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INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL NUCLEO FAMILIAR

Es la clave para que los individuos logren desarrollar sanas relaciones


personales e interpersonales a lo largo de su vida. La habilidad de la empatía,
conectar con los demás desde el reconocimiento de la vulnerabilidad es lo que
nos vuelve más humanos.

DESARROLLO: Un periodo crucial del desarrollo que establece las bases para el
bienestar futuro, el aprendizaje y la participación de las niñas y niños

INTELIGENCIA: Es la vía por la cual un niño aprende, entiende, razona, toma


decisiones y se forma. La inteligencia infantil no se basa solo en estimulación,
en los estudios académicos, en buenos colegios... Nada de eso va a formar un
niño inteligente. Puede ayudarlo, pero la base de la inteligencia está en la
interacción del niño con su entorno y con quienes les rodean

EMOCIONAL:  habilidad que tiene el niño para expresar, reconocer y manejar sus
emociones, así como para responder apropiadamente a las emociones de los demás.
Tanto el desarrollo social como el emocional son importantes para la salud mental de
los niños pequeños.

Los adultos tienen un enorme impacto en la vida de los niños que tengan bajo
su cargo. De los adultos, los más pequeños adquieren hábitos, gustos,
particularidades, incluso su voz inconsciente, y por correlación; el desarrollo de
la inteligencia emocional para padres podría dejar una impronta positiva.

la inteligencia emocional en la familia le brinda a sus miembros la capacidad


de expresarse de manera adecuada, pero también le da la posibilidad de saber
lidiar con hechos imprevistos o situaciones de vida muy duras, con las malas
decisiones, las diferencias con otros, y así. 

La inteligencia emocional familiar tiene tanto peso, que se hace indispensable


para que los individuos que crecen en ella puedan generar relaciones
interpersonales positivas, ya que desde la más tierna infancia les enseña a
desarrollar sus afectos, y conocerse a sí mismos.

Además, la inteligencia emocional en la familia prepara a los más jóvenes para


que puedan desarrollar un buen entramado social en sus vidas. Un niño capaz
de interactuar de manera sana con otras personas, es como un individuo que
maneja más de un idioma: siempre obtendrá más y mejor información.
De hecho, podemos ir más allá y decir que la inteligencia emocional en la
familia afecta al bebé incluso antes de nacer, ya que las investigaciones sobre
el estrés durante el embarazo son contundentes al respecto, ya que puede
acelerar el nacimiento o generar problemas de salud en el feto.

Pero eso no es todo: cuando no están bien desarrollados los componentes de


inteligencia emocional en un hogar donde existe un embarazo, la madre
puede padecer de estrés y con ello, afectar el cerebro del bebé de forma
severa, lo que ocasiona débiles conexiones sinápticas en el pequeño.

Esto se traduce en que el niño podría crecer con trastornos de la conducta,


entre otros, porque todo lo que siente una mujer en estado lo experimentará
automáticamente su bebé. Por ello, es necesario trabajar en desarrollar la
inteligencia emocional en los hogares en los que es notable su ausencia.

Los 5 hábitos para fomentar la inteligencia emocional en la familia


Prioriza el diálogo del círculo de las emociones 
Los niños pueden aprender a recibir y brindar caricias emocionales, si se les
muestra desde sus primeros años de vida a hablar cómodamente sobre lo que
sienten, a expresar libremente cuando sienten rabia, tristeza, frustración… Pero
para ello es necesario que los adultos le enseñen a identificarlo.
Especialmente cuando son muy pequeños, aunque sepan hablar, les costará
comprender cómo se sienten y por tanto, no sabrán expresarlo. Si existe una
buena inteligencia emocional en la familia, sus padres podrán echarle una
ayudadita para que todo fluya con naturalidad.
Manejan una comunicación asertiva como parte de la educación emocional
Nunca me cansaré de repetiros que la comunicación asertiva es la base sobre la
cual reposa la inteligencia emocional en la familia, puesto esta nos habla de la
capacidad que tienen las personas para escuchar a los demás, sin señalamientos
que valgan, y empatizar con lo que sienten. 
Y es que la inteligencia emocional en la familia induce a sus miembros a
expresarse con claridad y honestidad, entendiendo esto último como un acto con
el que se busca ser lo más genuino sobre nuestros pensamientos, sin que por ello
caigamos en el abuso y la ofensa. 
Cada miembro sabe cómo trabajar las emociones propias dentro y fuera
del ámbito familiar
El fin de desarrollar la inteligencia emocional en casa, es ayudar a los chicos a
manejarse con sabiduría fuera de esta. Por ello evoca tanto el cuidado al trabajo
interno del individuo e invita a la autoexploración individual, pues solo quienes
se atreven a conocerse, sabrán ser capaces de establecer límites.
Esto se debe a que cada cual comprende el significado de emoción, que las
mismas están para ayudarles a responder adecuadamente a los estímulos que
reciben, y que lejos de ser sus enemigas, pueden convertirse en sus más grandes
aliadas de vida, así que deben aceptarlas y trabajar con ellas.
Son coherentes y reconocen sus errores en sus relaciones personales e
interpersonales
Lo mejor que puede ocurrir bajo los preceptos de la inteligencia emocional en la
familia, es que los adultos admitan delante de los niños cuando se han equivocado
en algo, y que también; aprendan a pedirles perdón cuando los lastiman, pues
esto les mostrará que deben hacer lo mismo cuando les ocurra.
Hablar de inteligencia emocional en la familia es también saber que es
perfectamente normal que papá y mamá se muestren vulnerables, porque son
seres humanos. Desafortunadamente, aún prevalece en muchos hogares la
noción de que un adulto no debe reconocer que se equivocó ante un niño.
Su elevado cociente emocional les permite ser auténticos y genuinos 
Es normal que cuando nace un niño, se generen expectativas alrededor de él o
ella. Sin embargo, eso no quiere decir que sea su obligación cumplirlas. Eso sería
un error garrafal. La inteligencia emocional en la familia ayuda a que los padres o
cuidadores tomen en cuenta los gustos e intereses del menor.
Especialmente cuando existen otros hermanos o niños cercanos, muchos padres
caen en el grave error de comparar a sus hijos, lo que puede generarles
frustración y problemas de autoestima. Estas situaciones no tienen cabida alguna
cuando existe inteligencia emocional en la familia.

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