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PRESUPUESTOS PROCESALES DEL AMPARO

uno de los presupuestos indispensables dentro del Amparo consiste en establecer la legitimación
activa del sujeto que lo pretende; en este caso debe enfatizarse sobre tal presupuesto, ya que el
fallo de primer grado desestimó el Amparo, basándose en que el Estado no puede invocar la
violación de un derecho que él mismo está obligado a garantizar.

De conformidad con el artículo 8 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de


Constitucionalidad, el Amparo protege a las personas y el artículo 15 del Código Civil establece
que el Estado es una persona jurídica, por lo que su legitimación es evidente, en este caso. Si
conforme a su criterio, los órganos jurisdiccionales, han emitido resoluciones que lesionen
cualquiera de los derechos reconocidos por la Constitución Política de la República y demás
leyes, el Estado tiene la posibilidad de acudir ante la jurisdicción constitucional a ejercitar las
acciones correspondientes, a fin de que se le restablezca en el goce de sus derechos. A juicio de
esta Corte, el Estado de Guatemala sí tiene legitimación para acudir en Amparo en el presente
caso, sin que dicha legitimación presuponga la procedencia del mismo.

1. LA TEMPORALIDAD

La temporalidad observada para incoar la garantía Dentro de esta clase de presupuestos, el


primero que se debe tomar en cuenta1, resulta ser el más obvio: el plazo observado para incoar
el proceso de Amparo.

Tal como bien lo ha indicado Martín Ramón Guzmán Hernández: “La acción de Amparo no puede
ser ajena a tal presupuesto, pues la posibilidad de que una autoridad haya incurrido en violación
o restricción de un derecho fundamental, le sigue la expectativa de que la persona quien sufrió o
cree haber sufrido el menoscabo, sea en su patrimonio o en sí misma, acuda a donde
corresponde en procura de protección constitucional. Sin embargo, tal expectativa no podría
quedar indefinidamente latente, ya que, por influjo de los principios de seguridad y certeza
jurídicas ―también de rango constitucional―, debe establecerse un tiempo perentorio para que
aquella expectativa se realice y, si se hace dentro del tiempo regulado por la ley, viabilice el
examen de fondo de la cuestión que se somete a conocimiento y resolución del órgano
competente.
Al respecto, el artículo 20 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad
establece que: “la petición de Amparo debe hacerse dentro del plazo de los treinta días
siguientes al de la última notificación al afectado o de conocido por éste el hecho que, a su
juicio, le perjudica. Sin embargo, es importante mencionar que durante el proceso electoral y
únicamente en lo concerniente a esta materia, el plazo será de cinco días. El plazo anterior no
rige cuando el Amparo se promueva en contra del riesgo de aplicación de leyes o reglamentos
inconstitucionales a casos concretos; así como ante la posibilidad manifiesta de que ocurran
actos violatorios a los derechos del sujeto activo.”. El artículo cinco literal a) del precitado cuerpo
legal, regula en su parte conducente, que en cualesquiera procesos relativos a la justicia
constitucional todos los días y horas son hábiles. Por lo tanto, los treinta días a los cuales se ha
hecho referencia, debe entenderse se computan todos como días y horas hábiles.

2. LA LEGITIMACIÓN
De conformidad con el artículo 8 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad, el Amparo protege a las personas y el artículo 15 del Código Civil establece
que el Estado es una persona jurídica, por lo que su legitimación es evidente, en este caso. Si
conforme a su criterio, los órganos jurisdiccionales, han emitido resoluciones que lesionen
cualquiera de los derechos reconocidos por la Constitución Política de la República y demás
leyes, el Estado tiene la posibilidad de acudir ante la jurisdicción constitucional a ejercitar las
acciones correspondientes, a fin de que se le restablezca en el goce de sus derechos. A juicio de
esta Corte, el Estado de Guatemala sí tiene legitimación para acudir en Amparo en el presente
caso, sin que dicha legitimación presuponga la procedencia del mismo.

El artículo 29 de la Constitución Política de la República de Guatemala, garantiza a toda persona el


libre acceso a los tribunales para ejercer sus acciones y poder hacer valer los derechos que la Carta
Magna le otorga. Tal enunciación se refiere a la legitimación o facultad para poner en movimiento
o poder intervenir una actividad jurisdiccional, a fin de poder actuar frente a ella, bien instando y
haciendo valer derechos, o en actitud defensiva para idéntico propósito, mediante la denominada
legitimación procesal. Es esta una de las condiciones indispensables para que pueda iniciarse un
proceso, o sea, un desarrollo ordenado para conocer, por una sucesión de actos o procedimientos,
de pretensión que se ejercite ante el órgano jurisdiccional competente, que es lo que constituye,
en términos de la doctrina dominante, una relajación jurídica.

Esa es la visión del profesor Eduardo J. Couture al expresar que “El proceso es relación jurídica, se
dice, en cuanto varios sujetos, investidos de poderes determinados por la ley, actúan en vista de la
obtención de un fin. Los sujetos son el actor y el demandado, sus poderes son las facultades que la
ley les confiere para la realización del proceso; su esfera de actuación es la jurisdicción; el fin es la
solución del conflicto de intereses.”
La existencia de una legitimación activa y pasiva:

El tratamiento de este presupuesto obliga a precisar, en primer lugar, lo debe entenderse por
legitimación en el ámbito de la teoría jurídico procesal. Sin ser exhaustivos en ello, “se puede
definir la legitimación como la posición o situación en que se encuentran las partes (postulante y
autoridad reclamada), respecto de la relación jurídica material que se discute en el Amparo, la
que hace aptos o habilitados para comparecer procesalmente, ya sea para sostener y promover
el acogimiento de la pretensión, o bien, para reclarificarla u oponerse a ella. La legitimación es la
condición que se concretiza en las partes, incluso, antes de establecerse la relación jurídico
procesal motivada por la interposición del Amparo, y con mayor razón debe conservarse ya
estando en pleno trámite. Por tal razón, la legitimación es un presupuesto procesal que
obligadamente debe concurrir.”

A. Legitimación activa

En lo atinente a la capacidad de obrar o legitimatio ad causam, se dijo anteriormente que lo que


determina tal cualificación, atribuida a una persona para hacer valer una acción procesal, es la
existencia de un interés legítimo. En el caso de proceso de Amparo, según Martín Ramón Guzmán
Hernández dice “que tal interés radica, en esencia, en reparar el perjuicio que esa persona sufre
en sí misma o en su patrimonio, derivado de un acto o ley de autoridad que viola los derechos que
otorga la Constitución Política de la República de Guatemala u otro que, aunque no figure
expresamente en ella, son inherentes a la persona.”
la legitimación activa corresponde a quien tiene interés en el asunto, siempre que la disposición
impugnada le afectare directamente, lo que puede deducirse interpretando, como varias veces lo
ha hecho esta Corte, la dicción legal contenida en los artículos 8o., 20, 23, 34 y 49 inciso a) de
la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad.
El amparo, tanto en la Constitución Política de la República de Guatemala artículo de número 265,
como en la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad artículo número 8, ha sido
concebido con “el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos
o para restaurar el imperio de los mismos cuando la violación hubiere ocurrido”. “No hay ámbito
que no sea susceptible de amparo, y procederá siempre que los actos, resoluciones disposiciones
o leyes de autoridad lleven implícito una amenaza, restricción o violación a los derechos que la
Constitución Política de la Republica de Guatemala y las leyes garantizan”. Ambas normas sitúan a
todas las personas como sujetos legitimados para pedir amparo, a condición de que tal petición la
haga quien resulte directamente afectado, pues ello es lo que, en cada caso, le dará legitimación
activa a su proponente.
finalmente, una última consideración un tanto evidente: la legitimación activa en el Amparo no
puede ser conferida al particular considerando individualmente, cuando éste impugnase
disposiciones de carácter general. Y en efecto, tal como lo ha declarado la Corte de
Constitucionalidad, no es procedente un Amparo cuando versa sobra una infracción que no
conculca específicamente derechos individuales de su postulante, ni de actos derivados de ella
que causen agravio personal, sino de una disposición general que afecta a todos los que estén
dentro de la hipótesis que contiene. Y esto sencillamente obedece al hecho que “…la ley de la
materia contempla otras vías para plantear la inconstitucionalidad de normas, o su no aplicación
al caso concreto por causa de inconstitucionalidad.

B. LEGITIMACIÓN PASIVA
la legitimación pasiva en el proceso de Amparo, se distingue como “…la situación de la parte
demandada o autoridad reclamada respecto de la relación jurídico material discutida en el
Amparo, que la habilita para comparecer, reclarificar u oponerse a la pretensión hecha a valer.
Es la persona o ente productora del acto de autoridad lesivo a un derecho fundamental de un
ciudadano.”39.
La Corte de Constitucionalidad ha expresado que la legitimación pasiva la tiene el sujeto que “…
adquiere esta calidad por la coincidencia que se da entre la autoridad que presuntamente causó
la violación a los derechos denunciados y aquella contra quien se dirige la acción. De no existir
legitimación pasiva en el sujeto contra el que se promueve la acción constitucional, esta resulta
ser improcedente.

Ahora bien, si se dice que la legitimación pasiva tiene como direccional la persona o sujeto
contra el que se está promoviendo el proceso constitucional, se abre la interrogante respecto a
quién o quiénes pueden ser homologados con dicha calidad.

a. El poder público como sujeto y titular pasivo de la legitimación

El artículo 9 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad regula como


sujetos pasivos del Amparo, entre otros cuyo examen será posterior al presente, al poder
público, incluyendo entidades descentralizadas o autónomas, las sostenidas con fondos del
Estado creadas por ley o concesión o las que actúen por delegación de los órganos del Estado en
virtud de contrato, concesión o conforme a otro régimen semejante; siempre que ocurriesen las
situaciones previstas en la ley o se trate de prevenir o evitar que se causen daños patrimoniales,
profesionales o de cualquier naturaleza.
Por ello, dentro del marco jurídico guatemalteco está claro que el sujeto pasivo y, quien por
ende ostenta la legitimación pasiva en el Amparo, será en principio el poder público e incluso
todas aquellas entidades que actúen por delegación de los órganos del Estado, en virtud de
contrato, concesión o conforme a otro régimen semejante.
b. El particular como sujeto y titular pasivo de la legitimación

Aunque en efecto, el artículo 9 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad


permite como sujeto pasivo del Amparo, a las entidades privadas que actúen por delegación de
los órganos del Estado, en virtud de contrato, concesión o conforme a otro régimen semejante,
en el presente apartado no se estará haciendo referencia a dicho supuesto. La explicación del
presente apartado se perfila en torno a aquellas entidades privadas, que precisamente aunque
no encuadran en ese hipotético, por mandato de ley pueden ser consideradas como sujetos y
portadores de la legitimación pasiva.

En el ámbito del derecho guatemalteco resulta muy atractivo el hecho que el legislador
constituyente haya permitido dicha inclusión, tal como se desprende de la simple lectura de los
artículos 9, 10, 13 y 14 literal e) de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad.

Así, en el primero de estos artículos, en su parte conducente, se establece que podrá solicitarse
Amparo contra el poder público, incluyendo entidades descentralizadas o autónomas, las
sostenidas con fondos del Estado creadas por ley o concesión o las que actúen por delegación de
los órganos del Estado, en virtud de contrato, concesión o conforme a otro régimen semejante;
y asimismo también podrá solicitarse contra entidades a las que debe ingresarse por mandato
legal y otras reconocidas por la ley, tales como partidos políticos, asociaciones, sociedades,
sindicatos, cooperativas y otras semejantes. Añadiendo finalmente que el Amparo procederá
contra estas entidades cuando ocurrieren las situaciones previstas en el artículo 10 del mismo
cuerpo legal (casos de procedencia para solicitar Amparo) o se trate de prevenir o evitar que se
causen daños patrimoniales, profesionales o de cualquier naturaleza.

El artículo 10 del mismo cuerpo legal, por su parte, establece que “la procedencia del Amparo se
extiende a toda situación que sea susceptible de un riesgo, una amenaza, restricción o violación
a los derechos que la Constitución y las leyes de la República de Guatemala reconoce, ya sea
que dicha situación provenga de personas y entidades de derecho público o entidades de
derecho privado.” (el resaltado no aparece en el texto original).

Además el artículo 13 en sus literales g) y h), confirma lo anterior, al momento de establecer la


competencia de la Corte de Apelaciones, ya que se le atribuye competencia a dicho tribunal,
para conocer de los Amparos interpuestos contra las asambleas generales y juntas directivas de
los colegios profesionales y las asambleas generales y órganos de dirección de los partidos
políticos, respectivamente. Finalmente, el artículo 14 literal f), atribuye competencia a los jueces
de primera instancia para conocer de los Amparos interpuestos en contra de las entidades de
derecho privado.

El amparo se ha instituido con el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones
a sus derechos o para restaurar su imperio cuando las mismas hubieren ocurrido y procederá
siempre que las leyes, resoluciones, disposiciones o actos de autoridad lleven implícito amenaza,
restricción o violación a los derechos que la Constitución Política de la República de Guatemala y
las leyes garantizan. La viabilidad de esta garantía constitucional está sujeta al cumplimiento de
ciertos presupuestos procesales que hacen posible la reparación del agravio causado; entre ellos,
la legitimación del sujeto pasivo, quien adquiere esta calidad por la coincidencia que se da entre la
autoridad que presuntamente causó la violación a los derechos denunciados y aquella contra la
que se dirige la acción.
3. LA DEFINITIVIDAD

La propia Corte de Constitucionalidad explica que “siguiendo el orden lógico en el examen de


presupuestos procesales, estando en tiempo la presentación de la solicitud de Amparo, procede
determinar si se ha cumplido con la exigencia de orden público contenida en el artículo 19 de la
Ley de la materia, relativa a que, para pedir Amparo, salvo casos establecidos en esa ley, deben
previamente agotarse los recursos ordinarios judiciales y administrativos, por cuyo medio se
ventilan adecuadamente los asuntos de conformidad con el principio del debido proceso”. A
dicha exigencia legal (supuesto jurídico), aunque no existe mención explícita al respecto, se le
ha acuñado bajo el nombre de definitividad.

……………..En relación a los tres presupuestos ya deslindados, finalmente concluiremos indicando


que no debe perderse de vista que estos elementos procesales son imprescindibles y en
consecuencia “la ausencia de cualquiera de tales elementos imposibilita otorgar la protección
solicitada, siendo imperativo para el Tribunal de Amparo, examinar la concurrencia de los
mismos…”49. Ahora bien, toda vez se haya examinado por el tribunal que sí se han cumplido
con los requisitos o presupuestos procesales de forma, entonces “…el Tribunal debe analizar la
tesis en que se funda la pretensión y en la eventualidad de que se establezca la existencia de
una amenaza de violación a los derechos que la Constitución y leyes garantizan o que la
violación hubiera ocurrido, debe otorgarse la protección de este instituto y restablecer en la
situación jurídica afectada a la persona a quien cause agravio el acto de autoridad impugnado.

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