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EL MINDFULNESS Y EL CUERPO
Es evidente que necesitamos un cuerpo para vivir y que, durante esta vida, no ten-
dremos otro. Y por más que nos extirpen quirúrgicamente tal o cual cosa o nos
trasplanten este o aquel órgano, lo cierto es que jamás recibiremos un trasplante
total de cuerpo. El cuerpo es el vehículo con el que contamos para llevar a cabo el
viaje de la vida y, en aras de su salud, bienestar y longevidad, debemos tratarlo con
esmero. Son muchas las cosas que el mindfulness puede enseñarnos sobre nuestro
mundo y nuestra vida, y también nos muestra Io que el cuerpo necesita para so-
brevivir, poniendo de relieve el modo en que el estrés y la ansiedad nos afectan y
enseñándonos a soportar mejor el dolor y la enfermedad física. Así es como, ape-
Iando a la observación corporal, una técnica avalada por el tiempo, nos abrimos a
una atención más completa al cuerpo. También exploraremos cómo enfrentarnos
al dolor físico, vínculo entre las emociones y las sensaciones físicas, y veremos el
modo de utilizar éstas como indicador de nuestro estado emocional.
EL MINDFULNESS Y EL CUERPO 99
triste caso>, en el que fames |oyce nos presenta a un hombre que, según el autor,
uvivió a poca distancia de su cuerpo> (2006' 86)?
Durante la observación corporal, uno presta atención metódicamente a dife-
rentes partes del cuerpo, empezando por el pie izquierdo y terminando por la co-
ronilla. Es muy amplio el abanico de sensaciones físicas que, en tal caso, puede ex-
perimenta¡ como picor, malestar, hormigueo, dolor, ligere za,pesadez, calor y frío,
entre otras, asl como también neutralidad. Algunas de estas sensaciones pueden ir
acompañadas de pensamientos y emociones. Y la observación corporal puede ayu-
darnos a clasificar esa multitud de sensaciones y experiencias internas en tres gran-
des categorías: agradables, desagradables y neutras. Y, puesto que el cuerpo es un
organismo dinámico que se halla en continuo proceso de cambio, no existen dos
observaciones corporales iguales. Pero lo cierto es que, a medida que siga practi-
cando, acabará descubriendo la sabia advertencia de Martha Graham cuando su-
brayó que: oel cuerpo dice lo que queda más allá de las palabras, (Hanna,2006,
33). El cuerpo tiene su propia sabiduría y, si lo escuchamos atentamente, puede
mostrarnos donde yacen, en é1, las tensiones físicas, Ias emociones y los pensa-
mientos. Esta indagación en las sensaciones físicas, las emociones y los pensamien-
tos, a la que se conoce como "triángulo de la conciencia", representa un viaje a la
totalidad de la experiencia humana.
Lo primero que uno debe hacer, cuando ejercita la observación corporal,
es prestar atención a la sensación física sentida, lo que no tiene nada que ver
.on p"nru, en el cuerpo. Para ello no hay necesidad de analizar ni manipular el
cuerpo, sino que basta con reconocer las sensaciones presentes. Se trata, pues'
de un tipo de investigación profunda que puede poner de relieve un amplio aba-
nico de sensaciones y ayudarnos a establecer contacto con muchos aspectos de
nuestra vida.
¿Irtoyha{ísndo.bieneltr¡b¡iadeobsena.i¿"¿*.."e.po.rinor¡entonedq?
Es importante saber que las sensaciones neutras forman también parte de la observación
corporal. Son tres los grandes tipos de sensaciones que pueden experimentar los seres hu-
manos: agradables, de:agr?dables y neutfas:Tome sencillamente conciencia, 1! ta I cosa ocu-
rre, de qüe está experimentando una se,ngacióri neutra,Ydese cuenta, a medida que vaya
profundizando en su práctica de la observación cotpolal, de la presencia dq sqnsaciones
cada vez más sutiles. Es como [a persona que, cuando va al mar, empieza escuchando el
ruido de las olal pero que coniel paso del tiempo empieza a distinguir, en medio del ruido,
la existencia de sonidos cadavezmás diferentes. Lo mismo ocurre con la observación cor-
poralque, a medida que nuestra práctica se profundiza. vamos discriminando sensaciones
cadavezmássuti|es,.''],i.l.i.....
Todo el mundo experimenta, de vez en cuando, dolor físico. Quizás haya sido el
dolor crónico el que le haya motivado a leer este libro, o quizás la observación del
cuerpo le haya permitido ser consciente de las partes del cuerpo que le duelen o
en las que experimenta tensión. El primer paso que hay que dar al trabajar con el
dolor consiste en determinar si es crónico o agudo. El dolor agudo suele tener una
causa física y estar asociado a una lesión o problema físico reciente, que tal vez
también requiera una atención médica inmediata. El dolor crónico, por su parte,
puede asimismo tener una causa física y probablemente esté asociado a compo-
nentes cognitivos y emocionales, como la pena, la ira, el miedo o la confusión.
La investigación realizada al respecto ha corroborado la utilidad de la medi-
tación mindfulness en el tratamiento del dolor crónico (Kabat-Zinn et a1.,1986).
Son tres, en este sentido, los pasos necesarios para la aplicación del mindfulness
al dolor crónico. El primero de ellos pasa por investigar, es decir, por determinar
cómo siente, en su cuerpo y en sus sentimientos, la tensión y el dolor. El segundo
consiste en trabajar con las reacciones emocionales al dolor y la tensión. El ter-
cero, por último, es un enfoque más filosófico, que consiste en aprender a vivir en
el aquí y ahora y enfrentarnos al dolor instante tras instante.
cuerpo, podríamos estar creándolo sin darnos cuenta. Ahí es' precisamente,
donde
el mindfulness demuestra su eficacia'
Una reacción muy habitual ante el dolor consiste en contraernos y tensar la
zona que lo rodea. Pero esta reacción no sólo intensifica el dolor físico, sino que
puede desencadenar un círculo vicioso de reacciones que aumenta la ira' el miedo'
la tristeza y la confusión. Tensar la musculatura que rodea la zona dolorida res-
tringe el flujo sanguíneo, intensifica los espasmos y el dolor en otras regiones del
.rr"rpo. Resulta difícil poner fin a este ciclo y llega un momento en el que descu-
brirnos que no sólo estamos tensando la zona adyacente al dolor, sino todo nues-
tro cuerpo.
La observación corporal nos proporciona una oportunidad de reorientar
nuestra atención para trabajar con la tensión y el dolor. A medida que aprenda-
mos a diferenciar las sensaciones físicas de los sentimientos mentales y emocio-
nales podremos reconocer sensaciones corporales intenSas como meras Sensa-
ciones físicas. vivir con Ia tensión física y el dolor puede resultar muy difícil y
generar niveles muy elevados de estrés y ansiedad, de modo que es muy impor-
tante desarrollar habilidades que nos permitan enfrentarnos al dolor y apren-
der a reducirlo.
Una vez que somos conscientes del modo en que mantenemos el dolor corpo-
ral podemos empezaf atrabajar más adecuadamente con é1. Podemos, por ejem-
plo, experimentar dolor en la parte inferior de la espalda y descubrir, gracias a la
observación del cuerpo, que la tensión y tígidez se expanden hacia arriba' hasta
que la mitad superior de su cuerpo acaba convirtiéndose en una masa dolorida.
¿Es acaso necesaria esa tensión y contracción extra más allá de la parte inferior de
la espalda? Porque lo cierto es que la tensión de la musculatura esquelética podría
perfectamente estar exacerbando el dolor.
de la tensión y el dolor? La
¿Cómo podemos enfrentarnos a esta expansión
atención plena no sólo nos permite advertir las zonas que permanecen innece-
sariamente tensas, sino relajar y soltar también la tensión en aquellas regiones
en las que no existe dolor de ningún tipo. Y el mindfulness nos enseña asimismo
que, aunque no podamos relajar la tensión, quizás nos resulte posible cabalgar sus
olas, observándolas, dejándolas ser y permitiéndolas moverse en la dirección que
necesiten. Así, del mismo modo que observamos la expansión de las ondas en un
estanque, abrimos un espacio para que las sensaciones vayan donde quieran. Aun-
que aprender a permanecer con el dolor pueda resultar contraintuitivo, es un paso
fundamental en el proceso curativo. No luchemos ni nos resistamos, pues, al dolor
y dediquémonos, por el contrario, a investigarlo permaneciendo junto a é1. Esta
perla de sabiduría, según la cual, donde hay resistencia, hay también sufrimiento,
se remonta hasta el Buda.
Hace ya unos años, mi hijo pequeño Ben se cayó por las escaleras y se golpeó Ia cabeza.
Afortunadamente no fue nada serio, pero resultó muy doloroso. tJn par de amigos acudie-
ron entonces, respondiendo a sullanto, en su ayuda. [Jno de ellos dijo, sacándose un ca-
Son varias las barreras que nos impiden cobrar conciencia de nuestras emociones.
Cuatro de ellas, en particular, resultan especialmente importantes. La primera con-
siste en invalidarlas o descartarlas. Si cuando estamos ansiosos, temerosos, tristes
o enfadados, por ejemplo, se nos insiste en que no hay razón algunapara ello, no
sólo se nos enseña que no somos los mejores jueces de nuestras emociones, sino
que debemos también reprimirlas. Pero las emociones, como todo lo demás, va y
vienen. Por eso, cuando se niegan o se reprimen, generan estrés en nuestra mente
y en nuestro cuerpo.
La segunda de las barreras que nos impiden ser conscientes de las emocio-
nes consiste en el error común de confundir pensamientos y emociones. Y es
que cuando uno dice <siento que...), probablemente no esté refiriéndose tanto
a una emoción, como a un pensamiento o a un juicio. Recuerdo por ejemplo, en
este sentido, a una clienta llamada fulie, que solía decir: (siento que
mi vida está
fuera de control>. Pero, cuando aprendió a diferenciar los pensamientos de los
sentimientos, se dio cuenta de que "estar fuera de control" no es un sentimiento,
sino un pensamiento. De ese modo percibió que las emociones de la ansiedad y
la confusión estaban ligadas al pensamiento de "estar fuera de control" y se ma-
nifestaban corporalmente como tensión en los hombros y opresión en el pecho.
Entonces pudo emplear ese registro como indicador de su estado emocional y re-
A veces se dice que hay unas pocas emociones básicas y muchas variantes
de cada una de ellas. Y aunque esto no explique adecuadamente la com-
plejidad de la situación, sí que proporciona cierta estructura para fami-
liarizarnos con la diversidad de las emociones. En este ejercicio hemos
agrupado las emociones agradables y las desagradables en categorías que
proporcionen al lector un apropiado punto de partida para ampliar su vo-
cabulario emocional y aumentar la conciencia de sus emociones. Señale,
mientras lea la lista que presentamos a continuación, las emociones con las
Aunque yo solía estar muy orgulloso de ser consciente de mis emociones, la verdad es c\ue
tenía muchas diJicultades aI respecto. Había ocasiones en que, sin saber por qué, mi sis'
tema neryioso experimentaba la emergencia de emociones, por ejemplo, Ia tristeza o la
ira, como si de una amenaze se tratara. Y en tales casos, reoccionaba inconscientemente
cambiando de tema, tratando de corregir la situación o encendiendo la televisión..., es
decir, huyendo. Como creía haber desarrollado una considerable conciencia de mí mismo
no es de extrañar que, cuando mi esposa me sugería que, en ocasiones, yo evitaba las emo-
ciones desagradables, me empeñase con tanto esfuerzo en negailo'
Con el paso del tiempo, sin embargo, no me quedó más remedio que acabar acep-
tando que mi esposa tenía razón y que había ocasiones en que, cuando estaba con ami-
gos, familiares o conocidos, mi cuerpo o mi rostro se tensaban y buscaba la oportunidad
de escapar. Mientras observaba esta reacción e investigaba lo que podría haber detrás de
ella, me di cuenta de que tal cosa ocurría cuando me empeñaba en evitar una interacción
potencialmente dolorosa con las personas más cercanas, lo que tiene mucho sentido, por-
que esas relaciones son, afn de cuentas, las que más dolor pueden generar.
Estas comprensiones me ayudaron a utilizar las tensiones que afloraban en mi cuerpo
o en mi rostro como indicio de la incomodidad que experimentaba. Pero entonces descu-
brí que me hallaba en un callejón sin salida. Mi vocabulario emocional era muy limitado
y las únicas palabras que utilizaba para describir mi estado emocional eran "incómodo"
y "dolor". Así fue como me esforcé en desarrollar un vocabulario emocional y empecé a
descubrir que, en realidad, estaba sintiendo irritabilidad, excitabilidad y desasosiego, sen-
saciones, todas ellas, asociadas al miedo. A medida que mi exploración fue profundizán-
dose empecé a cobrar conciencia del miedo que quemaba mi pecho, justo a la altura del
corozón. Entonces fue cuando una imagen irrumpió súbitamente en mi mente, Ia ima-
¡Hágalol
Tómese ahora un momento para verificar cómo se siente en su cuerpo. ¿Recibe algunas seña-
les sobre sus emociones o pensamientos? ¿Siente tensión, fatiga u opresión o, por el contra-
rio, se siente bien? Advierta lo que ocurre cuando presta atención y escucha atentamente lo
que le dicen esos mensajes procedentes de su cuerpo- No olvide que su cuerpo podría estar
tratando de transmitirle una información muy importante.
¡Felicidades! ¡Ya ha llegado a mitad del libro! ¿No le parece un regalo ex-
traordinario concederse tiempo para estar más presente consigo mismo?
Tómese ahora un momento, antes de seguir adelante, para volver al ejerci-
cio <¿Cuál es su nivel de estrés?>, que hemos presentado al final de la Intro-
ducción, en las páginas 4l-42. Aproveche la ocasión para revisar los facto-
res estresantes que anotó entonces y valore cómo los siente ahora.
Permanezca atento a este proceso. Tómese un tiempo, antes de empezar
a valorar, para respirar y chequear el estado de su cuerpo. Luego piense en
los diferentes estresores y vea si, al respecto, se siente igual o de manera di-
ferente. Si advierte que, desde el momento en que empezó el ejercicio, han
aparecido nuevos factores, añádalos a la lista y evalúelos también.
Conviene subrayar que esta valoración informal no reemplaza, en modo
alguno, la evaluación clínica. Lo único que hace es ayudarle a determinar
cómo está sintiéndose. Pero si la mayoría de sus eyaluaciones son muy ele-
vadas, probablemente sea una buena idea visitar también a un profesional
de la salud.
Prácticas formales
ú Observación del cuerPo
tr Paseo meditativo
tidiana.
Prácticas informales
ú Prestar atención al dolor
tr DROP
I Aplicar las ocho actitudes del mindfulness a su vida
I Prestar atención a lo largo de todo el día
Ú Comer atentamente