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Història de la Filosofia Contemporània II

Robert Brandom: Estatuto normativo de los conceptos. Afirmación de que un enunciado


es verdadero. Inferencialismo en el neopragmatismo.
Mikel Díaz-Santos Nadal

En este escrito se va a exponer la concepción semántica de Robert Brandom así como su


relación con los aspectos pragmáticos en la aplicación y uso del lenguaje, también se
analizará el concepto de inferencia en los enunciados y su relación con la verdad. Por
otro lado se relacionará y se estudiará el aspecto internista del lenguaje y la
intencionalidad en la teoría de Brandom para así relacionarlo con el aspecto externista
en el seguimiento de reglas en el espacio público, dónde se hace uso del lenguaje y se
articulan razones por los distintos hablantes competentes.

El pensamiento analítico de Robert Brandom se centra en un una visión basada en lo


que llama expresivismo racionalista. Esta tesis se basa en que los significados en el
lenguaje, así como el contenido conceptual que se expresan en el mismo, están
articulados por un sistema de razones que son expresados como inferencias en el uso
práctico de esos mismos conceptos entre los diferentes hablantes competentes del
lenguaje. El elemento específico que le sirve a este pensador para articular su tesis se
encuentra en la unidad mínima que él considera como forma de lo conceptual, esto es, la
proposición o juicio, ya que ésta es entendida como unidad mínima de la experiencia, ya
que es la única vía que permite a los sujetos competentes en una lengua
responsabilizarse con las consecuencias circunstanciales expresadas en el juicio.

Por estas consideraciones el aspecto normativo del lenguaje en Robert Brandom se


opone a la posición representacionista según la cual el intercambio intercomunicativo se
funda de manera causal en un internismo psicológico que fundamenta los actos de habla
a partir del conocimiento de una esencia nominal, priorizando ontológicamente el
aspecto mental del lenguaje para con su aspecto normativo-regulativo en la práctica de
los hablantes. Una posición que podría sostener un empirista clásico. Por el contrario
Brandom coge por una parte la idea Wittgensteniana sobre el aspecto externo del
lenguaje según la cual los significados de las palabras dependen de la causalidad, esto
es, del uso, con los objetos externos, influyendo así sobre el propio significado
lingüístico. De esta manera, Brandom adopta en parte un criterio conductista para la
creación de normatividad y adaptación del propio lenguaje en el entorno físico y
material, ya que una parte del significado depende del aspecto externo, de su expresión,
no puediendo así determinarse exclusivamente por la subjetividad, ya que ésta carece de
material suficiente para su significación. Esta idea le sirve entonces a Brandom para
entenderse con un pragmatismo que trata de explicar lo que se afirma apelando a los
rasgos propios de las aseveraciones o afirmaciones, esto es, el contenido en términos de
la acción y no a la inversa.

Por otra parte Brandom tampoco excluye el contenido intencional para el aspecto
normativo en el uso de los conceptos, ya que éstos son manejados en relaciones
inferenciales distintas, refiriendo así al mundo pero sin agotarlo: “La línea de
pensamiento que se sigue aquí constituye un este sentido un enfoque lingüístico
relacional de qué es lo conceptual. El uso de los conceptos se trata como si fuera un
asunto esencialmente lingüístico. Afirmar y creer son dos caras de la misma moneda…”
(La articulación de las razones. Robert B. Brandom, p. 7)

Por este motivo el aspecto normativo de los conceptos es expresado en la medida en


que éste se aplica en el ámbito del lenguaje mediante el uso público de oraciones y otras
expresiones lingüísticas; pero a su vez, gracias a la intencionalidad en el aspecto
cognoscitivo, los conceptos se aplican al aspecto privado aprendidos por confianza
racional en las creencias y otros estados intencionales, pero que, sin embargo, siguen
siendo éstos expresados normativamente según una propiedad disposicional lingüística,
excluyendo como se ha apuntado antes, una esencia nominal o categórica común al
significado lingüístico.

Por estas razones las prácticas discursivas para Brandom se diferencian de las acciones
de las criaturas por su aspecto inferencial. Esto es, hablar de conceptos es hablar de
funciones, asignando así un lugar destacado a las prácticas discursivas en el dar o pedir
razones, ya que éstas configuran el contenido conceptual de las actuaciones, expresiones
o estados insertos en las prácticas. Por otra parte, el compromiso inferencial que se da
en los actos de los hablantes no se da solamente en el compromiso material del hablante
sino también en el aspecto intersubjetivo de los hablantes en igualdad de condiciones, el
intercambio de dar o pedir razones no es a lo que se reduce el acto de habla, sino que
Brandom también establece un factor de alteridad en cuanto a las habilitaciones o
autorizaciones recibidas por parte del oyente y del contexto inferencial en general. De
esta manera, los enunciados que se establecen en la comunicación consisten en un
aspecto subjetivo basado en la responsabilidad que se adopta en relación al exterior,
pero as u vez, el exterior, en este caso constituido en parte por el resto de hablantes,
autorizan ese compromiso que el hablante asume en el acto de habla.

De esto se sigue que un aspecto de la normatividad según Brandom se encuentra en el


intercambio en el dar y pedir razones que permiten sustentar los significados del
lenguaje, gracias a la concepción de una voluntad como facultad racional en el
razonamiento practico que distingue a los humanos de otras criaturas. Esto es, el
compromiso que realiza el hablante con las consecuencias físicas y materiales que se
derivan del juicio y que hacen manifiesto el aspecto expresivo de su teoría sobre las
circunstancias contingentes de los sujetos: “La esencia del pragmatismo racionalista o
inferencialista sobre los conceptual es que la clase relevante de acción es una
constelación de aserciones e inferencias, de afirmaciones y razones y justificaciones de
ellas”. (La articulación de las razones. Robert B. Brandom, p. 22)

De ahí que el significado en la teoría de Brandom se configure en el espacio práctico


del lenguaje dónde se acepta el compromiso que un hablante acepta al usar ciertos
términos y no otros en el uso de unos enunciados concretos. De esto se sigue que tener
comprensión del significado desde el punto de vista externo sea tener conciencia de las
consecuencias inferenciales que se derivan de las distintas prácticas comunicativas.

Efectivamente, esta tesis de Brandom se basa en que el contenido veritativo de los


enunciados se hace posible en la medida en que se hace explícito lo que
intencionalmente estaba implícito en el conocimiento que el sujeto posee de antemano,
de ésta manera las consecuencias que se siguen de la proposición son semejantes a las
inferencias que podrían probarse en un cálculo lógico: “La lógica sirve para establecer
la verdad de ciertas clases de afirmaciones, probándolas. Pero la lógica se puede
concebir también en términos expresivos como un conjunto especial de instrumentos
para decir algo que, de otra forma, no podría hacerse explícito.” (La articulación de las
razones. Robert B. Brandom, p. 24)

De ésta manera, cuándo se explicita se aplica el concepto y se conceptualiza alguna


cuestión determinada. El proceso de explicitación que permitiría el contenido veritativo
de los enunciados, consiste entonces en aplicar conceptos, dónde se tiene en cuenta el
gesto y el sentimiento en su intencionalidad determinada, esto, por supuesto, hace que
Brandom admita el sentido así como los conceptos de actitud proposicional para la
determinación del contenido veritativo del juicio o proposición. De esta manera para un
expresivismo racionalista como el de Brandom, hacer explicito el contenido intencional
es ponerlo en una forma tal que al mismo tiempo sirve y requiere razones: una forma
que puede funcionar como premisa o conclusión en las inferencias, y la captación del
concepto que se usa en una explicación determinada significa poder captar o dominar su
uso inferencial y saber su diferencia con otra forma de hacer: “Porque de este modo
comenzamos a decir qué estamos haciendo al decir que Leo es un león. Por ejemplo,
hacemos explícito (en forma de un contenido proposicional, y por tanto afirmable) que
nos comprometemos con que es un mamífero al decir que, si algo es un león, entonces
es un mamífero.” (La articulación de las razones. Robert B. Brandom, p. 25)

Es ahí entonces dónde reside el contenido veritativo de los juicios según Brandom. No
obstante, el aspecto implícito y explícito no pueden ser indiferentes entre sí ya que la
explicitación no es independiente de su contenido implícito, de la posibilidad de que
algo se de implícitamente.

Por estas consideraciones, el elemento pragmatista en el inferencialismo de Brandom se


daría en la medida en que comprender el contenido conceptual con el que uno mismo se
maneja es una especie de sabiduría práctrica, un elemento que permite saber qué
discriminar y qué se sigue y qué no se sigue de las afirmaciones en uso. Por otra parte,
esto es posible ya que nuestro lenguaje es lo suficientemente amplio a nivel lógico para
contener la negación, de esta forma, por contraposición, es posible convertir en explícito
el componente inferencial implícito que articula el contenido de los distintos conceptos
determinados, ya que éstos dicen algo negativo en relación a los otros conceptos
conocidos.

La posición de Brandom entonces implica que hay en el contenido inferencial de las


proposiciones una relación material con el mundo, y esto hace que sea necesario aceptar
que el aspecto externo del lenguaje contribuye a la formación de significado. Cada
enunciado está contrastado en un contexto determinado y este mismo enunciado está a
su vez relacionado con otros enunciados que hacen posible la inferencia del primer
enunciado. Esto sucede a causa de la amplitud conceptual y su dimensión no delimitada
por la facticidad, ya que aquellas circunstancias que no son inferenciales, sino que
refieren tanto a aspectos intencionales como a consecuencias prácticas son entendidas
implícitamente en el contexto de inferencia. Por este motivo, la inferencia semántica
consiste en un sistema holista, haciendo imposible que se tenga un solo concepto a
menos que se tengan otros que resignifiquen el resto: “Por el contrario, la semántica
inferencialista es absolutamente holista. En una concepción inferencialista del contenido
conceptual, no se puede tener ningún concepto a menos que se tengan muchos” (La
articulación de las razones. Robert B. Brandom, p. 19)

Por estas consideraciones Brandom está fuera de la concepción que acepta como unidad
mínima el significado oracional consistente en su contrastación empírica, ya que esto
supondría el atomismo semántico. Una contrastación empírica según la cual si el
enunciado fuera contrastado, lo que tendría significado sería el propio enunciado, sin
embargo, Brandom cree que es el contexto global de inferencias es lo significativo. De
esta manera para él, no es posible discernir el significado del mundo, haciendo que el
cambio intensional modifique así el aspecto extensional del lenguaje, ya que lo que se
confirma mediante la experiencia material es la totalidad de inferencias significativas.

Para concluir diré que nos encontramos entonces con una propuesta pragmatista que
para Robert Brandom solamente coge sentido si se unifica con el concepto de
normatividad, ya que solamente unas reglas para la explicitación de su uso hacen
posible que se garantice que la expresión tenga un contenido conceptual o
proposicional. Estas normas de uso, por lo tanto, no se limitan al campo de lo
lingüístico solamente, sino que tienen que ver con todo el contexto lógico inferencial
que rodea al enunciando, ya que ahí reside su concepción holista y su posibilidad de
verdad, así como todas las condiciones de uso y las consecuencias semánticas y
prácticas que son derivadas de enunciados en un determinado contexto y se establecen
gracias al intercambio de razones, haciendo que de esta manera el inferencialismo
semántico y el pragmatismo de Wittgenstein queden unificados en el pensamiento de
Robert Brandom.

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