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1.- Introducción
Durante el siglo XVII, para los partidos del enfoque matemático y funcional las
alternativas principales eran dos: adoptar, como Bacon, una actitud pragmática, o
proponer una concepción del mundo basada exclusivamente en aquello que un que un
saber de corte matemático-funcional podía aspirar a conocer, y nada más. Descartes fue
el filósofo más importante de los que eligió esta alternativa.
Descartes, desde su reunión con Beeckman, uno de los primeros defensores del término
del término física- matemática y partidario de que las explicaciones físicas estuviesen
formuladas según el lenguaje de los procesos mecánicos, se quedó entusiasmado con las
ideas de este pensador y, desde ahí, hizo de la física matemática su sello de identidad.
Al mismo tiempo, se empeñó en sistematizar sus planeamientos acerca de cómo obtener
conocimientos con carácter de verdad. Estas ideas aparecen reflejadas en su famosa
obra de 1637, “el Discurso del método”.
El famoso método que Descartes hacía público por primera vez consistía en
fundamentar todas las teorías de las diversas ciencias sobre una base concreta: la
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certeza. Así, Descartes quería presentar razones que no pudieran ser cuestionadas. De
hecho, su enorme ambición le llevó a pensar que él mismo, podía reemplazar a
Aristóteles como el gran maestro de la filosofía.
Desde hacía ya un tiempo y como parte del esfuerzo por terminar con su dominio,
acosaban al pensamiento aristotélico. Muchas de estas críticas provenían del
escepticismo pirrónico. Por lo tanto, Descartes debía proteger su filosofía de este tipo de
ataques. Pero esto no era fácil saber cómo: ninguna doctrina parecía inmune a las
críticas del pirronismo sobre la fiabilidad de los sentidos y la razón. Estos ataques
pirrónicos se extendían a todo tipo de afirmación de verdad de carácter absoluto.
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2.- El universo cartesiano
2.1.-Dios
Esta estrategia consistió en, primero, invitar al lector a buscar juntos un problema, a fin
de convencerle de la verdad de su argumento principal. Sí, se evitaba un razonamiento
de tipo formal, el cual era refutado por los escépticos. Sirviéndose del enfoque de los
escépticos para comenzar su obra. En su obra, comienza preguntándose como podemos
estar seguros de algo, llegando a descartar hasta sus propias ideas por si pudieran
provenir de sus sueños o también descartando su evidencia sensorial, e incluso las
verdades matemáticas. Pero, a diferencia de los escépticos, decide afrontar el problema
desde la perspectiva opuesta y se planteó cuáles son los conocimientos que
conservaríamos si, tomásemos todo como falso. Llegando a su famosa conclusión, su
existencia, cogito ergo sum (pienso luego existo) es su obra Meditaciones metafísicas.
Así, Descartes había hallado por fin una verdad incuestionable. Pero, ¿Qué se derivaba a
partir de ella? Aquí es donde Dios entra en juego. Un ser perfecto, del que él mismo
parta todo no puede tener tantas dudas, por mucho que cogito ergo sum sea una verdad
indubitable, el ser humano, él, no es perfecto. Por tanto, la causa de todo debe provenir
de algo fuera de él mismo que sí es perfecto. De esta manera, Descartes establece la
existencia de Dios.
La perfección de Dios implica además que él no nos engañaría con respecto a todo
aquello percibido de manera clara y distinta. Por tanto, las ideas percibidas de manera
clara y distinta han de ser verdaderas. Esta es su manera de refutar el escepticismo
filosófico.
Descartes defendía que espacio y materia eran idénticos, que donde estaba uno,
necesariamente estaba el otro. Como consecuencia de esto, el universo cartesiano no
podía contener espacios vacíos. Por lo tanto, la cosmología cartesiana, presentaba desde
el principio una serie de propiedades que tenían consecuencias muy concretas.
Tanto en su obra le monde como en los Principios de la filosofía relata una historia
ficticia acerca de la creación y posterior evolución de un mundo imaginario. Si hubiese
intentado explicar la creación y evolución de nuestro universo a partir de sus métodos,
habría generado dificultades de carácter teológico. Por ello equipara su explicación
como si se tratase de una fábula.
Comienza haciendo referencia a una extensión pura, sin límites, igual que una materia
indiferenciada, bajo la que Dios imprime un movimiento a la materia.
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por un movimiento giratorio de materia fluida, que arrastrase a los planetas alrededor
del Sol, sirviendo como punto de partida para una explicación de la mecánica celeste.
La propuesta cartesiana sobre una relación entre, por un lado, las propiedades
percibidas, y por otro, las propiedades como cualidades de los objetos físicos, constituía
un aspecto preparatorio de su argumento principal. Para que su teoría sobre la realidad
fuese convincente, Descartes debía despojar a las entidades físicas de todas sus
características cualitativas. De esta manera, podría argumentar que los correlatos en el
mundo exterior de estas propiedades o cualidades de los objetos no guardarían ningún
parecido con nuestras correspondientes experiencias de ellas. Proporcionando así todo
tipo de explicaciones a cualquier fenómeno, como, por ejemplo, los colores, descritos en
función de los índices relativos de rotación presentados por los diminutos glóbulos
materiales que sirven para transmitir la presión recibida por nuestros ojos. Por lo que los
colores, según Descartes, existían únicamente en nuestras mentes; todo lo demás no
eran sino cantidades.
Este cosmos ya descrito, es el resultado del gran esfuerzo por intentar superar a
Aristóteles. Después de lo enunciado en le monde, Descartes establece que el cosmos
está formado por enormes vórtices de materia. Uno de ellos, es nuestro sistema solar: el
sol es una ilusión generada por la presencia, en el centro de nuestro sistema, de un tipo
de materia compuesta de partículas singularmente pequeñas, dinámicas y fluidas. El
movimiento incesante de estas partículas (Descartes las denomina “primer elemento”),
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genera una fuerza hacia fuera, que, transmitida a través de los glóbulos que componen la
materia celeste (“segundo elemento”), es percibida como luz.
Descartes también habla de un tercer elemento: sólidos más grandes, sin una forma
característica, que constituyen la materia de la que están hechos los planetas y cometas.
Esta restricción de los elementos a tres tipos de materia se debe a, que la luz y la materia
interactúan de tres formas: los cuerpos pueden generar luz, pueden transmitirla y pueden
reflejarla.
Según el modelo cartesiano, en nuestro particular vórtice solar, los planetas giran
alrededor del Sol. Hay innumerables vórtices repartidos por todo el universo. Cada
estrella que vemos en el firmamento es un sol en el centro de un propio vórtice.
Newton criticó de manera aguda el canon de Descartes del análisis y construcción de los
problemas. Su punto de vista era que las construcciones geométricas deben realizarse en
términos independientes del álgebra.
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Bajo el título de la Arithmetica Universalis. Termina su obra con un apéndice dedicado
a la “construcción de ecuaciones” en el cual abundan declaraciones citadas a favor de la
geometría pura y en contra de los “modernos” (Descartes) que perdieron la “elegancia”
de la geometría. Para newton, la geometría fue inventada a fin de evitar de manera
expedita, mediante el trazo de líneas, lo tedioso del cálculo. Por tanto, estas dos ciencias
(la geometría y el cálculo aritmético) no se deben confundir. Los antiguos los
distinguieron tan diligentemente entre sí, hasta el punto de que nunca introdujeron
términos aritméticos en la geometría. Y los modernos, al confundirlos, han perdido la
simplicidad que constituye toda la elegancia de la geometría.
Pero, alrededor de 1680, Newton comenzó a dudar de que el análisis de los griegos
fuera algebraico; más bien sospechó que Euclides y Apolonio poseyeron un análisis
geométrico más poderoso. Así pues, no solo la composición tenía que liberarse del
álgebra, sino que también el cálculo algebraico tenía que evitarse por igual en el proceso
de resolución.
Aparte, Newton y Descartes tuvieron una de las disputas más importantes del Siglo
XVIII, sobre la forma de la tierra Como consecuencia de él se realizaron dos
expediciones científicas a Laponia y Perú.
Newton enunció que la Tierra era un elipsoide de revolución achatado por los polos,
mientras que Descartes afirmaba que esta estaba achatada por el Ecuador. Esta duda,
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Niccolò Guicciardin, “Método versus Cálculo en las críticas de Newton a Descartes y Leibniz”. Tesis
doctoral, Universidad de Siena, 2009.
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terminó con los viajes de expedición a Laponia y Perú, que determinaron a favor de la
teoría de Newton.
3.- Conclusión
Hemos hablado ya acerca de las ideas fundamentales que llevaron a Descartes a ser uno
de los filósofos más influyentes de la historia. Creando un nuevo universo construido a
su medida y a sus ideas, bajo el que no cabe refutación.
4.- Bibliografía
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-Lafuente, A. Los elementos de un debate científico durante la primera mitad del Siglo
XVIII: la cuestión de la figura de la tierra. http://www.ub.edu/geocrit/geo46.htm