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INTRODUCCIÓN
El hecho es que aprender es un trabajo duro, sin vueltas, simple. Desde luego que
satisface y recompensa, pero es un trabajo arduo; no necesariamente
desagradable, aunque siempre exige diligencia, aplicación, esfuerzo y atención.
Cuanto más pronto las escuelas y los alumnos redescubran este sencillo lugar
común, el trabajo será mejor.
La mayoría de los ciudadanos cree que la educación pública debe preparar a los
jóvenes para dos roles: el de ciudadanos de una democracia que participan en la
sociedad, y el de trabajadores de una economía compleja. El conocimiento
siempre gobernará a la ignorancia, y un pueblo que se quiere soberano tiene que
armarse con el poder que da el conocimiento. Aceptando cierto sesgo utilitarista,
hoy día la educación para la ciudadanía y para la realización personal equivale, en
gran medida, a la educación para la vida económica ordinaria, porque las
habilidades y los conocimientos necesarios son los mismos.
“La educación puede reparar la justicia social, lograr igualdad, compensar diversos
déficits ajenos a ella misma”. (Tiramonti 2015). Sin embargo, en sociedades muy
polarizadas como la nuestra, la realidad muestra que la escuela tiende más bien a
reproducir estas diferencias, aun cuando el objetivo declarado sea la ampliación
de derechos y la igualdad social
Otro mito muy vigente que se refuerza a veces desde discursos tal como es el de
“los maestros de antes eran mejores que los de ahora” (o bien los maestros son
malos o no quieren actualizarse – trabajan poco, tienen 3 meses de vacaciones,
etc.) en relación a una etapa idílica de oro de la educación anterior. Hay que
agregar que hoy los maestros tienen una larga formación, mucho mayor que antes
y discutible por cierto… Se actualizan en una gran mayoría y además manejan
más y mejor las TICS. Lo que sí han sufrido es una notable descalificación
profesional y de status social. Aquella autoridad docente de “origen” hoy es una
autoridad docente “de ejercicio”. Los maestros son cuestionados en su legitimidad
que debe ser demostrada y conquistada cada día, frente a alumnos y padres de
familia que son también radicalmente diferentes a los de décadas anteriores.
Otro mito es aquel que plantea que los alumnos de escuela secundaria, sobre
todo, se aburren en ella y no les interesa nada. Lo que se ha agrandado es la
brecha generacional entre jóvenes y adultos y hay un desacople o desajuste
evidente entre el modo en que jóvenes y adultos entienden la escuela. Sin
embargo, lo que muchos de los últimos estudios muestran hoy, es que los
adolescentes aprecian la sociabilidad que se genera en ella: aprender a estar con
otros, a convivir, a compartir espacios a encontrarse con otros diferentes y no
exclusivamente los contenidos, a los que pueden acceder por distintos caminos y
con modalidades más ágiles, divertidas, más rápidas que las propuestas
escolares.
Y así se suceden muchos otros mitos (hay educación de menor calidad, pero hay
más inclusión social) que la profesión, tan íntimamente ligada a ella, necesita
revisar evitando la tendencia a la simplificación, la linealidad y el cortoplacismo ya
que son obstáculos significativos para abordar los nuevos desafíos educativos.
Los “Alumnos siglo XXI o alumnos WI FI” como son llamados algunas veces, nos
llevan a dejar planteadas varias preguntas que van respondiéndose en el camino
de cada año escolar.
Los países de América Latina están lejos de lograrlo, según indican sus malos
resultados, año tras año, en el informe PISA, que compara el nivel educativo de
cerca de medio millón de adolescentes de 15 años en 65 países y es elaborado
por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Expertos de la OCDE analizan siete mitos desmentidos por las pruebas PISA
"En algunos países como Brasil, Chile o México, el gasto en educación como
porcentaje del PIB ha aumentado desde 2000, lo que es una tendencia positiva.
Pero todavía falta mucho por avanzar". (http://www.oecd.org/education/eag.htm).
Corea del Sur es uno de los países con mejores resultados de la OCDE, pero
gasta bastante menos que el promedio de los países de esta organización.
Y Eslovaquia gasta cerca de US$53.000 por estudiante entre los 6 y 15 años, pero
tiene resultados similares que Estados Unidos, donde el gasto por estudiante es
de US$115.000.
Los mejores resultados obedecen a varios factores, pero uno clave es el gasto en
los profesores.
"Entre esos factores, invertir en la calidad de los profesores destaca entre los más
importantes", le dijo Salinas a BBC Mundo.
(http://www.pearsonfoundation.org/oecd/singapore.html)
La reducción de los grupos ha sido una de las principales causas del aumento en
el gasto por estudiante en muchos países en la última década, señala Schleicher.
Pero los resultados de PISA no revelan una correlación entre el tamaño de las
clases y el rendimiento.
"En el informe TALIS 2013 hay información respecto a las percepciones de los
profesores sobre la consideración social de su profesión. En países como
Singapur o Finlandia los profesores consideran que se les valora mucho más que
en Francia, España o la República Eslovaca".
Ninguno de los países con altos niveles de estratificación está entre los primeros
en rendimiento.
"El mundo moderno no nos premia por lo que sabemos, sino por lo que podemos
hacer con lo que sabemos", le dijo Schleicher a la BBC.
Los sistemas educativos con mejores resultados no tienen currículos vastos, pero
de poca profundidad, sino que se concentran en enseñar unas pocas materias en
gran profundidad.
"En 2012, PISA evaluó en qué países los estudiantes tienen mayores capacidades
de analizar y resolver problemas financieros, por ejemplo, relacionado con cuentas
bancarias", le explicó Salinas a BBC Mundo.
"Para Latinoamérica esto puede ser visto como una invitación a mejorar la calidad
de la enseñanza en las asignaturas fundamentales, y a enfocar esa enseñanza no
en la memorización de contenidos sino en su aplicación crítica y creativa a nuevos
contextos".
Una comparación de estudiantes en las pruebas PISA indica que los profesores en
general esperan menos de los estudiantes de hogares con mayor desventaja
socioeconómica. Y muchas veces son los propios estudiantes y sus padres los
que tienen bajas expectativas.
"Es poco probable que un sistema educativo logre situarse a la par de los países
con mejores resultados mientras no acepte que todos los adolescentes pueden
rendir a niveles muy altos", le dijo Schleicher a la BBC.
"En Finlandia, Japón, Singapur, Shanghái y Hong Kong, tanto los alumnos, como
los padres, y los profesores y la sociedad en general comparten la creencia de que
todos los estudiantes son capaces de lograr muy buenos resultados".
"En estos sistemas educativos, las altas expectativas a nivel universal no son un
mantra sino una realidad".
Sin embargo, los resultados de PISA muestran que no hay una correlación entre el
porcentaje de estudiantes de familias inmigrantes y el rendimiento a nivel general
para ese país, afirma Schleicher.
Una vez desagregados estos y otros datos por entidad federativa se puede
realizar un análisis detallado para determinar disparidades y establecer la
necesidad de reorganización o redistribución de los recursos destinados al
sistema.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS
¿La educación está en crisis? Mitos y preguntas sobre la escuela actual – Proyecto Cepa
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS