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Comunicacinrepartodenotas
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angel.perez.pueyo@unileon.es
dhortiguela@ubu.es
ahgarijo@ubu.es
jjbarba@pdg.uva.es
Abstract: In this paper and under a framework based on formative assessment provides an
experiment conducted for several years in 3 subjects of two faculties, applying a series of
procedures that are based on the student's participation in the process assessment and their
own final grade. Since the start of the course will establish a well defined set of criteria that
each group must accept: daily meetings, peer within the group for each of the tasks and record
the hours spent, which will mean a greater amount of work throughout the semester, but better
quality. When the teaching and learning process ends, the assessment made by students is that
learning content is higher and, especially, the score obtained by each of them is considered
fairer.
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Quizás, los trabajos grupales sean las actividades que más problemas generan en el alumnado; y en los
procesos de evaluación formativa no son una excepción. Las actividades que presentamos son el diario de
seguimiento intragrupal para el trabajo en grupo y el reparto de notas intragrupal.
El diario de seguimiento intragrupal permitirá establecer por parte de cada uno de los miembros del grupo la
valoración que consideren adecuada de cada uno de sus compañeros. Este registro individual, cumplimentado
periódicamente de manera consensuada, facilitará la diferenciación del trabajo realizado por cada uno de sus
integrantes al finalizar el proceso. De este modo, la valoración diferenciada de cada miembro posibilitará un
reparto de notas justo tras la calificación (heteroevaluación) otorgada al final del proceso. Por lo tanto, el
compromiso inicial que debe tener el grupo para desarrollar el trabajo es fundamental, sabiendo que, por
ejemplo, la asistencia a clase, la implicación continua dentro del grupo y el registro de horas de trabajo
semanales son condiciones mínimas para poder permanecer en él.
Evidentemente el proceso de realización del trabajo se llevará a cabo bajo la tutorización del profesor en
diferentes momentos del proceso.
Son multitud de autores los que establecen la importancia de la implicación del alumno tanto en su propia
evaluación como en la de sus compañeros (Hammersley & Orsmond, 2007; Sanmartí, 2007; Wimshurst &
Manning ,2012; Loureiro, Pombo & Moreria, 2012…) destacando la diferencia que se establece en relación a
estos procesos participativos respecto a la enseñanza más tradicional orientada a la dedicación de un periodo de
tiempo al final de cada asignatura para realizar pruebas y exámenes con un único objetivo calificador (Pastor &
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Palacios, 2012).
El origen de la experiencia, llevada a cabo desde hace varios años (Pérez-Pueyo, 2009, 2010, 2011, 2012;
Hortigüela, 2012), parte de la posibilidad de ofrecer inicialmente a los alumnos dos tipos de vías de trabajo para
la superación de la materia: vía continua (opción A) y vía final (opción B). La opción A, sabiendo que los grupos
más adecuado deberían estar formados por 3-4 personas, requiere de la organización de grupos de entre 6 a 8
personas. La razón de este elevado número de miembros radica en que las asignaturas en las que se ha llevado
a cabo tenían un elevado número de alumnado matriculado, en algunos casos, superior a 100. Esto suponía que
el número de alumnos que comenzaban eligiendo la opción A (aunque no terminasen tantos) requería de, al
menos, 10 grupos.
Por todo ello, el diario de seguimiento intragrupal convierte en un instrumento necesario para que se pueda
producir el consecuente reparto de notas desde el intento de generar una valoración lo más justa posible del
trabajo grupal que forman parte de la opción A.
2.3.- INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN Y CRITERIOS PARA LA EVALUACIÓN.
El diario de seguimiento es elaborado por el alumnado. Ellos determinan los aspectos importantes que quieren
valorar durante el proceso, con el fin de recopilar información detallada y consensuada que les permita estimar
cuánto vale el trabajo desempeñado por cada uno, una vez que el docente les haya asignado la nota final. Se
trata de que el grupo realice un registro suficiente del trabajo en el transcurso de los meses para tener los
argumentos necesarios al finalizar la asignatura con los que poder autoevaluarse y coevaluar a los demás,
estableciéndose así un reparto final de notas justo y consensuado.
Para la elaboración del diario, existen diferentes propuestas. Algunos grupos optan por establecer un tipo de
documento que, basándose en una serie de frases o indicadores que establezcan el tipo y grado de actuación,
les permita identificar el trabajo realizado por cada uno de los miembros, cuando se finalice un trabajo o cuando
se demande una tarea. Esta valoración se va realizando a través de los aspectos que se deciden al inicio del
trabajo y que se gradúan abarcando e identificando las diferentes posibilidades. En la tabla 1 se ven dos tipos de
aspectos valorados de manera gradual.
Para la valoración existen varias opciones. Una es que cada alumno se autoevalúe de manera consensuada
ajustándose a los indicadores que él considera justos (explicando sus razones). Otra opción es que, entre todos,
se elijan los indicadores que consideren que identifican a cada miembro, en función del trabajo realizado.
De este modo, al finalizar el trabajo, se puede llegar a un acuerdo sobre el reparto en función de los grados de
los indicadores elegidos. En caso de no ser capaces, se puede llegar a cuantificar los indicadores para ver las
diferencias. No debemos olvidar que este proceso es necesario para el posterior reparto de notas, una vez haya
sido proporcionada por el profesor.
En cualquier caso, pueden determinar (antes de recibir la calificación) el orden, valoración o cuantificación
respecto al nivel de aportación al trabajo.
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Para estar en la vía continua (opción A) se establecen al inicio de la asignatura, una serie de requisitos mínimos
que deberán aceptar; entre ellos, la elaboración del Diario de seguimiento.
Para su elaboración, el docente puede dar a los alumnos algún ejemplo que les orienten, pero el formato y los
indicadores los decidirá cada grupo desde el inicio para todo el proceso formativo. Es importante, aunque no
imprescindible, ofrecer ejemplos a los alumnos para que tengan una referencia de lo que estamos demandando.
También es aconsejable que en ese diario establezcan paralelamente una anotación de cada una de las
reuniones que el grupo haya tenido para trabajar conjuntamente, donde se indique la fecha, la duración de la
reunión, los asistentes a la misma y los aspectos abordados. Este tipo de trabajo será de utilidad tanto en la
propia coevaluación intragrupal que se vaya desarrollando en el proceso, como a la hora de repartir la nota final,
ya que permitirá revisar con más detalle la implicación que ha tenido cada integrante a lo largo de la asignatura.
Cuando el proceso finaliza, el docente adjudicará una nota al trabajo final del grupo, la cual deberá ser lo más
ajustada posible a la realidad, explicándoles los motivos de la misma para que sean, en todo momento,
conscientes de su nota. En ese momento, se llevará a cabo el Reparto de notas intragrupal, que requiere que los
miembros del grupo una vez haya sido proporcionada la nota por el profesor, determinen cual corresponde a
cada uno. La norma establece que todos los miembros del grupo no pueden tener la misma nota. Aunque solo
varíe en una décima tienen que ser diferentes. Este hecho les obliga a que determinen quién ha trabajado más,
quién menos, discutirlo y cuantificarlo. Es por ello que el Diario de seguimiento individual intragrupal se
convierte en herramienta imprescindible.
Cuanto más completo se encuentre el diario intragrupal y más coevaluaciones haya realizado cada grupo a lo
largo de la asignatura, menos problema generará el reparto de notas. Cada integrante conocerá de antemano
cual ha sido el grado de implicación en el trabajo, así como la percepción del mismo por parte de sus
compañeros. Para facilitar el registro de cada una de las tareas que se lleven a cabo, cada grupo utilizará una
planilla de dedicación horaria facilitada por el docente en la que indiquen el número de horas invertidas
semanalmente. Además y con el fin de orientarles en el transcurso del tiempo, podemos establecer el criterio de
su envío quincenal para obtener así feedback.
En este sentido y procurando otorgar un carácter continuo a las coevaluaciones y al seguimiento del diario
intragrupal, podemos establecer desde el comienzo el número de coevaluaciones mínimas que cada grupo de
llevar a cabo a lo largo del semestre o del año. Este número puede variar en función del criterio que utilicemos:
o bien a partir de los procedimientos de evaluación de la asignatura (al acabar cada trabajo de síntesis) o
atendiendo a una estructura temporal (al menos una vez cada 2 meses).
Tras haber determinado el orden, valoración o cuantificación respecto al nivel de aportación al trabajo, y recibida
la calificación del trabajo, los miembros del grupo deben proceder al reparto de la nota considerando aquella
que refleja de forma más adecuada el trabajo individual.
De este modo, la nota resultante obtenida por el grupo la multiplicarán por el nº de miembros. El nº resultante
serán los puntos que deberán repartirse para decidir la nota de cada miembro, en función de lo que consideren
que han trabajado o aportado al mismo, recordando que nadie puede repetir la nota. Un ejemplo puede ser:
Grupo de 6 miembros. Nota = 6,5; por lo tanto, 6 x 6,5 = 39 puntos. Estos 39 puntos se deben repartir
adecuadamente en función del trabajo realizado y aportado por cada miembro del grupo, puesto que es
evidente que no todos han trabajado igual. Por muy equilibrado que sea el trabajo de los miembros de un
grupo, nunca se puede considerar igual; aunque sólo sea por el hecho de que alguien asume la figura de líder.
El hecho de ser líder, y coordinar a un grupo para que el resultado sea positivo, implica que su labor ha
permitido o favorecido el resultado final (no debemos absolutizar estas palabras, pero en generar suele ser una
aportación positiva, sin la cual, quizás no se hubiera producido el resultado).
En el momento que el grupo acepta que un compañero merece un 9, uno o más miembros del grupo ya no
podrán mantener el 6,5 inicial. Si otro tiene un 8, otro un 6,5, otro un 6 y otro un 5; esto implica que otro
merece un 4,5. Estas notas están sacadas de un caso real y la realidad era que un alumno no trabajó y que eso
impidió que el resultado del trabajo del grupo fuera mejor. Por su parte, otros dos, pero sobre todo uno,
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El desarrollo de este planteamiento deberá llevarse a cabo bajo la definición de unos criterios iniciales aceptados
por todos los integrantes del grupo que les permitirá establecer las condiciones generales de trabajo imperantes
durante todo el proceso. Este hecho permitirá que los alumnos sean conscientes de qué responsabilidades han
de asumir y les dará argumentos para repartirse la nota de la manera más justa con el fin de recompensar el
trabajo y esfuerzo individual que cada uno de ellos ha aportado, en cualquier caso diferente entre sí.
El docente deberá asegurarse de la realización de una verdadera evaluación formativa a lo largo de todo el
proceso. No podemos permitir que un alumno se mantenga en la opción A lo largo de la asignatura solamente
por el hecho de asistir a clase y no cumplir el cupo de faltas injustificadas. Deberemos estructurar y planificar la
asignatura de tal manera que cada uno de los grupos deba marcarse plazos en la realización y en la entrega de
tareas, permitiendo el envío de los trabajos que vayan realizando al profesor antes de la fecha definitiva. Se
trata de que cada grupo organice su manera de proceder a lo largo de la asignatura, teniendo en cuenta qué es
aquello que tienen que hacer, cuáles son los procedimientos de evaluación y de calificación establecidos en la
opción A y como deben ir estructurando las semanas para cumplir con los plazos marcados y con el número de
horas que se debe trabajar a lo largo de las semanas.
Por ello, se debe evitar que los grupos vayan cayendo en una relajación que haga que no regulen su trabajo y,
como consecuencia, que se les vaya acumulando. No debemos dudar a la hora de pedirles a corto plazo
determinadas tareas que les permitan irse coevaluando y registrando su trabajo como grupo. Gracias a la
evaluación formativa, el docente irá corrigiendo, comprendiendo y mejorando cada una de las tareas.
El alumno debe entender desde el comienzo que estar en la opción A conlleva este tipo de trabajo, no debiendo
permanecer en ella obligatoriamente y pudiendo pasar a la opción B durante el desarrollo de la asignatura. Estar
en una u otra opción no es mejor ni peor, sólo conlleva un trabajo y unas responsabilidades diferentes.
La participación del alumno en su propio proceso de evaluación y calificación, muestra resultados favorables en
cuanto al aprendizaje de contenidos, en cuanto a la motivación e implicación del mismo durante el proceso y,
sobre todo, en cuanto a la calificación obtenida por cada uno de ellos considerada como más justa y
merecedora.
Los alumnos valoran positivamente el hecho de saber que cada uno obtendrá la calificación que verdaderamente
refleje lo que ha trabajado, en función del reparto de notas final. Este hecho elimina el principal problema que
normalmente encontramos en los trabajos grupales, que no es otro que el hecho de que todos los integrantes
obtengan una misma nota final cuando el trabajo de cada uno de ellos no ha sido proporcional, lo cual sería a
todas luces… injusto.
Del mismo modo, consideran que tener que valorar periódicamente, aunque incómodo, permite facilitar el
proceso de evaluación y de reparto de nota final; convirtiéndose en imprescindible en algunos casos. Esto
constata lo que establece la bibliografía (Agustí et al. 2009, Chica, 2011; López-Pastor, Castejón & Pérez-Pueyo,
2012; Badura, Millard & Shah, 2008; Ponn et al. 2009) que refleja que los sistemas de evaluación negociados y
las coevaluaciones entre iguales producen una mayor motivación hacia los contenidos abordados y un mejor
funcionamiento de la clase. Aunque cuando se trata de que el alumno califique a sus compañeros, las
perspectivas de valoración cambian, existiendo una mayor resistencia de la clase a la hora de poner una nota
definitiva a sus iguales (Hamodi & López, 2012; López-Pastor, 2008; McMahon, 2010).
En este sentido reconocen que valorar durante el proceso permite reconducir el trabajo y la actitud de los
compañeros que no hacen aquello a lo que se comprometieron, otorgando la posibilidad de asumir que no
obtendrán el mismo resultado que los demás y/o a optar por no lastrar el trabajo del grupo y como
consecuencia abandonar la opción A.
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Con el fin de evitar la acumulación de trabajo al final y la sensación de dedicar más tiempo a la asignatura del
que le corresponde por los créditos de la misma, se utiliza una plantilla de dedicación horaria. Primero
individualmente y luego en grupo se registra el tiempo que se emplea durante el proceso y en qué exactamente.
La intención es comprobar que el tiempo dedicado es el programado por el docente y que si el grupo no lo
registra se puede producir una acumulación del trabajo al final que puede impedir el resultado final deseado.
Badura, A., Millard, M., &Shah, K. (2008). Are Peer Educators Really Peers? Journal of American CollegeHealth,
56, 566-568.
Chica, E. (2011). Una propuesta de evaluación para el trabajo en grupo mediante rúbrica. EscuelaAbierta, 14,
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Hammersley, L. &Orsmond, P. (2007). Evaluating our peers: is peerobservation a meaningful process? Studies in
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Hamodi, C. & López, A. T. (2012). La evaluación formativa y compartida en la Formación Inicial del Profesorado
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Hortigüela, D., Hernando, A & Pérez-Pueyo, A. (2012). Creamos para todos. Una unidad didáctica de
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al 5 de Julio 2012, Villanueva de la Serena, Badajoz.
Loureiro, M., Pombo, L. &Moreria, A. (2012). The quality of peer assessment in a wiki-based online context: a
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Pérez-Pueyo, A. (2010). Una cuatrimestral no es la mitad de una anual. Experiencia de evaluación formativa en
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