Autismo de grado 1 o autismo leve: Se refiere a aquellos individuos
con dificultades significativas en la comunicación social, la flexibilidad del pensamiento y el comportamiento, pero que aún así pueden funcionar de manera relativamente independiente en su vida diaria. Autismo de grado 2 o autismo moderado: Se refiere a aquellos individuos que requieren apoyo sustancial para comunicarse e interactuar socialmente, así como para manejar los cambios en su entorno y sus rutinas diarias. Autismo de grado 3 o autismo severo: se refiere a aquellos individuos que requieren apoyo muy sustancial en todas las áreas de su vida diaria debido a la severidad de sus dificultades en la comunicación, la interacción social y el comportamiento.
Algunos de los síntomas más comunes en el autismo de grado 3 son los
siguientes: 1. Dificultades en la comunicación verbal y no verbal, como la falta de lenguaje o la repetición de frases sin sentido. 2. Problemas para establecer relaciones sociales, lo que puede llevar a un aislamiento social y a la falta de interacción con los demás. 3. Comportamientos repetitivos y estereotipados, como el balanceo del cuerpo o la obsesión por determinados objetos. 4. Dificultades en la comprensión de las emociones propias y ajenas, lo que puede llevar a una falta de empatía o a comportamientos inapropiados. 5. Sensibilidad extrema a los estímulos sensoriales, como el ruido o la luz, lo que puede llevar a una respuesta exagerada o aislamiento. 6. Dificultades en la coordinación motora y en el desarrollo físico y de propiocepción en general. Algunas de las terapias y enfoques que se utilizan en el tratamiento del autismo de grado 3 incluyen: 1. Terapia del desarrollo y del comportamiento: se centra en enseñar habilidades a la persona para que esta se desarrolle de manera más funcional. Se enseñan nuevas habilidades sociales, comunicativas y conductuales a través de técnicas como el modelado y el refuerzo positivo. 2. Terapia ocupacional: se enfoca en mejorar la coordinación motora, la planificación y la ejecución de tareas cotidianas, así como en fomentar la autonomía de la persona. 3. Terapia del habla y el lenguaje: se enfoca en mejorar la comunicación verbal y no verbal, así como en la comprensión del lenguaje y el uso de habilidades sociales apropiadas. 4. Tratamiento farmacológico: puede ser recomendado para tratar síntomas específicos del autismo, como la ansiedad o la hiperactividad, pero no existe un medicamento específico para el autismo en sí mismo. 5. Intervenciones educativas: se enfocan en el desarrollo de habilidades académicas y sociales a través de un plan de enseñanza individualizado y adaptado a las necesidades de la persona. Existen diferentes modelos específicos para el tratamiento del autismo, entre los que se destacan algunos como el Modelo Denver (ESDM), los principios del ABA, el método PECS, el modelo SCERTS o el modelo Floortime.