Está en la página 1de 60

Acciones Constitucional

Es el derecho que tiene toda persona que ha sido afectada en el ejercicio


legitimo en uno o mas de sus derechos fundamentales explicados en el
articulo 20 de la Constitución.

ACCIÓN O RECURSO DE PROTECCIÓN ARTICULO 20


CONSTITUCIÓN

La acción que consagra el artículo 20 de la Constitución y que en nuestra


doctrina se le conoce como “Recurso o Acción de Protección”, corresponde
en verdad a lo que en derecho comparado es conocido como “Recurso de
Amparo”, en tanto que nuestro “Recurso o Acción de Amparo” recibe en
otras latitudes la denominación de “Habeas Corpus”.
En rigor, como correctamente lo señala el profesor Lautaro Ríos, el Recurso o
Acción de Protección tiene su origen en Latinoamérica y no en Europa o
Norteamérica, como la gran mayoría de las instituciones jurídicas.
Efectivamente, el primer antecedente está constituido por el Amparo
Mexicano, instituido en 1847 por Reforma de la Constitución de 1824, de
gran amplitud, puesto que permite incluso, reclamar en contra de “leyes o
actos de autoridad que violen las garantías individuales”.
También es hito importante, el “Mandato de Segurança” brasileño, que
protegía tanto la libertad individual (cual “habeas corpus”), como los demás
derechos, en la Constitución de 1980.
A su vez, también debe destacarse el “Amparo Argentino”, de creación
jurisprudencial en la década de los cincuenta, y positivada en el año 1966.
Desde otro ángulo, por último, cabe mencionar el aporte trascendental
hecho por Perú, al promulgar a fines del año 2004, el “Código Procesal
Constitucional”, primer texto positivo en Sudamérica en sistematizar en un
solo cuerpo, las diferentes acciones destinadas a proteger derechos
fundamentales.

2.- Situación en Chile

(a) Antecedentes mediatos: Como bien lo observa el profesor Francisco


Zúñiga, ya en la Constitución moralista de 1823 encontramos la entrega de
competencias en materia de protección de derechos, al Poder Judicial, pero
sin la consagración de alguna acción constitucional expresa, como lo que es
hoy la acción constitucional de protección . Más tarde, la Carta de 1833
concede ciertas atribuciones al Consejo de Estado (que no es un órgano
judicial) para la protección de las garantías de las personas, especialmente
contra actos provenientes de la Administración Pública.

(b) Antecedentes inmediatos: No obstante los precedentes anotados, la


acción de protección nace en virtud del Acta Constitucional Nº 3 , la cual, en
el año 1976 establecía en su art. 2º:

“El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías establecidas
en el artículo 1, Nºs. (…), podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre a
la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará las providencias
necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida
protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda
hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.
La Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la tramitación de este
recurso”

(c) Constitución Política de 1980: Finalmente, la Carta de 1980 establece en


su artículo 20, la acción constitucional que se analiza, norma que se mantiene
sin más modificaciones que la introducida en virtud de la ley de reforma
constitucional Nº 20.050 de 2005 que altera, como veremos, el inciso
segundo relativo a la protección del derecho a vivir en un medio ambiente
libre de contaminación.

II.ContextualizaciónJurídica

(Naturaleza Jurídica – Características – Fuentes Formales – De la especial


situación del auto acordado sobre acción de protección)

NaturalezaJurídica
1) Como señalamos anteriormente, la Protección Constitucional, se trata de
una acción y no de un recurso, en atención a que no es su finalidad, la de
impugnar resoluciones judiciales (por mucho, que en casos extraordinarios
efectivamente se pueda actuar con esa intención).

2) Además, es una acción protectora de derechos, vale decir, una garantía


judicial de los derechos, puesto que se constituye como un mecanismo de
protección apto para el debido ejercicio de ciertos derechos fundamentales.

3) Sin embargo, adicionalmente a ello, debemos indicar que de acuerdo al


artículo 25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la acción de
protección debe ser considerada en sí misma como un derecho fundamental
(el derecho a la protección judicial de los derechos o a la tutela efectiva de
los derechos). Por este motivo, debemos aplicar las normas generales en
materia de derecho fundamentales, así como sus especiales reglas de
interpretación.

4) Por último, es un Derecho que tiene Configuración Legal, toda vez que la
regulación Constitucional es meramente enunciativa y requiere de desarrollo
en la Ley. Esto será necesario recordarlo a la hora de fijar la
constitucionalidad o inconstitucionalidad del auto acordado que le regula.

 Características Generales de la acción de protección


Dentro de las características más destacables de la acción constitucional de
protección, destacamos:

a) Es una acción cautelar. Ello quiere decir que es un mecanismo de


protección de derechos, pero no constituye una vía apta para discutir ni
declarar la existencia de los derechos, cuya existencia está en discusión. Así
por ejemplo, lo ha resuelto la Corte Suprema, cuando ha establecido “Que de
lo expresado puede concluirse que la materia planteada no es susceptible de
ser solucionada por la presente vía, esto es, la acción cautelar de derechos
constitucionales, particularmente porque la recurrente no es titular de un
derecho indiscutido o indubitado”, y “Que, efectivamente, el recurso de
protección de garantías constitucionales tiene por objeto proteger el legítimo
ejercicio de derechos que estén indubitados, y no de aquellos que se
encuentran en discusión o que constituyan una mera expectativa. Esto es, no
se trata de un juicio declarativo de derechos, como parece entenderlo el
recurrente de autos, postura de la que erradamente se hizo eco el tribunal de
primer grado, cuando entró a analizar las actuaciones de la empresa
recurrida” (Salfatte con Compañía de Telecomunicaciones de Chile, Rol 3554-
07, en Recurso de Protección, José Luis Zavala, Tomo I)

b) Implica el ejercicio de las facultades conservadoras de los tribunales. Como


dijimos, el conocimiento de la acción de protección por parte de los
Tribunales Superiores de Justicia representa el ejercicio de Funciones
Conservadoras, en los términos ya definidos. Si bien esta opción está
bastante difundida en los autores, lo que claramente no lo está es la
afirmación de que estas acciones no representarían el ejercicio de la
jurisdicción. Esta última opinión, sin embargo, no es aceptada por toda la
doctrina, puesto que existe un número importante de autores que estima
que la tramitación del recurso o acción de protección representa un método
de solución de conflictos constitucionales y por lo tanto, habría ejercicio de
funciones jurisdiccionales en sentido estricto

c) No conlleva pretensión contra persona determinada. Ello, por cuanto la


acción no es una demanda, sino sólo una herramienta procesal que permite
obtener la protección de un derecho determinado.

d) No persigue responsabilidad civil ni penal del ofensor. Por las mismas


razones antes expuestas, la acción de protección tampoco es de naturaleza
penal, por lo que no procede declarar responsabilidad criminal de los
infractores. Tampoco es el medio hábil para perseguir responsabilidades
civiles, las cuales, sin embargo, podrán determinarse en las acciones civiles
que queden pendientes.

 Fuentes Formales de la Acción de Protección

La acción de protección cuenta con una triple regulación: una constitucional,


una internacional y una administrativa.
(a) Fuente Constitucional de la acción de Protección:
“Artículo 20: El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra
privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y
garantías establecidos en el artículo 19, números 1°, 2°, 3° inciso cuarto, 4°,
5°, 6°, 9° inciso final, 11°, 12°, 13°, 15°, 16° en lo relativo a la libertad de
trabajo y al derecho a su libre elección y libre contratación, y a lo establecido
en el inciso cuarto, 19°, 21°, 22°, 23°, 24° y 25° podrá ocurrir por sí o por
cualquier a su nombre, a la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará
de inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el
imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin
perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad a
los tribunales correspondientes.
Procederá, también, el recurso de protección en el caso del N° 8° del artículo
19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación
sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o
persona determinada”.
(b) Fuente Internacional: Se relaciona con aquél conjunto de normas
internacionales que garantizan el derecho a la Tutela Efectiva de los
Derechos.

Así, mencionamos al art. 25.1 de la Convención Americana de Derechos


Humanos:
“Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea
cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”
También, destacamos el art. 3.a. del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, que dispone:
“Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a
garantizar que: a) Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en
el presente Pacto hayan sido violados podrá interponer un recurso efectivo,
aun cuando tal violación hubiera sido cometida por personas que actuaban
en ejercicio de sus funciones oficiales”

(c) Fuente Administrativa Judicial: Auto acordado de la Excma. Corte


Suprema sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de Garantías
Constitucionales publicado en el Diario oficial el 27 de Junio de 1992 y
modificado también por autos acordados, publicados el 4 de Junio de 1998, y
el 8 de Junio de 2007 (este último, entró en vigencia el 1º de Julio de 2007).
Ver texto completo del Auto Acordado al final de este apunte.
Sobre este particular, es necesario dejar constancia que se ha discutido
profusamente en doctrina acerca de la inconstitucionalidad de este auto
acordado. Por lo especial de esta situación, la analizaremos en un apartado
especial.

 De la especial situación del Auto Acordado de la Corte Suprema sobre


Acción de Protección

Como bien sabemos, el procedimiento de la acción constitucional de


protección del art. 20 de la Carta Fundamental, no se encuentra regulado por
la ley.
Frente a este vacío legal, fue la Excma. Corte Suprema quien dictó el llamado
“Auto acordado sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de
Garantías Constitucionales”, publicado en el Diario oficial el 27 de Junio de
1992 y modificado también por autos acordados, publicados el 4 de Junio de
1998, y el 8 de Junio de 2007 (este último, entró en vigencia el 1º de Julio de
2007).
La doctrina ha sido recurrente en el sentido de estimar inconstitucional el
auto acordado por diversos motivos , dentro de los cuales destacamos:

a) Vulneración de la reserva legal. Los procedimientos judiciales han de ser


regulados por ley, de acuerdo a lo establecido en los artículos 19 N° 3 y 63
N°s. 3 y 20 de la Constitución, y no por autos acordados.

b) Extemporaneidad de la regulación (extinción de la habilitación


constitucional). Es cierto que la Corte Suprema estuvo habilitada para regular
el procedimiento de la acción de protección. Así consta en el artículo 2º del
Acta Constitucional Nº3 del 13 de septiembre de 1976, el que indicaba, en lo
pertinente que “La Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la
tramitación de este recurso”. Dicho Auto Acordado fue dictado el 29 de
marzo de 1977.
Sin embargo, en estricto rigor, dicha autorización constitucional se extingue
al dictarse la Constitución de 1980, puesto que ésta no contempla dicho
mandato. No obstante ello, no sólo se mantiene la regulación de la Corte
Suprema, sino que además, bajo la vigencia de la actual Carta, en 1992 se
dicta un nuevo auto acordado, el cual además es doblemente modificado en
1998 y 2007. Todas estas últimas actuaciones de la Corte Suprema tuvieron
lugar cuando la habilitación original del acta constitucional ya citada.

c) Limitación ilegítima de derechos constitucionales. De acuerdo al art. 19 N°


26 de la Carta Fundamental, los derechos y garantías constitucionales, sólo
pueden ser limitados por preceptos legales, y éste no es el caso. Al respecto,
el auto acordado efectivamente limita el derecho constitucional a la acción o
“a la protección judicial de los derechos”, que se manifiesta en el mismo art.
20 de la Carta Fundamental.
d) Establecimiento de plazos y requisitos no establecidos expresamente en la
Constitución. El auto acordado, más allá de los vicios de forma antes
indicados, también contiene vicios de fondo, por cuanto:
- Establece un plazo de 30 días para interponer el recurso, en circunstancias
que la Constitución no prevé plazo alguno. Al respecto, el Tribunal
Constitucional ya estimó que era inconstitucional la norma del proyecto de
ley modificatorio de la LOC del Tribunal Constitucional 17.997, que establecía
un plazo de seis meses para deducir la acción popular de inconstitucionalidad
vulnera la Constitución, ya que impone un término de caducidad o extinción
de una acción que de acuerdo al Código Político, no tiene plazo. Pensamos
que esa misma lógica, aplicada a la situación en comento, debería llevar al
Tribunal Constitucional a la conclusión de tener que invalidar el auto
acordado de la Corte Suprema, por el mismo vicio .
- Establece un examen de admisibilidad tampoco previsto en la Constitución,
la que se realizará en cuenta por la Corte de Apelaciones, y que revisará si el
recurso de refiere a alguna de las garantías mencionadas en el art. 20 de la
Constitución, y dentro de los plazos antes indicados.
- Establece una preferencia en el conocimiento de las causas y en la
colocación en tabla, no prevista en la ley. Por lo tanto, afecta preferencias
legales.
- Impide la interposición de la Casación.
- Permite imponer sanciones a quien no evacue los informes o no cumpla las
diligencias y resoluciones dictadas por las Cortes de Apelaciones y Suprema,
sanciones que implican restricción a derechos constitucionales (multas,
suspensión de funciones, reducción de sueldos, etc.)

Con todos estos vicios, claramente se debe llegar a la conclusión que este
auto acordado vulnera el Texto Constitucional.
Sin embargo, hasta el momento, el Tribunal Constitucional no ha tenido la
oportunidad de pronunciarse, sobre el fondo.
Si bien ha habido algunos requerimientos de particulares, estos han sido
declarados inadmisibiles por problemas formales. Tampoco los órganos
habilitados (y colegisladores) han deducido requerimiento. En tales
condiciones, será imposible que el TC se pronuncie, toda vez que sobre este
particular, no tiene atribuciones para actuar de oficio.

Titularidad de la acción de protección


Para referirse al titular de la acción de protección, el art. 20 de la
Constitución utiliza el vocablo “el que”, un término lato y generoso, cuya
interpretación tiene ciertas complejidades.
Sin embargo, de acuerdo a la doctrina mayoritaria, la Carta Fundamental
establecería una absoluta amplitud en lo que a titularidad se refiere, y lo
demuestran indicando que así lo quiso diseñar expresamente la Comisión de
Estudios de la Nueva Constitución, según consta en el Acta Nº 215.
En efecto, la mencionada acta señaló: “no hay inconveniente alguno en dejar
constancia en el Acta de su alcance e interpretación, porque es evidente que
el precepto favorece o resguarda los derechos no sólo de una persona
natural, sino también de un grupo de personas naturales”.
Por lo mismo, la acción podría ser interpuesta por:

(1) una persona natural;

(2) una persona jurídica; o

(3) un grupo de personas aun cuando no tenga personalidad jurídica.

No obstante ello, nos parece mencionar que esta opinión, sustentada por
buena parte de la doctrina nacional debe ser matizada, por cuanto ella
dependerá de cuál sea la opción dogmática en cuanto a otra titularidad,
como es la titularidad de los derechos fundamentales. En otras palabras, la
titularidad de la acción de protección dependerá de definir cuál es la
titularidad de los derechos fundamentales.
Ello, por cuanto, “el que” es un ente que ha sufrido una aparente privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de sus derechos. Por lo
tanto, quien no sea titular de derechos, mal podría ser titular de la acción.
Ello, por cuanto la acción de protección no debe ser entendida como “una
acción popular” . Así, por lo demás, lo informa el profesor Emilio Pfeffer
cuando afirma “Transformar el recurso de protección en una acción popular
conllevaría a desnaturalizar su sentido y alcance e implicaría atribuirle un fin
o propósito que el constituyente jamás consideró” .
Por lo demás, una circunstancia que suele confundir a algunos autores es el
tema de la comparecencia, que analizaremos más adelante. Una persona
jurídica podría comparecer en resguardo de los derechos de un individuo, por
cuanto éste puede comparecer personalmente o representado, pero ello no
quiere decir que la persona jurídica actora, sea la titular de la acción, y
mucho menos del derecho fundamental protegido.

Comparecencia

De conformidad al mismo art. 20 de la CPR, sólo podrá comparecer el


afectado, personalmente, “o por cualquiera a su nombre”.
El auto acordado agrega que el tercero que actúe a nombre del afectado
deberá tener capacidad suficiente para actuar en juicio (“El recurso se
interpondrá por el afectado o por cualquiera otra persona en su nombre,
capaz de parecer en juicio….” dirá el art. 2°)
No se requiere, por tanto, patrocinio de abogado.
Materialidad

Aunque la Carta Fundamental no lo indica, el inciso primero del art. 2° del


Auto Acordado dispone que la acción deberá interponerse por escrito, pero
por cualquier vía.
El artículo en cuestión, dispone: “El recurso se interpondrá por el afectado o
por cualquiera otra persona en su nombre, capaz de parecer en juicio,
aunque no tenga para ello mandato especial, por escrito en papel simple.

La Constitución Política dispone que el Tribunal Competente para conocer de


la protección será la Corte de Apelaciones respectiva, vale decir la
Competencia Absoluta queda fijada a nivel constitucional, no así la
Competencia Relativa.
Será el Auto Acordado el que fijará dicha competencia relativa al indicar que
el recurso o acción se presentará en la Corte de Apelaciones “en cuya
jurisdicción se hubiere cometido el acto o incurrido en la omisión arbitraria o
ilegal que ocasionen privación, perturbación o amenaza en el legítimo
ejercicio de las garantías constitucionales respectivas” (art. 1°)
Sobre este tema, Lautaro Ríos ha indicado que esta fijación de competencia
“sería plausible si se tratara de una demanda civil en que el recurrido se le
mira como el demandado y se aplicara la regla de competencia relativa,
según la cual es juez competente el del domicilio del demandado (art. 134 del
C.O.T.). No es éste –en nuestro modesto criterio- el planteamiento adecuado
para asignar la competencia tratándose de una acción garantista (…) Ahora
bien, atendida la naturaleza del recurso y la realidad de nuestra extensa y
accidentada geografía se brinda mejor protección al titular del derecho
conculcado otorgando competencia a la Corte de su domicilio, en lugar de
atribuirla a la del lugar en que ocurrió el agravio, que puede hallarse a miles
de kilómetros de aquél.”

Causal

Según la Constitución Política, la causal será la existencia de un acto u


omisión, arbitrario o ilegal que provoque privación, perturbación o amenaza
en el legítimo ejercicio de los derechos que se señalan.
Esta expresión también es amplia, y exige revisar en qué consiste cada una de
sus partes:

1.- “Acto u Omisión”

1.a. La expresión “acto” se refiere a conductas positivas, a un “hacer algo”.


Esta conducta humana necesariamente ha de ser un comportamiento
humano, y no un hecho de las cosas, es en ese sentido en el que ha de
entenderse la palabra “acto”.

1.b. La expresión “omisión”, en tanto, se refiere a conductas negativas, a un


“no hacer” o “una abstención”. Sobre estas omisiones, algunos profesores
sostienen que ellas implican que la conducta que se deja de ejecutar ha de
ser jurídicamente obligatoria. Nosotros no participamos de esta idea, pues
nos parece que el término “omisión” sólo se refiere al elemento conductual
de la causal, mientras que la antijuridicidad de la misma está presente en la
expresión “arbitraria o ilegal”, que figura en el mismo art. 20 de la CPR.

2.- “Arbitrarios o Ilegales”

2.a. El término “arbitrario”, en principio, ha de entenderse como una decisión


antojadiza, caprichosa, alejada a la razón o injusta. La Corte de Apelaciones
de Concepción ha dicho “un acto u omisión es arbitrario cuando no existe
razón que lo fundamente, cuando quien actúa o se abstiene de actuar, lo
hace por mero capricho, sin una razón legal, lógica o, al menos, moral que le
sirva de fundamento y que justifique su actuar u omitir”.
Sobre este punto, José Luis Cea ha dicho: ”El término arbitrario quiere decir
contrario a la justicia, injusto, irracional, prejuiciado, desproporcionado para
el fin requerido, guiado o movido por el capricho o la inquina, el favoritismo
o la odiosidad, todo en desmedro del valor y la equidad. Lo arbitrario se
refiere, principalmente, a los actos discrecionales de los órgano públicos, en
los cuales la facultad de apreciar la oportunidad y el mérito para obrar o no
se le entrega con amplia libertad, aunque siempre exista un margen que esta
sustraído de ella”.
Como se aprecia, la arbitrariedad es algo que se puede predicar con especial
énfasis respecto de aquellas facultades llamadas “discrecionales” de los
órganos públicos, las cuales se caracterizan por no tener una regulación
específica, quedando a la decisión del titular del órgano, definir el momento,
y el contenido del acto.
En términos similares se ha pronunciado Eduardo Soto Kloss, cuando ha
tratado de responder la interrogante acerca de dónde se da la posibilidad
que se produzca arbitrariedad cuando se trata de la actividad pública estatal.
Frente a esta consulta, el autor ha respondido: “Utilizando como ejemplo la
actividad del Estado administrador cabe señalar que precisamente se da ella
respecto de los llamados ‘elementos discrecionales’ de la potestad
administrativa, esto es allí donde el titular de un órgano administrativo ha
sido habilitado con un margen de libertad de apreciación para actuar en su
función e satisfacer las necesidades públicas (…) Resumiendo, podría decirse
que o arbitrario se daría en los elementos discrecionales con que suele el
legislador habilitar a la administración en el ejercicio de las potestades
jurídicas tendientes a satisfacer las necesidades públicas. Y ello es así por
cuanto es en la actualización de tales elementos donde se da la posibilidad de
ejercer una voluntad no guiada ya por la razón (…) Es en lo discrecional
donde puede darse el arbitrio, esto es voluntad no gobernada por la razón,
donde puede darse la carencia de razonabilidad, es allí donde cabe la
arbitrariedad, es allí donde –por un uso carente de racionalidad- puede
dictarse un acto arbitrario o donde puede dejarse de actuar (existiendo el
deber jurídico de actuar) e incurrir en una omisión arbitraria” .
De esta forma, se distinguir con absoluta claridad, los actos u omisiones
arbitrarios, de los ilegales. Por esta razón, no resulta válido para el Tribunal
de Protección revisar exclusivamente el apego de la conducta impugnada a la
ley, ni tampoco constatar si el comportamiento de una autoridad pública
queda dentro de sus facultades discrecionales, como si con ello quedara
agotado el juicio de reproche sobre su constitucionalidad.
Las Cortes por lo tanto, por expreso mandato constitucional se encuentran
obligadas a revisar la razonabilidad del acto impugnado, para detectar una
eventual arbitrariedad, aun cuando dicho comportamiento se ajuste al
ordenamiento positivo y se ubique dentro de las facultades discrecionales del
órgano respectivo.
Si bien Soto Kloss sólo alude a la arbitrariedad proveniente de los órganos de
la Administración, no es menos cierto que la norma del artículo 20 de la Carta
Fundamental no hace distingo entre dichas entidades y otros organismos
provenientes de poderes públicos diferentes. Por lo mismo, los Tribunales
Superiores deberán analizar la legalidad o ilegalidad, así como, la
razonabilidad o arbitrariedad de todo tipo de acto lesivo de las garantías
constitucionales supuestamente vulneradas.

2.b. El término “ilegal”, por su parte, se ha entendido como tn antojadiza,


caprichosa, alejada de la razón o injusta. Por ilegal se entiende contraria al
ordenamiento jurídico, por lo tanto no sólo contrario “a la ley”, también
puede ser contrario a reglamentos, contratos, tratados internacionales, etc.
Sobre el particular, por ejemplo, José Luis Cea que “al referirse a la conducta
ilegal, el texto constitucional alude a lo que es contrario al Derecho en
sentido estricto o positivo, al ordenamiento jurídico oficial y vigente”
Emilio Pfeffer, a su vez, indica que “un acto es ilegal cuando no se atiene a la
normativa por la que debe regirse. Lo cual implica que la expresión ilegal no
sólo atiende a lo contrario a la ley en sentido formal, sino que también es
comprensiva de todos los restantes órdenes normativos, incluso la
denominada ley del contrato ”.
No obstante lo señalado por el profesor Pfeffer, y la aparente amplitud del
término ilegalidad, bien vale la pena cerciorar que los Tribunales han ido
estimando que dicha expresión se entiende como aquello que es contrario a
“la ley” en el sentido de la definición del art. 1° del Código Civil (Estratec
Limitada cn Sociedad Informática Humano Chile S.A., del 16 de mayo de
2006, Rol 969-2006 de la C. de Apelaciones de Santiago, en José Luis Zavala
“Recurso de Protección”, Tomo I, pág. 140

3.- EL agravio

El agravio que justifica la interposición de la acción implica la privación,


perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de determinados derechos.
Ello nos obliga a definir en qué consiste cada uno de estos tres términos.

3.a. “Privación”. Significa la imposibilidad material total del ejercicio del


derecho. Lo que se elimina no es el derecho, sino solo su ejercicio. Este
ejercicio se vuelve imposible de ejecutar. Como dice Eduardo Soto Kloss
“privar no es sino despojar, cercenar, quitar, impedir de modo entero y total,
el ejercicio de uno de los derechos amparados por el recurso de protección” .
Es el caso, que a vía de ejemplo cita el propio profesor Soto, de un comiso o
retiro de una partida de vino supuestamente falsificado, delito que no había
sido cometido. En este caso, el ejercicio del derecho de propiedad no había
sido restringido o perturbado, sino derechamente la sanción provocaba su
privación “en todos sus extremos”, ya que no sólo se afecta el derecho en
dominio como tal, esto es, como cosa incorporal, sino que además, sobre los
objetos concretos sobre los cuales recae dicho derecho, vale decir, los vinos y
sus envases.

3.b. “Perturbación”. La perturbación se refiere a un trastorno en el ejercicio


del derecho, a una grave dificultad. Es “un trastorno del orden y concierto de
las cosas, o bien, un trastorno de su quietud o sosiego, la alteración de una
situación pacífica, tranquila y cuyo goce satisface. Esta alteración de una
situación de goce tranquilo, quieto, sosegado y ese trastorno del orden en
que se inserta, viene a ser el fruto de una acción u omisión de un tercero –
particular o auoridad- que siendo ilegal o arbitraria, va a hacer susceptible de
interponer el recurso de protección y que sea acogido, acogimiento que se
traducirá en la orden del Tribunal de hacer cesar la susodicha perturbación”.
Es, por tanto, el ejercicio anormal del derecho, que impiden parcial y
materialmente el goce o ejercicio del derecho.

3.c. “Amenaza”. Implica un riesgo, una inminencia, una posibilidad de que se


afecte un derecho, ya sea en grado de perturbación o de privación. El daño
previsto debe ser arbitrario o ilegal, en los términos ya planteados, por lo que
la mera advertencia jurídica que se le hace a alguien por el incumplimiento
de un deber jurídico, no constituye amenaza.
La Corte de Apelaciones de Concepción señaló que “debemos entender por
amenaza toda conducta que haga temer un daño inminente, al interesado
que lo hace valer, en términos de constituir una verdadera intimidación
constitutiva de un perjuicio cierto, actual, preciso y concreto en sus
resultados y efectos” (Municipalidad de Tirúa con Bastías Zúñiga, Rol 4245-
2006, José Luis Zavala, “Recurso de Protección”, pág. 175)

 Derechos y Garantías Protegidas

Sobre este particular, es necesario señalar varios asuntos:

1.- ¿Por qué la Constitución habla de vulneración de “derechos y garantías”?

Recordemos que derecho fundamental y garantía no es lo mismo, que lo


primero es una facultad, una prerrogativa que emana de la dignidad humana;
y que la garantía es un mecanismo de protección de los derechos.
Desde esa perspectiva, no todos los derechos fundamentales cuentan con
garantía constitucional, como por ejemplo, los derechos que se encuentran
consagrados sólo a nivel internacional o que revisten la calidad de “derecho
implícito”.
Y a su vez, no todas las garantías constitucionales son derechos
fundamentales. Y es éste el caso importante.
Puede ocurrir que la Carta Magna asegure o garantice determinados
derechos que no tengan la calidad de “derecho fundamental”. Hablamos por
ejemplo, de derechos consagrados en favor de personas jurídicas, o garantías
que pueden tener que ver con modelos económicos determinados. Para
algunos, también la protección del ser que está por nacer, o de las reglas
relativas al Estado empresario.
En estos casos, ¿estamos en presencia de un derecho fundamental?
Posiblemente para algunos, estos derechos no tendrían el carácter de
“fundamental”, pero no obstante ello, es imposible desmentir que sea una
“garantía constitucional”, ya que se encuentran protegidos por el Código
Político.
Por lo mismo, el Constituyente no habría reservado esta acción a la
protección sólo de derechos, sino además de garantías, salvando de ese
modo eventuales discusiones acerca de si lo protegido es o no un derecho, y
por lo tanto, si procede o no el recurso.

2.- ¿Cuáles son los derechos y garantías protegidos?

Revisado el artículo 20, sólo se encuentran protegidos por esta acción


constitucional, los siguientes derechos, del art. 19:

•N°1: Derecho a la vida y a la integridad física y psíquica.


•N°2: Igualdad ante la ley.
• N° 3 inciso cuarto: Garantía a no ser juzgado por comisiones especiales,
sino que por un tribunal que señale la ley, establecido con anterioridad por
ésta.
• N° 4: Protección a la vida privada y pública y a la honra de la persona y su
familia.
• N° 5: Inviolabilidad del hogar y toda forma de comunicación privada.
• N° 6: Libertad de conciencia.
• N° 9, inciso final: Derecho a elegir el sistema de salud.
•N°11: Libertad de enseñanza.
•N°12: Libertad de opinión e información.
•N°13: Derecho de reunión.
•N°15: Derecho de asociación.
• N° 16, sólo en lo relativo a la libertad de trabajo, en cuento su libre elección
y contratación.
•N°19: Derecho de sindicación.
•N°21: Libertad económica.
•N°22: No discriminación del Estado en materia económica.
•N°23: Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes.
•N°24: Derecho de propiedad.
•N°25: Derecho de propiedad intelectual e industrial.
Además, el inciso segundo del mismo artículo, agrega:
N° 8: Derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.

3.- ¿Qué derechos no están protegidos?

En principio, la Acción de Protección garantiza todos los derechos del artículo


19 de la CPR, salvo los establecidos en los siguientes numerales:
a. Nº 3: igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos, menos el
derecho a un juez natural (inciso cuarto);
b. Nº 7: libertad personal y seguridad individual (ya que cuenta con el recurso
de amparo);
c. Nº 9: derecho a la protección de la salud, salvo el derecho a elegir el
sistema de salud (inciso final);
d.Nº 10: derecho a la educación;
e.Nº 14: derecho de petición;
f. Nº 16, a excepción de la libertad de trabajo, el derecho a su libre elección y
a la libre contratación;
g.Nº 18: derecho a la seguridad social;
h.Nº 20: igualdad ante las cargas públicas; y
i.Nº 26: protección del núcleo esencial de los derechos.

Como se aprecia, muchos de estos derechos tienen la condición de derecho


“prestacional” o de segunda generación (educación, protección de la salud,
seguridad social), por lo que el Estado no se compromete a satisfacerlos
íntegramente. Otros han quedado excluidos por tratarse de garantías
dirigidas especialmente contra del legislador, como es el caso del numeral 26
del art. 19. Finalmente, la libertad personal y seguridad individual no está
cubierta por la protección por cuanto cuenta con otra garantía jurisdiccional,
como es el amparo constitucional.
Sin embargo, hay otros derechos, donde tales razones no operan, y donde su
exclusión del recurso de protección es digna de crítica. Así ocurre por
ejemplo, a la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos, la
igualdad ante las cargas públicas o el derecho de petición.
 De quién puede provenir el agravio (legitimidad pasiva)

En relación con el tópico relativo a la legitimación pasiva, vale decir de quién


puede provenir el agravio, en estricto rigor, la Carta Fundamental no
distingue, por lo que sería posible sostener que se puede interponer en
contra de cualquier sujeto, público o privado que con su conducta arbitraria o
ilegal, cause privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los
derechos.
Sin embargo, ello requiere algunos comentarios importantes:

1.- Acciones dirigidas contra particulares

Esta cuestión se liga íntimamente con la cuestión relativa al llamado “efecto


horizontal de los derechos fundamentales”. De acuerdo a este principio, los
derechos no sólo son obligatorios para los sujetos públicos (el Estado) sino
también vinculan u obligan a los particulares.
La tesis del efecto horizontal de los derechos en Chile se sostiene
básicamente sobre la conjunción de dos importantes normas
constitucionales.
La primera es la del inciso segundo del artículo 6° que convierte a la Carta
Fundamental, en norma obligatoria para los órganos del Estado y para sus
titulares, pero también para toda persona, institución o grupo.
La segunda, en tanto, es precisamente, la norma del artículo 20°, por cuanto
permite (por no prohibirlo expresamente), la interposición de recursos en
contra de sujetos privados.
La teoría del efecto horizontal, por tanto, se ve reforzada por la posibilidad
de deducir acciones de protección en contra de sujetos privados.
Esto, por cierto, ha sido un antecedente importante para lo que se ha
denominado la “Constitucionalización del Derecho Común”, transformando a
la Constitución en una norma viva, aplicable a las relaciones privadas,
limitando la autonomía de la voluntad en contratos, e imponiendo deberes
directos, por cuanto la Carta goza de Fuerza Normativa inmediata para todos.
El Derecho Privado, pues, se comienza a nutrir, tanto en interpretación, como
en contenido de normas relativas a la protección del derecho de las
personas.

2.- Acciones dirigidas contra órganos administrativos

Hoy por hoy, esta alternativa está constituyendo la mayor parte de los
recursos deducidos ante Tribunales, destacando especialmente las acciones
presentadas contra Municipalidades en primer término, como también la
Dirección del Trabajo, Servicio de Impuestos Internos, Gendarmería,
Carabineros y Ministerios.
Esto ha llevado a que, en muchos casos, el Recurso de Protección haya
asumido derechamente la calidad de un verdadero contencioso
administrativo, que permita resolver en sede judicial, los reclamos de los
particulares en contra de las autoridades ejecutivas.
Ello, con mucho mayor fuerza si la Constitución permite deducir acciones en
contra de actos u omisiones “arbitrarias”, por lo que en muchos casos, se
convierte en el único medio apto para defender a las personas por decisiones
de la autoridad vinculadas al ejercicio de sus facultades discrecionales.

3.- Acciones dirigidas contra órganos judiciales (Tribunales de Justicia)

Sobre este particular, ha existido una lenta pero interesante evolución


jurisprudencial que ha transitado, desde una reticencia a acoger acciones
deducidas en contra de resoluciones, hacia la aceptación.
En un estudio del profesor Gastón Gómez, que se extiende hasta el año 2001,
nos muestra cómo, hasta ese año, el número de recursos declarados
inadmisibles (en etapa de examen de admisibilidad) decrecía notablemente
durante los últimos años. No obstante ello, el número de recursos finalmente
acogidos por sentencia definitiva, no crece, por cuanto muchos de estos
recursos, declarados admisibles, fueron rechazados en su fondo. De acuerdo
a la lectura de fallos recientes (estadística que no ingresó en el estudio de
Gómez), nos demuestra que, efectivamente en el último decenio, las
acciones de protección dirigidas en contra de resoluciones judiciales son cada
vez mayores.
Una primera línea sensible de casos es aquella referida a tenencia y cuidado
de menores, en casos donde sus padres o tutores han sido despojados ilegal
o arbitrariamente de la tuición de niños, o bien, por el contrario, donde los
Tribunales han ordenado el egreso de niños en situación de riesgo desde
Hogares de Menores, y su entrega a los padres, poniendo en peligro la
integridad de los menores de edad. Así, por ejemplo, la Corte de Apelaciones
de Valparaíso resolvió en un caso, que la entrega de unas niñas desde un
Hogar de la Fundación Mi Casa a sus padres biológicos, así ordenada por el
Juez de Casablanca se trataba de una “resolución arbitraria e ilegal y afecta a
sus derechos establecidos en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de
la República”, puesto que no existía antecedente alguno que permitiera
establecer que haya cesado el riesgo social que motivó las internaciones de
las dos infantes, razón por la cual procedió a acoger el recurso en cuestión,
dejando sin efecto (nótese que no ordena al Juez de la instancia dejar sin
efecto su resolución, sino que lo hace directamente la Corte) la resolución
dictada por el Juez de Casablanca, y ordenando a dicho magistrado, decretar
a la brevedad, las medidas pertinentes para el reingreso de las menores al
Hogar ya indicado .
Otros casos que merecen atención son los que se generan en procesos
penales. Al respecto, por ejemplo, si bien el recurso fue rechazado en su
fondo (referido a la autorización del Juez de Garantía para interrogar a una
menor de edad, supuestamente víctima de un delito de violación, lo que
consideró Fiscalía como atentatorio en contra de su derecho a la integridad
síquica), destaca un fallo de la Corte de Apelaciones de Chillán que señaló
que “como se ha resuelto reiteradamente por la jurisprudencia, no existe
ninguna limitación en cuanto a la procedencia del recurso de protección de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución Política” .
Por último, podemos destacar algunas Protecciones deducidas en contra de
resoluciones judiciales dictadas en causas no contenciosas que han ordenado
la cancelación de inscripciones de dominio de terceros, no intervinientes en
dichos autos. Estas resoluciones han sido consideradas como arbitrarias e/o
ilegales por las Cortes, y atentatorias contra el derecho de propiedad .

4.- Acciones dirigidas en contra del órgano legislativo (Congreso Nacional)

Este último es mucho más escaso. Ello, por cuanto, especialmente a partir del
año 2005, se ha entendido que en Chile, el control de constitucionalidad de
las leyes ha asumido el modelo llamado de control “concentrado”, vale decir,
radicado en el Tribunal Constitucional, quien desarrolla este examen de
constitucionalidad, tanto a priori como a posteriori. Por lo mismo, al menos
en principio, el recurso de protección no debiera ser un medio eficaz para
actuar en contra de actos provenientes de la autoridad legislativa.
Revisada la jurisprudencia sobre acciones deducidas en contra de actos del
legislativo, destacamos, dos resoluciones, en principio contradictorias.
La primera se refiere a una acción deducida ante la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, interpuesta por el Juez Hernán Cereceda luego del juicio político
desarrollado ante el Senado y que lo destituyó de su cargo el año 1993. En
esa oportunidad, si bien la Corte desechó en su fondo el Recurso incoado, lo
declaró admisible, sometiéndolo a tramitación, a pesar de tratarse de una
acción dirigida en contra de la Cámara Alta. Al respecto, este Tribunal
estableció: “Que, para determinar si es posible que el causante del acto
arbitrario o ilegal, que conculca un derecho o garantía constitucional de los
que caen bajo el resguardo del recurso de protección sea el Honorable
Senado de la República cuando ejecuta un acto de aquellos que la Carta
Fundamental ha señalado como atribución exclusiva de dicho Organismo,
como es el caso de autos, en que de conformidad con lo preceptuado por el
artículo 49 Nº 1 de la Constitución decidió encontrar culpable de notable
abandono de sus deberes de Ministro de la Excma. Corte Suprema a don
Hernán Cereceda Bravo, en cuyo favor se ha recurrido de protección,
acogiendo así la acusación constitucional que también en uso de facultades
constitucionales exclusivas, aprobara la Cámara de Diputados y sometiera al
conocimiento del Honorable Senado, debe precisarse la amplitud que la
disposición constitucional tiene en este sentido. Del escueto análisis literal de
la disposición en comento, resulta obvio que en ella no se señala al posible
sujeto causante del agravio, por lo que desde el punto de vista de
hermenéutica legal, en materia de derecho constitucional, parece evidente
que no existe límite alguno, y por ende, cualquiera, en el sentido más amplio
de la expresión puede ser autor del acto u omisión arbitrario o ilegal, ya sea
persona o personas, naturales o jurídicas, particulares o autoridades, y éstas
de cualquier rango que sean, pues la Constitución no hace distingos. Que,
como se ha visto, la disposición en comento, literalmente no ha puesto límite
alguno ni ha determinado quiénes pueden ser autores del acto u omisión
arbitraria o ilegal, como asimismo no señaló a persona o autoridad alguna
que pudiera estar exenta de verse recurrida de protección, y ello es lógico,
pues si se piensa, como sin duda lo hizo el constituyente, no existe persona
alguna que pueda decir yo estoy exenta de cometer un acto arbitrario o ilegal
o incurrir en omisión del mismo tipo, que conculque un derecho esencial
garantizado por el recurso de protección, pues ello sería desconocer la propia
naturaleza humana capaz de grandes virtudes como también de atroces
bajezas, y lo que se dice de las personas puede sostenerse de los órganos
constituidos en autoridad soberana, pues, quiérase o no, están al fin y al cabo
conformados por seres humanos”.
Por lo tanto, en este primer caso (aunque finalmente se desechó el recurso
en el fondo, se admitió a tramitación, declarándose la Corte “competente”
para conocer de este asunto).
Un segundo caso se trata de una acción de protección presentada por un
grupo de chilenos residentes en el extranjero, en contra de 43 diputados que
el 16 de mayo de 2007, que votaron en contra o se abstuvieron respecto de
un proyecto de ley que promovía la votación de chilenos en el extranjero.
Frente a ello, la Corte de Apelaciones de Valparaíso señala “que resulta del
todo evidente que los parlamentarios son absolutamente libres en el
ejercicio de la función legislativa que la Constitución les encomienda y por
ende de las motivaciones que les impulsan en tal ejercicio sólo responden
frente al escrutinio ciudadano y en consecuencia la presente acción de
protección deberá rechazarse por falta de fundamento” (Causa Rol 294-2007,
disponible en www.poderjudicial.cl)
Como se advierte en este segundo caso, la Corte termina rechazando el
recurso bajo el argumento que no se puede controlar judicialmente a la
actividad legislativa.
Entre el primer y segundo caso se advierte un resultado distinto, pero es
comprensible en el sentido que la actividad legislativa no puede ser revisada
a través del recurso de protección, no así otras actividades que desarrollen
las Cámaras del Congreso. De allí que, por ejemplo, se haya rechazado el
recurso en contra de la ley de voto en extranjero, pero se haya acogido a
tramitación el recurso dirigido al fallo del Senado en juicio político.
Por último, nos parece que si bien es razonable que la función legislativa
quede exenta de control vía acción de protección, por cuanto las leyes sólo
pueden ser controladas, el problema se mantiene en relación con las
omisiones legislativas. Ellas operan cuando el legislador, debiendo regular
una determinada materia por mandato constitucional, no lo hace. En tal
circunstancias, por cierto que el Tribunal Constitucional no puede intervenir,
puesto que éste no le corresponde realizar el control de constitucionalidad
sobre una norma inexistente. En tales condiciones, pensamos que podría
abrirse la posibilidad de una acción de protección, cuando de dicha
inactividad derive una vulneración a derechos protegidos, en contra de
omisiones legislativas, siempre que dicha abstención sea ilegal o arbitraria.

 Compatibilidad con otras acciones

La acción de protección es compatible con el ejercicio de otras acciones, toda


vez que la frase final del inciso primero del art. 20 establece “sin perjuicio de
los derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales
correspondientes”.
Al respecto, Emilio Pfeffer señala, por ejemplo: “aunque el ordenamiento
jurídico otorgue otros recursos o acciones especiales para la resolución de
determinadas situaciones, cuando el acto u omisión estimados ilegal o
arbitrario afecte además alguna de las garantías señaladas en el artículo 20
de la Constitución, es plenamente procedente la acción de protección. La
interposición del recurso de protección es independiente de la existencia de
un procedimiento de reclamo jurisdiccional diverso. El recurso de protección
no tiene una finalidad residual y solo a falta de otros mecanismos” .
Además, nada obsta a que, resuelta que sea una acción de protección, pueda
discutirse el asunto de fondo en un procedimiento ordinario “para el acabado
y lato conocimiento y resolución del asunto” , lo que demuestra que esta
acción y las acciones ordinarias no se obstruyen entre sí, sino que muchas
veces, incluso se complementan.
La circunstancia de ser el recurso de protección, una acción independiente, y
compatible con otros procedimientos judiciales no hace más que ratificar que
su objeto no es la resolución de un conflicto, sino que reestablecer el imperio
del derecho, mediante el amparo de los sujetos ofendidos.
A costa de parecer obstinados, debemos insistir que los Tribunales cuando
conocen de una acción de protección, no ejercen jurisdicción, por lo que lo
resuelto en esta sede no es óbice para que los órganos judiciales cuando, en
otro plano sí ejerzan funciones jurisdiccionales, fallen conforme al mérito de
ese proceso.

 Finalidad del Recurso o acción de Protección

Debemos recordar que, en general, los derechos fundamentales cumplen un


doble rol en el ordenamiento jurídico. Primero, se trata de derechos
subjetivos, que pertenecen a su titular, quien queda facultado para
defenderlos, dentro del marco jurídico. Pero a su vez, se tratan de exigencias
jurídicas y éticas, convirtiéndose por tanto, en parte de un ordenamiento
positivo y natural, que permite medir la legitimidad de un modelo jurídico o
político, de modo que éstos serán más o menos justos, según si protegen (o
no) los derechos fundamentales.
Así, pues, se habla de una naturaleza subjetiva y objetiva de los derechos
fundamentales.
Por lo mismo, cada vez que se vulnera uno de estos derechos, no sólo se
resiente la persona directamente afectada, sino que además se afecta a todo
el ordenamiento jurídico, por cuanto una de sus bases más importantes, se
ve dañada por la conducta arbitraria o ilegal.
Es en este contexto que el Constituyente entrega atribuciones amplísimas al
Tribunal de Protección, quien podrá adoptar las providencias que juzgue
necesarias para:
(a) restablecer el imperio del derecho: se refiere a una protección objetiva
del ordenamiento jurídico y de la supremacía constitucional, vale decir, que
se respete el Derecho en su sentido objetivo;
(b) asegurar la debida protección del afectado: o sea, realizar una protección
subjetiva, esto es, protección al sujeto afectado, con el fin de permitirle el
legítimo ejercicio del derecho vulnerado.

Nótese que la Carta Magna habla de “las providencias que juzgue


necesarias”. Ello implica que el Tribunal no queda sometido a lo que el
recurrente le haya solicitado, vale decir, no queda atrapado ni por el mérito
del proceso, ni por un eventual vicio de ultra petita. Por lo tanto, la Corte
podría incluso conceder más beneficios de los que solicite el actor, por
cuanto será ella y no él quien determinará cuáles son las medidas necesarias
para la protección del derecho.
Análisis del Procedimiento de Protección
(Plazo – Admisibilidad – Hacerse Parte – Acumulación de autos – Orden de no
innovar - Informe – Vista de la Causa – Sentencia – Condena en Costas
Cumplimiento de la sentencia

 Plazo para interponer el recurso.

La Constitución no señala plazo, pero el art. 1° del auto acordado indica que
deberá interponerse dentro de un plazo de treinta días corridos, contados
desde:
(a) la ejecución del acto o la ocurrencia de la omisión, o
(b) según su naturaleza de éstos, desde que se haya tenido conocimiento de
los mismos.

Como características de este plazo, diremos:

- Se trata de un plazo de días, lo que significa que se cuentan los días


feriados, vale decir, es un plazo de días “corridos” (art. 50 del Código Civil)
- La regla general es que el inicio del plazo sea desde el momento en que se
ejecutó el acto, o desde la ocurrencia de la omisión.
- Sólo excepcionalmente, se podrá contar desde que se haya tenido
conocimiento de los mismos, pero para ello: (1) debe tratarse de una
circunstancia que según la naturaleza del acto u omisión, impida que se
cuente desde su ocurrencia; y (2) deberá dejarse constancia en los autos del
momento en el que se tomó conocimiento del acto u omisión. Es el caso, por
ejemplo, de actos administrativos que se dictan pero cuyos efectos
comienzan a correr a partir de cierta fecha. A su vez, como hay que dejar
constancia de esta circunstancia “en los autos”, es absolutamente
recomendable que el actor así lo argumente en su escrito, fundamentando y
acreditando esta circunstancia.
- Es un plazo único, que no se suspende por la interposición de otras acciones
o recursos. Por lo mismo, y en atención a que siempre quedan “a salvo” otras
acciones y derechos, es recomendable que aunque estén pendientes
recursos administrativos, se presente igualmente la acción de protección, y
no esperar el resultado de los mismos, ya que de hacerlo, podría quedar
caduco el plazo para interponer esta acción cautelar.
- Cuando el acto positivo es una conducta permanente, que se mantiene en
el tiempo, o cuando la omisión es permanente, se entiende que el plazo se
mantiene vigente, y que recién comienza a correr cuando dicho acto u
omisión hayan cesado.

Cabe señalar, por último, que el referido plazo fue ampliado por el Auto
Acordado de la Corte Suprema del año 2007 previamente citado, ya que
hasta entonces, el plazo era de quince días.

 Examen de admisibilidad

Una vez ingresado el recurso, será examinado en cuenta por la sala


respectiva de la Corte de Apelaciones competente.
Hasta el año 2007, la Corte podía declararlo inadmisible sólo si por
unanimidad de sus integrantes la Protección:
(a) había sido presentada fuera de plazo; o
(b) no tenía fundamentos suficientes.

A partir del Auto Acordado de 2007, el art. 2° inciso 2° del mismo, se dispone
que: “Presentado el recurso, el Tribunal examinará en cuenta si ha sido
interpuesto en tiempo y si se mencionan hechos que puedan constituir la
vulneración de garantías de las indicadas en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República. Si su presentación es extemporánea o no se señalan
hechos que puedan constituir vulneración a garantías de las mencionadas en
la referida disposición constitucional, lo declarará inadmisible desde luego
por resolución fundada, la que sólo será susceptible del recurso de reposición
ante el mismo tribunal, el que deberá interponerse dentro de tercero día”.

Por lo tanto, desde el año 2007, la Corte de Apelaciones solo podrá


declararlo inadmisible:

(a) si fue interpuesto fuera de plazo; o


(b) si los hechos que se mencionan no pueden significar vulneración a las
garantías indicadas en el art. 20 de la Constitución Política.

El segundo de los requisitos se referirá a la exigencia que el derecho


supuestamente infringido sea de aquellos que menciona el art. 20 de la
Constitución, por lo que a partir del año 2007, ya no es posible declarar
inadmisible un recurso por el sólo hecho que tenga insuficiencia en su
fundamentación. El problema de los fundamentos será un tema que tendrá
que resolver la Corte, mediante un estudio mayor, que escapa a la mera
admisibilidad del recurso, y deberá quedar zanjado en la sentencia definitiva.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría bajo el sistema anterior, hoy no
es necesaria la unanimidad de los integrantes de la sala para resolver la
inadmisibilidad, sino que se vota por mayoría, de acuerdo a las reglas
generales. Por lo mismo, si bien pareciera, a simple vista, que la reforma
flexibiliza el procedimiento, al exigir sólo la invocación de alguna de las
garantías del art. 20 y no una suficiente fundamentación, no es menos cierto
que al eliminarse el requisito de la unanimidad, se puede declarar
inadmisible por simple mayoría.
Por último, la resolución que declare inadmisible el recurso es inapelable y
sólo podrá pedirse su reposición dentro de tercero día. Esta circunstancia no
se condice, creemos, con la naturaleza cautelar y garantista de la acción,
puesto que la propia Corte que la declara inadmisible, es la que debe resolver
la reposición, con muy pocas probabilidades que se revoque la resolución
original.

 La posibilidad de hacerse parte

En conformidad al art. 4° del auto acordado, “las personas, funcionarios u


Órganos del Estado afectados o recurridos, podrán hacerse parte en el
recurso”.
De aquí establecemos que los recurridos no son, por sí solos, partes, sino que
requieren necesariamente que formulen esta expresión de voluntad.
No obstante que el auto acordado no lo indica, se entiende que el plazo para
hacerse parte es “antes de la Vista de la Causa”, ya que luego de ella, “queda
cerrado el debate” (art. 227 del CPC).
Se ha entendido que esta misma norma permite a un tercero “adherirse al
recurso”. El problema sin embargo se suscita en torno a si el tercero dispone
de “todo el plazo”, hasta la vista de la causa o no. Por ejemplo, en el fallo
"Copagro" (Corte Suprema, 15 de enero de 1981, Fallos del Mes N° 266, 485,
488), se acepta una adhesión por cuanto ella ha sido presentada no sólo
antes de la Vista de la Causa, sino además dentro del plazo para interponer la
acción de protección (de entonces, 15 días), contados desde la fecha del acto
lesivo.

 Acumulación de autos

Según el art. 13 del auto acordado: “Si respecto de un mismo acto u omisión
se dedujeren dos o más recursos, aún por distintos afectados, y de los que
corresponda conocer a una determinada Corte de Apelaciones, de acuerdo
con lo establecido en el punto primero del presente auto, se acumularán
todos los recursos al que hubiere ingresado primero en el respectivo libro de
la Secretaría del Tribunal formándose un solo expediente, para ser resueltos
en una misma sentencia”.
Por lo tanto, de acuerdo a la disposición, los requisitos para que opere la
acumulación de autos son tres:
a) que se hubiere presentado dos o más recursos respecto de un mismo acto
u omisión (no es necesario que los diferentes recursos hayan sido presentado
por las mismas personas);
b) que los distintos recursos deban ser conocidos por la misma Corte de
Apelaciones; y
c) aunque no lo diga expresamente la norma, que así sea decretado por el
Tribunal.

Por su parte, una vez decretada la acumulación:

a) todas las acciones deberán acumularse a la primera ingresada a la


Secretaría del Tribunal;
b) deberá formarse un solo expediente; y
c) deberán fallarse en una sola sentencia.

 Orden de no Innovar

Según el artículo 2° inciso final del auto acordado respectivo “El


Tribunal cuando lo juzgue conveniente para los fines del recurso, podrá
decretar orden de no innovar”.
Esta norma es importante por cuanto la sola interposición de la acción
de protección no suspende los efectos de las acciones o resoluciones
recurridas.
Producto de lo mismo, es muy aconsejable que, conjuntamente con la
acción, el actor deduzca desde ya una orden de no innovar,
debidamente fundamentada. Con ello, se podría obtener que el acto
lesivo sea suspendido en cuanto a sus efectos.

b) Informe

Si el recurso fuera declarado admisible, el Tribunal ordenará “por la vía


que estime más rápida y efectiva” a la persona o autoridad que, según
el recurso o la propia Corte fueren los causantes del acto u omisión
que motiva el recurso, que informe.
Este informe deberá evacuarse dentro de un plazo breve y perentorio
que fije el Tribunal.
La Corte podrá, además de este informe, ordenar que se acompañen
otros antecedentes.

De lo señalado, debemos destacar lo siguiente:


- La requisitoria del informe sólo procede cuando la Corte hubiese
declarado el recurso, admisible. Excepcionalmente se han acogido
recursos, incluso sin solicitar el informe. Citamos el caso de una menor
de 9 años, de iniciales D.C.G., cuya madre se negaba a que el Hospital
le hiciera una transfusión de sangre, en atención a que ambas eran
Testigos de Jehová. Aquí, la Corte de Apelaciones de Santiago acoge el
recurso, sin pedir el informe de la madre, ello “en razón de la urgencia
de la acción formulada”, puesto que la vida de la niña corría serio
peligro.
- No es necesario que la Corte solicite informes sólo a las personas o
autoridades que determine el actor en su escrito. También puede
solicitarse a quienes, en concepto de la Corte, sean los causantes del
acto u omisión que motivan el recurso. Nuevamente, no hay sujeción
al mérito del proceso, ni
- El auto acordado no fija el modo de comunicación ante el recurrido.
Podrá ser, por lo tanto, a través de notificación personal, por cédula, o
simplemente, por oficio. Lo importante es que se trate de una vía
rápida y efectiva.
- El plazo para remitir el informe debe ser dentro de un “plazo breve y
perentorio” que fijará el Tribunal. Este plazo (si es de días, como suele
ocurrir), al ser de naturaleza procesal, será de días hábiles, puesto que
esa es la regla en materia procesal (Art. 66 del CPC).
- Además del informe, el Tribunal puede pedir que sean remitidos a la
Corte, todos los antecedentes que existan en su poder sobre el asunto
motivo del recurso.

Vista de la Causa

Recibido el informe y demás antecedentes, o sin ellos, el Tribunal


ordenará traer los autos en relación y dispondrá agregar
extraordinariamente la causa a la tabla del día subsiguiente, previo
sorteo, en las Cortes de Apelaciones de más de una sala (Art. 3° inciso
segundo del auto acordado)
Los antecedentes se apreciarán de acuerdo a las reglas de la sana
crítica (art. 5° inciso segundo). Esto libera al Tribunal someterse al
sistema de prueba legal o tasada, entendiendo por reglas de la sana
crítica, "las reglas del correcto entendimiento humano; contingentes y
variables con relación a la experiencia del tiempo y del lugar; pero
estables y permanentes en cuanto a los principios lógicos en que debe
apoyarse la sentencia" Nuestros tribunales la han definido diciendo
“Que, según la doctrina, la `sana crítica', es aquella que nos conduce al
descubrimiento de la verdad por los medios que aconseja la razón y el
criterio racional, puesto en juicio. De acuerdo con su acepción
gramatical puede decirse que es el analizar sinceramente y sin malicia
las opiniones expuestas acerca de cualquier asunto"

Sentencia

En relación con la sentencia de protección, debemos acotar lo


siguiente:

1.- Plazo para dictarla.

La Corte de Apelaciones deberá pronunciar su fallo dentro del 5º día


hábil siguiente a aquél en que el asunto quedó en situación de ser
sentenciado.
Este plazo se reduce a 2 días hábiles si se trata de la protección de los
derechos establecidos en el art. 19 números: 1° (derecho a la vida y a
la integridad física y síquica de las personas); 3° inciso cuarto (derecho
a un juez natural); 12° (libertad de expresión) y 13° (libertad de
reunión).

2.- Medidas para mejor resolver

De conformidad con el art. 5° inciso primero del auto acordado, “para


mejor acierto del fallo se podrán decretar todas las diligencias que el
Tribunal estime necesarias”.

3.- Notificación de la sentencia

De acuerdo al art. 6° del auto acordado, la sentencia se notificará


personalmente o por el estado a la persona que hubiere deducido el
recurso y a los recurridos que se hubieren hecho parte en él.
Por cierto que la determinación si se notifica de un modo o del otro, es
una decisión que debe adoptar la Corte respectiva.

4.- Recursos que proceden

La sentencia de primera instancia será apelable para ante la Corte


Suprema. El recurso de apelación deberá deducirse dentro del plazo de
5 días contados desde la notificación de la sentencia de primera
instancia, por el estado diario. (art. 6° inciso segundo del auto
acordado)
A su vez, de acuerdo al art. 12 del auto acordado, no procede en
contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones, el recurso de
casación.
Para el conocimiento del recurso de protección en segunda instancia,
“la Corte Suprema podrá solicitar de cualquier autoridad o persona los
antecedentes que considere necesarios para la resolución del asunto.”
(art. 8° inciso primero). En segunda instancia “Todas las notificaciones
que deban practicarse se harán por el estado diario” (art. 8° inciso
segundo).

 Condena en Costas

Como bien sabemos, de acuerdo al art. 144 del Código de


Procedimiento Civil, “La parte que sea vencida totalmente en un juicio
o en un incidente, será condenada al pago de las costas. Podrá con
todo el tribunal eximirla de ellas, cuando aparezca que ha tenido
motivos plausibles para litigar, sobre lo cual hará declaración expresa
en la resolución”.
Esta regla, sin embargo, cambia en materia de protección, puesto que
de acuerdo al art. 11 del auto acordado, “Tanto la Corte de
Apelaciones como la Corte Suprema, cuando lo estimen procedente,
podrán imponer la condenación en costas”.
Por lo tanto, no depende de una regla exacta como la que se aplica en
materia civil ordinaria, sino que queda a criterio del Tribunal,
transformándose en una atribución puramente discrecional de dicho
órgano.

 Cumplimiento de la sentencia ejecutoriada

Una vez que la sentencia queda ejecutoriada, se oficiará directamente


a la autoridad o persona cuyas actuaciones hubieren motivado el
recurso. En efecto, el art. 14 del auto acordado dispone: “Firme el fallo
de primera instancia por haber transcurrido el plazo para interponer el
recurso de apelación, sin que éste se hubiere deducido, o dictado
sentencia por la Corte Suprema cuando fuere procedente, se
transcribirá lo resuelto a la persona, funcionario o autoridad cuyas
actuaciones hubieren motivado el recurso de protección, por oficio
directo, o telegráficamente si el caso así lo requiere”.
Contra la persona no diera cumplimiento a lo ordenado, podrán
aplicarse las siguientes medidas:

c) (a) amonestación privada,


(b) censura por escrito,
(c) multa a beneficio fiscal de una a cinco UTM,
(d) suspensión de funciones hasta por 4 meses, gozando de medio
sueldo durante este período.
Acción de Protección Ambiental (art. 20 inciso segundo)
(Redacción actual – Diferencias con la acción de protección ordinaria)

Redacción actual

El inciso segundo del artículo 20 de la Carta Fundamental establece


algunas modalidades especiales en lo relativo al derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación.
Originalmente, esta norma prescribía lo siguiente: “Procederá también
el recurso de protección en el caso del Nº 8 del artículo 19, cuando el
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea
afectado por un acto arbitrario e ilegal imputable a una autoridad o
persona determinada”.
La reforma constitucional de 2005 modifica la expresión “acto
arbitrario e ilegal” por “acto u omisión ilegal”.
De esta forma, la actual redacción del inciso segundo es la siguiente:
“Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº 8º del
artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a
una autoridad o persona determinada”.
De esta forma, el recurso también se puede extender a omisiones, y
además, se elimina la doble condicionalidad que debían adoptar las
conductas recurridas, ya que debían ser arbitrarias e ilegales a la vez.

 Diferencias con la acción de protección ordinaria


De la sola comparación de ambos incisos del art. 20 de la CPR.,
podemos advertir las siguientes diferencias entre la acción de
protección ordinaria y la ambiental:

(a) La Protección ambiental sólo procede en contra de actos u


omisiones ilegales, pero no respecto de conductas arbitrarias. Hay
autores, como el profesor Fernando Dougnac, que al ser toda
arbitrariedad una conducta contraria a la Constitución, entonces una
decisión arbitraria no sólo es ilegal, sino que además es
inconstitucional, por lo que sería perfectamente sustentable la tesis de
que la acción de protección ambiental procedería en contra de actos u
omisiones arbitrarios. La tesis contraria –y mayoritaria- es que en
virtud de una interpretación histórica y sistemática, si en el inciso
primero se señala “arbitrario o ilegal”, es porque el constituyente
distinguió entre ambas condiciones y no las hizo equivalentes; por lo
demás, si el constituyente derivado eliminó la expresión “arbitrario” es
porque quiso restringir la interposición de la Protección, sólo en contra
de ilegalidades, pero no de arbitrariedades.

(b) La conducta debe ser imputable, o sea, debe provenir de culpa o


dolo de otro sujeto. Vale decir, debe haber existido negligencia o mala
fe. Esta circunstancia habrá que alegarla por el actor, y acreditarla
suficientemente en el expediente.
(c) La conducta imputable debe ser de persona o autoridad
determinada, vale decir, deberá individualizarse con precisión los
causantes del perjuicio. Por lo mismo, en este caso, no procede
interponer la acción cuando no se conozca el autor de la
contaminación, ni pedirle al Tribunal que indague en aquello, ya que la
información debe ser entregada positivamente por el recurrente.

AUTO ACORDADO SOBRE TRAMITACIÓN Y FALLO


DEL RECURSO DE PROTECCION
DE LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES
(Publicado en el Diario Oficial de 27 de junio de 1992
(Incluye modificaciones del año 2007)

"Santiago, veinticuatro de junio de mil novecientos noventa y dos, se


reunió en Pleno esta Corte presidida por el Ministro don Marcos
Aburto Ochoa, en su carácter de subrogante, y con asistencia de los
Ministros señores: Cereceda, Jordán, Zurita, Faúndez, Dávila, Béraud,
Toro, Araya, Perales, Valenzuela, Álvarez, Carrasco y Correa Bulo; y
teniendo presente:
Que la Constitución Política de la República no señaló la forma en que
debería tramitarse la acción de protección de garantías
constitucionales que consagra en su artículo 20, ni entregó
expresamente a la ley su reglamentación.
Que hasta ahora, este recurso se ha venido tramitando en
conformidad al procedimiento regulado por esta Corte mediante el
Auto Acordado de 29 de marzo de 1977, sobre tramitación del recurso
de protección de las garantías constitucionales a que se refiere el
artículo 2º del Acta Constitucional número tres, de 11 de septiembre
de 1976 y que se dictó de acuerdo con la facultad que se le confirió en
el inciso 2º de dicho precepto.
Que en estos años, transcurridos desde la respectiva vigencia de la
normativa constitucional que estableció el expresado recurso, ha
quedado de manifiesto que éste se ha consolidado como una acción
jurídica de real eficacia para la necesaria y adecuada protección
jurisdiccional de los derechos y garantías individuales sujetas a la tutela
de este medio de protección constitucional.
Por esa misma circunstancia ha podido apreciarse una utilización cada
vez más creciente del mismo y por ende un progresivo aumento del
volumen de ingreso de estos recursos en las Cortes de Apelaciones del
país y por consiguiente también en esta Corte Suprema por la vía de la
apelación de la sentencia recaída en estas causas.
Que, no obstante, por razón de lo recién señalado y en función de la
experiencia que se ha logrado recoger, en relación con la normativa
que se ha venido aplicando para la tramitación de este recurso, se ha
podido advertir que es conveniente modificar ese procedimiento con
el propósito de obtener una mayor expedición en su tramitación y
despacho final, como, asimismo para conferir a los agraviados mayor
amplitud y facilidad para la defensa de las garantías constitucionales
que les fueren conculcadas ilegal o arbitrariamente, para cuyo fin
resulta aconsejable ampliar a cinco días el término de veinticuatro
horas, que el aludido Auto Acordado confiere para recurrir de
apelación en contra de la sentencia que al efecto dicte la Corte de
Apelaciones, modificación que de este modo guarda correspondencia
con el plazo que en la normativa general común se confiere para
deducir este recurso.
Que las modificaciones que se estima necesario adoptar para mejorar
la expedición de las causas sobre protección, apuntan a la
simplificación de la tramitación del recurso de apelación deducido en
contra de la sentencia de primera instancia, de manera que esta Corte
pueda conocer y resolver con mayor prontitud dicho recurso, puesto
que el alto ingreso de causas de esta especie cuyas sentencias
regularmente se recurren de apelación, agregadas a las otras materias,
que también deben figurar extraordinariamente en las tablas de las
diversas Salas de este Tribunal, retarda su conocimiento y fallo, y
produce al mismo tiempo postergación y demora en la vista y
resolución de los demás recursos y causas de la tabla ordinaria.
Por estas consideraciones y en ejercicio de las facultades económicas
de que está investida esta Corte, en conformidad con lo preceptuado
por el artículo 79 de la Constitución Política y artículo 96 Nº 4º e inciso
final, del Código Orgánico de Tribunales, se acuerda dictar, en
reemplazo del Auto Acordado de marzo de 1977, el siguiente Auto
Acordado para regular la tramitación y fallo del recurso de protección
de garantías constitucionales a que se refiere el artículo 20 de la Carta
Fundamental:

1º El recurso o acción de protección se interpondrá ante la Corte de


Apelaciones en cuya jurisdicción se hubiere cometido el acto o
incurrido en la omisión arbitraria o ilegal que ocasionen privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías
constitucionales respectivas, dentro del plazo fatal de treinta días
corridos contados desde la ejecución del acto o la ocurrencia de la
omisión o, según la naturaleza de éstos, desde que se haya tenido
noticias o conocimiento cierto de los mismos, lo que se hará constar en
autos.
2º El recurso se interpondrá por el afectado o por cualquiera otra
persona en su nombre, capaz de parecer en juicio, aunque no tenga
para ello mandato especial, por escrito en papel simple y aún por
telégrafo o télex.
Presentado el recurso, el Tribunal examinará en cuenta si ha sido
interpuesto en tiempo y si se mencionan hechos que puedan constituir
la vulneración de garantías de las indicadas en el artículo 20 de la
Constitución Política de la República. Si su presentación es
extemporánea o no se señalan hechos que puedan constituir
vulneración a garantías de las mencionadas en la referida disposición
constitucional, lo declarará inadmisible desde luego por resolución
fundada, la que sólo será susceptible del recurso de reposición ante el
mismo tribunal, el que deberá interponerse dentro de tercero día.
3º Acogido a tramitación el recurso, la Corte de Apelaciones ordenará
que informe, por la vía que estime más rápida y efectiva, la persona o
personas, funcionarios o autoridad que según el recurso o en concepto
del Tribunal son los causantes del acto u omisión arbitraria o ilegal,
que haya podido producir privación, perturbación o amenaza del libre
ejercicio de los derechos que se solicita proteger, fijándole un plazo
breve y perentorio para emitir el informe, señalándole que
conjuntamente con éste, el obligado en evacuarlo remitirá a la Corte
todos los antecedentes que existan en su poder sobre el asunto motivo
del recurso.
Recibido el informe y los antecedentes requeridos, o sin ellos, el
Tribunal ordenará traer los autos en relación y dispondrá agregar
extraordinariamente la causa a la tabla del día subsiguiente, previo
sorteo, en las Cortes de Apelaciones de más de una Sala.
Los oficios que fueren necesarios para el cumplimiento de las
diligencias decretadas se despacharán por comunicación directa, por
correo o telegráficamente, a través de las Oficinas del Estado o por
medio de un ministro de fe.
El Tribunal cuando lo juzgue conveniente para los fines del recurso,
podrá decretar orden de no innovar.

4º Las personas, funcionarios u Órganos del Estado afectados o


recurridos, podrán hacerse parte en el recurso.
5º Para mejor acierto del fallo se podrán decretar todas las diligencias
que el Tribunal estime necesarias.
La Corte apreciará de acuerdo con las reglas de la sana crítica los
antecedentes que se acompañen al recurso y los demás que se
agreguen durante su tramitación. La sentencia que se dicte, ya sea que
lo acoja, rechace o declare inadmisible el recurso, será apelable ante la
Corte Suprema;
6º La sentencia se notificará personalmente o por el estado a la
persona que hubiere deducido el recurso y a los recurridos que se
hubieren hecho parte en él.
La apelación se interpondrá en el término fatal de cinco días hábiles,
contados desde la notificación por el Estado Diario de la sentencia que
decide el recurso.

7º Recibidos los autos en la Secretaría de la Corte Suprema, el


Presidente del Tribunal ordenará dar cuenta preferente del recurso en
la Sala que corresponda, la cual si lo estima conveniente, se le solicita
con fundamento plausible y especialmente cuando se le pide de
común acuerdo por recurrente, recurrido y quienes hayan sido
considerados como partes en el procedimiento, podrá ordenar que sea
resuelto previa vista de la causa, disponiendo traer los autos en
relación, evento en el cual el recurso se agregará extraordinariamente
a la tabla respectiva de la Sala que corresponda.

8º Para entrar al conocimiento del recurso o para el mejor acierto del


fallo, la Corte Suprema podrá solicitar de cualquier autoridad o
persona los antecedentes que considere necesarios para la resolución
del asunto.
Todas las notificaciones que deban practicarse se harán por el estado
diario.
9º Tanto en la Corte de Apelaciones como en la Corte Suprema,
cuando en ésta se traiga el recurso "en relación", la suspensión de la
vista de las causas procederá por una sola vez a petición del
recurrente, cualquiera que sea el número de ellos y respecto de la otra
parte, aunque fuere más de uno el funcionario o persona afectada,
sólo cuando el Tribunal estimare el fundamento de su solicitud muy
calificado. La suspensión no procederá de común acuerdo de las
partes.

10º La Corte de Apelaciones y la Corte Suprema, en su caso, fallará el


recurso dentro del quinto día hábil, pero tratándose de las garantías
constitucionales contempladas en los números 1º, 3º inciso 4º, 12 y 13
del artículo 19 de la Constitución Política, la sentencia se expedirá
dentro del segundo día hábil, plazos que se contarán desde que se
halle en estado la causa.

11º Tanto la Corte de Apelaciones como la Corte Suprema, cuando lo


estimen procedente, podrán imponer la condenación en costas.

12º En contra de la sentencia que expida la Corte de Apelaciones no


procederá el recurso de casación.

13º Si respecto de un mismo acto u omisión se dedujeren dos o más


recursos, aún por distintos afectados, y de los que corresponda
conocer a una determinada Corte de Apelaciones, de acuerdo con lo
establecido en el punto primero del presente auto, se acumularán
todos los recursos al que hubiere ingresado primero en el respectivo
libro de la Secretaría del Tribunal formándose un solo expediente, para
ser resueltos en una misma sentencia.

14º Firme el fallo de primera instancia por haber transcurrido el plazo


para interponer el recurso de apelación, sin que éste se hubiere
deducido, o dictado sentencia por la Corte Suprema cuando fuere
procedente, se transcribirá lo resuelto a la persona, funcionario o
autoridad cuyas actuaciones hubieren motivado el recurso de
protección, por oficio directo, o telegráficamente si el caso así lo
requiere.

15º Si la persona, el funcionario o el representante o Jefe del Órgano


del Estado, ya tenga éste la calidad de titular, interino, suplente o
subrogante, o cualquiera otra, no evacuare los informes o no diere
cumplimiento a las diligencias, resoluciones y sentencias dentro de los
plazos que la Corte de Apelaciones o la Corte Suprema ordenaren,
conforme a lo establecido en este Auto Acordado, podrán éstas
imponer al renuente, oyéndolo o en su rebeldía alguna o algunas de las
siguientes medidas:
a) amonestación privada;
b) censura por escrito;
c) multa a beneficio fiscal que no sea inferior a una unidad tributaria
mensual ni exceda de cinco unidades tributarias mensuales; y
d) suspensión de funciones hasta por cuatro meses, tiempo durante el
cual el funcionario gozará de medio sueldo. Todo ello además de la
responsabilidad penal en que pudieran incurrir dichas personas.

16º Este Auto Acordado reemplaza el de 29 de marzo de 1977 sobre la


misma materia y empezará a regir treinta días después de su
publicación en el Diario Oficial.

Resumen

Qué es el recurso de protección?

Es aquella acción que la Constitución concede a todas las personas que como
consecuencia de actos u omisiones arbitrarias o ilegales, sufren privación,
perturbación o amenaza a sus derechos y garantías constitucionales.

¿Cuáles son los derechos y libertades amparados por el recuro de


protección?
Los derechos respecto de los cuales se puede presentar este recurso se
encuentran contemplados en el artículo 20 de la Constitución, que establece
cuáles de los numerales del artículo 19 de la Constitución Política quedan
protegidos por dicha acción. En términos generales son los siguientes:

Derecho a la vida.

Igualdad ante la ley.

Derecho ser juzgado por los tribunales que establece la ley y que estén
establecidos antes de la ejecución del hecho.

Derecho a la protección de la vida privada y a la honra de la persona y su


familia, y, asimismo, la protección de sus datos personales.

Derecho a la protección de la vida privada y a la honra de la persona y su


familia.

Inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada.

Libertad de conciencia y libertad de culto.

Derecho a elegir el sistema de salud, sea estatal o privado.

Libertad de enseñanza.

Libertad de opinión e información.

Derecho de reunión.

Derecho de asociación.

Libertad de trabajo, su libre elección y libre contratación.

Derecho de sindicalización.
Libertad para desarrollar cualquier actividad económica.

Derecho a no ser discriminado en el trato del Estado en materia económica.

Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes.

Derecho de propiedad.

Derecho de propiedad intelectual e industrial.

Derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, cuando sea


afectado por un acto u omisión imputable a una persona o autoridad
determinada.

¿Cuál es el objetivo del recurso de protección?


Que la Corte ordene todas las medidas necesarias para reestablecer el
derecho vulnerado y asegurar su protección. Igual se pueden presentar otras
acciones ante la autoridad o los Tribunales de Justicia.

¿Quiénes pueden interponer un recurso de protección?


Cualquier persona, natural o jurídica, o un grupo de personas, que haya
sufrido la perturbación o amenaza de estos derechos, ya sea directamente o
un tercero en representación de ellas.

¿Se necesita un abogado para interponer un recurso de protección?


No.

¿Dónde se debe interponer el recurso de protección?


Ante la Corte de Apelaciones en cuya jurisdicción se cometió el acto o se
incurrió en la omisión arbitraria o ilegal que ocasione la vulneración.
¿Cuál es el plazo para presentar un recurso de protección?
El plazo es de 30 días corridos contados desde que ocurre el acto o amenaza
que motiva el recurso o desde que se tuvo conocimiento de dicho acto o
amenaza, hecho que debe ser acreditado ante la Corte.

¿Qué requisitos formales debe tener el recurso de protección?


El recurso se debe presentar por escrito y fundamentar cuál es la acción u
omisión ilegal o arbitraria que sirve de base a su interposición así como los
derechos o garantías consagradas en la Constitución que se ven vulneradas.

También podría gustarte