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C o pueden ayudar los padres a los hijos a alcanzar un alto nivel de Cociente Emocional
El término inteligencia emocional se empleó para describir cualidades emocionales que tienen importancia para alcanzar
el éxito. Pueden incluirse:
empatía
expresión y comprensión de sentimientos
control de nuestro genio
independencia
capacidad de adaptación
simpatía
capacidad para resolver problemas de forma interpersonal
persistencia
cordialidad
amabilidad
respeto
Salovey y Mayer definen la Inteligencia Emocional como "subconjunto de la Inteligencia social que comprende la
capacidad de controlar los sentimientos así como los de los demás, de discriminar ente ellos y utilizar esa información
para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones".
No existe, a diferencia del C.I., un test preciso para medir el C.E. (Inteligencia Emocional), e incluso se duda que se pueda
medir de alguna manera. Las capacidades del C.I. no se oponen a las del C.E. sino que interactúan. La diferencia más
importante entre C.I. y C.E. es que el C.E. no lleva una carga genética tan marcada, lo que facilita la intervención educativa
de padres y educadores.
Cómo pueden ayudar los padres a los hijos a alcanzar un alto nivel de I.E:
autoritario,
permisivo y
autorizado
Autoritario: ponen normas estrictas que esperan sean obedecidas. Los niños deben mantenerse en su lugar y no los
dejan expresar sus opiniones. Son padres que dirigen la familia partiendo de la tradición, poniendo énfasis en la
estructura, el control y el orden, todo ello se vuelve una gran carga para el niño.
Permisivo: busca la aceptación y transmitir el mayor aliento posible. No suele fijar límites, no imponen exigencias
fuertes, ni metas claras a sus hijos para que se desarrollen de acuerdo a su naturaleza.
Autorizado: equilibran los límites con el ambiente estimulante. Orientan sin controlar, dan explicaciones e implican a
sus hijos en las decisiones. Se elogia la competencia y la independencia. Todo ello permite que los hijos crezcan con
confianza en ellos mismos, independientes, sociales y con un elevado nivel de inteligencia emocional.
La empatía
Existen dos componentes en la empatía, una reacción emocional hacia los demás que suele desarrollarse en los primeros
seis años de vida y una reacción cognoscitiva que determina el grado en que los niños son capaces de percibir el punto de
vista de la otra persona.
Fases de la empatía
En el primer año de vida los bebés suelen darse la vuelta para observar a un bebé que llora, posiblemente también se
pondrá a llorar él.
Entre el primer y segundo año de vida, entran en una segunda etapa en la que pueden ver que la congoja de otro no es la
suya, tratan de reducir la tristeza del otro.
A los seis años se inicia la etapa de la empatía cognoscitiva: la capacidad de ver cosas desde la perspectiva de otra persona
y actuar en consecuencia. La empatía cognoscitiva no necesita comunicación emocional ( por ejemplo el llanto) porque el
niño ya tiene un modelo interno, que ha desarrollado, de cómo puede sentirse una persona en una determinada
situación.
A partir de los diez o doce años los niños proyectan su empatía más allá de aquello que le son próximos. Estamos en la
etapa de la empatía abstracta.
CÓMO PODEMOS AYUDAR A NUESTROS HIJOS A VENCER LAS DIFICULTADES Y LOS PROBLEMAS. CAPACIDADES PARA LA
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS.
Lo más importante es que el niño/a pueda diferenciarse del problema, es decir que no sienta que él/ella es el problema,
que está fuera de ellos, lo que les ayuda a situarlos en un nuevo marco de referencia.
Una estrategia que podemos utilizar es que los niños consideren el problema como su enemigo, que les pongan nombre.
El nombre debe ser un sustantivo que les enoje, que les enfurezca para que se revelen contra él y luchen para vencerle. Se
dan cuenta de que ellos no son los malos, lo malo es el problema que controla su conducta.
El paso siguiente es poner por escrito el problema, de esta manera la distancia entre el niño/a y el problema es mayor, la
visión del mismo no es tan angustiosa y facilitará encontrar solución y también que es lo que lo generó.
Lo que se pretende es que los niños externalicen y ataquen sus problemas y conflictos.
La creación de imágenes mentales es una herramienta para reducir la aflicción psicológica y física. Se distrae la parte
pensante del cerebro, las imágenes pueden debilitar los impulsos nerviosos evocados por la aflicción. La intensa
concentración que se realiza para generar esas imágenes puede convertirse en un factor clave para poner en marcha un
sistema interno de supresión del dolor. Según P. McGrath este tipo de distracción no es simplemente una táctica de
diversión por medio de la cual los niños dejen de prestar atención al dolor, sino que realmente se reduce el dolor, creando
un analgésico natural.
Podemos utilizar esta técnica para ayudarles a enfrentarse a distintas situaciones: el dentista, un examen, la lectura de una
poesía ante toda la clase,...
Hay que tener en cuenta que la imagen que les propongamos debe ser acorde a su edad. Antes de proponerle la imagen
asegurarnos de que el niño/a esta cómodamente sentado y relajado. A continuación describiremos la imagen con todo
detalle, habla lentamente pero con emoción, no tengas prisa. Las imágenes tienen más sentido para los niños si se crean
utilizando elementos con los que disfruten.
Por ejemplo un niño que tenga pesadillas, a quién le encanta pasear por el campo con sus padres y su perro. Le
describiremos el paisaje, la temperatura del ambiente, como corre su perro, la pelota con la que juegan,...
Poco a poco él/ella aprenderá la técnica y podrá utilizarla durante toda su vida siempre que se enfrente a una situación
que le estrese, al dolor,...
Utilizar el juego para enseñar a nuestros hijos a resolver los problemas es quizá la mejor estrategia. El juego del
intercambio de ideas es un ejemplo, propone que los niños generen el mayor número posible de soluciones a un
problema y que después escojan la alternativa más adecuada. De esta forma les ayudamos a que se enfrenten con el
problema con más flexibilidad y creatividad. Necesitamos un tiempo de práctica antes de que perciban automáticamente
los problemas en términos de soluciones posibles.
Primero utilizaremos los problemas interpersonales apropiados a la edad (miedo a la oscuridad, burlas de los
compañeros,...) Después introduciremos problemas relacionados con experiencias cotidianas.
También hacerles incidir en las excepciones del problema. Por ejemplo no todos los niños de la clase se burlan de ti, en
realidad sólo son dos niños de treinta, solo hay dos niños a quién no le caes bien al resto sí.
Como ya se ha dicho la práctica ayudará a los niños a solucionar los problemas y hará que se sientan capaces de hacerlo, a
tener confianza en sí mismos.
Para los niños de mayor edad y los adolescentes, partiremos de planificar la secuencia lógica de acciones que dan como
resultado alcanzar la meta deseada, comprender los pasos que se dan y utilizar diferentes estrategias para vencer las
dificultades.
Es un capacidad que nos permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los
sentimientos de los demás, sentirse satisfechos y ser eficaces en la vida a la vez que crear hábitos mentales que
favorezcan nuestra propia productividad.
La Inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba
habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la
empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo,
que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.
1) Conocer las propias emociones. La conciencia de uno mismo (el reconocer un sentimiento mientras ocurre) es la clave
de la inteligencia emocional. Una mayor certidumbre con respecto a nuestras emociones es una buena guía para las
elecciones vitales, desde casarse hasta optar entre un trabajo u otro.
2) Manejar las emociones. Se basa en la capacidad anterior. Las personas que saben serenarse y librarse de la ansiedad,
irritación o melancolías excesivas se recuperan con mayor rapidez de los reveses de la vida.
3) Automotivación. Las personas que saben controlar la impulsividad y esperar para obtener su recompensa cumplen con
sus objetivos y están conformes con sus logros.
4) Empatía. La capacidad para reconocer las emociones de los demás, saber qué quieren y qué necesitan es la habilidad
fundamental para establecer relaciones sociales y vínculos personales.
5) Manejar las relaciones. Esto significa saber actuar de acuerdo con las emociones de los demás: determinan la
capacidad de liderazgo y popularidad.
Ten en cuenta que tú, como padre o madre, eres su PRINCIPAL MODELO de cómo se comporta una persona con
inteligencia emocional.
Analiza, pues,… ¿Cómo es tu nivel de Inteligencia Emocional?
1- Ayúdale a DARSE MÁS CUENTA de lo que siente, y a aceptar y validar sus emociones.
2- Favorece que aprenda a CONTROLAR aquellas emociones que le hacen sentirse mal o que hacen sentirse mal a
otros y que no le ayudan a conseguir sus propósitos.
4- Anímale a interesarse por los demás: por lo que sienten, por lo que hacen. Que desarrolle SU EMPATIA.
5- Interésate en que desarrolle sus HABILIDADES SOCIALES para relacionarse mejor con otras personas y poder
resolver por sí mismo/a sus problemas.
Ayúdale a...
Intenta “devolverle” una imagen realista pero, fundamentalmente, positiva de él o ella misma.
Anímale a definirse, a describirse, tal y cómo es.
Ayúdale a “poner nombre” a lo que siente: “¿quieres decir que te sientes…?”
Promueve que sea más reflexivo sobre las cosas que hace y que siente y sus consecuencias.
No le atosigues con consejos ni recomendaciones en relación a “como debe ser” o “qué debe de hacer” (es preferible
“hacerle ver”, sugerir, hacerle preguntas,..)
Preséntate como modelo de expresión emocional: habla de lo que sientes delante de él /ella sin necesidad de que te lo
pregunten (aumenta las autorrevelaciones).
Anímale a “darse más cuenta” de las situaciones que le hacen tener los arrebatos de rabia.
Hazle ver la “inutilidad” del enfado y ayúdale a “reinterpretar” las situaciones que le hicieron enfadarse tanto.
Proponle que “cuando esté muy irritado/a” ponga a enfriar su enfado (cuenta hasta 10, salga a dar un paseo,…).
Anímale a que desarrolle actividades físicas (deportes, bailes,…) para “descargar su tensión habitual”
Favorece que exprese “su malestar y sus enfados” sin dañar: “Estoy muy enfadado porque…”
Si, en ocasiones, se descontrola y tiene ataques, ayúdale a “hacerse responsable de los daños” y a pedir disculpas o
perdón.
Se trata de enseñar a nuestros/as hijos/as a tolerar el hecho de no conseguir algo que pedía o quería o esperaba. La
baja tolerancia a la frustración es una de las razones más habituales para mostrarse enfadado/a, irritable,
insatisfecho/a o infeliz. Es importante mediante ejemplos y razonamientos hacerle ver que “no todo se puede
conseguir en la vida” o que “ahora no es el momento y el lugar apropiados para conseguir-las”.
No eludas las NEGATIVAS (decirle que NO) cuando sea necesario, a pesar de las reacciones de enfado o irritación.
Si responde con enfados a nuestras negativas, es importante hacerle ver que estas reacciones no le harán
conseguir lo que quería.
Ayudarle a “sobrellevar” la decepción y el desencanto por no conseguir lo que quiere o desea: Mostrarle otras
opciones, hacerle ver lo que tiene y no, lo que le falta, recordar decepciones pasadas, ¿qué ocurrió?,..
Reconocer y atender las reacciones de TOLERANCIA y ACEPTACIÓN de los chicos/as cuando “las cosas no
son como esperan”.
Manifestar una sana y positiva autoestima es un indicador de que nuestra inteligencia emocional está funcionando
correctamente en lo referido al nivel de autosatisfacción que tenemos con respeto a quiénes somos, qué hacemos, qué
pensamos y qué sentimos.
Favorece que se valore en lo que es y en lo que hace. Promueve su VALORACIÓN POSITIVA (pero realista).
Anímale ante el fracaso y la decepción, pero tampoco lo sobrevalores ni lo hagas prepotente o vanidoso/a.
No consientas el autorreproche ni las actitudes demasiado pesimistas en relación a lo que hace. “No eres tonto, sólo
cometiste un fallo”
Favorece que “sienta que progresa”, que se desarrolla. Hazle ver cómo mejora, cómo aprende,…
Preséntate también como MODELO DE ACEPTACIÓN INCONDCIONAL: Valórate pase lo que pase delante de ellos y
hazte respetar.
Apóyale cuando observes que realmente lo necesita y “acompáñale” (sobre todo, en la adolescencia) en su
desarrollo y en sus “tomas de decisiones”
Enseñarle a “perseverar” y animarle a “acabar aquello que comienza” desde que es pequeño/a.
Es importante que los padres y madres “dejen de hacer” (de responsabilizarse) las cosas que pueden hacer los hijos/as.
Aclararnos en relación a cuáles son las exigencias en relación a nuestros/as hijos/as. Es necesario “ajustar” nuestras
exigencias. Para convertirlas en expectativas y aclarar que pase lo que pase son valiosos.
Tener unos límites, lo más importantes para ti y se constante con ellos y sobre todo ejecuta las consecuencias llegado el
momento.
Favorecer que se haga cargo de las consecuencias de sus decisiones personales en términos de coste (económico,
personal, social, emocional,..).
Adoptar “acuerdos familiares” (incluso contratos escritos) en relación al reparto de tareas y de responsabilidades en
casa.
Animarle a escuchar atentamente a los demás, sin criticar ni valorar lo que hace o dicen.
Ayudarle a acercarse a “sentir como los otros” a partir de encontrar experiencias emocionales similares, e intentando
adoptar el punto de vista del otro.
Reconocer como un valor el “ser sensible a las desgracias y desventuras” de los demás.
Hacerle ver los climas emocionales en los que se mueve y animarle a interesarse por los estados de ánimo de los
demás.
Fomentar que “profundice”- observando lo que dicen y sobre todo lo hacen los demás- en el interés por conocer a las
personas con las que se relaciona.
Reconocer los comportamientos de “ayuda” hacia los demás que pueda hacer.
Hacerle sensible a las problemáticas sociales y animarle a que desarrolle un “juicio crítico” y una actitud activa ante
ellos.
Favorecer que desarrolle trabajos solidarios en colectivos o grupos sociales. Animarle a que se comprometa
socialmente con “causas nobles”.
Presentarnos los padres y madres, también, como buenos modelos de amabilidad, bondad, generosidad y solidaridad.
10. Comunicarse eficazmente con los demás y buscar soluciones a los conflictos:
Hacerle ver la necesidad de ESCUCHAR y RESPETAR lo que dicen las demás personas.
Propiciar la resolución de los problemas mediante el DIALOGO y los ACUERDOS: Hacerle ver que los Conflictos y las
diferencias se pueden tratar HABLANDO sin que “la sangre llegue al río”.
Anímale a desarrollar una ACTITUD OPTIMISTA y POSITIVA frente a la vida: a esperar lo mejor, a no desanimarse
pronto, a mostrarse activo/a,…
Debatirle sus PENSAMIENTOS PESIMISTAS o DERROTIS-TAS:¿Por qué no lo vas a conseguir?, ¿qué te hace pensar que
eres malo/a?,..
El sentido del humor es una habilidad emocional que tiene como finalidad el producir estados de ánimo positivos;
además hace que aumente el autocontrol y la tolerancia, y reduce la impulsividad. Se trata de un PROTECTOR frente a
la tristeza, la depresión y otros estados negativos.
Mostrarle el LADO POSITIVO (e incluso cómico) de las cosas que ocurren. Ser su ejemplo principal.
Reconocer y animar el uso del sentido del humor para enfrentar situaciones algo negativas.
Desarrollar actividades donde podamos reír juntos (de pequeño: jugar, cosquillas, adivinanzas, bromear,…-de mayor: ver
películas cómicas, contar chistes,…).
ENSEÑAR NUEVAS CAPACIDADES EMOCIONALES ES IR, A VECES, EN CONTRA DE LA INTUICIÓN
Para efectuar cambios, enseñar a sus hijos o alumnos nuevas capacidades emocionales y sociales, usted puede verse en la
obligación de cuestionar algunos instintos paternos naturales y actuar en formas que pueden oponerse a los hábitos
normales o a su estilo de vida. Los siguientes son algunos ejemplos sobre la forma en que los padres, así como los
docentes y profesionales de la salud mental, están aprendiendo a cuestionar sus respuestas intuitivas:
· Los psicólogos a menudo recomiendan ayudar a los niños a hablar acerca de sus emociones como una forma de
comprender los sentimientos de los otros. Pero las palabras sólo dan cuenta del 10% del significado de cualquier
comunicación emocional, en vez, enseñarles a los niños a comprender el significado de la postura, las expresiones
faciales, el tono de voz y otro tipo de lenguaje corporal resultará un medio mucho más efectivo para mejorar la
comprensión de sus emociones y las de los demás.
· Desarrollar la autoestima de un niño a través de un elogio y un refuerzo constantes, puede en realidad hacer más daño
que bien. Ayudar a los niños a sentirse bien con ellos mismos sólo tiene sentido si estos sentimientos están relacionados
con logros específicos y el dominio de nuevos conocimientos.
· El estrés tan perjudicial por nuestra apresurada sociedad, es el enemigo natural de la niñez. Pero proteger a los niños
del estrés puede ser una de las peores cosas que podemos hacer. Tal como vimos en los estudios de Kagan sobre los niños
tímidos, aprender a enfrentar las dificultades de la vida permite que los niños desarrollen nuevos caminos neurales, lo
cual puede tornarlos más adaptables e ingeniosos.
· Los niños traumatizados suelen ser tratado como seres extremadamente vulnerables y la sabiduría convencional se
inclina a darles tiempo para enfrentar sus emociones dentro de un ambiente de apoyo. Pero recientes avances en la
psicología de la conducta sugieren un enfoque más directo e inmediato para desensibilizar el efecto del trauma.
DISCIPLINA PRODUCTIVA
Cuando hablamos de disciplina productiva nos referimos al hecho de que los padres necesitamos contar con formas bien
pensadas, previsibles y apropiadas, seg 佖 la edad, de responder a la mala conducta de nuestros hijos.
La disciplina efectiva se reduce a unos pocos principios y estrategias:
1. Establezca reglas y límites claros ya aténgase a ellos. Si puede, escríbalos y fíjelos sobre la pared.
2. Dele a su hijo advertencias y enséñales cuando comienza a comportarse mal. Es la mejor manera de enseñarle
autocontrol.
3. Defina el comportamiento positivo reforzando la buena conducta con elogios y afecto e ignorando la conducta que
sólo apunta a llamar la atención.
4. Eduque a su hijo conforme a sus expectativas. En general, los padres no empleamos el tiempo suficiente para hablar
con nuestros hijos acerca de los valores o las normas, y por qué estos son importantes.
5. Prevenga los problemas antes de que se produzcan. Según la psicología de la conducta, la mayoría de los problemas
se producen como resultado de u estímulo o una señal específica. La comprensión y eliminación de dichas séales lo
ayudarán a evitar situaciones que dan lugar a una mala conducta.
6. Cuando se viola una norma o un limite claramente establecido, en forma intencional o de otro modo, aplique de
inmediato una consecuencia adecuada. Sea coherente y haga exactamente lo que dijo que haría.
7. Cuando una consecuencia o penitencia es necesario, asegúrese de que guarde relación con la infracción a la regla o
la mala conducta.
8. Siéntase cómodo con un conjunto de técnicas disciplinarias. Las que se recomiendan con mayor frecuencia son:
a) Las reprimendas. cómo reprender a nuestros hijos para que su conducta cambie sin que desarrollen resentimiento
hacia usted o una imagen negativa.
b) Las consecuencias naturales: Dejar que sus hijos experimenten las consecuencias lógicas de su mala conducta a fin de
que perciban por qué una norma en particular es tan importante. Por ejemplo, a un niño que pierde el tiempo antes de
tomar el ómnibus escolar, y luego de haberlo perdido, hacerle caminar hasta la escuela y hacer que le explique al director
la razón por la que llega tarde.
c) Quitar un privilegio: Cuando los niños son demasiado grandes para ir al rincón, los padres pueden eliminar un privilegio:
la televisión, el tiempo para jugar a su videojuego, el tiempo para utilizar el teléfono. Evite quitar un privilegio que
eliminaría al mismo tiempo una experiencia importante para el desarrollo de su hijo. Por ejemplo sería mejor establecer
para un adolescente una hora de regreso al hogar más temprana durante un mes, que impedirle hacer un viaje escolar de
una sola noche.
d) La sobrecorrección: Esta técnica se recomienda para conseguir un cambio rápido de conducta. Cuando su hijo se
conduce mal, debe repetir la conducta correcta por lo menos 10 veces o durante 20 minutos, por ejemplo si su hijo
regresó a casa de la escuela, arrojó su campera y sus libros al piso, e ignoró su saludo, usted le pediría que vuelva a salir y
a entrar 10 veces en forma adecuada, con un saludo cordial, guardando sus libros y su campera.
e) Un sistema de puntaje: para problemas crónicos, la mayoría de los psicólogos recomiendan un sistema en el que los
niños ganan en puntos en conductas positivas claramente definidas. Dichos puntos pueden aprovecharse para
recompensas inmediatas o a largo plazo. Las malas conductas dan como resultado la resta de puntos.
Surge claramente de las investigaciones que si usted quiere educar a un niño con coeficiente emocional elevado, es mejor
que sea excesivamente estricto y no excesivamente indulgente
· En un hospital de Florida, una niña ríe mientras espera su quimioterapia al haber sido
sorprendida en medio de una batalla de pistolas de agua entre su enfermera y un médico
residente vestido como un extraño payaso.
· Un padre juega a la mancha con sus tres hijos, un juego prescripto por su asesor
pedagógico. En las dos semanas que han estado jugando, las reyertas familiares han sido
virtualmente eliminadas.
· En los pabellones de los hospitales suele verse con regularidad payasos arrojando
cojines o pollos de gomas, porque sabemos que el humor no solo ayuda a los niños a enfrentar
mejor el estrès que supone estar en un hospital, sino que realmente puede estimular su
sistema inmunològico y acelerar su recuperación.
Se ha demostrado que los juegos, han logrado construir cierta cohesión familiar y disminuir
significativamente la ira y la agresión entre los niños, mejorando sus capacidades emocionales
y sociales, lo que los psicólogos llaman ahora, INTELIGENCIA EMOCIONAL o CE (coeficiente
emocional).
Los niños con capacidades en el campo de la Inteligencia Emocional son más felices, más
confiados y tienen más éxito en la escuela, además de ser la base para que nuestros hijos se
vuelvan adultos responsables, atentos y productivos.
· La empatía
· La independencia.
· La capacidad de adaptación.
· La simpatía.
· La capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal.
· La persistencia.
· La cordialidad.
· La amabilidad.
· El respeto.
Las emociones no son ideas, sino que son muy reales. Adquieren las forma de elementos
bioquímicos específicos producidos por el cerebro y ante los cuales el cuerpo reacciona.
· Para que los niños sean más capaces de manejar el estrés emocional de los tiempos
modernos.
· etc.
Puede enseñarles capacidades específicas del CE para ayudarlos a enfrentar y superar estos
problemas normales de crecimiento.
Uno puede enseñar a sus hijos formas de modificar la bioquímica de sus emociones,
ayudándoles a adaptarse mejor, a mantener un mayor control y a ser simplemente más felices.
Casi todos los bebés tienen estallidos temperamentales, entre 1 y 3 años de edad.
Han adquirido sentido de sus propios deseos e individualidad. Cuando son frustrados,
lo saben y se enojan. Sin embargo, por lo común, no atacan al padre que ha interferido
con ellos. Tal vez el mayor le resulte demasiado importante y grande. Además, si
instinto de pelea aún no está bien desarrollado.
Cuando el sentimiento de ira bulle dentro de ellos, no se les ocurre nada mejor que
arrojarlo al suelo, junto con ellos mismos. Se tiran al piso gritando, y golpean con las
manos y los pies, y quizá, con la cabeza.
Que una niña arme un escándalo en la calle,resulta embarazoso. Tómela con una
sonrisa, si puede forzarse a ello, y llévela a un sitio tranquilo, donde ambos puedan
serenarse en privado.
Las rachas de contener el aliento, durante las cuales un niño puede tornarse azul e,
inclusive, perder la conciencia por unos instantes, pueden ser una expresión de
temperamento. Para los padres, resultan alarmantes, pero deben aprender a
manipularlas con sensatez, tal como en el tema anterior, con el propósito de impedir
que el niño lo utilice en forma deliberada, cada vez más.
Hay muchas situaciones en las cuales los padres siempre se sienten algo culpables hacia
un hijo u otro. Cualquiera sea el motivo del sentimiento de culpa, tiende a conducir a
un manejo flojo del hijo.
Los padres se inclinan a esperar demasiado poco del niño, demasiado de sí mismos. A
menudo están intentando ser dulces y pacientes, cuando su exigida paciencia está, en
realidad, exhausta y, de hecho, el niño se les está yendo de las manos y necesita una
corrección decidida. O bien vacilan cuando el niño necesita firmeza.
Tal como un adulto la niña sabe cuando está pasándose de la raya, cuando es
demasiado mala o grosera, aunque sus padres traten de cerrar los ojos frente a ello.
Por dentro se siente culpable. Desearía que se la frenara. Pero si no se la corrige,
estará predispuesta a comportarse cada vez peor. Es como si estuviera diciendo :
"¿Cuán mal debo comportarme para que alguien me detenga?
La mayoría de padres concienzudos permiten que sus hijos se salgan de los límites
cuando, en ocasiones, sienten que han sido injustos o negligentes. Pero pronto
recuperan el equilibrio. De todos modos cuando los padres dicen "Todo lo que hace este
niño me irrita", es una señal evidente de que esos padres se sienten demasiados
culpables, se conducen en forma permisiva y sumisa, de manera crónica, y que el niño
reacciona a esto con una provocación constante. Ningún niño puede ser irritante en
forma accidental. Si los padres pueden determinar en qué aspectos son demasiado
permisivos y deben reafirmar la disciplina, y si están en el camino correcto, descubrirán
alborozados que su hijo, no sólo comienza a comportarse mejor, sino que se muestra
más feliz. Por lo tanto, podrán amar mejor a su hijo, y éste, a su vez, responder a ello.
Una niña necesita sentir que su padre y su madre, aunque sean agradables, tienen sus
propios derechos, saben cómo ser firmes, no le permitirán ser irrazonable o grosera. De
este modo, ella se siente mejor. Esto la adiestra, desde el comienzo, para llevarse
considerablemente bien con otras personas. Los niños malcriados no son criaturas
felices, ni siquiera en sus propios hogares. Y cuando salen al mundo, aunque tengan 2, 4
ó 6 años, están condicionados para recibir un duro golpe. Descubren que nadie está
dispuesto a reverenciarlos ; en rigor, desagradan a todos por su egoísmo. Deben pasar
por la vida resultando impopulares, o bien, deben aprender a ser agradables, de la
forma más difícil.
Los padres concienzudos, a menudo permiten que su hijo les saque ventaja durante un
tiempo, hasta que su paciencia se agota, y luego se arrojan con enojo sobre el niño.
Pero ninguna de estas situaciones es, en realidad, necesaria. Si los padres tienen
saludable respeto por sí mismos, pueden mantenerse firmes mientras aún se sienten
inclinados a ser amistosos.
Por ejemplo, si su hija continúa insistiendo en que usted siga jugando, aunque está
agotado, no tema decir, en forma alegre pero decidida : "Estoy muy cansado. Ahora voy
a leer un libro, y tu también puedes leer tu libro.."
Si se pone demasiado terca en lo referente a dejar de jugar con el trencito que trajo
otro niño, y que ahora debe llevarse a su casa, aunque usted haya tratado e distraerla
con otra cosa, no crea que debe seguir siendo siempre dulce y razonable. Sáquela, a
pesar de que grite durante un minuto.
"Si quieres que los demás confíen en ti, tienes que merecer su confianza. La confianza se
gana con el trabajo bien hecho y la obligación cumplida".
¿Cuántas veces nos ha tocado, como padres o profesionales, estar frente a la mentira de un
niño? A veces de la manera más inocente, y otras veces con verdadera premeditación, lo
cierto es que la mentira en el niño es casi una forma normal de comunicarse en el ambiente
en que cotidianamente nos desenvolvemos. Presento a continuación, algunas pautas que
pueden servir de base para una reflexión del problema y para abordar con mayor serenidad
el tema de la mentira en los niños.
TIPOS DE MENTIRA EN EL NI ム O:
Cuando le decimos a un ni "Est 疽 mintiendo", debemos tener mucho cuidado. Mentir es
decir falsedades, es engar a trav 駸 de la palabra. Un ni que miente no siempre lo hace
con intenci.
Normalmente, los niños menores de 7 años tienen la tendencia a confundir la realidad con
la fantasía. De ahí que sus juegos parecen tan vívidamente reales. En esta edad, cuando un
niño se acerca a nosotros y nos dice "Por favor límpiame la cara que me quedó llena de
barro luego del combate en el que estuve...", nos está invitando a participar de su fantasía y
no está intencionalmente queriendo engañarnos. Este tipo de "mentira" es inocente, sin
premeditación y sobre todo sin querer conseguir ningún beneficio con ello.
Padres, maestros y orientadores nos preocupamos ante este segundo tipo de mentira en el
niño, pues es el que mayormente acarrea problemas posteriores.
ソ POR QU ノ MIENTE EL NI ム O?
Queda claro, entonces, que en nis peque s la mentira se da como parte de su juego,
como viviendo su fantas 僘 en la realidad.
Cuando el niño mayorcito miente, puede ser por diversas razones:
a. Como imitación al padre o a la madre que miente: Los niños, dicen, son como
esponjas que absorben todo. Si ellos observan y viven la mentira de manera
cotidiana, aprenden a hacerlo como algo normal y cotidiano. Es el caso del niño que
escucha a su madre negarse al teléfono "dile que no estoy..."
b. Por miedo: Suele ser la causa más común de la mentira en los niños, quienes por
temor a la desaprobación o al castigo por parte de la madre o del padre, se ven
llevados a falsear la verdad. Si el niño sabe que, por ejemplo, al llevar una nota
mala del colegio, su mamá se va a enojar o le va a prohibir ver televisión,
seguramente dirá que no le han entregado sus calificaciones aún...
c. Ante la exigencia: Cuando le exigimos mucho al niño, esperando de él, a veces más
de lo que esperamos de nosotros mismos, el niño tiende a hacernos creer que está
al nivel de nuestras expectativas, y miente para no defraudarnos.
Sea cual fuere la causa concreta de la mentira, siempre es señal de que el niño está en
apuros. El que miente es porque lo necesita. Con la mentira, el niño nos está diciendo
"auxilio".
ソ CU チ NDO PREOCUPARSE?
No siempre la mentira es tan grave como para preocuparse. Cuando la mentira es surgida
de la fantas 僘, normalmente con la madurez del ni, 駸 ta desaparece. Cuando se trata de
mentira propiamente dicha, tendr 僘 mos que preocuparnos si es recurrente o si se
presenta como:
a. Mentira patológica: La famosa "mitomanía" que surge del niño que intenta persuadir y
convencer a los demás de la realidad de sus relatos. Esta es la mentira que se vuelve
habitual, una forma normal de reaccionar en el niño.
d. Estar alertas. Por mucho que amemos a nuestros hijos, tenemos que aceptar que a
veces fallan, que no son perfectos e ideales como los hemos imaginado.
Lo ideal es que estas condiciones se den a modo de prevenir la mentira en el niño ("es
mejor prevenir que lamentar"). Si estas condiciones se dan en su hogar, seguramente el
hábito de la mentira no se dará; o si es que ya existe, irá desapareciendo en el niño. Si no
llegara a desaparecer, lo más recomendable es buscar orientación profesional.