Está en la página 1de 7

¿Qué es una locomotora?

Se define como locomotora al material rodante con motor que se emplea para
dar tracción a los trenes.

En este sentido, una locomotora constituye una parte fundamental del tren, pero
no representa la totalidad del mismo (aunque, fuera del ámbito ferroviario, los
términos locomotora y tren se utilizan como sinónimos).

¿Qué es una locomotora de vapor?

Una locomotora de vapor es un tipo de locomotora que, mediante la combustión


de un combustible (principalmente carbón y madera), calienta el agua que se
encuentra sellada herméticamente en una caldera para así generar vapor de
agua.

Locomotora del Gran Ferrocaril del Este, ilustración de Cuthbert Hamilton


Ellis (mediados del siglo XX).

Este vapor de agua se utiliza para accionar los pistones que, gracias a un juego de
bielas-manivelas, producen un movimiento rotatorio, el cual es empleado para
accionar las ruedas del tren.
En este sentido, las locomotoras de vapor, a diferencia del motor de combustión
interna, no solo requerían de combustible, sino que, además, debían disponer de
suficiente agua como para mantener el funcionamiento de su sistema.

Significado de locomotora
El término locomotora posee su raíz etimológica en el latín loco, ablativo
de locus, que significa lugar, y en el latín medieval motivus, que
significa provocar movimiento.

¿Quién y cuándo se inventó la locomotora de vapor?


La primera locomotora de vapor fue construida por Richard Trevithick en 1804.

Historia de la invención de la locomotora de vapor


La locomotora de Richard Trevithick: el origen de la locomotora de
vapor

La historia de la locomotora de vapor da comienzo con el


británico Richard Trevithick, quien, apoyándose en las enormes contribuciones
científicas de James Watt, construiría, en 1804, la primera locomotora de vapor
funcional.

La locomotora de Trevithick poseía un solo cilindro, disponía de un volante de


inercia y realizaba la transmisión de fuerza a las ruedas mediante engranajes.
Ilustración de una locomotora del Ferrocarril del Sudoeste, obra de Cuthbert Hamilton
Ellis (mediados del siglo XX).

Sin embargo, esta no sería empleada como fuerza motriz de


ningún ferrocarril, pues su peso era tal que los rieles de hierro fundido eran
incapaces de soportarlo.

De hecho, esta locomotora fue sometida a tres viajes de pruebas, pero el


resultado sería el mismo: rieles severamente afectados por el peso de la máquina.

Así pues, a pesar de que el mundo ya había comprobado que, en efecto, la fuerza
de un motor de vapor podía ser aprovechado para sustituir a la fuerza animal en el
arrastre de vagones, el uso de las locomotoras de vapor quedaría en el olvido
debido a los problemas que este presentaba.

La locomotora de Matthew Murray: Salamanca

En 1812, debido a la creciente demanda y al elevado precio de los caballos (todo


ello ocasionado por las guerras napoleónicas), el uso de locomotoras de
vapor se erigió como una potencial solución a la carencia de fuerza animal
para el arrastre de los vagones.

Sería Matthew Murray quien, en 1812, construiría en los talleres Feton, Murray
and Wood una nueva locomotora, la cual sería bautizada como Salamanca.
Esta poseía dos cilindros, a diferencia de la locomotora de Trevithick, que solo
disponía de uno, y hacia uso del sistema de cremallera que había sido patentado
un año antes por John Blenkinsop.

Gracias a esto, la Salamanca era mucho más ligera que la locomotora


de Trevithick, pero no lo demasiado como para no tener adherencia a los rieles.

George Stephenson construye la primera línea férrea del mundo


entre dos ciudades

En 1826, catorce años después de la construcción de la locomotora Salamanca,


se inició la construcción de la primera línea férrea que conectaría dos ciudades
en el mundo, en este caso Liverpool y Manchester.

Ilustración de la locomotora de vapor de George Stephenson sobre la inauguración del


Ferrocarril de Stockton y Darlington. Dibujo de Harry Green del año 1980.

La construcción de dicha obra fue encargada a George Stephenson, quien


poseía una vasta experiencia en el diseño de ferrocarriles de minas.
Finalmente, en 1830, George Stephenson terminaría la construcción del
ferrocarril de Liverpool y Mánchester junto a la línea férrea que uniría a ambas
ciudades, proeza que le haría merecedor de una fama sin igual, incluso superior a
la de Richard Trevithick y Matthew Murray.

El concurso de Rainhill

El 6 de octubre de 1829, meses antes de que George Stephenson terminase la


construcción del ferrocarril de Liverpool y Mánchester, se realizó en Rainhill, un
pequeño pueblo del condado de Merseyside (Inglaterra), un concurso en el que
se pondría a prueba la fuerza motriz de las locomotoras de vapor.

Cuando el día de la competencia llegó, de diez locomotoras que se habían inscrito


oficialmente, solo tres participarían; siendo estas las siguientes:

 La Rocket, de George y Robert Stephenson.


 La Sans Pareil, de Timothy Hackworth.
 La Novelty, de John Ericsson y John Braithwaite.

La locomotora Rocket se alzaría como la ganadora de las Pruebas de Rainhill tras


haber remolcado con éxito el quíntuple de su peso con una velocidad que oscilaba
entre las 14 y 20 millas por hora.

Grabado de las Pruebas de Rainhill, con la Rocket en primer plano y, más al fondo, la
Sans Pareil y la Novelty (publicado alrededor del año 1829).
Cabe destacar que la Rocket fue la única locomotora en terminar la carrera, pues
tanto la Sans Pareil como la Novelty presentarían fallos mecánicos durante la
carrera.

Actualmente, la mítica locomotora la Rocket se encuentra preservada en el Museo


de Ciencias de Londres.

Importancia de la locomotora de vapor


La importancia de la locomotora de vapor radica, principalmente, en los siguientes
factores:

Un nuevo sistema de transporte público

El uso de locomotoras de vapor reemplazó a la fuerza animal, principalmente la


de los caballos, como fuerza motriz para el arrastre de vagones.

Esto hizo posible que no solo los ferrocarriles fuesen empleados como medios de
transporte de mercancías, sino también como un nuevo sistema de transporte
público: rápido, masivo y eficiente en términos económicos.

Aumento de la productividad

El uso de locomotoras de vapor a nivel industrial y agrario permitió acelerar los


procesos de producción y distribución de mercancías. Todo esto trajo consigo
un enorme crecimiento de la productividad tanto en el sector agrícola como en el
sector industrial.

Como era de esperar, el aumento de la productividad ocasionado por el uso de


locomotoras de vapor derivó en excedentes de capital de igual proporción en
ambos sectores, el agrícola y el industrial.

Dicho excedente de capital sería invertido tanto en el fortalecimiento del nuevo


mercado de las locomotoras como en la mejora de sus propias industrias.

Un nuevo e importante mercado

El auge de las redes ferroviarias y las locomotoras de vapor se convirtió


rápidamente en un gigantesco e importante mercado para la mayoría de países
potencias del siglo XIX.

Con el pasar de los años, el mercado de las locomotoras absorbería enormes


cantidades de capitales, crearía una gran cantidad de puestos de trabajo y,
además, disminuiría el precio del transporte de mercancías y de personas.
En este sentido, cualquier país que destinase recursos a la creación de redes
ferroviarias y locomotoras de vapor no solo daría vida a un gigantesco mercado
con una tasa altísima de oferta laboral, sino que, además, su economía recibiría
un importante estímulo.

También podría gustarte