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Una comparación

sobre la muerte
13-5-2018

entre
Schopenhauer y
Heidegger

DARIS OLIVER MAGDALENO ELIZARRARAZ


SEMINARIO MISIONEROS DE LA NATIVIDAD DE MARÍA
Contenido
Introducción

El ser humano y todo ente viviente es parte de la existencia en el mundo, pero la


existencia de éstos en el universo en totalmente finita; el final de todo ser vivo es la
muerte; la mayoría de los hombres la contemplan no como un hecho que ha de suceder,
sino como su posibilidad originaria e inalienable 1, es totalmente inevitable a todo ser
vital, tarde que temprano morirán es necesaria e inevitable, es un suceso inminente cada
día en la vida de los seres vivos; ya que, cuando menos se lo esperan y cuando menos se
lo imaginan llega: “En nuestro ser-para-la-muerte se funda la posibilidad de nuestra
propia comprensión como totalidad finita”2; en este argumento según Heidegger, somos
un ser relativamente para la muerte, el hombre debe de tener en cuenta su finitud y en
consecuencia su óbito, este fenómeno no le debe parecer extraño ya que, es algo normal
en la vida de éste.

La muerte está a la puerta de la vida del hombre, nadie “puede estar seguro de
que su muerte no sea, en efecto inminente […] por eso Heidegger, al igual que Homero,
llama a los hombres los mortales […] «en tanto somos en cuanto habitamos en la
vecindad de la muerte»”3; sólo es cuestión de tiempo de que el fenecimiento llegue a la
vida de todo viviente. “La realidad de la muerte, «de que ningún hombre vivo puede
escapar»”4, por más que se trate de eludir, de esquivar e incluso de esconderse; es bien
sabiendo que ésta no respeta clases sociales, jóvenes o viejos, enfermos o sanos,
solamente se presenta y no hay quien la detenga.

El objetivo de la presente investigación es comparar las perspectivas sobre la


muerte en Martin Heidegger y Arthur Schopenhauer; para ello se relacionarán los
argumentos referente a la muerte a partir de su obras correspondientes El ser y el tiempo
y El amor, las mujeres y la muerte.

Para ello la investigación será presentada en tres apartados. El primero expone


los argumentos de Schopenhauer de la muerte como salida a los sufrimientos del
hombre y cómo ésta es la gran inspiradora para filosofar; en un segundo momento se
enfocará la perspectiva de Heidegger de la temporalidad finita del ser-ahí y como el
1
Cfr. Prini, Pietro, Historia del existencialismo de Kierkegaard a hoy. Editorial Hender,
Barcelona, 1992, p. 107.
2
Ibid., p. 106.
3
Ibid., p. 105.
4
Idem.
fenecimiento es el fin de éste en el mundo; y finalmente en el último apartado se hará la
comparación entre ambos filósofos.

I. La muerte para Schopenhauer

I.1. Breve biografía de Arthur Schopenhauer

Schopenhauer nació en Alemania en el año 1788 y murió en Frankfurt,


Alemania en 1848. Hijo de un rico comerciante y de una reconocida escritora de su
tiempo; después de haber abandonado la carrera comercial decidió estudiar medicina,
pero por la lectura de Platón e Immanuel Kant, despertó su vocación por la filosofía.
Doctorado por su tesis La cuádruple raíz del principio de razón suficiente en la
Universidad de Jena publicada en 1813. Fue docente en la Universidad de Berlín,
considerándose a sí mismo un adversario de Hegel; después de una larga derrota en la
filosofía empezó a ganar popularidad tras la segunda edición de su principal obra El
mundo como voluntad y representación en 1844. Su filosofía fue reconocida
mundialmente, influyendo sobre todo en Friedrich Nietzsche5.

I.2. El genio inspirador

Para Schopenhauer “la muerte es el genio inspirador, el musagetes de la


filosofía… Sin ella difícilmente se hubiera filosofado” 6, uno de los sucesos más
polémicos y debatidos para la filosofía; y, a la vez es uno de los grandes enigmas del
universo. Este acontecimiento que a la mayoría de los seres humanos causa pavor, por el
temor a lo desconocido, ya que hasta el momento no se sabe nada más allá de la
separación del cuerpo con el alma; este hecho, que quienes han experimentado la muerte
de un ser amado, es doloroso y desgarrador. Efectivamente, sin la muerte no existiera,
filosofar difícilmente existiría.

Ya que, según Schopenhauer el hombre es infeliz en este mundo “la


individualidad de la mayoría de los hombres es tan miserable y tan insignificante, que
nada pierden con la muerte”7, es decir no pierden felicidad, placer o hidalguía porque al
fin y al cabo no los tienen; más bien se debería de estar agradecido con el óbito porque
5
Cfr. Cositorto, Bettina, Biografías universales times life. Grandes protagonistas en la historia
de la humanidad. Ediciones Culturales Internacionales, México, 2008, pp. 650-651.
6
Schopenhauer, Arthur, El amor, las mujeres y la muerte. Editores Mexicanos Unidos, México,
2015, p. 55.
7
Idem.
libera de estos sufrimientos como la miseria, la infelicidad y de esta vida insignificante.
Si se le concede al hombre una vida eterna llena de felicidad, placer, goces o demás
fenómenos que hagan de esta vida más placentera, grata y afable; le parecería a la larga
monótona y le inspirarían un disgusto tan grande, que para verse libre de ellos
concluiría por preferir la nada8, se hartaría de mundo y preferiría la muerte.

Para Schopenhauer “la Naturaleza […] Dice que nada le importan la vida o la
muerte al individuo, y esto lo expresa entregando la vida del animal y también la del
hombre a menores azares, sin hacer ningún esfuerzo para salvarlos” 9. Es por ello que en
la Naturaleza hay destrucción, enfermedades, desastres naturales; que son causante de la
muerte, sufrimiento y dolor de muchos seres vivos en el mundo. Es como si la
naturaleza ayudara a los seres vivos a morir más fácil y de una manera más factible.

II. La muerte para Martin Heidegger

II.1. Martin Heidegger, vida y obra

Filósofo alemán, nace en 1889 y muere en 1976. Discípulo del filósofo Husserl,
su filosofía ha causado fuertes oposiciones como también admisiones a favor de ella; en
efecto, su conocimiento y su filosofía han hecho un gran aporte a la humanidad. Su obra
se suele dividir en dos periodos. El primero está marcado por su obra El ser y el tiempo,
que a pesar de encontrarse incompleta, expone las ideas esenciales de todo su
pensamiento. En ella expone que el trabajo de la filosofía consiste en determinar el
sentido del ser y su forma específica es el Ser-ahí, en alemán Dasein. Durante el
segundo periodo, estudia la historia de la metafísica como un proceso de olvido del
ser10. En los textos de Heidegger más que otras consideraciones sin importancia y
menos interesantes, se trata de encontrar de qué manera argumenta y justifica su
asentimiento decisivo sobre la finitud del tiempo y, en efecto, la del ser11.

II.2. El ser para la muerte

8
Cfr. ibid., p. 56.
9
Ibid., p. 58.
10
Cfr. Cositorto, Bettina, op. cit., p. 314.
11
Cfr. Ruiz de Azúa, Javier, De Heidegger a Habermas. Editorial Hender, Barcelona, 1992, pp.
53- 54.
Según Heidegger “la cotidianidad es el ser ‘entre’ el nacimiento y la muerte” 12,
se debe existir en este mundo de una manera cotidiana, hacer los labores del día a día
habitualmente que permita vivir ordinariamente, sabiendo pues que esta cotidianidad
simplemente le toca al ser humano ser existiendo en el mundo. Es bien sabido que la
temporalidad del hombre en el universo no es eterna: “el ‘fin’ del ‘ser en el mundo’ es
la muerte”13 y es con este acontecimiento con el que se le da conclusión a la existencia
del hombre en el mundo, deja de estar en este universo separando su cuerpo de su alma;
“la cotidianidad se desemboza como un modo de temporalidad” 14; por lo tanto, los seres
biológicos viven en el tiempo, son parte de la cotidianidad con la que transcurre los
días, los meses, los años; pero al final mueren.

El óbito es un hecho inevitable, un fenómeno que tiene que suceder en la vida de


todo ente animado, este suceso es totalmente necesario a la vida de todo ser viviente de
acuerdo con Heidegger “la muerte sólo es una forma del ser de ‘ser ahí’ es un
existencial ‘ser relativamente a la muerte’”15; lo único que se tiene seguro al nacer es el
fenecimiento, es totalmente imprescindible la vida del hombre, su vocación, sus
compromisos, en fin todos y cada uno de los labores que pudiera realizar alguno de
ellos; pero lo que no es inevitable y es totalmente necesario, obligatorio e involuntario
es la muerte. En efecto, ricos y pobres; sabio e ignorantes; jóvenes y viejos; hombres y
mujeres, perecen al igual que los animales, las plantas o algún otro ser viviente.

Los seres vivos vienen al mundo, cumplen con el objetivo por el que el destino
los preparó y fueron enviados e inminentemente mueren, desaparecen de este universo;
tal como lo afirma Heidegger, “tan pronto como el ‘el ser-ahí’ existe de tal manera que
ya no falta absolutamente nada en él […] significa la aniquilación de éste” 16, una vez
cumpliendo con la vocación a la que han sido llamados todos los seres humanos
fenecen. Porque al final de todo somos un ser a la muerte que lo único infalible e
irrebatible en la vida de todo ser viviente es el óbito.

Después de morir lo que antes era organismo biológicamente dinámico, animoso


y despierto, ahora es un cadáver inerte e inmóvil “en el morir de otros se experimenta el
notable fenómeno […] un ente pasa de la forma del ‘ser ahí’ (o de la vida) al ‘ya no ser
12
Heidegger, Martin, El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica, México, 1993, p. 255.
13
Ibid., p. 256.
14
Ibid., p. 257.
15
Idem.
16
Ibid., p. 258.
ahí’”17, hay un cambio de ser vital a estar muerto; el difunto y sus restos “es una cosa
material sin vida”18 listo solamente para darle sepultura o cremación. La persona o todo
ser viviente muerto dejan detrás el mundo; el salir de éste tiene que ser visto de lo más
normal, como algo cotidiano. Los cadáveres no experimentan la perdida, más bien la
perdida la experimentan los supervivientes que aún se encuentran en este mundo19.

III. Comparación entre las perspectivas de Schopenhauer y Heidegger

Según Schopenhauer para poder salir de esta vida miserable, llena de angustias,
dolores, suplicios y sufrientes que sólo causan la infelicidad y fatalidad de los
individuos20, es necesario el fenecimiento del cuerpo humano. Por lo tanto, con la
muerte se da fin a todos los males y desgracias de los hombres 21; como la muerte es
inevitable para todo ser vivo, no le queda a éste más que aceptarla y hacerla parte de él.

Para Schopenhauer “parece que toda la conclusión de toda actividad vital es un


maravilloso alivio para la fuerza que la mantiene” 22, es por eso que a la mayoría de los
muertos tienen una expresión de serenidad y tranquilidad sobre sus rostros, porque
saben que ya terminó su sufrimiento en este universo. Esto se puede comparar como lo
que el filósofo Martin Heidegger recalca una y otra vez en su obra El ser y el tiempo
que el hombre es un Dasein, es decir, un ser relativamente a la muerte.

Entonces si el hombre es totalmente infeliz lleno de acongojas, tristeza y


desasosiegos en este mundo, y sabiendo que es un ser relativamente a la muerte no le
queda más que fenecer sabiendo que este hecho es la salida a todo sus pesares en la
vida, por lo tanto los individuos no tienen por qué preocuparse ni mucho menos
angustiarse cuando ésta se presente; más bien la actitud de todo mortal debería ser
ansiosa y deseosa de que el óbito a todos sus sufrimiento en la vida acaben de manera
inmediata.

17
Ibid., p. 260.
18
Idem.
19
Cfr. Ibid., p. 261.
20
Cfr. Schopenhauer, Arthur, El mundo como voluntad y representación. Porrúa, México, 2013,
pp. 313-314.
21
Cfr. Schopenhauer, Arthur, loc cit
22
Cfr. Schopenhauer, Arthur, loc cit.
Todo mortal es totalmente finito según Heidegger: “en nuestro ser-para-la-
muerte se funda la posibilidad de nuestra propia comprensión como totalidad finita” 23;
la existencia del hombre es totalmente agotable y se ve limitada por la muerte. En este
sentido hay una similitud con lo propuesto por Schopenhauer cuando éste último
argumenta lo siguiente: “mirad el perro ¡qué tranquilo y contento está! Millares de
perros han muerto antes que éste viniese a la vida. Pero la desaparición de aquellos no
ha tocado para nada la idea del perro”24, tanto el hombre como el perro (aunque
inconscientemente) saben que son totalmente finitos, restringidos y agotables sus vidas
en el universo.

Conclusión

La mayoría de los seres vivos que aun en el último estertor de su existencia,


estando inminentemente a la muerte luchan por vivir y se aferran a ella; no sabiendo que
día a día, hora a hora, mueren desconocidos porque se es un ser relativamente a la
muerte: “nacimiento y muerte pertenecen igualmente a la vida […] el uno es la
condición de la otra”25; en efecto, si algún ente nace, por lo tanto, tendrá que morir,
porque la muerte es consecuencia del nacimiento, “forman los dos extremos, los dos
polos a todas las manifestaciones de la vida”26, si hay vida, hay muerte.

Entonces si todo mortal tiene y debe de morir porque es un ser para la muerte, y
con este suceso se libera de sus acongojas en el mundo; no le queda más que carpe
diem; esta antigua frase del poeta romano Horacio que significa «disfruta o aprovecha el
día» sugiere a los seres vivos que se dediquen más bien a vivir mientras tienen tiempo,
porque la muerte se presenta cundo menos se lo esperan 27. La vida es breve y fugaz por
lo tanto, no le queda a los mortales más que aprovechar cada instante de sus vidas
mendigas, llena de flaquezas y dolores. Para todo mortal está seguro “de que su muerte
sea, en efecto, inminente. La muerte es una inminencia amenazante” 28, ella está a la
orden del día.

Bibliografía
23
Prini, Pietro, loc cit.
24
Schopenhauer, Arthur, op cit, p. 57.
25
Schopenhauer, Arthur, loc cit.
26
Idem.
27
Idem.
28
Idem.
COSITORTO, Bettina, Biografías universales times life. Grandes protagonistas en la historia de
la humanidad. Ediciones Culturales internacionales, México, 2008.
HEIDEGGER, Martin, El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica, México, 1993.
PRINI, Pietro, Historia del existencialismo de Kierkegaard a hoy. Editorial Herder, Barcelona,
1992.
RUIZ DE AZÚA, Javier, De Heidegger a Habermas. Editorial Herder, Barcelona, 1992.
SCHOPENHAUER, Arthur, El amor las mujeres y la muerte. Editores Mexicanos Unidos,
México,
2015.
SCHOPENHAUER, Arthur, El mundo como voluntad y representación. Porrúa, México, 2013.

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