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Índice

Clase 1: La movilidad internacional. Personas preguntas, conceptos ..........................................3

Clase 2: Miradas y modelos sobre las migraciones internacionales .......................................... 20

Clase 3: Algunas claves acerca de las migraciones internacionales contemporáneas ................ 37

Clase 4: Las mujeres y el género en las migraciones ................................................................. 54

Bonus track: El impacto de la pandemia .................................................................................. 54

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Módulo 1: Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual

Clase 1: La movilidad internacional. Personas preguntas,


conceptos

Los términos o conceptos escritos en verde están definidos o explicados


con mayor detalle en el Glosario del Módulo

Personas

https://youtu.be/OYIkj1EFqOw

Las migraciones son una parte constitutiva de la historia de la especie humana, al menos desde la
aparición del homo sapiens sapiens en África (hace unos 120.000 años) y su posterior dispersión hacia
Europa, Asia y América, entre 70.000 y 40.000 años atrás. No obstante, esta suerte de lugar común
relativo al “nomadismo” de la humanidad no debe opacar ni minimizar otro aspecto igual de
importante: los procesos migratorios deben analizarse y comprenderse en relación al momento o
época en que ocurren. Sus causas, sus características, sus consecuencias —e incluso cómo se los

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piensa— no pueden escindirse del contexto histórico. Es decir que las migraciones no son todas
iguales ni se “explican” de la misma manera.

Las grandes migraciones transoceánicas del siglo XIX y principios del siglo XX son muy diferentes de
las migraciones actuales, y también de las que ocurrieron durante la segunda mitad del siglo XX. En
unas pocas décadas cambiaron las rutas y se multiplicaron los países de origen y destino (tema que
abordaremos en la clase 3). También cambiaron las formas de pensar, gestionar y regular la
movilidad, tal como evidencian los cambios en las políticas, las leyes y las prácticas de control
migratorio. Asimismo, sin dejar de ser parte de los asuntos domésticos o internos de cada país, ya
desde fines del siglo XX las migraciones internacionales se convirtieron en tema de agenda a nivel
regional y global.

Joaquín Arango dice que, en el paso del siglo XX al XXI, las migraciones
internacionales se mundializaron: todo el planeta es su escenario, las personas
parten de muchos lugares distintos y se dirigen a muy distintos destinos. Si bien
esta mundialización ocurre en el contexto de la globalización, “la supresión de
las barreras y la liberalización de flujos que son consustanciales a la
globalización no se han extendido a las migraciones internacionales”. Puesto
que la libertad de circulación de personas no es la regla sino la excepción,
Arango sostiene que “se trata de una mundialización erizada de fronteras y de
barreras”. Gran parte de las migraciones ocurren a pesar de ellas y no debido a
su eliminación. (Arango, 2003: 9-10)

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Muro fronterizo entre México y Estados Unidos, sobre el Océano Pacífico.
Imagen con licencia Creative Commons

Detalle del muro fronterizo entre México y Estados Unidos, 2014.


Imagen con licencia Creative Commons

Algunas cifras globales

● La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que en 2020 existían 281
millones de migrantes internacionales, que representaban el 3,6% de la población mundial.
En el año 2000, la cifra rondaba los 174 millones y representaba el 2,8% de la población total.
[Fuente: https://worldmigrationreport.iom.int/wmr-2022-interactive/?lang=ES. Consultada
en mayo de 2022.]

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● De los 281 millones de migrantes internacionales, se estima que el 28% son niños y niñas
menores de 14 años, y el 48% son mujeres (de todas las edades). [Fuente:
https://www.migrationdataportal.org/es/international-data?i=stock_abs_&t=2020.
Consultada en mayo de 2022.]

● El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que a fines
de 2020 había en el mundo 82,4 millones de personas desplazadas por la fuerza. De ellas, 48
millones eran desplazadas internas (es decir que no habían cruzado una frontera
internacional); 26,4 millones de personas eran refugiadas; 4,1 millones eran solicitantes de
asilo y 3,9 millones eran personas venezolanas desplazadas en el extranjero. [Fuente:
https://www.acnur.org/stats/globaltrends/60cbddfd4/tendencias-globales-de-
desplazamiento-forzado-en-2020.html. Consultada en mayo de 2022.]

● Según la División de Población de las Naciones Unidas, los diez países donde en 2020 residía
la mayor cantidad de migrantes internacionales eran Estados Unidos (51 millones), Alemania
(16 millones), Arabia Saudita (13 millones), la Federación Rusa (12 millones) y el Reino Unido
(9 millones). Les seguían los Emiratos Árabes, Francia, Canadá, Australia y España, con cifras
que oscilan entre 7 y 9 millones. [Fuente:
https://www.un.org/development/desa/es/about/desa-divisions/population.html.
Consultada en mayo de 2022.]

● América Latina y el Caribe presentan dinámicas migratorias propias (que revisaremos con
mayor detalle en la clase 3). De momento, nos interesa señalar que, según el Área de
Población y Desarrollo de la CEPAL (la Comisión Económica para América Latina y El Caribe de
las Naciones Unidas), hacia 2010, y en base a la ronda de censos nacionales de población de
ese año, alrededor de 28,5 millones de personas latinoamericanas o caribeñas residían en
países distintos al de su nacimiento. De ellas, casi 12 millones habían partido de México, 2
millones de Colombia y 1,3 millones de El Salvador. En lo que respecta a sus lugares de
destino, 20,8 millones residían en Estados Unidos; 2,4 millones en España y 3,7 millones en
países de la región, especialmente en Argentina (1,8 millones), Venezuela (1,1 millones) y
México (1 millón). [Fuente: https://www.cepal.org/es/temas/migracion. Consultada en mayo
de 2022.]

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Estimaciones más recientes (a 2020) calculan que en América del Sur residen 10,9 millones
de migrantes internacionales, que representan el 2,5% de la población total de la región.
Aproximadamente 2,3 millones residen en Argentina, 1,9 millones en Colombia y 1,6 millones
en Chile. La mitad son mujeres. [Fuente: https://www.migrationdataportal.org/international-
data?i=stock_abs_&t=2020&m=2&sm49=5. Consultada en mayo de 2022.]

● En los últimos años, las dinámicas de la movilidad venezolana cambiaron radicalmente este
panorama. Se estima que entre 2015 y 2022, aproximadamente 6 millones de venezolanos y
venezolanas partieron de su país. Del total, alrededor de 5 millones residen en los países de
la región, principalmente en Colombia (1,8 millones), Perú (1, 3 millones), Ecuador (500.000),
Chile (450.000), Brasil (270.000) y Argentina (180.000). [Fuente:
https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes. Consultada en mayo de 2022.]

Siempre hay que tener presente que detrás de cada número hay una
persona de carne y hueso, una historia singular y única hecha de afectos,
esfuerzos, expectativas, experiencias, trayectorias y proyectos de vida.

Estas cifras reflejan distintos tipos de procesos, de los cuales podemos distinguir claramente dos. Por
un lado, procesos previsibles, conocidos, continuos y de larga data, como por ejemplo las migraciones
de países vecinos hacia Argentina, o las migraciones desde México hacia Estados Unidos. Por el otro,
procesos súbitos, donde cientos de miles o millones de personas se desplazan en poco tiempo hacia
un destino próximo. Por ejemplo: los 5 millones de sirios que, debido a la guerra, entre 2011 y 2015,
se desplazaron hacia Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto; los millones de venezolanos que a partir
de 2015 partieron hacia Colombia, Ecuador y Perú; y los miles de ucranianos que diariamente
comenzaron a dirigirse hacia Polonia y Moldavia luego de febrero de 2022.

Entonces, corresponde que comencemos a preguntarnos por algunas de las características de los
procesos a los que estamos haciendo referencia.

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Interrogantes sobre un concepto complejo

El concepto “migración” es a la vez intuitivo y complejo. Claramente alude a personas que se


desplazan por el territorio, cambiando su lugar de residencia. Pero esos desplazamientos ¿implican
un cruce de fronteras internacionales o pueden ocurrir dentro de un mismo país? ¿Los cambios en el
lugar de residencia son permanentes o temporarios? Si son temporarios, ¿cuánto tiempo duran? ¿Por
qué motivos se desplazan esas personas? ¿Por razones económicas, políticas, familiares? ¿Quieren
mejorar sus oportunidades laborales, conocer otros lugares, tener nuevas experiencias? ¿Se sienten
inseguras en el lugar donde viven? ¿Se enamoraron de alguien que vive en otro lugar, quieren alejarse
de sus familias, quieren reunirse con hijos o padres que migraron anteriormente? Todas estas
personas ¿decidieron libre y voluntariamente cambiar su lugar de residencia? ¿O fueron forzadas a
irse por guerras, violaciones de derechos humanos, amenazas, peligros o desastres ambientales? ¡Y
éstas son solo algunas de las preguntas posibles!

Según cómo se respondan estas preguntas (y sus posibles combinaciones),


tendremos distintos términos. Movilidad territorial es probablemente el
más amplio, ya que en principio comprende todas las respuestas posibles
en cuanto a duración del cambio de residencia, motivos, y cruces o no de
fronteras internacionales. Al mismo tiempo, es también bastante
impreciso, ya que aúna situaciones bien disímiles, que iremos señalando a
continuación. Migración interna implica que no hubo cruce de fronteras
internacionales, pero la distancia recorrida puede ser mucho mayor a la de
una migración internacional, donde la persona cruza una frontera hacia un
país distinto del de su nacionalidad pero que, por ejemplo, puede estar
muy próximo geográfica y culturalmente (como Argentina y Uruguay).
Ahora bien, turismo indica un desplazamiento (interno o internacional) por
un período acotado, sin intención de cambio de lugar de residencia, y
posiblemente sin intención de trabajar. Pero también sabemos que
muchas migraciones internacionales con fines laborales comienzan bajo la
figura del turismo. Por otra parte, si los motivos del desplazamiento se

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describen como “económicos” y centrados en la búsqueda de trabajo,
solemos hablar de migraciones laborales —que pueden ser internas o
internacionales—. Y finalmente, si los motivos se vinculan a persecuciones
religiosas, étnicas, identitarias o políticas, es posible que hablemos del
derecho al asilo y de personas refugiadas.

Ahora, ¿cómo denominaríamos a la persona que trabaja de lunes a viernes en un lugar y reside en
otro durante el fin de semana? ¿Usaríamos el mismo nombre tanto para quién tenga este patrón de
residencia en el país del cual es nacional como para quien sea “extranjero” de lunes a viernes y
“nacional” los sábados y domingos? Aún más: probablemente no tendríamos inconveniente en
denominar “inmigrante” o “migrante” a una persona que se traslada desde México a Estados Unidos,
o desde Bolivia hacia Argentina, para trabajar. Pero ¿llamaríamos también “inmigrantes” a los
funcionarios consulares mexicanos o bolivianos que residen en Estados Unidos o en Argentina? ¿O a
las personas empleadas por empresas internacionales, que se trasladan por meses o años con sus
familias? ¿Y llamaríamos “migrantes” a quienes realizan maestrías o doctorados en otros países, en
el marco de acuerdos especiales entre universidades? Probablemente estas personas no se sentirían
del todo cómodas con esa etiqueta —de hecho, suelen hablar de sí mismas como “expatriadas”—, y
su incomodidad deja traslucir que las características de las personas (“ricas” o “pobres”, en términos
muy simplificados) no son ajenas a las maneras en que describimos o calificamos sus
desplazamientos.

Claramente, el panorama es complejo… y falta introducir toda la dimensión normativa que regula los
cruces de fronteras internacionales (autorizando algunos y prohibiendo o restringiendo a otros) y
que establece los permisos de residencia o permanencia con duración y derechos variables en el lugar
de destino: turismo, trabajo, estudio, reunificación familiar, asilo, etcétera. ¿Cuántas personas
desean residir en otro país, pero no pueden obtener autorización de ingreso? ¿Y cuántas de las que
ingresaron (tal vez como turistas) no pueden obtener autorización de permanencia? ¿Cómo pensar
la situación de personas que nacieron y residen en un país —por ejemplo Argentina— pero en virtud

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de la nacionalidad de sus ancestros y de convenios bilaterales gozan de una doble nacionalidad que
les permite ingresar fácilmente y residir legalmente en, por ejemplo, los países de la Unión Europea?

Esta variedad de matices nos lleva a pensar que estos traslados con cambio de residencia ocurren
en el marco de relaciones sociales, procesos económicos, políticos y culturales, y estructuras
normativas y administrativas más vastas, que explican y dotan de sentido a este gran abanico de
situaciones. Parte de la complejidad de los procesos migratorios contemporáneos —especialmente
los internacionales— se debe a que en ellos se combinan dimensiones sociales y económicas de la
experiencia cotidiana (expresadas en las conceptos y modelos de la investigación social) con
ordenamientos legales y burocráticos expresados en el lenguaje de las leyes y normas que regulan
(promueven, permiten, restringen, obstruyen o prohíben) los traslados y las permanencias.

En términos muy sencillos: las personas concretas desean, deciden o intentan migrar a otro país por
muchísimas razones combinadas. Sin embargo, los marcos legales que permiten o no su ingreso son
mucho más estrechos que sus motivaciones, y en la actualidad no todos los potenciales migrantes
pueden cruzar legalmente las fronteras internacionales. A su vez, no todos quienes logran cruzarlas
(ya sea por canales regulares o irregulares) logran posteriormente “los papeles”, es decir: regularizar
su estatus como residentes extranjeros en el país de destino. Por eso, es imposible pasar por alto el
rol de los Estados cuando se analizan las dinámicas y los procesos migratorios. Las leyes, las políticas
y las prácticas de control migratorio explican, en gran medida, las características y los volúmenes
de los flujos migratorios en el mundo actual.

Frontera terrestre para ingresar a Austria.


Imagen con licencia Creative Commons

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Nacionales, extranjeros/as, migrantes, refugiados

En este panorama complejo y móvil, haremos un recorte indispensable en relación a los conceptos y
temáticas que trabajaremos en este módulo.

Nos centraremos en el análisis de los movimientos internacionales, es decir que siempre existirá un
cruce de frontera internacional por parte de una persona no nacional. Por eso, las personas a las
que haremos referencia serán extranjeras en el país de destino (puesto que portan la nacionalidad
del país donde han nacido).

Abdelmalek Sayad sostiene que “inmigrante designa cada vez con mayor
frecuencia una condición social, mientras que extranjero corresponde a
un estatus jurídico-político”. (Sayad, 2008:103) También sostiene que el
estatus jurídico puede cambiar sin que cambien significativamente las
maneras en que las personas migrantes son pensadas desde el sentido
común. Como condición social, inmigrante suele desdoblarse en
“indocumentado”, “clandestino”, “ilegal”, “sin papeles”, “mojado”,
“bolita”, “paragua”, “chilote”, “sudaca”, “brasuca / brazuca”, etcétera.
Estos términos del lenguaje cotidiano (descalificatorios y peyorativos)
recogen y mezclan categorías del discurso jurídico y categorías de la
clasificación social, reforzando la estigmatización y la construcción de las
fronteras simbólicas.

Esta doble perspectiva (social y jurídica) nos permitirá pensar las dinámicas de los movimientos
territoriales en el contexto de los Estados nacionales, de sus fronteras y de sus sistemas de
regulación de derechos. En el mundo contemporáneo es imposible (o sumamente incompleto)
hablar de inmigración sin referirse al accionar y al andamiaje normativo, jurídico y administrativo de
los Estados mediante el cual se separan, se distinguen y a la vez se construyen “sujetos nacionales” y
“sujetos extranjeros”. Como bien saben todas las personas que son extranjeras en el lugar en el que
viven, la nacionalidad es uno de los primeros criterios a los que apelan las legislaciones para
garantizar los derechos de unas personas y restringir los derechos de otras.

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En algunas oportunidades escuchamos reflexiones del estilo “no hace falta ser extranjero para
sentirse un extraño”, aludiendo a una sensación de marginalidad o no pertenencia a una comunidad
mayor. Sin duda, estas percepciones subjetivas pueden ser muy fuertes y significativas en la vida de
muchas personas. Pero por más extranjera que se sienta una persona, en tanto no sea extranjera por
nacionalidad no le será aplicable la ley migratoria: no necesitará solicitar permiso de ingreso al país
ni permiso de residencia, no tendrá restricciones para trabajar, no se le podrá emitir una orden de
expulsión en caso de residencia irregular, no tendrá prohibición de reingresar al país si fue expulsada,
podrá votar y ser electa en todos los niveles electorales (nacional, provincial o municipal) y nadie le
podrá decir “volvete a tu país”… Esta breve enumeración muestra que no es lo mismo “sentirse”
extranjero/a que efectivamente serlo en términos jurídicos.

Poner en evidencia algo tan elemental como que es necesario cruzar una frontera internacional para
devenir extranjero muestra que, en verdad, no estamos hablando de una sustancia ni de algo propio
o natural de las personas, sino de una posición o una condición. La persona “extranjera” no lo es
siempre, sino en determinados contextos y en determinados conjuntos de relaciones. Igual que
“nacional”, “extranjero” es una posición relativa, y ambas se constituyen mutuamente: sin
extranjeros no hay nacionales, sin nacionales no hay extranjeros.

Puesto que los procesos que analizaremos a lo largo de este módulo están marcados por el cruce de
fronteras internacionales, resulta central el rol de los Estados. A través de las leyes migratorias, cada
Estado regula los ingresos, los egresos y las permanencias, así como los derechos a los que tienen
acceso (o no) las personas en virtud de su nacionalidad y de su condición migratoria.
Complementariamente, las leyes de nacionalidad y ciudadanía establecen en qué situaciones y
cumpliendo qué requisitos o condiciones las personas que no son nacionales pueden adquirir la
nacionalidad. [En el Glosario pueden consultar las diferencias entre términos tales como
nacionalidad, ciudadanía y residencia.]

Como ya señalamos, las personas migran y cambian su lugar de residencia por muchísimas razones
(que a menudo se combinan): porque buscan nuevas o mejores oportunidades laborales, porque
desean conocer otras sociedades y otras culturas, para estudiar, por amor, por temor, por conflictos
políticos, y muchas más. Sin embargo, desde el punto de vista de las legislaciones (que son las que
ponen o quitan las barreras a los desplazamientos internacionales), la primera gran división de
motivos distingue entre migraciones voluntarias y migraciones forzosas.

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Las migraciones voluntarias dan lugar a las distintas figuras de migrantes
y son reguladas a través de las normas de inmigración o extranjería
mediante las cuales cada país autoriza el ingreso y la permanencia de
personas extranjeras. Las migraciones forzosas remiten al derecho de
asilo y al estatuto o condición de refugiado, establecido luego de la
Segunda Guerra Mundial como parte del derecho internacional de los
derechos humanos.

Veamos con más detalle: en muchas ocasiones, las personas abandonan sus países de origen o de
residencia porque temen ser perseguidas por motivos raciales, políticos o religiosos, o porque su vida
o su libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada, por conflictos internos, agresiones
extranjeras o violaciones masivas de los derechos humanos. En estos casos, se presume que existen
temores fundados que ponen en peligro la vida de las personas, y que el Estado donde reside esa
persona no puede garantizar su seguridad. Las personas que abandonan sus países en estas
circunstancias pueden dirigirse a otro país y solicitar que se les reconozca el estatuto de refugiado,
que les garantiza protección internacional. A diferencia de las personas migrantes (que pueden ser
deportadas o devueltas a sus países de origen) quienes obtuvieron el estatuto de refugiado no
pueden ser devueltos ni retornados, ya que ello pondría en peligro su vida. Justamente el principio
de no devolución (como herramienta central de protección y compromiso internacional) es la piedra
angular del derecho al asilo y la principal diferencia jurídica entre un migrante y un refugiado.

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Refugiados de Siria e Irak arribando a la isla de Lesbos (Grecia), 2015.
Imagen con licencia Creative Commons

La Convención y el Protocolo de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados (1951 y 1967
respectivamente) indican que el término “refugiado” se aplicará a toda persona que “debido a
fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a
determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no
pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”.

En la Declaración de Cartagena sobre Refugiados (1984) la Organización de Estados Americanos


amplió el concepto de modo que “se considere también como refugiados a las personas que han
huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia
generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los derechos
humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público”.

Es decir que para ser migrante o extranjero alcanza con cruzar una frontera internacional, pero para
ser refugiado y gozar del derecho de no devolución es necesario un reconocimiento explícito y
formal como tal por parte del país de destino. En Argentina, este procedimiento está establecido en
la Ley de Reconocimiento y protección del refugiado, sancionada en 2005. Entre 1984 y 2021,
Argentina recibió cerca de 32.000 solicitudes de reconocimiento del estatuto de refugiado. Casi 5.000
personas fueron reconocidas como refugiadas. [Fuente: Comisión Nacional para los Refugiados
(CONARE), https://www.argentina.gob.ar/interior/migraciones/comision-nacional-para-los-
refugiados. Consultada en mayo de 2022.]

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Finalmente, para cerrar esta clase, señalaremos muy brevemente el impacto de la pandemia en las
personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo.

Por un lado, las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio afectaron principalmente a
las personas cuyo trabajo no podía realizarse de manera remota, y dentro de ese grupo a quienes se
desempeñaban en actividades informales, muchas de ellas en el espacio público. Es el caso de
trabajadoras domésticas y de cuidado y de vendedores y vendedoras ambulantes, por mencionar dos
ejemplos próximos. Este tipo de ocupaciones son muy frecuentes entre las personas migrantes, y,
debido a la inexistencia o informalidad de la relación laboral, muchas quedaron por fuera de las
medidas paliativas que dispusieron varios de los gobiernos de la región.

Por otra parte, los cierres de fronteras internacionales detuvieron los ingresos regulares. Las
personas y familias que de todos modos se vieron compelidas a desplazarse internacionalmente
encararon tránsitos riesgosos e ingresaron por pasos no habilitados, incluso cuando se trataba de
personas con necesidades de protección. Además, el cese de atención administrativa (y su lento y
complejo paso a modalidades no presenciales) demoró o impidió la tramitación de numerosos
permisos de residencia, que a su vez devino una barrera para el acceso a las ayudas estatales.

Recuerden que en el Glosario pueden consultar varios de los términos que


emplearemos a lo largo del módulo.

En el Foro de la clase 1 - Personas, preguntas, conceptos dialogaremos sobre


los contenidos presentados en esta clase.

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Actividades

1. Una trayectoria migratoria internacional (Parte I)

Importante: esta actividad la iremos desarrollando a lo largo de las cuatro clases.

https://youtu.be/Htda9Y91sNA

● Indaguen entre sus parientes, amistades, vecinas/os, personas conocidas, colegas, etc. en
busca de alguna experiencia migratoria internacional ocurrida en este siglo (entre los años
2000 y 2020, por ejemplo). Puede ser alguien que haya migrado hacia Argentina, o desde
Argentina hacia otro país.
● Es muy recomendable que la persona no haya migrado en su niñez sino en su adolescencia o
adultez, para que la información sea más precisa.
● Iremos profundizando en la trayectoria de esta persona a lo largo del curso. Por eso, es
necesario que busquen alguien que tenga ganas de contarles su experiencia y con quien
puedan sostener el contacto (ya sea personal o por cualquier medio de comunicación de uso
frecuente) hasta que concluyamos el módulo.
● A partir de un primer diálogo o intercambio con esa persona, escriban en la página de la wiki
que les indique su tutor o tutora un breve relato inicial, de hasta 500 palabras. Tengan en
cuenta las siguientes preguntas.

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● ¿Quién migró? Importan no sólo las cuestiones personales sino las
“estructurales”. Por ejemplo: género, edad, educación, de qué trabajaba
antes de migrar, si tenía pareja y/o hijos/as menores de edad, en qué lugar
(ciudad y país) vivía antes de migrar.
● ¿Por qué motivos migró?
● ¿Hacia dónde migró? ¿Por qué eligió ese destino?
● ¿La persona migró sola o con otros integrantes de su familia?
● ¿Dónde está esa persona ahora? ¿Se mudó de ciudad dentro del país de
destino? ¿Volvió a su país de origen? ¿Emigró hacia un tercer país?

En el Foro “Una trayectoria migratoria” dialogaremos y profundizaremos sobre esta actividad, que
iremos desarrollando a lo largo del Módulo.

2. Explorar la información disponible.

Exploren los siguientes sitios web, a los que pueden recurrir cada vez que necesiten información
confiable y actualizada sobre migración y asilo:

○ Portal de datos sobre migración: https://www.migrationdataportal.org/es


○ Organización Internacional para las Migraciones (OIM):
https://www.iom.int/es/datos-e-investigacion
○ Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR):
https://www.acnur.org/asilo-y-migracion.html
○ Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sección sobre
migraciones: https://www.cepal.org/es/temas/migracion
○ Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela:
https://www.r4v.info/es/home

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Elijan alguno de los contenidos presentados en uno de estos sitios. Puede ser
alguna investigación o reporte periódico, alguna definición conceptual o algún
informe o análisis de una situación particular. En el foro “Información y
recursos” compartan el link a esa pieza específica e indiquen (en no más de
200 palabras) por qué consideran que esa información es relevante.

En el Foro “Información y recursos” dialogaremos sobre las distintas actividades vinculadas a la


búsqueda de información confiable y actualizada sobre migración y asilo.

Material de lectura
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Tendencias globales.
Desplazamiento forzado en 2020. En https://www.acnur.org/60cbddfd4.pdf

Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Informe sobre las migraciones en el mundo
2020. En https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdf

Nota: ambos informes son largos. La idea es que los conozcan, y que lean lo que les interese.

Bibliografía de referencia
Arango, Joaquín. (2003). Inmigración y diversidad humana. Una nueva era en las migraciones
internacionales. Revista de Occidente, n° 268, pp. 5 a 20. España: Fundación Ortega y Gasset.
Disponible en https://ortegaygasset.edu/wp-content/uploads/2018/07/268Joaquin_Arango.pdf
Pacecca, María Inés. (2015). Clase Nro.: 1 Las migraciones internacionales. Territorios, fronteras,
miradas. Curso: Postítulo en Enseñanza de las Ciencias Sociales en la escuela primaria. Buenos Aires:
Ministerio de Educación de la Nación.

18
Sayad, Abdelmalek. (2008) [1984]. Estado, nación e inmigración. El orden nacional ante el desafío
de la inmigración.Revista Electrónica Apuntes de Investigación del CECYP (Centro de Estudios en
Cultura y Política) n° 13, pp. 101-116.

Créditos
Autora: María Inés Pacecca

Cómo citar este texto:


Pacecca, María Inés (2022). Clase Nro.: 1 La movilidad internacional. Personas, preguntas, conceptos. Curso:
Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la
Nación.

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Módulo 1: Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual

Clase 2: Miradas y modelos sobre las migraciones


internacionales

Migrantes y migraciones. ¿Quién dice qué?

Los términos o conceptos escritos en verde están definidos o explicados


con mayor detalle en el Glosario del Módulo

https://youtu.be/Gj3VqinoPK0

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En la clase anterior nos referimos a la multiplicidad de situaciones englobadas
bajo el término migración y aludimos a la centralidad del accionar de los Estados
a la hora de comprender las migraciones internacionales contemporáneas.
Destacamos que, en nuestros días, la movilidad está restringida por
numerosísimos controles en los que se escrutan los motivos por los cuales las
personas desean cruzar las fronteras, y a partir de los cuales se autorizan o no
sus cruces.

También hicimos referencia a algunos de los muchos términos que suelen


utilizarse para hablar de las personas que han cruzado una frontera
internacional. Algunos de estos términos se refieren a categorías jurídicas
establecidas en leyes nacionales (extranjero, inmigrante, extracomunitario, no-
Mercosur) o en instrumentos internacionales (tales como la Convención de
Ginebra sobre el Estatuto del Refugiado): refugiado, solicitante de asilo. Otros
recogen las maneras en que las personas hablan de sí mismas (exiliado,
expatriado, latino). Sin demasiado esfuerzo podemos recordar muchas palabras
más (casi siempre estigmatizantes) que a menudo utilizan quienes no son
extranjeros ni migrantes para referirse a ellos: indocumentado, clandestino, sin
papeles, ilegal, sudaca, bolita, paragua, brasuca, etcétera.

Varias de estas palabras aparecen frecuentemente en ámbitos institucionales,


en medios de comunicación y en el habla cotidiana. Muestran no solo cuán
diversas pueden ser las personas que se desplazan territorialmente, sino
también lo diversas que son las personas que hablan de ellas y los relatos e
imágenes que se construyen sobre su figura. Evidentemente, los procesos
migratorios en sí —y muy especialmente las y los migrantes como tales— son
foco de muchas miradas y sujetos de muchos discursos.

Con distinto énfasis, en esta clase nos detendremos en cuatro de esas miradas:

● la mirada de los medios de comunicación;

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● la mirada de los organismos de derechos humanos;

● la mirada del Estado;

● la mirada de las ciencias sociales.

Los portales de noticias, los diarios, la radio y la televisión “dicen cosas” acerca de las personas
migrantes. Si bien los distintos medios de comunicación tienen cada uno su propio perfil y su propia
agenda mediática, es habitual que presenten a las personas migrantes como “sospechosas” o como
el “chivo expiatorio” de diversos problemas sociales: la desocupación, el trabajo no registrado, la
inseguridad, el narcotráfico, las enfermedades, la insuficiencia de servicios públicos, la crisis de
vivienda, etcétera, etcétera, etcétera. Puesto que los medios no son monolíticos, también es usual
que destaquen el aporte inmigratorio a la gastronomía o la vitalidad de celebraciones y prácticas
folklóricas tales como carnavales, murgas o diabladas. Además, la masificación de Internet y de las
redes sociales ha permitido que las comunidades migrantes produzcan y difundan sus propios
contenidos, cuenten sus propias historias y den sus propias versiones de los hechos. Con la
inmediatez del momento y la fuerza de la imagen, los medios de comunicación y las redes son una
voz poderosa, tanto para reforzar como para disputar discursos y representaciones.

Otra voz significativa está constituida por los diversos organismos vinculados a la promoción y
protección de los derechos humanos. A través de la ratificación y entrada en vigor de los principales
instrumentos de derechos humanos de las Naciones Unidas, los Estados firmantes se comprometen
a promover y respetar, sin discriminación, estándares comunes de protección dentro de su territorio.
Para ello, deben adecuar sus leyes nacionales de modo de cumplir con los estándares de derecho
internacional, e informar periódicamente acerca de las acciones emprendidas. Puesto que los pactos
y convenciones de las Naciones Unidas cuentan con comités de seguimiento, también las personas
particulares pueden denunciar directamente violaciones de derechos. De este modo, en las últimas
décadas se fortaleció significativamente la protección de los grupos más vulnerables (mujeres, niños
y niñas, personas migrantes, refugiados/as, personas con discapacidad) y se reforzaron los principios
de igualdad y de no discriminación en el acceso a derechos.

22
Estos son los principales tratados y convenciones de las Naciones Unidas para la
protección de los Derechos Humanos:

- Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de


discriminación racial (1965).
- Pacto Internacional de derechos civiles y políticos (1966).
- Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales (1966).
- Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer (1979).
- Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes (1984).
- Convención sobre los derechos del niño (1989).
- Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los
trabajadores migratorios y sus familiares (1990).
- Convención Internacional para la protección de todas las personas contra la
desaparición forzosa (2006).
- Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (2006).

A través de estos enlaces pueden acceder a información acerca de los instrumentos y


mecanismos del derecho internacional de los derechos humanos

Mecanismos: https://www.ohchr.org/es/instruments-and-mechanisms/international-
human-rights-law

Instrumentos: https://www.ohchr.org/es/core-international-human-rights-instruments-
and-their-monitoring-bodies

Desde numerosos espacios vinculados a la protección de derechos (y también desde los medios de
comunicación) se denuncian de manera sistemática la vulneración, la explotación y el abuso de
personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en distintas partes del mundo. Por ejemplo, los
miles que mueren cada año en altamar porque se hunden las precarias naves que, a precios usurarios,
los transportan a través del Mar Mediterráneo. O quienes arriesgan su vida en la travesía desde
América Central hacia Estados Unidos. O los varones, mujeres, niños y niñas trasladados con engaños
para su posterior explotación sexual o laboral en otro país.

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También los Estados “hablan” a través de un conjunto de prácticas, entre ellas la legislación
migratoria o de extranjería y los procedimientos administrativos que establecen para tramitar las
solicitudes de asilo (por ejemplo, si las personas pueden esperar el resultado de su solicitud
circulando libremente por el país o retenidas en un centro de refugiados). Las leyes migratorias
regulan las condiciones de ingreso, de egreso y permanencia de las personas extranjeras, así como
los distintos tipos de permisos de residencia que autorizan a realizar ciertas actividades y limitan
otras. La legislación también indica cuáles son los derechos de las personas extranjeras (que han
variado significativamente a lo largo del tiempo y entre distintos países) y qué cosas puede hacer el
país de destino cuando las personas no cumplen la ley migratoria. Hoy en día, todas las legislaciones
migratorias —la argentina incluida— restringen o condicionan fuertemente el acceso al trabajo
registrado por parte de personas extranjeras, y se reservan el derecho de expulsar o deportar (por
diversos motivos) a los extranjeros que residen en su territorio. En algunos países, la irregularidad
migratoria es tipificada como un delito (y no como una infracción) y puede conducir al
encarcelamiento.

Y por supuesto, las personas “comunes y corrientes”, en infinitas situaciones cotidianas, expresan de
múltiples maneras su “opinión” acerca de las personas migrantes.

Un día estaba en el supermercado haciendo las compras con mi hijo en el


cochecito. Cuando termino, me pongo en la cola para pagar. En eso, viene un señor
y dice “permiso”, y se pone delante de mí. Primero pensé que iba a preguntar algo,
pero no, se quedó ahí. Entonces le digo “Señor, yo estoy delante de usted”. Me
contestó que de ningún modo yo podía ir delante de él, porque él era argentino y
yo era extranjera. Me reí, porque pensé que era broma, pero el tipo siguió, y me
dijo: “¡No! ¡Uno tiene que aguantárselos a ustedes en la calle, en el hospital y
también en el supermercado! Usted tiene que ir detrás de mí porque usted es negra
y yo soy argentino”. Luego me dijo que la sangre mía y la de él no eran iguales, y
me dijo “negra de mierda, vuélvete a tu país”. Las demás personas estaban
indignadas, la cajera llamó al de seguridad…

Relato de una mujer dominicana en Comodoro Rivadavia, 2014.

24
Las ciencias sociales (la historia, la sociología, la economía, la antropología, la demografía, la
geografía) también llevan décadas analizando los procesos migratorios y proponiendo modelos para
describirlos y comprenderlos. A continuación hablaremos de esos modelos, de su utilidad y de sus
limitaciones.

Los modelos de las ciencias sociales

https://youtu.be/VTKgBSyasMU

Como ya hemos señalado, el rótulo “migración” engloba situaciones muy diversas respecto a los
lugares de origen y de destino, a quiénes migran (y quiénes no), a sus motivos para migrar, a sus
trabajos en el país de origen y de destino, etcétera. ¿Cómo pensar de manera ordenada y sistemática
todas estas situaciones, tan diversas entre sí? ¡Recurriendo a modelos!

En términos generales, los modelos postulan relaciones (o conexiones) entre distintos elementos o
variables, tales como la nacionalidad y el país de destino; el género y la ocupación; o la condición
migratoria y el empleo registrado. A partir de estas conexiones, los modelos nos permiten orientar
nuestra mirada en el infinito de “lo observable” y enfocar nuestra atención en determinados aspectos
de los procesos y a determinadas características de las personas que son parte de esos procesos. Por
ejemplo: su género, su grupo de edad, su nivel educativo, o su posición dentro de su familia de origen
(¿son p/madres de niños y niñas de corta edad? ¿tienen m/padres de edad avanzada? ¿son
hermanos/as mayores con responsabilidad por el bienestar de hermanos/as menores?)

25
Los modelos se construyen a partir de la investigación de situaciones concretas y de la producción y
análisis de información cuantitativa y cualitativa. Puesto que están “atados” a lo que ocurre (y lo que
ocurre, cambia), los modelos suelen revisarse, modificarse, descartarse o acotarse, según cambien
nuestras preguntas, nuestros datos y la información que surge del trabajo de campo. Los modelos
nos permiten encontrar regularidades o patrones (hechos o situaciones que se repiten), y de ese
modo nos ayudan a entender las lógicas y las dinámicas de las migraciones. Es decir: aquellos
aspectos de las migraciones que no se relacionan con las características singulares de una persona
(por ejemplo, su “espíritu aventurero”) sino con los aspectos estructurales de las sociedades, por
ejemplo: dificultades para el acceso a la propiedad rural; cambios en las formas de trabajar; la
incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo; deterioros súbitos de los ingresos debido
a procesos inflacionarios; etcétera.

El estudio sobre los procesos migratorios comenzó a fines del siglo XIX. En 1885, Ernest G. Ravenstein,
un geógrafo y cartógrafo anglo-germano, escribió un artículo denominado “Las leyes de las
migraciones”. A partir del análisis del censo de población inglés de 1881, Ravenstein se esforzó por
demostrar que las migraciones no ocurrían de manera aleatoria o azarosa (es decir: que no
cualquier persona migraba hacia cualquier lugar por cualquier motivo), sino que presentaban
ciertas regularidades o patrones. Las regularidades que encontró Ravenstein refieren a los motivos
de las migraciones (por qué las personas migran), a las distancias recorridas (quiénes migran “cerca”
y quiénes “lejos”), a la direccionalidad (rural-urbana en ese entonces; desde qué países hacia qué
países en la actualidad) y a la presencia diferencial de mujeres y varones, entre otras cuestiones. En
relación al género, Ravenstein notó que las mujeres migraban más que los varones, pero a distancias
más cortas. En un segundo artículo, publicado en 1889 y para el que había analizado datos de veinte
países más, confirmó sus hallazgos iniciales.

26
El género en los procesos migratorios

En las migraciones ultramarinas (1850-1930) predominaban los varones


jóvenes con limitada educación formal. Hasta mediados del siglo XX,
entre los migrantes limítrofes hacia Argentina, la participación de los
varones era significativamente mayor a la de las mujeres. Sin embargo, a
partir de la década de 1960 comenzó a aumentar la presencia de mujeres
en las corrientes migratorias.

En las décadas posteriores, las investigaciones desde las ciencias sociales profundizaron en las causas,
los efectos, los motivos y los mecanismos de los traslados. Las principales preguntas sobre los
procesos migratorios internacionales han apuntado a indagar quiénes son, dentro de una comunidad
dada, las personas que migran, y cuáles son sus características estructurales comunes. También se
indagó acerca de las características de los lugares de origen de las personas migrantes, los motivos
de la migración y por qué se privilegian ciertos destinos por sobre otros.

Asimismo, se han hecho preguntas relativas a los medios de transporte, la asistencia (económica o
de otra índole) y la información con que las personas cuentan para trasladarse entre lugares de
origen y lugares de destino. Otras preguntas refieren a qué cosas hacen las personas en sus destinos
migratorios (por ejemplo: trabajar) y qué cosas no hacen (por ejemplo: votar). Y por supuesto, bajo
diversos marcos conceptuales, las ciencias sociales también se han preguntado acerca del impacto o
de los efectos de la migración en las sociedades de destino y acerca de la asimilación, integración,
inclusión o acceso a derechos de las personas migrantes.

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En términos generales, podemos afirmar que cualquier intento de descripción,
explicación o modelización de las migraciones internacionales busca responder, con
mayor o menor detalle, las siguientes preguntas:

1. ¿Cuáles son las fuerzas estructurales que promueven la emigración? Es decir:


¿por qué migran las personas? ¿Cuáles son las características estructurales de
sus comunidades de origen que impulsan la migración?

2. ¿Cuáles son las fuerzas estructurales que atraen inmigrantes? Es decir: ¿por
qué van hacia determinados lugares (y no hacia cualquier lugar)? ¿Qué hay en
esos lugares (trabajo, servicios, etc.) que hace que tenga sentido dirigirse hacia
allí?

3. ¿Cuáles son las motivaciones, aspiraciones u objetivos de las personas


individuales y singulares que “responden” a estas fuerzas? Es decir: ¿quiénes
son las personas que migran? ¿Qué características estructurales comparten?
[Género, edad, nivel educativo, tipo de ocupación, posición dentro de la familia,
etcétera.]

4. ¿Cómo se conectan, en todos los sentidos, las regiones de origen de migrantes


con las regiones de destino? Es decir: ¿cómo migran las personas? ¿Qué medios
de transporte usan? ¿Con qué dinero pagan los pasajes? ¿Cómo obtienen la
información necesaria? ¿A quiénes conocen en el lugar de destino?

5. ¿Cuál es el papel que desempeñan los Estados en las distintas dimensiones de


estos procesos? ¿Quiénes pueden cruzar qué fronteras, y con qué tipo de
documentos o permisos (tales como visas)? ¿Quiénes pueden quedarse en el
país al que migraron? ¿Por cuánto tiempo pueden quedarse? ¿Qué pueden
hacer en el país de destino? (¿Trabajar? ¿Estudiar? ¿Comprar propiedades?
¿Casarse?) ¿Y qué no pueden hacer? ¿Qué puede hacer el Estado del país de
destino con las personas migrantes? ¿En qué casos puede dejar de renovarles
los permisos de residencia, o deportarlas o expulsarlas?

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Estas preguntas y sus diversas respuestas dieron lugar a modelos descriptivos o explicativos distintos
y a menudo complementarios. No obstante, la noción de que la migración presenta patrones o
regularidades geográficas y sociales está presente en todos ellos. Existe un consenso básico de que
las personas no migran al azar: no todas tienen las mismas “chances” de convertirse en migrantes,
ni quienes migran lo hacen hacia cualquier destino.

Los párrafos a continuación resumen los modelos o perspectivas más usuales elaborados desde las
ciencias sociales para analizar los procesos migratorios. Quienes deseen profundizar en la temática
pueden consultar el texto de Joaquín Arango indicado como bibliografía complementaria a esta clase.

Los modelos push-pull (o de expulsión y atracción)

Una primera respuesta a las preguntas señaladas más arriba fue provista por los modelos push-pull,
o de expulsión y atracción, que sostienen que las migraciones son el resultado de la desigual
distribución geográfica (entre regiones o entre países) de capital y trabajo, y que las personas
migran para maximizar sus beneficios, es decir: para obtener mayores ganancias a partir de su
trabajo. Según estos modelos, ciertos lugares tienen excedentes de mano de obra (sobran
trabajadores y trabajadoras, y hay desocupación), en tanto que otros tienen excedentes de capital
(capitalistas que tienen dinero para invertir pero no tienen dónde invertirlo) y escasez de mano de
obra: pocos trabajadores, lo cual significa pocas oportunidades para el capital vinculado a la
producción o la industria.

Así, se supone que las personas migran hacia los sitios donde la escasez de mano de obra eleva los
salarios (como hay pocos trabajadores, les pagan mejor para retenerlos), hasta que los diferenciales
se equilibran: a medida que aumentan los migrantes en el lugar de destino (atraídos por los mejores
salarios) los salarios descienden por la mayor oferta de mano de obra. En general, este modelo se
propuso para describir las grandes migraciones transoceánicas que ocurrieron entre mediados del
siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, cuando, entre otras cuestiones, casi no había
restricciones para el desplazamiento de las personas.

La perspectiva push-pull se centra exclusivamente en la dimensión económica. Supone que las


personas toman decisiones migratorias sobre la base de información completa, “objetiva” y accesible
(es decir que conocen los salarios brutos y netos, los costos de vida, los obstáculos que deberán
sortear, etc. etc.) y a partir de esa información realizan un cálculo racional de costos y beneficios. Por

29
supuesto, esto rara vez ocurre de este modo: la información disponible siempre es incompleta y está
“teñida” por los canales a través de los que circula: parientes, conocidos, agencias laborales,
reclutadores, páginas web, etcétera.

La perspectiva push-pull no explica por qué las personas que migran se dirigen a determinados
destinos (que no necesariamente son los más “lógicos” en términos económicos) ni toma en cuenta
las restricciones para los cruces de las fronteras. Asimismo, los modelos push-pull minimizan el hecho
de que las personas están inmersas en relaciones sociales (típicamente: la familia). Las decisiones
no se toman autónomamente, ni en abstracto, ni desde la más pura racionalidad económica, sino en
relación con estos otros lazos de parentesco y afectivos que remiten a necesidades,
expectativas, proyectos, deseos y obligaciones.

La nueva economía de las migraciones

Otros modelos (habitualmente denominados “nueva economía de las migraciones laborales”)


analizan las migraciones en relación a los hogares o las unidades domésticas, es decir: como resultado
de una decisión familiar. Desde esta perspectiva, lo que se mira no es a la persona individual (como
en los modelos push-pull) sino a la familia. Se considera que las familias pueden repartir su fuerza
de trabajo entre el hogar, el mercado laboral local, o un destino migratorio. Por ejemplo: algunas de
las mujeres de la familia se quedarán en la casa, a cargo de las tareas reproductivas y de cuidado;
otros integrantes trabajarán en el lugar de origen (como agricultores, comerciantes, jornaleros,
obreros/as, empleados/as, etc.); y otros migrarán y trabajarán en el país de destino.

Desde esta perspectiva, que analiza a la familia o a la unidad doméstica como un conjunto, la finalidad
de la migración no es solo la maximización del beneficio (como en los modelos push-pull), sino
también la minimización del riesgo a través de la diversificación del trabajo familiar. El migrante
aporta a la familia remesas (monetarias o en bienes) que permiten sostener los gastos corrientes
(comida, ropa, educación, transporte) o atender situaciones puntuales tales como malas cosechas,
enfermedades, desempleo en la localidad de origen, etcétera. La expectativa es que, a través de la

30
migración de algunos de sus integrantes, la familia pueda mejorar su nivel de vida en relación a la
comunidad local.

A diferencia de los modelos push-pull, aquí el énfasis está puesto en cómo se toma la
decisión de migrar y en las características de la comunidad de origen. Estos modelos no
nos dicen mucho acerca de por qué los migrantes llegan a ciertos destinos y no a otros,
cómo llegan a ellos, y por qué hacen allí lo que hacen. No obstante, han sido útiles para describir
procesos tales como los que ocurren entre México y Estados Unidos; o entre Argentina y sus países
vecinos.

Mercados de trabajo duales o segmentados

Otras perspectivas analizan principalmente las características de los mercados de trabajo (o de las
oportunidades laborales) en los lugares de destino de los migrantes. Destacan que determinadas
regiones o países tienen una demanda permanente y estructural de fuerza de trabajo barata y flexible
(es decir: un gran efecto de atracción o pull). Estas sociedades presentan mercados de trabajo duales
o segmentados, a menudo con demanda estacional o fluctuante para ocupaciones que requieren
mano de obra intensiva.

Una parte del trabajo se contrata a través de puestos “en blanco”, o trabajo registrado, con
estabilidad y cumplimiento de las regulaciones laborales. Estos puestos, donde la inversión de capital
suele ser importante, son en general para los nativos. También existen actividades que tienen poca
inversión de capital y requieren trabajadores escasa o medianamente calificados dispuestos a laborar
largas horas en empleos que además suelen ser precarios, informales y mal pagos. Este tipo de
trabajo suele ser realizado por trabajadores migrantes, “baratos” en términos de costos laborales ya
que muchas veces su situación documentaria irregular “autoriza” su explotación. Esta es la distinción
a la que se alude con la noción de mercados duales o segmentados: ciertos trabajos para las personas
nacionales; ciertos otros trabajos para las personas migrantes.

En Argentina hay dos ejemplos clásicos de esta situación: la construcción y el trabajo doméstico.
Ambos rubros (escasamente mecanizados y signados por la informalidad laboral durante décadas)
precisan mano de obra intensiva y han sido históricamente grandes empleadores de migrantes, tanto

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internos como internacionales: el trabajo en la construcción para varones migrantes y el trabajo
doméstico para mujeres migrantes. A su vez, la existencia de estas oportunidades laborales en las
grandes ciudades ha funcionado como un factor de “atracción” para varones y mujeres de países
vecinos, consolidando cadenas y redes migratorias que se han extendido a lo largo de dos
generaciones.

Esta perspectiva ayuda a entender por qué las personas migrantes acceden
mayoritariamente a ciertos puestos de trabajo, complementarios de los trabajos de los
nacionales. Pero no se pregunta por qué las personas migran ni cómo se toma la
decisión de migrar: da por sentado que migran para emplearse en esos trabajos precarios.

Modelos de redes migratorias y capital social

Otros modelos, que en conjunto podemos llamar modelos de redes o de capital social, hacen
hincapié en el estudio de los mecanismos por los cuales se producen los traslados. Es decir que no
se preguntan tanto el por qué, sino que miran el cómo. Sostienen que uno de los efectos de las
migraciones es la creación de redes interpersonales que vinculan a las personas en los lugares de
origen y de destino, y que la existencia de estas redes no solo facilita sino que también promueve la
migración.

La expansión y el afianzamiento de estas redes (por las que circula principalmente información pero
también bienes y dinero, y en ocasiones personas) reducen los costos y los riesgos de la migración,
ya que facilitan el traslado, el acceso al trabajo, a la vivienda y orientan al recién llegado en la sociedad
de destino. La migración puede ser una decisión individual o familiar, pero cada movimiento
migratorio tiende a promover o facilitar migraciones futuras en la medida en que consolida un
mecanismo (complejo, por cierto) de circulación de personas. Vale la pena destacar que estas redes
no se integran únicamente con personas migrantes, sino que incluyen a gestores varios (formales,
informales y clandestinos), instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil –
entre ellas las que asisten en la obtención de documentación en los lugares de destino—.

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En conjunto, todos estos modelos “miran” lo mismo: personas que cruzan
fronteras internacionales. Sin embargo, cada modelo pone el foco o el énfasis
en distintos elementos (o variables) del mismo cuadro. En ese sentido, todos
los modelos son productivos y provechosos, y nos permiten identificar,
describir y comprender regularidades o patrones en distintos ámbitos.
Sin embargo, estas modelizaciones se ocupan muy poco de nuestra quinta
pregunta, a saber: ¿cuál es el papel que desempeñan los Estados en estos
procesos? Joaquín Arango argumenta que en el mundo actual “la libre
circulación de los trabajadores es la excepción y su restricción la norma”, y que
en nuestros días, a la hora de explicar las migraciones, las cuestiones políticas y
administrativas pesan más que las salariales. La posibilidad concreta de
trasladarse está ligada a “los títulos jurídicamente habilitantes para ingresar a
un país que poseen algunas personas”: es decir, a su capacidad efectiva de
cruzar regularmente determinadas fronteras internacionales en virtud de
acceso a visas especiales, acuerdos de doble nacionalidad o invocación del
derecho a la reunificación familiar (Arango, 2003:7).

Por eso enfatizamos que las trayectorias migratorias actuales no pueden


pensarse atendiendo únicamente a las dimensiones económicas o laborales en
las regiones de origen o de destino, sino que resulta indispensable tomar en
cuenta los marcos normativos que regulan la entrada y la permanencia de
personas extranjeras.

Provenientes de muy diversos ámbitos (el sentido común, el Estado, los


organismos de derechos humanos, los medios de comunicación, las ciencias
sociales) y más o menos estructuradas, estas miradas, a menudo
contradictorias, también construyen discursos y generan potentes
representaciones sociales que aportan a los debates políticos y a las agendas
nacionales y regionales sobre cuestiones migratorias. Además, en la medida en
que estas representaciones sociales circulan, se refuerzan, se debaten o se

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impugnan, son sin duda parte de lo que se dice, lo que se escucha, lo que se
pregunta y lo que se responde en el ámbito de la escuela.

En el Foro de la clase 2 - Miradas y modelos dialogaremos sobre los


contenidos presentados en esta clase.

Actividades
1. Una trayectoria migratoria internacional (Parte 2)

En la clase anterior les pedimos que contactaran a alguna persona que hubiera emprendido una
migración internacional en los últimos veinte años y que comenzarán a conversar con ella.

● “Chusmeen” los relatos que fueron elaborando sus colegas en sus respectivas wikis.

● A partir de los contenidos presentados en esta clase ¿qué otras preguntas le harían a esa
persona? ¿Qué información le pedirían que ampliara para comprender los aspectos
estructurales de su proceso migratorio? Es decir: cuestiones que no refieran a emociones o
aspectos subjetivos, sino preguntas que les permitan posicionar o ubicar la experiencia
migratoria de esa persona en un contexto social, económico y político más amplio. Por
ejemplo, pueden preguntarle:

○ Respecto a los diferentes y sucesivos trabajos que tuvo en su destino migratorio. ¿Sus
oportunidades laborales, sus condiciones de trabajo y sus ingresos eran similares a las
de las/los nacionales de ese país?

○ ¿Esos trabajos estaban relacionados con sus estudios o con sus experiencias laborales
previas a la migración?

34
○ En relación al acceso a la vivienda y a la salud: ¿dónde y con quiénes vivía? ¿Cómo
llegó a esa vivienda? ¿Se mudó muchas veces? Cuando se enfermaba ¿dónde se
atendía?

○ ¿La persona inició o continuó estudios formales?

○ ¿Cómo se comunicaba con sus familiares y amistades en su país de origen? ¿Enviaba


dinero u otros bienes para su familia?

● Escriban en su wiki todas las preguntas que agregarían. Elijan dos o tres que les parezcan más
relevantes para compartirlas en el Foro “Una trayectoria migratoria” y discutirlas con sus
colegas y tutor o tutora.

● Luego del intercambio en el foro, vuelvan a contactar a la persona con la que vienen
conversando, para hacerle esas preguntas y registrar sus respuestas.

2. Escuchar otras voces

● Sin duda, conocen abundantemente lo que los medios de


comunicación masiva dicen habitualmente acerca de las personas
migrantes en Argentina. Por eso, en esta actividad les proponemos
que “revisen” Internet en busca de medios de comunicación
gestionados por comunidades migrantes.
● Elijan alguno que les haya parecido interesante (expliquen por qué).
Compartan el enlace y sus reflexiones en la sección “Escuchar otras
voces” del Foro “Información y recursos”.

¡Spoiler alert! Hay muchísimas radios de, para y por migrantes que se pueden
escuchar por Internet.

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Material adicional
El Pasaje: historias de migraciones y transformaciones. Conducido por Kevin Johansen. Un podcast
original de OIM Argentina, en colaboración con Posta. Agosto - octubre de 2020.

El pasaje - Historias de migraciones

Migrante - Cortometraje animado. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=7qJDu-rMxl4

Bibliografía de referencia
Arango, J. (2003). La explicación teórica de las migraciones: luz y sombra. Revista Migración y
Desarrollo, n° 1. En: https://www.redalyc.org/pdf/660/66000102.pdf

Pacecca, M. I. (2015). Módulo Nro.: 1 La inmigración en la Argentina contemporánea. Sujetos y


trayectorias en mirada antropológica. Curso: Postítulo en Enseñanza de las Ciencias Sociales en la
escuela primaria. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

Ravenstein, E. G. (1885). The Laws of Migration. Journal of the Royal Statistical Society. Vol. 48, pp.
167-227. Londres.

Créditos
Autora: María Inés Pacecca

Cómo citar este texto:


Pacecca, María Inés (2022). Módulo Nro. 1: Miradas y modelos sobre las migraciones internacionales. Curso:
Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la
Nación.

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons


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36
Módulo 1: Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual

Clase 3: Algunas claves acerca de las migraciones


internacionales contemporáneas

Los términos o conceptos escritos en verde están definidos o explicados con


mayor detalle en el Glosario del Módulo

En nuestra primera clase señalamos que las migraciones no son todas iguales ni se “explican” de la
misma manera, y en la clase dos resumimos los distintos modelos elaborados por las ciencias sociales
para abordar las múltiples facetas de este fenómeno tan complejo. En esta clase abordaremos de
manera general las principales dinámicas migratorias de los siglos XX y XXI, con especial énfasis en
América del Sur. Comenzaremos con un panorama muy sintético de los cambios más significativos
ocurridos entre la primera y la segunda mitad del siglo XX. Luego nos detendremos en algunos casos
contemporáneos (denominados “grandes movimientos de migrantes y refugiados”) que se
caracterizan por el desplazamiento repentino de cientos de miles de personas que, en el marco de
guerras o agudas crisis sociales, políticas y económicas, parten de su país en un lapso muy breve
(unos meses, unos pocos años), casi siempre para dirigirse a países próximos. Ejemplos de ello han
sido las miles de personas que se sumaron a las caravanas migrantes en América Central o los
millones que, en los últimos años, partieron de Siria (desde 2011) y de Venezuela (desde 2015). Más
recientemente, encontramos a quienes han partido de Ucrania debido a la guerra con Rusia (2022).

Aunque sea de manera muy breve, es importante revisar estos procesos (los de largo plazo y los
“urgentes”) para comprender las magnitudes y las diferentes escalas temporales y geográficas de las
migraciones internacionales (voluntarias o forzosas) de los últimos 150 años. Comprender estas
diferencias es especialmente importante en una sociedad como la argentina, donde las migraciones
ultramarinas (ocurridas entre 1880 y 1930 aproximadamente) tuvieron un gran impacto
demográfico, social y económico —conocido por todos— y también un gran impacto “narrativo”, del

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que se habla menos. Por una combinación de motivos, esas migraciones se convirtieron en la matriz
predominante (y casi única) a partir de la cual gran parte de la sociedad y muchos gobiernos “leyeron”
otros procesos migratorios, tales como los provenientes de países de la región. Narradas en las mesas
familiares, en las aulas y en los manuales escolares, en el discurso público y en los medios de
comunicación, estas antiguas migraciones se constituyeron en el ejemplo por excelencia de cómo se
supone que son (o cómo se supone que deberían ser) las trayectorias migratorias. En este sentido,
los temas y conceptos que trabajaremos en este módulo contribuirán a contextualizar ese relato y
abrir el terreno (y los oídos) a otras voces y otros relatos.

La generalización y difusión de relatos épicos que enfatizaron las características personales de las y
los antiguos migrantes de ultramar (“vinieron con una mano adelante y otra atrás, pero gracias a su
esfuerzo y su tesón, tuvieron éxito”) ayudaron a que se perdieran de vista otras dimensiones de los
procesos. Se minimizaron los efectos de la política migratoria de ese entonces, que generó el
equivalente a lo que hoy llamaríamos la masiva “regularización” o “documentación” de todas esas
personas extranjeras. Al pasar por alto cuestiones normativas e institucionales, esa narrativa
distorsionó (e incluso obstaculizó) la comprensión social de otras trayectorias migratorias,
particularmente las de quienes arribaron a Argentina desde países limítrofes en las últimas décadas
del siglo XX. Estas trayectorias también estuvieron marcadas por la política migratoria, salvo que se
trató de políticas predominantemente restrictivas que dificultaron de manera sistemática la
regularización y la documentación de estas personas migrantes. [El Módulo 2 de este trayecto se
centra en Argentina. Quienes quieran anticiparse y leer más, pueden consultar el texto (Re) pensar
las migraciones en Argentina].

Castles y Miller (dos investigadores relevantes sobre las migraciones a nivel mundial) sostienen que
el hecho de que muchos actores decisivos “no hayan podido ver la migración internacional como un
proceso social dinámico ha sido el origen de muchos problemas políticos y sociales” (2003: 45). Es
decir que muchos de los “problemas” imputados a las migraciones y a las personas migrantes se
vinculan a las descripciones simplistas y la comprensión incompleta de un fenómeno complejo y
cambiante, que no puede pensarse linealmente ni en los cortos plazos.

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Las migraciones internacionales en el siglo XX

https://youtu.be/QCQtdqf-bTs

Se estima que entre 1800 y 1930, alrededor de 40 millones de europeos migraron de manera
definitiva a los países de América del Norte, América del Sur o Australia. Según Castles y Miller:

“entre 1850 y 1914, la mayoría de los migrantes provenía de Irlanda, Italia, España
y Europa del Este, áreas donde la industrialización llegaría más tarde. América
ofrecía el sueño de convertirse en agricultor o comerciante independiente en las
nuevas tierras de oportunidad. A menudo este sueño se veía frustrado: los
migrantes se convertían en trabajadores asalariados, ‘cowboys’, gauchos o
arrieros en los grandes ranchos, construían caminos y tendían las vías del
ferrocarril a través de las vastas extensiones del nuevo mundo, o en trabajadores
fabriles en las emergentes industrias del noroeste de Estados Unidos”. (Castles y
Miller, 2003: 74)

Es decir que hasta principios del siglo XX, Europa fue la principal región desde donde partían las y
los migrantes internacionales, que se dirigían a los países americanos (Estados Unidos, Canadá, Brasil,
Argentina) y a Australia. Este patrón (a menudo denominado “la era clásica de las migraciones”)
comenzó a cambiar hacia 1950, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

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Para ese entonces, debido a un conjunto de circunstancias que ampliaron la industrialización y
generaron gran demanda de mano de obra, los países de Europa del Norte y Europa Occidental
comenzaron a “importar” trabajadores de sus excolonias y de los países del Mediterráneo, tales como
España, Italia, Portugal, Grecia y Turquía. Gran Bretaña, por ejemplo, promovió el ingreso de
trabajadores provenientes de Irlanda (su histórica reserva de mano de obra) y también de sus
antiguas colonias en el Caribe, la India y África. Procesos similares ocurrieron en Francia (con
Marruecos y Argelia) y en Bélgica (con sus antiguas colonias en África). En estas mismas décadas
(1950-1970) la República Federal de Alemania estableció el sistema de “trabajadores huéspedes”, un
mecanismo de reclutamiento organizado y gestionado por el Estado para proveer trabajadores
temporarios para la construcción de carreteras, subterráneos y viviendas públicas. Estos
“trabajadores huéspedes” debían necesariamente retornar a sus países de origen luego de finalizado
su contrato laboral.

A mediados de la década de 1970, el incremento de la producción de petróleo en los países del Golfo
Pérsico (Arabia Saudita, Qatar, Bahréin, los Emiratos Árabes, Irán, Irak) convirtió esa región en un
atractivo destino migratorio, tanto para personas provenientes de otros países árabes como del
sudeste asiático. Simultáneamente, Estados Unidos y Canadá modificaron sus antiguos regímenes de
cuotas por nacionalidades y configuraron una región migratoria con peso propio hacia la que se
dirigen migrantes desde Asia, África y América Latina.

Es decir que a nivel global, durante la segunda mitad del siglo XX cambió la direccionalidad de los
flujos y se multiplicaron los países de origen y de destino. Europa dejó de ser el principal polo
emisor, y Australia y varios de los países americanos dejaron de ser los principales receptores. En las
migraciones intercontinentales comenzaron a predominar migrantes que no partían de Europa sino
de países de África, Asia y América Latina, que se convirtieron en las principales regiones de
emigración. Los flujos más grandes comenzaron a dirigirse desde los países del sur global hacia los
países del norte global. Arango sostiene que

40
“si el mapa vigente de la era precedente podía fácilmente dibujarse con unas pocas
flechas de gran grosor que partían de Viejo Continente y desembocaban en los
Nuevos Mundos, el actual, incomparablemente más complejo, apaece cruzado por
infinidad de líneas más delgadas que conectan casi cualquier punto del globo con
cualquier otro”. (Arango, 2003: 9)

En este nuevo contexto, los antiguos países de emigrantes (tales como Italia, España, Alemania) y
otros países sin tradición migratoria (los países del Golfo Pérsico) comenzaron a convertirse en
destinos de inmigrantes de diferentes nacionalidades. Las leyes que casi todos estos países fueron
implementando durante la segunda mitad del siglo XX, cada vez más restrictivas con respecto al
ingreso y a la permanencia, fueron en sentido contrario a las políticas migratorias de los países
americanos durante las décadas previas. En la segunda mitad del siglo XX y durante el siglo XXI, las
normas migratorias no buscan convertir a las personas migrantes en residentes estables, sino en
trabajadores temporarios que circulan entre distintos destinos a lo largo de buena parte de su vida
laboral. En paralelo, ha aumentado enormemente la brecha entre la calidad del empleo de las
personas nacionales (que concentran el trabajo registrado) y el empleo de las personas migrantes
(que concentran el empleo informal o no registrado). Esta combinación de factores (nuevos destinos
migratorios, normas crecientemente restrictivas, desregulación laboral), sumada a las facilidades en
la comunicación y el traslado, han convertido muchas de las migraciones contemporáneas en
proyectos a corto o mediano plazo. Aunque deseen permanecer en su país de destino, muchos
migrantes no pueden hacerlo porque no logran obtener los permisos de residencia ni los empleos
que les asegurarían un piso de estabilidad y bienestar.

El panorama en América del Sur

En esta sección nos detendremos brevemente en las dinámicas migratorias de América Latina, con
especial hincapié en América del Sur. Dentro del contexto más amplio de América Latina, América
del Sur conforma un sistema migratorio caracterizado por la notable movilidad entre los países de la

41
región. Esto la distingue de América Central, el Caribe y México, cuyas dinámicas migratorias están
fuertemente marcadas (y organizadas) por las posibilidades y los obstáculos para ingresar a Estados
Unidos. En un caso, prácticamente todas las personas migrantes se dirigen hacia un solo país (Estados
Unidos), en tanto que en el otro (América del Sur) las personas se dirigen hacia más países, que
además han ido cambiando en las dos décadas del siglo XXI.

Tanto históricamente como en la actualidad, los países de América del Sur han sido destino de
migrantes continentales (regionales) y extracontinentales y han combinado diversos patrones de
movilidad de población. Como han señalado diversas investigaciones del CELADE (Centro
Latinoamericano y Caribeño de Demografía, División de Población de la CEPAL), la región se
caracteriza por un conjunto de dinámicas migratorias que incluyen:

● las antiguas migraciones ultramarinas que varios países recibieron durante el siglo XIX y las
primeras décadas del siglo XX;

● la emigración extrarregional, cuyo principal destino es Estados Unidos, seguido de España y


otros países de Europa;

● la migración intrarregional, que se ha consolidado a partir de mediados del siglo XX y en la


que han predominado los movimientos entre países vecinos. Por ejemplo, migraciones desde
Colombia hacia Venezuela, desde Paraguay y Bolivia hacia Argentina o desde Perú hacia Chile.
Más recientemente, ha habido importantes movimientos desde Venezuela hacia Colombia,
Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Brasil; y

● los procesos de retorno a sus países de origen, tanto de emigrantes regionales como
extrarregionales.

42
https://youtu.be/oMv4I9OlJ8s

Entre fines del siglo XX y principios del siglo XXI, los movimientos intrarregionales ya se habían
consolidado como “uno de los rasgos dominantes, vigentes y de importante cuantía” de las dinámicas
migratorias locales (CEPAL 2018: 10). El gráfico 1, a continuación, ilustra la creciente relevancia de
las migraciones intrarregionales dentro del total de extranjeros residentes en América Latina y el
Caribe. Como puede observarse, en 1970 el 76% de las personas migrantes que vivían en la región
habían nacido en otro continente, es decir que se trataba de migrantes extrarregionales que en su
mayoría habían arribado de países de Europa varias décadas atrás. En ese entonces (1970), solo el
24% de las/os migrantes que residían en la región había nacido en otro país dentro de la misma
región. Cuarenta años más tarde, en 2010, la situación prácticamente se había invertido: casi el 65%
de las/os extranjeras/os que residían en la región eran nacionales de otros países de la región.
Seguramente cuando contemos con los datos correspondientes a la próxima ronda censal (la ronda
2020, postergada en muchos países debido a la pandemia por COVID-19), el cambio será aún más
marcado en comparación con 1970.

43
Fuente: Martínez Pizarro, Cano y Soffia (2014). Proyecto IMILA del CELADE.

Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL 2014 y 2018)
hechas sobre los censos nacionales de población de 2010, para esa fecha residían en América del Sur
aproximadamente 4.750.000 personas que se hallaban fuera de su país de nacimiento. De ellas,
1.800.000 residían en Argentina y 1.160.000 en Venezuela, de modo que entre ambos países
concentraban casi el 65% de los migrantes de la región. En ambos casos, el grueso de las/os
residentes extranjeras/os provenía de sus respectivos países limítrofes: colombianos en Venezuela;
paraguayos y bolivianos en Argentina. En Chile, que hacia 2010 ya perfilaba como un destino cada
vez más relevante, comenzaba a ocurrir algo similar con la migración peruana. Estos datos
confirmaban la consolidación del patrón de migraciones intrarregionales que se había ido forjando
durante el siglo XX.

Sin embargo, este panorama relativamente estable comenzó a cambiar hacia 2015, cuando cientos
de miles de personas comenzaron a partir de la República Bolivariana de Venezuela. Para abril de
2022, se estimaba que 6.000.000 venezolanos/as vivían fuera de su país. De ellos, 5.000.000 se
encontraban en la región, principalmente en Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Brasil y Argentina.
Según dichas estimaciones, Colombia ha recibido 1.800.000 personas migrantes y refugiadas

44
venezolanas, Perú 1.200.000 y Ecuador 500.000. En Chile residían 450.000, en Brasil 325.000 y en
Argentina 170.000. 1

Personas venezolanas cruzando desde Colombia hacia Ecuador, 2018.


Imagen con licencia Creative Commons.

Tanto por su volumen como por su celeridad, la movilidad venezolana se ha configurado como una
dinámica novedosa que en unos pocos años modificó sustancialmente los patrones migratorios de
América del Sur. En la región, estos tránsitos y permanencias tienen lugar en y entre países con
experiencias muy diversas en relación a la inmigración. Algunos han sido países de destino de larga
data (Argentina) y otros más recientemente (Chile), en tanto que otros más han sido países de
emigración, sobre todo en las últimas décadas (Colombia, Perú, Ecuador). Más allá de estas
diferencias, en los últimos años casi todos ellos se han abocado a la revisión de sus políticas
migratorias, adoptando normas y prácticas más claramente vinculadas a las iniciativas sudamericanas
de integración y regularización, especialmente el Acuerdo de Residencia para nacionales de los
Estados Parte del Mercosur (2002).

1Estas cifras provienen de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, liderada
conjuntamente por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM). Para más información, consultar https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes

45
El Acuerdo sobre residencia para nacionales de los Estados Parte del Mercosur y
Asociados fue firmado en noviembre de 2002 por Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay y entró en vigor en 2009. El Acuerdo propuso reglas comunes y novedosas
para la regularización de la residencia de las y los nacionales de los Estados parte a
partir de “una política de libre circulación de personas en la región” como vía para
consolidar la integración. El Acuerdo estableció el criterio de nacionalidad como pilar
de los requisitos de ingreso y permanencia. A partir de este instrumento se buscó que
los contratos de trabajo o de alquiler, los comprobantes de ingresos o los depósitos de
dinero en el sistema bancario dejarán de ser requisitos exigibles para regularizar la
situación migratoria de las y los migrantes regionales. Argentina y Bolivia ratificaron el
Acuerdo en 2004; Brasil, Chile y Uruguay en 2005 y Paraguay en 2008. Ecuador y Perú
adhirieron en 2011 y Colombia en 2012.

Los grandes movimientos de migrantes y refugiados

La masividad y la urgencia de la movilidad venezolana la emparentan con los millones de personas


que en los últimos años partieron de la República Árabe Siria, Afganistán o Sudán del Sur, y que aún
hoy se encuentran en los que fueron sus principales países de acogida: Turquía, Líbano, Pakistán,
Sudán, Alemania. (ACNUR 2020) En 2016, estos desplazamientos llevaron a la Asamblea General de
las Naciones Unidas a convocar una reunión de alto nivel para tratar las temáticas de migración y
asilo. Allí se abordaron los desafíos de lo que se dio en llamar grandes movimientos de migrantes y
refugiados —donde el término grande “depende menos del número absoluto de personas que se
desplazan que del contexto geográfico, la capacidad de respuesta de los Estados receptores y el
efecto que ocasionan en el país de destino por su carácter repentino o duradero” 2— y se buscó
promover su tratamiento desde una perspectiva humanitaria. Esta preocupación abrió un proceso
de diálogo intergubernamental (entre todos los países que son parte de las Naciones Unidas) que
culminó en diciembre de 2018 con la firma del Pacto Mundial para una migración segura, regular y
ordenada por parte de unos 150 países. A diferencia de los instrumentos de derechos humanos que

2En condiciones de seguridad y dignidad. Respuesta a los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes, Informe del Secretario
General de la ONU (A/70/59), parágrafo 11.

46
listamos en la clase anterior, este Pacto no es vinculante para los Estados. Es decir que los países que
lo firmaron (Argentina entre ellos) no están obligados a cumplir esos estándares de protección, sino
que pueden tomar algunas de las recomendaciones del Pacto (las que deseen) y utilizarlas para
mejorar sus propias normas y prácticas migratorias.

Entre los grandes movimientos de migrantes y refugiados podemos incluir las caravanas migrantes,
frecuentes en América Central con anterioridad a la pandemia. Varias de estas caravanas han partido
desde San Pedro Sula (Honduras) con el propósito de llegar hasta Estados Unidos, atravesando por
tierra Guatemala y México. Las caravanas más numerosas han convocado varios miles de personas,
que se trasladan tanto por cuestiones económicas (búsqueda de trabajo) como por temores debido
a amenazas y situaciones de violencia. Por su propia masividad y visibilidad mediática, las caravanas
implicaron traslados relativamente seguros y contaron con el acompañamiento y la solidaridad de
quienes residían en las localidades que atravesaban. También es cierto que esta visibilidad mediática,
que contribuyó a la seguridad y potenció la voz de quienes las integraban, facilitó su monitoreo y
eventual desmantelamiento por parte de las autoridades migratorias, casi siempre mucho antes de
llegar a Estados Unidos.

Caravana de migrantes caminando desde Honduras hacia México, 2018.


Imagen con licencia Creative Commons.

47
Aunque distintos entre sí, estos procesos pueden analizarse como una
evidencia más de que las grandes crisis —políticas, sociales, económicas,
ambientales— serán parte de la “normalidad” del siglo XXI, y es esperable
que generen considerables y predecibles desplazamientos de personas. Si
bien la ayuda humanitaria y el derecho internacional humanitario
contribuyen a mitigar sus consecuencias más inmediatas, las pequeñas,
medianas y grandes crisis migratorias y de refugiados de los últimos años
dejan un mensaje claro: el retorno a los países de origen no pareciera ser
viable en el corto o mediano plazo.

Procesos, temporalidades y modelos

En síntesis, podemos pensar que los procesos de movilidad actuales


muestran dos grandes dinámicas o dos grandes lógicas. Por un lado,
encontramos procesos de larga data, relativamente constantes y
establecidos, que se fueron consolidando durante décadas, y a partir de los
cuales se elaboraron los distintos modelos descriptivos y explicativos que
reseñamos en la clase anterior. Por el otro, observamos desplazamientos
urgentes y por lo general masivos, vinculados a guerras o grandes crisis que
no pueden preverse con anterioridad. En ese sentido, suelen “escapar” a las
regularidades o patrones más estables que tratan de identificar los modelos
que abordan las migraciones.

Ejemplos de procesos de larga data son las migraciones intrarregionales en América del Sur, la
migración desde México hacia Estados Unidos y, en términos generales, gran parte de las migraciones
desde el sur global hacia el norte global. Muchos de estos desplazamientos se vinculan a aspectos
tales como la búsqueda de trabajo y la mejora de las condiciones de vida, ya sea en el lugar de origen
(a través del envío de remesas para la familia) o mediante la instalación en el lugar de destino.
Quienes llevan adelante estos proyectos migratorios suelen proponerse objetivos diversos respecto

48
a la duración de su migración. Muchas veces, las personas tienen pensado quedarse unos años en el
destino migratorio, trabajar duro y luego retornar a su país de origen, y a veces sucede así. Otras
veces ocurren cosas que cambian sus planes (como en la vida de cualquier persona): se enamoran y
deciden quedarse, o consideran que en el destino migratorio hay oportunidades para otros
integrantes de sus familias, y los van trayendo (por ejemplo a hermanos y hermanas, o sus hijos e
hijas). Entonces, una migración que en sus inicios se pensó acotada a algunos años se prolonga
durante décadas, o tal vez para siempre. Pero también ocurre que el proyecto migratorio no salga
como se esperaba: tal vez no hay trabajo, tal vez los costos de vida son mayores a los calculados, tal
vez la persona “no se halla” y retorna. Y también puede ocurrir que no haya logrado regularizar su
situación migratoria (“los papeles”) y que eso reduzca sobremanera sus oportunidades, o que dé
lugar a su expulsión o deportación.

Ejemplos de los desplazamientos “urgentes” son los grandes movimientos de migrantes y refugiados
que mencionamos antes. Dentro de estos movimientos, especialmente aquellos que se vinculan a
guerras o grandes crisis humanitarias, suele haber personas y familias que jamás habían pensado en
partir: para ellas, el desplazamiento no era parte ni de sus proyectos ni de su horizonte. Ejemplos de
ello son las personas sirias y ucranianas que dejaron sus países masivamente debido a las guerras (en
Siria a partir de 2011, en Ucrania a partir de 2022). Estos acontecimientos, que generan el
movimiento de personas que probablemente nunca hubieran sido migrantes, suelen quedar por
fuera de los modelos que reseñamos en la clase anterior. En parte porque se trata de
desplazamientos que no se ligan con patrones relativamente estables (como pueden ser las
características de los mercados de trabajo en los países de origen y de destino) y en parte también
porque los modelos migratorios aún no han logrado incorporar de manera clara y sistemática el rol
que en la actualidad juegan los Estados. Y en estos casos de desplazamientos urgentes o grandes
movimientos, los Estados (y la comunidad internacional) devienen actores centrales.

49
Familias sirias en campos de refugiados en Turquía, 2014.
Imagen con licencia Creative Commons.

Este contexto de por sí complejo se volvió aún más incierto debido a la pandemia y los cierres de
fronteras internacionales implementados durante buena parte de 2020 y 2021. Ese será uno de los
temas de nuestra próxima clase.

En el Foro de la clase 3 - Claves dialogaremos sobre los contenidos


presentados en esta clase.

50
Actividades
1. Una trayectoria migratoria (Parte 3)

● Consulten nuevamente los relatos que han ido armando sus colegas en sus respectivas wikis,
de modo de ir comparando las distintas trayectorias que van relevando.

● Revisen el relato en el que vienen trabajando. Esta es nuestra última tanda de preguntas para
la persona entrevistada. Pueden preguntarle sobre alguna de las siguientes cuestiones:

o Si logró tramitar sus “papeles” (regularizar su situación migratoria) en el país al que


migró. Si lo logró, cómo fue el proceso (¿largo? ¿costoso? ¿sencillo? ¿incomprensible?
¿necesitó ayuda?, etcétera).

o Si no logró tramitar sus “papeles”, ¿cuáles fueron las consecuencias de la situación


migratoria irregular?

o ¿En alguna oportunidad se contactó con el Consulado de su país de origen?

o ¿Y con alguna organización de migrantes o de derechos humanos? ¿Se contactó por


algún motivo o consulta en particular?

o ¿Quiénes eran las otras personas migrantes que también residían en ese país o en esa
ciudad? ¿De dónde provenían?

o ¿Experimentó situaciones de discriminación o de violencia institucional por su


condición migratoria?

o ¿Su experiencia migratoria fue como la había imaginado o planificado al principio?


¿Cuáles fueron sus principales aprendizajes y desencantos a lo largo de este proceso?

● Recuerden que tienen disponible el Foro “Una trayectoria migratoria” para dialogar sobre las
preguntas a hacer y las respuestas que obtienen.

● Incluyan la nueva información en el archivo en el que vienen trabajando. Si es necesario,


reescriban el texto de modo que quede un relato ordenado y coherente.

51
2. Actividad complementaria

• Revisen este material sobre los censos nacionales de población disponible entre los recursos
del Ministerio de Educación: link: https://www.educ.ar/recursos/50731/historia-de-los-
censos

• En la página web del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos busquen la sección sobre los
censos nacionales de población. ¿Qué encuentran?

• Quienes se animen, pueden explorar los resultados del censo de 2010 [el de 2022 es muy
reciente y aún no hay resultados disponibles] en lo que respecta a migraciones. Para ello,
dentro de la página del INDEC, deben ir a estadísticas → población → censos → 2010 y allí
seleccionar estas variables:

• Compartan sus hallazgos, reflexiones, comentarios, dudas y preguntas en la sección “Censos”


del Foro “Información y recursos”.

Material de consulta
Arango, J. (2003). Inmigración y diversidad humana. Una nueva era en las migraciones
internacionales. Revista de Occidente, n° 268, pp. 5 a 20. España, Fundación Ortega y Gasset.
Disponible en https://ortegaygasset.edu/wp-content/uploads/2018/07/268Joaquin_Arango.pdf

52
CAREF. (2019). Venezolanos/as en Argentina. Un panorama dinámico (2014-2018). Disponible en
https://www.caref.org.ar/publicaciones

Audiovisuales

Guerrero, H. (2018). Entrevistas a personas que integran una caravana migrante. Disponible en:
https://elpais.com/elpais/2018/10/23/videos/1540311530_550337.html

Bibliografía de referencia
Castles, S. y Miller, M. (2003). La era de la migración. Movimientos internacionales de población en
el mundo moderno. México, Universidad Autónoma de Zacatecas.

CEPAL Observatorio demográfico - América Latina y el Caribe. (2018). Migración Internacional.


Disponible en https://www.cepal.org/es/publicaciones/44411-observatorio-demografico-america-
latina-2018-migracion-internacional-demographic

Martínez Pizarro, J., Cano Christiny, V., y .Soffia Contrucci, M. (2014). Tendencias y patrones de la
migración latinoamericana y caribeña hacia 2010 y desafíos para una agenda regional. Santiago de
Chile, CEPAL, Serie Población y Desarrollo nº 109.

Créditos

Autora: María Inés Pacecca

Cómo citar este texto:


Pacecca, María Inés (2022). Clase Nro. 3: Algunas claves acerca de las migraciones internacionales
contemporáneas. Curso: Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual. Buenos Aires: Ministerio
de Educación de la Nación.

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons


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53
Módulo 1: Pensar las migraciones internacionales en el mundo actual

Clase 4: Las mujeres y el género en las migraciones


Bonus track: El impacto de la pandemia

Los términos o conceptos escritos en verde están definidos o explicados


con mayor detalle en el Glosario del Módulo

https://youtu.be/lXrtMR0k5e4

En esta clase abordaremos dos temáticas distintas, una de ellas estructural y de largo plazo (la
creciente presencia de las mujeres en las migraciones) y la otra referida a la pandemia, un
acontecimiento reciente e inesperado. Ambas temáticas, con sus distintas temporalidades, nos
permitirán volver sobre dos cuestiones que planteamos en la clase anterior: a partir de qué hechos y
regularidades se construyen los modelos descriptivos y explicativos, y el rol de los Estados en los
procesos migratorios.

54
La feminización de las migraciones. Hechos y miradas

En su sentido más restringido, el término “feminización de las migraciones” alude


a los cambios en la composición por sexos en las migraciones internas e
internacionales, en particular a una creciente proporción de mujeres entre las
personas migrantes. En un sentido más amplio, alude también a la visibilización
del género como una dimensión estructurante de la vida social y de los procesos
migratorios. Ambas cuestiones (los números y la perspectiva de género)
impulsaron cambios significativos en los modelos, conceptos y categorías
utilizados para dar cuenta de las dinámicas y las trayectorias migratorias, y
también impactaron en ciertos aspectos de las políticas públicas y de las políticas
migratorias. Estos procesos no fueron simultáneos: de hecho, la visibilización del
género ocurrió varias décadas después de que se hubiera modificado la
composición de las poblaciones migrantes.

A partir del análisis de diversas fuentes históricas de larga duración,3 Donato y Gabaccia (2016)
sostienen que entre 1840 y 1920 las mujeres representaron entre el 20% y el 40% de los emigrantes
a nivel mundial. Durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, las migraciones
internacionales (desde Europa hacia Australia y los países americanos) estuvieron conformadas
principalmente por colonos y jornaleros. En el caso de los colonos (volcados a la agricultura), la
proporción entre los géneros tendió a equilibrarse, ya fuera porque las mujeres se trasladaban junto
con los varones o porque arribaban unos pocos años después. En el caso de los jornaleros, se trató
de una migración preferentemente masculina, vinculada a la demanda de mano de obra para
infraestructura y producción manufacturera. Es decir que incluso en el siglo pasado y en el anterior,
las mujeres fueron parte de muchos procesos migratorios, aunque su registro en las fuentes
históricas y administrativas sea parcial o discontinuo.

Ya entrado el siglo XX, las estadísticas migratorias consolidadas a nivel global mostraron que hacia
1960 el 47% de las personas migrantes eran mujeres. Esta proporción se fue incrementando

3Tales como la base de datos de comercio transatlántico de esclavos, cuyos registros abarcan desde 1532 hasta 1862, y
un informe sobre estadísticas migratorias mundiales publicado en 1929 y disponible en
https://www.nber.org/books/fere29-1

55
lentamente, para llegar al 49% en el año 2000 (Zlotnik, 2003) y descender nuevamente al 48% en
2019.4 Es decir que la feminización de las migraciones no solo no es reciente sino que además ha
pasado desapercibida durante largo tiempo. Como argumentan Donato y Gabaccia, los cambios más
significativos en la proporción de varones y mujeres en los procesos migratorios ocurrieron antes de
1960, pero recién comenzaron a tener cierta visibilidad académica e institucional hacia 1980. Sin
duda, una de las razones de este desfasaje entre las dinámicas migratorias propiamente dichas y su
descripción y comprensión se vincula con cómo fueron “narrados” (en sentido amplio) los procesos
migratorios.

Efectivamente, durante décadas, tanto la decisión de migrar como la migración en sí fueron


consideradas dominios básicamente masculinos. Dentro de esta lógica, la migración de varones era
autónoma, en tanto que la de mujeres seguía un patrón asociativo: nunca eran cabeza de un
movimiento migratorio sino que migraban en tanto hijas, cónyuges o hermanas de un migrante
masculino. Puesto que además el varón era considerado naturalmente el “jefe” de la familia y el
sostén económico principal, no había demasiado interés en verificar si esto era efectivamente así
(aunque las familias monoparentales encabezadas por mujeres han sido una constante a lo largo de
la historia) ni en preguntarse por sus causas o consecuencias. Así, las investigaciones históricas y las
políticas migratorias asumieron que la migración era un proceso eminentemente masculino, que “los
migrantes” eran mayoritariamente varones y que lo que se afirmara acerca de ellos (los varones)
aplicaba a todas las personas migrantes —aunque fueran mujeres, niñas y niños—. Como señala Boyd
(2003), en las décadas de 1960 y 1970, la fraseología habitualmente utilizada de “migrantes y sus
familias” en verdad aludía a migrantes varones, sus esposas e hijas/os. Y no, por ejemplo, a mujeres
migrantes y sus hijas/os, ni a migrantes mayores de edad de cualquier género y a sus madres o padres
adultos mayores.

La Ley de Inmigración y colonización aprobada en Argentina en 1876 (más conocida


como “Ley Avellaneda”) definía como inmigrante a “todo extranjero jornalero,
artesano, industrial, agricultor o profesor que, siendo menor de sesenta años, y
acreditando su moralidad y sus aptitudes, llegase a la República para establecerse en

4 Ver https://migrationdataportal.org/themes/gender-and-migration#key-trends

56
ella, en buques de vapor o a vela, pagando pasaje de segunda o tercera clase, o
teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las provincias o de las empresas
particulares protectoras de la inmigración y colonización”. (art. 12)

El artículo 14 de la ley establecía las “ventajas especiales” con las que contaban los
inmigrantes (relativas a alojamiento, traslados dentro del territorio nacional y
eximiciones de pagos de tasas en el ingreso de herramientas). El artículo 15 aclaraba
que dichas disposiciones “serán extensivas, en cuanto fuesen aplicables, a las mujeres
e hijos de los inmigrantes”.

Resulta entonces que la migración de mujeres, niñas y adolescentes tiene una larga historia, gran
parte de la cual ha transcurrido en las sombras.

Fue recién en las décadas de 1980 y 1990, con los desarrollos de la teoría feminista, que el foco
analítico se desplazó de las decisiones individuales (que se presumían completamente racionales) de
varones y mujeres hacia el género, entendido como el principio central (aunque subyacente) que
organiza y estructura las diversas etapas del proceso migratorio. La incorporación de la perspectiva
de género mostró que el impacto de las cuestiones económicas es diferencial según se trate de
varones o de mujeres, que en muchos países la demanda de mano de obra migrante hace distinciones
de género (por ejemplo para trabajos domésticos y de cuidado) y que existen redes migratorias
conformadas y utilizadas de manera casi exclusiva por mujeres.

En términos muy sintéticos, la teoría feminista evidenció que ciertos supuestos que naturalizaban y
opacaban los efectos de los roles de género en el proceso migratorio debían ser revisados. Mostró
también que la vinculación entre género y dinámica migratoria es compleja. Así como el género
facilita u obstaculiza los procesos migratorios (según se trate de varones o de mujeres), la existencia
de diferenciales socioeconómicos entre países o regiones —y la capacidad de las mujeres para
aprovecharlos migración mediante— puede modificar ciertos aspectos de los sistemas de roles en
las familias o unidades domésticas de origen.

En alguna medida, pareciera que la migración de mujeres combina aspectos del patrón autónomo
considerado típicamente masculino (ya que es verdad que migran solas y no exclusivamente como
miembros dependientes), con otros del patrón asociativo, en el sentido de que, a pesar de ser cabeza

57
de migración, frecuentemente su migración estaría más ligada a decisiones familiares (del conjunto
de la unidad doméstica) que lo que pareciera ser el caso de los varones. Ello es así ya que en el seno
de la familia es donde más se siente la subordinación de género y donde queda en evidencia que los
intereses de varones y mujeres no son necesariamente coincidentes. Estas divergencias, así como las
tensiones que generan, juegan un importante rol en relación a quién finalmente migra, por cuánto
tiempo y a dónde, y quién permanece en la unidad doméstica.

En este sentido, los factores fundamentales que inciden en la decisión migratoria de una mujer son
su edad, el lugar que ocupa dentro de la familia (hija, esposa, madre), su situación conyugal (soltera,
casada o unida, separada o divorciada, viuda), su etapa en el ciclo vital (si tiene o no hijos/as, y de
qué edades), y la capacidad del hogar de prescindir de su trabajo en función de la existencia o no de
otras mujeres en condiciones de reemplazarla en sus actividades domésticas. Por eso, qué mujeres
migran está vinculado con qué mujeres se quedan. Esto implica que la migración femenina registra,
en mayor medida que la masculina, una fuerte impronta de negociación y evaluación de desventajas
y beneficios que concierne a la totalidad de la unidad doméstica de origen.

Según Grieco y Boyd (2003) es posible distinguir tres momentos donde “las relaciones, los roles y las
jerarquías de género influyen sobre el proceso migratorio y producen efectos diferenciales sobre las
mujeres: en la etapa premigratoria [que es donde se juega la decisión y la oportunidad de migrar],
en el cruce de las fronteras internacionales y en la trayectoria migratoria en el país de destino” (2003:
3). En estos dos últimos aspectos, las normas migratorias y laborales y las políticas públicas del país
de destino juegan un rol. Por un lado, respecto a los diversos permisos de ingreso y permanencia,
que pueden estar vinculados a cuestiones tales como la nacionalidad o la existencia de un contrato
de trabajo previo. Por el otro, porque es frecuente que “la mayoría de las trabajadoras migrantes
realicen «trabajos de mujeres» como niñeras, empleadas domésticas o trabajadoras sexuales, los
nichos laborales menos deseables en términos de remuneración, condiciones laborales, protección
legal y reconocimiento social” (Paiewonsky, 2007: 5).

Desde el punto de vista de la migración de mujeres, el trabajo doméstico ha ofrecido ventajas y


desventajas. En cuanto a las ventajas, en general se trata de una ocupación de acceso relativamente
sencillo, que no requiere demasiada experiencia previa (es casi el mismo trabajo que la mujer hacía
“naturalmente” en su propia unidad doméstica). En el caso del empleo doméstico sin retiro, resuelve
transitoriamente el tema de la vivienda y suele “invisibilizar” a la mujer migrante, sustrayéndola de

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los riesgos relacionados a la permanencia irregular tales como multas, detenciones o expulsiones.
Además, es razonable suponer que durante décadas, muchas familias han aceptado la migración de
sus hijas jóvenes por considerar que la inserción en el trabajo doméstico implica un control y una
contención que no parecieran necesarias en el caso de los varones migrantes. En lo que respecta a
las desventajas, desde el punto de vista de la movilidad laboral el trabajo doméstico es un callejón
sin salida: no capacita en el puesto de trabajo, no abre posibilidades a otras ocupaciones y rara vez
permite continuar la educación formal. A ello se suma la contratación informal, que ha caracterizado
históricamente al trabajo doméstico y ha estado asociada a la precariedad, a la inestabilidad laboral
y a mayores niveles de explotación (interminables horas de trabajo, abuso por parte de los
empleadores, dificultades para reclamar, etcétera). En estos casos, el género se entrecruza con la
condición migratoria, la nacionalidad y/o el origen étnico, la raza5 y la clase para facilitar y legitimar
la explotación y la subordinación de las mujeres migrantes.

En lo que respecta a la feminización en América del Sur, Stefoni (2017) señala que
ha habido “un paulatino y sostenido proceso de feminización de la migración en
América Latina, tanto de aquella que se dirige a Europa —principalmente España—
como aquella que migra dentro de la región […] aunque la participación de mujeres
es más pronunciada en la migración intrarregional. Así, si en 1970 había 104
hombres migrantes por cada 100 mujeres, en 2010 este índice disminuye a 95
hombres por cada 100 mujeres” (p. 39). Stefoni también señala que la feminización
no ha sido pareja en la región. Para la ronda de censos 2010, Argentina y Uruguay
presentaban la población migrante más feminizada mientras que en Brasil residían
más migrantes varones que mujeres.

Es sabido que una proporción significativa de estas mujeres son madres. Puesto que muchas de ellas
son la única persona económicamente responsable por el bienestar de sus hijos e hijas, envían

5 En este uso, el término “raza” no alude a la categoría de corte biológico en torno a la cual se articuló el racismo “clásico” como
discurso pretendidamente científico que vinculó la cultura (y las diferencia culturales) con la dotación genética de las poblaciones para
fundamentar la superioridad “natural” de unos grupos en relación a otros. Contemporáneamente, las ciencias sociales utilizan
críticamente el término “raza” para referirse a distinciones o marcaciones físicas que diversos grupos sociales consideran socialmente
significativas y a partir de las cuales clasifican y son clasificados. En este contexto, “raza” es una categoría de clasificación social cuyos
orígenes pueden trazarse a la conquista de América (cfr. Wallerstein y Balibar, 1988; Quijano, 2000, entre otros). Junto con otras
categorías (tales como clase, nación, etnicidad, género), permite historizar y comprender la estructuración y la reproducción de muchas
de las desigualdades propias del capitalismo.

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regularmente dinero hacia sus países de origen (remesas). Ello suele ocurrir hasta que retornan o
hasta que la familia puede reunificarse en el país de destino, cuando los niños y niñas ya son más
grandes y su cuidado no impide a sus madres trabajar.

La transnacionalización de los servicios domésticos y personales, observable a nivel global y regional,


es una expresión más de la flexibilización y abaratamiento de mano de obra operada por el mercado
de trabajo sobre la base de las relaciones de género en conjunción con las relaciones étnicas y de
clase. En términos muy criollos, la desigualdad económica (la pobreza) le ha permitido a las mujeres
de sectores medios resolver la desigualdad de género dentro de sus hogares por la vía de la
contratación de trabajadoras domésticas o de cuidados, ya sean nacionales o migrantes. En este
sentido, deben diferenciarse las percepciones positivas de la experiencia migratoria individual
(frecuentes en el relato que de sus propias trayectorias hacen muchas mujeres migrantes) de las
consecuencias colectivas de reproducción de las asimetrías de género que caracteriza al mercado
transnacional de mano de obra femenina.

Bonus track. Migrantes y migraciones en pandemia


La pandemia ocasionada por el COVID-19 mostró descarnadamente las fallas económicas, sociales y
políticas sobre las que se asienta la vida cotidiana en el mundo contemporáneo. Trastocó desde las
grandes dinámicas mundiales hasta los pequeños detalles de la rutina diaria de las personas. Los
confinamientos y el cese de gran parte de la actividad económica durante los primeros meses de la
pandemia agudizaron la desigualdad estructural y evidenciaron las frágiles condiciones de vida de
millones de personas, especialmente aquellas cuyos ingresos provenían de trabajos informales o por
cuenta propia que no podían hacerse sin presencialidad. Con casi siete millones de muertes en el
mundo (a marzo 2022), el impacto sanitario, económico, político, social y personal de la pandemia es
incalculable y sin duda llevará años comprender y atender sus consecuencias —o acostumbrarse a
ellas—.

En los siguientes párrafos mencionaremos brevemente el impacto que tuvieron sobre las personas
migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo algunas de las medidas puestas en marcha para disminuir
los contagios.

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En primer lugar, cabe mencionar los cierres de fronteras aéreas, terrestres, fluviales y marítimas para
las personas que no eran nacionales ni residentes regulares (salvo algunas excepciones vinculadas al
transporte y comercio de mercaderías). En Argentina, las fronteras terrestres, que son la principal vía
de ingreso de los buses en los que arriban las y los migrantes regionales, estuvieron cerradas entre
marzo de 2020 y noviembre de 2021. En la práctica, el cierre de fronteras implicó que algunas de esas
fronteras estuvieron físicamente bloqueadas y controladas por policías o por fuerzas de seguridad.
Pero el cierre fue también administrativo: más allá de las posibilidades o imposibilidades físicas de
franquearlas, en los puestos de control migratorio no se emitían permisos de ingreso ni se verificaba
o sellaba la documentación. Es decir que las personas que quisieran ingresar al país como migrantes
o como solicitantes de asilo, no pudieron hacerlo —al menos no de manera registrada y por un paso
habilitado—. A pesar de estas restricciones, se estima que varios miles de personas ingresaron al
país, muchas de ellas para reunirse con familiares que ya residían en Argentina.

https://youtu.be/eJWfJEKPYsE

Por otra parte, las sucesivas medidas de aislamiento, confinamiento y restricción de la circulación
paralizaron numerosas actividades productivas y laborales presenciales (y no esenciales). Según un
informe del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en 2016 casi dos tercios de las y los migrantes
regionales se concentraban en cuatro ramas de actividad (trabajo doméstico, comercio, construcción
e industria textil, especialmente confección de indumentaria y calzado) (MTEySS, 2017), que, al igual
que la gastronomía y la hotelería, se frenaron abruptamente debido a las medidas implementadas
para prevenir los contagios. Puesto que además, entre las personas migrantes sudamericanas el

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trabajo no registrado alcanzaba el 50,4% (en tanto que entre los/as nativos/as alcanzaba el 32,8%),
en muchísimos casos el cese de las actividades presenciales conllevó el cese de pago. Demás está
decir que ello comprometió la obtención de recursos para abastecerse de insumos diarios
(alimentación, productos de aseo, etc.) y solventar gastos regulares tales como alquiler, impuestos y
servicios, lo que a su vez incrementó el riesgo de desalojo.

La informalidad laboral y las dificultades respecto al acceso a la vivienda no afectan únicamente a


personas migrantes. Son problemáticas estructurales de larga data que se originan en la desigualdad
y a la vez la refuerzan. No obstante, en el caso de muchas personas migrantes, la informalidad laboral
y las dificultades respecto a la vivienda se agravaron por la falta de documentación (que limitó el
acceso a la ayuda estatal) o por las demoras y dificultades para obtenerla debido a la interrupción de
los circuitos administrativos presenciales y su lenta reconfiguración en “modo virtual”.

Si bien el gobierno nacional puso en marcha diversas medidas para mitigar los efectos del cese de la
actividad económica, su alcance fue dispar entre la población migrante. A título de ejemplo, el
Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) fue percibido por el 68% de las personas argentinas que lo
solicitaron y por el 43% de las personas extranjeras que lo solicitaron. (Observatorio sobre
Migraciones y Asilo en Argentina, 2021)

Finalmente, el cese de la atención presencial por parte de la Dirección Nacional de Migraciones


impidió el inició de nuevos trámites de regularización y demoró los que estaban en curso. Si bien la
vigencia de los distintos documentos se fue prorrogando a través de medidas especiales, las demoras
en la tramitación de los DNI dificultaron el acceso a los permisos de circulación (indispensables en los
primeros meses de la pandemia) y a otras prestaciones cuya importancia se incrementó en el
contexto de pandemia. Vale aclarar, no obstante, que no se identificaron dificultades significativas
para el acceso de las personas migrantes a la atención sanitaria y a la vacunación contra el COVID-
19.

Es decir que en Argentina, al igual que en otros países, muchas de las medidas implementadas para
contener o mitigar los efectos de la pandemia no tuvieron en cuenta la condición migratoria.

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https://youtu.be/EHVmITPqXYY

En el Foro de la clase 4 - El género en las migraciones dialogaremos


sobre los contenidos presentados en esta clase.

Actividades
1. Una trayectoria migratoria (Cierre de la actividad)

● Ahora nos abocaremos a organizar el relato de la persona entrevistada y a analizar lo que


contó.

o Ordenen o reescriban cronológicamente el relato de la persona que entrevistaron.


Narrar los principales hechos en el orden en que ocurrieron les va a facilitar el análisis.

o No olviden indicar claramente cuándo ocurrieron los hechos (en qué año nació, en qué
año migró, en qué año hizo sus “papeles”, o volvió, o migraron sus hijos/as, etcétera).
Hay hechos que están ligados a otros. Por ejemplo, trabajar de manera registrada
siempre es posterior a obtener “los papeles”.

o Describan de manera concreta los aspectos que permitan posicionar esa historia
puntual en el contexto social más amplio. Por ejemplo: características de la familia de
origen, posición/rol de la persona entrevistada en su familia, estudios, trabajos que

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tuvo antes de migrar, trabajos en el destino migratorio, acceso a la vivienda,
regularización de la situación migratoria, acceso a derechos, contacto con la familia en
el país de origen, amistades y sociabilidad en el país de destino.

o Si lo preguntaron, incluyan la evaluación de la persona acerca de su experiencia


migratoria, y qué diferencias tuvo (o no) con lo que había pensado originalmente.

o Vuelvan sobre los materiales del módulo para “refrescar” conceptos y perspectivas
para analizar dos dimensiones de la trayectoria migratoria de la persona
entrevistada:

▪ Una de ellas es el trabajo de la persona en el lugar de destino. Qué trabajos


tuvo, cómo los consiguió, si fueron trabajos formales o informales, si las otras
personas con las que trabajaba eran migrantes o no, etc. ¿Qué nos dice esto
acerca del trabajo de las personas migrantes en ese país? ¿Y acerca del
trabajo en general en las experiencias migratorias?

▪ La otra dimensión queda a elección de ustedes. Algunas opciones son: la


regularización (“los papeles”); la vivienda; el acceso a salud o a la educación;
la sociabilidad en el país de destino; qué pasó mientras con la familia de la
persona entrevistada (ya sea en el país de origen o de destino); la brecha (o no
) entre las expectativas iniciales y a experiencia concreta; etc. ¿Qué nos dice
esto acerca de las diferencias y las desigualdades entre migrantes y
nacionales?

▪ Escriban una conclusión donde vinculen esa trayectoria individual y singular


con las lógicas y dinámicas migratorias más amplias que fuimos trabajando a
lo largo del módulo.

▪ Se espera que el escrito final tenga alrededor de 1.500 palabras (entre tres y
cuatro carillas en tipografía normal e interlineado sencillo).

● Recuerden que tienen disponible el Foro “Una trayectoria migratoria” para cualquier duda o
consulta.

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2. Caminos recorridos (Reflexión personal)

● A modo de cierre de este módulo, les pedimos que escriban una breve reflexión personal
acerca de los contenidos trabajados y de las actividades propuestas a lo largo del Módulo.
¡Serán muy bienvenidas las sugerencias y comentarios que nos ayuden a mejorar las clases!
Su tutor o tutora les indicará oportunamente cómo se entrega esta actividad.

Material de referencia
Boyd, M. y Grieco, E. (2003). Women and Migration. Incorporating Gender into International
Migration Theory. Migration Information Source. Disponible en
https://www.migrationpolicy.org/article/women-and-migration-incorporating-gender-
international-migration-theory

Donato, K. y Gabaccia, D. (2016). The Global Feminization of Migration: Past, Present, and Future.
Migration Information Source. Disponible en https://www.migrationpolicy.org/article/global-
feminization-migration-past-present-and-future

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS)., (2017). Informe sintético de migraciones
laborales. Disponible en http://www.trabajo.gob.ar/downloads/ estadisticas/genero/
Boletin_Migrantes_Sudamericanos.pdf

Observatorio sobre Migraciones y Asilo en Argentina “Gabriel Chausovsky”. (2021). Migrantes en


pandemia. Entre la nueva normalidad y la vieja desigualdad. Disponible en
http://observatoriomigracionyasilo.caref.org.ar/inicio/migrantes-en-pandemia/

Paiewonsky, D. (2007). Documento de trabajo 1: Feminización de la migración. Serie Género,


Migración y Desarrollo, UN - INSTRAW. Disponible en https://trainingcentre.unwomen.org/instraw-
library/2009-R-MIG-GLO-FEM-SP.pdf

Quijano, Aníbal. (2000) Colonialidad del poder y clasificación social. En Journal of World-Systems
Research, VI, 2, SUMMER/FALL 2000, pp. 342-386 Special Issue: Festchrift for Immanuel Wallerstein
– Part I

65
Stefoni, C. (2017). Panorama de la migración internacional en América del Sur. CELADE/CEPAL, Serie
Población y Desarrollo n° 123.

Wallerstein, Immanuel y Etienne BALIBAR (1991). Raza, clase y nación. Madrid: IEPALA.

Zlotnik, H. (2003). The Global Dimensions of Female Migration. Disponible en


https://www.migrationpolicy.org/article/global-dimensions-female-migration

Bibliografía de referencia
González, C. (2021). Las que fuimos, las que somos. Relato de vidas en movimiento. Buenos Aires,
CAREF. Disponible en https://www.caref.org.ar/publicaciones

Observatorio sobre Migraciones y Asilo en Argentina “Gabriel Chausovsky”. (2021). Migrantes en


pandemia. Entre la nueva normalidad y la vieja desigualdad. Disponible en:
http://observatoriomigracionyasilo.caref.org.ar/inicio/category/informes/

Paiewonsky, D. (2007). Documento de trabajo 1: Feminización de la migración. Serie Género,


Migración y Desarrollo, UN - INSTRAW. Disponible en https://trainingcentre.unwomen.org/instraw-
library/2009-R-MIG-GLO-FEM-SP.pdf

Créditos
Autora: María Inés Pacecca

Cómo citar este texto:


Pacecca, María Inés (2022). Clase Nro. 4: Las mujeres y el género en las migraciones. Curso: Pensar las
migraciones internacionales en el mundo actual. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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