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UNIDAD 7 LA FILOSOFÍA CRISTIANA

PRELIMINARES
“Los primeros pensadores cristianos se vieron en la obligación de defender los contenidos
de la fe revelada contra el pensamiento filosófico pagano y las primeras herejías. […] Su
reto principal consistió en lograr la armonía entre la fe y la razón. Pero ya desde el
momento en que existe el empeño de defender la fe por medio de la razón, comienza el
acercamiento entre ambas. Traducir los contenidos de la Revelación en categorías
racionales, he ahí la gran tarea de la naciente filosofía cristiana”, Goñi, pp. 276-277.
El ambiente en que tiene lugar inicialmente la interacción entre pensamiento cristiano y
filosofía antigua se caracteriza por las tensiones con el Imperio Romano, las
persecuciones, el crecimiento de las comunidades cristianas y el surgimiento en éstas de
tensiones internas y herejías.
Al momento en que estaban constituyéndose las comunidades cristianas, el culto oficial
exigía ofrecer sacrificios al Emperador; la negativa de los cristianos a someterse a este
requerimiento era interpretada como un acto de rebeldía política. Un autor pagano del
siglo II llamado Celso estudió el cristianismo en un escrito titulado Palabra de verdad,
llegando a la conclusión de que estaba justificado perseguir a los cristianos, a quienes
consideraba un auténtico peligro para el Estado. Los argumentos de Celso fueron
refutados más adelante por Orígenes.
Simultáneamente con la difusión del cristianismo tomaban auge a nivel popular las
religiones mistéricas, como el culto de Mitra. Por otra parte, los movimientos gnósticos
que produjeron una literatura peculiar, ponían la salvación en el conocimiento o “gnosis”,
y no en la fe.
Adversario importante de la gnosis fue San Ireneo (140-202), quien deja sentado que:
“Dios y el Creador del mundo se identifican; también la materia ha sido producida por su
voluntad; el origen del mal radica en el abuso de la libertad humana”, Brugger, p. 611. El
hombre consta de cuerpo y alma, ambos creados por Dios; el espíritu es “una capacidad
del alma, por la cual el hombre llega a ser perfecto y se constituye en imagen de Dios,”
Santidrián p. 241. Ireneo es autor de una obra enciclopédica, que se conoce como
Adversus haereses. Hipólito de Roma (170-236), discípulo de Ireneo, es autor de
“Philosophoúmena o Refutación, obra en la que se propuso probar que todas las herejías
dependen de la filosofía pagana, Santidrián, pp. 227-228. Con el gnosticismo se relaciona
el maniqueísmo, predicado por Manes en el siglo III.
En un contexto de tanta movilidad especulativa y sectaria, era un cometido inaplazable
aclarar las verdades del cristianismo con instrumental teórico y de manera sistemática. Y
esto no sólo por motivos apologéticos, sino también para cumplir mejor con el proceso de
instrucción de los nuevos adeptos.
o “En efecto, los nuevos cristianos necesitaban ser instruidos en la religión que
acababan de profesar. Además, el cristianismo plantea cuestiones desconocidas para
la filosofía griega (por ejemplo, la creación) o que esta había respondido de manera
no acorde con la fe (por ejemplo, la inmortalidad del alma y la vida futura). Pero no
cabe duda de que el pensamiento griego había alcanzado una madurez y una

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profundidad que no podían ser ignoradas. Por eso era preciso emprender el diálogo
entre la fe y la cultura. Y, por otro lado, la filosofía griega puede proporcionar el
“soporte conceptual” con el que formular la fe”, Cerezo, p. 133.
Servirse de dicho soporte intelectual era, en el contexto del cristianismo primitivo, una
iniciativa natural y apropiada. En efecto, los cristianos de los primeros tiempos se
movían, al igual que sus objetores, en un ámbito marcado por la cultura helenística y por
la tradición filosófica griega.
El pensamiento que así comenzó a constituirse se conoce de ordinario con el nombre de
Patrística, aun cuando no todos sus autores pertenezcan propiamente al catálogo de los
llamados Padres de la Iglesia o Santos Padres. En la Patrística se encuentran los puntos de
partida de la reflexión que da origen a la teología, así como las bases para la formación de
una filosofía acorde con la visión cristiana.

DIVISIÓN DE LA PATRÍSTICA (VER FISCHL, P. 122)

 Patrística temprana.
Predomina el elemento apologético.
 Alta Patrística.
Etapa de madurez. Culminación, en lo referente a Occidente, con San Agustín.
 Patrística tardía.
Coincide con la época de las migraciones germánicas y la disolución del Imperio
Romano. Transmite el legado de la Antigüedad a la Edad Media.

SAN JUSTINO MÁRTIR Y TERTULIANO (SIGLOS II-III)

Se pueden señalar dos posturas en pugna a propósito de la integración del legado de la


filosofía antigua en el pensamiento cristiano: una actitud negativa, que veía en el recurso
a la filosofía un riesgo para la fe, y una actitud de apertura que, sin absolutizar la
filosofía, discierne en ella valores que pueden ser puestos al servicio de la verdad
revelada.
San Justino fue el pionero de los escritores que optaron por destacar e integrar lo que
consideraba digno de atención en la filosofía. Esta actitud resultó, en definitiva,
triunfadora, pero no fue la más frecuente o en los tiempos del cristianismo primitivo. San
Justino pertenece a la patrística griega, designación que no hace referencia
necesariamente al origen étnico de sus autores, sino a la lengua que utilizaron.
Como descollante defensor de la actitud opuesta, o sea, del rechazo a la filosofía,
tenemos a Tertuliano, originario del África romana, y uno de los primeros autores
cristianos que se expresaron en latín, perteneciendo, por tanto, a la patrística latina.
Los dos autores mencionados desarrollaron su actividad en la etapa inicial de la patrística.

SAN JUSTINO MÁRTIR (m. 165)


Es el más importante apologista griego del siglo II. Nació en Siquem, Palestina, de
familia pagana. Frecuentó las escuelas filosóficas de estoicos, peripatéticos y pitagóricos.
Durante largo tiempo fue platónico. Desencantado de las escuelas filosóficas, se convirtió

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al cristianismo. Después de su conversión viajó, por distintos lugares, hasta llegar a Roma
donde fundó una escuela. Murió mártir alrededor del año 165.
ESCRITOS
Se conservan la Apología I o mayor, dirigida al emperador Antonino Pío, la Apología II o
menor, y el Diálogo con el judío Trifón, que “presenta una discusión habida en Éfeso
entre Justino y Trifón, y quiere demostrar que la predicación de Cristo realiza y completa
las enseñanzas del Antiguo Testamento”, Santillán, p. 260.
DOCTRINA

 “Justino enseñaba con los estoicos que todo el mundo se había desarrollado del
logos”, Fischl, p. 123.
 El Logos es el Verbo de Dios. Todo lo verdadero y razonable procede del Logos.
La plenitud del Logos se manifiesta sólo en Cristo.
 «Todo lo que se ha dicho de verdadero, por quienquiera se haya dicho, nos
pertenece a los cristianos».
 Los que vivieron según razón, fuera del cristianismo, son cristianos. Pero no
conocieron toda la verdad: en ellos había semillas de verdad que no pudieron
entender perfectamente.
 «El cristianismo es la única filosofía segura y útil.» Es el resultado último al que
debe llegar la razón en su investigación.
 Otros temas: “Pitágoras y Platón se habrían inspirado en Moisés y en los profetas.
Eternidad de la materia. Representación innata de Dios, inmortalidad sólo gratuita
del alma”, Brugger, p. 611.
“La importancia de Justino en la historia universal es que, en una hora decisiva, creó
para la filosofía griega, en el cristianismo, un hogar que conservaría por todos los siglos”,
Fischl, p. 123. Aprovechando filosóficamente la tesis joanina de que el Logos ilumina a
todos los seres humanos (Juan 1, 9), tendió por primera vez un puente hacia la filosofía,
ver Vidal, p. 132.
TERTULIANO (160-230)
Quinto Septimio Florencio Tertuliano, jurista nativo de Cartago, convertido al
cristianismo abrazó con ardor los compromisos de la fe. Hombre de temperamento severo
y vehemente. Su inclinación al rigorismo le movió a pasarse a la herejía montanista. Fue
un escritor fecundo y apasionado. A pesar de su hostilidad contra la filosofía pagana,
sufrió el influjo del estoicismo.
OBRAS
• Apologeticum (Apología). Obra capital del autor. Está dirigida a los gobernadores
provinciales, pidiendo libertad religiosa para los cristianos. Explica que éstos no
se adhieren a una filosofía sino a una religión revelada.
• El testimonio del alma. El alma no pervertida por la filosofía tiende por naturaleza
a conocer a Dios y las principales verdades de la religión cristiana.

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• De anima (Sobre el alma). El alma humana posee cierta corporalidad. El alma
individual es engendrada por las almas de los padres (traducionismo).
• Acerca de la corona. Describe la guerra y el servicio militar como absolutamente
incompatibles con la fe cristiana.
Tertuliano tiene una extensa producción contra diversas doctrinas heréticas.
En la polémica sobre el valor de la filosofía, Tertuliano sostiene que “No hay nada común
entre el filósofo y Cristo, entre el discípulo de Grecia y el de los cielos”. (Apol. 46). La
filosofía resulta perjudicial, es madre de herejías. Es, además, innecesaria, pues el único
fundamento de la verdad del cristianismo es la tradición, y está convencido de que el
sentido común testmonia a favor de la fe. Se le atribuye el dicho “Credo, quia absurdum”,
o sea, “Creo, porque es absurdo”; esto vendría a significar que la fe tiene tanta mayor
certeza cuanto más repugna a las valoraciones naturales, cuanto más inconcebible
resulte.
PUNTOS DOCTRINALES

 Monoteísmo. Creación de la materia por Dios.


 Todas las sustancias son corpóreas incluso Dios (aunque sea espíritu) y el alma.
 Teoría del conocimiento sensualista.
 Traducianismo. Inmortalidad del alma. Resurrección de la carne, asociada con el
milenarismo, ver Vidal Manzanares, p. 191.
 En ética, sostiene el libre albedrío. Acentúa la oposición entre moralidad y
sensualidad, entre naturaleza y sobrenaturaleza: el cristiano es un ángel (alma)
que cabalga sobre una bestia (cuerpo).
 Defensa de la libertad de religión. “Importancia histórica universal tuvo el
inflamado llamado de Tertuliano a la libertad religiosa en medio de una época de
persecución.”
Tertuliano fue un gran forjador de terminología. Introdujo, por ejemplo, los términos
“Trinidad” (Trinitas) y “persona”.
“Su rigorismo y su herejía no impidieron que fuera reconocido como uno de los grandes
defensores del cristianismo”, Santidrián, p. 252.

INICIOS DE LA ESPECULACIÓN CRISTIANA EN ALEJANDRÍA (SIGLOS II-III)

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (150-215)


Clemente de Alejandría fue coetáneo de Tertuliano, pero su actividad y sus escritos tienen
unos objetivos y un tono completamente diferentes. Se ignora dónde nació, pero tal vez
era natural de Atenas. Después de convertirse al cristianismo y de hacer un viaje de
estudios por Grecia, Siria y otros lugares, Clemente se estableció en Alejandría, donde
estudió en la escuela de Panteno (un filósofo estoico, convertido al cristianismo), de
quien recibió luego la dirección. Según otros, abrió escuela propia. Con motivo de la
persecución de Septimio Severo, emigró a Capadocia, en Asia Menor, y allí muere.

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La actividad de Clemente en Alejandría cuenta entre los factores que dieron el impulso
para que aquella ciudad, importante centro de vida científica y literaria desde los
primeros tiempos del helenismo, se convirtiera en hogar de un profundo encuentro de la
fe cristiana con la cultura griega. Desde temprano, funcionaba en la ciudad una escuela
catequética, la primera escuela superior de teología cristiana, en la que actuaron Panteno,
Clemente y Orígenes. Los maestros cristianos de Alejandría se aplicaron a la
investigación filosófica del contenido de la fe, mostrando preferencia por la filosofía de
Platón y por la interpretación alegórica de la Biblia.
Fue Clemente quien desarrolló el ideal del gnóstico cristiano. Su proyecto presenta la fe
cristiana como un sistema filosófico adaptado a las exigencias culturales del momento.
La gnosis cristiana debe subordinarse la fe. Entre las fuentes del pensamiento de
Clemente se encuentran los apologistas cristianos y el filósofo judío Filón. La actividad
de Clemente contribuyó a la aceptación de la filosofía por la Iglesia. “El cristianismo
venció a la filosofía griega al aceptarla en sí mismo”, Fischl, p. 127.

ESCRITOS
• Protréptico.
Se dirige a los gentiles, exhortándolos a convertirse al Logos divino manifestado
en Cristo. Esboza el plan de salvación..
• Pedagogo.
Se dirige a los convertidos y desarrolla la idea de que el Logos enseña a vivir
bien. La obra contiene principios y normas de la moral.
• Stromata (Tapices).
Expone el camino de ascenso paulatino a la perfección.

DOCTRINA DE CLEMENTE

 La filosofía, pedagogo para los griegos. “La filosofía es un don que hace Dios
mediante el Logos, educador de los paganos para llevarlos al cristianismo”,
Brugger, p. 612.
 Concepto de gnosis cristiana. Clemente postula que “La fe debe ser elevada al
rango del saber (gnosis cristiana)”, Id., ib., pero distinguiendo ésta gnosis de la
gnosis herética, contra la que lucha. La fe es condición del conocimiento.
 El Dios trascendente se revela en el Logos-Cristo. El Logos es «sabiduría, ciencia,
verdad y guía de toda la humanidad.»
 Ética: vivir conforme a razón (estoicos) = vivir conforme a las enseñanzas del
Hijo de Dios. Clemente exhorta a la apatheia; realza la razón y disminuye al
cuerpo. “El gnóstico cristiano se distingue del estoico por la caridad o el amor,
que culmina en el amor a Dios”, Fischl, pp. 126-127.
 Los tres grados de perfección (ver Fischl, p. 125):
• El filósofo. La filosofía es guía de vida para los que no han llegado al
cristianismo. Al cristiano le sirve para exponer y defender su doctrina.

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• El cristiano. Se hace superior al filósofo al aceptar la revelación por la fe.
La revelación es la «señora de la filosofía».
• El gnóstico [cristiano]. Síntesis de filosofía y revelación. Es el
coronamiento del cristiano.

ORÍGENES 185-254)
Nació en Alejandría, hijo de una familia cristiana que sufrió por la fe. Fue discípulo de
Clemente y oyente de Ammonio Saccas, fundador del neoplatonismo (quien había sido
cristiano). Educador desde muy joven, Orígenes ocupa a los 18 años la dirección de la
escuela catequética, que elevó a su máximo esplendor del año 203 al 231. A partir de 232
entra en dificultades, por doctrinas no aceptadas por la Iglesia y por su ordenación
sacerdotal irregular, pues se había mutilado, interpretando literalmente el texto de Mt 19,
21. Debiendo abandonar su diócesis, fue acogido en Cesarea de Palestina, donde fundó
una escuela. Murió en Tiro, a consecuencia de torturas recibidas durante la persecución
de Decio a los cristianos.
Orígenes estaba dotado de una brillante inteligencia. Era creativo y emprendedor. Contó
con la simpatía de obispos y personalidades importantes de la época, que lo invitaron y
acogieron. Es el teólogo más importante de la escuela de Alejandría. “En la pura
especulación filosófica, no fue ya alcanzado por ningún padre de la iglesia de Oriente”,
Fischl, p. 127. Un personaje memorable por sus aciertos y errores, según se ha dicho.
o “Fue un profesor brillante, un escritor extraordinariamente fecundo y, por
añadidura, hombre de diamantina capacidad de trabajo (el “diamantino”), y fue ya
admirado por sus contemporáneos como el más grande teólogo. Como cultivó
dondequiera nuevos campos de pensamiento, no podía dejar de caer, dada su audacia,
en errores varios. Como los herejes apelaban constantemente a él, fue condenado por
el emperador Justiniano, el año 543, y por el segundo concilio de Constantinopla, el
de 553.” Fischl, p.127.
Nótese que las condenas del pensamiento de Orígenes se producen en el siglo VI, unos
trescientos años después de la muerte de su autor; pero las controversias a favor y en
contra (controversias antiorigenistas) habían pasado anteriormente por varias fases
agudas.

ESCRITOS DE ORÍGENES

• Περὶ Ἀρχῶν (Perí Arjón; lat. De Principiis).


Estudia la doctrina cristiana aplicando una dialéctica filosófica. Los grandes
apartados de la obra se dedican a temas como el mundo espiritual, el mundo
material, la lucha alma-cuerpo y la Sagrada Escritura, con énfasis en su sentido e
interpretación. En el prólogo explica por qué hay que investigar con la razón las
verdades de la fe.
«Los Apóstoles nos han transmitido con la más grande claridad todo aquello que
creyeron necesario para todos los fieles, incluso los más torpes en la comprensión de la
ciencia divina. Pero han dejado a los más dotados de dones superiores en el espíritu, y
especialmente en la palabra, la sabiduría y la ciencia, el cuidado de buscar las razones de
sus afirmaciones. Sobre muchos otros temas ellos se limitaron a afirmarlos sin dar razón

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de los mismos, para que sus sucesores, que posean la pasión por la sabiduría, puedan
ejercer su ingenio», De principiis, pref. 3, apud Merino, p. 39.
• Contra Celso.
Es una obra apologética. Contesta punto por punto las objeciones de Celso contra
el cristianismo (cf. supra). Defiende el carácter razonable y la demostrabilidad de
la fe cristiana. Distingue entre ley natural y ley escrita, lo que da pie para defender
la libertad de los cristianos frente a la ley civil, como se argumenta en el siguiente
pasaje:
«Cuando la ley escrita no está en contradicción con la de Dios, conviene que los
ciudadanos la cumplan y la antepongan a las leyes extranjeras. Pero cuando la ley natural,
es decir, la ley de Dios, ordena cosas contrarias a la ley escrita, entonces la razón
aconseja abandonar tranquilamente las leyes escritas y la voluntad de los legisladores y
obedecer únicamente a la ley de Dios, como igualmente ordenar tu vida según sus
mandamientos aunque ello implique sacrificio, muerte o deshonor», Contra Celsum V 37,
apud Merino, p. 41.
Se atribuyen a Orígenes varios centenares de obras en gran parte perdidas.

DOCTRINA

 Filosofía y revelación. La filosofía no ha encontrado ninguna verdad nueva, todo


lo tomó del Antiguo Testamento. Tampoco ha contribuido a la mejora moral. “La
sola filosofía verdadera es la revelación divina, en que están contenidas todas las
verdades”, Fischl, p. 127. Orígenes lo demuestra fundándose en la teoría de los
tres sentidos de la Biblia: somático (o literal), psíquico y espiritual (o alegórico).
Orígenes sacrifica el sentido espiritual al alegórico, siempre que lo cree necesario.
Partiendo del sentido literal, se profundiza en el sentido alegórico: pasar del
sentido literal al alegórico equivale a pasar de la fe al conocimiento. Pero siempre
prevalece el conocimiento que proviene de la fe, ver Merino, p. 39.
 Espiritualidad de Dios. Orígenes deja definitivamente sentada la espiritualidad de
Dios. “Dios no es cuerpo ni tiene cuerpo, porque su naturaleza es puramente
espiritual y simplicísima”, Merino, p. 39. Una consecuencia de la espiritualidad
divina es que nuestros conceptos no son válidos para Dios; y de ahí que la
teología deba ser “negativa”: de Dios solo se puede decir lo que no es, ver Fischl,
p. 128. En materia trinitaria, Orígenes optó por el subordinacionismo.
 Eternidad del mundo. Hay mundo desde siempre, no el mismo, sino innumerables
mundos que se suceden uno a otro, ver Fischl, p. 128. “El platonismo y el
estoicismo están muy presentes y son determinantes en la cosmología y en la
antropología origenianas, en donde el concepto de creación está ausente y, por
ello, la existencia de las sustancias racionales es eterna”, Merino, p. 41.
 Libre albedrío. “Orígenes admite una pluralidad sucesiva de mundos, sin
defender el retorno y la repetición de los mismos, ya que la libertad lo impide e
impone una dinámica diversa”, Merino, p. 40.
 Degradación y ascenso de los espíritus. “El primer mundo constaba de espíritus
de igual perfección. […] Los espíritus que eran demasiado malos para pasar a

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ángeles y demasiado buenos para ser demonios, se convirtieron en hombres”,
Fischl, p. 128.
 Preexistencia de las almas. Las almas preexistían, como “espíritus”, “sustancias
racionales” o “inteligencias”, y vinieron a caer en el cuerpo por una culpa
primitiva. El mundo material fue creado para su castigo y ellas fueron desterradas
a un cuerpo. Pero el ser humano es libre y le es posible trabajar por su
purificación.
 Apocatástasis (ἀποκατάστασις) o restauración universal. Al final de todo, las
cosas volverán a ser como fueron en el primer mundo, cuando todos los espíritus
eran iguales en perfección. La acción redentora de Cristo conduce a todos a la
bienaventuranza original. “Al fin, toda maldad será expiada y toda suciedad
purificada. Aun en los demonios irradiará entonces la primigenia belleza. Ahora
bien, cuando todo haya vuelto a Dios, Él reinará de nuevo en el imperio de los
puros espíritus y será todo en todos”, Fischl, p. 129.

DIOS HA CREADO VARIOS MUNDOS SUCESIVAMENTE

En el Dios puso
PRIMER MUNDO, ESPÍRITUS
de igual perfección, Tuvo lugar allí una
provistos de libre albedrío. CULPA PRIMITIVA.

LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO POSTERIOR A LA CAÍDA

ÁNGELES

ALMAS
condenadas unirse con un cuerpo en el
MUNDO MATERIAL
que fue creado para castigarlas.


DEMONIOS

RESTAURACIÓN UNIVERSAL

Al final de todo, las cosas volverán a ser como fueron en el primer mundo.
TO D O H A V U E LTO A D I O S .
Él reinará de nuevo en el imperio de los puros espíritus
y será todo en todos.

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LOS PADRES CAPADOCIOS (SIGLO IV)
El edicto de Milán significó para la Iglesia el logro de su libertad. Esto no implicó que
todas las dificultades quedaran superadas o que no se presentaran nuevos inconvenientes.
“La primera tarea llevó principalmente en oriente a las controversias contra Arrio (256-
336), que sólo veía en el Logos una criatura del Padre. Aunque estas luchas eran de
carácter puramente religioso, sin embargo, el esclarecimiento de las ideas de esencia,
naturaleza y persona repercutió en la filosofía especulativa”, Fischl, p. 129.
Después del Concilio de Nicea (325), que condenó el arrianismo, los teólogos griegos “se
muestran con más recelo que los anteriores frente a la investigación filosófica. No
obstante, los escritores cristianos del siglo IV no se desligaron de la filosofía griega,
aunque tuvieron que defenderse contra ella si entraba en liza con los dogmas cristianos”,
Merino, p. 42. “En contraste con el optimismo de los occidentales después del triunfo
sobre el paganismo, en los orientales predomina un cierto tono pesimista, que les hace
buscar refugio en su propia interioridad”, Fraile, II, 1º., p. 148.
De particular interés para la historia de la filosofía es la obra de los tres grandes Padres
originarios de la región de Capadocia (en la actual Turquía) : Basilio de Cesarea, su
amigo Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, hermano menor de Basilio. Hombres
cultos los tres, provistos de una esmerada formación, estudiosos, promotores de la vida
monástica y elevados a posiciones de gran responsabilidad en la jerarquía eclesiástica.
Dejaron constancia de su desvelo a favor de los más desfavorecidos en la escala social.
Les tocó vivir en tiempos muy agitados para su patria, y en general para el Oriente, por el
sectarismo de los arrianos y semiarrianos, que afrentaban a los sostenedores de la
ortodoxia, contando con el favor de las autoridades civiles. Basilio muere cuando todavía
quedaban muchas cuestiones pendientes. Los dos Gregorios sobreviven a Basilio y
estuvieron presentes en el Primer Concilio de Constantinopla (381).

“Los Padres capadocios son muy diferentes por su


carácter, pero estrechamente unidos por vínculos
familiares y afectivos, y se completan mutuamente. Su
labor conjunta contribuyó poderosamente al triunfo de la
ortodoxia en el duro combate con el arrianismo. […]
San Basilio es un hombre de acción; San Gregorio de
Nacianzo, un gran orador; San Gregorio de Nisa, un
filósofo y místico. Los tres admiran profundamente a
Orígenes, si bien evitan sus exageraciones doctrinales”,
Fraile, II, 1º., p. 148.

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BASILIO EL GRANDE (331-379)

ESCRITOS Y DOCTRINA

Homilías sobre el Hexaemeron. En ellas Basilio comenta la creación del mundo y es rica
en datos cosmológicos y sobre la naturaleza. Su finalidad no es científica, sino moral.
Tuvo presentes para la redacción textos aristotélicos, platónicos y estoicos.
- “Hay dos mundos, el visible y el invisible. Dios ha creado de la nada el mundo
visible, en el tiempo; o mejor dicho, creó el tiempo juntamente con el mundo. No prexiste
una materia primordial increada. Dios crea diversas clases de materia, en conformidad
con el grado de perfección que corresponde a los distintos seres del universo. Dios
imprime las formas en la materia. Pero las cualidades son inseparables de la última”,
Fraile, II, 1º., p. 149.
- La contemplación de la creación nos permite conocer la potencia de Dios, pero
no la naturaleza divina, que conocemos de modo esencialmente negativo. En una de sus
Cartas expresa Basilio que: «El conocimiento de la esencia divina consiste sólo en la
percepción de su incomprensibilidad.»
- “Basilio entendía en sentido literal los seis días de la creación, y así llega a la
opinión de que Dios podría separar la luz de su fuente. Así puso el fundamento de la
«metafísica de la luz», que fue construida por Agustín y Buenaventura”, Fischl, p. 130.
Discurso A los jóvenes. Aborda el tema del valor de la cultura griega para la formación de
los jóvenes cristianos, dando normas sobre el modo de leer a los autores paganos para que
no se ponga en riesgo la fe. “Recomienda el estudio de los poetas, oradores, historiadores
y filósofos griegos. La literatura y la erudición griegas son un poderosos instrumento de
educación, pero la formación moral es más importante que la formación literaria y
filosófica”, Santidrián, p. 53.
Otras obras. Basilio es autor de importantes escritos relacionados con las controversias
dogmáticas de la época. A él se debe que se afianzara el uso de los términos “ousía” e
“hipóstasis” en la definición trinitaria de Dios.

GREGORIO DE NACIANZO 330-390

Fue llamado “el Teólogo”, por sus cinco discursos sobre la Trinidad. El interés de
Gregorio Nacianzeno para la filosofía radica en que refleja la actitud opuesta al modo en
que los arrianos interpolaban nociones del dogma cristiano en los esquemas filosóficos de
tipo neoplatónico.
- La filosofía debe subordinarse a la fe, en calidad de subsidiaria y auxiliar. El uso
de la razón es legítimo, pero debe saber detenerse ante la frontera de los misterios.
- Para conocer a Dios en cuanto es posible, hay que estudiar lo que Él nos ha
revelado en la Sagrada Escritura.
- Contemplando el orden del mundo, la razón humana puede descubrir la
necesidad de un creador.
- La esencia de Dios es incognoscible. Dios es un «océano de sustancia inmenso y
sin orillas».

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GREGORIO DE NISA 335-395

San Gregorio de Nisa recibió la primera educación de su hermano Basilio. Pertenecían a


una familia de fuerte raigambre cristiana, que cuenta con varios santos entre sus
miembros. Menos dotado que los otros dos grandes capadocios para asuntos
administrativos y de gobierno, es el que muestra mayor talento especulativo. “Es un
espíritu penetrante, que ahonda en los problemas y trata de definir exactamente y ordenar
los conceptos”, Fraile, II, 1º., p. 151. Usó la dialéctica con sutileza. Se mantiene fiel a la
doctrina nicena, haciendo avanzar la teología trinitaria con sus aportaciones, como
también lo hicieron Basilio y el Nacianceno. En ciertos temas, Gregorio Niseno incurre
en exageraciones de inspiración origenista; así, por ejemplo, afirma la restauración
universal al fin de los tiempos. Pero rechaza la preexistencia de las almas, sosteniendo la
extraña tesis de la doble creación.
“Gregorio de Nisa representa la expresión máxima de la especulación cristiana de los
primeros siglos, por encima incluso de Orígenes”, Santidrián, p. 211. Su orientación
filosófica es fundamentalmente platónica y neoplatónica.
ESCRITOS

• De hominis opificio (La creación del hombre).


Se ocupa del sexto día de la creación. Es una continuación del Hexaemeron de
San Basilio, que sólo llega hasta el quinto día.
• Diálogo sobre el alma y la resurrección, también conocido como Macrina.
Esta obra es el registro de un diálogo sostenido entre Gregorio y santa Macrina, su
hermana mayor, cuando ésta yacía en lecho de muerte. Se le ha
considerado como una contrapartida cristiana del Fedón. “En duelo por la
reciente muerte de su hermano Basilio, Gregorio instó a Macrina a dar una
explicación clara sobre la naturaleza del alma”, Helen Buss Mitchell,
Raíces de la Sabiduría, p. 127. “En el Fedón, Sócrates cree que su cuerpo
será debidamente desechado al momento de morir, pero ella defiende la
creencia cristiana de que el cuerpo se reunirá con el alma el día de la
resurrección, al final de los tiempos”, Id., p. 128. Gregorio escribió, aparta
de este diálogo, una Vida de Macrina.
Gregorio de Nisa es autor de otros importantes escritos dogmáticos, didácticos,
exegéticos y de doctrina mística.

DOCTRINA

 Distinción neta entre fe y saber. La fe procede de Dios y contesta preguntas


religiosas La ciencia procede de la razón y contesta preguntas mundanas o
naturales. Ver Fischl, p. 131.
 Grandeza del hombre. El hombre es superior a todo lo creado, es rey de la
creación, debe dominar sobre las criaturas. Es un microcosmos, síntesis de las
perefecciones de la creación. Sobre todo, es imagen de Dios. Gregorio ve en el
hombre “una imagen de la Santísima Trinidad, y esto no sólo en cuanto al alma,
como Orígenes, sino también en cuanto al cuerpo”, Fraile, II, 1º., p. 153.

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 Teoría de la doble creación del hombre. Una primera creación, genérica: “el
primer hombre, celeste, o la especie humana, sin distinción de sexos, con un alma
y un cuerpo casi espiritual…” Segunda creación: “en función del pecado original
y para asegurar la multiplicación futura, sería la creación del hombre terrestre
individual, de quien después Dios sacaría la primera mujer”, Fraile, II, 1º., p. 154.
“En ese primer hombre estaban contenidos virtualmente los cuerpos y las almas
de todos los individuos humanos y de ambos participan todos los cuerpos
individuales”, Id., p. 55.
 Alma y cuerpo. El hombre es un alma que se sirve de un cuerpo; es el principio
vital del cuerpo. “El hombre no es el alma sola, sino todo el conjunto, unidos
entre sí como materia y forma”, Fraile II, 1º., p. 155. Cada individuo tiene un
alma única, no tres. Después de la muerte, el alma sigue unida en cierto modo a
las partes del cuerpo que le sirvió de morada.
 Doctrina del retorno. “La redención de Cristo transformará a los hombres y los
conducirá de nuevo a su condición primera”, Santidrián, p. 211.
 Dinamismo de la perfección. La perfección no es estática, sino de constante
crecimiento.

EL PENSAMIENTO CRISTIANO EN OCCIDENTE (SIGLOS IV-VI)


“A excepción de San Agustín, el influjo de la filosofía es menos apreciable en los Padres
latinos que en los griegos. Lo cual no es más que una consecuencia de la formación
recibida en las escuelas del mundo latino, en las cuales, prácticamente, había
desaparecido la filosofía. Una muestra de ello la tenemos en las herejías. Mientras que las
orientales tienen un fondo filosófico, las occidentales son más bien de carácter
disciplinar”, Fraile, II, 1º., p. 192.

UN PREDECESOR DE SAN AGUSTÍN: MARIO VICTORINO (300-363)


Cayo Mario Victorino era natural del África proconsular. Enseñó retórica en Roma en
tiempo del emperador Constancio. Primero adversario del cristianismo, se convirtió
cuando tenía unos cuarenta años. Escribió tratados de gramática y dialéctica, tradujo al
latín y comentó la Isagogé de Porfirio, así como las Categorías y el Perí Hermeneías de
Aristóteles. Se discute si tradujo también las Ennéadas de Plotino. Después de su
conversión produjo libros de controversia teológica, comentarios a epístolas de San Pablo
e Himnos a la Santísima Trinidad. En sus tratados de controversia se hace presente la
orientación plotiniana, con un fondo aristotélico. San Agustín depende de este
neoplatónico converso en su orientación filosófica (ver Fraile, I, p. 772).
La conversión de Mario Victorino, de la que tuvo conocimiento de boca del presbítero
Simpliciano, impresionó vivamente a San Agustín, quien traza una semblanza del
personaje en Confesiones, VIII, 2: «Era Victorino un anciano doctísimo, con un profundo
conocimiento de todas las artes liberales y que había estudiado y criticado innumerables
libros de filosofía. Había sido maestro de distinguidos miembros del Senado e incluso
había sido premiado con una estatua en el foro romano… Según me decía Simpliciano,

148
leía las Sagradas Escrituras y con todo interés investigaba y escudriñaba todo lo referente
a la literatura cristiana…»

SAN AGUSTÍN DE HIPONA , 354-430

HITOS EN LA VIDA DE SAN AGUSTÍN

 Nace en Tagaste, Norte de África (354), hijo de Patricio, pagano,


y Mónica, cristiana.
 Estudia en Tagaste, Madaura y Cartago.
 Enseña retórica en Cartago, y por corto tiempo en Roma.
 Obtiene un puesto docente en Milán.
 Renuncia a la carrera profesoral (386). Se retira a Casiciaco.
 Recibe el bautismo (24 de abril de 387).
 Viaje de regreso a su patria. De paso por Ostia Tiberina muere su madre
Santa Mónica (388).
«Hijo mío… Había una sola razón por la que quería permanecer un poco más en
esta vida. Quería verte cristiano católico antes de morir. Mi Dios me ha
cumplido este deseo, y aún más colmadamente de lo que yo deseaba… ¿Qué
hago yo aquí? » (Confesiones, IX, 10)

 Se establece en Tagaste. Lleva una vida de retiro monacal.


 Es ordenado sacerdote (391). Consagración episcopal (395). Obispo auxiliar de
Valeriano, en Hipona, y luego sucesor suyo.
 Muere en Hipona durante el asedio de los vándalos (430)

SEMBLANZA

 Educado en la fe cristiana, no arraiga en la fe.


 Le turban los instintos de la juventud. Lleva una vida desordenada. Duda y busca.
 El Hortensio de Cicerón influye en su ánimo. Se inclina a la filosofía.
 Se hace oyente maniqueo, por diez años, y combate el cristianismo.
 Lee copiosamente autores griegos y, sobre todo, latinos.
 Se interesa por las ideas de los académicos. Nunca se deja arrastrar al
escepticismo total.
 Escucha los sermones del obispo San Ambrosio. Aprecia la interpretación
alegórica de la Escritura.
 Encuentro con la filosofía neoplatónica, que le abre nuevos horizontes.
 Vuelta al cristianismo: conversión. Episodio del jardín: tolle, lege! Lee Romanos
13, 13-14.

149
 Dedica tiempo a la meditación, a la reflexión compartida con familiares y amigos.
Fruto de las conversaciones sostenidas en esta etapa son varias obras de temática
filosófica mayormente en forma de diálogos
 Se bautiza, junto con su hijo Adeodato. Rompe radicalmente los lazos con el
mundo.
 Se entrega de lleno a la vida ascética y de ministerio pastoral. El amor de Agustín
a la lectura se ha hecho proverbial. Desarrolló un intensa actividad de escritor.

ESCRITOS
San Agustín fue un escritor de extraordinaria fecundidad. La lista de sus obras comprende
decenas de títulos sobre temas exegéticos, dogmáticos, ascéticos, de controversia. En este
último género escribió contra maniqueos, donatistas y pelagianos. Entre sus grandes
temas figuran la Trinidad, la gracia, la libertad humana, la fe, la verdad… Y una lista que
sería interminable. Comenzó a redactar una enciclopedia de las artes liberales, llegando a
concluir los tratados dedicadas a la Gramática y a la Música. El estilo de San Agustín
aúna concepto y afectividad. Algunas de sus páginas pertenecen a lo mejor de la literatura
de todos los tiempos. Sus prédicas, en las que utilizaba un lenguaje llano y
voluntariamente desligado de preocupaciones gramaticales, entusiasmaban al auditorio;
se conservan seiscientos sermones de su autoría. Su epistolario consta de trescientas
cartas. Una amplia lista de la producción de San Agustín puede verse en Fraile, II, 1º., pp.
191-195. La obra principal de San Agustín es De Trinitate o Tratado sobre la Santísima
Trinidad, que escribió siendo obispo.
Probablemente, las dos obras más conocidas de San Agustín son:
• Confesiones.
Con un lenguaje de efusivo fervor, Agustín le presenta a Dios la historia de su
vida, a partir de la infancia, esbozando en secuencia cronológica episodios
significativos, así como el historial de sus anhelos, desgarramientos interiores y
reencuentro definitivo con el catolicismo. Agustín narra los días finales de la vida
de su madre, que le había seguido a Milán y en cuya compañía regresaba a la
patria (Libros I-IX). En las páginas siguientes, luego de pedir a los lectores que
den gracias a Dios por su conversión y recen por él, pasan a primer plano diversos
temas, como las facultades del alma, la búsqueda de la felicidad, Cristo como
único mediador que nos reconcilia con Dios, el tiempo, la creación de cielos y
tierra, el hombre y su función de dominio sobre la naturaleza, el descanso eterno.
Todo esto se articula mayormente en el marco de un comentario al primer capítulo
del Génesis (Libros X-XIII). Agustín redactó las Confesiones unos diez años
después de su vuelta a la Iglesia.
• La Ciudad de Dios.
La obra consta de 22 libros, escritos y publicados progresivamente en el lapso que
va de 413 a 426. La obra está concebida como una gran apología contra el
infundio de que el Imperio romano se derrumbaba debido a la presencia de los
cristianos. Por encima de su objetivo apologético, la obra se convierte en una
síntesis de la historia universal. Insiste el autor en que la religiones paganas no

150
contribuyeron a la elevación moral del hombre. La misión de llevar al hombre a la
paz y a la felicidad a que aspira es obra de la Ciudad Celeste o de Dios (constuida
por quienes dan la preferencia a Dios por encima de todo, incluso de sí mismos).
Al lado de ésta, marcha, a través de los siglos, la Ciudad Terrena o del Diablo
(constituida por quienen se prefieren a sí mismos, excluyendo a Dios).

Títulos de interés filosófico, pertenecientes al período de la conversión, son, entre otros:


Contra Academicos, que contiene una refutación del escepticismo; Soliloquios,
conversaciones interiores de Agustín consigo mismo, sobre Dios y la inmortalidad del
alma; De magistro, diálogo de Agustín con su hijo Adeodato sobre la psicología del
maestro y del alumno.
En su escrito titulado Retractationes, Agustín revisa con visión autocrítica lo que había
escrito a lo largo de su vida y matiza o rectifica opiniones que había expresado en obras
anteriores. Corresponde al 427, o sea, unos tres años antes de su muerte.

NOTAS SOBRE EL PENSAMIENTO DE SAN AGUSTÍN


Es un pensamiento teocéntrico y orientado hacia la interioridad.
«Quiero conocer a Dios y al alma.» Deum et animam scire cupio.
Giro hacia adentro: “Quizás la contribución más importante de San Agustín a la
filosofía occidental sea su interés por la exploración de la vida interior, personal.”
(Solomon y Higgins)
A Dios, a través del alma: el alma fue creada a imagen de Dios; el
autoconocimiento lleva al conocimiento de Dios. «¿Quién es Él, que domina por encima
de mi alma? Es por mi alma por donde podré subir hacia Él. » (Confesiones, X)
En la búsqueda de Dios, el itinerario lleva de lo exterior a lo interior y de lo
interior a lo superior. «No te vayas afuera, vuelve a ti mismo; en el hombre de adentro
habita la verdad; y cuando adviertas que el alma es mudable, vete más allá de ti mismo.»
En el fondo del alma, el hombre encuentra la verdad y el bien. Dios es íntimo y a la vez
trascendente al hombre. «Tarde te amé, Belleza tan antigua y tan nueva. Tarde te amé…
Conmigo estabas y yo no estaba contigo.»
Agustín busca la Verdad.
“El tema nuclear de especulación agustiniana está centrado en la relación entre el alma y
Dios, en la búsqueda del hombre y en la conquista de su término, que es trascendente y
divino. Esta relación existencial no es sólo una exigencia religiosa, sino también el
itinerario de la especulación filosófica. Filosóficamente no basta mostrar la posibilidad
humana de la búsqueda de lo trascendente, sino que hay que demostrar la presencia de la
trascendencia en el hombre como posibilidad de la misma búsqueda. De ahí que el
esfuerzo filosófico se transforme en humildad religiosa, y la misma se abra a la fe. Razón
y fe convergen en una misma meta intencional: la búsqueda y la experiencia de la
verdad, que es Dios.” Merino, pp. 61-62.
“Su anhelo supremo es la Verdad, y no le importa demasiado que los
procedimientos para coseguirla pertenezcan a la fe o a la razón.” Fraile, II, 1º., p. 198.
El proceso de entender y creer debe culminar en el amor.

151
“Intellige ut credas. Crede ut intelligas.” Serm. 43, 7. Entiende para creer. Cree
para entender. “Fe y razón, intrínsecamente combinadas, sin anularse ni excluirse
colaboran estrechamente en las etapas de un proceso intelectual que desembocan,
finalmente, en el amor. Intellige ut credas. Crede ut intelligas. (Serm. 43, 7.) [Entiende
para creer. Cree para entender.] Es decir, primero la inteligencia prepara para la fe.
Después la fe dirige e ilumina la inteligencia. Y, finalmente, la inteligencia, iluminada por
la fe, desembocan juntas en el amor. Así, pues, el proceso completo será: del entender al
creer, del creer al entender, y del creer y el entender al amor.” Fraile, II, 1º., p. 198.
Acogida de las artes liberales y la filosofía.
“San Agustín tiene el gran mérito de haber superado definitivamente las
vacilaciones, los escrúpulos y las desconfianzas de otros Padres anteriores, dando acogida
a las artes liberales y a la filosofía y derecho de ciudadanía dentro del cristianismo. Su
actitud es completamente distinta de la de los otros Padres africanos (Minucio Félix,
Tertuliano, Arnobio, Lactancio). Por el contrario, san Agustín se inclina decididamente a
la posición acogedora de San Justino y Clemente de Alejandría. No en vano el
conocimiento de la filosofía neoplatónica había sido como el pórtico que le había
conducido hasta llegar al cristianismo. Tampoco podía echar en olvido su sólida
formación en artes liberales ni desconocer el servicio que podían prestar aplicadas a la
explicación y defensa de la fe cristiana”, Fraile, II, 1º., p. 201.
Confianza en la razón.
Agustín siempre estuvo seguro de que había certezas, incluso en los momentos de
una crisis pasajera que dejó profunda huella en su alma, ver Fraile, II, 1º.p. 192. Rechazó
y refutó el escepticismo. «Si me equivoco, existo. Porque quien no existe no puede
equivocarse.»
Agustín está convencido de que Dios no desprecia la razón: «Lejos de nosotros la
suposición de que Dios en nosotros aborrezca lo mismo en cuya virtud nos hizo
superiores a otros animales. Lejos, digo, una creencia de esa especie, que excluyera la
necesidad ya de aceptar ya de requerir la razón, pues ni siquiera podríamos creer si no
poseyéramos almas racionales», Ep. 120. 3 ad Consentium, apud Cochrane, p. 391.
Distinción entre Ciencia (ratio inferior) y Sabiduría (ratio superior).
“A la sabiduría, que versa sobre las cosas eternas e inmutables, se llega por la
meditación y la contemplación. A esto debe subordinarse la ciencia, como un etapa
inferior, aunque indispensable, del conocimiento perfecto.” Fraile, II, 1º., p. 206.
Platonismo.
“No es San Agustín un neoplatónico cristiano, sino un cristiano que utiliza
algunos elementos neoplatónicos, en cuanto que coinciden con el cristianismo y le sirven
para expresar sus creencias. No conoció el platonismo auténtico de una manera íntegra y
profunda, ni tampoco aceptó jamás el neoplatonismo como sistema total. Este no fue para
él un término, sino una etapa de transición hacia el cristianismo, que quedó
definitivamente superada en cuanto llegó a conocer la verdad total de la fe.” Fraile, II, 1º.,
pp. 196-197.

152
“Sus afiliaciones espirituales están del lado de Atanasio y Ambrosio, mejor que
del lado de Plotino o Porfirio.” Cochrane, p. 389. (San Atanasio, 295-373, obispo de
Alejandría, defendió la fe trinitaria contra la herejía arriana, que negaba la divinidad del
Verbo. San Ambrosio, 340-397, obispo de Milán, fue un gran defensor de la ortodoxia en
el mundo occidental. Plotino y Porfirio son autores neoplatónicos.)
Filosofía subordinada a la religión y razón subordinada a la fe.
“Agustín no duda jamás en subordinar la filosofía a la religión y la razón a la fe…
Fue ante todo un cristiano. Las cuestiones filosóficas están siempre, y cada vez más, en
su espíritu, relegadas a un plano secundario”, G. Grandgeorge, apud Fraile, II, 1º., p. 197,
N. 14.
En sus Retractationes, Agustín calificó de indebidos ciertos elogios que había
hecho de Platón, los platónicos y los académicos en una obra de juventud. Igualmente,
corrige la expresión “nada hay en el hombre superior a la razón”, que allí había usado,
subrayando ahora que “la razón se ha de someter a Dios”.

TEMAS Y TESIS DE SAN AGUSTÍN

Dios no es objeto de intuición directa, pero su existencia es evidente para


EXISTENCIA DE DIOS.
la razón humana. Agustín ofrece varios argumentos para fundamentar
esta convicción:
a) la existencia de ideas universales y necesarias en nuestra mente
(argumento noológico);
b) el itinerario de ascenso;
c) el orden y la contingencia del mundo;
d) el consentimiento universal.

LA CREACIÓN. Dios lo creó todo de la nada. La creación ab aeterno es imposible. Es un


absurdo que algo sea a la vez creado y eterno.

Las ideas o razones eternas existen en la mente divina, desde toda la


IDEAS EJEMPLARES.
eternidad.

Agustín rechaza la preexistencia del alma y el innatismo de las ideas. No


TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN.
desarrolla una teoría de la abstracción en sentido aristotélico. Optó por la
teoría de la iluminación: para conocer la verdad hay que recibir en la
mente una luz que proviene de Dios. No existe una interpretación
uniforme de esta teoría.

El hombre es imagen de Dios. “Es un alma racional, que dispone de un


ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA
cuerpo mortal y terreno”.
La unión del alma con el cuerpo es natural, no un castigo. Pero después
del pecado, el cuerpo se convirtió en prisión del alma.
Identidad del alma con sus facultades.
La voluntad tiene primacía sobre el entendimiento.

“La ley divina se diferencia radicalmente cuando se aplica al mundo físico


VOLUNTARISMO ÉTICO
y material, que impone un orden de causalidad determinística, y cuando

153
se aplica al hombre, prescribiendo un deber ideal, que tiene en cuenta la
libertad para que la acción humana pueda ser libre y responsable. La
moral es para el obispo de Hipona voluntad, más aún, amor.” Merino, p.
74.

“El amor agustiniano no puede entenderse de un modo irracional, pues el


AMOR Y SABIDURÍA
acompañante del amor es siempre la sabiduría”, Id., ib.

¿De dónde proviene el mal? La respuesta está en la libertad humana. La


ORIGEN DEL MAL MORAL.
voluntad es la única causa del mal moral. El hombre es libre para seguir
el camino recto y escoger el equivocado, aunque las motivaciones sean
razonables o convencionales. Y con ello entramos en el agudo problema
de la gracia y la salvación, que pertenecen al campo de la teología”,
Merino, p. 75.

En el pensamiento de San Agustín ocupan un lugar destacado las


NATURALEZA CAÍDA Y
categorías de caída (pecado original), redención (que tiene a Cristo como
REDIMIDA.
protagonista), gracia y justificación.

Civitas Dei (Ciudad de Dios): Los que aman a Dios. Amor Dei usque ad
LAS DOS CIUDADES.
contemptum sui.
Civitas terrena aut diaboli (Ciudad terrena o del diablo): Los que se
buscan a sí mismos. Amor sui usque ad contemptum Dei.
Las dos ciudades no se identifican con la Iglesia y el Estado.

Dios gobierna la historia. La sucesión de los acontecimientos históricos


PROVIDENCIALISMO
equivale a un bellísimo poema dirigido por la providencia divina.

La multiplicidad y variedad de los seres se deriva de la unidad de Dios. El


EL ORDEN CÓSMICO.
conjunto resultante es armónico. La paz, como la justicia cósmica de los
antiguos, es un resultado del orden entre todas las cosas.
“La paz es el orden y la armonía en el campo ontológico, sociológico,
psicológico y religioso. La paz es la «tranquilidad en el orden». La paz es
el resultado del orden en todas las cosas, cuya concepción viene a
corresponder no sólo al concepto de justicia cósmica de los filósofos
griegos, sino que también es reflejo de la unidad y de la armonía
trinitarias”, Merino, p. 77.

INFLUENCIA DE S. AGUSTÍN. En Agustín culmina toda la teología de la Escritura y de los Padres, y


de él arranca toda la teología escolástica. (Przywara). Ejerció una hegemonía casi completa
hasta el siglo XIII; aun después conservó la categoría de máxima autoridad doctrinal. (Fraile). No
obstante, del agustinismo se han nutrido también corrientes extremistas y disidentes, tanto en el
plano teológico como el filosófico. (Przywara).
AGUSTINISMO. La corriente teológico-filosófica medieval conocida como agustinismo se
inspira en el pensamiento de San Agustín, pero lo combinó con elementos de otras
fuentes. Lo mismo vale para el llamado agustinismo político. (Ver Saranyana, Breve
Historia, pp. 18-20.)

154
BOECIO (480-525), UN ESLABÓN ENTRE EL PENSAMIENTO ANTIGUO Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL

Boecio nació cincuenta años después de la muerte de San Agustín y unos cuantos años
después de la caída definitiva del Imperio Romano de Occidente. Se discute si nació en
Alejandría o en Roma. Estudió en Atenas. Ejerció altos cargos bajo el reinado del
ostrogodo Teodorico; Cuando éste abandonó su actitud de tolerancia hacia los católicos,
Boecio fue acusado de alta traición, destituido y decapitado, tras larga prisión en Pavía.
“Su formación filosófica en las escuelas de Atenas, en pleno auge del eclecticismo
neoplatónico, le hizo concebir un proyecto semejante al de Cicerón, o sea, trasladar al
latín todo el conjunto de la ciencia griega, adaptándola a la mentalidad latina,
proponiéndose además, conciliar a Platón y Aristóteles” (Fraile, I, p. 793).

ESCRITOS
“Boecio no escribió un tratado sistemático de Filosofía, ni una Enciclopedia al estilo de
San Isidoro. Pero dejó abundantes materiales para poder reconstruir su concepción
general de la realidad”, (Fraile, I, p. 801). Sus obras están escritas en latín y comprenden:
• Traducciones y comentarios y tratados sobre temas lógicos, como Categorías y
De Interpretatione de Aristóteles, la Isagogé de Porfirio y Tópicos de Cicerón.
• Tratados teológicos: De Trinitate, Liber de persona et de duabus naturis, etc.
• De consolatione philosophiae libri quinque (La Consolación de la Filosofía).
Tiene forma dialogada y alternan la prosa y el verso. Su contenido es filosófico.
Al comienzo del libro, la Filosofía, personificada como una noble dama,
viene a consolar a Boecio, que se encuentra encarcelado. En la parte central de la
obra queda aclarado que el único Bien verdadero es Dios, y para el hombre el
único verdadero bien consiste en llegar a su posesión, y el único verdadero mal en
perderlo para siempre. Los malos podrán triunfar aparentemente en esta vida, pero
recibirán su castigo en la otra, con lo cual quedará establecido el orden
providencial de la justicia divina (ver Fraile, I, pp. 804-806). “Para comprender
toda la profundidad de su sentido y toda su emoción, es preciso leer este libro
imaginando la serenidad de Boecio, despojado de sus bienes y dignidades,
encerrado en una prisión de la que solamente esperaba salir para el suplicio”
(Fraile, I, p. 805).

LEGADO DE BOECIO A LA EDAD MEDIA


a) Traducción de los escritos de Aristóteles que se conocieron en la Edad Media como
vetus logica [Lógica antigua]. Transmisión del problema de los universales, que encontró
formulado en la Isagoge de Porfirio. b) Formulación de una axiomática metafísica, entre
cuyos postulados se incluye la distinción entre la cosa existente [id quod est, lo-que-es] y
aquello por lo que existe [esse]. c) Método de trabajo intelectual (el comentario de texto o
lectio); condensación del pensamiento en fórmulas precisas (sententiae); jerarquización
de las ciencias, ver Saranyana, Breve Historia…, p. 21). d) Popularización del Trivium
(Lógica, Gramática y Retórica o Dialéctica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría,
Música y Astronomía), a la cual contribuyó Casiodoro.

155
Los medievales apodaban a Boecio “noster summus philosophus”.

EL CORPUS DIONYSIANUM O AREOPAGITICUM


Se trata de un conjunto de escritos en lengua griega, atribuidos al Dionisio que se
convirtió al oír el discurso de San Pablo en el Areópago (ver Act., 17, 34), lo cual
contribuyó a que gozaran de gran prestigio. Se conjetura que fueron compuestos
alrededor de comienzos del siglo VI, presumiblemente en Siria. Es usual referirse a su
autor como Pseudo Dionisio.
El corpus fue traducido varias veces al latín, contándose entre sus traductores personajes
de la talla de Escoto Eriúgena (siglo IX) y Roberto Grosseteste (siglo XIII). Entre sus
comentaristas se encuentran los grandes escolásticos como San Alberto Magno, San
Buenaventura y Santo Tomás de Aquino. Contiene los siguientes títulos:
• De divinis nominibus (Los nombres divinos)
• De caelesti hierarchia (La jerarquía celestial)
• De ecclesiastica hierarchia (La jerarquía eclesiástica)
• De mystica theologia (Teología mística)
Cristianismo y neoplatonismo
El autor del Corpus dionysianum “parte de la revelación de Dios en la Sagrada Escritura
y se esfuerza por desentrañar exegéticamente el sentido de los nombres que ésta le
atribuye, para penetrar en su esencia inteligible, ya que estos nombres están tomados de
las criaturas del mundo sensible. Esto no impide a Dionisio utilizar ampliamente su
formación filosófica, tratando de encuadrar la doctrina cristiana dentro de un esquema
general procedente de Proclo, y expresado en términos netamente neoplatónicos”, Fraile,
II, 1º., p., 167). “Intentó armonizar –y creyó lograrlo– […] la teología cristiana y el
misticismo cristiano en un esquema y en una estructura filosófica neoplatónicos. Pero no
puede negarse, a pesar de la piedad con que los medievales trataron estos opúsculos, que
cuando en ellos estalla el conflicto entre el cristianismo y el neoplatonismo, la herencia
helenística tiende a prevalecer”, Saranyana, Breve Historia…, p. 23.
Puntos doctrinales influyentes en la posteridad
“Los nombres y atributos divinos, la jerarquización angélica, las propiedades
trascendentales del ser, la cuestión de los grados del ser […], la participación de todos los
seres en el ser de Dios, la sistematización de las tres vías para el acceso al conocimiento
de la esencia divina (vía negativa o apofática, vía positiva o catafática y vía de
eminencia), la creación considerada como teofanía divina, etc. […] Se le ha atribuido la
originalidad del famoso axioma «bonum diffusivum sui»…”, Saranyana, Breve
Historia…, p. 23. Su respuesta a las preguntas sobre el origen del mal “inspirada en el De
malorum subsistentia de Proclo, será clásica en tratado posteriores. El mal no es ser, sino
una privación de ser. Todo ser, en cuanto tal, es bueno. E incluso el mal, en cuanto
deficiencia del ser, tiene su lugar dentro del orden total del universo y queda como
integrado y absorbido en la armonía del conjunto”, Fraile, II, 1º., p. 177.

156
TEXTOS DE ESCRITORES CRISTIANOS (SIGLOS II-VI)

SAN JUSTINO.
La filosofía segura y provechosa.
–Existieron hace tiempo –me contestó el viejo– unos hombres más antiguos que
todos estos tenidos por filósofos, hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios, los
cuales hablaron inspirados del espíritu divino, y divinamente inspirados predijeron lo
porvenir, aquello justamente que se está cumpliendo ahora; son los que se llaman
profetas. Estos son los solos que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer
ni adular a nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria, sino llenos del Espíritu Santo, sólo
dijeron lo que vieron y oyeron. Sus escritos se conservan todavía y quien los lea y les
preste fe, puede sacar el más grande provecho en las cuestiones de los principios y el fin
de las cosas y, en general, sobre aquello que un filósofo debe saber. […] Por tu parte y
antes que todo, ruega que se te abran las puertas de la luz, pues estas cosas no son fáciles
de ver y comprender por todos, sino a quien Dios y su Cristo concede comprenderlas.
Esto dicho y muchas otras cosas que no hay por qué referir ahora, marchóse el
viejo, después de exhortarme a seguir sus consejos, y yo no le volví a ver más. Mas
inmediatamente sentí que se encendía un fuego en mi alma y se apoderaba de mí el amor
a los profetas y a aquellos hombres que son amigos de Cristo, y reflexionando conmigo
mismo sobre los razonamientos del anciano, hallé que ésta sola es la filosofía segura y
provechosa. De este modo, pues, y por estos motivos soy yo filósofo, y quisiera que todos
los hombres, poniendo el mismo fervor que yo, siguieran las doctrinas del Salvador.
Diálogo con Trifón, Fernández, I, p. 13.

SAN JUSTINO.
Son cristianos los que han vivido conforme al Logos
Nosotros hemos aprendido que Cristo es el primogénito de Dios, el cual, como ya
hemos indicado, es el Logos, del cual todo el género humano ha participado. Y así, todos
los que han vivido conforme al Logos son cristianos, aun cuando fueran tenidos como
ateos, como sucedió con Sócrates, Heráclito y otros semejantes entre los griegos, y entre
los bárbaros con Abraham, Azarías, Misael, Elías y otros muchos... De esta suerte, los
que en épocas anteriores vivieron sin razón, fueron malvados y enemigos de Cristo, y
asesinaron a los que vivían según la razón. Por el contrario, los que han vivido y siguen
viviendo según la razón son cristianos, viviendo sin miedo y en paz...

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA.
La Filosofía, Preparación para el Evangelio
Antes de la venida del Señor, la filosofía era necesaria a los griegos para la
justicia; ahora resulta útil para conducir los hombres al culto de Dios, por ser una especie
de propedéutica para los que adquieren la fe por la demostración. «Tu pie no tropezará»,
dice la Escritura, si tú atribuyes a la Providencia cuanto es bueno, sea griego, o nuestro
(cristiano). Dios, en efecto, es la causa de todas las cosas buenas, de unas inmediatamente
y por sí mismas, como del Antiguo y Nuevo Testamento; de otras, como por
concomitancia, como de la filosofía. Y aun tal vez la filosofía fue dada directamente a los
griegos, antes de que el Señor les llamase a ellos, ya que ella condujo a los griegos hacia

157
Cristo como la Ley fue para los judíos, para llegar a Cristo. La filosofía hace un trabajo
preliminar, preparatorio, disponiendo el camino a aquel a quien Cristo hace después
perfecto. (Tapices, I, 5, Fernández, I, p. 59.)
La filosofía griega, pues –como decíamos–, según unos, llega a rozar la verdad,
por un camino o por otro, si bien oscura e incompletamente; según otros recibe su
impulso del demonio. Algunos piensan que la filosofía toda está inspirada por fuerzas
inferiores. Pero si la filosofía griega no llega a abarcar la verdad en toda su amplitud; más
aún, no tiene mayor eficacia para hacer practicar los mandamientos del Señor, al menos
prepara el camino a la doctrina real; por un camino u otro, infunde una visión sana de las
cosas, modela el carácter y lo dispone para la aceptación de las verdades, con tal que
admita la Providencia. (Tapices, I, 16, Fernández, I, p. 61.)

TERTULIANO.
El Cristianismo y la Filosofía
Todo esto son doctrinas humanas y demoníacas, nacidas de la especulación de la
sabiduría mundana, para agradar a los oídos. Pero el Señor las llamó necedad, y eligió lo
necio según el mundo para confundir a la misma filosofía. Porque la filosofía es el objeto
de la sabiduría mundana, intérprete temeraria del ser y de los designios de Dios. Todas las
herejías en último término tienen su origen en la filosofía. […] Las mismas cuestiones
tratan los filósofos y los herejes, y sus disquisiciones andan entremezcladas: ¿de dónde
viene el mal?, ¿cuál es su causa?; ¿de dónde y cómo ha surgido el hombre? Y también lo
que hace poco propuso Valentín: ¿de dónde viene Dios? […] De ella nacen las fábulas y
las genealogías interminables, las disputas estériles, las palabras que se insinúan como un
escorpión... Quédese para Atenas esta sabiduría humana manipuladora y adulteradora de
la verdad, por donde anda la múltiple diversidad de sectas contradictorias entre sí con sus
diversas herejías. Pero, ¿qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué relación hay entre
la Academia y la Iglesia? ¿Qué tienen que ver los herejes y los cristianos? Nuestra
escuela es la del pórtico de Salomón, que enseñó que había que buscar al Señor con
simplicidad de corazón. Allá ellos los que han salido con un cristianismo estoico,
platónico o dialéctico. No tenemos necesidad de curiosear, una vez que vino Jesucristo, ni
hemos de investigar después del Evangelio. Creemos, y no deseamos nada más allá de la
fe: porque lo primero que creemos es que no hay nada que debamos creer más allá del
objeto de la fe...

ORÍGENES.
El principal cuidado de la divina Providencia
Todas las cosas han sido hechas para el hombre y para los seres racionales: porque
todas las cosas han sido creadas primariamente para la criatura racional. Celso puede
decir que la creación no es más para el hombre que para el león o cualquiera de los seres
que menciona. Pero nosotros diremos que el creador no hizo todas las cosas para el león,
el águila o el delfín, sino que todas estas cosas las hizo para la criatura racional con el fin
de que este mundo, como obra de Dios, sea completo y perfecto desde todos los puntos
de vista. En este punto hemos de admitir que tiene razón. Pero Dios no tiene cuidado,
como piensa Celso, únicamente del todo, sino que por encima de eso cuida en particular
de cada uno de los seres racionales. Jamás la providencia abandonará el todo, pues si algo
de este todo se corrompe a causa del pecado de la naturaleza racional, cuidará de

158
purificarlo y de hacer que con el tiempo el todo vuelva hacia sí. Dios no se mueve a ira
por causa de los monos o de las ratas: en cambio impone justicia y castigo a los hombres
porque violan los impulsos de la naturaleza. A éstos los amenaza por medio de los
profetas y del Salvador que vino a nosotros para bien de todo el género humano. Con esta
amenaza, los que la oyen pueden convertirse, mientras que los que desprecian la
invitación a la conversión son castigados según su voluntad, para bien del todo, a los que
necesitan de este tipo de tratamiento doloroso y de corrección.

SAN GREGORIO DE NISA.


Conocer a Dios es conocer la Verdad
A mi entender, esta es la definición de la verdad: conocer las cosas como son.
Error es la ilusión producida en el espíritu tomando por ser lo que no es. La verdad, en
cambio, es ver con certeza el ser que realmente es. Hay que pasar mucho tiempo en
recogimiento, reflexionando sobre tan importantes cuestiones y alcanzar con trabajo a
comprender lo que es el ser que existe por sí mismo. Y también comprender el no ser,
mera apariencia que no tiene existencia propia.
Me parece que Moisés, a la luz de la teofanía comprendió que no existen en
realidad nada de cuanto cae bajo el dominio de los sentidos o del entendimiento. Sólo
existe por sí mismo el Creador del universo. De él dependen todas las cosas.
Nada de lo que existe fuera de él, cualquier cosa en que se fije la inteligencia, es
en absoluto causa de sí mismo. Todas las cosas son participación del verdadero ser. Por lo
demás, él es inmutable, no aumenta ni disminuye, imposible a todo cambio mejor o peor
que fuere. No hay en él posibilidad de mal y nada es mejor que él. Nada necesita,
mientras que el mundo le necesita en todo. De él todos participan sin que al darse
disminuya. Este es el Ser. Conocerlo es conocer la verdad.
Vida de Moisés, II, 23-25, edición de Martín-Lunas (Ed. Sígueme, 1993).

SAN GREGORIO DE NISA.


El hombre, señor de la creación
Todavía no se hallaba en este hermoso domicilio del universo la criatura grande y
excelente que llamamos hombre. Realmente no era conveniente que apareciera el
soberano antes que los súbditos sobre quienes tenía que mandar. Preparado primeramente
el imperio, era lógico que se proclamare luego el emperador; es decir, después que el
Hacedor de todas las cosas le hubo dispuesto la creación entera a modo de regio palacio.
Ese palacio es la tierra, las islas, el mar y, finalmente, el cielo, tendido sobre todo
como una bóveda. Y en este palacio se reunieron riquezas de todo linaje; riquezas llamo a
la creación entera, cuantas plantas y árboles hay en ella, y cuanto en ella siente, respira y
está animado. Y si entre las riquezas hay que contar otras cosas que, por su elegancia o la
belleza de su color, tienen los hombres por preciosas—por ejemplo, el oro, la plata y las
piedras preciosas, que codician los hombres—, también éstas, en abundancia, las
escondió Dios, como regios tesoros, en las profundidades de la tierra.
Después hizo aparecer al hombre en el mundo para que fuera, de una parte,
espectador de sus maravillas, y de otra, amo y señor; y por la hermosura y grandeza de lo
que contemplaba, rastreara el poder inefable de quien lo hiciera todo, que ningún discurso

159
alcanza. He aquí la causa por la que el hombre fue introducido el último en el mundo,
después de creado todo lo demás; no es que fuera echado al último lugar como
despreciable, sino que, apenas nacido, recaía sobre él la realeza de la creación que había
de estarle sujeta.
Un excelente anfitrión no introduce a su convidado en casa antes de que esté
dispuesta la comida. Primero se prepara todo dignamente, se adorna espléndidamente la
casa, el comedor, la mesa; una vez que todo está a punto, se introduce al convidado
dentro del hogar. Así el Señor, nuestro anfitrión opulento y espléndido, después que hubo
adornado elegantemente su casa y preparado un gran convite en el que no había de fallar
deleite alguno, introdujo finalmente al hombre, al que le tocaba no adquirir lo que faltaba,
sino gozar de lo que allí había. De ahí que hiciera Dios que el hombre, por su
constitución misma, constara de dos elementos, mezclando lo espiritual con lo terreno.
De este modo habría de resultarle connatural y propio el doble goce: de Dios, por la parte
más divina de su naturaleza; de los bienes de la tierra, por la sensación, que es también
terrena.
Tampoco hay que pasar por alto que la creación es, por decirlo así, improvisada
por el divino poder: los cimientos del mundo y todo el universo aparecen sin más arte, al
mandato de Dios. Pero la creación del hombre va precedida de un consejo; el artífice, por
la pintura de su Verbo, delinea de antemano su obra futura; y nos dice cómo ha de ser y
de qué original ha de copiar la imagen, para qué fin será creado, qué hará en cuanto nazca
y sobre quiénes imperará. Todo lo discute de antemano el Verbo, a fin de que el hombre
reciba una dignidad más antigua que su mismo nacimiento, y, antes de recibir el ser,
posea la soberanía sobre los demás seres creados. Por eso cuenta la Escritura que dijo
Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, e impere sobre los peces del
mar, sobre las bestias de la tierra, y sobre las aves del cielo, y sobre la tierra entera (Gn 1,
26).
¡Oh maravilla! Es creado el sol, y no precede consejo alguno. Lo mismo el cielo,
que no tiene igual por su belleza en la creación. Toda esa maravilla surge al imperio de
una sola palabra, sin que la Escritura nos diga de dónde, ni cómo, ni cosa otra alguna. Y
así, sucede con todas y cada una de las demás criaturas: los astros, el aire que nos separa
de ellos, el mar, la tierra, los animales, las plantas, todo se produce por la simple palabra
de Dios. Sólo para la formación del hombre se prepara el Hacedor del universo con una
deliberación, y dispone previamente la materia de la obra, y determina el ejemplar de
belleza a que ha de asemejarse, y, señalado el fin para el que ha de nacer, le fabrica una
naturaleza correspondiente y propia para las operaciones que ha de ejecutar y acomodada
al fin que se le propone.
A la manera que, en las cosas humanas, los artífices dan a los instrumentos que
fabrican aquella forma que parece ser la más idónea al uso a que se destinan, así el
Artífice sumo fabricó nuestra naturaleza como una especie de instrumento, apto para el
ejercicio de la realeza; y para que el hombre fuera completamente idóneo para ello, le
dotó no sólo de excelencias en cuanto al alma, sino en la misma figura del cuerpo. Y es
así que el alma pone de manifiesto su excelsa dignidad regia, muy ajena a la bajeza
privada, por el hecho de no reconocer a nadie por señor y hacerlo todo por su propio
arbitrio. Ella, por su propio querer, como dueña de sí, se gobierna a sí misma. .¿Y de
quién otro, fuera del rey, es propio semejante atributo?

160
Según la costumbre humana, los que labran las imágenes de los emperadores
tratan primeramente de reproducir su figura y, revistiéndola de púrpura, expresan
juntamente la dignidad imperial. Es ya uso y costumbre que a la estatua del emperador se
le llame emperador; así, la naturaleza humana, creada para ser señora de todas las otras
criaturas, por la semejanza que en sí lleva del Rey del universo, fue levantada como una
estatua viviente y participa de la dignidad y del nombre del original primero. No se viste
de púrpura, ni ostenta su dignidad por el cetro y la diadema, pues tampoco el original
lleva esos signos. En vez de púrpura se reviste de virtud, que es la más regia de las
vestiduras; en lugar de cetro se apoya y estriba sobre la bienaventuranza de la
inmortalidad; y en el puesto de la diadema se ciñe la corona de la justicia; de suerte que,
reproduciendo puntualmente la belleza del original, el alma ostenta en todo la dignidad
regia.
La creación del hombre, I.
Extraído de: http://www.bing.com/images/search?
q=San+Gregorio+de+Nisa&go=&form=QBIR#focal=0c0ca10d08d7c66dffc1cc9e14c86628&furl=h
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SAN GREGORIO DE NISA.


Fragmentos contra la esclavitud
El que se apropia lo que es de Dios, atribuyendo a su linaje tal poder que se tenga
a sí mismo por dueño de hombres y mujeres, ¿qué otra cosa hace que traspasar por la
soberbia la Naturaleza, mirándose a sí mismo como cosa distinta de aquellos sobre los
que manda? «He poseído esclavos y esclavas.» Condenas a servidumbre al hombre cuya
naturaleza es libre e independiente, y te opones a la ley de Dios, trastornando la ley que
Él estableció sobre la Naturaleza. Y al que fue creado para ser dueño de la tierra, y
destinado por su hacedor para mandar, a ése lo metes tú bajo el yugo de la servidumbre,
como si quisieras contravenir e impugnar la ordenación de Dios. Te has olvidado de
cuáles son los límites de tu autoridad, que no se extienden más allá del dominio sobre los
irracionales. […]
¿Acaso nacen hombres de los animales? ¿Acaso las vacas te dieron descendencia
humana? Los únicos esclavos del hombre son los irracionales. […]
«He comprado esclavos y esclavas.» ¿A qué precio, dime, por tu vida? ¿Qué has
hallado entre los seres que valga tanto como esta naturaleza? ¿Por qué cantidad de
calderillas estimaste la razón? ¿En cuántos estateres te llevaste la naturaleza que fue
hecha por Dios? «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gn 1, 26). Ahora
bien, ¿quién es, dime, el que compra, quién es el que vende al que es imagen de Dios, al
que debe imperar sobre todo lo que hay sobre la tierra? Poder parejo sólo a Dios compete,
y aun estoy por decir que ni a Dios siquiera. Porque, como dice el Apóstol, «Dios no se
arrepiente de sus dones» (Rm 11, 29). No es, pues, de pensar quiera Dios reducir a
servidumbre la naturaleza humana, cuando siendo nosotros voluntariamente esclavos del
pecado Él nos llamó de nuevo a la libertad.
Si Dios no esclaviza al libre, ¿quién osará poner su propio poder por encima del
poder de Dios? […]

161
Tú, que en todo eres igual, ¿en qué, dime, llevas ventaja para que te tengas por
dueño, siendo hombre, de otro hombre?
Ec h. 4, apud Sierra Bravo, pp. 141-142.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA.


Sólo Dios es esencia inmutable
Dios es, sin duda, sustancia, y si el nombre es más propio, esencia; en griego
ousía. Sabiduría viene del verbo saber; ciencia del verbo scire, y esencia, de ser [lat.
esse]. Y ¿quién con más propiedad es que aquel que dijo a su siervo Moisés: Yo soy el
que soy; dirás a los hijos de Israel: El que es me envía a vosotros? (Ex 3,14).
Todas las demás sustancias o esencias son susceptibles de accidentes, y cualquier
mutación, grande o pequeña, se realiza con su concurso; pero en Dios no cabe hablar de
accidentes; y, por ende, sólo existe una sustancia o esencia inconmutable, que es Dios, a
quien con suma verdad conviene el ser, de donde se deriva la palabra esencia. Todo
cuanto se muda no conserva el ser; y cuanto es susceptible de mutación, aunque no varíe,
puede ser lo que antes no era; y, en consecuencia, sólo aquel que no cambia ni puede
cambiar es, sin escrúpulo, verdaderamente el Ser.
Tratado sobre la Santísima Trinidad, V, II, Fernández, I, p. 403.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA.


Buscando a Dios
Le pregunté a la tierra y me dijo: “No soy Dios”; y todas las cosas que hay en ella
contestaron lo mismo. Interrogué al mar y a los abismos y a los reptiles y otros seres
animados, y me respondieron: “No somos tu Dios, busca por encima de nosotros”.
Pregunté entonces a las suaves brisas que respiramos, y el aire todo, con sus moradores,
me dijo: “Anaxímenes se engaña, no somos Dios”. Pregunté luego al Sol, y a la Luna y a
las estrellas, y me contestaron: “Tampoco somos nosotros el Dios que andas buscando”.
Y a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi carne les dije: “Díganme algo de
mi Dios, ya que ustedes no lo son; díganme algo de mi Dios”. Y exclamaron todas con
grande voz: “Él nos hizo”.
Entonces me dirigí a mí mismo y me dije: “¿Tú quién eres?” Y respondí: “Soy un
hombre y tengo un cuerpo que mira al exterior y un alma que está en mi interior”. ¿En
cuál de los dos debí buscar a mi Dios, que anduve buscando con mi cuerpo por la tierra y
por el cielo hasta donde pudieron llegar investigando los rayos de mis ojos? Pero la parte
mejor del hombre es, sin duda, la parte interior. Y a mí, como a presidente y juez que
había de juzgar de su mensaje sobre el cielo y la tierra con todo lo que contienen, me
anunciaban mis sentidos corporales: “No somos Dios, sino que Él nos creó”. El hombre
interior es quien conoce estas cosas por ministerio del exterior: yo interior conozco estas
cosas, yo, Yo-Alma, por medio del sentido de mi cuerpo.
Interrogué, finalmente, a la mole del mundo acerca de mi Dios, y ella me
respondió: “No soy yo, soy simple hechura suya”.
Pero, ¿no se muestra esta hermosura a cuantos tienen entero el sentido? ¿Por qué,
pues, no dice a todos lo mismo?

162
Los animales, grandes y pequeños, ven la belleza del mundo, pero no pueden
interrogarla porque carecen de razón que pueda juzgar sobre el testimonio de los sentidos.
Los hombres sí pueden interrogarla y “conocer al Dios invisible partiendo de las cosas
visibles” (Rom 1, 20). Pero un amor desordenado a las criaturas los hace esclavos de
ellas, y así sometidos no pueden juzgar. Las cosas del mundo no responden sino cuando
es un juez quien las interroga, y no cambian nunca de voz, que es su hermosura. [...] Las
cosas les hablan lo mismo a todos los hombres, pero sólo las entienden los que comparan
la voz venida de afuera con la verdad interior. Pues la verdad me dice: “Tu Dios no es el
cielo, ni la tierra, ni cuerpo alguno”. Y prosigue: “Tú misma, alma mía, eres cosa mejor
que tu cuerpo, porque tú animas la mole de tu cuerpo prestándole vida, cosa que ningún
cuerpo puede darle a otro cuerpo. Mas para ti tu Dios es la Vida de tu vida”.
[...] ¿Quién es Él, que domina por encima de mi alma? Es por mi alma por donde
podré subir hacia Él. [...] Iré, pues, también más allá de esta fuerza de mi naturaleza, para
ascender hasta Aquél que me la dio.
Confesiones, Libro X

SAN AGUSTÍN DE HIPONA.


Las dos ciudades
Dos amores fundaron dos ciudades; el amor propio hasta el desprecio de Dios, la
terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí
misma, la segunda, en Dios. Aquélla busca su gloria en los hombres, y ésta tiene su
mayor gloria en Dios, testigo de la conciencia. Aquélla exalta su cabeza con su gloria;
ésta dice a Dios: «Tú eres mi gloria y quien exalta mi cabeza» (Sal 3, 4). Aquélla en sus
príncipes o en las naciones que subyuga es dominada por la ambición de poder; en ésta se
sirven mutuamente en caridad los príncipes aconsejando y los súbditos obedeciendo.
Aquélla ama su fuerza en sus poderosos; ésta dice: «A ti te amaré, Señor; Tú eres mi
fortaleza» (Sal 17, 2).
Ciudad de Dios, 14, 27, apud Sierra Bravo, p. 351.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA.


La paz, aspiración suprema de los seres
Quienquiera que repare en las cosas humanas y en la naturaleza de las mismas,
reconocerá conmigo que, así como no hay nadie que no quiera gozar, así no hay nadie
que no quiera tener paz. En efecto, los mismos amantes de la guerra no desean más que
vencer, y, por consiguiente, ansían llegar guerreando a una paz gloriosa. Y ¿qué es la
victoria más que la sujeción de los rebeldes? Logrado este efecto, llega la paz. La paz es,
pues, también el fin perseguido por quienes se afanan en poner a prueba su valor guerrero
presentando guerra para imperar y luchar. De donde se sigue que el verdadero fin de la
guerra es la paz. El hombre, con la guerra, busca la paz; pero nadie busca la guerra con la
paz. Aun los que perturban la paz de intento, no odian la paz, sino que ansían cambiarla a
su capricho.
(Ciudad de Dios, XIX, 12)

163
SAN AGUSTÍN DE HIPONA.
Todos, incluso los animales, aspiran a la paz
¿Qué tigre hay que no ame blandamente a sus cachorros y, depuesta su fiereza, no
los acaricie? ¿Qué milano, por más solitario que vuele sobre la presa, no busca hembra,
hace su nido, empolla los huevos, alimenta sus polluelos y mantiene como puede la paz
en su casa con su compañera, como una especie de madre de familia? ¡Cuánto más es
arrastrado el hombre por las leyes de su naturaleza a formar sociedad con todos los
hombres y a lograr la paz en cuanto esté de su parte! Los malos combaten por la paz de
los suyos, y quieren someter, si es posible, a todos, para que todos sirvan a uno solo. ¿Por
qué? Porque desean estar en paz con él, sea por miedo, sea por amor. Así, la soberbia
imita perversamente a Dios. Odia bajo él la igualdad con sus compañeros, pero desea
imponer su señorío en lugar de él. Odia la paz justa de Dios y ama su injusta paz propia.
Es imposible que no ame la paz, sea cual fuere. Y es que no hay vivir tan contrario a la
naturaleza que borre los vestigios últimos de la misma. (Ciudad de Dios, XIX, 12)

SAN AGUSTÍN DE HIPONA.


Paz consigo, paz con Dios, paz con los demás
La paz del cuerpo es la ordenada complexión de sus partes. La paz del alma
irracional, la ordenada calma de sus apetitos. La paz del alma racional es la concordia
ordenada entre el conocimiento y la acción. La paz del cuerpo y del alma, la vida
ordenada y la salud del ser vivo. La paz entre el hombre mortal y Dios es la ordenada
obediencia en la fe bajo la ley eterna. La paz de los hombres, su ordenada concordia. La
paz de la familia es la ordenada concordia entre los que mandan y obedecen en ella. La
paz de la ciudad es la ordenada concordia entre los ciudadanos que gobiernan y los
gobernados. La paz de la ciudad celestial es la ciudad ordenadísima y concordísima para
gozar de Dios y unos de otros en Dios. La paz de todas las cosas, la tranquilidad del
orden. El orden es la disposición que se asigna a las cosas iguales y a las desiguales, a
cada una su lugar. Ciudad de Dios, 19, 13, 1, apud Sierra Bravo, p. 241.

BOECIO.
Un fragmento de la Consolación de la Filosofía
[La Filosofía está interrogando a Boecio, que se encuentra en la cárcel y desconsolado, para ver
cómo puede hacerle recuperar el ánimo.]

F.: –¿Piensas que este mundo es movido por la casualidad temeraria y fortuita, o más bien crees que hay
en él una dirección racional?
B.: –En modo alguno puedo dar en pensar que movimientos tan bien concertados puedan deberse al azar
fortuito, sino que bien sé (y ojalá que nunca deponga esta convicción) que es Dios, su autor, el que
está al frente de su obra.
F.: –Así es, pues poco ha lo has celebrado en tus versos, deplorando que fuesen solos los hombres los
que se sustraen a la divina tutela. Ya que no abrigabas la menor duda de que los demás seres
estuviesen regidos por la razón. […] Dime, pues: ya que no dudas que el mundo sea regido por Dios,
¿sabes también de qué instrumento se sirve?
B.: –Apenas si entiendo el sentido de tu pregunta: ¡Cuánto menos podré responder a ella!
F.: –¿Me engañaba yo al pensar que algo falta en ti, que deja abierta como una brecha, a través de la

164
cual se ha infiltrado en tu alma el estado morboso de la desolación? Dime: recuerdas ¿cuál es el fin
de las cosas y hacia qué se dirige la tendencia de la naturaleza entera?
B.: –Lo tengo oído, pero la tristeza me ha embotado la memoria.
F.: –¿Sabes, por lo menos, de dónde proceden todas las cosas.
B.: –Sí, lo sé, y ya te he respondido que es de Dios.
F.: –¿Y cómo es posible que, conociendo el principio de las cosas, ignores cuál es su fin. Pero, en fin,
ésa es la fuerza de esos estados pasionales, que son capaces de conmover al hombre, pero no pueden
arrancarlo totalmente de sí mismo y apoderarse de él. Pero desearía que me respondieses también
esta pregunta. ¿Recuerdas que eres hombre?
B.: –¿Y cómo no he de recordarlo?
F.: –¿Podrás entonces decir lo que es el hombre?
B.: –¿Es que me preguntas si sé que soy un animal racional y mortal? Lo sé y declaro que soy eso.
F.: –¿Nada más que eso piensas que eres?

B.: –Nada más.


F.: –Ahora descubro otra causa, la más grave, de tu mal: has perdido el conocimiento de lo que eres. Y
ya con eso he encontrado la explicación completa de tu mal y del camino que hay que emprender
para devolverte la salud. En efecto, estás envuelto en la confusión que te acarrea el olvido de lo que
eres: por eso te lamentas de tu destierro y del despojo de tus bienes. Y al ignorar el fin de las cosas,
tienes por poderosos y felices a los malvados y perversos. Por fin, por no tener en cuenta qué poder
rige al mundo, piensas que el vaivén de la fortuna se mueve sin alguien que lo dirija: cosas todas que
son causas graves, no ya e una enfermedad, sino aun de la muerte misma. Pero demos gracias al
Autor de la salud porque la naturaleza no te ha abandonado del todo.
Contamos con una gran ayuda para que recuperes la salud, y es la opinión verdadera que tienes sobre
el gobierno del mundo, pues crees que se debe no al azar fortuito, sino a la ordenación divina; no
abrigues, pues, ningún temor: ya de esta pequeñísima chispa se encenderá el calor vital.

Consolación de la Filosofía Libro I, Prosa VI, Fernández, I, pp. 528-529.

PSEUDO DIONISIO.
En qué sentido se dice que Dios es uno
Se dice que Dios es uno, porque , a causa de la excelencia de su singular unidad,
es todas las cosas unitariamente, y porque es causa de todo sin perder su unidad. Pues
nada hay que no participe de ese uno, sino que, así como todo número participa de la
unidad, y así hablamos de un binomio, o de una decena, o de una mitad, o de una tercera
parte, o de una décima parte, de manera semejante también todas las cosas y cada porción
mínima de la realidad participa de lo uno, y cuanto es, lo es en el grado en que es algo
uno. Pero ese uno, causa universal de los seres, no es uno que resulta de muchos, sino un
uno tal que, anteriormente a todo uno y a toda multitud, determina a todo uno y a toda
multitud; jamás, en efecto, de la multitud está ausente la unidad; así, lo que multitud por
sus partes, es algo uno en cuanto [forma un] todo; y lo que es múltiple en los accidentes,
es algo uno en cuanto al sujeto; y los que son muchos por el número o las potencias, son
uno en la especie; y lo que es multitud en los procesos, es algo uno en el principio de
donde dimana ese proceso. Y no hay ser alguno en la naturaleza que no participe, en

165
algún orden, del uno en aquel que se mantiene único a través de todas las cosas y contuvo
de antemano en una única entidad a los todos y a sus opuestos universalmente. Sin el uno
no es posible, cierto, la multitud, mientras que sin la multitud se dará el uno, lo mismo
que la unidad antes que todo número multiplicado; y si se supone que todas las cosas
están unidad con todas, serán algo uno en la totalidad…
De los nombres divinos, XIII, Fernández, I, p. 519

EL MUNDO ANTIGUO A PARTIR DEL SIGLO V

LA PÉRDIDA DEL GRIEGO EN OCCIDENTE


“Después de la muerte de San Agustín (430), las invasiones bárbaras alteraron la
constitución del mundo antiguo. Mientras en Oriente el Imperio bizantino va a conservar
su independencia durante un milenio más, y se va a constinuar una vida intelectual
dominada por la tradición gsriego, pero desligada del resto de Europa, en Occidente la
gran unidad del Imperio queda susstituida por una fragmentación de pequeños Estados
bárbaros, en fricción consstante con las poblaciones romanizadas y se produce una rápida
decadencia de la cultura clásica greco-romana. Uno de los factores que actúan de un
modo más eficaz en esta decadencia es el aislamiento: mientras el Imperio romano
establecía una unidad en todo el mundo mediterráneo, y el haber de la cultura antigua era
en principio accesible a todos sus habitantes, es decir, era un bien común, las invasiones
dejan reducido el repertorio de escritos y de hombres doctos que un hombre puede
conocer al de los que se encuentran en el territorio sometido a una autoridad única. Este
aislamiento provoca rápidamente la pérdida del griego, conservándose sólo en algunos
conventos aislados, sobre todo en Irlanda; prácticamente, la Edad Media occidental
ignora el griego hasta el siglo XIII: graecum est, non legitur. Sólo en tiempos de Roberto
Grosseteste y Guillermo de Moerbeke se intensificarán los estudios helénicos, que habrán
de florecer ampliamente en el Renacimiento.” Julián Marías, apud Beltrán y Sanz, pp.
108-109.

LABOR CULTURAL DE LA IGLESIA EN EUROPA OCCIDENTAL


“Después de la invasión de los bárbaros, el Occidente latinogermánico inicia un lento
proceso de recuperación y de organización social, política y cultural. Más que destruir,
los bárbaros paralizaron la cultura. Se cerraron las escuelas. Los escritos antiguos, o se
perdieron o quedaron sepultado en el olvido. Perduraron bastantes instituciones jurídicas
y administrativas romanas, como los impuestos y el sistema monetario. Aun después de
las invasiones, el Imperio conservó un prestigio ideal, que resurgirá al ser restaurado tres
siglos más tarde por Carlomagno. La Iglesia católica pudo superar la dura prueba,
quedando convertida en la única fuerza espiritual en medio de aquel caos de
nacionalidades incipientes.” Fraile, II, 1º., p. 237.

166
DINÁMICA SOBRE LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO

I. TEXTO A COMENTAR:
• Capítulo IV, Números 36 a 41.
Etapas más significativas del encuentro entre fe y razón.

II. PROCEDIMIENTO:
a. Asignar la lectura completa del fragmento.
b. Distribuir a los estudiantes en equipos para la contestación del cuestionario.
c. Dedicar una sesión a la exposición y discusión de las respuestas obtenidas.

III. TEXTO:

FIDES ET RATIO
Ioannes Paulus PP. II
1998 09 14

CAPÍTULO IV - RELACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN


Etapas más significativas en el encuentro entre la fe y la razón
36. Según el testimonio de los Hechos de los Apóstoles, el anuncio cristiano tuvo que
confrontarse desde el inicio con las corrientes filosóficas de la época. El mismo libro
narra la discusión que san Pablo tuvo en Atenas con «algunos filósofos epicúreos y
estoicos» (17, 18). El análisis exegético del discurso en el Areópago ha puesto de relieve
repetidas alusiones a convicciones populares sobre todo de origen estoico. Ciertamente
esto no era casual. Los primeros cristianos para hacerse comprender por los paganos no
podían referirse sólo a «Moisés y los profetas»; debían también apoyarse en el
conocimiento natural de Dios y en la voz de la conciencia moral de cada hombre (cf. Rm
1, 19-21; 2, 14-15; Hch 14, 16-17). Sin embargo, como este conocimiento natural había
degenerado en idolatría en la religión pagana (cf. Rm 1, 21-32), el Apóstol considera más
oportuno relacionar su argumentación con el pensamiento de los filósofos, que desde
siempre habían opuesto a los mitos y a los cultos mistéricos conceptos más respetuosos
de la trascendencia divina.
En efecto, uno de los mayores esfuerzos realizados por los filósofos del pensamiento
clásico fue purificar de formas mitológicas la concepción que los hombres tenían de Dios.
Como sabemos, también la religión griega, al igual que gran parte de las religiones
cósmicas, era politeísta, llegando incluso a divinizar objetos y fenómenos de la
naturaleza. Los intentos del hombre por comprender el origen de los dioses y, en ellos,
del universo encontraron su primera expresión en la poesía. Las teogonías permanecen
hasta hoy como el primer testimonio de esta búsqueda del hombre. Fue tarea de los
padres de la filosofía mostrar el vínculo entre la razón y la religión. Dirigiendo la mirada
hacia los principios universales, no se contentaron con los mitos antiguos, sino que
quisieron dar fundamento racional a su creencia en la divinidad. Se inició así un camino
que, abandonando las tradiciones antiguas particulares, se abría a un proceso más
conforme a las exigencias de la razón universal. El objetivo que dicho proceso buscaba

167
era la conciencia crítica de aquello en lo que se creía. El concepto de la divinidad fue el
primero que se benefició de este camino. Las supersticiones fueron reconocidas como
tales y la religión se purificó, al menos en parte, mediante el análisis racional. Sobre esta
base los Padres de la Iglesia comenzaron un diálogo fecundo con los filósofos antiguos,
abriendo el camino al anuncio y a la comprensión del Dios de Jesucristo.
37. Al referirme a este movimiento de acercamiento de los cristianos a la filosofía, es
obligado recordar también la actitud de cautela que suscitaban en ellos otros elementos
del mundo cultural pagano, como por ejemplo la gnosis. La filosofía, en cuanto sabiduría
práctica y escuela de vida, podía ser confundida fácilmente con un conocimiento de tipo
superior, esotérico, reservado a unos pocos perfectos. En este tipo de especulaciones
esotéricas piensa sin duda san Pablo cuando pone en guardia a los Colosenses: «Mirad
que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones
humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo» (2, 8). Qué actuales son las
palabras del Apóstol si las referimos a las diversas formas de esoterismo que se difunden
hoy incluso entre algunos creyentes, carentes del debido sentido crítico. Siguiendo las
huellas de san Pablo, otros escritores de los primeros siglos, en particular san Ireneo y
Tertuliano, manifiestan a su vez ciertas reservas frente a una visión cultural que pretendía
subordinar la verdad de la Revelación a las interpretaciones de los filósofos.
38. El encuentro del cristianismo con la filosofía no fue pues inmediato ni fácil. La
práctica de la filosofía y la asistencia a sus escuelas eran para los primeros cristianos más
un inconveniente que una ayuda. Para ellos, la primera y más urgente tarea era el anuncio
de Cristo resucitado mediante un encuentro personal capaz de llevar al interlocutor a la
conversión del corazón y a la petición del Bautismo. Sin embargo, esto no quiere decir
que ignorasen el deber de profundizar la comprensión de la fe y sus motivaciones. Todo
lo contrario. Resulta injusta e infundada la crítica de Celso, que acusa a los cristianos de
ser gente «iletrada y ruda».31 La explicación de su desinterés inicial hay que buscarla en
otra parte. En realidad, el encuentro con el Evangelio ofrecía una respuesta tan
satisfactoria a la cuestión, hasta entonces no resuelta, sobre el sentido de la vida, que el
seguimiento de los filósofos les parecía como algo lejano y, en ciertos aspectos, superado.
Esto resulta hoy aún más claro si se piensa en la aportación del cristianismo que afirma el
derecho universal de acceso a la verdad. Abatidas las barreras raciales, sociales y
sexuales, el cristianismo había anunciado desde sus inicios la igualdad de todos los
hombres ante Dios. La primera consecuencia de esta concepción se aplicaba al tema de la
verdad. Quedaba completamente superado el carácter elitista que su búsqueda tenía entre
los antiguos, ya que siendo el acceso a la verdad un bien que permite llegar a Dios, todos
deben poder recorrer este camino. Las vías para alcanzar la verdad siguen siendo muchas;
sin embargo, como la verdad cristiana tiene un valor salvífico, cualquiera de estas vías
puede seguirse con tal de que conduzca a la meta final, es decir, a la revelación de
Jesucristo.
Un pionero del encuentro positivo con el pensamiento filosófico, aunque bajo el signo de
un cauto discernimiento, fue san Justino, quien, conservando después de la conversión
una gran estima por la filosofía griega, afirmaba con fuerza y claridad que en el
cristianismo había encontrado «la única filosofía segura y provechosa». 32 De modo
parecido, Clemente de Alejandría llamaba al Evangelio «la verdadera filosofía»,33 e
interpretaba la filosofía en analogía con la ley mosaica como una instrucción

168
propedéutica a la fe cristiana 34 y una preparación para el Evangelio.35 Puesto que «esta es
la sabiduría que desea la filosofía; la rectitud del alma, la de la razón y la pureza de la
vida. La filosofía está en una actitud de amor ardoroso a la sabiduría y no perdona
esfuerzo por obtenerla. Entre nosotros se llaman filósofos los que aman la sabiduría del
Creador y Maestro universal, es decir, el conocimiento del Hijo de Dios». 36 La filosofía
griega, para este autor, no tiene como primer objetivo completar o reforzar la verdad
cristiana; su cometido es, más bien, la defensa de la fe: «La enseñanza del Salvador es
perfecta y nada le falta, por que es fuerza y sabiduría de Dios; en cambio, la filosofía
griega con su tributo no hace más sólida la verdad; pero haciendo impotente el ataque de
la sofística e impidiendo las emboscadas fraudulentas de la verdad, se dice que es con
propiedad empalizada y muro de la viña».37
39. En la historia de este proceso es posible verificar la recepción crítica del pensamiento
filosófico por parte de los pensadores cristianos. Entre los primeros ejemplos que se
pueden encontrar, es ciertamente significativa la figura de Orígenes. Contra los ataques
lanzados por el filósofo Celso, Orígenes asume la filosofía platónica para argumentar y
responderle. Refiriéndose a no pocos elementos del pensamiento platónico, comienza a
elaborar una primera forma de teología cristiana. En efecto, tanto el nombre mismo como
la idea de teología en cuanto reflexión racional sobre Dios estaban ligados todavía hasta
ese momento a su origen griego. En la filosofía aristotélica, por ejemplo, con este nombre
se referían a la parte más noble y al verdadero culmen de la reflexión filosófica. Sin
embargo, a la luz de la Revelación cristiana lo que anteriormente designaba una doctrina
genérica sobre la divinidad adquirió un significado del todo nuevo, en cuanto definía la
reflexión que el creyente realizaba para expresar la verdadera doctrina sobre Dios. Este
nuevo pensamiento cristiano que se estaba desarrollando hacía uso de la filosofía, pero al
mismo tiempo tendía a distinguirse claramente de ella. La historia muestra cómo hasta el
mismo pensamiento platónico asumido en la teología sufrió profundas transformaciones,
en particular por lo que se refiere a conceptos como la inmortalidad del alma, la
divinización del hombre y el origen del mal.
40. En esta obra de cristianización del pensamiento platónico y neoplatónico, merecen
una mención particular los Padres Capadocios, Dionisio el Areopagita y, sobre todo, san
Agustín. El gran Doctor occidental había tenido contactos con diversas escuelas
filosóficas, pero todas le habían decepcionado. Cuando se encontró con la verdad de la fe
cristiana, tuvo la fuerza de realizar aquella conversión radical a la que los filósofos
frecuentados anteriormente no habían conseguido encaminarlo. El motivo lo cuenta él
mismo: «Sin embargo, desde esta época empecé ya a dar preferencia a la doctrina
católica, porque me parecía que aquí se mandaba con más modestia, y de ningún modo
falazmente, creer lo que no se demostraba —fuese porque, aunque existiesen las pruebas,
no había sujeto capaz de ellas, fuese porque no existiesen—, que no allí, en donde se
despreciaba la fe y se prometía con temeraria arrogancia la ciencia y luego se obligaba a
creer una infinidad de fábulas absurdísimas que no podían demostrar». 38 A los mismos
platónicos, a quienes mencionaba de modo privilegiado, Agustín reprochaba que, aun
habiendo conocido la meta hacia la que tender, habían ignorado sin embargo el camino
que conduce a ella: el Verbo encarnado.39 El Obispo de Hipona consiguió hacer la
primera gran síntesis del pensamiento filosófico y teológico en la que confluían las
corrientes del pensamiento griego y latino. En él además la gran unidad del saber, que
encontraba su fundamento en el pensamiento bíblico, fue confirmada y sostenida por la

169
profundidad del pensamiento especulativo. La síntesis llevada a cabo por san Agustín
sería durante siglos la forma más elevada de especulación filosófica y teológica que el
Occidente haya conocido. Gracias a su historia personal y ayudado por una admirable
santidad de vida, fue capaz de introducir en sus obras multitud de datos que, haciendo
referencia a la experiencia, anunciaban futuros desarrollos de algunas corrientes
filosóficas.
41. Varias han sido pues las formas con que los Padres de Oriente y de Occidente han
entrado en contacto con las escuelas filosóficas. Esto no significa que hayan identificado
el contenido de su mensaje con los sistemas a que hacían referencia. La pregunta de
Tertuliano: «¿Qué tienen en común Atenas y Jerusalén? ¿La Academia y la Iglesia?», 40 es
claro indicio de la conciencia crítica con que los pensadores cristianos, desde el principio,
afrontaron el problema de la relación entre la fe y la filosofía, considerándolo
globalmente en sus aspectos positivos y en sus límites. No eran pensadores ingenuos.
Precisamente porque vivían con intensidad el contenido de la fe, sabían llegar a las
formas más profundas de la especulación. Por consiguiente, es injusto y reductivo limitar
su obra a la sola transposición de las verdades de la fe en categorías filosóficas. Hicieron
mucho más. En efecto, fueron capaces de sacar a la luz plenamente lo que todavía
permanecía implícito y propedéutico en el pensamiento de los grandes filósofos
antiguos.41 Estos, como ya he dicho, habían mostrado cómo la razón, liberada de las
ataduras externas, podía salir del callejón ciego de los mitos, para abrirse de forma más
adecuada a la trascendencia. Así pues, una razón purificada y recta era capaz de llegar a
los niveles más altos de la reflexión, dando un fundamento sólido a la percepción del ser,
de lo trascendente y de lo absoluto.
Justamente aquí está la novedad alcanzada por los Padres. Ellos acogieron plenamente la
razón abierta a lo absoluto y en ella incorporaron la riqueza de la Revelación. El
encuentro no fue sólo entre culturas, donde tal vez una es seducida por el atractivo de
otra, sino que tuvo lugar en lo profundo de los espíritus, siendo un encuentro entre la
criatura y el Creador. Sobrepasando el fin mismo hacia el que inconscientemente tendía
por su naturaleza, la razón pudo alcanzar el bien sumo y la verdad suprema en la persona
del Verbo encarnado. Ante las filosofías, los Padres no tuvieron miedo, sin embargo, de
reconocer tanto los elementos comunes como las diferencias que presentaban con la
Revelación. Ser conscientes de las convergencias no ofuscaba en ellos el reconocimiento
de las diferencias. […]

31 Orígenes, Contra Celso, 3, 55: SC 136, 130.


32 Diálogo con Trifón, 8, 1: PG 6, 492.
33 Stromata I, 18, 90,1: SC 30, 115.
34 Cf. ibíd., I, 16, 80, 5: SC 30, 108.
35 Ibíd., I, 5, 28, 1: SC 30, 65.
36 Ibíd., VI, 7, 55, 1-2: PG 9, 277.
37 Ibíd., I, 20, 100, 1: SC 30, 124.
38 S. Agustín, Confesiones VI, 5, 7: CCL 27, 77-78.
39 Cf. ibíd., VII, 9, 13-14: CCL 27, 101-102.

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40 De praescriptione haereticorum, VII, 9: SC 46, 98. «Quid ergo Athenis et Hierosolymis? Quid
academiae et ecclesiae?».
41 Cf. Congregación para la Educación Católica, Instr. sobre el estudio de los Padres de la
Iglesia en la formación sacerdotal (10 de noviembre de 1989), 25: AAS 82 (1990), 617-618.

Texto extraído de: http://www.vatican.va/edocs/ESL0036/__P9.HTM#$13#$13

IV. CUESTIONARIO DE LECTURA:


Número 36
1. ¿En qué etapa de la vida de san Pablo tiene lugar su visita a Atenas? ¿En qué
capítulo de los Hechos consta la predicación de san Pablo en el Areópago?
2. ¿A qué corrientes filosóficas pertenecían algunos filósofos con los que san Pablo
discutió en Atenas?
3. ¿Por qué “el Apóstol considera más oportuno relacionar su argumentación con el
pensamiento de los filósofos”?
4. ¿Puede mencionar un autor presocrático que trabajó de modo especial en la tarea
que se atribuye en este párrafo a los “padres de la filosofía”?
5. Comente la siguiente expresión, tomando en cuenta el contexto: “El concepto de
la divinidad fue el primero que se benefició de este camino”. ¿De qué camino se
trata?

Número 37
6. ¿En qué piensa san Pablo cuando les dice a los Colosenses: «Mirad que nadie os
esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones
humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo» (2, 8)?
7. ¿En qué sentido resultaba ser de actualidad, en el momento de la publicación de la
encíclica, la anterior advertencia de san Pablo?
8. ¿Considera usted que sigue siendo actual al día de hoy?
9. Explique, a la luz del contexto, si san Ireneo y Tertuliano eran favorables a la
filosofía.
10. Exponga algunos datos fundamentales sobre san Ireneo y Tertuliano.

Número 38
11. ¿Quién fue Celso? ¿Qué autor cristiano lo refutó ampliamente?
12. ¿Qué significa que el cristianismo superó el carácter elitista de la búsqueda de la
verdad?
13. Ubique cronológicamente a san Justino y a Clemente de Alejandría.

171
14. Explique lo que quiere decir Clemente de Alejandría cuando afirma, en sentido
figurado, que la filosofía es “empalizada y muro de la viña”.

Número 39
15. ¿Quién fue Orígenes? ¿En qué consistió su tarea? ¿Cómo la llevó a cabo?
16. Comente el sentido de las dos expresiones siguientes: a) “una doctrina genérica
sobre la divinidad”, b) “la reflexión que el creyente realizaba para expresar la
verdadera doctrina sobre Dios”.

Número 40
17. ¿Quiénes fueron “los Padres Capadocios”? Ubíquelos cronológicamente.
18. Averigüe quién fue el autor llamado “Dionisio el Areopagita”, qué obras escribió
y cuál fue su orientación filosófica.
19. ¿A quién llama la Encíclica “el gran Doctor Occidental”?
20. Resuma los datos contenidos en el párrafo sobre el itinerario intelectual de san
Agustín.

Número 41
21. Comente esta expresión: “es injusto y reductivo limitar su obra [de los Padres] a
la sola transposición de las verdades de la fe en categorías filosóficas”.
22. Comente esta expresión: “Ser conscientes de las convergencias no ofuscaba en
ellos [en los Padres] el reconocimiento de las diferencias”.

Generalidades
23. Autor de la encíclica Fides et Ratio. Fecha de su publicación.
24. ¿Es posible relacionar los párrafos asignados con algún contenido tratado en
Historia de la Filosofía I?
25. Punto abierto: Mi reflexión personal sobre los párrafos leídos, enfatizando el
aspecto que más me interesó.

172
TEMAS DE EXPOSICIÓN SUGERIDOS PARA LA UNIDAD VII

1. Encuentro de la cultura griega con la fe cristiana, Yarza, pág. 255 a 259.


2. Semblanza y textos de los apologistas S. Justino.
3. Semblanza y textos de Clemente de Alejandría y Tertuliano.
4. Semblanza y textos de San Gregorio Nacianzeno.
5. Semblanza y textos de San Agustín.
6. Significado filosófico de la obra de Boecio.

173

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