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EUROPA, ENTRE EL ORDEN Y LA LIBERTAD (1815-1830)

La Restauración en Europa
Los monarcas del Reino Unido, Prusia, Aus tria y Rusia, vencedores de Napoleón en Waterloo (1815),
mostraron su decisión de restaurar las monarquías tradicionales e impedir la expansión de las ideas
liberales, nacidas con la Revolución francesa. En esos Estados se volvía, por tanto, al Antiguo Régimen .Para
imponer estos principios y crear órganos internacionales para su defensa, los representantes de las
potencias vencedoras, se reunieron en el Congreso de Viena (1815)
 Se procedió a la reestructuración del mapa de Europa en beneficio de las grandes potencias,
con el objetivo de buscar un equilibrio entre ellas y dominar los territorios que podían ser
origen de movimientos
 Además, se establecieron dos principios que regirían la política internacional: la celebración
de congresos para arbitrar soluciones ante posibles conflictos y el derecho de intervención
de un ejército de la Santa Alianza en aquellos países amenazados por una revolución liberal

Liberalismo y nacionalismo
 La Revolución francesa y las guerras napoleónicas habían difundido por Europa una serie de
principios que conformaron las bases ideológicas del liberalismo: libertad individual, de
pensamiento, de expresión, de reunión, de religión y de propiedad. Habían asentado también el
liberalismo como una doctrina política que defendía el sistema parlamentario, la limitación del
poder de los monarcas, la separación de poderes, el derecho al sufragio y la existencia de
constituciones.
 Pero, además, la idea de que la autoridad solo podía provenir de la nación (soberanía
nacional), formada por ciudadanos iguales ante la ley, asoció el liberalismo a la defensa de la
creación de Estados nacionales y animó a muchos pueblos sometidos a reivindicar su derecho
a constituirse como naciones independientes.
 El Congreso de Viena rechazaba todos esos principios. Sin embargo, las aspiraciones liberales y
nacionales continuaron difundiéndose y, en sucesivas oleadas revolucionarias, los pueblos y
las naciones lucharon para acabar con el Antiguo Régimen.

CARACTERISTICAS DEL LIBERALISMO:

 Libertades individuales: económica, política, religiosa y de pensamiento.


 Abolición de los privilegios e igualdad legal.
 Separación de poderes y soberanía nacional representada por un parlamento.
 Constitución que define las leyes del Estado.
CARACTERÍSTICAS DEL NACIONALISMO
Defensa de la existencia de naciones que tienen el derecho a formar Estados propios e independientes.
Corrientes para definir una nación:
 Define la nación como el conjunto de ciudadanos que tienen en común una historia, una
cultura o una lengua y, sobre todo, la voluntad de vivir juntos.

 Que se manifiesta en la lengua y la cultura y que está por encima de la voluntad de los
ciudadanos.

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Las aspiraciones de libertad (1820-1830)
Durante la década de 1820, la represión ejercida por las autoridades absolutistas obligó a los partidarios
del liberalismo y el nacionalismo a organizarse en sociedades clandestinas. Estas entidades promovían la
insurrección armada contra el absolutismo.

Esta estrategia fue seguida por algunos países de Europa en una primera oleada revolucionaria que se produjo
entre 1820 y 1824. Triunfó en España, Portugal, Nápoles y el Piamonte
Una segunda oleada revolucionaria se originó en la década de 1830. El movimiento se inició en 1830
en Francia, donde se implantó una monarquía de carácter liberal, que proclamó rey a Luis Felipe de Orleans. El
ejemplo francés se extendió a los Estados italianos y alemanes, a España, Polonia y Bélgica
Como resultado de estas revueltas liberales, en la mayoría de países de Europa occidental desaparecieron los
regímenes absolutistas y se impusieron gobiernos liberales moderados, cuyo referente era la
Constitución francesa de 1791

LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA

Las ideas liberales se expandieron también por América. La debilidad de algunas metrópolis y la
situación de guerra en Europa durante la etapa napoleónica propiciaron la formación de movimientos
liberales nacionalistas, dirigidos por una burguesía criolla (nacida en América, de origen europeo)
próspera e ilustrada que rechazaba el dominio colonial.
En la América española, entre 1808 y 1824, tuvo lugar la independencia de casi todos los
territorios coloniales y la formación de nuevas naciones. Sus principales líderes fueron Simón Bolívar
y José San Martín en el continente Sur y Agustín de Iturbide en México. También Brasil consiguió su
independencia de Portugal (1822), y Haití, de Francia (1804).

LA REVOLUCION DE 1848: “LA PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS”

La revolución de 1848 tuvo una gran trascendencia en la historia europea, ya que afectó a casi todo el
continente y expandió las demandas de libertad y de reivindicación nacional. Supuso el fin de la mayoría de
las monarquías absolutas que quedaban en Europa, el origen de las ideas democráticas y el
surgimiento de un movimiento nacionalista contra los grandes imperios.

Revolución liberal y democrática


Entre febrero y julio de 1848, otra oleada de revueltas sacudió Europa. La revolución se inició de nuevo en
Francia en donde se proclamó la República, basada en el pensamiento democrático:

 sufragio universal masculino,


 abolición de la pena de muerte,
 intervención del Estado en la economía y garantía del derecho al trabajo

Tras la celebración de elecciones consiguió la mayoría parlamentaria un nuevo gobierno más moderado, que
eliminó gran parte de esas medidas. La respuesta fue una insurrección de los sectores populares y obreros
en junio de 1848, que se convirtió en el primer enfrentamiento entre la burguesía y el nuevo proletariado
surgido del proceso de la Revolución Industrial.

El impacto de la Revolución en Francia fue inmediato y se extendió rápidamente por Europa.


El despertar de las naciones

Entre 1820 y 1848 ya se habían producido, como hemos visto, procesos de independencia nacional ligados a
revoluciones liberales (Grecia y Bélgica). Pero la revolución de 1848 comportó la emergencia de los naciona-
lismos, especialmente en el Imperio austriaco. El fervor nacionalista se produjo de manera paralela a la
agitación liberal y social e hizo florecer una "primavera de los pueblos" de magnitud desconocida.
En Frankfurt, en marzo, un parlamento reunió a diputados de diversos Estados alemanes, que elaboraron una
constitución democrática para una futura Alemania unida, y ofrecieron la corona al rey de Prusia. Asimismo, a lo
largo de la primavera de 1848 en Lombardía, los insurrectos pidieron la retirada de . los austriacos
IMPERI
y, en Venecia, se alzaron en armas y proclamaron la república. A su vez, los húngaros y los checos se
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levantaron para independizarse del Imperio austriaco.

Fracaso y pervivencia de los ideales de 1848


La mayoría de movimientos revolucionarios surgidos en 1848 fueron Italianos
sofocados, tanto en Austria
como en Italia. Por último, en Francia, tras la represión de junio de 1848, la burguesía apoyó al gobierno
autoritario de Luis Napoleón Bonaparte, que, en 1851, proclamó el Segundo Imperio y consolidó un
modelo de liberalismo moderado. Pero a pesar de su fracaso, los ideales y movimientos iniciados en 1848 dieron
origen a unificaciones nacionales como las de Italia y Alemania a reformas liberales en los sistemas
políticos de Europa oriental y, hacia finales de siglo, a la evolución del liberalismo hacia la democracia,
con la imposición del sufragio universal y el aumento de los derechos sociales.

LAS UNIFICACIONES DE ITALIA Y DE ALEMANIA

Italia estaba dividida en múltiples Estados. Un movimiento de afirmación nacional dio origen, hacia 1830, a
organizaciones como la Joven Italia, que propugnaba, mediante la insurrección popular, la creación de una
república democrática, unitaria y laica.
Sin embargo, el fracaso de la vía revolucionaria en 1848 hizo que la monarquía liberal-constitucional del
Piamonte, se impusiera como la única opción capaz de conseguir, mediante una guerra, la unidad de Italia.
En Alemania, el Congreso de Viena había establecido, en 1815, la Confederación Germánica, que aglutinaba a 38
Estados. Dentro de ella, el reino de Prusia pugnaba con el Imperio austriaco por el dominio del territorio. Un
primer paso hacia la unificación territorial fue la creación de la Unión Aduanera, en la que se integró Prusia pero
no Austria.
La unificación la dirigiría Prusia con una concepción conservadora de la nación y una estrategia autoritaria y
militarista, que conduciría a la proclamación de Guillermo I como emperador de Alemania.

EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA SOCIEDAD DE CLASES

Un nuevo marco de relaciones sociales


El proceso de revolución industrial y de implantación del liberalismo político y económico
transformaron olas relaciones sociales, primero en Europa y, progresivamente, en el resto del mundo
industrializado

A partir de ese momento, lo que determinó la posición social fue la pertenencia a una clase social:
la de los que poseían la propiedad y el control de la producción, o la de los asalariados, que vendían su
fuerza de trabajo. Los primeros, la burguesía, constituían los nuevos privilegiados al poder establecer
las condiciones salariales y laborales e influir en las decisiones económicas y políticas. El resto, el pro-
letariado industrial o agrario, se convirtió en el nuevo grupo social desfavorecido, que dependía de la
burguesía para su supervivencia y debía aceptar las condiciones que le impusieran.

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De este modo surgió un nuevo tipo de conflicto social, el conflicto de clases, que ponía el acento ya
no solo en la conquista de la igualdad y la libertad legales, sino en la lucha por la reducción de las
desigualdades sociales y económicas.

Los orígenes del mundo obrero


Las condiciones de trabajo resultaron, en los primeros tiempos, muy difíciles. Las jornadas eran
agotadoras (14-16 horas diarias) y se desarrollaban en ambientes laborales muy duros (ruido, humos,
falta de higiene...) y con una estricta disciplina (despidos sin motivo, castigos, penalizaciones...). Los
salarios apenas permitían la supervivencia: se cobraba únicamente por jornada trabajada, y en caso de
enfermedad o día de fiesta, no había remuneración. Para sobrevivir era indispensable que trabajasen
también mujeres y niños, con salarios mucho más bajos.

De este modo, los obreros vivieron, en los primeros tiempos, una situación de desconcierto y
tuvieron que ir adaptándose a unas nuevas formas de trabajo y de vida muy difíciles.

Los primeros conflictos: el ludismo

La nueva organización del trabajo y la introducción de máquinas no solo deterioró las condiciones
laborales, sino que provocó una pérdida de puestos de trabajo:

Ante esta situación se produjeron numerosas protestas contra el nuevo sistema fabril. Pero la
imposibilidad de organizarse de forma legal conducía a los asalariados a participar en revueltas
espontáneas y violentas. A menudo, sus acciones se dirigían contra las máquinas, a las que
consideraban responsables del paro y de la bajada de los salarios, y contra los amos y el
gobierno que los protegía.

Esta primera forma de organización y resistencia de los obreros recibe el nombre de ludismo. Las
revueltas ludistas nacieron en Inglaterra entre 1811 y 1816, y se extendieron por todo el continente.

De este modo, la destrucción de máquinas se convirtió en una defensa del puesto de trabajo y también
en una manera de presionar e intimidar a los empresarios en momentos de conflicto laboral.

La "cuestión social"

En la primera mitad del siglo XIX se hizo evidente que la sociedad liberal e industrializada había
generado nuevas desigualdades. Numerosos intelectuales (escritores, filósofos, políticos) y artistas
tomaron conciencia de la miseria y desamparo en los que se encontraba la clase trabajadora y de la
violencia social que su descontento generaba.

Nació así la denominada cuestión social, es decir, la preocupación por las consecuencias sociales que
provocaba la industrialización. Mientras una parte de la burguesía liberal defendía que los obreros debían
intentar mejorar sus vidas a partir del trabajo, la disciplina y el sacrificio, otro sector consideraba
necesario cambiar o reformar el sistema económico.

La Primera Internacional
A partir de 1850, el número de trabajadores, organizaciones obreras y pensadores socialistas era ya muy
importante. La conciencia de formar parte de una misma clase, más allá de los Estados y las fronteras, les llevaría
a la constitución de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT).
La AIT o Primera Internacional se organizó en secciones nacionales y tenía un Consejo General dirigido
por Marx, que redactó los estatutos y el manifiesto inaugural en el que se establecían los principios básicos de la
Internacional: la emancipación de los trabajadores debía ser obra de los mismos trabajadores, que
conquistarían el poder político para acabar con la sociedad burguesa e implantar el socialismo. Reivindicando
 reducción de la jornada laboral,
 supresión del trabajo infantil,
 desaparición de los ejércitos permanentes,
 socialización de los medios de producción
 y el recurso a la huelga como el medio más eficaz para conseguir estos objetivos.
A pesar de los acuerdos, existían discrepancias en el seno de la Internacional. La más importante fue el
enfrentamiento entre Marx y Bakunin, es decir, entre las ideas del socialismo marxista y las del anarquismo.
Las delegaciones de los países más industrializados (Gran Bretaña, Alemania) apoyaban las tesis de Marx, y
los países más atrasados (España, Italia), con un sector agrícola todavía muy importante, las de Bakunin. Este
enfrentamiento provocó la ruptura de la organización en 1872.

La Segunda Internacional
La Segunda Internacional o Internacional Socialista se fundó en París en 1889. Solo incorporó partidos
socialistas y se organizó como una confederación de partidos nacionales autónomos, sin un consejo general
que centralizase la acción, a diferencia de la AIT. En 1900 se creó un Buró Socialista Internacional, con sede en
Bruselas, encargado de dar continuidad a la organización entre la celebración, cada tres años, de los congresos
de la Internacional.

Las resoluciones adoptadas en el congreso fundacional reclamaban leyes para la protección de los
trabajadores, la jornada laboral de ocho horas y la abolición del trabajo infantil. En los siguientes congresos, la
Segunda Internacional debatió y estableció una serie de principios que se mantendrían a lo largo del siglo: la
extensión de la democracia, la evolución pacífica hacia la toma del poder político, la regulación del mercado
laboral y el fin de la discriminación sexual y de las demás desigualdades.

La Segunda Internacional creó algunos de los símbolos del movimiento obrero, como el himno y la
celebración del 1.° de mayo, Día de los Trabajadores. Agrupaba a millones de trabajadores y sus debates
tuvieron una notable repercusión. Impulsó una gran diversidad de organismos, entre los que cabe destacar la
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (1907).

UN NUEVO MARCO ECONÓMICO

La Segunda Revolución Industrial

En el último tercio del siglo XIX, una serie de innovaciones tecnológicas impulsaron una segunda fase de
la industrialización, que conocemos como Segunda Revolución Industrial.. Las principales innovaciones
fueron:

 El uso de dos nuevas fuentes de energía, la electricidad y el petróleo, destronó al carbón. La


electricidad, más limpia y barata, tuvo múltiples aplicaciones

 Los nuevos medios de transporte redujeron el coste y la duración de los viajes. La electricidad se
aplicó al ferrocarril y renovó el transporte urbano (tranvía y metro). El petróleo y sus derivados
tuvieron su principal aplicación como combustible del motor de explosión en los primeros automóviles,
en los barcos y en la aviación, que empezó a desarrollarse a principios del siglo XX.
 El desarrollo de nuevos productos (vidrio, fibras artificiales, abonos y tintes químicos, caucho,
explosivos), junto al de las nuevas fuentes de energía, impulsó nuevos sectores productivos.
Construcción de buques, y la fabricación de automóviles y aparatos eléctricos, así como la
construcción (uso del hierro y del cemento armado) y las industrias alimentarias, debido a la mejor
conservación y refrigeración de los alimentos.
Estas innovaciones tecnológicas estuvieron acompañadas de una nueva organización del capital y del
trabajo con la aplicación del taylorismo, que activó un proceso de concentración industrial.

La Segunda Revolución Industrial cambió la estructura de la producción mundial.

El aumento del comercio

La segunda gran oleada industrializadora conllevó un aumento del comercio y la renovación de los
sistemas de venta.

El volumen del comercio internacional se multiplicó por siete entre 1850 y 1914, gracias a los
progresos del transporte (redes de ferrocarriles transconti-nentales, apertura de los canales de Suez en
1869 y Panamá en 1914) y a la expansión del librecambio y la producción masiva de bienes cada vez
más diversificados, que permitió una reducción de su precio.

El comercio interior también conoció una gran expansión. El aumento de los salarios obreros y los
nuevos sistemas de venta (a plazos y mediante préstamos bancarios) inauguraron la era del consumo de
masas que se desarrolló en la década de 1920. La necesidad de generar más consumidores para
absorber el aumento de la producción revolucionó los sistemas de venta. Así aparecieron los grandes
almacenes, unas superficies comerciales polivalentes que ofrecían una gran variedad de productos, a
precios más bajos que las tiendas tradicionales.

Crecimiento demográfico y migraciones

La mejora de la dieta como resultado del descenso de los precios de los alimentos, los progresos
médicos y sanitarios (vacunación, control de las aguas...) para combatir las grandes epidemias (tifus,
cólera, difteria...) y el desarrollo económico estimularon una nueva fase de crecimiento de la población
europea.

El descenso de la mortalidad, especialmente de la infantil, permitió el aumento de la esperanza de


vida. El aumento demográfico fue acompañado de una reducción del empleo ante la gran depresión
agraria en Europa, provocada por la llegada de granos y otros alimentos más baratos desde América y
Rusia. Ello provocó un gran aumento de la emigración, alentada por la posibilidad de progresar en el
Nuevo Mundo.

Entre 1880 y 1915, de los más de 32 millones de europeos que abandonaron el continente, un 59,4%
se dirigió a Estados Unidos.

La Segunda Revolución industrial estuvo acompañada de nuevos métodos de organización de la producción,


como EL TAYLORISMO. Su objetivo era aumentar la productividad mediante la especialización del trabajo,
y así abaratar costes de producción y precios.
El taylorismo dio paso al fordismo, un sistema creado por Henry Ford que combinaba la producción en serie
(taylorismo) con los incentivos salariales a los trabajadores. La fabricación en serie estimuló la
concentración de capitales y de empresas. De este modo, muchas empresas se unieron para pactar pre-
cios, distribuirse mercados (trust o cártel) o conseguir la exclusividad en la producción o venta de un producto
(monopolio). Algunas superaron el marco nacional y realizaban la producción o venta de sus productos en
varios países (multinacionales).

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