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Un nuevo universo nunca visto. La filosofía mecanicista de Descartes.

Daniel Baena Galán

Resumen: En este artículo se va a tratar la filosofía rompedora creada por Descartes,


pensador francés y padre de la geometría analítica, en una época gobernada por el
aristotelismo. En esta, Descartes crea una nueva filosofía de carácter físico-matemático
regido bajo el mando de Dios Descartes invirtió toda su vida para crear una filosofía que
escapase de cualquier refutación.

También se tratarán diferentes temas cosmológicos, sobre la cosmovisión cartesiana, su


metafísica y su distinción frente a otro de los grandes pensadores de la época, Newton.

Palabras clave: Escepticismo pirrónico, Corpuscularismo, Vórtices de materia,


geometría euclidiana.

1.- Introducción

René Descartes, nacido en La Haye en Touraine, 31 de marzo de 1596 y fallecido en


Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650, fue un filósofo, matemático y físico francés,
considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como
uno de los epígonos con luz propia en el umbral de la revolución científica.

Durante el siglo XVII, para los partidos del enfoque matemático y funcional las
alternativas principales eran dos: adoptar, como Bacon, una actitud pragmática, o
proponer una concepción del mundo basada exclusivamente en aquello que un que un
saber de corte matemático-funcional podía aspirar a conocer, y nada más. Descartes fue
el filósofo más importante de los que eligió esta alternativa.

Descartes, desde su reunión con Beeckman, uno de los primeros defensores del término
del término física- matemática y partidario de que las explicaciones físicas estuviesen
formuladas según el lenguaje de los procesos mecánicos, se quedó entusiasmado con las
ideas de este pensador y, desde ahí, hizo de la física matemática su sello de identidad.
Al mismo tiempo, se empeñó en sistematizar sus planeamientos acerca de cómo obtener
conocimientos con carácter de verdad. Estas ideas aparecen reflejadas en su famosa
obra de 1637, “el Discurso del método”.

El famoso método que Descartes hacía público por primera vez consistía en
fundamentar todas las teorías de las diversas ciencias sobre una base concreta: la

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certeza. Así, Descartes quería presentar razones que no pudieran ser cuestionadas. De
hecho, su enorme ambición le llevó a pensar que él mismo, podía reemplazar a
Aristóteles como el gran maestro de la filosofía.

Descartes no deseaba imitar a Aristóteles, quería reemplazarlo. Esta postura de


Descartes, de total rechazo frente a la autoridad antigua era una novedad en la época.
Pues Aristóteles era el pensador cuyas ideas se enseñaban en todas las universidades de
Europa. Así, garantizar la certeza absoluta para su filosofía era estrictamente necesario.

Desde hacía ya un tiempo y como parte del esfuerzo por terminar con su dominio,
acosaban al pensamiento aristotélico. Muchas de estas críticas provenían del
escepticismo pirrónico. Por lo tanto, Descartes debía proteger su filosofía de este tipo de
ataques. Pero esto no era fácil saber cómo: ninguna doctrina parecía inmune a las
críticas del pirronismo sobre la fiabilidad de los sentidos y la razón. Estos ataques
pirrónicos se extendían a todo tipo de afirmación de verdad de carácter absoluto.

Así, como ya hemos enunciado anteriormente, Descartes, en el corpuscularismo físico-


matemático de Isaac Beeckman, creyó hallar el tipo de filosofía natural que buscaba.
Según Descartes, la filosofía que construyó superaba incluso a la filosofía natural de
Aristóteles, pues a diferencia de éste, Descartes había logrado fundamentar sus ideas
bajo una verdad absoluta.

La estrategia de Descartes, implantada en el Discurso del método, consistía en


convencer al lector de que el universo está compuesto únicamente por aquello que las
magnitudes matemáticas pueden cuantificar, y que las explicaciones causales no se
pueden derivar de los principios mecánicos que rigen tal universo.

A través de esto, Descartes intentaba que una filosofía de la naturaleza basada en


criterios funcionales pudiese parecer una filosofía natural completa, sin cabos sueltos.

A continuación, expondremos las ideas más importantes de Descartes que le llevaron a


la creación de su filosofía.

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2.- El universo cartesiano

2.1.-Dios

Sin la idea de Dios, el extraordinario proyecto cartesiano no habría sido posible.


Descartes necesitaba escapar del escepticismo pirrónico si quería tener una filosofía
creada bajo una verdad absoluta, pero, no era posible refutar al pirronismo. Por ello,
empeñado en convencer a sus lectores sobre la verdad de sus afirmaciones, Descartes
tuvo que cambiar de estrategia.

Esta estrategia consistió en, primero, invitar al lector a buscar juntos un problema, a fin
de convencerle de la verdad de su argumento principal. Sí, se evitaba un razonamiento
de tipo formal, el cual era refutado por los escépticos. Sirviéndose del enfoque de los
escépticos para comenzar su obra. En su obra, comienza preguntándose como podemos
estar seguros de algo, llegando a descartar hasta sus propias ideas por si pudieran
provenir de sus sueños o también descartando su evidencia sensorial, e incluso las
verdades matemáticas. Pero, a diferencia de los escépticos, decide afrontar el problema
desde la perspectiva opuesta y se planteó cuáles son los conocimientos que
conservaríamos si, tomásemos todo como falso. Llegando a su famosa conclusión, su
existencia, cogito ergo sum (pienso luego existo) es su obra Meditaciones metafísicas.

Así, Descartes había hallado por fin una verdad incuestionable. Pero, ¿Qué se derivaba a
partir de ella? Aquí es donde Dios entra en juego. Un ser perfecto, del que él mismo
parta todo no puede tener tantas dudas, por mucho que cogito ergo sum sea una verdad
indubitable, el ser humano, él, no es perfecto. Por tanto, la causa de todo debe provenir
de algo fuera de él mismo que sí es perfecto. De esta manera, Descartes establece la
existencia de Dios.

La perfección de Dios implica además que él no nos engañaría con respecto a todo
aquello percibido de manera clara y distinta. Por tanto, las ideas percibidas de manera
clara y distinta han de ser verdaderas. Esta es su manera de refutar el escepticismo
filosófico.

Tras el razonamiento anterior, Descartes aplica sus ideas a la cuestión de la materia. La


materia y sus propiedades eran temas centrales para el tipo de explicaciones que había
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propuesto Beeckman. Así, lo primero que asume es que ésta es inerte, es decir, no
muestra tendencia a moverse por sí misma. Por lo tanto, la única forma de hacer que la
materia se moviera era aplicarle una fuerza externa, Dios. El objetivo de Descartes es
mostrar que la materia posee únicamente las propiedades que su física puede tratar. Si
lograba esto, podría demostrar que su filosofía natural era capaz de explicarlo todo.

2.2.-La materia en movimiento

Descartes defendía que espacio y materia eran idénticos, que donde estaba uno,
necesariamente estaba el otro. Como consecuencia de esto, el universo cartesiano no
podía contener espacios vacíos. Por lo tanto, la cosmología cartesiana, presentaba desde
el principio una serie de propiedades que tenían consecuencias muy concretas.

Tanto en su obra le monde como en los Principios de la filosofía relata una historia
ficticia acerca de la creación y posterior evolución de un mundo imaginario. Si hubiese
intentado explicar la creación y evolución de nuestro universo a partir de sus métodos,
habría generado dificultades de carácter teológico. Por ello equipara su explicación
como si se tratase de una fábula.

Comienza haciendo referencia a una extensión pura, sin límites, igual que una materia
indiferenciada, bajo la que Dios imprime un movimiento a la materia.

Ya que la materia es igual al espacio, esta es incomprensible, si se intentase comprimir


un determinado volumen de materia, al hacerlo más pequeño se formaría, al mismo
tiempo, un volumen de espacio igual al volumen de materia comprimida. El cuerpo
resultante estaría constituido por una cantidad de materia menor, mientras que el resto
de materia perdida existiría aún, adoptando la forma del volumen de espacio resultante
de la compresión.

Por lo tanto, el movimiento de cualquier cuerpo material siempre requerirá que el


cuerpo adyacente se mueva también. Para que esta porción de materia adyacente se
mueva se mueva, será necesario que otro cuerpo equivalente se haya movido; y así
indefinidamente. Para Descartes, la única manera de modelar este tipo de movimiento es
imaginar que la sucesión de cuerpos se une a sí misma formando una especie de círculo,
como el movimiento del agua en un remolino (vórtice).

El movimiento explicado en forma de vórtices es uno de los elementos centrales de la


física cartesiana. Para explicar el movimiento de los cuerpos celestes, Descartes optó

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por un movimiento giratorio de materia fluida, que arrastrase a los planetas alrededor
del Sol, sirviendo como punto de partida para una explicación de la mecánica celeste.

La propuesta cartesiana sobre una relación entre, por un lado, las propiedades
percibidas, y por otro, las propiedades como cualidades de los objetos físicos, constituía
un aspecto preparatorio de su argumento principal. Para que su teoría sobre la realidad
fuese convincente, Descartes debía despojar a las entidades físicas de todas sus
características cualitativas. De esta manera, podría argumentar que los correlatos en el
mundo exterior de estas propiedades o cualidades de los objetos no guardarían ningún
parecido con nuestras correspondientes experiencias de ellas. Proporcionando así todo
tipo de explicaciones a cualquier fenómeno, como, por ejemplo, los colores, descritos en
función de los índices relativos de rotación presentados por los diminutos glóbulos
materiales que sirven para transmitir la presión recibida por nuestros ojos. Por lo que los
colores, según Descartes, existían únicamente en nuestras mentes; todo lo demás no
eran sino cantidades.

Así, Descartes hizo desparecerlas propiedades del mundo físico albergándolas en la


mente humana. Describiendo la totalidad existente como algo compuesto por dos tipos
de substancias: la materia o extensión, que constituía el mundo natural, y la res
cogitans, la sustancia pensante, la cual se caracterizaba por su capacidad para pensar y,
que completaba al cuerpo físico, desempeñando el papel de alma. Un alma,
independiente del cuerpo e inmortal.

En conclusión, la materia inerte, activa y en movimiento gracias a la intervención


divina, agotaba los contenidos tanto de la filosofía natural de Descartes como dl
universo al que este hacía referencia, mientras que el resto de fenómenos asociados al
mundo físico quedaban reconvertidos en aprehensiones propias de la res cogitans.

2.3.- Cosmología cartesiana. Un universo nuevo.

Este cosmos ya descrito, es el resultado del gran esfuerzo por intentar superar a
Aristóteles. Después de lo enunciado en le monde, Descartes establece que el cosmos
está formado por enormes vórtices de materia. Uno de ellos, es nuestro sistema solar: el
sol es una ilusión generada por la presencia, en el centro de nuestro sistema, de un tipo
de materia compuesta de partículas singularmente pequeñas, dinámicas y fluidas. El
movimiento incesante de estas partículas (Descartes las denomina “primer elemento”),

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genera una fuerza hacia fuera, que, transmitida a través de los glóbulos que componen la
materia celeste (“segundo elemento”), es percibida como luz.

Descartes también habla de un tercer elemento: sólidos más grandes, sin una forma
característica, que constituyen la materia de la que están hechos los planetas y cometas.
Esta restricción de los elementos a tres tipos de materia se debe a, que la luz y la materia
interactúan de tres formas: los cuerpos pueden generar luz, pueden transmitirla y pueden
reflejarla.

Según el modelo cartesiano, en nuestro particular vórtice solar, los planetas giran
alrededor del Sol. Hay innumerables vórtices repartidos por todo el universo. Cada
estrella que vemos en el firmamento es un sol en el centro de un propio vórtice.

El posible contenido herético de sus ideas no parecía preocuparle tanto a Descartes


como el problema de la movilidad de la tierra. Sólo después de pensar un buen
argumento para negar el movimiento de la tierra sin comprometer su propia cosmología,
publicó una versión más elaborada de la misma cosmovisión propuesta en le monde. El
truco s ebasaba n la temática de la relatividad del movimiento.

Así, en universo de Descartes era un universo matemático, diseñado para ocupar el


espacio definido por la geometría euclidiana. Para analizar este espacio contaba con una
nueva técnica de su propia invención, la “geometría analítica”, publicada en uno de sus
ensayos, Geometría, publicado junto al Discurso del método. Esta consistía en
representar las figuras geométricas de forma algebraica.

Como conclusión, la idea cartesiana de que un espacio de infinita extensión


proporcionaba la estructuras al cosmos podía describirse de la misma forma. Se trata de
un espacio representable mediante tres ejes ortogonales; y el origen de estos tres ejes
podría ser cualquier punto. Esto se debe a que el universo cartesiano carecía del carácter
absoluto del universo aristotélico, cuyo centro era el único punto de referencia para
determinar distancias y trayectorias.

2.4.- Newton vs Descartes

Newton criticó de manera aguda el canon de Descartes del análisis y construcción de los
problemas. Su punto de vista era que las construcciones geométricas deben realizarse en
términos independientes del álgebra.

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Bajo el título de la Arithmetica Universalis. Termina su obra con un apéndice dedicado
a la “construcción de ecuaciones” en el cual abundan declaraciones citadas a favor de la
geometría pura y en contra de los “modernos” (Descartes) que perdieron la “elegancia”
de la geometría. Para newton, la geometría fue inventada a fin de evitar de manera
expedita, mediante el trazo de líneas, lo tedioso del cálculo. Por tanto, estas dos ciencias
(la geometría y el cálculo aritmético) no se deben confundir. Los antiguos los
distinguieron tan diligentemente entre sí, hasta el punto de que nunca introdujeron
términos aritméticos en la geometría. Y los modernos, al confundirlos, han perdido la
simplicidad que constituye toda la elegancia de la geometría.

En realidad, Newton (maestro de manipulaciones algebraicas) desarrolló a mediados de


la década de 1670 un profundo disgusto por el simbolismo y se distanció de los
matemáticos “modernos”. En estos términos, pues, escribió:

A los geómetras modernos les gusta mucho la especulación de las ecuaciones. La


simplicidad de éstas pertenece al ámbito de la consideración analítica. [En el apéndice
a la Arithmetica Universalis] Tratamos la composición, y a la composición no se le
dictan las leyes desde el análisis. El análisis, en efecto, lleva a la composición, pero no
es una verdadera composición antes de ser liberada del análisis. Si llega a darse el
caso de que haya algo de análisis en la composición, tal composición aún no será real.
La composición es en sí misma perfecta y dista mucho de ser una mezcla de
especulaciones analíticas1.

Pero, alrededor de 1680, Newton comenzó a dudar de que el análisis de los griegos
fuera algebraico; más bien sospechó que Euclides y Apolonio poseyeron un análisis
geométrico más poderoso. Así pues, no solo la composición tenía que liberarse del
álgebra, sino que también el cálculo algebraico tenía que evitarse por igual en el proceso
de resolución.

Aparte, Newton y Descartes tuvieron una de las disputas más importantes del Siglo
XVIII, sobre la forma de la tierra Como consecuencia de él se realizaron dos
expediciones científicas a Laponia y Perú.

Newton enunció que la Tierra era un elipsoide de revolución achatado por los polos,
mientras que Descartes afirmaba que esta estaba achatada por el Ecuador. Esta duda,

1
Niccolò Guicciardin, “Método versus Cálculo en las críticas de Newton a Descartes y Leibniz”. Tesis
doctoral, Universidad de Siena, 2009.

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terminó con los viajes de expedición a Laponia y Perú, que determinaron a favor de la
teoría de Newton.

3.- Conclusión

Hemos hablado ya acerca de las ideas fundamentales que llevaron a Descartes a ser uno
de los filósofos más influyentes de la historia. Creando un nuevo universo construido a
su medida y a sus ideas, bajo el que no cabe refutación.

El éxito de esta “filosofía mecanicista” fue enorme. Descartes consiguió, en la medida


de lo posible, abarcar las mismas áreas del saber de Aristóteles, los mismos temas, los
mismos fenómenos, estudiados por Aristóteles y discutidos por sus intérpretes
posteriores, como intento de reemplazar a Aristóteles como figura principal de la
filosofía. Per éste, deseaba hacerlo sin alterar el sistema educativo del que Aristóteles
todavía era la máxima autoridad. Este intento de sustitución, aunque algunos filósofos
naturales optaron por el increíble proyecto cartesiano, en el plano de los colegios y
universidades no tuvo mucho éxito, al menos a corto plazo, pero su particular enfoque si
propició que mucha gente que había sido educada en estas instituciones se mostrara más
receptiva a sus ideas.

Paralelamente, Descartes había propuesto un universo en el que se podía demostrar un


tipo de física diferente a la aplicada por los filósofos naturales partidarios de modelo
aristotélico. Estas explicaciones mecanicistas propuestas por Descartes se
fundamentaban en una metafísica sobre la naturaleza y el comportamiento de la materia.

4.- Bibliografía

-Dear, P. (2007). La Revolución de las ciencias. El conocimiento europeo y sus


expectativas, 1500-1700. Madrid: Marcial Pons.

-Descartes, R. (2015). El Discurso del Método. Barcelona: Plutón ediciones.

-Descartes, R. (2007). Meditaciones metafísicas.

- Guicciardini, N. Método versus Cálculo en las críticas de Newton a Descartes y


Leibniz.

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-Lafuente, A. Los elementos de un debate científico durante la primera mitad del Siglo
XVIII: la cuestión de la figura de la tierra. http://www.ub.edu/geocrit/geo46.htm

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