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Utilidad y Peligro
Entre sus ventajas se reseña que evita controversias o discusiones, aunque pueden
servir también para extender la responsabilidad del deudor (en supuestos de caso fortuito,
fuerza mayor o culpa levísima) así como atemperar la responsabilidad del deudor en caso
de incumplimiento. Son comunes en los contratos de adhesión.
Tienen sus ventajas e inconvenientes, aunque puede verse como un medio técnico
dirigido al cumplimiento de ciertos fines. Entre las desventajas se cita que puede favorecer
la negligencia del deudor. Indica el artículo 1.276 CC: “Cuando en el contrato se hubiere
estipulado que quien deje de ejecutarlo debe pagar una cantidad determinada por razón de
daños y perjuicios, no puede el acreedor pedir una mayor, ni el obligado pretender que se le
reciba una menor. Sucede lo mismo cuando la determinación de los daños y perjuicios se
hace bajo la fórmula de cláusula penal o por medio de arras”.
Sin embargo, estas cláusulas también pueden ser peligrosas si no se redactan
correctamente o si se utilizan para eximir a una parte de su responsabilidad legal. Si una
cláusula de indemnización es demasiado amplia o viola la ley, puede ser considerada nula e
invalidada por un tribunal. Además, renunciar a la acción por responsabilidad
extracontractual puede limitar los derechos de una parte en caso de daños causados fuera
del ámbito del contrato.
La cláusula penal
Se manifiesta como un modo de responsabilidad distinto al legal, producto de la
autonomía de la voluntad., pues “la voluntad es su única fuente”. Constituye una
“preconstitución contractual de una responsabilidad patrimonial particular para los casos de
incumplimiento parcial, defectuoso, retraso o incumplimiento de una obligación”. Se le
denomina también “multa convencional” y configura un arreglo anticipado de estimación
de daños que pactan las partes. Se trata de un negocio jurídico o una convención o
estipulación accesoria por la cual una persona a fin de reforzar el cumplimiento de una
obligación, se compromete a satisfacer cierta pretensión indemnizatoria si no cumple lo
debido o lo hace tardía o irregularmente.
La cláusula penal también llamada pena convencional es una estipulación de
carácter accesorio por la que se establece una sanción, generalmente pecuniaria para el caso
de que el deudor incumpla o cumpla defectuosamente su obligación.
Para algunos la expresión “cláusula” es impropia, debiéndose más bien referirse a
“estipulación” porque no necesariamente ha de encontrarse insertada en el contrato. Se
caracteriza por traducirse en un medio de garantía, ser accesoria y ser subsidiaria pues salvo
pacto en contrario no se puede exigir el cumplimiento y la pena. Puede tener modalidad
sustitutiva o cumulativa, cuando sustituye los daños y perjuicios o es exigible además de
éstos, respectivamente. Se afirma que evita pleitos porque no existirá una discusión relativa
a los daños.
“La cláusula penal tiene por objeto que los daños y perjuicios acarreados por la
mora o el incumplimiento de una obligación sean sustituidos por una pena estipulada de
antemano por las partes, y es una manera de evitar engorrosas discusiones sobre la
existencia o la entidad que realmente han alcanzado esos daños, que podrían resultar
difíciles de probar, pero han quedado ya «prefijados» por voluntad de las partes”. De allí
que algunos la califiquen también como “valuación convencional del daño”. Constituye una
suerte de indemnización sustitutiva49 que tiene su base en la autonomía de la voluntad.
La cláusula penal presenta la particularidad de ser un medio de garantía que no
requiere la intervención de terceros ni la constitución de ningún derecho real para asegurar
el cumplimiento de una obligación, aunque no atribuye al acreedor un derecho real de
garantía. Presenta la ventaja de fijar anticipadamente el monto por el posible daño, evitando
discusiones y la intervención del Juez en la liquidación. La culpa no es determinante, se
funda en el riesgo de un daño. Se hace efectiva con el incumplimiento, exime de probar el
daño al acreedor.
La cláusula penal no sólo tiene por finalidad asegurar el cumplimiento de la
obligación sino también prefijar anticipadamente la indemnización por daños y perjuicios,
evitando así la incertidumbre de la cuantía de la indemnización. Es sumamente útil porque
exime al afectado de la necesidad de la prueba de la cuantía del daño.
Entre sus funciones se ubica una compulsiva pues constriñe psicológicamente al
deudor; una indemnizatoria puesto que fija por anticipado una indemnización por daños y
perjuicios. El CC le atribuye así una función compulsiva, indemnizatoria y también
resarcitoria, satisfactiva y probatoria.
De allí que se le atribuya una triple función.
a. Resarcitoria o indemnizatoria (fijación anticipada por posibles daños y perjuicios).
b. De garantía o compulsiva (el deudor ante el temor de pérdida económica se ve
estimulado a cumplir). El instituto tiende a asegurar el cumplimiento de la palabra
empeñada y al ponerse de acuerdo las partes anticipadamente en cuánto vale el
incumplimiento del deudor se apunta la seguridad.
c. Estrictamente penal (pudiera pactarse exclusiva y simplemente a título de “pena” y no de
indemnización, con lo cual coexistiría o se acumularía esta última. En tal caso existe pena
cumulativa cuando la cláusula penal se pacta conviniendo que en caso de incumplimiento el
acreedor puede exigir además del cumplimiento forzoso la prestación prevista como pena.
Pero ello debe precisarse con claridad.
Dispone el artículo 1257 CC: “Hay obligación con cláusula penal cuando el deudor, para
asegurar el cumplimiento de la obligación, se compromete a dar o a hacer alguna cosa para
el caso de inejecución o retardo en el cumplimiento”. Ello ha llevado a la doctrina a
distinguir que la clausula penal procede tanto en caso de incumplimiento total (1258 y 1259
CC) o parcial (1260), así como en caso de retardo (1258 CC). Lo que lleva a distinguir
entre cláusula pena compensatoria y cláusula penal moratoria.
Las arras
Se trata de uno más de los posibles mecanismos de refuerzo del crédito con que
cuenta el acreedor. Las arras denotan la idea de garantía, prenda o señal, cuyo origen parece
remontarse a las costumbres de los mercaderes hebreos, cartagineses y fenicios.
En efecto, se denomina arras o “señal” que viene a ser la entrega de una cantidad de
dinero u otra cosa fungible con motivo de la celebración del contrato, a fin de asegurar su
posición en el contrato. Precisa para su perfección de la entrega de dinero o la cosa y de allí
su carácter real, por lo que no basta la promesa sino la efectividad.
Su relación con la cláusula penal implica que se trata de una función indemnizatoria
pero no idéntica, ya que la cláusula penal funciona por incumplimiento obligacional
imputable al deudor, y las arras lo hacen indemnizatoriamente cuando algunas de las partes
se arrepiente y disuelve la obligación, sin que haya caído en incumplimiento. Aunque se
diferencia en que las arras existen en beneficios de ambas partes en tanto que la cláusula
penal solo en beneficio del acreedor. Las arras no surgen como obstáculo a los efectos del
resarcimiento del daño mayor del acreedor: en cambio en la cláusula penal, su propia
existencia limita la indemnización al importe de la pena. Se indica que las arras funcionan
como una suerte de pago por renunciar al contrato que garantizan pero que efectuado éste,
bien puede el interesado acceder a demandar los daños y perjuicios. No pueden estipularse
a favor del que no es parte.
Las arras se clasifican en confirmatorias o penales y penitenciales o de retracción.
Las arras pueden ser confirmatorias o penales (cumple una función de prenda), operan
como prueba y señal de la existencia de un contrato, nada prejuzgan sobre la cuantía de la
indemnización, son inoperantes salvo la función que cumplen de evidenciar obligación
contraída. En caso de incumplimiento por quien las entregó, éste las perderá y si el
incumplidor es el que las recibe las devolverá dobladas.
Dispone el artículo 1263 CC: “A falta de estipulación contraria, lo que se da en arras
al tiempo de la celebración del contrato o con anterioridad a este acto, se considera como
garantía de los daños y perjuicios para el caso de contravención. Si la parte que no ha
incurrido en culpa no prefiere exigir el cumplimiento de la convención, puede retener las
arras que haya recibido o exigir el doble de las que haya dado”. Se aprecia que se trata de
una norma dispositiva por lo que las partes pudieran disponer otra distribución de la pena
para el caso de contravención.
Pero las arras también pueden menos comúnmente ser de arrepentimiento,
desistimiento o penitenciales (constituyen un medio de resolver el contrato). Estas últimas
no reguladas en el CC pero aceptadas por aplicación de la autonomía de la voluntad,
acontecen cuando una parte entrega a otra dinero u otra cosa fungible para reservarse la
posibilidad de separarse unilateralmente del contrato. Las arras penitenciales no cumplen
como las confirmatorias una función de resarcimiento del daño. Sino que con la dación de
ellas lo que se adquiere, es el derecho de separarse legítimamente del contrato. En el
entendido de que si ejerce esa posibilidad, esa opción, pierde lo entregado a título de arras
por el mero retardo.
República Bolivariana de Venezuela.
Ministerio del Poder Popular para la Educación.
Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos.
Ciencias Políticas y Jurídicas
Tercer Año Sección 3
Responsabilidad contractual y
Extracontractual
Profesor: Estudiantes:
Julio Cesar Ruiz Juan Aular C.I 30.043.888
Liorman Montevideo CI 20.819.440
Tarolhayz Ortega CI 29.900.200
Tadeo Falcón C.I 18.054.924
Oscar García C.I 28.479.117
Dennysse Rodríguez C.I 28.278.423