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Resumen Este artículo está dedicado a todas las personas que están interesados en realizar una programación aplicada
a la educación primaria y/o secundaria por la especialidad de Educación Física, y llevar a cabo una unidad didáctica, en la que
todos los elementos que la componen estén interrelacionados dando coherencia y sentido a las mismas. Aquí se
muestran las claves para crear una programación equilibrada en su contenido e innovadora que te será muy útil a la hora de
llevarla a la práctica, gracias a las ideas que te ofrecemos al organizar todos los apartados de modo consecutivo y relacional,
basado en la experiencia docente de tres profesores con una larga trayectoria en la enseñanza. Hemos pensado en todos
aquellos que van a opositar para ser profesores de Educación Física tanto de Primaria como de Secundaria; en los alumnos
que cursan el itinerario de educación en las Facultades de Ciencias del Deporte; en los maestros y profesores en activo que
quieran mejorar su programación docente y en todos aquellos que precisen recursos concretos para estimular la mejora de
su práctica profesional, en el que se haga patente una actitud reflexiva, comprometida y entregada que conduce a más
entusiasmo, productividad y creatividad. Palabras clave: Programación. Unidad didáctica. Enfoque relacional
globalizador.
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 114 - Noviembre de 2007
1/1
Introducción
El tema de la programación es uno de los más tratados en el campo
educativo. Según proponen Antúnez, Del Carmen, Imbernón, Parcerisa y Zabala
(2005), programar significa que cuando una persona se acerca a una acción
futura, ha de saber de antemano para qué sirve, de dónde parte, qué va a
hacer, dónde lo hará y cómo lo hará. Por tanto, según esta lógica, programar
será la preparación previa de las actividades que realizará cualquier persona, lo
que incluye el conocimiento previo de la situación, el conocimiento del presente
y la proyección futura. En el campo educativo, la programación que se realiza
de las actividades en el aula será el acto curricular más cercano a la
intervención didáctica con el alumnado.
Por tanto, programar en educación física es organizar un conjunto de
contenidos y actividades pensadas para que sean trabajadas en un contexto
determinado. Por lo que la enseñanza, en su acción, no es una tarea sencilla,
sino compleja y contextualizada, ya que entran valores, concepciones, ideas y,
además, se da en un proceso vertiginoso y cambiante, en el que programar
también es un conjunto de actitudes, de posiciones, de buscar sentido a lo que
se hace.
Programar la enseñanza en educación física se convierte en un proceso de
investigación y no en una formalización rígida, si tenemos en cuenta como el
alumno interactúa con el conocimiento como hemos visto en el primer capítulo.
En este sentido, el debate que se establece no está tanto en el hecho de que
antes de llevar a cabo una acción hay que hacer alguna cosa que dé coherencia
a cada uno de los actos, sino que la cuestión se centra en el qué ha de poseer,
o mejor dicho, qué marco de referencia y qué elementos ha de tener dicha
programación en un modelo de proceso que pretende la mejora del
profesorado, del alumno, de los centros y de la educación.
1. Historia de la programación
Antúnez, Del Carmen, Imbernón, Parcerisa y Zabala (2005) hacen una
revisión de la programación a través del tiempo destacando que antes de la
aparición de la psicología conductista y de su aplicación a la enseñanza, el
profesorado, sin olvidar el de educación física, programaba su trabajo mediante
unas notas en donde hacía constatar las cosas que había que enseñar o las
actividades que harían con el alumnado. Posteriormente a la Segunda Guerra
Mundial, el auge de la psicología conductista y de sus consecuencias
pedagógicas (enseñanza programada, taxonomías, objetivos operativos,
concepto coste/eficacia...) hizo que el profesorado "aprendiera" a hacer una
determinada programación basada en un proceso que tenía como finalidad
comprobar el resultado de los cambios conductuales de los alumnos,
estableciendo minuciosamente por adelantado qué era lo que deseaban que
cambiase. Es decir, una programación basada en establecer los mecanismos
didácticos para llegar a un determinado resultado final que tenía que ser
medible, dando un cariz tecnológico a la programación. Echo del que no escapa
la educación física ya que proliferan múltiples test que miden la condición física
de los alumnos.
Hace unos cuantos años, el profesorado, incluyendo el de educación física,
preparaba sus clases a partir de las acciones que debían realizar sus alumnos
sin contar con la diversidad. La lógica era la uniformidad y la generalización.
Sus juicios sobre los alumnos, su experiencia previa, sus conocimientos, sus
lecturas, sus creencias eran su "teoría educativa y curricular". Con dicha teoría
y la normativa oficial al uso, el profesorado desarrollaba la práctica educativa
con una gran intuición e improvisación.
Alrededor de la década de 1950, los teóricos del campo de la enseñanza
quisieron situarse a la altura de otras profesiones, de otros campos científicos,
sobre todo influenciados por el positivismo. Aparecen entonces nuevas
propuestas que proponen organizar el currículum; es decir, las experiencias de
aprendizaje que se van a hacer con los alumnos, alrededor de unos objetivos
específicos y operativos. En ese momento programar se confunde con evaluar,
ya que el proceso programador se convierte en el redactado de objetivos
operativos y en actividades al servicio de dichos objetivos para comprobar, al
final, si se han conseguido o no los objetivos programados. Ello marcó durante
muchas décadas, y actualmente aún genera mucha confusión, una peculiar
manera de entender la programación en el aula. Recordemos cómo en
educación física esta tendencia se hace sentir ya que en todas las
programaciones constituía un reto el saber definir los objetivos generales, los
objetivos específicos y los objetivos operativos.
Con ello, el campo educativo entró en una nueva época, que ha marcado la
actual. Se imponía una corriente técnica que hablaba de "construir" un
currículum orientado hacia un producto final. La práctica educativa era
encorsetada y "explicable." La programación era un ejemplo para poder medir
los resultados de esa práctica que era sometida a la descontextualización, y,
por tanto, fácil de efectuar mecánicamente, ya que todo era cuestión de
dominar ciertas técnicas (normalmente lingüísticas) para conseguir
determinados fines. Por tanto, si los alumnos conseguían los objetivos mediante
las actividades se había realizado una programación excelente y una buena
educación; si había existido alguna desviación, la programación era incorrecta
por lo que había que aplicar un feed-back (realimentación), para establecer los
mecanismos de corrección curricular.
Esta perspectiva técnico-pedagógica (que algunos denominan tecnológica
debido a la introducción de nuevos sistemas de información, con pretensión de
analizar el ambiente como un objeto, y al intento de controlar todo el proceso
educativo) entra en crisis en el campo educativo alrededor de los años 1970,
con las llamadas alternativas cualitativas. Éstas verifican la inutilidad del interés
técnico y de ese tipo de programación en el campo educativo.
Paradójicamente, en muchos países, será en esos años de decadencia
cuando el modelo de programación por objetivos hará eclosión, sin olvidar que
su carácter técnico siempre aportaba un sentimiento de control sobre el
proceso, y proporcionaba un autoconcepto de profesional eficiente, lo que
suponía, aunque fuera un espejismo, asumir parcelas de poder curricular y
profesional en los centros educativos y en las aulas.
El modelo por objetivos generó en educación física y en otras
materias programaciones estándar donde existía una verdadera distancia entre
la teoría y la práctica proponiéndose modelos cerrados. Era una imagen
engañosa de modernidad, de técnica, de ciencia, de eficacia, de estar al día. Al
no tener una programación útil de proceso como recurso para la acción
educativa cotidiana se seguía la secuencia de:
• Explicación sobre la tarea a realizar
• Ejercicios
• Prueba.
Más tarde, bien entrada la época de 1980, nos llegan voces de cambio y
de ruptura con el modelo anterior (la política, los correspondientes estudios y
las teorías facilitan ese cambio, ya que se introduce la teoría cognitiva
provocando una crisis del conductismo, poniendo de relieve la importancia del
estudio de los procesos psicológicos superiores, el pensamiento y las actitudes
en el campo teórico de la psicopedagogía). Las nuevas propuestas parecen dar
la razón a la práctica, pero muchos profesores y profesoras se quedan en una
encrucijada sin saber qué camino tomar.
Aparece entonces un interés más práctico y más reflexivo; una visión
diferente de entender la teoría y la práctica educativa y por tanto, de la
programación. Se empieza a hablar de proceso, de ambiente, de contexto, de
diversidad, y no tanto de resultados. Se extiende la opinión de que los objetivos
en educación física y en cualquier área, por muy bien redactados que estén, no
pueden expresar todo lo que interviene en el proceso educativo, y que el
profesorado ha de plantearse hipótesis para la acción, que se comprobarán en
la práctica mediante las actividades y la interacción didáctica.
Y se hace evidente lo que profesores y profesoras sabían desde hace
muchos años: que la práctica educativa no es únicamente una programación
oficial-escrita-esquema, sino un proyecto en el que intervienen todos los
participantes en un proceso de reflexión, acción, reflexión y regulación, y que
los alumnos no son unas máquinas cuyo proceso de fabricación sea igual para
todos, como se ha dejado de manifiesto en el primer capítulo.
Conclusión
Con lo expuesto en este artículo el lector puede hacerse una idea de cómo
abordar el diseño de la programación o de las unidades didácticas bajo un
enfoque relacional globalizador.
Es evidente que en educación física, y por extensión en todas las áreas del
currículo, hace falta replantearse la importancia de diseñar bien estos
documentos dando cabida a cada uno de sus componentes, puesto que
actualmente la legislación educativa contempla tan sólo unos cuantos de
manera escasa.
Actualmente estamos asistiendo a un cambio en la manera de programar y
de diseñar unidades didácticas, se observa una tendencia hacia la necesidad de
programar equilibradamente, relacionando todos los componentes.
En esa línea estamos. Entendemos que es fundamental ejercer el ejercicio de
nuestra profesión de manera ordenada, organizada y flexible tomando como
base un buen diseño de la programación y de las unidades didácticas para que
se lleve a cabo con éxito la labor educativa que tenemos encomendada.
Nota
1 Orden de 25-05-2006, de la Consejería de Educación y Ciencia, por la que se
dictan instrucciones que regulan la organización y funcionamiento de los
institutos de educación secundaria en la Comunidad de Castilla la
Mancha.
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