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3. Características de la tutela
juriprudencia
9. Conclusión
Referencias
TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES EN COLOMBIA
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amplia fórmula que establece: “Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los
jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma
fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u
La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela,
actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse
ante el juez competente y, en todo caso, este lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual
revisión.
Esta acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
En ningún caso podrán transcurrir más de diez años entre la solicitud de tutela y la
resolución.
La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares
fallo expedido en la historia de esa corporación, definió la acción indicando que se trataba de un
mecanismo judicial diseñado para la defensa de los derechos fundamentales, en los casos de
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vulneración o amenaza de parte de las autoridades públicas o de particulares. Precisó que “se
trata, entonces, de un instrumento jurídico confiado por la Constitución a los jueces, cuya
protección directa e inmediata del Estado, a objeto de que, en su caso, consideradas sus
circunstancias especificas y a falta de otros medios, se haga justicia frente a situaciones de hecho
que representen quebranto o amenaza de sus derechos fundamentales, logrando así que se cumpla
uno de los fines esenciales del Estado, consiste en garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución (art. 2°) (Sent. T-001 de 1992, MP. José
Una definición simplemente estipulativa señala que la acción de tutela es una acción
constitución, de carácter judicial, establecida por la Carta de 1991, que “busca la protección de
con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia, respecto de
toda acción u omisión de las autoridades públicas y de los particulares, que haya violado, viole o
amenace violar cualquiera de aquellos derechos, sin que en ningún caso la acción de tutela esté
sujeta a que la acción de la autoridad o del particular se haya manifestado en un acto jurídico
escrito” (Manuel Restrepo, 2009., p. 23). La acción procede siempre que no exista otro medio
ordinario de defensa que resulte eficaz, salvo el caso de configuración del perjuicio irremediable,
evento en el cual podrá operar dicha acción como mecanismo transitorio. En concreto, la
protección judicial consiste en una orden, tan importante que de poco o nada sirve obtener el
amparo judicial si no se logra la emisión de una orden eficaz que permita materializar la
Acerca del carácter jurídico de la acción de tutela, se han planteado hipótesis contrarias. La
este sentido, estaría regido por la dogmática del derecho procesal. Por su parte la segunda
posición, el de tutela no se trata de un proceso expresamente, sino que se trata mejor de una
acción autónoma.
La acción de tutela como “proceso” evalúa la acción de tutela desde los elementos
dogmáticos del derecho procesal y, más precisamente, desde los del derecho procesal
constitucional. Tiene como fundamento la integración de los tres elementos centrales de la teoría
general del proceso: la jurisdicción, la acción y el proceso, entendido como “el conjunto de reglas
para recorrer el laberinto de las formas procesales, principios que deben cubrirse, deberes y
aspectos más que se relacionan también con temas constitucionales (Ver Manuel Quinche, 2011.,
p. 18-19).
Por su parte, la acción de tutela como “acción autónoma”, no es un proceso, por varias
razones que son presentadas por el profesor Correa: “en ella no se exige necesariamente la
existencia de una litis, pues podría haber tutela sin notificación del accionado; no hay
propiamente un pleito, pues de lo que se trata es de la relación de una persona con sus derechos
acontece una demanda, sino una petición de amparo, no hay propiamente un proceso, sino un
trámite o acción de tutela. Finalmente la tutela no sería un proceso, pues de serlo las instituciones
propias del proceso (los incidentes, las recusaciones, la integración de los litisconsortes, etc)
fundamentales. En sentido contrario, la tutela es una acción autónoma, que de acuerdo con el
formal, fue el propio constituyente de 1991 el que en el artículo 86 de la Carta definió la tutela
como una acción, así: “toda persona tendrá acción de tutela…”. Tres veces se reitera la palabra
“acción” en este mismo artículo. Según el criterio material, la acción de tutela es el derecho,
del Estado, con independencia del resultado de la sentencia. Además la acción de tutela es un
Constitucional (Sent. C-531 de 1993, MP. Antonio Barrera Carbonell) de suerte que el legislador
institución. Asimismo, este mecanismo no se puede suspender durante los estados de excepción
administrativo. Como bien lo señala Ricardo Hoyos, “tampoco resulta adecuada la calificación de
amparo o tutela como recurso, ya que este se concibe al decir de Guasp como “una pretensión de
reforma de una resolución judicial dentro del mismo proceso en que dicha resolución ha sido
dictada”. En efecto, la tutela no se interpone como recurso de reposición o apelación para que el
La acción de tutela es un mecanismo judicial, es decir, que se debe tramitar ante un Juez de
la República, que pertenece a la Rama Judicial del poder público. Es por este motivo que la tutela
no se puede presentar ante los jueces penales militares, ya que ellos no pertenecen a la rama
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judicial sino a la rama ejecutiva. En general, es por este motivo que las demás ramas del poder
Como la manifiesta el profesor Correa: “La finalidad de la acción de tutela es proteger los
tiene carácter indemnizatorio, y menos sancionatorio, sino que tiene un carácter protector”
(Néstor Correa, 2009., p. 37), si hay una mera amenaza, la tutela adquiere un carácter preventivo;
y si existe vulneración consumada, la tutela adquiere un carácter restitutivo, para volver las cosas
a su estado anterior, cuando fuere posible. El procedimiento para la acción de tutela, tal como
un asunto litigioso, ni declara quien es el dueño de algo, ni se condena a nadie. Allí simplemente
Es una acción para pretensiones concretas, ampara derechos únicamente en casos concretos,
como la ha indicado la Corte (Sent. T-013 de 1992, MP. Fabio Morón Díaz), y no tienen
decir, que justifique poner en movimiento del aparato judicial. La acción de tutela es inter partes,
Es subsidiaria, porque opera únicamente a falta de otro medio de defensa judicial, salvo
cuando se trata de la tutela transitoria para evitar un perjuicio irremediable. Se afirma que es
subsidiaria, pues la tutela debe aparecer como el único medio de defensa y si no se cumple este
requisito no hay tutela. Es formal porque es un requisito que fija la norma jurídica, no la
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medio de protección del derecho, a condición de que se cumpla con el requisito de subsidariedad
Asimismo, es una acción de revisión eventual por parte de la Corte Constitucional, es decir,
que dicha institución puede a discreción, seleccionar fallos de tutela que profieran los jueces de la
resumen al respecto. Afirma este autor que “no hay duda que la intercessio es la institución que
se puede considerar el antecedente normativo más claro de la acción de tutela”. La intercessio del
derecho romano, que también es el antecedente del recurso de apelación, habilitaba al magistrado
para anular la sentencia injusta y remplazarla por una nueva sentencia. Con ello se busca
equilibrar el imperium o poder público con los derechos y libertades individuales. En suma, el
antecedente más remoto de la tutela tiene más o menos unos veinte siglos (Néstor Correa, 2009.,
p. 25).
Hace ARENAS igualmente un recuento de la posterior evolución normativa, así: “la acción
de tutela es un interpretación técnico jurídica, no tiene una historia muy larga y siendo exactos y
en estricto sentido, se puede afirmar que los grandes momentos que precedieron la acción de
tutela son: la Carta Magna de 1215, su confirmación en 1297, la Petición de Justicia de 1627 y el
Bill of rights del 13 de febrero de 1688, todas en Inglaterra. Respetando un orden cronológico la
Como antecedente judicial especifico de la tutela, el profesor Arenas cita el fallo de Marbury
casos alemán y español, por cuanto ellos sirvieron de fuente material para el constituyente
colombiano de 1991.
su artículo 8° que “toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
Políticos de 1966, presenta una redacción similar en su artículo 2.3. La Convención Americana o
Pacto de San José de Costa Rica, afirma en su artículo 25.1 que “toda persona tiene derecho a un
recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales…” (Néstor
Esta última referencia es importante, ya que la Convención Americana fue aprobada por
Colombia mediante la Ley 16 de 1972. Esto permite afirmar que en Colombia ya existía
formalmente el derecho a un recurso judicial efectivo ante de la Constitución de 1991, por vía de
la recepción del derecho internacional, pero no tenía aplicación por falta de reglamentación.
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numerosos proyectos consagraban la propuesta de una acción de amparo o tutela de los derechos
una obra colectiva. Pero, para hacer justicia, hay que hacer el reconocimiento a dos personas, se
destacan como líderes de ese proceso: Manuel José Cepeda, como asesor del Gobierno Nacional,
y Juan Carlos Esguerra, como ponente principal del artículo 86 de la Constitución. (Néstor
3. Características de la tutela
En el caso de las características de la tutela no existe análisis integral por parte de Corte
instrumento, de tal manera que se hará una descripción de estas de una forma juiciosa pero sin
inmediata, lo cual es procedente, en virtud de que éste contiene en si mismo los elementos
suficientes para su ejercicio, sin que sea necesario, como el caso de los derechos colectivos, su
momento y lugar, sino también porque su trámite no está sometido a formalidades procesales
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especiales y la solicitud debe sustanciarse con prelación a cualquier otro negocio, salvo de
habeas corpus.
También se concibe como una medida judicial subsidiaria y residual, en tanto que solo
procede en ausencia de otros mecanismos de defensa judicial, a menos que se utilice como
La acción se dirige por el interesado contra cualquier autoridad pública, cuando un acto u
modo, cuando ello pueda ocurrir con ocasión de la conducta de un particular en los eventos
El profesor Néstor Raúl Correa en su libro derecho procesal de la acción de tutela enumera
otros. Afirma MANUEL JOSÉ CEPEDA que “para que sea en realidad una herramienta
especializado.
Osuna que en Colombia “se presentan tres acepciones del término sumariedad, de todas
sinónimo de cautelar… Además hay una tercera acepción del término, que hace
c) La tutela es eficaz porque logra el resultado que se propone: proteger los derechos
cierta para evitar en forma real los atropellos contra los derechos. Prueba de la eficacia
son los poderes del juez para impartir órdenes, la celeridad del trámite, la ausencia de
d) El carácter preferencial del amparo, que tiene rango constitucional expreso, significa
que, salvo el habeas corpus, la acción de tutela debe ser tramitada por el juez, antes que
para el peticionario. Tal vez una erogación de la tutela se presenta cuando el petente
decide contratar un abogado para que represente sus intereses. Igualmente si uno de los
intervinientes pide copia del expediente, en la secretaria le van pedir los costos de la
fotocopia. También podría haber una eventual condena en costas, pero solo por
temeridad. Pero estos fenómenos no hacen parte de la esencia del proceso sino que son
accidentales.
f) La acción de tutela carece de un término legal o jurisprudencial fijo, dentro del cual deba
ser presentada. Ellos no significa, sin embargo, que se pueda instaurar en cualquier
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de que la acción sea rechazada por demora o tardía, que es una forma tácita de
prescripción o de caducidad.
g) La tutela procede a instancia de parte, o sea que quien se considere víctima de una
violación de sus derechos fundamentales, o la persona que la ley habilita para ello, tiene
que recurrir a los jueces y demandar la protección de sus derechos. No hay pues tutela de
oficio, a diferencia de la acción penal, salvo el caso que más adelante se narra respecto
de los niños. La acción de tutela es un derecho subjetivo, de manera que el titular del
h) La tutela es de impulso oficioso por el juez. Eso libera a las partes de tener que avanzar
el procedimiento. Una vez iniciada la tutela, el juez debe, como responsabilidad suya,
debe, de oficio, corregir las pretensiones (Sentencia T- 090 de 1994) y acomodar los
acontecimientos dentro del curso que corresponde, para proteger debidamente los
trámite sino que debe fallar de fondo dentro del término previsto en la ley.
En las acciones constitucionales deben ser atendidas cuando menos tres niveles normativos:
En el plano constitucional las normas las normas de referencia directa son el artículo 40 que
contiene el derecho fundamental al ejercicio y control del poder político; el artículo 86, que
competencia de la Corte Constitucional para revisar los fallos de tutela proferidos por los demás
despachos judiciales.
de la acción de tutela, que luego es desarrollada por el Decreto 2591 de 1991. Finalmente el
artículo 241 establece la competencia de la Corte Constitucional para revisar, previo proceso de
selección, los fallos de tutela proferidos por todos los despachos judiciales del país (Manuel
En primer lugar está el Decreto 2591 de 1991 Por el cual se reglamenta la acción de tutela
Constitución Nacional oída y llevado a cabo el trámite de que trata el transitorio 6, ante la
República. Acerca de su contenido y su control, la Corte Constitucional sostuvo que “el Decreto
En segundo término figura el Decreto reglamentario 306 de febrero 19 de 1992 Por el cual se
establecen reglas para el reparto de la acción de tutela, que modificó el sistema de competencias
Las reglas jurisprudenciales están contenidas o articuladas en los fallos de tutela, que pueden
difíciles y complejos, son formuladas normas adscritas, es decir, verdaderas reglas de origen
jurisprudencial, que sirven para resolver el caso en estudio y los casos posteriores similares, a
modo de precedente.
Lo primero que hay que señalar es durante la vigencia de la Constitución de 1886 era
imposible impugnar una decisión judicial, así fuese violatoria de los derechos fundamentales, por
varias razones. En primer lugar, porque los derechos fundamentales no eran verdaderos derechos,
sino simples enunciados programáticos, que a lo sumo señalaban los fines del sistema jurídico, en
segundo lugar, porque hasta antes de 1991, se careció de una acción o un instrumento procesal
que fuese capaz de dejar sin efecto las decisiones judiciales violatorias de derechos
judiciales era simplemente formal. Así bastaba que la sentencia hubiese sido dictada por un juez
de la república o por un tribunal, para asumir sin más, que se trataba de un acto judicial legitimo,
contexto los ciudadanos quedaban indefensos ante la arbitrariedad judicial, de modo tal, que las
violaciones a los derechos fundamentales por parte de los jueces no eran más que la
a las Altas Cortes y a la doctrina. El ocasional enfrentamiento entre las Cortes a este respecto ha
tiene los años de la Constitución de 1991 y que continuará en el futuro. Debate polarizado sobre
un tema sensible, que toca los fueros y los egos de las Altas Cortes.
Los objetivos del Constituyente colombiano fueron consagrar el recurso de amparo también
contra las providencias judiciales; en efecto, en la Asamblea Nacional Constituyente fue negada
reiteradamente la propuesta que pretendió entender a las “autoridades públicas”, contra quien se
Asamblea, y en el segundo debate dicha pretensión fue nuevamente negada. Así lo interpretó la
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Corte Constitucional en el primer recurso de amparo que concedió contra resoluciones judiciales,
contra la Corte Suprema de Justicia, que quiso darle una interpretación diferente: “La
configuración de la acción de tutela contra acciones u omisiones de las autoridades que violen o
pongan en peligro derechos fundamentales de los ciudadanos, indica que no existe en Colombia
públicos. Todas las autoridades deben respetar en sus actuaciones las normas de la
Constitución y, en especial, las que consagran los derechos fundamentales de las personas. La
Constitución contempla sanciones y prevé acciones – la tutela es una de ellas – para el caso de
que las autoridades se aparten del cumplimiento de sus obligaciones y deberes constitucionales.
No cabe, pues, aceptar, que la Corte Suprema de Justicia, en Sala Plena, o a través de unas de
sus especializadas, no pueda en ningún caso violar sus acciones u omisiones la Carta
Constitución y la procedencia del amparo como medida de protección inmediata a los derechos
fundamentales “cuando quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u
tiene su propia “historia efectual”, desde la cual es posible entender el contenido y el alcance de
la figura, tras veinte años de su aparición. Para reconstruir esa trayectoria presento cuatro etapas.
La primera es la etapa fundacional, que va de 1991 a 1994 y abarca el origen de la figura, las
vía de hecho y sus cuatro modalidades iniciales, que luego darán paso a un tercer momento, en el
que se enuncia un test para vías de hecho, vigente entre 1996 y 2005. La reconstrucción finaliza
providencias judiciales, acontecida en 2005, que constituye el estado del arte del tema (Manuel
Ahora bien, como la norma constitucional establece la tutela contra providencias judiciales,
entonces las normas legales desarrollaron las figuras, tal como lo hicieron los artículos 11 y 40
del Decreto 2591 de 1991, que establecieron las reglas de caducidad y de competencia para
ejercer la acción de tutela. La caducidad fue establecida por el artículo 11 de la siguiente manera:
“la acción de tutela podrá ejercerse en todo tiempo, salvo la dirigida contra sentencias o
providencias judiciales que pongan fin al proceso, la cual caducará a los dos meses de
artículo 40 así: “cuando las sentencias y demás providencias judiciales que pongan término a un
proceso, proferidas por jueces superiores, los tribunales, la Corte Suprema de Justicia y el
Consejo de Estado, amenacen o vulneren un derecho fundamental, será competente para conocer
judiciales
Paradójicamente la misma Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, fue la institución que por
primera vez en Colombia aplicó la vía de hecho, y en ella la Corte Constitucional se inspiró para
estos términos: “la tesis expuesta por la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia para
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confirmar la sentencia que concediera la tutela contra una decisión judicial coherente con la
doctrina constitucional acogida por esta Corporación, según la cual es procedente la acción de
tutela cuando se ejerce para impedir que las autoridades públicas, mediante vías de hecho
cobijadas por el principio de legalidad que rige el ejercicio de las funciones públicas, es
dichas actuaciones deben respetar la igualdad de todos ante la ley, principio que le
b) La conducta debe obedecer a su sola voluntad o capricho, esto es, cuando desconoce
las competencias atribuidas por el ordenamiento jurídico para proferir la decisión, lo cual
se establece como un criterio finalista y deontológico. Según este criterio las autoridades
conscientes de que los fines esenciales del Estado son, entre otros, servir a la comunidad,
Constitución.
de los derechos fundamentales y la prevalencia del derecho sustancial son parte esencial
del Estado Social y por eso en caso de demostrarse su violación el juez de tutela debe
contra providencias.
jurisprudencia
atención a que las normas lo permitían, entonces se profirió el primer amparo contra una
providencia judicial. Se trato de la Sentencia T-006 de 1992, que revisó el caso de una acción de
tutela propuesta contra una sentencia de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia, que fue negada por improcedente por la Sala de Casación Civil. Este fallo es muy
importante en la historia judicial de Colombia, pues por primera vez se dejaba sin efecto una
sentencia proferida por la Corte, que había sido la titular del control constitucional durante más
Los hechos del caso señalaban que dos ciudadanos habían sido condenados a penas de
prisión por el entonces existente Juzgado Trece Superior de Medellín. Los afectados
confirmada por la Sala Penal del Tribunal Superior. Finalmente los condenados interpusieron el
recurso extraordinario de casación, que fue negado por la Sala de Casación Penal de la Corte
tutela contra la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia y la Sala Penal del
de diciembre de 1991 denegó la solicitud de amparo sin estudiar el asunto que había sido
decisión dividida, amparo el derecho fundamental al debido proceso a favor de los accionantes y
ordenó devolver el expediente a la Corte Suprema de Justicia, para que se pronunciara de fondo.
Esta tesis de la Corte Constitucional coincide con la postura de la Corte Interamericana, que
incluso establece la categoría de cosa juzgada fraudulenta, en los casos que el juzgamiento del
la Sentencia C- 543 de 1992. Seis meses después de la Sentencia T- 006 de 1992, la Sala Plena
de la tutela contra providencias judiciales. En esta segunda ocasión, y con ponencia del
decisiones judiciales, en fallo polémico y dividido de mayoría simple de cuatro votos contra tres.
Los argumentos que triunfaron fueron justamente los mismos que habían sido derrotados en la
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Sala de Revisión, cuando se discutió la sentencia T-006 de 1992 (Manuel Quinche, 2011,. P.
238).
Pese a la declaratoria de inexequibilidad de las normas del decreto 2591, que permitían la
tutela contra providencias judiciales, en este fallo por primera vez y de modo expreso se habló de
vías de hecho.
adicionando al final de la parte motiva del fallo el evento de las “actuaciones de hecho”, como
079 de 1993. Se reitero la regla según la cual si procede el amparo contra providencia judiciales,
La tesis en esta sentencia señalaría en buena parte el camino de la vía de hecho, al establecer
que es procedente la acción de tutela cuando se ejerce para impedir que las autoridades públicas,
señaló que una actuación de la autoridad pública se torna en vía de hecho susceptible de control
jurídico, obedece a su sola voluntad o capricho y tiene como consecuencia la vulneración de los
derechos fundamentales de la persona. Para el caso, dispuso dejar sin efectos jurídicos la
judicial.
1994. Llevado el caso a la sala de revisión, esta examinó los elementos dogmáticos de la vía de
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hecho, desde la consideración de lo que era un acto judicial ajustado a la Constitución, que
censura el comportamiento de los jueces que malversan su competencia con actuaciones ultra o
La cuestión central es que esta sentencia hizo la primera formulación dogmática de la vía de
hecho, al enunciar la teoría de los defectos, que sería desarrollada y perfeccionada por la
enumerados y los enuncia a la manera de un test para la vía de hecho. Se trata de una
El test estricto para vías de hecho. Los defectos. “la jurisprudencia ha establecido un test
estricto para definir si una determinada decisión judicial adquiere el carácter de vía de hecho. Al
respecto, la Corte ha indicado que una decisión judicial podrá ser impugnada a través de la tutela
cuando se presenten, de manera ostensible, uno de los siguientes cuatro defectos: a) defecto
Esto quiere decir que el test estricto corresponde al examen riguroso que ha de hacerse de la
inicialmente como defectos. De acuerdo con la Corte, la aplicación de este test descansa en la
El test débil para vías de hecho, es decir, la inhibición. Consiste en que el examen que se
hace no es tan riguroso, tan severo. Este deberá aplicarse sólo en presencia de fallos inhibitorios,
pues estos no dan nacimiento a cosa juzgada. Este test contará con dos elementos: la existencia de
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una decisión inhibitoria y la seguridad de entender que con lo recaudado en el proceso era
posible proferir decisión de fondo, en vez de inhibirse de fallar (Manuel Quinche, 2011,. P. 246).
de la vía de hecho, gracias a la sentencia C- 590 de 2005. Esto es lo que actualmente rige en
nuestro país, permitiendo identificar como está establecida y regulada dicha institución jurídica.
A partir del año 2003, la Corte Constitucional por iniciativa del magistrado Montelagre
judiciales, comenzó a redescribir la teoría de los defectos de la vía de hecho, mediante las
intento de redefinición dogmática, el anuncio doctrinal fue hecho en la sentencia T- 441 de 2003.
unos de carácter general, que habilitan la interposición de la tutela, y otros de carácter especifico,
que tocan con la procedencia misma del amparo una vez interpuesto. La Corte diferenció
plantea ciertos parámetros que se deben tener en cuenta en el momento de revisar la procedencia
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La Corte ha desarrollado una consistente doctrina sobre esta materia, sobre la base de un
equilibrio adecuado entre los principios de cosa juzgada, autonomía e independencia judicial, por
proyecto que a la postre sería la Ley 1285 de 2009, modificatoria de la Ley 270 de 2006,
providencias judiciales, en particular contra las sentencias de los órganos máximos de las
argumento de que la acción de tutela vulnera los principios de seguridad jurídica y de autonomía
funcional del juez, este tribunal puso de presente, a partir de lo dicho en la Sentencia C-590 de
2005, que:
la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado como “órganos de cierre” de la respetiva
definición de una cuestión que debe ser resuelta exclusivamente con el derecho ordinario o
De manera acorde con el equilibrio adecuado entre principios, al que se alude atrás, este
tribunal ha forjado una doctrina sobre causales de procedibilidad de la acción de tutela contra
providencias judiciales. El temor que existe ante el posible riesgo que genera la acción de tutela
judicial, manifestado por algunos operadores jurídicos, es infundado. Y lo es, porque parte de una
jurisdicción constitucional está conformada sólo por la Corte Constitucional. Según el segundo
sentido, la jurisdicción constitucional está conformada por todos los jueces de la República, sean
pueden ejercer el control de constitucionalidad difuso de las normas infra constitucionales, por
Con la expedición de la sentencia C- 590 de 2005, en la que se hizo depender el amparo del
entre “unos de carácter general, que habilitan la interposición de la tutela, y otros de carácter
especifico, que tocan con la procedencia misma del amparo una vez interpuesto (Sentencia C-
590 de 2005). La Corte diferenció entonces los requisitos generales de procedibilidad de la tutela
siguiente manera:
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providencias judiciales:
a) El asunto sometido a estudio del juez de tutela debe tener relevancia constitucional.
b) El actor debe haber agotado los recursos judiciales ordinarios y extraordinarios, antes de
c) La petición debe cumplir con el requisito de inmediatez, de acuerdo con los criterios de
razonabilidad y proporcionalidad.
d) En caso de tratarse de una irregularidad procesal, esta debe tener incidencia directa en la
e) El actor debe identificar, de forma razonable, los hechos que generan la violación y esta
debe haber sido alegada al interior del proceso judicial, en caso de haber sido posible, y
En síntesis, para que proceda la tutela contra sentencias judiciales que en principio se
presume revestida de legalidad, tanto la doctrina nacional como la misma jurisprudencia han
considerado que el juez constitucional debe ser más riguroso en verificar las causales que sirven
o algunas de las causales especificas (vías de hecho), y la c) la necesidad de intervención del juez
p.195)
Además de los requisitos generales mencionados, para que proceda una acción de tutela
procedibilidad, las que deben quedar plenamente demostradas. En sentido, como lo ha señalado
la Corte, para que proceda una tutela contra una sentencia se requiere que se presente, al menos,
unos de los vicios o defectos (Néstor Correa, 2009., p. 113 – 114) que a continuación se explican:
margen del procedimiento establecido, lo cual debe estar motivado en a) error manifiesto
c) Defecto fáctico: surge cuando el juez carece de apoyo probatorio que permita la
aplicación del supuesto legal en el que sustenta la decisión, el cual puede deberse a: a)
ilegalidad.
d) Defecto material o sustantivo: cuando el juez decide con base en normas inaplicables al
caso concreto. Lo cual puede darse cuando: a) la norma sea inexistente, b) la norma a
e) Error inducido: cuando el juez o tribunal es víctima de una engaño por parte de terceros
y ese engaño lo conduce a la toma de una decisión que afecta derechos fundamentales.
f) Decisión sin motivación: cuando el juez incumple la obligación de dar cuenta de los
sus funciones.
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h) Violación directa de la Constitución: cuando el juez interpreta una norma en contra del
aquellos eventos en que ha mediado la solicitud expresa dentro del proceso (Mauricio
cuento a las causales genéricas y las especificas, y completa dichas prerrogativas con los
defecto se configura cuando una persona o un asunto son juzgados por un funcionario que carece
de manera absoluta de competencia para ello, conforme a lo previsto en las normas prexistentes
Dos son los elementos a partir de los cuales se puede configurar el defecto orgánico: (i)
cuando el peticionario se encuentra supeditado a una situación en la que existe una actuación
consolidada y no tiene otro mecanismo de defensa, como es el caso de una decisión que está en
firme y que fue dada por un funcionario que carecía de manera absoluta de competencia; y (ii)
incompetencia absoluta y dicha situación fue desechada por los jueces de instancia, incluso en el
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trámite de recursos ordinarios y extraordinarios, validándose así una actuación erigida sobre una
En la práctica judicial este tribunal ha encontrado dos hipótesis en las cuales se configura el
defecto orgánico, a saber: (i) la funcional, cuando la autoridad judicial extralimita en forma
pesar de tener ciertas atribuciones o competencias, la autoridad judicial las ejerce por fuera del
pues, de un yerro cualquiera, sino que es menester que sea de tal entidad que pueda obstaculizar o
En la práctica judicial, este tribunal ha encontrado cuatro hipótesis en las cuales se configura
el defecto sustantivo, a saber: (i) cuando la norma aplicable es claramente inadvertida o no tenida
en cuenta por el juez; (ii) cuando la decisión se apoya en una norma claramente inaplicable, sea
por haber sido derogada, sea por haber sido declarada inexequible, sea porque resulta claramente
difuso, por medio de la excepción de inconstitucionalidad, o sea por no adecuarse a los supuestos
de hecho del caso; (iii) cuando la providencia judicial desconoce sentencias con efecto erga
disposición normativa, es inaceptable por ser producto de una hermenéutica abiertamente errónea
de manera principal al juez del caso, en ejercicio de los principios de independencia y autonomía
judicial. Si bien estos principios son muy importantes, en todo caso no son absolutos. Y no lo son
porque existen otros principios, como los de la supremacía de la Constitución, la primacía de los
acceso a la justicia, que ameritan un ejercicio ponderado y, cuando se trata de una interpretación
2014)
interpretarse a partir y conforme a la Constitución, que es la norma suprema y, en tanto tal, la que
compleja, que admite respecto de ciertos textos lecturas razonables diversas. Sin embargo,
existen ciertas hipótesis, en las cuales la interpretación resulta irrazonable, al punto de configurar
un defecto sustantivo. Estas hipótesis son: (i) cuando, de manera protuberante, se otorga a la
disposición jurídica un sentido y un alcance que no tiene, valga decir, se pretende desprender una
norma jurídica de un contenido normativo que no la prevé, de manera contraria a la lógica y a las
que sí puede tener, pero que en realidad resulta contrario a la Constitución o conduce a resultados
absoluto o defecto procedimental absoluto y (ii) el defecto procedimental por exceso ritual
actúa totalmente al margen de las formas propias de cada juicio, es decir, cuando el
procedimiento que adopta el juzgador no está sometido a los requisitos previstos en la ley, sino
que obedece a su propia voluntad. Se trata de un defecto calificado, pues exige que haya un
desconocimiento evidente de las formas propias de cada juicio, sea porque (i) el juez se ciñe a un
trámite ajeno al pertinente, valga decir, sigue un trámite por completo ajeno al que corresponde, o
porque (ii) el juez omite etapas sustanciales del procedimiento con violación de los derechos de
defensa y de contradicción de una de las partes del proceso. Este defecto requiere, además, que se
trate de un error de procedimiento grave y trascendente, valga decir, que influya de manera cierta
SU 770 de 2014)
La segunda de las hipótesis antedichas se precisa a partir del análisis de la defensa técnica,
para advertir el impacto que tiene pretermitir etapas procesales, en desmedro de las garantías
fundamentales de los sujetos del proceso, como son: (i) la garantía de ejercer el derecho a una
defensa técnica, que implica la posibilidad de contar con la asesoría de un abogado cuando sea
necesario, la posibilidad de contradecir las pruebas y de presentar y solicitar las que se requieran
para sustentar la postura de la parte; (ii) la garantía de que se comunique la iniciación del proceso
y se permita participar en él; y (iii) la garantía de que se notificará todas las providencias del juez
que, de acuerdo con la ley, deben ser notificadas. (Sentencia SU 770 de 2014)
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El defecto procedimental por exceso ritual manifiesto ocurre cuando el funcionario utiliza o
concibe los procedimientos como un obstáculo para la eficacia del derecho sustancial, de tal
suerte que sus actuaciones devienen en una denegación de justicia. Este exceso ritual puede
justicia, cuando (i) se deja de inaplicar normas procesales que se oponen a la vigencia de
manera irreflexiva, aunque pueda tratarse de cargas imposibles de cumplir, siempre que esta
de las pruebas; (iv) o se omite el decreto oficioso de pruebas cuando a ello hay lugar. (Sentencia
SU 770 de 2014)
Tanto el defecto procedimental absoluto como el defecto procedimental por exceso ritual
manifiesto, además, requieren: (i) que no haya posibilidad de corregir la irregularidad por
ninguna otra vía; (ii) que el defecto incida de manera directa en la decisión; (iii) que la
irregularidad se haya alegado al interior del proceso, a menos que ello hubiere sido imposible
conforme a las circunstancias del caso; y (iv) que, como consecuencia de lo anterior se vulnere
anomalía protuberante y excepcional que puede presentarse en cualquier proceso judicial y que se
configura cuando el apoyo probatorio en el cual se basa el juzgador para aplicar una determinada
ser ostensible y flagrante, debe ser de tal entidad que resulte determinante para la decisión.
autonomía e independencia judicial, de su papel como director del proceso, de los principios de
La valoración de los medios de prueba guarda una estrecha relación con el deber del juez de
dar cuenta de los elementos de convicción que lo llevan a construir el supuesto de hecho en cada
caso. Esta valoración, si bien es libre, no puede ser irracional o irrazonable. Por lo tanto, la
valoración del acervo probatorio debe hacerse conforme a unos criterios objetivos, racionales y
En la práctica judicial, este tribunal ha encontrado tres hipótesis en las cuales se configura el
defecto fáctico, a saber: (i) cuando existe una omisión en el decreto y en la práctica de pruebas
que eran necesarias en el proceso; (ii) cuando se hace una valoración defectuosa o contraevidente
Las anteriores hipótesis pueden configurarse por conductas omisivas o activas, dando lugar
al defecto fáctico por omisión y al defecto fáctico por acción. El primero se presenta cuando el
juez se niega a dar por probado un hecho que aparece en el proceso, sea (i) porque niega, ignora o
no valora las pruebas solicitadas o (ii) porque, a pesar de poder decretar la prueba, no lo hace por
proceso, el juez (i) hace una errónea interpretación de ella, al atribuirle la capacidad de probar un
hecho que no aparece en el proceso o al estudiarla de manera incompleta, o (ii) valora pruebas
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770 de 2014)
y Democrático de Derecho, los jueces tienen el deber de motivar y sustentar sus decisiones, valga
decir, de dar cuenta de los fundamentos fácticos y jurídicos que les permiten definir el asunto
sometido a su conocimiento, salvo aquellos casos en los cuales expresamente la ley haya
barrera a la arbitrariedad del juzgador, en la medida en que permiten verificar la sujeción de éste
al ordenamiento jurídico y brindan una la base objetiva a partir de la cual es posible plantear y
decidir los recursos que contra ellas se interpongan. (Sentencia SU 770 de 2014)
Como se precisa en la Sentencia T-233 de 2007, y se reitera en las Sentencias T-395 de 2010
decisión judicial es un asunto que debe analizarse en cada caso concreto. Para resolver las
posibles divergencias que pueden surgir entre dos intérpretes opuestos en torno a esta cuestión,
autonomía del juzgador, este defecto se configuraría “sólo en aquellos casos en que la
puede el juez de tutela intervenir en la decisión judicial para revocar el fallo infundado”. La
causal no se configura por la mera circunstancia de no compartir la argumentación del juez, o por
señalar en ella un defecto menor, sino que requiere de una argumentación tan deficiente que sea
capaz de convertir a la decisión en un mero acto de voluntad del juez, valga decir, en una
constitucional como fuente de derecho en el ordenamiento jurídico colombiano y sobre el rol del
precedente judicial, conviene hacer varias precisiones, como se hace enseguida. (Sentencia SU
770 de 2014)
De las tres clases de elementos que conforman una decisión judicial: decisum, ratio
decidendi y obiter dicta, este tribunal precisó en la Sentencia SU-047 de 1999, y reiteró en la
Sentencia T-292 de 2006, que sólo los dos primeros tienen valor normativo. En este contexto, el
precedente judicial se define como “aquel antecedente del conjunto de sentencias previas al caso
que se habrá de resolver que por su pertinencia para la resolución de un problema jurídico
señala que una sentencia antecedente o previa es relevante para resolver un caso, cuando presenta
alguno de los siguientes aspectos (o todos ellos): (i) su ratio decidendi contiene una regla
relacionada con el caso posterior; (ii) esta ratio debió servir de base para resolver un problema
posterior; (iii) los hechos del caso o las normas juzgadas son semejantes o plantean un punto de
derecho semejante al que debe resolverse en el caso posterior. Frente al precedente judicial es
necesario aplicar la técnica de la distinción, valga decir, si se está ante situaciones similares, pero
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Tanto en las decisiones de constitucionalidad como en las decisiones de tutela este tribunal,
El decisum de los fallos de constitucionalidad tiene efectos erga omnes y genera cosa
juzgada constitucional, de suerte que el contenido normativo que se declara inexequible no puede
reproducirse por ninguna autoridad (art. 243 C.P.). La ratio decidendi de estos fallos, contenida
en su parte motiva, en tanto corresponde al fundamento con arreglo al cual se resuelve los
problemas jurídicos estudiados, debe ser atendida por todas las autoridades, pues se trata del
parámetro constitucional relevante, como se advierte, por ejemplo, en los casos en los que se
Respetar la ratio decidendi de los fallos de tutela es un presupuesto necesario para asegurar
la igual aplicación de las normas jurídicas; constituye una exigencia del principio de confianza
fundamentales fijado por la Corte en la ratio decidendi de sus sentencias de tutela. No obstante,
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este tribunal reconoce que el juez puede apartarse del precedente jurisprudencial, siempre y
cuando advierta su existencia y justifique separarse de él con razones fundadas, que satisfagan la
9. Conclusión
judiciales, es decir, su procedencia, salvo contra las providencias de las Altas Cortes, por las
Se debe mantener la viabilidad del amparo contra providencias. Los argumentos de justicia
Pero ello no quiere decir que no se puedan aplicar ciertos correctivos, orientados a evitar el
No deberían permitirse las tutelas contra los fallos de las Altas Cortes, por los siguientes
argumentos: a) incoherencia conceptual: quienes defienden la tutela contra las providencias de las
Altas Cortes ponen en la balanza la seguridad jurídica que se lograría con la unificación del
donde no pueden haber concesiones, es decir, que no les importa la seguridad jurídica, en aras de
quienes la defienden más importante la seguridad jurídica de un fallo de un juez promiscuo, que
la seguridad jurídica de un fallo colegiado y en segunda instancia; c) inutilidad: resulta ser más
un problema simbólico que real, porque los casos prácticos de tutelas concedidas contra los fallos
trenes, esto ayudaría a la separación de las instituciones jurídicas, y lo que se busca es una
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armonía entre las mismas; e) órgano de cierre: cada una de las Altas Cortes es órgano de cierre
fundamental y el no alegar esta circunstancia al interior del proceso judicial, pese a haber tenido
varias oportunidades para hacerlo, torna improcedente a la acción de tutela. (Sentencia SU- 770
de 2014)
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Referencias
Arenas, J. (1993). La tutela una acción humanitaria. Ediciones Doctrina y Ley. Segunda Edición.
Bogotá.
profesores Nº 30.
Primer Congreso sobre acción de tutela, organizado por el colegio de abogados del Valle,
Quinche, M. (2010). Vías de hecho. Acción de tutela contra providencias judiciales. Sexta