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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
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BIBLIOTECA
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HISTORIA DEL DERE
Facultad /Escuela :
Este libro debe ser devuelto el día :

Atiéndase a la fecha escrita en último lugar.


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eto Como Señor
O Juan . Ibanuel de Abontālian ,
en destinonco se consideracion v / a pecto
su antiguo olisceputo
Jose'e16 " Antequera

HISTORIA
DE LA

LEGISLACION ROMANA .
EXCLUIDO DE PRESTADO
(021) 37
HISTORIA

DE LA

LEGISLACION ROMANA X
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DESDE LOS TIEMPOS MÁS REMOTOS HASTA NUESTROS DÍAS,
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• por
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D. JOSÉ MARÍA ANTEQUERA .
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CUARTA EDICION.

BIBLIOTECA U.C.M.
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530868076X

MADRID .
IMPRENTA Á CARGO DE D. R. P. INFANTE,
Calle de la Bola , núm . 4.
1876 .
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INTRODUCCION.

Al comenzar la presente obra , debemos dar á


nuestros lectores razon de su método, con una breve
idea del plan de su redaccion y de las materias que
en ella tratamos .
Creemos que la historia de la legislacion de un
pueblo puede escribirse de dos maneras distintas.
Una, en que, considerando como objeto principal al
derecho mismo, y buscando en las épocas de sus
yariaciones fundamentales otros tantos periodos de
division para su obra , siga el historiador sus várias
ramificaciones en cada uno de estos periodos , con
duciendo al lector , por medio de transiciones opor
tunas, áá practicar igual exámen ,, comparándolo con
el anterior , en cada periodo subsiguiente. Otra , en
que, enlazando la historia política con la historia
legal , procure bosquejar el cuadro que la legislacion
ofrece en su origen y formacion, en sus progresos y
decadencia , y en sus relaciones con el desenvolvi
miento y curso de los sucesos más importantes;
señalando en ellos las causas que hayan producido
6
notables cambios en las instituciones y en las leyes ,
pero sin entrar en los pormenores de ellas .
Más á la altura de los conocimientos que hoy dia
se tienen en asuntos de legislacion y de historia pa
rece hallarse el método primero , de cuyas venta
jas son buen testimonio las obras alemanas que acer
ca de la de Roma andan impresas , y algunas de ellas
traducidas a nuestro idioma . Pero nosotros adopta
mos con preferencia el segundo método , ya porque
habiendo más de un curso académico consagrado al
estudio de las interioridades del derecho , parece que
deben dedicarse esta clase de obras á dar a conocer
su historia externa , ya porque abarcándose en el
primero de ellos la historia de la legislacion y la
particular de las instituciones , es excesiva la mate
7

ria para el escaso tiempo consagrado á este estudio,


de cuyo inconveniente está exento el segundo, que
se limita a la historia , y reserva lo relativo al dere
cho para estudiarlo en tiempo oportuno .
Si bastan las brevísimas consideraciones expues
tas para justificar el método cuya adopcion juzga
mos preferible, réstanos ahora manifestar , indi-.
cando el plan de esta obra , la aplicacion que de él
hacemos á la HISTORIA DE LA LEGISLACION ROMANA .
Vamos á entrar en Roma ; pero antes de estudiar
su legislacion debemos conocer su primitivo ori
gen , su antigua historia y el carácter de tos pue
blos que rodeaban su cuna y que la vieron nacer.
Tal es el asunto del primer capitulo.
Inaugurada la monarquía , Rómulo establece la
constitucion política y civil del Estado : Numa la
afianza con sus leyes é instituciones : Servio Tulio
la modifica notablemente. Esta constitucion ofrece
un cuadro interesante , cuyos pormenores conviene
conocer . Tambien la legislacion empieza ya á su
ministrar en este período materiales para la histo
ria. Á la exposicion de estos hechos está dedicado
el capítulo segundo.
Derrocada la Monarquía , viene con la República
una nueva forma de gobierno . Llevan en ella los pa
tricios la mejor parte ; pero los plebeyos adquieren
con el tiempo influencia y valimiento. Los Cónsules
y los Tribunos de la plebe son los representantes
de estas opuestas fuerzas. Nace en estos momentos
la Dictadura. La legislacion sale de su infancia , y
busca en un nuevo Código su porvenir. Este es el
cuadro que hemos procurado bosquejar en el tercer
capitulo.
Acontecimiento notable é importante en la his
toria legal de Roma es la formacion , al comenzar el
siglo iv , de un Código que lleva el nombre de las
Doce Tablas . Al exámen de este Código , base de la
legislacion en aquel tiempo , dedicamos el capitulo
cuarto, dando además , por apéndice, su texto , acom
2

pañado de la version castellana. Aquí se nos presen


ta
i
por vez primera en Roma la legişlacion escrita .
Mas como la legislacion escrita se halla tambien
en las leyes , plebiscitos y senado-consultos que
bajo el gobierno republicano obtuvieron fuerza le
gal , á su exposicion y exámen destinamos luego el
capitulo quinto.
La historia de la legislacion romana en este pe
riodo há menester , como su necesario complemen
to , la exposicion de dos puntos muy importantes .
Es el primero la constitucion política y civil de Roma
en todos sus pormenores , dando a conocer con tal
8

motivo los funcionarios públicos que aquella orga“


nizacion reconocia y los deberes anejos á su cargo ,
sin olvidar las relaciones de Roma con los demás.
pueblos de Italia y del extranjero. Y ésta es la inte
resante y variada materia del capitulo sescto.
El otro punto , tambien importantísimo , que en
este período debemos tratar , es la parte que los ju
risconsultos tomaron en el movimiento de aquella
sociedad y su mision en ella , ó lo que comunmente
se designa con el nombre de jurisprudencia. A este
asunto está dedicado el capitulo séptimo.
Trátase del Imperio en el octavo y noveno , que
describen las vicisitudes de la legislacion romana
desde Augusto hasta Alejandro Severo, y desde Ale
jandro Severo hasta Constantino . Esta division tan
desigual, puesto que la primera época es la más
larga y floreciente del Imperio, mientras la segunda
es muy corta y sólo abraza un periodo de decaden .
cia, tiene su explicacion en su desigualdad misma
y en la diversa índole de ambos periodos.
Hállanse en uno y otro capítulo extensas noticias
sobre la organizacion política, social , civil yу judi
7

cial de Roma , que en el primero se refieren a los


últimos tiempos de la República , y en el segundo


>

al periodo mismo áá que corresponde el capítulo .


Asunto del décimo es la historia de la legislacion
imperial desde Constantino hasta Justiniano , ó sea
desde la traslacion del imperio á Bizancio hasta la
publicacion del Corpus juris civilis. Lo mismo que
en los anteriores , si bien no tan extensas , se en
cuentran en este capítulo noticias sobre el estado
político y social de Roma en aquel tiempo,
Destínase el undécimo al examen de los Códigos
9

de Justiniano y de las demás adiciones que compo


nen su importantísima coleccion legal .
Expónese en el duodécimo la saludable influen
cia que en los tres siglos transcurridos desde el rei
nado de Constantino hasta el de Justiniano , ejerció
el Cristianismo en el derecho civil de los romanos .
Refiere el décimotercio las vicisitudes que con la
muerte de este Emperador experimentaron sus Có
digos en ambos imperios, y la influencia que el de
recho romano ha ejercido en todas las naciones de
Europa desde el siglo vi hasta hoy .
Y da á conocer el décimocuarto el estado del de
recho romano en la actualidad , despues de reseñar
los importantes estudios y descubrimientos que en
los últimos tiempos se han hecho .

Tal es el plan de esta obra, en el que, como puede


verse , hemos ajustado a la division que nos ofrece
la historia política , la de la historia legal. Pero con
siderada la legislacion en sí misma , y prescindien
do de los acontecimientos políticos , son otros los
periodos en que suele dividírsela; y aun cuando no
haya sobre este punto identidad perfecta entre los
historiadores más conocidos , indicaremos, sin em
bargo , la division generalmente aceptada.
>

Comprende su primer periodo , ó sea el de la in


fancia del derecho, los tres siglos transcurridos desde
la fundacion de Roma hasta la promulgacion de las
DOCE TABLAS ( años 1 al 300 ). Lo mismo la ciudad
que sus leyes se encuentran en este periodo en su
edad primera . Al terminarse aparece una ley escrita,
10

que, por lo que hace á los derechos privados , coloca


en el mismo rango á todos los ciudadanos . Las fuen
tes de la historia del derecho son en esta época los
fragmentos de dicha ley. El único jurisconsulto cé
lebre que de ella conocemos , es PAPIRIO .
Abarca el segundo periodo , ó sea el de la edad
adulta del derecho , el tiempo transcurrido desde la
promulgacion de las DOCE Tablas hasta Ciceron
(años 300 al 650). En este periodo dilata Roma con
siderablemente su poder. Divídese entonces el de
recho en civil y honorario ; y aunque no se le estu
dia aún como ciencia , adquiere importancia en la
práctica . Enciéndese la guerra social, y para apaci
guarla conceden los plebiscitos el derecho de ciuda
danía á la mayor parte de los habitantes de Italia .
Las fuentes más importantes para el estudio de la
historia legal son los escritos de Ciceron .-Los juris
consultos célebres son APIO CLAUDIO , FLAVIO , Co
Elio y CATON .
RUNCANO , ELIO
Extiéndese el tercer periodo , ó sea el de la edad,
viril del derecho , desde Ciceron hasta Alejandro Se
vero años 650 al 1000) . Era á la sazon el imperio uno
de los más extensos que en el mundo ha habido . Las
artes y las ciencias , y más aún la jurisprudencia ,
brillaban en todo su esplendor. Los plebiscitos, los
senado-consultos уy las constituciones imperiales en .
riquecen entonces el derecho con várias disposicio
nes importantes. Escríbense sobre las leyes muchas
obras , que dan á la legislacion todo el carácter y la
importancia de una gran ciencia. Los súbditos de las
provincias se asimilan casi por completo , al termi
nar este periodo , á los ciudadanos de Roma .-Las
principales fuentes del derecho son los fragmentos
11

que de aquellas obras nos quedan .-Los juriscon


sultos célebres son ESCÉVOLA, SERVIO SULPICIO, LA
BEON , SABINO, JULIANO , GAYO , PAPINIANO, PAULO , UL
PIANO y MODESTINO.
El cuarto periodo, el de la vejez del derecho, corre
desde Alejandro Severo hasta Justiniano (años 1000
al 1300 de Roma) . El imperio se ve por todas partes
acometido, y devastadas las provincias . Decae no
tablemente el estudio de las artes y de las letras . La
ciencia del derecho estriba en las citas de los juris
consultos antiguos y de las constituciones imperia
les ; y de ellas se publican várias colecciones , que
son las mejores fuentes de la historia .
HERMÓGENES, GREGORIO , TRIBONIANO Y TEÓFilo son
los jurisconsultos célebres de este periodo .
Han adoptado esta division, MACKELDEY, en la in
troduccion histórica de su Manual ; GIRAUD, en su In
troduccion al estudio del derecho romano ; WARNKOE
NIG en su Historia del mismo derecho , y BLONDEAW ,
en el Cuadro cronológico con que concluye la traduc
cion de las Institutas .-HOLTIUS extiende el primer
periodo desde los orígenes de Roma hasta la pretura
urbana; el segundo desde la pretura urbana hasta
Augusto ; y el tercero desde Augusto hasta Constan
tino. MAREZOLI , en su Historia de las fuentes del de
recho romano, cuenta como primer periodo el que .
transcurrió desde los tiempos antiguos hasta la ley
de las DOCE TABLAS; el segundo desde las Doce Ta
BLAS hasta el Imperio ; el tercero desde el estableci
miento del Imperio hasta Constantino ; y el cuarto
desde Constantino hasta Justiniano . - ORTOLAN , en su
excelente Historia de la Legislacion romana, supe
rior en nuestro concepto á la mayor parte de las
12

obras citadas, ajusta , como nosotros , á la division


de la historia política la de la historia legal.

Expuesto en las precedentes líneas el plan de


esta obra, y dada idea de lo que en ella podrá hallar
el lector, vamos á terminarla con un ligero apunte
bibliográfico sobre la materia que forma objeto de
este estudio .
Si hubiésemos de indicar todos los libros á que
se puede recurrir para ampliarlo , llenaríamos algu
nas páginas citando nombres de autores y títulos de
obras : pero renunciamos á una tarea que para la ge
neralidad nos parece ociosa . No a todos, en efecto ,
es dado detenerse á registrar los antiguos historia
dores griegos, como Dionisio de ' Halicarnaso, Plu
tarco, Polibio, Diodoro de Sicilia , Appiano, Dion
Cassio y Procopio; y los latinos , como Ciceron , Tito
Livio , Tácito , Plinio el Jóven , Séneca , Quintiliano ,
Suetonio , Simmaco , Amiano Marcelino , Aulo Gelio,
Festo y Columela . Ni es mucho más fácil consultar
las obras de derecho que pudieran mostrarlo en su
originalidad, como los Libri Prudentum, Codices
Constitutionum , Fragmenta Ulpiani, Institutiones
Gaji, Pauli recepte sententiæ , Collatio mosaicarum
et romanarum legum , y Vaticana juris romani frag
menta ; ó los documentos y textos auténticos, que
pocos tienen ocasion de ver, como los Monumenta
legalia publicados por Spangenberg ; la Lex Servilia
repetundarum del año 654 , publicada en 1625 por
Klenze ; la Tabula Heracleensis, fragmentos de mu
chas leyes de la antigua Heraclea , dadas entre el
13

año 664 y 680 , publicadas en Lóndres ' en 1736 y en


Nápoles en 1753 ; y otros vários que aquí no men
cionamos .
Renunciamos tambien á presentar un catálogo
de obras bibliográficas, lexicográficas, hermenéuti
cas y exegéticas, con cuyos títulos y fechas de pu
blicacion cansaríamos la paciencia de nuestros lec
tores; como asimismo de las que se han escrito sobre
las diferentes partes que componen el Corpus juris
civilis, ó sea sobre las Instituciones, Pandectas,
Código y Novelas.
Nos limitamos, pues, á citar, entre los historia
dores del derecho romano, que son los que más pue
den interesar a nuestros lectores , á Zacaría , autor
del Ensayo de una historia del derecho romano , pu
blicado en 1814; á Jacobo Gotofredo, autor del Ma
nuale juris, que contiene una sucinta historia del
derecho romano , edicion de París de 1806; á Hoff
man, en su Historia juris romani, Leipzig, 1726 ; á
Heinecio, en su Historia juris romani, bien conoci
da de nuestros lectores; á Bach , Historia jurispru
dentiæ romane, Leipzig, 1754; á Haubold, Historia
juris romani, París, 1823; á Gravina , Originum ju
ris civilis, libri tres; á Hugo, Historia del derecho
'romano, traducido al francés por Jourdan ; á Savigny ,
Historia del derecho romano en la Edad Media , tam
bien traducida al francés ; á Ortolan , Historia de la
Legislacion romana; á Lerminier, en su Historia del
7

Derecho; á Montesquieu , en su libro sobre la Deca


dencia y grandeza de los romanos; el Curso completo
de Derecho romano , publicado en Madrid en 1842 por
los Sres . Navarro Zamorano , Lara y Alvaro de Za
fra, y el Curso histórico -exegético del Derecho roma
14

no, escrito уy publicado por D. Pedro Gomez de la


Serna; pasando en silencio innumerables obras an
tiguas y modernas , que , no por dejar de citarlas, las
reputamos menos dignas de tenerse en cuenta .
Debemos , no obstante, al recordar estas obras ,
prevenir á nuestros lectores contra muchos de los
juicios y apreciaciones que contienen. Montesquieu,
por ejemplo, en su Grandeza y decadencia de los ro
manos ,> y Lerminier, en su Historia del derecho, ex
presan con muy bellas frases pensamientos falsos y
conceptos erróneos, que seducen al lector por la ma
nera como están presentados, y le harán formar , si
los acepta , opiniones caprichosas sobre puntos im
portantes; y en otros escritores hay no pocas apre
ciaciones equivocadas , que no deben aceptarse en
manera alguna.
Preciso es , repetimos , leer las citadas obras con
prudente desconfianza, no acogiendo sino con gran
cautela las opiniones de sus autores. Y al decir esto ,
ni presumimos de acierto en nuestros juicios , ni
desconocemos las imperfecciones de que adolece
nuestro libro ; pero juzgamos con imparcialidad é
independencia aquellas obras , a la vez que recono
cemos su importancia y el fruto que de ellas puede
sacarse , utilizando lo que tienen de bueno, para el
estudio de la interesante historia del derecho ro
mano .

1
ÉPOCA ANTERIOR Á LA MONARQUÍA.

CAPÍTULO PRIMERO .

Pueblos primitivos de Italia. -Su carácter, costumbres é insti


tuciones. - Historia preliminar de Roma.

Al referir un célebre historiador de nuestros dias


los acontecimientos de que Italia fué teatro en las
primeras edades , cree tanto más difícil determinar
sus primitivos pobladores, cuanto que no sólo vi
nieron a ella del Norte , sino tambien por mar. Su
poniendo que inundasen sus aguas gran parte del
valle del Pó y penetrasen hasta las pendientes del
Apenino , opina que los pueblos que habitaban los
montes debieron ser los primeros , justificando esta
conjetura el nombre de Aborigenes, análogo al de
>

montañeses, que se dió á los más antiguos ; y cree


que acaso pertenecian á la primera irrupcion de
pueblos jaféticos, llamada de los tirrenos, que die
ron su nombre á toda la Península itálica y al mar
que la baña por Occidente , así como de Adria, ciu
16

dad tambien tirrena , tomó su nombre el mar Adriá


tico , que la baña por Oriente. De esta antiquísima
gente formaban parte los Venetos, los Orobios, los
Lepontios, los Camunios, tal vez en el centro de
Italia los Etruscos, y los Oscos , de cuyo nombre,
uniéndole el artículo , se formó más adelante el de
Toscos. A éstos siguieron los Iberos, que diez y ocho
siglos antes de la Era cristiana habian venido de la
Iberia Asiática , y á cuya raza pertenecian los Ligu
rios en la alta Italia, tal vez los Italos en la media ,
y los Sicanos en la baja.
Vinieron, por fin , los Celtas, y se dividieron en
tros bandas , de las que tomaron su nombre otras
tantas provincias , á saber: Oll -Umbria , ó alta Um
bría , entre el Apenino y el mar Jonio ; Is - Umbria,
ó baja Umbría, en las inmediaciones del Pó ; Vil
Umbria , ó Umbría litoral, llamada más tarde Etruria .
De suerte que, dejando la parte occidental á los Ibe
l'os, ocuparon estos pueblos la parte oriental de Italia .
Más bien que pueblos emigrados , le parecen con
quistadores al historiador citado los que en pós de
éstos vinieron , y entre ellos merecen mencion los
Pelasgos , que diez y siete generaciones antes de la
ruina de Troya llegaron á Italia, y que, no ya como
verdaderos señores , sino más bien como extranjeros,
permanecieron en ella bastante tiempo .
No vamos á mencionar todos los antiguos pue
blos que en tiempos anteriores á la fundacion de
Roma tomaron asiento en Italia , y sobre los cuales
hallará, el que los deseare , más pormenores y muy
curiosas noticias en el historiador aludido ( 1 ) . En

(1) CÉSAR CANTú: Historia universal.


17

sólo algunos de estos pueblos vamos á fijar nuestra


consideracion , á saber : en los Aborígenes, los Pe
lasgos, los Sabinos , los Etruscos y los Latinos.
>

De los ABORÍGENES y de las diversas razas en que


se dividieron, nos da muy pocas noticias la historia
de Italia, y aun este nombre genérico habia llegado
á extinguirse al tiempo de la fundacion de Roma ,
lo que no sucedió á los demás pueblos antiguos que
vamos á mencionar. Diremos, no obstante, que hubo
en aquella remota edad costumbres verdaderamente
feroces, tales como los sacrificios humanos, hacién
dose en ciertas primaveras , que se denominaban
sagradas, voto de inmolar á los dioses cuanto na
>

ciese , en cuya virtud degollaban los padres á sus


hijos ; si bien se introdujo más tarde la práctica de
enviar á fundar colonias á los que nacian entonces .
Andando el tiempo vinieron hombres de otros países
á instruir á aquellas poblaciones y á mejorar sus
costumbres. La tradicion menciona á Jano , Saturno,
Pico y Fauno; y esto explica que los Aborígenes tri
butasen culto á Jano, como siguieron haciéndolo los
romanos , y despues á Saturno , que , enseñándoles
la agricultura, los habituó á tener moradas fijas;
y que figuren como Reyes de los mismos Aborígenes
Pico, Fauno y Latino , de los cuales recordaremos
más adelante al último , para anudar en él la histo
ria del pueblo que lleva su nombre .
No vinieron á Italia los PELASGOS en una sola
expedicion, sino en várias. Acaso fué la primera con
Enotro y Peucetio , hijos de Licaon, en la época más
arriba indicada. En la costa del mar Jónico tomaron
asiento los Peucetios; los Enotros al Sudoeste , en el
territorio de Campania; y por espacio de trescientos
2
18

años lucharon con los Sículos , hasta arrojarlos a la


isla que de su nombre se llamó Sicilia . Venidos más
adelante otros Pelasgos, que ocuparon la Macedonia
y el país de Dodona , cree César Cantú que se coli
garon con los Aborígenes de la Sabina, y unidos
ambos, fundaron ciudades en las cumbres del Ape
nino. « Todavía subsisten , dice, muchas de aquellas
murallas, unas veces aisladas , otras formando ciu
7

dades; y el vulgo las denomina murallas del diablo,


por el asombro que le causa aquel enorme hacina
miento de peñascos , irregulares unos , con sus in
tersticios rellenos de pedernales, como en Cossa, en
Arpino y en Aufidena , semejantes á los de Micenas
y de Tirinto ; cuadrados otros , como el antiquísimo

bastion de Roma y los de Volterra y Fregelle ; algu


nos enteramente regulares, como en Cortona y en
Fiesole ; de una construccion mixta , siempre sin
cal , y que indican el empleo de muchos brazos y de
fuerzas colosales . - Su arte , añade el mismo histo
riador, era admirable, no por la regularidad, como el
griego , sino por lo enorme de los materiales y por
su semejanza con las obras de la naturaleza . »
En las alturas y gargantas del Apenino, y en las
pendientes que bajan hacia el Adriático , entre los
Etruscos , los Latinos y los de Campania al Ponien
te , los Umbrios al Norte y los de Apulia al Sur,
se encontraba la nacion sabélica , de cuyas catorce
tribus eran las principales los Samnites , los Mar
sos , los Pelignianos , los Picentinos , los Lucania
nos , los Harpinos , los Vestinos , los Frentanos y
7

los SABINOS. - Atribuyense á estas diversas razas


costumbres é inclinaciones tambien distintas. De
los Samnites , los Marsos y los Pelignianos se dice
19

que eran belicosos y amantes de su independencia.


De los Picentinos , que eran endebles y tímidos. De
los Sabinos ។, que eran justos y amantes de sus creen
cias . De los Lucanianos , que eran osados у destruc
tores . Estos , la confederacion Marsa y los Samni
>

tes, eran enemigos entre sí . Los Picentinos y Sabi


nos eran indiferentes y
y neutrales hacia el resto de
la nacion sabélica . Semejante al del Lacio era el
idioma de los Marsos , los cuales , como sus alia
dos y los antiguos Sabinos , se servian de la es
critura latina . En las medallas de los Samnites se
ven caractéres etruscos , y tambien griegos. Los Sa
binos adoraban al dios Marte , representado por una
lanza clavada en tierra . Conocida es la parte que
tuvo este pueblo en la historia de Roma , y por la
cual , ya que no fuese por su propia importancia ,
merecia en este lugar mencion especial .
Los Rasenas , pueblo indígena, tambien llamado

por los griegos tirsenos ó tirrenos, son , segun Mi


cali en sus noticias sobre los antiguos pueblos de
Italia, los mismos que los romanos denominaron
ETRUSCOS ó tuscos , los cuales establecieron un im
perio estable entre el Arno y el Tíber sobre las rui
nas de los Umbrios, y desde allí extendieron su do
minio por gran parte de la Península itálica, fun
dando en ella nuevos Estados . Los Etruscos , que
han alcanzado verdadera y merecida celebridad en
la historia de Roma , se gobernaban en aquellos re
motos tiempos por un gobierno aristocrático, en que
los nobles, llamados lucumones, estaban al frente de
las ciudades que formaban la federacion , eligiéndose
entre ellos el jefe comun , el cual llevaba todas las
insignias reales , como el traje de púrpura, la co
20

rona de oro y el cetro con el águila , é iba prece


>

dido por doce líctores , de los que nombraba uno


cada ciudad . En el territorio de cada cual de éstas
se comprendian otras muchas con el carácter de
colonias ó de súbditas. No habia asambleas popula
res : en la reunion de los lucumones se ventilaban y
decidian los asuntos públicos .
Divididas en tribus , curias y centurias , formaban
la plebe las clases inferiores, que eran clientes de
las principales; viniendo así á componerse el Estado
del lucumon que estaba a su frente , de los nobles, y
de los indivíduos que formaban la clase plebeya .
Eran los Etruscos en aquellos tiempos el pueblo
más adelantado de Italia. Su literatura es tan anti
gua , que Varron menciona á Volumnio , de nacion
etrusca , como autor de tragedias ; y de la palabra
etrusca ister dieron los romanos á los comediantes
el nombre de histriones. La alta estima en que se
tenía su ciencia fué causa de que los patricios roma
nos les enviasen sus hijos para educarlos . Y todavía
en el siglo quinto de la Era cristiana consultaban
los romanos á los augures de Etruria sobre los asun
tos de gran interés . Distinguiéronse tambien en las
ciencias médicas ; estudiaron la numeracion ; y es
probable que sean suyas las cifras que hoy se lla
man romanas .
Remóntanse , segun Varron , los anales etruscos
hasta el origen de cada ciudad en particular, empe
zando a contar las fechas desde la fundacion de cada
una , cerrando el período con la muerte del último
de los nacidos aquel dia , y abriendo entonces el
segundo .
Muy celebrados han sido tambien los Etruscos
21
por su superioridad en las obras de arte , entre las
cuales las hay de grande importancia. Ellos regula
rizaron las bocas del Arno y del Pó , y áun proyec
taron la canalizacion del último. Atribuyenseles las
más antiguas obras de Roma, entre las cuales es
una verdadera maravilla de arte la cloaca mayor. El
anfiteatro de Sutri y el teatro de Adria son tambien
obra suya. Algunos de sus sepulcros , como el de
Porsena, son en extremo notables. En 1828 descu
brió Luciano Bonaparte detrás de Civita-Vecchia
una cámara sepulcral, y otras en pós de ella , en>

contrando hasta tres mil vasos de singular belleza ,


con otros trabajos en bronce, oro y marfil.
Entre el Tíber y el Arno se hallaba asentada la
Etruria propiamente dicha; y allí , rodeadas de fuer
tes murallas, formadas de grandes piedras , se le
vantaron ciudades , ó bien se aprovecharon las ya
7

construidas por los Pelasgos. Eran las principales de


estas ciudades Clusio , Volterra , Cortona , Aretio,
Perusia , Volsinio , Vetutonia , Céres , Tarquinia y
Veyos : habia además multitud de pueblos en la
costa. Tarquinia era el verdadero centro de la civi
lizacion etrusca , y Céres la metrópoli religiosa que
tenía en Delfos el Erario comun. Pareció en algunos
momentos que los Etruscos iban á enseñorearse sobre
toda la Italia ; pero vencidos por Hieron de Siracu
sa , hubieron de limitar á la Etruria su imperio , re
ducido cada vez más por los ligurios , los galos y
samnitas , y destruido más tarde por los romanos .
Nada tan natural,7 atendidas las costumbres de
aquellos tiempos y las divisiones que tantos rios y
montes forman en el territorio de Italia , como el que
las antiguas naciones de que hemos hablado vivie
22

sen separadas , constituyendo pequeñas repúblicas,


que formaban entre sí federaciones, las cuales , en

determinadas épocas , se reunian junto á los tem


* plos . Celebraban los Toscanos sus asambleas en los
de la diosa Voltumna , los Latinos en Ferentino , y
los Sabinos en Céres : el gobierno debió de ser aris
tocrático , puesto que en todas partes habia un Se
>

nado, compuesto de indivíduos de la raza conquista


dora , al cual tocaba interpretar las leyes. Conocié
>

ronse tambien en estos pueblos los dictadores ; y


de uno de ellos , los Lucanios , se dice que en tiem
po de guerra nombraban un Emperador que al man
do militar juntaba el poder civil . Si hubo en ellos
asambleas populares de otra índole que las arriba
indicadas , nada se sabe con certeza sobre su orga
nizacion y atribuciones , y su mayor ó menor in
fluencia ó participacion en el gobierno.
Entre los LATINOS >, sucesores de los Aborígenes ,
fué donde nació y se desarrolló el pueblo romano :
en ellos , pues , y en sus antiguas tradiciones debe
mos buscar los orígenes de Roma. Cierto es que las
historias de aquel tiempo estaban mezcladas con le
yendas y fábulas , y acaso tenian más de poéticas
que de exactas ; pero referiremos lo que los histo
riadores romanos nos dicen . Desterrado Evandro
del Peloponeso , llevó al Lacio una colonia de ar
cades , que puede considerarse comouna nueva emi

gracion pelásgica ; y Fauno , á la sazon Rey de los


Aborígenes , les concedió una porcion de territorio
en el monte despues llamado Palatino, para edificar
una ciudad , que denominaron Palancio , en honor
de Palante , hijo de Evandro. Casi por este tiempo
vino á Italia Hércules, inició á los Aborígenes en
23

los ritos griegos , é instituyó las familias sacerdo


>

tales de los Poticios y Pinarios, que menciona Tito


Livio en su historia. Cincuenta años despues de la
partida de Hércules reinó Latino , su hijo , que dió
á los Aborígenes su nombre, y al país el de Lacio.
Llegado Eneas en el reinado de Latino con los
dioses de Troya y el Palladium , que despues se
conservó en el templo de Vesta , fué recibido con
>

gran agasajo por este Príncipe , hizo alianza con él ,


y
у recibió su hija Lavinia 'en matrimonio . Muerto
Latino , reinó Eneas muy poco tiempo , y despues de
>

él su esposa Lavinia , que durante la menor edad de


su hijo Ascanio asentó su córte en la ciudad de La
vinio , fundada por Eneas en honor de su esposa ,
2

debiéndose luego á ella misma la fundacion de Alba,


que vino á ser la capital del reino. A Ascanio suce
dieron Silvio , Eneas Silvio , Latino Silvio , Alba, Atis ,
Capis , Capeto , Tiberio , Agripa , Rómulo Silvio ,
Aventino, y Procas, padre de Numitor y de Amulio .
Á Procas debió suceder Numitor ; pero Amulio
usurpó la corona . Hijos de éste y de la vestal Rea
Silvia se supone ser Rómulo y Remo , que , manda

dos arrojar al Tíber por lo impuro de su origen ,


fueron recogidos y criados por un pastor. Unidos
más tarde con Numitor , destronaron á Amulio ‫ܕ‬, se
disputaron la soberanía , defiriendo su decision á un
agüero ; y el primero , á cuyo favor la decidió la
suerte , fundó á Roma 753 años antes de la Era cris
tiana , ó segun otros la reedificó solamente , datando
su existencia de tiempos muy anteriores ( 1) .
Entre los habitantes del Lacio , y áun de toda la

(1 ) V. el APÉNDICE PRIMERO, núm. I.


24

Italia , la influencia del suelo y del clima suavizó en


gran manera las costumbres. Luego que dejaron la
caza , se dedicaron á apacentar ganados y á labrar
las tierras , uniéndose poco a poco entre sí, y cons
truyendo aldeas y ciudades , que se agruparon bajo
el régimen monárquico .
De algunas colonias griegas y asiáticas recibie
ron más tarde las ciencias y las artes del Oriente,
que los griegos habian recibido a su vez de los Egip
cios . Pero entre todos los pueblos de Italia, los Etrus
cos fueron , como lo acabamos de decir , los que
más progresos hicieron en ellas .
La religion de los primitivos pueblos de Italia fué
la griega, descartada de las fábulas que más envile
cian a los dioses . Creian los griegos que hablaban
éstos por medio de oráculos ; y no habiéndolos en
Italia , para adivinar lo futuro se recurrió a los agüe
ros . El encuentro de un animal dañino era mal
agüero ; el de un enjambre de abejas ó de una paloma ,
era bueno; y el número par o impar de las piedras
que se juntaban , así como los relámpagos y los
truenos , venian á ser intérpretes de la voluntad de
los dioses . A placábanlos con sacrificios y expiacio
nes ; y no satisfechos con la sangre de los ani
males, les inmolaron víctimas humanas . En estas
supersticiones tuvo orígen la magia , por medio de
+
la cual, é invocando los genios buenos ó malos, se
creia poder variar los acontecimientos naturales ó
políticos; y muchas otras creencias , como la del lu
gar que en cada comarca se reputaba sagrado , y
servía de asilo á los delincuentes; la de los dioses
Lares ó Penates, que cada familia miraba como
propios, y cuyo culto trasmitia a su descendencia
25

de varon en varon; y la del genio ó dios protector,


que cada pueblo honraba particularmente, ocultan
do su nombre, para que los enemigos no pudieran
invocarlo y hacérselo propicio.
Cuál fuese la legislacion italiana en aquel tiem
po , no es fácil decirlo. Las pocas y mal seguras
noticias que acerca de la civilizacion y cultura de
los antiguos pueblos de Italia han llegado hasta
nosotros, no nos permiten aventurar sobre este pun
to asercion alguna. Narraciones populares, anales
pontificios y cantos heróicos, son la base primera de
la historia de esos pueblos; lo cual no ha impedido
que los historiadores, los publicistas , y aun los ju
risconsultos mismos de Roma los tomasen muy en
cuenta en sus escritos i; adoptando y reproduciendo
en ellos las tradiciones que tenian á su favor el asen
timiento popular .
En sentido opuesto se ha levantado en los últi
mos siglos la voz del escepticismo y de la crítica,
que combatiendo abiertamente las tradiciones anti
guas ,las ha relegado al dominio de la poesía y de la
fábula. Grande aceptacion ha tenido esta novedad, ó
por lo menos grandemente han llamado estos, traba
jos la atencion pública . Pero dudamos mucho que
la fascinacion que al pronto han causado pueda ser
duradera. No se destruyen de una plumada, ni por
las fantásticas creaciones de una imaginacion ar
diente, las tradiciones que cuentan á su favor el
asentimiento de las generaciones y de los siglos.
De esta misma opinion parece ser Ortolan, que en
su Historia de la Legislacion romana , primera épo
ca, hablando de Vico y de Niebuhr, dice : «dos eru
»ditos, algunas veces dos soñadores , eminentemente
1
26

» poéticos .» Y hablando en otro lugar de la obra de


Niebuhr, añade muy discretamente: «Leyendas por
»leyendas , y conjeturas por conjeturas, las que tie
»nen á su favor la tradicion y la literatura de todo
»un pueblo forman parte de la historia, aunque no
»sea más que como expresion de las creencias . En
»este concepto nos adherimos á ellas . »
Roma al nacer , podemos decir en conclusion, es
taba rodeada de tres pueblos, que desaparecieron ,
confundiéndose en ella ; los sabinos, los Etruscos
y los Latinos. Cuál de los tres predominase en su
formacion, no es fácil decirlo, porque no conservó el
nombre ni las costumbres de ninguno de ellos . Sólo
pudiéramos formar conjeturas, teniendo en cuenta
que los Etruscos, como más adelantados en la civi
lizacion , debieron ser la porcion más importante
de Roma; mas como el idioma que se conservó fué
el latino, y los Sabinos tambien formaron más ade
lante parte de ella , esta cuestion es hoy para nos
otros tan oscura como la dejó Virgilio en sus Geór
gicas, cuando, al describir los encantos de la vida
pastoril , recuerda, sin quererlo, los orígenes de su
esclarecida pátria :
Hanc olim veteres vitam coluere Sabini :
Hanc Remus et Frater: sic fortis Etruria crevit:
Scilicet et rerum facta est pulcherrima Roma,
Septemque una sibi muro circumdedit arces.
MONARQUÍA .

CAPÍTULO II.

Gobierno y legislacion de Roma bajo el imperio de sus Reyes.

Tres son los grandes periodos en que natural


mente se divide la historia política de Roma , á sa
ber : Monarquía , República é Imperio. Estos tres
periodos están señalados por acontecimientos im
portantes, que causaron notable alteracion en las
formas de gobierno y en la constitucion política y
civil de la nacion romana .
Cualquiera que sea el concepto en que nos inte
rese la historia de este gran pueblo ; ora deseemos
conocer sus memorables hechos de armas y sus
grandes conquistas ; ora nos propongamos estudiar
su constitucion orgánica y sus leyes civiles, habre
mos de seguir uno en pós de otro estos tres periodos
de su existencia . No desconocemos cuánta oscuri
dad é incertidumbre hay en las antiguas tradicio
nes que sobre la primera de estas épocas nos han
quedado ; pero , aun así , la grandeza de Roma se
descubre ya, aunque lejana, desde aquellos remotos
28
tiempos, y no debe sernos desconocido cuanto nos
ofrecen de notable acerca de su gobierno y de sus
leyes.
En el capítulo anterior hemos expuesto su his
toria preliminar, y reconocido á Rómulo como su
fundador y el primero de sus Reyes . La más notable
entre sus instituciones , la que mejor logró perpe
tuar su existencia al través de la república y del
imperio, fué el Senado; y así de ésta como de las
demás de aquel tiempo , habremos de decir que , sea
la que quiera la importancia que se les atribuya,
son, sin embargo , la base fundamental de la cons
titucion de Roma , y en su legislacion aparecen más
tarde señaladas sus huellas . Mas no eran estos aún
sino gérmenes, que poco a poco habian de desarro
llarse ; y no puede suponérseles, sin cometer un
anacronismo, el desenvolvimiento que más tarde al
2

canzaron .
Que Roma habia recibido en su cuna los últimos
reflejos de la civilizacion asiática , lo muestra el ver
impreso en sus instituciones ese sello especial que
caracterizó á las sociedades paganas del Oriente . En
Roma el jefe del Estado era al mismo tiempo el Su
mo Sacerdote ; y bien sabemos que en su gobierno
tenian á la vez parte el Rey, el Senado, y lo que se
llamaba el pueblo; ó sea , que era una mezcla de mo
narquía, de aristocracia y de democracia. Bueno será
notar desde el principio , tratándose de una nacion en
cuya historia se oye hablar tanto de la libertad у de
los derechos del pueblo, en la que figuran los comi
cios como expresion de la soberanía popular, y an
dando el tiempo aparecen los Tribunos de la plebe,
los héroes legendarios de la democracia, cuyo sólo
29

recuerdo exalta y trastorna hoy las cabezas de los


demagogos , cuán desconocida era la libertad verda
dera , cuán abyecta era la condicion humana , y cuán
arraigado se hallaba el despotismo , propio de las na
ciones paganas, en la antigua Roma , que algunos
miran como el templo de la libertad. Allí los hom
bres estaban divididos en patricios y plebeyos, en
libres y esclavos . Que entre aquellas dos clases me
diaba un abismo, lo prueba el que los plebeyos no
gozaban de ningun derecho político ni de privilegio
alguno , ni podian aspirar á los honores ni á la di
reccion de los negocios del Estado, ni sus familias
enlazarse por el matrimonio con las familias patri
cias . Y cuán deplorable era la condicion del esclavo,
lo prueba el que no se queria dar el nombre de ma
trimonio á su union con la esclava, sino el de contu
bernium , y que el parentesco entre el padre esclavo
y sus hijos se llamaba servilis cognatio. Conviene
no perder de vista estos hechos , para apreciar en su
verdadero valor las decantadas libertades del pue
blo romano .
¡ Qué inmensa diferencia no separa aquella situa
cion, de la que creó en el mundo la Religion cristia
na ! Porque ¿dónde se encuentra , sino en ella, la
distincion de poderes , compatible con su mútuo
acuerdo y proteccion recíproca ; la diferencia de cla
ses, junta con el espíritu de fraternidad que las acer

ca y armoniza ; la autoridad del padre de familia ,


que no excluye la consideracion y dignidad de la
mujer y los derechos de los hijos? Si estos principios
han sufrido algun trastorno en el seno del Cristianis
mo, es entre las sectas separadas de la Iglesia cató
lica; y así vemos que, muy semejantes en esto á los
30

antiguos romanos, los protestantes, que no quieren


9

reconocer la autoridad del Sumo Pontífice, miran


como jefe supremo de la religion al Rey ó Reina de
la nacion en que residen .
Reanudando el hilo de nuestra historia , que es
tas importantes consideraciones nos han obligado á
interrumpir, mencionaremos algunas leyes que se
atribuyen á Rómulo . Fueron éstas : la que esta
blecia la comunidad de bienes entre los cónyuges;
la que concedia á los padres el bárbaro derecho
de vida y muerte sobre sus hijos , y el de ven
derlos tres veces; la que mandaba que los ciudada
nos no se dedicasen á otras artes que la milicia ó el
cultivo de las tierras; la que condenaba á muerte al
patrono que hubiese engañado á su cliente, defrau
dándole en los intereses confiados á su custodia; y
la que prohibió á los padres exponer á los hijos re
cien nacidos, aunque, por una de esas aberraciones
que con tanta abundancia nos ofrece el paganismo,
quedó subsistente tan indigno y criminal abuso para
los hijos que nacian deformes ó monstruosos (1) ..
Fijándonos ahora en otros aspectos de aquel es
tado social , observaremos que además de la divi
sion más importante entre las personas , que era la
de libres y esclavos , habia la de las personas capa
ces de tener derechos, y las incapaces. Los hombres
7

hábiles para tomar las armas eran , por regla gene


(1) Mulier quæ secundum sacras leges convenit in manum , parti
ceps bonorum sacrorumque mariti esto . - Patri in liberos jus vitæ et
necis, illosque ter venundandi jus esto . - Tertium venundati et manu
missi e patria potestate exeunto . - Sordidas sellullariasque artes cives
ne faciunto; sed studiis Militaribus, reiqué rustico vacanto . - Sei pa
tronos clientei fraudem facit, sacer estod . - Temetum mulier ne bibito .
-Quod natum erit parentes tollunto . Monstrosos partos sine fraude
exponere jus esto . - Moenia sancta sunto.
31

ral , los que tenian capacidad para los derechos . Las


mujeres, aunque tambien los tenian, no podian ejer
>

citarlos libremente , y estaban , ó bajo el poder del


>

padre , ó bajo el poder del marido , ó bajo la tutela


de los agnados más próximos . Los jóvenes incapa
ces de llevar las armas estaban asimismo bajo la pá
tria potestad ó la tutela .
A Rómulo sucedió Numa POMPILIO , que , aunque
sabino de nacimiento , era etrusco por carácter . En

su tiempo se introdujeron en Roma las letras y las


ceremonias toscanas : de allí vinieron, si no las creó
el mismo Numa , las vírgenes vestales , que tenian á
su cargo el fuego sagrado en el templo de Vesta ?, y
el Palladium , que Eneas habia traido de Troya , y
tambien se conservaba en él . Dícese que en su rei
.

nado se comenzó a escribir los anales , como se ha


cia en todas las ciudades de Etruria . Atribúyesele
la division del pueblo en gremios de artes y oficios,
y la institucion de fiestas en honor del dios Térmi
no , deificando en él las lindes de los terrenos , y ha
ciendo así respetable el derecho de propiedad. Tam
bien se cree que estableció los dias fastos у nefas
tos, para distinguir las épocas en que era ó no per
mitido reunir al pueblo y juzgar ; y que añadió los
meses de Enero y Febrero , que Rómulo habia omi
tido empezando á contar por Marzo, en honor del
dios Marte .
Cítase entre sus disposiciones legales la que
mandaba que no se ofreciesen á los dioses libaciones
de vid no podada ; la que , para evitar los dispendio
sos gastos de los entierros, dispuso que no se rocia
sen con vino las hogueras de los muertos , y la que
prohibió á las viudas casarse hasta pasados diez me
32

ses despues de la muerte de su anterior marido (1 ).


Muy poco debió la legislacion romana á su suce
sor Tulo Hostilio. Reinó despues Anco Marcio , del
cual no ha llegado a nuestro conocimiento ninguna
ley, si bien Tácito , en el libro tercero de sus Anales,
afirma que dió algunas. Acaso es la falta de noticias ,
más bien que la absoluta carencia de disposiciones
legales , la que señala estos vacíos en la historia de
los Reyes.
LUCIO TARQUINO PRISCO , oriundo de Corinto y lu
cumon de Etruria , que sucedió á Anco Marcio , aña
>

dió al Senado cien indivíduos plebeyos , que reci


bieron el nombre de patres minorum gentium ,> á di
ferencia de los primeros, que se denominaron patres
majorum gentium ; elevándose con esto á trescientos
el número de los Senadores .
La constitucion política de Roma en los prime
ros tiempos de la monarquía era un gobierno mixto
de monárquico , aristocrático y democrático , al mé
nos en la apariencia. El Rey era el jefe de la pobla
cion armada , y su general en tiempo de guerra. El
Senado era el Consejo Supremo de la administra
cion , y el Cuerpo más autorizado é importante del
2

Estado. Y de los comicios, dada la manera como se


hallaban organizados , si bien puede decirse que
eran una institucion popular, no es menos cierto que
los patricios ejercieron en ellos una influencia deci
siva en los primeros tiempos . Más tarde los regulari
zó SERVIO Tulio , sucesor de Tarquino el Antiguo,
(1) Ne quis diis ex vite imputata libaret. - Ne quis vino rogum res
pergeret. - Ut Terminus deus esset, et si quis terminum exarasset, ipse
cum bobus divis sacer esto . - Vidua intra decem menses luctus, ne nu
bito .
33

el cual , formado previamente el censo de la pobla


cion , distribuyó su total en seis clases y ciento no


venta y tres ó noventa y cuatro centurias , que en
esto no están acordes todos los historiadores . For
maban la primera clase, segun Tito Livio, los ciu
> .

dadanos cuya fortuna se elevaba á 100,000 ases ; la


segunda, los que poseian 75,000 ; la tercera , cuarta
y quinta, los poseedores de 50,625 y 11,000 ; y la
sexta , los que tenian ménos de 11,000 . Estaban las
centurias constituidas del siguiente modo . La pri
mera clase , comprendiendo en ella diez y ocho de
caballeros, y agregadas otras dos de obreros, forma
ba cien centurias. La segunda, tercera y cuarta clase
formaban cada una veinte ; treinta la quinta , y sólo
una la sexta , á las cuales se añadian tres de músi
cos . De esta manera resultaba un total de ciento no
venta y cuatro centurias ; con lo cual no están con
formes Dionisio de Halicarnaso y Ciceron , que sólo
cuentan ciento noventa y tres , difiriendo además en
algunos pormenores. Por lo que acabamos de decir ,
se ve que la primera clase tenía por sí sola mayoría
en las votaciones , demostrándonos esto la bien fun
>

dada conviccion que abrigaba Servio Tulio , de que


en el sufragio popular deben ejercer predominio ab
soluto y tener voto decisivo las clases acomodadas .
Ni es esto sólo lo que ha de tenerse en cuenta
para apreciar en su verdadero valor el poder de la
asamblea popular. Otras consideraciones importan
tes indica á este propósito un afamado escritor de
nuestros dias : . «Las curias , dice , no se reunian en
comicios sino cuando eran convocadas, y no podian

serlo más que para un asunto. Los magistrados que


4

hacian la convocatoria eran patricios , y obraban


3
34

por órden del Senado : los augures , cuyo poder era


allí necesario 7, eran patricios , y sin consultar sus
1
agüeros ,9 no podian celebrarse los comicios . Las
curias se limitaban á decir «sí ó no » á la propo
sicion que se les sometia ; y éste , si bien era el
modo más sencillo , era tambien el más imperfec
to de tomar parte en el poder supremo : segun el
sentido en que la votacion se manifestase , todo
augur ó todo magistrado que contase con sus aus
picios, podia disolverla , declarando que éstos le eran
desfavorables, con la fórmula : alio die. Si Júpiter
tronaba , ó si el augur ó el magistrado aseguraba
que así era , la asamblea quedaba disuelta . Todo
ello, decia Ciceron , para que los principales de
7

la ciudad fuesen los árbitros de la asamblea . Y


cuando se habia adoptado una decision , para que
llegase á ser ejecutoria , debia el Senado adherirse
á ella y confirmarla (1 ) .» Estas observaciones no ne
cesitan , por nuestra parte , explicaciones ni comen
tarios. Basta exponerlas, para que se comprenda
desde luego su significacion y su fuerza (2) .
Tambien regularizó Servio Tulio el servicio mi
litar de los ciudadanos, en conformidad con la orga
nizacion de las legiones , y atendida la mayor ó
menor fortuna de los plebeyos llamados á desem
peñarlo . Habia en la monarquía romana tropas de
línea y tropas ligeras , con sus hombres de reser
va, sus carpinteros , sus músicos y su tren ó ba
gaje. Las centurias estaban compuestas de junio
res , que formaban el servicio activo , y de seniores,
que constituian lo que nosotros llamamos la reser
(1 ) ORTOLAN : Historia de la legislacion romana, primera época.
( 2) Véase el APÉNDICE PRIMERO, núm. II.
1
33

va . Los patricios de nacimiento formaban diez y ocho


centurias de caballeros ( equites), que entraban , como
hemos dicho , en la clase primera .
Débense á Servio Tulio acertadas disposiciones,
por las cuales mejoró la suerte de los esclavos, per
mitiendo que se les diese libertad , y admitiendo á
los manumitidos en la clase de ciudadanos romanos
libres . Unido esto a la prudencia con que gobernó
por espacio de cuarenta y cuatro años , y á las mu
chas у buenas leyes que promulgó sobre materias
judiciales , contratos y obligaciones, todo ello le
7

granjeó el afecto de sus súbditos y el renombre de


Sanctor legum .
Fundado en su derecho hereditario , se apoderó
de la corona TARQUINO.EL SOBERBIO , último Rey de
Roma , y una vez dueño de ella , su voluntad fué
la regla de sus acciones . Exterminó gran parte de
los senadores ; no consultó para cosa alguna el pa
recer de los que habian quedado ; ejerció su poder
de una manera odiosa , y fué lanzado del trono , arras
trando en su caida á la monarquía . Esto es , al mé
nos , lo que sobre él nos dice la historia .
Tracemos ahora >, aunque con suma brevedad , el
cuadro de las instituciones políticas , religiosas y
2

sociales que nos presenta Roma en este primer pe


riodo de su historia .
Conquistador y guerrero'por carácter , son la in

vasion y la lucha para el pueblo romano los medios


más usuales de engrandecimiento . Arrasaban en un
principio las poblaciones conquistadas , yу atraian á
sus moradores a Roma , haciéndolos ciudadanos ro
manos; pero una vez engrandecida la metrópoli , si
guieron el sistema opuesto. Proletarios y libertos
36
iban de Roma á habitar en las ciudades vencidas ,
que recibian el nombre de colonias , y cuyos habi
tantes disfrutaban de los derechos civiles , mas no
de los políticos de que gozaban los de la capital . Otras
veces dejaban a las ciudades conquistadas sus leyes
y. su gobierno ; pero por un tratado de alianza las
unian á los Estados de Roma : á estos aliados se
daba el nombre de latinos.
El Rey, el Senado y el pueblo eran los tres ele
mentos que entraban en la política y en el gobierno
de Roma . Algo hemos dicho ya acerca de ellos ; pero
no obsta para lo que vamos á indicar aquí .
No tenía el Rey carácter hereditario ; fundaba su
poder en una ley votada por la asamblea popular.
Como jefe del Estado , convocaba los comicios , re
unia el Senado, hacía ejecutar las leyes y presidia
á la administracion de justicia . Como Soberano Pon
tífice, era el superior en el orden religioso.
Al Senado, que se formó en un principio de cien
patricios , y andando el tiempo llegó a tener hasta
trescientos, se le consultaba sobre los más árduos
negocios de la administracion ; sometíansele , ántes
de llevarlos á la asamblea popular, los proyectos de
ley ; y se requeria su aprobacion para la validez de
las decisiones de los comicios . A sus decretos se
daba el nombre de Senado-consultos ( 1).
Tocaba , por último ; á la asamblea popular la
aprobacion ó desaprobacion de las leyes que se le
proponian , y alguna vez la declaracion de la guerra
o de la paz. Ya hemos visto que estaba el pueblo
dividido en dos castas >, patricios y plebeyos, entre
>

las cuales se introdujo el orden de caballeros, y que


(1) Véase el A PÉNDICE PRIMERO, núm. III .
37

obraba sujeto á dos combinaciones , en que predo


minaban respectivamente la aristocracia del naci
miento ó la aristocracia del dinero .
Tales eran las atribuciones de estos cuerpos ,
aunque ninguna ley positiva las definia.
Era el Rey , como hemos dicho, el jefe supremo
en asuntos de religion . A las familias patricias más
ilustres se confiaban los cargos del sacerdocio, que
no inhabilitaban para el ejercicio de otras funciones
públicas. A la cabeza de la jerarquía sacerdotal es
taba colocado el Colegio de los pontifices, compuesto
de cuatro miembros , y cuya jurisdiccion se extendia
>

sobre todo el personal religioso , el matrimonio , la


adopcion, los enterramientos y el culto privado de
cada familia. -De otros cuatro miembros se compo
nia el Colegio de los augures, cuyas principales fun
ciones eran consultar los agüeros antes de llevar á
çabo cualquiera empresa importante ; viéndoseles
más de una vez disolver la asamblea del pueblo , ó
detener á un general dispuesto ya á salir á campa
ña . — Al Colegio de Feciales tocaba especialmen
te entender en asuntos internacionales , alianzas y
guerras. Consultábaseles sobre todos los de esta
clase : intervenian en los tratados de paz y amistad
para jurar su observancia ; y era de su incumbencia
declarar la guerra. Acompañado algunas veces de
un embajador, se presentaba el Fecial al pueblo de
quien habia verdaderos ó supuestos motivos de ofen
sa , pidiéndole reparacion de ella ; y si pasaban trein
ta dias sin obtener respuesta , pronunciaba la fór
mula que nos ha trasmitido la historia. Si en su
virtud el Senado votaba la guerra , desde la frontera
enemiga lanzaba el Fecial un dardo contra ella, de
38

clarándola solemnemente ( 1 ) . A Numa atribuyen


unos, y otros á Tulo Hostilio, la creacion del Cole
gio de Feciales .
Ya hemos hecho notar la diferencia que sepa
raba á los patricios, así llamados porque tenian
ilustre abolengo, patrem ciere possunt, de los plebe
yos , pertenecientes a las clases bajas del pueblo :
diferencia que trascendia á los derechos políticos
lo mismo que á los privados , puesto que ni áun po
dian enlazarse por matrimonio las dos clases .
El fundamento del derecho privado de los roma
nos , así en las personas como en las cosas , era la
mano ,manus, que es la expresion más significativa
del poder. Los bienes , los esclavos , los hijos, la mu
jer , todo estaba in manu , ó sea bajo la potestad del
2

jefe de la familia1 ‫ ;ܪ‬y á la propiedad se la llamaba


mancipium (manu captum) . Para la trasmision pací
fica de la propiedad se usaba de la fórmula denomi
nada per æs et libram , ó sea la mancipatio, por cuyo
medio se adquirian los bienes raíces , los esclavos y
hasta los hombres libres . Diremos más : esta era la
fórmula del matrimonio entre los plebeyos , áá quie
nes no podia hacerse extensiva la confarreatio , que
unia en matrimonio á los patricios ; y tambien la
manera de trasmitir los bienes para despues de la
muerte , por no estarles permitido hacer su testa
mento como aquellos .
Por todo extremo notable era en la constitucion

(1) «Puesto que esta nacion , decia, se ha propasado á injustas agre


»siones contra el pueblo romano ; puesto que el pueblo romano ha re
» suelto hacerle la guerra ; puesto que el Senado la ha propuesto y de
»cretado, yo, en nombre del pueblo romano, la declaro y comienzo las
» hostilidades.» (Tit. Liv.: Hist. rom., lib. 1, pár. 32.)
39

de Roma el poder del jefe de la familia , pater fami


lias; poder que se ejercia con autoridad omnimoda
sobre diferentes personas y bajo diferentes formas:
como poder paterno , sobre los hijos , dando al padre
sobre ellos hasta el derecho de vida y muerte ; como
poder marital , sobre la mujer, una vez constituida
in manu respecto á su marido ; y en otros con
ceptos , sobre los esclavos , y áun sobre los hom
bres libres que se habian constituido bajo su po
der , ya por declaracion del magistrado como deu
dores insolventes ( addicti ) , ya voluntariamente
para redimir su deuda por una servidumbre tem
poral (nçai ).
Notable era tambien la institucion de la cliente
la , que enlazaba las familias patricias con las ple
beyas, constituyendo á éstas en cierta dependencia
respecto á aquéllas, puesto que entraban á formar
parte de las gentes patricias , tomaban hasta cierto
punto su nombre, se sometian á su culto privado , y
ellas les heredaban si fallecian sin herederos de su
familia . El patrono debia proteger a su cliente , di
rigirle en sus negocios, darle el apoyo de su cré
dito , y aun le daba en algunas ocasiones medios
de subsistencia y tierras que cultivar ; pero el clien
te , a su vez , estaba obligado a hacer grandes sa
crificios por su patrono , contribuyendo con sus
7

propios bienes á los gastos que tuviese que hacer


en circunstancias extraordinarias , en el caso de una
desgracia imprevista , para la dote de sus hijas ó
para rescatarlo si caia en poder del enemigo. Sólo
los patricios tenian clientes . La clientela era muy
general en un principio : con el tiempo fué dismi
nuyendo mucho .
40

Pasando del examen de las personas al de los


bienes , llamaremos la atencion , para concluir este
>

punto , sobre el ager romanus, el campo romano , el


campo de derecho quiritario , el único á que podia
aplicarse este derecho , y cuya denominacion se ha
conservado al través de los siglos . No debe confun
dirse esta clase de propiedad con el ager publicus, ó
sea la propiedad territorial del Estado , la propiedad
colectiva del pueblo , en la cual quedaba compren
dido todo el territorio que se habia conquistado á
los enemigos .
Repetiremos con un afamado escritor , al termi
nar esta reseña de las instituciones políticas y civi
les,, que si Roma no tenía en tiempo de los Reyes
eso que pudiera denominarse derecho escrito, tenía
un derecho consuetudinario muy arraigado , que
fué como el gérmen de todas las leyes que con el
tiempo se promulgaron .
No terminó su existencia la monarquía romana
sin que se formase una coleccion legal. Dice el ju
risconsulto Pomponio , cuyas palabras confirman
otros autores , que las leyes votadas en tiempo de
Rómulo y de sus sucesores en los comicios curia
dos, fueron recopiladas por el pontífice Sexto Papi
rio, en un libro á que se puso por título el de Jus
cirile Papirianum . En un fragmento del juriscon
sulto Paulo se cita un comentario que Granio Flaco,
contemporáneo de Ciceron , habia escrito sobre el de
recho papiriano ; y con motivo de una cuestion sobre
ritos religiosos , Macrobio cita asimismo un pasaje
del Jus Papirianum .
No ha llegado hasta nosotros esa coleccion le
gal, que por su grande antigüedad , y por ser el pri
41

mer código del pueblo romano, tendria grande y


merecida importancia en la historia de su derecho .
Pero no cabe duda en que existieron las leyes rea
les , puesto que Ciceron habla de las leyes religiosas
de Numa, de que todavía daban testimonio en su
tiempo algunos monumentos; y en el DIGESTO mis
mo hay dos fragmentos, uno de Papiriano y otro de
Marcelo, que mencionan disposiciones procedentes
de esas leyes . Sobre su indole y carácter nada nos
permite decir la absoluta carencia de otros datos
acerca de la coleccion de Papirio . A los trabajos
recientemente hechos para reconstruir las leyes
reales , no puede darse en realidad más valor que
el muy poco que tienen; si bien es digno de elogio y
puede dar alguna luz el Ensayo de Dirksen sobre las
fuentes del derecho romano .
Aquí terminaremos, fieles a nuestro propósito de
ser breves, la historia legal de Roma bajo el gobier
no de los Reyes . Más larga é importante será nues
tra tarea en el periodo de la REPÚBLICA, en que va
mos a entrar.

:
REPÚBLICA .

CAPÍTULO III.

Gobierno y legislacion de Roma desde la extincion de la


Monarquía hasta las leyes de las DOCE TABLAS .

Doscientos cuarenta y cuatro años subsistió en


Roma la Monarquía , cuya historia política y le
gal acabamos de reseñar brevemente, y cuyo trágico
fin es bien conocido . No sabemos si el último de los
Tarquinos fué tan odioso é injusto como los histo
riadores nos lo han pintado . Si hemos de creer á un
escritor famoso, fué humano con los vencidos y ge
neroso con sus soldados; llevó a cabo grandes obras ;
tuvo constancia en sus reveses , y no le faltó habili
dad para poner de su parte á muchas gentes. Pero,
ó no fueron bastante tan bellas dotes para impedir
sus abusos y excesos ; ó por haber sido destronado ,
y derruida con él la monarquía , le maltrataron tan
sin piedad los escritores, que tal vez en otro caso le
hubieran sido más propicios . La verdad es que su
44

nombre ha quedado en la historia como personifi


cacion de la injusticia y emblema de una odiosa tira
nia. Dejemos, sin embargo, esta cuestion , que aquí
no nos importa ventilar . Bástenos asentar como un
hecho que la institucion monárquica sucumbió en
Roma con Tarquino , aunque no fuese determinada
esta caida por actos propios suyos , sino por un in
digno yу execrable crímen que cometió su hijo Sexto
en la persona de una virtuosa matrona ( 1) ; y que, ex
tinguida la monarquía , se estableció el gobierno re
publicano y se creó la dignidad consular , que por
espacio de un año elevaba á dos indivíduos al rango
de primeros magistrados de la República .
El cambio ocurrido entonces en Roma fué, por el
pronto , muy favorable a los patricios ; porque , sus
tituidos los Reyes por los Cónsules , que no estaban
á tanta altura ni tenian tantos elementos de poder y
de fuerza como ellos , su debilidad misma debia au

mentar el valimiento del Senado y de la clase patri


cia, donde se encontraba el nervio y la vida de aquel
Estado . Por otra parte , la dignidad consular era
electiva ; el cargo duraba sólo un año , y la idea de
que muy pronto habrian de volver a la condicion de
particulares, era un obstáculo para que usasen con
desembarazo de la autoridad que se les habia con
ferido. Tanto por esto como por ser dos los Cónsules
y servir de obstáculo la iniciativa del uno a la del
otro , el poder consular era débil , y el patriciado

romano debió sentirse más fuerte .
Pero no puede desconocerse al mismo tiempo
que la nueva forma de gobierno vino á dar más vida

(1) Véase el APÉNDICE PRIMERO, núm. IV.


45

al elemento popular; y así lo demostraron más tarde


las ventajas que obtuvo con el nombramiento de
tribunos y con las leyes Valerias , de que vamos á
hablar . De modo que la ruina de la monarquía fué
ocasion para que se engrandeciesen la aristocracia
y la democracia de aquel Estado : y así era natural
que sucediese, porque, faltando la representacion más
elevada de la autoridad , y libres de este freno las
clases que le estaban sujetas, necesariamente ha
bian de ensanchar los límites de suinfluencia, dis
putándose aquella principalísima parte del poder que
habia desaparecido con la extincion de la mo
narquía.
Y en efecto: el elemento popular comenzó á tener
muy luego importancia y valimiento, debiéndose esto
en gran parte aá algunos hechos que el curso de los
sucesos trajo consigo, tales como la elevacion á la
dignidad consular de Valerio Poblícola, y los graves
conflictos suscitados entre los patricios y la plebe, á
causa de las deudas que ésta tenía contraidas con
aquellos . Expondremos brevemente estos hechos,
de gran trascendencia en la historia político-legal de
Roma ; y los expondremos como meros historiado
res, muy distantes, por cierto, de simpatizar con los
triunfos de la democracia, que la experiencia nos
enseña ser de.ordinario los triunfos de la anarquía y
de la disolucion social, los precursores necesarios
7

de las situaciones de fuerza y del verdadero despo


tismo, que imperan siempre allí donde la religion y
la autoridad no ejercen su salvador y benéfico in
flujo.
VALERIO, despues denominado POBLÍCOLA, uno de
los patricios que presenciaron la desastrosa muerte
46

de Lucrecia y de los ciudadanos más adictos á la


causa de la República, ascendido ahora á la digni
dad consular en reemplazo de Colatino, habia expe
rimentado más de una vez , de parte de la plebe,
muestras inequívocas de desafecto á su persona , lo
cual le hacía anhelar una ocasion de granjearse la
popularidad ( 1) . Apenas vió llegar esta ocasion con
el eminente puesto á que habia sido elevado , cuando
de propia autoridad, y sin esperar á la eleccion de
su colega, por no compartir con otro alguno el lauro
que aspiraba á alcanzar, hizo votar en los comicios
por centurias vários edictos altamente favorables al
pueblo. Ordenó que sus líctores bajasen las haces
ante la asamblea, y no llevasen segures dentro de la
ciudad , sino en el campo; que todo ciudadano con
denado á muerte ó á pena de azotes por sentencia
de los Cónsules, pudiese apelar de ella á la decision
de la asamblea; que se necesitase su confirmacion
para que los magistrados se instalasen en sus car
gos; que se eligiesen por el pueblo los cuestores ó
lesoreros del Erario público, cuyo nombramiento to
caba antes al Monarca ; y finalmente , autorizó por
una ley á todos los ciudadanos para dar muerte al
que aspirase á ser Rey , eximiendo al matador de
toda pena, siempre que la certeza de la conspiracion
llegase á probarse .
Hé aquí como la plebe romana empieza desde el
quinto año de la República á poseer grandes dere
chos y á verlos garantidos por las leyes. Doce años
transcurridos sobre estos sucesos fueron bastantes
para que el poder popular se consolidase á la som

(1 ) Véase el APÉNDICE PRIMERO, núm . V.


47

bra de estas leyes, pudiendo decirse que su misma


desventajosa posicion vino á ser la causa y el moti
vo de su engrandecimiento. Pobres, en efecto, los
plebeyos ; careciendo del auxilio de las artes ó pro
fesiones mercantiles, desconocidas ó por lo ménos
muy raras entonces en Roma; sin otros recursos que
la agricultura ó la guerra , es decir, su escasa reco
leccion y su parte de botin , se veian frecuentemente
en la necesidad de tomar prestado á los ricos : llega
do el dia del vencimiento, el pago era de ordinario
imposible; y el deudor se constituia, con la solem
nidad denominada per es et libram , en la depen
>

dencia del acreedor (nexus), o bien se lo adjudicaba


en propiedad el magistrado á manera de esclavo
(addictus), llevándose el acreedor, juntamente con
su persona , los bienes que le pertenecian . Fácil es
concebir que, multiplicándose estas vejaciones, ha
bian de suscitar animosidades y ódios de parte de
la plebe; animosidades y ódios que en vano se pro
curaba calmar á veces con medidas del momento,
puesto que el derecho que les daba vida se mantenia
siempre en pié.
Surgiendo con tal motivo graves conflictos, por la
necesidad que al mismo tiempo se tenía de la plebe
para combatir á los enemigos de Roma; despues de
apelar por dos veces a la dictadura militar, sin que
el mal encontrase por ello remedio; y de mil inde
cisiones y proyectos irrealizables, porque las deter
minaciones rigurosas que los Cónsules hubieran
adoptado pudieran haber hallado dificultades para
su ejecucion en la ley Valeria, los patricios hubie
ron de transigir al fin, concediendo a los plebeyos
el nombramiento de funcionarios de su seno que ve
48
lasen por la observancia de sus derechos ( 1 ). No to
maban parte estos funcionarios en las tareas legis
lativas ni en las ejecutivas: su mision se reducia á
oponerse á cuanto lastimase aquellos derechos; y
esta oposicion se significaba con la palabra veto.
Tampoco llevaban signo alguno de autoridad , ni ad .
ministraban justicia en tribunal , sino sentados en
unos bancos, in subselliis, ni tenian entrada en el
Senado, sino que esperaban á la puerta los decretos
de esta corporacion: pero á la sombra de su invio
labilidad , y con un veto que entorpecia las determi
naciones de todos los demás magistrados , á los cua
les podian detener y citar ante la asamblea popular,
los Tribunos de la plebe (2) desempeñaron, sin duda
alguna , un papel importante en el gobierno de la re
pública romana .
Los Cónsules y los Tribunos de la plebe fueron,
pues , los funcionarios más notables de la república
desde los primeros años de su existencia hasta sus
últimos tiempos; aquellos , como åutoridad superior,
y representacion visible de las tendencias del Sena
do у de los patricios; éstos, como jefes del elemento
popular y encargados de hacer valer sus derechos .
Hubo , no obstante, funcionarios con otro carácter,
aunque transitorio , importantísimo; y de su origen
y atribuciones vamos a hablar brevemente.
Expulsado de Roma , no permaneció inactivo Tar
quino el Soberbio , ántes bien promovió guerra con
tra los romanos, en que éstos hubieron de desple

(1) V. el APÉNDICE PRIMERO, núm . VI.


(2) Tribuni plebis, observa muy oportunamente Ortolan; tribunos de
los plebeyos ó de la plebe, dice, y no tribunos del pueblo, tribuni po
puli, como se dice vulgarmente.
49

gar toda su energía . Ya habian pasado nueve años


desde la caida de los Reyes, cuando un temible ejér
cito, levantado por los partidarios de Tarquino, y las
disensiones que interiormente agitaban á los roma
nos, pusieron en grave riesgo a la República. Re
currióse entónces á un remedio extraordinario , al
nombramiento de un DICTADOR , que el año 253 fué
elegido entre los patricios por los mismos Cónsules,
y revestido, durante seis meses, de una autoridad ab
soluta. Ante esta autoridad quedaron en suspenso
las funciones de las demás . El Dictador mandaba á
la vez en Roma y en el ejército, por su doble carácter
de magistrado y de general. Volvióse á colocar en
las haces de los líctores el hacha que los Tribunos de
la plebe habian hecho quitar en las de los Cónsules ; 1

y era la autoridad del Dictador tan absoluta, que>

sin el asentimiento del pueblo podia condenar á los


ciudadanos a la pena de destierro, de azotes y áun
de muerte . Sólo dejaba de ejercer el poder legislati
vo . «Señor del pueblo ,» magister populi, era el nom
bre que se le daba en los antiguos libros de Roma, y
á que sustituyó, andando el tiempo, el que ahora co
nocemos , porque el uso lo fue así estableciendo .
La poderosa fuerza que la Dictadura llevaba con
sigo para salvar al Estado en las grandes crísis, hizo
que se recurriese á ella en los grandes conflictos. Se
permitia al Dictador tener un Lugarteniente, que se
llamaba Jefe de la caballería, magister equitum . Eran
uno y otro cargo muy importantes; daban derecho á
tener líctores y llevar haces, y estaban exclusiva
mente reservados á los patricios, como la dignidad
consular y otras.
Fácil es concebir que esta preponderancia mo
4
50

mentánea de los patricios no bastaba a tener á raya


á la plebe, mucho menos contando con jefes propios
y autorizados por su posicion oficial, que la estimu
lasen á la lucha . Así es que, trabajando constante
mente los plebeyos por ensanchar su influencia, lo
graron muy luego que los Tribunos, reducidos á dos
en un principio, se fuesen aumentando hasta diez; y
aunque al hacer esta concesion abrigaban los patri
cios la esperanza de que se introduciria entre ellos
la discordia y se amenguaria su vigorosa iniciativa ,
no sucedió así en un principio. Bien léjos de eso,
deseando captarse el favor de sus patrocinados, y
luchar sin tregua contra el Senado y los patricios,
idearon el medio de reunir á la plebe y ponerla en
estado de dictar con independencia sus decisiones.
Ya hemos dicho que en la division por curias tenía
la preeminencia y la ventaja la aristocracia de naci
miento, así como en la division por centurias pre
valecian siempre las clases acomodadas; pero en la
division por tribus prevalecia la plebe, ya concurrie
se sola, ya acudiesen tambien las otras clases, á
quienes absorbia por su superioridad numérica.
Los Tribunos , pues, convocaron á la plebe por tri
bus el año 265 , y así tuvieron origen esas reuniones
7

presididas por plebeyos, que se juntaban sin consul


tar los agüeros , y que, ensanchando poco á poco la
esfera de sus atribuciones, llegaron á dictar leyes
sobre el derecho privado, y á formar parte del poder
legislativo. Dióse á sus decisiones el nombre de Ple
bis scita , mandatos de la plebe , y á sus reuniones el
de comicios por tribus, Comitia tributa . Y desde en
tónces empezaron a celebrarse las tres clases de
asambleas que conocemos en la historia romana : las
51

antiguas asambleas de los patricios, óó sea los comi


cios por curias , comitia curiata ; las reuniones de todo
el pueblo, en que predominaban las clases ricas , comi
tia centuriata ; y las reuniones de los plebeyos, ó co
micios por tribus , comitia tributa . Aulo Gelio las cla
sifica con brevedad , diciendo que en las primeras se
emitian los sufragios por razas; en las segundas , por
el censo y la edad; en las terceras , por barrios у lo
calidades (1 ) .
Hé aquí lo más importante que acerca del estado
político y social de Roma en la época que siguió á
la expulsion de los Reyes, podemos decir á nuestros
lectores. Y si quisiéramos investigar ahora cuál fué
la legislacion de Roma en este periodo , acaso no ha
llaríamos mejores noticias que las que da el juriscon
sulto Pomponio al decir : Exactis deinde regibus lege
tribunitia, omnes leges he exoleverunt, iterumque
coepit populus romanus incerto magis jure et consue
tudine ali, quam per latam legem : idque prope VI
ginti annis passus est; lo que quiere decir que «arro
» jados los Reyes por la ley tribunicia , las leyes
»reales quedaron en desuso , y otra vez volvió el
»pueblo romano á regirse por un derecho incierto y 1

» consuetudinario, más bien que por ley escrita ; lo


»cual duró muy cerca de sesenta años. Y decimos
< sesenta años,» porque, como observa oportunamen
te un antiguo y afamado historiador del Derecho ro
mano, este fué próximamente el tiempo que trans
currió desde la caida de la monarquía hasta las le
yes de las Doce Tablas, y parece que la palabra VI
(1 ) Cum exc generibus hominum suffragium feratur, comitia curiata
esse; cum ex censu et ætate, centuriata ; cum es regionibus et locis, tri
buta. (AUL. GELL.: Noct. Attic ., xv, pár. 27.)
52

ginti, más bien debe traducirse por sesenta , consi


derando como un seis las dos primeras vocales, que
como veinte, en cuyo caso apenas tiene sentido.
Con el mismo autor observaremos tambien que
no quieren decir las palabras transcritas que , des
pues de expulsados los Reyes, quedaron los roma
nos sin ley; sino que, considerándose las leyes reales
como no escritas, continuaron, sin embargo, obser
vándose como tradiciones y costumbres de los ma
yores . Y esto, no sólo lo comprueba un texto de Dio
nisio de Halicarnaso (1 ) , sino tambien la circuns
tancia de haber sido algunas de aquellas leyes con
firmadas por los primeros Cónsules , y haber llegado
otras á formar parte de las Doce TABLAS.
Hemos enumerado , entre las leyes Valerias , la
que permitia apelar de las sentencias que privaban
á los ciudadanos romanos de la vida , la libertad ó
los derechos de ciudad, debiendo reunirse los co
micios por centurias para entender en el conoci
miento de tales procesos . ¿Fué esta decision una
verdadera novedad en la legislacion romana? No
ciertamente. Ciceron dice que la apelacion procedia
en tiempos anteriores contra las decisiones de los
Reyes. Acaso no se observaba escrupulosamente en
la práctica, como disposicion anárquica y depresiva
de la autoridad real, y Valerio restableció su obser
vancia . Es de advertir que la ley Valeria no tenía
aplicacion á los extranjeros, ni á los esclavos, á quie
nes los Cónsules podian, por su propia autoridad,
castigar, azotar o condenar á muerte. Tampoco te
?

nía aplicacion al ejército, cuya disciplina, tan rigu >

(1) Leges Tullii de contractibus, humanas admodum et populares,


quas in universum Tarquinus sustulerat, revocarunt in usum .
53

rosa entre los romanos , se hubiera barrenado po


niendo una limitacion semejante á la autoridad del
General que lo mandaba..
Constantes los Tribunos en su tarea de abo
gar por los plebeyos, trabajaron largo tiempo con
empeño por que se compilasen y promulgasen leyes
para todas las clases, á fin de evitar por una parte
la incertidumbre y vaguedad de las que á la sazon
regian, y por otra el partido que de ellas sacaban en
su favor los patricios. Diez años se tardó en llevar
á cabo esta empresa , porque las instancias comen
zaron el año 292 , y las leyes de las DOCE TABLAS se
promulgaron el 303 ; mas no nos resolvemos, como
otros autorizados escritores, á ver en esta demora
el empeño de los patricios en resistir á los deseos
de losplebeyos, teniendo en cuenta que, sin necesi
dad de recurrir á tales pretextos , la redaccion de
nuevas leyes trae consigo dificultades y dilaciones
de que en nuestros mismos tiempos estamos siendo
testigos. Sea de esto lo que quiera , parece que el
año 300 fueron enviados á Grecia tres patricios para
estudiar sus leyes ly utilizarlas en el proyectado
Código; y que, traidas las leyes , las explicó á los
romanos el griego Hermodoro , desterrado de Efeso.
Así al menos lo dicen los historiadores , no faltando
tampoco quien califique de fábula el viaje de los pa
tricios, ó lo explique como un medio de dilatar más
la formacion de las leyes. Sin que por nuestra parte
decidamos de plano esta cuestion , observaremos
que las leyes griegas formaron parte de las Doce
Tablas , y sirvieron de norma en algunos puntos,
por más que en su esencia el derecho civil romano
fuese original, y no importado .
54

Luego que regresaron los comisionados enviados


á Grecia (año 303) , eligieron los comicios diez ma
gistrados del órden senatorial para redactar las le
yes civiles. Dióse á estos magistrados el nombre de
Decemoiros ( Decem viri, diez varones) , y revistióse
les por un año de un poder absoluto , semejante al
de los Dictadores , quedando durante su mando sus
pendidas las funciones de los Cónsules , Cuestores,
Ediles y Tribunos , y renunciando tambien el pue
blo por entonces al derecho de juzgar los crímenes
capitales . Los Decemviros gobernaron , en efecto,
la república durante un año , y redactaron diez ta
blas de leyes, que una vez expuestas en la plaza
pública ( promulgate ), fueron confirmadas en los
comicios por centurias . Terminado el año de su
ejercicio, debia fenecer con él esta mision extraor
dinaria ; mas no pareciendo aún completo el trabajo,
se nombraron para el año inmediato otros diez De
cemviros , que, en vez de imitar la prudencia de sus
predecesores , ejercieron el poder de una manera
odiosa, y se mantuvieron en él por tres años . Un
ruidoso crímen puso término á esta nueva dictadu
ra , porque dió causa á que, sublevados los soldados
en el campo y el pueblo en la ciudad ,> el poder de
cemviral viniese á tierra , pereciendo en la cárcel
dos de los Decemviros , y expatriándose los restan

tes (año 305) (1 ) .


Entonces recobraron de nuevo su autoridad los
Cónsules, los Tribunos y los demás magistrados;; el
gobierno de Roma volvió a su antigua forma ; y se
unieron a las diez primeras las dos tablas posterio

( 1 ) Véase el APÉNDICE PRINERO, núm . VII.


55

res, que como suplemento á ellas habian formado


los últimos Decemviros .
Tal es la historia de esta legislacion famosa, á
cuyo exámen vamos á dedicar el capítulo inme
diato .
Poco es lo que podemos decir acerca de la juris
prudencia romana, ó sea de la ciencia del derecho,

en el periodo que abarca este capítulo. Hallábase


entonces la jurisprudencia enlazada con la Religion:
eran los pontífices paganos los que se ocupaban en
el estudio del derecho y en los secretos del procedi
miento; y así como los patricios, por su carácter de
patronos de los plebeyos, tenian á su cargo las de
fensas judiciales, era el Pontífice el que daba la fór
mula á cuyos términos debia ajustarse la demanda.
De aquí traen su origen las llamadas legis actiones ( 1 ).
Conviene, sin embargo, advertir que las legis actio
nis no se desarrollaron con todo su verdadero ca
rácter hasta despues de la promulgacion de las Doce
TABLAS .
A propósito del patronato de los patricios para
con los plebeyos, debemos decir aquí que si en los
tiempos de la monarquía tuvo alguna fuerza y en
lazaba á indivíduos de una y otra clase con vínculos
de consideracion y afecto, fué desvirtuándose luego
que los plebeyos se engrandecieron , que se salva
ron las barreras que los separaban de los patricios, y >

(1) Pomponio dice respecto a este punto : Deinde ex his legibus eodem
tempore pere actiones compositæ sunt, quibus inter se homines discep
tarent: quas actiones , ne populus prout vellet instituerit, certas so
lemnesque esse voluerunt; et appellatur hacec pars Juris LEGIS ACTIONES,
id est, legitimo actiones . Omnium tamen harum et interpretandi scien
tia et actiones apud collegium pontificum erant, ex quibus constitueba
tur quis quoquo anno præesset privatis.
56

que llegaron ocupar el gran pontificado. Entonces



las clientelas se hicieron muy raras ,។ y tal vez no
quedaron subsistentes más que entre los esclavos
manumitidos y sus antiguos señores .
Diremos en conclusion , respecto de éstas , que,
como todas las instituciones de la antigua Roma,
estaban bien lejos de representar ese espíritu de
fraternidad verdadera con que la Religion cristiana
vino más tarde á enlazar á los grandes con los pe
queños , y á los ricos con los pobres . Cierto es que,
segun la constitucion del patronato, el patrono de
bia al cliente proteccion, socorro en caso de necesi
dad, y defensa ante la justicia; pero si en cambio, y
como antes hemos visto, el cliente debia obediencia
al patrono, sostener su honor, pagar sus deudas,
ayudarle a dotar sus hijas y contribuir á su rescate
si caia prisionero, ¿no estaban más que compensados
los beneficios que recibia con los deberes que sobre
él pesaban ? Esto nos demuestra una vez más lo que
tan acreditado se halla ya por otros hechos : que la
civilizacion pagana no conoció nunca la verdadera
fraternidad, que estableció entre los hombres otra
civilizacion más adelantada , cuyos preciosos gér
menes bajaron del cielo .
CAPÍTULO IV .

Exámen y explicacion de las leyes de las DOCE TABLAS.

La historia de la formacion de las DOCE TABLAS


quedó brevemente expuesta en el anterior capítulo.
Nada tenemos que añadir aquí sobre este punto . Ha
gamos , pues, dado el conocimiento de estos preli
minares, una sucinta exposicion de aquel célebre
Código.
No se halla en los fragmentos que de él nos han
quedado, lo que pudiera llamarse la constitucion
política de Roma. Nada aparece allí relativo á la di
vision y distribucion del pueblo en tribus, curias ó
centurias, á la organizacion de los comicios bajo tal
ó cuál forma, al Senado , al Consulado y á las demás
magistraturas . ¿ Consiste esto en que la máquina del
gobierno funcionaba de tal suerte que no era preciso
explicar su mecanismo ? Así lo siente un autori
zado escritor , cuyo parecer respetamos , sin pa
recernos que eso justifique tan reparåble silencio.
Ni es esto decir que no haya en las Doce TABLAS dis
posicion alguna de carácter político. Se encuentra
58

la que da fuerza de ley á las decisiones del pueblo ,


y la que atribuye á los comicios solemnes la com
petencia para las cuestiones llamadas capitales: mas
no por eso figura el derecho político en primera línea
en las DOCE TABLAS ; ántes bien aparece relegado á
las dos últimas de la redaccion primitiva, en union
con el derecho sagrado .
Lo más importante, lo que se presenta en primer
término en la ley de los Decemviros, es lo relativo
>

al llamamiento ante los magistrados , las formalida


des con que habia de seguirse la instancia, los dere
chos del acreedor sobre el deudor , y, en suma , la
manera de abrir , de continuar y de terminar los pro
cesos hasta la ejecucion de la sentencia : asuntos que
dan materia á las tres primeras tablas.
La forma del llamamiento ante el magistrado
(de in jus vocando) es sencilla y ruda , como más
adelante veremos . La justicia se administraba en la
plaza pública, en presencia de todos los ciudadanos,
y podia servir de tribunal cualquiera parte del Fo
rum , pero más particularmente la que se llamaba
Comitium , que estaba cubierta con un tejado , bajo
el cual se levantaba la tribuna para las arengas.
El texto mismo de las DOCE TABLAS nos da á co
nocer la diferencia que habia entre el magistrado y
el juez . El magistrado (magistratus) era el que de
claraba el derecho ( jurisdictio) , y lo hacía efectivo
á favor del poder público ( imperium ); el que organi
zaba la instancia , cumpliéndose en su presencia el
rito solemne prescrito por la ley o por la costumbre,
y asignando •á los litigantes el juez , cuando no
resolvia el negocio por sí mismo . El segundo ( judex
ó arbiter) era el que decidia la cuestion de cuyo co
1
59
nocimiento lo habia investido el magistrado , y la
terminaba por su sentencia.
Esto sentado, examinemos ya el contenido de la
-

PRIMERA TABLA . - Se inscribe de in jus vocando:


sus leyes versan sobre tres puntos : citacion á jui
cio y medios de obligar al reo á comparecer; fianzas
que bastan á garantir su persona , y en virtud de las
cuales puede dispensársele de la comparecencia; ex
posicion de la causa ante el Pretor, cuando el asun
to no alcanzaba transaccion 6 avenencia entre las
partes contendientes .
Debia, segun esta Tabla , llamar á juicio á su
2

contrario aquél á quien interesase hacerle compa


recer ; y podia detenerlo , si resistia , prévia convo
cacion de testigos , llevándole en seguida ante el
juez ; á pié , cuando ningun inconveniente lo estor
2

baba , ó en un carreton, si el demandado era anciano


ó enfermizo. Estaba obligado el demandante á dejar
libre al demandado , si presentaba fiador bastante de
que compareceria en juicio ; y el asunto podia ter
minarse amigablemente, si las partes lo transigian
en el camino. Cuando el reo no presentaba fiador,
ni entre éste y el actor habia mediado pacto , iban
ante el Pretor , y podian exponer hasta el mediodía
la causa y las razones de su contienda: desde esta
hora en adelante corria el término en que el Pretor
daba la accion al que estuviese presente , y comen
zaba de este modo el juicio , que no podia prolon
garse más allá de la puesta del sol. A veces sólo
comparecia uno de los dos contendientes , por no
presentarse el reo, si habia quedado libre por haber
dado fiador ; y como á la fianza de presentarse en
juicio (de judicio sisti) se daba el nombre de va
60

dimonium , la falta de presentacion se denominaba


desertum vadimonium .
De los juicios trata asimismo la SEGUNDA Tabla .
Hállanse al principio las disposiciones relativas al
importe de la consignacion judicial que debian ha
cer las partes contendientes. Permítese por otra que
el juicio pudiera diferirse mediando los motivos que
expresa. Indícase asimismo el modo de reclamar el
testimonio de alguno; y permítese la transaccion,
aunque sea sobre robo. Creyóse en otro tiempo que
esta segunda Tabla contenia tambien leyes sobre
hurtos; pero hoy se tiene por más probable que esas
disposiciones se hallaban en la Tabla octava.
De rebus creditis se intitula la TABLA TERCERA ,
bajo cuyo epígrafe pueden comprenderse las cosas
confiadas y las deudas; pero las disposiciones de la
Tabla se fijan especialmente en las últimas. Su cla
ridad es tal, que hace innecesaria toda explicacion
sobre ellas ; y desgraciadamente esta claridad ilu
mina un triste y repugnante cuadro , donde se ve una
vez más qué idea tenian formada los legisladores
romanos de lo que los entusiastas admiradores de
aquella república llaman hoy la personalidad hu
mana . Al deudor que no pagaba su deuda despues
de treinta dias de plazo, se le reducia á prision á
arbitrio del acreedor: poníansele grillos en los piés;
se le llevaba al mercado tres veces; y, en último caso,
podian los acreedores matarlo y dividir entre sí el
cadáver . Estos, como se vé, no eran actos de arbi
trariedad privada: estaba así sancionado por el le
gislador, aceptándolo el pueblo romano , en esa que
llama Hugo «la gran ley de las Doce Tablas,» y que
Lerminier dice ser un premier exemple des stipula
61

tions arrachées et ecrites (1 ) . Verdaderamente no fué


envidiable el triunfo obtenido con una estipulacion
semejante.
Análogas observaciones pudiéramos hacer sobre
la TABLA CUARTA, áá cuya cabeza figura, en lo que de
ella nos ha quedado, la ley que autoriza al padre pa
ra matar a los hijos que nazcan deformes. Este bár-.
baro precepto se da la mano con el anterior. Y al ver
que los legisladores de Roma, despues de ir, segun
se cree, hasta Grecia para consultar las mejores fuen
tes de donde pudieran tomar sus leyes, consignan
en ellas semejantes preceptos, autorizando además al
padre para vender sus hijos, y hasta para matarlos,,
aun cuando estén ejerciendo altos cargos en la re
pública, no dejaremos de observar cuán claramente
se nota aquí la ausencia de esa Religion santa, úni
ca fuente de toda civilizacion verdadera, que vino
más tarde á proscribir semejantes abominaciones y
á introducir en las leyes la verdadera justicia y la
verdadera sabiduría, que ni Roma ni Grecia supieron
encontrar en el apogeo de la civilizacion pagana.
Permítasenos insistir en esta idea, ya que tanto han
exaltado la incredulidad y el filosofismo la grande
za de los antiguos romanos, a quienes , si bien es
tamos dispuestos a hacer la justicia que merecen,
no lo haremos sin señalar al mismo tiempo los gran
des vicios de que adolecia aquel estado social.
En esta Tabla creen algunos que se encontrase,
áun cuando hoy no aparece, la ley que prohibia el
matrimonio entre patricios y plebeyos. Y en ella se
debia encontrar otra disposicion muy propia del es

(1) Philosophie du Droit, lib . Ili, cap. I.


62

píritu grosero y material de aquellos tiempos , segun


la cual la mujer podia ser adquirida por prescrip
cion siempre que un hombre la tuviese en su poder
un año sin que, burlando su vigilancia, hubiese sa
lido tres veces de su casa; recibiendo el nombre de
usor la mujer así adquirida , la cual no pasaba á la
familia del marido, ni le heredaba como la que se
habia casado por medio de los ritos solemnes , á'la
que se denominaba mater familias. ¡Cuánta degra
dacion y cuánta bajeza se encuentra en estas cos
tumbres!
Téngase muy en cuenta que la familia romana
no era una familia natural , sino una creacion del de
recho quiritario. El matrimonio civil, ó sea las nup
cias romanas, eran un elemento importante en ella;
pero no su base fundamental. La familia romana
no estaba asentada sobre el matrimonio , sino so
bre el poder paterno; se componia del jefe, pater fa
milias, y de las personas sometidas á él ,> como la
mujer, los hijos y los esclavos ú hombres libres que
le estuviesen sujetos, con el carácter de mancipati,
nesi yу addicti, de que hablamos en otro lugar..
Son las herencias y tutelas objeto de la Tabla
QUINTA . La herencia podia obtenerse por testamento
ó ab intestato : de aquí la ley relativa a la herencia
testamentaria, que se entregaba a quien el padre de
familias habia dispuesto. La introduccion de las le
gítimas, de que los hijos no podian ser privados sin
justa causa, vino más tarde á modificar esta ley. En
cuanto a la herencia ab intestato, las leyes de esta
Tabla prescriben el órden que en la sucesion debia
seguirse ; siendo tan grande, como en ellas notare
mos , la fuerza atribuida por los romanos al vínculo
63

de familia, y su deseo de que se conservasen siempre


las herencias en los descendientes de un tronco co
mun, que se llamaba primero á los agnados ó pa
rientes por parte de padre, y despues á los gentiles,
excluyéndose en un todo á los cognados ó parientes
consanguíneos .
Lo mismo sucedia en las tutelas, que son tam
bien objeto de esta Tabla. Cuando el padre nombraba
tutor para sus hijos, la voluntad del testador se res
petaba en un todo : uti legasset super pecunia tutela
A
ve suæ rei, ita jus esto . Pero si nada habia dispuesto
por haber muerto intestado, se conferia la tutela á
los agnados y gentiles .
Para la mejor inteligencia de estas disposiciones,
conviene explicar esas tres clases de parentesco co
nocidas por los romanos; á saber : la familia, áa la
que iban anejos los títulos de agnacion y de agnados:
la gens, como si dijéramos generacion ó genealo
>

gía, a la que correspondia el título de gentilidad,


gentiles; yla cognacion, á la que correspondia el de
cognados. Las dos primeras eran de derecho quiri
tario, dependian del poder paterno, del poder marital
y
у del patronato de los clientes ó libertos. La tercera
era puramente natural , descansaba enlos vínculos de
la sangre, y no producia efectos civiles. En la agna
cion ó gentilidad, en la familia ó en la genealogía
civil, era donde tenian su base todos los derechos
2

civiles de herencia, de tutela y de curatela . Estan


do en la familia civil, se tenía participacion en esos
derechos. No estando en ella por haberse eximido de
aquel poder , no habia nadie, ya fuese madre, hijo,
hermano, hermana ó pariente en otro grado, que pu
diese alegar derecho alguno. Por eso,,mientras tenía
64

derechos el extraño que habia entrado en la familia


por adopcion , no los tenian el hijo ó la hija despedi
dos de la familia por su jefe.
La propiedad , la posesion y las obligaciones son
materia de las TABLAS SEXTA Y SÉPTIMA . Entre los
romanos la cualidad de ciudadanos imprimia al ca
samiento, al parentesco, á la propiedad , á las obli
gaciones, y á todo en fin, un sello especial que daba
vida y fuerza á sus disposiciones ; y en las Tablas
sexta y séptima se notan las huellas de esta singu
laridad. La propiedad romana , que por efecto de este
carácter se habia hecho más inherente a la persona ,
no podia pasar de un ciudadano á otro sino por cier
tos actos, y en la mayor parte de los casos con for
mas solemnes; no pudiendo nunca adquirirla los ex
tranjeros. No habia medio entre ser dueño conforme
al derecho quiritario (dominus exjure Quiritium ), ó
no serlo. Entre los modos de adquirir la propiedad
romana , se ve figurar en primera línea , en las leyes
de las DOCE TABLAS, la mancipatio ó enajenacion per
es et libram . Se encuentra además en ellas la pose
sion continuada durante cierto tiempo ( usus aucto
ritas, que más tarde se llamó usucapio); y la in
jure cessio, ó en la mayoría de los casos, la declara
cion del magistrado , addictio. Tambien se deja ver
alguna vez la adjudicacion hecha por el juez , adju
dicatio .
En estas leyes se observa ya , segun nos dice
Gajus, la distincion entre las cosas mancipi y las
nec mancipi; distincion importante, porque la propie.
dad quiritaria tenía un carácter distinto en aquellas
cosas del que tenía en éstas. Las circunstancias ó
caractéres que hacian ser mancipi ó nec mancipi
65

una cosa, venian á resumirse todos en que fuese ó no


fuese capaz de mancipacion, de ser cogida con la
mano (de las palabras manu -capere). No podian , por
tanto, ser cosas mancipi las incorporales, á excep
cion de las servidumbres rústicas, á las que se iden
tificaba con el predio á que estaban afectas. Debia
ser una individualidad ó entidad clara y distinta,
para que los ciudadanos que concurrian al acto y
servian de testigos de la adquisicion del dominio,
pudiesen dar en todas partes testimonio de su iden.
tidad; y ese carácter de tener existencia propia y de
ser una entidad visible, no se encontraba , en grado
bastante para el objeto de la mancipacion, sino en
dos clases de objetos, en el suelo y en los seres ani
mados, ya fuesen estos hombres libres , esclavos ó
animales , no contándose entre estos últimos sino
los que estaban asociados á los trabajos del hom
bre. Véase por qué las cosas mancipi no eran otras
sino las ya indicadas, el campo quiritario , la casa
sita en él y las servidumbres anejas; la mujer, los
hijos, los hombres sometidos á su dominio , y los
animales dedicados á sus trabajos; cosas todas que
iban unidas á su persona, que eran las más preciosas
y estimadas, y que no podian separarse de él por el
acto . de la tradicion, sino aplicándoles el acto so
lemne de la mancipacion. Andando el tiempo fueron
aumentando estas cosas mancipi con los progresos
de las artes y el incremento del lujo.
Regúlanse aquí tambien , con prevision minu
>

ciosa, las relaciones entre los vecinos. Y por estos


fragmentos se acredita asimismo que la existencia
de las servidumbres, al menos de las rurales, como
la de tránsito y de vía , datan de aquella época.
2

5
66

De las obligaciones y contratos, tales como se


les conoció despues, apenas se notan vestigios en
2

las Doce TABLAS . Sólo se encuentra allí la obligacion


que resultaba del delito (nosa) y otras nacidas de la
ley . Entre los ciudadanos romanos , la fórmula ordi
naria para ligarse por obligacion era la llamada ne
xum , ó sea la solemnidad per es et libram , la misma
que servía para transferir el dominio quiritario. Con
esta fórmula se ligaban los que tomaban al fiado con
el que les hacía el préstamo . Más adelante la fór
mula se simplificó, sustituyendo al rito per es et
libram una pregunta solemne, seguida de una pro
mesa congruente (stipulatio sponsio ); y aun llegó á
ser bastante una inscripcion en los registros domés
ticos, en que se hacía constar la entrega de la suma
(expensilatio). De suerte que los contratos verbis et
litteris fueron derivaciones y simplificaciones del
antiguo contrato per es et libram , y del nexum . Y
aunque ningun indicio tenemos de que esos contra
tos verbis et litteris se conociesen entonces , es de
ereer que se celebraban contratos sin la solemnidad
per es et libram : así al menos se infiere de otras
disposiciones .
Son los delitos materia de la TABLA OCTAVA , Y
revelan sus leyes el carácter de aquel pueblo , que á
la rudeza de las antiguas edades y de las costumbres
que les eran propias, añadia el predominio del inte
rés individual sobre el interés público, en cuya vir
tud la pena aparecia más bien con carácter de repa
racion privada que de castigo público, reduciéndose
en muchos casos á una composicion pecuniaria. Al
apliearla como pena pública , solian acompañarla
ciertos suplicios, como la inmolacion á la diosa Cé
7
67

res ó á los dioses inmortales, ser arrojado de la roca


Tarpeya, morir á fuego, ó ser encerrado en un saco
de cuero.
El nombre antiguo del delito es el de noxa. Pero
las leyes de las DOCE TABLAs nos ofrecen bien carac
terizadas tres clases de hechos de donde podia na
cer obligacion por efecto de un perjuicio causado á
otro . Eran éstas: el hurto ( furtum ), el daño (dam
num ) y la injuria (injuria ).
La TABLA NOVENA trata del derecho público, y
habiéndolo dado á conocer en los anteriores capítu
los, poco tenemos que añadir sobre él. Prohibíase
en esta Tabla dictar leyes sobre casos individuales o
personales . Toda sentencia capital, es decir, relativa
á la vida , á la libertad ó á los derechos de un ciudada
no , debia dictarse en los comicios por centurias : cas.
tigábase con pena de muerte al juez ó árbitro que
recibiese dinero por la sentencia. De todas las que
se di tasen en causas criminales , se podia apelar al
pueblo. Con pena capital se castigaba tambien al
que hubiese excitado al enemigo contra el pueblo
romano, ó entregádole algun ciudadano .
Era el derecho sagrado asunto de la TABLA DÉ
CIMA, por cuyas disposiciones puede formarse idea
de la pompa de los funerales y de las demostracio
nes de sentimiento que se hacian en ellos. Prohíbe
se quemar y enterrar los muertos en la ciudad, pu
limentar los maderos que habian de arder en la
hoguera, sepultar al cadáver con más de tres vesti
dos, y llevar al entierro más de diez tañedores de
flauta . Prohibióse á las mujeres destrozarse el ros
tro y dar gritos inmoderados . Tambien se prohibió
recoger los huesos para hacer otros funerales, á no
68

ser con los que hubiesen fallecido en el campo de


batalla ó en el extranjero: y asimismo embalsamar
los cuerpos de los esclavos, celebrar banquetes fu
nerarios , hacer aspersiones suntuosas , levantar al
tares para quemar perfumes, enterrar oro con el
cadáver; á ménos, dice la ley, que los dientes estén
sujetos con oro, en cuyo caso este oro bien puede
ser sepultado ó quemado con el cadáver. - El sepul
cro y su vestíbulo, segun la última ley de esta Ta
bla , no podian ser adquiridos por usucapion.
Las dos últimas Tablas , UNDÉCIMA Y DUODÉCIMA,
son suplementos á las anteriores .
A la brevedad del Código que acabamos de rese
ñar se unia como otro rasgo característico, el de li
mitarse por regla general á fijar los principios , de
jando los pormenores, que supone ya conocidos y
practicados por los pontífices y los patricios , si bien
son excepcion de esta regla las Tablas que tratan de
los funerales y de los derechos del acreedor sobre el
deudor. De esta manera fué cómo en doce tablas,
groseramente grabadas, pudo comprenderse todo el
derecho; y cómo lo muy poco que de ellas ha que
dado, unido á las indicaciones de algunos escritores
y jurisconsultos antiguos, ha bastado para encon
trar en ellas el gérmen de muchas instituciones
que más adelante tuvieron su desarrollo .
Débense á Jacobo Gotofredo los más importantes
trabajos que sobre las Doce Tablas se han hecho,
y de ellos se han aprovechado los que despues se han
dedicado á este estudio . Pero preciso es confesar que
no pecó de excesivamente escrupuloso, y que admitió
con facilidad inducciones y conjeturas, bastándole á
'veces una frase ú otra presuncion leve , para suponer
69
una ley ó para formar su texto y darle cabida en el
lugar correspondiente . Algo más severa ha sido la
crítica de Haubold , el cual no tuvo en cuenta sino
los que se conocen como términos propios de las
DOCE Tablas, y así redujo á un corto número sus
fragmentos. Ultimamente ha modificado Dirksen el
trabajo de Gotofredo (1 ) , depurándolo considerable
mente, colocando en lugar de las disposiciones que
se han perdido , pero que los autores nos han indi
cado, los pasajes donde esas indicaciones constan,
y completando los datos antiguos con los que nue
vamente ha suministrado el descubrimiento de la
República de Ciceron , y más todavía el de las Ins
titutas de Gajus ( 2).
A otro lugar de esta obra, al APÉNDICE final, que
contiene el texto de las DOCE TABLAS y su version
castellana, remitimos al lector, por conclusion de
este capítulo, para que allí vea lo que del célebre
Código romano se conoce actualmente .

(1) Véase su obra, publicada en Leipzig en 1824, con el título de Re


vision de las tentativas que ha hecho hasta hoy la critica para recons
truir el texto de los fragmentos de las DOCE TABLAS.
(2) Véase el capitulo último.
:
CAPITULO V.

De la legislacion romana desde la promulgacion de las Dace


TABLAS hasta la caida de la República.

Dado á conocer el importante Código, que forma


época, y época memorable, en la historia de Roma,
digamos ahora cuál era al tiempo de su promulga
cion, y fué aún despues de ella, la legislacion que
regía en aquella república, cuáles sus elementos,
cuáles sus principales fuentes , cuáles, en fin, las
vicisitudes que experimentó en el espacio de cuatro
siglos.
Conocida , como es , la diferencia que separaba á
los ciudadanos romanos de los que no tenian las
prerogativas de tales, no causará extrañeza saber
que habia en Roma dos clases de legislacion: la que
regulaba los derechos de aquellos ciudadanos (jus
civile ), y la que establecia los de los demás habitan
tes de Roma (jus gentium ). Sabido es que el prime
ro daba a los ciudadanos preciosas garantías, á que
en manera alguna alcanzaba el segundo, al que no
debe, a pesar de su nombre, confundirse con el lla
mado derecho de gentes, puesto que era una legisla
71
cion positiva , y comprendia cuanto en la esfera de
las relaciones sociales podia ocurrir , siendo el con
junto de los principios reconocidos por todas las
naciones : jus commune, id est, omnium gentium . Los
romanos atribuian á este derecho comun muchas
instituciones de la vida civil, y las introdujeron en
el suyo , con lo cual se fué ensanchando y mejoran
do gradualmente. Del derecho de los ciudadanos ro
manos era intérprete el Prætor urbanus: y del dere
cho comun lo era el Pretor peregrinus.
Desde los tiempos de Cieeron se distinguen dos
clases ó fuentes del derecho: el jus scriptum y el jus
non scriptum . Sobre la verdadera significacion de
estas palabras, no hay entre los juriconsultos per
fecto acuerdo. Pero bien puede decirse que por la
primera se entendia lo que estaba consignado en las
leyes, y por la segunda lo que tácitamente estaba
admitido, como tambien lo que la costumbre y la
jurisprudencia habian ido introduciendo. Por eso
hay diversidad de opiniones sobre si los edictos de
los magistrados (edicta magistratuum ) y las respues
tas de los jurisconsultos (responsa prudentum ) for
maban ó no parte del derecho escrito : cuestion que
indudablemente debe resolverse en sentido nega
tiyo .
Resulta de lo dicho que habia en Roma un dere
cho escrito, compuesto de las leyes , plebiscitos , y
Senado - consultos; y un derecho no escrito, formado
de las costumbres, los edictos de los magistrados y
las respuestas de los jurisconsultos . Qué importan
cia tuvo y qué vicisitudes corrió cada una de estas
dos fuentes de la legislacion desde la promulgacion
de las DOCE Tablas hasta la caida de la República ,
72

será el objeto de nuestra tarea en este y en los si


guientes capítulos.
Comencemos por el derecho escrito , уy hablemos
ante todo de las leyes.
En el largo periodo de cuatro siglos que trans
currió desde la promulgacion de las Doce Tablas
hasta la caida de la República, no nos ofrece la his
toria de la legislacion romana ninguna nueva com
pilacion legal. La ley Decemviral se mantuvo en vi
gor largo tiempo , interpretada y comentada como
en otro lugar veremos; y á las necesidades que
ocurrian, ó á los conflictos que la lucha de las cla
ses traia necesariamente consigo , se satisfacia con
2

leyes adecuadas al caso. De muy diversa índole son


estas leyes , célebres algunas de ellas en la historia
de la República romana , y más interesantes por lo
7

comun en el orden político y social que en el civil,


pero importantes en uno y otro concepto .
Muchas fueron sin duda esas leyes, pero más
aún los plebiscitos dictados en el periodo que nos
ocupa ; y no debe extrañarse que á esta última clase
pertenezcan casi todos los actos legales de dicho pe
riodo, así porque los tribunos de la plebe eran mu
cho más aficionados a las innovaciones que los ma
gistrados patricios , como porque tampoco tenian
otros medios de introducir en el gobierno de la repú
blica y en la legislacion civil las reglas y preceptos
cuya observancia les interesaba. Impulsábales ade
más á proponer su adopcion el natural deseo de
captarse el ' favor del pueblo por medio de estas re
formas. Las leyes y plebiscitos tomaban nombre del
magistrado quelas habia propuesto , dando á éste una
terminacionfemenina; y se expresaba además por un
73

adjetivo ú otro nombre , precedido de la preposicion


de, el asunto de que trataban ( 1) . Poníase grande es
mero en redactarlos de manera que no pudiese dár
seles otro sentido del que realmente tenian ; y á este
fin se encaminaba la cláusula tan repetida en es
tos documentos : ex hac lege nihil rogatur (2) . Es
de advertir que en Roma, como en otras naciones,
el derecho público era objeto de una atencion prefe
rente respecto al derecho civil ; de donde resulta que
apenas hay una disposicion legal relativa al segun
do, que no tenga estrecha relacion con el primero .

Materia de largas investigaciones y prolijos es


tndios ha debido ser para los hombres de ciencia la
clasificacion de estos plebiscitos , de los que nin
guna compilacion se hizo en aquellos siglos áá pesar
de su gran número, y que por lo tanto no se hallan
réunidos en parte alguna como cuerpo de doctrina.
Dos son los métodos ó sistemas que en esta clasifi
cacion se han seguido . Uno el de colocarlos por el
órden alfabético que indican sus letras iniciales : otro
el de agruparlos por orden cronológico , como lo ha
hecho el jurisconsulto Bach . Pero ni el método pri
mero ofrece otra ventaja que la de poder encontrar
los fácilmente; ni el segundo se puede llevar á eje
cucion cumplida , toda vez que no consta la fecha
en los más importantes de estos documentos , que los
autores citan , suponiéndolos, ora en vigor, ora en
desuso, en la época á que se refieren , y cuyo ori
gen probable sólo puede fundarse muchas veces en
conjeturas , deducidas del nombre del magistrado
7

(1 ) Por ejemplo: Lex Julia agraria.-Lex Tulia de Tribunis .


(2) Que se indicaba con las iniciales E. H. L. N. R.

1
74

que redactó la ley y la sometió á la sancion del


pueblo.
No vamos, por lo mismo , á seguir, en la breve
noticia que aquí vamos á dar de las leyes y plebis
citos de la república, ningun sistema exclusivo. In
dicaremos los que se consideran más importantes
clasificados por materias, y los presentaremos , den
tro de ellas, por orden cronológico.
Anteriores al siglo iv de la Era romana podemos
citar algunas leyes notables en la Historia. Tal fué
la Junia de regio et consulare imperio, del año 244,
que varió la forma de gobierno , declaró abolida la
monarquía , decretó el destierro de Tarquino y de
los suyos, y creó la dignidad consular; la Tulia de
Tribunis, de 261 , imponiendo pena al que contradi
jese ó interrumpiese al Tribuno en el acto de hablar
al pueblo; la Terentila , de 291 , propuesta, pero no
admitida, y encaminada á limitar las facultades y
extension de la dignidad consular ; la Tulia de Aven
tino Monte, de 297 , permitiendo al pueblo edificar
en el monte Aventino; y la A teria Tarpeja , del año
300 , autorizando a los magistrados para castigar
con multa la desobediencia á sus mandatos.
Del siglo iv y de los inmediatos son muchas y
muy notables las leyes que pueden mencionarse;
mas no consiente la brevedad de esta reseña que
las citemos todas. Pertenece la gran mayoría á asun
tos de política , de administracion y de gobierno:
contienen otras preceptos de interés para el orden
social y las costumbres ; afectan algunas al estado
civil y á los derechos de familia; y versan otras
sobre las acciones у el procedimiento.
Entre las que produjo el movimiento político y
75

la lucha del patriciado con la plebe durante el si


glo iv, debemos mencionar en primer término las
leyes Horatia y Valeria , del año 304, conocidas con
los nombres de Horatia de magistratibus, Horatia
2

Valeria y Valeria de provocatione. Imponia la pri


mera pena de muerte al que dañára á los tribunos
de la plebe, ediles y jueces; dispuso la segunda que
obligase al pueblo todo lo que la plebe determinase
en los comicios por tribus; y preceptuó la última
que no pudiera crearse magistrado, del cual no fuera
lícito apelar para ante el pueblo ; disposiciones que
confirmó la Duilia de magistratibus del mismo año .
No menos importante y trascendental fué la ley
Canuleja, de 309, que, contra lo dispuesto en las
DOCE TABLAS , autorizó los enlaces entre patricios y
plebeyos; y no pueden pasarse en silencio la Licinia
Sextia de agrorum modo,de 377, que prohibia poseer
más de quinientas yugadas de tierra , ni rebaño que
excediera de cierto número de cabezas ; la Sextia de
magistratibus, disponiendo que uno de los Cónsules
fuera siempre plebeyo ; la Petelia de ambitu , de 385,
prohibiendo a los que aspiraban a los cargos públi
cos , recorrer los mercados y reuniones para gran
jearse votos; y la Duilia Moenia , de 396 , que vedaba
con pena capital reunir el pueblo ilegítimamente á
cierta distancia de Roma. .
Dictadas por este mismo espíritu , y producidas
por las mismas causas, hallamos algunas disposi
>

ciones del siglo quinto. La Genutia de Consulibus, de


411 , autorizó que fuesen plebeyos los dos Cónsules .
>

La Publilia de censoribus, de 415 , previno que lo


fuese siempre uno de los Censores. La Atilia Mar
tia , de 443, concedió al pueblo la eleccion de los
76

Tribunos militares; y la Ogulnia tribunicia, de 453,


mandó comunicar con la plebe las dignidades ponti
ficia y augural , miéntras la Valeria de provocatione
del mismo año renovó lo dispuesto en otra anterior
del mismo nombre .
Ménos frecuentes en el siglo vi estas leyes poli
ticas , no fueron tampoco muchas en el vii. —La
Atinia de tribunis, de 624 , dió á los Tribunos la con
sideracion de Senadores y el derecho á proponer su
opinion en el Senado. La Sempronia agraria, de 630,
tasaba lo que podia poseer una persona en tierras
conquistadas. De triste celebridad algunas de ellas,
viéronse en la última mitad de este siglo las muchas
leyes que del nombre de su autor se denominaron
Cornelias, en las cuales entró por mucho , no sólo
la pasion política, sino hasta la exageracion y la
violencia. Distínguese esta coleccion de leyes por
sus respectivos títulos de Cornelia agraria , Cornelia
Bæbia , Cornelia de sicariis et veneficis, de captivis,
de Quæstoribus, de injuriis, de falsis, dejudiciis cor
ruptis, de lusu ,។ de jurisdictione pretorum , y otros
que no mencionamos , como tampoco sus disposi
ciones respectivas . Impulsadas tambien por la pa
sion política fueron las leyes del tribuno Clodio,
promulgadas en los últimos años de este siglo , con
las denominaciones de Censoribus, de Comitiis, de
vi, de collegiis, de injuriis publicis, de intercessione,
de regno Cipri, y otras , que corresponden á las ma
terias sobre que versaron .
Como relacionadas con el orden social y las cos
tumbres, debemos recordar la Ateria Tarpeja del
año 300 , ya mencionada‫ ;ܪ‬la Genutia de foenore, de
412, que prohibió absolutamente dar á usura; la
2
77

Claudia de senatorum questu , de 535 , restringiendo


el comercio á que se dedicaban los senadores , áá cuyo
efecto les prohibió tener nave de porte mayor que
el de 300 ánforas; la Cincia, de 549, vedando recibir
dones por defender causas , y limitando la facultad
de donar; la Claudia de sociis, de 576 , encaminada
á cortar los fraudes usados para obtener la ciudada
nía; la Calpurnia repetundarum , de 604 , permi
tiendo a los de las provincias reclamar en Roma
contra las exacciones de los magistrados; las váriás
leyes denominadas Manilias , Ma nlie leges, tambien
del año 604 , encaminadas á precaver los fraudes en
las ventas ; la Julia de civitate italis danda, de 663, 2

que otorgó los derechos de ciudadanía a todos los


pueblos que, como los del Lacio, habian permane
cido fieles á Roma; y las diferentes leyes suntuarias,
que, como la Oppia , de 539 , poniendo cortapisa al
lujo de las mujeres ; la Orquia , de 570 , fijando el
máximum de los que podian asistir como convida
dos á un banquete ; la Fannia sumptuaria , de 578 ; la
Didia sumptuaria , del año 610 ; la Emilia cibaria ,
del 639 ; la Licinia sumptuaria , de 657, y la Ancia
sumptuaria , de 676, trataron de poner coto á los
exorbitantes gastos que se hacian en los convites .
Si entre las disposiciones de derecho civil conta
mos las relativas al estado de las personas , mencio
naremos la Canuleja , de 309, y la Julia de civitate
italis danda, de 663, ántes citadas ; á las cuales aña
diremos la Claudia de causa liberali, de 302, decla
rando que se presumiese libre durante la contienda
al que se reclamase en concepto de esclavo ; la Pete
lia Papiria , de 429, encaminada a reprimir la cruel
dad de los usureros ; la Atilia, de 443, sobre nombra
78

miento de tutor dativo á falta del testamentario ; y


la Letoria, de 490, que negaba accion al que prestase
dinero a los menores y establecia acerca de ellos
otras disposiciones .
Al mismo ramo del derecho, en la materia de
bienes y sucesiones , pertenecen la Furia testamen
taria , de 571 , que prohibió dejar legados de más de
mil ases, no siendo á determinadas personas ; la V
conia, de 581 , prohibiendo instituir herederas á las
mujeres en más de cierta cantidad ó porcion de la
herencia; la Atinia de usucapionibus, de557, quepro
hibió adquirir por prescripcion las cosas hurtadas,
declarando que se entendiesen siempre de sus due
ños ; la Cornelia testamentaria, ó Cornelia de capti
vis, de 672, sobre los testamentos de los cautivos
muertos en el extranjero; y la Scribonia de usuca
pionibus, de 719, disponiendo no se adquiriesen por
prescripcion las servidumbres sobre predios ur
banos .
Por último, sobre los juicios, la aptitud para juz
gar, las acciones y el procedimiento , podemos citar
la ley Hortensia de nundinis, de 465 , que a fin de

facilitar a los labradores el arreglo de sus diferen


cias , habilitó los dias de mercado para litigar ; la ley
Marcia ,7 de fecha desconocida , que autorizó la pri
sion de los usureros ; la Æbutia , de 513 ó 520, que,
en union de las dos Julias , suprimió las legis actio
nes , y áun se dice que estableció los Centumviros;

la Manilia, de 515, sobre contestaciones con motivo


de la demarcacion de propiedades; la Cassia de suf
fragiis, de 616 , y la Cornelia de suffragiis, de 630,
>

sobre la forma de emitir los votos al juzgar el crí


men de lesa majestad ; la Sempronia de capite civium ,
79

de 630, que exigió el concurso del pueblo para juz


gar los delitos capitales; y la multitud de leyes lla
madas judiciales , leges judiciariæ,, que sucediéndose
una á otra , fueron atribuyendo a los indivíduos, ya
de esta , ya de aquella clase , la aptitud para ser ju
rados. Tales fueron la Sempronia judiciaria, de 632,
que de los Senadores traspasó este derecho a los del
órden ecuestre; la primera Servilia judiciaria , de
648, que lo dividió entre los dos órdenes; la segunda
Servilia judiciaria , de 654 , que lo confirió a los ca
balleros; la Livia judiciaria , de 663, que volvió á
dividirlo entre ambos órdenes ; la Cornelia judicia
ria, de 672 , que lo volvió a los Senadores; la Aure
lia judiciaria , de 684 , y la Pompeja judiciaria , de
7

699, que lo dividieron de nuevo entre los dos órde


nes ; y, finalmente, la Julia judiciaria , de 708 , que
confirmó esta resolucion y dictó además otras sobre
las circunstancias de los jueces y la forma de los
juicios públicos y privados .
Dadas á conocer algunas leyes notables de las que
en Roma se promulgaron desde principios del siglo
cuarto hasta los primeros años del Imperio, digamos
algo ahora acerca de los trámites que seguia en
Roma la formacion de las leyes; punto interesante,
como todo lo relativo á las instituciones de aquel
pueblo .
Tocaba aá los magistrados mayores proponer la
ley. Para su redaccion se consultaba a las personas
versadas en los antiguos usos , que merecian grạn
respeto .
A lo que el pueblo romano votaba á propuesta
de un magistrado del orden senatorial, se llamaba
>

Ley ; á lo que votaba á propuesta de un magistrado


80
del orden plebeyo, se llamaba plebiscito. Como antes
hemos dicho , los plebiscitos tuvieron con el tiempo
igual fuerza que las leyes.
Una vez escrita, se comunicaba la ley al Senado ,
sin cuya autorizacion no se podia en los primeros
tiempos convocar los comicios . Ya fuese con razon,
ya sin ella , negaba á veces la autorizacion el Sena
do ; mas para las leyes que hubiesen de votarse en
los comicios centuriados, le fué forzoso hacerlo desde
el año 415 en adelante . Cuando voluntariamente
aprobaba la ley, la acompañaba á los comicios
un Senado - consulto favorable, que le daba grande
apoyo .. Cuando lo hacía cumpliendo lo mandado en
las leyes Publilia y Mônia , el proyecto se decia
>

sometido al voto popular mediante autorizacion de


los Padres (auctoribus Patribus ).
La promulgacion ( promulgatio) que seguia lué
go, consistia en exponer la ley al público' durante
veintisiete dias ( trinundinum ); y para despues de
este plazo se convocaba á la asamblea por un edicto .
Reunida la asamblea, y leida por un pregonero la
ley propuesta , hablaba en su apoyo el autor ú otro
ciudadano. Llamábase á esto aconsejar la adopcion de
la ley , suadere legem , y dábase al orador el nombre
de autor, auctor legis. Impugnábala un tribuno de
la plebe , ú otro indivíduo , á lo cual se llamaba di
suadere legem .
Oidos los oradores y terminados los ritos sagra
ços, sorteábanse las curias , tribus ó centurias para
la emision de los votos. Prerogata se llamaba aque
lla á quien tocaba emitirlo primero : primo vocata
las que la suerte designaba despues de ella; y jure
vocate las últimas que salian de la urna ; aunque,
81
conforme a lo dispuesto por Servio Tulio , en los
comicios por centurias, votaban con preferencia las
primeras clases .
Si los Tribunos con su veto , ó los Cónsules in
habilitando el dia, ó los Augures explicando los agüe
ros, no impedian que continuase la reunion , cada in
divíduo se incorporaba entónces á su tribu ó centu
ria, obedeciendo á esta invitacion : Si vobis videtur ,
discedite Quirites; y comenzaba en seguida la vota
cion de la ley .
Dábanse los sufragios de viva voz en un princi
pio , y desde la promulgacion de las Doce TABLAS
con las letras Ū . R. (uti rogas) y A. (antiquo); de
aprobacion las primeras , y de desaprobación la úl
tima. Unos empleados, llamados repartidores (diri
bitores ), las distribuian á la entrada de los puentes ,
vigilados por otros que se llamaban custodes. Para
evitar toda confusion ó fraude, tenía cada curia su
puente y sus repartidores. En una urna al extremo
de aquel iba dejando cada ciudadano la papeleta
que preferia ; y contados luego los votos , proclamaba
el pregonero la aprobacion ó desaprobacion , segun
prevalecia el número de unas ó de otras cédulas. Si
en la votacion de una centuria resultaba empate , no
se contaba su voto ; pero tratándose del crímen de
lesa majestad ó de Estado, este mismo voto se esti
maba entonces favorable. Hacian los celadores el
escrutinio valiéndose de puntos ; de donde vino
aquello de Horacio :
Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.
Del escrutinio general resultaba luégo que la ley
fuese aprobada, scita vel perlata, ó desechada , anti
quata. En el primer caso , confirmábasela con jura
6
82

mento, aprobábala el Senado , y esculpida en una


lámina de bronce , quedaba depositada en el Erario,
ó se la grababa en columnas que se fijaban en los
sitios públicos. Las leyes , finalmente, tomaban el
nombre de los Cónsules bajo cuyos auspicios se pro
mulgaban , y á veces del magistrado que las habia
propuesto, añadiéndoles como dictado el de la mate
ria de que trataban .
Aunque el asunto es vasto é importante, termi
naremos con lo dicho lo relativo á la confeccion de
las leyes .
Los últimos reflejos de este poder legislativo bri
llan aún bajo la dominacion de Julio César y de Au
gusto , en los cuales merece llamar nuestra atencion
la ley Julia y Papia Popea, cuyo contexto debe es
tudiarse como uno de los monumentos más intere
santes de la legislacion romana en aquella época ,
y una de las leyes más notables de cuantas se pro
mulgaron en los cuatro siglos que tan rápidamente
hemos recorrido ( 1) .
Y como al fin de ellos y de la República que con
ellos concluyó , dejaron de promulgarse las leyes y
plebiscitos cuya historia ha sido objeto de este ca
(1 ) Fué el objeto de esta .ey, promulgada el año 762 de la fundacion
də Roma, aumentar la poblacion y reparar las pérdidas causadas por
la guerra civil. Concedia recompensas al matrimonio, é imponia penas
y gravámenes al celibato. Desigualaba los derechos de los célibes у de
los casados, pues, segun ella, los padres de familia con tres hijos en Ro
ma, cuatro en Italia y cinco en las provincias, estaban exentos de ser tu
tores y gozaban de preferente derecho para los empleos y cargos públi
cos, al paso que los celibatarios sólo podian adquirir herencias de sus
más próximos parientes, no percibiendo en ningun caso los legados por
entero, de los que se les descontaban ciertas cantidades para el fisco . A
poco que se reflexione sobre las disposiciones de esta ley, y más si se es
tudia su texto mismo, se vendrá en conocimiento de su importancia,
tanto en la legislacion como en la política y en las costumbres del impe
rio romano .
83

pítulo, advertimos a nuestros lectores que de esta


materia no verán continuacion alguna en los inme
diatos .
Aunque los Senado - consultos fueron durante el
Imperio una de las más copiosas fuentes del dere
cho, no sucedió lo mismo durante la República , en
cuyo tiempo hubo pocas decisiones senatoriales que
introdujeran novedades en la legislacion civil. Por
esta y otras consideraciones se ha sostenido la opi
nion de que los Senado -consultos no figuraron entre
las fuentes del derecho hasta los tiempos de Tibe
rio . Pero esta opinion se ha modificado de un siglo á
esta parte; y ha sido cuestion muy debatida entre
los historiadores, si los Senado-consultos obtuvieron
ó no fuerza legal durante la República . Es muy de
notar que Ciceron los enumera entre las fuentes del
derecho, colocándolos antes que los edictos; que otro
tanto hace Pomponio, y que Teófilo afirma haberles
dado la ley Hortensia fuerza obligatoria , al mismo
tiempo que se la dió á los plebiscitos, lo cual con
firma Dionisio de Halicarnaso, interpretando y ex
plicando dicha ley. Por otra parte, la Tabula Hera
cleensis, que pertenece a los tiempos de la Repúbli
ca , los enumera tambien como fuentes del derecho
al par de las leges; y si no podemos atribuir tanta
fuerza á un texto de Ulpiano y á un pasaje de la
Instituta de Justiniano que en apoyo de la opinion
afirmativa se cita , porque pertenecen á los últimos
tiempos del Imperio y la duda se refiere sólo á la
validez de los plebiscitos durante la República, lo
dicho nos parece bastante para deducir en con
secuencia que es ésta la opinion más aceptable.
Sin determinar, pues , el momento en que em
84

pezaron á adquirir fuerza legal , es indudable que los


Senado -consultos la alcanzaron ; lo cual no es de ex
trañar, si se tiene en cuenta que el Senado era la más
antigua y respetable de cuantas corporaciones tenian
participacion en el gobierno de Roma, que contaba
entre sus miembros á todos los magistrados supre
mos , y habian solicitado como un honor formar
parte de él los Tribunos de la plebe. No fueron mu .
chos, sin embargo, los Senado -consultos que obtu
vieron fuerza legal durante el gobierno republicano.
En tiempo de los Emperadores es cuando los vere
mos en mayor número , siendo la causa que contri
buyó á hacerlos más frecuentes la misma que hizo
más raras las leyes y los plebiscitos.
Como lo hicimos más arriba respecto a las leyes,
daremos aquí, por conclusion de este capítulo , al
7

gunas noticias sobre la formacion y redaccion de


los Senado - consultos,
Celebraba el Senado sus sesiones ordinarias en
las calendas, nonas é idus de cada mes , y las ex
traordinarias cualquiera otro dia en que no hubiese
comicios . Precedia á la reunion la convocatoria, he
cha en alta voz por un pregonero , ó por citacion á
domicilio , indicándose el nombre del magistrado que
mandaba citar. Convocábase , al par con los Sena
dores , a los que , sin serlo , tenian entrada y asien
to en la Cámara por haber servido antes ó servir
entónces ciertos y determinados cargos. Llegado el
dia de la reunion , se cumplian los ritos religiosos,
y sentados los Senadores por el orden de sus respec
tivos cargos y honores , comenzaba la sesion. Expo
nia ante todo su consulta el autor de la convocato
ria. Hablaban sobre ella, puestos de pié, ó leian dis
85

cursos escritos, los Senadores que querian hacerlo ;


y resumiendo luégo el Presidente los pareceres emi
tidos, proponia el que juzgaba preferible, y ordenaba
la votacion con esta fórmula : qui hoc sentitis, illuc
transite; qui alia omnia, in hanc partem (1 ). Contá
banse los votos , y resultando admitida la propues
ta , quedaba aprobada como Senado -consulto. Nece
sitábase para ello que todas las solemnidades yу ri
tualidades se hubiesen cumplido ; porque , de no ser
así , solo se llamaba autoridad del Senado. Sucedia
á veces que sin discusion se votaba la consulta ; y
otras, que se declaraba aprobada sin votarla , por ser
notoria la unanimidad de pareceres . A lo primero
se llamaba Senado - consulto por discesion ; á lo se
gundo, Senado-consulto por aclamacion .
Una vez aprobado , se redactaba el Senado-con
sulto, encabezándolo con la fecha y lugar de la ce
lebracion, citando los nombres de los Senadores á
quienes principalmente se debia , dando luégo cuen

ta de la relacion del proponente, y por último de la


decision acordada, á la cual se anteponia siempre la
fórmula : de ea re ita censuerunt (2) . Leíasele pú
blicamente, si no era por su naturaleza secreto ; y
se depositaba en el templo de Céres , ó en el Erario
á cargo de los Cuestores urbanos.
No debe confundirse el Senado -consulto, medida
de interés general y que miraba al bien comun , con
el decreto del Senado , que recaia sobre determinada
persona o clase . Pero uno y otro requerian las for
malidades indicadas .

(1) Los que opinen asi, pasen aca; y los que disientan , pasen á otro
lado .
( 2) Con las iniciales D. E. R. I. C.
CAPÍTULO VI.

Organizacion política y civil de Roma en este periodo.

La historia de la legislacion romana durante la


República, que en los capítulos anteriores deja
mos brevemente expuesta , quedaria incompleta si
no añadiésemos á lo dicho en ellos la exposicion de
dos puntos muy importantes. Es el primero la orga
nizacion política y civil de Roma en el periodo que
nos ocupa. Es el segundo la parte que los juriscon
sultos tomaban en aquella sociedad y su mision en
ella, ó sea lo que comunmente se designa con el
nombre de jurisprudencia, ó « cultura de la ciencia
del derecho.»
Será el primero de los indicados el asunto de
este capítulo , quedando el otro reservado para el
inmediato .
En la organizacion política y civil de Roma hay
que distinguir y tratar separadamente muchos y
muy interesantes puntos , como son : los elementos
predominantes en el gobierno del Estado ; los que
constituian las fuentes de la ley y del derecho ; el
87

que pudiéramos llamar poder judicial; las institu


ciones de orden civil propiamente dicho ; y, final
mente , las relaciones de Roma con los demás pue
blos de Italia y del mundo.
Desde que la autoridad real vino á tierra , fueron
los elementos predominantes en el gobierno los pa
tricios, el Senado y el pueblo , á los que se agregó más
tarde aquella parte del último denominada la plebe .
Tenian los patricios grande influencia en el pueblo,
en cuyo número se contaban , aunque entre las cla
ses más elevadas y las inferiores hubiese siempre
algunas diferencias. Teníala tambien el Senado, que
desde el nombramiento de los Censores se compuso
de las personas que éstos inscribian en un cuadro
como aptas para serlo. De los plebeyos sabemos que
eran hombres excluidos por una parte de toda clase
de derechos públicos, y que por otra tenian sus asam
bleas distintas de las generales del pueblo, y llega
ron á ser Senadores y Caballeros, y á alcanzar parti
cipacion en las magistraturas civiles.
Como hemos visto en el anterior capítulo , la fa
cultad de hacer leyes residia , ó en todo el pueblo
7

reunido, ó tambien , desde cierta época en adelante,


en el Senado y en la plebe , cada cual separada
mente; naciendo de aquí las diferentes clases de
disposiciones conocidas con los nombres de leyes,
plebiscitos y Senado-consultos. No necesitamos recor
dar que las leyes se daban en los comicios por cen
turias, interviniendo un magistrado del órden supe
rior y el Senado ; que los plebiscitos se daban por la
plebe reunida en tribus en el Foro , á propuesta de
uno de sus Tribunos, sin intervencion del Senado;
y que los Senado -consultos emanaban de la asamblea
88

senatorial, y llegaron a adquirir con el tiempo fuerza


de ley.
Eran tambien fuentes del derecho la interpreta
cion de los jurisconsultos ( interpretatio ), las opi
7

niones que se adoptaban como resultado de los de


bates forenses (disputatio fori), y los usos constan
temente admitidos, aunque no estuviesen escritos.
En el gobierno de Roma tomaban parte á la vez
várias corporaciones y funcionarios. Mencionaremos
en primer término al Senado , que, además de deli
berar, decretaba y obraba ; que ejercia una poderosa
influencia sobre los Cónsules, imponia condiciones
á los pueblos vencidos , recompensaba ó castigaba á
los colonos ó á los latinos, segun habia sido su con
ducta con Roma, y decidia como árbitro las quere
2

llas entre las naciones . Y como funcionarios in


vestidos de cargos más ó ménos importantes , á los
Cónsules, jefes supremos en Roma y en el ejército;
á los Censores, que, como su nombre lo indica,
formaban el censo , clasificaban a los ciudadanos y
fijaban el impuesto que debia pagar cada uno ; á los
Ediles mayores , que ejercian funciones de alta po
>

licía ; á los Cuestores , que custodiaban y adminis


traban el Tesoro público ; y últimamente a los Tri
bunos y á los Ediles de la plebe, aunque eran fun
cionarios especiales de una parte del pueblo.
De estos magistrados , los Cónsules, los Censores
y los Ediles mayores los elegia el pueblo reunido
por centurias: los Cuestores, Tribunos y Ediles de
la plebe eran elegidos por esta última .
Ejercíase lo que pudiéramos llamar el poder ju
dicial, de la manera que vamos á indicar.
Tenian jurisdiccion criminal los comicios por
89

centurias y por tribus; los Cuestores, por delegacion


que en ellos hacian los comicios; el Senado, ya por
delegacion de los comicios, ya por autoridad propia,
segun los casos; los Cónsules; y tambien el Pretor
por delegacion del Senado. Sólo los comicios por
centurias podian imponer la pena de muerte : los
comicios por tribus podian imponer la de destierro
ó multa, especialmente si era por motivos políticos.
Tratándose de un delito que habia llamado la aten
cion, y en que el acusado era funcionario público,
los comicios , ya fuese por centurias ó por tribus,
conocian por sí de la causa. Para un hecho punible
de ménos importancia, para un crímen privado , cuyo
autor era un oscuro ciudadano, los comicios dele
2

gaban sus poderes á uno de los llamados Cuestores


de parricidio; y aun el mismo Senado delegaba en
estos casos sus funciones judiciales en un Cuestor ó
magistrado. Por último , si eran los acusados extran
jeros, esclavos ú otras personas que no gozaban de
los derechos de ciudadanos, o si era leve la pena
que el hecho punible merecia , era el Pretor el juez
competente .
En el órden civil se intentaba la accion ante el
Pretor, y ante él se llenaban tambien las formalida
des que eran de esencia en las acciones de ley, y se
organizaba la instancia (judicium ). Cumplidas estas
formalidades, si no era el asunto tal que pudiese
terminarse por una mera declaracion de derecho,
daba el Pretor á las partes contendientes, ó un juez
único elegido entre los del orden senatorial, ó un
árbitro, o bien recuperadores elegidos en el acto en
tre los que se hallaban presentes.
Hasta aquí lo relativo a la constitucion política
90

y judicial de Roma. En la constitucion civil, ó sea


en lo concerniente a las personas, las cosas, la pro
piedad, los testamentos, las sucesiones, los contra
tos y las acciones, indicaremos lo que más merezca
la atencion de nuestros lectores .
Por lo que toca á las personas, vemos en primer
término á los jefes de familia en toda la plenitud de
sus derechos; verdaderos hombres sui juris: vemos
á los que están sometidos á la potestad de otro (alie
nijuris): hallamos esa facultad ó poder que se ejer
ce sobre el hijo y sobre el esclavo (potestas); el do
minio marital (manus); el derecho sobre el hombre
libre que se adquiere por compra (mancipium ); y el
que se da al acreedor sobre el deudor en virtud de
declaracion del magistrado (addictus), ya en pago de
deudas, ya en reparacion de algun daño inferido; el
vínculo civil (agnatio ), que consiste en formar parte
de la misma familia, y junto al cual nada vale el
vínculo de la sangre ( cognatio); la gentilitas, ó agna
cion de familias ingénuas, especie de parentesco ci
vil, que se forma con las razas de clientes ó libertos
que de ellas se derivan ; finalmente, la tutela á que
viven sujetas las mujeres durante toda su vida .
En lo relativo á las casas y á la propiedad , las
vemos divididas en dos clases, segun son ó no son
susceptibles de 'mancipacion (res mancipi , res nec
mancipi); la propiedad del ciudadano romano, ó pro
piedad quiritaria (mancipium ), que se coloca en el
lugar de la propiedad comun , y es indestructible, á
no ser por los medios que indica la ley (mancipatio,
in jure cessio ó addictio, adjudicatio, usucapio ): de
manera que el que ha entregado una cosa á otro, ó
la ha abandonado, puede todavía perseguirla ó re
91
cobrarla durante cierto tiempo , si no la ha enajena
do con las formalidades que su naturaleza requeria .
En los testamentos y sucesiones vemos la facul
tad absoluta que el jefe de la familia tiene para dis
poner á su arbitrio de sus bienes , hasta de los que
han adquirido para él los miembros de la familia ,
sin que éstos puedan quejarse de ello : las formas del
testamento , que en un principio se decretaba por
las curias como una ley , y luego se hacía por una
venta solemne y ficticia de la herencia (testamen
tum per es et libram , per mancipationem ). Vemos
que el derecho hereditario va anejo al parentesco ó
vínculo civil (agnatio gentilitas), y no al vínculo
de la sangre ; que el hijo despedido de la familia no
tiene en ella ningun derecho‫ ;ܪܙ‬que la madre no su
cede á su hijo , ni el hijo sucede á su madre.
En lo relativo á los contratos , la fórmula solem
ne per es et libram se nos presenta como el medio de
contraer las obligaciones , y de transferir la propie
dad , porque las palabras que se pronuncian en este
acto (nuncupatio) son la ley que le rige ( les man
cipii ) :'vemos introducirse luego una nueva forma
de contrato , ó sea el contrato verbal ( stipulatio ó
sponsio ), que algun autor considera derivado del
nexum , porque las palabras están tomadas de él;
tenerse por cumplida la formalidad del peso , per es
et libram , y limitarse las partes a interrogar y res
ponder solemnemente con estas palabras, únicas ad
mitidas entre los ciudadanos romanos, y exclusivas
de ellos: Spondes -ne?-Spondeo. Vemos asimismo
que toda convencion que no tiene la forma del nexum
ó de la sponsio, no constituye contrato ; y que la
venta ( venundatio), la locacion (locatio con - ductia)
92

y el mandato (man - datum ), como sus mismos nom


bres lo indican , sólo se consideran hechos consu
mados por una y otra parte , y no acuerdos de vo
luntades que con este carácter liguen a las partes
más que por el hecho material de la ejecucion.
Por último, en lo concerniente á las acciones se
ve la necesidad de ciertas fórmulas en las cuatro
que se llamaban de ley : el sacramentum y la ju
dicis postulatio, en las contestaciones litigiosas; la
manus injectio y la pignoris capio, para la via ejecu
tiva ; y asimismo se observa que el litigante pierde
todo su derecho cuando no cumple fielmente las for
malidades legales, sin poder intentar de nuevo la
reclamacion.
Tales son los principios dominantes en la legis
lacion romana , y propios de sólo ella. Pero es de
advertir que estamos en la edad media de la Repú
blica, en la que se une el carácter propio de Roma
en su primeros tiempos con la fuerza que le habian
dado sus triunfos, y en que el rigorismo de los prin
cipios conserva aún toda su energía. Con las con
quistas de remotas tierras, con las riquezas, el lujo,
el trato de los extranjeros y la nueva civilizacion
que más tarde habia de penetrar en Roma , debia
venir tambien la aplicacion del derecho natural ó
de gentes, y desaparecer así poco áa poco el derecho
público y el derecho civil quiritario, tan caracterís
tico de los ciudadanos romanos .

Al cuadro que acabamos de trazar, debemos aña


dir una noticia del carácter y atribuciones de los
funcionarios públicos, como eran los Tribunos mi
litares, Censores, Cuestores, Ediles Curules, Cen
93

tumviros, y muy en particular los Pretores. De


los Cónsules y los Tribunos de la plebe hemos ha
blado en el capítulo 1 ; y de los Dictadores y De
cemviros saben nuestros lectores que aquéllos sólo
se creaban en circunstancias extraordinarias , y és
tos lo fueron sólo una vez , para encomendarles la
redaccion de las DOCE TABLAS .
Por el papel que representa en la historia legal ,
es el Pretor el más importante de los funcionarios
que hemos nombrado. Créese que este título , deri
vado de pre ire, y usado en el Lacio para designar
al primer magistrado de la ciudad , lo fué en un
principio en Romaaplicándolo á los Cónsules , у de
ello dan testimonio los historiadores respecto al
tiempo en que se escribieron las DOCE Tablas . Pero
en la época en que nos hallamos , el nombre de Pré
tor es exclusivo de un magistrado especial , porque
el Senado separó de las atribuciones de los Cónsules
todo lo concerniente al ejercicio de la jurisdiccion ,
7

invistiendo con ella á un magistrado patricio , y


dándole aquel título .
No hubo en un principio más de un Pretor: nom
brábanlo las centurias, y debia ser patricio. Era la
segunda dignidad de la república ; el que la ejercia
iba precedido de líctores , era colega de los Cónsu
>

les , y aun no han faltado escritores que le den este


título . Ello es que mientras los Cónsules estaban al
frente de los ejércitos, suplia su ausencia en Roma ,
y entonces convocaba al Senado y lo presidia , re2

unia los comicios y les presentaba los proyectos


de ley.
Como el derecho no estaba claramente formulado
en leyes, y era incierto en muchos.casos, interesaba
94

al funcionario llamado a administrar justicia en pri


mer término , formular el que estaba en uso para
7

facilitar su aplicacion. Al mismo Pretor le conve


nia además dar a conocer , al comenzar su cargo,
lo que de su administracion debia esperarse , y las
7

reglas que habian de observarse en los actos jurídi


cos. Con esta mira , pues , los Pretores , tomando
consejo de los más célebres jurisconsultos , daban al
comenzar el año de su magistratura el edicto que
tanta importancia llegó á tener en la jurisprudencia
romana , puesto que desde el tiempo de las Doce
Tablas constituyó una parte esencial del derecho ,
y sus disposiciones llegaron á tener la estabilidad
de las leyes . Era tanto mayor esta importancia,
cuanto que los edictos introducian grandes noveda
des en la legislacion , modificando el rigorismo del
derecho segun lo exigian ciertas consideraciones, y
así dice Justiniano, hablando del edicto que se pu
blicaba : adjuvandi, supplendi et corrigendi juris civi
lis gratia , propter utilitatem publicam. Para impedir
la parcialidad por parte de los Pretores, dispuso la
ley Cornelia del año 687 que no pudiesen cambiar
sus edictos durante el año .
La facultad discrecional de los Pretores en punto
á interpretar y modificar la legislacion romana, ha
sido apreciada por los historiadores de muy diversa
manera ; y si bien llevan la mejor parte los que con
sideran provechosa su mision , que consistia en aco
modar á los principios del derecho natural el stric
tum jus de las leyes, «porque de esta manera , como
dice un historiador moderno , la equidad iba forzan
do poco a poco al derecho civil á dividir con ella el
imperio de la legalidad ,» bien podemos llamar la
95

atencion , con tal motivo, hácia lo ilusoria que re


sultaba en la práctica esa pretendida soberanía del
pueblo romano , cuyos votos en reunion solemne
se decia ser necesarios para aprobar las leyes : por
que si á un magistrado era lícito proclamar en un
edicto público , y aplicar á la administracion de jus
ticia, principios y doctrinas contrarias á ellas , i no
es evidente que este magistrado llevaba aneja á su
cargo la facultad de modificar y alterar esas leyes?
Para conseguir su objeto introdujeron los Preto
res muchas actiones nuevas ; admitian cláusulas
restrictivas de las opuestas, á las que llamaban er
ceptiones , declaraban nulos algunos actos ya reali
zados , por medio de las restitutiones in integrum ;
7

adjudicaban las herencias bajo el nombre de bono


rum possessiones; suponian circunstancias imagina
rias , fictiones ; establecian medios para obtener la
posesion civil de una cosa , interdicta; y la forma en
que debian constituirse las fianzas, cautiones. Su
poder en la administracion de justicia se expresaba
con estas tres palabras : do, dico, addico. Verificá
base lo primero cuando daban la fórmula para el
procedimiento de la accion civil ó criminal, objeto
de la demanda ; y si tambien nombraban los jueces
que en ella habian de conocer, entonces dabat actio
nem et judices. Lo segundo ocurria cuando pronun
ciaban sentencia , dicebat jus. Y lo tercero cuando
adjudicaban las cosas ó bienes al que creian asistido
de mejor derecho : addicebat bona vel damna .
Las diferencias entre los ciudadanos y los extran
jeros para el ejercicio de sus derechos , hizo necesa
ria la division de la pretura en dos funcionarios, de
los cuales uno administraba justicia á los primeros, 7
96

Prætor urbanus , y otro á los segundos, Pretor pe


regrinus. Las leyes aplicadas por el Pretor urbano
en el ejercicio de sus funciones, eran las pertene
cientes al jus civile, es decir , al derecho esencial
mente romano; en tanto que al Pretor peregrino ser
vian de norma las generales del jus gentium , ó sea
las leyes cuya observancia era general en las nacio
nes y pueblos no sujetos á los romanos . Despues de
esta primera alteracion , el número de los Pretores
experimentó otras en épocas posteriores. Las con
quistas de Sicilia, Cerdeña y España hicieron nece
saria la creacion de otros tantos Pretores . En tiempo
de Julio César habia ya diez y seis; en el del Triuna
virato llegaron á setenta y siete ; en el de Augusto
quedaron reducidos á doce ; y desde la fundacion
hasta la caida del imperio continuaron sufriendo
alternativas .
La dignidad pretoria llegó hasta á sustituir en el
ejercicio de sus funciones a los questores parricidii,
ó sea á los jueces que el pueblo nombraba para ins
truir y sentenciar las causas graves en que se tra
taba de l'a honra ó de la vida de los ciudadanos . El
año 604 se pusieron áa cargo de cuatro Pretores estos
procesos públicos , llamados , segun Ciceron , ques
tiones perpetue, que eran el de soborno (de repetun
dis); de intrigas en las pretensiones de empleos ó
dignidades (de ambitu ); de lesa majestad ó crímen
de Estado (majestatis); y de dilapidacion del Erario
público (de peculatu ). El año 672 se instituyeron ,
gobernando Sila , otros dos Pretores para las causas
de falsis, sicariis et veneficis, y otro para juzgar á
los acusados de parricidiis.
Concluiremos esta noticia del Pretor y de sus fun
97

ciones , advirtiendo que su jurisdiccion duraba un


año ; que juzgaba los asuntos graves en su tribu
nal (pro tribunali), y los de menor importancia en
donde se hallase, á lo cual se llamaba cognoscere de
plano. En sus edictos se denominaba caput tralati
tium todo lo que conservaba de los anteriores, y ca
put novum á las nuevas disposiciones .
A los funcionarios que podian ser elegidos entre
la plebe, pertenecen los Tribunos militares, tribuni
militum . Los plebeyos, aá quienes faltaba uno de los
más importantes derechos, el de poder aspirar á las
dignidades de la República, solicitaron participacion
en el consulado, y la alcanzaron; pero en vez de de
nominarse Cónsules los elegidos entre los plebeyos ,
el Senado acordó que se les llamase como hemos
dicho, y que en vez de dos fuesen tres, no sabemos
por qué motivo . Es de advertir, sin embargo, que
aunque declarados capaces para obtener esta digni
dad, los plebeyos no llegaron por espacio de cua
renta años á alcanzarla de hecho , porque debiendo
elegirlos los comicios por centurias , no les era
fácil lograr su intento . Cuarenta años despues de
su creacion , y cuando su número se elevaba al
de seis , se contaron ya entre ellos algunos ple
beyos.
No fué de larga duracion el mando de los pri
meros Tribunos militares; sólo subsistió por algunos
meses, despues de los cuales cedieron el gobierno á
los Cónsules, que algun tiempo despues volvieron á
ceder su puesto áa aquellos. En estas alternativas, y
rigiendo en algunos periodos la dictadura , pasaron
bastantes años, sin que por ello dejase Roma de con
tinuar sus triunfos y conquistas. Y es que el espí
ng
98

ritu guerrero prevalecia en todas las circunstancias


de la vida de aquel pueblo .
A cargo de los Cónsules habia corrido la clasifi
cacion de los ciudadanos y la formacion del censo ,
donde se asignaba a cada cual la clase á que perte
necia, hasta que andando el tiempo se instituyeron
los funcionarios titulados Censores. Nombráronse
dos : debian elegirlos , entre los Senadores, los comi
>

cios por centurias, durando el cargo cinco años, y


no pudiendo ser reelegidos los anteriores. Más ade
lante el cargo de Censor duraba sólo año y medio, y
en los tres y medio restantes hasta completar el
quinquenio no habia en Roma Censores . Concíbese
fácilmente su influencia, teniendo en cuenta que aá
ellos incumbia colocar a los ciudadanos en el lugar
que creian pertenecerles . Y no era esta en verdad la
más importante de sus atribuciones. De mucho ma
yor valor era la autoridad moral que se puso en sus
manos , erigiéndolos en custodios de las costumbres,
y autorizándolos para censurar á los Senadores, áa los
Cónsules, y hasta al pueblo. Podian, en efecto, es
tigmatizar el lujo del rico , las costumbres del liber
tino, la mala fé del perjuro, la negligencia del sol
dado y la debilidad del funcionario que flaqueaba en
un momento de peligro ; y hubo Censores que ejer
cieron su censura sobre tribus enteras .
Tenian los plebeyos dos funcionarios denomina
dos Ediles, que, bajo la inspeccion de los Tribunos,
estaban encargados de la policía. Creáronse despues
dos funcionarios patricios con igual título y funcio
nes , si bien en una esfera superior; y llamóseles por
esto Ediles mayores 6 Ediles curules, tomando los
otros el nombre de Ediles plebeyos. A éstos se dejó el
99

cargo de vigilar los mercados, el precio y la calidad de


los granos, los pesos y medidas,, y la limpieza y ór
den de las calles; confiándose á los Ediles curules las
funciones de alta policía, como la vigilancia de los
caminos y puentes , la conservacion de los templos
1
y teatros, el abastecimiento de la ciudad, y la tran
quilidad pública. Para decidir las cuestiones que
sobre estos asuntos se suscitasen, tenian tribunal y
jurisdiccion . Los juegos públicos vinieron á ser con
el tiempo el principal objeto de su atencion , pues
ya empezaban á verse en los circos los pugilatos, las
luchas y las carreras de caballos ó de carros , que de
los juegos olímpicos de Grecia tomaron los roma
nos; y en los anfiteatros habia combates de gladia
dores y de animales feroces; con cuyos juegos , y con
las representaciones teatrales, se solemnizaban las
fiestas públicas.
Nombraba el Pretor , para entender en los asun
tos judiciales, á un ciudadano que recibia el nombre
de judex.ó arbiter , y en otros casos á los que se de
nominaban recuperatores. A esta clase de funcio
narios debemos añadir los Centumviri, cuya orga
nizacion y atribuciones son poco conocidas. En vez
de ser, como los anteriores, ciudadanos nombra
dos para determinados negocios, los centumviros
constituian un tribunal permanente, cuyos miem
bros eran elegidos por las tribus . El tribunal de los
Centumviros, como su mismo nombre parece indi
carlo , era numerosísimo. El año 512, en que las
tribus eran treinta y cinco, cada una nombraba tres
miembros, siendo en total ciento cinco . En tiempos
posteriores ciento ochenta Centumviros entendieron ,
segun Plinio , en el conocimiento de un asunto.
100
Constaba el tribunal de los Centumviros de cua
tro secciones , y los negocios se veian á veces ante
dos de ellas (duplicia judicia ), y áun ante las cua
tro (quadruplex judicium ), votando cada una sepa
radamente. Pero sobre el motivo de esta division en
secciones , yde estos juicios , en que intervenian dos ó
más de ellas, nada podemos decir á nuestros lectores.
Atribúyese al cónsul Valerio la creacion de los
Cuestores ó tesoreros del Erario público, que en un
principio estuvo a cargo de los Reyes , y despues al
de los Cónsules. Llamábaseles así porque debian
buscar ( quærere) y recaudar los fondos públicos;
como se habia denominado ántes Quæstores parri
cidii á los que estaban encargados de reunir las
pruebas de los crímenes capitales.
De otros funcionarios subalternos que , como en
todo país bien gobernado , se hallaban establecidos
en Roma , no hay para qué hacer mencion especial,
atendida su escasa importancia. Daremos, sí, á co
nocer , por conclusion de este asunto , las relacio
7

nes de Roma con las provincias de Italia y con las


demás naciones.
Conviene advertir , ante todo , que en el derecho
quiritario , ó sea de los ciudadanos romanos , entra
ban como elementos principales del orden civil : el
connubium , capacidad de contraer nupcias romanas
que trajesen consigo el poder paterno , la agnacion
y todos los efectos del derecho ; el commercium , ca
pacidad de celebrar contratos y hacer adquisiciones
ó enajenaciones conforme al derecho ; la factio tes
tamenti, capacidad de recibir herencias de los ciuda
danos romanos , o de dejarlas por medio de testa
mento conforme a las disposiciones de la ley. Y en
101

el orden político : el jus honorum , aptitud para ob


>

tener las dignidades y las magistraturas romanas;


y el jus suffragii, derecho de votar en los comicios .
Estos eran los principales elementos del jus civita
tis, que se separaban y se otorgaban con más ó mé
nos largueza segun las circunstancias.
Supuesto este conocimiento , veamos la diferente
condicion de las ciudades segun la posicion que res
pecto á Roma les habia tocado en suerte.
Las más favorecidas , entre las poblaciones rela
>

cionadas con Roma , eran los municipios, que con


servando su independencia , participaban amplia
mente de los derechos de los ciudadanos , no sólo en
el orden civil , sino algunas veces en el político.
Asemejábase mucho su constitucion á la de Roma:
tenian un Senado, denominado curia ; y senadores y
patricios , llamados decuriones ó curiales. En el ple
biscito que les conferia el título, se determinaba la
parte que á estos municipios se daba en los derechos
de los ciudadanos. A algunos sólo se les concedian
en la esfera civil , ya fuese en todo o en parte, con
sistiendo las más veces en el commercium y la fac
tio testamenti : á otros se les concedian tambien en
el orden político , incluyendo la participacion en
las funciones públicas (jus honorum ) y el derecho
de sufragio (jus suffragii). Entonces se decia que el
municipio gozaba de los más amplios derechos (opti
mo jure ) y sus ciudadanos tenian dos pátrias , la pá
tria municipal , y Roma como pátria política . En
este caso se hallaba Ciceron , y en el mismo estu
vieron otras eminencias de la República .
Las colonias romanas ( colonie romane, colonie
togate ) eran como una emanacion de Roma , como
AL
DICUNTR
TETI
ONI ELS
SI2LUTECA

ERECHO
102

un simulacro de la madre pátria : tenian su Senado,


sus Cónsules y sus órdenes de patricios y plebeyos:
su territorio y sus habitantes participaban por com
pleto , en la esfera privada , de los derechos de los
ciudadanos , como el connubium , el commercium y la
>

factio testamenti; pero esta participacion no se ex


tendia a la esfera política. Las colonias servian de
baluarte para la defensa, y de punto de apoyo para
el ataque. Los romanos las establecian en las ciu
dades que habian opuesto á la conquista mayor re
sistencia. Constituian allí unos triunoiros, que alis
taban a los libertos y proletarios advenedizos, dis
tribuyendo entre ellos el territorio de la ciudad,
que Roma se adjudicaba , sin dejar áá veces nada á
sus antiguos habitantes . Estas disposiciones sólo el
Senado podia adoptarlas .
Habia tambien ciudades latinas, que , en virtud
de tratados más o menos ventajosos, se habian con
servado libres, y eran aliadas de Roma: llamábaselas
civitates libere , y civitates federatæ . Habíanseles he
cho en los tratados ámplias concesiones, siempre en
la esfera del derecho privado: solian disfrutar del
commercium ; pero no del connubium ni de la factio
testamenti. En su suelo podia haber propiedad quiri
taria; y algunas de estas ciudades , las aliadas más
antiguas , las que habian sido fieles á Roma en el
levantamientodelaño416 , ya que se denominaba lati
ni veteres, tenian participacion honorífica en los dere
chos políticos, y sus ciudadanos tomaban parte en las
votaciones de los comicios cuando estaban en Roma .
A esto se denominaba el derecho del Lacio :jus Latii.
Eran colonias latinas ( latine ó latini nominis co
loniæ ) las ciudades que en su constitucion estaban
103

asimiladas á las del Lacio, y compuestas principal


mente de latinos o de otros habitantes , á quienes las
armas y la política de Roma habian establecido en
territorio conquistado. Para fundar estos estableci
mientos no se requeria decreto del Senado . Los ge
nerales y los Cónsules podian crearlos , consultando
á las necesidades ó conveniencias de la guerra .
Mencionaremos , por último, á las ciudades itáli
cas, que en las vicisitudes de la guerra y en la su
mision casi completa de los últimos años del siglo
quinto , permanecieron libres y aliadas de Roma;
pero que, como ménos próximas á la capital , más
recientes en esta alianza, y con menores servicios
que las ciudades del Lacio , no habian logrado con
cesiones tan favorables. El conservar su indepen
dencia, sus leyes y sus magistrados, era lo esencial
de su carácter. Tenian el commercium de los roma
nos; pero no podian aspirar á la plenitud de los de
rechos de los ciudadanos.
A las ciudades y á sus derechos se refiere lo que
acabamos de decir . En cuanto a las personas , habia
fuera de Roma el ciudadano originario , cives inge
nuus, ó simplemente cives ; el ciudadano del muni
cipio , municeps municipii; el colono , colonus ; el la
tino viejo , latinus vetus, y el sócio latino , socius
latinus , cuyas dos clases , andando el tiempo 7, se
>

redujeron á una sola , la del ciudadano latino , cioes


latinus: el itálico, italicus, y el de los pueblos que
se habian entregado sin condicion, ó dedititius. Ha
bia , por último, extranjeros, peregrini, tambien lla
mados hostes ; y los bárbaros, barbari , que se en
contraban todavía fuera de los límites de la civiliza
cion y de la geografía de los romanos .
CAPÍTULO VII.

De la jurisprudencia romana en este periodo.

Grande y merecida importancia tienen en la his


toria de la legislacion romana los trabajos de los
jurisconsultos , y su intervencion en la administra
cion de justicia. De esto nos proponemos tratar en
el presente capítulo. Pero antes de hacerlo nos pa
rece conveniente dar a conocer la manera como se
ejercitaban las acciones en los tribunales de justicia
de la república romana, ó sea las llamadas acciones
de ley ( legis actiones ).
Es indudable que al lado del derecho escrito y de
la regla abstracta , se necesita de un procedimiento
para aplicarlos . Aun antes de la ley de las Doce TA
BLAS, los romanos tenian, como no podian menos de
tener, sus formas de proceder; y á ellas hacen refe
rencia las disposiciones de este Código , pero sin
darnos á conocer ninguno de sus pormenores .
Los patricios , y especialmente el colegio de los
Pontífices, eran los que tenian en esta parte una
especie de privilegio . Algunos historiadores creen
105

que á la publicacion de las Doce Tablas siguió muy


de cerca un reglamento que establecia la forma de
proceder, ó sea las acciones de ley , así llamadas ,
segun Gajus, ya porque eran una creacion de la ley,
ya porque se acomodaban á sus términos. Mas sea
de esto lo que quiera , debemos decir aquí que la
palabra acción era en este periodo una denomina
cion genérica , que significaba una forma ó manera
de proceder, un procedimiento considerado en su
conjunto, ó en la série de actos y de palabras que lo
constituian ; que en la época de las Doce TABLAS
eran sólo cuatro , y más adelante se añadió otra ; de
cuyas cuatro acciones de ley , dos iban encamina
das á procurar la regularidad y la decision de los li
tigios, y las otras dos eran procedimientos para la
ejecucion de la sentencia.
Denominábase la primera de aquellas actio sa
cramenti, porque para entablarla se depositaba en
manos de los Pontífices una suma, que perdia el li
tigante vencido y se destinaba á las necesidades
del culto , dándosele el nombre de sacramentum . Con
esta accion , la más antigua de todas , se reclamaba
el cumplimiento de las obligaciones y los derechos
de propiedad , ú otros derechos reales : es de la que
más noticias nos han quedado , y se sabe que las
leyes de las Doce Tablas fijaban el importe de la
suma que habia de depositarse. La segunda era la
judicispostulatio, con la cual se pedia al magistrado
que nombrase juez para un negocio , sin depositar
para ello cantidad alguna; y era un procedimiento
más sencillo , que se aplicaba á los casos en que se
mitigaba el rigorismo judicial.
Las dos últimas eran la manus injectio , ó sea la
106

aprehension corporal del deudor, ya condenado por


sentencia del juez , ó convicto por su propia decla
racion , en virtud de la cual el Pretor lo adjudicaba
en propiedad al acreedor (addictus); y la pignoris
capio, o sea el acto de apoderarse de una cosa que
pertenecia al deudor, sobre la cual hay tambien una
disposicion expresa en las DOCE TABLAS. Acerca de
esta última se disputa entre los jurisconsultos si era
ó no verdadera accion de ley, puesto que el carácter
propio de tales acciones era entablarse ante el ma
gistrado ( injure ).
Aunque el sacramentum y la judicis postulatio
eran fórmulas generales para reclamar toda clase de
derechos, y su carácter predominaba en todos los
casos en que se las ejercitaba , variaban , no obstan
te, en ellas los pormenores , las fórmulas que ha
>

bian de emplearse para determinar el derecho re


clamado , adaptándose esta variacion a la indole de
cada derecho , o acomodándose á los términos de la
ley queleservian de fundamento . En el procedimien
to antiguo de los romanos , todo era simbólico , figu
rando en él la lanza , la gleba, la teja y otros ob
jetos , como tambien los gestos y pantomimas jurí
dicas , las violencias ó luchas fingidas , que en su
mayor parte eran simulacros de actos propios de
una época más atrasada. En él tenian las palabras
un valor tal , que el no hacer uso de la adecuada y
especial para el caso, llevaba consigo la pérdida del
pleito : de modo que el que dijera «viñas ,» vites,
porque era esto lo que reclamaba , en vez de decir
arbores, que era la palabra establecida por la ley,
anulaba su derecho .
La que hemos indicado como primera y princi
107

pal entre las acciones de ley , en la forma relativa á


>

la vindicacion de una cosa o de un derecho real ), se


aplicaba a otros fines por medio de ciertas ficciones.
Si, por ejemplo , se queria transferir á otro una cosa
ó un derecho real que no tenía , éste entablaba una
reclamacion ( vindicatio) ante el magistrado (in jure);
y no oponiendo resistencia el demandado, el magis
trado adjudicaba (addicebat) al reclamante la cosa
que pedia, A esto se llamaba cesion ante el magis
trado ( in jure cessio ); y no eran otra cosa más que
aplicaciones particulares de ella, la emancipacion de
los esclavos ante el magistrado (manumissio vindic
ta ), la emancipacion (mancipatio) y la adopcion
(adoptio) del hijo de familia, ó la traslacion de la
tutela de una persona á otra . Por eso los juriscon
sultos llamaban á veces estos actos acciones de ley,
actus legitimi, que no son en rigor más que simula
ciones de algunas de ellas.
No eran del dominio público estas formas y pa
labras solemnes de las acciones de ley , que en sus
pormenores se adaptaban al objeto ó á la causa de
cada demanda . Conocíanlas únicamente los patri
cios, que las habian compuesto y las aplicaban: con
servábalas como un depósito el colegio de los Pon
tífices : no se las podia entablar sino en ciertos dias
que se llamaban fastos, cuyo conocimiento estaba
reservado á esos mismos pontífices , que hacian en
el calendario las intercalaciones necesarias. Por eso
los particulares tenian que recurrir á ellos para los
negocios que habian de entablar; y como las Doce
Tablas eran lacónicas y oscuras, y necesitaban de
una interpretacion que las explicase é hiciese exten
sivas á los casos no comprendidos en ellas, los pa

(
108

tricios , únicos que estaban versados en su estu


dio, y que desempeñaban las funciones de la alta
magistratura, conservaron grande influencia y pre
dominio en cuanto se referia al ejercicio de los de
rechos civiles .
En la mitad del siglo quinto, el año 450, fuécuan
do CNEO FLAVIO, hijo de un liberto y secretario de
un jurisconsulto afamado, llamado APPIUS CLAUDIUS
Cæcus, publicó por vez primera la lista de los dias
fastos y de las fórmulas solemnes establecidas para
el ejercicio de las acciones de ley, conforme a las di
versas causas ó derechos á que habian de aplicarse.
Fácilmente se concibe la importancia que tuvo para
el pueblo romano esta publicacion, á la que se dió el
nombre de Jus civile Flavianum , y que quitó a los
pontífices y á los jurisconsultos patricios parte de
su influencia en los negocios judiciales.
Desde los primeros tiempos de la república ro
mana tuvieron grande importancia los que se dedi
caban al estudio del derecho en su parte práctica , y
dirigian con sus consejos á los litigantes . En un
principio fueron sólo los patricios los que, iniciados
en los secretos del derecho civil, de las acciones y
de los fastos, tenian á su cargo esta dirección como
un privilegio exclusivo , y daban sus respuestas ,
rodeados de sus clientes y de los que venian á con
sultarlos; siendo, como puede creerse, los más favo .
recidos aquellos que habian alcanzado mayor re
nombre . Hubo entre ellos uno, llamado Escipion
Nasica, á quien el mismo Senado dió, á costa de los
fondos públicos, una casa en la Via Sacra para que
pudiese consultarsele con más facilidad. En aquella
época el ministerio forense no consistia en divulgar
109

y profesar públicamente la doctrina : se procuraba


más bien mantener en el secreto el derecho civil ,
respondiendo á cada uno de los que consultaban,
pero no enseñando lo relativo al ejercicio de esta
profesion . Luego que se publicaron las Doce Tablas,
que se divulgaron los dias fastos y las fórmulas de
las acciones , y que los plebeyos fueron poco á poco
alcanzando favor y valimiento , desapareció el se
creto; y así en el estudio y en la práctica del dere
cho civil, como en los honores y en las magistratu
ras , tuvieron la participacion que es conocida. En
tónces los jurisconsultos no se limitaron ya áá res
ponder a los que les consultaban , sino que dieron
enseñanza pública. Tiberio Coruncano 7, primer ple
beyo elevado a la dignidad de Pontífice máximo , fué
tambien el primero que hizo profesion pública del
derecho . Murió el año 509,, y muchos otros imitaron
su ejemplo.
Tales fueron en un principio esos jurisconsulti,
jurisperiti ó juris prudentes, tambien llamados con
sulti, periti y prudentes, cuya doctrina , por el crédito
de que gozaban y la fuerza de la costumbre, llegó á
formar parte del derecho. Rod eábanles sus discípulos,
seguíanles al Forum , oian las respuestas que daban
á los litigantes, y con este aprendizaje se disponian
al ejercicio dela profesion forense. No les ofrecia esta
enseñanza un cuerpo de doctrina científico y bien
ordenado; pero encontraban en ella una coleccion
de decisiones, y para completar su instruccion es
tudiaban las DOCE TABLAS . Ello fué que las respues
tas de los jurisconsultos, responsa prudentum , así
coleccionadas , sirvieron de guía á los litigantes , y á
veces á los jueces y magistrados; que su autoridad
110

iba creciendo de dia en dia ; que por ellas se decidian


los casos nuevos; y que, adquiriendo con el uso
fuerza obligatoria, llegaron á incorporarse á la legis
lacion como una de las fuentes del derecho no es
crito; y a medida que iba generalizándose la cien
cia del derecho y la profesion de los jurisconsultos,
se iban aflojando y áun deshaciéndose por completo
los vínculos de la antigua clientela.
Entre los jurisconsultos de esta segunda época
en que tomó tanto vuelo la profesion, debemos citar
á Sexto Elio , que fué Edil curul el año 553, Cónsul
el 555 y despues Censor , al cual se debe una obra
que se denominó Tripartita, porque estaba dividida
en tres partes, de las cuales la primera contenia la
ley de las DOCE TABLAS, la segunda su interpreta
cion, y la tercera las acciones de ley. Dícese, aun
que de ello no se ofrecen grandes pruebas, que lue
go que Flavio divulgó el conocimiento de las accio
nesdeley, los patricios inventaron otras, que tuvieron
cuidado de expresar por signos ó abreviaturas (per
siglas expresse ), y que el libro de Sexto Elio divul
gó de nuevo el secreto . Nada de esto nos dice Pom
ponio al dar noticia de la publicacion de los Tri
partita,, añadiendo que Sexto Elio habia compuesto
fórmulas nuevas para los casos en que no las habia;
y tampoco le parece muy verosímil á un docto es
critor contemporáneo la existencia de esas nuevas
fórmulas secretas, cuando los plebeyos tenian ya
participacion en las magistraturas y en la profesion
forense. Sea de ello lo que quiera, el libro de Sexto
Elio fué bien recibido y se le dió el título de Jus
Alianum .
Las acciones de ley, como expresion del proce
111

dimiento jurídico en los primeros tiempos de la Re


pública , fueron poco á poco cayendo en desuso y en
descrédito, porque las costumbres y la constitucion
social habian variado por completo. Y es evidente
que no podian tener el prestigio que en otro tiempo
les daba su carácter reservado, desde que Flavio ha
bia divulgado las fórmulas, Tiberio Coruncano habia
profesado públicamente la jurisprudencia, y Sexto
Elio habia terminado su obra con las acciones de
ley. Con esto podia juzgárselas y apreciárselas : y
era bien fácil conocer el grosero rigorismo de la
principal de todas esas acciones . La verdad es que
á fines del siglo sexto el descrédito de las acciones
de ley y la aversion con que se las miraba, llegó á
producir su supresion, si no por completo, á lo mé
nos en principio ; y que, quedando sólo alguna parte
como cosa excepcional, se introdujo un nuevo sis
tema de procedimiento . Así lo dice un pasaje de
Aulo Gelio, no bien comprendido hasta ahora , pero
que el manuscrito de Gaïus ha venido á presentar
nos en toda su claridad . Dice así: Sed istæ omnes
leges actiones paulatim in odium venerunt, namque ex
nimia subtilitate veterum , qui tunc jura condide
runt,eo reś perducta est, ut vel qui minimum erras
set, litem perderet. Itaque per legem Æbutiam et
duas Iulias sublate sunt istæ legis actiones, effectum
que est ut per concepta verba, id est, per formulas li
tigaremus ( 1 ). No conocemos bien las disposiciones
de la ley Æbutia , a la que en union con las dos Julias,
atribuye Gaïus la supresion de las acciones de ley:
sólo diremos que el procedimiento por accion de ley
(1) Gajus, Instit. IV, par. 30 .
112
se conservó todavía en algun caso , especialmente
cuando se entablaba ante el tribunal de los Centum
viros , lo cual no obsta para que viniese en pós de él
el procedimiento formulario, de que vamos a dar
noticia .
La idea fundamental de este nuevo sistema era
que el magistrado, despues de oir á las partes que
comparecian ante él (in jure),regularizaba la instan
cia, dándoles una fórmula , con la cual designaba el
juez, indicaba las pretensiones de los contendientes ,
que ese juez debia comprobar y apreciar en la esfe
ra de los hechos y en la del derecho , y lo investia
de poderes más o menos amplios. De modo que en
el estudio de las partes de que se componia la fór
mula y de los puntos que abrazaba, está la clave del
sistema .
A la cabeza de la fórmula se encuentra siempre
la institucion del juez : Judex Esto. Además podian
distinguirse en ella cuatro partes principales . 1. ' La
que expresaba el punto de que se trataba ; por ejem
plo: Quod Aulus Agerius Numerio Negidio hominem
dendidit, la cual se llamaba por eso demonstratio.
2.' La que indicaba la pretension del demandante:
SI PARET... si aparece , si resulta que... Y á esta se
>

llamaba intentio (de in y tendere, tender á; de donde


viene nuestra palabra intencion ).— 3.'. La que daba
al juez , segun lo que apareciese ó resultase, facul
tad para condenar ó absolver, señalándole, con más
ó ménos latitud , en lo que debia consistir la conde
nacion... CONDEMNATO : SI NON PARET , ABSOLVITO . Y
á esta se llamaba condenacion , que siempre era pe
cuniaria, cualquiera que fuese el objeto del pleito.
Y 4.' La llamada adjudicatio, que sólo se encontra
113

ba en tres fórmulas de accion , y por la cualel magis


trado conferia al juez , aparte de la facultad de con
denar ó absolver, la de atribuir a las partes conten
dientes , segun fuese necesario , la propiedad de las
cosas objeto del litigio. QUANTUM ADJUDICARE OPOR
TET, JUDEX TITIO ADJUDICATO .
Hay que tener en cuenta , para apreciar acerta
damente este sistema, que el juez no era un funcio
nario de la magistratura, sino un mero ciudadano,
sin otras atribuciones que las que el magistrado le
conferia, y sin poder ni jurisdiccion alguna, fuera de
la que le daban los términos de la fórmula . Por eso
la redaccion de éstas era el punto capital del proce
dimiento, en que ponia todo su esmero la ciencia ju
rídica, y para lo cual consultaba el magistrado á los
jurisconsultos de más nota . Por eso tambien se veia
en ella el encadenamiento de las partes y
у la precision
en los términos, previéndose allí cada derecho, con
tal quetuviese alguna circunstancia especial, puesto
que cada uno necesitaba una fórmula adecuada a su
ejercicio, y las fórmulas, redactadas de antemano,
estaban incorporadas a la jurisprudencia , inscritas
>

en el album y expuestas al público . El deman


dante , al presentarse ante el tribunal del magis
trado ( in jure ) indicaba la que pedia . Discutíanse
entre las partes contendientes los elementos de la
fórmula ; acomodábase ésta al caso especial de que
se trataba ; y al fin el Pretor la entregaba ; á todo lo
cual se llamaba postulatio, impetratio formulæ , vel
actionis, vel judicii. Acto contínuo el juez , aprecian
do el hecho ó el derecho , segun los casos , oia á las
partes, hacía las comprobaciones convenientes, re .7

solvia la cuestion que se habia puesto en sus ma


8
114
nos, y pronunciaba sentencia dentro de los límites
de los poderes que la fórmula le conferia .
Cree un autorizado escritor que la introduccion
de estas fórmulas se debe al Pretor peregrino , por
que como su jurisdiccion recaia sobre extranjeros, ó
bien sobre las diferencias entre éstos y los ciudada
nos , no podian en manera alguna aplicarse á tales ac
tos las acciones de ley, que eran el procedimiento qui
ritario, y tuvo necesidad de suplirlo por medio de
fórmulas más racionales y sencillas. Y como se tra
taba de relaciones sobre las que nada disponia el de
recho civil romano, y donde el magistrado habia de
crearlo todo , forzoso era que este magistrado inter
viniese allí más directamente , indicando en su edic
to los casos en que daria la accion, y señalando al
juez , al dársela , los límites de su cometido. Acaso
viendo los romanos que los extranjeros usaban de
este procedimiento, pudieron quererlo para sí y
echar por tierra las acciones de ley..
Pero este cambio de sistema nada alteró respecto
al magistrado .y á los ciudadanos a quienes se co
metia el encargo de juzgar, los cuales eran siempre,
6 jueces propiamente dichos , ó árbitros, ó recupera
tores, y en la época á que nos referimos, el orden
senatorial tenía el privilegio de que estos jueces sa
liesen exclusivamente de su seno.
Advertiremos, por último, que en vez de entregar
la causa á un juez, el magistrado la resolvia á ve
ces por sí, habiendo asuntos que por su propia
índole se decidian de este modo . A esta forma de
proceder se llamaba extra ordinem cognoscere, extra
ordinem cognitio ; de donde viene la denominacion
de procedimiento extraordinario ( extraordinaria ju
115
dicia ), en contraposicion al procedimiento ordinario
7

por medio de la fórmula, ordinaria judicia.


Ya hemos indicado cuánta autoridad alcanzaron
los jurisconsultos a favor de estas vicisitudes de la
legislacion . Añadiremos que el ejercicio de su pro
fesion consistia principalmente en estas cuatro co
sas: respondere, ó sea dar dictámenes sobre los asun
tos en que se les pedian : scribere, redactar las fór
mulas de los contratos, obligaciones, testamentos y
acciones, recibiendo el nombre de leguleji los que no
sabian otra cosa más que esto : cavere, aconsejar á
los que tenian que entablar alguna demanda, ó pro
seguirla despues de intentada: causas orare, defen
der pleitos ó causas . Además los jurisconsultos es
cribian obras, algunas de las cuales se hicieron no
tables por su mérito hacia los últimos tiempos de la
República; уy todo contribuyó áá que la jurispruden
cia llegase á ser una de las fuentes del derecho, y
á que se diese importancia á la ciencia de los juris
consultos уá sus várias manifestaciones. Así, á las
deducciones que hacian del texto de la ley, se lla
maba interpretatio ; á las discusiones públicas que
se celebraban con motivo de los pleitos, disputatio
fori; á los dictámenes en que contestaban a las con
sultas, responsa prudentum ; y á los principios ó re
glas recibidos y aprobados por todos, recepta sen
tentie .
Muchos son los jurisconsultos notables , cuyos
nombres figuran en este periodo. Ya hemos mencio
nado á TIBERIO CORUNCANO, que floreció á principios
del siglo vr; y á Elio , que a mediados del mismo

compiló una coleccion de fórmulas. Mencionaremos


asimismo á MARCO PORCIO CATON , el Antiguo , que
116

vivió entre los años 559 y 605 de Roma, autor de los


Commentariijuris civilis y Responsa ; áa Publio MU
CIO ESCÉVOLA , Cónsul el año 621 ; á Marco JUNIO
BRUTO, de quien habla Ciceron muchas veces ; á Ru
TILIO Rufo, que existió por los años 649; á MANILIO ,
que vivia hacia el año 695 , autor de los Libri de jure
civili y las Actiones rerum venalium ; á QUINTO MU
cio ESCÉVOLA, padre e hijo ; el primero Cónsul el
año 635 , el segundo contemporáneo y amigo de Ci
ceron, y uno de los más célebres jurisconsultos de
su tiempo , que murió el año 671 : finalmente , á
AQUILIO Galo , á CICERON , á SERVIO SULPICIO , el pri
7

mer jurisconsulto de su época , á TREBACIO Testa y


á OFILIO . Estos últimos nombres se enlazan con los
primeros que veremos figurar en el Imperio, en pós
de los cuales vendrán otros no menos afamados .
No debemos omitir en este lugar una observacion
importante . Si la jurisprudencia romana no hubiese
tenido otra base sino el strictum jus de las DOCE TA
BLAS , su estudio no hubiera sido objeto de la aten
cion de hombres eminentes, ni éstos hubieran podi
do introducir con ella novedades tan importantes en
el derecho, como teniendo un campo más vasto don
de extender su vuelo . Esta ciencia se fué desarro
llando a medida que el derecho civil iba perdiendo
su primitiva unidad. Así , en los tiempos de Cice
ron los jurisconsultos no leian el derecho de sus
pontífices , porque , roto ya el vínculo que ántes
lo enlazaba con el derecho civil, se descuidaba su
estudio. Por el contrario, los romanos admitian en
esta época como justo lo que se hacía en las demás
naciones civilizadas; y unian con el derecho civil
(jus civile ) los principios proclamados por leyes, 6
117
admitidos por la costumbre entre estos diferentes
pueblos : leges et mores .
Teniendo en cuenta la confusion que esta diver
sidad de derechos podia introducir en la legislacion
romana , y el vasto campo que los Pretores habian
abierto al talento de los jurisconsultos en sus edic
tos, que servian de norma para la administracion de
justicia en union con las mismas leyes á las cuales
contrariaban , enlazándose , sin embargo, en la apa
riencia estos opuestos principios por sutilezas á
cual más ingeniosas , no debemos extrañar que la ju
risprudencia en los últimos tiempos de la República
romana, fuese una verdadera ciencia , digna del estu
.

dio y de la meditacion de hombres tan eminentes


como Mucio Escévola, Ciceron y Servio Sulpicio.
No habian llegado aún, sin embargo, los dias en
que esta importante ciencia habia de adquirir el
grado de esplendor que más tarde alcanzó. Estaba
reservado este progreso para una época posterior, y
de él daremos cuenta cuando, en el periodo que inau-.
gura el siguiente capítulo, llegue ocasion de hablar
de aquellos célebres jurisconsultos del Imperio ro
mano, cuyos nombres han llegado hasta nosotros
atravesando las generaciones y los siglos .
4

IMPERIO .

CAPÍTULO VIII.

Vicisitudes de la legislacion romana desde el reinado de


Augusto hasta el de Alejandro Severo.

El cambio que vemos operarse en Roma al con


vertirse la república en imperio , no fué, como no
podia ser, obra de un momento. Algunos hechos ,
bien conocidos en su historia , iban acostumbrándo
la poco a poco al mando de uno solo .. El consulado
de Mario y la dictadura de Sila son la expresion
más viva que puede darse de la prepotencia de un
hombre y del predominio de su voluntad sobre la de
todos. Despues de los grandes excesos y de las céle
bres proscripciones de Sila , Roma no tenía ya fuer
zas para salvarse, y se entregó en manos de Pompe
yo ; pero los esfuerzos del ilustre caudillo no torcie
ron el curso que llevaban los sucesos. Su union con
César no pudo ser estable, porque la ambicion del
conquistador no conocia límites. Por eso vino muy
120

luego la desavenencia ; y sucediendo á ella la guerra


abierta , Pompeyo sucumbió en las llanuras de Far
salia, y César derramaba lágrimas sobre su ensan
grentada cabeza en las playas del Egipto.
Nada le pareció entonces más fácil al afortunado
vencedor que cambiar la constitucion de la Repú
blica , asentándose en el trono . Y aunque el resultado
defraudó horriblemente sus esperanzas ; aunque el
vencedor de Farsalia murió asesinado en el momen
to en que debia ser proclamado Emperador, los acon
tecimientos siguieron su camino . La antigua fiereza
republicana habia decaido tanto , que en vano , des
pues de la muerte de César , el Senado y la voz elo
cuente de Ciceron se oponian á las pretensiones am
biciosas de Octavio y de Antonio . Al fin se les per
mitió gobernar la República, formando un triunvi
rato en union con Lépido ( triunviri reipublice cons
tituende); y era de esperar que en esta asociacion
de mera fórmula, como ya habia sucedido en otra
anterior, vendrian los asociados en el gobierno á
reducirse al fin á uno solo . Así sucedió , en efecto.
A semejanza de lo ocurrido á Craso con César y
Pompeyo, bien luego se desvaneció el obstáculo que
hallaban en Lépido las miras interesadas de Octavio.
у de su rival Antonio . Los mares del Egipto fueron
despues para el Imperio la segunda Farsalia ; y la
batalla de Accio decidió en favor del heredero de
César el derecho de gobernar al mundo. Conocida
es la historia de las gestiones y ruegos del Senado
para que Augusto se encargase del gobierno, que
aparentaba rehusar, y que aceptó por diez años , re
pitiéndose igual escena al espirar este plazo. El he
cho es que la gobernacion suprema del Estado que
121

do desde entonces en manos de Augusto , y radical 2

mente cambiada por este acto la constitucion de


Roma .
Y no fueron la usurpacion ó la violencia los me
dios por los cuales obtuvo Augusto este poder , de
que más adelante disfrutaron sus sucesores , puesto
que le fué conferido en virtud del célebre documento
denominado Lex regia. No dejaremos de decir , al
tocar este punto , que por desgracia nada se sabe de
cierto sobre el origen у
y naturaleza de esta decision
legal, de la que recibian los Emperadores la potes
tad que más adelante ejercieron. Hablando de ella
en su Historia el jurisconsulto Heinecio , se inclina
á creer que fué una reunion de todos los Senado
consultos , en los que se concedieron á Augusto ho
>

nores y privilegios, para lo cual alega razones, fun


dadas principalmente en pasajes de escritoresanti
guos . Pero Hugo rechaza esta doctrina, porque, se
gun otros autores , entre los cuales se cuenta GAJUS,
y segun la misma Instituta de Justiniano , la Les
regia era una verdadera ley , así reconocida y deno
minada expresamente ,។ y en ella se fundó este Em
perador para justificar las alteraciones que introdujo
en el derecho . Al recordar, no obstante , que Sila
fué investido de igual autoridad en época anterior,
y deducir, en consecuencia , que el origen de esta
ley deberia retrotraerse á aquella época , abandona
esta cuestion por oscura (1) .
(1 ) Los Sres. Navarro Zamorano , Lara Alvaro de Zafra dicen , en su
Curso completo elemental del Derecho romano, publicado en Madrid en
1842, que en ninguna parte se encuentran trazas de una ley general que
crease un poder soberano en favor de los Emperadores, y tachan de in
vention el calificativo de regia . Lo consignamos como una opinion, sin
darle ni quitarle por nuestra parte fuerza alguna.
122

Sea de ello lo que quiera , revestido Augusto por


una ley de la dignidad imperial, acabó de consolidar
una autoridad que por grados habia ido adquiriendo
en los seis años de consulado que ejerció en Roma
despues de quedar libre de su rival Antonio en la
batalla de Accio. Desde entónces comenzó la legis
lacion romana á prescindir del sufragio popular,
sustituyéndole el Emperador y el Senado ; si bien
esta variacion no se manifestó desde luego clara
mente, ni se sancionó por una ley, como en tiempo
de Tiberio .
Antes , sin embargo , de exponer las vicisitudes
de la legislacion durante los primeros tiempos del
imperio, creemos que nuestros lectores verán con
gusto, reducido en este lugar á breves proporciones,
el cuadro que al terminarse la República ofrecia la
constitucion política , civil y social de Roma.
Entre el Senado, el pueblo y la plebe continuaba
distribuido , en la época á que nos referimos, lo que
pudiéramos llamar el poder político; pero los trastor
nos producidos por las guerras civiles , y el predo
minio que ciertos hombres habian ejercido en
Roma, habian modificado tanto las cosas , que no
eran , ni con mucho , en la práctica lo que eran en
teoría y en doctrina. Así es que, en principio , las
elecciones las hacía el pueblo ó los plebeyos, la ad
ministracion tocaba al Senado con algunos funcio
narios , y el mando del ejército á los Cónsules, como
tambien á los procónsules ó propretores , á quienes
se conferia por una ley de los comicios . Pero de he
cho las elecciones se manejaban con el dinero, la
intriga ó la fuerza: cada candidato hacía venir á
Roma sus satélites, sus soldados, y aun poblaciones,
123

enteras que habia tomado bajo su proteccion. Los


ciudadanos , formando asociaciones ilegales, ejer
cian un funesto predominio en los cuerpos políti
cos : los gobernadores de las provincias se declara
ban independientes del Senado : los generales se
mantenian á la cabeza de los ejércitos; y hubo con
sulados de muchos años, como hubo dictaduras per
pétuas.
Los impuestos, que hasta el tiempo de Servio
Tulio habian consistido en una capitacion , y que
despues de dividido el pueblo en clases, consistieron
en una contribucion territorial, desaparecieron cuan
do Roma se enseñoreó del mundo. El año 586 , des
pues de la conquista de Macedonia, quedaron exen
tos los ciudadanos de toda contribucion, sustitu
yéndolas el producto de las tierras públicas ar
rendadas en beneficio del Tesoro, el botin cogido á
los enemigos, los tributos de las provincias, que
traian á Roma el oro y los granos de todas las na
ciones; la venta de la sal, cuyo producto era del Es
tado; algunos derechos que se cobraban a los pue
blos , y una veintena en las ventas y emancipacio
>

nes de esclavos.- Los gastos públicos consistian en


el mantenimiento de las tropas, sus soldadas, las
guerras que se sostenian en remotos países, las
construcciones, el embellecimiento de los edificios,
los caminos, los acueductos, y las distribuciones de
granos que se hacian gratuitamente á ciertas clases
del pueblo.
No habian variado , en la política exterior, las
máximas , poco nobles en verdad , que tantos triun
fos habian valido á Roma: y como le habian servido
para conquistar á Italia, le sirvieron para conquis
124

tar el mundo. Más de una vez instituyó algun Rey


al pueblo romano heredero de sus Estados; y muerto
este Rey, el pueblo romano se apoderó de ellos.
El título de ciudadanos lo llevaban todos los ha
bitantes de Italia, ejerciendo los derechos de tales
hasta en el orden político; y á la sazon existian nue
vas colonias en los países últimamente conquista
dos, como el Africa, el Asia , la España y las Galias.
Habíase introducido asimismo, bajo el nombre de
colonias militares, un medio de expoliacion que los
generales empleaban en recompensar á las tropas
que habian apoyado sus proyectos ambiciosos; y
consistia en despojar á las ciudades que les habian
resistido, y distribuir entre los soldados una por
cion de su territorio. Esto hicieron con sus respec
tivos ejércitos Sila, Julio César y los triumviros.
Roma habia hecho alianzas con los Reyes extran
jeros; pero este título de aliado fué desvaneciéndo
se hasta convertirse en un mero nombre; y los Re
yes vinieron á ser súbditos de Roma bajo la protec
cion del Senado, de los Cónsules ó de los generales,
viéndose sus tronos divididos ó hechos pedazos, se
gun la voluntad de la Señora del mundo. Recuérde
se cómo dispusieron Pompeyo y César de las coro
nas; y qué hizo Antonio de los reinos de Fenicia,
Chipre y Judea .
Tristísima era entonces, bajo todos aspectos, la
condicion de los habitantes de las provincias. So
metidos á la dominacion de Roma, vejados con tri
butos, entregados á merced de los procónsules, lu
gartenientes, cuestores y publicanos, con sus des
pojos enriquecian á cuantos Roma enviaba á su
lado . Léase á Ciceron en su arenga en favor de la
125

ley Marcilia y en su acusacion contra Verres . Léase


á Julio César, yy causará espanto el cuadro que pre
senta . Con la intriga y el dinero se lograba el man
do de las provincias más ricas, calculando , por lo
que podian producir, lo que podia emplearse en com
prar los votos .
Las fuentes del derecho eran , como hemos visto
en los anteriores capítulos, respecto al derecho es
crito: 1.° Las leyes, que iban haciéndose cada vez
más raras . 2. Los plebiscitos que, por el contrario , se
multiplicaban cada vez más, y habian venido á
reemplazar á las leyes. Y 3.° Los Senado-consultos,
que iban alcanzando cada vez mayor autoridad , y
habian de ocupar algun dia el lugar de las leyes y
de los plebiscitos. Y respecto al derecho no escrito :
1.° Los edictos de los magistrados, cuyas disposicio
nes , transmitidas de uno en otro, iban ensanchando
el derecho civil y suavizando su antiguo rigorismo :
y las respuestas de los jurisconsultos, que , aceptadas
por los litigantes y por los jueces mismos, iban
formando un derecho consuetudinario de gran apli
cacion é importancia (1) .
La administracion de justicia estaba confiada en
primer término á los Pretores, que , en la época á que
nos referimos, eran ya diez y seis ; y á los centumvi
ros , jueces , árbitros y recuperadores . Tambien te
nian los Ediles tribunal y jurisdiccion. El estable
cimiento de las llamadas cuestiones perpétuas, á la
vez que habia quitado al pueblo gran parte de sus
facultades, habia hecho desaparecer toda arbitra
(1) Ciceron decia : ... ut si quis jus civile dicat id esse quod in legibus,
senatus consultis, rebus judicatis, juris peritorum auctoritate edictis
magistratuum , more, æquitate consistat.
126
riedad en la legislacion criminal relativa á tales
cuestiones , porque en ellas cada uno de estos deli
tos tenía determinada su ley , así como su tribunal
y su procedimiento. En lo civil habian desaparecido
casi por completo las acciones de ley , que sólo se .
>

ponian en práctica ante el tribunal de los Centum


viros. A los procedimientos propios de tales accio
nes habia sustituido la jurisprudencia formularia ,
de que en otro lugar hemos hablado. En las pro
vincias, eran los procónsules, los propretores y sus
lugartenientes, como magistrados con jurisdiccion
propia,, y los recuperadores, especie de jurados ins
critos en listas anuales , á semejanza de lo que se
practicaba en Roma con los jueces, los que adminis
traban la justicia civil y criminal , si bien en algu
nas ciudades el gobernador dejaba funcionar á sus
jueces particulares .
El primitivo derecho civil de Roma, con el in
tolerable rigorismo de sus principios, no era ya obs
táculo á que se introdujesen doctrinas más confor
mes con las del derecho natural, porque el trato de
los romanos con los otros pueblos habia introducido
én él estas novedades; pero es de notar aquí que
mientras los edictos de los Pretores y las respues
tas de los jurisconsultos iban caminando hacia la
equidad , el derecho primitivo se presentaba siem
pre como la base fundamental de la ciencia, procla
mando sus principios con inquebrantable firmeza .
Preciso es confesar, no obstante, que en la práctica,
aunque en teoría se quisiese sostener otra cosa, se
iba relajando mucho la fuerza de los antiguos dere
: chos. El poder paterno (patria potestas) no era ya el
mismo que en otro tiempo . La autoridad marital
127

(manus) habia desaparecido casi por completo. El


derecho sobre el hombre libre, adquirido por com
pra ó por adjudicacion del juez (mancipium ) no se
ejercitaba ya sino de una manera ficticia , ó mucho
más moderada , si en realidad se aplicaba. Con la
desaparicion de la clientela y la extincion de las
razas antiguas, el vínculo denominado gentilitas se
habia ido haciendo cada vez más raro . En cambio ,
el parentesco de la sangre (cognatio) empezaba á te
ner fuerza y á producir efectos para el Pretor. La
tutela perpétua de las mujeres estaba casi abolida.
La propiedad se habia concentrado en la familia;
y aunque el jefe era en rigor el único que tenía el
derecho ;- los hijos sometidos á su poder eran co
propietarios, y la propiedad estaba en la casa , in
domo; de aquí el nuevo nombre de dominium , que
se sustituyó al de mancipium .
En materia de testamentos, la doctrina de los ju
risconsultos y la costumbre habian ido moderando
los derechos absolutos del padre de familias. Para
desheredar á sus hijos necesitaba expresarlo formal
mente (exheredatio ); y aún habia de haber para ello
justa causa , siendo procedente en otro caso la recla
macion ó queja de inofficioso testamento . Además,
los Pretores introdujeron la bonorum possessio, que
se daba al heredero, aun cuando á veces fuese hijo
emancipado o dado en adopcion, ý por tanto no es
tuviese ya en la familia; y en ocasiones la daba tam
bien al cognado más próximo, y no al disco.
Los contratos se habian aumentado considera
blemente, formándose del antiguo nexum el présta
mo para el consumo (mutuum ), el préstamo para el
uso ( commodatum ), el depósito (depositum ), y la
128
prenda ( pignus ). Y del derecho civil habian nacido
la venta ( emptio venditio ), la locacion locatio conx
ductio ), el mandato (mandatum ), y la sociedad ó
compañía ( societas). A estas obligaciones, aunque
bajo la denominacion de pactos, se concedia fuerza
de obligar conforme al derecho natural.
Héaquí lo más importante que la constitucion
política y civil de Roma nos ofrecia al terminar la
República. Conocido ya su estado en esta época, vea 1

mos ahora las alteraciones que en la legislacion fué


introduciendo, por sus constituciones o decretos,
cada uno de los Emperadores romanos.
En el reinado de AUGUSTO se renovaron várias
leyes antiguas, ó recibieron fuerza obligatoria , que
hasta entonces no tenian . A él pertenecen tambien
otras disposiciones nuevas , algunos Senado -con
9

sultos y várias constituciones o edictos . Entre las


leyes anteriores á su tiempo, se cuentan la Plautia ,
que despojaba al poseedor de las cosas adquiridas
por fuerza; la Julia repetundarum , que prohibia la

posesion de lo adquirido por medio de concusiones


y prevaricaciones , y se dirigió especialmente a las
provincias; la Scribonia viaria, que prohibió la usu
capion de las servidumbres; y las célebres leyes Jua
lia de adulteriis, o de fundo dotali, y Papia Poppea,
de la que en otro lugar hemos hablado . Entre las
disposiciones de su tiempo, se cuentan: la ley Ælia
Sentia, que prohibia á los acreedores insolventes y
á los menores de veinte años manumitir esclavos
sin justa causa , reconocida y aprobada por un con
sejo; la Furia Caninia, que proporcionaba el núme
ro de manumisiones por testamento al de los escla
vos que el testador habia poseido durante su vida;
129

la Junia Velleja , que permitia por vez primera ins


tituir herederos á los hijos póstumos ; y una de las .

denominadas Julie judiciarie , encaminadas á acor


tar los términos de los juicios, y á simplificar los
procedimientos, cuya confusion necesitaba de un
>

. eficaz remedio .
pronto y
Entre los Senado -consultos hallamos el Silania
num, mandando no proceder á la apertura del tes
tamento , tratándose de un testador que se creia
2

muerto por indivíduos de su familia , sin hacer án


tes informacion é imponer castigo al culpable ( 1);
el Statilianum , disponiendo que prescribiese esta
pesquisa al cabo de cinco años; y el Vellejanum ,
declarando nulas las fianzas de las mujeres. Por úl
timo, entre las constituciones ó edictos merecen
mencion los que disponian .que al hijo de familias
soldado ( filius familias miles) no pudiese deshere
darlo su padre; y que fuese nula la obligacion de la
mujer áá responder por su marido . Es, sobre todo,
digno de llamar la atencion el que dió fuerza obliga
toria á los codicilos y fideicomisos, entregados hasta
entonces á la buena fé de los herederos . Acaso dió
motivo á esta disposicion la circunstancia de que
Augusto mismo habia sido instituido heredero por
Julio César en forma fideicomisaria, aá la que desde
entonces quiso dar carácter legal y obligatorio.
Tres hechos hubo además en el reinado de Au
gusto, cuya influencia en la política y en el gobierno
sabrán apreciar nuestros lectores. 1.° Que si bien la

(1) Hé aquí su texto : Ut si dominus à familia occisus diceretur, de


ea , antequam hores adeat, publica quæstio haberetur, et de sontibus su
meretur supplicium , nec prius tabuilæ testamenti aperirentur; vel si
quid contra factum fuerit, hæreditatem fiscus occuparet.
9

/
130

redujo considerablemente, en la apariencia no des


pojó al pueblo de su antigua potestad legal. Non
omnia suo arbitrio sanciebat, sed plura etiam populo
promulgabat, ut si quid ei minus placeret, emen
daret. 2.° Que conservando las magistraturas anti
guas , acumuladas todas en su persona, parecia
mantener y respetar la constitucion de Roma, cuan
do en realidad solo favorecia á sus miras , pudiendo
.
dar edictos como Tribuno, Cónsul ó Pontífice. 3.° Que
limitó la facultad de responder en derecho (jure res
pondendi ) á los jurisconsultos que apoyaban la nue
va forma de gobierno, obligando á los jueces á res
petar sus decisiones.
Hijo adoptivo y sucesor de Augusto el empera
dor Tiberio , si bien no puede decirse que transfi
rió al Senado las facultades legislativas de los co
micios , dió á la asamblea senatorial nueva fuerza y
2

autoridad , atribuyéndole el conocimiento de las elec


ciones y el de los procesos capitales. Es tal vez , en
el orden civil, la más notable de sus disposiciones
la que dividió á los libertos en dos clases, una de
libertos ciudadanos, otra de libertos latinosjunia
nos. Fundábase esta diferencia , así en la forma de
la emancipacion, como en otras circunstancias , en
virtud de las cuales alcanzaban unos , al par con la
libertad completa , el carácter de ciudadanos , mién
tras sólo gozaban otros de una libertad restringida
y de los derechos de colonos latinos . Tal es la dis
posicion conocida con el nombre de ley Junia Nor
bana . De su reinado es tambien la ley Visellia , sobre
los excesos en las manumisiones; el Senado-consulto
Libonianum , imponiendo la pena de la ley Cornelia
de falsis al que cometiese falsedades en la redaccion
131

de un testamento; el Persicianum , extendiendo las


penas de los celibatarios á los sexagenarios que con
traian matrimonio , porque el fin á que constante
mente se dirigian las leyes sobre nupcias era el au
mento de la poblacion ; y el Licicianum y Rubellia
num , aplicando la ley Cornelia de falsis á los que
recibiesen dinero por declarar, con verdad ó sin ella .
9

Del emperador CLAUDIO es una ley sobre tutela


de las mujeres, que de su nombre se llamó Claudia .
La mujer libre por nacimiento no estaria en adelan
te, segun ella, bajo la tutela de sus herederos inme
diatos , que por esta razon tenian interés en agravar
el peso de su autoridad . Entre los Senado -consultos
figuran : el Largianum , sobre la preferencia de los
hijos del patrono, no expresamente desheredados , á
los herederos extraños en los bienes de un liberto
latino juniano ; el Claudianum ,។ sobre los honorarios
de los abogados;; el Macedonianum , sobre el dinero
prestado á los hijos de familia ; y otros dos Claudia
nos, uno sobre las nupcias de los sexagenarios, y
otro sobre los derechos de patronato .
Por sus constituciones dispuso : que aunque se
ocupasen los bienes de un padre de familias para
el pago de deudas , se respetase el peculio profecticio
de sus hijos : que se necesitase el consentimiento
del curador en la arrogacion del menor ; y que el
Emperador tomaba bajo su proteccion a los esclavos
maltratados por sus amos. En beneficio de los pu
pilos , y por notarse que los magistrados á quienes
competia ponerlos en tutela eran omisos en el cum
plimiento de su cargo , mandó que los Cónsules se
encargasen extra ordinem de nombrarles tutores.
Cinco Senado -consultos dignos de notarse halla
:
132
mos en el reinado de NERON . El Trebellianum man
dó que las acciones sobre fideicomisos se dirigie
sen siempre contra el fideicomisario , y no contra el
fiduciario ; es decir , contra aquel aá quien se dejaba
el fideicomiso, y no contra el encargado de entregar
lo . El Memmianum invalido para los efectos civiles
las donaciones simuladas. El Calvisianum declaró
nulas las nupcias entre sexagenarios , en cuanto al
marido pudieran aprovechar para obtener herencias
ó legados, y á la mujer para recibir la dote. El Ne
ronianum declaró que los legados todos , bajo cual
quiera fórmula que estuviesen redactados, eran tan
válidos como si se hubiesen dejado con la fórmula
per damnationem . Sobre la forma exterior de las es
crituras de testamento, dispuso otro que la primera
y última hoja quedasen en blanco, con la firma del
testador . Ordenaba asimismo , respecto á documen
tos públicos ó privados, y para que no hubiese ne
cesidad de abrirlos, que en el exterior se explicase
lo que el interior contenia.
Pocas disposiciones dignas de citarse dieron los 1

emperadores VesPASIANO, Tito y DOMICIANO , conoci


dos en la historia con el nombre de loS FLAVIOS. Del
primero es el Senado -consulto Pegasianum , exten
diendo a los fideicomisos la disposicion de la ley
Falcidia relativa á la quarta, y asimilando así al he
redero por fideicomiso al legatario en una porcion
de la herencia. De otro Senado-consulto, el Vitra
sianum , habla tambien el jurisconsulto Heinecio,
diciéndonos que versaba sobre manumisiones de
esclavos ; y en su reinado se dispuso que al heredero
pudiera obligársele en ciertos casos á adir ó repudiar
la herencia sin el beneficio de la quarta . De su tiempo
133

son dos Senado -consultos Plancianos, uno decla


rando nulos los fideicomisos dejados á personas in
capaces , y otro mandando que el divorciado reco
nozca como suyo al hijo nacido dentro de los diez
ineses siguientes al divorcio . Tito reprodujo anti
guas disposiciones eximiendo á los soldados de toda
formalidad para testar. Y de Domiciano ha quedado
el Senado-consulto Junianum , invalidando toda de
claracion de libertad ó ingenuidad que los esclavos
ó libertos prestasen falsamente acerca de sí propios ,
de acuerdo con sus dueños ó patronos .
Una ley agraria y dos disposiciones debemos
mencionar del tiempo de Nerva . Por una de las úl
timas , los ciudadanos sujetos a la pátria potestad
participaron de los beneficios concedidos á los tes
tamentos de los militares : otra permitió dejar lega
dos á las ciudades que estuviesen bajo la domina
cion de Roma .
Débese al emperador TRAJANO la ley Vectibulici,
concediendo a los libertos de los municipios los de
rechos de ciudadanos romanos . Al Senado-consulto
Rubianum, de su tiempo, que mandaba declarar li
bres á los esclavos cuya libertad se encomendaba
al heredero, si hallándose éste ausente no se presen
taba á hacerlo , y que esta libertad se entendiese
dada directamente, siguió luego el Dasumianum,
declarando que se entendiese dada fideicomisaria
mente, si el heredero se habia ausentado por justa
causa ( 1) . De su reinado son várias constituciones
(1) Entre la libertad dada directamente la dada fideicomisaria
mente, habia la diferencia de que aquélla se decia dada por el testador
mismo, en cuyo caso no tenia patrono el liberto, y estaba libre de toda
obligacion respecto al heredero; y la segunda se encargaba darla al he
134
para que se respetase á los soldados la facultad de
testar sin solemnidades , y se considerase válida la
voluntad así declarada , si morian militando en sus
banderas . Como uno de los munumentos más nota
bles de la antigüedad jurídica se consideran unas
tablas de este reinado, dictando disposiciones para
asegurar alimentos á los hijos nacidos de padres li
bres ( tabule alimentarie ).
Son muchos los Senado - consultos y constitu
ciones de ADRIANO que los autores citan , si bien de
la mayor parte no conocemos los nombres. Uno
declaraba nula la libertad concedida a los esclavos
con ánimo de defraudar á los acreedores ( 1 ) . Otro
concedia el derecho de ciudadanos á los nacidos de
un latino y una mujer romana . Segun otro , la usu
capion en calidad de heredero no estorbaba para in
tentar la accion de peticion de herencia. Declaraba
otro ser válido el testamento de un padre , aunque el
hijo sobre cuyo estado se disputaba probase la pa
ternidad. Y aún se dictaron otros, en virtud de los
cuales se destinaban al fisco los fideicomisos dejados
á extranjeros, y se especificaba lo que el poseedor
de una herencia podia ser obligado á restituir como
perteneciente a la misma.
Mandaba uno de sus edictos que se dividiesen
las deudas para su pago, cuando eran várias, entre
los fiadores del deudor, y que no respondiese el he
redero de las ocultamente contraidas por su causan
te ; disposicion notable, en que por vez primera se
redero, en cuya consecuencia se consideraba á éste patrono del liberto,
y con derecho a exigirle servicios como tal.
(1) El que tenia deudas de consideracion y sólo poseia esclavos, po
dia hacer tales manumisiones con este ánimo.
:

135
sustituyó á los principios de estricto derecho que en
esta materia sancionaban las leyes romanas , un prin
cipio de justicia. Tambien se autorizó á los soldados
vueltos á sus hogares para disponer de su peculio
castrense como los que estaban en el servicio .
Con el nombre de Edictoperpétuo figura en tiem
po del emperador ADRIANO un importante documen
to legal. Era, á lo que parece, una exposicion metó
dica del derecho pretoriano , segun aparecia de los
edictos anteriores. Fué su autor un jurisconsulto
ilustre de aquel tiempo , llamado Salvio Juliano,
que desempeñó entónces el cargo de Pretor. Mereció
su trabajo la aprobacion del Emperador, y debió ser
su objeto dar estabilidad y fijeza al derecho hono
rario. Ello es que al promulgarlo se ordenó á los ma
gistrados atenerse á sus preceptos; que el desarrollo
de la autoridad imperial puede explicar bastante
este hecho ; y que si bien los Pretores pudieron,
despues de su promulgacion, alterar el edicto , de
bemos creer que, limitada esta facultad á las dispo
ciones necesarias , estaban obligados á respetarlo en
su conjunto. El desenvolvimiento que la legislacion
pretorial habia ido adquiriendo con el transcurso
del tiempo, hizo creer tal vez al ilustrado Pretor y
jurisconsulto autor del Edicto perpétuo, que habia
llegado el momento de dar á este documento legal
un carácter de permanencia que hasta entonces no
habia tenido.
Dióse en el reinado de ANTONINO Pro el Senado
consulto Tertulianum , como continuacion de la ley
Papia Poppea. En virtud de él, la madre que tu
viese el jus liberorum podia heredar á sus hijos ab
intestato, si éstos no tenian herederos con mejor de
136
recho. Entonces se hizo extensiva la arrogacion á
los impuberos, proveyendo a la seguridad de sus
intereses con la obligacion de la cuarta parte de sus
bienes, que en favor de ellos constituia el arrogante
para el caso de emanciparlos ó desheredarlos .
Facilitáronse tambien las donaciones entre ma
rido y mujer, introduciéndose causas para su vali
dez , y debiendo serlo siempre entre padre e hijos
9

sin preceder la emancipacion , no obstante lo dis


puesto por la ley Cincia . Extendiéronse las dispo
siciones de la ley Falcidia á los herederos ab intes
tato a quienes se habia encomendado un fideicomi
so : concedióse al que habia adquirido una herencia
entera una utilis actio, sin que para ejercitarla ne
cesitase de una cesion formal; y se prohibió colocar
á la hija de familia entre los herederos testamenta
rios, por sólo haber obtenido la bonorum possessio
contra tabulas.
Créese que en su tiempo fué confirmada la ley
Rhodia de jactu , que permitia á los navegantes arro
jar al mar, en caso de gran peligro, las mercancías
propias ó ajenas que llevasen á bordo .
Del tiempo de MARCO AURELIO es el Senado- con
sulto Orphitianum , sobre el derecho de los hijos á
>

la herencia materna , y sobre la nulidad de los


matrimonios en que se hubiese faltado a las con
veniencias sociales . Otro Senado - consulto hizo ex
tensiva á las corporaciones y colegios lo dispues
to en el Apronianum sobre legados á las ciudades ,
limitando su duracion á cien años . Un rescripto
ó epistola permitió adjudicar los bienes de una he
rencia, sólo por conservar las libertades dadas en el
testamento (bonorum addictio libertatum conservan
137
darum causa ). Otra constitucion dispuso que el que
obtuviese del fisco una cosa ajena, pudiese adquirir
su propiedad por prescripcion de cinco años. Y otra
imponia al heredero culpable del delito expilatæ hære
ditatis, la pena de no poder hacer suyas las cosas
distraidas de la herencia, ni áun usucapiéndolas en
calidad de heredero ( pro hærede usucapiens).
Precedido de un discurso que pronunció ante el
Senado, dió SEPTIMIO SEVERo un Senado - consulto,
prohibiendo a los tutores enajenar las fincas de sus
pupilos, con excepcion de las casas , y declarando
válidas hasta cierta suma las donaciones entre ma
rido y mujer. Dió nueva fuerza obligatoria á la ley
Julia de adulteriis, y alteró algunas disposiciones
de la Papia Poppea. Los llamados Decreta, ó impe
riales sententiæ cognitione prolata, ó Facta, recogi
dos y comentados por el jurisconsulto Paulo , son
una de las principales fuentes del derecho en esta
época, y se consideraron largo tiempo como un libro
utilísimo para la inteligencia de sus leyes; admirán
dose en él la decision y el valor con que este sábio
jurisconsulto sostenia sus doctrinas en oposicion
con aquellos decretos del Monarca , que presumia de
entendido en la ciencia del derecho .
Gran número de disposiciones ha dejado en las
Pandectas CARACALLA . Por una de ellas, la contribu
cion del cinco por ciento sobre las herencias , ascen
dida á un duplo, llegó á importar la décima parte
de la herencia . Esta novedad , que imposibilitaba su
aceptacion á algunos herederos, privó á muchos es
clavos de la libertad que se les dejaba en testamen
to , y á otros ciudadanos libres de la sucesion ab
intestato. Para que de esta innovacion reportase
138

toda la utilidad posible el Tesoro público, se conce


dió el derecho de ciudadanía á los hombres libres
del Imperio. Pero las antiguas diferencias entre los
ciudadanos,1 no sólo renacieron en el reinado del
mismo CARACALLA , sino que Dion Cassius afirma
hallarse del todo restablecidas en el de su sucesor
MACRINO .
Más notable la época de ALEJANDRO SEVERO por
las disposiciones gubernativas que por las civiles,
vemos por vez primera aplicados en ella los princi
pios de rescision que regian para el inofficiosum tes
tamentum , á las donaciones hechas in fraudem legis .
CAPÍTULO IX .

Decadencia del Imperio.- Estado de la legislacion desde la


muerte de Alejandro Severo hasta el reinado de Constantino .

Si al exponer en estos dos capítulos la historia


legal del Imperio desde su nacimiento en Augusto
hasta su traslacion á Bizancio por Constantino, hu
biéramos atendido tan sólo á lo que la legislacion
nos ofrece como notable en este largo periodo , para
que el cuadro que presentase en el segundo no fuese
ménos interesante que el que presenta en el pri
mero , es bien seguro que no habríamos prolongado
>

tanto los límites del que antecede. Porque conviene


saber á nuestros lectores que en el corto periodo que
aún hemos de recorrer, y mientras la Silla imperial
no abandonó las riberas del Tíber por asentarse á las
orillas del Bósforo , la legislacion romana , acompa
ñando al Imperio en sus tristes vicisitudes , ofrece
pocos monumentos dignos de contemplarse y de ocu
par la atencion de los que se dediquen á su estudio.
Mas como la historia política no debe separarse
en Roma de su historia legal , y la unidad de ésta se
puede muy bien sacrificar a la importancia de los
140

sucesos de aquélla, debíamos considerar como punto


de division aquél en que la legislacion languidece,
la jurisprudencia decae , y la historia nos presenta
desarrollados los gérmenes de destruccion que lle
varon el imperio á su ruina. Y eranos tanto más
necesario respetar en este lugar el lazo que une la
legislacion con la política , cuanto que nada influyó
tanto en el lamentable estado á que la legislacion
y la jurisprudencia se vieron entonces reducidas,
como esos mismos gérmenes que, desenvolviéndose
lentamente, aniquilaron por fin aquel poder que
habia dominado al orbe entero . La consideracion que
estos sucesos merecen no nos permiten dejarlos pa
sar inadvertidos . Vamos , pues, á indicar los princi
pales, aunque sin otra intencion que la de hacer de
ellos ligeras indicaciones .
El Senado romano, cabeza principal del Estado,
consejo permanente de los pueblos y de los Reyes , >

como lo denomina el célebre orador de la República,


llama nuestra atencion en primer término al exa
minar las causas de la decadencia del Imperio , por
que tambien fué el primero que, minado en sus ba
ses de fortaleza é independencia, perdió la alta im
portancia que en algun tiempo habia tenido. Y no
sin motivo , en verdad. Durante la República, y es
pecialmente en sus últimos tiempos, los Senadores
poseian grandes riquezas, y tenian grande influencia
en los asuntos del Estado : andando el tiempo des
aparecieron esas fortunas, y. los Senadores perdie
ron, al par con ellas, su valimiento con el pueblo, y
en especial con aquella parte que constituia su nu
merosa clientela .
A la vez que decaia el antiguo Senado , represen

1
141

tacion la más autorizada de la importancia y de la


dignidad del pueblo romano, iba aumentando la pre
sion que sobre Roma ejercian los bárbaros, prelu
diando la formidable irrupcion que debian hacer
más tarde. Habíalos rechazado por largo tiempo la
poderosa fuerza de sus legiones , obligándolos á
permanecer más allá del Danubio , encerrados en
los bosques de la Germania; pero los ejércitos de
Roma fueron perdiendo su fuerza, la barrera se alla
nó en vários puntos , y al fin volvieron los bárba
ros á atacar á Italia. Lo mismo bajo el reinado de
Domiciano que bajo el de Adriano; así en tiempo de
Marco Aurelio como en el de Galo , penetraban en
territorio romano llevándose el botin , reaparecian
luego en mayor número , volviéndose á sus bosques;
y en cada nueva invasion mostraban mayor fuerza
y audacia. Idearon los Emperadores un medio eficaz
para alejarlos, dándoles dinero ; pero el incentivo de
la ganancia fué atrayendo a los escitas , los godos ,
los sármatas, los alanos los francos, unos en pós
de otros al principio , más tarde todos juntos. Así
se inauguraban las grandes invasiones que algun
dia habian de destruir el poder de Roma .
Con grata complacencia mencionaremos otro su
ceso , el más grande y glorioso de los sucesos que
registra en sus anales la historia del mundo , el cual
coadyuvó tambien á minar los mal seguros cimien
tos del vacilante Imperio romano . Desde el reinado
de Tiberio habian comenzado los Apóstoles á difun
dir con su predicacion la celestial doctrina que ha
bia enseñado y sellado con su sangre preciosa el
Hombre - Dios, muriendo en la Cruz . Cuanto conte
nia esta doctrina santa era la condenacion más abso
142

luta de los principios y máximas del paganismo,


que servian de fundamento a la sociedad romana; y
como su excelencia era tan notoria, y tan evidente
su superioridad sobre el deforme y repugnante poli
teismo, del que la misma filosofía pagana y las al
tas clases habian comenzado ya á desertar, el núme
ro de sus prosélitos aumentaba rápidamente, y los
cristianos llenaban muy luego el Imperio. Pero se
mejante revolucion no podia hacerse sin que tanto
el derecho público como el derecho privado sufriesen
rudos ataques y quedasen minados en sus bases fun
damentales; sin que Roma pagana cayese á tierra
bajo el influjo avasallador de la doctrina que venía
á regenerar y á salvar al mundo . Por eso el Cristia
nismo fué rechazado como enemigo del Estado y
de las instituciones, y se le persiguió cruelmente, y
se derramó en abundancia la sangre de sus márti
res, sin presumir que esa sangre daria frutos de
bendicion, y que la Religion cristiana se difundi
ria aún más rápidamente, y obtendria mayores y
más brillantes triunfos con la persecucion y elmar
tirio .
En el capítulo dųodécimo exponemos el venturo
so cambio que en la legislacion romana obró la in
fluencia celestial del Cristianismo . A aquel lugar
remitimos al lector para el desarrollo de la idea que
aquí no hacemos más que apuntar . Añadiremos tan
sólo que en la lucha entre el cesarismo y la Religion
cristiana, el primero debia sucumbir necesariamen
te, como sucumbió en efecto , porque no hay poder
humano capaz de luchar, sin ser vencido , con el
poder divino. Podrá la contienda prolongarse más
ó ménos tiempo , y áun aparecer victoriosa la fuer
>
143

za en periodos de más ó ménos larga duracion; pero,


como sucedió en aquel imperio, y ha sucedido des
pues en épocas más cercanas a nuestros dias , la
victoria coronará sus esfuerzos , y lo temporal y
transitorio cederá su puesto á lo eterno é inmutable.
Para que todo flaquease y amenazase ruina en

esta vacilante situacion, sólo faltaba ya por debili
litar la cabeza principal del Estado , representada
en los Emperadores, en ese poder que, tan omni
>

modo como inseguro , habia atraido á sí y revestí


dose de las facultades de los demás poderes ; pero
este efecto no tardó en producirse sino muy corto
espacio de tiempo. Y como una de las circunstancias
que más influyeron en el desmejoramiento de las
cosas públicas , fué el que los Emperadores, única
voz de prestigio para el pueblo y el ejército, apenas
duraban algunos dias ó algunos meses en el trono ,
creemos deber exponer , aunque con brevedad suma,
las causas que concurrieron á acortar así su dura
cion en la silla del imperio.
La primera de todas, la que en el reinado de los
Emperadores se vé más repetida, es la enormidad
de sus vicios y crímenes. Asombra,7 ciertamente , no
encontrar en sus historias más que excesos y cruel
dades ; así como , despues de leerlas , no produce
extrañeza el trágico fin de cada uno de estos dra
mas ( 1 ) . Pero no debe pasarse en silencio una ob
servacion importante. La corona no fué necesaria
mente hereditaria en el imperio romano : podia ser
electiva; y como la memoria del Emperador difunto
no recaia sobre su sucesor, que á las veces contra

(1) V. el APÉNDICE PRIMERO, núm. VIII.


144

rio y enemigo, se complacia más bien en denigrarla,


los escritores gozaban de una libertad para escribir,
de la que pudieron abusar en perjuicio de la impar
cialidad histórica .
Encomendada la eleccion de los Emperadores al
brazo militar, porque á él habian debido su eleva
cion al poder, la inmensidad del imperio y sus nu
merosos ejércitos fué asimismo fatal á su existen
cia ; porque á la muerte de un Emperador queria
elegir cada ejército al que debia sucederle, y tales
desavenencias producian funestos resultados.
Muchas serian , si entrase en nuestro propósito
enumerarlas todas , las consideraciones que aún
pudiéramos exponer, ora sobre situaciones de larga
duracion, ora sobre circunstancias y sucesos tran
sitorios, que contribuyeron no poco á la ruina del
Imperio ; pero hecha ya mencion de las princi
pales , sólo falta preguntarnos, cuál pudo ser la le
gislacion romana en una época en que el Senado y
las magistraturas habian perdido su antigua impor
tancia , y en que , para colmo de infortunio, los Em
peradores , únicos legisladores del Estado, eran ele
vados al trono y arrojados de él á la merced y al ca
pricho de unos ejércitos indisciplinados y de unos
jefes ambiciosos y descontentadizos.
Y ciertamente que en ningun tiempo , mientras
la silla del Imperio se mantuvo en Italia , obraron es
tas causas tan de consuno como en los setenta y cin
co años transcurridos desde la muerte de Alejandro
Severo hasta la elevacion al trono de Constantino .
No omitiremos, sin embargo, lo poco que en asunto
de legislacion se atribuye á los Emperadores de este
tiempo, exponiendo tambien el estado de la juris
145
prudencia durante el Imperio , y las variaciones
ocurridas en su constitucion política y civil .
Ninguna ley nueva hallamos en esta época , y si
un crecido número de rescriptos. De éstos , el reina
do de MAXIMINO nos ofrece pocos ; algunos más los
de GORDIANO y FILIPO ; y disminuyendo en los de
DECIO y
у Galo, para aumentar en los de VALERIANO y
GALIENO , decrecen de nuevo en tiempo de CLÁUDIO,
AURELIANO Y PROBO, aumentando otra vez en el rei-.
nado de CARO .
De GORDIANO III es el rescripto que concedió á
los soldados el derecho llamado beneficio de inven
tario . Segun otro rescripto de AURELIANO , cuando los
hijos de un ciudadano habian desempeñado en el
ejército las funciones de Primipilus, estaban obli
gados á pagar las deudas de su padre, aunque se
hubiesen abstenido de su herencia .
De DIOCLECIANO constan muchos edictos en el
cuerpo del derecho, y algunos de ellos introdujeron
en la legislacion romana principios nuevos . Tal es
el que autoriza la rescision del contrato por lesion
enormísima, y el que permite al padre revocar por
ingratitud la donacion hecha al hijo emancipado .
La jurisprudencia romana llegó , en medio de
tantos vaivenes y trastornos , á un alto grado de es
plendor. Mucho pudiéramos decir aquí acerca de
ella; y si no todo lo que su interesante historia nos
ofrece, diremos lo más notable .
A la vez que el estudio de la filosofía griega in
fluyó en el buen método que los jurisconsultos ro
manos de este periodo siguieron en sus obras , como
su ciencia era la única verdaderamente indígena
de Roma, el idiomalatino aparece en ellas con toda
10
146

su pureza, y por esto se han distinguido entre los


escritores de su tiempo. Observamos, no obstante,
en cuanto a la primera de estas circunstancias, que
á pesar de su erudicion indisputable , demostrada
por las citas de Homero, Hipócrates, Platon , Demós
tenes y otros escritores , en que abundan sus obras;
y á pesar tambien de la severidad matemática con
que deducian las consecuencias de los principios
sentados, no estaban muy versados en conocimien
tos etimológicos, y habia alguna falta de distincion
en sus tratados entre las reglas generales y los casos
particulares, porque no cuidaban de que precediese
á cada materia la exposicion de los principios acerca
de ella .
De cuatro clases son principalmente las obras en
que los jurisconsultos de este periodo emplearon su
fecundidad literaria . 1. ' Compendios ó exposiciones
científicas del derecho civil ( institutiones, regule ,
definitiones), en que con brevedad suma trazaban el
cuadro de cada materia y de las leyes relativas á ella .
"
2. ' Obras más extensas . Habíalas ya ántes de esta
época ; pero versaban generalmente sobre la juris
diccion pretoriana ( ad edictum Prætoris urbani et
Pretoris peregrini) : las de esta última época se in
titulaban Digesta ó Brevia, divididas inpartes, ó tam
bien libri juris civilis. Se ignora el método con que
se redactaban despues del tiempo de Sabino : sólo
sabemos que la materia de sucesiones era la primera
que se trataba. 3. ' Comentarios sobre algun plebis
cito ; colecciones de causas ( responsa , epistolæ , fac
ta ); tratados sobre alguna materia , ó sobre los debe
res de ciertos magistrados, v . gr . (de officio procon

sulis); ó disertaciones sobre puntos de derecho ( pana


147

decte, disputationes). 4.' Extractos de obras de otros


jurisconsultos ( epitome, epitomata digesta ex Q. Mu
cio ); ó notas destinadas á rectificar aserciones ó
puntos de estas obras (notæ ad Sabinum , ad Cas
sium , ad Papinianum ).
Habiéndose separado la práctica y la enseñanza
del derecho , los jurisconsultos tenian entonces dis
cípulos que asistian á sus conferencias como studio
si, y otros como auditores: habia profesores de dere
cho civil (juris civilis professores ), y establecimien
tos públicos destinados a su enseñanza. Se denomi
naba opus lo que constituia la ciencia completa del
derecho, dividida in partes ; y los profesores eran
retribuidos por los auditores á precios adelantados.
Mas no sabemos si estos profesores recibian ó no
emolumentos del Estado ; si la enseñanza pública
era libre ; si podia un alumno tener a la vez muchos
profesores ; si para ejercer la profesion de juriscon
sulto era necesario un número de años de estudio;
y si , como se acostumbró en épocas posteriores ,
escribian á la voz de su maestro , recitando despues
lo que habian escrito .
Fueron entre las escuelas y sectas las más nota
bles las conocidas con los nombres de Proculeyanos
у Casianos. Los Sabinianos , a quienes se presenta
como contrarios á los Proculeyanos, eran , segun
Hugo , una escuela independiente , sin conexion ó
contrariedad con otra ; y lo que se llama Schola Per
gasiana es , á su juicio , una palabra vacía de senti
do , porque no hubo tal escuela entre los jurisconsul
tos de esta época . Con posterioridad á los tiempos
de Pomponio , es ya imposible decir , como no sea
por conjeturas fundadas en sus opiniones , á qué
148

secta pertenece cada jurisconsulto. De esta manera


de juzgarlos ha nacido la nueva escuela , media entre
las dos citadas , compuesta de los que no se afiliaban
7

en sus banderas, áá que se ha dado el nombre de Mis


celliones o Herciscundi; como tambien vários juicios,
más ó ménos desacertados , sobre si Adriano confir
mando el Edicto , y Justiniano con sus Cincuenta de
cisiones, habian tratado de decidir las diferencias
que dividian á las sectas.
Los nombres de ANTISTIUS LABEO y de ATEJUS
CAPITO son los que, partiendo del reinado de Augus
to, ocupan el primer lugar en la historia de los ju
risconsultos eminentes ; y los que, comenzando en
Scévola , Aquilio Galo , Ciceron , Servio Sulpicio y
>

sus brillantes discípulos , se presentan inmediata


7

mente despues de éstos . Formado el primero con


las lecciones de Trebacio , descendiente de una ilus
tre familia , y partidario decidido de los principios
republicanos , estuvo constantemente en pugna con
el segundo, educado por Offilio, discípulo de Servio
Sulpicio , muy adicto al emperador Augusto , y de
fensor de su causa y de las doctrinas del Imperio.
Mas aunque divididos en opiniones políticas, yerran
los que los afilian en distintas sectas, cuando éstas

en realidad no existian . Cierto es que Labeon profe


saba los principios antiguos del derecho, mientras
que Capiton defendia doctrinas nuevas; pero consiste
esto en que las ideas republicanas , que tan ardientes
simpatías hallaban en Labeon, cuyo padre , tambien
jurisconsulto , habia muerto en defensa de ellas , te
nian su más sólida base en la antigua constitucion
* de Roma ; y las ideas monárquicas , más del gusto
de Capiton y más conformes á su educacion jurídi
149

ca, sólo podian invocar en su apoyo doctrinas nue


vas, puesto que el Imperio acababa de nacer .
Á Labeon y Capiton sucedieron en tiempo de Ti
berio COCCEJUS NERVA Y MASSURIUS SABINUS , de los
que dice Pomponio que todavía ensancharon las di
ferencias que separaban á sus antecesores . Tenía
Nerva grande amistad con el Emperador ( Cesari fa
miliarissimus ); y era Sabino hombre poco acauda
lado, y que vivia en gran parte con las retribuciones
de sus alumnos .
A Nerva y Sabino sucedieron , en los reinados de
Cláudio y de Neron, PROCULUS y Cassius. De ellos
tomaron su nombre las sectas de Proculeyanos y
Casianos .
Pomponio cita á PEGASUS , prefecto de la ciudad
en tiempo de los Vespasianos , como cabeza de la
secta proculeyana ; y á su contemporáneo CELIUS
SABINUS como jefe de los Casianos . Creen algunos
autores que los Proculeyanos y Casianos se llama
ron entonces Pegasianos y Sabinianos ; y aunque es
contraria , acerca de este punto , la opinion de Hugo,
ántes expuesta , nada hay que nos decida á creerla
más acertada . Tambien menciona á JUVENTIUS Cel
sus y NERATIUS PRiscus , como partidarios de los Pro
culeyanos ó Pegasianos en tiempo de Trajano ; y á
JAVOLENUS PRISCUS , ALBURNUS VALENS y SALVIUS
JULIANUS, como pertenecientes a la sectaSabiniana
y Casiana en el reinado de Adriano .
Con posterioridad a los tiempos de Pomponio es
ménos conocida, como hemos dicho , la historia de
los jurisconsultos notables ; y hasta se ignora cuán
do vivió alguno de ellos, cuyos escritos contribuye
ron no poco á la formacion de las Pandectas . La ley
150

de Valentiniano III sobre las citas da grande impor


tancia á cinco de ellos : Gayo , Papiniano , Paulo ,
Ulpiano y Modestino, que en efecto la tienen en la
historia de la jurisprudencia romana , y con cuya
noticia concluiremos este punto.
El más antiguo de todos estos jurisconsultos es
Gajus . Ignórase en qué reinado figuro; pero se sabe
que escribió su Instituta en tiempo de Antonino
Pio y de Marco Aurelio. Es el tercero de los com
prendidos en la ley sobre citas; y es tanto más inte
resante su nombre en la historia del Derecho roma
no , cuanto que su Instituta , que derrama sobre ella
copiosa luz , y de que tanto se aprovecharon los
compiladores de las Pandectas, se encontró manus
crita en Verona en 1816, como diremos en el capítu
lo último de esta HISTORIA .
Pero el primero quizá de estos jurisconsultos fué
EMILIUS PAPINIANUS , contemporáneo y amigo de
Septimio Severo ។, cuyo nombre figura en lugar pre
eminente en la ley sobre citas .
Esto no obstante, lo mismo que Papiniano alcan
zó gran reputacion JULIUS PAULUS ,7 y la debió espe
cialmente a los libros de sentencias (sententiarum
receptarum libri V ) que escribió y redactó conforme
al método del Edicto . Muchas de estas sentencias
figuran en las Pandectas ; pero la utilidad de sus es
critos para la historia del derecho no es comparable
á la de los fragmentos de Ulpiano y la Instituta de
Gajus.
Contemporáneo del emperador Alejandro Severo
fué DOMITIUS ULPIANUS, que en los primeros años de
este reinado tuvo á su cargo el gobierno del impe
rio, así como su libro sobre el Edicto sirvió de guía
151

en las escuelas de Oriente a los profesores de juris


prudencia , á cuya clase habia pertenecido . Ocupan
sus fragmentos en las Pandectas igual espacio al de
los demás jurisconsultos reunidos . Es notable entre
sus obras el Liber singularis regularum , tratado
científico del Derecho romano , único en su especie,
y una de las mejores obras que pueden consultarse
para las materias de personas , propiedad , herencias
y testamentos, en lo que, despues de haber recibido
distintas formas y títulos, ha llegado hasta nosotros.
Al manuscrito denominado Ulpianus de edendo
se llama así porque el primer fragmento que contie
ne es de Ulpiano , y está tomado del título de las
Pandectas de edendo .
El más moderno y menos importante de estos
jurisconsultos es HERENNIUS MODESTINUS; pero tam
bien contienen las Pandectas fragmentos suyos, y
los contiene la Collatio mosaicarum et romanarum
legum , de que en otro lugar hablaremos.
Omitiendo los nombres de otros jurisconsultos ,
у de las obras anónimas que de ellos nos quedan,
demos , en conclusion, alguna noticia de la consti
1

tucion política y civil del imperio romano en el pe


riodo que nos ocupa .
Los poderes del Estado habian ido concentrán
dose en el Emperador , donde se hallaban en tiempo
de Constantino. Las antiguas magistraturas ó car
gos públicos estaban reducidos á la nada. Los Cón
sules, Procónsules y Pretores habian perdido la ma
yor parte de su prestigio; y de los restos de las ma
gistraturas republicanas se habian formado las im
periales , como el Prefecto del Pretorio ( prefectus
pretorii ), el prefecto de la ciudad ( prefectus urbis ),
152

el prefecto de los guardas nocturnos ( prefectus vigi


lum ), y los lugartenientes y procuradores de César.
Mucho tiempo hacía ya que no se daban leyes
ni plebiscitos ; y cesaron por último hasta los Sena
do-consultos, no quedando más fuente del derecho
que las constituciones imperiales . Los edictos de los
magistrados se referian á asuntos de administracion,
más bien que de legislacion .
Habian formado algunos Emperadores un con
sejo ( consistorium ), que les auxiliaba en las tareas
de la administracion pública. Tomaba aún parte el
Senado en la eleccion de los magistrados , y se le
consultaba en otros negocios ; pero comparada con
la de otros tiempos , era ésta una participacion muy
escasa en el gobierno del Estado. Es de advertir que
si el Senado nombraba al Emperador , el Emperador
designaba los miembros que debian componer el Se
nado. Como esta corporacion habia decaido tanto de
su antiguo poder, influian sobre ella otros elemen
tos que contaban con más fuerza.
Tomaban parte en la administracion de justicia,
no sólo el Emperador , el Senado , los Pretores y los
Cónsules, sino los prefectos de la ciudad , los del
Pretorio , los magistrados locales y los jueces pedá
>

neos . El Colegio de los Centumviros habia ido en


constante decadencia . Tenía además el Emperador
un Consejo (auditorium ), al que sometia los asun
tos importantes que queria decidir por sí mismo.
Habia en Roma diez y ocho Pretores , que admi
nistraban justicia en lo civil. Hacíanlo en las pro
vincias el presidente ó el vicarius, ú otro lugarte
niente del prefecto. Apelábase de sus providencias
al del Pretorio , en representacion del Emperador;
153

y en último término, al Emperador mismo . No esta


ban ya separados en estos tiempos el jus y el judi
cium , ó sea el juez y el magistrado. Pero el magis
trado superior , ó judex major, podia, si pesaba sobre
él gran cúmulo de negocios , cometer á un juez pe
>

dáneo el conocimiento de los asuntos leves . Indica


ba á veces el Emperador, por medio de un rescripto,
la resolucion que el juez debia adoptar. Los abogados
(advocati ) alegaban ante los jueces en las causas de
sus clientes.
Tenía toda poblacion importante su consejo mu
nicipal ( curia ), donde se trataban los asuntos de la
localidad. Los miembros de este consejo formaban
entre los vecinos una clase especial : llamábaseles
curiales, ó sujetos á la curia. De esta clase salian
los decuriones , que nį podian negarse á formar parte
de él , ni eludir esta obligacion ausentándose, por
que los reclamaba la curia . Por eso iba turnando el
cargo entre todos los que tenian obligacion de acep
tarlo. Como iba haciéndose cada vez más gravoso,
iban los Emperadores otorgándole consideraciones
y privilegios. Tales eran el de formar la primera
clase entre los habitantes de la poblacion ; el de no
poder imponérseles las mismas penas que á los ple
beyos; y el que entre ellos se eligiesen los principa
les funcionarios locales . A su cabeza estaban los
duumviros , que presidian la curia , y cuyo cargo
duraba un año . Dada la condicion de los decuriones
y curiales , y la responsabilidad que sobre ellos pe
saba, la curia se asemejaba á una servidumbre , y
no es de extrañar que todos huyesen de ella .
Vigentes aún las antiguas leyes, aunque corre
gidas y reformadas, ofrecia el derecho romano una
154
contradiccion visible entre los recuerdos de lo pasa
do у las instituciones modernas. Veamos algunas
diferencias que el derecho civil ofrece en esta época
respecto a las anteriores . Habíase moderado el pc
der sobre los esclavos, pudiéndose quejar ante el
magistrado el que recibia de su amo malos trata
mientos.- Tambien se habia modificado el poder
paterno, no pudiendo ya el padre vender a sus hi
jos , ni darlos en prenda. Comenzaban los hijos á
tener personalidad y derechos propios : cada cual de
ellos era dueño exclusivo de su peculio castrense.
No sólo podia hacer testamento el padre ; tambien
podia testar el hijo respecto á su peculio. Para ser
irstituido heredero ó recibir legados, era preciso no
ser celibatario , y tener además el jus liberorum ,
Los militares en campaña estaban dispensados de
toda formalidad en sus testamentos . Eran valederos
los codicilos , y en ellos se podia dejar fideicomisos
y legados. La legislacion tendia á conceder derechos
de sucesion á los parien tes naturales : los hijos su
cedian á su madre ។, y en ciertos casos la madre
á los hijos. Gozaban de favor los contratos de dere
cho de gentes , que podian ser obligatorios por sólo
el consentimiento ; y se aumentaba el número de
estos pactos ó meras convenciones. No se les daba ,
sin embargo , el nombre de contratos , como a los
que tenian su fundamento en el derecho civil .
CAPÍTULO X.

Vicisitudes de la legislacion romana desde el reinado de


Constantino hasta el de Justiniano.

Grandes é importantes son los acontecimientos


que la historia romana nos ofrece al llegar al reina
do del emperador Constantino. Con él abandonamos
para siempre aquella orgullosa Roma, que desde el
Mediodía de Italia llegó á hacerse soberana del orbe
entero . Con él nos alejamos de la ciudad de Bruto
y de los Gracos, de Régulo y de Caton , de Pompeyo
y de César, de Ciceron y de Servio Sulpicio . Con él
perdemos de vista aquel soberbio Capitolio que dic
tó leyes al mundo. Con él, en fin, nos trasladamos
á la antigua Grecia , y vamos a visitar la nueva me
trópoli , que desde las orillas del Bósforo acaba de
sustituir a la Ciudad Eterna en el ejercicio de su
poder .
Y en verdad que la elevacion á la silla imperial
de Roma de un emperador como Constantino, que
despues de vencer las temibles águilas romanas
bajo la enseña del Lábaro, quiso verse representa
do en la plaza pública con una Cruz en la mano ,
156

fué un acontecimiento de la más alta importancia y


de la más trascendental influencia en los destinos
del imperio, y en el carácter de aquella legislacion,
llamada a dominar, andando el tiempo, en todas las 2

naciones de Europa. Ábrese con el reinado de Cons


tantino ese venturoso periodo de transformacion
en que , deponiendo el derecho romano su intolera
ble rigorismo y la marcada injusticia de sus más
importantes disposiciones civiles, habia de someter
se á la salvadora influencia de esa Religion santa
cuyas máximas se habian infiltrado poco áa poco en
aquella sociedad con la predicacion de los varones
apostólicos, con los luminosos escritos de los Padres
de la Iglesia, y con el conmovedor ejemplo de los San
tos . Por eso el nombre de Constantino ha atravesa
do los siglos lleno de gloria , sin que hayan logrado
empañarla con sus ataques los ciegos admiradores
de la Roma pagana ; y no habrá fuerza ni poder hu
mano bastante á arrancarle los inmarcesibles lau
ros que alcanzó haciendo cristianas, hasta donde le
fué posible , las constituciones y las leyes de su
tiempo , y preparando así la grande obra que , conti
nuada por sus sucesores , vino a terminar dos siglos
despues el emperador Justiniano , dejando el dere
cho romano tan mejorado y engrandecido , y legan
do esta rica herencia á las generaciones venideras .
No vamos a examinar aquí la influencia que se
atribuye a la traslacion de la silla imperial en las
vicisitudes de aquel pueblo, un dia señor del uni
verso . Cuestion es ésta demasiado grave para tra
tada con la brevedad que nuestro plan exige (1).
( 1) La traslacion de la silla imperial ha sido juzgada de muy diferen
te manera por los historiadores modernos. Un escritor inglés, autor de
157

Veamos, pues, lo más notable que la legislacion bi


zantina ofrece en los reinados del periodo que re
corremos .

Es el del emperador CONSTANTINO, no sólo el pri


mero , sino tambien el más importante, por las mu
chas innovaciones que en él recibió la legislacion
de la benéfica influencia del Cristianismo.
De derecho constituyente podemos considerar
dos disposiciones suyas, de las cuales una declara
ba nulos los rescriptos en que no apareciese la fe
cha de su extension, y otra preceptuaba que el de
recho consuetudinario no pudiese derogar la prác
tica establecida por una ley escrita . En materias
civiles son muchas las que sobre la pátria potestad,
las nupcias , las herencias , las tutelas, la esclavitud
y otros puntos recibieron fuerza legal en el reinado
del Emperador cristiano , y de que brevemente va
mos á dar noticia .
Con relacion a la pátria potestad, dispuso que
los ahorros del hijo de familia en sus empleos de
Palacio (palatini) constituyesen un patrimonio ó
peculio castrense . Que en los bienes maternos del
hijo no disfrutase el padre sino el usufructo, el cual
tambien perderia cuando pasase á segundas nupcias:
primer ejemplo de restricciones al omnímodo dere
cho que siempre tuvieron los padres sobre las per
un excelente compendio de historia romana, la considera como un gran
mal. A causa de ella, dice, aquel grande imperio, a la manera de una
flor trasplantada à un clima extraño, desfalleció por grados, degeneró ,
y al fin se redujo å la nada .
En otro escritor español no menos célebre se leen estas palabras: «La
historia justifica traslacion de la capital al Bósforo; sin ella, la caida
de Roma hubiera causado la del Imperio , y la caida de Roma era segura
apenas los bárbaros hubiesen salvado las barreras del Danubio y del
Rhin .»
158

sonas y bienes de los hijos . Prohibió asimismo la


venta de éstos, á menos que fueseň recien nacidos,
y que los padres se hallasen en caso de necesidad
extrema ; y más adelante llegó a abolir del todo,
como era natural que lo hiciese , este abominable y
monstruoso derecho , que nunca ni en ningun caso
podia tener justificacion ni excusa , por más que lo
hubiese autorizado una bárbara costumbre.
La institucion del matrimonio halló tambien en
Constantino el apoyo que de un príncipe tan reli
gioso debia esperarse ; y las disposiciones que , ya
directa , ya indirectamente, se encaminaron á fo
mentar la union santa é indisoluble , hacen justicia
á su rectitud y buen deseo . Autorizó la legitimacion
por el subsiguiente matrimonio de los hijos que sus
padres hubiesen tenido en concubinato , y dió fuer
za obligatoria á los esponsales o promesas de ma
trimonio futuro . Pero la prohibicion de contraer
nupcias por desigualdad de clases subsistió aún
durante su reinado con más fuerza que nunca .
Sobre tutelas y curatelas versaron tambien algu
nas de sus disposiciones. Anuló por una de ellas la
ley Cláudia, de que en el reinado del emperador de
este nombre dimos cuenta . Constituyó hipoteca le
gal á favor del pupilo sobre los bienes del tutor, y
privó á éste del derecho de venta en los inmuebles
ó muebles del menor que excedieran de determinado •
precio. Declaró exentos de la curatela á los jóvenes
cuando hubiesen cumplido diez y ocho años ; pero
les obligaba para ello á justificar su buena conducta..
A las herencias y testamentos se refieren, así la
constitucion que permitió instituir herederas á las
iglesias, como la que lo prohibió respecto a los hi
159

jos que no tuviesen carácter de legítimos. Más ade


lante permitió dejar alimentos á los hijos naturales .
La queja de inofficioso testamento sólo podia inten
tarse por parte de los hermanos , cuando á ellos se
hubiese preferido una persona torpe. Para la recla
macion de la madre contra el testamento de los hi
jos , era necesario que observase buena conducta . Al
codicilo no confirmado por testamento, sólo le con
cedió validez, como Augusto , cuando se hubiese
hecho ante cinco testigos .
Lo dicho se refiere a las herencias por testamen
to . En la sucesion intestada, podia la madre quque
e no
tuviese el jus liberorum aspirar, como los demás
agnados, á la tercera parte de la herencia; no pu
diendo pasar de dos terceras la que lo tuviese, cuan
do al par con los hermanos concurriese un tio del
padre . De los bienes vacantes, que eran entónces
muy comunes, disponia el Emperador á su arbitrio ;.
у de aquí dimanaron las successiones extraordinaria,
de que tantos ejemplos vemos en este periodo, y
áun en tiempos posteriores.
Profundamente arraigada en Roma la esclavi
tud , no era muy fácil que la aboliese Constantino,
ni en su reinado mejoró la suerte de los esclavos ;
pero introdujo el nuevo método de manumision in
sacrosanctis ecclesiis.
De CONSTANTINO II, CONSTANTE Y
у CONSTANCIO, hi
jos y herederos del Emperador de aquel nombre, es
una constitucion contra el uso de las fórmulas jurí
dicas , fundada, segun unos, en el deseo de simplifi
car esta parte de los juicios, y segun otros, en la
tendencia á destruir antiguos usos. Entonces se es
tablecieron por vez primera los impedimentos de
160

matrimonio por disparidad de culto y por parentes


co. Se introdujo la prescripcion inmemorial , ó de
cuarenta años. Se modificó el rigorismo antiguo
sobre la indispensable institucion de heredero. Se
prohibió al padre adquirir la herencia dejada al hijo
infante ó menor de siete años . No podia entablarse
la queja de inofficioso testamento si el padre dispo
nia que se completase la legítima al hijo deshere
dado. En la sucesion intestada de un soldado que
no dejaba herederos, era preferido al fisco su regi
miento (vexillatio). La madre y el patrono podian
revocar las donaciones hechas á los hijos ó libertos,
las primeras por ingratitud , las segundas por haber
tenido despues hijos.
De triste celebridad y de recordacion odiosa se
ha hecho , por su apostasía, el nombre del empera
dor JULIANO . Nada necesitamos decir acerca de él,
porque sus hechos son por desgracia bien conocidos .
Fué su constante tendencia fortalecer las prácticas
antiguas contra las provechosas innovaciones que
introdujo el Cristianismo, y todo su afan el de des
truir la Religion de Jesucristo y levantar nuevos al
tares á los dioses de la República. Soñó en mal
hora que iba á restablecer la antigua constitucion
del Imperio, con su derecho sagrado, su derecho pú
blico, sus falsas divinidades, y sus recuerdos de
otros tiempos . No conoció que el descrédito inmenso
del politeismo, y la veneracion profunda de que era
objeto el Cristianismo, hacian estériles sus locos
proyectos, y no dejarian á sus reformas más vida que
la suya propia. Afortunadamente fué corta su dura
cion en el trono. Dos años se mantuvo en él , duran
te los cuales dió algunas constituciones que se en
161

cuentran en los Códigos . Y al sucederle el empera


dor JOVIANO, no pudo ocultársele que su primer de
ber era borrar, con medidas reparadoras, las deplo
bles locuras de su antecesor .
De los reinados de VALENTINIANO I, su hermano
VALENTE , y sus hijos GRACIANO y VALENTINIANO II,
son la prohibicion impuesta a la mujer de casarse
hasta un año despues de muerto su marido; la que
concedia al que denunciaba á un mendigo apto para
trabajar, la propiedad ú otro derecho análogo sobre
él ; la que permitió dejar a los hijos naturales hasta
la dozava parte de la herencia ; la que restringió la
querella de inofficioso testamento al término de cin
co años; y la que ampliaba el derecho de sucesion
recíproca entre la madre y sus hijos.
Las arras en señal de matrimonio no se resti
tuirian cuadruplicadas por falta de su celebracion ,
cuando la novia era menor de diez años. En los pro .

cedimientos judiciales debia ser todo escrito, que


dando obligada la parte vencida á pagar al vencedor
las costas y una parte de la suma consignada judi
cialmente .
TEODOSIO I , llamado tambien TEODOSIO EL GRAN
DE, prohibió, bajo muy severas penas, los matrimo
nios entre primos hermanos ; hizo imposible la ven
ta de los hijos, declarando que ningun derecho se
trasmitia por ella al comprador; ordenó que las viu
das , para poder ser tutoras, renunciasen á las se
gundas nupcias , y que , en caso de contraerlas , los
bienes del nuevo marido sirviesen de garantía á
los hijos del primer matrimonio.
ARCADIO Yу HONORIO impusieron al divorcio graves
penas cuando se verificaba por causas leves . A las #

11
162

utilidades del hijo de familias en la administracion


de justicia ó el foro , les dieron la consideracion de
peculio castrense. A los escritos dirigidos al Empe
rador, en que designaba el firmante la persona á
quien dejaba sus bienes, les concedieron el valor de
testamento .
TEODOSIO II y VALENTIANO II determinaron las
causas por que podia verificarse el divorcio. En su
tiempo empezó á darse á los testamentos la forma
que más adelante tuvieron, con las firmas del testa
dor y los testigos. Débese á estos Emperadores otra
disposicion , inspirada por un noble espíritu de pro
teccion al Cristianismo, en cuya virtud las iglesias
ó conventos podian heredar á los que morian sin
testamento ni herederos ab intestato .
Dispuso LEON I que las obvenciones de los car
gos eclesiásticos fuesen para el hijo como un pecu
lio castrense. Nada más justo que una disposicion
semejante, cuando ya se habia dado este carácter á
otras utilidades que no tenian tan respetable proce
dencia. Por otra parte, al sacerdote cristiano, áun
cuando fuese hijo de familia , debia considerar
sele como persona constituida en dignidad , y
acreedora al mayor respeto en la familia misma.
Tambien declaró válidas las estipulaciones ។, aun
que no hubiesen mediado en ellas las fórmulas so
lemnes.
Aquel poder paterno tan riguroso en lo antiguo
entre los romanos , sufrió nuevas restricciones en
tiempo de ANASTASIO, si bien por medios que ten
dian á conciliar los derechos de familia. Dispuso
además este Emperador que cuando un acreedor
cediese á otro su crédito, sólo diese derecho esta ce
163

sion à reclamar del deudor lo que el cesionario ha


bia recibido al hacerla .
De JUSTINO es una disposicion que dió forma y
carácter especial al testamento del ciego.
El último de los Emperadores del periodo que
recorremos, el insigne JUSTINIANO, concedió a todos
los manumitidos , sin distincion alguna , el derecho
de ciudadanos romanos : dispuso que el esclavo po
seido a la vez por vários dueños pudiese recobrar la
libertad; y que instituido heredero un esclavo , se
entendiese por ello declarado libre . Prohibió las
nupcias entre paganos y los que habian recibido el
bautismo. Consideró la oblacion á la curia (oblatio
curie ) como medio de adquirir la pátria potestad .
Dispuso que este poder pudiese abdicarse por de
claracion ante el magistrado , sin necesidad de ce
2

lebrar para ello la venta simulada . Abolió la dife


rencia que de muy antiguo existia entre las cosas
mancipi y las nec mancipi, y la que separaba los
fundos itálicos de las propiedades fuera de Italia.
Asimiló la usucapion á la posesion longi temporis,
fijando en tres años su duracion , con aplicacion
siempre a las cosas muebles. Prohibió enajenar el
fundo dotal , ni áun consintiéndolo la mujer; y fa
voreció los derechos de ésta á la reivindicacion de
la dote . Dictó, en fin, várias disposiciones relativas
á la herencia y á los modos universales y singula
res de adquirir, que figuraron despues en los Códi
gos de su época .
Poco podemos decir sobre el estado de la juris
prudencia romana en este periodo. Ya en el reinado
de ALEJANDRO SEVERO se habia elevado esta ciencia
á tanta altura , que no podia mantenerse en ella
164

mucho tiempo; fuera de que las vicisitudes políti


cas y civiles habian contribuido no poco áá alterar su
antiguo carácter. Diremos , sin embargo , lo más
2

digno de notarse sobre su estado en este periodo,


dando noticia de las escuelas, los jurisconsultos, sus
obras, y el método que se seguia en la enseñanza del
Derecho .
Entre los establecimientos destinados a la ense
ñanza del Derecho , que en diferentes puntos del
imperio existian con la denominacion de escuelas,
merece particular mencion la de Berito, en Siria,
tan célebre por su importancia literaria como por
sus tristes vicisitudes y su trágico fin . Llegada á su
mayor auge en los siglos III y IV, fué destruida dos
veces por otros tantos terremotos; y reedificada en
ambas, pereció definitivamente en el incendio de
Fenicia .
A este periodo de nuestra historia, y tambien al
anterior, como contemporáneos que fueron de Dio
cleciano y de Constantino, pertenecen los dos céle
bres jurisconsultos GREGORIO Y HERMÓGENES, auto
res de los dos Códigos, Gregoriano y Hermogeniano.
Más afamado aún el segundo que el primero , nos ha
dejado un epitome ó compendio de Derecho. Bien
conocidos son además en la historia dos célebres
jurisconsultos de este periodo , AURELIUS ARCADIUS
CHARISIUS, y JULIUS AQUILA .
Puesto de honor y de preeminencia reclama al
frente de los jurisconsultos de este periodo el empe
rador JUSTINIANO, áá quien se debe la obra monumen
tal de que más adelante daremos cuenta. A su lado
debemos colocar á TRIBONIANO , hombre de grandes
conocimientos y poseedor de una rica coleccion de
165

libros de derecho. Junto á él figura tambien TEÓFILO,


el más antiguo de los jurisconsultos de esta época ,
autor de un excelente comentario á la INSTITUTA,
en la que tambien tomó parte . Sus trabajos sobre
el Código y las PANDECTAS no tienen tanta impor
tancia ; y lo mismo podemos decir de los de sus
contemporáneos y colaboradores , DOROTHEUS, Tha
LELEUS, THEODORUS HERMOPOLITES, Y CYRILLUS.
Aunque ignoramos quién fuese su autor, consta
que con el título de Collatio Mosaicarum et romana
rum legum , se escribió en esta época una obra
destinada áa comparar las leyes de Moisés con las
romanas, y áá demostrar que en las primeras tenian
su origen las segundas . Otra obra titulada Consulta
tio veterisjurisconsulti , se escribió tambien en este
periodo ( 1 ) ; y como lo indica el epígrafe, era una co
leccion de consultas ó una série de investigaciones
acerca de la doctrina antigua de los jurisconsultos,
sobre algunos puntos de derecho . La opinion de Pau
lo , de cuyas sentencias contiene una gran parte , se
ve en ellas generalmente preferida a las demás .
Nada decimos en este capítulo sobre otras colec
ciones legales que , más ó ménos incompletas, han
llegado hasta nosotros, y pertenecen por su fecha
al periodo que recorremos ; porque en el siguiente,
y antes de reseñar los importantes trabajos de Jus
tiniano, á que principalmente está dedicado, dare
mos de ellas una ligera idea .
Aunque por las noticias que tenemos sobre la
enseñanza del derecho, no puede determinarse con

(1) Ambas debieron publicarse en los primeros años del siglo vi. A
la primera se dió tambien en la Edad Media el nombre de Lex Dei.
.
166
certeza si antes de JUSTINIANO era uno mismo el mé
todo que en todas las escuelas se seguia, sabemos
que en Constantinopla y Berito, cuyos estableci
mientos debian servir de modelo á los demás de esta
clase, habia cuatro profesores (antecessores ), á quie
nes se confiaba la direccion é inspeccion de ellos , y
que los estudiantes de jurisprudencia cursaban cin
co años, si bien no se consideraban verdaderos dis
cípulos sino en los tres primeros, que se dividian
2

en dos partes, estudiándose en el año dos materias


distintas . Variaban las denominaciones de los esco
lares a medida que adelantaban en su carrera . El
primer año se llamaban Dupondii, y estudiaban la
Instituta de Gajus y los cuatro libri singulares de tu
telas, dotes , testamentos y legados . El segundo año
se llamaban Edictales, y aprendian el Edicto, ó más
bien los escritos de Ulpiano acerca de él. El tercero
se les llamaba Papinianiste, siendo la materia del
curso las estipulaciones y ocho libros de los diez y
nueve de las respuestas de Papiniano . El cuarto se
llamaban Lyte , y se ejercitaban en interpretar los pa
sajes de los jurisconsultos con la ayuda de los es
critos de Paulo. El quinto se denominaban Prolyte,
dedicándose al estudio de las constituciones. Los
profesores omitian en sus explicaciones las doctri
nas y prácticas que habian caido en desuso .
Tomando por base de su reforma el sistema an
tiguo, modificó Justiniano este método de enseñan
za . Los principiantes se llamaban Justinianiste , y
estudiaban su Instituta y la parte primera (prota ) de
las Pandectas (lib. i al iv inclusive) . Aprendian en el
siguiente año la segunda parte de las Pandectas ,
llamada dejudiciis, ó la tercera, que trata de los con
167

tratos que se perfeccionan con la cosa y con el con


sentimiento, mediante á no estar en uso los que se
perfeccionaban con la escritura ( litteris). Estudiaban
asimismo el tratado de ' cosas (de rebus, lib. XII
al xix inclus. ) ; y á esto se agregaban, como libri sin
>

gulares, el XXIII, XXVI, XXVIII y Xxx, comprendidos , .


unos en la cuarta parte (lib . xx al xxvii) , y otros en
la quinta (lib . XXVIII al xxxvi) . Estudiaban el tercer
año las materias omitidas en el primero, y los tres
libros xx, xxi y xxii, que más tarde recibieron
7

el nombre colectivo de Antipapinianus. El cuarto


año leian los diez libros restantes de la cuarta y
quinta parte de las Pandectas. Y el quinto se desti
naba á una parte de las constituciones imperiales ,
la sexta de las Pandectas (lib . XXXVII al xlv inclus .),
y la séptima ( lib. XLVI hasta el fin ), de las cuales
ninguna tenía denominacion especial.
Expuesto cuanto se refiere al derecho y á la ju
risprudencia romana en el periodo que nos ocupa ,
demos por conclusion algunas noticias sobre la
constitucion política y eclesiástica del Imperio, y
sobre la administracion de justicia en lo criminal y
en lo civil.
Ofrece en esta parte el periodo que nos ocupa ,
rasgos característicos y especiales , principalmente
en lo que se refiere al alto personal del Estado . Con
cíbese, en efecto, que la influencia poderosa del Cris
tianismo, y la traslacion de la capital desde Roma á
Bizancio, habian de producir modificaciones , así en
la esfera política como en la social y administrati
va : tal fué, entre ellas, el mayor realce dado á algu
2

nas dignidades al propio tiempo que otras iban ex


168
tinguiéndose . Fijaremos nuestra atencion en los
Obispos, y en los patricios y condes del Consistorio.
Elevóse entonces á los Obispos al nivel de los
más altos dignatarios, y vioseles rodeados de aquel
respeto, de aquel prestigio , de aquella considera
cion que lo augusto de sus funciones, el carácter
sagrado de su ministerio, y las grandes virtudes
que los adornaban, parecian reclamar de consuno,
como lo reclamaba tambien aquel conjunto de de
beres de caridad y aquella proteccion constante á los
desvalidos que lleva consigo el espíritu del Cristia
nismo, y que, regado con la sangre de sus mártires,
le valió tantos y tan grandes triunfos. Por el atracti
vo que inspiraba su autoridad , se dió facultad á los
Obispos para emancipar á los esclavos en las igle
sias ; se les llamó á los Consejos que nombraban los
tutores y curadores; y sus dictámenes eran oidos
con respeto por el Emperador en los grandes y ár
duos negocios del Estado.
Como el espíritu del Cristianismo, espíritu de
paz y de amor, era enemigo de las reyertas judicia
les , y la jurisprudencia romana facilitaba las recu
saciones de los jueces yу el recurso á los árbitros ,
esto contribuyó no poco a la intervencion de los
Prelados en la administracion de justicia. Dióles
Constantino un poder jurisdiccional que, aunque
voluntario en cuanto no se relacionaba con los
asuntos del culto y de la Iglesia , era aceptado con
sumo gusto por los fieles, los cuales sometian á él
sus diferencias; produciendo los mejores resultados
en la práctica esta ilustrada y conciliadora inter
vencion.
Dió Constantino el nombre de patricios á los per
169

sonajes eminentes á quienes hizo consejeros ínti


mos. Perpetuose esta dignidad en los siguientes rei
nados, y conferia grande honor a los que de ella es
taban investidos.
Como hemos visto en el anterior capítulo, tenian
los príncipes un consejo ( Consistorium ) en que se
ventilaban los más importantes asuntos . Esta ins
titucion , no sólo halló grande apoyo en Constantino,
sino que se aumentó en su tiempo el número de los
consejeros, denominados Comites consistoriani..
>

Tambien se estableció en Constantinopla un Senado


como el de Roma, que venía á ser el Consejo del
Imperio, como lo era para el Emperador el Consis
torio .
En este, como en el anterior periodo, reunia el
Emperador en su persona todos los poderes. De él
recibian sus cargos y la jurisdiccion aneja á ellos,
todos los magistrados y funcionarios públicos.
Considerábanse como los más importantes los em
pleos de palacio ( Quæstor sacri palatii, prepositus
sacri cubiculi), y en general los denominados pala
tini. Su rango y dignidades estaban sujetos á reglas
fijas, y colocados en gradacion rigurosa, dándose á
sus asignaciones el nombre de sacre largitiones. La
dignidad consular llegó á caer en desuso, como
otras muchas de las antiguas magistraturas roma
nas . El Senado estaba sometido al prefecto de la
dad, y sus atribuciones no eran otras que las de
un tribunal de justicia. Los gobernadores de las
provincias (Rectores) habian recobrado su alta ins
peccion sobre la administracion pública ; pero par
ticipaban de su autoridad los Obispos, porque , como
hemos dicho, les daba su augusto y sagrado carác
170

ter una importancia que sus virtudes venían á enal


tecer y realzar más aún .
Ejercian los cargos municipales los Defensores
de las ciudades y los Decuriones ó curiales; y eran
de la mayor importancia en los actos judiciales y en
los asuntos de administracion local. Tambien se
.

empleaba con frecuencia el ministerio de los Tabe


Tliones, funcionarios públicos que usaban de un pa
pel con sello, denominado protocolum .
Poseia la Iglesia cuantiosos bienes; y léjos de
impedir la acumulacion de estas propiedades, se fa
vorecia, por el contrario , su aumento, proporcionán
dole diariamente nuevas adquisiciones, y con ellas
el rico patrimonio que por espacio de tantos siglos
habia de emplear en beneficio de la sociedad en
general, y muy en particular de los pobres y desva
lidos. Al provechoso y discreto empleo de estas ri
quezas se deben, en efecto, los más grandiosos mo
numentos que la antigüedad nos ha legado, y que
son hoy objeto de admiracion para el mundo entero.
No era muy brillante al fin de este periodo la si
tuacion militar del Imperio. La disciplina y la orga
nizacion del ejército dejaban mucho que desear,
porque los Emperadores no guerreaban , las altas
graduaciones se vendian, y sus compradores las ad
quirian por conveniencia personal, viéndose incor
porados á veces al estado militar personas condena
das áá graves penas por sentencia judicial.
Las rentas públicas estaban en decadencia, por
que las guerras y las construcciones de grandes edi
ficios habian agotado el Tesoro . En vez de los anti
guos impuestos que Augusto estableció sobre las
sucesiones , y que no eran ya , como en otros tiem
>
171

pos, un manantialde riqueza, por el gran número de


personas a quienes se habia dispensado de su pago,
se establecieron otros , enteramente contrarios á la
buena administracion .
Hé aquí lo que sobre el estado político y legal
del Imperio en el periodo que recorremos , podemos
decir á nuestros lectores. La elevacion de Justinia
no al trono de Bizancio inaugura para su historia
una nueva era , en que , reducida á un cuerpo de
doctrina la legislacion romana, se levantó con ella
el monumento legal más grandioso que entre los
trabajos puramente humanos ha conocido el mun
do antiguo, y de que procuraremos dar idea en el
capítulo inmediato.
CAPÍTULO XI.

Compilaciones legales anteriores á Justiniano. - Códigos de


Justiniano, y demás adiciones que componen el CORPUS JU
RIS CIVILIS .

Antes de entrar de lleno en el asunto principal


de este capítulo, que es la exposicion de los códigos
de Justiniano, parécenos, no sólo de la mayor utili
dad, sino áun de necesidad indispensable, dar á co
nocer a nuestros lectores, por una breve reseña his
tórica, los trabajos de codificacion que en los impe
rios de Oriente y Occidente se hicieron desde la
muerte de Constantino hasta la elevacion de Justi
niano á la dignidad imperial, el año 527 de la Era
cristiana.
Creciendo de dia en dia el número de las cons
tituciones imperiales, y siendo, como es sabido, una
de las principales fuentes del derecho , era tanto más
necesario formar de ellas colecciones, cuanto que
se publicaban aislada é independientemente. Así lo
hicieron algunos jurisconsultos , sin que para ello
precediese mandato imperial. De las constituciones
de los emperadores Vero y Antonino formó un es
tracto PAPIRIO Justo: de las de Adriano publicó Do
173

Siteo una coleccion en griego; y además de reunir


ULPIANO las que se dictaron contra los cristianos,
publicó JULIO PAULO seis libros de decretos impe
riales.
Más conocidas que las que acabamos de citar,
son en la historia las que con los nombres de Códi
GO GREGORIANO y CÓDIGO HERMOGENIANO formaron
los jurisconsultos Gregorio y Hermogenes , y que
mencionamos ya en el anterior capítulo: colecciones
así denominadas, aunque su redaccion no fué ofi
cialmente decretada . Créese que se publicó la prime
ra de ellas hacia el año 296 de nuestra Era, y la segun
da hacia el 365. Consérvanse de una y otra algunos
fragmentos, que hoy pueden verse insertos en la obra
Jus civile antejustinianeum , y tambien en otras obras
antiguas, como nuestro Código de Alarico ó Lex ro
mana Visigothorum , la Mosaicarum et romanarum
legum collatio, y la Consultatio veteris jurisconsulti,
de que hemos hablado en el anterior capítulo. Cuál
fuese el órden en que estaban dispuestas estas co
lecciones, no es fácil decirlo; porque los extractos
que de ellas se conocen corresponden á diferentes
títulos, en los que estaban sin duda alguna coloca
das . Ignórase asimismo cuál era el primer Empera
dor cuyas constituciones contenian . Habíalas de
Adriano; pero no sabemos si las habia tambien más
antiguas . En cuanto a los Emperadores en que fina
lizaba cada una de ellas , de la primera se sabe que
no iba más allá del reinado de Diocleciano ; y si bien
se ha creido lo mismo de la segunda, se citan como
pertenecientes á ella rescriptos de Valentiniano y
de Valente .
A estas colecciones siguió en el orden de los
174

tiempos otra compilacion más importante. Tal fué


la que el emperador Teodosio , segundo de este
nombre, mandó formar á Antioco, prefecto del Pre
torio y cónsul que habia sido , asociado de otros seis
jurisconsultos. Publicose el año 438 de nuestra Era ,
y comprende las constituciones promulgadas desde
el tiempo de Constantino. Fué tambien la primera á
que se dió el nombre de un Emperador, llevando,
como era natural, el de aquel por cuyas órdenes ha
bia sido formada: por eso se denominó THEODOSIA
NUS CODEX , Código Teodosiano. Divídese en diez y
seis libros , y éstos en títulos, en los cuales se ha
llan colocadas las constituciones por orden de ma
terias. De los cinco primeros libros, cuatro conte
nian la parte de derecho civil, y por desgracia son
éstos los que más incompletos han llegado hasta
nosotros, hasta el punto de que no se conocian de
ellos más que algunos extractos insertos en el
CÓDIGO DE ALARICO, cuando los trabajos de Closio
en la biblioteca ambrosiana de Milan , y de Peyron
en la de Berlin, han venido á descubrir en este siglo
parte de las constituciones perdidas , que ha publi
cado Pugge en 1825 (1) , despues que ya lo habian
hecho los descubridores Peyron en Turin y Closio
en Tubinga, en 1824. Los libros , desde el sexto en
adelante, se encuentran completos. Contienen las
leyes relativas a las magistraturas ó cargos públi
cos, á los asuntos militares, á los asuntos fiscales,
á la materia criminal, á los trabajos y juegos públi
cos,> y á los asuntos eclesiásticos.

(11 Titúlase su libro, publicado en Roma: Teodosiani Codicis genui


na fragmenta , etc.
175

Dictáronse, con posterioridad a la formacion de


este Código, muchas constituciones , á que por esta
circunstancia se dió el nombre de Novelas, y corren
unidas al mismo como apéndice. Formáronse estas
colecciones para ambos imperios indistintamente;
pero no siendo el derecho que regía en Oriente el
mismo que se observaba en Occidente, acaso no te
nian en aquél otra aplicacion que la de dar á sus
habitantes un conocimiento perfecto de las leyes
6
vigentes en éste.
Contiene tambien el CÓDIGO TEODOSIANO la céle
bre ley de Valentiniano III sobre las citas de los ju
risconsultos , que constituia una especie de tribunal ,
compuesto de cinco de ellos , y en su defecto de
otros que les habian precedido. Al tenor de esta ley,
denominada ley de las citas, se dió una especie de
autoridad legal á las obras de PAPINIANO, de Paulo,
de GAYO, de ULPIANO y de MODESTINO, y subsidiaria
mente á las de aquellos jurisconsultos antiguos cu
yas opiniones y tratados habian ellos admitido,
aunque despues de confrontar sus manuscritos у de
fijarsu verdadero sentido. Cuando las opiniones de
estos jurisconsultos discordaban , debia prevalecer
la de la mayor parte ; en caso de empate , la opinion
de PAPINIANO predominaba ; quedando confiada la
decision, si nada decia , á la sabiduría y prudencia
de los jueces . Esta disposicion favoreció muy poco
á la ciencia, porque, en vez de examinar las opinio
nes y doctrinas de los jurisconsultos, el juez se veia
en cierto modo precisado á contar los votos.
Veíase, entre tanto, ya próxima á realizarse la
emigracion de los bárbaros, que amenazaban des
bordarse del Norte y del Este de Europa para preci
176

pitarse sobre el imperio. La Italia misma , núcleo


y primitivo centro de este imperio, llegó á verse muy
pronto dividida en tantas naciones como provincias
tenía ; y la orgullosa Roma tardó poco en ser domi
nada por los guerreros germanos, que despues de
haber militado en sus ejércitos, despreciaron aque
llos Emperadores, aá quienes vieron débiles y cadu
cos, y entronizaron en lugar de ellos á sus jefes, que
designaban con el nombre de Reges. Constantinopla,
escarmentada por los desastres de la expedicion que
Leon I envió al África contra los vándalos, no se
sintió con fuerzas para oponerse á tan terribles ene
migos .
El derecho romano luchaba en época tan tormen
tosa con el idioma, las costumbres y la ignorancia
de los germanos y de los demás pueblos que les es
taban sometidos. Habíanse levantado en Occidente
muchos reinos sobre las ruinas del Imperio romano;
y en la mayor parte estaban confundidos los súbdi
tos de Roma con los germanos. Conservaban éstos,
en los países que ahora ocupaban, sus antiguas leyes
y costumbres; y aunque los romanos que entre ellos
vivian eran los que sufrian ahora de sus conquista
dores el yugo de la esclavitud, podian, sin embargo,
regirse por las leyes romanas. Este sistema de dere
chos personales, que dominaba á principios de la
Edad Media, no tardó en denunciar á los germanos
la necesidad de compilar para ellos las leyes de su
país, y de formar, para los romanos que habitaban
los nuevos Estados de Alemania, otras compilacio
nes del derecho romano, vigente aún en ellos. For
máronse, en efecto, estas colecciones , y son las
principales las siguientes :
177
El Edicto de Teodorico, EDICTUM THEODORICI, rey
de los ostrogodos en Italia , publicado en Roma el
año 500 de Jesucristo, tomado del derecho romano , y
especialmente del Código Teodosiano, de las Novelas
posteriores y de las recepte sententia de Paulo; si
bien estas fuentes están completamente alteradas y
adaptadas al fin que Teodorico se propuso .
Otra coleccion se nos ofrece, más importante aún
que ésta , no sólo por ser española, sino tambien
2

porque estuvo más tiempo en observancia , y separó


unas de otras las diversas fuentes de la legislacion
romana. Hablamos de la que Alarico II, rey de los
visigodos, mandó hacer , deacuerdo con los eclesiás
ticos y con los ciudadanos romanos, el año 506 de la
Era cristiana. Este Código , denominado BREVIARIO
DE ALARICO ( Breviarium Alaricianum ) venía á ser
un extracto de los Códigos Gregoriano, Hermoge
niano y Teodosiano, de algunas Novelas posteriores ,
у de los escritos de Gayo, Paulo y Papiniano; tra
bajo que llevaron á cabo algunos jurisconsultos, bajo
la direccion de Goyarico , conde palatino, y se pu
blicó para los romanos residentes en el reino. Llá
mase allí leyes ( leges ) á las constituciones y Nove
las; á lo demás se llama derecho ( jus), por ser fruto
de los trabajos de los jurisconsultos que no habian
obtenido la sancion de los Emperadores .
Tiene esta coleccion dos partes : el texto y la in !

terpretacion . Estas partes están por lo comun sepa


radas, excepto en la Instituta de Gayo, donde están
reunidas. El texto reproduce las leyes antiguas , sin
alterarlas ni mutilarlas, si bien faltan algunas . La
interpretacion , escrita en tiempo de Alarico , tiene
por objeto aclarar, ilustrar y aun modificar el tex
12

+
178

to . - A esta compilacion debemos la conservacion


de muchas cosas que de otro modo se hubieran per
dido, en particular los fragmentos de los Códigos 1

Gregoriano y Hermogeniano, y de los cinco prime


ros libros del Código Teodosiano, únicos que se cono
cian hasta los descubrimientos de Peyron y de Clo
sio; así como de las obras de Gayo, Paulo y Papi
niano .
Tambien se conoció entre los borgoñones, desde
el año 517 hasta el 534 , una Lex romana para los
súbditos del imperio allí residentes , denominada
Papiani ( 1) ó Papiniani responsa. Está tomada en
gran parte de las verdaderas fuentes del derecho ro
mano .
1

Tal era el estado de la codificacion en Occidente,


poco antes de subir al trono de Oriente el célebre
Justiniano, cuyo reinado inmortalizaron los genera
les Narsés y Belisario, al mismo tiempo que Tribo
niano le procuró laureles aún más gloriosos que los
que sus generales , siempre vencedores , recogian
para él en las llanuras de África y de Italia .
Fué el primer pensamiento de Justiniano , como
el más natural y sencillo, á la vez que de utilidad
práctica, el de formar una coleccion de las leyes
promulgadas en el último periodo transcurrido. A
este fin hizo reunir todas las constituciones, desde
Adriano hasta su tiempo; y tomando de las compi
laciones anteriores y posteriores cuanto creyó con
veniente , separando lo que habia caido en desuso,

(1) Nació este nombre de un error de Cuyacio, que lo tomó por un


jurisconsulto desconocido, cuando no era más que una contraccion de
Papiniani. El mismo Cuyacio notó despues su error, y lo rectificó.
179

у haciendo las variaciones que las circunstancias


reclamaban , lo clasificó todo por materias , y formó
una obra, que hacia el año 530 apareció con el títu
lo de Código de Justiniano, JUSTINIANEUS CODEX.
Constaba el nuevo Código de doce libros , y al pro
mulgarlo sé prohibió el uso de las antiguas colec
ciones de rescriptos y edictos . Esta compilacion de
Justiniano, que ahora se llama antiguo Código, no
ha llegado a nuestras manos por las razones que
más adelante expondremos.
El natural deseo de reunir todas las leyes en un
solo cuerpo, indujo muy luego á Justiniano á publi
car otras colecciones legales . A este fin encargó á
Triboniano , uno de los principales redactores del
Código, al cual asoció diez y seis jurisconsultos, que
tomara de la antigua jurisprudencia aquellas doctri
nas que aún se podian aplicar a la práctica ; reunien
do estos extractos por materias , sin necesidad de
atenerse al órden establecido por Valentiniano en la
ley de las citas, ni de conservar fielmente la letra
de los textos, los cuales podian suprimir y alterar,
haciendo que desapareciesen las contradicciones
que entre ellos habia, y prescindiendo de lo que ha
bia caido en desuso . Esta importante obra , para
cuya redaccion dió el Emperador diez años de tiem
po, se acabó en solos tres, durante los cuales se com
pulsaron los escritos de treinta y nueve juriscon
sultos, cuyas sentencias se tomaron las más veces ,
no de sus mismas obras, sino de otras, por la pre
cipitacion y la impaciencia con que se trabajó, y el
deseo de ver cuanto antes concluida la obra. Llámase
la Digesta ó Pandecte . En cada extracto , que consta
.

de un principium y de uno ó más paragraphi (pár


:
180

rafos ), se citó á la cabeza el nombre y la obra del


jurisconsulto de donde estaba tomado. Destinósela
especialmente a la práctica, por cuya razon en el
órden de materias se atendió todo lo posible al del
antiguo Edicto .
Publicóse esta coleccion legal el año 533 , dividi
dos sus cincuenta libros en siete pártes, que cor
responden a las del Edicto, de las cuales empieza la
primera en el libro 1 , la segunda en el v, la tercera
en el xii , la cuarta en el xx , la quinta en el XXVIII,
la sexta en el XXXVI y la séptima en el xLv (1).
La primera , titulada Prota, contiene principios y
doctrinas generales ; la segunda (de judiciis), las ac
ciones reales; la tercera (de rebus y en especial de
rebus creditis), los contratos, excepto las estipulacio
7

nes ; la cuarta ( ibri singulares), los testamentos y

(1) Para facilitar el hallazgo de las leyes cuando se las vea citadas,
advertimos que antiguamente se hacia de este modo:
D. (el Digesto) de jure dotium (el tratado á que se refiere), L. (ley)
Profecticia ( la palabra con que empieza la ley), S Si pater (la prime
ra palabra del párrafo que en la ley se ha de consultar).
o bien por este orden :
L. Profecticia ; S Si pater , D. de jure dotium .
Despues se citaron así:
L. Profecticia , 5 (el número que lleva la ley), Si pater 6 (el número
que lleva el trozo de la ley que se busca) , D. de jure dotium .
Y por último:
L. 5, S 6, D. de jure dotium .
En vez del signo D. se usa tambien el de ff, la letra P. (Pandec
tas).- En lugar de la L. (lex) se usa tambien el Fr. (fragmentum ); y asi
se dice : Fr. 5, pár . 6 , D. de jure dotium , 23, 3 (números del libro y del
titulo donde se halla la ley). O bien : D. 23, 3, Fr. 5, S 6.
Más abreviadamente se citan tambien de esta manera : D. 23 ,
3, 5 , 6.
Debe advertirse que los libros 30, 31 y 32 de las Pandectas no se divi
den en títulos, sino en partes, que forman el tratado De legatis et pidei
commissis ; de modo que Dig . lib. 30, 31 ó 32 equivalen á lib. 1, 2 ó 3 De
Legatis. Y se les suele citar de esta manera :
Fr. 103, 3, S D. de Legatis I, ó D. 30.- Y así de los demás.
181

tutelas , y otros tres libros, de los cuales cada uno


contiene várias materias ; la quinta , tambien libri
singulares, los legados y fideicomisos; y la sexta y
séptima , sin llevar epígrafe especial, tratan de
vários asuntos de derecho .
Era esta , sin embargo, una obra demasiado volu
minosa para que al mismo tiempo que sirviese al
objeto que el Emperador se propuso, pudiese servir
tambien para el estudio del Derecho .
Satisfacer, pues , la necesidad de un libro ele
mental fué el objeto de la INSTITUTA , que, en union
de Teófilo y Doroteo, encomendó el Emperador á
Triboniano. Encargóle que contuviese los principios
elementales de la ciencia ; y aunque principalmente
destinado a las escuelas , se le dió carácter de ley.
Formóse en gran parte con los tratados elementales
de los antiguos jurisconsultos, principalmente con
la Instituta de Gajus; tanto , que la division , el
órden de materias y muchos pasajes, son iguales en
uno y en otro ( 1 ).
Al redactar las Pandectas se hallaron en los es
critos de los jurisconsultos algunas opiniones con
trovertidas . Como la ley de las citas estaba anulada ,
y era tanto más difícil atenerse á los votos, cuanto
que ningun jurisconsulto era especialmente prefe
rido á otro, siempre que los compiladores no resol
vieron por sí mismos , puso fin Justiniano á estas
controversias por medio de constituciones , que,
(1) La Instituta se cita por títulos y por las palabras con que empie
zan los párrafos: por ejemplo:
S Fratris vero (primeras palabras del párrafo), 1 (número del li
bro) de nuptiis (denominacion del título) .
O solamente por los números, v. gr.:
S 3 (S 3.0 del título) , I, 10 (número del título).
182
aumentándose poco poco, llegaron hasta el nú
á

mero que indica su título de Las cincuenta de


cisiones . Aunque se ignora si todas se incluyeron
en el nuevo Código de que vamos á dar noticia ,
ni cuál es el medio de ' distinguirlas y conocer
las, suelen serlo , no obstante , por los siguientes
caractéres : 1. ° Que tienen por título : Justinianus
Juliano ó Joanni P. P. 2. ° Que concluyen por estas
palabras : Lampadio et Oreste cons., ó anno pri
7

mo vel secundo post consul. Lampadii et Orestis .


Y 3.° .Que deciden una cuestion controvertida por
los antiguos jurisconsultos.
Publicadas las PANDECTAS y la INSTITUTA, y pro
mulgadas despues las disposiciones de que hemos
hablado, fué necesario reformar el primitivo CóDIGO
para incluir en él las CINCUENTA DECISIONES y las
muchas leyes que Justiniano habia dictado cuando
se formaban las PANDECTAS. Por eso el año 534 se
mandó á Triboniano que, en union con los juriscon
sultos Doroteo , Mena , Constantino y Juan, añadie
se al Código las nuevas constituciones , y lo conci
liase con el DIGESTO y la INSTITUTA . La revision
quedó hecha en aquel año , y la nueva edicion del
Código se publicó el 16 de Noviembre con el título
de Codex repetite prelectionis.
Contiene esta coleccion legal los rescriptos de
los Emperadores desde Adriano hasta Constantino,
y los edictos ó leyes desde este Emperador hasta
Justiniano . Dividióse, como el antiguo Código, en
doce libros subdivididos en títulos, donde están las
constituciones clasificadas por materias , y puestas
por órden cronológico, aunque aá veces no integras,
sino en extracto . Siguióse en su redaccion el mismo
183

órden que en el DIGESTO, y cada constitucion lleva


á su frente el nombre del Emperador que la dictó y
de la persona aá quien va dirigida (1) .
Todavía despues de publicadas estas compila
ciones reinó Justiniano más de treinta años , уy la
legislacion experimentaba alteraciones contínuas,
debidas al saludable influjo que las ideas cristianas
ejercian sobre el antiguo derecho . Numerosas cons
tituciones y decretos se publicaron en este tiempo,
que reformabanó alteraban lo dispuesto en el Código
y las PANDECTAS; y éstas son las llamadas Novelle
Constitutiones, conocidas con el nombre vulgar de
Novelas. No se formó en vida de este Emperador
coleccion de ellas; pero despues de su muerte se
formaron dos . Juliano, profesor de Constantinopla,
juntó 125 é hizo de ellas un extracto que denominó
Epitome ó Liber Novellarum ; extracto que alcanzó ,
andando el tiempo, grande autoridad en Occidente.
Otro autor, cuyo nombre no es conocido , formó asi
mismo una coleccion de Novelas, despues de tradu
cirlas al latin, porque la mayor parte estaban en
griego . Llámase esta traduccion , que ha llegado
hasta nosotros , Versio vulgata Novellarum, y tam
bien Corpus authenticorum , y las Novelas, Auténti
cas ( Authentice ), para distinguirlas del extracto
formado por Juliano.
Los glosadores juntaron más tarde 97 Novelas,
únicas vigentes, de las que formaron nueve colla
tiones; y en ellas, con una sola excepcion, cada No
vela constituye un título. En 1571 publicó Le Comte

(1) El Código se cita como los PANDECTAs, llamando lese á sus dispo
siciones ; por ejemplo: 1. 22, C. Mandati vel contra.
184

otra edicion no glosada ; y en las que se han hecho


despues, las Novelas están numeradas, y por el nú
mero se las cita ( 1 ) .
Siguen a esta coleccion de Novelas trece edictos
del Emperador , que en realidad son otras tantas No
velas, sin más diferencia que contener disposi
ciones locales , que en el dia no pueden ser de uti
lidad .
Inclúyense en el cuerpo del derecho otras cons
tituciones del emperador LEON y los libros de los
feudos; legislacion que corresponde á una época pos
terior, y.de la que hablaremos en uno de los capítu
los siguientes.
Por último, bajo el epígrafe de Tractatus ad jus
varii, se comprenden tambien en el Cuerpo del de
recho las leyes de las DOCE TABLAS, restablecidas
conforme áa las doctrinas de Ciceron y á los trabajos
de Gotofredo. Contienense en él además : algunos ti
tuli ex corpore Ulpiani; las institutiones Gaji con
las notas de Gotofredo; una razon del método ( ratio
ordinis) seguido en los Códigos de Justiniano, y la
historia del derecho romano; ambas del último au
tor mencionado.
Hé aquí, reducida á un diminuto cuadro, la famosa
legislacion romana, que en dos abultados volúmenes
nos ofrece hoy todas las fuentes del derecho espar
cidas en lo antiguo en otros dos mil, y en los Códi-.
gos anteriormente formados por otros Emperadores.
Réstanos ahora exponer , tan brevemente como lo

(1) Por eso , la misma Novela que conforme a la manera antigua


adoptada por los glosadores, habia que citarla diciendo : Auth . de
hæred. ab intestato ven . S si quis, coll. 9, tit. I, se cita hoy mucho más
sencillamente, escribiendo: Nov. 118, cap. I.
185
hemos hecho al reseñar su contenido, la opinion
que debe formarse de este importante trabajo.
No es ciertamente de nuestros dias , sino que es
muy antigua, la polémica sobre las obras legales de
Justiniano . Era ya muy viva en los tiempos en que las
leyes romanas ejercian en Europa universal predo
minio, y en que defendiendo unos y atacando otros
á Justiniano, se dividieron los historiadores y juris
consultos en Justinianistas y Antijustinianistas.
Aceptábase el derecho romano en todas las nacio
nes ; introducíase en sus Códigos , lo mismo en los de
los pueblos ménos cultos que en los de los países más
adelantados; admirábasele como grandioso monu
mento; y atravesaba con gloria las generaciones y
los siglos: mas no impedia esto que fuera objeto de
las más acerbas censuras. « Hasta los más ignoran
tes , dice el jurisconsulto Heinecio, enristran contra
él la pluma, y ya acusan á sus autores de ignoran
tes y estúpidos , ya sueñan con contradicciones y
antinomias, ya arguyen contra el método, el estilo,
el órden y
у hasta el número de los libros... Unos cri
tican á Justiniano porque puso al Código su nombre;
otros porque dividió las PANDECTAS en siete partes, 2

y no en más; otros porque distribuyó la INSTITUTA


en cuatro libros, y no en tres ( 1) . » El mismo Heine
cio confiesa haber participado de los errores de sus
adversarios, y pensar despues de diferente modo.
No entraremos nosotros en esta polémica . No lo
permite la índole de nuestra obra. Ni por otra parte
es tan complicado el punto de que se trata , que ha
yamos menester discutirlo prolijamente. Fué sin

(1 ) Hist. juris rom., cap . VI, S 399.


186
duda alguna un gran pensamiento en Justiniano el
de compilar, como lo hizo , aquella farraginosa y con
>

fusa legislacion , que en su tiempo se hallaba espar


cida en más de dos mil volúmenes. Es muy honroso
para su reinado y para su nombre haber tenido la
perseverancia necesaria para llevarlo a cabo, con tal
prontitud y eficacia , que aún sobrevivió más de
treinta años á sus obras. Y que el mérito de estas
es grande, lo acredita la aceptacion que en todas
partes ha hallado la legislacion romana , hasta el
punto de constituir en la mayor parte de las nacio
nes de Europa la base del derecho que en ellas ha
regido durante algunos siglos , y de estudiarse y
consultarse hoy mismo con respeto y aprecio. Es
este el mayor elogio que de las obras de Justiniano
puede hacerse .
Hay que tener además en cuenta , por lo que toca
al órden y disposicion de las materias , que cada
una de las obras legales de Justiniano tuvo distinto
objeto, y debió, por lo mismo, redactarse de distinto
modo. Uno fué el intento que se propuso Justiniano
al redactar las dos ediciones del CÓDIGO; otro el que
le movió a formar la INSTITUTA ; otro el que inspiró
. la grande obra del DIGESTO. Con arreglo al pensa
miento de cada uno de estos trabajos, es como debe
apreciárseles y .juzgárseles .
Considerados en su conjunto, el servicio que hi-.
cieron a la ciencia es inmenso ; y basta considerar,
para apreciarlo, lo que hubiera sido de Europa en
la Edad Media sin el Derecho romano, sobre todo en
las materias del órden civil . Véase , si no , lo que
fué en España la legislacion foral en los cinco siglos
en que se borró por completo de los cuadernos fora
187

les la nocion de aquel derecho. Compáresela con las


obras monumentales que se levantaron más tarde,
inspiradas en el estudio de la legislacion romana; y
esto nos dará idea de su mérito y del caudal de doc
trina que en ellas se encierra .
Se dice con frecuencia , y como queriendo fulmi
nar una terrible censura contra el DIGESTO, que Jus
tiniano tomó sus doctrinas del periodo transcurrido
desde el Edicto de Adriano hasta Alejandro Se
vero; que las ideas que germinaron en tiempo de
los primeros Emperadores, y durante la República,
se ven allí condenadas al olvido; que Triboniano no
se acordó para nada de la sabiduría de Caton, de los
Escévolas y de Servio Sulpicio, mientras ponia á
contribucion á los escritores sirios , griegos y afri
canos , que miraban el latin como idioma extranje
ro y la jurisprudencia como oficio lucrativo . Pero
hay que tener en cuenta, para apreciar en su verda
dero valor esta objecion, que los jurisconsultos á
quienes encomendó Justiniano la redaccion de los
Códigos, no emprendieron su tarea como curiosos
anticuarios, sino para que tuviesen aplicacion y uti
lidad práctica ; que debian, por tanto , compilar el
derecho vigente ateniéndose a los usos de su tiem
po, y no tomar por norma las ideas republicanas y
las doctrinas paganas, inaplicables á un gobierno
monárquico cuya existencia habia consagrado el
transcurso de más de dos siglos, y al espíritu de la
Religion cristiana, que felizmente predominaba en
él hacía ya largo tiempo, y habia modificado, con
su dulce уy benéfica influencia, el rigorismo, las as
perezas y las notorias injusticias del derecho roma
no propiamente dicho.
188

Por eso, cuando las obras de Justiniano se exa


minan al través de un criterio ilustrado, es imposi
ble no hacerles, lo mismo que á su insigne autor,
la justicia que merecen. En el capítulo siguiente
verán nuestros lectores como las juzga el eminen
té M. Troplong. Otro, tambien muy acreditado en
Francia como escritor jurídico , M. Ortolan , á pesar
de no ser nada afecto á Justiniano, dice, hablando
del punto que nos ocupa: «La mayor parte de los
cambios que introdujo fueron muy acertados y pro
vechosos para su época, puesto que en ella no se
trataba ya de Roma, ni de las instituciones aristo
crático -republicanas, ni del derecho estricto; y por
lo mismo el Emperador, dejando á un lado las que
que en Oriente no eran ya más que inútiles sutile
zas , introdujo otros sistemas más adecuados, más
sencillos y más equitativos . Resultado de ello fué
que cuando en la Edad Media , renaciendo la aficion
del derecho, se fijó principalmente en la obra de
Justiniano, las leyes de este Emperador, más hu
manas y más propias de su tiempo , ejercieron en la
civilizacion europea una influencia que no hubiera
podido alcanzar el derecho sutil y contra naturaleza
que le habia precedido.»
Añadiremos todavía algunas palabras del sábio
aleman Savigny, el cual, hablando de las obras de
Justiniano , dice : «En medio de muchas circunstan
cias desfavorables, fué su eleccion tan feliz y acer
tada, que al cabo de mil trescientos años, y áa pesar
de las lagunas que deja en claro la historia, sus com
2

pilaciones representan el espíritu del derecho ro


mano casi en su integridad, y ningun siglo exento
de prevenciones podrá desconocer en adelante la in
189

fluencia de este gran desenvolvimiento del derecho .>>


Más adelante añade : «Aun cuando se nos presentan
como trastornadoras del derecho antiguo, no son ,
por lo comun, otra cosa sino la expresion racional
de los cambios que sin la intervencion del legislador
se habian ido verificando ; y en este concepto tam
bien está el mérito de parte de Justiniano, cuando se
le compara con los demás legisladores.»
No queremos , despues de lo dicho , prolongar
2

más los límites de este exámen . El de una obra tan


importante como la de Justiniano no es para hecho
en tan breve espacio . Sirvan las precedentes líneas
como mera indicacion de nuestro juicio, y formen
nuestros lectores el suyo con la imparcialidad sere
na que tan bien sienta al hombre de ley, y que es la
prenda más segura de acierto, hasta donde éste cabe
en la falible inteligencia humana.

1
CAPÍTULO XII.

De la influencia que en el derecho civil de los romanos ejerció


el Cristianismo .

Un escritor insigne, que nos ha precedido en la


tarea objeto de este capítulo , y cuyo precioso tra
bajo ( 1 ) utilizamos en el nuestro , ha condensado en
pocas palabras toda la doctrina de su libro. « El de
recho romano , dice , fué más perfecto en la época
cristiana que en el más brillante de los periodos an
teriores : cuanto se ha dicho en contrario es una pa
radoja ó un error : pero, así y todo, fué inferior a las
legislaciones modernas , nacidas á la sombra del
Cristianismo y mejor penetradas de su espíritu . » Y
en efecto : esta es la conclusion que nuestros lecto
raş deducirán de la breve exposicion que vamos á
hacer .
Desde su orígen , como acaece en todos los pue
blos conquistadores y guerreros , estuvo el derecho
romano impregnado de una rudeza y de un rigoris

(1) Influencia del Cristianismo en el Derecho civil de los roma


nos, por Troplong.
191

mo extraordinario. La familia es allí un conjunto de


séres , que no tienen á los ojos de la ley ni áun la
consideracion de personas ,។ hallándose sometidas á
la potestad del padre 7, que ejerce sobre su mujer y
sobre sus hijos la más omnimoda autoridad , y con
ella el derecho de vida y muerte. En los contratos
no es la conciencia , no es la nocion de lo justo y de
lo injusto la que obliga a los hombres, sino el rigor
de la fórmula y de la letra ; y á ella hay que atener
se. Si el vendedor calla algun defecto oculto de la
cosa vendida , no por eso el contrato es menos per
fecto , toda vez que las solemnidades legales están
cumplidas ; y en sentido inverso , el comprador no
>

habrá adquirido derecho perfecto a la cosa , si en la


venta no se han llenado las ritualidades de la ley .
En la propiedad misma hay un derecho preferente
sobre las cosas mancipi, como son la tierra , los es
clavos y los animales; y otro de ménos importancia ,
en el que entran hasta las maravillas del arte y de
de la industria , cuya categoría se reputa inferior á
la de las bestias de carga .
Desde los tiempos de Ciceron habia empezado
ya á oponerse una saludable reaccion contra este
sistema . El Libro de los deberes y el tratado De la
adivinacion y de la naturaleza de los dioses de aquel
orador insigne, prueban que se levantaba sobre la
generalidad de los hombres de su época . Con la au
toridad y los conocimientos que le daba su carácter
de magistrado y de jurisconsulto, acertó a poner en
ridículo las fórmulas , los ritos y las ficciones pre
ponderantes en su tiempo , sosteniendo que en la
razon, y no en las DOCE TABLAS , era preciso buscar
la regla y la fuente del derecho ,។ y que la ley es la

!
192

equidad ( 1) , la cual empezaban ya á proteger abier


tamente los Pretores..
Pero en los tiempos de Ciceron no habia asoma
do aún por el horizonte el Astro radiante que vino
luego á iluminar al mundo con sus resplandores .
Así que apareció el Cristianismo ; así que los Após
toles predicaron en el corrompido imperio romano
su luminosa doctrina , las ideas empezaron á modi
ficarse en sentido cristiano de un modo muy nota
ble. «La esclavitud , dice el jurisconsulto Florenti
no , es una institucion del derecho de gentes , por la
cual se somete un hombre al dominio de otro contra
la ley natural, contra naturam (2) . » «En lo que con
cierne al derecho natural, todos los hombres son
iguales , dice Ulpiano (3) .» Y en otro lugar : «Por el

derecho natural todos los hombres nacen libres (4 );>>


ideas que recibieron su sancion en las modificacio
nes con que Constantino dulcificó la esclavitud .
Ni era posible que dejasen de surtir su efecto los
brillantes escritos que en la última mitad del siglo II
dieron á luz San Justino, Atenágoras , San Meliton,
Teófilo, Apolinario , Taciano , San Ireneo, Apolonio,
San Clemente de Alejandría , y Tertuliano. Bajo el
influjo saludable de estos sábios escritos, la legisla
cion romana empezó a perder su antiguo rigorismo:
el derecho de ciudadanía se extendió a las provin
cias : se llegó hasta á elegir Emperadores que no eran
de Roma, sino de España y del Africa: todas las cla
ses de la poblacion se refundieron en una sola: el
(1) Cic.: De legib., lib. I, números 5 y 6.
(2) L. 3, pár. 1, D. de statu hominis .
(3) L. 33 , D. de reg. juris .
(4) L. 4, D. de justitia et jure.
193

derecho de testar se hizo extensivo á los hijos de


familia y á las mujeres; y no se podia desheredar á
aquéllos sin justa causa .
Ytodavía estos progresos fueron lentos hasta el rei
nado de Constantino. En tiempo de este Emperador
fué cuando más marcadamente empezó la legislacion
á recibir el impulso cristiano. La equidad, á que los
Pretores habian recurrido para contrarestar las injus
ticias del derechoestricto, ganó mucho terreno secun
2

dada por el Cristianismo. El derecho experimentó re


formas considerables en lo referente a las personas.
Los Obispos, investidos por Constantino de muchos
privilegios temporales, intervenian en las diferencias
que se suscitaban entre los ciudadanos , desarrollándo
sea favor de esta intervencion la jurisdiccion eclesiás
tica, que tanto contribuyó al triunfo de la justicia. Los
paganos mismos venianá consultarles y sometianá su
decision sus contiendas . Como las sentencias de los
Obispos se desentendian de las fórmulas judiciales ,
estaban basadas sobre todo en la buena fé, y en ellas
7

habia un grande espíritu de caridad y de verdad, ocio


so es encarecer su provechoso influjo en la jurisdic
cion contenciosa. Á él se debió tambien la mejora que
en su condicion hallaron los pupilos y las mujeres.
El rigorismo formulario espiró al fin algunos años
despues de la muerte de Constantino, bajo el reinado
de Constancio, uno de sus hijos, que eliminó las for
mulas de los legados, de las estipulaciones , las do
náciones , los juicios arbitrales, los testamentos, las
demandas de posesion de bienes , las emancipaciones
y las acciones ( 1) , sobre las cuales habian ejercido
(1) En nueve leyes distintas, que omitimos expresar por no mul
tiplicar las citas.
13
194

tan tiránico dominio . No por esto podremos decir


que los sucesores del gran Emperador secundasen
sus propósitos yllevasen adelantesu empresa. Hubo,
por el contrario, vacilacion y timidez en esta parte;
у la célebre ley de las citas, de Valentiniano III,
puede considerarse como un verdadero retroceso , á
la par que el Código Teodosiano , sin crear nada
nuevo, continuaba la lucha entre el rigorismo roma
no y la equidad.
Pero pasa algun tiempo, y Justiniano, juzgado
con excesiva dureza por los críticos, impulsa nota
blemente á la jurisprudencia romana por las vías
que el Cristianismo le habia abierto . Y es que el
efecto de sus santas doctrinas se habia producido de
una manera completa en tiempo de este Emperador,
y era ya fácil acabar con el reinado del estricto dere
cho. Fuerte con aquel poderoso auxilio, Justiniano
lo atacó en todas sus trincheras, destruyendo las
obras de los grandes jurisconsultos del siglo III ,
cuyos escritos utilizó en lo que se referian al dere
cho nacional , mutilándolos y áun alterándolos en lo
que llevaban impreso un carácter estrictamente ro
mano . «Al obrar de este modo , dice Troplong, faltó
tal vez al respeto debido á los grandes genios; pero
el fin que se propuso era bueno у loable: quiso li
bertar á la jurisprudencia del siglo vi de una tutela
retrógrada; y como cristiano y hombre de su época,
se atrevió a arrancar de raíz un pasado que era aris
tocrático y pagano (1 ) . »
Justiniano borró las diferencias entre los libertos;
niveló las clases libres, y mejoró la suerte de los es
(1 ) Obra citada, cap. VII.
195

clavos; hizo desaparecer las diferencias entre el pa


rentesco masculino (agnatio) y el femenino (cogna
tio); como tambien entre la propiedad civil y la pro
piedad natural ; entre el derecho de usucapion , patro
no de Italia, y el derecho de prescripcion , patrono
del género humano; igualó con los hijos a las hijas
y los niétos ,para las condiciones de la desheredacion;
quitó á la adopcion los exagerados derechos que se
le habian concedido, haciendo que el adoptado no
continuase siendo extraño para sus padres verdade
ros; proscribió las fórmulas minuciosas y sacramen
tales de los testamentos, estipulaciones y procedi
mientos; limitó la queja de inofficioso testamento, que
ántes afectaba a la integridad de éste, al efecto de
modificar sus disposiciones ; hizo cesar las diferen
cias entre los legados, y los igualó para sus efectos
á los fideicomisos; extendió a todas las clases el be
neficio de inventario , sólo concedido en un princi
pio á los soldados ; dió grandes garantías a las mu
jeres para la conservacion de sus dotes , y creó á su
favor una hipoteca general tácita; hizo bajar al seis
por ciento el interés legal del dinero, que antes de
su reinado habia llegado casi al doble; y creó un
sistema de sucesiones que bastaria él solo para in
mortalizar su nombre , el cual daremos a conocer al
final de este trabajo.
Hemos trazado á grandes rasgos y condensado en
pocos párrafos la historia de los progresos que en el
curso de algunos siglos fué haciendo en el derecho
romano la influencia del Cristianismo . Examinemos
ahora los efectos de esta influencia en cada una de
las várias instituciones cuyo conjunto formaba aque
lla sociedad .

)
196
La esclavitud . — Horrible era la suerte de los escla
vos hasta los tiempos de Séneca . Quinto Flaminio,
senador, hizo dar muerte á un esclavo para propor
cionar este espectáculo á un amigo suyo que nunca
habia visto matar a un hombre . Así al menos lo re
fiere Plutarco en su vida . Polion , amigo de Augusto,
hacía arrojar á sus esclavos á los viveros donde
alimentaba unas gruesas murenas, para que les sir
viesen de alimento . Estos dos hechos nos excusan
de explicar á qué grado de abyeccion habia llegado
el esclavo en Roma, y con qué inhumana crueldad
se le trataba . En vano declamaba Séneca contra estos
excesos , y llamaba á los señores al cumplimiento de
su deber; porque sus consejos no eran oidos. Otra
voz más autorizada y elocuente, San Pablo , exhor
taba al mismo tiempo á los amos á tratar con mise
ricordia á sus esclavos, diciéndoles que, lo mismo.
que ellos , tenian un Señor en el cielo : y sin que le
atribuyamos tan próspero resultado, ello es que por
este tiempo dictó Neron la ley Petronia , en que se
prohibió que los dueños de esclavos los entregasen
para combatir con las fieras. Un siglo despues , el de
recho de vida y muerte sobre el esclavo quedó pro
hibido al señor, fuera de algun caso muy extraor
dinario ; y más adelante Constantino calificó de ho
micida, y quiso que como tal fuese considerado , el

señor que de cualquiera manera diese muerte á su


esclavo : tambien estableció Constantino la manumi
sion del esclavo en la iglesia, en presencia del pue
blo y con asistencia de los Obispos, que firmaban el
acta . A tal punto llegó el efecto de estas saludables
medidas , que los pueblos se vieron llenos de un ex
cesivo número de libertos, de lo cual resultó una
197

agravacion del pauperismo, y la necesidad de crear,


á peticion de los Obispos, hospitales y establecimien
tos de caridad .
En los primeros tiempos del Imperio las manu
misiones estaban restringidas , y eran en cierto modo
incompletas, porque los esclavos manumitidos for
maban una clase inferior a la de los ciudadanos.ro
manos; pero decaida ya la importancia de la ciuda
danía desde que se hizo extensiva a todos los vasa
llos del imperio , y excitadas además las conciencias
por las doctrinas santas del Cristianismo, las res
tricciones tuvieron escasa fuerza hasta el reinado de
Justiniano, en que desaparecieron , lo mismo para
manumitir en vida que para hacerlo en testamento ,
borrándose tambien entónces las diferencias que
separaban á los manumitidos de los latinosjunianos
y los dediticios, y produciendo la manumision todos
los efectos de una libertad completa .
No quiere esto decir que la esclavitud se acabase
entonces en el imperio romano. Por desgracia se
mantuvo en pié , porque las grandes reformas se ve
rifican lentamente. La esclavitud no quedó extin
guida hasta los tiempos del feudalismo.
El matrimonio. Era este uno de los contratos
ménos solemnes en Roma cuando apareció en el
mundo el Cristianismo; y desgraciadamente la union
conyugal habia llegado á perder de tal modo su in
mensa importancia y á ser tan general y apetecido
el celibato de la licencia y de la disolucion , como lo
demuestran las leyes Julia y Papia Poppea, que pro
mulgó Augusto con objeto de contrariar tan perni
ciosas tendencias, ,
Nuestros lectores hallarán en otro lugar de esta
198

obra un resumen de sus disposiciones . Bástenos de


cir aquí que aquella sociedad y aquellas costumbres
estaban en este punto completamente corrompidas,
hasta que el Cristianismo vino á derramar su pura
luz sobre tan vital institucion ; y que las leyes de
Constantino, al par que respetaban y hasta alenta
ban el celibato de la continencia y de la virtud , que
tantas almas piadosas empezaron á abrazar entón
ces , purificaron y elevaron los móviles del matrimo
nio. A Justiniano estaba reservado completar esta
obra, declarando válidos todos los matrimonios con
traidos con persona vil ó de condicion reputada
infame.
Tambien las segundas nupcias fueron objeto de
acertadas disposiciones de las leyes romanas, desde
que se infiltró en ellas el espíritu cristiano. Teodo
sio el Grande, con consejo de los Obispos reunidos
en el Concilio de Constantinopla , extendió hasta un
año el tiempo durante el cual estaba prohibido á las
viudas volver á casarse . Los hijos del primer ma
trimonio fueron entonces objeto de un interés espe
cial. La madre que contraia nuevo matrimonio per
dia la propiedad de todas las donaciones y prove
chos que habia recibido en el anterior , la cual pa
saba á los hijos de éste : lo mismo se dispuso en
tiempo de Teodosio II y Valentiniano II respecto al
padre que pasaba á segundas nupcias . Tambien se
prohibieron en ellas las donaciones excesivas en
tre los esposos , cuando quedaban hijos del primer
matrimonio .
Las disposiciones relativas á los impedimentos
procedentes del parentesco fueron , no sólo confirma
das, sino tambien ampliadas por las leyes cristianas,
199
cuyo espíritu tendia á conservar las costumbres de
la familia á cubierto de todo peligro de impureza. A
pesar de que dos emperadores romanos , Cláudio y
Domiciano , se habian casado con sobrinas suyas ,
Constancio prohibió el año 339 esta clase de matri
monio, bajo pena de muerte . El año 355 expidió otro
edicto prohibiéndolo entre cuñados , lo cual estaba
permitido por las costumbres antiguas de los paga
nos, y declarando ilegítimos los hijos nacidos de tal
union. Tambien se prohibieron los matrimonios
entre primos hermanos .
Nada más encarnado en la naturaleza del matri
monio romano que el divorcio; porque , llegando el
poder del marido hasta á ejercer el derecho de vida
y muerte sobre su mujer, ¿cómo no habia de poder
repudiarla? Por otra parte , considerado allí el matri
monio como un contrato consensual , es evidente
que, así como la voluntad favorable lo perfeccionaba,
la voluntad contraria podia disolverlo. Y es lo cier
to que si en los cinco primeros siglos de la repú
blica apenas se conoció el divorcio , desde el año 533
en adelante se practicó con escandalosa frecuen
cia , llegándose en este punto al colmo de la disolu
cion y á un grado de depravacion que se resiste la
pluma á describir. El desenfreno de las costumbres,
no sólo en los maridos, sino tambien en las muje
res, era tal, que las disposiciones de Augusto para
contener el divórcio apenas produjeron efecto sensi
ble; sin que fuesen en esta parte más afortunados
los grandes filósofos que inspiraron á los legislado
res hasta los tiempos de Constantino.
Nada ménos se necesitaba para curar tan grave
mal, que aquellas palabras del Salvador del mundo:
200

«Y yo os digo que cualquiera de vosotros que se case


con aquella á quien repudie su marido , comete
adulterio; » doctrina que llevaron los Apóstoles des
de Oriente á Occidente, y que penetró pronta y pro
fundamente en la sociedad cristiana . Forzoso es de
cir, sin embargo , que la sociedad pagana la resistió
todavía largo tiempo , y que ni Constantino con su
laudable celo , ni Justiniano con su espíritu refor
mador , se atrevieron á llevar sus disposiciones tan
allá como hubieran querido . La empresa era real
mente difícil; pero llegó al fin el dia en que el ma
trimonio se estableció en la legislacion tal como lo
concibió y formuló la doctrina cristiana .
La Iglesia alcanzó este gran triunfo moral ele
vando el contrato de matrimonio á la dignidad de
Sacramento. Levantar al hombre уy á la mujer hácia
las regiones del espíritu, precisamente cuando pare
ce que pueden ejercer mayor predominio sobre ellos
los apetitos de la carne , oponiendo así el más pode
roso dique al grosero sensualismo con el raudal de
la divina gracia, es un pensamiento tan grandioso
y elevado como todos los que brotan de nuestra Re
ligion santa . ¡ Qué diferencia con la antigua Roma ,
donde el matrimonio era un contråto que se perfec
cionaba con el consentimiento , y los ritos religiosos
sólo de una manera accidental venian a autorizarlo !
Inmensa fué la fuerza que prestó al poder religioso
para contener el desbordamiento de las costumbres,
en épocas de triste recordacion , la santidad de la
institucion matrimonial tal como la estableció la
Iglesia de Jesucristo .
Esta saludable influencia obró tambien bajo el.
reinado de Constantino contra la union ilegítima
201 1

que , con el nombre de concubinato , estaba permi


>

tida en Roma bajo ciertas, reglas y condiciones . No


habiendo consideracion alguna capaz de justificarla
ni de hacerla tolerable ante la pureza de la doctrina
cristiana, Constantino se vió precisado á combatirla ,
ya que no de frente, por medios indirectos . Con este
fin concedió la legitimidad á los hijos nacidos de
tal union , cuyos padres contrajesen matrimonio .
Prohibió dar nada á estos hijos ni á sus madres por
donacion ni en testamento ; y prohibió tambien el
concubinato mismo para las personas de alta digni
dad. De esta manera atacó las uniones ilegítimas
desde diferentes puntos de vista , sin lograr por cierto
que sus disposiciones fuesen respetadas en adelan
te , pues esta parte de la legislacion estuvo sujeta á

vaivenes que no intentamos reseñar. Y era natural


que así sucediese : tenía el concubinato en su apoyo
la fuerza de las pasiones desbordadas yy de la corrup
cion de las costumbres. Así es que la lucha contra
él duró todavía una parte de la Edad Media , siendo
preciso , para extirparlo, la saludable y salvadora
prepotencia que el poder espiritual, fuertemente
centralizado , alcanzó entonces en el mundo , у la
enérgica voluntad del Santo y gran Pontífice Grego
rio VII .
El poder paterno.- Más arriba hemos dicho lo
que era en Roma el poder paterno . Quien quiera
formarse idea de su extension , puede ver á Casio
condenando a muerte en el tribunal doméstico á su
propio hijo, por haber abrazado el partido de las le
yes agrarias , y á Fulvio castigar con la misma pena
á un hijo jóven y de amable trato, por haberse afilia
do en el partido de Catilina y de la causa popular.

1 2 !
20
E2T
! ECA
DE
ERSCHO
202

Pero desde los tiempos del Imperio estaba ya en


gran decadencia este omnimodo poder ; y Constan
tino , sancionando las ideas que el tiempo y la in
fluencia cristiana habian ido introduciendo, impuso
la pena de parricida al que matase á su hijo, cual
quiera que fuese el motivo. Coincidiendo con esta
disposicion el crecimiento de la benéfica y salva
dora influencia cristiana sobre las almas , vino todo
á cooperar al mismo fin .
Contribuyeron tambien á mejorar la condicion
de los hijos las mayores facilidades que durante
el Imperio fueron sucesivamente adquiriendo para
disponer de su peculio , el cual sólo se les respe
taba en un principio si era castrense, ó adquirido
durante la guerra ,7 y si disponian de él hallándo
se en el servicio militar. Comenzó el emperador
Adriano á mitigar este excesivo rigorismo, facul
tando para disponer del peculio á los hijos reti
rados del servicio : lo mitigó más todavía Constan
tino asimilando al peculio castrense el adquirido
por el hijo en el servicio del Principe ; y dieron
mayor desarrollo á esta idea sus sucesores , hacien
do extensivo el carácter de peculio del hijo á cuanto
lucrase en el ejercicio de cualesquiera funciones
públicas. Justiniano quitó á los padres el derecho
de disponer de este peculio por muerte de sus hijos
á título de poder paterno , dejándoles sólo el carác

ter de herederos en cierto lugar . Además de esto,


Constantino concedió al hijo sometido al poder pa
terno la propiedad de los bienes que al morir le hu
biese dejado su madre , dando al padre tan sólo el
usufructo : Graciano y Valentiniano el Jóven dispu
sieron lo mismo respecto a la sucesion de los abue
7

203

los; y Valentiniano III dejó al hijo constituido bajo


el poder paterno la propiedad de los bienes adquiri
dos por matrimonio .
Otro tanto sucedió , aunque más lentamente , con
el peculio adventicio, en el cual ejerció el padre por
largo tiempo el dominio supremo. Justiniano con
cedió su propiedad á los hijos, en absoluto y sin dis
tincion alguna, y se felicitaba de haber hecho esta
reforma en nombre de la humanidad ; pero lo cierto
es que era el espíritu cristiano , infiltrado ya en
7

aquella sociedad, el que inspiraba tales disposicio


nes , que, sin amenguar el prestigio de la autoridad
paterna , y áun consultando sus legítimos derechos,
7

que siempre conservó el padre sobre el peculio de


sus hijos en cuanto de él procedia , devolvió a éstos
los derechos de que habian estado privados largo
tiempo .
Uno de los lunares que más a feaban la civiliza
cion romana , y que trató de hacer desaparecer el
Emperador cristiano , fué el derecho de los padres
para exponer á los hijos recien nacidos, o para ven
derlos en edad más adelantada , en caso de indigen
cia . Repugna y hasta horroriza el uso de semejante
derecho , contra el que clamaban Tertuliano y Lac
tancio . No se hizo sordo Constantino á la voz del
preceptor de su hijo , y el año 315, en que se abolió
el suplicio de la cruz y se dieron a la Iglesia otros
testimonios de respetuoso afecto , se ordenó que el
fisco atendiese en todas partes a la necesidad del
padre que tratase de vender á sus hijos, á fin de evi
tar que lo hiciese . No siendo bastante tan caritativo
precepto á extirpar el mal, el mismo Constantino
concedió derechos importantes al comprador del
204

hijo vendido , para, alentarle con esto á alimentarlo


y sostenerlo ; y como no se extinguia, aá pesar de
todo, tuvieron que luchar contra él con empeño los .
sucesores de Constantino . ¡ Tan flaca y miserable es
la naturaleza humana !
La condicion humillante á que la mujer se veia
sometida en Roma, llevó al sexo débil, falto además
de una doctrina religiosa y moral que le hiciese so
portable aquel estado, á buscar la compensacion del
inmenso vacío que en derredor suyo se formaba, en
los goces del sensualismo. «Gustaban las mujeres,
dice un escritor de aquella edad, de presentarse en
carros y comparecer delante de sus esclavos con ricos
vestidos y joyas preciosas; de formarse una corte de
doncellas de tocador, de acompañantes y de eunu
cos ; córte entregada á la molicie , donde figura
ban como ministros y confidentes el peluquero, el
perfumista y el confitero, donde se deliberaba sobre
el agasajo que debia hacerse á la que decia la buena
ventura , al intérprete de los sueños y al aruspice;
donde se ocupaban en mil cosas frívolas, áá que daban
más importancia que al cuidado de la casa .» De
aquí nació, como no podia menos de nacer, el des
bordamiento de las costumbres, de que dan testimo
nio mil hechos inmorales y repugnantes de aquel
tiempo, que causa horror leer en los escritores con
temporáneos . A todo esto, la mujer se hallaba su
jeta á una tutela de sus agnados, que procuraba eludir
recurriendo á ficciones legales .
Necesitábase, para mejorar la condicion de la
mujer, á la vez que una doctrina regeneradora , al
gunas disposiciones que mejorasen su humillante
situacion . Y a la vez que el Cristianismo trajo con
205

sigo esa doctrina, Constantino y aquellos de sus su


cesores que seguian sus huellas empezaron á con
ceder derechos á la mujer, bien convencidos de que
con esto hacian un gran servicio á la causa de que
ellas eran tan poderosos auxiliares. Cierto es que
durante el Imperio las mujeres colocadas en alta po
sicion habian dado algunas muestras de que sabian
ingerirse con éxito en el manejo de los negocios pú
blicos ; pero estos fueron hechos parciales, prelimi
nares de una obra que sólo el Cristianismo podia
realizar, porque sólo de él y de sus doctrinas sacaba
la mujer esa poderosa fuerza que le dió tanta impor
tancia en las glorias y triunfos de nuestra Religion
santa . Y en efecto : á la mujer cristiana se la ve,
como esposa, atraer a su marido á la fé; como es
clava, resistir al dueño que trata de envilecerla; y
como madre, viuda ó vírgen , cumplir importantes
deberes en cada uno de estos estados . La Iglesia
misma las honraba con el título de diaconisas , y les
conferia en ella un ministerio interesante .
A la Religion cristiana debe, pues, única y ex
clusivamente la mujer su rehabilitacion y la rup
tura de sus antiguas cadenas ; y no es maravilla , por
tanto , que fuese el primer Emperador cristiano el
el que primero legislase en favor de su dignidad
hollada y desconocida. No todo se hizo, sin embar
go, en los primeros momentos : la tutela de los hijos
les estuvo negada por mucho tiempo , y es nece
sario llegar al reinado de Justiniano para verla
sancionada en las leyes. Más diremos : la autori
dad materna no fué conocida ni proclamada por la
legislacion romana , ni áun bajo la influencia del
>

Cristianismo: estaba reservado este adelanto a las


206
legislaciones verdadera y directamente cristianas .
No menos poderoso fué el influjo del Cristianismo
en las sucesiones ab -intestato . Fundábanse éstas en
el vínculo de la potestad, no en el parentesco ni en
la sangre. Así es que el hijo legitimo, pero emanci
pado, no era heredero ab - intestato, mientras lo era
el hijo adoptivo; y si la esposa lo era tambien , es
porque se la consideraba bajo la misma potestad , á
semejanza de las hijas. Estos eran los herederos que
se llamaban suyos y necesarios. A falta de herederos
suyos, tocaba la sucesion alagnado más próximo, que
excluia á los más remotos. Sabido es que los agna ,
dos eran los parientes por la línea paterna, los que
estarian sometidos al mismo poder si viviese el jefe
más antiguo. Aun este principio tenía sus limitacio
nes, pues la tia no sucedia a su sobrino, ni la prima
á su primo . En defecto de agnados, pasaba la suce
sion á los gentiles.
La legislacion de los Pretores empezó a modifi
car este injustificado rigorismo, llamando a la pose
sion de los bienes a todos los hijos, sin distincion de
emancipados ó no emancipados. Llamaba asimismo
á la sucesion, no habiendo hijos: 1. °, á los agnados
emancipados, en defecto de agnados que se hubiesen
conservado en la familia: 2. ', á las mujeres agnadas:
3.°, á los agnados que seguian al más próximo, si
éste cedia la herencia: 4. °, a los cognados ó parien
tes por línea femenina : 5.', á los hijos adoptivos .
Gayo encontraba muy buenas y aceptables estas
disposiciones, a pesar de que distan aún de lo que
piden la naturaleza y la equidad, puesto que no es
taban llamados los hijos de las hijas; vacío que vino
á llenar despues Valentiniano III, considerando que
207

los vínculos de la sangre deben anteponerse á todo,


tratándose de sucesiones intestadas; si bien reservó
todavía á los agnados, que eran la antigua base de la
familia romana, la cuarta parte de la herencia cuan
do concurrian con los hijos de las hijas. Justiniano
es el que acabó de echar por tierra esta barrera, dan
.do por completo á los hijos de la hija toda la re
presentacion que tendria en la herencia su madre ,
si viviese .
Como la mujer no tenía en Roma derechos algu
nos , la madre no estaba llamada á la sucesion ab
intestato de sus hijos. Es cierto que, á virtud del
Senado-consulto Tertuliano, la madre que gozaba del
jus liberorum , es decir, que tenía tres hijos siendo
ingénua y cuatro siendo liberta , se contaba en el nú
mero de los agnados ; disposicion hija de una políti
ca interesada en el aumento de la poblacion , más
bien que del deseo de otorgar una recompensa á la
maternidad; pero la que no tenía la fortuna de ser
tan fecunda, quedaba en un todo postergada á los
agnados. El Cristianismo vino en su auxilio, conce
diéndole, por una disposicion de Constantino, la
tercera parte de la herencia cuando concurria con
tios agnados y con hijos y nietos de éstos ; pero
todavía eran preferidos los hermanos consanguí
neos de su propio hijo , y en este terreno se fué
adelantando tan, lentamente, que la reforma no llegó
á ser completa hasta los tiempos de Justiniano, que
la abordó de frente, asentando el imperio de la equi.
dad sobre las tuinas del estricto derecho de agnam
cion. Las madres que tenian un hijo, como las que
tuviesen cuatro , fueron llamadas á la sucesion in
testada de sus hijos con preferencia á los agnados,
208

sin tener en esta sucesion más conjuntos que los


hermanos y hermanas de su hijo difunto, declarán
dose la cognacion igual a la agnacion , y concedién
dole las mismas prerogativas.
A la vez que la influencia santa del Cristianismo
logró rehabilitar los derechos de la madre, rehabilitó
asimismo los derechos de los hijos emancipados ,
que caducaban todos porque su base era , como antes
indicamos , la potestad, de la cual salian con la eman
cipacion . Ya el emperador Anastasio comenzó esta
reforma el año 498 , haciendo a los emancipados de
igual condicion que los cognados ; pero el que la
llevó acabo por completo fué Justiniano, aboliendo
en un todo estas diferencias, y haciendo de igual
condicion a los hijos emancipados que aá los que se
mantenian bajo la potestad del padre. Otra reforma
no ménos equitativa se debe á Justiniano , que cada
dia iba echando por tierra uno de los baluartes de la
antigua fortaleza . A las agnadas más remotas que la
mujer se las habia considerado en la sucesion intes
tada como cognadas ; y así las tias eran excluidas
por un agnado de grado más remoto . Justiniano hizo
desaparecer esta diferencia por una constitucion del
año 532 .
Y no se contentó con estas reformas parciales,
en materia de sucesiones intestadas, el gran legis
lador del siglo sexto. Manteníase todavía vigente en
su tiempo la preferencia de los agnados sobre los
cognados ; hasta tal punto , que para favorecer á
cualquiera de éstos se le colocaba en la clase de
aquéllos. Muy luego se cansó Justiniano de seguir
este sistema , ocasionado á mil anomalías y dislates;
y como cumplia á un Emperador cristiano, sustituyó
7
209

á la ley civil, basada en la potestad, la ley natural,


basada en el parentesco . Como consecuencia de este
principio, los primeros llamados á la sucesion in
testada fueron los descendientes , lo mismo si esta
ban en la pátria potestad que si habian salido de
ella . A falta de descendientes entraron los ascen
dientes , sin preferencia entre las líneas paterna y
materna; y habiendo hermanos, se dividia la heren
cia entre ellos y los ascendientes. En defecto de
ascendientes se llamó á los colaterales, prefiriendo
los más próximos á los más remotos, уy sin tener en
cuenta el sexo, gozando de iguales derechos las lí
neas masculina y femenina. Hé aquí la bella crea
cion de Justiniano en materia de sucesiones intes
tadas;; creacion que bastaria por sí sola para honrar
su nombre, y que se ha perpetuado a través de los
siglos, no hallándole nosotros más defecto que el
alejamiento en que en ella se deja á la viuda del
difunto .
No es necesario preguntar qué espíritu animaba
á Justiniano al emprender tales reformas, porque se
le ve brillar á través de ellas. Era el espíritu cris
tiano, que destruyendo los duros privilegios de la
potestad y de la agnacion, les sustituia los derechos
de la naturaleza y de la sangre . Era la doctrina de
Jesucristo , que subyugaba y dominaba á las escuelas
de Alejandría y de Berito. Y fuera vano empeño bus
car en otra parte la causa eficiente de tan radicales у
provechosas reformas . Quien eche una ojeada á las
naciones de la antigüedad gentílica y vea cómo se
legislaba en ellas acerca de la sucesion hereditaria,
no necesitará mucho estudio para convencerse de
que esa noble causa de los afectos naturales y de
14
.
210
los vínculos de la sangre y del parentesco no tuvo
otro campeon más esforzado. ni resuelto que el Cris
tianismo, cuyo brazo ejecutor fué el gran Justinia
no, y á quien habian precedido como iniciadoresde
I estaobra los que, impulsadospor el mismo espíritu ,
habian ido poco áa poco entronizando laequidad sobre
las ruinas del derecho estricto.
Estas grandes y sábias reformas han merecido
los ataques de una escuela jurídica alemana, titula
da clásica, que, considerando la jurisprudencia ro
manadesdeun punto de vista especial, combate cuan
to no está de acuerdo con su manera de ver. No ha
escaseado por cierto contra el grande Emperador ni
las diatribas ni los más duros epítetos, pero las re
formas de Justiniano cuentan con demasiado apoyo
en la opinion pública, para que sus opositores logren
impugnarlas con éxito. La prueba de esta verdad es
que la legislacion de Justiniano ha llegado hasta
nuestros tiempos, y ha estado y continúa vigente en
2

gran parte de sus disposiciones, siendo objeto de la


admiracion de los jurisconsultos de nuestra época, y
dándosele el nombre de la razon escrita .
CAPÍTULO XIII.

Vicisitudes de la legislacion romana con posterioridad a los


tiempos de Justiniano.

Ardua é inacabable empresa sería la nuestra , si


al describir las vicisitudes que la legislacion bizan
tina experimento desde los tiempos de Justiniano
hasta los nuestros , nos propusiéramos bosquejar
asimismo, dentro de los estrechos límites de un ca
pítulo, el aspecto siempre vário queesta legislacion
iba ofreciendo en tan dilatado periodo, y las causas
que á sus contínuas variaciones dieron motivo. La
exposicion histórica de sucesos importantes , y de
la índole y costumbres de los pueblos de la Edad
Media, causas que influyeron de consuno en la pre
ferencia dada unas veces á este estudio , y en el>

abandono á que otras ser veia condenado, fueran ob


jeto de extensos capítulos у
y dieran lugar a observa
ciones muy importantes , si hubiese de hacerse con
la detencion que el asunto exige y la elevacion con
que otros escritores lo han tratado. Pero ni puede
entrar este pensamiento en el plan de la presente
obra, ni aquí nos proponemos otra cosa sino indi
:
212
car , en una breve relacion histórica, las vicisitudes
de la legislacion romana desde que la silla de Cons
tantinopla quedó vacante por muerte de Justiniano .
En el imperio de Oriente reclaman nuestra aten
cion las versiones griegas de los Códigos, la colec
cion de Basílicas del siglo ix , y las Novelas del
emperador Leon .
Como el idioma latino, en que Justiniano habia
escrito sus Códigos, andaba tan al uso entre los bi
zantinos como su antiguo idioma , poco tardaron en
ser traducidas al griego, ya con gran concision, ya
con extension desmedida: muy rara vez se hicieron
estas traducciones literalmente y con la fidelidad
debida. Pero aunque destituidas de autoridad le
gal, fueron en lo sucesivo estas versiones más co
nocidas que los originales, y eran los únicos ejem
plares que, así de la INSTITUTA como del DIGESTO Y
del Código , andaban en manos de los profesores y
alumnos . Agregáronse á estas obras muchas consti
tuciones de los sucesores de Justiniano ; y aunque
él habia prohibido expresamente que sus compila
ciones se tradujesen , no respetaron la prohibicion
los jurisconsultos que en pós de él vinieron . Muy
luego se vió aparecer comentarios y escritos sobre
la práctica del derecho, llegando á hacerse la juris
prudencia tan complicada , y tan difícil el uso de
los Códigos de Justiniano, que tres siglos despues
era ya necesaria una nueva compilacion del derecho ,
tal cual lo entendian y aplicaban entónces los tri
bunales .
Débense al emperador BASILIO MACEDON los pri
meros ensayos de esta obra . El año 876 mandó for
mar, con destino á la enseñanza 2, un curso de los
213

derechos romano y griego . A otra comision de juris


consultos encargó más adelante una nueva compi
lacion, en lengua griega . Echose mano para esta
obra de las traducciones ya indicadas y de los co
mentarios á las obras de Justiniano, formando un
todo con las colecciones de este Emperador, sus
constituciones y las de sus sucesores en el imperio
de Oriente . Muerto Basilio Macedon antes de reali
zar su plan el año 886 , dió la última mano á esta
obra su hijo, LEON EL FILÓSOFO , y se publicó en su
reinado con el nombre de Basílicas (1) . Constaba
de sesenta libros, divididos en títulos . No veinte
años despues , en 910 ó 911 , como generalmente se
dice, sino despues del año 945 , hizo una nueva edi
cion de las Basílicas en griego el emperador Cons .

TANTINO PORFIROGÉNETO , yу la llamó BASILICA REPETI


TÆ PRÆLECTIONIS . Es una obra de grande utilidad
para explicar los libros de Justiniano. Sólo poseemos
hoy de ella treinta y seis libros completos ; hay in
completos otros siete , y de los diez y siete restantes
sólo se conocen los extractos de CARLOS ANIBAL FA
BROT, que en 1647 publicó en París una excelente
edicion de las Basílicas con su traduccion latina , á
la cual hizo Reitz en 1752 algunas adiciones .
Debense al emperador Leon, además de las Basi
LICAS, muchos nuevos decretos, por los que desde el
año 887 hasta el de 893, alteró notablemente algunas
disposiciones de Justiniano. Ciento trece Novelas
comprende la coleccion que él mismo hizo de ellos,
En un principio se escribieron éstas en griego ; pero
(1) En dos conceptos puede convenirle este nombre; o por honrar con
él la memoria de su padre, ó porque se deriva de una palabra griega
que significa Constituciones Imperiales.
214

Aquileo las tradujo al latin en 1560, y nuevamente


impresas el año siguiente, quedaron desde entonces
comprendidas en el cuerpo del derecho.
Entre los escritores griegos que cultivaron des
pues el derecho romano , y escribieron acerca de él ,
y especialmente sobre las BASÍLICAS , alguna obra
importante, merece citarse á CONSTANTINO HERME
NÓPULO , que en 1382 murió en Bizancio ,។ dejando
escrito un Manual de derecho romano-griego , divi
dido en seis libros. Lo publicó por primera vez en
París , en 1540, TEODORICO AMADEO. La mejor edicion
de esta obra es la que el jurisconsulto Reitz dió á
luz, con una version latina, en 1780.
A esta breve noticia sobre las vicisitudes que
corrió el derecho romano en el imperio de Oriente,
añadiremos, deteniéndonos algo más en ellas, las
que experimento en el imperio de Occidente.
ITALIA. No era, en verdad, á esta parte del im
perio á la que Justiniano habia destinado principal
mente sus compilaciones legales; pero cuando, ven
cedor de los ostrogodos el año 535 , reconquistó esta
7

preciosa porcion de su reino , quiso que en ella ri


giesen sus Códigos , y que sirviesen tambien para
la enseñanza en las escuelas. Observóse desde en
tonces en Italia el derecho romano , no obstante las
revueltas que la agitaron en los dos siglos siguien
tes , y áun despues bajo la dominacion de los Lom
bardos y Francos. El Código y las NOVELAS tuvieron
allí mayor
mayor autoridad que las PANDECTAS; y cuando
dominaron á Italia los Francos , allí se introdujo
nuestro BREVIARUM ALARICIANUM , de que hemos
dado idea en el capítulo undécimo.
Aunque el olvido en que cayeron las ciencias y

1
215

las artes, y la influencia de las costumbres predo


minantes en la Edad Media , no permitian esperar
>

entonces ningun trabajo científico sobre el derecho


romano, tenemos, no obstante, un libro de esta épo
ca , conocido hace siglos con el nombre de BRACHY
9

LOGUS. Contiene una sucinta exposicion del derecho,


basada principalmente en la INSTITUTA , aunque tam #

bien se tuvieran presentes para su composicion las


PANDECTAS, el CÓDIGO y las Novelas . No es conc
cido el autor de este libro . El título de BRACHYLOGUS
se lo dió más adelante un editor. La obra debió es
cribirse en Lombardía hácia el año 1100 de la Era
cristiana . Dásele tambien el nombre de CORPUS
LEGUM ,

Fué en el discurso de este mismo siglo , época


de los célebres glosadores, cuando verdaderamente
renació en Italia la aficion a la legislacion romana;
y entonces la tomó por objeto de sus trabajos la es
cuela de Bolonia. El primero de quien sabemos que
enseñase allí el derecho fué PePO , á quien siguió
IRNERIO Ó WERNER, que alcanzó una reputacion bri
Hante (1) , y enriqueció las compilaciones de Justi
niano con notas interesantes, á que llamó glosas, ya 2

sobre la doctrina , ya sobre el sentido mismo de las


palabras. Añadidas estas glosas á los manuscritos ,
estaban en un principio unidas al texto , junto a las2

palabras cuyo sentido explicaban ; despues se escri


bieron al márgen , bien al lado del texto , bien de >

bajo. Muerto IRNERIO , siguieron el mismo método


sus discípulos y los que á éstos sucedieron ; de
(1) Magister Guarnerius ó Wernerius de Bonnonia, se le llama
tambien en los escritos del siglo xii. Odofredo le llama primus ilumi
nator scientiæ nostrve . (Gloss. ad Fr. 6, D. 11.)
216
donde les vino el nombre de glosadores, con que
son vulgarmente conocidos .
Fueron los más célebres de ellos BÚLGARO Y
MARTIN GOSIA , HUGO DE PORTA RAVENATE y JACOBO ,
todos cuatro discípulos de Irnerio ; PLACENTINO y
Pilio , discípulos de Martin Gosia ; JUAN BASIANO Y
ALBERICO DE PORTA RAVENATE , discípulos de Búlga
ro; Azon, discípulo de Basiano; HUGOLINO PRESBITER
y JACOBO BALDUINO ACURSIO , discípulos de Azon ; y
ODOFREDO, discípulo de Hugolino . Prestó el juris
consulto ACURSIO un gran servicio á la ciencia ,7 re
uniendo las glosas esparcidas de sus predecesores,
de las que formó una glosa ordinaria, á la cual puso
algunas notas . Más adelante se aumentó esta glosa
con adiciones tomadas de los jurisconsultos que le
siguieron.
Ilustraron tambien los glosadores el CODEX REPE
TITÆ PRÆLECTIONIS , intercalando en las constitucio
nes reformadas, especialmente por las Novelas , ex
tractos de estas disposiciones , con las correspon
dientes citas. A estos extractos se llamó despues
Authentice , que no deben confundirse con las No
velas, llamadas asimismo Authentica por los glosa
dores ( 1) . Incorporáronse con el Código, y en forma
de glosas, en todas las ediciones del Cuerpo del De
recho , y se distinguen por los caractéres con que
están escritas (2) .
De dos clases son las auténticas que se encuen

(1) Créese que trae su origen este nombre de que se las llamó glossce
authentica ; pero es más probable que de la inscripcion in authentica
haya nacido la denominacion abreviada Authenticce .
(2) Para citarlas se hace de este modo:
1
Auth . (denominacion general) Et non observata (primeras palabras de
217

tran en el Código. La mayor parte , en número de


doscientas veinte, son extractos de las Novelas , y
sólo tienen fuerza legal en cuanto están conformes
con la fuente de donde se tomaron. Otras , en nú
mero de trece, son extractos de las constituciones
de Federicos I y II, emperadores de Alemania en la .
última mitad del siglo xir ; y se llaman Authentice
Fridericiane. Estas las insertaron en el Código, en
forma de extracto, los catedráticos de Bolonia; y por
ser más recientes, suelen consultarse con preferen
cia á las otras. Conócense por la inscripcion Nova
Constitutio Friderici, y se citan como los extractos
de las Novelas .
Tambien introdujeron los glosadores en la INSTI
TUTA, como ántes lo habian hecho en el Código, ex
tractos, en forma de auténticas , de las Novelas que
derogaban sus preceptos; mas sólo algunos manus
critos glosados de la INSTITUTA tienen estos extrac
tos, de que carece la mayor parte de las ediciones
que de esta obra se han hecho. Sus diferencias, que
son notables, con las glosas ordinarias, pasaron por
mucho tiempo inadvertidas, y estaban casi olvida
das , cuando Hugo y Savigny llamaron hacia ellas la
atencion de los jurisconsultos .
FRANCIA . En el antiguo reino de los Francos,
que en tiempo de Justiniano comprendia á la Galia,
regian el BREVIARIO DE ALARICO y el Código TEODO
SIANO (1) . Durante la Edad Media rigió en Francia
la auténtica ), C. ( el Código) De testamentis ( la inscripcion del titulo en
que se halla la auténtica) .
o bien :
Auth . Et non observata , C. 6, 23 (números del libro y del titulo en que
se encuentra).
(1) Del primero damos noticia en el capitulo XI .
218

el derecho romano en la forma que más adelante in


XII
dicamos ; y aun se dice que a mediados del siglo xii
lo enseñó San Lanfranc, arzobispo de Cantorbery,
cuando era Abad de Bec, en Normandía, al mismo
tiempo que un libro intitulado Petri exceptiones le
gum romanarum ( 1) , demuestra que, aun en época
anterior á los glosadores, se recurrió á los libros de
Justiniano en los trabajos que sobre el derecho se
hicieron con destino á Francia . Escribióse esta obra
en el territorio de Valence á principios del siglo XII,
ignorándose quién fuese su autor (2) . Contiene una
exposicion del derecho, dividida en cuatro libros,
basada en la legislacion romana, siendo sus princi
pales fuentes la INSTITUTA, las PANDECTAS, el Código,
у la coleccion de NOVELAS conforme al Epitome Ju
liani, de que en el anterior capítulo hemos hablado.
Poco despues que por los esfuerzos de los glosa
dores se restablecia en Italia la aficion al derecho
romano , se vió renacer tambien en las escuelas y tri
bunales de Francia un gran deseo de cultivar su es
tudio y de rivalizar y distinguirse en él. El libro que
ahora se llama Ulpianus de edendo, y es una expo
sicion del modo de enjuiciar, tomada de los libros
de Justiniano, debió escribirse hacia la misma épo
ca, por autor no conocido. Tambien Placentino, cu
yo nombre figura entre los glosadores italianos, en
señó en Montpeller el derecho romano. San Luis, á
mediados del siglo XIII, mandó hacer de él una tra
duccion francesa; y Pedro Desfontaines ' escribió,
hácia 1253, un curso de derecho consuetudinario
(1) Exceptiones, en el lenguaje de la Edad Media , significaba extracto .
(2) Aunque con algunas alteraciones , se introdujo tambien en Italia .
De aqui proviene la diferencia de opiniones sobre la pátria de este libro.
219
francés, comparado con el romano. Resultado de la
introduccion de las leyes romanas fué que se divi
diese Francia en dos partes, en cada una de las cua
les dominaba un sistema legal distinto : el Mediodía,
pays de droit ecrit, en que la legislacion romana era
la base del derecho; y el Norte, pays de coutume, en
que esta legislacion sólo regía como complemento
á las costumbres : época confusa en la que , dice
M. Ortolan ( 1 ) , bastaba atravesar un rio ó salvar una
cadena de montañas para encontrarse regido por
leyes distintas; sistema que continuó hasta la pu
blicacion de los modernos Códigos , y que en gran
parte rige todavía en España, donde ni se ha uni
formado la legislacion civil, ni es fácil llevar a cabo
tan árdua empresa. De la aficion al estudio del de
recho romano se formó en Francia una brillante
escuela de jurisconsultos , áá quienes , sin embargo,
aplaudimos tan sólo por su erudicion y su ciencia,
sin apreciarlos ni juzgarlos por el espíritu que pre
sidió a sus doctrinas; punto acerca del cual habria
no poco que decir, si entrase en nuestro propósito
discutirlo (2).
( 1) Histoire de la legislation romaine, pàg. 358.
(2) Fueron los más célebres jurisconsultos franceses del siglo xv,
DUTILLET, LE COMTE , RUSSARD, BARON , FR . DAURENO, FR . BAUDOUIN, Ho
TOMANO , HUG. DONEAU , J. MERCIER, RAGEAU y B. BRISSON ; pero JACOBO
CUYACIO los excedió a todos. Fué el que con más sagacidad examinó los
monumentos de la antigua jurisprudencia, y descubrió los tesoros que
encerraban las obras de los jurisconsultos clásicos . Dejó Cuyacio nota
bles discipulos , y entre ellos se distinguieron los hermanos PITHOU, GO
DEFROY, MARAU, LOSEIL Y RAUCHIN .--- JACQUES GODEFROY es el mismo á
quien en otros lugares de esta obra hemos llamado Jacobo Gotofredo.
Vease la página 13.
Hubo asimismo en Francia durante el siglo xyu muchos intérpretes
del derecho romano á cual más célebres. Tales fueron MERILLE, FABROT,
ALTESERRA , RICARD, LEBRUN y Y DOMAT.
Del siglo xvili son D'AQUESSEAU , POTHIER Y MONTESQUIEU.
220
INGLATERRA Y HOLANDA. Encuéntranse tambien
en Inglaterra antiguos vestigios de trabajos sobre el
1 derecho romano. El jurisconsulto lombardo VACA
RIO , que habia estudiado en Bolonia a mediados del
siglo xii, pasó á Inglaterra y lo enseñó allí, culti
vándolo con especialidad el clero inglés. Dió en 1149
lecciones en Oxford , y escribió además una obra,
dividida en nueve libros, cuyo título es : Libri, ex
universo enucleato jure excepti et pauperibus pre
sertim destinati, XI. Otros jurisconsultos ingleses
cultivaron este estudio despues de muerto Vacario ;
pero , a pesar de esta aficion , nunca llegó á consi
derarse en Inglaterra como derecho vigente.-- Tam
bien en los Países Bajos se cultivó el derecho roma
no con esmero , formándose en el siglo xvi una es
>

cuela capaz de competir con la de Francia en este y


en el siguiente siglo .
ALEMANIA . Regidas las naciones germánicas
desde los más remotos tiempos por un derecho con
suetudinario conservado en cantos , viéronse preci
sadas , luego que por sus conquistas fundaron nue
vos Estados sobre las ruinas del imperio romano , á
reunir y compilar las costumbres nacionales , for
mándose desde entonces hasta el siglo vııı las leyes
de los Visogodos y Borgoñones, la Sálica y Ripua
ria , las de los Alemanes y Bávaros, y las de Frisia ,
7

Sajonia y Turingia. Son éstos los más antiguos li


bros del derecho germánico, conocidos en nuestros
dias con el nombre de Leges Barbarorum . Dueño
Carlomagno de parte de la Alemania , si bien dejó á
las naciones conquistadas sus costumbres y fueros,
hizo revisar estos libros , completándolos y corri
giéndolos conformea los Capitulares, ó leyes dicta

.
221
das por los Reyes francos en las asambleas del Es
tado, con asistencia de la nobleza y Prelados del
reino. Por no enseñarse entonces el Derecho en nin
guna escuela, pudiéndose tan sólo adquirir en la
práctica ciertos conocimientos ,> dieron a conocer
algunos eclesiásticos las fórmulas que se usaban en
los asuntos del foro. De aquí los libros llamados
Formularios , entre los cuales ocupa el primer lugar
el que a mediados del siglo vi escribió el Monje
Marculfo.
Separada Alemania de Francia y de Italia hácia
mediados del siglo ix , y cambiadas las costumbres
2

con la mudanza de los tiempos , desaparecieron las


antiguas leyes , como tambien las de los Francos,
resintiéndose el derecho aleman de la anarquía pro
ducida por el sistema feudal, en el que gozaban de
autonomía algunas corporaciones , y regian las de
cisiones de los magistrados de justicia. Más adelan
te, en los siglos XII y XIII , se comenzó á reunir y
compilar las costumbres vigentes en las ciudades y
tribunales; y entonces aparecieron el ESPEJO DE SA
JONIÀ y la GUIA DE LOS DERECHOS COMUN Y FEUDAL,
con otros libros de grande utilidad para los magis
trados , como únicas obras en que se encontraba en
7

tónces el derecho aleman de su tiempo.


Progresaba entre tanto más y más cada dia en
Francia y en Italia la aficion al derecho romano; y
la reputacion de la Universidad de Bolonia y de sus
profesores llevó á Alemania el deseo de conocer y
estudiar la antigua jurisprudencia . Comenzaron
desde entonces los jóvenes alemanes á visitar las
academias italianas, y en ellas aprendieron a cono
cer un derecho que por su riqueza y armonía sobre
222

pujaba á cuanto se habia estudiado en su género.


Vueltos á su pátria, y encargados en ellade las fun
ciones públicas, lo introdujeron en los tribunales y
lo pusieron en observancia, contribuyendo eficaz
mente áa sus progresos, así el favor que le dispen
saron los eclesiásticos, como el que los Emperado
res y grandes de Alemania llamaron a su lado ju
risconsultos formados en Italia, y les confiaron los
cargos más importantes.
De modo que si el derecho romano alcanzó en
Alemania fuerza de ley, no tanto lo debió a la vo
luntad expresa del legislador, como a la circuns
tancia de ser allí un derecho consuetudinario desde
principios del siglo XIIr. Su autoridad se fundaba,
por tanto , en la costumbre mucho antes de que se la
confirmase por la ley; y recibió apoyo indirecto de
lai de 1495 , que mandó a los indivíduos de la Cáma
ra atenerse á las leyes ordinarias del Imperio , toda
vez que en estas leyes se comprendian tambien el
derecho romano y el canónico : Además, los señores
de los nuevos Estados de Alemania, que establecian
en ellos tribunales, ó bien autorizaban su aplica
cion , ó permitian su uso, una vez acomodado , como
>

lo estaba, á las costumbres de los pueblos germá


nicos .
ESPAÑA. Como sucedió en las demás naciones
de Europa, tuvo en España grande favor é influen
cia el derecho romano.
Nada diremos de los antiguos tiempos, en que
vivió sometida a la dominacion de Roma , porque
natural era que, como provincia del Imperio, rigie
sen en ella sus leyes é instituciones . El estado so
cial y legal de España en aquel tiempo, lo hemos
223

expuesto detenidamente en otra obra (1), donde se


hallarán tambien muchas noticias que aqui dare
mos sobre la historia de la legislacion romana en
nuestra pátria despues que se emancipó del domi
nio de Roma .
Fué Eurico el primer legislador de la monarquía
goda, y dió, como es sabido, un Código para los
> 2

conquistadores , así como ALARICO lo dió para los


vencidos; y es muy de notar que no sólo el segundo,
sino tambien el primero , están basados en la legis
lacion romana . Del CóDIGO DE EURICO , por largo
tiempo desconocido, se ha descubierto no há mucho
una pequeña parte, con treinta y cinco capítulos ó
leyes, desde el 277 al 324; y por ella se ha visto la
grande analogía que con el derecho romano tienen
sus disposiciones, lo cual se explica,, así por las re
laciones que de tiempo atrás enlazaban a los roma
nos con los godos, como porque hallando en las-le
yes de Roma disposiciones útiles y aceptables , na
tural era que las acogiese un pueblo que en tanta
inferioridad científica se encontraba respecto a la
antigua metrópoli del mundo .
Del Código promulgado algun tiempo despues
por Alarico, tambien llamado BREVIARIO DE ANIANO,
por haberse circulado con un rescripto del canciller
de este nombre, no necesitamos decir que se com
ponia de elementos romanos, toda vez que para los
romanos fué hecho. De él hemos dado idea en el ca
pítulo XI.
No predominó este mismo espíritu en el célebre

(1). En nuestra HISTORIA DE LA LEGISLACION ESPAÑOLA, edicion de 1374


cap . II.
224

Código formado por los Prelados españoles en los


Concilios de Toledo; pero aunque el FUERO JUZGO
fuese en realidad un Código nuevo y original dentro
de lo posible en aquel tiempo, no faltan en él dis
posiciones tomadas de las leyes romanas . Ni se
prohibió tampoco el estudio de estas leyes, sino el
invocarlas en apoyo de los derechos , y aplicarlas
los tribunales en sus fallos (1 ) ; viniendo á suceder
con esto , que así las disposiciones romanas que
eran parte del Código, como la facultad de estudiar
aquel derecho, favorecieron la aficion que á esos
estudios han tenido en todos tiempos los hombres
de ciencia , y que tanto en los libros como en las
cátedras halló acogida una legislacion cuyo mérito
era universalmente reconocido . De los elementos
romanos que contiene el FUERO Juzgo , unos se tras
ladaron a él literalmente, y de otros se tomó sólo el
principio que la legislacion romana sancionaba ,
modificado por la influencia de otros principios na
cidos de las costumbres germanas , ó por la sabidu
ría de los Prelados que contribuyeron á formarlo .
Derruida la monarquía goda , y rota en mil peda
zos la nacionalidad española, aparecieron los Fueros
у Cartas - pueblas, cuadernos legales, en lo general
diminutos é imperfectos, que tanto se multiplicaron
desde el siglo x al xiv . Dada, pues, la superioridad
científica de la legislacion romana, nada tan natu
ral como que, al apartar la vista de los cuadernos
forales, se la fijase con gusto en ella; y así sucedió

(1) Bien sofrimos e bien queremos que cada un omme sepa las leyes
de los estrannos por su pro; mas cuanto es de los pleytos yudgar, de
fendemoslo e contradezimos que las no usen ( ley 8, tit. ini , lib. II del
FUERO JUZGO) .
223

en efecto. Otorgábanse á casi todas las poblaciones


los fueros municipales, y cada dia aumentaba su
número; pero los amantes de la ciencia volvian los
ojos al derecho romano; y de qué modo se le apre
ciaba en el siglo XIII, lo prueba elocuentemente
el más notable y admirado de cuantos Códigos se
han publicado en España, Las PARTIDAS, que tanto
tomó de las leyes y de las disposiciones romanas .
Si este Código inmortal no tuvo fuerza obligatoria
hasta el reinado de D. Alonso XI , no por eso dejó de
ser grande su autoridad entre los jurisconsultos y
magistrados . Y el mismo D. Alonso XI vino á dar
en la célebre ley 28 , tít. 1.° del ORDENAMIENTO DE
ALCALÁ, mayor valor al derecho romano, al termi
narla por estas palabras : «Empero bien queremos e
» sofrimos que los libros de los derechos que los sa
»bios antiguos fizieron , que se lean en los estudios
»generales de nuestro sennorio, porque ha en ellos
»mucha sabiduria; e queremos dar logar que pues
>>tros naturales sean sabidores e sean por ende mas
»onrrados . »
Hasta qué punto predominó en LAS PARTIDAS la
legislacion romana, no es necesario decirlo , pues
harto lo dicen las acerbas censuras que por esto han
sufrido . Y fácil es concebir, siendo ello así, qué va
limiento no alcanzaria aquel derecho con la auto
ridad que llegaron á tener Las PARTIDAS . Así es
que , andando el tiempo, más se estudiaba en Esp
el derecho romano que el pátrio. «El método ordi
»nario de Salamanca (dice D. Francisco Gonzalez de
»Pedraza en su Arte legal para el estudio de la ju
» risprudencia, que publicó en 1612), es estudiar cada
»dia seis horas: dos de Digesto , dos de Códice y dos
15
226

»de Decretales. » Ni debia haber cesado un siglo des


pues esta preferencia á las leyes romanas , toda vez
que en el AUTO ACORDADO del Consejo de 4 de Diciem
bre de 1713 (tít. I, lib. II de la NUEVA RECOPILACION)
se condena como intolerable la creencia , en que se
dice estar muchos, de que «en los Tribunales Reales
»se deve dar más estimacion a las leyes civiles (ro
»manas) i canónicas, que a las leyes, ordenanzas
pragmáticas , estatutos ó fueros de estos reinos ;» y
que el año 1741 se escribieron cartas acordadas por
el Consejo a las Universidades de España , mandan
do « que los cathedraticos i profesores en ambos dere
»chos tengan cuidado de leer con el derecho de los
» romanos las leyes del reino correspondientes á la
»materia que explicaren.» Y todavía algunos años
despues, en 1752, decia el marqués de la Ensenada
al presentará D. Fernando VI el proyecto de un nue
vo Código: «... En las cátedras de las universidades
»no se lee por otro texto que el Código, Digesto y
» Volúmen , que sólo tratan del derecho romano ( 1 ) . »
Nada se necesita decir, despues de esto, para que
se aprecie en todo su valor la preferencia que en Es
paña tenía hasta mediados del siglo anterior él es
tudio del derecho romano sobre el mismo derecho
pátrio. El texto de las cartas acordadas del. Con
sejo en 1741 , que acabamos de citar, ofrece de ello
una concluyente prueba. Y si no obtiene en nues
tros dias igual preferencia, es , sin embargo, innega
ble que goza de grande autoridad . Dos años de la
Facultad de Derecho están dedicados á él, y sirven

(1) HISTORIA DE LA LEGISLACION ESPAÑOLA, por el autor de la pre


sente, pág. 412 y 413.-MADRID, 1874 ,
227

de preparacion al estudio de las leyes de España .


Los legisladores y jurisconsultos no le niegan su
grande importancia , y siempre será considerado

como el mejor legista el que , en igualdad de circuns


tancias, más haya profundizado su estudio. En él se
encuentra la base de muchas de nuestras insti
tuciones, y sobre esa base siguen asentándose las
leyes que acerca de ellas se dictan. Tributémosle,
pues, la consideracion que por tantos títulos le es
debida , no olvidándonos nunca de que las dispo
siciones de las leyes romanas son las que en mu
cha parte regulan la condicion social y civil en que
hoy vivimos .

1
CAPÍTULO XIV .

La ciencia del derecho romano en la actualidad .

En medio de las alternativas y vicisitudes que


en el capítulo anterior dejamos ligeramente apunta
das , la legislacion romana , atravesando los siglos y
salvando las revoluciones que han conmovido al
mundo , ha llegado hasta nosotros sin decaer un
punto de su importancia , y siendo objeto preferente
de las meditaciones del legista y de la atencion del
jurisconsulto . La mayor parte de sus principios
fueron aceptados por los legisladores y los sábios,
sirviendo de base á la legislacion que se formó
en muchas naciones de Europa , especialmente en
las materias de testamentos , sucesiones , obliga
ciones y contratos . Y fuerza es confesar que , ha
ciendo abstraccion del derecho penal y político , es
la legislacion civil de Roma , una vez modificada
como lo fué por los Emperadores cristianos , y es >

pecialmente por Constantino y Justiniano, un cuerpo


de doctrina digno de ser consultado en todo tiempo.
Por eso hay una entre todas las obras de Justi
229

niano que se estudia hoy dia con preferencia , y cuyo


texto se reproduce más que el de las otras : tal es la
INSTITUTA . Y no sin motivo, en verdad . En dos con
ceptos tiene esta obra marcada importancia á los
ojos de los jurisconsultos ; porque siendo un texto
de ley promulgado con fuerza obligatoria por el le
gislador bajo cuyas órdenes se escribió , es al mis
mo tiempo un libro elemental que Justiniano man
dó componer para facilitar la enseñanza del Derecho:
Ut essent totius legitimæ scientia prima elementa .
Era, pues , el libro destinado para los maestros que
debian enseñarlo y para los discípulos que debian
aprenderlo; y hé aquí por qué los jurisconsultos,
doctores y profesores trabajaban tanto en interpre
tar sus palabras y en explicar el sentido de sus fra
ses; hasta llegar un dia en que pudieron considerar
se agotados cuantos recursos era dable imaginar
para emprender sobre aquel Código un trabajo dig
no por su novedad de fijar la atencion pública. El
que dudare de esta verdad puede consultar la Bi
blioteca francesa de libros de derecho ( 1) , y en ella
verá inscritos los nombres de los autores que han
traducido, anotado , compendiado ó comentado la
INSTITUTA de Justiniano. Pero si en estas obras se
habia escrito cuanto con arreglo á los conocimientos
de los tiempos era posible decir cuando se escribie
ron , todos los adelantos hechos en ellas se han que
dado atrás respecto al estado que hoy tiene la cien
cia, despues de descubiertos algunos documentos
importantísimos que no eran conocidos de los que
nos precedieron en este estudio .

(1) Bibliotheque des Livres de Droit, desde el número 582 hasta el 619,
230

En efecto : la reciente publicacion de muchos


textos y monumentos de la legislacion romana, per
didos y envueltos há largo tiempo en la noche de
los siglos, y de todo punto ignorados de los antiguos
comentadores, ha producido en este siglo una revo
lucion en la ciencia del derecho romano , y particu
larmente en su historia . Los jurisconsultos moder
nos se han consagrado al estudio de estos monu
mentos , combinando la interpretacion que puede
dárseles con la de los textos antiguos que les eran
conocidos; y esta comparacion les ha suministrado
medios de señalar los errores de sus antepasados,
de rectificar conjeturas formadas con alguna ligere
za, y de refutar consecuencias mal deducidas de he
chos cuya exactitud no se hallaba aún bien depurada.
Por eso nos parece de grande interés hacer aquí
una reseña histórica de estos descubrimientos, dan
do á conocer su utilidad y su influencia en el estu
dio de la legislacion romana. Creemos que esta re
seña, sobre ser necesaria á los que estudian el dere
cho , no carecerá tampoco de interés para los juris
consultos que hace muchos años dejaron las aulas,
y á quienes sus tareas forenses no han permitido
consagrarse de algun tiempo á esta parte a los estu
dios históricos .
Cuiacio fué el primero que intentó y llevó á
cabo esta regeneracion en el siglo xvi: él fué el que ,
enlazando las letras con la historiay las leyes, derra
mó torrentes de luz sobre las tinieblas en que ya
cian esparcidos los antiguos monumentos del dere
cho, clasificó los escritos de los jurisconsultos ro
manos, restituyó al mundo textos de un valor in
apreciable, y dejó al morir discípulos ilustrados,
231

que continuaron sus trabajos con perseverancia y


con fruto.
Los hermanos Pithou, que él llama con orgullo
clarissima lumina, eran sin disputa los grandes bi
bliófilos de su tiempo. La jurisprudencia y las le
tras les deben el descubrimiento de algunos manus
critos que se habian escapado á la penetracion de
sus antecesores; así como no puede negarse á los
GODEFROY Y los Dupuy la gloria de haber enriqueci
do con sus pesquisas las grandes bibliotecas de
Francia .
El impulso dado á la ciencia histórica del dere
cho romano por estos hombres de paciencia y de
genio, se comunicó á Alemania y á Italia; de suerte

que tanto como se apagó en la misma Francia, que


fué su punto de partida , fué á producir frutos en los
reinos vecinos .
Poco pudiéramos decir aquí respecto de los mo
numentos descubiertos en el siglo XVIII, porque ,
aunque muchos en número, no es tal su naturaleza
que pudiesen influir sobre el conjunto de la ciencia.
Los indicaremos, sin embargo , reduciéndolos á dos
clases. Corresponden a la primera algunos modelos
de las actas de donaciones , de testamentos, de ven
tas de bienes raíces , y de licencias absolutas dadas
á los soldados; cuya utilidad no va más allá de dar
nos á conocer las fórmulas con que se celebraban es
tos actos (1) . A la segunda pertenecen los fragmen
(1) Hé aquí los títulos y fechas de da publicacion de estos documen
tos .-- Año 1700. Instrumentum donationis . - 1713. Instrumentum vendi
tionis fundorum . – 1736 . Chirographum donationis per mancipationis
formulam . - 1750 . Tabulæ missionum . - 1763. Instrumentum donatio.
nis . - 1784. Fragmentum instrumenti donationis. - 1791. Testamentorum
et donationis exemplaria .
232

tos de tres plebiscitos , monumentos algo más im


portantes , grabados en tablas de bronce, á saber: la
ley Miscellia , conocida con el nombre de Tabla de
Heraclea ; la ley de la Galia Cisalpina ( lex Galiæ Cis
alpine ), y la Tabla alimenticia de Trajano ( 1 ) , tam
bien llamada Obligatio prædiorum (carga ú obliga
cion de los predios rústicos). Pero además de que el
texto y las disposiciones de estos documentos no
están completos en las tablas descubiertas, no son
tampoco los dos primeros más que preceptos relati
vos á ciertos puntos de la legislacion provincial, y
la Tabula alimentaria de Trajano sólo contiene las
disposiciones de este príncipe encaminadas á ase
gurar alimentos á los hijos nacidos de padres libres .
En una palabra : estos documentos se refieren á
determinadas materias , y no al conjunto del dere
cho. Su hallazgo, ocurrido en el siglo XVIII , perte
nece más bien á la arqueología que á la ciencia del
derecho romano , y ofrecia más campo á las inves
2

tigaciones de los anticuarios que á la meditacion de


los jurisconsultos . Ņo negaremos , sin embargo, que,
añadidos á aquellos descubrimientos los nuevos y
preciosos manantiales que despues se han abierto á
la ciencia , podemos reportar de ellos mucha mayor
utilidad .
Ya el siglo XVIII habia llegado á poner la mano
sobre un interesante monumento de la legislacion
romana, sobre el que debia abrir á su estudio una
(1) En 1732 encontró un aldeanp á la embocadura de un rio, cerca del
golfo de Tarento , un fragmento de la tabla de bronce que contenia parte
de la ley Miscellia. Poco despues se encontró en 1735 otro fragmento,
que era el resto de esta tabla. La Tabula alimentaria de Trajano se des
cubrió en 1747; y la ley de la Galia Cisalpina se encontró en las ruinas
de Veleya en 1768.
233

nueva era , á saber, sobre el manuscrito de la ver


dadera INSTITUTA DE GAJUS. Maffei encontró parte de
ella en Verona en 1721 ; y con una sola diligencia ,
con un sólo paso más, se hubiera completado el ma
nuscrito ; pero allí estaba, y allí permaneció por en
tónces ignorado. Maffei publicó sólo el fragmento
descubierto, que trataba de los interdictos (1 ) , y los
hombres de ciencia fijaron poco su atencion en él.
Estaba reservado su hallazgo al presente siglo , y no
dejaremos de indicar aquí la ocasion y motivo de
tan interesante descubrimiento .
Sabido es que durante la Edad Media fué muy
frecuente, cuando escaseaba el pergamino ó faltaban
recursos para adquirirlo , dar á los manuscritos un
7

barniz que, dejando cubierto é invisible su conteni


do, permitia escribir sobre él una obra nueva . A la
observacion de este hecho , á la solícita diligencia
con que se han buscado estos pergaminos de doble
escritura , conocidos con el nombre de palimpsestos, 7

y á los medios suministrados por la química para


restablecer en ellos la primitiva escritura, se han
debido la mayor parte de los descubrimientos que
en la primera mitad de este siglo han ilustrado la
historia del derecho romano, y aun la historia del
derecho español , puesto que el reciente hallazgo de
una parte del CóDIGO DE EURICO se hizo en un pa
limpsesto que debajo del Tractatus de viris illustri
bus de San Jerónimo conteniaun trozo de dicho Códi
go , además de otras obras, que todas se habian unido
2

para formar aquel libro , como en nuestra HISTORIA

(1) Verona illustrata , por Maffei, 1732. - Opuscoli Ecclesiastici, por


el mismo, 1742.
234

DE LA LEGISLACION ESPAÑOLA lo damos á conocer con


más pormenores.
Entre los descubrimientos importantes para el
estudio del Derecho romano que por este medio se
han hecho, debemos mencionar los siguientes :
La INSTITUTA DE GAJUS, descubierta en 1816 por
Niebuhr en la biblioteca de la catedral de Verona ,
en un palimpsesto que contenia las Cartas de San
Jerónimo (1 ) .
Un fragmento de un antiguo jurisconsulto ano
nimo acerca de los derechos del fisco ( Fragmentum
veteris jurisconsulti de jure fisci), encontrado al
mismo tiempo que la INSTITUTA DE GAJUS ( 2).
Muchas constituciones que faltaban de los cin
co primeros libros del Código TEODOSIANO , halladas
el año 1820 en Milán por Clossio, y en Turin por
Peyron (3 )
Vários fragmentos de una compilacion de dere
cho romano , que halló Maï en 1821 en un palimp
sesto de la biblioteca del Vaticano, á los cuales se
ha dado por esta causa el nombre de Vaticana juris
romani fragmenta ( 4 ).
La República de Ciceron, muchas de sus Oracio
(1) Comparando los pergaminos, conoció Niebuhr que el fragmento
de interdictis que poseia la Biblioteca formaba parte de este palimpses
to, cuyas páginas tenian en su mayor parte doble escritura. Esto le hizo
sospechar, lo mismo que à Savigny, que podia hallarse en él toda la
INSTITUTA DE GAJUS. Con su ayiso comisionó la Academia de Berlin á
Bekker y Goeschen, los cuales, con el auxilio de un tercer colaborador,
Bethman -Holweg, lograron descifrar el manuscrito. La Instituta de Ga
jus no era conocida antes de este descubrimiento . Despues se han hecho
de ella muchas ediciones francesas.
(2) Se publicó con la primera y segunda edicion, hechas en Berlin, de
la INSTITUTA DE GAJUS.
(3) Véase lo dicho en el capitulo XI.
(4) Se publicaron en Francia : librería de Fanjat, 1823.
235

nes , y otros descubrimientos literarios, debidos


tambien á Maï ( 1) .
Dos edictos del Prefecto de Egipto, descubiertos
por Caillaud en las Oasis , y publicados en 1822 (2) .
Por último , la ley Servilia sobre el soborno
( Servilia repetundarum ) , cuyo texto restableció
Kleuse en 1825 (3) .
Tales son los interesantes textos que con poste
rioridad al año 1816 han facilitado el estudio de la
legislacion romana.
Pero por muy preciosos que sean estos descu
brimientos, y por grande que sea su utilidad, bien
puede afirmarse que, sin haberse hallado entre ellos
la INSTITUTA DE GAJUS, no hubieran bastado para
abrir una nueva era á la ciencia del derecho roma
no. Laley Servilia repetundarum , por ejemplo, es una
muestra de las leyes encaminadas á mejorar los
procedimientos forenses, yy da a conocer una pena
contra el reo de un determinado delito ; pero su tex
to sólo nos da á conocer un caso particular de la le
gislacion criminal . De la misma índole es el frag
mento sobre los derechos del fisco, y otro tanto puede
decirse sobre los Edictos del Prefecto de Egipto. En
cuanto a la República de Ciceron , tesoro inestima
ble para las letras, y muy instructivo en cuanto se
refiere a la antigua constitucion de Roma , es de ។

muy escasa utilidad para el estudio del derecho


civil,

(1) De la República de Ciceron hizo M. Villemain una traduccion


francesa .
(2) Se publicaron en Francia en el Journal des Savans en Noviem
bre de 1822, pàg. 669.
(3) Los fragmentos de esta ley existian ya, pero su coordinacion y
arreglo es fruto de los trabajos de M. Kleuse.
236

Cierto es que los cinco primeros libros del Códi


go Teodosiano y los Fragmentos del Vaticano son
documentos importantes para la ciencia del derecho
romano, porque los del Código Teodosiano descu
bren pormenores curiosos acerca de las órdenes ex
pedidas para formarlo, de sus compiladores , de la
manera como se emprendió el trabajo, de los pro
yectos de Teodosio , que queria añadir á su Código
una compilacion más extensa , ó una especie de Di
gesto que contuviese un extracto metódico de las
constituciones imperiales y los escritos de los ju
risconsultos, como tambien sobre la autoridad legal
que se daba á estos escritos, especialmente á los de
Paulo y Papiniano; y en fin , sobre la administracion
y gobierno del Imperio al tiempo de la promulgacion
de aquelCódigo. Tambien los Fragmentos del Vati
cano , pertenecientes á los tiempos de Teodosio y
Valentiniano III , son , aunque pocos é incompletos,
trabajos preparatorios, no despreciables por cierto,
del Digesto proyectado por Teodosio , y tratan de seis
materias diferentes, de las cuales algunas nos son
enteramente desconocidas (1 ) .
Pero la época y el carácter de ambos monumen
tos rebajan considerablemente su importancia para
el estudio del derecho romano . Su época , porque se
refieren á unos tiempos en que el antiguo derecho
no existia ya, porque las constituciones de los Empe
radores lo habian alterado y modificado tan ventajo
samente como en otro lugar hemos dicho . Su carác

(1) Sus títulos son: Ex empto vendito . - De usufructu . - De dotibus.


De excusatione. Quando donator intelligatur revocasse voluntatem.
De donationibus ad legem Cinciam .-- De cognitoribus et procurato
ribus.
237

ter, porque estas dos obras no forman un cuadro


completo de la legislacion, que pueda dar idea de su
estado en determinada época , siendo más bien un
catálogo de respuestas y soluciones á algunas difi
cultades sobre vários puntos . De lo cual se deduce
asimismo que no ofrecen un cuerpo de doctrina , ni
contienen novedades interesantes sobre los puntos
de derecho que en ellas se tocan ; antes por el con
trario, nos presentan con harta frecuencia dificulta
des y enigmas para cuya solucion no poseemos
clave alguna .
La INSTITUTA de Gajus es la que en realidad ha
venido á prestar un poderoso auxilio, y á derramar
copiosa luz sobre los trabajos de los intérpretes del
derecho, que no en vano han atribuido a su hallazgo
tanta importancia .
Este celebrado jurisconsulto floreció en los rei
nados de Antonino Pio y de Marco Aurelio , como lo
dijimos en el cap . x. Escribió diversos comenta
rios, ya sobre las leyes de las DOCE TABLAS (ad Le
gem XII tabularum ), ya sobre el Edicto urbano y el
Edicto provincial (ad Edictum Prætoris urbani, ad
edictum provinciale), ya sobre las leyes y Senado

consultos más importantes ; como asimismo una Ins


TITUTA del derecho romano, que se tuvo muy pre
sente al redactar la de Justiniano. Pero no siendo co
nocidas sus obras sino por sus títulos y por algunos
fragmentos, estaba su nombre confundido con el de
otros escritores de su tiempo, hasta que el descu
brimiento de su INSTITUTA ha hecho de él uno de los
autores más importantes , tanto por la indole de su
obra, como por la época en que se escribió , que es +

la más brillante para la antigua jurisprudencia ro


238

mana , la que en un corto número de años nos ofre


ció, como nacidos unos de otros , aquellos grandes
jurisconsultos que, si no tuvieron la fortuna de ver
lucir el astro radiante del Cristianismo, cuya bri
>

llante luz iluminó más tarde con nuevos resplando


res á la jurisprudencia romana , dándole la belleza ,
la elevacion y el sentido íntimo de la verdadera jus
ticia que hasta entonces no habia tenido, fueron ,
sin embargo, hombres insignes con relacion á su
época . Es tambien el periodo en que el derecho pri
mitivo, lacónico ' y rudo , no se habia modificado bajo
la influencia cristiana , conservando el carácter ro
mano propiamente dicho . Y este derecho es el que
nos da á conocer la INSTITUTA de Gajus, descubierta
en 1816 .
El carácter elemental de esta obra aumenta su
utilidad en vez de disminuirla, porque hay en ella
una division metódica, una exposicion sencilla , y
explicaciones breves y claras sobre el conjunto de
la ciencia, compuestas para entendimientos que ne
cesitan aprender , que es el estado en que nosotros
podemos considerarnos respecto a la antigüedad y á
sus obras .
Comparando con este libro la INSTITUTA de Jus
tiniano , se ve que está calcada en cierto modo sobre
él, puesto que la division, el orden de materias y
muchos pasajes son idénticos ; pero el carácter pro
pio de los tiempos de Marco Aurelio no se encuen
tra ya en ellas , despues de las modificaciones que
habia recibido el derecho en tiempo de Justiniano .
· Debemos advertir, no obstante, que si respecto
á la historia y á la originalidad característica de los
tiempos antiguos, consideramos más precioso que
239

ningun otro el manuscrito de Gajus, el Cuerpo del


derecho de Justiniano lo es , sin comparacion, mucho
más para la ciencia del derecho , la civilizacion cris
tiana y las instituciones de nuestros dias . A cada
cosa hay que darle el valor que tiene. Para conocer el
siglo de Marco Aurelio buscamos el derecho roma
na tal como nos lo enseña Gajus. En la época de
Teodosio, tal como lo expone el Código Teodosiano ;
y en tiempo de Justiniano, tal como lo presenta la
compilacion formada por este Emperador.
Por eso los duros epítetos con que se ha maltra
tado á Justiniano porque alteró en sus códigos las
opiniones de los antiguos jurisconsultos ó las cons
tituciones de tiempos anteriores , son tan injustos
como poco meditados. Ya hemos dicho lo bastante
sobre este punto en el capítulo undécimo : sólo aña
diremos que , á medida que la legislacion de Justi
niano se alejaba del primitivo derecho , avanzaba
hacia la civilizacion cristiana . La influencia que
ejerció en las instituciones de Europa durante la
Edad Media hubiera sido bien fatal, si en vez del
Cuerpo del derecho nos hubiera quedado el manus
crito de Gajus. La preferencia que damos á los tex
tos descubiertos es, pues, tan solamente por su im
portancia histórica , y en cuanto conducen á ilus
trarnos sobre el estado del derecho romano en
tiempos anteriores .
¡Ojalá poseyéramos sobre todos ellos documen
tos tan completos como la INSTITUTA descubierta en
Verona ! Si los comentarios de Gajus á las Doce Ta- .
BLAs hubieran sobrevivido a las revoluciones de los
tiempos, y si como aquéllas se ofreciesen de pronto
á nuestros ojos, entonces estos comentarios , la Ins
240

tituta , el Código de Teodosio , el Cuerpo del derecho


de Justiniano y las Basílicas de Leon, serian otras
tantas piedras miliarias que, marcando la série de
los siglos que el derecho romano ha recorrido, se
ñalarian las épocas de sus más importantes trasfor
maciones .
Pero áun renunciando á ver estos deseos realiza
dos, puede decirse con Hugo que el descubrimiento
de la INSTITUTA de Gajus ha enriquecido notable
mente la ciencia histórica del derecho romano,
abriendo a su estudio una copiosa fuente, que ha
.
brotado de improviso , y no conocieron nunca los
autores que han escrito en los tiempos modernos.
Al recibir este impulso nacieron y se formaron
en Alemania dos escuelas : la escuela filosófica у la
escuela histórica . La primera ha tenido á su frente á
Gans, profesor de Berlin , pero era ménos numerosa
y fuerte que la segunda . Más vigorosa y fecunda se
ha mostrado la escuela histórica . Puede conside
rarse como su jefe á Savigny. A ella pertenecen
tambien Haubold (muerto en 1824 ), Hugo y Niebuhr.
El Tratado de la posesion y la Historia del derecho
romano en la Edad Media por el primero, los docu
mentos sobre la Historia literaria del Derecho y las
Tablas cronológicas del segundo, la Historia del
derecho romano por el tercero, y la Historia romana
del último ,7 son ,។ aparte de algunas otras que no
mencionamos , las obras más notables que esta es
cuela ha producido .
Cuánta importancia ha tenido en España el es
tudio del derecho romano , y tiene aún hoy dia , lo
dijimos al terminar el anterior capítulo . Cierto es
que pierde cada vez más terreno en la práctica, por
241

que la codificacion moderna va haciendo desapare


cer sus vestigios; pero no puede perderlo nunca en
la esfera de la ciencia y de la historia. Aquí se ofre
ce al jóven estudioso un vasto campo en que dedi
carse á investigaciones y estudios , que debe hacer

siempre con inteligencia y buen criterio , sin pa


sion ni prevencion alguna. No olvide , además , al
hacerlos, que sobre la sabiduría de los legisladores
antiguos y modernos están los grandes principios
que sirven de fundamento a todas las legislaciones;
y que contra ellos no puede nunca prevalecer ni la
ciencia con sus adelantos , ni los sábios con sus
descubrimientos, ni los jurisconsultos con sus in
terpretaciones, ni los gobiernos con toda la fuerza
de su poder.

FIN .

1
16

!
1

APÉNDICE I.

NOTAS HISTÓRICAS.

I.

La historia de los orígenes de Roma, tal cual en este capí


tulo aparece trazada, es conforme á la exposicion de los anti
guos escritores, y la más admitida desde los tiempos en que
ellos escribieron hasta nuestros dias. General ha sido el asenti
miento que á tales relatos se ha dado durante algunos siglos.
Pero la escuela alemana moderna , en la que tanto predomina
el espíritu de negacion y de crítica, ha creido encontrar en
ellos el sello de la fábula y los caractéres de un poema escrito
con cantos populares; y como la revolucion que tales ideas pro
ducen en la historia general de Roma es inmensa , nos haríamos
culpables de una omision gravísima si no expusiéramos á nues
tros lectores algunas de estas ideas , tomándolas del más céle
hre entre todos los historiadores alemanes, el original y eru
dito Bertoldo Jorge Niebuhr.
Una curiosa exposicion de la antigua Italia da principio å
la historia romana de este escritor; sus lectores tienen de este
* modo a la vista el lugar en que va á nacer y a desenvolverse
la ciudad de Roma ; allí figuran los Sabinos, los Etruscos y los
Latinos, como los personajes principales de la accion que se
prepara .
La venida de Eneas y de los troyanos al Lacio es una de las
primeras cuestiones que llaman la atencion de Niebuhr . Segun
él, sería gran locura dar crédito á un suceso que se dice ocur
rido quinientos años antes de las primeras épocas fabulosas de
la historia romana : por otra parte , Eneas y los troyanos que le
acompañaban , en número apenas suficiente para tripular un
navío ó para pohlar una aldea, no hubieran podido ejercer en
Italia influencia alguna, áun siendo cierto que vinieron á ella .
Ocúpase luego en averiguar si es indigena la leyenda troyana ,
ó si los latinos la tomaron de los griegos ; y de esta discusion
pasa á los pormenores de la historia romana .
Cuando los primeros habitantes de Roma vieron salir esta
ciudad de la nada y engrandecerse, pudiendo pronunciar con
cierto orgullo el nombre de romanos, atribuyeron á Romus, 6
244

por un cambio de pronunciacion á Rómulus, la fundacion de


esta ciudad. Hubo en las cercanías de ésta un arrabal llamado
Remuria, que tan pronto era su aliado como su enemigo, pero
que sucumbió por fin al peso de sus armas: y pudieron consi
derar á Remo, fundador de este arrabal, como hermano geme
lo de Rómulo , muerto por éste en un arrebato de cólera . Cuan
to más se arraigaba despues en Roma aquella dualidad política,
aquel doble estado compuesto de patricios y plebeyos que vi
vian en continua lucha, más debió fortificarse la creencia popu
lar de los dosgemelos dados á luz por una princesa á quien ha
bia hecho violencia el dios Marte . Por eso el año 458 de la Re
pública se erigió una estátua de bronce, representando la loba
y los dos gemelos que criaba.
Explicando de esta suerte los hechos, el célebre historiador
expone un sistema muy original acerca de los primeros tiem
pos de Roma . Segun él , todo cuanto nosotros denominamos
<historia de los Reyes deRoma» debe su origen a antiguas can
ciones convertidas en prosa, canciones anteriores á los tiem
pos de Ennio, no obstante que éste se creia el primer poeta de
Roma , porque no conocia la antigua poesía nacional; canciones
en que respira un espíritu plebeyo , y que no pudieron compo
nerse sino cuando las familias de esta clase eran ya influyentes
y poderosas, y probablemente cuando, despues de la catástrofe
de los galos, Roma volvió a nacer de entre sus mismas ruinas.
El primer canto heróico empieza con Rómulo y Remo, que
se disponen á fundar la ciudad ; y llega desde el establecimiento
del asilo hasta la muerte de Tacio . En él vemos á los dos her
manos consultando los agüeros, y á Rómulo favorecido por la
aparicion de doce buitres, expresion poética que concedia a
Roma doce siglos de existencia. Trazadas las murallas, y casti
gado Remopor su osadía, se abre la ciudad a todos los fugitivos.
y desterrados; se conquista por la fuerza á las mujeres Sabinas;
los Sabinos, con Tacio á su cabeza, marchan contra Roma; y las
Sabinas, separando a los combatientes, reconcilian á sus padres
con sus maridos. Ambas naciones, inseparables, si bien distin
tas, no formaron en adelante más que un solo estado de Roma
nos y Quirites, teniendo cada cual su Rey, ysiendo comunes sus
ceremonias y ritos religiosos. Los Sabinos fundaron una nueva
ciudad sobre el Capitolio, que habian conquistado, y sobre el
monte Quirinal . Tulo habitó el ro de estos montes, y en él
erigió templos á sus dioses indígenas; pero tardó muy poco en
ser muerto por los Laurentinos, á quienes habia rehusado una
satisfaccion que reclamaron contra los suyos, á consecuencia de
un asesinato. Hé aqui el primer canto heróico, segun Niebuhr.
El poema renace con la desaparicion de Rómulo, y viene
luego, formando otro episodio, la historia de Numa Pompilio,
con la promulgacion de leyes religiosas y la institucion de la
jerarquía sacerdotal, compuesta de los pontifices, sacerdotes,
agoreros, vírgenes vestales y otros ministros del culto : hasta
245

quealcabo Numa murió agobiado bajo el peso de los años.


Niebuhr llama la atencion hacia las tablas y cronologias de los
pontifices de la Roma pagana, en las cuales mirabana los dos
primeros Reyes como pertenecientes á un orden de cosas y de he
chos muy distinto, y separaban las leyendas relativas a estos dos
Reyes de lo que á sus ojos aparecia ya con caractéres de historia.
Con Tulo Hostilio comienza para Niebuhr una nueva era y
una tradicion cuyo fondo es histórico, y de un género diverso
de las de los tiempos anteriores. Y por omitir otros pormenores,
que harian demasiado extensa la presente nota, héaquí la ma
nera como concluye el célebre historiador :
«Las canciones convertidas en prosa, á que denominamos
historia de los Reyes de Roma, de gran extension casi todas
ellas, ya se reunen para formar un todo, ya se encuentran ais
ladas y sin enlace conocido . La historia de Rómulo forma una
epopeya por sísola; sobre Numa no puede haber sino cantos
muy cortos; Tulo, la historia de los Horacios y la ruina de
Alba, constituyen un poema épico como el de Rómulo; y el
mismo.Tito Livio nos ha conservado intacto, y en la medida
lírica del antiguo verso romano, un fragmento completo del
poema. Por el contrario, nada tiene de poético cuanto se dice
de Anco Marcio. Tarquino Prisco da principio á un gran poe
ma, que concluye con la batalla del lago Regilo. Este canto
sobre los Tarquinos encierra dentro de sus formas prosaicas
una poesía deliciosa, y en nada se parece a la historia propia
mente dicha . La llegada a Roma de Tarquino, uno de los lucu
mones de Etruria; sus altos hechos, sus victorias, su muerte; la
historia maravillosa de Servio, el casamiento impío de Julia,
el asesinato de un Rey justo, toda la historia del último Tar
quino, los presagios de su caida, Lucrecia , Bruto, su muerte,
la guerra de Porsena, y por último, la batalla enteramente ho
mérica del lago Regilo, forman una epopeya, que en el brillo y
profundidad de los pensamientos excede á cuanto Roma produ
jo en tiempos posteriores .»
Héaquí el punto de vista desde el cual considera Niebuhr la
historia de los primitivos tiempos de Roma. Sobre estas ideas,
á que nosotros no damos grande importancia, ni nos seducen á
pesar de su novedad , nuestros lectores formarán el juicio que
estimen oportuno; pero juzguese como se quiera tan atrevida
y caprichosa originalidad, no podrá ménos de convenirse en que
la obra es notable por sú erudicion , brillante por sus pensa
mientos, y de grata recreacion para el ánimo.
II .

El pueblo se reunia en un principio por curias, en tiempo


deServio Tulio por centurias, y en la época dela república por
tribus, como severá en el discurso de esta obra. De aquí los
246

nombres de comitia curiata, eomitia centuriata, comilia tri


buta , que tanto salen al encuentro en las historias del derecho
romano. La reunion solia verificarse en el sitio llamado la pla
za de Roma,Forum romanum , colocada en el valle que dividia
los montes Palatino y Capitolino .
Al crearse los comicios por centurias, no sustituyeron por
completo a los comicios por curias, sino que se celebraban de
una y de otra manera . Dificil fuera decir las atribuciones que
al tiempo de su creacion se dieron a los primeros; pero es indu
dable que, andando el tiempo, pasó á ellos la de votar las leyes,
fallar los procesos criminales y crear los magistrados, reci
biendo la denominacion de grandes comicios (maximus co
miliatus). Desposeidos poco áa poco de sus funciones, los comi
cios curiados se ocupaban en las elecciones , en algunos asuntos
relativos al sacerdocio, y en otros actos interesantes al órden de
las familias, como los testamentos y adopciones; acabando por
ser una institucion meramente simbòlica .
Hablando de las divisiones del pueblo romano por centurias,
por curias y por tribus, dice Montesquieu lo siguiente en el capí
tulo xiv del lib . xi del Espiritu de las leyes:
«En la primera, los patricios, los magnates, los ricos y el
Senado, que todo venia a ser una misma cosa , ejercian una in
fluencia completa y absoluta: en la segunda tenian ya menos;
ménos todavía en la tercera .
»La division por centurias era más bien una division de cen
so y de fortunas que de personas. Todo el pueblo se hallaba di
vidido en 193 centurias,que tenian cada una un voto. Los patri
cios y magnates formaban las 98 primeras, y el resto de los ciu
dadanos componia las 95 restantes. Los patricios eran, pues,
en esta forma de reunion , árbitros absolutos de los sufragios.
»No tenian las mismas ventajas en la division por curias;
sin embargo, conservaban algunas. Para su celebracion debian
preceder los agüeros, de los cuales disponian á su arbitrio;
tampoco podia hacerse en ellos ninguna proposicion al pue
blo , que antes no hubiese pasado a la asamblea senatorial, y
recibido su sancion por un Senado-consulto. Pero en la divi
sion por tribus no se necesitaban agüeros ni Senado-consultos,
ni los patricios eran admitidos en ellas. »
Por eso los campeones de la causa ular procuraron cons
tantemente que se celebrasen por curias las asambleas que án
tes tenian lugar por centurias, y por tribus las que se cele
braban por curias: con lo cual se engrandecieron considerable
mente los plebeyos.
III .

Este número se aumentó despues por várias causas, entre


las cuales figura principalmente el robo de las Sabinas, tan cé
1

247
lebre en la historia romana , y que prueba por si solo el carácter
salvaje y feroz del primitivo pueblo romano.
A este acto de execrable y brutal violencia siguió, como era
naural, una sangrienta guerra. Cemina, Antemnas y Crustimi
nio fueron las primeras ciudades que tomaron venganza del
comun agravio, sin otro resultado, no obstante, que el de pro
porcionar otras tantas conquistas á Roma. Tació, rey de Cures,
ciudad de los Sabinos, fue,aunque el último , el más formidable
de los adversarios de Roma, y entró en su territorio a la cabe
za de veinticinco mil hombres . Despues de vários encuentros
tuvo lugar la batalla decisiva en el valle que separa los cerros
Quirinal y Capitolino. Se peleaba con encarnecimiento, y era
horrorosa la mortandad, cuando las Sabinas robadas por los
romanos se arrojan entre las filas, y con gritos lastimeros con
juran á sus esposos y padres á terminar el combate. En ambos
campos cayeron entonces las armas de las manos , y se ajustó un
tratado, en cuya virtud Rómulo y Tacio debian reinar juntos,
en Roma con iguales prerogativas; serian admitidos cien Sabi
nos en el Senado ; la ciudad conservaria su nombre , aunque to
mando los ciudadanos el de Quirites, derivado de Cures, capi
tal de los Sabinos: y unidas ambas ciudades, los Sabinos que
quisieran establecerse en Roma gozarian de todos los privile
gios de los ciudadanos romanos.
Tarquino Prisco añadió despues otros cien senadores proce
dentes de la plebe, para captarse su favor y afianzarse en el
trono: en la época de Sila su número llegaba ya á setecientos;
durante la dictadura de Julio César llegaban á novecientos; y
pocos años despues pasaban de mil. Augusto lo redujo definiti
vamente á seiscientos.

IV .

Dominado Sexto Tarquino, hijo del Rey de este nombre ,


por una brutal y desordenada pasion hácia Lucrecia, esposa de
Colatino, noble romano, logró, abusando de la hospitalidad que
ésta le concedió en su casa , ignorante de sus malvados designios ,
en ocasion en que su marido se hallaba acampado en las inme
diaciones de Roma, llevar á ejecucion con tal vileza su criminal
propósito, que para conseguirlo, no sólo la amenazó con la
muerte, sino con asesinar además á uno de sus esclavos y. co
locarlo en su lecho, publicando despues que los habia sorpren
dido y muerto en adulterio; de suerte que con el horror á la
infamia fué como venció a aquella desventurada mujer. A tal
extremo puede llegar la perversion y la maldad del hombre .
A la mañana siguiente envió á llamar Lucrecia á su esposo
Colatino y á su padre Espurio, y despues de referirles con los
extremos de la desesperacion elborron que sobre ellos habia
caido, se dió muerte con un puñal que ocultaba en el seno. Bru
248

to lo arrancó humeante del pecho deLucrecia, y juró vengarla


invocando a los dioses inmortales. Asi lo hizo, llegando à ar
rojar del país á Tarquino y álos suyos.
De esta manera terminó el gobierno monárquico despues de
244 años de existencia, desde el 752 al508 ántes la Era ris
tiana, de los cuales reino 39 Rómulo, 43 Numa Pompilio, 31 Tulo
Hostilio, 25 Anco Marcio, 38 Tarquino Prisco, 44 Servio Tulio,
y 24 Tarquino el Soberbio.

V.

Valerio esperaba ser Cónsul cuando se estableció la Repúbli


ca, pero se eligió á Bruto y á Colatino, por creerlos más inte
resados en la venganza de Lucrecia; y este desaire le ofendió
hasta elpunto de no presentarse en Roma hasta el dia en que se
juró en los comicios la abolicion de la Monarquía. Cuando re
emplazo á Colatino en el consulado, y entró en Roma vencedor
de Ios etruscos el año 503ántes de Cristo, quinto de la repú
blica, edificó en la colina Velia una casa suntuosa; y noticioso
de que por esto se murmuró contra él, acusándole de que aspi
raba á engrandecerse y á dominar en Roma, reunió al pueblo
para persuadirle de la injusticia de tales sospechas, y juntando
gran número de obreros, demolió en una noche su casa. Estos
antecedentes le hacian desear una ocasion de mostrar su popu
laridad , y le decidieron á favorecer los derechos de la plebecon
los decretos de que hacemos mencion en este capítulo.
VI.

La exorbitancia de las deudas y la presion de los acreedores


llegaron a su colmo despues dela toma de Pomecia el año 12 de
la República. Amotinose la plebe, y despues de una gran dis
cordia entre los Cónsules, de los cuales uno favorecia la causa
popular y otro á los patricios yal Senado, se resolvió conceder
å los deudores un plazo, y nombrar un Dictador que asegurase
el órden. Esta resolucion acalló por de pronto a la plebe, que
se alisto para salir ácampaña; y con su auxilio fueron batidos
los Latinos, que habian entrado en territorio de Roma. La
guerra con Tarquino tocó al fin á su término ; pero suscitán
dose luego nuevas disensiones, trataron de aprovecharse de ellas
los Volscos y los Hérnicos para atacar a Roma . Entonces se ne
cesitaron de nuevo los brazos de la plebe; pero la fermentacion
popular se habia aumentado por presentarse en la asamblea
popular un ciudadano con los vestidos rotos, la barba larga, el .
rostro pálido y los cabellos desordenados, clamando que lo te
nía en aquel estado la tiranía de su acreedor, el cual le habia
reducido a la más dura servidumbre, a pesar de que el no pa
249

garle su crédito consistia en que los enemigos habian talado


sus campos y robádole sus ganados . Los ciudadanos constitui .
dos tambien en esclavitud por deudas, se amotinaron entonces;
y corriendo dispersos por la ciudad, ésta se vio bien pronto en
plena sublevacion , que por fortuna logró dominar el cônsul Ser
vilio, exhortando a todos á aplazar sus diferencias para despues
de haber batido á los enemigos, y les concedió en nombre del
Senado un nuevo plazo mientras durase la guerra. Alistáronse
todos, y los enemigos fueron derrotados .
Concluida la guerra, las desavenencias renacieron, y la se
dicion llegó á tomar un carácter grave. Creóse otro Dictador, el
cual , despues de adoptar las disposiciones necesarias para ase
gurar el órden , pidió la abolicion de las deudas. Desairado en
su peticion por el Senado y los Cónsules, renunció la dicta
dura.
En tal estado, la plebe abandonó á Roma y se retiró con sus
banderas al monte Janículo. El Senado envió tres indivíduos
de su seno á transigir estas discordias, y de esta transaccion
resultó el nombramiento de los Tribunos.

VII .

Despues de ejercer los Decemviros por un año la autoridad


soberana , el no estar torminadas las Doce Tablas, y el bienes
tar que disfrutaba Roma bajo un gobierno en que todo era al
parecer justicia, templanza é igualdad, suscitaron el deseo de
prolongarlo.
El jefe de los Decemviros, Apio Claudio, aparentaba, con sin
gular estudio, gran repugnancia á ser nuevamente elegido, y al
propio tiempo paseaba á todas horas con los Tribunos, llegando
á obtener su confianza, y el nombramiento de presidente de los
comicios para la decision del asunto. Una vez llegado el mo
mento, se eligió á si mismo , en union con nueve senadores de
su partido, para formar el nuevo Decemvirato, que ejerció en
Roma una verdadera tiranía; si bien aterrorizadoelpueblo con
el aspecto de los lictores, y de otros aparatos de autoridad, no
pensaba en levantarse contra ellos, cifrando sólo su esperanza
en que al concluir el año concluiria tambien aquel detestado
gobierno.
Cumplido este plazo, los Decemviros manifestaron que con
tinuaban en sus puestos porautoridad propia : y la indignacion
general estalló al cabo, de resultas de dos desastres ocurridos
en pocos dias,uno en la ciudad y otro en el campo. Siccio Den
tato, Tribuno muy querido del pueblo y declamador furibun
do contra los Decemviros y sus excesos, fué el primer objeto
de estos desastres. Aparontando darle una comision importan
te, los Decemviros le enviaron fuera de la ciudad con una par
tida de soldados, que le asesinó en despoblado. El segundo de
230

sastre fué más ruidoso aún, por las circunstancias de la perso


na ofendida.
Deseando Apio Claudio apoderarse de una joven de singular
belleza, llamada Virginia , recurrió á un medio infame para
conseguirlo. Uno de sus clientes la reclamó como esclava ante
el tribunal de Apio, para entregarla luego á éste . Virginio , su
padre, noble y valiente militar que se hallaba á la sazon en el
ejército, se presentó á defender sus derechos en el dia del jui
cio; pero no siéndole posible hacerlos valer, porque el poder de
los Decemviros tenía aterrorizado al pueblo , esperó el momen
to señalado para entregarla al pretendido dueño, y la asesinó
con un cuchillo de carnicero que halló á la mano. La indignacion
popular estalló entonces, y á ella siguieron iguales efectos á los
que habia producido sesenta años antes en la monarquía de
Roma el atentado contra la castidad de otra mujer.

VIII.

Para que nuestros lectores formen idea de la espantosa anar


quía en que se hallaba al llegar a este período el Imperio ro
mano , bastará poner en su noticia lo ocurrido con los empera
dores de Roma en el que transcurrió desde el año 217 hasta el
283 de la Era cristiana.
En estos 66 años reinaron, subiendo al trono unos en pós de
otros, y muriendo algunos de ellos asesinados, los Emperado
res siguientes : Macrino en el 217 ; Heleogábalo en el 218;
Alejandro Severo en el 222; Maximiano en el 235 ; Gordiano I y
Gordiano II en el 237; Pupieno y Balbino en el mismo año ; Gor
diano III en el 238; Filipo en el 244; Decio en el 249; Galo en el
251 ; Valeriano, Emiliano y Galieno en el 253; Galieno sólo en el
260; Cláudio en el 268; Aureliano en el 270; Tácito en el 275;
Floriano en el 276 ; Probo en el 276 ; Caro en el 282 ; Carino y
Numeriano en el 283. Total : 23 Emperadores en el espacio de
sesenta y seis años .
De estos emperadores, Macrino y Heleogábalo fueron entro
nizados y destronados por los soldados: Gordiano fué asesinado :
Decio murió en una batalla : Galo pereció á manos de los solda
dos: Valeriano murió hallándose prisionero en poder de los per
sas : Galieno fue asesinado : Aureliano murió en la guerra con los
persas : Tácito fué envenenado á los seis meses de reinar: Probo
fue asesinado por los soldados; Caro y Carino vencidos y asesi
nados por Diocleciano.
De Maximiano nos han quedado 4 rescriptos: 272 de Gordia
no: 3 de Filipo: 7 de Decio : 2 de Galo : 85 de Valeriano : 9 de Ga
lieno : 2 de Cláudio : 4 de Aureliano: 4 de Probo ; y 26 de Caro y
Carino .
APÉNDICE II.
FRAGMENTOS DE LAS DOCE TABLAS.
252
TABULA 1. - DE IN JUS VOCANDO .

1.-SI IN JUS VOCAT, NI IT ANTESTATOR; IGITUR EM CA


PITO .

2.-SI CALVITUR, PEDEMVE STRUIT, MANUM ENDO JACITO .


3.-SI MORBUS ÆVITASVE VITIUM ESCIT, QUI IN JUS VOCA
VIT JUMENTUM DATO; SI NOLET, ARCERAM NE STER
NITO .
4.- ASSIDUO VINDEX ASSIDUUS ESTO ; PROLETARIO QUOI
QUIS VOLET VINDEX ESTO .
5.-REM, UBI PAGUNT, ORATO.
6.-NI PAGUNT, IN COMITIO AUT IN FORO ANTE MERIDIEM
CAUSAM CONJICITO , QUOM PERORANT AMBO PRÆ
SENTES .

7. -Post MERIDIEM , PRÆSENTI STLITEM ADDICITO .


8. -SOL OCCASUS SUPREMA TEMPESTAS ESTO .
9. - VADES ... SU ...
253
TABULA II.-DE JUDICIIS.

1. - Disposiciones sobre el importe de la consignacion


denominada sacramentum , que debian hacer las
partes.
2. -MORBUS SONTICUS... STATUS DIES CUM HOSTE ... QUID
HORUM FUIT UNUM, JUDICI, ARBITROVE , REOVE, DIES
DIFISSUS ESTO .

3. - CUI TESTIMONIUM DEFUERIT , IS TERTIIS DIEBUS OB


PORTUM OBVAGULATUM ITO.
4.-Disposicion que autoriza á transigir , aunque sea 80
bre robo .
254
TABULA III . —DE REBUS CREDITIS .

1.-ÆRIS CONFESSI, REBUSQUE JURE JUDICATIS TRIGIN


TA DIES JUSTI SUNTO .
2. - POST DEINDE MANUS INJECTIO ESTO , IN JUS DUCITO .
3.-NI JUDICATUM FACIT, AUT QUIPS ENDO IN JURE VINDI
CIT, SECUM DUCITO; VINCITO , AUT NERVO , AUT COM
PEDIBUS, QUINDECIM PONDO NE MAJORE , AUT SI
VOLET MINORE VINCITO .
4.-SI VOLET, SUO VIVITO; NI SUO VIVIT, QUI IN VICTUM
HABEBIT, LIBRAS FARRIS ENDO DIES DATO; SI VOLET ,
PLUS DATO .

5.-Disposicion relativa á la facultad que el deudor tenía


para transigir; siendo lícito en otro caso tenerlo
preso y encadenado sesenta dias, en cuyo interva .
lo debia presentårsele al magistrado en el Comi
tium tres dias de mercado consecutivos, ó sea de
nueve en nueve, manifestándose en voz alta la
suma por que estaba preso.
6.-Disposicion que concede al acreedor no satisfecho la
facultad de dar muerte al deudor, ó venderlo á un
extranjero más allá del Tiber, pasados los tres dias
de mercado; y que, previendo el caso en que hu
biese muchos acreedores, dice así :
TERTIIS NUNDINIS PARTES SECANTO; SI PLUS MI
NUSVE SECUERINT, SE FRAUDE ESTO .
255
TABULA IV.- DE JURE PATRIO .

1. - Disposicion relativa al hijo deforme y monstruoso ,


que debia ser muerto inmediatamente.
2. - Disposicion relativa al poder del padre sobre sus hi
jos, y al derecho de tenerlos presos toda la vida ,
de azotarlos, de sujetarlos a los trabajos del cam
po, de venderlos ó de matarlos, aun cuando estu
viesen desempeñando altos cargos en la repú
blica .
3.-SI PATER FILIUM TER VENUM DUÍT, FILIUS A PATRE
LIBER ESTO .

4.-Disposicion relativa a la duracion de la preñez, fijan


do en diez meses el término máximo .
050

TABULA V.-DE HÆREDITATIBUS ET TUTELLIS.


-

1. - Disposicion relativa a la tutela perpétua de las mu


jeres: las Vestales están libres de la tutela y de la
pátria potestad .
2.-Se prohibe la usucapion de las cosas mancipi pro
C

pias de las mujeres colocadas bajo la tutela de sus


agnados, á no ser que ellas mismas no se las hu
biesen entregado con autorizacion de sus tutores.
3.-UTI LEGASSET SUPER PECUNIA TUTELAVE SUÆ REI,
C

ITA JUS ESTO .


4.- SI INTESTATO MORITUR ,> CUI SUUS HÆRES NEC SIT,
AGNATUS PROXIMUS FAMILIAM HABETO .
5.-SI AGNATUS NEC ESCIT, GENTILIS FAMILIAM NANCITOR .
6.- A falta de tutor testamentario, son los agnados los
tutores legítimos.
7. - SI FURIOSUS EST, AGNATORUM GENTILIUMQUE IN EA
PECUNIAQUE EJUS , POTESTAS ESTO. -AST EI CUS
TOS NEC ESCIT .
8 .-- Ex EA FAMILIA ... IN EAM FAMILIAM .
9. -Los créditos hereditarios se dividen de derecho en
tre los herederos .
10. -Disposicion de la que se derivaba la accion de par
ticion entre los herederos (actio familice ercis
cundo .)
11. - El esclavo declarado libre en testamento con la
condicion de entregar una cantidad al heredero ,
puede, si fuere enajenado por éste, quedar libre
entregando aquella suma al que lo ha comprado .
257

TABULA VI. — DE DOMINIO ET POSSESIONE .

1.-QUUM NEXUM FACIET MANCIPIUMQUE, UTI LINGUA NUN


CUPASSIT , ITA JUS ESTO.
2. -Pena del duplo al que niegue lasdeclaraciones hechas
en el nexum ó en el mancipium .
3. -USUS AUCTORITAS FUNDI BIENNIUM ... CETERARUM OM
NIUM ... (ANNUUS .)
4. - Disposicion relativa á la adquisicion del poder ma
rital sobre la mujer por la posesion de un año :
facultad que se concede á la mujer de interrum
pir el efecto de esta posesion, ausentándose tres
noches consecutivas del domicilio conyugal.
5 .-- ADVERSUS HOSTEM ÆTERNA AUCTORITAS ESTO .
6.-SI QUI IN JURE MANUM CONSERUNT .
7.-A no ser que se trate de proceso sobre libertad, en
cuyo caso el magistrado debe dar siempre la po
sesion pruvisional a favor de ella . (Se refiere esto
á lo que dice el número anterior. Véase la tra
duccion .)
8.-TIGNUM JUNCTUM ÆDIBUS VINEÆQUE ET CONCAPET,
NE SOLVITO .

9.-Pero se concede la accion del duplo contra el que ha


utilizado así los materiales ajenos.
10. - QUANDOQUE SARPTA , DONEC DEMPTA ERUNT.
11. -El comprador no adquiere la propiedad de la cosa
vendida y entregada, hasta haber satisfecho al
vendedor .
12-Disposicion que confirma la cesion ante el magis
trado ( in jure cessio ), y tambien la mancipacion.

17
258

TABULA VII . - DE JURE @DIUM ET AGROUM.

1.-Entre los edificios debe dejarse para la circulacion


un espacio vacío (ambitus) de dos y medio piés.
2.-Condiciones con que han de hacerse las plantaciones,
construcciones ó excavaciones en un fundo inme
diato a otro .
3.-HORTUS ... HÆREDIUM ... TUGURIUM.
4.-Debe dejarse entre los campos, para poder entrar en
ellos y para la circulacion del arado, un espacio
vacío de cinco piés, que no puede adquirirse por
usucapion .
5.-SI JURGANT...
6.- La anchura de la vía es de ocho piés en la direccion
recta, y de diez y seis en los rodeos.
7. -Si la vía no está garantida por los propietarios con
tiguos, puede llevarse el carro por donde mejor
parezca .
8. -SI AQUA PLUVIA NOCET...
9. -Cuando las ramas de los árboles cuelgan sobre la
propiedad contigua, debe cortárselas á quince piés
de elevacion .
10.-El propietario tiene derecho á recoger del fundo
vecino los frutos de sus árboles que caen en él.

1
259
TABULA VIII.- DE DELICTIS .

1. - Imposicion de pena capital á los autores de libelos 6


ultrajes públicos difamatorios.
2.-SI MEMBRUM RUPIT, NI CUM EO PACIT, TALIO ESTO .
3.- Por la fractura de un hueso á un hombre libre, se im
pone pena de 300 ases; si es á un esclavo, de 50
ases .
4. -SI INJURIAM FAXIT ALTERI VIGINTI QUINQUE ÆRIS
PENÆ SUNTO .
5.- ...RUPITIAS ... SARCITO .
6.- Por el daño que cause un cuadrúpedo, debe repa
rarse el daño, 6 entregar el animal.
7.-Se concede accion contra el que apacenta su rebaño
en el campo de otro.
8. - QUI FRUGES EXCANTASSET... NEVE ALIENAM SEGETEM
PELLEXERIS .
9. - El que corte las mieses durante la noche o las dé en
pasto á los animales, si es púbero, será muerto y
sacrificado á Céres; si es impubero, será azotado
á arbitrio del magistrado, y condenado al duplo
del daño .
10. -El que incendiare un edificio ó un haz de trigo
colocado junto a la casa, si lo hace á sabiendas y
en sano juicio, será atado, azotado y quemado; si
lo hace por descuido, será condenado á resarcir
el daño; y si no tiene bienes para la reparacion,
sufrirá una modica pena .
11.-El que sin motivo cortase árboles ajenos, pagará
25ases por cada árbol cortado.
12. -SI NOX FURTUM FACTUM SIT , SI IM OCCISIT , JURE
CÆSUS ESTO .
13.-No es lícito matar al ladron sorprendido durante
-

el dia, si él no se defiende con armas.


14. - El ladron manifiesto, o sea, cogido en flagrante de

:
260

(CONTINUACION DE LA TABLA VIII .)

lito, si es hombre libre, será azotado y adjudicado


á aquél á quien robó; si es esclavo, será azotado y
precipitado de la roca Tarpeya . Los impuberos
serán azotados á arbitrio del magistrado, y obli
gados á reparar el daño.
15. -El robo lance licioque conceptum se asimila al robo
manifiesto . El robo meramente conceptum y
el robo oblatum , se castigan con la pena del
triplo . ( Véase la traduccion .)
16.-SI ADORAT FURTO, QUOD NEC MANIFESTUM ÉSCIT...
17.-Se prohibe adquirir por usucapion la cosa robada.
18.-El interés del dinero no puede exceder del uno por
100 al mes, ó sea el 12 por 100 al año . El exceso
se castiga con la pena del cuádruplo.
19.-La infidelidad en el depósito se castiga con la pena
del duplo .
20. - Se concede accion á los ciudadanos para la remo
cion de los tutores sospechosos. El tutor que se
hubiere apropiado bienes del pupilo, pagará la
pena del duplo .
21.- PATRONUS, SI CLIENTI FRAUDEM FECERIT , SACER ESTO.
22. - QUI SE SIERIT TESTARIER LIBRIPENSVE FUERIT, NI
-

TESTIMONIUM FARIATUR , IMPROBUS INTESTABILISQUE


ESTO .

23. -El testigo falso sea precipitado de la roca Tarpeya .


24.-El homicidio se castiga con pena capital .
-

25. -QUI MALUM CARMEN INCANTASSET... MALUM VE


NENUM .

26. - Prohíbense los grupos sediciosos de noche, en la


ciudad , bajo pena capital.
27. - Los indivíduos de las corporaciones (sodales), pue
den darse los reglamentos que les agrade, no con
traviniendo á la ley general .
261
TARULA IX .-DE JURE PUBLICO .

1.-Se prohibe proponer leyes sobre determinadas per


sonas.
2.-A los comicios por centurias toca pronunciar sen
tencias capitales sobre los ciudadanos; es decir,
sentencias que afecten a su vida, su libertad y su
derecho de ciudad.
3.-El juez o árbitro nombrado por el magistrado, que
reciba dinero por dar sentencia, sufrirá la pena
de muerte .
4.-Disposicion sobre los qucstores parricidii . - Se pue
-

de apelar al pueblo de toda sentencia en causa


criminal .
5. - El que excite al enemigo contra el pueblo romano, ó
entregue un ciudadano al enemigo, sufrirá pena
de muerte .
262
TABULA X. -DE JURE SACRO .

1. - HOMINEM MORTUUM IN URBE NE SEPELITO , NEVE


URITO .

2. -HOC PLUS NE FACITO... ROGUM ASCIA NE POLITO .


3.-Se restringen las suntuosidades funerarias, no per
mitiendo sepultar al cadáver con más de tres tra
jes o de tres fajas de púrpura, ni que haya en el
entierro más de diez flautistas.
4. - MULIERES GENAS NE RADUNTO; NEVE LESSUM FUNE
RIS ERGO HABENTO .
5. - HOMINI MORTUO NE OSSA LEGITO, QUO POST FUNUS
FACIAT .
6.-Se prohibe embalsamar los cuerpos de los esclavos,
como tambien los banquetes fúnebres, las asper
siones suntuosas, las coronas puestas en fila y los
altares levantados para quemar perfumes.
7. - QUI CORONAM PARIT IPSE, PECUNIAVE EJUS, VIRTUTIS
ERGO DUITOR EI.
8.-Se prohibe hacer vários funerales nilevantar vários
túmulos para un solo muerto .
9.- NEVE AURUM ADDITO. QUOI AURO DENTES VINCTI ES
CUNT , AST IM CUM ILLO SEPELIRE UREREVE SE
FRAUDE ESTO .
10.-Se prohibe colocar pira ni sepulcro á menos de 60
piés del edificio de otro, á no ser que lo consienta
el dueño .
11.-El sepulcro y su vestíbulo no pueden adquirirse
por usucapion.
263
TABULA XI. - SUPPLEM . V. PRIOR . TABUL.

1.-Se prohibe el matrimonio entre patricios y plebeyos.

TABULA XII .-- SUPPLEM . V. POSTER . TABUL .

1.-Se autoriza la pignoris capio (tomar prenda, especie


de accion de ley ) contra el deudor, para pagar el
precio de una víctima comprada, ó el alquiler de
una bestia de carga, si se alquiló para emplear su
precio en sacrificios.
2.-SI SERVUS FURTUM FAXIT , NOXIAMVE NOCUIT...
3.-SI VINDICIAM FALSAM TULIT ... TOR (SIVE LITIS PRÆ
TOR) ARBITROS TRESDATO;EORUM ARBITRIO ... FRUC
TUS DUPLIONE DAMNUM DECIDITO ,
4. - Se prohibe consagrar las cosas litigiosas, bajo la pena
del duplo .
5.- Las últimas leyes del pueblo derogan á las ante
riores .
VERSION CASTELLANA.

TABLA PRIMERA .

DE LA CITACION Á JUICIO .

1.-Si alguno llama a otro ante el magistrado, y éste se resiste


á ir, busque el demandante testigos y deténgalo.
2.-Si el llamado procura dilatar la presentacion, ó escaparse ,
apodérese de su persona.
3.-Si alguna enfermedad ó los muchos años sirven de impedi
mento al llamado, suministrele el que le llama medio de
trasporte, no estando obligado á darle un carro cubierto.
4.- Por un rico sólo otro rico puede ser vindeac ( fiador ó res
ponsable): por un proletario cualquiera puede serlo.
5. -Si se avienen, terminese allí la contienda.
6.-Si no se avienen, conozca el magistrado de la causa ántes
del mediodía, en el Comicio ó en el Foro, estando pre
sentes los dos litigantes .
7.-Despues del mediodía adjudique el magistrado a la parte
que esté presente la cosa o el derecho objeto del pleito
(6 tal vez déle la accion y abra la instancia ante un juez,
si há lugar á ello .)
8.-Al ponerse el sol terminen los actos judiciales.
-

9.-Los vades.., los subvades... (Llamábanse así los fiadores


que podian darse mútuamente los litigantes, cuando elne
gocio no habia podido terminarse en el dia, para respon
der de que se presentarian en el que se señalase, á cuya
promesa se llamaba vadimonium .
266

TABLA UL .

DE LOS JUICIOS .

2.- Una enfermedad grave... el haber fijado dia con un extran


jero... Si alguno de estos motivos asistiere al juez, al ár
bitro, ó á alguno de los litigantes, difiérase el dia.
3.-El que reclame el testimonio de otro, preséntese delante
de su puerta á llamarlo en alta voz para el tercer dia de
mercado (es decir, con veintisiete dias de plazo, pues el
>

mercado se celebraba cada nueve dias).

TABLA III .

DE LOS CRÉDITOS.

1. - Para el pago de una deuda confesada, o de una condenacion


jurídica, dénse al deudor treinta dias de término.
2. - Pasado el cual, puede darse contra el la manus injectio (ac
cion de ley para la ejecucion forzosa ), y llévesele ante el
magistrado .
3. - Entonces, á no ser que pague o que alguno se presente
como vindesc ( fiador ó responsable), llévelo el acreedor
á su casa y pongale cadenas, o correas o hierros en los
piés, que no pesen más de quince libras, pero sí menos,
á su arbitrio .
4.–Viva á su costa si él quiere; y si no, déle el acreedor que lo
tiene encadenado una libra de harina cada dia, o más si
quisiere.
6.
Pasada la tercera novena, dividanlo en pedazos;
y si cortan porciones más o menos grandes, no haya en
eso fraude ..
267

TABLA IV .

DE LA PÁTRIA POTESTAD .

3.-Si el padre vende tres veces al hijo, quede libre el hijo del
poder paterno.
TABLA V.

DE LAS HERENCIAS Y TUTELAS .

3.-Lo que disponga en testamento sobre sus bienes 6 la tutela


de los suyos, llévese á efecto .
4.-Si muere intestado, sin herederos suyos, tome la herencia
el agnado más próximo.
5.-Si no hubiese agnados, sea heredero el gentil.
.

7.-El cuidado de la persona y bienes del loco que no tuviese


curador (asi ei custos nec escit), toca á sus agnados , y
en su defecto á los gentiles.
8.-De esta familia ... á aquella familia . Disposicion que con
fiere al patrono la herencia del liberto que fallece sin
heredero suyo ó forzoso .
TABLA VI .

DEL DOMINIO Y DE LA POSESION .

1.-Cuando alguno cumpliere la solemnidad del nėscum y del


mancipium, sean ley las palabras que pronuncie.
3.-La adquisicion del dominio por medio de la posesion se
verificará á los dos años en los bienes inmuebles , y al
año en todas las demás cosas .
5.-Contra el extranjero hay garantía perpétua. (Es decir, que
nunca puede adquirir por prescripcion una cosa que
pertenece á un ciudadano romano.)
6.-Si hay entre dos personas manus consertio ante el ma
gistrado (especie de combate judicial ficticio que se ve
rificaba en las contestaciones sobre la propiedad de
una cosa).
208
.... Dé el magistrado la posesion provisional (vindicias
dare ó vindicias dicere) al que se encuentra de hecho
en posesion de la cosa.
8.-El madero empleado en un edificio , o unido a la vid , no se
arrancará (y por tanto el dueño no puede reivindi
carlos ).
10.-Mas si los materiales llegan áa separarse, y mientras lo es
tuvieren ... (podrá el dueño reivindicarlos ).
TABLA VII .

DERECHOS SOBRE LOS EDIFICIOS Y HEREDADES .

3. - Huerto ... heredad ... casa de campo .


5 .-- Si hay desacuerdo entre ellos...
(Acaso disponia que, si se disputa sobre límites, el ma
gistrado debe dar á las partes tres árbitros para que de
cidan . )
8. - Si el agua pluvial puede ocasionar daño...
(Debe advertirse que el propietario cuya finca se veia
amenazada de recibir daño de las aguas pluviales á con
secuencia de algun trabajo artificial 6 de algun acueduc
to, tenia derecho á pedir que se le garantizase contra este
perjuicio .)
TABLA VIII .
DE LOS DELITOS .

2.-El que rompe á otro un miembro y no se aviene con él, su


fra la pena del Talion.
4. - La injuria se castiga con la pena de 25 ases.
5.-El daño causado injustamente ... Si fuere por accidente for
tuito , condénese á la reparacion .
8. - El que con encantamientos desmejore las cosechas, ó las
traslade de un campo á otro...
12.-Si robando alguno de noche fuere muerto , séalo conforme
á derecho.
13.-(El robo lance licioque conceptum era el descubierto por
medio de un hombre que entraba desnudo en el sitio
donde se suponia estar la cosa hurtada, con sólo una faja ,
263

por la decencia, y llevando en la mano un plato, cuyo ver


dadero objeto no se conoce.-El robo conceptum era el
delito de aquel en cuyo poder se habia hallado la cosa
hurtada; y el robo oblatum el del que llevaba á otra casa
la cosa robada, para que se encontrase en ella, y no en
la suya .)
16.-Si se entabla accion por hurto no manifiesto (la pena del
ladron será el duplo.)
21. -El patrono que defraude á su cliente, sea sacrificado á los
dioses.
22. - El que ha sido testigo en un acto ó sostenido en él la ba
lanza, si luégo se niega á testificar acerca de él , sea de
clarado infame, incapaz de dar testimonio, é indigno de
que se dé por él .
25.-El que haya ligado a alguno con palabras de encanta
miento o dádole veneno, sufra la pena capital.

TABLA IX .

(No se traduce esta tabla, por no haber en ella texto latino.)


TABLA X

DEL DERECHO SAGRADO .

1.- No se entierre ni se queme en la ciudad á ningun muerto.


2.- No se haga más que esto .-No se pulimente la madera de
la pira .
4.--.No se destrocen las mujeres el rostro , ni den gritos inmo
derados .
5.-No se recojan los huesos de los muertos para hacerles lué
go otros funerales. (Se exceptuaba de esta prohibicion á
los que habian muerto en el campo de batalla o en el ex
tranjero .)
7.-Al que se hubiese ganado una corona por sí mismo ó por
sus cosas, concédansele los honores de ella . (Podia llevar
esta corona el difunto , y tambien su padre.)
9.-No se ponga oro; pero si los dientes están unidos con oro,
bien pueda este oro enterrarse y sepultarse con el ca
dáver.
270

TABLA XI .

SUPLEMENTO Á LAS CINCO PRIMERAS TABLAS .

(No se traduce esta tabla, por no haber texto latino .)

TABLA XII .

SUPLEMENTO Á LAS CINCO ÚLTIMAS TABLAS.

2.-Si el esclavo comete robo ú otro delito que cause daño


(puede ejercitarse contra el dueño, no una accion perso
nal, pero sí una accion noxal).
3.-Si alguno posee de mala fé una cosa que pretende ser suya,
-

dé el magistrado tres árbitros, y con la sentencia de


éstos, sea condenado á restituir el duplo de los frutos.

1
ÍNDICE .

Pågs .

INTRODUCCION .... 5
-
Periodos en que se divide la Historia de la Legis
lacion romana ... 9.
Noticia bibliográfica relativa á la Historia de la
Legislacion romana .. 12

EPOCA ANTERIOR A LA MONARQUÍA .


CAPÍTULO I.-- Pueblos primitivos de Italia. - Su carácter,
costumbres é instituciones.--Historia preliminar de
Roma ..... 15

MONARQUÍA .
CAP. II. - Gobierno y legislacion de Roma bajo el impe
27

rio de sus Reyes...


REPÚBLICA .
CAP. III.-- Gobierno y legislacion de Roma desde la ex
tincion de la Monarquia hasta las leyes de las Doce
Tablas .... 43
CAP I
. V .--Exámen y explicacion de las leyes de las Doce
Tablas..... 57
CAP. V. De la legislacion romana desde la promulga
cion de las Doce Tablas hasta la caida de la República. 70
CAP. VI. -Organizacion política y civil de Roma en este
periodo.. 86
CAP. VII.- De la jurisprudencia romana en este periodo. 104
272

IMPERIO .

CAP. VIII.- Vicisitudes de la legislacion romana desde el


reinado de Augusto hasta el de Alejandro Severo .. 119
CAP . IX . - Decadencia del Imperio.- Estado de la legis
lacion desde la muerte de Alejandro Severo hasta el
reinado de Constantino .... 137
CAP. X. – Vicisitudes de la legislacion romana desde el
reinado de Constantino hasta el de Justiniano ...... 153
CAP . XI.-Compilaciones legales anteriores á Justiniano.
-Códigos de Justiniano y demás adiciones que com
ponen el Corpus juris civilis ... 172
CAP.XII.-De lainfluencia que en el derecho civil de los
romanos ejerció el Cristianismo... 190
CAP. XIII.-- Vicisitudes de la legislacion romana con pos
terioridad á los tiempos de Justiniano...... 211
CAP. XIV. -La ciencia del derecho romano en la actua
lidad.... 228

APÉNDICE I. -Notas históricas... 243


APÉNDICE II.-- Fragmentos de las Doce Tablas.. 251

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