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Índice

Clase 1. ¿Por qué las Malvinas son argentinas? ......................................................................... 3

Clase 2. Malvinas en la historia argentina................................................................................ 16

Clase 3. La guerra de Malvinas ................................................................................................ 39

Clase 4. Memorias de Malvinas: democracia y ciudadanía ....................................................... 60

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189. Malvinas en las escuelas: memoria, soberanía, democracia

Clase 1. ¿Por qué las Malvinas son argentinas?

Introducción
Hola colegas, bienvenidas y bienvenidos a nuestro segundo encuentro del curso virtual Malvinas en
las escuelas: memoria, soberanía y democracia.

Hoy vamos a trabajar en torno a una pregunta: ¿por qué la República Argentina reclama la soberanía
de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes?

En primer lugar, podemos señalar que es porque así lo sostiene la Disposición Transitoria Primera de
la Constitución Nacional, que afirma que:

"La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias
del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante
del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía,
respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional,
constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

Antes de avanzar con los argumentos de la posición argentina que sustentan a la Disposición
Transitoria Primera de nuestra Constitución, los invitamos a mirar un video realizado por los
estudiantes secundarios de la escuela N° 5157 de Seclantás, Salta.

Se trata de un trabajo audiovisual presentado en una convocatoria realizada por el Ministerio


de Educación en el año 2013.

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Disponible en: https://youtu.be/AYl5F21fNIo

¿Por qué tantas personas de esta localidad están dispuestas a pronunciar “Malvinas está acá”?
¿Dónde lo aprendieron? ¿Por qué lo hacen con tanta emoción? ¿Por qué dicen que "Malvinas
vive en su corazón"?

Sabemos que miles de compatriotas pronunciarían esa misma frase con igual entusiasmo.
Como veremos en este curso, Malvinas es un símbolo que ha permitido a generaciones
pensarse como argentinas y argentinos, y expresar su orgullo por pertenecer a esta comunidad.
Pero también Malvinas ha sido un nombre forjado por el pueblo argentino para manifestar sus
reclamos de justicia, soberanía y memoria.

Este símbolo tan sentido para argentinas y argentinos forma parte de nuestra historia. Y se inscribe
originalmente en ella a través de un largo reclamo diplomático que comienza en el siglo XIX y
continúa en la actualidad.

En varias ocasiones hemos leído, escuchado o defendido el siguiente enunciado: “Las Malvinas son
argentinas”. Pero, ¿podríamos explicar por qué? En esta clase nos proponemos desarrollar los
argumentos que asisten a la República Argentina para reclamar sus derechos soberanos sobre las
islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur, otras islas del Atlántico Sur y espacios marítimos
circundantes.

A los fines de conseguir mayor claridad expositiva, vamos a organizar estos argumentos en tres
grandes tipos:

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1. Los argumentos históricos.

2. Los argumentos geográficos.

3. Los argumentos jurídicos.

Vamos a repasar cada uno de ellos con el objetivo de entender las razones que subyacen al reclamo
diplomático más importante (podemos decirlo sin exagerar) que ha sostenido la República Argentina
a lo largo de su historia.

Los argumentos históricos


Empecemos por los argumentos históricos. El principal argumento puede resumirse así: la República
Argentina afirma que las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos
circundantes son argentinos porque, tras la Revolución de Mayo (1810) y la Declaración de la
Independencia (1816), estos territorios pasaron a ser considerados como “territorios heredados” de
la Corona española.

Este argumento se sostiene en dos cuestiones fundamentales:

1) Hasta el proceso político desencadenado por la Revolución de Mayo, las islas Malvinas estuvieron
bajo jurisdicción de la Corona española. A partir de la Declaración de la Independencia, los territorios
que pertenecían a la Corona española pasaron a formar parte de las Provincias Unidas en razón del
principio de derecho internacional bajo el cual se conformaron los nuevos países sudamericanos: el
uti possidetis iure. Este principio establecía que las nuevas demarcaciones políticas debían seguir el
curso de las previas, por lo que las nuevas naciones descolonizadas heredaban las demarcaciones
territoriales establecidas en la etapa colonial.

2) Distintos gobiernos surgidos del proceso revolucionario ejercieron sobre las islas Malvinas diversos
actos de soberanía que tuvieron consecuencias políticas, jurídicas, administrativas y económicas.
Entre ellos podemos nombrar los siguientes:

a) La toma de posesión formal de las islas el 6 de noviembre de 1820, donde se izó por primera vez
la bandera argentina en Malvinas. El responsable principal del acto fue el capitán de fragata David
Jewett, enviado por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y contó con la presencia
de buques estadounidenses y británicos, entre ellos James Weddell, integrante de la Royal Navy.

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b) La aplicación de una política económica y de poblamiento sobre las islas. En 1823 Jorge Pacheco y
Luis Vernet solicitaron al gobierno de Buenos Aires concesiones de pesca y ganado, las cuales fueron
otorgadas, y en 1824 asumió la gobernación Pablo Areguatí –descendiente guaraní- para el
cumplimiento de la protección de las islas de incursiones ilegales. En 1829 se da un paso importante
con la creación de la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas. Luis Vernet asume como
responsable, entre sus tareas se encuentran la administración política, el desarrollo económico, el
poblamiento y la defensa del archipiélago. De este proceso surge una colonia cuyo centro se
encontraba en Puerto Luis. Formaban parte de ella gauchos, indígenas, afrodescendientes, que
tenían una vida activa en las islas trabajando en tareas domésticas, de construcción, domesticación
de ganado, pesca, entre otras. Algunos de ellos incluso contraerían nupcias en las islas.

Este proceso se vio interrumpido en 1833 cuando los británicos tomaron las islas de manera ilegítima
y, haciendo uso de la fuerza, desalojaron a la población argentina. El antecedente inmediato de la
invasión británica fue el ataque perpetrado por la corbeta militar norteamericana Lexington a fines
de 1831, como represalia a la captura por parte de las autoridades argentinas de barcos loberos
estadounidenses, que pescaban ilegalmente en las cercanías de la costa malvinense. Poco más de un
año después, a principios de enero de 1833, Gran Bretaña moviliza la corbeta Clio e invade las islas,
expulsando por la fuerza a las legítimas autoridades argentinas.

En virtud de estos argumentos históricos, la República Argentina concluye que la ocupación británica
de las islas Malvinas es ilegítima, puesto que es producto de un acto de fuerza que jamás recibió
reconocimiento por parte del Estado argentino. Ese acto de fuerza, y las consecuencias que se siguen
de él hasta la actualidad, representan para la República Argentina un acto de violación de su
integridad territorial, que provoca la existencia de un enclave colonial en el Atlántico Sur en pleno
siglo XXI.

Los argumentos geográficos


Además de las razones históricas, la República Argentina invoca también razones de índole
geográfica para sostener su reclamo.

En el año 1964, José María Ruda, como representante argentino ante el III Subcomité de
Descolonización de Naciones Unidas, brindó un célebre discurso conocido como el “alegato Ruda”.

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Los invitamos a leer un fragmento y a consultarlo entero, si les resulta de interés:

El alegato ruda
“El futuro de estas Islas, separadas de la República Argentina, está fuera de toda lógica y realidad.
Geográficamente, se encuentran cerca de nuestras costas patagónicas, gozan de su mismo clima y tienen una
economía similar a nuestro sur. Se encuentran enclavadas en plena plataforma continental, que por el Derecho
Internacional, después de las Convenciones de Ginebra de 1958, pertenece al Estado costero de pleno
derecho”.

Texto completo disponible en: https://www.cancilleria.gob.ar/userfiles/ut/1964_-_alegato_ruda.pdf

Como puede apreciarse, las razones geográficas que sustentan el reclamo argentino se basan en dos
aspectos:

• El notorio contraste entre la proximidad de las islas con la costa patagónica argentina y la enorme
distancia geográfica que separa a las Malvinas del Reino Unido (casi 12.700 kilómetros).

• Las islas forman parte de la plataforma continental argentina, tanto si se toman en cuenta los
parámetros definidos por la Convención de Ginebra de 1958 (que es la que menciona Ruda y que
estipulaba a las 200 millas marinas como criterio de delimitación de la plataforma continental) como
si se tiene en cuenta la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos del Mar (CONVEMAR),
acordada en el año 1982, cuyo artículo 76 permite extender de 200 a 350 millas la plataforma
continental de un Estado en aquellos casos en los que el Estado interesado en hacerlo pueda probar
la extensión natural de su territorio más allá de la antigua delimitación y hasta el límite exterior de
su plataforma continental.

Ahora bien, ¿qué es la plataforma continental?

Según la Convención sobre los Derechos del Mar de Naciones Unidas (CONVEMAR), la plataforma
continental de un Estado queda definida por su artículo 76 en estos términos:

La plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas


submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación
natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia
de 200 millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura
del mar territorial en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa

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distancia.

Por otra parte, como vimos, el inciso 5 de este mismo artículo deja abierta la posibilidad de extender
a 350 millas marinas la plataforma continental de un Estado:

Los puntos fijos que constituyen la línea del límite exterior de la plataforma continental en el
lecho del mar [...] deberán estar situados a una distancia que no exceda de 350 millas marinas
contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, o
de 100 millas marinas contadas desde la isóbara de 2.500 metros, que es una línea que une
profundidades de 2.500 metros.

Pero hay que agregar un elemento importante más a esta argumentación. En Argentina, la Comisión
Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), que trabaja en la órbita de la
Cancillería argentina, realizó los estudios para probar la extensión de la plataforma continental
argentina a las 350 millas marinas, siguiendo los requisitos establecidos por la CONVEMAR en 1982.
Tras largas investigaciones y presentaciones en Naciones Unidas, el 11 de marzo de 2016 la Comisión
de Límites de Plataforma Continental (CLPC) de Naciones Unidas aprobó por consenso la
presentación argentina, manteniendo el reconocimiento de la existencia de una disputa entre la
Argentina y el Reino Unido en este tema. Para quienes les interesen los detalles técnicos,
compartimos un resumen ejecutivo de la presentación argentina. Recientemente, el 5 de agosto de
2020, el Congreso Nacional aprobó la Ley de demarcación del límite exterior de la plataforma
continental argentina, hecha en base a esta presentación.

Una forma de trabajar en el aula con los argumentos geográficos es utilizar el mapa bicontinental,
que permite observar la totalidad del territorio continental, insular y antártico. Además, contiene la
demarcación del límite exterior presentada ante (y aprobada por) Naciones Unidas que ahora tiene
estatuto de ley.

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Disponible en: https://www.ign.gob.ar/images/MapasWeb/ArgentinaBicontinental/ARG-BICO-
COPLA_A4_2016.jpg

Como pueden ver, en esta representación se distingue de forma clara que las islas Malvinas y los
archipiélagos de Georgias del Sur y Sandwich del Sur integran la provincia argentina de Tierra del
Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, cuya capital es Ushuaia.

En síntesis, en virtud de los tratados que delimitan los mares nacionales –tanto si se toma como
referencia el Tratado de Ginebra (1958) como la CONVEMAR (1982)–, es posible sostener que las
islas Malvinas y otras islas del Atlántico Sur, más los espacios marítimos circundantes, pertenecen a
la plataforma continental argentina.

Antecedentes jurídicos y políticos: Malvinas como un caso específico de


“descolonización”
Ahora es el momento de introducir los antecedentes jurídicos y políticos, que tienen que ver con el
modo en que la República Argentina ejerció su reclamo de soberanía desde 1833, año, como
sabemos, de la ocupación ilegítima británica. Bajo esta dimensión, lo que hay que subrayar es que,
desde ese entonces, la República Argentina nunca dejó de reclamar la soberanía de las islas, tanto
en el plano unilateral como en el bilateral (ante el Reino Unido) y ante organismos multilaterales (por
ejemplo, Naciones Unidas). Este punto es importante, porque permite desmentir la posibilidad de

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ampararse en lo que se denomina “el derecho de adquisición por prescripción”, esto es, la ocupación
efectiva sin protesta.

Antes de avanzar con los antecedentes jurídicos y políticos, les proponemos visualizar un
fragmento del capítulo 3 de “Malvinas. La historia de la usurpación”, una serie emitida por
Canal Encuentro. Les proponemos visualizar desde el minuto 13:50 hasta el minuto 17:25.

Disponible en http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8195/2524?temporada=1

Vayamos ahora viendo, punto por punto, lo que los entrevistados explican en el video que
compartimos.

Empecemos por lo sucedido en los años sesenta del siglo XX, cuando Naciones Unidas se hizo eco de
este conflicto. En este marco, la diplomacia argentina consiguió que la cuestión Malvinas fuera
inscripta como un problema a resolver en el contexto del amplio proceso de descolonización abierto
por la independencia de los países asiáticos y africanos. ¿De qué modo la cuestión Malvinas fue
incorporada por Naciones Unidas como un territorio a “descolonizar”?

En diciembre de 1960, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 1514 (XV),
titulada Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales. Allí
proclamó “la necesidad de poner fin, rápida e incondicionalmente, al colonialismo en todas sus
formas y manifestaciones”. Para esto consagró dos principios fundamentales que debían guiar la
descolonización:

1. el principio de libre determinación;

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2. el principio de integridad territorial.

El principio de libre determinación es aquel que confiere a los pueblos el derecho de instituir sus
propios gobiernos. El principio de integridad territorial encomienda que ningún Estado se constituya
violando el territorio de un Estado preexistente.

En este contexto, Gran Bretaña pretendía que para la cuestión Malvinas se aplique el principio de la
libre determinación. La República Argentina, en cambio, rechazó este planteo y sostuvo que en la
cuestión Malvinas debía primar el principio de la integridad territorial. ¿Por qué? Porque el caso de
las islas Malvinas posee un carácter específico dentro de los procesos de descolonización: ¿Cuál es
su especificidad? Que a diferencia de las naciones asiáticas y africanas que lucharon por la
descolonización durante el siglo XX, en Malvinas no hay un pueblo subyugado por un poder colonial,
sino que lo que ha sido colonizado es el territorio argentino mismo, por parte de una nación con
una larga historia de expansión colonialista.

Dicho de otro modo: dado que en Malvinas no hay un pueblo subyugado por un poder colonial, sino
un territorio colonizado, es que la Argentina sostiene que en el litigio con el Reino Unido debe
aplicarse el principio de integridad territorial y no el principio de libre determinación.

Por otro lado, la aplicación del principio de libre determinación para el caso Malvinas
descaracterizaría el valor de este principio. Así lo explica Ruda en su alegato ante el III Subcomité de
Descolonización:

En tal sentido, consideramos que el principio de libre determinación sería mal aplicado en
situaciones en que parte del territorio de un Estado independiente ha sido separado contra la
voluntad de sus habitantes en virtud de un acto de fuerza por un tercer Estado, como en el caso de
las Malvinas, sin que exista ningún acuerdo internacional posterior que convalide esta situación de
hecho y cuando, por el contrario, el Estado agraviado ha protestado permanentemente por esta
situación. Estas consideraciones se ven agravadas muy en especial cuando la población originaria ha
sido desalojada por este acto de fuerza y grupos fluctuantes de nacionales de la potencia ocupante
la han reemplazado.

En 1965, la Asamblea General de las Naciones Unidas se pronunció sobre la cuestión de las islas
Malvinas. Lo hizo a través de la Resolución 2065, que deja traslucir un apoyo al planteo argentino y

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constituye uno de los más relevantes reconocimientos en el plano internacional acerca de la
existencia de un litigio entre Argentina y Gran Bretaña en torno a la cuestión Malvinas.

En primer lugar, la resolución reconoce un litigio entre Argentina y el Reino Unido. En segundo lugar,
indica, taxativamente, que ese litigio debe resolverse a través de negociaciones entre ambos países.
Y en tercer lugar, insta a las partes a negociar pero estableciendo que en la mesa de diálogo hay dos
partes en disputa: Argentina y Gran Bretaña. Esto supone un rechazo tácito al planteo británico que
pretendía que la controversia se dirima según el principio de libre determinación ya que, de haber
sido tenido en cuenta este principio, la Resolución hubiera tenido que considerar a los isleños como
una de las partes en la disputa. La Resolución 2065 fue aprobada con el voto de 94 países y ningún
voto en contra (ni siquiera el del Reino Unido, que se abstuvo junto con otros 13 países).

En síntesis, la Resolución 2065 constituye hoy la referencia jurídico-diplomática más importante en


el plano internacional sobre la cuestión Malvinas, ratificada en más de 40 oportunidades desde
1965 hasta la actualidad. Hoy en día, el Reino Unido incumple esta Resolución, al rehusarse a
reiniciar las negociaciones por la soberanía de Malvinas y otras islas del Atlántico Sur (negociaciones
que la República Argentina sigue reclamando con un amplio apoyo mundial). Todo esto permite
apreciar que la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional citada al principio de la
clase cuenta no solo con el apoyo del pueblo argentino sino también con consensos entre distintas
sociedades y Estados del mundo.

Algunas reflexiones
Tal como vimos en esta clase, la República Argentina reclama recuperar el ejercicio de soberanía de
las islas del Atlántico Sur y los espacios marítimos circundantes por estas razones:

1. Desde un punto de vista histórico, porque dichas islas son territorio heredado de la Corona
española, y porque ejerció actos de soberanía tras la Revolución de Mayo y la Declaración de
Independencia.

2. Desde el punto de vista geográfico, porque las islas del Atlántico Sur forman parte de la
plataforma continental argentina.

3. Desde un punto de vista jurídico, porque Argentina nunca dejó de reclamarlas, ya que
considera que la ocupación británica constituye una violación de la integridad territorial

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argentina y porque, en este marco, Naciones Unidas reconoce la existencia de un conflicto de
soberanía entre nuestro país y el Reino Unido, que insta a resolver mediante la negociación
entre ambos países.

A modo de corolario, la enseñanza de Malvinas coincide con distintos objetivos estipulados en los
Núcleos de Aprendizaje Prioritarios (NAP) correspondientes a los diversos niveles educativos.
Enunciemos algunos de ellos:

• En el nivel primario, Malvinas permite trabajar con algunos principios que rigen la enseñanza de
las ciencias sociales: la resolución pacífica de conflictos, las diferentes perspectivas acerca de un
mismo hecho, los grupos sociales involucrados. También contribuye a avanzar en la construcción del
tiempo (ideas de simultaneidad, cambio y continuidad, y en el uso de nociones temporales y unidades
cronológicas). En esta clase específicamente, permite conocer, por ejemplo, qué pasó con el reclamo
de la soberanía antes, durante y después de la dictadura.

• En el nivel secundario, el estudio de los argumentos sobre el reclamo de soberanía en Malvinas se


articula con los objetivos de desarrollar y profundizar la lectura e interpretación de diversas fuentes
de información como mapas, imágenes, gráficos e ilustraciones. También permite el conocimiento
del mapa político de América teniendo en cuenta las distintas formas de organización política, las
principales áreas de conflicto y tensión, y el papel de los organismos internacionales.

Nos vemos en el próximo encuentro, en el que nos preguntaremos qué lugar ocupó la causa Malvinas
en la historia nacional a partir de dos movimientos: revisar algunas figuras destacadas del
pensamiento argentino (Paul Groussac, Alfredo Palacios, el grupo FORJA) y reflexionar sobre cómo la
escuela “enseñó la patria” durante el siglo XX.

¡Ojalá hayan disfrutado la clase!

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Actividades

En esta clase les proponemos la participación en el foro de Tags. Previamente le


deberán enviar a su tutor por la mensajería las palabras que puedan representar la
idea que tenemos de Malvinas.
Luego en este foro compartiremos con ustedes la nube de tags que armamos a
partir del envío de sus palabras, con el objetivo de representar visualmente las ideas que
tenemos en torno a Malvinas:
Para quienes no conocen la herramienta, les contamos que las palabras que aparecen más grandes
son aquellas que surgieron más veces en sus envíos. Es un recurso muy útil para observar de
manera rápida los términos o temas que más se repiten en páginas web, discursos y textos
diversos.
A partir de esta visualización las/os invitamos a reflexionar acerca de lo que observan en la imagen.
¿Qué ven ustedes en la nube?
Les propongo aquí, para comenzar el debate, que elijan de la nube ya no las palabras que cada
uno de ustedes asocia con Malvinas, sino aquellas que fueron asociadas a lo largo de los años con
las islas y que reúnen múltiples sentidos, que incluso pueden estar en tensión entre sí. La idea es
que se comiencen a explicitar las discusiones asociadas con ese símbolo tan importante para la
cultura argentina que es Malvinas.
Aguardamos las participaciones.

Bibliografía
● Equipo “Educación y memoria” (2014). Capítulo 1. En Pensar Malvinas. Buenos Aires:
Ministerio de Educación de la Nación, pp. 21-56. Disponible en
http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/dspace/bitstream/handle/123456789/110002/Pe
nsar%20Malvinas%20b.pdf?sequence=1

● Equipo “Educación y memoria” (2022). Capítulo 1. En Malvinas en la escuela. Memoria,


soberanía y democracia. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación, pp. 19-34.
Disponible n https://www.educ.ar/recursos/158185/malvinas-en-la-escuela-memoria-
soberania-y-democracia

● Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, "Cuestión de las islas


Malvinas: Antecedentes" [en línea], disponible en https://cancilleria.gob.ar/es/politica-
exterior/cuestion-malvinas/antecedentes

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● Kohen, Marcelo y Rodríguez, Facundo (2016). Las Malvinas entre el Derecho y la Historia,
Refutación del folleto británico “Más allá de la historia oficial. La verdadera historia de las
Falklands/Malvinas”. Buenos Aires: EUDEBA.

● Alegato Ruda ante el III Subcomité de Descolonización de Naciones Unidas.


https://www.cancilleria.gob.ar/userfiles/ut/1964_-_alegato_ruda.pdf

● Límite Exterior de la Plataforma Continental Argentina. Presentación Parcial Revisada ante


la ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental. 2016. Resumen Ejecutivo.
https://www.un.org/Depts/los/clcs_new/submissions_files/arg25_rev/ARG_PR_Resumen
_Ejecutivo_SP.pdf

● Organización de las Naciones Unidas (ONU). Declaración 1514 (XV) de Naciones Unidas.
Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales. 14 de
diciembre de 1960. Disponible en https://undocs.org/es/A/Res/1514(XV)

● Organización de las Naciones Unidas (ONU). Resolución 2065 (XX) de Naciones Unidas.
Cuestión de las Islas Malvinas. 16 de diciembre de 1965. Disponible en https://undocs.org
/es/a/res/2065(XX)

Créditos
Autor/es: Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio
de Educación de la Nación.

Cómo citar este texto:

Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio de


Educación de la Nación (2022). Clase 1 ¿Por qué las Malvinas son argentinas? Malvinas en las
escuelas: memoria, soberanía, democracia. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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189. Malvinas en las escuelas: memoria, soberanía y democracia

Clase 2. Malvinas en la historia argentina

Introducción
Hola colegas, ¿cómo andan?

Bienvenidas y bienvenidos a nuestra segunda clase.

En el primer encuentro, recorrimos los argumentos argentinos para sostener el reclamo de


soberanía: los argumentos históricos, los geográficos y los antecedentes jurídicos. En esta segunda
clase, las y los invitamos a repensar la importancia política y cultural que las Malvinas tuvieron en
la historia política argentina antes de la guerra de 1982.

Cuando se utiliza la expresión la “cuestión Malvinas” se hace referencia al entramado diplomático,


histórico y jurídico que sustenta la posición argentina para reclamar la soberanía. Cuando
hablamos aquí de la “causa Malvinas”, hacemos referencia al modo en que las islas Malvinas
(dentro de un variado conjunto de manifestaciones políticas, culturales y sociales) se fueron
transformando en un símbolo asociado con la identidad nacional.

En esta clase nos interesa pensar, entonces, cómo fue construida la “causa Malvinas” desde el
siglo XIX hasta el conflicto bélico de 1982, y mostrar algunas marcas de esta historia en la
escuela. ¿Qué connotaciones, además de las ligadas al reclamo diplomático, quedaron asociadas
a lo largo del tiempo con el enunciado “las Malvinas son argentinas”? ¿A qué «Argentina»
aludieron distintas tradiciones políticas cuando hicieron suyo ese enunciado? ¿Cómo se
constituyeron las islas Malvinas en un símbolo de la identidad nacional? ¿Qué relación podemos
pensar entre la “causa Malvinas” y la escuela?

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Antes de avanzar con algunas de estas tradiciones, los invitamos a escuchar a Atahualpa
Yupanqui recitando los versos de “La hermanita perdida”, un poema que compuso en
París en la década del setenta y que con el tiempo se transformó en emblemático.

Disponible en https://youtu.be/-6-HWbczzj0

Repasemos algunos casos paradigmáticos de la larga historia de la “causa Malvinas” que también
pensaron a la islas con algunas de las claves presentes en el poema de Yupanqui: la patria como
una familia (“hermanita vuelve a casa”); el antiimperialismo (“un rubio tiempo pirata”); el amor
por aquel territorio (“te va llegando el saludo permanente de la patria”).

1. José Hernández y la tradición federal: Malvinas como símbolo de un despojo.

2. Paul Groussac y la tradición liberal: Malvinas entre la «civilización y la barbarie».

3. Alfredo Palacios: Malvinas como símbolo del americanismo.

4. En el campo nacional y popular: Malvinas como índice de una emancipación inconclusa.

Hacia el final de la clase indagaremos la relación entre esta historia y la enseñanza de Malvinas
en la escuela hasta 1982.

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1. José Hernández y la tradición federal: Malvinas como símbolo de un
despojo
Antes de la ocupación ilegítima de las islas por parte del Reino Unido, las Malvinas fueron la sede de
un proyecto político forjado por un grupo de civiles que, en línea con el nuevo escenario histórico
surgido a partir de la Revolución de Mayo y la Declaración de la Independencia, pretendían
incrementar su población, desplegar un conjunto de actividades comerciales y desarrollar una vida
en común. Un momento fundamental de este proyecto fue la Declaración de la Comandancia Política
y Militar de las islas Malvinas en 1829, y nombramiento de Luis María Vernet en ese cargo. Tanto la
creación de la Comandancia como la designación de Vernet fueron solemnemente celebradas en las
islas. Así narraba este acontecimiento en su diario en las islas María Sáez, esposa de Luis Vernet:

30 de agosto. Muy buen día de Santa Rosa de Lima, por lo que determina Vernet tomar hoy
posesión de las islas en nombre del Gobierno de Buenos Aires. A las doce se reunieron
todos los habitantes, se enarboló la bandera Nacional, a cuyo tiempo se tiraron veintiún
cañonazos, repitiéndose sin cesar el vivas a la Patria. Puse a cada uno en el sombrero cintas
con los dos colores que distinguen nuestra bandera.

Un año más tarde, nacería Malvina Vernet, hija de Luis Vernet y María Sáez. Se
consolidaba así este proyecto, que como dijimos confería un rol fundamental a
civiles, entre ellas, a las mujeres. De María Sáenz a las mujeres civiles que
participaron de la guerra de Malvinas, pasando, como veremos más abajo, por María
Cristina Verrier, puede reconstruirse la historia de la «causa Malvinas» a través del
protagonismo de las mujeres.

Este proyecto quedó trunco con la usurpación británica, que fue inmediatamente protestada. Pero,
a la par del reclamo diplomático, se fueron creando, ya en el siglo XIX, las condiciones de posibilidad
de una reflexión sobre Malvinas estrechamente relacionada con los debates y conflictos que tenían
lugar en el continente. Uno de los primeros intelectuales y políticos que intervino en estas discusiones
fue, ni más ni menos, que José Hernández, quien luego se convertiría en el autor de Martín Fierro.

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En noviembre de 1869, Hernández fundó el periódico El Río de la Plata, del que fue propietario y
redactor. Este periódico, opositor al gobierno de Sarmiento, daba un gran despliegue a los temas
sociales, sobre todo a uno que después sería clave en la producción literaria de Hernández: el gaucho.
En él publicó una serie de notas dedicadas a Malvinas, que se le ocurrieron cuando se enteró de que
su amigo Augusto Lasserre regresaba de un viaje a las Islas.

Lasserre, oriundo de Paraná, Entre Ríos, era un oficial de marina de la Confederación Argentina
que en esos años había solicitado su pase a retiro para no participar en el cruento desenlace de
las luchas internas en el país. Debido a su prestigio, la agencia de seguros marítimos de la Marina
Mercante Italiana lo contrató y lo comisionó en un viaje a Malvinas para realizar los peritajes sobre
la pérdida del buque Perú. El oficial aprovechó el viaje para evaluar el archipiélago en sus aspectos
geopolíticos, económicos, poblacionales y geográficos. Ese material cobró forma de una carta
dirigida a José Hernández. Los días 19, 20 y 21 de noviembre de 1869 esas cartas aparecieron
publicadas en El Río de la Plata.

Redactor: José Hernández.

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Editor responsable: Juan Recalde.
Fue clausurado por Domingo Faustino Sarmiento.
El diario enarbolaba fundamentalmente banderas de autonomía municipal, abolición de
contingentes de fronteras y elección popular de jueces de paz, comandantes militares y
consejeros escolares. “El Río de la Plata” se editó en un formato tipo sábana y consta de un
pliego, aparecía por la mañana. Juan Recalde figuraba como regente y editor. Fuente: El
Periodista José Hernández / Jorge Eduardo Padula Perkins.
Disponible en Hemeroteca Digital Biblioteca Nacional Mariano Moreno:
https://catalogo.bn.gov.ar/F/?func=direct&doc_number=001186969&local_base=GENER

Los textos de Lassarre fueron antecedidos por algunos escritos de Hernández en los que explicaba
las razones de su publicación. Allí, el autor de Martín Fierro cuestionaba la usurpación británica
señalando que el quebrantamiento de la integridad territorial argentina constituía no solo una
violación de un derecho político o civil sino también de una “ley de naturaleza”:

Se concibe y se explica fácilmente ese sentimiento profundo y celoso de los pueblos por la
integridad de su territorio, y que la usurpación de un solo palmo de tierra inquiete su existencia
futura, como si se nos arrebatara un pedazo de nuestra carne. La usurpación no sólo es el
quebrantamiento de un derecho civil y político; es también la conculcación de una ley natural
(Hernández, 2006, p. 25).

La violación de la integridad territorial generaba tanto la privación del ejercicio de un derecho


como la generación de un estado de indefensión permanente, puesto que la ocupación constituía
una amenaza continua respecto a eventuales nuevas usurpaciones de las que podría ser objeto
nuestro país:

Los pueblos necesitan del territorio con que han nacido a la vida política como se necesita del
aire para la libre expansión de nuestros pulmones. Absorber un pedazo de su territorio es
arrebatarle un derecho, y esa injusticia envuelve un doble atentado, porque no solo es el
despojo de una propiedad, sino que es también la amenaza de una nueva usurpación. El
precedente de injusticia es siempre el temor de la injusticia, pues si la conformidad o la
indiferencia del pueblo agraviado consolida la conquista de la fuerza, ¿quién le defenderá
mañana contra una nueva tentativa de despojo o de usurpación? (Hernández, 2006, p. 26).

20
Esta cita de José Hernández es representativa de una nueva concepción sobre el concepto de
“patria” dentro del pensamiento argentino, que está en las antípodas del ideario de Juan Bautista
Alberdi, quien en su libro Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República
Argentina sostenía que “la patria no es el suelo”. Desde su perspectiva, el suelo americano existía
desde hacía mucho tiempo, mientras que solo teníamos “patria” desde 1810. A partir de allí, queda
planteado el debate. ¿Hay que asociar la patria con elementos como el suelo, la lengua, las
costumbres, etc.? ¿O la patria consiste, simplemente, en el acuerdo con el conjunto de leyes que
determinan la vida en común de una nación, es decir, con el contrato social? En otras palabras: ¿la
patria son las costumbres, el paisaje, la lengua, o alcanza para ser patriota con respetar lo que
dice la Constitución?

La gravedad del asunto era tal que Hernández no descartaba que algún día el pueblo argentino se
organizara para “reconquistar las islas”, ya que “allí donde ha habido un desconocimiento de la
integridad territorial hemos presenciado siempre los esfuerzos del pueblo damnificado por llegar
a la reconquista del territorio usurpado” (Hernández, 2006, p. 26).

La importancia del texto de Hernández es doble:

● Por un lado, revela que la cuestión Malvinas era un tema que se discutía en la agenda
política y no estaba exclusivamente ligada con los ámbitos diplomáticos del siglo XIX
argentino.

● Por otro lado, las Malvinas aparecen caracterizadas como el testimonio de un despojo y,
por lo tanto, como una metáfora que encierra las injusticias que sufren todos aquellos que
han sido víctimas de la usurpación de un derecho.

De esta manera, la intervención de Hernández inaugura una tradición interpretativa por la cual
las Malvinas serán significadas no solo con la figura del despojo territorial, sino también como
sinónimo de un despojo contra los intereses populares. Se generan así las condiciones para
propiciar una identificación entre el reclamo por Malvinas y el reclamo contra otras injusticias
sociales. Más aun cuando en la argumentación de Hernández la violación de la integridad territorial
está también asociada con el descuido y el desinterés de los gobernantes frente a esta situación.
De este modo, el reclamo de Malvinas quedará vinculado con un reclamo popular contra una
injusticia cuya responsabilidad no solo cabe a una nación extranjera sino también a los dirigentes

21
locales.

2. Paul Groussac y la tradición liberal: Malvinas entre la civilización y la


barbarie
Para el liberalismo argentino, el Reino Unido representaba uno de los paradigmas de la
“civilización”, en tanto identificaba a esa nación como la precursora del “libre mercado” y de un
orden político cuyo diseño institucional –heredero de la “Gloriosa Revolución”–, pretendía
mostrarse atento al cuidado de las libertades civiles. Como muestran una serie de ensayos de
autores que van de Alberdi a Joaquín V. González, para el liberalismo político argentino Gran
Bretaña era, junto a Francia y los Estados Unidos, uno de los “faros” de la “civilización”.

Juan Bautista Alberdi fue uno de los más destacados intelectuales y políticos de la
generación romántica del 37. Si bien es autor de una profusa obra, Bases... (1852) es
su libro más importante, ya que allí fundamenta e incluso ofrece un boceto de lo que
será la Constitución argentina de 1853.
Joaquín Víctor González fue un destacado intelectual y político riojano. Sin ser su
ideólogo, defendió como Ministro del Interior y Justicia del segundo gobierno de Roca
la Ley de Residencia (1902); propuso el Código Nacional de Trabajo (1904), que no fue
aprobado; esbozó el primer proyecto de voto universal y obligatorio (1902) y
acompañó a la ley Saénz Peña (1912). Años antes, fundó la Universidad Nacional de La
Plata (1905). Entre sus escritos sobresalen La tradición nacional (1888) y El juicio del
siglo (1910).

No obstante, al interior de la tradición liberal argentina surgió un libro destacado que defendía los
derechos de soberanía argentina sobre las islas Malvinas. Nos referimos a Les îles Malouines,
escrito por Paul Groussac, un intelectual nacido en Francia. Publicado en 1910 con motivo de la
celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, el ensayo ofrece múltiples evidencias para
sustentar las razones que la diplomacia argentina venía interponiendo al Reino Unido desde 1833.
En algunos casos incorpora nuevos elementos de análisis, y, en ocasiones, redistribuye los énfasis
de la argumentación esgrimida por la diplomacia argentina. Por este motivo, es interesante

22
detenerse en algunos de los puntos del ensayo para comprender de qué modo el enunciado “Las
Malvinas son argentinas” pudo ser defendido desde la tradición liberal.

Edición facsimilar tomada de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares 1936, a cargo de


la Biblioteca Nacional de Maestros en 2015. Disponible en:
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005671.pdf

La operación central del libro consiste en inscribir la cuestión Malvinas en los términos en los que
la tradición liberal ha pensado al conflicto político argentino: civilización y barbarie. Esto apunta a
dos planos: el interno y el externo. En el plano interno, Groussac trata de mostrar (incurriendo en
un equívoco historiográfico, ya que Juan Manuel de Rosas no gobernaba la Confederación en el
momento de la usurpación) que la pérdida de las Malvinas sólo podía comprenderse a partir de
ascenso del rosismo al poder:

Se ha dicho, y todo el mundo lo repite, que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
Esto no es más que una vana palabra, una paradoja peligrosa, como la mayor parte de estos
dichos ingeniosos en que la forma prevalece sobre el fondo. Sería más verídico decir que el
pueblo que se ha rebelado bajo los buenos gobiernos se prepara por eso a inclinar la nuca bajo
los malos. Los bonaerenses no merecían, por cierto, a Rosas —ni siquiera al Rosas ese, todavía
embozalado, del tiempo que nos ocupa—; pero era necesario que fuesen castigados por haber
desconocido a Rivadavia quien, con todos sus errores y quimeras, significaba la civilización que

23
intenta detener a la barbarie. (Groussac, 1934)

Groussac argumenta que la pérdida de las Malvinas debe atribuirse a la “barbarie” denunciada por
la tradición liberal del siglo XIX. A la inversa, el argumento sostiene que sólo una nación que ha
encarado el rumbo prescrito por la “civilización” estaría en condiciones de recuperar las islas.

La otra dimensión del operativo crítico de Groussac tiene que ver con el plano externo, porque lo
que trata de demostrar es que, frente a las numerosas razones que asisten a la Argentina para
reclamar la soberanía de las islas Malvinas, la posición británica se sustenta pura y exclusivamente
en el uso de la fuerza. Pero, como en toda “nación civilizada” —según el canon liberal—impera la
ley, se sigue de la argumentación de Groussac que la postura británica respecto a Malvinas está
más cerca de la barbarie que de la civilización. Dicho de otro modo, lo que argumenta Groussac
en su ensayo es que, en relación con la cuestión Malvinas, Argentina —y no Gran Bretaña—
sostiene las razones acordes con los ideales de la civilización.

Esto permite, por último, detectar otra operación crítica, implícita a lo largo del ensayo. Si
intentamos rastrear las fuentes que utiliza, pronto nos damos cuenta de que la obra se alimenta
en gran medida de fuentes británicas. Esta importante presencia de fuentes británicas en el ensayo
puede interpretarse de dos modos, que conviven en el texto, aun cuando son, en algún sentido,
contradictorias.

Por un lado, el respeto de esas fuentes puede ser interpretado como límite ideológico y político
del ensayo: más allá de la crítica a la postura británica, el texto no desmentiría la confianza que le
merecen las fuentes que provienen de este origen. Pero, al mismo tiempo, hay un intento de
hacerle decir a estas fuentes lo que sus intérpretes británicos no han dicho, a saber, que las
Malvinas son argentinas y no británicas. En este intento de resignificación conviven, pues, la crítica
de una cultura prestigiosa con la imposibilidad de poner en cuestión su centralidad.

En síntesis: la intervención de Groussac resulta significativa por varias razones.

● En primer lugar, su libro es uno de los primeros ensayos históricos que ofrece una defensa
sistemática de los reclamos argentinos de soberanía y porque para ello brinda nuevos
análisis que refuerzan los argumentos diplomáticos defendidos por nuestro país desde
1833.

● Además, expresa el impacto que sigue teniendo el clivaje “civilización y barbarie” en el

24
siglo XX argentino, para inscribirse en una tradición polémica por la cual pronunciarse
sobre Malvinas implica poner en juego qué tipo de proyecto de nación se acepta y cuál
se rechaza.

3. Alfredo Palacios: Malvinas como símbolo del americanismo


Alfredo Palacios fue un socialista en algún sentido heterodoxo. Desde su temprana ruptura con
Juan B. Justo, líder del Partido Socialista en Argentina, desarrolló un perfil propio en el que
combinaba la preocupación por la cuestión social, el espiritualismo y el latinoamericanismo,
elementos que permitieron que se constituya en uno de los referentes del reformismo
universitario de 1918.

En relación con Malvinas, su intervención consistió en retraducir con el lenguaje “idealista” y


“americanista” del reformismo universitario algunos de los tópicos heredados de la tradición
liberal. Ello se ve en tres intervenciones de Palacios:

● En 1934 impulsó una ley por la cual ordenaba, por un lado, traducir la obra de Paul
Groussac Les îles Malouines al español, y, por otra, distribuir un compendio de la misma
obra en las escuelas para que se convierta en un insumo para la enseñanza. A través de
estas dos iniciativas, Palacios popularizó un libro que permitió enseñar a muchos docentes
por qué las Malvinas son argentinas.

● En 1939 creó la Junta de Recuperación de las islas Malvinas. Su acción más destacada
consistió en la convocatoria a un concurso para crear un himno a las islas Malvinas, el cual
finalmente consagró como ganadora a la Marcha de las Malvinas compuesta por Carlos
Obligado (letra) y José Tieri (música), una canción cuya melodía seguimos oyendo en las
escuelas y en los actos conmemorativos referidos a Malvinas (y en los estadios de fútbol
donde muchas hinchadas readaptaron su melodía para alentar a sus equipos).

● En 1934 Alfredo Palacios publicó un libro –reeditado en 1946– sobre la historia de la


usurpación de las islas: Las islas Malvinas, archipiélago argentino. Allí retoma los
argumentos de Groussac, pero, a partir de un tono antiimperialista e idealista:

El Imperio Británico es el equivalente de lo que fue el Imperio Romano. Ha fundado en el mar

25
su poderío y ha extendido sus redes sobre la tierra, basado en métodos comerciales, en
procedimientos colonizadores y en los medios de comunicación. Pero no debe olvidar
Inglaterra que existe un poder de índole más alta, que entraña los intereses universales del
hombre y de sus impulsos de crecimiento y perfección. Y ese, precisamente, es el poder cuyos
gérmenes encarnan nuestro país (Palacios, 1934).

Por otra parte, uno de los aportes de este libro consiste en captar la relación entre la intrusión
norteamericana en Malvinas a través del episodio de la Lexington, y la usurpación británica: “La
actitud inconcebible de Estados Unidos incitó a la Gran Bretaña a atropellar nuestros derechos,
violando la soberanía argentina con el empleo de la fuerza” (Palacios, 1934).

Alfredo Palacios. Las Islas Malvinas Archipiélago Argentino.


Editorial Claridad, 1934.

Finalmente, otro rasgo que se corresponde con el universo ideológico forjado al calor del
reformismo universitario es la apelación a los jóvenes: “Con este libro, alegato en defensa de
nuestro derecho, pretendo conseguir que los jóvenes argentinos no olviden que hay en la patria
una tierra irredenta”. La asociación de las islas con la figura de la tierra “irredenta” hacía referencia
a otro tópico del espiritualismo, a saber, la figura del “ideal”. Liberar a las Malvinas se convertía
así en un ideal a transmitir para las nuevas generaciones.

Entre el espiritualismo reformista y la deuda con la tradición liberal argentina (con Groussac y
también con Sarmiento), Palacios compone un libro que se reivindica socialista porque identifica
la “causa Malvinas” con las causa de aquellos cuya fuerza reside en el derecho.

26
4. En el campo nacional y popular: Malvinas como índice de una
emancipación inconclusa
La crisis económica de 1929 mostró los límites del modelo agroexportador y el golpe de Estado de
1930 inauguró una crisis de legitimidad política profunda. En este contexto, ensayistas que a la vez
eran militantes políticos comenzaron a advertir que una de las razones fundamentales de la crisis
nacional tenía que ver con la estructura política, social y económicamente dependiente del país
respecto de las principales potencias extranjeras, particularmente en ese entonces, Inglaterra.

Entre estas nuevas voces se destacaron las de quienes conformaron la Fuerza de Orientación Radical
para la Joven Argentina, FORJA, integrada por un grupo de radicales disidentes con la línea política
acuerdista dentro del Partido Radical impulsada por Alvear en 1935, en el contexto del golpe de
Estado sostenido a partir de elecciones fraudulentas –proceso que la memoria colectiva recuerda
como la “década infame”–. FORJA estuvo integrada, entre otros, por intelectuales y militantes de la
talla de Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Homero Manzi, algunos de los cuales acompañaron
y asumieron fuertes compromisos políticos –no exentos de conflictos– con los gobiernos de Juan
Domingo Perón en la década del cuarenta.

¿Cuáles fueron los aportes de FORJA en este nuevo escenario político y social? Uno de ellos aparece
claramente en la obra de Raúl Scalabrini Ortiz, quien realizó un análisis de la dimensión económica
del fenómeno imperialista. Scalabrini Ortiz concebía al imperialismo como un dispositivo económico-
político por el cual un pueblo se veía sustraído de los instrumentos que le permitían desarrollarse a
pleno y apropiarse del conjunto de las fuerzas productivas de la nación: los ferrocarriles, el dominio
del comercio exterior, el control del valor de la moneda, los recursos naturales, etc. Del caso más
estudiado por Scalabrini Ortiz, los ferrocarriles, se desprendía una grave conclusión: aquello que
había sido interpretado como símbolo de “civilización” por las elites políticas e intelectuales liberales,
en realidad era todo un símbolo de la dependencia que aquejaba a la Argentina, ya que la política
ferroviaria había contribuido a acercar el mercado local al mercado inglés, pero no a integrar a la
nación. Y lo que la tradición historiográfica liberal presentaba como un agente de civilización, los
capitales ingleses, en realidad no eran más que la apropiación ilegítima del trabajo y de los recursos
de los argentinos. La nacionalización de los ferrocarriles, por esta razón, se imponía como condición
de posibilidad para desmontar estos mecanismos que preservaban un estatuto colonial para la
economía y la sociedad argentinas.

27
Por otra parte, y a tono con lo que se denominó “revisionismo histórico”, (un movimiento
historiográfico heterogéneo desde el punto de vista ideológico, pero que se unificaba bajo la
consigna de revisar críticamente la “historia oficial”), FORJA denunció la complicidad de las élites
políticas locales, es decir, a la “oligarquía”, con los intereses británicos. En efecto, según FORJA, para
entender la dependencia económica y social de la Argentina respecto al “imperialismo británico”
había que remontarse a 1824, cuando el gobierno unitario que tenía como figura central a
Bernardino Rivadavia contrajo un empréstito con la banca Baring Brothers. Ese empréstito es
considerado el punto de partida de una alianza perdurable entre las clases dirigentes argentinas y
los intereses imperialistas, que se prolongaron hasta el siglo XX y que la crisis del treinta había puesto
al desnudo. Se trataba, desde la perspectiva de FORJA, de una alianza por la cual la dirigencia política
local, en aras de perseguir el “progreso”, resignaba en gran medida la consecución de la “soberanía
nacional”.

Según esta tradición política y cultural la usurpación británica de las islas Malvinas significaba ni más
ni menos que la prueba contundente de una dominación política y económica que también tenía
sede en el país, pero que resultaba enmascarada por un profundo operativo de colonización cultural.
Por lo tanto, recuperar las islas Malvinas se inscribía dentro de un proyecto político que demandaba
liberar a toda una nación de su estatuto semi-colonial.

28
Volante de FORJA

Texto: Instituto Movilizador, Juntas Reguladoras, Coordinación de Transportes, Pacto Roca, Política
Petrolífera. Son otras tantas “Islas Malvinas” que la Oligarquía entregó al Capitalismo Inglés.

Este diagnóstico quedaba plasmado en la consigna fundacional de FORJA: “Somos una Argentina
colonial: queremos ser una Argentina libre”. En uno de los volantes repartidos por sus militantes
durante un acto llevado a cabo el 9 de diciembre de 1937, para oponerse a la instalación de un
monumento al funcionario inglés George Canning, considerado agente del imperialismo y
fundador de un “nuevo coloniaje”, podía leerse lo siguiente:

Cien años después, la obra de dominación inglesa ha quedado completada y perfeccionada:


Ingleses son los medios de comunicación y transporte. Inglesas las empresas monopolizadoras
del comercio exterior. Inglesas en su mayor parte las empresas de servicios públicos. Inglesas
las más grandes estancias de la República. Inglesas las mejores tierras de la Patagonia. Inglesas
todas las grandes tiendas. Inglesas todas las empresas que rinden dinero y están protegidas
por el Gobierno Argentino. Inglesas son las voluntades que manejan la moneda y el crédito
desde el Banco Central. Inglesas son las directivas a que obedece nuestra política exterior e
interior. Inglesas “son” las Islas Malvinas y las Orcadas. Los designios de Canning se han
cumplido. Los negocios ingleses se han conducido y se conducen con “habilidad”. ¡POR ESO
CANNING TIENE UNA ESTATUA EN BUENOS AIRES! Ciudadano: Reflexione que tal esclavización
de un pueblo [...] operada arteramente durante un siglo por Gran Bretaña, sólo ha sido posible
por la permanente y traidora entrega del país realizada por nuestra oligarquía. En
consecuencia, nuestra lucha de argentinos debe ser doble: contra el enemigo extranjero que
invade y contra el enemigo de adentro que entrega. Y mientras el fascismo intenta la
sustitución del coloniaje británico por el de otras potencias, y el marxismo trabaja por destruir

29
la Revolución Nacional, las direcciones de la Unión Cívica Radical, empecinadas en su
oportunismo electoralista, se oponen a la línea de intransigencia y de luchas argentinas.

Este folleto ofrece de manera clara el diagnóstico que realiza FORJA sobre la situación de nuestro
país en los años treinta: la Argentina sería un país semi colonial, cuyas fuerzas productivas son
usufructuadas por el imperialismo en alianza con las clases dirigentes locales. Liberar a la nación,
pues, no es liberar a una “clase”, sino a todo su conjunto, porque es la nación entera la que sufre
el asedio imperialista. Muchas de estas ideas, inspiradas en el dirigente político peruano Haya de
la Torre (quien había sostenido que el imperialismo, en América Latina no era, como creía Lenin,
la última etapa del capitalismo, sino la primera) tuvieron un enorme impacto en la cultura militante
y revolucionaria argentina de los años sesenta y setenta.

Ejemplo de este impacto fue la célebre operación de «Los cóndores». En el contexto abiertamente
represivo inaugurado por la dictadura de Juan Carlos Onganía, dieciocho jóvenes, entre los que se
contaban estudiantes, obreros, sindicalistas y periodistas, la gran mayoría militantes peronistas y
nacionalistas, secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas, un Douglas DC-4 que realizaba el
vuelo de cabotaje 648 con destino a Río Gallegos. Los “Cóndores” desviaron su rumbo y horas más
tarde lo hicieron aterrizar en las islas Malvinas. Dardo Cabo, en aquel momento dirigente sindical
de la UOM, y María Cristina Verrier, periodista del semanario Panorama, lideraban este grupo.

Dardo Manuel Cabo, 25 años, periodista y metalúrgico.


María Cristina Verrier, 27, periodista y autora teatral. Verrier tuvo un rol central en la
operación por sus contactos con el personal de Aerolíneas, con la revista Panorama
(en donde trabajaba como periodista) y en la búsqueda de financiamiento y recursos.

30
La Operación, que estaba planeada para octubre de 1966 como recordatorio del movimiento
peronista proscripto, se adelantó al 28 de septiembre de ese año, coincidiendo con la visita oficial
a la Argentina de Felipe de Edimburgo, príncipe consorte de Inglaterra, que ese día tenía previsto
un partido de polo en el Hurlingham Club con la presencia de Onganía.

Los “Cóndores” creían que esa visita ofrecía el marco político propicio para que cobrara resonancia
pública la acción que estaban preparando. En efecto, el significado político de la acción era claro:
en un contexto donde el peronismo estaba proscripto, sus militantes más activos, aquellos que
provenían de la Resistencia peronista, iban a demostrarle al país que, mientras los militares
recibían con total beneplácito a las autoridades inglesas, solo el pueblo iba a ser capaz de plantar
la bandera argentina en las Malvinas.

Tras el aterrizaje, y luego de izar la bandera argentina, los Cóndores emitieron un segundo
comunicado donde explicaban quiénes eran y por qué habían decidido realizar la Operación:

[Somos] Una generación que asume sin titubeos la responsabilidad de mantener bien alto el
pabellón azul y blanco de los argentinos, y que prefiere los ‘hechos a las palabras’. La
responsabilidad de nuestra soberanía nacional siempre fue soportada por nuestras FF.AA. Hoy
consideramos que le corresponde a los civiles en su condición de ex soldados de la nación
demostrar que lo aprendido en su paso por la vida militar ha calado hondo en sus espíritus,
pues creemos en una patria justa, libre y soberana.

O concretamos nuestro futuro o moriremos con nuestro pasado.

De este modo, los Cóndores se presentaban como parte de una nueva generación política,
nacionalista, popular, peronista, que venía a tomar las banderas de la soberanía política y la
independencia económica, y a relevar a los militares que hasta allí se habían proclamado como los
custodios “legítimos” de los intereses nacionales, sin lograrlo. Malvinas aparecía así como el
símbolo de una nación proscripta, pero al mismo tiempo como la prueba contundente de que la
liberación de las clases populares y la de la nación en su conjunto eran dos aspectos inseparables
de un mismo movimiento.

La iniciativa de los Cóndores generó un gran impacto en la opinión pública y concitó un notable
apoyo popular. Así lo demuestran las manifestaciones callejeras acontecidas entre el 28, 29 y 30
de septiembre de 1966 y las declaraciones de apoyo de diversas voces sindicales, como la Unión
Obrera Molinera, Personal de Gas del Estado, Petroleros del Estado (SUPE), Luz y Fuerza,

31
Trabajadores de Transporte, FOECYT, portuarios, el Gremio de la Carne, entre otros sindicatos.

Imagen aparecida en el Diario Crónica el 29-09-66. Archivo BCN.

Los “cóndores” fueron neutralizados en las islas y enviados al territorio continental argentino.
Onganía ordenó que se los detuviera en Ushuaia. Dardo Cabo estuvo casi tres años detenido, y en
prisión contrajo matrimonio con Cristina Verrier. Años más tarde, fue asesinado por la última
dictadura militar.

Finalmente, y más avanzado el siglo XX, Jorge Abelardo Ramos, un intelectual y político surgido de
las filas del trotskismo, y que había interpretado al peronismo como un movimiento nacional y
popular, retomaba en algún sentido el legado de FORJA. Así, en su Historia de la Nación
Latinoamericana, Ramos defendía una tesis célebre: que el proyecto político sustentado por los
procesos independentistas de América del Sur tenía como objetivo principal construir una nación
suramericana común sin la cual se tornaba imposible sostener una experiencia política e histórica
basada en la autonomía. Sin embargo, tempranamente, y por la acción del imperialismo británico
en complicidad con las oligarquías locales, este proyecto fundacional había sido objeto de un
proceso de “balcanización”, es decir, de fragmentación y disgregación interna, que condicionó
severamente las bases del programa independentista:

El triunfo del parasitismo oligárquico, que requiere para continuar en el poder la


fragmentación de la Nación Suramericana, se revela esencial al dominio imperialista, lo mismo
que la formación de un sistema de partidos políticos domados, una “inteligencia” colonizada

32
y un aparato cultural que, en el caso de la Argentina, adquiere una fuerza semejante al de una
fuerza de ocupación.

Desde esta perspectiva, pues, la “causa Malvinas” es considerada ya no únicamente el punto de


partida para la liberación nacional sino también para la emancipación de todo un continente
“balcanizado”. Las Malvinas se constituían así en un punto clave para sostener la fraternidad
suramericana y para plantear un proyecto político basado en el desarrollo autónomo, la
integración regional y la justicia social.

5. Malvinas y la Escuela: de la nacionalización de las masas a la guerra


Para finalizar esta clase, podríamos preguntarnos qué relación hay entre estas ideas y discursos
sobre Malvinas que circularon en distintos espacios culturales y políticos de nuestro país y la
enseñanza de Malvinas en la escuela.

Para responder a esta pregunta, hay que tener en cuenta que la escuela constituyó, a partir de
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, un poderoso dispositivo que contribuyó a producir una
identificación con los símbolos patrios entre distintas generaciones. Esto se produjo a través de
determinadas propuestas curriculares, ligadas especialmente con la historia, la geografía y la
formación ciudadana, como así también por medio de un conjunto de rituales ligados a las
efemérides.

Malvinas, entonces, se inscribió como un capítulo destacado en la historia de la “enseñanza de la


patria” transmitida en sede escolar. Sin embargo, vale tener en cuenta, quizás para matizar la idea
generalizada que sostiene que ha sido la escuela el factor excluyente de transmisión de la “causa
Malvinas”, que su inscripción en la currícula escolar es mucho más tardía que el reclamo
diplomático por la soberanía de las islas —que se ejerce desde 1833—. Cuando esta inscripción
ocurrió, a mediados del siglo XX, Malvinas ya tenía amplias connotaciones políticas y culturales
para distintas tradiciones políticas e ideológicas argentinas. De este modo, podemos decir que la
escuela toma este tema de la sociedad, y lo retraduce y potencia a través de sus propios lenguajes
curriculares y sus formas de transmisión de la patria por la vía de las efemérides.

El ingreso de Malvinas en las temáticas escolares ocurre principalmente a partir de la reforma

33
escolar de 1941, y su introducción está fuertemente mediada por el compendio de Les îles
Malouines que, como vimos, llega a las escuelas por iniciativa del diputado socialista Alfredo
Palacios, quien impulsa una ley para que se traduzca la obra al español y se la difunda a través de
la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares en todos los institutos de enseñanza del país.
Ciertamente, el lenguaje y la tradición escolar mediatizará y recodificará estas ideas, que
comenzarán a poblar la mayoría de los libros y manuales escolares de Historia, Geografía e
Instrucción Cívica, es decir, las áreas curriculares que desde el “normalismo” habían sido
privilegiadas para pensar la identidad nacional.

Esta rápida recodificación puede verse en un ejemplo que impacta por su poder de síntesis: el
manual Obreritos, publicado en 1953 para la educación primaria, que en línea con el compendio
de Groussac presenta los argumentos clásicos sostenidos por el Estado nacional en el reclamo por
la soberanía en las islas. En el capítulo “Las Malvinas son argentinas”, afirma:

Las Malvinas son argentinas. Lo fueron siempre. Forman parte de nuestro territorio. Por
debajo del mar se continúan naturalmente con nuestro suelo. Cuando nuestro país declaró su
libertad, heredó todos los derechos que España tenía sobre las islas. En varios casos envió
expediciones y designó un gobernador en ellas. En 1833, sin embargo, tropas inglesas se
instalaron por la fuerza en esa parte de nuestro territorio. Los pocos soldados argentinos que
había en las Malvinas no pudieron impedir ese atropello. Pero la Patria jamás renunció ni
renunciará a sus derechos.

Hoy y siempre, los niños de la Nueva Argentina deben decir: ¡Las Malvinas son nuestras!

¡Y será un día de júbilo para todos cuando la bandera azul y blanca vuelva a ondear en ellas!

Una vez hecho su ingreso en sede escolar, la presencia de Malvinas en las áreas curriculares se
incrementará junto con la intensificación de los reclamos diplomáticos. Durante los años sesenta,
cuando la diplomacia argentina conseguía que Naciones Unidas reconozca que la ocupación
inglesa en las islas constituía una rémora colonialista, a las escuelas llegaban circulares que
instaban a tratar en el aula la cuestión de la soberanía de las islas.

34
Obreritos. Libro de
lectura para segundo
grado.
Luisa F. de García.
Editorial Kapeluz.
1953.

Disponible en: https://ilustracion.fadu.uba.ar/2016/05/12/libro-obreritos/

Del mismo modo, la inscripción de Malvinas en las áreas curriculares tuvo su correlato en los
rituales escolares. Para que esto ocurra resultó decisiva la sanción en diciembre de 1973 de la Ley
20.561, que establecía el día 10 de junio como "Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos
sobre las Islas Malvinas y Sector Antártico”. El proyecto, presentado por Alberto María Fonrouge,
rememoraba la designación en 1829 del primer gobernador en las islas Malvinas, Luis Vernet e
instaba a que:

...los establecimientos de enseñanza de todos los ciclos del Estado y particulares, unidades y
oficinas de las Fuerzas Armadas, sedes judiciales y dependencias de la Administración Pública
dentro y fuera del territorio, [organizaran] actos alusivos, dictándose al efecto clases
especiales y conferencias en las que señalarán los antecedentes históricos, la legitimidad de
los títulos argentinos y la forma en que ella se ejercita en el sector austral. Asimismo y como

35
protesta simbólica contra las agresiones sufridas por la República, se dispone embanderar e
iluminar obligatoriamente todos los edificios donde funcionen dependencias oficiales.

De este modo, pasada la mitad del siglo XX, la presencia de Malvinas en la escuela a través de sus
específicas formas de intermediación (áreas curriculares y rituales escolares) dialogaba
fluidamente con un conjunto de razones que habían convertido a las islas en una “causa nacional”,
según vimos en esta clase, a través de distintas tradiciones políticas argentinas.

A su vez, la importancia de Malvinas en la escuela no solo tenía que ver con las normas y
resoluciones estatales que la colocaban en el centro de la agenda escolar, sino también con la
denuncia recogida por algunas voces políticas y culturales argentinas desde la década del treinta
en torno al carácter “dependiente” de la Argentina.

Finalmente, la importancia de Malvinas en la escuela dialogaba con el significado que había


asumido como “causa nacional” para el pueblo argentino, especialmente porque el deseo social
de recuperar las islas funcionaba como una metáfora para articular otras demandas sociales en un
contexto donde comenzaba a generalizarse la percepción de que el destino de la nación argentina,
tras recurrentes crisis políticas y económicas, parecía extraviado.

Algunas reflexiones
¿Qué conclusiones podemos sacar de este repaso por las tradiciones políticas argentinas? En
primer lugar, que el enunciado “las Malvinas son argentinas” ha sido sostenido por distintas
tradiciones políticas, muchas de ellas en conflicto.

La tradición liberal del siglo XIX inscribió a Malvinas dentro del clivaje “civilización y barbarie” y
esta tradición fue sincretizada por el socialismo de Palacios en clave del antiimperialismo del
reformismo universitario.

Desde el siglo XIX también se remonta la mirada que asocia a Malvinas con un despojo. La tradición
inaugurada por Hernández, por la cual “Malvinas” será el símbolo que invita a reclamar por un
derecho usurpado llega con suma vitalidad al siglo XX, y sus ecos pueden apreciarse en la canción
de Yupanqui “La hermanita perdida”, que invitamos a escuchar al comienzo de la clase.

El nacionalismo popular entendió, finalmente, que Malvinas era otro signo evidente de la

36
dependencia argentina y que, por ello, se tornaba necesario iniciar una lucha por la cual la
liberación de las islas constituía la liberación de toda la nación. Jorge Abelardo Ramos retoma estas
ideas pero bajo una clave histórica que se proyecta no solo a la Argentina sino a toda la “nación
suramericana”.

La escuela retradujo a sus propios lenguajes curriculares y a los rituales ligados con las efemérides
buena parte de estas razones, y en virtud de ello, la enseñanza de Malvinas constituyó, desde
mediados del siglo XX, un capítulo destacado de la “enseñanza de la patria” en sede escolar.

Nos vemos en el próximo encuentro, en el que nos dedicaremos a reflexionar sobre lo sucedido
durante la guerra de Malvinas en el año 1982, en el contexto del terrorismo de Estado.

¡Ojalá hayan disfrutado la clase!

Actividades

Foro de la clase 2

Las voces y tradiciones revisadas muestran que Malvinas fue un tema recurrente para pensar
la Argentina, al punto que funcionó en algunos casos como una metáfora de la nación.

1. Les proponemos buscar y compartir en este espacio frases, imágenes, poemas,


canciones, dibujos, películas, grafitis, etc. que sirvan para mostrar el lugar que Malvinas
sigue teniendo en la cultura política argentina.
2. Propongan un uso de ese recurso en el aula.
3. Por último respondan con qué voces, tradiciones políticas o idearios de las que vimos
en la clase 2 lo relacionarían.

Les pedimos que lean las participaciones de sus colegas para no repetir los recursos y las
reflexiones (que deben ser producciones personales y vincularse a los contenidos de las clases).

Nos leemos

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Bibliografía
● Equipo “Educación y memoria” (2014). Pensar Malvinas. Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación.

● Guber, R. (2001). Por qué Malvinas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

● Groussac, P. (1934). Las Islas Malvinas. Buenos Aires: Congreso de la Nación.

● Hernández, J. (2006). Las islas Malvinas. Buenos Aires: El corregidor.

● Jauretche, A. (1962). FORJA y la década infame. Buenos Aires: Peña Lillo.

● Palacios, A. (1934). Las islas Malvinas, archipiélago argentino. Buenos Aires: Claridad.

● Ramos, J. A. (2011). Historia de la Nación Suramericana. Buenos Aires: Peña Lillo.

Créditos
Autor/es: Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio
de Educación de la Nación.

Cómo citar este texto:

Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio de


Educación de la Nación (2022). Clase 02. Malvinas en la historia argentina. Malvinas en las escuelas:
memoria, soberanía, democracia. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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189. Malvinas en las escuelas: memoria, soberanía y democracia

Clase 3. La guerra de Malvinas

Introducción
Bienvenidos y bienvenidas colegas, ¿cómo andan? Dedicaremos esta tercera clase a uno de los
episodios más dolorosos de nuestra historia reciente: la guerra de Malvinas ocurrida en el año 1982.

Una manera posible de introducirnos en este tema tan complejo es partiendo de la palabra (escrita
o en forma de testimonio) de soldados. De todos modos, conviene tener en cuenta aquí que no hay
una única manera, ni siquiera en el colectivo de ex combatientes, de comprender esta experiencia
límite, la de la guerra de Malvinas. Asimismo, dado que desde la posguerra hasta la actualidad, con
un gran incremento en las últimas dos décadas, han aparecido numerosos ensayos, novelas, cuentos,
documentales e incluso películas del género ficción que intentan abordar la guerra de Malvinas, en
esta clase solo podemos ofrecer una selección. De todos modos, hacia el final, en la bibliografía,
mencionamos libros y películas que consideramos muy valiosos para seguir trabajando estos temas.

En primer lugar, los invitamos a escuchar el testimonio del ex soldado Sergio Delgado,
cuyo relato ofrece el hilo conductor de un documental que tiene un nombre
controvertido: No tan nuestras (2005), dirigido por Ramiro Longo. Nos interesa el tramo
del capítulo 2 (“11 de junio”), en el que se escuchan dos voces: la de Sergio Delgado, ex combatiente y
protagonista del documental, y la del capitán Luis Assar. En este tramo del documental se cuentan los
últimos días de la guerra, cuando se produjeron las batallas en Monte Longdon y Monte Dos Hermanas.

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Disponible en: https://youtu.be/5VNptbkrWZI (Especialmente desde minuto 28:40 hasta 50:49)

El fragmento del capítulo que hemos visto nos vuelve a recordar que, cuando hablamos de la guerra,
estamos hablando de una experiencia límite. Pero también nos muestra un contrapunto: por un lado,
la voz del capitán Assar, cuyo discurso se sostiene enteramente en su pertenencia institucional, y
para quien la guerra es la última razón de la formación militar; por otro, la voz del protagonista del
documental, el ex soldado Delgado, que no habla en nombre de ningún colectivo, ni siquiera en
nombre de una agrupación de combatientes, y para quien la guerra es la experiencia límite donde se
mezclan el pánico, las voces de los ingleses, la muerte del compañero de trinchera y la esperanza de
sobrevivir. Todo ello dicho en algunos tramos con algunas dosis de humor, lo que supone un enorme
trabajo de reelaboración de una experiencia tan dura como la guerra. Lo interesante del documental,
más allá de su título, es que abre la pregunta acerca de las distintas representaciones de la guerra
que se dieron en este ciclo de cuatro décadas de democracia ininterrumpida.

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La otra voz que nos parece pertinente para dar inicio a esta clase es la carta del
maestro Julio Cao a sus estudiantes de tercer grado de la escuela 32 de Gregorio
Lafferrere (Pcia. Bs As), que invitamos a leer aquí:

Puerto Rivero, 29 de abril de 1982

A mis queridos alumnos de 3ro D:


No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en
Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera. Espero que
ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y
vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos
lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas. Y
ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder. Chicos, quiero que sepan
que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando;
cuando me duermo sueño que estoy con ustedes. Quiero que se pongan muy contentos porque su
maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con
ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.
Afectuosamente Julio
Disponible en: https://www.educ.ar/recursos/111187/carta-de-julio-cao-maestro-y-soldado

Como puede apreciarse, la carta ofrece una voz distinta a la de Delgado. Es la voz de un maestro que
está convencido en asumir su “deber de soldado” (Cao se alistó voluntariamente en las tropas que
pelearon en la guerra de Malvinas) y que, a través de la carta, construye un diálogo con sus
estudiantes en plena guerra, donde moriría pocos días después. Como hipótesis, podemos pensar la
carta de Cao como un intento del maestro por prolongar la escena escolar en el contexto límite de la
guerra, con el objetivo de transmitir a sus estudiantes que Malvinas atesora nombres (como el de
Rivero, que encabeza la carta) y expectativas (queda cerca del “país de los cuentos”, dice la carta)
que definen un horizonte utópico para argentinas y argentinos.

En la clase anterior, analizamos cómo diferentes tradiciones políticas habían hecho suyo el enunciado
“Las Malvinas son argentinas” y cómo se inscribió históricamente la enseñanza de Malvinas en la
escuela. Las islas servían como punto de encuentro, incluso para quienes tenían visiones diferentes
sobre la nación. ¿De qué modo la guerra impactó sobre este imaginario colectivo? ¿Cómo evocar en
democracia el horizonte utópico que se transmite en la carta de Cao, muerto en combate, sin soslayar
el testimonio de ex soldados como Delgado, signado por el dolor, la muerte y la ausencia? En esta

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clase, estas preguntas se plantean pero quedan abiertas, porque su respuesta forma parte de una
tarea colectiva. Pero un buen punto de partida para elaborar esta respuesta colectiva consiste en
pensar bajo qué condiciones históricas y políticas lo que fue –y es– considerada como una “causa
justa” de los argentinos, devino, en 1982, en una guerra. En síntesis, se trata de pensar las siguientes
preguntas:

¿En qué contexto se desarrolló la guerra? ¿Cómo reaccionó la sociedad? ¿Cómo operaron los
medios de comunicación? ¿Quiénes fueron a la guerra y cómo vivieron esa experiencia?

La guerra en el contexto del terrorismo de Estado


La guerra de Malvinas fue el conflicto bélico más importante que el país libró durante el siglo XX
(recordemos que durante el siglo XX la Argentina también participó en operativos militares en el
contexto de la guerra del Golfo en 1990). Su complejidad obedece a distintos motivos. Por un lado,
fue producto de la decisión de una dictadura cívico-militar que venía implementando desde 1976 una
política represiva sistemática caracterizada como “terrorismo de Estado”. Por otro lado, despertó
entusiasmo y activó cierto estado de movilización, al menos en los días posteriores al desembarco,
en buena parte de la sociedad, incluso en grupos opositores al gobierno militar. Y al mismo tiempo,
se trataba de una reivindicación justa que hundía sus raíces en la historia argentina, ya que el reclamo
de la soberanía en Malvinas, como venimos viendo, es de larga data.

Para comprender esta complejidad, es necesario recordar el contexto histórico que hizo posible este
conflicto. El 24 de marzo de 1976, un golpe cívico militar derrocó a la presidenta constitucional María
Estela Martínez, viuda de Perón. Las Fuerzas Armadas, que conducían el autoproclamado Proceso de
Reorganización Nacional, instalaron una Junta de Comandantes en Jefe que designó a Jorge Rafael
Videla, Jefe del Ejército, como presidente. Con la excusa de enfrentar a la guerrilla armada, los
golpistas implementaron la metodología represiva del terrorismo de Estado. Los “enemigos” del
régimen, los “subversivos” según los militares, eran activistas sindicales y políticos, dirigentes
sociales, religiosos y estudiantiles, referentes sociales y culturales. Es que el objetivo estratégico que
tenía la dictadura era el de rediseñar el mapa social y económico de la Argentina, y para ello, las redes
sociales construidas durante décadas fueron cortadas y sus referentes desaparecidos/as,
asesinados/as, apresados/as o condenados/as a la soledad, el exilio o el silencio.

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Los organismos de derechos humanos estiman que durante el terrorismo de Estado desaparecieron
aproximadamente treinta mil personas. Además de las desapariciones, el sistema represivo
clandestino fue complementado por el férreo control de los distintos aspectos de la vida cotidiana
de los ciudadanos y ciudadanas. Merced a este golpe brutal, la economía argentina pasó de un
modelo de acumulación de corte productivo a otro netamente especulativo y financiero.

La “subversión” era calificada como anti argentina, pero esa no fue la única apelación al nacionalismo
que hizo la dictadura cívico-militar. En 1978, el Campeonato Mundial de Fútbol, disputado en nuestro
país, fue concebido propagandísticamente como la ocasión para mostrar al mundo el “verdadero”
rostro de los argentinos, alejado de las denuncias por violaciones a los derechos humanos que
circulaban en el exterior.

A principios de la década del ochenta, las consecuencias económicas negativas de la apertura


económica y la desindustrialización comenzaron a tornarse evidentes y el descreimiento hacia la
dictadura se extendió entre distintos sectores. A seis años de la toma del poder, las Fuerzas Armadas
se enfrentaban a un contexto político interno difícil con varios frentes de conflicto: la creciente
actividad sindical y la crisis económica, las denuncias por violaciones a los derechos humanos, y los
reclamos de la recientemente creada Multipartidaria, entre otros.

Este clima de descontento social confluyó el 30 de marzo de 1982 en la importante movilización


opositora convocada por la CGT (Confederación General del Trabajo), en el marco de una huelga
general lanzada contra la dictadura bajo el lema “Pan, paz y trabajo”. Aunque los manifestantes no
pudieron cumplir con su objetivo de llegar a Plaza de Mayo, fue una demostración importante de
desacuerdo con la dictadura que terminó con más de mil quinientos detenidos. La consigna de “Se
va a acabar/ se va a acabar/ la dictadura militar” parecía cerca de materializarse.

Por otro lado, a nivel internacional continuaba la escalada en el conflicto diplomático entre la
República Argentina y el Reino Unido en torno a las Malvinas, como consecuencia de la ruptura a
principios de marzo de las negociaciones secretas por la soberanía de las islas del Atlántico Sur que
venían desarrollando sin mayores avances ambos países y, sobre todo, a causa del conflicto desatado
en las islas Georgias del Sur.

Tres días después de la huelga general del 30 de marzo, la atención pública fue acaparada por una
noticia inesperada: el 2 de abril una fuerza conjunta argentina desembarcó en las cercanías de Puerto

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Argentino y recuperó las islas luego de breves combates que produjeron un muerto entre los
argentinos, Pedro Giachino, Capitán de Fragata acusado por diversos testigos de haber participado
en la represión clandestina durante la última dictadura.

Según plantea el Informe Rattenbach (un documento elaborado por una comisión creada a fines de
1982 para analizar el desempeño de las Fuerzas Armadas durante la guerra, sobre el cual volveremos
hacia el final de la clase), la decisión del desembarco fue inicialmente tomada por la Junta Militar con
el objetivo de forzar al gobierno británico a negociar. Pero los militares argentinos no previeron ni la
ofensiva militar inglesa ni el apoyo norteamericano al Reino Unido. Hay que recordar aquí que
Margaret Thatcher, Primer Ministro británica, entrevió que un triunfo militar podía contribuir a
saldar la crisis política interna que su gobierno atravesaba.

Como sea, aún hoy sigue causando perplejidad que el régimen más violento y criminal de la historia
argentina haya intentado apropiarse de la “causa Malvinas”. De algún modo, el poema “Gurkas” del
poeta y excombatiente Gustavo Caso Rosendi, publicado en su libro Soldados (Ministerio de
Educación de la Nación, 2009), expresa esta perplejidad al tiempo que condensa la complejidad de
este período. Les proponemos leer el poema antes de seguir avanzando con la clase.

Gurkas

Mercenarios de perfil bajo

(los únicos que los vieron ya no están)

Cuchillos fantasmales

cortando los sueños

¿Pero acaso nosotros

no veníamos del país de

las picanas sobre panzas embarazadas?

¿Quién le tenía que tener

miedo a quién?

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Una tapa de diario
La tapa del 30 de marzo de 1982 del Diario Crónica condensa y gráfica de una manera sumamente
interesante este clima de conflictividad social.

Les proponemos mirar detenidamente esta primera plana a partir de algunas preguntas: ¿Qué titulares
permiten dar cuenta del clima de época? ¿Qué noticias hablan de la crisis que empezaba a erosionar a la
dictadura? ¿Qué otras de lo que empezaba a suceder con el tema Malvinas? ¿Con qué palabras el diario
Crónica, que siempre se reconoció como “malvinero”, menciona el creciente conflicto de Malvinas? ¿Con
qué otras noticias de la vida cotidiana conviven estos temas tan complicados y dolorosos? Los invitamos a
mirar con detenimiento las imágenes que acompañan la noticia principal: qué contrapunto construyen las
dos fotos, la del líder sindical Saúl Ubaldini y la de la Plaza de Mayo vallada; qué dice la bandera que aparece
detrás de Ubaldini.

Esta primera plana nos permite visualizar la complejidad de aquel momento: por un lado, la crisis económica
de la dictadura y la movilización de los trabajadores, y, por otro lado, los signos de la escalada en el conflicto
diplomático entre la República Argentina y el Reino Unido en torno a las Malvinas.

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La reacción social
En líneas generales puede decirse que la sociedad reaccionó en apoyo a la recuperación de las islas,
aunque hay que señalar que quienes rechazaban la maniobra militar o simplemente entreveían un
desenlace sombrío –a medida que se desarrollaron los hechos, este sector se tornaría cada vez más
numeroso–, tenían escasas chances para manifestar públicamente sus disidencias.

Hubo movilizaciones espontáneas y organizadas en diferentes lugares del país. Aunque este apoyo
tenía sus matices: algunos apoyaban la causa anti-imperialista (la posibilidad de denunciar, a través
de Malvinas, la dependencia colonial frente a Inglaterra) pero se oponían al gobierno militar; otros
no distinguían entre una cosa y otra; y otros veían que esta causa les permitía volver a la calle para
hacer política. Las consignas en las plazas revelan estas divergencias: algunos carteles decían “Viva la
Marina” y otros “Las Malvinas son de los trabajadores y no de los torturadores”.

Las Malvinas y los desaparecidos

El 30 de abril de 1982, al conmemorarse los cinco años de la primera ronda, las Madres de Plaza de Mayo se
manifestaron con una frase que hizo historia: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. La
consigna estaba en sintonía con las que sostenían algunos grupos de exiliados argentinos, que buscaban
expresar un posicionamiento que lograra al mismo tiempo rechazar la ocupación colonial británica de las
Malvinas y repudiar los crímenes de la dictadura cívico-militar. La consigna dejaba planteado un problema muy
hondo: ¿cómo la misma sociedad que produjo el enunciado “Las Malvinas son argentinas”, con sus profundas
implicancias anti-imperialistas, había sido también capaz de crear la figura del “desaparecido”?

Fuente: Imagen de la ronda de Madres de Plaza de Mayo (abril de 1982): “Las Malvinas son argentinas, los

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desaparecidos también”. Archivo General de la Nación/ Amadeo Becquer Casabelle

El apoyo de la población se concentró, sobre todo, en el grueso de los soldados que estaban siendo
enviados a Malvinas, en su mayoría conscriptos de las clases 1962 y 1963. Venían de diferentes
provincias y de distintas clases sociales, algunos eran universitarios y otros apenas sabían leer y
escribir. Muchos de ellos se habían escolarizado en la escuela pública y allí habían aprendido el “amor
por la patria” y que las Malvinas eran argentinas.

La población empaquetó y envió donaciones para estos jóvenes; niñas, niños y adolescentes
enviaron, desde las escuelas, cartas de apoyo, dirigidas a un genérico “Soldado Argentino”.

En el territorio continental argentino, los combates de la guerra del Atlántico Sur se experimentaron
de modo diferenciado en las distintas regiones del país. Los habitantes de las ciudades patagónicas,
que convivían con bases aéreas o eran asiento de unidades, vivieron una fuerte militarización de su
vida cotidiana debido a las precauciones propias de la organización de la Defensa Civil. Muchos aún
recuerdan las salidas de las escuadrillas, los oscurecimientos y la angustia al ver que los aviones que
regresaban eran menos que los que habían salido.

Algunos testimonios al respecto pueden verse en los créditos del capítulo 3 de la serie Pensar
Malvinas, “Ingleses en la radio”, entre el minuto 23:10 y el 24:30. Los invitamos a visualizarlos antes
de seguir con la clase.

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Disponible en: http://www.encuentro.ar/programas/serie/8176/2348?start=

Por otro lado, en provincias como Chaco, Corrientes y Misiones, por poner tres ejemplos, la cantidad
de soldados que fueron en proporción a su población provocó una preocupación extendida ya que
eran muchos los que tenían un hijo, un sobrino, un nieto o un amigo que había sido convocado.
Finalmente, en algunos importantes centros urbanos las noticias de corte triunfalista que emitían los
medios de comunicación incidieron notablemente en el modo de experimentar la guerra.

Asimismo, muchos familiares de los soldados vivieron horas de intensa y dramática movilización.
Como cuenta Dalmiro Bustos en el libro El otro frente de guerra “Los padres no nos quedamos quietos.
Por el contrario: formamos nuestro propio ejército. Un ejército de paz, para respaldar a nuestros
hijos”.

El conflicto bélico
En el transcurso de abril de 1982, más de diez mil soldados consolidaron las posiciones argentinas en
las islas Malvinas. Se trataba de un terreno difícil e inhóspito. Buena parte del suelo, compuesto de
turba, dejaba filtrar el agua rápidamente y anegaba los pozos donde los soldados vivían y asentaban
sus puestos de lucha. Como vimos, la conducción militar argentina no previó que tres días después
del desembarco, una fuerza de tareas, la más grande constituida por Gran Bretaña desde La Segunda

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Guerra Mundial, se dirigió a las islas. Desde el punto de vista de los soldados argentinos, esa
imprevisión tuvo importantes consecuencias en las deficiencias de suministros, abrigos y equipos que
sufrieron muchos, sobre todo aquellos desplegados en las zonas más alejadas con respecto a la
capital de las islas.

Si bien no se puede generalizar, ya que hubo situaciones diferentes respecto a las unidades que
sirvieron en Malvinas, el Informe Rattenbach describe en sus conclusiones un panorama muy crítico
en términos de conducción y planeamiento, salvo para algunas unidades especialmente entrenadas
o equipadas. En la isla Gran Malvina, por ejemplo, la guarnición argentina de Puerto Howard quedó
prácticamente aislada cuando comenzó el bloqueo británico, a finales de abril.

A lo largo de ese mes hubo una febril actividad diplomática. La República Argentina cosechó
importantes adhesiones entre sus naciones hermanas latinoamericanas. Sin embargo, si uno de los
presupuestos de la conducción militar argentina era que Estados Unidos se mantendría prescindente
(debido a la colaboración argentina en las políticas norteamericanas en América Central, sobre todo
brindando apoyo a los contras nicaragüenses), a finales de ese mes las dudas se despejaron: Estados
Unidos declaró su apoyo a Gran Bretaña.

A finales de abril, los británicos expulsaron a los argentinos de las islas Georgias del Sur, y el ataque
sobre el archipiélago de Malvinas fue inminente. Tiempo antes, habían establecido una zona de
exclusión, dentro de la cual atacarían a las naves y aeronaves argentinas consideradas beligerantes.

El 1° de mayo de 1982, aviones británicos bombardearon el aeropuerto de Puerto Argentino,


mientras que sus naves de guerra cañoneaban las posiciones en los alrededores de la población. El 2
de mayo, fuera de la zona de exclusión que los mismos británicos habían establecido, el submarino
Conqueror torpedeó y hundió al crucero argentino ARA General Belgrano: murieron 323 de sus
tripulantes y se hundieron también las últimas posibilidades de negociar alguna salida diplomática al
conflicto. Unos días después, aviones argentinos devolvieron el golpe: lanzaron un misil Exocet que
hundió al crucero Sheffield. Los ingleses desplazaron sus barcos al Estrecho de San Carlos, que
separaba ambas islas, y finalmente el 21 de mayo desembarcaron al Noroeste de la Isla Soledad.
Durante muchos días, la aviación argentina bombardeó tenazmente los barcos británicos pero no
pudo impedir el desembarco, que fue enfrentado en su momento inicial por una pequeña fuerza de
tropas terrestres. Hasta finales de mayo, el protagonismo en las noticias por las que el grueso de los
argentinos siguió la guerra lo tuvo la aviación, que enfrentó en un combate tecnológicamente

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desproporcionado a la flota británica, granjeándose el reconocimiento de sus compatriotas y de sus
propios adversarios.

Mientras se desarrollaba este combate aeronaval, el cerco sobre las islas se estrechó, y las
condiciones de vida de los soldados argentinos empeoraron, ya que tuvieron que sumar a las
deficiencias alimentarias y al frío que avanzaba, la tensión propia de un ejército inmovilizado a la
espera de ser atacado mientras era bombardeado diariamente.

Las fuerzas británicas, batallones de elite de marines y paracaidistas avanzaron rumbo a Puerto
Darwin, donde se produjo una violenta batalla entre el 27 y el 28 de mayo que, luego de una aguerrida
resistencia de las tropas argentinas, culminó con la rendición masiva de la guarnición nacional. Desde
allí, se desplegaron rápidamente a campo traviesa rumbo a los cerros que rodean Puerto Argentino,
donde se encontraban las posiciones defensivas de las tropas argentinas, atacadas diariamente,
ahora también desde tierra.

Entre el 10 y el 14 de junio se produjeron intensos combates en muchos de los cerros que rodean el
puerto: Monte Longdon, Monte Two Sisters, Wireless Ridge, Monte Tumbledown. Fueron breves
pero duros enfrentamientos en pésimas condiciones climáticas, en general por la noche, y luego de
demoledores bombardeos por tierra, mar y aire. Como resultado, los británicos quedaron
controlando las alturas que rodeaban a la población, mientras que los argentinos se replegaban y
concentraban en los alrededores de Puerto Argentino. El gobernador militar Mario Benjamín
Menéndez firmó el cese del fuego ante el jefe británico el 14 de junio de 1982. La guerra de Malvinas
produjo la muerte de 649 argentinos durante su desarrollo, y heridas a otros 1063. Murieron,
asimismo, 255 británicos.

Los soldados argentinos, en su condición de prisioneros de guerra, permanecieron en las islas


Malvinas unos días más (en el caso de algunos oficiales y soldados, hasta julio), concentrados en el
aeropuerto hasta que fueron embarcados de regreso al territorio continental argentino; primero
llegaron a los puertos patagónicos y luego fueron devueltos a sus guarniciones y hogares. En la
mayoría de los casos en condiciones de semiclandestinidad, con la orden expresa de no hacer
declaraciones a la prensa y no contar lo que habían vivido a sus familiares, lo que generó uno de los
mayores traumas de la posguerra.

Por último, el trágico final de la guerra no fue del todo previsto por la población que seguía su

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desarrollo a través de los medios masivos de comunicación. En verdad, la información durante la
guerra de Malvinas no escapó a las condiciones generales de la dictadura. Al severo control de la
prensa que existía desde el golpe de Estado se agregó la censura típica de todo conflicto armado. Sin
embargo, los medios contribuyeron en gran medida a exacerbar el triunfalismo impulsado desde el
gobierno militar. De este modo, el rápido desenlace y la falta de información previa (o su
concentración en los éxitos de la aviación) crearon en aquel momento en gran parte del público
argentino la sensación de que las islas habían caído sin combatir.

Se escatimaron así muchos elementos para conocer el sacrificio, la valentía y la entrega de los jóvenes
soldados (conscriptos, suboficiales y oficiales). De todos modos, además de indagar en el rol de los
medios y preguntar por qué mintieron, hay otro interrogante igualmente necesario: qué condiciones
existían en la sociedad para que esas mentiras hayan sido creíbles.

Línea de tiempo
2 de abril. Fuerzas militares argentinas desembarcan en la isla Soledad y recuperan el control de las
islas Malvinas.
3 de abril. Fuerzas militares argentinas toman el control de las islas Georgias. Naciones Unidas
aprueba la Resolución 502 que reclama el fin de las hostilidades, el retiro de tropas y el reinicio de
las negociaciones diplomáticas entre Argentina y el Reino Unido por el litigio de soberanía englobado
en el concepto “La cuestión Malvinas”.
7 de abril. El general Mario Benjamín Menéndez asume como gobernador de las islas Malvinas,
Georgias y Sandwich del Sur.
10 de abril. Multitudinaria movilización a Plaza de Mayo, que tiene réplicas en otras localidades del
país, en ocasión a la llegada del diplomático norteamericano Alexandre Haig.
25 de abril. Los ingleses recuperan el control de las islas Georgias. El teniente de navío Alfredo Astiz,
responsable de gravísimos delitos contra la humanidad, firma la rendición sin presentar batalla.
1 de mayo. Comienzan los ataques británicos en Malvinas. Fuerzas aéreas inglesas bombardean en
cuatro ocasiones Puerto Argentino.
2 de mayo. El Crucero General Belgrano es atacado fuera del área de exclusión delimitada por los
ingleses por el submarino Conqueror. Mueren 323 argentinos. 790 tripulantes serían rescatados en
las horas sucesivas.
4 de mayo. Aviones navales argentinos hunden al destructor inglés Sheffield.
21 de mayo. Desembarcan las tropas inglesas y establecen una cabecera de playa en el Puerto San

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Carlos. Hay combates aéreos y terrestres que se prolongan hasta el día siguiente.
27-28 de mayo. Las tropas inglesas avanzan sobre Darwin y Pradera del Ganso.
11-12 de junio. Después de combates sumamente intensos, las tropas británicas toman Monte
Harriet, Dos Hermanas y Monte Longdon.
13 de junio. Tropas británicas toman Monte Tumbledown, Wireless Ridge y Monte William.
14 de junio. Menéndez pacta el cese del fuego.
15 de junio. Tras el anuncio del cese del fuego y retiro de tropas, se produce una movilización en
Plaza de Mayo de repudio a los militares argentinos, que será duramente reprimida. Los
manifestantes también repudian a los medios de comunicación.
17 de junio. Cae la Junta Militar conformada por Galtieri, Lami Dozo y Anaya.

Para una línea de tiempo exhaustiva respecto a los antecedentes del conflicto del Atlántico Sur y de
las negociaciones diplomáticas, sugerimos ver los capítulos II, III, IV, V de la segunda parte
(“Antecedentes del conflicto”) del Informe Rattenbach (parágrafos 35-570).

Veteranas: una historia silenciada

Las mujeres también fueron protagonistas de la Guerra de Malvinas: como instrumentistas quirúrgicas y
enfermeras; como personal a bordo de aviones que trasladaban heridos de las islas al territorio continental;
como oficiales o personal de buques mercantes con tareas logísticas; o como parte de operaciones de
inteligencia.

Sólo recientemente comenzaron a visibilizarse estas historias. En 2012, la Resolución 1438 del Ministerio de
Defensa reconoció las actuaciones de varias de estas mujeres y las filió históricamente con Manuela Pedraza
y Juana Azurduy. 30 años después del conflicto bélico, un documento oficial comenzaba a mirar la guerra con
otras lentes que las asociadas con estereotipos masculinos.

Compartimos aquí el material “Veteranas: una historia silenciada”, elaborado por el Programa Educación y
Memoria en el marco de la colección “El género de la Patria”. Una propuesta para abordar la guerra de
Malvinas desde una mirada de género

52
Disponible en: https://www.educ.ar/recursos/151292/veteranas?from=150888

El informe Rattenbach
La Junta Militar creó la CAERCAS (Comisión de Análisis y Evaluación de Responsabilidades en el
Conflicto del Atlántico Sur), que produjo el Informe Rattenbach. Las conclusiones de esta comisión
fueron lapidarias. Un resumen de los errores cometidos en la conducción política y militar se
encuentra en el capítulo VIII (parágrafos 737-787) del Informe Final, titulado significativamente “Las
causas de la derrota”. Allí se distinguen fallas de orden político, en el planeamiento, en la conducción
y en la elección de la oportunidad.

Informe Rattenbach - Comisión de Análisis y Evaluación de Responsabilidades del Conflicto del


Atlántico Sur.

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Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/defensa/archivos-abiertos/centro-de-documentos-
digitalizados/informe-rattenbach

Entre las fallas de orden político, se mencionan (parágrafo 759), entre otras cosas, (i) no haber
evitado ni intentado neutralizar el incidente en las islas Georgias del Sur, que determinó la premura
en el desembarco; (ii) no haber calibrado la reacción británica; (iii) decidir el desembarco en
condiciones de alta improvisación; (iv) no haber prevenido las acciones diplomáticas del Reino Unido,
que concitaron grandes apoyos durante la guerra; (v) no acatar la Resolución 502 de la ONU que
solicitaba el retiro de las tropas para restablecer las negociaciones, conduciendo así a una guerra
inevitable con un pronunciado aislamiento internacional; (vi) no aprovechar oportunidades para el
cese del fuego, como las negociaciones con Estados Unidos, la propuesta de Perú y la negociación
con las Naciones Unidas.

Entre las causas de la derrota en el orden del planeamiento, se enumera, entre otras, que (i) se dejó
de lado el plan original de tomar las islas, como si la guerra hubiera sido, en lugar de la recuperación
de las islas por la vía de la negociación, el objetivo final de la Junta; (ii) se adelantó indebidamente el
desembarco, justo en el momento más desfavorable en términos climáticos, con una importante
fracción de soldados acostumbrados a climas de otras latitudes, a meses de que el Reino Unido
decidiera el retiro de parte de su Marina de Guerra de las Islas a causa de la crisis económica, etc.;

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(iii) la premura en el desembarco generó un alto nivel de improvisación y condicionó el planeamiento
estratégico de defensa, atribuyendo en general a los comandos tareas inadecuadas.

Entre las fallas de conducción que señala el Informe, se destacan (i) la inexistencia de una conducción
centralizada, lo que dificultó la organización de la toma de decisiones y la obediencia en la cadena de
mandos; (ii) que no haya existido una acción conjunta desarrollada entre las Fuerzas, lo que
constituye un caso insólito en la historia moderna de las guerras; (iii) el hecho de que los graves
errores en la Guarnición militar Malvinas tuvieron que ver con una conducción deficiente de parte
del Gobernador Menéndez, quien privilegió las tareas civiles antes que la organización de la defensa
militar y no se hizo debidamente presente ante las tropas antes y durante los ataques británicos; (iv)
existió un total desconocimiento, por ende, de las condiciones físicas, anímicas y espirituales de la
propia tropa como de las posiciones británicas a partir de mayo de 1982.

Finalmente, no menos lapidarias resultan las fallas que el Informe detecta en la oportunidad en que
se encaró la guerra, ya que (i) el país vivía una severa crisis interna, de índole económica, política y
social; (ii) la posición internacional de la Argentina estaba siendo cuestionada por la violación de los
derechos humanos; (iii) Argentina mantenía un conflicto latente con Chile, país con el que
verdaderamente tenía una hipótesis seria de conflicto, y no con el Reino Unido; (iv) las relaciones del
país con los países No Alineados estaban deterioradas por el apoyo de la dictadura a los golpes de
Estado en los países centroamericanos, con el destacado ejemplo de Nicaragua; (v) al adelantarse el
desembarco, el equipamiento no estaba acondicionado, las tropas no estaban en su totalidad lo
suficientemente adiestradas y, como se dijo, se eligió la peor época del año.

De aquí que el informe concluya que (parágrafo 787):

“La oportunidad libremente fijada por la Junta Militar para la recuperación de los archipiélagos del
Atlántico Sur, benefició directamente al enemigo”.

Asimismo, la determinación de las responsabilidades que delimita el Informe a partir de las fallas
enumeradas son amplias, graves y recaen mayormente en la Junta Militar y en el staff diplomático:
conducir al país a una guerra para la cual no estaba preparado, no realizar una apreciación integral
de la situación, no generar las condiciones diplomáticas necesarias para la consecución del objetivo
político ni bloquear las consecuencias que se siguieron por no obtenerlo, generar un alto desprestigio
en la Fuerza, incrementar la crisis interna que se pretendía tramitar, escoger un momento inoportuno

55
para la guerra. Así, lo que el Informe concluye es que con la guerra se alejó más la posibilidad de
lograr el objetivo de recuperar las islas.

Dentro de este escenario, las mayores penas solicitadas corresponden al titular del Poder Ejecutivo
y Jefe del Estado Mayor Conjunto, el Teniente General Leopoldo Galtieri y al Jefe de la Armada, el
Almirante Jorge Anaya, artículos 737, 740 y 747 del Código de Justicia Militar vigente en aquel
momento. También es grave la pena solicitada al designado Gobernador de las Islas, General de
Brigada Mario Benjamín Menéndez (artículos 736, 737, 740, 742, 751) y al Jefe de la Fuerza Aérea, el
Brigadier Ignacio Lami Dozo (artículos 737, 740). Todos ellos fueron enjuiciados por crímenes de lesa
humanidad. Al civil Nicanor Costa Méndez, en cambio, se le solicita la aplicación del artículo 45 de la
Constitución Nacional.

Estas penas no fueron aplicadas. Sin embargo, en octubre de 1988, Galtieri, Anaya y Lami Lozo fueron
condenados a 12 años de prisión por la Cámara Federal, debido a sus responsabilidades políticas y
militares en la guerra de Malvinas. Pero luego serían indultados por el ex presidente Carlos Saúl
Menem.

El Informe Rattenbach fue censurado por la propia Junta Militar que había encargado su realización.
Por orden de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue desclasificado y publicado en febrero
del año 2012.

Esta clase pretendió repasar lo sucedido en la guerra atendiendo al contexto del terrorismo de Estado
y contando lo sucedido en las islas y en el continente desde diferentes miradas, varios testimonios,
una tapa de un diario, un poema y el Informe Rattenbach.

Esperamos que hayan encontrado en esta clase ideas y materiales que puedan usar en sus clases y
que las y los inspiren para buscar otros que también crean relevantes.

Nos vemos en el próximo encuentro donde nos preguntaremos por la posguerra: qué pasó con
Malvinas en estas décadas de vida democrática; también, por la importancia de la enseñanza de este
tema en las Escuelas.

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Actividad

Foro clase 03

Al principio de la clase contraponemos las voces del Capitán Assar y el


conscripto Delgado como dos formas posibles de entrar a la memoria de la
guerra. ¿En qué se diferencian ambos testimonios? ¿Qué experiencias narra
cada uno? Les proponemos que busquen en su comunidad (educativa,
familiar) alguna memoria de la guerra que pueda ser presentada en el aula
y la resuman en el foro. Además respondan lo siguiente: ¿por qué la
eligieron? ¿cómo trabajarían en clase esa memoria? ¿qué preguntas harían?
¿qué buscarían que los estudiantes rescaten del relato de esa experiencia?

Bibliografía

Libros
● AA.VV. (10 de abril de 2010). Informe Rattenbach. Casa Rosada Presidencia. Disponible en
https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/25773-informe-rattenbach
● Balza, M. (2003). Malvinas. Gesta e incompetencia. Buenos Aires: Atlántida.
● Bustos, D. (1982). El otro frente de guerra. Los padres de las Malvinas. Buenos Aires: Ramos
Americana Editora.
● Cittadini, F. y Speranza, G. (2005). Partes de Guerra. Buenos Aires: Edhasa.
● De Santis, P. (2003) “La marca del ganado”. En Olguín, S., Escritos con sangre. Cuentos
argentinos sobre casos policiales. Buenos Aires: Norma.
● Equipo Educación y Memoria (2014). Pensar Malvinas. Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación.
● Equipo Educación y Memoria (2022). Malvinas en la escuela. Memoria, soberanía y
democracia. Cap. 2, “¿Qué fue la guerra de Malvinas?”. Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación, pp. 35-48. Disponible en
https://www.educ.ar/recursos/158185/malvinas-en-la-escuela-memoria-soberania-y-
democracia

57
● Esteban, E. (1993). Iluminados por el fuego. Confesiones de un soldado que combatió en
Malvinas. Buenos Aires: Sudamericana.
● Fogwill, R. E. (2006). Los pichiciegos. Buenos Aires: Interzona.
● Guber, R. (2001). Por qué Malvinas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
● Ratto, P. (2012). Transfondo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editores.

Películas
FICCIONALES
● Karmin, B. (director). (1984). Los chicos de la guerra. Argentina: K Films, Instituto
Nacional de Cinematografía.
● Olivera, J. (director). (1999). El Visitante. Argentina: Aries Cinematográfica Argentina.
● Bauer, T. (director). (2005). Iluminados por el fuego. Argentina-España: Universidad
Nacional de General San Martín, Gobierno de la Provincia de San Luis, Canal+ España,
San Luis Cine, Gobierno de la Provincia de Santa Cruz, INCAA.

DOCUMENTALES
● Denti, J. (director). (1984). Malvinas, historia de traiciones. Argentina-México.
● Urioste, F. (director). (1996). Hundan al Belgrano. Argentina-Reino Unido: BBC.
● Longo, R. (director). (2005). No tan nuestras. Argentina: Corta La Bocha Cine.
● Cardoso, J. (director). (2005). Locos de la bandera. Argentina: INCAA, Comisión de
Familiares de Caídos en la Guerra de Malvinas.
● Angueira, M. (directora). (2008). Malvinas. 25 años de silencio. Argentina.

58
Créditos
Autor/es: Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio
de Educación de la Nación.

Cómo citar este texto:

Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio de


Educación de la Nación (2022). Clase 3. La guerra de Malvinas. Buenos Aires: Ministerio de Educación
de la Nación.

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189. Malvinas en las escuelas: memoria, soberanía y democracia

Clase 4. Memorias de Malvinas: democracia y ciudadanía

Introducción
Hola colegas ¿cómo andan?

En esta última clase vamos a reflexionar juntos sobre el lugar de Malvinas en estos casi 40 años de
democracia ininterrumpida, un ciclo inédito para la historia de nuestro país. Nos interesa empezar a
plantear algunas preguntas como una forma de empezar a abrir discusiones políticas y pedagógicas.
Por un lado, en esta clase nos detenemos particularmente en la siguiente pregunta:

1. ¿Qué lugar tuvo Malvinas en estas décadas de vida democrática? ¿Cómo se articuló la
relación entre democracia, soberanía y nación?

Pero también, hacia el final de la clase propondremos una reflexión sobre otra pregunta que nos
interesa, y que de algún modo fue sosteniendo cada una de las clases de este curso:

2. ¿Cómo pensar la enseñanza de Malvinas en el presente?

1. ¿Qué lugar tuvo Malvinas en estas décadas de vida democrática?


Para empezar la clase, proponemos mirar dos afiches (con una misma imagen) que permiten leer
algunos de los conflictos de la posguerra. Fueron elaborados por la Comisión Coordinadora Nacional
de Centros Ex combatientes, uno de ellos para convocar a una marcha para el 14 de junio de 1984.
Son piezas gráficas que interpelan fuertemente a la sociedad. El hecho de que esa interpelación
dramática fuera necesaria ya es un indicio de las enormes dificultades que la sociedad argentina tuvo
para elaborar la derrota en la guerra y para reconocer a los excombatientes. La imagen, las palabras
elegidas (en uno de ellos, se retoma el horizonte utópico ligado con Malvinas para reclamar una
“nueva Argentina”; el otro, en cambio, se apela a una frase de San Martín y el lema “sufro por vos
Argentina”) ponen en evidencia un dolor que tuvo serias dificultades para encontrar comprensión,
escucha, palabras, es decir: sentido.

60
”La patria no hace al soldado para que la deshonre con
sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza
de abusar de estas ventajas ofendiendo a los
ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene.”
San Martin

Disponible en: http://imagenes.cedinci.org/index.php/marcha-de-los-ex-combatientes-por-una-nueva-argentina

El historiador Federico Lorenz se pregunta en uno de sus libros: “¿Qué guerra terminó en las islas
Malvinas el 14 de junio de 1982? ¿Qué guerras empezaron ese mismo día?”.

Con estas preguntas, Lorenz recoge un tópico que se convirtió en lugar común para las distintas
organizaciones de ex soldados: que el fin de la guerra significó, a su vez, el comienzo de nuevas
luchas centradas en la búsqueda de reconocimiento social.

El puño cerrado de uno de los soldados, la mano abierta del otro y la frase “sufro por vos Argentina”
ofrecen un indicio de que, al menos para los excombatientes, las luchas por el sentido de Malvinas
implicaron un largo camino.

En este sentido, es necesario tener en cuenta que los responsables de las Fuerzas Armadas, los
mismos que promovieron la guerra, hicieron esfuerzos importantes por denegar la derrota y sus
consecuencias trágicas a través del ocultamiento de los soldados que regresaron de la guerra. En

61
diferentes guarniciones se obligó a los soldados a firmar un documento que los conminaba a
mantener el silencio, lo que en muchos casos implicaba callar los malos tratos recibidos de sus
propios jefes. Estos maltratos, torturas y distintos vejámenes se conocieron tempranamente, pero
recién en 2007 se radicó una causa penal en Tierra del Fuego, donde se acusaba a 70 militares.

Algunas reacciones sociales apenas culminado el conflicto bélico también dan cuenta de la dificultad
para procesar la guerra. En algunos casos, es posible detectar una sensación de anonadamiento y
frustración colectiva que convivía con una fuerte condena a la dictadura. En este sentido, son
representativas las voces que recoge una encuesta callejera realizada por la revista El Porteño en
agosto de 1982 para una nota titulada “El ánimo de los argentinos”. A la hora de expresar el
sentimiento ante la derrota en la guerra hay una palabra que se repite: “defraudado”. “Me siento
defraudado”, dicen hombres y mujeres de diversas edades. Un señor mayor sintetiza esta actitud
social con una metáfora: “nos sentimos peor que si nos hubiera agarrado un sarpullido”.

La revista El Porteño surgió en enero de 1982, apenas unos meses antes de la Guerra de Malvinas. Fundada
y dirigida por el escritor Gabriel Levinas.

62
La combinación entre la decepción y la furia se vislumbró con nitidez en la manifestación que hubo
en Plaza de Mayo apenas anunciado el cese de fuego, el 15 de junio de 1982: mientras un numeroso
grupo, que sería ferozmente reprimido, cantaba “Galtieri, borracho, mataste a los muchachos”, las
cámaras de televisión tomaba el testimonio de un manifestante que simplemente pedía: “no se
rindan”.

Por otra parte, y a pesar de que hubo innumerables actos de solidaridad cotidiana con los soldados
(que se evidenciaba en pequeños gestos, muchos de ellos recordados con gran emoción por los
combatientes), la atención prestada al inicio del Mundial de Fútbol de 1982, sobre todo en algunos
grandes centros urbanos, fue percibida como un signo de indiferencia social. Esto, sumado al hecho
de que varios soldados regresaron al continente “por la puerta de atrás”, provocó una gran
decepción. Así lo testimonia en el libro Partes de guerra el ex soldado Guillermo Huircapán:
“Llegamos el 13 de Junio a Puente Alsina en un buque que ahora creo que se usa para recreo. De
Puente Alsina fuimos hasta el astillero Río Santiago. Me acuerdo bien de la fecha porque comenzaba
el Mundial de España y debutaba la Argentina jugando con Bélgica. Perdió tres a uno. Acá todo el
mundo con el Mundial, no lo podíamos creer. Nosotros llegando de una guerra, cuando todavía había
hermanos nuestros peleando, muriendo en Malvinas, y acá nada”.

Sin embargo, en algunos pueblos del interior, el recibimiento tras los largos días de incomunicación
fue distinto. Cuenta Esteban Bustamante, otro sobreviviente de la guerra, que cuando retornó a su
pueblo natal, Río Muerto, en Chaco, “hicieron un acto en el colegio, con todo el destacamento de
policía y el gobernador. Me decían que era el héroe del pueblo, me seguían los chicos del colegio y
las maestras por todos lados”.

En síntesis, las primeras reacciones en torno a la guerra de Malvinas oscilaban entre el ocultamiento
militar, la conmoción social y el reconocimiento local a los soldados, en un contexto político en el que
la guerra comenzaba a ser asimilada como una “aventura” llevada a cabo por los militares que habían
sido también los responsables de las desapariciones de miles de argentinos.

En este escenario, los combatientes de Malvinas buscarán diferenciarse de las cúpulas militares –en
el afiche, la frase de San Martín justamente opera en este sentido– y también intentarán recuperar
algunos de los sentidos históricos que, tal como vimos en la clase 2, vinculan Malvinas con el anti-
imperialismo, lo que en el afiche aparece resumido con la expresión “Liberación o dependencia”, que
a su vez remitía a la política argentina de los años setenta.

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La incógnita, sin embargo, quedaba planteada: ¿Hasta qué punto la sociedad argentina estaba
dispuesta a escuchar este mensaje luego de la derrota en la guerra? ¿De qué modo, la idea de la
liberación política continental podía imbricarse en un escenario político que comenzaba a articularse
bajo el dilema “autoritarismo o democracia”?

Juan López y John Ward

Los invitamos a ver y escuchar este poema de Jorge Luis Borges. Fue publicado por primera vez en
agosto de 1982. Recoge la sensación de anonadamiento social respecto a la guerra y ofrece una
imagen diferente a la que transmite la consigna “Liberación o dependencia”. A diferencia del afiche
que vimos, donde Malvinas está asociada a la idea de liberación, en el poema de Borges, Malvinas
queda fijada a una guerra sin sentido, o, para decirlo con una idea extendida en ese tiempo: a una
guerra “absurda”.

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=3OPAKLz5nWY

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Malvinas y los dilemas de la democracia
Algunas de las dificultades para procesar la guerra de Malvinas e inscribirla en la historia nacional
estuvieron vinculadas a los dilemas que debió afrontar la naciente democracia.

¿Cómo sostener en 1983 un discurso nacionalista sin quedar asociado al terrorismo de Estado?
¿Cómo disputarle a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad el sentido de palabras como “patria”
o “soberanía”? ¿Cómo impedir que los responsables del terrorismo de Estado se legitimen
argumentando que fueron ellos los que lucharon por la soberanía nacional? ¿Cómo escribir en el
pizarrón escolar “Las Malvinas son argentinas” sin sentir el agobio de la guerra?

Como dijimos, en este contexto los combatientes protagonizaron destacadas “batallas” políticas y
simbólicas de la posguerra. Por un lado, porque enfrentaron la política de borramiento iniciada por
la última dictadura militar. Y, por otro lado, porque debieron disputar su lugar social con una serie
de discursos que los fijaba en tres representaciones cerradas: como protagonistas no entrenados del
evento bélico; como el retrato del patriotismo de los argentinos; como víctimas del autoritarismo del
régimen. Ninguna de estas miradas coincidía del todo con sus propias vivencias de la guerra y la
posguerra, atravesadas por dilemas y paradojas.

Estas “batallas” por el reconocimiento social debieron ser libradas en el mismo momento en que los
ex soldados debían lidiar con los terribles efectos postraumáticos de la guerra. Y en un contexto de
escasa o nula respuesta estatal y social a las demandas de trabajo, vivienda y salud (recordemos que
la pensión vitalicia a nivel nacional para los ex combatientes recién tiene lugar en el año 1990, bajo
la presidencia de Carlos Menem). No hay cifras oficiales al respecto, pero sí se sabe que un gran
número de sobrevivientes de la guerra se suicidaron en los años de la posguerra.

Muchas organizaciones, a su vez, realizaron una elaboración política que despegaba a la guerra de la
dictadura y la articulaba con viejas luchas por la liberación nacional. En este sentido pueden ser
interpretados los primeros actos ocurridos en la fecha del 2 de abril.

65
Acto de los ex combatientes frente a la Torre de los Ingleses, ciudad de Buenos Aires, 1983.

En uno de ellos, en la Plaza de los Ingleses, como puede verse en la foto, algunos grupos de
combatientes, acompañados por las juventudes políticas de los partidos más importantes,
conmemoraron el aniversario del desembarco argentino en las islas. Allí se corearon consignas contra
la dictadura, se quemaron imágenes con los rostros de Videla y Martínez de Hoz, y se arrojó al Río de
la Plata el monumento de George Canning (el canciller inglés responsable de promover en la
Argentina las políticas de expansión imperialistas de Gran Bretaña). De este modo, los combatientes
buscaban instalarse en la escena pública no como víctimas de una operación de manipulación
decidida por la Junta Militar, sino como protagonistas activos de la vida política. Los que habían sido
capaces de arriesgar su vida por la nación –y no la cúpula militar– tenían razones de sobra para

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proclamarse legítimos herederos de las tradiciones políticas emancipadoras.

Sin embargo, este discurso anti-imperialista colisionaría, en los primeros años ochenta, con un
sentido común –hegemónico en los grandes centros urbanos del país– que consideraba que todo
aquel que evocase la simbología patria quedaba inmediatamente asociado a la última dictadura
militar. Los analistas Mirta Amati y Alejandro Grimson han demostrado que en ese período se instaló
con fuerza la idea de que la “nación” se escribía con “z”, esto es, que todo aquel que se declarase
nacionalista resultaba sospechoso de simpatizar con el “nazismo”. Los combatientes de Malvinas
percibieron este proceso y lo bautizaron con el nombre de “desmalvinización”.

Pero tal vez el momento más complejo entre Malvinas y la denominada “transición democrática”
apareció condensado en los episodios de Semana Santa de 1987. Como es sabido, un grupo de
militares, conocidos como los “carapintadas”, se amotinó en Campo de Mayo exigiendo la suspensión
de los juicios a los militares comprometidos con la represión. Ante las presiones de este grupo
integrado fundamentalmente por cuadros medios del Ejército, el Presidente Alfonsín creyó necesario
negociar lo que en el futuro sería La ley de Obediencia Debida. En el famoso discurso que pronunció
en Plaza de Mayo ante una multitud que había salido a la calle a defender la democracia, empezó
diciendo: “Compatriotas, felices pascuas. Los hombres amotinados han depuesto su actitud”. Y
durante el desarrollo de su argumentación, en lugar de centrarse en la revalorización de las
instituciones democráticas y republicanas, optó casi por exculpar el motín argumentando que
muchos de los carapintadas eran “héroes de Malvinas”. Dijo: “Se trata de un conjunto de hombres,
algunos héroes de la guerra de Malvinas, que tomaron esta posición equivocada y que reiteraron que
su intención no era provocar un golpe de Estado. Para evitar derramamiento de sangre he dado
instrucciones a los mandos del Ejército para que no se procediera a la represión y hoy podemos todos
dar gracias a Dios, la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”.

La antropóloga Rosana Guber analiza estas intervenciones de Alfonsín, preguntándose por qué el
presidente pasó de llamar a los hombres de las Fuerzas Armadas “ciudadanos de uniforme” a
llamarlos “héroes de Malvinas”. Escribe:

¿Cómo convertir, repentinamente, a esos militares en héroes justamente cuando el punto de conflicto
eran crímenes de lesa humanidad? Por eso, las palabras de Alfonsín encerraban dos dilemas de difícil
superación: uno era cómo someter a juicio por tortura, desaparición y muerte de otros argentinos a
estos héroes de la Nación; el otro era calificar de “héroes” a los rebeldes uniformados, sin aludir a los

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civiles que también habían participado en el teatro de operaciones y que ahora respaldaban la
democracia: los excombatientes. (Guber, 2004)

Los monumentos y las memorias de la guerra


A pesar del intento de borramiento y las acciones denegatorias que se dieron tras la derrota, las
Malvinas perviven en la memoria colectiva: así lo prueban cientos de monumentos, nombres de
calles, placas recordatorias, etc., que se esparcen por todo el territorio nacional. Estos recordatorios
están en las grandes ciudades y en las más chicas; los hay desmesurados y humildes; algunos fueron
levantados por el Estado y otros por los familiares y amigos de los caídos. Son sitios de memoria que
recuerdan el impacto de la guerra pero también el significado histórico y político de las islas en la
historia argentina.

En algunas ciudades, esos monumentos constituyen una forma de vincular el territorio local con la
historia nacional. Así pueden interpretarse los homenajes que reciben los caídos y los combatientes
en tantísimos pueblos de la República Argentina, donde cada 2 de abril se convierte, además, en la
oportunidad de recordar cómo la misma localidad vivió los días aciagos de la guerra. El video hecho
por estudiantes salteños que vimos en la clase número 1 es un claro ejemplo en este sentido.

Para quienes combatieron y para los familiares y amigos de los caídos, la instalación de un
monumento en el lugar del conflicto se convirtió en una instancia necesaria de duelo. La Comisión
de Familiares de Caídos en Malvinas y el Atlántico Sur demandó durante varios años la construcción
de un cementerio en Darwin y de un cenotafio que recordara a los caídos. El proyecto pudo finalizarse
en el año 2004.

Ciertamente, los distintos monumentos consagrados a las islas Malvinas después de la guerra aluden
a las memorias diversas y a veces en conflicto que habitan la Argentina. Veamos en primer lugar el
caso del Cenotafio ubicado en la Plaza San Martín de la Ciudad de Buenos Aires.

Monumento a los Caídos en la Guerra de Malvinas e islas del Atlántico Sur. Plaza San Martín, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Construido en 1990.

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El Cenotafio está compuesto de placas de mármol negro con los nombres tallados de los 649
combatientes caídos en la guerra. Los nombres están puestos sin orden alfabético ni señalando rango
militar. Fue inaugurado en 1990. Y se trata de un monumento que condensa una “política de la
memoria” no exenta de controversias:

1. El monumento está ubicado frente a la Torre de los Ingleses. La disposición espacial construye un
contrapunto que recupera parte de la tradición política nacional y popular que señala el desigual
vínculo que históricamente existió entre la República Argentina y el imperialismo británico. Pero, por
otro lado, su construcción aconteció durante el gobierno de Carlos Menem, cuya política
internacional consistía en alinear a la Argentina con las posturas de los Estados Unidos (el propio
Canciller Guido di Tella usó la expresión “relaciones carnales” para definir esta política). Esto incluía
la reanudación de las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña (sin que ello implique renunciar al
reclamo por la soberanía de las Islas) y el inicio de una curiosa política de “seducción” a los isleños
en la que por medio de propaganda y obsequios, el gobierno se proponía modificar la imagen de los
argentinos en las Islas. Por eso, la construcción del Cenotafio constituía un gesto político de
reconocimiento a las agrupaciones de ex soldados combatientes pero, al mismo tiempo, funcionaba
como un ambiguo contrapeso a la política internacional argentina.

2. El Monumento se inscribía dentro de la consigna menemista de la “conciliación nacional”. El


Cenotafio incorporaba demandas de reconocimiento por parte de los ex combatientes, pero, al
mismo tiempo, buscaba cerrar, por medio del homenaje en un lugar de gran condensación simbólica

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(nada menos que la Plaza San Martín en la Ciudad de Buenos Aires), una serie de controversias que
se habían suscitado en torno a los modos de elaborar colectivamente la guerra de Malvinas. En
palabras de uno de los miembros de la Comisión encargada de su construcción, el Cenotafio reunía
“649 nombres que no llevarán grado ni orden alfabético, para sugerir que más allá de sus orígenes,
historias, jerarquía militar o circunstancias de sacrificio, fueron igualados por la muerte”. De este
modo, cuando se mira el cenotafio no se sabe quiénes son soldados conscriptos y quiénes militares
de carrera, algunos de ellos comprometidos con el terrorismo de Estado. Esto suponía un intento de
zanjar algunos gestos de diferenciación que los ex soldados habían planteado en relación con los
militares durante la década previa.

Monumento a los Caídos. Puerto Madryn, Chubut

En cambio, el Monumento a los Caídos ubicado en la Avenida Rawson al 300 de la ciudad de Puerto
Madryn, de espaldas al muelle Storni (donde se produjo el histórico regreso al continente después
de la guerra), apela a otras memorias. En el Monumento puede apreciarse a un soldado apoyado
sobre la isla “gran Malvina” que sostiene una bandera argentina que flamea mientras que, sobre la
isla Soledad, un combatiente sostiene en sus brazos a un compañero muerto o a punto de morir.

El monumento fue producto de una iniciativa del centro de ex combatientes local. El artista José Luis
Hamze fue el autor de las imágenes. Buscó representar la cara de un soldado patagónico sin lástima
ni expresión guerrera. Este criterio estético fue aceptado por los soldados tras varias reuniones con
el artista. El monumento está hecho de cemento mezclado con vidrio y su construcción estuvo a

70
cargo de ex soldados junto con empleados municipales. El pueblo de Puerto Madryn colaboró en la
construcción y el cuidado del monumento. El aporte económico provino de los mismos Veteranos
con ayuda del entonces Senador Nacional Osvaldo Sala. En su inauguración, el 2 de abril de 2003,
asistió el ex presidente Eduardo Duhalde.

En síntesis, el Monumento se destaca porque surge como iniciativa de un Centro de Veteranos con
amplio involucramiento de la sociedad local y porque con su estética se elude tanto a la imagen de
los soldados como “víctimas” de un operativo militar con rasgos de “aventurerismo”, como a la idea
de “héroes” o mejor dicho, de la idea de “héroes” entendida de una manera exclusivamente
militarista. Se trata más bien de una escena donde se subrayan los lazos de solidaridad entre
compañeros unidos por una misma experiencia límite, en un marco donde la horizontalidad toma el
centro relegando cualquier mención que remita a jerarquías, especialmente las castrenses. A su vez,
el soldado caído está representado de manera dramática, con su cuerpo desfallecido en manos del
compañero, lo que, al tiempo que ofrece una imagen realista, impide una inmediata glorificación de
la guerra, pues la muerte es exhibida de un modo que impugna la identificación patriótica efusiva.
Finalmente, el monumento deja ver que la lucha por Malvinas es también la lucha por la construcción
de lazos solidarios, basados en la memoria, el sostén de quienes más lo necesitan –en este caso, el
soldado caído– e incluso la entrega por el otro.

Para mirar y trabajar en el aula: Los invitamos a ver el capítulo “La construcción de la
memoria” de la serie Pensar Malvinas de Canal Encuentro. Está dedicado a analizar la
historia de algunos monumentos destinados a Malvinas para ver las formas de
construcción de la memoria.

71
Disponible en: https://www.educ.ar/recursos/103495/la-construccion-de-la-memoria

La identificación de los restos de los soldados en el Cementerio de Darwin


Finalmente, no podríamos dejar de mencionar, en términos de la construcción de las memorias en
torno a la guerra de Malvinas, a una iniciativa de gran importancia: la identificación de los restos de
los soldados que yacen en el Cementerio de Darwin. La relevancia de este acontecimiento puede
dimensionarse si tenemos en cuenta que algunos de los soldados cuyos nombres son evocados en
plazas, escuelas, calles o monumentos no contaban, sin embargo, con una placa que indicará dónde
descansaban sus restos. En efecto, hasta diciembre de 2018, en el Cementerio de Darwin había 123
restos (en 121 tumbas) de soldados sin identificar, en cuyas lápidas solo podía leerse “Soldado sólo
conocido por Dios”.

Este proyecto de identificación de los restos de los soldados tiene una historia. En principio, comenzó
a cobrar forma en 2010, cuando un grupo de familiares de soldados chaqueños caídos en la guerra
de Malvinas, acompañados por organizaciones de ex combatientes, reclamó ante la Justicia que se
inicie este proceso de identificación. En 2011, un fallo de la Cámara Federal reconoció la pertinencia
del reclamo de familiares como parte esencial del derecho a la verdad. Un año después, el Poder
Ejecutivo Nacional firmó un protocolo humanitario con la Cruz Roja Internacional para llevar adelante
este proceso, al tiempo que le solicitó a esta misma institución que mediara ante el Reino Unido para
que esta iniciativa pudiera concretarse. Un poema de Gustavo Caso Rosendi, publicado en redes

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sociales, daba cuenta de la necesidad de esta iniciativa: “Solamente saber quién eras./ Qué hacías. /
Necesito tu nombre, / aunque no te haya conocido. Te quiero entero, compañero./ Porque es la única
manera / que tengo, también,/ para encontrarme.”

Finalmente, en 2016 se presentó el entendimiento entre Argentina, Reino Unido y Cruz Roja
Internacional para comenzar con los trabajos de identificación de los restos, que contó con la
colaboración del Equipo de Antropología Forense, encargado también de identificar los restos de los
desaparecidos en el contexto de la última dictadura militar. Así, entre junio de 2017 y agosto de 2018
se realizó el trabajo de exhumación de los restos, mientras se avanzaba y profundizaba la toma de
muestra de ADN de los familiares, un proceso que había comenzado en 2012. En diciembre de 2018,
se dieron a conocer los primeros resultados de estos trabajos y hoy sabemos, tomando como
referencia el mes de marzo de 2019, que se han podido identificar a 114 soldados.

Malvinas 36 años: Horacio Joseé Echave (mi hijo). Canal Encuentro

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=-NIsJqav1j8

“Antes era un soldado reconocido por Dios, ahora también nosotros podemos reconocer dónde
está”, dice la madre del soldado Horacio José Echave. Como dejan ver estos testimonios, la
identificación de los soldados, además de una deuda con los familiares, es también un
acontecimiento que permite reconstruir su historia e inscribirla en la memoria colectiva sobre la base

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del derecho a la verdad y a la identidad. Son memorias de la guerra, pensadas a partir de una idea de
justicia sobre la cual es posible conjugar Malvinas y democracia.

2. ¿Cómo pensar la enseñanza de Malvinas en el presente?


Como hemos visto a lo largo de este curso, la enseñanza de Malvinas puede pensarse desde
diferentes aristas. ¿Por qué consideramos que es un tema central de la enseñanza?

En primer lugar, podemos señalar que se trata de enseñar los argumentos de un reclamo diplomático
que tiene una larga historia. Son argumentos que están validados en organismos multilaterales como
Naciones Unidas, a punto tal que esta institución reconoce a la cuestión Malvinas como un caso
pendiente de descolonización en pleno siglo XXI. Las escuelas son, en este punto, uno de los espacios
destacados para que las nuevas generaciones conozcan estos argumentos.

En segundo lugar, podemos decir que el símbolo Malvinas tiene una larga y rica historia. Distintas
tradiciones políticas y culturales han tomado posición sobre el tema y a través de él han pensado ni
más ni menos que “la nación”. De ahí que la escuela pueda encontrar en este símbolo una nueva
oportunidad de repensar la nación desde nuevos sentidos, democráticos, plurales, igualitarios,
emancipadores.

En tercer lugar, tenemos que decir que la guerra es un episodio insoslayable en nuestra historia
reciente, un punto bisagra en tanto trágico capítulo del terrorismo de Estado. Hemos visto en esta
clase las dificultades que tuvo la sociedad argentina para procesar sus consecuencias y también la
emergencia de un colectivo social, los soldados combatientes, que sostuvieron el símbolo Malvinas
en tiempos donde la idea misma de nación aparecía sospechada. Al hacerlo, no sólo demandaban un
justo reconocimiento en virtud de su entrega en el conflicto bélico, sino que también plantearon
profundos interrogantes sobre qué es la memoria, la soberanía y la democracia.

La Ley de Educación Nacional vigente, en su artículo 92 inciso b) afirma que “formará parte de los
contenidos curriculares comunes a todas las jurisdicciones la causa de la recuperación de nuestras
islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, de acuerdo con lo prescripto en la Disposición
Transitoria Primera de la Constitución Nacional”. Dicho artículo agrega que la causa Malvinas se liga
con otros dos objetivos: “el fortalecimiento de la perspectiva regional latinoamericana,
particularmente de la región del MERCOSUR, en el marco de la construcción de una identidad

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nacional abierta, respetuosa de la diversidad” y el ejercicio y la construcción de la memoria colectiva
sobre los procesos históricos y políticos que quebraron el orden constitucional y terminaron
instaurando el terrorismo de Estado, “con el objeto de generar en los/as alumnos/as reflexiones y
sentimientos democráticos y de defensa del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos
Humanos, en concordancia con lo dispuesto por la Ley N° 25.633”, que establece el 24 de marzo
como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

De este modo, el artículo de la Ley referido a Malvinas implica desafíos políticos para la escuela que
no están exentos de las discusiones sociales más generales; porque exige que la enseñanza de
Malvinas no se limite a la repetición vacía de la frase “son argentinas”, sino que invita a asumir la
enorme complejidad del tema.

Por un lado, convoca a defender la soberanía en el Atlántico Sur como un punto clave de la identidad
nacional, pero no invita a hacerlo de cualquier manera sino en relación a tres condiciones: desde una
perspectiva latinoamericana, de manera pacífica y según reclamos acordes con el derecho
internacional y atendiendo a la construcción de la memoria colectiva sobre los procesos que
quebraron el orden institucional.

Este nuevo enfoque supone, también, asociar la identidad nacional con los derechos humanos, es
decir, con la libertad y la igualdad, que no pueden ejercerse allí donde persiste un enclave
colonialista. La transmisión de estos valores en la escuela implica un proceso complejo, donde no hay
recetas preestablecidas. Y plantea el desafío de repensar las instancias curriculares y los rituales
escolares con el fin de construir una identificación reflexiva con la palabra “patria”, la que mejor
define el sentido colectivo de pertenencia.

¡Esperamos que este curso haya contribuido a esta enorme tarea!

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Actividad

Foro clase 4

Les proponemos que miren un fragmento de “Locos de la bandera”:


Locos de la Bandera, del minuto 48:30 al 50:58.
En él escuchamos una serie de voces que refieren al modo en que se
tramó la experiencia de la guerra en los años que le siguieron. ¿Con qué
representaciones están discutiendo? ¿De qué manera podemos pensar
un abordaje distinto en las escuelas? Les pedimos que elijan un
monumento o marca memorialística (puede ser alguno emplazado en la
localidad en la que viven o uno de los mencionados en esta clase) y
propongan un modo de trabajarlo en clase que busque dialogar con los
testimonios en cuestión.

Bibliografía
● Amati, M. y Grimson, A. (2005). “Sociogénesis de la escisión entre democracia y nación. La
vida social del ritual del 25 de Mayo”. En J. Nun (comp.), Debates de Mayo. Buenos Aires,
Gedisa.
● Equipo “Educación y memoria” (2014). Pensar Malvinas. Buenos Aires, Ministerio de
Educación de la Nación.
● Equipo Educación y Memoria (2022). Malvinas en la escuela. Memoria, soberanía y
democracia. Cap. 3, “¿Cómo se recuerda Malvinas en las escuelas?”. Buenos Aires:
Ministerio de Educación de la Nación, pp. 51-64. Disponible en
https://www.educ.ar/recursos/158185/malvinas-en-la-escuela-memoria-soberania-y-
democracia
● Guber, R. (2004). De chicos a veteranos. Buenos Aires, Antropofagia/Ides.
● Lorenz, F. (2006). Las guerras por Malvinas. Buenos Aires, Edhasa.

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Créditos
Autor/es: Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio
de Educación de la Nación.

Cómo citar este texto:

Programa "Educación y Memoria", Subsecretaría de Educación Social y Cultural, Ministerio de


Educación de la Nación (2022). Clase 4. Memorias de Malvinas: democracia y ciudadanía. Buenos
Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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