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BABAHOYO
FACULTAD DE CIENCIAS DE
LA SALUD ESCUELA DE
BIENESTAR Y SALUD
CARRERA OBSTETRICIA
NOMBRE:
ASIGNATURA:
SEMIOLOGÍA
DOCENTE:
DR. FRANCISCO VILLACRES
TEMA:
SINDROMES GLOMERULARES: SÍNDROME NEFRÍTICO Y SÍNDROME
NEFRÓTICO: semiología. Etiopatogenia general, semiología y características
diferenciales de la insuficiencia renal orgánica y funcional.
SECCIÓN:
PERIODO:
Hipertensión Arterial: la alteración del filtrado, retiene sodio y agua, provoca expansión del
volumen plasmático, elevando la tensión arterial, como primer mecanismo y también la
provoca la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona. La aparición de
encefalopatía hipertensiva, suele ocurrir en las formas agudas.
Proteinuria: presente en casi todas las glomerulopatías, aunque en grados variables. Si es leve
es asintomática, en los casos severos (> 3.5 gr/24 hs.) se evidenciará clínicamente con edemas.
Insuficiencia Renal: indicativo de caída severa del filtrado glomerular, aumento de uremia y
creatininemia.
1. Glomerulonefritis primarias
a. Nefropatía o enfermedad de Berger (Ig A)
b. Glomerulonefritis proliferativa Mesangial
c. Glomerulonefritis Membranoproliferativa
d. Glomerulonefritis Rápidamente Progresiva idiopática (Extracapilares)
2. Glomerulonefritis Secundarias
a. Infecciosas (GN Endocapilar aguda)
o Bacterianas: (estrepto-B-hemolitico grupo A, viridans y pneumoniae),
estafilococos (albus y aureus), neisseria (meningitis, gonorrea) bacilos
G- (pseudomona aeruginosa, escherichia coli, proteus vulgaris),
salmonella typhosa, leptospira, corynebacterias, treponema pallidum.
o Víricas: hepatitis B, Epstein Barr (MNI) Coxsackie B, Echo, CMV,
Varicela Zoster, Parotiditis, Rubéola y Retrovirus.
o Hongos: coccidioides
o Parásitos: plasmodium (falciparum y malariae), toxoplasma gondii,
esquistosoma mansoni, trichinella spiralis.
b. Multisistémicas: Enfermedad de Alport, LES, Púrpura Scholen Henoch,
Vasculitis, Granulomatosis de Wegener, PTT (Pùrpura Trombocitopènica
Trombòtica), SUH (Sìndrome Urémico Hemolítico).
lomerulonefritis Primarias:
Clínica
Es más frecuente en varones, que constituyen alrededor del 74% de todos los casos. El 80% de
los casos son diagnosticados entre los 15 y 65 años de edad (adultos). En la Anatomía
Patológica, a la MO presenta aumento de matriz mesangial e hipercelularidad mesangial.
Las formas clínicas más comunes son las siguientes: alteraciones urinarias asintomáticas: Es
decir, microhematuria asociada a proteinuria no mayor a 1 gr/24 hs. También hematuria
macroscópica, síndrome nefrótico y raramente insuficiencia renal aguda.
Diagnóstico
El diagnóstico debe sospecharse ante los cuadros más típicos (alteraciones urinarias o
hematuria aislada o recidivante), con estudio urológico normal (radiografías, ecografía renal, y
cistoscopia), en ausencia de infección urinaria.
Las manifestaciones clínicas son hematuria, edema, hipertensión, oliguria, debilidad, anorexia
y, ocasionalmente, dolor sordo en las fosas lumbares. El cuadro clínico completo del síndrome
nefrítico agudo (hematuria, edema e hipertensión arterial) se presenta en el 50% de los casos
de GNAPE sintomática, pero alguna de estas manifestaciones se produce en el 95% de los
casos clínicos. Por eso, los términos glomerulonefritis aguda y síndrome nefrítico se usan a
veces en forma intercambiable. Menos de 4% de los pacientes tienen proteinuria en rango
nefrótico (> 3,5 g/día) y < 1% tiene una elevación de los productos nitrogenados de curso
rápidamente progresivo.
Comúnmente mejora espontáneamente, los pacientes en los cuales persiste proteinuria o
recurre la misma, evolucionan a la insuficiencia renal crónica.
Glomerulonefritis Lúpica:
Se presenta clínicamente con un cuadro de, fatiga, debilidad generalizada, anorexia, pérdida de
peso, fiebre, artralgias, eritema malar, dermatosis y alopecia. El glomérulo puede mostrar
depósitos de IC con histología normal, proliferativa focal o generalizada, membranosa o
rápidamente evolutiva.
Vasculitis Sistémicas:
SÍNDROME NEFRÓTICO
Síndrome caracterizado por proteinuria (signo capital), edemas, disproteinemias
(hipoalbuminemia, hipergammaglobulinemia), y dislipemia. Es la consecuencia clínica del
aumento de la permeabilidad de la pared capilar glomerular, por lo tanto, es una manifestación
de enfermedad glomerular renal. Se considera que una proteinuria puede producir síndrome
nefrótico si es superior a 3,5 g/ 24 h/1,73 m2 en adultos o 40 mg/h/m2 en niños (proteinuria en
rango nefrótico). Sin embargo, las manifestaciones clínicas del síndrome nefrótico pueden no
aparecer con cifras superiores a este valor o ser vistas con cifras menores de 3,5 g/24 h. La
importancia del síndrome nefrótico está en la magnitud de la proteinuria, y en la lesión
glomerular subyacente, por lo tanto, la proteinuria es un factor de mal pronóstico evolutivo de
la lesión renal y de la enfermedad cardiovascular.
Clínica del Síndrome Nefrótico
Hipoalbuminemia
Para compensar las pérdidas, el hígado aumenta la tasa de síntesis de albúmina hasta en un
300% por mecanismos de transcripción. Este incremento se correlaciona con la albuminuria,
pero no con la presión oncótica del plasma o con la concentración sérica de albúmina, y se
abole si la ingesta proteica está disminuida, lo que explica por qué las dietas hipoproteicas
disminuyen la proteinuria, pero no aumentan la concentración de albúmina en el plasma.
Edemas
La aparición de edemas es el signo clínico más visible y suele ser el motivo de consulta, es un
edema blando, con fóvea y que se acumula en zonas declives (pies, sacro) y en regiones con
presión tisular pequeña, como en la región periorbitaria. Si la hipoalbuminemia es grave puede
aparecer ascitis y derrame pleural. El edema pulmonar no se produce a menos que exista
insuficiencia renal o cardíaca.
La teoría alternativa que explicaría el origen de los edemas, con la teoría de expansión de
volumen o hipervolemia. Según ésta, se produciría un daño intrínseco de la nefrona que
conduciría a un aumento primario en la reabsorción tubular de sodio, independientemente de
la situación hemodinámica, induciéndose una expansión de volumen que favorecería la
aparición de edemas. La teoría de la hipervolemia es hoy día la más aceptada. En caso de
hipoalbuminemias muy graves, sobre todo en niños, se daría la situación de hipovolemia
efectiva y tendrían más trascendencia los mecanismos propuestos por la teoría clásica o de
hipovolemia.
Dislipemia
Trombosis
Infecciones
Hay varios factores que condicionan una elevada susceptibilidad a las infecciones en los
pacientes nefróticos, incluyendo déficit de IgG (por disminución de su síntesis y aumento de
las pérdidas por filtración y catabolismo renales), opsonización inadecuada por disminución en
el factor B del complemento, así como trastornos en la inmunidad celular favorecidos por el
déficit de vitamina D, la malnutrición, y las carencias de transferrina y zinc, ambos esenciales
para la adecuada función linfocitaria.
Hipertensión arterial
Alteraciones endócrinas
Otras complicaciones
En los síndromes nefróticos de larga duración pueden aparecer otras complicaciones. Así, la
proteinuria persistente y el aumento en el catabolismo renal de las proteínas filtradas
desencadenan un balance negativo de nitrógeno y una malnutrición proteica. También se han
descrito alteraciones tubulares proximales, como glucosuria, hiperfosfaturia y síndrome de
Fanconi.
Anamnesis
o Antecedentes, signos y síntomas de enfermedades sistémicas (lupus eritematoso
sistémico, vasculitis, amiloidosis, diabetes)
o Antecedentes de enfermedades infecciosas (infección faríngea, VHC o VIH)
o Ingesta de fármacos (sales de oro, captopril, penicilamina, AINE) y exposición
a fármacos
Exploración física
o Signos de enfermedad sistémica
o Situación hemodinámica (presión arterial, ortostatismo, frecuencia cardíaca,
ingurgitación yugular)
o Intensidad de edemas. Peso y diuresis diarios
Pruebas sistemáticas de laboratorio
o Glucemia, creatininemia, uremia, ionograma sérico, proteínas totales, albúmina,
colesterol y triglicéridos
o Velocidad de eritrosedimentación
o Orina: proteinuria de 24 horas, monograma urinario
o Clearence de creatinina (medido o calculado)
o Sedimento urinario
Pruebas serológicas específicas
o Fracciones C3 y C4 del complemento
o Anticuerpos antinucleares
o ANCA
o HBAg
o Anticuerpos frente al estreptococo (ASLO, anti-ADNasa B, anti-hialuronidasa)
o Serología frente a sífilis
o Ac frente a VIH y VHC
Técnicas de imagen
o Ecografía renal
La Insuficiencia renal aguda (IRA), fracaso o falla renal aguda es un síndrome clínico,
secundario a múltiples etiologías, que se caracteriza por un deterioro brusco de la función renal
que ocurre en un periodo de pocas horas a días. La expresión común es siempre un aumento de
la concentración de los productos nitrogenados en sangre (uremia y creatininemia). Alrededor
de un 60% de los casos cursa con oliguria (diuresis inferior a 400 ml/día en adultos). También
puede hacerlo con diuresis mayor, incluso superior a 2 lt. Por eso es importante no exagerar el
valor diagnóstico del volumen urinario.
Para el funcionamiento renal son necesarias tres premisas: perfusión sanguínea adecuada,
integridad del parénquima renal y permeabilidad de las vías excretoras. La alteración súbita de
cualquiera de estos elementos puede ocasionar el deterioro de la función renal. Dependiendo
del elemento funcional alterado, la IRA se clasificará como A - pre-renal: si la alteración
principal es la falla de la perfusión renal; B - renal, parenquimatosa o intrínseca: si la alteración
radica en las estructuras renales y C - post-renal u obstructiva, si el flujo urinario está
interrumpido.
Clínica de la IRA
El Potasio aumenta también por catabolismo celular, presentando de acuerdo a su nivel sérico,
desde arritmias ventriculares y supraventriculares, y en casos severos, por asociación con
acidosis e hipocalcemia, paro cardíaco y muerte del paciente. Entre otros hallazgos de
laboratorio, puede hallarse leucocitosis, con o sin infecciones asociadas y presencia de
alteraciones en la coagulación. De presentar severidad de los signos y síntomas descriptos,
puede requerirse tratamiento sustitutivo de la función renal con tratamiento dialítico (ver
Insuficiencia Renal Crónica). De no requerir tratamiento sustitutivo, puede presentar
recuperación del ritmo diurético en las formas oligoanúricas, pudiendo demorar desde horas a
semanas, alcanzar la normalidad. Frecuentemente en estos casos, presentan poliuria de
recuperación, debiendo estar atentos al balance hidrosalino, ya que pueden presentar diuresis
masivas con colapso cardiovascular. Pese a estos eventos la uremia y la creatininemia, pueden
continuar elevadas y luego de días, iniciar su descenso.
En las IRA no oligoanúricas, el 40 al 80% de los pacientes cursan con volúmenes urinarios
normales e incluso con poliuria. Las causas más frecuentes de IRA no oligoanúricas son los
aminoglucósidos (en especial la gentamicina), los medios de contraste radiológicos (yodados),
el metoxifluorano, las quemaduras graves, los politraumatismos graves, causas quirúrgicas
(especialmente con circulación extracorpórea) y las rabdomiólisis no traumáticas. En esta
forma de IRA, el Sodio urinario es menor que en la oligoanúrica, presentan menor tiempo de
hospitalización y menores episodios de complicaciones (infecciosas, hemorrágicas, trastornos
neurológicos y menor acidemia). Estos pacientes presentan menor requerimiento sustitutivo de
la función renal, lo que disminuye la mortalidad al 25 %, mientras que en las formas oligúricas
se sitúa alrededor del 50%.
Fisiopatología de la enfermedad
En los últimos años son numerosos los avances realizados en el conocimiento de mecanismos
fisiopatológicos de diferentes formas de IRA; a pesar de ello, son muchas las incógnitas que
persisten en su patogenia. En un importante número de cuadros de fracaso renal las alteraciones
morfológicas encontradas pueden explicar, al menos en parte, el origen de la oliguria y
retención de productos nitrogenados como consecuencia de reducción de la masa nefrónica o
de la superficie de filtración glomerular.
En la mayoría de los casos de IRA establecida sólo se encuentran lesiones tubulares, lo que ha
originado el término de necrosis tubular aguda (NTA), utilizado frecuentemente como
sinónimo de IRA de origen no glomerular. La necrosis tubular produciría retrodifusión de la
orina filtrada y aumento de la presión hidrostática intraglomerular como consecuencia de
obstrucción tubular por células descamadas y cilindros. No obstante, en la mayoría de los
pacientes la proporción de túbulos afectados es pequeña o, incluso, el riñón es
morfológicamente normal, sin que las alteraciones histopatológicas encontradas puedan
explicar el descenso del filtrado.
Estos hallazgos han potenciado la teoría de que el déficit funcional es consecuencia de
alteraciones hemodinámicas intrarrenales, dando origen al término de nefropatía vasomotora
para definir un gran número de IRA.
Esta hipótesis está apoyada por dos hallazgos que se encuentran casi sistemáticamente, aunque
no siempre, en el fracaso renal agudo: hipoperfusión renal y congestión medular. No obstante,
tanto en experimentación animal como en observación humana se ha demostrado que la
normalización de la perfusión renal no siempre se acompaña de una recuperación funcional.
En la actualidad se piensa que alteraciones hemodinámicas y lesión tubular son problemas
íntimamente relacionados: la hipoperfusión produce trastornos tubulares lesivos que
desencadenan necrosis y factores promotores de apoptosis e inflamación. A su vez, estos
factores dan lugar a cambios en la hemodinámica intrarrenal5 . El papel predominante de
diferentes mecanismos lesionales varía según el modelo experimental investigado y, en el caso
de observaciones en humanos, de la etiología de la IRA. Alteraciones hemodinámicas La
hipoperfusión renal da lugar al reajuste de agentes vasodilatadores y vasoconstrictores
intrarrenales.
En principio se mantiene el filtrado por vasoconstricción de la arteriola eferente, lo que
conlleva el aumento de resistencias y de la hipoperfusión, especialmente en la red capilar
peritubular en la cortical profunda, lo que favorece la hipoxia a la altura del segmento S3 del
túbulo proximal y en la porción gruesa de la rama ascendente del asa de Henle. El sistema
renina-angiotensina-aldosterona ha sido ampliamente estudiado en pacientes con IRA, pero su
papel patogénico no está claro.
Las cifras de renina están habitualmente elevadas en pacientes con fracaso renal, pero también
en la disminución de la volemia sin IRA. Los resultados de la administración de IECA o
antagonistas de receptores de la angiotensina II en experimentación son muy variables; en
clínica humana no han demostrado su utilidad como prevención o tratamiento del fracaso renal,
salvo en la isquemia prolongada de riñones trasplantados. Se ha investigado el papel de las
prostaglandinas. Es conocida la acción protectora de los vasodilatadores, como la prostaciclina
y la PGE2 en IRA con aumento de angiotensina, pero la importancia de sus alteraciones como
desencadenante de fracaso renal no ha sido demostrada. El tromboxano A2 , una prostaglandina
vasoconstrictora, puede desempeñar algún papel en determinadas formas de IRA,como la
secundaria a sepsis e intoxicación por ciclosporina.
Las endotelinas (ET) constituyen un grupo de péptidos con potente acción vasoconstrictora. En
animales y ciertas formas de fracaso renal agudo se ha encontrado un aumento de la expresión
del gen de la ET-1 en la red capilar peritubular, lo que sugiere que este agente puede ser
importante en la génesis de la necrosis tubular6 . Curiosamente, en modelos animales de
isquemia renal el tratamiento con antagonistas selectivos de los receptores A de ET fue
renoprotector, mientras que los antagonistas de receptores A y B empeoraron la función renal7
. El óxido nítrico (ON) desempeña un papel fundamental en la microcirculación, tanto en el
aspecto glomerular como en el tubular. En un principio podría pensarse que ejerce un efecto
protector por su acción vasodilatadora, pero los datos obtenidos en la experimentación animal
son contradictorios. En ratas isquémicas se ha comprobado que la sintetasa de ON endotelial
está aumentada, pero sin que se traduzca siempre en una acción vasodilatadora.
Un dato muy importante es la comprobación de que una generación reducida de ON puede
desencadenar necrosis tubular aguda, y un exceso produce metabolitos (como peroxinitrito)
que son lesivos para las células tubulares y glomerulares8 . Otro agente vasoactivo estudiado
es el péptido natriurético atrial. Además de su acción diurética y salurética, actúa como
inhibidor de la angiotensina y la endotelina. Los ensayos terapéuticos han conseguido, en
ocasiones, aumentar el volumen urinario sin prevenir ni cambiar la evolución del fracaso renal.
Lesión de las células tubulares e inflamación Aunque tradicionalmente se ha responsabilizado
a la necrosis de la muerte de las células tubulares, en los últimos años se ha comprobado la
importancia de la apoptosis como mecanismo lesional. En términos generales puede afirmarse
que agresiones severas de tipo isquémico o nefrotóxico directo producen necrosis, en tanto que
agresiones más moderadas dan lugar a apoptosis.
En patología humana se ha comprobado que, en la mayoría de IRA, el porcentaje de células
apoptóticas es muy superior al de células necróticas. En experimentación animal y en
observaciones en pacientes con isquemia renal se ha comprobado la disminución de factores
de supervivencia, como el factor de crecimiento insulínico-1, epidérmico y Bc12; en el otro
platillo de la balanza, se ha observado el aumento de citosinas
La ERC se diagnostica si durante >3 meses persisten anomalías renales morfológicas o
funcionales (→Definición) o la TFG <60 ml/min/1,73 m2. La IRC se diagnostica en personas
con ERC y una TFG <15 ml/min/1,73 m2. La actuación depende del estadio de la
enfermedad.
INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA
SÍNDROME URÉMICO
SINTOMAS Y SIGNOS UROLOGICOS. INTERPRETACION Y CONDUCTA CLINICA.
Los síntomas y signos urológicos más característicos son:
Piuria
dolor
hematuria
Trastornos de la urinacion
Retencion urinaria
Anuria
Incontinencia urinaria
otros: fiebre, neumaturia, fecaluria,etc.
Piuria
La causa más frecuente de la presencia de pus en la orina es la infección(75%), pero existen
además otros factores inflamatorios no bacterianos. Piuria aséptica:
a) Presencia de elementos extraños Cálculos Cuerpos extraños ( sondas,etc) Parásitos,
clamidias, tricomonas
b) Alteraciones morfológicas Cáncer, TBC,etc
c) Estasis urinario : Obstrucción urinaria
d) Tratamiento con antibióticos
De todos modos la aparición de piuria debe sugerir la posibilidad de infección que será
confirmada con la documentación de bacteriuria. A su vez, en el 50 % de las infecciones
urinarias existe ausencia de piuria. La mayoría de los pacientes con recuentos < de 100.000
cols tienen piuria significativa ( > 8 leucocitos / ml orina). Por lo tanto, en todo paciente
sintomático sin piuria significativa debería ser cuestionado el diagnóstico de Infección urinaria.
Existen métodos para medir la piuria como es la tasa de excreción de leucocitos y el
hemocitómetro, pero son engorrosos. Un método rápido para medir la piuria es determinar la
presencia de leucocito - emterasa, una enzima intracelular (disptick).
De ahí que:
LA CANTIDAD DE PUS EN LA ORINA NO TRADUCE NI LA NATURALEZA NI LA
GRAVEDAD DE LA UROPATIA.
A pesar de que la piuria produce orinas turbias, la causa más común de la turbidez en la orina
es la precipitación de fosfatos en orinas alcalinas.
Semiología: Frente a una piuria hay que investigar:
- Tiempo,naturaleza del comienzo, recidivas,duración, curso.
- Carácter: inicial, permanente o terminal (durante o después de la micción).
- Presencia de cálculos , lesiones urogenitales, dolor.
- Presencia de bacterias: piuria aséptica: sospecha de TBC, trat. con .antibióticos, tricomonas.
- Infecciones, trastornos digestivos o neurológicos asociados.
DOLOR: Es el síntoma que obliga al paciente a consultar. Puede tener piuria o hematuria
intermitente durante años sin consultar médico .
En los órganos genitourinarios pueden originarse dos tipos de dolores: el localizado y el
referido. El dolor localizado se siente en órgano o región del órgano afectado: un riñón afectado
puede dar dolor en el ángulo costo vertebral o en el flanco ; el dolor genital por inflamación
aguda del testículo se siente en la región misma.
El dolor referido se origina en el órgano enfermo pero es percibido a cierta distancia de aquel.
Por ejemplo, en el cólico ureteral, un cálculo en la porción media del uréter puede ocasionar
dolor intenso en el testículo ipsilateral, lo cual se explica por la inervación común de estas dos
estructuras. El ardor miccional que acompaña a la infección urinaria aguda baja es percibido
en la porción distal de la uretra femenina o en la uretra del glande en el hombre.
El dolor más frecuente es el de tipo cólico ya sea renal o ureteral, debido a la distensión de la
cápsula renal, del uréter y / o pelvis renal por orina retenida sobre el punto de bloqueo por un
cálculo o coágulo sanguíneo. Esta distensión provoca un hiperperistaltismo violento con
espasmos paroxísticos por los esfuerzos en expeler la orina retenida, el cálculo o el coágulo.
Es un dolor muy intenso, acompañado de sudoración, postración y ocasionalmente shock,
además presenta náuseas y/o vómitos (reflejo viscerosensitivo por las conexiones
parasimpáticas con el ganglio celíaco).
Su intensidad máxima es en la región del riñón, irradiado hacia el trayecto ureteral (nervio
génitocrural), para llegar al testículo en el hombre o región del ovario y labios mayores en la
mujer o al cuello vesical y uretra en ambos sexos. Al aproximarse la causa del cólico a la unión
ureterovesical, el dolor es más localizado y se asocia a urgencia miccional y polaquiuria.
Las causas más frecuentes de dolor cólico son:
a) Disquinecia (espasmo) renal localizado
b) Espasmo reflejo por contracción anular persistente
c) Cálculo enclavado ( más frecuente)
d) Tumor degenerativo en polo renal (hematuria con coágulos)
e) Coágulos de cualquier origen
f) TBC renal
g) Vaso o brida aberrante
h) Compresión extrínsica ( tumor, etc.)
i) Acodadura del uréter