de defensa ,
sino una actitud de venganza ; la lucha ya había cesado .
Chocano ha disparado contra un contendor que huía y que
imploraba conmiseración.
Es principio general de derecho que la declaración de un
litigante hace fe plena en contra suya. En materia de ins-
trucción criminal, la preventiva del agraviado representa
el máximo de imputabilidad posible contra el acusado.
No es concebible imaginar en Elmore herido , sentimien-
tos de benevolencia para su heridor. Su versión del suceso
puede ser discutida en cuanto daña al acusado . Es muy hu-
mano que la víctima exagere cuantos detalles pueden agra-
var la responsabilidad del actor ; de allí que Elmore dijera
que Chocano no había respondido a su agresión en la misma
forma, es decir, a puñadas, cuando está probado por todos
los testigos que , al principio, Chocano sostuvo el pugilato
contra su agresor ; pero no es pensable siquiera que el agra-
13
194 JOSÉ SANTOS CHOCANO

viado atenúe las circunstancias del suceso en favor del con-


trincante.
Es de suponer que la atención de Elmore estuviese más
fija en las actitudes del hombre con quien luchaba que la
del más atento de los testigos del suceso.
La versión de Elmore no puede , pues, ser agravada . Ella
marca el límite infranqueable de cuanto sea posible relatar
y sostener contra Chocano.
¿ Pero cómo surge entonces , señores magistrados, y de
labios de persona respetable una versión de los hechos dis-
tinta y perjudicial para mi defendido ?...
La psicología, es decir, la ciencia viene a darnos la clave
del problema .

Un testigo que declara respecto a la forma cómo se reali-


zó un hecho, revive y relata una percepción obtenida por él.
Por lo tanto, para apreciar el valor que cabe conceder a
la declaración de un testigo, es preciso conocer cómo se ob-
tiene una percepción , cómo se realiza el proceso de su revi-
viscencia y cuál es el grado de fidelidad objetiva que cabe
otorgar a una y otra.
La antigua psicología objetiva consideraba que la per-
cepción consistía en el simple ingreso al espíritu de las sen-
saciones provenientes del exterior. Se consideraba la con-
ciencia como una hoja en blanco en la cual venían a dibu-
jarse las cosas externas . La sensación era el espejo fiel de
los hechos ; la percepción era igualmente el leal trasunto de
las sensaciones. Entre los hechos físicos y su percepción in-
terna había, pues, coincidencia cualitativa y cuantitativa.
El espíritu era puramente reproductor y receptivo . Copia-
ba ; y copiaba fielmente, como un aparato mecánico , la má-
quina fotográfica, por ejemplo, fija y precisa la imagen de
las cosas .
No hay nada en la inteligencia que no haya estado an-
tes en los sentidos, decía Aristóteles. No hay nada en los
sentidos que no haya estado antes en el mundo exterior, de-
cían los empíricos.
Pero la moderna psicología , en su profundo análisis de
los fenómenos anímicos , nos dice que el proceso de la per-
cepción se efectúa de manera enteramente distinta ; que el
EL LIBRO DE MI PROCESO 195

concepto antiguo sobre el modo cómo se producía este fenó-


meno del conocimiento ignoraba u olvidaba el carácter emi-
nentemente creador del espíritu , que aun en sus formas más
objetivas ejerce siempre una elaboración y retoque de los
elementos en bruto- que le ofrece el mundo exterior ; que
nada puede penetrar en el espíritu sino a condición de mez-
clarse con sus jugos y con el entero contenido de la vida
psíquica en un momento dado ; que conforme varía este
contenido mental de un individuo a otro o en un mismo in-
dividuo en dos momentos diferentes , varía radicalmente la
percepción ; que no percibe lo mismo el hombre sereno que
el hombre emocionado ; que no percibe lo mismo el nostál-
gico que el jubiloso ; que el estallido de un cohete parece un
disparo de cañón en la tranquilidad de la noche y parece
un zumbido de insecto en medio de un bombardeo ; que un
mismo acto gubernativo, por ejemplo, es percibido como
grandioso por los palatinos y es tachado de temerario por
los opositores ; que un candidato ve que hay cien personas
en la exhibición de fuerza de su contendor, cuando en reali-
dad hay mil, y ve que hay mil entre sus adherentes , cuando
en realidad no hay sino cien ; que en el contenido sintético
de una percepción , es , pues, casi inapreciable el núcleo que
aportan los elementos realmente venidos del mundo exte-
rior y que en ella juegan papel preponderante los elementos
aportados por la propia conciencia, vértice constante de
creación y de libertad ; que en torno al núcleo minúsculo
de elementos efectivamente provenientes de afuera, la con-
ciencia ensancha una amplia franja de imágenes sustituiti-
vas, complementarias, rectificatorias, que deforman , reto-
can y desfiguran la sensación en bruto del exterior.
Toda percepción, pues, aun la más fiel, aun la más ob-
jetiva, tiene siempre algo de ilusión en el sentido de que el
espíritu que observa no juega nunca el papel pasivo que
una película o una plancha sensibilizada desempeña en una
cámara fotográfica . Aun en ésta la imagen que agrava un
negativo es la impresión que proviene de afuera, tal como
la transmite y la filtra la lente biconvexa.
Esa lente biconvexa que en el orden de los fenómenos
espirituales, abulta, miniaturiza , exagera, restringe, filtra,
escoge, alude y mixtifica, es el propio sentimiento . Un ob-
servador sin sentimiento, un testigo netamente fotográfico
196 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de un suceso, sólo podría ser el homúnculus que quería ha-


cer surgir de sus retortas el doctor Fausto.
¿ Es de suponer que el sentimiento en el doctor Miró
Quesada haya confundido y rectificado la impresión de los
hechos, en relación con la forma, como efectivamente ocu-
rrieron?
Sí, señor presidente de la Sala ; sí, señor fiscal ; y voy a
demostrarlo.
No es pensable siquiera que el doctor Miró Quesada
haya sido un observador espectacular, absolutamente sere-
no y puramente objetivo del lance . La sorpresa , es decir,
la emoción tuvo naturalmente que sobrecogerle . El doctor
Miró Quesada distraía en esos momentos su espíritu con-
templando unas fotografías artísticas que le mostraba don
Gabriel Saco Salinas. Súbitamente, escucha voces airadas,
vuelve el rostro y presencia un pugilato a dos pasos de él.
Constata que uno de los contrincantes es Chocano. Le ve
sacar el revólver. Su sorpresa fué tanta y el sobrecogimien-
to de su espíritu tan intenso, que quedó inhibido el natural
impulso que , de seguro, surgió en su espíritu de impedir la
pelea , de evitar una desgracia, de interponer ante los con-
tendores su autoridad de dueño de casa y de persona de
predicamento y de ascendiente para ambos. Desgraciada-
mente, un intenso sentimiento de indecisión , fruto de la sor-
presa , lo mantuvo suspenso.
¿ Estaba, pues , el doctor Miró Quesada en condiciones
propicias para percibir con fidelidad los detalles de la esce-
na que ante él se desarrollaba? Más aún, señores vocales :
¿ Estaba en condiciones de medir tiempos, de calcular dis-
tancias, de apreciar posiciones , de constatar la sucesión o
contemporaneidad de los diversos instantes del lance ? No ,
señores vocales.
Y sigamos haciendo un poco de psicoanálisis , señores
magistrados . Si observo a distancia que de la boca de un
cañón brota el relámpago de un fogonazo, yo estoy sintien-
do ya el estampido mucho antes de que las ondas sonoras
avancen hasta mis órganos auditivos . Mi espíritu, así, tie-
ne la virtualidad de anticiparse a una sensación que aún
no se ha producido. Si yo desembarco de una nave, sigo en
tierra sintiendo el balance del navío . Mi espíritu , tiene,
pues, la virtualidad de conservar la sensación , aún después
de que ésta ya ha desaparecido.
EL LIBRO DE MI PROCESO 197

El espíritu, pues , prepercibe y postpercibe los hechos ; y


esto, señores , en estado de serenidad espiritual.
¿Qué ocurrirá, señores , con un ánimo sobrecogido, como
el del doctor Miró Quesada , que presenció casi desde sus
orígenes la riña?
Pero yo no atribuyo solamente a la influencia perturba-
dora del sentimiento la falta de correspondencia entre la
realidad y la versión del doctor Miró Quesada. Aun fuera
del sentimiento , concurren a infundirnos dudas sobre la
exactitud de ese testimonio otras razones psicológicas que
es menester rememorar.
Para ello, señores, vamos a penetrar un poco más hondo
en los detalles de ese testimonio, a fin de demostrar la im-
posibilidad psicológica de que la percepción obtenida por el
doctor Miró Quesada haya logrado sorprender en inmovi-
lizaciones sucesivas los detalles del encuentro y que, por lo
tanto, el relato que ha dado a la Justicia haya podido re-
producir, como reproduce una cinta cinematográfica, las
atropelladas y vertiginosas etapas del lance.
El doctor Miró Quesada, por ejemplo, ha indicado que
la distancia en que se encontraban los contendores en el
momento del disparo era de tres metros y diez centímetros .
Ninguno de los otros testigos ha marcado las distancias ;
pero aun en el caso de que todos lo hubieran hecho en la
misma forma y coincidiendo , hasta en los centímetros y mi-
límetros, yo, sin poner en duda la buena fe de ninguno , se-
guiría dudando de la aseveración de todos.
Y yo no me baso para ello en ningún escepticismo per-
sonal, sino en estudios y observaciones de carácter psicoló-
gico, que acreditan la poquísima fe que puede atribuirse a
testimonios de la especie del que nos ocupa.
El señor doctor Antonio Miró Quesada, entre otros mu-
chos datos que ha suministrado para el esclarecimiento de
los hechos, ha relatado al Tribunal su sensación visual res-
pecto a la actitud asumida por Elmore al esgrimir Chocano
su arma, su sensación auditiva respecto al momento del
disparo, sus sensaciones cinemáticas respecto a las diver-
sas posiciones de ambos contendores ; y, por último , ha hur-
gado en el más escondido rincón de sus recuerdos para de-
cirnos cuáles de esas sensaciones las obtuvo antes, cuáles
al mismo tiempo y cuáles después del disparo.
Permitidme, señores, una ligera digresión. A fines del
198 JOSÉ SANTOS CHOCANO

siglo pasado, llegó a causar perplejidad entre los astróno-


mos la siguiente anomalía:
Observadores que efectuaban la constatación del paso
de las estrellas por el Meridiano, marcaban el hecho como .
ocurrido en tiempos diversos. Se sincronizaron los relojes ,
se intercambiaron los aparatos, se tomaron todas las pre-
cauciones imaginables ; y sucedía que siempre ciertos ob-
servadores percibían el hecho antes que otros.
El astrónomo Maskeline tuvo en 1895 la intuición, que
después ha corroborado la psicología experimental, de que
tal anomalía era debida a un factor individual que se ha
dado en llamar "la ecuación personal".
Todos sabemos que para que un estímulo físico dé ori-
gen a una percepción , debe primero reflejarse en los órganos
de los sentidos, es decir, producir una impresión y esta im-
presión debe, a su vez , ingresar en la conciencia , producien-
do una sensación, e instalarse en ella dando lugar a una
percepción .
En cada sujeto es más o menos variable el tiempo en
que el estímulo físico se convierte de impresión periférica en
impresión cerebral, y sobre todo, el tiempo en que la im-
presión cerebral se transforma en sensación y ésta en per-
cepción.
Este llamado "tiempo de percepción " no sólo es varia-
ble de un individuo a otro, sino que, en un mismo indivi-
duo, es uno para las sensaciones visuales, otro para las
acústicas, otro para las táctiles, etc.
Apliquemos esta ley a la declaración del doctor Miró
Quesada y tendremos que convenir en que no puede, por la
sola fe que inspira su palabra, darse valor de realidad al
recuerdo que ha evocado sobre la oportunidad del disparo
con respecto a la posición de Elmore.
Pero hay algo más hondo todavía, señores de la Sala,
y es que numerosísimas constataciones de Psicología expe-
rimental acreditan la tendencia uniforme de todos los ob-
servadores a supervalorar ciertas distancias y a infravalo-
rar otras. La ciencia, pues , señores, nos dice categóricamen-
te que en lo que respecta al cálculo de ciertas distancias,
el error sensorial es la ley .
¿Y cuáles son, señores, las distancias y los tiempos que
se supervaloran? Son, precisamente, según los prolijos esty-
EL LIBRO DE MI PROCESO 199

dios experimentales de Marbe y de Erismann , las distancias


muy cortas y los tiempos muy rápidos.
El hecho, pues , de que el doctor Miró Quesada haya se-
ñalado los aludidos tres metros de distancia , inclina el es-
píritu del conocedor de la ley psicológica esbozada a creer
que la distancia ha sido menor. Y si a ello se agrega que el
propio Elmore ha estimado esa distancia en la mitad de la
que calcula el doctor Miró Quesada, esta inclinación nues-
tra tiende a acercarse a la más completa certidumbre.
Si esto ocurre en lo que respecta a la distancia, en lo que
se relaciona con la actitud asumida por Elmore antes del
disparo, abrigo el mismo escepticismo. La declaración del
doctor Miró Quesada a este respecto corresponde a una per-
cepción de movimiento , a lo que se llama en Psicología una
percepción cinemática, la más falaz . La percepción de mo-
vimiento, y más aún de movimientos vertiginosamente rá-
pidos, supone la concatenación de una multiplicidad de sen-
saciones visuales difícilmente discernibles y, sobre todo,
la restauración psíquica del orden y celeridad de esas sen-
saciones coincidentes con la sucesión y celeridad objetivas
de los movimientos reales . Esa aprehensión de todos los
instantes corridos de un suceso y esa constatación de su
decurso, requiere la fijación de tal conjunto de simultanei-
dades y de sucesiones que supone una gran finura percep-
tiva difícil de encontrar aun en individuos que como los
experimentadores y jefes de Gabinetes de Psicofísica, se
adiestran especialmente para dicho objeto.
Y a este respecto, voy a relataros una anécdota que ilus-
trará definitivamente tal punto :
Hace algunos años se realizó en Francia un torneo de
pugilismo entre el campeón europeo Georges Carpentier y
el senegalés Siki , en el que resultó vencedor el segundo . Ter-
minada la justa , Carpentier se quejó ante los jueces de ha-
ber recibido una zancadilla y atribuyó a las resultas de ese
recurso vedado el haber perdido el encuentro. El juez del
partido desestimó el reclamo, pues ni él ni sus ayudantes ,
ni las treinta o cuarenta mil personas que , con atención re-
concentrada, presenciaron la pelea , percibieron ese hecho.
Carpentier, entonces, pidió que se corriese ante los jueces
la cinta cinematográfica del torneo, para que se evidenciase
la exactitud de su aserto. La cinta cinematográfica fué pa-
sada, y ninguno de los espectadores pudo tampoco percibir
200 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la zancadilla. Carpentier, sin embargo, seguía sosteniendo


impertérrito haberla recibido . A alguien se le ocurrió volver
a pasar la cinta con marcada lentitud ; y, entonces, ante la
estupefacción de todos, apareció nítidamente y tal como lo
2severaba Carpentier, la comisión de la falta .
Permitidme, señores, que, como Carpentier, contra la de-
claración del doctor Miró Quesada y de su primo don To-
más, yo dude de la exactitud del testimonio de ambos y
estime que la actitud de Elmore, al retirarse hacia la pared
y poner las manos en alto, sea la que adoptó después de
ser herido, cuerpo a cuerpo, y no la que asumió antes de re-
cibir el proyectil.
Y, en efecto , señores : ¿ Qué explicación lógica podría
darse a esa actitud, si efectivamente hubiera sido asumida
por Elmore antes de recibir el disparo ? ¿ Sería que Elmore
imploraba la conmiseración de Chocano?
No, señores jueces. El arranque de Elmore al intervenir
en una polémica en la que era un extraño , el tenor del ar-
tículo agresivo que pretendió publicar en La Crónica, el
guantazo que lanza a Chocano en la conferencia por radio,
su altivez durante la conversación telefónica, el tono airado
de la carta retadora que quiso publicar en El Comercio, el
hecho de haber pasado toda la tarde buscando a Chocano
para agredirle, la forma instantánea y ensañada como le
acometió ; todo ello está revelando que Elmore no era un
cobarde, capaz de amainar en sus ímpetus rencorosos y ven-
gativos, tan sólo por el hecho de ver a Chocano blandiendo
un arma, que podía él arrebatarle.
La actitud de Elmore al agazaparse contra la pared, ha
sido la posición natural del hombre herido que busca un
punto de apoyo para sus energías que flaquean. El hombre
que se espanta ante un arma de fuego huye se esconde ;
no se inmoviliza presentando blanco a tres pasos de su pre-
sunto victimario .
Si la psicología hace inverosímil la atestación del doc-
tor Miró Quesada, la lógica y el examen de los instintos la
rechazan por completo .
¿ Pero emanará de lo expuesto que el doctor Miró Que-
sada es un testigo falso ?
Derivar esa conclusión es no haber entendido una pa-
labra respecto al curso espiritual a que obedece la prepara-
ción, a las leyes psicológicas que he analizado , así como al
EL LIBRO DE MI PROCESO 201

desarrollo y repercusión que los procesos emotivos ejercen


en la conciencia y que acabo de explicar.
¿Mentirá, por ventura, aquél que después de percibir el
fogonazo cree sentir el disparo, antes de que efectivamente
su estampido haya llegado hasta él ? ¿ Mentirá , por ventura ,
el ex combatiente de la última guerra, al seguir sintiendo en
sus tímpanos el horrísimo fragor de los bombardeos ? No ,
señores jueces. Ambos pueden ser muy veraces ; pero am-
bos padecen de un fenómeno frecuentísimo : ambos son víc ,
timas de una ilusión.
Por eso, señores, ya hoy no se trata de descartar la
prueba deducida de la declaración de los testigos por el te-
mor de que éstos puedan ser cohechados o sobornados , te-
mor que se descarta cuando se trata de personas respeta-
bles. Ya hoy no se desacredita este medio de probanza por
el temor a la mala fe o el apasionamiento que pudiera ins-
pirar a los deponentes, sino que se trata de abolir la inter-
vención de éstos en el procedimiento en materia criminal,
por la imposibilidad psicológica de que quienes presencian
escenas violentas, y sufren inevitablemente el contagio emo-
cional que de ellas emana , lleguen a ser fieles expositores
de los hechos que conturbados presenciaron.
Os referiré algo , señores magistrados , que he oído de la-
bios de alumnos del insigne psicólogo alemán Hugo Muns-
terberg, y que ilustrará este punto de una manera defi-
nitiva.
El aludido profesor emprendió en la Universidad de
Harward, en la que dictaba el curso de Psicología , una in-
tensa campaña para demostrar los grandes peligros de la
prueba testimonial en los juicios criminales. Aunque todos
están conformes en que esta prueba debe limitarse , hay, sin
embargo, resistencia para abolirla por entero ; porque en las
legislaciones positivas los jueces aprecian el valor de las de-
claraciones testimoniales según la calidad y cantidad de
ellas y, sobre todo, según lo que se llama las reglas de la
crítica. Munsterberg notó, pues, la resistencia de sus dis-
cípulos para adoptar el radicalismo de su tesis ; y a fin de
convencerlos de manera concluyente, echo mano de un re-
eurso genial. Contrató a cierto sujeto para que, en una de
las clases que debía dar próximamente, se presentase de
improviso en el salón y le llenase de improperios, denun-
ciando ante los alumnos haberle prestado cierta suma de
202 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dinero sin recibo alguno, por lo cual Munsterberg se nega-


ba no sólo a pagárselo, sino aun a reconocérsela .
En efecto, llegada la ocasión el profesor contrató un ta-
quígrafo que tomase textualmente la versión de las pala-
bras del sujeto , el cual representó a maravilla la comedia,
llegando a subir hasta la cátedra, en actitud de agredir al
maestro. Los alumnos lo impidieron ; Munsterberg fingió
muy bien el quedar anonadado ante la imputación, y de-
claró a su auditorio que no volvería a dictar su curso hasta
no dejar esclarecida judicialmente la temeridad del cargo
que se le hacía. Al efecto, suplicó a sus alumnos que cada
uno de ellos escribiera una versión de los hechos, tal como
habían ocurrido, para anexarlos a la querella criminal que
iba a entablar contra el impostor .
Los alumnos entregaron sus relaciones de hechos al
maestro; y éste , con asombro de todos , al recibir las decla-
raciones, anunció que las clases serían reanudadas al día
siguiente.
Al día siguiente, Munsterberg expuso el carácter experi-
mental de la treta : leyó la versión taquigráfica de las pala-
bras del sujeto , y a continuación algunos de los relatos más
dispares. En esas declaraciones había, en realidad, para to-
dos los gustos . Aquéllos que se habían persuadido de la ver-
dad de la imputación , atenuaban la tosquedad de las pala-
bras en que fué lanzada y omitían el intento de agresión.
Aquéllos que juzgaban falsa la denuncia, exageraban los he-
chos y convertían el conato de agresión en agresión consu-
mada. Aquél daba una versión encaminada a congraciarse
con el maestro. Éste a exculpar al calumniador. Y todos los
testigos eran gente culta y distinguida, señores de la Sala.
Todos estos hechos, cuyo esclarecimiento ha realizad
la Psicología de modo penetrante, han venido a introducir
la más completa desconfianza en el valor de las declaracio-
nes de los testigos , tratándose de juicios criminales.
El testimonio, como lo hemos demostrado, no es otra
cosa que un hecho visto a través de muchos campos de con-
ciencia, en cada uno de los cuales sufre alteraciones funda-
mentales y cualitativas enteramente inconscientes. El tes-
tigo que percibe un hecho no lo transporta ni trascribe lite-
ralmente a su conciencia , sino que lo asimila íntegro y com-
pleto. Por lo demás, cuando un testigo es llamado a decla-
rar ante la Justicia, se le pide que explique los hechos que
EL LIBRO DE MI PROCESO 203

probablemente menos pudieron haber atraído su atención


en el momento del suceso.
En el caso que comentamos es absolutamente indiscuti-
ble que al darse cuenta el doctor Miró Quesada del inciden-
te personal que se producía en el patio de su imprenta, en
ningún momento pudo haber previsto su futuro papel de
testigo en este juicio ; y, por lo tanto, su atención no pudo
ser particularmente solicitada hacia el cálculo de las dis-
tancias respectivas entre los contendores, ni hacia la posi-
ción que uno de ellos tenía mientras el otro ejecutaba de-
terminados actos. Esas fueron , seguramente, para él obser-
vaciones colaterales y penumbrosas, apartadas enteramen-
te de los puntos centrales que en esos momentos embarga-
ban las percepciones y apercepciones de su espíritu .
Las circunstancias que he expuesto hacen que hoy no se
pueda dar valor a la prueba testimonial tan sólo por la
apreciación de la calidad y cultura de los testigos . Hoy ya
no se puede admitir bajo palio el dicho de un declarante,
porque se le juzga incapaz de mentir. Por eso no pueden
ya intervenir para formar criterio de certeza esos calificati-
vos de " imparcial ", " honorable " y " distinguido " que el se-
ñor Juez Samanamud tributa , por lo demás con mucha jus-
ticia, al señor doctor Antonio Miró Quesada.
Hoy se sabe, señores, que precisamente el testigo más
culto es el más peligroso : es aquel contra quien hay que
ponerse más en guardia. El escritor, el poeta y el periodis-
ta son profesionales de la imaginación ; son hombres que
poseen mucho mayor bagaje mental que un ignorante, y,
por lo tanto, son los más propensos a dar de las cosas una
impresión subjetiva absolutamente distante de la realidad.
Yo me atrevería, señores de la Sala, a decir que en ma-
teria de declaraciones testimoniales, hay que ponerse par-
ticularmente en guardia contra el hombre de letras. El tes-
timonio de los hombres vulgares es, seguramente, mucho
menos falaz. El ignorante hace relatos pesados , recargados
de detalles ; se sale con frecuencia de los puntos interesantes
para sumergirse en una serie de pormenores fatigosos y
desconectados de lo principal ; pero su limitada imagina-
ción y su innata desconfianza en ellos mismos les hacen ser
escrupulosamente objetivos.
Los señores literatos y escritores no pueden dejar de
adornar, atenuar, pulir, exagerar o novelar las versiones que
204 JOSÉ SANTOS CHOCANO

rinden de un suceso . Ello está en la esencia y en la índole


del arte que ejercen. Ni aun los escritores más realistas
pueden prescindir de esta intervención creadora de su ima-
ginación. Véase, por ejemplo, a este respecto las francas
confesiones de Taine sobre las manipulaciones mentales a
las que somete los hechos en sus escritos : " ... Yo insinúo o
agravo, recargo o disminuyo , eludo o falseo . La verdad no
puede salir de mis manos sino como una mujer de su tocado ,
pintada, polveada , acicalada y comprimida . Al cabo de cier-
to tiempo ya ni me apercibo de mis mentiras, ni vosotros
de las vuestras ; y cuando nosotros transmitimos nuestro pen-
samiento íntimo, es a través de las frases con que las ador-
namos y aderezamos. "
Por eso, señores, desde el punto de vista absolutamente
científico en que estoy desenvolviendo mis apreciaciones y
sin que entre en mi espíritu , por un instante siquiera, la idea
de hacer una frase ni de confeccionar un chiste, me atre-
vería a decir que la cosa más infausta que ha podido ocu-
rrirle a Chocano es que hayan resultado testigos presencia-
les de su altercado con Elmore los distinguidos periodistas,
escritores, reporteros y literatos que se dieron cita ese día
en los patios y ventanillas de la imprenta de El Comercio.
(Léase el anexo 6 : " Delator y falsario " .)

Por lo demás, parece que los testigos más cultos fuesen


en realidad los menos sugestionables , y , por lo tanto, los
más propensos al error y, a veces, hasta los más desconfia-
dos de la exactitud de sus propios testimonios . Véase si no
cómo cuando el Juez Samanamud actúa de testigo y cons-
tata que el vestido que estaba colgado en el cuarto de El-
more, y del cual éste hizo extraer una pluma fuente para
firmar su declaración , era de color café con leche y no azul
marino, llega a inspirarle, sin embargo , más fe que lo que
él vió por sus propios ojos , lo que vieron los ojos de Der-
teano y de Carlos Llosa . Véase, con respecto a la sugestio-
nabilidad de los testigos , cómo D. Eduardo Derteano y don
José Carlos Llosa declaran haber visto a Elmore con el ves-
tido azul marino que ha presentado la familia , mientras
que otros testigos de tanta calidad y cultura , sin duda algu-
na, sostienen que el día del suceso Elmore vestía un terno
EL LIBRO DE MI PROCESO 205

gris claro, que en los ojos del chófer que condujo a Elmore
al Hospital Italiano se transforma en vestido color " plomi-
to", y a los ojos del doctor Samanamud se convierte en ves-
tido “ café con leche" .
De allí, señores, las profundas discrepancias que surgen
en las versiones suministradas por testigos de cultura supe-
rior y, así, mucho más elaboradores de sus procesos pers-
pectivos. Véase que mientras D. Lamberto Cobos declara
que Elmore sujetaba a Chocano de la solapa del jacquet,
D. Antonio Miró Quesada declara en la instrucción que lo
sujetaba por el cuello. Véase cómo el revólver "Colt ", cali-
bre 32, que usó Chocano el día del suceso y que entregó en
propias manos al doctor Miró Quesada, se convierte, en la
versión suministrada por El Comercio, y que tiene que ha-
ber sido redactada con consulta de los testigos que han de-
clarado en este proceso, en un revólver " Smith Wetson ",
calibre 38. Véase cómo D. Gabriel Saco Salinas declara en
la instrucción que, cuando se realizaba el pugilato y antes
de que se produjera el disparo, D. Antonio Miró Quesada
se encaminó hacia donde estaban los contendores , mientras
que D. Tomás Miró Quesada declara que después del dis-
paro fué él quien se acercó a Chocano, para contenerle la
mano en que tenía el revólver que se resistía a entregar
y que fué Chocano quien " llamó a voces " a D. Antonio .
Véase cómo D. Eduardo Derteano dice en su declaración
que fué él quien sostuvo el brazo armado de Chocano hasta
el momento en que se presentó el doctor Antonio Miró Que-
sada, mientras que D. Tomás Miró Quesada declara que
fué él quien le sostuvo la mano hasta que se aproximó don
Antonio, a la vez que, por su parte, Froylán Miranda de-
clara que él también intentó quitarle el revólver. (Léase el
Anexo 7: " Un tejido de contradicciones ".)
En este curioso detalle de todas las declaraciones ve-
mos, señores magistrados, la realización de otra ley defini-
tivamente constatada por la psicología forense y que Lo-
card, en su interesante y sugestiva obra La investigación
criminal y los métodos científicos, formula en estos térmi-
nos : "El testigo que no ha sido más que testigo , sufre por
la circunstancia de no haber podido ser actor. Él se sugiere
rápidamente haber jugado un papel en el lance : se siente
invenciblemente movido a recalcar sobre su imaginario pa-
206 JOSÉ SANTOS CHOOANO

pel de protagonista, y toda su narración rueda en torno de


esa necesidad ."
Indudable y desgraciadamente, el hecho de saber quién
fué el testigo que llegó a sujetar el brazo armado de Cho-
cano, "después del disparo ", carece absolutamente de im-
portancia procesal ; pero si la tuviera, ya me imagino yo,
señores de la Sala , vuestra perplejidad para precisar cuál
de los testigos fué efectivamente quien sujetó a Chocano, y
hasta me atrevo a temer que podría asaltaros la creencia
de que ninguno lo hizo . Véase, pues, señores vocales , si es
posible atenerse en este proceso a los dichos disconformes,
contradictorios e incompatibles de los cultísimos, imparcia-
les y honorables testigos que presenciaron el suceso.
De lo expuesto se deduce que hay que buscar en ctra
fuente los elementos para apreciar la realidad de los hechos .
Y esa fuente no puede ser sino la Ciencia.
Veamos lo que dice la Ciencia respecto a si la herida
sufrida por Elmore ha podido ser hecha a larga distancia.
Si la Ciencia, señores magistrados, nos dice que una herida
de esa naturaleza sólo ha podido ser inferida en una lucha
cuerpo a cuerpo , como dice Chocano, o a muy poca distan-
cia, como dice el propio Elmore, la misma cultura de D. An-
tonio Miró Quesada y de su primo D. Tomás tendrá que
rendirse ante la evidencia, o de que ambos han padecido
una ilusión o de que D. Tomás se ha sugestionado con la ilu-
sión de D. Antonio.
La palabra de un hombre podrá merecer toda la fe que
le otorgue el público consenso ; pero la palabra de la Ciencia
impone su valor imperativo, irrefutable y objetivo sobre
todas las impresiones y constataciones individuales.
Y la Ciencia, señores magistrados, demuestra que es im-
posible que los hechos se hayan producido en la forma como
ambos señores Miró Quesada los relatan. (Léase el Anexo
8: "Nulidad del testimonio descriptivo de todo suceso emo-
cional e instantáneo " . )

Estimo que todos estaremos conformes en que hace mu-


chos años que no se somete a la consideración de los Tribu-
nales de Justicia del Perú un proceso más resonante y que
EL LIBRO DE MI PROCESO 207

haya interesado más a la opinión que el que motiva esta


audiencia.
El señor Juez instructor, sin embargo, quiso batir con
51 un máximo de celeridad en el procedimiento ; y, lo que no
ocurre nunca con las causas más triviales, a los treinta días
se elevó el proceso a este Tribunal Correccional.
El señor Fiscal encontró algunos vacíos en la instruc-
ción, y estimando que no era posible formar juicio definiti-
vo sobre los incidentes del suceso por existir versiones en
desacuerdo , quiso que sobre la subjetividad de las declara-
ciones testimoniales elevase la Ciencia una prueba objetiva,
encaminada a determinar gráficamente la trayectoria del
proyectil en el cuerpo del herido , para, de ese modo , preci-
sar la línea de tiro exterior, la distancia a que pudo haberse
realizado el disparo y la posición respectiva de los conten- .
dores.
Desde luego, señores, sólo existían tres personas capaci-
tadas para el efecto . Esas tres personas eran las que habían
tenido oportunidad de examinar las vísceras del herido, y ,
por lo tanto, las únicas tres que podrían precisar la trayec-
toria interior e inducir de ella la trayectoria externa.
Esos tres profesionales eran el doctor Gastañeta , que
por haber operado al herido había tenido que explorar la
zona vulnerada, y, por otra parte, los doctores Américo
Accinelli y Adrían Pastor, que llevaron a cabo la autopsia
del cadáver de Elmore, para esclarecer las causas mediatas
e inmediatas del deceso, y que, por lo tanto, en el cuerpo
mismo del occiso ubicaron el orificio de entrada del proyec-
til, su punto de alojamiento y la trayectoria recorrida en
la cavidad abdominal.
El señor Juez creyó, sin embargo , que estos tres facul-
tativos , que habían constatado de visu todos los hechos
que precisamente se quería constatar, no eran los capacita-
dos para indicar el resultado de su directa y personal ob-
servación ; y recurrió a la videncia de los doctores Leónidas
Avendaño y Guillermo Fernández Dávila, para que fuesen
ellos los que sobre su bufete, y sin más elementos que su
poder imaginativo y reconstructivo , elucubrasen la gráfica
de una trayectoria, cuyas huellas , indicios o rastros no ha-
bían tenido oportunidad de constatar directamente.
El señor Juez instructor , del mismo modo como llega a
inspirarle más fe la aseveración de que el vestido de Elmore
208 JOSÉ SANTOS CHOCANO

fué azul marino, porque así lo manifestaron D. Eduardo


Derteano y D. José Carlos Llosa, no obstante que el ves-
tido que él vió era " cafe con leche ", así, siguiendo los ines-
crutables criterios de su lógica, encomendó determinar la
trayectoria del proyectil en el cuerpo del herido a dos fa-
cultativos que no habían tenido ocasión de examinar las
vísceras, y desdeñó los datos que habrían podido suminis-
trarle los tres profesionales que, detenida y concienzuda-
mente, habían realizado tal exploración.
Este dictamen del doctor Avendaño emerge, pues, con
un defecto congénito , que hace que, de primera intención, lo
tengamos que mirar con desconfianza . No se basa en la
observación, que es la fuente de la Ciencia, sino en un es-
fuerzo imaginativo, que, cuando no parte del estudio de los
hechos, conduce inevitablemente a la inseguridad y al error.
No se basa en la constatación personal realizada por él en
el cuerpo del occiso , sino que es un trabajo de tercera mano,
basado en la lectura de un protocolo que él mismo conside-
ra deficiente, de un acta de autopsia que él mismo tacha de
incompleta , en datos que suministra por teléfono el doctor
Accinelli a un profesional amigo, que, a su vez, se los trans-
mite a él, y en indicaciones proporcionadas, no sé si tam-
bién telefónicamente. por el operador doctor Gastañeta .
Con harina de todos estos costales, con datos del "emi-
nente" operador y del " deplorable " autopsiador, se amasan
los adobes que constituyen la deleznable mampostería de
este dictamen pericial.
El agua bautismal que sobre este documento hisopean
el Juez Samanamud y el señor Fiscal de esta Corte, no al-
canza a lavarle del pecado original con que ha nacido a
la vida.

Pero permitidme antes, señores magistrados , una ligera


digresión. Para el Tribunal y para el abogado que habla,
este dictamen es elemento de probanza , presentado con la
autoridad que le da su carácter pericial . Es, pues, para nos-
otros una producción científica, de la cual, con toda liber-
tad, podemos hacer la disección y el análisis. Este dictamen
lleva una firma. Lo lamento ; pero me resulta inevitable,
EL LIBRO DE MI PROCESO 209

por exigencias de expresión y de estilo, tener, para criticar


su contenido, que mencionar a su autor.
Si de algo quiere jactarse personalmente el abogado que
habla en esta audiencia, es de su circunspecta serenidad
para apreciar hechos que, antes de defender profesional-
mente en esta tribuna, ha tratado de sopesar en su concien-
cia con la rectitud de un juez.
Yo no traigo aquí el propósito de discutir la capacidad
científica ni la reputación personal y profesional del doctor
Avendaño, y mucho menos quiero, por supuesto, hacerle un
agravio. Pero sí , señores magistrados, intento pulverizar des-
piadadamente la arcilla amasada en ese dictamen, produc-
to de un prejuicio personal y modelado por preocupaciones
absolutamente extrañas a la Ciencia.
Y hecha esta explicación , que sólo querrá olvidar quien
quiera darse el placer de salir en defensa de un profesional
a quien sólo científicamente ataco, he de continuar hacien-
do el análisis del documento pericial que aparece sobre su
firma. (Léase el Anexo 9 : "Peritos ilegales" . )

Este dictamen no se presenta como fruto de un estudio


sereno o imparcial .
Si algo caracteriza a la Ciencia es, precisamente, su ob-
jetividad y su despersonalización . En todo trabajo científi-
co deben estar absolutamente ausentes los prejuicios indivi-
duales, las preocupaciones de momento, los afanes de co-
rroborar una tesis preconcebida y el deseo de congraciarse
con opiniones individuales, por respetables que ellas sean .
"El carácter más notable del espíritu moderno (dice Guyau)
consiste en aceptar la verdad nueva, en estar presto a co-
menzar de nuevo todo el trabajo anterior, poseído de una
tranquilidad semejante a la que la Naturaleza sigue en sus
metamorfosis, que no tiene en cuenta para nada las inclina-
ciones del yo , sus preocupaciones desvanecidas , ni sus es-
peranzas marchitas."
Este dictamen tiene taras científicas irremediables . Lo
orientan cuatro prejuicios. Lo contaminan cuatro pasiones.
Hay en él un propósito tenaz y ensañado en criticar la au-
topsia realizada por el doctor Accinelli, con quien el autor
del dictamen mantiene notorios y muy antiguos enojos. Ha
14
210 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sido escrito después de haber recaído sobre su autor una


recusación formal de mi defendido. Todo el dictamen está
inspirado en el propósito ostensible de corroborar y otorgar
precisión matemática a la versión del doctor Miró Quesada.
Hay en él un propósito manifiesto de defender, a todo tran-
ce, la pericia y capacidad del cirujano que operó a Elmore,
Al dictamen, pues, lo maculan dos rencores y lo ofuscau
dos simpatías. En lugar de beber en las límpidas aguas de
la observación personal y directa, abreva en las aguas tur-
bias de los resentimientos individuales y encauza y canaliza
sus conclusiones para hacer una pleitesía personal al doc-
tor Miró Quesada y para rendir un tributo a la solidaridad
profesional con el doctor Guillermo Gastañeta.
Yo, señores , le hago al perito las siguientes preguntas :
Si la autopsia llevada a cabo por el doctor Accinelli ha sido
incompleta, si los datos suministrados por él en el protocolo
de autopsia son deficientes, si hay contradicciones entre lo
aseverado por dicho facultativo en el acta y en el protocolo,
¿ no cree el autor del dictamen que ha debido eximirse de
expedirlo o que ha debido solicitar la exhumación del cadá-
ver para tomar datos más precisos ? O, por lo menos, ¿no
cree que ha debido abstenerse de sentar conclusiones abso-
lutas sobre la base de datos que él mismo considera delez-
nables e incompletos ? Sobre todo, ha debido tener presente
que un dictamen como el suyo abre a un hombre las puertas
del presidio o le fabrica la escalinata para el cadalso . Y
ello sólo puede hacerse cuando se pisa el terreno firme de la
Ciencia, pero no cuando se ambula en las tinieblas de la
conjetura, de la reconstrucción y de la hipótesis.
Mi defendido recusó a los autores del dictamen. El doc-
tor Fernández Dávila se excusó hidalgamente . El doctor
Avendaño desoyó la repulsa y redactó y presentó su opi-
nión.
Hay, pues, en la portada misma de este dictamen, cua-
tro factores de apasionamiento personal que nos inducen a
mirarlo con recelo.
Pero voy a predisponeros un poco más, señores magis-
trados, y en forma más concreta y lapidaria, contra la se-
riedad científica de ese dictamen.
En la página 8 de ese documento pericial , para demos-
trar que las balas siguen en casos excepcionales trayectorias
irregulares en el organismo y para probar, por tanto, que la
EL LIBRO DE MI PROCESO 211

bala que hirió a Elmore no estaba dentro de la regla sino


dentro de la excepción, se afirma en lo siguiente : "De lo
mucho que dice la literatura médica a este respecto, nos li-
mitaremos a reproducir lo expuesto por los siguientes trata-
distas : Balthazard , Médecine legale, página 238, se expresa
así: "El trayecto de la bala en el interior del cuerpo es a
menudo irregular. "
Habría sido de aconsejar al autor del dictamen que hi-
ciese la cita completa. Aquí está la obra de Balthazard y
aquí la página 238 de su Médecine legale citada . Y dice así :
"El trayecto de la bala en el interior del cuerpo, es a me-
nudo irregular." En el texto hay una coma, y la frase con-
tinúa : "pues el proyectil se desvía cuando encuentra una
superficie ósea, o rebota sobre dicha superficie". La bala
que hirió a Elmore no encontró en su trayecto ninguna su-
perficie ósea, sino que atravesó las partes más blandas y
flácidas de su organismo. Por lo tanto, la cita hecha trunca-
damente carece de probidad científica ; y hecha en forma
completa, es en absoluto impertinente.
A renglón seguido, y para demostrar la máxima tesis
de que la bala del revólver de Chocano no ha estado den-
tro de lo normal, se cita a Thoinot, y se afirma que en la pá-
gina 298 de su Médecine legale enseña que : "el trayecto es
a veces rectilíneo, acusando la dirección del tiro ; otras ve-
ces no corresponde a la dirección primitiva de la bala, sino
traduce las singulares desviaciones que ésta puede sufrir en
el organismo". Pero Thoinot no termina desgraciadamente
allí, sino que completa la farse diciendo : "Débense dichas
desviaciones a choques con los huesos ; y son raras en las
balas animadas de gran fuerza viva , que progresan en línea
recta y se muestran poco sensibles a las causas de deten-
ción." Siendo así que en la masa abdominal no hay huesos,
la cita de Thoinot, hecha en forma trunca es temeraria, y
hecha en forma completa, demuestra todo lo contrario a
lo que quiere demostrar el autor del dictamen.
No termina aquí este cortejo de citas indebidas : se re-
curre también a Reclus, y se dice que en la página 76 de su
Manual de Patología Externa enseña que : "se han visto
balas detenidas por el cráneo, las costillas , las aponeurosis
del abdomen y de los miembros , seguir sus curvaturas ".
Aquí está la obra de Reclus, y Reclus aparece tan falseado
como Balthazard y Thoinot , pues Reclus dice, a renglón se-
212 JOSÉ SANTOS CHOCANO

guido, que eso ocurre " con las balas esféricas de los anti-
guos fusiles y revólveres". Ni en el protocolo de autopsia,
ni en el acta, ni en los datos telefónicos pedidos por el doc-
tor Accinelli aparece ninguna aponeurosis del abdomen le-
sionada o rozada por el proyectil, ni menos se trata de balas
esféricas, sino de bala cilindrocónica de un revólver " Colt”
moderno. La cita de Reclus resulta así dos veces imperti-
nente e irreverentemente truncada lo mismo que las demás.
Es lástima, por otra parte, que el autor del dictamen no
haya leído lo que el mismo Reclus enseña en la página 416
del tomo quinto de la Práctica Médico- Quirúrgica, redac-
tada por él. He aquí sus palabras textuales : "El trayecto
seguido por el proyectil es rectilíneo cuando la fuerza de
penetración es considerable y el hueco de salida está en lí-
nea recta con el hueco de entrada."
¡Ah, señores , qué elemento tan trastornador es en la
conciencia humana la pasión ! Yo he de insistir en que no
niego la seriedad, versación y probidad del autor del dicta-
men. Le rindo el respeto que los hombres de mi generación
tributan a los maestros y a las testas que aureolan las ca-
nas ; pero, desgraciadamente, el autor del dictamen es un ser
humano como todos, sujeto al imperio de las leyes psicoló-
gicas, que nos dicen de la acción perturbadora de los senti-
mientos vehementes sobre el libre juego de las facultades
intelectuales ; y no ha podido, seguramente, a pesar de su
empeño, despojarse de sus antipatías personales, de sus pre-
juicios de criterio, de sus vinculaciones sociales y de sus
compañerismos académicos . Todo esto le ha impedido de-
mostrarse en tal documento pericial revestido con su birrete
hipocrático, con sus insignias de profesor y con su toga de
auxiliar de la Justicia.
Creo que basta lo expuesto para que todos al unísono
nos pongamos en guardia sobre las conclusiones de este dic-
tamen, viciado desde sus orígenes y distante de la seriedad,
objetividad e impersonalización esenciales a todo instrumen-
to que se ampara bajo la sagrada advocación de la Ciencia.
Pero hay algo más grave todavía, señores magistrados : nb
sólo se atreve el autor del dictamen a edificar un dictamen
pericial sobre la base de una autopsia que juzga mal hecha,
de un acta y protocolo de la necropsia que estimo contra-
dictorios ; no sólo llega a conclusiones absolutas sobre la
base de datos y premisas que considera deficientes, no sólo
EL LIBRO DE MI PROCESO 213

cita truncamente a autores cuyos pensamientos transcritos


integramente repudian la tesis que trata de sentar, sino
que, cuando llega al terreno de la propia matemática, cuan-
do esgrime su centímetro para tomar las dimensiones de la
trayectoria, su centímetro también le induce a error. Es que
mientras que el dictamen asevera que la distancia entre los
planos horizontales que pasan por los puntos extremos de la
trayectoria comprendida entre el orificio de entrada del pro-
yectil y su punto de alojamiento es de diez centímetros , se-
gún las medidas tomadas por el Juzgado en una pelvis ósea
de tamaño natural resulta de doce centímetros. Es que la
distancia que media entre los planos verticales laterales que
pasan por los mismos puntos es según el dictamen de 14
centímetros, mientras que la distancia tomada por el Juzga-
do en la pelvis ósea y entre dichos putos resulta de 17 cen-
tímetros. Es que según el dictámen la línea geométrica de
la trayectoria entre el orificio de entrada y el punto de alo-
jamiento es de 18 centímetros, mientras que de las medidas
tomadas por el Juzgado esta trayectoria tiene 19 centime-
tros 2 milímetros. Ved , señores magistrados, la página 360
de este proceso ; y veréis que esas medidas tomadas por el
Juzgado en presencia del autor del dictamen no han sido
objetadas por él y que, dos renglones más abajo, aparece la
firma del doctor Avendaño, sin que formule ninguna obser-
vación a medidas tomadas en su presencia sobre una pelvis
ósea de tamaño natural.
Con la impresión en el ánimo derivada de todos estos
hechos que acabo de exponer ante vuestra sorpresa estu-
pefacta, continuemos realizando el dictamen.

En la segunda parte de este documento encontramos lo


siguiente :
"El fallecimiento de don Edwin Elmore fué consecuen-
cfa natural de la lesión inicial, de necesidad mortal " .- Per-
dón, señor perito , usted lo afirma ; pero la Ciencia, la expe-
riencia y la realidad lo desmienten.
La lesión inicial sufrida por don Edwin Elmore Letts
ha sido una herida de bala en el vientre, que ocasionó ocho
perforaciones intestinales.
Pues bien, señores ; en la página 214 de estos sucesos ,
214 JOSÉ SANTOS CHOCANO

aparece un certificado del doctor Ernesto Delgado que se


refiere a la operación efectuada por él a don Félix Anardo
de una herida penetrante en el abdomen, producida por un
proyectil, que ocasionó nueve perforaciones intestinales,
tres en el colon transverso con escape de materias fecales
y seis en el intestino delgado . El cirujano logró suturar to-
das las perforaciones. El enfermo fué dado de alta un mes
después, completamente restablecido. La operación se efec-
tuó el año pasado : allí tenéis al operado en la sala ; y aquí
tenéis su libreta militar, por si fuera necesario identificarlo.
Allí está también en la sala persona muy conocida , el se-
ñor Carlos Lanfranco, alto empleado de la Municipalidad
del Callao, sobrino carnal de vuestro ex compañero el señor
vocal de este Tribunal, doctor Lanfranco . Recibió una cor-
nada hace tres años, que le produjo 27 perforaciones in-
testinales. Fué operado por el doctor Flert de la Clínica
Americana de Bellavista. Las perforaciones fueron tan nu-
merosas, que hubo asas intestinales copiosamente perfora-
das, que fué menester extirpar. En este frasco está una de
esas asas intestinales. El señor Carlos Lanfranco disfruta
en la actualidad de espléndida salud : allí lo tenéis también
en la sala ; y aquí está su libreta militar, por si fuera nece-
sario identificarlo .
Allí tenéis también a don Domingo Gazolo. En una ma-
nifestación política, habida en el Callao, hace diez años,
recibió un balazo en el vientre que le produjo perforaciones
intestinales. Fué operado y se encuentra en perfectas condi-
ciones de salud .
Alguien podrá objetarme que los casos que he citado son
excepcionales ; y que no desvirtúan el principio sentado por
el Dr. Avendaño. Pero no, señores vocales ; es que los pro-
pios tratados de clínica quirúrgica desvirtúan la afirmación
del perito. Una de las obras más modernas al respecto,
como lo es la redactada, bajo la dirección de Wullstein y
de Willms, por los diez y ocho cirujanos más eminentes de
Alemania, dice a este respecto lo siguiente, refiriéndose a las
heridas perforantes del vientre y de los intestinos : "Las
probabilidades de éxito que ofrece la operación cuando se
la practica inmediatamente son muy grandes ; la mayoría
de los heridos se salvan ; pero van disminuyendo a cada
hora que pasa, de manera que sólo escapan con vida más
EL LIBRO DE MI PROCESO 215

de la tercera parte de los heridos cuando se les opera al


cabo de dos horas".
El señor Edwin Elmore fué operado antes de que pasa-
ra una hora del momento en que fué herido : así es que las
probabilidades que tuvo de salvar la vida no pudieron ser
más numerosas .
Yo me decido entonces, a preguntar al perito de dónde
ha podido sacar el principio que asienta, al manifestar que
la herida en el abdomen sufrida por Elmore era de necesi-
dad mortal. ¡ Cómo se puede en el afán de agravar la situa-
ción de mi defendido y de exculpar la pericia del operador,
sentarse un principio desmentido por la ciencia, rechazado
por la estadística y repudiado por cualquier mediana cultura ,
dada la forma absoluta en que está planteado y dogma-
tizado ...
El fallecimiento de D. Edwin Elmore Letts no es, pues ,
ni por la Ciencia, ni por la práctica experimental, conse-
cuencia inevitable de la lesión sufrida.
El dictamen sienta un principio falso. (Léase el Anexo
10:"Verdadera causa de la muerte de Elmore " .)

Y prosigamos nuestro análisis.


En la página 273 se expresa lo siguiente : " En posesión
de los datos ya puntualizados (es decir, de los datos incom-
pletos y deficientes de la autopsia ) hemos trazado "con
exactitud geométrica " la trayectoria del proyectil en la re-
gión abdominal vulnerada del occiso, en los gráficos que ad-
juntamos y en una pelvis ósea de hombre adulto. La lámi-
na número 2 es un dibujo correspondiente a una pelvis de
hombre, tamaño natural, mirada de frente, y la lámina nú-
mero 3 es la misma pelvis mirada por su cara superior ; en
ambas el recorrido está marcado con una línea en rojo, es-
tándolo con tinta negra los planos a que hay que referir la
inclinación de la trayectoria ".
Como es fácil verlo, dice el dictamen, la línea geomé-
trica de la trayectoria tiene 18 centímetros de largo ; la dis-
tancia entre los planos horizontales que pasan por los pun-
tos extremos de la línea es de 10 centímetros . La distancia
216 JOSÉ SANTOS CHOCANO

entre los dos planos verticales que pasan por los mismos
puntos es de 14 centímetros, y, finalmente, la línea de la
trayectoria incide sobre el plano horizontal inferior bajo
un ángulo de 33 grados 45'.
Aquí tenemos la lámina número 2 y la lámina número
3 dibujadas por el perito con la indicación de que son de
tamaño natural. Confrontémoslas con la pelvis ósea de pro-
piedad del doctor Accinelli y nos resulta lo siguiente : o el
dibujo de la pelvis hecho por el doctor Avendaño corres-
ponde al esqueleto de un niño, o la pelvis presentada por
el doctor Accinelli corresponde a la osamenta de un gigante
antediluviano.
Entre la pelvis real y el dibujo del perito, hay una dife-
rencia de 8 centímetros.
Pero yo me he traído por mi cuenta otras dos pelvis , que
son también mucho más grandes que la dibujada por el
perito ; y no las he ido a buscar a las cavernas de Cro-
Magnon, donde habitaban los fornidos hombres de la edad
de piedra, sino que las he tomado de los museos particula-
res de los médicos y de los gabinetes de Historia natural
de los planteles de instrucción. Como lo véis, todas ellas son
notablemente mayores que el dibujo presentado por el
perito.
Las láminas que han servido, pues , de base a la confec-
ción de este dictamen son erróneas ; el dibujo presentado tie-
ne la autencidad que le da la impericia reconstructiva del
que lo presenta. Las pelvis que yo presento tienen la formi-
dable autoridad de la realidad, de la experiencia y de la
anatomía.
Pero la circunstancia que ofrece extraordinaria grave-
dad para juzgar este documento pericial, es que en las
pelvis normales la trayectoria del disparo corresponde a la
versión dada por Chocano y es necesario recurrir a las pelvis
liliputienses y contrahechas que ha dibujado el doctor Aven-
daño para que pueda hallar cobijo anatómico la versión
Miró Quesada. El dictamen como veis, señores vocales, tie-
ne que recurrir a toda clase de tergiversaciones y tiene que
agotar toda clase de recursos para amparar la preconcebi-
da tesis que le ha inspirado. La Anatomía , la Geometría,
las Ciencias del pronóstico, la Balística, la Fisiología, to-
das las ciencias cuyos datos pretende utilizar el perito, to-
EL LIBRO DE MI PROCESO 217

das son cruelmente torturadas por él en su absorbente ofus-


cación de querer demostrar la tesis del testigo de sus sim-
patías.

El asunto es más grave todavía, señores vocales. Permi-


tidme analizar ante vosotros las láminas presentadas por
el perito ; y veréis lo mal ensamblado que se encuentra el
artefacto probatorio que se ha confeccionado para acredi-
tar el dictamen.
En la lámina número 2 se dibuja la trayectoria normal
que habría recorrido el tiro, si éste , obedeciendo a las leyes
de la mecánica, hubiera hecho su recorrido en línea recta,
desde el orificio de entrada en la piel hasta su punto de in-
crustación en el hueso.
Marquemos la trayectoria de ese tiro y veremos cómo él
en forma alguna ha podido ser hecho a tres metros de dis-
tancia. Pero el señor perito manifiesta que si el tiro hubiese
seguido la trayectoria geométrica que el mismo marca , ha-
bría que convenir que el disparo fué hecho a una altura su-
perior a la talla de los contendientes.
Voy a reconstituir la escena del disparo con el auxilio de
mi defendido, aprovechando de que yo también tengo la
fortuna, como el doctor Fernández Dávila, de estar dotado
de una estatura y grosor semejantes a las de don Edwin
Elmore Letts . Sin embargo, estoy convencido de que a mí
no me quedarían sus vestidos tan a la medida como al doc-
tor Fernández Dávila, al que, según el doctor Avendaño,
le quedaban tan pintiparadas las prendas del extinto , que
las perforaciones del saco y del pantalón coincidían mate-
máticamente cuando el aludido doctor Fernández Dávila
se ponía en cuclillas y con las manos en alto.
Como lo veis, señores vocales, yo, con motivo de esta
afirmación del doctor Avendaño que entra de lleno en los
límites de la completa incircunspección científica, tengo
que hacer mucho mayores y mucho más justos aspavientos
que los que hacía mi ilustre colega el señor abogado de la
Parte civil cuando criticaba la autopsia del doctor Acci-
nelli. (El abogado defensor y el acusado reprodujeron, en
presencia del Tribunal y del público, la escena de la riña
218 JOSÉ SANTOS CHOCANO

y el disparo, demostrando cómo éste se había efectuado en


una lucha cuerpo a cuerpo.)
Ha quedado demostrado con la objetividad de la prue-
ba que se ha llevado a cabo, el que es perfectamete posi-
ble, desde el punto de vista geométrico , que el disparo se
haya efectuado a la distancia en que mi defendido consigna
y que la trayectoria intra-abdominal que, en tal caso tuvo
que recorrer el proyectil, no supone en Chocano una talla
física superior a aquélla con que le ha dotado la Natura-
leza. (Léase el Anexo 11 "Reconstrucción de los hechos con-
forme a las varias versiones ".)

Hay algo gravísimo, señores de la Sala. El doctor Aven-


daño ha supuesto encajada la bala en un sitio en el que no
ha estado alojada . Él se la imagina colocada en el isquión,
cuando en realidad ha estado encajada en la rama isquio-
pubiana, conforme lo acreditan los autores de la autopsia,
doctores Accinelli y Pastor, tan injustamente tratados aquí
por el señor fiscal y por el señor abogado de la Parte civil.
El isquión, donde el doctor Avendaño ubica el proyectil, y
la rama isquio-pubiena , donde efectivamente lo estuvo , dis-
tan, señores , siete centímetros, que son, por una nueva y
reiterada casualidad , los mismos siete centímetros necesa-
rios para descartar la versión de Chocano y apoyar la ver-
sión del doctor Miró Quesada.
Yo os ruego encarecidamente, señores vocales y señor
fiscal, poner toda vuestra atención en este punto . Si el dis-
paro ha sido hecho a corta distancia , el punto de incrusta
ción del proyectil tiene que encontrarse en un plano bastan
te inferior del punto de penetración , acercándose a la verti-
cal. Si el disparo ha sido hecho a larga distancia , el punto
de incrustación del proyectil tiene que encontrarse a un ni-
vel bastante próximo al plano del punto de penetración,
acercándose a la horizontal.
Pues bien, señores ; el doctor Accinelli , al realizar la
autopsia, ha visto con sus ojos y ha palpado con sus manos ,
y ha extraído con su punzón el proyectil en la rama isquio-
pubiana del hueso de la cadera derecha, y en el debate pe-
ricial os ha mostrado a vosotros , señores vocales, el sitio
preciso de donde lo extrajo.
EL LIBRO DE MI PROCESO 219

La facultad adivinatoria del doctor Avendaño supone


alojado el proyectil no en la rama isquio-pubiana, como lo
han estampado en el acta de la autopsia los médicos legis-
tas, y como se lo ratificó por teléfono el doctor Accinelli a
la persona por cuyo conducto le mandó hacer esa pregunta
el doctor Avendaño, sino en el isquión, es decir, siete centí-
metros más arriba, siete centímetros que son precisamente
los necesarios para que la trayectoria se acerque a la hori-
zontal y para que el disparo resulte que ha podido efectuar-
se a tres metros diez centímetros, que es la distancia a que,
según afirma el doctor Miró Quesada, hizo fuego Chocano.
La mentalidad del perito es como véis , señores vocales,
eminentemente simplificadora y con pasmosa facilidad sale
de cuanto apuro discursivo se le presenta. A este respecto,
él se hace los siguientes silogismos :
Si la bala se alojó en la rama isquio-pubiana, la decla-
ración de Chocano sería cierta.
Luego, no puede haberse encajado en la rama isquio-
pubiana .
Para que la declaración del doctor Miró Quesada sea
confirmada, es necesario suponer encajado el proyectil siete
centímetros más arriba de donde lo estuvo.
A siete centímetros de la rama isquio-pubiana está el is-
quión. Luego, la bala debe de haberse alojado en el isquión.
El procedimiento es, como se ve , de una gran rapidez
ejecutiva ; pero es un atentado, que cualquier mentalidad
disciplinada y circunspecta tiene que rechazar con vehe-
mencia .
Por lo demás, señores de la Sala, ya no tendría nada en
qué insistir respecto a la oblicuidad de la trayectoria intra-
abdominal, a que ha tenido que recurrir el perito, para des-
cartar la versión de Chocano y apoyar la versión del testi-
go cuyo relato le inspira más fe que las leyes inmutables
de la mecánica y de la balística , porque el propio señor fis-
cal ha descartado esa posibilidad y el propio abogado de la
Parte civil, con una seriedad de criterio que le honra, la ha
descartado también, y la han descartado también todos los
peritos que han acudido al debate, con la sola excepción del
doctor Vargas Prada, que por el hecho de haberse adherido
a ese dictamen sin "beneficio de inventario", como lo hizo
el doctor Pflucker, ha ido en su abnegación amistosa hasta
el extremo de resignarse a que se pueda poner en duda su
220 JOSÉ SANTOS CHOCANO

capacidad profesional y su talento, con tal de rendir a su


colega, el perito informante, un tributo de compañerismo y
de piadosa solidaridad que aquél no tendrá nunca con qué
pagarle.

Como véis, señores vocales, la ofuscación del perito ava-


salla, pisa y pasa por sobre cuanto le estorba para llegar al
fin que se ha propuesto. La trayectoria rectilínea constata-
da por los autopsiadores, la única presumible según la me-
cánica, la única normal según la ciencia médicolegal, no se
conforma con la tesis que quiere a todo trance corroborar :
pues entonces recurre a suponer una trayectoria intra-abdo-
minal diferente de la normal y lógica . Para él , las leyes físi-
cas también tienen excepciones . Para él, las leyes mecáni-
cas, como son las leyes de la balística, sujetas a fórmulas
matemáticas, tienen también como las reglas ortográficas,
sus excepciones . La bala del revólver de Chocano , proba-
blemente por ser bala disparada por un revólver de poeta,
ha tenido la ínclita audacia de apartarse de las leyes y de
adoptar un recorrido tan original como uno de sus poemas
magistrales . La bala del revólver de Chocano, impelida no
probablemente por la fuerza de la deflagración de la pól-
vora, sino por la caprichosa y exótica inspiración de mi de-
fendido, zigzagueó a su antojo, hizo diabluras acrobáticas
dentro del organismo , pero previendo después que Chocano
iba a declarar que el disparo se había efectuado a menos de
un metro de distancia, fué, fiel a su dueño , a encajarse en
la rama isquiática del hueso de la cadera derecha, para que
pudiera tener así amparo anatómico y balístico la versión
de mi defendido.
El señor médico legista informante emprende toda cla-
se de juegos malabares con su ciencia para desestimar la
versión del poeta.
Nos dice que, en casos excepcionales , la línea geométri-
ca trazada en el interior no coincide con la línea de tiro ex-
terior, ni con el verdadero recorrido del proyectil , pues en
ciertos casos las balas siguen en el organismo caprichosas,
inesperadas y " aun bizarras "; y cita el caso de que hubo
ocasión en que recibido un tiro en medio de la frente, la
bala recorrió el cráneo semi-circulante por debajo del cuero
EL LIBRO DE MI PROCESO 221

cabelludo para salir por la parte posterior de la cabeza sin


la más insignificante lesión en los huesos.
Expresándome en el vocabulario del perito , he de decir
que este ejemplo sí que es verdaderamente bizarro.
Que un proyectil caiga oblicuamente sobre la frente, per-
fore el cuero cabelludo, tropiece con el hueso frontal y se
desvíe, no es nada bizarro que digamos, sino completamen-
te natural. Por todos es conocido que cuando un proyectil
choca con una piedra o con un cuerpo duro cualquiera, pue-
de variar su dirección, rebotar, reflejarse e ir, por ejemplo,
a herir a persona completamente alejada de la trayectoria
del disparo.
El doctor Avendaño cita en nuevo apoyo de su opinión
el caso, que dice haber constatado personalmente en una
autopsia, con un sujeto que habiendo recibido una bala en
el antebrazo, tropezó ésta con los huesos de tal miembro,
penetró a la caja torácica , atravesó el cuerpo , volvió a tro-
pezar con las costillas y se dirigió hacia abajo, perforando
el diafragma, el estómago, el riñón, para terminar su des-
bocada carrera en la región lumbar. Pero este ejemplo es
tan impertinente como el anterior.
No se requiere ser médico legista para conocer que cuan-
do una bala incide oblicuamente sobre los huesos se desvía
en su recorrido. Pero estaba reservado a la ciencia del peri-
to conjeturar que lo que pasa en los huesos ocurre también
al perforar una bala los intestinos , y decirnos textualmente
que estos tubos llenos de gases pueden convertirse en muy
resistentes, con igual y quizá con mayor resistencia que un
cilindro sólido de idéntico calibre.
Según el perito, la bala ante la formidable resistencia
de los intestinos, varió de rumbo ; y siguió una dirección
rectilínea, desviándose súbitamente para ir a caer en la rama
isquiática del hueso de la cadera derecha .
De esta manera, la trayectoria rectilínea , por el mismo
perito trazada en la lámina número 2, en la cual se consta-
ta una trayectoria que, de adelante hacia atrás es casi ver-
tical, y de izquierda a derecha un tanto oblicua, y que res-
ponde a un disparo hecho a corta distancia, queda descar-
tada, pues el perito manifiesta que la bala ha podido apar-
tarse de lo normal, olvidar que la línea recta es el camino
natural entre dos puntos y adoptar la rebeldía antieuclidia-
na de seguir una accidentada trayectoria sinuosa.
222 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Con estos escamoteos científicos, la versión del doctor


Miró Quesada trata de ser robustecida.
La bala del revólver de Chocano tuvo la originalidad
de no seguir las leyes mecánicas de la impulsión ; se apartó
de la hasta ahora inconmovible ley del " paralelogramo de
las fuerzas " ; desvió su trayectoria en una masa formada
por tejidos blandos ; tuvo la poca fortuna de que, a pesar
de no haber chocado con ningún hueso en su trayecto, rebo-
tase, sin embargo, en unos intestinos que presentaban la ra-
reza anatómica de ser, según las textuales palabras del pe-
rito , "más resistentes que un cilindro sólido de idéntico ca-
libre".
De donde resulta, señores magistrados, este formidable
desacierto, ante cuya evidencia han tenido que rendirse to-
dos los señores médicos en el debate pericial, el señor fiscal
de la Corte y hasta el mismo señor abogado de la Parte ci-
vil , que en frecuentes ocasiones en este debate ha puesto
de manifiesto que el natural interés que ha de abrigar por
su tesis , no le autoriza para avasallar los respetos que debe
a su propia circunspección .
Según el dictamen , la bala al penetrar en la piel fué per-
diendo su fuerza al perforar los intestinos hasta llegar a la
famosa asa intestinal más resistente que las otras y que
desvió su recorrido , bajándolo y haciéndolo ir a parar en la
rama isquio-pubiana del hueso de la cadera, en la cual no
se desvió ni rebotó, sino que se sepultó completamente,
como lo demuestran el acta y el protocolo de autopsia, en
los que se describe la prolija búsqueda que hubo que em-
prenderse hasta hallarle incrustado y aflorando apenas en
la dicha rama isquio -pubiana.
Por manera, pues, señores magistrados, que este proyec-
til que había perdido tanto de su fuerza , que no la tenía ya
ni para perforar un intestino, sin embargo, y por un mila-
gro mecánico, que en caso de ser efectivo dejaría estupefac-
tos a todos los físicos de la tierra, readquiere súbitamente
toda su fuerza y sin que un hueso alcance a rebotarlo, se
incrusta completamente en él ... ¡ No penetra en un intestino
por falta de fuerza, pero la readquiere para luego penetrar
totalmente en un hueso !
Todos los peritos se han rendido ante la evidencia de
este raciocinio. El mismo doctor Vargas Prada, que no ha
querido demostrarse convencido por él, le ha hecho su con-
EL LIBRO DE MI PROCESO 223

sagración más rotunda cuando me ha dicho que "una pre-


gunta semejante sólo podía hacerse a un niño ". Sí, señores
vocales, efectivamente, puede hacérsele a un niño, y el niño
así como el adulto, y el profesional así como el profano ,
tendrían que considerar el raciocinio irrefutable y defi-
nitivo.
De toda esta manipulación pseudo- científica, de todo
este descoyuntamiento de la realidad, de todo este artificio
imaginativo, de todo este inescrupuloso acomodamiento de
los hechos , la línea exterior de tiro resulta bajada y resulta
bajada, precisamente, tantos grados y tantos minutos de
grado y tantos segundos de grado como son necesarios para
corroborar que el disparo fué hecho, efectivamente, a los
tres metros diez centímetros que consigna el doctor Miró
Quesada. En lugar de que la Ciencia levante su imperio so-
bre la subjetividad de una versión particular, la Ciencia es
acomodada para cobijar maternalmente un testimonio per-
gonal.

De todo lo expuesto resulta lo siguiente :


La trayectoria geométrica, rectilínea, normal y natural
del proyectil , la que marca el determinismo de las leyes me-
cánicas, la única que pueden prever los principios de la ba-
lística, está perfectamente concorde con la versión de mi
defendido.
Para apoyar la versión del doctor Miró Quesada es ne-
cesario atenerse, no a la regla, sino a la excepción : es me-
nester imaginar un recorrido caprichoso, hay que aceptar
una suspensión de las leyes físicas. El perito no trepida ni
se arredra en hacerlo. Habiendo la bala penetrado a la al-
tura de la espina ilíaca anterior y superior, en caso de ha-
berse alojado en la rama isquiática , no podría haber sido
disparada a tres metros de distancia. Ya hemos visto que
para que resulte verosímil este alojamiento , el perito recu-
rre al expeditivo recurso de desalojar el proyectil de la
rama isquiática, para ir a domiciliarlo en el isquión.
Según la trayectoria rectilínea de la bala, que el mismo
perito ha trazado, el ángulo de incidencia es de treinta y
cinco grados, que corresponde a un disparo a menos de un
metro de distancia : a tres metros de distancia, el ángulo de
224 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la desviación tendría que ser de cinco grados ; pues el peri-


to, sin más acepta que ha sido de cinco grados. Si el testigo
hubiera declarado que el disparo fué hecho a diez metros,
el perito se las habría compuesto para agudizar el ángulo
de incidencia y reducirlo a los dos o tres grados necesarios
en el plan de corroborar dicha versión.

Sube por un peñasco


un lagarto vestido de damasco :
pues si en vez de peñasco fuera peña,
subiría vestido de estameña ;
mas si fuese un abrupto peñascal,
subiría vestido de percal ;
y si el peñasco fuese puntiagudo,
ya no iría vestido, iría desnudo.

Así como los malos versificadores arreglan el pensamien-


to y el fondo de sus estrofas a las exigencias del consonan-
te, los malos peritos arreglan los hechos para acomodarlo
a la textual corroboración de una tesis particular. (Léase
el Anexo 12: "Lo que dice el ayudante técnico de la Mor-
gue".)

Pero en la tela de Penélope de este dictamen pericial,


hay todavía mucha malla que destejer y mucho nudo que
desenredar.
En la página 268 del proceso, el perito doctor Avendaño
manifiesta que del acta y protocolo de autopsia toma, entre
otros datos, el siguiente : " la zona de erosión es algo elípti-
ca, de eje oblicuo interno, con doce milímetros de eje ma-
yor por diez de eje menor, apergaminada en el segmento in-
ferior de su parte superior".
Y yo me pregunto, señores magistrados, ¿ qué uso ha he-
cho el señor doctor Avendaño, autor del dictamen, de este
dato que ha tomado del protocolo de autopsia ? Ninguno,
señores de la Sala. Pero este no es descuido sin importancia,
sino que, por una nueva y reiterada casualidad , este es uno
de los datos objetivos más concluyentes para poner de lado
la versión del doctor Miró Quesada. Y vamos a demos-
trarlo.
EL LIBRO DE MI PROCESO 225

Cuando una bala incide oblicuamente sobre un cuerpo,


pueden ocurrir dos fenómenos. Si el cuerpo es tan duro y
resistente que la bala no puede perforarlo , desvía por com-
pleto su recorrido y refleja siguiendo una dirección más o
menos semejante a la que adopta una bola de billar envia-
da oblicuamente contra una de las bandas de la mesa.
Si el cuerpo sobre el que la bala incide es duro y la bala
siempre llega a perforarlo, antes de penetrar en la superfi-
cie, en la que cae oblicuamente, produce lo que llamaríamos
un "raspetón" antes de entrar al interior.
Este último efecto que causa la bala en la superficie de
la piel, que circunvala el orificio de entrada, se llama en
Medicina legal la " zona de erosión ". Esta zona de erosión
es concéntrica al orificio de entrada en los disparos que caen
perpendicularmente sobre la piel, y es excéntrica al orificio
de entrada cuando la bala ha incidido oblicuamente, adop-
tando por lo tanto esa zona de erosión una forma elíptica.
Pues bien, señores magistrados ; el orificio de entrada
del proyectil en el vientre de Elmore, según los datos sumi-
nistrados por el protocolo de autopsia y que el perito doc-
tor Avendaño ofrece utilizar en su estudio, pero que no uti-
liza, constata que la zona de erosión es elíptica , que su eje
oblicuo interno es de doce milímetros de eje mayor por diez
de eje menor, lo cual indica un tiro oblicuo ; y tenemos
también que el segmento inferior de su parte superior se en-
cuentra apergaminado al borde de la herida de entrada, lo
cual está revelando el raspetón de arriba hacia abajo que
hizo la bala, antes de perforar los tejidos adiposos del
vientre.

Pero yo no afirmo lo expresado, señores vocales, sobre


la base de mi palabra, sino que me amparo en lo que al res-
pecto enseñan las más altas autoridades en materia de Me-
dicina legal, tales como Lombroso, Vibert, Lacassagne y
Thoinot.
Lombroso, en la página 88 del tomo segundo de su Tra-
tado de Medicina legal, enseña que el diámetro máximo de
la zona de erosión es paralelo al curso seguido por el pro-
yectil mismo .
Vibert en su obra Medicina legal, tomo primero, pági-
na 247, dice lo siguiente : " el reborde apergaminado no
siempre es concéntrico respecto al agujero ; a veces se ex-
tiende más de un lado que de otro. Obsérvase esto último
15
226 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cuando el proyectil ha penetrado en la piel siguiendo una


dirección oblicua. La zona curtida forma un óvalo o ani-
llo apergaminado, tanto más excéntrico respecto al orificio
cuanto que la bala haya lesionado más oblicuamente la
piel ".
Thoinot, por ejemplo , en la página 281 del tomo prime-
ro de su Tratado de Medicina legal, refiriéndose al cinto o
anillo de contusión , o sea, a la zona de erosión , expresa lo
siguiente : " que cuando el tiro ha sido perpendicular, dicha
zona de erosión circunscribe completamente el orificio de
entrada, pero cuando ha sido oblicuo, su forma es excéntri-
ca". La elipse es precisamente el tipo de las figuras curvas
excéntricas ; y la forma de la zona de erosión , según el pro-
tocolo de autopsia, es elíptica, con el eje mayor de arriba
hacia abajo.
La forma elíptica de la zona de erosión y el eje interno.
oblicuo de ella demuestran la oblicuidad de la dirección con
que fué hecho el disparo, conforme a los preceptos de la
Medicina legal.
El autor del dictamen ha prescindido , pues, por comple-
to, de estudiar este punto, y mucho más, por supuesto , de
sacar de él las consecuencias definitivas que se desprenden ,
para apreciar que el disparo ha sido hecho a corta distan-
cia y de arriba hacia abajo. ( Léase el Anexo 13 : " La zona
de erosión ".)

Sigamos esgrimiendo la piqueta demoledora sobre este


dictamen pericial .
El doctor Avendaño sostiene, bajo su palabra, como pa-
rece ser su procedimiento científico , el siguiente principio :
"cuando el proyectil conserva aún toda su fuerza viva , el
orificio tiene exactamente el mismo diámetro de la bala".
Según los exámenes periciales, el proyectil que hirió a
Elmore tiene siete milímetros de diámetro y, según el acta
y el protocolo de autopsia , el orificio de perforación en el
vientre tiene solamente tres milímetros.
Chocano asegura que la distancia máxima a que fué he-
cho el disparo es la de un metro ; la versión contraria scña-
la tres metros diez centímetros . Según el doctor Avendaño,
a un metro el orificio ha debido ser de siete milímetros, es
EL LIBRO DE MI PROCESO 227

decir, el mismo diámetro del proyectil ; y explica que, por


cuanto el orificio ha sido sólo de tres milímetros , la distan-
cia a que se ha efectuado el disparo es precisamente de tres
metros, como lo indica la versión Miró Quesada .
El autor del dictamen sienta un principio y plantea una
fórmula que ni mi defendido ni yo hemos tenido oportuni-
dad de encontrar en ningún tratado de Medicina legal ni
de Balística. Pero no sólo no hemos encontrado el aludido
principio, sino que hemos encontrado un principio absoluta-
mente contrario.
Cevidalli, en la página 95 de su Medicina legal, dice
precisamente lo contrario a lo que afirma el doctor Aven-
daño. He aquí sus palabras : " El tamaño del hueco de en-
trada es menor que el calibre del proyectil cuando éste ha
golpeado... con alguna fuerza viva, tal que la piel ha po-
dido distenderse y recobrar después, por elasticidad , su po-
sición normal. " La autoridad de Cevidalli se enfrenta, pues,
a la autoridad del doctor Avendaño ; y demuestra que éste
ha sentado un principio inexacto y contrario a las consta-
taciones de la Ciencia.
En la prueba de experiencia realizada por el propio doc-
tor Avendaño , él mismo se encarga de desmentir el princi-
pio que ha sentado, pues la cartulina sobre la que dispara,
a ochenta y cinco centímetros de distancia, un proyectil de
siete milímetros de calibre, tiene una perforación de sólo
cuatro milímetros de diámetro, Si la cartulina estuviese do-
tada de elasticidad como la carne, y, más aún, como la car-
ne viva, el diámetro de la perforación no pasaría de tres
milímetros, como lo registra en el cuerpo del herido el pro-
tocolo de autopsia.
La prueba que el doctor Avendaño presenta sobre la dis-
tancia en que fué hecho el disparo , no sólo resulta , así, fal-
sa, sino que es contraproducente, pues sirve para demostrar
que el proyectil fué disparado a cortísima distancia, puesto
que tenía en todo vigor su fuerza viva.

El otro argumento a que recurre el doctor Avendaño es


el siguiente: Juzga que si el disparo hubiera sido hecho a
corta distancia , como declara Chocano , ha debido presen-
tarse tatuaje en la piel .
228 JOSÉ SANTOS CHOCANO

El argumento indica que el autor del dictamen se en-


cuentra bastante atrasado en el estudio de la ciencia a que
se dedica. El tatuaje consiste en la incrustación en los con-
tornos de la herida de granos de pólvora no quemados ; y de-
pende, por supuesto , de la calidad de las pólvoras, algunas
de las cuales, las de mala calidad , no se queman íntegra-
mente en el cañón del arma. Pero múltiples experiencias de-
muestran que las pólvoras modernas se queman íntegra-
mente en el cañón del arma, a tal punto que uno de los más
eminentes tratadistas de Medicina legal, como es Lacassag-
ne, sostiene haber visto " a individuos que se han suicidado
. haciendo fuego a quemarropa y que no presentaban ni co-
loración negra de la piel, ni tatuaje, ni quemadura".
Como es fácil apreciar por la cita de Lacassagne, si el
tatuaje existe, se puede afirmar que el disparo ha sido he-
cho a cortísima distancia ; pero si no existe el tatuaje, no
se puede negar el que también a cortísima distancia se haya
podido haber hecho el disparo.
El perito, para demostrar que si el disparo hubiese sido
hecho a corta distancia, debió de haber dejado tatuaje en
el cuerpo de Elmore, manifiesta haber disparado a corta
distancia sobre una cartulina, con el mismo revólver que
usó Chocano, y que granos de pólvora no quemados que-
daron incrustados en la cartulina en referencia.
Pero la prueba ha sido hecha sin ninguna probidad,
pues para haberle dado valor habría habido que disparar
sobre un cadáver vestido con las mismas prendas que el
occiso, a fin de ver si esos granos de pólvora, después de ha-
ber perforado las ropas, llegaban hasta la piel.
Sabida es la resistencia que ofrece , al ser traspasada
por granos de pólvora, toda materia elástica y esponjosa,
como el algodón y la lana. Los residuos de la pólvora se de-
tienen y se pierden en las ropas con toda frecuencia. Lo
que sí ha debido tenerse en cuenta es la zona de erosión o
magullamiento , que el doctor Avendaño no ha querido con-
siderar para nada y que, sin embargo, es la demostración
más terminante de que el disparo ha sido hecho a cortísi-
ma distancia y oblicuamente. Así es como Du Saulle, peri-
to de los Tribunales de París, en la página 225 del tomo
tercero de su Medicina legal, admite el que, cuando no hay
telas de por medio , los granos de pólvora que han escapa-
do a la combustión suelen dejar un tatuaje indeleble ; pero
EL LIBRO DE MI PROCESO 229

cuida de hacer constar que " cuando las telas protegen a los
tegumentos, puede no presentarse ese tatuaje ", aunque sí
"una contusión de gravedad variable, según la fuerza de la
detonación y la distancia a que se ha producido".
Tratándose, pues, de averiguar si los granos de pólvora
no quemados de determinado proyectil han podido o no,
hecho el disparo a determinada distancia, producir tatuaje,
traspasando determinadas telas, no se concibe que se pres-
cinda de las telas para realizar la prueba. En la página 226
del tomo y obra ya citada de Legrand Du Caulle, se pres-
cribe terminantemente lo que corresponde hacer a este res-
pecto : " Si se quieren obtener conclusiones precisas, se debe
proceder al experimento con un cadáver vestido de las mis-
mas telas y colocado en la misma posición, tratando , a ser
posible, de reproducir la escena en las mismas circuns-
tancias..."
La prueba ofrecida por el doctor Avendaño , respecto al
tatuaje, ha sido hecha, como se ve, sin sujetarse a los pro-
cedimientos indicados por la Medicina legal . (Léase el Ane-
xo 14: "Opinión de un armero diplomado ".)

Todo este análisis, señores magistrados , produce una


sensación de pasmo.
El error y el prejuicio, mejor dicho , el prejuicio creando
el error, parecen haber tejido en torno del criterio del autor
tupida telaraña, que le oculta los vivos destellos de la Cien-
cia y del acierto.
Para el autor del dictamen, como se ve, la palabra del
doctor Antonio Miró Quesada tiene todos los signos de la
omnisciencia, tiene todos los caracteres de la pontifical in-
falibilidad : ella ha decidido rotundamente su impresión
personal y su prejuicio sobre los hechos, y a ella ha confor-
mado toda su elucubración pericial.
Y el dictamen, a este efecto, se vende y se descubre a
cada paso. Su tercera conclusión dice textualmente lo si-
guiente : "La relación hecha por los testigos presenciales
del hecho, concuerda perfectamente con los postulados de la
Ciencia médicolegal. "
Esta conclusión del dictamen nos da, por labios de su
propio autor, la clave para interpretarlo.
230 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"La versión hecha por los testigos concuerda con los pos-
tulados de la Ciencia médicolegal . "
Todo aquel que iea un tratado de lógica, sabe, señores
magistrados, que la Ciencia tiene tres clases de principios :
las postulados, los axiomas y las leyes.
Las leyes son verdades demostrables , porque encuentran
la corroboración de los hechos, o porque desprenden natu-
ralmente su verdad de otras leyes cuya certidumbre está
verificada . Las leyes son, pues, principios que tienen la ga-
rantía de su demostración experimental.
Sólo hay leyes propiamente dichas en las ciencias físi-
cas y naturales .
Los axiomas son verdades que en su sola enunciación
abarcan la prueba de su verdad. Negarlos es negar la ila-
ción misma del pensamiento. Un axioma reposa en la impo-
sibilidad mental de poder concebir lo contrario.
Hay axiomas solamente en las ciencias matemáticas.
Los postulados son principios vigentes tan sólo en las
altas leyes cósmicas y en las investigaciones de orden mo-
ral ; y cuya verdad hay que admitir, porque en caso de no
hacerlo, otras verdades ya aceptadas quedarían sin expli-
cación.
Para el perito informante hay que admitir la verdad de
"los postulados médicolegales " que sienta, porque sin ellos.
la versión del doctor Antonio Miró Quesada quedaría sin
explicación.
Voy a permitirme decir al señor profesor de Medicina
legal de la Universidad Mayor, de San Marcos, que no
existen postulados de ninguna clase en la Ciencia cuya cá-
tedra regenta ; que sólo existen postulados en la fundamen-
tación de las más elevadas leyes cósmicas, y en la funda-
mentación de las más elevadas leyes morales.
He de decirle que la Medicina , en la cual el perito está
graduado , es ciencia de observación , en la que todo proceso
especulativo solamente adquiere valor cuando recibe la con-
firmación de la realidad . Que la hipótesis de Pasteur , por
ejemplo, sobre la microbiología y parasitología, sólo fué
una verdad cuando el microscopio evidenció la existencia
de las bacterias y de los bacilos.
He de decirle que el derecho es una disciplina normati-
va que formula preceptos y reglas ; y que el derecho de
castigar que es la más grave y trascendente atribución del
EL LIBRO DE MI PROCESO 231

Estado, no puede separar a un hombre del consorcio civil,


ni marcarle con el estigma de una condena, sobre la base
de láminas desconformes con la realidad original que re-
producen, sobre medidas que la anatomía y el metro no to-
leran, sobre trayectorias bosquejadas al azar, mediante el
recurso de ubicar el proyectil donde no ha estado, bajo el
auspicio de textos citados truncamente, a mérito de expe-
riencias realizadas contra los preceptos terminantes de la
Ciencia y, en fin, señores magistrados, en el terreno move-
dizo de las conjeturas, de los prejuicios y de los escarceos
imaginativos .
Le diré, con toda firmeza , que establecer postulados en
la Ciencia médicolegal a que se dedica es rebajar esta dis-
ciplina de su categoría de investigación científica para con-
vertirla en una técnica inferior como la arquitectura, que
acomoda las leyes de la mecánica a los gustos particulares
del propietario que quiere edificar una vivienda.
Le diré igualmente que su dictamen es un artefacto mal
ensamblado y confeccionado para corroborar hechos que se
admiten de antemano , por el solo homenaje social a la pa-
labra del doctor Miró Quesada .
He de decir también, señores magistrados, que la pala-
bra de un hombre puede tener el valor social que quiera
otorgársele ; pero que en los dominios de la Ciencia es tan
extraña como lo son las supersticiones del vulgo , los prejui-
eios colectivos y las alusiones populares .
Por otra parte, ese doblado rendimiento a las palabras
de un hombre que, no obstante su distinción social , no es
personaje mesiánico, cuyo testimonio puede adoptar los ca-
racteres de una revelación intangible, es la expresión más
rotunda del criterio de autoridad, manifestación a su vez
del criterio teológico , que es el más anticientífico de todos
los criterios. Si el doctor Avendaño fuera astrónomo, obje-
taría a Copérnico que no es la Tierra la que se mueve alre-
dedor del Sol, sino que es el Sol el que se mueve alrededor
de la la Tierra , porque en el texto sagrado de la Biblia Jo-
sué le dijo al Astro Rey: ¡ Párate, Sol !
Con este criterio , el doctor Avendaño sería capaz , desde
el punto de vista médico, de objetar la eficacia de los pro-
cedimientos analgésicos de su colega el doctor Febres Odrio-
zola para producir el alumbramiento sin dolor, fundándose
232 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en que Jehová maldijo en la persona de Eva a todas las


mujeres, diciéndoles : "Pariréis con dolores..."
Intimamente persuadido, como se halla, el autor del dic-
tamen de que el doctor Miró Quesada es incapaz de mentir,
olvidando que, según las leyes psicológicas, el hombre pue-
de incurrir en error y sostener una versión contraria a la
realidad, sin que por eso pueda sufrir en lo más mínimo
su veracidad , recurre a todos los vericuetos de su conciencia :
desvía la trayectoria del proyectil tantos grados como es
necesario para probar que el disparo fué hecho a la distan-
cia de tres metros diez centímetros ; coloca la bala en el
isquión, porque así conviene a sus planes ; nos descubre que
los intestinos son más resistentes que los cilindros sólidos,
y nos sorprende afirmándonos que una bala que ha perdido
ya tanto de sus fuerzas que se desvía ante un simple intes-
tino, readquiere esas fuerzas, sin embargo , después de des-
viada y va a incrustarse en un hueso. Trata de probarnos,
inmediatamente después, que en un disparo hecho con arma
de fuego moderna y con proyectil cilindrocónico y encapsu-
lado, cabe la posibilidad de una desviación que sólo ocurre,
según los textos y según la práctica, con las balas esféricas
de las antiguas pistolas.
Pero, lo que es más grave, a pesar de manifestar que
está incapacitado para reproducir con toda exactitud el
trayecto sinuoso del proyectil en el cuerpo del herido , sin
embargo se atreve a delinear el sinuoso recorrido en la lá-
mina núm. 2, y termina el párrafo diciendo : " Este es el
trayecto que siguió el proyectil en el interior de la cavidad
abdominal y al que hay que referir la línea exterior de
tiro..."
Sobre tal cúmulo de conjeturas, de errores, de premisas
reconocidas solamente como probables, de férvidos encomios
a la versión de los declarantes, se edifica el castillo de naipes
de este dictamen pericial y se pone a uno de los más gran-
des hombres del Perú en inminencia de ir a presidio.
No, señores magistrados ; yo debo solicitar toda vuestra
fatigada atención para escucharme pacientemente, porque
estoy convencido de que vosotros desestimaréis un dicta-
men tan inconsciente y tan erróneo. La Ciencia, señores
magistrados, es una investigación de leyes causales . La ley
de la causalidad no sólo presupone que todo hecho tiene su
EL LIBRO DE MI PROCESO 233

razón de ser, sino que sostiene que las causas tienen efectos
fijos y predeterminados . Introducir la contingencia , el ca-
pricho y la arbitrariedad en el campo de la Ciencia externa,
es socavar completamente las bases mismas de su funda-
mentación.
La Ciencia sólo puede sentar conclusiones terminantes
cuando ella constata o respeta una relación de causalidad
determinista. El libre arbitrio, el azar y la libertad puede
explorarlas el Arte, puede sondearlas la intuición ; pero sus
datos quedarían siempre en el nebuloso dominio de la hi-
pótesis , mientras la Ciencia no imponga en ellos el fiat-lux
de la demostración y les dé el espaldarazo de la verificación
experimental.
Leverrier, estudiando las anomalías inexplicables de la
trayectoria de Urano, llegó a concebir la existencia de un
planeta más distante que retardaba sus movimientos ; pero
esta previsión no perdió su carácter de hipótesis sino cuan-
do más potentes telescopios llegaron a descubrir, perdido en
los confines del sistema planetario, la helada masa de
Neptuno.
Pero este dictamen se atreve, no siquiera a abrir la posi-
bilidad de que las leyes balísticas hayan podido ser contra-
rrestadas por la acción de concausas desviatorias, sino que
se atreve a afirmarlo , a calcularlo y a delinearlo : más aun,
se atreve a precisar, con rigidez matemática, el tanto de
azar, el coeficiente de contingencia , la proporción numérica
del capricho.
Con la progresión aritmética del error y la progresión
geométrica del prejuicio, se levanta así el logaritmo de te-
meridad que es este dictamen pericial .
Según la balística y la anatomía, el disparo no ha podi-
do ser hecho sino a cortísima distancia ; según el don hi-
pocrático del dictaminador, ha sido hecho a apreciable ale-
jamiento. El Tribunal tiene que declarar que aunque el ojo
clínico del doctor Avendaño inspira confianza a su clientela
particular, no puede decidir el voto solemne y convencido
de un Tribunal de Justicia, que ha encomendado a su com-
petencia levantar un edificio de solidez científica y no la
hojarasca inconsistente de esta reconstrucción imaginativa.
(Léase el Anexo núm. 15: "Los procedimientos del perito
convencional") .
234 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Recapitulando toda mi argumentación, se desprenden


las siguientes conclusiones :
1. El dictaminador funda todo su estudio en los datos
suministrados en un acta y protocolo de autopsia que él
mismo estima deficientes y contradictorios , y en vez de abs-
tenerse de opinar sobre bases que juzga deleznables o de
solicitar una exhumación del cadáver para tomar datos me-
jores, emite, sin embargo, su dictamen. Este dictamen emer-
ge, pues, con un defecto lógico insubsanable . Acomete una
inducción sin datos experimentales, lo cual obliga a su autor
a forjar los hechos a la medida de la tesis preconcebida que
trata a todo trance de sostener.
2. El dictamen adolece de una transmutación lógica
de conceptos. A los datos proporcionados por el acta y pro-
tocolo de autopsia los juzga el doctor Avendaño no sólo re-
lativos, sino problemáticos e inciertos. Pues bien ; la lógica
nos dice que, así como no se puede pasar de premisas nega-
tivas a conclusiones positivas, ni de premisas hipotéticas a
conclusiones categóricas, tampoco se pueden obtener de pre-
misas problemáticas conclusiones asertóricas. Hacerlo como
lo hace el dictamen , significa ponerse fuera de los principios
inmutables que rigen el discurso del pensamiento y las leyes
del raciocinio para cometer un atentado lógico que envuel-
ve una temeridad científica.
3. El dictamen, al pronunciarse sobre las causas de la
muerte de Edwin Elmore Letts y al juzgar que ella fué
producto lógico de la lesión inicial de necesidad mortal,
sienta un principio falso , según los ejemplos vivos de la
experiencia. La lógica nos dice que de premisas falsas no
pueden sacarse consecuencias verdaderas.
4. Las pruebas presentadas ante vuestros ojos y de
rivadas de la superposición de pelvis naturales sobre el di-
bujo presentado por el perito , indican que éste ha fundado
todos sus raciocinios sobre bases irreales . El sentido común
afirma que la irrealidad de las bases acarrea la irrealidad
de las conclusiones que de ellas se derivan. El dictamen tie-
ne la mancilla del error, y del error no puede desprenderse
la verdad.
5. El perito ha tomado en su dibujo, signado con el
núm . 2 , la medida directa entre el orificio de entrada del
proyectil y su punto de alojamiento, que es de 18 centíme-
tros para él, pero de 20 centímetros 2 milímetros para la
EL LIBRO DE MI PROCESO 235

anatomía. Ha tomado la distancia entre los planos horizon-


tales, que para él es de 10 centímetros, pero que es de 12
centímetros para la anatomía.
Ha tomado la distancia entre los planos verticales de
izquierda a derecha, que para él es de 14 centímetros , pero
que para la anatomía y el señor Director de la Morgue es
de 18 centímetros.
Señores magistrados : la tesis preconcebida que el peri-
to se ha propuesto demostrar le hace olvidar la más impor-
tante de todas las medidas, o sea la de los planos verticales
anterior y posterior, que según las medidas tomadas por el
Juzgado es tan sólo de cinco centímetros, revelando así, en
forma evidente, la casi verticalidad del disparo.
El punto de entrada y el de alojamiento no son los pun-
tos extremos de la diagonal trazada en una superficie, sino
los puntos extremos de una diagonal trazada en un parale-
pípedo.
El dictamen tiene, pues , la omisión del dato esencial y
más importante para apreciar la dirección y la distancia
del disparo ; y, por lo tanto, todas las conclusiones del dic-
tamen sobre este punto quedan absolutamente invalidadas
por la insuficiencia de los datos inductivos en que reposan.
6. Del dictamen queda probado que si el proyectil hu-
biera seguido la trayectoria rectilínea normal , el disparo no
podría haber sido hecho sino a la distancia menor de un me-
tro. Y eso es precisamente lo que expresa una de las versio-
nes : la versión del acusado.
7. Para apoyar la versión del testigo doctor Miró Que-
sada es necesario someter los hechos al potro de las más
graves torturas. Hay que imaginar que el proyectil no res-
petó la regla, sino que incurrió en una excepción ; hay que
sostener que los intestinos pudieron desviar la bala, al igual
que ocurre en los huesos ; hay que presumir, contra lo que
dice la balística, que un proyectil cilindrocónico de arma
moderna se comporta al igual que los proyectiles esféricos
de las antiguas pistolas ; hay que atreverse a idear un re-
corrido caprichoso , sinuoso y en zigzag.
Pues bien, señores vocales ; no obstante la trayectoria
normal y, por lo tanto, la única científicamente presumible,
se aviene y se conforma con una de las versiones , como es
la versión de mi defendido, el peritaje tiene la audacia ne-
gativa de descartarla y la audacia positiva de dibujar la
236 JOSÉ SANTOS CHOCANO

trayectoria caprichosa , de fijar las contingencias del azar


y de dar expresión geométrica y fórmula matemática a los
devaneos de una imaginación ofuscada.
8. Tenemos que convenir en que los doctores Accinelli
y Pastor, que hicieron la autopsia, vieron en el cadáver de
D. Edwin Elmore Letts los rastros y las huellas de la tra-
yectoria del proyectil.
Tenemos que convenir en que el doctor Avendaño no ha
percibido dichas huellas ; pero que las reconstituye, sin em-
bargo.
El doctor Accinelli dice, en la página 316 de este proce-
so y lo repite aquí, que la trayectoria fué directa y rectilí-
nea, desde el punto de entrada próximo a la espina ilíaca
superior izquierda, hasta el punto de alojamiento en el hue-
so isquio-pubiano de la cadera derecha. La constatación
del perito que vió se conforma con la versión de mi defen-
dido .
El doctor Avendaño, que es el perito que no vió, dice
que la trayectoria fué sinuosa , para apoyar la descripción
de hechos del doctor Miró Quesada.
Preferir esta opinión a aquélla , es preferir al dato de
constatación el dato de imaginación ; es preferir a lo que se
observa lo que es simplemente idea.
Yo no atino a concebir en qué podría fundarse vuestro
criterio , señores vocales, para decidir que la clarividencia
del doctor Avendaño pueda tener más valor que los datos
recogidos por el doctor Accinelli en el cuerpo mismo del
herido.
9. El doctor Avendaño presume que la bala perdió
tanto de su fuerza en el interior del cuerpo del occiso , que
la última asa intestinal que tocó pudo haberla desviado . La
imposibilidad de dicha desviación se demuestra por el he-
cho de que la bala conservó, sin embargo, tal fuerza viva,
que fué a incrustarse completamente en el hueso isquio-
pubiano de la cadera derecha .
10. Otra razón que alega el doctor Avendaño para
juzgar que el disparo fué hecho a corta distancia apreciable ,
estriba en que el orificio de entrada del proyectil es de diá-
metro menor que el proyectil mismo .
Está probado, por la lectura del tratado de Cevidaili y
hasta por la propia experiencia hecha por el doctor Aven-
daño, que aun en disparos hechos a corta distancia el orifi-
EL LIBRO DE MI PROCESO 237

cio de entrada es siempre, por elasticidad de la piel, infe-


rior al diámetro del proyectil.
11. Juzga el doctor Avendaño que el disparo no ha
podido ser hecho a corta distancia porque no hay tatuaje
en la piel, olvidando que mal puede la pólvora atravesar
las tres capas de la tela del saco, las tres capas de la tela
del pantalón , el calzoncillo y la camisa, para ir a salpicar
la piel. Suponer que pudiera haber tatuaje por efecto de
una bala que antes de haber perforado la piel ha atravesa-
do dos capas de tela de casimir, una capa de crin del saco,
el forro del saco, las dos telas de tocuyo del bolsillo del
pantalón y la seda del calzoncillo y la camisa , es tan ab-
surdo que sólo la ofuscación que ha padecido el perito pue-
de haberla olvidado .
12." La experiencia realizada en las ropas para cons-
tatar el paralelismo de los agujeros del pantalón es pueril.
Para constatar dicho paralelismo habría que investigar si
el occiso acostumbraba a usar altos o bajos los tirantes y
abrochada o suelta la americana.
Afirmar que cuando el maniquí tenía los brazos hacia
abajo los agujeros no correspondían, y sí cuando el mani-
quí se ponía con los brazos a la altura del hombro, precisa-
mente como dice el doctor Antonio Miró Quesada que era
la actitud de Elmore en el momento de ser herido , es algo
tan poco serio, tan grotesco , que produce una sensación de
pasmo el que pueda haber llegado hasta ese punto, en el
afán de querer corroborar la versión del testigo Miró
Quesada.
13. Haber hecho sobre cartulinas las experiencias re-
lativas a la deflagración de la pólvora, teniendo el perito
a su disposición las ropas mismas con las cuales ha podido
hacer cuantas pruebas hubiesen sido necesarias , es realizar
experiencias desprovistas de seriedad científica y encamina-
das solamente a apoyar una tesis ya aceptada de antemano.
14.a Por último, señores de la Sala, el doctor Avenda-
ño ha prescindido de sacar conclusión alguna del hecho de
que la zona de erosión correspondiente al orificio de entrada
del proyectil es elíptica y se encuentra apergaminada en
su parte superior. Y hemos visto que , según las más nota-
bles tratadistas de Medicina legal, ese hecho tiene una im-
portancia enorme para la investigación ; a punto tal que
está perfectamente establecido el principio de que, cuando la
238 JOSÉ SANTOS CHOCANO

zona de erosión es elíptica o excéntrica, el tiro ha tenido


que ser oblicuo, y que cuando su eje mayor es de arriba
hacia abajo, estando los contendores en el mismo plano , el
disparo ha tenido que haberse producido también de arriba
hacia abajo.
Consultad con vuestra conciencia, señores magistrados;
consultad con la vuestra , señor Fiscal ; consultad también
vosotros los que asistís a esta audiencia, aunque a ella os
traiga la simpatía para con el extinto , y decidme si el dic-
tamen pericial que vengo analizando y que en concepto del
Ministerio Fiscal es la base para la acusación contra Cho-
cano, puede resistirse a las tenazas estrangulatorias de es-
tos raciocinios concluyentes .
Habiendo caído por su base el dictamen pericial del
doctor Avendaño , sobre el que estaba basada, ha caído tam-
bién la acusación fiscal .
Yo, por eso, confiadamente espero que el señor Fiscal,
después de haber escuchado este extenso análisis del docu-
mento pericial, tendrá que modificar sustancialmente su acu-
sación. (Léase el Anexo núm . 16: " Contradicción funda-
mental del pseudo-peritaje ").

Abordemos ahora de lleno el problema jurídico , es decir,


veamos dentro de qué disposiciones legales cabe enmarcar
el suceso, materia del juicio que se ventila.
Nuestra Legislación establece que para que quede au-
torizado el empleo de los medios de defensa individuales,
en lugar de los recursos sociales, es menester que concurran
tres circunstancias :
1. Agresión ilegítima.
2. Falta de provocación suficiente de parte del que
hace la defensa.
3. Necesidad racional del medio empleado para impe-
dir la agresión o repelerla .
Elmore injurió a Chocano al solidarizarse con Vascon-
celos con motivo del artículo en que tal escritor mexicano
lanzaba el epiteto de vil contra Chocano. Califico, sin em-
bargo, esa injuria de leve : tenía la apariencia de homenaje
tributado a las ideas de un hombre a quien se titula pensa-
EL LIBRO DE MI PROCESO 239

dor, y, por lo tanto , dicha actitud no podía suscitar enojo


serio en mi defendido.
Elmore da una conferencia por broadcasting, dirigida
exclusivamente contra mi defendido . Si en el entusiasmo de
la disertación Elmore no se excedió de los términos del texto
de dicha conferencia que se ha presentado, titularé también
las injurias proferidas en ella como leves .
En esa conferencia dice Elmore que Chocano se opone
a los ideales renovadores " por razones más o menos confe-
sables". Con manifiesto propósito de hacerle un rasguño,
le llama : " el aun no bastante célebre Chocano ".
Es muy verosímil, señores vocales, que pronunciara fra-
ses más graves, cuando D. Antonio Garland Sánchez , direc-
tor artístico de ese servicio, inmediatamente después de ter-
minada la conferencia , hizo saber a todos los abonados que
el estudio de la broadcasting no se solidarizaba con los con-
ceptos vertidos por el conferencista.
El artículo que remitió Elmore a La Crónica contiene
injurias gravísimas contra mi defendido . En él le negaba
tener sensibilidad moral ; decía que sus armas eran la astu-
cia, la adulación y el servilismo ; le consideraba entregado
al culto de Baco, celebrando con perfecta liturgia sus satur-
nales, y atado a un buen pesebre.
Para repeler tan ilegítima agresión de palabras sin pro-
vocación alguna por parte de Chocano, éste empleó un me-
dio similar. Le llamó por teléfono , y, so capa de una pre-
gunta inocente , le lanzó una indicación tendenciosa y des-
agradable, destinada no a injuriar, sino a decidir el ánimo
de Elmore para rendirle la satisfacción que le pedía. Es
decir, a la ofensa escrita respondió Chocano con la ofensa
verbal. Por otra parte, mientras que la conferencia por
broadcasting la escucharon los mil abonados a ese servicio,
y el artículo llevado a La Crónica lo leyó todo el cuerpo de
redacción de ese diario y al día siguiente lo conocían todos
los elementos intelectuales de la capital, la llamada telefó-
nica no tuvo testigo alguno , sino que fué estrictamente con-
fidencial.
En esta primera etapa de la desavenencia queda, pues,
probado que Elmore fué el provocador y que Chocano res-
pondió a una pública ofensa de palabra con una repulsa
privada del mismo género .
La acometividad de Elmore abre una nueva etapa : la
240 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de las vías de hecho, las cuales buscó con tesón en toda la


tarde del día del suceso . Sus pesquisas para dar con Cho-
cano, a pesar de lo minuciosas e insistentes que fueron, se
frustraron. Desgraciadamente, la fatalidad se lo puso frente
a frente : verlo y agredirle fué cosa de un instante. Para es-
clarecer si la agresión de Elmore fué legítima, hay que te-
ner en cuenta sólo esta segunda etapa. La otra cuenta es-
taba saldada . En la vía de las palabras fué Elmore el pro-
vocador. Chocano se defendió siempre en el terreno de las
palabras. Sólo cuando Elmore inició las vías de hecho , fué
que Chocano se vió en la dolorosa necesidad de tener que
recurrir también a ellas.
La agresión de Elmore tiene, pues, todos los caracteres
de la más absoluta ilegitimidad. Él nabía sido el reiterado
e inmotivado provocador ; no agredió por defensa, no agre-
dió por insulto acabado de recibir, no agredió por esa pre-
sión difusa que ejercen los circunstantes que presencian un
vejamen sobre el espíritu del hombre que lo recibe. El pre-
meditó la agresión ; la buscó vehementemente , y acudió a
cuantos sitios creyó que podrían brindarle la oportunidad
de llevarla a cabo.
Yo pregunto, señores : Si Elmore en una polémica bus-
cada por él, llevada al terreno de los insultos por él , inicia-
da en una conferencia pública y reiterada en un artículo
de periódico por él , se sintió ofendido más gravemente que
lo que él había llegado a ofender a su atacado , ¿ su camino
era buscar a Chocano para agredirlo ? ¿ Un acto de esta na-
turaleza puede revestir los caracteres de un ataque legíti-
mo? No, señor Fiscal.
En las ofensas inferidas al honor, hay que tener en cuen-
ta la calidad y la cantidad de ellas.
Si me dicen " ignorante" y contesto " ladrón" , hago un
insulto de cantidad mayor, pero de la misma calidad , por-
que recurro a la vía verbal y respondo a palabras con pa-
labras.
Si me dicen "ignorante" y pego a quien me lo dice, pro-
duzco una reacción de diferente calidad y de diferente can-
tidad, porque del orden verbal paso al orden de la violencia
física.
La agresión de Elmore es , pues , ilegítima, señor Fiscal ;
porque es ilegítimo pasar de la vía de las palabras a las
vías de hecho, y mucho más todavía por parte del que ini-
EL LIBRO DE MI PROCESO 241

ció las ofensas. Pero no sólo es ilegítima la actitud de Elmo-


re, sino que ni siquiera está revestida de atenuantes. Si la
conversación telefónica hubiera sido conversación frente a
frente, Elmore, para pasar a la agresión personal , habría
podido alegar la disculpa de la irritación de momento que
le hubieran producido de momento las palabras del Poeta .
Pero después de cuatro horas de que Chocano le devuelve
las injurias que días antes y reiteradamente había recibido
de él, ¿ resulta explicable su actitud ?
Usted, señor Fiscal , dice que no es dable argüir el que
la agresión de hecho emprendida por Elmore fuera ilegíti-
ma, y menos que se produjera sin causa y sin provocación
por parte de Chocano. ¿ De modo que para su criterio, señor
Fiscal , el que inició la agresión en la vía de las palabras
fué Chocano? ¿ De modo que el telefonema obedece a que
un buen día Chocano amaneció malhumorado y la arreme-
tió, sin más ni más, contra D. Edwin Elmore ? ¿De modo
que el artículo llevado a La Crónica era inofensivo ?
Yo me pregunto, señores : ¿El artículo de Elmore era o
no injurioso? Yo creo que ya no puede insistirse más en la
discusión de este asunto después de aquellos párrafos que
os he leído . Me parece que no es un exceso de defensa , sino
una reacción muy excusable llamar por teléfono y decirle
en privado cuatro cosas desagradables a aquél que en pú-
blico nos ha dicho histrión , servil , adulador , dedicado al
culto de Baco, entregado a las saturnales ; a aquél que nos
quiere cubrir con un manto de decencia ; aquél que nos nie-
ga tener sensibilidad moral , nos llama idiota y nos juzga
atado a buen pesebre.
En un informe tan sesudo como el de usted , señor Fis-
cal, que demuestra que no es el rutinario acusador de oficio ,
sino el funcionario docto y ponderado, consciente de su alta
misión, no se puede suponer sino que no ha fijado usted su
atención sobre el artículo de Elmore, ni ha reparado usted
en todo el virus que ese artículo encerraba.
Su elevado criterio, señor Fiscal ; su concepto personal
y jurídico de la dignidad , tendrán que reconocer que la con-
ferencia por broadcasting fué una provocación contra Cho-
cano : la prueba de ello está en que D. Antonio Garland
Sánchez declaró a quienes la oyeron que la Dirección de
ese servicio no se solidarizaba con los conceptos de Elmore.
Tendrá que reconocer que el artículo de Elmore llevado a
16
242 JOSÉ SANTOS CHOCANO

La Crónica era aún más injurioso y provocativo para Cho-


cano : la prueba de ello la tiene el señor Fiscal en que el
cuerpo de redacción de ese diario se negó a publicar el ar-
tículo precisamente por esas razones. La prueba definitiva
la tiene usted , señor Fiscal, en las propias palabras de Bal-
troy publicadas en El Día, de Montevideo. De ese modo
tendrá que reconocer el señor Fiscal que el telefonema de
Chocano no es la causa ab-initio del suceso ; que ella no es
sino el desahogo espiritual de mi defendido ante las graves
injurias que contra él se estampaban en el artículo de El-
more. Tendrá, pues , que reconocer que es este artículo el
que tiene indiscutiblemente que servir como punto de par-
tida para el análisis legal del proceso para precisar quién
fué el provocador y para estudiar si la agresión de Elmore
tuvo o no el carácter de legítima.
No hay que confundir dos situaciones distintas. Mi de-
fensa no se cansará de repetir que, al artículo injurioso de
Elmore , Chocano respondió con la hiriente pregunta del te-
lefonema. Esto en la vía de las palabras .
No se cansará igualmente de repetir mi defensa que a la
agresión a puñadas de Elmore, mi defendido recurrió a la
defensa a puñadas ; luego , a la defensa a viva fuerza ; luego,
empleando el bastón ; y sólo, al fin, sacando el arma. Hasta
aquí las vías de hecho.
La agresión de Elmore es, pues, ilegítima, porque ha sido
ejercitada por la misma persona que, inmotivadamente y
sin provocación alguna , inició las injurias de palabras ; por-
que su actitud no tiene atenuante, ni siquiera por las ofus-
caciones del momento ; y porque es francamente premedi-
tada, como consta en autos .
Es indisculpable que el agraviado , como hombre de cul-
tura superior, recurriera al recurso plebeyo de un pugilato,
posponiendo los recursos caballerescos establecidos precisa-
mente para hombres de su posición social.
El mismo Elmore no se juzgó, de seguro, tan despropor-
cionadamente respondido en sus injurias cuando no utilizó
su condición de ofendido retando a duelo o Chocano . La
carta que quería publicar en El Comercio entregaba espon-
táneamente esa condición a Chocano, al cual, si la carta
se hubiese publicado, no le habría quedado otro recurso que
el envío de padrinos, caso en el que , puedo afirmarlo , Elmo-
EL LIBRO DE MI PROCESO 243

re, por su temperamento y por su carácter, no habría podi-


do sino acudir al lance.
Está, pues, probada la concurrencia de dos de las con-
diciones que nuestro Código establece para legitimar los
actos de defensa. El agraviado fué el provocador. La agre-
sión que llevó a vías de hecho el agraviado fué ilegítima.
Veamos, ahora, si los medios empleados por Chocano
para repeler la agresión tuvieron o no a sus ojos el carácter
de medios racionales .
Ante todo, debo manifestar que el criterio de todos los
penalistas está conforme en considerar que, para apreciar
si hay o no exceso de defensa, es menester contemplar no el
riesgo o peligro que se corre en sí mismo, sino el riesgo o
peligro tal como se ha presentado a la imaginación o im-
presionabilidad del agredido.
En todas las etapas de este proceso hemos visto ya que
Chocano actúa a la defensiva . A las injurias escritas y
públicas de Elmore, respondió con injurias en privado, es
decir, con una reacción de la misma calidad aunque de me-
nor cantidad.
A la agresión de Elmore, es decir, en las vías de hecho,
respondió con las vías de hecho, y siempre guardando si-
metría y proporción con la magnitud del ataque de que era
víctima. Chocano fué elevando gradualmente sus medios de
defensa, conforme crecía el ímpetu del ataque y conforme
constataba la inferioridad de los medios de defensa que él
iba utilizando . A las primeras puñadas , respondió con pu-
ñadas. Así lo declaran los mismos testigos en que se apoya
la acusación . El ataque prosigue, y entonces recurre a abra-
zarse a su contendor para sujetarlo . Así lo declaran también
dichos testigos. Sigue llevando la peor parte, y entonces
recurre al bastón ; lo pierde en la pelea . Froylán Miranda
Nieto declara haber recogido el bastón, que estaba tirado
en el hall, y habérselo devuelto a Chocano después del su-
ceso. Elmore logra asirlo por el cuello, conforme lo decla-
ran el doctor Antonio Miró Quesada y D. Lamberto Cobos:
la presión que se ejercía sobre sus órganos respiratorios le
dificultaban a Chocano el ejercicio de esta función ; y así
es cómo los testigos de referencia declaran que era arrastra-
do y golpeado, sin poderse, naturalmente , ya defender . Sólo
entonces saca el revólver y lo pone "en alto ", para intimidar
a su contendor; así lo declaran D. Tomás Miró Quesada y
244 JOSÉ SANTOS CHOCANO

D. Froylán Miranda Nieto. Elmore puede arrebatarle el


revólver a Chocano, como le había arrebatado el bastón, y,
dada su superioridad física , lo habría obtenido , si no se pro-
duce el disparo.
A Chocano, pues, se le presentó la necesidad racional de
sacar el arma. En el pugilato fué anonadado por el diluvio
de golpes que le descargaba su contendor. En el cuerpo &
cuerpo fué repelido ; el bastón le fué arrebatado ; la presión
que sufría en el cuello le hizo sentir los síntomas de la as-
fixia y la posibilidad de ser arrojado contra el suelo . Quizás
uno de los movimientos hechos por Elmore durante la pelea
le hizo llevar la mano derecha hacia atrás . Chocano vislum-
bró la eventualidad de que Elmore estuviese armado , lo que
era una posibilidad verosímil, dada la agresión y las cir-
cunstancias como ésta se produjo .
Abordemos ahora un punto médico de carácter impor-
tantísimo, y es el siguiente : ¿ Cuál es la repercusión que so-
bre la vida puede originar una fuerte presión en el cuello?
Botey, en su obra Otorrinolaringología, página 656 , dice que
"un choque violento sobre la laringe puede originar muerte
instantánea por el mecanismo de las acciones y reflejos in-
bitorios".
El mismo Botey manifiesta que un traumatismo sobre
el cartílago tiroides puede ocasionar un mutismo histérico
de larga duración .
Toda violencia ejecutada sobre el cuello envuelve , pues,
caracteres peligrosísimos, no sólo por la sofocación, la con-
siguiente alarma y los actos reflejos automáticos que pro-
duce, sino también por la gravísima repercusión que sobre
la vida puede adquirir. El estrangulamiento no sólo se pro-
duce por estrechar la laringe entre los dedos, sino también,
como lo explica Lombroso en la página 182 de su Tratado
de Medicina legal, por oprimirla con la mano contra la co-
lumna vertebral, que es precisamente el caso ocurrido a
Chocano desde que Elmore, al introducir su mano tras el
cuello postizo de la camisa, le comprimía efectivamente la
laringe contra las vértebras cervicales .
Son tan peligrosas estas presiones sobre el cuello que,
según la opinión de Tardieu , recogida por Balthazard en la
página 175 de su Medicina legal, la presión ejercida sobre
la parte anterior del cuello determina una muerte más rá-
pida que cuando la constricción es ejecutada con un lazo.
EL LIBRO DE MI PROCESO 245

Pero no sólo voy a referirme a los casos de compresión


enérgica. Según Vilbert, Manual de Medicina legal, pági-
na 177, "la simple conmoción y la sacudida de la laringe
ejercen un papel importante en ciertos casos en que la muer-
te sobreviene por acción refleja o inhibitoria".
Queda, pues, perfectamente establecido que la presión
ejercida por Elmore sobre el cuello de Chocano, no sólo pro-
dujo en él fenómenos de sofocación causantes de la más
grande alarma en su espíritu, sino también que esas con-
mociones y sacudidas de la laringe suelen ser mortales , y
si suelen ser mortales en sujetos sanos, con mayor razón en
persona que, como Chocano, adolece, según el certificado
que le ha expedido el doctor Guillermo Gastañeta, de una
amigdalitis bilateral crónica , y que además tiene en la gar-
ganta un infarto bien apreciable de los ganglios linfáticos
submaxilares.
¿Cabe, pues, decir, señores de la Sala, que ha habido
exceso en la defensa de Chocano? Estando probado como
está que Elmore le sujetaba por el cuello , ¿ no es de imagi-
nar el trastorno que en la respiración sufriría un hombre
de cuello bajo y grueso como Chocano? ¿ Su acto de defen-
sa puede considerarse como inspirado por la saña o por la
venganza? No, señores de la Sala. Que Chocano al sacar
el revólver lo puso " en alto ", está probado . No puede ser
más claro el propósito de intimidar al agresor. No puede
ser ésa nunca la actitud del hombre que saca el arma con
anticipado propósito de disparar. Producido el disparo, y al
retroceder Elmore, Chocano se abstuvo de disparar , no obs-
tante de que en el tambor de su revólver aún le quedaban
los cuatro tiros restantes . Alejado ya Elmore de él, la ur-
gencia defensiva había cesado ; y, por lo tanto, Chocano se
mantuvo a la expectativa. En esa actitud vió a Elmore lle-
varse las manos al vientre y salir del local . Mi defendido ,
entonces, llamó a voces a don Antonio Miró Quesada, due-
ño de la casa ; le presentó sus excusas ; le entregó el revól-
ver, y se dió preso .
Chocano no ha sido, pues, en ningún momento el provo-
cador. La primera y la segunda agresión de Elmore, esto es,
la agresión de palabras y la agresión de hecho han sido
igualmente ilegítimas. Chocano se vió en la necesidad ra-
cional de sacar su arma : sólo después de producirse el dis-
paro cesó la agresión, que por ningún otro medio ( aunque
246 JOSÉ SANTOS CHOCANO

lo intentó) pudo llegar a repeler. Se trata, pues, de un caso


típico de legítima defensa , es decir, de un caso absoluta-
mente exculpatorio de responsabilidad. (Léase el Anexo nú-
mero 17: "Legítima defensa ".)

Hay otro punto por esclarecer, muy interesante para la


comprensión de este proceso.
Según la ciencia penal, es delito toda acción culpable
contraria al derecho y castigada, por tanto, con una pena.
La culpabilidad, propiamente dicha , deriva del dolo , y el
dolo proviene de la intención . No hay delito donde no hay
dolo, y no hay dolo donde no hay intención dolosa.
Hay intención cuando el acto se realiza con clara con-
ciencia de la actividad que se despliega y del resultado
que, mediante ella, va a obtenerse. Es , pues , esencial a la
intención dolosa la previsión de las consecuencias , que de
la ejecución del acto van a desprenderse .
Un acto no es , pues, punible , sino cuando es intencional.
Y ello resulta natural porque el derecho tiende , día a
día, a un proceso de espiritualización, consecuente con el
creciente afianzamiento de su base ética, que hace que apar-
te su mirada de la constatación de la simple observancia
objetiva aparente y formalista del precepto legal , para de
tenerse a meditar sobre los móviles que impulsaron a un
sujeto agente, para así emitir veredicto sobre la licitud o
ilicitud de los actos que ha ejecutado .
Veamos si el acto realizado por Chocano, desde el punto
de vista de su gestación espiritual, revelada por las mani-
festaciones de ejecución, reúne los caracteres de la inten-
cionabilidad para ser considerado como culpable.
Sea que el disparo se haya efectuado a un metro de dis-
tancia, como sostiene Chocano ; sea que se haya efectuado
a menos de un metro y medio, como dice Elmore ; sea a
tres metros diez centímetros , como dice el doctor Miró Que-
sada, un disparo hecho a la ingle del contendor no es un
disparo hecho con intención de matar.
Hay, además, una consideración de orden balístico de
gran importancia. Con todo revólver hay que apuntar bas-
tante más abajo del punto en que se piensa hacer blanco,
pues las armas de cañón corto sufren el fenómeno llamado
EL LIBRO DE MI PROCESO 247

de elevamiento, que consiste en que el cañón se levanta en


el momento del disparo. En caso, pues, de que se haya
apuntado para que el disparo vaya a vulnerar la región
ilíaca, hay que apuntar a la parte superior de los miembros
inferiores.
Y no se hable de error de puntería , porque a distancias
tan pequeñas no cabe carecer de ella. Y no se hable tam-
poco de torpeza de ejecución derivada de la excitación de
Chocano, porque si esa excitación hubiera sido tan vehe-
mente hubiera descerrajado sobre Elmore todos los tiros de
su revólver, y no solamente uno. Ese disparo, pues , no pue-
de haber tenido, en todo caso , otra finalidad que la defen-
siva y encaminada a amedrentar al agresor.
Un disparo hecho a la cabeza o a la caja torácica de un
contendor próximo, hace presumir la intención de matar-
lo ; un disparo que vulnera las extremidades inferiores , sien-
do tan pequeña la distancia, como lo es en los tres supues-
tos analizados, no revela absolutamente propósito de aten-
tar contra la vida del adversario.
Esta afirmación se corrobora, se convierte en una con-
vicción categórica, si se toma en cuenta otra circunstancia.
Aunque el revólver de Chocano estaba cargado con cin-
co tiros, él, en todo caso, sólo disparó uno. El hombre que
descarga más de un tiro de revólver contra su agresor, aun
en el caso de que proceda en legítima defensa, no está ex-
culpado de pena, sino en especiales circunstancias.
La defensa se ejercita con un solo disparo, si con él la
lucha se suspende. Hacer más de un disparo sin necesidad
revela ensañamiento , propósito de venganza, y hasta cierta
perversidad en el actor.
El hecho de que Chocano, en todo caso, no hubiera dis-
parado sino un solo tiro, añadido a la circunstancia de que
ese tiro fuera dirigido a la ingle de su contrario , a pesar de
la pequeña distancia que los separaba , despierta la persua-
sión absoluta de que en su ánimo no se implantó la inten-
ción de victimar a su contrario .
No ha habido, pues, la intención de matar ; y, efectiva-
mente, Elmore no habría fallecido , si , en la operación qui-
rúrgica, se hubiera logrado suturar todas las perforaciones
que en sus intestinos ocasionó la bala, puesto que las per-
foraciones suturadas habían entrado ya en el período de
cicatrización, según consta en el acta de la autopsia.
248 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Sólo un deliberado propósito de perjudicar a mi defen-


dido podría dejar de consignar esta argumentación sobre
la ninguna intención que tuvo de ocasionar la muerte de su
agresor. (Léase el Anexo número 18: "La prueba inten-
cional".)

El señor fiscal ha producido un informe sobre este su-


ceso que es, en algunos puntos, una obra maestra de crite-
rio jurídico y de serena apreciación de hechos y circunstan-
cias. Pero, señores de la Sala, así como la función de juz-
gar crea hábitos, la atribución profesional de acusar los
crea también. Esa predisposición mecanizante que crea el
continuado ejercicio de una función es tan enérgica que de
ella no ha podido emanciparse el espíritu del señor fiscal.
Cuando él analiza algunos incidentes del proceso , se divisa
y destaca el jurista ; luego, desconcierta restringiendo la
amplitud de su criterio y deja ver las predisposiciones inevi-
tables del acusador profesional .
Pero es tan selecta la índole de la inteligencia del señor
fiscal, y tantas la honradez y la probidad de su criterio, que
estoy seguro habrá de convenir que el punto de partida de
este proceso no es la conversación telefónica , sino el inju-
rioso artículo de Elmore ; que tendrá que aceptar que la
agresión que ese artículo envuelve es inexplicable e ilegí-
tima; que lo es, por ende, el ataque que Elmore emprendió
contra Chocano en la imprenta de El Comercio; que en
todos los extremos, y desde cualquier punto de vista en que
se coloque, Elmore fué siempre el tenaz y reiterado provo-
cador ; y que, por último, el acto de defensa llevado a cabo
por Chocano tiene todos los caracteres de legítimo y , por
lo tanto, de exculpatorio.
Aparte de este convencimiento al que estoy seguro ha
llegado ya el señor fiscal por las vías naturales de su pro-
pia meditación y análisis, yo me permito decirle que, aun
dentro de los conceptos que se expresan en su dictamen,
aun dentro de la apreciación general que se ha formado so-
bre este proceso, hay una saltante incongruencia entre los
considerandos que inspiran su informe y la penalidad que
para Chocano termina solicitando .
El caso ocurrido a Chocano no está comprendido , así,
EL LIBRO DE MI PROCESO 249

dentro de las disposiciones del artículo 81 del Código pe-


nal, que establece que las penas señaladas en la ley se apli-
can al agente de infracción intencional y que define la in-
fracción intencional como aquella que se comete por acción
" omisión consciente y voluntaria.
Para patentizar esta incongruencia yo voy a abandonar
por un instante, señores jueces, el punto de vista que vengo
sosteniendo y voy a colocarme en aquel desde el cual con-
templa el suceso el señor fiscal .
Desde luego, conviene dicho funcionario en que Elmore
fué el primer agresor de hecho y la actitud asumida por
Chocano obedece indiscutiblemente a un propósito defen-
sivo; pero, según el señor fiscal, el poeta ha incurrido en un
exceso de defensa : juzga que aunque a mi defendido se le
presentase la necesidad imperiosa de recurrir a su arma, no
existía realmente esa necesidad . Tratándose de un caso de
esta naturaleza y cuando un funcionario judicial cree que
no han llegado a cumplirse totalmente los requisitos que
debe reunir un acto de defensa para llegar a ser exculpato-
rio, cualquiera que sea el artículo legal a que se acoja, para
señalar el castigo que debe imponerse al acusado , no puede
dejar de tener presente lo que dispone el artículo 90 del Có-
digo penal establece : "que cuando no concurren los re-
quisitos necesarios para hacer desaparecer totalmente la
responsabilidad, se puede disminuir la pena prudencialmen-
te hasta límites inferiores al mínimun legal ".
Este artículo, cuya pertinencia al caso sub judice es in-
cuestionable, ha sido absolutamente olvidado por el señor
fiscal . Pero no sólo lo ha olvidado, señores jueces , sino que,
al demandar pena para Chocano, ha procedido en diame-
tral oposición a lo que ese artículo dispone.
El señor fiscal , al pronunciarse sobre la culpabilidad de
mi defendido, juzga que la sola atenuante que le compren-
de es haber procedido bajo el impulso de una emoción vio-
lenta, y pronunciándose por la pena de prisión se acoge al
artículo 153 del Código penal, que impone prisión no menor
de un año ni mayor de cinco al que matare a otro, bajo el
imperio de una emoción violenta que las circunstancias hi-
cieran excusable.
Pues entonces, señores vocales , para elevar al máximo o
para atenerse al mínimo de la pena marcada en ese artículo ,
hay lógicamente que observar la intensidad a que ha llega-
250 JOSÉ SANTOS CHOCANO

do la emoción en el ánimo del actor, si han sido o no mora-


les los móviles que la hicieron surgir, y hasta qué punto
excusa esa emoción el acto realizado bajo su efervescencia.
El propio señor fiscal constata en su dictamen que el
temperamento, la educación y los mismos triunfos de Cho-
cano le han llevado a una exaltación de su "yo ", que se trans-
parenta, tanto en su obra poética como en cualquiera de las
manifestaciones de su personalidad .
La observación es exacta, pero yo creo , señores vocales,
que ese estado de espíritu a que ha llegado Chocano no obe-
dece a una coquetería literaria, ni es un caso de vanidad in-
dividual, sino que deriva de la universal admiración que él
constata que le rodea. Yo creo que el señor fiscal distin-
guirá el caso de Chocano de esa grotesca exaltación que de
su "yo " vulgar hace gala tanto mozalbete versificador o
tanto estudiantillo intelectualizante ante el despectivo son-
reír de los hombres sensatos .
Chocano no ha llegado a una exaltación de su “yo ", sino
a una constatación de su " yo ". Se ha enterado de su gran-
deza como artista ; y se mantiene, lógicamente, a la espera
del respeto que como a tal debe guardársele, sobre todo, en
su propia patria.
¿Cuál sería, pues, entonces, señor fiscal, el grado de emo-
ción que invadiría el ánimo del poeta al ver que don Ed-
win Elmore, no satisfecho con haberse solidarizado con el
hombre que le había titulado de vil, todavía le atacaba en
una conferencia por broadcasting y luego, sin provocación
alguna de su parte , le lanzaba todas las injurias que conte-
nía el artículo llevado a La Crónica, y, no saciado aún, se
atrevía a ponerle las manos en el rostro, a hacer gala de su
robustez , arastrándolo de un sitio a otro más de ocho me-
tros y oprimiéndole el cuello ensañadamente ; y ello con ma-
nifiesto propósito de escarnecerle y befarle?
Y todo esto realizado por persona que como don Edwin
Elmore Letts estaba obligado, por su cultura y por su po-
sición social, a guardar a Chocano los respetos debidos por
el estudioso al maestro consagrado , por el hombre joven al
hombre de edad y por el hombre que piensa a todos aque-
llos que no piensan como él.
Por eso, señores jueces, no se explica que considerando
el señor fiscal como violentísima la emoción sufrida por
Chocano, sin embargo proponga el máximo de pena que
EL LIBRO DE MI PROCESO 251

sólo podría corresponder a una emoción laxa o a una emo-


ción intensa, pero improcedente e injustificable .
El artículo 153 invocado por el fiscal plantea una pro-
porción inversa y no puede, por tanto , ser interpretado por
el jurista sino en esta forma : a emoción máxima, pena mí-
nima ; a emoción mínima , pena máxima . El señor fiscal ha
convertido la proporción inversa en directa ; y reconociendo
como máxima la emoción sufrida por Chocano pide , sin em-
bargo, para él la pena máxima de prisión que señala el ar-
tículo 153 .
De otro lado , señores jueces, ya se sabe que, según la
ciencia penal, para que la emoción violenta atenúe o ex-
culpe un acto realizado bajo su imperio, es menester anali-
zar la índole de los motivos que la hacen emerger en la con-
ciencia. Esa misma ciencia penal nos dice que la emoción
violenta excusa un acto, de otro modo justiciable , si ha sido
inspirada por motivos de orden ético.
En el caso de Chocano las causas que produjeron su
efervescencia ante los reiterados y ensañados ataques de
Elmore han sido todos de carácter profundamente moral .
Elmere se le presenta, desde el primer instante, como el
compatriota que se le cruza en el camino para demostrar
que es infundada la admiración que le rodea y que son jus-
tos los venenosos agravios que, por apasionamientos de polí-
tica en Méjico , se le hacen desde dicho país . Él es quien se
presenta solidarizándose con el hombre que ha tenido la
osadía de calificarle de vil. Él es quien le emplaza a una lu-
cha que, según las propias palabras del hoy extinto , se ins-
piraba en el propósito de que el poeta no creyera ser el úni-
co "chanteclair del gallinero "; él es quien, de buenas a pri-
meras, se da el placer de llamarle histrión , adulador y ser-
vil ; él es quien le juzga entregado al culto de Baco y quien
quiere cubrir su desnudez con manto de decencia.
Las injurias de Elmore van, pues, dirigidas al fondo
más sensible de la susceptibilidad de Chocano . Ajan y mal-
tratan el honor del poeta, zahieren y fustigan su dignidad.
Elmore emprende contra él una campaña agresiva y teme-
raria, pocos meses después de que Chocano recibe de sus
compatriotas una consagración solemne , y en los precisos
momentos en que dedica su actividad a una labor de índole
exclusivamente patriótica , encaminada al análisis del laudo
arbitral y a impedir la difusión de las ideas derrotistas que
252 JOSÉ SANTOS CHOCANO

trata de infiltrar a la juventud del Perú el propagandista


Vasconcelos.
Y, por último, señores, a la injuria grave sucede la inju-
ria atroz , las bofetadas en el rostro, el pugilato plebeyo,
el desplante de superioridad física de sujetarle por el cuello,
de arrastrarle por los patios y salones de la imprenta de El
Comercio, en presencia de un grupo de personas indiscuti-
blemente hostiles a la persona y a las ideas del poeta. La
emoción sufrida por Chocano no puede, pues, atribuirse a
disposición temperamental, ni a irascibilidad de carácter,
sino que es la inevitable reacción que en cualquier espíritu
tiene que suscitarse ante la reiterada insistencia de ataques
inexplicables .
¿Puede, pues, señores vocales , negarse el móvil ético que
levanta la ebullidora emoción del poeta ? ¿ Cómo pedir en-
tonces para Chocano la pena correspondiente a quien pro-
cede por el impulso de emociones injustificadas ? (Léase el
Anexo número 19 : "La emoción violenta ".)

Y la saltante incongruencia entre las consideraciones que


sustentan el dictamen del señor fiscal y la penalidad que
propone al Tribunal, es tanto más extraña cuanto que el
artículo 90 del Código penal lo autoriza para, en casos
como éste, disminuir la pena prudencialmente hasta lími-
tes inferiores al mínimun legal.
¿Cómo es posible que el señor fiscal, aun dentro del cri-
terio que revela su dictamen y aun dentro del concepto que
se ha formado acerca de la culpabilidad de mi defendido ,
no haya tomado en cuenta para nada las disposiciones del
artículo 51 del Código penal, que ordena a los jueces que to-
men en cuenta al aplicar la pena la importancia y justifi-
cación de los motivos determinantes de la acción , la cali-
dad de los móviles honorables o excusables que lo determi-
naron y las circunstancias en que se ha realizado el hecho ;
todo lo cual, bien apreciado , ha debido llevar al criterio del
fiscal , por aferrado que se encuentre a la idea de la culpa-
bilidad, a mantenerse siempre en el terreno de las penas
mínimas y a no solicitar nunca la imposición de las conde-
nas máximas que señala el artículo que invoca?
Por eso yo he considerado como desconcertante este as-
EL LIBRO DE MI PROCESO 253

pecto del dictamen fiscal. La conclusión punitiva que pro-


pone está en flagrante desacuerdo con sus premisas consi-
derativas. Quienquiera que lea ese documento, señores jue-
ces, cree estar viendo en él la preparación legal de un pe-
dido de condena condicional. Invade, por eso , la estupe-
facción al habérnosla con un pedido de cinco años de pri-
sión . Esta parte del dictamen se encuentra absolutamente
desarticulada con la en otros puntos luminosa fundamenta-
ción jurídica de la vista fiscal ; y evidencia, en esa pieza del
proceso, una indiscutible contradicción entre las premisas
que formula y las conclusiones a que arriba y, lo que es
peor, entre la calificación que en ella se hace de los hechos
en relación y las sanciones que demanda .
Nuestro Código, al igual que los más avanzados de nues-
tra época , se inspira en el concepto de la mayor o menor pe-
ligrosidad del agente como criterio para la imposición de
las sanciones sociales .
¿ Resulta pensable siquiera, señores jueces, que el señor
fiscal al hacer el estudio de la actitud asumida por Choca-
no en defensa de sus fueros y en defensa de su integridad
individual, juzgue a mi defendido como un ser peligroso
para la seguridad social? Hoy, señores, la preocupación del
penalista no estriba en la constatación externa y rabulesca
del desacuerdo objetivo entre un hecho y un precepto legal,
sino que implica una penetrante auscultación interior para
precisar el factor humano, para instalarse en el fondo mis-
mo de las deliberaciones y resoluciones del agente y para
analizar íntimamente las condiciones personales de quien
realiza un acto de apariencia antisocial .
Hoy la pena sólo tiene por objetivo una garantía a la
convivencia. O trata de segregar al delicuente de la peli-
grosa conexistencia con los hombres honrados , o trata de
reeducarlo y adaptarlo a las condiciones del consorcio social.
A ninguno de estos dos fines puede obedecer la petición
de pena para Chocano.
El Ministerio público representa a la Sociedad , y sólo
puede pedir sanción en nombre de ella . El acto realizado
por Chocano no es un acto antisocial . Por el contrario , su
vibrante polémica, en la que intervino don Edwin Elmore,
obedeció a un alto propósito de defensa de la colectividad
en su concepto amenazada por la difusión de ideas disol-
ventes.
254 JOSÉ SANTOS CHOCANO

El señor fiscal pretende, no obstante, apartar a Choca-


no de la Sociedad que le brinda su admiración, sin pensar
que, aun condenado , la Sociedad iría a buscarlo a la ergás-
tula adonde pudiera llevarlo una dolorosa incomprensión.
La colectividad no condena a Chocano . Cuando el rencor
político llegó hasta ponerle en capilla en Guatemala , la in-
telectualidad universal , representada por sus más genuinos
exponentes y casi todos los pueblos de América , por con-
ducto de sus Gobiernos y sus Congresos, pidieron justicia
para él. El rencor mismo tuvo que aplacarse ante el clamor
que de todas partes se elevaba.
Hoy, por un suceso político social , también vuelve Cho-
cano a apurar la hiel y el vinagre de esta situación ; y ante
la expectativa de que pueda herirle el costado la lanzada
del error judicial , la Sociedad se inmuta y sobrecoge.
Vosotros, señores jueces, no tenéis derecho a condenar
a quien la Sociedad exculpa . Vosotros sabéis que la ciencia
penal ha exorcisado para siempre los bárbaros conceptos
del talión y la vindicta, y ha establecido por modo definiti-
vo y concluyente, que la penalidad obedece tan sólo al im-
perio de las exigencias sociales .
La absolución de Chocano, rotunda, franca , incondicio-
nal , dirá al Mundo que el Perú ha abandonado completa-
mente los marcos de medioevalismo penal para adoptar las
ideas del siglo. Ella dirá al Mundo que el Perú, que ha pro-
mulgado un Código científico, cuenta con magistrados que
saben interpretar su finalidad y su sentido . (Léase el Ane-
xo número 20 : "De la ley y la sentencia".)

Y llego, señores, al fin de mi defensa .


Chocano no podrá ser condenado. Si se ha retardado
hasta hoy en el Perú el advenimiento del juicio por jurados,
es por el convencimiento que nos asiste de que la Magistra-
tura en el Perú no está formada por curiales rutinarios.
Habéis demostrado, señores jueces, que sabéis elevar
vuestro criterio y mantenerlo a la altura de los sucesos que
juzgáis ; y no se ha creído , por eso , indispensable señalar a
vuestras funciones el control de la opinión que los jurados
representan.
Un Jurado que condenase a Chocano incurriría en un
EL LIBRO DE MI PROCESO 255

delito de lesa patria, porque un jurado está formado por


ciudadanos ; y, desde el punto de vista de la ciudadanía ,
Chocano es en este caso incondenable. Pero este Tribunal
es también un Jurado , que está también integrado por ciu-
dadanos. Vosotros tenéis, señores magistrados , la sagrada
atribución de atenerse a los dictados de vuestra conciencia .
Y esa es la garantía que ofrecéis a los que, desde ese ban-
quillo o desde esta tribuna, esperan la justificada sabiduría
de vuestros fallos .
La amplitud de vuestro criterio no puede juzgarse res-
tringida por las limitaciones de un Código vetusto , ni po-
déis sentir cohibida vuestra acción ante la rigidez de pre-
ceptos legales inexorables : manejáis un Código moderno y
podéis utilizar disposiciones cuya plasticidad permite mol-
dear un fallo de conciencia.
Con ese voto moral de que disponéis, Chocano no podrá
ser condenado.
Un acto de justicia, aun en el caso de que consista en
castigar, deja siempre un sentimiento de serenidad en el
alma del que lo discierne. Vosotros no podréis sentir ese sen-
timiento castigando a Chocano . Temblarían vuestras ma-
nos al firmar la histórica sentencia de su encarcelamiento.
Y no tendréis nada con que se exculpe vuestra conduc-
ta, ni ante vosotros , ni ante vuestros ciudadanos , si expi-
diérais un fallo punitivo .
Cuando alguien se dirigiera hacia vosotros preguntan-
do : " ¿ Habéis enviado a presidio a Chocano ? " No podréis
contestar : " Nosotros, no : la Ley" ; porque tenéis el voto de
conciencia.
Cuando la Patria interrogase, dirigiéndose a vosotros :
"¿Qué habéis hecho de mi hijo predilecto ?" No podréis de-
cirle : "Somos jueces de la Patria. " Es ella quien ha confia-
do a vosotros el discernimiento de la Justicia ; y es ella quien
la demanda en favor de Chocano.
Cuando vuestra conciencia pida que le rindáis cuenta
sobre vuestra actitud para con el insigne compatriota, so-
brevendrá el remordimiento a vuestro espíritu si le conde
náis ; y ningún acto de justicia puede despertar remordi-
miento.
No formáis , señores jueces, un Poder judicial abstracto.
Sois el Poder judicial del Perú . Vosotros no podéis condenar
& un ciudadano que ha rendido a la ciudadanía el tributo
256 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de sentir santa indignación ante teorías y actitudes contra-


rias al sentimiento nacional.
Formáis parte del Estado . Sois el Poder más alto del
Estado. Vosotros no segregaréis del consorcio civil al hom-
bre que se ha indignado ante la propaganda de ideas con-
trarias al Estado .
Sois hombres de honor. Chocano ha defendido el suyo,
vilipendiado y escarnecido reiteradamente.
Sois hombres cultos. Chocano es la más alta gloria de
nuestras letras. Vosotros no podéis arrojar baldón sobre su
nombre, que ha ganado ya la inmortalidad.
Sois hombres patriotas. El patriotismo no es sentimiento
que debáis posponer en la administración de la Justicia.
Chocano se ha indignado ante la difusión de ideas anti-
patrióticas y derrotistas.
Sois hombres morales . Vosotros no incurriréis en un fla-
grante desacuerdo entre el tenor de vuestra sentencia y el
veredicto de vuestra conciencia personal.
La Justicia es la balanza de la apreciación serena y es
la espada que castiga o es la espada que ampara. Vuestra
espada, señores jueces, amparará a Chocano si detenéis
vuestro juicio en la compulsación de su caso.
Pensad, señores jueces, que la transigencia con la opi-
nión de ciertos populachos y de ciertos doctores de la Ley
condenó a Jesús.
Pensad que de vuestra actitud para con Chocano están
pendientes las altas intelectualidades del Continente, que
ya se han pronunciado en sentido francamente absolutorio.
Pensad que el Estado no puede condenar al hombre
que, cómo Sócrates, ha ganado ya el derecho de vivir en el
Pritaneo a expensas del Estado .
Pensad que, aun condenándole, vosotros mismos no se-
ríais capaces de retirarle vuestra amistad, si se la guardáis ,
ni vuestra admiración , si se la profesáis.
Desde el punto de vista social, Chocano ha realizado un
acto de defensa colectiva. La Patria lamenta el luctuoso
episodio que le ha arrebatado a uno de sus hijos , pero agra-
dece al poeta los móviles de su campaña. Vosotros no po-
déis analizar la consecuencia, sin remontar vuestro criterio
a la apreciación de las causas que inspiraron su conducta.
Desde el punto de vista personal, Chocano ha ejercido
ante una agresión arbitraria el legítimo derecho de su pro-
EL LIBRO DE MI PROCESO 257

pio resguardo. Ha defendido su honor befado y su integri-


dad física amenazada.
Condenado o no, él seguirá lamentando el doloroso inci-
dente a que fué arrastrado y seguirá haciendo la genufle-
xión de su recuerdo ante la memoria del muerto ; pero no
puede bajar la frente ni antes de ser juzgado, ni después de
serlo, así le absolváis o la inflijáis inmerecido castigo . El
acto en que ha intervenido no es de los que infaman ni de
los que degradan.
Él y su defensa solicitan de vosotros , los magistrados
del Perú, un acto de justicia. Vosotros al otorgársela cum-
plidamente haréis honor a la Justicia, haréis honor a la Pa-
tria y haréis honor a vuestro honor de magistrados y de
personas.
Recogéos austeramente en vuestras conciencias colo-
cáos espiritualmente en su caso . Cuando esa puerta se cie-
rre para que entréis a deliberar, los que aquí quedamos es-
perando vuestro fallo, sentiremos una sensación de recogi-
miento religioso ; porque sabemos que tras esos muros, tres
magistrados que son tres hombres de honor-están some-
tiendo su propia conciencia a solemnes interrogatorios.
Y nosotros esperaremos serenos, porque sabemos que ha
de contestar vuestra conciencia.
Váis a discernir justicia, señores magistrados. Chocano
y su defensa la esperan descubiertos. (Léase el Anexo nú
mero 21: "El voto de conciencia".)

ANEXOS A LA DEFENSA

Como lo podrá apreciar quien la lea, la defensa hecha


por el doctor Ricardo E. Dulanto no permite dudar de mi
completa irresponsabilidad en el lamentable incidente de
que se derivó la muerte del ingeniero Edwin Elmore Letts.
La defensa comienza metódicamente por estudiar, con
el auxilio de los últimos conocimientos científicos , todos los
antecedentes, en que soy yo provocado sin motivo , desde
17
258 JOSÉ SANTOS CHOCANO

el punto de vista personal. El análisis de las cartas que nos


dirigimos, aunque a sus destinos no llegaran ellas, arroja
luz bastante para demostrar que en el choque entre Elmo-
re y yo, en las vías de hecho, como en las de palabra, fué
él también el agresor.
Hace la defensa después , el psicoanálisis de la prueba
testimonial contra mí ; y, con el apoyo de las más respeta-
bles autoridades y de las más persuasivas experiencias , dé-
jala sin valor legal de ningún género , por lo mismo que se
trata de un acontecimiento de carácter emocional, siendo
además la de tal caso una emoción irradiante, que explica
por sus efectos las innumerables contradicicones de todos
los testigos.
La defensa pulveriza , en seguida , en un análisis científi-
co, el informe pericial contra mí, estudiándolo punto por
punto, desde la falsedad de las citas de textos que se invo-
can hasta la peregrina ocurrencia de desestimar sin motivo
la regla y sustituirla por la excepción , sólo para apoyar in-
geniosamente versión determinada.
Queda, así, en pie mi versión sobre la base que le pres-
ta la palabra de los dos médicos que hicieron la autopsia,
robustecida por irrecusables peritos de Medicina legal y de
Balística.
Hace el doctor Dulanto una explicación clarísima sobre
el ejercicio de mi derecho de la legítima defensa . Patentiza
luego cómo no hay ni puede haber contra mí " prueba in-
tencional ", en el supuesto delito que se me imputa. Estudia,
finalmente , la " emoción violenta " con que el fiscal pretende
explicar un acto de evidente carácter defensivo ; y demues-
tra que, aun en tal supuesto, la acusación está fuera de
lógica.
No deja la defensa una sola prueba en vigor de cuantas
se presentaron contra mí. Pieza tan magistral , que se desen-
vuelve con el ritmo impreso por el método dentro de una
forma atractiva de corrección impecable y sobre un fondo
de solidez inamovible por científica, esclarece con su sola
lectura cualquiera duda al respecto que pudiera tener áni-
mo libre de prejuicios y de apasionamientos.
Agregar una sola palabra es innecesario ; pero no es del
todo inconveniente si se considera que cuando se produjo
la defensa no era lógicamente concebible la sentencia con-
EL LIBRO DE MI PROCESO 259

denatoria de que apelé, y que es justo ahora exhibir desnu-


da en todos sus aspectos.
Tal es la razón que he tenido para incorporarle a la de-
fensa los Anexos que se encontrarán en seguida.

Para mejor apreciar los Anexos a la defensa, interesa


demostrar el que no es obra de las circunstancias la vincu-
lación espiritual que existe entre el doctor Ricardo E. Du-
lanto y yo ; y, para ello, nada más apropiado que la carta
-publicada que fué en su oportunidad- con que hice yo
constar esa vinculación nuestra, dos años antes de que tan
brillantemente actuara él como mi abogado defensor.

Lima, 19 de junio de 1924.

"Señor doctor don Ricardo E. Dulanto .- E. S. M.

"Muy estimado amigo mío : Lamento que el régimen a


que me tiene sometido el cuidado de mi salud me prive del
gusto de almorzar hoy en su compañía ; pero yo le ruego
tenerme como presente en esa manifestación de aprecio in-
telectual que usted tan merecidamente recibe.
"No me cansaré de elogiar , entre otras cosas que de us-
ted conozco, la formidable y bellísima pieza oratoria en
que, a propósito del homenaje de simpatía a nuestro común
amigo el doctor Denegri, comulgaba usted con los princi-
pios nuevos de organización que tan necesarios son en nues-
tras democracias sin pueblo. Sólo los espíritus intolerantes
pueden, en una equivocada manifestación de repugnante
jacobinismo, negarse a respetar las opiniones que sustenta
en España Ramiro de Maeztu ; y que yo celebro que sean
las de usted, puesto que son las mías. Rodó y, más aún , su
maestro Renán, tendrían que esforzarse demasiado en nues-
tro Perú para formar el ambiente de recíproca tolerancia
en materia de opiniones, que es lo único que revela positiva
cultura, sin riesgo ya Renán por su parte de que lo repu-
dien los que no sabrían respetar sus opiniones antidemocrá-
ticas y fundamentalmente jerárquicas.
"La única libertad que siempre existió en todas partes,
260 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que es la del propio pensamiento, parece que en nuestro


Perú carece del derecho de expresión bajo la tiranía más
ominosa, que es la del " dogmatismo liberal ". Ya en Chile
el profesor Carlos Vicuña Fuentes fué víctima de sus opi-
niones, que, por circunstancia feliz , son en política las mis-
mas que usted sustenta y que aquél, como Lastarria, bebe
nada menos que en Compte.
"Ya comprenderá usted , pues, mi estimado amigo y com-
pañero, con cuánta sinceridad le ruego que en el almuerzo
que hoy le ofrecen me tenga usted por presente. Para un
poeta- ya que tal soy- no hay más que dos finalidades en
la vida : el Amor y la Verdad ; y por eso estaré siempre con
cuantos como usted digan sin vacilaciones y siempre la Ver-
dad que aman, puesto que en ella creen .
"Téngame presente, pues, en el homenaje de simpatía
que hoy recibe, sabiendo como sabe, que soy suyo , afectí-
simo, José Santos Chocano. "

ANEXO 1

LA CORONA DEL POETA

Hospital Militar de San Bartolomé a 17 de


noviembre de 1925.

Señor alcalde de la H. Municipalidad de Lima.

"Señor alcalde : Acompaño a usted la corona de oro que


esa Municipalidad y las demás de la República hubieron de
obsequiarme, a nombre de todos los pueblos del Perú, en
fecha tanto más memorable cuanto que el distintivo otor-
gado apareció como el más bello símbolo de la cultura na-
cional .
"Son ya del dominio público muchas de las circunstan-
cias-todas ajenas por completo a mi voluntad- que pro-
EL LIBRO DE MI PROCESO 261

dujeron un suceso lamentable, después de tres provocacio-


nes y una agresión de que fuí objeto ; y es desde la prisión,
en que con tal motivo me encuentro, que me dirijo a usted
y, por su digno intermedio, a las Municipalidades todas de
la República, esto es, a mi Patria entera, para manifestar,
naturalmente impresionado por el trágico desenlace de la
lucha en que me vi envuelto, el que nada he dicho de que
tenga que arrepentirme, ni nada he hecho de que tenga que
avergonzarme.
"Considero indispensable hacer constar, en esta oportu-
nidad, que a raíz de la campaña solitaria que emprendí en
conferencias y publicaciones a favor de nuestros derechos
en el problema plebiscitario de Tacna y Arica , hube de aper-
ibirme a castigar con la pluma el delito de lesa Patria que
se comete en el Perú al sostener y propagar las doctrinas
relajadoras de quien, sin aconsejar lo propio a la juventud
de su país, invita a la nuestra para que abandone a la des-
membración el territorio nacional y reduzca a polvo los mo-
numentos de Grau y Bolognesi , así como la Cripta de los
Héroes, bajo cuya bóveda me he prosternado, henchido del
más legítimo orgullo, viendo salpicado en ella con letras de
oro, por varias veces , mi apellido .
"Al amparo del " derrotismo" y de otras anormalidades
exóticas y disolventes, que provienen de ultracivilizaciones
artificiosas por cansadas, se ha llegado a la provocación y
aun a la agresión personal contra quien como yo , lejos de
pensar con pensamiento ajeno, tiene conciencia de sí mis-
mo, pertenece a su país, no reniega de su sangre y ha sabido
siempre cantar en estrofas de patriótica exaltación las glo-
rias nacionales .
"Previendo el caso de que, a pesar del derecho de legí-
tima defensa, se me lleve al banquillo de los acusados, en
donde es posible que mi palabra documentada haga compa-
recer entonces ante la sanción pública-uno a uno-a todos
los traidores a la Patria, harto conocidos para los sobre-
vivientes de la guerra, yo apelo por anticipado a la concien-
cia nacional, como apelaré después a la opinión extranjera
circunspecta, que si universalmente hubo de acompañarme
en trance de mayor gravedad , no me ha de abandonar en
este, en que se me quiere hacer víctima nada más que de
solapadas agitaciones políticas.
"Acompaño a usted, por eso, señor alcalde, la corona de
262 JOSÉ SANTOS CHOCANO

oro que ciñeron a mis sienes las Municipalidades todas de


la República ; porque no es posible que la lleve al banquillo
de los acusados, si es que se cree que he mancillado ese sím-
bolo con asumir la actitud que asumiera, en defensa a la
vez de los intereses de mi Patria y de mi dignidad personal.
"Muy respetuosamente, José Santos Chocano."

CONCEJO PROVINCIAL DE LIMA

ALCALDÍA

Lima, 12 de octubre de 1927

Señor don José Santos Chocano.

'Como depositario que me hizo usted de la corona con


que le ciñeron los pueblos del Perú en solemnidad memora-
ble, he querido escoger para devolvérsela este Día de la
Raza, ya que unánimemente se reconoce en usted al poeta
que supo cantar las glorias de la estirpe.
"Dios guarde a usted .- Andrés F. Dasso.

ANEXO 2

EL FARSANTE VASCONCELOS

Vasconcelos enseña el derrotismo a la juventud peruana

"Usemos el temple colectivo para castigar a los tiranos


de adentro. Más varonil que injuriar al enemigo extranjero
EL LIBRO DE MI PROCESO 263

que está distante y ya no hace daño, es combatir al dic-


tador, etc.
"Sólo las almas de molusco viven apegadas a la roca de
la Patria... De allí que yo sienta que el primer deber de los
chilenos y peruanos es cerrar para siempre el venero de
odios de esa guerra maldita del Pacífico. Resuélvanse de
prisa y de cualquier modo las cuestiones pendientes... Y
cuando llegue el momento, no discutan territorios : dejen la
tierra al que mejor la aproveche, a quien más la necesite ;
pero, eso sí, cuiden de no dejar en pie un solo monumento
que recuerde el crimen : derriben las estatuas, borren las le-
yendas, castiguen a la Historia y que no quede ni un solo
recuerdo, etc. "

Vasconcelos enseña todo lo contrario, esto es, el antiderrotismo


a la juventud cubana

"Otros pueblos de la América... han ido perdiendo , un


día teritorios, otro día derechos, unas veces con tratados,
otras veces sin tratados, pero amenguando a cada paso la
herencia ancestral y cayendo más y más hondo en el abismo
de las claudicaciones y las transacciones ; todo esto en me-
dio de alardes de una intransigencia que sólo es verdadera
cuando se trata de destruir a los adversarios de la política
interna.
"Vosotros, en cambio, además de mantener la herencia
conquistada por vuestros héroes, habéis realizado un triun-
fo, etc. "

Después de leer lo que José Vasconcelos enseña a la ju-


ventud peruana y lo que enseña a la juventud cubana, me
parece que nadie puede dudar de que es un " farsante". Re-
párese en que cuanto recomienda a la juventud peruana
sobre preferencia de la política interna a la externa , sobre
cesión de territorios al extranjero, sobre claudicaciones y
transacciones con el enemigo de la Patria , sobre la intransi-
gencia nacionalista y el culto de los héroes, es precisamente
todo lo contrario de cuanto al respecto, punto por punta,
264 JOSÉ SANTOS CHOCANO

recomienda a la juventud cubana. ¿A quiénes engaña Vas-


concelos : a los jóvenes del Perú o a los de Cuba ? No me
interesa averiguarlo : allá ellos...

II

Doce cargos inamovibles hechos a Vasconcelos

En el artículo " Apóstoles y Farsantes ", con que respondí


el de José Vasconcelos "Poetas y Bufones ", en vez de de-
volverle los insultos que nos dirigiera a Leopoldo Lugones
y a mí, me concreté a hacerle formal acusación de practicar
sólo la farsa, sobre la base de los doce cargos inamovibles
que a continuación reproduzco :
1. " Farsante es el que antes de ser Ministro no inten-
tó ser Apóstol.
2. "Farsante es el que para lanzarse a la vida política
del Continente y hacerse la propaganda a sí mismo, en vez
de hacérsela a su país, esperó a contar con los fondos fisca-
les, malgastados por él en subvenciones a periódicos oro-
pelescos y en sueldos a paniaguados insustanciales.
3. "Farsante es el que ahora aboga por las " libertades
públicas " para toda nuestra América y no escribió siquiera
palabra en periódico alguno hispanoamericano cuando- se-
gún él lo dice ahora-Victoriano Huerta conculcó las " liber-
tades públicas " de su Patria.
4. "Farsante es el que me reconoce como " verbo de la
Revolución " , que él llama " nobilísima "; pero a la que no
prestó ningún concurso (apreciable o siquiera conocido por
sus resultados o efectos) , ni con la palabra ni con la acción .
ni dentro ni fuera de su país.
5. Farsante es el que califica sólo hoy de "asesino" al
general Villa, con quien celebró pacto, sin embargo , el Go-
bierno de que el insultador era Ministro .
6. "Farsante es el que traduce y recopila lo que fran-
ceses, ingleses y alemanes han escrito sobre Pitágoras y los
EL LIBRO DE MI PROCESO 265

hindúes ; y lo quiere hacer pasar como suyo, sin saber una


sola palabra de griego ni de sánscrito.
7. Farsante es el que con calificativo de "bufones " al
servicio de tiranos, quiere solapadamente alcanzar a Díaz
Mirón, Amado Nervo, Luis G. Urbina , José Juan Tablada,
Enrique González Martínez y Rafael López, partidarios po-
líticos de Victoriano Huerta, pero mucho más grandes siem-
pre que su difamador.
8. "Farsante es el que quiere aparecer como antimili-
tarista ; y ha sido Ministro del General Obregón , quien no
hubiera llegado a gobernante, si no fuera como aparece en
la obra autobiográfica que tiene publicada : Ocho mil kiló-
metros en campaña.
9. "Farsante es el que propaga el hispanoamericanis-
mo; y permite y autoriza, y quizá insinúa, la expulsión de
México, como " extranjeros perniciosos ", de cuantos escrito-
res hispanoamericanos no comulgan con las ruedas de mo-
lino de un verdaderamente pintoresco apostolado minis-
terial.
10. "Farsante es el que llama " verdugos " a los gober-
nantes que aplican la prisión y el destierro , mientras que
como Ministro es mancomunadamente responsable de cen-
tenares de fusilamientos políticos, que yo no juzgo, pero
que sí señalo.
11. "Farsante es el que renuncia de lejos el puesto de
Ministro en un telegrama de aparente altivez, que envía en
circular a los periódicos y que después se apresura a retirar,
calificándolo de "apócrifo".
12 "Farsante, en fin, es el que sólo practica el " vargas-
vilismo" de los apostolados sin correr nunca un peligro, y
la "vargas-vileza " de los insultos, siempre hechos a dis-
tancia.
"Ya se ve, pues, que no he escrito con respecto a Vas-
concelos la palabra " farsante" como un insulto fácil, sino
como una acusación formal. La acusación ha quedado he-
cha ; y estoy perfectamente seguro de que no se atreverá
en su propio país a levantarse un solo cargo. "

Nadie en México ha podido levantar uno solo de los


doce cargos hechos a Vasconcelos. Yo, sin embargo, dejaré
266 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de calificar a éste de "farsante" tan pronto como él repro-


duzca los artículos que publicó en la prensa de México o
de nuestra América contra Porfirio Díaz, Victoriano Huer-
ta y Venustiano Carranza, cuando éstos estaban en el Po-
der, contra Francisco Villa, cuando éste estaba vivo, y con-
tra Alvaro Obregón- siquiera sea discutiéndolo antes de
que éste le negara su apoyo para lograr el Gobierno de
Oaxaca. Nada vale, por lo demás, cuanto diga Vasconcelos,
mientras que deje de hacer tan sencilla reproducción, his-
tóricamente demostrativa de que no es un " farsante ".

III

La Estadística escolar exhibe a Vasconcelos

Sabido es que en la América del Sur supo José Vascon-


celos divulgar la falsa noticia de que, como Ministro de
Educación, había logrado fundar en México " cinco mil es-
cuelas rurales ", en que aprendían a leer y escribir no me-
nos de " quinientos mil analfabetos " de las masas indígenas.
Al Perú escribió, a este respecto , Raúl Haya de la To-
rre, párrafo de carta en que califica a Vasconcelos como
"dos veces más grande que Sarmiento "...
La estadística que es la que hace el justo elogio de lor
Gobiernos en los países en formación, también se encarg
de desenmascarar a los "farsantes".
En el libro De nuestro México , que ha editado el actual
Ministro de Educación, Sr. Dr. J. M. Puig Casauranc, y que
entiendo puede serle remitido a quien lo solicite, se encuen-
tran en las páginas 173 y 188 los siguientes datos estadís-
ticos :
"El Gobierno del General Obregón (uno de cuyos Mi-
nistros de Educación fué Vasconcelos ) , dejó establecidas
en total "960 escuelas rurales ". El Gobierno del General
Calles, durante los dieciséis primeros meses de su adminis-
tración, logró establecer 2.040 escuelas rurales más, tripli-
cando así las existentes y haciéndolas subir ya entonces
EL LIBRO DE MI PROCESO 267

hasta 3.000, con una población escolar de " 180.000 alum-


nos. " Consta asimismo el dato, en las páginas citadas del
libro en referencia, de que el Gobierno del General Calles
está en el plan-que aún no ha podido poner en ejecución-
de establecer 1.000 escuelas rurales por año .
Véase, pues, que si al comenzar el segundo año del Go-
bierno del General Calles, México contaba con " 180.000
alumnos" en "3.000 escuelas rurales "-número que hoy
mantiene no se debía ello a Vasconcelos (" dos veces más
grande que Sarmiento ") , pues el tal , en todo el tiempo de
su fabuloso Ministerio, hizo menos de la tercera parte de
lo que hizo en solo un año el actual Ministro, que sin duda
no aparece como un "Apóstol ", pero ya se ve que no es un
"Farsante ".
La estadística escolar de México exhibe a Vasconcelos.
He aquí, pues, descubierta la farsa de las " cinco mil escue-
las rurales, con los quinientos mil alumnos indígenas..."

Conviene hacer constar que el plan de las cinco mil es-


cuelas nunca fué plan de Vasconcelos . A otro correspondió
la idea y a otros la realidad de empezar a darle forma. La
idea fué del Licenciado Vera Estañol, muy distinguido inte-
lectual, cuando actuó como Ministro de Instrucción del Ge-
neral Huerta. La realidad de empezar a darle forma se debe
a varios diputados , entre los que el gran revolucionario
Soto y Gama fué el que mejor demostró la necesidad de los
cinco mil maestros misioneros, con la circunstancia de que
el diputado Villegas-iniciador de tal propósito el actual
Ministro de Educación, doctor Puig Casauranc, y otros com-
pañeros de Cámara, propusieron y sostuvieron el referido
número de cinco mil maestros misioneros , y, en cambio,
Vasconcelos lo hizo rebajar a "tres mil" (que él no llegó a
establecer sino en número de "novecientos ") , pidiendo y
consiguiendo que la diferencia de fondos se destinara en el
Presupuesto a las compras de "material escolar ", conocido
negocio en México con determinados vendedores-cuyos
nombres puedo dar a quien lo desee-, que era de donde,
naturalmente, salían las subvenciones de propaganda perso-
nal para ciertos " semanarios " y " revistas" y para ciertas
"Federaciones de Estudiantes ", que hacían bien en procla-
268 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mar "Maestro " a su hábil protector. La discusión parla-


mentaria sobre la creación de los cinco mil maestros misio-
neros consta en las reseñas respectivas de todos los diarios
de México ; y vivos están los señores diputados Villegas,
Soto y Gama, Puig Casauranc, etc. Ni la idea de la crea-
ción-sólo ahora en vía ejecutiva de los cinco mil maes-
tros rurales se debe, pues, a quien tuvo la temeridad de pre-
sentarse al Congreso proponiéndole aún menos de " trescien-
tos". Sépase la verdad y reconózcase al " farsante".

IV

El "bluff" y el " réclame" como sistema ministerial

Sabido es que, desempeñando el Ministerio de Educa-


ción en su país el " Apóstol " burgués -búdico- socialista , se-
gún ya se ha visto que le califican indistintamente sus pro-
pios amigos o discípulos, publicó El Universal de México un
artículo editorial- sin que tenga yo por qué ni para qué
averiguar ni juzgar nada al respecto - que se titulaba así:
El fusilamiento como sistema de gobierno.
Si el editorialista que escribió ese artículo en el que
nuestro incólume "Apóstol " resultaba autorizando , con su
presencia en el Gobierno, los mil quinientos y tantos fusi-
mientos políticos que ahora, según dice él, le producen ho-
rror, hasta hacerle poner los ojos en blanco con remilgos
de doncella- ; si el editorialista , repito, después de que ese
artículo escribiera , se hubiera dado un paseo por la Améri-
ca del Sur, en que una activa y bien remunerada propagan-
da traía y llevaba entre jóvenes de ninguna experiencia el
nombre de cierto " pensador", sacándolo de su antigua con-
dición de ilustre desconocido " , no cabe duda de que otro ar-
tículo, aunque de tono humorístico, habría lucido entonces
este expresivo título : El " bluff " y el réclame " como sistems
ministerial.
Conviene dejar constancia de que, en rigor de verdad ,
EL LIBRO DE MI PROCESO 269

era solamente en Lima, mi tierra natal, donde desde antes


de resultar favorecido por el General Obregón con una car-
tera, estaba ya bien " conocido ", en su calidad de "ilustre ",
tan originalísimo " pensador ", que, con el acierto que le
distingue y con el valor de sus convicciones, mientras que
yo me dedicaba a ser-según palabras suyas-" el verbo de
la nobilísima Revolución " en México, de que tanto prove-
cho han sacado algunos que nada escribieron siquiera en
favor de ella, vínose a comer el " pan del ostracismo ", si
bien untado éste de rica mantequilla , dentro de la tranquila
seguridad que le ofreciera , en las tres veces coronada Ciudad
de los Reyes , el " Neo-Godismo " o " Infer- Civilismo " o
"Pseudo-Cientifismo ", dueño a la sazón del Poder, no yén-
dole del todo mal al susodicho "pensador " en el cambio de
residencia que así hiciera conmigo, pues yo saciaba muy
poco, entre el furor azteca, mi " apetito de placeres ", expo-
niéndome, entre las mayores incomodidades , a ser pasado
por las armas en cualquier momento, y, en cambio, a él
amigos influyentes le hacían dar por la Intendencia limeña
cómodo auxilio pecuniario, con cargo a la partida del Pre-
supuesto para la "Policía Reservada ", a cuyos desempeños
es natural haya conservado la afición que demuestra con
hurgarme los bolsillos y con arrastrarse olfateándome los
rastros, amén de que también entonces- según público y
notorio-le hubo de dispensar el honor de tenerlo como
"lector de cámara", con buen sueldo y derecho a un asiento
en su mesa, el acaudalado señor Marqués D. José de la Riva
Agüero-cuya intelectualidad y cuya cultura encuentro yo,
que a ambos conozco, incomparablemente superiores a las
de su "ahijado"-, viniendo éste, según se ve, a ponerse
bajo la protección de la oligarquía plutocrática del Perú,
no obstante de decirse enemigo de la de México ... .Si al-
guien dudase acaso de ello , puede encargar al Consulado
mexicano en Lima las averiguaciones del caso, sin que ello
me dé derecho-claro está-a calificar como " esclavillo asa-
lariado " de los plutócratas del Perú a quien parece ser que,
sin embargo, lleno de grotesca jactancia, califica en tal for-
ma ( más o menos veladamente ) a tanto gran poeta mexica-
no que tuvo por conveniente para su patria poner la pluma
-¿hubo algún gran poeta que no la pusiera ?-al servicio
dictatorial del señor General D. Victoriano Huerta, a quien,
por mi parte, en un justo alarde del derecho de opinar libre-
270 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mente, le hice constar, como después a cierto Ministro pro-


metedor de estatuas, el que " todas las minas de México no
producen oro bastante con que poder comprar una sola pa-
labra".
Después de conseguir el ser Ministro del General Obre-
gón-protector suyo, de quien sólo ahora ha renegado-
hubo de llegar nuestro " ilustre desconocido " a hacer valer,
entre ciertas agrupaciones ingenuas y ciertos periódicos
efímeros de la América del Sur, su propaganda nombre, bec-
querianamente a tal efecto " de una letra de Banco al dor-
so escrito ", aunque sin conseguir- ni mucho menos- el só-
lido prestigio que, desinteresadamente, con no ser Ministro
ni disponer de recursos fiscales, tuvo desde antes , sigue te-
niendo ahora y tendrá siempre, como intelectual puro y
ajeno a políticas militantes, entre las que se yergue en su
país, sin concomitancias de carácter dudoso, el proclamado
y reconocido maestro de la Juventud Universitaria de Mé-
xico, Licdo. Antonio Caso . No ha de ser otro que este últi-
mo motivo por el que corre ya en toda la América la ocu-
rrencia estudiantil, que impide tomar en serio al “Após-
tol " burgués-búdico- socialista : "Adonde vas, Vas-con-celos,
vas-con-celos ... de Caso. "
Travesuras estudiantiles al margen, la verdad es que las
obras de nuestro " ilustre pensador", antes de que el vaivén
político lo elevara a un Ministerio con veinticinco millones
de dólares anuales a su disposición , no pueden ser por na-
die calificadas, en efecto , como muy mexicanas , ni como
muy hispano-americanas, ni como muy originales tampoco
que digamos : "Estudios Indostánicos, Pitágoras, Monismo
estético... Indostanismo es renunciamiento ; pitagorismo es
ultra-aristocracia ; estetismo es contemplación apolínea;
todo lo que parece, cabalmente, contrario a la preocupación
político-económica, plebeyista y revolucionaria que asegu-
ra haber tenido siempre el mismo autor... El que ignorara
sánscrito , griego y latín tal profesor de Humanidades, tal
vez dejaba vacías de todo mérito a sus simples " traduccio-
nes", es decir, "adopciones " o si se quiere, " adaptaciones "
de glosas ajenas, sobre materias, precisamente, todas clá
sicas: semejante ignorancia de latín y griego, etc. , dada la
obra intelectual en cuestión- no fuera motivo de burlas, ni
de sonrisas picarescas o despreciativas, sino apenas entre
los estudiantes de Inglaterra , Alemania, Francia, Italia,
EL LIBRO DE MI PROCESO 271

Suiza y otros países semejantes, en que se tiene la ocurren-


cia de exigir lenguas clásicas a los que se dedican al estu-
dio de las Humanidades...
Las obras de tan "ilustre pensador ", después de dejar
iste su cargo de Ministro, no pueden ser más sugestivas ya
por hispano-americanizantes : "Raza Cósmica " ( cuyo título
verdadero es la palabra allí forjada tan ingeniosamente :
"Universópolis " ) , y la reciente titulada " Indología ". Lo
más interesante y pedagógico de ambas producciones de
este profesor de Humanidades, está en los neologismos de
los títulos, que, como se ve , resultan, para mayor propiedad
léxica, una mitad en griego y otra en latín, exactamente
como el sistema de gobierno de tan originalísimo humanis-
ta es, según consta en el primer número de La Antorcha, e
de la "Geniocracia ", con una raíz en latín y otra en grie-
go... Ya Bonilla de San Martín se río en España de esta
macarrónica manera de forjar palabras greco-latinas, reve-
ladoras- cuando se hace en serio de la más completa ig-
norancia del griego, del latín y del castellano, con ser autor
de tales guisados nada menos que el " bluffista " reeditor de
todos los clásicos griegos y latinos en México ...
Sobre "Universópolis " ( o sea , " Raza Cósmica ") , ya es-
cribió una "broma pesada " o "tomadura de pelo " Ramiro
de Maeztu, que, después de anotar humorísticamente un
buen número de incongruencias y de contradicciones de la
más sabrosa variedad, concluyó por repetirle a Vasconcelos
algunas palabras muy sensatas del antiguo "protector" de
Lima, el adinerado e inteligente señor Marqués de la Riva
Agüero. Ninguno de los que se vieron comprometidos en
España a escribir a propósito de la Conferencia que luego
se publicó con el pomposo título de " Raza Cósmica " (o sea,
"Universópolis ") , ha escrito ya palabra al salir a luz "In-
dología ": no puede haber silencio más elocuente. Léase, en
cambio, el comentario que la tal " Indología " le merece a
intelectual tan avanzado y de tanta cultura como es Villa-
lobos Domínguez, en la revista Nosotros , de Buenos Aires ,
de reconocida ideología revolucionaria : allí se ofrece nueva
y copiosa colección de contradicciones y de incongruencias
-en que el activo propagandista es tan fuerte , afirmán-
dose ya resueltamente el que no se puede saber-como yo
lo tengo dicho-si el tal Vasconcelos es socialista o bur-
gués, búdico o revolucionario ...
272 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Para que no se vaya a suponer que en mí el apasiona-


miento es el que me hace atribuirles a Maeztu y a Villa-
lobos Domínguez la forma despectiva en que se han referi-
do, respectivamente, a uno y otro librote del " macarróni-
co" propagandista de los clásicos griegos y latinos en Mé-
xico, reproduzco al azar algunas notas del ensayista espa-
ñol y del intelectual argentino.
He aquí algo de lo que dice Maeztu respecto a " Univer
sópolis" o sea, "Raza Cósmica ":
"También he soñado con una quinta raza , pero no creo
que necesite tener el color de aceituna que resultaría, pro-
bablemente, de la mezcla de las actuales. Antes de muchos
años habrán aprendido los doctores a extraer de la piel de
cualquiera pigmento, y a dejar a un negro cimarrón tan
rubio como un noruego, si así lo prefiriese. Y también he
soñado con esa batalla, en que se disputarán los pueblos la
posesión del Amazonas, sólo que me parece que he tomado
para ganarla una precaución que ha descuidado el señor
Vasconcelos ... En su utopía no se dedicarán a militares
más que los hombres de tercera clase, los de segunda se
harán políticos o intelectuales, y los de primera se reserva-
rán para la espiritualidad y el esteticismo . Pero en Ingla-
terra, por ejemplo, el héroe más grande de la historia es
Nelson. Y si mientras los ingleses adoran a Nelson, nosotros
reverenciamos a Santa Teresa, el día de la batalla del Ama-
zonas estamos perdidos ; porque mientras los ingleses ten-
drán sus talentos de primer orden en la escuadra, nosotros
los tendremos en las carmelitas . "
No puede darse mejor síntesis de la hueca palabrería
de Raza Cósmica.
He aquí ahora, algo de lo que dice Villalobos Domín-
guez respecto a Indología:
"En cuanto al aspecto científico de la obra , difícilmente
podría ser elogiado .
"... Dogma que por lo visto le parece inconcuso-y ade-
más predilecto, pues lo hallamos salpicado varias veces a
lo largo del libro-es el de que hay que defenderse ( itan
luego en Ibero -América ! ) contra el exceso de población.
"Mucha gente, poco pan" (pág. 33) . Si ese fuera un pro-
blema de densidad de población, ¿ qué comerían los doble
y triplicamente densos holandeses y belgas? ¿ Qué opulen-
cia no disfrutarían los contados e infelices jornaleros del
EL LIBRO DE MI PROCESO 273

vastísimo y fértil Chaco y de Misiones ? Más adelante ...


dice: "País poblado con exceso es país condenado (pági-
na 107) . Mientras la América no rebase la población no
será fatal la guerra y la América puede comenzar desde
ahora su tarea de controlar el número en beneficio de la
calidad y para garantía del espacio " (pág. 192 ) . Y... si el
autor... cree, como artículo de fe, en esa tan problemática
penuria, ¿cómo compaginaría sus temores con estos otros
párrafos de la página 193 ?: " Quiero decir que deberemos
también apresurarnos a poblar las tierras vírgenes ... En
otros términos, necesitamos darnos prisa en crecer, etc. Los
millones de iberoamericanos que emigran hacia los Estados
Unidos en busca de un jornal más alto y en busca de liber-
tades más firmes, constituyen la más tremenda acusación
que se puede formular contra una situación nacional. Por
ejemplo, México y Venezuela se han despoblado , se siguen
empobreciendo de hombres, etc. " Y luego también : " si
ahora que los Estados Unidos han comenzado a entrécerrar
sus puertas a la inmigración, los países civilizados de nues-
trò Continente subdividieran sus latifundios y ensanchasen
sus industrias para que una sana inmigración los fecunda-
sc..." (pág. 194) .
Ante tan radicales contradicciones, sólo cabe suponer
que quizá el autor las habría evitado si hubiera escrito su
libro en una sola tarde .
Otro postulado más gravemente erróneo , pero que para
él parece también ser artículo de fe , es la necesidad de que
el régimen de la tierra ( al que dedica un capítulo ) se base
en el principio de la pequeña propiedad .
"Sin una colmena de pequeños propietarios no se conci-
be, no se consolida, la grandeza de los Estados " (pág. 2 ) .
Este es, ya sabemos, un lugar común de editorial rota-
tivo o de mamotreto oficial, lo mismo que de todos los que,
como el señor Vasconcelos , nunca han estudiado a fondo la
cuestión ; pero lo extraordinario es que, en este caso, esa
receta que postula en forma axiomática, como si fuese una
necesidad del entendimiento, es en la mente del autor algo.
que se concilia con la doctrina económica del socialismo , la
cual tiende, como es sabido, a la abolición de la propiedad
privada de los medios de producción. " La belleza y la pro-
piedad-dice-, por lo menos la pequeña propiedad ( de la
tierra) , van unidas ; por eso, nosotros, los condenados so-
18
274 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cialistas, queremos que todo el mundo sea bello " (pág. 103) .
¿Es socialista el autor? A ratos parece que sí y a ratos
parece que no. Es, en cuanto a la organización política, ¿ de-
mócrata, republicano o alguna otra cosa semejante o di-
ferente? Tampoco puede deducirse claramente de este libro ,
a pesar de ser materia muy especial en él las custiones po-
líticas.
"Esta incertidumbre orgánica y continuo divagar elocuen-
temente, permite comprender..." Lo que permite compren-
der- ha de perdonarme Villalobos Domínguez que aquí le
interrumpa-es que se trata sólo de un " farsante".
Repetir todo lo que Maeztu y Villalobos dicen, sería,
por innecesario, hasta cruel. Por mi parte, no quiero ni ne-
cesito emitir opinión ya al respecto : me concretaré a ase-
gurar que estos dos librotes son, en realidad , lo que es todo
Vasconcelos. Cada uno de ellos consta de solamente unas
treinta o cuarenta páginas sobre la materia prometida por
el título engañoso de la carátula ... y, en cambio, de unas
trescientas o cuatrocientas páginas con notas de viaje, auto-
bombos, paliques de sobremesa , chismografía política, car-
tas de los amigos, etc., que, por cierto , Villalobos Domín-
guez , en tratándose de Indología, asegura que " es lo mejor
del libro". Hay que ver estos dos gruesos volúmenes, cuyos
títulos prometedores resultan, pues, pura farsa. Así es, pre-
cisamente Vasconcelos : todo él, "bluff" y "réclame ". Está
él, por entero, entre estos dos librotes , como si fuera " nada
entre dos platos". Mucho título y pocas páginas pertinen-
tes al tal título, dentro de cada gran volumen, que viene a
resultar, así, de la más engañosa, vacía y significativa in-
flazón. Vasconcelos está todo él montado, como estos sus
dos libros de tantas páginas, conforme al sistema antiguo
de "mucho ruido y pocas nueces ", con que se suele enga-
ñar, y hasta atraer, frecuentemente, a los niños y a los
tontos...
Para que no quepa duda de lo dicho, conste que mi opi-
nión sobre el " ilustre pensador ", desconocido por completo
en América, antes de ser Ministro y disponer de fondos ...,
concuerda con la de varón tan eminente, tan culto y tan
ponderado como D. Marco Fidel Suárez , a quien nadie
puede tales condiciones discutirle. He aquí algunas de sus
justas palabras, que yo tengo a gran honra dar por mías :
recuerdo haber leído por ahí, de relance y perfucto-
EL LIBRO DE MI PROCESO 275

riamente, algunas ideas de este escritor, en una revista de


Bogotá. Su lenguaje y estilo no me parecieron ejemplares ;
y creo que por esta sola circunstancia la juventud no debie-
ra escogerlo para maestro, dado que la lengua castellana
debe ser el vínculo más valiente entre Colombia y México
y entre todas las Repúblicas hispano-americanas. En cuan-
to a su valor filosófico vi una página suya en aquella revis-
ta, página que me pareció muy sosa y liviana, sin meollo y
sin sustancia, y en forma tan vacía que me recordó aquello
de " palos de tabaco " con que comparan en Antioquía las
cosas sin peso ni firmeza.
"Los "palillos de romero" de Santa Teresa son nuestros
palos de tabaco en Antioquía, y unos y otros son buena
comparación del pensamiento o filosofía del escritor Vas-
concelos : filosofía ligera , vacía, sin sustancia, deleznable,
incolora y sin tono ni solidez . "
Sueños de Luciano Pulgar. T. 2.
Después de leer esta opinión de D. Marco Fidel Suárez ,
se verá cómo en la mía no entra el menor apasionamiento,
y también se comprenderá por qué tuve siempre al tal
"apóstol " en calidad sólo de " bluffista " y "reclamista ", que
son las características, precisamente, del farsante en " pose"
intelectual.

NOTA. Como sé que algunos agradecidos amigos del ex


Ministro dadivoso lo elogian y defienden todavía, aunque
cada vez ya con menor interés, debo yo manifestarles que
se hace necesario el que demuestren- lo que les ha de ser
muy fácil que sus palabras de ahora no corresponden so-
lamente a distinciones, favores o dineros recibidos, bastán-
doles con reproducir a ese efecto la opinión, o siquiera sea
la referencia , que hubiesen publicado sobre el susodicho
Vasconcelos , antes de que éste fuera Ministro, ya que- con
eierta intención de estocada a fondo ...--asegúrase por los
que se dicen bien informados que, antes de que Ministro
fuera , nadie publicó sobre él una sola palabra.
276 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Vasconcelos se honra con mi amistad

Y yo solo me sonrío.
Raúl Haya de La Torre, que fué quien me hizo el ofre-
cimiento de la estatua en nombre de Vasconcelos, ha acla-
rado : la estatua se le ofrecía no al hombre, sino al poeta.
Trátase de la jocosa teoría de la " doble personalidad",
que Haya de la Torre aprendió en el Perú de uno de los
famosos Ministros "neo-godos "... Quedamos, pues, en que
el poeta Chocano merecía la estatua que Vasconcelos le
encargó a Haya de la Torre ofrecerle en su nombre. Está
muy bien ; y gracias.
Rafael Heliodoro Valle no ha aclarado todavía si el sa-
ludo " cordial " de que le hizo encargo Vasconcelos para mí,
fué al poeta o al " amigo " ; pero sí ha asegurado , con si
firma, haberle oído decir a Vasconcelos que yo "le parecía
algo así como Homero..." Me sonrío, doy otra vez las gra-
cias ; y, ¡ adelante !
Lo de la estatua ofrecida por Vasconcelos al poeta Cho-
cano, fué en mayo de 1924 ; lo del saludo cordial al que le
parecía "algo así como Homero ", fué en diciembre del mis-
mo año... Muy pocas semanas después, Vasconcelos escri-
bía lo siguiente, que él titulaba Poetas y bufones :
"La diferencia es tan antigua como la simulación ...
¿Para qué hacer una lista muy larga , si en todas las litera-
turas ha habido poetas sinceros al mismo tiempo que bu-
fones y retóricos, simuladores de la poesía ? ... De los huecos
lugares comunes elegantes de esta última casta no quedará
en veinte años ni el recuerdo, etc. , etc. , etc. "
Me tengo que sonreír otra vez ; pero me aflige el corto
plazo que para desaparecer se le da a mi tan combatido
nombre, con estar seguro yo de haber hasta irritado al vul-
EL LIBRO DE MI PROCESO 277

go por cantar, opinar y vivir de manera distinta siempre a


lá de los demás ... ¡Otra fuera mi suerte si, acordándome yo
de ser el " monstruo de vanidad " que me dice Vasconcelos,
hubiera tenido el acierto de aceptarle el ofrecimiento de
una estatua ! Esta sí que quedaría... Ya se ve, pues , que
soy muy poco prevenido.
Hay que repasar lo transcrito y comprender que no en
veinte años , sino en poco más de veinte días , pasa a ser
"simulador de poesía " el mismo que a Vasconcelos le pa-
recía " algo así como Homero" y pasa a ser " bufón " el mis-
mo a quien se le ofrecía levantarle una estatua por su
condición de " Poeta" , según lo ha declarado muy bien el
propio oferente. Una estatua que se ofrece a un Poeta-Bu-
fón es un humorismo escultórico. Farsa, farsa y farsa.
Como los farsantes tienen muchos recursos, pudiera Vas-
concelos de repente desautorizar a Raúl Haya de la Torre
y a Rafael Heliodoro Valle, de la misma manera que es
público en Méjico el mentís que se dió a sí propio declaran-
do "apócrifo" el telegrama de su altiva renuncia minis-
terial...
Precisa, así en salvaguardia de la veracidad del que me
ofreció la estatua y del que me ha hecho conocer el califi-
cativo de " Homero " , dejar constancia de que obra en mi
poder esquela escrita por Vasconcelos, de su puño y letra,
a mi hijo Eduardo A. Chocano en New York, y en la que,
a fines de 1922, le ruega de manera efusiva el que transmita
"un cordial saludo al gran Poeta, con cuya amistad se hon-
ra..." Pongo esta esquela ahora, en copia cincográfica , a dis-
posición del público- como en original la pongo también a
disposición de quien así la desee leer-para que pueda apre-
ciarse el interés con que Vasconcelos me envía su " cordial
saludo " (como lo hace también en diciembre de 1924 con
Rafael Heliodoro Valle) , cree halagarme llamándome por
la millonésima vez "gran Poeta " (como en 1924 también me
lo hace decir con Raúl Haya de la Torre , ofreciéndome una
estatua) y espontáneamente-a pesar de estar disfrazado de
Embajador-reconoce desde el fondo de su conciencia que
"se honra con mi amistad".
Hay que advertir que cuando la tal esquela fué escrita,
esto es, a fines de 1922, tiempo hacía que había actuado yo
como "adulador " de Villa , como " cómplice" de Estrada Ca-
brera y como "bufón" del " verdugo " Leguía ; pero ya se ve
278 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que a pesar de creerme por ello, según lo dice ahora, " vil ",
"lacayo ", "pícaro ", " bribón, "indigno ", etc.-el farsante
Vasconcelos se sentía, según sus propias palabras, honrado
con ser mi amigo, sin conseguir, en cambio, que yo jamás le
hiciese el menor caso, después de haberme enterado de sus
procedimientos ministeriales de " bluff" y de " réclame ". ¿Es
o no un farsante Vasconcelos ?

NOTA. Conviene recordar que en marzo de 1922 me vi


obligado a exponer mis opiniones políticas, publicando Las
Dictaduras Organizadoras y la Gran Farsa Democrática;
seis meses después me sonreía leyendo la esquela que mi
hijo recibió de Vasconcelos, y de la que ahora, todo el que
llegue a leerla , se tendrá también que sonreír... tan despre-
ciativamente como yo. Así es Vasconcelos. Mi único castigo
consiste en exhibirlo honrándose, según él, con mi amistad ,
para que sus propios insultos-alusivos todos a cuanto de
mí ya sabía cuando escribió su esquela- lo dejen en ridícu-
lo, que es, justamnete, la postura en que le corresponde
quedar a un perfecto farsante. R. I. P.

ANEXO 3

UNA " FEDERACION DE ESTUDIANTES " APOCRIFA

La protesta del delegado por Jurisprudencia

Un grupo de audaces había suplantado a la Junta Di-


rectiva de la Federación de Estudiantes, aprovechándose de
la casi total indiferencia en que se mantenía el alumnado
de la Universidad. Tales audaces atreviéronse a defender a
Vasconcelos atacándonos : el atrevimiento siempre fué la
valentía de la ignorancia. Arrinconados por mí, no supie-
EL LIBRO DE MI PROCESO 279

ron de qué tildarme y, bajo la fe de su palabra de " discípu-


los de Vasconcelos ", hicieron el descubrimiento de que mis
"escritos" estaban llenos de faltas de ... "Prosodia". El es-
cándalo fué mayúsculo. Había quedado demostrado que al-
gunos alumnos de nuestra Universidad, y nada menos que
los que actuaban como elementos directivos de la titulada
Federación de Estudiantes, ignoraban los rudimentos de la
Gramática Elemental : los " discípulos de Vasconcelos" en
nuestra Universidad no sabían lo que era la Prosodia. Hu-
biese sido para mí indecoroso continuar haciéndoles caso
a semejantes elementos. Me concreté a protestar de que se
permitiera el ingreso a nuestra Universidad de los que ni
Gramática Elemental sabían. Fué entonces cuando el de-
legado de la Facultad de Jurisprudencia ante la Federación
de Estudiantes volvió por los fueros del alumnado, diri-
giéndome una carta abierta en que desenmascaró a la tal
Junta directiva, que era en realidad apócrifa.

Lima, a 30 de octubre de 1925.

Sr. José Santos Chocano. Presente.

"Ilustre poeta: En el debate periodístico que sobre la


personalidad del político mexicano D. José Vasconcelos , ha
sostenido usted con un señor Luciano Castillo , quien se dice
representante de la juventud universitaria , preciso hacerle
algunas indicaciones, tanto para hacerle honor a la verdad,
como para que usted mejore el criterio que se ha formado,
dentro de una generalización errónea, y por ende injusta,
sobre la manera de pensar de buena parte de la juventud
universitaria: me refiero a los estudiantes de la Facultad
de Jurisprudencia, cuya representación ejerzo, y en cuyo
Dombre tengo el honor de dirigirme a usted.
"Usted ignora, seguramente, cómo el Sr. Castillo- y lo
mismo puede decirse de la reducida plaga de estudiantes
que le acompañan, reclutados los tales en las Facultades.
de estudios preparatorios , no faltando tampoco, por supues-
to, los expulsados de alguna Universidad menor- , apenas
si nos es conocido, teniéndolo , más que como otra cosa, en
calidad de huésped poco grato. No tenemos, pues, con él,
vinculación alguna ; lo cual no obsta para que ese señor,
280 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sus malas artes mediante, resulte representándonos, y has-


ta haciéndonos encubridores de su irremediable deficiencia
cerebral.
"Tampoco debe usted saber, ilustre poeta, cómo la titu-
lada Federación de Estudiantes, después del retiro de las
Delegaciones de las Facultades más importantes, ha que-
dado reducida a unos cuantos individuos, analfabetos inte-
lectuales y enfermos morales. Se comprende, desde luego,
que la tal Federación carezca de autoridad en lo absoluto,
y que el ridículo en que han sido puestos por usted no nos
alcance y sí a ellos , esto es, al grupito de " Pachecos " semi-
castellanos y quechuas, que actualmente forman la Fede-
ración, con el solo objeto, entiendo de usufructuar las rentas
de la referida institución, pues yo no sé de que tengan ap-
titudes para otro orden de actividades.
"Por lo demás, muy sensible es, poeta ilustre, que haya
sido usted ampliamente defraudado, ocurriéndole otro tan-
to que a don Quijote, de quien dice Cervantes que empren-
dió descomunal batalla contra los que él creía gigantes, re-
sultando, a la postre, ser aquéllos nada más que modestos
molinos de viento. Mas, para su desquite, decir puede usted
que si bien no han sido molinos, sí han sido follones y ma-
landrines.
En verdad, después de haber leído sus artículos, ya no
dudo, poeta, cómo su criterio se ha informado en las desca-
belladas actitudes asumidas por un reducido sector de la
juventud, el que ha acarreado desprestigio positivo, pero
injusto, para la Universidad.
Felizmente, sin temor a equivocarme, puedo afirmar
que en la hora presente, y desde mucho antes, se ha apun-
tado una reacción general y saludable , en el sentido de ex-
tirpar toda malsana propaganda , y expulsar de la colecti-
vidad a todo audaz, ignorante " propagandista".
"También es preciso que se sepa cómo las tendencias
irreverentes de unos pocos extraviados, por nuestra Historia
y nuestro hogar nacional, no han merecido siempre sino una
franea condenación de nuestra parte. Nuestros hombres y
nuestros valores políticos e intelectuales, son, hoy más que
nunca, dignos de nuestra atención y de nuestro estudio. Ya
no pretendemos, llenos de una suficiencia enfermiza, una
orientación ; sino que oímos a los maestros y les pedimos
orientaciones. ¿Qué más podemos hacer? Yo creo, honrada-
EL LIBRO DE MI PROCESO 281 .

mente, que nada más. A esa obra, reciamente nacionalista,


en que están empeñados maestros y alumnos, sólo le falta
la labor complementaria del tiempo.
"La juventud que tal hace no es indigna de su Patria.
"La juventud universitaria no es, pues, ajena a los pro-
blemas nacionales. Los éxitos y los quebrantos de la Pa-
tria, éxitos y quebrantos suyos son.
"Afirmo, también, que la juventud labora en los claus-
tros de San Marcos. Su labor será paciente, pero es segura
y provechosa. Nada de utopías. La experiencia, vibrando en
las páginas de la Historia nacional, nos enseña que la sola
retórica nada vale ; pero el sólo practicismo tampoco la
aventaja.
"Concluyo, poeta de América- no importan que rían los
que no le entienden, pero tampoco se hacen entender—, con-
oluyo, repito, ratificándome en el sentido de que la juventud
que se instruye en la Universidad de San Marcos, no es ig-
norante ; pero tampoco es sabia. Y que el grupo con el que
usted ha debatido, ni nos representa, ni es nuestro.
"De usted muy atentamente.

CÉSAR AUGUSTO LENGUA."

Delegado de la Facultad de Jurisprudencia.

La respuesta que me apresuré a dar fué la siguiente :

Lima, a 31 de octubre de 1925.

Sr. CÉSAR AUGUSTO LENGUA. Delegado de la Facultad de


Jurisprudencia. Presente.

"Distinguido señor universitario: No le agradezco sólo


por mí su carta referente a los analfabetos que se han apo-
derado de la representación de los alumnos de esa Uni-
versidad, sino que se la agradezcą, en mi condición de pe-
ruano; porque su palabra descorrerá ante el extranjero el
velo de la farsa con que se esconden, tanto los ignorantes
idólatras como el falso ídolo . Ha vuelto usted por el honor
de la Universidad de mi Patria , puesta en ridículo por des-
282 JOSÉ SANTOS CHOCANO

graciados maniquíes de quien en su país no llegará a ser


nunca considerado ni siquiera una caricatura del verdade-
ramente apostólico Madero.
"¿Es posible explicarse que se busquen en el extranjero
maestros y sólo se encuentre al dadivoso Ministro del Ge-
neral Obregón durante cuyo Gobierno se han tenido que
verificar en México- no me toca saber si con razón o no-has-
ta mil quinientos fusilamientos, que aquí parece, según eso ,
que también hiciera falta realizar ? Contrario a mis ideas ,
yo que le conozco descúbrome, por ejemplo, ante D. Miguel
de Unamuno. Colóquese junto al de Unamuno el nombre de
Vasconcelos ; y se tendrá la sensación de la distancia entre
un hombre y un mono.
"Yo ruego a usted señor delegado de Jurisprudencia,
invitar a todos sus compañeros a una reunión en donde me-
jor lo deseen, a fin de no pronunciarles un discurso prepa-
rado, sino de hablarles como escribo siempre, para ofrecer-
me a todas sus interrogaciones y para abrirles mi corazón
de poeta, que no renegó jamás de ser peruano.
"Es necesario revisar los valores nacionales ; pero con la
concurrencia al juicio por parte de ellos mismos : los estu-
diantes de Derecho saben bien que nadie puede ser juzgado
si se le impide ser oído .
"Demostraré que por mí fué que Vasconcelos alcanzó la
cómoda oportunidad de ser Ministro de su país ; porque
por mi discurso de la Habana-según a grandes letras lo
publicó el New York Times del 28 al 30 de julio de 1913-
canceló el presidente Wilson las credenciales del embajador
en México , desconoció al Gobierno de Huerta y abrió, así ,
la frontera al comercio libre de armas de la Revolución.
Un peruano que, a pesar de lo que aconseja el " derrotismo "
de Vasconcelos, no necesita renegar de su Patria-cual-
quiera que sea la conducta de ella para con él-fué " el
verbo " de la más grande Revolución de México. En cuanto
a mi actuación cerca de Villa , nadie puede juzgarme mejor
que Carranza , quien- reconociendo la caballerosidad de mi
conducta , me invitó después, hasta por dos veces, a vol-
ver a su lado, por medio del hoy ex presidente de la Huerta,
y por medio de su ministro en Guatemala, general Bermú-
dez de Castro, según puede testimoniarlo el ex Encargado
de Negocios Jiménez O'Farril, residente hoy en México.
"Demostraré que por mi actuación política en Guate-
EL LIBRO DE MI PROCESO 283

mala, se derivó la intervención en mi favor-de que no me


jacto, pero que es indispensable recordar- del Sumo Pon-
tífice, un Rey, diez Gobiernos republicanos y tres Congre-
sos Legislativos, poseyendo yo la invitación que la Juven-
tud Universitaria de ese país me hiciera, tres años después ,
para decir la verdad, que a mí solamente me era del todo
conocida, sobre el falso movimiento libertador ( que duró un
año en el Poder) , contra la Dictadura organizadora de Es-
trada Cabrera, encabezado que fué dicho movimiento por
el sibarítico Obispo Piñol y por el vacío, aunque millonario,
Herrera.
"Concluiré demostrando que en el Perú es un crimen, en
los actuales momentos, hablar de " derrotismo ", que viene
a afectar en todo hombre de conciencia la dignidad perso-
nal, mientras que estén en pie las injurias que se han hecho
a su Patria y, con ellas, la injusticia que ni se ha querido
ni se quiere reparar. No hay doctrina que pueda estar por
encima de la dignidad humana. "Derrotismo", en estos mo-
mentos, en el Perú, es una humillación ruin, que esnobis-
mos aparte , importa una traición a la Patria, a la familia
y a la propia honra.
"Es suplicatoriamente que le hago a usted esta invi-
tación, porque me resisto a creer que los usurpadores de la
Federación sean bastantes más que los universitarios libres,
cuyo espíritu creo capaz de abrirse a la verdad y no de ce-
rrarle el paso con apasionamientos denunciadores de incul-
tura, cuando no de sórdidos intereses, como usted ha dicho,
en referencia a los dineros de tal institución.
"Es tanto más urgente mi súplica, cuanto que se me
dice que los " argumentos" van a ser reemplazados por agre-
siones, que ni es dable ni justo pueda soportar yo en mi
país, cuando, por el honor de la nacionalidad , no los he to-
lerado en ninguna parte.
"Créame suyo ; y hágales entender a sus compañeros
que mi única fuerza en la vida es la de la sinceridad.
"Suyo afectísimo, José Santos Chocano.

NOTA.- En el mismo día en que se publicó la carta del


Delegado de la Facultad de Jurisprudencia, se confirmaron
los rumores que a mí habían llegado y a que mi respuesta
284 JOSÉ SANTOS CHOCANO

hube de aludir, sobre agresiones personales que se prepa-


raban a falta de argumentos . Fué en la tarde de tal día que
el Ing. Edwin Elmore Letts me agredió, con tan lamentable
resultado para él .

II

La opinión de los estudiantes de Ingeniería

El Sol diario de reciente fundación en Lima celebró,


hace poco, una encuesta universitaria. He aquí la opinión
del Presidente de la Asociación de Estudiantes de Ingenie-
ría, Sr. Fernán Moncloa, que viene a confirmar, después de
más de un año, el carácter apócrifo de la llamada Federa-
ción de Estudiantes.
-"¿Cuál es, en su concepto, el origen del actual estado
de desconcierto y desorganización de la juventud univer-
sitaria?
"Los jóvenes adolecen del prurito del caudillaje . Es
uno de los tantos vicios que nos quedan del pasado . Toda
nuestra historia política-mezcla de leyendas y de impro-
visaciones se reduce al hecho de la postergación de las
obras realizadas, para exhibir un sinnúmero de apellidos.
El caso de la juventud es exacto. Desde hace tres años fal-
tan los caudillos ; no hay un ideal colectivo, una inquietud
hecha pasión que los agrupe alrededor de determinado “ lea-
der" universitario. Desde luego que, unido a esto y a "lo
impublicable ", otros factores han contribuído y han apre-
surado este lamentable desconcierto : son los dirigentes im-
provisados-visionarios de exportación, amantes de los co-
lores agudos los que explotan situaciones y alardean de
"apostolados".
-" Le satisfizo la estructura actual de la Federación
de Estudiantes ?
-"La representación de las Universidades Menores en
la Federación de Estudiantes es una prostitución del sufra-
gio estudiantil. Es muy fácil sustraerse un sello y falsificar
EL LIBRO DE MI PROCESO 285

una firma, para enviar credenciales a Lima. De no haber


una forma honrada de llevar a cabo esas elecciones , sería
mejor que sólo se constituyese la Federación Universitaria
de Lima.
-"¿Cuáles son, én su concepto, las orientaciones que
debe seguir la juventud frente a los problemas nacionales
y exteriores ?
-"Antes que nada debe evitarse la importación de ideas
novedosas, con las que se pretenden obtener éxitos de fa-
rándula.
"En los problemas nacionales-llamando tales sólo a los
que alcancen a comprender a la juventud-debe proceder-
se con un criterio diverso-en la forma y en el fondo- al
con que, generalmente, proceden los Gobiernos . Soy de los
que confían en un amplio sentido de peruanidad , que guíe
a la juventud hacia una perfecta aplicación del nacionalis-
mo, como único para el progreso de la nación.
-"¿A quién elegiría usted Presidente de la Federación
de Estudiantes?
— "A cualquier elemento sincero, que no haga de la far-
sa y de la calumnia una virtud, ni de la intolerancia un
método. ”

III

Voto de censura a la "Federación " apócrifa

El Comercio en su primera edición del 26 de mayo úl-


timo ( 1927) , publicó en su Sección " Vida universitaria " un
suelto, de que basta reproducir lo siguiente :
"La Asamblea de ayer.-Se reunió ayer en Asamblea
universitaria un numeroso grupo de estudiantes, con el fin
de contemplar la situación universitaria actual, en relación
con la organización representativa de las instituciones es-
tudiantiles y las actividades que un determinado grupo es-
tudiantil ejerce en nombre de la Universidad.
286 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"Se aprobó una moción suscrita por más de cien alum-


nos universitarios, concebida en los siguientes términos :
"La Asamblea general de estudiantes ACUERDA :
"Primero. Censurar al grupo universitario que con el
nombre de Federación de Estudiantes usurpa la representa-
ción estudiantil y trata de introducir el desorden en la Uni-
versidad.
"Segundo . Hacer una ferviente invocación a todos los
estudiantes para que organicen en el día sus instituciones
representativas . "

IV

Mi actitud respecto a los universitarios

Tengo en el más alto concepto a los jóvenes universita-


rios que, al margen de toda política militante o sectaria,
han sabido hacer una labor ideológica pura , no contamina-
da por influencias de actualidad extranjera .
Merecen mi agradecimiento patriótico los universitarios
del Comité Nacionalista , que con la palabra y con la ac-
ción supieron cumplir bien su deber en nuestras provincias
cautivas en los momentos más graves de la crisis plebisci-
taria. Merecen mi agradecimiento intelectual los universi-
tarios que en las páginas de la revista Novecientos han sa-
bido interesarse siempre, aun manifestándose ellos en dis-
conformidad con mis ideologías, por la sólida cultura reve-
lada en todos sus escritos , hasta alcanzar el elogio expreso
de Antonio Caso , Ricardo Rojas, Gonzalo Zaldumbide y
Francisco García Calderón , que si no son " apóstoles ", me-
nos son " farsantes "...
En relación a los universitarios que tuvieron la audacia
de suplantar a la Directiva de la Federación de Estudian-
tes, sólo he de recomendarles el aprender siquiera los rudi-
mentos de la Gramática Elemental, para que no se les
ocurra otra vez en mis escritos, ni en los de nadie , faltas
de... "Prosodia" ; que para persuadirles de que mi criterio
EL LIBRO DE MI PROCESO 287

es siempre el mismo sobre la conveniencia de que la juven-


tud estudiosa debe ponerse al margen de toda política mi-
litante o sectaria, me basta transcribir la segunda mitad de
la carta abierta que el 10 de julio de 1925 dirigí- desde las
columnas de La Crónica-a Gabriela Mistral . He aquí lo
que yo decía entonces, y que creo acertado reproducir ahora :
"Respecto al deseo que me hace usted saber de los uni-
versitarios de México y Argentina, para que interponga yo
mi influencia cerca del mandatario del Perú, a fin de que
cese en su " persecución " a los universitarios que hagan po-
lítica claro está contra tal mandatario, me interesa (sin
discutir opiniones ni procedimientos ) hacer constar solamen-
te que, aunque me siento muy honrado con la amistad par-
ticular, desde hace muchos años , del Sr. D. Augusto B. Le-
guía, no soy ni he pretendido ser "el hombre oficial y pode-
roso " que textualmente se me supone : mi nombre no figura
para nada en los círculos políticos, ni en la vida pública de
mi país .
"Sin asumir actitudes de propaganda y dejando opinar
y proceder a cada uno como mejor le parezca, confieso a us-
ted que desearía el que los universitarios de la América his-
pana se mantuviesen como reserva, libres de contaminacio-
nes con los actuales sectarismos sociales y apasionamientos
políticos, serenamente al margen de todas las inquietudes
extrañas a su estudio, como se mantienen y se mantuvieron
siempre los universitarios de Estados Unidos, de Alemania ,
de Inglaterra, para citar moldes pedagógicos ejemplares .
"Creo oportuno, finalmente, darle a usted noticia de que
el Gobierno de mi país hubo recientemente de poner en pri-
sión a dos hijos míos, diz que por mezclarse en agitaciones
populares ; y a uno de ellos sólo lo dejó en libertad cuando ,
después de un mes de castigo, se persuadió de que se trata-
ba de una falsa información . Encontrando yo muy justifi-
cada la actitud del Gobierno para con estos hijos míos , me
parece innecesario decirle a usted al respecto una pala-
bra más . "

Puede juzgarse, ya no desorientadamente, la sinceridad


de mi actitud para con los universitarios de mi país .
288 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Una lección serena y profunda

En el acto de la inauguración del Conservatorio de Cien-


cias, acaba de pronunciar, en el Día de la Primavera ( 1927) ,
un interesante discurso , que vale por una lección serena y
profunda, el Dr. Fortunato Quesada, Presidente del Círcu-
lo Médico Peruano, y uno de los pocos Catedráticos de San
Marcos que es merecedor del respeto de sus alumnos y del
más alto aprecio intelectual de sus conciudadanos.
He aquí algunos de los conceptos que hace años vertió
como estudiante, y que repite ahora como Catedrático :
"Este Conservatorio será, a no dudarlo, uno de los po-
derosos llamamientos al estudio .
"Nada como el estudio para llenar el alma de goces pu-
rísimos, nada como él para preparar el camino del triunfo,
al que estáis llamados todos, pero el triunfo de verdad, que
es el triunfo del ideal no marchito y sin arriar bandera ;
nada como él, por último, para definir la auténtica misión
del estudiante en la Universidad . No creáis que pienso esto
ahora porque ya no soy alumno. Hace precisamente diez
años que tuve el santo orgullo de capitanear las huestes es-
tudiantiles . Voy a leer unas líneas de mis pensamientos im-
presos entonces, que son también los del presente.
"Un estudiante libre de toda otra preocupación que el
estudio, es quien ocupa esta presidencia (la de la Federa-
ción de Estudiantes del Perú, en su primer año de fundada ) .
Si alguna orientación podíamos traer, pues, al seno del Co-
mité directivo, no podía ser otra que la disciplina tranqui-
la y fervorosa del estudio. Creemos que ella es la que debe
predominar en todos nuestros actos. Si somos estudiantes,
como lo indica el vocablo, es, ante todo y sobre todo, para
estudiar. Contrayendo nuestra atención y nuestro pensa-
miento en las cautivantes cuestiones del espíritu investiga-
dor, para derivar de ellas saludables y benéficas corrientes
EL LIBRO DE MI PROCESO 289

de opinión, correspondemos a los fines culturales que deben


distinguir a la clase universitaria, y, de acuerdo con las mo-
dernas tendencias educativas, servimos de altos y podero-
sos paladines al progreso social y nacional. Llevar a los
compañeros por el amplio y hermoso sendero del estudio,
es y debe ser, siempre, la preocupación primordial de nues-
tra corporación. Por todos los medios posibles : por la pro-
paganda, por el ejemplo, por el aplauso justo, la Comisión
directiva ha de infiltrar en el seno común el convencimien-
to de que estudiando es como más certeramente llegamos
al ideal estudiantil y que es por el estudio como podemos
llenar mejor las fervientes esperanzas que la nación tiene
puestas en nosotros.
"Todo lo que lleve a la juventud por otro camino es
sugestionarla anticipadamente. Pensar que los jóvenes es-
tamos llamados a descuidar los libros y los laboratorios
por actuar directamente dentro del cometido de los mayo-
res, es arrancarnos de la clase y de la mesa del estudiante
para gozar de una madurez que nos sienta mal y para agos-
tar nuestros más delicados e independientes ensueños . Es
momento de reaccionar contra ese vano sistema. Ya son
los aduladores de la juventud, que nunca faltan, ya son los
temperamentos precoces que en nuestro medio abundan,
quienes señalan interesadamente la ruta y quienes se dis-
ponen a seguirla con ardor. Resultaría así nuestra institu-
ción una escuela de iniciación política, cuando debemos
procurar decididamente que sea la estimuladora del estu-
diante modelo. Así lo deseo hoy para este Conservatorio,
repitiendo literalmente dichas frases, sin ponerlas en tiem-
po pasado, porque os declaro que una de mis felicidades vi-
tales es la de seguirme considerando estudiante, y como tal,
me he suscrito aquí con esta modesta oración.
"Esa es la principal misión de la juventud universitaria :
Jestudiar ! Y estudiar, no para obtener un título, que en
gran número de casos no va a ser sino un disfraz , que vili-
pendia al que le lleva mal llevado. Yo estoy convencido que
toda la razón de la crisis universitaria nacional está en la
desviación de las células que integran su organismo, en la
falta de sinceridad de sus elementos consigo mismos , que
fomenta un falso ambiente universitario peruano. Vienen a
acogerse bajo el manto de esta Alma Mater grandiosa, ele-
mentos sin vocación para el estudio, sin la elevación y el
19
290 JOSÉ SANTOS CHOCANO

desinterés que exigen las profesiones liberales y el sacerdo-


cio de la investigación. Pasan por estas aulas, en seguida,
desposeídos de unción y de respeto, lejos de las bibliotecas
y de los laboratorios, añorando posiciones de espectación
cuando no de escándalo. ¿ Y después? Después ... el desas-
tre : esta triste pléyade de doctores que no vuelven a la Uni-
versidad, de bachilleres que olvidan su camino de luz, de
abogados que no tocan la Jurisprudencia, de médicos que
no curan, de higienistas que combaten epidemias con la voz
y desde los bufetes burocráticos , de ingenieros que pasean
por las calles de centros superarquitecturados y de agróno-
mos que huyen de los campos de cultivo. En una palabra,
podemos epitafiar a la vulgar cruzada de los pseudo -uni-
versitarios como la liga de los teorizantes que todo lo saben
y todo lo critican ... con palabras, mutilados del espíritu
emprendedor , mártires de la abulia , paralíticos de la ac-
ción."

Como no son otras las opiniones que he sostenido res-


pecto a la conveniencia de que la juventud universitaria se
mantenga al margen de las luchas partidistas o sectarias,
me complace y me enorgullece encontrarlas en los labios
ciertamente doctorales del ya ilustre profesor Fortunato
Quesada, que, alejado de la vida política, ha sabido dictar
a sus alumnos una lección serena y profunda en el simbólico
Día de la Primavera.

ANEXO 4

A PROPOSITO DE LAS DOS CARTAS

El examen reposado hecho por mi abogado defensor , de


las cartas que Elmore y yo nos dirigimos a raíz de nuestra
conversación telefónica , deja establecido el que la mía era
EL LIBRO DE MI PROCESO 291

de carácter privado- puesto que su publicidad aparecía en


el texto de ella como una amenaza condicional y la de
Elmore era de carácter público-puesto que estaba desti-
nada a que yo la leyese inserta ya en un diario.
No reproduzco yo una y otra carta por haberlas hecho
conocer ya con exceso los personeros de la parte civil, desde
noviembre de 1925, en folletos profusamente repartidos, que
se siguen ofreciendo gratis a cuantos lo soliciten (Reperto-
rio Americano, de San José de Costa Rica, núm. 14 del pri-
mer semestre de este año 1927) . Como mi carta se refiere
por manera principal a la cuestión patriótica de que he ofre-
cido no decir palabra más, por los motivos y las considera-
ciones que aparecen en el capítulo "Responsabilidad histó-
rica" de la parte primera de este libro, tengo que abstener-
me de reproducirla ahora, si bien advirtiendo que es ella
conocida de todos y cada uno de los miembros de la "So-
ciedad de Sobrevivientes de Arica ", llamados a juzgarla en
todos sus alcances . Hago constar que los personeros de la
parte civil- no yo-dieron las dos cartas a la publicidad ,
pues nunca tuve-como no lo tengo ahora-propósitos di-
famatorios. Creo yo que cuando se hace necesario retar a
alguien, la circunspección impone el hacerlo en privado,
para asumir la responsabilidad sin escándalo, que sólo pro-
vocan quienes, naturalmente, quieren sacar partido de él .

Antes de pronunciarse la increíble sentencia condenato-


ria de que apelé, no era necesario lo que ahora sí lo es , a
propósito de las dos cartas. Mi carta demuestra que yo
llamé a Elmore por teléfono con el objeto de que me diesc
una satisfacción privada. La carta de Elmore demuestra
que lo dicho por mí a él telefónicamente no era bastante
para decidir su ánimo a una agresión.
Mi carta termina pidiéndole a Elmore privadamente
una satisfacción. Como mi carta se la dirigí después de
nuestra conversación telefónica, claro está que ésta no pudo
tener otro objeto que el de hacerle petición igual.
He aquí el objeto que con mi carta perseguía yo : "En-
tienda usted que si no se apresura a escribirme dándome
plena satisfacción, seré yo el que publique esta carta. " Si
hubiera llamado yo a Elmore por teléfono sólo para insul-
292 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tarle-como se ha afirmado- y no para pedirle una satis-


facción privada, sería inexplicable que después hubiera in-
sistido en pedirle tal satisfacción por carta . Conviene esta-
blecer también que hasta el momento en que le dirijo a El-
more la carta, después de nuestra conversación telefónica,
el que aparece como ofendido exigiendo una satisfacción de
su ofensor soy yo.
La carta de Elmore, que comienza diciendo que yo le
he llamado por teléfono ( después de varios días de las ince-
santes provocaciones sin motivo que él me hiciera) sólo
para repetirle respecto a determinada persona un califica-
tivo que no es de mi invención, concluye advirtiéndome lo
siguiente : "Si usted en cualquiera forma se dirigiera a mí,
en el lugar donde le hallare le escupiría la cara. " Bien se ve
que lo que en realidad le dije por teléfono a Elmore no le
daba, pues, desde que así lo reconoce, pretexto siquiera ni
para intentar " escupirme la cara ", menos para agredirme :
quiere decir entonces que él confiesa que en verdad necesi-
taba, para sentirse en situación de ofenderme de hecho, el
que yo volviese a ofenderlo de palabra. No pueden quedar
más expresamente reconocidas por el propio Elmore la "fal-
ta de provocación suficiente " de mi parte y la “ ilegitimi-
dad" de su agresión.

ANEXO 5

UNA AGRESION EN VEZ DE UN DESAFIO

Premeditando una agresión

He aquí las palabras con que el abogado de la parte ci-


vil y cuñado del ingeniero Edwin Elmore Letts relata algo
muy interesante de la entrevista celebrada por ambos a
EL LIBRO DE MI PROCESO 293

raíz de la conversación telefónica en que yo, provocado,


hube de contestar privadamente insultos destinados a ser
públicos:
"Estuvimos conversando cerca de una hora sobre lo que
debía hacerse... Recuerdo que me dijo : Yo no reto en duelo
Chocano." Yo le contesté : "Me parece muy bien: dada
la clase de injuria recibida y la calidad del sujeto , usted no
puede hacer la farsa de un desafío. "
Tales palabras, transcritas de la pág. 11 del folleto pu-
blicado por el abogado de la parte civil con su informe oral,
llegan a dar el convencimiento de que el ingeniero Elmo-
re-con el buen consejo de su cuñado estaba resuelto a no
batirse, así hubiera tenido yo que desafiarlo, sino sólo a
emplear sus puños, apelando, según eso, al mismo procedi-
miento a que apelan precisamente los mozos de cordel , esto
es, el de la fuerza bruta.
Aquello de que " Por principio, soy contrario a los desa-
fíos"-frase que también se le atribuye al ingeniero Elmore
por su interlocutor , resultado es de una filosofía muy ba-
rata, que, en todo caso, había que tener presente antes de
dedicarse a hacer provocaciones o agresiones ; porque, de
otra suerte, vendría a ser harto cómodo- aunque despre-
oiable-proferir insultos, tanto como descargar golpes, con-
tando con escabullirse en tal filosofía para obtener la im-
punidad.
Cuidaré, de hoy en adelante, de no devolver ni de co-
brar insultos a quienes sólo están dispuestos a sostenerlos
en la forma en que lo hace la canalla ; pero tengo, sí, que
subrayar la seguridad de que, en efecto, " dada la calidad
del sujeto " con quien tenía que habérselas, no podía el in-
geniero Elmore, ni nadie, "hacer la farsa de un desafío ",
según era el deseo manifestado, dada la significación que
tienen en el léxico las palabras literalmente transcritas.
Por mí sé decir que, en realidad, no me hubiera presta-
do a " hacer la farsa de un desafío", como muy bien lo saben
algunos hombres, con mayúscula , que me han apadrinado
o han apadrinado a contrincantes míos : válganme los nom-
bres de Salvador Díaz Mirón y el Licenciado José María
Lozano en México , de Justo Facio y el Licenciado Ernesto
Martín en Costa Rica, teniendo que habérmelas- para ma-
yor circunspección en ambos casos- con un mexicano y con
un chileno.
294 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Lo que en la actitud de mi agresor resulta más curioso


es que, según declárase textualmente, se necesitaba el que
yo diese "una explicación pública ", una explicación " delan-
te de testigos ", pretendiendo el arrancarme tal explicación
por el procedimiento , incalificable entre personas serias y
decentes, de las patadas y de los puñetazos.
En vez de preparar, pues, un reto a duelo, se premeditó
una agresión sorpresiva y brutal, cuyos alcances aún no
puedo penetrar por completo, pero cuya consumación tenía
yo que impedir, naturalmente, a la medida de mis fuerzas
Confieso que no esperaba yo una agresión a base de
fuerza bruta, sino una explicación privada o un reto a due-
lo, conforme le consta al doctor José Angel Escalante, Di-
rector de El Comercio del Cuzco, cuya hombría bien reco-
nocida tampoco se hubiera prestado a " hacer la farsa de
un desafío", según el deseo que aparece en las palabras
transcritas : "Dada la clase de injuria recibida y la calidad
del sujeto, usted no puede hacer la farsa de un desafío."
Quiero esto claramente decir que, dada otra clase de injuria
y dada otra calidad de sujeto , sí se hubiera podido hacer la
farsa de un desafío entonces...
Farsas conmigo no podían hacerse. Como el doctor Es-
calante tiene títulos bien ganados para decir lo mismo, me
abstengo de esclarecer los verdaderos móviles por qué se de-
cidió a entregar al público lo que correspondía resolver en
privado, ya que no era otro el carácter de la injuria que se
me atribuía. Tratar de resolver en público una cuestión per-
sonal resulta de una realidad quizás ingenua, aunque de una
apariencia bastante sospechosa. Ya se ve cómo conviene
no olvidarse nunca de que, precisamente, la Farsa fué siem-
pre hermana del Escándalo.
EL LIBRO DE MI PROCESO 295

II

Esperando un desafío

Miraflores, 17 de noviembre de 1925.

Señor José Santos Chocano .-Lima.

Mi apreciado amigo : Acabo de recibir su tarjeta agra-


deciéndome la referencia que de usted hice anoche en el
discurso con que le ofrecí un banquete de amigos al Co-
mandante García Codos. Como no voy a poder visitarlo
hasta dentro de algunos días, me apresuro a escribirle, en
respuesta a su amable tarjeta, ratificándole mis simpatías
con motivo del trágico suceso a que ha sido usted arras-
trado, cuando usted se preparaba caballerescamente para
un duelo, en el cual iba a tener yo el honor de apadrirnarlo.
Ya se lo dije a usted y lo repito y lo sostengo en todas par-
tes : en su trance, viéndose brutalmente ultrajado por un
mozo que se aprovechaba de las ventajas de la edad y el
vigor físico, tenía usted no sólo el derecho, sino la obliga-
ción de defenderse con la mayor energía por todos los me-
dios a su alcance, sin estar capacitado para medir ni calcu-
lar las consecuencias de su actitud. La fatalidad hizo el resto.
Esto es lo que anoche dije en el "Zoológico ". Me escu-
charon, entre otras muchas personas, más de cien oficiales
jóvenes de nuestro Ejército ; yo creo que en el Perú, civiles y
militares, necesitamos levantar el carácter, reafirmar nues-
tra masculinidad, inspirándonos en ejemplos de hombría y
de altivo concepto de la dignidad personal. La actitud de
usted, repeliendo enérgicamente una agresión brutal y des-
medida, era un oportuno ejemplo que ofrecer a nuestros jó-
venes oficiales.
296 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"También les hablé de que, en buena cuenta, usted es la


víctima de una intriga política. Les dije que a Vasconcelos
se le menciona en el Perú únicamente porque tuvo frases
de condenación para el Gobierno de Leguía ; y que a usted
lo atacan y lo combaten, en todos los tonos y por todos los
medios, tan sólo porque usted es amigo de Leguía y defien-
de nuestro nacionalismo de las disolventes propagandas
del desorbitado político mexicano.
"Y esta es la verdad . En estas inesperadas incidencias
que han tenido epílogo tan lamentable, se ve claramente la
agitación de los enemigos del Gobierno, ansiosos de provo-
car, de manera indirecta y con todas las precauciones que
les aconseja su prudencia, cuestiones desagradables, a ver
si se producen turbulencias sociales o escándalos políticos
de cierta magnitud, como para comprometer la estabilidad
del régimen .
"Todo eso y mucho más que ya no recuerdo, dije ano-
che, y fuí muy aplaudido ; lo cual me satisfizo mucho, no
porque yo tenga vanidades de orador, sino porque se me
permitió comprobar que el Ejército simpatiza con la acti-
tud de usted .
"Con la misma deferencia con que, a su primera insi-
nuación, le ofrecí servirle de padrino, saludo a usted y me
suscribo como su antiguo amigo y admirador, J. A. Esca-
lante.

NOTA -Puede ya ahora apreciarse cómo mientras que


yo esperaba un desafío, se me sorprendió con una agresión
humillante hecha sobre la base de un abuso de fuerza bru-
ta. Pregunte cada quien a su conciencia lo que en mi lugar
hubiera hecho .- Ch.
EL LIBRO DE MI PROCESO 297

ANEXO 6

DELATOR Y FALSARIO

Mi abogado defensor, lleno de una benevolencia que me


explico y alabo, ha querido suponer al Director de El Co-
mercio engañado visualmente en los detalles de la declara-
ción que hubo de prestar diez días después del lamentable
acontecimiento. Sabe mi abogado defensor, sin embargo ,
el que yo me mantuve siempre seguro de que el referido
Director no estuvo en el hall de la imprenta, ni antes, ni
durante el pugilato, ni cuando se efectuó el disparo ; sólo
después de la detonación de éste, bajó de la Dirección- ins-
talada en los altos-acercándose entonces a mí, que tuve
que " llamarle a voces" -según consta en la declaración de
Tomás Miró Quesada ante el juez instructor-para entre-
garle mi revólver, cuando naturalmente ya estaba todo con-
cluído. Al hacerme conocer mi abogado defensor su propósi-
to-tan sólidamente apoyado en la experiencia y en la ob-
servación científicas-aprobé la idea, no porque creyera
merecedor de ninguna consideración al individuo que se
presta a declarar contra quien está "empapelado " en un
juicio criminal, sino porque con ello se ofrecía al Tribunal
un camino abierto para desestimar la declaración del dela-
tor, sin tener que calificar a éste como falsario.
El Tribunal no lo entendió así, sino que aunque no se
fundó en ninguno de los detalles de ella- llegó temeraria-
mente a afirmar que la declaración del Director de El Co-
mercio era de un valor demostrativo " INDISCUTIBLE",
proclamando de este modo en la sentencia que tan privile-
giado político era más infalible que el Papa, puesto que éste
sólo lo es cuando habla ex cathedra.
Desde que esta infalibilidad de Antonio Miró Quesada
lo hace aparecer en condición de no poder engañarse, ni en-
298 JOSÉ SANTOS CHOCANO

gañar a los demás, me veo obligado a tener que demostrar


cuán absurdo resulta suponer lo uno y lo otro, dejándole
antes justamente reducido a su doble condición de delator
y de falsario. Antonio Miró Quesada es un delator; porque
nadie le propuso ni le señaló como testigo presencial del
acontecimiento, habiendo sido llamado por indicación mía
a declarar sobre un detalle sin importancia y ocurrido so-
lamente después de concluído todo, que fué para lo que yo,
con la mayor espontaneidad y sin ningún temor, le di su
nombre al Jues. Según consta en la instrución, él fué quien
procedió a declararse a sí mismo testigo presencial del
disparo.
Antonio Miró Quesada es un falsario ; porque de no ser-
lo, resulta inexplicable el que yo mismo, sin necesidad y sin
vacilación, le hubiese facilitado ante el Juez la oportunidad
de delatarme.
No se trata, pues, de las simples calificaciones de dela-
tor y de falsario, sino de cargos que inevitablemente se de-
ducen de hechos comprobados en la misma instrucción, que
puede revisar conmigo quien lo desee.
Por encono político o por cualquiera otra causa, hecho
tan cierto es que Antonio Miró Quesada actuó contra mí
en condición de " delator y falsario ", como que también con-
tra mí actuó años atrás-Joaquín Miró Quesada en con-
dición de " carcelero " y como que, a propósito de Las Dic-
taduras organizadoras y la gran farsa democrática hubo de
hacerse en El Comercio, textualmente, la revelación harto
significativa de mis " cuatro patas "...

Respecto a que en la declaración prestada por Antonio


Miró Quesada, diez días después del acontecimiento, debe
estimársele como engañándose a sí mismo, en el supuesto
de haber procedido de buena fe, además de las razones in-
controvertibles que apoyadas en la ciencia hubo de dar para
ello mi abogado defensor-y que luego se verán confirma-
das en un Anexo sobre el ningún valor de la prueba testi-
monial en los sucesos emocionales e instantáneos-hay que
considerar tres detalles de importancia, que exhiben de ma-
nera especial al referido delator.
EL LIBRO DE MI PROCESO 299

1. Lamberto Cobos dice, haber estado de frente al lu-


gar del hall en que se realizó el suceso. Tntonio Miró Que-
sada dice haber estado de espaldas, teniendo que " volver
la cara"-conforme consta en su primera declaración al
Juez-para apreciar los detalles del pugilato. ¿Pudo apre
ciar esos detalles con toda exactitud Antonio Miró Quesa-
da? La respuesta fué dada por Lamberto Cobos en su de-
claración al Juez instructor, a pesar de haber estado , se-
gún él, de cara al hall y no, como aquél, de espaldas : " Por
la rapidez con que se realizó el suceso , la absoluta exacti-
tud apreciativa era imposible." En el juicio oral, enrique-
ció, sin embargo, con más detalles su primera y segunda de-
claración Antonio Miró Quesada, que fué, así, refrescan-
do su memoria a medida que el suceso se fué haciendo más
remoto... Lamberto Cobos en el juicio oral, en cambio, vol-
vió a desautorizar la reconstrucción detallada del suceso :
"En esas circunstancias-declaró- se pierde la noción del
tiempo y del espacio. " Véase, pues, si el Tribunal pudo es-
tar seguro de que Antonio Miró Quesada no se engañó a sí
mismo.
2. Froylán Miranda Nieto que como Lamberto Co-
bos es empleado de El Comercio, con lo que le desmien-
ten a Antonio Miró Quesada sus propios empleados, a pesar
de prestarse a sostener que había él estado en el lugar del
suceso- declara , y así consta en los autos, que todo se des-
arrolló tan violentamente que cree él que " ni el mismo doc-
tor Miró Quesada lo ha presenciado estando en la venta-
nilla de la Administración. La ingenuidad de Miranda Nie-
to, según puede apreciarse, no es menor que la de Cobos ;
ello honra a uno y otro empleado, que al cumplir tan mal
au cometido demuestran, por lo menos, el que no están,
como su jefe, acostumbrados a mentir. Hay que considerar
que Miranda Nieto, antes de expresar tal opinión, ha tenido
que ver, según él, a Antonio Miró Quesada a raíz del suce-
so, puesto que dice que " se acababa de producir el disparo"
cuando salió al hall, en donde sostiene que estaba su Direc-
tor. Es el caso de preguntarse en qué condiciones y en qué
actitud se encontraría Antonio Miró Quesada a raíz del su-
ceso, cuando Miranda Nieto-que dice haberlo visto enton-
ces-declara que él no cree que haya presenciado nada...
Véase, pues, si el Tribunal pudo estar seguro de que Antonio
Miró Quesada no se engañó a sí mismo.
300 JOSÉ SANTOS CHOCANO

3. Sabido es que, así como varios de sus hermanos,


Antonio Miró Quesada adoleció siempre en forma grave
de la imperfección visual de estrabismo, que luego ha que-
rido disimular con el uso constante de lentes para miopía.
Apelo al criterio de cualquier oculista en relación a un
estrabismo común a varios hermanos, seguro, como estoy,
de que el nacido con un defecto visual de tales caracteres ,
así lo disimule con el uso de lentes, está en pésimas condi-
ciones, y más aun bajo el efecto de una impresión nerviosa,
para la exacta apreciación de los movimientos complicados
y vertiginosos de una riña emocionante y desarrollada ade-
más en segundos. Véase, pues, si el Tribunal pudo estar
seguro de que Antonio Miró Quesada estrábico de naci-
miento- no se engañó a sí mismo .

Véase, ahora, si el Tribunal pudo estar seguro de que


Antonio Miró Quesada no le engañó, esto es, seguro de que
no fué un falsario. Aunque de no ser falsa su declaración
contra mí, resulta inexplicable el que le hubiese dado yo ,
espontáneamente, oportunidad para delatarme ; cabe hacer,
además, al respecto tres consideraciones de importancia:
1. El mismo objeto que perseguía yo al entrar a la
imprenta de El Comercio y la urgencia de seguir mi camino
al Palacio del Gobierno, dan la seguridad de que el Direc-
tor no estaba en el hall, puesto que de estarlo hubiera yo
acudido a él, sin necesidad de seguir en busca ya de ningu-
no de sus subalternos de la Redacción. Sabido y probado
está que entré a la imprenta de El Comercio con el objeto
de entregar un recorte de periódico bonaerense, a fin de que
si lo estimaban conveniente hicieran su reproducción. Mi
prisa era grande ; porque, aunque estaba en automóvil, sólo
faltaban pocos minutos para la audiencia que me había
concedido el Presidente de la República, de quien me iba
a despedir, resuelto a hacer una cura en la fuente de “ Je-
sús", en Arequipa .
Era a Froylán Miranda Nieto a quien deseaba yo entre-
garle el recorte de periódico , que naturalmente él para su
reproducción hubiese tenido que consultar al Director.
La entrada de la calle se hace por un portón de hierro
que corta en chaflán el hall. Al trasponer dicho portón, por
EL LIBRO DE MI PROCESO 301

el corte de chaflán que hace, se domina todo el hall, desde


los dos ventanales de la Administración en el lado derecho,
hasta los ventanales numerosos que dejan en el otro lado
descubierta a la vista por completo la sala de Redacción.
Miranda Nieto declara ante el Juez instructor que al en-
trar de la calle con rumbo a la Redacción, vió que en la se-
gunda ventana de la Administración estaba el Director.
Derteano declara, no ante el Juez instructor, pero sí en el
Juicio oral, que al entrar de la calle vió al Director en la
primera ventana de la Administración. Yo soy el único que
al entrar de la calle estoy seguro de no haber logrado ver
al Director, a pesar de observar que estaba desierta la sala
de Redacción y de buscar, con tal motivo, hasta instintiva-
raente, a alguna persona que se encontrara en el hall.
Miranda Nieto tiene declarado que estaba él solo en la
sala de Redacción, conversando con Elmore en un rincón que
ha señalado y en que quedaban ambos invisibles para mí.
Puesto que al entrar de la calle tuve que ver desierta
la sala de Redacción y, en cambio, el Director estaba en el
hall, en una ventana de la Administración, dada la consul-
ta que a él tenía que hacer Miranda Nieto para reproducir
el recorte del periódico bonaerense, y dada la natural prisa
mía por seguir al Palacio Presidencial, no cabe duda de
que hubiera acudido yo al susodicho Director a fin de en-
tregarle tal recorte y pedirle su reproducción, sin tener por
qué ni para qué buscar ya a Miranda Nieto ni a nadie. No
se explica, pues, que estando en el hall Antonio Miró Que-
sada, y en lugar que lo hacía inevitablemente visible a
cuantos entraban de la calle-según las propias declaracio-
nes de Miranda Nieto y Derteano-no me hubiese encami-
nado a él, sino que hubiese preferido seguir en busca de
Miranda Nieto, para encargarle hacer una consulta a su
Director, que pude hacer yo mismo.
2. Elmore declaró que hice el disparo sin que se hu-
biera efectuado riña ; Antonio Miró Quesada declaró que
lo hice después de que la riña se había ya efectuado . No
cabe duda , pues, de que el uno o el otro faltó a la verdad ,
si no faltaron a la verdad los dos, por haber sido hecho el
disparo como yo declaré en plena riña . ¿ Quién estaba en
condiciones de conocer mejor los detalles de lo que había
ocurrido : Elmore o Antonio Quesada ? Nadie mejor que El-
more. Quiere decir entonces que los detalles con que, diez
302 JOSÉ SANTOS CHOCANO

días después del acontecimiento, Antonio Miró Quesada se


propuso aumentar y agravar mi responsabilidad, puesto
que no fueron dados por Elmore que tenía que conocerlos
mejor, son de mal intencionada falsedad .
3. Si es verdad que Antonio Miró Quesada presenció
el lamentable acontecimiento desde una ventanilla de la
Administración, en el hall de El Comercio, y como a tres
metros del lugar en que se produjo el disparo, no cabe duda
de que fué visto por Elmore, que, en todo momento, durante
la riña y después, actuó dando la cara, precisamente, hacia
donde el delator asegura haber estado a tan corta distan-
cia. Supuesta la presencia del delator en el lugar del suce-
so, tan no cabe duda de que fué visto por Elmore, que Froy-
lán Miranda Nieto declara en autos habérselo hecho ver :
66
"... le dije a Elmore señalándole el sitio en que estaba el
doctor Miró Quesada". Visto por Elmore ya incuestionable-
mente, claro es que de haber estado en el lugar del suceso
Antonio Miró Quesada, aparece inexplicable el que aquél
no sólo no lo propusiera como testigo presencial, sino que
propusiera a otro testigo presencial en calidad de único, se-
gún la forma rotunda de su declaración : "Presenció este
incidente el señor Miranda Nieto. " Elmore, pues, no ha
visto a Antonio Miró Quesada ; y es tan falso lo de habér-
selo hecho ver Miranda Nieto, como lo es la declaración de
tal "testigo presencial " espontáneo ... Repárese, así, en que
Elmore que " ha visto "-según Miranda Nieto en el lugar
del suceso a Antonio Miró Quesada, no da su nombre al
Juez ; y yo, en cambio, por estar seguro de que "no le he vis-
to " allí , sino después de concluído todo, se lo doy sin nin-
gún inconveniente.

Apréciese ahora si, no obstante la inconcebible seguri-


dad del Tribunal, pudo Antonio Miró Quesada engañarse y
engañarlo ; y convéngase en que hasta las conciencias me-
nos católicas tienen que protestar de la audacia que supone
una INFALIBILIDAD mayor aún que la del Papa. Nada
mejor que el reconocimiento de tal " infalibilidad " para
apreciar la capacidad y la intención del Tribunal que me
juzgó.
EL LIBRO DE MI PROCESO 303

NOTA.-La opinión del Profesor Farfán, Perito de Balís-


tica exterior, en vista de los datos de autopsia, del ángulo
de incidencia del proyectil sobre el horizonte (35 grados) .
etcétera, y considerando de pie y frente a frente al heridor
y al herido, con las demás condiciones establecidas por la
versión del Director de El Comercio, es la de estimar como
"inconcebible " que el disparo haya sido hecho a tres me-
tros de distancia.
La opinión de los facultativos que efectuaron la autop-
sia, doctores Accinelli y Pastor, es la de que el disparo, a
tres metros, en las condiciones establecidas por la versión
del Director de El Comercio, debe estimarse como "física-
mente imposible".
La opinión del Tribunal es la de que, sobre los princi-
pios de la Balística y sobre los datos de la autopsia—a la
que no se atreve a oponer la exhumación del cadáver-debe
prevalecer la declaración hecha por el conocido político
"neogodo" Antonio Miró Quesada, cuya " infabilidad"-más
que pontificia da una idea aproximada de la manera cómo
se condujo todo mi proceso .

ANEXO 7

UN TEJIDO DE CONTRADICCIONES

Tanto Elmore como yo señalamos en condición de ûni-


co testigo presencial a Froylán Miranda Nieto, quien vió
la iniciación del pugilato y no el disparo de revólver.
A los seis, cuando no a los diez días del acontecimiento ,
declararon haber visto el disparo Antonio Miró Quesada ,
su primo Tomás Miró Quesada y su empleado Lamberto
Cobos y Tebes . Se prestaron por varios otros testigos de-
claraciones relativas a diferentes puntos más o menos im-
portantes del proceso, concurrentes todas dichas declaracio-
nes al propósito de robustecer la versión de Antonio Miró
Quesada, y siendo tales testigos , ya parientes , ya emplea-
dos, ya amigos íntimos del falso delator o del abogado de
304 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la Parte civil y hermano político de Edwin Elmore Letts.


A fin de que se pueda apreciar en su justo valor el tejido
de falsedades que se urdió, para dar fe a la palabra de An-
tonio Miró Quesada, voy a anotar- además de las que ya
han quedado anotadas por mi abogado defensor- algunas
de las numerosísimas contradicciones en que incurrireon
todos estos testimonios, tan convencionales como lo fuera l
peritaje "neo-godo " del Dr. Avendaño, recusado por mí.

El testigo Derteano declara que al entrar en la impren-


ta de El Comercio, acompañando a Elmore, vieron ambos
en la primera ventana de la Administración a Antonio Miró
Quesada. Sin embargo, dice que él y Elmore avanzaron has-
ta el final del hall, en donde José Carlos Llosa les dió razón,
ya completamente innecesaria, del solicitado Director de El
Comercio, diciéndole a Elmore : "Allí tienes al doctor..."
En la instrucción Llosa declaró, en cambio, que él encon-
tró a Derteano y Elmore conversando con Miranda Nieto.
Por manera que Derteano, Llosa y Miranda Nieto están en
completa contradicción . Derteano sostiene que Llosa fué
quien les dió razón de Antonio Miró Quesada ; Llosa sostie-
ne que él encontró a Derteano y Elmore ya en compañía
de Miranda Nieto, y Miranda Nieto sostiene que Elmore y
Derteano le preguntaron por Antonio Miró Quesada, y en
respuesta hasta les señaló la ventana de la Administración
en donde éste se encontraba . Nótese que Derteano sostiene
que él y Elmore lo vieron al entrar , aunque siguieron bus-
cándolo, según sus averiguaciones con Llosa y con Miranda
Nieto , temerosos tal vez de que sus propios ojos los enga-
ñasen...
También declara Derteano que dejó a Elmore con Llo-
sa aunque yo encontré a Elmore con Miranda Nieto- ; y
se dirigió a la segunda ventana de la Administración a ha-
blar con su amigo Cobos, a quien da por colocado allí. ¿ Qué
es lo que habla con Cobos? Cobos declara que Derteano le
pregunta por Antonio Miró Quesada... Pero..., ¿no ha di-
cho Derteano que al entrar lo ha visto en la primera ven-
tana de la Administración ? ¿No sostiene Derteano que Llo-
sa se lo señala a Elmore con estas palabras : "Allí tienes al
doctor Antonio Miró Quesada. " " Miranda Nieto no sostie-
EL LIBRO DE MI PROCESO 305

ne que él les indicó a Elmore y Derteano el lugar en que el


solicitado Antonio se encontraba?
Unos colocan al tal en la primera ventana de la Admi-
nistración, otros lo colocan en la segunda : entre ambas ven-
tanas no hay cuatro pasos de distancia ; y, sin embargo,
cuando en la segunda ventana Derteano le pregunta a Co-
bos por Antonio Miró Quesada, Cobos declara ingenuamen-
te haberle informado que "por allí estaba "...
Lo único que queda en descubierto es que los mismos
que, al entrar de la calle, han visto a Antonio Miró Quesa-
da-puesto que así lo declara Derteano-averiguan por él
sucesivamente con Llosa, Miranda Nieto y Cobos. Estas
averiguaciones sucesivas demuestran, si fueron hechas , como
sin duda lo fueron, que Antonio Miró Quesada no estaba
en el hall, sino en el local de la Dirección, en los altos, o en
cualquiera otra parte, menos allí, visible. De otra suerte,
estas cuatro declaraciones hacen pensar en la persecución
de una sombra que se desvanece, llevada a efecto por quie-
nes no oyen lo que se les dice, ni entienden lo que oyen, ni
tampoco creen lo que ven...
Fácil parece ya apreciar en su justo valor las declara-
ciones de Derteano, Llosa , Miranda Nieto y Cobos, en lo
que se refiere a la presencia de Antonio Miró Quesada, de
quien los tres últimos son empleados, habiendo sido el pri-
mero amigo íntimo y compañero de Elmore en los prelimi-
nares de su lance conmigo.

Hubo de declarar Derteano que Elmore no le refirió nada


de lo sucedido, porque su estado no se lo permitió. Elmore
prestó su declaración a la policía antes de ser operado y se
la prestó al Juez instructor al siguiente día ; pero su estado
no le permitió decirle la verdad a Derteano ... Tal inverosi-
militud me parece que demuestra con exceso el plan de ocul-
tar lo realmente sucedido.

Ni Derteano, ni Llosa, ni Miranda Nieto, dicen haber


visto cómo se produjo el disparo del revólver : Cobos decla-
ra que él si lo vió.
20
306 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Lo malo para tomar en consideración seria la declara-


ción de Cobos, es que no sólo se contradice éste en la ins-
trucción y en el Juicio oral-puesto que en la primera sos-
tiene que Elmore recibió el disparo en el mismo instante
de separarse de mí, y en el último sostiene que lo recibió a
tres metros , sino que contradice, además, al propio Elmo-
re, nada menos que en la forma y manera con que en el
lance hace su aparición el arma . Cobos declara que me es-
forcé y me demoré para sacar el revólver, por impedírmelo
el faldón del jaquet; y Elmore declara textualmente que
yo saqué el revólver con tanta rapidez que él no pudo impe-
dirlo. Así consta en la instrucción , fácil de revisarse.
El Tribunal encontró-hay que anotarlo- éstas y todas
las declaraciones contra mí en la más completa armonía.

Además de Cobos , Miranda Nieto, Llosa y Derteano,


que daban tan contradictorios informes respecto a la pre-
sencia de Antonio Miró Quesada, el Sr. Gabriel Saco Sali-
nas hubo de verse obligado a desmentir a su amigo Tomás
Miró Quesada y a todos los de la camarilla de El Comercio
o a aceptar el papel de acompañante de ambos primos en
una de las ventanas de la Administración, si bien cuidando
de no acusarme de nada y de no haber visto lo que los pri-
mos vieron, con estar, sin embargo, codo con codo, entre
ellos... La pasividad en que, por no desmentir a los primos
Miró Quesada, se coloca el testigo Saco Salinas, es bastan-
te elocuente : amigo él de Elmore, amigo de Tomás Miró
Quesada, habiendo ido a El Comercio en solicitud del favor
de una firma para un Album del Centenario de Ayacucho,
sin relación ninguna conmigo que le pudiera animar a la
ruptura con sus amistades, convino en servir los intereses
de éstas, aunque repito que cuidándose muy bien de no ha-
ber visto nada que pudiera significar una acusación con-
tra mí.
El examen de la declaración del testigo Saco Salinas en
el Juicio oral, demuestra que no le es fácil "levantar falsos
testimonios, ni mentir".
Declara el testigo Saco Salinas-según puede leerse en
El Comercio, del 10 de junio ( 1926) -" que habiendo distin-
guido en el hall al Dr Antonio Miró Quesada, en compañía
EL LIBRO DE MI PROCESO 307

de su primo el Sr. Tomás Miró Quesada, se acercó a solici-


tarles que vieran un Album que llevaba consigo ; que en ese
momento en que hojeaban el Album, sonó un disparo..."
No puede quedar más claramente establecido que en el
momento en que sonó el disparo , colocados de espaldas al
lugar en que éste se produjo, Antonio y Tomás Miró Que-
hada hojeaban un Album con el testigo Saco Salinas ; y, por
consiguiente, según éste, ninguno de los tres pudo ver el
disparo cuyo sonido se percibió cuando hojeaban el refe-
rido Album. Sin quererlo, pues, el declarante desmiente de
manera rotunda a sus amigos. Hojeando el Album los sor-
prendió el disparo. Ninguno volvió la cara antes . Ninguno
pudo saber cómo el disparo se produjo. Antonio y Tomás
Miró Quesada, según el testigo Saco Salinas en el Juicio
oral.
Para que no quepa duda de que Tomás Miró Quesada
fué el penúltimo en acudir a mí-como que tuvo que bajar
por las escaleras de la Dirección-he aquí las palabras con
que termina, según El Comercio, la declaración del testigo
Saco Salinas : "... distinguió al Sr. Chocano con un revól-
ver en la mano y que sostenía un ligero forcejeo con dos
personas. Después de esto- agrega- puedo decir que no he
visto nada". Ninguna de estas dos personas del forcejeo
conmigo pudo ser Tomás Miró Quesada ; porque de serlo,
lo hubiera reconocido,a tres metros de distancia, que no
era otra la de la ventana de la Administración-su amigo
Saco Salinas que, precisamente, estaba con él hojeando un
Album, cuando sonó el disparo... Las dos personas del for-
cejeo conmigo eran, seguramente, Derteano y Miranda Nie-
to, con haber podido el último levantarse del suelo y acudir
a mí desde más de ocho metros de distancia, según su pro-
pia declaración, antes de que lo hiciera Antonio Miró Que-
sada que dice que sólo estaba a distancia de tres metros y,
sin embargo, fué-conforme consta en autos- el último en
llegar, " llamado a voces".

Pedro García Irigoyen declara en la instrucción que él


vió que su cuñado, Antonio Miró Quesada, tuvo conmigo
un "forcejeo " para quitarme el revólver. Tomás Miró Que-
308 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sada declara que " llamando a voces" a su primo Antonio,


le entregué yo a éste mi revólver voluntariamente.

Antonio Miró Quesada declara que al bajar de la Di-


rección al hall, con su primo Tomás, encontré allí, parado
delante de una de las ventanas de la Administración , al
testigo Saco Salinas. El testigo Saco Salinas declara que,
al entrar en la imprenta de El Comercio, fué él quien en-
contró ya en el hall a Antonio Miró Quesada con su primo
Tomás.

Antonio Miró Quesada declara que él recibió el revólver


de mi mano a la vez que de la de su primo Tomás ; y que
hubo de guardarlo en el cajón de su escritorio hasta el día
siguiente, en que se lo entregó a la policía : tuvo sus razo-
nes, sin duda, para no entregarlo el día del acontecimiento.
Tomás Miró Quesada declara que su primo Antonio recibió
el revólver e inmediatamente se lo dió a él, que fué quien lo
guardó. Como yo expresé oportunamente mi extrañeza de
que ambos primos aseguraran por separado haber guardado
mi revólver, Antonio publicó una explicación sencilla : se
lo había dado a su primo Tomás, mientras que él podía po-
nerlo bajo llave en el cajón de su escritorio. Tomás, pues,
cumplió el encargo de guardar el revólver en el bolsillo , so-
lamente por unos minutos, en razón-claro está de no tener
Antonio bolsillo en qué guardárselo ...

El Dr. Juan Raffo, interno del Hospital Italiano, y ayu-


dante del cirujano operador de Elmore, informó a mi abo-
gado defensor, Dr. R. E. Dulanto, que él mismo había des-
vestido al paciente y que le constaba que el color de las ro-
pas de éste era el gris. Propuso mi abogado al Juez instruc-
tor el testimonio del referido Dr. Rawo sobre el color de las
ropas de Elmore ; pero el declarante se desdijo entonces de
la información que había dado.
Alguien me ha dicho que el Dr. Rawo temió disgustar a
EL LIBRO DE MI PROCESO 309

su Jefe de hospital y cirujano operador, Dr. Guillermo Gas-


tañeta, tío carnal del representante de la Parte civil, doc-
tor Carlos García Gastañeta, cuñado, a su vez, de Elmore.
Es así como el testigo Rawo declara que no sabe el co-
lor de las ropas que vestía el herido , porque sólo llegó a ver-
lo cubierto ya con una sábana, por más de que también de-
clara que cuando mi abogado defensor preguntóle si lo sa-
bía, le hubo de manifestar que " no se acordaba"... Resulta
de una y otra declaración el regocijado disparate de que mi
abogado defensor propuso al Juez, sobre el color de las ro-
pas, el testimonio de quien, sin embargo, le acababā de ma-
festar que " no se acordaba " de tal cosa . Resulta de una y
otra declaración asimismo, el más regocijado disparate aún
de que el declarante, al decir que "no se acordaba" del co-
lor de las ropas, reconocía naturalmente haberlas visto ,
aunque pudiera ser que asomándose apenas bajo la punta
de la sábana...

El mismo Dr. Rawo declara que, para atender a Elmore


herido , en el Hospital Italiano, llamó él al enfermero Ga-
larza ; y Galarza declara, precisamente, que él fué quien
llamó a Rawo.

No hay por qué extrañarse de las falsedades y contra-


dicciones innumerables de todos los testigos , que sirvieron
para desfigurar lo que en verdad había ocurrido, en obse-
quio al interés político en que no tengo ya por qué ocupar-
me. Falsedades y contradicciones muy grandes hubo en mi
proceso, no sólo cometidas por testigos. El Juez instruc-
tor-vaya un ejemplo- presentó a mi reconocimiento la ca-
misa de Elmore, que el actuario había recogido del poder
de la Madre lavandera del Hospital Italiano : esta camisa
figuró en el peritaje convencional del Dr. Avendaño , que
encontró en ella cabalmente la respectiva perforación coin-
cidente con la de las ropas sometidas a su estudio , amén
de una indeleble mancha de sangre ... La Madre lavande-
ra del Hospital Italiano, sin embargo, tuvo oportunidad ,
buscada por mí, para declarar que era completamente fal-
310 JOSÉ SANTOS CHOCANO

so el que ella hubiese entregado a nadie la camisa de El-


more, porque ni había sabido que estaba en su poder, ni la
conocía tampoco, ni nadie se la había pedido . Me parece
que huelgan comentarios.

NOTA. Aunque todo esto les consta a los doctores


R. E. Dulanto y Alejandro Barrios E., que conocen muy
bien los autos de mi proceso , queda una vez más invitado
a revisar éstos en mi compañía quien desee cerciorarse de
la rigurosa exactitud de cuantas citas hago. El Tribunal
fundó su sentencia en el perfecto acuerdo en que, según él,
estaban los testigos...

ANEXO 8

NULIDAD DEL TESTIMONIO DESCRIPTIVO DE TODO


SUCESO EMOCIONAL E INSTANTANEO

Aunque insisto en que el único testigo presencial seña-


lado por Elmore y por mí fué Froylán Miranda Nieto -que
no vió cómo se produjo el disparo-, me interesa subrayar la
doctrina de mi abogado defensor sobre la nulidad del tes-
timonio descriptivo de todo suceso emocional e instantáneo ,
transcribiendo algunas opiniones científicas de importancia
y haciendo algunas referencias insospechables de fácil cons-
tatación.

Técnica de la instrucción criminal

En El Comercio, al año cabal de haberlo así sostenido


mi abogado defensor- junio de 1925 a junio de 1926-, el
distinguido criminalista de Colombia, a quien su Patria ha
EL LIBRO DE MI PROCESO 311

enviado a especializarse a Europa, doctor Carlos Lozano


y Lozano, hace saber las orientaciones que debe ahora se-
guir la investigación criminal, en la que el testimonio carece
de su antigua significación, sin que pueda haber, natural-
mente, ninguno de valor "probatorio " indiscutible.
Basta reproducir uno solo de los conceptos del doctor
Lozano sobre la "Técnica de la instrucción criminal en
Europa":
"... El testimonio no es ya considerado en bloque, como
una cosa helada e hipostásica , sino como una reconstrucción
e INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD, MÁS O MENOS DISCUTIBLE, Y
que, en todo caso, DEBE SER IMPLACABLEMENTE CONTROLADA,
19
AUN SI SE TRATA DE PERSONAS MORALMENTE INTACHABLES.
Claro está que en la descripción de sucesos emocionales
e instantáneos, el testimonio tiene que ser más " discutible"
y debe ser, desde luego, más " implacablemente controlado ",
aunque se quiera considerar como " intachable " al testigo .
Esta es la opinión europea , según la documentada publica-
ción hecha por el doctor Carlos Lozano y Lozano en El Co-
mercio. Esta es también la opinión de mi abogado defensor,
que la sabiduría del Tribunal no quiso reconocer ni con-
siderar.

II

Investigaciones acerca del testimonio

Con este título publica, en el núm. 1 de la Revista de


Ciencias Políticas y Sociales, un interesante estudio psico-
analítico el doctor D. Hermino Valdizán, Profesor de Psi-
quiatría en la Facultad de Medicina de Lima y uno de los
valores intelectuales más sólidos del país. Reproduzco de
dicho estudio cuantos párrafos pudieran arrojar luz sobre
el valor del testimonio descriptivo de un suceso emocional
e instantáneo, invitando, además, por mi parte, a compul-
sar los efectos de la opinión política y del interés partidaris-
ta en la subconsciencia de los testigos de cargo.
312 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Habla el doctor Valdizán : ... Queremos referirnos a la


participación, en el proceso del testimonio, de la subcon-
ciencia, participación de la cual no podía hablarse antes
del advenimiento, en hora buena para la ciencia, del freu-
dismo.
"Hechos aparentemente banales de la vida cotidiana :
el olvido, el lapsus, para los cuales nuestra ignorancia ha-
llaba la eterna excusa de la casualidad, han sido interpreta-
dos por el psicoanálisis en su legítimo valor de verdaderas
satisfacciones modestas de necesidades y anhelos de la sub-
conciencia : Muchas veces, el inocente olvido de un nombre
en una relación de personas traduce el deseo de supresión
de esa persona ; la intención , esa intención que aun conserva
tanto valor ante el criterio de ciertos magistrados, de supri-
mir a esa persona : en rigor de verdad, un homicidio frus-
trado...
"Y es la participación de esa subconciencia la que tra-
tándose del testimonio, explica los falsos testimonios in-
conscientemente formulados.
"Sujeto torturado por un complejo de Edipo, que no le
es posible percibir, llamado a declarar respecto a persona
que, por una razón o por otra, simboliza la paternidad, sin
darse cuenta de su obra , desliza un elemento de daño contra
esa persona. Y abandona el Tribunal con la mayor tran-
quilidad , sin darse cuenta de haber estrechado la cuerda al
cuello de un inocente, en satisfacción de una venganza que
no le ha sido dado saborear con toda su amplitud.
"Es el caso más peligroso, cuando le es dado actuar
como colaborador de la administración de justicia. Es el
caso del sujeto insospechable, del sujeto inteligente y vir-
tuoso, del sujeto que procede a la sombra de un juramento de
decir verdad. Y que, sin darse cuenta de ello , falta a su ju-
ramento.
"Tiene el testimonio un tan alto valor en la vida, esta-
mos tan habituados a tomarlo en consideración, que hemos
creído de alguna importancia repetir las viejas experimen-
taciones sobre el valor efectivo de un factor de conocimien-
to que es, en realidad , tan falible y tan sujeto a causas de
error, y que debiera ser tomado en cuenta con muchas re-
servas y sometido, en alguna forma, a un severo control. "
"... Acostumbramos ilustrar cada una de nuestras lec-
ciones de Psiquiatría, presentado a los alumnos un número de
EL LIBRO DE MI PROCESO 313

enfermos que oscila alrededor de seis. Un día, durante tres


años consecutivos, hemos presentado siete enfermos ; y cua-
renta y ocho horas después hemos preguntado a nuestros
alumnos, en pregunta y respuesta secretas , por el número de
enfermos a cuyo desfile habían asistido en la lección an-
terior. "
(De 106 declarantes, prestaron declaración falsa 58, y
dijeron no acordarse seis . )
"... En un segundo experimento hemos colocado, en un
lugar visible del escritorio en el cual anotábamos nuestras
observaciones, a la izquierda nuestra, y, por consiguiente,
a la derecha del sujeto de la experiencia, un revólver, que
hacíamos desaparecer en tanto que el sujeto era invitado
a abandonar la habitación por breves momentos. Cuando
regresaba, era invitado a manifestar si se había dado cuen-
ta de la desaparición de algún objeto anteriormente colo-
cado sobre el escritorio. "
(De 140 declarantes, prestaron declaración falsa 87 , y
dijeron no haberse fijado 13. )
"De los 140 sujetos que declararon haber visto el revól-
ver, se pronunciaron respecto a su situación en la forma
que a continuación se expresa :
"Estaba a la derecha, según 18.
"Estaba a la izquierda , según 10.
"Estaba en el centro, según 6.
"No recordaban dónde estaba, 6. "
Así, según la experiencia total del doctor Valdizán, de
140 declarantes-todos de buena fe-sólo 18 prestaron una
declaración completa sobre algo que estaba muy lejos de
ser ni "emocional " ni "instantáneo ".
Sigue hablando el doctor Valdizán :

"... El caso de nuestros alumnos del séptimo y último
año de estudios de Medicina es el caso del testigo culto que
ha vivido el primer cuarto de siglo de su vida y que es por-
tador de la etiqueta social de " hombría de bien" que, con
algún fundamento, concede un título profesional. El testi-
monio que de estos alumnos hemos obtenido ha sido relativo
a un hecho que habían presenciado tranquilamente.
"... Este testimonio de los alumnos, por las circunstan-
cias que dejamos anotadas, no sería desdeñado por un Juez
instructor ; el testigo culto, que presenció el hecho sin sufrir
la acción inhibitoria del mismo, que tiene empeño en decir
314 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la verdad y que está privado de todo interés por lo menos


ostensible, para no excluir la posibilidad de intervención
de la subconsciencia-en adulterar la verdad.
"Y, sin embargo, este buen testigo dista mucho de la
fidelidad, como ha podido verse en la relación numérica res-
pectiva, en la que aparece sumamente pequeño el número
de sujetos que aseguran honradamente "no recordar" el
hecho en relación al cual eran interrogados.
"... Si esto ocurre en estas viejas experiencias del tes-
timonio, en el curso de las cuales se procura suprimir buen
número de causas de error, fácil es comprender cómo pasa-
rán las cosas en los casos de testimonio en materia criminal.
"El testigo de un delito, que lo ha presenciado bajo un
hondo estado emocional y que comparece dándose cuenta
cabal de la gravedad de sus palabras , de las cuales puede
depender la libertad o la vida del acusado, no se halla situa-
do en el plano más a propósito para lograr el beneficio de
un testimonio fidedigno.
"Tampoco se halla situado en tal plano el testigo vic-
tima de un complejo de subconciencia, que va a intervenir
decisivamente y, lo que es más grave, al margen de la con-
ciencia del testigo , en el testimonio. El psicoanalista podrá
sospechar esta participación ; el magistrado no iniciado en
las prácticas psicoanalíticas, no sospechará nada absoluta-
mente. Y el falso testimonio inconsciente realizará su obra
de daño o de injusticia, creyendo haber cumplido misión
justiciera y de servicio a la verdad. "
Como lo sostenido por el doctor Valdizán es lo que sirve
precisamente de fundamento a la doctrina de mi abogado
defensor sobre la nulidad del testimonio descriptivo de todo
hecho emocional e instantáneo, natural es suponer que nadie I
osará discutir ya en adelante tal doctrina científica.
EL LIBRO DE MI PROCESO 315

III

Millares de testimonios contradictorios sobre un solo movimiento

A los millares de testimonios , contradichos por Carpen-


tier, respecto a la zancadilla con que hubo de vencerlo Siki
-según la detallada relación que de ello hace oportuna-
mente mi abogado defensor-, hay que agregar ahora los
millares de testimonios contradictorios que se produjeron
respecto al golpe con que Dempsey puso knock-out a Shar-
key. Es completamente ingenuo, para no decir que absurdo
dar la menor importancia a los testimonios, cualquiera que
sea su cantidad y calidad, sobre la descripción detallada
de los sucesos emocionales e instantáneos.
Pudo Carpentier establecer la verdad haciendo pasar
lentamente la reproducción cinematográfica de su encuentro
con Siki : el cable hubo de anunciar que después de pasarse
lentamente la película del match entre Dempsey y Sharkey ,
"volvieron todos a estar en desacuerdo ".
He aquí algunos telegramas circulares de la United Press,
con fecha 22 de julio ( 1927) , y que yo reproduzco de los
diarios de Lima :
"Nueva York, 22. ( United ) .- Los escritores deportivos
han seguido la controversia sobre el resultado de la pelea :
El Evening Telegram, dice : Hay una fuerte atmósfera de
duda acerca del knock-out."
Joe Veila, en el Evening Sun, dice : "En opinión de mu-
chos, incluyendo la mía propia, Sharkey fué golpeado de-
99
bajo del cinturón por lo menos dos veces .'
El Evening Post, dice : " O'Sullivan, como Rofores en el
cuadrado del ring, ha dicho que él vió que el golpe era lim-
pio, y eso es suficiente para nosotros . "
Van Every, en el Evening World, dice : " Que Dempsey
debió ser descalificado, es sin duda algo bastante claro para
aquellos que estaban al lado del ring, etc. "
316 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"Nueva York, 22. ( United) .- Los periódicos vieron las


primeras pruebas de películas con la cámara lenta sobre la
pelea Dempsey-Sharkey, después de lo cual la opinión con-
tinúa fuertemente dividida, respecto a si los golpes finales
de Dempsey fueron o no fouls. "
"Algunos observadores han opinado que Dempsey gol-
peó a Sharkey dos veces en la ingle."
"Tex Rickard ha dicho que aparentemente los golpes
fueron al estómago, pero ha solicitado que la película sea
pasada nuevamente."
Si esto ocurre con " técnicos " especializados respecto a
aquello sobre lo que deben declarar, fácil es hacer las natu-
rales deduciones que ponen fuera de razón los demás testi-
monios descriptivos de todo suceso emocional e instantáneo.

IV

¿Elmore era rubio o moreno?

Para que se juzgue bien la exactitud de todas las decla-


raciones relativas al Ing. Edwin Elmore Letts, reproduzco
un párrafo de carta del Dr. Raúl Porras Barrenechea, en la
cual éste por su parte también pone en duda, precisamente,
lo mismo que declara haber visto con sus propios ojos, y no
por cierto de manera " emocional" ni " instantánea".
He aquí el párrafo en referencia del Dr. Raúl Porras
Barrenechea :
"En el número de homenaje a Edwin Elmore, del Mer-
curio Peruano, dos amigos suyos difieren completamente so-
bre el color del rostro de Elmore. El Dr. Mackay, dice que
tenía el rostro rubio. Manuel Beltroy afirma que era " ne-
gérrimo" (muy negro) . No creo, sin embargo, que al Fiscal
se le ocurriera que alguno de ellos hablara con insinceridad .
El fenómeno psicológico es demasiado frecuente. Dos per-
sonas que han visto reiteradamente un objeto, pueden dife-
rir con la oposición manifiesta y rotunda con que difieren los
doctores Mackay y Beltroy.
EL LIBRO DE MI PROCESO 317

No puede quedar más potentemente establecida la nuli-


dad del testimonio.
Apréciese lo "indiscutible" que es la exactitud de las de-
más declaraciones y, sobre todo, la de las referentes a la
descripción detallada del incidente " emocional " e "instan-
táneo " , después de ver que ni los amigos más íntimos de
Elmore están de acuerdo siquiera en declararlo definitiva-
mente rubio o moreno...

ANEXO 9

PERITOS ILEGALES

Aunque ya quedó demostrado , en el capítulo Un peritaje


convencional, el propósito que se persiguió con la designa-
ción ilegal del Dr. Avendaño y su ayudante, como Peritos
médicolegales respecto a la herida de Elmore, cuyo cuerpo
nunca tuvieron a la vista, no está demás repetir la dispo-
sición vigente que sirve de complemento al art. 124 del
Código de Procedimientos en M. C. sobre el nombramiento
de Peritos :
"En las provincias en que haya Médicos de policía o
titulares, no podrán los Jueces de primera instancia encar-
gar sino a ellos los reconocimientos y demás operaciones
médicolegales ." Los Médicos de policía o titulares están,
pues, legalmente adscritos a los respectivos Juzgados de
Instrucción. Así los considera la Suprema Corte de Justi-
cia, ante la que, precisamente, el Dr. Avendaño y su ayu-
dante pretendieron, no hace mucho tiempo, se les conside-
rase en igualdad de condiciones a aquéllos, presentando al
respecto solicitud que les fué denegada.
Cuando recusé al Dr. Avendaño y su ayudante , el Juez
instructor hubo de hacer el nombramiento sucesivo hasta
de siete Peritos-que se excusaron- con prescindencia por
parte del Juez, a pesar de mis indicaciones al respecto , de
la disposición legal vigente ya citada. El Juez mantuvo,
finalmente, el nombramiento legal del Dr. Manuel Pflúc-
318 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ker-uno de los dos Médicos legalistas de Lima-, fué a


petición insistente y enérgica de mi parte.
Téngase, pues, en consideración que el nombramiento
del Dr. Avendaño fué ilegal, como fué ilegal el nombramien-
to del Dr. Vargas Prada, habiéndosele nombrado a éste
solamente para que en el Juicio oral alguien favoreciese
con su voto el peritaje de aquél. No es difícil penetrar la
intención oculta dentro de tan manifiestas ilegalidades , am-
paradas, consagradas y explotadas por el Tribunal que me
juzgó. Para apoyar una delación falsa, tenía que imponer-
se un Perito ilegal .

ANEXO 10

LA VERDADERA CAUSA DE LA MUERTE DE ELMORE

Quedó ya ésta bien determinada en el capítulo titulado


"Una Operación Quirúrgica Insuficiente ", en que apareció en
resumen la opinión pericial del ex director de la Asistencia
Pública de Lima Dr. Pedro Villanueva, apoyada en preceptos
de incontrovertible autoridad, según hubo de constar en las
citas hechas en la nota del referido capítulo.
En el caso de que el curso oblícuo , de arriba hacia abajo,
del proyectil, en vez de interesar en Elmore la parte inferior
del abdomen, sólo hubiese interesado cualquiera de las pier-
nas con una ligera herida que requiriese intervención quirúr-
gica insignificante, claro está que de hacerse insuficientemen-
te ésta, por lamentable descuido , dejándose de prestar al
respecto la atención debida , posible resultaba el que siempre
llegase a sobrevenir la muerte, por más leve que tal herida
fuera originariamente .
Desde el momento mismo en que se resuelve operar a un
herido, se conviene en que su caso no es necesariamente mor-
tal, puesto que de serlo así, no cabría hacerle por inútil nin-
guna operación. Es de lógica elemental el suponer que la
operación quirúrgica se hace, pues, porque se espera de ella
el restablecimiento del paciente . Por lo mismo, si la opera-
EL LIBRO DE MI PROCESO 319

ción que se hace es desgraciadamente incompleta, no puede


atribuirse a otra causa que ésta el que el restablecimiento
del paciente deje de efectuarse.
Así es como mi abogado defensor pudo presentar los
ejemplos vivos de numerosas personas, restablecidas de per-
foraciones intestinales mucho más graves que las de Elmo-
re, mediante operaciones quirúrgicas completas.
Para mayor claridad y precisión con referencia a la ope-
ración quirúrgica insuficiente- verdadera causa de la muer-
te de Elmore- voy a dejar constancia numérica y ordenada
de los siguientes puntos :
1. La autopsia encontró en el cadáver de Elmore cua-
tro perforaciones intestinales sin suturar, a las que el Pro-
tocolo respectivo atribuye el origen de una peritonitis sép-
tica, generalizada al subsiguiente día de la operación qui-
rúrgica.
2. El acta de la autopsia contiene el significativo dato
de que las perforaciones suturadas habían entrado ya en el
franco período de la cicatrización. Ello demuestra, científi-
camente, que si todas las perforaciones hubiesen quedado
suturadas, no tenía por qué haber sobrevenido la muerte.
3. El cirujano operador, Dr. Guillermo Castañeta, ha
declarado que dejó incompleta la operación por presentar
el operado síntomas de shock, después de la suturación de
varias perforaciones . El dilema es concluyente : el operador ,
al suspender la operación, estaba en la creencia de que no
quedaban más perforaciones por suturar, o estaba en la
creencia de que sí quedaban ; en el segundo caso, claro está
que para evitar el que muriese por shock-lo que sólo era
posible-resolvió dejar que el herido muriese por infección,
lo que sí era seguro .
4. El asa intestinal en que la autopsia encontró las
perforaciones que se habían dejado de suturar, estaba pró-
xima al ciego, según consta en el Protocolo respectivo. En
el Manual de Técnica Quirúrgica, de Marión, 5.ª edición ,
1924, pág. 45, se enseña que en la exploración del intestino
se debe metódicamente partir de un punto de referencia y
que "este punto está constituído por el ciego". La operación
quirúrgica que se hizo a Elmore fué, pues, mal hecha, des-
de que no partió del punto de referencia indicado : el ope-
rador, de seguir la técnica clásica, hubiese antes que ningu-
na encontrado, precisamente, el asa lesionada próxima al
320 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ciego, en que quedaron las perforaciones sin suturar. Hay


que hacer saber que el Manual de Técnica Quirúrgica, de
Marión, es texto de enseñanza en la misma Facultad de
Medicina, en la que figura como Decano el operador.
5. Como el motivo que el operador da para haber sus-
pendido la operación es el de haberse presentado en Elmore
síntomas de shock, interesa-respecto a la verosimilitud de
tal noticia, que no se ha constatado- dejar establecido el
que la herida no produjo hemorragia interior ni exterior de
ninguna clase y el que la autopsia reveló, según acta y Pro-
tocolo, un organismo juvenil en plena robustez y con com-
pleta salud. Supuestos los síntomas de shock, el operador
no ha tenido tampoco por qué suspender la operación , si se
ha de atender a lo prescrito por las diecisiete máximas au-
toridades quirúrgicas de Alemania . El Tratado de Patología
y Clínica Quirúrgica, por los doctores Prof. Klapp, de Ber-
lín ; Prof. Kuttner, de Breslau ; Prof. Lange, de Munich, et-
cétera , en la edición de Manuel Marín, de Barcelona, pági-
na 389 del tomo II, enseña que en las perforaciones abdo-
minales se debe proceder, cuanto más pronto mejor, a ha-
cer la operación " sin detenerse ante la presencia de los sín-
tomas de shock."
Puédese ya ahora apreciar, científicamente, la verdadera
causa de la muerte de Elmore.

ANEXO 11

RECONSTRUCCION DE LOS HECHOS, CONFORME a las


VARIAS VERSIONES

La mejor manera de demostrar la verosimilitud o inve-


rosimilitud de las versiones dadas sobre los hechos, era la
reconstrucción de éstos conforme a tales versiones, en pre-
sencia de peritos cuya opinión al respecto se tomara en con-
sideración decisiva.
El Tribunal que me juzgó no quiso , naturalmente, orde-
nar dicha reconstrucción, que hubiese dejado en descubierto
EL LIBRO DE MI PROCESO 321

todas las contradicciones, todas las falsedades , todas las


inverosimilitudes contenidas en las declaraciones de cuantos
"testigos" se presentaron a declarar contra mí, haciendo
aparecer los detalles del suceso de manera muy distinta a
como los describió Elmore y a como fueron en realidad.

Ha debido comenzarse por reconstruir los hechos según


las declaraciones prestadas, respectivamente , ante la poli-
cía momentos después y ante el Juez al siguiente día, por
Elmore.
En esa reconstrucción, ha debido quien hiciera las veces
de Elmore simular el golpe que éste me diera en el rostro,
sacando yo inmediatamente el revólver y descargándolo
sobre él, sin que hubiera antes pugilato. Ello , inicialmente,
en presencia de Froylán Miranda Nieto , quien afirma no
haber presenciado el disparo.
El hecho de que el lugar en que se produjo el golpe al
rostro distase más de ocho metros del lugar en que se pro-
dujo el disparo, no tiene explicación en la versión de El-
more-que niega todo pugilato- conforme a la que, así, la
reconstrucción de los hechos hubiese resultado manifiesta-
mente inverosímil .

* 營

Imponíase, después de ello, el tratar de reconstruir los


hechos conforme a la versión de Antonio Miró Quesada, su
primo Tomás y su empleado Cobos.
Para tal efecto , una vez colocados dichos tres testigos en
los respectivos lugares en que dícese que se encontraban
-Cobos en la segunda ventana de la Administración y An-
tonio Miró Quesada y su primo Tomás en la primera, o
también en la segunda, pues en las declaraciones de la Ins-
trucción y del Juicio oral hay al respecto disparidad entre
todos los "testigos"-ha debido comenzar la reconstrucción.
del pugilato en presencia de Froylán Miranda Nieto , cayen-
do éste al suelo y recorriendo quien hiciera las veces de
Elmore más de ocho metros en lucha conmigo , ante la im-
pasibilidad silenciosa de los testigos. Una vez llegados él y
yo al lugar del hall señalado por todos y admitido por mí
21
322 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en cuanto a que allí fué donde el disparo se produjo ha de-


bido mi contendor, siguiendo la versión , separarse y retro-
ceder más de tres metros, hasta colocarse de espaldas con-
tra la pared, con ambas manos en alto , siendo entonces y no
antes el que yo descargara sobre él mi revólver, teniendo la
mano también " en alto ", en el instante del disparo , para
repetir las palabras del "testigo " Ing. Tomás Miró Quesada
en su declaración ante el Juez instructor. Claro está que to-
dos estos movimientos han debido realizarse, en la recons-
trucción, ante la impasibilidad silenciosa de los testigos en
referencia, que, según ellos mismos declararon, sólo comen-
zaron a intervenir después del disparo, esto es, cuando El-
more había cubierto una distancia de más de ocho metros
en pugilato y de más de tres en retroceso, con un total , así,
de más de once metros recorridos en presencia de quienes
no quisieron ni levantar la voz...
Una vez producido el disparo y tras de salir a la calle
por sus propios pies Elmore-que de haberse enterado de la
presencia de tantos testigos, los hubiese citado en sus de-
claraciones policial y judicial, como citó a Froylán Miran-
da Nieto, ha debido colocarse a éste, en la reconstrucción
de los hechos , en actitud de tratar de desarmarme, con ha-
ber tenido que acudir desde la distancia de más de ocho
metros a que quedara cuando cayó en el suelo, y ha debido
colocarse en igual actitud a los "testigos " Derteano y To-
más Miró Quesada, para-según palabras del último , al
Juez instructor-tener yo que " llamar a voces" a Antonio
Miró Quesada, a fin de que acudiera- desde una distancia
de menos de tres metros, en que él mismo se supone coloca-
do-a recibir mi revólver.
La triste condición personal de Antonio Miró Quesada,
a dos pasos del lugar del suceso en que, sin embargo, no in-
terviene sino "llamado a voces " y después de concluído todo ,
si se ha de prestar fe a la declaración de su primo Tomás,
demuestra la inverosimilitud de la tal versión, que en la re-
construcción de los hechos hubiera dejado a ese " testigo",
sin dar señales de vida, hasta oír su nombre a gritos, en el
desempeño del más ridículo papel.

En lo que se refiere a mi versión, que no fué otra que la


de que el disparo se produjo en plena riña, voluntaria o in-
EL LIBRO DE MI PROCESO 323

voluntariamente, pero en todo caso como acto de defensa,


a que me vi obligado por la agresión que en vano intenté
rechazar antes con mi bastón y con mis puños ; la recons-
trucción de los hechos se llevó a efecto en presencia de los
peritos médicolegales propuestos por el mismo Fiscal acu-
sador y del perito en Balística exterior que yo propuse y
que el Tribunal aceptó.
Ya en el capítulo titulado Resumen de mi versión apare-
cieron textualmente reproducidas las opiniones de dichos
peritos, favorables a la verosimilitud de la versión dada
por mí.
Interesa dejar establecido, así, con toda claridad lo si-
guiente:
Los médicos que realizaron la autopsia-el Dr. Mario
Accinelli, director de la Morgue, y el Dr. Adrián Pastor,
médicolegista de Lima-sostienen que el disparo fué hecho
en dirección oblicua y transversal, formando un ángulo de
incidencia sobre el horizonte de 35 grados , y con una distan-
cia aproximada de 75 centímetros entre la boca del revól-
ver-puesto en alto y apuntando hacia abajo y el punto
de penetración en el flanco izquierdo del vientre vulnerado .
Esta opinión es también la del Prof. Farfán, perito en Ba-
lística exterior. A esta misma opinión concluyó adhiriéndo-
se el otro médicolegista de Lima, Dr. Manuel Pflucker.
La reconstrucción de los hechos ofrecida por mí, estuvo
en perfecto acuerdo con la opinión anteriormente expresa-
da; y, así, los peritos doctores Accinelli, Pastor y Pflúcker
y Mayor Farfán, interrogados al efecto, reconocieron que
en mi versión había científica verosimilitud .

ANEXO 12

LO QUE DICE EL AYUDANTE TECNICO DE LA MORGUE

En concordancia con la opinión emitida por los señores


médicos que hicieron la autopsia del cadáver de Elmore, el
ayudante técnico de la Morgue se expresa , por lo que se re-
324 JOSÉ SANTOS CHOCANO

fiere a la dirección que tuvo el disparo y a la distancia en


que se produjo éste, en los términos definitivos de la carta
que a continuación reproduzco .
El Tribunal que me juzgó se abstuvo de ordenar la ex-
humación del cadáver, sin atenerse tampoco estrictamente
al informe y a la opinión de los profesionales que hicieron
la autopsia y que, para desvanecer la menor duda que pu-
diera haber al respecto, invitaron al mismo Tribunal a or-
denar tal exhumación. Puede, así, apreciarse una vez más la
intención o , si se le supone buena fe, la capacidad del Tri-
bunal que me juzgó.

Ciudad , 20 de junio de 1925 .

Sr. D. José Santos Chocano.

Hospital Militar

"Muy señor mío : No tengo inconveniente en responder-


le punto por punto la atenta carta que de usted he recibido,
en mi condición de ayudante técnico de la Morgue y auxi-
liar que fuí en la autopsia del cadáver del señor Edwin El-
more Letts .
"Logré yo, en efecto , localizar personalmente el proyec-
til en el fondo de la región pelviana, aflorando apenas en la
rama isquiática derecha o hueso isquio-puviano, en donde
habíase incrustado , después del recorrido rectilíneo que hi-
ciera, atravesando la cavidad abdominal en sentido obli-
cuo y de arriba hacia abajo .
"Se constató en la autopsia que, fuera de las perforacio-
nes intestinales suturadas y sin suturar y de la laceración
vesical, el proyectil no dejó huella alguna que indicara el
menor desvío de su recorrido natural en línea recta , de iz-
quierda hacia derecha , de arriba hacia abajo y sólo muy
ligeramente de adelante hacia atrás. La línea del recorrido
formaba con la horizontal en el punto de fijación o depósi-
to del proyectil, un ángulo de 35 a 40 grados . Este mismo
ángulo era el que correspondía a la oblicuidad del eje de
penetración en el orificio de entrada y zona de erosión . Por
manera que, según ya se ha dicho, la trayectoria interior
EL LIBRO DE MI PROCESO 325

del proyectil no podía considerarse más que como prolon-


gación de la exterior.
"Ahora bien ; la trayectoria indicada contra el flanco iz
quierdo del herido, con 35 a 40 grados de ángulo sobre el
horizonte, no puede corresponder científicamente- coloca-
dos heridor y herido de pie en un mismo plano- sino a un
disparo hecho con el revólver en alto y cuerpo a cuerpo,
pues con separación de más de 50 centímetros entre los con-
tendores, se requeriría un tamaño gigantesco por parte del
heridor, para que la trayectoria tuviese en el punto de in-
cisión y después en el de fijación la oblicuidad ya expresa-
da de 35 a 40 grados, conforme lo constatamos cuantos hu-
bimos de participar en la autopsia.
"Señalado el punto de entrada por el operador, doctor
Guillermo Gastañeta , con la conformidad de los autopsia-
dores, el punto de fijación o depósito del proyectil fué loca-
lizado por mí, como dejo expresado y como, en todo caso
de duda , ha podido y puede constatarse con la exhumación
del cadáver.
"Repítole, pues, que, conforme a los datos de cuantos
participamos en la autopsia, el disparo no ha podido ser
hecho sino cuerpo a cuerpo y con el revólver en alto , en vir-
tud del ángulo de fijación igual al ángulo de penetración, de
35 a 40 grados sobre la horizontal ; porque colocados los
contendores de pie en el mismo plano, es de otra suerte
científicamente imposible dicha trayectoria contra el flanco
izquierdo del herido .
"Los que participamos en la autopsia tenemos bien for-
madas nuestras opiniones al respecto, sobre la base de nues-
tra propia observación en el cuerpo del occiso , sobreponien-
do, por eso, yo a cualquiera otra consideración en este or-
den de cosas , el criterio científico .
"Podría hacerse la exhumación del cadáver, si hubiese
la menor duda .
"De usted atento y seguro servidor,

MARIO F. ACCINELLI.

Ayudante técnico de la Morgue."


326 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ANEXO 13

LA ZONA DE EROSION Y MAGULLAMIENTO INDICA


LA DIRECCION Y LA DISTANCIA EN EL DISPARO

Hay que recordar que el acta y el protocolo de autop-


sia contienen los siguientes datos : "Herida de entrada en
la piel, etc. , con zona de erosión en el contorno."
En los mismos documentos se describe la zona de ero-
sión en la siguiente forma :
"La zona de erosión es algo elíptica, de eje oblicuo in-
terno, con doce milímetros de eje mayor por diez de eje me-
nor, apergaminada en el segmento inferior de su parte su-
perior. "
El eje oblicuo interno está indicando que se trata de una
zona de erosión y magullamiento típicamente infundibuli-
forme.
A las citas de autoridades científicas hechas por mi de-
fensor, hay que agregar dos más definitivas , respecto a la
dirección y a la distancia del disparo.

Lombroso, en la pág. 88 del tomo II de su Medicina


Legal, afirma, respecto a la zona de erosión, que "cuando
resulta una figura oval, el tiro ha sido oblicuo ". No puede
ser más terminante la afirmación de Lombroso.

Cevidalli en la pág. 97 de su Medicina Legal- obra de


1919 enseña lo siguiente :
"Si el tiro no es disparado en contacto inmediato , la co-
lumna del gas ejercita la propia acción, en torno al hueco
EL LIBRO DE MI PROCESO 327

de entrada, comprimiendo más o menos fuertemente la zona


sobre la cual se dirige. Se produce así zona compresa, aper-
gaminada, etc., debida no a la flama del gas, sino sólo a la
acción mecánica.
"La zona de compresión ( o erosión) constituye un ca-
rácter como no puede haber mejor del disparo a proximidad .
"De todos modos , tales caracteres dejan ya de ser visi-
bles a una distancia menor que aquella dentro de la cual se
pudiese encontrar el tatuaje. En general, cabe decir que la
distancia debe ser demasiado pequeña y aun se puede sos-
tener que a más de 15,50 centímetros estos defectos dejan
de ser visibles."

Después de las citas de Lombroso y Cevidalli , no se


comprende cómo se ha buscado el tatuaje y se ha hecho a!
respecto una experiencia hasta prescindiendo de las telas
que protegían los tegumentos que fueron heridos , cuando
la zona de erosión y magullamiento descrita en el acta y
protocolo de autopsia sólo se produce a una distancia me-
nor aún que aquélla en que suele producirse tatuaje.
La presencia de la zona de erosión y magullamiento de-
muestra por sí que el disparo ha sido hecho a cortísima dis-
tancia y nunca a más de un metro, porque entonces hubie-
se sido invisible dicha zona , conforme Cevidalli lo estable-
ce de manera terminante.

sade
Duede
RESUMEN

Según las citas, así, de la Medicina Legal, de Lombroso


y de Cevidalli, la zona de erosión y magullamiento descrits
en el acta y protocolo de autopsia prueba de manera defi-
nitiva, científicamente, que el disparo ha sido oblicuo y he-
cho a menos de un metro de distancia .
328 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ANEXO 14

OPINION DE UN ARMERO DIPLOMADO

La prueba de " experiencia " que presentara el Dr. Aven-


daño en su peritaje convencional se refería al “tatuaje ",
que, en otros tiempos, servía para demostrar la distancia
en que fué hecho un disparo. Lacassagne en su obra de Me-
dicina Legal- 1922- dice, en la pág. 70 del tomo II , que ese
"elemento de demostración es para las armas y los médi-
cos legistas bastante "antiguo ". El Dr. Pflúcker ha hecho
bien en citarlo , desautorizando con tal cita el procedimiento
anticuado del Dr. Avendaño. Las palabras de Lacassagne
son definitivas : " Hemos visto a individuos que se han sui-
cidado haciendo fuego a quemarropa y que no presentaban
ni coloración negra de la piel, ni tatuaje, ni quemadura."
Como es fácil apreciar por la cita de Lacassagne, la prue-
ba de " experiencia " del tatuaje es de carácter afirmativo
cuando el tatuaje existe, pero no de carácter negativo cuan-
do no existe el tatuaje. Si el tatuaje existe, se puede afirmar
que el disparo ha sido a cortísima distancia ; pero si no exis-
te el tatuaje, no se puede negar el que también a cortísima
distancia se haya hecho el disparo .
En el caso de que se trata , como en todo caso de posi-
ble tatuaje , lo que no se constate por observación inmedia-
ta, no se puede demostrar por " experiencia", puesto que se
trata de una simple " posibilidad ".
Hay además que considerar la manera científica con que
ha debido llevarse a cabo la prueba en referencia. Tratán-
dose de un experimento de balística, ha debido ser llevado a
efecto "con la ayuda del maestro armero o de un oficial de
Artillería, según enseña Lacassagne en la pág. 71 del tomo II
de su Medicina Legal. No pueden ser más terminantes las
prescripciones de Lacassagne a este respecto : " El médico
EL LIBRO DE MI PROCESO 329

perito por sí solo no puede tomar sobre sí la responsabili-


dad de esos exámenes especiales, pues se expondría a en-
contrar a individuos más competentes que él , ante los cua-
les podría hacer un mal papel si se entablara una discusión
sobre este punto particular. "
Abundando en las razones expuestas por Lacassagne,
bastan los informes presentados al efecto- para no citar
más que dos por el Sr. Mayor Guillermo R. Farfán (pro-
fesor de Balística exterior en nuestra Escuela Militar) y
por el armero diplomado Fernando Rivera y Rojas, que
contradicen, en todos sus detalles, la falsa prueba de “ ex-
periencia" ofrecida por el Dr. Avendaño en su peritaje con-
vencional, sin atender las prescripciones de Lacassagne.

Lima, 25 de enero de 1926.

Sr. D. José Santos Chocano . Presente.

"Muy señor mío : En mi condición de armero diplomado


realicé la experiencia que confió usted a mi cuidado hace
días, valiéndome para ello del revólver Colt, calibre 32 , que
me proporcionó el señor Alférez , Enrique Paravicino Llosa,
y de los cartuchos REM. UMC . 32. S. & W. L., cuya pól-
vora ha resultado totalmente inflamable.
He descargado , a 70 centímetros de distancia, dos dis-
paros, uno perpendicular y otro oblicuo, contra un tela
blanca , sencilla y porosa , fija en madera tensamente por
clavos ; pero he dejado a los gases expandirse libremente al
hacer los disparos, puesto que es la manera natural como
estos se producen. La tela blanca y sencilla es mucho más
porosa que la cartulina de que usted me ha hablado, como
usada en otra experiencia semejante, y más susceptible, por
tanto, de ser traspasada por granos de pólvora o residuos.
extraños a ella. La madera, asimismo, aumenta , por la ma-
yor fuerza de resistencia que le hace presentar, las posibi-
lidades de que la tela fija en ella llegue a ser traspasada .
Sin embargo, cumplo con informarle que, en uno y otro dis-
paro, el resultado ha sido negativo, según puede apreciarse
a la simple vista, y más aún al microscopio, en la tela blan-
ca que le acompaño. Los insignificantes residuos , que no son
330 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de pólvora, sino de materias extrañas, no han podido tras-


pasar tela tan sencilla y tan porosa.
"Si se hace el disparo sobre persona vestida con telas
siempre más gruesas que ésta sencilla, superpuestas, con fo-
rros y esponjosas, la deducción es clara ; y más lo es, si la
primera tela que recibe el disparo, en vez de estar tensa-
mente fija sobre madera , está suelta al aire como lo suelen
estar las delanteras inferiores de saco o americana.
"En resumen, dos disparos de cartucho REM. UMC. 32.
S. & W. L.- que según me informo, son iguales a los que
aparecieron en el revólver de usted- hechos a 70 centíme-
tros de distancia, uno perpendicular y otro oblicuamente,
comprueban que no es posible que al través de telas se pro-
duzcan por medio de ellos tatuajes de ningún género, no
quedando tampoco ningún grano de pólvora sin quemarse,
y sí sólo, sin penetrar entre las telas, residuos insignificantes
de materias extrañas a la pólvora.

"También cuidé en la experiencia de que, siguiendo las


indicaciones de usted se pudieran apreciar claramente, por
lo menos en una de ellas , las dimensiones del orificio de en-
trada en la madera . El resultado es que el mayor diámetro
del orificio de entrada es de cuatro a cinco milímetros , sien-
do el diámetro básico del proyectil de siete milímetros. Por
manera que en 70 centímetros de distancia, el orificio del pro-
yectil de siete milímetros corresponde a un diámetro máxi-
mo de cuatro a cinco milímetros , es decir, mucho menor que
el del proyectil. Esto resulta en madera que no puede ser
más firme ; en carne viva o cuerpo de tanta elasticidad, el
orificio de entrada de que usted me informa- medidos en
cuerpo humano ya muerto, esto es, contraído , corresponden,
pues, al proyectil de siete milímetros disparado a una dis-
tancia que no tiene por qué ser mayor de 70 centímetros,
según la experiencia realizada y la perforación hecha en la
madera .

"No terminaré sin manifestarle que experiencias de esta


clase no deben hacerse sino en presencia de especialistas o
EL LIBRO DE MI PROCESO 331

técnicos diplomados en armas de fuego, pólvoras, proyecti-


les o principios de Balística exterior.
"Es cuanto tengo que informar a usted.
"Su atento y seguro servidor,

FERNANDO RIVERA ROJAS.

Maestro armero del Cuerpo de Seguridad. "

ANEXO 15

PROCEDIMIENTOS DEL PERITO CONVENCIONAL

Para que quede constancia de la verdadera capacidad


o de la verdadera intención del perito convencional , doctor
Leónidas Avendaño, voy a concretarme solamente a indi-
car los procedimientos que siguió respecto a las ropas que,
por excusa de la señora viuda, entregaron los hermanos
políticos del Ing. Edwin Elmore Letts, cinco días después
del acontecimiento, asegurando que eran las que dicho in-
geniero vestía al realizar la agresión de tan lamentables
consecuencias.
En el traje gris, sin chaleco, y en la camisa de seda que
vestía, en efecto , Elmore, han debido tal vez quedar algu-
nas huellas del disparo que él recibió a menos de un metro
de distancia, considerada ésta entre la boca del cañón de
mi revólver y el punto vulnerado en el flanco izquierdo del
vientre, a la altura de la cadera y en sentido oblicuo hacia
abajo. El traje gris o café con leche que vió el propio Juez
instructor a la cabecera de la cama al tomar su declaración
a Elmore, y que testigos intachables vieron también que
vestía éste en aquel día, se transformó en un traje de azul
marino; y la camisa de seda rosada con que llegó al hospi-
tal-según declaración del enfermero-se convirtió en una
de seda crema, que se dió como entregada por la Madre
lavandera del Hospital Italiano, quien, sin embargo , en mi
332 JOSÉ SANTOS CHOCANO

presencia, hubo de declararle al Juez que ello era falso, se-


gún consta en autos.
Veamos, ahora , lo que con estas prendas no hizo el doc-
tor Leónidas Avendaño , a pesar de lo que la Medicina Le-
gal indica que debió hacer ; fácil deducir, así, sus falsas ca-
pacidades científicas o sus intenciones completamente ayu-
nas de honradez profesional.
1. El perito Avendaño no comenzó por examinar las
perforaciones que presentaban las ropas, ni con microsco-
pio, ni con lupa de aumento, a fin de constatar si en ellas
había incrustados granos de pólvora o residuos extraños del
proyectil.
2. No descosió las telas de dichas ropas , para apre-
ciar, siquiera fuera a la simple vista, si tales residuos o gra-
nos de pólvora habían quedado en las entretelas.
3. No utilizó las ropas de que disponía , para realizar
la experiencia con que pretendió demostrar que, en un dis-
paro oblicuo y a 75 centímetros de distancia, los granos de
pólvora no quemados debieron de haber llegado a formar
tatuaje en la piel , sino que reemplazó sin motivo dichas ro-
pas en la experiencia por una leve cartulina, tensamente
fija contra una tabla, disparando de frente y dentro de otra
cartulina en forma de corneta.
4. No investigó si las perforaciones de las ropas pre-
sentadas correspondían al proyectil con que había sido he-
cho el disparo. En el estudio que sobre la Técnica de la Ins-
trucción criminal publicó el distinguido especialista colom-
biano, Carlos Lozano y Lozano-edición matinal del 29 de
junio ( 1927 ) , nada menos que de El Comercio, de Lima-se
anota al respecto, el siguiente dato : " La simple huella del
paso de una bala al través de un vestido , permite clasificar
el proyectil. "
5. No examinó tampoco el perito Avendaño , ni con
microscopio, ni con lupa de aumento, ni en ninguna forma ,
el proyectil que se hubo extraído en la autopsia del cadá-
ver de Elmore. En el interesante estudio de Carlos Lozano
y Lozano a que acabo de hacer referencia- se anota tam-
bién, al respecto, el siguiente dato : "Las trazas casi imper-
ceptibles que sobre el cascarón de una bala dejan las telas
que ha atravesado , permiten reconocer los vestidos que te-
nía la víctima. " No puede el perito Avendaño disculparse
EL LIBRO DE MI PROCESO 333

alegando ignorancia, pues ello se establece, con toda clari-


dad, en la misma Medicina Legal, de Balthazard , cuyos
textos citara él en su informe, aunque truncos y falseados.
Hagamos constar, fielmente, lo que sí hizo el perito.
Avendaño con las ropas que se le entregaron, para acabar
por deducir su capacidad científica o su honradez profe-
sional.
1. Respecto a pantalón, saco y chaleco, se concretó
-según su informe-a hacer que se los pusiera su ayudante
Guillermo Fernández Dávila, a quien asegura que le ve-
nían como hechos a la medida , lo que ni el Juez instructor,
ni el Tribunal, ni nadie se tomó la molestia de compro-
bar... El perito Avendaño informa que valiéndose de su
ayudante como de un maniquí, logró constatar que las per-
foraciones de saco y pantalón coincidían en cierta posición
de los brazos y en otra no. Tal experiencia sólo puede esti-
marse como una broma del perito Avendaño, que bien sabe
que la altura de sus propios pantalones depende de cómo
quiera usar los suspensores o tirantes. Ninguna otra expe-
riencia " científica " hizo el perito Avendaño con las ropas
que se le entregaron. Huelgan comentarios.
2. Respecto a la camisa, llegó el perito Avendaño a
constatar que la perforación que presentaba en el lado iz-
quierdo, coincidía precisamente con las del saco y el pan-
talón, amén de otros caracteres de la misma, que- claro-
está no podía ser si no la de Elmore. Así lo hace saber el
perito Avendaño en su curiosísimo informe. Lo único malo
para la capacidad o la intención del tal perito es que, como
ya está dicho , la Madre lavandera del Hospital Italiano
hubo de declarar que ni ella había entregado esa camisa, ni
la tenía por la de Elmore, resultando así apócrifa la prenda
que en el informe pericial aparece comprobada como legíti-
ma. La sospecha tiene derecho a preguntarse : "¿No le pa--
saría al perito Avendaño con el traje azul marino , lo que le
pasó con la camisa?"
Creo que ya es bastante con lo que hizo y dejó de hacer
el perito Avendaño, respecto a las ropas que se le entrega-
ron, para llegar a la convicción de su falta de capacidad
científica o de su falta de honradez profesional .
334 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ANEXO 16

CONTRADICCION FUNDAMENTAL DEL PSEUDO-


PERITAJE

Aunque mi abogado defensor pulverizó científicamente


el informe que el perito Avendaño se obstinó en presentar
(después de recusado por mí, a mérito de carecer de los re-
quisitos legales y de otros motivos de " dignidad personal ” ) ,
interesa concluir al respecto esclareciendo la contradicción
fundamental que hay en dicho informe y sobre la que la
defensa , no pudiendo suponer la temeraria sentencia que
hubo de fraguarse, llamó soslayadamente la atención del
Tribunal, ya que por sí mismo éste ha debido , antes que
nada , enterarse del " por qué " y del "para qué" de tal in-
forme, para apreciarlo desde el punto de vista legal.
El Fiscal revisando la instrucción ya una vez cerrada,
pidió al Tribunal-a lo que éste accedió que volviera allá
el Juez a reabrirse, a fin de que se procediera a fijar peri-
cialmente el curso del proyectil en el abdomen vulnerado ,
para inducir de tal curso la dirección con que había sido
hecho el disparo, la distancia que suponía esa dirección y
las actitudes lógicas correspondientes al heridor y al herido.
El "por qué" del informe pericial que se solicitaba por
el Fiscal no era, pues, otro que el de carecerse, según él, de
los datos referentes al curso intra -abdominal del proyectil
y, por ende, de los fundamentos para inducir con propiedad
la dirección y la distancia en que el disparo había sido he-
cho y las posiciones , en tal circunstancia, de los dos autores.
El " para qué" no era otro que la inducción que permi-
tiera, ya sobre bases seguras, precisar la dirección, la dis-
tancia y las actitudes en referencia .
El " por qué " del informe pericial no tenía razón de ser.
O el Fiscal admitía lo establecido con toda claridad, por el
EL LIBRO DE MI PROCESO 335

acta y el protocolo de autopsia ; o no se daba por conforme


con ello, alegando bien deficiencia u oscuridad, bien moti-
vos de otra índole que ameritaban posible inexactitud . En
todo caso, el Fiscal debió pedir y el Tribunal debió ordenar
sea la ampliación y la explicación por parte de sus autores
de los datos contenidos en el acta y el protocolo de la au-
topsia , sea la exhumación del cadáver para la constatación
de dichos datos . Esta es la que correspondía legalmente . No
se hizo así, sino que se concluyó por pedir informe- sin ex-
humación del cadáver-a un enemigo personal y profesio-
nal de los autores del acta y del protocolo de la autopsia ,
que es además correligionario político , estrecha y viejamen-
te ligado al director de El Comercio, cuya falsa delación es-
taba anticipada y precisamente contradicha por el acta y
el protocolo de la autopsia en referencia.
El " para qué" se pidió el informe pericial aparece en
éste, en completa contradicción con el " por qué" del mismo.
Lejos de establecer el fundamento lógico con que de la di-
rección del proyectil en el abdomen se pudiera inducir la
dirección con que dicho proyectil había sido disparado, el
informe pericial del Dr. Leónidas Avendaño afirma cabal-
mente el que tal fundamento lógico no existe. He aquí di-
cha afirmación como textualmente se encuentra sostenida
en el informe del Dr. Avendaño :
"No siempre esta línea geométrica, trazada en el inte-
rior del cuerpo humano, coincide con la línea de tiro exte-
rior, ni con el verdadero recorrido del proyectil, pues no son
pocos los casos en que las balas , cualesquiera que sea su na-
turaleza, una vez que han penetrado en el organismo, si-
guen direcciones caprichosas, inesperadas y aun bizarras,
pudiendo presentar a este respecto todas las rarezas imagi- .
nables. "
Por consiguiente, el informe solicitado no tenía razón de
ser. Lo que pretendía el Fiscal era un absurdo , según queda
demostrado por las propias palabras del Dr. Avendaño. De
la dirección del proyectil en el abdomen no se podía inducir
la dirección exterior de él . Claro está , pues , entonces , que el
tal informe estaba completamente demás.
Pero lo curioso es que el perito Avendaño, fundándose
en que el curso del proyectil en el abdomen pudo ser ca-
prichoso , induce que el disparo fué hecho a tres metros de
distancia, como hubo de declararlo no Elmore , sino Anto-
336 JOSÉ SANTOS CHOCANO

nio Miró Quesada, que resultó, así, mejor enterado que el


propio herido...
Si las palabras transcritas del informe del Dr. Avenda-
ño eran sostenidas con sinceridad por éste , lo científicamen-
te correcto era abstenerse de afirmar, puesto que , cualquie-
ra que fuese la dirección del proyectil en el cuerpo del occiso ,
con referencia a la dirección y a la distancia en que dicho
proyectil había sido disparado, no cabía afirmar ni negar
nada.
El perito Avendaño se entretuvo, sin embargo, en hacer
suposiciones en cuanto al trayecto del proyectil en el abdo-
men-que, según él mismo, a nada lógico conducían- para
llegar a esta conclusión fundamentalmente contradictoria :
El disparo ha sido hecho a tres metros de distancia , en vis-
ta de que la dirección del proyectil en el abdomen suele ser
caprichosa...
Es decir, que se sostiene científicamente el que no puede
darse el informe que desea el Fiscal, pero sí llega a dárselo .
Fundamental es, como se ve, la contradicción entre los con-
siderandos y las conclusiones del pseudo-peritaje.
Creo que la más apropiada manera de cerrar los anexos
a la defensa, en la parte referente al peritaje convencional,
es reproducir literalmente el artículo que aparece en los
Sermones Laicos, de La Prensa, de Lima , 2.ª edición, corres-
pondiente al 25 de noviembre de 1927. Sin necesidad de ha-
cerme solidario, en sus alcances personales , por la que ata-
ñe a mi proceso , de la frase que se cita al final, considero
significativamente oportuno trascribir el artículo en refe-
rencia, así titulado : " Sobre la receta de Carlyle para que
haya un pícaro menos en el mundo... " Helo aquí :
"El 1 de noviembre, día de todos los Santos , se reunió en
Washington la Comisión Nacional, norteamericana , del cri-
men. No se trata de una reunión de expertos criminales, sino
de damas y caballeros que tienen fama de expertos en asun-
tos que atañen al crimen: régimen penitenciario, procedi-
mientos legales, Código penal, etc. La Comisión-que, enten-
demos, continúa reunida todavía - debe proponer "las re-
formas que juzgue adecuadas para combatir el crimen ".
"Como en todos lo cuerpos de esta índole, en el seno de
la Comisión se ha hablado de establecer penas más seve-
ras, de hacer más rápidos , como quien dice, fulminantes, los
procedimientos judiciales y de algunas reformas adjetivas
EL LIBRO DE MI PROCESO 337

en los establecimientos de castigo. En otras palabras, se


preocupan del crimen cometido : del hombre transformado
en delincuente ; pero ni han tocado las causas de la crimi-
nalidad, ni han sugerido medios capaces de extirparla o si-
quiera reducirla.
"Hay, sin embargo , un punto que la Comisión , según
leemos en un artículo de Bernard Macfadden, se ha atrevido
a tocar con criterio francamente iconoclasta : la abolición
del testimonio de los peritos médicos, que ha sido motivo
de indignación y de asombro en los más sonados procesos .
Macfadden recuerda el caso muy reciente de Loeb y Leo-
pold, dos jovencitos "bien" que mataron a un compañero
sólo por ver cómo gesticulaba y se contorsionaba en el len-
to y feroz suplicio a que lo sometieron.
"La parte civil presentó una docena de expertos médicos,
escogidos entre los más afamados del país, para demostrar
que los dos precoces criminales estaban en su entero y ca-
bal juicio y debía, por lo tanto, exigírseles toda la respon-
sabilidad de su crimen.
"Pero la defensa no se quedó atrás : reunió también su
docenita de famosos expertos , que declararon que los pro-
cesados eran locos, semifatuos, y que no debían cumplir
condena en un presidio, sino ingresar, para someterlos a
tratamiento médico, en un manicomio.
"Es fácil imaginar la confusión del Jurado que conocía
del asunto y el asombro del público : los veinticuatro peri-
tos eran hombres de gran reputación en todo el país ; se les
tenía no sólo por autoridades eminentes en enfermedades
mentales, sino también como hombres honrados incapaces
de traficar con su conciencia . Sin embargo, doce de ellos
juraron que Loeb y Leopold estaban locos , y los otros doce,
que estaban cuerdos y jamás se habían hallado fuera de sus
cabales .
"¿Cómo se explica esto ?
"Macfadden, con característica saña, no encuentra sino
una respuesta: "El testimonio de los expertos médicos en
"los casos criminales-dice-ha sido siempre una farsa y
"jamás sirvió sino para llenar de confusión a los jurados .
"Los expertos siempre atestiguan en favor de la parte que
"les conviene , y dan la impresión de que los verdaderos cri-
"minales no son los que ocupan el banco de los acusados. ”
"Es imposible expresarlo con más dureza, pero han de
22
338 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sufrirla los que toman parte en estos procesos en la forma


nal, que es el fruto del conocimiento profundo y la versa-
eran perjuros.
"¿Cuál de las dos docenas faltó a la verdad y burló de-
liberadamente a la Justicia?
"¿Cómo tan cínicos embusteros pudieron adquirir repu-
tación científica, cuando les faltaba la probidad profesio-
del caso citado, en que doce de los peritos, evidentemente,
ción indiscutible en el ramo a que nos dedicamos?
"Verdaderamente, en expertos debió de pensar Carlyle
cuando escribía : "Conviértete en hombre honrado, y así po-
drás estar seguro de que hay un pícaro menos en el
mundo..."

NOTA. Es para evitar las picardías científicas a que


hace referencia el artículo transcrito y que suelen cometer-
se no sólo por lucro, sino también por apasionamiento polí-
tico, por rivalidad profesional, por intimidad con alguno de
los interesados, por dependencia de otro, etc.- la disposi-
ción vigente, que completa el art. 124 del Código de proce-
dimientos en materia criminal, prescribe lo que se hace ne-
cesario repetir ahora-: "En las provincias en que haya
médicos de policía o titulares, no podrán los jueces de pri-
mera instancia encargar sino a ellos los reconocimientos y
demás operaciones médico- legales. "El juez instructor y el
segundo Tribunal Correccional violaron, pues, la Ley Ya
lo he dicho : Para apoyar una declaración falsa , tenía que
imponerse un perito ilegal .

ANEXO 17

LEGITIMA DEFENSA

El fiscal dice que al atribuir a lo sucedido "un aspecto


accidental o fortuito , se le despoja del carácter de defensa ".
Lejos de ello, lo que hace, lo " accidental ", es completar la
EL LIBRO DE MI PROCESO 339

defensa propiamente, puesto que se realiza dentro del for-


cejeo originado por la agresión. Hay que reparar en que la
causa " ocasional " del disparo es el forcejeo o riña ; pero la
causa "eficiente " es el ejercicio del derecho de legítima de-
fensa con que me vi obligado a sacar mi revólver. Sin ésto,
no es posible aquéllo. Así es que hay que estudiar si yo, eu
el momento en que resuelvo apelar a mi revólver y lo saco
con tanta ligereza como mi agresor lo declara , estoy o no
asistido del derecho de legítima defensa.

Veamos el " por qué" y el "para qué" apelo a mi revól-


ver. El " cómo" se produjo el disparo tiene que deducirse
lógicamente.
¿Por qué apelo a mi revólver?
Porque Elmore me ha amenazado telefónicamente con
matarme, porque le veo en la agresión llevarse hacia atrás
la mano en actitud de sacar revólver a su vez , porque me
siento amenazado de estrangulación debido a la fuerza con
que me oprime la garganta el agresor, porque éste me ha
descargado un fuerte golpe en el estómago- como consta en
el certificado médico de policía- agravándome la enferme-
dad hepática de que padezco, porque despojado de mi bas-
tón y sin que nadie acuda en mi auxilio , me siento a mer-
ced de mi agresor, de superiores fuerzas físicas y adiestrado
en los campos de ejercicio de la Young Men Christian As-
sociation . No se necesita, como hubo de asegurar el fiscal,
ser un atleta, para producirle la muerte a un enfermo por
medio de golpes, pues son muchos los casos mortales ya por
un golpe en el sentido, ya como consecuencia de un golpe
en el estómago, ya de un golpe del cráneo contra el suelo .
Es también muy posible la muerte por asfixia, si se prolon-
ga demasiado una opresión enérgica en el cuello . Por otra
parte, muy propio es el que yo crea que Elmore esté arma-
do al realizar tal agresión, y no que apele para resolver el
asunto planteado entre ambos a un abuso de fuerza bruta,
con el candor de suponer que iba a hacerlo impunemente.
Este es el " por qué" yo me resuelvo a sacar mi revólver,
cuando despojado de mi bastón, recibo un fuerte golpe en
la víscera enferma y quedo dominado por mi agresor, con-
340 JOSÉ SANTOS CHOCANO

forme se establece en las "cuestiones de hecho " absueltas


por el Tribunal.
¿Para qué apelo a mi revólver ?
Para impedir que el agresor haga uso del suyo, esto es ,
del que le creo armado, según lo expuesto, así como para
que cese la agresión , que de otra manera no he podido re-
peler y que amenaza cada vez más seriamente mi integri-
dad personal .
Veamos, ahora, cómo se produce el disparo. Convénga-
se en que si se produce involuntariamente dentro del force-
jeo, no afecta mi responsabilidad . Convéngase en que si se
produce voluntariamente es siempre en ejercicio del dere-
cho de legítima defensa.

Interesa examinar el mismo extremo de que se me acusa.


¿ No es racional, después de tratar en vano de repeler la
agresión con los puños y con el bastón, sacar el revólver
como medio intimidatorio? Nadie puede negarlo.
¿No es peligroso para mí emplear tal medio ? Tampoco
puede negarlo nadie, puesto que mi agresor-que me había
despojado de mi bastón, también podía por fuerza o con en-
gaño despojarme del revólver y usarlo contra mí. Así lo re-
conoce el Tribunal en uno de los considerandos de su sen-
tencia.
Cualesquiera que sean las circunstancias en que el dis-
paro se produce, éste tiene el carácter de legítima defensa
que le da la capacidad de mi agresor para despojarme, por
fuerza o con engaño , de mi revólver, como me había despo-
jado de mi bastón.
Si se admite que el agresor me había dominado y podía
desarmarme-entendiéndose que ambos puntos son admi-
tidos por el Tribunal en los considerandos de su sentencia-
claro está entonces que hay que estimar el disparo como de
necesidad racional dentro del ejercicio del derecho de legí-
tima defensa , pues de otra manera el agresor quedaba en
condiciones de arrebatarme el arma y usarla contra mí.
Por otra parte, es de " necesidad racional " lo que es "in-
dispensable" para ejercitar el derecho "eficientemente".
Puesto que el Tribunal admite que había tratado yo en
vano de repeler con mi bastón y con mis puños la agresión
EL LIBRO DE MI PROCESO 341

y admite, además, que había quedado yo dominado por mi


agresor, esto es, a merced de él, no puede dejarse de recono-
cer que el arma tuvo que resultar ya entonces " indispensa-
ble"," vale decir de " necesidad racional ", como único medio
"eficiente " contra la agresión en referencia, que por otro
medio no había ni hubiese llegado a ser repelida. El Tribu-
nal admitió, pues, que traté yo de repeler la agresión em-
pleando todos los medios posibles sin lograrlo , hasta que me
vi obligado a emplear el único que resultó eficiente. No pue-
de ser más claro, por gradual, el ejercicio del derecho de le-
gítima defensa.

ANEXO 18

LA PRUEBA INTENCIONAL

El mismo desarrollo de la " acción " está demostrando


que no hubo "intención" de realizarla .
He aquí como fué el desarrollo de la " acción", según
aparece de las pruebas no objetadas por nadie y admitidas
por el Tribunal en las "cuestiones de hecho " :
1.º Al sufrir la agresión, no saqué inmediatamente del
bolsillo el revólver, sino que me concreté a tratar de repe-
ler tal agresión en la misma forma en que se me hizo.
2. Sostuve, a pesar de la destreza sportiva y mayores
fuerzas de mi agresor, un pugilato desventajoso para mí, en
un recorrido como de nueve metros (quince pasos poco más
o menos) sin sacar del bolsillo el revólver.
3. Desarmado de mi bastón, con el que lograba defen-
derme algo de los golpes de mi agresor-(dicho bastón fué
recogido del suelo, al concluir el pugilato) -resolví enton-
ces, y sólo entonces, sacar del bolsillo mi revólver .

Los tres hechos anteriores-que el Tribunal declara cier-


tos-demuestran que, a pesar de verme agredido , no acudí
al revólver como medio de defensa ni siquiera de intimida-
ción, sino cuando ya se hizo necesario . No había , pues, pro-
342 JOSÉ SANTOS CHOCANO

pósito de mi parte para usar el revólver, ni siquiera inten-


ción hecha de repeler la agresión sacándolo de mi bolsillo ,
porque si no, hubiéselo sacado desde el primer momento en
que sufrí la agresión .

4. Cuando saqué el revólver de mi bolsillo, lo hice con


tanta ligereza que mi agresor no pudo evitarlo, según cons-
ta en su declaración.

A) Si durante el pugilato no saqué el revólver y, sin


embargo, siempre llegué a hacerlo, procediendo con tanta
ligereza como declaró mi agresor, esta ligereza , después de
aquella demora, tiene que reconocer un motivo especial, pues
no se comprende que hubiese empleado yo, sin ese motivo
especial, tanta ligereza para sacar mi revólver, después de
tal demora para decidirme a hacerlo . (Ya me hube de refe-
rir en mi instructiva a que en ese instante mi agresor llevó
la mano hacia atrás, como para sacar revólver, tratando yo
de anticiparme . )

B) Desde que mi agresor estaba luchando conmigo


cuerpo a cuerpo y yo saqué de mi bolsillo el revólver con
tanta ligereza que no pudo evitarlo (según consta en su mis-
ma declaración ) , claro es que de tener la intención de ma-
tarle, hubiérale descargado inmediatamente y sobre seguro
mi revólver contra el pecho o en la cabeza : si no lo hice,
fué porque no hubo por mi parte, evidentemente, intención
de matar a mi agresor.

5. Mi agresor no cayó al suelo cuando resultó herido ,


sino que se marchó por sus propios pies, sin que se produje-
ra otro disparo. Así lo reconoce el Tribunal .

De haber tenido yo la intención de matar a mi agresor,


no puede explicarse este hecho. Como le hice un disparo
según quiera suponerse que se lo hice-pude hacerle los
cinco disparos de mi revólver o siquiera uno más, para
asegurar mi supuesto propósito , ya que vi que mi agresor

1
EL LIBRO DE MI PROCESO 343

se marchó por sus propios pies hasta la calle. Tal ha hecho


constar mi defensor ; pero interesa repetirlo , para que se
aprecien la capacidad y la intención del Tribunal que me
juzgó.

Según los cinco hechos enumerados, demostrados en el


juicio y aceptados por el Tribunal- y de los que se compuso
el desarrollo de la "acción " realizada con el revólver-,
como quiera que se suponga el único disparo, no hubo ni
pudo haber "intención" por mi parte de matar a mi agre-
sor. Sin intención de cometerlo , no hay homicidio. Sin in-
fracción intencional, según la Ley, no cabe pena . (Art. 81
del Código penal . )

ANEXO 19

EMOCION VIOLENTA

La sola enunciación de la emoción violenta basta para


formarse concepto cabal de que el acto que se realiza por
defecto de ella es característicamente " irreflexivo". Allí don-
de concurren varios elementos que acusan movimientos re-
flexivos en el actor, no cabe suponer a éste procediendo por
emoción violenta .
Si hubiese sido cierta la declaración del Ing. Edwin El-
more, entonces cabía la emoción violenta como explicación
de mi disparo. Elmore declaró que él me había descargado
un golpe en el rostro ; y que yo , sin tratar de repeler su
agresión en la misma forma, procedía a sacar mi revólver
con tanta rapidez que él no pudo evitarlo, haciéndole el dis-
paro que hubo de herirlo. Procediera yo entonces por emoción
violenta.
La emoción violenta en el nuevo Código penal peruano
está tratada en la misma forma y bajo los mismos concep-
tos en que lo está en el nuevo Código penal argentino . Así
es como a este respecto basta consultar la importante y vo-
344 JOSÉ SANTOS CHOCANO

luminosamente documentada obra que sobre La emoción


violenta en el nuevo Código argentino, acaba de publicar el
Dr. D. Benjamín García Torres, juez del crimen de la ciu-
dad de Buenos Aires, ex fiscal federal y ex abogado del
Consejo Nacional de Educación.
He aquí las tesis de dos fallos-confirmados en última
instancia y emitidos por dicho juez del crimen de la ciudad
de Buenos Aires-que fijan con claridad la doctrina res-
pectiva :
"El que procede a disparar su revólver hiriendo al que
de sorpresa y en público le dió un puñetazo en el rostro, ha
obrado en estado de emoción vileonta.
"Obra en estado de emoción violenta el que dispara su
revólver contra persona que le dió un golpe de puño en el
rostro, encontrándose ambos en la vía pública y en presen-
cia de otras personas ."
No hay duda , pues, de que de haber sido cierta la decla-
ración de Elmore , cabía propiamente considerar que el acto
que se me atribuía era de emoción violenta.
El Tribunal reconoce en las cuestiones de hecho y en los
considerandos de su sentencia que la declaración prestada
por Elmore fué falsa , pues admite que yo traté de repeler
la agresión con mi bastón y con mis puños, y que sólo des-
pués de quedar dominado por mi agresor y de recibir un
fuerte golpe en el vacío derecho , saqué mi revólver.
Hubo, así, una riña que recorrió nueve metros , antes de
que se produjera el disparo ; y sólo fué después de éste , el
que cesó la agresión, que de otra suerte no hubiese sido re-
pelida. Al cesar la agresión, no hubo un disparo más.
Por manera que gradual y, por tanto, reflexivamente,
traté de repeler la agresión con mis puños, con mi bastón y,
por último, con mi revólver, sin que se produjera más dis-
paro que el que resultó indispensable para que la agresión
cesase y el agresor huyese por sus propios pies hacia la
calle. Trátase, así, del absurdo de una emoción violenta que
se manifiesta en actos de defensa gradual y, por tanto, re-
flexivamente.

NOTA.- Mi abogado defensor hubo de demostrar, ade-


más, que en el supuesto de haber procedido yo por emoción
violenta y no en legítima defensa, la proporción de la pena-
lidad venía a resultar también absurda.
EL LIBRO DE MI PROCESO 345

ANEXO 20

"DE LA LEY Y LA SENTENCIA ", por Reichel.

(Véase la página 137 de tal obra.)

De un lado, hay la responsabilidad de una herida de re-


vólver, de la que se origina una mala e incompleta opera-
ción quirúrgica que llega a producir la muerte a los dos días.
De otro lado, hay la responsabilidad anterior de una agre-
sión violenta contra el cuerpo y la salud, a la vez que con-
tra el honor o la dignidad personal.
Se trata de una riña provocada por el que resultó herido
en ella, siendo su agresión, además, de carácter humillante
para la dignidad del agredido , el que se limitó según lo
aceptado por el mismo Tribunal- a tratar de defenderse
con sus puños y su bastón, y sólo después de quedar desar-
mado de éste y dominado por el agresor, con su revólver, en
de no haber podido rechazar ni contener la agresión , duran-
te un recorrido casi de nueve metros en que fué golpeado y
arrastrado. Así se acepta por el Tribunal en las Cuestiones
-de hecho .
El agredido no podía dejar de hacer respetar su salud
y su dignidad ; y tenía el derecho de rechazar el ataque en
una forma eficiente. Nadie hubiera podido aprobar la falta
de dignidad del agredido , resignándose a sufrir el ataque en
todas sus consecuencias, ya que no había conseguido recha-
zarlo con sus puños ni con su bastón ; pero menos aún hu-
biera podido aprobar esa falta de dignidad, sólo porque re-
sultase ella en beneficio de quien , precisamente, se la había
propuesto como finalidad al realizar el escándalo de su agre-
sión violenta .
Es lamentable que el agresor hubiese llegado a los dos
días a perder la vida, como resultado de la mala e incom-
346 JOSÉ SANTOS CHOCANO

pleta operación quirúrgica motivada por la propia agresión .


Menos lamentable no hubiese sido que el agredido quedara
públicamente sin dignidad-prescindiendo de su salud en
peligro como consecuencia de la agresión humillante de
que se le hizo objeto. Para quien se estima, entre la muerte
o el desprecio de los hombres dignos de su sexo, preferible
es la primera.
No cabe condenar a quien, aun en la acusación que se le
hace, sólo ha rechazado un ataque y defendido su dignidad
y su salud, antes con los puños, después con el bastón, y
sólo al verse impotente por tales medios, con su revólver,
como medio único de hacerlo en una forma “eficiente" y, por
tanto , " legítima".

ANEXO 21

EL VOTO DE CONCIENCIA

El Tribunal que me juzgó estaba en la obligación de emi-


tir un voto de conciencia sobre los actos sometidos a su axá-
men. No lo hizo así. El voto de conciencia sobre un acto es
el juicio que éste le merece a uno sustituyéndose al actor,
esto es, suponiéndose colocado en su lugar.
El verdadero voto de conciencia sobre el acto mismo que
me atribuye la acusación, fué emitido por el propio fiscal,
cuando en el calor de su peroración pronunció las siguientes
palabras recogidas en las notas taquigráficas de la prensa:
"En el caso de Chocano, cualquiera hace lo mismo. Yo
digo, señores, que son pocos los hombres que, teniendo un
revólver en el bolsillo, se dejan abofetear..."
Es decir, que se me acusa por el fiscal y se me condena
por el Tribunal, a mérito de no ser de los pocos hombres
que se dejan abofetear y golpear y arrastrar teniendo un re-
vólver en el bolsillo . Es decir, que se me acusa por el fiscal
y se me condena por el Tribunal, a mérito de hacer lo mis-
mo que cualquiera en mi caso .
Se emite, así, nada menos que por el propio acusador
EL LIBRO DE MI PROCESO 347

fiscal el voto de conciencia absolutorio ; y luego se me con-


dena con olvido de la propia dignidad personal de quienes
lo hacen.
No quiero ofender a los miembros del Tribunal que me
condenó, ni al fiscal que me acusó, suponiendo que ellos sí
son de " los pocos hombres que teniendo un revólver en el
bolsillo, se dejan abofetear... " Pero el dilema es fatal : o no
han emitido un voto de conciencia, y entonces han faltado a
la Ley-o lo han emitido y entonces , confesando que ellos
se hubieran dejado abofetear y golpear y arrastrar en
mi caso, aparecen, aunque yo no me lo proponga , como si
careciesen de toda dignidad.

FIN DEL TOMO II


SEGUNDA PARTE

Los únicos caudillos hispano-


americanos que merecen respeto,
son García Moreno y Porfirio
Díaz.

Ing. EDWIN ELMORE LETTS.

(El Esfuerzo Civilizador, pági-


na 34.)

Telegrama de Lima, 3 de julio


de 1922.
A José Santos Chocano.-Are-
quipa.
Saludámosle nombre nuevas
idealidades sociales. Con afecto y
admiración vivísima.

GABRIELA MISTRAL.

RAÚL HAYA DE LA TORRE.

En su trance, viéndose brutal-


mente ultrajado por un mozo que
se aprovechaba de las ventajas.
de la edad y el vigor físico, te-
nía usted no sólo el derecho, sino
la obligación de defenderse con la
mayor energía por todos los me-
dios a su alcance, sin estar capa-
citado para medir ni calcular las
consecuencias.

DR. JOSÉ ANGEL ESCALANTE.

Director de El Comercio,
del Cuzco.
LA SENTENCIA PULVERIZADA

Aunque la sentencia que pronunció el Tribunal conde-


nándome ha quedado ya reducida a su estricta significación
política, al través de la irrebatible defensa del R. E. Du-
lanto y de los anexos que a dicha defensa he puesto , en vis-
ta precisamente de cuanto en tal sentencia apareció, sólo
un propósito de hacer de ésta una verdadera autopsia, me
anima a desarticularla y exhibirla , punto por punto, para
que resalten, así todas sus contradicciones , incongruencias
y falsedades maliciosas.

LAS CUESTIONES DE HECHO

"1. ¿ Está probado que en el mes de octubre último se


suscitaron ardientes polémicas por la prensa, entre el pro-
cesado José Santos Chocano y varios intelectuales de esta
capital, con motivo de la respuesta que dió el primero a un
artículo del escritor mexicano D. José Vasconcelos ? Sí está
probado .
"'2.° ¿Está probado que D. Edwin Elmore, haciendo
campaña a Chocano, dió una conferencia por radio, el 27 de
cctubre citado, elogiando a Vasconcelos ? Sí está probado.
El Tribunal desfigura los hechos . No hace Elmore cam-
paña propiamente "contra" mí elogiando a Vasconcelos ,
sino provocándome y ofendiéndome personalmente. El Tri-
bunal se ocupa en los elogios hechos a otro y no en las ofen-
sas hechas a mí, que es lo importante . Omisión maliciosa.
352 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"3. ¿ Está probado que el siguiente día, el propio El-


more envió a La Crónica, para su publicación, un artículo
contra el mismo poeta, titulado Vasconcelos frente a Cho-
cano y Lugones, el que no llegó a publicarse, por injurioso
e inconveniente? Sí lo está. "
Queda, pues, establecido el hecho de que no respondí a
las provocaciones y ofensas por radio ; y que el Ing. Edwin
Elmore reincidió en un artículo que contenía "injurias" per-
sonales, a juicio del propio Tribunal.

"4. ¿Está probado que el 31 del mismo mes, al cono-


cer Chocano en la imprenta de La Crónica, el artículo ci-
tado, llamó por teléfono, como a la una de la tarde, al ex-
presado Elmore, a quien injurió, ultrajando gravemente la
reputación de su padre? Sí está probado. "
Aunque la verdad sobre la conversación telefónica que
tuvimos Elmore y yo sólo nos fué a ambos conocida en to-
dos sus pormenores , interesa reparar en que a “ injurias ” de
carácter público aparezco respondiendo con " injurias " de
carácter privado, e interesa también reparar en que la car-
ta que el propio Elmore llevaba a publicar en El Comercio,
después de nuestra conversación telefónica, se reconoce que
en ésta no había habido motivo para que él me agrediese,
puesto que se me amenaza con " escupirme la cara", sólo
en el caso de dirigirme de nuevo en cualquier forma a mi
ofensor. Véase el anexo a la defensa, núm. 4 : A propósito
de las dos cartas.

"5. ¿ Está probado que al poco rato de haber hablado


el acusado por teléfono con Elmore, escribió la carta de
hojas 56 , reiterando sus ultrajes y amenazándolo de muerte
si no recibía satisfacción ? Sí está probado. "
Vuelve el Tribunal a desfigurar los hechos. Interesa re-
parar en qué precisa él que yo reitero mis ultrajes ; ya se
verá si precisa lo mismo al apreciar la carta de Elmore . La
desfiguración que hace el Tribunal envuelve una falsa impu-
tación , una calumnia , que me obliga a reproducir la frase
respectiva de mi carta . El Tribunal me calumnia cuando
EL LIBRO DE MI PROCESO 353

afirma que yo escribí a Elmore " amenazándolo de muerte


si no recibía satisfacción". Esto es completamente falso.
He aquí, textualmente, mis palabras : “Entienda usted que
si no se apresura a escribirme dándome plena satisfacción,
seré yo el que publique esta carta- cuya copia me reservo-
y cuando le encuentre le escupiré la cara..." Abro, pues, el
camino de darme una satisfacción o de retarme a duelo. Mi
amenaza de muerte a Elmore es sólo para en el caso de que
quiera abusar de su juventud y superioridad en fuerza bru-
ta: "para que si osa levantarme la mano- le digo textual-
mente destaparle los sesos". Empleo la amenaza de muer-
te, pues, para evitar una agresión en vez de un desafío, no
para arrancar una satisfacción, como calumniosamente dice
el Tribunal.

"6. ¿ Está probado que Elmore escribió a su vez a Cho-


cano, el mismo día, la carta de hojas 2, levantando los car-
gos imputados a su padre en la conversación telefónica de
que antes se ha hablado? Sí está probado. "
Interesa reparar en que el Tribunal, después de precisar
que en mi carta yo reitero los ultrajes a Elmore, cuida de
no precisar que Elmore también me reitera los suyos . Re-
sulta, así, que la carta de Elmore no envuelve ofensas para
mi, sino que se concreta a levantar mis cargos , dando a en-
tender además el Tribunal, en su redacción maliciosa, algo
así como si yo hubiera inventado los cargos en referencia.
"Usted en sus actos públicos y privados se ha conducido
siempre como un perfecto miserable." Esta es la forma en
que está escrita la carta, " levantando los cargos " que yo me
he propuesto no repetir, pero que la Sociedad de Sobrevi-
vientes de Arica sabe muy bien que no he inventado, como
parece darlo a entender calumniosamente el Tribunal.

"7. ¿Está probado que la otra carta de hojas 56 no


fué conocida por su destinatario, por haberla recibido su
esposa, en su ausencia, momentos antes del trágico suceso?
Sí está probado. "
Queda establecido, así, que mi carta, de que han hecho
23
354 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tanta propaganda los explotadores políticos del cadáver de


Elmore, no fué siquiera conocida por éste.

"8. ¿Está probado que Elmore se dirigió a la impren-


ta de El Comercio, como a las cinco de la tarde de ese día,
para obtener la publicación de su carta, y que cuando con-
versaba con un periodista , se presentó allí , ocasionalmente,
el procesado José Santos Chocano? Sí está probado. "
Basta la frase transcrita por mí al pie de la cuestión de
hecho, núm. 6, para apreciar el carácter de la carta de El-
more destinada a la publicidad, pudiendo compararla quien-
quiera con la mía, destinada a permanecer en privado a vo-
luntad de Elmore, si me daba una satisfacción o si me reta-
ba a duelo, en vez de agredirme abusando de su fuerza
bruta.

"9. ¿Está probado que al ver Elmore & Chocano , le


atacó súbitamente con sus puños, golpeándole el rostro, y
lo sacó a empujones hacia el hall exterior, sujetándole fuer-
temente de la amecicana? Si lo está."

Vuelve el Tribunal a desfigurar los hechos maliciosa-


mente. Nadie ha dicho que Elmore me " sacó a empujones
hacia el hall" exterior, sino que me "arrastró" ; empujar es
menos importante para la seguridad personal que arrastrar.
Es falso que alguien haya dicho que Elmore me sujetó fuer-
temente de la " americana", por la sencillísima razón de que
yo no tenía en esa ocasión tal prenda de vestir, sino jacquet.
El Tribunal no se ha tomado la molestia de leer los autos :
sólo así se explica tantas inexactitudes y falsedades . Lo que
consta en los autos y que el Tribunal desfigura en esta
"cuestión de hecho " es que Elmore "al mismo tiempo que
me golpeaba fuertemente con su puño izquierdo, me arras-
traba", cogiéndome del " cuello " con la mano derecha, en un
recorrido de casi nueve metros.
Referirse a " empujones" y a " americana " de que nadie
EL LIBRO DE MI PROCESO 355

ha hablado, es, pues, una desfiguración maliciosa y una


inexactitud reveladora.

"10. ¿Está probado que Chocano trató de repeler el


ataque con su bastón y sus puños y que, dominado en la lu-
cha por su contendor, después de haber recibido una fuerte
puñada en el vacío derecho, sacó del bolsillo un revólver
Colt, antiguo, calibre 32, de seis tiros , cargado con cinco
cápsulas? Sí lo está."
El Tribunal reconoce que ni mi bastón ni mis puños fue-
ron medios " eficientes" para rechazar la agresión. El Tri-
bunal reconoce que sólo después de constatar el que dichos
medios no eran "eficientes" y de recibir una fuerte puñada
en el vacío derecho-con grave peligro de mi salud, según
consta en autos-saqué del bolsillo mi revólver, por no te-
ner ya ningún otro medio de defensa eficiente, desde que es-
taba "dominado en la lucha por mi contendor". Respecto
al vacío derecho, en donde recibí un fuerte golpe que me
produjo un grave cólico hepático, según se acredita en au-
tos-corren en la instrucción los certificados médicos en que
se demuestra una litiasis biliar que requiere de antiguo in-
tervención quirúrgica, repercute sobre el bazo grandemente
inflamado, entorpece la función pancreática e irradia sobre
el estómago, el duodeno y el colon : esta enfermedad le cons-
ta también al Dr. Guillermo Gastañeta, operador de Elmo-
re y tío carnal del hermano político de éste, Dr. Carlos Gar-
eía Gastañeta, que actuó como apoderado y abogado de la
parte civil.
Fácil es suponer lo que hubiera podido suceder, si no me
apresuro a sacar el revólver y-descontados los demás peli-
gros para mi seguridad personal- llego a recibir nuevos gol-
pes en el vacío derecho o en el izquierdo o en otro lugar de-
licado de la zona abdominal enferma. Ya haré oportuna-
mente, la relación de las muertes ocurridas en el Perú por
golpes de puño , durante sólo mi proceso.

"11. ¿Está probado que Elmore en el mismo instante


que retrocedía, por haber visto el arma en manos de Cho-
356 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cano, recibió el disparo que lo hirió mortalmente ? Sí lo está. "


El Tribunal prescinde de la declaración de Elmore ; y
hace aparecer a éste, de conformidad con la declaración de
Antonio Miró Quesada, como un cobarde, que en cuanto se
siente en peligro de perder la superioridad de la fuerza bru-
ta de que está abusando y ve que saco un revólver, retroce-
de despavorido y en ánimo sólo de escapar, cuando me tie-
ne-según el propio Tribunal-cogido entre sus manos y
puede, según el propio Tribunal, también lo consigna des-
pués en los considerandos de la sentencia-"desarmarme en
el lance", de la misma manera que me había despojado del
bastón. Todo cobarde, como no tiene el control de sus ac-
tos, procede con torpeza : torpeza y aun imbecilidad era el
de retroceder en tales circunstancias, ya que ello a nada
conducía, y lejos de evitar el peligro de un disparo, lo faci-
litaba, puesto que no ofrecía ya ningún obstáculo. Lo vale-
roso y lo inteligente dada la superioridad física con que
me había dominado en la lucha mi contendor, según lo re-
conoce en la anterior " cuestión de hecho" el propio Tribu-
nal-era tratar de arrebatarme el revólver, tal como me ha-
bía arrebatado el bastón, impidiéndome el disparo e, en todo
caso, desviándomelo ,
Si no di tiempo para ello y sorpresivamente saqué el re-
vólver y lo disparé, menos se concibe que Elmore hubiera
retrocedido con más rapidez que la que tuvo el proyectil,
puesto que éste sólo llegó a alcanzarlo, según el falso dela-
tor, a más de tres metros de distancia... No quiero insistir
sobre lo que hizo Elmore o era natural creyese yo que él iba
a hacer. Sólo me concreto, pues, a defenderme, así, al defen-
derlo de la baja condición de imbécil y cobarde, en que el
Tribunal, de acuerdo con el falso delator Antonio Miró Que-
sada, ha hecho aparecer a Elmore.

"¿Está probado que el disparo fué hecho por Chocano a


corta distancia y no cuerpo a cuerpo en los momentos de la
lucha a que se hace referencia? Sí está probado . "
Creo que corta distancia es, en efecto, la de setenta y
cinco centímetros ( 75 cms . ) que, conforme a mi versión, me-
dió entre la boca de mi revólver-puesto en alto, con el ca-
ñón hacia abajo y el flanco izquierdo que en ese instante
EL LIBRO DE MI PROCESO 357

presentaba Elmore. Nunca dije que el disparo se había pro-


ducido "a quemarropa", como parece darlo a entender el
Tribunal. Los peritos, que éste interrogó al efecto , opinaron
en el juicio oral por qué el disparo correspondía a mi ver-
sión y no a las de los peritos doctores Accinelli , Pastor y
Pflucker y mayor Farfán ; y afirma, terminantemente, que
el disparo "no fué hecho en los momentos de la lucha". Más
tarde se verá que también afirma, terminantemente, lo con-
trario, pues en el texto de los considerandos de la sentencia
se dice que "el disparo se produjo en plena riña". El Tribu-
nal no sabe, así, cómo se produjo el disparo, ni se da cuen-
ta siquiera de lo que afirma para senteciarme : una vez, pues,
el disparo " no fué hecho en los momentos de la lucha", y
otra vez el disparo " se produjo en plena riña".
Me parece que es muy fácil apreciar la capacidad y la
intención del Tribunal que me juzgó.

"13. ¿ Está probado que al sentirse herido el finado El-


more, se dirigió, por sí solo, a la puerta de calle, y de allí
varias personas lo condujeron en un automóvil al Hospital
Italiano ? Sí está probado. "
Esto demuestra, indudablemente, que no tuve intención
de matar a Elmore, puesto que le dejé marcharse por sus
propios pies hasta la calle, sin que se produjera otro dispa-
ro que el que resultó indispensable para repeler la agresión .
Claro es que al verle marcharse por sus propios pies, he te-
nido que creer que de estar herido Elmore, no lo estaba de
gravedad. Así, pues, concluída la agresión al producirse un
solo disparo que le permitió al agresor marcharse por sus
propios pies, concluyó también toda actividad de mi parte.

"14. ¿Está probado que el nombrado Elmore, después


de recibir los auxilios espirituales, fué operado en dicho hos-
pital por el Dr. Guillermo Gastañeta ? Sí está probado.
"15. ¿ Está probado que por los síntomas de suma gra-
vedad que se presentaron en el paciente, sufriendo dos acci-
dentes de shock tuvo que suspenderse la operación, y que
ocurrió el fallecimiento antes de las cuarenta y ocho ho-
ras? Sí lo está."
358 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Resulta indispensable repetir la prescripción que sobre


perforaciones abdominales se lee en la página 389, del to-
mo II (edición de Manuel Marín, Barcelona ) , del “Tratado
de Patología y Clínica Quirúrgica ", por los doctores profe-
sor Klapp, de Berlín ; profesor Kuttner, de Breslau ; prefe-
sor Lange, de Munich, etc. , las diez y siete mayores autori-
dades quirúrgicas de Alemania :
-Si se ha comprobado la existencia de la perforación ,
se practicará la operación tan pronto como se pueda, y si
es posible antes de que hayan pasado unas pocas horas des-
pués de la perforación, sin detenerse ante la presencia de
los síntomas de shock.

"16. ¿Está probado que D. Edwin Elmore falleció a


consecuencia de una herida por arma de fuego, penetrante
del abdomen, que perforó los intestinos y le produjo una
peritonitis generalizada? Sí lo está."
En el protocolo de la autopsia se establece que la causa
de la muerte de Elmore fué una peritonitis séptica, produ-
cida por las perforaciones intestinales que quedaron sin su-
turar en la operación quirúrgica. En el acta de autopsia se
establece con anterioridad que las perforaciones suturadas
habían entrado ya en el período de cicatrización. Si la ope-
ración quirúrgica hubiese sido practicada de conformidad
con los preceptos de la Ciencia-según la transcripción que
se lee al pie de la anterior " Cuestión de hecho "-hubiese
sido a su vez evitada la peritonitis séptica, que causó la
muerte de Elmore, después de más de cuarenta horas de
operado insuficientemente.

"17. ¿Está probado que el finado Elmore vestía en


los momentos del suceso un terno marino y las demás prendas
de ropa remitidas al Tribunal ? Sí está probado. "
El abogado y representante de la parte civil, hermano po-
lítico del ingeniero Edwin Elmore Letts, probó que éste ves-
tía un terno azul marino con los testimonios de su tío carnal,
el cirujano operador doctor Guillermo Castañeta, y de los
dos amigos íntimos que acompañaron al herido hasta el Hos-
EL LIBRO DE MI PROCESO 359

pital Italiano. Reforzó la prueba ofreciendo los testimonios


de varios pasantes y empleados de su propio bufete de aboga-
do, sin que se considerara discreto tomar en la instrucción
más testimonios que los tres ya indicados. Declararon, en
cambio, que el ingeniero Elmore vestía un traje color gris o
café con leche los señores E. Garland Roel, doctor Raúl Po-
rras Barrenechea, Percy Mac Lean-todos ellos tan amigos
de Elmore como míos-, el chófer y su ayudante, que condu-
jeron en automóvil al herido hasta el Hospital Italiano ; el
inspector de policía que vió a Elmore tomar el automóvil en
la puerta de la imprenta de "El Comercio" y otros testigos
más de iguales condiciones de imparcialidad . El juez instruc-
tor informó al Tribunal que la americana que estaba colgada
a la cabecera de la cama de Elmore, y de la que éste hizo
sacar su pluma-fuente para firmar la declaración que pres-
tara, "no era de color azul marino, sino café con leche". El
Tribunal no hace ningún caso del informe del juez instruc-
tor y afirma que el vestido de Elmore era de azul marino.
Huelgan comentarios.
Lo más original es que el juez instructor asegura que le
quisieron entregar en el acto de la declaración el vestido de
Elmore ; quiere decir, la misma americana colgada en la ca-
becera de la cama y que él veía que "no era de color azul
marino, sino café con leche " ; y, sin embargo, a los cinco
días del suceso recibe, sin observación de su parte, como
vestido de Elmore uno que no era de color café con leche ,
sino azul marino. El informe del juez instructor corre en los
autos y puede ser leído por quien lo desee. ¿ Qué admirar
más, la facilidad con que el juez instructor recibe la ameri-
cana y demás prendas que se le entregan, y que no son del
color de las que días antes se le querían entregar, o la tran-
quilidad con que el Tribunal afirma que el juez instructor ni
supo lo que vió ni sabe lo que dice al respecto en su in-
forme ?

" 18. ¿ Está probado que tales ropas ostentan perfora-


ciones del disparo y no tienen huellas de quemaduras? Sí
lo está ."
Conviene reparar en que el Tribunal que vuelve a dar
a entender algo así como que el disparo, según mi versión,
fué hecho " a quemarropa" olvídase, o quiere olvidarse, de
360 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que 75 centímetros de distancia entre el cañón de la pistola


y el cuerpo vulnerado- conforme es mi versión no tiene
por qué presentarse huellas de quemaduras en las ropas. Por
manera que esta pregunta resulta, más que inútil, lo bastan-
te maliciosa para penetrar la capacidad y la intención del
Tribunal que me juzgó.

"19. ¿ Está probado que a raíz del suceso rodearon al


procesado varias personas para desarmarlo, y éste se opuso
entregando voluntariamente su arma al doctor Antonio Miró
Quesada, quien se encontraba entre ellas? Sí está probado ."
La malicia del Tribunal pretende hacer creer que el doc-
tor Antonio Miró Quesada estaba entre las varias personas
que me rodearon para desarmarme, siendo así que el inge-
niero Tomás Miró Quesada hubo declarado al juez instruc-
tor que yo tuve que " llamar a voces" a aquél para entregar-
le mi revólver. No hubiera tenido que " llamar a voces" yo
a tal persona, de encontrarse entre las que me rodeaban.
El Tribunal disimuladamente pretende deslizar, pues, una
falsedad maliciosa.

"20. ¿Está probado que momentos después llegó la poli-


cía a la imprenta de " El Comercio" y aprehendió a Choca-
no, quien no opuso resistencia? Sí lo está. "
No tenía por qué oponer resistencia a la policía quien
había sido agredido y se había visto en la dura necesidad,
por tanto, de repeler tal agresión a la medida de sus fuerzas.

"21. ¿ Está probado que el revólver de que hizo el pro-


cesado solamente tenía una cápsula quemada? Sí está pro-
bado."
La sola cápsula quemada prueba el que no hubo en mí
intención de matar al agresor, que pudo marcharse hasta
la calle por sus propios pies, sin que yo se lo impidiera,
según la " cuestión de hecho " número 13.
EL LIBRO DE MI PROCESO 361

"22. ¿ Está probado que el procesado José Santos Cho-


cano es autor del delito de homicidio consumado en la per-
sona de D. Edwin Elmore Letts? Sí está probado. "
Antes de esta "cuestión de hecho " el Tribunal ha de-
bido formular y absolver la siguiente, que le propuso mi
abogado defensor, y no fué aceptada :
"¿Está probado que Chocano tuvo intención de matar a
Elmore?"
El Código penal, artículo 81 , establece que sólo deben
considerarse las infracciones de la ley voluntarias : fuera
preciso, así, probar antes que hubo en mí la intención de
matar a Elmore, aunque al verle marcharse por sus propios
pies a la calle, sin impedírselo, he tenido que creer que, de
estar herido, no lo estaba de gravedad. Además , para que
hubiera "homicidio ", fuese necesario que no hubiese, como
hubo, en todo caso, " legítima defensa ".

"23. ¡ Está probado el propósito de Chocano de dar


muerte a Elmore cuando escribió la carta de fojas 56 ? No
lo está."
"24. ¿ Está probado que cuando Chocano fué a "El Co-
mercio" sabía que Elmore estaba allí? No está probado."
"25. ¿Está probado que Chocano hubiese buscado a El-
more para agredirlo ? No está probado. "
Pruebas son éstas de que no había en mí intención ni
siquiera de agredir a Elmore. Olvídase, o quiere olvidarse, el
Tribunal de que, en cambio, sí está probado que Elmore me
buscó para agredirme, como lo hizo en cuanto me vió, ha-
biendo indagado por mí en el ministerio de Relaciones Ex-
teriores con el jefe de la Sección Diplomática, Sr. Garland
Roel, según consta en los autos.

"26. ¿ Está probado que, con el propósito de matar a


Elmore, se armó con el revólver, instrumento del delito? No
está probado ."
"27. ¿ Está probado que, para repeler el ataque de El-
more, estuvo el acusado obligado, racionalmente, a hacer
uso del revólver de que se ha hablado? No está probado . "
362 JOSÉ SANTOS CHOCANO

La malicia del Tribunal coloca esta "cuestión de be-


cho" en último lugar, siendo así que ha debido colocarla, no
sólo antes de la número 22, sino inmediatamente después
de la número 10. Sólo que, de haberlo hecho así, tenía el
Tribunal que reconocer que, conforme a lo probado en la
"cuestión de hecho " número 10, probado estaba también
que me encontraba yo racionalmente obligado a usar del re-
vólver para repeler la agresión. Léase, en efecto , la " cues-
tión de hecho" número 10, y se verá que el Tribunal admite
como probado el que, antes de sacar mi revólver, traté en
vano de repeler la agresión con mi bastón y con mis puños,
recibiendo un golpe muy fuerte en la zona abdominal en-
ferma y quedando " dominado en la lucha por mi contendor".
Como la inteligencia tiene sus límites, yo confieso que, si es-
taba dominado por mi contendor y era imposible repeler la
agresión con mi bastón y con mis puños, conforme afirma el
Tribunal en la citada " cuestión de hecho" número 10, no
puedo imaginarme de qué otro medio me hubiera valido ra-
cionalmente si no era sacando mi revólver-para que la
agresión cesase y dejara yo de seguir expuesto a recibir más
golpes, de tanta gravedad como el que comprometió una de
mis vísceras enfermas. Si no estuve obligado , racionalmen-
te, a hacer uso del revólver, estuve obligado , racionalmen-
te-según el Tribunal- , a ponerme con toda resignación a
merced del agresor, que me había dominado en la lucha.
El Tribunal, según la " cuestión de hecho " número 10,
reconoce que ni mis puños ni mi bastón eran medios de que,
racionalmente, podía valerme para repeler al agresor. El Tri-
bunal, según esta última " cuestión de hecho", asegura asi-
mismo que el revólver no era medio tampoco de que pudie-
ra, racionalmente, hacer uso con tal objeto. Por manera que
para el Tribunal no había medio alguno que pudiera yo
emplear, racionalmente, para rechazar la agresión.
En sustitución de esta " cuestión de hecho " ha debido el
Tribunal formular y absolver la siguiente :
"¿Está probado que, para repeler el ataque de Elmore,
ha podido el acusado, racionalmente, hacer uso de otros me-
dios, en vez del revólver de que se ha hablado?"
Usados en vano los puños y el bastón, según lo reconoce
el propio Tribunal, habría que indicar los otros medios ef-
cientes que he podido usar yo para repeler al agresor, des-
EL LIBRO DE MI PROCESO 363

pués de quedar dominado por él, como aparece probado en


la "cuestión de hecho" número 10.
Si no pude rechazarla con mis puños, si no pude recha-
sarla con mi bastón y sólo pude rechazarla con mi revólver,
claro está que rechacé la agresión " a medida de mis fuer-
zas", esto es, dentro del ejercicio gradual del derecho de mi
legítima defensa. En caso de que ello no fuera así, quedan
invitados todos los penalistas que lo nieguen a indicarme el
medio que estuve, racionalmente, obligado a emplear para
rechazar tal agresión a base de fuerza bruta, que no logré
rechazar con mis puños ni con mi bastón, y que tanto era
dirigida contra mi dignidad como contra mi salud quebran-
tada y mi seguridad personal por quien, en pleno vigor ju-
venil, dejó recuerdo fotográfico-publicado en el Mercurio
Peruano de sus ejercicios atléticos en los campeonatos de
la "Young Men Christian Association" de Lima.

TEXTO DE LA SENTENCIA CONDENATORIA

(TEXTO DETALLADO)

Lima, 22 de junio de 1926.


"En la causa seguida contra José Santos Chocano y Gas-
tañovid, natural de Lima, de cincuenta y un años de edad ,
casado, escritor, católico, sin antecedentes penales, procesa-
do por delito contra la vida."
El principio del texto de la sentencia no es más que la
repetición de las "cuestiones de hecho" absueltas conforme
le pareció al Tribunal. Al hacer esta repetición de los he-
chos, con el pretexto de simplificarlos, ha cuidado de elimi- .
nar cuanto, a pesar de que estaba ya aceptado , podía fa-
vorecerme. Comienzo la transcripción .

"Vista en las audiencias públicas de la fecha y de los


días anteriores, discutidas y votadas las cuestiones de he-
364 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cho, resulta de los debates y de las piezas leídas en el pro-


ceso que cierto antagonismo entre el conocido escritor de
México D. José de Vasconcelos y el poeta peruano José
Santos Chocano, revelados por un artículo de Prensa que
se publicó en esta capital, y que motivó respuesta enérgica
del poeta, suscitaron ardientes polémicas periodísticas de or-
den ideológico político entre Chocano y varios intelectuales
limeños partidarios del licenciado Vasconcelos ; que uno de
éstos, D. Edwin Elmore, haciendo oposición al procesado ,
dió una conferencia por radio la noche del 27 de octubre
último, y al día siguiente escribió un artículo titulado Vas-
concelos frente a Chocano y Lugones ; se remitió (y lo re-
mitió, debiera decir) a la imprenta de La Crónica para su
publicación, la que no se llevó a efecto, porque el director
de ese diario consideró inconveniente el artículo por los tér-
minos ofensivos en que estaba redactado, como es de verse
del original corriente a fojas 62. "
El provocador, el primero que apeló a ofensas persona-
les, fué, pues, Elmore. Reléase el comentario que va al pie
de la "cuestión de hecho" número 3.

"Que al conocer Chocano dicho artículo, el 31 de octubre


citado, en la imprenta de La Crónica, llamó por teléfono
a Elmore y lo injurió, ultrajando gravemente la memoria
de su padre ; que en seguida el acusado escribió a Elmore
la carta de fojas 56, reiterando sus ofensas y amenazán-
dolo de muerte si no le daba satisfacción. "
Respondí a ofensas de carácter público con ofensas de
carácter privado, y pedí, siempre en privado, una satisfac-
ción, preparándome a la vez para un desafío. Es falso el
que yo haya amenazado de muerte a Elmore si no me daba
la satisfacción que en privado le pedía : mi amenaza de
• muerte era sólo para en el caso de que abusara de su fuerza
bruta contra mi dignidad y mi seguridad personales.
( Reléanse los comentarios que van al pie de las " cues-
tiones de hecho" números 2, 4 y 5.)

"Que aunque tal carta no llegó a poder del destinatario,


es lo cierto que por fatal coincidencia se presentó Chocano
EL LIBRO DE MI PROCESO 365

en uno de los salones de la imprenta El Comercio el mismo


día, a las cinco, pasado meridiano, cuando conversaba un
periodista con Elmore, quien había ido allí con el objeto de
hacer pública una carta vindicatoria de la memoria de su
padre, y al ver al acusado, lo atacó súbitamente, golpeándo-
le el rostro con sus puños y dominándolo ; en la lucha lo
sacó a empujones (arrastrando, debiera decir ) hacia el hall
exterior, donde continuó maltratándolo, hasta el momento
en que Chocano sacó del bolsillo su revólver y se produjo
un disparo."
No puede estar mejor demostrado el hecho de que cuando
el disparo se produjo, ningún otro medio había de repeler la
agresión, puesto que hasta que se produjo el disparo con-
tinuó maltratándome el agresor. Reléanse los comentarios
que van el pie de las " cuestiones de hecho" números 6, 7,
8, 9 y 10.

"Que hirió a Elmore mortalmente en el vientre ; que al


sentirse herido, salió a la puerta de la calle sin ayuda de
nadie, y de allí, varios amigos , al conocer la desgracia de
la víctima, lo trasladaron en un automóvil al Hospital Ita-
liano, donde, después de administrársele los auxilios espiri-
tuales, fué operado como a la media hora del suceso por el
cirujano Dr. Gastañeta , falleciendo dos días después . "
¿Es presumible que se pueda estimar por el heridor acaso
como mortal una herida que le permite marcharse al herido
sin ayuda de nadie? Ello sólo demuestra que en mí no hubo
el propósito de herir mortalmente a Elmore, sino de hacer
cesar la agresión, puesto que no le impedí marcharse por
sus propios pies, sin que se produjese ningún otro disparo
que el que fué indispensable para que, conforme anterior-
mente lo establece el Tribunal, no continuara maltratándo-
me, con grave riesgo de mi salud y de mi vida. Reléanse los
comentarios que van al pie de las "cuestiones de hecho" nú-
meros 11, 12, 13, 14, 15 y 16.

"Que al producirse el disparo acudieron presurosas va-


rias personas a desarmar al acusado, quien en el primer mo-
366 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mento se opuso ; pero al distinguir entre éstas al Dr. Anto-


nio Miró Quesada, director de El Comercio, le entregó su
revólver, y sin resistencia se dió preso a la policía."
Vuelve el Tribunal a cambiar la forma cómo el falso de-
lator tomó participación en el suceso. Yo tuve que " llamar
a voces" al Dr. Antonio Miró Quesada, para que acudiese
a mí y recibiese el revólver. Así consta textualmente en la
declaración prestada ante el juez instructor por el ingeniero
Tomás Miró Quesada . Reléanse los comentarios que van al
pie de las "cuestiones de hecho" números 19 y 20.

"Que avisado del trágico suceso el juez de turno de esta


capital, practicó las diligencias que conceptuó necesarias y
las demás que ordenó el Tribunal en la resolución de fojas
161 vuelta ; que formulados por Chocano varios artículos de
recusación contra el juez doctor Samanamud por falta de im-
parcialidad, arguyendo al mismo tiempo contra la validez del
procedimiento, se declaró sin lugar dicha recusación en el in-
cidente respectivo ; que habiéndose expedido la resolución de
fojas 163, que declaró haber mérito para el enjuiciamiento
oral y cumplidos los demás trámites de ley, ha llegado la
causa al estado de sentencia ; y considerando : que al denegar
el juez el examen de ciertos testigos y algunas pruebas del
acusado, ha procedido conforme a sus atribuciones, pues en
garantía del orden social tiene que practicarse la instrucción
según su criterio y con arreglo a las normas legales para la
debida investigación, debiendo actuarse y apreciarse en el
juicio oral, como se ha hecho, las pruebas que se contraen a
desvirtuar la culpabilidad inculpada ; que no advirtiéndose
en el proceso infracción que invalide el procedimiento, sino
antes bien el propósito de descubrir la realidad de los hechos,
carecen de fundamento atendible las nulidades reiteradamen-
te invocadas por el acusado como lo demuestra el señor fiscal
en su actuación escrita."
No considero de mayor importancia detenerme ya ahora
a señalar los innumerables vicios de que está llena la instruc-
ción, ni a repetir las múltiples razones que hube de tener para
recusar al juez ostensiblemente a la orden del falso delator
y de la camarilla política empeñada, contra mí, en asentar
como doctrina la vileza de que no he debido sacar el revól-
EL LIBRO DE MI PROCESO 367

ver del bolsillo y dejarme resignadamente abofetear y mal-


tratar. Para que la recusación prosperase, bastaba que en-
tre el juez instructor y yo hubiese habido el fuerte alterca-
do que él motivó en presencia de la más alta autoridad de
la provincia de Lima, el subprefecto Francisco Dufoo, que
dió entonces fe pública de ello y estoy seguro de que, como
cumplido caballero que es, volverá a darla en cualquier mo-
mento. Estaba en el interés del juez instructor y del Tribu-
nal, que no sobreviniese la sustitución conforme a ley, pues
el plan contra mí corría el peligro de frustrarse. Ni el de-
coro personal era motivo para que el juez instructor, varias
veces recusado, dejase de que el proceso contra mí pasase
a otras manos. Fatigoso sería rememorar las violaciones he-
chas al Código de procedimientos en Materia criminal y a
las disposiciones complementarias de la Ley. Reléase el ane-
xo a la defensa, núm. 9. Peritos ilegales, y se apreciarán las
verdaderas razones por las que el Tribunal no quiso acep-
tar la recusación del juez. He aquí lo que me decía el autor
del Código de procedimientos en Materia criminal, doctor
Mariano H. Cornejo, en carta fechada en París el 4 de mayo
de 1926 : " Han pasado los correos y los meses y no llega no-
ticia alguna respecto a su juicio. No me explico esto, porque
el máximo de tiempo que concede el Código para la instruc-
ción, es de 74 días." El Tribunal declara, en acuerdo con el
fiscal, que no se advierte en el proceso infracción de la Ley ;
y aunque la Ley preceptúa que el máximo de tiempo de la
instrucción habrá de ser de setenta y cuatro días, el juez
que yo en vano recusé-retardó mi instrucción más de
seis meses, empleados en amarrar el lío que sólo ahora estoy
ya desatando.

“Que el fallecimiento de D. Edwin Elmore, ocurrido el


2 de noviembre del año próximo pasado, en el Hospital Ita-
liano, o sea, antes de las cuarenta y ocho horas de haber sido
herido, está acreditado por la partida de defunción de fo-
jas 168 ; que la diligencia de la autopsia de fojas 8, el pro-
tocolo correspondiente de fojas 106 y las ratificaciones de
fujas 110 y 185 comprueban que el proyectil penetró a la
víctima a nivel de la fosa ilíaca izquierda, siguiendo direc-
oión oblicua, de arriba a abajo, de adelante a atrás, de iz-
368 JOSÉ SANTOS CHOCANO

quierda a derecha, y se incrustó en el hueso de la caders de


este lado, donde fué hallado, habiendo perforado en su tra-
yectoria varias asas de intestino delgado, una del grueso en
el colon descendente y rozándole la vejiga , que fué lacerada
en su parte posterior ; que aunque los peritos que hicieron
la autopsia expresan que la causa inmediata de la muerte
fué una septicemia séptica, resultado de una peritonitis, pro-
vocada en parte por las perforaciones del intestino que no
fueron suturadas en la intervención a que fué sometido el
herido a raíz del suceso, dada la índole de las lesiones y re-
sultando de los esclarecimientos practicados en la Audien-
cia que el estado de Elmore antes de la operación era de
suma gravedad y hacía prever un desenlace fatal muy cer-
cano, es evidente, que tiene que calificarse el hecho como
homicidio."
La causa de la muerte de Elmore, según el Tribunal, fué
una "septicemia séptica" ; así está escrito en el original,
aunque ello equivale a decir "una infección infecta ", con
lo que se puede apreciar tanto la cultura científica del Tri-
bunal y la seguridad de que sabe bien lo que dice, como la
solidez de los fundamentos en que reposan las afirmaciones
de su sentencia. Aunque, según el Tribunal, la causa de la
muerte fué la septicemia, " resultado de una peritonitis " ( las
peritonitis no producen infecciones, sino que son producidas
por ellas, como en este caso, precisamente, en que la perito-
nitis séptica es el resultado de la infeción cuyo origen na-
tural está en las perforaciones intestinales que se dejaron
sin suturar, puesto que las suturadas empezaban ya a cica-
trizarse) ; aunque tal fué la causa de la muerte y así lo
reconoce el Tribunal-éste afirma que, por cuanto el estado
de Elmore hacía preveer ( así está escrito en el original, ex-
ponente de suma ignorancia, aunque se comprende que se ha
querido decir " prever"), prever un desenlace fatal, tiene que
calificarse mi " legítima defensa " como "homicidio". Por
cuanto, pues, se preveía la muerte de Elmore, aunque la
causa verdadera de ella fué otra, según lo reconoce el pro-
pio Tribunal, éste califica como "homicidio " lo que, bien
hecha la operación, esto es, evitada la muerte " prevista",
no hubiese sido tal. Es la primera vez que un Tribunal ca-
lifica un hecho no por lo que sucedió, sino por lo que pudo
suceder. Hay que sonreír, a pesar de la gravedad de las cir-
cunstancias en que el Tribunal ha calificado como "homi-
EL LIBRO DE MI PROCESO 369

cidio" un hecho sólo por "previsión". Reléase detenidamen-


te el texto de lo que dice el Tribunal ; y se apreciará, así,
lo "previsor" que éste ha sido...

"Que no obstante esta calificación , la defensa ha trata-


do de desvirtuarla , ofreciendo al efecto la opinión técnica
del Dr. Villanueva, quien ratificándose en su informe de
fojas 379 ha sostenido en el acto oral que las heridas del
abdomen con perforaciones en los intestinos, en los casos
operables, no son de necesidad mortal, y conjetura que si
el cirujano Dr. Gastañeta sutura todas las perforaciones
habría podido salvarse la vida de Elmore ; que corroboran-
do esta opinión se ha presentado el certificado y carta del
doctor Ernesto Delgado G., de fojas 211 y 214, relativo el
primero a la asistencia de un caso de cierta semejanza que
atendió este facultativo con resultado satisfactorio ; que esta
prueba no desvirtúa la naturaleza del delito porque la ex-
cepción no puede tomarse como regla.
Reléase la parte respectiva en la defensa del Dr. Ricar-
do E. Dulanto ; y se verá que no es sólo la opinión del doc-
or Villanueva y el certificado del Dr. Delgado , lo que se
ofrece como prueba de que no se trata de necesidad mortal
Ofrécense las opiniones de las diecisiete máximas autorida-
des quirúrgicas de Alemania (profesor Klapp, profesor Kut-
tner, pofesor Lange, etc. Tratado de Patología y Clínica
quirúrgica, edición de Manuel Marín, Barcelona) , que accm-
pañan la opinión del Dr. Villanueva ; y ofrécense los certi-
ficados vivos de numerosos operados, más seriamente heri-
dos, que asisten al juicio oral, a reforzar con su presencia
el certificado del Dr. Delgado. El Tribunal no sólo ignora
los principios generales de la Cirugía, sino aun los básicos :
ofende, sin saberlo, en su incalificable ignorancia, a todos
los cirujanos del mundo , cuando afirma , con un candor y
un ligereza que llegan a hacer sonreír, el que el operado qui-
rúrgicamente con éxito satisfactorio es la " excepción y no
puede tomarse como regla". La Ciencia y la conciencia di-
cen de consuno que la verdad es lo contrario. Los operados
quirúrgicamente, a ciencia y conciencia, que mueren, son
la excepción y no la regla. Bastaría preguntarle al propio
operador de Elmore, el Dr. Gastañeta , si los operados so-
24
370 JOSÉ SANTOS CHOCANO

metidos a su tratamiento quirúrgico se le mueren por regla


general, y si se le salvan es por excepción , para valorizar la
ofensa que el Tribunal ha hecho a los principios básicos de
la Cirugía y, especialmente, a nuestros operadores naciona-
les. ¿ Cuál es el cirujano nacional que certifique el que sólo
por excepción se han salvado los que ha operado él de per-
foraciones intestinales ? Revísense las estadísticas de los hos-
pitales todos . Por mí mismo tuve oportunidad en el Hospi-
tal Militar, en que guardé prisión, de revisar la estadística
de los últimos diez años ; y no figura en ella un solo opera-
do por perforaciones intestinales que hubiera muerto. Du-
rante mi prisión, el Dr. Fortunato Quesada operó a un guar-
dia civil con perforaciones de proyectil en el colon y el in-
testino delgado, hemorragia interior y derramamiento de
materias fecales : quince días después , el operado era dado
de alta. Necesita , pues , el Tribunal declarar que la regla
general es que las operaciones resulten insuficientes, como
resultó la que se hizo a Elmore para afirmar que los que se
operan de perforaciones intestinales salvan por excepción
Parece, desde luego, que el doctor Gastañeta no fué tan
"previsor" como lo es el Tribunal, pues de haber "previs-
to" la muerte de Elmore, resulta inexplicable que hubiese
suspendido la operación por presentarse manifestaciones de
shock: ¿qué más le daba que muriese en tal shock, si la he-
rida era de " necesidad mortal "?... Si ésta era así, suspender
la operación ante tal shock, resulta precaución inexplicable.

"Y no modifica automáticamente la responsabilidad pe-


nal que de él se deriva, toda vez que el principio básico de
represión que informa el novísimo Código al abolir las re-
glas generales del antiguo sistema ha extinguido la impor-
tancia que tenía antes la distribución entre el delito frus-
trado y el consumado, introduciendo la benéfica medida de
la indemnización de las penas que contemplando todos los
grados de delincuencia aplica el castigo conciliando los de-
rechos del acusado con los de la defensa social y para cuya
severidad se atiende a las calidades particulares del agente,
a su propósito para delinquir, a las circunstancias subjeti-
vas que a ello le impulsaron, a su aptitud para cometer nue-
EL LIBRO DE MI PROCESO 371

vas infracciones y a su readaptación provechosa al organis-


mo social. "
Repárese en que el Tribunal califica como "homicidio"
un hecho sólo por que, según su criterio , se podía " prever"
la muerte, que si sobrevino fué por mala operación quirúr-
gica. Después el Tribunal se refiere a la "naturaleza " de tal
hecho calificándolo como la de un " delito ". Por último , el
Tribunal se decide a hablar de la " responsabilidad penal ",
del hecho "previsoramente " calificado como "homicidio".
Se descuida, sin embargo, en la abundosa fraseología en que
hace, en seguida, el elogio del nuevo Código penal ; y alude
nada menos que a lo sustancial de que se ha olvidado o se
ha querido olvidar: " el propósito para delinquir ". Sin el
"propósito para delinquir" no hay "delito ", al que puede
aplicarse "responsabilidad penal ". Esto es lo que establece
de manera categórica el art. 81 del nuevo Código penal, que
dice así, textualmente : "Las penas establecidas por la Ley
se aplican siempre al agente de infracción intencional , sal-
vo disposición expresa y contraria de la misma Ley. La in-
fracción es intencional cuando se comete por acción o por
omisión consciente y voluntaria. " Para que haya, pues, "ho-
micidio" que constituya " delito " al que pueda aplicarse
"responsabilidad penal", tiene que haber intención de co-
meterlo, esto es, que se le cometa " consciente y voluntaria-
mente". Por manera que el Tribunal-que antes de la "cues-
tión de hecho", núm. 22, ha debido, pues, absolver otra, de
que ha sido olvidado o se ha querido olvidar, sobre la “in-
tención" homicida-estaría obligado a probar el que yo ,
consciente y voluntariamente , tuve intención de matar a
Elmore ; y, sin embargo, ni le descargué mi revólver en la
cabeza o en el pecho-como pude hacerlo- ni siquiera "a
quemarropa", según el propio Tribunal, ni le impedí tam-
poco el marcharse por sus propios pies, con lo que no podía
yo suponer siquiera el que era de " necesidad mortal" la he-
rida que le produjo el disparo, en realidad , indispensable
para que cesase la agresión . Si la operación quirúrgica llega
a hacerse bien y completa, Elmore no muere. No cabe, pues ,
ni considerar un "homicidio involuntario ", siempre exento
de responsabilidad penal. Basta preguntarle al propio ope-
rador, Dr. Gastañeta, si él consideraba de " necesidad mor-
tal" la herida de Elmore ; y en caso de que tal afirmase, pe-
dirle entonces las razones por las que suspendió la opera-
372 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ción en presencia de los síntomas de shock... Antes de se-


guir adelante ha debido, pues, el Tribunal plantearse y ab-
solver esta " cuestión de hecho ": ¿ Está probado que Choca-
no tuvo la intención de matar a Elmore? Mientras que ésto
no está probado , conforme al art. 81 del Código penal ya
transcrito, ni hay "homicidio ", ni hay " delito ", ni hay "res-
ponsabilidad penal ". Reléase el anexo a la defensa , núm. 18,
La prueba intencional.

"Que el procesado en la declaración ante la policía de


fojas 15, en la instructiva de fojas 27 vuelta y 72 en la
Audiencia niega haber disparado su arma contra su conten-
dor y atribuye el fatal suceso al hecho de que, cuando en la
lucha sacó su revólver del bolsillo para amedrentarlo, El-
more se abalanzó contra él , y tomándolo del cañón trató
de arrebatárselo , saliendo en el forcejeo el tiro ; que esta
versión está contradicha con la preventiva de Elmore de
fojas 6, quien manifestó que al verse agredido el acusado
sacó su revólver con tal rapidez que no lo pudo impedir y le
disparó un tiro en el instante en que retrocedía ante el peli-.
gro, cuando se encontraba uno de otro a metro y medio de
distancia y niega expresamente que hubiera salido la bala
a consecuencia de un forcejeo ; que también se halla contra-
dicha esa versión con la de los testigos presenciales , doc-
tor Antonio Miró Quesada y D. Lamberto Cobos , quienes
al ser interrogados declaran terminantemente que vieron
disparar al acusado contra su contendor cuando los separa-
99
ba corta distancia, como de tres metros, más o menos.
Trata el Tribunal de establecer maliciosa confusión en-
tre las versiones de Elmore y de Miró Quesada . Cobos en el
juicio oral contradice la declaración que prestó en la ins-
tructiva, conforme puede comprobarse leyendo ésta. Re-
léanse en la primera parte de este libro los capítulos titula-
dos Las dos acusaciones y Resumen de mi versión, en que
esta confusión que, hace el Tribunal, queda evidenciada y
exhibida. Basta reproducir lo siguiente : Elmore sostiene
que le disparé al recibir una sola puñada en el rostro, esto
es, sin que mantuviera yo con él riña alguna ; y Antonio
Miró Quesada sostiene que le disparé a Elmore después de
que, propiamente, toda riña había terminado (un pugilato
EL LIBRO DE MI PROCESO 373

que recorrió más de ocho metros ) . Para que uno de los dos
dijese la verdad, fuese necesario, pues, que mintiese el otro.
Yo sostengo que el disparo (voluntario o involuntario, como
se quiera) se efectuó en plena riña o forcejeo . Hay que te-
ner, pues, presente, que según Elmore, el disparo se produ-
jo sin que hubiera riña ; según Miró Quesada, después de
concluir la riña y cesar la agresión ; según mi instructiva,
en plena riña. Conviene no olvidarlo, porque luego el Tri-
bunal confirma textualmente mi versión : " en plena riña".

"Que, por consiguiente, de estas versiones inconciliables


tienen que aceptarse como verdaderas la de los testigos fide-
dignos mencionados, que se conforman con la preventiva
del finado, concordante también con lo dicho por los otros
testigos, Derteano, Saco Salinas y Miranda Nieto , quienes
alcanzaron a ver al acusado cuando tenía el revólver en la
mano. "
Reléase el anexo a la defensa , núm. 7, Un tejido de con-
tradicciones. Hay que reparar en que ninguno de los testi-
gos citados al efecto por el Tribunal, esto es, ni Derteano,
ni Saco Salinas , ni Miranda Nieto, ha declarado haber vis-
to cómo, dónde y cuándo se efectuó el disparo. Las decla-
raciones de tales testigos ni confirman ni niegan ninguna de
las tres versiones, respecto a las condiciones en que el dis-
paro se efectuó. El Tribunal comete, pues, falsedad mali-
ciosa, al referirse a tales testigos, en materia sobre lo que
ellos no han declarado, ni en la instrucción ni en el jui-
cio oral.

"Que, por otra parte , la preventiva de Elmore, corrobo-


rada con las pruebas testimoniales y pericial actuadas por
parte de la acusación tiene valor esencialísimo para deter-
minar la culpabilidad de Chocano, porque fué prestada bajo
juramento en circunstancias solemnísimas, cuando el heri-
do , después de recibir los auxilios espirituales , se disponía a
comparecer ante Dios a dar cuenta de sus actos . "
Esta aseveración temeraria del Tribunal, falsa de toda
falsedad cuando afirma que " la preventiva de Elmore " está
corroborada con las pruebas testimoniales", merece ser exa-
374 JOSÉ SANTOS CHOCANO

minada aparte, entre los que pueden estimarse como funda-


mentos principales de la sentencia.

"Que el revólver, instrumento del delito, a que se con-


trae el peritaje de fojas 53, ratificado en seguida, fué reco-
nocido por el acusado en la Audiencia como de su propie-
dad, y el mismo de que hizo uso en el lance que motivó el
juicio : que la diligencia pericial de fojas 100 y el croquis
de fojas 99 constatan, según las declaraciones de los testi-
gos, los sitios en que se hallaban Chocano y la víctima en
el hall de El Comercio, en el instante en que ésta fué he-
rida."
Hay que hacer constar que al pedirme el reconocimien-
to del revólver, en la instrucción, no se me pidió el de los
proyectiles con que el revólver fué entregado ; que yo soli-
cité varias veces al juez instructor el reconocimiento de los
proyectiles, sin llegar a conseguirlo ; que dicho reconoci-
miento ha debido efectuarse en presencia de peritos arme-
ros, capaces de apreciar si la pólvora de los cartuchos no
había sido cambiada ; que sólo después de hecho este reco-
nocimiento ha debido efectuarse la prueba del proyectil a
que se refiere en su informe el perito convencional Avenda-
ño, y ello en mi presencia y en la de los peritos armeros que
yo hubiese propuesto ; y que, finalmente, hay denuncia pre-
sentada por mí ante el juez instructor, sin que éste hiciera
ningún caso, según consta en autos , de que el perito conven-
cional o su ayudante, en posesión quien fuera de mi revól-
ver, estuvo en solicitud de ciertos cartuchos que le vinieran
bien, en el conocido expendio de armas y municiones de la
calle de Presa , del Sr. Rébora , pocos días antes de la lla-
mada prueba pericial, que sin mi concurrencia dícese que se
efectuó ante el juez por mí recusado ... El oficial segundo de
Investigaciones de la policía , de esta capital, Sr. Benavides,
se enteró ocasionalmente de que varios de los cartuchos que
yo entregué al Juzgado , y que repentinamente pude resca-
tar, habían sido cambiados.
En relación a los sitios que " según los testigos (Antonio
Miró Quesada y su primo Tomás ) en que me hallaba yo y
Elmore, respectivamente, en el instante en que éste fué he-
rido " , hay que considerar que distan uno del otro cinco me-
EL LIBRO DE MI PROCESO 375

tros, 10 centímetros. ¿ Por qué no le disparé a Elmore cuer-


po a cuerpo, esto es, en cuanto saqué el revólver "con tanta
rapidez que él no pudo evitarlo ", según su propia declara-
ción? ¿Qué fué lo que me impidió perseguirle a medida que
él retrocedió esos tres metros, 10 centímetros ? ¿ No pude
avanzar hasta donde él se colocó, para asegurar el dispa-
ro? Todo esto sólo prueba que preferí hacer el disparo a
distancia, cuando pude hacerlo " a quemarropa " . Por mane-
ra que esta versión (que es la de Miró Quesada) , lo único
que demuestra es que no tuve intención de matar a Elmore,
a quien sólo le hice, así un disparo a distancia de tres me-
tros, 10 centímetros, que le permitió, sin que yo tratara de
impedírselo, marcharse a la calle por sus propios pies . Si
el disparo fué hecho en cuanto saqué el revólver y a punto
de que Elmore retrocedía , claro está que Elmore en su re-
troceso fué más rápido que el proyectil, puesto que éste sólo
vino a alcanzarlo a más de tres metros. Los dos sitios a que
se refiere el Tribunal corresponden, en efecto, a los que yo
y Elmore ocupamos inmediatamente después de que se pro-
dujo el disparo. El sentido común indica que fué entonces
cuando quedé yo inmóvil, y que fué entonces cuando Elmo-
re retrocedió los tres metros, 10 centímetros, sin que yo
avanzara hacia él, puesto que sólo así ya no sabía por qué
ni para qué hacerlo. Reléase el anexo a la defensa, núm. 11 ,
Reconstrucción de los hechos conforme a las varias ver-
siones .

"Que negando Chocano persistentemente el delito que se


imputa, para ser lógico con sus afirmaciones ha tenido que
producir prueba ad hoc sobre el modo y forma cómo asegu-
ra se produjo el disparo, pretendiendo acreditar, aunque sin
conseguirlo, que la versión de los testigos presentes era fal-
sa e incompleta porque no vieron todo lo ocurrido y se en-
teraron del suceso después de la detonación , que el disparo
del revólver se produjo cuando forcejeaba con la víctima
cuerpo a cuerpo, teniendo el arma a la altura de su hom-
bro, y que las ropas remitidas al Juzgado no son las que
vestía el occiso el día de los acontecimientos , pues afirma
que por no ostentar en el contorno de las perforaciones las
huellas de quemaduras inherentes a los disparos a boca de
jarro, han sido suplantadas , para hacerle daño. "
376 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Ya está dicho que conforme a los peritos, doctor Acci-


nelli-que dirigió la autopsia-doctores Pastor y Pflúc-
ker-médicos legistas de Lima-y mayor Farfán- profesor
de Balística exterior-mi versión es la única verosímil. Se-
gún los doctores Accinelli y Pastor la versión de Miró Que-
sada es " físicamente imposible", y según el mayor Farfán
es "inconcebible ". Reléase el anexo a la defensa, núm. 11,
Reconstrucción de los hechos, etc., y reléase en la primera
parte el capítulo Resumen de mi versión.
Respecto al cambio de las ropas de Elmore, no soy quien
lo "afirma", ni menos he dicho nunca que mi disparo fué “a
boca de jarro" o " a quemarropa ", como tiene empeño en
atribuirme calumniosamente el Tribunal. Lo ocurrido res-
pecto al cambio de ropas es ajeno por completo a plan al-
guno de mi parte. Ocurrió, que llamado a declarar el testi-
go Sr. Eduardo Garland Roel, no más amigo mío que de El-
more, manifestó que el color de las ropas que vestía éste era
gris (blanco mezclado con negro) ; y como las ropas entre-
gadas al quinto día del suceso por los cuñados del occiso
eran de color azul marino, se abrió una investigación, que
concluyó, naturalmente, con lo que dijo el juez instructor en
su informe, en el que da noticia de que el saco o america-
na que tenía Elmore en la cabecera de su cama en el hos-
pital, y del que hizo sacar la pluma-fuente con que firmó
su declaración " no era de color azul marino ". Igual afirma-
ción tiene hecha en la instrucción, en forma categórica y aun
insistente, el Dr. Porras Barrenechea, el Sr. Percy Mac
Lean, el chófer que condujo a Elmore al hospital, el ins-
pector de policía que le vió tomar dicho automóvil , etc. A
mí, en cambio, el juez instructor no me presentó las ropas
de Elmore para su reconocimiento, a pesar de habérselo yo
solicitado varias veces. Por manera que los que "afirman"
que las ropas de Elmore no tenían color azul marino , y así
se diferenciaban por el color de las presentadas, son varias
personas de indudable imparcialidad , y, entre ellas, el pro-
pio juez instructor. ¿ Por qué, y para qué, pudo hacerse ese
cambio? Como el disparo se efectuó, según mi versión, a
75 centímetros de distancia entre la boca del revólver y las
ropas, éstas no tenían por qué presentar "quemaduras ", se-
gún parece ser que el Tribunal me hace decir sin haberlo
dicho. Lo que yo he sostenido, con el apoyo del perito en
Balística, mayor Farfán, y del armero diplomado Rivera
EL LIBRO DE MI PROCESO 377

Rojas, es que a 75 centímetros de distancia no hay “ quema-


duras" en las ropas, aunque pueden "a veces " presentarse
otras huellas debidas a la columna de humo del disparo . Si
estas huellas-nunca " quemaduras "-se presentaban en las
ropas de Elmore, cosa es que constituía " prueba positiva'
de la corta distancia en que había sido hecho el disparo. La
ausencia de tales huellas no constituía "prueba negativa ",
puesto que sólo "a veces " suelen ellas presentarse a la dis-
tancia de 75 centímetros . "Quemaduras", en ningún caso.
Por manera que el Tribunal me atribuye "afirmaciones "
hasta en sus menores detalles falsas, por no haberlas hecho
yo, ni siquiera haberlas podido hacer, porque no soy im-
bécil.

"Que después de la declaración que dió el Dr. Antonio


Miró Quesada, pidió el enjuiciado conforme al art. 232 del
Código de procedimientos en Materia criminal, que a sus
testigos, el comisario de policía , capitán Manuel Castillo
Vázquez ; D. Moisés S. Villa, ex oficial de Investigaciones ,
y D. Gumersindo Villafuerte, guardia de Seguridad, de la
misma compañía, se les examinara delante de dicho doctor,
quien llamado en el acto de la Audiencia, tomó parte en las
diligencias respectivas ; que el mérito probatorio de las afir-
maciones del doctor Miró Quesada es de indiscutible va-
lor, dadas las calidades particulares de su persona y a la
circunstancia de que su presencia en el lugar del suceso des-
de los primeros momentos, la abonan las declaraciones de
D. Tomás Miró Quesada, D. Eduardo Derteano , D. Gabriel
Saco Salinas, D. Lamberto Cobos y D. Froylán Miranda
Nieto ; que contrariamente al propósito del procesado , el
testimonio claro, sereno y persuasivo del Dr. Miró Quesa-
da, que se conforma con los elementos de cargo que arroja
la causa no se desvirtua en lo menor ni con las declaracio-
nes de los tres testigos de la defensa mencionadas, ni con
la de D. Felipe Rotalde, redactor de La Crónica, ni la de
D. Augusto Aguirre Morales, ambos de referencia , siendo
aún más aquel testimonio las explicaciones que ante el Tri-
bunal hizo el Dr. Miró Quesada para rectifica una a una
las afirmaciones inexactas de los testigos que declararon en
su presencia ."
378 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Conforme lo asegura el Tribunal, las tres autoridades


de policía, en virtud de cuya acción fué que hube de com-
parecer en juicio, mienten, y no sólo mienten, sino que ni
cumplieron con su deber preguntando al dueño de la casa
sobre lo que había ocurrido en ella y sobre quiénes lo ha-
bían presenciado, siendo, en cambio, verdad indiscutible el
que el dueño de la casa nada dijo a la policía sobre lo que
acababa de ocurrir ni se ofreció entonces como testigo pre-
sencial, ni indicó siquiera tener en su poder el arma con que
se había cometido el " delito ". Todo esto lo encuentra el Tri-
bunal " indiscutible" y, además, naturalmente, correcto. Ya
lo saben, pues, los dueños de las casas en que se cometa un
"homicidio": ninguna obligación tiene de decir a la policía
que acuda a la casa, nada de lo que ha ocurrido en ella, aun-
que lo hayan presenciado, ni tampoco tienen por qué entre-
garle el cuerpo del delito pudiendo guardarlo o, lo que en
este caso es lo mismo, esconderlo que es lo que sostuvo
Miró Quesada que había hecho . Esto juzga correcto el
Tribunal que me juzgó. La policía no tiene ninguna impor-
tancia en la comisión de los delitos ; y su palabra es de me-
nor veracidad para el Poder judicial del Perú que la pala-
bra de un delator tachado- no sólo por el acusado, sino
por la propia policía, como falsario-. Contra la declara-
ción de las tres autoridades de policía, robustecidas por las
referencias de dos testigos imparciales-D. Felipe Rotalde
y D. Augusto Aguirre Morales que recogieron en la im-
prenta de El Comercio, la versión que circulaba en ella a
raíz del suceso, se oponen las declaraciones en favor de la
veracidad de Antonio Miró Quesada, prestada por un pri-
mo suyo, por dos subordinados a sueldo y por dos amigos
íntimos de Elmore. Se ve, pues, con cuánta razón el Tribu-
nal afirma que el valor probatorio de la declaración de An-
tonio Miró Quesada es " indiscutible ". Lo que no se explica
es que siendo " indiscutible" el testimonio referido , pierda su
tiempo en considerar tantas otras pruebas " discutibles" este
famoso Tribunal, que establece, por primera vez en el mun-
do de la ciencia penal, la "infalibilidad " de un testigo. Re-
léanse en la primera parte el capítulo titulado Las dos acu-
saciones, y en los anexos a la defensa , en núm. 6, Delator y
falsario; el núm. 7, Un tejido de contradicciones , y el nú-
mero 8, Nulidad del testimonio descriptivo de todo suceso
emocional e instantáneo.
EL LIBRO DE MI PROCESO 379

El adjetivo de " sereno" aplicado al delator, revela que


los miembros del Tribunal no han leído a Schopenhauer :
"Hay que cuidarse de los hombres que tienen sangre fría
como de los animales venenosos . "

"Que en lo relativo al modo y forma cómo se produjo el


disparo antes de estudiar la prueba del caso, conviene ad-
vertir, que aunque el acusado recusó al perito, Dr. Avenda-
ño, en vísperas de que emitiera su informe, como éste siem-
pre se presentó, y aparece de autos cumplidas las formali-
dades que para tal caso se establece en el art. 126 del Códi-
go citado, es claro que esa recusación no amengua su efica-
cia legal. "
La afirmación que hace el Tribunal, no sólo es falsa, sino
maliciosa ; no fué " en vísperas de que emitiera su informe "
el Dr. Avendaño, sino que lo recusé antes de que escribiera
una sola palabra de tal informe. Mi recusación fué enuncia-
da a su ayudante, el Dr. Fernández Dávila, el mismo día
en que éste llegó a tomarme medidas con un centímetro,
como a escribir nada del informe. Entonces me confesó Fer-
nández Dávila que tanto él, como su jefe, el Dr. Avendaño,
eran enmigos profesionales y personales del autor de la au-
topsia, Dr. Accinelli. Anuncié a Fernández Dávila que si
ellos no desistían de emitir informe al respecto, yo pro-
cedería a recusarlos, ya que les impedían ocuparse sobre
una labor del doctor Accinelli, " motivos de delicadeza per-
sonal y profesional". Dirigí al perito Avendaño y a su ayu-
dante cartas notariales ese mismo día. Y al siguiente pre-
senté mi recusación. El ayudante Fernández Dávila se abs-
tuvo de seguir en su empeño, pero el perito Avendaño se
obstinó. ¿ Por qué se abstuvo el uno y se obstinó el otro ,
cuando el motivo de la recusación era igual para ambos ? Si
no tenía yo razón, ninguno de ellos ha tenido por qué abs-
tenerse ; y si yo la tenía, ninguno de ellos ha debido enton-
ces obstinarse. Reléanse el capítulo de la primera parte titu-
lado Un peritaje convencional, y el anexo a la defensa, nú-
mero 9, Peritos ilegales .
380 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"Que ese informe pericial facultativo del Dr. Avendaño,


quien se ratificó juratoriamente en el acto oral, corre a fo-
jas 266, y se han adherido a él los peritos judiciales docto-
res Vargas y Pflúcker, habiendo sido materia de detenido
estudio en el debate pericial efectuado en la Audiencia. "
El Dr. Pflucker se adhirió al informe del perito Avenda-
ño, en forma tal que científicamente lo destruyó, pues su
adherencia consistió en manifestar que aceptadas las con-
clusiones del informe, pero sólo en condición de "posibles ",
esto es, desasistidas de la seguridad con que aparecen ellas
en condición de afirmaciones temerarias. En el debate peri-
cial, el Dr. Pflúcker estuvo siempre en el más completo
acuerdo con los odctores Accinelli y Pastor . Algo de mayor
importancia ; en la reconstrucción de los hechos que efectué
en presencia del Tribunal, interrogado por éste , el doctor
Pflúcker opinó, siempre en acuerdo con los doctores Acci-
nelli y Pastor, y con el perito en Balística exterior, mayor
Farfán, de manera totalmente favorable a mi versión. Por
manera que la Audiencia del Dr. Pflúcker no sostuvo, sino
que estuvo en contra de las sólo "posibles " conclusiones del
informe presentado por el perito Avendaño después de mi
recusación . Reléanse los capítulos de la primera parte titu-
lada Examen de peritos y Resumen de mi versión.

"Que de este debate resulta que el orificio de entrada de


la herida que presentaba el cadáver de D. E. Elmore no
está perfectamente localizado en el informe del Dr. Aven-
daño, porque no fueron completos los datos que le suminis-
tró el cirujano sobre el aptricular ; que conforme a la misión
de éste, contraída únicamente a determinar la región res-
pectiva para investigar qué órganos podían haber sido afec-
tados por el instrumento vulnerante y hacer, según ellos, las
incisiones fijadas de antemano por la Cirugía, no estaba
obligado este facultativo a localizar ese punto con estricta
precisión ; que, sin embargo, ese pundo de entrada ha que-
dado admitido en el juicio oral, por todos los peritos, que
se encontraba a un centímetro por dentro de la espina ilía-
ca anterosuperior izquierda ; que si bien ha habido divergen-
cias con respecto al punto de alojamiento del proyectil , consta
del acta y del protocolo de autopsia que se le había incrus-
EL LIBRO DE MI PROCESO 381

tado y aflorando apenas en el espesor del hueso de la cade-


ra derecha, en la rama isquiática de dicho hueso, cerca de
la escotadura.
"Que hay que tener presente que la diferencia de centí-
metros más o menos del punto de alojamiento del proyectil ,
y a la que no da ninguna importancia el perito Dr. Acci-
nelli , por haberla emitido en el protocolo de autopsia, es de
capital interés, para calcular la dirección de la trayectoria
y las posibles desviaciones que puede haber tenido la bala,
toda vez que no sólo los huesos desvían los proyectiles, sino
también las aponeurosis y tendones, como lo explicó el pe-
rito Vargas Prada , siendo de notar que en la pared antero-
lateral del abdomen hay aponeurosis notables ; que al ma-
nifestar el expresado Dr. Accinelli que la búsqueda del pro-
yectil en el momento de la autopsia demandó mucho tiem-
po y fué encontrado por su ayudante en la rama isquio-
puviana, abajo del agujero oval, sin indicar si el eje mayor
de la erosión era vertical o transversal a una de estas ra-
mas ; tales rectificaciones tardías son ineficaces para supo-
ner hoy mayor oblicuidad en la vida, desvirtuando los da-
tos que se puntualizan en el acta y en el protocolo de autop-
sia; que acreditado, pues, que el proyectil se encontró in-
crustado en la rama isquiática del hueso ilíaco , cerca de la
escotadura, es claro que los peritos doctores Vargas Prada
y Pflucker, tuvieron que proseguir la investigación a base
de la escotadura ciática, en la parte posterior del hueso
ilíaco, en un punto superior en varios centímetros a la rama
isquio-puviana a que se refirió el Dr. Accinelli ; que , dedu-
cida, lógicamente, la trayectoria entre la espina ilíaca ante-
roposterior izquierda y la escotadura del hueso ilíaco dere-
cho, resulta una línea de pequeña oblicuidad con relación
a la horizontal, según lo manifestó y comprobó el Dr. Var-
gas Prada en el juicio oral, línea que no se puede coincidir
con la del tiro exterior, tratándose de un disparo hecho &
menos de un metro de distancia, como sostiene el acusado ;
que esa pequeña oblicuidad es muy verosímil, si se tiene en
cuenta las lesiones constatadas en el cadáver y el hecho de
que la vejiga del occiso apareciera simplemente lacerada y
no perforada; que según los documentos de la autopsia el
orificio de entrada es de forma circular, rodeado de una
zona de erosión circunscrita a la mitad superior de la heri-
da, pero de aquí no se deduce que la oblicuidad del tiro sea
382 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de 35 grados, que por cierto está muy lejos de la verticali-


dad que sería indispensable para aceptar la versión del
acusado. "
Toda esta parte de la sentencia responde al propósito
de hacer aparecer a los doctores Accinelli y Pastor- auto-
res de la autopsia- cometiendo falsedad en sus afirmacio-
nes. Bastaría algo muy sencillo de que el Tribunal se olvi-
da o quiere olvidarse, para exhibir de manera evidente a
estos dos señores médicos, que fueron los únicos que exami-
naron el cadáver de Elmore y pudieron enterarse cumpli-
damente de la trayectoria intrabdominal, seguida por el
proyectil. No dejaré de indicar el medio tan sencillo que
pudo y debió emplear el Tribunal, para restablecer la ver-
dad de las cosas ; pero antes repasaré la serie de originali-
dades estampadas en estos párrafos científicos, que consti-
tuyen el fundamento pericial de la sentencia.
Después de un galimatías en que se afirma que el ciru-
jano operador (Dr. Gastañeta ) , no proporcionó al perito
Avendaño completos los datos sobre el orificio de entrada
de la herida, y en que se afirma, a renglón seguido, que tal
cirujano no estaba obligado a ello, con lo que no se sabe
por qué ni para qué figuran ambas noticias como " conside-
randos" de la sentencia, puesto que a nada conducen, con-
clúyese por fijar dicho orificio de entrada, a mérito de estar
en acuerdo al respecto todos los peritos ; pero si bien se le
localiza, no se le describe, cuidando de no hacer referencia
a la zona de erosión o magullamiento que, conforme a Ce-
vidalli , es prueba de disparo a no mayor distancia de 75 cen-
tímetros.
Viene luego la referencia al trayecto intra- abdominal del
proyectil; y el Tribunal, con la autoridad del eminente tra-
tadista que hay que suponer al doctor Vargas Prada, médi-
co de grandísima significación, aunque de escasísima clien-
tela, sostiene que los proyectiles modernos cilidrocónicos ,
disparados a 75 centímetros o a tres metros, se desvían al
chocar en las aponeurosis de la misma manera que las ba-
las esféricas de las armas antiguas, según expresamente lo
indica Reclus. La afirmación del doctor Vargas Prada, que
acoge el Tribunal, contra la opinión de tres peritos médico-
legalistas (doctores Accinelli, Pastor y Pflúcker) y del pe-
rito en balística exterior (mayor Farfán ) , no figura en nin-
guna obra de autoridad reconocida en la materia. Lo ori-
EL LIBRO DE MI PROCESO 383

ginal es que ni en el acta ni en el protocolo de autopsia


aparece la aponeurosis, que se supone haya sido tocada
por el proyectil. Más original todavía es que el perito infor-
mante, doctor Avendaño, no dice que el proyectil fué des-
viado por la resistencia de una aponeurosis- puesto que
bien sabía él que tal aponeurosis tocada, lesionada o roza-
da siquiera no aparece en los documentos de la autopsia-,
sino que el proyectil fué desviado por la misma resistencia
del intestino lleno de gases... Comete el Tribunal la injusti-
cia de prescindir del informe del doctor Avendaño y ate-
nerse a la sabidura del informe del doctor Vargas Prada.
Para el Tribunal, el proyectil no fué desviado, como con-
jetura el doctor Avendaño , por una asa intestinal, sino que
fué desviado , como conjetura el doctor Vargas Prada, por
una aponeurosis "de la pared antero-lateral del abdomen";
de lo que resulta que el desvío se efectuó antes de que el
proyectil hiciera su recorrido intraabdominal , y no como en
su entrada, a un centímetro por dentro de la espina ilíaca
de arriba a abajo y ligeramente de delante a atrás, desde
men del agraviado fué de izquierda a derecha , ligeramente
el informe está descrito, textualmente , en la primera con-
clusión : "La trayectoria que siguió el proyectil en el abdo-
anterior y superior izquierda, hasta el límite interno de la
fosa ilíaca derecha, en sitio que no es posible precisar, en
que se refleja, para seguir francamente hacia abajo, etcé-
tera." Por manera que, según el doctor Avendaño , como se
ve, el desvío del proyectil se efectúa en sitio que no se pue-
de precisar, pero dentro del abdomen ; nada menos que en
la parte central de él, puesto que es en el límite interno de
la fosa ilíaca derecha. El Tribunal da como demostrado
por el doctor Vargas Prada que el desvío del proyectil se
efectuó, probablemente, en una de las aponeurosis que cu-
bren los flancos del abdomen, esto es, antes de penetrar
en él. Creo que para saltar de una a otra conjetura, cual-
quiera puede darse cuenta de que el doctor Vargas Prada
no estaba, pues, de acuerdo con la primera conclusión del
informe del doctor Avendaño...
Sigue el Tribunal, entre tantas conjeturas, haciendo la
búsqueda del punto de alojamiento del proyectil . A este
respecto, hace alusiones a la "erosión" de que se olvidó
con toda oportunidad y se enreda dentro de una redacción
de " rompecabezas ", que confieso haber transcrito sin poder-
384 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la entender. Ata el Tribunal el nombre del doctor Vargas


Prada al del doctor Pflúcker, que vale por atarle a éste a
los pies de una bala de cañón ; y calumnia a tan distingui-
do facultativo , atribuyéndole investigaciones "a base de
la escotadura ciática ", para hacerle, así, aparecer en des-
acuerdo con los doctores Accinelli y Pastor sobre el punto
de alojamiento del proyectil , cuando ni por un solo momen-
to puso en duda el doctor Pflúcker las informaciones de sus
colegas y se mantuvo en acuerdo completo con ellos a este
respecto, como en todo , según puede apreciarse por la trans-
cripción hecha en la primera parte de este libro , en el ca-
pítulo titulado Examen de peritos.
La lógica viene inmediatamente después a sufrir los ri-
gores del Tribunal, al disertar éste sobre la oblicuidad del
curso del proyectil dentro del abdomen, según el doctor
Vargas Prada el cual no tiene nada que hacer con el infor-
me del doctor Avendaño , según ya hemos visto y volve-
remos a ver. Resulta de los profundos exámenes que hace
el Tribunal, con el auxilio solo del doctor Vargas- descar-
tadas las opiniones de cuatro peritos no tachados por na-
die, habiendo sido Vargas Prada tachado por mí—, el que
la oblicuidad del curso del proyectil dentro del abdomen,
imaginada a fuerza de las más contradictorias conjeturas,
según ya se ha podido apreciar, no corresponde al curso
del proyectil, según mi versión, antes de penetrar en el ab-
domen. ¡ Que va a corresponder ! Pero-permítasele un res-
piro a la maltratada Lógica , no se había afirmado an-
tes que, sea en la aponeurosis que cubre el flanco izquierdo
del abdomen ( según el doctor Vargas Prada) , sea " en sitio
que no puede precisarse", pero en la parte interior del ab-
domen (según el doctor Avendaño) , el proyectil se había
desviado ? Entonces, pues, mi limitada inteligencia me dice
que la línea interior del proyectil, cualquiera que sea su
oblicuidad, no puede servir para afirmar ni para negar nada
con referencia a la línea exterior que el proyectil recorrió
antes de desviarse. Para que se pueda afirmar o negar que
la línea exterior del proyectil siguió tal o cual dirección,
fundándose para ello en la dirección de la línea interior
del propio proyectil, tiene antes que convenirse en que la
una debe ser considerada prolongación de la otra, sin que
haya habido desvío alguno-por circunstancias a, b oc
ni fuera ni dentro del abdomen. Si se comienza por supo-
EL LIBRO DE MI PROCESO 385

ner que el proyectil se ha desviado, ¿ cómo se concluye por


hacer deducciones tal como si no se hubiera desviado?
Esta es, precisamente, la contradicción fundamental del
informe del doctor Avendaño. Afirma él que el curso del
proyectil dentro del abdomen ha sido caprichoso ; entonces,
claro está que no se puede saber, por virtud de tal capricho ,
la dirección ni la distancia con que el proyectil fué dispa-
rado. Relénse el anexo a la defensa número 16, Contradic-
ción fundamental del pseudoperitaje .
Concluye el Tribunal aludiendo en forma disimulada e
incidentalmente a la zona de erosión, sin detenerse a con-
siderar toda la importancia que ella tiene. Reléase el anexo
a la defensa número 13, La zona de erosión y magulla-
miento indica la dirección y la · distancia en el disparo.
Rechaza finalmente, el Tribunal el ángulo de 35 grados.
en la oblicuidad que ha tenido la línea de penetración del
proyectil, según se reconoce en el informe del propio peri-
to Avendaño, y afirma que con tal ángulo no se puede acep-
tar mi versión, aunque justamente opinen lo contrario, esto
es, que se le debe aceptar, dada esa oblicuidad , los peritos
doctores Accinelli, Pastor y Pflúcker y mayor Farfán . Re-
léase el capítulo de la primera parte titulado Resumen de
mi versión.
El Tribunal, pues, se muestra inclinado a creer que los
autores de la autopsia no han dicho la verdad, bien porque
la han querido ocultar, bien por haber cometido error. ¿ Que-
da, en cambio, establecido por el Tribunal algo seguro, cla-
ro y firme no simplemente conjetural-sobre que apoyar
científicamente una sentencia ? Se dice que el proyectil pudo
desviarse, pero no se demuestra que se desvió. Ahora es
oportuno señalar el medio sencillo de que el Tribunal se
olvidó o quiso olvidarse para poder restablecer la verdad
de las cosas sobre la base de la trayectoria intrabdominal
del proyectil. Puesto que más fe presta el Tribunal a lo
que conjeturan quienes no han visto restos mortales de
Elmore que a lo que aseguran quienes han hecho su autop-
sia, nada más sencillo que ordenar la exhumación del ca-
dáver. ¿ Por qué el Tribunal no demostró la falsedad o el error
de los doctores Accinelli y Pastor, ordenando la exhuma-
ción del cadáver? No hay necesidad de esforzarse mucho
"
para sospechar el motivo por qué el Tribunal se olvidó de
emplear medio tan sencillo. Porque, allá, en el fondo de la

25
386 JOSÉ SANTOS CHOCANO

conciencia, el fiscal y los vocales sabían muy bien que los


doctores Accinelli y Pastor eran incapaces de haber dicho
nada que no hubiese sido estrictamente la verdad. De este
modo, al hacerse la exhumación del cadáver , hubieran que-
dado desvanecidas todas las sombras de la conjuración con-
tra mí. Y eso no convenía, no podía convenir al falso dela-
tor ni a sus secuaces... Reléanse el capítulo de la primera
parte titulado La verdad sobre la autopsia y el anexo a la
defensa número 12, Lo que dice el ayudante técnico de la
Morgue.

"Que, además , la nitidez de la herida y la dimensión


reducida del orificio de entrada, la ausencia de quemadu-
ras y granos de pólvora en las piezas del vestido de la víc-
tima y la circunstancia de que en el protocolo de la autop-
sia se expresa que la herida corresponde al disparo a dis-
tancia inducen a considerar como un hecho cierto que el
disparo se hizo a una distancia mayor que la media de la
zona de deflagración , o sea superior a 75 centímetros , que es
la que fijan diversos tratadistas y la indicada por los pe-
ritos."
En cuanto a la nitidez y la dimensión reducida del ori-
ficio de entrada, justamente corresponden a un disparo he-
cho a distancia no mayor de 75 centímetros, según la auto-
ridad de Cevidalli. Reléanse el capítulo de la primera par-
te titulado Lección de balística y el anexo a la defensa nú-
mero 14, Opinión de un armero diplomado. Es absurdo pre-
tender que a 75 centímetros de distancia un disparo de re-
vólver, calibre 32, produzca quemaduras en las ropas, como
sostiene la ignorancia o la malicia del Tribunal.

"Que dada la situación de los contendores en el momen-


to de la lucha, según explicó Chocano, y la observación di-
recta y personal de cada uno de los miembros de la sala,
no es posible suponer que el disparo se hubiera producido
a consecuencia de un forcejeo, pues la separación de los
contendores no era mayor de 50 centímetros y la distancia
entre la boca del cañón y el cuerpo del herido era de 72
centímetros, y en tal caso la herida habría tenido otra di-
EL LIBRO DE MI PROCESO 387

rección, localizándose, tal vez, en una zona superior como


la cabeza o el tórax y el disparo hubiera dejado en la ropa
las huellas de la deflagración . "
Reléanse el capítulo dela primera parte titulado Resu-
men de mi versión. La opinión de todos los peritos-con
excepción del que fué previamente recusado por mí-es has-
ta en los menores detalles favorable a la reconstrucción de
los hechos que realicé en presencia del Tribunal . Vuelve
éste a pretender que a 72 centímetros de distancia un dis-
paro de revólver Colt, calibre 32, produzca con su defla-
gración quemaduras en las ropas en que penetra el proyec-
til. Ya el perito de balística mayor Farfán y el armero di-
plomado Rivera Rojas han negado terminantemente tal posi-
bilidad ; pero quienquiera puede por sí mismo hacer la expe-
riencia para convercerse hasta dónde hubo de llegar, según
se ve cómo insiste en tal extremo la ignorancia o la mali-
cia del Tribunal que me juzgó. Lo más curioso es que para
demostrar el Tribunal, siguiendo las afirmaciones del peri-
to Avendaño, apoyadas por su suplente Vargas Prada, que
el disparo no fué hecho en la forma que yo indico, sostiene
que, de haber sido hecho así, el proyectil se habría alojado
en " la cabeza o el torax" : quiere decir entonces que el Tri-
bunal, de acuerdo con las opiniones del perito Avendaño y
su suplente Vargas Prada, tiene que reconocer el que la
dirección del proyectil está demostrando que, a pesar de
poderlo hacer en el acto, no quise yo matar a Elmore.
¿Cómo, pues, se atreve el Tribunal a calificar como "ho-
micidio" un acto de " defensa " en que la intención de "ma-
tar" no existe ? El Tribunal reconoce así que no quise herir
a Elmore ni en la cabeza ni en el torax, y por negar los he-
chos tal como afirmo yo que sucedieron sólo acierta a re-
velar el que en mí no hubo intención de cometer el " homi-
cidio " que luego me atribuye .

"Que, por otra parte, la reconstrucción de la escena en


la Audiencia no corresponde a la realidad de los hechos,
porque de ella no se colige la fuerza desarrollada por El-
more para quitar o desviar el arma, las direcciones de los
brazos , la colocación de las manos en el revólver , la direc-
ción de éste y las mil incidencias necesarias para deducir
388 JOSÉ SANTOS CHOCANO

consecuencias precisas o siquiera aproximadas ; que no pu-


diendo atenerse el Tribunal para fallar el juicio sino a los
datos del acta y protocolo de la autopsia, no obstante sus
deficiencias, que quedan subsanadas con los demás elemen-
tos del proceso, son inaceptables las alegaciones de la de-
fensa, que pretende sacar consecuencias precisas de situa-
ciones inciertas y conjeturales ; que, por consiguiente, el
punto que ha quedado en los debates debidamente dilucida-
do es el hecho de que el acusado y Elmore no estaban en
actitutd de forcejeo en el momento del disparo."
Reléanse el capítulo de la primera parte titulado Resu-
men de mi versión y la nota al anexo de la defensa núme-
ro 6, Delator y falsario. Los peritos todos- con excepción
del previamente recusado por mí-opinan lo contrario que
opina el Tribunal. Para ello la versión que yo doy es vero-
símil y la que da Antonio Miró Quesada es "inconcebible"
o "físicamente imposible". El Tribunal afirma que la defen-
sa se apoya en conjeturas, como si se atuviera a lo que opi-
nan quienes así el perito Avendaño y su suplente Vargas-
no han tenido por un momento siquiera el cuerpo del occiso
ante sus ojos . La defensa se funda en lo que dicen le expe-
riencia y la observación de los peritos no recusados por na-
die, y entre ellos los médicos que practicaron la autopsia,
esto es, los únicos que pudieron apreciar en el cuerpo del oc-
ciso todos los detalles que pueden servir para hacer no con-
jeturas , sino afirmaciones. Algo curioso es que que admita
el Tribunal la autoridad del acta y del protocolo de autop-
sia-cuyas deficiencias encuentra subsanadas, hay que su-
poner que por sus propios autores y no toma, sin embar-
go , en consideración lo que opinan éstos sobre el punto prin-
cipal en debate, que es la dirección intrabdominal del pro-
yectil. Los autores del acta y del protocolo de autopsia , jus-
tamente, en virtud de lo que tienen visto en el cuerpo del
occiso y de lo que dicen en ambos documentos , opinaron
-con apoyo del otro médico - legalista de Lima, doctor
Pflúcker, y del profesor de balística exterior mayor Far-
fán que mi versión era la que correspondía a la dirección
del proyectil dentro del abdomen. Para rechazar este crite-
rio el Tribunal carece de autoridad, porque si padecían de
error o cometían falsedad los doctores Accinelli y Pastor,
la única autoridad para rechazar su criterio era la científica,
que en medicina y cirugía sólo puede ejercerse por medio
EL LIBRO DE MI PROCESO 389

de la experiencia y de la observación. O el Tribunal ha es-


tado en la obligación de atenerse a todas y cada una de las
opiniones emitidas por los doctores Accinelli y Pastor, sobre
la base de lo visto por ellos en la autopsia, o el Tribunal ha
debido demostrar que esas opiniones eran erróneas o falsas ,
crdenando, al efecto, la exhumación del cadáver. Prescindir
de la exhumación del cadáver y prescindir de las opiniones
emitidas por los que hicieron la autopsia es prescindir por
completo de las únicas fuentes de experiencia y de observa-
ción ; ello sí que es fundar las afirmaciones de una senten-
cia en simples conjeturas . Reléase en la primera parte el ca-
pítulo titulado La verdad sobre la autopsia.

"Que, por otra parte, la trayectoria de un proyectil den-


tro del cuerpo humano no puede determinarse con conoci-
mientos de balística , prescindiendo de la medicina legal :
que, no obstante esta circunstancia, el acusado sometió al
estudio técnico del coronel director general de tiro y del ma-
yor Farfán, profesor de balística de la Escuela Militar de
Chorrillos, la difícil y complicada cuestión de determinar
esa trayectoria en la región abdominal de la víctima, for-
mulándose al efecto cuestionarios especiales que han motiva-
de los informes de fojas 148 , 156 , 428 y 424, cuyas conclu-
siones han suscitado conflictos de apreciación con los peri-
tos médicos ; que cualquiera que hubiera sido la trayectoria
de la bala que hirió a Elmore, las opiniones técnicas sobre
balística no han ilustrado debidamente la cuestión , pues no
se ha tenido en cuenta el posible movimiento del herido a
consecuencia del brusco encuentro con el acusado , ni las cau-
sas que han podido influir en la desviación del proyectil ;
que la diligencia judicial de fojas 236 sobre la característica
del disparo, no obstante las objeciones de la deefnsa , pone
de manifiesto que, dada la zona del fogonazo , que alcanza
75 centímetros, es imposible que se hubiera hecho el tiro a
menos de un metro de distancia, por la ausencia de quema-
duras y granos de pólvora en los vestidos de la víctima. "
A nadie se le ha ocurrido prescindir de la medicina legal
para determinar sólo por conocimiento de balística la tra-
yectoria de un proyectil dentro del cuerpo humano . Lo que
hice yo, y recomienda Lacassagne que se haga, es llamar &
390 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la balística en auxilio de la medicina legal, que para esto,


como para cuanto se refiere a disparos de fuego, no puede
ni debe prescindir de aquélla. Hay que repetir lo que dice
Lacassagne en la página del tomo II de su Medicina legal:
"El médico perito por sí solo no puede tomar sobre sí la res-
ponsabilidad, etc ". Tiene que proceder en sus apreciaciones ,
en todo lo referente a disparos hechos por arma de fuego,
"con la ayuda del maestro armero o de un oficial de artille-
ría", porque se expone " a encontrar individuos más compe-
tentes que él ante los cuales podría hacer un mal papel si
se entablara una discusión sobre este punto particular. " Tal-
ocurre precisamente al Tribunal cuando afirma, con una au-
dacia increíble, que " la zona del fogonazo "-en un revólver
Colt, calibre 32-" alcanza 75 centímetros ". Reléase el dispa-
rate que sostiene el Tribunal y apréciese el fundamento
científico de sus afirmaciones todas. Ni siquiera se ha toma-
do el trabajo este famoso Tribunal de leer el informe del
perito Avendaño, puesto que hasta en él consta que , en la
experiencia hecha sobre cartulinas, el fogonazo de mi revól-
ver sólo alcanzó a 15 centímetros. Así son todas las sólidas
bases científicas en que reposan los considerandos de la sen-
tencia. Insiste el Tribunal en pretender siempre que a 72
centímetros el disparo de mi revólver haya producido " que-
maduras "... Reléanse en la primera parte el capítulo títula-
do Lección de balística y los anexos a la defensa núme-
ros 14 y 15, Opinión de un armero diplomado y Procedi-
mientos del perito convencional.

"Que la tacha que opuso a tal diligencia el acusado, por


haberse efectuado la experiencia sin hallarse presente y con
proyectil que dice es distinto del que la policía entregó al
Juzgado, carece de eficacia, porque tal diligencia se ha ac-
tuado con formalidades legales y no ha sido desvirtuada
tampoco por el informe técnico del armero Rivero Rojas
producido sobre el particular. "
El Tribunal resuelve el que se puede prescindir de la
presencia del acusado para realizar una experiencia con el
revólver y los proyectiles con que se dice cometido el deli-
to, a pesar de que el acusado pide el que en su presencia se
hage, pues está asistido de dudas sobre el procedimiento del
EL LIBRO DE MI PROCESO 391

juez por él recusado y del perito recusado también por él.


Hago constar que denuncié ante el juez, sin que éste me
atendiera, el hecho de que el perito, o su ayudante, o alguna
otra persona, había estado solicitando proyectiles para mi
revólver en el almacén de armas y municiones de la calle
de Presa. Hago constar que el oficial segundo de investiga-
ciones señor Benavides se enteró, ocasionalmente , de que
proyectiles míos habían sido cambiados en el local del Juz
gado, donde se encontraban en depósito. Hago constar que,
al tener noticia de la verificación de tal experiencia, mani-
festé interés porque se repitiera ante mí, sin conseguirlo. El
resultado de la experiencia que encargué yo al armero del
Cuerpo de Seguridad dió resultado contrario. No creo que
tengo que decir más al respecto para que se penetre la ver-
dad de lo sucedido. ¿ Por qué, si había dudas expuestas sobre
el experimento realizado en ausencia mía, no ordenó el Tri-
bunal que se hiciera otro igual en mi presencia? Es el mismo
caso de la exhumación del cadáver, que por ningún motivo
tampoco se ordenó...

"Que respecto a la autenticidad de las ropas el estudio


del proceso desvanece toda duda, pues la diligencia de fo-
jas 42 vuelta, constatando su entrega al actuario a los tres
días del fallecimiento por encargo de la viuda de Elmore,
en virtud de orden del juez , las declaraciones de los testigos
Derteano, Saco Salinas y Miranda Nieto, prestadas en la
Audiencia; la de los testigos de la instrucción D. Alberto
Freundt Rosell, fojas 11 , y D. José Carlos Llosa , de fo-
jas 118 quienes, con Derteano, condujeron al herido al Hos-
pital Italiano, y la del asistente Rómulo Burga, de fo-
jas 248, prueban que el vestido azul marino traído al Tribu-
nal como pieza de convicción es el que usaba el finado el
día del fatal acontecimiento ; que también esa autenticidad
del reconocimiento que practicaron los peritos de la autop-
sia, doctores Accinelli y Pastor, a fojas 110 y 185, en pre-
sencia del procesado , manifestando que el saco, pantalón y
calzoncillos que se les mostraban tenían perforaciones que
por su diámetro y situación correspondían a disparo de arma
de pequeño calibre y coincidían con la ubicación de la heri-
da; que este reconocimiento concuerda , además , con el que
392 JOSÉ SANTOS CHOCANO

practicó el doctor Gastañeta al siguiente día del suceso , o


sea antes del fallecimiento , cuando nada hacía suponer que
la familia Elmore tuviera interés alguno en suplantar esa
ropa , constatando entonces ese facultativo las perforacio-
nes indicadas y manchas de sangre en el bolsillo izquierdo
y el calzoncillo ; que patentiza aun más la autenticidad de
las ropas la experiencia hecha por el doctor Avendaño para
acreditar que teniendo la víctima en el momento de ser he-
rida, las manos levantadas a la altura de los hombros, coin-
cidían las perforaciones del saco y del pantalón con el sitio
de entrada del proyectil en la región vulnerada y para cuyo
efecto hizo que el otro perito recusado, doctor Fernández
Dávila, de grosor y estatura más o menos igual a los de
Elmore, vistiera las ropas de éste ; que ante el mérito de es-
tas pruebas, carecen de valor legal las deposiciones de los
testigos Gumersindo Villafuerte, D. Eduardo Garland de
fojas 115, doctor Raúl Porras de fojas 120, D. Percy Mac
Lean de fojas 126 vuelta, y también el certificado de fojas
139, y la carta de D. N. Camacho, de fojas 209, que han
pretendido demostrar que el 31 de octubre no llevaba pues-
to Elmore el vestido azul marino traído a la audiencia . "
Repárese en el empeño principalísimo con que el Tribu-
nal por varias veces asegura que hecho el disparo- según
mi versión- a 72 centímetros de distancia, ha debido de
haber "quemaduras " en las ropas de Elmore, así como por
varias veces también asegura que estas ropas eran de color
azul marino . Dejando para después cierta reflexión al res-
pecto , interesa esclarecer los pormenores que aparecen como
fundamentos en que se apoya el Tribunal para tener la se-
guridad del color de las ropas.
El Tribunal no da la menor importancia al retardo para
la entrega de las ropas, que se realiza- conforme el acta
que corre en la instrucción- el 5 de noviembre en la tarde,
habiendo sido el suceso en la tarde del 31 de octubre . Da,
en cambio, el Tribunal la mayor importancia al testimonio
del tío carnal de quien lo propone en una cuestión que él
dice estimar como de "honor" para su familia , al testimo-
nio de dos subordinados de ese tío carnal (doctor Gastañe-
ta) al testimonio de los amigos íntimos de Elmore y al tes-
timonio de un empleado del falso delator: tales testigos no
pueden ser más " imparciales". Otra prueba de que las ropas
presentadas eran las verdaderas, consiste para el Tribunal
EL LIBRO DE MI PROCESO 393

en que ellas estaban perforadas por " disparo de arma de


pequeño calibre " y las perforaciones " coincidían con la ubi-
cación de la herida ". Produce estupefacción tanta " ingenui-
dad ", que llega a parecer lo que castizamente se llama "be-
llaquería "... El Tribunal supone que se le iban a presentar
ropas de Elmore que no estuvieran perforadas o cuyas per-
foraciones iban a estar torpemente distribuídas. La prueba
mayor a este respecto la ofrece el testimonio del doctor Gas-
tañeta , tío carnal de quien lo propone en una cuestión que
él califica como " de honor" para su familia . No deja de ser
curioso el que " cuando nada hacía suponer el que se tuvie-
se interés en suplantar ( o en aprovechar con algún fin ) esa
ropa ", se la sometiera al examen del facultativo , que apa-
rece reconociéndola cuidadosamente , por dentro y por fuera ,
con una riqueza de detalles que riñe con la ninguna impor-
tancia del propio examen llevado a efecto, así, sin por qué,
ni para qué. Más curioso es todavía que el abogado y re-
presentante de la parte civil, sólo después de presentar como
testigos , respecto al color de las ropas, hasta a los asisten-
tes del Hospital Italiano (subordinados a su tío carnal, el
Dr. Gastañeta ) viene a caer en cuenta de que su propio tío
era el mejor testigo que podía ofrecer y lo ofrece como úl-
timo recurso... Prueba final que pesa al respecto en el cri-
terio del Tribunal que me juzgó , es la experiencia de los sus-
pensorios o tirantes con que el perito Avendaño le hizo co-
locar a su ayudante los pantalones de Elmore a la altura
que mejor le convenía. Carece de valor legal , naturalmente ,
para el Tribunal que me juzgó, las de D. Eduardo Garland
Roel, del Dr. Raúl Porras Barreneches, de D. Percy Mac
Lean, del Prof. D. Diego Camacho, del policía que acudió
al lugar del suceso, inspector Gumersindo Villafuerte, de
D. Carlos Morelli, del chófer que condujo en su automóvil
a Elmore hasta el Hospital Italiano y del ayudante o ami-
go que acompañó a dicho chófer en esas circunstancias. Ca-
rece de valor legai, naturalmente, para el Tribunal, asimis-
mo, el informe del juez instructor, que, de acuerdo con tales.
declaraciones, hace saber que el saco o americana de Elmo-
re, de que se hizo alcanzar su pluma-fuente a la cama en
que
rino"se
...le acostó en el hospital, " no era de color azul ma-

Ya he dicho que fué el Sr. Garland Roel quien , sin que


yo me empeñara, declaró el primero que el color de las ro-
394 JOSÉ SANTOS CHOCANO

pas de Elmore, según lo recordaba él, no eran de color azu!


marino. Se ve que el último en dar una información, que
coincidió con tal dato, fué el propio juez instructor. Empe-
ño por mi parte no he tenido al respecto, como es fácil com-
probarlo, releyendo la defensa del Dr. R. E. Dulanto . Por
lo mismo, resulta sospechosa la insistencia con que el Tri-
bunal afirma que las ropas de Elmore eran las de color azul
marino, presentadas por uno de los cuñados a los cinco días
del suceso. ¿ Qué importancia tiene el cambio de las ropas , si
conforme a mi versión el disparo se produjo a 72 centíme-
tros de distancia ? A 72 centíemtros de distancia, un disparo
hecho por revólver " Colt ", calibre 32, cargado con proyec-
til U. M. C. , ni produce quemaduras, ni deja más huellas
en las ropas de un herido que la perforación, salvo algún
caso excepcional. Si la excepción se produjo, se explica tan-
to el cambio de las ropas como la insistencia del Tribunal...
Pero de que en las ropas presentadas no haya quemadu-
ras ni huellas del fogonazo-que en mi revólver sólo alcan-
za a ser de 15 centímetros sólo la ignorancia y la malicia
pueden deducir que el disparo ha sido hecho a más de 75
centímetros de distancia. Reléanse en la primera parte de
este libro el capítulo titulado Lección de Balística, y en los
anexos a la defensa , el núm. 14, Opinión de un armero di-
plomado.

"Que la falta completa de armonía en las distintas ins-


tructivas de Chocano, la inverosimilitud de la escena que
reprodujo ante el Tribunal, diversa de la que describió en
la instrución, las tachas contra los testigos y peritos y con-
tra el mismo juez , la pretendida suplantación de las ropas,
de la cápsula con que se hizo la experiencia judicial sobre
características del tiro y otras incidencias que es innecess-
rio pormenorizar, lejos de acreditar la inocencia del acusado
contribuyen a determinar su culpabilidad, apreciando los
hechos con el criterio de conciencia que la Ley establece. "
No satisfecho el Tribunal con atribuirme un delito , se
funda para ello acusándome de imbecilidad . La imbecilidad
de que me acusa me da derecho para estar seguro de que
quien comete un delito es el Tribunal, al emitir una senten-
cia condenatoria que tiene tales fundamentos. Soy lo bas-
EL LIBRO DE MI PROCESO 395

tante imbécil, según el Tribunal, para no cuidar de que hu-


biese armonía en mis distintas instructivas, esto es, para
desdecirme o contradecirme-claro está que en el ejercicio
de mis capacidades inventivas, supuesta la falsedad de mis
declaraciones . Nadie que no sea imbécil puede creer que
yo lo sea, y menos aún el que lo sea tan frecuentemente
como frecuentes fueron las declaraciones que hube yo de
prestar, entre todas las que el Tribunal afirma que no supe
guardar la debida armonía . Poco me interesa graduar la in-
teligencia de los componentes del Tribunal ; pero puedo ase-
gurar que ninguno de ellos cree en mi imbecilidad , no pade-
ciendo error ninguno de ellos respecto a su afirmación sobre
la desarmonía de mis declaraciones, sino cometiendo de con-
suno todos ellos mal intencionada falsedad . Las declara-
ciones por mí prestadas han sido las siguientes : el mismo
día del suceso 31 de octubre de 1925-ante el oficial de in-
vestigaciones de la policía ; ante el juez instructor, dos días
después ; ante el mismo en la inspección ocular a la impren-
ta de El Comercio el 9 de noviembre ; ante el mismo, horas
más tarde, para ampliaciones ; y, finalmente, ante el Tribu-
nal Correccional, el 8 de junio ( 1926 ) . En esta declaración
de audiencia pública, esto es, del juicio oral, dejé constan-
cia de lo que se olvidó o quiere olvidarse el Tribunal , según
fueron mis palabras recogidas por todos los taquígrafos pre-
sentes : "Estoy narrando hechos por primera vez, pues el
juez nunca me dejó hablar con libertad. " Después hube de
hacer explicaciones más detalladas, en la reconstrucción de
la escena ante el propio Tribunal . Sería fatigoso reprodu-
cir todas estas declaraciones mías ; pero quien esté asistido
al respecto de la menor duda sobre la más completa armo-
nía entre todas ellas- sin considerar la imbecilidad que se
me supone por el Tribunal-queda invitado por mí para re-
visar en mi compañía los autos y cerciorarse de que es fal-
sa la aseveración que el Tribunal hace mal intencionada-
mente, sin citar una sola contradicción de mi parte. Contra
semejante afirmación que me supone imbécil-opongo la
que, como caballeros y bajo la fe de su palabra de honor,
estoy seguro de que están listos a hacer los doctores
R. E. Dulanto y Alejandro Barrios E., que responderían so-
lidariamente conmigo de la supuesta desarmonía de mis dis-
tintas instructivas, por ellos conocidas y sustentadas . Pue-
de estarse seguro de que el Tribunal siente, cuando me tra-
396 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ta de exhibir como un imbécil . Huelga decir que el Tribu-


nal miente más cuando pretende ya no exhibirme a mí solo,
sino exhibirnos como imbéciles a mi abogado defensor el
Dr. R. E. Dulanto y a mí, al reproducir entre ambos una
escena que, además de inverosímil, era distinta de la que
sabíamos él y yo que estaba descrita en la instrucción. Lo
que sí parece inverosímil es que se sostenga nuestra imbe-
cilidad como fundamento de la sentencia . Ni la escena que
se produjo se apartó de la descripción que se había dado
-según puede comprobarlo quien desee revisar los autos-
ni fué ella inverosímil para cuatro peritos interrogados por
el Tribunal al respecto ; los doctores Accinelli, Pastor y
Pflucker, y mayor Farfán , que , seguramente, no han de des-
mentir. Reléase en la primera parte de este libro el capítulo
titulado Resumen de mi versión.
Conciencia harto turbada se necesita tener, para decir
que acredita mi culpabilidad la ninguna resignación con que
tuve que sufrir las impertinencias del juez a quien recusé,
entre otros motivos, por los altercados conmigo que pudo
apreciar el subprefecto de Lima que me custodiara, y hubo
así de expresarlo con su firma.
Conciencia harto turbada también se necesita tener, para
decir que acredita mi culpabilidad el notorio rencor perso-
nal y profesional de los peritos contra el principal autor del
acta y el protocolo de autopsia, ya que tal fué el motivo de
mi recusación a tales peritos-por otra parte, fuera de los
requisitos siendo falso de toda falsedad el que hubiese yo
recusado a ningún testigo, con habérseme tachado a mí va-
rios, según puede constatarse en los autos .
Conciencia harto turbada también se necesita tener para
decir que acredita mi culpabilidad la declaración espontá-
nea del Sr. D. Eduardo Garland Roel, sobre el color distin-
to de las ropas , dando así origen a un esclarecimiento que
era obligación del juez hacer, y sin que ello fuera, pues, de
mi invención, hasta el punto de que el juez mismo informa-
ra al Tribunal sobre que el color del saco o americana de
Elmore que él vió no era el azul marino .
Conciencia harto turbada también se necesita tener para
decir que acredita mi culpabilidad la información espontá-
nea que yo recibí- como no me dejará mentir el armero di-
plomado del Cuerpo de Seguridad , Sr. Rivera Rojas- sobre
la búsqueda, en el almacén de armas y municiones de la
EL LIBRO DE MI PROCESO 397

calle de Presa , de ciertos proyectiles que pudieran usarse en


mi revólver , sin que ni el juez , ni el Tribunal, ni nadie se
tomase la molestia de hacer las investigaciones del caso .
Así han de ser las otras incidencias a que el Tribunal
alude sin citarlas, para " acreditar mi culpabilidad ", según
queda revelada la turbación de su " conciencia".

"Que debiendo el juzgador investigar la intención del


agente para calificar el delito y evitar el error judicial , es
necesario apreciar en el caso que se juzga la significación
real de la carta de fojas 56, reconocida por Chocano en la
Audiencia y que fué escrita horas antes del trágico suceso.
"Que relacionando la forma de la ejecución del delito ,
con el lugar y hora en que se realizó, con las circunstancias
que lo generaron, no puede afirmarse, a pesar de las amena-
zas de muerte contenidas en ese documento, que procediera
el acusado premeditadamente, porque la premeditación su-
pone el pensamiento antelado y reflexivo del acto punible
por realizar, que se tenga la idea preconcebida del delito ,
que se piense en él tranquilamente, durante cierto tiempo ,
ya para combinar el plan, ya para conseguir los medios efi-
caces al realizarlo, tiempo que muchas veces calma las ma-
las pasiones y hace variar el ánimo del propósito criminal.
"Que las amenazas de muerte consignadas en la referida
carta no constituyen elementos preciatorios de premedita-
ción, porque es indudable, que al escribirla Chocano proce-
dió en un estado de nerviosidad suma, con desviación mo-
mentánea de su cordura y su serenidad, lo que es incompa-
tible con el estado tranquilo que se requiere para ejecutar
un crimen deliberativo y premeditado .
"Que proviniendo de agravios muy recientes los resenti-
mientos entre Chocano y la víctima, fácil es comprender
que tales amenazas surgían por estado de violencia del pri-
mero, pero no correspondían realmente al propósito de Cho-
cano de herir a Elmore .
"Que este concepto se deduce de los mismos términos de
la carta, pues de otro modo no hubiera su autor anunciado
en la misma que la iba a publicar si no recibía satisfacción ,
olvidando al propio tiempo, las amenazas de muerte que
acababa de consignar en el documento , lo que es contraric
398 JOSÉ SANTOS CHOCANO

al buen sentido y prueba que el estado de su ánimo no le


permitía en esos momentos reflexionar friamente. "
Hay que agradecerle al Tribunal la vacua palabrería
con que se esfuerza en demostrar que yo "no premedité" la
agresión de Elmore , sin la que no sé cómo se habría produ-
cido el disparo , después de intentar en vano por mi parte la
defensa con los puños y con el bastón . Premeditada si fué
la agresión de Elmore, puesto que hubo de buscarme para
tal efecto en varios lugares, como por ejemplo, el local del
Ministerio de Relaciones Exteriores, según consta en los
autos.

"Que de otro lado, la preventiva de fojas 6, y las decla-


raciones de los testigos presenciales concuerdan en cuanto
al hecho de que el tiro se hizo en el instante que retrocedía
Elmore, realizándose los actos con la mayor rapidez , lo que
significa que el disparo se produjo en plena riña, sin que
obste en contrario la afirmación de que en ese momento El-
more levantaba las manos a la altura de los hombros, por-
que dado el enlace de uno y otro hecho tienen éstos que con-
siderarse como simultáneos y no pueden apreciarse separa-
damente."
Creo que no puedo tener mejor defensa que este recono-
cimiento terminante que hace el Tribunal, en el que des-
miente en forma definitiva al falso delator Antonio Miró
Quesada, en todas y cada una de sus aseveraciones. En la
"cuestión de hecho ", núm, 12, el Tribunal dice que el dispa-
ro "no fué hecho en los momentos de lucha". En este "con-
siderando " de la sentencia dice que " el disparo se produjo
en plena riña". No creo que se necesiten comentarios.

"Que, por consiguiente, no hay fundamento legal para


considerar que Chocano procedió con alevosía , circunstan-
cia que supone seguridad en la perpretación del delito sin
riesgo alguno para el agente, lo que es insostenible ante la
consideración de que Elmore, indudablemente más fuerte
que Chocano, pudo desarmarlo en el lance. "
Queda así demostrado por el Tribunal que, de no haberse
EL LIBRO DE MI PROCESO 399

producido el disparo, corría yo el peligro inminente de que


el agresor me desarmara y pudiera usar el arma conta mí.
Niega el Tibunal , no obstante de que reconoce así que mi
vida estaba en peligro, mi derecho de legítima defensa, como
se va a ver en seguida.

"Que la explicación de Chocano de haber sacado en el


lance su revólver porque supuso su vida en peligro, la de su
testigo doctor Escalante de haberlo aplaudido por su ga-
llardía al rechazar la agresión , haciendo uso de su arma, y
las consideraciones del informe del defensor, pronunciado
en los debates para sostener la iresponsabilidad de aquél al
ejercitar su legítima defensa, no modifica la naturaleza del
acto punible, no obstante la forma cómo ellos se reali-
zaron. 99
Quiere decir que, para que no hubiese " acto punible, he
debido resignarme a que el agresor concluyese conmigo,
abandonándome a la voluntad de él, puesto que quedé por
él dominado , después de intentar rechazarlo con mis puños
y con mi bastón , del que me despojó antes de que me viese
obligado yo a sacar mi revólver, según lo reconoce el Tribu-
nal en la "cuestión de hecho " número 10. Quiere decir tam-
bién que para que no hubiese "acto punible " he debido re-
signarme a que el agresor pudiera desarmarme y usara el
arma contra mí, según lo reconoce el Tribunal en el anterior
considerando . El Tribunal, además , olvídase o quiere olvi-
darse de que, conforme a nuestro Código penal , no hay "acto
punible" cuando no hay intención de cometerlo, siendo ne-
cesario para condenarme por " homicidio " hacer un conside-
rando que determine las pruebas de que tuve yo la " inten-
ción" de matar a Elmore, que nadie pued sostener que tuve,
pues ni le agredí ni le impedí marcharse por sus pies.

"Que como Elmore atacó a Chocano solamente con sus


puños, no hay prueba del peligro de muerte que éste invoca ;
ni aun de ser graves las lesiones que sufriera en la riña, no
puede bajo ninguna forma y por ningún concepto estimarse
como defensa legítima la que hizo el acusado , al rechazar
400 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la agresión de que se trata y horas después99 de la grave


ofensa que por teléfono infiriera a la víctima .'
Hay que apreciar por separado este considerando , que
debe estimarse entre los fundamentos principales de la sen-
tencia. Nótese cómo queda olvidado el peligro de muerte
señalado en el primero de los dos considerandos inmediata-
mente anteriores, al reconocer la capacidad en que Elmore
estaba de despojarme del arma y usarla contra mí, tal y
como lo había hecho con mi bastón.
El Tribunal afirma , para no aceptar como legítima mi
defensa, el que en una agresión hecha con los puños no existe
peligro de muerte para el agredido , así éste se encuentre
enfermo, como yo , y sea el agresor robusto y ejercitado de-
portista , como Elmore. En su oportunidad haré resaltar la
temeridad de tal afirmación. No es posible ahora dejar des-
lizarse sin protesta la consideración aislada que pretende el
Tribunal hacer de " la grave ofensa que por teléfono " le in-
ferí , según él, a Elmore, horas antes de su agresión, como
si de comprobarse tal ofensă privada no habría que recono-
cerla sólo en calidad de consecuencia de las ofensas públicas
que Elmore me infirió y se propuso seguir infiriéndome.
Prescinde el Tribunal , como prescindió el juez instructor,
de investigar la forma en que se efectuó la conversación tele-
fónica : si yo llamé a Elmore por teléfono para ofenderle
primero y pedirle satisfacción después-lo que resulta iló-
gico-o si lo llamé para pedirle satisfacción y fué sólo con-
testando a lo que él me dijo entonces , que procedí a hacer
alusión a cierta responsabilidad histórica, que, de conside-
rarse ofensiva, hay que reconocer como no hecha , sino sólo
rememorada por mí . Basta reparar en que se funda en mi
ignorancia histórica la carta que Elmore pretendió publicar
al respecto en El Comercio para comprender que mi llamada
ofensa pertenecía a las apreciaciones de la historia, y no
era , por lo mismo, de mi responsabilidad exclusiva, directa
y personal. Tanto es así que Elmore, en dicha carta suya,
reconoce expresamente la necesidad de que volviese yo a
dirigirme a él para sólo entonces asumir una actitud agre-
siva de hecho contra mí. Reléase el anexo a la defensa nú-
mero 4, A propósito de las dos cartas.
EL LIBRO DE MI PROCESO 401

"Que, además, la circunstancia de haber preparado el


arma el acusado, amartillándole una vez para dejar expe-
dito su efectivo funcionamiento , pues acostumbraba car-
garlo con un tiro de menos, según lo explicó en el juicio . y
de haberle dado la voz para que se retirara, excluye racio-
nalmente el supuesto de la defensa, no concurriendo por
tanto en el caso que se juzga, los requisitos que establece
el inciso del art. 85 del Código penal. "
El tener yo mi revólver de escape cargado con un tiro
de menos, y verme obligado por ello a amartillarlo una vez,
para ponerlo expedito a hacer disparos , demuestra que no
estaba yo ni siquiera listo a defenderme con mi revólver de
una agresión, ni menos dispuesto a hacerlo funcionar ya, sin
intentar antes todos los medios posibles para repeler al agre-
sor. El haberle dado la voz a éste, para que me dejase libre ,
retirándose antes de que el disparo se produjera, demuestra
que mi propósito no era otro que el de intimidarlo a fin de
hacer cesar la agresión, que si cesó fué solamente al produ-
cirse tal disparo, como lo demuestra la circunstancia de que
ningún otro disparo se produjo después. Para que hubiese
"legítima defensa ", según lo da a entender el Tribunal , era
necesario que mi revólver estuviese en el bolsillo ya prepa-
rado a disparar y era necesario que, sin tratar de intimidar-
lo, hubiese yo procedido violentamente a herir a mi agre-
sor: esto es muy original ; pero más original aún resulta que
esto sea, precisamente, lo que declaró Elmore, con lo que la
acusación que éste me hizo se transforma por obra del Tri-
bunal en mi mejor defensa...
Tocante a los requisitos del art . 85 , inciso 2 del Código
penal, basta releer la parte respectiva de la defensa del doc-
tor R. E. Dulanto, y su anexo núm. 17 : Legítima defensa,
para apreciar si es o no cierto que concurren todos los cita-
dos requisitos. La única manera como el Tribunal puede
afirmar el que no procedí en "legítima defensa ", es enume-
rando los varios medios o indicando uno solo siquiera , de
que he podido y debido valerme racionalmente, para recha-
zar la agresión, siendo así que lo intenté en vano con mi
bastón y con mis puños y quedé dominado por el agresor,
que me descargó un fuerte golpe comprometiendo una de
mis vísceras enfermas, según quedó demostrado en la " cuestión
de hecho", núm. 10. Mientras que no se diga de qué otra
manera me correspondía rechazar la agresión , claro está que
26
402 JOSÉ SANTOS CHOCANO

hay que admitir cuanto hice y cuanto se me atribuye como


"legítima defensa " .

"Que no tratándose , pues, del acto casual o fortuito que


refiere Chocano a causa del forcejeo para quitarle el arma,
ni de legítima defensa , forzoso es convenir que el delito se
produjo por consecuencia inmediata de la provocación de
Elmore en la imprenta de El Comercio, y del aturdimiento
de Chocano por el dolor físico de los golpes que recibiera
y por la saña implacable que le produjo la forma humillan-
te del ataque. "
Si el Tribunal reconoce " el dolor físico de los golpes" y
"la forma humillante del ataque ", menos alcanzo a imagi-
nar cómo me correspondía entonces ejercer mi derecho de
legítima defensa , ya que ni una sola vez se alude siquiera
a los medios de que pude y debí valerme, fracasados como
fueron mis intentos con el bastón y con los puños.

"Que establecido queda que el delito fué efecto inmedia-


to de ultraje que practicó el finado Elmore con el objeto
de vindicar las graves injurias que momentos antes le diri-
giera a Chocano por teléfono, es menester, para determinar
el grado de responsabilidad que afecta al proceso , tener en
cuenta la actitud de la víctima, quien con su conferencia
por radio y campaña periodística que preparaba se propo-
nía rebajar en el concepto público la importancia personal
de José Santos Chocano, contemplar la situación moral de
éste al ser abofeteado por su detractor en la imprenta de
El Comercio, que por ser un local abierto al público daba
al suceso gran estrépito, impeliendo ciegamente a vindicar
su honor en cualquier forma para borrar el oprobio con que
le infamaba , considerar asimismo el temperamento franca-
mente irritable del procesado , agravado por las dolencias
hepáticas y artríticas que, transformando su salud, según
los certificados facultativos de fojas 22, 102 y 132, dolen-
cias que por requerida asistencia médica determinan su alo-
jamiento en el Hospital Militar en San Bartolomé, donde
se halla actualmente, y hacerse cargo, por último , que lle-
EL LIBRO DE MI PROCESO 403

vando una arma consigo como siempre acostumbraba y re-


sultándole intolerable la humillación y vergüenza del ata-
que, sufrió tan repentina emoción de arrebato que repelió el
atropello disparando contra su ofensor. "
No hay más que someter este considerando a la aprecia-
ción de un Tribunal de conciencia, esto es, de un jurado, ya
que así correspondía actuar, según la ley, al Tribunal que
me juzgó, para deducir el fallo absolutorio, que no pueden
negar sino aquellos que, en el mismo caso, dejarían de pro-
ceder como lo hice o se me atribuye en tal considerando .
Téngase ello presente ; y cada quien consulte su conciencia .

"Que si bien es cierto que el hecho punible de que se


trata constituye delito de homicidio, siendo su autor José
Santos Chocano, según está demostrado, para fijar su res-
ponsabilidad hay que tener presente que le favorece la si-
tuación especial que contempla el artículo 153 del Código
penal, pues ante las explicaciones que preceden y los moti-
vos concurrentes a la realización del suceso es lógico con-
cluir como expresa el legislador:
"Que ese homicidio fué cometido bajo el impulso de una
emoción violenta que las circunstancias hacen excusable : "
No hay "homicidio " sin intención de matar- que es lo
que hace " acto punible ", según nuestro Código- , ni hay
"emoción violenta " que intente antes usar de los puños y
del bastón y que sólo después del fracaso de éstos llegue a
usar del revólver. Reléase el anexo a la defensa número 19 ,
Emoción violenta .

"Que, por otra parte, no puede el Tribunal dejar de re-


conocer la personalidad de Chocano, gran poeta, que ha
dado lustre y gloria a las letras nacionales y que, teniendo
un sistema nervioso eminentemente vibrátil y excitable, sus
reacciones ante la ofensa tienen que ser por lo mismo ex-
traordinariamente anormales, debiéndose sin duda a ello la
comisión del delito , que pone al juzgador en la dura y peno-
sa situación de imponerle pena , en el ejercicio de su austera
misión de administrar justicia, que debe aplicarse la pena
404 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de prisión y no la de penitenciaría, porque nada induce a


suponer que Chocano sea persona peligrosa a quien deba
imponérsele represión con la mayor severidad, ni que sus ac-
titudes envuelven la amenaza de una reincidencia, porque
su gran cultura y su reconocido talento prestan mérito para
confiar que reaccione fácilmente por el bien y que olvide el
desastre moral que ahora le agobia, para que continúe sien-
do una gran figura en la intelectualidad americana. "
Todo este considerando es lo que en el pintoresco lenguaje
familiar se llama " el borde azucarado del vaso en que se
da la pócima ". Manifestación es esta de la misma calidad
del lavado de manos de Pilatos antes de condenar a un ino-
cente. Ya se ve que el gesto de la hipocresía curialesca es
hereditario. El Tribunal supone que se necesita ser un poeta
de mi temperamento para no dejarse dar de bofetadas por
cualquiera ; lo normal, según ello , es dejárselas dar impune-
mente y sentirse a merced del agredido, sin sacar el revólver
que se lleva en el bolsillo para la defensa ... El Tribunal
también reconoce que no soy persona peligrosa que haga
temer una reincidencia ; lo seguro para él es, pues, el que
en adelante no sacaré el revólver del bolsillo ante ningún
agresor, sino que me dejaré dar de bofetadas y me resigna-
ré a que haga en mí el uso y el abuso que desee de su fuerza
bruta... El Tribunal, a pesar de que varios de los conside-
randos de esta sentencia se fundan en manifestaciones de
mi ignorancia y de mi imbecilidad , dice creer en mi “gran
cultura" y mi "reconocido talento ", fiándose en ello para
que me arrepienta de no haberme dejado abofetear, golpear
más, estrangular o descalabrar por mi agresor ... El Tribu-
nal puede estar seguro de que ningún desastre moral me ha
agobiado, y que me siento como hombre digno de mi sexo,
no sólo satisfecho de lo que hice, sino orgulloso de lo que se
me atribuye, porque-para usar las palabras del primero
de los dos considerandos-jamás toleraré " la humillación y
la vergüenza " de un ataque hecho a base de fuerza bruta y
siempre "borraré en cualquier forma el oprobio con que se
me pretenda infamar".
Por eso, antes de copiar la parte final de la sentencia,
aconsejo a los miembros del Tribunal que me juzgó, y al
fiscal que me acusó, el que si no desean verse agobiados por
un verdadero desastre moral-en el masculino sentido que
hay que dar a esta última palabra-, no se resignen a ser
EL LIBRO DE MI PROCESO 405

abofeteados, golpeados y arrastrados por uno de mayor fuer-


za bruta, ni toleren " humilaciones y vergüenzas ", ni dejen
que "los cubra de oprobio ni los infame" nadie. Tal hice yo,
según expresa el considerando citado . Tal hace todo hombre
que tiene dignidad y que junto con ella sabe defender la se-
guridad de su persona contra una agresión brutal.

"Y que siendo inherente a la comisión del delito la repa-


ración civil a favor de la familia de la víctima, como lo es-
tablece el artículo 67 y siguientes del Código penal, debe
condenarse a José Santos Chocano a satisfacer, en concepto
de indemnización , la suma indicada por el señor fiscal , de
2.000 libras peruanas , que ha sido aceptada por la parte
civil.
"Por tales consideraciones, condenaron a José Santos
Chocano, como autor del homicidio de don Edwin Elmore
Letts, a la pena de prisión por tres años , que terminará el
31 de octubre del año 1928 ; lo condenaron asimismo a pagar
a la señora viuda de Elmore la suma de 2.000 libras perua-
nas, en concepto de indemnización ; mandaron se saquen los
testimonios de condena, que se inscriba esta sentencia en el
registro judicial correspondiente y se archive oportunamen-
te el proceso con aviso " al juez de la causa. "
S. S. CEBRIAN.-GONZALEZ OLACHEA. -SEMINARIO ARAM-
BURU.- LUIS PAGADOR, secretario.

Terminada la lectura de la sentencia, el presidente pre-


guntó al fiscal si interponía recurso de nulidad. Este funcio-
nario respondió negativamente. Al ser interrogado yo , mani-
festé que mi abogado daría la respuesto del caso . El doctor
Dulanto afirmó que pedía la nulidad de la sentencia ante
la Corte Suprema.

NOTA.- En el examen detallado que queda hecho de la


sentencia sólo falta apreciar por separado la declaración de
Elmore, que el Tribunal considera fuera de toda dura, y el
peligro de muerte que el Tribunal considera nulo en la agre-
sión de que me defendí ; pero al hacerlo, como lo voy a hacer
406 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en seguida, revisaré en sus puntos resaltantes los cuatro


principales fundamentos que corresponden a la apreciación
total : la negación de la legítima defensa, la ausencia de la
prueba intencional del homicidio, la nulidad de la prueba
pericial y la falsedad de las prueba testimonial.

CRITICA DE LOS PRINCIPALES FUNDAMENTOS DE


LA SENTENCIA

SOBRE LA NEGACION DE LA LEGITIMA DEFENSA

Como uno de sus principales fundamentos, la sentencia


niega el ejercicio por mi parte del derecho de legítima de-
fensa en el siguiente considerando :
"Que como Elmore atacó a Chocano solamente con sus
puños, no hay prueba de peligro de muerte que éste invoca,
ni aun de ser graves las lesiones que infiriera en la riña, no
puede bajo ninguna forma y por ningún concepto estimarse
como defensa legítima la que hizo el acusado al rechazar la
agresión de que se trata ... "
El Tribunal, pues, para poder sostener que no hice yo una
legítima deefnsa, hace dos afirmaciones temerarias : que con
los puños no se puede matar, y que no se debe rechazar una
agresión a puñadas con su arma, aunque sea imposible re-
chazarla de otra manera .
Voy a exhibir en toda su deformidad ambas afirmacio-
nes, que constituyen el verdadero fundamento para que
acción sea estimada como homicidio por emoción violenta y
no como ejercicio de mi derecho de legítima defensa.
EL LIBRO DE MI PROCESO 407

No se corre peligro de muerte en un ataque hecho sólo


con los puños . Tal es la primera afirmación del Tribunal.
Claro está que éste prescinde de lo que, desde mi prime-
ra declaración, hubo de sostener, repitiéndolo en la audien-
cia pública y aun en la reconstrucción de la escena, sobre el
motivo que me determinó a sacar mi revólver.
Peligro de muerte me hizo sentir la presión que en la
garganta sufrí al ser arrastrado del cuello por casi nueve
metros . Peligro de muerte me hizo sentir el golpe que recibí
sobre una de mis vísceras enfermas el hígado y que temí
se repitiese sobre el bazo inflamado . Peligro de muerte me
hizo sentir el resbaladizo piso de mármol , contra el cual po-
día ser arrojado fácilmente con fractura de cráneo y conmo-
ción cerebral. Peligro de muerte me hizo sentir el ademán
con que Elmore se llevó la mano hacia atrás , como para
sacar un revólver. Peligro de muerte siempre hay en un pu-
gilato violento y desproporcionado, entre un hombre de más
de cincuenta años , sin ejercicios físicos y de organismo que
ha sufrido larga y grave enfermedad , de que aún adolecen
varias de las vísceras, y un hombre de treinta y seis años ,
de completa salud y en plena robustez- como consta en el
acta y el protocolo de autopsia-, que se adiestra constan-
temente en los ejercicios atléticos , según lo demuestra la
fotografía que se hace tomar en los campamentos de la
Young Men Christian Association, y que aparece reproduci-
da en el número a él consagrado por sus compañeros de El
Mercurio Peruano.
En autos corren los certificados de los médicos legistas,
conforme a los cuales se aprecia que corrí peligro de muer-
te por asfixia o estrangulación, con motivo de la presión vio-
lenta que Elmore ejerció sobre mi glándula tiroides (la man-
zana de Adán) al arastrame por el cuello en un largo tra-
yecto. También en autos corren los certificados de los médi-
cos legistas que comprueban mi enfermedad al hígado , en
el que hube de recibir un fuerte golpe que me produjo grave
cólico, y en el que hubiera seguido recibiendo más golpes
si no saco mi revólver, después de ser despojado de mi
bastón.
Enfermo de la garganta como soy, según certificado que
también corre en autos del doctor Guillermo Gastañeta
-cuya palabra tiene en este caso valor excepcional- cons-
ta al mismo médico y cirujano mis padecimientos hepáti-
408 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cos, sobre los que en autos certifica, de igual manera que


sobre mi ambiosis y mi neuro- artritismo, el doctor Guiller-
mo Angulo Puente Arnao , que me asiste hace tiempo y me
tiene recomendadas las aguas de "Jesús ", que iba a tomar,
cuando el incidente porvocado por Elmore concluyó en la
agresión de que fuí objeto con tan lamentables conse-
cuencias.
Lo curioso es, respecto a la absurda afirmación que hace
el Tribunal de que en un ataque con los puños no hay peli-
gro de muerte para el agredido, el que, pocos días después
de establecer semejante fundamento para mi sentencia con-
denatoria, los diarios todos de Lima dieron noticia de un
hecho que patentizó la falsedad cabalmente del fundamen-
to con que se me había condenado. He aquí lo que dijo
en su edición de 10 de junio de 1926, El Tiempo :
"Anteayer, al medio día , se realizó en el interior de la
Escuela Militar de Chorrillos , un trágico incidente , a con-
secuencia del cual falleció un soldado perteneciente a la Sec-
ción Veterinaria de aquel Instituto armado, por efecto de
haber recibido una feroz trompada en el vientre. "
(Reinaldo Champa Portocarrero se llamaba el agredido,
y Manuel Pita el agresor. ) Ya se sabe, según el mismo Tri-
bunal, el que recibí yo un fortísimo golpe en el vientre, del
que se hubo de aprovechar mi agresor para despojarme del
bastón.
Algo más curioso todavía : en El Comercio de la maña-
na del 21 de agosto ( 1926) , se da la noticia siguiente:
"En la tarde, ayer, a las tres, se continuó viendo, en el
Segundo Tribunal Correccional, el juicio criminal seguido
a Manuel Chávez por la muerte de Aurelio Galarza , que,
como se sabe, murió a consecuencia de la fuerte puñada que
el primero le diera , en el calabozo de una de las Comisarías
del vecino puerto del Callao , ocasionándole una conmoción
cerebral el feroz golpe que recibió al caer sobre el duro piso
de cemento del calabozo . "
Quiere esto decir que, a los dos meses justos de haber
declarado el Segundo Tribunal Correccional , en el funda-
mento para negar mi derecho de legítima defensa , que
"como Elmore atacó a Chocano solamente con los puños,
no hay prueba de peligro de muerte ", juzgó a un individuo
que de una puñada logró derribar a otro y le ocasionó la
muerte por conmoción eerebral. Sentencia ese mismo Se-
EL LIBRO DE MI PROCESO 409

gundo Tribunal Correccional al acusado a un año de pri-


sión, según eso , hubiese tenido como pena Elmore si logra
derribarme, golpeándome la cabeza contra el duro piso de
mármol del hall de El Comercio y me ocasiona con ello la
muerte por conmoción cerebral. ¿ Qué tal criterio jurídico
el de los miembros del Segundo Tribunal Correccional?
Para que no fuese legítima defensa la mía, habría de ser
cierto el que un ataque con los puños no puede producir ja-
más la muerte. Elmore pudo estrangularme-como estuvo
a punto de hacerlo al arrastrarme casi nueve metros opri-
miéndome la garganta- , pudo causarme la muerte si le
dejo renovar sus golpes en mi vientre comprobadamente
enfermo- como en el caso del soldado Portocarrero- ; y
pudo , por último, descalabrarme, haciéndome resbalar y gol-
pear fuertemente contra el pavimento de mármol- como en
el caso de Galarza—, juzgado por el mismo Tribunal, que
se desdice y se contradice increiblemente en el curso preciso
de sesenta días . El fundamento, pues, de mi sentencia con-
denatoria es falso , según lo declara el propio Segundo Tri-
bunal Correccional en su sentencia de 20 de agosto siguien-
te, condenando a Manuel Chávez por haberle causado la
muerte a Aurelio Galarza como consecuencia de una pu-
ñada.

Como se ha visto, no transcurridos veinte días de la sen-


tencia, los diarios de Lima publican la noticia de la muer-
te que, por un golpe de puño en el vientre, le produce Ma-
nuel Pita a Reinaldo Champa Portocarrero, cabo y solda-
do, respectivamente, en la Escuela Militar de Chorrillos .
Como también se ha visto , no transcurridos sesenta días ,
el mismo Segundo Tribunal Correccional condena a Manuel
Chávez por haber dado muerte con los puños a Aurelio Ga-
larza, en una de las Comisarías del Callao , derribándolo y
causándole con ello una conmoción cerebral.
He aquí otro dato ilustrativo al respecto de El Comer-
cio, del Cuzco, fecha 23 de diciembre ( 1926 ) . En el cuartel.
de San Pedro, el cabo César Cuentas Carpio, dió muerte a
puñadas al soldado José Párraga Vázquez , que falleciera
"presa de agudos dolores en el estómago "-y a conse-
cuencia-según el examen médico- legal del cadáver - de
"golpes exteriores " dados con los puños.
1

410 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Así es como, en menos de seis meses, tres veces ha sido


pública y ruidosamente desmentido el principal consideran-
do en que apoyara el Segundo Tribunal Correccional la sen-
tencia con que hubo de condenarme.
Por si esto no fuera bastante, en Lima, en la noche del
28 de julio de 1927, Elíseo Román Monserrate, mata a pu-
ñadas a Paulino Huacachi, según puede leerse en los dia-
rios de la fecha, La Prensa, del 31 de julio , dice que el agre-
sor " le propinó a Huacachi un fuerte puñetazo en el híga-
do , de lo cual cayó tambaleante sobre una banca , queján-
dose de un agudo dolor en la región indicada ". Dejó de exis-
tir dos horas después, a consecuencia de un cólico hepático.
Por si esto no fuera bastante, La Industria, de Piura, co-
rrespondiente al 26 de septiembre de 1927 , relata la muerte
que a puñadas le produjo Mercedes Espinoza , mocetón de
veintiún años, a Belisario Ipanaqué, de veintiocho , con un
golpe en la región vesical, cerca del nacimiento de los ór-
ganos genitales.
Por si esto no fuera bastante, El Comercio, en sus edi-
ciones del 10 y del 12 de marzo ( 1928) , da la noticia de la
muerte que en el Callao le produjo, a puñadas, Rufino Cal-
derón a un desconocido , manifestando que se asegura el que
ello fué debido a un golpe en una de las sienes.
Me parece innecesario aumentar el número de las muer-
tes a puñadas que en el Perú han ocurrido , desde que el
Tribunal Correccional hubo de afirmar que ello no era po-
sible. Hay que anotar que ningun de los agresores citados
estaba adiestrado en ejercicios atléticos, como lo estaba mi
agresor.
Ya se ve, pues, la audacia con que el Tribunal afirma el
que no tenía yo razón de temer por mi vida, aun cuando
pudiera morir de estrangulación, de golpes en la zona abdo-
minal enferma, de conmoción cerebral al ser arrojado con-
tra un duro pavimento, de cuantas formas violentas son po-
sibles en un pugilato colérico, en el que uno de los conten-
dores está adiestrado en ejercicios atléticos , además de con-
tar con su robusta juventud y su incontrastable superiori-
dad en fuerza bruta.

No se puede usar arma contra agresión a puñadas , aun-


que no pueda rechazarla de otra manera el agredido por es-
EL LIBRO DE MI PROCESO 411

tar enfermo. Tal es la otra afirmación temeraria que hace


el Tribunal.
Yo he declarado y el Tribunal la ha reconocido en la
"cuestión de hecho ", núm. 10-que sólo apelé al revólver,
cuando después de usar de mis puños y de mi bastón, tra-
tando en vano de repeler al agresor, quedé a merced de
éste y dominado completamente por él, quien hubo de des-
cargarme un fortísimo golpe que comprometió mi hígado
enfermo, llevándose en seguida la mano hacia atrás, con el
ademán propio del que va a sacar un arma. Si arma tuvo
Elmore, en efecto, y no llegó a usarla porque no le di tiem-
po, cosa es que nunca me interesó hacer investigar, aunque
es muy significativa la importancia que le diera en su de-
claración a la " rapidez " con que saqué yo mi revólver, se-
ñalándola como razón por la que no pudo " impedírmelo",
indudablemente, sacando el suyo y poniéndomelo sobre el
pecho , puesto que el intento de sujetarme las manos para
no dejarme usar el arma , desviármela o arrebatármela, se
niega por él mismo y es posible señalar otro recurso como
fracasado únicamente gracias a mi " rapidez "...
Si no saco mi revólver, la agresión no cesa , según el Tri-
bunal lo reconoce, al afirmar que Elmore siguió “maltratán-
dome hasta que se produjo el disparo ". Las consecuencias
de la agresión sobre mi organismo debilitado , por enferme-
dad que me imponía una cura en la fuente de " Jesús", no
son difíciles de calcular, si sigo recibiendo yo golpes como
el que me produjo, pocas horas después, fuerte cólico hepá-
tico . Desde el momento en que estaba autorizado por las cir-
cunstancias a sacar mi revólver con fin intimidatorio, el dis-
paro se imponía como una necesidad , puesto que el Tribu-
nal reconoce que Elmore pudo desarmarme y, consecuente-
mente, usar el arma contra mí.
Habría, pues, que sostener que ni con fin intimidatorio
he debido yo sacar mi revólver. Por manera, pues , que he
debido, según el Tribunal, dejarme golpear más veces en el
vacío derecho o en el izquierdo o en cualquiera parte de la
zona abdominal enferma ; o dejarme arrastrar nuevamente
del cuello, con riesgo de ser estrangulado ; o dejarme desca-
labrar contra el pavimento de mármol, con la consecuente
conmoción cerebral .
Tal la opinión del Tribunal que me condenó por no ha-
ber permitido lo que dejo expresado, ya que , según el mis-
412 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mo, probado fué que de otra manera no lo podía evitar,


pues quedé "dominado en la lucha por mi contendor".
Para tan sabios jurisconsultos como son, sin duda, los
miembros del Segundo Tribunal Correccional, ha de ser fa-
miliar la lectura de von Liszt. Este autor tiene el desacierto
de opinar precisamente lo contrario. Y para que el público
no atribuya a parcialidad la cita respectiva, puede acudir
a la página 308 del recientemente publicado Comentario al
nuevo Código penal, por el doctor Angel Gustavo Cornejo,
vocal de la Corte Suprema de Lima, en donde encontrará
las siguientes palabras :
"Liszt sostiene que si la agresión no puede ser repelida
de otro modo , el bien jurídico más insignificante puede ser
protegido por la muerte del agresor. La posibilidad de sus-
tituir por otro el acto de la defensa, no es exigible, según
este insigne criminalista."

Quienquiera puede preferir la opinión del Tribunal , des-


pués de conocer la de von Liszt . A mí nada me puede im-
portar que la de aquél me condene, puesto que la de éste
me absuelve .

II

SOBRE LA AUSENCIA DE LA PRUEBA INTENCIONAL

Para ser punible un acto se requiere el que sea intencio-


nalmente realizado . (Art . 81 del Código penal. ) El Tribu-
nal que me condena por el delito de homicidio consumado,
prescinde de plantear la cuestión de hecho fundamental a
este respecto, a pesar de haberla propuesto mi abogado de-
fensor.
Antes de afirmar que " está probado " el que soy " autor
del delito de homicidio consumado " , era indispensable ab-
solver esta cuestión de hecho, que mi abogado defensor pro-
puso y que el Tribunal no quiso consignar:
EL LIBRO DE MI PROCESO 413

-¿Está probado que José Santos Chocano tuvo la in-


tención de matar a Edwin Elmore?
Si no estaba probada esa intención , claro era que no po-
día estar probado el que yo fuese "autor del delito de homi-
cidio ", según el art. 81 del Código penal.
El Segundo Tribunal Correccional omitió esa fundamen-
tal cuestión de hecho, porque hubiese tenido que respon-
derla negativamente ; y ya, así, no podía condenarme como
estaba resuelto a hacerlo. Si mi intención no hubiese sido
sólo repeler la agresión, que me fué imposible repeler de
otra manera, " dominado en la lucha por mi agresor " ( según
el propio Tribunal ) , y mi intención hubiera sido la de ma-
tar a Elmore, no se explica la dirección del disparo, ni que
éste fuera a distancia-según el Tribunal-, ni que no lo hi-
ciese a la cabeza o al pecho de Elmore , pudiendo hacerlo en
la lucha cuerpo a cuerpo , ni el haber hecho sólo uno, dejan-
do al herido marchar por sus pies la calle, sin asegurar
mi supuesta intención con algún otro disparo.
Si el disparo fué hecho a Elmore cuerpo a cuerpo, ¿ por
qué no le quise herir en el pecho o en la cabeza ? Si , el dis-
paro no fué hecho cuerpo a cuerpo, ¿ qué me impidió avan-
zar hacia él que huía, para asegurar mi intención de matar-
lo? El dilema es concluyente : si disparé cuerpo a cuerpo,
según fué el mismo disparo, no quise matar a Elmore , pu-
diendo hacerlo ; si disparé a distancia, menos intención de
matarlo tuve, puesto que nadie ni nada me impedía avan-
zar hasta herirlo siempre a quemarropa .
Algo más todavía. Puesto que le vi marcharse por sus
pies, no se explica el que no le hubiese hecho otro disparo,
para asegurar la intención de matarlo que se me quiere su-
poner.
Según se ve, pues lo que sí está probado es que no tuve,
en ningún caso, más intención-dando por voluntario el dis-
paro único que se produjo que sólo el de repeler al agre-
sor e impedir ser desarmado por él, del revólver, para usar-
lo contra mí, como lo acababa de hacer con mi bastón.
El Tribunal afirma que " está probado" el que cometí
homicidio ; pero no puede afirmar, sin embargo, el que tuve
intención de cometerlo.
El art. 81 del Código penal ha sido , pues, violado por el
Tribunal para poder aplicarme una sentencia absurda.
414 JOSÉ SANTOS CHOCANO

III

SOBRE LA NULIDAD DE LA PRUEBA PERICIAL

La prueba pericial ha tenido como objeto el tratar de


demostrar que el disparo no se produjo en plena riña
cuerpo a cuerpo como afirma mi versión-, ni en el ins-
tante mismo de retroceder Elmore-como afirma la versión
de éste , sino a más de tres metros- como afirma la ver-
sión de Antonio Miró Quesada , en acuerdo con la de su
primo Tomás Miró Quesada , y casi en acuerdo con la de
su empleado Lamberto Cobos y Tebes, que después de va-
rios días del suceso han dicho ser los únicos testigos pre-
senciales del disparo.
Aunque el carácter defensivo de éste no cambia por tres
metros o por tres segundos más o menos, según el ilustrado
criterio del doctor Mariano H. Cornejo, autor del Código
de procedimientos conforme al que ha debido juzgárseme,
y una de las más altas figuras de la ciencia jurídica , no sólo
en el Perú, sino en América , el juez instructor y el Tribunal
tuvieron interés especial en hacer aparecer como verosímil
la versión de Antonio Miró Quesada, para servir los presti-
gios e intereses políticos del falso delator y obtener base,
aunque deleznable, que sirviera a una sentencia condena-
toria.
Ya se sabe que la prueba pericial fué encomendada , no
a los médicos legistas-como manda la ley-, sino al doctor
Leónidas Avendaño y a su ayudante, habiéndose reemplaza-
do a éste, por excusa suya, con el Dr. Luis Vargas Prada.
Ya se sabe que además de que ninguno de los tres reunían
ios dos requisitos de Ley, conforme puede apreciarse en el
capítulo Un peritaje convencional, de la primera parte de
este libro y en el anexo a la defensa núm. 9, Peritos ilega-
les , el Dr. Avendaño y su ayudante son enemigos profesio-
nales y personales del principal autor del acta y del pro-
tocolo de autopsia , Dr. Américo Accinelli , y pertenecen,
EL LIBRO DE MI PROCESO 415

como también el Dr. Vargas Prada, al grupo político de que


es órgano conocido El Comercio, de Lima.
Ya se sabe, finalmente , que los tres médicos aludidos fue-
ron por mí recusados , antes de que emitieran opinión algu-
na, sin que les invalidara ni les impidiera por decoro al pri-
mero y al último el segundo se excusó emitir siempre su
opinión desfavorable , naturalmente , para mí.
La referida opinión desfavorable para mí se apoya en
dos bases, que aparecen en los "Considerandos " de la sen-
tencia del Tribunal : la dirección intrabdominal del pro-
yectil no es, según los doctores Avendaño y su suplente en
el juicio oral , Dr. Vargas Prada, la que han dicho y sostie-
nen los autores de la autopsia ; y un experimento hecho ante
el juez recusado, sin estar yo ni mi defensor presente, que,
a 75 centímetros de distancia, un disparo de revólver " Colt",
calibre 32, cargado con cápsulas U. M. C. S. & . W. L. , ha
debido producir, traspasando las ropas, incrustaciones de
granos de pólvora alrededor de la perforación.
Los "Considerandos " de la sentencia se apoyan sola-
mente en una y otra opinión pericial, si bien llegan a exhi-
birlas, como va a verse, en forma rayana en lo grotesco.
Para sostener que la dirección intrabdominal del pro-
yectil ha sido distinta de la que dicen los médicos que hi-
cieron la autopsia, el Tribunal conviene en que un proyec-
til moderno- no siquiera bala esférica de arma antigua—
se ha desviado, probablemente, chocando en una aponeuro-
sis abdominal... Y después de no poder perforarla, perdidas
las fuerzas, se ha ido, sin embargo, a incrustar por comple-
to en un hueso de la cadera, con lo que éste resulta, así, me-
nos resistente que una membrana muscular.
Cuando el Dr. Vargas Prada-el perito ilegal, recusado
por mí, sustituto del Dr. Avendaño en el juicio oral- fué
interrogado al respecto por mi abogado defensor-que no
podía explicarse, como nadie podrá explicárselo tampoco,
el que un hueso de la cadera presentara menos resistencia
que una aponeurosis o que una asa intestinal- hubo de ma-
nifestar, con alguna irritación y no poca ironía, el que sólo
a un niño se le podía ocurrir hacer tan innecesaria pregun-
ta; y es, sin embargo, con apoyo de semejante despropósi-
to según puede leerse en los " Considerandos " -el que sos-
tiene el Tribunal que la dirección intrabdominal del proyec-
til no ha sido la indicada por los médicos legistas que hi-
416 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cieron la autopsia . "Considerando " fundamental para des-


autorizar la opinión del Prof. Farfán, acorde en todo con
la opinión de los autores de la autopsia, sostiene en la sen-
tencia el que la Medicina legal- a pesar de lo preceptus-
do por Lacassagne y demás autores-puede prescindir de la
Balística exterior, para apreciar o determinar la dirección
y la distancia de un disparo...
Así se explica que el Tribunal, capaz de asentar seme-
jantes herejías científicas, no haya querido ordenar la exhu-
mación del cadáver y haya impuesto sus conjeturas a pesar
de la observación y de la experiencia, representadas por los
autores de la autopsia, contra quienes no cabía oponer sino
solamente la referida exhumación del cadáver, que en todo
caso de duda, resultaba indispensable.
Igual cosa ha ocurrido en cuanto al experimento que el
juez recusado aseguraba que se había practicado sin mi
concurrencia, ni la de mi abogado defensor-. En tanto que
el Prof. Farfán negaba la posibilidad de lo que aparecía
como resultado de tal experimento y en tanto que el arme-
ro diplomado del Cuerpo de Seguridad , Rivera y Rojas, ma-
nifestaba que los experimentos hechos por él al respecto
habían dado resultado contrario, el Tribunal- fundándose
en que la Balística no le es necesaria a los médicos para la
apreciación debida de los efectos de disparos hechos con ar-
mas de fuego- se negó a repetir dicho experimento y afir-
mó además repetidas veces, en los "Considerandos " de su
sentencia, que las ropas debían presentar "quemaduras ",
con no decir tamaño disparate ni el mismo informe del peri-
to convencional.
El Tribunal y el perito pueden ser desmentidos por todo
aquél que con un revólver " Colt ", calibre 32, cargado con
cartuchos U. M. C. S. & . W. L., pruebe a disparar en la di-
rección oblicua, a 72 6 75 centímetros de distancia, contra
un maniquí vestido con ropas de casimir, al través de las
cuales podrá patentizar que ni pasan ni se incrustan los
granos de pólvora no quemados, ni menos alcanzan los efec-
tos de la deflagración , que concluye a 15 centímetros de la
boca del arma. Pueden revisarse el capítulo Lección de Ba-
lística, de la primera parte de este libro y el anexo a la de-
fensa , núm. 14, Opinión de un armero diplomado.
La prueba pericial es, pues, no sólo nula, sino contra-
producente, porque aparece de todo punto gravemente sos-
EL LIBRO DE MI PROCESO 417

pechosa, al no haber querido el Tribunal ordenar la exhu-


mación del cadáver, ni la repetición del experimento balís-
tico, aunque tanto la dirección intrabdominal del proyectil
como el resultado del disparo a 75 centímetros , habían sido
puestos en duda, que sólo podían esclarecer en un caso la
observación y en el otro la experiencia, desde que en el in-
forme respectivo , según pudo demostrarlo mi abogado de-
fensor, todos los textos de autoridades científicas que se ci-
taban habían sido maliciosamente truncados y falseados.
Opuesto el Tribunal a la exhumación del cadáver y a la re-
petición del experimento balístico-pasando por alto las ci-
tas truncas y falsas del informe-, la prueba pericial- ade-
más de aparecer gravemente sospechosa- adolece, pues, de
insalvable nulidad .

IV

SOBRE LA FALSEDAD DE LA PRUEBA TESTIMONIAL

No quiero ya referirme al valor legal que puede tener


la declaración contra mí sobre el suceso, prestado por un
testigo propuesto por mí mismo al juez en descargo de in-
cidente posterior sin importancia.
Lo que establece la sentencia sobre la preventiva toma-
da a Elmore invalida por completo toda prueba testimonial,
en que, sin embargo, se apoya a la vez que en dicha pre-
ventiva .
Dice la sentencia de la preventiva de Elmore : "Tiene
valor esencialísimo, porque fué presentada bajo juramento
en circunstancias solemnísimas , cuando el herido , después
de recibir los auxilios espirituales , se disponía a comparecer
ante Dios a dar cuenta de sus actos ."
Cumplo con defender otra vez la memoria de Edwin El-
more , contra la blasfema actitud que se le supone , acusan-
do ante Dios y además falsamente -según lo afirma luego
el propio Tribunal , como va a verse-a quien no había he-
27
418 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cho sino responder a provocaciones e insultos y defenderse


de una agresión gradualmente y a la medida de sus fuer-
zas. La declaración de Elmore fué prestada cuando ya ope-
rado-sin saber que la operación había sido mal hecha -se
creyó él a salvo . Cuando luego sí se dispuso "a comparecer
ante Dios " , Elmore recomendó, por el contrario, prescindir
de sus acusaciones y aun ordenó, definitivamente : "Que
aquí termine todo. " Dios y él saben muy bien que no soy
yo quien lo ha desatentado, sino que me he visto obligado a
defenderme y siempre en la misma forma en que se me ha
atacado . Elmore no ha blasfemado , pues, como supone la
sentencia.
El Tribunal, en efecto , se cuida de no decir que Elmore
en su preventiva afirma textualmente lo que sigue :
"Chocano, al verse agredido, en lugar de repeler el ata-
que en la misma forma, es decir, a puñadas, sacó del bol-
sillo del pantalón un revólver..."
Esto quiere decir que no es verdad cuanto han declarado
los testigos sobre el pugilato o no es verdad lo que asegura
Elmore con su firma.
El Tribunal coloca la preventiva de Elmore sobre toda
otra declaración, como si fuera prestada ante Dios ; y, sin
embargo, de que ella terminantemente afirma de que yo no
me defendí “ a puñadas ", el mismo Tribunal se pregunta y
se contesta como sigue en la décima " cuestión de hecho":
-¿Está probado que Chocano trató de repeler el ataque
con su bastón y con sus puños , etc. ?
-¡Sí lo está !
El Tribunal que coloca , en los "Considerandos" de su
sentencia, la preventiva de Elmore sobre toda declaración,
la desmiente en las " cuestiones de hecho ". Trátase, como
se ve, de una sentencia que se contradice en todas sus partes.
Lo curioso es que, según la décima " cuestión de hecho",
los testigos le prueban al Tribunal el que yo traté de repe-
ler el ataque con mis puños y que según la preventiva de
Elmore yo no lo repelí a puñadas. El Tribunal , sin embar-
go, declara audazmente, que la preventiva del herido está
"corroborada con las pruebas testimoniales "...
Una vez el Tribunal dice que el disparo "no fué hecho
cuerpo a cuerpo en los momentos de la lucha ", y otra ves
dice que se produjo " en plena riña". Una vez dice que el dis-
paro fué hecho, según los testigos Miró Quesada y su em-
EL LIBRO DE MI PROCESO 419

pleado Cobos, "como a tres metros de distancia" y otra vez


dice que se produjo " en el mismo instante en que Elmore
retrocedía"; si el disparo alcanzó a éste a uno, dos o tres
metros de distancia, claro está que el retroceso fué más rá-
pido que el proyectil ... Por último, el Tribunal afirma tex-
tualmente lo que me voy a dar el gusto de transcribir en
seguida : "Elmore... continuó maltratándolo hasta el mo-
mento en que Chocano sacó del bolsillo su revólver y se pro-
dujo el disparo. " Esta es la rigurosa verdad. Por manera
que Elmore no retrocedió, ni se me rindió, ni me pidió per-
dón como un cobarde, sino que continuó maltratándome has-
ta que el disparo se produjo : el disparo se produjo, pues,
antes de que Elmore retrocediese, según se ve que el propio
Tribunal lo afirma.
Nada tengo que agregar después de tanta contradicción,
en que el Tribunal aparece en su sentencia y que demues-
tra, punto por punto, la falsedad de toda la prueba testi-
monial.

Tales son los fundamentos en virtud de los que se me ha


condenado .
El Tribunal de la opinión pública puede ya ahora juz-
gar a mis jueces.
Yo confío en la Historia.

EL EFECTO PUBLICO DE LA SENTENCIA

(De La Crónica del 25 de junio de 1926.)

Se interpone recurso de nulidad

Terminada la lectura de la sentencia, el presidente pre-


guntó al poeta si tenía que interponer recurso de nuiidad
por la sentencia que acababa de escuchar.
420 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Contestó Chocano : " Mi abogado tiene la palabra, señor


presidente."
Preguntado el Dr. Dulanto por el presidente, dijo que
sí tenía que interponer el recurso de nulidad , con lo que ter-
minó el acto judicial.

El gran silencio de la tarde

Las últimas palabras cayeron sobre toda la concurren-


cia como caen las grandes noticias de sensación . Nadie, al
leerse la última palabra de la sentencia, atrevióse a mover-
se, quedando todos, durante casi un minuto, sumidos en un
profundo silencio, que fué roto por el sonido de la campani-
lla que anunciaba el fin de la audiencia.
Recién con el movimiento que hacía la gente para dejar
sus asientos vino el bullicio, y luego, manifestaciones mu-
das, en un principio, estallando a los pocos momentos un
gran aplauso, que duró más de cinco minutos , siendo con-
testado por el poeta el aplauso en forma emocionante.
Luego salió el poeta de la sala, escuchando un nuevo
aplauso, más grande, cuando apareció en los corredores,
donde ya una gran cantidad de gente lo esperaba , lo mis
mo que a la salida del Palacio de Justicia, donde los aplau-
sos se redoblaron .

En manifestación hacia el Hospital Militar

Con dificultad pudo el poeta llegar hasta el automóvil


que había de conducirlo a su prisión del Hospital Militar.
Ya en el vehículo, escuchó un nuevo aplauso y vivas repe-
tidos al " cantor de las Américas " y "al poeta libre ", "al
poeta patriota", etc.
Desde este momento, y al ponerse en marcha el auto-
móvil, se organizó la manifestación , que arrancó desde el
Palacio de Justicia , hasta el Hospital Militar, ocupando va-
rias calles.
Ya en el Hospital, la muchedumbre, ahora con más in-
sistencia que en días pasados , pidió la presencia del poeta
en los balcones, a lo que accedió Chocano, apareciendo al
público y pronunciando breves frases de optimismo y elo-
cuentes elogios a la Patria, a la que había servido en todo
momento y en todas partes.
EL LIBRO DE MI PROCESO 421

Las palabras del poeta fueron coreadas por repetidos


aplausos de la muchedumbre , que quedó estacionada du-
rante más de una hora , frente al Hospital , sin csar los aplau-
sos y los estruendosos vivas.

Por las calles

Al mismo tiempo, grupos de manifestantes se repartie-


ron por algunas calles, recorriéndolas y prolongando así la
manifestación iniciada en las puertas del Palacio de Justi-
cia . Estas manifestaciones parciales duraron hasta cerca
de la noche, tomando parte en ellas más de diez mil per-
sonas.

RESONANCIAS DE LA DEFENSA

CINCO OPINIONES TRASCENDENTALES

La opinión del más grande orador forense de México y


del alumnado de Derecho de esa capital , es la que se con-
tiene en el siguiente párrafo :
"Algunos amigos míos de esa ciudad me remitieron opor-
tunamente El Comercio, en que apareció la versión taqui-
gráfica (aunque incompleta ) del proceso de usted . Aparté
el discurso del Dr. Dulanto, que leí con verdadera fruición
y con creciente admiración , tanto que inmediatamente se
lo envié al Licdo. D. José María Lozano, que, como sabe
usted, está considerado nuestro primer tribuno. Después de
leerlo, el gran crador y gran abogado me expresó que esa
pieza era una honra para la América latina, que era el dis-
curso de un verdadero y completo letrado y algo formida-
blemente hermoso, desde el punto de vista jurídico, litera-
rio e histórico. Puede usted transmitirle al doctor este cáli-
do elogio . Después, cuando recibí el ejemplar que me envió
usted , lo facilité los alumnos de la Escuela Libre de Dere-
cho; y mi ejemplar ha andado de mano en mano , produ-
422 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ciendo verdadera admiración entre nuestros futuros aboga-


dos de ese establecimiento . Suplicándole me envíe nuevos
ejemplares del discurso, soy como siempre, etc."

JOSÉ DE J. NÚÑEZ Y DOMINGUEZ

He aquí la opinión del gran pensador paraguayo , minis-


tro actual de su patria en España, y estimado como un ver-
dadero director de la joven intelectualidad de ese glorioso
país, D. Juan O'Leary :
"He recibido y he leído los diarios que me mandó, y en
ellos he seguido todo el curso del juicio de Chocano . Su de-
fensa hace honor al foro del Perú. En cuanto a la condena
del poeta, más que indignación , produce pena la actitud de
sus jueces. Hay que perdonarles, porque, en realidad, no
saben lo que hacen. No es posible tontería mayor. Pobres
hombres : (Aquí una frase despectiva . )
"Horacio Maldonado , que acaba de llegar, me da la no-
ticia de que cree que, en segunda instancia, el poeta ha sido
absuelto . Yo quiero creer que sea verdad , porque confío en
el buen sentido de la superior justicia del Perú. "

JUAN O'LEARY

Léase lo que dice la autoridad indiscutible del Dr. Ma-


riano H. Cornejo . No hay que olvidar que además de tener
la máxima importancia intelectual que tiene, es el autor pre-
cisamente del Código de procedimientos en Materia crimi-
nal, en el Perú .
"Acabo de leer la magnífica, estupenda defensa de Cho-
cano. Es una obra completa, que revela en su ator una enor-
me cultura, un gran sentido jurídico y una elocuencia so-
bria, concentrada y nerviosa del mejor efecto. Ya ve usted,
mi querido amigo , la falta que hace el Jurado. "

MARIANO H. CORNEJO
EL LIBRO DE MI PROCESO 423

Por medio del Sr. Dr. Pedro A. Dulanto , catedrático de


la Universidad de Lima , envió a mi abogado defensor las
expresiones de su admiración más entusiasta y de su per-
fecto acuerdo con todas las razones alegadas, el gran juris-
ta Dr. D. Gonzalo S. Córdoba , ex presidente de la Repúbli-
ca del Ecuador . Escribióle luego este insigne abogado carta
de justo elogio al Dr. Ricardo E. Dulanto , que por modes-
tia no me ha dejado publicar . Hago constar históricamente
la alta opinión de tan ilustre jurisconsulto ecuatoriano .
Relćase la transcripción que aparece en el capítulo titu-
lado Realidad política , de la primera parte de este libro ; y
se apreciará el perfecto acuerdo entre la defensa del doctor
R. E. Dulanto y la valiosísima opinión del ilustre licenciado
don Antonio Ramos Pedrueza , que tiene para este caso, es-
pecialmente , la alta significación de ser el catedrático de
Derecho penal de la Universidad de México .

EL ULTIMO DIFAMADOR

(LUIS JIMENEZ DE ASUA)

Preso en Guatemala , a raíz de la revolución que, con


apoyo del Gobierno de Washington, derribó del Poder al
licenciado don Manuel Estrada Cabrera-el único presi-
dente intelectual que ha habido en dicha República -tuve
oportunidad de leer en uno de los más importantes diarios
de San Salvador , capital separada del teatro de los aconte-
cimientos sólo por pocas horas de correo, la noticia resal-
tantemente expresada en grandes letras, y en la primera
página, de haberme entretenido yo en reventarles los ojos
y en arrancarles la lengua a los cadáveres de los enemigos
que caían en mis manos ... Meses después , en San José de
Costa Rica-capital nada distante tampoco, como que for-
ma parte del itsmo centroamericano-un amigo mío, el doc-
tor don Francisco Segreda , me informó de que el canciller
entonces de Guatemala había hecho saber a visitantes cos-
tarricenses el que, por consejo de brujos de las sierras, el
424 JOSÉ SANTOS CHOCANO

presidente Estrada Cabrera y yo para conjurar todo pe-


ligro habíamos bebido sendos vasos de la sangre humean-
te de niños , que, recién nacidos, eran mandados degollar a
nuestra presencia ... Tales antecedentes abonan la orgullo-
sa piedad con que tengo que acoger siempre la infatigable y,
por lo mismo, sospechosa difamación que se hace de mi
nombre.

Antes del juicio oral y siendo prohibida toda publica-


ción de los autos del proceso durante la instrucción, fácil
fué a la difamación desfigurar lo sucedido y hacerme apa-
recer matando , hasta con varios tiros de revólver, al inge-
niero Edwin Elmore, sin que me hubiese agredido antes, y
sin más motivo que un artículo injurioso . Aunque se difun-
dió también, corrigiéndola y aumentándola, la versión del
falso delator en que se me hace aparecer disparándole, a
Elmore, cuando éste a distancia me imploraba perdón con
ambas manos en alto y casi de rodillas , la difamación más
corriente fué la que me hacía disparar sin ser agredido y
sólo a mérito de las injurias de un artículo.
Suprimir la agresión con que se me quiso hacer víctima
de un alarde incalificable de fuerza bruta y exhibirme como
un impulsivo que, revólver en mano, no permito el que se
discuta por nadie ni su ideología ni su persona, es la mejor
justificación de mi verdadera actitud, puesto que tiene que
cambiársele de modo tan grosero para poder censurarla.
Dice más de cuanto pudiera decir yo la significativa cir-
cunstancia de que, según luego podrá verse, el propagan-
dista Luis Jiménez de Asúa, que ha sido mi último difa-
mador se ve obligado- también como los que le antecedie-
ron- a pasar por alto, con mal intencionado propósito , en
la que él llama Crítica científica, la agresión brutal de que
quiso hacerme víctima el Ing. Edwin Elmore, golpeándome
y arrastrándome, valido de sus puños adiestrados en los
ejercicios atléticos de la "Young Men Christian Associaton ".
Hay que considerar que el mismo difamador asegura ,
en su primer artículo, haberse enterado en Lima de la " ins-
trucción " que se me seguía-lo que , como se sabe, está pro-
hibido por la Ley-; y como su propósito se endereza en:
el sentido de apreciar la sentencia del Tribunal Correccio-
nal que me juzgó, natural es suponerle bien informado al
EL LIBRO DE MI PROCESO 425

respecto y, por lo mismo, conscientemente dedicado, como


va a verse, a quitar importancia en el criterio público a
todo lo relativo a la agresión brutal de Elmore, provocado-
ra de la legítima defensa en que se produjo el disparo . Quien
maliciosamente y cometiendo a la vez el delito de difamación
así procede, a conciencia de que está cometiendo omisión
calumnia, no merece más castigo que el ser exhibido por sus
propias palabras ante la opinión serena de la posteridad.

Me abstengo de preguntar a los catedráticos de Derecho


penal de todas las Universidades del mundo , si hay alguno,
entre ellos capaz de inmiscuirse en un juicio pendiente, sin
llamamiento autorizado para ello ; y si de hacerlo , hiciéralo
en sentido agravante a la situación del procesado , con sen-
tencia condenatoria, contra la que sabe que a la sazón está
interpuesta, ante el Tribunal Supremo, recurso de nulidad .
Hay que considerar que el fiscal acusador se ha dado
por conforme con la sentencia condenatoria del Tribunal
Correccional y que la parte civil también se ha dado por
conforme con dicha sentencia : es el procesado quien ha in-
terpuesto el recurso de nulidad, contra la sentencia injusta.
En tales circunstancias, con interés que la hidalguía espa-
ñola es la llamada a calificar, el catedrático de Derecho pe-
nal en la Sección preparatoria de la Universidad de Ma-
drid, Luis Jiménez de Asúa , por espíritu de " camaradería",
según confiesa, se decide a informar al público de España,
un año después del suceso, de la forma en que asegura que
éste se realizó, dándose por inconforme y reclamando peor
calificación y mayor castigo que los de la sentencia pen-
diente de confirmación, agravación a nulidad . La actitud
de mi último difamador, atendiéndose a lo que él mismo
dice, es de divulgación contraria a mí, no por interés cientí-
fico , sino por espíritu sectario de " camaradería ", que en
América se dice más expresivamente compadrería.
No por otra consideración que la que me merecen los
catedráticos de Derecho penal en las Universidades de Es-
paña, que yo considero incapaces de semejante actitud y
de todo reclamismo bullicioso cuando no comercial, voy a
transcribir y comentar lo que Luis Jiménez de Asúa califica
de Crítica científica, después de la relación de hechos mali-
426 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ciosamente tergiversados, según puede constatarse con los


que dió por probados el propio Tribunal que me juzgó.

He aquí el artículo " científico " de Jimenez de Asúa y


mis comentarios :
"Edwin Elmore, terciando en la polémica entablada en-
tre José Vasconcelos y Santos Chocano, escribió un artícu-
lo que no quiso imprimir el diario La Crónica-solidari-
zándose con los conceptos ideológicos del primero.
La Crónica aparece negándose a publicar un artículo
en que Elmore " se solidariza con los conceptos ideológicos "
de Vasconcelos , siendo así que ha publicado el artículo de
éste, en el que aparecen insultos personales contra mí. Al
expresar su solidaridad con Vasconcelos no cuida Elmore
de descartar los insultos, sino , por el contrario, me agravia
por su parte, y retadoramente expresa : "Entiéndase como
se quiera esta solidaridad. " Es ridículo suponer que La
Crónica negara la publicación tratándose de una solidari-
dad sólo de conceptos ideológicos.

"Chocano ha dicho que ese trabajo contenía "soeces in-


sultos"; pero el que lo lea sin apasionamiento podrá con-
vencerse de que no hay posible injuria en unos alegatos de
orden "doctrinal ", como califica Elmore el tema de que se
dispone a desenvolver en los párrafos siguientes, y cuantas
veces adjetiva, incluso con dureza, la conducta de Choca-
no, se refiere a pensamientos , actos o doctrinas por él ex-
puestas en su actuación pública. Un poeta ilustre y un po-
lítico que pretende marcar rumbos a su país, no debe aspi-
rar, si está sano de mente, a situarse a extramuros de la
crítica. Elmore cumplía una función social indispensable:
la de polemizar sobre ideas que habían silo públicamente
expuestas. "
Ni soy un político, ni pretendo marcar rumbos a mi país,
ni ejerzo siquiera de propagandista ni divulgador de ideas
o conocimientos ajenos. Un artículo injurioso de Vasconce-
los , pocos meses después de hacerme el ofrecimiento de una
estatua , motiva una réplica mía. Con tal motivo, defienden
EL LIBRO DE MI PROCESO 427

en La Crónica al ex ministro mexicano algunos jóvenes uni-


versitarios sin importancia. La discusión que sobreviene no
da motivo a ningún disgusto personal, hasta que, después de
transcurridas algunas semanas en tal discusión, trata de
mezclarse en ella el Ing. Edwin Elmore Letts, que aparece
solidarizándose "entiéndase como se quiera esta solidari-
dad" , así con los insultos de Vasconcelos como con el
"derrotismo ", que es la doctrina propagada por el tal entre
la juventud del Perú, según el " Manifiesto " que dirigió a
los universitarios de Trujillo.

"Como realmente este ensayo nada injurioso contenía,


Chocano ha dicho en el proceso criminal , que las frases le-
sivas fueron proferidas en una conferencia transmitida por
radio y que se tituló El nuevo iberoamericanismo, en la que
todavía es más suave la forma y más característicamente
doctrinal su fondo . "
Jiménez de Asúa miente. Miente él cuando afirma que
yo he atribuído las " frases lesivas " de importancia a la con-
ferencia por radio. Miente él cuando afirma que soy yo
quien ha calificado falsamente de " injurioso " el artículo re-
chazado por La Crónica. La conferencia por radio fué el
27 de octubre ( 1925) . Reproduzco la " cuestión de hecho ",
número 3, con su respectivo comentario, a fin de que resal-
ten las dos falsedades de Jiménez de Asúa.
"3.-¿Está probado que al siguiente día (de la conferen-
cia por radio) el propio Elmore envió a La Crónica, para
su publicación, un artículo contra el mismo poeta, titulado
Vasconcelos frente a Chocano y Lugones, el que no llegó a
publicarse, por injurioso e inconveniente ? Sí lo está. ” Que-
da, pues, establecido el hecho de que no respondí a las pro-
vocaciones y ofensas por radio ; y de que el Ing. Edwin El-
more reincidió en un artículo que contenía " injurias" per-
sonales a juicio de La Crónica y del propio Tribunal .
Jiménez Asúa, pues, ha mentido dos veces.

"Pero Chocano, megalómano superlativo, hinchado de va-


nidades, reputó insulto lo que no era más que crítica , y con
428 JOSÉ SANTOS CHOCANO .

ademán " estúpidamente villano " injurió a Elmore por telé-


fono, diciéndole que era hijo del ... "
La Crónica, antes que yo , y después que yo , el Tribunal,
han reputado " injuria " lo que no era, pues, más que crítica.
susceptibilidad tiene quien aparece así dispuesto a conside-
Dura susceptibilidad tiene quien aparece así dispuesto a
considerar tan benévolamente los insultos que se le dirijan y
que ya se ve por qué prodiga con la tranquilidad con que él se-
guramente los recibe . Así , pues, la calificación de " estúpida-
mente villano " con que Jiménez de Asúa me regala, no pue-
de tener para mí más significación que la que él le diers
al recibirla como calificación justa de su proceder en este
caso. No es insulto ; probablemente es "crítica científica "...

"No sólo era " vil" con Edwin sino " canallesco " con el
padre, cuya conducta en la guerra del Pacífico ha quedado
enaltecida y sin mácula "alguna".
"Vil" y "canallesco " no son tampoco insultos , sino nadal
más que " crítica científica ". Nada de canallesco ni de vil
tiene el usar tales adjetivos respecto a un hombre que está
lejos. El "derrotismo " propagado por Vasconcelos en el
Perú dió motivo a una referencia sobre la que no quiero
volver por los motivos expresados en el capítulo Responsa-
bilidad histórica, de la primera parte de este libro. Sólo he
de repetir que se trata de cargo histórico , y no por injuria
mía, según puede leerse en la Revista del Círculo Militar
del Perú, noviembre de 1923, y según puede investigarse en
la Sociedad de Sobrevivientes de Arica, cuya actitud solida-
ria conmigo es la mejor justificación de todas mis palabras
y de todos mis actos.

" Chocano no dió tiempo a que Elmore le respondiese y


colgó el auricular ; pero se hallaba tan irritado, que ni aún
el insulto desfogó su furia. Entonces escribió una carta que
se lee con sonrojo , ya que inhabilita a Chocano incluso como
escritor. En ella no hay ingenio alguno y se halla horra de
buen gusto . "
Jiménez de Asúa miente otra vez . Miente él cuando afir-
EL LIBRO DE MI PROCESO 429

ma que Elmore no me dijo nada por teléfono . La carta mía,


que transcribe enseguida fragmentariamente para tergiver-
sar su sentido , sigue exigiendo de Elmore una satisfacción ;
lo que resultaría inexplicable si en al conversación telefónica
que precedió a la carta hubiese quedado él como el ofendido
y hubiese quedado yo como el ofensor. Mientras que Elmo-
re, después de nuestra conversación telefónica , se concretaba
en la carta que quiso publicar a amenazarme con una injuria
de hecho si yo volvía a dirigirme a él en cualquier forma , yo,
en mi carta, en que se contenía virtualmente la conversación
telefónica en referencia , le amenazaba con la publicación y
la misma injuria de hecho , en el caso de que no se apre-
surara a escribirme dándome plena satisfacción . La car-
ta de él y la mía determinan con claridad , por lo que exigen
respectivamente de mí y de él quien, al concluir la conver-
sación telefónica era el verdadero ofendido en espera in-
mediata de una satisfacción . Si llamé por teléfono a Elmo-
re sólo para insultarle y no para pedirle una satisfacción , y
si todo insulto mío no fué consecuencia de uno suyo , es inex-
plicable que insista yo en la satisfacción que le pido des-
pués en carta,. amenazándole con publicar ésta . Pueril me
parecería ocuparme en el " ingenio" y el "buen gusto ", que tal
penalista espera de carta dictada por la indignación y de-
mostrativa sólo de erecta varonía.

Jiménez de Asúa reproduce en seguida algunos fragmen-


tos de mi carta. La carta ha sido escrita a raíz de la con-
versación telefónica, y concluye expresando su finalidad con
las siguientes palabras :
"Entienda usted que si no se apresura a escribirme dán-
dome plena satisfacción, seré yo el que publique esta carta
cuya copia me reservo-, y cuando le encuentre le escu-
piré la cara , etc. "
Soy yo, pues, el ofendido que exige una satisfacción. He
aquí cómo concluye la carta de Elmore para mí :
"Si usted en cualquier forma se dirigiera a mí, en el lugar
en donde le hailare le escupiré la cara. "
Elmore, pues, reconoce que para injuriarme de hecho
necesita que vuelva yo a dirigirme a él como me había di-
rigido por teléfono. Con la misma injuria de hecho le ame-
430 JOSÉ SANTOS CHOCANO

nazo yo, en cambio, si no se apresura a darme una satis-


facción. Fácil le es a cualquiera, sin que sea un psicólogo,
comprender quién, al concluir la conversación telefónica, era
el verdadero ofendido en espera inmediata de una satis-
facción.
"Esta carta que fué enviada a las cuatro de la tarde
del 31 de octubre de 1925, y que recibió la señora de Elino-
re en el momento en que caía herido su esposo es el más
transparente documento psiquiátrico con el que Chocano
revela su megalomanía constante. El poeta no está sano de
espíritu . Cierto. Pero por eso su temibilidad es mayor y más
urgente el deber de recluirlo por tiempo indefinido. "
Después de llamarme "vil " y " canallesco " a distancia
-con el procedimiento común a todos los difamadores-se
comprende el vivo interés de este penalista en recomendar
mi reclusión por tiempo indefinido... Es natural que tema
mi "peligrosidad", puesto que la mide al través de su propia
ausencia de hidalguía . Es natural que mi " megalomanía" le
moleste, puesto que se ve obligado, ocupándose en mí, a fo-
mentarla.
Tocante a mi "peligrosidad " para ciertos políticos de mi
país, tiene que ser muy grande, ya que francamente no
apruebo yo los métodos benévolos con los merodeadores de
la cosa pública durante tantos años ; pero Jiménez de Asúa
puede estar seguro de que mi " peligrosidad" verdadera está
encerrada sólo dentro de la resolución inquebrantable que
tengo de no dejarme abofetear, golpear ni arrastrar por na-
die, ni menos descalabrar o estrangular. Algunos tenemos cl
alma vaciada en el molde del teatro español del siglo de oro;
otros la tienen, probablemente , en el de la novela picaresca...
Tocante a mi " megalomanía ", ¿ cómo quiere Jiménez de
Asúa que no la padezca, si veo que él deja su cátedra para
consagrarse, después de un año, a contarle a su manera al
público español--a quien hay que suponer interesado y pre-
ocupado al respecto-el delito que cometí en no dejarme
abofetear, golpear, arrastrar y posiblemente estrangular o
descalabrar? ¿Cómo quiere Jiménez de Asúa que no padezca
yo de " megalomanía " si él mismo hace que en los diarios
de España se anuncie la necesidad de recluirme indefinida.
mente, y ello a grandes letras? ¿Cómo quiere Jiménez de
Asúa que no padezca yo de " megalomanía " si veo que el
único disparo que ha salido de mi revólver, y ello en plan
EL LIBRO DE MI PROCESO 431

defensivo, alcanza, por la importancia que le dan los que en


mí se ocupan, más larga resonancia que el bombardeo de
París? ¿Cómo quiere Jiménez de Asúa que no padezca yo
de "megalomanía " si resulto siendo poco menos que el "ár-
bitro de la paz y de la guerra " para todos los efectivos o
supuestos "tiranos" de América, quienes, mientras que cuen-
ten con el apoyo de mi lira de poeta , parece ser que no pue-
den ser derribados por sus enemigos " literarios", los que, así,
cuanto más me insultan, más importancia me dan dentro de
la vida política de todo el continente ?... Permítaseme con-
fesar la duda que me asalta, dada mi insignificancia política,
sobre si padeceré yo del " delirio de grandezas " o si los que
tanto horror me manifiestan , insultándome , difamándome ,
tratándome de anular, no padecerán antes bien "del delirio
de persecuciones "... Todo penalista sabe que de no ser esto
cierto, resulta que menos aún puede entonces serlo lo otro,
puesto que mi " megalomanía " sólo consistiría en darme a
mí mismo la enorme importancia que los que me atacan, sin
quererlo, me dan .

"Santos Chocano se proveía al mismo tiempo de un enor-


me revólver, a pesar de su designio de ir a ver al presidente
Leguía, como parece comprobarse por la vestimenta del
chaquet que llevaba puesta. La pistola y la carta revelan
bien nítidamente las intenciones del delicado vate."
Un "enorme" revólver, calibre 32, de cañón de 4 pulga-
das, me acompañó y me acompañará siempre para repeler
agresiones que no pueda repeler con mis puños o con mi
bastón. "Delicados " suelen ser los vates con quienes lo son
con ellos ; peligrosos suelen ser con quienes pretenden abo-
fetearlos, golpearlos, arrastrarlos y hasta estrangularlos o
descalabrarlos. La ciencia penal de Jiménez de Asúa no debe
de entender de estas cosas, puesto que estoy seguro de que
en España no hay hombre digno que con un arma para su
defensa se deje abofetear , golpear, arrastrar, corriendo peli-
gro de ser estrangulado o descalabrado por quien hiciera,
así, abusivo alarde de desproporcionada superioridad en
fuerza bruta.
432 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"Edwin Elmore, afectado profundamente por el torpe in-


sulto recibido por teléfono, escribió unas frases, justamente
severas, contra quien injuriaba a distancia la memoria de
su padre, y las llevó al diario El Comercio para obtener su
publicación."
He aquí una de las frases que en dicha carta destinada
al público se me dirige, y que, dirigida por mí a Jiménez de
Asúa con motivo de su actitutd difamatoria, no debe ser
estimada por él sino como " justamente severa : " Se ha con-
ducido usted siempre como un perfecto miserable." Así hay
varias, que Jiménez de Asúa ha de encontrar llenas de "in-
genio " y de " buen gusto "... Por la carta de Elmore se puede
ver que, en todo caso, no se trataba de injuria personal, sino
de cargo histórico. Elmore, antes de ir a El Comercio, me
buscó en el ministerio de Relaciones exteriores, como consta
en autos. ¿ Sería para leerme la carta que quería publicar?
Yo, en cambio, estaba haciendo visitas sociales : la instala-
ción de la imprenta Minerva, el presidente de la República,
la Legación japonesa ... ¿ Quién alentaba malas intenciones
y premeditaba algo contra el otro ? Cualquiera puede dedu-
cirlo de lo que hacía él y de lo que hacía yo cuatro horas
después de nuestra conversación telefónica.

"Pocos instantes después llegó Chocano a la imprenta


del periódico. Elmore, ofendido en lo más sensible, agredió a
puñetazos al poeta, que iba provisto de un bastón, del que
pretendió hacer uso sin conseguirlo , porque su adversario
le desarmó, a pesar de la corpulencia de Chocano. La razón
da mucha fuerza."
Lo que da mucha fuerza bruta es el practicar con cons-
tancia ejercicios atléticos. Lo que la razón da es energía al
agredido contra el agresor, hasta lograr rechazarlo gradual-
mente y a la medida de sus fuerzas. Jiménez de Asúa reco-
noce el que fuí despojado del bastón con que intenté defen-
derme, quedando, por consiguiente, indefenso y a merced de
la excesiva fuerza bruta con que mi agresor atentó contra
mi salud quebrantada. Esto es lo serio, vale decir lo " cientí-
fico ", en una agresión contra un enfermo que queda privado
de toda defensa.
EL LIBRO DE MI PROCESO 433

"Entonces Santos Chocano sacó un revólver, a cuya vista


Elmore soltó al poeta y retrocedió con las manos en alto
hasta llegar al muro. El vate hizo puntería, y cuando la se-
gura víctima estaba a dos o tres metros , disparó. "
Mi difamador también difama a Elmore, exhibiéndolo
como un cobarde que en vez de intentar siquiera arrebatar-
me el revólver , de la misma manera que me había arreba-
tado el bastón, se echa sólo hacia atrás despavorido y pi-
diendo misericordia con las manos en alto... El muro hasta
el que llegó retrocediendo mi agresor dista tres metros y
diez centímetros del lugar en que quedé yo , sujeto por fuer-
zas misteriosas, sin perseguirlo y esperando con originali .
ma tranquilidad que se decidiera a presentar blanco, para
poderle " hacer puntería " a esa distancia, porque soy ene-
migo de los disparos demasiado seguros y no tenía la menor
gana de dar unos pasos para descargarle el revólver cómo y
dónde mejor me conviniese... Esto, que parece una broma,
se ha dicho por mi falso delator y se repite como cosa seria
por el bien intencionado penalista. Lo único cierto es que,
como éste reconoce, saqué el revólver sólo después de ser
despojado del bastón y quedar, así, indefenso y a merced
de mi agresor .

"La bala alojóse en el vientre de Edwin, que por sus


pies acercóse à la puerta, donde se desvaneció en brazos de
unos amigos que pasaban . "
Jiménez de Asúa miente otra vez. Nadie antes que él ha
hablado siquiera del desvanecimiento de Elmore . Es un de-
talle que revela el "ingenio " y el " buen gusto " con que Ji-
ménez de Asúa ha confeccionado su artículo difamatorio . A
la broma del falso delator-en que aparezco a tres metros
"haciendo puntería " para disparar mi revólver, como si al-
guien o algo me impidiese avanzar para dispararlo sobre
seguro el penalista ha creído conveniente darle el remate
teatral de un " desvanecimiento " y de un " desvanecimiento "
nada menos que " en brazos de unos amigos que pasaban "...
¿En dónde habrá recogido ese dato Jiménez de Asúa, puesto
que no figura en autos? Dedúzcase lo que se puede esperar
de la moral profesional de un penalista que no sólo falsea
los hechos, sino que además los inventa ...

28
434 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"Operado prontamente, el médico no pudo suturar todas


las perforaciones intestinales, porque el herido se sincopaba
mortalmente en la cama de operaciones. Elmore murió el 2
de noviembre a consecuencia fatal del disparo. "
Este eminente penalista, que no sabe una palabra de ci-
rugía ni de medicina, ni aún de la medicina legal-como
luego se verá―, puede ilustrarse leyendo lo siguiente:
"Tratado de patología y clínica quirúrgicas, por los doc-
tores profesor Klap, de Berlín ; profesor Kuttner, de Breslau ;
profesor Lange, de Munich ; profesor Willms, de Heidel-
berg ( las 17 mayores autoridades quirúrgicas de Alemania).
Edición de Manuel Marín, Barcelona, 1924. Tomo II , pági-
na, 389 : "Si se ha comprobado la existencia de la perfora-
ción, se practicará la operación tan pronto como se pueda, y
si es posible antes de que hayan pasado unas pocas horas
después de la perforación , sin detenerse ante la presencia
de los síntomas de shock .”
Mi compañero de la infancia, el doctor Guillermo Gasta-
ñeta , perdonará el que me obliguen a repetir este precepto,
que estoy seguro no olvidará en adelante.
El protocolo de autopsia dice que la causa inmediata de
la muerte fué la peritonitis séptica, producida por las perfo-
raciones que quedaron sin suturar, estableciendo el acta de
la misma el que las perforaciones suturadas habían ya en-
trado en el período de cicatrización .

"Para impedir que las opiniones tomaran sesgos impro-


pios, Teodoro Elmore, hermano de la víctima, editó Algu-
nos documentos relacionados con el asesinato de Edwin El-
more, en la imprenta Sanmartí, de Lima, a fines de 1925,
en cuyo folleto colecciona las cartas y artículos que ante-
cedieron al crimen."
El folleto difamatorio a que alude el íntegro penalista,
parece ser la principal, si no la única fuente en que ha be-
bido sus inspiraciones para escribir artículo tan mal inten-
cionado hasta contra la gramática. El bien conocido cate-
drático español ignora que " cuyo" es siempre posesivo y
que ha debido escribir en este caso " en el cual " y no "en
cuyo folleto ". Me exige él " ingenio" y "buen gusto " en car-
ta que es de indignación personal ; y resulta que no sabe
EL LIBRO DE MI PROCESO 435

gramática y usa el " cuyo " como los carreteros en España .


Fácil habrá de serle deducir la importancia en que, por lo
demás , he de tener sus opiniones literarias ...

"En el sumario se hallan pruebas de los intentos hechos


por Chocano para buscar la impunidad y de las compla-
cencias de las autoridades bienquistas con las intenciones
del vate."
Jiménez de Asúa miente una vez, dos veces, varias ve-
ces. Miente él cuando, con la mayor falta de circunspec-
ción, se refiere al " sumario ", siendo así que desde hace años
no hay "sumario" ya en el Código de procedimientos en
Materia criminal, del Perú , sino que se le ha sustituído y
amplificado con la "instrución ". Miente él cuando da a en-
tender que le es conocido tal " sumario "-que no existe-
siendo así que la " instrucción " se mantiene en reserva, con-
forme a Ley, hasta después de la sentencia final . Miente él
cuando afirma que en el " sumario "-en todo caso , " instruc-
ción"-hay pruebas de mis intentos para buscar la impuni-
dad, sin indicar cuáles son las pruebas , que , sin embargo ,
no han considerado ni el fiscal, ni la parte civil , ni el Tri-
bunal . Miente él cuando afirma que las " autoridades " tie-
nen "complacencias para con mis "intenciones ", según prue-
bas que hay en el " sumario "-en todo caso, " instrucción "-
con no haber considerado tales pruebas ni la acusación fis-
cal , ni la acusación civil, ni el Tribunal que me juzgó. Ji-
ménez de Asúa en este punto no sólo miente , sino que ca-
lumnia ; y no sólo me calumnia, sino que calumnia a las
autoridades. ¿ Complacencias con mis intenciones? Confor-
me a la relación antojadiza de los hechos que el mismo Ji-
ménez de Asúa da por cierta , resulta que ha debido " pre-
meditar" la agresión de Elmore que originó el disparo, ya
que sin ella y con la circunstancia de haberme despojado del
bastón-descontado el golpe en el hígado enfermo - no hu-
biese yo sacado mi revólver. Con sus propias palabras an-
teriores, se demuestra así la calumnia en que Jiménez de
Asúa habla de mis " intenciones " y de las " complacencias "
de las " autoridades " en una agresión en la que no he hecho
sino defenderme gradualmente y a la medida de mis fuer-
zas. Al no presentar pruebas que nadie ha presentado , Ji-
436 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ménez de Asúa queda exhibido por sus propias palabras


anteriores como un calumniador .

"Santos Chocano invoca la legítima defensa, en cuyo


ejercicio extrajo el arma sin más fin-según él-que intimi-
dar a su víctima ; pero Elmore se arrojó sobre el revólver
y entonces partió el tiro . Este mendaz alegato, que el poeta
quiso basar en unos informes de balística , quedaba nulo por
la ausencia del fogonazo en la ropa que el muerto llevaba
puesta."
Lo que los informes de balística demuestran, precisa-
mente, es que no tenía por qué haber fogonazo en la ropa
del herido . Este penalista no sabe nada de Medicina legal ,
puesto que supone que a 70 ó 75 centímetros de distancia
que ésta es mi versión- puede dejar huellas el fogonazo
de un revólver " Colt ", calibre 32 , siendo así que dicho fo-
gonazo sólo alcanza a 15 centímetros, según es fácil com-
probarlo a quien quiera por sí mismo hacer el experimento.
Repárese en la audacia que significa la afirmación contra-
ria, sostenida nada menos que por un catedrático de Dere-
cho penal. Hay que imaginarse y ésta es la capacidad
cientifica de tal catedrático-un revólver capaz de alargar
en el disparo una lengua de fuego de más de 70 centímetros
de longitud ...

"También aquí, apoyándose en las dudas de algunos


testigos sobre la vestimenta de Elmore, se ha querido hacer
que la viuda cambió el traje de su esposo. "
Jiménez de Asúa miente sin reparo . Miente él cuando se
refiere a " dudas " de algunos testigos , siendo así que se tra-
ta de afirmaciones terminantes . Miente él cuando se refiere
a la "viuda" de Elmore, siendo así que nada tuvo que hacer
ella en el cambio del traje de su esposo.
La viuda de Elmore no tuvo en su poder un solo mo-
mento el traje de él , ni fué ella quien lo entregó. Quienes
dispusieron del traje desde un principio e hicieron la entre-
ga que les pareció cnveniente, cinco días después del suce-
EL LIBRO DE MI PROCESO 437

so, fueron los cuñados de Elmore, pertenecientes todos ellos


a la oligarquía plutocrática, hoy degenerada en la Agrupa-
ción de los " neo-godos ", de que es órgano El Comercio, de
Lima. Si la viuda de Elmore hubiese entregado el traje en
referencia, yo no hubiese en cambio permitido ni a mi abo-
gado ni a nadie hacer investigaciones al respecto , cualquie-
ra que fuese el daño que pudiera deducirse contra mí. Ja-
más intenté ni toleré mezclar a las damas en pleitos de
hombres. Jiménez de Asúa , como ya se verá a la postre ; no
entiende de esas cosas ; y me atribuye , con falsedad , actitud
que probablemente él no hubiese tenido empacho en asu-
mir. No expresaron dudas, sino que hicieron terminantes
afirmaciones siete testigos intachables respecto a que el co-
lor del traje que vestía Elmore en la tarde del suceso , no
era azul marino (como lo era el del traje que los cuñados
presentaron a los cinco días ) ; y el juez instructor afirmó ,
espontáneamente, en su informe, que no era azul marino
el color de la americana de que Elmore se hizo alcanzar la
pluma-fuente con que firmó, ya en cama, su declaración .
Siete testigos intachables y el propio juez instructor han
querido pues, "hacer creer" que el color del traje que ves-
tía Elmore no era el azul marino ...

"El informe de Avendaño, recusado por Chocano, pero


suscrito por los demás expertos y las declaraciones termi-
nantes de los testigos presenciales, sobre todo de Antonio
Miró Quesada, director de El Comercio , eran de tal proban-
za, que apareció patente la falsedad de las versiones del
matador que hizo de la mentira su sola defensa . "
Después de patentizar las mentiras femeniles en que in-
curre con tanta frecuencia Jiménez de Asúa , nada más na-
tural que la actitud en que aparece él suponiéndome la
práctica de su más visible vicio . Tan no tenía por qué men-
tir, que acepto el cargo que se me hace : haber disparado
mi revólver contra mi agresor, una vez que éste me arreba-
tó el bastón, me golpeó en el hígado enfermo y me puso en
evidente peligro de muerte por mi condición de mala salud
y por la suya de superioridad en fuerza bruta adiestrada
en los ejercicios atléticos de la " Young Men Christian As-
sociation ". Claro está que si el disparo no era un resultado
438 JOSÉ SANTOS CHOCANO

del forcejeo, era un ejercicio siempre de la más legítima de-


fensa. Ignoro para qué tenía yo que mentir. Los que tenían
que mentir eran los que, una vez muerto Elmore, se pusie-
ron a explotar políticamente su cadáver, como el director
de El Comercio, de que es colaborador gratuito , según ase-
gura, Jiménez de Asúa, y con él todos sus correligionarios
que a sí mismos se llaman " neo- godos " y que son llamados
por los demás " niños góticos", a quienes como a todos los
plutócratas de América-ataqué siempre, regalándoles en
mi carta a Elmore con el calificativo, que el penalista ha
sabido omitir, de " cucarachas brotadas en el estercolero de
la oligarquía civilista "... Dedúzcase ahora fácilmente la
inquina contra mí de cuantos hube de aludir en la frase ci-
tada ; y avalórese así el empeño de los mismos en sus falsas
declaraciones de espontáneos testigos presenciales que El-
more no citó . Hay que considerar que el perito Avendaño
-recusado por mí-pertenece de antiguo a la oligarquía
plutocrática, de que es degeneración el grupo de los que he
llamado " cucarachas ". Miente, como de costumbre , Jimé-
nez de Asúa , cuando afirma que los demás expertos suscri-
bieron y sostuvieron el informe de Avendaño ; el único que
tal hizo fué el perito ilegal Vargas Prada, previamente tam-
bién recusado por mí.
El doctor Pflúcker aceptó el informe con salvedades que
les quitaban a las conclusiones el carácter de verdades cien-
tíficas ; y expresamente dijo por escrito que el fogonazo no
era indispensable en la ropa , tal y como lo sostenía también
el mayor Farfán en su informe de balística , y citó al efecto
la autoridad de Lacassagne . En el juicio oral , sin ninguna
discrepancia, apoyáronme con su criterio los peritos docto-
res Pflucker, Accinelli y Pastor y mayor Farfán . Sólo Var-
gas Prada- recusado por mí- no me apoyo.

"Todavía se quiso acudir a otro recurso. Un médico lan-


zó la aventurada tesis de que si la intervención quirúrgica
hubiera sido practicada según arte y ciencia, Elmore no
habría muerto. Me parece increíble que haya habido un
doctor en Medicina capaz de afirmar esto con tanto desen-
fado."
El penalista español no tiene por qué saber una palabra
EL LIBRO DE MI PROCESO 439

de Cirugía del vientre ; pero el cirujano a que tan descome-


didamente alude, bien podría recomendarle que fuera me-
nos atrevido en su ignorancia. Con referencia a estas ope-
raciones, en la obra ya citada de Klapp , Küttner, etc. , se
lee en la página 378 del mismo tomo II , que cuando se pro-
cede en debida forma, " la mayoría de los heridos se sal-
van". Mi compañero de la infancia, el Dr. Guillermo Gas-
tañeta, que hizo tan desgraciada operación , perdonará el
que me obliguen a repetir este otro precepto, que estoy se-
guro no olvidará tampoco en adelante : " Para practicar las
exploraciones del intestino, es preciso proceder de manera
extraordinariamente metódica y partir de un punto de refe-
rencia. Este punto está constituído por el ciego. " (Manual
de Técnica quirúrgica, por Marion- 1924-5 .* edición , pá-
gina 45 ) . De haberse seguido esta técnica clásica, se habría
encontrado en primer lugar el asa lesionada, que es donde
quedaron precisamente las perforaciones sin suturar. Ni una
palabra más.

"Pero aun cuando fuese cierto, en nada influiría para la


calificación de los hechos . Todo el que conozca mediana-
mente las doctrinas de la causalidad material, sabe que la
desgracia del médico no cambia de diagnóstico legal del de-
lito perpetrado, en casos como el del crimen de Lima."
Según se ve, para el penalista español lo interesante es
el castigo del heridor, sin que al parecer tenga importancia
la vida misma del herido . ¿ Será esto "científico"? Lo huma-
no fuera salvar la vida del herido, aunque llegase a quedar
sin castigo alguno el heridor.
El penalista olvídase o quiere olvidarse, además, de que
en la " prueba intencional " de un supuesto delito el resul-
tado "imprevisto" deja a salvo toda responsabilidad . El
Código penal (art. 81 ) , no permite el castigo de una muerte
que ni se ha querido dar ni se ha llegado directamente a
producir.
Jiménez de Asúa sabe, pero trata de que el público ig-
nore que la " causalidad " precisamente en un delito o su-
puesto delito , no puede considerarse sin la " intención ", y,
sin embargo, él mismo quiere , poco tiempo después, hacer
depender la calificación de los hechos del resultado de ellos ;
440 JOSÉ SANTOS CHOCANO

y escribe, con la audacia que le es característica, justifican-


do el atentado político, lo siguiente, en febrero de 1927 : "No
es para tanto el disparo de miss Gibson, que sólo alcanzó
al "duce" en las narices." La calificación de los hechos , se-
gún esto, depende del resultado de ellos . Así Jiménez de
Asúa se desdice y contradice, como mejor le acomoda a su
interés político, que él llama siempre " científico ". Tipo clá-
sico del " farsante ".

"Ante la falsía y la torpeza de estos intentos de excul-


pación, el fiscal no tuvo más remedio que acusar. Mas el
doctor Zavala Loayza, que pedía para una estafa seis años
de prisión , tuvo para Santos Chocano, no sólo frases de
magnanimidad conmovida, sino hasta palabras de admira-
ción y excesivo respeto y concluyó solicitando para el “bar-
do nacional" la pena de cinco años de prisión, comu reo de
un homicidio pasional, a quien estimó aplicable el art. 153
del reciente Código peruano, que dice a la letra : "Se impon-
"drá penitenciaría no mayor de diez años o prisión no me-
"nor de un año ni mayor de cinco años, al que matare a
"otro bajo el imperio de una emoción violenta que las cir-
"cunstancias hicieran escusable. " La sentencia todavía fué
más benigna, pues condenó a Chocano a tres años de pri-
sión y a 10.000 dólares como responsabilidad civil.
"En presencia de ese fallo, la crítica imparcial debe mos-
trar su discrepancia . Ni la calificación del delito , ni la pe-
ligrosidad del reo, autorizaban tantas bondades ."
Los insultos de que me hizo objeto el fiscal y que cono-
ce todo el público de Lima , son para este circunspecto pena-
lista "frases de magnanimidad". Es bastante esto, para de-
ducir lo enterado que está el penalista de los incidentes del
juicio oral o lo bien intencionado que se siente. Huelgan
comentarios.
Frase del fiscal, que el penalista ignora o no quiere re-
cordar, es ésta muy interesante : " En el caso de Chocano.
cualquiera hace lo mismo ..."
Por hacer lo mismo cualquiera, el fiscal me acusa y el
Tribunal me condena. La " peligrosidad del reo" no puede
quedar más manifiesta... Más manifiestas no pueden que-
dar "tantas bondades " como Jiménez de Asúa encuentra en
EL LIBRO DE MI PROCESO 441

fiscal y Tribunal ; porque él, seguramente , no ha de hacer


lo mismo que yo y que cualquiera en mi caso , sino que ha
de estar dispuesto, con un arma en el bolsillo , a dejarse abo-
fetear, golpear y arrastrar y aun estrangular o descalabrar
por agresor que le escoja para un lucimiento público de
fuerza bruta...

"Chocano quiso dar un tinte político a su crimen . Mote-


jó de derrotista " a Elmore y presentóse como el represen-
tante del nacionalismo peruano en la " difícil " polémica de
Tacna y Arica. Pero todo el que no explote el asunto sin
prejuicios, ve que el poeta insulta y "hiere " a su adversa-
rio ideológico porque ofende- según el vate megalómano-
a un peruano " por quien un rey, diez gobiernos y tres Con-
gresos se interesan ". Era tan disparatada esta defensa, que
el sumario no valora la pretendida índole política del de-
lito. "
No fuí yo quien calificó de " derrotista " a Elmore, sino
él mismo al solidarizarse-"entiéndase como se quiera esta
solidaridad "-con Vasconcelos , que propagaba en el Perú
el "derrotismo ", según su "Mensaje" dirigido a la juventud
universitaria de Trujillo. Repárese en que el penalista " ad
hoc " afirma ahora que, según el " sumario "-que no existe
y que él dice , sin embargo, conocer-, el delito que se me
atribuye nada tiene que ver con la política, después de ha-
ber afirmado, con la misma audacia que en el tal " suma-
rio "-fruto de su imaginación penal- hay pruebas nada me-
nos que de las " complacencias " o complicidades de las "au-
toridades" con mis "intenciones " de cometer el supuesto
delito. Esto, como se ve, no puede ser más circunspecto , ni
más " científico . " Claro está que ni tiene por qué sorprender,
pues , el que Jiménez de Asúa me haga aparecer " hiriendo "
a mi adversario " ideológico " a mérito sólo de ofensas in-
ventadas por mi " megalomanía" y prescinda, con una hon-
radez profesional edificante, nada más que de la agresión
misma que no pude rechazar con mi bastón , ni con mis pu-
ños, y en la cual se produjo el disparo que hirió a mi agre-
sor. Por lo visto , las bofetadas, los golpes , etc. , etc. , no
tienen importancia para Jiménez de Asúa ; no la tienen
cuando él los recibe ... Este honorable penalista , para apre-
442 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ciar el disparo, precinde, pues, de la agresión. Y sin agre-


sión no hubiera habido disparo.

"Pero, como he dicho, se hace uso del art. 153 del Có-
digo penal peruano de 1924, y se considera el homicidio
perpetrado "bajo el imperio de una emoción violenta".
Puede decirse con acierto que la muerte de Elmore fué
oriunda de una pasión noblemente explicable, de un justo
dolor capaz de producir reacciones agresivas en quien lo
sufre ? Debió rastrearse la génesis de este artículo por los
tribunales peruanos . Maúrtua, autor de la nueva ley penal,
lo tomó del art. 81 , letra a ) del Código argentino de 1922,
que lo copia, a su vez, del art. 100 del proyecto suizo. Este
inciso, sabiamente compuesto , no puede desentrañarse sin
conocer a fondo el pensamiento de los redactores helvéticos,
cuyas discusiones se hallan completas en el Protokoll der
zweiten Expertenkonmission, editado en Zurich. También
han valorado con acierto el alcance del homicidio emocio-
nal los profesores argentinos Juan P. Ramos, en la Revista
Penal Argentina del año 1922, páginas 156-164, y Sofanor
Novillo Corbelan , en el diario Los Principios . de la Córdo-
ba argentina , del 5 de junio del citado año . "
Repárese en que , paar Jiménez de Asúa , sigue sin nin-
guna importancia la agresión de que, con peligro de mi se-
guridad personal, se me hizo objeto. Para el tal penalista,
bofetadas, golpes , intentos de estrangulación o descalabra-
miento, cuando cabe en una agresión hecha a base de fuer-
za bruta excesiva y adiestrada en ejercicios atléticos, no
explica en el agredido justo dolor capaz de producir reac-
ciones a su vez agresivas .; el , según eso, no sentiría en mi
caso ni siquiera la natural indignación que corresponde
donde a la cólera de la dignidad ante cualquier atropello
vejatorio . En la defensa del doctor R. E. Dulanto - ex ca-
tedrático de Psicología de la Universidad de San Marcos-
encontrará Jiménez de Asúa , estudiado con la debida cir-
cunspección, el art. 153 de nuestro Código penal . La sola
referencia que a dicho art . 153 hace el doctor Angel Gusta-
vo Cornejo, vocal de la Corte Suprema de Justicia , en la
página 301 de los Comentarios al Nuevo Código Penal.
basta para desvanecer la sofistificación que intenta el pena-
lista español a propósito de la " emoción violenta". Para
EL LIBRO DE MI PROCESO 443

aurar hasta el extremo la audaz falsedad con que hace sus


citas Jiménez de Asúa, así del Código argentino como del
doctor Juan P. Ramos, vale la pena revisar lo que afirma
o maliciosamente da a entender. Una agresión que comienza
por una puñada en el rostro y ante testigo-Froylán Miran-
da Nieto, según agresor y agredido- no es originaria de la
"emoción violenta atenuante" (según el penalista español )
en el Código penal argentino, de que, según asegura él mis-
mo, ha sido copiado el texto del art. 153 del Código penal
peruano. En el importante libro titulado La emoción violen-
ta en el nuevo Código penal argentino , se lee, sin embargo,
el siguiente mentís a Jiménez de Asúa :
"Rastreando en los orígenes del concepto " emoción vio-
lenta" , encontramos... que la atenuante... se ha de aplicar...
cuando las circunstancias que dan origen al hecho afectan
por sorpresa el honor del individuo ... o la integridad física
o moral..., generando en el alma el reactivo..."
He aquí ahora lo que el doctor Juan P. Ramos, citado
por el penalista español , después de estudiar las fuentes de
tal atenuante en la discusión a que dió lugar entre los ex-
pertos que prepararon el proyecto de Código penal suizo,
señala como elementos " integrantes de la comprensión del
término "emoción violenta" :
"El arrebato pasional debe coincidir con el acto delic-
tuoso . Este es, pues, una consecuencia inmediata de aquél
y por ende de su causa. La causa debe responder a motivos
éticos (como un atropello público a la dignidad personal )
para que las circunstancias del hecho sean excusables ..."
Como se ve, las mismas citas del penalista Jiménez de
Asúa lo desmienten.
Si se ha de precisar la doctrina fundamental , el libro
citado sobre La emoción violenta en el nuevo Código penal
argentino la da en su página 165 :
"Escupir ( o golpear) en el rostro a una persona, com-
porta, sin duda alguna, enorme lesión a la dignidad y al
amor propio... cuando el acto se ejecuta en público o ante
otra persona . Entonces el honor y la integridad moral del
hombre pueden experimentar la acción lacerante y compul-
siva de un agravio que enciende la reacción condigna ... No
cabe en derecho estricto la atenuante prevista por el ar-
tículo 81 (inciso 11 , a) del Código penal ... sin testigos , vale
decir, sin escándalo público y sin desmedro social del ofen-
444 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dido, o sean precisamente " las circunstancias " que hubie-


sen hecho excusable el delito según el texto y el espíritu de
la ley. "
Por si esto no es bastante, repetiré las tesis de dos fa-
llos confirmados en última instancia- del doctor Benja-
mín García Torres, juez del Crimen de la ciudad de Bue-
nos Aires, ex fiscal federal, ex abogado del Consejo Nacio-
nal de educación y autor del citado libro sobre La emoción
violenta en el nuevo Código penal argentino :
"El que procede a disparar su revólver hiriendo al que
de sorpresa y en público le dió un puñetazo en el rostro,
ha obrado en un estado de emoción violenta. "
"Obra en estado de emoción violenta el que dispara su
revólver contra la persona que le dió un golpe de puño en
el rostro, encontrándose ambos en la vía pública y en pre-
sencia de otras personas .'
Con lo citado es más que suficiente " para apreciar la
buena fe científica con que el penalista Jiménez de Asúa
falta a la verdad cuando sostiene que, conforme al Código
argentino , en mi caso no cabe ni la atenuante de la " emo-
ción violenta".
Claro está que mi caso no es el de " emoción violenta",
sino el de "legítima defensa ", porque antes pruebo, como
agredido, a rechazar la agresión con mis puños y mi bastón,
y sólo saco el arma cuando , despojado del bastón, quedo
dominado por mi agresor, quien me descarga un fuerte
golpe en el vacío derecho, comprometiendo el hígado cróni-
camente enfermo , según resulta probado en las "Cuestiones
de hecho" y en los certificados de los médicos legistas que
obran en autos .
De todas suertes, tocante a la "emoción violenta", las
propias citas que hace Jiménez de Asúa lo desmienten.

"Cualquiera que sea la amplitud que quiera darse a ese


precepto, nunca podrá alcanzar a las reacciones paranoides
de un soberbio. El ensayo escrito por Elmore que La Cró-
nica no publicó, jamás es susceptible de originar " emoción
violenta " que atenúe el homicidio en hombres mentalmente
sanos. "
No es el articulejo de Elmore, sino su agresión a bofeta-
EL LIBRO DE MI PROCESO 445

das y golpes lo que motiva, en el concepto del Tribunal , la


"emoción violenta ". El penalista español lo sabe bien, y,
sin embargo, hace aparecer ésta injustificadamente derivada
del articulejo y no de la agresión.
Da, pues, por suprimida la agresión en que el disparo se
produjo, o lo hace, maliciosamente, perder toda importan-
cia, hasta no referirse a ella , sino sólo al inicial articulejo .
Así es como la ciencia penal ds Jiménez de Asúa queda ex-
hibida en su justo valor de simple farsa , al servicio de una
"camaradería" o " compedrería" cualquiera.

"Es más; aplicando las normas del art. 51 del Código


del Perú, debió estimarse como circunstancia de mayor pe-
ligro el designio homicida de Chocano, bien demostrado
por la terrible carta, antes recordada, y por la tenencia del
revólver en un día que destinaba a visitar al Presidente de
la República. La calificación del hecho debió ser, por tanto,
mucho más severa."
Lo del revólver-que siempre uso-y lo de la carta-que
no hizo más que repetir la conversación mía por teléfono
con Elinore-son recursos buenos para impresionar sobre
mi "premeditación " a los espiritus sencillos. Resulto, según
tan perspicaz penalista, " premeditando " yo la agresión de
Elmore, sin la que nada hubiera sucedido. La misma desfi-
gurada relación de hechos que ha ofrecido Jiménez de Asúa
está demostrando que si no soy despojado de mi bastón
no me hubiera visto en la necesidad de sacar mi revólver.
La misina circunstancia de haber tenido que amartillarlo una
vez para prepararlo o disparar, revela que ni siquiera esta-
ba yo listo a defenderme, pues la primera cámara del tam-
bor de mi revólver estaba precautoriamente vacía, con lo
que es fácil comprender hasta qué punto no sería para mí
sorpresiva la agresión de que se me quiso hacer fácil víc-
tima.

"Pero lo que más importa subrayar es que el tratamien-


to penal que la sentencia impone no acompasa con la alta
peligrosidad del matador. La vida venturera y de placeres
446 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que Chocano llevó siempre, su desarreglo y, sobre todo, su


extremada megalomanía , revelada en frases desbordantes
de soberbia que constantemente se le escapan, y sus reac-
ciones paranoides motivadoras del crimen , unidas a la litia-
sis biliar padecida, y que--según los peritos aumenta su
emotividad ", dibujan a maravilla la figura del anormal,
mucho más peligroso que el delincuente sano y cuerdo, pues
en aquél los frenos inhibitorios no funcionan ú operan defec-
tuosamente. "
La " alta peligrosidad " que Jiménez de Asúa descubre
en mí, está abonada por la circunstancia de no tener yo
antecedentes procesales de ningún género . Sin acudir al
Elogio de la locura, de Erasmo, copio palabras del propio
penalista español tocante a las anormalidades que él cen-
sura o elogia como le viene en gana : " El menos versado
en estudios de psicología descubre... al hombre de genio,
felizmente anormal ... Esos seres perfectamente equilibra-
dos, discretos y sensatos, pasan por la vida sin dejar hue-
llas..." Lo que sí tiene una " alta peligrosidad" es la ciencia
barata de ciertos penalistas , que discurren en pro con tanta
facilidad como en contra, según el dictado de sus conve-
niencias mezquinas o de sus apasionamientos femeniles.
Gracias le sean dadas a quien me deparó la vida de aven-
turas y placeres, lleno de desarreglo y megalomanía, en
que, con tanto desagrado para él, Jiménez de Asúa olfatea
un fuerte olor a macho...

"Yo no pido que se encierre al poeta en dura cárcel, ni


que se le sujete a tratamientos feroces. Mis doctrinas pena-
les me lo vedan. Pero en todos los Códigos modernos, y tam-
bién en el peruano, existen ya medidas de custodia contra
los peligrosos por trastornos mentales de mayor o menor
monta. Aplíquese a Chocano un internado de seguridad en
un establecimiento adscrito a ese fin, custodiado por tiem-
po indefinido y condicionado al término de sus anormalida-
des de la mente que, por desgracia, parecen ya incurables. "
Lombroso me valga para que el Estado atienda esta su-
gerente insinuación del penalista español y me proporcione
indefinidamente una residencia apropiada-de que no dis-
pongo para atender mis quizás incurables anormalidades.
EL LIBRO DE MI PROCESO 447

Una casa-quinta, como la que ocupaba la Legación de Mé-


xico hace poco en el balneario conocido en Lima con el nom-
bre de Barranco, sería indicadísima . Primavera eterna, mar
tranquilo, clima sedante. ¡ Oh Paz ! ¡ Cuánto te necesito ! ...
Celebro que Jiménez de Asúa no haya sido contemporá-
neo del gran Lope de Vega ; porque si para mí pide una re-
clusión indefinida, por creerme incurable, no sé lo que hu-
biera pedido para aquel poeta, máximo reo de homicidio,
cuya vida aventajó a la mía en toda clase de placeres, sen-
sualidades, vicios y licencias, lo cual no quiere decir que el
penalista aceptaría, sin duda, cambiarse- pese a su morali-
dad ejemplar- por el depravado Fénix de los Ingenios. La
moralidad de ciertos penalistas vulgarizadores suele tener
su límite en el ingenio de ciertos espíritus nada vulgares...

"Nunca me ha sido grata la figura del fiscal ni la del


acusador privado. No tercio, pues, en este patético asunto
por afanes expiacionistas. Sólo me ha guiado, a más de la
fraternal " camaradería " con la víctima, el deseo de infor-
mar verazmente a los españoles del dramático episodio que
ha querido enturbiarse con propósitos nacionalistas . "
"Nacionalistas" resultaron mis propósitos, por ser derro-
tista la propaganda- como puede leerse en su mensaje a la
juventud universitaria de Trujillo-hecha en el Perú por el
tal Vasconcelos, con quien quiso aparecer retadoramente
solidarizado el ingeniero Edwin Elmore Letts, diciendo para
desvanecer dudas al respecto : " Entiéndase como se quiera
esta solidaridad."
El desapasionado penalista que confiesa proceder por
"camaradería" con la víctima , cuyo cadáver hubo de explo-
tar la oligarquía plutocrática del Perú, se ha tardado un
año para informar a los españoles de un dramático suceso
que él no conoce sino por interesadas referencias, y del que
pueden dar más veraces noticias el periodista español Oscar
Fritz, redactor de La Tradición, de Lima, y el gran poeta
español vanguarista J. Pérez Domenech, también en Lima
a la sazón, que tuvieron la hidalguía de sumarse significati-
vamente al movimiento de intelectuales en favor de mi
libertad.
Tal vez ignora Jiménez de Asúa que si hubiera logrado
448 JOSÉ SANTOS CHOCANO

imprimir y publicar su desahogo en Inglaterra o en Estados


Unidos, sería él quien se viese a estas horas encarcelado
por la difamación que, a título “ científico ", ha hecho de este
"vil" y "canallesco" anormal .
Se ha olvidado Jiménez de Asúa de que mi carta a El-
more era privada ; y de que ni en Inglaterra, ni en los Es-
tados Unidos (y ésta es una de las razones porque son ellas
las dos naciones más grandes del mundo ) se pueden publicar
por nadie calificativos personales como esos de " vil " y " ca-
nallesco", ni aun refiriéndose a reos rematados. Ciertos pe-
nalistas de España, de esta suerte, resultarian, a su vez,
penados por difamación en Estados Unidos o en Inglate-
rra... Los que así escriben en español para el público, al
ver que no podrían hacerlo en la misma forma en Inglate-
rra ni en Estados Unidos, deberían sentir un poco de ver-
güenza. Vergüenza sentiría D. Pedro Dorado Montero si
pudiese ver a lo que ha quedado reducida en España cier-
ta ciencia penal en manos del activísimo propagandista
Luis Jiménez de Asúa : a una comercial feria de vanidades,
en permanente exhibicionismo reclamista, que no tiene in-
conveniente en poner a la orden de las políticas militantes
y de las pasiones bastardas unos cuantos insultos, hechos
en este caso a distancia , con el título jactancioso de "Críti-
ca científica ", lista ésta siempre a ofrecerse en venta en la
Argentina o el Perú a tanto la conferencia y a tanto la co-
lumna de periódico ... ¡ Lástima de D. Pedro Dorado Mon-
tero, que nunca comerció con su ciencia !

Quien desce saber a qué obedeció la tardía labor difama-


toria del propagandista Jiménez de Asúa, no tiene más que
enterarse de cómo él, que es colaborador remunerado de
La Prensa, de Buenos Aires, asegura serlo gratuito de El
Comercio, de Lima, en donde tenía publicado elogio de ac-
titudes "políticas" del doctor Leónidas Avendaño y del
"lazo fraterno " con que se siente unido a los capitalistas
de dicha empresa político-comercial. Tales publicaciones de
Jiménez de Asúa fueron por mí reproducidas con toda opor-
tunidad en El Tiempo, de Lima, correspondiente al 12 de
diciembre de 1926. Fácil es, pues, explicarse el empeño di-
famatorio contra mí, de quien tenía hecha de antemano cau-
EL LIBRO DE MI PROCESO 449

sa común expresa con los intereses de mi falso delator y de


su perito convencional, pertenecientes ambos a la oligar-
quía plutocrática, que yo siempre ataqué, y de que es ór-
gano solapado El Comercio, de Lima.
Quien desee saber el verdadero alcance " científico " del
vulgarizador Jiménez de Asúa- tan cuidadosamente popu-
larizado en propagandas siempre de carácter político- no
tiene más que comparar, por ejemplo, cuanto él ha escrito
al respecto, con la exposición sobre "penas y medidas de
seguridad " hecha ante el último Congreso de Derecho penal,
en Bruselas, por D. Quintiliano Saldaña , vicepresidente de
la "Asociación de Derecho Penal Internacional" y catedrá-
tico de Derecho penal y Criminología en la Sección de Es-
tudios Superiores de la Universidad de Madrid . Recomien-
do a los estudiosos y a los estudiantes comparar asimismo
el volumen del Derecho Penal, por Jiménez de Asúa , con el
del Derecho Penal, por D. Eugenio Cuello Calón, catedrá-
tico de la Universidad de Barcelona. Compárese, igualmen-
te, todos los cuarenta folletos que Jiménez de Asúa llama
sus Obras completas, y en los que no hay una sola doctrina
propia ni siquiera un concepto original, con un capítulo de
cualquiera de las obras monumentales de D. Pedro Dorado
Montero por ejemplo, con el capítulo "Un derecho penal
sin delito y sin pena", de "El Derecho protector de los cri-
minales " , para medir la distancia que hay de la vulgari-
zación bullanguera a la ciencia tranquila. Demás es mani-
festar que en las obras de Dorado Montero están tratados ,
hace años, todos los asuntos que ofrece como novedades en
sus folletos el divulgador Jiménez de Asúa .
Quien desee saber hasta dónde lleva su manía difamato-
ria tan activo propagandista, no tiene más que enterarse.
de que por cuanto el inmortal Enrique Ferri tiene un crite-
rio político ingrato para el tal , atrévesele a decir : " Parece
usted buscar una notoriedad innecesaria ", y por cuanto el
glorioso Ramón y Cajal tiene el mismo criterio político de
Ferri, atrévesele a rebajarlo, en actitud humillante, con es-
tas palabras : " Histólogo español, encerrado egoístamente
en su especialidad , al que ha debido producir menos sufri-
mientos doblar la osamenta, endurecida por los años..."
Así se expresa , de quienes son "honra del género humano ",
el que jamás levantó en su país una voz de protesta contra
29
450 JOSÉ SANTOS CHOCANO

la farsa política del " encasillado " y del " chanchullo " , tan
simpáticos para los espíritus falaces o invertidos.
Quien desee saber, por último, la significación masculina
de los insultos personales con que el propagandista Luis
Jiménez de Asúa refuerza sus argucias, tras de falsear los
hechos , no tiene más que enterarse de que también envuel-
ve en su difamación , con frase despectiva al par que inne-
cesaria, a una dama por él no conocida, lo que, en cuestio-
nes de hombres, según enseña la hidalguía española , resulta
indigno de todo aquel que es hijo de una mujer honrada.

No concluiré sin manifestar que creo otro el papel que


deben señalarse los españoles al ocuparse de las cosas y los
hombres de América. En vez de prestarse , llenos de esas
buenas intenciones de que asegúrase está empedrado el in-
fierno, a echar leña en la hoguera en que se consumen de
este lado del mar las energías ancestrales de la raza, debie-
ran estar siempre listos a aplacar, con el óleo de la reconci-
liación, el encrespamiento de nuestros frecuentes oleajes de
odios fratricidas. Quien tal no hace en España, traiciona
a su raza. Un español no debe " terciar "-para valerme de
la palabra exacta, usada por el penalista-en ninguna cues-
tión de América, sino es en sentido de paz y de amor, sin
distinción de " camaradería". Si un catedrático español me
hubiera invitado a ello , mi primer acto , al recuperar la
libertad, hubiera sido el de irme a arrodillar ante la tumba
de Edwin Elmore para pedirle perdón por una muerte que
yo lamento más sinceramente que los que la explotan y que
él supo muy bien no quise darle ; pero como lo que un cate-
drático español acierta a decir es solamente el que debe re-
cluírseme por tiempo indefinido , calificándome de hombre
peligrosísimo e incurable, tengo que hacer la publicación de
este libro, a fin de evitar que se siga falseando lo ocurrido
por quienes ponen su firma al servicio de las pasiones vio-
lentas en lugar de ponerla al de la tolerancia recíproca ,
paar mayor provecho de los comunes intereses de la raza.

NOTA.-Repárese en la actitud de Luis Jiménez de Asúa


interrumpiendo, en mi daño , el curso de un proceso en que
el acusador fiscal y el acusador privado se han dado por
EL LIBRO DE MI PROCESO 451

conformes ; y compáresela con la actitud del licenciado don


Antonio Ramos Pedrueza-catedrático de Derecho penal de
la Universidad de México , que sólo emite su opinión
cuando el proceso ha concluído. Compárese la relación fal-
seada que del suceso propaga Jiménez de Asúa, con la que
aparece en las " cuestiones de hecho " y en los conside-
randos " de la sentencia, sobre la que el Licenciado Ramos
Pedrueza apoya justamente su opinión. Las principales
"cuestiones de hecho " y los principales " considerandos ",
además de estar comentados en la actual Tercera Parte,
pueden ser consultados también en el resumen que aparece
inmediatamente después del Prefacio de este libro. En el
capítulo titulado " Realidad política ", de la Primera Parte,
se lee la opinión del catedrático de Derecho penal de la
Universidad de México . Interesa reproducir los siguientes
conceptos del Licenciado Ramos Pedrueza:
"Agredido Chocano, al disparar sobre Edwin Elmore
Letts y al herirle mortalmente, lo hizo ejercitando el dere-
cho que tiene todo ser humano para no dejarse golpear, ul-
trajar y vejar, y para defender su personal decoro y su
honra , etc. " "Pudo Santos Chocano , en cualquier momento,
decir : Yo no he sido el provocador ni el iniciador de esta
campaña de injurias, y si rechazo el insulto , es obedeciendo
a un sentimiento muy humano. " "Podrán las pasiones polí-
ticas haber oscurecido los hechos y levantado enconados
debates sobre detalles secundarios , pero la verdad aparece
clara y nítida : la víctima fué el provocador injusto y te-
merario y fué el agresor de Santos Chocano ..." "El poeta
ha podido sostener , ante cualquier Tribunal , que ha obrado
en ejercicio de la legítima defensa de su persona. " "Eterna-
mente serán una verdad las bellas frases de Cicerón al de-
fender a Milon : Todo medio es justo para salvarnos cuando
se nos amenaza ..."
Así es como Luis Jiménez de Asúa sólo ha logrado de-
mostrar que él, en mi caso, con un arma en el bolsillo , está
dispuesto a dejarse abofetear , golpear y arrastrar por cual-
quiera. Allá él ; y con él, todos los hombres indignos de
su sexo.
Permítaseme, para exhibir ahora tal cual es a mi último
difamador, reproducir la lección que le da el gran maestro
Enrique Ferri en el número de La Prensa, de Buenos Aires,
correspondiente al 17 de junio de 1927.
452 JOSÉ SANTOS CHOCANO

UNA LECCION DE ENRIQUE FERRI

"EL ECLECTICO... INTRANSIGENTE "

CARTA ABIERTA A LUIS JIMÉNEZ DE ASÚA

Roma, mayo de 1927.


He leído inserta en La Prensa, en uno de los números
correspondientes a marzo del año en curso , la carta que
usted me hizo llegar privadamente en octubre de 1926, con-
testada por mí, también privadamente, en aquel mismo mes
de octubre.
No comprendo para qué hizo usted publicar su carta ;
y todavía más, prescindiendo de mi respuesta .
Usted no está vinculado conmigo ni por los ideales de
un partido político , puesto que no sé a qué partido pertene-
ce, y yo, desde la quiebra del partido socialista italiano,
estoy fuera de todo partido ; ni lo está conmigo tampoco
por ideales comunes en la ciencia criminológica, puesto que
enterándome de su Programa de derecho penal ( Madrid,
1927) , que usted me envió "devotamente", el 21 de febrero
del año en curso, he visto que, en materia de ciencia penal,
se ha detenido a mitad de camino, desde que no admite el
principio fundamental de la " responsabilidad legal " que
figura en mi proyecto de Código penal de 1921 , sostenido,
en cambio , por criminologistas argentinos tales como los
profesores Roura , Voll, Eusebio Gómez , Juan P. Ramos , et-
cétera, etc.
De modo, pues, que no comprendo cómo puede haber
sentido usted la necesidad de publicar su carta en La Pren-
sa, precisamente cuando me enviba " devotamente" su pro-
grama. Quizás le asaltó el deseo de procurarse un poco de
notoriedad a expensas de mi nombre.
EL LIBRO DE MI PROCESO 453

No es ésta la primera vez que tal cosa me sucede, ni ha


de ser la última tampoco. Y, por consecuencia, ya estoy
acostumbrado a ello, y continúo tranquilamente mi camino,
porque tanto en mi actuación científica he levantado siem-
pre oposiciones y asentimientos, y el tiempo ha acabado
por darme la razón ,
Cuando abandoné el partido democrático, porque nada
concluía, y me incorporé al partido socialista, esperando
llegar a concluir algo, se levantaron las mismas protestas
y los mismos aplausos de adversarios y amigos . Y lo pro-
pio acaeció cuando abandoné el partido socialista , porque
vi que, después de la guerra, no tuvo el valor de encausar
y refrenar el bolcheviquismo, ni de producir una revolución
con un programa, ni de llegar al gobierno, condenándose,
pues, a la impotencia y permitiendo que el fascismo reco-
giera la cosecha de o que él había sembrado y cultivado.
Ahora me reprocha usted mi simpatía y mi admiración
por Mussolini. Ya le he escrito a usted, y lo tengo publicado
también, que siento esa simpatía no sólc por el bien que
Mussolini le tiene hecho a Italia al salvarla del abismo del
bolcheviquismo sin Lenin, y le hace ahora mismo , devol-
viéndcie la fuerza y la nobleza de una gran nación, sino
también porque estoy convencido de que Mussolini favore-
ce a los trabajadores y quiere elevarlos, toda vez que no
asuman una actitud contraria a la nación. Y, en efecto, en
estos días ha importado una confirmación de ello y de mis
previsiones la "Constitución del Trabajo", cuyos actos gran-
diosos se verán con proyecciones geométricas.
De modo, pues, que no pierdo tiempo en polemizar, por
la perfecta inutilidad de hacerlo. Libro al tiempo , que es
un caballero auténtico , el dar la razón a quien la tenga ; y
como el tiempo me tiene dada razón en muchas ocasiones,
espero que también ha de dármela esta vez .

Luego, por lo que se refiere a su disentimiento científico ,


permítame que le diga que resulta positivamente extraño.
¡ Pero cómo ! Usted no sigue mis doctrinas científicas,
radicalmente distintas de las tradicionales ; usted es un
ecléctico , entre lo viejo y lo nuevo , que se detiene a mitad de
camino, sosteniendo (página 63 de su Programa ) "la nece-
454 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sidad de mantener el concepto de culpabilidad en derecho


penal" ; y luego me reprocha porque en el Congreso de Bru-
selas de 1926 acepté una enmienda ecléctica a mi orden
del día.
¡ Es usted, entonces, un ecléctico ... intransigente !
Y es asimismo poco exacto cuando no sé por qué-
publica en La Prensa que, por mi táctica en el congreso de
Bruselas, " también los miembros de la familia Lombroso
se muestran assai dolenti".
Ante todo, yo no estoy bajo la tutela científica de los
miembros de la familia Lombroso y pienso con mi cabeza,
según lo tengo hecho siempre, hasta cuando estuve a menu-
do en desacuerdo parcial con el pensamiento de ese gran
maestro que fué César Lombroso.
Pero hecha esta salvedad, tengo el desagrado de darle
un desmentido de hecho, porque en el Archivo di Antropolo-
gia Criminale, correspondiente al mes de septiembre de 1926
(que usted conoce ) , el profesor Mario Carrara y su esposa.
Paula Lombroso, la hija del gran maestro, en su relación
de las sesiones del congreso de Bruselas tienen para mí, y
para la acción que allí desarrollé, sólo palabras de encomio.
Y concluyen, por lo que a esto se refiere, diciendo que “fué
aprobada , después de una discusión vivísima , sostenida en
gran parte con brillante éxito oratorio por Enrique Ferri,
con gran mayoría, la resolución por él propuesta en nombre
de la delegación italiana". Y en esa resolución figuraba la
enmienda ecléctica aceptada por mí, pues me conformé en
dar un paso hacia adelante en vez de volver hacia atrás al
querer dar dos. Pero esta enmienda ecléctica, que no ofen-
de a mis principios científicos, no es del agrado ... del ecléc-
tico profesor de Asúa.

Paréceme, pues, que usted habría podido contener su


egocentrismo y dejar de hacer publicar una carta privada
que me había sido dirigida cuatro meses atrás y a la cual
contesté , sin que usted-en la publicación-haya tenido en
cuenta mi respuesta .
A pesar de todo, le devuelvo "el abrazo de despedida,
con mucho cariño ", que usted se ha servido darme en su
carta. Y me limito a añadir el augurio de que su eclecticis-
EL LIBRO DE MI PROCESO 455

mo científico progrese cuando menos, si no más allá, hasta


el punto a que ha llegado...
ENRIQUE FERRI.

NOTA.- Ya se ve que el verdadero megalómano , ego-


céntrico y enfermo de notoriedad es el propagandista Luis
Jiménez de Asúa. Ya se ve que también en la ciencia penal ,
como ecléctico y a la vez intransigente, es el tipo del " far-
sante ". Ya se ve que en política no se puede saber “ a qué
partido pertenece ". Ya se ve que miente por costumbre y
calumnia por cálculo, como cuando atribuye a la familia
de Lombroso lo contrario de la verdad respecto a la acti-
tud del maestro Ferri en el Congreso de Bruselas. Ya se ve
por último, que el maestro Ferri preconiza, justamente,
todos los principios expresados por mí, desde marzo de 1922,
en Las Dictaduras organizadoras y la Gran farsa demo-
crática. Puede ahora apreciarse la diferencia que hay entre
el maestro que " no pierde el tiempo en polemizar" y el ca-
tedrático charlatán, que ha publicado, hasta en libro , dos
largas y soporíferas réplicas, sin levantarse un cargo, no
mereciendo ya , naturalmente, de parte de la más alta auto-
ridad de la Ciencia penal el honor de una sola palabra .

MEMORANDUM DE LOS HECHOS ADMITIDOS


POR EL TRIBUNAL O QUE CONSTAN EN AUTOS

A fin dé impersonalizar, hasta donde es posible, la apre-


ciación de lo ocurido- la que debe hacerse, según mandato
de la Ley, con criterio de conciencia , esto es , por cualquiera
que se suponga en el mismo caso-someto a la considera-
ción pública el siguiente " Memorandum " :

X es hombre de más de cincuenta años , no acostumbra-


do a ejercicios físicos, enfermo por mucho tiempo del híga-
456 JOSÉ SANTOS CHOCANO

do con repercusión sobre el bazo y todos los órganos diges-


tivos, habiendo contraído dicha enfermedad en los trópi-
cos. Padece asimismo de la garganta , de neuroartritismo y
de amibiosis . Los datos respectivos constan comprobados
en autos.
Z es hombre de treinta y seis años, sano, robusto y
adiestrado en ejercicios atléticos . Los datos respectivos
constan en el acta y el protocolo de autopsia y en fotogra-
fía tomada en uno de los campamentos deportistas de
la "Y. M. C. A."
X, por costumbre en los países tropicales y tener nu-
merosos enemigos, porta un revólver de calibre 32 , con la
licencia legal respectiva, para defenderse en caso de nece-
sidad . Lleva el revólver siempre por precaución descarga-
do de la primera cápsula, para evitar accidentes ; y nece-
sita amartillarlo, así, por una vez, a fin de ponerlo expedito
a hacer disparos. Los datos respectivos constan en autos.

X sostiene una polémica, por la prensa, con algunos jó-


venes, sin que se produzca en ella motivo para ningún lance
personal. ( 12 a 30 de octubre de 1925. )
Z, sin ser parte en dicha polémica, da después de quince
días ( 27 de octubre) una conferencia pública por radio con-
tra X, provocándole con reticencias y alusiones de índole
mortificante. X no hace ningún caso de las provocaciones
de Z. Cuestión de hecho es ésta que se da por probada.
("Cuestión de hecho ", núm. 2.)
Z, al día siguiente, envía a un diario para su publica-
ción un artículo contra X, que el diario se niega a publi-
car, por considerarlo inconveniente e " injurioso ". Cuestión
de hecho es ésta que se da por probada. (" Cuestión de he-
cho , núm . 3. )
X , de manera ocasional, se entera del texto del artículo
injurioso, y llama por teléfono a Z ; y, en el diálogo violen-
to que se suscita, injuria a su vez a Z, devolviéndole en pri-
vado las injurias que éste quería hacerle en público . Cues-
tión de hecho es ésta que se da por probada. (" Cuestión de
hecho ", núm. 4. )
X y Z se escriben en seguida cartas en que se repiten las
injurias que cambiaron por teléfono . La carta de X a Z es
EL LIBRO DE MI PROCESO 457

de carácter privado ; y exige una satisfacción , en privado


también, por las injurias iniciales que quiso Z dirigirle en
público. La carta de Z a X es " abierta " o destinada a llegar
a conocimiento del destinatario por medio de la publicidad ;
en ella se hace referencia a la conversación telefónica y se
previene a X para que no vuelva a dirigirse a Z en forma
alguna, porque de lo contrario le injuriará de obra. Cues-
tión de hecho son éstas que se dan por probadas . ("Cuestión
de hecho", núm. 6. ) En el texto de la carta de Z, que corre
en autos, consta la condición que éste considera necesaria
para sentirse en derecho de agredir por su parte a X.
X compromete a un amigo suyo , J. A. E., para que le
sirva de padrino en un posible duelo con Z ; y se dedica , en
seguida, a sus ocupaciones habituales y a atender compro-
misos e invitaciones de orden social. Z se dedica a buscar
a X en diversos lugares, como, por ejemplo, el Ministerio
de Relaciones Exteriores, que X frecuenta. Datos son éstos
que constan comprobados en autos.
La carta de X no llega a manos de Z. La carta de Z está
siendo propuesta por éste para su publicidad en un diario ,
cuando ocasionalmente entra X en el local del diario refe-
rido . Cuestión de hecho es ésta que se da por probada.
("Cuestión de hecho ", núm. 8. )
Al ver Za X le ataca súbitamente, golpeándole el rostro
-en presencia del testigo M. N.- y le arrastra del cuello
nueve metros, a la vez que le descarga fuertes golpes en el
rostro y en el abdomen enfermo . El testigo M. N., que tra-
ta de intervenir a la primera puñada, cae al suelo y no pre-
sencia ya nada más de la riña . Cuestión de hecho es ésta
que se da por probada. (" Cuestión de hecho ", núm. 9. ) Los
pormenores todos constan en autos.
Caído al suelo el testigo M. N.-único que proponen al
Juez tanto X como Z-, ninguna otra persona interviene ,
ni trata de intervenir, ni de palabra, ni de obra , durante
el pugilato. Los pormenores constan en autos.
X intenta repeler el ataque con sus puños y con su bas-
tón, pero queda dominado por su agresor , quien le despoja
del bastón y le descarga una fuerte puñada en el lado dere-
cho del abdomen, produciéndole al siguiente día un cólico
hepático que requiere hospitalización. Cuestión de hecho es
ésta que se da por probada. ("Cuestión de hecho ", núm. 10. )
Los pormenores constan en autos.
458 JOSÉ SANTOS CHOCANO

X, al quedar dominado, sin bastón y con un fuerte gol-


pe recibido en la región abdominal enferma, se resuelve a
sacar el revólver, que no ha sacado hasta entonces . Cues-
tión de hecho es ésta que se da por probada.. ( " Cuestión de
hecho ", núm. 10. )
Al sacar el revólver X lo prepara para disparar y con-
mina-según dice él-a Z, con el fin de que cese en su agre-
sión y se retire. Prodúcese un solo disparo.
X sostiene que el disparo se produjo en plena riña o
forcejco ; en autos consta, comprobada por el Juez , lastima-
dura en la mano derecha de X, y especialmente en el dedo
índice con que hubo de oprimir el gatillo del revólver.
Z dice que no hubo pugilato ni forcejeo de ninguna clase,
sino que, a la primera puñada, X le hizo con su revólver
un disparo, en el instante en que él retrocedía . Alguien que
se declaró testigo presencial del disparo dice que X se lo hizo
a Z después de que cesó el pugilato y a más de tres metros
de distancia. Cuestión de hecho es ésta que se da por pro-
bada ("Cuestión de hecho", núm. 11 ) en el sentido indicado
por Z , esto es, en el de que el disparo se produjo en el ins-
tante en que retrocedía Z, con decir éste que no hubo pugi-
lato y darse por probado que sí lo hubo .
X sostiene que el disparo, considerado voluntario , es el
único medio de que puede valerse para que cese una agresión
que no había podido repeler de otra manera y que lo ponía
en los siguientes peligros de muerte : por repetición de fuer-
tes golpes en la región abdominal enferma ; por conmoción
cerebral y fractura del cráneo al ser arrojado contra el piso
de mármol ; por estrangulación, si volvía a ser arrastrado
del cuello, y por ser despojado de su propio revólver, que
le resultaba así imposible sacar con exclusivo propósito
intimidatorio .
Al producirse el único disparo que hirió a Z a la altura
de la cadera izquierda, penetrando el proyectil a través del
vientre en sentido oblicuo hacia abajo , según el acta y el
protocolo de la autopsia-, X vió que Z se marchó a la calle
por sus propios pies, y sin poder apreciar la calidad de la
herida que Z tenía , pero que le permitía caminar solo, no se
lo impidió, ni le hizo disparo alguno después de aquel con
que concluyó la agresión . ("Cuestión de hecho es ésta que
se da por probada. ("Cuestión de hecho ", núm. 13.)
Z es sometido a intervención quirúrgica, que deja sin su-
EL LIBRO DE MI PROCESO 459

turar varias perforaciones intestinales --según se comprue-


ba en la autopsia- ; muere a los dos días por peritonitis
infeciosa generalizada. En el acta de la autopsia consta
que las perforaciones suturadas habían entrado ya en el pe-
ríodo de cicatrización .

La acusación sostiene que X ha cometido homicidio por


emoción violenta que las circunstancias hacen excusable.
La defensa sostiene que X ha procedido en lo que se llama
"legítima defensa ", sin que quepa lo de " emoción violenta ",
por haberlo hecho a la medida gradual de sus fuerzas y
cuando no le quedaba otro medio de que valerse, racional-
mente, para repeler al agresor, ya que no es posible indi-
cárselo después de la ineficacia de puños y bastón.
La ley establece que sin intención no hay homicidio pu-
nible.
¿Qué es lo justo : lo que sostiene la acusación o lo que
sostiene la defensa ?
Los hechos deben ser apreciados con criterio de concien-
cia, esto es, suponiéndose en el mismo caso del acusado.

NOTA.- Los datos que constan en autos, según el ante-


rior "Memorandum", son conocidos por los señores doctor
R. E. Dulanto y doctor Alejandro Barrios E. , que respon-
den, junto conmigo , de su exactitud . Quien quiera , sin em-
bargo, puede hacer la constancia respectiva, revisando, o-
haciendo revisar en mi compañía los autos cuando lo de--
see.
460 JOSÉ SANTOS CHOCANO

UNA PREGUNTA DEFINITIVA

¿CONFORME A QUE VERSION SE HA DICTADO SEN-


TENCIA?

La versión de Edwin Elmore dice textualmente :


"Chocano, al verse agredido, con una puñada en la cara,
en lugar de repeler el ataque en la misma forma, esto es,
a puñadas, sacó del bolsillo del pantalón un revólver, con
rapidez tal, que el declarante no lo pudo impedir, etc. "
El Tribunal plantea y resuelve en la siguiente forma
la "Cuestión de hecho ", núm. 10 :
"¿Está probado que Chocano trató de repeler el ata-
que con su bastón y sus puños y que, dominado en la lucha
por su contendor, después de haber recibido una fuerte pu-
ñada en el vacío derecho, sacó del bolsillo un revólver... ?
Sí lo está."
La versión de Elmore no puede ser más clara y termi-
nante : ni traté de repelerle con los puños , ni quedé domina-
do por él en el pugilato, que es falso que tuviéramos , ni
me descargó puñada alguna en el vacío derecho, sino sólo
en la cara. La opinión del Tribunal es, por el contrario,
que traté de repeler el ataque en la misma forma que se me
hizo, esto es, a puñadas, y que fué después de fracasar en
tal intento y de recibir en la zona abdominal enferma un
fuerte golpe cuando saqué el revólver, en pleno pugilato . El
Tribunal, pues, desmiente la versión de Elmore ; y no pue
de ser, por consiguiente, que conforme a ella haya dictado
sentencia .

La versión de Antonio Miró Quesada dice textualmente,


en la inspección ocular realizada en la imprenta de El Co-
mercio de 9 de noviembre ( 1925 ) :
EL LIBRO DE MI PROCESO 461

66
... que en ese lugar los contendores se separaron, sa-
cando Chocano su revólver y retrocediendo Elmore hasta
la pared indicada (distante tres metros de ese lugar) , con
las manos ariba, produciéndose en esos momentos el dis--
paro."
Quiere decir que, según la versión de Antonio Miró Que-
sada, yo le disparo a Elmore cuando se encuentra a tres
metros diez centímetros de distancia .
El Tribunal plantea y resuelve en la siguiente forma la
"Cuestión de hecho", núm. 11 :
"¿Está probado que Elmore, en el mismo instante en
que retrocedía, por haber visto el arma en manos de Choca-
no, recibió el disparo que lo hirió... ?-Sí ; está probado. "
Claro está que, según el Tribunal, Elmore no recibe mi
disparo cuando está a tres metros diez centímetros de dis-
tancia, sino en el mismo instante en que retrocedía. No cabe
suponer que yo disparo en el instante en que retrocede El-
more y éste resulta herido a tres metros diez centímetros
de distancia (o a metro y medio) , porque entonces el retro-
ceso resulta hecho con más velocidad que la que tiene el
proyectil ...
El Tribunal, pues, desmiente la versión de Miró Que--
sada, y no puede ser, por consiguiente, que conforme a ella
haya distado sentencia.

Parece increíble que para dictar sentencia se apoye el


Tribunal en versiones que, además de contradictorias entre
sí pues una niega el pugilato y otra la sostiene , son
aceptadas en unas partes y desmentidas en otras. Repárese
en que, precisamente, las partes desmentidas por el Tri-
bunal en las versiones de Elmore y de Miró Quesada son
las principales , pues son las que caracterizan las dos acu-
saciones respectivas. Elmore me acusa de haber procedido
por emoción violenta al dispararle mi revólver en vez de
responder sus puñadas con puñadas ; El Tribunal lo des-
miente. Miró Quesada me acusa de haber procedido con
alevosía y sobre seguro al disparar, a varios metros de dis-
tancia, contra mi agresor, rendido ; el Tribunal lo desmiente
también.
Así rechaza el Tribunal, en lo sustantivo, la versión de
462 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Elmore y la de Miró Quesada ; y afirma-invirtiendo las


partes restantes de ambas versiones contradictorias-que
hubo pugilato, como sostiene Miró Quesada y niega Elmo-
re, pero que el disparo fué en el mismo instante en que el
agresor retrocedía, como da a entender Elmore y niega ro-
tundamente Miró Quesada.
No cabe duda del pugilato . El certificado de los médicos
legistas es terminante en lo que se refiere a las huellas que
presentan mi cara y mi cuerpo en el examen respectivo .
El único testigo presencial que proponemos tanto Elmore
como yo, Froylán Miranda Nieto, lo confirma el mismo día
del acontecimiento y lo vuelve a confirmar cuantas veces
declara ante el Juez instructor . El pugilato , que el Tribunal
da por probado en la "Cuestión de hecho", núm. 10, exhibe
la falsedad de la versión de Elmore en lo principal.
Veamos ahora lo que Elmore considera accesorio en su
versión y que considera principal en la suya Miró Quesada ;
el instante en que el disparo se produjo . Ya el solo hecho de
no haber dado Elmore la versión de Miró Quesada, revela
la falsedad de ésta , pues si aquél se ve obligado a mentir
para acusarme- negando el pugilato- no hubiera tenido
que emplear tal recurso de ser ciertos los detalles sostenidos
en la otra versión . Conviene esclarecer si el disparo se pro-
duce en el mismo instante en que cesa la agresión-esto es,
en el mismo instante en que Elmore retrocede en vez de
siquiera intentar desarmarme-o si la agresión cesa en el
mismo instante en que el disparo se produce, que es como
sostiene mi versión .

Resultan, en el primer caso, inexplicables los siguientes


hechos : que mientras Elmore retrocede, yo permanezca in-
móvil antes de disparar ; que al cesar la agresión me resuel-
va a hacer yo el disparo, siendo así que he podido hacerlo
antes, y que dispuesto a herir a mi agresor sin reparo algu-
no, sea por " emoción violenta ", sea por mala intención , sea
por lo que se suponga, me haya abstenido de hacerle más
que un solo disparo , permitiéndole marcharse por sus pro-
pios pies. En cambio , en el segundo caso, no hay nada in-
explicable ; al producirse el disparo, cesó la agresión ; Elmo-
re retrocedió y yo quedé inmóvil , y le dejé libremente mar-
EL LIBRO DE MI PROCESO 463

charse , sin que se produjera otro disparo que el que resultó


indispensable para que la agresión cesase. Quien quiera
puede escoger lo que su conciencia encuentre, de uno y otro
caso, como más verosímil.
El Tribunal no puede tampoco acallar la voz de su con-
ciencia al respecto, y en el primer "Considerando " de la
sentencia, en el resumen de los hechos, reconoce y confiesa
lo que vuelvo a transcribir textualmente:
"Elmore... continuó maltratándolo , hasta el momento en
que Chocano sacó del bolsillo su revólver y se produjo el
disparo. "
Mientras que el disparo no se produjo, Elmore continuó
maltratándome, esto es, Elmore no retrocedió hasta que se
produjo el disparo. Tal ha sido mi versión . Tal es lo que,
sin poder evitarlo, reconoce y confiesa el Tribunal.

Si para el Tribunal hubo pugilato y, por consiguiente,


es falsa la versión de Elmore ; si para el Tribunal, Elmo-
re " recibió el disparo " en el mismo instante en que se sepa-
raba de mí y no a más de tres metros de distancia y , por
consiguiente, es falsa la versión de Miró Quesada ; si para
el Tribunal, en fin, Elmore " continuó maltratándome hasta
que se produjo el disparo " y, por consiguiente, es cierta ini
versión, la pregunta definitiva se impone:
¿Conforme a qué versión se ha dictado sentencia contra
mí, si todas las versiones aparecen desechadas , desautori-
zadas y hasta desmentidas, una por una, ya en las " cues-
tiones , de hecho", ya en los " Considerandos " de la propia
sentencia?
Sobre la base de versiones que se declaran por el Tri-
bunal falsas en sus partes principales , tenía que dictarse
una sentencia absurda .
464 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ESCRIBAS , RABULAS Y FARISEOS

Descontadas las excepciones que confirman la regla, esto


es, puestos a salvo unos cuantos miembros de capacidad
integridad indiscutibles , la viciada organización del Poder
judicial que lo hace un cuerpo muerto por fuerza de la ru-
tina, flotando a merced de las influencias y de las pasiones
políticas significa, en la hora de ahora, un verdadero ana-
cronismo, en el que aún se respira el ambiente tradicional
de nuestra oligarquía plutocrática .
Los mismos nombres respetabilísimos de Gregorio Mer-
cado y Juan José Calle-para citar dos de los últimos miem
bros jubilados del Poder judicial- confirman la anterior
aseveración sobre éste, pues son muy pocos , entre los ac-
tuales miembros, que puedan resistir como jueces o fisca-
les--comparación con tales varones, en los que la capaci-
dad y la integridad conjuntas y ejemplares se mantienen al
margen siempre de toda política militante .
En el capítulo titulado Realidad política de la primera
parte de este libro, dije ya lo que, al cerrarse la exposición
comentada de mi proceso, no hago más que repetir ; pero
como no ha de faltar espíritu suspicaz que ensombrezca
con sospechas incalificables mis palabras, tengo la vivísima
complacencia de reproducir las que acaba de suscribir el
doctor D. Víctor Maúrtua, nada menos que autor cabal-
mente, del nuevo Código penal.

"Las necesidades de la hora actual consisten en la ela-


boración de una jurisprudencia que vaya lentamente dando
relieve al espíritu de las nuevas leyes, hasta hacer de ellas,
en vez de textos muertos, organismos vivos, y en la forma-
ción gradual de una magistratura y de una burocracia ju-
EL LIBRO DE MI PROCESO 465

dicial capaces de realizar no solamente un Código como el


de 1924, sino cualquiera ley penal que no desnaturalice la
justicia y no debilite la seguridad social, reduciéndolas a
una mera torpe mecánica de aplicación de una pena con-
creta extraída de una casilla para introducirla en otra ca-
silla, en donde se encuentre, como en las farmacias las dro-
gas, una definición de delito.
"Sobre esas necesidades se cierne otra , o , mejor dicho ,
esas necesidades se resuelven en otra dominante y suprema
que brota de la conciencia del país entero. No es limitada-
mente la formación de una magistratura penal . Es, inte-
gralmente, la reforma del Poder judicial. La ola peruana
de cultura, de civilización , de renovación, ha penetrado
más o menos en todos los órdenes de la actividad. Hay un
nuevo espíritu en las generaciones actuales. Las gentes pien-
san, trabajan, obran, se mueven de modo diferente al de
hace un cuarto de siglo. Se percibe que, especialmente en
los últimos tiempos, una nueva manera de vivir práctica y
humana surge y se impone en todas partes . Sólo el Poder
judicial sobrevive invulnerable, imperturbable a todas las
influencias modernas. No es solamente en la esfera penal ;
lo mismo sucede en la civil. Es el Poder judicial como or-
ganismo, como cuerpo del Estado peruano, que ha enveje-
cido y mantiene sus viejas disciplinas mentales , sus prác-
ticas caducas, en medio de una nación que marcha con un
aliento de juventud y quiere una justicia viva, rápida , com-
prensiva, práctica, humana, en suma.
"He aquí el problema central en la vida jurídica del
país. Ha venido un nuevo Código de procedimiento oral.
No ha podido funcionar. Vendrá el nuevo Código civil , como
vino el nuevo Código penal. Todos los codificadores oficio-
sos pasarán sus noches, como los personajes de Moliére , en
la confección de nuevas leyes de gabinete, Las fórmulas
legislativas más vibrantes de vitalidad quedarán secas como
las hojas que caen de los árboles agotados . Le ley es una
cosa escrita. Su acción es obra de hombres de carne y hueso ,
dotados de inteligencia y de voluntad poderosa . El Poder
judicial, eficiente, moderno, comprensivo, progresista, le-
vanta la ley a la altura de los ideales del legislador. El
aplicador judicial mecánico, que cabecea entre las hojas
grasientas de un expediente , no mira más allá de la letra
30
466 JOSÉ SANTOS CHOCANO

muerta y frustra las mejores leyes y hace imposible la


19
realización de toda reforma.'

No soy yo quien dice tales verdades. Es el autor del


nuevo Código penal, doctor D. Víctor Maúrtua.
Conviene repetir lo que me escribe el autor del nuevo
Código de Procedimientos en materia criminal, doctor don
Mariano H. Cornejo, con fecha 13 de octubre de 1926 :
"Ha sido usted víctima del espíritu tradicional inhe-
rente a los jueces letrados, que no logran entender que el
criterio de conciencia los independiza de la ley penal, etc. "
Por eso es que el mismo doctor Mariano H. Cornejo es-
cribió la carta de que interesa ahora reproducir unas cuan-
tas palabras :
"Ningún Jurado, ninguno absolutamente, habría dejado
de absolver a Chocano. Era cosa imposible que un Tribunal
peruano lo absolviese. Se necesitaría un Tribunal de emi-
nencias jurídicas, capaz de sobreponerse al prejuicio legal y
de usar el criterio de conciencia. Leyendo la sentencia, us-
ted ve que el Tribunal juzga (todavía equivocadamente)
con criterio estrictamente legal. ¡ No cree que se han llenado
las condiciones de la defensa ! Dejando este punto explicado
admirablemente Dulanto, uno se asombra de que no en-
tienda el Tribunal que salir de esas condiciones es la esen-
cia del criterio de conciencia. El voto de las cuestiones de
hecho es completamente libre. El criterio jurídico se aplica
sólo para deducir del voto de hecho la condenación o la
absolución. ¡ Ojalá que la Suprema lo entienda !
"Jamás aunque se lo mande la ley-, jamás un Tri-
bunal peruano juzgará a conciencia . Eso bastaría para de-
mostrar que el Jurado es más necesario en el Perú, por falta
de cultura jurídica, que en ninguna parte. "

Añádase a la rutina curialesca, de un raquitismo de feto


conservado en alcohol, la falta de probidad que se deduce
de las influencias y de las pasiones políticas , y fácilmente
podrá suponerse lo que dejo de decir, después de lo dicho
nada menos que por autores, respectivamente , del nuevo
EL LIBRO DE MI PROCESO 467

Código penal y del nuevo Código de Procedimientos en


materia criminal.
Mi sentencia condenatoria fué dictada por la oligarquía
plutocrática, que me " empapeló" en un expediente de sete-
cientos grandes folios, en que, por meses de meses, estuvo
sudando tinta un verdadero ejército de escribas, rábulas
y fariseos.
Mientras tanto, el asunto era cuestión de dos palabras ,
aceptando la acusación que se me hacía :
-¿Si usted tiene un revólver, se deja abofetear, gol-
pear, arrastrar, corriendo peligro de ser estrangulado o des-
calabrado por la supeioidad en fueza bruta del agresor ? Si
es usted capaz de dejarse abofetear, etc., condéneme ; si no
es usted capaz de ello, absuélvame.
Tal el criterio de conciencia que establece la Ley.

LA CORTE DEL JUICIO

VOCES CONTINENTALES

Conocida la sentencia en el extranjero, prodújose el mo-


vimiento de petición de los cablegramas siguientes, calza-
dos por las firmas de los más altos intelectuales hispano-
americanos ajenos a toda propaganda política y sectarista .

NICARAGUA

Nicaragua, 12 de agosto de 1926.

Excelentísimo señor presidente Leguía.-Lima.

En nombre de la memoria de Rubén Darío, excitamos


los sentimientos de V. E. para que interceda ante el Con-
greso a fin de obtener la libertad del altísimo poeta Choca-
468 JOSÉ SANTOS CHOCANO

no, gloria continental . La intelectualidad nicaragüense os


lo agradecerá profundamente.

FRANCISCO BUITRAGO DÍAZ , JUAN RAMÓN AVILÉS , LUIS


AVILÉS RAMÍREZ , RAMÓN SÁENZ MORALES , LINO ARGÜELLO ,
GUSTAVO S. ROBLETU , OCTAVIO RIVAS ORTIZ , ANDRÉS LAB-
GAESPADA , JOSÉ OLIVARES , EFRAIM SEQUEIRA , CARLOS BRA-
VO , ALFONSO ORTEGA DÍAZ , FRANCISCO PANIAGUA PRADO ,
ADOLFO CALERO OROZCO.

VENEZUELA

Caracas, 16 de agosto de 1926.

Presidente Leguía .—Lima .

Dentro respeto leyes vuestro país, intelectuales venezo-


lanos guiados sólo admiración amistad Chocano, rogamos
Vuestra Excelencia interponer valiosa influencia favor egre-
gio cantor de América.

L. VALENILLA LANZ, FERNÁNDEZ GARCÍA, ANDRÉS MATA,


JESÚS SEMPRÚN, L. J. CALCAÑO HERRERA, ELOY G. GONZÁ-
LEZ, ALFREDO ARÉVALO LARRIVA.

MEXICO

Ciudad de México, 19 de agosto de 1926.

Presidente Leguía.- Lima .

Pido respetuosamente Vuestra Excelencia libertad para


gran poeta Chocano y agrego cordial salutación,

ANTONIO CASO.
EL LIBRO DE MI PROCESO 469

GUATEMALA

Guatemala , 25 de agosto de 1926 .

Presidente República.- Lima.

Nombre intelectualidad Guatemala, suplicámosle inter-


ponga influencia libertad Chocano, glorioso poeta América .

CÉSAR BRAÑAS , ACEÑA Durán , José VALLE, JOSÉ RODRÍ-


GUEZ CERNA, CARLOS RODRÍGUEZ CERNA.

COLOMBIA

Bogotá, agosto de 1926.

Presidente Leguía.- Lima.

Conmovida intelectualidad colombiana con fallo conde-


natorio excelso poeta Chocano, anhela que V. E. interponga
su prestigio ante el Congreso, a fin de que el glorioso can-
tor de América no continúe sufriendo el escarnio de la
prisión .
De V. E. respetuosamente.

ANTONIO RESTREPO ; GUILLERMO VALENCIA ; VÍCTOR


M. LONDOÑO, SAAVEDRA GALINDO, " EL ESPECTADOR", " EL
TIEMPO", " EL GRÁFICO ", ABEL CARBONELL, ARMANDO SOLA-
NO, PEDRO JUAN NAVARRO, FERNANDO DE LA VEGA, LUIS SAM-
PER SORDO, CARLOS TIRADO MASÍAS , EDUARDO CASTILLO, JOSÉ
UMANA BERNAL, JOSÉ EUSTACIO RIVERA , JORGE MATEUS, DA-
NIEL SAMPER ORTEGA, CARLOS ARTURO DÍAZ , EDUARDO DE
HEREDIA, ALBERTO SICARD, MIGUEL RASCH ISLA.
470 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ARGENTINA

Buenos Aires, 27 de agosto de 1926.

Presidente Leguía.- Lima.

En nombre de las letras americanas, solicitamos la liber-


tad del poeta Chocano .

LEOPOLDO LUGONES , ARTURO CAPDEVILA, TITO L. ARATA,


PEDRO ZOUZA BRIANO, PEDRO MIGUEL OBLIGADO, LEOPOLDO
LONGHI, GUSTAVO CARABALLO, RÓMULO ZABALA, CONSTANCIO
VIGIL.

URUGUAY

Montevideo, agosto 28.

Presidente.-Lima.

Por ser Chocano una gloria del Continente, rogamos al


señor presidente se digne trasmitir a los nobles legisladores
vivo anhelo por la libertad del magno poeta.

JUANA DE IBARBOUROU, JUAN ZORRILLA DE SAN MARTIN,


RAQUEL SÁENZ , ELÍAS REGULEZ , MERCEDES PINTO, CARLOS
PRINCI VALLE, EDGARDO UBALDO GENTA.

ECUADOR

Cuenca, 2 de septiembre de 1926.

Excmo. Presidente Leguía.- Lima.

Nos permitimos invocar los magnánimos sentimientos


EL LIBRO DE MI PROCESO 471

de vuestra excelencia para pedir gracia a favor de nuestro


benemérito amigo y compañero ilustre el poeta Chocano.
Atentos amigos,

HONORATO VÁZQUEZ , REMIGIO CRESPO TORAL.

BRASIL

Río de Janeiro , 4 de septiembre de 1926.

Presidente Leguía .- Lima (Perú) .

Los intelectuales brasileros suscritos se permiten solici-


tar de V. E. hacer lo posible en favor de la libertad del emi-
nente poeta Santos Chocano.

ROSHA POMBO, AFRANIO PEIXOTO, NESTOR VÍCTOR , GUS-


TAVO BARROSO, SILVEIRA NETTO, AGRIPINO GRIECO, TASSO
DA SILVEIRA, MURILLO ARAUJO, CORNELIO PENNA, ADELINO
MAGALHAES , SYLVIO JULIO, SILVA LOBATO, CHARLES LUCHI-
FER, POVINA CAVALCANTI , DUQUE COSTA, HERMEZ FONTES ,
ANDRADE MURICY.

MEXICO

México, City, Set. 14 de 1926.

Presidente República .- Lima ( Perú) .

Intelectuales mexicanos distanciados Chocano por ante-


rior política mexicana, suplícanle por honor ese país herma-
no, influir Congreso en favor ilustre poeta peruano .

QUERIDO MOHENO, VICTORIANO SALADO ALVAREZ , FEDE-


RICO GAMBOA, JOSÉ MARÍA LOZANO.
472 JOSÉ SANTOS CHOCANO

PARAGUAY

Asunción, septiembre 28 de 1926.

Presidente República.- Lima ( Perú) .

La intelectualidad paraguaya invocando memoria Ma-


nuel del Castillo , insigne cantor de Paraguay, aboga por la
libertad de Chocano , excelso cantor de América.

MANUEL DOMÍNGUEZ , ARSENIO LÓPEZ DECOUD, JUAN STE-


FANICH, LUIS PUFINELLI, ARTURO ALSINA, EUSEBIO LUGO
NESTRO, EDUARDO RIVERO, CARLOS CENTURIÓN, POLICARPO
ARTAZA, EMILIO PRATS GILL.

BOLIVIA

La Paz, 29 septiembre ( United ) .-El escritor boliviano


Frantz Tamayo , ha dirigido una carta al presidente del
Perú, D. Augusto B. Leguía, pidiéndole que intervenga en
favor del poeta José Santos Chocano .

Sucre, 14 de octubre. - Presidente del Perú ( Lima) .—


Alentado por atenciones que dispensóme vuecencia durante
celebración Centenario Batalla Ayacucho, permítome ro-
garle interceder ante poderes públicos por libertad Choca-
no. Tal acto de justicia para nuestro máximo poeta, dará
mayor excelsitud a la Historia hispanoamericana . Respe-
tuosamente.-Gregorio Reynolds.

CENTROAMERICA Y ANTILLAS

Además de los que aparecen en los cablegamas de NICA-


RAGUA Y GUATEMALA, manifestáronme su adhesión fraternal,
EL LIBRO DE MI PROCESO 473

en diversas formas, desde el istmo centroamericano y las


islas del Caribe, los siguientes intelectuales :
Abel Villegas Arango, de PANAMÁ ; Elías Jiménez Rojas,
de COSTA RICA ; Santiago Argüello y Gustavo Alemán Bola-
ños, de NICARAGUA ; Froylán Turcios, de HONDURAS ; Alber-
to Marferrer, Juan Ramón Uriarte, Julio Enrique Aosla y
Juan Ulloa , de EL SALVADOR ; Manuel Márquez Sterling ,
Ramón A. Catalá, J. M. Carbonell, Agustín Acosta y Fer-
nando Lles y Bardayes, de CUBA ; Fabio Fiallo , Tulio
M. Cestero y Oswaldo Bazil, de la REPÚBLICA DOMINICANA.
Hay que considerar un bello canto lírico en celebración
de mi libertad, por el ilustre padre A. H. Pallais de León
de NICARAGUA .

LA PRIMERA VOZ

Importa recoger la primera voz continental que llegó


hasta mí, poco tiempo después de ocurrido el trágico suceso :
"La gente de letras del Uruguay tiene una deuda de ad-
miración que saldar con el alto cantor de "Alma América ” ,
y mientras eso no se haga no puede , en buen derecho , con-
denar al hombre que mató a Elmore, sea cual fuese el im-
pulso que lo llevó a la tragedia.
"Santos Chocano, poeta, no ha contado nunca con la com-
pañía espiritual que debió granjearle en ésta , como en las
demás regiones de América, su inmensa obra de Bien y de
Belleza . Acaso ha estado mejor así , en la serena soledad
que Emerson asigna a los grandes hombres, porque es es-
píritu que aguarda la mayor suma de armonías recogidas
sobre la vasta y salvaje naturaleza de América, debe tener
más de cóndor que de águila caudal.
"Y quien ha estado solo en su gloria altísima , tiene el
derecho y hasta el poder de Orfeo para imponerse , domi-
nando el coro de sus condenadores .
"Por eso la gente del Uruguay no debe pronunciarse en
sentido alguno frente a la tragedia Chocano-Elmore. Por
474 JOSÉ SANTOS CHOCANO

eso y porque repudia el rol del verdugo ante un delito pri-


vado, contra Chocano o contra quien sea , porque eso es lo
menos que pudo haber aprendido de aquel alto guerrero de
la nacionalidad, magnánimo como Tito frente a los oscuros
condenados de una justicia oscura.
"Poeta : sabed, pues , que la admiración que merecéis de
la gente de Letras del Uruguay, como cantor de la Améri
ca, se mantiene incólume a través de ese funesto episodio
de vuestra vida de hombre apasionado y singular. "

JUANA DE IBARBOUROU, VÍCTOR PÉREZ PETIT, JAVIER DE


VIANA, ALFREDO RODÓ, JUAN ANTONIO ZUBILLAGA, HORACIO
MALDONADO, JOSÉ LUCIANO MARTÍNEZ, VÍCTOR BONIFACINO
GISLENO AGUIRRE, SILVESTRE PÉREZ , JOSÉ RODRÍGUEZ VI-
LLALÓN, LUIS ONETTI LIMA, ALFREDO S. CLULOW, CARLOS
ALBERTO CLULOW, ESTER PARODI URIARTE, HAYDEE FE-
RREYRA MACHADO, FEDERICO ORCAYO ACUÑA, LUIS F. PE-
REIA, ARMANDO GALLO, CASIMIRO P. SOLVARREY, ELVIO PRU-
NELL ALZAIBAR, M. CASTELLANOS , A. CASTELLANOS , H. FRAN-
GELLA, LAURO N. WELLS , ARIOSTO D. GONZÁLEZ.

LAS ULTIMAS VOCES

Importa, asimismo, recoger las últimas voces continen-


tales que llegaron hasta mí, después de liquidada la situa-
ción en que fuí colocado por circunstancias ajenas a mi vo-
luntad :

"México , 22 de diciembre de 1926.

"Mi querido y gran poeta y amigo : ... Quiero que sepa


usted que todas las cosas suyas son igualmente mías : que
estoy a su lado, con el alma, que no sabe de distancias, lo
mismo en sus penas que en sus goces. No se amedrente us-
ted, un buen amigo, mi hermano por el alma, ante los fallos
EL LIBRO DE MI PROCESO 475

de quienes sólo juzgan por la superficie ; y sepa que cuenta


siempre con los que sabemos quererlo y admirarlo.
"Suyo siempre,
SANTIAGO ARGÜELLO."

"Tegucigalpa ( Honduras) , 12 de enero de 1927.

"Mi querido Chocano :


"... Le repito una vez más : su condena me produjo amar-
go asombro. Lo que usted hizo lo habría hecho cualquier
hombre de honor, yo el primero. Según mi criterio de digni-
dad personal, el que estando armado soporta una bofetada
impunemente, es un cobarde ; y es preferible la muerte a
vivir una vida de indignidad y vergüenza. Yo lamento como
el que más ese drama ; pero en él su personalidad no ha per-
dido un ápice de su grandeza. Hago votos sinceros por que
esta carta lo encuentre bien de salud, sereno y libre.
"Le abraza fraternalmente ,
FROYLÁN TURCIOS . "

"La Vega ( República Dominicana ) , 25 enero de 1927.

"Querido amigo :
92
A esta hora no sé si usted esté preso aún o si , como
lo han anunciado algunos periódicos de Cuba, se encuentra
usted ya en libertad. Fuera inexplicable lo primero. Cuan-
do más leo y estudio en su causa , tanto más me convenzo
de que en esa prolongación de su encarcelamiento hay una
siniestra fuerza oculta que mantiene la injusticia triunfan-
te contra todas las leyes del honor y la equidad . De presu-
mir es, pues, su excarcelamiento ; y a la creencia en el espí-
ritu de justicia del presidente Leguía, cuando menos, met
abandono, para creerle reintegrado en su libertad y en sus
derechos de ciudadano . Adjunta hallará usted la carta pú-
blica que con motivo de mi actitud en defensa de su causa
me escribiera un mozo de aquí. Mi contestación no se hizo
esperar, y también se la envío. Lo que sí siento muchísimo
no poder enviarle son los apretones de manos y las mil feli-
476 JOSÉ SANTOS CHOCANO

citaciones que he recibido por mi artículo . Parece que tam-


bién habían prosperado aquí las falacias que en torno a esa
tragedia esparcieron ... Mi carta, ilustrada con los "Consi-
derandos" del proceso, y, sobre todo , mi interrogación final,
han restablecido la verdad del caso ; y aquí , más que en nin-
guna otra parte, bien se sabe que aquel brutal ataque no
podía alcanzar otro resultado que la muerte del audaz . No
digo yo en ese mismo momento y bajo la terrible impresión
del ultraje, sino después y transcurridas horas y días ; na-
die entiende aquí que ofensa de tal magnitud pueda ser la-
vada de otra manera que con la sangre del ofensor y donde-
quiera que se le encontrare.
" Muy suyo,
FABIO FIALLO. "

NOTA. Sr. X. X.- Listín Diario.-Santo Domingo ...


¿ Cuál será la actitud de usted en el caso de verse abofetea-
do vergonzosamente en la Redacción del Listin? ¿ Verdad ,
que portando usted un revólver en su bolsillo del pantalón
de hombre, adoptará usted la misma actitud que asumió
el matador de Edwin Elmore...? Sorpresa muy dolorosa se-
ría para mí cualquier otra actitud adoptada por usted ..., y
ya entonces yo no podría suscribirme como ahora lo hago.
"Su compañero que le " estima " fundadamente ,

FABIO FIALLO. "

"Madrid, enero 6 y enero 30 de 1927.

"Mi querido y admirado amigo :


"... Usted sabe que le acompaño con toda mi simpatía
en este trance de su vida, que le admiro como poeta y le amo
como patriota. No extrañará, pues, que le diga que ha sa-
cudido todo mi ser con su prosa de fuego, con sus gritos de
combatiente, con sus protestas airadas contra la iniquidad
de que es víctima. El prosista me ha resultado tan grande
como el poeta . El hombre tan magnífico como el artista. He
quedado deslumbrado ... y dolorido. Porque las páginas de
su revista aún sudan un dolor inmenso, un calor comunica-
tivo , que no puede ser indiferente a quien sabe, como yo,
EL LIBRO DE MI PROCESO 477

del dolor propio y del dolor de su patria infortunada . Le


soy, pues, deudor de un deleite espiritual más, ya que me
ha proporcionado la oportunidad de saborear el licor amar-
go, pero magnífico de sus palabras encendidas. El libro de
la Coronación me ha consolado. He asistido , leyéndolo , a
su apoteosis. Y eso es lo que quedará. La injusticia pasará.
Y sobre el error y la pasión de los hombres quedará res-
plandeciente su gloria. Esto es lo consolador de la vida. Na-
die puede arrancarnos lo que es nuestro. El ingenio es como
el diamante ; nada puede tiznarlo, nadie puede impedir que
brille . La sentencia de sus pobres jueces no será, por cierto,
la de la posteridad. Los insultos de sus enemigos no ten-
drán eco en el devenir de los tiempos . Pero su corona sí,
permanecerá inmarchita, mientras se hable castellano, y
al timbre de sus versos acompañará la armonía de los si-
glos . Desde París me he permitido agregar mi voz a la de
los que, en toda América, piden a gritos su libertad , como
una reparación a la gloria ultrajada . Espero que mi carta
habrá llegado ya a manos del ilustre presidente Leguía . Y
no dudo de que pronto lo veremos en plena vindicación , re-
integrado al amor de los suyos y a la admiración del mundo.
"... He leído su contestación al penalista Jiménez de
Asúa. Yo creo que le hace usted un gran honor al ocuparse
en él . Es difícil que en Europa comprendan su caso . Quiero
hasta creer que el profesor español habla con alguna buena
fe. En Europa puede ser abofeteado un hombre que carga
un revólver. En América, ¡ no ! Una injuria de hecho se paga
con la vida. El que castiga con su mano juega su vida. No
cargamos revólver por el gusto de llevarlo , sino para repe-
ler cualquiera agresión. Usted fué agredido ..., y se defen-
dió como pudo. Otro cualquiera hubiera hecho lo mismo en
su lugar ... Puede el Sr. de Asúa escribir todo lo que quiera.
Esta es la verdad , " nuestra verdad ". Crea usted siempre en
la admiración de su amigo paraguayo ,

JUAN E. O'LEARY

Ministro del Paraguay en España."


478 JOSÉ SANTOS CHOCANO

EL CLAMOR NACIONAL

LAS GRANDES INSTITUCIONES REPRESENTATIVAS DE


LAS CLASES LABORISTAS

Asamblea de las Sociedades Unidas, Centro representativo


de las instituciones populares del Perú

Lima, 15 de septiembre de 1927.

Señor presidente de la República :


La Asamblea de Sociedades Unidas , Centro representa-
tivo de las instituciones populares del Perú, tiene el alto
honor de dirigirse al primer magistrado de la República,
para unir la voz del laborismo nacionalista a la demanda
que en favor de la libertad del poeta coronado , José Santos
Chocano, hacen autorizados elementos de la intelectua-
lidad de nuestra América.
"Estima la Asamblea, señor Presidente, que la concien-
cia nacional le acompaña en la demanda que, respetuosa-
mente, formula, en nombre del laborismo del Perú , que re-
presenta con el más legítimo orgullo, animada del mismo
interés de que tan prestigiosos intelectuales de países her-
manos han dado muestra en favor de nuestro ilustre com-
patriota.
"Por estos motivos , la Asamblea espera fundadamente
del patriotismo incomparable tanto como de la alta intelec-
tualidad de usted , señor Presidente , ser atendida en las ges-
tiones legales conducentes a devolver la libertad al cantor
de América , gloria del Perú , José Santos Chocano.
"Con toda consideración y respeto , señor Presidente ,

ENRIQUE N. ESPINOSA
Presidente.

CÉSAR MANRIQUE
Secretario."
EL LIBRO DE MI PROCESO 479

Confederación de Artesanos "Unión Universal"

"Lima, 15 de septiembre de 1926.

"Señor Presidente de la República :

Ciudad.

"Señor Presidente :

"En la conciencia de la clase obrera nacionalista del


Perú está el que la • actitud de nuestro gran poeta José
Chocano ha sido en todo momento la de un ciudadano
sumamente digno, así por su patriotismo contra la divul-
gación de derrotismos propagados con carácter impropio,
como por su energía para rechazar el atropello a su honor
y a su seguridad personal. Nadie hay, señor Presidente,
que colocado en la espectante situación de quien está con-
sagrado como una de las glorias del Perú , hubiese permi-
tido la agresión deprimente de que se le quiso hacer obje-
to; y así, sometido tan lamentable asunto al criterio no
de los Tribunales, que no pueden fácilmente despegarse del
texto de los Códigos, sino de Jurado compuesto por ciuda-
danos honorables, que lo contemplaran desde el punto de
vista de la equidad y luego consultaran libremente su dig-
nidad personal y su patriotismo, sería segura la absolución
que le ha dado, por eso, al glorioso poeta la opinión nacio-
nal. Si, como ha podido apreciarse, señor Presidente , los
más altos exponentes de la intelectualidad de América se
interesan por la libertad de José Santos Chocano , la Con-
federación de Artesanos "Unión Universal" , no hace sino
cumplir con los mandatos del patriotismo y de su con-
ciencia rogándole hacer las gestiones correspondientes ante
el Congreso. Hombre como usted, señor Presidente, de ex-
celso patriotismo y de carácter firme, celoso ejemplarmen-
te de su dignidad personal, ha de prestar atención a la
súplica que le hacemos respetuosamente, en nombre de las
ciento ochenta y cinco instituciones nacionalistas que for-
480 JOSÉ SANTOS CHOCANO

man parte en el territorio de la República de la Confede-


ración de Artesanos "Unión Universal".
"Dios guarde al señor Presidente de la República .

MÁXIMO AGUIRRE
Presidente.

D. ALVARADO BOLO
Secretario."

La Sociedad Decana Tacna, Arica y Tarapacá

"Señor Presidente de la República :

"La Sociedad Decana Tacna, Arica y Tarapacá no pue-


de olvidar que el gran poeta José Santos Chocano tiene
comprometida la gratitud nacional como cantor excelso
de la Epopeya del Morro, no puede olvidar que fué suya
la primera voz que en lo particular se levantó a retem-
plar el espíritu de nuestro problema plebiscitario , que sólo
la fe y la clarividencia de usted, señor Presidente, logra-
ron mantener en firme sobre las vacilaciones de adentro
y las asechanzas de afuera ; y no puede olvidar , finalmente,
que por las venas de tan ilustre hijo del Perú corre sangre
tacneña, como descendiente que él es del glorioso precur-
sor de la Indepedencia, don Francisco Antonio de Zela.
"Invocando tales títulos nos presentamos respetuosa-
mente ante usted, señor Presidente, para demandar de su
alto y noble espíritu las gestiones legales correspondientes
a fin de de obtener la libertad de nuestro gran poeta, por
quien para mayor orgullo nuestro- se acaban de intere-
sar los más caracterizados representantes de la intelectua-
lidad de todos los países de Sudamérica .
"Es gracia, etc.
"Callao, 30 de septiembre de 1926 .
"Señor Presidente.
GREGORIO F. NACARINO
Presidente.

EDUARDO JARA ALMENTE


Secretario."
EL LIBRO DE MI PROCESO 481

Los sobrevivientes de la batalla de Arica

(7 de junio de 1881.)

"Señor don Augusto B. Leguía, Presidente de la República.

Ciudad.
"Señor Presidente :

"Convencidos de la grandeza de sentimientos que us-


ted ha demostrado por todo lo que se relaciona con la in-
tegridad del territorio nacional, escogemos la efemérides
del heroico sacrificio de Miguel Grau, para dirigirle la
presente solicitud por la libertad del patriota poeta don
José Santos Chocano, a fin de que gestione del Congreso
el corte de un juicio que estimamos hasta escarnecedor
para nuestro patriotismo, dadas las causas y demás cir-
cunstancias que al respecto son del dominio público.
"Estrechamente vinculados al autor de La Epopeya del
Morro, hacémosle , señor Presidente, formal petición de
esas gestiones ante el Congreso , con todo el respeto que
por muchos títulos se merece usted y en el sagrado nom-
bre del coronel Francisco Bolognesi y de sus gloriosos com--
pañeros de sacrificio , el 7 de junio de 1880, en la cima del
Morro de Arica, en que juraron heroica fidelidad a la Pa-
tria, honrada, como poeta y como hombre, por don José
Santos Chocano, cuya libertad nos complacemos en soli-
citar.
"Los que esgrimieron sus armas y derramaron su san-
gre sobrevivientes aún de esa jornada de la Guerra del
Pacífico, anticipan a usted, señor Presidente, su reconoci-
miento individual y colectivo , por la gracia que esperan
alcanzar.
RICARDO S. PIMENTEL
Presidente.

JUAN ULLOA
Secretario."

31
482 JOSÉ SANTOS CHOCANO

MEDARDO CORNEJO, SEBASTIÁN CÉSPEDES , ANSELMO BA-


RREDA, RICARDO SALAZAR, ANTONIO GÁRATE, APOLINARIO SA-
LAVERRY, CAMILO GONZÁLEZ , CARLOS MATURANA, DIONISIO
VILDOZO, EDUARDO CORNEJO, ABEL CARBAJAL, ESTEBAN MEN-
DOZA, MARIANO MOSTAJO, GABINO ALVAREZ , SILVESTRE CAU-
TIN, TOMÁS RAMOS , JULIÁN CABEZAS , JOSÉ TRASMONTES , MA-
NUEL TAPIA, EMILIO TRILLO D. , PEDRO CORBACHO, LUIS
MONTENEGRO, NICASIO SALAZAR, JOSÉ BELAOCHAGA, MANUEL
BURGA, JOSÉ CARRILLO, ANDRÉS CÓRDOVA, MANUEL CORBA-
CHO, LIZARDO EYZAGUIRRE, LEONARDO GONZÁLEZ , NICANOR
GUERRA, ANDRÉS NÚÑEZ , JUAN ORTIZ , JOSÉ PÉREZ , JUAN
RAMÍREZ , PEDRO SÁNCHEZ , MODESTO SOSA, ENRIQUE RIVERA,
SANTIAGO RODRÍGUEZ , FRANCISCO SOTO, ELÍAS TAPIA, BENJA-
MÍN VARGAS , LUIS ZELADA, BRAULIO SABARBARÚ, Juan José
VILDOZO, ABRAHAM VILLAMONTE, MIGUEL RODRÍGUEZ , MA-
NUEL MONTE, ELIODORO Soro, MANUEL ZUNIGA.

Los intelectuales y los periodistas

"Señor presidente de la República :

"La uniformidad con que los altos representativos de la


intelectualidad iberoamericana han manifestado cablegrá-
ficamente vivo interés por que interponga usted su valiosa
influencia ante el Congreso para obtener la libertad de José
Santos Chocano, nos autoriza a presentarnos respetuosa-
mente en igual demanda, sin que ya nadie pueda interpre-
tar nuestra actitud sino como el cumplimiento de un deber
de compañerismo con quien ha sabido vincular a su nombre
los prestigios de la intelectualidad nacional de que forma-
mos parte.
"Sin otra consideración que la que justamente nos me-
recen las excepcionales condiciones de nuestro querido y ad-
mirado compañero el gran poeta José Santos Chocano, nos
colocamos, señor presidente, al margen de circunstancias
que todos lamentamos, para hacerle saber que las peticio-
nes llegadas cablegráficamente encuentran eco muy grato
en nosotros , que sí, en concordancia con las leyes , pedimos
a usted la libertad por que se han venido interesando los
más destacados intelectuales iberoamericanos, de quienes
EL LIBRO DE MI PROCESO 483

tenemos la fraternal satisfacción de hacernos personeros en


esta solicitud :
"Lima, 12 de octubre de 1926.

"José M. EGUREN, PERCY GIBSON, MANUEL BEINGOLEA,


AUGUSTO AGUIRRE MORALES , JOSÉ FIANSÓN, FEDERICO BA-
RRETO, LUIS AURELIO LOAYZA, MIGUEL A. PASCALE, PEDRO
RADA Y PAZ SOLDÁN, ENRIQUE D. TOVAR Y R. , ALBERTO
GUILLÉN.
"FEDERICO BOLAÑOS , JUAN JOSÉ LORA, RAFAEL MÉNDEZ
DORICH, GUILLERMO MERCADO C. , OQUENDO DE AMAT, RA-
MIRO PÉREZ REINOSO, JUAN LUIS VELÁZQUEZ , ALEJANDRO PE-
RALTA, EMILIO ARMAZA.
"LUIS BERNINZONE, ANTONIO GARLAND, PEDRO BARRAN-
TES CASTRO, EDGARDO ROBAGLIATI, GLISERIO TASSARA DE
BAILLET , JORGE ZULETA DE HEREDIA, ARMANDO HERRERA,
JOSÉ CARLOS CHIRIF, PABLO BUSTAMANTE Y BASAGOITIA, Da-
NIEL RUZO, HUMBERTO DEL AGUILA.
"ROBERTO MAC LEAN Y ESTENÓS , ENRIQUE BARBOZA,
CARLOS RODRÍGUEZ PASTOR, NAPOLEÓN GIL, JOSÉ JIMÉNEZ
BORJA, JOSÉ RAFAEL GALLO, RÓMULO JORDÁN C. , CÉSAR AU-
GUSTO LENGUA, ENRIQUE A. VELÁZQUEZ, AURELIO SOTOMAYOR ,
PERCY MAC LEAN.
"Por El Tiempo : CARLOS GUZMÁN Y VERA, JUAN RI-
CHARDSON, SALVADOR ROMERO SOTOMAYOR, JOSÉ AMADOR
AÑAZGO .

"Por La Tradición : OSCAR FRITZ, LUIS PASQUALE, JUAN


MARCOS SARRIN, MANUEL ARAGÓN L. , EDMUNDO GONZÁLEZ
CASTRO.

"Por El Sol : IGNACIO BRANDARIZ, HUMBERTO CASTRO


PRINCIPI , ISAÍAS RIVERA P.
"Por La Prensa : GUILLERMO FORERO, B. BATTISTA
MARIO E. MENDIZABAL , HUMBERTO ALVÁN, A. PACHE
co B., T. T. ORÉ, P. J. CARAVEDO , LUIS PFLÚCKER, CARLOS
L. ALVÁN, GERMÁN LAZARTE, RICARDO GAMBOA, TEODORO
CASANA.

"Por La Crónica : FELIPE ROTALDE , RICARDO VEGAS GAR-


CÍA, HÉCTOR ARGÜELLES , FERNANDO FRANCO, LEONIDAS RI-
VERA, SUIBERTO TORRES , ANTENOR ESCUDERO, LUIS A. RIVE-
RO, ROMÁN HERNÁNDEZ , AUGUSTO MORAL , PEDRO A. ROSSELL,
484 JOSÉ SANTOS CHOCANO

BENJAMÍN PUENTE S., CARLOS GAMARRA, RICARDO WALTER


STUBBS, L. MORENO THELLESEN.

"En nuestra condición de hispanoamericanos, huéspedes


de Lima, nos adherimos muy gustosos a la anterior solici-
tud de fraternidad intelectual en favor del poeta máximo
del Perú, cantor de América y gloria común de la raza:

"Lima, 12 de octubre de 1926.

"PORFIRIO BARBA JACOB ( colombiano ) , JOSÉ DEL C. MEZA


(colombiano ) , B. CHECA DROUET (ecuatoriano) , JULIO GA-
RET MAS (uruguayo ) , J. PÉREZ DOMENECH ( español) . "

La Sociedad de Bellas Artes

"Señor presidente de la República .- S . P .:

"Los suscritos, miembros del Comité Directivo de la


Sociedad de Bellas Artes, con personería jurídica, en con-
formidad con el inciso b) del art. 2.° de sus Estatutos ofi-
cialmente reconocidos, ante usted respetuosamente , con el
derecho de petición del art . 28 de la Constitución del Esta-
do, nos presentamos y decimos :
"Que la Sociedad de Bellas Artes, institución represen-
tativa de los artistas nacionales y extranjeros, residentes en
el Perú, en sesión general realizada el 6 del presente, auto-
rizó al Comité Directivo que suscribe para impetrar de la
reconocida magnanimidad de usted la gracia de proponer al
Congreso Nacional la forma más conveniente, en su alta
sabiduría, de obtener cuanto antes la libertad incondicio-
nal de nuestro socio honorario, el insigne poeta José Santos
Chocano ;
"Que es notorio el anhelo de los pueblos y en especial
el de los altos valores representativos de la intelectualidad
nacional y americana, de que se resuelvan por los poderes
del Estado las solicitudes respectivas en favor de la libertad
del poeta ; y
"Que dadas las excepcionales condiciones del justamen-
EL LIBRO DE MI PROCESO 485

te calificado por el primer Municipio de la República como


"hijo predilecto de Lima", un deber de justicia, en honor
de las letras nacionales, impele a restituirle a la tranquili-
dad de los suyos con el prestigio inmarcesible de sus lauros
y prerrogativas de peruano esclarecido.
"Bien merece , señor presidente, excepcional absolución
el poeta consagrado del Perú y de América, cuyos blasones
de cantor excelso fueron ampliamente engalanados con ca-
racteres de oro, en la tarde memorable del 5 de noviembre
de 1922 , en que estuvieron representados hasta los más re-
motos confines del territorio nacional, en que el periodismo
sin excepción glorificó sus méritos de poeta y, en fin, en que
usted, señor presidente, al coronarle, en nombre de los Con-
sejos Provinciales del Perú , con el símbolo de apoteosis que
le consagró grande entre los grandes, supo admirablemente
expresarle que había realizado una de las obras máximas
que el cielo encomendaba a los hombres : "la de purificar
"sobre la tierra el culto imperecedero de la belleza ".
"Por estas consideraciones y en homenaje del Día de la
Raza, que para la Sociedad que representamos lo es también
del Arte .
"A usted, señor presidente, ocurrimos para suplicarle se
sirva proponer al Congreso Nacional el proyecto de resolu-
ción legislativa más conveniente, que tienda a conseguir
cuanto antes el fin que dejamos puntualizado.
"Es gracia que la Sociedad de Bellas Artes espera obte-
ner de usted, señor presidente.

"Lima, 12 de octubre de 1926.

"LUIS S. UGARTE, presidente ; José G. OTERO, vicepresi-


dente ; J. GUILLERMO SAMANEZ, fiscal ; CARLOS RODRÍGUEZ
MONTOYA, primer secretario ; VÍCTOR M. TESSEY, segundo
secretario; CARLOS F. BRONDI , tercer secretario ; EFRÉN
APESTEGUÍA, prosecretario ; ENRIQUE CRUZADO G. , tesorero ;
JULIÁN JULIÁ, bibliotecario ; José M. HUERTA, Vocal ; Mor-
SÉS VELASCO PEÑA, Vocal ; VENTURA MORALES, Vocal ; LUIS
F. AUGUSTO , Vocal. "
486 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Los hijos del Condorcunca

"Ciudad, 9 de diciembre de 1926.

"Señor presidente de la República .-S. P.:

"La Sociedad obrera "Hijos del Condorcunca " ha esco-


gido el aniversario de la magna batalla librada al pie del
"Monte Sacro de la América", como hubo de llamarle nues-
tro gran poeta coronado, para presentarnos respetuosamen-
te ante la consideración de usted , adhiriéndose a las súpli-
cas pendientes de su alto criterio, en el sentido de que se
digne proponer al Poder Legislativo el corte del juicio que
se sigue al glorioso cantor de "Ayacucho y los Andes".
"Las magnas sombras de Bolívar, de Sucre, de La Mar,
de Córdova, de cuantos en Ayacucho nos dieron con su he-
roísmo Patria, deben serle propicias a quien las ha celebra-
do, sujetando su fantasía al rigor de la Historia hasta en
los más mínimos detalles, en el gran Poema que del pasado
Centenario se ha de proyectar hacia el entrante ; y deben
serle propicias , señor presidente, porque si padece prisión,
en la conciencia nacional está que es por esgrimir su pala-
bra y su pluma en defensa de la Patria contra traiciones y
contra derrotismos.
Los "Hijos del Condorcunca " piden a usted , señor pre-
sidente, con todo respeto y lleno de la más intensa emoción,
en esta significativa efemérides, la gracia de interceder ante
el actual Congreso Extraordinario, en sesiones , en favor de
la libertad de José Santos Chocano , gloria de la Patria defi-
nitivamente fundada en la batalla de Ayacucho .
"DAVID SULCA, presidente ; SIXTO GALVEZ , vicepresiden-
te ; MÁXIMO ARCASEN, secretario ; S. DEMETRIO MOLERO, fis-
cal ; AUGUSTO VILLAVERDE, adjunto al fiscal ; VÍCTOR LEÓN,
tesorero ; MANUEL MEDINA, vocal de Beneficencia ; PABLO
ROMERO, Vocal de Contabilidad ; RAMÓN ANCASINI , Vocal de
Régimen ; PAULINO ALMANACI , portaestandarte. "

NOTA.-En la imposibilidad de recoger todas las peticio-


nes que en igual sentido se hicieron por periódicos e institu-
EL LIBRO DE MI PROCESO 487

ciones, aún de los más apartados lugares de la República,


escógense unas cuantas de las correspondientes a Lima y
Callao, que por el carácter diverso de los peticionarios
-obreros, intelectuales , veteranos, artistas, etc.- , revelan
la unanimidad con que se dejó oir , sobre la hostil oligarquía
plutocrática, el clamor nacional contra la sentencia pendien-
te del recurso de nulidad interpuesto ante la Corte Suprema
de Justicia.

HOMENAJE AL DEFENSOR

Más de trescientos ciudadanos distinguidos , representan-


tes de todos los Círculos sociales , ofrecieron al Dr. Ricardo
E. Dulanto, con motivo de su admirable defensa , un gran
banquete como espontáneo homenaje de simpatía intelec-
tual.
El Dr. Luis Ernesto Denegri, por encargo de todos, hizo
el ofrecimiento , con el elocuente discurso que se transcribe
en seguida y para el que huelga todo comentario.
Es ahora, cerrando el clamor nacional, que hubo de co-
rresponder a las voces continentales, como mejor puede
apreciarse la palabra enérgica, al par que serena de quien,
honrando a los oferentes, supo hacer pública justicia a mi
abogado defensor . He aquí el notable discurso que, antici-
pándose a las voces continentales, anunció, propiamente, el
clamor nacional :

"Doctor Dulanto :

"Señores :
"El 31 de octubre de 1925 será un día memorable en el
recuerdo de los peruanos ; pero cuando se disipan las pasio-
nes explicables que hoy dificultan la apreciación serena de
los hechos, estoy seguro de que todos deploramos la doble
fatalidad que ocasionó la muerte de un hombre joven y
llevó a la cárcel a un hombre ilustre.
488 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"El ardor de una polémica provocó la dolorosa tragedia.


Después no fueron ni el dolor justificado de los deudos, ni
la reacción del sentimiento colectivo , los que más trabaja-
ron en la fabricación de ese proceso, en donde, avasallando
la rectitud de los jueces, más que la responsabilidad del
acusado, algunos buscaron confundir al poeta con el ase-
sino y mezclar la gloria con el crimen ; trabajaron de pre-
ferencia esas pasiones enfermas que vienen de lejos y que
alternándose en el curso del tiempo crearon el panorama
desolante de nuestra Historia : son la hostilidad al hombre
superior y esa invencible repugnancia por las actitudes va-
roniles. Herederos de la mansedumbre indígena y habitua-
dos por cuatro siglos a la mediocridad colonial y republi-
cana, tenemos prevenciones inconfesables, pero evidentes,
contra el alza sobre el límite estrecho de la vulgaridad o
castiga con el látigo del Señor las infamias de Satán.
Producida la tragedia, ¿ quién sería el abogado de Cho-
cano? ¿Quién sería capaz de establecer la responsabilidad
del ilustre poeta en el hecho de sangre, en el que fué sim-
ple factor de una legítima defensa, pero no delincuente en
un homicidio?
"Se pensó, en un principio , en solemnes personajes con-
sulares y después en jóvenes profesionales familiarizados
con el Tribunal Correccional. La presuntuosa gravedad de
los unos y la temeraria locuacidad de los otros se rindieron
ante la magnitud de la empresa gigante. Entonces se buscó
a un abogado nuevo, no ignorado en el mundo de los inte-
lectuales , pero sí desconocido en los estrados de la justicia
criminal ; se buscó al doctor Ricardo Dulanto . Recomenda-
ban su persona los éxitos prometedores de su vida estudian-
til, los triunfos resonantes de su profesorado en Filosofía
en la Universidad , sus recientes campañas como diputado,
inspiradas en un generoso idealismo . El talento y el cora-
zón de un hombre joven iban a suplir, en la tremenda con-
troversia judicial, el pomposo prestigio de tantas celebrida-
des en el foro . Era el rayo que iba a brillar en la opulencia
de las sombras.
"Cuando llegó la hora de actuar el proceso en público,
ante ' os magistrados de la Sala Correccional, abonados por
el antecedente de una tradición insospechable , todos senti-
mos la moral angustia que precede siempre a las grandes
decisiones ; porque no sólo veíamos a un hombre célebre
EL LIBRO DE MI PROCESO 489

oscilar entre la culpa y la inocencia, entre la libertad y el


presidio, sino que temíamos que la mano de la justicia, alar-
gándose hasta la frente de Chocano, inscribiera en ella una
sentencia infamante, allí donde la admiración universal
de los hombres había puesto , en láminas de oro , el símbolo
supremo de la gloria y de la fama.
"Vosotros recordáis seguramente las audiencias fati-
gantes del proceso. Las miradas del público presente y toda
la inquietud del más numeroso que no estuvo en la sala de
los debates se ponían en el abogado de la defensa , en ese
hombre pequeño de porte, afable en la sonrisa , penetrante
en la mirada , cuyo cerebro está hecho para contener todas
las ideas y cuyo corazón para sentir todas las emociones.
"Un día, cuando se había aglomerado ya sobre el acu-
sado la prueba testimonial apasionada y la prueba pericial
incompleta ; cuando se necesitaban fuerzas hercúleas para
remover todo ese amontonamiento de sofismas jurídicos y
absurdos científicos , habló el defensor de Chocano , habló
el doctor Dulanto . Al oír sus primeras palabras, huyeron
avergonzadas la duda, la vacilación, la envidia.
"Remontándose a las más altas cumbres de la Filosofía
y de la Ciencia, hizo el implacable análisis del proceso. ¡Y
qué análisis , señores ! Nada escapó a su crítica acerada
y demoledora : ni los motivos de la tragedia, para situar
el proceso en su terreno de disputa ideológica, ni el aturdi-
miento de los testigos, para descartar las versiones apasio-
nadas , ni las inexactitudes de la prueba científica, para
pulverizar sus conclusiones.
"A su invencible fuerza dialéctica, que abate las mura-
llas de todas las argucias, une la defensa del doctor Dulan-
to profundidad de pensamiento, inagotable caudal orato-
rio, riqueza de erudición, castiza precisión de lenguaje y,
lo que es más de aplaudir quizás, una serena ponderación
en la forma y en el fondo , que revela la nobleza de su co-
razón.

"Obra maestra de razonamiento, de capacidad jurídica,


de vocación oratoria , vuestra defensa marcará época en los
anales de la vida judicial del Perú, no sólo porque está
vinculada a la justificación de un procesado ilustre , sino
porque, elevando la defensa criminal del plano vulgar don-
de se empequeñecía, habéis hablado quizás como nadie
habló antes que vos y como nadie quizás hablará después
490 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que vos, llevando a los estrados judiciales la soberana ca-


pacidad del talento y la estupenda preparación del maestro.
"Vuestra defensa, amigo mío, revela en toda la plenitud
de su lozanía y de su vigor a una de esas mentalidades
superiores, a uno de esos cerebros privilegiados que, como
las luminarias en la oscuridad de las noches, aparecen de
tarde en tarde en el gran escenario de la Patria , para dar
brillo y renombre a su Historia.
"Por eso, interpretando el sentimiento de los amigos
que os ofrecen este banquete, y recogiendo en mi palabra
el eco de la admiración pública que os rodea, yo saludo en
vos, doctor Dulanto , al pensador y al filósofo que supera
la capacidad y las enseñanzas de su maestro predilecto , al
olador que iguala en fuerza a nuestros más ilustres tribu-
nos y al abogado eminente, cuyo vuelo de águila no puede
compararse con el lento volar de los hombres de nuestra
generación que no han sentido el vértigo de las cumbres.
"Bien sabemos que la sentencia no responde ni a los
méritos de vuestro alegato, ni a las expectativas de la
opinión, porque la condena de Chocano reposa sobre bases
que vuestra argumentación redujo a polvo ; pero eso no im-
porta, porque el valor de la defensa es tal , que si perdis-
teis el pleito sobre la inocencia de Chocano ante tres ma-
gistrados honorables, lo habéis ganado ruidosamente ante
la opinión nacional, y, lo que es más, ante la ciudadanía
ilustrada de todos los pueblos cultos de la tierra.
"Yo no diré aquí nada que pueda lastimar el prestigio
del respetable Poder Judicial del Perú ; pero es evidente
que nuestra evolución judídica es muy lenta y que la rutina
suele todavía anular las disposiciones más eficaces de los
códigos más científicos. Antes, el Código inquisitorial que
derogamos era la excusa inevitable del error. Ahora, que
se han cambiado los cuadros de nuestra legislación penal,
¿por qué se reproduce el error ? ¿ Será que subsiste el pre-
juicio de una mentalidad retrógada ? ¿ O será que hace falta
completar la reforma judicial implantando la institución
salvadora del Jurado, para establecer un contacto más se-
guro con la opinión, que es la única garantía del criterio
de conciencia?
"Yo me resisto a creer, yo no creo que hasta las elevadas
regiones de la Magistratura lleguen los miasmas que enve-
nenan los llanos de nuestra política nacional. Yo no repe-
EL LIBRO DE MI PROCESO 491

tiré, yo no repito , la frase célebre de un maestro eminente


que, hablando de las deficiencias de la Justicia, aludió al
vicio burocrático, que ahoga todas las ansias del dolor hu-
mano ; pero es lo cierto que este error judicial identifica
en la misma amargura a Chocano y a Colón , y atraerá
sobre el Perú , en cuyo suelo nació el maravilloso artista
cuya poesía ensanchó los horizontes del arte, el mismo ultra-
je de ingratitud que sufrió España por haber humillado a
Colón, cuyo descubrimiento había ensanchado el mundo de
la Naturaleza .
"No diré por los motivos del proceso, pero sí por sus
características, hay innegable analogía entre Chocano y
Dreyfus y entre Laborí y Dulanto. Vosotros sabéis una
sensacional del proceso Dreyfus consistió en derribar una
sentencia que condenaba a un inocente. Pues bien ; yo no
hablo más sobre este asunto ; pero creo interpretar un sen-
timiento unánime si digo que todos deseamos al doctor Du-
lanto los éxitos forenses y la fama del gran abogado fran-
cés, quien, por salvar a un inocente, puso en juego su talen-
to, su gran corazón, la autoridad de su nombre , porque
creyó que la preocupación apasionada por la Justicia es
el único índice que señala el grado de cultura que tienen
los pueblos.
"Tratándose de Chocano, yo deseo que en la multitud
anónima aparezca algún Zola predestinado , que rompa con
su verbo la monotonía letal del ambiente y produzca el in-
cendio de una gran inquietud nacional, para pedir la abso-
lución de un hombre que lleva ceñida a sus sienes la doble
corona del infortunio y de la gloria.
"Señores :
"Acompañadme a brindar esta copa por el doctor Du-
lanto, por el mérito inmenso de su magistral defensa, y por-
que en el porvenir sepa corresponder a las esperanzas que
el Perú entero pone en su inteligencia y en la austeridad
de su vida irreprochable. Y brindemos también porque el
Presidente Leguía acoja y oriente con su ejemplar magna-
nimidad las palpitaciones del alma nacional , que piden
absolver a Chocano en la forma de un solemne veredicto de
la soberanía popular."
492 JOSÉ SANTOS CHOCANO

NOTA.-En este banquete de homenaje al defensor hizo


también uso de la palabra, en representación de la Poesía
nacional, Percy Gibson- suya independencia tanto política
como personal es bien reconocida— , abundando en los mis-
mos conceptos que, con tanto acierto, supo expresar el doc-
tor Luis Ernesto Denegri . Súmase, así, a la palabra vibran-
te de un caudillo de juventudes , la palabra apolítica de un
maestro de la Poesía pura, comulgando ambos en la misma
alta idea y en el mismo masculino propósito.

OFICIO DEL GOBIERNO

EL JUICIO CONTRA EL POETA CHOCANO

Atendiendo a numerosas solicitaciones de la intelectualidad Hispano-


americana, el Gobierno acude al Parlamento. Hace uso del derecho de
iniciativa para presentar un Proyecto de Ley que manda cortar
juicio. (De La Prensa).

MINISTERIO DE RELACIONES
EXTERIORES

Lima, 18 de noviembre de 1926.


No. 92.

"Señores Secretarios de la Cámara de Diputados:

"Durante el mes de octubre del año anterior, se suscitó


una polémica en los diarios de la capital entre el Poeta don
José Santos Chocano y un grupo de periodistas y estudian-
tes. Versaba la discusión acerca de la sinceridad de ideas
de un escritor extranjero , que hacía poco había dirigido
un mensaje a la juventud universitaria del país, exhortán-
dola a apartar su atención del agudo problema internacio-
nal, que aún hoy preocupa vehementemente a la nación
entera, para dirigirla hacia cuestiones de política interna.
"Don José Santos Chocano no sólo se impuso, en esa
EL LIBRO DE MI PROCESO 493

ocasión, repudiar enérgicamente tan antipatriótica tesis,


sino que redobló sus esfuerzos para mantener más vivo que
nunca el culto a los héroes nacionales, de los cuales el Poeta
ha sido el más alto cantor.
"Uno de los contradictores de Chocano, el intelectual
Elmore Letts, en el calor de la polémica, orientó ésta en
un sentido francamente impugnador a la persona del Poeta.
La discusión principista degeneró así en un debate de orden
personal.
"En la tarde del 31 de octubre del año anterior, los se-
ñores José Santos Chocano y Edwn Elmore Letts se encon-
taron: el señor Elmore agredió de obra al Poeta, y éste,
en defensa propia , esgrimió un arma que tenía consigo, hi-
riendo al contedor. De resultas de esta herida , el señor El-
more Letts falleció al día siguiente.
"Abierta la instrucción ese mismo día contra don José
Santos Chocano, para el esclarecimiento del suceso narrado ,
terminó aquélla y se abrió el juicio oral ante el Segundo
Tribunal Correccional de Lima ; el cual, aunque calificando
el hecho como producido bajo el imperio de una emoción
violenta , que las circunstancias hacían excusables , condenó
al Poeta a tres años de prisión.
"Desde que se realizó el suceso hasta la fecha , D. José
Santos Chocano se encuentra detenido . El creciente mal es-
tado de su salud lo obliga a permanecer, desde hace más de
un año, en el Hospital Militar de San Bartolomé.
"Dictada la condena , se ha producido una corriente de
opinión, en el país y en el extranjero, solicitando que los
Poderes públicos nacionales ejerciten el derecho de gracia
en favor del poeta .
"En este movimiento se destaca el vivo clamor de la in-
telectualidad hispanoamericana, que, por conducto de esta
Cancillería , se ha dirigido al jefe del Poder Ejecutivo , so-
licitando que se ejercite su iniciativa ante el Parlamento ,
pidiendo la libertad del gran poeta mundial .
"La certificación que se adjunta contiene la relación de
tales mensajes y en ella puede apreciarse la alta calidad e
independencia de las personas que los han dirigido .
"Este despacho , como uno de los órganos del Gobierno
y por haber recibido tales solicitaciones , no puede perma-
necer indiferente ante la situación por la que atraviesa el
poeta, coronado hace poco por los pueblos todos de la Re-
494 JOSÉ SANTOS CHOCANO

pública, como homenaje a su estupenda labor poética, y


cuya biografía ha de ocupar importante capítulo en la
Historia nacional y en la Historia de la Literatura univer-
sal. En tal virtud, propone a las Cámaras que ejerciten su
derecho de gracia en favor de José Santos Chocano, man-
dando cortar el juicio que se le ha instaurado y que pende
actualmente de resolución del Tribunal Supremo, en virtud
de apelación interpuesta.
"Todas las naciones civilizadas son celosas de mantener
incólume el prestigio de sus glorias. El cantor de Bologne-
si en su inmortal Epopeya del Morro ; el cantor de Bolívar
en su estupendo poema El hombre Sol, escrito por encargo
del señor presidente , con ocasión del primer Centenario de
la batalla de Ayacucho ; el autor de Alma América no pue-
de mancillar su corona de egregio poeta con los rigores de
una sentencia judicial.
"España se ha manifestado , por ejemplo , celosa del nom-
bre y de la inmortalidad de Cervantes Saavedra, cuando
escritores malévolos han pretendido presentar al " Manco
de Lepanto " bajo la acción de un juicio por homicidio.
"Si ejercitar el derecho de gracia en favor de seres que
no han escalado la inmortalidad es ya noble, cuánto no lo
será cuando esa facultad , soberana y generosa, se ejercita
en beneficio de quien ha traspasado los lindes de la Patria
y se ha hecho famoso en el campo universal de las Letras.
"El ejercicio del derecho de gracia corresponde , según
el inciso 20 del art. 83 de la Constitución del Estado, al
Parlamento Nacional. El Gobierno, ejercitando el derecho
de iniciativa que le corresponde en la acción de las leyes,
propone al Parlamento el proyecto adjunto rubricado por
el señor presidente de la República.
"Dadas las circunstancias , todas del dominio públi-
co, que han ocurrido en el suceso en que fué actor el poeta
y que, dentro de un criterio humano se explican, este des-
pacho prevé que el Parlamento brindará al proyecto la
probación respectiva .
"Dios guarde a ustedes.

(Rubricado al margen por el señor presidente. )

(Firmado . ) PEDRO JOSÉ RADA Y GAMIO. "


EL LIBRO DE MI PROCESO 495

NOTA.- El Gobierno tomó la iniciativa a los cinco me-


ses de estar pendiente de mi apelación la sentencia del Tri-
bunal Correccional-que la acusación fiscal y la privada
habían aceptado y en consideración a las peticiones he-
chas, durante cinco meses consecutivos, por la intelectua-
lidad iberoamericana , ajena a toda política y a todo secta-
rismo. Sólo tres meses después recuperé mi libertad, por ley
especial en que el Congreso mandó cortar el juicio, como
toda la intelectualidad iberoamericana no sectaria, ni po-
lítica, lo había solicitado.

DESDE AYER SE ENCUENTRA EN LIBERTAD


EL POETA CHOCANO

(De La Tradición.)

11 de diciembre de 1927.

"De conformidad con los informes que oportunamente


trasmitimos a nuestros lectores, en la tarde de ayer fué
puesto en libertad el poeta D. José Santos Chocano, casi
a los ocho meses de la sentencia contra la que había inter-
puesto recurso de nulidad.
"Al conocer el público la noticia de la libertad del ge-
nial cantor, se preparaba para tributarle una manifesta-
ción de simpatía ; pero, Chocano, al enterarse de esto , su-
plicó al público, por medio de una carta que reprodujeron
todos los periódicos , para que no le hicieran manifestación
alguna.
"Cuando José Santos Chocano se dispuso para abando-
nar el departamento que ha ocupado en el Hospital Mili-
tar, durante catorce meses y nueve días, los numerosos pu-
pilos de ese establecimiento le hicieron una cariñosa ma-
nifestación.
"Chocano, al salir del Hospital de San Bartolomé, fué
rodeado por un grupo íntimo de sus amigos y admiradores.
"Un automóvil del servicio público condujo al eximio
vate desde este lugar a su domicilio.
496 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"La casa de Chocano ha sido muy frecuentada anoche


y durante el día de hoy por muchas personas y los repre-
sentantes de las más importantes y prestigiosas institucio-
nes sociales y obreras.
"Chocano ha recibido numerosos mensajes de congratu-
lación de las provincias y del extranjero."

MANIFESTACION

Con motivo de no aceptar yo la manifestación que se


hubo de organizar para el día de mi libertad , la Confede-
ración de Artesanos, "Unión Universal ", me hizo saber la
resolución de dar mi nombre a su Biblioteca, abriéndola al
público en el Aniversario de mi coronación-el 5 de no-
viembre de 1927-y la Sociedad de Sobrevivientes de Arica
puso en mis manos la salutación que agradecido repro-
duzco :

"Ilustre poeta :
"La Sociedad de Sobrevivientes de Arica os da la bien-
venida a la vida de la libertad, que si perdísteis momentá-
neamente fué a mérito de la exaltación de vuestro patrio-
tismo y de la exaltación de vuestra dignidad personal .
"Nos enorgullecemos que una y otra exaltación hagan que
el hombre de verdad , que todos reconocen en vos , sea dig-
no del gran poeta que adolescente aún, supo tallar en gra-
nito las estrofas homéricas de La Epopeya del Morro.
"Quien ha ligado , así, su nombre para siempre al del
glorioso hecho de armas en que tuvimos la honra de que-
mar " el último cartucho " en defensa de la dignidad nacio
nal, bajo las órdenes del inmortal Bolognesi, vuelve hoy a
su condición de hombre libre amparado por el héroe máxi-
mo que él cantó y acompañado por todos los sobrevivien-
tes de Arica, que no en vano hubimos de calificar su pri-
sión como escarnecedora para nuestro patriotismo.
" Ilustre poeta : si entrásteis a la vida del Arte pulsan-
EL LIBRO DE MI PROCESO 497

do vuestra lira de bronce en honor nuestro, al entrar hoy


de nuevo a la vida de la libertad sabed que los sobrevi-
vientes de Arica os presentan las armas !"

AL SALIR DE LA PRISION

Las primeras palabras que la libertad pone en mi plu-


ma son para hacer constar que jamás provoqué ni menos
agredí a nadie. Nunca me interesó el ocuparme en atacar
ideologías ni personas, sin que antes no se me diese justo
motivo para ello. En toda lucha ideológica o personal, mi
actitud fué siempre defensiva.

Debo enviar las gracias a los intelectuales de América


que, al conocer la sentencia absurda contra mí, y durante
casi medio año, hubieron de interesarse por mi libertad , sin
que faltase ninguno a la noble cita, que para tal efecto se
dieron cuantos gozan de un prestigio ganado al margen de
todo propagandismo político o sectarista. Fueron ellos , los
más destacados compañeros míos, con muchos de los cua-
les no guardé siquiera relación alguna antes de la hora,
quienes buscaron y encontraron eso simpático en el ánimo
del presidente de la República , que hubo, así, de verse ins-
tado a prometerles la iniciativa para cortar el juicio pen-
diente contra mí.
Celebro yo que el presidente de la República haya sen-
tido al respecto movida su voluntad por la actitud , durante
cinco meses consecutivos , de los más altos representantes
de la intelectualidad ibero-americana , que, ajenos a nues-
tra política interior, colocan, así, encima de todos los apa-
sionamientos, la palabra oficial con que la Cancillería se
concretó a recoger las peticiones que, honrando a mi perso-
na, han honrado a mi Patria .
'

32
498 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Mucho me complace el que haya podido yo aceptar el


"corte del juicio " con que, por ley especial, se me ha de-
vuelto al ejercicio de mis derechos ciudadanos . Jamás me
hubise sido dable aceptar, por ejemplo, la gracia de un
indulto, no por soberbia, que en mi caso sólo hubiese sido
dignidad, sino porque ello habría significado mi reconoci-
miento de un delito, que tengo la firme y tranquila seguri-
dad de no haber cometido con defenderme de una agresión
a la gradual medida de mis fuerzas .
Cuantas veces estuviera yo en igualdad de circunstan-
cias, haría, a la gradual medida de mis fuerzas , la defensa
de mi persona, en la misma forma por la que se me ha pre-
tendido condenar. Sobre la letra muerta de los Códigos está
la voz viva de las conciencias ; y, por eso, aun admitiendo lo
que se me quiere atribuir, puedo estar seguro de que no hay
nadie dispuesto a la indignidad de declarar que , en pose-
sión legítima de un arma, se resignaría a dejarse golpear
el rostro infamemente por un puño agresivo, ni menos a
ser víctima fácil de un abuso temerario de fuerza bruta.

Un abuso de fuerza bruta concluyó con la vida de nues-


tro más culto hombre de letras, el poeta y polígrafo don
Pedro Paz Soldán y Unaúe (Juan de Arona) . Un abuso
de fuerza bruta estuvo a punto de concluir con la vida de
un escritor independiente, discípulo dilecto de Manuel Gon-
zález Prada, el director de La Idea Libre, don Glicerio
Tassara. Un abuso de fuerza bruta concluyó tristemente
con la vida del fino poeta e ingenioso periodista Florentino
Alcorta. La oligarquía plutocrática sabe bien la responsa-
bilidad que le corresponde en tales agresiones. Hago yo
votos porque concluyan en el Perú los abusos de fuerza
bruta, en la seguridad de que ésta es siempre el recurso a
que apelan los que carecen de razón.

Tengo que sentirme vívamente satisfecho de que los so-


brevivientes de Arica y los obreros confederados hayan sido
los primeros en verme recuperar la libertad. Se han tendido,
pues, presurosas hacia mí las manos heroicas que supieron,
EL LIBRO DE MI PROCESO 499

en defensa de la dignidad nacional, " quemar el último car-


tucho ", y las manos encallecidas en el trabajo verdadera-
mente honorable.
Como si pusiesen en acción la frase histórica en home-
naje al Libertador del Norte, veteranos y obreros , vale de-
cir los primeros en la guerra y los primeros en la paz , son
también los primeros ciudadanos que me reciben y me am-
paran en el corazón de la Patria .

Quiero ahora poder ser dueño de mí mismo . Piedra no


podrá haber capaz de romper mi Torre de Cristal , dentro de
la que mi Arte sabrá siempre buscar la Verdad y la Belle-
za, respectivamente , en el estudio de la Historia y en la
contemplación de la Naturaleza de todo nuestra América.

APÉNDICE

BUFONES Y FARSANTES

ANTE EL PROCESO DE UN GRAN POETA

AUDI ALTERAM PARTEN.-El ciclópeo cantor austral del


Continente, al desmentir una frase juglaresca que con sar-
casmo se le atribuye , adopta el tono de su impugnador y con-
trarresta la diatriba con la diatriba : al epíteto de "bufón"
opone el de "farsante". Tal es la génesis de la tragedia.

II

ASINUS ASINUM FRICAT . -


Previamente es de lamentar
y no parece decoroso-el que varones ilustres, en la sus-
500 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tentación apasionada de doctrinas contradictorias , descien-


dan hasta la descompostura y el insulto. Decepciona con-
siderar que nuestros exponentes intelectuales- por una ex-
cesiva acritud en sus juicios- resulten a la postre bufones
y farsantes, reagravándose nuestro desengaño con la deso-
ladora constatación de que mientras nuestros grandes hom-
bres califícanse con escarnio de bufones y farsantes, nues-
tros farsantes y bufones llámanse funambulescamente gran-
des hombres.

III

ABYSSUS ABYSSUM INVOCAT.-La causticidad retórica del


virulento licenciado al escocer la hiperestesia del poeta y
estimular la indiscreción petulante de un proselitismo de-
tractor-provoca al par la apolínea cólera y las menguadas
burlas irreverentes, incidencias que habrán de precipitarse
en el vórtice trágico .

IV

HOMO HOMINI LUPUS . Los pequeños lo empequeñecen


todo. Reducen la controversia continental y nacionalista a
disputa baladí de burgo y campanario . Desde este instan-
te el asunto marcha por senderos de asechanza y alevosía,
cada vez más peligrosos y lúgubres, hasta situarse en el te-
rreno donde campea el vulgo letrado : el periodismo secta-
rista y panúrgico. Su primer intento es arrebatar la ínclita
figura suramericana al encumbrado sitial de apoteosis, que
la Patria y los mismos veleidosos le erigieran en fecha me-
morable de reparación y lucidez . En su avieso propósito,
husmean versátiles el rastro sulfúreo de un teorizante ad-
EL LIBRO DE MI PROCESO 501

venedizo y falaz... que les insufla un credo iconoclasta y


derrotista. Imbuídos de absurdo, suscriben una hoja pueril
de cavilaciones ateloencefálicas. La camada de lobeznos
ulula en la sombra.

GENUS IRRITABILE VATUM. Vemos al aeda indignado


aventurarse por vericuetos y extramuros de la literatura ,
donde le citan sus audaces retadores ; y le hallamos defen-
diéndose de una asonada de malandrines en menuda polé-
mica. He aquí al bardo en la encrucijada, ciranescamente ,
esgrimiendo la florentina péñola contra una confabulación
de secuaces plumarios.

VI

CHANTECLAIR.- Uno se destaca denodado , del grupo


medroso y desfalleciente ; y enfréntase al épico iracundo ,
provocándole descomedido y hostil. Para exasperarle, se
declara solidario con las disolvente y fumosas lucubracio-
nes del Mefistófeles aquél, pravo hipnotizador de sugestio-
nables juevntudes . Engallado, presuntuoso , lanza a los aires
bélica clarinada : él es también- chanteclair en el co-
rral ...-débil vagido que ahoga la voz tonante del homé-
rico lirida . En gay romance de gesta se previene : " gallo
viejo con el ala mata".
502 JOSÉ SANTOS CHOCANO

VII

DUM LUCEAM PEREAM.- La tinta ensombrece los pensa-


mientos y exacerba los ánimos que se cargan de rencor y
agresividad. Un designio fatídico lleva a los adversarios
—en la misma hora-al proscenio ad hoc en que ha de sus-
citarse el drama : el pórtico de una imprenta . Bajo atmós-
fera anubarrada de siniestros presagios, hácese inminente
el choque. Asoma el rostro la fatalidad en el momento trá-
gico de la riña : un hombre dispara su revólver y el otro
sale herido de la refriega, para tener un desenlace funesto.
Uno es el taumaturgo del ritmo y la imagen , excelso poeta
colónida , eminente representativo vernacular ; el otro, un
buen joven ingeniero extraviado inconscientemente en el
dédalo de un propagandismo diabólico.

VIII

PRO PATRIA MORI . Consuela el que nuestros jóvenes


-aun sosteniendo el error-sepan caer como valientes en
el trance supremo . La Patria requerirá de sus arrestos en
el gran DIES IRAE de su justa reivindicación.

IX

HABEMUS CONFITENTEM REUM.-El vate purga su frene-


sí y padece diarias afrentas en el curso de un proceso satu-
EL LIBRO DE MI PROCESO 503

rado de pasionismos y odiosidades, pesaroso y silente so-


bre el banquillo del acusado, en la ófrica curia donde im-
pera el rabulismo " neogodo ". Es inaccesible al pensamien-
to elevado del artista la premeditación del crimen, como
impenetrable se hace el alma lírica del poeta a la intención
de matar: tal hubiera reconocido su joven contendor. Gra-
ves responsabilidades hase arrogado el Tribunal ante la
opinión pública y la Historia, es decir, ante el presente y la
posteridad, al pronunciar-urgido por consideraciones aje-
nas a su alta magistratura-sentencia condenatoria del gran
apolónida.

AD LITEM.-Atendiendo al pleito- y por tratarse del fer-


viente patriota de la Ira Santa, espécimen racial, enhiesta
cumbre en los andes literarios-Chocano merecía la abso-
lución.

XI

HOSPES, HOSTIS . - El propagandista impenitente y so-


carrón, contempla- distante e impasible- los estragos de
sus influjos plutónicos, en actitud impávida de simple es-
pectador incapaz de conmoverse ante la patética escena.
¡ Oh dura entraña ! ¡ Oh satánica soberbia ! El cadáver de
la víctima ante muchas conciencias responsables igual-
mente si vindica de bufonería al poeta amargado, no re-
dime de farsa al escritor empedernido. En la ignominia
está la expiación.

PERCY GIBSON.
504 JOSÉ SANTOS CHOCANO

UN NOBLE GESTO DE GABRIELA MISTRAL

En los precisos momentos en que el libelismo en Tacna


y Arica afirmaba que yo había vendido mi nacionalidad
de peruano no sé por qué puñado de dinero , ni sé dónde , ni
sé cuándo, Gabriela Mistral empeñabáse en defenderme
contra la opinión apasionada de algunos de sus compatrio-
tas, dedicados a exhibirme también como un descastado
enemigo de España . Propio de una gran poetisa, gesto tal.
Ahora, en vista del lamentable desenlace que han teni-
do los insultos que inicialmente me dirigiera Vasconcelos,
hace Gabriela Mistral, en El Mercurio, de Santiago, un co-
mentario no bien documentado- por carecer ella de noti-
cias ciertas y detalles, según hidalgamente confiesa- pero
sí bien intencionado para con todos . Si la mujer tuviera
siempre clara conciencia de su misión en la tierra, fuera
muy otra la suerte de los hombres.
Sería tan impropio que yo me pusiera a discutir con
Gabriela Mistral las condiciones de su buen amigo Vascon-
celos, como si me pusiese a demostrarles la lealtad personal
de éste a Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña, que
amigos míos son por encima o por debajo de todas las ideo-
logías . No cometeré pecado de descortesía con nadie, pero
muy especialmente con amiga a quien tanto admiro.
Algo más : cuanto en bien de Vasconcelos me dice ella,
sólo por este hecho se me hace respetable. Dijéramelo me-
drador político que añorando pitanza o sinecura, se vale
sólo del nombre del propio Vasconcelos para encubrir su
cobarde alevosía contra quien se la quitara, y al que ape-
nas se atreve a ofender con elogiar al ofensor ; y la gran
poetisa protestaría de que a tan mezquinos y solapados pro-
cedimientos sea por el abuso rebajado un nombre que, así,
se presta a todo .
Es , pues, con el mayor respeto que sólo por tratarse
EL LIBRO DE MI PROCESO 505

de México- me atrevo yo a decirle a Gabriela Mistral, do-


liéndome el dolor que pudiera causarle, el que en las pági-
nas 70 a 77 del Boletín de la Secretaría de Educación Pú-
blica, de aquella gran nación, he encontrado , en el número
correspondiente al 1.° de enero de 1923, hecha pedazos su
simpática loa a Vasconcelos, por el formidable discurso de
Soto Gama, que si fué un guerrillero de la Revolución , sin
que yo sepa el jefe con que lo fuera Vasconcelos, a quien
tengo ofrecido en público dejar sin el acusador calificativo
de "farsante " tan pronto como se me dé a conocer una sola
publicación hecha por él contra Villa, Carranza y aun Vic-
toriano Huerta, mientras ellos vivían. Dios haga que mi
ilustre amiga me persuada , por tan fácil manera, de que
no es cierto que Vasconcelos, según me parece, sólo ataca
a los muertos e insulta a los ausentes .
Sería de muy mal gusto el que me empeñase en descu-
brirle a Gabriela el punto en que es sincera la vinculación
a que ella alude, entre el maestro vivo y el discípulo muer-
to. Sólo es oportuno ideológicamente una cita del Esfuerzo
Civilizado, que es el máximo esfuerzo del discípulo . En la
página 34 se lee : "Los únicos caudillos hispanoamericanos
que merecen algún respeto, son García Moreno y Porfirio
Díaz. Con esto quedan juzgadas las gentes que se les some-
tieron. En verdad que hubo emigrados y proscritos ; pero,
¿cuántos de ellos se entregaron a una labor seria y desinte-
resada de restauración nacional?" No he de cometer yo la
impertinencia de dar la respuesta : interceda Gabriela con
el maestro vivo , para que sea quien le responda al discípu-
lo muerto.
Son tan sonoros los ramalazos con que Gabriela- esta
mujer del Antiguo Testamento , rehecha según los padrones
del Nuevo la emprende contra la cólera, a la que califica
de plebeya- pese a Júpiter Tonante , tanto como a Isaías-
que me importa muchísimo el darle la seguridad de que ja-
más digo ni hago nada contra nadie que antes no me haya
dado justo motivo para ello. No fuí yo en este caso ( ni lo
he sido en ninguno ) , el agresor. Fácil le es a mi grande y bue-
na amiga averiguar si en mayo de 1924 Vasconcelos me ba-
cía ofrecer por Raúl Haya de la Torre una estatua , que
con las de la propia poetisa y la de Rubén , fuérale a hacer
compañía a la de Nervo. Fácil le es averiguar también si
506 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en diciembre del propio año, Vasconcelos me enviaba con


Rafael Heliodoro Valle cariñosos saludos . Fácil le será,
finalmente, averiguar la razón por la que su buen amigo
Vasconcelos me insultaba a distancia, apenas corridos dos
meses, sin que yo en esos dos meses hubiese dicho ni hecho
nada que no supiese él ya, no digo cuando lo de sus salu-
dos efusivos , sino cuando el ofrecimiento de la estatua.
¿Qué debía devolver yo bien por mal, perdonando las inju-
rias ? Tal aconseja León Denis ; pero agrega también :
"siempre que el cuidado de tu dignidad personal te lo per-
mita " ...
Interésame recoger del artículo de Gabriela Mistral dos
aseveraciones muy importantes : la una sobre la ideología
de Vasconcelos , que ella está en condiciones de conocer me-
jor que nadie por su trato personal y su concomunidad de
acción con él. La otra sobre la excesiva significación que un
espíritu firmemente seguro como el de ella, puede conceder
a la opinión de los demás, sin que los demás tengan título
para enseñarle nada.
Gabriela Mistral afirma refiriéndose a Vasconcelos- y
lo hace en letras resaltantes-que su ideal es de democra-
cia con libertad, esto es, que su ideal es "ANTI -COMU-
NISTA". Tomen nota los que candorosamente le han creí-
do partidario de la Revolusión social. No soy yo , pues, sino
Gabriela Mistral, la que clasifica a Vasconcelos como de
mócrata liberal, esto es, como anti- colectivista. El " derro-
tismo " no es cosa, así, que sienta Vasconcelos , cuyo ideal
es el de la democracia con libertad y cuyo espíritu, por
tanto, es justamente el de un burgués. Cuando lo dice Ga-
briela, que no en sus escritos, sino en su vida le conoce, sus
razones tendrá : yo las acato.
La otra aseveración me parece-con perdón de mi que-
rida y admirada amiga- demasiado estridente : "La ma-
yor desgracia en este suceso es el abismo que en un momen-
to se ha hecho entre el gran poeta y la juventud hispano-
americana, que es toda vasconceliana, y que lo es para
siempre. " Si la juventud hispano-americana, tiene , por su
vasconcelismo un espíritu burgués como el de su maestro,
según la recalcada clasificación que le ha dado a éste Ga-
briela, nada tiene que hacer, no desde ahora, sino de anti-
EL LIBRO DE MI PROCESO 507

guo, con mi espíritu individualista y jerárquico y, natural-


mente, anti-burgués por temperamente y por escuela.
Quiero en una juventud que no reciba de nadie el pen-
samiento hecho y que no proceda en rebaño ; en la que cada
uno aspire a valer más que el otro ; y en la que nadie esté
pendiente de la opinión ajena. Todas las apretazones hu-
manas llegan siempre a oler muy mal. Item más : me es
forzoso declarar que miro con profunda lástima al intelec-
tual que para apuntalar su prestigio ocurre a la cita de
una opinión por él solicitada . Aunque muy brillante fuera
la juventud universitaria y más brillante aún la no univer-
sitaria, como siento invencible repugnancia a todo propa-
gandismo, puede estar segura Gabriela Mistral que yo
cuando canto sólo pienso en mi canción, y no en la opinión
que habré de merecerle a la una ni a la otra juventud, ni
a nadie. Canto por la merced de Dios y para mí, sin que
nunca me haya interesado en lo menor la opinión de los de-
más. Cuando la opinión de los demás ha estado en acuerdo
con la mía- sin que haya nada al respecto que no sea con-
ciencia de mí mismo-lo he celebrado ; pero no me he pre-
ocupado jamás cuando así no ha sucedido... Dentro de cua-
tro paredes como ahora- me siento más libre que los que
están afuera ; porque la prescindencia de los demás, me
hace más dueño de mí mismo ... y, por lo tanto, más poeta
que nunca.
Respecto al unánime vasconcelismo de la juventud con
valor propio, en nombre de la de mi país protesto . Pablo
M. Ynsfran se llama un joven de la Asunción, del Para-
guay, que le ha dado a Vasconcelos una magistral lección
sobre latinismo y helenismo, y aun indostanismo, en forma
tal que Gabriela- a la que ofrezco el conocimiento de la
lección en referencia- tendría que convenir conmigo el que
más vale la opinión de ese sólo joven que la de muchos mi-
llares de jóvenes que no sean como ése .
Cuando Gabriela Mistral me envió el evangelio lírico
de su Desolación, con dedicatoria que, cariñosamente exa-
gerada, decía "al maestro de todos ", recuerdo haberle con-
testado, amén de los elogios que sus estupendos poemas se
merecen, el que yo sólo he aspirado a ser maestro de mí
mismo. Ahora que ella hace su señal de paz sobre la vio-
lencia, que yo no inicié, ni busqué, ni provoqué, déjeme
508 JOSÉ SANTOS CHOCANO

besarle la mano y decirle : "Aunque la tempestad estalle en


ella , la cumbre permanece tranquila... La Justicia no sería
un atributo de Dios, si la practicaran los hombres ... La
montaña que está sobre mi cabeza acabará por ponerse
siempre bajo mis pies... "

EL ELOGIO DE LA ADULACION

La Intolerancia, asomándose a cualquiera de los disi-


mulados balcones del Palacio de la Hipocresía , hace desfi-
lar, bajo la flagelación de su látigo moralizador, a los in-
fectos poetastros que medraron por la adulación, se arras
traron en el servilismo y sólo acertaron en su vida a ser
cortesanos de todos los poderosos, cuando no mendigos re-
signados a cualquiera misericordia :
-Ya te conozco, buen cerdo de la pícara epicúrea, adu-
lador de Augusto concupiscente, celebrador humildísimo del
inflado Mecenas. Digno compañero fuiste de Virgilio y Pro-
percio, en tus indignas prácticas de los siempre bien paga-
dos elogios . Ríome de tus Odas y de tus Epístolas y de tus
Sátiras... ¡ Avergüénzate, Horacio !
-Cuán repugnante chusma de pintorzuelos y escultor-
cillos y pseudoartistas de toda baja catadura, es la que,
mezclándose con los inevitables poetastros, se arremolina.
en esa tontería del Renacimiento , alrededor de cualquier
Médicis o de cualquier Francisco I , o de cualquier Julio II .
¡Nuestra Señora la Canallocracia nos preserve de tal peste
y nos libre de volver a tan vergonzosos tiempos !
-Hola, tú, manco infeliz : ¿ adónde corres con ese tu
librote bajo el brazo que te resta sano ? ¿ A ofrecerlo a quien
te sustente y diga ser tu amo ... ? Chasco te has de llevar ;
porque el conde de Lemos no está para que tu Don Quijo-
te le bese las manos , ni tú mismo los pies, como se lo dices
en todas tus repugnantes dedicatorias...
-¡Otro que tal ! Ese que rivaliza con Cervantes mismo,
en disputa de perros por las migajas caídas de la mesa del
EL LIBRO DE MI PROCESO 509

virrey de Nápoles, es el siempre en mala hora recordado


Fénix de los Ingenios, servil Lope de Vega.
-Cuando uno de estos poetastros no es secretario de
un virrey, es capellán de honor de un monarca. Puede gus-
tar de ti y pagarte Felipe IV; que lo que es yo dejárate
ahorcar por tu madrastra la Miseria. ¡ Calderoncillo de la
Barca !
-Glorias de España apestan siempre a adulación y a
servilismo, y aun a mendicidad . A mí, glorias de Francia ...
-¿Qué grupo es ese que corea el Gran Déspota, que
adula al clásico varón del Absolutismo, que ensalza y glo-
rifica al fatuo decidor del "Estado soy yo"? Gente menu-
da : poetastros, escritorzuelos ... Un tal Racine, un tal Bos-
suet, un tal Corneille, un tal Fenelón, un tal Molière ...
Explícome el espíritu de la Revolución que ha de aca-
bar con tanto servilismo . Pero, ¿ qué veo ? El revolucionario
Voltaire nada haciéndole carantoñas al ensoberbecido Fe-
derico el Grande... Veo también que el olímpico duque de
Weimar empolla bajo el ala de su protección a un tal
Goethe.
Escarmentados por Nuestra Señora la Guillotina, ya
los poetastros y escritorzuelos no ofrecerán el espectáculo
de su adulación y su servilismo en los tiempos canallocrá-
ticos que corren, y menos aún en las seguramente ejempla-
res tierras de la América.
En México reverbera una monarquía intrusa . Maximi-
liano, emperador, tiene al servicio de su corona a un poeta.
Lo peor es que el tal poeta adulador es el primer lírico
castellano en el siglo XIX : ¡ Abominemos de D. José Zo-
rrilla !
En Centroamérica se yergue un tirano cruel , un sátra-
pa radical, un déspota que construye ferrocarriles y abre
escuelas : José Santos Zelayas... ¿ Hay quien le adule en
verso? Y en prosa además ... Y en los más atormentados
estilos, hasta llegar al acróstico. Y el adulador poeta rein-
cide con otro gran tirano- Manuel Estrada Cabrera- ;
pero es tenido y admirado como el pontífice lírico del ha-
bla castellana : ¡Abominemos de Rubén Darío!
... Súbito, una voz increpa a la Intolerancia de esta ma-
nera decisiva :
-Vieja machorra : adulación por adulación , Mirabeau
510 JOSÉ SANTOS CHOCANO

vendiendo su palabra a la reina, valdrá siempre más que


Marat alquilando su pluma a las " rabaneras " de París.
La Intolerancia, en llegando a este punto , tiene un ges-
to de cólera completamente ridículo ; y después de execrar
a cuanto vale en el Arte- siempre más importante que la
Vida-abandona el balcón de su exhibicionismo virtuoso y
torna a encerrarse-¡ ojalá para siempre !-en el Palacio de
la Hipocresía, que está como se sabe habitado por los es-
cribas, rábulas y fariseos de todos los siglos ...

JOSÉ SANTOS CHOCANO.

LA GLORIFICACION DEL PRESIDIO

... Más difícil que a un ciudada-


no honesto es encontrar a un poeta,
aparte de ser muy difícil encon-
trar a un ciudadano verdaderamen-
te honesto ...

T. GAUTIER.

Aquella noche, en mi prisión, sentíame asaltado en las


sombras por la visión de una severa forma humana que figu-
róseme habitadora del Infierno, según era la nerviosa impre-
sión que daba, hasta reclamar, como olvidado completamen-
te de su perfil cortante, dos alas angulosas.
Sobre el enjuto aparecido descolgábase, desde la cabeza
a la que estaba sujeta por corona de laurel vaciada en
bronce , larga túnica roja de bien cuidados pliegues, sobre-
saliendo en ella ; las rodillas marcaron el grave ritmo del paso
firme con que, muy lentamente, hubo de acercárseme el
personaje misterioso, en cuya máscara de cera macilenta
las facciones afilábanse inmovilizándose en un gesto de do-
lor orgulloso.
EL LIBRO DE MI PROCESO 511

-¿Has recorrido tu prisión?


Sentíme interrogado ; y como estupefacto sólo acertara
yo a mover negativamente la cabeza, vi que una diestra
sarmentosa y pulida se alargó hacia mí por debajo de un
pliegue de la túnica roja, que en la siniestra mano oculta
entre otro pliegue, dejóme adivinar la palpitación de
una lira.
Resonaron entonces en mi soledad las palabras mila-
grosas del nuevo Dios al paralítico :
-Levántate y anda !
Y como si un nuevo milagro cobrase carne de realidad ,
empecé a andar irresistiblemente atraído por quien de la
mano me condujo en las sombras, más que invitándome,
obligándome a recorrer los calabozos.

-Aquí padece un criminal de Estado, a quien para me-


jor castigar hubo de volvérsele loco .
-¿Un criminal de Estado ?-me atreví a balbucear, pen-
sando en condición que también yo hube de probar amaga-
da por la locura consecuente.
-Compuso antes de caer en culpa una tan majestuosa
epopeya, que fama es el que en su prisión misma hubo más
tarde de sentirse inspirado para un supremo canto el gran
lírico inglés.
-¿Me dáis el nombre de este glorioso criminal de
Estado ?
-Dejémosle tranquilo nosotros en la noche de su inmor-
talidad, ya que en la vida le han intranquilizado hasta
volverle loco. ¡ Es el Tasso !

-Aquí sufre su merecida pena un vulgar defraudador


de fondos públicos. Afrentósele con cadenas, que llenaron
la vida del poeta de una más larga resonancia que sus pro-
pios versos ...
-¿Defraudador de fondos públicos ?-pregunté intere-
sándome, al recordar que hubo quien, con un igual pretex-
to, intentó procesarme.
-Cayó en culpa en las lejanas tierras del Oriente, por
512 JOSÉ SANTOS CHOCANO

donde, mejor que en barco alguno, paseara él mismo en su


poema la vertical figura del gran Vasco de Gama. Sigamos
nuestra marcha, mientras él sigue durmiendo, en la noche
eterna, con su único ojo. ¡ Es Camoens !

-Aquí alarga ya el cuello a la horca un asesino reinci-


dente, que si escapa de esta segunda sentencia a pena tan
deshonrosa, habrá de debérselo a su bien amada lira, que
ha hecho de él algo como el primogénito de la Musa
francesa .
-¿Un racimo de horca ?-quiérome dar por enterado.
-En cuyo obsequio, Teófilo Gautier acuñó el medallón
de una gran frase : " Dos veces candidato a la horca, pero
siempre el primero de los príncipes líricos de Francia ". ¡ Es
Villón!

-Aquí encomiéndase a las ánimas del Purgatorio un


sacerdote que cae en un delito licencioso y que antes per-
seguido, anduvo como reo prófugo de homicidio.
-¿Un sacerdote , licencioso y homicida ?-no sin extra-
ñeza, aventuróme a preguntar.
-Es el " monstruo " de los dos mil y tantos dramas.
¡Muy sacerdote licencioso y muy reo prófugo de homicidio ;
pero también muy sin rival Lope de Vega !

-Aquí revuélvese insomne en su lecho un manco, a


quien procesan también por homicidio, y además por la
baja, aunque algo socorrida industria, del celestinaje.
-Degradante proceso , ¿ verdad ?
-Es el poeta que alcanzó en prosa la fortuna de com-
poner la más humana de las epopeyas. La mano que le
falta dióle gloria en las armas ; y la mano, que por cierto
no le sobra , diósele en las letras . ¡ Celestino homicida doble-
mente glorioso es el tal procesado , D. Miguel de Cervantes
Saavedra !
EL LIBRO DE MI PROCESO 513

-Aquí hay un calabozo vacío. Pensaron tal vez los


hombres destinarlo-según da fe notarial de ello el padre
Hugo un día a Shakespeare por homosexualismo, y otro
día a Molière por amores incestuosos ...

-Aquí hay otro criminal de Estado que, con sentirse


gotoso de pies y manos, no parece arredrarse y emprende
su defensa, pluma en diestra , día y noche, hasta quedarse
ciego .
-Otro criminal de Estado ?-insinúo ya sin mayor
asombro, por la costumbre que a tal condición suele arras-
trar a los poetas .
-Es el justificador del regicidio, consejero del hombre
que puso en alquiler la casa del Parlamento, secretario del
tirano, tirano él mismo, por amor individualista a una ver-
dadera Libertad.
-Este criminal de Estado , si ha de salir de su prisión,
habrá de ser para dictar, ciego de sol, una deslumbrante
epopeya...
-Reconocísteis, pues, a Milton !

-Aquí está ya en capilla otro criminal de Estado : ma-


nos de verdugo reclaman su cabeza, para arrojarla al ces-
to de la guillotina democratizadora .
-Criminal de Estado, sin duda tan enemigo del pueblo
como amigo de Marat ; y cuya frente apolínea, bajo la que
siempre hubo " algo ", ciñó la corona de laureles entremez-
clada a la de espinas . Reo de la Demagogia , absuelto por
la Inmortalidad .
-¡Reconocísteis, pues, a Chénier !

-Aquí es el calabozo de los procesados por libertinaje


y escándalo .
-Ese se llama tal vez Byron, aquél otro Musset .
-Aquí es el calabozo de los detenidos por crápula.
-Ese se llama tal vez Poeta, aquél otro Verlaine.
33
514 JOSÉ SANTOS CHOCANO

-Aquí es el calabozo donde se almacenan las heces que


escaparon al fuego de Sodoma : entre ellas se bestializa el
más delicado temperamente que ha florecido en la lírica in-
glesa.
-¿Cómo no reconocer y admirar a Oscar Wilde?

-¡Consuélate, poeta !-díceme, cara a cara , mi gran


desconocido . La compañía de que gozas en tu prisión , según
los calabozos que hemos recorrido, ha de reconfortarte ;
que, sin duda, no por tan alto motivo como es el regicidio,
ni por tan bajo como es el celestinaje, te has de sentir pri-
vado de lo que Dios te da para que los hombres te lo qui-
ten. ¿ Qué culpa te señalan ?
-Quizás la de haber adulado a un déspota hasta acom-
pañarlo en el peligro ...
-El peligro es contrario a la adulación.
-Acepto tu defensa, joh gran desconocido !; pero con-
fieso que el peligro me interesó por la voluptuosidad de es-
tar al lado de un solo hombre en lucha contra todos.
-Paréceme muy bello ...
-Se ve que eres poeta .
-¿No te señalan otra culpa ?
-Quizás también la de suprimir, ciego de indignación,
a quien osó golpearme, por sorpresa, con su puño en el
rostro.
-La indignación es la máxima prueba de la dignidad.
-Se ve que eres un hombre.

-¡El mío es ése !-interrúmpeme el misterioso perso-


naje, señalándome un último calabozo vacío.
-Destinado me lo tuvieron, con torpe obstinación ; que
procesado fuí por estafa de rentas públicas, concusión y
cohecho ..., y hasta hube de merecer también sentencia a la
pena de fuego.
Fuego en tal instante hízose la túnica roja, en que en-
vuelto el personaje desapareció de mis ojos , no sin depositar
en mis oídos la música de su nombre. ¡ Gloria a Dante
Alighieri !
EL LIBRO DE MI PROCESO 515

Un nuevo día empezó a sonreír en la ventana de mi ca-


labozo , y una legría nueva en el fondo de mi corazón de
poeta.
Sentí el placer de mi dolor ; y me engrandecí lo bastante
para dar ya en cualquier momento, con orgullosa indiferen-
cia , mi carne a los gusanos de la Muerte y mi espíritu a los
comentarios de la Difamación.

JOSÉ SANTOS CHOCANO

REJAS LIRICAS

(1893-1926)

CALLAO - LIMA

Puntas de bayonetas
empujáronme al fondo de una vieja prisión :
aljibe en donde el agua brota de las grietas
cual si las rocas vivas llorasen de emoción .....

El aljibe era a modo.


de una tumba : en la bóveda había un tragaluz,
desde el que proyectando sus sombras en el lodo-
dos barrotes me hacían la señal de la cruz .

Aljibe del castillo


del real Felipe , en donde cada pétreo sillar
contará de las Indias lo que cada ladrillo
babilónico hoy suele de otros tiempos contar.....

Tal, cuando en las mañanas


yo sobre mi cabeza sentía el largo son
con que, evocando cosas hermosas por lejanas,
parecía quejarse pretérito cañón ,

Soñaba en la silueta
de un esbelto, romántico, oblicuo bergantín ,
516 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en el que se embarcaba mi gloria de poeta,


enferma de aventuras y hambrienta de confín.....

Soñé un día en un viaje


largo, pero tan largo..... que hoy me pongo a pensar
en que mejor no hubiese vuelto yo . (Al volver traje
en mi alma el oleaje que recogí en el mar..... )

Viviendo desvaríos,
las puertas de la Vida me abrí de par en par.
Al volver hoy a casa, me conocen los míos ;
pero los perros todos me empiezan a ladrar.....

Por entre ese ladrido .


de perros, me despierta brusca detonación .....
Me parece que siento de nuevo el estampido
con que sobre el aljibe se quejaba el cañón.

Y al despertar me veo
preso no en un aljibe, sino en un hospital.
Toda ilusión acaba donde empieza un deseo .....
Yo deseo sentirme lejos del Bien y el Mal.

Y del viaje ilusivo


bórrase el cuadro ..... y , sobre mi espíritu febril,
se impone, entre las cuatro paredes en que hoy vivo,
en una cruz de ébano , un Cristo de marfil.

En mi aljibe, un buen día,


se presentó a mis ojos la sombra de Rodil ;
en mi hospital, la sombra de Sor Melancolía,
con su cofia de nieve, con su sayal de añil .....

Preso estoy..... ¿ Hasta cuándo ?.....


El hospital... ( Desfilan Pasteur, Charcot , Reclús .....)
Al ver el crucifijo, me consuelo pensando
en que mi verdadero carcelero ¡ es Jesús !
EL LIBRO DE MI PROCESO 517

LA ORGULLOSA PIEDAD

Hermana mía, hermana : ruega en tus oraciones


más que por mí, por todos los que sufrir me han hecho .
Al fin yo de mis horas de angustia hago canciones ,
el laurel de la frente me ha brotado del pecho.
Como Dios está en mi alma--¡ piensa en la santa ira !--
no sé qué estrago hiciese con mis exaltaciones...
Mejor es que distraiga las manos en la lira,
como Daniel al verse cercado de leones...

Ruega en tus oraciones a Dios, hermana mía,


por la lengua que miente y el dedo que señala,
por el dolor de Judas, por la hurañez sombría
de Caín, por la noche que va a espaldas del día ,
por el Puño que en vano se crispa contra el Ala.
Ruega en tus oraciones por la Calumnia fría,
por la Traición enferma siempre de cobardía
y por la Envidia triste de rostro amarillento...
Ruega por los malvados. Tal vez , hermana mía,
eso que nos parece maldad ... sólo es tormento.

II

Pobres los que sumiéronme en su lodo algún día ;


pobres los que insultáronme ante la indiferencia
518 JOSÉ SANTOS CHOCANO

con que los vió el orgullo de mi melancolía ;


pobres los que temblaron a mi sola presencia ,
pobres los que arrastraron hasta mi Poesía ;
pobres cuantos se callan mi nombre, y en secreto
tiénenlo en la conciencia sonando como un reto ;
pobres cuantos pretenden violar mi corazón
y sacarme los ojos para oír mi canción ...
Hermana, hermana buena : yo tengo el alma llena
de algo que empieza en ira y acaba , al fin, en pena...

III

Yo he sentido el mundo redondo tal como es,


porque incensantemente rodó bajo mis pies ;
yo que heredé el caballo de algún Conquistador
o alguna móvil tienda de un indio cazador ;
yo que debí en un tiempo de ser monje o soldado,
porque soy melancólico y fuerte como el Ande,
pienso que ya la infamia de los demás me ha dado,
son tantas pequeñeces , el derecho a ser grande...

Como estoy satisfecho de las persecuciones


y el laurel de la frente me ha brotado del pecho,
hermana mía, hermana, dale en tus oraciones
gracias a Dios por todos los que sufrir me han hecho !

JOSÉ SANTOS CHOCANO.

SERENAMENTE

Cuantos me han calumniado


y me han escarnecido
EL LIBRO DE MI PROCESO 519

dieron tal magnitud a mi pecado ,


que me duele el no haberlo cometido ...

Si grande la aventura,
bendigo yo la trama
en que se urde el afán de la impostura,
que sólo es el reverso de la fama.

Podré lanzar un grito


o hacer un loco alarde ;
¿mas bajo el peso de cualquier delito,
justificarme yo ? ¡Fuera cobarde !

¿Me echarán en olvido


porque mi lengua calla ?...
Nada importa vencer ni ser vencido :
lo que importa es ser grande en la batalla.

Bajé desde mis cumbres


a pastorear las greyes ,
no "contra" sino "sobre " las costumbres,
que hay que violar para engendrar las leyes.

... Mi espíritu se ufana,


porque una chispa encierra
de la luz de una estrella tan lejana
que no se puede ver desde la Tierra...

JOSÉ SANTOS CHOCANO.

LAS NUEVAS TABLAS DE LA LEY

Poeta : cuida de ti más aún que de tu obra ;


y púlete como si fueses un verso :
Apolo no sólo hace la belleza ,
sino que es también bello .
520 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Acicala tu traje de elegancia sencilla


como la túnica de un sacerdote griego ;
ríete de la filosofía de los andrajos
y del romanticismo de los enmarañados cabellos ;
y si gustas de que las mujeres te amen,
ámate a ti mismo primero.
Se artista antiguo , si te place, en tu obra ;
pero en tu vida aprende a ser hombre moderno :
así los demás hombres
te respetarán como a Orfeo ,
porque los igualarás en la vida
y los superarás en el pensamiento.
Haz que tu vida sea misteriosa :
no hay nada más atractivo que el misterio ;
y, en sus complicaciones, no aparezcas
con la fatuidad de ser malo, ni la debilidad de ser bueno .
Tu alma debe ser como una joya
en el varonil estuche de tu cuerpo ;
y piensa, siente y quiere en ti mismo,
sin gobernarte por el gusto de los plebeyos :
las montañas están encogidas de hombros
ante el qué dirán de los truenos ...
Lo que sueñas como Poeta, realízalo como hombre;
y así versificarás tu Vida y vivirás tu Verso.
Tres signos de raza
marca en tu credo :
se soñador como el Latino,
como el Germano profundo y como el Sajón enérgico ;
y yo te juro por los manes
de Goethe y Leonardo y Petronio y Lucrecio,
que habrás vivido tu arte con una vida
tan grande como el Mundo y tan eterna como el Tiempo.

JOSÉ SANTOS CHOCANO.


EL LIBRO DE MI PROCESO 521

RESUMEN IDEOLOGICO

LO QUE DEBE SER LA BIBLIOTECA CON MI NOMBRE

En la inauguración pública de la Biblioteca " José Santos Chocano ",


establecida por la Confederación de Artesanos " Unión Universal ".

Agradezco mucho a la Confederación de Artesanos el


que haya dado a su Biblioteca mi nombre, demostrando en
forma permanente la simpatía que le merezco al obrerismo
nacionalista de mi país. Darle el nombre de un poeta a una
Bibloteca pública, vale tanto como erigirle un monumento
espiritual.
Sabe bien la clase obrera, que tal homenaje me dispen-
sa, el que mi nombre de poeta ha sido, es y seguirá siendo
probablemente, constante preocupación de innumerables po-
líticos profesionales de América, que no llegan con ello más
que a reconocer la significación de un título de que tiene
que enorgullecerse quien, sintiéndose capacitado para ha-
cer cuanto hacen los demás hombres, cumple con realizar
la obra de Belleza que no todos los demás hombres pueden
realizar.
Tratando siempre de vaciarme dentro del molde emer-
soniano, lejos del tipo vacuo que se prodiga en palabras
sin acción, he buscado la Poesía en la Vida , deseoso de
imprimir tal unidad armónica a todas las manifestaciones
de mi espíritu que no sea posible separar en mí por un
instante al hombre del poeta ; Buffon lo tiene dicho : " El
estilo es el hombre. " Quien no aparece en su Vida como
aparece en su Arte, es sólo un simulador que se vale de la
técnica para mentir lo que no siente, puesto que no lo vive.
El que no vive su arte, no es poeta : ese es, precisamente,
el tipo del retórico . Sin sinceridad no existe poesía, sino sólo
ficción. Hay que recordar siempre estas dos frases de Emer-
522 JOSÉ SANTOS CHOCANO

son: "Si quieres que no pase de moda lo que hables o es-


cribas, habla y escribe sinceramente . El que escribe para
sí, escribe para el público eterno. "
Razón me asiste, pues, para decir cómo pienso yo que
debe ser la Biblioteca a que se da mi nombre.
Importa llegar a hacer de ella- y nadie más obligado
que yo a cooperar en tal propósito- un exponente de mi es-
píritu, puesto en contacto silencioso con el espíritu de la
clase obrera de mi país.

Ni eruditismo, ni sectarismo, ni esnobismo

No hay que hacer de la Biblioteca con mi nombre un


gran hacinamiento de libros, por dentro del que se sienta
ratonear el eruditismo. Los montes suelen parir ratones ; y
las bibliotecas, cuando son montes de libros, paren a su vez
eruditos. Nada más perjudicial para un intelecto en forma-
ción que el indigestarse de lecturas : en ello, como en todo,
la cantidad es enemiga de la calidad. Las grandes biblio-
tecas dan a luz diez eruditos por un solo historiador, y diez
criticomaníacos por un solo autor original. El eruditismo
engendra la criticomanía, que esteriliza las facultades crea-
doras. Conviene tener mucho cuidado con los que viven
preocupados siempre no de hacer obra propia , sino de apro-
piarse o de deshacer la de los demás .
En la puerta de la Biblioteca con mi nombre, debe co-
locarse un letrero en que conste la convicción socrática :
"Sólo sé que no sé nada. " Yo no soy un chorro de agua que
salta de lo más hondo de nuestra Naturaleza, a ofrecer sólo
un espejo en que pueda mirarse nuestra Raza. Nada de
eruditismo .
Nada tampoco de proselitismo o sectarismo . La Biblio-
teca con mi nombre debe estar abierta, como lo está mi es-
píritu, hacia a las treinta y dos direcciones con que el vien-
to puede ser portador de una palabra que exprese la Verdad.
Aquiles Tournier recomienda que hay que desconfiar
tanto del hombre que no ha sido sectario en su juventud,
como del que sigue siéndolo en su edad madura . La Cultura
-hija del Estudio y de la Experiencia-tiene que ser ami-
ga de la Tolerancia .
Por lo mismo que debe tratarse de una Biblioteca orgá-
EL LIBRO DE MI PROCESO 523

nica en que se respire a plenitud la vitalidad del ambiente


circundante, requiérese consagrarla en sus principales libros
a nuestro país y luego a los que con él guardan mayor si-
militud , continentalizando la perspectiva hasta donde por
manera racional pueda llegarse, sin pretender universali-
zaciones biológicamente absurdas entre pueblos y razas que
la Naturaleza, a través de los siglos, ha diversificado cada
vez más, por lo mismo que la obra de crecimiento y de mul-
tiplicación que es la Vida tiene que ir de la unidad a la va-
riedad. Claro está que aun después de que en América
aparezca la tercera Cultura - no es dable prescindir de los
libros en que Europa ha almacenado su sabiduría ; pero en
ia Biblioteca con mi nombre deben ser considerados tales
libros siempre como europeos, nunca como europeizantes ,
porque, con el propio calor con que hay que desterrar de
ella todo sectarismo o proselitismo, hay también que des-
terrar todo lo que trascienda a esnobismo . No cabe más ri-
dícula ostentación que la del que cree estar con el espíritu
vestido "a la moda ", sin reparar en que las opiniones que
da por suyas tiene el aspecto inconfundible de las " ropas
hechas". No cabe más degradante esclavitud que la del
pensamiento, cuando se le mantiene sujeto a la opinión de
los demás.
En la Biblioteca con mi nombre no debe haber cabida ,
pues, como no la hay en mi espíritu, para el eruditismo , ni
para el sectarismo o proselitismo, ni para el esnobismo.

Filosofía vital

Alguien acaba de pronunciar en París palabras que me


complazco en hacer mías :
"La Universidad de América no crea filosofías , ni idea-
les políticos, ni corrientes científicas. Ella vive de las miga-
jas ideológicos de Europa, y todo su papel se reduce a re-
petirlas al alumnado de dentro o fuera de los claustros . "
Me parece inútil agregar que toda " Universidad popu-
lar" o "Extensión universitaria", es una simple degeneración
del esnobismo diplomado . Si es que queremos tener perso-
ualidad propia, hay que tratar de crearnos una filosofía,
una política y una ciencia característicamente nuestras.
Fuentes de enseñanza para ello deben ser las Bibliotecas
524 JOSÉ SANTOS CHOCANO

populares : así espero y deseo que llegue a ser la que tiene


mi nombre, cuyo catálogo pueda servir para formar un pro-
grama razonado de la Filosofía vital nacionalista o, si se
quiere, hispanoamericana.
La Psicología en tal Biblioteca ha de corresponder a la
Sección de Geografía y de Historia , que son las que, al es-
tudiar el medio ambiente y la Raza , determinan el alma de
los pueblos. La Lógica en tal Biblioteca ha de correspon-
der a la Sección de Ciencias Exactas y Naturales , aplica-
das a la satisfacción de las necesidades impuestas por la
Geografía y la Historia, es decir, por el medio ambiente y
la Raza. La Etica en tal Biblioteca ha de corresponder a
la Sección de Ciencias Políticosociales, en que los proble-
mas de ese carácter se estudien dentro de la realidad an-
tropológica y biogeográfica , sin la que es un error tratar de
hacer justicia. La Estética en tal Biblioteca ha de corres-
pnder a la Sección de Artes y Letras, en que la Naturaleza
aparezca sobreponiéndose a sí misma, en una elevación des-
de la que el productor de Belleza domine la materia sin
desprenderse de ella, puesto que la emoción y la expresión
humanas- así las Artes y las Letras cuando ellas son sin-
ceras están precisadas por el medio ambiente y la Raza, es
decir una vez más, por la Geografía y la Historia.

Geografía e Historia

Ya se ve, pues, cómo la de la Geografía y la Historia


tiene que ser la principal Sección en la Biblioteca a que se
da mi nombre. Obras fundamentales en lo que a la Geogra-
fía se refiere, son las de Humboldt y Raymondi, para citar
sólo extranjeros. La Historia aparece bien representada por
Garcilaso y Montesinos y todos los cronistas recopilados
por Carlos A. Romero, con las Memorias de los virreyes,
con cuanto se ha publicado alrededor de nuestra indepen-
dencia desde la rebelión de Tupac-Amaru hasta la capi-
tulación de Rodil-con los ensayos principales que se han
hecho sobre nuestra vida republicana.
En concordancia con la Geografía que lo divide en tres
zonas, el Perú ha ocupado puesto prominente en la Histo-
ria hasta dos veces en América : tócale ocuparlo una terce-
ra vez . Nuestras costas-clima templado-son propicias al
EL LIBRO DE MI PROCESO 525

desarrollo seguro de la vida en el Reino animal. Nuestras


sierras clima frío-abrigan, escondiéndolos apretadamen-
te en sus entrañas, los tesoros del Reino mineral. Nuestros
bosques-clima cálido-prolificados por las aguas del más
grande de los ríos, pregonan la vida exuberante del Reino
vegetal. Las costas nos mantienen despiertos en el esfuerzo
del Presente . Las sierras ya nos dieron la grandeza del Pa-
sado. Los bosques nos deben todo el Porvenir.
La única manera de facilitar la evolución natural de la
nacionalidad es la de referir siempre el actual período de
cultura en formación a las dos culturas precedentes en sus
fuentes más puras, sin querer prescindir ni de la precolom-
bina ni de la colonial : la Naturaleza no da saltos.
Parece ser que se quisiera en el Perú poner de moda un
odio sin sentido a la cultura colonial, pretextando una suer-
te de " indianismo " exclusivista, que tendría para afianzar-
se la necesidad de dar por nulos varios siglos de nuestra
Historia. No cabe duda de que, contemplando las cosas
desde el punto de vista de los principios especulativos y no
desde el de los hechos consumados, antes de la colonia los
dueños del territorio hoy nacional eran los incas ; pero aun
desde tal punto de vista , cabría preguntarse : "¿Y antes de
los incas, el territorio estaba despoblado ? ¿ No fueron los
incas precisamente también conquistadores ? ¿ Si título le-
gítimo diéronles las conquistas que hicieron, cabe negárselo
a los que prevalecieron sobre ellos en igual forma que ellos.
sobre sus predecesores ? "
Todos los territorios de América han sido fecundados
por sucesivos aluviones de población de las más distintas ra-
zas. En América la población actual de cada territorio se
ha ido formando como éste ; y, así , ofrece ella intercalados
en su sangre tantos componentes étnicos , como superpues-
tas en él capas geológicas.
La raza definitivamente propia de un país y con ella
la nacionalidad desarrollada- no sobreviene hasta que la
población y el territorio guardan la relación debida, para
que el territorio no tenga necesidades naturales de mayor
población.
Sostener hoy en el Perú la idea de que el territorio per-
tenece sólo a la raza quechua-¿ por qué no a la aimará, su
antecesora?-y que, en consecuencia, ella solamente repre-
senta el espíritu nacionalista , es tan grotesco como sería
526 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sostener en los Estados Unidos de Norteamérica que el úni-


co nacionalismo que les corresponde es el de la raza de los
pieles rojas.
En la nación entran todos los componentes históricos,
como entran todos los geográficos .
Y para que se medite hasta qué punto la Historia no es
más que un corolario de la Geografía, he pedido yo que en
la Biblioteca con mi nombre se fije, en un cartel , la frase
profética que le dictó a Humboldt la contemplación de la
Naturaleza, a que yo precisamente debo el carácter funda-
mental de mi arte : "La hoya del Amazonas está llamada
a ser la cuna de una nueva Humanidad ."

Ciencias exactas y naturales

Nadie más autorizado que Humboldt para decidirme a


pedir que en la Biblioteca con mi nombre se recuerden siem-
pre, devotamente, a nuestros grandes hombres de ciencia :
Hipólito Unánue (médico, naturalista y literato ) .-César
Garaycoche (matemático y poeta ) .- Mateo Paz Soldan (na-
turalista y matemático ) .- Manuel Eduardo de Rivero (na-
turalista) . Daniel A. Carrión (médico héroe ) .-Casimiro
Ulloa (médico -polígrafo) .- Federico Villarreal ( naturalista,
matemático y astrónomo) .-Sebastián Barranca (naturalis-
ta y filólogo) .- Pablo Patrón (médico, etnógrafo y literato).
Quizás esta devoción científica de mi parte ha de resul-
tar insincera para quienes ignoren la estructura polifacé
tica de una verdadera alma de poeta , por más que en ella
así se muestre desde Hesiodo hasta Dante, y desde Goethe
hasta Edgardo Poe.
Tengo que confesar el que no hay nada que me haga
sentir tanta complacencia de mí mismo como el poder re-
cordar que antes de los quince años , esto es, en la inicia-
ción de la primavera de mi vida, había yo logrado colocar
mi fantasía de poeta bajo la disciplina de las Matemáti-
cas, hasta llegar a ser ya entonces profesor de ellas, con
muy aventajados discípulos , según no me dejarán mentir
ya un hijo del propio director fundador de la Escuela de
Ingeniería, ya el ex presidente de la Sociedad de Ingenie-
ros, que hoy lo es de la de Industrias.
Si por el ritmo amé la Aritmética y el Algebra , desde la
EL LIBRO DE MI PROCESO 527

Tabla pitagórica, bella como un soneto, hasta el Binomio


de Newton, lírico como una florescencia de metáforas, me
acostumbré a " pensar en imágenes " por virtud de la cien-
cia de la línea, confirmando , así, el símbolo de Platón que
dice que " la línea es un punto que vuela".
No ha de tenerse por inútil jactancia lo que alego como
una prueba necesaria de mi sinceridad, al hacer la reco-
mendación que hago en referencia a la Sección de " Ciencias
Exactas y Naturales " de la Biblioteca con mi nombre.
Enemigo del empirismo tanto como del dogmatismo , de-
searía yo que en tal Sección encontraran los artesanos, jun-
tos con las obras de consulta, los Manuales de Ciencias de
aplicación que mejor les ayudasen a perfeccionarse en sus
labores. Las Ciencias de aplicación preparan nuestro por-
venir en las Escuelas Técnicas : Minería, Agronomía , Inge-
niería civil, Artes y Oficios, Industrias y Comercio . Corres-
ponde a las Ciencias de Aplicación el total desarrollo en el
país de una política biológica.
Hay que poner en fácil y constante comunicación la
vida animal que prospera en las costas templadas, con la
vida vegetal que se acumula en los bosques tórridos , tra-
zando carreteras y tendiendo rieles al través del Reino mi-
neral de las altas sierras frígidas. Hay que despertar, de un
lado, la vida vegetal en las costas, por medio de la irriga-
ción. Hay que favorecer, de otro lado, la vida animal y la
humana en los bosques, por medio de la colonización . Hay
que armonizar, con frecuencia comunicativa, las vidas de
ambas regiones , al través de las sierras cuya situación ,
así, es la mayor ventaja-por medio de la vialidad . Tal el
prospecto evidente de la vida nacional : la irrigación de las
costas , la vialidad de las sierras, la colonización de los bos-
ques. No puede ser más imperiosa la necesidad de las Cien-
cias de Aplicación en el Perú : urge un gran ejército de téc-
nicos en las industrias naturales, fuera de la indiscutible
conveniencia de que los de las fabriles lleguen a satisfacer
cuantitativa y cualitativamente el consumo interior.
Huelga decir que las Ciencias Médicas se imponen con
urgencia en América , más que en ninguna parte, como una
garantía indispensable para asegurar el mayor incremento
del capital humano .
Por eso, antes de pasar, en la Biblioteca de mi nombre,
de la Sección de "Ciencias Exactas y Naturales " (con un
528 JOSÉ SANTOS CHOCANO

departamento de " Ciencias de Aplicación") a la de " Cien-


cias Político-Sociales ", interesa fijar con caracteres perma-
nentes, el recuerdo de otro concepto de Humboldt : " El
Perú es un mendigo sentado en un banco de oro " -acom-
pañándolo con el precepto latino que dice : "Primero es vi-
vir; después, filosofar. "

Ciencias político-sociales

Tan absurdo me parece el seguir en nuestra América el


pensamiento europeo, como censurable me parecería el des-
conocerlo y execrable el ocultarlo. Así, con el sincero pro-
pósito de huir de todo unilateralismo sectarismo sectario o
proselitista, siempre sospechoso , quiero contribuir por mi
parte a la Sección de "Ciencias Político-Sociales " lo mismo
con la Política, de Aristóteles en que se asienta la doctri-
na de que " el número es el derecho opuesto a la calidad ”—
como con La República , de Platón , en que podrá apreciar-
se que el comunismo estaba ideado para los esclavos , bajo
el predominio de una clase de selección superior, según ocu-
rría precisamente en el Incanato. Entre los libros con que
he incrementado esta Sección, se encuentran los principales
de cada doctrina , con todos sus matices y todas sus varian-
tes, pero también los de la doctrina contraria. No es bas
tante leer El Capital, de Marx, sino que es necesario leer
también La quintaesencia del Socialismo, de Schaffle y El
Socialismo y el movimiento social en el siglo XIX, de Som-
bart, para conocer y juzgar las objeciones que se hacen
desde el propio bando y desde el bando opuesto . No debe
prescindirse de George Sorel, pero tampoco de Aquiles Lo-
ria. Así podrá escogerse entre " la lucha " o " la concurren-
cia de clases " y así también podrá escogerse , con criterio
socialista, el mejor sistema de subsanar las acumulaciones
frecuentes de capital en manos de particulares, sea deci-
diéndose a reemplazarlas por la acumulación total en ma-
nos del Estado- lo que equivale a sustituir los trust por el
Monopolio fiscal-sea decidiéndose a establecer el equili-
brio y a hacer del Estado el fiel de la balanza de la Justi-
cia , por medio del intervencionismo regulador- lo que equi-
vale a oponer a la centralización comunista la máxima dis-
tribución de los medios de producción y sus productos. Tan-
EL LIBRO DE MI PROCESO 529

to más interesante es el estudio por separado de " la lucha "


y de "la concurrencia de clases ", cuanto que el ensayo " bol-
chevique" de Rusia, que ha hecho la centralización fabril,
se ha visto precisado a hacer la descentralización agraria ,
resultando, así, comunista en las ciudades y anticomunista
en los campos. Claro está que a Sorel y a Loria conviene
acompañarlos de Ives Guyot, para enterarse de las ense-
ñanzas contenidas en libros tan interesantes como La De-
mocracia individualista y La tiranía socialista . He cuidado
de obsequiar yo mismo las obras fundamentales de la litera-
tura "bolchevique " (Lenin , Trotzki, etc. ) , pero también la
de los demás sectores socialistas, desde el socialismo cató-
lico belga hasta el neo-alemán de cátedra, a la vez que al-
gunas obras de pensadores anti-colectivistas de tanta im-
portancia como Freud, Spengler, Keyserling, Le Bon, Fe-
rrero y Russell, a quienes nadie puede calificar, sin duda,
de simples políticos burgueses. Sólo así, conociéndolo en
sus múltiples facetas, podrá apreciarse decididamente y sin
espíritu sectario el pensamiento europeo, en lo que atañe a
todos los problemas político- sociales .
Por la analogía de naturaleza que Estados Unidos y
Australia tienen con nuestra América más recomendable
que el estudio del " marxismo " es el estudio del " henry-
georgismo", y más que el estudio de la doctrina de George
Sorel es el de la de Max Hirsch : mucho más recomendable
todavía es, naturalmente, el estudio de los comentarios he-
chos por el sociólogo uruguayo Andrés Lamas a la Legisla-
ción agraria, del presidente argentino Rivadavia . Si cono-
cer el pensamiento europeo es de alta conveniencia, formar
el pensamiento hispano -americano es de máxima necesidad .
Tres obras, a este respecto, son por mí consideradas
como fundamentales para la Biblioteca con mi nombre :
Bases, de Alberdi ; Política positiva, de Lastarría, y Con-
flictos y armonía , de Sarmiento . Imposible prescindir de las
obras peruanas de sociología, cuya base es el nombre de
Hipólito Unanue, cuya cúspide es el nombre de Mariano
H. Cornejo. Las generaciones nuevas han hecho al pensa-
miento hispano-americano la aportación de algunos libros
de importancia que no pueden faltar en la Biblioteca con
mi nombre: Nuestra América, por Carlos Octavio Bunge ;
Sociología argentina, por Francisco García Calderón ; Eu-
rindia, por Ricardo Rojas. Como interpretación y adapta-
34
530 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ción actual del pensamiento bolivariano que Augusto


Comte encomió y prohijó-ninguna obra más característi-
camente hispano-americana que el El Cesarismo democrá-
tico, por Laureano Vallenilla Lanz, autor también de una
enjundiosa disertación sobre El sentido americano de la
Democracia. En sentido contrario, hay que considerar to-
dos los libros de Manuel Ugarte, que hubo de realizar con
anticipación de muchos años la labor divulgadora de " mar-
xismo " y de "anti-imperialismo ", hecha ahora por otros con
todas las apariencias de una novedad ideológica.
La justicia social no puede hacerse con prescindencia
de la realidad étnica y biogeográfica, como la individual no
puede hacerse con prescindencia de la realidad antropoló-
gica y del medio ambiente.
Así, sólo los que cierran los ojos a la realidad , no ven
que los problemas político- sociales de América están preci-
samente planteados en términos muy distintos y en un sen-
tido contrario a los de los problemas político - sociales de
Europa .
Repárese antes que nada en la calidad de los términos .
La uniformidad de las leyes, así humanas como naturales,
requiere uniformidad en los elementos a que aparecen apli-
cadas. Tenemos en el Perú la experiencia de lo absurdo que
resulta, frecuentemente , la aplicación a las indiadas de las
sierras, de las leyes dictadas para el mestizaje de las cos-
tas. La unidad racial en Europa hace que los problemas
político -sociales estén allí planteados en términos homogé-
neos. La confusión racial en América haría que tales pro-
blemas tuviesen que estar planteados en términos hetero-
géneos ; lo que llegaría a imposibilitar toda solución , hasta
el punto de que el primer problema , en efecto , por resol-
ver, en cuanto al capital humano en América , es el de la
unidad racial . No se necesita ser un antropólogo como Fe-
rri, ni un etnólogo como Renán , para encontrar completa-
mente pintoresco el empeño de transportar problemas eu-
ropeos a términos americanos. Sin unidad racial, el primer
problema biosociológico es el de llegar a obtenerla . Todo
lo demás no es sino charlatanismo, de que tienen que son-
reírse las ciencias médicas y los Congresos científicos de
Homicultura y Eugenesia. La sociología debe anotar, pues,
que los problemas europeos están planteados con la homo-
EL LIBRO DE MI PROCESO 531

geneidad de términos proporcionada por la unidad racial,


que no existe en América.
Repárese ahora en la razón fundamental de los refe-
ridos problemas político- sociales. En Europa, la lucha de
clases proviene del conflicto que existe o que aparece como
existente entre el capital y el trabajo. En nuestra Améri-
ca, no cabe tal lucha, porque no cabe tal conflicto , ya que,
para el desarrollo apenas iniciado de las riquezas natura-
les, faltan, precisamente, capitalistas y trabajadores. Sin la
base propia del capital en qué poder apoyarse, sin los ele-
mentos todos del trabajo con qué activar la vida, nuestra
América ofrecería en la lucha de clases el espectáculo de
una pelea tragicómica entre un hombre que carece de pies
con otro que carece de brazos .
Repárese, por último, en el sentido en que están colo-
cados los términos del principal problema en Europa y en
América. Mientras que en Europa hay sobra de población
y falta de territorio, en América hay sobra de territorio y
falta de población . El principal problema europeo es dia-
metralmente contrario al principal problema americano.
Tanto es así que el uno encuentra su solución en el enun-
ciado del otro.
Si se ve que la unidad racial, la necesidad tanto de ca-
pital como de trabajo , la escasez de población en abundan-
cia de territorio, son manifestaciones diversas en nuestra
América de un único problema, que hubo de solucionarse
en los Estados Unidos por medio de la inmigración europea,
hay que convenir en la clara visión que inspiró a Alberdi
su famoso precepto : " En la América del Sur, gobernar es
poblar.
Pero así como antes de habitar una casa hay que acon-
dicionarla a tal efecto, antes de poblar nuestra América
hay que realizar la labor previa , no sólo para atraer la po-
blación, sino también para nacionalizarla . En el Perú, go-
bernar es hacer el molde nacionalista y preparar debida-
mente el territorio para la inmigración europea, que ven-
drá a fundir la personalidad definitiva de una gran nacio-
nalidad en lo futuro.
Hay que hacer ahora, paralelamente, el molde naciona-
lista y la preparación territorial . El molde nacionalista
tiene que formarse sobre la base de una unidad educacio
nal, que tienda a hacer desaparecer en sus manifestaciones
las diferencias étnicas de los actuales componentes de la
532 JOSÉ SANTOS CHOCANO

población. La preparación territorial tiene que realizarse


de conformidad con los caracteres distintivos de las zonas
en que está dividido el país, operando , así, por medio de
una aplicación sistemática de los principios de la Biología
a las realidades de la Geografía .
La unidad educacional comienza en la disciplina, se
asienta en la higiene y se perfecciona moral y físicamente
en el sport. Si se supone un pueblo totalmente disciplinado,
totalmente higienizado y totalmente adiestrado en los ejer-
cicios atléticos , hay que reconocer asegurada su unidad
moral y física en la acción. No otros son los verdaderos
títulos de superioridad de la raza sajona sobre la latina :
la disciplina, la higiene y el sport.
Tocante a la educación intelectual, la Escuela Prima-
ria y la Escuela Vocacional o Práctica fueran bastantes
para enseñar a todos, respectivamente, a leer y escribir,
como quería Sarmiento, y a trabajar, como quería Alberdi.
El tipo superior de educación nacionalista podría obtenerse
finalmente, a la manera que hubo de obtenerlo el Japón.
La preparación territorial requiere por su parte una
atención mayor, por lo mismo que se dejan sentir con ma-
yor imperio que ninguna otra las exigencias de orden ma-
terial. Mientras que en el Perú, como en gran número de
los países de la América tropical, haya vastas zonas mala-
mente pobladas, en las que el sistema de locomoción más
cómodo y más rápido es el de la cabalgadura, no habrá
derecho a hablar de civilización, ni a señalar otra obliga-
ción gubernamental que la civilizadora del automóvil y del
ferrocarril.
Para que se tenga una clara visión de la preparación
territorial que se impone en el Perú , repárese en que la po-
blación de éste no es más que de siete millones de habitan-
tes, desparramados en una extensión superior a la de Ale-
mania, Francia y España reunidas : la civilización no per-
mite suponer que además queden suprimidos casi por com-
pleto en tal territorio los ferrocarriles, las carreteras de
automóvil, las vías de comunicación modernas, como, sin
embargo, hasta hace poco, ocurría en el Perú.
Un ferocarril puebla un desierto, una carretera de auto-
móvil puebla un bosque. Alberdi ha dicho : "Gobernar es
poblar. " Para poblar, hay que hacer vías de comunicación.
EL LIBRO DE MI PROCESO 533

"Moverse es vivir" decía Aristóteles . Pueblos que ca-


recen de caminos están muertos.
Los problemas político-sociales de América no son, pues,
los de Europa .

Artes y letras

Demás es recomendar a artistas y literatos con dignidad


intelectual el cuidado de cultivarse hasta tener una perso-
nalidad propia , esto es, inconfundible. Las Artes y las Le-
tras de América no pueden ser, no deben ser tampoco las
de Europa. Nada importan el idioma y la técnica , el instru-
mento y el procedimiento-para no referirme sino al arte
literario-lo que importa es el fondo , que en cualquier idio-
ma o en cualquiera técnico resulta siempre el mismo . Grie-
gos son los poemas de Homero como los de Anacreonte ,
epopeyas o madrigales, cualesquiera que sean la técnica y
el idioma en que aparezcan traducidos. Igual puede decirse
de todos los poemas, menos de los que en realidad no tienen
fondo . Escritores hispano-americanos son aquellos cuyas
cuyas obras, traducidas a lenguas extranjeras, dan una im-
presión o una idea de algo característico de la América his-
pana . Si se quisiera un nombre, basta y sobra con dar el de
José Martí.
¿Alguien supone fácil el hispano-americanismo de los
temas y los nombres? Lástima que tal facilidad no sea
aprovechada por muchos. Difícil es, por el contrario, tratar
temas familiares y bautizarlos con nombres conocidos, acer-
tando a la manera en que acaban de hacerlo, en Buenos
Aires, Ricardo Güiraldes con Don Segundo Sombra, o en
Lima, Augusto Aguirre Morales con El Pueblo del Sol.
Cualesquiera que sean la técnica y el idioma en que apa-
rezcan traducidas estas dos obras formidables, habrá que
tenérselas por propiamente hispano-americanas . Lo lamen-
table es que tan al parecer barato hispano-americanismo,
cueste, en efecto, mucho , a juzgar por la escasez de tal
artículo en los mercados literarios. Temas y nombres son
los que caracterizan , justamente, las obras representativas
de todos los pueblos, desde La Iliada hasta Don Quijote y
desde las Odas Olímpicas hasta las Fiestas Galantes . El
tema, en la composición literaria, como en la musical, es la
534 JOSÉ SANTOS CHOCANO

parte principal con arreglo a la que se desarrolla todo : el


nombre-dictado por el tema-es , precisamente, sinónimo
de " sustantivo ". Los nombres y los temas de otros países
son los que han originado en las literaturas europeas, lo
que se llama el " exotismo ". Si no se cura de éste , la litera-
tura hispano-americana tendrá que resignarse a ser sólo
una literatura de inmigrantes.
Interesa, por eso, hacer la psicología de nuestra raza
actual, para ver con justeza lo que en una expresión pro-
pia de ella- que otra cosa no es la literatura- corresponde
a su sensibilidad y a su pensamiento. El pedantismo sue-
le hablar con frecuencia de nuestra alma, pero ni la pene-
tra ni la exhibe.
El alma de los pueblos está moldeada por la Naturale-
za en que la vida de ellos se desarrolla. En nuestra Améri-
ca, los núcleos de población son todavía tan insignificantes
en cantidad y calidad que lo único humanamente america-
no está en la historia de las dos seculares culturas anterio-
res: la precolombina y la colonial. La cultura nacional
-que es la tercera y definitiva cultura-no pasa de un tan-
teo de organización, que está muy lejos todavía de llegar a
tener carácter propio.
Así, para el poeta representativo-que no quiere volver
los ojos a los incas y a los virreyes, esto es , a la verdadera
alma de las sierras y a la verdadera alma de las costas-no
hay ni puede haber aún en nuestra América otra verdadera
alma americana que interpretar : está ella en potencia ; y
sólo verá la luz cuando pierdan su virginidad los bosques
y sobrevenga, al fin, el parto profetizado por Humboldt.
Los Estados Unidos-que no tuvieron una cultura indí-
gena y que tuvieron una cultura colonial nada sobresalien-
te han entrado ya, por obra del aluvión inmigratorio y
gracias a una naturaleza fácilmente domeñable, en el desa-
rrollo de una cultura nacional : tienen un alma propia. El
poeta representativo, por eso , de los Estados Unidos, lo es
también en el mundo del alma democrática : Walt Whitman.
En nuestro período transicional, el poeta emersoniano
para buscar nuestra alma propia tiene que recorrer las dos
culturas de nuestra historia ; y apenas si en potencia llega
a encontrarla cuando canta , con unción panteísta, las ma-
ravillas características de nuestra naturaleza, en cuyos
EL LIBRO DE MI PROCESO 535

bosques aún vírgenes se sacude, como una revelación de


esa alma aún por formarse, la profecía de Humboldt.
En resumen, el alma nacional es en el Perú una deriva-
ción histórica de la cultura incaica y de la cultura colonial,
que evoluciona hacia la caracterización de una tercera cul-
tura hoy en potencia, según la expresión de Humboldt, en
la virginidad de nuestra naturaleza. Los aportes hechos por
el indio y por el español al alma nacional han sido iguales
en todo el continente : Bunge los penetra y los exhibe con
todo acierto en Nuestra América. Tales factores psíquicos
son las "tristeza " y la "arrogancia". Los caracteres repre-
sentativos en la literatura tienen que ser la "melancolía" y
la "fortaleza". Tales caracteres corresponden , por una feliz
y armoniosa unidad , a la naturaleza en que habrá de mo-
delarse el alma nacional en lo futuro : los bosques son me-
lancólicos y fuertes.
En el entrevero de las inmigraciones de la colonia y de
la República , el africano-dentro de una literatura repre-
sentativa-tiene que trascender con la " sensualidad " y el
asiático con el "lujo".
Señaladas, así, todas las características colectivas , cum-
plo con proclamar sobre ellas mi criterio individualista, va-
ciado desde mi iniciación en una sentencia, que me intere-
sa hoy repetir : En el Arte caben todas las escuelas como
en un rayo de sol todos los colores . Lo que interesa es el ar-
tista.
Basta ser sincero. La sinceridad hace que trascienda en
la obra los caracteres de la raza a que el artista pertenece ,
señalándose en el " estilo " los que corresponden distintiva-
mente al artista, cuando está él dotado de una personali-
dad propia. Repárese en la armonía que hay entre la vida
y la obra de todos los grandes poetas, ya no sólo muertos,
sino actualmente vivos : D'Anunzio, Materlink y Tago-
re. Obsérvese en lo innecesaria que es la firma para reco-
nocer al autor de una obra.
Obras sinceras de autores con personalidad inconfundi-
ble, ni las Tradiciones peruanas ni las Páginas libres nece-
sitan aparecer con firma para reconocer en una y otras res-
pectivamente el estilo propio de Ricardo Palma y de Ma-
nuel González Prada. Mientras que no se pueda prescindir
de la firma en la obra para reconocer al autor, debe estar-
536 JOSÉ SANTOS CHOCANO

se seguro de que no hay verdadero autor ni hay verdadera


obra.
Ignoro yo si en justicia merecemos mi obra y yo tal
sentencia. Lo que no ignoro es que mi obra y yo formamos
un solo todo por fuerza de la sinceridad . Mi arte está hecho
de historia y de naturaleza ; pero todas las manifestaciones
de mi arte y de mi vida se corresponden, armoniosamente,
por sinceras . En mi poesía objetiva, sólo aspiro a aparecer
como un poeta de América. En mi poesía subjetiva, "yo
escribí los poemas que supe vivir antes y viví los poemas
que primero escribí ". Por fuerza de la sinceridad , así mi
vida es tan hispano-americana como mi arte. El mismo
lema que tengo para mi arte , tengo para mi vida : "O en-
cuentro camino o me lo abro . "
Aparte del fervor panteísta con que he rendido siempre
homenaje a nuestra naturaleza , haciendo de sus tres reinos
las tres cuerdas de mi lira, me he empeñado en cantar la
pompa de los imperios precolombinos lo mismo que la glo-
ria de la Conquista y de la resistencia, el brillo de la corte
de los virreyes lo mismo que la epopeya de los libertado-
res, procurando hacer vibrar por igual ya las notas arro-
gantes de nuestra sangre hispana, ya las notas melancóli-
cas de nuestra alma indígena.
Tengo aún por delante mucha obra que realizar, como
tengo también muchas verdades que decir.
Séame permitido concluir repitiendo, sin inútil jactan-
cia, aunque con segura conciencia de mí mismo , estas pa-
labras que ha aprendido en Emerson :
-El poeta está aislado en medio de sus contemporá-
neos por la Verdad y por su Arte ; pero tiene el consuelo en
sus empeños de que su obra atraerá a sí a todos los hom-
bres, antes o después.
JOSÉ SANTOS CHOCANO.

Lima, 5 de noviembre de 1927.

NOTA.-La presencia que yo agradezco vivamente en


la inauguración de la Biblioteca con mi nombre , de los di-
plomáticos hispanoamericanos que la Confederación de Ar-
tesanos tuvo el acierto de invitar ( México , Brasil , Venezue-
la, Panamá, Bolivia , Colombia...) , corresponde a la dedi-
cación que siempre hice de mi arte y de mi vida a un sin-
EL LIBRO DE MI PROCESO 537

cero hispanoamericanismo. Cumplo con felicitar a la Con-


federación por haber designado como padrino de la inaugu-
ración de su Biblioteca al ilustre intelectual que es minis-
tro de Colombia, quien si en tal circunstancia está conmi-
go, sabe muy bien que en toda circunstancia estoy yo con
su país , en donde el espectáculo de la Naturaleza , en medio
de un máximo ambiente de cultura, confirmó hace veinte
años el carácter vernáculo de mi arte. Bautizada que fué
ella por el Libertador, el recuerdo glorioso de quien yo he
llamado el Hombre- Sol me hace estar como peruano con
Colombia, con la Colombia actual como con la gran Co-
lombia, como con la Colombia continental puesto que éste
en justicia debiera ser el nombre de la América.

J. S. CH.

PROGRAMA

No con otro propósito que el de dejar constancia his-


tórica del PROGRAMA con el que hube de sostener la ne-
cesidad de las Dictaduras organizadoras en nuestra Amé-
rica tropical, juzgo conveniente la reproducción que ve en
seguida.
Este PROGRAMA, mantenido por mí en México de
1913 a 1915 , fué aceptado para Centroamérica por el pre-
sidente de la República de Guatemala, Licd . D. Manuel
Estrada Cabrera , a principios de 1920, y fué también por
mí recomendado al Perú en marzo de 1922 .

La reproducción está hecha del folleto que publiqué con


el título de las Dictaduras organizadoras y la gran farsa
democrática.
538 JOSÉ SANTOS CHOCANO

SUMARIO DEL PROGRAMA DE LA REVOLUCION


MEXICANA

(Recomendado al Perú por José Santos Chocano.)

Torreón, Coah. , 29 de marzo de 1915

Sr. D. José Santos Chocano .-Presente .

Muy estimado amigo : Complázcome en felicitar a us-


ted por haber sabido interpretar los ideales de la Revolu-
ción mexicana. Los principios del Programa en que los ha
interpretado, se ajustan, por completo, a las aspiraciones
y necesidades del pueblo, de que me honro en ser celoso de-
fensor.
Como habrá usted podido apreciarlo, personalmente, en
su calidad de testigo de excepción, esos principios han co-
menzado a ser puestos en práctica en la zona dominada por
las fuerzas de mi mando.
La labor de usted acompañando al pueblo mexicano, en
estas horas de dura prueba, es digna del mayor encomio.
Créame su amigo afmo. y muy 8. s.,

(Firma) .

FRANCISCO VILLA
(General en jefe de las operaciones militares).

DOS PALABRAS

En mi concepto de hispano-americano, después de to-


marle el pulso a México y estudiar sus necesidades y aspi-
EL LIBRO DE MI PROCESO 539

raciones populares, el programa que corresponde a la Revo-


lución mexicana es el que a continuación, sumariamente,
expreso.
Los inmediatos resultados y posteriores consecuencias
de esta Revolución , la revestirán, sin duda, de una impor-
tancia excepcional en la historia de los grandes movimien-
tos sociales y políticos de nuestros tiempos .
La Revolución inglesa hizo la libertad política ; la Re-
volución francesa hizo la igualdad social ; la Revolución
mexicana que vendrá históricamente a ser la gran Revolu-
ción de América-quiere hacer la fraternidad económica
de los hombres.
Por eso, téngolo dicho : del horno encendido de la Re-
volución mexicana, saldrá, un día, el molde en que se va-
cía la personalidad definitiva de nuestra América intertro-
pical.
Tres grandes movimientos armados le han abierto a Mé-
xico la senda de su destino manifiesto : el de la independen-
cia, el de la reforma y éste que habrá de ser el de la orga-
nización. En el primero, que se consolidó con la caída del
imperio de Iturbide, colaboró eficazmente un ilustre ecua-
toriano : D. Vivente Rocafuerte, que, después de servirle
como agente en los Estados Unidos de América, firmó como
ministro suyo en Inglaterra, la primera Convención Inter-
nacional que celebrará México .
En el segundo colaboró eficazmente un intelectual cu-
bano : D. Pedro Santacilia, que alcanzó la suerte de ser se-
cretario particular del benemérito de las Américas, D. Be-
Dito Juárez .
El ejemplo de alto hispano-americanismo de D. Vicente
Rocafuerte y D. Pedro Santacilia, me ha estimulado a co-
laborar en la actual Revolución mexicana, si no con efica-
cia con toda voluntad, previendo que, después de este gran
movimiento, va a quedar francamente abierto, para toda
nuestra América intertropical, el período de la verdadera
organización.
JOSÉ SANTOS CHOCANO.

El Paso, Tex, 25 de abril de 1915.


540 JOSÉ SANTOS CHOCANO

EL PROGRAMA DE LA REVOLUCION MEXICANA

INTERPRETACIÓN SUMARIA

Problema agrario

Cumplimiento del plan de Ayala, revisado por la Con-


vención de Aguascalientes. (Véase la nota núm. 1 ) .-Crea-
ción de la Secretaría de Agricultura. (Organización seme-
jante a la implantada en el Brasil ) .-Formación del Códi-
go de Agricultura.-Institución de Cámaras agrícolas mix-
tas (propietarios y trabajadores ) en todos los Estados.-
Idem íd. de Escuelas de Agronomía, con Granjas modelos
y Centros de Experimentación .- Fundación de Colonias
militares agrícolas.-Enseñanza práctica de la Agricultura
en todos los cuarteles del Ejército. ( Sistema belga ) .—Fija-
ción de los jornales mínimos en cada Estado, para el tra-
bajo agrícola. (Plan de Lloyd George en Inglaterra.) (Véa-
se la nota núm. 2 ) .- Reglamentación en el pago de dichos
jornales.-Idem en las llamadas " tiendas de raya".- Leyes
de protección para el hogar labriego. ("Homestead exemp
ting laws" de los Estados Unidos de América ) .- Adopción
de la Legislación Agraria, de Rivadavia, en la Argentina.

Problema bancario

Fundación del "Banco Federal Mexicano de Crédito


Agrícola e Hipotecario ".-Organización de este Banco en
cuatro Departamentos : 1. Hipotecas . ( Modelo : Banco Hi-
potecario Argentino) ; 2.° Crédito Agrícola. (Modelo : Ca-
jas Raiffeissen ) ; 3.° Seguros, y 4. Almacenes de Depósito.
Fundación del "Banco de los Estados Unidos Mexicanos ",
de emisión y descuento ( Compañía Anónima, como el " Ban-
co de Francia ", pero de organización semejante a la del
EL LIBRO DE MI PROCESO 541

"Banco de la Nación ", de la Argentina ) .- Fundación del


"Banco Federal Minero y Caja de Conversión de Méxi-
co". (Organización semejante a la de las explotaciones de
minas por el Estado en Prusia y a las de las Cajas de Con-
versión en la Argentina ) .-Fundación de Sucursales de es-
tos tres Bancos, en las capitales de todos los Estados .- Re-
visión del Código de Comercio y de las leyes sobre Institu-
ciones de crédito.

Problema minero

Reducción de la mitad de todas las contribuciones fijas


sobre denuncios o amparos de minas. (Esta reducción sólo
ha de regir hasta que comience el trabajo minero, para dar
facilidades a los descubridores ) .-Fijación de un plazo pru-
dencial para que comience así como para que se reempren-
da el trabajo de toda mina titulada, so pena de caducidad
de los derechos de denuncio o amparo, o impuesto progre-
sivo sobre las minas sin trabajo.-Desaparición del im-
puesto sobre exportación minera. (Repárese en las siguien-
tes disposiciones ) .-Reglamentación de ésta, para que se
haga sólo por conducto del Banco Minero.-Creación del
impuesto proporcional sobre el producto de las minas (Le-
gislación semejante a la vigente en Francia desde 1819 ) .—
Caducidad por abandono ( falta de trabajo en las minas du-
rante un período prudencial de tiempo) o impuesto progre-
sivo sobre abandono.- Nacionalización de las minas de car-
bón y de los yacimientos de petróleo, como medida nece-
saria para garantizar, entre otros derechos, el de neutrali-
dad nacional en lo referente a combustibles de guerra.—
Revisión del Código de Minería.-Institución en todos los
Estados mineros de Cámaras mineras mixtas (propietarios
y trabajadores ) .-Idem íd . de Escuelas Prácticas de Mine-
ría. Fijación de los jornales mínimos en cada Estado para
el trabajo minero .- Idem en las llamadas "tiendas de
raya ".-Leyes de protección para el hogar del trabajador
minero.

Problema contributivo

Inmediata formación de un Catastro provisional : De-


claración de cada propietario sobre el precio en que vende-
542 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ría su propiedad al Estado , el que servirá de base para el


cobro de los impuestos respectivos .- Modificación anual del
avalúo a voluntad del propietario, siempre sobre la base
de oferta de venta al Estado .--Revisión del Catastro pro-
visional por las Municipalidades para la formación del Ca-
tastro definitivo , que estará sujeto a modificación cada sie-
te años.- Derecho de preferencia establecido en favor de
cada Estado para las operaciones de compra- venta de tie-
rras. Sobre tasa progresiva impuesta a todas las tierras
no cultivadas o no construídas, comprendiendo parques,
jardines y lugares de recreo particular.-Revisión de los
Aranceles de Aduana : liberación de instrumentos, útiles y
artefactos para trabajo agrícola o minero ; liberación de
todo papel impreso o para imprenta ; reducción a la mitad
del impuesto sobre los artículos de necesidad y duplicación
del mismo sobre los de lujo .- Revisión de la ley del Tim-
bre, facilitando las pequeñas transaciones y gravando pro-
gresivamente las que excedan de determinada suma pru-
dencial .-Impuesto proporcional y progresivo sobre la Ren-
ta. (Adaptación de la legislación del income tax en Ingla-
terra y de la recientemente implantada en los Estados Uni-
dos de América) .-Impuesto progresivo sobre las herencias.

Problema municipal

Formación de arbitrios suficientes para garantizar la in-


dependencia económica de los Ayuntamientos .- Determi-
nación de que un tercio de todos los impuestos sobre el sue-
lo y el subsuelo, corresponda a las respectivas Municipali-
dades.-Medidas que hagan efectiva la responsabilidad mu-
nicipal. Legislación sobre la condición municipal (no po-
lítica ) de los extranjeros propietarios de bienes raíces.- Or-
ganización gremial de las Municipalidades, conforme ha de
hacerse la del Poder Legislativo . (Nota núm. 3 ) .- Munici-
palización de los servicios públicos : agua, alumbrado , te-
léfonos, tranvías, etc.

Problema obrero

Formación de un código del Trabajo : artes fabriles, ar-


tes liberales y servicios domésticos . (El trabajo en las tie-
EL LIBRO DE MI PROCESO 543

rras se regulará por el Código de Agricultura y el trabajo


en las minas por el Código de Minería. ) En el Código del
Trabajo se comprenderá toda la legislación obrera, sobre
horas, accidentes , seguros, etc.-Leyes protectoras para las
Sociedades cooperativas ( en especial de producción y de
consumo) y restrictivas para las Sociedades Anónimas.-
Creación del " Museo Social y de Trabajo ”. ( Organización
semejante a la de Francia y, sobre todo, a la propuesta en
España por el sociólogo Posada ) .- Institución de Cámaras
obreras mixtas (propietarios y trabajadores ) en todos los
Estados.-Idem íd. de Escuelas Prácticas de Artes y Ofi-
cios (sistema belga ) .-Fijación de los jornales mínimos en
cada Estado, para el trabajo en las ciudades (artes fabri-
les , artes liberales y servicios domésticos ) .- Reglamenta-
ción en el pago de dichos jornales.-Leyes de protección
para el hogar obrero.- Reparto por igual entre el capital y
el trabajo de todas las utilidades que sobrepasen en más
de un quinto el interés bancario. ( Participación social en la
producción de los trabajadores fabriles, agrícolas y mi-
neros.)

Problema pedagógico

Formación de normalistas en Europa y Estados Unidos


de América ( sistema del Japón ) .-Obligación para los pro-
pietarios de determinada extensión de tierras, de sostener
una Escuela rudimentaria .- Idem íd. para los propietarios
de determinado número de pertenencias mineras.-Idem
ídem para los propietarios de fábricas o talleres de deter-
minado capital, con referencia a los obreros que empleen y
a los hijos de ellos.-Creación por cada Municipalidad de
Escuelas nocturnas y Escuelas dominicales para trabaja-
dores .-Reglamentación de la lectura usual en determina-
dos talleres.- Descentralización de la Primera enseñanza,
encargándola a las Municipalidades.-Creación por cada
Estado de Escuelas rurales, fijas o ambulantes ( sistema del
Japón) .-Nueva organización de la Segunda enseñanza,
centralizada por el Gobierno de la Federación.- Libertad
de la Enseñanza superior o universitaria ( sistema de los
Estados Unidos de América) .-Implantación por cada Es-
tado de la Extensión universitaria o Universidad popular
(sistema inglés ) .
544 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Problema militar

Servicio obligatorio, conforme el plan del presidente


Madero (sistema alemán o francés ) .-Fortificación y defen-
sa submarina de puertos.-Inhabilitación de los militares
para ocupar puestos públicos de elección popular.

Problema sanitario

Creación de la Secretaria de Sanidad, adaptando la or-


ganización implantada por el Gobierno de Cuba y la im-
plantada en Puerto Rico por el de los Estados Unidos de
América.-Reglamento de Inmigración semejante al de este
último país.-Cultura física : instalación en toda ciudad y
en toda villa con determinado número de habitantes, de ba-
ños municipales y gimnasios públicos.

Problema editorial

Promulgación de una ley contra el Libelo.-Prohibi-


ción de la circulación postal de éste .-Franquicia postal
para la circulación de la Prensa .- Régimen de Imprenta
igual al del Estado de Nueva York.

Problema judicial

Nueva organización del Poder Judicial, independiente,


por completo, de los otros poderes : Tribunal Supremo elec-
to por sufragio popular, para un período de siete años . Tri-
bunales Superiores designados por el Tribunal Supremo y
jueces designados por él los Tribunales Superiores.- Revi-
sión y simplificación de los Códigos civil y de Procedi-
mientos .
EL LIBRO DE MI PROCESO 545

Problema legislativo

Nueva organización del Poder Legislativo , conforme al


plan del gran estadista chileno Lastarria en su Política po-
sitiva. (Véase la nota núm. 3. )

Problema electoral

Ley electoral semejante a la respuesta en Argentina por


el eminente publicista D. Joaquín V. González , pero adap-
tándola al sistema ideado por Lastarria. (Voto reservado
de Sáenz Peña ) .- Voto acumulativo y proporcional .- Re-
presentación de las minorías. -Alternabilidad del personal
en los puestos de elección popular, dentro del período má-
ximo de siete años, que es el conocido por los antropólogos
como el período de la total renovación celular en el organis-
mo humano .

NOTAS

NOTA NUM. 1.- El plan de Ayala, en lo relativo al pro-


blema agrario, declara lo siguiente : "Los pueblos o ciuda-
danos que tengan sus títulos correspondientes, recobrarán
las tierras que les hayan sido usurpadas por los grandes ha-
cendados o caciques políticos ; los monopolios de tierras,
montes y aguas, cesarán inmediatamente a fin de hacer su
reparto parcelario ; y los procedimientos al efecto, se ajus-
tarán a las leyes de Desamortización y Nacionalización ,
puesta en vigor por D. Benito Juárez. " (En referencia a las
indemnizaciones, conviene recordar a los siempre reacios
acaparadores de tierras el procedimiento empleado por Cé-
sar en Roma, al hacer el reparto de la Campania : ningún
propietario tiene derecho a mayor indemnización de parte
del Estado, que la del valor que aparece en el registro ca-
tastral del último año y conforme al que ha pagado los
respectivos impuestos fiscales sobre su propiedad .
NOTA NÚM. 2.-En Australia, desde hace mucho tiempo ,
el salario mínimo fijado por la ley para todo contrato de
trabajo, es el de ocho chelines.
35
546 JOSÉ SANTOS CHOCANO

NOTA NÚM. 3.- Resumen del plan de Lastarria, adaptán-


dolo a los últimos principios :
"Registro civil, revisado cada siete años, empadronan-
do a los ciudadanos en siete grupos profesionales : Agricul-
tura, Minería, Industrias fabriles , Artes liberales, Ciencias
y Bellas Artes, Comercio y sus industrias auxiliares, Oficios
varios.
"Los diputados serán electos directamente y en número
igual por cada uno de los siete gremios en toda la Repúbli-
ca. Los senadores serán electos por las Municipalidades
. (organizadas gremialmente) , en número proporcional a la
estadística de producción y de consumo de cada Estado .
"La Cámara de Diputados representará los intereses so-
ciales de toda la Nación ; y el Senado los intereses diversos
y la capacidad de cada uno de los Estados.

EL CARACTER AGRARIO DE LA REVOLUCION


MEXICANA

A mediados de la pasada centuria , el gran Federico Lizst


asentaba, en la famosa obra Sistema de la Economía polí
tica nacional, la doctrina de que la nación tiene una vida
continua y permanente, y su verdadera riqueza , por tanto,
no consiste en la cantidad de sus valores de cambio en un
momento dado, sino en el pleno y vario desarrollo de sus
aptitudes productoras. La educación económica es, en este
orden de ideas, más importante que la riqueza inmediata,
siendo justo que una generación sacrifique algo de su bienes-
tar presente, para asegurar, en cambio, la fuerza y el poder
de las generaciones venideras. Tres grados de desarrollo
económico señalaba Lizst en cada nación : en el primero, la
agricultura predomina casi exclusivamente ; en el segundo,
ésta se combina con las industrias manufactureras, y en el
tercero , dominan las industrias y el comercio. En la prime-
la etapa, Lizst recomendaba que, para desarrollar la rique-
za, se adoptase el librecambio ; en la segunda etapa, que,
EL LIBRO DE MI PROCESO 547

para que las industrias adelantadas del extranjero no ani-


quilasen las nacientes industrias nacionales , se adoptase
el proteccionismo , en la seguridad de que lo que se perdiese
en valores de cambio, se ganaría en aptitudes que más tar-
de ofrecerían amplia compensación, y en la tercera etapa,
que, sintiéndose las industrias nacionales lo bastante fuer-
tes para luchar con las extranjeras, se volviese al librecam-
bio, como condición de mayores progresos.
Este trascendental y justo concepto de la nación en el
orden económico, es el mismo, como atinadamente alguien
observa, que inspiró convicciones y actos a hombres de Es-
tado de la talla de Colbert, Napoleón, Bismarck, Henry
Clay, Lincoln, Beust, Thiers y Beaconsfield . Hoy los inspi-
ra al presidente Wilson, que aprecia a su nación ya en la
tercera etapa indicada por Lizst, y la hace, así, evolucionar
alejándola del proteccionismo. La Revolución mexicana , co-
locándose sin pensarlo en el punto de vista correspondien-
te, se percata de que México, para organizarse, necesita
recorrer las tres etapas de su natural desarrollo económi-
co; y embistiendo valerosamente contra los equivocados y
contrahechos moldes del régimen hoy liquidado , decídese
a implantar, con predominio casi exclusivo, la política agra-
ria. Tal fué el error económico hasta hace poco seguido
por el empirismo político del régimen anterior en México ,
que, debiendo ser éste un gran país agrícola, la agricultu-
ra no ofreció jamás un renglón de importancia en el inter-
cambio con el extranjero y ni siquiera fué bastante para
el consumo interior, teniendo , a pesar de los vastos terri-
torios de la meseta central, tan propios para los cereales ,
que importan hasta el trigo, base alimenticia de las razas
superiores : la República argentina, ciñéndose a los princi-
pios de Lizst, ha llegado, en cambio al máximo desarrollo
en la primera etapa, dedicándose de preferencia al culti-
vo del trigo y a la industria pecuaria, esto es, a los apro-
visionamientos más urgentes como son el pan y la carne.
Véase, pues, que la orientación económica de la Revolu-
ción mexicana se ajusta a principios ya indiscutibles y a
prácticas de la más provechosa experiencia : trátase, ante
todo y sobre todo, de una Revolución agraria.
548 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Cuando alguien sobre cuyo nombre quiero discretamen-


te pasar en silencio, al sentirse acorralado por las exigen-
cias que se le hacían de confesar siquiera el carácter agra-
rio de la Revolución mexicana, díjome, con cierta sorpresa.
suya y mayor mía : ¿ Acaso todos los mexicanos somos
agricultores ?-Ganas diéronme de replicarle : ¡ Pero to-
dos los revolucionarios sí lo son!
Las malas estadísticas de la época del Gobierno del ge-
neral Porfirio Díaz , arrojan un coeficiente no menor de
dos millones quinientos mil agricultores en la República de
México, entre terratenientes, administradores , arrendata-
ios, capataces y peones. En la proporción , que hasta la
Economía política clásica u ortodoxa señala, de cuatro por
uno, que representa todo hombre de trabajo, por razones
de familia y de entroncamiento e irradiación social, el pro-
blema agrario en México viene a interesar, con carácter di-
recto y urgente , a no menos de diez millones de habitantes,
esto es, a las dos terceras partes de la población total de la
República. La otra tercera parte de la población correspon-
de, sin duda , a las industrias fabriles , minería , comercio,
profesiones liberales, artes y oficios ; pero claro es que los
que integran esta tercera parte, a menos que no lo hagan
del aire como los camaleones, se alimentan y viven de los
productos de la tierra .. La tierra interesa a todo ser vi-
viente, puesto que de ella y sobre ella vive.
Es oportuno recomendar a quienes parece que aún du-
dan de que la sólida y hasta única base sobre la que ha
venido desarrollándose la Revolución mexicana, es y debe
ser su carácter agrario, las siguientes palabras , propias del
actual momento histórico de México , con que hizo sentir
el peso de su autoridad en solemne ocasión, el eminente
estadista inglés Campbell Bannermann :
"Cuando se haya disipado la polvareda de muchas cues-
tiones que enturbian nuestra mente y nos alejan de ideas
sobre la reforma social y sobre las luchas políticas, ad-
quieran el valor lógico y la energía de que hoy carecen por
falta de estudio de la realidad y sobra de "dilettantismo"
sociológico, se reconocerá esta verdad palmaria : que todos
nuestros problemas políticos, como todos nuestros movi-
mientos históricos , están más o menos directamente rela-
cionados con el problema económico y especialmente con el
problema de la tierra.
EL LIBRO DE MI PROCESO 549

No es necesario recorrer todo el pensamiento moderno,


desde Carlos Marx hasta Aquiles Loria, para convencerse de
que todos los fenómenos sociales, políticos, aun religiosos,
obedecen al factor económico, y éste arranca de la tierra.
Apelando, a este respecto, a una verdadera autoridad his-
panoamericana, no pueden ser más interesantes las decla-
raciones con que el gran economista uruguayo Dr. D. An-
drés Lamas, comenta la legislación del glorioso presidente
argentino Rivadavia:
"Toda la estructura material y moral de una sociedad
está modelada sobre su constitución económica ; y la base,
la raíz de la constitución económica, es el régimen del tra-
tamiento y distribución del suelo. "
Si la causa política de la Revolución mexicana impone
la más pronta vuelta al sistema constitucional, la causa
económica exige la más pronta solución del problema agra-
rio. El carácter agrario de la Revolución mexicana está
llamado a tener una repercusión previsora en el ánimo de
toda Hispano-América, hasta llegar a los países australes,
preocupando, como es debido, lo mismo a los hacendados
acaparadores de Chile que a los estancieros latifundistas
de la Argentina : Henry George desde los Estados Unidos
de América y Andrés Lamas desde el Uruguay, se dan la
mano, en este gran instante de México, por encima de to-
dos los intereses continentales.

El problema agrario ofrece tres aspectos : la adquisición


de las tierras, el reparto de ellas y su capitalización para el
trabajo. Como en México no es dable el contar con los te-
soros de Atalo, para repartirlos entre los nuevos terrate-
nientes, a fin de que tengan capital con qué atender a los
primeros gastos de cultivo y a la compra siquiera de los
instrumentos de labranza, lógico es que, junto con el pro-
blema agrario, se resuelva el problema bancario, consultan-
do una organización que facilite la capitalización de las
tierras ; y como el problema bancario, en lo que se refiere
a moneda circulante, que es, a este respecto , lo de inme-
diato interés, requiere una legislación nueva sobre la ex-
plotación y aprovechamiento de las minas de metales pre-
550 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ciosos, en que tan exuberante es la República de México,


lógico es también que, junto con el problema bancario, se
resuelva el hasta hoy apenas entrevisto problema minero.

Detengámonos , por ahora, en la cuestión agraria, sin


más ánimo que el de exponerla sinópticamente a la consi-
deración extranjera, alarmada todavía de lo que , en efecto ,
debiera ser merecedor de la respetuosa consideración . El
carácter universal del problema ha sido expuesto, con toda
claridad, por el sabio europeo Ramón y Cajal : "Urge rein-
tegrar al hombre en las leyes de la evolución ; devolver el
capital secuestrado en provecho de unos pocos , al acerbo
común de la colectividad : la tierra para todos ; he aquí la
hermosa divisa del porvenir."
El antes citado Campbell Bannermann ha dicho al res-
pecto : "La cuestión de la tierra en cualquiera parte, es la
cuestión de la tierra en todas partes."
El Derecho romano , en el que enraizan los derechos
civiles de la moderna civilización, sintióse intensamente
agitado por el mismo problema. No es menester dictar un
curso sobre la legislación agraria en Roma : sí lo es recor-
dar el nombre le Espurio Casio, que fué el primero en ha-
blar a la multitud de " ley agraria "; el de Licinio Estolón,
cuya ley agraria quedó finalmente incumplida ; el de los
Gracos, cuyos esfuerzos fracasaron por los obstáculos opues-
tos en el desempeño de su loable misión ; y el de Julio Cé-
sar el Grande que legisló sobre, entre otras materias res-
pectivas, "la compra de las posesiones particulares al pre-
cio señalado en los Registros del último Censo". Para que
sc aprecie cómo sufría Roma el mismo malestar que hoy
sufre México, bueno es repetir los apóstrofes , que diríanse
ahora pronunciados en la patria de Juárez , con que Tibe-
rio Graco castigó a los poderosos en ocasión memorable:
"Ceded una parte de vuestra riqueza , si no queréis que
os la quiten toda . ¡ Con que hasta las fieras tienen su abri-
go, y los que derramaron su sangre por la Patria no han
de tener más que el aire que respiran... ! Combaten y mue-
ren por alimentar el lujo y la opulencia de unos pocos. ¡ Los
llaman amos del mundo, y no poseen un terrón de tierra! "
¿Verdad que son propias para ser pronunciadas ante el
EL LIBRO DE MI PROCESO 551

pueblo mexicano estas graves palabras ? Justo es y mode-


rado el que quieran ser siquiera amos de su tierra, los que
no pretenden ser amos del mundo ...
Debemos resistirnos a acudir al almácigo de enseñan-
zas, harto abrumadoras, que ofrece la Revolución france-
sa, pero en el monumental libro de D. Juan Sierra sobre
Juárez, su obra y su tiempo, encuéntrase esta alusión a
Ocampo, el sociólogo de la Reforma, que viene a nuestro
propósito como anillo de oro al índice con que señalamos
el gran ejemplo :
"Ocampo habría querido que la nacionalización hubiese
producido en México los mismos efectos que en Francia:
la creación, o, por lo menos, la consumación del movimiento
que llevó la riqueza rural francesa a una clase numerosa
de pequeños propietarios : esta dislocación de la propiedad
teritorial fué la magna obra social de la Revolución fran-
cesa . "
¿ Por qué no se vieron satisfechos los magnos propósi-
tos del sociólogo de la Reforma ? Porque la Revolución fran-
cesa desamortizó y nacionalizó los bienes del clero y la
robleza, mientras que la Reforma sólo desamortizó y na-
cionalizó en México los bienes del clero. En Hispano-
América estamos todavía en la época de la propiedad feu-
dal : Europa no nos puede el derecho de hacer ahora lo que
ella hizo hace cien años antes ... Pongamos una nota al
margen : David Nicol , en su Vida política de nuestro tiem-
po, observa que " la sociedad , no sólo en Francia, sino en
toda Europa, sufre hoy las consecuencias de la anarquía
industrial, como sufrió antes de la Revolución los resulta-
dos de la anarquía en la propiedad territorial".
Sin tener para qué detenernos en los grandes "fisiócra-
tas ", entre los que conviene siempre recordar a Quesnay y
Turgot, vemos cristalizarse esta cuestión agraria, durante
el último siglo , en doctrinas cada vez menos discutibles :
el nombre del sabio naturalista inglés Russel Wallace-que,
en su definitivo estudio de La nacionalización de las tierras,
opina por la expropiación sobre la base de la renta- co-
rresponde el nombre del gran sociólogo norteamericano Hen-
ry George que, en sus múltiples obras, opina por la expro-
piación sobre la base del impuesto único . Edgardo Barón,
en su Protesta contra la extensión abusiva del derecho de
propiedad, y Francisco Huet, en su Reinado social del cris-
552 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tianismo, atacan la cuestión con la valentía con que hoy


se agita el verdadero programa de la Revolución de Mé-
xico. El conde León Tolstoy, en Rusia, iba aún más lejos,
cuando afirmaba neo -evangélicamente :
"La gran iniquidad es el monopolio de la tierra..."

El ideal puesto en acción ha dado ya sus frutos, Ingla-


terra puede enorgullecerse de la ley Wyndham : en 1886,
ordenóse el reparto de tierras a los pequeños agricultores.
Algo más: hay quienes afirman que la legislación inglesa,
a este respecto, no es sino una larga serie de limitaciones
a la propiedad territorial privada, en consideración al bien
social. El conde Vennys, presidente de la " Liga para la de-
fensa de la propiedad ", enumera hasta doscientas cuarenta
y tres resoluciones legislativas en Inglaterra, de carácter
que él cree " socialista ". Inglaterra-se ha dicho- no repa-
ra en las bizantinas discusiones del interés privado cuando
se trata de favorecer el interés común. Allí está la política
agraria iniciada por Chamberlain con sus leyes sobre los
allotments. Allí está el presupuesto de 1909, con el que el
ilustre ministro de Hacienda de la Corona. Lloyd George,
gana alto puesto en la consideración del pensamiento uni-
versal, propendiendo a implantar el impuesto único sobre el
valor de la tierra . Allí están, finalmente, los efectos inme-
diatos del presupuesto planteado por Lloyd George : don-
de antes había un latifundio-dice un observador- hay aho-
ra miles de predios , entrando en circulación los valores de
las tierras hasta entonces acaparados por el duque de Beld-
ford, el duque de Sutherland, lord Clifden, lord Londesbo-
rough, lord Anherst, lord Landstorne, lord Yorcey, el con-
de de La War, el de Manners, etc. , etc. Tal se van cum-
pliendo los votos de Campbell Bannermann : que la tierra
sea cada día menos un lujo para los ricos y cada más un
tesoro efectivo para la nación . Las Colonias inglesas ha-
bían dado el gran ejemplo. En Nueva Zelandia, el princi
pio está en aplicación desde 1891 : los estudios de Arturo
Withy y de Jorge Darien sobre Nueva Zelandia, revelan
el propicio resultado hasta ahora obtenido. En Australia,
el impuesto sobre el valor del suelo- libre de mejoras- im-
plantando desde 1884, se percibe en tres formas : como im-
EL LIBRO DE MI PROCESO 553

puesto municipal, de los Estados y de la Federación (que


es , sin duda, lo que debe hacerse en México ) , en cuotas
progresivas a medida que se van aboliendo o disminuyen-
do los demás impuestos . En Nueva Gales el sistema se im-
plantó en 1896 : sólo en tres años el producto de la tierra
aumentó en un cincuenta por ciento ... En Queensland, el
sistema ha sido adoptado , no hace mucho, en cuatro colo-
nias, donde se aprecian ya los beneficios, en comparación
con las otras tres colonias que, no habiéndolo adoptado,
disminuyen en población y en producto de trabajo. En el
Canadá, ofrece especial interés la rápida transformación
que va operando el nuevo sistema en las provincias y ciu-
dades que lo han adoptado : Mr. A. B. Farmer ha hecho
una detenida investigación a este respecto, publicándola en
los Estados Unidos de América e Inglaterra, en la que apa-
recen cifras sorprendentes sobre el desenvolvimiento en la
agricultura, mejoras, edificación , población y riqueza pú-
blica y privada , en todas las regiones, sin excepción, que ,
en el Canadá, han implantado el nuevo sistema tributario.
En el Africa del Sur, la Municipalidad de Johannesburg
ha reemplazado todos los gravámenes municipales por el
impuesto nuevo.
Hasta aquí Inglaterra y sus Colonias ; Alemania , la
práctica Alemania, la había precedido ... Desde 1858, invo-.
cando el interés común, Alemania suprime hasta veinticua-
tro derechos señoriales sobre tierras , sin concederles indem-
nización alguna. Pasan, en la actualidad, de novecientos los
Municipios alemanes que han implantado el nuevo sistema
contributibo : el primero que inició la reforma fué el Muni-
cipio de Breslau, estableciendo una sobretasa sobre los te-
rrenos no cultivados o no edificados. La Alemania de nues-
tros días, con sus ciudades suntuosas, sus campos exube-
rantes, sus Municipalidades prósperas y ricas-asegura un
distinguido sociólogo- es obra del nuevo sistema de im-
puestos .
Interesa detenerse un momento a considerar el progra-
ma de la " Liga alemana de la Reforma agraria ": diríase es-
crito especialmente para la Revolución mexicana. Helo
aquí, sin comentarios, porque no los ha menester :
"Municipalización o estadización de minas y monopo-
lios industriales, hoy en manos de particulares ; conserva-
ción y aumento de las tierras comunales y nacionales ; im-
554 JOSÉ SANTOS CHOCANO

puesto progresivo sobre el valor del suelo, libre de mejo-


ras ; contribución del terrateniente a los trabajos de utili-
dad pública (puentes, calzadas, parques, tranvías, museos,
escuelas, etc. ) , en proporción al aumento del valor dado a
sus tierras ; derecho preferente en favor de las Comunas y
del Estado en la venta de terrenos de particulares ; coloni-
zación interior por el Estado, en forma que impida la es-
peculación por los particulares de las tieras destinadas al
plan colonizador. "
Trátase, como se ve, de los mismos principios entraña-
dos por la Revolución mexicana.
Dinamarca , Suecia y Noruega han seguido el ejemplo
dado en Inglaterra por Lloyd George. En Fancia, la " Liga
Fancesa para el Impuesto único" ha empezado a abrir el
camino del buen éxito. En Italia, igualmente, la "Liga ita-
liana para la Reforma tributaria ". En España, trabajan
con igual empeño los disípulos del glorioso Joaquín Costa.
En los Estados Unidos de América , huelga decir que el sis-
tema iníciase entre los pliegues de la bandera del Partido
Demócrata, hermano del Partido Liberal de Inglaterra. En
Hispano-América, finalmente, justo es inclinarse ante el
nombre de Rivadavia, que, en la Argentina, desde 1826, se
adelantó a hacer su maravillosa Legislación agraria.

Ahora bien ; el impuesto único como fórmula liberadora


de la tierra, en donde la propiedad teritorial ha pasado ya
por las crisis por las que, en un rigor de ley evolutiva , está
pasando ahora México. La expropiación en Europa o en
Estados Unidos de América , saltando por encima de las leyes
dictadas al efecto , aparecería como despojo . El caso en Mé-
xico es distinto. Necesario ha sido patentizar que el fin que
se persigue en México es el mismo que en todas partes :
para apreciar con equidad los medios de obtener en Méxi-
co ese fin, hay que esclarecer previamente el significado que
en México tiene la actual propiedad territorial privada.
Todos los días la prensa alarmista-¡ válganos Gutten-
berg ! escandaliza el mundo con las confiscaciones de tie-
rias (atentados contra la propiedad, los llama ... ) , ordena-
dos por la Revolución mexicana : mayor y justo sería el
EL LIBRO DE MI PROCESO 555

escándalo cuando se supiese que, en rigor de verdad y de


derecho, la legítima propiedad territorial privada no exis-
te en México. Entremos resueltamente en el estudio de pun-
to tan fundamental.

La propiedad territorial privada no sólo en México , sino


en toda la América española , fué, antes de la Independen-
cia, obra del despojo y de la fuerza : el derecho en ejercicio,
el de la Conquista ; pero aun aceptando ésta en su valor de
hecho consumado, nos encontramos con lo que el pensador
mexicano, Dr. Mora, acierta a expresar en su interesante
libro sobre México y sus revoluciones .
"En todo lo relativo a América, mientras ésta estuvo
independiente de España, fué máxima fundamental de la
legislación española que todos los dominios adquiridos a
virtud de la Conquista , pertenecían no a la nación conquis-
tadora, sino exclusivamente a la Corona."
Las tierras, así, fueron otorgadas a particulares en " mer-
cedes" hechas por los reyes de España , pero no expresan-
do cesión de propiedad . El mismo Dr. Mora en la citada
obra : "Todas las participaciones hechas a los particulares ,
se consideraron como concesiones condicionales reversibles
a la Corona de España ." Puesto que no había leyes de pres-
cripción en favor de la posesión mantenida durante señala-
do número de años, y puesto que el derecho de reversión en
favor de la Corona se mantenía siempre en pie, claro está
que los terratenientes de la América española, en el perío-
do colonial, no eran ni podían ser nunca legítimos propie-
tarios, sino algo así como simples usufructuarios de las tie-
rras que por " merced Real " se les concedía. La única pro-
piedad territorial existente, en aquel período, en la Amé-
rica española, fué la de la Corona de España .
Al sobrevenir la Independencia, el derecho de propie-
dad pasó en México, automáticamente, como en toda la
América española, a la Soberanía Nacional , esto es, el
pueblo. Los particulares que ocupaban tierras, a título de
"merced Real ", siguieron ocupándolas al margen de los
agitados acontecimientos que preceden a toda organización ;
pero como en México independiente no se canceló jamás el
derecho de "reversión " en favor ya no de la Corona de Es--
556 JOSÉ SANTOS CHOCANO

paña , sino del pueblo mexicano, este derecho siguió y si-


gue en pie.
Así es como ha podido decirse , con sobrada razón : "En
el rigor de los principios jurídicos, los Poderes públicos , re-
presentantes de la Soberanía Nacional, podrían revocar la
ocupación o la posesión que tienen los particulares a título
de propiedad privada, sin que dichos Poderes tuvieran para
ello que salirse del recto carril de las leyes vigentes."
Admitiendo aún que la propiedad territorial privada
descansase en México sobre leyes positivas emanadas de los
Poderes públicos, mídanse, desde el punto de vista de tal
supuesto, las siguientes palabras con que Sécretan se refie-
re en sus Estudios sociales a dicho derecho :
"... Legitimarlo por el título natural que todo hombre.
tiene al producto de su trabajo es una empresa imposible:
el cultivo aumenta el precio de la tierra y crea un dere-
cho sobre este aumento, pero no sobre la tierra misma , que
posee independientemente un valor apreciable ... La propie-
dad territorial descansa sobre la ley positiva que la garan-
tiza, en razón de su utilidad supuesta, como el medio más
conveniente de obtener el mayor número de recursos del
suelo en las mejores condiciones para el labrador. Y, en
efecto, este modo de explotación constituye un progreso 80-
bre los que le han precedido ; pero si los inconvenientes lle-
gan a insoportables y se encuentra un arreglo mejor, la ley
podrá cambiar lo que ha hecho ... El hombre ha sido colo-
cado (otros dirían ha surgido ) sobre la tierra lleno de ne-
cesidades ; y para satisfacer éstas, con un cerebro , con unos
brazos y la tierra misma, que es el teatro obligado , el ins-
trumento necesario de todo trabajo productivo . Hoy este
domicilio, este útil, este bien común de la Humanidad, se
encuentra acaparado por unos cuantos ; los demás no exis-
ten sino merced a los primeros, en provecho de los cuales
trabajan."
Hubo una rama de la propiedad territorial privada que
siguió en México el procedimiento notarial, burlando los
derechos controvertibles antes de la Corona de España y
luego del pueblo soberano : esta rama, cuando la Indepen-
dencia , tenía dos exponentes ; a saber : los bienes de la
Iglesia y los de la que llamaron aristocracia. Al aparecer
en escena la enorme personalidad de D. Benito Juárez
desaparece el primer exponente : son desamortizados y na-
EL LIBRO DE MI PROCESO 557

cionalizados los bienes de la Iglesia . Expuestos con clari-


dad los antecedentes, ¿ cabe pensar que hubo despojo ? Nin-
guno, como no lo puede haber ahora en desamortizar y na-
cionalizar los bienes de la llamada aristocracia.
Debe cesar, pues, todo escándalo al respecto ; y debe
repararse en que, en virtud de no haber sido cancelado en
México el derecho de " reversión ", el único propietario te-
rritorial legítimo es, en este país, el pueblo mexicano, esto
es, la Soberanía Nacional , que por obra de la Independen-
cia, reemplazó en sus derechos de propiedad- únicos efec-
tivos a la Corona de España .

Importa razonar, sin embargo, respecto al concepto que,


en el actual momento de la Civilización , merece el derecho
de la propiedad aplicado a la tierra.
La prohibición de enagenar las tierras nacionales, sino
enfitéuticamente ; el impuesto especial sobre las tierras no
cultivadas o no construídas ; la expropiación, por causa de
mejoramiento nacional, de los terrenos que el propietario
mantenga incultos ; muchas medidas más hay recomendables
por los mismos economistas clásicos u ortodoxos , para equi-
librar los excesos del principio de libre competencia en el
régimen de la tierra.
"Si-como afirma Leroy-Beaulieu-, la propiedad pri-
vada del suelo es el medio de que la producción llegue a su
máximun y pueda alimentar mayor número de personas,
debe mantenerse ; pero ese mismo fin señala a los Gobier-
nos la conveniencia de procurar que la tierra vaya ma-
nos de los que puedan sacar de ella el mayor provecho, o
sea, a manos de los que la cultiven. " Tal nos dice Gide en
su Economía política, al tratar de la organización de la
propiedad .
El célebre economista Federico Kleinwachter, enemigo-
declarado de todo socialismo , se ve obligado a confesar lo
siguiente:
"Es común el considerar la propiedad como la clave
fundamental de todo el edificio del derecho, como algo fijo
e inmutable. No es así : el concepto de propiedad , es den-
tro de cierto grado , variable ; y su objeto, su contenido , son
diversos en los diferentes tiempos y en los distintos pue-
558 JOSÉ SANTOS CHOCANO

blos. Apuntaremos sólo el hecho de que una propiedad ab-


soluta, en el sentido de un ilimitado derecho de usar y de
disponer de la cosa propia, no fué nunca admitida, ni lo ha
podido ser en ninguna sociedad . El concepto de propiedad
no puede contener en sí nada que esté en oposición con el
concepto de sociedad. El principio de la inviolabilidad de
propiedad significa el abandono de la sociedad al grosero
egoísmo y a las pasiones del individuo. "
El tratadista español, de tan recomendable serenidad
de criterio, D. Eduardo Sanz y Escartín, anuncia , en su
notable obra sobre El Estado y la Reforma social, concep-
tos que es oportuno para el pueblo mexicano recoger cui-
dadosamente :
"Se ha visto en nuestros tiempos a grandes propietarios
expulsar, con auxilio de la fuerza armada, a millares de
familias, de la tierra donde nacieron, en virtud del dere-
cho que la Ley les concede sobre su propiedad. Hay algo
en tales hechos que repugna a la razón, que hiere a la jus-
ticia y que demuestran mejor que cuanto pudiéramos de-
cir que el derecho de propiedad sobre la tierra debe estar
esencialmente subordinado al bien de la colectividad y al
derecho superior de todo hombre a vivir. "
Tales palabras de un español eminente sirven de co-
mentario, sin percatarse de ello, a los procedimientos segui-
dos en México por los latifundisas españoles de la calidad
del renombrado D. Iñigo Noriega . El mismo autor, en otra
de sus obras, La cuestión económica, apunta el dato de que,
en la Gran Bretaña, la condesa de Strafford pudo sentir la
voluptuosidad de expulsar de sus tierras, en un solo día , a
quince mil colonos ...
Veamos lo que opina una autoridad tan insospechable
y tan reconocida como la de Herbert Spencer:
"La justicia no admite la propiedad aplicada al suelo,
pues si parte de él puede ser poseída por un individuo que
la guarda para su uso único , como cosa sobre la que ejerce
un derecho exclusivo , otras partes de la tierra pueden ser
ocupadas con el mismo título ; y, de esta suerte , toda la su-
perficie del planeta vendría a parar en manos de ciertos in-
dividuos, sin cuyo consentimiento los demás no podían ejer-
citar sus facultades, ni siquiera existir. "
Dice más Herbert Spéncer en su Estática social:
"No solamente la propiedad de la tierra tiene un origen
EL LIBRO DE MI PROCESO 559

indefendible, pues sus títulos históricos son, en todas par-


tes, la violencia, la estorsión y el fraude, sino que es impo-
sible descubrir ningún modo por el cual la tierra pueda con-
vertirse en propiedad privada . "
El mismo Stuart Mill- no sabe nombrar más alto re-
presentante de la Economía Política Clásica-dice, en este
orden de ideas :
"No puede ser justo ni bueno un estado de sociedad en
el cual exista una " clase" que no trabaja ; en el cual hay
seres humanos que, sin ser incapaces de una actividad pro-
vechosa, y sin haber comprado el reposo por el precio de
un trabajo anterior, están exentos de participar en lo que
incumbe a la especie humana . "
Es de Stuart Mill la frase lapidaria y definitiva en que
puede resumirse el justo concepto de la propiedad territo-
rial privada:
"Si la propiedad de la tierra no es útil, es injusta . "
Apréciese, pues, lo que piensa al respecto la Economía
política clásica y la ecléctica . Abrumadoras serían las ci-
tas con que podría ilustrarse el criterio, apelando a fuentes
más próximas al ideal puesto en acción en México . Allí es-
tán el Tratado de Economía rural, de Guillermo Roscher;
la Historia de la Agricultura y los Valores en Inglaterra y
los Seis siglos de trabajo y jornales en Inglaterra, de Tho-
rold Rogers ( catedrático de Oxford ) ; el Esquema de Filo-
sofía crítica, del autorizado economista ruso Spir ; el Senti-
miento de la Naturaleza entre los modernos, de Víctor La-
prade ; los Fundamentos de la Economía política, de
C. S. Devas ; la Vida política de nuestro tiempo , de David
Nicol ; la Exposición de Economía política y Fisiologia
social, de Ad. Coste ; los Elementos de Economía política,
de Emilio de Laveleye ; la Riqueza de las Sociedades cris-
tianas, de Carlos Périn ; los Ensayos de Filosofía política y
moral, de Cliffe Leslie ; la Revolución industrial, de Arnol-
do Toynhee ; los Métodos de Reforma social , de Stanley
Jevons ; el Imperio Colonial de la Gran Bretaña, de Carlos
Dilke ; la Crisis económica, de Moreton Frewen ; la Civili
zación y sus Leyes, de Th. Finck-Brentano ; la Revolución
económica, de Doumergue ; Los Problemas sociales , de Aqui-
les Loria ; el Colectivismo agrario , de Joaquín Costa ; la In-
troducción a la Economía política, de Ricardo T. Elly ( ca-
560 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tedrático de la Universidad de Wisconsin y maestro del


presidente Wilson) .
Toda la Economía política positiva forma el alegato de
defensa de los ideales y de los procedimientos de la Revo-
lución mexicana : Adolfo Wagner, Carlos Knies , Hildebrand,
Rodbertus, Adolfo Held , Sidgwick, Mc . Leod , Leslie , Ste-
phen, Bonany Price, León Roquet, Cairnes , Fewet , Carey ,
A. Filon, Hubert Valleroux Erwin, Nase, Gustavo Schmo-
ller, H. Rosler, Hans von Scheel, von Stein, Schomberg,
R. Meyer, Minghetti, Baudrillart, Dameth, Luzzati , Lam-
pertico, Scialoja, Cossa Carlos Ferraris, Buchez , Boehmert,
Gilman, Luis Wuarin, el mismo Emilio Levasseur, el mis-
mo Alberto Schaffle, hasta el arzobispo de Ketteler ... Di-
chos ideales y dichos procedimientos corresponden a los de
Bismarck en Alemania , a los de Watson en Australia, a los
de Millerand en Francia, a los de Turatti en Italia.
El concepto hoy ya predominante de la propiedad , es el
"cristiano-germánico ", tan atinadamente interpretado por
Lujo Bretano ; esto es, la de que "no es un derecho absolu-
to de usar y de abusar, sino que lleva consigo deberes sin
cuyo cumplimiento la propiedad no es legítima, ni ante el
Derecho, ni ante la Moral, ni ante la Religión . Tal con-
cepto ha merecido los elogios hasta del rígido León Say.
En México se practica con exceso , además, la especu-
lación sobre las tierras sin cultivo, a expensas de las que
en su proximidad se cultivan. Sin embargo , de ello , dicho
está que el título de la propiedad es el trabajo y fuera de
éste no hay ni puede haber propiedad.
Sécretan expresa :
"Mi posesión vale por el campo que cultivo, mientras
que lo cultivo : el derecho natural no me otorga nada más... "
Leroy-Beaulieu, a pesar de sus intransigencias conser-
vadoras, se pregunta qué ha hecho el propietario de un pre-
dio para atribuir la totalidad del aumento de su valor, que
muchas veces es prodigioso. Fouillée se alarma de que, en
Francia, el valor de muchas tierras no cultivadas ni cons-
truídas se haya decuplicado en treinta años...

Como si no fuera bastante lo expuesto, respecto a la


equívoca situación de la propiedad territorial en México,
EL LIBRO DE MI PROCESO 561

es importante manifestar que toda ella, sin otra excepción


que la de los pocos pequeños terratenientes, ha echado so-
bre sí, durante más de treinta años , la enorme responsabi-
lidad de un continuo y audaz fraude del Estado , en el ser-
vicio de sus contribuciones legales .
Para que se transparente la exorbitancia de tal defrauda-
ción, vayan tres ejemplos que al respecto nos ofrece el Esta-
do de México (" Problemas Nacionales ", de Molina Enrí-
quez ) : la Hacienda de " La Gavia ", que vale , cuando menos,
seis millones de pesos, ha pagado sus contribuciones como si
valiera trescientos sesenta y dos mil, seiscientos noventa y
cinco pesos ; la hacienda de " San Nicolás Peralta ", que vale ,
cuando menos, dos millones de pesos , como si valiera cuatro-
cientos diez y siete mil, setecientos noventa pesos ; y la ha-
cienda de " Arroyozarco " , que vale , cuando menos, un millón
y medio de pesos, como si valiera trescientos setenta y ocho
mil, ochocientos noventa y un pesos .
Así en todo ese Estado y en todos los Estados . Ahora
* dígase si, en justicia, la propiedad territorial en México pue-
de ser sagrada...

Explíquese, así, el que, de cerca o de lejos , con la acción


o con la palabra, acompañamos a la Revolución Mexicana
cuantos participemos de Principios de tal irradiación. Los
Principios son como las estrellas, que brillan sobre todos,
mientras que nadie alcanza a hacerles daño ...

NOTA.-El Programa de la Revolución Mexicana y el es-


tudio sobre su Carácter Agrario tuvieron que consultar y
aún respetar casi todas las opiniones ya en curso dentro de
tan importante movimiento armado, incorporándole a éste,
en cambio, nuevos principios, que pudiesen orientarlo , poco.
a poco y sin despertar resistencia ni recelos , hacia el ideal
"georgista", tan desconocido en México entonces como sigue
siéndolo ahora en la política militante de toda nuestra Amé-
rica, y hacia el Parlamentarismo Gremial, que equivale a
substituir el fracasado Parlamentarismo político por uno
económico, más apropiado, especialmente, para los pueblos en
formación.
36
562 JOSÉ SANTOS CHOCANO

A PROPOSITO DE PANAMERICANISMO

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires.)

En esta pequeña, pero pintoresca, capital de San José de


Costa Rica, tuve hace diez y ocho años amistad con el espí-
ritu inquieto y brillante de un revolucionario de Colombia:
Pablo Emilio Obregón, joven , de talento y energía , había sido
uno de los secretarios- ayudantes del caudillo liberal Rafael
Uribe y Uribe ; pero en aquella oportunidad en que hube de
tratarle, procedía él de los Estados de la Unión. No conocía
yo aún la Gran República del Norte, y quise tomar noticias
de ella. ¿ Quién mejor acondicionado que este espíritu inquie-
to y brillante, recién venido de tal país y con el cerebro y el
corazón bastante despejados para poner acierto y sinceridad
en cuanto me dijera ? Después que he visitado frecuentemen-
te y he estudiado aquella maravillosa estructura de nación
desconcertante , satisfacción me ha dado el constatar, hasta
en los menores detalles, la exactitud de noticias y opiniones
que, con años de anticipación, hubo de ofrecerme la buena
voluntad del no olvidado amigo, que llegó a hacerme formar
de la Democracia Norteamericana concepto más cabal o más
práctico que el que yo había deducido de mis lecturas de
Torcqueville .
Al través de un gran número de apreciaciones de diversa
índole y condición , prevalece en mi recuerdo lo que trataré
de reconstruir tal y como entonces se me dijo.
"-En los primeros días en que llegué a New York, pa-
scando por Broadway , atrájome la curiosidad un orador po-
pular, que, encaramado en unos cuantos taburetes mal super-
puestos, gesticulaba ante un grupo compacto, que, de vez en
cuando, interrumpíalo con aclamaciones. Acerquéme al ora-
dor, ansioso de enterarme de lo que así despertaba el entu-
siasmo de los oyentes ; y alcancé la resonancia de unos cuan-
EL LIBRO DE MI PROCESO 563

tos latigazos con que las palabras de este Demóstenes calle-


jero señalaba, por manera cruda y casi bárbara, los abusos
para él ya insoportables de la Policía. Instintivamente hube
de reparar en que un miembro de esta Institución, volviendo
quizás descortésmente la espalda al orador, esgrimía su
vara, para evitar que vehículo alguno viniese a dar por tie-
rra con la improvisada tribuna, desde donde desatábanse
tempestades de cólera contra la propia Policía ...
"-Meses después, solazábame todas las mañanas en
Chicago leyendo los iracundos editoriales que, en uno de los
grandes rotativos de tal ciudad, consagrábanse a zaherir la
política del Presidente de la República. Este, de pronto, hace
anunciar su viaje a Chicago ; y mi estupefacción fué muy
grande cuando, una mañana , el propio diario de los ataques
violentos, suspendelos y en grandes letras invita al pueblo
para presentar sus respetos, en aquella ocasión, al ciudadano
,,
presidente...'
Estas dos observaciones han sido después comprobadas
en toda su exactitud por mí, reconociendo como práctica nor-
teamericana un respeto mutuo entre el principio de Libertad
y el de Autoridad, un reconocimiento armónico entre el De-
recho y el Deber ; de lo que hay que confesar, paladina y
honradamente, no hay siquiera sospecha en la vida de nues-
tros trópicos... El policía que cuida la tribuna desde donde
se critica acerbamente la Institución a que él pertenece y
el diario de oposición que sobre el criterio de partido coloca
la dignidad del funcionario presidencial, no pueden ser en-
tendidos en nuestras democracias tropicales, en donde las
malas tiranías alternan con las anarquías en forma descon-
soladoras para cuantos suspiramos en vano por una aceptable
organización.
Pónganse en proximidad naciones más o menos organiza-
das con otras que aún no lo están en ningún aspecto ; y la
deducción ha de ser fácil para el menos avisado en materias
biológicas. No en vano el gran Bolívar, frecuentemente , mos-
tráhase muy preocupado con el viejo aforismo que asegura el
que " siempre será más fácil para un pueblo soportar un
hábil Despotismo que guardar el equilibrio de la Libertad" ...
Tal tolerancia política en los Estados Unidos de Norte
América no es mayor que la tolerancia religiosa , practicada
en honor del ilustre prelado , se adornaron los templos de to-
pical. Hube de presenciar el regreso que hizo a su diócesis el
564 JOSÉ SANTOS CHOCANO

arzobispo de New-York: el cardenal Farlley venía de recibir


en Roma la púrpura de su alta dignidad ; y no menos de se-
tecientas mil almas-de todos los cultos religiosos-hiciéron-
le una pública manifestación de respeto ante mis ojos asom-
brados, que por la noche vieron las iluminaciones con que,
en honor del ilustre prelado , se adornaron los templos de to-
das las religiones, sin exceptuar las sinagogas ... Revelación
es ésta de una potencia espiritual muy grande, que tal vez
alcance perspectivas insospechadas, cuando rompa el capu-
llo dentro del que parece agitarse todavía con cierto infan-
tilismo .
El infantilismo mental del pueblo norteamericano le obli-
ga a manifestarse con una monotonía sin matices, hasta tener
como exponente característico la arquitectura de sus ciu-
dades : planos en que escasean o, mejor dicho , casi no exis-
ten manifestaciones circulares, siendo el tipo más abun-
dante de las plazas públicas el de forma de escuadra
(Washington es la excepción que confirma la regla) ; y edi-
ficios epatantes por su desproporcionada altura, en que la
única manifestación de belleza es la de una simetría celular
de lo menos atractiva . Repárese en que el niño no acierta a
hacer perfectos dibujos circulares y en que también se en-
tretiene en levantar con naipes grandes torres y casas en un
afán de obtener la mayor altura posible... No hay en tal
ambiente el sentido de la gracia : no el soplo inspirador del
genio greco -latino , que se denuncia en ese buen gusto ma-
durado por los siglos en pueblos de mayor edad. La simpli-
cidad de este pueblo- niño , que ha tomado de Grecia la agi-
lidad de los deportes, pero aún no la del espíritu, hace que
prefiera las narraciones policiacas de la prensa amarilla a
las "Historias Extraordinarias ", de Edgard Poe, menos
popular entre sus conciudadanos que Walt Whitman, im-
puesto ( aunque no del todo ) por virtud de su " músculo "...
No creo ofender al pueblo norteamericano descubriendo
este gran fondo de niñez que hay bajo la crispatura de sus
puños atléticos : el infantilismo de su espíritu ( que le hace
someterse gustoso a reglas más o menos sobrantes, hasta
hacer una vida de almanaque con días para determinadas
comidas y noches para determinados paseos) lo hace apa-
recer no como un gran pueblo definitivo , cuyos defectos ha-
brían de ser vituperables, sino como un gran pueblo en
formación o , mejor todavía , como la materia prima de un
EL LIBRO DE MI PROCESO 565

gran pueblo, en pugna por amoldarse dentro de una orga-


nización nueva y tal vez superior al concepto de la civiliza-
ción grecolatina .
El pensamiento norteamericano, por naturaleza y edu
cación, tiende al " encasillado " : se metodiza hasta inflexi-
bilizar toda concepción, endureciéndola con el afán de ha-
cerla sólida y aún despojándola de toda la belleza con el
empeño de hacerla aparecer severamente práctica. Es así
• un exponente del momento transicional en que me ocupo ,
al través de tan interesante pueblo, la literatura de Roose-
velt, toda ella de un aspecto inflexible, demasiado sólida
y con un carácter práctico exclusivista . No es otra la psi-
cología del niño aplicado en sus estudios : trata él de mani-
festarse disciplinado hasta en los menores detalles y, en ese
esfuerzo, acaba por sentirse y mostrarse taciturno, con esa
gravedad que es fácil observar, precisamente, lo mismo en
las ciudades que en la vida de toda de aquel gran pueblo
niño.
La psicología hispanoamericana, y, en especial , la de
los trópicos, es toda de exceso y picardía, de gracia más
que fuerza, de melancolía sonriente, de inquietud sin obje-
tivo , de imaginación sin juicio : así es el niño que no quiere
ser aplicado en sus estudios, porque confía jactanciosamen-
te en su frondosa inteligencia y se cree siempre capacitado
para sustituír la ciencia por la malicia.
El norteamericano piensa en " cuadrado " : encierra toda
su vida dentro de un cuadro muy preciso , cuidando mucho
para sus orientaciones de las líneas rectas. El hispanoame-
ricano piensa en " círculo ", hace girar toda su vida desinte-
resadamente alrededor de cualquier Ideal y, a veces, de
cualquier capricho. El cuadro corresponde a la geometría
calculadora de quien se conforma con hacer suyo algo : el
círculo ya se sabe que es el dibujo de la universalización ...
¿ Cómo armonizar dentro de un mismo plano los espíritus
de ambas entidades ? ¿Cómo lograr que el norteamericano
deje de pensar " en cuadrado inmóvil " y el hispanoamerica-
no " en círculo que da vueltas, Por eso es que el Paname-
ricanismo viene a ser un problema exactamente igual al de
la cuadratura del círculo...
Siempre cabe la coexistencia , en que la armonía sea ex-
presada por el equilibrio . El equilibrio es la paz entre los
pueblos : y oportuno resulta no olvidar que la sentencia de
566 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Juárez pudo serlo de Lincoln : " El respeto al derecho ajeno


es la paz " .
Duele consignar que mientras el profesor Wilson pro-
clamaba en Europa el derecho de los pueblos débiles , la
República Dominicana recibía una lección contraria a sus
derechos por parte del mismo Profesor... Enojoso sería de-
tallar los movimientos del pueblo norteamericano en los
trópicos . Conviene reconocer en todos ellos la satisfacción
de una necesidad, sin que sea del caso esclarecer a la luz,
ora de los postulados biológicos, ora de los romanticismos
políticos, si la Necesidad ha de concluir por ser reconocida
como suprema ley.
La necesidad sentida por los Estados Unidos de Amé-
rica es, sin duda, la de cumplir con su llamado "Destino
Manifiesto".
El Destino Manifiesto del pueblo norteamericano no es
otro, en resumen, que el de la conquista industrial del Asia.
Como nota ilustrativa al respecto importa considerar que,
hasta un año antes de la guerra mundial, los Estados Uni-
dos de América no enviaban a los cuatrocientos millones
de consumidores del Extremo Oriente manufacturas por
más de cincuenta millones de dólares anuales , mientras que
sólo a Puerto Rico, con apenas un millón doscientos mil
consumidores, enviaban anualmente manufacturas por más
del valor de cuarenta millones.
¿ Para qué detenerse , en esta oportunidad , a hacer las
reflexiones que inspiran lo mismo el Ferrocarril Transibe-
riano que la gestión antes europea que americana del fa-
moso Bueau-Varilla? Huelga ocuparse en el , por ahora,
suspenso empeño alemán , ni en la rivalidad japonesa que,
respecto al americano, se ha preparado industrialmente con
la discreción con que militarmente lo hiciera hasta sorpren-
der al europeo.
El camino hacia el Asia es el desideratum de las más
grandes aspiraciones del pueblo norteamericano, que, con-
viene repetir, no es absorbente, sino irradiante : absurdo es
el imperialismo que se supone a una nación con no más de
nueve habitantes por kilómetro cuadrado ; lógica es la am-
bición industrial de conquistar mercados en quien se siente
-justo es reconocerlo- capacitado para pensar, en este
sentido, en la " americanización del Mundo ".
Repárese en que mientras el Oeste de los Estados Uni-

1
EL LIBRO DE MI PROCESO 567

dos de América constituye el núcleo agrícola de dicho país,


el Este es el núcleo industrial : los fletes ferroviarios obli-
gan a buscar el suspirado camino al través de los canales
que, rompiendo el Istmo Centroamericano, completan la
visión que hizo al Descubridor pensar en ir hacia las Indias .
Todos los movimientos del pueblo norteamericano en los
trópicos se refieren a dichos canales y a los " estribos " que
para ellos resultan necesarios . Panamá explica el traspaso
de Puerto Rico hecho a España, la Enmienda Platt a la
Constitución de Cuba, los últimos atropellos intervencio-
nistas de que han sido víctimas la República Dominicana
y Haití ; Nicaragua explica , bordeando el Golfo de Fonse-
ca, toda la política desarrollada en Centro América , sin que
al plan común sean extraños el proyecto de Unión entre
las cinco Repúblicas, ni en el conflicto costarricense- pana-
meño en lo que se refiere al Golfo Dulce ...
La Diplomacia del Dólar afirma económicamente er
toda esta zona la influencia predominante del gran pueblo
en formación , que, instintivamente, busca cuantas seguri-
dades considera a su alrededor necesarias para aventurarse ,
en irradiación hacia el Oriente lejano, a completar la obra
del Descubridor. Así México, Colombia ( segregado Pana-
má) y Venezuela, sólo interesan a los Estados Unidos de
América como centros de consumo manufacturero , de pro-
ducción agrícola explotable y, sobre todo, de suministro de
combustible preciso para la orientación naviera al Asia, vi-
niendo a derivarse, así del Destino Manifiesto enunciado ,
a modo de un corolario inevitable, la Política del Petróleo.
El Ecuador y el Perú pueden tal vez atraer hacia las
Islas de Galápagos , la Punta Rariña- mayor avance de la
América al Asia-, Chimbote, Paracas o Arica, una aten-
ción solícita por lo menos, que se refiera a la estrategia
naval y comercial del expresado Destino Manifiesto.
Oponerse al cumplimiento de éste, con la invocación de
derechos que en ningún caso asisten a pueblos sin organi-
zación, sería temerario si no fuera ridículo ; pero deducir,
por parte de los Estados Unidos de América, de la legalidad
de un fin la justificación de todos los medios para llegar a
él, sería ridículo si no fuera temerario.
Inexplicable es , por eso, que la Cancillería de Wáshing-
ton no enuncie con honrada claridad sus propósitos , cuya
franca manifestación encontraría mejor acogida en el alma
568 JOSÉ SANTOS CHOCANO

hispanoamericana , y, especialmente , en nuestra alma tro-


pical, que los procedimientos equívocos de interpretación
dolosa, sugeridores de preguntas muy graves : ¿ Qué Diplo-
macia del Dólar es ésta, que trata de supeditar toda la vida
económica de nuestros pueblos al agio judío, practicado
por banqueros representativamente judíos, centralizados ,
para este cominoso efecto, en la organización más caracte-
rística del mercado judío de New York? ¿ Qué política del
Petróleo es ésta, que busca la manera de impedir el que las
Repúblicas hispanoamericanas adopten para sí la propia
legislación que, en materia de carbones y aceites minerales
tiene adoptada la Gran República del Norte, en donde no
es posible, en ningún Estado, denunciar y explotar mina de
carbón o yacimiento de petróleo sino por quien es o mani-
fiesta voluntad legal de ser ciudadano de la Unión?
Todo ello hace pensar en que el Destino Manifiesto de
la América tropical, hoy por hoy, es el organizarse, no con
ánimo de restar provechos a los Estados Unidos del Norte,
sino con el de evitar perjuicios propios . Interesa dejar en
firme y en claro el criterio que personalmente he formado
y que sirve de orientación a todos mis actos y palabras en
relación a la política de nuestros trópicos :
-EL PROBLEMA DE LA AMÉRICA TROPICAL NO ES EL DE
MANTENER LA PAZ CUESTE LO QUE CUESTE ( COMO LO AFIRMAN
DÉSPOTAS SIN APTITUDES ) ; PERO TAMPOCO LO ES EL DE IMPLAN-
TAR LAS LIBERTADES PÚBLICAS , SALGAN DEL MODO QUE SALGAN
(COMO LO PROCLAMAN LOS CONTRABANDISTAS DE LA LIBERTAD ) :
EL PROBLEMA ES EL DE LLEGAR, SEA POR EL MEDIO QUE SEA, A
UNA ORGANIZACIÓN QUE CONSULTE MÁS LOS INTERESES ECONÓ-
MICOS SIN PREOCUPARSE TANTO DE LOS VALORES POLÍTICOS .
El Destino Manifiesto de los Estados Unidos de Norte
América tiene que cumplirse ; y no ya oponerse a ello, sino
discutirlo siquiera, sin haber llegado antes a buscar el equi-
librio de derecho dentro de la propia organización , es ri-
dículo en cuanto a lo presente y es temerario para lo por-
venir.
San José de Costa Rica , 15 de julio de 1921 .

NOTA--Esta es la opinión expuesta por mí en cuanto a


la necesidad de la organización de las Repúblicas tropica-
les, ante el problema del Destino Manifiesto de los Estados
Unidos de América.
EL LIBRO DE MI PROCESO 569

DICTADURAS ORGANIZADORAS

Aprovecho esta oportunidad para concluir por asentar


mi doctrina, puesto por completo, como estoy , al margen de
las agitaciones circunstanciales, tanto del actual como de
cualquier otro momento de nuestra política. No cabe la
menor duda de que toda dictadura acusa siempre la supe-
rioridad de un hombre o la inferioridad de un pueblo ; y ,
por tanto, en uno y otro caso, queda biológicamente expli-
cada. Es por viejo más respetable aún el concepto de que
los pueblos tienen los gobiernos que merecen. El ejercicio
de las libertades sólo es el resultado de una perfecta orga-
nización democrática ; y mientras ésta no sobrevenga por
obra del esfuerzo común ; y más que todo por la instrucción
pública y la educación cívica , dicho ejercicio habrá de ser
cuando menos defectuoso . La dictadura suele ser hasta ne-
cesaria para poder llegar a la organización . Hago observar
que toda dictadura siempre corresponde a una previa o a
una coexistente anarquía : es un precipitado políticosocial
que se presenta allí donde los componentes se agitan a la
vez que se confunden. En un país donde no hay partidos or-
ganizados, donde los principios ceden en importancia a la
discusión de las personas, donde la doctrina es siempre su-
plantada por el caudillismo , donde los intereses nacionales
se contemplan sólo al través de las pasiones de círculo, don-
de los mismos círculos políticos giran en una anarquía per-
sonal que los agita y los confunde con la misma facilidad
que los separa y contrapone, no solamente están explicados
los procedimientos dictatoriales, sino que podría llegar has-
ta ser contraproducente al ejercicio mal entendido de las
libertades públicas. Ninguna agrupación política tiene de-
recho a reclamar para sí el perfecto ejercicio de éstas, mien-
tras no esté debidamente organizada en partido de doctrina,
con un programa definido y con una bandera de organiza-
570 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ción nacional . Si en el Perú no existen todavía según des-


graciadamente me lo está pareciendo-partidos políticos
bien organizados, hay que reconocer que nuestra Repúbli-
ca sigue en estado de escoger entre la dictadura o la diso-
lución . El dilema no admite transacción en ningún país, ni
en ningún instante de la Historia : o disciplinarse o desapa-
recer. La disciplina , voluntaria o impuesta , es el primer
paso de toda organización social. Esta es la convicción que
he formado al través de las experiencias y de las observa-
ciones recogidas personalmente en toda la América com-
prendida entre ambos trópicos . Dichas tales palabras, pue-
de o no recogerlas el Perú ; que yo creo cumplir con ellas un
deber de patriotismo intelectual, superior a los intereses
de todos los círculos personalistas de nuestra política mili-
tante. Ya lo dije en México y lo repetí en Centro-América :
"El problema de nuestra América tropical no es el de la
paz cueste lo que cueste, ni el de las libertades públicas sal-
gan como salgan : el problema es el de una buena organiza-
ción, ante todo económica, hágase como se haga. " Todo de-
pende de las intenciones honradas y de las capacidades má-
ximas de un organizador .

La ley fundamental del Perú fué hasta hace poco ( 1919)


la Constitución del año 60 , de la que confieso haber sentido
vergüenza en el extranjero , cada vez que sobre el asunto
se tratara en mi presencia. En el Perú no hay leyes respe-
tables. Todas las existentes son malas, desde las referentes
al trabajo y a la instrucción hasta la electoral. No hay
que olvidarse que sin la efectividad del sufragio , la demo-
cracia toda es una apariencia ridícula sobre una base falsa .
Mi opinión respecto al Perú es la misma que he expues-
to respecto a México y respecto a Centro -América. No es
otra que la de Joaquín Costa respecto a España, expuesta
en su famoso discurso de 1906, en la Asamblea Municipal
Republicana de Zaragoza , sobre Los siete criterios de Go-
bierno. Léase mi carta al Dr. D. José de la Riva Agüero
publicada en el núm. 1 de La Crónica , de Lima , el 8 de abril
de 1912 ; y se verá que nada tienen que ver con el Gobier-
no actual mis opiniones de hace diez años aquí y de siem-
pre en todas partes.
EL LIBRO DE MI PROCESO 571

Quiero para mi país una organización completa , sea por


el común acuerdo de mis conciudadanos, sea por la ener-
gía honrada de uno solo . Quiero que se suspenda la farsa
de la vida sólo aparentemente democrática, clausurando ,
por años indispensables para su transformación, la teatra-
lidad de los Congresos apócrifos e inútiles. Quiero que una
dictadura inteligente, honorable y enérgica, cree nuevas y
buenas leyes, desde la fundamental hasta la electoral , con-
sultando principios y necesidades de organización apropia-
da para nuestras realidades biogeográfica y étnica , así
como resolviendo los problemas agrario, minero , bancario
y demás económicos de carácter permanente . Quiero reco-
mendar a mi país la Interpretación sumaria del programa
de la Revolución mexicana , hecha por mí y aprobada por el
general Francisco Villa, entendiéndose tal recomendación.
para cuanto hay de adaptable, con naturales modificacio-
nes, en México y el Perú , especialmente en referencia al
impuesto progresivo sobre tierras no cultivadas ni cons-
truídas y al parlamentarismo gremial. Quiero que la dicta-
dura organizadora funcione con un Cuerpo consultivo , for-
mado por delegaciones de los siete grupos de ciudadanos que
clasifica Lartarria en su Política positiva. Quiero que im-
puestas las nuevas leyes , después de dos años , por lo me-
nos, de su experimentación (período pre- constitucional de
Carranza en México ) , la dictadura proceda a convocar,
conforme al nuevo procedimiento electivo, una Constitu-
yente de representación gremial para la respectiva sanción.
No es de mi propósito desarrollar un programa comple-
to de Gobierno, que nuestros políticos militantes están lla-
mados hace tiempo a ofrecerle al país. Preferible es col-
gar en la puerta del Parlamento apócrifo e inútil el letre-
ro de Cromwell : " Esta casa se alquila " ; y no tener acaso
que fijar en la entrada del puerto principal , otro letrero
que diga : " Este país se vende….. o se regala . "
21 de marzo de 1922.

NOTA - Esta opinión fué la expuesta por mí en el Perú,


en el folleto titulado Las dictaduras organizadoras y la gran
farsa democrática . Conviene dejar constancia histórica en
este libro tanto de dicha opinión como de las anteriormente
transcritas , que fueron las sostenidas por mí en México y
572 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Centro-América. Los ataques violentos de que se me ha


hecho y se me quiere seguir haciendo objeto , se fundan en
las opiniones mías en referencia-en México, Centro-Amé-
rica y el Perú que pueden ser apreciadas ahora en con-
junto, en detalle y por completo.

MI ULTIMA PALABRA

En el folleto que publiqué en Lima, en marzo de 1922 ,


con el título de Las dictaduras organizadoras y la gran
farsa democrática, puede leerse, junto con la síntesis del
programa ideológico que sostuve en México , en los años de
1913 a 1915, una exposición de principios del más franco
georgismo, sobre El carácter agrario de la Revolución me-
xicana. Ambas publicaciones aparecen transcritas en El
libro de mi proceso.
A propósito del georgismo fundamental de la ideología
sostenida por mí en México, el presidente de Guatemala me
hizo el solemne ofrecimiento que consta en la siguiente es-
quela:

(Confidencial.)

La Palma, 14 de enero de 1928.

"Estimado señor Chocano : He leído y estudiado con


todo detenimiento su exposición sobre el carácter agrario
de la Revolución mexicana y el Programa de reformas que,
simplificado para Guatemala , me propone . Estoy comple-
tamente en acuerdo con usted . Si usted colabora en la pre-
sente emergencia que falsos " unionistas" y malos patriotas
me han provocado en Wáshington, así como me ayudó a
EL LIBRO DE MI PROCESO 573

salvar de los banqueros judíos que no necesito nombrarle,.


ya que bien sabe que con lo uno completaría lo otro , yo le
ofrezco que tan pronto quede dominada la situación , el
Programa de reformas se pondrá en inmediata práctica en
Guatemala y haremos de ello bandera de unión para Cen-
tro-América. Le espero esta noche , porque me urge saber
si está usted dispuesto a ayudarme a luchar con los que
se jactan de contar con Wáshington.
"Su atento amigo ,
(f) M. ESTRADA. "

Los banqueros judíos a que alude la anterior esquela son


los que han colocado a Nicaragua en la situación en que
hoy se encuentra : Seligman y Cía. Contra sus intereses y
con el título de La cuestión del día , publiqué varios núme-
ros de una hoja eventual en Guatemala, que exhibió e im-
pidió la propuesta de empréstito hecha por la firma de
Seligman, a la que, en acuerdo con el presidente Estrada
Cabrera, logré oponer propuesta hecha por la "Windsor
Trust Co. ", estableciendo durante años un equilibrio de in-
tereses yanquis contrapuestos, que permitió a Guatemala
salvarse de la llamada " Diplomacia del dólar” .

La oligarquía plutocrática, con el franco apoyo del mi-


nistro de los Estados Unidos , logró derribar al Ledo . D. Ma-
nuel Estrada Cabrera, en el breve plazo de tres meses ; y
no fué posible llevar a término el ensayo de Georgismo,
Parlamentarismo gremial y demás reformas apropiadamen-
te adaptadas para Centro-América.

Al publicar en Lima el folleto a que me he referido ,


hube de preceder el Programa de organización- cuyas doc-
trinas fundamentales son las del Georgismo y del Parla-
mentarismo gremial - con esta declaración terminante: "Re-
comendado al Perú por José Santos Chocano . "

La oligarquía plutocrática del Perú me atacó con ensa-


ñamiento , desde las columnas de El Comercio .
Los políticos del partido gubernamental, que, en su gran
mayoría, formaban el Congreso-así como los oposicionis-
tas de todos los sectores- me fulminaron por igual. Hago
constar que en el Perú hasta el momento en que sale a luz
574 JOSÉ SANTOS CHOCANO

este libro, nadie ha publicado jamás opinión favorable, ni


siquiera ha dado noticia informativo, sobre el Georgismo,
ni sobre el Parlamentarismo gremial, ni sobre ninguno de
los principios fundamentales que fueron recomendados por
mí en el folleto editado en marzo de 1922.
Con el presidente de la República no llegué a hablar,
en ningún momento , de nada que se refiriera a la ideología
claramente expresada en el referido folleto. El Dr. D. Jor-
ge Guillermo Leguía- secretario auxiliar del presidente de
la República-sabe cómo tuve la intención de proponer a
la consideración presidencial, entre otras medidas, el im-
puesto progresivo sobre las tierras no cultivadas ni cons-
truídas ; pero sabe también que renuncié a hacerlo y aban-
doné todo interés a ese respecto, por la hostilidad y la in-
comprensión del ambiente, colocándome, desde entonces,
por mi propia voluntad , al margen de la política interior.
El impuesto sobre las tierras no cultivadas ni construí-
das-primer paso hacia el Georgismo y el Parlamentaris-
mo gremial-transformación del parlamentarismo político
en económico-que aparecen como ideas sugeridas por mí
en el Sumario del Programa ya transcrito de la Revolución
de México y que no han llegado a ser considerados en di-
cha República , acaban de ser considerados por los Pode-
res públicos en la República de Chile.

No ahora, sino hace ya más de veinte años tengo dicho


que los pueblos desorganizados, como son en su casi tota-
lidad los de nuestra América, necesitan de bien intenciona-
das dictaduras organizadoras. Opinión es ésta que penetran-
do un siglo al través de la continua desorganización tropi-
cal, tuvo también el libertador Bolívar.
El régimen dictatorial organizador , preconizado por mí
en México , fué lo que allí se llamó el período pre- constitu-
cional, en el que no hube de actuar yo ni siquiera con pu-
blicaciones , por encontrarme alejado de la escisión en que
la Revolución empezó a degenerar .
Desde 1912 hube de recomendar la organización dicta-
torial- rompiendo con la farsa de Congresos "apócrifos e
inútiles"-en carta al Dr. D. José de la Riva Agüero, que
éste publicó en el número 1 de La Crónica, de Lima.
EL LIBRO DE MI PROCESO 575

En vísperas de regresar, después de larga ausencia, a mi


país, sostuve el mismo criterio, en discusión doctrinal y se-
rena, en La Prensa de San José de Costa Rica, con el licen-
ciado D. Rómulo Tovar.
Pocos meses después, me vi obligado en Lima a reco-
mendar de nuevo lo que había recomendado en mi carta
publicada por el Dr. Riva Agüero en 1912. Por ninguna con-
sideración he podido ni podré traicionar opiniones muy sin-
ceras, expuestas con diez años de anterioridad en mi pro-
pio país y sostenidas por mí en México, en Centro-América,
en todas partes y en todo tiempo, con constante peligro de
mi vida.
Quede, pues, establecido para siempre el hecho de que,
durante más de veinte años, he proclamado la necesidad
para la América tropical de bien intencionadas dictaduras
organizadoras, sobre principios fundamentales que por mi
parte estimo debieran ser los del Georgismo, Parlamenta-
rismo gremial y demás contenidos en las publicaciones he-
chas por mí en México , Centro-América y el Perú, que
aparecen transcritas en El libro de mi proceso.
Colocado, después de mis fracasos, fuera de todo inte-
rés colectivo, tengo resuelto por ahora mantener encerrada
mi actitud dentro del más aislado y silencioso individualis-
mo jerárquico.

Interesa anotar, así, que hasta el momento en que sale


a luz El libro de mi proceso , yo no he querido tomar par-
ticipación de ninguna clase en la vida política de mi país ,
concretándome a escribir para el público sólo en referencia
al Problema plebiscitario de Tacna y Arica y al Tratado
de límites entre el Perú y Colombia, siempre en uno y otro
asunto contra el criterio o contra la conducta observada al
respecto por la oligarquía plutocrática .
Interesa anotar, asimismo , que desde marzo de 1922 ,
en que tuve que publicar mi folleto sobre Las dictaduras
organizadoras y la gran farsa democrática, me he abste-
nido de hacer ninguna otra publicación semejante , ni aun
de carácter doctrinario . En periódico alguno , sin excep-
tuar la hoja eventual que con el nombre de La Hoguera
dirigí sólo durante los cuatro primeros números , según cons-
ta en la primera página del número 4, jamás he hecho tam-
576 JOSÉ SANTOS CHOCANO

poco publicaciones políticas que no estuvieran autorizadas


por mi firma completa.
Es tan absurdo, pues, vincular el nombre del presidente
de la República con mis opiniones y con mis actitudes per-
sonales, como vincular mi nombre con la política de su
Gobierno, en el que no he tenido ni pretendido tener parti-
cipación de ninguna clase hasta ahora .
La insistencia de comentarios hechos, si no con mala in-
tención, por falsa información, sobre las relaciones del pre-
sidente de la República conmigo , me obliga a repetir que
mi única política en el Perú ha consistido en manifestarme,
cuando ha sido necesario, como enemigo radical de la oli-
garquía plutocrática, formada por los llamados " neo-go-
dos" y de la que es órgano vergonzante El Comercio, de
Lima.
El presidente de la República no ha tenido nunca ni
tiene que ver nada con mis ideas, ni con mis actos. La insis-
tencia de la difamación en tal sentido me hace exhibir la
certificación histórica de quienes, además de la reconocida
autoridad que tiene al respecto, son de una pureza de vida,
de una circunspección y de una veracidad que los coloca a
gran distancia de mis difamadores .

Lima, 12 de abril de 1926.

Sres. D. Carlos A Romero y D. Julio C. Tello .

Presentes .

"Es de mi interés personal el que ustedes, considerados


en justicia como las dos mayores autoridades en la Histo-
ria Nacional, acrediten, con sus respetables firmas la ver-
dad de los dos siguientes hechos :
"1. -Estando pendiente del Poder legislativo una soli-
citud presentada por los intelectuales y recomendada por
el Poder Ejecutivo, para que se me otorgase una pensión
mensual, durante mi vida, de doscientas libras peruanas
(Lp. 200 ) , no tuve inconveniente en publicar opiniones que
se estimaron ofensivas por el Congreso, dando motivo a
protestas airadas de varios señores diputados entre ellos
el que actualmente desempeña el Ministerio de la Gue-
rra y quedando sin efecto hasta ahora la pensión para mí
EL LIBRO DE MI PROCESO 577

solicitada. (Páginas 28, 59 y 64 de " Las dictaduras organi-


zadoras .)
"2. -Yo no he publicado hasta la fecha alabanza (se
entiende que política ) -por merecida que ella pudiera ser-
de ningún funcionario, ni del presidente de la República ,
sin que esto signifique tampoco censura contra nadie, ni re-
nuncia a mi libertad de opinar como crea de justicia cuan-
do quiera apreciar la vida oficial de mi país, en la que no
tengo participación ni desempeño, ni en mi condición de
escritor, ni en mi condición de ciudadano.
"Con prescindencia de todo interés de política militan-
te en que yo no actúo, ni pienso actuar todavía-y sólo
con interés histórico, a fin de desvirtuar falsedades que
circulan en el extranjero respecto a mi persona, ruego a
ustedes acreditar con sus respetables firmas al pie de la
presente la verdad de los hechos de que he dejado cons-
tancia.
"Atentamente,
(f) JOSÉ SANTOS CHOCANO.

Prescindiendo de toda política, acreditamos la verdad


histórica de los hechos a que se refiere el Sr. D. José San-
tos Chocano.

(f) JULIO C. TELLO, (f) CARLOS A. ROMERO,

director de Inca, órgano del Museo director de la Revista Histórica, ór-


Histórico de la Universidad de San gano del Instituto Histórico del
Marcos. Perú.

Publicación reciente, hecha en el Repertorio americano,


de Costa Rica, con fecha 11 de agosto del año en curso , en
que se me atribuyen artículos sin firma que yo no he escri-
to y en que se quiere también confundir la alabanza inte-
lectual con la política, me obliga a manifestar que, esco-
giendo tres nombres de personas de mi amistad , pero a quie-
nes no debo favor o provecho de ningún género, jamás ten-
dré inconveniente en suscribir los más "cálidos elogios "
-desde el punto de vista único en que yo estoy colocado en
mi país, que es el exclusivamente "intelectual "-para el
doctor don Jesús M. Salazar, cualquiera que sea la condi-
ción de auge o de mala fortuna en que se encuentre , ni para
el Dr. D. Germán Leguía y Martínez, antes y después de
37
578 JOSÉ SANTOS CHOCANO

reñido él con el régimen actual, ni para el Ing. D. Ricardo


Tizón y Bueno, franco y honorable enemigo del Gobierno.
Bastan estos tres nombres que pudieran cambiarse por
otros tres de iguales condiciones-para entender, una vez
por todas, que en mí-al contrario de lo que les ocurre a
lus sub-hombres que me difaman- la consideración "inte-
lectual" estará siempre muy encima de toda consideración
"política".
Para concluir al respecto, se hace necesario repetir el
concepto publicado por mí en relación a la actual situación
de mi país:
"En las nacionalidades en formación, como la nuestra,
el mejor juicio sobre los Gobiernos no lo dan los escritores
políticos , sino las estadísticas, descontados tan sólo los pro-
blemas que atañen a la dignidad nacional. "

II

Doy por retirado cuanto en este libro-que tenía con-


cluído al salir en libertad y luego me he visto obligado a
ampliar-pudiera aparecer como desconsideración de mi
parte para con la memoria de mi mal aconsejado agresor
ingeniero Edwin Elmore Letts, cuya muerte lamento , aun-
que tranquilamente seguro de no haber sido su autor inten-
cional, ni de haber dado motivo a las provocaciones person-
nales de que se derivó la agresión de tan fatales conse-
cuencias.
La publicación de este libro- de carácter propiamente
defensivo hasta en sus menores detalles se debe sólo a los
que en el Perú y en el extranjero han tratado de explotar
personal, política o sectariamente un cadáver, ante el que,
de respetarlo ellos, me hubiera mantenido yo descubierto
y silencioso. Lo primero que yo publiqué al respecto fué
con la fecha del 31 de enero de 1926: era ya mucho lo pu-
blicado entonces contra mí, por el encono personal, político
o sectario de la difamación. Las últimas falsas imputacio-
EL LIBRO DE MI PROCESO 579

nes constan en el Repertorio americano, de Costa Rica, con


la fecha del 11 de agosto del año en curso ( 1928 ) .

En estas últimas falsas imputaciones-desvanecidas en


las dos primeras partes de El libro de mi proceso-se dice
por alguien, desahogando sentimientos de familia que po-
drían ser respetables, pero que la cólera pone fuera de toda
consideración y de todo juicio, el que yo hice telefónica-
niente una provocación que tenía que producir inevitable-
mente una agresión, y luego me armé de un revólver para
rechazar ésta, con lo que se pretende exhibir como un deli-
to premeditado lo que, de otra manera, no puede dejarse
de reconocer como un ejercicio del derecho de legítima de-
fensa .
Si el que tal dice y los que mal le aconsejan al respecto
tuvieran serenidad de criterio, dentro de la ceguedad de sus
pasiones, desecharían la impropia idea que les hace atri-
buirme lo mismo que desechó, sin vacilación, el Tribunal
que me sentenció y con cuya opinión se manifestó satisfe-
cha tanto la acusación fiscal como la acusación civil en nom-
bre de la familia de mi agresor.
Lamento mucho que se me obligue a volver sobre la
provocación telefónica que se me atribuye y que yo quiero
admitir en la misma forma en que la supone la acusación .
Es absurdo afirmar que tal provocación era espontánea.
En las cuestiones de hecho quedó probado el carácter inju-
rioso con que antes se había intentado publicar un artículo
contra mí. Yo no hice, ni acostumbro hacer gratuitamente
provocaciones a nadie : lo que hice y acostumbro hacer
-siempre en privado-es responder como es debido a las
provocaciones que sin motivo se me hacen.
El abogado representante de la parte civil, cuñado de
mi agresor, dice, en la página 11 del folleto en que ha edi-
tado su informe oral, que " cerca de una hora " estuvieron
ambos deliberando " sobre lo que debía hacerse ". No cabe
mejor prueba de que mi " provocación "-simple respuesta
a provocación que se me había hecho- no era justificativa
de una agresión, que, de esta manera , resulta- según con-
fesión indudable-materia de una discusión de "L cerca de

una hora", en que vino a quedar maduramente "premedi-


580 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tada". Lo más grave es el disimulo del propósito en la car-


ta que mi agresor, después de la liberación de que da no-
ticia su cuñado , llevó a publicar a El Comercio, pues en
dicha carta se asegura que sólo en el caso de que yo me
dirigiera de nuevo en cualquiera forma al firmante, se sen-
tiría éste asistido de razón para agredirme, por más que
contradictoriamente se asegura también en dicha carta el
que en virtud del desprecio en que se me tiene es que no se
me da de bofetadas, reservándose a proceder de hecho
-pese al desprecio-si yo insistía en dirigirme al firmante
en cualquiera forma, por insignificante-claro está que
ella hubiese sido . Esta carta no puede tampoco ser mejor
prueba de que mi respuesta telefónica a las provocaciones
injuriosas del artículo enviado a La Crónica, estaba lejos
de justificar una agresión realizada cuatro horas después,
habiendo empleado una de ellas en deliberar " sobre lo que
debía hacerse".
Por último, todo lo que hice no fué más que repetir tele-
fónicamente, esto es , en privado, lo expuesto en público
dos años antes, en noviembre de 1925 , en la Revista del
Círculo Militar, del Perú , por el entonces capitán D. Os-
car N. Torres V.- sin objeción ni protesta de parte de na-
die , sostenido, asimismo, por el bien conocido publicista
don Gonzalo Bulnes , embajador de Chile en la Argentina,
que da detalles al respecto con trascripción de documentos
oficiales en su Historia sobre la campaña en Tacna y Ari-
ca, sin que por ello tampoco, como el capitán To-
rres V. , haya sido jamás objeto de ninguna agresión perso-
nal. No es con agresiones como se esclarecen las responsa-
bilidades históricas. Ni cabe justificar una agresión a al-
guien, por repetir éste en privado lo que públicamente han
dicho muchos sin haber sido agredidos.
Tocante a la premeditación con que se dice que me .
eché el revólver al bolsillo , en la seguridad en que estaba
de ser agredido, probado quedó en las " cuestiones de he-
cho y en los considerandos de la sentencia- con que se dió
por satisfecha la parte civil y de que sólo yo apelé que
semejante imputación era falsa , puesto que se me admitió
la costumbre mía-con la licencia legal correspondiente
de usarlo siempre en el Perú y de haberlo usado lo mismo
en Centro-América y México . Basta leer las cuestiones de
hecho y los considerandos de la misma Sentencia conde-
EL LIBRO DE MI PROCESO 581

natoria, en que resalta cuán ridículo es suponer mala in-


tención en quien porta un revólver que tiene que amarti-
llarse dos veces, por llevar la primera cámara del tambor
sin cápsula para evitar un accidente... Resulta infantil el
detenerse más al respecto .
Una y otra falsa imputación caen por su base ante la
carta que figura en autos-en que se prueba el compro-
miso contraído conmigo por el Dr. D. José Angel Escalan-
te, para apadrinarme en el duelo a que me estaba prepa-
rando horas antes de la agresión de que fuí objeto.

Como estoy seguro de que no se me hará, porque no cabe


hacérseme, cargo que no se me haya hecho en el proceso,
y como sé además que toda observación ha quedado de an-
temano esclarecida, compárese por quien no tiene más que
releer las páginas respectivas de este libro- lo que a pro-
pósito de este libro quiera decirse, con lo que en él queda
dicho. Todo criterio imparcial podrá encontrar desvaneci-
dos en este libro cuantos cargos siempre falsos hizo , hace
y seguirá haciendo circular la difamación.
Declaro, por la razón que queda expuesta, que no me
puede importar nada de lo que ahora se publique contra
este libro, aunque se trate de remover, con insultos o pro-
vocaciones personales de cualquiera índole, tal resolución.
Así es como espero y deseo no sentirme obligado a decir pa-
labra de lo que he omitido en este libro, en el empeño de
colocarlo fuera de las pasiones del momento.
Respecto a los insultos que se me dirijan, claro está que
sólo serán ellos, como recursos bajos a que siempre se ape-
la cuando se carece de razones, reveladores de ruindad dig-
na de toda lástima . Los insultos, así, a fuerza de enconados ,
me serán provechosos, para que, en lo porvenir, el histo-
riador se dé cuenta de la rabiosa impotencia de mis difa-
madores y de la altiva forma con que me siento cada vez
más distantemente colocado sobre ellos.
En vano será, pues, repetir argucias o denuestos , que, al
fin, ya se han gastado. Cada uno da a los demás de lo que
tiene adentro : quien tiene luz, hace luz ; quien tiene lodo,
es natural que arroje lodo.
582 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Yo no discuto ya la acusación que se me hizo : la acep-


to. A insultos destinados a dirigirme en público, respondí
en privado ; a una agresión brutal contra mi dignidad y mi
seguridad personal, respondí a la gradual medida de mis
y fariseos según la requiere el Código de Procedimientos
en el Perú, es sólo de conciencia. Puede cada uno consultar
la suya.
El que cualesquiera los motivos de la agresión-sea
capaz , portando un revólver, de dejarse abofetear, golpear
y arrastrar, tiene que estar contra mí ; el que no sea capaz
de tolerarlo, tiene que estar conmigo . Esto es todo.
Entiéndase bien eso sí que El libro de mi proceso está
al margen de la moral burguesa, que es simple hipocresía .
Sólo en razón de ser yo, precisamente, enemigo de toda
farsa, no puedo admitir como dicho o hecho por mí lo
que no he dicho o no he hecho. La hipocresía social debe
saber que, prescindiendo siempre de ella, nada he dicho ni
hecho en mi vida de que tenga que avergonzarme o arre-
pentirme.
Hago constar que sólo me importa el fallo de la poste-
ridad, y nada más que para ella escribo.

LA OPINION DEL PRIMER PENALISTA


DEL MUNDO

En vista de las "cuestiones de hecho" absueltas por el


Tribunal, que hubo de condenarme, el gran Enrique Ferri
-cuyo nombre está por encima de todo comentario-ha
emitido la siguiente opinión definitiva :

Perugia (Italia) , 29 de agosto de 1928.

"Para el Sr. D. José Santos Chocano :


"La cuestión suya-propuesta a mi criterio es un caso
evidente de legítima defensa.
"Trátase de legítima defensa subjetiva, dependiente ella
no tanto de la exterioridad de los hechos materiales, cuanto
EL LIBRO DE MI PROCESO 583

y sobre todo del estado de ánimo del que actúa creyéndose


en peligro.
"Para la Justicia Penal la legítima defensa subjetiva es
igualmente una razón de irresponsabilidad penal.
"En ello están de acuerdo la Escuela Clásica (con las
palabras del gran penalista Francisco Carrara) y la Es-
cuela Positiva, como yo explico en mi libro Principios de
Derecho criminal, recientemente publicado. "

ENRICO FERRI .

La opinión de Enrico Ferri fué proporcionada, acompa-


ñandola de una carta, fecha 3 de octubre de 1928 , por el
Excmo. Sr. G. B. Beverini, E. E. y ministro plenipotencia-
rio de Italia en el Perú ; y su publicación hízose inmediata-
mente en todos los diarios de Lima, con la natural excepción
de El Comercio.

NOTA.-La opinión de von Liszt-jefe de la Escuela


Ecléctica ha sido recogida por el vocal de la Corte Su-
prema de Justicia del Perú , Dr. Angel Gustavo Cornejo , en
la página 308 de su Comentario al Nuevo Código Penal:
"Si la agresión no puede ser repelida de otro modo, al bien
jurídico más insignificante puede ser protegido por la muer-
te del agresor. La posibilidad de sustituir por otro el acto
de la defensa , no es exigible, según este insigne criminalis-
ta (von Liszt).”

Lo mismo que opina el gran Enrique Ferri sobre mi


caso, han opinado el Dr. Mariano H. Cornejo , autor del
Código de Procedimientos en Materia criminal, conforme
al que debió juzgárseme, y el Dr. D. Antonio Ramos Pe-
drueza, catedrático de Derecho penal en la Universidad de
México. Huelga referirse a mi defensor.

Sería una falta de respeto el ocuparse más en asunto al


que, así, el primer penalista del mundo ha venido a poner
punto final .

Aunque siempre cuidé de evitar expresiones al respecto


que pudieran estimarse ofensivas, téngase en este libro
como no escrito cuanto fuese inconveniente para la inte-
584 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ligencia cordial del Perú y Chile, por la que con motivo


del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre am-
bos pueblos-hago los más fervientes votos.

Es indispensable repetir a mis difamadores que sus in-


sultos y sus provocaciones no tienen para mí más significa-
ción que las que quieran darles las instituciones y los par-
ticulares que se interesaron, con eficacia, por mi libertad,
y de manera muy especial la "Sociedad de Sobrevivientes
de Arica"-cuya nómina oficial puede solicitarse del Mi-
nisterio de Guerra, del Perú-por haber ella aparecido en
público solidarizada con todas mis palabras y con todos
mis actos.

FIN
EL LIBRO DE MI PROCESO 585

ANEXOS

Señores jueces .
Chocano :
El culto patriótico impone al ciudadano dos tributos
igualmente imperativos : el holocausto material de la per-
sona y de los bienes si los reclama la existencia o el engran-
decimiento colectivos y, de otro lado, una reverencia espiri-
tual traducida en la consideración y el respeto unánimes
hacia el coterráneo que, en cualquier forma, enaltece y pres-
tigia a la raza.
El concepto y el sentimiento de la patria van, pues, has-
ta fronteras morales lejanas de las que el curso sinuoso de
los ríos o la escarpada ladera de los montes ofrecen al trozo
de suelo en el que una gran agregación se ha establecido .
Del mismo modo, la cohesión espiritual que constituye un
pueblo nace, más que de vagas comunidades geográficas, ra-
ciales, lingüísticas y religiosas, de esa bella e ingenua ilu-
sión por la que cada individuo se adjudica una hijuela de
orgullo en la herencia de glorias colectivas y se siente ínti-
mamente emparentado con cada uno de los brotes de supe-
rioridad intelectual o ética que el suelo común han flo-
recido .
Por eso, aun en el cautiverio, en el ostracismo o en la
disgregación, el fervor nacionalista se mantiene encendido
no sólo por la esperanza hebrea en la reconquista de la per-
dida Sión, no sólo por la fe polaca en la restitución de la
heredad usurpada, sino por el culto de los grandes hombres,
que se convierten para sus pósteros en símbolos individua-
les y en penates protectores de los pueblos en que descolla-
ron. La unificación italiana le debe más al conjuro de Dante
que a la reminiscencia de la unidad romana, que parpadea-
ba apenas después de largos siglos de disolución y de luchas
fratricidas.
586 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Podrán, señores, sumergirse en los mares, como nuevas


Atlántidas, la península ibérica y el archipiélago británico ;
pero, después del naufragio de la tierra ancestral , los sobre-
vivientes del cataclismo, echados como los judíos a todas
las costas del planeta, restaurarán la tradición del britanis-
mo y del hispanismo ante la sola advocación de los manes
de Shakespeare y Cervantes.
Pero no basta que el grande hombre adquiera la pátina
legendaria que le otorga la posteridad , como una tardía re-
paración a las injusticias y negaciones que sufriera de sus
contemporáneos, sino que, cuanto más avanzan la civiliza-
ción y la cultura de los pueblos , más deben anticiparse en
su loor los respetos y las consagraciones de la Historia.
Tan premiosa es por eso la obligación filial de acudir a
la defensa del hogar territorial, como el deber fraterno de
congregarse en torno del compatriota eminente que, por
cualquier motivo , sufre las persecuciones del odio , el remo-
lino de las pasiones o la dolorosa incomprensión de la es-
tulticia.
De allí que los helenos , paradigmas de inmortales vir-
tudes, acudan con igual fervor, desplieguen idéntico heroís-
mo y funden similares epopeyas al defender su territorio
invadido por los persas, como al lavar la afrenta inferida a
Menelao por el Príncipe de Troya.
Pues bien, señores , para cumplir mandatos de esta ín-
dole, un modesto profesional sube por primera, y segura-
mente por última vez, los peldaños de esta tribuna , conven-
cido de que, a pesar de que la jurisdicción sobre el suceso
que hoy va a esclarecerse compete a un Tribunal correc-
cional , no viene ante él a atenuar un crimen, ni a defender
a un malhechor, ni a ensayar capciosas interpretaciones, ni
a entretenerse en abogadiles argucias ... No ... Chocano no
ha menester, ni que se le construya una defensa ingeniosa,
ni que se le plaña un alegato patético. No necesita ni mis-
tificar ni conmover. Demanda solamente que se medite so-
bre su actitud. Su causa y su persona requieren que se le-
vante aquí una palabra que mueva a pensar y no una so-
fisticación, que tal vez haga sonreír.
El profesional que ocupa este sitial ha sofrenado, pues,
sus naturales apasionamientos de defensor privado , ya que
no es ese el papel que le toca desempeñar en este proceso,
en el que, más que auspiciar a un cliente, ejerce el ministe-
EL LIBRO DE MI PROCESO 587

rio público de pronunciarse en sentido rotundamente excul-


patorio de la actitud de su ilustre defendido.
Al abogado que va a demandar por breves horas vuestra
concentrada atención le impulsan, pues, en este momento,
dos ineludibles deberes : defender a Chocano y defender los
ideales patrióticos enarbolados por Chocano. Para tan altos
fines no puede esgrimir otra arma que la verdad , ni formu-
lar otra invocación que a la Justicia, ni hacer otro llama-
miento que a la conciencia de la ciudadanía nacional, de la
que formáis parte también vosotros, los fiscales , los magis-
trados y los jueces. Con la confianza que permite abrigar
vuestra categoría de juristas, el país espera, pues , señores
vocales, la máxima elevación de vuestro criterio, para en-
tender y fallar la causa más trascendente sometida jamás a
vuestra solemne responsabilidad de juzgadores . Hay que si-
tuar este proceso en el plano que le ha negado la rutina en
las instancias inferiores. No es posible que se interprete
como un delito vulgar el doloroso desenlace con que la fata-
lidad ha rematado una de las escenas del gran drama ideo-
lógico que se está desarrollando en el país, y que, de seguir
el ímpetu de su curso inicial, ha de multiplicar el luto de
tragedias como aquella cuya imputabilidad personal va a
deslindarse en esta Audiencia, en que, con ocasión del juz-
gamiento de un hombre, vais a emitir opinión , señores ma-
gistrados, respecto a los más altos postulados sociales , pa-
trióticos y humanos.
En el percance ocurrido en la imprenta de El Comercio
y en los sucesos precedentes, no veais tan sólo el enfrenta-
miento de dos personas que motivo alguno tenían para
odiarse, sino la enérgica repulsión de dos sistemas de ideas:
el violento choque de dos tendencias. La lucha ha quedado
abierta hacia el futuro ; de momento, un hombre joven an-
ticipó su viaje hacia el misterio y un hombre insigne bajó
del trono de apoteosis, al que acababa de ascenderle vibran-
te aclamación continental , para ocupar un banco de acusado.
Desde la altura en que deben colocarse el sociólogo y el
jurista, esta tribuna abriga la persuasión de la absoluta
irresponsabilidad de su defendido, convencimiento que está
segura de trasmitir a un consejo de magistrados no rutina-
rios ; a cualquier conciencia individual capaz de aquilatar
el valor de la dignidad humana ; al alma nacional, que no
puede desinteresarse por la suerte de este proceso, cuyo
588 JOSÉ SANTOS CHOCANO

preámbulo ha sido la discusión de sus más caros ideales ; y,


en fin, a la opinión elevada e imparcial del Continente y a
la culta apreciación de la intelectualidad universal, porque
no se oculta a vosotros, señores magistrados, que de la ac-
titud que toméis para con el hombre que hoy ocupa este
banquillo está pendiente la inquieta expectación de Amé-
rica en que Chocano ha impuesto su nombre y su obra para
gloria del Perú.
Y tal como el orador sagrado que antes de elevar su voz
impetra las luces de la gracia, así el modesto profesional a
quien la suerte depara la magnitud de esta tarea acude a
todas sus facultades a fin de revestir su palabra de elocuen-
cia capaz de infundir el convencimiento que pretende, así
como para mantenerse a la altura de la causa nacional y
humana que patrocina, y para que su voz sea tan circuns-
pecta y respetable, que merezca el honor de esclarecer este
suceso que pone en fatigas de acusado a su ilustre defendi-
do y que ha abierto temprana tumba a un intelectual ante
cuya memoria, Chocano y su defensa , se prosternan .

Antes de sentar las premisas en que ha de fundarse el


análisis del proceso y la defensa del procesado , es útil des-
8znlaid as edzn əs səɔns are and we are a se
ñar los personajes que han intervenido en él y situarlos en
-
Y habréis de permitir a la defensa atreverse a este exa-
men sociológico y psicológico , porque sin él no resultaría
alcanzable la amplia comprensión de este acontecimiento.
Vosotros sabéis bien que hoy no es el turno de juzgar un
percance promovido por bajas pasiones humanas, ni por
violentos arrebatos de impulsividad , ni por desordenados o
concupiscentes apetitos.
Hoy es día, señores vocales, de estudiar un duelo ideo-
lógico, una lucha por principios, de la cual el incidente per-
sonal ha sido sólo un lamentable corolario. Hoy no vais a
analizar un corriente arrebato de celos , ni un brusco desaho-
go de venganza, ni un acto de sórdida codicia, ni un vulgar
atentado contra el pudor, móviles que normalmente impul-
san los hechos sobre los que cae la monotonía de vuestros
fallos habituales. Hoy, al inquirir los antecedentes de un
EL LIBRO DE MI PROCESO 589

encuentro personal, vais a contemplar un grave entredicho


de ideas ; hoy vais a examinar un proceso cuyos orígenes
han consistido en una polémica sobre lo que es el patriotis-
mo, ese sentimiento que mientras no cundan novelerías de
ultramar y mientras no se le introduzcan las reformas con
que sueña el maestro Vasconcelos y algunos iluminados de
aquende y allende los mares, será siempre, señores , inclina-
ción de las más abnegadas que puede abrigar el espíritu hu-
mano e ideal superior y altruista capaz de saturarse de los
más nobles contenidos.
Para un abogado, pues, a quien se ha discernido el honor
de contribuir a dilucidar un proceso en que intervienen ta-
les causas, entrar en materia es entrar en doctrinas.

La biología , señores, nos dice que la convergencia de to-


das las energías vitales hacia un vigoroso proceso de des-
arrollo suscita, a veces, graves alteraciones funcionales , que
la patología engloba bajo la denominación genérica de "cri-
sis del crecimiento ".
El pujante desenvolvimiento que anima al Perú en los
últimos años ha reflejado en lo espiritual un doble fenómeno
de reacción colectivo. De un lado, ha hecho eclosión un es-
tado de ánimo rozagante, constructivo y optimista , pleno
de fe en los destinos nacionales, fuente de todas clases de
dinamismos progresistas y dominado de respeto para los
hombres que, en alguna forma , contribuyen al progreso so-
cial o dan al país, ya la firmeza de un rumbo, ya el oriflama
de un ideal, ya el prestigio de sus capacidades científicas,
ya el brillo de sus aptitudes artísticas.
Tal es la disposición psíquica normal, reveladora de un
proceso de crecimiento que se realiza pletórica y equilibra-
damente.
Mas, de otro lado , señores, ha hecho irrupción en un no-
velero grupo juvenil una neurosis obsesiva revelada por des-
concertantes aberraciones. La ideología demoledora y corro-
siva de este grupo pretende realizar una trasmutación de
valores morales, intelectuales y activos, cuya sola enuncia-
ción sorprende, cuya resonancia pone alarma en el espíritu
y cuya difusión vemos atónitos prosperar .
Se observa, en efecto, en esos núcleos espirituales, sínto-
590 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mas evidentes de la crisis del crecimiento, revelados por


perplejas desorientaciones, por incoherentes inquietudes, por
incomprensiones definitivas ante hombres y sucesos trascen-
dentales y , en fin, señores, por una forma de histeria convul-
siva y extraña .
La histeria, que es, con frecuencia, dolencia de niños en
pubertad, es, precisamente, una de las manifestaciones pa-
tológicas más típicas de la crisis del crecimiento.
Está fresco aún en vuestra memoria, señores magistra-
dos, el recuerdo de las convulsiones y espasmos en que se
ha traducido ese estado de ánimo que parece inspirado a la
letra en el dionisíaco consejo del " apóstol " Vasconcelos ,
cuando en la encíclica que dirige a sus alumnos del Perú,
entre limitaciones y distingos, dice a éstos textualmente :
"No estéis cuerdos ni un solo instante."
Hagamos la descripción de esta insania, constatando sus
síntomas tales como con absoluta sinceridad los describen
los propios aquejados. Tal historia clínica nos permitirá for-
mular el diagnóstico de un mal muy hondo, que está mi-
nando las nuevas células del organismo nacional , que ha
agostado los frutos de gran parte de nuestra última cosecha
intelectual y que se traduce en desahogos y arrebatos tan
insólitos como los operados en el espíritu de don Edwin El-
more Lette contra Chocano y contra las ideas de Chocano
y a favor de Vasconcelos y de las ideas de Vasconcelos.
El cuadro sintomático de este estado espiritual es el si-
guiente:
Toda esta generación decanta estar poseída por una
compleja inquietud espiritual.
En la infancia tal disposición es natural : la produce la
efervescencia fogosa de la vida, en violento trabajo de cre-
cimiento y desarrollo . Las travesuras de los niños son la
expresión de la efervescencia indominable, que los excita y
estimula. Hay, sin embargo, adultos que han llegado a con-
siderar elegante atravesar por ese estado y que se precian
de fomentar y compartir los más extravagantes antojos y
travesuras de los jóvenes.
La inquietud en el orden físico es signo de desequilibrio
o de equilibrio precario. Un cuerpo que se tambalea denota
que se ha operado en él un desplazamiento de su centro de
gravedad. La inquietud fisiológica indica la anormalidad de
un organismo, porque es la interrupción de la isócrona jus-
EL LIBRO DE MI PROCESO 591

teza de los ritmos vitales. Un cuerpo sano no puede sentir


el tic pertinaz de la zozobra, que es la manifestación de un
funcionalismo insubordinado, sino la cenestesia de la pla-
cidez que revela el compás funcional de la vida.
Del mismo modo el encrespamiento espiritual es también
signo morboso. El espíritu sano disfruta la autosensación de
la serenidad, que deriva del acordamiento armonioso de
las facultades y nunca el febril temblor del aturdimiento,
de la intranquilidad y del desasosiego .
El calofrío es la reacción defensiva de un organismo in-
fectado. Es el zafarrancho de combate de los glóbulos ante
la irrupción de los microbios . El calofrío por que atraviesa
un grupo femenil, felizmente en reducción , y un grupo de
intelectuales , desgraciadamente en aumento, revela la pre-
sencia en ellos de una seria intoxicación ideológica y sen-
timental.
Y es, señores, que cuando las ideas no llegan a penetrar
en la conciencia por las vías intelectuales superiores , des-
pertando la serenidad de una persuasión , sino que se obsti-
nan en ingresar por los caminos puramente sensoriales y
periféricos de la imitación a los actos externos que en otros
sujetos o colectividades ha generado su adopción, se produ-
cen siempre ese cosquilleo nervioso, esos reflejos musculares
y ese comején solamente cutáneo que, bajo las varias formas
de futurismos, inquietudes, irreligiosidades , vanguardismos,
empeños iconoclastas y otras tantas zarandajas, está, como
una fiebre eruptiva, desapoderando intelectual y moralmen-
te a un grupo desde otros puntos de vista bien dotado-
de la juventud de nuestro país.
Serena, juiciosa, ponderada, fué la juventud griega y el
pensamiento griego ; por eso, en los fastos de la Historia, la
Hélade ha grabado el milagro de su genio y el sello imbo-
rrable de su perennidad y, por eso , a través de los tiempos
y bajo el signo de Apolo, la juventud y el pensamiento grie-
gos son modelo de juventudes y de pensamientos.

Toda esta generación se jacta, además, de su rebeldía es-


piritual. Al ufanarse de ella, cree atribuirse , a la vez que la
bizarría del arresto, la posición de vanguardia en todos los
avances intelectuales. Pero la rebeldía no es, en forma al-
592 JOSÉ SANTOS CHOCANO

guna , una fuerza progresiva. La física nos dice que la iner-


cia es la resistencia de los cuerpos para pasar del estado de
reposo al de movimiento o del estado de movimiento al de
reposo. La terquedad es, pues, una fuerza estacionaria en
el orden físico . En el orden biológico, la rebeldía es la in-
adaptación. Todo proceso de adaptación es un proceso de
docilidad, porque representa el acuerdo de la vida con las
condiciones ambientes. El organismo o la especie insumisos
son desalojados despiadadamente por la selección . En el or-
den social , la rebeldía es la negación de la solidaridad , o , lo
que es lo mismo, la negación del ambiente único en que la
vida social se desenvuelve y desarrolla. Al refractario a la
organización social establecida , el Estado le excluye. La re-
beldía es un individualismo arisco, o, lo que es lo mismo, la
negación de la sociedad .
En el orden moral, la rebeldía es la insubordinación para
lo bueno. La subordinación para el bien es la virtud . Vir-
tud y rebeldía son términos antitéticos para la moral , para
la Historia, para el vocabulario y hasta para el menos co-
mún de todos los sentidos.
No hay, pues, forma alguna de concebir cómo la insu-
misión pueda incondicionalmente ser erigida en virtud , mien-
tras la diferencia de palabras en el lenguaje represente la
diferencia de conceptos en la mente y mintras el frágil va-
rillaje de una paradoja o la burbuja de un alarde verbal
no pretenda suplantar la sólida armazón de una idea.
De allí que las religiones todas al expresar el sentimien-
to colectivo han encarnado la virtud y el bien en el símbolo
divino y han personificado la insumisión, la terquedad y la
soberbia en la copiosa mitología demoníaca. Exaltar. pues,
la rebeldía en el orden de los conceptos y de los sentimien-
tos equivale, en el fondo, a asustar a las niñas sentando las
bases de un extravagante satanismo intelectual y moral.

Todo este grupo se pavonea además de su actitud ino-


noclasta. La curiosidad infantil que se entretiene en des-
truir muñecas para descubrir el serrín de sus entrañas, se
convierte en la travesura juvenil de derribar estatuas para
cpinar con doctoral suficiencia sobre la solidez del mármol
en que han sido esculpidas.
EL LIBRO DE MI PROCESO 593

Y he aquí cómo nosotros , los hombres " veteristas " que


no estamos iniciados en tales trasmutaciones y en semejan-
tes "cubismos " intelectuales, por haber sido educados en
los marcos de la geometría de Euclides y de la moral de
Cristo y que juzgábamos mal las historias medievales de
los destructores de imágenes y de los arrasadores de pue-
blos, considerando esas violencias entre los grandes vanda-
lismos históricos , no vemos , de improviso, frente a la insó-
lita novedad de la preconización y ensalzamiento de seme-
jantes procederes.
Y así como la apología de la inquietud erige en dinamis-
mo constructivo el síntoma de una descomposición interior
y la incondicionada loa a la rebeldía convierte la resistencia
refractaria en tendencia progresiva, del mismo modo la jac-
tancia en la irrespetuosidad iconoclasta erige una fobia de
poseídos en una actividad bizarra y porvenirista.
De allí que el movimiento que bosquejamos se haya,
desde sus comienzos , revelado por una altanera y agresiva
intemperancia. Domina a este grupo una malcriada y pro-
vocadora inconsideración hacia las ideas ajenas, hacia los
poderes del Estado , hacia los maestros en ejercicio, hacia
las ancianidades gloriosas , hacia las instituciones funda-
mentales. Dicho estado de ánimo va, en los arrebatos de su
acometividad, hasta la animadversión a hombres insignes,
como el que hoy ocupa ese banquillo, y que son , más que
orgullo doméstico de un pueblo, prestigio colectivo de un
Continente ; a hombres como éste, que, no obstante la nube
de insectos que sumaban la difamación en torno suyo, vier-
ten en sus carnes la ponzoña de sus aguijones y tejen labo-
riosos la tela en que quisieran verle opreso, tiene, señores,
un puesto seguro en la Historia y en la admiración uni-
versales.
Dionisíaco y demoledor desde su origen, apenas iniciado
este movimiento fué a estrellarse contra dos figuras respe-
tables y apolíneas. Contra ese venerable patriarca que fué
don Ricardo Palma y contra ese noble hombre civil que fué
don Javier Prado, primer maestro oficial e ídolo en otra
hora de la juventud estudiantil.
Y ya en nuestros días, el embate de irrespetuosidad y
de incomprensión de estos jóvenes , que hacen sus primeras.
armas en el estudio o en el arte por la crítica, iniciando así
su carrera por donde los cuerdos creen prudente acabarla,
38
594 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ha hecho blanco de sus ataques en otros dos representativos


de la grandeza intelectual del Perú contemporáneo . Me re-
fiero a Cornejo y me refiero a Chocano .
¿Quién osará discutir que Cornejo es, intelectualmente ,
una de las más amplias mentalidades científicas que ha pro-
ducido el país? ¿ Quién osará discutir que Chocano es la más
autóctona vocación artística que ha producido no ya este
país, sino este Continente?
Pues bien, señores , casi toda la grumetería intelectual
del país se halla amotinada contra estos grandes pilotos del
pensamiento y del arte nacionales.
Cada vez que estos dos hombres se atreven a discurrir
sobre temas acerca de los cuales no puede dejar de opinar
ningún ciudadano, es de ver cómo toda la indomita y tra-
viesa chiquillería en asueto se arremolina contra ellos y les
asaetea, les insulta y les combate.
¿Cuál, señores , de los miembros de la plana menor inte-
lectual del Perú dejó de lanzar sus gorgoritos cuando Cho-
cano escribió el opúsculo sobre " Las dictaduras organiza-
doras"?...
¿No habéis visto, señores jueces, con motivo del dardo
emponzoñado e injusto que el propagandista Vasconcelos
lanzara a nuestro gran poeta, cómo se solidarizaron algunos
intelectuales y estudiantes con el derrotista de afuera, con-
tra el insigne cantor de nuestras glorias nacionales?
¿ No habéis observado el refocilado saboreo con que se
deglutían las injurias que para Chocano contenían la juve-
nalesca diatriba del escritor mejicano y las piruetas verba-
les del escribiente Vargas Vila?
¡Ah! Meditad, señores vocales. Meditad sobre todos es-
tos hechos y habéis de convenir, con pena, en que una ex-
traña y compleja perturbación se ha apoderado de la men-
talidad y aun de los sentimientos mismos de este sector de
la juventud nacional , poseído hoy por una furia de pisotea-
miento y de renegación.

Por fin, otro síntoma del mal ; el más imperdonable en


estos momentos es su antinacionalismo .
Derríbense, señores, en buena hora, las Aduanas ; licén-
ciese en el acto los ejércitos ; húndase en los mares las flo-
EL LIBRO DE MI PROCESO 595

tas de combate ; échese como a mercaderes del templo a


taimados estadistas que , al amparo del eterno tema de la
defensa nacional, lanzan a pueblos ingenuos al pillaje u
oprimen a los vencidos con criminales tratados de expolia-
ción. Despójese, en fin, al patriotismo de todo lo que con-
serva aún de egoísmo cerrado, de feudal agresividad , de
abusivo imperialismo y de mentira convencional ; pero, se-
ñores, superviviendo a esta depuración salvadora , siempre
perfumará el fondo de cada conciencia ciudadana un doble
sentimiento inextinguible y generoso . Para recoger el alma
de todos, el recuerdo melancólico de los dolores y tristezas
que se apuraron juntos ; y para expandir el corazón, el or-
gullo por los grandes hechos de los antepasados o contem-
poráneos insignes que enaltecieron y blasonaron el nombre
familiar.
Pero, señores, hasta estas dos delicadas flores de inver-
nadero son arrancadas por los cascos de los caballos que
monta esta horda capitaneada por Atila.
Los niños de esta generación han reclamado para sí el
privilegio de garabatear a su gusto la pinacoteca de los an-
tepasados con que se ilustraba la casona paterna y de echar
por tierra las efigies con que se vanagloriaba el Panteón
Nacional para encapricharse en rendir idolátrico culto a ex-
traños fetiches de importación . De otro lado, pretenden, si-
guiendo el consejo de su preceptor, Vasconcelos , " derribar
las estatuas ", " borrar las leyendas ", " castigar la Historia ",
para que " no quede un solo recuerdo " y para que podamos
fraternizar de nuevo con el que era nuestro hermano, sin
pedirle ni reparación por el ultraje , ni arrepentimiento ge-
neroso por habérnoslo inferido, ni propósito alguno de bue-
na voluntad en el futuro y dejándole aún las provincias que
nos arrebatara, porque, según el señor Vasconcelos, la vic-
toria de derechos y el poseedor actual del territorio ha de-
mostrado ser " el que mejor lo aprovecha y el que más lo
necesita"
Pero hay algo más grave todavía , señores magistrados.
Los que esperamos que algún día los hombres, los pueblos
y las iglesias se resuelvan a obedecer a Cristo, bien podría-
mos avenirnos a esta ideología, por lo que tiene de manse-
dumbre evangélica y de mística renunciación ; pero lo que
no puede menos de soliviantarnos y exasperar toda sereni-
596 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dad es la oportunidad desgraciada que se ha escogido para


adoptar y difundir estas ideas.
En los augustos y únicos momentos en que el país ente-
ro, después de recorrer el desierto de la indiferencia conti-
nental y de vadear el Mar Rojo de los más crueles sacrifi-
cios, parece haber emprendido marcha hacia la Tierra Pro-
metida y estar próximo a ascender al Sinaí de la Justicia,
¿ cuál será, señores, la indignación de los patriotas al ver en
el llano un grupo de tránsfugas rindiendo culto a un gro-
tesco becerro derrotista ?
¿Cómo no explicarse entonces la sacra indignación de
Chocano que, cual nuevo Moisés , habría podido hasta rom-
per las Tablas de la Ley, para impedir la nefanda difusión
de la apostasía ?
El estado de lesa juventud que bosquejo, rodando por
los abruptos barrancos de su propia lógica, determina , así,
naturalmente, un estado de lesa patria.
¿No pone pavor en vuestras almas, señores magistrados,
este estado de espíritu? ¿ No suscita preocupación en vos-
otros que, aparte de sacerdotes de la Justicia , sois miembros
de la sociedad, hombres de cordura y ciudadanos de la pa-
tria ? Pues bien, estas toxinas vienen adquiriendo una viru-
lencia insospechada y alarmante. Del ánimo de los jóvenes
han pasado imperdonablemente al de algunos hombres ya bas-
tante crecidos . Los discípulos las han inoculado a algunos de
sus educadores. Yo no he de pronunciarme sobre la vulnera-
bilidad que éstos han ofrecido al contagio ; pero sí debo cons-
tatar que no hay un solo maestro en el Perú que pueda
arrogarse los títulos de iniciador , orientador o miembro fun-
dador de un movimiento en el que ya varios de ellos figuran
como socios de número.
De allí, señores, que así como los países nuevos que
quieren erigirse en monarquías se echan a demandar a las
sangres azules extranjeras un príncipe a quien encomendar
la dirección de sus destinos , este grupo de juventud peruana
se dedicó a buscar en lejanos escenarios un tenor más o me-
nos operetesco y lo contrató para maestro de la juventud
del Perú. Algo más ; no encontrando en el elenco político
nacional caudillo que enfrentar a un Gobierno que no es de
sus simpatías, le encomendó también, subsidiariamente, re-
dactar, de vez en vez , arengas y manifiestos revolucionarios.
La discusión de las ideas que trata de importar a la ju-
EL LIBRO DE MI PROCESO 597

ventud del Perú don José Vasconcelos nos va a poner en el


pórtico de este proceso, pues es en medio de la repulsa a
tales ideas que surge la causa ocasional del suceso trágico,
cuya causa eficiente y profunda no es otra que el estado
por que atraviesa cierto grupo intelectual del Perú, en el que
militaba desgraciadamente don Edwin Elmore Letts .

Yo no voy, señores magistrados, a hacer aquí el análi-


sis de la ideología de José Vasconcelos ni a discutir si es
un apóstol o un retórico. Me basta solamente recapitular
sus ideas respecto al momento político e internacional del
Perú, vertidas en el mensaje que, a modo de lección inaugu-
ral, remitiera al grupo juvenil que acababa de nombrarle
su maestro.
Y me basta ese aspecto de la propaganda del escritor
mejicano, porque es el único que se relaciona con la polé-
mica que precedió a esta tragedia y porque es el que nadie
ha podido dejar de tener presente en el Perú para replicar
a ese intelectual o para solidarizarse con él.
Para ello, señores magistrados, no voy a compendiar sus
ideas. Voy llanamente a leeros párrafos y frases textuales
del aludido mensaje. Vosotros meditaréis después , asociando
estos fragmentos a otros que ya he transcrito , si anda des-
caminado el poeta al juzgar a un tan imprudente consejero
como un peligroso corruptor de menores.
Exhorta así Vasconcelos a la juventud del Perú :
"... El patriotismo necesita reformas. Sólo las almas del
"molusco viven apegadas a la roca de la patria... Resuél-
"vanse de prisa y de cualquier modo las cuestiones pen-
"dientes... Y cuando llegue el momento, no discutan terri-
"torios, dejen la tierra al que mejor la aproveche, a quien
"más la necesite ; pero eso sí, cuiden de no dejar en pie un
"solo monumento que recuerde el crimen ; derriben las es-
"tatuas, borren las leyendas , castiguen a la Historia y que
"no quede ni un solo recuerdo, etc. "

Yo no he de hacer a las ideas expuestas ningún barato


comentario , pero sí voy a presentar una antítesis. A los se-
598 JOSÉ SANTOS CHOCANO

ñores de la Sala y a todos los concurrentes a esta Audiencia


consta que desde que llegó Chocano esta última vez del Ex-
tranjero, en los meses posteriores a la expedición del fallo
del árbitro sobre el problema de Tacna y Arica, el poeta
abrió un paréntesis a su producción literaria , y al contem-
plar la desorientación que reinaba en el país para apreciar
esa sentencia, se dedicó, en conferencias públicas y artícu-
los de Prensa, a explicar los alcances de ese documento y a
esclarecer ciertos puntos de él , en los que nadie había repa-
rado. El Comercio, entre otros diarios, destacó toda la im-
portancia y profundidad de análisis que Chocano desplega-
ra en el estudio interpretativo de esa sentencia.
En los meses anteriores a la tragedia, y mientras la si-
rena extranjera aconsejaba introducir reformas en nuestro
patriotismo y nos insinuaba dejar nuestras provincias cau-
tivas al país que las tiene en cautividad , Chocano , sintien-
do el imperativo que le dictaba su condición de cantor de
la Epopeya de Arica, " se apegaba a la roca de la patria "
y orientaba todos sus esfuerzos intelectuales hacia una alta
y abnegada labor nacionalista.
Dedicado a esta tarea lo encuentra la resolución adop-
tada por la iconoclasta y descreída Federación de Estudian-
tes de erigir en su salón de actos altar a la efigie del búdico
apóstol Vasconcelos, en sustitución a la profana imagen del
corazón de Cristo, a cuyo entronizamiento en la fachada
de la catedral de Lima se había tan ensañada y porfiada-
mente opuesto, hacía poco tiempo, en memorables jornadas
jacobinas.
Chocano sufre dura contrariedad con esta determinación,
y ello le mueve a adoptar una actitud ingenua . Publica en
La Crónica el mordaz artículo que bajo el título de " Poetas
y Bufones " redactara contra él y contra Lugones el escritor
mejicano. Juzgó que la juventud universitaria se abstendría
de rendir homenaje a quien tan inmotivada y duramente
había herido al más grande poeta del Perú.
Tan lírica suposición del vate se frustró como sabéis.
Chocano, que conoce mal a las nuevas generaciones de su
patria, adoptó un gesto que tenía , precisamente, la virtua-
lidad de estimular la realización de la ceremonia, que se
llevó siempre a cabo con rendida unción sectaria y con cre-
cido gasto de sahumerio oratorio. Los estudiantes salieron
a romper lanzas en loor de su flamante maestro. Dos o tres
EL LIBRO DE MI PROCESO 599

intelectuales firmaron en unión de algunas otras personas


una declaración de solidaridad con las ideas del propagan-
dista mejicano.
Don Edwin Elmore Letts se puso al frente de las hues-
tes derrotistas. Abrió los fuegos con una conferencia por
radio y redactó luego un artículo destinado a ser inserto en
La Crónica, que presentaba francamente combate contra
Chocano.
A juzgar por la declaración de Manuel Beltroy, fué éste
quien tentó a Elmore para la publicación del artículo inju-
rioso contra Chocano ; fué él quien llevó las cuartillas a la
redacción de La Crónica, y fué, también él , quien trató de
vencer la resistencia del cuerpo de redacción de ese diario
para publicarlas.
Beltroy ha desempeñado , así, en este suceso , el papel
del solícito , del instigador acucioso que tras los bastidores
manejó los hilos iniciales de esta tragedia.
A él, señores , la Justicia divina que llega mucho más
hondo que la humana, tendrá que tomarle estrecha cuenta
de la intervención que espontáneamente buscó desempeñar
en este dolorosísimo proceso. A él, señores, el corazón de la
desconsolada viuda de Edwin Elmore no podrá perdonarle
jamás el papel que jugó, instando a su marido a la publi-
cación del artículo .
En efecto, señores, antes que Beltroy incitara a Elmore
a abrir campaña contra Chocano, ninguna desinteligencia
se había producido entre ambos. Por el contrario, eran co-
nocidos, y Elmore había visitado en varias oportunidades
al poeta con el fin de interesarlo en sus planes y de buscar,
en suma, su amistad .
En tales circunstancias se publica el artículo de Vas-
concelos contra Chocano y la defensa de éste ; lo que sus-
cita la polémica entre Chocano y algunos universitarios .
El ingeniero Edwin Elmore Letts, sin que hubiera sido
directa o indirectamente aludido en tal discusión, por acto
absolutamente espontáneo y según su propia confesión, para
darse el placer de que Chocano no creyera ser el único
"Chanteclair del gallinero", intervino en la polémica.
A fin de que el Tribunal se pueda dar cuenta del tono
sensiblemente descomedido, impertinente y mordaz de di-
cha intervención, voy a leer algunos fragmentos del artículo
escrito por Elmore. Vosotros juzgaréis :
600 JOSÉ SANTOS CHOCANO

"En torno a la cuestión promovida entre Vasconcelos y


"Chocano con motivo de las graves acusaciones lanzadas
"contra el segundo , a falta de otro censor mejor informado ,
"más valiente y oportuno, habría infinitas consideraciones
"que hacer... Y veamos sólo las actitudes y los pensamien-
"tos de dos hombres, de dos hombres que sólo nos interesan
"en cuanto representan tendencias morales y estados de
"conciencia y no en cuanto a individuos ; que para impo-
"nerse como tales cada uno cuenta con lo suyo ; tal con la
"inteligencia, tal con la astucia ; éste con la adulación y el
"servilismo, aquél con la diatriba y con la sátira...
"En el caso presente, quienes nos consideramos cando-
"rosos discípulos de José Vasconcelos estamos moralmente
"obligados a solidarizarnos con su actitud, entiéndase como
"se entienda esta solidaridad ...
"Pero antes de examinar las afirmaciones enrevesadas y
"tautológicas del vate, se hace conveniente apuntar algu-
"nas observaciones que, si no han de excusar su histriónica
"temeridad en un medio social tan deprimido como el nues-
"tro, contribuirán, por lo menos, a explicar la insolente bi-
"zarría de su vanidad y su prosopopeya, que tantos éxitos
"e imitadores la han valido. Un día en una hora en que,
"quienes no se han convertido en asustadizas liebres , están
"(como la razón de que Góngora hablaba ) atados a buen
"pesebre ; reconozcámosle al poeta el mérito de su osadía.
"Por qué y cómo después de una larga ausencia sobre
"cuyas andanzas no queremos hablar , Chocano ha venido a
"convertirse en el solista inevitable, en el ovacionado tenor
"de la continuada opereta bufa que es nuestra vida ciuda-
"dana. Que lo digan quienes a su regreso a la patria no su-
"pieron ver en él sino la oronda y satisfecha vanidad lite-
"raria e intentaron siempre medias tintas, con arañazos de
"gatas lúbricas, desautorizarle, habiendo podido darle des-
"de un principio la necesaria lección de civismo ?
"En realidad Chocano, y sea dicho sin la menor inten-
"ción de halagar una problemática sensibilidad moral , nada
"tenía que aprender de los átomos que integran nuestra
"molécula política e intelectual ."
Luego, refiriéndose a Chocano y Lugones , dice :
"¿Qué nueva fe los anima a arrostrar virilmente con su
"respectivo falo en ristre todos los peligros, para predicar
"un credo tan odiado por los poderosos de la tierra? No se
EL LIBRO DE MI PROCESO 601

"hable de abnegación, pues ellos no creen en esa virtud cris-


"tiana. Es la sola virtud expansiva de su virilidad la que
"los llena del más griego de los entusiasmos , tan griego, que
"hasta se han quemado las pestañas para iniciarse debida-
"mente en el culto de Baco y celebrar con perfecta liturgia
"sus saturnales."
Como lo veis, señores jueces, el artículo es un alfiletero
de frasecillas hirientes y mordaces, en el que no se trata
de discutir ideas de ningún género , sino de lanzar emponzo-
ñados flechazos con un sentido manifiesto de befa y de pro-
vocación personal .
Ese artículo es, pues, señores, por su fondo y por su for-
ma, por la mordacidad de los conceptos y por las intempe-
rancias del lenguaje, fiel reflejo de ese estado de acometivi-
dad epiléptica de que he hablado antes, cuando he señalado
los síntomas del mal que aqueja a determinado grupo inte-
lectual del Perú, al que pertenecía , desgraciadamente, don
Edwin Elmore Letts.
No hay, señores , en la literatura de este manojo de "en-
fants terribles " producción alguna en las que no aparezcan
semejantes delicadezas y preciosidades en la adjetivación
y en el estilo. El ciudadano que coopera o simpatiza con
el Gobierno es indefectiblemente " servil y abyecto " o for-
ma parte del rebaño que está "atado a buen pesebre". Por
el contrario, los valientes paladines que vociferan contra
él reciben las curiosas denominaciones ultraístas de "máscu-
los" y de " machistas". Al hombre de ideas moderadas se
le califica de "eunuco" y al estudioso de "masturbador in-
telectual"; las "gatas lúbricas ", los " saturnales " y el " falo "
son bajezas de expresión que aparecen a diestra y siniestra.
Leamos, señores, a Freud, y veremos que este vocabulario
'schoking" es uno de los síntomas de la histeria.
Ha de perdonarse, señor presidente, a la alta circuns-
pección y serenidad de mi defensa este obligado análisis y
comentario que, muy a mi pesar, he tenido que hacer al ar-
tículo del extinto, porque es capital e inevitable para mi de-
fensa dejar meridianamente establecido quién ha desempe-
ñado en esta tragedia el papel de provocador.

Aunque el artículo de Elmore no fué publicado precisa-


602 JOSÉ SANTOS CHOCANO

mente por lo injurioso que era, llegó fatalmente a conoci-


miento de Chocano.
Esas misteriosas fuerzas que rigen los sucesos humanos
y que pusieron frente a frente a Chocano y a Elmore en la
imprenta de El Comercio, pusieron también ante los ojos
del primero el artículo del segundo en la imprenta de La
Crónica.
Al leerlo, la sensibilidad del vate sufre una intensa con-
moción, que se traduce no en los paroxismos y arrebatos de
la ira, sino en los anonadamientos y depresiones de la an-
gustia. Quiere a todo trance evitar que el artículo en cues-
tión, u otro del mismo tono , aparezca en los diarios. Con-
movidamente hace esa súplica al administrador de El Tiem-
po y repite igual petición a los redactores de La Crónica.
Aunque convencido como estaba de que a La Prensa nadie
se atrevería a llevar panfletos contra él, precave en tal sen-
tido a sus redactores. No satisfecho con las advertencias
telefónicas que hace a todos los diarios, recorre las impren-
tas a altas horas de la madrugada para impedir cualquier
sorpresa. Comprende que si el artículo de Elmore logra ser
publicado, muchas plumas , de aquellas que toman herrum-
bre en espera de " buenas ocasiones " y de " temas fáciles ",
iban a esgrimirse contra él. Pasa la noche en vela. Bebe
hasta las heces la hiel y el vinagre de las desilusiones. Me-
dita, con la tribulación más intensa , sobre el modo cómo la
plana menor del arte nacional se atreve a tratar a su in-
discutible capitán. Sufre ese estado de congoja moral que
hace exclamar a Jesús. "Padre mío : ¿Por qué me has aban-
donado?"; esa desilusión de desilusiones que hace decir a
Bolívar : "He arado en el mar" ; esa desesperación de Só-
crates cuando, condenado a beber la cicuta de la ingratitud
de su pueblo, lanza la frase célebre...
Sí, señor fiscal. Usted ha psicoanalizado exactamente el
estado de espíritu de mi defendido, después de leer el malha-
dado artículo, juzgando que produjo en él una crisis de an-
gustia. Sí , señor fiscal, angustia y muy honda. Para apreciar
la intensidad de la que sufriría Chocano, no hay más que
compulsar la que sentimos nosotros , los espíritus serenos,
al ver arremolizadas contra este hombre superior tantas pa-
siones, tantas injusticias y tantas incomprensiones.
A la mañana siguiente, es decir, en la mañana misma
del suceso, el estado de ánimo de Chocano sufre una nueva
EL LIBRO DE MI PROCESO 603

sacudida. Se le dice que, en vista de que el artículo de El-


more ha sido rechazado por La Crónica, aquél, asociado a
Beltroy y a otras personas, estaba preparando un manifies-
to en contra suya, que iba a ser publicado y repartido en
hojas sueltas junto con el artículo rechazado.
Su psicosis con tal noticia se agudiza, y le hace adoptar
recursos desesperados . A tal estado de espíritu obedece su
brusca determinación de llamar por teléfono al propio El-
more para, invocando sus más caros respetos familiares, in-
ducirlo a no seguir atacándole.

Examinemos ahora , señores vocales, el contenido del diá-


logo telefónico. Ante todo, esa conversación no es por parte
de Chocano un desahogo de ira, sino un recurso de intimi-
dación. Así lo revela el exabrupto de llamar a Elmore vein-
te horas después de haber leído su artículo y tres o cuatro
días después de haber pronunciado Elmore la conferencia
por radiotelefonía, injuriosa también para el poeta . El pro-
pósito intimidatorio de Chocano fracasa, porque la conver-
sación toma, por la airada repulsa de su interlocutor , un
giro violento. Apenas es interrogado sobre el hecho de si es
hijo de don Teodoro Elmore, el joven intelectual califica al
poeta de "miserable ", de " villano " y de " cobarde", y desa-
fía a Chocano a hacerle esa pregunta frente a frente.
Chocano ofrece ir más allá aún de lo que se le pide y le
promete consignarla por escrito . Se cruzan mutuos ofreci-
mientos de escupirse en la cara, de darse de sopapos, ame-
nazas que después se reproducen textualmente en las cartas
que respectivamente se dirigieron. Elmore clama con aire
patético que va a matar al poeta como a un perro ; Chocano ,
con olímpico desdén, le promete que va a aplastarlo como
a un insecto. En fin, señores magistrados, fanfarronerías
criollas, pirotecnias de expresión , toma y daca de adjetivos
sonoros y escena vibrante de esgrima verbal.
Pero del hecho que Elmore ofreciera matar a Chocano
como a un perro y de que Chocano, para no ser menos , le
devolviera la amenaza prometiéndole aplastarlo como a un
insecto, ¿podremos colegir que en alguno de ellos surgió la
aviesa idea del delito ? No, señores vocales . Sería tan inge-
nua esa suposición como la del asustadizo mancebo que
604 JOSÉ SANTOS CHOCANO

creyera ver en el hombre que, en pleno pugilato con su con-


tendor , exclama ante los espectadores " sujétenme porque
lo mato ", el signo de que efectivamente se ha erguido en
ese espíritu el propósito de victimar.
Pero ¿cuál fué, señores , en forma exacta, el contenido de
la conversación telefónica ? Podemos reconstituir fielmente
buena parte de ella de los documentos y declaraciones que
aparecen en autos.
La carta que don Edwin Elmore Letts pretendió publi-
car en El Comercio comienza así :

"José Santos Chocano.


"Ciudad.

"Hace pocos momentos ha cometido usted la villanía de


"preguntarme por teléfono, poniéndose así a cautelosa dis-
"tancia, si soy hijo de don Teodoro Elmore. "
Tenemos, pues, declarado por Elmore la forma cómo se
inició la conversación. Se abrió con una pregunta de Cho-
cano, de finalidad seguramente tendenciosa, pero que revela
claramente que su propósito era simplemente hacerle una
advertencia intimidatoria.
En su carta, Chocano dice a Elmore :
"Miserable y cobarde es el que, como usted, no sería ca-
"paz de dirigir y publicar esos insultos soeces al hombre
"que está en el Poder."
Chocano en su carta se defiende, pues, de los cargos de
"miserable" y "cobarde ", que en la conversación telefónica
imputóle Elmore, cargos que textualmente confirma éste en
la carta que se disponía a publicar en El Comercio.
Está, pues, probado que en la conversación telefónica a
una pregunta tendenciosa de Chocano respondió Elmore con
una andanada de insultos.
Pues bien, señores jueces , la carta que redacta Chocano
inmediatamente después del diálogo telefónico y la que tam-
bién inmediatamente después redacta Elmore, no son otra
cosa que la reproducción de la conversación en referencia.

Hagamos ahora un ligero análisis de las cartas . Ante


todo, dan la impresión de haber sido escritas por la misma
pluma ; parece que la indignación tuviera un solo estilo . Son
EL LIBRO DE MI PROCESO 605

dos cartas ofuscadas, son dos vibrantes estallidos, son dos


incontenibles erupciones emocionales.
La carta de Chocano envuelve, en medio de una hiper-
trofiada fraseología , dos risibles amenazas concretas, que
vierte y condensa en el párrafo final de la misiva.
Primera. Insta a Elmore , en el sentido de que si no se
apresura a escribirle dándole plena satisfacción, será él
quien publique la carta.
Segunda. Lanza a Elmore esta otra amenaza , que es la
condensación de toda la literatura anterior. " Como he
aplastado a Vasconcelos te aplastaré a ti, si no te arrodillas
a pedirme perdón. "
En la carta de Chocano, caldeada por una impresión de
momento, no se ve, pues, sino el énfasis y la frondosidad
características del poeta. Poniendo en ella de lado la dis-
cordante altisonancia de los términos ; echando al cesto el
"te estrangulo" y el "te degüello " ; pasando por alto el " si
me miras, te mato " ; es decir, señores , prescindiendo , como
debe hacerlo todo apreciador sensato, del redoblante tam-
borileo de las palabras y del estridente ulular de los adjeti-
vos, sólo quedan en pie en la carta de Chocano dos amena-
zas banales : publicar una carta absolutamente impublica-
ble, y aplastar a Elmore como había aplastado a Vasconce-
los, es decir, aplastarlo con un artículo de periódico en el
que por cuanto tú me dices "bufón" yo te digo "farsante".
Toda idea de premeditación por parte de Chocano debe,
pues, descartarse. Encontrar en la carta de Chocano la pre-
meditación de un atentado contra Elmore sería tan pueril
como atribuir al alma apacible del fraile que escribió " El
murciélago alevoso " instintos sanguinarios ; sería tan necio
como abrigar temores por la vida de Guillermo de Hohen-
zollern, al leer la verbosa catilinaria de "Almafuerte " con-
tra el ex káiser de Alemania.
El dictamen que lleva su firma , señor fiscal, y que reco-
noce esta verdad , demuestra que conoce usted teórica y
prácticamente las leyes anímicas ; que sabe usted auscultar
ese oscuro y complejo subsuelo de donde emanan las voli-
ciones humanas, y que su recto espíritu de psicólogo y de
jurista no puede hacer derivar de los ripios y onomatopeyas
de una carta de literato resoluciones de acción .
Sólo el espíritu atribulado de los deudos de Elmore , en
los cuales toda ofuscación es disculpable, puede encontrar
606 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en los párrafos de la carta de Chocano vestigios de preme-


ditación. Quienes no pueden estar en tal estado de ánimo,
sólo pueden expresarlo así por malevolente e insidiosa te-
meridad.
Pero sigamos haciendo algún análisis de esta correspon-
dencia. Hemos dicho que ella no es otra cosa que la repro-
ducción del diálogo telefónico. Chocano repite casi taqui-
gráficamente la conversación, porque su carta es confiden-
cial. Elmore tiene que amenguar el tono de sus palabras,
porque la suya está expresamente redactada para la publi-
cidad . La de Chocano era una carta personal que urgía a
Elmore a darle una satisfacción privada, y para ello trata-
ba de intimidarlo. La carta de Chocano tenía, pues, por
finalidad indiscutible cerrar una situación, clausurar un de-
bate. La epístola de Elmore estaba destinada a crear una
situación, a abrir un nuevo debate , provocar un lance . Si
la carta de Elmore hubiera llegado a insertarse en los dia-
rios , nadie habría podido negar a Chocano su calidad de
ofendido, aun en el caso de que, padrinos o jueces, hubieran
tenido a la vista la firmada por mi defendido . Chocano en
ella se afanaba por cerrar discretamente una situación que
Elmore se esmeraba en llevar a todo trance a la publicidad.
Aunque las cartas en cuestión adquieren interés como
fuentes para descubrir el estado de ánimo en que fueron es-
critas, no tienen importancia directa , sin embargo , para el
análisis legalista, desde que, ni una ni otra, fueron conoci-
das por sus destinatarios antes del suceso ; de modo que
ningún papel juegan para explicar la agresión de Elmore a
Chocano, ni para esclarecer la legítima defensa de éste.
Sin embargo, si el análisis de las cartas se relaciona con
las actitudes que sus firmantes adoptaron después de redac-
tarlas, hay forma de hacer luz sobre el estado espiritual en
que ambos se encontraban antes de la tragedia. Y eso sí
tiene importancia capital en este proceso. Durante la con-
versación telefónica, Chocano y Elmore experimentan lo
que William James llama con frase gráfica : "emociones,
choques"; es decir, estados de efervescencia sentimental y
orgánica, bruscos en su aparición y breves en su curso. En
pleno bullir de esa fermentación interior, Chocano y Elmo-
re cuelgan los fonos, y uno a otro se dirigen las curiosas mi-
sivas a que se ha dado lectura.
EL LIBRO DE MI PROCESO 607

Hagamos ahora un estudio psicológico importantísimo.


La tragedia, señores vocales, la inició una impulsividad
de Elmore ; la casualidad le puso frente a Chocano y le
agredió violentamente. Todo acto impulsivo supone una
emoción o una pasión como inevitable antecedente.
Conviene a la comprensión de este proceso esclarecer el
curso emocional en Chocano y en Elmore.
¿Cómo se genera, señores, un estado emocional ? ... La
psicología nos lo dice . Se produce cuando un sentimiento o
una idea adquieren en la conciencia intempestiva intensidad .
El proceso emotivo de Chocano comienza cuando se en-
tera de la conferencia dictada por Elmore en la oficina de
Radiotransmisión , es decir, trece días antes del suceso . La
emoción en Elmore se inicia en el curso de la conversación
telefónica, es decir, tres horas antes de la tragedia.
El diálogo telefónico representa , pues, el momento en
que ambos procesos convergieron y entrechocaron. En él se
ponen frente a frente las neutras cenizas de una vieja emo-
ción que se desahoga - la de Chocano- con los vivos fulgores
de una emoción que se crea-la de Elmore.
La psicología nos dice que producida una crispadura
emocional, ésta puede seguir tres caminos :
a) El curso sedante, en que el control reflexivo hace
languidecer los elementos afectivos de la emoción , y ésta
declina y se opaca en un sentimiento tranquilo , recobrando
la vida psíquica su habitual normalidad . Es el caso de que
reciba yo una carta majadera, sufra la efervescencia que
me causa su lectura y la devuelva a su insolente signatario .
La emoción ha recorrido una órbita estrecha, no ha tenido
ocasión de llegar a su cenit y se ha hundido lentamente en
el ocaso .
b) El curso intensivo, en el que la fuerza del choque
emotivo, en vez de derivar hacia un remanso de tranquili-
dad, se encrespa y encabrita, echa raíces en el espíritu, y
entonces la emoción sedimenta en el alma una pasión , es
decir, un sentimiento tenaz y enérgico de curso cada vez
más creciente y que, en torno suyo, establece una coalición
sistemática y absorbente de toda la vida psíquica . Sería el
caso que al recibir yo la misma carta tomase todo el peso
a sus inconveniencias , me despertase una obsesión su re-
cuerdo, mi susceptibilidad y mi delicadeza se sintiesen cada
vez más ultrajadas. La emoción llegaría entonces a su afe-
608 JOSÉ SANTOS CHOCANO

lio, y me invadiría una pasión de odio hacia el osado re-


mitente.
c) El tercer camino es el curso dinamogénico , que es el
proceso más vibrante. El choque emotivo dejado desarrollar
sin control revierte su energía en actos de voluntad impul-
siva . El curso emocional formado por un proceso de carga
origina un correlativo proceso de descarga. La emoción en
su cenit deja de ser un fenómeno de sentimiento para con-
vertirse en una inminencia volitiva. Es el caso que, después
de leer la carta, me dirigiera al remitente y le agrediera.
La emoción, pues, sólo puede adoptar tres rumbos psi-
cológicos : o se eclipsa en un sentimiento tranquilo, reco-
brando el espíritu su serenidad , o se alimenta a expensas
de su propio contenido, y se convierte en un estado de ig-
nición tenaz , que es la pasión, o adopta un curso dinamogé
nico y repentista, e irrumpe en irrefrenables actos de vo-
luntad.
Por otro lado, la psicología enseña que toda emoción re-
quiere un proceso derivativo y laxante, es decir, que el ca-
lor emocional requiere una vía de escape a los vapores que
hace bullir en el espíritu. En el primer caso, de los tres que
he mencionado, la descarga es un acto de desdén, esto es,
un proceso inhibitorio, reflexivo y juicioso del espíritu . Pero,
señores, en el segundo y tercer casos, es decir, cuando llega
a despertarse en el alma una pasión o una tendencia impul-
siva, hay toque de rebato en el espíritu , que pierde todo el
control de los frenos intelectuales.
Con el auxilio de estas ideas, vale expresar, con el auxi-
lio de la ciencia , examinemos los respectivos estados de áni-
mo de Chocano y de Elmore antes del percance.
Hemos dicho que el proceso emotivo de Chocano se ini-
ció muchos días antes del suceso , al verse atacado por El-
more en la conferencia radiotelefónica, y que llegó a su apo-
geo un día antes del suceso , al leer en la imprenta de La
Crónica el injurioso artículo de Elmore. Pero, felizmente,
la emoción en Chocano tuvo oportunidad de desahogar par-
te de su violencia en el tiroteo telefónico y de descargarla
íntegra y absolutamente en la redacción de la carta. Basta,
señores , leer esa epístola para comprender qué aliviada que-
daría al escribirla el alma herida del poeta . En su carta va-
ció Chocano, sin que pudiera quedar en su ánimo residuo
alguno, todo el enojo que le causaron los descomedimientos
EL LIBRO DE MI PROCESO 609

y agresividades de Elmore. De allí que Chocano, al despa-


char la comunicación, recobrara absolutamente su tranqui-
lidad. En autos consta la conducta que hubo de observar
después. Se dirige al consultorio dental de los doctores Me-
néndez, con los cuales trata de concluir un negocio. Dichos
profesionales han declarado hasta qué punto se manifestaba
sereno el ánimo de Chocano. En seguida hace una visita
de cortesía a José Carlos Mariátegui, el que constata tam-
bién la afabilidad de maneras y la gentileza que reveló en
la entrevista . Luego, acompañado de una dama, recorre en
automóvil las calles centrales de la ciudad. Después, vestido
como está de etiqueta, se dispone a acudir a Palacio para
despedirse del presidente de la República antes de ausen-
tarse a Arequipa . De paso hacia Palacio , baja en la im-
prenta de El Comercio , deja a la dama en el automóvil y
penetra en el edificio para entregar a Miranda Nieto un re-
corte de revista .
Todo esto revela, señores magistrados , que después de
la suprema descarga espiritual a que obedece la redacción
de la carta, en el alma de Chocano se había hecho una au-
rora de serenidad , tanta que, como lo declaró a José Carlos
Mariátegui, después de la entrevista en Palacio , se proponía
concurrir a un baile en la Legación japonesa .
Pero, de otro lado, ¿ qué ocurría en el alma de Elmore
después de la conversación telefónica ? ¡Ah, señores ! Des-
pués de ella , escribió su carta ; pero su carta estaba desti-
nada a la publicidad y, aunque era impublicable, por la
enérgica agresividad de su tono, de todos modos , dada la
limitación a que tuvo que someterla, no le permitió el pleno
desahogo que su efervescencia requería. De allí que el alma
de Elmore se anegase en odio para Chocano . De allí su in-
sistencia en buscarle para agredirle . Se dirigió con ese ob-
jeto al Ministerio de Fomento. Con el mismo motivo estuvo
en el Palacio de la Cancillería . Estaba presa de todos los
signos de la excitación . Eduardo Garland Roel ha narrado
ante el señor juez instructor los esfuerzos que hizo para cal-
marlo. Refería a cuantas personas encontraba los detalles
de la conversación telefónica . Así lo hizo con Garland Roel ;
así también con su cuñado , el doctor García Gastañeta ; así
aún con su amigo Derteano. ¿ Cuál no sería la irritación
que le poseía, que Derteano, seguramente temeroso de una
39
610 JOSÉ SANTOS CHOCANO

violencia, abandonó sus labores bancarias y lo acompañó a


la imprenta de El Comercio?
¿Qué indican, señores magistrados , todos estos hechos
perfectamente comprobados de autos ? Revelan indiscutible-
mente que después de la conversación telefónica y de redac-
tadas las cartas, mientras el espíritu de Chocano volvía a
la normalidad, en el ánimo de Elmore cundía un estado
violentísimo. La emoción de Chocano amainaba : en Elmo-
re se encrespaba . Chocano se dedicaba a atenciones socia-
les ; Elmore concentraba todo su tesón en buscar a Chocano .
y en tratar de publicar la carta contra Chocano. Chocano
desvía el proceso de su emotividad distrayéndose ; Elmore
lo canaliza, cultiva y exacerba, contando a cuantas perso-
nas hablan con él su cambio de palabras con el poeta. En
el ánimo de Chocano la emoción había declinado en un sen-
timiento de alivio ; en el de Elmore estaba germinando una
pasión. Chocano estaba ultimando un viaje de apartamien-
to ; Elmore sí que estaba premeditando una agresión.
La fatalidad hizo el resto ; un designio oscuro puso a los
dos hombres frente a frente. Elmore agredió a Chocano, lo
aturdió con un diluvio de golpes en el rostro, lo tomó del
cuello y lo arrastró más de ocho metros. Chocano se defen-
dió primero a puñadas. La saña del ataque continuaba ; re-
currió al bastón . Elmore logró arrebatárselo y reanudar la
furia de su ataque. Chocano recurrió al revólver...
El vasconcelismo, al decir del poeta Heliodoro Valle,
hizo fiesta. La sangre de Elmore sirvió para macabras liba-
ciones en que quedaron consagrados el apóstol y el apos-
tolado .

En el análisis que acabo de hacer de los antecedentes de


la tragedia llamo desde ahora la atención de los señores del
Tribunal hacia los siguientes puntos :
En una polémica entre Chocano y los jóvenes de la Fe-
deración de Estudiantes, el ingeniero Edwin Elmore Letts
era un extraño. Sin embargo , por acto espontáneo , según
su propia expresión, para que Chocano no creyera ser el
único "Chanteclair del gallinero ", salió a la pal stra ; se so-
lidarizó en documento público con Vasconcelos , con mo-
tivo del artículo en que había calificado de "vil " a Choca-
EL LIBRO DE MI PROCESO 611

no; atacó a éste en una conferencia por radiotelefonía ; pre-


tendió publicar en La Crónica un artículo injurioso contra
el vate ; gestionó que algunos intelectuales publicaran un
manifiesto contra él. En la vía de las palabras fué, pues ,
Elmore el provocador sin causa y sin motivo .
En las vías de hecho fué también , según su propia con-
fesión judicial y según la declaración de todos los testigos ,
el primer agresor.

Reconstituyamos ahora, señores de la Sala , los detalles


de la escena trágica en la imprenta de El Comercio.
Don Froilán Miranda Nieto, que está encargado de la
selección de cierto material literario que se inserta en ese
órgano de publicidad, había solicitado amistosamente de
Chocano el favor de indicarle artículos adecuados para ser
reproducidos en las ediciones vespertinas. Al pasar Choca-
no en automóvil por la imprenta con rumbo a Palacio, don-
de iba a despedirse del señor presidente de la República,
advirtió que llevaba un recorte interesante : hizo detener el
automóvil a la puerta e ingresó al local en busca de Miran-
da Nieto.
Al penetrar al vestíbulo encuentra a José Carlos Llosa,
a quien pregunta dónde podría hallar a quien buscaba . Cho-
cano se dirige hacia la oficina que Llosa le indica . Por fa-
tal coincidencia, Miranda Nieto está en ella conversando
precisamente con Edwin Elmore. Al ingresar el poeta El-
more nota en el acto su presencia ; dice a su interlocutor :
"¡ Aquí está ! " ; y sin mediar otra explicación , se abalanza
decidido y resuelto contra él ; le sujeta fuertemente por el
cuello ; le saca a viva fuerza de la oficina ; le arrastra hasta
el centro del patio, descargándole golpes incesantes en el
rostro, que Chocano apenas si atina a cubrir , primero con
sus puños, luego estrechándose a su contendor para sujetar-
lo, por último empleando el bastón.
Hasta este punto, señores jueces, todas las versiones son
conformes.
Elmore, en su preventiva policial y judicial , reconoce
haber sido el agresor, y lo mismo sostiene Miranda Nieto,
quien declara que, después de agredido Chocano , éste y El-
more entraron en lucha, y que completamente abrazados
612 JOSÉ SANTOS CHOCANO

salieron al vestíbulo. Declara también Miranda Nieto que


Chocano ingresó a la oficina con bastón, y que después del
suceso él recogió esa prenda del suelo y la entregó a
Chocano.
El doctor Miró Quesada declara textualmente que El-
more sujetaba a Chocano por el cuello con la mano izquier-
da y con la derecha le golpeaba el rostro, y que así llegaron
hasta el sitio del patio, que está, según consta de las me-
didas tomadas por el Juzgado , a ocho metros treinta centí-
metros del sitio en que comenzó el pugilato.
Don Lamberto Cobos, testigo de algunas escenas de la
riña, constata también que Elmore arrastraba a Chocano
hacia el vestíbulo . Gabriel Saco Salinas declara, a su vez,
que constató la lucha. Como se ve, señores magistrados , la
conformidad entre el acusado, el agraviado y los testigos
es, hasta este momento, completar ciertas disparidades que
surgen en lo que respecta a la forma cómo se realizó el
disparo.
Esas versiones son tres :
Chocano sostiene que al sacar el revólver estaba en ple-
na riña con Elmore, y que durante ella se efectuó el dispa-
ro; que producido éste, Elmore se retiró rápidamente hacia
la pared en actitud como de agazaparse para disponerse a
derribarlo ; pero que, sintiendo que estaba herido, se llevó
ambas manos al vientre y corrió hacia la puerta .
Elmore declara que inmediatamente después de agredi-
do por él, Chocano sacó el revólver con tal rapidez que no
pudo impedírselo , y que al retroceder , Chocano le disparó,
hiriéndole en el vientre, cuando estaban separados por una
distancia como de metro y medio.
La tercera versión es la del doctor Antonio Miró Que-
sada , quien expone que al extraer Chocano el arma, Elmore
retrocedió hacia la pared , apoyándose en ella con las ma-
nos en alto , produciéndose en ese momento el disparo , a una
distancia de tres metros y algunos centímetros .
El criterio concerniente a la calidad personal de los de-
clarantes no arroja luz alguna para deslindar cuál de sus
narraciones es la real, pues tratándose de tres personas
igualmente distinguidas y honestas, inspiran semejante fe
los testimonios que cada una de ellas emite. Hay, pues, que
buscar en otras fuentes los elementos que corroboren o des-
mientan sus dichos .
EL LIBRO DE MI PROCESO 613

Chocano y Elmore coinciden en que el disparo se efec-


tuó en plena lucha, sin otra diferencia que, mientras Cho-
cano sostiene que se produjo antes de retroceder su con-
tendor, Elmore afirma que fué en el momento de retroce-
der, pero inmediatamente después de su agresión , y con tal
rapidez que no pudo evitarlo. Elmore, pues, no dice que la
lucha había ya cesado, sino que el disparo se efectuó inme-
diatamente, es decir, en plena lucha.
Por lo general, cuando se trata de altercados o riñas
personales, la declaración de los testigos representa un tér-
mino medio entre los dichos extremos de los contrincantes .
Pero en este caso ocurre la novedad de que la naración
del acusado y de la víctima coinciden y la versión extrema
y discordante es la suministrada por el doctor Miró
Quesada.
El señor director de El Comercio manifiesta que el dis-
paro se produjo después de haber retrocedido Elmore com-
pletamente y en el momento de estar recostado en la pared
y con las manos en alto.
Los corolarios inevitables de tal testimonio son despia-
dados. El disparo no ha sido un acto de defensa, sino una
actitud de venganza . Se produjo cuando la lucha había ya
cesado. Chocano ha esgrimido su arma contra un conten-
dor que huía y que imploraba su conmiseración .

Es principio general de derecho , señores vocales, que la


declaración de un litigante hace fe plena en contra suya.
Del mismo modo, en las investigaciones sobre un hecho cri-
minal, la preventiva del agraviado representa el máximum
de responsabilidad imputable al acusado .
No es concebible imaginar en Elmore, herido , sentimien-
tos de benevolencia para su heridor. Su versión del suceso
puede ser discutida en cuanto daña a mi defendido . Es muy
humano suponer que la víctima exagere cuantos detalles
puedan agravar la responsabilidad del actor. De allí que
Elmore dijera que Chocano no había respondido a su agre-
sión en la misma forma, es decir, a puñadas, cuando está
probado por todos los testigos que, al principio, Chocano
sostuvo el pugilato contra su agresor ; pero no es pensable
614 JOSÉ SANTOS CHOCANO

siquiera que el agraviado atenúe las circunstancias del su-


ceso en favor del contrincante.
Es de suponer, además, que la atención de Elmore estu-
vicse más fija en las actitudes del hombre con quien lucha-
ba que la del más atento de los testigos de la escena.
Por todas estas razones la versión de Elmore no puede,
pues, ser agravada. Ella marca al límite infranqueable de
cuanto sea posible imputar y sostener contra Chocano.
Pero ¿ cómo surge entonces , señores magistrados , y de
labios de persona respetable, una versión de los hechos dis-
tinta y perjudicial para mi defendido ?...
Otra vez la psicología, es decir, la ciencia , viene , a dar-
nos la sencilla explicación del problema .

La persona que narra la forma cómo se ha realizado un


hecho revive y relata una percepción antecedente obteni-
da por ella.
Por lo tanto, para apreciar el valor que cabe conceder
a la deposición de un testigo, es preciso conocer cómo se
obtiene una percepción, cómo se realiza el proceso de su
reviviscencia y cuál es el grado de fidelidad objetiva que
cabe otorgar a una y otra.
La antigua psicología objetiva y simplista consideraba
la percepción como el mero ingreso al espíritu de las sensa-
ciones textuales provenientes del exterior. Se imaginaba la
conciencia como una hoja en blanco, en la cual venían a
dibujarse sinceramente las cosas de fuera. La sensación era
el espejo fiel de los hechos ; la percepción era igualmente
leal trasunto de las sensaciones. El espíritu aparecía pura-
mente reproductor, receptivo y realista. Copiaba y copiaba
fielmente, como un aparato mecánico, la máquina fotográ-
fica, por ejemplo, fija y precisa la imagen de las cosas.
"No hay nada en la inteligencia que no haya estado an-
tes en los sentidos ", decía Aristóteles. "No hay nada en los
sentidos que no haya estado antes en el mundo exterior ",
decían los empíricos .
Pero la moderna disciplina psicológica, en su profundo
análisis de las funciones anímicas, demuestra que, no siendo
el espíritu homogéneo con las cosas materiales , el concepto
antiguo sobre el modo cómo se producía la percepción, ig-
EL LIBRO DE MI PROCESO 615

noraba u olvidaba hechos tan saltantes y característicos


como éstos : que el espíritu , aun en sus formas más objeti-
vas, ejerce siempre una elaboración y retoque de los ele-
mentos en bruto que le ofrece el mundo exterior ; que nada
puede penetrar en la conciencia sino a condición de mez-
clarse con sus jugos y con el entero contenido de la vida
psíquica en un momento dado ; que conforme varía este
"contenido" mental de un individuo a otro, o en un mismo
individuo en dos momentos diferentes , varía radicalmente
la percepción ; que no distingue lo mismo el hombre sereno
que el hombre emocionado ; que no percibe lo mismo el nos-
tálgico en sus melancolías que el jubiloso en sus arrebatos ;
que el estallido de un cohete parece un disparo de cañón en
la tranquilidad de la noche y parece un zumbido de insecto
en medio de un bombardeo ; que un candidato ve con en-
tera buena fe que hay cien personas en la exhibición de
fuerza de su ccntendor, cuando en realidad hay mil, y calcu-
la, con la misma buena fe, que hay entre sus adherentes,
cuando en realidad no hay sino cien ; que, por fin, en el con-
tenido sintético de una percepción en torno al núcleo mi-
núsculo de elementos efectivamente provenientes de afuera
la conciencia egocentrista , vórtice constante de creación y
de libertad, ensancha una amplia franja de imágenes susti-
tutivas, complementarias, rectificatorias, que enriquecen o
desgastan, deforman o retocan, desfiguran o adulteran la
sensación nativa venida del exterior.
Toda percepción, pues, aun la más fiel, aun la más ob-
jetiva , tiene siempre algo de ilusión, en el sentido de que el
espíritu que observa no juega nunca el papel pasivo que las
películas o las planchas sensibilizadas desempeñan en las
cámaras fotográficas. Aun en éstas la imagen que reprodu-
ce un negativo es la impresión que proviene de afuera , tal
como la transmite y la filtra la lente biconvexa.
Esa lente biconvexa , que en el orden de los fenómenos
espirituales abulta , achica, exagera, restringe , filtra , escoge,
elude y mixtifica, es el sentimiento. Un observador sin sen-
timiento, un testigo netamente fotográfico de un suceso, a
cuyos informes pudiese prestarse fe ciega , sólo podría ser
el "homúnculus " que quería hacer surgir de sus retortas el
doctor Fausto.
616 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Aplicando ahora estas ideas teóricas al estudio de los


testimonios aportados a este proceso, yo me pregunto , se-
ñores : ¿ Es de suponer que el sentimiento en el doctor Miró
Quesada haya confundido y rectificado la impresión de los
hechos en relación con la forma como efectivamente ocu-
rrieron. Sí, señor presidente. Sí, señor fiscal. Y voy a de-
mostrarlo.
No es pensable siquiera, porque ofendería la sensibili-
dad del doctor Miró Quesada, suponer que haya sido un
observador espectacular absolutamente sereno y puramen-
te objetivo del lance, algo así como un juez de campo en la
pelea. La sorpresa , derivada de lo inesperado de los suce-
sos , es decir, la emoción , tuvo naturalmente que sobreco-
gerle. El doctor Miró Quesada se distraía en esos momen-
tos contemplando unas fotografías que le mostraba don Ga-
briel Saco Salinas . Súbitamente escucha voces airadas, vuel-
ve el rostro y presencia un pugilato a dos pasos de él. Cons-
tata que uno de los contrincantes es Chocano . Le ve sacar
el revólver. Su sorpresa tuvo que ser tanta y el sobrecogi-
miento de su ánimo tan intenso, que quedó inhibido el na-
tural impulso que, de seguro, surgió en su espíritu de im-
pedir la reyerta, de evitar una desgracia, de interponer ante
los contendores su autoridad de dueño de casa y de persona
de predicamento y ascendiente para ambos. Desgraciada-
mente, un intenso sentimiento de indecisión lo mantuvo
suspenso.
¿ Estaba, pues, el doctor Miró Quesada en condiciones
propicias para percibir con fidelidad los detalles de la es-
cena que ante él se desarrollaba? Más aún, señores vocales,
¿estaba en aptitud de medir tiempos, de calcular distan-
cias, de apreciar posiciones, de constatar la sucesión o con-
temporaneidad de los diversos instantes del lance ? No, se-
ñores vocales.
Y es natural. Cada vez que una impresión intensa viene
a enardecer o a sacudir la conciencia, toda posibilidad de
poder constatar fielmente los complejos detalles de un su-
ceso externo queda absolutamente entrabado.
Para ilustrar este punto podría hacer conocer multitud
de casos elocuentes ; pero me limitaré solamente a rememo-
rar una curiosa experiencia realizada en la Universidad de
Harward por el insigne psicólogo alemán Hugo Munsterberg.
El aludido profesor abrió una campaña desde su cátedra
EL LIBRO DE MI PROCESO 617

en pro de la exclusión de las declaraciones de testigos en


los juicios criminales ; pero notando la resistencia de sus
discípulos a aceptar el radicalismo de su tesis, echó mano
a un recurso ingenioso para convencerlos del formidable pe-
ligro que significa para la Justicia otorgar valor a una
prueba tan falaz y tan engañosa .
Para ello contrató a cierto individuo con el objeto de
que en una de las clases que debía dar próximamente se
presentase en el salón denunciando haberle prestado una
suma de dinero que Munsterberg se negaba a restituir.
En la ocasión, el sujeto representó a maravilla la come-
dia, llegando a subir hasta el estrado en actitud de agredir
al maestro. Los alumnos lo impidieron ; Munsterberg fingió
muy bien quedar anonadado ante la imputación , y suplicó
a sus alumnos que cada uno de ellos escribiera una versión
de los hechos para anexarlos a la querella criminal que iba
a entablar contra el impostor. Al entregar los alumnos sus
relaciones al maestro, éste les confesó el carácter experi-
mental de la treta, leyó la versión taquigráfica de las pala-
bras del sujeto y a continuación algunos de los relatos más
dispares. En esas declaraciones había , señores vocales, así,
como en los folios de este obeso expediente, para todos los
gustos. Aquellos que se habían persuadido de la verdad de
la imputación , atenuaban la tosquedad de las palabras en
que fué lanzada y omitían el intento de agresión . Aquellos
que juzgaban falsa la denuncia , exageraban los hechos y
convertían el conato de agresión en agresión consumada.
Se atribuía al individuo palabras que nunca había pensado
en pronunciar. Aquél daba una versión encaminada a con-
graciarse con el maestro. Este a exculpar al calumniador.
Y todos esos improvisados testigos eran gente culta y dis-
tinguida, señores de la Sala, y descontando algún locuaz
estudiante tropical de ascendencia andaluza, la gran mayo-
ría estaba formada por flemáticos, lacónicos y sintéticos
universitarios sajones .
Por eso, señores, ya hoy no se trata de descartar la prue-
ba de testigos , por el temor de que éstos puedan ser cohe-
chados o sobornados, temor que se descarta cuando se trata
de personas decentes . Ya hoy no se desacredita este medio
de probanza por el temor a la mala fe o al apasionamiento
que pudiera inspirar a los deponentes, temor que se descar-
ta cuando se trata de personas respetables , sino que se trata
618 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de abolir la intervención de testigos en el procedimiento


criminal, por la imposibilidad psicológica de que quienes
presencian escenas violentas y sufren inevitablemente el
contagio emocional que de ellas emana lleguen a ser fieles
expositores de los hechos que conturbados presenciaron .
Todas estas circunstancias hacen que no se pueda admi-
tir bajo palio el dicho de un declarante , porque se le juzga
incapaz de mentir. Hoy no se puede traer a colación para
formar criterio de certeza esos calificativos de " imparcial ",
“honorable " y " distinguido " que el señor juez Samanamud
tributa, por lo demás con tanta justicia, al doctor Antonio
Miró Quesada .
Pero no sólo a persona tan distinguida y respetable como
el doctor Miró Quesada, sino que a ninguno de los no me-
nos circunspectos espectadores del suceso en la imprenta
de El Comercio les creo yo capaces de una mentira delibe-
rada o de una acentuación voluntariamente tendenciosa de
los detalles del suceso . Y, sin embargo , algunos de ellos han
dado versiones crueles y absolutamente disconformes con
la realidad. ¿ De qué depende esto , señores vocales? Todo
hombre culto se lo explica. Es que no hay un solo senti-
miento abrigado por un testigo , por honrado y meticuloso
que pueda serlo, que deje de reflejar en la forma y en el
colorido de su percepción y, por consecuencia, en el tenor
de sus recuerdos y declaraciones. Todo suceso observado
reacciona sobre la emotividad de un sujeto, aun bajo las
más débiles formas de simpatía y antipatía . Y, desgracia-
damente, en el caso que nos ocupa, nadie puede negar, se-
ñores vocales, que mi ilustre defendido no es santo de la
devoción de ninguno de los señores testigos que han de-
puesto contra él.
Pero para ejemplarizar este punto en forma definitiva
voy a hacer una evocación que, para los señores vocales
que me escuchan, será concluyente.
¿No habéis observado, señores magistrados, que en las
instrucciones abiertas por accidentes de tránsito ocurre que
el pasajero que va en el carro declara indefectiblemente en
favor del conductor y el individuo que cruza la calzada se
pronuncia invariablemente en favor del atropellado? ¿Qué
misteriosa y rara solidaridad es ésta que inconscientemente
y de buena fe colude a los que van en coche y vincula entre
sí a los que van a pie y les hace ver las cosas de modo dia-
EL LIBRO DE MI PROCESO 619

metralmente diverso ? Si la percepción fuese solamente un


fenómeno objetivo debería ocurrir todo lo contrario, pues
nadie mejor que el pasajero para apreciar la excesiva ve-
locidad impresa al vehículo y nadie mejor que el transeúnte
para apreciar la imprudencia del viandante. Pero es, se-
ñores, que el que desde el llano presencia el percance pone
automáticamente " su barba en remojo ", sus nervios apren-
sivos y previsores le hacen ya verse en una cama del hos-
pital tundido y magullado, y la voz de la subconsciencia le
conduce a formular el "hoy por ti y mañana por mí ", y a
ponerse, sin darse cuenta, en el caso del estropeado, y a ser,
por consecuencia, implacable para con el que maneja el ca-
rro a quien considera ya como su asesino latente. En el pa-
sajero, por el contrario, la conmiseración que le ha causada
constatar la impresión sufrida por el conductor al produ-
cirse el accidente, le hace formular por su lado el " nadie
está libre de un descuido ", y de esa manera, tan incons-
cientemente como el viandante, él a su vez , ve las cosas con
ojo favorable para el atropellador, y resulta , en ciertos ca-
sos, implacable para con el atropellado .
Es que todo sentimiento reprimido en lo subconsciente
encuentra siempre ocasión de revelarse en los actos huma-
nos, como dicen ahora los psicoanalistas ; el que " el corazón
tiene sus razones que la razón no conoce ", como dijo hace
tiempo el filósofo, y es que " cada cual habla de la feria
como cree que le puede ir en ella ", según ha dicho siempre
la ciencia popular con una agudeza, perspicacia y exactitud
psicológicas insuperables.

Pero yo no atribuyo solamente a la influencia perturba-


dora del sentimiento la falta de corespondencia entre la
realidad y la versión del doctor Miró Quesada . Aun fuera
de esta intervención concurren a infundirnos dudas sobre
la exactitud objetiva de ese testimonio otras razones psi-
cológicas que es menester rememorar.
Es una verdad elemental en psicología que para que una
percepción pueda tener alguna correspondencia con la rea-
lidad es menester que se haya desplegado cierto grado de
atención para adquirirla. Pues bien, señores vocales, al se-
ñor doctor Miró Quesada y a los demás testigos que han
620 JOSÉ SANTOS CHOCANO

declarado en el proceso se les ha solicitado que informen


sobre los hechos que probablemente menos pudieron haber
atraído su interés en el momento del suceso, y sobre los
cuales, por supuesto, más imperfecta, incompleta e inciden-
tal ha sido su visión .
En efecto, es absolutamente indiscutible que al darse
cuenta el señor director de El Comercio del incidente per-
sonal que se producía en el patio de su imprenta , en ningún
momento pudo haber previsto su futuro papel de testigo en
este juicio y, por lo tanto , su atención no pudo ser particu-
larmente solicitada hacia el problema de agrimensura de
calcular distancias entre los contendores, ni hacia la labor de
cronometrista de medir transcursos, ni hacia la función (de
filmador de películas) de ordenar y precisar la insólita y
violenta escena que se desarrollaba ante él . Esas fueron , se-
guramente, para él observaciones colaterales, indistintas y
apartadas enteramente de los puntos céntricos que en esos
momentos embargaban los sobresaltos, inquietudes y aper-
cepciones de su espíritu .
Analizando uno por uno los diversos aspectos de la ver-
sión del doctor Miró Quesada , nos convenceremos de la im-
posibilidad psicológica de que el testigo pueda haber sor-
prendido en inmovilizaciones sucesivas los detalles del en-
cuentro, y que, por lo tanto , el relato que ha dado a la Jus-
ticia haya podido reproducir, como reproduce una cinta ci-
nematográfica las atropelladas y vertiginosas etapas del
lance.
El doctor Miró Quesada, por ejemplo, ha indicado que
el alejamiento en que se encontraban los contendores en el
momento del disparo era de tres metros y diez centímetros .
Ninguno de los otros testigos ha marcado distancias ; pero
aun en el caso de que lo hubieran hecho en la misma forma,
y coincidiendo, hasta en los centímetros y milímetros , yo ,
sin poner en duda la buena fe de ninguno, estimaría el he-
cho como una coincidencia en el error y seguiría dudando
de la aseveración de todos .
Y no me baso para ello en ningún esceptimismo perso-
nal , sino en estudios y observaciones de carácter psicológi-
co que acreditan la poquísima fe que puede atribuirse a tes-
timonios de la especie del que nos ocupa .
En efecto, dentro de la síntesis sensible a que se debe
la percepción del espacio, la estimación de las distancias es
EL LIBRO DE MI PROCESO 621

la más difícil y la más sujeta a errores . Supone, aparte de


una serie de sensaciones visuales, vagas sensaciones quines-
tésicas de acomodamiento ocular y la previsión de una serie
de sensaciones, de movimiento . De esta complejidad depen-
de la inseguridad objetiva de tales perceptos.
De otro lado, numerosísimas investigaciones de psicolo-
gía experimental acreditan la tendencia uniforme de todos
los observadores a supervalorar ciertas distancias y a in-
fravalorar otras. La ciencia nos dice, pues, categóricamente.
que en lo que respecta a cálculos de esta especie, el error
sensorial y la evaluación inexacta son la ley.
¿Y cuáles son, señores, las distancias y los tiempos que
se supervaloran? Son , precisamente, según los prolijos estu-
dios experimentales de Marbe y de Erismann, las distancias
muy cortas y los tiempos muy rápidos . El hecho, pues, que
el doctor Miró Quesada haya señalado los aludidos tres
metros inclina de primera intención el espíritu del conoce-
dor de la ley psicológica esbozada a creer que la proximidad
ha sido menor. Y si a ello se agrega que el propio Elmore
ha estimado esa distancia en la mitad de la que calcula el
doctor Miró Quesada, esta inclinación nuestra se convierte
en la más completa certidumbre.

Si esto ocurre, señores vocales, en lo que respecta a la


proximidad o alejamiento, en lo que se relaciona con la ac-
titud asumida por Elmore antes del disparo abrigo el mis-
mo escepticismo. La declaración del doctor Miró Quesada
a este respecto corresponde a la percepción multisensorial
de movimiento , a lo que se llama en psicología una percep-
ción cinemática que, por ser la más compleja de todas , es
en consecuencia la más feliz . La percepción de movimientos ,
y más aún de movimientos vertiginosamente rápidos , supo-
ne la concatenación de una multiplicidad de sensaciones
visuales difícilmente discernibles y, sobre todo, la restaura-
ción psíquica del orden y celeridad de esas sensaciones coin-
cidente con la sucesión y celeridad objetiva de los movi-
mientos reales . Esa aprehensión de todos los instantes fu-
gaces de un acontecimiento en su natural decurso requiere
la fijación de tal ensartamiento de simultaneidades y de su-
cesiones que la finura perceptiva que ello requeriría es difí-
622 JOSÉ SANTOS CHOCANO

cil de encontrar aun en individuos que, como los jefes de los


gabinetes de Psicofísica, se adiestran especialmente para di-
cho objeto y han adquirido el hábito de realizar tales expe-
rimentos .
Pero voy también con un ejemplo curioso y reciente a
ilustrar definitivamente este punto.
Hace unos cinco o seis años se realizó en Francia un tor-
neo de pugilismo entre Georges Carpentier y el senegalés
Siki, en el que resultó vencedor el segundo. Terminada la
justa, el francés se quejó ante los jueces de haber recibido
una zancadilla, y atribuyó a las resultas de ese recurso ve-
dado el haber perdido el encuentro. El juez del partido des-
estimó el reclamo , pues ni él, ni sus ayudantes , ni las treinta
o cuarenta mil personas que presenciaron la pelea percibie-
ron este hecho. Carpentier, entonces, pidió que se corriese
ante los jueces la cinta cinematográfica del torneo y tam-
poco se pudo percibir la zancadilla. El ex campeón, sin em-
bargo, seguía sosteniendo impertérrito haberla recibido . A
alguien se le ocurrió volver a pasar la cinta con marcada
lentitud , y entonces, ante la estupefacción de todos, apare-
ció nítidamente la comisión de la falta.
Permitidme, pues, señores, que, como Carpentier, contra
la declaración del doctor Miró Quesada y de su primo don
Tomás, yo , después de rendirles todas las pleitesías de mi
estima, me atreva a negar la exactitud objetiva del testimo-
nio de ambos y conceptúe que el brusco movimiento de El-
more, al retirarse hacia la pared y poner las manos en alto ,
sea el que adoptó después de ser herido cuerpo a cuerpo y
no el ejecutado antes de recibir el proyectil.
Y, en efecto, señores, ¿ qué explicación lógica podría dar-
se a esa actitud, si efectivamente hubiera sido asumida por
Elmore antes del disparo ? ¿ Sería que Elmore imploraba la
conmiseración de Chocano ?
No, señores jueces. El arranque de Elmore al intervenir
en una polémica en la que era un extraño , el tenor del ar-
tículo agresivo que pretendió publicar en La Crónica, el
guantazo que lanza a Chocano en la conferencia por radio,
su altivez durante la conversación telefónica, el tono de la
carta retadora que quiso publicar en El Comercio, el hecho
de haber pasado toda la tarde buscando a Chocano para
agredirie, la forma instantánea y ensañada como le acome-
tió cuando le tuvo a su alcance, todo ello está revelado que
EL LIBRO DE MI PROCESO 623

Elmore no era un cobarde capaz de amainar en sus ímpetus


rencorosos y vengativos tan sólo por el hecho de ver a Cho-
cano blandiendo un arma.
La actitud de Elmore, al agazaparse contra la pared, ha
sido la posición natural del hombre herido que busca un
punto de apoyo para sus energías que flaquean. El hombre
que se espanta ante un arma de fuego, huye o se esconde,
no se inmoviliza presentando blanco a tres pasos de su pre-
sunto victimario .
Si la psicología hace inverosímil la atestación del doc-
tor Miró Quesada, la lógica y el examen de los instintos la
rechazan y excluyen por completo.

¿Pero emanará de lo expuesto que el doctor Miró Que-


sada es un testigo falso ?
Bastante tardo de comprensión confesaría ser el que cre-
yese que tal es la conclusión que se desprende del anterior
análisis, pues revelaría no haber entendido una palabra de
la larga explicación que he hecho sobre el curso espiritual a
que obedece la percepción, ni haberse dado cuenta de las
leyes psicológicas que he analizado en relación con el intrín-
seco contenido de las representaciones y con respecto a la
repercusión que los procesos emotivos ejercen en la concien-
cia. Hoy se sabe, señores vocales , que, a espaldas de la bue-
na fe del sujeto , la conciencia sensitiva es eminentemente
falaz y que la mayor parte de los testigos que inducen a
error a los jueces han sido por su propia conciencia subcons-
cientemente engañados, y sus versiones son, por tal motivo ,
inconscientemente engañosas .
Yo me pregunto, señores : ¿ Mentirá por ventura aquel
que después de percibir el fogonazo de un arma de fuego
cree sentir ya el disparo antes de que efectivamente las on-
das sonoras hayan llegado hasta sus órganos auditivos?
¿Mentirá por ventura el pasajero que después de desembar-
car de la nave sigue sintiendo en tierra firme el balanceo del
navío? ¿Mentirá por ventura el ex combatiente de la última
guerra al seguir después de varios años sintiendo en sus
tímpanos el horrísono fragor de los bombardeos ? No , seño-
res jueces. Todos ellos pueden ser caballeros muy distingui-
dos y sujetos muy veraces ; pero nada de eso les libra de
624 JOSÉ SANTOS CHOCANO

sufrir un fenómeno frecuentísimo : todos ellos son víctimas


de una ilusión.
Y en este proceso , señores vocales, los testigos que han
sido examinados por la Justicia han sufrido toda la gama
imaginable de las ilusiones y de las alucinaciones. Véase al
respecto cómo don Eduardo Derteano y don José Carlos
Liosa declaran haber visto a Elmore con la ropa "azul ma-
rino" que ha presentado la familia, mientras que otros tes-
tigos de tanta calidad y cultura, como el doctor Porras
Barrenechea y el interno Raffo , manifiestan que el día del
suceso Elmore usaba un vestido " gris claro ", que en los ojos
sencillos del conductor de automóvil que condujo al herido
al Hospital Italiano cobra netos tintes " plomitos ", y que
en las doctas retinas del señor juez Samanamud adquiere
inciertas y desteñidas tonalidades " café con leche" .
Véase por otro lado cómo el revólver " Colt", calibre 32,
que usó Chocano, y que entregó en propias manos al doctor
Miró Quesada, se convierte, en la versión suministrada por
El Comercio, en un revólver "Smith Watson", calibre 38.
Véase cómo mientras que don Gabriel Saco Salinas declara
que antes de que se produjera el disparo don Antonio Miró
Quesada se encaminó hacia donde estaban los contendores,
don Tomás Miró Quesada , por su parte, sostiene que fué él
quien se acercó a Chocano para contenerle la mano y que
fué el poeta quien " llamó a voces" a don Antonio. A su vez,
don Eduardo Derteano afirma que fué él quien contuvo el
brazo armado de Chocano hasta el momento en que se pre-
sentó el doctor Antonio Miró Quesada , mientras que por su
parte Froilán Miranda declara que él también intentó qui-
tarle el revólver. Indudablemente el hecho de saber quién
fué el testigo que llegó a sujetar el brazo armado de Cho-
cano " después del disparo " carece absolutamente de impor-
tancia procesal ; pero si la tuviera, ya me imagino yo , seño-
res de la Sala , vuestros apuros para precisar cuál de los tes-
tigos fué, efectivamente, quien llevó a cabo tal acción, y
hasta me atrevo a temer que podría asaltaros la creencia de
que ninguno lo hizo.
Véase , pues , señores vocales, si es posible atenerse en
este proceso a los dichos desconformes, contradictorios e in-
compatibles de los cultísimos, imparciales y honorables tes-
tigos que presenciaron el suceso .
EL LIBRO DE MI PROCESO 625

Pero lo curioso, señores, y lo que seguramente asombra-


rá a los bienaventurados que se contentan con las luces del
sentido común, sin escrutar un poco en los dominios de la
ciencia, es que ciertas superioridades o aptitudes que sirven
para calificar o autorizar intelectualmente a un hombre son
las que precisamente le descalifican y desautorizan como
testigo. Y eso pasa, desgraciadamente, con los distinguidos
caballeros que han declarado en este proceso.
En efecto, como lo hemos hecho ya notar, el testigo que
percibe un hecho no lo transcribe ni calca literalmente en
su conciencia , sino que lo asimila e integra siguiendo sus
particulares disposiciones mentales. Pues bien, señores , en-
tre estas particulares disposiciones mentales las más temi-
bles, desde el punto de vista de la psicología forense, son la
llamada inclinación del "erudito ", que explica, interpreta ,
elabora y justifica sus datos sensoriales y la del " imagina-
tivo ", que los recompone, adorna , adereza y sazona.
De allí que hoy se sepa que, precisamente, el testigo más
culto es aquel contra quien hay que ponerse preferentemen-
te en guardia. Hoy se sabe que cada profesión tiene sus par-
ticulares "vicios de refracción " y que para los individuos
que las ejercen los ojos son verdaderos aparatos de adulte-
ración de la realidad . Hoy se sabe que, poniendo de lado a
los niños, entre los adultos son los escritores los que al res-
pecto se toman las mayores libertades. En efecto , si el poe-
ta y el novelista ven la realidad tras la lente de su propia
fantasmagoría, el periodista , además de tamizarla a través
de su propia imaginación, la filtra todavía a través o de la
imaginación de su partido o de los gustos de la clientela de
su diario .
Los hombres de letras son, pues, profesionales de la ima-
ginación, diestros cultivadores de la metáfora, de la alego-
ría y de la hipérbole. Como dice Taine : " La verdad no pue-
de salir de sus manos sino como una mujer de su tocado ,
pintada, polveada, acicalada y peripuesta. " Los señores li-
teratos, escritores y periodistas son, pues, inclinados siem-
pre a dar de las cosas una impresión subjetiva , prismática,
aureolada e irreal , y no pueden dejar de novelar, pulir y ame-
nizar las versiones que rinden. Y hay que ser indulgentes
con ellos, porque en eso estriba todo el arte y la técnica
de su oficio , y como es un axioma biológico y psíquico que
"la función crea el órgano ", aun cuando ellos actúan ex cá-
40
626 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tedra, no pueden evadirse de las predisposiciones y hábitos


adquiridos en la cátedra. De allí con cuánta cautela hay
que compulsar la fidelidad y correspondencia de sus obser-
vaciones con la realidad .
Por eso yo me atrevo doctrinariamente a pensar que,
por interés de la Justicia, sería de aconsejar a los magistra-
dos que se guarnecieran y parapetaran de mayor compos-
tura, serenidad y dominio de sus nervios, ante los bien re-
dactados testimonios de los señores intelectuales que ante
los corpóreos encantos y las esculturales morbideces de Fri-
né ; y por eso también , desde el punto de vista absolutamen-
te científico en que estoy desenvolviendo mis apreciaciones,
y sin que entre en mi espíritu, por un instante, la pueril
tentación de hacer una frase o de confeccionar un chiste, me
atrevería a decir que la cosa más infausta que ha podido
ocurrirle a Chocano es que hayan resultado testigos presen-
ciales de su altercado con Elmore el conjunto de distingui-
dos periodistas, escritores , reporteros y cronistas que pulu-
laban el día del suceso en los patios , ventanillas y oficinas
de la imprenta de El Comercio.

Curiosas son, señores, las aparentes paradojas de la


ciencia. En vez de la declaración de un hombre de letras,
preferible es, desde el punto de vista de la exactitud, el tes-
timonio de los hombres vulgares. En efecto, los ignorantes
hacen relatos pesados y prolijos , recargados de detalles ; se
dejan llevar por desordenadas asociaciones de ideas ; se sa-
len con frecuencia de los puntos interesantes, para sumer-
girse en una serie de pormenores fatigosos y desconectados
de lo principal ; pero su limitada imaginación y su innata
desconfianza en ellos mismos les hacen ser escrupulosamen-
te objetivos.
Los hombres inteligentes y cultos, por el contrario, aun-
que tengan más noticia de las leyes que he expuesto, depo-
sitan una gran dosis de ingenua confianza en la fidelidad
de sus propias impresiones y recuerdos, y, por lo tanto, se
atreven a hacer afirmaciones perentorias y contundentes, y,
cuando alguien pone en duda sus testimonios , se llaman a
ofendidos y creen que se duda de su honrada e infalible pa-
labra. Les pasa, señores, a los testigos cultos lo que a cier-
EL LIBRO DE MI PROCESO 627

tos enamorados incorregibles, que, no obstante el copioso


caudal de los desengañados que en el mundo han sido , se
obstinan en cifrar confianza en los divinamente mentirosos
juramentos de sus damas.
Felizmente, en el caso presente es tan elevada la cultura
intelectual de los señores testigos que han depuesto en este
proceso, que estoy seguro que ninguno de ellos ha de hacer
a su propia comprensión la ofensa de amostazarse y de re-
procharme el que les atribuya yo propósitos malévolos para
mi defendido .

De toda la larga disertación en que me he detenido so-


bre el ningún valor de la prueba testimonial en este proceso
se deduce que hay que buscar en otra fuente los elementos
para apreciar la realidad de los hechos . Y esa fuente no pue-
de ser sino la ciencia.
Si la ciencia nos dice, señores magistrados , que la herida
sufrida por Elmore sólo ha podido ser inferida en una lucha
cuerpo a cuerpo, como afirma Chocano, o a muy poca dis-
tancia , como sostiene el propio Elmore, la reconocida cultu-
ra de don Antonio Miró Quesada y de su primo don Tomás
tendrá que rendirse ante la evidencia , o de que ambos han
padecido una ilusión o que don Tomás se ha sugestionado
con la ilusión de don Antonio.
La palabra de un hombre de honor podrá merecer toda
la fe que le otorgue el público consenso ; pero la palabra de
la ciencia impone su valor imperativo, irrefutable y objeti-
vo sobre todas las impresiones y constataciones indivi-
duales.
Y la ciencia, señores magistrados , demuestra que es im-
posible que los hechos se hayan producido en la forma como
ambos señores Miró Quesada los relatan.

Estimo que todos estaremos de acuerdo respecto a que


nunca se ha sometido a la consideración de los Tribunales
del Perú proceso más resonante y que haya interesado tan-
to a la opinión como el que motiva esta audiencia. El señor
juez instructor quiso, sin embargo, ofrecer un ejemplo de
628 JOSÉ SANTOS CHOCANO

máxima celeridad en el procedimiento y, lo que no ocurre


nunca con las causas más triviales , a los treinta días dió la
investigación por terminada y fué elevado el sumario a este
Tribunal Correccional. El señor fiscal encontró algunos va-
cíos en la instrucción , y estimando que no era posible formar
juicio definitivo sobre los hechos, por existir versiones en
desacuerdo, quiso que sobre la anárquica subjetividad de las
declaraciones testimoniales elevase la ciencia una prueba
objetiva, encaminada a determinar gráficamente la trayec-
toria del proyectil en el cuerpo del herido para , de ese modo,
precisar, tanto la línea de tiro exterior, cuanto la distancia a
que pudo haberse realizado el disparo y la posición respec-
tiva de los contendores .
Sólo existían en el orbe tres personas capacitadas para
ilustrar a la Justicia sobre los puntos indicados por el señor
fiscal , y eran los tres profesionales que habían tenido opor-
tunidad de examinar, antes y después del suceso, las vísce-
ras vulneradas del herido. Nadie, absolutamente nadie, fue-
ra de ellos, podía, sin previa exhumación del cadáver, pre-
cisar los hechos cuya puntualización y esclarecimiento se
demandaba .
Estos tres profesionales eran el doctor Guillermo Gas-
tañeta, que llevó a cabo una intervención quirúrgica en el
vientre de Elmore, y, de otro lado, los doctores Américo Ac-
cinelli y Adrián Pastor, que realizaron la autopsia del ca-
dáver, precisamente para determinar las causas mediatas
e inmediatas de la muerte.
Pero el señor juez creyó, sin embargo, que estos tres fa-
cultativos no estaban bien capacitados para indicar el resul-
tado de su directa y personal constatación y recurrió a la
iluminada videncia del doctor Leónidas Avendaño para que
fuese éste el que, sobre su bufete, invocando a los espíritus,
y sin otros elementos que su audacia inventiva y recons-
tructiva, elucubrase la gráfica de una trayectoria cuyas hue-
llas, indicios o rastros en el cuerpo del herido no había teni-
do oportunidad de observar en forma alguna.
El señor juez instructor, del mismo modo como llega a
inspirarle más fe la aseveración de que la ropa que vestía
Elmore el día del suceso era de color " azul marino ", porque
ésa fué la impresión de don Eduardo Derteano y de don
José Carlos Llosa , no obstante que el vestido que él perso-
nalmente vió en el Hospital Italiano era de tonalidades " café
EL LIBRO DE MI PROCESO 629

con leche", también , siguiendo los inescrutables criterios de


su lógica, encomendó determinar el rumbo del proyectil en
el cuerpo de Elmore a las dotes adivinatorias de un faculta-
tivo que no había tenido ocasión de examinar en ningún mo-
mento las vísceras del herido , y desdeñó los datos irreempla-
zables y únicos que habrían podido suministrarle los tres
profesionales que detenida y concienzudamente habían reali-
zado tal exploración .
El señor juez , al hacer la designación , y el profesor Aven-
daño, al aceptar el cometido , olvidaron que hasta los arús-
pices, sacrificadores y hechiceros de antaño, remotos precur-
sores de la disciplina médicolegal, a pesar de que contaban
con la ignorancia y fanatismo generales, creían necesario, an-
tes de formular sus vaticinios, llenar el expediente de exami-
nar las entrañas de las víctimas inmoladas, y que, aun las
brujas y los curanderos de hogaño, para dar cierto cariz
científico a sus supercherías, exigen que se les ponga a la vis-
ta, por lo menos, un mechón de los cabellos arrancado a la
persona en cuyo cuerpo deben " hacer entrar el daño " o del
cual tienen que " sacar el susto ".
Este dictamen emerge, pues, señores , con un defecto ló-
gico congénito, que hace que, de primera intención y sin
examinarlo, tengamos que mirarlo ya con desconfianza . No
reposa en la observación , que es la fuente de la ciencia, sino
en un alarde imaginativo que, cuando no parte del estudio
de los hechos, conduce a la inseguridad y al error. No se
basa en constataciones personales y directas obtenidas por
su autor, sino que es un temerario esfuerzo inductivo sobre
materiales de tercera mano basado en fragmentos de un
acta y de un protocolo de autopsia, considerados por el pro-
pio dictaminante como deficientes e incompletos , y en unos
cuantos datos anatómicos complementarios que telefónica-
mente suministra el doctor Accinelli a un amigo suyo y que
este amigo, a su vez , retransmite con más o menos fidelidad
al doctor Avendaño y probablemente por el mismo medio
de comunicación . Por último , el dictamen utiliza también
algunas otras indicaciones anatómicas, proporcionadas, a su
turno, no sé si también por la vía telefónica , por el cirujano
Gastañeta .
En este siglo, del time is money y de las extravagancias
para obtener rapidez y velocidad , le estaba reservado al se-
ñor médico legista, autor del dictamen, la excentricidad de
630 JOSÉ SANTOS CHOCANO

resolver complicados problemas de anatomía topográfica por


ei yanqui procedimiento de encomendar a la dactilógrafa la
averiguación de los datos concretos respectivos , mediante la-
cónicos y expeditivos telefonazos.
Este documento pericial que si hubiese emanado de al-
guno de los profesionales hábiles para expedirlo , pudo tener
todos los caracteres de la circunspección técnica, nacer a tér-
mino y presentarse por las vías naturales de la observación
y del análisis científico, aparece, por el contrario, como un
trabajo a la minuta y como una aventurada tentativa de in-
terpretación venida sin miramiento alguno a este proceso
' por las vías cesáreas del empirismo, de la inseguridad y del
tanteo.
El agua bautismal que sobre este documento hisopan el
señor juez Samananud y el señor fiscal de esta corte, no lo-
grará nunca lavarle la falta original con que ha nacido a la
vida. Ni el más benevolente confesor puede, por otra parte,
absolverle, sin previa y solemne retractación, de los graves
pecados en que ha incurrido después.

Pero hay algo muy serio todavía, señores magistrados.


Como ya lo hemos recordado, al perito se le encomendó, por
toda labor, determinar la trayectoria del proyectil en el cuer-
po del herido. Para ello, como es natural, le era menester co-
nocer con absoluta precisión los puntos de ingreso y de alo-
jamiento de la bala y las vísceras vulneradas en el trayec-
to. Como hacía ya dos meses que se había inhumado el ca-
dáver de Elmore, esos datos , y cuantos otros le fuesen nece-
sarios para su trabajo, sólo podía buscarlos el perito en el
acta y en el protocolo de la autopsia. Pero al señor doctor
Avendaño le dió el pálpito de que esos documentos eran de-
ficientes, contradictorios e imprecisos en todo su contenido,
y para colmo de contratiempos y desventuras le atacó la
sospecha de que ellos incurrían en error , precisamente en el
señalamiento del orificio de ingreso en la piel y del aloja-
miento del proyectil en el hueso de la cadera . Se le encomen-
daba, pues , trazar una ruta y se le daban como puntos de
partida y de llegada dos datos en su concepto falsos . Sien-
EL LIBRO DE MI PROCESO 631

do , como yo no puedo dudarlo, sinceras estas corazonadas


del perito, resultaba absolutamente incapacitado para inten-
tar siquiera la labor que se le encomendaba , pues carecía de
los datos de hecho indispensables para iniciarla y acome-
terla.
Pero, felizmente, tal situación no era irreparable, y dos
caminos francos se presentaban al perito para entrar en po-
sesión de los datos que le faltaban.
De un lado, podía asesorarse con el doctor Accinelli, au-
tor de la necropcia, para que le precisase, gráfica e incontes-
tablemente , las ubicaciones exactas de la herida de entrada,
del punto de alojamiento del proyectil y de la trayectoria in-
traabdominal, o si no le inspiraban fe los datos que ese dis-
tinguido profesional pudiese suministrarle, entonces , para
atreverse a desmentir las observaciones recogidas por aquél
sobre la mesa de autopsia , no había otro recurso que solici-
tar la exhumación del cadáver de Elmore, para rectificar so-
bre las vísceras y sobre los huesos mismos los datos que es-
caparon a la atención o competencia de su colega.
El señor perito no hizo , desgraciadamente , ni lo uno ni lo
otro. Una menuda quisquilla profesional le impedía consul-
tarse con el doctor Accinelli . Un sentimiento seguramente
de consideración hacia los deudos de Elmore le impidió so-
licitar el nuevo examen del cadáver. Llegó a excusarle la
primera debilidad , y respeto y comparto el segundo escrúpu-
lo ; pero véome en el caso de decir al señor perito que si tan
insuperables obstáculos le impedían llegar a la adquisición
de la verdad y le imposibilitaban materialmente realizar su
cometido , ello ha debido ser para él signo evidente de que
el destino conspiraba contra su ferviente deseo de intervenir
en este proceso, ya que circunstancias de orden exclusiva-
mente personal le impedían llegar al conocimiento de los pun-
tos de partida exactos, sobre los cuales está en el deber de
reposar un trabajo científico y más aún si ha de servir, como
en este caso, de sustentáculo a una decisión judicial, entre
cuyas eventualidades cabía la de enviar a presidio a un ilus-
tre e insigne compatriota .
De lo expuesto resulta, pues, que si el señor juez instruc-
tor no anduvc atinado al designar como perito en este jui-
cio al doctor Avendaño, éste, a su vez, cometió una imper-
donable ligereza al aceptar un encargo para cuyo probo
632 JOSÉ SANTOS CHOCANO

desempeño estaba, como hemos visto , personalmente inca-


pacitado . Mi defendido hizo , por eso , bien en recusarlo ; y el
perito hizo mal en desoír la repulsa y en redactar y presen-
tar su elucubración.

Continuando nuestro examen sobre las condiciones ge-


nerales del peritaje resulta, señores magistrados, que, intrín-
secamente este dictamen no se presenta como fruto de un es-
tudio sereno e imparcial.
Si algo caracteriza, por encima de todo, a la ciencia , es ,
precisamente , su objetividad y su despersonalización . En
todo trabajo científico , producto de las más altas y selectas
actividades del espíritu , deben estar absolutamente ausen-
tes las pequeñas pasiones humanas, los prejuicios individua-
les , los intereses de momento , los afanes de corroborar tesis
preconcebidas y el deseo de congraciarse con opiniones par-
ticulares por respetables que parezcan .
El dictamen tiene a estos respectos las peores taras cien-
tíficas que de plano le invalidan , desvalorizan y condenan .
Lo alienta una pareja de prejuicios . Lo contamina otra pa-
reja de pasiones . Del lado excusable de los compradazgos y
camaraderías todo él está animado ostensiblemente del afán
de corroborar y otorgar precisión matemática a la versión
del doctor Miró Quesada y de defender a todo trance la pe-
ricia del cirujano que operó a Elmore. Del lado imperdona-
ble de las antipatías y odiosidades en cada una de las líneas
del dictamen se manifiesta el desembozado propósito de cri-
ticar la autopsia realizada por el actual director de la Mor-
gue, contra quien el doctor Avendaño profesa notorios y an-
tiguos enojos . Por otra parte, en el documento parece tam-
bién traslucirse que su autor no olvida que contra él ha re-
caído una recusación formal de mi defendido.
Al dictamen, pues, lo maculan y afean dos rencores y lo
ofuscan dos simpatías. En lugar de beber en las claras lin-
fas de la observación imparcial y objetiva, abreva en las
aguas turbias de los resentimientos individuales y encauza y
canaliza sus conclusiones, para hacer una rendida pleitesía
de salón al doctor Antonio Miró Quesada y para ofrendar
un tributo de solidaridad académica al doctor Guillermo
Gastañeta .
EL LIBRO DE MI PROCESO 633

Hay, pues, en la portada misma de este dictamen cuatro


factores de apasionamiento personal que nos inducen nue-
vamente a intensificar contra él nuestras desconfianzas y re-
celos.

Pero este propósito de poner su ciencia al servicio de la


versión de los señores Miró Quesada no es una imputación
aventurada, tendenciosa o deductiva del abogado que ha-
bla, sino que es el propio perito quien desembozada y pala-
dinamente confiesa su empeño cuando en la tercera con-
clusión del dictamen dice textualmente lo siguiente : "La re-
lación hecha por los testigos presenciales del hecho con-
cuerda perfectamente con los postulados de la ciencia mé-
dicolegal. "
Estas palabras nos dan la clave para interpretar este
curioso documento pericial .
"La relación hecha por los testigos concuerda con los pos-
tulados de la ciencia médicolegal. "
Todo aquel que haya leído un tratado de lógica sabe , se-
ñores magistrados, que la ciencia reposa sobre tres clases
de principios : los postulados , los axiomas y las leyes .
Las leyes son verdades demostrables , porque encuentran
la corroboración de los hechos, o porque desprenden natu-
ralmente su verdad de otras leyes cuya certidumbre está ve-
rificada . Las leyes son, pues, principios que tienen la supre-
ma garantía de su demostración experimental .
Sólo hay leyes propiamente dichas en las ciencias físicas
y naturales . Los axiomas son verdades cuya sola enuncia-
ción contiene ya la prueba de su verdad . Negarlos es negar
la ilación misma del pensamiento . Un axioma reposa en la
imposibilidad mental de poder concebir lo contrario.
Hay axiomas solamente en las ciencias matemáticas.
Los postulados , por su lado , son principios más bien filo-
sóficos que científicos, cuya verdad nos vemos en el caso de
admitir, porque, de no hacerlo , otras verdades ya aceptadas
quedarían sin explicación ,
Para el perito informante hay que admitir la verdad de
"los postulados médicolegales " que él se atreve a inventar,
porque sin ellos la versión del doctor Miró Quesada queda-
ría sin explicación .
634 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Como se ve, señores vocales , en vez de que la ciencia en-


cumbre la dignidad de sus principios sobre la falaz subjeti-
vidad de los dichos y testimonios inseguros y falibles de los
hombres, la pobre es , por el contrario, trajeada con vesti-
dos de Corte para ir a hacer genuflexiones , zalamerías y cum-
plidos a la versión del doctor Miró Quesada..
Voy a permitirme decir al señor profesor de Medicina
Legal de la Universidad Mayor de San Marcos que no exis-
ten postulados de ninguna clase en la ciencia cuya cátedra
regenta ; que sólo se aceptan esos principios en la fundamen-
tación de las más elevadas leyes cósmicas y en la funda--
mentación de las más elevadas leyes morales ; que estable-
cer postulados en la ciencia médicolegal a la manera que él
los entiende, es rebajar esta disciplina de su categoría de in-
vestigación científica para convertirla en una técnica inferior,
acomodaticia e industrial como la arquitectura, que aplica las
leyes de la mecánica y de la ingeniería a los gustos , excen-
tricidades y caprichos del propietario que contrata a un pro-
fesional para que le edifique una vivienda...
He de recordarle que la Medicina , ciencia en que el se-
ñor perito está graduado, es disciplina de observación que
aspira a formular leyes y en la que, por tanto, todo alarde
de imaginación y todo proceso especulativo solamente ad-
quiere valor cuando se edifica sobre los hechos y recibe la
confirmación de la realidad .
He de informarle, por otra parte, que el Derecho, ciencia
en que el señor perito se ejercita, es una disciplina normati-
va que formula preceptos y reglas de acuerdo con la reali-
dad y el interés social ; y he de advertirle , con toda firmeza
y severidad, que la facultad de castigar, que es la más grave
y trascendental atribución del Estado, no puede separar a
un hombre del consorcio civil ni marcarle con el estigma de
una condena , sino sobre la base de sólida certidumbre res-
pecto a los hechos que ha ejecutado y las responsabilidades
en que ha incurrido.
He de decirle, por último, que aunque para su fervor de
correligionario y de prosélito, la palabra del doctor Miró
Quesada tenga todos los signos de la omniscencia y todos los
caracteres de la pontifical infalibilidad, en los dominios de
la ciencia es tan extraña como las supersticiones del vulgo,
los perjuicios colectivos y las abusiones populares.
* * *
EL LIBRO DE MI PROCESO 635

Pero antes de seguir más adelante , señores magistrados ,


debo hacer una advertencia necesaria . Para vosotros y para
esta tribuna el dictamen en estudio es elemento de probanza
presentado en este juicio con la autoridad que le da su ca-
rácter pericial. Es, pues, para nosotros un trabajo científico
del cual, con toda libertad, podemos hacer disección y aná-
lisis . Ese dictamen lleva una firma . Lo lamento profunda-
mente, pues me resulta inevitable por exigencias de expre-
sión y de estilo tener, para criticar su contenido , que men-
cionar a su autor.
Si de algo quiere jactarse personalmente el abogado que
habla es de su circunspecta serenidad para apreciar hechos
que, antes de defender profesionalmente desde esta tribuna,
ha tratado de sopesar en su conciencia con la rectitud de
un juez.
Yo no traigo, pues, el propósito de discutir la capacidad
científica ni la reputación personal y profesional del doctor
Avendaño y mucho menos quiero, por supuesto , inferirle un
agravio. Pero sí, señores magistrados, intento pulverizar des-
piadadamente la arcilla amasada en ese dictamen, producto
de un prejuicio personal e inspirado y modelado por preocu-
paciones absolutamente extrañas a la ciencia.
Y hecha esta explicación que sólo querrá olvidar quien
quiera darse el placer de salir en defensa de un profesional a
quien sólo científicamente ataco, he de continuar haciendo
el análisis del documento pericial que aparece sobre su
firma.

Abordando ya el estudio intrínseco del peritaje encomen-


dado al señor profesor de Medicina Legal de la Universi-
dad, vemos que el autor del dictamen, para desmentir y refu-
tar a los médicos que realizaron la autopsia y para eludir
la versión de mi defendido , acude a las medidas y reconsti-
tuciones anatómicas que le proporcionan tres láminas que
asegura ser reproducciones de pelvis de hombre , miradas dos
de ellas de frente y la tercera desde su cara superior. Aquí
tenemos las tres aludidas figuras presentadas por el perito
con indicación de que son de tamaño natural. Confrontémos-
las con la pelvis ósea que ha traído aquí el doctor Accinelli ,
y nos resulta lo siguiente : o el dibujo de la pelvis hecho por
636 JOSÉ SANTOS CHOCANO

el doctor Avendaño corresponde al esqueleto de un niño de


pecho o la pelvis presentada por el doctor Accinelli corres-
ponde a la fósil osamenta de un gigante antediluviano . En-
tre una y otra hay una diferencia de seis centímetros de an-
chura. Pero como seis centímetros de diámetro hacen en este
caso treinta o cuarenta centímetros de circunferencia, resul-
ta que si los vientres han estado en relación con sus arma-
zones óseas entre los finados de donde provienen las pelvis
presentadas por los doctores Avendaño y Accinelli , ha debido
existir el mismo contraste que presentaban la escuálida cin-
tura del hidalgo manchego con el abdomen rozagante de su
no menos célebre escudero .
Pero yo , señores vocales , he traído por mi cuenta otras
dos pelvis , que son también mucho más grandes que la mi-
niaturizada por el perito, y no las he ido a buscar a las ca-
vernas del Cro- Magnon , donde han quedado restos de nues-
tros fornidos antepasados de la Edad de Piedra, sino que
las he tomado de los museos particulares de los médicos y de
los gabinetes de Historia Natural de los planteles de ins-
trucción . Como lo véis, todas ellas son notablemente mayo-
res que la reconstituída por el perito.
Los dibujos que sirven de apoyo al dictamen condenato-
rio del doctor Avendaño están en absoluto desacuerdo con
las proporciones normales de las pelvis humanas y no tie-
nen más valor que el que les da la ligereza del señor perito
que los ha imaginado, delineado y presentado ; las pelvis en
hueso humano que el doctor Accinelli ha traído y las que yo
exhibo tienen la decisiva autoridad de la experiencia, de la
realidad y de la anatomía . Pero la circunstancia que ofrece
extraordinaria gravedad para juzgar del ojo reductivo del
perito, es que él ejerce, como vamos a comprobarlo, una in-
fluencia decisiva en el texto del dictamen . Por una curiosa
casualidad , respetando la escala de las pelvis normales, la
trayectoria del disparo corresponde a la versión dada por
Chocano ; y es necesario recurrir a las pelvis liliputienses,
raquíticas y "sietemesinas" que ha dibujado el doctor Aven-
daño , para que pueda brindarse cobijo anatómico a la ver-
sión del doctor Miró Quesada.

Pero como si lo expuesto no fuera bastante, señores vo-


cales, ocurre que el perito , aun trabajando sobre las pelvis
EL LIBRO DE MI PROCESO 637

ad hoc que ha confeccionado su lápiz inexperto, se ve obli-


gado a cometer otros descuidos y a incurrir en nuevos olvi-
dos para poder llegar a las conclusiones que se propone.
En efecto, para determinar la trayectoria de la bala den-
tro de la pelvis y precisar así el ángulo de incidencia, el
perito se limita a tomar la distancia entre los planos late-
rales que pasan, uno por el orificio de entrada y el otro por
el punto de incrustación del proyectil y la distancia entre
los planos superior e inferior correspondientes a los mismos.
puntos. Pero siguiendo su invariable sistema de anotar lo
que puede desmentir y perjudicar a mi defendido y de olvi-
darse de lo que le beneficia y corrobora, pasa por alto tomar
la más importante de las distancias, la capital para el es-
clarecimiento de los hechos , o sea la existente entre los pla-
nos anterior y posterior que pasan respectivamente por los
puntos de ingreso y de alojamiento de la bala.
Resulta inconcebible e inaudito , señores, que en un dis-
paro hecho frente a frente , como todos están conformes que
se realizó aquel que hirió a Elmore , se deje de considerar
el rumbo del proyectil de adelante hacia atrás en el cuerpo
del herido y que el señor perito haya creído más necesario.
atenerse a la trayectoria lateral, como si el disparo se hu-
biese realizado sobre Elmore colocado de perfil con respecto
a mi defendido .
En efecto, los puntos de entrada y de alojamiento de la
bala no son los puntos extremos de la diagonal trazada en
una superficie, sino los puntos extremos de una diagonal
trazada en una figura cúbica . La trayectoria debe, pues, ser
precisada dentro de los moldes de la geometría del espacio,
dotado , que yo sepa , de tres dimensiones. Pero a los planes
del perito conviene atenerse a un espacio sintético de sólo
dos lados ; y por eso, para precisar el ángulo de la imagina-
ria trayectoria por él ideada, prescinde de la más significa-
tiva de las medidas , o sea la correspondiente al costísimo dis-
tanciamiento entre los planos anterior y posterior, que reve-
la la casi verticalidad del disparo y, por lo tanto, la proximi-
dad de los contendores en el momento de efectuarse aquél.
Pero profundizando un poco en el asunto , damos , como
siempre, con la clave de las amnesias del perito . Entre los
planos laterales hay diecisiete largos centímetros , que si el
disparo se hubiera hecho de costado se podrían utilizar a
maravilla para apoyar la versión Miró Quesada del aleja-
638 JOSÉ SANTOS CHOCANO

miento de los contendores, mientras que entre los planos


anterior y posterior hay apenas cinco cortísimos centímetros,
que habiendo sido efectuado el disparo de frente demues-
tran, sin réplica posible, la cercanía de los contendores y,
por consiguiente, la verdad absoluta de la versión de Elmo-
re y de la versión de mi defendido .

Pero pasemos, señores, a otro descuido del señor perito.


Antes de acometer sus análisis y sus críticas el doctor Aven-
daño , cumple , como es de uso, con enumerar los elementos
que ha aprovechado en la confección del dictamen, y refi-
riéndose al acta y protocolo de autopsia manifiesta que,
entre lo poco que puede utilizar de dichos "incompletos y
deficientes " documentos, figura este dato : "la zona de ero-
sión es algo elíptica , de eje oblicuo interno, con doce milí-
metros de eje mayor por diez de eje menor, apergaminada
en el segmento inferior de su parte superior ".
El abogado que habla ha buscado , línea por línea, en el
dictamen el uso que ha hecho el doctor Avendaño de este
importantísimo dato, y resulta que la pésima memoria del
perito lo ha olvidado por completo . Y tal omisión no es
tampoco, como las otras, un descuido sin importancia , sino
que, por una nueva e infausta casualidad para mi defendido ,
ella envuelve la prescindencia de uno de los datos objetivos
más concluyentes para corroborar la versión de Chocano y
para ponerlo de lado la suministrada por el doctor Miró Que-
sada. Y vamos a demostrarlo.
Cuando un proyectil incide oblicuamente sobre un cuerpo
sólido, pueden ocurrir dos fenómenos . Si el cuerpo es tan duro
y resistente que la bala no puede perforarlo, el choque hace
que aquélla desvíe completamente su recorrido, siguiendo
una dirección más o menos semejante a la que adopta una
bola de billar enviada sesgadamente contra una de las ban-
das de la mesa . Por el contrario, si el cuerpo sobre el que el
proyectil incide oblicuamente no es tan duro como para re-
botarlo, éste, antes de introducirse en aquél , produce super-
ficialmente lo que llamaríamos un " raspetón ", es decir, una
contusión producida por el resbalamiento tangencial de la
bala sobre la superficie que le ha servido de blanco .
Esta acción de los proyectiles en el contorno de las he-
EL LIBRO DE MI PROCESO 639

ridas se llama en Medicina Legal " la zona de erosión" o de


lastimadura , que es concéntrica al orificio de entrada en los
disparos que caen perpendicularmente sobre la piel y excén-
trica cuando la bala ha incidido oblicuamente adoptando, por
lo tanto, una forma elíptica.
Pues bien, señores magistrados ; si el anillo de contusión
que rodea el orificio de entrada del proyectil en el vientre
de Elmore es pronunciadamente elíptico en la dirección de
arriba a abajo, eso indica un tiro rasante venido de alto y
hay que convenir en que el disparo se produjo durante la
lucha cuerpo a cuerpo, pues siendo las estaturas de heridor
y herido prácticamente iguales , sólo a esa proximidad cabe
que el revólver de Chocano haya estado tan en alto con
respecto al vientre de Elmore que el proyectil le haya pro-
ducido una erosión vertical tan pronunciada. A pesar de su
ofrecimiento, el perito ha prescindido, pues, por completo de
estudiar este punto capital y de sacar de él las consecuencias
que se desprenden, y esta inadvertencia en que por centési-
ma vez incurre el dictamen le hace prescindir de un dato
médicolegal de trascendente importancia que corrobora ple-
namente la versión de mi defendido.

Denunciados ya los abundantes " descuidos " en que incu-


rre el dictamen, pasemos ahora a anotar los crasos errores
de que está salpicado .
Estima el perito que si el disparo se hubiera producido
a corta distancia, como declaran Elmore y Chocano, ha de-
bido presentarse tatuaje en la piel del herido . Tal suposi-
ción indica que el señor profesor de Medicina Legal de la
Universidad se encuentra secularmente atrasado en el es-
tudio de la ciencia a que se dedica . El tatuaje, señores, con-
siste en la incrustación en los contornos de la herida de gra-
nos de pólvora no quemados. Las pólvoras antiguas no ha-
cían su combustión íntegramente en el cañón de las pisto-
las, trabucos y mosquetes, de modo que las partículas de
explosivo al ser proyectadas violentamente al exterior ac-
tuaban a su vez como diminutos proyectiles que al caer so-
bre la piel salpicaban de pequeños puntos negros los alrede-
dores del orificio de entrada de la bala . Como esto sólo ocu-
rría con las pólvoras derivadas de la fórmula primitiva del
640 JOSÉ SANTOS CHOCANO

monje Schewartz , resulta que el principio sentado por el doc-


tor Avendaño se encuentra consignado en los tratados de
Medicina Legal contemporáneos de los fusiles Chasepot, es
decir, de la época de la guerra francoprusiana de 1870. Pero
las pólvoras modernas deflagran íntegramente en el cañón
del arma sin producir ni humo, ni fogonazo , ni proyectar sus
partículas al exterior ; de allí que , como dice el tratadista
Lacassagne, es corriente " ver a individuos que se han suici-
dado haciendo fuego a quema ropa y que no presentan, ni
coloración negra de la piel , ni tatuaje, ni quemadura ” .
De lo expuesto resulta , señores magistrados, que si el ta-
tuaje se presentara en algún caso particular, se puede afirmar
que se ha hecho fuego a corta distancia con un arma cargada
con pólvora vieja o de mala fabricación ; pero si dicho tatuaje
no existe, no se puede negar el que también a cortísima dis-
tancia se ha podido efectuar el disparo, siempre que el ex-
plosivo de que ha estado provisto el proyectil haya sido fres-
co y de buena calidad.
Pero aun en el caso de que el revólver de Chocano hu-
biese estado provisto de balas cargadas con pólvoras fabri-
cadas hace medio siglo , suponer que pueda haber tatuaje
por efecto de una bala que antes de haber perforado la piel
ha tenido que atravesar ocho cubiertas de tela, a saber : una
capa de casimir, otra de crin y otra de forro de la america-
na, el casimir del pantalón y las dos telas de grueso tejido
del bolsillo de esa misma prenda y, por fin , los tejidos de
seda del calzoncillo y la camisa , es tan absurdo que sólo la
ofuscación que ha padecido el perito puede haberlo olvi-
dado.
Sin embargo, para sostener su afirmación el señor médi-
co legista nos hace la confidencia de que él, secretamente ,
ha hecho fuego con el revólver de mi defendido sobre una
cartulina situada a corta distancia y que granos de pólvora
no quemados quedaron incrustados en torno de la perfora-
ción producida por la bala.
Yo no dudo que el señor perito haya llevado quizá a cabo
la prueba en referencia , pero sí debo decirle que carece ab-
solutamente de valor : ha sido efectuada sin ninguna
probidad científica y con la más ingenua candidez, pues una
escueta y desnuda cartulina pegada sobre un trozo de ma-
dera está muy lejos de ser adecuado sustituto de la piel
EL LIBRO DE MI PROCESO 641

humana revestida por las usuales prendas de la indumenta-


ria masculina.
El señor autor del dictamen, profesor de Medicina Legal
de nuestra Universidad, no puede dejar de haber hojeado
obra tan importante y fundamental como la de Legrand du
Saulle, perito de los Tribunales de París, quien constata que
"cuando las telas protegen los tegumentos puede no pre-
sentarse tatuaje" y que cuando se buscan comprobaciones
como la que el doctor Avendaño dice haber intentado al dis-
parar sobre la cartulina , " si se quieren obtener conclusiones
precisas, se debe proceder al experimento con un cadáver
vestido de las mismas telas y colocado en la misma posición,
tratando, a ser posible, de reproducir la escena en las mis-
mas circunstancias ".
El principio invocado , pues , por el doctor Avendaño res-
pecto al tatuaje, es anticuado y erróneo y la experiencia
ideada para apoyarlo carece enteramente de valor proba-
torio, por haber sido llevada a cabo sin sujetarse a las re-
glas técnicas elementales preceptuadas por la Medicina Legal .
Otra vez, señores vocales, el maridaje del empirismo y del
error es utilizado por el perito para tratar de desvirtuar las
afirmaciones de mi defendido, y una vez más, esclarecidos
los verdaderos principios teóricos y las normas técnicas per-
tinentes, ellas vienen dócilmente a dar la razón a Chocano
y a su defensa.

Avanzando un poco más en la lectura del dictamen, nos


encontramos con el siguiente ex abrupto : " El fallecimiento
de don Edwin Elmore fué consecuencia natural de la lesión
inicial, de necesidad mortal ".
Entendámonos , señor perito: La lesión inicial sufrida
por don Edwin Elmore Letts ha sido una herida de bala en
e vientre que ocasionó ocho perforaciones intestinales .
Ningún tratado de Clínica quirúrgica que haya caído en
mis manos considera necesariamente mortales esta clase de
heridas. Para no referirme sino a la obra más moderna y
extensa al respecto , citaré la redactada bajo la dirección de
Wullstein y de Willms, por los dieciocho cirujanos más emi-
nentes de Alemania . Pues bien ; en ese tratado , al aludir a
las heridas perforantes del vientre y de los intestinos , se
41
642 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dice : "las probabilidades de éxito que ofrece la operación


cuando se la practica inmediatamente son muy grandes ; la
mayoría de los heridos se salvan ; pero van disminuyendo a
cada hora que pasa, de manera que sólo escapan con vida
más de la tercera parte de los heridos cuando se les opera
al cabo de dos horas".
El señor Edwin Elmore logró ser operado antes de que
pasara una hora del momento en que fué herido ; así es que
las probabilidades que tuvo de salvar la vida fueron nu-
merosísimas.
Ante un principio quirúrgico tan claro y tan rotundo , yo
me decido a preguntar al perito : ¿ de dónde ha podido sacar
el principio que asienta ? ¿ Cómo se puede , en el afán de
agravar la situación de mi defendido y de exculpar la pe-
ricia del operador , hacerse una afirmación temeraria des-
mentida por la ciencia , rechazada por la estadística y repu-
diada hasta por cualquier mediana cultura , dada la forma
absoluta en que se plantea y dogmatiza?
Pero para que el Tribunal se percate hasta qué punto es
clamorosamente inexacto el principio sentado por el señor
perito , y para que todos se den cuenta del elevado porcen-
taje de éxitos quirúrgicos que se obtienen en casos seme-
jantes al de Elmore , voy a hacer conocer una curiosa coin-
cidencia.
El abogado que habla, que, por supuesto, jamás ha de-
dicado su actividad a hacer estadísticas de supervivencias
postoperatorias, tiene en el número de sus amigos particu-
lares del Callao a tres ex operados de perforaciones intes-
tinales producidas por causas externas , quienes se encuen-
tran en perfectas condiciones de salud y que dan, con su
bondadosa presencia en esta sala de audiencias, el más ro-
tundo y elocuente desmentido al famoso principio de que
esas heridas son de necesidad mortales .
Uno de ellos es don Félix Anardo , que sufrió una herida
penetrante en el abdomen producida por un proyectil que
le ocasionó nueve aberturas, tres en el colon transverso, con
escape de materias fecales, y seis en el intestino . En los autos
aparece el certificado del doctor Ernesto Delgado que acre-
dita estos hechos . El enfermo fué dado de alta un mes des-
pués de operado, completamente restablecido . La interven-
ción se efectuó el año pasado en el Hospital de Guadalupe,
del Callao.
EL LIBRO DE MI PROCESO 643

Aquí tenéis también a don Domingo Gazzolo . En una


célebre manifestación política efectuada hace trece años , y
que todos recuerdan en el Callao , recibió un balazo en el
vientre que le produjo perforaciones intestinales . Fué ope-
rado, y, aunque no se le ha llegado a extraer la bala , se en-
cuentra en perfectas condiciones de salud.
Aquí está, por último, en la Sala persona muy conocida
y estimada, el señor Carlos Lanfranco, jefe de Servicios de
la Municipalidad del Callao , sobrino carnal de vuestro ex
compañero el señor vocal de este Tribunal doctor Leoncio
Lanfranco . Recibió una cornada, hace tres años, que le pro-
dujo veintisiete desgarramientos intestinales. Fué operado
por el doctor Flert, de la clínica americana de Bellavista .
Las perforaciones fueron tan numerosas, que hubo asas in-
testinales maceradas, en tal forma que fué menester extir-
parlas por completo . El señor Lanfranco disfruta en la ac-
tualidad de espléndida salud .
Volviendo, pues, a nuestro caso, el fallecimiento de don
Edwin Elmore no es, ni por la ciencia ni por la práctica.
experimental, consecuencia inevitable de la lesión sufrida.
El dictámen sienta, pues , a este respecto , un principio total
y absolutamente falso .

Un poco más adelante, el doctor Avendaño , bajo su pa-


labra de honor, como parece ser su cómodo procedimiento
científico, vuelve a sorprendernos enunciando el siguiente
principio: "Cuando el proyectil conserva aún toda su fuer-
za viva, el orificio tiene exactamente el mismo diámetro de
la bala".
Analicemos un poco esta curiosa afirmación, señores ma-
gistrados. Según los exámenes periciales, el proyectil que
hirió a Elmore tiene siete milímetros de diámetro, y, según
el acta y el protocolo de autopsia , el orificio de perforación
en el vientre tiene solamente tres milímetros .
Chocano asegura que la distancia máxima a que fué
hecho el disparo es la de un metro ; la versión contraria se-
ñala tres metros diez centímetros. Según el doctor Aven-
daño, a un metro el orificio ha debido ser de siete milíme-
tros, es decir, del mismo diámetro del proyectil ; y concluye
que, por cuanto el orificio ha sido sólo de tres milímetros , la
644 JOSÉ SANTOS CHOCANO

distancia a que se ha efectuado el disparo es, precisamen-


te, los tres metros diez centímetros de la versión Miró Que-
sada.
Así como al afirmar el carácter necesariamente mortal
de la herida sufrida por Elmore el autor del dictamen sien-
ta una ley de su propia cosecha, también, al sostener que
en los disparos a corta distancia el diámetro del orificio de
entrada es igual al del proyectil , establece un principio y
plantea una fórmula que ni mi defendido ni yo hemos teni-
do oportunidad de encontrar en ningún tratado, ni antiguo
ni moderno, de Medicina Legal ni de Balística. Pero por
una de esas reiteradas casualidades que tan grave papel
están haciendo jugar al autor del dictamen y que tanto
daño han asestado a la situación procesal de mi defendido,
no sólo no hemos encontrado la regla aludida, sino que en
todos los textos vemos establecido un principio rotundo y
absolutamente contrario .
Sevidalli , en la página noventa y cinco de su Medicina
Legal, estampa estas palabras textuales : "el tamaño del
hueco de entrada es menor que el calibre del proyectil cuan-
do éste ha golpeado con alguna fuerza viva tal que la piel
ha podido distenderse y recobrar después, por elasticidad, su
posición normal ".
Como se ve, el principio científico afirma lisa y llana-
mente todo lo opuesto a lo que sostiene el señor perito. El
hecho de que la herida de entrada tenga un diámetro sen-
siblemente menor que el proyectil , sirve precisamente para
demostrar que el disparo se produjo a cortísima distancia,
puesto que cuando penetró la bala al organismo tenía en
todo vigor su fuerza viva.
Pero, señores, a tal punto se impone siempre la verdad
sobre el error y los hechos sobre las cavilaciones, que en la
experiencia realizada por el propio doctor Avendaño él mis-
mo se encarga de desmentir el principio que ha sentado,
pues la cartulina sobre la que dispara a ochenta y cinco
centímetros de distancia un proyectil de siete milímetros de
calibre presenta, según él lo declara, una perforación de
sólo cuatro milímetros. Si la cartulina estuviese dotada de
elasticidad, como la carne, y, más aún, como la carne viva,
el diámetro de la perforación no pasaría de tres milímetros,
como lo registra en el cuerpo del herido el protocolo de
autopsia.
EL LIBRO DE MI PROCESO 645

Una vez más, señores magistrados, la ciencia confirma la


versión de mi defendido y otra vez más reincide el autor
del dictamen en la inaudita incorrección de sentar princi-
pis falsos para dar precaria sustentación a la tesis que se
ha propuesto corroborar.

Pero en la tela de este dictamen pericial hay todavía


muchos cardos que extirpar y mucha malla que destejer y
mucho nudo que desenredar.
Según el acta y el protocolo de autopsia y los datos
aportados aquí por el doctor Accinelli , el ángulo de inci-
dencia sobre la piel, indicado por la zona de erosión , es,
más o menos, de treinta y cinco grados, y la línea interior
que va del orificio de entrada al punto de alojamiento es
también, aproximadamente, de la misma oblicuidad.
Bajo tales ángulos , el disparo ha tenido que efectuarse
a muy poca distancia . Como lo ha demostrado aquí el se-
for director de la Morgue, dada la trayectoria que siguió
el proyectil, si el disparo se hubiera efectuado a tres metros
de distancia, la mano de Chocano habría tenido que estar
a la altura del techo de la sala en relación con el vientre
de Elmore, colocado éste en pie sobre el pavimento.
Pues bien, señores vocales ; el perito recurre, sin más ,
a todos los recursos de su ingeniosidad para escapar a las
conclusiones que se desprenden de los hechos expuestos.
Para ello realiza el perito tres manipulaciones. Altera
la ubicación del orificio de entrada del proyectil , enfrentan-
do al dato consignado en el acta de autopsia el suministra-
do por el profesor Gastañeta , quien , meses después de la in-
tervención, atando cabos y poniendo a prueba su memoria,
hizo, a petición del doctor Avendaño , el señalamiento apro-
ximado del aludido punto.
En segundo lugar altera el punto de alojamiento de la
bala, que el acta de autopsia constata que fué a hospedarse
en la rama isquiática del hueso ilíaco derecho , y que al doc-
tor Avendaño se le ocurre que fué a domiciliarse varias cua-
dras arriba en el isquión.
En tercer lugar altera la trayectoria rectilínea que, se-
gún los médicos que hicieron la autopsia, siguió el proyec-
til en las vísceras abdominales del extinto , y supone , sin más,
646 JOSÉ SANTOS CHOCANO

que la bala adoptó un ondulante, quebrado y sinuoso reco-


rrido. La primera alteración, es decir, la relativa al orifi-
cio de entrada, no tiene gran importancia para los fines de
mi defensa y la paso por alto ; pero , señores vocales, per-
mitidme que abra severo proceso contra la segunda y la
tercera alteraciones, para cometer las cuales se ha incurrido
en faltas increíbles cuyo velo voy a descorrer ante vuestra
ya desatada perplejidad y estupefacción.

Veamos los recursos a que se echa mano para desalojar


la bala del sitio en que realmente fué a incrustarse para co-
locarla en el hueso que mejor conviene a los planes del perito.
Pero antes permitidme, señores , una ligera digresión.
Situados los contendores en el mismo plano, y habiendo
la bala vulnerado el vientre del herido , si el disparo se efec-
tuó a corta distancia, como sostienen Elmore y Chocano,
el punto de alojamiento del proyectil tiene que encontrarse
en un plano bastante inferior al del punto de penetración
acercándose a la vertical, de modo tal que si la bala hubie-
se logrado salir del cuerpo del herido habría ido a incrus-
tarse en el pavimento . Por el contrario, si el disparo se efec-
tuó a larga distancia, el punto de alojamiento tiene que en-
contrarse a un nivel bastante próximo al plano del punto
de penetración, acercándose a la horizontal, a tal punto que
si la bala hubiera logrado atravesar completamente el cuer-
po de Elmore habría ido a incrustarse en la pared.
Pues bien, señores ; el doctor Accinelli y su ayudante, al
realizar la autopsia, han visto con sus ojos y han palpado
con sus manos y han extraído con su punzón el proyectil
en la rama isquiopubiana del hueso de la cadera derecha,
o sea en lo que vulgarmente podíamos llamar la zona de
la ingle, y en el debate pericial, el primero de esos facultati-
vos ha demostrado ante vosotros, señores vocales, en una
pelvis natural, el sitio preciso de donde extrajo la bala.
Pero la facultad adivinatoria del doctor Avendaño, en-
frentándose osadamente a la constatación visual y táctil de
los señores médicos que realizaron la autopsia , supone, sin
más, encajado el proyectil no en la aludida rama isquio-
pubiana, sino siete centímetros más arriba, en el hueso de-
EL LIBRO DE MI PROCESO 647

nominado isquión, o sea en lo que vulgarmente podríamos


llamar la zona de la cadera.
Pero si paramos mientes en la trascendencia de esta mu-
danza clandestina de la bala, se nos espera, señores, como
siempre, una curiosa sorpresa. Esos siete centímetros a que
es subido el punto de alojamiento del proyectil son, por una
nueva y reiterada casualidad, justamente los mismos siete
centímetros necesarios para que la línea exterior de tiro
resulte bajada, y resulte bajada precisamente tantos grados
y tantos minutos de grado y tantos segundos de grado como
son necesarios para corroborar que el disparo fué hecho
efectivamente a los tres metros diez centímetros que con-
signa el doctor Miró Quesada. De este modo , si el testigo
hubiera declarado que el disparo fué hecho a diez metros,
el perito se las habría compuesto fácilmente para agudizar
más aún el ángulo de incidencia y reducirlo a los dos o tres
grados necesarios para corroborar dicha versión.

Sube por un peñasco


un lagarto vestido de damasco ;
pues si en vez de peñasco fuera peña
subiría vestido de estameña ;
mas si fuese un abrupto peñascal
subiría vestido de percal ;
y si el peñasco fuese puntiagudo ,
ya no iría vestido , iría desnudo .

Así como los malos versificadores arreglan el pensamien-


to y el fondo de sus estrofas a las exigencias del consonante,
los malos peritos, en vez de que la ciencia levante su imperio
sobre la incierta subjetividad de las versiones individuales,
escamotean los principios y mixtifican los hechos para poner
dócilmente su ciencia al servicio de la versión que les inte-
resa confirmar.
La mentalidad del perito es, como veis, señores vocales,
eminentemente simplificadora, y con pasmosa y expeditiva
facilidad sale de cuanto apuro discursivo se le presenta. A
este respecto , él se hace los siguientes silogismos :
Si la bala se alojó en la rama isquiopubiana , la declara-
ción de Chocano sería cierta .
Luego no puede haberse encajado en la rama isquiopu-
biana .
648 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Para que la declaración del doctor Miró Quesada sea


confirmada, sería necesario que el proyectil se hubiese enca-
jado siete centímetros más arriba de donde lo estuvo efec-
tivamente.
A siete centímetros de la rama isquiopubiana está el
isquión.
Luego la bala, por deferencia a la versión del doctor Miró
Quesada, ha estado en la obligación de alojarse en el isquión .
Este curioso modo de raciocinar, que cuando es empleado
por un palurdo nos hace sonreír, cuando es utilizado por un
hombre de cátedra y aparece en un documento de la natu-
raleza del que estudiamos, nos pone en el caso de arrugar el
ceño para rechazar con vehemencia un atentado lógico que
coloca a quien lo comete enteramente fuera de las leyes que
rigen el pensamiento científico y que nos autoriza para retirar
toda fe y toda confianza en las conclusiones, raciocinios y ar-
gumentos que puedan emanar de un entendido tan poco cir-
cunspecto .

Pero, a pesar del escándalo de desalojar la bala de donde


estuvo encajada para irla a colocar en el sitio que mejor se
ocurre a la fantasía del perito , no se puede, ni aun con eso,
confirmar enteramente la versión dl doctor Miró Qusada.
Para realizar ese obsesionante propósito, el perito se atreve
a suponer que la bala , transgrediendo todas las leyes geomé-
tricas y mecánicas, ha podido olvidarse que la línea recta es
el camino más corto entre dos puntos y adoptar la rebeldía
antieuclideana de seguir en el cuerpo de Elmore un tamba-
leante, accidentado y sinuoso recorrido .
Pasemos en revista las artes, manipulaciones y escamo-
teos de que se vale el perito para pretender probar seme-
jantes desatinos.
En la página ocho del dictamen , después de afirmarse
que las balas siguen, en casos excepcionales, trayectorias
irregulares en el organismo , y para probar que la bala que
hirió a Elmore pudo no estar en la regla sino en la excep-
ción, se invoca la autoridad del tratadista Balthazard y se
afirma que este autor, en la página 238 de su Tratado de
Medicina Legal, expresa que " el trayecto de la bala en el
interior del cuerpo es, a menudo , irregular.
EL LIBRO DE MI PROCESO 649

Pero, aquí está, señores, la obra de Balthazard y aquí la


página 238 citada. Y dice así : "el trayecto de la bala en el
interior del cuerpo es, a menudo, bastante irregular". En el
texto hay una coma y la frase continúa : " pues el proyectil
se desvía cuando encuentra una superficie ósea o rebota so-
bre dicha superficie " . La bala que hirió a Elmore no encon-
tró en su trayecto ninguna superficie ósea, sino que atravesó
la cavidad abdominal, es decir, la parte más blanda y fláci-
da del organismo . Por lo tanto , la cita , hecha truncamente ,
carece de probidad científica, y hecha en forma completa,
sirve, precisamente, para desmentir la tesis que el perito
trata de sostener.
Pero resulta que a renglón seguido de este descuido se
incurre en otro de semejante gravedad, pues, para demos-
trar la misma tesis, se cita a Thoinot y se afirma que en la
página 298 de su Medicina Legal este autor enseña que " el
trayecto es, a veces rectilíneo, acusando la dirección del tiro
y otras veces no corresponde a la dirección primitiva de la
bala, sino traduce las singulares desviaciones que ésta puede
sufrir en el organismo ". Pero aquí está también la obra de
este autor, señores vocales , y Thoinot tampoco termina su
pensamiento donde el señor perito ha tenido a bien decapi-
tarlo, sino que completa la frase diciendo : "Débense dichas
desviaciones a choques con los huesos y son raras en las
balas animadas de gran fuerza viva, que progresan en línea
recta y se muestran poco sensibles a las causas de deten-
ción " . Siendo así que en la masa abdominal no hay huesos
y que ya sea a uno o a tres metros una bala de revólver está
siempre animada de una gran fuerza viva, la cita de Thoi-
not, hecha en forma trunca , es temeraria, y hecha en formal
completa, demuestra también, como en el caso anterior, todo
lo contrario a lo que quiere demostrar el autor del dictamen .
Pero no termina aquí este feo hacinamiento de cosas in-
debidas . Se recurre también a la autoridad de Reclus , y se
dice que en la página 76 de su Manual de Patología externa
enseña que : "se han visto balas detenidas por el cráneo, las
costillas, las aponeurosis del abdomen y de los miembros se-
guir sus curvaturas ". Pero aquí tengo también la obra alu-
dida de Reclus, y Reclus aparece tan falseado como Baltha-
zard y como Thoinot, pues aquel autor agrega , a renglón se-

guido, que eso ocurre ' con las balas esféricas de los antiguos
fusiles. y revólveres ". Por otra parte, el mismo autor enseña
650 JOSÉ SANTOS CHOCANO

en la página 416 del tomo V de la Práctica medicoquirúrgi-


ca, que : " El trayecto seguido por el proyectil es rectilíneo ,
cuando la fuerza de penetración es considerable ; y el hueco
de salida está en línea recta con el hueco de entrada. " Este
es, como se ve, el caso de la herida sufrida por Elmore ; y
ésta ha sido la cita pertinente que el señor perito ha debido
lealmente traer a su dictamen.

Duele, señores vocales, a esta tribuna descorrer ante


vuestros ojos la extraordinaria gravedad de estas mutilacio-
nes hechas sufrir a los textos para acomodarlos al servicio
de los planes del perito, pero ineludible deber obliga a la de-
fensa a demostrar hasta qué punto el ofuscamiento pasional
ha intervenido en la facción de esa pieza procesal . Yo he de
insistir en que no niego la versación del doctor Avendaño.
Le rindo el respeto que los hombres de mi generación tribu-
tan a los maestros y a las testas que aureolan las canas ;
pero, desgraciadamente, el autor del dictamen es un ser hu-
mano sujeto al imperio de las leyes psicológicas que nos di-
cen la acción perturbadora de los sentimientos vehementes
sobre el libre juego de las facultades intelectuales, y no ha
podido , seguramente , a pesar de su empeño , despojarse de
sus antipatías personales, de sus prejuicios de criterio, de
sus vinculaciones sociales y de sus compañerismos académi-
cos. Todo esto le ha hecho incurrir, inconscientemente qui-
zá, en tan graves responsabilidades y le ha impedido de-
mostrarse en este documento pericial revestido como lo hu-
biéramos deseado, con su birrete hipocrático , con sus insig-
nias de profesor y con su toga de auxiliar de la Justicia.
Con lo expuesto, señores, ya no creo que haya nadie ca-
paz de tomar en cuenta las conclusiones de este dictamen
viciado desde sus orígenes y distante de la seriedad y cir-
cunspección esenciales a todo documento que se ampara
bajo la sagrada advocación de la ciencia.

Convergiendo hacia el mismo propósito de demostrar que


las balas adoptan a veces, recorridos caprichosos en el inte-
rior del cuerpo, el señor médico legista informante prosigue
EL LIBRO DE MI PROCESO 651

realizando toda clase de irrespetuosos juegos malabares con


su ciencia para probar que así ocurrió, efectivamente, en don
Edwin Elmore.
Ya hemos visto que todas las citas de autores invocadas
por el perito constatan el hecho de que las balas , cuando han
perdido ya su fuerza viva, pueden al penetrar en el organis-
mo desviarse al incidir oblicuamente sobre los huesos . Pero
está reservado a la ciencia del perito conjeturar que lo que
pasa en los huesos ocurre también al perforar una bala los
intestinos y decirnos textualmente que " estos tubos llenos
de gases pueden convertirse en muy resistentes, con igual
y quizá con mayor resistencia que un cilindro sólido de idén-
tico calibre".
En este siglo del superacero, de las corazas metálicas y
del cemento armado, resulta interesante, señores, encontrar
un material de construcción tan resistente como el descu-
bierto por el doctor Avendaño en los intestinos flatulentos.
Basta que esos conductos se llenen de gases para que, según
el profesor de Medicina Legal de la Universidad de San Mar-
cos, adquieran una resistencia e imperforabilidad superior a
la de un cilindro sólido de semejante grosor.
Es tan inconcebible , grotesca y estrambótica, semejante
afirmación, que el señor fiscal, a pesar de haberse adherido
al dictamen, ha descartado la posibilidad de que los intesti-
nos puedan haber desviado la trayectoria de la bala, y el
propio abogado de la parte civil, con una seriedad de cri-
terio que le honra , la ha descartado también y la han des-
cartado, por fin, todos los peritos que han acudido al deba-
te, con la sola excepción del doctor Vargas Prada , que por
el hecho de haberse adherido al dictamen sin " beneficio de
inventario ", como sí lo hizo el doctor Pflúcker, ha ido en su
abnegación amistosa por el doctor Avendaño hasta el extre-
mo de resignarse a que se pueda poner en duda su capaci-
dad profesional y su buen juicio, con tal de rendir a su co-
lega, el perito informante, un tributo de compañerismo y de
piadosa solidaridad que aquél no tendrá nunca cómo pa-
garle.
Como resultado de todos estos escamoteos y manipula-
ciones, el perito resulta sosteniendo que la bala del revólver
de Chocano no siguió las leyes mecánicas de la impulsión ;
que se apartó de la hasta ahora inconmovible ley del " para-
lelógramo de las fuerzas " ; que, incierta y vacilante, desvió
652 JOSÉ SANTOS CHOCANO

su trayectoria en una masa formada por tejidos blandos ; que


fué tan poco afortunada que, a pesar de no haber chocado
con ningún hueso en el trayecto, rebotó, sin embargo, en una
asa intestinal tan resistente que desvió su recorrido hasta
hacerla ir a parar en la rama isquiopubiana del hueso de la
cadera, en la cual no se desvió ni rebotó, sino que se sepul-
tó completamente, como lo demuestra el acta y el protocolo
de autopsia, en la que se describe la prolija búsqueda que
hubo que emprender hasta hallarla incrustada y aflorando
apenas en la dicha rama isquiopubiana.
Por manera, señores magistrados, que este agónico pro-
yectil que había perdido tanto de su fuerza que no la tenía
ya ni para perforar un intestino, sin embargo, por un esfuer-
zo de voluntad o por un milagro mecánico que, en caso de
ser efectivo , dejaría estupefactos a los físicos de la tierra y
les obligaría a rehacer toda su ciencia, readquiere súbita-
mente toda su energía y , sin que el hueso alcance a rebotar-
lo, se incrusta completamente en él .
Esta suposición es tan absurda que el propio doctor Var-
gas Prada, al interrogarle yo en el debate pericial si era con-
cebible semejante desatino, me respondía que una pregunta
semejante sólo podía hacérsele a un niño . Efectivamente,
puede hacérsele a un niño y el niño , así como el adulto y el
técnico, así como el profano, tendría que rechazar tan inau-
dito e inconcebible supuesto .
Por centésima vez, pues , señores vocales, el dictamen echa
mano de un principio absolutamente falso , y tan falso que
a la más superficial observación resulta grotesco, risible y
estrambótico.

De todo lo expuesto resulta , señores, lo siguiente :


La trayectoria rectilínea, normal y natural del proyectil
que constataron en el cuerpo del herido los médicos que rea-
lizaron la autopsia y la que, por otro lado, está auspiciada
por el determinismo de las leyes mecánicas, pues es la úni-
ca que pueden prever los principios de la Balística, la que
está de acuerdo con la zona de erosión producida en torno
de la herida de entrada y la sola que explica cómo la bala
ha ido a alojarse en la rama isquiopubiana del hueso de la
cadera, revela que el disparo no ha podido efectuarse sino a
distancia muy corta.
EL LIBRO DE MI PROCESO 653

Pues bien, señores, eso es precisamente lo que expresan


dos de las versiones : la versión de la víctima y la versión
del acusado .
Para intentar hacer concebible el testimonio del testigo
doctor Miró Quesada, es necesario desmentir todos los datos
aportados por la autopsia y someter los hechos al potro de
las más graves torturas. Hay que imaginar que el proyectil
no respetó la regla , sino que incurrió en la excepción ; hay
que poner de lado, sin análisis y sin crítica , los hechos que
confirman la versión de mi defendido ; hay que suponer que
el proyectil fué a parar en un sitio enteramente fuera de su
verdadero recorrido ; hay que sostener que los intestinos de
la víctima eran capaces de desviar las balas al igual de lo
que ocurre con los huesos ; hay que presumir, contra lo que
dice la Balística, que un proyectil cilindrocónico y encapsu-
lado, de arma moderna, se comporta al igual que los pro-
yectiles esféricos de las antiguas pistolas y revólveres ; hay
que conjeturar que la bala adoptó en el organismo un reco-
rrido tambaleante, sinuoso y en zig- zag ; hay, en fin, que mu-
tilar los textos que se leen, falsear los principios que se in-
vocan, encoger los centímetros con que se toman las medi-
das, dibujar láminas disconformes con la realidad , reducir la
escala anatómica de las pelvis y fraguar experiencias contra
los preceptos terminantes de la ciencia.
""
Pues bien, señores vocales, todo esto es " pecata minuta'
para el señor perito . Su ofuscación avasalla, pisa y pasa por
sobre cuanto le estorba para llegar al fin que se ha propues-
to . Para él, las leyes físicas también tienen excepciones. Para
él, las leyes mecánicas , como son las leyes de la balística ,
sujetas a fórmulas matemáticas, tienen también, como las
reglas ortográficas, sus excepciones, como los principios po-
líticos sus condicionalidades y como la conducta de los cucu-
fatos sus casuísmos, sus sutilezas y sus distingos. La bala
del revólver de Chocano, probablemente por ser disparada
por un revólver de poeta, ha tenido la perínclita audacia y
gallardía de apartarse de las leyes físicas y de adoptar un
recorrido tan original, caprichoso y libérrimo como uno de
sus poemas magistrales. Impelida, no probablemente por la
fuerza de deflagración de la pólvora , sino por la tropical
inspiración de mi defendido , zigzagueó a su antojo , dió sal-
tos mortales e hizo toda clase de diabluras acrobáticas den-
tro del organismo ; pero previendo después que Chocano iba a
654 JOSÉ SANTOS CHOCANO

declarar que el disparo se había efectuado a menos de un


metro de distancia, fué, fiel a su dueño , a encajarse en la
rama isquiática del hueso de la cadera derecha, para fingir
una trayectoria que pudiera ofrecer amparo anatómico y ba-
lístico a la versión de mi defendido .
El dictamen, como veis, señores vocales, tiene que recu-
rrir a toda clase de tergiversaciones y que agotar toda espe-
cie de recursos y articulaciones para amparar la preconce-
bida tesis que le ha inspirado. Aparte de la Medicina Legal , la
Anatomía, la Geometría , la Mecánica, las ciencias del pro-
nóstico, la Cirujía , la Física, la Balística, la Fisiología, todas
las ciencias, en fin, cuyos datos pretende utilizar el perito
son irrespetuosamente barajadas por él, para pretender que
le proporcionen falsos principios que sirvan de precaria y en-
deble sustentación a la tesis a que se ha propuesto dar visos
de verdad.

Pero lo que revela de cuerpo entero al dictamen, es , se-


ñores vocales, que no sólo se permite formular el siempre
atrevidísimo supuesto de que las leyes balísticas y mecáni-
cas hayan podido ser contrarrestadas por la acción de con-
causas desviatorias, sino que, sin más, se lanza a asegurar-
lo y calcularlo y, más aún , incurre en la audacia de trazar
en la lámina número tres, que, como sabemos, es la repro-
ducción en miniatura de una pelvis de adulto , una línea
imaginaria que, midiendo de tres metros diez centímetros de
distancia, penetra rectamente en la piel y en los tejidos adi-
posos del vientre, tuerce hacia abajo al atravesar un intes-
tino y luego va a detenerse en el isquión .
Pues bien, señores ; refiriéndose a esa línea, en la que se
trata de precisar la sinuosa dirección y el itinerario capri-
choso de los posibles tumbos y traspiés del proyectil en el
cuerpo del herido , el perito , no siquiera se atreve a manifes-
tar, a guisa de suposición, conjetura o hipótesis, que tal ha
podido ser, en su opinión, el rumbo de la bala, sino que, con
la autoridad con que Jehová dictó a Moisés los imperativos
de la ley y con la arrogancia , convicción y aplomo con que
un pontífice iluminado por el Santo Espíritu define el dog-
ma, tiene el coraje de estampar la siguiente conclusión:
"Este es el trayecto que siguió el proyectil en el interior de
EL LIBRO DE MI PROCESO 655

la cavidad abdominal y al que hay que referir la línea ex-


terior de tiro. "
Como se ve, señores , atreverse a trazar una trayectoria
en el espacio sin partir de ninguna base de observación di-
recta ni indirecta ; terminar por una conclusión cerrada y
categórica un proceso de estudio y de crítica plagado de
errores, de inadvertencias, de descuidos, de olvidos , de ma-
nipulaciones y de empirismos ; pretender llegar al descubri-
miento de la verdad partiendo de principios ostensibles y te-
merariamente falsos ; convertir , por arte de birlibirloque, en
realidad inconcusa los más imposibles y absurdos supues-
tos ; coger un lápiz por vía de divertimiento y dejando con-
ducir la mano por la fantasía hacer el croquis del azar o el
diseño del capricho, para luego, adoptando los aires de un
geómetra que deriva gráficamente la exactitud de un teore-
ma, concluir: he ahí lo que queríamos demostrar ; todo esto
es ponerse en medio de la calle y prescindir completamente
de la circunspección y de los escrúpulos intelectuales. No
puede abrirse a un hombre las puertas del presidio ni fabri-
carle la escalinata para el cadalso mediante un engendro
como éste, en que se desahogan pequeñas pasiones , se fra-
guan a diestra y siniestra principios falsos, se logra que la
memoria sólo funcione para lo que perjudica al acusado y
enmudezca y paralice para cuanto le beneficia y favorece.
La Ciencia es, señores vocales , cosa tan seria y tan dig-
na de respeto para quienes la cultivan o simplemente la
aman, que tiene todos los caracteres de una religión . Alterar
los hechos, escamotear los principios, apartarse de sus nor-
mas lógicas inflexibles para lanzar afirmaciones temerarins
y conclusiones repudiadas por la realidad es una apostasía
y un sacrilegio.

Por esto al llegar a tal punto en el estudio del documen-


to pericial que apareja este proceso, esta tribuna no debe
ya formular contra él ninguna crítica, sino dirigirse al audi-
torio estupefacto todavía ante los análisis y revelaciones
que acaba de escuchar, para decirle :
Consultad vuestra conciencia, señores magistrados , con-
sultad la vuestra señor fiscal, consultadla también vosotros
los que asistís a esta audiencia traídos ya sea por la simpa-
656 JOSÉ SANTOS CHOCANO

tía hacia el extinto , ya por el odio contra mi defendido ; y


pensad si hay una sola afirmación, un solo argumento o una
sola conclusión en este antipático documento pericial que
pueda resistir a las tenazas estrangulatorias y a los análi-
sis lapidarios esgrimidos contra él.
Habiéndose desmoronado el dictamen del doctor Aven-
daño ha caído también la acusación fiscal que sobre él repo-
saba. Yo, por eso, confiadamente, espero que el alto espíritu
del señor fiscal, después de haber escuchado este extenso es-
tudio, se verá en el caso de tener que retirar su acusación.

Esclarecidos los hechos, abordemos ahora el problema


jurídico, es decir, veamos qué disposiciones legales cabe apli-
car a su juzgamiento .
Nuestro Código penal establece que para que pueda au-
torizarse el empleo de los medios de defensa individuales, en
lugar de los recursos sociales , es menester que concurran tres
circunstancias :
1. Agresión ilegítima .
2. Falta de provocación suficiente de parte del que hace
la defensa .
3. Necesidad racional del medio empleado para impe-
dir la agresión o repelerla .
Pues bien, señores ; Elmore ofendió a Chocano al adherir-
se, en unión de otras personas, a Vasconcelos , con motivo
del artículo en que este escritor propinaba el epíteto de "vil"
contra Chocano . Tal manifestación de solidaridad , cuya in-
tención verdadera a nadie escapa, se presentaba como un
ataque indirecto y , por lo tanto, como una injuria leve y no
podía justificar un enojo considerable en mi defendido . En
efecto, este alfilerazo inicial no fué repelido por Chocano
en ninguna forma.
No satisfecho Elmore con esta espontaneidad, ofrece una
conferencia que se transmite por radio, dirigida , franca , di-
recta y exclusivamente contra mi defendido . Esa conferen-
cia envuelve ya ofensas serias y contiene afirmaciones ten-
denciosas y de puntería desembozadamente personal. En
ella Elmore lanza la suspicacia de que el poeta se opone a
los " ideales renovadores " por razones " más o menos con-
EL LIBRO DE MI PROCESO 657

fesables ". Con manifiesto propósito de lastimarle y ridiculi-


zarle le llama : “ el aún no bastante célebre Chocano ".
Es muy verosímil, señores vocales , que el extinto pro-
nunciara frases más hirientes y agresivas ; pero, aun en el
caso que se hubiera ceñido estrictamente a las cuartillas que
ha presentado la familia, hay en ellas injurias apreciables
por el tono de befa, sarcasmo , insidia y menosprecio que a
cada paso emplea el conferencista al referirse a mi defen-
dido .
Ante esta segunda arremetida el poeta permaneció , sin
embargo, tan indiferente e impasible como ante la pri-
mera.
Pero tampoco se dió por satisfecho el afán polemista y
combativo de don Edwin Elmore con este nuevo desahogo ;
y ante la cristiana tolerancia del poeta, reanudó con redo-
blados bríos su ofensiva. El artículo llevado a La Crónica
contenía ya injurias gravísimas. En dicho artículo Elmore
se solidariza con Vasconcelos por el acierto de haber califi-
cado de "vil" a Chocano ; estima problemático que mi de-
fendido esté dotado de sensibilidad moral ; lo califica de
idiota ; le imputa que sus armas son " la astucia , la adula-
ción y el servilismo " ; lo califica de " histrión" ; se lo imagina
"falo en ristre, recibiendo arañazos de gatas lúbricas " ; quie-
re , en fin, cubrir lo que llama su " violenta desnudez " con un
manto de "decencia ".
Colmada, al fin, la paciencia del poeta, al ver que le caía
de las nubes esta granizada de majaderías e impertinencias,
no pudo contener un in promta de muy justificada exacerba-
ción, y llama a Elmore por teléfono y, so capa de una pre-
gunta inocente, le lanzó una indicación tendenciosa y des-
agradable, destinada no propiamente a injuriar, sino a de-
cidir el ánimo de su gratuito enemigo a no seguir molestán-
dole. Pero no tuvo eficacia alguna su actitud. Después de la
conversación telefónica la acometividad de Elmore, en vez
de apaciguarse, se exalta e incrementa ; y abre en los ante-
cedentes de la tragedia la etapa de las vías de hecho , las
cuales buscó con tesón durante toda la tarde del día del su-
ceso. No satisfecho con haber, de buenas a primeras y en
plena paz, concentrado sobre el poeta el fuego graneado de
los epítetos , la artillería ligera de los denuestos y el gas
ponzoñoso de las suspicacias, ante la primera reacción de-
fensiva empleada por Chocano creyó necesario descargar
42
658 JOSÉ SANTOS CHOCANO

contra él el bombardeo contundente de los puños . Después de


haber saboreado el privilegio de iniciar la disputa quiso, tam-
bién, mantener el ascendiente de provocar la reyerta . Su
agresividad adquiría así formas maniáticas, paroxísticas y
obsesivas. En ese estado escribió una carta detonante con-
tra el poeta . Visitó a sus parientes y amigos para hacerles
partícipes de su enojo y se dedicó afanosamente a buscar
al poeta en diversas oficinas públicas que pudieran brindar-
le adecuado escenario para la proeza a que se aprestaba. Sus
pesquisas para dar con Chocano se frustraron . La fatalidad ,
sin embargo, trajo espontáneamente a éste al alcance de su
cólera. Ni aun escogida previamente por el propio Elmore
habría encontrado arena más propicia para el combate que
la que le brindaban las oficinas y los patios de la imprenta
de El Comercio. La primera etapa del lance no pudo ser más
favorable para el descargo de sus iras. Zarandeó, abofeteó
y vapuleó a Chocano a su placer. Este empleó todos los me-
dios a que podía recurrir para desasirse y contenerle. Su in-
ferioridad física era absoluta . Sólo el disparo puso fin a la
agresión.
Queda, pues, constatado que mientras Elmore se redujo
a las primeras ofensas de palabra , Chocano permaneció ab-
solutamente indiferente ; que cuando aquéllas le fueron in-
sistentemente reiteradas, se limitó a corresponder proporcio-
nada y equitativamente en la misma forma ; y que sólo cuan-
do su enconado adversario se lanzó a las vías de hecho se
vió, a su turno, en la dolorosa necesidad de recurrir también
a ellas.
Las actitudes de Elmore son, pues, inexcusables , señor
fiscal ; y lo son, tanto la primera como la segunda , tanto la
provocación de la polémica cuanto la iniciación de la reyer-
ta. Es ilegítima la agresión que inició en la vía simplemente
verbal, porque no tiene excusa en el orden de la seriedad y
cordura personal abrir una ensañada campaña de publici-
dad oratoria y periodística impulsada por el solo objeto de
brindar desahogo a una antipatía y animadversión entera-
mente gratuita y pueril contra un hombre insigne . El señor
Elmore leyó un día un artículo en que Vasconcelos le decía a
Chocano " lacayo", "bufón ", " vil ", "bribón " y "pícaro", y
el corazón se le fué tras los improperios . Más aún, parecién-
dole exigua la lista de cualidades asignadas a quien es el
más alto orgullo de las letras nacionales, se dió a comple-
EL LIBRO DE MI PROCESO 659

tarla con los calificativos de "histrión", " adulador", "ser-


vil ” e “ idiota ".
¡ Ah, señores ! Apena el espíritu que tales hayan sido los
móviles pueriles que han animado los antecedentes de esta
dolorosísima tragedia. Si alguien se atreve a sostener que
el extinto en este caso ha intervenido en una campaña ideo-
lógica, yo me permito preguntarle cuál es por ventura la
ideología a que obedecen los procaces artículos de Vascon-
celos contra Chocano, concentrados a hozar en la vida pri-
vada de mi defendido y a propinarle las más bajas e hirien-
tes injurias.
Si inexcusable es, pues, la agresión verbal emprendida.
por Elmore, igualmente inexcusable es la agresión de hecho.
que llevó a cabo en la imprenta de El Comercio, porque es
ilegítimo pasar del orden de las palabras a las vías de he-
cho, y mucho más todavía por parte del que inició las ofen-
sas verbales. Pero, no sólo fué inexcusable su conducta, sino
que ni siquiera está revestida de circunstancias que la ex-
pliquen, ni de atenuantes que disminuyan su gravedad. Si
el cambio de denuestos , que fué el contenido de la conversa-
ción telefónica, hubiera estallado en una entrevista frente
a frente y presenciada por terceras personas, Elmore , para
pasar a la reyerta personal, habría podido alegar en su dis-
oulpa la irritación de momento que hubieran podido produ-
cirle las sarcásticas palabras del poeta , o esa presión que so-
bre la vanidad ejercen los testigos de una escena acalorada .
Pero después de cuatro horas, cuando Chocano desaho-
ga, en una interrogación privada , la molestia que, al fin, ha-
bía llegado a causarle sus reiteradas e insistentes provoca-
ciones, no hay nada que justifique la ensañada actitud vin-
dicativa que adoptara poco después . No cabe suponer que el
señor Elmore hubiera confiado tanto en la franciscana man-
sedumbre de mi defendido , al punto de imaginar que persis-
tiría eternamente sosegado y ecuánime ante la redoblada in-
sistencia de sus ataques .
Sin embargo, a pesar de la meridiana evidencia de estas
circunstancias , el señor fiscal estampa en su dictamen que
la agresión emprendida por Elmore no es ilegítima , porque
se produjo por causa y por provocación de parte de Choca-
.cano. La afirmación es desconcertante y causa verdadero es-
tupor habérnoslas con ella. ¿ De modo que para el señor fis-
cal, Chocano ha sido el provocador de la polémica con El-
660 JOSÉ SANTOS CHOCANO

more ? ¿De modo que el que inició la agresión en la vía de


las palabras fué Chocano ? ¿ De modo que el telefonazo obe-
dece a que un buen día el poeta amaneció malhumorado y
bilioso y la arremetió sin más contra don Edwin Elmore ?
¿De modo que la conferencia difundida por radio era inofen-
siva y el artículo llevado a La Crónica no era injurioso?
Yo creo, señores, que si en este proceso hay algún he-
cho indiscutible, fundamental e inobjetable, es esa especie de
fobia agresiva y provocadora que, de un momento a otro,
se posesionó del espíritu de don Edwin Elmore y a desaho-
gar la cual ha consagrado sensiblemente la víctima los úl-
timos quince días de su vida.
Pero he aquí , señores, que, por arte de encantamiento ,
la opinión fiscal transforma enteramente los antecedentes
de este proceso y adjudica, sin más, a Chocano la condición
de ofensor y, lo que es más curioso, en el dictamen se formu-
la esta extraña afirmación en el tono categórico en que se
exponen las verdades inconcusas que nadie puede atrever-
se a discutir, amenguar o desmentir. Para el señor fiscal es
tan axiomático que el que buscó el conflicto fué Chocano ,
que considera que nadie puede atreverse a pensar siquiera
lo contrario . He aquí sus palabras textuales : " No es dable
argüir-dice-que la agresión de hecho emprendida por El-
more fuese ilegítima y menos que se produjera sin causa y
sin provocación por parte de Chocano. "
Yo no insisto más en combatir este desliz del dictamen
porque sé que es tan selecto el criterio del señor fiscal y tan
elevado su concepto personal de la dignidad , que estoy seguro
que, en estos momentos, está ya convencido que la confe-
rencia de Elmore fué una provocación contra Chocano. La
prueba de ello está en que don Antonio Garland Sánchez ,
director artístico de los servicios de radiotransmisión , sin
que nadie se lo pidiera , declaró a quienes la oyeron que la
oficina no se solidarizaba con los conceptos del conferen-
cista . De otro lado también tendrá que reconocer que el ar-
tículo de Elmore, llevado a La Crónica, era aún mucho más
injurioso y provocativo ; la prueba de ello la tiene en que
el cuerpo de redacción de ese diario, sin que nadie se lo
demandara, se negó a publicar el artículo, precisamente por
considerarlo ofensivo. La prueba definitiva , si alguna más
fuera necesaria, está en los párrafos textuales de esa con-
ferencia y de ese artículo que he leído y que hacen, sobre
EL LIBRO DE MI PROCESO 661

todo del segundo, una granada de combate provista de los


más hirientes proyectiles y cargada con los más altos ex-
plosivos . Así aclarados los hechos, habrá de convenir el se-
ñor fiscal que el telefonema de Chocano no es la causa ini-
cial del suceso, causa que hay que buscar en el artículo lle-
vado a La Crónica, el que tiene indiscutiblemente que servir
como punto de partida para el análisis legal del proceso,
para precisar quién fué el provocador y para estudiar si la
agresión de Elmore tuvo o no el carácter de excusable.
Está, pues, probada la concurrencia de dos de las con-
diciones que nuestro Código establece para justificar el em-
pleo de medios de defensa individual. El señor Edwin El-
more Letts fué, en todo momento y desde cualquier punto
de vista en que nos coloquemos, el provocador . La agresión,
que inició en la vía de las palabras y que luego condujo
hasta las vías de hecho , fué inexplicable e ilegítima .

Veamos ahora si los recursos utilizados por Chocano


para repeler la gresión tuvieron o no, a sus ojos, el carácter
de medios racionales y proporcionados. Ante todo debo ma-
nifestar que el criterio de todos los penalistas está confor-
me en considerar que , para apreciar si hay o no exceso de
defensa, es menester contemplar no el riesgo o peligro que
se corre en sí mismo , objetiva y fríamente considerado a
posteriori, sino el riesgo o peligro tal como se ha presen-
tado momentáneamente a la imaginación o impresionabili-
dad subjetiva y personal del agredido .
En todas las etapas de este proceso hemos visto ya que
mi defendido ha actuado a la defensiva . En todos los terre-
nos a que la frenética exaltación de Elmore lo ha llevado
a su pesar respondió guardando simetría y equivalencia.
con las acometidas de que era víctima. Chocano fué elevan-
do gradual, paralela y proporcionalmente sus medios de re-
pulsa , conforme crecía el ímpetu de los ataques y conforme
constataba la inferioridad de los medios de defensa que
utilizaba. A las primeras puñadas respondió exclusivamen-
te con puñadas. Así lo declaran los testigos . La agresión
prosigue, y entonces recurre a abrazarse a su contendor
para sujetarlo. Así lo aseveran los deponentes . Sigue lle-
vando la peor parte, y entonces recurre al bastón ; lo pier-
662 JOSÉ SANTOS CHOCANO

de en la pelea. Elmore logra asirlo por el cuello, conforme


lo observaron el doctor Antonio Miró Quesada y don Lam-
berto Cobos. La presión que se ejercía sobre sus órganos
respiratorios le dificultaba a Chocano el ejercicio de esa
función, y así es como los testigos declaran que era arras-
trado y golpeado sin poderse ya defender. Sólo entonces
saca el revólver y le pone en alto. Elmore intenta arrebatar-
le el arma, como le había arrebatado ya el bastón y, dada
su briosa y pujante superioridad física , lo habría obtenido
si no se produce el disparo.
A Chocano, pues, se le presentó la necesidad racional y
emotiva de sacar el arma . En el pugilato fué anonadado
por el diluvio de golpes que le descargaba su contendor . En
el cuerpo a cuerpo fué repelido . Uno de los tantos movi-
mientos hechos por Elmore durante la pelea le hizo llevar
la mano derecha hacia atrás. Chocano vislumbró la even-
tualidad de que Elmore pudiese estar armado, lo cual no
podía ser para él en estos momentos una posibilidad inve-
rosímil.
Pero no se trata sólo, señores vocales, de un caso de le-
gítima defensa subjetiva, explicable únicamente por la ner-
viosidad y ofuscación del agredido, sino aun del caso de
la legítima defensa objetiva, pues una fuerte presión en el
cuello, como la que sufrió mi defendido , puede hacer cesar
bruscamente el dinamismo de la vida . Botey , en su obra
Otorrinolaringología, asegura que " un choque violento so-
bre la laringe puede originar muerte instantánea por el me-
canismo de las acciones y reflejos inhibitorios ". A su vez,
Tardieu constata que " la presión ejercida sobre la parte an-
terior del cuello determina una muerte más rápida que cuan-
do la constricción es ejecutada con un lazo ", y Vilbert, en su
Manual de Medicina Legal, asegura que " la simple conmo-
ción y la sacudida de la laringe ejercen un papel importante
en ciertos casos en que la muerte sobreviene por acción re-
fleja o inhibitoria ".
Por su parte, Lombroso, en su Tratado de Medicina Le-
gal, sostiene que : " El estrangulamiento no sólo se produce
por estrechar la laringe entre los dedos, sino también por
oprimirla contra la columna vertebral ", que es precisamen-
te el caso ocurrido a Chocano desde que Elmore, al intro-
ducir su mano tras el cuello postizo de la camisa , le com-
primía la laringe contra las vértebras cervicales.
EL LIBRO DE MI PROCESO 663

Toda violencia ejecutada sobre el cuello envuelve, pues,


caracteres peligrosos y con mayor razón aún en persona
que, como Chocano , adolece, según el certificado que le ha
expedido el doctor Guillermo Gastañeta, de una amigdalitis
bilateral crónica , y que, además , tiene en la garganta un
infarto bien apreciable de los ganglios linfáticos submaxi-
lares.
¿Cabe, pues, decir que ha habido exceso en la defensa
de Chocano?
Probado como está que Elmore le sujetaba por el cue-
llo , ¿ no es de imaginar el trastorno que en la respiración su-
friría un hombre de cuello bajo y grueso como mi defendido?
¿Su acto de defensa puede considerarse como inspirado por
la saña o por la venganza ? No, señores de la Sala. Que
Chocano al sacar el revólver lo puso en alto está acredita-
do con el testimonio de don Tomás Miró Quesada y de don
Froylán Miranda Nieto. No puede ser más claro el propó-
sito de intimidar. No se concibe que proceda en esa forma
el hombre que abriga el anticipado propósito de victimar .
El disparo lo produjo el intento de Elmore para arrebatar-
le el arma. Producido el disparo y al retroceder su conten-
dor, Chocano no volvió a hacer fuego, no obstante que en
el tambor de su revólver aun quedaban los cuatro tiros res-
tantes . Alejado su agresor, la urgencia defensiva había ce-
sado y, por lo tanto , el poeta se mantuvo a la espectativa.
En esa actitud vió a Elmore llevarse las manos al vientre
y salir del local. Mi defendido , entonces, llamó a voces a
don Antonio Miró Quesada , dueño de la casa ; le presentó
sus excusas , le entregó el revólver y se dió preso .
Chocano no ha sido, pues , en ningún momento el provo-
cador. La agresión de palabras y la agresión de hecho de
que se le hizo sucesivamente blanco han sido igualmente
ilegítimas. Chocano se vió en la necesidad racional de sacar
si arma para hacer cesar el ataque : sólo después de produ-
cirse el disparo cesó la agresión , que por ningún otro medio
pudo llegar a repeler. Se trata , pues, de un caso típico de
legítima defensa objetiva y subjetiva, es decir , de un caso
absolutamente exculpado por la doctrina y por la ley de
responsabilidad criminal.
664 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Hay otro punto por esclarecer, fundamental para la ca-


lificación juridica de los hechos.
La culpabilidad criminal deriva del dolo, y el dolo pro-
viene de la intención . No hay delito donde no hay dolo, y
no hay dolo donde no hay intención malévola.
Hay intención cuando el acto se realiza con clara con-
ciencia de la actividad que se despliega y del resultado que
mediante ella va a obtenerse . Es , pues , esencial a la inten-
ción dolosa la previsión de las consecuencias dañosas que
de la ejecución del acto van a desprenderse.
Veamos si el acto realizado por Chocano , desde el punto
de vista de su gestación espiritual , revelada por sus mani-
festaciones de ejecución , reúne los caracteres de intenciona-
bilidad que se requieren para que pueda ser considerado
como culpable.
Sea que se haya hecho fuego ya a un metro o metro y
medio de distancia, como sostienen respectivamente Choca-
no y Elmore, o ya a los tres metros diez centímetros que
calcula el doctor Miró Quesada, un disparo que vulnera la
ingle del contendor no ha sido hecho con la intención de
matar, sobre todo si se tiene en cuenta que cuando se usa
un revólver o una pistola hay que apuntar bastante más
abajo del punto en que se piensa hacer blanco para contra-
rrestar así el fenómeno llamado de elevamiento, que con-
siste en que, en las armas de tubo corto , el cañón se levan-
ta siempre en el momento del disparo . En el caso , pues, de
que Chocano hubiera apuntado al cuerpo de Elmore, para
que el disparo haya ido a vulnerar la región ilíaca, habría
sido necesario dirigir el arma a los muslos de la víctima .
Y no se hable de error de puntería, porque a distancias
tan pequeñas no cabe carecer de ella. Y no se aduzca tam-
poco torpeza de ejecución derivada de la excitación, porque
si esa excitación hubiera sido tan vehemente, Chocano hu-
biera descerrajado sobre Elmore todos los tiros de su re-
vólver y no solamente uno. Ese disparo, pues , no puede
haber tenido, en todo caso, otra finalidad que la defensiva,
encaminada a amedrentar al agresor.
Un disparo hecho a la cabeza o a la caja torácica de un
contendor próximo hace presumir que ha habido la inten-
ción de matarle. Un disparo que vulnera la parte inferior
del vientre, siendo tan pequeña la distancia como aparece
en las tres versiones que hemos analizado , no revela abso-
EL LIBRO DE MI PROCESO 665

lutamente propósito de atentar contra la vida del adver-


sario.
Yo pido, respetuosamente, a los señores vocales prestar
toda su atención a esta otra circunstancia : el hombre que
hace fuego contra su agresor más de una vez no está excul-
pado de cierta responsabilidad. La defensa se ejercita con
un solo disparo, sobre todo si con él la lucha se suspende.
Aun en el caso de legítima defensa , hacer fuego más de una
vez, cuando no pánico o irritación excesiva , revela ensaña-
miento, propósito de venganza y cierta perversidad en el
actor.
El hecho de que Chocano no haya disparado sino una
sola vez , añadido a la circunstancia de que ese tiro fué di-
rigido a la ingle de su agresor , despierta la persuasión de
que en su ánimo no se implantó la intención de victimar a
su adversario.
No ha habido, pues, el propósito de matar y, efectiva-
mente, Elmore no habría fallecido seguramente si en la ope-
ración quirúrgica a que fué sometido se hubiera logrado
suturar todas las perforaciones que en sus intestinos oca-
sionó la bala.
Sólo un deliberado propósito de perjudicar a mi defen-
dido podría dejar de considerar toda esta decisiva y con-
cluyente argumentación.

El señor fiscal ha producido un dictamen que en algu-


nos puntos prueba su criterio jurídico y su serena aprecia-
ción de hechos y circunstancias. Pero , señores de la Sala , así
como la función de juzgar crea rutinas , la atribución profe-
sional de acusar las crea también . Esa predisposición meca-
nizante que imprime el continuado ejercicio de una actividad
es tan enérgica, que de ella no ha podido emanciparse ni el
alto espíritu del señor fiscal . Por eso, si bien al analizar
algunos incidentes del proceso nos permite divisar y admirar
al jurista, luego nos deja desconcertados y perplejos cuan-
do le vemos restringir la amplitud de su criterio , para dejar
ver sus predisposiciones habituales de acusador profesional .
Pero es tan selecta la inteligencia del señor fiscal y tan-
ta la honradez y probidad de su criterio , que estoy seguro
ha de aceptar la evidencia de argumentos, ante los cuales
666 JOSÉ SANTOS CHOCANO

habrá ya convenido en su fuero interno que el punto de par-


tida de este proceso no es la conversación telefónica , sino el
injurioso artículo de Elmore, que las ofensas que ese ar-
tículo encierra son inexplicables e ilegítimas , que lo es, por
ende, el ataque que Elmore emprendió contra Chocano en
la imprenta de El Comercio, que en todos los extremos y
desde cualquier punto de vista Elmore fué siempre el
tenaz y reiterado provocador, y que, por último , el acto de
defensa llevado a cabo por Chocano tiene todos los caracte-
res de legítimo y, por lo tanto , de exculpado .
Pero aun fuera de este convencimiento actual , al que es-
toy seguro ha llegado ya el señor fiscal por las vías natu-
rales de su propia meditación y análisis , yo me permito de-
cirle que, aun dentro de los conceptos que se expresan en
su dictamen, aun dentro de la apreciación general que se ha
formado sobre este proceso , hay una saltante incongruen-
cia entre los considerandos que inspiran su informe y la
penalidad que para Chocano termina solicitando.
Para patentizar esta incongruencia yo voy a abandonar
por un instante, señores jueces, el punto de vista que vengo
sosteniendo y voy a colocarme en aquel desde el cual con-
templa el suceso el señor fiscal .
Desde luego conviene dicho funcionario en que Elmore
fué el primer agresor de hecho y que la actitud asumida
por Chocano obedece indiscutiblemente a un propósito de
resguardo ; pero, según el señor fiscal, el poeta ha incurrido
en un exceso de defensa ; juzga que, aunque al acusado se
le presentase la urgencia de recurrir a su arma, no existía
realmente esa necesidad .
Pues bien, señores ; cuando se cree que no han llegado
a cumplirse totalmente las condiciones que debe reunir un
acto de defensa para llegar a ser exculpado , cualquiera que
sea el artículo legal que se escoja para señalar el castigo
que debe imponerse al acusado, no puede dejar de tenerse
·
presente lo que dispone el artículo 90 del Código pe-
nal, que establece : " que cuando no concurran los requisi-
tos necesarios para hacer desaparecer totalmente la res-
ponsabilidad se puede disminuir la pena prudencialmente
hasta límites inferiores al mínimum legal ".
Esta disposición, cuya pertinencia al caso subjúdice es
incuestionable, ha sido absolutamente olvidada por el señor
fiscal . Pero no es esto lo más grave, señores jueces , sino que,
EL LIBRO DE MI PROCESO 667

al demandar pena para Chocano, ha procedido en diame-


tral oposición con lo que tal artículo dispone.
El señor fiscal, al pronunciarse sobre la culpabilidad de
mi defendido , juzga que la sola atenuante que le compren-
de es haber procedido bajo el impulso de una exacerbación
intensa, y al demandar la pena se acoge al artículo 153 del
Código penal, que impone "prisión no menor de un año ni
mayor de cinco al que matare a otro bajo el imperio de una
emoción violenta que las circunstancias hicieran excusable ".
Pues entonces, señores vocales , para llegar al máximo
• para atenerse al mínimo, hay lógicamente que obser-
var hasta dónde ha ido la emoción en el espíritu del actor,
si han sido o no morales los móviles que la hicieron surgir,
y hasta dónde excusa ese estado de ánimo el acto realizado
bajo su efervescencia .
El propio señor fiscal constata en su dictamen que el
temperamento , la educación y los mismos triunfos de Cho-
cano le han llevado a una exaltación de su yo , que se trans-
parenta tanto en su obra poética como en cualquiera de las
manifestaciones de su personalidad .
La observación es exacta, pero yo creo , señor vocales ,
que ese estado de espíritu no obedece a un "disfuerzo " lite-
rario ni es un caso de presunción individual, sino que deriva
del universal respeto que merecidamente le rodea. Yo creo
que el señor fiscal distinguirá el caso de Chocano de los gro-
tescos desplantes de que hacen gala tantos mozalbetes, que
al hacer sus pinitos literarios la dan de genios incomprendi-
dos ante la sonrisa compasiva e indulgente de los hombres
sensatos.
Chocano no ha llegado a una exaltación egolátrica , sino
a la justa constatación de su valer. Se ha enterado de su
grandeza como artista y se mantiene lógicamente a la espe-
ra del respeto que como a tal debe guardársele, sobre todo
en su propia patria.
¿ Cuál sería, pues , entonces , señor fiscal, el grado de
emoción que invadiría al poeta al ver que un joven intelec-
tual como don Edwin Elmore, de la noche a la mañana, lo
tomaba a su cargo , le declaraba una guerra sin cuartel y,
en manifiestos, conferencias y artículos, que se sucedían unos
a otros con inexplicable ensañamiento , le hacía objeto de
sus pinchazos , de sus befas y de sus sarcasmos ?
Por eso, señores jueces, no se explica que, considerando
668 JOSÉ SANTOS CHOCANO

el señor fiscal como violentísima la emoción sufrida por Cho-


cano, sin embargo proponga para él el máximo de pena que
sólo podría corresponder a una emoción laxa o a una emo-
ción intensa , siempre que ésta fuera improcedente e injus-
tificada.
El artículo 153 del Código penal plantea una proporción
inversa y no puede , por tanto, ser interpretado por el juris-
ta sino en esa forma : a emoción máxima, pena mínima ; a
emoción mínima , pena máxima ; el señor fiscal ha converti-
do la proporción inversa en directa, y reconociendo como
máxima la emoción sufrida por Chocano pide, sin embargo ,
para él la pena máxima de cinco años de prisión que señala
la aludida disposición legal.
De otro lado, señores jueces, sabido es que, según la
ciencia penal, para que la emoción violenta atenúe o ex-
culpe un acto realizado bajo su imperio, es menester ana-
lizar la índole de los motivos que la hacen emerger en la
conciencia. Esa misma ciencia penal nos dice que la emo-
ción violenta excusa un acto, de otro modo justiciable, si ha
sido inspirada por motivos de orden ético .
En el caso de Chocano las causas que produjeron su efer-
vescencia ante los reiterados y ensañados ataques de Elmo-
re, han sido todas de carácter profundamente moral . Para él,
Elmore se presenta desde el primer instante como el compa-
triota que se le cruza en el camino , para demostrar que es in-
fundada la universal admiración que le rodea y que son justos
los venenosos agravios que por apasionamientos de menuda
política en México se le hacen desde dicho país . El es quien
se presenta solidarizándose con el sujeto que ha tenido la
osadía de calificarle de " vil". El es quien le emplaza a una
lucha que, según las propias palabras del extinto , la inspi-
raba tan sólo el propósito pueril de que el poeta no creyera
ser el único " chanteclair del gallinero ". El es quien, de bue-
nas a primeras, se da el placer de llamarle " histrión ", "adu-
lador ", "servil " e " idiota ". El es quien le mira como a un
asno "atado a buen pesebre " y el que, en fin, habiendo ago-
tado todo el léxico de las injurias y de los denuestos usuales
y no ocurriéndosele ya en el estilo corriente ningún otro im-
properio a que acudir, recurre a la bizarría metafórica de
imaginar una impúdica escena de lupanar en que aparece
Chocano " palo en ristre " y presa de violentos accesos de
satiriasis "recibiendo arañazos de gatas lúbricas ".
EL LIBRO DE MI PROCESO 669

Las estrambóticas injurias de Elmore han sido , como se


ve, traídas de los cabellos para herir el fondo más sensible
de la susceptibilidad y amor propio de Chocano. Han sido
rebuscadas y alambicadas para mejor befarle , escarnecerle
y ridiculizarle . Elmore emprende contra él una campaña
agresiva, temeraria y frenética pocos meses después de que
Chocano recibe de sus compatriotas una consagración so-
lemne y en los precisos momentos en que merece, más aún,
todo el respeto ciudadano por dedicar su actividad a las la-
bores de índole exclusivamente patriótica de hacer el análi-
sis del laudo arbitral y de impedir la difusión de las ideas
derrotistas que trata de infiltrar en la juventud del Perú un
propagandista sin patria.
A la injuria leve de la adhesión a Vasconcelos , las inju-
rias graves de la conferencia por radio ; a éstas, las ofensas
gravísimas del artículo llevado a La Crónica; a éstas, por
fin, la injuria atroz, las bofetadas en el rostro , el pugilato
plebeyo, el desplante de superioridad física , de sujetarle por
el cuello, de arrastrarle por los patios y salones de la im-
prenta de El Comercio, en presencia de un grupo de señores
indiscutiblemente hostiles a la persona y a las ideas del
poeta. La emoción sufrida por Chocano no puede , pues , atri-
buirse a disposición temperamental , ni a irascibilidad de ca-
rácter, ni a vanidades exasperadas, sino que es la inevitable.
reacción que en cualquier espíritu, por ecuánime que sea,
tiene que suscitar la reiterada insistencia de ataques inex-
plicables.
¿Puede, pues , señores vocales, negarse el móvil ético
que levanta la ebullición emocional del poeta ? ¿Cómo pedir
entonces para Chocano la pena correspondiente a quien pro-
cede por el impulso de sentimientos bajos e injustificados?
Y esta saltante incongruencia entre las consideraciones
que sustentan el dictamen del señor fiscal y la penalidad que
propone al Tribunal es tanto más extraña cuanto que el ar-
tículo 90 del Código penal que he citado lo autoriza para ,
en casos como éste , no sólo atenerse al mínimo legal , sino
aun disminuir la pena prudencialmente hasta límites infe-
riores a los señalados por la disposición legal que resulte
pertinente. ¿Cómo es posible que el señor fiscal, con el cri-
terio que revela su dictamen y con el concepto que se ha
formado acerca de la culpabilidad de mi defendido , no haya
670 JOSÉ SANTOS CHOCANO

utilizado para nada las disposiciones del artículo 51 del mis-


mo Código, que ordena a los jueces que tomen en cuenta, al
aplicar la pena, la importancia y justificación de los moti-
vos determinantes de la acción , la calidad de los móviles
honorables o excusables que la determinaron y las circuns-
tancias en que se ha realizado el hecho ; todo lo cual, debi-
damente apreciado , ha debido llevar al criterio del fiscal,
por aferrado que se encuentre a la idea de culpabilidad, a
mantenerse siempre en el terreno de las penas mínimas y a
no solicitar nunca la imposición de las condenas máximas que
señala el artículo que invoca !
Por eso yo considero como desconcertante este aspecto
del dictamen . La conclusión punitiva que propone está en
flagrante desacuerdo con sus premisas considerativas. Quien
quiera que lea ese documento, señores jueces, cree estar vien-
do en él la preparación legal de un pedido de condena con-
dicional . Invade, por eso, la estupefacción al habérnoslas
en el final del documento con una propuesta de cinco años
de prisión. Esta parte del dictamen se encuentra absoluta-
mente desarticulada con la, en muchos puntos , luminosa fun-
damentación jurídica de la vista fiscal ; y evidencia , en esa
pieza del proceso, una intrínseca contradicción entre las pre-
misas que formula y las conclusiones a que arriba y, lo que
es peor , entre la calificación que en ella se hace de los he-
chos y las sanciones que termina por demandar.
Por otra parte, nuestro Código , al igual que los más
avanzados de nuestra época, se inspira en el concepto de la
mayor o menor peligrosidad de los sujetos como criterio
para la imposición de las sanciones penales .
¿ Resulta pensable siquiera, señores jueces, que el señor
fiscal , del estudio de la actitud asumida por Chocano en de-
fensa de sus fueros y de su integridad individual , al ser in-
tempestivamente agredido, juzgue a mi defendido como un
ser peligroso para la seguridad social ?
Yo me pregunto, señores : ¿Es que despierta alarma so-
cial un hombre que, después de soportar estoicamente la
granizada de majaderías e impertinencias desatadas contra
él, durante doce días, adopta por toda represalia llamar
por teléfono a su gratuito ofensor para decirle a su vez algo
mortificante y desagradable ? ¿O es, por otro lado , que el
señor fiscal considera socialmente peligroso al hombre de
EL LIBRO DE MI PROCESO 671

edad que, súbitamente agredido por un joven irrespetuoso ,


abofeteado, tundido, maltrecho y arrastrado por el cuello ,
se ve obligado , en vista de su manifiesta inferioridad a de-
fenderse esgrimiendo el arma que lleva consigo ?
Hoy, señores, la preocupación del penalista no estriba en
la constatación externa y rabulesca del desacuerdo objetivo
entre un hecho y un precepto legal, sino que implica una pe-
netrante auscultación interior para precisar el factor hu-
mano, para instalarse en el fondo mismo de las deliberacio-
nes y resoluciones del agente y para analizar íntimamente
las condiciones personales de quien realiza un acto de apa-
riencia antisocial.
Hoy la pena sólo tiene por objetivo una garantía a la
convivencia : o trata de segregar al delincuente de la peli-
grosa coexistencia con los hombres honrados, o trata de re-
educarlo y adaptarlo a las condiciones del consorcio social.
A ninguno de estos dos fines puede obedecer la petición.
de pena para Chocano. El Ministerio público representa a
la sociedad, y sólo puede pedir sanción en nombre de ella .
El acto realizado por Chocano no es un acto antisocial . Por
el contrario, en la polémica en que intervino don Edwin
Elmore, Chocano jugaba el simpático papel de defender la
colectividad en su concepto amenazada por la difusión de
ideas disolventes.
El señor fiscal pretende, no obstante, apartar a Choca-
no de la sociedad, que le brinda su admiración , sin pensar
que, aun condenado , la sociedad iría a buscarle a la ergás-
tula donde pudiera llevarlo una dolorosa incomprensión . La
colectividad no condena al poeta. Cuando el rencor político
llegó hasta ponerle en capilla en Guatemala, la intelectua-
lidad universal, representada por sus más genuinos expo-
nentes y casi todos los pueblos de América, por conducto de
sus Gobiernos y sus Congresos , pidieron justicia para él . El
rencor mismo tuvo que aplacarse ante el clamor que de todas
partes se elevaba .
Hoy, por un suceso políticosocial también , vuelve Cho-
cano a apurar la hiel y el vinagre de esta situación ; y ante
la espectativa de que pueda herirle el costado la lanzada
del error judicial, la sociedad se inmuta y sobrecoge.
Pero, señores, para honra y prez de la cultura y de la
civilización nacional y para garantía de las actividades ciu-
672 JOSÉ SANTOS CHOCANO

dadanas, la función represora en el Perú no está simboliza-


da por la lanza asesina de Longino, sino por la balanza jus-
ticiera de Astrea.

Y ilego, señores, al fin de mi alegato .


Chocano no podrá ser condenado . Si ha podido retar-
darse hasta hoy en el Perú el advenimiento del juicio por
jurados, es por el convencimiento que nos asiste de que la
magistratura en el Perú no está formada por curiales ruti-
narios.
Habéis demostrado , señores jueces, que sabéis elevar
vuestro criterio y mantenerlo a la altura de los sucesos que
juzgáis ; y no se ha creído, por eso , indispensable señalar a
vuestras funciones el control de la opinión que los jurados
representan.
Un Jurado que condenase a Chocano incurriría en un de-
lito de lesa patria , porque un Jurado está formado por ciu-
dadanos y, desde el punto de vista de la ciudadanía , Cho-
cano es, en este caso, incondenable. Pero este Tribunal es
también un Jurado y está también integrado por ciudadanos.
Vosotros tenéis, señores magistrados , la sagrada atribución
de ateneros a los dictados de vuestra conciencia. Y esa es
la garantía que ofrecéis a los que, desde ese banquillo o des-
de esta tribuna , esperan la justificada sabiduría de vuestros
fallos.
La amplitud de vuestro criterio no puede juzgarse res-
tringida por las limitaciones de un Código vetusto , ni cabe
sentir cohibida vuestra acción ante la rigidez de preceptos
legales inexorables . Manejáis un Código moderno y podéis
utilizar disposiciones cuya plasticidad permite moldear un
fallo de conciencia.
Con este voto moral que disponéis , Chocano no podrá ser
condenado. Un acto de justicia, aun en el caso de que ad-
quiera modalidades punitivas, deja siempre un sentimiento
de serenidad en el alma de quien lo discierne. Vosotros no
podéis sentir ese sentimiento castigando a Chocano. Tem-
blarían vuestras manos al firmar la histórica sentencia de su
encarcelamiento.
Y no tendréis nada con qué exculpar vuestra conducta,
EL LIBRO DE MI PROCESO 673

ni ante vosotros ni ante vuestros conciudadanos , si expidié-


rais un fallo represivo.
Cuando alguien se dirigiera hacia vosotros preguntando :
-"¿Habéis enviado a presidio a Chocano?" -no podréis
-
contestar: " Nosotros, no : la Ley "-puesto que tenéis el
voto de la conciencia.
Cuando la patria interrogase : “ ¿ Qué habéis hecho de
mi hijo predilecto ? " -no podréis decirle : " Somos jue-
ces "-porque ella replicaría : " Sois jueces de la patria .
Soy yo quien ha confiado a vosotros el discernimiento de la
Justicia ; y soy yo quien la demanda en favor de Chocano . "
Cuando vuestra propia conciencia pida cuentas de vues-
tra actitud para con el insigne compatriota , sobrevendrá el
remordimiento a vuestro espíritu , si le condenáis , y ningún
acto de justicia puede despertar remordimiento.
No formáis , señores jueces , un Poder judicial abstracto .
Sois el Poder judicial del Perú. Vosotros no podéis conde-
nar a un ciudadano que ha rendido a la ciudadanía el tri-
buto de sentir santa indignación ante teorías y actitudes
contrarias al sentimiento nacional. Formáis parte del Es-
tado . Sois el Poder más alto del Estado . Vosotros no segre-
gregaréis del consorcio civil al hombre que se ha indignado
ante la propaganda de ideas contrarias al Estado .
Sois hombres de honor. Chocano ha defendido el suyo
vilipendiado y escarnecido reiteradamente.
Sois hombres cultos. Chocano es la más alta gloria de
nuestras letras . Vosotros no podéis arrojar baldón sobre su
nombre que ha ganado la inmortalidad.
Sois hombres patriotas. El patriotismo no es sentimiento
que debáis posponer en la administración de la Justicia.
Chocano se ha indignado ante la difusión de ideas antipa-
trióticas y derrotistas.
Sois hombres morales. Vosotros no incurriréis en un fla-
grante desacuerdo entre el tenor de vuestra sentencia y el
veredicto de vuestra conciencia personal.
La Justicia es la balanza de la apreciación serena y es la
espada que castiga o es la espada que ampara. Vuestra es-
pada amparará a Chocano, si detenéis el juicio en la com-
pulsación de su caso.
Pensad, señores jueces, que la transigencia con la opi-
nión de ciertos populachos y de ciertos doctores de la Ley
condenó a Jesús.
43
674 JOSÉ SANTOS CHOCANO

Pensad que de vuestra actitud para con Chocano están


pendientes las altas intelectualidades del Continente, que ya
se han pronunciado en sentido francamente absolutorio de
la actitud de mi defendido .
Pensad que el Estado no puede condenar al hombre que,
como Sócrates, ha ganado ya el derecho de vivir en el Pri-
taneo a expensas del Estado .
Pensad que, aun condenándole, vosotros mismos no se-
ríais capaces de retirarle vuestra amistad si se la guardáis ,
ni vuestra admiración si se la profesáis .
Vosotros , señores jueces , no formáis un Tribunal divino ,
sino un Tribunal humano . La sociedad es la que ha puesto
sobre vuestros hombros la severa toga de los magistrados.
Vosotros no tenéis, pues, derecho a condenar a quien la
sociedad exculpa.
Vosotros sabéis que la ciencia penal ha exorcisado para
siempre los bárbaros conceptos del talión y la vindicta ; y
ha establecido, por modo definitivo y concluyente, que la pe-
nalidad obedece tan sólo al imperio de las exigencias so-
ciales.
Desde el punto de vista social, Chocano ha realizado un
acto de defensa colectiva . La patria lamenta el luctuoso epi-
sodio que le ha arrebatado a uno de sus hijos, pero agradece
al poeta los móviles de su campaña . Vosotros no podéis ana-
lizar la consecuencia sin remontar vuestro criterio a la apre-
ciación de las causas que inspiraron su conducta .
Desde el punto de vista personal, Chocano ha ejercido
ante una agresión injusta el legítimo derecho de su propio
resguardo . Ha defendido su honor befado y su integridad
física amenazada. Condenado o no, él seguirá lamentando
el doloroso incidente a que fué arrastrado y seguirá hacien-
do la genuflexión de su recuerdo ante la memoria del muer-
to, pero no puede bajar la frente, ni antes de ser juzgado,
ni después de serlo , así lo absolváis o le inflijáis inmerecido
castigo. El acto en que ha intervenido no es de los que in-
faman, ni de los que degradan.
Por eso la absolución de Chocano, rotunda, franca, in-
condicional , dirá al mundo que el Perú ha abandonado com-
pletamente los marcos del medievalismo penal para adop-
tar las ideas del siglo. Ella dirá al mundo que si el Perú
cuenta con jurisconsultos que han elaborado un Código cien-
EL LIBRO DE MI PROCESO 675

tífico, cuenta también con magistrados que saben interpre-


tar su finalidad y su sentido .
Chocano y su defensa solicitan de vosotros, los magis-
trados del Perú, ese acto de justicia. Vosotros al otorgársela
cumplidamente haréis honor a la justicia, haréis honor a la
patria y haréis honor a vuestro honor de magistrados y de
personas.
Recogeos austeramente en vuestras conciencias ; colo-
cáos espiritualmente en su caso . Cuando esa puerta se cie-
rre para que entréis a deliberar, los que aquí quedamos es-
perando vuestro fallo sentiremos una sensación de recogi-
miento religioso ; porque sabemos que tras esos muros, tres
magistrados probos que son tres hombres de bien, están so-
metiendo sus propias conciencias a solemnes interrogatorios.
Y nosotros esperaremos serenos , porque sabemos cómo
han de responder vuestras conciencias.
Vais a discernir justicia, señores magistrados : Chocano
y su defensa la esperan descubiertos.
C.I.A.P.

Precio: 10 pesetas
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MAY 29 1933

MAR 30 1938 NOV 22 1946

APR 27 1952

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MA 17 196 86
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MAY 15 '68 -7 PM

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