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Desarrollo de la Psicomotricidad en la
Curso/módulo: Unidad/sesión: II/ 3
primera infancia.
Tema: HABILIDADES Y/O ÁREAS DE LA PSICOMOTRICIDAD
Formadora: Mag. Nancy Alava Ruíz
La conciencia corporal permite a los niños conocer su cuerpo y cómo se maneja este en diferentes
situaciones. En este sentido, existen diferentes tipos de ejercicios para mejorar el esquema del cuerpo en
la infancia y reforzar el control de todos los aspectos que influyen en la ejecución de los movimientos.
Por tanto, tomar conciencia del propio cuerpo es esencial desde edades tempranas para que los bebés y
niños conozcan las posibilidades y limitaciones del movimiento corporal, ya que ese es el punto de partida
para ejecutar acciones e interacciones con el mundo que les rodea.
Además, es importante resaltar que el hecho de tomar conciencia del propio cuerpo está ligado a otros
aspectos. Por ejemplo, se estimula el desarrollo cognitivo, que permite recibir y gestionar la información.
Mientras que, a nivel físico y motor, se potencia el reconocimiento de las partes del cuerpo para saber
dirigirlas y darles un correcto funcionamiento.
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Igualmente, tomar conciencia
del propio cuerpo también implica factores socioemocionales, ya que se desarrolla la capacidad de
regular el movimiento y los límites para interactuar con los demás de forma adecuada.
Entre los primeros conocimientos que adquieren los bebés, destacan las sensaciones iniciales que se
refieren al propio cuerpo. A través del mismo, el recién nacido empieza a experimentar con el tacto, la
movilización o a través de las distintas percepciones visuales y auditivas. Este tipo de acciones son las
que le permiten, de forma progresiva, identificar su esquema corporal y organizar sus movimientos de
manera adecuada.
El proceso que lleva a la toma de conciencia corporal en los niños pasa por las siguientes fases:
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Canciones o cuentos
para identificar las partes del cuerpo
Emplear canciones o cuentos es una de las mejores técnicas para promover la conciencia y el
control corporal en la infancia. La idea es que a través de estos recursos, los niños aprendan las
diferentes partes del cuerpo, experimentando con su propia figura o con la de sus compañeros, y
moviendo las partes corporales que se van indicando.
El juego del espejo
El juego del espejo es uno de los más tradicionales y es que, ¿quién no ha jugado a imitar al otro
de pequeños? Pues bien, esa es la idea, que dos niños se pongan uno enfrente del otro y que
uno de ellos copie el movimiento de su compañero. Para reforzar el aprendizaje también se
puede proponer que en cada movilización el pequeño nombre en voz alta la parte del cuerpo que
está tocando en ese momento.
Las estatuas
Otro de los juegos para desarrollar la conciencia corporal en los niños es el de las estatuas. Se
trata de bailar de forma divertida y al ritmo de la música, pero cuando esta se para, los niños
deben quedarse como estatuas en la posición más extraña posible y quienes adopten la postura
más original suman más puntos. En este juego también puede aplicarse otra variante, que
consiste en proponer que al bailar solo se movilice una parte corporal determinada, dejando el
resto del cuerpo totalmente inmóvil.
El juego del pañuelo
Seguro que conoces esta propuesta, ya que el juego del pañuelo es uno de los clásicos para
mejorar la toma de conciencia corporal en educación física. La actividad consiste en hacer dos
grupos, en que cada uno de los participantes tiene un número, pero en este caso, se cambia por
una zona del cuerpo. Es decir, cuando el monitor diga, por ejemplo, ¡brazo!, los dos
contrincantes que tengan asignada esa parte corporal, deberán correr a coger el pañuelo para
llevárselo a su campo y sumar puntos a su equipo.
El número corporal
El juego del número corporal también es otra propuesta estupenda para mejorar el esquema
corporal en niños. La dinámica es muy sencilla: un participante deberá representar un número
con el cuerpo y su compañero tendrá que adivinar de cuál se trata y, así, se va practicarlo la
actividad de forma alterna.
EQUILIBRIO:
El cuerpo humano para poder mantener todas sus estructuras alineadas y trabajando coordinadamente,
necesita del sistema nervioso central para que realice el control adecuado.
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Así mismo, está compuesto
de procesos como el equilibrio, control motor y el tono muscular, los cuales son importantes para el
mantenimiento de la postura y para la realización de actividades a lo largo de la vida.
"Es una capacidad física que se mantiene gracias a las fuerzas que
producen las diferentes estructuras del cuerpo"
El equilibrio es una habilidad motora fundamental que implica la capacidad de mantener el control con el
cuerpo y resistir la fuerza de la gravedad para evitar caídas.
Aproximadamente hacia el primer año de edad el niño es capaz de mantenerse de pie; hacia los 2
años aumenta progresivamente la posibilidad de mantenerse brevemente sobre un apoyo, pudiendo
permanecer hacia el tercer año sobre un pie entre 3 y 4 segundos y marchar sobre una línea recta
pintada en el suelo. El equilibrio, tanto estático como dinámico, alcanza una gran madurez hacia los 5
años, pero no será hasta la edad de 7 años en que ya se completa con la posibilidad de permanecer en
equilibrio con los ojos cerrados (Cratty, 1982).
Su desarrollo está relacionado, por un lado, con factores de tipo psicomotor tales como la
coordinación, fuerza, flexibilidad, etc.; y por otro, con aspectos funcionales tales como la base, la
altura del centro de gravedad, el número de apoyos, la elevación sobre el suelo, dinamismo del
ejercicio, etc., presentes a la hora de la de las tareas físicas.
Tanto en el equilibrio dinámico como el estático, el cuerpo debe vencer la gravedad para mantener la
postura.
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El niño debe "entrenar"
su sistema vestibular, y por ende todos sus sentidos, durante su infancia antes de aprender a leer,
escribir, calcular. Experimentar su cuerpo en relación con la gravedad (que constantemente
tenemos que vencer), su equilibrio, la conciencia de su cuerpo y de las direcciones en el espacio son
vitales para su desarrollo cognitivo, emocional y social.
Estimular a los niños desde temprana edad con ejercicios de equilibrio hace que su desarrollo cognitivo
(aprendizaje) y emocional sean de gran calidad.
de ella sin salirse. Si el niño lo logra, realizar esto con objetos en la mano.
Aunque cada niño tiene su propio ritmo de crecimiento y desarrollo, como padres y docentes, siempre
podemos echar una mano para que todo vaya como debe. Por ejemplo, poniendo en práctica
estos ejercicios para mejorar el equilibrio del niño.
El equilibrio permite que los chicos mantengan la estabilidad, en especial, cuando dan sus primeros
pasos. Si trabajamos sobre ello, lograremos que pronto aprendan la importancia de la postura adecuada,
el movimiento eficaz y la capacidad para desarrollar de manera correcta sus habilidades motrices menos
sencillas.
Conoce ejercicios para mejorar el equilibrio del niño.
Estos ejercicios se pueden realizar a lo largo del desarrollo del niño, según la etapa en la que se
encuentre. Lo importante es que el peque los disfrute y le parezcan divertidos, así mejorará su equilibrio
mientras lo pasa en grande. Sea como fuere, es necesario también personalizarlos y adaptarlos a su
crecimiento, a sus particularidades y a sus capacidades y habilidades.
1. Equilibrio sobre un único pie
Es un ejercicio muy sencillo que, en principio, sobre todo si el chico es pequeño, haremos con
bancos adaptados para que tenga un pie sobre el suelo y el otro sobre el citado banquito.
A medida que el peque vaya mejorando su habilidad, podemos ir haciéndolo más complicado
para que mejoren sus capacidades. Por ejemplo, reemplazando el banco por una pelota, o no
poniendo nada sobre uno de los pies.
2. Tabla de balanceo
Las tablas de balanceo también son muy útiles. En este caso buscaremos una superficie de
madera o plástico con forma curva por debajo. Así pues, el niño pondrá un pie en cada extremo y
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tratará
de conservar la estabilidad. Una vez lo vaya consiguiendo, además, también será un excelente
logro, por lo que se motivará a seguir adelante y tendrá una autoestima adecuada a sus
capacidades.
ESTRUCTURACIÓN ESPACIAL:
Da Fonseca (1998): indica que la estructuración espacial es la capacidad que tiene el niño para
mantener la constante localización del propio cuerpo, tanto en función de la posición de los objetos en el
espacio como para colocar esos objetos en función de su propia posición.
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La Estructuración Espacial: Es
la capacidad para establecer una relación entre los elementos elegidos para formar un todo, esta relación
implica la independencia de los elementos constitutivos del conjunto en una situación espacio – temporal
determinado.
Es la capacidad que tiene el niño para mantener la constante localización del propio cuerpo, tanto en
función de la posición de los objetos en el espacio como para colocar esos objetos en función de su
propia posición, comprende también la habilidad para organizar y disponer los elementos en el espacio,
en el tiempo o en ambos a la vez.
Las relaciones espaciales se refieren a la comprensión de un niño de cómo los objetos y las personas se
mueven unos en relación con otros. Durante la tierna infancia, los niños usan los sentidos para observar y
recibir información sobre objetos y personas en su ambiente. Pueden ver y seguir a personas y objetos
con los ojos. Se enfocan en agarrar objetos y meterlos a la boca para enterarse de sus características
físicas.
Nociones espaciales:
Las nociones espaciales son relaciones que determinan la posición que ocupa un cuerpo en el espacio.
De acuerdo con Fernández (2017), existen las nociones: arriba-abajo; dentro - fuera; delante-detrás;
cerca-lejos; encima-debajo.
El espacio es un elemento propio de una actividad de aprendizaje y/o de una sesión didáctica, por ello
resulta fundamental para el docente que el espacio se organice y armonice en relación a las necesidades
de los niños y a sus características.
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En educación inicial, el espacio
es considerado como un elemento estratégico en la metodología de enseñanza, que resulta fundamental
en los procesos de enseñanza y aprendizaje, creando diversos estímulos que motiven a los niños a lograr
sus aprendizajes y que aprenda a comprender y a dominar su espacio sobre el que se desenvuelve.
El concepto noción espacial, está muy asociado al aprendizaje de los niños de educación inicial, el que se
tiene que ir orientando como parte de su formación. Tiene que ver con la comprensión y manejo del
espacio geográfico (ambiente físico organizado por los individuos) y matemático-geométrico (referido al
punto, rectas y planos que forman un cuerpo).
El término noción espacial ha variado con el tiempo, tal como lo deja entrever Fernández (2015).
Rodríguez (2008) sostiene que la noción espacial tiene que ver con evidencias de impresiones que el niño
tiene respecto a su cuerpo.
Es un conjunto de sentimientos ligados a los objetos, a las personas y el propio cuerpo. La noción
espacial progresa a medida que los niños desarrollan su capacidad intelectual.
Principales nociones espaciales En Farreny y Román (2006) se consideran las siguientes nociones
espaciales:
a. Noción arriba-abajo Son nociones en las que se establecen relaciones que determinan la
posición de las partes del cuerpo y/o de objetos en relación al espacio que ocupa. En este caso
la noción espacial “arriba” indica la posición elevada que ocupa un cuerpo en relación a otro. La
noción espacial “abajo” indica la posición inferior que ocupa un cuerpo en relación a otro
(Fernández, 2017). Los autores antes citados (Farreny y Román, 2006) plantean algunos
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ejercicios que
comprendan el significado de la noción espacial arriba-abajo.
Hacer que los niños y niñas se toquen o bien coloquen objetos en partes del cuerpo
superiores o inferiores. Paralelamente, se orientará para que vayan verbalizando si se sitúan
arriba o abajo.
Se le asigna a cada niño un objeto: pelota, tela o un saquito. Se les pide que lo tiren hacia
arriba o abajo.
Se pide que los niños y niñas bailen libremente con una gran tela, cuando la música suena
fuerte subirán la tela y cuando la música suene débil, la bajarán.
“delante” indica la parte anterior donde se encuentra un cuerpo. La relación espacial “detrás”
indica la parte posterior que ocupa un cuerpo (Fernández, 2017). A continuación, se recogen de
Farreny y Román (2006) algunos ejercicios que comprendan el significado de la noción espacial
delante-detrás:
Señalar y nombrar las partes del cuerpo que tendrán delante o detrás.
Colocar a los niños y niñas en fila y darles indicaciones: Por ejemplo: Pedro se colocará entre
Lucas y Jesús. Flavio se pondrá delante de Miguel. Y así sucesivamente hasta formar un tren
siguiendo instrucciones y mencionando “delante y detrás”.
Ordenar objetos, de tal forma que formen una fila con los mismos ya sean aros, pelotas,
ruedas, cajas, etc. y formarán otra fila con algunos niños y niñas. Los niños que quedan,
observarán y responderá a preguntas como: ¿Qué hay entre Pedro y la silla? ¿Qué hay
delante de Mary? ¿Quién está detrás del aro? De tal forma, que se introduzcan dicha noción
mediante la interrogación de preguntas. d) Pedir a los niños que formen parejas, dando
indicaciones relacionadas con la noción delante-detrás en diferentes posturas. Por ejemplo:
de pie, estirado, sentado, poniendo cara molesta, etcétera.
c. Noción encima- debajo: Son relaciones que determinan la posición de las partes del cuerpo y/o de
objetos en relación al espacio que ocupa. La relación espacial “encima” indica que un objeto ocupa
una posición superior teniendo un punto de encuentro. La relación espacial “debajo” indica que un
objeto ocupa una posición inferior teniendo un punto de contacto (Fernández, 2017). Para este
caso, son pertinentes los siguientes ejercicios, algunos de las cuales provienen de Farreny y
Román (2006).
Colocar en parejas a los niños, dándoles la indicación de subirse encima de su compañero o
compañera según la indicación dada por la docente.
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Realizar un circuito
motor con diversos objetos como cajas, túneles, aros, escaleras; indicando a los niños que
pasen por encima o por debajo.
Formar una fila con todos los niños y darles la pauta para que se pasen una pelota, un
pañuelo o un palo pequeño por encima de sus cabezas o por debajo de las piernas.
d. Noción dentro-fuera: Son relaciones que determinan la posición de las partes del cuerpo y/o de
objetos en relación al espacio que ocupa. En este caso, la relación espacial “dentro” indica que un
objeto ocupa la parte interior en relación a otro objeto. La relación espacial “fuera” indica la parte
exterior que ocupa un objeto en relación a otro (Fernández, 2017). Farreny y Román (2006)
presentan algunos ejercicios para el desarrollo de esta noción:
Ubicar cajas de diferentes tamaños por el espacio libre exterior al aula y dejar que los niños y
niñas entren y salgan libremente.
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reptando, saltando
con los dos pies juntos, etcétera.
e. Noción cerca- lejos. Son relaciones que determinan la posición de las partes del cuerpo y/o de
objetos en relación al espacio que ocupa. La relación espacial “cerca” indica la parte próxima que
ocupa un objeto en relación al espacio que ocupa. La relación espacial “lejos” indica la lejanía que
ocupa un objeto en relación a su espacio. A continuación, se listan algunos ejercicios para orientar la
noción espacial cerca- lejos desde la perspectiva de Farreny y Román (2006):
Señalar partes del propio cuerpo que estén alejadas o bien próximas entre sí.
Asignar a cada niño un aro, el mismo que toma con las manos y sin soltarlo lo intenta poner tan
lejos y tan cerca como sea posible de su barriga, de su cabeza, de su pie, etcétera.
Orientar que los niños se coloquen lejos o cerca de objetos o partes de la clase según la
indicación dada por la docente.
Ubicar una caja o un aro en un lugar del aula y los niños lanzarán una pelota o saquito de arena
cerca, lejos, muy cerca, o muy lejos de la caja o el aro, según se les indique.
Poner en el suelo y a diferentes distancias, tres cuerdas paralelas. Los niños lanzarán un saquito
de arena cerca o lejos de la cuerda que se les diga.
LATERALIDAD:
La lateralidad es la preferencia natural por un lado del cuerpo a la hora de realizar la mayor parte
de las tareas psicomotrices. Se ve reflejada principalmente en las extremidades, pero está también
presente en los sentidos de la vista y el oído.
Tipos de lateralidad.
Diestro: donde hay predominio cerebral del hemisferio izquierdo y realizaciones motrices de
derecha.
Zurdo: cuando el hemisferio cerebral derecho es quien guía y ejerce la acción motora del lado
izquierdo de forma dominante.
Diestro falso: son aquellas personas que han sido obligadas a realizar tareas con la derecha
cuando se consideraba la zurda como una enfermedad. Afortunadamente este tipo de
creencias ya han desaparecido prácticamente de nuestra sociedad.
Ambidiestro: zurdo para algunas actividades y diestro para otras.
Según Piaget: La lateralidad es la dominancia de uno de los hemisferios cerebrales, los mismos que
determinan si el niño/a será diestro o zurdo. En un niño/a zurdo el hemisferio predominante es el derecho
mientras que en el niño/a diestro es el izquierdo.
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Mini retos
Le proponemos al alumnado que realice una serie de acciones con el segmento corporal que prefiera (el
dominante) y después le pedimos que los repita con el no dominante. Algunos ejemplos de retos son: tirar
a canasta, chutar a portería, escribir su nombre, mantenernos en equilibrio sobre un pie, etc. Podríamos
usar esta propuesta como evaluación inicial, e incluso podríamos usar el “Harris Test of Lateral
Dominance”, que consiste en que los estudiantes realicen diversas acciones con su lado naturalmente
dominante, para conocer la lateralidad de cada estudiante.
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Señalar partes del cuerpo, ya
sea en un dibujo o en nosotros mismos.
Caminar sobre una cuerda en el suelo
Saltar en un pie
Construcción de legos
Abrir tapas de botellas
Es muy importante que los maestros conozcan en que parte del proceso de laterización se encuentran
sus alumnos, que sepan cómo es que ha sido este desarrollo y si se han enfrentado con alguna dificultad
en este camino, por otra parte el que el docente implemente actividades en las que los alumnos puedan
desarrollar, reforzar y trabajar con su dominancia lateral tiene beneficios en el desarrollo del esquema
corporal, de la ubicación espacial, temporal, ritmo etc. y se encuentra trabajando en las bases para los
aprendizajes posteriores.
En cuanto a los alumnos con problemas específicos en el aprendizaje, muchas veces estos problemas
son debidos a algún suceso relacionado con la lateralidad, como en el caso de los zurdos contrariados. El
docente debe contar con las estrategias y actividades para trabajar con el alumno y ayudarlo a mejorar en
estos aspectos, de tal forma que su aprendizaje se menos complejo o incluso pueda evitar secuelas que
conduzcan a un problema de aprendizaje más severo.
ESPACIO Y TIEMPO:
El tiempo y el espacio están vinculados estrechamente. El niño para poder comprender estos conceptos,
en primer lugar, debe orientarse con su propio cuerpo. La orientación de su propio cuerpo se construye a
través de los procesos de lateralización, es decir, “es el conjunto de las predominancias particulares de
una a otra parte simétrica del cuerpo, a nivel de mano, pie, ojo y oído”. La organización de la lateralidad
es según el esquema corporal, como también, de los conceptos de espacio y tiempo (Real, I. 2009).
En la compresión del espacio influyen diversos conceptos. En primer lugar, está la percepción visual que
comienza desde el nacimiento. Primero se percibe la luz, luego líneas, superficies y volúmenes, y
finalmente, los colores. En segundo lugar, está la prensión que en un principio se realiza de forma
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inconsciente y va atendiendo
a la percepción visual, táctil y motriz, de esta manera el niño va aprendiendo conceptos como distancia,
dirección y orientación. En tercer lugar y último, está la locomoción que nos permite desplazarnos por el
espacio y experimentar con nuestro propio cuerpo la relación que tenemos con el espacio (Fernández, S.
2014).
Según Piaget (1947) existen 3 períodos para el conocimiento del espacio: período sensorio motor (0 a 2
años), luego el período pre operatorio (3 a 6 años) y por último, el período de operaciones concretas
simples (8 a 12 años). Por otro lado, Hannoun (1977) en forma paralela de los períodos de Piaget
desarrolló 3 etapas las cuales son: espacio vivido (0 a 6 años), el espacio percibido (9 a 12 años) y por
último, el espacio concebido (12 años en adelante). Nos enfocaremos en la primera etapa de espacio
vivido ya que es la que se desarrolla durante la etapa preescolar. El niño relaciona el espacio sólo con la
percepción,
lo que él realiza por sus propias vivencias, a través de su cuerpo y movimiento en el espacio físico desde
un pensamiento intuitivo y egocéntrico (Hannoun, H. 1977).
La noción de tiempo no es innata, se necesita de enseñanza para adquirir su aprendizaje. Según los
estudios de Piaget (1978), los niños construyen las categorías temporales en 3 etapas progresivas: el
tiempo vivido (0 a 6 años), tiempo percibido (6 a 12 años) y por último, tiempo concebido (12 a 16 años).
Nos enfocaremos en la etapa de tiempo vivido ya que es la que se desarrolla durante la etapa
preescolar. Esta etapa se basa en las experiencias personas y directas de la vida. En un comienzo el
niño percibe el tiempo sin un orden ni una orientación (pasado, presente y futuro). El tiempo comienza a
organizarse a medida que se le entrega a los niños experiencias de cambios concretos, estableciendo un
orden en los momentos fundamentales de la rutina diaria, por ejemplo, la alimentación, higiene, etc.
(Sota, A. 2014).
Algunas propuestas de experiencias de aprendizaje para trabajar los conceptos de tiempo y espacio con
niños de preescolar son:
Espacio: cesto de los tesoros, cajas y pelotas para empujar o transportar de un lugar a otro y de esta
Tiempo: exponer a los niños a exploraciones que tengan causa y efecto, usar calendarios y ver los días
de la semana, donde los niños comprenderán los conceptos de ayer, hoy y mañana, también ver las
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Actividades para trabajar espacio y tiempo:
La percepción espacial consiste en conocer el medio que nos rodea; es decir, es la toma de
conciencia del sujeto, de su situación y de sus posibles situaciones en el espacio que le rodea, su
entorno y los objetos que en él se encuentran. Su desarrollo comienza desde que el niño-a empieza a
moverse progresando a lo largo de la infancia hasta lograr la madurez espacial.
Desde la escuela debemos trabajar este importante aspecto de diferentes maneras, ya sea de
manera vivencial, mediante fichas, etc. Para que podáis trabajar con vuestros alumnos, os dejo una
interesante lista con actividades variadas para realizar con los niños y así ayudarles a adquirir la
madurez suficiente que les permita asimilar el concepto de percepción espacial.
Utilizar papel cuadriculado para dibujar líneas de un punto a otro, reduciendo gradualmente el
tamaño de la cuadrícula.
Planificar recorridos con diversos materiales usando términos espaciales como «sobre, bajo,
alrededor, a través, a la derecha…».
Explicar oralmente los movimientos que se deben hacer para ir a un sitio determinado.
Jugar al «Mikado».
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Puzzles, con y sin
apoyo visual.
Juego de las estatuas, expresando la posición de uno de los niños-as respecto a los demás.
Juego del frío y el calor (esconder un objeto e indicar frío, frío si está lejos de él, y calor, calor si
está más cerca).
Identificar objetos en imagen viendo sólo un trozo del objeto total (hacer un agujero en un cartón
y ponerlo encima de la imagen, el niño-a debe adivinar el objeto viendo una pequeña parte de
él).
Aprender el concepto de tiempo y de espacio es complejo para los niños, ya que deben adquirir un nivel
de abstracción mental para ello. No obstante, debemos introducirlos en ellos pronto, con el fin de que
vayan adquiriendo las primeras nociones al respecto. Y, esto lo lograremos proponiéndoles actividades
muy sencillas, que les proporcionen vivencias cercanas y comprensibles para ellos.
En este artículo nos centraremos en el aprendizaje del concepto del tiempo y cómo trabajarlo en el aula
de Infantil. Para ello, partiremos de las teorías de Piaget, según el cual hay diversos modos de percibirlo.
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Modos de percibir el tiempo
El vivido: durante los primeros años de vida, el niño conoce el tiempo a partir de su cuerpo en
movimiento, a partir de su experiencia personal.
El percibido: más adelante, se aprende el paso del tiempo con la ayuda del profesor a través de
la observación del movimiento y de objetos, como por ejemplo el paso de las agujas de un reloj,
la arena que va cayendo en un reloj de arena, un cronómetro, entre otros.
El concebido: cuando ya son más mayores, comprenden la abstracción del tiempo, lo conocen
como experiencias mentales, como por ejemplo el tiempo en las matemáticas (velocidad,
medida, planificación).
En Educación Infantil es importante trabajar el lenguaje del tiempo. Debemos reforzar el presente, el
pasado y el futuro (qué estamos haciendo ahora, que hemos hecho antes, y que vamos a hacer
después). La asamblea de aula y las rutinas en concreto son la actividad idónea para introducir a los
peques, con sus actividades repetitivas, en los conceptos temporales. Otro aspecto que se debe trabajar
a estas edades es
la descentración, o capacidad de que los peques sean capaces de ver que suceden otros hechos en el
momento que ellos hacen otras cosas, superando con ello, poco a poco, el egocentrismo.
Mostrar secuencias de imágenes y ordenarlas (pueden ser un cuento o una escena conocida)
Con estas actividades sencillas y experimentales los peques pueden comprender mejor qué es el tiempo.
Si nos ayudamos, además, de materiales especialmente diseñados para ello, entenderán sin dificultad el
concepto de tiempo de manera fácil y rápida.
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Orientación Temporal: Es la forma en que la persona pone en relación los acontecimientos y se sitúa en
el tiempo. Implica la asimilación de los conceptos de ayer, hoy y mañana, que se desarrollaran buscando
puntos de referencia significativos partiendo de su ritmo fisiológico y con la ayuda de las rutinas y la
secuenciación de actividades. La Orientación Temporal no se puede visualizar, por ello debemos recurrir
a nociones temporales: por ejemplo, día-noche, mañana-mediodía-tarde, ayer- hoy, días de la semana,
horas, estaciones, años… Debemos valernos de los acontecimientos diarios más repetidos para hacerles
sentir la existencia de tal realidad a los niños.
El orden: son los puntos de referencia que su ponen los cambios que suceden. Los términos
antes y después son referencias obligadas.
La duración: es el tiempo físico medido en minutos, segundos, etc., que separa dos puntos de
referencia “principio y final”. Es el aspecto cuantitativo de la estructuración temporal.
Organización Temporal: hace referencia al ritmo, y se define como el movimiento ordenado. Se puede
considerar que el ritmo está inmerso en todos los fenómenos de la naturaleza, no sólo en lo musical, ya
que hay ritmo como el respiratorio, cardíaco, tempo de cada individuo, los movimientos corporales.
La motricidad es una capacidad que está relacionada con movimientos y gestos específicos. La
motricidad gruesa hace referencia a todos aquellos movimientos un poco más complejos como caminar,
correr, saltar, girar, lanzar objetos, etc. La motricidad fina en cambio, se refiere a todas aquellas
actividades en la que se requiere de la coordinación entre ojo-mano y de músculos específicos, como, por
ejemplo, recortar figuras con tijera, agarrar el lápiz para dibujar, etc.
La motricidad fina y gruesa son primordiales para obtener distintas habilidades durante el crecimiento del
niño, las cuales perdurarán a lo largo de su vida, por lo tanto, es importante estimular su desarrollo en las
primeras etapas de la educación. Todas estas habilidades ayudan a que los pequeños participen con
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mayor agilidad y facilidad
tanto en actividades cotidianas en casa, así como en espacios recreativos en la escuela.
Motricidad gruesa:
Con la motricidad gruesa, podemos realizar diferentes acciones gracias a la capacidad que tenemos de
coordinar el sistema nervioso central y su función sobre la contracción muscular de nuestro cuerpo. Estas
habilidades se pueden mejorar con práctica o experiencia. Su desarrollo en la etapa infantil es
fundamental para adquirir capacidades como la orientación, lateralidad, equilibrio y coordinación.
Además, las interacciones cognitivas, emocionales y psicosociales también se hacen presente en el
desarrollo de las habilidades motoras, lo que ayuda a aumentar la confianza en sí mismo y la autonomía
para desenvolverse.
La coordinación entre los músculos y el sistema neurológico de la motricidad gruesa están conectadas
con el equilibrio, la capacidad de determinar dónde está nuestro cuerpo en el espacio y cómo se mueve.
Un ejemplo práctico sería cuando atrapamos una pelota, bailamos o patinamos.
Motricidad fina:
La motricidad fina es la habilidad que nos permite realizar múltiples de actividades que requieren mayor
precisión, es decir, aquellas actividades en las que necesitamos un control de nuestras manos o dedos.
Es aquí donde aparecen los hábitos tan cotidianos como el de cepillarnos los dientes, abrocharnos una
camisa, usar cubiertos, atarse los cordones e incluso, escribir.
El movimiento y la complejidad de las acciones que realizan los músculos del cuerpo humano, da lugar a
ciertas diferencias entre la motricidad fina y gruesa:
En la motricidad fina desarrollamos movimientos más precisos que son ejecutados por músculos un
poco más pequeños, como, por ejemplo: coger algún objeto entre el dedo índice y el dedo pulgar
realizando el agarre de pinza (siendo fundamental para en casi todas las tareas diarias). Las acciones
de la motricidad fina pueden ser también realizadas por las manos, las muñecas, los dedos y los pies,
e incluso músculos de la cara.
Las respuestas globales del cuerpo en la motricidad gruesa son movimientos amplios que se pueden
desplazar en el espacio físico o simplemente manteniendo una posición estable, por ejemplo, puede
ser una postura de yoga. Por otra parte, las respuestas específicas de la motricidad fina necesitan
coordinación entre el ojo y la mano para así poder realizar movimientos específicos, ya sea dibujar o
atarse los zapatos.
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Otra de las diferencias
más características entre la motricidad gruesa y fina, es que fisiológicamente los músculos más
grandes son los que se fortalecen primero, dando paso a los movimientos amplios. Después empieza
el desarrollo de los movimientos finos. Es por eso que podemos observar que los niños controlan
primero los movimientos de sus brazos, que movimientos precisos de los dedos.
El desarrollo de la motricidad fina y gruesa están muy ligados con el aprendizaje de los niños en el ámbito
académico. Es por esto que se tornan fundamentales desde las primeras etapas de educación. Debes
prestar mucha atención a la actividad física de tu pequeño, ya que juega un papel muy importante en
edades tempranas, tanto para el desarrollo de la motricidad fina y gruesa como para el establecimiento de
rutinas y hábitos que se verán reforzados en la escuela.
Toma nota de nuestras recomendaciones, se trata de ejercicios muy sencillos que te ayudarán a
desarrollar los grandes movimientos de manera fácil y sencilla.
Dar palmadas
Aprovecha las ocasiones en las que solemos tener a nuestro bebe entre brazos, para dar
palmadas lentamente, mientras cantas una melodía sencilla llevando el ritmo con las mismas.
Así, conseguiremos que intente repetir nuestros movimientos. Aquí puedes coger sus propias
manos para corregir la posición e intentar que marque el ritmo poco a poco.
Esto le ayuda a mejorar la motricidad gradualmente desde las manos hasta las muñecas,
mientras retienen levemente el antebrazo.
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Escalar
Sus habilidades para escalar se ven en niños desde los dos años a los 4 años. Debemos
fomentar esta faceta, cuando quieren escalarlo todo como juguetes, muebles, personas o
cualquier otra cosa.
Te recomendamos animarlos siempre a escalar, con cuidado, pero sin impedírselo nunca.
Equilibrio
Intenta que mantengan el equilibrio, primero agarrándose a cualquier mueble o pared, más tarde
solos con las dos piernas y por último, que consigan mantener el equilibrio con un solo pie, a la
pata coja.
Sobre los 4 años, pueden mantenerse unos 15 segundos con un pie, pero se trata de un dato
orientativo, como ya sabemos, cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje.
Te recomendamos algunos ejercicios según la edad para mejorar su motricidad y autonomía, con el fin de
que puedas ir incorporándolos poco a poco en su día a día.
1 año: presionar o estrujar juguetes sonoros o coger un vaso con las dos manos.
2 años: abrir y cerrar envases a presión, hacer rodar objetos o comer solo.
3 años: abrir y cerrar envases de tapa rosca o vestirse y desvestirse solo.
4 años: abotonar y desabotonar o manipular plastilina.
5 años: utilizar lápices y acuarelas o hacer nudos.
Referencias bibliográficas:
Durivage, J. (1989), Educación y psicomotricidad, manual para el nivel preescolar. Pedagogía para la
primera infancia 2. Editorial Trillas. México. Pp. 27 – 28.
Lázaro, A. (2000), Nuevas experiencias en educación psicomotriz. Mira Editores. España. Pp. 94 – 96.
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Lerbert, G. (1977), La
lateralidad en el niño y el adolescente. Niños derechos – Niños zurdos, Estudio de la
lateralización. Editorial Marfil. España. Pp. 67 – 71.
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