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De hecho, esa pérdida se inicia en el propio hogar con ese padre ausente,
con esa madre siempre ocupada, con un cúmulo de necesidades no
atendidas y frustraciones no gestionadas. Un adolescente se desarraiga
tras una infancia de desapegos y de un amor que nunca supo educar,
orientar, ayudar.
El principal error que se comete es enseñar a los niños que las emociones
desagradables (tristeza o enfado), deben ser ignoradas (“no les hagas
caso”) o cambiadas (“no te enfades por esta tontería”); es más, algunas
veces, incluso se promueve la vergüenza hacia ellas (“no seas un llorón”).
“El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices” -Oscar
Wilde-
Identificando emociones
La primera clave que sugiere la profesora García para formar niños
emocionalmente inteligentes es la toma de conciencia. Es decir, tanto
como educadores como pupilos debemos conocer las emociones propias,
sus consecuencias y cómo trabajarlas.
Gestión emocional
La segunda clave importante está relacionada con la gestión de las
emociones. Una vez las hemos identificado y comprendido, hemos de
saber cómo gestionarlas. Ya sean positivas o negativas, hay que etiquetar
y poner nombre para ser capaces siempre de localizarlas y verbalizarlas.
Imitación de emociones.
“Todo niño viene al mundo con cierto sentido del amor, pero depende de
los padres, de los amigos, que este amor salve o condene” -Graham
Greene-
De una educación emocional infantil adecuada depende en gran medida la
felicidad y bienestar de nuestros niños. Si aprenden a vivir con sus
emociones y sentimientos más que con sus propiedades, estaremos
formando personas más plenas, autónomas, responsables y alegres, lo
que redunda en su beneficio y, por extensión, en el de todos.
Educar en emociones
Quizás no seamos conscientes de todo aquello que nuestras emociones
iluminan y ensombrecen a lo largo de nuestra vida. Nadie nos dijo como
manejarlas, como cambiarlas o aprenderlas.
“Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo, sus órganos, sus
huesos, sus funciones, sus sitios, pero nunca supimos de qué estaba
hecha el alma”-Mario Benedetti-
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