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Unidad 1 / Escenario 2

Lectura fundamental

Forma de estado y de Gobierno


implementada en la Constitución
de 1991

Contenido

1 Introducción

2 Influencia de la Revolución francesa en el pensamiento de Bolívar y en el


constitucionalismo colombiano

3 Forma de Estado y de Gobierno en la Constitución de 1991

4 Estado social de derecho

Palabras clave: forma de Estado, forma de gobierno, Estado social de derecho, Constitución Política de Colombia.
1. Introducción
En esta lectura se hará referencia a aspectos puntuales de la historia constitucional colombiana, la
pretensión de esto, es mostrar cómo el pasar del tiempo ha modelado las formas de Estado y de
Gobierno usadas en esta República.

Actualmente, la Constitución organiza el país como un Estado Social de Derecho ordenado en forma
de república unitaria; descentralizada; con autonomía de sus entidades territoriales; democrática;
participativa y pluralista. En lo sucesivo, esta lectura dilucidará la manera en que algunos de estos
aspectos inciden en el funcionamiento político, social y económico del Estado.

En más de 200 años de vida republicana no se han cambiado radicalmente las formas de Estado y
Gobierno. La forma de estado actual es una posición intermedia entre las que han guiado la patria, a
esta se reconoce como descentralización.

En doscientos años, desde la creación de la República de Colombia, se han vivido dos grandes
procesos: el primero, comprendido entre 1810 hasta 1902, en donde se presentaron guerras civiles
y como resultado, constituciones, que mantendrían aun así el orden republicano diferenciado
únicamente por las ideas liberales o conservadoras. El segundo gran proceso, desde 1902 con el
fin de la guerra de los mil días hasta la actualidad, se puede comprender con una relativa madurez
constitucional, donde se han realizado reformas constituyentes y una serie de actualizaciones
entre las cuales se encuentra la Constitución de 1991; con temas de derechos humanos, bloque de
constitucionalidad, amparo de los derechos fundamentales, entre otros.

2. Influencia de la Revolución francesa en el pensamiento de Bolívar y


en el constitucionalismo colombiano.
A finales del siglo XVIII, en el contexto de las revoluciones británica, norteamericana y francesa,
las ideas de la ilustración y el liberalismo económico, se inicia un cuestionamiento sobre las formas
de gobierno y dentro de estas, la concepción del parlamentarismo, la democracia y la participación
de la burguesía en el Estado. Adicional a esto y en el contexto de la invasión francesa al reino de
España, hace que se piense en los territorios americanos la necesidad de un gobierno autónomo y no
vinculado a la casa real española o británica por alguno; y otros que plantearían la existencia de mayor
autonomía en los territorios coloniales de los imperios británico, francés y español.

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Gracias a la influencia de las revoluciones en Norteamérica y Francia, se inició a cuestionar en el
occidente el colonialismo ejercido por los grandes imperios, y con ello todo lo relativo al poder y
su legitimidad. En los territorios del nuevo mundo, quienes abanderaron ese proceso fueron los
criollos ilustrados.

Simón Bolívar, como integrante de este grupo de nacidos en el nuevo mundo y con un nivel alto de
instrucción, hizo lo propio y buscó influenciar el pensamiento político de la época de independencia
con ideas liberales autoritarias extraídas del pensamiento de Rousseau y la República Jacobina.
Aunque los dictados de Bolívar en esta materia no fueron seguidos al pie de la letra, el discurso liberal
francés de 1793 caló hondo en los que guiaron el proceso de liberación nacional por una sencilla
razón, el discurso político en occidente fue cooptado por la experiencia revolucionaria francesa.

Bolívar pasó parte de su juventud en Francia durante la revolución. Según Valencia (1982), un
acontecimiento en particular llevó al libertador a asumir el reto de emular en América lo conseguido
en Francia en 1793: asistir a la ceremonia de proclamación del emperador Napoleón Bonaparte en
1804 (p.41 – 42).

Entrando a las particularidades de la Revolución Francesa, el principal rasgo distintivo de esta fue el
fortalecimiento del Estado usando un nuevo paradigma de legitimidad. Los burgueses revolucionarios,
de acuerdo con Valencia (1982), crean el mito político de la “nación como sede de la soberanía y
sujeto de imputabilidad del nuevo régimen” (p. 26).

Teniendo como referente el contexto de la época y lo expuesto por Rousseau en el Contrato Social,
el significado de la afirmación anterior es el siguiente: la unidad de la nación es incompatible con la
presencia de sectores que piensen diferente a quienes la representan. Algo así como la reproducción
de lo hecho siglos atrás por los romanos, una república llena de personas que justificaban su existencia
individual y colectiva en el servicio al Estado.

La legitimidad del nuevo régimen descansó en la forma de crear la voluntad democrática de la


nación; se distinguía entre voluntad general y voluntad de todos. La voluntad general es la suma de
las libertades de todos los ciudadanos, mediada por la representación de los parlamentarios, quienes
interpretarían el querer general.

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La actividad revolucionaria (…) se encuentra en la producción de la palabra extremista por la mediación
de asambleas unánimes que aparecen míticamente investidas de la voluntad general. En este sentido,
toda la historia de la Revolución está teñida por una dicotomía fundamental. Los diputados hacen las
leyes en nombre del pueblo al que se considera que representan: pero los hombres de las secciones y de
los clubes simbolizan al pueblo cual centinelas vigilantes encargados de acosar y de denunciar cualquier
distancia entre la acción y los valores y de volver a instituir, a cada momento, el cuerpo político. (Furet,
1980, citado por Valencia 1982, p. 70 – 71)

Es decir, la voluntad general y la voluntad de todos estaba cooptada por las instituciones de la República.
Si se analiza a detalle los hechos de la Revolución y la obra de Robespierre y Rousseau, el ideal de nación
se fundía con una concepción paternalista de la autoridad. La Revolución francesa buscó el paso del
absolutismo a la democracia directa, sin embargo, se consideró esta última como de difícil realización,
por lo cual idearon un sistema que simulaba transparencia en el proceso de toma de decisiones, pero en
realidad era un aparato mimético para sujetar la voluntad del pueblo al querer de la república.

La legitimidad del sistema descansaba en las asambleas de barrio, los clubes y las instituciones de
la nación. Para dar la idea de que la revolución había llegado para hacer que las relaciones entre el
Estado y el pueblo, en lo sucesivo no tendrían nada velado para este último, se crearon espacios
de discusión en los diferentes estamentos de la sociedad. Para el desarrollo de los ejercicios de
participación ciudadana directa, el Club de los Jacobinos fue un referente importante, pues para 1791
se habían creado más de 400 filiales de este en toda Francia, las cuales sirvieron para discutir en todo
el territorio nacional los temas tratados en la sede central de la organización. Una vez tratados los
temas en el seno de los clubes, las conclusiones de las deliberaciones eran transmitidas al pueblo llano.

Al final, esta estructura vertical resultó en un elaborado aparato para que la opinión del pueblo se
identificara con la de los clubes, la de los clubes con la de sus dirigentes, y la de ellos con la república.

Bolívar trasladó al nuevo mundo las ideas de los jacobinos sobre cómo debe formarse la voluntad
general. El ejemplo más palpable de esto en la historia constitucional colombiana, es el discurso dado
ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, donde el Libertador expone un proyecto de
Constitución para la Nueva Granada y Venezuela, y en el propone que se cree un Congreso que sea
superior a la nación que representa. Véase un extracto de lo dicho por Bolívar:

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Si el Senado en lugar de ser electivo, fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el lazo, el alma de
nuestra República. Este Cuerpo en las tempestades políticas pararía los rayos del Gobierno, y rechazaría
las olas populares. Adicto al Gobierno por el justo interés de su propia conservación, se opondría
siempre a las invasiones que el pueblo intenta contra la jurisdicción y la autoridad de sus magistrados.
Debemos confesarlo: los hombres desconocen sus verdaderos intereses, y constantemente procuran
asaltarlos en las manos de sus depositarios: el individuo pugna contra la masa y la masa contra la
autoridad. Por tanto, es preciso que en todos los Gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga
siempre de parte del ofendido, y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro para que pueda ser tal, no ha
de deber su origen a la elección del Gobierno, ni a la del Pueblo, de modo que goce de una plenitud de
independencia que ni tema, ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad. (Bolívar, 2019/1819)

El proyecto de Constitución que Bolívar expuso ante el Congreso de Angostura, no caló en los
delegatarios, así que no nació a la vida jurídica. Sin embargo, años después, él lleva consigo las
lecciones aprendidas en Francia jacobina a Bolivia y, por pedido de la Asamblea General de los
Departamentos del Alto Perú, redacta la que sería la Constitución de Bolivia de 1826.

De esa norma de normas, conviene destacar dos notas distintivas: i) el ejercicio de la soberanía se
encarga a los poderes públicos y ii) en caso de guerra o circunstancias extraordinarias, se trasladan
al poder ejecutivo las funciones legislativas y judiciales. Siguiendo a Valencia (1982), el fundamento
del pensamiento constitucional de Bolívar es que en el nuevo mundo no existe una idea de nación,
capaz de dar sentido a una organización institucional y dotar de finalidad al Estado; por lo tanto,
corresponde a este último imponer su voluntad para mantener la unidad nacional.

Si se analiza en detalle el texto original de la Constitución Política de Colombia de 1886, compartía


los elementos definitorios que se enunciaron para la boliviana de 1826, es decir, la solución de los
problemas de unidad de la nación por la vía de autoridad, mediante imposiciones. Critica Valencia
(1982) la regeneración y en general la historia constitucional colombiana en estos términos:

[…] se empeña en resolver la cuestión nacional desde arriba y desde afuera, por la fuerza, no
solucionando el problema sino suprimiéndolo. Y, en general, toda la historia constitucional de Colombia
se encuentra atravesada y quizá determinada por esta poderosa propensión a crear la estructura estatal
antes que las relaciones sociales, a homogeneizar la heterogeneidad material de la vida colectiva por
medio de la uniformidad ficticia de lo jurídico, a propiciar la "derechización" del conflicto social. (p.49)

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Todo esto para decir, que las formas de estado y de gobierno que hace más de 200 años guían a
Colombia, son resultado de los influjos de la Revolución Francesa en los padres de la nación, y por lo
mismo han sido diseñadas a partir de paradigmas autoritarios, con la excusa de mantener la unidad de
la nación.

La Constitución de 1991 trató de cambiar la situación un poco al establecer múltiples mecanismos de


participación ciudadana directa, pero las bases de la república siguen siendo las mismas. De ahí que
este apartado en la lectura fundamental constituye en una invitación para que usted busque en el
pasado elementos para analizar la situación del presente.

3. Forma de Estado y de Gobierno en la Constitución de 1991


Los conceptos de forma de estado y el de forma o sistema de Gobierno, con frecuencia se
usan en forma indistinta. El concepto de forma de estado hace referencia a la estructura de la
organización política; en cambio, los sistemas de gobierno indican como se organizan y distribuyen las
competencias de los órganos que lo integran.

De acuerdo con (Naranjo 2003) hay dos maneras modernas de identificar la forma de un
Estado: desde el punto de vista político y desde el punto de vista jurídico. Cuando se determina de
conformidad con criterios políticos, se han de consultar las ideas que guían los fines de la acción
estatal y el ejercicio del poder público, es decir, el Estado ha de organizarse siguiendo alguna idea
política, ejemplo de ello: los estados Teocráticos (como la República Islámica de Irán); liberales;
corporativos; o en el caso colombiano, Estado social de derecho. En el aspecto jurídico, la forma de
estado se conocerá al analizar la procedencia del poder al interior del Estado, Naranjo (2003) indica
la existencia de dos grupos de Estados: Simples y Compuestos. Siendo Simples aquellos articulados en
torno a un único titular de los atributos y funciones del poder público, es decir, el Estado es unitario
por existir un solo centro de poder político. Se identifica por tener:

[A]utoridades centrales muy fuertes, frente a unas autoridades locales con escasa autonomía, de
manera que la mayoría de funciones públicas las desempeña directamente la persona jurídica estado,
mientras que las colectividades locales solo se les permite el ejercicio autónomo de unas cuantas tareas
(Rodríguez, 2008, p.60).

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De otra parte, los compuestos se conforman de una pluralidad de entes territoriales autónomos con la
capacidad de ejercer soberanía en forma conjunta o concurrente.

En la actualidad no existen modelos puros de formas de Estado. Es frecuente ver naciones con
tendencia hacia una forma de Estado, la cual se ve matizada por la adopción de elementos de otra que
aparenta ser incompatible. En este escrito se referenciarán formas de estado según criterios jurídicos,
haciendo un especial encuadramiento al caso colombiano.

El Estado federal, tiene como esencia la existencia de tantos centros de poder político como Estados
federados; es decir, se presenta como una aglomeración de Estados con la posibilidad de ejercer
individualmente funciones soberanas, aunque en su aspecto exterior se presenten como una única
persona jurídica de derecho internacional.

En el contexto regional se encuentran varios ejemplos de Estados federales como: Brasil, Venezuela,
Argentina, Canadá, Estados Unidos de América. Colombia lo fue durante la vigencia de la
Constitución de 1863.

Entre los rasgos distintivos de este tipo de Estado están los siguientes:

a. El Estado federal es reconocido como una sola persona jurídica internacional, es decir, solo la
organización en su conjunto será sujeto de derecho internacional.

b. Los órganos que integran la Federación tienen los atributos que habitualmente tienen los
Estados, esto significa que ejercen las funciones públicas básicas (ejecutiva, legislativa, judicial,
y en algunos casos constituyente). Por ejemplo, durante la vigencia de la Constitución de 1863,
los nueve Estados que hacían parte de los Estados Unidos de Colombia expidieron sus propias
constituciones.

c. Es común que las Asambleas de los Estados que hacen parte de la Federación tengan fuertes
competencias para el desarrollo de la función legislativa, a tal punto que ellas expiden los
Códigos que rigen en sus territorios. En Colombia se puede usar como ejemplo el actual Código
Civil, el cual fue primero del Estado de Cundinamarca antes de ser el de la nación.

d. Existe un reparto de competencias entre el Estado federal y los Estados federados para el
ejercicio de todas las funciones públicas, en especial de la administrativa, ejecutiva y judicial,
para lo cual la Constitución encarga las materias para ser ejercidas por los poderes federales o
estatales según sea el caso. Vidal y Molina (2019) indican que, en algunas constituciones como
en la Constitución de Filadelfia de 1787, o en la Constitución de Rionegro de 1863, lo que no se
confía a la Federación es competencia de los Estados miembros; también se da la situación en
que rige el principio en sentido contrario como en Canadá (p.50).

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e. La organización de la capital o Distrito Federal para Vidal y Molina (2019) es:

Un aspecto que ofrece interés dentro del esquema federal es la forma como está organizada la
capital federal, si como un municipio ordinario o como una entidad especial. Todo arranca de la
consideración de que la ciudad capital es sede de los poderes federales y de que estos requieren
un territorio propio, dentro del cual no se ejerce ninguna otra autoridad. Es el modelo del Federal
District of Columbia, dado para Washington, la capital de los Estados Unidos de América, que ha
marcado una pauta en los sistemas federales.

[…]

Esta perspectiva del sistema federal se presentó en 1861 en lo que serían los Estados Unidos de
Colombia, cuando Bogotá ostentó la condición de capital federal. Sin embargo, no ha sido bien
conocida entre nosotros, ahora que se ha dado a Bogotá el título de "distrito capital" después
de 1905, lo que evoca más la modalidad del régimen federal que las condiciones jurídico-
administrativas de una capital dentro de un Estado unitario. (p. 51)

De otra parte, la idea de Estado unitario alude a que solo los poderes centrales, hacen ejercicio
de funciones públicas, ello no quiere decir que no se tengan entidades territoriales, sino que éstas
presentan una autonomía bastante restringida.

A continuación, referiremos algunos de los elementos de la esencia del Estado unitario,


encuadrándolos al panorama constitucional y legal colombiano. En primer lugar, este aspecto de la
arquitectura institucional, se puede considerar una herencia de la Constitución de 1886.

De los aspectos propios de esta forma de Estado, podemos reseñar por lo menos los siguientes:
única soberanía y centralización política del Estado. Existe una única soberanía, en consecuencia,
las autoridades territoriales carecen de atributos políticos; por ello los entes territoriales perderían
la aptitud de expedir Constituciones y normas con fuerza de ley. En general, las funciones públicas
son ejercidas por autoridades nacionales, ejemplo de ello es que en la Constitución de 1886 solo el
Congreso de la República podría dictar leyes, o que la administración de Justicia se encargara a la
nación. El Estado está centralizado políticamente, esto significa que él por sí mismo ejerce todas las
funciones públicas. lo cual implica que la relación entre el Estado y los territorios, esta medida por una
sujeción casi que extrema, pues las autoridades existen para transmitir y ejecutar órdenes. De ahí, que
la división del territorio en secciones sea para que el Estado pueda prestar en mejor forma servicios
y ejecutar funciones públicas. Esto aplica a regímenes centralizados puros, escasos en la actualidad.

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En Colombia la relación del Estado con las entidades territoriales está guiada por la descentralización
administrativa. Según Younes (2019) “la descentralización es la atribución que se otorga a las personas
jurídicas distintas de la nación (por ejemplo, los departamentos y los municipios) para autogobernarse
mediante la radicación de competencias que se ejercen autónomamente” (p.52).

La jurisprudencia constitucional se ha encargado de precisar las implicaciones de ser un Estado


unitario con carácter descentralizado y autonomía de sus entidades territoriales, sobre el particular ha
dicho la Corte (Sentencia C-624/13) que:

De los debates de la Asamblea, se deduce además que la adopción de la descentralización y la


autonomía perseguía al menos los siguientes propósitos:

En primer lugar, promover el desarrollo local y regional, así como importantes cometidos del Estado
social de derecho como la justicia social, la equidad en la distribución de los recursos y la erradicación de
la pobreza. De ahí que se entregaran importantes funciones en materia de justicia social a las entidades
territoriales […].

En segundo lugar, empoderar a las comunidades para la gestión de sus propios asuntos como medida
de promoción de la democracia. Por ello el nuevo texto constitucional previó la elección popular de
alcaldes y gobernadores, así como varios mecanismos de participación directa a nivel local, tales como la
consulta popular y el cabildo abierto.

El modelo de Estado descentralizado y con autonomía de las entidades territoriales, es un aspecto


transversal de la Constitución Política de Colombia (1991); elementos que delimitan esta forma de
organización estatal se encuentran al menos en los artículos 1 y 286 en donde se indica cuáles serán
las entidades territoriales. En el artículo 311 se establecen las funciones de los municipios dentro de
este esquema; en el artículo 287, se preceptuaron los derechos que tienen las entidades territoriales
para el ejercicio de su autonomía; y en el artículo 288, se impuso la obligación al legislador de
expedir una Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, la cual tenía que establecer el reparto de
competencias entre la nación y las entidades territoriales, teniendo en cuenta que esas competencias
públicas deben ser ejercidas conforme a los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad.

Siguiendo los mencionados principios, la Corte Constitucional por medio de la Sentencia C-624/13
ha diferenciado los conceptos de descentralización y autonomía diciendo que:

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[…] La descentralización ha sido caracterizada como una técnica de administración en virtud de la cual
se produce un traspaso de funciones y atribuciones del poder central a entidades periféricas, para que
las ejerzan con un amplio grado de libertad. Su finalidad es la eficiencia de la administración y su objeto
son las funciones de naturaleza administrativa en cabeza de los entes territoriales.

Por otro lado, la autonomía ha sido identificada como un auténtico poder de dirección política que
se radica en cabeza de las comunidades locales, por su puesto con sujeción a la Constitución y la ley.
Esto supone que las entidades territoriales son las primeras llamadas a establecer sus prioridades de
desarrollo e impulsarlas.

En vigencia de la Constitución de 1991, el ordenamiento jurídico ha señalado unas categorías


técnico-jurídicas a través de las cuales se concreta la vigencia de los principios de descentralización y
autonomía de las entidades territoriales. Estas son: desconcentración, delegación, descentralización
territorial, descentralización por colaboración y descentralización por servicios. El fundamento de
estos fenómenos técnico-jurídicos se encuentra disperso en la normatividad nacional, ejemplo de
ello son los artículos 116, 123, 150.4, 209, 210, 211, 286, 288, 356, y 365 de la Constitución y la Ley
489 de 1998.

En este escrito no profundizaremos en estos conceptos, pues por su complejidad y especialidad serán
estudio del curso de Derecho Administrativo Colombiano, pero se enuncian para que usted se haga
una idea sobre la forma en que el Estado colombiano distribuye competencias para el cumplimiento
de la función administrativa.

Esto contrasta con la situación imperante durante buena parte de la vigencia de la Constitución de
1886, aunque eran elegidos por elección popular los miembros de las Asambleas Departamentales y
los Concejos Municipales, la autonomía de estos funcionarios estaba limitada al ser los gobernadores
designados por el presidente de la república y, en consecuencia, agentes del Gobierno, y a su vez los
alcaldes serían designados por el gobernador.

El sistema democrático en Colombia, en la Constitución de 1886, abrió el escenario al cambio de


sistema federal a una estructura centralista, unitaria, en la cual la soberanía residía exclusivamente en
la nación y la concepción de los estados soberanos cambio a departamentos y esto hizo a su vez que,
se dividieran internamente en municipios y el presidente tenia a cargo la elección de los gobernadores.

En cuanto a las formas o sistemas de gobierno, la manera más sencilla de entender esta idea es
revisando como un país desarrolla el principio de separación de poderes. Para Gómez (2015) en la
actualidad se parte de una clasificación binaria, determinada por la importancia de un poder sobre los
demás. Puntualiza el autor diciendo que:

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Estos dos sistemas son por una parte, el sistema presidencial en el cual se observa una preponderancia
del órgano Ejecutivo sobre el poder Legislativo y por otra parte el parlamentario, en el cual existe
preeminencia del Legislativo e incluso en muchos casos el propio poder Ejecutivo emana del parlamento
para configurar el gabinete de gobierno. Por ello a este último se le denomina parlamentario. (p.43)

La función de la forma de gobierno, es la de mostrar cómo se va a desarrollar el proceso de toma de


decisiones para alcanzar los propósitos que la sociedad ha plasmado en la Constitución. Además,
también revela si la formación de la voluntad estatal se da con menor o mayor participación de la
comunidad.

Los sistemas parlamentarios (o de gabinete), se distinguen por las siguientes cosas:

a. Tienen un poder ejecutivo dual, eso significa que el jefe de Estado y el jefe de Gobierno son
personas distintas.

b. El Gabinete (jefe de Gobierno) es responsable ante el Parlamento, aunque este sea nombrado
por el jefe de Estado (rey o presidente), antes de iniciar sus funciones debe obtener la confianza
del Parlamento. Ahora bien, el jefe de Gobierno tendrá que dimitir en caso de aprobación de
moción de censura.

c. Disolución del Parlamento por parte del jefe de Estado a solicitud del jefe de Gobierno. En este
evento el jefe de Estado asume la responsabilidad política del mismo mediante la refrendación
popular de esta decisión. Esta es una forma de garantizar el equilibrio de los poderes, al ser un
contrapeso al derecho del Parlamento de revocar al Gobierno.

d. La legitimidad democrática de las instituciones del Estado proviene del Parlamento.

En torno al sistema presidencial, podemos decir que este se caracteriza por:

a. Una separación marcada de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

b. El presidente de la república es simultáneamente jefe de Estado y jefe de Gobierno, por ello


corresponde a él la definición de los programas y de las políticas públicas.

c. Al presidente le está vedado disolver el Parlamento, pero, se dan serie de contrapesos entre las
diferentes ramas del poder público, por ejemplo: el presidente puede ejercer derecho a veto
respecto de leyes; en algunos países el presidente puede ser destituido por el Congreso mediante
un juicio político. En modelos como el estadounidense, el nombramiento de secretarios de Estado
y altos funcionarios del poder ejecutivo requiere consentimiento del Senado.

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Descendiendo al contexto colombiano, la Constitución de 1886 consignaba un sistema de tipo
presidencial bastante fuerte; ejemplo de ello, es que el texto original de esa Constitución dispuso que
el periodo del presidente sería de seis años, mientras que los miembros de las Corporaciones Públicas
ejercerían funciones durante dos años; o que en virtud de las facultades del Estado de Sitio (art. 122)
el presidente pudiese legislar sobre cualquier materia sin control del Congreso de la República; y en el
contexto que se dio esta norma constitucional, lleno de constantes explosiones sociales y políticas de
conflictos regionales, dotó al presidente de amplias facultades para mantener la unidad de la nación a
toda costa, sin importar si estas rayaban con la arbitrariedad. Para esta Constitución las normas sobre
derechos fundamentales, principios y valores eran simple limites formales a la acción del ejecutivo.

La Constitución de 1991, si bien dispuso un sistema de tipo presidencialista, tiene unos límites
bastante más férreos que los normados en la Constitución de 1886, muestra de ello, es que se crea
un sistema de principios y valores que siempre han de guiar la acción de los poderes constituidos.
Además, limitó el uso de la figura de los estados de excepción por el presidente; creó una serie
de órganos autónomos e independientes que podrían hacer contrapeso al ejecutivo, entre ellos la
Corte Constitucional.

4. Estado social de derecho


La Constitución Política de 1991 en el artículo 1 organiza a Colombia como un Estado Social de
Derecho. Para describir algunas de las implicaciones de adoptar esta forma de estado, es procedente
seguir el criterio del profesor Jiménez de Parga, según el cual para analizar un Estado se deben
responder al menos tres preguntas: ¿quién manda?, ¿cómo manda?, y ¿para qué manda?

El Estado social de derecho es una especie del Estado de derecho, el adjetivo social no es una
construcción discursiva, sino un elemento que define las cualidades intrínsecas del Estado en sí mismo.
Para explicar la diferencia practica se harán comparaciones con el texto de la Constitución de 1886.

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El artículo 191 de la Constitución de 1886 circunscribió las funciones de las autoridades de la república
a lo siguiente: i) proteger a las personas en vida, honra y bienes; y ii) prevenir y castigar los delitos,
para con ello propender a que los ciudadanos respetaran recíprocamente los derechos de sus
semejantes. En esta norma de describen los elementos esenciales de la forma de estado imperante
para ese momento, la cual correspondía a un Estado de Derecho. Esta idea, en gran medida, es
completada por las demás normas que hacían parte del Título III de dicha Carta Política, referido a los
derechos civiles y garantías sociales.

La raíz filosófica del Estado de derecho se encuentra en los postulados de filósofos de los siglos XVII
y XVIII, principalmente los conocidos como los contractualistas2. Los autores que dieron origen a
esta forma de estado encuentran en los valores de libertad e igualdad los principios y finalidades del
Estado, el cual nace del consentimiento de los hombres.

En Colombia el Título III de la Constitución de 1886 expresaba los contenidos dogmáticos sobre los
cuales se fundaba la nación, es decir, era una exteriorización de los objetivos para la vida en sociedad
que pretendía alcanzar esa Constitución. Sáchica (1989) manifiesta que el mencionado apartado
de la Constitución de 1886 conserva la esencia del pensamiento político vertido en la Declaración
de los deberes del hombre y del ciudadano de 1789. Añade el autor que en ese apartado de la Carta
Política se expresaban los bienes de mayor valor para la sociedad, los cuales se constituían en límite
infranqueable para la acción del Estado.

Las disposiciones del Título III de la extinta Constitución mandaban al Estado el cumplimiento de los
siguientes cometidos:

a. La igualdad ante la ley y la protección de los derechos de libertad: En virtud de esto el Estado
y el Derecho son instrumentos para el alcance de la igual libertad de todos, entendida esta
como la proscripción de un trato diferenciado para los ciudadanos, de ahí que la ley deba tratar
igual a todos los ciudadanos en tanto titulares de derechos y obligaciones. La protección de los
derechos de libertad, se da en todas las formas en las que se puede exteriorizar la misma del
individuo; por ejemplo la libertad física o las de conciencia y opinión.

1. Vigente hasta el 04 de agosto de 1936. Fue derogado por el Acto Legislativo 01 de 1936.
2. Entre los pensadores que hicieron una mayor aportación a la definición de esta forma de Estado se tiene a: Hobbes, Locke, Spinoza, Montesquieu,
Rousseau, Sieyes y Kant.

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b. El alcance de la seguridad es uno de los objetivos con mayor valor para el Estado: Para Sáchica
(1989) la seguridad “fundamenta y legitima la existencia y actuaciones del poder” (p. 278). Para
algunos autores, en esta forma de estado los conceptos de libertad y seguridad se confunden, a
manera de ejemplo véase lo dicho por Humboldt (2009):

Yo considero seguros a los ciudadanos de un Estado cuando no se ven perturbados por ninguna
injerencia ajena en el ejercicio de los derechos que les competen, tanto los que afectan a su
persona como los que versan sobre su propiedad; la seguridad es, por tanto, la certeza de la
libertad concedida por la ley. Ahora bien, esta seguridad no resulta perturbada por todos los
actos que impiden al hombre ejercitar una cualquiera de sus fuerzas o cualquier disfrute de su
patrimonio sino sólo por aquellos actos que lo hagan contrariamente a Derecho. (p.111-112)

Esta forma de estado fundada en una concepción individualista en Colombia se vio atenuada con la
expedición del Acto Legislativo 01 de 1936, en el cual se establecieron derechos prestacionales y
servicios sociales a cargo del Estado. Este es un antecedente de lo que haría el Constituyente de 1991
adoptando el Estado Social de Derecho.

Precisado todo esto, se dará respuesta a los interrogantes que fueron formulados respecto del
régimen adoptado por la Constitución de 1991. En primer lugar, Colombia se precia de ser una
democracia, así que el poder y la titularidad de este corresponde al pueblo; en ese sentido el
artículo tercero de la Carta de 1991 preceptúa que el poder público emana del pueblo, y que puede
ser ejercido directamente o por medio de representantes. Esto contrasta con lo dispuesto en la
Constitución anterior, la cual dejaba explícito en el artículo segundo que el poder provenía de la
nación y era ejercido por ella; es decir, aunque el país se podía considerar democrático porque los
ciudadanos participaban en la conformación del poder público, su rol se limitaba al voto y el proceso
de toma de decisiones recaía únicamente en los representantes del pueblo.

A renglón seguido, los interrogantes de ¿cómo manda? y ¿para qué manda? se pueden responder
en forma conjunta. El poder público se ejerce a través de las reglas dispuestas en el ordenamiento
jurídico, haciéndose especial énfasis en las normas de estirpe constitucional. A diferencia del
paradigma establecido en la Constitución de 1886, la nueva Carta busca el alcance de la igualdad real,
la cual implica la garantía de una existencia material digna.

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El Estado de la Constitución de 1881 garantizaba la vigencia de una concepción individualista de
la libertad, la cual era reivindicada mediante la abstención de intromisión en la esfera intima del
individuo. Los principios que fueron guiaron la acción estatal en vigencia de Constitución mencionada
son puestos en entredicho; el axioma en que se funda la idea del Estado Social de Derecho supone
considerar la libertad, no únicamente autonomía del ciudadano frente al Estado, sino como un
concepto que depende de la prestación de servicios que permitan a todas las personas vivir de manera
digna. Para ello las autoridades de la república tienen la obligación de participar en forma activa en la
destrucción de los obstáculos que no le permiten a la población vulnerable el alcance de un nivel de
vida óptimo, y con ello avanzar en el alcance de un orden social justo.

Lo anterior se logra al prevalecer los intereses generales de la sociedad sobre los de grupos sociales
que detentan el poder económico, ello se logra con una regulación que imponga cargas económicas
sobre estos y redistribuya y facilite la participación de los sectores desposeídos.

Febres-Cordero (2002) explica la trascendencia del cambio de modelo de estado en Colombia en


estos términos:

Se pasó del régimen liberal individualista que ha caracterizado nuestro constitucionalismo a un sistema
en el cual lo personal o individual sólo tiene cabida en cuanto sea compatible con los valores sociales que
promueve el Estado, valga decir, prevalencia del interés general, solidaridad social, servicios públicos,
función social, etc. (p. 55)

Muestran la importancia de adoptar esta forma de estado, tres asuntos:

4.1. Todo derecho fundamental tiene una faceta prestacional

El catálogo de Derechos de la Constitución de 1886 estaba edificado casi en su totalidad por


derechos de libertad, los cuales eran concebidos como derechos subjetivos, de ahí que la garantía
de su protección era la abstención del Estado de invadir la esfera más íntima de la vida del individuo.
Para la Constitución de 1991, los derechos fundamentales son tanto derechos de libertad (dimensión
subjetiva) como derechos prestacionales (dimensión objetiva). La vertiente objetiva de los derechos
fundamentales implica para los poderes públicos la obligación de ejecutar actos tendientes a
dar efectividad a las garantías constitucionales. Es conveniente traer a colación un fragmento
jurisprudencial que muestra la posición de la Corte Constitucional (Sentencia T-133/06) sobre el tema:

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 15
Es importante resaltar que todo derecho fundamental exhibe dos facetas. La primera, entendida como una
faceta de abstención, la cual hace mención a la protección del contenido del derecho mismo, impidiendo
que terceros los transgredan o vulneren con conductas que vayan en contravía de éstos. La segunda,
concebida como una faceta de acción, que determina los mecanismos idóneos para garantizar su goce
efectivo, así como también estipula sobre quien recae la responsabilidad una vez éstos sean quebrantados.

En efecto, la jurisprudencia constitucional, de manera reiterada, ha sostenido la dimensión prestacional


no sólo de algunos derechos constitucionales específicos, como, por ejemplo, los derechos económicos,
sociales y culturales, sino también de derechos relacionados con la libertad, derechos civiles y políticos
fundamentales.

4.2. Se da el carácter de fundamental a algunos derechos sociales

Constituciones como la Española de 1978 o la Colombiana de 1991 que adoptaron el Estado social
de derecho incluyen como derechos fundamentales disposiciones de carácter social. Es decir, los
derechos fundamentales para estas constituciones no son solo los derechos de libertad, también lo
son normas que crean deberes para el Estado de romper desequilibrios sociales o económicos que
impidan al individuo tener una existencia en términos de dignidad.

La Sentencia T-016/07 de la Corte Constitucional dice que tanto derechos civiles y políticos, así
como otros históricamente considerados como derechos económicos, sociales, y culturales, tienen la
connotación de fundamentales en el ordenamiento jurídico colombiano. En la providencia se dice que
se debe diferenciar entre la fundamentabilidad de los derechos y las vías para buscar su efectividad;
aunque algunos derechos sean fundamentales, su justiciabilidad se debe buscar por vías diferentes a la
típica usada para los derechos fundamentales. La decisión lo ejemplifica con el derecho a la salud, en
los siguientes términos:

En el caso del derecho fundamental a la salud, por ejemplo, la Corte Constitucional ha subrayado en
múltiples ocasiones que éste no es un derecho cuya protección pueda solicitarse prima facie por vía de
tutela. Su connotación prestacional obliga al Estado a racionalizar la asignación de inversión suficiente
para que su garantía tenga un alcance integral, frente a la necesidad de sostenimiento que tiene también
la garantía de otros derechos dentro de un contexto de recursos escasos. Que ello sea así, no despoja
al derecho a la salud de su carácter fundamental, de modo que insistimos: resulta equivocado hacer
depender la fundamentalidad de un derecho de si su contenido es o no prestacional y, en tal sentido,
condicionar su protección por medio de la acción de tutela a demostrar la relación inescindible entre
el derecho a la salud —supuestamente no fundamental— con el derecho a la vida u otro derecho
fundamental —supuestamente no prestacional—. (Corte Constitucional, Sentencia T-016/07)

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 16
4.3. Se dictan principios rectores de la política social y económica

Estos principios deben entenderse como disposiciones que crean en las entidades públicas el deber de
ejercer sus funciones para avanzar en el alcance de la igualdad material. Al ser normas de contenido
programático no crean derechos subjetivos en favor de los administrados, aunque puede ser plausible
que al reglamentarse, se creen prestaciones reclamables ante los tribunales.

Las medidas de política social se definen por la Corte Constitucional (Sentencia C-1199/08) como:

[A]ctividades de carácter permanente y habitual, desarrolladas por el Estado o bajo su coordinación


o supervisión, destinadas a satisfacer necesidades de carácter general de la población, en particular
aquellas relacionadas con los derechos a los que la Constitución les atribuye un carácter social, o cuya
prestación origina gasto público social.

El fundamento de esto se encuentra en los artículos 2 y 13 de la Constitución nacional, los cuales


mandan al Estado a garantizar la efectividad de los derechos constitucionales, entre ellos los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales a toda la población, autorizan al Estado a adoptar
medidas destinadas a sectores desposeídos de la población para que la igualdad prometida por la Carta
Política no se quede en una construcción discursiva.

En cuanto a los principios de política económica, la Constitución de 1991 adopta como modelo
económico el de Economía Social de Mercado, según el cual la iniciativa privada y el ejercicio de
actividades económicas se da en forma libre, pero el Estado puede intervenir en la economía para
propender por mejorar la calidad de vida de los habitantes, distribuir equitativamente de los recursos y
beneficios del desarrollo, y preservar un ambiente sano. (Const., 1991, art. 333 y 334)

Ahora bien, los principios constitucionales de política económica se determinan según la herramienta
a utilizar, siendo las más comunes: el sistema tributario; la contratación pública; el presupuesto y el
gasto público; y el poder de intervención en la economía. En cualquier caso, cualquier participación
del Estado en la economía debe hacerse para avanzar en el alcance de una sociedad justa.

A manera de ejemplo, véase lo dicho por la Corte Constitucional a través de la Sentencia C-1064/01
sobre la función distributiva que tiene el presupuesto nacional:

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 17
La función administrativa y política del presupuesto no es incompatible, entonces, con su carácter
de herramienta macroeconómica. Por el contrario, la deliberación del Congreso sobre el proyecto
del presupuesto constituye un control democrático y periódico de los representantes del pueblo a la
política macroeconómica en su componente fiscal, propuesta por el Ejecutivo. El presupuesto general
de la nación es una especie de contrato democrático anual sobre la asignación de recursos escasos
y la fijación de prioridades, mediante el cual el Estado concreta no sólo un instrumento medular en
la dirección de la economía y la política macroeconómica, sino la herramienta jurídica que expresa
cuantitativamente el cumplimiento de fines esenciales del Estado y la política social para alcanzarlos.
De este modo, el servicio a la comunidad, la promoción de la prosperidad general, la garantía y
efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución, y el aseguramiento
en condiciones de igualdad y equidad de un orden justo (artículo 2 C.P.), tienen un correlato real y
específico en la ley de presupuesto que explican la necesidad de un proceso de creación y reforma
calificado que permita la discusión amplia y la mayor participación posible a través de los representantes
legítimos del pueblo reunidos en el Congreso.

Para finalizar, estos principios se constituyen en herramientas poderosas para la interpretación


de derechos fundamentales, y en general de la acción del Estado, en el entendido de que son
instrumentos para materializar la finalidad social de este.

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Referencias
Bolívar, S. (2019/1819). Discurso pronunciado por Simón Bolívar ante el Congreso de Venezuela
en Angostura, 15 de febrero de 1819. Co-Herencia, 16(31), 397-424. https://doi.org/10.17230/co-
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[Derogada]. https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=7153

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Córdoba Triviño] 2001, 10 de octubre.

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de septiembre.

Febres-Cordero, J. B. (2002). ¿Por qué es necesaria una reforma política general? Revista Opera,
1(1), 47-82. Universidad Externado de Colombia. https://www.redalyc.org/pdf/675/67510104.pdf

Humboldt, W. (2009). Los límites de la acción del Estado. Editorial Tecnos.

Naranjo Mesa, V. (2003). Teoría Constitucional E Instituciones Políticas (9ª edición ed.). Editorial
Temis S.A.

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Valencia Villa, H. (1982). La Constitución de la Quimera. Editorial La Caja de Herramientas.

Younes Moreno, D. (2019). Derecho constitucional colombiano (16ª edición ed.). Legis.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Derecho Constitucional I


Unidad 1: Génesis de la Constitución de 1991 y cambio de
modelo de Estado
Escenario 2: La forma de Estado y Gobierno implementada
en la Constitución de 1991.

Autores: Michael Julián Córdoba Hernández


Yesica Lorena Gaona Pineda

Asesor Pedagógico: Laura Catalina Salcedo Camargo


Diseñador Gráfico: Alejandra Daza Hurtado

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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