Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías establecidas
en el artículo 1, Nºs. (…), podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre a
la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará las providencias
necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida
protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda
hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.
La Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la tramitación de este
recurso”
II.ContextualizaciónJurídica
NaturalezaJurídica
1) Como señalamos anteriormente, la Protección Constitucional, se trata de
una acción y no de un recurso, en atención a que no es su finalidad, la de
impugnar resoluciones judiciales (por mucho, que en casos extraordinarios
efectivamente se pueda actuar con esa intención).
4) Por último, es un Derecho que tiene Configuración Legal, toda vez que la
regulación Constitucional es meramente enunciativa y requiere de desarrollo
en la Ley. Esto será necesario recordarlo a la hora de fijar la
constitucionalidad o inconstitucionalidad del auto acordado que le regula.
Con todos estos vicios, claramente se debe llegar a la conclusión que este
auto acordado vulnera el Texto Constitucional.
Sin embargo, hasta el momento, el Tribunal Constitucional no ha tenido la
oportunidad de pronunciarse, sobre el fondo.
Si bien ha habido algunos requerimientos de particulares, estos han sido
declarados inadmisibiles por problemas formales. Tampoco los órganos
habilitados (y colegisladores) han deducido requerimiento. En tales
condiciones, será imposible que el TC se pronuncie, toda vez que sobre este
particular, no tiene atribuciones para actuar de oficio.
No obstante ello, nos parece mencionar que esta opinión, sustentada por
buena parte de la doctrina nacional debe ser matizada, por cuanto ella
dependerá de cuál sea la opción dogmática en cuanto a otra titularidad,
como es la titularidad de los derechos fundamentales. En otras palabras, la
titularidad de la acción de protección dependerá de definir cuál es la
titularidad de los derechos fundamentales.
Ello, por cuanto, “el que” es un ente que ha sufrido una aparente privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de sus derechos. Por lo
tanto, quien no sea titular de derechos, mal podría ser titular de la acción.
Ello, por cuanto la acción de protección no debe ser entendida como “una
acción popular” . Así, por lo demás, lo informa el profesor Emilio Pfeffer
cuando afirma “Transformar el recurso de protección en una acción popular
conllevaría a desnaturalizar su sentido y alcance e implicaría atribuirle un fin
o propósito que el constituyente jamás consideró” .
Por lo demás, una circunstancia que suele confundir a algunos autores es el
tema de la comparecencia, que analizaremos más adelante. Una persona
jurídica podría comparecer en resguardo de los derechos de un individuo, por
cuanto éste puede comparecer personalmente o representado, pero ello no
quiere decir que la persona jurídica actora, sea la titular de la acción, y
mucho menos del derecho fundamental protegido.
Comparecencia
Causal
3.- EL agravio
Hoy por hoy, esta alternativa está constituyendo la mayor parte de los
recursos deducidos ante Tribunales, destacando especialmente las acciones
presentadas contra Municipalidades en primer término, como también la
Dirección del Trabajo, Servicio de Impuestos Internos, Gendarmería,
Carabineros y Ministerios.
Esto ha llevado a que, en muchos casos, el Recurso de Protección haya
asumido derechamente la calidad de un verdadero contencioso
administrativo, que permita resolver en sede judicial, los reclamos de los
particulares en contra de las autoridades ejecutivas.
Ello, con mucho mayor fuerza si la Constitución permite deducir acciones en
contra de actos u omisiones “arbitrarias”, por lo que en muchos casos, se
convierte en el único medio apto para defender a las personas por decisiones
de la autoridad vinculadas al ejercicio de sus facultades discrecionales.
Este último es mucho más escaso. Ello, por cuanto, especialmente a partir del
año 2005, se ha entendido que en Chile, el control de constitucionalidad de
las leyes ha asumido el modelo llamado de control “concentrado”, vale decir,
radicado en el Tribunal Constitucional, quien desarrolla este examen de
constitucionalidad, tanto a priori como a posteriori. Por lo mismo, al menos
en principio, el recurso de protección no debiera ser un medio eficaz para
actuar en contra de actos provenientes de la autoridad legislativa.
Revisada la jurisprudencia sobre acciones deducidas en contra de actos del
legislativo, destacamos, dos resoluciones, en principio contradictorias.
La primera se refiere a una acción deducida ante la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, interpuesta por el Juez Hernán Cereceda luego del juicio político
desarrollado ante el Senado y que lo destituyó de su cargo el año 1993. En
esa oportunidad, si bien la Corte desechó en su fondo el Recurso incoado, lo
declaró admisible, sometiéndolo a tramitación, a pesar de tratarse de una
acción dirigida en contra de la Cámara Alta. Al respecto, este Tribunal
estableció: “Que, para determinar si es posible que el causante del acto
arbitrario o ilegal, que conculca un derecho o garantía constitucional de los
que caen bajo el resguardo del recurso de protección sea el Honorable
Senado de la República cuando ejecuta un acto de aquellos que la Carta
Fundamental ha señalado como atribución exclusiva de dicho Organismo,
como es el caso de autos, en que de conformidad con lo preceptuado por el
artículo 49 Nº 1 de la Constitución decidió encontrar culpable de notable
abandono de sus deberes de Ministro de la Excma. Corte Suprema a don
Hernán Cereceda Bravo, en cuyo favor se ha recurrido de protección,
acogiendo así la acusación constitucional que también en uso de facultades
constitucionales exclusivas, aprobara la Cámara de Diputados y sometiera al
conocimiento del Honorable Senado, debe precisarse la amplitud que la
disposición constitucional tiene en este sentido. Del escueto análisis literal de
la disposición en comento, resulta obvio que en ella no se señala al posible
sujeto causante del agravio, por lo que desde el punto de vista de
hermenéutica legal, en materia de derecho constitucional, parece evidente
que no existe límite alguno, y por ende, cualquiera, en el sentido más amplio
de la expresión puede ser autor del acto u omisión arbitrario o ilegal, ya sea
persona o personas, naturales o jurídicas, particulares o autoridades, y éstas
de cualquier rango que sean, pues la Constitución no hace distingos. Que,
como se ha visto, la disposición en comento, literalmente no ha puesto límite
alguno ni ha determinado quiénes pueden ser autores del acto u omisión
arbitraria o ilegal, como asimismo no señaló a persona o autoridad alguna
que pudiera estar exenta de verse recurrida de protección, y ello es lógico,
pues si se piensa, como sin duda lo hizo el constituyente, no existe persona
alguna que pueda decir yo estoy exenta de cometer un acto arbitrario o ilegal
o incurrir en omisión del mismo tipo, que conculque un derecho esencial
garantizado por el recurso de protección, pues ello sería desconocer la propia
naturaleza humana capaz de grandes virtudes como también de atroces
bajezas, y lo que se dice de las personas puede sostenerse de los órganos
constituidos en autoridad soberana, pues, quiérase o no, están al fin y al cabo
conformados por seres humanos”.
Por lo tanto, en este primer caso (aunque finalmente se desechó el recurso
en el fondo, se admitió a tramitación, declarándose la Corte “competente”
para conocer de este asunto).
Un segundo caso se trata de una acción de protección presentada por un
grupo de chilenos residentes en el extranjero, en contra de 43 diputados que
el 16 de mayo de 2007, que votaron en contra o se abstuvieron respecto de
un proyecto de ley que promovía la votación de chilenos en el extranjero.
Frente a ello, la Corte de Apelaciones de Valparaíso señala “que resulta del
todo evidente que los parlamentarios son absolutamente libres en el
ejercicio de la función legislativa que la Constitución les encomienda y por
ende de las motivaciones que les impulsan en tal ejercicio sólo responden
frente al escrutinio ciudadano y en consecuencia la presente acción de
protección deberá rechazarse por falta de fundamento” (Causa Rol 294-2007,
disponible en www.poderjudicial.cl)
Como se advierte en este segundo caso, la Corte termina rechazando el
recurso bajo el argumento que no se puede controlar judicialmente a la
actividad legislativa.
Entre el primer y segundo caso se advierte un resultado distinto, pero es
comprensible en el sentido que la actividad legislativa no puede ser revisada
a través del recurso de protección, no así otras actividades que desarrollen
las Cámaras del Congreso. De allí que, por ejemplo, se haya rechazado el
recurso en contra de la ley de voto en extranjero, pero se haya acogido a
tramitación el recurso dirigido al fallo del Senado en juicio político.
Por último, nos parece que si bien es razonable que la función legislativa
quede exenta de control vía acción de protección, por cuanto las leyes sólo
pueden ser controladas, el problema se mantiene en relación con las
omisiones legislativas. Ellas operan cuando el legislador, debiendo regular
una determinada materia por mandato constitucional, no lo hace. En tal
circunstancias, por cierto que el Tribunal Constitucional no puede intervenir,
puesto que éste no le corresponde realizar el control de constitucionalidad
sobre una norma inexistente. En tales condiciones, pensamos que podría
abrirse la posibilidad de una acción de protección, cuando de dicha
inactividad derive una vulneración a derechos protegidos, en contra de
omisiones legislativas, siempre que dicha abstención sea ilegal o arbitraria.
La Constitución no señala plazo, pero el art. 1° del auto acordado indica que
deberá interponerse dentro de un plazo de treinta días corridos, contados
desde:
(a) la ejecución del acto o la ocurrencia de la omisión, o
(b) según su naturaleza de éstos, desde que se haya tenido conocimiento de
los mismos.
Cabe señalar, por último, que el referido plazo fue ampliado por el Auto
Acordado de la Corte Suprema del año 2007 previamente citado, ya que
hasta entonces, el plazo era de quince días.
Examen de admisibilidad
A partir del Auto Acordado de 2007, el art. 2° inciso 2° del mismo, se dispone
que: “Presentado el recurso, el Tribunal examinará en cuenta si ha sido
interpuesto en tiempo y si se mencionan hechos que puedan constituir la
vulneración de garantías de las indicadas en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República. Si su presentación es extemporánea o no se señalan
hechos que puedan constituir vulneración a garantías de las mencionadas en
la referida disposición constitucional, lo declarará inadmisible desde luego
por resolución fundada, la que sólo será susceptible del recurso de reposición
ante el mismo tribunal, el que deberá interponerse dentro de tercero día”.
Acumulación de autos
Según el art. 13 del auto acordado: “Si respecto de un mismo acto u omisión
se dedujeren dos o más recursos, aún por distintos afectados, y de los que
corresponda conocer a una determinada Corte de Apelaciones, de acuerdo
con lo establecido en el punto primero del presente auto, se acumularán
todos los recursos al que hubiere ingresado primero en el respectivo libro de
la Secretaría del Tribunal formándose un solo expediente, para ser resueltos
en una misma sentencia”.
Por lo tanto, de acuerdo a la disposición, los requisitos para que opere la
acumulación de autos son tres:
a) que se hubiere presentado dos o más recursos respecto de un mismo acto
u omisión (no es necesario que los diferentes recursos hayan sido presentado
por las mismas personas);
b) que los distintos recursos deban ser conocidos por la misma Corte de
Apelaciones; y
c) aunque no lo diga expresamente la norma, que así sea decretado por el
Tribunal.
Orden de no Innovar
b) Informe
Vista de la Causa
Sentencia
Condena en Costas
Redacción actual
Resumen
Es aquella acción que la Constitución concede a todas las personas que como
consecuencia de actos u omisiones arbitrarias o ilegales, sufren privación,
perturbación o amenaza a sus derechos y garantías constitucionales.
Derecho a la vida.
Derecho ser juzgado por los tribunales que establece la ley y que estén
establecidos antes de la ejecución del hecho.
Libertad de enseñanza.
Derecho de reunión.
Derecho de asociación.
Derecho de sindicalización.
Libertad para desarrollar cualquier actividad económica.
Derecho de propiedad.