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Ramiro Figueroa Cervantes

3° de Filosofía
23 de marzo del 2021

RAZÓN Y FE
La filosofía pagana exigía demostraciones, por eso al cristianismo se exigió el uso
de la razón. Por eso el dialogo con la filosofía griega y romana, pues eran la elite de la
sabiduría.

Cristianismo siglo I-II d.C. Filosofía griega-romana

Mitos | Leyendas (religión pagana) se crean sus dioses

Movimiento de confrontación:

1. La filosofía es ignorada

En los evangelios sinópticos no se recurre jamás ni al término ni al concepto de


filosofía. Estos evangelios no se preocupan por cosas de la historia o culturales, sino más
bien kerigmaticos. Son un alegre anuncio, que se concretiza en una persona: Jesús el Cristo.
Él es el salvador, de frente a la filosofía el cristianismo tiene un proyecto que está en su
origen: es un evento que se presenta como libre iniciativa de Dios que irrumpe en la
historia. Este evento asume la “paradójica” o el “escándalo”, pero la filosofía no aparece en
este horizonte.

2. La filosofía es contestada

En las cartas de san Pablo, el concepto “filosofía” aparece en significado negativo, una
sola vez, en la carta a los Colosenses (2,8); allí viene puesta al lado “de la nueva falacia” a
la cual se contrapone “la tradición” que se conecta con Cristo. Pero en la primera carta a los
Corintios se desarrolla una propaganda y animada confrontación entre el kerigma cristiano,
que es “escandalo” y “locura” (1,23) y la sabiduría “sofía” de este mundo (1,20), la
sabiduría de los griegos (1,22), la sabiduría de este mundo (2,6). Pablo precisa que su
evangelización no ha sido hecha con la filosofía de las palabras (ουκ εν σοφία λόγος),
porque esa filosofía esta vacía de la cruz de Cristo.

3. ¿Filosofía es aceptada?

En el Nuevo Testamento son las cartas Paulinas y el Evangelio de San Juan los textos
más plenos, por su elaboración teológica con una carga especulativa. En tal tensión
especulativa está presente el componente o la parte filosófica. Se ha afirmado por lo tanto,
que en el Nuevo Testamento existe un proceso de helenización del cristianismo originario,
cuando este cristianismo asume como instrumento de su expresión y de su elaboración,
términos y categorías de la cultura helénica, que también han sido influidas por la filosofía.
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Es caso del prólogo de san Juan donde aparece el término técnicamente filosófico de
λόγος, que es una expresión de forma de pensamiento categorial fuertemente especulativo.
¿Cuál es el antecedente especulativo del prólogo de san Juan? El caso más cercano de Juan
es el λόγος de Filón de Alejandría en cual influyen varias corrientes culturales, sea
filosóficas como el medio platonismo, el estoicismo y la religión tradicional judía.

cristianismo + filosofía romana o griega = teología

Traducen un concepto sapiencial1, de proveniencia judía y veterotestamentaria


(=antiguo testamento), en un término griego, el cual, más que manifestar el sistema
filosófico griego, se habría de abrir con su nueva semántica, al mundo filosófico en la
perspectiva de posibles encuentros y desarrollos.

Antiguo testamento Nuevo testamento


Sapiencial Juan

- Proverbios palabra sabia λόγος


- Eclesiastés λόγος
- Quolet vivir bien sabiduría encarnada

Tal analogía de posiciones no comporta una dependencia del λόγος del prólogo de san
Juan, del λόγος de Filón. El λόγος de Filón es en efecto divinidad impropia, potencia
intermediaría, en sentido neoplatónico, entre dios y el mundo sensible, mientras el λόγος de
san Juan es, Dios junto a Dios, “es el Revelador” y personal, el Salvador, venido
históricamente a quien es necesario adherir en la fe. Todo esto no tiene precedentes
culturales, es o se trata de la novedad de la fe. La novedad especifica de la perspectiva de
san Juan, de frente a la de Filón es la encarnación.

kαί λογος ην προς τον θεον, kαί ό λογος σαρε εγενετο


(y la Palabra era Dios, y la Palabra se hizo carne)

Apertura al pensamiento helénico


Apertura al pensamiento filosófico

Inculturación a la filosofía griega

- λόγος σπερματικὸς (semillas del Verbo): San Justino


- preparatio evangeliche (preparación evangélica): San Eusebio
1
Sapiencial: trasmitir las enseñanzas por medio de dichos y frases basados en la experiencia.
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- praeambula fidei (preámbulos de la fe): Santo Tomas de Aquino

Apertura a la filosofía
“Semillas” y “huellas” del Verbo Encarnado:

Cuando por medio de cualquier religión se ha llegado a esa experiencia, en la que


Dios (o la Trascendencia) se vislumbra como “más allá” de toda experiencia, de toda
reflexión y de todo concepto, entonces la persona religiosa adopta una actitud de
admiración ante el cosmos, ante los acontecimientos, ante los conceptos culturales, ante
cualquier corazón humano y cualquier expresión religiosa de los demás. Toda expresión
religiosa refleja algo de la verdad, del bien y de la belleza.

Estas actitudes exclusivistas no son auténticamente religiosas. Si consideramos


todos estos factores positivos como “semillas del Verbo” (A.G. 3,11; E.N. 55,80; R.M. 28;
V.S. 12,94); y “preparación evangélica” (L.G. 16; V.S. 3; A.G. 3) la orientación a
Jesucristo, el Verbo Encarnado, no constituye un sincretismo o una absorción, sino el
cumplimiento de lo que Dios ha querido desde el principio de la historia (Mt. 5, 17).

Justino mártir y Clemente Alejandro: relación entre filosofía y religión

Nos interesa la relación entre filosofía griega y fe cristiana. Veremos las principales
características de la filosofía griega, luego los textos de Justino y Clemente, al final
agregaremos algunas aportaciones complementarias.

1. Algunas observaciones sobre la filosofía griega


1.1. Génesis religiosa de la filosofía: del mito al logos

Es notorio que la filosofía griega ha tomado su origen en el ambiente religioso, en


cuanto ha buscado un primer principio: “ἀρχή”, que se encontraba ya en los mitos
elaborados de los poetas. En ellos significaba el “inicio” en el tiempo histórico de un culto
local que se relacionaba con el dios o el héroe de un pueblo griego. Los presocráticos lo
entendían como un “principio” del cual se originan y en el cual aparecen. Se cumple el
pasaje del “mito al logos”, es decir, a la razón, para explicar los fenómenos del mundo. Da
inicio a la filosofía como actividad racional o intelectual.

Confrontando las dos actividades, podemos caracterizar la actividad religiosa como la


que tiene por fin la comunión con la divinidad. Al contrario, la filosofía tiene como fin el
conocimiento causal de la realidad. Por ello la filosofía griega se convirtió en el origen de
las ciencias que se han desarrollado en Occidente.
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1.2. La metafísica como “teología natural”

La disciplina fundamental y conclusiva de la filosofía es la metafísica, la cual tiene


como objeto de partida todas las cosas en cuanto son, explica su ser tal y no su modo de
ser. Esto conduce a la demostración de la Primera Causa Trascendente. Después siguen
argumentos sobre sus propiedades, es decir, que ella es inmaterial, acto puro, actividad
intelectual, evidenciando su esencia en el ser causal de todo. Viene después identificada
con Dios. Es por eso que Aristóteles ha llamado a la parte final de su metafísica
“teológica”.

La crítica moderna a la metafísica tradicional ha rechazado también el Dios de los


filósofos injustamente; ahí está solo el Dios de los religiosos, y la primera causa de los
filósofos. De la confrontación entre metafísica y religión cristiana resulta que ambas son
distintas, pero convergen sobre la misma realidad. Por esto no era errado que los Padre
Apostólicos hubieran usado concepciones metafísicas para la defensa de la fe cristiana.

2. La filosofía griega en Filón de Alejandría y en los Apologistas Justino y Clemente de


Alejandría. El nacimiento de la Teología cristiana.

Los Apologistas en los primeros siglos se encontraban ante los paganos que atacaban
la fe con argumentos filosóficos, reaccionaron en dos maneras: o permanecían en el solo
testimonio de la fe, rechazando extravagancias inmorales, o se defendían con contra-
argumentos filosóficos. Ofrecen también una exegesis de textos de las Sagradas Escrituras.

2.1. Nota preliminar sobre Filón de Alejandría

Filón inserto en la exegesis que hace del Génesis reflexiones filosóficas, sirviéndose
en parte del Timeo de Platón y de doctrinas estoicas, en parte de propias consideraciones.
Él elogia a Moisés como gran sabio. En el cap.1 subraya la sabiduría profunda de Moisés
en el modo en el cual este introduce sus libros de las leyes. No presenta leyes adornadas
con artificios poéticos o con invención de mitos. Más bien comienza con la creación del
mundo, preparando la justa comprensión de las leyes mostrando su orden conectado con el
cosmos.

En el cap.2 rechaza la opinión del mundo increado, muestra que todas sus partes y en
la vida humana una providencia divina, que se explica solamente con un Creador que tiene
cuidado de su creación. Se trata de la teología del Timeo que reencuentra en Génesis, el
cual reconoce una causa divina invisible. En el cap.3 interpreta la secuencia de los seis días
de la creación, símbolo del orden de las realidades causadas por la primera causa.
Encontramos aquí el mismo pasaje de dimensión religiosa-histórica, como había sucedido
en los Presocráticos, pasando del significado religioso-histórico del arche, al filosófico-
metafísico de una primera causa. Antes de interpretar introduce una larga especulación
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metafísica sobre la creación del mundo inteligible, modelo-prototipo de lo invisible. Usa la


analogía con el artífice y su obra, según el demiurgo en el Timeo platónico: observa el
mundo de los ideas.

En el cap.5, usando la filosofía estoica habla del “logos divino” en el cual se


encuentra el cosmos de las ideas, e identifica en el cap.6, el cosmos inteligible con el logos
de Dios. Por razones filosóficas el logos divino se convierte en diverso del Dios creador. En
el cap.23, a la creación del hombre “según la imagen y semejanza de Dios”, la explica de
tal modo que concierne al intelecto, que es guía del alma. Se sirve de la filosofía estoica,
compara el gobierno el intelecto del microcosmos hombre y el intelecto divino que
gobierna el macrocosmos.

Resumiendo, podemos decir que Filón, en el tratado Sobre la creación del mundo
según Moisés estudia el texto bíblico del Génesis con fe religiosa, pero agrega cuestiones
sin resolver sin la premisa de la fe, solamente con la fuerza y los argumentos de la razón,
bajo la guía de Platón y de la Estoa. Por ello Filón no ofrece teología, sino filosofía (ósea
teología natural, metafísica).

2.2. La defensa de la fe cristiana con la filosofía griega (metafísica, ética)


2.2.1. Justino mártir

En Justino la relación filosofía y fe se complica, porque entra en escena la doctrina


de Cristo. Desde Joven era buscador de Dios y de la salvación del alma; podía informarse
solamente, en un primer tiempo, solamente con los filósofos. La escuela Estoica se ofrecía
como una filosofía religiosa salvífica, como vemos en el Dialogo de Trifón, donde Justino
escribe su autobiografía y se confiesa insatisfecho; las cuestiones sobre el alma después de
la muerte, su condición después del pecado original, su relación con Dios, etc., no sirven
ante las demostraciones filosóficas, sino solamente la fe y la oración, la escucha de la
Palabra de Dios en Cristo, y el abandono al Espíritu Divino.

Las cuestiones mencionadas son religiosas, no filosóficas, por ello deben


considerarse insuficientes. Justino a través de la fe en Cristo encontró la respuesta a todas
las cuestiones y llegó a una vida religiosa feliz. Por tanto, comienza a defender la fe. Un
punto importante en su apologética es que Cristo es el Logos de Dios, efecto el cual se
encuentra como semilla en cada hombre. Emplea la concepción estoica de Deios Logos y
de los spermatikoi logoi. Por ello, todo lo que es racional en el mundo y en el pensamiento
de los hombres deriva del único Logos divino. Concluye que todo conocimiento humano
que es racional y verdadero es cristiano, que la religión es verdadera filosofía.

Se declara filósofo, a no abandonar jamás a Cristo, y espera que todos los filósofos
se convenzan, se dirige particularmente a los hombres formados en la doctrina estoica. En
primer lugar, Justino no desarrolla una filosofía sino una doctrina apologética sobre la
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base de la fe. Los conceptos logos/razón asumen un nuevo significado sostenido por la
experiencia religiosa. Leyendo los textos de Justino asistimos al nacimiento de lo que se
llamará sacra Teología, formado del encuentro entre la fe cristiana y la filosofía griega,
todo ello fue estimulo por Filón. Se agrega que la filosofía griega ante todo en la forma
estoica, conexión con la religión, hasta presentarse como una Sabiduría religiosa salvífica.

Pregunta de examen: ¿Por qué comenzaron a perseguir a los cristianos durante los
primeros siglos?
Respuesta: porque estaban apegados a la verdad, que era Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero hombre. Defendían la divinidad de Cristo y la humanidad del Cesar.

La pretensión religiosa de los Estoicos puso su filosofía en competencia con la


doctrina cristianan, hasta despreciarla como una insensatez. Pablo en el Aerópago dice que
la insensatez es más sabia que la sabiduría de los filósofos. Pablo no rechaza toda la
filosofía como insensatez ante la sabiduría del Dios de Cristo, sino sólo aquella que se
opone al Evangelio. Entre los cristianos del tiempo existían dos grupos: uno (con Taziano,
Tertuliano y otros) que rechazaban completamente toda filosofía como perniciosa y el otro,
que ponía en relación la religión con la filosofía, con aquellas partes que eran consonantes
con ella. Justino pertenece al segundo grupo.

Cuando él la llama verdadera filosofía, lo hace por falta de una terminología que se
consolida más tarde. Lo que Justino desarrolla como conocimiento sapiencial sobre Cristo,
Logos divino encarnado, es lo que él llama verdadera filosofía, como inicio de la sacra
teología. No distingue entre logos/razón, como facultad cognoscitiva natural del hombre, y
razón iluminada por la Revelación, por gracia divina. Con el adjetivo verdadero indica una
esencial distinción entre filosofía humana (teología natural) y la doctrina cristiana.

2.2.2. Clemente de Alejandría

Desarrolla mayormente la sacra doctrina de Cristo, como Logos divino. Él la


distingue de la filosofía griega, aunque sin una terminología explicita, y por otro, busca
poner entre ambas una justa relación. En primer lugar, aprecia positivamente la filosofía
como bien cultural para la educación del espíritu humano, oponiéndose a aquellos
cristianos que rechazaban la educación helénica que dominaba en su tiempo y del cual
Alejandría era el centro.

En segundo lugar, distingue entre la filosofía griega y la doctrina cristiana. El


criterio es que una es de origen humano y la otra de origen divino. Los diversos ámbitos del
conocimiento específico están determinados por sus diversos objetivos finales. En el ámbito
religioso es la salvación de las almas una verdad religiosa revelada por Cristo. El
conocimiento filosófico no es indispensable para la salvación del género humano. La
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sabiduría cristiana es eterna e infinita, la filosofía es finita. La sabiduría busca la sabiduría,


que ha sido revelada sólo en el Evangelio de Cristo.

En tercer lugar, aun distinguiendo entre filosofía y doctrina, las pone en relación.
Descubre genialmente que la filosofía es una vía propedéutica a la sabiduría cristiana. Ella
es un paso preliminar hacia la fe. Bajo el aspecto propedéutico, la expresión verdadera
filosofía de Justino adquiere un nuevo significado, una invitación a los doctos paganos a
progresar en su búsqueda de la sabiduría hacia la fe.

En cuarto lugar, los conceptos filosóficos usados por él adquieren un nuevo


significado de la Revelación cristiana en la cual han entrado. El concepto de logos que
proviene de la experiencia interna del hombre, del gobierno interno, llamado egemonikon
por los estoicos. Ellos en la naturaleza, metafísica y panteística, buscan la primera causa
final y absoluta determinándola como logos divino del macrocosmos –en analogía con el
microcosmos del hombre-. Con la Revelación cristiana el término logos asume un
significado profundamente nuevo como el Verbo encarnado del Padre.

Así nace una nueva disciplina, la sacra teología, distinta de la metafísica, porque
ahora se basa en la fe cristiana. No significa que se deba perder la conexión
metafísica/teología natural y teología sacra; pertenecen conectadas en una relación de
analogía. Por ejemplo la teología sacra es ciencia en analogía con la ciencia de la
metafísica, aunque en un modo más perfecto.

Parte V
Los praeambula fidei según santo Tomás de Aquino
Considerando el “textus príncipes” tomasiano acerca de los praeambula fidei,
tomado del Commento al De Trinitate di Boezio, q.2 a.3 (respondeo), se pregunta “si sea
lícito en la ciencia teológica (scientia fidei) utilizar argumentos de razón natural (rationibus
physicis uti)”:

«es sin embargo imposible que las verdades a nosotros divinamente transmitidas por
fe sean contrarias a las verdades en nosotros por naturaleza; se seguiría en efecto
que una de las dos series de verdades sería falsa: y porque ambas nos vienen de
Dios, Dios sería e autor del engaño para nosotros, lo que es imposible […] la
sagrada doctrina está fundada sobre la luz de la fe, así la filosofía está fundada sobre
la luz natural de la razón. Por ello es imposible que las verdades filosóficas sean
contrarias a las verdades de fe, pero son imperfectas en relación a ellas; contienen
sin embargo ciertas afinidades de las verdades que son premisas [praeambula] de la
fe, así como la naturaleza constituye un preámbulo a la gracia. Por tanto, si se
encuentra en los textos de los filósofos algo contrario a la fe, esto no es propio de la
filosofía, sino más bien un abuso de la filosofía, por un defecto de la razón».
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Cuando hablamos de praeambula fidei nos referimos a aquellas verdades


relacionadas con Dios, al hombre y la moral, que objetivamente predisponen a quien
todavía no cree en la fe cristiana y constituyen, para quien ya cree, una confirmación de la
racionalidad. Se trata de verdades a las cuales puede alcanzar la razón natural, o sea la
razón humana no iluminada por la fe, mediante la reflexión filosófica, que abren la mente a
la posibilidad y plausibilidad de una Revelación divina. La fe cree en la Revelación
sobrenatural conocida a través del testimonio de la Iglesia, que entrega al hombre el
Evangelio de Cristo mediante la S. Escritura y Tradición, por ella custodiada e interpretada
con su Magisterio. Los praeambula fidei no demuestran algo sobrenatural de la fe en
sentido estricto, ni pueden obligar a dar el asentimiento al no creyente; sin embargo ellos
son importantes, porque mostrando desde un punto de vista filosófico la compatibilidad de
los Misterios del Cristianismo con las Verdades más altas, las cuales puede alcanzar la
razón, predisponen objetivamente a aceptar las Verdades de la fe.

La aceptación de la Revelación de hecho requiere en el sujeto humano un conjunto


de disposiciones, de las cuales la predisposición intelectual representa sólo una parte, aun
siendo de enorme importancia. Algunos incluyen entre los preámbulos la Revelación
cristiana de naturaleza histórica, como milagros, profecías, la existencia y difusión de la
Iglesia, etc. El Doctor Angélico en el libro I de la Summa contra Gentiles, en el capítulo VI
afirma que es conveniente que el hombre le sean propuestas de aceptar por la fe las
verdades divinas que puedan ser investigadas por la razón natural, y habla claramente de
dos series de verdades acerca de las realidades divinas: la primera es alcanzable; la segunda
trasciende cualquier capacidad de inteligencia humana.

Parte VI
Continua praeambula fidei de santo Tomás de Aquino
En el acto de describir inconvenientes si tales verdades fueran dejadas a la sola
investigación racional. El primero es que sin la Revelación “pocos hombre tendrían el
conocimiento de Dios” y es por tres motivos: 1) algunos son inadaptados al estudio por su
actitud natural individual (propter complexionis indispositionem); 2) algunos están
impedidos por asuntos familiares o responsabilidades u otros intereses temporales; 3)
algunos porque son demasiado perezosos. No se puede llegar a susodichas verdades sin
gran esfuerzo; por el amor al saber que Dios ha puesto en todas las almas por deseo natural.
Segundo inconveniente: si por conocer a Dios no tuviera otra salida que la razón natural, se
quedarían en la más espesa ignorancia (in maximus ingnorantiae tenebris), pocos llegarían
a alcanzar tales verdades difícilmente, después de un largo tiempo. El tercer inconveniente
es que en la búsqueda racional, la inteligencia humana incurre en errores a causa de la
debilidad del raciocinio.

“Por ello –concluye Tomás- la divina bondad prevé saludablemente a mandarnos


tener por fe también las verdades cognoscibles con la razón; a fin que todos puedan con
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facilidad ser partícipes del conocimiento de Dios, si n dudas y sin errores”. En el libro de la
Summa contra Gentiles, en el capítulo V, Tomás afirma que “es oportuno que al hombre le
sean propuestas como materia de fe cosas que no puedan ser investigadas por la razón”,
refiriéndose a aquellas Verdades exclusivas de la Revelación sobrenatural, sea “de jure” sea
“de facto”.

La divina providencia […] preordena al hombre a un bien más alto, experimentado


en la vida presente, era necesario que la mente humana fuera iniciada a cosas más
altas de aquellas alcanzables al presente por nuestra razón: aprendiendo así a desear
y a perseguir bienes que trascienden nuestra condición actual.

Además Tomás observa que “Dios es algo superior a cuanto es posible pensar (Deus
est aliquod supra id quod cogitare potest)”. En el VI capitulo nota que prestar el
asentamiento de la inteligencia a las Verdades de fe no es un acto inmotivado, ciego, un
acto “de ligereza” (non est levitatis), porque existen motivos de credibilidad de la
Revelación que la razón natural puede conocer como plausibles. En el capítulo VII explica
la absurdidad de pensar que Dios, creador de la razón humana, y de sus primeros principios
especulativos y prácticos, capaz de adquirir un patrimonio compartido de conocimientos
(llamado sentido común), vanifique todo esto enseñado. Dios vendría a contradecir la
propia misma Sabiduría creadora, lo que es absurdo. En el capítulo VIII afirma que la razón
tiene un rol importante en relación a las verdades de fe, aunque no tenga la presunción de
poderlas comprender y demostrar.

Filosofía y religión
La tesis de quien afirma que Dios es objeto de experiencia directa (como lo es el
mundo y como lo son los otros seres humanos) es notoria en la filosofía como
“ontologismo”; se trata de una tesis afín al panteísmo, en cuanto que niega la trascendencia
absoluta de Dios, que es el Ser, respecto a los entes de los cuales el hombre puede hacer ya
ahora experiencia. Lo que forma parte de la experiencia inmediata no es Dios en sí, sino la
necesidad de pensarlo; no su presencia sino su ausencia, es la que hace problemática el
resto. Esto es lo que se puede llamar “experiencia derivada” o “indirecta”, o “indiferencia
espontánea y necesaria”.

La llamada “revelación natural” de Dios

La filosofía cristiana a menudo ha designado la experiencia de lo sacro con el


término de “revelación natural”: indica que Dios en sí no es accesible al conocimiento
humano natural; por otra, que en el mundo se observan los “trazos” de Dios (vestigia Dei),
por los cuales el mundo es revelación de Dios (theophania). Se trata de un conocimiento de
Dios indirecto, a través de la razón discursiva, que se avala de la noción de causalidad, y
por tanto una inferencia, pero de carácter necesario y espontaneo, y por tanto
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universalmente practicable y practicado. Se revela solo el Creador, no el Dios trino y uno


que se revela en Jesucristo; la “revelación natural” no hace por tanto superflua la revelación
“sobrenatural”, aquella que es objeto de la fe, en sentido estricto.

Como justamente escribió Cornelio Fabro (La religiosita della filosofía, Studium,
Roma 1945, 4-6): “la filosofía es naturalmente mediadora entre la religión y la vida en
general, como entre la religión y el conocer especializado de la ciencia y de la cultura”, las
“filosofías ateas, no pueden enfermar nuestra perspectiva: ella respecta a aquel movimiento
de pensamiento teorético que se ha revelado más universal, más fiel al impulso natural de la
reflexión”. A tal “impulso natural de la reflexión”, provocado por la fuerza racional del
sentido común (incluyendo la experiencia religiosa), responden las grandes construcciones
metafísicas de la antigüedad, del Medievo (cristiano, musulmán, hebreo) y de la época
moderna: con una continuidad y una fuerza que hacen concluir, sobre el plano
rigurosamente histórico-critico, que el ateísmo es una posición filosóficamente insostenible.

La filosofía conduce a la conciencia de deber buscar solo en Dios la perfecta


beatitud. Ya a nivel de sentido común el hombre sabe que el yo en el mundo está dirigido a
Dios a través del orden moral y la tensión hacia el fin último. La existencia del sentido
común como sistema orgánico de certezas sobre el mundo, sobre el yo y sobre Dios funda
la posibilidad que la religión y la filosofía nazcan y crezcan también juntas, sin que de ahí
derive necesariamente una confusión lógica o que asimile una a la otra parte.

Teología natural y teología sacra

Tomas distingue (en la Summa theologiae I q.1) entre dos ordines cognoscendi, dos
niveles: el natural de la razón, con su propia fuerza cognoscitiva, y el sobrenatural de la
razón iluminada por la Revelación divina. El objeto de partida de la metafísica es “el ente
en cuanto tal”, es decir las cosas del mundo, mientras, para la teología sacra el objeto de
inicio es Dios que se revela a sus fieles. Y la primera procede sin la fe religiosa como
presupuesto, mientras la segunda esta con la fe. La metafísica llega solo al final, con
demostraciones, a una primera causa trascendente, que es identificada con el Dios del culto
religioso. Por ello se dice que la metafísica termina allá donde la teología sacra comienza.

Sin embargo tal concepción no satisface la naturaleza de ambas disciplinas,


reduciéndolas a ambas como en sí mismas incompletas, es decir, necesitadas de
completarse mutuamente. En verdad, cada una de las dos es completa en sí misma. Más
bien las cuestiones metafísicas conciernen a las cosas en cuanto son, el ente en cuanto ente,
y encuentran su solución perfecta en las doctrinas de las causas inmanentes de las cosas y
de la primera causa trascendente, en las doctrinas de los trascendentales y de la analogía del
ser. Al contrario, las ultimas preguntas son de tipo existencial-religioso, no de la
metafísica. Por ello es claro que no puede dar respuestas; debe, después, pedir ayuda a la
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teología o sea la fe cristiana, y haciendo que de este modo pierda su autonomía. Pero
también la fe pierde su autonomía porque su tarea no es dar respuestas para satisfacer una
metafísica existencial, sino desarrollar la explicación de los misterios de la fe cristiana
revelada para elevar el alma a la salvación, es decir, a la comunión con Dios.

Sobre la metafísica como “praeambula fidei”

Los praeambla fidei de los cuales Tomás habla en el Commentarium in di Boethiun


De Trinitate, concierne al conocimiento natural sobre Dios y comienza con las “pruebas de
la existencia de Dios”. Puede crear confusión el hecho que Tomás ponga las pruebas al
inicio de su teología sacra, es decir como praeambula. Mucha crítica a las pruebas resulta
del descuido de su base ontológica. Además el hecho que las pruebas hayan sido puestas a
la cabeza de la teología sacra provoca la falsa impresión que la metafísica tendría como
finalidad preparar a los lectores a la sacra teología, lo que no corresponde a la tarea de la
metafísica. Aunque el teólogo pueda usar la metafísica como ayuda de defensa de la sacra
doctrina y verla como vía preparatoria a la fe.

El poner a la cabeza las pruebas metafísicas en la teología sacra comenzó con los
Padres Apologistas, causada por su encuentro con los filósofos paganos: continuó en el
Medievo, con la sumisión de la metafísica a la teología, como ancilla theologiae, o como
preambula fidei, y continúa hasta hoy. Tal comparación es valorada de manera negativa
como una disciplina imperfecta [la metafísica], que todavía no ha alcanzado la perfección
de la sacra teología. La metafísica clásica es diversa de la religión y de la teología, porque
su finalidad no es salvar almas, sino la teoría de la realidad con la búsqueda de las causas,
por su conocimiento en cuanto tal. La metafísica debe gozar de su autonomía, se trata de
una vía hacia la verdad teológica, no es su tarea prepararla.

Terminamos con una cuestión: ¿se puede o no aceptar el concepto de metafísica


cristiana? Respondemos, dado que la metafísica es una alta ciencia teórica, se puede decir
que, así como hay una física o química cristiana, solamente la física y química como
ciencia determinada, así, no existe una metafísica cristiana, sino sólo metafísica. De lo
demás, al dividir todas las filosofías en cristianas y paganas, subyace una falsa concepción
de filosofía como pensamiento religioso. Sin embargo, como en esta ciencia no deben
entrar premisas religiosas, así también, tampoco en la metafísica deben entrar premisas
religiosas. A tal respecto es muy instructivo ver que Platón, Aristóteles y muchos otros
representantes de la metafísica eran hombres profundamente religiosos, no obstante la
desarrollaron sin tales premisas religiosas, distinguiéndola metódicamente de aquella
religión mezclada con mitos y leyendas.

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