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UNIVERSIDAD POLITECNICA DE EL SALVADOR

FACULTAD DE CIENCIA SOCIALES


LICENCIATURA EN CIENCIA JURIDICAS

MATERIA:
DERECHO CONSTITUCIONAL II

TEMA:
LOS DEBERES CONSTITUCIONALES
ESTUDIANTES:
PORFIRIO SALVADOR QUINTANILLA
LUIS NAHÚN CRISTINO
BORIS ESAÚ VÁSQUEZ

CATEDRATICO:
LIC. LEVIS AMPARO ABARCA

FECHA:
26/09/2023
LA TEORÍA DE LOS DEBERES PÚBLICOS

Debe tenerse en cuenta que los deberes también se derivan directamente del reconocimiento
mismo de las potestades públicas de cuyo ejercicio surgen las concretas obligaciones, lo cual
hace innecesaria su afirmación específica. No ocurre lo mismo con los derechos, los cuales
necesitan ser afirmados explícitamente por la amenaza constante frente al poder de ser
desconocidos o directamente vulnerados. Desde la perspectiva doctrinal debe señalarse que la
mayoría de los autores sientan como punto de partida a la hora de abordar la cuestión de los
deberes fundamentales la afirmación de que estos no expresan un conjunto de deberes en sentido
jurídico; se trata más bien de conductas que se consideran exigibles o que son debidas por
razones de orden meta jurídico o moral.

Un buen ejemplo de ello, como señaló Schmitt, era el artículo 1ó3 de la Constitución de Weimar,
que señalaba que “sin perjuicio de su libertad personal, todo alemán tiene el deber moral
(sittliche Pflich) de emplear sus fuerzas intelectuales y físicas, conforme lo exija el bien de la
comunidad”. El deber constitucional, para una determinada concepción de los deberes como una
obligación ética, se revela pues como una justificación del poder. En definitiva, la idea de deber
constitucional no tiene otro significado más auténtico que el de encubrir las relaciones de poder.
Es decir, que la vinculación o exigencia jurídica de una conducta siempre implica la mediación
de un poder sancionador.

Esta visión de los deberes fundamentales es insuficiente. No para todos los individuos ni para
todas las situaciones esta afirmación puede entenderse como categórica. Existen otros motivos
para la obediencia al derecho, distintos a la pura coacción y punición por parte del poder, tales
como el interés del individuo de pertenecer a una sociedad jurídicamente organizada. Así,
Bentham ya afirmó que la obediencia es una exigencia moral fundada en el interés y no en el
derecho. precisamente ese sometimiento voluntario al poder que nace de la propia libertad
humana como una decisión libre, es algo que está en la misma base del régimen constitucional
demo-liberal. No debe olvidarse nunca que el Derecho tiene siempre como presupuesto la vida
social.

En la ordenación de esta encuentra el Derecho su razón de ser y su finalidad, por tanto, las
respuestas al problema de la obediencia al Derecho, y por ello, de la obligatoriedad en el
cumplimiento de los deberes constitucionales, no sólo se puede abordar desde el punto de vista
del interés individual, sino más adecuadamente desde el interés público o social en la obediencia
al Derecho.

También se ha planteado cual es el significado ideológico de los deberes públicos. Es evidente el


valor ideológico que deben tener estos deberes dentro de las coordenadas políticas del Estado de
Derecho demo-liberal. Los orígenes teóricos, filosóficos e ideológicos de los deberes
fundamentales contenidos en las constituciones actuales habría que encontrarlos en los propios
orígenes del sistema político moderno. La justificación contractualita clásica construida sobre
una ficción racional se puede encontrar a lo largo de la historia del pensamiento político de los
siglos XVII y XVIII en una sucesión de pensadores; puffendorf, hobbes, Locke, Rousseau y
Kant. Según estos, existen una serie de deberes recíprocos en el propio origen de la sociedad
política y del Estado. Los deberes serán de los ciudadanos y de los gobernantes, y se explican
entrelazando el origen del poder y su función, y el papel que desempeñan los ciudadanos. El
poder es aceptado y consentido por la persona para lograr la seguridad de todos y para el
desarrollo de la sociedad y de los derechos de las personas. El pacto subyacente a ese modelo
consiste en que el deber del poder político y de las instituciones es procurar la salvaguardia de la
seguridad, de la libertad y de la igualdad. El deber de los ciudadanos será el de obedecer al
Derecho que nace de la acción del poder político. Ahora bien, y aquí se encuentra la diferencia,
ello será así siempre que los ciudadanos puedan participar en la elaboración de los fines a los
cuales el poder debe servir.

Tipología de los Deberes Fundamentales

En cuanto a la clasificación de los deberes, un criterio a utilizar sería el de su contenido,


atendiendo a su agrupación en dos categorías. Así, habría deberes que suponen el desempeño de
funciones públicas, denominados deberes función como el deber de sufragio, o el deber de
participar en la administración de la Justicia como parte de un Jurado popular; y deberes
prestacionales, los cuales suponen obligaciones de hacer para todos los ciudadanos, tales como el
deber del servicio militar y el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos.

Un segundo grupo de deberes serían los propios del concepto de Estado Social y Democrático de
Derecho, tales como la obligación de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos y el deber
de trabajar. por último, se podría hablar de un tercer grupo de deberes fundamentales para el
desarrollo de la dignidad humana, como la obligación de asistir a la enseñanza obligatoria. No
obstante, cabe otra clasificación que divide la categoría de deberes constitucionales en tres
grupos: los deberes constitucionales de carácter negativo, que limitan el ámbito de libertad del
individuo, como el deber de acatar la Constitución y las leyes, y de obedecer a las autoridades;
Un segundo grupo, constituido por los deberes de carácter positivo consistentes en prestaciones
de actividad, tales como la prestación de los servicios militares y civiles que se requieran, y los
consistentes en prestaciones de cosas, como la obligación de tributar. y, por último, los deberes
funcionales que se derivan de la atribución previa de un derecho; son los denominados poderes-
deberes, tales como el derecho-deber a la educación o al trabajo.

Deberes constitucionales y deberes fundamentales

Así entendidos, los deberes constitucionales, sirven finalidades o intereses muy diversos. Los de
contribuir económicamente al sostenimiento de los gastos públicos y personalmente a la defensa
nacional (o al remedio de situaciones catastróficas), enunciados, como ya se ha dicho, en todas
nuestras Constituciones anteriores, a la de proveer al Estado de las medias necesarias para el
cumplimiento de sus fines. El de conocer el castellano, al mantenimiento de un mínimo cultural
común. Menos evidentes son los intereses protegidos por los deberes de trabajar, conservar el
medio ambiente, o seguir la enseñanza básica.

Si se acepta que la noción de deberes constitucionales, delimita una categoría que incluye los
deberes fundamentales, pero que no se agota en ella, es decir, si se da una respuesta afirmativa a
la primera de las dos cuestiones antes planteadas, es 1ógicamente forzoso responder también de
modo afirmativo la segunda de ellas. La naturaleza homogénea de los deberes constitucionales
no es óbice para que, dentro de la categoría, exista un subconjunto, integrado por un deber, el de
conocer el castellano, cuyo régimen jurídico se aparta en algunos puntos de que corresponde a
los fundamentales.

Los deberes constitucionales en la legislación y la jurisprudencia

No pretende el presente trabajo llevar a cabo un estudio exhaustivo del desarrollo legal y
jurisprudencial de los deberes constitucionales, que, aun concebido en términos muy sintéticos,
requerirá una extensión de la que aquí no se dispone. En lo que sigue, se tratara sólo de
establecer los grandes rasgos de ese desarrollo para intentar dar respuesta a dos cuestiones, la de
la exigibilidad real de los deberes legales derivados de! enunciado constitucional, y la de la
relación entre deberes constitucionales y derechos de la misma naturaleza, analizando con este
fin aquellas situaciones en la que los deberes actúan como fundamento para la limitación de un
derecho, o por el contrario, es la colisión con un derecho la que exime de! cumplimiento del
deber. No resulta fácil determinar cual sea la finalidad que la Constitución persigue al imponer a
todos los españoles el deber de trabajar, que el artículo 35 enuncia junto con el derecho al
trabajo, ni cuales son en consecuencia las razones que justifican tal imposición.

En la Constitución francesa de 1848, que es tal vez el primer texto constitucional que consagra el
deber de trabajar, este se impone en interés del individuo mismo, como medio de procurarse
medios de subsistencia, de lo que cabe deducir que tal deber no pesa sobre quienes ya los poseen,
o dicho, en otros términos, que el deber de trabajar, como el de ahorrar, solo pesa sobre los
pobres.

El medio ambiente cuyo goce consagra la Constitución como derecho y cuya conservación
impone como deber, es el «adecuado para el desarrollo de la persona», y como es obvio que ni
para lo uno ni para lo otro puede utilizarse como criterio de «lo adecuado» la opinión personal
del titular del derecho o del obligado por el deber, la definición de este requiere
inexcusablemente la intervención del poder, y el deber de conservar el medio ambiente se
traduce en la práctica en el de obedecer el derecho objetivo que lo protege. El contenido
jurídicamente decisivo del artículo 45 de la Constitución es, en consecuencia, el que erige esta
protección en finalidad necesaria de los poderes públicos, pues sólo en la medida en la que estos
lo definen, al adoptar medidas concretas para protegerlo, adquiere realidad el medio ambiente
que todos tienen el derecho de gozar y el deber de conservar. En la mayor parte de los casos la
acción protectora de los poderes públicos implica la creación de normas, cuya infracción
comporta por lo general sanciones administrativas, pero en el caso extrema también penales.

Aunque la Constitución impone el deber de defensa a todos los españoles, los sujetos realmente a
él han sido, después de la Constitución como antes de ella, solo los españoles varones, forzados a
un servicio militar cuya duración, que ha variado a lo largo del tiempo, era de nueve meses en el
momento en el que la obligación de prestarlo fue suspendida, en la forma y por las razones que
después se indicaran. La Ley del Servicio Militar de 1991, actualmente vigente, afirma en su
Preámbulo que, «de acuerdo con la doctrina del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional y
del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos», la exclusión de la mujer, justificada por el
hecho de que «las necesidades de la defensa quedan cubiertas con el concurso de los varones»,
no infringe el mandato de no discriminación.

Aunque la Constitución ordena al legislador regular «con las debidas garantías» las condiciones
en las que ha de ejercitarse el derecho a la objeción de conciencia, el derecho mismo nace con la
Constitución y en consecuencia el Tribunal Constitucional decidió, ya 1982, que en tanto esa
regulación no fuese promulgada (84), nadie que invocase la objeción de conciencia frente al
servicio militar podrá ser obligado a prestarlo. Como el derecho a la objeción de conciencia, dice
el Tribunal, no es el derecho a no prestar el servicio militar, sino el derecho a ser declarado
exento del mismo cuando se dan ciertas condiciones que no pueden reducirse a la invocación
subjetiva de los dictados de la propia conciencia, la demora del legislador no basta para eximir a
los objetores de sus obligaciones militares, pero hace imposible forzarlos a su cumplimiento.
Solo cuando la ley exista, podrá la Administración adoptar una decisión definitiva que obligue al
objetor a prestar el servicio militar, si se rechazan sus razones, o si se aceptan, el servicio civil
sustitutorio que la ley necesariamente ha de establecer, pues de otro modo el derecho a la
objeción de conciencia se transformara en un privilegio, en una ruptura del principio de igualdad,
tanto más inaceptable cuanto que se da en relación con lo que el Tribunal llama «un
deber fundamental de solidaridad social»

Deberes constitucionales y teoría política.

Aunque el sumario estudio que precede no ofrece base suficiente para establecer conclusiones
sólidas, se autoriza para corregir o matizar algunos de los tópicos en uso y formular al menos
algunas hipótesis sobre el s significado de las normas constitucionales que enuncian deberes de
los individuos. Estas hipótesis, que podrán servir de punto de partida para investigaciones más
detalladas, en las que, además de profundizar en el análisis del derecho español se habrá de
incorporar también el del derecho comparado, versan tanto sobre las razones probables de la
inadecuación a la realidad de la doctrina convencional acerca de las normas que enuncian
deberes, como sobre el s significado de estas en el Derecho Constitucional contemporáneo; sobre
la función de estos enunciados como vías a través de las que la Teoría Política adquiere
trascendencia jurídica. La expresión es sin duda altisonante, pero en este momento no se me
ocurre ninguna mejor.

No vale la pena, sin embargo, seguir insistiendo en lo que parece evidente. Más interesante
resulta, antes de concluir, volver brevemente sobre la afirmación que antes se hizo de pasada,
acerca de la equivalencia funcional entre enunciados de derechos y enunciados de deberes como
vías mediante las que legisladores y jueces se ven forzados a dar entrada en el ordenamiento,
como contenidos jurídicamente válidos, a contenidos cuya racionalidad viene dada de su
inserción en una Teoría Política. No, claro está, a los contenidos que resultan de sus propias
preferencias personales arbitrarias y ni siquiera, como frecuentemente suele decirse, de sus
ideologías, sino de una determinada Teoría Política, de una concepción completa de la relación
entre los individuos y el poder, para decirlo de manera abreviada y tosca.

El derecho positivo, que es impotente para establecer su propia racionalidad, ha de hacerla


derivar de otro ámbito. Tras la crítica del Derecho Natural, apenas es concebible otro que el de
la Teoría Política, que fundamenta una determinada concepción de los derechos y,
eventualmente, cuando la Constitución los incluye, también de los deberes. Aunque la relación
entre el Derecho y la Teoría Política se hace generalmente a partir de los derechos, como
diversos modos de concebirlos etc., el estudio de esa relación desde la perspectiva de los deberes
ofrece posibilidades formidables. Tanto para comprender la Teoría política subyacente al texto
constitucional, como para analizar la coherencia interna de este, o incluso la irritación que a la
libertad del legislador impone la Teoría Política realmente dominante en una sociedad. En
nuestra historia, la teoría comunitaria, muy patente en la Constitución de 1812, deja paso, tras un
largo periodo de «pragmatismo», que abandona toda pretensión de racionalidad para refugiarse
en una ideología historicista que disimula apenas el juego de intereses, a una concepción
típicamente «republicana» en la Constitución de 1931, sustituida a su vez por la «individualista-
liberal» que campea en la Constitución vigente.
DEBERES CONSTITUCIONALES EN EL SALVADOR

Todo el que ha leído con atención la Constitución de la República sabe que en buena parte está
inspirada en la doctrina de los derechos humanos. Eso queda claro desde los primeros artículos
del texto, que afirman que el Estado está al servicio de la persona y “organizado para la
consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común”. Además, la Constitución
añade que el Estado debe “asegurar a los habitantes de la República el goce de la libertad, la
salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social”, y que toda persona tiene “derecho a
la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y
posesión, y a ser protegida en la conservación y defensa de los mismos”. Estos derechos son
humanos y constitucionales a la vez. Es lógico, pues, que los defendamos.

También la Carta Magna nos habla de deberes. Y uno de los deberes de todo salvadoreño, según
el artículo 73, es “cumplir y velar porque se cumpla la Constitución”. En otras palabras, defender
los derechos humanos básicos es una obligación tanto del Estado como de los habitantes de El
Salvador, sin excepciones.

Así como también en el mismo artículo (art 73) menciona otros deberes que el ciudadano debe
cumplir y hacer cumplir, tales como se destacan los siguientes.

 Ejercer el sufragio.
 Cumplir y velar porque se cumpla la constitución de la república.
 Servir al estado de conformidad a la ley.

La existencia de una variada diversidad de deberes constitucionales, que obligan al ciudadano de


un país o región determinada, en una de la principales caracterizas y más importante que tiene
esta norma suprema supra imperativa , para los fines, del orden social, político, para determinar
los lineamientos, que un país quiera que sus ciudadanos y pueblo sigan, para mantener un estado
democrático, y garantizar lo necesario para que el ciudadano vele y cumpla, para el bien común
de todos por igual, y mantener un estado libre de anarquía absoluta.
Por otro lado, se puede afirmar que la categoría de los deberes constitucionales, es una las vías
de las que da paso a una raíz moral del derecho en todo su ser, la cual supone las existencias de
determinadas situaciones de sujeción, que se le impone a los ciudadanos, para la protección de
intereses colectivos, para el buen y sano funcionamiento de una sociedad organizada.

Así pues, estos deberes constitucionales van encaminados a hacer y no hacer, lo cual ya como lo
dice la definición de ley supra imperativa, que la ley, manda, prohíbe, y permite, así todos en
general, tales como los ciudadanos y el propio estado quedan obligados en hacer y no hacer, y a
dar algo cuando esto así lo requiera.

El punto de partida es de considerar, quien esta obligado por los deberes constitucionales, en la
constitución no son del hombre en general, sino son deberes del miembro de la comunidad en el
que se haya conviviendo, es decir de las personas que se encuentran dentro de las esferas del
poder del estado.

Por los tanto los deberes están intrínsecamente unidos a todo el catálogo de DERECHOS, de una
sociedad políticamente democrática, por lo tanto dentro de ella los ciudadanos deben gozar por
igual los mismos derechos y deberes y oportunidades, libres de discriminación ya sea por raza,
religión, sexo, o etnia a la que pertenece tal como lo manifiesta la constitución salvadoreña en el
articulo 3 “toda las personas son iguales ante la ley. Para el goce de los derechos, no podrán
establecerse restricciones que se basen en diferencias de nacionalidad, raza, sexo o religión”.

Esto supone que todo el ciudadano debe disfrutar de la misma autonomía a la que le es conferido,
los derechos tienen una dimensión estructural que afectan las oportunidades, pero también a los
deberes.

Origen de los deberes constitucionales.

los deberes constitucionales, y su existencia puede catalogarse que tan antigua como la sociedad
misma, y el ser humano y su existencia, los orígenes de estos deberes son tan remotos en la
historia y se insertan en la propia concepción de los deberes éticos, y religiosos que tienen los
individuos en un país o región, así como con respecto a la comunidad entendida como
comunidad jurídico política.
En concreto encontramos que los deberes en un deber de siempre y para todos, incluso si se
vuelve contra nosotros, siempre que hayamos quebrantado la supremacía de la ley, y es de
obligación de todos velar y hacer valer es deber, como un deber mas antiguo que surgio a inicios
de la propia concepción encontramos la obligación de contribuir a los gatos, y al sostenimiento
de todo el ámbito público. Así como en toda la sociedad, y todas partes del mundo que tiene una
política social democrática, existe el acuerdo tácito entre el estado y todo ciudadano, por el cual
este ultimo debe obediencia a cambio de seguridad, y oportunidades, entre otras cosas.

En roma es en donde se configura un verdadero deber público “constitucional”, que a tenido


influencia a logrado traspasar las barreras del tiempo y que se encuentra en el derecho moderno,
por lo cual se efectuaron traslados del ámbito moral hacia el ámbito jurídico, y termina de
consagrarse en el iusnaturalismo, que para algunos autores un deber es una acción humana
exactamente conforme a las leyes que impone una obligación, por otro lado Hobbes hará
cambios radicales en el ámbito político, que el ciudadano debe obedecer primero y
principalmente al derecho positivo.

Pero no es hasta de Duke que da paso a la teoría liberalismo político, y por sobre todo la teoría
de pacto fundante en la sociedad política, que tanta influencia tubo en el constitucionalismo
norteamericano, consecuencia de esto que apunto al origen de la obligaciones para el individuo,
ya que este contrato supone una serie de obligaciones para el poder, pero también para los
ciudadanos que acceden a dicho contrato social, esta concepción liberal que se Centra en los
derechos y libertades del ciudadano pero que también recoge la existencia de deberes como el
deber de contribuir.

La noción o interpretación actual de los deberes constitucionales, que obligan a todos en general
los ciudadanos por ser miembros de una misma comunidad política, en una descripción del
concepto ciudadano ya identifica los deberes fundamentales como aquellos que derivan del
súbdito con la relación de poder soberano, y esta los divide en tres grupos,

a. Los que relacionan los súbditos con los gobernantes.


b. Los que lo relacionan con el cuerpo político en general.
c. Y los que los relacionan con el individuo que también son ciudadanos.
No es hasta la revolución francesa que se relaciona el deber constitucional, para encontrar textos
de rasgos necesarios para los catálogos de derechos fundamentales, y catalogo de deberes que su
concepto es siempre el bien en general, en su concepción primatica es el bien común, así pues la
declaración de derechos del ciudadano hace la referencia a la obligatoriedad de contribuir al
sostenimiento de los gastos público.

En una pequeña reseña en la constitución francesa la que contiene por escrito y de hechos los
deberes constitucionales, y que confirma que deben conocidos y cumplidos por los ciudadanos si
se quiere asegurar un espacio en la sociedad, frente al ardor de revolución que se vivía y
transcurría en ese momento, por los cual sectores mas conservadores redactan así una
constitución con un catálogo deberes ya que esos sectores atribuían a una ausencia total de
deberes en una constitución previa a esta.

Se le considera inclusión a un elemento necesario ya que el respeto a ala dignidad humano y la


igualdad efectiva se consigue con las obligaciones, esa declaración que contenía nueve artículos,
parte que consistía en no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros y hacer
el bien que quisiéramos recibir, además de un apartado que incluyen los deberes de servir a la
sociedad, vivir sometido a las leyes, respetar y defender las propiedades defender a la patria y a
sus principios de libertad, igualdad cada ves que sea llamado para ello.

Desde la aprobación de la constitución francesa los deberes constitucionales se fueron adoptando


cada vez a más países y incluyéndolos en sus textos de derecho positivo y así dejarlos plasmados
como imperio de ley en jerarquía de mas alto nivel constitucional, entre estos debe hacerse
mención la constitución española de 11812 por su influencia en el constitucionalismo europeo y
todo Hispanoamérica.

Concepto de deber constitucional. “deber fundamental”

Las posiciones doctrinales sobre el concepto de deber fundamental han estado muy unidas al
concepto que se haya elaborado de la categoría deber jurídico, siendo éste, por tanto, un ámbito
que es obligado abordar desde la aproximación que se hace a la cuestión por la Teoría General
del Derecho.
Así, partiendo de las posturas que niegan la existencia de los deberes fundamentales, para el
realismo escandinavo, el concepto de deber jurídico sólo tiene una función ideológica, un sentido
ideal.

Un modelo de a pie del derecho positiva se encuentra el del jurista Kelsen, lo cual este modelo
normativista propuesto por el propone la relación necesaria entre la obligación y la sanción
intrínsicamente unidos en si, solo existe deber si una norma jurídica imputa a la conducta
contraria a la prescrita, un acto coactivo sancionador por lo tanto lo esencial es la idea de
sanción a la conducta prescrita.

Una vez definidas estas premisas, se puede definir el deber jurídico en general, como aquel
reconocido por una norma perteneciente al ordenamiento jurídico, emanada del órgano
competente y por el procedimiento competente, y velar por que este se cumpla y se haga cumplir
por la misma sociedad en la que se encuentra el individuo. Debe llevar consigo una sanción en
caso incumplimiento, aunque ello no es obligatorio en todas las situaciones, pero que si son de
notoria obligatoriedad al quebrantamiento de un grabe deber constitucional.

Así pues, el deber fundamental es un deber jurídico que se refiere a dimensiones básicas de la
vida del hombre en sociedad, no solo a proteger el bien común, de los demás, sino también el de
poner orden social, y autodestruirse así como a bienes de primordial importancia, a la
satisfacción de necesidades básicas que afectan a sectores especialmente importantes para la
organización y el funcionamiento de las instituciones públicas, o al ejercicio de derechos
fundamentales, generalmente en el ámbito constitucional.

Además, también puede acogerse un concepto estricto de los deberes fundamentales, en el cual
sólo serán deberes constitucionales aquellos que una Constitución dada impone expresamente
como deberes frente al Estado, como elementos del status general de sujeción al poder.

Ahora bien, tal concepto quedaría incompleto si no se tuviese en cuenta, como luego se verá, la
perspectiva metajurídica que queda unida a la perspectiva jurídica en la configuración de estos
deberes constitucionales, especialmente en lo que se refiere al primero de ellos: el de obediencia
al Derecho establecido en el ordenamiento jurídico actual, asi como también el de cualquier otra
región, que son muy diferentes, uno a la del otro.
por otra parte, y cambiando de perspectiva, es necesario afirmar que en el constitucionalismo
actual, la incorporación de los deberes a un ordenamiento jurídico, cumple otro aspecto
fundamental para un Estado que es social y democrático de Derecho.

La existencia de deberes constitucionales, especialmente el de contribuir al sostenimiento de los


gastos públicos, aporta los medios para la realización de las exigencias de igualdad y de
solidaridad en el seno de una sociedad avanzada. Su objeto será, precisamente, la satisfacción de
los intereses generales y comunes a los ciudadanos mediante la contribución con prestaciones de
carácter personal o patrimonial.

La cláusula del Estado social y democrático obliga a la implicación de todos los ciudadanos y
poderes públicos en la consecución de los intereses generales, y para ello es imprescindible la
existencia de deberes, que son los medios para lograrlo. El interés público puede exigir un hacer
positivo, en concreto una actividad de prestación.

Los deberes públicos de prestación quedarían así definidos como las obligaciones jurídicas por
las cuales los ciudadanos, por razón de su pertenencia a un Estado son impelidos a proporcionar
a ese Estado los bienes patrimoniales y actividades personales necesarias parala satisfacción de
las necesidades generales.

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