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En Europa, entre 1830 y 1848 existía un conflicto entre dos corrientes políticas representadas por la

monarquía y la burguesía, denominados liberalismo y nacionalismo. El liberalismo económico fundado


por Adam Smith en 1776, se fundamentaba en la idea de que el interés egocéntrico era la principal virtud
del hombre y una necesidad para impulsar el desarrollo humano; Smith también afirmaba que el valor de
las mercancías se relaciona directamente con la cantidad de trabajo necesario para la obtención de estas.
Por otra parte el nacionalismo económico postulaba que el Estado debía intervenir en el dominio de la
empresa privada para estimular la competitividad de la industria. Como consecuencia la burguesía
apoyaba al sistema nacionalista económico y a la idea de la unidad nacional debido a que, en su carácter
de naciente clase social, este sistema le otorgaba mayores beneficios tanto económicos como políticos.

Las guerras napoleónicas fueron un periodo histórico bélico impulsado por Napoleón Bonaparte, en
contra de la coalición europea conformada, principalmente, por Gran Bretaña, Austria, Prusia y Rusia; a
este periodo histórico también se le llama “guerras de coalición”. Las guerras napoleónicas empiezan con
el interés de Bonaparte sobre los territorios de la península itálica, con el fin de ser nombrado comandante
del ejército francés asentado en Italia para tomar ventaja sobre las tropas austriacas. El final de este
periodo bélico implicó la abolición del feudalismo, apoyado por la revolución francesa y la revolución
industrial, lo cual significó el avance de la clase burguesa y el sistema capitalista. En el ámbito político,
resurgió la monarquía absoluta europea, bajo el designio del Congreso de Viena, así como la formación
de la Santa Alianza. En cuanto a lo social se manifiesta un sentimiento nacionalista en gran parte del
territorio europeo promovido por la lucha contra el ejército liderado por Napoleón, dando lugar a un
estado anímico revolucionario. La confederación del Rhin fue la unión política de algunos territorios
alemanes surgida como consecuencia de las guerras napoleónicas en dónde se reconocía a Napoleón
como su verdadero dirigente perpetuo.

Después de la derrota del ejército napoleónico en Waterloo en 1815, se inicia el proceso histórico
conocido como la Época de Restauración, en dónde la iglesia y la monarquía retoman el poder del Estado
bajo el antiguo régimen absolutista. También después del episodio de Waterloo, Italia y Alemania caen
bajo el poder de Austria; con esta intención fue establecido entre 1815 y 1830, el Congreso de Viena que
buscaba restablecer el sistema político anterior, garantizando la repartición de importantes territorios entre
las potencias del mundo. Durante este periodo asumen el poder sucesivamente Luis XVIII y Carlos X,
quienes ajustaron sus gobiernos a las demandas surgidas a partir de la revolución francesa, estableciendo
una monarquía constitucional que otorgaba poder al parlamento. Algunos de los productos de la
instauración del Congreso de Viena son la Confederación Germánica de 1815 y la Cuádruple Alianza,
cuya finalidad era mantener el control de la monarquía e impedir la implementación del liberalismo en el
territorio Europeo. En este contexto, Italia y Alemania fueron naciones que proveerían la unificación a
varios pueblos en torno a la noción de Estado impulsado por la clase burguesa.

Cómo respuesta a la inconformidad de la burguesía respecto a la restauración de la monarquía en Francia,


se inician 1830 una serie de revoluciones conocidas como las tres jornadas gloriosas o la revolución de
julio, que tenían como objetivo derrocar el gobierno de Carlos X, pues representaba una pérdida de
privilegios para la clase burguesa. Después de estos movimientos, toma el poder Luis Felipe de Orleans
(el primer rey burgués), dirigiendo un gobierno sociopolítico marcado por la industrialización y la
economía capitalista que garantizaba el posicionamiento de la burguesía como clase dominante y, por otra
parte, hacía más marcadas las desigualdades sociales. Mientras tanto, en Italia surge un movimiento
encabezado por la sociedad secreta del sur llamada Carbonería; de esta asociación saldría uno de los
principales líderes de la unificación de Italia llamado Giuseppe Mazzini que en 1831 inaugura la sociedad
secreta denominada Joven Italia, que impulsaba el surgimiento de una república democrática,
compartiendo entre los conciudadanos un profundo sentimiento de nacionalismo revolucionario.

Entre 1845 y 1848, Europa vivió un momento de crisis política-económico liderado por rebeliones
campesinas, movimientos obreros y movimientos nacionalistas y antimonárquicos que buscaban igualdad
de crecimiento económico. Durante este periodo, las monarquías imperiales austro-húngaras y alemana
dominaban sobre todo el territorio europeo. En Francia, grupos de estudiantes obreros, campesinos y
civiles obligaron a Luis Felipe de Orleans a renunciar a la corona, provocando el surgimiento de la
segunda República Francesa bajo un gobierno provisional con un enfoque constitucionalista. En 1848,
Austria, Alemania e Italia sufrieron una serie de movimientos sociales (revoluciones) cuyo propósito fue
la desestabilización de las monarquías absolutistas y la unificación nacional; estos movimientos fueron
llevados a cabo por grupos de estudiantes de las diversas naciones que estaban sujetas a los grandes
estados monárquicos y que con base en una ideológica democrática y liberal exigían el establecimiento de
un gobierno constitucional. A pesar de los cambios que se dan en Italia, había personas como Cesare
Balbo que no estaban de acuerdo con la unificación nacional, sino que apostaban por la emancipación de
los pueblos italianos bajo un régimen constitucional. Con las ideologías divididas entre los nacionalistas y
los republicanos, el rey Carlos Alberto de Piamonte y Cerdeña asumió una postura monárquica que
controlaría los levantamientos armados que se habían producido en Milán. Por otra parte, en Alemania el
Parlamento de Francfort consigue establecer la unificación de Alemania con base en una postura
demócrata, que fue impulsada por la burguesía y el nacionalismo; no obstante, la oposición de Austria y
Prusia lograron desestabilizar este proceso.

Bajo el gobierno de Napoleón III, se planea una guerra contra Austria que impulsa diversos movimientos
patrióticos en Italia cuyo resultado es el fortalecimiento del reino de Piamonte, por lo cual Napoleón III y
Cavour, el primer ministro francés, establecen que Niza y Saboya serán entregadas a Francia en
compensación por la unificación de Piamonte; este hecho produce levantamientos políticos que ven en
este acuerdo una violación a los intentos de independencia de Italia. Como resultado de ello, Giuseppe
Garibaldi y Francesco Crispi conquistaron Nápoles en 1860 prometiendo a los campesinos la repartición
de tierras y la reducción de impuestos y garantizando a la clase media el derecho de propiedad privada, la
ley y el orden, establecido las bases del nuevo estado italiano.

Austria y Prusia se enfrentaron en el intento de unificación alemana; sin embargo Austria era un estado
precario debido a que la realeza no permitía el acenso económico de la clase burguesa, mientras que
Prusia se vio beneficiado por la Revolución Industrial incrementando el comercio portuario. En este
enfrentamiento destaca el primer ministro Otto Bismarck al dirigir las políticas exteriores y la guerra
contra Austria con el fin de mantener sus territorios; también, impulsó el acuerdo comercial conocido
como Zollverein que entró en vigor en 1834 y permitía a los estados dominados por Prusia comerciar
libremente sus productos con base en un sistema de aranceles. La importancia de este acuerdo comercial a
más allá de unos beneficios económicos debido a que en 1864 en el contexto de las Guerra de los
Ducados permiten establecer una alianza austro-prusiana en contra de Dinamarca. No obstante en 1866
como consecuencia de la exclusión de Austria de la confederación Germánica se inicia una Guerra entre
estos estados; Prusia promete a Italia devolver el control de Venecia si la apoya en la batalla; finalmente,
Austria es derrotada y se establece el Tratado de Meiningen en 1868. Como respuesta a la derrota de
Austria, Napoleón III declara la guerra en contra de Prusia, por lo que Francia decide retirar las tropas que
ocupaban territorios extranjeros, incluyendo las de México lo cual significó el triunfo de Benito Juárez;
finalmente, Prusia obtiene la victoria y consigue la unificación alemana. Prusia le devuelve a Italia el
control de Venecia y de los Estados Pontificios, tal y como se lo había prometido; con este
acontecimiento Italia logra su completa unificación en 1871.

Como ideología, el nacionalismo promueve el surgimiento de los estados-nación en todo el territorio


europeo, lo cual significa el fin de las monarquías absolutistas y el establecimiento de las Repúblicas
constitucionales como forma de gobierno, a través de las cuales se logra unificar a las clases sociales que
constituyen una sociedad favoreciendo el desarrollo político y económico desde el estado hacia los
ciudadanos. Esto permitió no sólo que los campesinos y obreros tuvieran más derechos laborales sino que
los burgueses serán beneficiados con la cuestión de la propiedad privada, cómo ya se mencionó con
anterioridad. Con la unificación alemana, Prusia se convierte en Alemania y encabeza el desarrollo
industrial con fines militares, las redes ferroviarias y los acuerdos comerciales, y su industrialización la
hace una competencia competente para asumir el poder como una potencia mundial y enfrentarse contra
Inglaterra durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial.

López Serrano, A. (1996, 16 febrero). PENSAMIENTO POLÍTICO Y ECONÓMICO EN EL SIGLO


XIX. Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid.

https://e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/12561/pensamiento_lopez_1996.pdf?
sequence=1&isAllowed=y

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