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13 GUERRAS COLONIALES Y CRISIS DEL 98. CONSECUENCIAS. REGENERACIONISMO.

En 1898 España perdió los restos del imperio colonial (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). La derrota
pasó a conocerse como el “desastre” y dejó al descubierto los problemas de la Restauración
Borbónica.

La economía de Cuba se basaba en la plantación de azúcar de caña, café y tabaco para la


exportación. Sin embargo, su comercio estaba limitado por los aranceles que España imponía y
que forzaba a la isla a comprar productos españoles a elevados precios mientras dificultaba la
exportación hacia Europa o EEUU. Ante esto, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón para facilitar la
autonomía cubana, acabar con la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el
Parlamento español.

En la isla el sector más intransigente formó el Partido Unión Constitucional y los más
progresistas (criollos) el Partido Liberal Cubano. En 1892 se fundó el Partido Revolucionario
Cubano, independentista, por José Martí.

La mayoría de los políticos españoles estaban en contra de la independencia cubana. Los


partidos liderados por Sagasta abolieron la esclavitud en 1880.
La oposición cubana al arancel de 1891 provocó malestar en la isla y en EEUU temiendo España
que se produjera una nueva insurrección cubana con apoyo estadunidense.

Tras la insurrección de los independentistas cubanos se inició la Guerra de Cuba desarrollada


en 3 fases:

1. Febrero 1895- enero 1896: comienza con el Grito de Baire en la isla oriental y la
muerte del líder independentista José Martí. Antonio Maceo y Máximo Gómez
extendieron la guerra por la parte occidental. Ante esto el gobierno envió un ejército a
Cuba, donde estaba Martínez Campos, sin éxito.
2. Enero 1896- agosto 1897: por falta de éxitos Martínez Campos se relevó por Weyler.
La ofensiva militar fue acompañada por los campesinos en aldeas cerradas para
aislarlos de las tropas, causando una elevada mortalidad por falta de recursos. Se
destruyeron ingenios de azúcar, plantaciones… y la economía cubana se resintió.
3. Agosto 1897- febrero 1989: murió Cánovas y el nuevo gobierno liberal planteó nuevas
estrategias como la conciliación a la desesperada. Relevó a Weyler del mando y en
noviembre de 1897 concedió la autonomía a Cuba, el sufragio universal masculino, la
igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Las
reformas fueron tardías ya que los independentistas con apoyo estadounidense se
negaron a aceptar el fin de las hostilidades.

En Filipinas la presencia española estaba limitada a órdenes religiosas, explotación de recursos


naturales y su uso como punto comercial con China. Su independentismo fue impulsado por
José Rizal, fundador de la Liga Filipina en 1892. Su persecución dio lugar al Katipunan, un
movimiento radical que promovió la insurrección armada en 1896.

En 1898 el presidente de EEUU se presentó como defensor del pueblo cubano y declaró la
guerra a España tras perder el Maine, uno de sus barcos en La Habana. La extensión del
conflicto reanudó la insurrección en Filipinas, y el 18 de abril se desarrolló una pequeña guerra
con derrota española en Cavite y Santiago lo que le exigió pedir la paz.
El 10 de diciembre se firmó el Tratado de París y España abandonó Cuba, Puerto Rico y
Filipinas. Las Islas Marianas, Palau y Carolinas se vendieron a Alemania en 1899, perdiendo así
el antiguo imperio colonial español en América y Asia.
Esto dio paso al “desastre del 98”, símbolo de la primera gran crisis del sistema político de la
Restauración y precursor de la Generación del 98 caracterizada por el pesimismo y la crítica al
atraso peninsular. Algunos autores de este grupo fueron Baroja, Unamuno y Valle-Inclán
quienes defendieron la elaboración de una regeneración moral, social y cultural del país.

La metrópoli no tuvo muchas pérdidas materiales, aunque más tarde la pérdida de los ingresos
coloniales se notó en la inestable economía española.
A nivel político, el turno dinástico persistió y el régimen se recuperó. Por tanto, el desastre del
98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica con un gran impacto social.
La derrota generó un desencanto de la sociedad, más de cincuenta mil soldados murieron
sobre todo por enfermedades tropicales como el la Fiebre Amarilla, y frustración política y
social ya que significó la destrucción del mito del Imperio español y la relegación de España
como potencia secundaria en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó
a España como nación moribunda.

También hubo un regeneracionismo que partió al sistema, iniciado por el conservador


Francisco Silvela que sustituyó al gobierno de Sagasta. Introdujo reformas necesarias debido a
los problemas económicos generados por la guerra de Cuba, el incremento de la deuda pública
y el déficit presupuestario. Era necesario una reforma de la hacienda para aumentar la
recaudación que encontró resistencia en la burguesía catalana, que provocó que la regente
María Cristina cediera el poder a los liberales de Sagasta.

En 1902 Alfonso XII accedió al trono y tenía que hacer frente a las fisuras descubiertas tras el
“desastre del 98” como: la llamada “cuestión nacional”, desafío de nacionalismos, inestabilidad
de los partidos tradicionales, el republicanismo radical y el movimiento obrero; que eran retos
políticos y sociales que causarían definitivamente la crisis de la Restauración Borbónica.

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